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LA ETICA PROFESIONAL

En el marco del derecho a la formación permanente, la ética profesional representa un paso


en la educación moral de las personas, cuyo espacio más lógico de aprendizaje coincide con la
formación profesional inicial (en la universidad). En lo que respecta a la relevancia de este
aprendizaje, la importancia social de la ética profesional hay que añadir su valor para la
realización y el vivir con sentido del profesional, pero no solo podemos deducir que una buena
práctica de la ética profesional se basa en el aprendizaje en la universidad, los valores con los
que crecemos desde casa van muy ligados a nuestro comportamiento a nivel profesional, ya
que no podemos asegurar que las universidades prestigiosas hacen profesionales moralmente
éticos, a simple vista se puede ver que en las universidades más importantes salen las
personas éticamente nulas, claro está sin generalizar.
Si hablamos de la profesión y lo que a ella respecta es de gran importancia tener en cuenta
que si desde el gerente de una compañía, no actúa moral y éticamente correcto, no se puede
esperar que sus subordinados lo hagan, ya que muchas veces la presión social o la necesidad
económica hace que las personas lleguen a estas malas prácticas, como dice en el PDF “las
profesiones son un medio de subsistencia de los individuos, eso hace de las
profesiones un instrumento individual de ganar dinero”.
Las buenas acciones es la finalidad de la ética, ya que la profesión tiene un bien interno, como
el doctor que salva vidas, o el juez que hace justicia, pero y los políticos, a grandes rasgos
podríamos decir que velar por el bien de una sociedad, pero no, la importancia de muchas
profesiones es ganar dinero y no está mal, todos necesitan dinero, pero siempre y cuando lo
hagan dentro de las reglas morales.
En conclusión se requieren del principio vocacional que exige una actitud desinteresada
amorosa por la verdad. Este principio representa el ethos de esta profesión. El médico no
puede ser médico sin fundar sus conocimientos en el amor incondicional e insobornable por la
vida humana. Esta forma de amor por el otro constituye el ethos de la medicina. El científico
renuncia por siempre a la falsedad y a la mentira; mientras que al médico le repugna todo lo
que está relacionado con la muerte o la destrucción de lo humano. Estas formas de
compromiso ético, de ética profesional, no las consigue y las sostiene un título o unos grados
académicos, sino una forma de ser, una decisión de ética profesional, la adopción de un ethos,
que no puede abandonarse sin dejar de ser lo que se era. Esto mismo vale para cualquier
profesión que, como tal, encuentra su razón de ser última en un ethos vocacional, que
naturalmente exige una ética profesional: una responsabilidad moral inherente al ser y el hacer,
es decir, a lo que se es y a lo que se hace.

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