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Neuroanatomía texto y atlas, 4e

Capítulo 1: Organización del sistema nervioso central

Introducción

CASO CLÍNICO Enfermedad de Alzheimer

Un varón de 79 años de edad sufre olvidos, a menudo pierde objetos en su hogar y en ocasiones se confunde cuando realiza pagos en comercios;
sus familiares reportan que sus olvidos han empeorado. A la exploración neurológica responde en forma correcta cuando se le pregunta la fecha y
sabe dónde se encuentra y por qué está ahí; su lenguaje es normal. Sin embargo, es incapaz de recordar nombres de tres palabras no relacionadas
cinco minutos después de habérselas repetido. Cuando se le pide que realice sumas y restas simples, realiza la actividad con lentitud y tiene
dificultades. Se valoró el estado mental, en el cual se encontró alteración cognitiva adicional. Se estableció el diagnóstico de enfermedad de
Alzheimer con base en la exploración neuropsiquiátrica y en los estudios de imagen cerebral.

En la figura 1-1 se muestran fotografías del encéfalo de una persona con enfermedad de Alzheimer (A1) y de un encéfalo sano (B1). Las imágenes
por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance images) se presentan a continuación (A2-5; B2-5). El aspecto de los cortes del encéfalo se
revisará más adelante, al inicio del capítulo 2, en donde se revisará la estructura interna del encéfalo. Por ahora se tendrá la oportunidad de tomar
en consideración los cambios a la corteza y sistema ventricular, según se muestran en los cortes del cerebro en el individuo vivo. En las partes 2 a 4
se presenta un grupo de MRI cerca del plano transverso (véase el recuadro; también las figuras 1-16 y 1-17). En estas imágenes, la sustancia blanca y
la gris tienen diferentes tonos de gris y el líquido cefalorraquídeo tiene color negro. Las sustancias adiposas craneales (por ejemplo, piel y órbitas)
son de color blanco. Observe cómo los ventrículos son delgados en el encéfalo sano (columna del lado derecho), pero presentan dilatación en el
encéfalo enfermo (columna de la izquierda).

El hipocampo (fig. 1-10A; cap. 16) también sufre atrofia en la enfermedad de Alzheimer. Esto se observa en la MRI coronal en la figura 1-1. La atrofia
cortical generalizada y el aumento de tamaño de los ventrículos también se hacen evidentes en la MRI transversal.

Cabría responder las siguientes preguntas con base en la lectura de este capítulo y en la revisión de las imágenes. Obsérvese que las descripciones
de los signos neurológicos clave que se presentan a continuación de las preguntas también proporcionarán las respuestas.

1. ¿Por qué el sistema ventricular se ve afectado, incluso aunque es una estructura no neuronal?

2. ¿Algunas áreas del encéfalo tienen afectación más grave que otra?

Signos neurológicos clave y estructuras encefálicas correspondientes lesionadas


El encéfalo de una persona con enfermedad de Alzheimer y un encéfalo sano

No es necesaria la descripción; es evidente la cantidad y extensión de la atrofia cortical en el encéfalo de la persona que tiene enfermedad de
Alzheimer (A1). La atrofia cortical también se acompaña de atrofia en las estructuras subcorticales. Como el volumen de la cavidad craneal es fijo, el
tejido encefálico disminuye de volumen y hay un incremento correspondiente en el volumen ventricular. Por lo tanto, el aumento del tamaño de los
ventrículos es consecuencia de la pérdida de tejido nervioso.

Resonancia magnética

En la resonancia magnética del encéfalo pueden observarse atrofia cortical generalizada y aumento del tamaño de los ventrículos. Se muestra una
secuencia de arriba abajo de tres imágenes en el plano transversal. La MRI, en la parte 2, muestra imágenes a través del asta anterior y el atrio de los
ventrículos laterales, donde hay un gran crecimiento. Por la atrofia cortical extensa, los surcos corticales son más amplios y están ocupados con
más líquido cefalorraquídeo. Observe la región alrededor de la cisura de Silvio y la corteza de la ínsula (fig. 1-1A2), donde la combinación de una
gran cantidad de líquido cefaloraquídeo y el adelgazamiento de la corteza produce una gran región oscura. El recuadro de la figura 1-11A ilustra la
corteza insular. La formación del hipocampo es fundamental para la consolidación de la memoria del corto al largo plazo (cap. 16). Su reducción en
la enfermedad de Alzheimer, en combinación con la degeneración de la corteza del lóbulo temporal, deja una gran brecha en el lóbulo temporal. La
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degeneración del hipocampo puede explicar por qué el paciente tiene problemas para recordar las palabras. Estas imágenes también revelan
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tronco del encéfalo no muestra afección evidente. Aunque no es visible en estas imágenes, un núcleo pequeño en la superficie encefálica inferior, el
núcleo basal, tiene afección grave en la enfermedad de Alzheimer; este núcleo contiene neuronas que utilizan acetilcolina. Como estas neuronas se
proyectan ampliamente por la corteza, con su pérdida se privan muchas neuronas corticales de estímulos excitadores potentes. Así, junto con la
secuencia de arriba abajo de tres imágenes en el plano transversal. La MRI, en la parte 2, muestra imágenes a través del asta anterior y el atrio de los
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ventrículos laterales, donde hay un gran crecimiento. Por la atrofia cortical extensa, los surcos corticales son más amplios y están ocupados con
más líquido cefalorraquídeo. Observe la región alrededor de la cisura de Silvio y la corteza de la ínsula (fig.Access Provided by:
1-1A2), donde la combinación de una
gran cantidad de líquido cefaloraquídeo y el adelgazamiento de la corteza produce una gran región oscura. El recuadro de la figura 1-11A ilustra la
corteza insular. La formación del hipocampo es fundamental para la consolidación de la memoria del corto al largo plazo (cap. 16). Su reducción en
la enfermedad de Alzheimer, en combinación con la degeneración de la corteza del lóbulo temporal, deja una gran brecha en el lóbulo temporal. La
degeneración del hipocampo puede explicar por qué el paciente tiene problemas para recordar las palabras. Estas imágenes también revelan que el
tronco del encéfalo no muestra afección evidente. Aunque no es visible en estas imágenes, un núcleo pequeño en la superficie encefálica inferior, el
núcleo basal, tiene afección grave en la enfermedad de Alzheimer; este núcleo contiene neuronas que utilizan acetilcolina. Como estas neuronas se
proyectan ampliamente por la corteza, con su pérdida se privan muchas neuronas corticales de estímulos excitadores potentes. Así, junto con la
degeneración macroscópica, esto explica la afección cognitiva del paciente. El tamaño del mesencéfalo (partes 3 y 4) y de la protuberancia (parte 5)
parece normal.

Bibliografía

Brust, JCM. The Practice of Neural Science. New York, NY: McGraw-Hill; 2000.

FIGURA 1-1

Imagen del encéfalo (arriba) y MRI (plano transversal, 2-4; plano coronal, 5) de una persona con enfermedad de Alzheimer (A ) y una persona sana (B ).
Las imágenes del encéfalo muestran atrofia generalizada en el caso de la enfermedad de Alzheimer. La MRI (2-5) muestra atrofia cortical y crecimiento
ventricular. Las MRI son imágenes T1; los tejidos cerebrales se representan en forma de escala de grises y el líquido cefalorraquídeo de color negro.
(A 1, imagen cortesía del Dr. Mony J de Leon [NYU School of Medicine], Dr. Jerzy Wegiel [Institute for Basic Research] y Dr. Thomas Wisniewski [NYU
School of Medicine]; NIH Alzheimer’s Disease Center P30 AG08051. A2, A3, A4, imágenes reproducidas con autorización del Dr. Frank Galliard,
Radiopaedia.com. A 5, cortesía de The Dementia Research Center, UCL, Institute of Neurology.)

El sistema nervioso del ser humano cumple numerosas funciones por medio de varias subdivisiones. La complejidad del encéfalo ha ocasionado la
dificultad tradicional para estudiar neuroanatomía; esta actividad puede simplificarse en gran medida con el estudio del sistema nervioso central
desde una perspectiva dual de su anatomía regional y funcional. La neuroanatomía regional examina las relaciones espaciales entre las estructuras
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encefálicas con una porción del sistema nervioso. Asimismo, define las principales divisiones encefálicas así como las relaciones locales, con
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estructuras cercanas, en la división. Por el contrario, la neuroanatomía funcional examina las partes del sistema nervioso que trabajan en conjunto
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para lograr una actividad en particular, por ejemplo, la percepción visual. Los sistemas funcionales se forman por conexiones neurales específicas en y
entre regiones del sistema nervioso; las conexiones que forman circuitos neurales complejos. Un objetivo de la neuroanatomía funcional es
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El sistema nervioso del ser humano cumple numerosas funciones por medio de varias subdivisiones. La complejidad del encéfalo ha ocasionado la
dificultad tradicional para estudiar neuroanatomía; esta actividad puede simplificarse en gran medida con el estudio del sistema nervioso central
desde una perspectiva dual de su anatomía regional y funcional. La neuroanatomía regional examina las relaciones espaciales entre las estructuras
encefálicas con una porción del sistema nervioso. Asimismo, define las principales divisiones encefálicas así como las relaciones locales, con
estructuras cercanas, en la división. Por el contrario, la neuroanatomía funcional examina las partes del sistema nervioso que trabajan en conjunto
para lograr una actividad en particular, por ejemplo, la percepción visual. Los sistemas funcionales se forman por conexiones neurales específicas en y
entre regiones del sistema nervioso; las conexiones que forman circuitos neurales complejos. Un objetivo de la neuroanatomía funcional es
comprender la conducta subyacente a los circuitos neurales. Al conocer la anatomía regional en conjunto con las funciones de estructuras
particulares del encéfalo, los médicos pueden establecer la ubicación del daño en el sistema nervioso central en un paciente que tiene una afección
neurológica o psiquiátrica en particular. El conocimiento combinado de cuáles son las estructuras y dónde se ubican es esencial para comprender por
completo la organización del sistema nervioso. El término neuroanatomía es confuso porque implica el conocimiento de las estructuras y es suficiente
para dominar esta disciplina. En el estudio de la neuroanatomía, la estructura y la función están estrechamente entrelazadas, de forma que no pueden
separarse. El principio fundamental de la organización del sistema nervioso es la localización funcional, que consiste en las interrelaciones entre la
estructura y la función.

En este capítulo se revisa la organización del sistema nervioso, lo que implica desarrollar un vocabulario para describir su anatomía regional. En
primer lugar, se describen de manera breve los constituyentes celulares del sistema nervioso. Más tarde el capítulo se dirige a las principales regiones
del sistema nervioso y a las funciones de tales regiones; esta información proporcionará al lector datos adicionales sobre su ubicación funcional.

Las neuronas y la glía son los dos principales constituyentes celulares del sistema nervioso
La célula nerviosa o neurona es la unidad celular funcional del sistema nervioso. Los neurocientíficos pugnan por comprender las innumerables
funciones del sistema nervioso en parte en términos de sus interconexiones entre las neuronas. Los otros constituyentes principales celulares del
sistema nervioso son las células de la neuroglía o glía. La glía proporciona apoyo metabólico y estructural para las neuronas durante el desarrollo y
en su madurez.

Todas las neuronas tienen un plan morfológico común

Se calcula que existen casi 100 mil millones de neuronas en el encéfalo del adulto humano. Aunque las neuronas adquieren diferentes formas y
tamaños, cuentan con cuatro regiones morfológicas especializadas con funciones particulares: dendritas, cuerpo celular, axón y terminales axónicas
(fig. 1-2A). Las dendritas reciben información de otras neuronas. El cuerpo celular contiene los núcleos y los organelos celulares críticos para la
supervivencia y función de la neurona. Los cuerpos celulares también reciben información de otras neuronas y participan en funciones integrativas
importantes. El axón conduce la información, que se codifica en forma de potenciales de acción a las terminales axónicas. Las conexiones entre
dos neuronas en el circuito neural se establecen a través de terminales axónicas de una de las dendritas y el cuerpo celular de la otra célula a través de
las sinapsis (que se revisa más adelante).

FIGURA 1-2

Las neuronas son la unidad celular funcional del sistema nervioso. A . Se muestra un esquema de célula nerviosa, que ilustra las dendritas, cuerpo
celular y axón. Las espinas dendríticas se ubican sobre las dendritas, que son sitios de sinapsis excitadoras. Las sinapsis inhibidoras se ubican en el
cuerpo de las dendritas, el cuerpo celular y los segmentos iniciales; puede observarse cómo emerge el axón del cuerpo celular. Las terminales
presinápticas de la neurona muestran sinapsis en los cuerpos celulares de las neuronas postsinápticas. En el recuadro se muestran las relaciones
espaciales de los tres componentes de las sinapsis: terminal axónica presináptica, hendidura sináptica y neurona postsináptica. B . Ejemplos selectos
de tres clases de neuronas: (B 1) unipolar, (B 2) bipolar y (B 3) multipolar. (A, adaptada de Kandel ER, Schwartz JH y Jessell TM, eds. Principles of Neural
Science, 4a. ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2000. B, Reproducida con autorización de Cajal SR. Histologie du système nerveux de l’homme et des
vertébres. 2 vols. Maloine, 1909-1911.)

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espaciales de los tres componentes de las sinapsis: terminal axónica presináptica, hendidura sináptica y neurona postsináptica. B . Ejemplos selectos
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de tres clases de neuronas: (B 1) unipolar, (B 2) bipolar y (B 3) multipolar. (A, adaptada de Kandel ER, Schwartz JH y Jessell TM, eds. Principles of Neural
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vertébres. 2 vols. Maloine, 1909-1911.)

Pese a la amplia variedad en la morfología, pueden distinguirse tres clases de neuronas con base en la configuración de sus dendritas y axones:
unipolares, bipolares y multipolares (fig. 1-2B). Estas neuronas fueron dibujadas por el distinguido neuroanatomista Santiago Ramón y Cajal al inicio
del siglo XX. Las neuronas unipolares tienen la forma más simple (fig. 1-2B1). No tienen dendritas; los cuerpos celulares de las neuronas unipolares
reciben e integran la información que reciben. Un solo axón, que se origina del cuerpo celular, da origen a múltiples procesos en la terminal. En el
sistema nervioso humano, las neuronas unipolares son las menos comunes. Controlan la secreción de glándulas exocrinas y la contractilidad del
músculo liso.

Las neuronas bipolares tienen dos prolongaciones que se originan de polos opuestos del cuerpo celular (fig. 1-2B2). El flujo de la información en
neuronas bipolares consiste en un proceso que funciona como dendrita, a través del cuerpo celular, hacia otro proceso, que funciona como axón. Un
subtipo de las neuronas bipolares es la neurona seudounipolar (fig. 6-2, imagen superior). Durante el desarrollo de las dos prolongaciones en la
neurona bipolar en etapa embrionaria, éstas se fusionan para dar origen a una neurona seudounipolar, que se bifurca a corta distancia del cuerpo
celular. Muchas neuronas sensitivas, como aquellas que transmiten información sobre olores o tacto hacia el encéfalo, son neuronas bipolares y
seudounipolares.

Las neuronas multipolares cuentan con un complejo conjunto de dendritas en el cuerpo celular y un axón único que se ramifica ampliamente (fig.
1-2B3). La mayor parte de las neuronas en el encéfalo y en la médula espinal son multipolares. Las neuronas multipolares tienen axones largos con
terminales axónicas ubicadas en sitios distantes, que se denominan proyecciones neuronales. Las proyecciones neuronales median la
comunicación entre las regiones del sistema nervioso y entre el sistema nervioso y los sitios efectores periféricos, como las células de músculo
estriado. La neurona que se muestra en la figura 1-2B3 es una proyección neuronal particularmente compleja. Las terminales de estas neuronas no se
muestran porque se ubican muy lejos del cuerpo celular. Para este tipo de neurona en seres humanos, los axones pueden tener hasta 1 m de longitud,
casi 50 000 veces el ancho del cuerpo celular. Otras neuronas multipolares, a menudo denominadas interneuronas, tienen axones cortos que
permanecen en la misma región del sistema nervioso en la cual se ubica el cuerpo celular. Las interneuronas ayudan a procesar la información
neuronal en una región encefálica local.

Las neuronas se comunican una con otra a través de sinapsis

La información que fluye a lo largo de una neurona se encuentra polarizada. Las dendritas y el cuerpo celular reciben e integran la información
entrante, que se transmite a lo largo del axón hacia las terminales. La comunicación de la información de una neurona a otra se encuentra polarizada y
ocurre en sitios especializados de contacto conocidos como sinapsis. La neurona que envía la información es la neurona presináptica mientras
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que la que recibe la información se denomina neurona postsináptica. La información transportada por la neurona presináptica por lo general se
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transduce al nivel de las sinapsis en una señal química que es recibida por receptores de membrana especializados en las dendritas y cuerpo celular
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de la neurona postsináptica.
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Las neuronas se comunican una con otra a través de sinapsis
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La información que fluye a lo largo de una neurona se encuentra polarizada. Las dendritas y el cuerpo celular reciben e integran la información
entrante, que se transmite a lo largo del axón hacia las terminales. La comunicación de la información de una neurona a otra se encuentra polarizada y
ocurre en sitios especializados de contacto conocidos como sinapsis. La neurona que envía la información es la neurona presináptica mientras
que la que recibe la información se denomina neurona postsináptica. La información transportada por la neurona presináptica por lo general se
transduce al nivel de las sinapsis en una señal química que es recibida por receptores de membrana especializados en las dendritas y cuerpo celular
de la neurona postsináptica.

La sinapsis consiste en tres elementos diferentes: 1) la terminal presináptica, el axón terminal de la neurona presináptica, 2) la hendidura
sináptica, un espacio intracelular estrecho entre las neuronas y 3) la membrana de recepción de la neurona postsináptica. Las sinapsis están
presentes en las dendritas, en el cuerpo celular, en el segmento inicial del axón o en la porción del axón más cercana al cuerpo celular y en la
terminal axónica presináptica. Las sinapsis que se ubican en diferentes sitios pueden tener diferentes funciones.

Para enviar un mensaje a una neurona postsináptica, la neurona presináptica libera neurotransmisores, que se encuentran empacados en vesículas
en la hendidura sináptica. Los neurotransmisores son compuestos de peso molecular pequeño: entre éstos se encuentran aminoácidos (p. ej.,
glutamato, glicina y ácido aminobutírico gamma [GABA]), acetilcolina y compuestos monoaminérgicos como noradrenalina y serotonina. Las
moléculas grandes, como algunos péptidos (p. ej., encefalina y sustancia P), también pueden actuar como neurotransmisores. Después de la
liberación hacia la hendidura sináptica, las moléculas de neurotransmisor difunden a través de la hendidura y se unen a los receptores en la
membrana postsináptica. Los neurotransmisores modifican la permeabilidad para iones particulares a través de la membrana neuronal. Un
neurotransmisor puede excitar la neurona postsináptica al despolarizarla o inhibir la neurona al hiperpolarizarla. Por ejemplo, puede producirse
excitación por neurotransmisores que incrementen el flujo de iones sodio hacia la neurona (despolarización) y puede producirse la inhibición cuando
un neurotransmisor incrementa el flujo de iones cloruro al interior de la neurona (hiperpolarización). El glutamato y la acetilcolina por lo general
excitan neuronas, mientras que el GABA y la glicina por lo común inhiben a las neuronas. Muchos neurotransmisores como dopamina y serotonina
tienen acciones más variadas, excitando algunas neuronas e inhibiendo otras. Su acción depende de innumerables factores como el subtipo
particular de receptor con el que se une el neurotransmisor y de si la unión del neurotransmisor ocasiona un cambio directo en la permeabilidad
iónica o si el cambio es mediado por efectos en segundos mensajeros y en otras vías de señalización intracelular (p. ej., receptores acoplados a
proteína G). Por ejemplo, el subtipo 1 de receptor de dopamina es despolarizante, mientras que los receptores de tipo 2 son hiperpolarizantes; ambos
actúan a través de un mecanismo acoplado a proteína G. Un neurotransmisor puede incluso tener acciones opuestas en las mismas neuronas
dependiendo de la composición del subtipo de receptores en la membrana de la neurona. La acción a través de segundo mensajero y otras vías de
señalización intracelular pueden tener efectos a corto plazo, como el cambio de la permeabilidad de la membrana a los iones, o bien, efectos a largo
plazo como la expresión génica. Muchas moléculas pequeñas que producen efectos potentes sobre las neuronas no están empacadas en vesículas; al
parecer actúan a través de difusión. Estos compuestos, por ejemplo, el óxido nítrico, se producen en la neurona postsináptica y parecen actuar como
mensajeros retrógrados que cumplen funciones reguladoras importantes en las neuronas presinápticas y postsinápticas, lo que incluye conservar y
modular la fuerza de la conexión sináptica. Estas acciones son importantes para el aprendizaje y la memoria.

Aunque la transmisión sináptica química es la forma más común de enviar mensajes de una neurona a otra, puede ocurrir comunicación puramente
eléctrica entre las neuronas. En tales sinapsis eléctricas hay una continuidad citoplásmica directa entre las neuronas presinápticas y postsinápticas.

Las células de la glía proporcionan apoyo estructural y metabólico a las neuronas

Las células de la glía constituyen otro componente celular importante del sistema nervioso; superan a las neuronas en casi 10:1. Dada esta elevada
proporción, el apoyo estructural y metabólico que las células de la glía proporcionan a las neuronas, debe ser de una actividad formidable. Hay dos
clases principales de glía: microglía y macroglía. La microglía desempeña funciones fagocíticas o de limpieza, respondiendo ante el daño o infección
del sistema nervioso. Se movilizan con rapidez (y se tornan activas) en respuesta a diferentes condiciones fisiopatológicas y traumatismos. La
microglía activada puede destruir microorganismos invasores, eliminar restos celulares y favorecer la reparación de los tejidos. También media los
cambios en las propiedades neuronales después del daño en el sistema nervioso; algunos cambios de mala adaptación pueden en ocasiones ocultar
la recuperación después de una lesión. Por ejemplo, las neuronas a menudo se tornan hiperexcitables después del daño al sistema nervioso y la
microglía podría participar en este proceso. La macroglía, de la cual hay cuatro tipos separados (oligodendrocitos, células de Schwann, astrocitos y
células ependimarias), tiene diversas funciones de sostén y de nutrición. Las células de Schwann y los oligodendrocitos forman la vaina de
mielina alrededor de los axones centrales y periféricos, respectivamente (figs. 1-2A y 1-3). Las vainas de mielina incrementan la velocidad de la
conducción del potencial de acción. Tiene un aspecto blanquecino porque es rica en una sustancia adiposa conocida como mielina, que está
compuesta por diferentes tipos de proteínas de mielina. Las células de Schwann desempeñan funciones importantes en la organización de la
formación de vainas de tejido conjuntivo alrededor de los nervios periféricos durante el desarrollo y en la regeneración del axón después del daño en
la madurez. Los astrocitos tienen funciones metabólicas y estructurales importantes. Por ejemplo, en el desarrollo del sistema nervioso, los
astrocitos actúan como andamiaje para el crecimiento de los axones y guían la migración de las neuronas inmaduras. Muchas sinapsis se asocian con
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prolongaciones de astrocitos que vigilan las acciones sinápticas y proporcionan retroalimentación química. Los astrocitos también contribuyen
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barrera hematoencefálica, que protege el entorno vulnerable del encéfalo de la invasión por compuestos químicos de la periferia, lo que puede influir
en las descargas neuronales. El último tipo celular de la macroglía, las células ependimarias, son cavidades llenas de líquido en el sistema nervioso
mielina alrededor de los axones centrales y periféricos, respectivamente (figs. 1-2A y 1-3). Las vainas de mielina incrementan la velocidad de la
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conducción del potencial de acción. Tiene un aspecto blanquecino porque es rica en una sustancia adiposa conocida como mielina, que está
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compuesta por diferentes tipos de proteínas de mielina. Las células de Schwann desempeñan funciones importantes en la organización de la
formación de vainas de tejido conjuntivo alrededor de los nervios periféricos durante el desarrollo y en la regeneración del axón después del daño en
la madurez. Los astrocitos tienen funciones metabólicas y estructurales importantes. Por ejemplo, en el desarrollo del sistema nervioso, los
astrocitos actúan como andamiaje para el crecimiento de los axones y guían la migración de las neuronas inmaduras. Muchas sinapsis se asocian con
prolongaciones de astrocitos que vigilan las acciones sinápticas y proporcionan retroalimentación química. Los astrocitos también contribuyen a la
barrera hematoencefálica, que protege el entorno vulnerable del encéfalo de la invasión por compuestos químicos de la periferia, lo que puede influir
en las descargas neuronales. El último tipo celular de la macroglía, las células ependimarias, son cavidades llenas de líquido en el sistema nervioso
central (véase más adelante). Desempeñan una función importante en la regulación del flujo de compuestos químicos desde estas cavidades hacia el
encéfalo.

FIGURA 1-3

Los astrocitos y oligodendrocitos son los tipos de células de la glía más ubicuos en el sistema nervioso central. Las partes A y B son cortes histológicos
en los que se muestran ejemplos de estas células. A . Se muestra un astrocito (en color verde) rodeando un cuerpo celular neuronal (en rojo). B . Se
muestran los oligodendrocitos formando una vaina de mielina que rodea el axón. La coloración azul (DAPI) marca el núcleo en los cuerpos celulares.
Las prolongaciones se tiñeron (color verde) a causa de un componente importante de la vaina de mielina, la proteína básica de mielina (MBP). (Parte A,
imagen cortesía de Ellisman M y Bushong E, Univ. California, San Diego. Allen NJ, Barres BA. Neuroscience Glia: More than just brain glue. Nature.
2009;457 [7230]:675-677. Parte B, reproducida con autorización de Lee PR, Fields RD. Regulation of myelin genes implicated in psychiatric disorders by
functional activity in axons. Front Neuroanat. 2009;3:4. Parte C, adaptada de Kandel ER, Schwartz JS y Jessell TM, eds. Principles of Neural Science, 4a.
ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2000.)

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El sistema nervioso central consiste en componentes separados, periférico y central


imagen cortesía de Ellisman M y Bushong E, Univ. California, San Diego. Allen NJ, Barres BA. Neuroscience Glia: More than just brain glue. Nature.
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2009;457 [7230]:675-677. Parte B, reproducida con autorización de Lee PR, Fields RD. Regulation of myelin genes implicated in psychiatric disorders by
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ed. New York, NY: McGraw-Hill, 2000.)

El sistema nervioso central consiste en componentes separados, periférico y central


Las neuronas y células de la glía del sistema nervioso se organizan en dos partes separadas desde el punto de vista anatómico pero con
interdependencia funcional: los sistemas nervioso central y periférico (fig. 1-4A). El sistema nervioso periférico se subdivide en divisiones
somática y autónoma. La división somática contiene las neuronas sensitivas que inervan la piel, músculos y articulaciones. Estas neuronas detectan
y, a su vez, informan al sistema nervioso central de los estímulos. Esta división también contiene axones de las neuronas motoras que inervan el
músculo estriado, aunque los cuerpos celulares de las neuronas motoras se encuentran en el sistema nervioso central. Estos axones transmiten
señales de control al músculo para regular la fuerza de contracción muscular. La división autónoma contiene las neuronas que inervan las glándulas y
músculo liso visceral y vasos sanguíneos (cap. 15). Esta división, con sus subdivisiones, simpática, parasimpática y entérica, regula las funciones
corporales con base, en parte, en la información sobre el estado interno del organismo.

FIGURA 1-4

A . Ubicación del sistema nervioso central y periférico en el cuerpo. Se muestran los principales nervios periféricos en color amarillo. B . Vista lateral del
encéfalo y la médula espinal. C . Hay siete divisiones principales en el sistema nervioso central: 1) hemisferios cerebrales, 2) diencéfalo, 3)
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mesencéfalo, 4) protuberancia, 5) cerebelo, 6) bulbo raquídeo y 7) médula espinal. El mesencéfalo, protuberancia y bulbo raquídeo forman el tronco
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del encéfalo.
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corporales con base, en parte, en la información sobre el estado interno del organismo.
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FIGURA 1-4

A . Ubicación del sistema nervioso central y periférico en el cuerpo. Se muestran los principales nervios periféricos en color amarillo. B . Vista lateral del
encéfalo y la médula espinal. C . Hay siete divisiones principales en el sistema nervioso central: 1) hemisferios cerebrales, 2) diencéfalo, 3)
mesencéfalo, 4) protuberancia, 5) cerebelo, 6) bulbo raquídeo y 7) médula espinal. El mesencéfalo, protuberancia y bulbo raquídeo forman el tronco
del encéfalo.

El sistema nervioso central consiste en médula espinal y encéfalo (fig. 1-4B) y el encéfalo se subdivide aún más en bulbo raquídeo, protuberancia,
cerebelo, mesencéfalo, diencéfalo y hemisferios cerebrales (fig. 1-4C). En cada una de las siete divisiones del sistema nervioso central residen los
componentes del sistema ventricular, un grupo de cavidades llenas de líquido que cumplen con diversas funciones de sostén (fig. 1-13). En el
recuadro 1-1 se muestran las divisiones del sistema nervioso central y los componentes del sistema ventricular que están presentes en etapas iniciales
del desarrollo, desde el primer mes después de la concepción.

Los cuerpos celulares y axones de las neuronas no se distribuyen de manera uniforme en el sistema nervioso. En el sistema nervioso periférico, los
cuerpos celulares se reúnen en ganglios periféricos y los axones se encuentran contenidos en los nervios periféricos. En el sistema nervioso
central, los cuerpos celulares neuronales y las dendritas se ubican en áreas corticales, que consisten en hojas de células aplanadas (láminas) que se
ubican principalmente en la superficie de los hemisferios cerebrales y en los núcleos, los cuales son agrupaciones de neuronas ubicadas por debajo
de la superficie de todas las divisiones del sistema nervioso. Los núcleos tienen diversos tamaños y formas; a menudo son ovales y columnares, pero
en ocasiones tienen configuraciones tridimensionales complejas (fig. 1-10). Las regiones del sistema nervioso central que contienen axones han
recibido diversos nombres, de los cuales el más común es el término haz. En los tejidos frescos, los núcleos de las áreas corticales adquieren un color
grisáceo mientras que los haces tienen un aspecto blanquecino. De ahí surgen los términos familiares sustancia gris y sustancia blanca. El aspecto
blanquecino de un haz es causado por la presencia de vainas de mielina alrededor de los axones (fig. 1-3). Las sustancias gris y blanca pueden
diferenciarse en tejidos fijos utilizando métodos anatómicos y en encéfalo de individuos vivos, con el uso de métodos radiológicos (cap. 2, recuadros
2-1, 2-2).

Recuadro 1-1
Desarrollo del plan básico del encéfalo y médula espinal

El sistema nervioso central se desarrolla a partir de porciones especializadas de ectodermo embrionario, conocidas como placa neural.
Originalmente la placa neural forma una hoja de células planas que más tarde configura una estructura tubular (conocida como tubo neural)
conforme las neuronas y las células de la glía proliferan. Las paredes del tubo neural forman estructuras neuronales del sistema nervioso central.
La cavidad en el tubo neural forma el sistema ventricular.

En etapas muy tempranas del desarrollo la porción rostral del tubo neural forma tres prominencias huecas (o vesículas) que corresponden a sitios
con enorme proliferación de neuronas en desarrollo (fig. 1-5): 1) el prosencéfalo, 2) el mesencéfalo y 3) el rombencéfalo. La porción caudal del
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tubo neural permanece relativamente indiferenciada y da origen a la médula espinal. Dos vesículas secundarias surgen del prosencéfalo en
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etapas subsiguientes del desarrollo, el telencéfalo (hemisferios cerebrales) y el diencéfalo (tálamo e hipotálamo). El mesencéfalo permanece sin
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división a lo largo del desarrollo encefálico ulterior; el rombencéfalo da origen al metencéfalo (protuberancia y cerebelo) y al mielencéfalo
(bulbo raquídeo). Para la quinta semana de vida fetal ya se identifican las cinco vesículas encefálicas y la médula espinal primitiva, dando origen a
grisáceo mientras que los haces tienen un aspecto blanquecino. De ahí surgen los términos familiares sustancia gris y sustancia blanca. El aspecto
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blanquecino de un haz es causado por la presencia de vainas de mielina alrededor de los axones (fig. 1-3). Las sustancias gris y blanca pueden
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diferenciarse en tejidos fijos utilizando métodos anatómicos y en encéfalo de individuos vivos, con el uso de métodos radiológicos (cap. 2, recuadros
2-1, 2-2).

Recuadro 1-1
Desarrollo del plan básico del encéfalo y médula espinal

El sistema nervioso central se desarrolla a partir de porciones especializadas de ectodermo embrionario, conocidas como placa neural.
Originalmente la placa neural forma una hoja de células planas que más tarde configura una estructura tubular (conocida como tubo neural)
conforme las neuronas y las células de la glía proliferan. Las paredes del tubo neural forman estructuras neuronales del sistema nervioso central.
La cavidad en el tubo neural forma el sistema ventricular.

En etapas muy tempranas del desarrollo la porción rostral del tubo neural forma tres prominencias huecas (o vesículas) que corresponden a sitios
con enorme proliferación de neuronas en desarrollo (fig. 1-5): 1) el prosencéfalo, 2) el mesencéfalo y 3) el rombencéfalo. La porción caudal del
tubo neural permanece relativamente indiferenciada y da origen a la médula espinal. Dos vesículas secundarias surgen del prosencéfalo en
etapas subsiguientes del desarrollo, el telencéfalo (hemisferios cerebrales) y el diencéfalo (tálamo e hipotálamo). El mesencéfalo permanece sin
división a lo largo del desarrollo encefálico ulterior; el rombencéfalo da origen al metencéfalo (protuberancia y cerebelo) y al mielencéfalo
(bulbo raquídeo). Para la quinta semana de vida fetal ya se identifican las cinco vesículas encefálicas y la médula espinal primitiva, dando origen a
las siete divisiones principales del sistema nervioso central (fig. 1-4).

La compleja configuración del encéfalo maduro depende en parte de la forma en que se desarrollan las flexuras encefálicas. Las flexuras ocurren
por la inmensa proliferación de células en el tronco del encéfalo y hemisferios cerebrales, mientras que el espacio que ocupa el encéfalo en
desarrollo es limitado. En la etapa de tres vesículas, existen dos flexuras prominentes, la flexura cervical, al nivel de la médula espinal y la porción
caudal del rombencéfalo (futuro bulbo raquídeo) y la flexura cefálica, al nivel del mesencéfalo (fig. 1-5, imagen inferior). En la etapa de cinco
vesículas, una tercera flexura se hace más prominente, la flexura de la protuberancia. Al momento del nacimiento las flexuras cervical y de la
protuberancia se han rectificado. La flexura cefálica, no obstante, permanece prominente y ocasiona que el eje longitudinal del prosencéfalo se
desvíe del eje que conserva el mesencéfalo, rombencéfalo y médula espinal (fig. 1-16B).

Las cavidades grandes en el interior de las vesículas cerebrales se desarrollan para dar origen al sistema ventricular del encéfalo; la cavidad caudal
se convierte en el conducto central de la médula espinal (fig. 1-5). El sistema ventricular contiene líquido cefalorraquídeo que se produce
principalmente en el plexo coroideo (cap. 3). Conforme se desarrollan las vesículas encefálicas, la cavidad en los hemisferios cerebrales se divide
en dos ventrículos laterales (antes conocidos como primer y segundo ventrículos) y el tercer ventrículo (fig. 1-5B). Los ventrículos laterales,
desarrollados como evaginaciones de la porción rostral del tercer ventrículo, están conectadas con el tercer ventrículo a través del agujero
interventricular (de Monro) (fig. 1-5, recuadro). El cuarto ventrículo, el ventrículo más caudal, se desarrolla a partir de una cavidad en el
rombencéfalo. Se conecta con el tercer ventrículo a través del acueducto cerebral (de Silvio) y se continúa con el conducto central (de la
porción caudal del bulbo raquídeo y en la médula espinal).

El líquido cefalorraquídeo en condiciones normales sale del sistema ventricular al espacio que recubre la superficie del sistema nervioso central a
través de agujeros en el cuarto ventrículo (lo que se revisa en el cap. 3). (El conducto central no tiene un orificio que permita la salida de líquido
cefalorraquídeo.) Algunos procesos patológicos pueden evitar el flujo de líquido cefalorraquídeo en el sistema ventricular. Por ejemplo, en etapas
avanzadas del desarrollo el acueducto cerebral puede estrecharse por proliferación cerebral en el mesencéfalo. Esta reducción en el diámetro lo
hace vulnerable a los efectos de constricción de anomalías congénitas, tumores o hinchazón por traumatismos. Puede ocurrir una oclusión; sin
embargo, puede continuar la producción de líquido cefalorraquídeo, pese a la oclusión. Si la oclusión ocurre antes de la fusión de los huesos del
cráneo (p. ej., en la vida embrionaria o en la lactancia), se incrementa el volumen ventricular y aumenta el tamaño del encéfalo en dirección rostral a
la oclusión, con aumento de tamaño del perímetro cefálico. Este trastorno se conoce como hidrocefalia. Si ocurre la oclusión después de la fusión
de los huesos del cráneo, no puede incrementarse el tamaño ventricular sin incrementar la presión intracraneal. Éste es un trastorno que pone en
riesgo la vida del paciente.

FIGURA 1-5

Esquema del tubo neural en las etapas de tres y cinco vesículas. La porción superior de la figura muestra las proyecciones dorsales del tubo neural,
dibujado sin las angulaciones. La porción inferior de la figura representa las proyecciones laterales. A . Etapa de tres vesículas. B . Etapa de cinco
vesículas. Observe que el origen de cada vesícula en la etapa de cinco vesículas se indica con el sombreado. Las dos vesículas secundarias del
prosencéfalo tienen diferentes tonos de verde y las dos vesículas derivadas del rombencéfalo tienen diferentes tonos de azul. En el recuadro se
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muestra la ubicación del agujero intraventricular en uno de los lados en la etapa de cinco vesículas. (Adaptada de Kandel ER, Schwartz JH y Jessell TM,
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eds. Principles of Neural Science, 3a. ed. McGraw-Hill, 1991.)
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FIGURA 1-5
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Esquema del tubo neural en las etapas de tres y cinco vesículas. La porción superior de la figura muestra lasAccess Provided by:
proyecciones dorsales del tubo neural,
dibujado sin las angulaciones. La porción inferior de la figura representa las proyecciones laterales. A . Etapa de tres vesículas. B . Etapa de cinco
vesículas. Observe que el origen de cada vesícula en la etapa de cinco vesículas se indica con el sombreado. Las dos vesículas secundarias del
prosencéfalo tienen diferentes tonos de verde y las dos vesículas derivadas del rombencéfalo tienen diferentes tonos de azul. En el recuadro se
muestra la ubicación del agujero intraventricular en uno de los lados en la etapa de cinco vesículas. (Adaptada de Kandel ER, Schwartz JH y Jessell TM,
eds. Principles of Neural Science, 3a. ed. McGraw-Hill, 1991.)

La médula espinal muestra la organización más simple de las siete divisiones principales
La médula espinal participa en el procesamiento de la información sensitiva proveniente de extremidades, tronco y de varios órganos internos; en el
control de los movimientos corporales y en la regulación de muchas de las funciones viscerales (fig. 1-6). También proporciona un conducto para la
transmisión de información sensitiva en haces que ascienden hacia el encéfalo y de información motora en los haces descendentes. La médula espinal
es la única parte del sistema nervioso central del ser humano que tiene una organización segmentaria externa (fig. 1-6B, C).

FIGURA 1-6

Organización de la médula espinal. A . Proyección dorsal del sistema nervioso central. Las líneas horizontales sobre la médula espinal marcan las
ubicaciones de las diferentes divisiones de la médula espinal, las cuales se revisan con mayor detalle en capítulos posteriores. B . Proyección lateral de
la médula espinal y columna vertebral. C . Topografía superficial y estructura interna de la médula espinal.

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Organización de la médula espinal. A . Proyección dorsal del sistema nervioso central. Las líneas horizontales sobre la médula espinal marcan las
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ubicaciones de las diferentes divisiones de la médula espinal, las cuales se revisan con mayor detalle en capítulos posteriores. B . Proyección lateral de
la médula espinal y columna vertebral. C . Topografía superficial y estructura interna de la médula espinal.

La médula espinal tiene una organización modular en la cual cada segmento tiene una estructura similar básica (fig. 1-6C). Cada segmento de la
médula espinal contiene un par de raíces nerviosas (y las raicillas asociadas) que se conocen como raíces ventral y dorsal. (Los términos dorsal y
ventral describen las relaciones espaciales de las estructuras; éstos y otros términos anatómicos se explican más adelante en este capítulo.) Las raíces
dorsales contienen sólo axones sensitivos, los cuales transmiten información sensitiva hacia la médula espinal. Por el contrario, las raíces ventrales
contienen axones motores, que transmiten órdenes motoras al músculo y otros órganos corporales. Las raíces dorsal y ventral ejemplifican la
separación de funciones del sistema nervioso, un principio que se revisa con mayor detalle en capítulos subsiguientes. Estos axones sensitivos y
motores, que son parte del sistema nervioso periférico, se entrelazan en los nervios espinales en su trayecto a donde ejerce sus efectos (fig. 1-6C).

El tronco del encéfalo y el cerebelo regulan las funciones y movimientos corporales


Las siguientes tres divisiones (bulbo raquídeo, protuberancia y mesencéfalo) comprenden el tronco del encéfalo (fig. 1-7). El tronco del encéfalo
posee tres funciones generales. En primer lugar, recibe formación sensitiva de las estructuras craneales y controla los músculos de la cabeza. Estas
funciones son similares a las propias de la médula espinal. Los pares craneales, raíces nerviosas sensitivas y motoras que entran y salen del tronco
del encéfalo, son parte del sistema nervioso periférico y análogos a los nervios espinales (fig. 1-7). En segundo lugar, similar a la médula espinal, el
tronco del encéfalo es un conducto para el flujo de la información pues los haces sensitivos ascendentes y motores descendentes viajan a través de
dicha estructura. Por último, los núcleos en el tronco del encéfalo integran la información proveniente de diversos orígenes para el estado de alerta y
para otras funciones encefálicas altas.

FIGURA 1-7

Superficies lateral (A ), ventral (B ) y dorsal (C ) del tronco del encéfalo. También se muestran el tálamo y los núcleos basales. Las diferentes divisiones
del encéfalo se muestran en diferentes colores.

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FIGURA 1-7
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Superficies lateral (A ), ventral (B ) y dorsal (C ) del tronco del encéfalo. También se muestran el tálamo y los núcleos basales. Las diferentes divisiones
del encéfalo se muestran en diferentes colores.

Además de estas tres funciones generales, las diversas divisiones del tronco del encéfalo cumplen funciones sensitivas y motoras específicas. Por
ejemplo, partes del bulbo raquídeo participan en la presión arterial y en los mecanismos de regulación de la respiración. El daño a estas partes del
encéfalo casi siempre pone en riesgo la vida. Partes de la protuberancia y del mesencéfalo desempeñan una función clave en el control de los
movimientos oculares. Las principales funciones del cerebelo son regular los movimientos oculares y de las extremidades y conservar el equilibrio y
la postura (fig. 1-8). Los movimientos de las extremidades se coordinan mal cuando hay daño al cerebelo. Además, partes del cerebelo participan en
las funciones encefálicas superiores, lo que incluye el lenguaje, estado cognitivo y emociones (cap. 13).

FIGURA 1-8

Vista dorsal del tronco del encéfalo, tálamo y núcleos basales, junto con el cerebelo.

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las funciones encefálicas superiores, lo que incluye el lenguaje, estado cognitivo y emociones (cap. 13).
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FIGURA 1-8
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Vista dorsal del tronco del encéfalo, tálamo y núcleos basales, junto con el cerebelo.

El diencéfalo está formado por tálamo e hipotálamo


Las dos partes principales del diencéfalo participan en diversas funciones sensitivas, motoras y de integración. Un componente es el tálamo (fig. 1-
9), que es una estructura fundamental para la transmisión de información a los hemisferios cerebrales. El tálamo está compuesto por varios núcleos.
Las neuronas en un núcleo talámico separado transmiten información a diferentes áreas corticales. En el encéfalo de la mayor parte de las personas,
una pequeña porción del tálamo se adhiere a la línea media, lo que se conoce como adhesión talámica. El otro componente del diencéfalo, el
hipotálamo (fig. 1-9A; véase también la fig. 1-12A), controla la liberación de hormonas endocrinas de la hipófisis y las funciones generales del sistema
nervioso autónomo.

FIGURA 1-9

A . Superficie lateral de los hemisferios cerebrales y tronco del encéfalo, ilustrando la ubicación del tálamo e hipotálamo. B . Estructura tridimensional
del tálamo. La estructura separada a un lado de la porción principal del tálamo corresponde al núcleo reticular del tálamo, que forma una lámina
sobre los bordes externos del tálamo.

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FIGURA 1-9

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A . Superficie lateral de los hemisferios cerebrales y tronco del encéfalo, ilustrando la ubicación del tálamo e hipotálamo. B . Estructura tridimensional
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del tálamo. La estructura separada a un lado de la porción principal del tálamo corresponde al núcleo reticular del tálamo, que forma una lámina
sobre los bordes externos del tálamo.

Los hemisferios cerebrales tienen la forma más compleja de todas las divisiones del sistema
nervioso central
Los hemisferios cerebrales son las porciones más desarrolladas del sistema nervioso central del ser humano. Cada hemisferio es una mitad
distinta y cada una tiene cuatro componentes principales: corteza cerebral, formación del hipocampo, amígdala y núcleos basales. En conjunto, estas
estructuras median las conductas humanas más refinadas, lo cual realizan a través de conexiones anatómicas complejas.

Los componentes subcorticales de los hemisferios cerebrales median diversas funciones motoras, cognitivas y
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emocionales
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La formación del hipocampo es importante en el aprendizaje y memoria, mientras que la amígdala participa en las emociones además de ayudar a
coordinar la respuesta del cuerpo a situaciones de estrés y de amenaza, como la preparación para la lucha (fig. 1-10A). Estas dos estructuras son parte
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Los hemisferios cerebrales son las porciones más desarrolladas del sistema nervioso central del ser humano. Cada hemisferio es una mitad
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distinta y cada una tiene cuatro componentes principales: corteza cerebral, formación del hipocampo, amígdala y núcleos basales. En conjunto, estas
estructuras median las conductas humanas más refinadas, lo cual realizan a través de conexiones anatómicas complejas.

Los componentes subcorticales de los hemisferios cerebrales median diversas funciones motoras, cognitivas y
emocionales

La formación del hipocampo es importante en el aprendizaje y memoria, mientras que la amígdala participa en las emociones además de ayudar a
coordinar la respuesta del cuerpo a situaciones de estrés y de amenaza, como la preparación para la lucha (fig. 1-10A). Estas dos estructuras son parte
del sistema límbico (cap. 16) que incluye otras partes de los hemisferios cerebrales, diencéfalo y mesencéfalo. Como el sistema límbico desempeña
una función importante en el estado de ánimo, no es de sorprender que los trastornos psiquiátricos a menudo se asocien con disfunción del sistema
límbico.

FIGURA 1-10

Aspecto tridimensional de las estructuras profundas de los hemisferios cerebrales. A . La formación del hipocampo (en rojo) y la amígdala (en
anaranjado). El trígono cerebral (en color azul) y los tubérculos mamilares (en color morado) tienen relación anatómica y estructural con la formación
del hipocampo. B . El cuerpo estriado es componente de los núcleos basales con una forma tridimensional compleja. También se ilustra el sistema
ventricular. Observe la similitud en las formas generales del cuerpo estriado y el ventrículo lateral.

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Los núcleos basales son otro grupo de neuronas ubicadas muy profundamente. La porción de los núcleos basales que tiene la forma más compleja
se denomina cuerpo estriado (fig. 1-10B). La importancia de los núcleos basales en el control de los movimientos se revela con claridad cuando
Aspecto tridimensional de las estructuras profundas de los hemisferios cerebrales. A . La formación del hipocampo (en rojo) y la amígdala (en
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anaranjado). El trígono cerebral (en color azul) y los tubérculos mamilares (en color morado) tienen relación anatómica y estructural con la formación
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del hipocampo. B . El cuerpo estriado es componente de los núcleos basales con una forma tridimensional compleja. También se ilustra el sistema
ventricular. Observe la similitud en las formas generales del cuerpo estriado y el ventrículo lateral.

Los núcleos basales son otro grupo de neuronas ubicadas muy profundamente. La porción de los núcleos basales que tiene la forma más compleja
se denomina cuerpo estriado (fig. 1-10B). La importancia de los núcleos basales en el control de los movimientos se revela con claridad cuando
sufren daño, como ocurre en la enfermedad de Parkinson. El temblor y los movimientos lentos son algunos de los signos evidentes de esta
enfermedad. Los núcleos basales también participan en el estado cognitivo y en las emociones en combinación con la corteza cerebral y estructuras
encefálicas clave que participan en la adicción.

Los cuatro lóbulos de la corteza cerebral tienen diferentes funciones

La corteza cerebral, que se ubica en la superficie del encéfalo, tiene una gran cantidad de circunvoluciones (figs. 1-11 y 1-12). La corteza cerebral del
ser humano tiene casi 2 500 cm2. Las circunvoluciones son adaptaciones evolutivas para ajustar una gran área de superficie a un espacio limitado de la
cavidad craneal; de hecho, sólo 25 a 33% de la corteza cerebral está expuesto en la superficie. Las circunvoluciones en la superficie cortical están
separadas por surcos o cisuras (estas últimas son surcos particularmente profundos). Los hemisferios cerebrales están separados uno del otro por
la cisura sagital (o interhemisférica) (fig. 1-12B).
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A . Superficie lateral del hemisferio cerebral y tronco del encéfalo y la porción de la médula espinal. Las regiones con diferentes colores corresponden
a áreas corticales funcionalmente distintas. Las áreas principales motora y somática sensitiva se ubican en las circunvoluciones frontal ascendente y
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La corteza cerebral, que se ubica en la superficie del encéfalo, tiene una gran cantidad de circunvoluciones (figs. 1-11 y 1-12). La corteza cerebral del
ser humano tiene casi 2 500 cm2. Las circunvoluciones son adaptaciones evolutivas para ajustar una gran área de superficie a un espacio limitado de la
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cavidad craneal; de hecho, sólo 25 a 33% de la corteza cerebral está expuesto en la superficie. Las circunvoluciones en la superficie cortical están
separadas por surcos o cisuras (estas últimas son surcos particularmente profundos). Los hemisferios cerebrales están separados uno del otro por
la cisura sagital (o interhemisférica) (fig. 1-12B).

FIGURA 1-11

A . Superficie lateral del hemisferio cerebral y tronco del encéfalo y la porción de la médula espinal. Las regiones con diferentes colores corresponden
a áreas corticales funcionalmente distintas. Las áreas principales motora y somática sensitiva se ubican en las circunvoluciones frontal ascendente y
parietal ascendente, respectivamente. La corteza auditiva primaria se halla en la circunvolución temporal superior adyacente a las áreas sensorial y
motora. El área de Broca comprende la mayor parte de la circunvolución frontal inferior y el área de Wernicke se encuentra en la parte posterior de la
circunvolución temporal superior. Las leyendas en negritas indican estructuras clave. En el inserto se muestran los cuatro lóbulos de la corteza
cerebral y la corteza de la ínsula en relación con los cuatro lóbulos.

FIGURA 1-11

B . Superficie interna. La corteza visual primaria se ubica en la cisura calcarina. Una pequeña porción se extiende hacia la superficie externa. Las
divisiones del tronco del encéfalo y cerebelo también se muestran en A y B.

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FIGURA 1-11
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B . Superficie interna. La corteza visual primaria se ubica en la cisura calcarina. Una pequeña porción se extiende hacia la superficie externa. Las
divisiones del tronco del encéfalo y cerebelo también se muestran en A y B.

FIGURA 1-12

A . Superficie ventral del hemisferio cerebral y diencéfalo; se realizó un corte transversal al nivel del mesencéfalo. Se muestra la corteza visual primaria
en el polo occipital.

FIGURA 1-12

B . Superficie dorsal de los hemisferios cerebrales. Las áreas corticales motora y somática sensitiva primaria están ubicadas por delante y por detrás
de la cisura de Rolando. El área de Broca se encuentra en la circunvolución frontal inferior y el área de Wernicke se ubica en el lóbulo temporal
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posterior. La ilustración muestra la corteza visual primaria en el polo occipital.
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FIGURA 1-12

B . Superficie dorsal de los hemisferios cerebrales. Las áreas corticales motora y somática sensitiva primaria están ubicadas por delante y por detrás
de la cisura de Rolando. El área de Broca se encuentra en la circunvolución frontal inferior y el área de Wernicke se ubica en el lóbulo temporal
posterior. La ilustración muestra la corteza visual primaria en el polo occipital.

Los cuatro lóbulos de la corteza cerebral reciben su nombre con base en los huesos craneales que los recubren: frontal, parietal, occipital y temporal
(figura 1-11, imagen inferior). Las funciones de los diferentes lóbulos son notablemente distintas, ya que cada circunvolución funciona en forma
individual en cada lóbulo.

El lóbulo frontal tiene diversas funciones conductuales, que van desde los pensamientos a la acción, estado cognitivo y emociones. La
circunvolución frontal ascendente contiene la corteza motora primaria, que participa del control de las acciones mecánicas del movimiento,
como la dirección y velocidad de alcance. Muchas proyecciones neuronales en la corteza motora primaria tienen axones que terminan en la médula
espinal. La circunvolución superior, media e inferior frontal forman la mayor parte de las porciones restantes del lóbulo frontal. Las áreas premotoras,
que son muy importantes en el proceso de toma de decisiones y planificación de los movimientos, se encuentran adyacentes a la corteza motora
primaria en estas circunvoluciones. La circunvolución frontal inferior en el hemisferio izquierdo contiene el área de Broca en la mayor parte de los
individuos, la cual es esencial para la articulación del lenguaje. Gran parte del lóbulo frontal es corteza de asociación. Las áreas de asociación
cortical participan en el procesamiento complejo de la información sensitiva y en el de otros tipos para funciones encefálicas altas, lo que incluye
emociones, conducta organizada, pensamientos y recuerdos. Las áreas cercanas al polo frontal comprenden la corteza de asociación frontal. La
corteza de asociación prefrontal es importante en el pensamiento, estado cognitivo y emociones. La circunvolución del cíngulo (fig. 1-11B), el
lóbulo frontal interno y la mayor parte de la circunvolución orbitaria (fig. 1-12A) son importantes en las emociones. Los trastornos psiquiátricos del
pensamiento, como la esquizofrenia y los trastornos del estado de ánimo, como la depresión, están vinculados con funciones anormales de la corteza
de asociación frontal. La porción basal del prosencéfalo, que se encuentra en la superficie ventral del lóbulo frontal (fig. 1-12A), contiene una
población especial de neuronas que utiliza acetilcolina para regular la excitabilidad cortical. Estas neuronas se revisan con mayor detalle en el capítulo
2. Aunque el órgano sensorial olfatorio, el bulbo olfatorio, se ubica en la superficie ventral del lóbulo frontal, establece conexiones en forma
predominante con el lóbulo temporal (fig. 1-12A).

El lóbulo parietal está separado del lóbulo frontal por la cisura de Rolando, que media la percepción del tacto, dolor y posición de las
extremidades. Estas funciones son transportadas hacia la corteza sensitiva somática primaria, que se ubica en la circunvolución parietal
ascendente. Las áreas sensitivas primarias son las etapas de procesamiento inicial para la información sensitiva. La porción restante de lóbulo
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parietal en la superficie externa del encéfalo consiste en los lóbulos parietales superior e inferior, que están separados por el surco intraparietal. El
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lóbulo parietal superior contiene áreas sensitivas somáticas de orden superior, para el procesamiento adicional de la información sensitiva
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somática y de otras áreas sensitivas. En conjunto, estas áreas son esenciales para completar la imagen corporal del individuo y median las
interacciones con el mundo que nos rodea. Una lesión en esta porción del lóbulo parietal en el hemisferio derecho, en el lado del encéfalo humano
2. Aunque el órgano sensorial olfatorio, el bulbo olfatorio, se ubica en la superficie ventral del lóbulo frontal, establece conexiones en forma
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predominante con el lóbulo temporal (fig. 1-12A).
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El lóbulo parietal está separado del lóbulo frontal por la cisura de Rolando, que media la percepción del tacto, dolor y posición de las
extremidades. Estas funciones son transportadas hacia la corteza sensitiva somática primaria, que se ubica en la circunvolución parietal
ascendente. Las áreas sensitivas primarias son las etapas de procesamiento inicial para la información sensitiva. La porción restante de lóbulo
parietal en la superficie externa del encéfalo consiste en los lóbulos parietales superior e inferior, que están separados por el surco intraparietal. El
lóbulo parietal superior contiene áreas sensitivas somáticas de orden superior, para el procesamiento adicional de la información sensitiva
somática y de otras áreas sensitivas. En conjunto, estas áreas son esenciales para completar la imagen corporal del individuo y median las
interacciones con el mundo que nos rodea. Una lesión en esta porción del lóbulo parietal en el hemisferio derecho, en el lado del encéfalo humano
que se especializa en la conciencia espacial, puede producir signos neurológicos anómalos que incluyen el síndrome de inatención de una porción del
cuerpo en el lado opuesto a la lesión; por ejemplo, un paciente podría no vestir un lado de su cuerpo o peinarse sólo la mitad del cabello. El lóbulo
parietal inferior participa en la integración de diversa información sensitiva para la percepción y lenguaje, razonamiento matemático y cognición
visuoespacial.

El lóbulo occipital está separado del lóbulo parietal sobre la superficie interna del mesencéfalo por el surco parietooccipital (fig. 1-11B). En las
superficies externa e inferior no hay límites claros, sólo una línea imaginaria que conecta la escotadura preoccipital (fig. 1-11A) en el surco
parietooccipital. El lóbulo occipital es el más singular en cuanto a la función, porque participa en la visión. La corteza visual primaria se ubica en las
paredes en la profundidad de la cisura calcarina en la superficie interna del encéfalo (fig. 1-11B). La corteza visual primaria es importante en las
etapas iniciales del procesamiento visual, pero las áreas visuales circundantes de orden superior participan en la elaboración del mensaje sensitivo
que permite al individuo ver la forma y el color de los objetos. Por ejemplo, en la superficie ventral del encéfalo existe una porción de la circunvolución
occipitotemporal en el lóbulo occipital (también conocido como circunvolución fusiforme) que es importante en el reconocimiento de las caras (fig. 1-
12A). Los pacientes con lesiones de esta área pueden confundir las caras con objetos inanimados, trastorno conocido como prosopagnosia.

El lóbulo temporal se encuentra separado de los lóbulos frontal y parietal por la cisura de Silvio (surco lateral) (fig. 1-11A), que media diversas
funciones sensitivas y participa en la memoria y las emociones. La corteza auditiva primaria, que se ubica en la circunvolución temporal
superior, trabaja con las áreas circundantes sobre la circunvolución temporal superior, en la cisura de Silvio y el surco temporal superior para la
percepción y localización de los sonidos (fig. 1-11A). La circunvolución temporal superior en el lado izquierdo está especializada en el lenguaje. La
lesión de esta porción de la circunvolución, en la cual se ubica el área de Wernicke, afecta la comprensión del lenguaje. La circunvolución temporal
media, en especial la porción cercana al lóbulo occipital, es esencial para la percepción del movimiento visual. La circunvolución temporal
inferior media la percepción de la forma visual y color (fig. 1-11A y 1-12A). La corteza ubicada en el polo temporal (fig. 1-12A), en combinación con
porciones adyacentes del lóbulo temporal interno e inferior y los lóbulos frontales medios, son importantes para las emociones.

Profundas con relación a la cisura de Silvio, se encuentran las porciones de los lóbulos frontal, parietal y temporal. Este territorio se conoce como
corteza de la ínsula (fig. 1-11, imagen inferior). Se coloca en una posición profunda en etapas avanzadas del desarrollo prenatal (fig. 1-14). Algunas
porciones de la corteza de la ínsula son importantes en el gusto, sensibilidad corporal interna, dolor y equilibrio.

FIGURA 1-14

Se muestra el desarrollo del encéfalo humano desde la superficie externa en relación con la cara y la forma general del cráneo. El ventrículo lateral se
muestra en color verde. Las flechas dibujadas sobre el ventrículo lateral muestran cómo adquiere su forma en C. (Cortesía de Tom Prentiss,
ilustrador.)

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FIGURA 1-14

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Se muestra el desarrollo del encéfalo humano desde la superficie externa en relación con la cara y la forma general del cráneo. El ventrículo lateral se
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muestra en color verde. Las flechas dibujadas sobre el ventrículo lateral muestran cómo adquiere su forma en C. (Cortesía de Tom Prentiss,
ilustrador.)

El cuerpo calloso contiene axones que interconectan la corteza a ambos lados del encéfalo (fig. 1-11B). Los haces que contienen axones que
interconectan los dos lados del encéfalo se conocen como comisuras, de las cuales el cuerpo calloso es la comisura encefálica más grande. Para
integrar las funciones de las dos mitades de la corteza cerebral, los axones del cuerpo calloso transcurren a través de cada una de las cuatro partes
principales: pico del cuerpo calloso, rodilla, cuerpo y rodete (fig. 1-11B). La información entre los lóbulos occipitales viaja a través del rodete del
cuerpo calloso, mientras que la información de otros lóbulos viaja a través del pico, cuerpo y la rodilla del cuerpo calloso.

Las cavidades en el sistema nervioso central contienen líquido cefalorraquídeo


El sistema nervioso central tiene una organización tubular. En su interior existen cavidades conocidas como sistema ventricular, que contienen
líquido cefalorraquídeo (fig. 1-13). El líquido cefalorraquídeo es una sustancia acuosa que amortigua al sistema nervioso central de los impactos
físicos y es un medio para la comunicación química. Una estructura intraventricular, el plexo coroideo, secreta la mayor parte de líquido
cefalorraquídeo. En el capítulo 3 se revisa la producción de líquido cefalorraquídeo.

FIGURA 1-13

Sistema ventricular. Se muestran los ventrículos laterales, tercer ventrículo, acueducto cerebral y cuarto ventrículo en la superficie lateral del encéfalo
(figura de la izquierda) y de frente (figura de la derecha). El ventrículo lateral se divide en cuatro componentes principales: asta anterior (frontal),
cuerpo, asta inferior (temporal) y asta posterior (occipital). El atrio del ventrículo lateral es la región de confluencia del cuerpo, el asta inferior y el asta
posterior. El agujero interventricular (de Monro) conecta cada ventrículo lateral con el tercer ventrículo. El acueducto cerebral conecta el tercer y
cuarto ventrículos.

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(figura de la izquierda) y de frente (figura de la derecha). El ventrículo lateral se divide en cuatro componentes principales: asta anterior (frontal),
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cuerpo, asta inferior (temporal) y asta posterior (occipital). El atrio del ventrículo lateral es la región de confluencia del cuerpo, el asta inferior y el asta
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posterior. El agujero interventricular (de Monro) conecta cada ventrículo lateral con el tercer ventrículo. El acueducto cerebral conecta el tercer y
cuarto ventrículos.

El sistema ventricular consiste en ventrículos, donde se acumula líquido cefalorraquídeo y en conductos de comunicación estrechos. Existen dos
ventrículos laterales, cada uno en un hemisferio cerebral y un tercer ventrículo entre las dos mitades del diencéfalo, además de un cuarto
ventrículo, que se ubica entre el tronco del encéfalo y el cerebelo. El desarrollo de los ventrículos laterales, junto con los surcos y las
circunvoluciones de la corteza cerebral, se revisan en el recuadro 1-2. Los ventrículos están interconectados por conductos estrechos: los agujeros
interventriculares (de Monro) que conectan cada uno de los ventrículos laterales con el tercer ventrículo y por el acueducto cerebral (de Silvio)
en el mesencéfalo, que conecta el tercero y cuarto ventrículos. El sistema ventricular se extiende hacia la médula espinal en la forma del conducto
central. El líquido cefalorraquídeo sale del sistema ventricular a través de varias aberturas en el cuarto ventrículo y baña la superficie de todo el
sistema nervioso central.

El sistema nervioso central está cubierto por tres capas meníngeas


Las meninges consisten en la duramadre, aracnoides y piamadre (fig. 1-15). La duramadre es la membrana más externa y más gruesa y tiene la
función de protección. Los cirujanos antiguos sabían que los pacientes sobrevivirían a fracturas incluso graves si los fragmentos de hueso no habían
penetrado la duramadre. La duramadre crea dos compartimientos y componentes diferentes y separa los hemisferios cerebrales y el tronco del
encéfalo (fig. 1-15B): 1) la hoz cerebral, que separa los dos hemisferios cerebrales y 2) la tienda del cerebelo, que separa el cerebelo de los
hemisferios cerebrales.

FIGURA 1-15

A . Las meninges consisten en duramadre, aracnoides y piamadre. B . Los dos principales colgajos de la duramadre son la hoz del cerebro, que separa
de manera incompleta los dos hemisferios cerebrales y la tienda del cerebelo, que separa el cerebelo de los hemisferios cerebrales. (A , adaptada con
autorización de Snell RS. Clinical Neuroanatomy. 7a. ed. Lippincott Williams & Wilkins, 2010.)

La aracnoides colinda con la duramadre pero no está estrechamente unida a la misma, con lo que se forma un espacio potencial, el espacio
subdural. Este espacio es importante en la clínica. Como la duramadre contiene vasos sanguíneos, la rotura de uno de estos vasos por traumatismo
cefálico puede ocasionar hemorragia subdural y dar origen a la formación de un coágulo (hematoma subdural). En este trastorno, el coágulo
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separa la aracnoides de la duramadre, ocupa el espacio subdural y produce compresión del tejido neural subyacente.
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Recuadro 1-2
Desarrollo del hemisferio cerebral en forma de C
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La aracnoides colinda con la duramadre pero no está estrechamente unida a la misma, con lo que se forma un espacio potencial, el espacio
subdural. Este espacio es importante en la clínica. Como la duramadre contiene vasos sanguíneos, la rotura de uno de estos vasos por traumatismo
cefálico puede ocasionar hemorragia subdural y dar origen a la formación de un coágulo (hematoma subdural). En este trastorno, el coágulo
separa la aracnoides de la duramadre, ocupa el espacio subdural y produce compresión del tejido neural subyacente.

Recuadro 1-2
Desarrollo del hemisferio cerebral en forma de C

La estructura de los hemisferios cerebrales se transforma de manera notable durante el desarrollo, a diferencia de la médula espinal, tronco del
encéfalo y diencéfalo, que conservan en gran medida su organización longitudinal. Esta transformación es principalmente consecuencia de la
enorme proliferación de células de la corteza cerebral, el principal componente de los hemisferios cerebrales y de su migración subsiguiente
sobre ejes predeterminados. Esto conduce a una forma distintiva de la corteza cerebral y de muchas estructuras subyacentes.

El área de la corteza cerebral se incrementa en gran medida durante el desarrollo. Conforme se desarrolla la corteza, rodea el diencéfalo y adquiere
una forma en C. En primer lugar, la superficie del lóbulo parietal se incrementa, seguida por el incremento en el lóbulo frontal. A continuación, la
corteza se expande en dirección posterior y hacia abajo, dando origen a los lóbulos occipital y temporal (fig. 1-14; días 50 a 100). La cavidad craneal
no se incrementa en tamaño en proporción con el incremento de la superficie cortical; por tanto, su expansión se acompaña de un plegamiento
notable. Con excepción de la cisura de Silvio, la corteza cerebral permanece lisa (lisencefálica) hasta el sexto o séptimo mes, cuando se desarrollan
las circunvoluciones, cisuras y surcos. Casi una tercera parte de la corteza cerebral permanece expuesta, mientras que el resto se ubica en los
surcos y cisuras. La formación del hipocampo (fig. 1-10A) se ubica en la superficie interna del encéfalo, desde etapas muy tempranas del desarrollo.
Conforme se desarrolla, se pliega por debajo de la corteza del lóbulo temporal.

Incluso antes de que se formen las circunvoluciones, cisuras y surcos en la superficie cortical, las regiones permanecen sepultadas por el desarrollo
de los lóbulos frontal, parietal y temporal. Esta región, la corteza de la ínsula (fig. 1-14; 7 a 9 meses; fig. 1-11) se ubica profunda con respecto a la
cisura de Silvio, uno de los primeros surcos en formarse sobre la cara externa del encéfalo. En el encéfalo maduro, la corteza de la ínsula se hace
evidente sólo cuando se separan parcialmente las cisuras de Silvio o cuando se realizan cortes cerebrales (fig. 8-7). Las porciones de las cortezas
parietal, frontal y temporal que cubren la corteza de la ínsula se denominan opérculos. El opérculo frontal del hemisferio dominante (por lo
general el hemisferio izquierdo en individuos diestros) contiene el área de Broca, que es importante para la articulación del lenguaje (cap. 8). Las
regiones operculares parietal y temporal de la corteza de la ínsula tienen funciones sensitivas importantes.

Conforme crece la corteza cerebral, también se fuerza a muchas estructuras subcorticales subyacentes a asumir una forma en C, lo que incluye los
ventrículos laterales (fig. 1-10B), cuerpo estriado (fig. 1-10B), formación del hipocampo y trígono cerebral (fig. 1-10A). Los ventrículos laterales
tienen una forma casi esférica hacia los dos meses y adquieren la forma en C conforme se desarrolla la corteza (fig. 1-14; 50 a 100 días). Hacia el
quinto y sexto meses, los ventrículos laterales se expanden en dirección anterior para dar origen al asta anterior (frontal), caudal para formar el
cuerpo y el asta posterior (occipital), y hacia abajo para formar el asta inferior (temporal) (fig. 1-14; como se observa en el encéfalo de nueve
meses).

La formación del hipocampo en conjunto con el trígono cerebral constituyen un trayecto y también el cuerpo estriado se desarrolla en
forma de C (fig. 1-10), al igual que el ventrículo lateral. La formación del hipocampo (fig. 1-10A) es crítica para la consolidación de la memoria del
corto al largo plazo; el cuerpo estriado (fig. 1-10B) desempeña funciones encefálicas superiores como la función cognitiva, control del movimiento
de extremidades y ojos y las emociones.

La capa meníngea más interna, la piamadre, es muy delicada y se adhiere a la superficie del encéfalo y médula espinal. El espacio entre la aracnoides
y la piamadre se conoce como espacio subaracnoideo. Filamentos de la aracnoides pasan a través del espacio subaracnoideo y la conectan con la
piamadre, dando a este espacio el aspecto de una tela de araña (de donde surge el nombre aracnoides, que se deriva de la palabra griega arachne, que
significa “araña”).

Introducción a los términos neuroanatómicos


En la neuroanatomía se utiliza terminología especializada para describir la compleja organización tridimensional del encéfalo. El sistema nervioso
central está organizado en los ejes rostrocaudal y dorsoventral (fig. 1-16). Estos ejes se comprenden con mayor facilidad en animales con sistema
nervioso central más simple que el de los seres humanos; por ejemplo, en las ratas el eje rostrocaudal sigue un trayecto casi recto desde la nariz hasta
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la cola (fig. 1-16A). Se trata del eje longitudinal del sistema nervioso y a menudo se conoce como neuroeje, porque el sistema nervioso central tiene
una organización predominantemente longitudinal. El eje dorsoventral, que es perpendicular al eje rostrocaudal, transcurre en direcciónPage
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al abdomen.
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Los términos posterior y anterior son sinónimos de dorsal y ventral, respectivamente.

FIGURA 1-16
Introducción a los términos neuroanatómicos Universidad Popular Autónoma de Puebla
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En la neuroanatomía se utiliza terminología especializada para describir la compleja organización tridimensional del encéfalo. El sistema nervioso
central está organizado en los ejes rostrocaudal y dorsoventral (fig. 1-16). Estos ejes se comprenden con mayor facilidad en animales con sistema
nervioso central más simple que el de los seres humanos; por ejemplo, en las ratas el eje rostrocaudal sigue un trayecto casi recto desde la nariz hasta
la cola (fig. 1-16A). Se trata del eje longitudinal del sistema nervioso y a menudo se conoce como neuroeje, porque el sistema nervioso central tiene
una organización predominantemente longitudinal. El eje dorsoventral, que es perpendicular al eje rostrocaudal, transcurre en dirección al abdomen.
Los términos posterior y anterior son sinónimos de dorsal y ventral, respectivamente.

FIGURA 1-16

Se ilustran los ejes del sistema nervioso central para la rata (A ), un animal cuyo sistema nervioso central está organizado en forma lineal y del sistema
nervioso central del ser humano (B ) que tiene una flexura prominente a nivel del mesencéfalo. (Reproducida con autorización de Martin JH.
Neuroanatomy: Text & Atlas, 2a. ed. Stamford, CT: Appleton & Lange, 1996.)

El eje longitudinal del sistema nervioso humano no es recto como ocurre en la rata (fig. 1-16B). Durante el desarrollo del encéfalo (y, por tanto, de su
eje longitudinal) ocurre una flexura prominente a nivel del mesencéfalo. En lugar de describir a las estructuras ubicadas como rostral con respecto al
punto de flexura como dorsal o ventral, por lo general se utilizan los términos superior e inferior. Como se describe en el recuadro 1-1, este eje de
flexión refleja la persistencia del punto de flexura cefálica (fig. 1-5).

Se definen tres planos principales con respecto al eje longitudinal del sistema nervioso central en el cual se crean cortes anatómicos (fig. 1-17). Los
cortes horizontales son paralelos al eje longitudinal, de un lado al otro. Los cortes transversales son perpendiculares al eje longitudinal, entre la
superficie dorsal y la ventral. Los cortes transversales a través de los hemisferios cerebrales son prácticamente paralelos con la sutura coronal del
cráneo y como consecuencia, también se conocen como cortes coronales. Los cortes sagitales se realizan paralelos al eje longitudinal del sistema
nervioso central y con respecto a la línea media, entre las superficies dorsal y ventral. Un corte mesosagital divide el sistema nervioso central en dos
mitades simétricas, mientras que el corte parasagital no ocurre en la línea media. Las imágenes radiológicas también se obtienen en estos planos.
Esto se describirá en el capítulo 2.

FIGURA 1-17

Los tres principales planos anatómicos: (A ) horizontal, (B ) coronal y (C ) sagital. Observe que el plano horizontal se muestra a través de los hemisferios
cerebrales y el diencéfalo. Un corte transversal en el mismo plano a través del tronco del encéfalo o la médula espinal se denomina corte transverso,
porque corta el neuroeje en ángulo recto (fig. 1-16B). El plano coronal en ocasiones se denomina plano transverso porque también sigue un ángulo
recto con respecto al neuroeje (fig. 1-16B); por desgracia, la terminología se vuelve más y más confusa. Un corte coronal a través de los hemisferios
cerebrales y el diencéfalo incluirá un corte del tronco del encéfalo y de la médula espinal paralelo con el eje largo. Hablando en términos estrictos, éste
sería un corte horizontal; sin embargo, este término no es de utilidad para el análisis del encéfalo humano porque dicho corte “horizontal” tendría
una orientación vertical.

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recto con respecto al neuroeje (fig. 1-16B); por desgracia, la terminología se vuelve más y más confusa. Un corte coronal a través de los hemisferios
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cerebrales y el diencéfalo incluirá un corte del tronco del encéfalo y de la médula espinal paralelo con el eje largo. Hablando en términos estrictos, éste
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sería un corte horizontal; sin embargo, este término no es de utilidad para el análisis del encéfalo humano porque dicho corte “horizontal” tendría
una orientación vertical.

Resumen
Organización celular del sistema nervioso

El sistema nervioso central está constituido por neuronas (fig. 1-2) y por la glía (fig. 1-3). Las neuronas tienen cuatro regiones especializadas: 1)
dendritas, que reciben información, 2) cuerpo celular, que recibe e integra la información y 3) el axón, que transmite la información del cuerpo celular
hasta las 4) terminales axónicas. Hay tres clases de neuronas: unipolares, bipolares y multipolares (fig. 1-2B). La comunicación intercelular ocurre a
través de sinapsis, en las cuales se liberan neurotransmisores. La glía incluye cuatro tipos de macroglía. Los oligodendrocitos y las células de Schwann
forman vainas de mielina en los sistemas nervioso central y periférico, respectivamente. Los astrocitos tienen una función de apoyo estructural y
metabólico para las neuronas. Las células ependimarias recubren el sistema ventricular. La glía también consiste de microglía, que tiene funciones
fagocíticas.

Anatomía regional del sistema nervioso

El sistema nervioso contiene dos divisiones separadas, el sistema nervioso periférico y el sistema nervioso central (fig. 1-4). Cada sistema puede
subdividirse. La división autónoma del sistema nervioso periférico controla las glándulas y el músculo liso visceral y de los vasos sanguíneos, mientras
que la división somática proporciona inervación sensorial de los tejidos corporales y la inervación motora del músculo estriado. Hay siete
componentes separados del sistema nervioso central (figs. 1-4 y 1-6 a 1-12); 1) médula espinal, 2) bulbo raquídeo, 3) protuberancia, 4) cerebelo, 5)
mesencéfalo, 6) diencéfalo, que contiene el hipotálamo y tálamo y 7) hemisferios cerebrales, que contienen los núcleos basales, amígdala, formación
del hipocampo y corteza cerebral. La superficie externa de la corteza cerebral se caracteriza por circunvoluciones, surcos y cisuras (surcos
particularmente profundos) (fig. 1-14). La corteza cerebral está formada por cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital. La corteza de la
ínsula se encuentra profunda en los lóbulos frontal, parietal y temporal. El cuerpo calloso es una comisura que interconecta los lóbulos. Tres grupos
de estructuras se encuentran por debajo de la superficie cortical: formación del hipocampo, amígdala y núcleos basales. El sistema límbico
comprende un grupo diverso de estructuras corticales y subcorticales. El bulbo olfatorio se encuentra en la superficie orbitaria de los lóbulos
frontales.

Sistema ventricular

Las cavidades que comprenden el sistema ventricular estánllenas con líquido cefalorraquídeo y se ubican en el sistema nervioso central (fig. 1-13).
Uno de los dos ventrículos laterales se ubica en cada uno de los hemisferios cerebrales, el tercer ventrículo se ubica en el diencéfalo, mientras que el
cuarto ventrículo se encuentra entre el tronco del encéfalo (protuberancia y bulbo raquídeo) y el cerebelo. El conducto central es el componente del
sistema ventricular en la médula espinal. Los agujeros interventriculares conectan los dos ventrículos laterales con el tercer ventrículo. El acueducto
cerebral se encuentra en el mesencéfalo y conecta el tercer y cuarto ventrículos.

Meninges

El sistema nervioso central está cubierto por tres capas meníngeas, que son desde la más externa hasta la más interna: duramadre, aracnoides y
piamadre (fig. 1-15). La aracnoides y la piamadre están separadas por el espacio subaracnoideo, el cual contiene líquido cefalorraquídeo. Dos pliegues
prominentes de la duramadre separan las estructuras encefálicas: la hoz cerebral y la tienda del cerebelo (fig. 1-15). También se ubican en la
duramadre y en los senos durales, que son vasos sanguíneos de baja presión (fig. 1-15).

Ejes y planos de corte


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El sistema nervioso central se orienta a lo largo de los ejes principales (fig. 1-16): el eje rostrocaudal, también conocido como eje longitudinal y el eje
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dorsoventral, que es perpendicular al eje longitudinal. Los cortes a través del sistema nervioso central se encuentran en relación con el eje
rostrocaudal (fig. 1-17). Los cortes horizontales son paralelos al eje rostrocaudal, de un lado al otro. Los cortes transversales o coronales son
El sistema nervioso central está cubierto por tres capas meníngeas, que son desde la más externa hasta la más interna: duramadre, aracnoides y
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piamadre (fig. 1-15). La aracnoides y la piamadre están separadas por el espacio subaracnoideo, el cual contiene líquido cefalorraquídeo. Dos pliegues
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prominentes de la duramadre separan las estructuras encefálicas: la hoz cerebral y la tienda del cerebelo (fig. 1-15). También se ubican en la
duramadre y en los senos durales, que son vasos sanguíneos de baja presión (fig. 1-15).

Ejes y planos de corte

El sistema nervioso central se orienta a lo largo de los ejes principales (fig. 1-16): el eje rostrocaudal, también conocido como eje longitudinal y el eje
dorsoventral, que es perpendicular al eje longitudinal. Los cortes a través del sistema nervioso central se encuentran en relación con el eje
rostrocaudal (fig. 1-17). Los cortes horizontales son paralelos al eje rostrocaudal, de un lado al otro. Los cortes transversales o coronales son
perpendiculares al eje rostrocaudal, entre las superficies dorsal y ventral. Los cortes sagitales son paralelos con el eje longitudinal y la línea media, y
también entre las superficies dorsal y ventral.

Lecturas seleccionadas

Amaral DG, Strick PL. The organization of the central nervous system. In: Kandel ER, Schwartz JH, Jessell TM, Siegelbaum SA, Hudspeth AJ, eds.
Principles of Neural Science . 5th ed. New York, NY: McGraw-Hill, in press.

Kandel ER, Hudspeth AJ. The brain and behavior. In: Kandel ER, Schwartz JH, Jessell TM, Siegelbaum SA, Hudspeth AJ, eds. Principles of Neural
Science . 5th ed. New York, NY: McGraw-Hill, in press.

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Capítulo 1: Organización del sistema nervioso central, Page 26 / 26
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