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Por Matías J. Barrionuevo. Abogado, Orientación en Derecho Penal (Facultad de Derecho - UBA).
Jefe de Trabajos Prácticos en la asignatura “Derechos Humanos y Garantías”, del Departamento de
Derecho Público II, Facultad de Derecho (UBA). Docente de las asignaturas “Derecho Procesal
Penal” y “Oratoria Forense” en la Facultad de Derecho de la Universidad de Morón.
SUMARIO: 1. Introducción. 2
1. Introducción.
En esta oportunidad me avocaré de lleno a una de las últimas reformas que ha sufrido el código
penal, toda vez que según sus propulsores viene a presentarse como una solución ante el continuo
hastío social y la indignante situación que suele sucederse de manera recurrente ante la
imposibilidad de aplicar una pena acorde a la “satisfacción social” pretendida.
Si bien la reforma en cuestión fue sancionada el 22 de diciembre de 2016 -es decir, tiene menos de
3 meses de vida- es posible que extraigamos primariamente dos conclusiones, las cuales serán
tratadas a lo largo del presente. La primera de ellas hace foco en que hoy en día no es posible ver
los resultados concretos, dado que es muy poco probable que en este escaso lapso de tiempo se haya
finalizado un proceso por alguno de estos delitos (y de así haber acontecido no ha tomado
notoriedad suficiente). Por otro lado, la segunda nos lleva a pensar que quizá no es una reforma
aislada, sino que pueden rastrearse sus antecedentes en el derecho interno con sólo buscar un par de
reformas atrás.