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SENTENCIA NÚMERO: DIECISIETE

Córdoba, veintiocho de mayo de dos mil dieciocho.-


Y VISTOS: Estos autos caratulados: “GUERRA, Javier Alejandro y otros
p.ss.aa robo calificado con armas, etc.” (Expte. Sac Multifuero nº 2680774), radicados
en esta Excma. Cámara Cuarta del Crimen, Secretaría Nº 7, Sala Unipersonal presidida
por el Señor Vocal Dr. Luis Miguel Nassiz, en los que ha tenido lugar la audiencia a los
fines del debate a puertas abiertas, dictándose veredicto con fecha siete de mayo del
corriente año, con la participación del Sr. Fiscal de Cámara Dr. Raúl Gualda, del Dr.
Walter Gerardo Ferrero, en su carácter de defensor del acusado Guerra, Dres.
Marcelo Alejandro Flores y Pedro Alfonso Melián, co-defensores de Cristian A.
Soria, Dr. Jorge Mario López, por la defensa de Sada y Dra. Judith Lucía Brenta,
en su carácter de defensora de Matías E. Soria y los imputados Javier Alejandro
Guerra, Cristian Alejandro Soria, Darío Marcelo Sada y Matías Emanuel Soria.
El primero, Guerra, de nacionalidad argentino, D.N.I. N° 33.101.718, 30 años de
edad, soltero, con instrucción secundaria completa, empleado, nacido en la ciudad de
Córdoba el 19/06/87, hijo de Adrián Alejandro Guerra (v) y de Silvia Irene Rodríguez
(v), prontuario policial nº 1062464 sección A.G.; quien en lo conducente a sus
condiciones de vida dijo que se encuentra en pareja con Soledad María Madera, quien
trabaja en una clínica como enfermera y no tienen hijos.
Agregó que trabaja en la heladería Grido y percibe “entre 12.000 o 13.000 pesos
al mes, dependiendo de las horas trabajadas. Antes de trabajar en Grido fui mozo en
Pizza Zeta”. En cuanto a su instrucción, se encontraba haciendo un curso de peluquería,
pero “un auto me pisó el pie y no pude continuar”.
Asimismo, el imputado explicó que tuvo que cambiar su domicilio por una
orden de restricción con relación a la víctima de la causa, la Srta. Monserrat y que
actualmente vive en calle José Podestá N° 2749 de B° Centro América de esta ciudad.
Por último, manifestó que es sano y no afecto al alcohol ni a la droga, “me drogué
hasta los 25 años de edad, fumaba marihuana pero dejé”.
Finalmente se informó que no tiene antecedentes penales computables (v. Acta
fs. 1163/1165).
El segundo, Cristian A. Soria, D.N.I. N° 32.204.548, argentino, 31 años de edad,
soltero, con instrucción secundaria completa, domiciliado en manzana 1, lote 10, de B°
Juan Pablo II Anexo de esta ciudad, nacido en la ciudad de Córdoba el 08/03/1986, hijo
de José Luis Soria (f) y de Norma Beatriz Lucero (v), prontuario policial nº 916958
sección A.G.. Durante la audiencia expresó, sobre sus condiciones personales, que
convive con su pareja con quien tienen dos hijos en común, Alexis Agustín y Laila, de
seis y un año de edad respectivamente; “No les di mi apellido porque estaba preso pero
quiero dárselos”.
Luego, manifestó como ocupación, que lo ayudaba a un hermano, Emanuel
Soria, que tiene un negocio y es técnico de celulares, y percibía “200 o 300 pesos por
día, aproximadamente 4.000 pesos mensuales. Antes trabajaba en un lavadero de
ropa”. En cuanto a su nivel de instrucción se encuentra cursando el último año de la
secundaria, “quiero anotarme en una carrera universitaria, me gustaría derecho o
letras… tengo antecedentes, yo recaí en la delincuencia porque no podía avanzar con
el trabajo… estaba en un prelavado de ropa y cuando el encargado supo de mis
antecedentes penales, me echó…”.
En el servicio penitenciario tiene calificación 10 puntos y la ha mantenido todo
el tiempo, sin sanciones y lo visitan su mujer y familiares. Por último, afirmó que no es
adicto a las drogas ni al alcohol ni padece enfermedades infectocontagiosas.
Finalmente se informó que tiene antecedentes penales computables, a saber:
a) Condena impuesta por Excma. Cámara 2 en lo Criminal de esta ciudad,
mediante sentencia de fecha 17/03/2009, en virtud de la cual impuso al nombrado la
pena de 6 años y 6 meses de prisión con trabajo obligatorio, declarándolo penalmente
responsable de los delitos de Amenazas Calificadas (primer hecho), coautor de Robo
Calificado Reiterado -3 hechos- en concurso real (segundo hecho) y autor de
Resistencia a la Autoridad y Cohecho activo en concurso real (tercer hecho), todo en
concurso material, unificando el pronunciamiento con la condena de 2 años y 6 meses
en forma de ejecución condicional, impuesta por la Excma. Cámara 10 en lo Criminal
de fecha 31/05/2007; en la única de 8 años de prisión, con trabajo obligatorio.
Cumplimiento total de la condena: 25/06/2015.
b) Concesión del beneficio de libertad condicional de fecha 26/10/2012, dictado
por el Juzgado de Ejecución Penal de la Ciudad de Cruz del Eje.
c) Transformación de la libertad asistida provisoria que gozaba, en libertad
asistida definitiva a partir del 12/02/2016, por Auto Interlocutorio nro. 33 de igual
fecha, dictado por el Juzgado de Ejecución Penal de 2da. Nominación; con vencimiento
de la pena impuesta, el día 26/05/2016 (v. Acta fs. 1163/1165).
Acto seguido, el imputado Darío Marcelo Sada, D.N.I. N° 25.477.754, argentino, 41
años de edad, soltero, domiciliado en calle Eduardo Wilde N° 2918 de B° Marcelo T. de
Alvear de esta ciudad, nacido en la ciudad de Córdoba el 12/10/76, hijo de Livio Sada
(v) y de Irma Oviedo (v), prontuario policial n° 604393, sección A.G; en oportunidad
del debate manifestó que vive en un domicilio de su familia, por lo que no paga alquilar,
junto a su pareja con quien tienen dos hijos en común, Malena y Darío, de cinco y tres
años de edad respectivamente; “mi pareja percibe asignación universal por hijo”.
Agregó que tenía estudios secundarios incompletos, “hasta segundo año pero
rendí el examen nivelador para quienes tienen secundario incompleto y me fue bien, lo
terminé y ahora estoy inscripto en la facultad de derecho. Antes de prisión, trabajaba
como ayudante en un taller metalúrgico y percibía 4.000 pesos mensuales
aproximadamente”.
En el servicio penitenciario “no hay oficio para aprender. Mi conducta es
regular 4 porque tuve sanciones”. Por último manifestó que no consume drogas ni
bebidas alcohólicas. Seguidamente se informó por secretaria que tiene antecedentes
penales computables, a saber:
a) Condena impuesta por la Excma. Cámara 11 en lo Criminal de esta ciudad,
mediante sentencia nro. 47 de fecha 04/12/2003, en virtud de la cual impuso al
nombrado la pena de cinco años de prisión y declaración de reincidencia, declarándolo
penalmente responsable del delito de robo calificado por el uso de arma –primer hecho-
y autor de portación ilegal de arma de uso civil –segundo hecho- en C/R, revocando la
libertad condicional que gozaba oportunamente, unificándola con lo que le restaba
cumplir de la pena impuesta por la Excma. Cámara 2° en lo Criminal, en la pena única
de 6 años y 6 meses de prisión y declaración de reincidencia, revocando la libertad
condicional que gozaba, con cumplimiento total de la pena el 10/11/2009.
b) Condena impuesta por la Excma. Cámara 6 en lo Criminal de esta ciudad,
mediante sentencia nro. 12 de fecha 08/04/2014, mediante la cual impuso al nombrado
la pena de 3 años y 2 meses de prisión, con declaración de reincidencia, declarándolo
penalmente responsable de los delitos de violación de domicilio y robo calificado
reiterado –dos hechos-; con fecha de cumplimiento el 04/12/2015.
c) El Juzgado de Ejecución de 2da Nominación, le otorgó la libertad asistida, el
13/07/2015 (v. Acta fs. 1163/1166).
Por último, Matías Emanuel Soria, D.N.I. N° 32.876.662, argentino, 31 años de
edad, soltero, con instrucción secundaria incompleta, domiciliado en calle La Rioja
4730 de Barrio Villa Urquiza de esta ciudad, operario de una fábrica, nacido en la
ciudad de Córdoba el 15/01/1987, hijo de Carlos Omar Soria (v) y de Liliana Noemí
Gallardo (v), prontuario policial nº 1073339 sección A.G.. En cuanto a sus condiciones
personales manifestó que convive con su pareja, Micaela Florencia Rojas y las hijas que
tienen en común, Luna y Malena Soria de 2 y 7 años de edad respectivamente. Que
tiene cursado hasta 4° año del secundario, “deje porque caí detenido, ahora estoy
terminando”.
Agregó que trabajaba de operario en una metalúrgica en Barrio Marqués de
Sobremonte y percibía por quincena 5.500 pesos, además, trabajó en diferentes tipos de
fábrica como operario. Expresó que no es afecto al alcohol ni a las drogas ni padece
enfermedades infectocontagiosas.
En la ocasión, se informó por secretaría que no posee antecedentes computables
(v. acta de audiencia de fs. 1163/1165).
DE LA QUE RESULTA: Mediante auto interlocutorio n° 3, dictado por el
Juzgado de Control nº 3, con fecha 13/06/2017, se tuvo por adecuada (conforme al
grado de probabilidad exigido en esa etapa del proceso) la plataforma fáctica que el Sr.
Fiscal de Instrucción fijare como Primer Hecho (en la Requisitoria obrante a fs.
872/915) con respecto al imputado Javier Alejandro Guerra: “Con fecha cinco de
febrero de dos mil dieciséis, entre las 18:00 y las 19:00 hs. aproximadamente, en la
vereda de calle Podestá N° 2722 de Barrio Centro América de esta ciudad, en
circunstancias en que Ludmila Caparroz se encontraba junto a Facundo Monserrat
Contreras, Gianella Rinaudo y el imputado Javier Alejandro Guerra, habría colgado en
el manubrio de la motocicleta del prevenido Guerra su campera con dibujos de
historieta de varios colores y puños color negros, mientras dialogaba con todos ellos.
En esas circunstancias y aprovechando que Caparroz estaba de espaldas, el prevenido
Guerra se habría apoderado ilegítimamente de la campera mencionada, la que en su
interior contenía dos llaves, una de ingreso al portón de rejas delantero y del garaje de
la vivienda de la víctima Caparroz ubicada en calle Miguel Cané N° 2823 de B°
Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, retirándose inmediatamente del lugar en dirección
a su vivienda ubicada en diagonal al lugar donde se encontraban, consumando de esta
manera sus propósitos furtivos”.
En lo conducente al Segundo Hecho, común a todos los imputados, tuvo por
adecuada la plataforma fáctica del siguiente modo: “Entre el día cinco de febrero de
dos mil dieciséis, entre las 18:00 y las 19:00 hs. y el día ocho de febrero de dos mil
dieciséis a la 1.30 hs. el prevenido Javier Alejandro Guerra que tenía en su poder la
llave que previamente había sustraído a Ludmila Caparroz- hecho por el cual ya fuera
intimado oportunamente- se la entregó al prevenido Matías Emanuel Soria quien a su
vez la transfirió a Cristian Alejandro Soria, llave que abre el portón de rejas de ingreso
al domicilio ubicado en calle Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta
ciudad, compuesto por dos viviendas, una vivienda en la planta alta y otra en la planta
baja. Además el día ocho de febrero de dos mil dieciséis entre la 01:05 hs. y la 1:30 hs.,
un sujeto aún no identificado por la instrucción- entregó el arma de fuego tipo revolver
calibre 22 marca Dillon Volonte N° 4446- de condiciones de uso operativo- al
prevenido Cristian Alejandro Soria para ser usada para la comisión del delito contra la
propiedad. Con fecha ocho de febrero de dos mil dieciséis siendo la 01.30 hs.
aproximadamente, en el domicilio ubicado en calle Miguel Cané N° 2823 de B°
Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, se habrían presentado de consuno y con fines
furtivos -a bordo del vehículo marca Fiat modelo Palio dominio BKP 567 color blanco
-los incoados Darío Marcelo Sada alías “Popo”, Cristian Alejandro Soria alías
“Vaguito” y Matías Emanuel Soria y otro sujeto aún no identificado por la instrucción,
mientras que Ludmila Agostina Caparroz, Facundo Monserrat Contreras y Gianella de
Lourdes Rinaudo, se encontraban en la vivienda ubicada en la planta alta del domicilio
mencionado. En esa ocasión, el imputado Sada portaba el arma de fuego tipo revolver,
calibre 22, marca Dillon Volonte N° 4446- de condiciones de uso operativo- mientras
que el prevenido Cristian Alejandro Soria blandía un cuchillo con mango color marrón
claro, con una hoja de 15 cm. aproximadamente. En esa circunstancia, abrieron el
portón de rejas ubicado en la parte delantera del domicilio mencionado, con la llave
suministrada previamente, por cuanto contaban con la información aportada por los
prevenidos Guerra y Matías Emanuel Soria de que en la vivienda ubicada en la planta
alta de ese domicilio podría encontrarse una chica sola y que habría una caja fuerte-
tras lo cual ingresaron al domicilio mencionado contra la voluntad presunta de quien
tiene derecho a excluirlos, mientras que el prevenido Matías Emanuel Soria habría
ingresado con posterioridad a ellos, también contra la voluntad presunta de sus
moradores- permaneciendo oculto en el interior de la vivienda. Una vez allí, los
prevenidos Cristian Soria y Darío Marcelo Sada, se habrían dirigido a la vivienda
ubicada en la planta alta del domicilio descripto anteriormente, donde se encontraba
Ludmila Caparroz y sus acompañantes, tras lo cual el incoado Sada portando el arma
mencionada se habría asomado por una ventana ubicada en la puerta de entrada de la
vivienda descripta, exigiéndole a los allí presentes que no se acercaran o les disparaba,
tras lo cual traspasa su mano por la ventana y abre la puerta girando la llave,
ingresando a la morada junto con el prevenido Cristian Soria, contra la voluntad
presunta de su propietaria. En ese momento, Gianella Rinaudo y Facundo Monserrat
Contreras corrieron hacia un dormitorio, mientras que Ludmila Caparroz lo hizo en
dirección al baño, lugar desde el cual fue trasladada por los imputados Cristian Soria y
Darío Marcelo Sada, quienes la llevaron a un dormitorio junto a Gianella y a Facundo,
lugar donde los hacen tirar boca abajo en la cama y los taparon con un cubrecamas,
mientras les preguntaban quién era el dueño de casa, a lo que Ludmila manifiesta que
era ella, por lo que la hacen levantar de la cama y la llevan hasta la habitación de sus
padres, oportunidad en que los incoados Cristian Soria y Darío Marcelo Sada rompen
la puerta a patadas debido a que estaba cerrada con llave. Una vez en su interior, los
imputados Cristian Soria y Darío Marcelo Sada le exigieron a Ludmila Caparroz que
buscara la plata y al responderle ésta que no sabía dónde había dinero, comenzaron a
desordenar la habitación en busca del mismo, momento en el cual el prevenido Cristian
Soria le propinó a Caparroz dos cachetadas, apoyándole el cuchillo que blandía en el
cuello, mientras le exigía insistentemente el dinero, anunciándole que sino la mataría.
Tras ello, llevaron a Ludmila nuevamente al dormitorio junto a Gianella Rinaudo y a
Facundo Monserrat Contreras, atando de los pies a las dos primeras y al Facundo
Monserrat Contreras de pies y manos, colocándole a este último una remera en la
cabeza para evitar ser vistos, por lo que el prevenido Sada le habría asestado dos
golpes con la culata del arma de fuego en la cabeza, provocándole dos cortes en el
cuero cabelludo. En esas circunstancias, se habrían apoderado ilegítimamente de una
valija de color bordó, con tres compartimentos, con cuatro ruedas y una manija de
traslado, la cual contenía un dvd portátil, con caja marca LMD750, con control
remoto, cargador y cables, un monedero color rojo con cierre, un walkman con
casetera marca SOFI, color gris con antena, un GPS color gris, marca Garmin Nuvi,
una cámara digital marca Lumix Panasonic, color negro, una cámara digital marca
Sony color negro, con estuche color negro con cargador, un billete de $20 (pesos
veinte) serie N° 71161034D, un palo para sacar foto con celular (selfie), un reloj de
pulsera color dorado marca Olimpic Precious, un reloj de pulsera color plateado
marca Steel Back, un reloj de pulsera, color dorado marca Zafira, un reloj de pulsera
color dorado con malla marrón, marca Casio, un collar de mujer color dorado, con
detalles en color morado (piedritas), un dije dorado, de forma cuadrada con una piedra
en su centro tipo cristal (transparente), un dije color plateado, dos porta tarjeta de
memoria una color azul y dos celulares marca Samsung, uno modelo Galaxy Grand
Neo Plus y otro modelo Galaxy Fame, todos de color negro y la suma de 3800 pesos
que estaban debajo del colchón de una habitación. Tras ello, y luego de que Noelia
Luciana Caparroz -quien vive en la planta baja del mismo domicilio- escuchara el
llanto de su sobrina Ludmila, habría subido y al ver la situación narrada dio aviso al
101. Inmediatamente, se presentaron en el lugar funcionarios policiales a bordo de los
móviles 6881 y 5560, momento en el cual desde el interior de la vivienda- y al advertir
la presencia de los mismos- uno de los imputados-sin ser posible establecer cuál de
ellos lo hizo- les habrían efectuado dos o tres disparos en dirección a ellos, momento en
el que el Cabo Arribas le da la voz de alto, repeliendo los disparos con su arma
reglamentaria, efectuando dos disparos en dirección al interior de la vivienda,
situación en la cual los prevenidos Cristian Soria y Sada emprenden la huida hacia la
parte posterior de la casa, por lo que el Cabo Arribas ingresa a la vivienda por la
puerta principal, cruza el interior de la misma hasta una puerta trasera ubicada en la
cocina que conecta con una terraza, abriendo la misma, tras la que había otra puerta
de reja cuyos dos barrotes centrales habían sido forzados por los imputados en su
huida, viendo el Cabo Arribas en ese momento al prevenido Sada a quien le exige que
se tirara al piso, momento en el cual el prevenido Sada pretende darse a la fuga
nuevamente por una escalera que da al patio, momento en el que se cae de la escalera,
logrando el Cabo Arribas su aprehensión en el lugar con parte de la res furtiva en su
poder. Mientas tanto el incoado Cristian Soria se habría dado a la fuga por los techos,
efectuando disparos contra personal policial, los que fueron repelidos por el Oficial
Subinspector Esteban Armanino, quien habría arribado al lugar junto con el Cabo
Arribas- ingresando el prevenido Soria por un techo al jardín de la vivienda ubicada en
calle Wilde N° 2824, de propiedad del Sr. Andrés Eduardo Vargas -contra la voluntad
presunta de su propietario- lugar a donde también habría ingresado el uniformado,
logrando -luego de trabarse en lucha con el prevenido Cristian Soria- su aprehensión,
secuestrándosele del bolsillo delantero izquierdo de su pantalón dos celulares marca
Samsung de color negro. Asimismo y tras una búsqueda exhaustiva en el lugar, se logró
el secuestro del arma de fuego dentro de una maceta en una vivienda colindante con la
del lugar del hecho, en calle Miguel Cané N° 2817, arma que habría arrojado el
prevenido Cristian Soria en su huida y el secuestro del cuchillo dentro de la vivienda
donde ocurrió el hecho. Por su parte el prevenido Matías Emanuel Soria engañó a los
policías haciéndose pasar por amigo de las víctimas, saliendo del lugar
subrepticiamente. Por las golpes recibidos Ludmila Caparroz sufrió: herida cortante
superficial en base lateral derecha de pirámide nasal, equimosis de aproximadamente 4
por 5 cm. en cara posterior tercio inferior de brazo izquierdo, equimosis en cara
externa tercio inferior de antebrazo izquierdo, erosión en mucosa yugal derecha, con
dolor en región costal izquierda, por la que se asignaron 10 días de inhabilitación para
el trabajo. A su vez, Facundo Monserrat Contreras sufrió: herida suturada de 8 mm.
aproximadamente en región parietal derecha, excoriación próxima a la anterior,
excoriación en región parietal posterior derecha, excoriaciones en N° de 2 en región
parietal posterior izquierda, por la que se le asignaron 10 días de inhabilitación para el
trabajo”.
En lo que respecta al Tercer Hecho, el auto de elevación a juicio obrante a fs.
1000/1047 le atribuyó al imputado Matías Emanuel Soria la comisión del siguiente
hecho:“Con fecha dieciséis de marzo de dos mil dieciséis, siendo la 1.30 hs., en el
domicilio de Valeria Soledad Vivas ubicado en calle Miguel Cané N° 2823 de Barrio
Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, en circunstancias en que la camioneta marca
Toyota Hilux, color negra, de propiedad de la nombrada estaba estacionada fuera del
domicilio mencionado, se habría presentado en el lugar- aparentemente a bordo de una
motocicleta - el imputado Matías Emanuel Soria - en compañía de otro sujeto aún no
identificado por la instrucción- quien intencionalmente habría arrojado aparentemente
una piedra en dirección a la camioneta, ocasionándole una abolladura en la puerta
derecha trasera”.
Por último, en cuanto al Cuarto hecho, atribuido solo a Matías Emanuel Soria:
“Con fecha diecisiete de marzo de dos mil dieciséis, siendo las 14:30 hs.
aproximadamente, en circunstancias en que Valeria Soledad Vivas estaba ingresando
su camioneta marca Toyota Hilux a su vivienda ubicada en calle Miguel Cané N°
28323 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, se habría presentado en el lugar el
prevenido Matías Emanuel Soria a bordo de una motocicleta color negra quien le
habría manifestado de manera intimidante ‘LO DE LA CAMIONETA NO ES NADA, YA
VAS A VER LO QUE TE VA A PASAR`, expresiones que habrían causado temor a la
víctima”.
Y CONSIDERANDO: Que el Señor vocal que constituye la sala, Dr. Luis
Miguel Nassiz, se pregunta y responderá a las siguientes cuestiones planteadas:
PRIMERA: ¿Existieron los hechos y corresponde atribuir participación responsable en
estos a los acusados? SEGUNDA: ¿Qué calificación legal resulta aplicable?
TERCERA: ¿Cuál es la pena que corresponde imponer?
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR VOCAL DR.
LUIS MIGUEL NASSIZ, DIJO:
I) La Requisitoria Fiscal de referencia, sobre la base de la plataforma fáctica allí
descripta, atribuyó a Cristian Alejandro Soria y Darío Marcelo Sada, participación como
coautores penalmente responsables del delito de Robo calificado con arma de fuego
operativa y Violación de domicilio en concurso real (art. 166, inc. 2, primer párrafo, art.
150, art. 45 y 55 del C.P.); a Matías Emanuel Soria como partícipe necesario del delito
de Robo calificado con arma de fuego operativa y autor del delito de Violación de
domicilio, Daño y Amenazas (art. 166, inc. 2, primer párrafo, art. 150, art. 183, art. 149
bis, primer párrafo, primera parte, art. 45 y 55 del C.P.) en concurso real; y de Javier
Alejandro Guerra como autor del delito de Hurto simple y partícipe necesario del delito
de Robo calificado con arma de fuego operativa en concurso real (art. 162, art. 166, inc.
2, primer párrafo, art. 45 y 55 del C.P.).
II) Los hechos que fundamentan la pretensión represiva desarrollada por el
Ministerio Fiscal, fueron enunciados al comienzo del fallo mediante la transcripción del
relato contenido en el respectivo citatorio, remitiéndome a ello por razones de concisión
y dándolo en este tramo por reproducido (cfr. art. 408 inc. 1°, in fine, del C.P.P).
III) Al ser llamado a ejercer su defensa material, el imputado Javier Alejandro
Guerra, previa intimación conforme pautas legales vigentes (puesta en conocimiento de
los extremos fáctico- jurídico obrantes en su contra y del respaldo probatorio de los
mismos), expresó que “la tarde que se sustrajo la campera con las llaves, yo llegué al
kiosco a bordo de mi motocicleta, donde estaban reunidos los chicos tomando cerveza”.
Explicó que se sentía molesto porque tenía puesta una “bota” en el pie por un accidente
que le había ocurrido por eso estuvo alrededor de quince minutos y dispuso retirarse.
Seguidamente expresó que al llegar a su casa, antes de ingresar, Ludmila
apareció y le dijo que Facundo le había dicho a ella, que él (el dicente) le había sacado
la campera. Dijo “yo no le saqué nada, es más, le mostré el compartimiento de su moto
para que viera que no tenía nada, nunca me llevé su campera”.
A preguntas formuladas por las partes, agregó que no llevó a Ludmila a ninguna
parte ni vio ninguna campera. Era una tarde de calor; “conozco a Ludmila hace años, fui
a su fiesta de 15 años”. En cuanto a su relación con los imputados detenidos dijo que a
Matías Soria sí lo conoce porque fueron juntos al jardín de infantes, a Cristian Soria lo
conoce porque la familia del nombrado vive a la vuelta de su domicilio y a Darío Sada
no lo conoce” (v. Acta de debate fs. 1174/1176).
Por su parte, Darío Marcelo Sada, Cristián Alejandro Soria y Matías
Emanuel Soria, al ejercer su defensa material, previa intimación conforme pautas
legales (i.e. puesta en conocimiento de los hechos atribuidos y de las pruebas obrantes
en su contra) en presencia de su defensores, los imputados reconocieron los hechos
atribuidos tal como le fueron expuestos mediante la lectura del libelo acusatorio (v.
Acta de Audiencia fs. 1174/1175).
En virtud de las confesiones formuladas por los acusados en oportunidad del
debate (espontánea, lisa, llana y circunstanciada) en orden al grado de participación
criminal que en los hechos atribuidos les cupo, más la petición de la defensa en cuanto
se le imprima al presente el trámite de juicio abreviado previsto en el art. 415 del
C.P.P., junto con la aquiescencia prestada por el Sr. Fiscal de Cámara y el Tribunal, se
resolvió omitir la recepción oral de las pruebas vinculadas a la acreditación de la
existencia de los sucesos y la culpabilidad de los nombrados en tales eventos. Sin
embargo, se difirió para el tramo final del juicio la incorporación por su lectura de la
prueba obrante en autos colectada durante la etapa sumaria, atento encontrarse sometido
el imputado Javier Alejandro Guerra, a las reglas del juicio común (Conf. Acta de fs.
133/134).
IV) Durante la audiencia de debate se oralizaron los testimonios de Valeria
Soledad Vivas, progenitora de Ludmila Caparroz, quién manifestó que “estaba en
Potrero de Garay, y mi hija quedó en casa con una amiga”. Contó que la Policía la
llamó porque Caparroz vió entrar a unos sujetos a su casa, “cuando llegué a casa estaba
la policía y mi hija con su novio toda golpeada”. Expresó que conoce a todos los
imputados, del barrio. Así explicó que Cristian Alejandro Soria le dicen “vaguito” y a
Sada le dicen “copo”.
Relató que Ludmila estaba en la casa de Javier Guerra y él le roba, de adentro de
la campera, las llaves de la casa, “aquellas que abren el portón de reja” y que ella vive
en el piso de arriba y debajo vive su cuñada. Agregó que días después de cometido el
hecho, recibió una pedrada en su camioneta pero que no sabe quién fue, “sólo un chico
que me insultó pero no sé quién es”.
A preguntas formuladas sobre el portón de reja, la testigo respondió que es
posible saltar ese portón, y agregó que la llave de la otra puerta de la casa estaba puesta,
por dentro del cerrojo, y que debieron meter el brazo y desecharla para poder ingresar al
domicilio.
A solicitud del Sr. Fiscal de Cámara, con la conformidad del resto de las partes,
se incorporó por su lectura, la declaración brindada por la Sra. Vivas durante la
investigación penal preparatoria obrante a fs. 197/198 de autos.
En dicha oportunidad, la testigo relató que en relación al hecho ocurrido en su
vivienda, con fecha 8 de febrero de 2016, “ese día estaba en Potrero de Garay (…) su
cuñada Luciana Caparroz fue quien les avisó lo que estaba sucediendo. Que ella se
dirigió inmediatamente a su vivienda y al llegar ve a la policía y a dos sujetos
aprehendidos en el móvil, sin darse cuenta en ese momento quiénes eran. Que ese día
cuando fue a acompañar a su hija, Ludmila, a declarar a la Unidad Judicial, se hizo
presente “Chicho” Pastilla Soria, hermano de Cristian Soria, en ese momento ambos se
enteran de que Cristian (hermano de Chicho) era quien había entrado a robar a su casa.
Que “Chicho” les dijo que Matías Soria había estado los días anteriores buscando a su
hermano Cristian en su casa, que le había dicho a la madre de Cristian que tenía un
trabajo “de dólares” y de una caja fuerte para Cristian (...) Que “Chicho” les comentó
que Matías, le dijo a Cristian que tenía la llave de una casa y que esa llave se la había
dado Javier Guerra (…) que iban a entrar a esa casa porque había una chica sola. Que
todo esto fue escuchado por su marido, su hija, su yerno Facundo Monserrat (...) Que
conoce a Cristian Soria alias “Vaguito”, Darío Sada alías “Popo” y a Matías Soria (cree
que tiene apodo pero no lo sabe) y a Javier Guerra de toda la vida ya que son amigos del
barrio (...) Que su hija no se dio cuenta esa noche que Matías Soria estaba con los
sujetos participando del hecho ya que no los conocía como amigos, pero sí lo reconoció
a Matías como amigo de Javier Guerra porque los había visto juntos como lo hacen
actualmente (...) Que a Cristian Soria la noche del hecho lo sacaron del patio de la
abuela de Matías Soria, quien vive detrás de la casa de la declarante (...) Que Nonai le
comentó a Iván que los que participaron del hecho fueron Cristian Soria, Darío Sada,
Matías Soria (estos tres habían entrado a la casa), que Javier Guerra les habría entregado
la llave (pero no habría ido) y que Juan Manuel Chiabos alías “Nonai” se había quedado
en el auto haciendo las veces de campana (…) Que a su hija Ludmila, días antes del
hecho, Javier Guerra le sustrajo su campera con las llaves de su casa adentro pero su
hija no se lo dijo porque tenía miedo a que la declarante la retara…”.
Seguidamente, en oportunidad del debate, a preguntas formuladas por la defensa
del acusado Guerra, la testigo respondió que tiene casa en Potrero de Garay hace
bastante tiempo y que viaja casi todos los fines de semana. Que en esa oportunidad, le
comentó a la mamá de Gianella, amiga de su hija, que iba a viajar para que le diera
permiso a Gianella a quedarse con su nena.
A preguntas formuladas por el Sr. Fiscal de Cámara, la testigo explicó que la
reja del portón mide “1,60 mts. aproximadamente” (v. acta de audiencia de fs. 1176).
- Ludmila Caparroz declaró en oportunidad al debate que conoce a los
imputados pero no tiene relación con ninguno, “yo aclaro que no quiero estar acá”. Así,
relató que el día del hecho, horas antes, Javier Guerra “me sacó las llaves de mi casa de
adentro del bolsillo de mi campera y se fue. Yo no lo ví pero sí mi novio y una amiga.
Mi novio fue hasta la casa de Guerra a buscarlo pero la madre le dijo que él no estaba,
aunque su moto estaba estacionada en la puerta. Nos quedamos esperando a que
Guerra saliera de su casa, pero se ve que nos esquivó porque no lo vimos”.
Aquella misma noche “sufrimos el robo. Estábamos en casa con mi novio y
amiga, y entraron unos sujetos encapuchados, con pasamontañas, recuerdo que uno
llevaba un arma y el otro un cuchillo. Mi novio y mi amiga se fueron a la pieza pero los
agarraron y los ataron”. Así detalló que se llevaron una cartera de su madre y varias
pertenencias más, pero pudieron recuperar todo, salvo dicha cartera.
Seguidamente, la testigo manifestó que “las llaves de la casa, específicamente
de la puerta y del portón, que me había sacado Guerra aparecieron en las escaleras de
mi casa”. Afirmó que “en total entraron tres personas a mi casa, los dos choros y
Matías Soria, este último es amigo de Guerra. Soria nos desató a los tres y nos dijo que
a él lo tenía encerrado en el baño”.
A preguntas formuladas por la defensa de Guerra, explicó que durante la tarde,
estaban en la vereda y se acercó Guerra, “yo apoyé mi campera sobre la moto y Guerra
se fue, según mi amiga él se guardó mi campera y se la llevó. A los diez minutos fuimos
a la casa de Guerra a buscarla pero su madre no nos dejó hablar con él” (v. acta de
audiencia de fs. 1176).
- Gianella del Lourdes Rinaudo, amiga de Ludmila Caparroz, manifestó que
habían dejado la llave en un bolsillo de una campera que estaba apoyada en la moto de
Javier. La asentaron a la campera en la moto y se fueron, “cuando nos acordamos,
Javier se había ido. Fuimos a la casa de Javier pero la madre de él nos dijo que no
estaba”.
A preguntas formuladas por el Sr. Fiscal de Cámara sobre si dejaron la campera
en la moto, la testigo respondió que “sí, creo que la dejó arriba del manubrio y nos
fuimos”. En dicha ocasión estaba Facundo, Ludmila y Javier… todos conversando en la
vereda, pero no recuerda si Ludmila contó que los padres iban a salir, “yo no lo sabía”.
A preguntas formuladas por el Dr. Ferrero, explicó que Guerra llegó en la moto
y vieron cuando se retiró del lugar pero no recuerda si la campera estaba colgada en el
manubrio, “con seguridad cuando nosotros entramos, la campera estaba en el
manubrio de la moto pero me acuerdo si cuando Guerra se fue seguía estando ahí o
no”. Que ellos se dirigieron a la casa de Guerra, la madre les dijo que él no estaba pero
ellos ingresaron a su habitación buscando la campera y no vieron ninguna llave.
A preguntas formuladas por el Tribunal sobre cuánto tiempo pasó desde que
fueron a buscar al imputado Guerra y el robo en casa de su amiga, manifestó que no
recuerda bien, que cree que fue al día siguiente. Sobre el hecho del día 08 contó que
Monserrat, Ludmila y ella estaban cenando, “habíamos cerrado el portón de abajo con
llave pero vimos a alguien que pasó por la ventana, metió la mano y destrabó la puerta.
Así, nos hizo meter a una pieza, nos tiraron a una cama y nos ataron”.
Continuó relatando que desataron a Ludmila para que buscara cosas en los
placares, la tiraron de nuevo en la cama y la amenazaban, “también le pegaron en la
cara. Facundo dijo algo, no me acuerdo qué, y le pegaron con el arma en la cabeza. Se
llevaron cosas de plata y oro, televisores, habían preparado todo en la cocina… pero
insistían en que no se irían hasta que no les dijéramos dónde estaba la plata. Luego
escuchamos unos disparos, que llegó la policía, y a los minutos, ingresó un chico,
Matías Soria…él nos desató y dijo que había entrado porque vio movimiento en la casa
y los sujetos lo encerraron en el baño”; la policía le tomaba los datos y “él estaba como
nervioso, se quería ir rápido”.
Agregó que Ludmila le dijo que Matías Soria y Javier Guerra se conocían y que
encontraron la llave que les habían robado tirada en la escalera. Sobre el portón de
ingresó, explicó que “es de reja y mide dos metros de alto, se lo puede saltar”.
Por último insistió que no conoce a los imputados ni a sus familiares, pero que
pidió declarar sin la presencia de ellos “por nervios” (v. acta de audiencia de fs.
1206/1207).
- Facundo Sebastián Monserrat Contreras expresó que conoce al imputado
Guerra porque eran amigos. En cuanto al hecho de fecha 05/02/2016, relató que “Javier
le sacó la campera a Ludmila para hacerle una broma. No sabía que en la campera
estaba la llave, siguieron hablando y se olvidaron, él se fue a trabajar después”.
A preguntas del Sr. Fiscal para que aclare cronológicamente esa tarde, el testigo
explicó que “primero estábamos nosotros tres y llegó Guerra, Ludmila se sacó la
campera y la dejó arriba de la moto o sobre una verja, no me acuerdo bien, ella
tampoco se acuerda si fue a dar una vuelta en moto o no; la cuestión es que estuvimos
un rato los cuatro y después Guerra se fue a trabajar”. Que luego, Ludmila le contó
que Guerra se llevó la campera, agregando que tanto él como Guerra sabían que los
padres de Ludmila se iban de viaje.
Así, ratificó que la llave que se encontraba dentro del bolsillo de la campera
apareció en la escalera del domicilio de Ludmila Caparroz y, con relación al hecho de
robo, el testigo vio a “dos sujetos que se metieron encapuchados y afuera había otro
haciendo de campana, ellos pedían plata porque los habían entregado”.
Pasados los días se enteraron que el que estaba afuera era Matías Soria, quién lo
ayudó a desatarse. Para más, expresó que “la policía se llevó a los dos choros, a uno lo
encontraron en el patio, al otro a la vuelta…vi cuando lo subieron al móvil, estaban
ensangrentados pero tenían la misma ropa”.
A preguntas formuladas por el Tribunal, el testigo especificó que recuperaron
todo lo sustraído, “o sea no alcanzaron a llevarse nada” (v. acta de audiencia de fs.
1206/1207).
V) A razón de ello y conforme lo autorizan los arts. 397 y 398 de la ley de rito, a
pedido del Sr. Fiscal y con la aquiescencia de los defensores, se incorporó también por
su lectura este último testimonio y el resto del material probatorio legalmente colectado
durante la etapa preparatoria; plexo compuesto de las siguiente manera;
TESTIMONIALES: Almada, Nicolás Santiago (fs. 475, 534, 842), Armanino Esteban
(fs. 14), Arribas Cristian (fs. 9, 10, 80 y 499/500), Barrionuevo Diego (fs. 333), Campos
Manuel Alejandro (fs. 502), Caparroz Luciana Noelia (fs. 523/524), Caparroz Ludmila
Agostina (fs. 23/24, 91/92, 101 y 199/200), Chiabo Juan Manuel (fs. 315/316 y
351/353), González Silvia Susana (fs. 501), Herrera Daniel Ricardo (fs. 183/184,
217/220, 241/242 y 465), Lescano Braian Leonel (fs. 378), Ludueña Carlos Saúl (fs.
1/3), Monserrat Contreras Facundo Sebastián (fs. 28/29 y 851), Murta Gastón Ismael
(fs. 318/320 y 370/372), Nieto Hugo Nahuel (fs. 22), Peñaloza Ariel Omar (fs. 857),
Quiroga Juan Facundo (fs. 525), Rinaudo Gianella del Lourdes (fs. 87/88 y 854),
Roldán Gonzalo (fs. 170, 263 y 303), Sánchez Patricia Mónica (fs. 460 y 488), Soria
Anahí Celeste (fs. 485), Valdez Gustavo Gerardo (fs. 21/79 y 521/522), Vega Mario
Alberto (fs. 485), Vera Raúl Alberto (fs. 71/72, 97, 104, 117, 120, 123, 129 y 289),
Vivas Valeria Soledad (fs. 197/198, 655/656 y 744); DOCUMENTAL,
INSTRUMENTAL E INFORMATIVA: Acta de allanamiento (fs. 119, 121 y 124),
Antecedentes (fs. 1093/1097, fs. 1099/1105 y 1106/1111), Acta de aprehensión (fs. 11,
15, 16 y 290), Acta de entrega (fs. 93 y 748), Acta de exhibición y reconocimiento (fs.
94), Acta de inspección ocular (fs. 05 y 466), Acta de inspección ocular y secuestro (fs.
07, 08, 12, 13, 16, 17 y 98), Actas de allanamiento (fs. 243, 245, 247, 249 y 250),
Certificado de desglose con relación a Murta y Chiabo (fs. 871), Constancias del
sistema de causas penales (fs. 52, 53, 55, 56 y 447/450), Croquis ilustrativo (fs. 06, 18,
105, 106, 107 y 221/224), decreto de detención (fs. 291), Examen médico de imputados
(fs. 41, 42, 267/269 y 300), Examen médico legal de damnificados (fs. 158/159), Ficha
de álbum de fotos (fs. 54), Informe de la Sección Fotografía Legal (fs. 385/425 y
510/518), Informe de la Sección Huellas y Rastros (fs. 426), Informe de la Sección
Planimetría Legal (fs.427), Informe Servicio Penitenciario – Coordinación y enlace- (fs.
468/471), Informe SOGEFI – Allevard Rejna Argentina S.A. (fs. 496/497), Informe de
Sustracción de Automotores (fs. 235 y 276), Informe del Centro de Comunicaciones de
la Policía de Córdoba 101 (fs. 140/145 y 149/154), Informe del Registro Nacional de
Armas – RENAR- (fs. 329), Informe del Registro Nacional de Reincidencia (fs.
185/187, 188/192, 302/312 y 335), Informe técnico balístico (fs. 160/167), Informe
técnico de identificación de matrículas (fs. 90), Informe técnico de la Unidad de
Equipos Móviles (fs. 207/212), Informes técnicos químicos (fs. 194 y 283), Planillas
Prontuariales (fs. 63/64, 271/273 y 302); y PERICIAL: Pericias psiquiátricas de los
imputados (fs. 361/364 y 379/382).-
VI) Discusión final (art. 402, C.P.P.): Al momento de emitir sus conclusiones
(conf. art. 402, primer párrafo, C.P.P.), el Sr. Fiscal de Cámara, en apretada síntesis,
sostuvo que han sido traídos a juicio Javier Alejandro Guerra, Darío Marcelo Sada,
Cristian Alejandro Soria y Matías Emanuel Soria, por los hechos intimados contenidos
en la requisitoria de citación a juicio, a la que remite en honor a la brevedad. Destacó el
acuerdo sobre el juicio abreviado –art. 415 CPP.- por parte de los encartados Darío
Marcelo Sada, Cristian Alejandro Soria y Matías Emanuel Soria, quienes reconocieron
en la Sala de Audiencias, circunstanciada y llanamente su participación y culpabilidad
en los hechos endilgados. En tanto que Javier Alejandro Guerra, optó por brindar su
declaración bajo la modalidad del juicio común. Asimismo, agregó que se encuentran
acreditados plenamente ambos extremos de la imputación delictiva, esto es la existencia
material de los hechos y la autoría responsable de los imputados.
Seguidamente, expresó que la prueba receptada a lo largo de la investigación
penal preparatoria, admitida y receptada por el Tribunal, nos sitúa en el grado de certeza
necesario para esta etapa procesal. Realizó –el representante del Ministerio Público
Fiscal- consideraciones sobre la participación de Javier Alejandro Guerra en los hechos
nominados primero y segundo. Concluyó al respecto que Guerra “estuvo ahí”. Continuó
el Sr. Fiscal, y practicó diversas valoraciones sobre la calificación jurídica del hecho
denominado segundo, común a todos los imputados. Estableció que tal hecho contra la
propiedad, fue en grado de tentativa. Brindó diversos argumentos al respecto, para
fundar lo dicho.
De otro costado, en relación a la sanción punitiva, practicó consideraciones
sobre cómo fueron producidos los hechos, el accionar de cada uno de los acusados, la
forma de comisión y los sujetos pasivos del delitos -menores de edad-, lo que me lleva -
dijo- a determinar que Darío Marcelo Sada debe ser declarado coautor de Robo
calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de tentativa, y Violación de
domicilio en concurso real, con declaración de reincidencia, con imposición de una pena
de 5 años y 8 meses de prisión. En cuanto a Cristian Alejandro Soria debe ser
declarado coautor de Robo calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de
tentativa, y Violación de domicilio en concurso real, con declaración de reincidencia,
con imposición de una pena de 5 años y 8 meses de prisión. En relación a Matías
Emanuel Soria –expresó- que deberá ser declarado partícipe secundario de Robo
Calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de tentativa, y Violación de
Domicilio, añadiéndole la autoría del daño –tercer hecho- y de las amenazas –cuarto
hecho- en concurso real, con imposición de una pena de 3 años y 8 meses de prisión.
En tanto que Javier Alejandro Guerra –dijo- deberá ser declarado partícipe secundario
de Robo Calificado por el uso de arma de fuego operativa -en grado de tentativa-,
Violación de Domicilio y autor del delito de Hurto Simple, en concurso real, con
imposición de una pena de 3 años y 8 meses de prisión.
Acto seguido, el Sr. Presidente del tribunal concedió la palabra al defensor de
Guerra, Dr. Walter Gerardo Ferrero, quien efectuó consideraciones sobre el hecho
atribuido a su representado y la prueba colectada. Destacó que la confesional producida
por los otros tres imputados, no puede alcanzar a aquellos terceros -también imputados-
que no han tomado para sí el juicio abreviado, en cuanto a que, cualquier elemento que
surja contra éstos últimos -para el caso su defendido Guerra- debe ser valorado con el
beneficio de la duda a favor del mismo. Expresó disentir con el Sr. Fiscal de Cámara
sobre el análisis practicado por éste, sobre el hurto de la campera atribuido a Guerra.
Brindó argumentos en relación a ello en orden al material probatorio. Citó divergencias
entre los testimonios escuchados en la Sala de Audiencias, para ambos hechos y sostuvo
que tal cuadro de situación no permite tener certeza sobre si fue Guerra o no quien
sustrajo la campera.
Al mismo tiempo, amplió razones sobre la falta de elementos de convicción
suficientes en relación al hecho del robo calificado. Solicitó en consecuencia la
absolución de Javier Alejandro Guerra por los hechos atribuidos, por el beneficio de la
duda. En forma subsidiaria –agregó el defensor Ferrero- en caso de ser condenado, lo
sea por el hecho de Hurto Simple, y en tal caso propuso una pena de prisión que no
supere los 3 años de prisión. Asimismo solicitó mantenimiento de la libertad hasta que
la causa quede firme.
Seguidamente, el Sr. Presidente concedió la palabra a la defensa de Cristian
Alejandro Soria, Dres. Pedro Alfonso Melián y Marcelo Alejandro Flores. En primer
lugar, el Dr. Melián manifestó compartir los fundamentos brindados por el Sr. Fiscal de
Cámara y adhirió al cuadro de tentativa del Robo Calificado. A su turno, el Dr. Marcelo
Alejandro Flores manifestó discrepar con el monto punitivo solicitado por el Fiscal de
Cámara. Brindó consideraciones al respecto, y solicitó en consecuencia la imposición de
una pena mínima de 4 años y 6 meses de prisión para su representado, Cristian
Alejandro Soria.
Seguidamente, S.S. concedió la palabra al defensor de Darío Marcelo Sada, Dr.
Jorge Mario López, quien coincidió y adhirió al Sr. Fiscal sobre la calificación legal,
en cuanto al grado de tentativa. Expresó que del acervo probatorio se desprende que el
hecho no fue consumado. Practicó consideraciones al respecto y solicitó la pena mínima
de 4 años y 6 meses de prisión para su representado Sada.
Acto contiguo, S.S. concedió la palabra a la defensora de Matías Emanuel Soria,
Dra. Judith Lucía Brenta, quien manifestó que la confesión lisa y llana de su
representado sobre los hechos atribuidos según la requisitoria fiscal, la exime de
consideraciones. No obstante destacó que los testimonios oídos en la Sala de Audiencias
con motivo del juicio común a Guerra, favorecieron (sic) a los demás encartados,
especialmente en cuanto al grado de tentativa del robo calificado. Destacó que su
representado no fue detenido, sino que se presentó espontáneamente ante la justicia.
Agregó que a Matías Soria le restaría poco tiempo para recuperar su libertad y solicitó
que lo acontecido en la Sala de Audiencias en la fecha, no tenga influencia sobre el
monto punitivo. En virtud de ello, de la ausencia de antecedentes penales computables y
de que sería la primer condena del nombrado pidió la pena de tres años de prisión.
Por último, S.S. se dirigió a los imputados y los interrogó conforme lo previsto
por el art. 402 del CPP., si luego de lo visto y oído durante el juicio tienen algo más
que agregar. A su tiempo el encartado Darío Marcelo Sada manifestó, “me hago cargo,
entré a robar, no robé nada. Pido consideración. Pido la mínima”. Acto seguido,
Cristian Alejandro Soria expresó, “estoy arrepentido por lo que hice. Pido
consideración, tengo hijos chicos. Quiero una vida nueva”. Seguidamente, Matías
Emanuel Soria manifestó, “pido perdón, consideración. Tengo familia, mujer e hijas,
llevo dos años detenido, quiero recuperar mi vida”. Acto contiguo, a su turno, Javier
Alejandro Guerra manifestó que no tenía nada para decir (v. Acta de debate fs.
1209/1213).
VII) Valoración crítica de la prueba: Antes de efectuar la correspondiente
valoración de la prueba colectada e incorporada legalmente al proceso, debo tener en
cuenta la particularidad evidencial de los eventos segundo, tercero y cuarto, puesto que
de cara a las resultas del juicio, Darío Marcelo Sada, Cristián Alejandro Soria y Matías
Emanuel Soria confesaron su participación responsable en el segundo suceso; y Matías
Emanuel Soria, además, con relación al tercer y cuatro hecho que a él se le enrostraba
(v. Acta fs. 1174/1176). Sin embargo, ello en modo alguno me exime de analizar el
material probatorio colectado a su turno por la Instrucción.
Dicho esto, estimo pertinente analizar la cuestión - para así dar cuenta de mis
conclusiones-, discriminando, por un lado, lo conducente al “primer” evento enrostrado
al imputado Javier Alejandro Guerra; por el otro, al “segundo” hecho que a todos los
imputados se le reprocha; y finalmente, “al tercer y cuarto” hecho atribuido al incoado
Matías Emanuel Soria.
a) Existencia material del primer hecho y participación del acusado Guerra
en el mismo.
La prueba recolectada traduce sin fisuras la reconstrucción de una escena en la
que, con fecha 05/02/2016, la víctima de autos, Ludmila Caparroz, mientras se
encontraba en la vereda de calle Podestá nº 2722 de Barrio Centro América de esta
ciudad, junto a Facundo Monserrat Contreras y Gianella Rinaudo, arribó el imputado
Javier Alejandro Guerra, a bordo de su motocicleta y previo mantener un diálogo con
los presentes, se apoderó ilegítimamente de la campera de la nombrada. Así, en
oportunidad de deponer en la sala de audiencia, la propia víctima, Caparroz, dio cuenta
que “se acercó Guerra, yo apoyé mi campera sobre la moto y Guerra se fue, según mi
amiga, él se guardó mi campera y se la llevó”; remarcando que dentro de un bolsillo de
su campera se encontraban las llaves del portón de rejas de ingreso de su domicilio,
ubicado en calle Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad (v.
acta de audiencia de fs. 1176).
Por otro lado, el verosímil testimonio de Caparroz, resulta asimismo corroborado
por los dichos de Gianella Rinaudo, quien en ocasión de debate (manifestando en modo
coincidente a lo declarado en la instrucción), señaló que estuvieron todos juntos esa
tarde, que cuando se retiró Guerra, se percataron que se había llevado la campera, y que
si bien no presenció el momento en que este último la sustrajo, ellas se dieron cuenta
que “Javi” era el que se había llevado la campera porque desde que lo hizo
“desapareció y no lo vieron más”. Así las cosas, tanto Ludmila Capararroz como
Gianella Rinaudo se dirigieron hasta el domicilio del acusado en búsqueda de la misma,
pero no pudieron dar con ésta (v. actas de audiencia que corren a fs. 1176 y 1206/1207
respectivamente).
En este marco, cobra relevancia la declaración brindada por Facundo Sebastián
Monserrat Contreras, toda vez que en oportunidad de prestar declaración durante el
juicio, dio cuenta que en el lugar y fecha señalados en la pieza acusatoria, en horas de la
tarde, “primero estábamos nosotros tres y llegó Guerra, Ludmila se sacó la campera y
la dejó arriba de la moto o sobre una verja”, que en un marco distendido de bromas
con el acusado, este último fingía esconder la campera de la víctima, pero pasados unos
minutos, su novia Ludmila le contó que Guerra efectivamente se llevó su campera (v.
acta de audiencia de fs. 1206/1207).
Para coronar, dichos relatos encuentran respaldo probatorio en la declaración
testimonial brindada ante la instrucción por Diego Alejandro Barrionuevo, en tanto
relató que, por comentarios del barrio, “Javi” Guerra tenía en su poder la llave del
domicilio de Ludmila Caparroz y que la obtuvo “luego de robarle la campera a
Ludmila” (fs. 333); mientras que conforme el análisis de contenido de los teléfonos
secuestrados en autos, el Suboficial Principal Herrera pudo constatar del teléfono de
Javier Guerra el siguiente mensaje “…Darío, eu ahí hay un laburo para hacer más tarde,
once, doce, viste; es una casa, ahí están las llaves todo, pero es muy cerquita de ahí del
barrio boludo…” (v. fs. 217/220).
He aquí la totalidad del contexto probatorio que habilita el juicio de certeza al
que arribo en punto a la atribución jurídico-penal de la conducta achacada a Guerra. En
efecto, al analizarlo conforme la transcripción de probanzas efectuada supra, no resulta
complejo observar (desde la posición externa del observador neutral) un escenario en el
que el acusado, aprovechándose de la confianza que la relación de vecindad inspiraba
entre víctima y victimario, y de la laxitud que aquélla puso en el cuidado de su
pertenencia (campera), le sustrajo a la nombrada Caparroz dicha prenda de vestir con las
llaves de ingreso de su morada dentro de un bolsillo, cuya ajenidad le constaba,
retirándose inmediatamente del lugar a bordo de su motocicleta, a fin de lograr
impunidad.
b) Existencia material del segundo hecho y participación responsable de los
acusados Guerra, Sada, C. A. Soria y M. E. Soria en el mismo.
A modo de introducción, he de resaltar que para llegar a una conclusión asertiva
de lo aquí ventilado, imperioso resulta realizar una evaluación individual de cada uno de
los elementos de prueba introducidos al debate, para luego tratar de interrelacionar las
inferencias que cada uno de ellos sugiere; sólo ello, y luego de desechar aquellos datos
no comprobados, permitirá alcanzar el grado de certeza que habrá de fundamentar el
presente resolutorio.
En esta tarea, comenzaré nuevamente por el testimonio de Ludmila Caparroz,
quién, en la sala de audiencias, relató que el día ocho de febrero de dos mil dieciséis,
“estábamos en casa” ubicada en calle Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de
Alvear de esta ciudad, junto “con mi novio y amiga cocinándonos para cenar”. Que en
ese lugar se percatan que por la puerta del frente, se asoma un sujeto masculino, quien
les indica que no se acerquen a la puerta o les disparaba, mientras sostenía en su mano
izquierda un arma de fuego tipo revólver, de color negro (gastado con óxido), y con su
otra mano, traspasa por la ventana, y abre la puerta girando la llave que se encontraba
puesta. Así “entraron estos sujetos, estaban encapuchados, con pasamontañas,
recuerdo que uno llevaba un arma y el otro un cuchillo”.
Ante ello la deponente relató que se asustaron, su novio y su amiga salieron
corriendo hacia la pieza, instante en que ella se dirigió al baño, pero estos sujetos la
buscan y cuando la encuentran -ella estaba escondida en la bañera-, la llevaron hacia la
habitación junto a Facundo Monserrat Contreras y Gianella Rinaudo. Luego, los tiran a
la cama y le piden que miren hacia abajo tapándolos con un cubrecamas.
La testigo reparó que los maleantes insistentemente le reclamaban la entrega de
“un dinero”, y ante la negativa de ella, informándoles que plata no tenían, aumentaron la
escala de violencia hacia ellos; que primero a ella le dieron dos cachetadas en cada
mejilla, uno de los sujetos que portaba el cuchillo se lo arrimó al cuello, que los ataron a
los tres, y que a Facundo le pegaron dos veces; siempre indicándoles que “la noche era
larga y tenían tiempo”. En ese instante, se escuchan aproximadamente “cinco tiros y
gritos de policías que decían `quédate quieto´”. Agregó que pasados unos minutos (entre
cinco y diez minutos), se acerca Matías Soria y los desata a los tres (v. acta de audiencia
de fs. 1176, lo que resultó coincidente con las declaraciones brindadas en la instrucción
agregadas a fs. 23/24).
Por su parte, también brindaron su testimonio en oportunidad del debate,
Facundo Sebastián Monserrat Contreras y Gianella del Lourdes Rinaudo, quienes de
modo coincidente respaldaron a su turno el relato de la Srta. Caparroz.
Así, el primero (Monserrat) corroboró que “dos sujetos que se metieron
encapuchados y afuera había otro haciendo de campana, ellos pedían plata porque los
habían entregado… el sujeto de buzo gris… saca el revólver de un bolsillo del buzo y le
pega dos veces, con la culata del arma, en la cabeza, generándole dos cortes en el
cuero cabelludo”. Para más, adujo que las personas aprehendidas minutos más tarde por
personal policial “tenían la misma ropa” que sus atacantes (v. acta de audiencia de fs.
1206/1207, coincidente con lo declarado ante la instrucción a fs. 28/29).
En el mismo sentido, Gianella del Lourdes Rinaudo indicó “nos hizo meter a
una pieza, nos tiraron a una cama y nos ataron… a Ludmila… la amenazaban…
también le pegaron en la cara. Facundo dijo algo, no me acuerdo qué, y le pegaron con
el arma en la cabeza. Se llevaron cosas de plata y oro, televisores, habían preparado
todo en la cocina… pero insistían en que no se irían hasta que no les dijéramos dónde
estaba la plata. Luego escuchamos unos disparos, que llegó la policía, y a los minutos,
ingresó un chico, Matías Soria…él nos desató” (v. acta de audiencia de fs. 1206/1207).
Sumado a todo esto, contamos con el relato de Luciana Noelia Caparroz, tía de
Ludmila, quién al escuchar gritos en la planta de arriba, se asomó y al observar a los
asaltantes, sin que pudieran percatarse de su presencia, se alejó y alertó a la policía
mediante la llamada al Centro de Comunicaciones “101” (fs. 101 y 140/154). Para más,
en abono de los testimonios analizados líneas arriba, contamos con los brindados por los
distintos comisionados que se apersonaron en el lugar del hecho (Oficial Inspector
Carlos Saúl Ludueña - fs. 1/3-, Cabo Cristian Arribas -fs. 9/10-, Oficial Subinspector
Esteban Armanino -fs. 14-, entre otros) como así también, con las actas de secuestro
obrante a fs. 12, 13 y 15, de inspección ocular de la vivienda de fs. 05 y de aprehensión
de fs. 11 y 15; probanza de la que puede inferirse inequívocamente cuándo y dónde se
desencadenó este acontecimiento, poniendo en evidencia que el hecho ocurrió el ocho
de febrero de dos mil dieciséis, aproximadamente a la 01:30 hs., en calle Miguel Cané
N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad.
En punto a quiénes fueron los agentes provocadores de este evento delictuoso,
también podemos afirmar, con certeza, que tuvieron participación criminal, en distintos
grados, los acusados Darío Marcelo Sada alías “Popo”, Cristian Alejandro Soria, alías
“Vaguito”, con el auxilio de Matías Emanuel Soria y Javier Alejandro Guerra. Veamos
entonces de donde extraigo los datos que me llevan a esta lógica ilación:
* Focalizo primero en la descripción física que aportara a la instrucción, quienes
resultaran víctimas de este robo, Caparroz, Monserrat y Ribaudo, en cuanto precisaron
que “el sujeto que portaba el arma de fuego estaba vestido con un buzo gris, con
capucha, un cuello polar tipo pasa montaña, color verde oscuro, y de ojos medio
`claros´, pantalón negro, tipo jean, con tez clara; mientras que el otro sujeto que
portaba un cuchillo, con mango blanco y hoja de 10 cm. aproximadamente, tenía una
especie de pasa montaña color negro, buzo color negro, pantalón negro y tez morena”
(fs. 23/24, 28 y 87 respectivamente). Dicha descripción de los asaltantes, se compadece
con la efectuada oportunamente por Luciana Noelia Caparroz (fs. 101) y llamativamente
coincide con los rasgos fisonómicos y prendas que vestían Darío Marcelo Sada y
Cristian Soria al momento de su aprehensión (v. acta de aprehensión de fs. 11 y 15).
* Liado a esto, se cuenta con los datos volcados en la declaración testimonial de
Luciana Noelía Caparroz (fs. 101) y Juan Facundo Quiroga (fs. 505), quienes sindicaron
a Matías Emanuel Soria en el lugar del hecho. Pues bien, obra en autos abundante
material probatorio que confirma que éste actuaba en connivencia con los acusados y
engañó al personal policial, víctimas y vecinos fingiendo haber sido reducido por los
asaltantes cuando intentaba ayudar a las víctimas, logrando así salir del domicilio de la
Srta. Caparroz subrepticiamente (conf. Informe técnico de la Unidad de Equipos
Móviles agregado a fs. 207/212, declaración del Cabo Gustavo Gerardo Valdez a fs. 21
y del Suboficial Principal Herrera de fs. 217/220).
* Por su parte, también brindaron su testimonio el personal policial que intervino
en el lugar del hecho, Cabo Cristian Arribas, Cabo Gustavo Gerardo Valdez, Oficial
Subinspector Esteban Armanino y Agente Hugo Nahuel Nieto, quienes de modo
coincidente refirieron a su turno que, efectivamente, fueron comisionados por la central
de comunicaciones a calle Miguel Cané N° 2823 B° Marcelo T. de Alvear, por motivo
de un robo, en curso, en la planta alta del domicilio.
Así, Arribas se asomó por la ventada de la morada y observó a dos sujetos
encapuchados dentro, quienes al advertir la presencia policial, intentan darse a la fuga,
efectuando dos o tres disparos hacia donde se encontraba el dicente. Tras los disparos,
que fueron repelidos por Arribas con su arma reglamentaria, se comenzó la persecución
de estos individuos; logrando el Cabo Arribas y Valdez, previo a un forcejeo, la
aprehensión de Darío Marcelo Sada (v. declaración de fs. 9/10, acta de aprehensión de
fs. 11 y acta de secuestro obrante a fs. 12 y 13, conteste con lo precisado por el Cabo
Gustavo Gerardo Valdez a fs. 21, acta de inspección ocular de fs. 5 y croquis ilustrativo
acompañado a fs. 6).
Por su parte, Oficial Subinspector Esteban Armanino manifestó que al
constituirse en el domicilio de mención, con el móvil nº 5560, a cargo del Cabo Valdez,
en el momento que escuchó detonaciones de arma de fuego y a Arribas dando la voz de
alto, “observa que en calle Wilde, se acercaba corriendo un sujeto por los techos (…)
repeliendo la agresión con dos disparos de arma de fuego…”; así, luego de una breve
persecución, se trenzó en lucha con el sujeto y con la colaboración del Agente Hugo
Nahuel Nieto (a quien los propietarios le habían abierto la puerta) logran la aprehensión
de Cristian Alejandro Soria (v. test. de fs. 14, acta de aprehensión de fs. 15, acta de
secuestro de fs. 16, croquis ilustrativo a fs. 18 y declaraciones de Carlos Saúl Ludueña a
fs. 01/03 y Agente Hugo Nahuel Nieto de fs. 22).
* Congruente con este material, lucen las actas de aprehensión de los incoados,
el secuestro de elementos en poder de los acusados (fs. 12 y 13), luego reconocidos por
la familia Caparroz como aquellos de los que habían intentado violentamente
despojarles (fs. 93 y 94), y declaración testimonial brindada en oportunidad del debate
por Monserrat Contreras, en tanto especificó que recuperaron todo lo sustraído, “no
alcanzaron a llevarse nada” (v. acta de audiencia de fs. 1206/1207).
* En sintonía con lo antes valorado, obran en autos, croquis confeccionados por
funcionarios policiales comisionados al efecto, reveladores de la ubicación de los
móviles policiales en el escenario planteado, recorrido realizado por los policías y
personas aprehendidas, lugar donde escondieron el arma de fuego, sitio donde fueron
aprehendidos, domicilio que se atravesó en la huida y domicilio de la víctima Caparroz
(fs. 06, 18, 105, 106,107, 221/224 y acta de secuestro de armas obrante a fs. 7). Ello
viene a reflejar la escasa distancia existente entre estos distintos lugares.-
De tal suerte, la conectividad de los accidentes antes evaluados, comportan un
cúmulo de datos que permiten afirmar que los sujetos que ingresaron al domicilio de
Ludmila Caparroz con fines furtivos fueron Cristian Alejandro Soria y Darío Marcelo
Sada, los que contaron con la colaboración de Matías Emanuel Soria y Javier Alejandro
Guerra, no logrando consumar el evento criminoso en trato por la oportuna intervención
policial, siendo aprehendidos en el escenario de los acontecimientos los dos primeros,
pese a su infructuoso intento de huir y desprenderse de las armas utilizadas para
perpetrar el hecho.
En cuanto al “cómo” los incoados de mención irrumpieron con fines furtivos en
la vivienda citada, queda claro entonces, que para llegar al interior de la vivienda donde
se pretendió perpetrar el robo, utilizaron la llave de ingreso del portón de rejas que días
previos Javier Alejandro Guerra sustrajo a Ludmila Caparroz -conducta reprochada en
el primer evento- y que éste entregó a Matías Soria.
En efecto, el Cabo Primero Raúl Alberto Vera expresó que al entrevistar a la
Sra. Valeria Vivas, le manifestó que equivocadamente le entregaron un celular, parecido
al que le había sustraído los asaltantes “mismo color, marca y modelo”; que la Sra.
Vivas enciende el teléfono, observa fotografías de Cristian Soria, su novia y la familia,
y al ingresar al whatsapp del celular, una de las notas de voz que Cristián envía: “Darío
tipo 11/12 vamos a hacer el hecho, tengo las llaves, es medio cerquita del barrio en la
Miguel Cané, capaz que esté una minita adentro, pero vemos capaz no está, dicen que
hay una caja fuerte” ( - lo resaltado me pertenece- v. fs. 71/72).
Esta versión es corroborada por Diego Alejandro Barrionuevo quién relató que
dos días después del hecho donde habían ingresado a robar a la casa de Ludmila
Caparroz, “mientras estaba con su grupo de amigos dialogando en una esquina, a dos
cuadras de su casa, escuchó que ellos (…) nombraban a un tal “Popo” y a un tal
“Nonai” como participes del hecho (…) Que sabe por comentarios del barrio que
quien entregó la llave fue “Javi” Guerra luego de robarle la campera a Ludmila, que
Javier es muy amigo de Matías Soria y éste último del tal `Vaguito´…” ( lo resaltado
me pertenece, v. fs. 333). Ello se complementa con la declaración testimonial del
Suboficial Principal Herrera, quien luego de analizar el contenido de los teléfonos
secuestrados en autos, pudo extraer del teléfono de Javier Guerra el siguiente mensaje
“…Darío, eu ahí hay un laburo para hacer más tarde, once, doce, viste; es una casa, ahí
están las llaves todo, pero es muy cerquita de ahí del barrio boludo, es en la miguel
cane, pero bueno, hay que rescatar un fierrito, a lo mejor hay una mina viste, a lo mejor
no está, pero bueno, vamos a ver dicen que hay una caja fuerte…” (fs. 217/220)
Para rematar, repárese que las llaves mencionadas y sustraídas a Ludmila
Caparroz por el incoado Guerra, fueron secuestradas en las escaleras de entrada de la
vivienda la noche del 08/02/2016 y la puerta de rejas estaba abierta, sin llave y sin
signos de haber sido violentada (Conf. declaración en sala de audiencias de Rinaudo y
Caparroz y declaración prestada durante la instrucción por el el Cabo Valdez, obrante a
fs. 9/10, Acta de exhibición y reconocimiento de la llave obrante a fs. 94).
Quedó también acreditado en autos, que ingresados al domicilio de calle Miguel
Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, al toparse con las víctimas,
en forma inmediata hubo un despliegue de violencia con la finalidad de doblegar la
voluntad de éstas y así, conseguir que les “entreguen el dinero que supuestamente había
en el lugar” (Cfr. informe médico de fs. 158/159, de las víctimas Facundo Monserrat
Contreras y Ludmila Caparroz, donde constan sus lesiones leves).
Más amplia aún ha sido la conducta desplegada por los agresores, habida cuenta
que no se agotó en la violencia física ejercida sobre las víctimas Monserrat Contreras y
Caparroz, sino que, tratando de sortear la persecución policial que uniformados
constituidos en el lugar alertados de lo que estaba sucediendo habían iniciado, Darío
Alejandro Sada y Cristian Alejandro Soria, armas de fuego en mano, dispararon en
reiteradas oportunidades contra los integrantes de la fuerza policial a fin de lograr
impunidad.
De esto último, hablan los policías intervinientes Cabo Cristian Arribas (“uno de
ellos extrae un arma y efectúa dos o tres disparos desde el interior de la vivienda hacia
donde se encontraba el dicente…”); Oficial Subinspector Esteban Armanino (un sujeto
iba corriendo por el techo del domicilio, se dio la voz de alto “e inmediatamente el
sujeto responde con un disparo en dirección hacia donde se encontraba el
deponente…”). Ambos testigos, Arribas y Armanino, coincidieron en afirmar que
respondieron a la agresión con dos disparos de arma de fuego (v. fs. 9/10y 14
respectivamente).
En efecto, en las presentes actuaciones las declaraciones de los uniformados han
sido corroboradas a lo largo de la investigación, y se corresponden objetivamente con
las demás circunstancias de la causa; a saber: Acta de inspección ocular de la vivienda
(fs. 5), encontrándose en el living comedor -tirados en el suelo- 3 tv, una vaina al
costado del sillón, un pasamontañas de color negro, un cuchillo, un impacto de bala
sobre la pared de la ventana que colinda hacia la terraza del patio; croquis ilustrativo (fs.
6) de la vivienda, donde se describe el impacto de bala y lugar de secuestro del arma de
fuego; acta de secuestro (fs. 7) de una pistola 9 mm. marca Bersa, de color negra, N°
416827 con su cargador y dos cartuchos perteneciente al Cabo Arribas, y una pistola
Thunder 9mm. marca Bersa N° E79592 con su cargador y tres cartuchos perteneciente
al Of. Subinspector Armanino; acta de inspección ocular y secuestro (fs. 8) de un
revolver calibre 22, con cachas de plástico color marrón con negro, N° de serie 4446, en
el interior del tambor posee tres vainas percutadas y cuatro balas; informe del 101 (fs.
140/154) del cual surge, en calle Miguel Cané N° 2817, el secuestro de un revólver
calibre 22, largo, N° 4446 con 7 cartuchos; informe técnico balístico (fs. 160/167) surge
el relevamiento en el lugar del hecho de impactos de proyectiles de armas de fuego y en
relación al armas de fuego secuestradas, las mismas han sido disparadas, no resultando
factible determinar cantidad ni antigüedad de los disparos efectuados y su
funcionamiento mecánico es “correcto”, resultando “aptas” para su función específica
(el disparo). Complementariamente, respondiendo a un pedido formulado en la sala de
audiencias por el titular de la acción penal, sin objeción de las restantes partes, con el
sólo propósito de acreditar fehacientemente la operatividad del arma secuestrada la
noche del hecho y que portaban los malhechores, se realizó en la mismísima sala donde
se estaba llevando a cabo el juicio, una prueba de disparo del arma de fuego en cuestión,
realizada por peritos de Policía Judicial, dentro de un tubo comprobador (de los cuatro
cartuchos, tres resultaron detonados). Ver acta de debate que luce a fs. 1168/1169.
Finalmente, en esta sintonía contamos con el informe técnico fotográfico (fs.
385/425) y la Sección Planimetría Legal (fs. 427) que nos grafica donde se encontraba
el televisor secuestrado y peritado por gabinetes especializados de la Dirección de
Policía Judicial; el impacto de proyectil en la pared; las manchas de sangre en el piso y
en la cama, vainas servidas, proyectiles y demás impactos de perdigones.
En conclusión, estimo que estos medios de prueba desarrollados
precedentemente y liadas las referencias que denotan compatibilidades entre sí,
permiten alcanzar el grado cognitivo de certeza en cuanto a que, en las condiciones ya
descriptas, los acusados utilizaron armas de fuego -operativas- para procurar su
impunidad al arribar al lugar el personal policial. Asimismo, surge que las
aprehensiones de los acusados Soria y Sada se produjeron en situación de flagrancia,
con los elementos sustraídos en su poder, siendo alcanzados luego de un intercambio de
disparos realizados con la finalidad de sortear el cerco policial. Con esto, tal como
sostiene reconocida doctrina procesal: “…la flagrancia es la prueba más directa, la
prueba apodíctica del delito” (Cfr. José I. Cafferata Nores, Aída Tarditti Código
Procesal Penal de la provincia de Córdoba. Comentado. Mediterránea 2003. T.I. p.
663). Hecho que, conforme surge de los mismos insumos probatorios hasta aquí
analizados, ha quedado en grado conato, es decir, no lograron los agentes del delito
correrlos de la esfera de custodia en la que se hallaban, como habrá de explicarse al
tratarse la “Segunda Cuestión” que me he dispuesto a responder.
Todo lo expuesto, sumado a la confesión de los imputados Darío Marcelo Sada,
Cristian Alejandro Soria y Matías Emanuel Soria (libre, llana y circunstanciada), que
corrobora “in totum” el mérito incriminante de la prueba anejada y precedentemente
valorada, revela el correlato explicativo en punto al grado intelectual de certeza plena
positiva al que - como ya he dicho-, arribo respecto a esta cuestión (i.e. existencia del
hecho y participación jurídico-penal responsable en éste de los encartados), resultando
fundado por tanto el achaque dirigido a los incoados.
c) Existencia material del tercer y cuarto hecho enrostrado a Matías
Emanuel Soria.
Debo adelantar que tras un pormenorizado análisis de las probanzas obrantes en
autos, me encuentro en condiciones de aseverar que se encuentran suficientemente
acreditados ambos extremos de la imputación jurídico-delictiva (i.e. existencia del
factum y participación responsable del acusado en los eventos), alcanzando tal juicio el
grado intelectual de la certeza plena (razonablemente exigible cual garantía de un
adecuado ejercicio del ius puniendi).
Para fundar dicho aserto conviene analizar cada uno de los eventos constitutivos
del factum de modo discriminado, sin ignorar que, frente a supuestos procesales como
los de marras (i.e. juico abreviado), la espontánea y lisa confesión del acusado bien
puede cubrir toda carestía del contexto probatorio.
Dicho extremo queda acreditado al advertirse que la testimonial de Valeria
Soledad Vivas, acerca de los sucesos ocurridos en la vía pública, el día dieciséis de
marzo de dos mil dieciséis, siendo la 01:30 hs. – tercer hecho- y diecisiete de marzo de
dos mil dieciséis, a las 14:30 hs. aproximadamente – cuarto hecho-, cuenta con varios
puntos de soporte, puesto que su narración resulta congruente con lo relatado por
diferentes testigos que, ubicados en distintos espacios de la conflictiva (madre y
policía), revelaron aristas coincidentes con aquella expresión narrativa.
En efecto, la Sra. Vivas, en su domicilio en cuestión, colocó en la escena
criminis al incoado Soria y desde allí, historizó que en circunstancias de estar
festejando el cumpleaños de su hija, “escucharon una piedra que impactaba contra su
camioneta Toyota Hilux color marrón, por lo que empezó a sonar la alarma”. Así,
indicó que su automóvil estaba estacionado fuera de su vivienda “constatando que
estaba abollada la puerta derecha trasera”.
En sintonía con lo relatado, la víctima agregó que al día siguiente, “mientras
estaba entrando la camioneta a su casa, junto a su madre Patricia Mónica Sánchez,
pasó en una motocicleta, color negra, Matías Soria quien le gritó `Lo de la camioneta
no es nada, ya vas a ver lo que te va a pasar´”; en ese momento se dio cuenta que el
autor del daño provocado a su automóvil había sido él (Conf. fs. 655/656).
Pero también debo señalar, que si bien no hay motivo que permita sospechar de
la fiabilidad del relato de la testigo, en autos no es éste el único elemento sobre el cual
reposa la sindicación de Soria. Así, Patricia Mónica Sánchez, madre de Valeria Soledad
Vivas, contó que “a las dos o tres semanas posteriores de que asaltaran la casa de su
hija Valeria, (…) cuando se encontraba en la puerta de rejas del garaje, con vista
hacia la calle, observa a un muchacho (…) que al pasar al frente del domicilio efectúa
un grito manifestando `esto es poco lo que te va a pasar´ siguiendo la marcha de la
motocicleta y retirándose del lugar…” (fs. 460 y 488).
Lo afirmado hasta aquí, se complementa y corrobora con la declaración del
Oficial Subinspector Daniel Ricardo Herrera (fs. 465), comisionado que, en su tarea de
pesquisa, a más de estas constataciones, entrevistó a la Vivas, quien le narró lo
sucedido en idénticos términos a los aquí reseñados; y a lo que ilustra en el Acta de
inspección ocular, del cual surge una “abolladura en la parte superior de la puerta
trasera del costado derecho a la altura de la cerradura…” (v. fs. 466).-
No puede escapar de la valoración de este tribunal, la vinculación que la testigo
Vivas tiene con el imputado, por cuanto eran conocidos del barrio, brindando datos
concretos sobre la vida personal tanto de él como del resto de los acusados (“…Que
conoce a Cristian Soria alias `Vaguito´, Darío Sada alías `Popo´ y a Matías Soria y a
Javier Guerra de toda la vida ya que son amigos del barrio de toda la vida, que
siempre se juntan en “La Villita”… Que a Cristian Soria la noche del hecho –segundo-
lo sacaron del patio de la abuela de Matías Soria quien vive detrás de la casa de la
declarante. Que no sabe dónde vive Matías Soria…que se habría mudado a otro barrio
pero anda siempre por ese barrio. Que sabe que trabaja en una metalúrgica. Que sabe
que Javier Guerra vive en calle Podestá pero no sabe la altura…” v. fs. 197/198).
De consiguiente, liados estos elementos individualmente analizados, me llevan
la inequívoca ilación (certeza), tal como adelantara líneas arriba, que, Matías Emanuel
Soria, en el mismo domicilio en el que se había intentado perpetrar el hecho de
desapoderamiento tratado párrafos arriba (calle Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T.
de Alvear de esta ciudad), con fecha 16/03/2018, arrojó un piedra al automóvil
estacionado en la vía pública de propiedad de Valeria Soledad Vivas provocando una
abolladura en su puerta derecha, mientras que, no suficiente con ello y con la finalidad
de “silenciar voces”, con fecha 17/03/2018, le manifestó a la nombrada Vivas de
manera intimidante, expresiones tales como “lo de la camioneta es nada, ya vas a ver lo
que te va a pasar”; exponiéndolo como un infructuoso esfuerzo por mejorar su situación
procesal, incapaz de conmover la consistencia, precisión y congruencia del resto del
material probatorio que obra en autos, que sugieren como inferencia cierta, la
participación de los incoados de mención en estos eventos criminosos en trato.
Por último, las peritaciones realizadas sobre las personas de los acusados, me
permite afirmar que los mismos han podido comprender la criminalidad de los actos y
dirigir sus acciones, conforme surge de los dictámenes correspondientes elaborados por
expertos en la materia.
En efecto, las pericias psiquiátricas realizadas a Javier Alejandro Guerra (fs.
363), Matías Emanuel Soria (fs. 364), Darío Marcelo Sada (fs. 379/381) y Cristian
Alejandro Soria (fs. 381/382), arribaron a una conclusión afirmativa en cuanto a la
capacidad de responsabilidad de los nombrados (i.e. Imputabilidad), no advirtiéndose
insuficiencia o alteración morbosa de sus facultades mentales.
De consiguiente, dando satisfacción al artículo 408, inc. 3°, del C.P.P., concluyo
que los hechos finalmente acreditados durante el debate, en punto a los denominados
“primero, tercero y cuarto”, son aquellos contenidos en el auto de elevación de la
causa a juicio que corre agregado a fs. 1000/1047, a cuyo relato narrativo remito y doy
aquí por reproducido, en honor a la brevedad, con expresa ponderación de las
circunstancias jurídicas allí descriptas.
No así en lo que respecta al signado “Segundo hecho”, puesto que,
sorprendidos por los uniformados en el interior de la vivienda en la que estaban
realizando su conducta criminosa y aprehendidos en flagrancia (dentro de la casa uno de
ellos y cuando se disponía a huir, el otro), este injusto no alcanzó su estado
consumativo. De consiguiente, el hecho finalmente acreditado en este supuesto, es el
siguiente: “Entre el día cinco de febrero de dos mil dieciséis, entre las 18:00 y las
19:00 hs. y el día ocho de febrero de dos mil dieciséis a la 1.30 hs. el prevenido Javier
Alejandro Guerra que tenía en su poder la llave que previamente había sustraído a
Ludmila Caparroz -hecho por el cual ya fuera intimado oportunamente- se la entregó al
prevenido Matías Emanuel Soria quien a su vez la transfirió a Cristian Alejandro Soria,
llave que abre el portón de rejas de ingreso al domicilio ubicado en calle Miguel Cané
N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, compuesto por dos viviendas, una
vivienda en la planta alta y otra en la planta baja. Además, el día ocho de febrero de
dos mil dieciséis entre la 01:05 hs. y la 01:30 hs., un sujeto aún no identificado por la
instrucción- entregó el arma de fuego tipo revolver calibre 22 marca Dillon Volonte N°
4446 -de condiciones de uso operativo- al prevenido Cristian Alejandro Soria para ser
usada para la comisión del delito contra la propiedad. Con fecha ocho de febrero de
dos mil dieciséis siendo la 01.30 hs. aproximadamente, en el domicilio ubicado en calle
Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, se habrían
presentado de consuno y con fines furtivos -a bordo del vehículo marca Fiat modelo
Palio dominio BKP 567 color blanco -los incoados Darío Marcelo Sada, alías “Popo”,
Cristian Alejandro Soria, alías “Vaguito” y Matías Emanuel Soria, y otro sujeto aún no
identificado por la instrucción, mientras que Ludmila Agostina Caparroz, Facundo
Monserrat Contreras y Gianella de Lourdes Rinaudo, se encontraban en la vivienda
ubicada en la planta alta del domicilio mencionado. En esa ocasión, el imputado Sada
portaba el arma de fuego tipo revolver, calibre 22, marca Dillon Volonte N° 4446 -de
condiciones de uso operativo- mientras que el prevenido Cristian Alejandro Soria
blandía un cuchillo con mango color marrón claro, con una hoja de 15 cm.
aproximadamente. En esa circunstancia, abrieron el portón de rejas ubicado en la
parte delantera del domicilio mencionado, con la llave suministrada previamente, por
cuanto habría contado con la información aportada por los prevenidos Guerra y
Matías Emanuel Soria de que en la vivienda ubicada en la planta alta de ese domicilio
podría encontrarse una chica sola y que habría una caja fuerte- tras lo cual ingresaron
al domicilio mencionado contra la voluntad presunta de quien tiene derecho a
excluirlos, mientras que el prevenido Matías Emanuel Soria habría ingresado con
posterioridad a ellos, también contra la voluntad presunta de sus moradores-
permaneciendo oculto en el interior de la vivienda. Una vez allí, los prevenidos Cristian
Soria y Darío Marcelo Sada, se habrían dirigido a la vivienda ubicada en la planta alta
del domicilio descripto anteriormente, donde se encontraba Ludmila Caparroz y sus
acompañantes, tras lo cual el incoado Sada portando el arma mencionada se habría
asomado por una ventana ubicada en la puerta de entrada de la vivienda descripta,
exigiéndole a los allí presentes que no se acercaran o les disparaba, tras lo cual
traspasa su mano por la ventana y abre la puerta girando la llave, ingresando a la
morada junto con el prevenido Cristian Soria, contra la voluntad presunta de su
propietaria. En ese momento, Gianella Rinaudo y Facundo Monserrat Contreras
corrieron hacia un dormitorio, mientras que Ludmila Caparroz lo hizo en dirección al
baño, lugar desde el cual fue trasladada por los imputados Cristian Soria y Darío
Marcelo Sada, quienes la llevaron a un dormitorio junto a Gianella y a Facundo, lugar
donde los hacen tirar boca abajo en la cama y los taparon con un cubrecamas,
mientras les preguntaban quién era el dueño de casa, a lo que Ludmila manifiesta que
era ella, por lo que la hacen levantar de la cama y la llevan hasta la habitación de sus
padres, oportunidad en que los incoados Cristian Soria y Darío Marcelo Sada rompen
la puerta a patadas debido a que estaba cerrada con llave. Una vez en su interior, los
imputados Cristian Soria y Darío Marcelo Sada le exigieron a Ludmila Caparroz que
buscara la plata y al responderle ésta que no sabía dónde había dinero, comenzaron a
desordenar la habitación en busca del mismo, momento en el cual el prevenido Cristian
Soria le propinó a Caparroz dos cachetadas, apoyándole el cuchillo que blandía en el
cuello, mientras le exigía insistentemente el dinero, anunciándole que si no la mataría.
Tras ello, llevaron a Ludmila nuevamente al dormitorio junto a Gianella Rinaudo y a
Facundo Monserrat Contreras, atando de los pies a las dos primeras y al Facundo
Monserrat Contreras de pies y manos, colocándole a este último una remera en la
cabeza para evitar ser vistos, por lo que el prevenido Sada le habría asestado dos
golpes con la culata del arma de fuego en la cabeza, provocándole dos cortes en el
cuero cabelludo. Acto seguido, comenzaron a seleccionar y agrupar en el interior
mismo de la vivienda, con la sola finalidad de apoderarse ilegítimamente, los siguientes
efectos de valor económico cuya ajenidad les constaba: una valija de color bordó, con
tres compartimentos, con cuatro ruedas y una manija de traslado, la cual contenía un
dvd portátil, con caja marca LMD750, con control remoto, cargador y cables, un
monedero color rojo con cierre, un walkman con casetera marca SOFI, color gris con
antena, un GPS color gris, marca Garmin Nuvi, una cámara digital marca Lumix
Panasonic, color negro, una cámara digital marca Sony color negro, con estuche color
negro con cargador, un billete de $20 (pesos veinte) serie N° 71161034D, un palo para
sacar foto con celular (selfie), un reloj de pulsera color dorado marca Olimpic
Precious, un reloj de pulsera color plateado marca Steel Back, un reloj de pulsera,
color dorado marca Zafira, un reloj de pulsera color dorado con malla marrón, marca
Casio, un collar de mujer color dorado, con detalles en color morado (piedritas), un
dije dorado, de forma cuadrada con una piedra en su centro tipo cristal (transparente),
un dije color plateado, dos porta tarjeta de memoria una color azul y dos celulares
marca Samsung, uno modelo Galaxy Grand Neo Plus y otro modelo Galaxy Fame,
todos de color negro y la suma de 3800 pesos que estaban debajo del colchón de una
habitación. Tras ello, y luego de que Noelia Luciana Caparroz -quien vive en la planta
baja del mismo domicilio- escuchara el llanto de su sobrina Ludmila, habría subido y al
ver la situación narrada dio aviso al 101. Inmediatamente, se presentaron en el lugar
funcionarios policiales a bordo de los móviles 6881 y 5560, momento en el cual desde
el interior de la vivienda -y al advertir la presencia de los mismos- uno de los
imputados -sin ser posible establecer cuál de ellos lo hizo -habría efectuado dos o tres
disparos en dirección a ellos, momento en el que el Cabo Arribas le da la voz de alto,
repeliendo los disparos con su arma reglamentaria, efectuando dos disparos en
dirección al interior de la vivienda, situación en la cual los prevenidos Cristian Soria y
Sada emprenden la huida hacia la parte posterior de la casa, por lo que el Cabo
Arribas ingresa a la vivienda por la puerta principal, cruza el interior de la misma
hasta una puerta trasera ubicada en la cocina que conecta con una terraza, abriendo la
misma, tras la que había otra puerta de reja, cuyos dos barrotes centrales habían sido
forzados por los imputados en su huida, viendo el Cabo Arribas en ese momento al
prevenido Sada a quien le exige que se tirara al piso, momento en el cual el prevenido
Sada pretende darse a la fuga nuevamente por una escalera que da al patio, momento
en el que se cae de la escalera, logrando el Cabo Arribas su aprehensión en el lugar
con parte de la res furtiva en su poder. Mientas tanto el incoado Cristian Soria buscaba
escabullirse por los techos, efectuando disparos contra personal policial, los que fueron
repelidos por el Oficial Subinspector Esteban Armanino, quien habría arribado al
lugar junto con el Cabo Arribas- ingresando el prevenido Soria por un techo al jardín
de la vivienda ubicada en calle Wilde N° 2824, de propiedad del Sr. Andrés Eduardo
Vargas -contra la voluntad presunta de su propietario- lugar a donde también habría
ingresado el uniformado, logrando -luego de trabarse en lucha con el prevenido
Cristian Soria- su aprehensión, secuestrándosele del bolsillo delantero izquierdo de su
pantalón dos celulares marca Samsung de color negro. Asimismo y tras una búsqueda
exhaustiva en el lugar, se logró el secuestro del arma de fuego dentro de una maceta en
una vivienda colindante con la del lugar del hecho, en calle Miguel Cané N° 2817,
arma que habría arrojado el prevenido Cristian Soria en su huida y el secuestro del
cuchillo dentro de la vivienda donde ocurrió el hecho. Por su parte, el prevenido
Matías Emanuel Soria engañó a los policías haciéndose pasar por amigo de las
víctimas, saliendo del lugar subrepticiamente. Por las golpes recibidos Ludmila
Caparroz sufrió: herida cortante superficial en base lateral derecha de pirámide nasal,
equimosis de aproximadamente 4 por 5 cm. en cara posterior tercio inferior de brazo
izquierdo, equimosis en cara externa tercio inferior de antebrazo izquierdo, erosión en
mucosa yugal derecha, con dolor en región costal izquierda, por la que se asignaron 10
días de inhabilitación para el trabajo. A su vez, Facundo Monserrat Contreras sufrió:
herida suturada de 8 mm. aproximadamente en región parietal derecha, excoriación
próxima a la anterior, excoriación en región parietal posterior derecha, excoriaciones
en N° de 2 en región parietal posterior izquierda, por la que se le asignaron 10 días de
inhabilitación para el trabajo”. La inmediata llegada de los uniformados al lugar de
los acontecimiento y su oportuna y determinante intervención, evitó que los incoados no
lograran su cometido, esto es, llevarse consigo los bienes preparados para ser
detraídos, de lo que deviene la no remoción del ámbito de custodia de su legítimo
tenedor, habida cuenta que fueron aprehendidos en flagrante delito.
Brindo de este modo respuesta a la primera cuestión planteada.
A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA, EL DR. LUIS MIGUEL
NASSIZ; DIJO:
Conforme fuera acreditada la conducta desplegada por los incoados Javier
Alejandro Guerra, Darío Marcelo Sada, Cristian Alejandro Soria y Matías Emanuel
Soria, corresponde en adelante adjetivar estas acciones llevadas a cabo por los
nombrados.-
En cuanto al primer hecho, debo concluir que en el lugar y fecha señalados en
la pieza acusatoria, en oportunidad en que Ludmila Caparroz se encontraba junto a
Facundo Monserrat Contreras, Gianella Rinaudo y el imputado Javier Alejandro Guerra,
la primera colgó su campera, con dibujos de historieta de varios colores y puños color
negros, en el manubrio de la motocicleta del prevenido Guerra. En esas circunstancias y
aprovechando el ambiente distendido de bromas y conversación entre los presentes, el
prevenido Guerra se apoderó ilegítimamente de la campera mencionada, la que en su
interior contenía las llaves de la vivienda de la víctima Caparroz ubicada en calle
Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad, retirándose
inmediatamente del lugar en dirección a su vivienda, consumando de esta manera sus
propósitos furtivos. De tal suerte, la conducta desplegada por el acusado Javier
Alejandro Guerra encuadra en la figura de Hurto simple (art. 162 y 45 del C.P.).
En lo concerniente al hecho designado segundo en el que intervinieron todos los
imputados, he de enfatizar que el Sr. Fiscal de Instrucción en su requerimiento de
citación a juicio calificó las conductas “en contra de CRISTIAN ALEJANDRO SORIA y
DARIO MARCELO SADA, como probables coautores responsables del delito de Robo
calificado con arma de fuego operativa y Violación de domicilio en concurso real (art.
166 inc. 2 primer párrafo, art. 150, art. 45 y 55 del C.P.), de MATIAS EMANUEL
SORIA como partícipe necesario del delito de Robo calificado con arma de fuego
operativa y autor del delito de Violación de domicilio, Daño y Amenazas (art. 166 inc.
2 primer párrafo, art. 150, art. 183, art. 149 bis primer párrafo primera parte, art. 45 y
55 del C.P.) en concurso real y de JAVIER ALEJANDRO GUERRA como autor del
delito de Hurto simple y partícipe necesario del delito de Robo calificado con arma de
fuego operativa en concurso real (art. 162, art. 166 inc. 2 primer párrafo, art. 45 y 55
del C.P.)”. –
Sin embargo, el Sr. Fiscal de Cámara en los alegatos realizados en el marco del
art. 402, del C.P.P., mutó la acusación originaria y acusó en su discurso a los incoados
de haber cometido el delito de Robo calificado por el uso de arma de fuego operativa,
en grado de tentativa, dejando entrever, una participación secundaria de los imputados
Javier Alejandro Guerra y Matías Emanuel Soria en el hecho en trato; solicitud que se
comparte y resulta razonable, conforme se analizará más adelante.
En efecto, entiendo que en el marco de aquél escenario desarrollado en la
vivienda de Ludmila Caparroz, lugar al que accedieron con la llave del domicilio
facilitada por Javier Alejandro Guerra, quien, a su vez, la obtuvo de la manera detallada
al responderse la “primera cuestión” planteada en este resolutorio, los acusados Matías
Emanuel Soria, Darío Marcelo Sada y Cristian Alejandro Soria, actuando en
connivencia y con fines furtivos, intentaron aniquilar, la tenencia de bienes cuya
ajenidad les constaba, no alcanzando la consumación y perfección del injusto por la
oportuna intervención del personal policial que les imposibilitó sacarlos de su ámbito de
custodia. Así, Ludmila Caparroz corroboró que mientras los asaltantes le reclaman la
entrega de un dinero “se escuchan aproximadamente cinco tiros y gritos de policías que
decían `quédate quieto´” (conf. fs. 1176).
Aditando como plus a las exigencias básicas del tipo, el empleo de un arma de
fuego tipo revólver calibre 22, marca Dillon Volonte nº 4446, de condiciones de uso
operativo, tanto para intimidar al grupo de personas (víctimas y testigo Rinaudo),
quienes vieron disminuidos o anuladas sus posibilidades defensivas, como para golpear
-el imputado Sada- a Facundo Monserrat Contreras en su cabeza ( “el sujeto de buzo
gris… saca el revólver de un bolsillo del buzo y me pega dos veces, con la culata del
arma, en la cabeza”; v. fs. 28/29, informe médico de fs. 158, acta de secuestro de fs. 8,
informe técnico balístico obrante a fs. 160/167 e informe del Registro Nacional de
Armas obrante a fs. 329 y acta de debate de fs. 1168/169).
Más amplia aún ha sido la conducta desplegada por los agresores, habida cuenta
que, tratando de sortear la persecución policial, los acusados Cristian Alejandro Soria y
Darío Marcelo Sada, armas de fuego en mano, dispararon en reiteradas oportunidades
contra los integrantes de la fuerza policial a fin de lograr impunidad.
Dicho accionar materializó la intención infractora de los imputados (contra la
propiedad ajena), sin que aquélla pudiera evolucionar de la faz ejecutiva a raíz de la
intervención del personal policial, constituidos en el lugar alertados de lo que estaba
sucediendo, quienes lograron reducir a los encartados Darío Marcelo Sada y Cristian
Alejandro Soria.
Pues bien, el instituto de la “tentativa” condensado en la fórmula legal que se
desprende del artículo 42, del Código Penal -“el que con el fin de cometer un delito
determinado comienza su ejecución…”- importa una definición legal, cuya estrechez,
deja trascender una de las exigencias (subjetivas) de la tentativa: desde el punto de vista
del ánimo del autor, se ha señalado la necesidad de que éste obre con el fin de cometer
un delito determinado, lo cual significa un propósito o intención directa de cometer un
hecho configurado por delito por la ley penal (T.S.J., Sala Penal, S. nº 244, del
22/09/2010, in re “Mansilla”).-
De esta explicación se permite afirmar con certeza que la finalidad de los
acusados al arremeter contra las víctimas fue la de desapoderarlas ilegítimamente de
bienes muebles -específicamente dinero que supuestamente se hallaría en una caja de
seguridad-, sin que los encartados en cuestión pudieran consumar sus fines delictivos
por causas ajenas a su voluntad, atento que fueron sorprendidos dentro de la misma
vivienda asaltada por los uniformados y reducidos en el predio en cuestión (Sada) y en
el colindante, luego de saltar la tapia medianera (Soria), en incipiente huida (v. actas de
aprehensión de fs. 11 y 15, actas de secuestro de fs. 7, 12 y 13 y acta de entrega obrante
a fs. 93; todo ello coincidente con el relato de Facundo Monserrrat Contreras, en tanto
expresó en oportunidad del debate “…no alcanzaron a llevarse nada” -fs. 1206/1207-).
Respecto al delito de Violación de domicilio y ajustado al relato plasmado en la
plataforma fáctica, ha quedado acreditado con grado de certeza, una conducta orientada
a ingresar a la vivienda de propiedad de Ludmila Caparroz contra la voluntad presunta
de quien tenía derecho a excluirlos, violentando de esta manera el ámbito de intimidad
de su propietaria. Para más, Cristian Alejandro Soria, buscando no ser alcanzado por los
uniformados que iban tras él, ingresó por un techo al jardín de la vivienda ubicada en
calle Wilde nº 2824, en contra de la voluntad de su propietario, Sr. Andrés Eduardo
Vargas, invadiendo, así, su espacio privado, para finalmente ser aprehendido por los
uniformados (v. acta de aprehensión de fs. 15).
Esta afirmación encuentra sus cimientos en las declaraciones testimoniales de
aquellas personas que se vieron invadidas en su intimidad (y con derecho a exclusión), y
de policías que emprendieron contra ellos a fin y efecto de aprehenderlos.
En consecuencia la conducta desplegada por Darío Marcelo Sada se adjetiva
como Robo Calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de
tentativa, y Violación de domicilio -segundo hecho- en concurso real (arts. 45, 55,
166 inc. 2, 1er. Párrafo, 42 y 150 del C.P.), y la realizada por Cristian Alejandro Soria
como Robo Calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de
tentativa, y Violación de domicilio reiterada -dos hechos- en concurso real (arts. 45,
55, 166 inc. 2, 1er. Párrafo, 42 y 150 del C.P.).
En lo que respecta a la concreta participación del acusado Matías Emanuel
Soria y Javier Alejandro Guerra en el criminoso en trato, debo explicar los motivos
por los que entiendo ha resultado acertada, por no existir certeza, la hipótesis sostenida
por el Señor Fiscal de Cámara, en el marco de su discurso final que regla el artículo
402, de la ley foral, y que impacta en la concreta aportación criminal efectuada por
Matías Emanuel Soria dentro del domicilio de la familia Caparroz; y, además, si Javier
Alejandro Guerra fue efectivamente quién puso en conocimiento del resto de los
acusados el día, hora y domicilio donde podrían hallar una importante suma de dinero -
también conocido como “entregador”-.
Vasta jurisprudencia del Cimero Tribunal Provincial se ha encargado de
establecer la distinción entre complicidad necesaria y no necesaria: “la complicidad
primaria requiere un aporte anterior o concomitante que resulte aprovechado por los
autores o coautores en el tramo estrictamente ejecutivo de acuerdo a la modalidad
concreta llevada a cabo (…) la complicidad secundaria, en cambio, consistirá entonces
en aportes anteriores o concomitantes no aprovechados en el tramo ejecutivo por el
autor o coautores, o bien los posteriores a la ejecución, con promesa anterior” (Sala
penal, T.S.J., “Monje”, S. 46, 23/05/2006).-
Pues bien, con relación a Matías Emanuel Soria se encuentra probado al
responder la primera cuestión que ingresó junto a Sada y Soria (coautores) al domicilio
contra la voluntad presunta de sus moradores, embarcado en la faena delictiva en trato.
Nótese que las víctimas hacen mención que al aparecer en escena los uniformados, fue
efectivamente Matías Emanuel Soria, previo a esconderse en el baño de la morada,
quien desató a Caparroz, Monserrat Contreras y Rinaudo, aprovechando que la
excitación del momento devino en un escenario favorecedor para luego escurriese del
lugar. Sin embargo, la opacidad de estos datos insertos en la mecánica del hecho, pone
en duda la calidad de su aporte objetivo a la ejecución de la conducta descripta en el
tipo penal, es decir, si Soria desempeño un papel activo y decisivo en el escenario del
hecho.
Calificada doctrina enseña que “la calidad de cómplice primario no obedece a
una razón cronológica sino substancial; depende de la naturaleza de su aporte” (conf.
Sebastián Soler Derecho Penal Argentino T.II. Bs. As.1970 p. 320). Siguiendo esta
línea de razonamiento, debo concluir que la dinámica de este hecho no permite afirmar
con certeza la naturaleza de los aportes efectuados concretamente por el acusado, de lo
que deviene la imposibilidad de determinar si lo suyo constituyó una cooperación activa
en la ejecución del hecho típico llevada a cabo por Cristián Alejandro Soria y Darío
Marcelo Sada. Duda insuperable que conduce a estar a lo más favorable al imputado y
así sostenerlo.
En consecuencia, Matías Emanuel Soria deberá responder penalmente como
partícipe secundario del delito de Robo Calificado por el uso de arma de fuego
operativa, en grado de tentativa, y como autor de Violación de domicilio -segundo
hecho-, en los términos de los artículos 46, 166 inc. 2, 1er. Párrafo, 42 y 45,150 y 55 del
Código Penal.-
Por último, en relación con el prevenido Javier Alejandro Guerra, ha quedado
acreditado que entregó la llave del portón de ingreso del domicilio en cuestión (ubicado
en calle Miguel Cané N° 2823 de B° Marcelo T. de Alvear de esta ciudad), al prevenido
Matías Emanuel Soria, quien, a su vez, la transfirió a Cristian Alejandro Soria, porque
contaban con información de una supuesta caja de seguridad con dinero en moneda
extranjera.
Pues bien, de la información recabada en autos por el comisionado Suboficial
Principal Daniel Ricardo Herrera a fs. 217, como de las declaraciones testimoniales
contradictorias de las víctimas (Facundo Sebastián Monserrat Contreras: “tanto Guerra
como yo sabíamos que los padres de Ludmila se iban de viaje”; Gianella del Lourdes
Rinaudo refirió que no recuerda si Ludmila contó que los padres iban a salir, afirmando
“yo no lo sabía”), me colocan en un sentimiento anímico de duda sobre que haya sido
efectivamente el acusado Guerra quien suministró la información relacionada al dinero
y posible ausencia de moradores en la vivienda a la que ingresaron los autores del robo.
Si bien se ha comprobado que los asaltantes irrumpieron en la morada buscando
dinero que supuestamente se encontraba en una caja de seguridad, este elemento de
conocimiento, por sí solo, no me permite tener por probada, con la firmeza necesaria
para esta etapa del proceso, que la información haya provenido del incoado de mención;
estado de duda que debe beneficiarlo.
Desde otra mirada, cierto es que los acusados utilizaron la llave de ingreso del
domicilio suministrada por Guerra (Conf. testimoniales prestadas en oportunidad del
debate, personal policial, Acta de exhibición y reconocimiento de la llave obrante a fs.
94, entre otros), pero relevantes resultan las declaraciones en sala de audiencias de
Gianella del Lourdes Rinaudo, en tanto afirmó que el portón de ingreso “mide dos
metros de alto, se lo puede saltar”, confirmando dicha apreciación, la madre de
Ludmila Caparroz, Sra. Valeria Soledad Vivas, quién contó que es posible saltar el
portón de reja, puesto que “mide 1,60 mts. aproximadamente” (v. acta de audiencia de
fs. 1206/1207 y 1176 respectivamente). Así las cosas, atendiendo a los lineamientos
sentados supra, la relevancia jurídica de la entrega de llave del portón de ingreso
constituyó un acto parcial y secundario que se encuentra vinculado de un modo no
necesario con el hecho total de robo, en razón de que, teniendo en miras apoderarse de
un dinero que había en el interior de una caja fuerte, no resulta desatinado pensar que la
codicia invasora que los guiaba, de todos modos los hubiese llevado a sortear el
obstáculo de la “reja”, saltando por encima de ella, habida cuenta que la altura que la
alejaba del piso no era superior a los dos metros, distancia que sin dificultad (aunque
con no poco esfuerzo físico) la hubiesen superado llegando así al interior del predio en
cuestión.
De tal suerte, debo concluir que Javier Alejandro Guerra deberá responder
como partícipe secundario penalmente responsable del delito de Robo Calificado por
el uso de arma de fuego operativa, en grado de tentativa -segundo hecho-, en los
términos de los artículos 166 inc. 2, 1er. Párrafo, 42, 46 y 55 del Código Penal.-
Relacionado a los hechos catalogados tercero y cuarto, el encartado Matías
Emanuel Soria debe responder por los delitos de Daño y Amenazas, toda vez que en las
circunstancias de tiempo, lugar y modo descriptas en la plataforma fáctica, el incoado se
presentó en el domicilio de Valeria Soledad Vivas, y en circunstancias en que la
camioneta marca Toyota Hilux, color negra, de propiedad de la nombrada estaba
estacionada en la vía pública frente a su domicilio, le arrojó una piedra en dirección a la
camioneta, ocasionándole una abolladura en la puerta derecha trasera.
Lo afirmado hasta aquí se corrobora con la declaración de la víctima
(“escucharon una piedra que impactaba contra su camioneta Toyota Hilux color
marrón, por lo que empezó a sonar la alarma” v. fs. 655/656), del Oficial Subinspector
Daniel Ricardo Herrera quien labró el Acta de inspección ocular, del cual surge una
“abolladura en la parte superior de la puerta trasera del costado derecho a la altura de la
cerradura…” (fs. 465/466).-
Por otro lado, el nombrado perfeccionó el encuadre legal de las amenazas, toda
vez que conociendo y asumiendo su conducta, le manifestó, en forma intimidante, a la
Sra. Vivas, textualmente: “….lo de la camioneta no es nada, ya vas a ver lo que te va a
pasar…”, expresiones éstas, que alteraron su tranquilidad espiritual, provocándoles
como tales alarma o temor (elemento subjetivo del tipo), cual efectos de un daño
injusto.
Concurso material o real: Por último, debo apuntar que todos estos delitos
deben concursarse a través de las reglas de concurso estipuladas en el art. 55 del C.P,
toda vez que se trata de hechos independientes entre sí reprimidos con una misma
especie de pena.-
En consecuencia, por estos hechos en trato Matías Emanuel Soria debe
responder como autor penalmente responsable por los delitos de Daño y Amenazas en
concurso real en función de los arts. 183, art. 149 bis, primer párrafo, primera parte, art.
45 y 55 del Código Penal.
La evidente adecuación de los relatos fácticos a las normas propugnadas, me
eximen de mayores consideraciones.
Así respondo a esta cuestión planteada.-
A LA TERCERA CUESTIÓN PLANTEADA EL DR. LUIS MIGUEL
NASSIZ, DIJO: A los fines de la individualización de la pena se echa mano a la
técnica fundada en la lectura de los arts. 40 y 41, del C.P.. Recurriré aquí, a la 
interrelación de cuestiones que remiten a la intensidad del injusto (41, inc. 1°), como a
las del reproche y a la posibilidad a futuro de resocialización de los condenados
(capacidad delictiva) emergentes del inciso 2°, de la citada preceptiva de la ley
sustantiva.
En esta línea de pensamiento empezaré considerando como circunstancia
atenuante, vinculado a Javier Alejandro Guerra, que se trata de una persona joven de
30 años de edad, todo lo cual opera como una característica favorable en orden a un
posible re-encausamiento de su tránsito biográfico (al menos en el modo que lo requiere
la mínima reinserción social como pauta constitucional de la ejecución penal), pero no
sólo ello, sino que es “primario”, habida cuenta que no registra antecedentes penales.-
De otro costado, cual circunstancia agravante de la condena, he de considerar la
forma de realización de los hechos en virtud de los vínculos personales que unía a
víctima y victimario (conocidos del barrio); la calidad de los motivos que lo llevaron a
delinquir, dicho esto en función de la actividad lícita que desarrollaba y que le permitía
atender sus necesidades básicas (“trabajo en la heladería Grido, en diferentes
franquicias” con un “ingreso aproximado de 12.000 o 13.000 pesos mensuales”); dicho
de manera más simple, no enfrentaba en ese momento la dificultad de ganarse el
sustento propio y el de los suyos que de alguna manera lo hubiese impulsado a recorrer
el camino de la ilicitud; y, finalmente, las circunstancias relativas a su educación
(secundario completo), lo cual implica una mayor conciencia acerca del
quebrantamiento de la norma jurídica y las consecuencias que ello aparea.
En lo concerniente a Cristian Alejandro Soria, como circunstancia atenuante,
prestaré específica atención también a su corta edad (31 años) y al hecho que tiene dos
hijos menores de edad, con actividad lícita al momento de su detención (empleado en
un negocio de atención técnica de celulares), de condiciones económicas limitadas
puestas de manifiesto a la hora de ser identificado (“percibía 200 o 300 pesos por día,
aproximadamente 4.000 pesos mensuales”). Por otro lado, pero no por esto desligado
de lo anterior, también resulta favorable al encartado (en el plano de la mensuración de
la pena) su reconocimiento en punto al delito cometido, mostrando arrepentimiento.
Asimismo tengo en cuenta como circunstancia agravante, el modo de
perpetración del hecho. Tal arista, impacta en el horario escogido por los agresores
(01:30 hs.), aprovechando la información sobre la supuesta ausencia de los moradores
de la vivienda elegida; en la extensión de los daños en el obrar típico de los acusados (al
forzar los barrotes centrales en su intento de darse a la fuga); y en la cantidad de
disparos efectuados (en contra del personal policial), denotativo del total desprecio por
la vida humana.
En esta línea, tampoco puedo dejar de ponderar el especial contexto violento
creado por el acusado en su intento de fuga. Así, independientemente de la violencia
como base constitutiva del robo, y luego, del plus implicado en su modo agravado (i.e.
uso de arma de fuego), el acusado corriendo por el techo de la casa de un vecino,
efectuó entre dos y tres disparos en contra de los uniformados, creando un espacio de
tensión, violencia y de riesgo a terceros en la vía pública, que en modo alguno implica
sobrevalorar los elementos constitutivos del tipo (conf. constancias de autos).
Finalmente, considero su calidad de delincuente “reincidente”, que como lo tiene
dicho nuestro Cimero Tribunal Provincial y calificada doctrina, impacta en el grado de
culpabilidad en orden a la cuantificación de la pena, habida cuenta que representa una
manifestación de desprecio por la pena quien, pese haberla sufrido antes, recae en el
delito.
En relación con Darío Marcelo Sada, encuentro que como circunstancia
atenuante estamos en presencia de una persona madura, padre de dos hijos menores de
edad “Malena y Darío, de cinco y tres años de edad respectivamente”; y que, como bien
ha quedado evidenciado al tiempo del debate, antes del encarcelamiento al que fue
sometido realizaba un trabajo marcado por la licitud, pues, era ayudante en un taller
metalúrgico que le reportaba un ingreso mensual de pesos “4.000” aproximadamente; y,
finalmente, que reconoció de manera espontánea, lisa y llana los hechos endilgados,
expresando arrepentimiento por lo que hizo.-
Así, se le reprocha como circunstancia agravante, el protagonismo y
contribución concreta del acusado en el desarrollo y realización del delito en trato;
como también, tal cual hice más arriba, destaco en sentido negativo las emergentes de
la modalidad concreta del hecho cometido; esto es, el horario escogido por los agresores
(01:30 hs.), que se traduce en el mayor desamparo de las víctimas por las menores
posibilidades de asistencia, extensión de los daños ocasionados y cantidad de disparos
efectuados (en contra del personal policial), revelador, esto último, del desprecio por la
integridad física de las personas, si se piensa que se llevaron a cabo en un complejo
habitacional (en el lugar hay dos departamentos -planta alta y baja-). Para más, y sin que
ello comporte una doble valoración, juega como un accidente en su contra a la hora de
la cuantificación de la pena, la reiteración delictiva del nombrado en conductas siempre
atentatorias desde semejantes constelaciones típicas contra la propiedad (conf.
antecedentes registrados en autos), lo que deviene, en este caso, en la declaración de
reincidencia con las implicaciones y alcances que he dado a este status al explicarlo más
arriba, a lo que remito a fin de no caer en reiteraciones estériles.
Por último, y ya vinculado al acusado Matías Emanuel Soria, encuentro como
circunstancias atenuantes, las siguientes: se trata de una persona joven 31 años de edad;
padre de familia (“Luna y Malena Soria de 2 y 7 años de edad, respectivamente”); que
en el servicio penitenciario está culminando sus estudios secundarios, lo cual opera
como una característica favorable en punto a intentar un re-encausamiento de su tránsito
biográfico (al menos en el modo que lo requiere la mínima reinserción social como
pauta constitucional de la ejecución penal); que se mostró arrepentido y carece de todo
antecedente penal computable.
Como agravante de la mensuración de la pena, juegan en contra del incoado
Soria circunstancias relativas a vínculos personales con Valeria Soledad Vivas, puesto
que era conocido (“de toda la vida”) no sólo de ella sino además de sus allegados,
aprovechados, a la sazón, para engañar a las propias víctimas y familiares de éstas
cuando fue visto en el interior de la vivienda en el momento de la aprehensión de sus
cómplices, logrando de esta manera escabullirse del sitio de los acontecimientos, tal
como ha quedado demostrado en las audiencias de debate, haciéndose pasar como un
“tercero” interesado en suministrarles (a los agredidos) ayuda ante tan desgraciada
situación; y la sinrazón de su conducta, en tanto contaba con trabajo lícito (“trabajaba
de operario en una metalúrgica en Barrio Marqués de Sobremonte y percibía por
quincena 5.500 pesos).
Es así, que al sopesar las atenuantes y agravantes colocadas en función de la
condena aplicable a los acusados, me encuentro frente a sujetos que revisten una
peligrosidad criminal intermedia, tanto como para aplicar una sanción penal por encima
del mínimo legal previsto para este tipo de delitos; a saber: a. Javier Alejandro
Guerra para su tratamiento penitenciario, la pena de 3 AÑOS y 5 MESES DE
PRISION CON ADICIONALES DE LEY y COSTAS; cuya privación de libertad no
se hará efectiva hasta tanto no quede firme la presente sentencia (arts. 5, 9, 12, 29, inc.
3°, 40 y 41 del C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.; b. Cristian Alejandro Soria, la pena
de 5 AÑOS DE PRISION CON ADICIONALES DE LEY, COSTAS y declaración
de reincidencia (arts. 5, 9, 12, 29, inc. 3°, 40, 41 y 50 del C.P.; 412, 550 y 551 del
C.P.P.; c. Darío Marcelo Sada, la pena de 5 AÑOS DE PRISION CON
ADICIONALES DE LEY, COSTAS y declaración de reincidencia (arts. 5, 9, 12, 29,
inc. 3°, 40, 41 y 50 del C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.); y d. Matías Emanuel Soria la
pena de 3 AÑOS y 7 MESES DE PRISION CON ADICIONALES DE LEY Y
COSTAS (arts. 5, 9, 12, 29, inc. 3°, 40 Y 41 del C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.),
debiendo el Servicio Penitenciario brindarle tratamiento médico acorde a su
padecimiento subjetivo relacionado con el consumo de droga (Ley 24660).
Corresponde asimismo, antes del cierre de lo que aquí se viene exponiendo,
remitir los antecedentes vinculados al presunto hecho delictivo cometido en la Sala de
Audiencias en el marco de la ley 23.737, por el imputado Javier Alejandro Guerra, y su
consecuente puesta a disposición junto a Matías Emanuel Soria, a la Fiscalía de lucha
contra el narcotráfico del 2° Turno, a cargo del Dr. Sebastián Romero; a los efectos que
hubiere lugar (art. 379 CPP.).
Así las cosas, se debe disponer el decomiso del arma secuestrada en autos,
instrumento empleado a los fines de la realización del hecho adjetivado como robo
calificado en grado de tentativa (art. 23, primer párrafo, primer supuesto C. Penal).
Por último, corresponde regular los honorarios profesionales del defensor del
imputado Javier Alejandro Guerra, Dr. Walter Gerardo Ferrero en la suma de pesos
10.000, a cargo de su defendido; del abogado defensor del imputado Matías Emanuel
Soria, Dra. Lucía Judith Brenta, en la suma de pesos 10.000, a cargo de su defendido;
del imputado Darío Marcelo Sada, Dr. Jorge Mario López, en la suma de pesos 10.000
mil a cargo de su defendido, y de los defensores de Cristian Alejandro Soria, Dres.
Pedro Alfonso Melián y Marcelo Alejadro Flores, en la suma de pesos 10.000 en
conjunto y proporción de ley (arts. 29, 36, 39, 89, 90 y cc. de la Ley 9459).
Finalmente, los perdidosos en costas deberán efectuar el pago de la tasa de
justicia, en la suma equivalente a 20 jus, monto que deberán abonar una vez firma la
presente sentencia, en el plazo de 15 días, bajo apercibimiento de remisión a través de
Secretaría, a la Oficina de Administración del Poder Judicial, de la certificación de la
deuda, más sus intereses por mora (Ley impositiva nro. 10.412).
Así voto.
Por lo expuesto el Tribunal, constituido en Sala Unipersonal; RESUELVE: I)
DECLARAR A JAVIER ALEJANDRO GUERRA, ya filiado, autor penalmente
responsable del delito de hurto simple –primer hecho- y partícipe secundario del delito
de Robo Calificado por el uso de arma de fuego operativa, en grado de tentativa -
segundo hecho-; en concurso real (art. 162, 166, inc. 2, primer párrafo, 42, en función
del 44, 45, 46 y 55 del CP), imponiéndole en consecuencia para su tratamiento
penitenciario la PENA DE 3 AÑOS y 5 MESES DE PRISION CON
ADICIONALES DE LEY y COSTAS; cuya privación de libertad no se hará efectiva
hasta tanto no quede firme la presente sentencia (arts. 5, 9, 12, 29, inc. 3°, 40 y 41 del
C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.).
II) DECLARAR A CRISTIAN ALEJANDRO SORIA, ya filiado, coautor
penalmente responsable del delito de Robo Calificado por el uso de arma de fuego
operativa, en grado de tentativa, y Violación de domicilio reiterada -dos hechos- en
concurso real (arts. 45, 166 inc. 2, 1er. párrafo y 42, en función del art. 44, 150 y 55 del
CP), imponiéndole en consecuencia para su tratamiento penitenciario la PENA DE 5
AÑOS DE PRISION CON ADICIONALES DE LEY, COSTAS y declaración de
reincidencia (arts. 5, 9, 12, 29, inc. 3°, 40, 41 y 50 del C.P. y 412, 550 y 551 del C.P.P.).
III) DECLARAR A DARIO MARCELO SADA, ya filiado, coautor
penalmente responsable del delito de Robo Calificado por el uso de arma de fuego
operativa, en grado de tentativa, y Violación de domicilio -segundo hecho- en concurso
real; (arts. 45, 166 inc. 2, 1er. párrafo y 42, en función del art. 44, 150 y 55 del CP);
imponiéndole en consecuencia para su tratamiento penitenciario la PENA DE 5 AÑOS
DE PRISION CON ADICIONALES DE LEY, COSTAS y declaración de
reincidencia (arts. 5, 9, 12, 29, inc. 3°, 40, 41 y 50 del C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.).
IV) DECLARAR A MATIAS EMANUEL SORIA, ya filiado, partícipe
secundario del delito de Robo Calificado por el uso de arma de fuego operativa, en
grado de tentativa, y autor del delito de Violación de domicilio -segundo hecho-, daño -
tercer hecho- y amenazas -cuarto hecho-; en concurso real (arts. 166 inc. 2, 1er. párrafo
y 42, en función del art. 44, 46, 150, 183 y 149 bis, primer párrafo, y 55 del CP);
imponiéndole en consecuencia para su tratamiento penitenciario la PENA DE 3 AÑOS
y 7 MESES DE PRISION CON ADICIONALES DE LEY Y COSTAS (arts. 5, 9,
12, 29, inc. 3°, 40 y 41 del C.P.; 412, 550 y 551 del C.P.P.).
V) Remitir los antecedentes vinculados al presunto hecho delictivo cometido en
la Sala de Audiencias en el marco de la ley 23.737, por el imputado Javier Alejandro
Guerra, y su consecuente puesta a disposición junto a Matías Emanuel Soria, a la
Fiscalía de lucha contra el narcotráfico del 2° Turno, a cargo del Dr. Sebastián Romero;
a los efectos que hubiere lugar (art. 379 CPP).
VI) ORDENAR EL DECOMISO del arma secuestrada en autos, instrumento
empleado a los fines de la realización del hecho adjetivado como robo calificado en
grado de tentativa (art. 23, primer párrafo, primer supuesto C. Penal).
VII) Regular los honorarios profesionales del defensor del imputado Javier
Alejandro Guerra, Dr. Walter Gerardo Ferrero en la suma de pesos 10.000, a cargo de
su defendido; del abogado defensor del imputado Matías Emanuel Soria, Dra. Lucía
Judith Brenta, en la suma de pesos 10.000, a cargo de su defendido; del imputado Darío
Marcelo Sada, Dr. Jorge Mario López, en la suma de pesos 10.000 mil a cargo de su
defendido, y de los defensores de Cristian Alejandro Soria, Dres. Pedro Alfonso Melián
y Marcelo Alejandro Flores, en la suma de pesos 10.000, en conjunto y proporción de
ley (arts. 29, 36, 39, 89, 90 y cc. de la Ley 9459).
VIII) Imponer al Servicio Penitenciario, se le brinde a Matías Emanuel Soria,
tratamiento médico acorde a su padecimiento subjetivo relacionado con el consumo de
droga. Ley 24660.
IX) Ordenar el pago de la tasa de justicia a los perdidosos en costas, en la suma
equivalente a 20 jus, monto que deberán abonar una vez firma la presente sentencia, en
el plazo de 15 días, bajo apercibimiento de remisión a través de Secretaría, a la Oficina
de Administración del Poder Judicial, de la certificación de la deuda, más sus intereses
por mora (Ley impositiva nro. 10.412).
X) PROTOCOLÍCESE, NOTIFIQUESE Y HAGASE SABER.-

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