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EL CORAZÓN ENTENEBRECIDO LUCAS 11:33-36

INTRODUCCIÓN:

Los ojos funcionan como una ventana para nuestro cuerpo, nos permiten ver las cosas de
afuera, pero también reflejan o dejan ver lo que hay dentro. Este pasaje explica que: el cuerpo
depende de los ojos para captar luz; si están sanos, el cuerpo recibe la luz que necesita; pero
si están enfermos, la luz se convierte en oscuridad. De la misma manera, la luz de la vida
depende del corazón; si éste está saludable, en comunión con Dios, en paz, cumpliendo los
mandamientos del Padre , entonces toda la vida está iluminada, caso contrario, toda la vida
estará en tinieblas. Jesús nos advierte que comprobemos que nuestra luz interior este
encendida. ¿Qué es lo que lo que oscurece la luz interior? ¿Qué es lo que puede fallar en
nuestro corazón?

I. EL CORAZÓN SE NOS PUEDE ENDURECER.

A veces cuando tenemos que hacer algo con las manos a lo que no estamos acostumbrados,
se nos irrita la piel, y nos irita la piel, nos produce dolor; pero, si lo hacemos con cierta
frecuencia, se nos endurece la piel y podemos hacer sin problemas lo que antes nos hacía
daño. Lo mismo sucede con el corazón. La primera vez que hacemos lo que no debemos
sentimos temor y hasta dolor de corazón. Cada vez que lo repetimos sentimos menos temor,
muchas veces llegamos hasta el final, hasta lo último sin producirnos la más mínima inquietud.
El pecado tiene un poder endurecedor terrible. No hay nadie que haya dado el primer paso al
pecado sin sentir la advertencia de su corazón; pero si comete ese pecado repetidas veces,
llegará un momento cuando lo haga como si tal cosa. Lo que antes nos daba miedo o reparo,
luego se convierte en un hábito. A nadie le podemos echar la culpa nada más que a nosotros
mismos por haber llegado a ese estado, entonces quien lo hace debe asumir las consecuencias
de sus actos, de sus malas decisiones.

II. EL CORAZÓN SE PUEDE INSENSIBILIZAR.

Es trágico como nos acostumbramos a aceptar las cosas. Al principio sentimos dolor en
nuestros corazones al contemplar el sufrimiento y el dolor del mundo; pero muchos acaban
por acostumbrarse y aceptarlo sin sentirlo ni lo más mínimo.

Está demostrado que muchas personas sienten más intensamente las cosas cuando son
jóvenes que más adelante en la vida. Eso es especialmente cierto aún en nuestra relación con
Jesucristo. Al principio somos altamente sensibles, pero si dejamos que el tiempo y las
circunstancias nos afecten demasiado, puede ser trágico.

III. EL CORAZÓN SE NOS PUEDE VOLVER REBELDE.

Una persona puede llegar a saber lo que debe hacer, y hacer exactamente lo contrario, sentir
la mano de Dios sobre su hombro, y encogerlo y retirarlo, y seguir el camino al país lejano;
cuando Dios la está llamando para que vuelva a casa 8Como el caso del hijo pródigo).

CONCLUSIÓN.

La escritura dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón…” (Proverbios 4:23) y la mejor
manera de guardarlo y mantenerlo es entregarlo a Cristo, recíbelo esta tarde como Salvador
de tu alma y deja tu corazón en sus manos, verás como tu mundo interior y exterior es
iluminado por su dulce presencia en ti.

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