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Heredis Vacans

En el derecho romano, el término "heredis vacans" se refiere a la situación en la que una herencia

quedaba sin heredero, es decir, sin que alguien estuviera legalmente destinado a adquirirla

después del fallecimiento del causante. Esta circunstancia podía ocurrir por varias razones:

1. Falta de Herederos Testamentarios o Legítimos: Si el causante no hubiera designado

herederos en su testamento o si, en ausencia de testamento, no existían herederos

legítimos según las leyes romanas, la herencia se consideraba vacante.

2. Incapacidad de los Herederos: Si los herederos designados eran incapaces de suceder, ya

sea por razones legales o personales, también se podía dar el caso de una herencia

vacante. Esto podría deberse a la esclavitud, la extranjería o el estatus de filiusfamilias.

3. Repudio de la Herencia: Otra causa para que una herencia se considerara vacante era

cuando el heredero voluntario, aquel designado por el causante en su testamento,

rechazaba la herencia. En este caso, la herencia quedaba sin titular.

Para abordar esta situación de herencia vacante, se implementaron disposiciones legales. La lex

Iulia de maritandis ordinibus, una ley promulgada en la época de Julio César, estableció que las

herencias vacantes serían adquiridas por el erario público, denominado "naerarium", y

posteriormente por el "fiscus". El erario público era el tesoro del Estado, y el fiscus se refería al

patrimonio del emperador.

Esta adquisición por parte del erario y el fiscus se realizaba de pleno derecho, lo que significa

que no requería un proceso legal adicional. Sin embargo, para evitar perjuicios financieros y

garantizar que el Estado no asumiera deudas excesivas, se admitió que los bienes vacantes solo

pasarían al fisco después de una aceptación explícita. En este caso, el fisco solo estaba obligado a

asumir las deudas de la sucesión hasta el monto de los bienes hereditarios.


La regulación de las herencias vacantes refleja la complejidad y el detallado sistema legal

romano en torno a la sucesión, que abordaba cuestiones tanto de propiedad como de deudas en el

contexto de la herencia.

Transmissiones

El principio fundamental en el derecho romano era que, si un heredero fallecía antes de hacer la

adición de la herencia, es decir, antes de aceptar formalmente su posición como heredero y sus

obligaciones y derechos asociados, su llamamiento a la sucesión no se transmitía a sus propios

herederos. Esta norma se expresaba con la máxima "hereditas non adquisita non transmittitur ad

heredes," lo que significa que una herencia no adquirida no se transmitía a los herederos del

heredero fallecido.

Sin embargo, a lo largo del tiempo y bajo la influencia de las reformas legales, particularmente

durante el reinado de Justiniano, este principio experimentó importantes derogaciones y

excepciones, conocidas como "transmissiones." Estas excepciones permitieron la transmisión

hereditaria del derecho derivado de la delación de la herencia en circunstancias específicas.

Un precedente clásico de las "transmissiones" se encontraba en situaciones en las que el pretor

otorgaba a los herederos del heredero fallecido la posibilidad de una restitución completa,

conocida como "in integrum restitutio," cuando el heredero inicial se encontraba impedido de

aceptar la herencia. Esta restitución permitía a los herederos de ese heredero fallecido ocupar su

lugar y aceptar la herencia.

Otro escenario involucraba a un paterfamilias que tenía el derecho de adquirir la herencia si su

filiusfamilias, que había sido llamado a heredar, moría antes de hacer la adición. En este caso, se

permitía que el paterfamilias asumiera la posición de heredero.


En el derecho imperial romano, se introdujo la "transmissio Theodosiana," bajo el reinado de

Teodosio II. Esta norma establecía que si un descendiente nombrado como heredero en un

testamento moría antes de la apertura de dicho testamento, su derecho a la adquisición de la

herencia se transmitía a sus propios hijos, lo que ampliaba la línea sucesoria.

Finalmente, Justiniano implementó una norma más general, la "transmissio Iustiniana," que

permitía que el derecho de un heredero testamentario o intestado, que falleciera sin haber

aceptado o repudiado la herencia, se transmitiera a sus propios herederos. Esta transmisión debía

llevarse a cabo dentro de un plazo de un año.

Herencia Yacente

La figura de la "herencia yacente" (hereditas iacens) desempeñó un papel importante en la

sucesión de herederos voluntarios y, en situaciones excepcionales, en la sucesión de herederos

domésticos en el antiguo derecho romano. Este concepto se refiere a un período intermedio entre

la muerte del causante (de cuius) y la adquisición efectiva de la herencia por parte del heredero

designado. Durante este tiempo, se consideraba que la herencia estaba "yacente," lo que significa

que aún no tenía un titular definitivo.

En los primeros tiempos del derecho romano, las cosas que formaban parte de la herencia se

consideraban como "res nullius," es decir, cosas de nadie. Sin embargo, a medida que el derecho

romano se desarrollaba, los juristas comenzaron a considerar la herencia yacente como un

patrimonio provisionalmente sin dueño, dentro del cual los derechos y obligaciones asociados a

los bienes hereditarios continuaban existiendo, aunque temporalmente carecieran de un titular

concreto. Esta concepción permitía que la herencia yacente pudiera adquirir derechos sin requerir

una actuación inmediata del heredero.


En este contexto, los esclavos de la herencia desempeñaban un papel crucial. A través de estos

esclavos, la herencia yacente podía adquirir derechos, como la obtención de frutos o la gestión de

los bienes hereditarios. También podía contraer obligaciones a través de estos esclavos, lo que

permitía que la herencia continuara operando como una entidad jurídica durante este período de

yacencia.

Esta situación especial de la herencia yacente condujo a su clasificación entre las personas

jurídicas como una "universitas rerum," una entidad legal que no estaba asociada con una

persona en particular pero que tenía la capacidad de adquirir derechos y contraer obligaciones.

Es importante destacar que en el derecho romano clásico, no se elaboró una construcción

dogmática completa de la herencia yacente. Las teorías en torno a si la adquisición de la herencia

se retrotraía al momento de la muerte del causante o si la herencia representaba al de cuius

ocupando su lugar fueron más bien intentos aislados y no se consolidaron en una concepción

general.

Sin embargo, en la época postclásica y, en particular, en el derecho justinianeo, la herencia

yacente finalmente se concibió como un sujeto de derecho independiente, una entidad legal con

la capacidad de adquirir derechos y contraer obligaciones por sí misma, lo que marcó un

importante desarrollo en la evolución de la sucesión hereditaria en el derecho romano.

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