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El cultivo o cultura y la alfabetización académica son dos términos que van ligados
entre sí. Por un lado, la alfabetización académica es un conjunto de herramientas utilizada
principalmente por los catedráticos, que con el afán de evolucionar los métodos de enseñanza
tradicionales se apoyan en esta “novedosa” forma de enseñar. Más que novedosa yo diría
inexplorada forma de enseñar. Uno de los más famosos filósofos griegos ya utilizaba este
método; Sócrates que con la mayéutica llegó a cambiar la mente de muchos jóvenes. Además,
en la actualidad michas instituciones educativas utilizan el método socrático para impartir
sus clases.
Por otro lado, la cultura, que no es más que la construcción del conocimiento y las artes
a través de la naturaleza, pero ¿qué papel tiene la cultura? Pues la cultura presenta en los
hombres diversas características que los hace pensar diferente; por esa razón es que (Carlino,
Paula, 2005) expone que el método educativo de alfabetización académica debe de ser
amigable y accesible para estudiantes de diferentes culturas.
Además, este método debe de ser aplicado no en una sola clase como tal, sino que debe
de ser un esfuerzo conjunto de los catedráticos que integran la institución para que este refleje
resultados positivos en su aplicación; pero ¿en qué consiste este método? Pues consiste en la
aplicación de la cultura de la lectura y escritura como impulsores del conocimiento y el
razonamiento crítico. Con la aplicación de esta nueva cultura podremos visualizar como
menciona (Eagleton, 2000) el “tránsito histórico de la humanidad, del mundo rural al urbano,
de la cría de cerdos a Picasso, de la labranza del campo a la escisión del átomo”, pero en este
caso el tránsito de una cultura educativa expositiva por el catedrático a una cultura educativa
participativa por los estudiantes.
Muy pocos estudiantes son los que realmente toman la decisión de informarse y
argumentar su participación en clases, no se quedan únicamente con la información que el
profesor facilita, esta cultura es esperanzadora para el futuro de la educación; pero lo que no
es esperanzador son los datos, ya que es un reducido número de estudiantes que cultivan este
interés.