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1. INTRODUCCIÓN
Deseo comenzar esta exposición por los Padres Latinos. Lo primero que
debemos tener claro es que estos autores no se quedan solo en la belleza
del cuerpo de María sino también unen la del alma, si bien la hermosura
corporal de la Virgen es tema importante en occidente. Así lo manifies-
ta Stefano de Fiore quien nos indica con toda razón que, «frente al silen-
cio bíblico sobre la belleza física de la madre de Jesús, algunos, con san
46 francisco maría fernández jiménez
1
S. de Fiore, «Belleza», en: en S. De Fiore – S. Meo – E. Tourón (dirs.), Nuevo
Diccionario de Mariología (Editorial San Pablo, Madrid 32001) 295. Las citas son:
Agustín, De Trinitate, 8, 5, 7; CCL 50, 277, y Ambrosio, De Virginibus II, 2, 7, ed. D.
Ramos Lissón en: Ambrosio de Milán, Sobre las vírgenes y Sobre las viudas (Fuentes
Patrísticas 12, Ciudad Nueva, Madrid 1999) 125. De la misma opinión es Alfonso
Langella, «Bellezza», en: S. De Fiores – V. Ferrari Schiefer – S. M. Perrela (ed.)
Dizzionari San Paolo. Mariologia (San Paolo, Cinisello Balsamo, Milano 2009) 193.
2
S. de Fiore, «Belleza», 296.
3
Agustín, De Trinitate, 8, 5, 7; CCL 50, 277.
la belleza de maría en la patrística 47
la forma ideal de la virtud»4. Luego pasa a enumerar las virtudes maria-
nas después de hacerse esta pregunta: «¿Quién es más espléndida que Ma�-
ría?», a la que contesta: «ipsa corporis species simulacrum fuerit mentis,
figura probitatis»5 (el mismo aspecto bello del cuerpo era la imagen del
alma, figura de su probidad).
Otros autores profundizan más en la belleza de la madre de Dios
y nos revelan quién es el autor de esta hermosura, el Espíritu Santo, y la
finalidad de la misma, el engendrar al Hijo del eterno Padre. Así lo seña-
la san Cromacio de Aquileya6 en la Homilía sobre el Evangelio de Mateo,
2, 1 con estas palabras: «Era oportuno que santa María, que iba a conce-
bir en su seno al Señor de la gloria, fuese hecha bella por el Espíritu San-
to y por la potencia del Altísimo, para que, hecha santa en su seno, pudie-
se acoger en sí misma al Creador del mundo»7.
Uno de los campos donde descubrimos referencias a la belleza de
María es la poesía. Entre los poetas que destacan en este tema se encuen-
tran san Alcimo Sexto Ecdicio Avito y Venancio Fortunato. El primero es
un escritor que nació en Vienne, en la Galia, hacia el año 450 y murió en
el 518. Entre sus obras en verso han llegado a nosotros De spiritualis his-
toriae gestis y el poema De virginitate8. En el libro cuarto del De spiritua-
lis historiae gestis podemos leer la siguiente mención a la belleza de Ma-
ría: «Pues el dador de la vida, Cristo, envió tales dones y dio un Salvador
de una doble sustancia. En la tierra tomada de la carne de una virgen her-
4
Ambrosio, De Virginibus II, 2, 6, ed. D. Ramos Lissón, 123.
5
Ambrosio, De Virginibus II, 2, 7, ed. D. Ramos Lissón, 125.
6
Este autor vivió entre el siglo cuarto y comienzos del quinto muriendo el año 407.
Escribió una serie de sermones sobre el evangelio según san Mateo en los que cita a la
Virgen María. Como resumen de su doctrina mariológica podemos leer la que nos ofrece
el Papa Benedicto XVI en su Catequesis sobre este autor: «Al subrayar intensamente la
naturaleza humana de Cristo, san Cromacio se siente impulsado a hablar de la Virgen
María. Su doctrina mariológica es tersa y precisa. Le debemos algunas descripciones
sugerentes de la Virgen santísima: María es la «virgen evangélica capaz de acoger a Dios»;
es la «oveja inmaculada e inviolada» que engendró al «cordero cubierto de púrpura» (cf.
Sermo XXIII, 3: Scrittori dell’area santambrosiana 3/1, p. 134). El Obispo de Aquileya
pone a menudo a la Virgen en relación con la Iglesia: ambas son «vírgenes» y «madres»».
Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 5 de diciembre de 2007.
7
Cromacio de Aquileya, Homilía sobre el Evangelio de Mateo, 2, 1; Revue Bénédictine
70 [1960] 474.
8
Cf. M. Simonetti, «Avito de Vienne», en A. Di Berardino (dir.), Diccionario Patrístico
y de la Antigüedad Cristiana, Tomo I (Sígueme, Salamanca 1991) 281.
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mosa [nitida], está presente el fulgor natural del germen paterno»9. Obser-
vamos cómo la belleza de María está aquí también relacionada con su pa-
pel de Madre del Salvador. Junto a esta correspondencia, hallamos tam-
bién la noción de participación de la hermosura de la Virgen de la del Pa-
dre eterno que la Belleza.
Más célebre por sus himnos es el segundo. Me refiero a Venancio
Fortunato que nació hacia el año 530 y murió hacia el 60010. En uno de los
himnos en alabanza a la Santísima Virgen afirma lo siguiente:
«Hermosa [pulchra] más que las joyas que oscurecen el fulgor del sol,
brillando alta sobre los cielos y sobre los astros. Más blanca que el copo
de nieve, más radiante que el oro, más refulgente que el rayo más dulce
que un panal en la boca, […] Amada, benigna, refulgente, piadosa, san-
ta, venerable, llena de hermosura [venusta], flor, ornato, altar, candor,
palma, corona pudor. Por quien todos los confines de la tierra merecie-
ron la salvación. Y se alegra la tierra entera, el mar, la costa y el cielo.
Estas cosas, aunque indigno de corazón, te susurro con la boca. Sé para
mí la esperanza de perdón, tú que llevas el auxilio del mundo»12.
9
Avito de Vienne, De spiritualis historiae gestis, libro IV, 641-644, PL 59, 356.
10
Cf. L. Navarra, «Venancio Fortunato», en: A. Di Berardino (dir.), Diccionario
Patrístico y de la Antigüedad Cristiana, Tomo II, Salamanca 1991, 2183-4.
11
Venancio Fortunato, In laudem sanctae Mariae, PL 88, 281.
12
Venancio Fortunato, In laudem sanctae Mariae, PL 88, 284.
la belleza de maría en la patrística 49
to, además de cantar la hermosura mariana, recurre a la intercesión de la
Virgen para encontrar la salvación que viene de Dios.
Dejamos el mundo de la poesía mariana, para dirigirnos a la ho-
milética medieval, donde también se exalta la belleza de María. Significa-
tiva es la homilía que sobre la Virgen María nos ofrece san Beda el Vene-
rable con ocasión de la Asunción de santa María al cielo13. En ella el san-
to inglés nos dice que la Virgen se fue al cielo para interceder por noso-
tros ante su Hijo, de tal forma que el mundo hubiera sido destruido sin su
intercesión. Esta se da especialmente sobre las personas vírgenes que per-
severan en su virginidad. Por eso nos relata una historia de un clérigo que
pertenecía a una de las familias más importantes de Roma. Sus padres, su
hermano y su hermana habían muerto, quedando él solo con una gran for-
tuna. Tenía cerca de su casa una capilla dedicada a la Virgen que visitaba
frecuentemente para cantar todas las Horas del oficio de Santa María. Sus
parientes le forzaban a casarse, pero él se opuso durante un tiempo hasta
que le encontraron una de las mujeres más importantes de Roma y termi-
nó accediendo. El día de la boda, vinieron alegres sus parientes para ce-
lebrar los esponsales y así se hizo. Pero en el momento preciso en que el
novio se dirigía al banquete de bodas, se acordó que no había rezado la
nona a la Virgen y les comunicó a sus parientes que preparasen todo que
enseguida volvía. Al ir a la capilla de la Virgen, allí se le apareció Nues-
tra Señora y le dijo:
El clérigo le respondió:
«¿Quién eres, señora mía, que no te conozco? Pero te veo hermosa y tan
honesta que no hay igual en el cielo. La fragancia que proviene de ti me
llena tanto que creo que estoy en el paraíso. La Virgen responde: Yo soy
santa María, Madre de Cristo. Tú hasta ahora me has servido. Pero ¿por
qué ahora abandonándome te desposas con otra? No me dejes por una
mujer mortal y que dura poco tiempo»15.
13
Beda el Venerable, Homilía LIX, De sancta Maria Virgine, PL 94, 422-423.
14
Beda el Venerable, Homilía LIX, De sancta Maria Virgine, PL 94, 422.
15
Beda el Venerable, Homilía LIX, De sancta Maria Virgine, PL 94, 422.
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16
Ambrosio Autperto, In festo Assumptionis B. Mariae, 4, PL 39, 2131.
17
Cant 6, 9.
18
Pascasio Radberto, De assumptione beatae Mariae Virginis, 8, PL 30, 130.
la belleza de maría en la patrística 51
llecido a su madre porque la eligió para nacer de ella. Sigue en la misma
homilía con el tema de la belleza al comentar el versículo del Cantar de
los Cantares: «Vi a mi hermosa [speciosa] subir como una paloma sobre
ríos de agua». Sobre él dice: «Verdaderamente hermosa como una paloma
que mostraba la forma y la simplicidad de aquella paloma que vino sobre
el Señor señalando a Juan como el verdadero bautizador»19. Hace referen-
cia al agua tranquila del Salmo 22: «me conduce hacia aguas tranquilas»
que salen desde el cielo para regar la tierra. Es difícil no ver una referen-
cia bautismal en esta imagen. María, irrigada por estas aguas, sube al cielo
bella admirable e inefablemente perfumada y la Jerusalén celestial corre al
olor de sus perfumes20. En estos perfumes están las rosas y los lirios pues
a María la rodean los mártires, simbolizados por las rosas, y las vírgenes,
simbolizadas por los lirios, pues María es mártir y virgen, aunque no pa-
deció martirio cruento. Su martirio fue grande pues una espada le traspa-
só el alma en el árbol de la cruz21. Termina este número con estas palabras
que resumen el contenido del comentario a este versículo:
«Pero ahora la rodean las flores de las rosas que sin cesar admiran su
belleza [pulchritudinem] entre las hijas de Jerusalén en la que puso el Rey
su trono, porque amó apasionadamente su forma y su belleza [decorem],
pues fue llena de caridad y amor, por ello la siguen detrás de ella el ejér-
cito de los que llevan la púrpura y el rebaño de los cándidos»22.
Por tanto, María es bella porque posee en ella las virtudes que vie-
nen de las aguas bautismales y ha vivido, como ninguna, otra el martirio,
sin ser martirizada, y su virginidad. En efecto, tiene en ella todas las virtu-
des, especialmente la caridad en grado pleno, pues el Espíritu Santo des-
cendió sobre ella y la divinidad entró en su seno y lo llevó durante nueve
meses. Pero lo que la hace más venerable es que es llena de gracia: «De
hecho, la llena de gracia, la llena de Dios, la llena de virtudes no puede no
poseer plenamente la gloria de la claridad eterna que plenamente recibió
para convertirse en madre del Salvador»23.
19
Pascasio Radberto, De assumptione beatae Mariae Virginis, 14, PL 30, 137.
20
Ibid.
21
Pascasio Radberto, De assumptione beatae Mariae Virginis, 14, PL 30, 137-38.
22
Pascasio Radberto, De assumptione beatae Mariae Virginis, 14, PL 30, 138.
23
Pascasio Radberto, De assumptione beatae Mariae Virginis, 15, PL 30, 139.
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Hasta aquí nuestro recorrido por los Padres latinos, en los que
poco a poco hemos visto cómo la belleza de María proviene de la partici-
pación por gracia de la belleza de su Hijo y cómo esta irradia toda la tierra.
«Para Platón lo bello es la idea central del mundo y de la vida; idea que
es una sola cosa con lo divino. No es únicamente una emanación del
bien, sino la otra forma del bien: todo bien es belleza. Bajo este aspecto
nadie podría comprender mejor que un griego a la Virgen-madre. Lo be-
llo representa siempre la idea ejemplar. Sócrates decía: “Concededme el
llegar a ser bello por dentro”. Para el griego el fundamento de la paideia
es consiste en el hambre del alma por la belleza”.
“¡Ánimo! ¡Que cada uno se haga deiforme y bello, si intenta contemplar
a Dios y la belleza!” El mundo tiene que hacerse según la idea eterna del
kalon; esto es, forma en continuo devenir del ser eterno, creación como
expresión continua de la infinita belleza de Dios. El término original bí-
blico para indicar el estado de perfección de las cosas es kalós. Es lo que
indica la expresión: “Dios vio que todas las cosas eran bellas”.
Ahora se comprende cómo la Virgen puede representar verdaderamen-
te el camino de la belleza, el camino más seguro para llegar a Dios y al
misterio de las cosas: ella, la madre de la belleza, la que dio cuerpo al es-
plendor de la luz eterna, al candor sin mancha, a la imagen sustancial del
Dios invisible. María es verdaderamente la creación que “irradia la luz
del Espíritu Santo” y con su belleza aúna y expresa todos los bienes ver-
daderos del alma humana»24.
25
Melitón de Sardes, Homilía de Pascua 70-71, SC 123, 98-100.
26
Romano el Cantor, Himno sobre la anunciación de la santísima Virgen María, 1, trad
tomada de: M. Merino Rodríguez en: Romano el Cantor, Himnos/1 (Ciudad Nueva,
Madrid 2012) 161-62.
27
Romano el Cantor, Himno sobre la anunciación de la santísima Virgen María, 1, 162.
54 francisco maría fernández jiménez
28
Romano el Cantor, Himno sobre la anunciación de la santísima Virgen María, 12,
166.
29
Romano el Cantor, Himno sobre la anunciación de la santísima Virgen María, 13,
166.
Modesto de Jerusalén, Encomium in Dormitionem Sanctissimae Dominae Nostrae
30
31
Sofronio de Jerusalén, In SS. Deiparae Annuntiationem, 18, PG 87, 2337.
32
Cf. A. Langella, «Bellezza», 194.
33
Máximo el Confesor, Vida de María, 7-8, en: TMPM II, 189-190.
34
Máximo el Confesor, Vida de María, 9, en: TMPM II, 191.
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«Sobre todo su alma santa estaba llena de amor y compasión hacia los
hombres y, por lo tanto, de especial imitación de la gracia y del amor por
el hombre de su Hijo manso y humilde de corazón: superaba a todos en
esta belleza interior y con tal abundancia de gracia, que en verdad apare-
cía como una reina por encima de lo que puede la naturaleza, con las ac-
ciones, la palabra y el pensamiento: estaba de hecho para llegar a ser la
Madre del verdadero Rey universal»37.
35
Máximo el Confesor, Vida de María, 10, en: TMPM II, 191-2.
36
Máximo el Confesor, Vida de María, 11, en: TMPM II, 192.
37
Máximo el Confesor, Vida de María, 12, en: TMPM II, 192-3.
38
Máximo el Confesor, Vida de María, 39, en: TMPM II, 213.
la belleza de maría en la patrística 57
imitando a su Hijo, iba creciendo y que se hizo todavía más intensa gra-
cias a la virginidad, no solo en su concepción sino también en el parto.
Hay otros dos autores que vivieron entre los siglos VII y VIII y que
también nos hablan de la belleza de María en su Homilías sobra la Dormi-
ción de Nuestra Señora. Son san Germán de Constantinopla y san Andrés
de Creta, este último también citado en el artículo de Langella. San Ger-
mán de Constantinopla en su homilía In Dormitionem B. Mariae I, afirma:
cuando llegaste a la gloria, «en verdad embelleciste [ἐκαλλώπισας] los
cielos y alumbraste grandemente la tierra, oh Theotokos»39. La razón que
ofrece para sostener esto es que el hombre al pecar quedó bajo la idolatría
pero que, cuando el Espíritu Santo descendió sobre la Virgen y engendró
al Verbo divino, entonces el hombre pudo volver al amor de Dios40.
También hallamos la mención a la hermosura de la Virgen en
el contexto de la Presentación de María en el templo. En su Homilía In
Praesentationem SS. Deiparae I, pone en boca de Zacarías unas palabras
dirigidas a los padres de la Virgen, san Joaquín y santa Ana en las que les
dice que se ha quedado extasiado ante la belleza de María, pues tiene una
pureza tal que atrajo a Dios a vivir en ella. «No ha nacido nunca, ni nace-
rá ninguna que resplandezca por su belleza [καλονῇ διαλάμπουσα]»41.
Es decir, la hermosura de la Virgen atrae a su Creador a habitar en ella.
El segundo autor, san Andrés de Creta, es mencionado, como ya
he indicado, por Langella42 quien señala una referencia a la belleza de Ma-
ría en el discurso que este obispo escribe sobre la veneración de las imá-
genes. En efecto, san Andrés de Creta sostiene que todos han atestigua-
do que el evangelista san Lucas pintó al Verbo encarnado y a su Madre
santísima y las expuso en Roma y Jerusalén y que el mismo Flavio Josefo
las vio y descubrió por ellas la belleza de Cristo y la de la Virgen María43.
Pero también este santo nos ofrece más referencias sobre la her-
mosura de María. Una de ellas la descubrimos en la Homilía IV por el na-
cimiento de la santísima Madre de Dios, otra de las fiestas marianas cla-
ves en oriente, al final de la misma nos dice que la salvación nos viene a
39
Germán de Constantinopla, In Dormitionem B. Mariae, PG 98, 340D.
40
Germán de Constantinopla, In Dormitionem B. Mariae, PG 98, 340-42.
41
Germán de Constantinopla, In Praesentationem B. Deiparae I, 9, PG 98, 301
42
Cf. A. Langella, «Bellezza», 194
43
Andrés de Creta, De sanctorum imaginum veneratione, PG 97, 1304.
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través de María cuya belleza de alma era de tal calibre que Cristo, inmen-
sa belleza, se complació en ella:
4. CONCLUSIÓN
44
Andrés de Creta, In nativitatem B. Mariae IV, PG 97, 880.
45
Andrés de Creta, In dormitionem Mariae II, PG 97, 1080. Traducción de G. Pons Pons
en: Andrés de Creta, Homilías Marianas (Ciudad Nueva. Madrid 1995) 148.
la belleza de maría en la patrística 59
por María. De esa belleza se enamora el Señor para convertirla en la dig-
na morada de su Hijo encarnado y no deja de ser una participación en la
belleza de ese que es divina.
Nos enseña que Dios que embellece a su criatura con su hermosu-
ra divina pide de esta la correspondencia voluntaria para que por las virtu-
des de la humildad y de la obediencia pueda ir a Cristo.
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