Está en la página 1de 5

Antropología Filosófica. Prof.

María Elena Radici

El problema de ser “hombre”

El ser humano se ha preguntado a lo largo de la historia por sí mismo, y ha dado respuestas


acordes con su cosmovisión, es decir, su cultura y el modo de interpretar el mundo en general y las
relaciones entre los hombres.
Sin embargo, en todas las culturas aparecen rasgos comunes que señalan aspectos o dimensiones
del hombre que parten de la vivencia cotidiana:
- tener que asumir la muerte como propia,
- tener que aceptar sus necesidades vitales como imperiosas y determinantes en gran medida,
-tener que reconocer que el ser humano es el más desvalido y necesita de los demás no sólo para
sobrevivir sino también para desarrollarse,
- buscar un sentido ante la muerte y un sentido más allá de la muerte,
- experimentar emociones que lo llevan a la unión o a la destrucción,
- no tener más remedio que elegir permanentemente, y así mucho más.
Los pensadores del siglo XX remarcan que el hombre se ha convertido en un misterio para sí
mismo, a pesar del enorme avance de las ciencias en general y de las ciencias humanas, o también
que el hombre se presenta como un enigma, como un problema para sí, ya que necesita una
respuesta y pareciera que todas las que da o encuentra no alcanzan a abarcar al ser humano: siempre
hay algo que falta por decir, algo que se escapa a esas respuestas.
Si nos quedamos en afirmar que es un misterio corremos el riesgo de dejar de reflexionar acerca de
nosotros mismo, el sentido de nuestras vidas y nuestro destino humano, por eso es preferible aceptar
el reto, el desafío: aunque las respuestas no agoten lo que es el ser humano, nos atrevemos a
acercarnos a él en su complejidad, a ahondar con él en la búsqueda reflexiva que nos acerca a su
ser.

El hombre en el mundo actual

Si se mira al hombre en sí mismo, se puede mostrar la complejidad que lo caracteriza, pero esto
no basta, si no se vislumbra al mismo tiempo la incertidumbre que lo acompaña, no sólo por ser
diferente de las cosas, animales y plantas (determinados de diversos modos), sino también por los
cambios socio-culturales en los que vive inmerso.
Se puede remarcar la ambigüedad de una cultura que se afirma como relativista pero que defiende
Derechos Humanos como absolutos, que afirma que cualquier modo de vida no sólo es posible sino
que es tan válido o “correcto” como otros, que legaliza aquello que destruye al ser humano y oculta
bajo muchas máscaras de “exigencias actuales” hacer primar lo laboral por sobre las relaciones más
cercanas, lo subjetivo por encima de los intereses de todos, la instrumentalización y cosificación de
la mujer principalmente al servicio de intereses “machistas”, la desatención de los niños y jóvenes y
la aceptación de la indiferencia y el desinterés por el otro. Problemas en donde lo antropológico y lo
ético se entrelazan.
Las respuestas que encuentra el hombre en las religiones también se ponen en duda, en algunos
casos porque no se adhiere a sus propuestas o, en muchos casos actualmente, porque son
equiparadas con movimientos esotéricos que explican la vida humana desde los astros o desde
fuerzas oscuras independientes de toda libertad. A su vez, cada área de la ciencia, intenta reducir al
ser humano a las variables que propone, también en un intento de manipular sus conductas
individual y socialmente en función de otros intereses.
Por otro lado, a pesar de una globalización económica y cultural que penetra en las mentes
unificando modos de vida aceptados para no quedar excluidos (homogeneización) y que también
crea brechas profundas entre ricos y pobres con todo lo que ello implica, se puede ver cómo se gesta
una “conciencia planetaria” de los problemas (ecológicos, económicos, políticos, educativos, etc.)
que afectan a todos los seres humanos, a una humanidad que puede destruirse a sí misma.
Desde diversos sectores y en todos los niveles crece la solidaridad, una solidaridad que sólo se
explica a partir de reconocer que el ser humano es valioso, no es una especie más del planeta (no se
trata simplemente de evitar el crecimiento demográfico para asegurar el bienestar de unos pocos), y
por lo tanto interesa cada ser humano, cada hombre “de carne y hueso”, concreto y necesitado de
los demás. Se muestra así la dimensión relacional como propia del ser humano, aunque no pueda ser
reducido a ella.
Pensar al hombre es entonces pensarlo para comprenderlo, en sus necesidades y en sus
capacidades, en su vida cotidiana y en sus relaciones, en la exigencia de buscar y encontrar el
sentido de su vida.
Que la vida es tarea, es camino y tiene sentido son afirmaciones que surgen de la reflexión
filosófica como contratara de aquellos que sólo ven el “absurdo” y el “ser para la muerte”. ¿Cuáles
son los caminos que el hombre debe elegir? La respuesta implica una toma de postura acerca del
“puesto del hombre en el cosmos”, y la necesidad de reconocer las máscaras que ocultan el rostro
del ser humano, y aquellas que lo muestran a nivel socio-cultural.

Complejidad del ser humano

En primer lugar es importante señalar que a lo largo del pensamiento filosófico se han dado
respuestas a la pregunta ¿Qué es el hombre? que oscilan entre mostrar al hombre como una unidad
bio-psíquica-espiritual, conciencia-corporeizada, etc. o verlo también desde dualismos que oponen
el cuerpo al alma (espíritu, mente o intelecto), y en algunos casos, reducirlo a pura materia, es decir
organismo vivo con facultades especiales.
Los dualismos se han prolongado a lo largo de los siglos y siguen haciéndolo, ya que dan una fácil
respuesta a la cuestión de la muerte (del cuerpo) y la inmortalidad del alma, y han penetrado
también en el pensamiento cotidiano, llevando en algunos casos a un desprecio de lo corpóreo que
no condice con el ser del hombre y sus posibilidades, o una exaltación de “lo que se muestra”, de la
imagen corpórea. Así también resurgen posturas mecanicistas pero más sofisticadas desde las
neurociencias, según las cuales todo lo que el hombre hace, piensa, siente y decide puede ser
explicado desde conexiones neuronales e influencias hormonales.
Por otro lado, se presentan posiciones que remarcan la multidimensionalidad del ser humano,
tratando de explicar las relaciones que se dan entre estas dimensiones.
A su vez, es importante reconocer que el hombre, como ser social, vive inmerso en una red de
relaciones que lo excede, que no elige, y esta red a la vez lo atrapa y le ofrece posibilidades, pero la
tarea de la Antropología no es sociológica, ya que no puede renunciar a la reflexión crítica y
simplemente ver al ser humano como un producto social.
La pregunta acerca de las criptoantropologías o antropologías implícitas es ¿Qué imágenes afectan
la mirada que el hombre tiene acerca de sí mismo? Algunos autores presentan clasificaciones de
diversas perspectivas y señalan posiciones esencialistas o existencialistas. Ambas en realidad se
complementan y es necesario tomar ambos aportes.

El propósito de este trabajo es acceder a una serie de definiciones del ser humano para ver distintas
posiciones, y con eso remarcar uno de los aspectos problemáticos del objeto de la Antropología, y
por otra parte, señalar algunos de los problemas sociales y globales en los que está inserto y afectan
su modo de interpretarse.

“Son tres las partes de que consta el hombre: espíritu, alma y cuerpo, que por otra parte se dicen
dos, porque con frecuencia el alma se denomina juntamente con el espíritu; pues aquella parte del
mismo racional, del que las bestias carecen, se llama espíritu: lo principal de nosotros es el espíritu;
en segundo lugar, la vida por la cual estamos unidos al cuerpo se llama alma; finalmente, el cuerpo
mismo, por ser visible, es lo último de nosotros.”
Agustín de Hipona (354-430) De fyde et simbolo.
“El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante. No
hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua, bastan para
matarlo. Pero, aún cuando el universo lo aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que lo
mata, porque sabe que muere, y lo que el universo tiene de ventaja sobre él; el universo no sabe
nada de esto.
Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Por aquí hemos de levantarnos, y no por el
espacio y la duración que no podemos llenar. Trabajemos, pues, en pensar bien: he aquí el principio
de la moral.”
Pascal (1623-1662) Pensamientos, 264

“No hay inconveniente alguno en considerar ahora al hombre como un animal, incluso, si se quiere,
psicofísicamente indiscernible en alguna de sus formas de algunas otras formas de animalidad. No
hay inconveniente, con tal que se advierta que ese animal tiene una vida “humana”; que en él
acontece la localización -si se permite una palabra simplificadora- de mi vida -la de cada cual-.
Según esta manera de ver las cosas, el hombre sería el animal que tiene una vida humana. La
peculiaridad del hombre no debería buscarse en sus caracteres orgánicos, en su biología, en su
animalidad, ni siquiera en su psiquismo, sino en su vida en el sentido de vida biográfica”
Marías, Julián (1914-2005) Antropología Metafísica.

“Homo complexus
Somos seres infantiles, neuróticos, delirantes siendo también racionales. Todo ello constituye el
tejido propiamente humano.
El ser humano es un ser racional e irracional, capaz de mesura y desmesura; sujeto de un afecto
intenso e inestable; él sonríe, ríe, llora, pero sabe también conocer objetivamente; es un ser serio y
calculador, pero también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, extático; es un ser de violencia y de
ternura, de amor y de odio: es un ser invadido por lo imaginario y que puede reconocer lo real, que
sabe de la muerte pero no puede creer en ella, que segrega el mito y la magia, pero también la
ciencia y la filosofía: que está poseído por los Dioses y las Ideas, pero que duda de los Dioses y
critica las Ideas: sea de conocimientos comprobados, pero también de ilusiones y de quimeras. Y
cuando en la ruptura de los controles racionales, culturales, materiales hay confusión entre lo
objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo imaginario, cuando hay hegemonía de ilusiones, desmesura
desencadenada, entonces el homo demens somete al homo sapiens y subordina la inteligencia
racional servicio de sus monstruos”.
Morin, Edgar (1921) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

A nivel social y global, se pueden señalar algunas interpretaciones y problemas:

El “Homo Globalizzatus” es una idea que presenta Eric Hobsbawm (1921, historiador) en el cap. 5
de Entrevista sobre el siglo XXI (2007) en diálogo con Antonio Polito. En ella se hace referencia a
problemas globales que afectan la felicidad, cómo incide la ruptura de valores, el mercado, la
distribución de los bienes, la ciencia, la informática.
“Pero si se vive por encima del nivel de indigencia, las cosas ya son bastante distintas. Ni siquiera
un aumento en los ingresos o una gama más amplia de satisfacciones garantizan necesariamente que
la gente se sienta realizada y feliz (ya que) no se puede escapar a la angustia de la envidia y de la
emulación social”
“En cambio, la ruptura de los valores y los modelos tradicionales genera seguramente infelicidad,
y puede ser muy dolorosa: cuando no saber qué es lo que debes hacer, dónde ir, en qué vas a
convertirte.”
“El otro punto que usted señala, es decir si aún existe algo por lo que valga la pena morir tampoco
tiene nada que ver con la globalización. Tendrá que ver, en todo caso, con la decadencia de los
valores colectivos, con el crecimiento de una sociedad muy individualista”.
“Hoy se tiende a dar por descontado que ya no hay necesidad de ninguna de las motivaciones
tradicionales que en el pasado no sólo mantenían unidas a las sociedades humanas, sino que
también hacían funcionar la economía. Por ejemplo, la familia”
“Para muchos de nosotros la idea de no tener seguridad sobre lo que sucederá mañana es
totalmente extraña y espantosa. Quizás las nuevas generaciones puedan adaptarse a este sistema y
considerarlo normal. Pero incluso aunque tengan éxito, lo tendrán al costo de un enorme estrés, de
una gran tensión.”
“No hay duda de que la emancipación de la mujer ha sido uno de los grandes fenómenos históricos
del siglo XX. En el proceso de emancipación de las mujeres podemos distinguir dos grandes fases:
la primera fue la batalla por obtener idénticos derechos políticos, de voto; la segunda, la batalla por
la igualdad de acceso al ejercicio de las profesiones”
“El desarrollo del mercado global ha hecho posible la rápida transferencia de las comunicaciones y
de los productos de la información”
“Podemos decir que cuanto más aumente la riqueza en el mundo más habrá de disminuir la
igualdad, tanto política como jurídica”

Kenneth Gergen (1934), psicólogo social, publica en 1991 El yo saturado. Es la idea de la


desaparición del yo en la multitud de conexiones. Comienza señalando “Inmerso en una red de
conexiones sociales que me consumían, el resultado era el atontamiento”
“Las tecnologías que han surgido nos han saturado de los ecos de la humanidad, tanto de voces que
armonizan con las nuestras como de otras que nos son ajenas. A medida que asimilamos sus
variadas modulaciones y razones, se han vuelto parte de nosotros, y nosotros de ellas. La saturación
social nos proporciona una multiplicidad de lenguajes del yo incoherentes y desvinculados entre sí.
(…) Esa fragmentación de las concepciones del yo es consecuencia de la multiplicidad de
relaciones también incoherentes y desconectadas, que nos impulsan en mil direcciones distintas,
incitándonos a desempeñar una variedad tal de roles que el concepto mismo de “yo auténtico”,
dotado de características reconocibles, se esfuma. Y el yo plenamente saturado deja de ser un yo.”
“Se ha desmantelado el yo como poseedor de características reales identificables como la
racionalidad, la emoción, la inspiración y la voluntad” (p. 26)
“Al absorber las opiniones, valores y perspectivas de otros, y vivir en la escena los múltiples
libretos en que somos protagonistas, ingresamos en la conciencia posmoderna. En un mundo en el
que ya no experimentamos un sentimiento conformado del yo y en el que cada vez tenemos
mayores dudas sobre la condición de una identidad apropiada, con atributos tangibles, ¿qué
consecuencias puede acarrearnos esto?” (p.36)
A su vez, desarrolla el concepto de “multifrenia; la fragmentación y colonización de la experiencia
del yo” en el capítulo 3.

Augusto Pérez Lindo, en Escenarios y filosofías del cambio de mundo, 1995, al hablar de los
impactos de la cultura multimedial y la informatización, hace referencia a algunas de la tesis de
Marshall McLuhan, lingüista y antropólogo.
“-todas las tecnologías son prolongaciones exogáminas del cuerpo humano;
-los medios electrónicos son prolongaciones artificiales del sistema nervioso;
-el mundo se transformará en una aldea global donde todos estarán conectados interactivamente;
.la cultura de la imagen reemplaza a la cultura del libro, es el fin de la era de Gutenberg;
-el desarrollo de los medios audiovisuales produce una implosión en la sociedad y en la subjetividad
-hay que crear una nueva antropología simbólica para interpretar los procesos y efectos de la
comunicaciones de masas” (p.117)
También señala Pérez Lindo que “La aldea global produce un efecto ambivalente: mundialización
por un lado, tribalización por el otro”
“En la década de los 70 una corriente de sociólogos de la educación ganó una gran influencia
difundiendo la tesis de la reproducción de la cultura dominante a través de la escuela (Bordieu,
Passeron, Gintis…) Ahora la inculcación ideológica, o la “violencia simbólica”, como ellos la
denominaban, se ha transferido a los medios de comunicación de masas” (p.119)
“Las sociedades comienzan a ser definidas por el procesamiento de la información. El homo
informatico está tomando cuerpo en todas las dimensiones de la vida social. La productividad, la
organización del trabajo, las relaciones interpersonales, el lenguaje y el pensamiento mismo, están
siendo transformado por la influencia de las computadoras, las bases de datos, la inteligencia
artificial y los robots.” (p.121)
Pérez Lindo señala también la brecha informacional y tecnológica cada vez mayor entre países ricos
y países pobres.

Otros problemas actuales son: El hombre consumista, idea desarrollada por Zygmunt Bauman en
Vida de consumo (2007), obra de gran difusión y en la cual analiza cómo se conforma una forma de
pensar y actuar a partir de estudios de la psicología humana, creando necesidades de modo tal que el
deseo de consumo nunca se sacia en función de fines de mercado.
Giovanni Sartori desarrolla la idea de homo videns, el que está permanentemente conectado a los
medios y cómo influye en las prácticas y crea un sujeto pasivo y dependiente afectando las
relaciones más cercanas.

En la obra de Mario Heler, Individuos. Persistencias de una idea moderna (2000) aparece el
problema del narcisismo contemporáneo, que puede relacionarse en alguna medida con el
individualismo.
“Sennet toma específicamente el nuevo fenómeno de narcisismo que los psicólogos encuentran en
las sociedades contemporáneas (…en las cuales) desaparece la idea de “un núcleo de naturaleza
humana innata o de condiciones sociales fijas que la definan”. Las relaciones sociales aparecen
entonces como “espejos del yo”, convirtiéndose la realidad “en materia de sentimiento”
“La movilización del narcisismo “como condición cultural, como código de significado implica
que todos los aspectos de la sociedad llegan a importar sólo como manifestaciones de la
personalidad y sentimientos personales”. Se aumentan con ello las expectativas de satisfacción,
haciéndose “vastas y amorfas”
“La gratificación nunca deja satisfecho y por ende “el yo se siente vacío y muerto”. Los fracasos
son vividos como un fallo de la personalidad. El código de interacción exige entonces el rechazo de
las máscaras y de las reservas. Se desea que el contacto humano posea un carácter absoluto. Se
establece un “mercado de autorrevelaciones” concentrado en decirse cosas íntimas unos a los otros.
Las mutuas revelaciones estarían motivadas por “el temor de que uno carezca de yo hasta que hable
a otra persona sobre ello”. El problema radica en que las autorrevelaciones terminan aburriendo, y
requieren renovar constantemente las relaciones. Pero, fundamentalmente, crean conflictos las
discrepancias: el no compartir los mismos sentimientos.” (p. 80-81)

También podría gustarte