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I. Introducción
Por su parte, Sandoval López advierte que "la causa implícita de la aplicación de los
procedimientos concursales en el derecho positivo nacional, sigue siendo la cesación
de pagos, concebida como un estado patrimonial crítico, generalizado y permanente,
porque en esta materia la Ley Nº 20.720 no ha innovado en absoluto lo que estaba
establecido antes, limitándose a reiterar algunos hechos reveladores"213. Al respecto,
si bien la construcción conferida por el autor parece centrarse en los Procedimientos
Concursales de Liquidación, dada la referencia a los hechos reveladores previstos en
el artículo 117 LRLAEP, dicha conclusión se enfrenta al problema de comprender
cómo ello se concilia con el hecho de que la oposición del deudor solo pueda cifrarse
en alguna de las excepciones contempladas en el artículo 464 CPC, propias del juicio
ejecutivo, y no en la desacreditación de la referida "causa implícita". Ello, a menos que
la referencia a las demás defensas que el deudor puede invocar de conformidad al
artículo 121 LRLAEP se dirijan precisamente a tal fin214.
III. Limitaciones a los actos dispositivos que puede llevar a cabo la Empresa Deudora
Esta clase de actos se encuentran de tal manera limitados que el deudor, por regla
general, no podrá gravar o enajenar sus bienes durante la Protección Financiera
Concursal, volviendo a la idea del desasimiento limitado o atenuado, en comparación
con el que procede de conformidad al artículo 130 LRLAEP en el contexto de los
Procedimientos Concursales de Liquidación. Sobre el particular, adviértase que el
legislador ha consagrado una regla general que comporta la limitación de todos los
actos dispositivos por parte del deudor, de manera que, para estos efectos, no parece
necesario que el Veedor solicite al tribunal medidas precautorias en particular que
impliquen la prohibición de celebrar actos o contratos, siempre que se trate de actos
conducentes a la enajenación o gravamen de sus activos o que se encuentren entre
las excepciones a dicha regla general, conforme reza la misma norma.
La primera se trata de una excepción, que, como indica Puga Vial, en realidad
debería comportar la regla general en el régimen normal de las actividades
económicas224, del todo evidente y necesaria si se toma en consideración que el
propósito general del legislador es que, en el marco de la negociación de la
reorganización de la empresa, esta siga operando conforme a sus actividades
habituales, reconociendo que un entorpecimiento en el negocio podría conducir
irremediablemente a la inviabilidad del negocio y, en consecuencia, a la aplicación de
una fórmula de liquidación concursal.
Ahora bien, si dichas afirmaciones pueden ser aceptadas en lo que se refiere a las
reformas de pactos y estatutos sociales, ellas carecen de fuerza al tiempo de tratar la
imposibilidad de modificar el régimen de poderes234. Si bien la normativa parecería
fundarse en la idea de que no se produzcan cambios en el interlocutor del deudor
durante la fase de negociación del Acuerdo de Reorganización, la norma se presenta
de forma demasiado restrictiva, especialmente en los casos en los que puede
advertirse que las posiciones de las partes (incluso la del deudor) se encuentran en
peligro por el hecho de mantener los poderes vigentes respecto a quienes han podido
provocar (incluso dolosa o negligentemente) la crisis de la Empresa Deudora235. Si
bien podrá sostenerse que en estos casos lo conveniente sería resolver el punto antes
del inicio del procedimiento, la cuestión se torna más compleja en el caso de que las
conductas dañosas sean descubiertas durante la vigencia de la Protección Financiera
Concursal.
200Ruz Lártiga (2017), p. 280. Sobre este particular, debe recordarse el débil sistema de protección
de la negociación en el marco de la Ley Nº 18.175, luego, Libro IV del Código de Comercio. Al efecto,
de conformidad al artículo 177 bis, hoy derogado, durante el periodo de suspensión el deudor no podía
gravar o enajenar sus bienes, sino solo aquellos expuestos a un próximo deterioro o a una
desvalorización inminente, o los que exigiesen una conservación dispendiosa, y aquellos cuyo
gravamen o enajenación resultasen estrictamente necesarios para el normal desenvolvimiento de su
actividad, siempre que contase con la autorización previa el síndico para la ejecución de dichos actos.
201 La idea, conforme se expresa en dichos documentos, es evitar costos innecesarios, reflejar el
carácter anticipatorio de esta clase de reestructuraciones empresariales y generar incentivos reales
para que los deudores acudan a estos esquemas de reorganización preventivas. Por ello, la idea es que
el nombramiento de un administrador concursal, sea como interventor o como gestor temporal, tenga un
carácter excepcional, midiendo su necesidad a partir de las circunstancias concretas o las necesidades
específicas de cada deudor. No obstante, la Directiva (UE) Nº 2019, 1023, de 20 de junio de 2019,
agrega que "[n]o obstante, los Estados miembros deben poder determinar que el nombramiento de un
administrador en materia de reestructuración sea siempre necesario en determinadas circunstancias,
como, por ejemplo: en caso de que el deudor disfrute de una suspensión general de ejecuciones
singulares; cuando el plan de reestructuración deba ser confirmado por medio de una reestructuración
forzosa de la deuda aplicable a todas las categorías; cuando el plan de reestructuración incluya
medidas que afecten los derechos de los trabajadores, o cuando el deudor o sus administradores
sociales hayan actuado de modo delictivo, fraudulento o perjudicial para las relaciones empresariales".
Si se observa la normativa dispuesta en la LRLAEP, esta ha optado por un modelo de intervención
obligatoria, que va en línea con las limitaciones de los derechos de los acreedores, pero que, aun en el
caso de detectar actuaciones fraudulentas o groseramente culpables, no admite mayor graduación
mediante un incremento en las potestades de gestión por parte de los Veedores.
205 De manera algo confusa se ha referido el Tribunal Constitucional a esta especie de desasimiento
en la órbita del Procedimiento Concursal de Reorganización, confundiendo el efecto que se produce en
virtud de la dictación de la Resolución de Liquidación. En este sentido, revisando un recurso de
inaplicabilidad relacionado con el delito de giro doloso de cheques, argumentó lo siguiente: "20º. Que,
atendido lo anterior, no se puede preterir que, el requirente con fecha 5 de mayo de 2015, se acogió al
procedimiento concursal de reorganización, en los términos establecidos en la Ley Nº 20.720, lo cual
así fue declarado mediante resolución judicial, del 9º Juzgado Civil de Santiago, rol Nº C 12283 2015,
de fecha 16 de junio de 2015, resolución que en su numeral 2, letra a), sostiene que "No podrá
declararse ni iniciarse en contra de la empresa deudora un Procedimiento Concursal de Liquidación, ni
podrán iniciarse en su contra juicios ejecutivos, ejecuciones de cualquier clase o restituciones en juicios
de arrendamiento. Lo que no se aplicará a los juicios laborales sobre obligaciones que gocen de
preferencia de primera clase, suspendiéndose en este caso sólo la ejecución y realización de bienes de
la empresa deudora, salvo que se trate de juicios laborales de este tipo en que el deudor tuviere tal
carácter, en favor de su cónyuge, de sus parientes; o de los gerentes, administradores, apoderados con
poder general de administración u otras personas que tengan injerencia en la administración de sus
negocios"; 21º. Que, de conformidad a lo referido precedentemente se produjo en la fecha indicada el
desasimiento del requirente, con lo cual, es el veedor designado en la respectiva resolución judicial,
quien asume la misión principal de propender a los acuerdos entre el deudor y sus acreedores,
debiendo resguardar los intereses de estos últimos; 22º. Que, ocurre que el requerido recién inicia la
gestión judicial previa para configurar el delito de giro doloso de cheques, que es la gestión judicial
pendiente que permitió la admisibilidad del requerimiento de autos, el 3 de junio de 2015, es decir, en
fecha posterior a la solicitud de que se le aplicara al requirente el procedimiento concursal de
reorganización, por lo que, los cheques que fundamentan la acción penal del presunto delito, debieron
hacerse valer dentro del procedimiento concursal de reorganización y en el plazo establecido en el
numeral 7 de la resolución citada en el considerando 20º" (STC de 27 de diciembre de 2016, causa rol
Nº 3141-2016).
206 Sobre la problemática general de la indefinición del fundamento objetivo de los procedimientos
concursales, vid. Puga Vial (2016), pp. 57-59. En relación con dicha indefinición en la órbita de la
reorganización, Jequier Lehuedé (2019), p. 107, sostiene que el hecho de que la LRLAEP no exija, al
menos explícitamente, que concurra algún hecho externo o revelador de la situación de insolvencia, que
justifique la apertura del procedimiento, no significa que el legislador prescinda de ella en los concursos
voluntarios, como el procedimiento concursal de reorganización.
207 Definición que ya había sido anticipada en el artículo 2º, número 1 LRLAEP, al definir el acuerdo
de reorganización como "aquel que se suscribe entre una Empresa Deudora y sus acreedores con el fin
de reestructurar sus activos y pasivos, con sujeción al procedimiento establecido en los Títulos 1 y 2 del
Capítulo III [...]". La liberalización de los contenidos del Acuerdo de Reorganización permiten a la
Empresa Deudora ofrecer a sus acreedores una propuesta destinada a mantener su funcionamiento
sobre la base de un catálogo abierto de posibilidades, incluyendo, solo a modo de ejemplo, una
afectación a los créditos (mediante condonaciones, prórrogas, etc.), la alteración de la conformación
societaria (incluyendo capitalizaciones de deuda, transformaciones, fusiones, divisiones), la enajenación
de bienes o unidades económicas, entre otros.
208 SCA de Santiago, de 11 de enero de 2018, causa rol Nº 11465-2017 (caso "Financoop"). Al
efecto, la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago sostuvo lo siguiente: "Cuarto: Que el capítulo III de la
Ley número 20.720 contiene las normas sobre el procedimiento concursal de reorganización judicial, la
que es caracterizada por las exigencias que el artículo 56 de la mencionada ley impone al peticionario
en este caso. La protección de los intereses de acreedores y deudores y el correcto funcionamiento de
la cadena de pagos en el mercado, unido a los propósitos perseguidos por el legislador que se han
reseñado en el motivo precedente, permiten concluir que no hay más requisitos para el solicitante que
aquellos expresa y determinadamente prescribe la norma que se ha citado, entre los cuales no se
encuentra la insolvencia, actual o potencial, del deudor. En efecto, de lo que se trata es que la empresa
pueda reestructurar sus pasivos, de manera de posibilitar el pago de las acreencias y evitar de ese
modo un estado de insolvencia que le lleve a la liquidación.
Quinto: Que, en efecto, la finalidad del legislador fue concebir soluciones concursales que no se
fundamentaran exclusivamente en el fenómeno de la insolvencia. Así, mientras el procedimiento de
liquidación de la empresa o persona deudora persigue favorecer el cobro de los acreedores, en la
reorganización es el deudor quien busca reordenar sus pasivos por vía judicial, con independencia de si
las acreencias que existen en su contra se encuentran pendientes de exigibilidad o vencidas".
209Finch (2009), p. 482; y Bork (2012), p. 53. De esto resulta que, en principio, no es un
procedimiento concursal propiamente tal, aunque se sujete a una cierta lógica colectiva, a pesar de que
puede ser utilizado para la resolución del dilema de la insolvencia de la sociedad deudora.
Sin perjuicio de lo anterior, nos parece acertada la aproximación de la Corte Suprema sobre este
punto: "Cuarto: Que resulta útil señalar que la liquidación concursal constituye un procedimiento judicial
cuya finalidad es liquidar de un modo rápido y eficiente los bienes de una persona natural o jurídica
para pagar con dicho producto sus acreencias. La liquidación es forzada cuando es solicitada por un
acreedor; por el contrario, es voluntaria cuando es el propio deudor o empresa deudora quien solicita su
declaración. Así lo señala el artículo 2º de la Ley Nº 20.720, en su numeral 18, al prescribir que la
liquidación voluntaria es: 'aquella solicitada por el Deudor, conforme al Párrafo 1 del Título 1 del
Capítulo IV de esta ley'.
El sustrato fáctico de esta acción concursal lo instituye la cesación de pagos, esto es, aquel estado
patrimonial que impide al deudor cubrir oportuna e íntegramente sus compromisos. Constituye una
verdadera auto denuncia del estado de insolvencia del deudor en interés general de los acreedores,
para evitar los cobros individuales y forzar los colectivos en el concurso [...].
Séptimo: Que la liquidación voluntaria equivale a la solicitud de la declaración de la propia quiebra del
deudor en el antiguo juicio de quiebras, para lo cual bastaba que éste lo pidiera. Bajo su vigencia no era
necesario que invocara alguna de las causales que la hacían procedente, bastando que la pidiera para
que se entienda que padece de un estado de cesación de pagos. 'La petición de quiebra por el propio
deudor constituye un hecho revelador de su estado patrimonial crítico, es una confesión expresa y
judicial de cesación de pagos'. (Ricardo Sandoval López Manual de Derecho Comercial. Tomo III.
Santiago, Editorial Jurídica de Chile. Año 1992. Pág. 104).
Lo expuesto resulta plenamente aplicable a la solicitud de liquidación voluntaria, en cuanto debe ser
considerada como una manifestación o reconocimiento del estado de insolvencia que lleva a iniciar un
procedimiento de ejecución universal, precisamente por estimarse que dicha situación no es superable.
En efecto, se ha dicho que: 'El conocimiento acerca del mal estado de los negocios propios descansa,
por cierto, en el mismo sujeto que opera en el mercado. De hecho nadie conoce mejor la realidad
financiera personal que la propia Empresa Deudora'. (Nelson Contador Rosales y Cristián Palacios
Vergara, en su obra citada. Pág. 143).
Octavo: Que tal criterio no puede estar ausente al momento de analizar las exigencias que establece
la disposición legal antes citada y en especial la que motiva la discusión, esto es, la prevista en su
numeral 3) de acompañar la empresa deudora una 'relación de sus juicios pendientes'. Este requisito
está dispuesto precisamente en razón de la necesidad de poner en conocimiento del tribunal y del
liquidador el estado de sus negocios y de su situación de activos y pasivos, ámbito en el cual resulta
relevante la existencia de procesos judiciales que pudieran estar llevándose en su contra.
Sin embargo, tal exigencia no se traduce en la necesidad de que efectivamente éstos existan o se
encuentren vigentes, como si se tratara de un presupuesto de procedencia del instituto de la liquidación
voluntaria. Cabe destacar que cuando el legislador ha contemplado la necesidad
de que existan juicios pendientes lo ha manifestado en forma expresa, como ocurre en el caso de la
liquidación forzosa (artículo 117 Nº 2 de la Ley Nº 20.720).
Noveno: Que de lo expuesto es posible afirmar que el sustrato ideológico y fáctico de las acciones
concursales y en particular, de la liquidación voluntaria, esto es, la situación de insolvencia o cesación
de pagos, no resulta amenazada por el hecho de no existir juicios pendientes, desde que tal
presupuesto puede comprobarse por el cumplimiento de los demás requisitos exigidos por la ley, como
ocurrió en la especie con los antecedentes que la empresa deudora adjuntó a su petición, con los que a
prima facie justifica así su reconocimiento de insolvencia y situación de incumplimiento" (SCS de 11 de
julio de 2019, causa rol Nº 20607-2018 [caso "Lorena Magali Echeverría Aravena E.I.R.L.]). En similar
sentido, vid. también SCS de 26 de septiembre de 2017, causa rol Nº 5053-2017 (caso "Network Retail
Servicios Compartidos SPA").
217 En el proyecto del que da cuenta el Boletín Nº 12.025-03, se contienen indicaciones que inciden
en la reforma de la LRLAEP. Los senadores Pizarro y Rincón han propuesto un nuevo inciso final del
artículo 56, que dispondría lo siguiente: "[n]o será necesario a la empresa deudora invocar ni acreditar
su insolvencia ni cesación de pagos".
218 A menos que el retiro de la propuesta efectuado por el Deudor cuente con el apoyo de
acreedores que representen al menos el setenta y cinco por ciento de su pasivo.
219 Lo anterior, a menos que en la misma Junta de Acreedores llamada a conocer y pronunciarse
sobre el acuerdo permitan al deudor, con quórum especial (correspondiente a acreedores que
representen dos tercios del pasivo con derecho a voto), publicar una nueva propuesta y acompañarla al
tribunal diez días antes de la celebración de una nueva Junta de Acreedores citada para su revisión.
220Jequier Lehuedé (2019), p. 282, se refiere a estas facultades como "funciones de resguardo", para
la tutela del interés de los acreedores.
221 Advirtiendo, también, que según el Oficio Circular SIR Nº 2.542, de 6 de julio de 2016, en sus
cuentas mensuales el Veedor deberá: "(i) referirse expresamente a los negocios de la Empresa
Deudora en el Procedimiento Concursal de Reorganización; (ii) dar cuenta de cualquier acto o conducta
que signifique una administración negligente o dolosa de los negocios de la Empresa Deudora; (iii) dar
cuenta y referirse a cada una de sus obligaciones como Veedor establecidas en los numerales del
artículo 25 LRLAEP y adjuntar documentación de respaldo de sus actuaciones, si así procediere".
225 Aun cuando, como hemos advertido, esta forma de expresión ya se encontraba en el artículo 177
bis de la Ley Nº 18.175.
229 La tutela del "fresh money" toma como primer antecedente la regulación del "post-petition
financing" en la legislación concursal norteamericana. El modelo se ha ido replicando en otros
ordenamientos, citando, solo a modo ejemplar, el Derecho francés (artículo L.611¿11 del Code de
Commerce); el Derecho italiano (artículos 67.3, 111, 182 quater y 182 quinquies de la Legge
Fallimentare); y el Derecho español (artículos 84.2.11 y 91.6 LC). Especialmente, la Directiva (UE)
Nº 2019, 1023, de 20 de junio de 2019, consagra que: "[a] menudo, el éxito de un plan de
reestructuración depende de si se concede ayuda financiera al deudor para apoyar, en primer lugar, el
funcionamiento de la empresa durante las negociaciones sobre la reestructuración y, en segundo lugar,
la aplicación del plan de reestructuración tras su confirmación. La ayuda financiera debe entenderse en
sentido amplio, incluida la aportación de dinero o garantías de tercero y la entrega de existencias,
materias primas y suministros, por ejemplo, mediante la concesión al deudor de un plazo de reembolso
más largo. La financiación provisional y la nueva financiación deben quedar, por lo tanto, exentas de
acciones revocatorias que pretendan declarar dicha financiación nula, anulable o no ejecutable como un
acto perjudicial para el conjunto de los acreedores en el marco del ulterior procedimiento de
insolvencia".
230 En el texto inicial, el Mensaje de la ley solamente daba cuenta de la limitación de los estatutos
sociales (Historia de la Ley Nº 20.720, Mensaje, p. 39). Las demás limitaciones, referidas a la
modificación del régimen de poderes y a la transferencia de las acciones, provino de la indicación
presentada por los senadores Espina y Novoa (Historia de la Ley Nº 20.720, Segundo Informe de las
Comisiones Unidas, pp. 660-661).
232 Así, al incorporarse las limitaciones a la transferencia de acciones, se explicó lo siguiente: "
[r]especto de la indicación 42 a, la unanimidad de los miembros la consideró pertinente y solicitó a la
Superintendencia que proponga un nuevo párrafo que recoja lo discutido en la sesión, en cuanto a que
la restricción a la venta de participación social de una sociedad de responsabilidad limitada también se
aplique a las sociedades de capital, para evitar la disolución de la responsabilidad, el cambio de la
propiedad o controlar la votación en la junta que vota a favor del Acuerdo de Reorganización Judicial,
entre otras maquinaciones. Todo ello sin vulnerar el derecho de propiedad adquirido. Sobre el particular,
la señora Superintendenta consideró pertinente tener presente lo dispuesto en el artículo 14 de la
Ley Nº 18.046, sobre Sociedades Anónimas, y en el artículo 17 de la Ley Nº 1.116, de 2006, que
establece el Régimen de Insolvencia Empresarial en Colombia" (Historia de la Ley Nº 20.720, Segundo
Informe de las Comisiones Unidas, p. 661).
236 Excepción debe ser efectuada a las sociedades anónimas abiertas que hagan oferta pública de
sus valores, en atención a que, al parecer, no resulta pertinente que por una normativa concursal pueda
restringirse la libre operación del mercado de valores, que, a su vez, contiene normas protectoras
especiales para velar por los intereses de los inversionistas.