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El Senadoconsulto Veleyano de 46 d.C. prohibió que las mujeres actuaran como fiadoras o garantes de deudas de terceros, incluso del marido. Esto formaba parte de las limitaciones generales que tenían las mujeres en Roma para obligarse legalmente o comprometer sus bienes. Una consecuencia jurídica importante fue que si una mujer era demandada por haber actuado como fiadora, podía invocar la exceptio senatusconsulti Velleiani para invalidar la demanda.
El Senadoconsulto Veleyano de 46 d.C. prohibió que las mujeres actuaran como fiadoras o garantes de deudas de terceros, incluso del marido. Esto formaba parte de las limitaciones generales que tenían las mujeres en Roma para obligarse legalmente o comprometer sus bienes. Una consecuencia jurídica importante fue que si una mujer era demandada por haber actuado como fiadora, podía invocar la exceptio senatusconsulti Velleiani para invalidar la demanda.
El Senadoconsulto Veleyano de 46 d.C. prohibió que las mujeres actuaran como fiadoras o garantes de deudas de terceros, incluso del marido. Esto formaba parte de las limitaciones generales que tenían las mujeres en Roma para obligarse legalmente o comprometer sus bienes. Una consecuencia jurídica importante fue que si una mujer era demandada por haber actuado como fiadora, podía invocar la exceptio senatusconsulti Velleiani para invalidar la demanda.
Materia: Derecho Romano II Resumen acerca del Senadoconsulto Veleyano Durante mucho tiempo la mujer estuvo sometida la manus, pues nada podía pertenecerle en propiedad; juris, y tenía un patrimonio, la tutela perpetua la impedía enajenar las cosas más preciosas, comprometerse y testar sin la autorización del tutor. Se trata de una disposición senatorial aparecida en el año 46 d.C., por la que se prohibió a las mujeres con carácter de 'sui iuris', el que pudiera fungir como fiadoras o garantes, ni aún en el caso de que el fiado fuera su propio marido.
La prohibición formaba parte del impedimento general que tenían las
mujeres en Roma de obligarse por otro ni de comprometer sus propios bienes, es decir, la mujer no podía llevar a cabo acto jurídico alguno de 'intercessio'.
Una de las consecuencias jurídicas importantes que generó la puesta
en vigor de este senadoconsulto fue la de que, en el caso de que se le exigiera a una mujer el cumplimiento de una fianza por haber garantizado la obligación de un tercero, la garantía podía quedar sin efecto si la mujer hacía valer la excepción que el propio senadoconsulto le concedió, conocida como 'exceptio fraudis senatus consulti Vellaeanum'. El Senadoconsulto Veleyano, del año 46 de nuestra era, que estableció la nulidad de las obligaciones provinientes de toda intercesión o fianza otorgada por la mujer. El senadoconsulto tuvo por finalidad proteger a las mujeres que inducidas por su debilidad podían comprometer su patrimonio en negocios por los cuales garantizaran de cualquier forma una deuda ajena. Si la mujer, contrariando la prohibición legal, hubiera intercedido a favor de un tercero, podía oponer a la demanda del acreedor la exceptio senatusconsulti Velleiani para enervar la acción, en cuyo caso quedaba liberada, sin que subsistiera siquiera una naturalis obligatio. Tratándose de intercesión privativa, el pretor restituyó al acreedor que hubiera perdido su derecho, la acción contra el deudor liberado. Sólo en casos excepcionales, como si hubiera error excusable del acreedor, dolo de la mujer o intercesión en interés propio, dejaban de aplicarse las normas del senadoconsulto y la intercesión de la mujer era plenamente válida. En el derecho justinianeo se declararon nulas de pleno derecho las intercesiones realizadas por la mujer a favor del marido y las que no estuvieran redactadas en instrumento público firmado por tres testigos, siendo aplicables las disposiciones del senadoconsulto Veleyano, en caso de que se cumpliera con estos recaudos.