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El Autismo y Los Niños Quisquillosos para Comer
El Autismo y Los Niños Quisquillosos para Comer
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Consejos prácticos para padres de niños con hábitos alimenticios rígidos y conductas
problemáticas a la hora de comer
Experto clínico:
Stephanie A. Lee, PsyD
Es raro el padre que no tenga que lidiar en algún momento con los berrinches
debido a la comida o, al menos, con niños que habitualmente son quisquillosos
para comer. Pero los niños en el espectro autista, y por lo tanto, los padres que
los alimentan, a menudo enfrentan problemas significativamente mayores y más
complejos en torno a la alimentación por una variedad de razones. Stephanie Lee,
PsyD, psicóloga clínica del Child Mind Institute, ha trabajado con muchas familias
para abordar los problemas de alimentación que pueden experimentar los niños
con autismo.
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El reflujo ácido es un trastorno común de la infancia, pero en los niños en el
espectro “hemos visto que los cambios de comportamiento como saltar, volverse
salvaje o llorar, se correlacionan con el momento exacto en que el ácido retrocede
en la garganta del niño”, dice el Dr. Levy.
El estreñimiento, causado por una dieta limitada o por retrasar el ir al baño (común
entre los niños con autismo), tiene el potencial de hacer que la alimentación sea
muy incómoda para un niño que se siente lleno o tiene dolor de estómago.
Los problemas con la diarrea pueden estar relacionados con la dieta del niño, pero
también pueden ser causados por la mala absorción de ciertos azúcares o por el
tránsito rápido a través del tracto gastrointestinal, que no permite suficiente tiempo
para que las heces se vuelvan firmes.
Musculatura motora oral subdesarrollada: los niños que tienen una fuerte
preferencia y comen casi exclusivamente alimentos blandos a medida que se
desarrollan, pueden carecerdel desarrollo
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Dra. Lee, sino también “¿se involucra en actos peligrosos o inseguros o
comportamientos perjudiciales en el espacio en el que a usted le gustaría que
coma?” Los comportamientos inseguros pueden incluir arrojar utensilios o
levantarse de la mesa repetidamente y salir corriendo.
“Si el niño come 10 alimentos y esos 10 alimentos los mantienen vivos, seguros y
bien, entonces los padres usarán esos alimentos por defecto”, dice la Dra. Lee.
Pero ignorar estos problemas tiende a hacerlos más difíciles de resolver. Cuanto
más duran estos comportamientos negativos a la hora de comer, más arraigados
se vuelven y más tiempo tardan en tratarse con éxito. Eso no significa que los
padres deban rendirse, solo que el proceso probablemente tomará más tiempo y
requerirá más persistencia y paciencia por parte de todos.
Priorizar: con demasiada frecuencia, los padres intentan abordar todos los
comportamientos a la hora de la comida al mismo tiempo. Eso es un error y solo
hace que tanto los niños como los padres se sientan abrumados y se rindan.
Cuando la Dra. Lee trabaja con familias, les pide que prioricen sus objetivos.
¿Está tratando de aumentar el número de alimentos que comerá su hijo? ¿La
cantidad de porciones que comen? ¿O está buscando que se siente a la mesa de
manera menos disruptiva? Los padres deben identificar su objetivo principal.
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No abuse de su suerte: si un niño ha estado sentado en la mesa durante 10
minutos y ese es el objetivo, los padres a menudo querrán presionar para que
dure un poco más. Eso es un error. “A veces, sentimos ya que lo están haciendo
bien, vamos a extenderlo otros 10 minutos”, dice la Dra. Lee. “Pero en realidad,
esos 10 minutos adicionales pueden resultar en que la comida termine de una
manera menos exitosa”. Especialmente para los niños que han estado teniendo
dificultades a la hora de comer, es importante que comiencen a construir
experiencias exitosas para ayudarlos a cambiar su actitud hacia la alimentación y
hacia la hora de comer.
Acumule los elogios: elogiar a su hijo por cada aspecto del progreso es clave,
explica la Dra. Lee. Y los elogios vienen en diferentes formas:
Los elogios generales: estos se tratan de decirle a su hijo cosas como “buen
trabajo”, “sigue así”, o hacer gestos de aprobación con la mano.
Los elogios etiquetados: estos se tratan de decirle a su hijo exactamente qué
fue lo que le gustó de su comportamiento. Los ejemplos de elogios
etiquetados incluyen declaraciones como: “Gracias por sentarte en silencio
en la mesa”, “me encanta que probaste esa nueva comida”, “buen trabajo al
quedarte sentado en la mesa con el tenedor”, “gracias por poner tu plato en
el fregadero”. El elogio etiquetado es especialmente importante ya que
refuerza los comportamientos positivos que los padres están tratando de
inculcar.
Proporción de cinco a uno: es un desafío, pero la Dra. Lee dice que la regla
general para la hora de la comida debería ser que, por cada dirección o
amonestación dada, el padre o el cuidador deben darle al niño cinco
“porciones” de elogios. Y, dice la Dra. Lee, “no debería ser arbitrario.
Queremos que los padres elogien de una manera realmente significativa y
genuina: “¡Gracias por venir a la mesa!”, “¡Buen trabajo al comenzar de
inmediato!”, “¡Buen trabajo pidiendo más comida!”; ese tipo de cosas”.
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Sea coherente, persistente y paciente: tenga en cuenta que la mayoría de los
niños e incluso adultos tienen numerosas exposiciones a un alimento nuevo, de
siete a 12 veces dice la Dra. Lee, antes de que alguien pueda saber realmente si
les gusta o no algo. Por lo tanto, ser persistente y paciente es realmente
importante. “El hecho de que los niños digan que no les gusta una vez, no
significa que no les va a gustar nunca”, dice. “Entonces, nos estamos asegurando
de volver a intentar esas cosas”.
Lleve un diario de las deposiciones: lo que entra tiene que salir de alguna
forma y con cierta regularidad, por lo que la Dra. Lee sugiere que los padres, los
cuidadores e incluso los maestros mantengan un registro escrito de las
deposiciones del niño. Si el estreñimientocrónico
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