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RESEÑA DEL TEXTO: “EL ANTCRISTO” DE NIETZSCHE.

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Alfredo Fredericksen Neira

Ante todo, conviene señalar que al enfrentarnos a este escrito del filósofo-poeta,
gradualmente palpamos en él un juego de coloraciones que se van heredando en las
diversas trayectorias de sus convicciones filosóficas. Estos motivos casi musicales en su
obra nos permiten perfilar algunas perspectivas de la filosofía nietzscheana:
a) Un método genealógico: Considerado como una arqueología de los orígenes, un
desplazamiento crítico hacia la raíz primaria.
b) Una sospecha heurística: Una filosofía de la sospecha, que ausculta los elementos
de la conciencia. Se sospecha de ellos, pues son considerados como síntomas que
denuncian una interpretación falsificante.
c) Una filosofía crítica: Con el concepto de sospecha se relaciona el concepto de
máscara; por ello, la filosofía desarrolla una función crítica de desenmascaramiento
de la conciencia. Lo que aparece en la conciencia aparece determinado por algo
exterior y distinto (máscara) de ella.
d) Un método tropológico: Para dar expresión a las ideas, se utilizan recursos propios
de la expresión poética. Entre otros se pueden mencionar: aforismo, símbolo,
alegorías, metáforas, comparaciones o símiles, neologismos, aliteraciones,
acumulación de adjetivos, etc.
e) Un recurso filosófico de figuras conceptuales y mitológicas : Por ejemplo, Apolo,
Dionisios, Heráclito, Sócrates, Crucificado, etc.
f) Un pensamiento que opera sobre categorías complejas: el hombre, la religión, la
moral, la voluntad de poder, la muerte de Dios, la sociedad, la vida, el eterno
retorno, el Superhombre, la moralidad, la jerarquía social, la ley, el Estado, el
nihilismo, la transmutación de valores, la tierra, etc.
Dicho lo anterior, habría que preguntarse: ¿Qué es El Anticristo de Nietzsche?. Es,
ante todo, un libro para muy pocos lectores, como el mismo autor afirma. Como todo libro,
lo que se vierte sobre las páginas es la subjetividad misma del autor en un ejercicio
discursivo, en un camino muy personal del pensamiento, del cual nos quiere hacer
partícipes. En efecto, da la impresión de que este notable libro profundiza e intenta
responder a las preocupaciones más hondas de este pensador. El Anticristo es la rotunda
negación de una postura típica en nuestros días, a saber, la apuesta por el cristianismo
como fundamento irrecusable de toda experiencia del sentido creado en la vida del hombre.
El Anticristo es la personalísima declaración de Nietzsche al mundo intelectual de su
tiempo, que es nuestro. Es, en fin, el alegato contra la pérdida del sentido que impera en la
gran mayoría del pensamiento filosófico y de la expresión artística contemporánea. Y, de
pasada, con una claridad y perspicacia superiores, explica cómo hemos llegado a donde
estamos.
El libro se divide en parágrafos y cada uno cumple a cabalidad su rol dentro de la
estructura de la obra. Cada parágrafo suele cubrir un tema o un argumento, lo cual aporta
bastante a mantener el orden y seguir las explicaciones del autor. Si bien Nietzsche repite
una y otras vez, aunque con distintas palabras, los objetivos principales de su libro, a veces,
como lectores, no comprendemos del todo cómo la reflexión en que nos mete en tal o cual
momento contribuirá a sus fines. Pero siempre lo logra, trayéndonos de vuelta al hilo
principal por medio de consideraciones muy interesantes.
De entrada en el parágrafo 1, Nietzsche nos exhorta a mirarnos de frente, puesto que
somos seres hiperbóreos, y sabemos bastante bien cuán aparte vivimos.
Luego, en el parágrafo 2, nos remite a las siguientes preguntas fundamentales que
irá desarrollando:
 ¿Qué es lo bueno?. Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la
voluntad de poder, el poder mismo.
 ¿Qué es lo malo?. Todo lo que proviene de la debilidad.
 ¿Qué es la felicidad? El sentimiento de lo que acrece el poder; el sentimiento de
haber superado una resistencia.
 ¿Qué es lo más perjudicial que cualquier vicio?. La acción compasiva hacia todos
los fracasados y débiles: el cristianismo.
En ese sentido, en el parágrafo 5, el autor plasma su crítica en contra del
cristianismo, puesto que: “No se debe adornar y acicalar el cristianismo: hizo una guerra
mortal a cierto tipo superior de hombre; desterró todos los instintos fundamentales de este
tipo, de estos instintos extrajo y destiló el mal el hombre malo; consideró al hombre fuerte
como lo típicamente reprobable, como el réprobo”. Así, el cristianismo no sería otra cosa, a
su juicio, que aquello que nos remite a lo más débil de la humanidad y el cristiano sería este
“animal doméstico”, “animal del rebaño” y “animal enfermo”.
Luego, en el parágrafo 7, Nietzsche refiere al cristianismo como la religión de la
compasión y, en el parágrafo 8, nos comenta cómo existe una férrea oposición respecto a la
teología, pues tienen una posición oblicua y deshonesta frente a las cosas. Más adelante, en
el parágrafo 11, refiere a palabras contra Kant como moralista, específicamente, respecto a
que casa cual encuentre la propia virtud, el propio imperativo categórico. Además, sostiene
que Kant es el instinto que fracasa en todo y todos, es la antinaturaleza como instinto, la
decadencia alemana como filosofía. Nietzsche, en todo momento, realiza una crítica al
concepto cristiano de Dios y cómo la religión es una forma de gratitud, donde se es
reconocido consigo mismo y Dios debe poder ayudar y damnificar, debe ser amigo y
enemigo, se le debe admirar en el bien como en el mal (parágrafo 16).
Ya en el parágrafo 17, toca el concepto de “voluntad de poderío” que comporta
también una crítica del concepto de conciencia. Nietzsche no cree que la conciencia sea una
facultad privilegiada que nos eleva por encima del resto de los animales. Y, en el parágrafo
18 sostendrá lo siguiente: “El concepto cristiano de Dios (…) es uno de los conceptos más
corrompidos de la divinidad que se han forjado sobre la tierra (…)”. Así, Nietzsche como
Anticristo, pues, no carga las tintas contra Jesucristo, sino contra el cristianismo como
doctrina filosófica y moral.
Más adelante, me parece interesante rescatar cómo desde el parágrafo 20, valoriza al
budismo como una religión más realista, cómo responde desde una posición objetiva y
audaz, cómo es realmente positivista en el sentido en que se lucha contra el sufrir y cómo
está fundado por una excesiva irritabilidad de la sensibilidad y una excesiva
espiritualización, es decir, un vivir largo entre conceptos y procedimientos lógicos, por el
cual, el instinto de la persona ha quedado lesionado en provecho del instinto impersonal. El
autor, en el parágrafo 21, compara los orígenes del cristianismo con los del budismo. A su
modo de ver, el budismo nace en un clima suave, mientras que el cristianismo nace bajo los
instintos de los sojuzgados y oprimidos. Continúa, en el parágrafo 24, estudiando el
problema del nacimiento del cristianismo como un movimiento que no es contrario al
judaico, sino que es su consecuencia lógica, de ahí la fórmula: la salvación viene de los
hebreos.
Finalmente, en el resto de los parágrafos se dedica a analizar cuestiones más
generales como, por ejemplo, el parágrafo 25 donde analiza cómo la historia de Israel tiene
un valor inapreciable como historia típica de toda la desnaturalización de los valores
naturales. O bien, nos comenta algo de índole más personal, por ejemplo, cómo a partir
del parágrafo 28 confiesa que pocos libros lee con tanta dificultad como los Evangelios. A
fin de cuentas, el proyecto nietzscheano de transvaloración de todos los valores pretende
destronar los valores judeocristianos y restituir la lógica afirmativa de la moral del águila.
Ahora bien, llegados al final de esta reseña, tendría que señalar que con independencia de la
plausibilidad de la explicación histórica que Nietzsche propone (la cual, por cierto, no está
ubicada geográfica ni temporalmente de forma concreta), lo cierto es que existen
numerosos aspectos de su propuesta moral que me parecen criticables y que, en virtud de la
extensión, no podré comentar.

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