Facultad de Cs.

Económicas MÓDULO 1, Lección 1

EDUCACIÓN A DISTANCIA Asignatura: ANTROPOLOGÍA
FILOSÓFICA

Lección: La pregunta por el hombre hoy

Módulo I, Unidad 1.

Te propongo pensar la pregunta por el hombre hoy, primero mediante una visión
sintética, y luego en los tres subtemas siguientes:

1- Actualidad y urgencia del problema

2- Génesis del problema filosófico del hombre
3- Raíces más profundas del problema antropológico

LA PREGUNTA POR EL HOMBRE (visión sintética)

En un mundo en que las ciencias (biología, neurología, psicología,
sociología y economía) intentan comprender o explicar el complejo
comportamiento humano, aportando un gran número de conocimientos
concretos. Todos estos permiten resolver problemas funcionales, pero,
¿podrán resolver los grandes problemas humanos (la muerte, la angustia, el
sinsentido)? Aumenta el número de aquéllos que creen que estos
problemas nunca serán resueltos por las ciencias. Al hombre se conoce
poco a sí mismo: no sabe quién es ni para qué existe.

Ante esta situación, la pregunta por el ser del hombre y su significado

adquiere un sesgo grave y urgente. Si estuviera atado por un instinto
insuperable a ciertos procesos naturales, como otros seres del mundo, no
podría mejorar el curso de los hechos de su vida a partir de su
comprensión y elección libre. No halla actividad alguna para superar la
frustración, el fracaso y el hastío y no halla producto alguno que le otorgue
un significado sereno y definitivo a su vida. Centro de todas las
perspectivas, los problemas que se plantea no reciben respuesta de la
ciencia objetiva y objetivante.

Ya no se ve en el espejo de Prometeo, que arriesga para conseguir un

fuego nuevo, ni el incansable Sísifo que resiste en su destino inútil. Es un
pequeño e insatisfecho Epicuro que mide las dosis adecuadas de sus
inocuos placeres individuales o una máquina que no debe detenerse.

No obstante, se experimenta como un ser libre; con una libertad que

tiene que hacerse. Necesita relacionarse con los demás, a quienes no
puede amar pero quisiera poderlos querer algún día. Y, protesta contra la

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ausencia de un significado global, y contra su incapacidad de hacer un

camino que le permita alcanzarlo.

La filosofía le propone el remedio del ser, que comienza con una

pregunta que vierte sobre el ser mismo, pero que revierte sobre su
formulador: la pregunta por el ser tiene importancia ontológica y
antropológica. Por un lado se pregunta, con talante teórico, ¿por qué el ser
y no más bien la nada? Y, antropológicamente: ¿por qué existo? En relación
con el valor, interroga: ¿cuál es el valor del ser? ¿Es mejor ser o no ser? Y,
de retorno, ¿qué vale mi ser? ¿Tiene sentido mi vida?

Si no quiere el hombre vivir alienado, esto es, sin conocer el porqué de

su vida, deberá contestar las preguntas anteriores. Si asume el riesgo de
las preguntas, tendrá la esperanza de optar honestamente por su ser. Mas
esta elección le lanza, más allá de la contemplación inicial y de la
anhelada, sobre la praxis o acción por la que podrá desplegar el ser desde
sí mismo, y en el rumbo que va a la conquista de un ser total.

Pero, la pregunta por el ser, debe ser genuina. Debe admitir un no

saber inicial, ya como ignorancia ya como obscuridad, y un querer saber
que sirva de estímulo para emprender la marcha. Esto implica que el
hombre acepta que es alguien que no sabe y que hay algo que no es sabido
por él; y que puede saberlo.

Más allá de la pregunta, si en la respuesta aparece la luz del ser, en esa

misma luz se ilumina el propio ser.

Hacer una antropología, es ponerse en el camino del ser y del propio

ser. Un camino kenótico, esto es, en el que por el vaciamiento de la
voluntad de poder, el hombre se dispone a ser invadido por el ser, en
común unión y hasta el infinito. En la respuesta, familiar, a lo que da
sentido, la propia vida se advertirá cobijada y enriquecida en la casa del
ser.
El camino de la plenitud humana, sorteando la tozuda apuesta por un
mundo y un hombre sin sentido, no puede prescindir de la libertad y el
riesgo. ¿Se puede pensar sensatamente una plenitud humana como el
resultado de un destino de hierro, totalmente determinado y sin libertad?
Gracias a su libertad el hombre pasa a ser el componente más importante
del mundo y permite que se establezca un diálogo progresivo de
perfección con todos los seres y con el núcleo de libertad que pulsa en el
momento supremo del ser. Si el ser humano es capaz de nutrirse de la
libertad, a veces incomprensible, que se expande desde el corazón del ser,

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podrá liberar su historia del círculo pequeño de la corrupción que

destruye, y liberar todo lo existente a su verdadero fin.

J.D.