EL JUEGO: LA HERRRAMIENTA EFICAZ PARA ENVOLVER AL NIÑO EN UN
AMBIENTE DE CONFIANZA, APERTURA Y APRENDIZAJE, PARA CONOCER
SU INTERIOR. Estamos acostumbrados a escuchar muchos malos conceptos sobre los niños. Principalmente frases como “Ay son niños, ellos no saben”, “¿Qué problemas van a tener siendo son tan pequeños?”, “A ellos eso no les perjudica, aún no entienden”, “Toral son niños, luego lo olvidan”, entre muchas otras. Nos han hecho creer, que los niños son seres inacabados, incompletos, insignificantes, que no sienten, que no perciben, que no adoptan actitudes, sentimientos y comportamientos de los adultos, que no saben y mucho más, debido a su “corta edad” y poca experiencia en este mundo. La realidad, es totalmente lo contrario. Para comenzar a explicar el epígrafe, debemos empezar con algunos conceptos clave. Quizá suene tan cliché, pero los niños son totalmente unas esponjas, que absorben todo, absolutamente todo. Tienen esa capacidad de aprender de acuerdo a lo que ven, nacen siendo exploradores por naturaleza, y muestran que mucho de su conocimiento con el paso del tiempo lo crean o construyen. Por el punto de vista filosófico, el empirismo podría ser una de sus principales formas de adquirir aprendizajes, tomando en cuenta que ellos conocen con la experiencia. Piaget, epistemólogo genético por excelencia, sustenta esto en su teoría constructivista mencionando que “el sujeto es constructor activo de sus estructuras de conocimiento, de realidades con base en su experiencia, de acuerdo a como se asimile, ordene e interprete la información, formando cada vez conocimientos más y más complejos. Podríamos decir con esto que el ambiente podría estar repercutiendo fuertemente en el niño y su manera de construir el conocimiento, puesto que toda experiencia se da en él. Pero no sólo de ella. Vigotsky ya nos hablaba de que la situación de progreso del ser humano es producto de 2 líneas de desarrollo: una natural y una artificial. Siendo la natural controlada por el entorno, y la artificial aquella que no depende de la naturaleza, que son todos aquellos símbolos culturales, históricos, lenguaje, etc. ¿Acaso esto no nos suena a genética y ambiente? ¿No nos suena justo a lo que tanto se ha hablado sobre ello? Ciertamente Vigotsky no se equivocaba en esto, y Piaget tampoco, ya que éste último mencionaba de igual forma que el aprendizaje que el niño obtiene es mediante las relaciones que éste crea con los objetos, y que ciertamente, lo que le compete al adulto en este caso es otorgarle ese o esos objetos al niño. Claramente el niño tiene con qué relacionar los objetos, en su mente, en su imaginación y en su capacidad para crear (genética) pero, si no se le pueden proporcionar (ambiente) los objetos, no se podrá ver reflejado ese conocimiento y/o aprendizaje. Sabemos que la genética es todo aquello que traemos de nacimiento, la herencia, habilidades, capacidades y demás que sin duda no se verán reflejadas si no son explotadas, reveladas o desarrolladas por el ambiente, Por eso decía vigotsky que la línea del desarrollo natural se veía controlada por el entorno. Y bien, efectivamente, el ambiente es todo aquel símbolo cultural, histórico, familiar, costumbres, etcétera, en las que el niño se desarrolla y desenvuelve. La línea artificial según vigotsky, y que en conjunto con la natural el conocimiento se construye. El niño es totalmente susceptible a cualquier estímulo a su alrededor. Es totalmente increíble como esos seres tan pequeñitos son unos genios completamente, al tomar todo lo de afuera para procesarlo con todo lo que tienen en su interior. En contraparte tenemos el ya tan mencionado y “querido” psicoanálisis Sabemos que el psicoanálisis, resulta tener una teoría totalmente basada en la sexualidad, que es muy directiva, y determinante. ¿Por qué? Bueno, suele hacer creer que todos ya estamos hechos de una manera, que no se puede cambiar, que todo parte de un problema sexual. Absolutamente todo. Cada uno de los psicoanalistas te dice qué está bien y qué está mal de acuerdo a su propia interpretación de las cosas. Obviamente no puede aceptar nada fuera de eso, por lo que la idea de una construcción de conocimientos no es bienvenida aquí, mucho menos un enfoque humanista como lo es basado en la interpretación del cliente y su centralización. René Spitz en sus teorías de las etapas del desarrollo infantil, también menciona estas relaciones con los objetos, que son libidinales, totalmente ligada a todo aquello que le cause placer, y que la madre es la catalizadora para que la líbido en un futuro pueda ser fijada en las distintas zonas erógenas existentes. Como podemos observar, esto no permite ampliar el panorama, es lo que es, y no hay de otra. El niño sólo se interesará por el placer que la madre le pueda otorgar, y que, si no se ve bien satisfecho, puede provocarle trastornos sexuales en un futuro. Melanie Klein también psicoanalista vino a diseñar una “mejor forma de acercarse a los niños: EL JUEGO Esto suena bastante bien ¿No? Pues bien, ella mencionaba que, en toda actividad de juego, existe un proceso de descarga de fantasías de masturbación, reprimidas. Esto es la premisa principal en su teoría. De igual manera menciona puntos importantes que hoy en día sí son claves en la terapia de juego, como que se debe observar cómo juega, y con cuáles juguetes, que el material es simbólico, que el juego reduce la ansiedad, que quizá las características de los juguetes seleccionados ayudan a conocer a las personas de su alrededor, que se debe de utilizar un lenguaje sencillo, que el dibujo forma parte de la terapia de juego y que debe haber material estimulante y llamativo para los niños. Sí, lo anterior suena muy bien, pero, ¿Por qué tener que pensar que los niños ya nacen predeterminados a satisfacer su sexualidad? Son mucho más que eso, ellos apenas están descubriendo todo a su alrededor, para ellos la vida es un constante aprender y saber. Pasan por problemas mucho más grandes que esos en su vida diaria, a excepción de casos terribles de maltrato y abuso sexual (que no podemos estar seguros de que al menos en ese momento de sus vidas les esté causando un conflicto, porque en verdad ellos no conocen de bien o de mal) Otras perspectivas fuera del psicoanálisis sobre el juego: El juego puede ser maravilloso para poder adentrarse en lo profundo de la cabecita de un niño, podríamos pensar que por ser tan chiquitos ellos no pueden comunicarse ni darse a entender tan bien como se “supone” un adulto lo hace. Lo que sucede es que ellos sí saben comunicarse, pero de una manera muy distinta: por medio de asociaciones, de estímulos, de plasmar y proyectar sus vivencias de una manera muy sencilla, jugando, que es lo que ellos más disfrutan y saben hacer. De esta manera no se sienten invadidos, ya que ellos sienten que pueden expresar cualquiera de sus sentimientos detrás de esos juguetes, inconscientemente. Son tan puros e inocentes, tan auténticos, sinceros y francos, que no verían problema alguno en abrirse por medio de ello. En poder tener esa confianza sin sentir que están siendo expuestos. Es tan hermoso poder observarlos, comprenderlos de esa manera, y ver que son tan moldeables, que se puede trabajar tan fácil con ellos, si se tienen los conocimientos y la preparación suficiente. El juego podría ser esa conciliación entre la genética y el ambiente, el niño puede expresar todo lo que tiene en su interior, con los estímulos del medio ambiente tales como los juguetes o cualquier juego que se le pueda mostrar. Al verlos jugar, presando la suficiente atención, podemos darnos cuenta de su capacidad para entender las cosas, para deducir por lógica, para comprender lo que sucede y asociar ideas, o bien darles significado a los símbolos. Es ahí donde comprobamos que incluso pueden llegar a ser más listos que nosotros, puesto que no están contaminados con prejuicios, ni el qué podrán decir, y que por supuesto, el que sean niños no significa que sean tontos o que no entiendan nada. Muchas veces nos ponen el ejemplo. Y al mismo tiempo es difícil creer que haya personas en este mundo capaces de lastimarlos, cuando son lo más vulnerable, lo más inocente, sin ser conscientes de que ellos son creación de nosotros los adultos, que lo que cosechamos sembramos, y tarde que temprano tocará ver en qué se convierten esos niños. Saber si nos perjudican o benefician como sociedad, con base en lo que se les enseñó. Al fin de cuentas, todo lo que pueda pasar, será por causa nuestra.