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- INTRODUCCIÓN:
Hemos empezado una de las etapas del año litúrgico más hermosas, “El Adviento”, en esta etapa debemos
preparar dos cosas importantes 1 nuestro corazón y 2 nuestra mente para que vamos hacer esto, para la
venida del Señor en esta NAVIDAD.
La Navidad no es una fiesta para gastar, sino que es un tiempo en el que debemos vivir humildes y sencillos
pues el Rey de Reyes nació en un pesebre, es por eso que el adviento tiene que ayudarnos a despegarnos de lo
material para hacernos más espirituales y así vivir una NAVIDAD de manera espiritual, pues es importante
tener presente la Escritura:
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la
oscuridad ha brillado una luz. Isaías 9:1
¿Y ustedes quieren ver esta luz? entonces debemos prepararnos para ello, porque no todos pueden ver esta
luz, algunos están ciegos, ya lo dice la Escritura:
El Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés
Apóstol (30 de noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de
noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de diciembre, teniendo solo
veintiún días.
I Domingo
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la
predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben
cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita
avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones
familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos
hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde
luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos
diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada
comunidad parroquial, encenderemos la primera vela de la Corona de Adviento, color morado, como signo de
vigilancia y deseos de conversión. (PEDIR PERDÓN).
II Domingo
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la
liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega"
y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos
reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al
Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por
el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de
conversión que estamos viviendo. (CONFESIÓN).
III Domingo
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. Coincide este
domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a
recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y
servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir
como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir
esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó.
Encendemos como signo de espera gozosa, la tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento. (EL
ROSARIO).
IV Domingo
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen
su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a
"Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad,
nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta.
Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración
representa. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
En la Escritura no viene la palabra Adviento, sin embargo, eso no justifica que este periodo de tiempo no
tenga soporte bíblico, pero la doctrina católica es perfecta, libre de error, y como toda nuestra teología y
doctrina tiene un fundamento bíblico, esto no podría ser menos:
La palabra Adviento proviene del latín "Adventus" que significa la venida. En un principio con este término
se denominaba al tiempo de la preparación para la segunda venida de Cristo o parusía y no el nacimiento de
Jesús como ahora lo conocemos. No se sabe desde cuando se comienza a celebrar.
Para las cuatro semanas que dura el adviento podemos encontrar consejos en la Escritura para saber como
vivirlas:
I En la primera semana, nos ejercitamos para purificar nuestro cuerpo, en un lugar sereno para favorecer la
espiritualidad.
"Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu." (Sal 51, 12)
Y es que el Señor no rechaza el corazón que se convierte honestamente:
"Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito." (Sal 51, 19)
En fin, que esta temporada de adviento camino de la navidad, y la navidad misma, sean ocasión especial para
que el Señor nos regale un corazón sensato:
"Enséñanos lo que valen nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato." (Sal 90, 12)
"Les daré un corazón nuevo y pondré en su interior un espíritu nuevo. Quitaré de su carne su corazón de
piedra y les daré un corazón de carne. Así caminarán según mis mandamientos, observarán mis leyes y las
pondrán en práctica; entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios." (Ez 11, 19-20)
II En la segunda semana, purificamos nuestros deseos.
Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
«Dónde está tu Dios?»
Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia:
¡cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta!
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios
Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti,
desde la tierra del Jordán y el Hermón,
desde el monte Misar.
Un abismo llama a otro abismo,
con el estruendo de tus cataratas;
tus torrentes y tus olas
pasaron sobre mí.
De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
Diré a mi Dios:
«Mi Roca, ¿por qué me has olvidado?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?».
Mis huesos se quebrantan
por la burla de mis adversarios;
mientras me preguntan sin cesar:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
Salmo 42
III En la tercera semana, purificamos nuestras motivaciones.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una
campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la
fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no
tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con
bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la
injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me
hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después
veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor.
1Cor 13
IV En la cuarta semana, purificamos nuestros pensamientos.
Así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo
quiero y cumple la misión que yo le encomendé. Isaías 55:11
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Salmo 1
De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.