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Capítulo 

VI Otras técnicas de protección al interior de la Ley Nº 20.720

I. Introducción

La Protección Financiera Concursal se advierte como un término definido en el


artículo 2.31 LRLAEP, para luego ser desarrollado con mayor detalle en su artículo 57,
siempre en el contexto del Procedimiento Concursal de Reorganización289. Ello no
obsta considerar otras figuras que, con cierta proximidad, se presentan en la misma
ley para otras fórmulas de acuerdo, sea aplicable para las Empresas Deudoras (como
en el tratamiento del acuerdo de reorganización extrajudicial o simplificado), sea para
las Personas Deudoras (como el que se estructura en la fase de negociación del
Procedimiento Concursal de Renegociación). No obstante, como veremos a
continuación, no se trata de tutelas del todo equivalentes y, en este sentido, los
efectos que se producen en una u otra sede no pueden ser aplicados por extensión
en aquellos aspectos no cubiertos por otras. En el primer caso, analizaremos cómo
las tutelas se ofrecen una vez cesada la fase de negociación del acuerdo, de lo que
se deduce un espíritu necesariamente diverso; en el segundo, por su parte, aun
cuando se intente la tutela de la negociación, no se configura como un mecanismo
destinado a asegurar la continuidad de la operación de la unidad económica que
trasunta a una Empresa Deudora.

II. La reorganización simplificada (artículo 108 LRLAEP)

A modo de alternativa al Procedimiento Concursal de Reorganización, la LRLAEP


consagra la posibilidad de obviar toda la fase de negociación estructurada que este
implica y dar cabida a un procedimiento de homologación judicial del acuerdo
alcanzado por el deudor y, al menos, dos o más acreedores que representen al menos
tres cuartas partes del total del pasivo (sin considerar a las personas relacionadas ni a
los cesionarios de créditos adquiridos dentro de los treinta días anteriores a la fecha
de presentación a la aprobación judicial del acuerdo simplificado) (artículo 109
LRLAEP). La unidad funcional del acuerdo de reorganización judicial y el simplificado
se evidencia en la identidad de su objeto, como se observa en la redacción paralela
de los artículos 60 y 105 LRLAEP, como, asimismo, por la reconducción normativa en
lo referente a otros aspectos de su contenido en el artículo 106 LRLAEP. De ahí que
la distancia se encuentre eminentemente en la forma y apoyos que requieren el
deudor y sus acreedores para alcanzar el consentimiento respecto a la
reestructuración de los activos y pasivos de la empresa290.

Conforme a ello, hemos destacado la naturaleza bifronte que ofrece la regulación


del Título  3 del Capítulo  III de la LRLAEP al tratar del acuerdo extrajudicial o
simplificado. El artículo 102 LRLAEP advierte que deben distinguirse dos momentos
radicalmente disímiles respecto a esta suerte de acuerdos: una primera instancia, del
todo negocial, que supone que la Empresa Deudora ha celebrado un acuerdo con sus
acreedores, momento que se ciñe a los paradigmas contractuales; y una segunda
instancia, de carácter eventual, y que pasa por la pretensión del deudor de otorgar
efectos concursales al contenido del acuerdo por medio de su consecuente
aprobación judicial, quebrando el efecto relativo propio de los contratos, de manera de
hacer vinculante el acuerdo a la colectividad de acreedores (artículo 113
LRLAEP)291.

Así, dado que la LRLAEP omite reglas respecto a la primera fase, no observamos
en este ámbito mecanismos de resguardo de la negociación acaso paralelos a la
Protección Financiera Concursal. En la segunda fase, en cambio, el artículo 108
LRLAEP dispone que, presentada la solicitud inicial y hasta la aprobación judicial
regulada en el artículo 112 LRLAEP, el tribunal ordenará ciertas limitaciones que, en
muchos aspectos, se asimilan al contenido dispuesto en el artículo 57.1 y 2º
LRLAEP292. Ahora bien, lo primero a destacar es lo referente a que, situados en un
momento posterior a la negociación y suscripción del acuerdo, su finalidad es
necesariamente diversa a la de la Protección Financiera Concursal y se limita a evitar
el comportamiento estratégico (hold-out), de los acreedores no suscriptores mientras
se decide la homologación y, en consecuencia, la extensión de los efectos del
acuerdo al que no han concurrido293. En suma, como hemos indicado en otra sede,
"esta lógica del procedimiento se circunscribe en la necesidad de conciliar el
aplacamiento de las estrategias de hold-out de estos acreedores minoritarios y la
correcta tutela de estos últimos. Ello, en primer término, en lo que se refiere a evitar el
inicio de procedimientos judiciales de liquidación o ejecuciones singulares en el
contexto del proceso homologatorio (artículo 108 LRLAEP) y, con posterioridad a la
aprobación judicial, en razón de los efectos absolutos del acuerdo simplificado
judicialmente aprobado (artículo 113 LRLAEP), en ambos casos con la finalidad de
impedir la obstrucción por parte de la minoría. Y, ya en segundo lugar, para evitar los
efectos de la eventualidad del comportamiento parasitario de los terceros acreedores,
permitiendo la extensión de los efectos del acuerdo, especialmente en lo referente a
los sacrificios negociados con los acreedores concurrentes"294.

También debe destacarse que la LRLAEP no es clara en torno al ámbito temporal en


que operaría la limitación, a diferencia de lo que ocurre para la Protección Financiera
Concursal que, como hemos visto, se inicia con la publicación de la Resolución de
Reorganización en el Boletín Concursal (artículos  2.31 y 57.1 LRLAEP). Aquí, no
existiendo una norma paralela, parecería que las limitaciones se producen por el solo
hecho de la dictación de la Resolución de Reorganización Simplificada a la que se
refiere el artículo 108 LRLAEP295. La duda se presenta porque la LRLAEP no señala
que dicha resolución deba ser publicada, sino solo el texto del acuerdo y los
antecedentes que el deudor debe acompañar por remisión de la regla del artículo 107
LRLAEP (artículo 110 LRLAEP) y que, desde este momento, se cuenta el plazo para
su potencial impugnación (artículo 111 LRLAEP) y para la eventual citación a
audiencia de aceptación ante el tribunal (artículo 112 LRLAEP). Sin perjuicio de lo
anterior, no debe olvidarse que, de conformidad al artículo 6º LRLAEP, la regla
general de notificaciones consiste precisamente en la incorporación de la resolución
en el Boletín Concursal, y que, como es la regla general, las resoluciones solamente
producen efectos una vez notificadas (artículo 38 CPC). Siendo de este modo, a pesar
del silencio de la ley, el dies a quo sería paralelo al de la Protección Financiera
Concursal296.

Por último, las facultades dispositivas del deudor se encuentran asimismo limitadas,
pero únicamente en lo que se refiere a la "prohibición de gravar o enajenar sus
bienes, salvo los que resulten estrictamente necesarios para la continuación de su
giro" (artículo 108, letra c, LRLAEP) y, de nuevo, únicamente como consecuencia de
la publicación en el Boletín Concursal de la Resolución de Reorganización
Simplificada. Como hemos reseñado, el sistema chileno, siguiendo en esencia la
estructura de los "acuerdos preventivos extrajudiciales" de la legislación argentina297,
no ofrecen una regulación sobre la etapa negocial de esta clase de acuerdos. Esta
dependerá esencialmente de la mecánica escogida por la Empresa Deudora y el
conjunto de acreedores que esté dispuesto a llevar a cabo el proceso de negociación
extramuros del tribunal, aunque sea factible considerar que no parece aventurado
vaticinar que muchas de las limitaciones en la gestión de la empresa antes
mencionadas se presentarán, ahora de forma convencional, en el marco de la
reorganización extrajudicial. En dicha etapa extrajudicial, la práctica chilena se ha
hecho eco de modelos empleados en la experiencia comparada, en especial, en caso
de participación de entidades financieras, pudiendo incluso configurar sistemas en los
que los acreedores pueden participar como miembros de un comité directivo
("steering committee"), o, al menos, supervigilando las actuaciones que pueden llevar
a efectos los órganos societarios, siempre con la finalidad de no ver perjudicadas sus
posibilidades de cobro. Pero ello dependerá, en suma, de las habilidades
negociadoras de las partes, y, en particular, de la subordinación de la Empresa
Deudora a un catálogo más o menos restringido de limitaciones a sus actuaciones.

Así también, del modo observado, la restricción relativa a la gestión de la empresa


en el marco del referido procedimiento judicial homologatorio se presenta de manera
más atenuada que aquellas ofrecidas en el marco de una reorganización judicial, en el
sentido que no se ofrece una intervención por parte del Veedor (que, en este
procedimiento especial no tiene una real participación más allá de la presentación del
informe a que se refiere el artículo 107 LRLAEP), no se dispone la posibilidad de
solicitar medidas precautorias o de conservación, ni se imponen restricciones a los
actos societarios. Por su parte, la norma también resulta más restrictiva en términos
de las excepciones a la prohibición de enajenación o gravamen de sus bienes, toda
vez que solo se hace referencia a los que resulten estrictamente necesarios para la
continuación del giro298. De tal suerte, no se ofrece una norma con amplitud paralela
a aquella prevista en el artículo 57.2.b LRLAEP, permitiendo los actos respecto a los
bienes estrictamente necesarios para el desarrollo de la actividad (aunque no sean
propios del giro), como tampoco advierte la necesidad de venta de parte de sus
activos para la obtención de liquidez, no siendo aplicable la normativa dispuesta en
los artículos  74 y 76 LRLAEP299. En este sentido, no será posible ofrecer una
inmunidad revocatoria a dichos actos, los que quedarán sujetos al escrutinio judicial
en el caso de un eventual Procedimiento Concursal de Reorganización o de
Liquidación subsecuente, siempre que se dé cumplimiento a los requisitos previstos
en el Capítulo VI de la LRLAEP. La norma parece advertir que, culminada que ha sido
la fase de negociación y suscrito que ha sido el acuerdo de reorganización
simplificado por un número considerable de acreedores (artículo 109 LRLAEP), estos
extremos ya se encontrarán resueltos en su texto. Lo anterior, sea por medio de
prohibiciones o limitaciones estructuradas como obligaciones de hacer o no hacer
(positive o negative covenants), tan usuales en esta clase de herramientas de
solución a la insolvencia empresarial, sea por medio de la dotación de financiamiento
o la adecuación del pasivo a las reales capacidades de pago de la Empresa Deudora,
como contenido fundante del acuerdo.

III. El Procedimiento Concursal de Renegociación (artículo 264 LRLAEP)


Es evidente que la división entre los conceptos de Persona Deudora y Empresa
Deudora en el diseño de la LRLAEP resulta en un punto crucial para la construcción
del nuevo sistema concursal. De hecho, la ley termina por desechar el sistema unitario
que se había propuesto en nuestro ordenamiento jurídico a partir de la Ley Nº 4.558,
de 1929, que integraba a todo tipo de deudor a los mismos mecanismos concursales,
solo ofreciendo diferencias no estructurales sobre la base de la distinción de si se
trataba o no de un comerciante. Dicha formulación se mantuvo con la Ley Nº 18.175,
de 1982, pero no distinguiendo únicamente en razón del comercio, sino sobre la base
de la calificación de la actividad ejercida por el deudor como comercial, industrial,
minera o agrícola300. En esta órbita, las diferencias no incidían en procedimientos
diversos (manteniéndose la matriz de las quiebras y convenios), sino en
modificaciones en aspectos tales como las causales de quiebra aplicables, las
acciones revocatorias concursales, la fijación de la fecha de cesación de pagos y la
calificación penal de la quiebra301.

En cambio, la diferenciación de los sujetos pasivos de los procedimientos


concursales previstos en la LRLAEP tiene precisamente por primera finalidad
distinguir aquellas herramientas aplicables a cada cual para dar solución a sus
respectivas situaciones de crisis patrimonial302, aunque se mantiene la idea de
recoger fórmulas diversas para las revocatorias concursales (Capítulo  VI) y la
comisión de los delitos concursales (Párrafo 7, Título IX del Libro Segundo del Código
Penal)303. La lógica subyacente se encuentra plasmada en criterios de eficiencia,
dado que ya no resulta razonable para el legislador (como en las épocas pasadas
apuntadas) que el diseño de la negociación, que debe existir entre el deudor y sus
acreedores, o entre estos últimos, se presente de igual modo en el caso de
patrimonios más complejos (tanto en su faz activa como pasiva), que frente a otros
mucho más simples. Conforme a ello, la LRLAEP parece poner especial énfasis en
estos últimos, no por el hecho de que en las legislaciones pasadas fueran erradas
desde el punto de vista jurídico, sino económicamente absurdas304. Con este objetivo
en vista, el legislador diseña procedimientos menos complejos, tanto en un contexto
administrativo (el Procedimiento Concursal de Renegociación, al que ahora
prestaremos atención) como judicial (el Procedimiento Concursal de Liquidación de
Bienes), suponiendo una mayor facilidad en la identificación de la solución que
aparezca como más favorable para los intereses de los particulares involucrados305.

Ahora bien, sin afán de analizar el Procedimiento Concursal de Renegociación de


modo íntegro, nos interesa centrar el estudio en el modelo de protección de la
negociación que este alberga, el cual se despliega como efecto de la publicación en el
Boletín Concursal de la resolución de admisibilidad dictada por la Superintendencia de
Insolvencia y Reemprendimiento. Como ya hemos señalado, es precisamente la
diferencia de perfiles de deudores (empresa o persona) la que debe guiar la diversa
construcción de estas figuras tutelares, ante la evidencia de que, en este caso,
carente de unidades económicas a ser resguardadas, las limitaciones establecidas en
el artículo 264 LRLAEP se fijan en la conservación patrimonial (especialmente para
evitar los problemas de hold-out de los acreedores o de distracción de los bienes por
parte del deudor) y en fórmulas que eviten aumentar el sobreendeudamiento de la
Persona Deudora. Trataremos estos efectos a continuación.

1. Limitaciones procesales

En primer término, la norma del artículo 264 LRLAEP inhibe al deudor y a los
acreedores para solicitar o demandar, según sea el caso, el inicio de un
Procedimiento Concursal de Liquidación de Bienes. Se trata de una primera
herramienta utilizada por el legislador para dar preeminencia a la solución
administrativa que comporta el Procedimiento Concursal de Renegociación306, pero
solo si se ha declarado iniciado con la correspondiente publicación de la resolución en
el Boletín Concursal. Si eventualmente se hubiese notificado la demanda de
liquidación forzosa hasta este momento, no podrá iniciarse el Procedimiento
Concursal de Renegociación en virtud del incumplimiento del requisito negativo
previsto en el artículo 260.II LRLAEP.

En segundo lugar, la norma impide el inicio en contra de la Persona Deudora de


juicios ejecutivos o ejecuciones de cualquier clase (por ejemplo, prendarias o
hipotecarias), con igual pretensión de hacer prevalecer la intención de renegociación
que sustenta esta clase de procedimientos administrativos. Obsérvese que, a
diferencia de lo que ocurre con la Protección Financiera Concursal brindada en el
caso de las Empresas Deudoras, no se hace excepción a los juicios laborales (artículo
57.1.a LRLAEP), de lo que se deduce que, en este caso, también se produce la
imposibilidad de inicio. En términos generales, si no fuese de este modo, la
negociación sería casi imposible, puesto que los acreedores lograrían atacar los
activos embargables del deudor mientras este pretende su protección bajo la lógica de
ofrecerles términos potencialmente atractivos para evitarlo. Al igual que en el caso
anterior, solamente se impide el inicio, puesto que, si ya hubiesen sido notificadas
demandas ejecutivas (que no sean de origen laboral), se incumpliría el requisito
negativo del artículo 260.II LRLAEP.

Finalmente, se prohíben las restituciones en juicios de arrendamiento. En este


punto, cabe advertir que la regla no refiere al juicio en sí, sino al acto mismo de la
restitución. De este modo, es posible sostener que es posible que el juicio ya se
hubiese iniciado (porque el mentado artículo 260.II LRLAEP no impide el inicio en tal
caso) o que se inicie durante el curso del Procedimiento Concursal de Renegociación.
La única limitación se encuentra en el acto de restitución propiamente tal, el cual se
encontrará suspendido hasta el término del procedimiento administrativo. Con ello,
como señala Ríos Labbé, la finalidad de la regla es de protección, "si no de la vivienda
familiar, lo es al menos del arrendatario como parte débil de la relación contractual; y,
además, en la condición en que se encuentra, la necesidad de asegurarle —por breve
que pueda ser el procedimiento— un techo mientras esta dure"307. De este modo, el
cariz es diverso al efecto previsto en los dos primeros literales del artículo 57.1
LRLAEP, en que, con independencia de la debilidad o no de la Empresa Deudora, lo
que ellos pretenden es asegurar que esta mantenga la tenencia de los bienes que son
necesarios para el desarrollo de su actividad.

2. Suspensión de los plazos de prescripción extintiva

El artículo 264.2 LRLAEP consagra una regla de suspensión de los plazos de


prescripción extintiva de las obligaciones del deudor, la cual tendría como propósito
equilibrar la posición de los acreedores ante la imposibilidad de dar inicio a
procedimientos de ejecución en los términos indicados en el apartado precedente. La
norma, sin embargo, no distingue el tipo de acción, sea ejecutiva u ordinaria, ni si se
trata de prescripciones de corto o de largo tiempo. Por ello, al igual que respecto a la
Protección Financiera Concursal, y por idénticas razones, sostenemos una
interpretación restrictiva de la norma, solo aludiendo a las acciones cuyo ejercicio se
encuentra limitado en el numeral anterior308.

Paralelamente, deberá apreciarse qué ocurre con los plazos en los diversos
supuestos de término del procedimiento de renegociación, el que marcará también la
finalización de los efectos de la resolución de admisibilidad (artículo 264.I LRLAEP). Si
el procedimiento termina en virtud de un Acuerdo de Renegociación (artículo 268.III
LRLAEP), sucederá que las obligaciones se entenderán extinguidas, novadas o
repactadas, todas circunstancias que importarán la inoperancia de una eventual
reactivación de los plazos, salvo lo referido a la extinción (remisión) parcial. La
extinción total de la obligación vía remisión implicará, de forma consecuencial, la
pérdida de la acción para hacerla efectiva, al tiempo que su novación significa el
nacimiento de una nueva obligación, sujeta a un nuevo plazo de prescripción. Por su
parte, la repactación, entendiendo por ella una modificación de los términos de la
deuda sin implicar novación, probablemente envolverá el otorgamiento de un nuevo
plazo, razón por la cual se deberá empezar a contar un nuevo plazo de prescripción.
Si el procedimiento culmina por medio de un Acuerdo de Ejecución (artículo 268.II
LRLAEP), a pesar de la errónea dicción de la norma, tampoco tendrá sentido la
reactivación de los plazos de prescripción, puesto que todo cuanto no haya sido
cubierto mediante la realización de los bienes embargables del deudor, implicará la
extinción —por el solo ministerio de la ley— de los saldos insolutos. De este modo, al
igual que la extinción convencional alcanzada en un Acuerdo de Reorganización, la
pérdida del crédito importará asimismo la de la acción destinada a su cobro.

Si, finalmente, estamos frente a un término anticipado del procedimiento (artículo


269 LRLAEP), la dictación de la correspondiente resolución por parte de la
Superintendencia priva de efectos a la resolución de admisibilidad. En este caso,
debemos entender que se produciría una reactivación del plazo de prescripción, pero
con un matiz: al tiempo en que el deudor ha presentado una declaración jurada con
un listado de sus obligaciones (artículo 261.I.b LRLAEP) o, incluso, permitido la
determinación del pasivo con su voto (artículo 265.IV LRLAEP), podríamos concluir
que, en realidad, estamos frente a una interrupción del plazo de prescripción (artículo
2518 CC), y, en consecuencia, la reactivación del plazo no se refiere a aquel que
existía antes de tales reconocimientos por parte del deudor, sino el que se reinicia en
razón de su interrupción natural. Conforme a lo anterior, el nuevo modo de
interrupción de este nuevo plazo (ahora interrupción civil), se dará al tiempo de la
verificación del crédito en el correspondiente Procedimiento Concursal de Liquidación
que debe iniciar el tribunal como consecuencia del término anticipado de la
renegociación.

3. Suspensión del devengo de los intereses moratorios

En el ámbito de la renegociación concursal, la alusión a los intereses se bifurca en


aquellos devengados hasta la fecha de la publicación en el Boletín Concursal de la
resolución de admisibilidad y el tratamiento de los que se devenguen con
posterioridad a ella. En el primer caso, se trata de una de las menciones que debe
contener la referida resolución de admisibilidad (artículo 263.2 LRLAEP), aunque,
curiosamente, sin que tal dato haya formado parte del contenido de las declaraciones
juradas que debe haber presentado la Persona Deudora al inicio del procedimiento
(artículo 261.a LRLAEP). Lo anterior solo puede implicar que corresponderá a la
Superintendencia el cálculo de los respectivos intereses adeudados, pero, carente de
mayor información que no sea la otorgada por el propio deudor, la cuestión deberá ser
resuelta en la audiencia de determinación del pasivo, de modo que la resolución de
admisibilidad no constituirá sino un dato a considerar por los acreedores y el deudor
para los acuerdos que deban ser tomados en ella (artículo 265 LRLAEP)309.
Conforme a ello, el destino de tales intereses se decidirá otra vez en el marco de las
posteriores audiencias del procedimiento, sea en razón de una renegociación, en la
que se podrán novar, repactar o remitir las obligaciones existentes (artículos  266,
inciso final, y 268.III LRLAEP), sea en razón de un acuerdo de ejecución, donde
aquellas deberán pagarse de conformidad con el orden de prelación reconocido en el
artículo 2491 CC.

La tutela se despliega, entonces, respecto al tratamiento de los intereses que se


devenguen con posterioridad a la resolución de admisibilidad. El artículo 264.3
LRLAEP dispone que, hasta el término del procedimiento, no se continuarán
devengando los intereses moratorios que se hayan pactado en los respectivos actos o
contratos vigentes suscritos por la Persona Deudora. Conforme a ello, el artículo 13
del Oficio Circular SIR Nº 4, de 26 de enero de 2018 (en adelante, el "OC 4") dispone
que para efectos de la actualización de las obligaciones que son parte del
procedimiento, los intereses deben ser calculados solo hasta la fecha de la resolución
de admisibilidad y respecto de los saldos vencidos. En caso de obligaciones vigentes,
únicamente podrán incorporarse los intereses devengados hasta la fecha de la
resolución de admisibilidad y no podrán incorporarse comisiones de ninguna especie.
Por último, en caso de que un acreedor alegue que ha operado alguna cláusula de
aceleración distinta a la fundada en el inicio del Procedimiento Concursal de
Renegociación (prohibida, en los términos que se explicarán en el apartado siguiente),
deberá acreditarse debidamente dicha circunstancia.

La principal finalidad de dicha norma se encontraría en constituir un incentivo para


que el deudor inicie un procedimiento de esta clase, dado que se "busca que las
personas puedan poner término a los altos intereses moratorios que se le van
cargando, por medio de un procedimiento de reorganización de deudas que le permita
pagar todas sus deudas en forma proporcional a su real capacidad de pago"310. En
consideración a lo anterior, cabe advertir que el primer propósito de la regla ha sido
generar una tutela para el deudor, de manera de no ver cómo su pasivo se incrementa
durante el curso de la negociación, aun cuando los acreedores, de acuerdo con lo
dispuesto en el artículo 264.1 LRLAEP, no puedan iniciar acciones ejecutivas de
cobro. Pero la norma también logra el efecto de cristalizar el monto del pasivo durante
el curso del procedimiento, en términos similares a los señalados en el modelo
histórico de las quiebras (antes de la Ley Nº 18.175), tanto desde la perspectiva de la
facilidad de cálculo para efectos de los cómputos de las mayorías exigidas para los
acuerdos, como respecto a generar una cierta equiparación de los derechos de los
acreedores311. De ahí que llame la atención que el ordenamiento no haya tomado
una decisión coherente en cuanto al uso de las herramientas dedicadas a tal fin, como
hubiese sido incorporar la posposición de dichos créditos en un escenario de
ejecución, considerando especialmente que la LRLAEP reconoce la posibilidad de la
subordinación legal en el marco de la renegociación concursal, aunque para un
supuesto diverso (artículo 264.4 LRLAEP).

4. Situación de los contratos suscritos por la Persona Deudora

Si bien el tratamiento de los efectos de la dictación de la resolución de admisibilidad


en el campo del Procedimiento Concursal de Renegociación se presenta de manera
bastante paralela a aquel que corresponde a los Procedimientos Concursales de
Reorganización empresarial, la lectura de la norma contenida en el artículo 264.4
LRLAEP, en comparación con la prevista en el artículo 57.1.c de la misma ley,
evidencia ciertas diferencias ostensibles. En este caso, la provisión de que todos los
contratos suscritos por la Persona Deudora mantendrán su vigencia y condiciones de
pago está unida a la imposibilidad de hacer efectivas cláusulas de resolución o
caducidad fundadas en el inicio del Procedimiento Concursal de Renegociación312.
Al respecto, nótese que la limitación se presenta de manera más clara que aquella
dispuesta en el artículo 57.1.c LRLAEP, en el sentido de que, a diferencia de este, se
asocia directamente a la posibilidad de que la contraparte del deudor altere la vigencia
y condiciones de pago, en virtud de las cláusulas previstas en su relación contractual
que admitiesen la resolución o la caducidad convencional del plazo sobre la única
base del inicio de una fase de negociación. Sin embargo, la norma no encuentra igual
paralelo en el artículo 1496.1 CC, de tal suerte que, si el inicio del procedimiento
resulta evidencia suficiente de la notoria insolvencia del deudor, el acreedor bien
podrá invocar este hecho para exigir el cumplimiento de la obligación antes de la
expiración del plazo, escapando del efecto previsto en el artículo 264 LRLAEP. Sin
embargo, cabe anotar que esta posibilidad se ofrece como mecanismo, no de terminar
el contrato, sino para provocar la pérdida del beneficio del plazo, pero que esta
circunstancia no logrará proteger íntegramente la posición del acreedor en atención a
los demás efectos de esta forma de protección dispuesta en el artículo 264 LRLAEP.
En este sentido, si bien el acreedor podría instar por la exigibilidad anticipada basado
en la causal legal de la citada norma del Código Civil, siempre que se logre acreditar
la notoria insolvencia, resultará que no podrá iniciar ejecuciones basadas en dicho
expediente, como tampoco le facultará para el cobro de intereses moratorios313.

Por su parte, el artículo 264.4 LRLAEP ofrece como excepción la suspensión de las
líneas de crédito o sobregiro que se hubiesen pactado. El artículo 13 del OC 4 aclara
que, en cuanto a dicha suspensión, esta solo podrá mantenerse mientras duren los
efectos de la resolución de admisibilidad. Todo lo anterior, dado que el legislador
pretende que el Procedimiento Concursal de Renegociación logre resolver un
supuesto de sobreendeudamiento, evitando que, debido a la protección de la
negociación, pudiere aumentar sus deudas por medio de la utilización de líneas de
crédito o sobregiro que, en mejores tiempos, hubiese logrado acordar314. De este
modo, el sistema insistirá en que durante el curso de la negociación del acuerdo con
sus acreedores, el deudor no podrá alterar su nivel de endeudamiento (esto es, de su
pasivo) por esta vía, al mismo tiempo que el artículo 264.6 LRLAEP limita la
posibilidad de que la Persona Deudora ejecute actos o celebre contratos relativos a
sus bienes embargables que sean parte del Procedimiento Concursal de
Renegociación (esto es, de su activo), bajo el apercibimiento de tenerlo como
depositario alzado en los términos del artículo 444 CPC. Sin embargo, en caso de
que, con anterioridad a la publicación de la resolución de admisibilidad, la Persona
Deudora hubiese hecho uso de las líneas de crédito o sobregiro, la norma no
desconoce la existencia de las obligaciones ya existentes —que, muy probablemente,
se incorporarán a la negociación de deudas que prevé el sistema— pero vuelve a la
idea de que el inicio de esta especie de protección negocial no puede implicar una
modificación de los términos y condiciones de pago. Se añade, por último, que
tampoco podrán pactarse multas fundadas en el inicio del procedimiento, cuestión que
parece indicar que no podrá establecerse un mecanismo de aumento de la tasa de
interés, en atención a que la idea de multas (en rigor, cláusulas penales) están
asociadas al incumplimiento de una obligación, lo que no siempre habrá ocurrido.

Respecto al régimen sancionatorio, este básicamente replica el dispuesto en el


artículo 57.1.c LRLAEP, tanto en lo referente a la ineficacia de la estipulación
contractual que contenga cláusulas de resolución o caducidad fundadas en el inicio
del Procedimiento Concursal de Renegociación (mediante la fórmula "no será posible
hacer efectivas" dichas cláusulas) como respecto a la posposición legal del crédito
hasta que se pague la totalidad de los acreedores a quienes afectará el acuerdo de
renegociación, en caso de que la contraparte realizare cualquier acción que importe el
término del contrato o exija anticipadamente el pago del crédito. Sin embargo, en este
último punto también se producen ciertas distancias con la norma prevista para el
Procedimiento Concursal de Reorganización: primero, el catálogo de conductas que
pueden dar lugar a la posposición legal del crédito se presenta de manera abierta y no
taxativa ("cualquier acción"), haciendo referencia a sus resultados, como son la
terminación del contrato o la exigencia anticipada de los créditos, lo que, a nuestro
juicio, incorpora una tutela bastante más completa para la negociación, pero puede
ocasionar un difícil debate para verificar la constatación del hecho que amerita la
sanción subordinatoria. Lo anterior se suma a que la norma no indica una regla
procesal para la constatación de los hechos que pueden dar lugar a la posposición del
crédito, lo que se relaciona con el hecho de que la Superintendencia de Insolvencia y
Reemprendimiento no tiene asignadas facultades jurisdiccionales, dado que se trata
de un procedimiento de tipo administrativo en que esta tiene funciones de facilitación
de los acuerdos315; segundo, solo se indica la regla de la posposición, pero no se
establece una posición en particular dentro de la escala de prelación con relación a
los demás créditos pospuestos, de manera que el crédito así subordinado se colocará
en igual posición que los demás que puedan encontrarse en la misma situación en
virtud de la aplicación del artículo 292 LRLAEP316. En similar sentido, cabe advertir
que, para los efectos de este procedimiento, el ordenamiento no reacciona
subordinando legalmente los créditos de las personas relacionadas con el deudor,
como tampoco se ofrece una posposición de los créditos por intereses, por lo que el
eventual conflicto solo podría producirse en caso de acogerse una acción revocatoria
concursal.

5. Limitaciones a los actos y contratos que pueden ser ejecutados o celebrados por la
Persona Deudora

Dado que el Procedimiento Concursal de Renegociación no importa un


desasimiento, en los términos previstos en el artículo 130 LRLAEP para la liquidación
concursal, ni una intervención por parte de terceros, como en la reorganización
(artículo 57.2 LRLAEP), la única medida que dispone el ordenamiento para cautelar
que los bienes embargables del deudor no desaparezcan durante su marcha se
refiere a la prohibición de ejecutar actos o celebrar contratos relativos a ellos.

Respecto a la norma en comento, debe precisarse cuáles son los bienes a los que
se está haciendo referencia, puesto que la disposición alude a los "bienes
embargables que sean parte del Procedimiento Concursal de Renegociación".
Obviamente, quedan fuera de su espectro, los bienes inembargables, lo que no solo
es aludido, a contrario sensu, por su redacción, sino también reforzado en el artículo
271 LRLAEP, haciendo referencia al artículo 445 CPC y a todos los demás que sean
declarados legalmente como tales. La pregunta se refiere a si se comprenden
exclusivamente los bienes señalados por el deudor en la declaración jurada a la que
se refiere el artículo 261.c LRLAEP, replicados en el listado de la resolución de
admisibilidad (artículo 263 LRLAEP), o si acaso alcanza aquellos que hayan sido
omitidos por aquel. El principio de universalidad objetiva que suponen los concursos
decantará por la segunda solución, en especial si se considera que la aparición de
nuevos bienes con posterioridad al inicio del procedimiento provoca su terminación
anticipada (artículo 269.4 LRLAEP).

Por su parte, en caso de infracción de la norma, debemos destacar tres efectos317.


El primero, de carácter sancionatorio, supone la eventual comisión del delito de
depositario alzado previsto en el artículo 444 CPC. El segundo efecto se dispone por
el término anticipado del procedimiento, circunstancia que deberá ser declarada por la
propia Superintendencia, para efectos de, expirado el plazo para reponer
administrativamente de la resolución pertinente, se remitan los antecedentes al
tribunal competente para la dictación de la correspondiente Resolución de
Liquidación. La ley concursal no indica la forma en la que tal circunstancia debe ser
acreditada ante la mentada entidad, a partir de lo cual cabe concluir que se tratará de
una solicitud administrativa (presentada generalmente por un acreedor), con la
petición de que se proceda a la terminación anticipada antes mencionada. El último,
omitido por la regla, pero apreciable conforme a la aplicación de las reglas generales
de nuestro ordenamiento civil, dará cuenta de la nulidad del acto o del contrato, según
el caso. Se trata de un supuesto de nulidad absoluta, en tanto la regla se presenta de
modo prohibitivo (artículos 10, 1464 y 1682 CC)318. De lo anterior resultaría que, al
iniciarse el Procedimiento Concursal de Liquidación en los términos antes indicados,
no correspondería atacar dichos actos o contratos conforme a las reglas de la
revocación objetiva del artículo 290 LRLAEP ni de la acción pauliana (artículo 2468
CC), bastando demandar la nulidad ante el tribunal competente.

289Vid. supra, Capítulo II, Sección II.

290 Como expresa Ruz Lártiga (2017), pp.  457-458, "estos acuerdos privados preconcursales
desjudicializados constituyen un mecanismo concursal eficiente que, por los espacios de libertad
contractual que abren y la relativa desformalización de su operatoria, se tornan en herramientas
seguras y ágiles para sortear los inconvenientes o rigores que presentan los procedimientos judiciales
en general".

291Goldenberg Serrano (2015a), p. 132.

292 Las diferencias son más bien sutiles. En este sentido, al tiempo que la regla del artículo  108
LRLAEP establece una "prohibición de solicitar la Liquidación Forzosa del Deudor", los artículos 2.31 y
57.1.a LRLAEP se refieren a que no podrá "declararse ni iniciarse en contra del Deudor un
Procedimiento Concursal de Liquidación". Sobre la inteligencia de esta regla ya nos hemos referido
supra (Capítulo  III, Sección  II.1), por lo que solo cabe advertir que, en lo que respecta a la
homologación del acuerdo simplificado, la limitación se estructura en torno a la solicitud, mas no a su
tramitación o a la dictación de la Resolución de Liquidación. Lo anterior no parece coherente puesto
que, a efectos de impedir tal tramitación, a la Empresa Deudora no le quedaría más que solicitar el
inicio de un Procedimiento Concursal de Reorganización a pesar de contar con el apoyo de los
acreedores requeridos para la aprobación judicial de un acuerdo simplificado al que se refiere el Título 3
del Capítulo III.

293 Sobre este punto, en Goldenberg Serrano (2014a), p.  216, hemos indicado que "[e]stas
consecuencias no deben entenderse como formas de protección de la negociación (como en los
sistemas italiano y español), sino como una forma de dar preeminencia a la solución extrajudicial, sin
obstrucciones, hasta el momento de su eventual aprobación. Sin ella, el solo hecho de dar publicidad al
acuerdo (necesario para dar curso al procedimiento de homologación conforme al artículo 110 LRLEP)
consagraría un desajuste entre la pretensión de reorganización por parte de un número considerable de
los acreedores del deudor, con la posibilidad de obstrucción de los demás acreedores, al menos
aparentemente minoritarios, a efectos de dar inicio a un procedimiento de liquidación o de disgregación
del patrimonio del deudor por medio de ejecuciones singulares".

294Goldenberg Serrano (2015a), p. 143.

295 O, como parece concluir Sandoval López (2014), p.  106, por la sola presentación de la solicitud
ante el tribunal competente.

296 A la misma conclusión arriba Ruz Lártiga (2017), p.  468, aun cuando, a nuestro juicio,
erradamente, refiera las consecuencias previstas en el artículo  108 LRLAEP como "Protección
Financiera Concursal". Lo anterior, a pesar de que luego señala que no es posible una aplicación
extensiva de las reglas del artículo 57 LRLAEP para integrar sus efectos. Por ello, aunque con un tono
menor, Sandoval López (2014), p. 106, le denomina como "protección financiera concursal atenuada".

297 Ley Nº 24.522, de concursos y quiebras, Capítulo VII.

298 En este sentido, se debe tener presente que Sandoval López (2014), p. 106, opina que "[h]ay que
entender que la excepción permite gravar estos bienes, no así enajenarlos, porque no se divisa cómo
podría continuar su giro sin ellos, teniendo éstos el carácter de estrictamente necesarios". Al efecto,
como hemos visto supra (Capítulo  IV, Sección  III) al tiempo de revisar el artículo  57.2 LRLAEP,
encontramos también aquí un error en la redacción de la norma, puesto que esta parecería aludir a los
bienes que son propios del giro de la empresa, no los que son necesarios para el desempeño del giro.

299 En contra, Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), p.  136, quienes sostienen que "[e]n
cuanto a la venta de sus activos, aunque el citado artículo nada dice, entendemos que es
perfectamente posible que la Empresa Deudora pueda vender o enajenar activos cuyo valor no exceda
el 20% de su activo fijo contable y si requiere una venta que supere la limitación anterior, se requerirá la
autorización de los acreedores conforme lo dispone el artículo  74". No podemos coincidir con esta
conclusión, precisamente porque no estamos propiamente frente a una Protección Financiera
Concursal como la que ofrece el artículo 57 LRLAEP, ni se está pretendiendo la obtención de liquidez
en el marco de una negociación que, en el caso del acuerdo de reorganización extrajudicial, ya se
habrá celebrado al tiempo de su presentación ante el tribunal competente.

300 Sobre el particular, vid. Gómez Balmaceda y Eyzaguirre Smart (2011), pp. 115-120.

301 Sobre algunas exclusiones jurisprudenciales al sujeto pasivo de la quiebra, como se le


denominaba al amparo de la Ley Nº 18.175, hoy derogada, vid. Contador Rosales y Palacios Vergara
(2015), pp. 15-16.

302Puga Vial (2014b), p. 220.

303 La única excepción se refiere a la fijación de la fecha de cesación de pagos, ahora innecesaria
por la desaparición de la carga de solicitar la propia quiebra y la despenalización de su infracción, por
una parte, y, por otra, la fijación de periodos sospechosos fijos en el marco de las acciones revocatorias
concursales (Capítulo VI de la Ley Nº 20.720).

304 En este sentido, ya en el Mensaje se señalaba que "asimismo, resulta imperiosa la necesidad de
crear un régimen especial para las personas naturales que se encuentran en incapacidad de responder
a sus obligaciones financieras por distintas razones, como, por ejemplo, presentar niveles de consumo
muy por encima de su capacidad real de pago. Así, el Proyecto busca crear, primeramente, la
posibilidad de solucionar una insolvencia personal en un escenario armónico y adaptado a la realidad
de un deudor persona natural, dándole la posibilidad de responder con sus propios bienes de manera
más breve y menos costosa que en una liquidación de empresas y, así, impulsar comportamientos
crediticios responsables en el consumidor a largo plazo, mejorando la educación financiera por medio
de normas que la hagan aplicable" (Historia de la Ley Nº 20.720, Mensaje, p. 7).

305 Respecto a estas motivaciones, vid. Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), pp. 241 y 243.

306 Como expresa Ríos Labbé (2019), p.  553, "si la renegociación ha sido declarada admisible,
démosle las oportunidades de ser exitosa".

307Ríos Labbé (2019), p. 553.

308Vid. supra Capítulo III, Sección II.4.

309 De ahí que, revisadas las resoluciones de admisibilidad publicadas en el Boletín Concursal hasta
la fecha, no se haya encontrado alguna que indique el monto de tales intereses, solo replicando el
monto por capital adeudado informado por la Persona Deudora.

310 En este sentido se pronunció la entonces Superintendenta de Quiebras, Josefina Montenegro


(Historia de la Ley Nº 20.720, Comisión de Hacienda del Senado, p. 1439).

311Para un mayor desarrollo de este punto, vid. Goldenberg Serrano (2018b), pp. 157-199.

312 Para una crítica a la idea de la "aceleración del crédito", Sandoval López (2014), p. 382.

313 Sin perjuicio de ello, adviértase que Severin Fuster (2015), p. 523 sostiene que una interpretación
sistemática de la normativa incorporada por la LRLAEP debería favorecer la conservación del plazo
incluso en el marco de un Procedimiento Concursal de Renegociación, de manera de leer el
artículo  1496.1 CC "en el sentido de que el deudor, si es persona natural, no tenga tal calidad en un
concurso de renegociación".

314 Como señala Puga Vial (2014a), p.  468, "nadie está obligado a seguir suministrando crédito al
deudor una vez abierto este procedimiento, aunque exista compromiso legal de hacerlo merced a estos
expedientes". Sin embargo, la suspensión de dichas líneas de crédito o sobregiro no se produce por el
solo hecho de la resolución de admisibilidad, sino que es necesario que dicha posibilidad hubiese
dispuesto lo anterior en su texto contractual. De contrario, se producirá una infracción a la ley del
contrato (artículo 1545 CC), o, de ser aplicable, al artículo 17 B, letra b) de la Ley Nº 19.496.

315 Una alternativa podría haber estado dada por un acuerdo en que se estableciera una posición
postergada del crédito, dilatando la discusión de su admisibilidad por vía de impugnación del acuerdo
en los términos del artículo 272 LRLAEP. Sin embargo, si se observa esta norma, resultará que el punto
no queda comprendido en las causales de impugnación taxativamente dispuestas.

316 A estos efectos, cabe tener presente que el Capítulo  VI de la LRLAEP admite el ejercicio de
acciones revocatorias concursales (para los actos a título gratuito y otros asimilados) y de la acción
pauliana civil del artículo  2468 CC (para los actos a título oneroso). En esta órbita, el artículo  292
LRLAEP dispone que la parte condenada deberá restituir efectivamente la cosa a la masa y tendrá
derecho a la devolución de lo que hubiere pagado con ocasión del acto o contrato revocado, debiendo
verificar el monto en el procedimiento concursal respectivo, quedando pospuesto el pago hasta que se
paguen íntegramente los créditos de los acreedores valistas.
317 Los dos primeros efectos son desarrollados por el artículo 13 del OC Nº 4, sobre la base de la
constatación de la infracción a la prohibición por parte de la Persona Deudora ante la Superintendencia.

318 Sobre el sentido de la prohibición de celebrar actos y contratos en el CPC, vid. Alcalde Silva
(2013), passim.

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