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I. Introducción
Así, dado que la LRLAEP omite reglas respecto a la primera fase, no observamos
en este ámbito mecanismos de resguardo de la negociación acaso paralelos a la
Protección Financiera Concursal. En la segunda fase, en cambio, el artículo 108
LRLAEP dispone que, presentada la solicitud inicial y hasta la aprobación judicial
regulada en el artículo 112 LRLAEP, el tribunal ordenará ciertas limitaciones que, en
muchos aspectos, se asimilan al contenido dispuesto en el artículo 57.1 y 2º
LRLAEP292. Ahora bien, lo primero a destacar es lo referente a que, situados en un
momento posterior a la negociación y suscripción del acuerdo, su finalidad es
necesariamente diversa a la de la Protección Financiera Concursal y se limita a evitar
el comportamiento estratégico (hold-out), de los acreedores no suscriptores mientras
se decide la homologación y, en consecuencia, la extensión de los efectos del
acuerdo al que no han concurrido293. En suma, como hemos indicado en otra sede,
"esta lógica del procedimiento se circunscribe en la necesidad de conciliar el
aplacamiento de las estrategias de hold-out de estos acreedores minoritarios y la
correcta tutela de estos últimos. Ello, en primer término, en lo que se refiere a evitar el
inicio de procedimientos judiciales de liquidación o ejecuciones singulares en el
contexto del proceso homologatorio (artículo 108 LRLAEP) y, con posterioridad a la
aprobación judicial, en razón de los efectos absolutos del acuerdo simplificado
judicialmente aprobado (artículo 113 LRLAEP), en ambos casos con la finalidad de
impedir la obstrucción por parte de la minoría. Y, ya en segundo lugar, para evitar los
efectos de la eventualidad del comportamiento parasitario de los terceros acreedores,
permitiendo la extensión de los efectos del acuerdo, especialmente en lo referente a
los sacrificios negociados con los acreedores concurrentes"294.
Por último, las facultades dispositivas del deudor se encuentran asimismo limitadas,
pero únicamente en lo que se refiere a la "prohibición de gravar o enajenar sus
bienes, salvo los que resulten estrictamente necesarios para la continuación de su
giro" (artículo 108, letra c, LRLAEP) y, de nuevo, únicamente como consecuencia de
la publicación en el Boletín Concursal de la Resolución de Reorganización
Simplificada. Como hemos reseñado, el sistema chileno, siguiendo en esencia la
estructura de los "acuerdos preventivos extrajudiciales" de la legislación argentina297,
no ofrecen una regulación sobre la etapa negocial de esta clase de acuerdos. Esta
dependerá esencialmente de la mecánica escogida por la Empresa Deudora y el
conjunto de acreedores que esté dispuesto a llevar a cabo el proceso de negociación
extramuros del tribunal, aunque sea factible considerar que no parece aventurado
vaticinar que muchas de las limitaciones en la gestión de la empresa antes
mencionadas se presentarán, ahora de forma convencional, en el marco de la
reorganización extrajudicial. En dicha etapa extrajudicial, la práctica chilena se ha
hecho eco de modelos empleados en la experiencia comparada, en especial, en caso
de participación de entidades financieras, pudiendo incluso configurar sistemas en los
que los acreedores pueden participar como miembros de un comité directivo
("steering committee"), o, al menos, supervigilando las actuaciones que pueden llevar
a efectos los órganos societarios, siempre con la finalidad de no ver perjudicadas sus
posibilidades de cobro. Pero ello dependerá, en suma, de las habilidades
negociadoras de las partes, y, en particular, de la subordinación de la Empresa
Deudora a un catálogo más o menos restringido de limitaciones a sus actuaciones.
1. Limitaciones procesales
En primer término, la norma del artículo 264 LRLAEP inhibe al deudor y a los
acreedores para solicitar o demandar, según sea el caso, el inicio de un
Procedimiento Concursal de Liquidación de Bienes. Se trata de una primera
herramienta utilizada por el legislador para dar preeminencia a la solución
administrativa que comporta el Procedimiento Concursal de Renegociación306, pero
solo si se ha declarado iniciado con la correspondiente publicación de la resolución en
el Boletín Concursal. Si eventualmente se hubiese notificado la demanda de
liquidación forzosa hasta este momento, no podrá iniciarse el Procedimiento
Concursal de Renegociación en virtud del incumplimiento del requisito negativo
previsto en el artículo 260.II LRLAEP.
Paralelamente, deberá apreciarse qué ocurre con los plazos en los diversos
supuestos de término del procedimiento de renegociación, el que marcará también la
finalización de los efectos de la resolución de admisibilidad (artículo 264.I LRLAEP). Si
el procedimiento termina en virtud de un Acuerdo de Renegociación (artículo 268.III
LRLAEP), sucederá que las obligaciones se entenderán extinguidas, novadas o
repactadas, todas circunstancias que importarán la inoperancia de una eventual
reactivación de los plazos, salvo lo referido a la extinción (remisión) parcial. La
extinción total de la obligación vía remisión implicará, de forma consecuencial, la
pérdida de la acción para hacerla efectiva, al tiempo que su novación significa el
nacimiento de una nueva obligación, sujeta a un nuevo plazo de prescripción. Por su
parte, la repactación, entendiendo por ella una modificación de los términos de la
deuda sin implicar novación, probablemente envolverá el otorgamiento de un nuevo
plazo, razón por la cual se deberá empezar a contar un nuevo plazo de prescripción.
Si el procedimiento culmina por medio de un Acuerdo de Ejecución (artículo 268.II
LRLAEP), a pesar de la errónea dicción de la norma, tampoco tendrá sentido la
reactivación de los plazos de prescripción, puesto que todo cuanto no haya sido
cubierto mediante la realización de los bienes embargables del deudor, implicará la
extinción —por el solo ministerio de la ley— de los saldos insolutos. De este modo, al
igual que la extinción convencional alcanzada en un Acuerdo de Reorganización, la
pérdida del crédito importará asimismo la de la acción destinada a su cobro.
Por su parte, el artículo 264.4 LRLAEP ofrece como excepción la suspensión de las
líneas de crédito o sobregiro que se hubiesen pactado. El artículo 13 del OC 4 aclara
que, en cuanto a dicha suspensión, esta solo podrá mantenerse mientras duren los
efectos de la resolución de admisibilidad. Todo lo anterior, dado que el legislador
pretende que el Procedimiento Concursal de Renegociación logre resolver un
supuesto de sobreendeudamiento, evitando que, debido a la protección de la
negociación, pudiere aumentar sus deudas por medio de la utilización de líneas de
crédito o sobregiro que, en mejores tiempos, hubiese logrado acordar314. De este
modo, el sistema insistirá en que durante el curso de la negociación del acuerdo con
sus acreedores, el deudor no podrá alterar su nivel de endeudamiento (esto es, de su
pasivo) por esta vía, al mismo tiempo que el artículo 264.6 LRLAEP limita la
posibilidad de que la Persona Deudora ejecute actos o celebre contratos relativos a
sus bienes embargables que sean parte del Procedimiento Concursal de
Renegociación (esto es, de su activo), bajo el apercibimiento de tenerlo como
depositario alzado en los términos del artículo 444 CPC. Sin embargo, en caso de
que, con anterioridad a la publicación de la resolución de admisibilidad, la Persona
Deudora hubiese hecho uso de las líneas de crédito o sobregiro, la norma no
desconoce la existencia de las obligaciones ya existentes —que, muy probablemente,
se incorporarán a la negociación de deudas que prevé el sistema— pero vuelve a la
idea de que el inicio de esta especie de protección negocial no puede implicar una
modificación de los términos y condiciones de pago. Se añade, por último, que
tampoco podrán pactarse multas fundadas en el inicio del procedimiento, cuestión que
parece indicar que no podrá establecerse un mecanismo de aumento de la tasa de
interés, en atención a que la idea de multas (en rigor, cláusulas penales) están
asociadas al incumplimiento de una obligación, lo que no siempre habrá ocurrido.
5. Limitaciones a los actos y contratos que pueden ser ejecutados o celebrados por la
Persona Deudora
Respecto a la norma en comento, debe precisarse cuáles son los bienes a los que
se está haciendo referencia, puesto que la disposición alude a los "bienes
embargables que sean parte del Procedimiento Concursal de Renegociación".
Obviamente, quedan fuera de su espectro, los bienes inembargables, lo que no solo
es aludido, a contrario sensu, por su redacción, sino también reforzado en el artículo
271 LRLAEP, haciendo referencia al artículo 445 CPC y a todos los demás que sean
declarados legalmente como tales. La pregunta se refiere a si se comprenden
exclusivamente los bienes señalados por el deudor en la declaración jurada a la que
se refiere el artículo 261.c LRLAEP, replicados en el listado de la resolución de
admisibilidad (artículo 263 LRLAEP), o si acaso alcanza aquellos que hayan sido
omitidos por aquel. El principio de universalidad objetiva que suponen los concursos
decantará por la segunda solución, en especial si se considera que la aparición de
nuevos bienes con posterioridad al inicio del procedimiento provoca su terminación
anticipada (artículo 269.4 LRLAEP).
290 Como expresa Ruz Lártiga (2017), pp. 457-458, "estos acuerdos privados preconcursales
desjudicializados constituyen un mecanismo concursal eficiente que, por los espacios de libertad
contractual que abren y la relativa desformalización de su operatoria, se tornan en herramientas
seguras y ágiles para sortear los inconvenientes o rigores que presentan los procedimientos judiciales
en general".
292 Las diferencias son más bien sutiles. En este sentido, al tiempo que la regla del artículo 108
LRLAEP establece una "prohibición de solicitar la Liquidación Forzosa del Deudor", los artículos 2.31 y
57.1.a LRLAEP se refieren a que no podrá "declararse ni iniciarse en contra del Deudor un
Procedimiento Concursal de Liquidación". Sobre la inteligencia de esta regla ya nos hemos referido
supra (Capítulo III, Sección II.1), por lo que solo cabe advertir que, en lo que respecta a la
homologación del acuerdo simplificado, la limitación se estructura en torno a la solicitud, mas no a su
tramitación o a la dictación de la Resolución de Liquidación. Lo anterior no parece coherente puesto
que, a efectos de impedir tal tramitación, a la Empresa Deudora no le quedaría más que solicitar el
inicio de un Procedimiento Concursal de Reorganización a pesar de contar con el apoyo de los
acreedores requeridos para la aprobación judicial de un acuerdo simplificado al que se refiere el Título 3
del Capítulo III.
293 Sobre este punto, en Goldenberg Serrano (2014a), p. 216, hemos indicado que "[e]stas
consecuencias no deben entenderse como formas de protección de la negociación (como en los
sistemas italiano y español), sino como una forma de dar preeminencia a la solución extrajudicial, sin
obstrucciones, hasta el momento de su eventual aprobación. Sin ella, el solo hecho de dar publicidad al
acuerdo (necesario para dar curso al procedimiento de homologación conforme al artículo 110 LRLEP)
consagraría un desajuste entre la pretensión de reorganización por parte de un número considerable de
los acreedores del deudor, con la posibilidad de obstrucción de los demás acreedores, al menos
aparentemente minoritarios, a efectos de dar inicio a un procedimiento de liquidación o de disgregación
del patrimonio del deudor por medio de ejecuciones singulares".
295 O, como parece concluir Sandoval López (2014), p. 106, por la sola presentación de la solicitud
ante el tribunal competente.
296 A la misma conclusión arriba Ruz Lártiga (2017), p. 468, aun cuando, a nuestro juicio,
erradamente, refiera las consecuencias previstas en el artículo 108 LRLAEP como "Protección
Financiera Concursal". Lo anterior, a pesar de que luego señala que no es posible una aplicación
extensiva de las reglas del artículo 57 LRLAEP para integrar sus efectos. Por ello, aunque con un tono
menor, Sandoval López (2014), p. 106, le denomina como "protección financiera concursal atenuada".
298 En este sentido, se debe tener presente que Sandoval López (2014), p. 106, opina que "[h]ay que
entender que la excepción permite gravar estos bienes, no así enajenarlos, porque no se divisa cómo
podría continuar su giro sin ellos, teniendo éstos el carácter de estrictamente necesarios". Al efecto,
como hemos visto supra (Capítulo IV, Sección III) al tiempo de revisar el artículo 57.2 LRLAEP,
encontramos también aquí un error en la redacción de la norma, puesto que esta parecería aludir a los
bienes que son propios del giro de la empresa, no los que son necesarios para el desempeño del giro.
299 En contra, Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), p. 136, quienes sostienen que "[e]n
cuanto a la venta de sus activos, aunque el citado artículo nada dice, entendemos que es
perfectamente posible que la Empresa Deudora pueda vender o enajenar activos cuyo valor no exceda
el 20% de su activo fijo contable y si requiere una venta que supere la limitación anterior, se requerirá la
autorización de los acreedores conforme lo dispone el artículo 74". No podemos coincidir con esta
conclusión, precisamente porque no estamos propiamente frente a una Protección Financiera
Concursal como la que ofrece el artículo 57 LRLAEP, ni se está pretendiendo la obtención de liquidez
en el marco de una negociación que, en el caso del acuerdo de reorganización extrajudicial, ya se
habrá celebrado al tiempo de su presentación ante el tribunal competente.
300 Sobre el particular, vid. Gómez Balmaceda y Eyzaguirre Smart (2011), pp. 115-120.
303 La única excepción se refiere a la fijación de la fecha de cesación de pagos, ahora innecesaria
por la desaparición de la carga de solicitar la propia quiebra y la despenalización de su infracción, por
una parte, y, por otra, la fijación de periodos sospechosos fijos en el marco de las acciones revocatorias
concursales (Capítulo VI de la Ley Nº 20.720).
304 En este sentido, ya en el Mensaje se señalaba que "asimismo, resulta imperiosa la necesidad de
crear un régimen especial para las personas naturales que se encuentran en incapacidad de responder
a sus obligaciones financieras por distintas razones, como, por ejemplo, presentar niveles de consumo
muy por encima de su capacidad real de pago. Así, el Proyecto busca crear, primeramente, la
posibilidad de solucionar una insolvencia personal en un escenario armónico y adaptado a la realidad
de un deudor persona natural, dándole la posibilidad de responder con sus propios bienes de manera
más breve y menos costosa que en una liquidación de empresas y, así, impulsar comportamientos
crediticios responsables en el consumidor a largo plazo, mejorando la educación financiera por medio
de normas que la hagan aplicable" (Historia de la Ley Nº 20.720, Mensaje, p. 7).
305 Respecto a estas motivaciones, vid. Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), pp. 241 y 243.
306 Como expresa Ríos Labbé (2019), p. 553, "si la renegociación ha sido declarada admisible,
démosle las oportunidades de ser exitosa".
309 De ahí que, revisadas las resoluciones de admisibilidad publicadas en el Boletín Concursal hasta
la fecha, no se haya encontrado alguna que indique el monto de tales intereses, solo replicando el
monto por capital adeudado informado por la Persona Deudora.
311Para un mayor desarrollo de este punto, vid. Goldenberg Serrano (2018b), pp. 157-199.
312 Para una crítica a la idea de la "aceleración del crédito", Sandoval López (2014), p. 382.
313 Sin perjuicio de ello, adviértase que Severin Fuster (2015), p. 523 sostiene que una interpretación
sistemática de la normativa incorporada por la LRLAEP debería favorecer la conservación del plazo
incluso en el marco de un Procedimiento Concursal de Renegociación, de manera de leer el
artículo 1496.1 CC "en el sentido de que el deudor, si es persona natural, no tenga tal calidad en un
concurso de renegociación".
314 Como señala Puga Vial (2014a), p. 468, "nadie está obligado a seguir suministrando crédito al
deudor una vez abierto este procedimiento, aunque exista compromiso legal de hacerlo merced a estos
expedientes". Sin embargo, la suspensión de dichas líneas de crédito o sobregiro no se produce por el
solo hecho de la resolución de admisibilidad, sino que es necesario que dicha posibilidad hubiese
dispuesto lo anterior en su texto contractual. De contrario, se producirá una infracción a la ley del
contrato (artículo 1545 CC), o, de ser aplicable, al artículo 17 B, letra b) de la Ley Nº 19.496.
315 Una alternativa podría haber estado dada por un acuerdo en que se estableciera una posición
postergada del crédito, dilatando la discusión de su admisibilidad por vía de impugnación del acuerdo
en los términos del artículo 272 LRLAEP. Sin embargo, si se observa esta norma, resultará que el punto
no queda comprendido en las causales de impugnación taxativamente dispuestas.
316 A estos efectos, cabe tener presente que el Capítulo VI de la LRLAEP admite el ejercicio de
acciones revocatorias concursales (para los actos a título gratuito y otros asimilados) y de la acción
pauliana civil del artículo 2468 CC (para los actos a título oneroso). En esta órbita, el artículo 292
LRLAEP dispone que la parte condenada deberá restituir efectivamente la cosa a la masa y tendrá
derecho a la devolución de lo que hubiere pagado con ocasión del acto o contrato revocado, debiendo
verificar el monto en el procedimiento concursal respectivo, quedando pospuesto el pago hasta que se
paguen íntegramente los créditos de los acreedores valistas.
317 Los dos primeros efectos son desarrollados por el artículo 13 del OC Nº 4, sobre la base de la
constatación de la infracción a la prohibición por parte de la Persona Deudora ante la Superintendencia.
318 Sobre el sentido de la prohibición de celebrar actos y contratos en el CPC, vid. Alcalde Silva
(2013), passim.