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LOS ESTADOS MODERNOS: Las Monarquías Centralizadas

Los Estados modernos se caracterizaron por ocupar un territorio con fronteras delimitadas y por tener el poder
centralizado en una Monarquía fuerte y capaz de dominar a los demás grupos sociales que convivían dentro del reino.
Además los nuevos estados impulsaron la unidad nacional a partir de imponer un idioma en común y una única religión
que fomentaran los sentimientos de unidad y de pertenencia de los habitantes al reino.
Para lograr esto los reyes, utilizando sus ejércitos, lograron el sometimiento de los señores feudales y del clero.
Asimismo los reyes sometieron las rebeliones campesinas, lo que permitió el cobro de impuestos y de las rentas
feudales.
El objetivo de los reyes era consolidar su poder político y elevarse sobre los señores feudales, pero de ninguna manera
modificar las características básicas de la sociedad feudal. En este sentido las monarquías aseguraron a la nobleza la
propiedad de sus tierras y así les garantizaron su posición económica y social.
Los monarcas contaron con el apoyo de la burguesía de las ciudades para unificar sus reinos y consolidar su poder,
los banqueros y burgueses de las ciudades concedían préstamos a los reyes, que además ahora contaban con los
ingresos de los impuestos.
En el aspecto político, el fortalecimiento de la autoridad del rey, debilitaba a los señores feudales, que solían imponer
distintas trabas a las actividades mercantiles y artesanales. En el aspecto económico los principales burgueses se
benefician mediante la creación de un mercado nacional que pudieran controlar, reduciendo la competencia de
productos y de comerciantes de otros países.

Las instituciones de los Estados modernos


Para asegurar la obediencia dentro del territorio y concentrar el poder, los Estados implementaron instrumentos que
conformaron nuevas instituciones políticas:

La burocracia estatal, formada por funcionarios que resolvían los problemas de la administración bajo las órdenes del
rey. Estos eran capaces de hacer cumplir las leyes, de administrar justicia y cobrar impuestos en nombre del rey. Si bien
los cargos más importantes eran ocupados por los miembros de la nobleza, el sistema de venta de cargos permitió a
burgueses y campesinos enriquecidos acceder a funciones de gobierno.

El Ejército permanente: las monarquías organizaron ejércitos propios, para no depender de la lealtad personal de los
señores y vasallos. Estos ejércitos se profesionalizaron y ensancharon sus filas con mercenarios. Esto permitía a los
reyes utilizar al ejército tanto en la guerra contra otros Estados como en la represión dentro del reino (guerra contra
señores rebeldes o rebeliones campesinas).

La diplomacia: un cuerpo de negociación que surgió para favorecer soluciones pacíficas, integrado por funcionarios que
representaban el interés nacional en los Estados extranjeros.

Un sistema de impuestos para sostener la estructura estatal. En general, este sistema cobraba impuestos a los
campesinos y a los burgueses y eximía al clero y a la nobleza. Esto ponía de manifiesto las diferencias sociales
existentes.

El derecho, que brindó los sistemas de leyes necesarios para gobernar el territorio. Fueron incorporados los principios
del derecho romano de soberanía absoluta y propiedad privada.

Símbolos de unión nacional: los reyes adoptaron escudos y banderas que representaban la unión del país en torno a su
figura.

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