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JULIO

ENCUENTRO CON JESUCRISTO EN

EL AÑO LITÚRGICO

Vivamos el año litúrgico


CONMEMORANDO
del misterio de Cristo
JULIO
ENCUENTRO CON JESUCRISTO EN
EN EL AÑO LITÚRGICO
Mons. Luís Gabriel Ramírez Díaz
Obispo de Ocaña

Subsidio Pbro. Jehison Raúl Quintero Muriel


Vicario Episcopal de Pastoral

PASTORAL Equipo Diocesano de Animación Pastoral

Delegación Diocesana de Medios


Red Diocesana de Medios

TEMA: La liturgia, celebración de la Iglesia:


¿cuándo celebra? Año litúrgico.

ACCIÓN SIGNIFICATIVA

1. Encuentro diocesano para los minis-


tros extraordinarios de la comunión y
lectores de oficio.
2. Novena Diocesana a Jesús Cautivo
del 2 al 10 de julio.
3. Jornada Diocesana de Oración por
los secuestrados, Viernes 9 de Julio.
4. Novena en Honor a San Joaquin y
Santa Ana del 17 al 25 de Julio.
5. En casa hacemos el escapulario de
la Virgen del Carmen y lo ponemos en
un lugar visible el 16 de julio.
Iniciamos... CANTO

Reunidos en el nombre
En el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. del Señor, que nos ha
congregado ante su altar,

celebremos el Misterio

Encuentro con Jesucristo de la fe bajo el signo del


amor y la unidad (x2)
EN LA ORACIÓN Y EN LA PALABRA

Señor Jesús abre mis ojos y mis oídos Tú, Señor, das sentido a
a tu palabra. nuestra vida,
Que lea y escuche yo tu voz y tu presencia nos ayuda
medite tus enseñanzas, despierta a caminar, tu Palabra es
mi alma y mi inteligencia para que fuente de agua viva
tu palabra penetre en mi corazón y que nosotros, sedientos, a
pueda yo saborearla y tu mesa venimos a
comprenderla. buscar.

Dame una gran fe en Ti


para que tus palabras sean para Reunidos en el nombre
mí otras tantas luces que me guíen del Señor, que nos ha
hacia ti por el camino de la justicia congregado ante su altar,
y de la verdad.
Habla señor que yo te escucho y celebremos el Misterio
deseo poner en práctica tu de la fe bajo el signo del
doctrina, por que tus palabras amor y la unidad (x2)
son para mí, vida, gozo, paz y
felicidad.

Háblame Señor, Tu eres mi Señor y


mi maestro y no escucharé a nadie
sino a ti. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios
Del Evangelio según San Juan 13, 1-15

Antes del día de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que llegó la hora
en que pasara de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo, les amó hasta el fin. Y hecha la cena, habien-
do ya el diablo inspirado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote,
que lo entregase, sabiendo que el Padre lo había entregado a su po-
testad y que de Dios salió y a Dios va, se levanta de la cena y depuso
sus vestiduras; y tomando un paño se ciñó con él; después echó agua
en una jofaina y empezó a lavar los pies de sus discípulos y a limpiarlos
con el paño que se había ceñido.
Vino, pues, a Simón Pedro. Y dijo Pedro: «Señor, ¿tú me lavas los pies?»
Respondió Jesús y dijo: «Lo que yo hago, tú no lo sabes ahora, más lo
sabrás después». Dijo Pedro: «No me lavarás jamás los pies». Respondió
Jesús: «Si no te lavare, no tendrás parte conmigo». Dijo Simón Pedro:
«Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza». Dice
Jesús: «El que ha sido lavado no necesita sino de que se lave los pies,
porque está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos»; por-
que sabía quién era el que lo había de entregar: por esto dijo no estáis
todos limpios.

Palabra del Señor. Gloria a ti, señor Jesús


Seguimiento
de Cristo
COMO DISCÍPULOS EN EL DISCERNIMIENTO

Pensar y discernir la Palabra.

a) ¿Qué fue lo que más te impactó


del pasaje revisado hoy?
b) ¿Por qué?
c)¿A qué te mueve?
d) ¿Cómo responderás?
Comunidad con Jesús
REFLEXIONEMOS SOBRE
LO HERMOSO DE LA LITURGIA

El catecismo de la Iglesia católica en la segunda parte “La celebración


del Misterio cristiano” en la primera sección: “la economía sacramen-
tal”; refiere a la CELEBRACIÓN LA LITURGIA DE LA IGLESIA, de manera
especial:

¿Cuándo celebrar?

“La santa Madre Iglesia considera que es su deber celebrar la obra de


salvación de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en días de-
terminados a través del año. Cada semana, en el día que llamó “del
Señor”, conmemora su resurrección, que una vez al año celebra tam-
bién, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pas-
cua. Además, en el ciclo del año desarrolla todo el Misterio de Cristo.
[...] Al conmemorar así los misterios de la redención, abre la riqueza de
las virtudes y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace pre-
sentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los
alcancen y se llenen de la gracia de la salvación” (SC 102).

El pueblo de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas a partir de la


Pascua, para conmemorar las acciones maravillosas del Dios Salvador,
para darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo y enseñar a las nue-
vas generaciones a conformar con ellas su conducta. En el tiempo de
la Iglesia, situado entre la Pascua de Cristo, ya realizada una vez por to-
das, y su consumación en el Reino de Dios, la liturgia celebrada en días
fijos está toda ella impregnada por la novedad del Misterio de Cristo.
Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una palabra
que jalona su oración: ¡Hoy!, como eco de la oración que le ense-
ñó su Señor (Mt 6,11) y de la llamada del Espíritu Santo (Hb 3,7-4,11;
Sal 95,7). Este “hoy” del Dios vivo al que el hombre está llamado
a entrar, es la “Hora” de la Pascua de Jesús, que atraviesa y guía
toda la historia humana.

EL AÑO LITÚRGICO

A partir del “Triduo Pascual”, como de su fuente de luz, el tiempo


nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplan-
dor. El año, gracias a esta fuente, queda progresivamente transfi-
gurado por la liturgia. Es realmente “año de gracia del Señor” (cf Lc
4,19). La economía de la salvación actúa en el marco del tiempo,
pero desde su cumplimiento en la Pascua de Jesús y la efusión del
Espíritu Santo, el fin de la historia es anticipado, como pregustado,
y el Reino de Dios irrumpe en el tiempo de la humanidad.

Por ello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la


“Fiesta de las fiestas”, “Solemnidad de las solemnidades”, como la
Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos (el gran sacramen-
to). San Atanasio la llama “el gran domingo” (Epistula festivalis 1
[año 329], 10: PG 26, 1366), así como la Semana Santa es llamada
en Oriente “la gran semana”. El Misterio de la Resurrección, en el
cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiem-
po con su poderosa energía, hasta que todo le esté sometido.

En el Concilio de Nicea (año 325) todas las Iglesias se pusieron de


acuerdo para que la Pascua cristiana fuese celebrada el domingo
que sigue al plenilunio (14 del mes de Nisán) después del equinoc-
cio de primavera. Por causa de los diversos métodos utilizados para
calcular el 14 del mes de Nisán, en las Iglesias de Occidente y de
Oriente no siempre coincide la fecha de la Pascua. Por eso, dichas
Iglesias buscan hoy un acuerdo, para llegar de nuevo a celebrar
en una fecha común el día de la Resurrección del Señor.

El año litúrgico es el desarrollo de los diversos aspectos del único


misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las
fiestas en torno al misterio de la Encarnación (Anunciación, Navi-
dad, Epifanía) que conmemoran el comienzo de nuestra salvación
y nos comunican las primicias del misterio de Pascua.
Enviados por Cristo
EN EL COMPROMISO

Después de haber compartido este momento de


oración y reflexión, es el momento de concretar los
compromisos...
Cada uno en el silencio de su corazón piense y es-
criba a qué se compromete

EN LA ORACIÓN

Danos Señor la capacidad de mirar la vida a la luz


del Evangelio. Quita la venda de nuestros ojos que
nos impide descubrir a los demás como hermanos
y hermanas. Aclara nuestra mirada, danos tu luz,
cambia nuestra ceguera para creer y vivir como
discípulos(as). Ayúdanos a colaborar contigo para
que todas las personas puedan alegrarse en su
vida al ver tu luz. AMÉN.
Finalizamos orando con la plegaria que nos enseñó
nuestro Señor: Padre Nuestro….

Veneramos a la Santísima Virgen María, en este


mes consagrado a ella y entregamos a todas las
madres diciendo: Dios te salve, María….
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…. Como
era en el principio, ahora y siempre por los siglos de
los siglos.

BENDICIÓN FINAL
Que el Señor Dios, todo poderoso,
derrame su bendición sobre nosotros y en cada uno
de nuestros familiares aquí presentes y ausentes.
En el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. Amen

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