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PROPÓSITO

«DIÁLOGO... quiere ser una revista de jerarquía intelectual, abierta a las más
diversas corrientes de pensamiento y en la que los escritores más significativos de
nuestro tiempo traten con autoridad los diversos temas que traducen la inquietud
en que vive el hombre contemporáneo.

Haciendo honor a su nombre, DIÁLOGO alienta el propósito de que sus


páginas sean un lugar de encuentro y de intercambio de quienes, situados en di-
versos campos de la actividad intelectual, sienten la preocupación de encontrar la
fórmula vital que devuelva al hombre de hoy su verdad. Por ello se propone como
objetivo primero el estudio de los problemas actuales en lo que éstos tienen de
propiamente humano. La filosofía en sus diversas ramas, y particularmente en
antropología y filosofía de la historia, la sociología, la economía, la filología y la
religión ocuparán el primer plano de su atención.

Los más diversos colaboradores habrán de tratar estos temas con independen-
cia de criterio y sin otra limitación que la impuesta por las exigencias de un saber
auténtico y responsable. DIÁLOGO, con espíritu de gran cordialidad, abre sus
puertas a todos los escritores, en la seguridad de que un común amor a la verdad,
habrá de presidir en todo momento el intercambio de las diferentes perspectivas.

Aunque DIÁLOGO garantice realmente a sus colaboradores la más amplia


libertad, estimulando el cotejo y confrontación de las opiniones ponderables más
diversas, no ha de renunciar por ello a sostener su propia convicción y a expresarla
con claridad y firmeza. DIÁLOGO tiene la persuasión de que la tragedia del
hombre contemporáneo radica en el divorcio existente entre su cultura -la lla-
mada cultura moderna- y las fuentes religiosas; y, en consecuencia, de que sólo
restableciendo la referencia de la totalidad de su vida con el Dios vivo del mensaje
cristiano, puede el hombre encontrar su forma de equilibrio y de paz.

En hallar el punto de conjugación de dicha cultura y de ese mensaje -supuesto


que ello sea posible y en la medida en que lo sea- pone DIÁLOGO su tarea propia
y peculiar».

NUESTRA TAPA:
La Anunciación, Luca Giordano
DIÁLOGO Y el Verbo se hizo carne

VOLUMEN LXXIV

Noviembre - 2018

DIRECTOR
R. P. Lic. Gabriel Zapata

CONSEJO DE REDACCIÓN
R. P. Lic. Gabriel Barros
R. P. Dr. Miguel Fuentes
R. P. Lic. Héctor J. Guerra
R. P. Dr. Pablo F. Rossi
R. P. Lic. Fernando Vicchi

REVISTA
de la Casa de Formación Mayor «María, Madre del Verbo Encarnado»,
del Estudiantado del Convento «Santa Catalina de Siena»,
del Instituto «Alfredo R. Bufano» (PS-215),
del Colegio «Isabel la Católica» (E-92),
y de los Cursos de Cultura Católica.
AÑO 23 – Segunda época - Nº 74
Reg. de la Prop. Intelectual: 311933
ISSN 0327-8999

CONSEJO EDITORIAL

Exégesis y Teología Bíblica Filosofía

R.P. Lic. Ricardo Clarey (Italia) R.P. Dr. Elvio C. Fontana (Italia)
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COMITÉ DE HONOR

Prof. Nélida Asunción Freites, Dr. Víctor Hugo Bressan, Dr. Pablo Enrique Bressan, Lic. Marta Giglio de
Furlán, Cont. Pablo Felipe Coduti, Dra. Nelly Sandruss de Mazzeo, Dr. Jorge Randle y Sra. Teresa Wilkinson
de Randle, Lic. Marcos Randle, Dr. Alberto Eduardo Buela y Prof. Cecilia González de Buela, Sra. María
Teresa Mussio de del Campo, Prof. Vicente Pérez Sáez, Dr. Miguel Ángel Soler, Dr. Darko Sustersic, Dr.
Enrique Díaz Araujo, Dra. Liliana Pinciroli de Caratti
SUMARIO

EDITORIAL
IGLESIA, ¿SANTA O PECADORA? 7
P. Lic. Gabriel Zapata, IVE.

ARTÍCULOS
AGNOSTICISMO 15
P. Dr. Cornelio Fabro

SAN PÍO DE PIETRELCINA,


TESTIGO DE CRISTO EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
A 100 AÑOS DE SU ESTIGMATIZACIÓN Y 50 AÑOS DE SU
MUERTE 33
P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE.

LA VISITACIÓN 57
P. Carlos Biestro

SANTO TOMÁS, 'APOSTOL DE EXTREMO OCCIDENTE' I° 79


P. Lic. Tito Antonio Paredes, IVE.

OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO 91


P. Gonzalo Gelonch, IVE.

EL MAGISTERIO ESPIRITUAL
DE LA REFORMA CARMELITANA 111
P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE.
POESÍA
ELEGÍA POR DON EDMUNDO GELONCH VILLARINO 127
Leonardo Caratti

A LEOPOLDO LUGONES 129


Diác. Bernardo Ma. Del Corazón de Jesús Ibarra, IVE.

IN MEMORIAM
EDMUNDO GELONCH VILLARINO 131
P. Raúl Harriague, IVE.

INTERCAMBIOS 137

NOTICIAS 139

RECENSIONES 145

BASÍLICA DE SAN PEDRO EN ROMA


LA RESTAURACIÓN DE LA CÚPULA EXTERNA
DE LA CAPILLA CLEMENTINA 189

NUESTRA TAPA
LA ANUNCIACIÓN DE LUCA GIORDANO 193
Hna. Lic. María de Jesús Sacramentado, SSVM.
EDITORIAL

Iglesia, ¿santa y pecadora?

P. Lic. Gabriel Zapata, IVE

Quisiera referirme a la santidad de la Iglesia, pero no en forma de


apología, comparando la Iglesia con otras instituciones humanas, mos-
trando la superioridad de la que la historia verdadera es testigo, remar-
cando logros notables que no pueden ser opacados por las miserias
personales de los cristianos. No es ese mi propósito, sino más bien
buscar en la fe católica, qué se nos enseña acerca de esa santidad, qué
nos dicen la Revelación y el Magisterio.

«QUE SE CALLE… ¡ES UNA PECADORA!»

Muchos parecen gritar así… No escapa a nuestro conocimiento


que, acudiendo a los medios de comunicación, nos encontraremos
con noticias o comentarios agresivos contra la Iglesia, especialmente
contra los hombres de la jerarquía eclesiástica. Sabemos bien que mu-
chas veces se trata de mentiras calumniosas; otras, hechos tergiversa-
dos, agrandados; y otras, lamentablemente, verdades que duelen, pero
que suelen ser usadas como emblemas, puestas así en el tapete para
escandalizar y mal disponer con respecto a la Iglesia. No me quiero
referir al motivo de ese tipo de expresiones, que, por otra parte, es
bastante diáfano en la mayoría de los casos: hay que desprestigiar a la
Iglesia porque hay que callarla. Hay que humillarla, aplastarla para que
no denuncie; y si denuncia, que no tenga autoridad moral ante la opi-
nión pública.

Pero, de lo que me ocupo ahora es acerca de cómo discernimos los


hechos dolorosos de los pecados de los cristianos, especialmente, de
los más visibles (sacerdotes, religiosos). ¿No es santa la Iglesia? ¿No

7
DIÁLOGO 74

parece tambalear esa propiedad de la Esposa de Cristo? ¿Qué enten-


demos de lo que cada domingo profesamos diciendo «creo en… la santa
Iglesia católica»? ¿Lo creo?

Se podría argumentar así: el que peca, lo hace al margen de la


Iglesia. La Iglesia no lo hace pecar, es más, condena su pecado. Por
tanto, hasta se podría decir que no es miembro auténtico de la Iglesia.
Bien, más o menos esa es la postura luterana. Lutero distinguía inco-
rrectamente una iglesia visible (los que se ven en los templos o se di-
cen cristianos) y otra invisible (compuesta por los que auténticamente
son discípulos del Señor, los auténticamente creyentes). Pero no es
esa la solución: con la parábola del trigo y la cizaña (Cf. Mt 13,24-30),
el Señor nos advierte cómo será la historia. Y en los textos del Nuevo
Testamento, se ve cómo los mismos cristianos tenían sus disensiones,
sus pecados y no por eso eran considerados ajenos a la Iglesia, sino que
se trataba de corregirlos, encauzarlos, enfervorizarlos, enamorarlos de
Cristo para que pasasen de una vida de pecado, a la conversión; o de
una vida tibia, a un fervorosa. Está muy lejos de los textos bíblicos el
hacer esa distinción indebida de una iglesia visible y otra invisible.

Escuchemos a San Juan Pablo Magno: «Creemos que la Iglesia es


santa, pero en ella hay hombres pecadores. Es necesario rechazar el
deseo de identificarse solo con aquellos que no tienen pecado. ¿Cómo
podría la Iglesia excluir de sus filas a los pecadores? Es por la salvación
de ellos que Jesús se ha encarnado, ha muerto y resucitado. Es nece-
sario aprender a vivir con sinceridad la penitencia cristiana»1.

«¡TRANSPARENCIA! ¡QUEREMOS TRANSPARENCIA!»

Otra postura que, lamentablemente, es tentación para muchos teó-


logos y católicos: una acusación excesiva e impudorosa de la Iglesia,

1
S.S. Juan Pablo II, con motivo del Gran Jubileo del 2000, había exhortado a los
cristianos a hacer penitencia por las infidelidades del pasado.

8
EDITORIAL

bajo capa de humildad y bajo el emblema de la «transparencia». Pero


transparencia no evangélica, sino mundana. Transparencia que fo-
menta la curiosidad por lo escabroso, que no edifica ni soluciona nada.
Que no hace más que provocar escándalos y terminar humillando in-
justamente a la Iglesia Esposa de Cristo, y a Cristo mismo. De esa ma-
nera, se traiciona la verdad católica, que dice que la Iglesia es santa,
además de, muchas veces, cometer verdaderas injusticias contra per-
sonas. Es por eso que, atinadamente, el 26 de mayo de 2006, Benedicto
XVI recordaba la necesidad de «una humilde sinceridad para no negar
los pecados del pasado, y todavía no ceder a fáciles acusaciones en au-
sencia de pruebas reales o ignorando las diferentes pre-comprensiones
de entonces. Pidiendo perdón por el mal cometido en el pasado, de-
bemos también recordar el bien que fue realizado con la ayuda de la
gracia divina, portadora de frutos casi siempre excelentes».

Los que toman esos derroteros de la transparencia mundana, pre-


tenden acomodarse al mundo, en el mejor de los casos, para conquis-
tar su benevolencia con este presunto acto de humildad, para después
intentar atraerlo. Pero suele ser al revés. Porque si se insiste tanto en
los «pecados de la Iglesia», y se llega a hablar de una «Iglesia pecadora»,
(además de ser blasfemo), desde el punto de vista pastoral se quita
fuerza a la evangelización; porque esa insistencia, puede hacer pensar
que la Iglesia, a pesar de proclamarse santa, ha sido impotente para
frenar y vencer al pecado, y que, en la práctica, como cualquier otra
institución humana, ha cometido crímenes y desastres. Y si ha sido así
a lo largo de la historia, ¿por qué no lo seguiría siendo en el futuro?
Así que con poca fuerza se va a ofrecer esa Iglesia como sacramento de
salvación y lugar místico de santificación.

¿Dónde radica la diferencia con una institución cualquiera? Pense-


mos en un buen movimiento, un buen partido político, o un imperio.
Se pueden dar buenos fundadores, nobles objetivos, medios bastante
eficaces. Pero, se trata de instituciones humanas, por lo tanto, forma-
das por hombres falibles. Es así que pueden sucumbir en el tiempo.
La grandeza de esas instituciones, dependerá, antes que nada, de las

9
DIÁLOGO 74

voluntades fervientes de los mejores o de los más representativos.


Ellos darán brillo a esas instituciones. Pero, también, le quitarán vigor
y muchas veces las apagarán y quedarán en el olvido. Pero, ¿Puede
pasar esto con la Iglesia de Cristo, por la cual Él se entregó a sí mismo por
ella, para santificarla (Ef 5,26)?

«CREO EN LA IGLESIA SANTA» … LA SANTIDAD OBJETIVA

La santidad de la Iglesia es un dogma de fe para el católico. Es lo


que profesamos en el Credo. Si es de fe, quiere decir que es un mis-
terio, que como tal, no se puede ver, tocar. No es evidente, aunque
tengo razones para creer. El teólogo Brunero Gherardini, en un nota-
ble escrito,2 habla de una primera santidad que tenemos que reconocer
en la Iglesia, la santidad objetiva, «íntima mistérica constitutiva de la
misma Iglesia y como tal objeto de fe más que de control racional»3.
Esa es la santidad que debemos aceptar y defender en primer lugar.

Es que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo: Él es también la


Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia… (Col 1,18). Cristo Cabeza, ¿cómo no
va a santificar a su Cuerpo? La «plenitud» de Cristo, ¿se agotará por los
pecados de los cristianos?

Pueden pasar mil avatares en la historia y en la vida de la Iglesia,


pero en su peregrinar «la Iglesia mantiene inalterada e inalterable su
identidad solamente gracias a su santidad. Cristo en efecto continúa
amándola y haciéndola suya como esposa en la intimidad del gran mis-
terio de su amor nupcial; le renueva el don de sí y de su Espíritu para

2
GHERARDINI, B., Santa o Peccatrice? Meditazione sulla santitä della Chiesa, Bologna
1992, En Sacra Doctrina, 3-4.
3
GHERARDINI, B., Santa o Peccatrice? ..., 14.

10
EDITORIAL

santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la Palabra, y


presentársela resplandeciente a sí mismo... (Ef 5,26-27)».4

Por eso las afirmaciones de algunos teólogos que llaman a la Iglesia


«pecadora», implicarían que el pecado está entre los elementos consti-
tutivos de Ella, y esto es un absurdo. «La Iglesia es esto que la hace
Iglesia. Y esto que la hace Iglesia es santo; más aún, es la santidad, Cristo.»5

Santo Tomás habla de la Iglesia constituida, fundada «mediante la


fe y los sacramentos de la fe». Esta es la nervadura y la estructura inte-
rior de la Iglesia, «bajo este perfil, la Iglesia es simplemente Santa y no
podría ser más que Santa».6

Hemos hablado de santidad objetiva, ahora prestaremos atención


al sujeto. En definitiva, a aquella objetiva debe corresponder una
santidad subjetiva. Una es la santidad considerada en sí misma, en su
constitutivo. La otra es la santidad vivida por cada sujeto que la posea.
La santidad objetiva «consiste en la perfección del organismo sobrena-
tural sellado por el Espíritu Santo y cristificado por la gracia de los
sacramentos. La otra consiste en los niveles de cristificación subjetivamente
alcanzados y siempre perfectibles». (p.110)

La Iglesia regala la santidad ontológica a través del bautismo y los


otros sacramentos; es la santidad que hace de Ella mi paloma, toda ella
sin defecto (Cant 6,9), púdica y casta, la esposa sin arrugas y sin mancha
(cf. Ef 5,27), huerto cerrado hermana y novia mía, huerto cerrado, fuente
sellada. (Cant 4,12). Santidad objetiva de la Esposa, que da sus frutos
en la santidad que difunde y que da frutos en sus hijos, como sugiere

4
Ibidem, 118.
5
Ibidem, 120.
6
Ídem.

11
DIÁLOGO 74

la profecía del Cantar: Tus brotes, paraíso de granados, lleno de frutos exqui-
sitos (4,13).

NO RENUNCIA A OFRECER PALABRAS DE SANTIDAD

El tema es que la historia no siempre muestra esos frutos de santi-


dad. Hay que decir que, a pesar de los pecados de sus hijos, la Iglesia
sigue proclamando la verdad de su Esposo. Y no deja de predicar la
verdad, aunque con esa predicación condene el pecado de sus miem-
bros. Y esto también es fruto de su santidad. En esto se ve un reflejo
luminoso de la santidad objetiva de la Iglesia.

Son muy justas las apreciaciones de Romano Amerio: «Y en esto


debe colocarse el principio mismo de la apologética católica: la Iglesia
no puede exhibir en su curso histórico una irreprensible serie de ac-
ciones conforme a la ley evangélica, pero puede alegar una ininte-
rrumpida predicación de la verdad; la santidad de la Iglesia debe
buscarse en ésta, no en aquélla. Por eso los hombres que pertenecen a
la Iglesia predican siempre una doctrina superior a sus hechos. Nadie
puede predicarse a sí mismo, siempre deficiente y prevaricador, sino
sólo volver a enseñar la doctrina enseñada por el hombre-Dios: o más
bien, predicar la persona misma del hombre-Dios. Por consiguiente,
también la verdad es un constitutivo de la santidad de la Iglesia, ligada perpe-
tuamente al Verbo y perpetuamente contraria a la corrupción, incluida la pro-
pia»7.

7
AMERIO, R., Iota Unum. Studio delle variazioni della Chiesa Cattolica nel secolo XX, R.
Ricciardi, Milano-Napoli 1985.

12
EDITORIAL

¿Y LOS PECADORES? ¿DÓNDE QUEDAN?

La Iglesia es santa, pero con hijos pecadores, con miembros enfer-


mos. Una de las más bellas expresiones del Magisterio al respecto, es
del Credo del Pueblo de Dios de San Pablo VI: «Es, pues, santa, aun-
que abarque en su seno pecadores, porque ella no goza de otra vida
que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan
de esta vida, se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y
manchas del alma que impiden que la santidad de ella se difunda ra-
diante»8.

La Iglesia no se desentiende de sus hijos pecadores: «Por lo que se


aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar
de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo»9.

¿Se dan cuenta? La Iglesia «no goza de otra vida que de la vida de la
gracia». No tiene otra vida que la de la gracia. Es maravilloso. Pero es
que solamente así puede ser esperanza de salvación de sus hijos, de los
miembros pecadores que quieren revitalizarse.

Creo, entonces, en la Santa Iglesia Católica, la Esposa purificada


con la sangre del Verbo Encarnado. Acepto sus correcciones, que
como Madre y Maestra hace a sus hijos débiles. Confío en Ella y es-
pero que me comunique su vida, que no es otra que la vida la gracia.

8
Credo Del Pueblo De Dios, Solemne Profesión de fe que Pablo VI pronunció el 30
de junio de 1968, al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX cen-
tenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma. N 20.
9
Ibidem, N. 20.

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Agnosticismo1

P. Dr. Cornelio Fabro

Es la actitud espiritual de quien suspende el propio juicio sobre la


existencia y sobre la naturaleza del Absoluto y de la Divinidad.

NOCIÓN

El término agnosticismo, lo puso en circulación Th. Huxley (1825-


1895), y tuvo un suceso singular en el pulular de sistemas de fondo
positivista y crítico, característicos de la filosofía europea de la segunda
mitad del ’800 hasta la condena del modernismo (en 1907). Más que
referirse a un sistema particular, el agnosticismo pretende sugerir una
cautela en el método y en la investigación que puede ser asumida –y
de hecho lo ha sido– por los sistemas más variados e incluso discor-
dantes entre sí, cautela que consiste en una suspensión del juicio res-
pecto al contenido último de las cosas y en la consiguiente declaración
de imposibilidad de alcanzar, por parte de la mente humana, los pro-
blemas que tocan el origen primero de la realidad, la naturaleza de
Dios y el destino último del hombre. Se mostraron como agnósticos
los atenienses al tiempo de san Pablo, los cuales, insatisfechos por los
dioses de la religión oficial, elevaban en ciertas situaciones particula-
res, altares y súplicas al Dios desconocido ( ς Act 17, 23).
A su vez fueron llamados gnósticos aquellos herejes de los primeros
siglos que pretendían llegar al fundamento con las fuerzas de la pura
razón, no solo respecto al contenido de la religión natural, sino a las
mismas verdades reveladas. En oposición a estos últimos, Huxley se
proclama «agnóstico» y eligió el término de agnosticismo para tener

1
Publicado en: CORNELIO FABRO, Agnosticismo, en Enciclopedia Cattolica, vol. I, col.
279-288 (traducción del italiano, Dr. M. Lattanzio).

15
DIÁLOGO 74

también él un «ismo» con el cual pudiese presentar el propio pensa-


miento en medio de sus colegas de la «Metaphysical Society [sociedad
metafísica]»: pretendía con ese término nuevo, advertir que la preo-
cupación religiosa es, en el plano de la vida, tan extraña e indiferente
de cuanto lo pueda ser, para muchos, la música o la pintura.

Sin embargo, no hay que confundir el agnosticismo con el escep-


ticismo, y ni siquiera es un «credo negativo», no es tampoco un
«credo»; sino que afirma un criterio simple de sobriedad moral y cien-
tífica, en cuanto invita a colocarse en una posición neutra entre la afir-
mación y la negación para todo aquello que concierne a los problemas
del Absoluto. A la persuasión de la tradición que la inteligencia hu-
mana capta la naturaleza del ser de las cosas y que naturalmente con-
duce a Dios, y que la consideración de las creaturas, de las formas y de
los modos de ser de las realidades finitas, es la «via» que permite y
obliga a reconocer el ser infinito, Huxley contrapone la nueva situa-
ción especulativa que se había delineado en la cultura moderna por
mérito de Hume y de Kant. De este modo, según la tal autorizada de-
claración, hay que afirmar que todas aquellas filosofías que se inspiran
directamente al fenomenismo empírico y al criticismo especulativo, es
decir la casi totalidad de las teorías de las ciencias y de la razón apare-
cidas en los dos últimos siglos, si se exceptúan la filosofía católica y, en
su género, el racionalismo totalitario de la filosofía hegeliana. En
cuanto, precisamente, no se resuelve nunca en un puro escepticismo,
cada posición agnóstica puede afirmar que renuncia a un determinado
sector de la realidad porque mantiene firme la verdad de otro sector
en el cual, el criterio de la certeza encuentra plena satisfacción. Por
eso, se pueden tener múltiples formas de agnosticismo según el campo
científico en el cual se eligió posar.

Se trata de agnosticismo científico, cuando la certeza de la verdad se


atribuye al ámbito de la investigación experimental; es agnosticismo filo-
sófico si se proclama la absoluta suficiencia de los solos procedimientos
especulativos; es agnosticismo teológico si se asigna tal certeza a las solas
comunicaciones de la revelación divina. Sin embargo, dada la estrecha

16
AGNOSTICISMO

afinidad que une los tres campos mencionados, raramente el agnosti-


cismo se encuentra realizado de modo aislado en alguna de estas for-
mas puras.

FORMAS

En David Hume (1711-1776) se debe hablar no solo de agnosti-


cismo, sino más bien de confesado y radical escepticismo especulativo;
sin embargo hay que recordar su postura, en primer lugar por la im-
portancia que tuvo en la formación del pensamiento kantiano. La ac-
titud escéptica respecto a cualquier tipo de conocimiento sea natural
que revelado sigue, en Hume, un desarrollo lógico que le supo dar la
genialidad del análisis al «principio de experiencia» propuesto por
Locke y elaborado por Berkeley, con la crítica a las ideas abstractas y al
concepto de materia. Quedaba todavía en pie la idea de causa, al menos
para las sustancias espirituales; Hume mostró que eso estaba abierta-
mente en contra del principio del cual se había partido.

En efecto, se parte del principio que todos nuestros conocimientos


se distinguen por el diverso grado de vivacidad en: «ideas» e «impre-
siones»; estas últimas son más vivaces, o derivan de «causas ignotas» y
se llaman «impresiones de las sensaciones», o bien son la respuesta psí-
quica de la reproducción de las imágenes dentro de la conciencia y se
llaman «impresiones de las reflexiones» a la cual siguen igualmente las
ideas de la reflexión. Tienen valor de conocimiento solo aquellas ideas
que pueden ser vinculadas a una impresión de la sensación o de la re-
flexión a la cual corresponden exactamente: en caso de que falte tal
impresión se debe concluir o que la idea en cuestión no se da de he-
cho, o que es necesario buscar el origen en un principio especial. Es
esta última hipótesis la que se verifica por la noción de causa y efecto
sobre la cual se funda todo el conocimiento de la realidad de hecho: la
experiencia no ofrece sino hechos que tienen una mera sucesión, y
nada nos hacen saber respecto a su naturaleza, o a las fuerzas que unen
la sucesión de los fenómenos de la naturaleza, como tampoco a los de

17
DIÁLOGO 74

la conciencia (Tratado sobre la naturaleza humana, l. I, sec. XIV). Enton-


ces, concluye Hume, las nociones de causa y efecto no pertenecen al
campo de la conciencia sino que hay que considerarlas como «senti-
mientos» o persuasiones, que se generan en nosotros por una «repeti-
ción» de las experiencias de sucesión por las cuales, al aparecerse uno
de los términos (causa) somos llevados espontáneamente a esperar la
venida del otro (efecto). Hume, en esto, había sido precedido en la
antigüedad por el pirrónico Sexto Empírico y en el medioevo mismo
por el árabe Algazel y por un nutrido grupo de secuaces de escolásticos
de la decadencia, predominantemente pertenecientes a la escuela no-
minalista, los cuales, no reconocían a la razón natural la capacidad de
probar los «preámbulos de la fe» y dudaron expresamente sobre el va-
lor necesario y universal del principio de causa (como Nicolás de
Cusa, P. de Ailly, Ockham, y en parte el mismo Scoto).

E. Kant (1724-1804), partiendo de donde Hume se había detenido,


elaboró una nueva teoría del saber.

Para un intelecto, como el nuestro, que está privado de una intui-


ción propia, el único conocimiento que hace posible una ciencia es el
de los juicios sintéticos a priori, en los cuales la «materia» de los fenó-
menos queda absorbida, bajo la forma de una categoría del intelecto.
Así no sólo el principio de causa, sino todos los principios de la ciencia,
tienen su origen y valor desde dentro del sujeto, en cuanto el sujeto es
considerado como autoconciencia; así el «Yo pienso» está en el origen
de cualquier categoría y es, por tanto, la condición trascendental de
cualquier conocimiento válido.

Por tanto, el único conocimiento que puede presentarse como


«ciencia» es aquel que resulta de la síntesis de una materia tomada de
la experiencia y de una forma dada a priori; la pura materia es ciega,
sin orden, la pura forma en sí es vacía y sin contenido. Es sabido que,
para Kant, solo las matemáticas y la nueva física newtoniana resultan
de juicios sintéticos a priori y alcanzan la forma del saber científico; en
vez la metafísica, en cuanto pretende ir más allá de los fenómenos y

18
AGNOSTICISMO

de captar el noumeno, o bien el «en sí» de las cosas, carece de cualquier


objeto y en el futuro, no puede presentarse ya como una ciencia. En-
tonces cuando el intelecto humano, ligado por su naturaleza a la expe-
riencia, se esfuerza por abrazar la totalidad del ser en sí y elevarse hasta
el conocimiento de la primera Causa, y se pregunta qué cosas son el
mundo, el alma y Dios, se pierde en «antinomias» insolubles (cf. Crítica
de la razón pura, l. II, c. 2). El noumeno de las cosas, el mundo, el alma y
Dios mismo, se dice que existen, pero más bien como límite del co-
nocer y término requerido de su actuarse que como objeto del mismo.
Solo en el campo de la razón práctica el hombre puede asegurarse de
tener una certeza en torno a tales objetos.

A. Comte (1798-1857) se ha mostrado más fiel sea a la letra que a


la solución de Hume, partiendo del principio que se debe aceptar
como verdadero solo aquello que es susceptible de experimentación
científica. Por tanto, la única verdad accesible al hombre, es la de los
«hechos», catalogados cada vez por la experiencia, según que son lle-
vados a la luz a través del filtro constituido por ella. Así el conocer se
reduce a tomar nota de las «relaciones» que se dan al infinito entre
hecho y hecho, en los varios órdenes de la naturaleza, de modo que,
para Comte, no menos que para Kant, el dedicarse a la búsqueda de
las causas eficientes y finales es querer acarrear agua con un recipiente
sin fondo.

De las tres épocas que Comte asignaba al desarrollo de la civiliza-


ción humana, la época religiosa y teológica se colocaba como primera
y, por tanto, era considerada como la más imperfecta, la cual había
desaparecido al sobrevenir la filosofía, tal como la filosofía había ce-
dido su puesto a la ciencia que es la forma más acabada y definitiva del
saber. La escuela sociológica francesa (Durkheim, Mauss,
Lévy-Bruhl), aplicando los principios del positivismo de Comte al es-
tudio de los pueblos primitivos, ha explicado el surgir y las manifesta-
ciones de la religión natural como el efecto de la imposición que la
persona singular recibe y padece desde fuera, en cuanto es miembro
de un clan y de una tribu.

19
DIÁLOGO 74

H. Spencer (1820-1903) se inspira directamente en Kant con la


«teoría de lo Incognoscible», colocada al inicio de la Ia parte de la ex-
posición definitiva de su filosofía (cf. Primeros principios, §§ 1-34), en
la cual se han inspirado las formas posteriores de agnosticismo filosó-
fico.

En el agnosticismo científico de Comte, la ciencia absorbe la reli-


gión, pero se equivoca. Según Spencer, ciencia y religión, lejos de opo-
nerse, se encuentran y precisamente en el momento de la determina-
ción última de los respectivos objetos. Espacio, tiempo, materia,
fuerza, vida, pensamiento, libertad... para la ciencia; Dios creador,
único, personal, bueno, justo, providente... para la religión: tanto en
una como en la otra está siempre lo Incognoscible que en un mo-
mento se adelanta y que es inútil intentar indagarlo. A diferencia de
W. Hamilton, quien le abrió el camino (cf. op. cit., § 24), Spencer se
mantiene firme en atribuir al propio agnosticismo un estricto carácter
de positividad, en cuanto se propone tener en cuenta no solo las rela-
ciones de «diferencia», en las cuales se detenía Hamilton, sino también
las relaciones de «semejanza».

De este modo, observa Spencer, se llega a que la «conciencia defi-


nida» reclama más allá de ella misma una «conciencia indefinida», y los
pensamientos incompletos llevan a los pensamientos completos de
modo tal que no es posible detenerse a considerar lo relativo y lo con-
dicionado sin afirmar, implícitamente, la existencia del absoluto y de
lo incondicionado; por eso el ateísmo es intrínsecamente impensable.
No podemos declarar que no sabemos qué cosa es Dios, sin reconocer
que Dios es.

Se pueden conectar, más o menos directamente a la mentalidad


creada por Spencer, aquellas formas de irracionalismo, como son el
pragmatismo (W. James) el intuicionismo (M. Bergson) y el misti-
cismo, según los cuales el criterio de verdad, e incluso la posibilidad
misma de plantear el problema del Absoluto, se colocan en el aconte-
cimiento efectivo de la acción, en el impulso del subconsciente, en la

20
AGNOSTICISMO

unión afectiva y «simpática» (M. Scheler) con el ser y con el Absoluto.


A ese mismo ambiente de ideas pertenece el modernismo (v.), el cual
en su momento inicial hizo propia, como lo declara la encíclica
Pascendi (Dz 2072 ss.), la doctrina del agnosticismo, según la cual «la
razón humana está encerrada en el campo de los fenómenos, de las
cosas que aparecen y según el modo en el cual aparecen, de modo que
no tiene ni el derecho, ni la capacidad de superar sus confines. Por lo
cual no está en condiciones de elevarse hasta Dios, ni tampoco de co-
nocer su existencia a partir de las cosas que se ven, de lo cual se deduce
la necesidad que Dios de ningún modo puede ser objeto de la ciencia,
ni tampoco se admite que pueda ser reconocido como sujeto de la his-
toria. Entonces se comprende porque los modernistas no tengan para
nada en cuenta la teología natural, ni de los motivos de credibilidad y
de la revelación externa, en cuanto se trata de doctrinas ligadas –así
dicen ellos– al intelectualismo que, a sus ojos, aparece como un sis-
tema ridículo y ya superado para siempre. El primer paso al cual, según
la encíclica, lleva el agnosticismo de los modernistas es el ateísmo cien-
tífico e histórico, como su momento negativo al cual se hace seguir el
momento positivo que ellos han constituido en el así llamado «princi-
pio de inmanencia», por el cual queda abierto el pasaje a la interpreta-
ción del contenido de la religión natural y de los dogmas revelados.
Comparado con la doctrina católica, el modernismo es, juntamente,
agnosticismo filosófico y teológico, aun cuando en la mente de quie-
nes lo sostienen, esa actitud pretende expresar la ilimitada positividad
y fecundidad que despliega lo verdadero en el movimiento de la con-
ciencia del sujeto (evolución de los dogmas). Se puede recordar aquí,
como teñida de agnosticismo, la tendencia de algunos filósofos católi-
cos contemporáneos, manifestada con ocasión de la controversia en
torno a la analiticidad del principio de causa, según el cual la verdad
del conocer no se certifica en un criterio de evidencia objetiva, sino
por un acto de «confianza» instintiva, por una persuasión de naturaleza
emocional sobre la capacidad que la razón tiene por lo verdadero (E.
Sawicki, J. Hessen).

21
DIÁLOGO 74

El agnosticismo ha emprendido una nueva orientación por mérito


del Existencialismo, fundado por Søren Kierkegaard (1813-1855),
aunque puesto de moda en esta primera mitad del ‘900 por la
«Kierkegaard-Renaissance» [el renacimiento kierkegardiano] alemán.

Según el teólogo Karl Barth «nosotros, como teólogos, debemos


hablar de Dios. Pero somos hombres y como tales nada podemos decir
de Dios. Debemos saber una y otra cosa: nuestro deber está (en el re-
conocer) nuestra impotencia y dar con ello gloria a Dios». Un agnos-
ticismo más contenido se encuentra en la «teoría de las cifras» del filó-
sofo médico K. Jaspers (1883). Sostiene que el ser jamás se hace pre-
sente todo entero y directamente, sino siempre por una vía indirecta
en sus infinitas formas que puede asumir en la existencia. Por tanto,
el ser no nos es «dado» más que por aspectos y «situaciones particula-
res», las cuales señalan cada una alguna «situación fundamental» o «si-
tuación-límite» de la cual, la última e insuperable es precisamente la
de «estar siempre en una situación», de no poder abandonar una situa-
ción, si no a condición de caer en otra. Pero cada situación particular
del ser no es, a los ojos del «singular» existente, más que el símbolo o
la «escritura cifrada» que él debe interpretar partiendo únicamente del
contenido de su existencia. El ser, que es totalidad que todo-lo-abraza
(Das Umgreifende) nunca se deja abrazar por el pensamiento del «sin-
gular», ya sea que se refiera al ser de la realidad, o al de la conciencia
en general, ya sea al espíritu, siempre es dado como «límite» y nunca
como «objeto» del conocer. La última «cifra», a la cual señalan todas las
cifras, es para Jaspers el «fracaso» (Scheitern) del conocer como tal, en
el cual se pone al descubierto aquello que se ha llamado la «ilusión de
la filosofía» (J. Hersch).

Hacia una forma de agnosticismo filosófico, no muy distinta de la


precedente, y tal vez bajo su influjo, se inclina en sus últimas manifes-
taciones el actualismo italiano con la reducción del espíritu al acto
puro, es decir a un acto que es acto sin ningún residuo, leyes o conte-
nidos que no sean la actualidad del acto como mediación de sí mismo.
Especie de pan-humanismo que es pan-realismo en el cual se sostiene

22
AGNOSTICISMO

que en filosofía no se llega jamás, pues cualquier solución es siempre


un problema y cualquier problema es siempre solución (Gentile).

El agnosticismo teológico en general, está representado por aquellas co-


rrientes del pensamiento teológico, las cuales, insistiendo ya sea en la
trascendencia de la divinidad, ya sea sobre la debilidad de la razón,
como consecuencia del pecado original; o desconfiando en general de
la razón, o del uso del conocimiento natural para la interpretación del
contenido de las verdades reveladas, proclaman atenerse puramente a
cuanto Dios hizo conocer de sí y de sus misterios en las Sagradas
Escrituras y en la Tradición. En primer lugar, en orden de tiempo, se
encuentran los autores de la «teología negativa» ( )
de derivación neo-platónica, tales como se pueden encontrar en la
edad patrística en algunas obras del pseudo-Areopagita y en algún teó-
logo del alto medioevo que ha asumido su pensamiento con una fide-
lidad demasiado literal. Se pueden recordar también los seguidores de
la rigurosa tradición o «Kalam» de los teólogos musulmanes y el
mismo príncipe de la teología judaica medieval, el Rabbí Moisés
Maimónides, según los cuales Dios no puede ser nombrado a partir
de las cosas creadas con un término positivo que en definitiva no se
resuelva en una pura negación, de allí que llamar a Dios ser, vida, sa-
biduría... no tiene mayor propiedad que si se dice piedra, árbol, león o
cosas semejantes. En fin, más decididamente agnósticas, fueron aque-
llas teologías que florecieron en los siglos XVII-XVIII, los cuales, en el
intento de oponerse a las exorbitancias de las filosofías libertinas e ilu-
ministas, negaron a la razón la capacidad misma de alcanzar cualquier
tipo de verdad, incluso en el orden creado, y sustituyeron la actividad
natural de la razón, el testimonio de la Fe y de la Tradición, o recu-
rrieron a una cierta visión de la realidad en la esencia creadora de las
existencias (ver por ej. el Fideísmo, Tradicionalismo, Ontologismo).
Dejando de lado las loables intenciones que pudieron haber inspirado
a tales autores, todas estas teologías, en no menor grado que el moder-
nismo, se deben retener como expresamente condenadas por la Iglesia
(cf. Dz 1622-1629, 1649-1657, 1659. 1665, 2072-2080). En general

23
DIÁLOGO 74

vale la advertencia que la discusión crítica de cualquier forma particu-


lar de agnosticismo, ya sea científico, filosófico o teológico, comporta
el examen de cada sistema al cual está conectado, y especialmente de
los presupuestos ideológicos que lo dominan.

SIGNIFICADO

De todos modos, la exigencia propugnada por el agnosticismo no


tiene en sí nada que contraste directamente al sano realismo o a la teo-
logía más ortodoxa, como puede ser, por ejemplo, la teología tomista.
La actitud de reserva que asume el agnosticismo respecto al contenido
y a los límites del conocimiento humano, tanto para las cosas conna-
turales y finitas, cuanto en lo que respecta a la naturaleza divina, no
solo pueden ser recibidas y formar una parte integrante, sino que per-
tenecen a la esencia misma del realismo tomista y de la teología cató-
lica. Solo que, a diferencia de los sistemas agnósticos que consideran
el momento negativo del conocimiento o como exclusivo o, al menos,
como predominante, en el pensamiento de santo Tomás este se coloca
en posición dialéctica, en cuanto se encuentra junto y co-existente con
el momento positivo que viene a templar y del cual, a su vez, es tem-
plado. Así no solo: ni racionalismo, ni escepticismo, sino ni siquiera
se puede detener a una noción de Dios, o quizás de la misma realidad
de las cosas, como si fuese un puro «límite» del cual no se sabe decir
otra cosa que es incognoscible e inaferrable, ya que eso equivaldría a
aceptar de hecho aquel escepticismo que se rechaza de palabra. En
otros términos, el agnosticismo no puede ser un punto de partida y
tampoco un punto de llegada; en vez, se puede hablar de una inspira-
ción agnóstica, que sirve para atenuar las pretensiones del raciona-
lismo y otorgar al conocimiento humano el justo equilibrio de un co-
nocimiento de por sí ordenado a la verdad y al Absoluto, pero también
condicionado por el ejercicio de la experiencia y de las contingencias
de la vida. Sobre la base de este reconocimiento se podría realizar una
graduación de los varios agnosticismos arriba indicados, comenzando
con las formas más extremas (Hume, Comte) hasta las más mitigadas

24
AGNOSTICISMO

(Kant, Spencer) teniendo en cuenta tanto el objeto sobre el cual vierte


la neutralidad, cuanto la intensidad según la cual esta es afirmada.

Esta graduación puede ser continuada, aunque en otro sentido,


también dentro de los sistemas realistas. Una primera observación es:
se puede saber bien de una cosa que existe de hecho, aun permane-
ciendo desconocida su íntima naturaleza; para afirmar la existencia de
una cosa basta el conocimiento genérico, vago y confuso de la cosa,
siempre que resulte fundamentado. Además, si de una cosa se posee
un conocimiento tanto positivo cuanto negativo, el conocimiento po-
sitivo es el primero y el fundamental, en razón que el conocimiento
negativo se dice tal, precisamente en cuanto coarta el ámbito y precisa
el sentido de un conocimiento afirmativo precedente; admitir que de
un objeto no se tiene más que un conocimiento negativo, y que el
primer conocimiento de tal objeto es negativo, es proyectar una situa-
ción de conciencia imposible en la línea de hecho no menos que de
derecho. Por tanto, la «teología negativa» es necesariamente precedida
por la «teología positiva» o afirmativa ( ). Además, en el
mismo conocimiento positivo, y como consecuencia también en el
conocimiento negativo, pueden existir grados, tanto por lo que se hace
presente en él (así: genérico, distinto, propio...), como por el respec-
tivo valor de certeza. En fin, el conocimiento positivo, según el diverso
grado de penetración dentro del objeto, puede ser indicativo, ade-
cuado y comprensivo. Indicativo es el conocimiento que de algún
modo, a posteriori o a priori, distinto o confuso, termina en la esencia
de la cosa; es adecuado cuando aferra distintamente los constitutivos
esenciales de la cosa misma; es comprensivo, cuando abraza todas las
características constitutivas del ser, y puede disponerlos en el orden
ontológico que efectivamente los hace derivar uno del otro, y sabe dar
razón de todas las virtualidades de la cual son susceptibles en el desa-
rrollo real del ser mismo.

Por tanto: 1) el intelecto humano, con las solas fuerzas naturales,


puede tener un conocimiento positivo, no sólo indicativo, sino propio
y, en ciertos casos, también adecuado de las naturalezas del mundo

25
DIÁLOGO 74

físico, como también de su naturaleza propia e incluso la del alma. A


través de las propiedades, que las cosas revelan en la experiencia y el
alma en sus operaciones, se puede concebir la naturaleza de unas y
argumentar sobre aquella más recóndita de las otras. Santo Tomás
confiesa que «conocer lo que es el alma es algo muy difícil» (cognoscere
quid sit anima, difficillimum est, De Veritate, X, 8 ad 8; cf. In I Sent., d. 3,
1, 2 ad 33; ibid., IV, 5; Sum. Theol., Ia, q. 87, ad 1), no dice que sea
imposible; y esto también hay que admitirlo por sus propiedades de
las cuales depende el tenor mismo de la vida humana (espiritualidad e
inmortalidad). 2) El intelecto humano, en sus condiciones naturales
de ejercicio, no puede realizar ningún conocimiento comprensivo ni
de las substancias corporales, ni de las espirituales. Tal conocimiento
sería posible con la condición que se pudiese comprender la materia
prima y la libertad creada, pero esto está reservado a solo al intelecto
divino que es la Causa primera y primer Motor, y del cual dependen
todas las causas contingentes. Santo Tomás repite con frecuencia que
las diferencias últimas y constitutivas de las esencias de las cosas se nos
esconden, y que debemos contentarnos con indicarlas por medio de
sus propiedades. 3) El intelecto humano, oportunamente disciplinado,
puede, con las solas fuerzas humanas demostrar la existencia de Dios
y reconocer sus principales atributos, ya sea absolutos (unidad, sim-
plicidad, bondad, verdad...), como también los relativos al mundo
creado (creador, omnipotente, omnisciente, providente...). En efecto,
las cosas finitas se manifiestan abiertamente como efectos de una causa
infinita y en los efectos se manifiesta siempre «de algún modo» una
semejanza de la naturaleza de la causa. Por tanto, se trata de un cono-
cimiento positivo y en cierto modo distinto, en cuanto Dios queda
separado de cualquier otro ser; es, sin embargo, un conocimiento pu-
ramente «indicativo», pero es un conocimiento real y nobilísimo entre
todos los demás conocimientos: «Hay, en aquellas cosas que confesa-
mos de Dios, un doble modo de verdad. Pues algunas son verdades
que exceden cualquier capacidad de la razón humana, como ser que
Dios es uno y trino. Otras son verdades que también la razón natural
puede alcanzar, como por ejemplo que Dios es, es uno, y otras seme-

26
AGNOSTICISMO

jantes; las cuales los filósofos probaron de Dios en modo demostra-


tivo, conducidos por la luz de la razón natural» (Est autem, in his quae
de Deo confitemur, duplex veritatis modus. Quaedam namque vera sunt de Deo
quae omnem facultatem humanae rationis excedunt, ut Deum esse unum et
trinum. Quaedam vero sunt ad quae etiam ratio naturalis pertingere potest, sicut
est Deum esse, Deum esse unum, et alia huiusmodi; quae etiam philosophi de-
monstrative de Deo probaverunt, ducti naturalis lumine rationis, 1CG, 3). 4)
Debido a que las perfecciones que se encuentran en las creaturas son
en sí finitas, y por tanto inconmensurables con la infinitud que tales
perfecciones tienen en Dios, el intelecto humano, dejado a sus recur-
sos naturales y obligado para su ejercicio a depender de los sentidos,
no puede jamás alcanzar un conocimiento propio y adecuado, ni me-
nos aún, comprensivo, de la esencia divina. En esta materia, debemos
quedarnos contentos con saber «que es», sin pretender alcanzar el «qué
cosa es», tal como declara el Angélico en un texto que sigue inmedia-
tamente al que hemos citado. Y ese conocimiento, tal como el santo
Doctor se apresura a notar al inicio del parágrafo siguiente, se concede
a pocos, se alcanza apenas (vix), después de un largo tiempo y con
mezcla de dudas y errores (1CG, 4; III, 39).

De acuerdo a santo Tomás «casi toda la consideración filosófica se


ordena al conocimiento de Dios» (fere totius philosophiae consideratio ad
Dei cognitionern ordinatur, 4CG, 1; cf. In III Sent., d. 24, 1, 3, sol. I). La
primera tarea consiste en distinguir entre las perfecciones que se en-
cuentran en las creaturas, aquellas que están ligadas a la materialidad
de las sustancias sensibles, en cuanto tales, como la corporeidad, la
sensibilidad, la vida vegetativa y semejantes, las cuales (perfecciones
mixtas) no pueden de ningún modo ser atribuidas a Dios; y las per-
fecciones puras, aquellas que pertenecen al puro orden del ser y de la
vida espiritual, tales como la verdad, bondad, unidad, belleza, inteli-
gencia, voluntad, amor, sabiduría y semejantes, las cuales no sólo no
repugnan a Dios, sino que deben ser atribuidas a Él en modo máximo,
ya que solo en Dios ellas encuentran la pureza de la propia razón for-
mal, mientras que en las creaturas no tienen más que una forma defi-
ciente y participada. La atribución de estas perfecciones a la esencia
27
DIÁLOGO 74

divina es, por tanto, esencialmente dialéctica pues implica dos mo-
mentos contrarios, los cuales generan un movimiento de la inteligen-
cia que aquí abajo permanece siempre abierto. Hay un primer mo-
mento, el de la afirmación o atribución a Dios de las perfecciones puras
como a su primer y propio posesor de las mismas; y existe también el
momento de la cautela, o bien de ponerse en guardia contra el antro-
pomorfismo y las transposiciones inmediatas, en cuanto se advierte
que tales perfecciones no pueden existir en Dios del mismo modo con
el cual se encuentran en las creaturas, sino de otro modo, es decir en
un modo «proporcionado» a la divina esencia. La predicación, para ex-
presarlo con términos técnicos, no se debe hacer según univocidad, sino
según la analogía; es en este momento de la predicación analógica que
el realismo tomista satisface el núcleo legítimo de la exigencia que se
esconde en las reservas del agnosticismo.

En esto, santo Tomás se encuentra de acuerdo con los maestros


más insignes de su pensamiento. Con Aristóteles, según el cual «la
ciencia sobre Dios no es de propiedad humana» (scientia de Deo non est
humana possessio, In 4S, d. 49, 11, 7 ad 12, citación libre de Metafísica, 1,
2, 983 [5-101]; cf. el comentario de santo Tomás en la lect. III, n. 64).
Con san Agustín: «tal como dice Agustín: Dios escapa a toda forma de
nuestro intelecto» (sicut dicit Augustinus: Deus formam omnem intellectus
nostri subterfugit, In 4S, d. 49, 11, 1 ad 3, citación un poco vaga de la
Epist. 147 [De videndo Deo ecc.] 6-8: PL 33, 596 ss.). Con el misterioso
autor del libro De causis para el cual «la Causa primera es superior a
cualquier explicación» (Causa prima superior est omni narratione, prop. V;
ed. O. Bardenhewer, pp. 69-71). Y sobre todo con el Pseudo Dionisio
Areopagita con el cual santo Tomás, junto con todos sus contemporá-
neos, lo consideraban como discípulo del Apóstol y que, en este tema
de los «Nombres Divinos», eligió como su maestro principal. Aquí
aparecen los principios de la doctrina de este profundo teólogo, recor-
dados por santo Tomás aquí y allá en sus obras, y reunidos en el co-
mentario a la citada proposición del De causis (lect. VI). Con el vivo
sentido de la trascendencia divina, que había extraído del neo-plato-
nismo, el Pseudo Dionisio afirma que, hablando de Dios «son más
28
AGNOSTICISMO

verdaderas las negaciones que las afirmaciones» (Coel. Hierarchia, cap.


2; PG 3, 141 A). La razón de esto se encuentra en el hecho que Dios
no se hace presente en modo adecuado a ninguna de nuestras faculta-
des: «ni al sentido, ni a la fantasía, ni a la opinión, ni al discurso, ni a la
ciencia»; «Dios juntamente es sin-nombre ( ώ ) y con muchos-
nombres ( )» (Div. Nom., cap. 6; PG 3, 587 B; 595 D). De
modo más explícito, en la versión citada por santo Tomás: «si todos
los conocimientos son de las cosas existentes, y si la existencia tiene
un fin, en cuanto participan en modo finito del acto de ser; aquello
que está sobre toda substancia, está separado de cualquier conoci-
miento» (si cognitiones omnes existentium sunt, et si existentia finem habent,
in quantum scilicct finite participant esse; qui est supra omnem substantiam, ab
omni cognitione est segregatus, Div. Nom., cap. 6; PG 3, 594 A; cf. 587 D).
Por eso no nos sorprende, cuando Dionisio afirma que el hombre en
esta vida «se une a Dios como a algo totalmente ignoto» (unitur Deo
sicut omnino ignoto, Myst. Theol., cap. 1; PG 3, 1101 A). Es inútil observar
que el Angélico en su comentario al De Divinis Nominibus, como en
todas sus obras, se mantiene fiel al espíritu de esta doctrina, dándole
un revestimiento más riguroso y científico: «esto es lo último a lo cual
podemos alcanzar en esta vida respecto al conocimiento divino: que
Dios es sobre todo lo que puede ser pensado por nosotros, por tanto
el modo de nombrar a Dios por remoción, es máximamente propio»
(hoc est ultimum ad quod pertingere possumus circa cognitionem divinam in hac
vita, quod Deus est supra omne id quod a nobis cogitari potest et ideo nominatio
Dei quae est per remotionem, est maxime propria, cap. I, 1, 3, ed. Parm., t.
XV, 271 b). Y en el prólogo a la q. 3 de la Ia de la Summa: «conocido de
algo si es, queda por investigar de qué modo es, para saber qué cosa
sea eso. Pero porque de Dios no podemos saber qué es, sino más bien
que no es; de Dios no podemos considerar de qué modo es, sino más
bien de qué modo no es» (cognito de aliquo an sit, inquirendum restat
quomodo sit, ut sciatur de eo quid sit. Sed quia de Deo scire non possumus quid
sit, sed quid non sit: non possumus considerare de Deo quomodo sit, sed potius
quomodo non sit, cf. In 1S, d. 2, 1, 3, ad 2; 3CG, 39; 49 y paralelos).

29
DIÁLOGO 74

La ardua y fundamental doctrina de la analogía en el tomismo se


funda en los principios indicados, los cuales nos dan la clave para des-
cifrar, en sentido positivo, el misterio de la existencia humana y para
acercarnos al inconmensurable abismo de la trascendencia divina.

BIBLIOGRAFÍA

–HUXLEY, TH., Collected Essays, V, Londres 1898, 237-39; HUME,


D., Trattato sulla natura umana, I, trad. it. con el título: Trattato
sull’intelligenza umana, Bari 1926 (ver especialmente: parte 1a y parte 3a,
15 ss., 94 ss.); KANT, E., Critica della Ragion Pura, trad. it., rest. de la 2a
ed., Bari 1924-1925; COMTE, A., Cours de philosophie positive, 6 vol., 5a
ed., Paris 1894; SPENCER, H., I Primi Princìpi, 4a ed. it., Milan 1901;
DURKHEIM, E., Les formes élémentaires de la vie religieuse, 2a ed., Paris
1925; BARTH, K., Das Wort Gottes als Aufgabe der Theologie, Zurich 1924;
id., Römerbrief, 5a ed., Zurch 1941; PETERSON, E., Was ist Theologie,
Bonn 1926; JASPERS, K., Philosophie, III, Berlin 1932, Metaphysik, cap.
4: Lesen der Chiffreschrift, 128-237; HERSCH, J., L’illusione filosofica, trad.
it., Torino 1942; FABRO, C., Problemi dell’Esistenzialismo, Roma 1945.

–Para Heidegger, ver el reciente pronunciamiento sobre el


problema de Dios en su Brief Ueber den Humanismus an Jean Beaufres,
que continúa el ensayo: Platons Lehre von der Wahrheit, Bern 1947;

–Sobre las relaciones entre el Pseudo Dionidio y santo Tomás,


ver: BARDENHEWER, O., Die Pseudoaristotelische Schrift «Über die reine
Güte», bekannt unter dem Namen «Liber de Causis», Friburgo en Br. 1882;
DURANTEL, J., Le retour à Dieu par l’intelligence et la volontè dans la
philosophie de St. Thomas, Paris 1918, 72 ss.; DODDS, E. R., The Elements
of Theology of Proclus, Oxford 1932 (ver: 310-313, Appendice I: The
Unknown God in Neoplatonism, donde sintetiza con importantes obser-
vaciones críticas la obra de E. Norden, Agnostos Theos, Leipzig 1913).

30
AGNOSTICISMO

–Los teólogos modernos tratan el agnosticismo, comúnmente


en apologética (cf. GARRIGOU-LAGRANGE, R., De revelatione, I, 3a ed.,
Roma 1929, 276-318), o bien en la parte introductoria al tratado dog-
mático «De Deo Uno» (cf. DIEKAMP, Fr., Theol. Dogm. Manuale, I, ed.
lat., Tournai-Paris 1933, 126-131).

–En torno a Spencer: LUCAS, G. J., Agnosticism and Religion, be-


ing an Examination of Spencer’s Religion of Agnosticism, Londres 1895.

–Exposición y crítica de los sistemas agnósticos: MICHELET,


G., Dieu et l’Agnosticisme contemporain, 3a ed., Paris 1909; ZACCHI, A.,
Filosofia della religione, parte I: Dio, 1: «La negazione», 2a ed., Roma 1925,
167 ss.; GARRIGOU-LAGRANGE, R., Dieu, son existence et sa nature: solu-
tion thomiste des antinomies agnostiques, 5a ed., Paris 1928 (fundamental).

–Entre los artículos para una visión de conjunto sobre el ag-


nosticismo se puede ver: CHOSSAT, M., s. v. en DFC, I, col. 1-76:
tratado casi completo, rico en el material, y con algunas comparacio-
nes, aunque engorroso y no desprovisto de una cierta subjetividad en
la presentación de los problemas.

Traducido por P. Dr. Marcelo Lattanzio, IVE.

31
San Pío de Pietrelcina,
testigo de Cristo en el mundo contemporáneo
A 100 años de su estigmatización y 50 años de su
muerte

P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE.

El lunes 23 de setiembre de 1968, a las 2:30 de la madrugada, hun-


dido en el sillón de su habitación y vestido con su hábito franciscano,
mientras sostenía entre sus dedos la corona del rosario, Francisco
Forgione, de nombre religioso Pío de Pietrelcina, inclinó la cabeza so-
bre el pecho y entregó su alma al Creador. A su alrededor, el superior,
P. Carmelo de San Giovanni in Galdo, su ayudante el P. Pellegrino,
su confesor, el P. Raffaele de S. Elia a Pianisi, y otros, lloran. El Dr.
Giuseppe Gusso, presente al momento del traspaso, lo definió «el más
sereno, el más dulce» que jamás viera.

Ha pasado medio siglo.

Tres días antes, el viernes 20 de setiembre, sus hijos espirituales


cubrieron el altar mayor de la antigua iglesia y rodearon el crucifico
del coro con cincuenta rosas rojas, tras lo cual asistieron silenciosos a
la Misa celebrada por el padre con especial devoción y silencio. El 30
de mayo de 1918, el P. Pío se había ofrecido como víctima por los
pecadores para que acabase la guerra que azotaba gran parte de Europa.
El 20 de setiembre de ese mismo año Jesús crucificado se le apareció
y le dijo: «Te asocio a mi Pasión», y lo estigmatizó1. Un mes y medio
más tarde, el 11 de noviembre, se firmaba el armisticio de Compiègne
que daba por terminada la Primera Guerra Mundial. Las rosas rojas
conmemoraban las llagas del capuchino. Eran cincuenta, una por cada

1
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 276.

33
DIÁLOGO 74

año que llevaba asociado al Gran Crucificado del Calvario, pagando su


cuota de dolor por los pecados de los hombres. En julio de 1968, los
estigmas habían comenzado a cerrarse sin dejar signo alguno. Primero
los del dorso de las manos, después, gradualmente todos los demás2.
Ya no los necesitaba porque el Padre Pío estaba llegando a puerto.

Han pasado, pues, cien años del momento extraordinario de su es-


tigmatización y cincuenta de su muerte. Pero todavía estamos lejos de
comprender el misterio en que Dios envolvió al P. Pío. Es demasiado
grande para nuestras inteligencias. No somos capaces de comprender
ninguna de las claves que nos abrirían su secreto: ni la grandeza del
amor de los santos, ni la hondura oscura del pecado del hombre, ni el
misterio redentor de la Cruz. Vamos a acercarnos, pues, apenas un
poco. Con respeto; pidiendo luces a Dios. Porque el misterio de este
sacerdote, probablemente el único sacerdote estigmatizado de la his-
toria, tiene mucho que mostrarnos sobre nuestro propio misterio per-
sonal.

* * *

Pío nació el 25 de mayo de 1887, en una aldea que no conoceríamos


si él no la hubiera hecho famosa asociándola a su nombre religioso:
Pietrelcina, Provincia de Benevento, región de Campania. Sus padres,
Grazzio Forgione y María Giuseppa De Nunzio, lo bautizaron al día
siguiente con el nombre de Francesco. A la vida religiosa entró joven-
císimo, con 16 años; en el noviciado de la Orden de los
Hermanos Menores Capuchinos en Morcone. Dos semanas más tarde
le daban el hábito y cambiaban su nombre de pila por el de Pío. En
setiembre de 1916, después de una formación agitada, en razón de sus
constantes enfermedades, fue enviado al Convento de san Giovanni

2
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 280.

34
SAN PÍO DE PIETRELCINA

Rotondo. Allí permanecería hasta su muerte, cincuenta y dos años más


tarde.

ALGUNAS VIRTUDES

Lo que más llama la atención a las masas de devotos del P. Pío son
sus indudables y asombrosos milagros, que se sucedieron sin cesar a
lo largo de cinco décadas. Sus llagas, ante todo; pero también el per-
fume que emanaba de su presencia, y que anunciaba tantas veces sus
apariciones misteriosas en los lugares más distantes de la tierra sin que
jamás saliera de su convento, sus muchas bilocaciones refrendadas por
testigos inobjetables, su capacidad de escrutar las conciencias, las cu-
raciones que Dios obraba por su intercesión, las conversiones que oca-
sionaba a veces diariamente, sus profecías...

Sin embargo, todo esto es el segundo plano del Padre Pío. Lo que
menos nos dice de él; lo que nos deja en ayunas, aunque nos encandile
y aturda. Lo que solo despierta nuestra curiosidad y nos deja a oscuras
de su misterio. Lo que retumba pero no hace comprender el mensaje
que Dios nos ha querido dar con su persona y misión. Al P. Pío se lo
entiende como señal divina, solo si dejamos de lado estas cosas, y nos
concentramos en sus virtudes.

¡Sus virtudes! Empresa imposible es tratar de pasarles revista o re-


sumirlas. Esto no se puede; y el secreto de muchas de ellas, se lo llevó
a la tumba. Pero podemos contentarnos con destacar algunos aspectos
de ellas; y ya con esto nos enriqueceremos lo suficiente como para
conocer un poco más al santo.

Debo comenzar por su amor a la Cruz. San Pío, como el apóstol


Pablo, centró su vida y su apostolado en la Santa Cruz, que era su
fuerza, su sabiduría y su gloria. Libre de las vanidades del mundo e
inflamado de amor a Jesucristo, se ajustó a Él en la inmolación de la
Cruz para la salvación del mundo. Fue tan generoso y perfecto en la
secuencia y en la imitación de la Víctima Divina, que podría ponerse

35
DIÁLOGO 74

en su boca las mismas palabras del Apóstol a los Gálatas: «con Cristo
estoy crucificado» (Gal 2,19).

¿Y qué decir de su amor por las almas, que lo hacía entregarse a


Dios como víctima expiatoria? Por ellos oraba, gemía, lloraba, inter-
cedía y bramaba. En una carta del 23 de octubre de 1921 se definía
como «quien se ha consagrado totalmente, sin reserva por Jesús y por
las almas»; y resumía su actividad cotidiana diciendo: «He trabajado,
quiero trabajar; he rezado, quiero rezar; he velado, quiero velar; he
llorado y quiero llorar siempre por mis hermanos de exilio. Sé y com-
prendo que es poco, pero esto es lo que sé hacer; de esto soy capaz y
es todo de lo que yo soy capaz de hacer»3. «¡Ay de mí -decía en otra
oportunidad-, cuántas veces, por no decir siempre, me toca decir a
Dios juez, con Moisés: perdona a este pueblo, o bórrame del libro de
la vida»4. Esta necesidad de ponerse en medio, entre los castigos de
Dios y los pecados de los hombres, lo experimentaba como un «fuego
devorador». Sabía que a veces reclamaba perdón y misericordia con
demasiada insistencia, pero precisamente dirigiéndose a Dios el 29 de
enero de 1919, le gritaba: «Tú me has hecho impaciente, tú me has
conquistado, tú me has quemado todas mis entrañas, tú has introdu-
cido dentro mío un río de fuego. ¿Qué menos puedo hacer que la-
mentarme, si tú mismo me has provocado y pones a prueba mi
fragilidad?»5 Ya en el año de su ordenación sacerdotal había pedido,
porque lo sentía como «una necesidad», como «una fuerte pasión»,
ofrecerse al Señor «víctima por los pobres pecadores», hasta conjurar
al Dios de la justicia y de la misericordia para que «quisiera derramar»
sobre él «los castigos que están preparados para los pecadores»6, como
se expresa en carta a su director, el P. Benedetto, el 29 de noviembre
de 1910. Y este le había respondido afirmativamente: «Padece, gime y

3
P. PÍO, Epistolario, I, 1243.
4
P. PÍO, Epistolario, I, 1246-1247.
5
P. PÍO, Epistolario, I, 1123.
6
P. PÍO, Epistolario, I, 205-206.

36
SAN PÍO DE PIETRELCINA

reza por los inicuos de la tierra»7. Unos años más tarde, el 18 de di-
ciembre de 1920, volvía sobre el tema: «Estoy pronto para lo que sea
(sono pronto a tutto), con tal que Jesús esté contento y me salve las almas
de los hermanos, especialmente aquellas que él me ha confiado»8

No menor fue la grandeza de su caridad con los que sufren. Esa caridad
se mostró de manera particularísima en su preocupación por los en-
fermos. Ser cristiano significaba, para él, comprometerse en aliviar los
dolores y las miserias de tantas personas, individuos y familias enteras.
Para eso fundó en 1956 la «Casa del Alivio del Sufrimiento», donde se
demuestra, como en ninguna otra obra, su misericordia «efectiva», he-
cha con visión y grandeza de ánimo, sin mezquindades, buscando ha-
cer realidad lo que su hermoso nombre indicaba: un alivio del dolor9.
El Padre Pío sostenía que tenía que ser una obra para confortar al
mismo tiempo las almas y los cuerpos, porque a menudo el alma se
enferma junto con el cuerpo y sana junto con éste (se refería a las te-
rribles tentaciones que afectan al momento de enfrentar la muerte).
Por eso tanta insistencia en el modo de encarar esa asistencia: por parte
de los médicos, de los enfermeros, de los religiosos y de las mismas
disposiciones edilicias. Hizo arrasar el monte desértico y plantar diez
mil árboles, se pintaron los muros con color «tranquilo», revistiendo
las paredes con lastras de piedras de Trani, de color rosa pálido. Se
revistió el interior con mármol, en variedad de colores. Se mitigó todo
lo posible la apariencia de hospital, haciendo habitaciones pequeñas
con un máximo de seis camas, con colores delicados, con luz por todas
partes, con muchas flores; se hicieron muchas terrazas, salas, jardi-
nes... A uno que le hizo la observación de que era demasiado lujo, el
Padre Pío le contestó: «¿Demasiado lujosa? Si fuese posible, a esta
Casa la haría de oro... porque el enfermo es Jesús y todo lo que se hace

7
P. PÍO, Epistolario, I, 207.
8
P. PÍO, Epistolario, I, 1189.
9
Cf. DA RIESE PIO X, F., Padre Pio da Pietrelcina. Crocifisso senza croce, Ed. “Padre Pio
da Pietrelcina”, San Giovanni Rotondo, Foggia 1987, 319-331.

37
DIÁLOGO 74

por el Señor es poco». Y no se diga nada de la calidad médica y cientí-


fica que quiso para ella. Llegó a ser en su momento el Hospital más
avanzado del sur italiano y uno de los más modernos de Europa.

Pero su caridad brilló sobre todo en su labor de confesor. Debería


decir mejor, su martirio. Durante más de 50 años recibió a miles y miles
de peregrinos que venían a buscar en él el perdón de los pecados, con-
sejo y consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la
sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe,
distribuyendo la gracia y llevando luz. Trató a todos con justicia, con
lealtad y gran respeto. Se calcula que el año 1967, el último antes de
morir, con ochenta años cumplidos, cargado de dolores y achaques,
desgastado y estigmatizado... confesó a unos 25.000 penitentes. Y no
es que dedicara tiempos enormes para cada penitente. Podemos hacer
el cálculo: si hubiera confesado ocho horas por día, durante los 365
días del año, habría dedicado solo siete minutos a cada penitente. Si
hubiera confesado diez horas diarias, no habrían pasado de los ocho
minutos y medio. Sabía muy bien lo que tenía que hacer y lo hacía
pronto. Pero lo hacía, y perseveraba haciéndolo. Hasta el final.

No debemos olvidarnos de colocar en la lista, la fortaleza, especial-


mente la que mostró en las persecuciones y sufrimientos. Experi-
mentó por muchos años los sufrimientos del alma. Por años llevó
consigo los dolores de sus llagas con una fortaleza admirable. Aceptaba
las numerosas intervenciones de las autoridades eclesiales y de su
Orden en silencio y en oración. Fue difamado, calumniado, sospe-
chado y acusado de deshonestidad y lujuria, de afán de lucro, de me-
galomanía, de falsificación mística, de trato con el demonio. Se le
prohibió celebrar misa en público y hablar con sus hijos espirituales
durante diez años (1923-1933), se le prohibió confesar... Y frente a
todo esto, mantuvo siempre el silencio, limitándose a decir: «¡Que se
haga la voluntad de Dios!» Más tarde escribiría: «Jamás pasó por mi
mente la idea de una venganza. Recé por los detractores y rezo por
ellos. Quizá alguna vez le dije al Señor: “Señor, si para convertirlos es
necesario algún fustazo, hazlo, con tal que se salven”».

38
SAN PÍO DE PIETRELCINA

Fue, indudablemente, un hombre de oración. Pasaba el día y gran


parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros busca-
mos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que
abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la
voluntad misteriosa de Dios. Estuvo siempre inmerso en las realidades
sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la
confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejem-
plo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban. Repetía:
«Quiero ser sólo un pobre fraile que reza».

Pero el momento cumbre de su vida era, indudablemente la Santa


Misa. Durante ella el P. Pío se transformaba. Un testigo describía: «Su
rostro de ojos profundos que te agujerean el alma, de la mirada filosa,
siempre pronto a la broma, se transformaba. Durante la Consagración,
parecía vivir en otro mundo, apretado contra el altar, con las manos
desnudas, donde resaltaban las manchas rosadas de sus estigmas.
Aquellas manos apretaban el Cuerpo de Cristo. Por media hora o más
–tanto duraba la Consagración– su mirada estaba fija sobre la Hostia y
sobre el Cáliz que alzaba hacia lo alto con una lentitud casi exaspe-
rante. Sus labios a veces murmuraban plegarias, otras veces estaban
cerrados como si escuchase a alguien. Alternaba sonrisas tiernísimas
con lágrimas, su cuerpo recorrido con estremecimientos y profundos
suspiros. La gente en torno a él seguía estos momentos en un silencio
irreal: verdaderamente se sentía un “Perfume del Paraíso”». Ha dicho
el P. Pío: «Cada Santa Misa, escuchada con devoción, produce en
nuestras almas efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y
materiales que, nosotros mismos, no sabemos... ¡Es más fácil que la
tierra exista sin el sol que sin el Santo Sacrificio de la Misa!».

¡Qué ejemplo para nosotros! Tantas veces nuestras Misas pasan


ante nuestros ojos sin dejar huella, nuestras comuniones son frías y
distraídas, somos capaces de llegar tarde o irnos apurados y de sentir
tedio por el tiempo que dedicamos a Dios en una Misa. El P. Pío pa-
reciera decirnos: «vive tu Misa; haz de ella el centro de tu vida; espérala
con ansias día a día, prepárate mejor para palpitarla. Asiste a tu Misa

39
DIÁLOGO 74

como María en el Calvario; saca de ella las fuerzas para ser un cristiano
cabal; bebe en ella la inspiración para ser misericordioso con tu pró-
jimo, justo con los que te rodean, leal con Dios hasta el heroísmo. Si
tu Misa no es capaz de hacerte santo (¡y más santo después de cada
Misa) no vives tus Misas, eres como los que pasaban junto a la Cruz
del Señor meneando la cabeza porque no comprendían el misterio que
tenía lugar delante de ellos».

También debemos destacar en él el sentido profundo que tuvo de


la gravedad del pecado. Él llamaba a algunas confesiones «lavar la ca-
misa», y por eso tenía conciencia de que había que restregar duro. Pero
lo que era notable era el sentido de la gravedad del pecado. Muchas
veces sus penitentes lo vieron sudando y con gestos de enorme dolor
mientras escuchaba los pecados de sus penitentes, como si él estuviera
reviviendo la Pasión del Señor. ¡Qué ejemplo para nosotros y para
nuestro tiempo que tan superficialmente tomamos los pecados! Peca-
mos como si nada, como si luego una simple y superficial confesión
arreglase todo. En particular el P. Pío vivió como una nueva Pasión
los pecados contra la Eucaristía y contra la Misa. Allí es donde él veía
cumplirse más exactamente aquello de la carta a los Hebreos: «cruci-
fican de nuevo al Hijo de Dios y lo exponen a pública infamia» (Hb
6,6). El 28 de marzo de 1913, estando enfermo en Pietrelcina, tuvo
una visión que lo hizo sufrir mucho. La describe en una carta a su
director espiritual con estas palabras: «Carísimo padre, el viernes por
la mañana, todavía estaba en cama cuando se me apareció Jesús. Estaba
todo traspasado de dolores y desfigurado. Me mostró una gran multi-
tud de sacerdotes religiosos y seculares, entre los cuales había diversos
dignatarios eclesiásticos; unos estaban celebrando, otros se preparaban
para hacerlo y otros se sacaban ya las sagradas vestiduras. La vista de
Jesús angustiado me produjo mucha pena, y quise preguntarle por qué
sufría tanto. Pero no me respondió nada. Sin embargo, su mirada se
dirigió hacia aquellos sacerdotes; y poco después, casi horrorizado y
como si estuviera cansado de mirar, retiró la mirada y cuando la volvió
a levantar hacia mí, observé, con gran horror, dos lágrimas que surca-

40
SAN PÍO DE PIETRELCINA

ban sus mejillas. Se alejó de aquella turba de sacerdotes con una ex-
presión de gran asco en el rostro, gritando “¡Macellai!” (carniceros)».
Y luego le explicaba: «Hijo mío, no creas que mi agonía haya durado
sólo tres horas; no; yo estaré en agonía, por causa de las almas más
beneficiadas por mí, hasta el fin del mundo. Durante el tiempo de mi
agonía, hijo mío, no se puede dormir. Mi alma va buscando alguna
gota de piedad humana, pero ¡ay! me dejan solo bajo el peso de la in-
diferencia. La ingratitud y el sueño de mis ministros me hacen más
pesada la agonía»10.

En consecuencia, el P. Pío también nos enseña la infinita paciencia


de Dios. En una oportunidad, un amigo del P. Honorato, fraile del
convento, le pidió que lo presentara al P. Pío para confesarse con él.
Lo encontraron en la iglesia rezando. El fraile se acercó y le dijo: «Pa-
dre, este señor quiere confesarse». El P. Padre siguió como si no hu-
biese escuchado. Pasaron diez minutos, y un segundo tentativo:
«Padre...»; nada, como si no escuchase. El hombre empezó a ponerse
nervioso, y le dice al P. Honorato: «intente nuevamente, si no, no se
preocupe...». Y el P. Pío dándose vuelta le dice: «Bueno, hace cin-
cuenta años que Dios lo espera a usted, ¿y usted no puede esperar diez
minutos?». El hombre que hacía realmente cincuenta años que no se
confesaba, cayó en tierra llorando. Quizá no lo había golpeado el que
el P. Pío le revelara sus secretos... sino el saber que hacía medio siglo
que Dios lo esperaba allí con paciencia...

INABARCABLE

El P. Pío es inabarcable. En el año 2010, Francesco Castelli, histo-


riador de la Postulación para la Causa de Beatificación del Papa Juan
Pablo II y profesor de Historia de la Iglesia Moderna y
Contemporánea, publicó un libro titulado La “Autobiografía” secreta del

10
P. PÍO, Epistolario, I, 350-351.

41
DIÁLOGO 74

Padre Pío. La investigación del Santo Oficio11 Comenzaba su libro di-


ciendo estas elocuentes palabras: «Después de muchos estudios, deba-
tes, entrevistas, creíamos que ya lo sabíamos todo sobre el Padre Pío.
Ni siquiera la reciente apertura de los archivos del antiguo Santo
Oficio hasta el año 1939 dejaba prever que aparecerían novedades. Sin
embargo, había novedades. Sepultado entre los papeles del archivo se
encontraba un documento de extraordinaria importancia que ahora
regresa del pasado: las actas de la primera investigación del Santo
Oficio sobre el Padre Pío»12.

«El documento se remonta a 1921 y conserva las revelaciones se-


cretas del capuchino. Se trata de seis preciosas declaraciones, realizada
bajo juramento ante un inquisidor del Santo Oficio. En ellas, rela-
tando hechos y fenómenos nunca contados a nadie, el Padre Pío re-
dacta con su propia voz su autobiografía y la entrega definitivamente
a la Iglesia y a la historia. Pero eso no es todo. El inquisidor que «re-
cogió» los secretos del Padre Pío no se limitó a las afirmaciones del
capuchino para trazar su perfil espiritual y su identidad mística, buscó
meter el dedo en la llaga y, una vez quitadas las vendas de las manos
del Padre Pío, examinó con rigor los estigmas del fraile. De ello surge
un examen inédito con desarrollos fascinantes e inesperados»13.

El libro revela los secretos más íntimos del Padre Pío, contados por
él mismo, quizá por única vez en la vida, y ciertamente por primera vez
en la vida, bajo juramento y ante la autoridad de la Iglesia que se lo
exige en nombre de Cristo. No debemos confundir este primer pro-
ceso inquisitorial al que fue sometido el Padre Pío, entre el 14 y el 21
de junio de 1921, realizado por el obispo de Volterra, el venerable
monseñor Raffaello Rossi, futuro cardenal, y hoy, él mismo, con pro-

11
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío. La investigación del Santo
Oficio, Madrid 2010.
12
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 29.
13
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 29.

42
SAN PÍO DE PIETRELCINA

ceso de canonización introducido, con la visita apostólica de monse-


ñor Carlo Maccari, realizada entre el 30 de julio y el 17 septiembre
1960 que concluyó con un informe negativo. La visita de monseñor
Rossi fue muy cuidada y escrupulosa con numerosos interrogatorios
no sólo al Padre Pío, sino a numerosos testigos, y el informe final es
un dechado de objetividad y, por cierto, muy positivo para el santo.

Monseñor Rossi, en los ocho días que permaneció en San Giovani


Rotondo, realizó 24 interrogatorios o exámenes: al párroco del lugar y
a su vicario, a los distintos frailes del convento, al provincial de los
capuchinos, y al mismo Padre Pío, quien compareció ante él seis veces,
una de las cuales para ser examinado de sus estigmas por el visitador.
El «Voto», es decir las actas elaboradas por monseñor Rossi, ocupan
134 páginas del libro, más 26 páginas con apéndices y sugerencias del
mismo visitador. De las cosas más valiosas de esta investigación, des-
taco fundamentalmente dos. Ante todo, por vez primera el Padre Pío
explica lo que sucedió el 20 septiembre 1918, es decir, el día de su
estigmatización. Hasta el momento del interrogatorio por parte de
monseñor Rossi, él solo había hecho una alusión en una carta a su
director espiritual, el padre Benedetto, pero sin traslucir detalle al-
guno. Tengamos en cuenta que, como dice uno de sus mejores bió-
grafos, «El P. Pío tenía una reserva tal que, ocurrida la estigmatización
no dijo ninguna palabra ni siquiera al superior. Precisamente este, P.
Paulino, escribe: «Él no hablaba jamás de sí mismo, por lo que ni si-
quiera en esta circunstancia tan solemne de su vida me comentó nada
al respecto. Más bien hacía todo lo posible por ocultar el don de Dios,
buscando cubrir sus manos con el hábito antes de que se le ocurriera
usar guantes»14.

Por eso, solo al ser interrogado bajo juramento por el visitador, abre
su alma para narrarlo sucedido. El relato fue el siguiente: «El 20 de

14
Cf. DA RIESE PIO X, F., Padre Pio da Pietrelcina. Crocifisso senza croce, Ed. “Padre Pio
da Pietrelcina”, San Giovanni Rotondo, Foggia 1987, 166.

43
DIÁLOGO 74

septiembre de 1918, después de la celebración de la Misa, detenién-


dome a hacer la debida acción de gracias en el coro, de repente fui
agarrado por un fuerte temor, después vino la calma y vi a Nuestro
Señor con la actitud de quien está en la cruz, pero no me ha impresio-
nado si tenía la cruz, lamentándose de la mala correspondencia de los
hombres, especialmente de los consagrados a Él y por Él más favore-
cidos. En esto se manifestaba que sufría y que desea asociar almas a su
pasión. Me invitaba a compenetrarme con sus dolores y meditarlos, y
a la vez a ocuparme de la salud de los hermanos. Después de esto me
sentí lleno de compasión por los dolores y le preguntaba qué podía
hacer. Oí esta voz: «Te asocio a mi Pasión». Y después de esto, desa-
parecida la visión, entrado en mí mismo, me he dado razón y he visto
estos signos aquí, de los que goteaba sangre. Antes no tenía nada»15.

La segunda cosa que destaco es el examen de las llagas, realizado


por primera vez por una autoridad eclesiástica (habían precedido tres
exámenes médicos). Tuvo lugar el 17 de junio de 1921, en presencia
del superior del convento, padre Lorenzo de San Marco in Lamis.
Fueron examinadas las heridas de las manos, de los pies y del pecho.
Es interesante el hecho de que algunas de estas heridas presentasen
ante el visitador un aspecto diverso del que habían encontrado los mé-
dicos que las habían examinado anteriormente (quienes, a su vez, dis-
crepan entre sí en la descripción que hacen de algunas de ellas).
Interrogado sobre la fenomenología de los estigmas, sin dificultad el
Padre Pío no tarda en admitir una evolución ondulante de estas llagas;
indicando incluso que algunas de ellas, por ejemplo, las de los pies, a
veces parecen casi desaparecer, aunque nunca del todo. Como indica
el autor del libro este es un elemento a favor de la autenticidad de las
llagas, puesto que, si hubiese mala fe, el presunto estigmatizado habría
buscado negar dicha evolución que parece jugar en su contra, y si hu-
biesen sido producidas por sugestión, el padre Pío se habría sentido

15
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 196.

44
SAN PÍO DE PIETRELCINA

incómodo ante la poca visibilidad que algunas presentaban al mo-


mento del examen del visitador16.

El visitador no se contentó con interrogarlo sobre las llagas sino


que ahondó en todos los aspectos de su vida espiritual (mortificacio-
nes, vida de oración, apostolado, trato con su prójimo y especialmente
con las mujeres -tema en el que había sido calumniado-, alimentación,
estudios...) y de sus fenómenos místicos (presuntos milagros, biloca-
ciones y otros hechos) recibiendo para todas sus preguntas respuestas
sencillas, objetivas y transidas de humildad que encontramos en las
actas contenidas en el libro.

En cuanto al parecer definitivo recogido por el visitador, quiero


transcribir algunos párrafos de su Voto: «A mí, debo decir la verdad, el
Padre Pío me dio una impresión bastante favorable, e iba más bien
prevenido al contrario... Religioso serio, distinguido, digno y, a la vez,
franco, desenvuelto en el convento. No tiene, salva reverentia por otros,
el modo de hacer abandonado, descuidado, de no pocos de sus her-
manos, aparte lo que puede haber de menos perfecto en el modo de
estar en el coro, medio sentado, medio de rodillas, con los brazos en
el banco y la cabeza sobre los brazos, consecuencia esta de la educación
recibida, la compostura de su persona es continua, grave, recogida, sin
exageración y sin afectación... En conversación, el Padre Pío es muy
agradable, con sus hermanos, sereno, jovial, también chistoso, y todo
esto es, sin duda, signo de buen espíritu... [Sigue el relato de otros porme-
nores, indicando, incluso algunos «defectos» del padre Pío, como, por ejemplo,
cierto «desorden» entre sus cosas materiales y algunas imperfecciones] Pude en-
contrar en él sentida y profunda la humildad, por lo que, algo que se
afirma con una sola voz, vive con la máxima sencillez e indiferencia,
como si nunca hubiese sucedido nada alrededor de su persona y no
fuese todavía objeto de tantas atenciones y tanta estima, que por parte
de muchos es absoluta veneración... [En cuanto a su trato con las mujeres]

16
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 78.

45
DIÁLOGO 74

el padre Pío es inatacable, como, por otra parte, atestiguan todos los
testigos a los que he interrogado»17. La expresión del visitador es por
demás sugestiva: en cuanto a su pureza y castidad, «el padre Pío es
inatacable». Supongo que Mons. Rossi ha elegido la palabra del voca-
bulario paulino, pues se trata de una de las cualidades que indica san
Pablo a Timoteo: «es necesario que el epíscopos [obispo y sacerdote] sea
anepíleptos» (1Tim 3,2). Solemos traducir la expresión como irrepren-
sible o intachable. Pero literalmente anepíleptos significa de «reputación
inatacable»; es decir, «estar al abrigo de toda crítica». Es, este, un tér-
mino de uso militar que describe una posición que no queda nunca
expuesta al ataque, como una ciudadela bien plantada que, por su sola
ubicación desanima los ímpetus del enemigo. Los griegos definían esta
palabra como «no ofrecer nada que un adversario pueda utilizar en su
contra». Aplicado al P. Pío, que había sido acusado maliciosamente por
algunos enemigos de trato deshonesto y escabroso con mujeres, cobra
una importancia capital. Y habla del resplandor de su virtud.

LOS ESTIGMAS

Dejemos el referido estudio de Castelli y el informe del visitador y


centrémonos un poco en las llagas del P. Pío, tal como las relata la
biografía compuesta por pedido del postulador de su causa.

«El P. Pío -escribe fray Fernando da Riese- quedó marcado con los
estigmas, como Cristo resucitado, para indicar el misterio de la muerte
y de la resurrección. La muerte por la renovación de la humanidad…
fue llagado en el cuerpo... para indicar la certeza de la resurrección
final, la renovación de la humanidad, que él en cierto sentido repre-
sentaba, y también para mostrar las credenciales de su especial misión

17
CASTELLI, F., La “Autobiografía” secreta del Padre Pío, 99-103.

46
SAN PÍO DE PIETRELCINA

recibida de Dios para el bien de sus hermanos»18. El porqué de los es-


tigmas, «signos externos... de su crucifixión interior», como dijo más
tarde el card. Ursi, lo explicó el mismo P. Pío cuando alguno le pre-
guntó si lo hacían sufrir. Le respondió: «Más vale, ¿acaso Jesús me las
dio para decorarme?»19 «Le ocasionaban agudas sensaciones dolorosas
y le hacían penosos los movimientos. Lo obligaban a derramar sangre.
“Me parece -constata el científico Enrico Medi- que no hay ningún
otro santo, en la vida de la Iglesia, en la historia de la Iglesia, a quien
Cristo le haya pedido tanta sangre como al padre Pío... Esta continua
y perenne pasión: sangre, sangre, sangre, para cumplir una misión sal-
vadora, santificadora”»20. «El hecho, que médicos y profanos no pue-
den explicar, es que tales heridas sobre el cuerpo del P. Pío, a la
distancia de años, son las mismas de aquella mañana del 20 de setiem-
bre de 1918: precisas, abiertas, sangrantes. No presentan un enfermo,
objeto de estudio para dermatólogos. Presentan un crucificado, sujeto
de salvación».

¡Cincuenta años de un dolor y humillación tremendos! En carta


del 22 de octubre de 1918 -¡solo un mes después de la estigmatiza-
ción!- tras haber escrito que «la tortura» experimentada en la estigma-
tización la experimenta «continuamente casi todos los días», añade: «La
herida del corazón mana asiduamente sangre, especialmente de la
tarde del jueves hasta el sábado... Yo muero de dolor por la tortura y
por la confusión sucesiva que pruebo en lo íntimo del alma. Temo
morir desangrado, si el Señor no escucha los gemidos de mi pobre
corazón»21.

18
Cf. DA RIESE PIO X, F., Padre Pio da Pietrelcina. Crocifisso senza croce, Ed. “Padre Pio
da Pietrelcina”, San Giovanni Rotondo, Foggia 1987, 185.
19
PATRI, L., Cennibiografici su padre Pío da Pietrelcina, Roca S. Casciano 1955, 64;
citado por DA RIESE PIO X, F., 185.
20
Cf. DA RIESE PIO X, F., Padre Pio da Pietrelcina. Crocifisso senza croce, Ed. “Padre Pio
da Pietrelcina”, San Giovanni Rotondo, Foggia 1987, 185.
21
P. PÍO, Epistolario, I, 1094.

47
DIÁLOGO 74

Los signos externos de las llagas, le producían notable confusión y


humillación; porque ni los quería ni los provocaba. De ahí que a me-
nudo pidiese a Dios que lo liberase de ellos: «Alzaré fuerte mi voz a
[Dios] y no desistiré de conjurarlo, para que por su misericordia retire
de mí no el sufrimiento, no el dolor, porque esto lo veo imposible y siento
que me quiero embriagar de dolor, sino estos signos externos que me son
de una confusión y de una humillación indescriptible e insostenible»22.
El 24 de noviembre de 1918, escribe a su director: «¡Qué dolor acerbo
experimento en las extremidades y en la parte del corazón! Dolores
que me tienen en continuo delirio, el cual, por más dulce que sea, es
igualmente doloroso y agudo... En medio de tanta tortura siento la
fuerza de pronunciar el doloroso fiat»23.

Por la humildad del capuchino, una de las estaciones más dolorosas


de su vía crucis la constituyó, no el dolor físico de los estigmas, sino el
moral de ser sometido, por orden de sus superiores, a la constatación
de la ciencia. Entre 1919 y 1920 tuvo que pasar por varios exámenes
médicos, cada uno con su propia sentencia. Primero fue el profesor
Luigi Romanelli, primario del hospital civil de Barletta, entre el 15 y
16 de mayo de 1919. Dos meses más tarde, el profesor Amico
Bignami, ordinario de patología médica de la universidad de Roma,
que lo sometió a exámenes durante una semana. El tercero, enviado
por el superior general de los capuchinos, fue el doctor Giorgio Festa,
que lo examinó el 8 de octubre de 1919. Finalmente, el mismo Festa
lo revisó nuevamente el 15 de julio de 1920, esta vez con la asistencia
del dr. Romanelli. Este último visitó al P. Pío cinco veces en un lapso
de quince meses. Siendo interrogado por el P. Benedetto, director del
P. Pío, después de su primera visita, sobre la naturaleza y causa de las
lesiones, había respondido que «esas lesiones no eran clasificables en-
tre las heridas comunes» y que para él «eran absolutamente inexplica-
bles». En su relación dejó escrito: «Las heridas del P. Pío no son de

22
P. PÍO, Epistolario, I, 1094.
23
P. PÍO, Epistolario, I, 1103.

48
SAN PÍO DE PIETRELCINA

hecho clasificables, por su carácter y por el decurso clínico, entre las


lesiones quirúrgicas comunes: tienen otra razón que yo no conozco»24.
Bignami, por su parte descartó «la hipótesis de la simulación, es decir,
que hayan sido hechas artificial y voluntariamente»25; pero sus conclu-
siones son más vagas en cuanto a posibles explicaciones neuróticas.
Igualmente, su intervención tuvo algo positivo, pues confirmó lo ex-
traordinario del fenómeno. En efecto, ordenó que se vigilase escrupu-
losamente al P. Pío, «mandando que se vendase y sellase las heridas en
presencia de dos testigos y se controlase los sellos en presencia de los
mismos testigos durante ocho días, de modo que se pudiese tener la
certeza de que las heridas no habían sido tocadas de ningún modo y
menos todavía curadas. Después de ocho días se debía hacer una con-
cienzuda relación para decir si las heridas habían cicatrizado o no». Si-
gue relatando el encargado de hacer este penoso trabajo, el P. Paolino
da Casacalenda: «Así por espacio de ocho días, cada mañana se quita-
ban las vendas del día anterior, después de haber verificado el sello y
se ponían nuevas... El profesor Bignami creía que las llagas podían, de
este modo, cicatrizar, o al menos mejorar... El octavo día en que fue-
ron definitivamente quitadas las vendas al P. Pío, mientras celebraba
la misa derramaba tanta sangre de las manos que nos vimos obligados
a mandar pañuelos para que el que padre pudiese limpiarse»26. Esto
tiró abajo todas las hipótesis del médico que había asegurado que de
este modo en quince días las llagas habrían desaparecido. Lo cual, en
efecto, terminó por suceder... pero solo cuarenta y ocho años más
tarde.

Por su parte, el dr. Festa, enviado del Superior General de los


Capuchinos, después de un detalladísimo examen y descripción de las
llagas, dice en su informe que las lesiones y la hemorragia verificadas

24
Cf. DA RIESE PIO X, F., Padre Pio da Pietrelcina. Crocifisso senza croce, Ed. “Padre Pio
da Pietrelcina”, San Giovanni Rotondo, Foggia 1987, 133.
25
Ibidem, 135.
26
Ibidem, 136-137.

49
DIÁLOGO 74

en el P. Pío, «tienen un origen que nuestros conocimientos están muy


lejos de poder explicar. La razón de su existencia está muy por encima
de la ciencia humana... Son hechos que nuestra ciencia no explica»27.

De este modo, el humilde fraile, continuó siendo un hecho indes-


cifrable para los hombres, incluso los más sabios de su tiempo. Incluso
era un misterio para sí mismo.

CIRENEO DE CRISTO

Si dejamos de lado lo que podemos llamar el «fenómeno del P. Pío»


y tratamos de definir cuál fue su específica misión en el mundo y en
nuestro tiempo, no encontraríamos mejores palabras que las que usó
el cardenal Corrado Ursi al llamarlo «el humilde y gran Cireneo de
Cristo»28. Porque toda su vida fue un sacrificio ininterrumpido, ence-
rrado durante años en su convento; sin viajes, sin predicación, sin fun-
ciones sagradas fuera de la santa misa, y por tanto sin desahogos, sin
ningún consuelo. Algunos encuentran descanso en la variedad de mi-
nisterio o en el cambio de sus casas o destinos. Para él en cambio todo
fue monotonía, pesadez, amargura, sentado durante horas y días ente-
ros en el confesionario entre turbas exigentes y a veces fáciles para el
fanatismo incontrolado, que le producía sufrimiento. Y esto sin que-
jarse, ejercitando un apostolado fecundísimo; llevando a miles de per-
sonas a Dios, suscitando incontables centros de oración y voluntarios
del sufrimiento a lo largo del mundo; reconstruyendo hogares y pres-
biterios y comunidades religiosas ya corrompidos por el mal; orien-
tando hacia Cristo científicos, artistas y políticos; unos descreídos,
otros ateos o resentidos con Dios, sin faltar incluso célebres masones.

El cardenal Siri, haciendo referencia al «verdadero misterio que


lleva consigo el P. Pío» afirmó: «en él se ha renovado, en cuanto era

27
Ibidem, 141.
28
Ibidem. 173-200.

50
SAN PÍO DE PIETRELCINA

posible a quien no es Hijo de Dios, la pasión de Jesucristo. Esto es


todo, el (misterio del) P. Pío está en esta afirmación». Y repite: «su
misión fue renovar la pasión de Nuestro Señor Jesucristo».

Esta pasión exigió sufrimientos, principalmente interiores. Su alma


conoció muy bien la noche oscura, como lo hace notar en sus cartas a
los directores espirituales entre 1910 y1922. Conoció la noche oscura
como la vivió Jesús en el Huerto de Getsemaní, con el cielo cerrado
por encima suyo, hasta tal punto que debía creer y servir a Dios apa-
rentemente sólo a fuerza de voluntad. «La agonía del huerto de
Nuestro Señor representa el punto más profundo de la experiencia
espiritual íntima del P. Pío», dijo también el card. Siri.

Incluso los dones sobrenaturales que tuvo los recibió para hacer
más aguda su pena interior. En Jesucristo hubo mucho sufrimiento
exterior: los insultos, los golpes, los clavos… pero el dolor más pro-
fundo y redentor fue la crucifixión de su alma. Igualmente, no le fal-
taron cruces externas: lo golpearon las enfermedades; en los últimos
años sus pies y manos perforados y la sangre que brotaba constante sus
heridas, lo puso en sufrimientos continuos; vivió clavado en la cruz de
por vida (¡50 años de estigmas!). Realmente un Cireneo de Cristo.
Pero principalmente Cireneo en sus penas interiores: por el modo de
llevar sus penas escondidas, su noche oscura, sus tentaciones, sus lu-
chas y las persecuciones humanas.

Y, como Jesucristo, el P. Pío llevaba todo esto por los pecados de


los hombres. Dios suscita constantemente en la historia hombres que,
como su Hijo único, se crucifiquen para la redención de los pecadores.
Decía también el Cardenal Siri: «¿Sabéis porqué Jesucristo subió a la
cruz? Subió a la cruz por los pecados de los hombres y cuando, en la
historia aparece algún crucificado… quiere decir que el pecado de los
hombres es grande y que para salvarlos es necesario que alguno vuelva
a subir al Calvario, ascienda nuevamente a la cruz y esté allí para sufrir
por sus hermanos. Nuestro tiempo tiene necesidad de gente que
ofrezca aquello que el Hijo Unigénito ha ofrecido: el sufrimiento. El

51
DIÁLOGO 74

P. Pío… ha sido la manifestación más relevante en este siglo. Respe-


tamos los secretos de Dios, pero aquí está todo el fenómeno del P. Pío:
el sufrimiento por los pecados de los hombres. Tal vez, si no existiese
este pecado en el mundo en todas las direcciones, grave, opresor, ma-
nifestado con satánica malicia, su caso sería diverso; tal vez Dios habría
dado sus dones místicos al P. Pío sin obligarlo a estar medio siglo cla-
vado en la cruz. Pero no es así. Es una señal divina».

En una oportunidad el P. Tarcisio da Corvinera se atrevió a decirle:


«Padre, usted sufre tanto, porque ha tenido la divina imprudencia de
ofrecerse víctima... por toda la humanidad. Usted, padre, lleva sobre
una espalda a la Iglesia, y sobre la otra el mundo corrompido y desqui-
ciado por las fuerzas del mal». A lo que el anciano capuchino se limitó
a responder: «Reza para que no quede aplastado».29

Un día, a pesar de su habitual reserva, dejó escapar un poco de


cuanto sufría, al decir: «¡Cuánto puede sufrir aquel que se carga a las
espaldas toda la humanidad! Rezad por quien carga el peso de todos!
¡La cruz por todos!»30

Quizá por eso precisamente en el P. Pío se entrelazan tan estrecha-


mente, de modo indisoluble, el misterio de la Pasión del Señor, en sus
estigmas, y la Misa de Jesucristo, en el modo en que él vivía quizá
como ningún otro sacerdote la ha vivido. La Misa es la Pasión conti-
nuada, perpetuada. No se puede pensar en el P. Pío sin sus estigmas
ni sin su Misa, que él vivía día a día como una nueva Pasión. Hablando
de su Misa, el P. Pío escribe: «¡Getsemaní, Calvario, Altar! Tres luga-
res de los cuales el último, el Altar, es la suma del primero y del se-
gundo; son tres lugares, pero uno solo es Aquel que encontraréis
allí!»31

29
Ibidem, 262.
30
Ibidem, 262.
31
Ibidem, 257.

52
SAN PÍO DE PIETRELCINA

La tarde del 23 de noviembre de 1946, tuvo una conversación con


el P. Giovanni da Baggio, capuchino de la Toscana. Este puso luego
por escrito parte de su diálogo. En un momento le preguntó: «¿Du-
rante la misa sufres dolores más intensos?» Pío guardó silencio pero
hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Nueva pregunta: «¿Recibes la
Pasión entera de Jesús?» A eso respondió el estigmatizado con un gesto
elocuente, agarrándose la cabeza entre las manos y apoyando sus codos
en la mesa, mientras se le escapaba una suerte de gemido: «¡Ah! ¡Si lo
hubiese sabido!»32 Quizá más expresivo sea otro diálogo, esta vez entre
el P. Pío y el P. Tarcisio da Cervinara:

- Padre, ¿Cómo haréis para manteros en pie ante el altar?


- Del mismo modo que se mantenía Jesús en la cruz.
- ¿Entonces todo el tiempo de la misa, usted está colgado, clavado a la
cruz?
- ¡Sí! ¿Cómo quieres que esté?
- ¿Y en la misa usted también muere?
- Sí, místicamente, en la santa comunión.
- Padre, ¿por amor o por dolor?
- ¡Más por amor!33

Y como si este vivir como Cireneo no bastase, como si aceptar pa-


cientemente la voluntad de Dios no fuera suficiente, el P. Pío pedía
otras cruces y se imponía voluntariamente otros sufrimientos. Tam-
bién estos para vivir su misión santificadora de sus hermanos. El P.
Pío era personalmente muy penitente, sus oraciones prolongadas, es-
pecialmente de noche, hablando con Dios de la salvación de sus peni-
tentes y preparándose para un fructuoso encuentro con los pecadores
y peleárselos a Satanás.

32
Ibidem, 251-252.
33
Ibidem, 257.

53
DIÁLOGO 74

Un autor ha explicado la misión sufriente del P. Pío diciendo:


«Dios manda a lo largo de los siglos hombres que son como el pode-
roso reclamo al Pueblo de Dios, para que realice el rostro social de Cristo
Redentor y renovador del mundo. En nuestro tiempo ha mandado al
P. Pío. Lo ha plasmado en él para nosotros, para el mundo de hoy». El
20 de febrero de 1971, tres años después de la muerte del santo, Pablo
VI, hablando con el superior de la Orden Capuchina, dijo de él: «¡Mira
cuánta fama ha tenido, qué gente se ha reunido a su alrededor! ¿Pero,
por qué? ¿Era por ser un filósofo? ¿Por ser sabio? ¿Por ser un hombre
de medios? Era porque celebraba la Misa humildemente, escuchaba
confesiones desde la mañana hasta la noche, y era una estampa repre-
sentativa de los estigmas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración
y sufrimiento».

¡Padre Pío! Cireneo de Cristo; pero Cireneo sin cireneo. Cuando


en una oportunidad le preguntaron quién era su cireneo, el Padre, en-
corvado bajo el enorme peso, respondió con la crudeza que a veces lo
caracterizaba: «¡Ninguno! Todos dicen: ¡pobre padre!... ¡pobre pa-
dre!... pero todos me cubren luego de pesos»34. «Como Jesús -escribió
Domenico Mondrone-. Andaba encorvado, a duras penas, de caída en
caída, bajo el peso de la cruz, ciertamente, también por el desgaste de
su físico horriblemente martirizado y desangrado. Pero cansado sobre
todo porque supra dorsum meum fabrica verunt peccatores... (Sal 128,3: So-
bre mis espaldas araron los pecadores) Sobre aquellas espaldas pesan todos
los pecados del mundo; del primero al último, porque todos debían
ser expiados, como todos habían ofendido la majestad divina. Era este
el verdadero y más insoportable peso de Jesús víctima»35.

Ha escrito Chesterton que «Dios ha dado a cada época la gracia de


un santo capaz de contradecirla». La nuestra, a decir verdad, ha tenido

34
Ibidem, 263.
35
MONDRONE, D., “Fratemio, nunne pozo chiú”, en: La civiltà católica, 119, 1968, IV,
151-152.

54
SAN PÍO DE PIETRELCINA

más de uno. Pero el P. Pío ha sido quizá el más emblemático. Su siglo,


el que más horrores ha causado a la humanidad con sus dos guerras
mundiales y las innumerables locales, con sus lagers y gulags, los ge-
nocidios estruendosos y los tapados por el manto del vergonzoso si-
lencio... fue, al mismo tiempo, el siglo que menos comprendió el
sentido del dolor, del cual se horrorizó y del cual tomó pie para negar
la misma existencia de Dios y para proclamar el absurdo del hombre
y la sinrazón del universo. Ese siglo, y el nuestro que lo prolonga sin
cambios sustancial, salvo para peor, si algo no puede tolerar es la pro-
clamación de un Dios que no solo existe, sino que es Padre y
Redentor, que por el hombre que lo injuria y atropella, se hace hom-
bre y se entrega a la muerte como salvador. Eso, para él, no tiene sen-
tido. Es locura, insensatez, desvarío, disparate... «Locura para los
paganos y escándalo para los judíos» (1Co 1,23). Su siglo y el nuestro
solo podían ser curados de su ceguera por un santo que fuera no ya un
predicador de la Pasión del Señor, sino la reviviscencia de esa Pasión:
Pasión perpetuada y mostrada, incluso en los detalles de cada una de
sus llagas.

Así, el P. Pío fue llagado en el cuerpo, como Cristo, para destruir


males y sufrimientos del mundo contemporáneo y para predicar que
Dios nos ama hasta dar su vida por cada uno de nosotros.

55
LA VISITACIÓN

P. Carlos Biestro

Así como una piedra arrojada al agua forma círculos concéntricos, de modo
análogo la Encarnación despliega su dinamismo en la Visita de Nuestra
Señora a Santa Isabel, pero tal apertura no termina aquí, sino que los temas
del primer acto redentor de Cristo reaparecen en círculos cada vez más amplios
durante su vida, después de la Resurrección, en el comienzo de la Iglesia y
hasta el fin del mundo, y señalan a la Santísima Virgen como socia del
Salvador, primera evangelizadora y Arca de la Alianza que abre el camino de
la gloria a los hijos de Dios.

«SALVA AL HIJO DE TU ESCLAVA»

En el Evangelio de San Lucas, la Encarnación aparece conectada


con la concepción milagrosa del Bautista. En efecto, la Anunciación a
María es precedida por la Anunciación a Zacarías y en ambos casos el
vaticinio es trasmitido por Gabriel.»

Comencemos por el anuncio a Zacarías. El Ángel aparece en el san-


tuario cuando se está realizando el sacrificio (Lc 1, 8-11), que prefigura
la ofrenda del Redentor. Entonces Gabriel declara que, a pesar de su
esterilidad, Isabel concebirá (v. 7). La esterilidad era considerada como
un castigo del pecado (Lv 20, 20-21). Sin embargo, el poder y la mise-
ricordia de Dios vencen la esterilidad: Sara (Gn 11, 30; 16, 1), Rebeca
(25, 21), Raquel (29, 31), Ana (I Sam 2, 1-11). «La estéril dio a luz siete
veces y se marchitó la madre de muchos hijos» (Sl 113, 9).

El hijo, santificado en el seno materno, tiene por misión caminar


delante del Señor para atraer a los rebeldes y de este modo preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto (vv. 15-17).

57
DIÁLOGO 74

Consideremos ahora el Anuncio a María, pero tomando en cuenta


no solo el relato evangélico, sino también un pasaje de San Pablo: «Al
llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mu-
jer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y
para que recibiéramos la filiación adoptiva» (Gál 4, 4-5).

Es claro que San Pablo menciona a la madre en vez de seguir la


costumbre judía de nombrar al padre, porque afirma la concepción
virginal de Jesús y la maternidad divina de Nuestra Señora, quien de
este modo es asociada a la persona y obra de su Hijo.

Además, aquí María es contrapuesta al resto de las mujeres, como


se ve si lo cotejamos con dos pasajes de Job:

«El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos.


Como la flor, brota y se marchita, y huye como la sombra sin pararse»
(14, 1-2).

«¿Cómo un hombre será justo ante Dios? ¿Cómo puro el nacido


de mujer?» (25, 4).

Por medio de la Santísima Virgen, bendita entre todas las mujeres,


obtenemos la salvación. Ahora bien, ¿qué papel juega la Madre de
Dios en nuestro rescate?

Podremos contestar esta pregunta si entendemos el plan divino


para liberarnos del pecado. «Cristo venció al Diablo con las mismas
armas con que este había vencido [en el Paraíso]»1. «El destino de
nuestra salvación exigía este camino: burlar la astucia del traidor mul-
tiforme con la misma astucia, y por ello alcanzar el remedio donde el
enemigo había causado la herida»2. San Pablo sugiere el paralelismo
entre la caída y la reparación cuando señala que «como por un hombre

1
SAN JUAN CRISÓSTOMO, De Coemeterio et de Cruce, II, PG 49, 396.
2
FORTUNATO, V., «Pange Lingua».

58
LA VISITACIÓN

vino la muerte, así por un hombre, la resurrección de los muertos» (I


Cor 15, 21).

En consecuencia, el designio salvador establece figuras enfrentadas


que se relacionan entre sí opuestas por el diámetro y de este modo
coinciden más allá de las polaridades. Cristo y Adán, Eva y María son
polos unidos por un mismo eje.

Nuestros Primeros Padres son un anticipo de Jesús y Nuestra


Señora; se los puede considerar figuras de Cristo y María porque
desde el principio representan el misterio que tiene lugar en la pleni-
tud de los tiempos, y su misión es preparar el Reino del Señor.

Como sabemos, Adán y Eva traicionan esta empresa, pero Dios no


abandona a la humanidad, sino que la reconquista, y para eliminar la
culpa hace que los inocentes se identifiquen con los transgresores. La
Salvación consiste en el intercambio de roles por el cual un polo se
iguala con el otro para que este sea elevado a la dignidad del primero.
Ya que Adán y Eva se encaraman, Jesús y María se abajan.

Veamos en primer lugar el caso del Redentor. San Pablo afirma


categóricamente que el Señor «siendo de condición divina, […] se
despojó de sí mismo tomando condición de siervo […] y se humilló
a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 6-
8). «Cargado con nuestros pecados, subió al leño» (I Pe 2, 21), en el
que fue «pecado» (II Cor 5, 21) y «maldición» (Gál 3, 13).

Esto nada tiene que ver con la interpretación gnóstica que pone el
mal, la oscuridad y la culpa en Dios y en Cristo. Por ejemplo, Lutero,
y más recientemente las tesis de Von Balthasar.

Aunque el Señor consuma su sacrificio en el Calvario, no solo en-


tonces es siervo y víctima, sino que ya lo es en el momento de la En-
carnación:

59
DIÁLOGO 74

«Al entrar en este mundo, [Jesús] dice: «Sacrificio y oblación no


quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios
por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo
–pues de mí está escrito en el rollo del libro– a hacer, oh Dios, tu vo-
luntad!» (Heb 10, 5-7).

Como la obra de Cristo es absolutamente suficiente, muchos pien-


san que aceptar la mediación de la Santísima Virgen equivale a idola-
trar (una de las grandes dificultades que encontró Newman antes de
su conversión).

La teología católica enseña lo contrario: Nuestra Señora tiene una


función universal en la constitución y desarrollo de la Iglesia porque
la salvación debe ser aceptada en la fe y la entrega, y la Virgen es la que
cree (Lc 1, 45). Su fe, enseña Santo Tomás, es universal porque ella es
quien acepta la plena revelación de Dios por sí misma y por todos:
«ocupando el lugar de toda la naturaleza humana»3 y se entrega incon-
dicionalmente a la realización del designio divino. De este modo en
María se cumple el vaticinio de la mujer que rodea al varón (Jr 31, 22);
ella no es simple observadora, asistente, sino que interviene de modo
decisivo y único en la trama de la Redención.

El acatamiento total de la Madre de Dios hace posible que el Rey


de la gloria, sin horrorizarse del seno de la Virgen4, se haga no solo
uno de nosotros sino uno con nosotros (Edith Stein) para liberarnos.
Consideremos esto, y por ello varios pasajes bíblicos asocian al «siervo»
con la «servidora» de Dios:

«Dios mío, los orgullosos se levantaron contra mí,


y una banda de forajidos atenta contra mi vida
sin preocuparse para nada de ti.

3
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, III, q. 30, art. 1, c.
4
Tu, ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum (Te Deum).

60
LA VISITACIÓN

Pero tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso,


lento para enojarte, rico en amor y fidelidad,
vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí;
fortalece a tu servidor,
salva al hijo de tu servidora» (Sl 85 [86], 14-16).

«Yo, Señor, soy tu servidor,


tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas» (Sl 115 [116], 16).

«Dame la Sabiduría, que comparte tu trono,


y no me excluyas del número de tus hijos.
Porque yo soy tu servidor y el hijo de tu servidora,
un hombre débil y de vida efímera,
de poca capacidad para comprender el derecho y las leyes;
y aunque alguien sea perfecto entre los hombres,
sin la Sabiduría que proviene de ti, será tenido por nada» (Sab
9, 4-6).

El siervo del Señor es asociado a la servidora porque, en la plenitud


de los tiempos, Cristo llega a ser «el Siervo de Yahvé» a través del con-
sentimiento de «la Servidora de Yahvé». Dando una nueva generación
al Señor, la Santísima Virgen contribuye a que su Hijo se haga «pe-
cado» porque encuentra la humanidad caída en su Corazón Inmacu-
lado.

Esto es significado por las palabras del Arcángel Gabriel a Nuestra


Señora: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será
llamado Hijo de Dios» (Lc 1, 35).

61
DIÁLOGO 74

En la Biblia, la sombra figura la caducidad de la vida y el desamparo


al que el hombre se ve expuesto (Job 14, 2); por otra parte, expresa la
presencia auxiliadora de Dios (Sl 120 [121], 5), a menudo simbolizada
por las alas que extiende sobre los suyos para librarlos del mal (Éx 19,
4, Dt 32, etc.).

Las palabras del Ángel declaran, pues, el papel de Nuestra Señora


en la gestación y nacimiento del Cristo Total: en la Mujer adumbrada
por el Paráclito, Jesús se hunde en nuestras tinieblas y consiente que
estas prevalezcan sobre Él (Lc 22, 53) para rescatar al hombre caído:

«Misericordia, Dios mío, misericordia,


que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad» (Sl 56 [57], 2).

LA VISITA A ISABEL

«Una vez que Dios quiso que la voluntad de la Virgen cooperase


eficazmente a dar a Jesucristo a los hombres, este primer designio ya
no cambia, y siempre recibiremos a Jesucristo por medio de su cari-
dad»5. Esto explica por qué, inmediatamente después de la
Anunciación, San Lucas relata la partida de María a la región monta-
ñosa para ayudar a Santa Isabel: la Visitación despliega el dinamismo
de lo acaecido en Nazareth y muestra que quien se ha entregado por
sí misma y por todos al Amor Misericordioso está asociada a la obra
de «la benignidad de Dios» (Tit 3, 4).

5
BOSSUET, J., IV, Sermón de la Anunciación, punto 1.

62
LA VISITACIÓN

Ella actúa como la «esclava del Señor», quien acepta el yugo de


Cristo para que nosotros obtengamos la libertad. «Se levantó María y
vino a Isabel, la madre del Señor [vino] a la madre del siervo»6.

«El objeto de su visita fue, según los Padres y la Tradición de la


Iglesia, la santificación del futuro Precursor. Es la primera vez que el
Verbo Encarnado expulsa el pecado con su presencia; es cronológica-
mente la primera vez también, que la Madre de Dios ejerce su función
corredentora y de madre espiritual de los hombres»7.

La Santísima Virgen se dirige al encuentro de Santa Isabel llevando


el rescate de la maldición heredada por los hijos de Eva8; más aún: ella
misma «es portadora de la persona de Eva»9.

En Ain-Karim tenemos, frente a frente, dos mujeres encintas: cada


uno de ellos es un don del Cielo. Y también aquí hallamos que el pa-
ralelismo entre ambas es antitético: Isabel es vieja, antes de la concep-
ción ha sido estéril, y su hijo está manchado por el pecado. Cuando la
Virgen se dirige a su encuentro, la esposa de Zacarías se halla ya en su
sexto mes; en la Escritura, seis es el número del hombre.

Nuestra Señora se hace una con la madre del Bautista, para que
Jesús se haga uno con Juan. No ha andado descaminada la iconografía
(por ejemplo, el Beato Angélico) al representar el encuentro como una
fusión de ambas. La Virgen es el medio donde Juan es tomado por el
Señor, y la gracia de Cristo llega al Bautista.

6
ANTIPATRO DE BOSTRA, In Annuntiationem S. Mariae Deiparae, PG 85, 1784, EM
992, 1430.
7
GARCÍA VIEYRA, A., (O.P.), El Rosario y Sus Misterios, Copistería Tribunales, Santa
Fe 1977, 37.
8
ORÍGENES, Fragmentum, PG 13, 1901, EM 98, 149.
9
SEVERIANO, De Mundi Creatione, Oratio VI, 10, PG 56, 498, EM 504, 770.

63
DIÁLOGO 74

Así como el Redentor entra al mundo cuando la Virgen pronuncia


su «Fiat», ahora, al saludar a Isabel, esta queda llena del Espíritu Santo
y Juan salta de gozo, porque es santificado y participa de la alegría me-
siánica.

El seno de Nuestra Señora encierra dos naciones, al Hombre-Dios


y al hombre caído; de este modo en ella se cumple la profecía de los
dos pueblos que entrechocan en el vientre de Rebeca (Gn 25, 20-21).

Como fue dicho, Rebeca es infecunda. Al consagrar a Dios su vir-


ginidad, María se pone voluntariamente en una condición similar a la
de las Matriarcas, a través de cuyo sufrimiento y humillación el Señor
plasma un pueblo bendito.

Rebeca concibe mellizos, que se entrechocan (eskírtoov) en su seno


(v. 22). El verbo empleado por LXX es el mismo que designa el brinco
del Bautista, el salto de los montes cuando Israel sale de Egipto (Sl 113
[114], 4) y usa Malaquías para anunciar la salud mesiánica (3, 20).

Los mellizos representan las dos caras de la Encarnación. El drama


redentor se desarrolla en el corazón de la Virgen, donde Cristo (Jacob)
se apodera del hombre caído (Esaú).

En la Visitación, María se manifiesta como la verdadera Arca de la


Alianza. Efectivamente, la pregunta que se hace David después de ha-
berse propuesto trasladar el Arca a Jerusalén: «¿Cómo va a entrar en
mi casa el Arca del Señor?» (II Sam 6, 9) coincide con la de Isabel (Lc
1, 43), y así como el Arca queda tres meses en casa de Obededóm (II
Sam 6, 11), igual tiempo permanece la Virgen junto a su prima (Lc 1,
56).

Entenderemos mejor el sentido de este Misterio si recordamos lo


sucedido anteriormente con el Arca; ella cae en poder de los filisteos,
pero la mano de Yahvé se deja sentir pesadamente sobre los paganos;

64
LA VISITACIÓN

en Asdod, el ídolo del templo cae por tierra y se hace trizas, los asdodi-
tas son heridos con tumores y lo mismo sucede con los habitantes de
Gat. En Ecrón, el pueblo aterrorizado implora a sus jefes restituir a los
judíos el Cofre Santo, que finalmente llega a Bet Semes (I Sam 5, 1-
12; 6, 13).

Jesús en María ‒tal es, según los Padres, el sentido de Dios presente
en el Arca‒ vence al mundo soportando el poder de las tinieblas para
destruirlo con su inmolación. La Santísima Virgen participa del ano-
nadamiento que hace posible la salud, y esto canta en el Magnificat.

María exulta porque el Señor «miró la humillación de su servidora»


(Lc 1, 48), así como ha mirado a Isabel para quitar su oprobio entre los
hombres (1, 25).

Dios fija sus ojos no en la humildad, sino en la humillación de la es-


clava del Señor. ¿A qué afrenta alude la Santísima Virgen? ¿Cuál es la
causa de su bochorno? El cántico de María está inspirado en el de Ana
(I Sam 1 y 2) humillada por Fenena, así como Sara es despreciada por
Agar y Raquel por Lía. La mujer fecunda se contrapone a la amada
estéril, quien, contra toda esperanza, recibe el hijo del milagro. La
Corredentora exulta en su maternidad espiritual, pero, al mismo
tiempo, ella es la Mujer destinada a dar a luz con dolor. Lleva a Cristo
en estado sacrificial y ella misma participa de tal inmolación, que se
manifiesta en el Calvario.

EL CÁNTICO DE ZACARÍAS

Así como hay dos Anunciaciones, también encontramos dos him-


nos: además del Magnificat, el de Zacarías, que vuelve a vincular la
Encarnación redentora con la persona y obra del Precursor: dar a co-
nocer al Sol que nace de lo alto para iluminar a los que yacen en las
tinieblas y sombra de la muerte (Lc 1, 78-79).

65
DIÁLOGO 74

Ahora bien, el icono milagroso de Nuestra Señora de Guadalupe


apoya la interpretación que proponemos sobre el rol de María, pues
muestra que la Santísima Virgen avanza trayendo al Salvador desde la
luz (la parte derecha de la imagen) hacia nuestra oscuridad: uno y el
mismo seno engendra al Salvador y a los redimidos. Y la Mariofanía
guadalupana prolonga la Visitación, porque la Virgen se muestra a
Juan Diego encinta: lleva en su seno al Sol de Justicia, cuyos rayos la
envuelven, y sobre su vientre aparece la flor de cuatro pétalos, que,
según el simbolismo azteca, la señala como Morada de Dios.

DEL JORDÁN AL CALVARIO

Hemos dicho que la simetría y oposición entre María‒Cristo e Isa-


bel‒Juan significan que en María Jesús asume al Bautista y con su sa-
crificio le obtiene la vida nueva: para nacer de lo alto, el hombre debe
entrar otra vez en el seno de su madre (Jn 3, 3-4), pero ahora no en el
seno de Eva, sino de María, Sede de la Vida y Madre de los vivientes.
Esto reaparece cuando Jesús se dirige a la región del Jordán para recibir
el bautismo del Precursor (Mt 3, 13).

La Santísima Virgen no es mencionada directamente porque ella


no posee un valor absoluto; es relativa y subordinada a Jesús. La gran-
deza de la Santísima Virgen estriba en su pequeñez. Y el ocultamiento
de la Madre hace posible la manifestación del Hijo. Para ella, infinita-
mente más que para el Bautista, valen las palabras: «conviene que Él
crezca y yo mengüe»; y esto mismo hace de ella un arcano que solo
puede ser insinuado por el lenguaje indirecto y los símbolos.

En el Jordán, Jesús se muestra como el Nuevo Noé, quien «adver-


tido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó
un arca para salvar su familia» (Heb 11, 7). Y los Padres afirman que la

66
LA VISITACIÓN

Virgen es el «Arca Santa, por la cual fuimos salvados del Diluvio de la


iniquidad»10; «Arca viviente, antitipo de la de Noé»11.

El Bautismo del Salvador también descubre el alcance profético de


la exposición de Moisés en las aguas del Nilo (Éx 2, 3). La cestilla que
contiene al futuro caudillo de Israel es una figura de la Virgen: «la cesta
de juncos embreada con betún y pez en la que Moisés fue colocado
representa a la Virgen»12; ella es la «cestilla calafateada con betún por
dentro y por fuera, adornada con prudencia y piedad, en la que el
Moisés espiritual es salvado del faraón místico»13.

Cristo es, además, el Nuevo Josué, que guía al pueblo en el cruce


milagroso del Jordán. El río, cuyo nombre significa «descenso», repre-
senta el curso de la vida humana tras el pecado, y por ello desemboca
en el Mar de la Muerte. El Jordán detiene su curso cuando los pies de
los sacerdotes que llevan el Arca tocan las aguas, e Israel cruza a pie
enjuto el obstáculo humanamente insuperable que cierra la entrada a
la Tierra Santa (Jos 3, 14-17).

Hay igualmente un claro paralelismo entre la Visitación y el


Bautismo del Señor:

1º. El mayor va al menor: «Debemos observar que el superior viene


al inferior para que el inferior sea ayudado: María [va] a Isabel; Cristo,
a Juan»14.

10
SAN EFRÉN, Oratio ad Deiparam, OG III 529, EM 223, 341.
11
Autor Incierto, In Annuntiationem B. V. Mariae, PG 96, 649, EM 1888, 2068.
12
SAN ANTONIO DE PADUA, Purificación de la Bienaventurada Virgen María, Edición de
Contardo Miglioranza, T II, 968.
13
SAN PROCLO DE CONSTANTINOPLA, Oratio VI, XVII, PG 65, 756, EM 860, 1225.
14
SAN AMBROSIO, Expositio Evangelii Secundum Lucam, Lib. II, cap. I, 22, PL 15,
(*1641), EM 348, 566.

67
DIÁLOGO 74

2º. Reconocimiento y sorpresa: «¿De dónde a mí que la madre de


mi Señor venga a mí?» (Lc 1, 43); «Soy yo quien necesita ser bautizado
por Ti, ¿y Tú vienes a mí?» (Mt 3, 14).

3º. Isabel profetiza la grandeza de María, así como Juan la de Cristo:


«Cuando María concibió y vino a Isabel y esta escuchó el saludo de
María, exultó de gozo el niño en el seno de Isabel, quien profetizó,
llena del Espíritu Santo [...] y entonces por primera vez Jesús hizo
profeta a su Precursor»15.

4º. Al saludar Nuestra Señora a su prima, Juan salta de gozo en el


seno materno (Lc 1, 41); en el Jordán, el Bautista tiene otra experiencia
gozosa del mundo sobrenatural, pues ve al Espíritu bajar del Cielo
como una paloma y posarse sobre Él (Jn 1, 29.32), lo que señala la
continuidad con la Encarnación.

La identificación recíproca del Señor con Juan (Adán, el hombre


viejo) en la fe de María también es manifestada por el ingreso del
Salvador en el desierto, en el que hasta entonces ha vivido el
Precursor.

Cristo toma el lugar de su primo, quien ha transcurrido su vida en


el eremo hasta que Dios le manda trasladarse a la región del Jordán (Lc
1, 80; 3, 2-3), y el ayuno del Señor coincide con la vida penitente del
Precursor (Mt 3, 4).

Después del ayuno y las tentaciones, se mantiene el paralelismo


antitético entre Jesús y el Precursor, ya que cada uno es confundido
con el otro: «Juan era tenido por Cristo (Lc 3, 15), y Cristo por Juan
redivivo (Mt 14, 2; Mc 6, 14-16)»16. Según el testimonio dado por los

15
ORÍGENES, Homiliae in Lucam, «Hom. VI-VII», PG 13, 1814,1817, EM 90-91, 137-
139.
16
ORÍGENES, Commentaria in Evangelium Ioannis, T. VI, 30, PG 14, 285, EM 100, 153.

68
LA VISITACIÓN

Apóstoles en Cesarea de Filipo, la gente piensa que el Hijo del hombre


es «Juan el Bautista, Elías, Jeremías o uno de los Profetas» (Mt 16, 14).

Tiempo después el Precursor es arrestado por mandato de


Herodes, quien finalmente ordena darle muerte (Mt 14, 3-12). De
este modo, el fin coincide con el principio, pues la cárcel donde muere
es un claustro que recuerda al seno de Isabel. Así un autor eclesiástico
escribe que en el momento de la Encarnación «Juan el Bautista ya lle-
vaba seis meses en la cárcel del útero»17.

A pesar de la muerte del Bautista, la dialéctica Cristo-Juan llega


hasta el Calvario, donde encontramos otro Juan: el Evangelista.

En el Gólgota, Jesús y la Virgen consuman la boda anunciada por


el Precursor, quien se presenta como «el amigo del Esposo (del no-
vio)» (Jn 3, 29) y prefigurada en el comienzo de la Vida Pública en
Caná. La unión se consuma como «boda de sangre» el Viernes Santo.

Entonces María «conoce varón» ‒el Espíritu Santo quiso que su


respuesta a Gabriel tuviese un sentido arcano‒ y ‒«nada es imposible
para Dios»‒ concibe y da a luz: «He ahí tu hijo» (Jn 19, 26). De este
modo tiene alcance universal la santificación del Bautista en la
Visitación.

A la luz de esto podemos entender el sentido de las enigmáticas


palabras del Génesis: «El hombre conoció a Eva, su mujer; ella concibió
y dio a luz a Caín, y dijo: «He hecho un hombre con Dios» (4, 1). La
Nueva Eva, después de haber hecho un hombre con Dios en la
Encarnación, extiende su maternidad a los redimidos.

La continuidad entre el Precursor y el Evangelista resalta también


en el relato de la transverberación. Así como, en el comienzo de la

17
Autor Incierto, In Annuntiationem Deiparae et contra Arium, PG 62, 765, EM. 1855,
2046.

69
DIÁLOGO 74

Vida Pública, el Precursor declara: «Yo os bautizo con agua; pero viene
el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de
sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego» (Lc 3, 16).

Por su parte, el Evangelista refiere que del Costado del Señor ma-
nan el agua y la sangre del verdadero Bautismo (Jn 19, 34). También
la sangre que brota del Sagrado Corazón revela el papel de la Santísima
Virgen como verdadera Arca de la Alianza, sobre cuyo propiciatorio se
derrama la sangre de la expiación (Lv 16, 14-15). San Pablo enseña que
el verdadero propiciatorio es Cristo, ya que en Él Dios se hace presente
‒como en otro tiempo en medio de los Querubines (Éx 25, 22)‒, y su
Sangre nos obtiene la remisión de las faltas (Rom 3, 25). Pero los
Padres también perciben en el propiciatorio a la Virgen: ella es «el pro-
piciatorio del cual (ex quo) Dios se manifestó a los hombres en forma
humana»18, «propiciatorio de todo el orbe»19.

Volvamos al paralelismo entre el Precursor y el Apóstol Juan. Asi-


mismo, hay correspondencia entre el testimonio del Bautista: «Yo le
he visto y doy testimonio de que este es el Elegido de Dios» (Jn 1, 34),
y la declaración del Evangelista cuando está consumada la Redención:
«El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice
la verdad, para que también vosotros creáis» (Jn 19, 35).

El Precursor ha anunciado en Betania: «He ahí el Cordero de Dios,


que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). El Evangelista, por su parte,
muestra con su relato de la Pasión la realización de la profecía.

18
Autor Incierto, Sermo de Simeone et Anna; PG 18, 372; EM 1754, 1991.
19
SAN GERMÁN DE CONSTANTINOPLA, Oratio III. In Ingressum SS. Deiparae, PG 98,
308, EM 1381, 1810.

70
LA VISITACIÓN

DE LA RESURRECCIÓN HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS

El Misterio Pascual tiene lugar en un ambiente mariano, sugerido


por el lenguaje simbólico de la Biblia: «En el lugar donde había sido
crucificado había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo, en el que
nadie todavía había sido depositado» (Jn 19, 41).

Muchas veces la exégesis patrística descubre en el jardín una alego-


ría sobre la Santísima Virgen, «Jardín cerrado» (Ct 4, 12).

Por lo que hace al Santo Sepulcro, la Tradición ha visto en él otro


emblema mariano. San Máximo de Turín (también Orígenes y San
Jerónimo) descubre en el Sepulcro sellado una figura de Nuestra
Señora: la tumba es virgen –hasta entonces ningún cuerpo ha sido de-
positada en ella (Jn 19: 41)–, oculta una presencia que se manifestará
como una Vida Nueva e Infinita y se halla bajo la custodia de un José,
el de Arimatea (Mt 27, 59-60)20.

Así se cierra el círculo: el Verbo se encarna en María y al término


de su vida mortal vuelve a estar en un símbolo de Nuestra Señora para
mostrarnos que toda su obra se realiza en la fe de la Santísima Virgen.

Pero, como sabemos, la historia no concluye entonces, sino que allí


resucita y comienzan a suceder hechos coincidentes con los de la in-
fancia del Señor: ante todo, hay una nueva Anunciación [Mt. 28, 5-7;
Mc 16, 5-7; Lc 24, 3-8].

San Juan, el más teológico de los Evangelistas, se detiene en la per-


sona de Magdalena. El resucitado se aparece en primer lugar a ella (Mc
16, 9; Jn 20, 14) y la llama «Mujer» (v 15), lo mismo que a María en
Caná y el Calvario.

20
Homilia LXXXIV, PL 57, 442-443. Enchiridion Marianum (abr. EM), p. 552, 842.

71
DIÁLOGO 74

Los gnósticos de todos los tiempos han dado libre curso a la fantasía
cuando exponen la relación entre Jesús y la Magdalena. Nos queda-
mos con la del P. Castellani: ella es una cifra de la humanidad pecadora
y purificada21, y nos parece que esto es apoyado por las palabras de San
Lucas: Cristo expulsó de la Magdalena siete demonios (8, 2). Pero al
mismo tiempo ella señala a la Corredentora, asociada al Salvador. Y
esta es la razón por la cual la Magdalena aparece tantas veces a los pies
del Señor, a tal punto que San Agustín la llama «devota de los pies de
Cristo». La Escritura llama «escabel de los pies de Yahvé» a varios sím-
bolos indudables de Nuestra Señora: Sión (Is 60, 13), el Templo (Ez
43, 7) y, sobre todo, el Arca (I Crón 28, 2), lugar de Su Presencia y
donde muestra la victoria sobre sus enemigos: «Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies» (Sl 109, 1).

La misión encargada por el Resucitado a Magdalena es una nueva


Visitación, pues así como la Santísima Virgen es la primera evangeli-
zadora, Magdalena («Apóstol de Apóstoles») descubre el triunfo de
Jesús a quienes el Salvador llama durante la Vida Pública «servidores»,
«discípulos» y «amigos»22, y solo ahora: «mis hermanos» (Jn 20, 27);
también podemos observar que en servicio del plan divino, ambas
proceden con decisión y rapidez (Lc 1, 39; Jn 20, 18).

Otra correspondencia entre la Infancia del Señor y los sucesos pos-


teriores a su Resurrección es la de los pañales de Belén, que sirven de
señal a los pastores (Lc 2, 12), con la sábana y el sudario que sirven de
señal a los nuevos Pastores (Jn 20, 8). ¿Cuál es el su sentido? Significan
la Encarnación Redentora y la participación de la Santísima Virgen en
nuestro rescate

21
CASTELLANI, L., El Evangelio de Jesucristo, Introducción, V- Los Evangelios.
22
DE MARGERIE, B., «The Knowledge of Mary and the Sacrifice of Jesus», Mary at
the Foot of the Cross I, New Bedford, MA 2001, 40.

72
LA VISITACIÓN

«Ave, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María. [...]


Ave, su vestidura»23.

La Sábana Santa lleva las marcas del anonadamiento de Cristo y


ayuda a entender el sentido profético encerrado en el engaño urdido
por Rebeca para que su Jacob se adelante a Esaú y obtenga la bendición
que Isaac se propone dar al hijo mayor. Jacob objeta que su hermano
es velludo y él lampiño; si su padre lo palpa, descubrirá el engaño y
entonces obtendrá una maldición en vez de una bendición. La
Matriarca, sin embargo, no se arredra y responde: «Tu maldición, hijo
mío, caiga sobre mí». Entrega luego al menor las prendas del mayor y
cubre con piel de cabrito las manos y la parte lampiña del cuello de
Jacob para que se asemeje a Esaú. Esto es un anticipo de Cristo iden-
tificado con el hombre caído; y en esta sustitución participa la
Santísima Virgen, prefigurada por Rebeca, quien enfrenta el riesgo
mortal de la empresa: «Tu maldición, hijo mío, caiga sobre mí» (Gn
27, 1-15).

Una nueva similitud entre las dos etapas: la Ascensión de Jesús que
lo conduce junto al Padre en el Templo Empíreo cuarenta días des-
pués de la Pascua concuerda con la Presentación en el Templo de
Jerusalén cuarenta días después del Nacimiento. Detengámonos en
este misterio de la Infancia para entender mejor el papel de la
Santísima Virgen en la vida de la Iglesia, tanto terrestre como celestial.

La Presentación es el primer acto del culto mosaico a que se somete


el Señor en Jerusalén. Los padres no tienen obligación de llevar el pri-
mogénito al Templo; si San José y la Virgen lo hacen, ello se debe a la
inspiración de la gracia, porque tal hecho encierra un significado par-
ticular. «La primera venida del Señor a su Templo es, sin duda, en la

23
SAN FRANCISCO DE ASÍS, Oficio de la Virgen hecha Iglesia.

73
DIÁLOGO 74

Encarnación. [...] La Presentación en el Templo de Jerusalén tiene un


sentido misterioso: es acción contra el pecado. Es una toma de pose-
sión del hombre caído quitándoselo al poder del Demonio»24.

«Cuando llegaron los días de la purificación de ellos según la Ley


de Moisés...» (Lc 2, 22). ¿Por qué «de ellos» cuando, en todo caso, la
purificación concernía sólo a la madre? Pensamos que el Evangelio
habla de la Purificación «de ellos» porque ambos están unidos en un
mismo sacrificio, que consiste en hacerse ellos mismos impuros para
dar una nueva pureza a la Humanidad.

Así, por una parte, la fe de María obra en la Iglesia Militante a través


de la actividad apostólica, como vemos en un hecho también que
muestra una paridad más entre la Infancia del Señor y la de la Iglesia:
el brinco del Bautista en el seno de Isabel y el brinco del paralítico
desde el seno materno en la Puerta Hermosa del Templo (He 3, 1-9).
Este milagro, el primero obrado por los Apóstoles después de la resu-
rrección, es realizado junto a la Puerta Hermosa, de la que no hay
mención en algún otro pasaje de la Biblia ni de la literatura judía. Lo
más probable es que se trate de la Puerta de Nicanor, en el atrio de las
mujeres, el lugar de la Presentación de Jesús y la Purificación de
María. La Puerta Hermosa señala a la Virgen, afirman San Efrén y San
Buenaventura25, y encontramos también en este pasaje la manifesta-
ción del gozo mesiánico, característico del Evangelio de la niñez.

Hemos visto que, en virtud de su maternidad, Nuestra Señora está


asociada a su Hijo en todos sus misterios, y claramente en la
Ascensión; según los Padres, a este vínculo se refiere el Sl 23, que re-
pite dos veces los versos: «Abríos puertas eternas, levantaos puertas

24
GARCÍA VIEYRA, A. (O.P.), El Rosario y Sus Misterios, Copistería Tribunales, Santa
Fe 1977.
25
In Ps. min.

74
LA VISITACIÓN

antiguas»; con referencia primero a la humanación del Verbo, y luego


a su vuelta al Padre.

Esto nos conduce al Apocalipsis. El despliegue de la Encarnación


iniciado por la Visita de María a Isabel continúa hasta el fin del ciclo
adámico, del que profetiza el último libro de la Escritura. También
aquí hallamos la continuidad entre el Bautista y el Discípulo Amado,
porque este, igual que el Precursor, da testimonio (1, 2.9) y –otra coin-
cidencia‒ el título del Redentor más frecuente en su Revelación es «el
Cordero» (5, 5-6, 12-13; 6, 15-17; 14, 1. 4; 19, 7. 9, etc.).

Pues bien, en el Apocalipsis vemos el cumplimiento de la profecía


de David:

«¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
Tú y tu Arca poderosa!» (Sl 131 [132], 8).

La Visitación nos ha mostrado que María es el antitipo del Arca


peregrinante, pero ahora llega al término de su recorrido. Y, efectiva-
mente, el Arca aparece en la visión central del Apocalipsis: «Se abrió el
Santuario de Dios en el cielo, y apareció el Arca de su Alianza en el
Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor
de tierra y fuerte granizada» (11, 19).

Este pasaje se refiere a la Asunción y la figura del Arca se desarrolla


en la de la Mujer Vestida de Sol para mostrar la presencia de la Reina
de la gloria en los avatares de la Iglesia Militante. La mujer tiene la luna
bajo sus pies (12, 1), imagen que evoca a la Esposa del Cantar, «bella
como la luna, resplandeciente como el sol» (6, 10).

«Señal significa signo. Signo que representa inmensa y grande re-


conciliación en los esplendores del cielo; aquella Mujer, aclamada por
todas las generaciones, significa y realiza, en el fruto de sus entrañas,

75
DIÁLOGO 74

la unión de los hombres con Dios. Es el papel de la Santísima Madre


de Dios»26.

Frente a ella aparece otra señal en el cielo: el Demonio, quien ahora


muestra abiertamente el furor homicida que disimula en el Paraíso.
Su propósito es dar muerte a la Nueva Eva y a su Hijo (vv. 3-4). Mas
así como el Arca permite a Israel el cruce milagroso del Jordán, ahora
la Mujer vestida de Sol se libra del río de agua vomitada por el Dragón
(vv. 15-16). Este combate para engendrar al pueblo de Dios es el can-
tado por la Virgen en el Magnificat y por Zacarías en el Benedictus.

La creación experimenta un retorno al estado edénico: «un cielo


nuevo y una tierra nueva» (Ap 21, 1). Tal obra está vinculada con la
manifestación de la Nueva Jerusalén, que baja del cielo «preparada
como una esposa engalanada para su Esposo» (v. 2), «la esposa, la mujer
del Cordero (v 9). En los comienzos de la Vida Pública, el Bautista se
presenta como «el amigo del Esposo» (Jn 3, 29), y el Apocaleta desem-
peña el mismo papel en la Boda del Cordero, que traspone la Iglesia al
seno de la Trinidad.

En el capítulo final, Juan vuelve a dar testimonio (vv. 8, 18), y cierra


el libro, y la Sagrada Escritura, con estas palabras: «El Espíritu y la Es-
posa dicen: «¡Ven!» […] ¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22, 17.20).

Esta súplica coincide con el principio y fin del Cantar (1, 1; 8, 14):
«¡Que me bese con los besos de su boca!».

El beso divino es un símbolo del Espíritu Santo, y comunica la


Palabra, que es lo íntimo de Dios: «Yo salí de la boca del Altísimo. […]
Puse mi morada el Sión» (Sir 24, 1.10).

26
SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la Verdadera Devoción a la
Santísima Virgen, Prólogo, Ediciones Roma, Buenos Aires 1973, 7; cf. también El
Rosario y Sus Misterios, Copistería Tribunales, Santa Fe 1977, 117.

76
LA VISITACIÓN

La exégesis, sobre todo la medieval, ve en este pasaje un anticipo


del Prólogo de San Juan, que descubre la vida de la Sabiduría en el
seno del Padre, y su Encarnación, por la que Nuestra Señora se con-
vierte en Tabernáculo del Altísimo, réplica creada del Seno del Padre.
Ella engendra en el tiempo al Señor, quien, sin dejar de ser Dios, co-
mienza a ser Hijo y Esposo de María («Mujer»), así como eternamente
la Sabiduría es Hija y Esposa de Dios.

En resumen: la Visita de María a Isabel descubre el misterio que


tiene lugar en la plenitud de los tiempos cuando el Hijo de Dios se
hace hombre, y tanto en la Vida de Cristo como en la de la Iglesia hasta
la conclusión del ciclo adámico encontramos semejanzas, una trama
de símbolos que se prolongan: Juan-Juan, el Arca, el testimonio, el
Cordero, la Boda, la Esposa, etc., que indican cómo toda la historia de
la salvación está concentrada en un punto: el momento en que la
Santísima Virgen da su consentimiento a la voluntad de Dios para que
en y por medio de ella la misericordia del Señor venza la maldición de
la esterilidad y nos engendre como hijos suyos.

77
Santo Tomás
‘Apóstol de extremo occidente’ Iº

P. Lic. Tito Antonio Paredes, IVE.

INTRODUCCIÓN

La conmemoración de Santo Tomás Apóstol1 tiene una relevancia


particular para nosotros pues con piedad filial podemos recibir la tra-
dición recogida y transmitida por el gran misionero Antonio Ruiz de
Montoya SJ2, de la que éste, como muchos otros, estaban convenci-
dos. Dicha tradición es que el mismo Apóstol (Santo Tomás) predicó

1
«Su nombre deriva de una raíz hebrea, “ta'am”, que significa “mellizo”. De hecho,
el evangelio de San Juan lo llama a veces con el apodo de “Dídimo” (cf. Jn 11, 16;
20, 24; 21, 2), que en griego quiere decir precisamente “mellizo”. No se conoce
el motivo de este apelativo» BENEDICTO XVI, Audiencia General del 27 de septiembre
de 2006.
2
Nació en 1585 en Lima, Perú. A los 24 años ingresó a la Compañía de Jesús. Des-
pués de seguir el noviciado en el Colegio Máximo de San Pablo de Lima, viajó a
la Gobernación del Rio de la Plata, en la parte sur del Virreinato del Perú, actual
República Argentina, por cuatro años, en donde siguió los estudios de teología y
filosofía en Córdoba. Una vez concluidos sus estudios, fue destinado a las reduc-
ciones del Paraguay a trabajar con los guaraníes. En 1637 decide viajar a Madrid,
para abogar ante el rey por los indios que eran atacados por los bandeirantes. Tardó
más de un año en el viaje. Contó a Felipe IV todos los sufrimientos que recibían
los indios de los portugueses; le rogó que influyera en las autoridades de Brasil
para impedir estas invasiones de los bandeirantes en terreno de España, y, sobre
todo, obtuvo permiso para que los indios emplearan armas de fuego en su defensa.
Es en viaje que escribe: Conquista Espiritual, hecha por los religiosos de la Compañía de
Jesús en la provincia del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tapé, una auténtica crónica de
la misión evangelizadora en estas tierras. Volvió Ruiz de Montoya por Lima. Allí
sintió el enorme quebranto de su salud, hasta que falleció el 11 de abril de 1652.
Cuando los indios de la Reducción de Loreto se enteraron de la muerte de su

79
DIÁLOGO 74

el Evangelio en el Continente Americano. Justamente ese será el ob-


jetivo principal de este artículo: exponer la «tradición» y «pruebas» o
«vestigios» que acuradamente trae Montoya en su obra Conquista
Espiritual, hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del
Paraguay, Paraná, Uruguay y Tapé, publicada en Madrid, en la imprenta
del Reyno, 1639.

Las pruebas que reporta Ruíz de Montoya son por demás intere-
santes, pero también frágiles y pueden ser su personal interpretación
de lo que recogió en su época. Sin embargo, no dejan de tener su peso
y capital importancia por ser él, junto a los otros misioneros, los pri-
meros a propagar la fe y a entrar en contacto con los naturales de estas
tierras. Sirvan estas líneas como introducción a la exposición de esta
«tradición» cuanto menos curiosa y digna de ser tratada, recordada y
transmitida.

Decía Benedicto XVI: «Nos consta según una antigua tradición


(que) Tomás evangelizó primero Siria y Persia (así lo dice ya
Orígenes, según refiere Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. 3, 1), luego se
dirigió hasta el oeste de la India (cf. Hechos de Tomás 1-2 y 17 ss), desde
donde llegó también al sur de la India»3. Tenemos también rastros del
Apóstol en la milenaria China, asunto que dejamos de lado para tratar
la obra misionaria en las «Indias Occidentales», «extremo occidente» o
en el ‘nuevo mundo de otrora’. Dice Montoya: «Las razones que hay
para entender que Santo Tomé ilustró el Occidente con su presencia
y doctrina como hizo en el Oriente, son muchas»4.

padre, 40 de ellos atravesaron el continente para pedir su cuerpo. Llevaron el ca-


dáver hasta la Reducción, y fue aclamado por todos los pueblos por los que pasa-
ban en su último viaje de vuelta a su Reducción.
3
BENEDICTO XVI, Audiencia General del 27 de septiembre de 2006.
4
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual, hecha por los religiosos de la Compañía de
Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tapé, Equipo Difusor de
Estudios de Historia de Iberoamérica, Rosario 1989, 114.

80
SANTO TOMÁS

I. RAZONES QUE DA ANTONIO RUIZ DE MONTOYA

Relata nuestro autor: «tenían por tradición muy antigua y recibida


de sus antepasados, que cuando Santo Tomé (a quien comúnmente
en la provincia del Paraguay llaman Pay Zumé, y en las del Perú Pay
Turné) pasó por aquellas partes, les dijo estas palabras; Esta doctrina que
yo ahora os predico, con el tiempo la perderéis, pero cuando después de muchos
tiempos vinieren unos sacerdotes sucesores míos, que trajeren cruces como yo
traigo, oirán vuestros descendientes esta doctrina»5. Tratemos las razones que
da Montoya:

Primero «por el nombre que dan a los sacerdotes, da no poca luz a


salir de duda. Llámanlos Abaré, que quiere decir Homo segregatus a ve-
nere. Hombre casto. Este nombre a ninguno de los indios convino
desde sus progenitores hasta Santo Tomé, sino al mismo Santo, de
quien comúnmente dicen los indios que fue Pay Abaré. Padre sacer-
dote, y en propios términos Padre, hombre diferente de los demás
hombres, en ser casto. Toda esta fuerza tiene esta breve palabra, ni
después de Santo Tomé convino a otros sino a los sacerdotes»6.

Segundo porque la «fama constante es en todo el Brasil entre los


moradores portugueses y entre los naturales que habitan toda la Tierra
Firme, que el santo Apóstol empezó a caminar por tierra desde la isla
de Santos, sita al Sur, en que hoy se ven rastros que manifiestan este
principio de camino o rastro, en las huellas que el santo Apóstol dejó
impresas en una gran peña que está al fin de la playa, donde desem-
barcó en frente de la barra de San Vicente, que por testimonio público
se ven el día de hoy, menos de un cuarto de legua del pueblo»7. Mon-
toya habla también de un sendero conocido como el ‘camino de Santo

5
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 113-114.
6
Ibidem.
7
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 115-116.

81
DIÁLOGO 74

Tomé’ conocido y certificado tanto por nativos, misioneros y portu-


gueses8.

Tercero, también hay vestigios en Paraguay: «En la ciudad de la


Asunción del Paraguay está una peña pegada a la ciudad, en cuya pla-
nicie se ven hoy dos huellas humanas, a modo de sandalia, impresas
en la misma peña. La huella del pie izquierdo antecede a la del dere-
cho, como de persona que hacía fuerza o hincapié, y hay tradición en-
tre los indios, que el santo Apóstol predicaba a los gentiles desde
aquella peña, y que a oírle se llenaban aquellos campos»9. Esto está
certificado por el doctor Lorenzo de Mendoza, Prelado de aquella dió-
cesis.

En cuarto lugar, según la tradición de los naturales S. Tomé traía


una cruz por compañera de su peregrinación y con ella pasó a Perú.
Lo testifica y escribe el P. Fr. Alonso Ramos, de la sagrada Orden de
San Agustín, en Historia de Nuestra Señora de Copacabana c. 7,8,9,10 y
11. «En el capítulo 7, dice estas palabras: «Por casi inmemorial tradi-
ción tienen los naturales del Perú, especialmente los serranos, que an-
duvo en él un hombre jamás visto otra vez, predicando al verdadero
Dios». Hasta aquí este autor. Y en el capítulo 8 dice: «Le quisieron
apedrear en el asiento de Cacha, cinco o seis jornadas del Cuzco, ca-
mino del Collao donde aún en este tiempo se ven ciertas peñas abra-
sadas, dicen que con fuego del cielo, que quiso vengar tan atrevida
desvergüenza dejando al santo libre de aquellas sacrílegas manos. Pasó
adelante el santo varón, y saliendo a tierra del Collao, deseó ver aquel
famoso altar y adoratorio que los collas tenían en la isla Titicaca, y
destruirle si pudiese». Y más abajo dice este autor: «En este tiempo les
predicó la creencia y culto divino a un solo Dios, y viendo el poco
fruto que con esta verdad hacía, y la dura obstinación en que se esta-

8
Cf. Ibidem.
9
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 116.

82
SANTO TOMÁS

ban, comenzó a reprenderlos ásperamente, de donde vinieron a co-


brarle aborrecimiento grande». Y más abajo: «Teníanle en gran vene-
ración, tanto, que le vinieron a llamar Taapac que quiere decir, hijo del
Criador; tentáronle con riquezas y blanduras»10.

En quinto lugar, el P. Fr. Alonso Ramos «trata de una cruz que el


Dídimo levantó en el pueblo llamado Carabuco, y que a su vista en-
mudecieron los ídolos; y no dando repuesta, y sabida la causa por los
gentiles quitaron la cruz y la intentaron quemar, y no pudiendo, la
enterraron cerca de una laguna, donde con bañar aquel sitio o sepul-
tura el agua al cabo de más de mil quinientos años, la hallaron con la
entereza que hoy se ve. Y prosiguiendo esta materia, dice así este autor:
«Hízose averiguación por los años de 1600 con un indio muy antiguo,
que tendría 120 años, llamado D. Fernando, el cual dijo que por tra-
dición tuvieron sus antepasados, que habían visto en sus tierras un
hombre de grande estatura, vestido casi al modo y traje dellos, blanco
y zarco, que predicaba dando voces que adorasen a un solo Dios, re-
prendiendo vicios, y que llevaba consigo una cruz y le acompañaban
cinco o seis indios, y que los demonios huían della, los cuales persua-
dieron muchas veces a los indios, que matasen aquel hombre; porque
de no hacerlo se les seguiría mucho daño, y no responderían sus
oráculos; los indios ataron al santo y le azotaron»11.

En sexto lugar podríamos citar algunas «pruebas menores» como es


el testimonio del indio D. Fernando el cual depuso «que todas las ve-
ces que al santo le tenían en alguna aflicción bajaban unas muy vistosas
aves a acompañarle, y que ahora que él era cristiano, juzgaba que serían
Ángeles. Y que oyó decir que después que azotaron al santo, bajaron
aquellas hermosísimas aves, y lo desataron; y que el santo tendiendo
su manto sobre la laguna, navegó, y se fue por ella (tiene esta laguna
ochenta leguas de circuito) y que pasando por un juncal dejó hecha

10
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 117.
11
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 117-118.

83
DIÁLOGO 74

una senda, que hasta hoy día dura, a manera de un callejón, y es vene-
rada de todos, y que destos juncos o espadañas comen los enfermos y
sanan. Refirió también que por tradición se sabía que el santo dejó una
pequeñuela caja en un cerro»12. Otro rastro, fue el hallazgo de una tú-
nica a los pies del volcán de Arequipa (el Misti) después de una erup-
ción «la cual no se pudo averiguar si era de lana o de algodón, larga y
al parecer inconsútil, tiraba a color de tornasol, y con ella dos zapatos
como sandalia, de tres suelas, y en la suela por de dentro estampado el
sudor del pié, y eran de hombre grande, que causó a todos admiración
Las cuales reliquias se juzgó comunmente eran del santo discípulo del
Señor. Una sandalia destas tiene una señora principal en un cofre de
plata, y hace muchos milagros»13.

En séptimo lugar, se halla más un vestigio en la provincia de los


Chachapoyas14 «en donde yo estuve -dice Montoya-, en un pueblo lla-
mado San Antonio, dos leguas deste pueblo está una losa grande de
más de un estado de alto y más de seis varas de ancho, en cuya planicie
están estampados dos pies juntos de a catorce puntos cada uno; ade-
lante destas huellas están dos concavidades, y en cada una dellas cabe
una rodilla, que demuestran que allí se arrodillaba el santo, y así lo
sienten todos. Al lado de estas señales está señalado un báculo en la
misma peña, que tendrá dos varas de largo, con sus ñudos, denotando
que fue caña o palo con ñudos, y parece, según se puede conjeturar,
que el santo se desocupaba del báculo para poner las manos juntas para
orar. Es público que el santo arzobispo de los Reyes, D. Toribio
Alfonso Mogrovejo15 fue en persona a verlo, y de rodillas dio gracias a

12
Ibidem.
13
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 118-119
14
Chachapoyas, provincia del Perú en la región Amazónica y ciudad del mismo
nombre, fundada en 1530 a orillas del rio Uteubanda
15
Toribio Alfonso de Mogrovejo nació en Mogrovejo (León - España) en 1538. Re-
cibió una esmerada educación y en el consistorio del 06. III. 1579 fue provisto
arzobispo de Lima a pedido de Felipe II Su gestión episcopal fue muy intensa y
fecunda (1581-1606) y estuvo centrada en la evangelización de los indios, largan

84
SANTO TOMÁS

nuestro Señor por haber visto tales rastros del sagrado discípulo del
Señor. Quiso mudar esta losa, pero fué imposible-, porque ya antes
que los españoles conquistasen el Perú, Colla Tupa, gobernador de
Guarcar Inga16, que entró a conquistar aquella provincia, intentó lle-
varla a la suya, y no pudo; y así dejó mandado que todos los indios la
adorasen. El dicho Arzobispo mandó hacer sobre la losa una capilla,
para que aquella reliquia estuviese con decencia»17.

Por otra parte es maravilloso el relato del ya citado P. Alonso


Ramos: «Lo que a personas curiosas he oído platicar tocante a este glo-
rioso santo, es haber venido a estas partes del Perú, por el Brasil,
Paraguay y Tucumán; y el Rmo. Sr. D. Lorenzo de Grado18, Obispo
que fué del Paraguay, pasando el año de 1619 por el santuario de
Copacabana, dijo que en todo aquel Obispado del Paraguay hay gran-
des barruntos de haber pasado por él uno de los discípulos del
Redentor. De aquí se dice haber pasado a Chachapoyas, y de ahí a los
valles de Trujillo19, y después a los de Cañete, y desto hay grandes
conjeturas; porque en Calango, doctrina de los Padres Predicadores,
se vé hoy día una gran losa, y en ella impresos los piés de un hombre
de grande estatura, y unos caracteres en lengua que debe de ser griega
o hebrea, porque no han acertado personas que los han visto con lo
que quieren decir. Los indios viejos tratando de aquellos caracteres y
de los piés estampados en la losa, dicen, que un hombre de grande

visitas episcopales y la convocatoria del III Concilio Límense (1582-1583).


VARGAS UGARTE, R., Vida de Santo Toribio, Lima 1971.
16
Huáscar (Inti Cusi Huallpa), inca del Perú, sucedió a su padre Huaina Capac en
1525 y fue a vivir al palacio de los incas en Cuzco en tanto que su hermano
Atahualpa se estableció en Quito. Enfrentados en una guerra civil, Huancar murió
en 1532.
17
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 119-120.
18
Lorenzo Pérez de Grado, del clero secular, fue presentado por Felipe III para el
obispado del Rio de la Plata obtuvo su provisión canónica por el Pupa Paulo V el
16.IX.16I5. Tomó posesión de la sede en Asunción, a principios de 1618. Pro-
puesto para la diócesis del Cuzco, dejó Buenos Aires en febrero de 1619.
19
En la provincia de Libertad, Perú.

85
DIÁLOGO 74

estatura, blanco, zarco y de barba crecida, para darles a entender y


comprobar que el Dios a quien él predicaba era poderoso, y su ley
verdadera, con el dedo había hecho en la peña aquellas señales. Hasta
aquí dice el autor»20.

Por tales pruebas concluye el P. Montoya: «Demás de lo dicho es


voz constante de tradición muy antigua, que el santo mandó a los in-
dios del Perú que edificasen un templo al verdadero Dios que el pre-
dicaba. Hiciéronlo, y habiendo llevado mucha paja para cubrirlo,
estando el santo durmiendo de noche sobre ella, se apareció el demo-
nio fiero y espantable, y mandó a los indios que quemasen aquel hom-
bre con aquella paja, reprendiéndolos de fáciles de creer a un hombre
advenedizo y extranjero. Pusieron fuego a la paja, y ardiendo, salió el
santo con toda paz y sosiego por medio de las llamas, dejando asom-
brados a los gentiles»21.

I. ¿CÓMO LLEGÓ EL DÍDIMO A ESTAS TIERRAS?

Para una mayor certeza Montoya argumentará esta vez en primer


lugar con la Sagrada Escritura y luego con Tradición, dice así: «Tocaré
algunos fundamentos a que dará principio el sagrado texto: Euntes in
mundum universum pracdicate Evangelium omni creatare (Id al mundo en-
tero y proclamad el Evangelio a toda la creación) Mc 16,15. Este cargo
se dió a solos los Apóstoles, y así San Ambrosio sobre este lugar dice:
“Agitavit Christus Apostolos suos, quosper diversa mundi direxit, ut toti orbi
Evangelium praedicarent”. Los Apóstoles se encargaron desta empresa, y
a ellos se les cometió, y que diesen vuelta a todo el mundo universo
con su predicación. Y si esto es verdad, como lo es infalible, ¿cómo se
puede pensar que dejaron a oscuras sin la luz del Evangelio toda la

20
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 120-121.
21
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 121.

86
SANTO TOMÁS

América, que según cuenta matemática es casi la tercera parte del


mundo?»

Que haya sido Santo Tomás el que ilustró los indios del Occidente
con su predicación, es muy gran conjetura el haberle escogido Cristo
nuestro Señor por Apóstol de la gente más abatida del universo
mundo, para negros e indios. Predicó a los bracmanes, como lo dice
Orígenes, Eusebio y otros22. Doctrinó los indios del Oriente. Los etío-
pes fueron lavados y blanqueados con la predicación de este santo
Apóstol, como dice San Juan Crisóstomo23. Los abisinios que habitan
la Etiopía, oyeron su voz, y hoy le veneran como a su primer Apóstol;
y esta conjetura junta con las tradiciones que quedan referidas, hacen
muy probable que Santo Tomé predicó en todo el Occidente, empe-
zando del Brasil (pasando naturalmente en embarcaciones de los ro-
manos, que por la costa de África (como dicen algunos) tenían
comunicación con la América, o que Dios por milagro lo llevase, (que
se puede tener por más cierto). Pasó al Paraguay, y de allí a peruanos,
en el Paraguay le conocen hoy por el nombre, llamándole Pay Zumé,
y con el mismo le nombran en el Perú, llamándole PayTumé, como
consta de una relación que tengo en mi poder del Dr. D. Francisco de
Alfaro24, Oidor que hoy es del Consejo de Hacienda, el más práctico
que hoy se conoce de cosas de Indias, por haber andado las partes pró-
ximas y remotas de todo el Perú y Paraguay; el cual en su relación dice
así: Cuando estuve visitando la Gobernación de Santa Cruz de la Sierra, supe
que había en toda aquella tierra noticia de un santo que llamaban Pay Turne,
el cual había venido de hacia la parte del Paraguay, y que había venido de muy

22
Al margen dice: Origen in gen lib. 3; Euseb. lib 3. c 1. Martyrol 21 diciembre. Se
alude en primer lugar a Orígenes (18S-254), a Eusebio de Cesárea, autor de la
Historia eclesiástica (260-339), y al Martirologio romano, que recuerda a Santo Tomás
en la Misa del 21 de diciembre.
23
Al margen dice: San Juan Chrys.Oratio duo apos. Alude a S. Juan Crisóstomo (354-
407).
24
Al margen dice: Doctor D. Francisco de Alfaro.

87
DIÁLOGO 74

lejos, de suerte que entendí como que había venido del Brasil por el Paraguay a
aquellas tierras de Santa Cruz. Hasta aquí el Dr. D. Francisco.

De manera que ya queda conocido por Tomé en el Brasil. Paraguay


y Perú. Que este sagrado Apóstol haya pasado por el Brasil al Paraguay
y Perú, dícelo el P. Pedro de Ribadeneira25, de nuestra Compañía, por
estas palabras: Y no solamente predicó el santo Apóstol a todas estas provincias
y naciones, pero en el Brasil, escribe el P. Manuel Nobrega, Provincial de la
Compañía de Jesús que fue en aquella provincia, que los naturales della tienen
noticia de Santo Tomé y de haber pasado por aquella tierra, y que muestra al-
gunos rastros y señales dello, las cuales el mismo Padre había visto por sus ojos»26.

CONCLUSIÓN

Según relata el jesuita A. Ruiz Montoya, el Apóstol Santo Tomás


dijo a los nativos del actual Paraguay: «Cuando llegare el mar a esta piedra,
por divina ordenación vendrán hombres blancos de tierras muy remotas a predi-
car la doctrina que yo ahora os enseño, y a renovar la memoria della»27; de ma-
nera más contundente aún en otro lugar: «Esta doctrina que yo ahora os
predico, con el tiempo la perderéis, pero cuando después de muchos tiempos vi-
nieren unos sacerdotes sucesores míos, que trajeren cruces como yo traigo, oirán
vuestros descendientes esta doctrina»28.

Por eso, hoy es nuestra misión ser ecos de la confesión ‘de Pay
Tomé’. De tal modo que todos los pueblos de este continente y tam-
bién los extremos del orbe puedan decir con amor y fe sobrenatural:
«¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28). Pues en definitiva Aquel que tiene

25
Al margen dice: P. Pedro de Ribadeneira 2, folio 715. Se refiere al P Pedro de
Ribadeneira (1526 1611), biógrafo de S. Ignacio de Loyola (1V2: ed castellana
1583) La alusión de Montoya parece corresponder a Flos sanctorum (1559).
26
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 121-123.
27
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 123.
28
RUIZ DE MONTOYA, A., Conquista Espiritual…, 114.

88
SANTO TOMÁS

palabras de vida eterna29 hoy nos dice: «Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo» (Jn 20,21) «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
a toda la creación» (Mc 16,15). «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñán-
doles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,19-20.)

Por otra parte, esta celebérrima «tradición» nos llena de orgullo y


agradecimiento porque con piedad filial y con un poco de osadía -pero
no sin fundamento de una tradición-, en cierto sentido podríamos de-
cir que nuestra Iglesia es «vere et proprie» de origen apostólica. Pues si
es verdad la bellísima epopeya narrada y vivida en Conquista Espiritual
del gran Misionero Antonio Ruiz de Montoya, parece serlo también
la misión que realizó Santo Tomás en las «Indias Occidentales». Quizá
sólo en ‘el último día’ todo será revelado30.

San Pablo, Brasil 3 de julio de 2018 fiesta de Santo Tomás Apóstol.

29
Cf. Jn 6,68.
30
«Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a
saberse y hacerse público» Lc 8, 17.

89
Operari sequitur esse y el obrar de Cristo

Excelencia del obrar de Cristo

P. Gonzalo Gelonch, IVE.

El tema que nos ocupa, que es central en la Cristología, es además


demasiado profundo y basto como para desarrollarlo tan brevemente;
por eso deberé ser muy conciso. Precisemos primero metodológica-
mente cómo debemos aproximarnos al objeto de nuestro estudio.

1. LA MATERIA A PARTIR DE LA CUAL ENTENDEMOS EL SER Y EL


OBRAR DE CRISTO

En el campo de la Ciencia de la naturaleza (física aristotélica), el


obrar manifiesta la naturaleza y es el modo en el que el filósofo podrá
aventurarse a conocer lo mejor posible –según los límites de la materia
propia y la de los entes– la esencia de las cosas. Así la definición espe-
cífica resultará de un estudio racional acerca del obrar determinado de
un ente. Seguidamente el metafísico trasciende la forma hacia las cau-
sas primeras y puede llegar incluso a conocer la necesidad y finalidad
del obrar. Alcanza a mirar los entes como Dios los mira, claro que, por
participación de la Sabiduría divina, penetrando incluso en la causali-
dad trascendental, presente y fundante de la predicamental, en la efi-
ciencia y finalidad.

Digamos que en el caso de Jesús1 las operaciones, sus obras, nos


manifestarán más que la esencia y no será la Ciencia de la naturaleza

1
Atención a lo que decía el Papa Benedicto XVI, en el Prólogo de Jesús de Nazaret:
«para la fe bíblica es fundamental referirse a hechos históricos reales. Ella no
cuenta leyendas como símbolos de verdades que van más allá de la historia, sino
que se basa en la historia ocurrida sobre la faz de esta tierra. El factum historicum no

91
DIÁLOGO 74

la que pueda penetrar en su esencia. La metafísica tampoco podrá, por-


que inmediatamente entiende que el sujeto en cuestión obra por sí
mismo cosas que superan lo comprensible: su obrar es plenamente
humano y libre, pero al mismo tiempo es más que natural, ya que go-
bierna las leyes mismas de la materia (al caminar sobre las aguas), de
la naturaleza de las aguas y los vientos (calmando las tormentas), ma-
neja los cambios sustanciales impidiendo la corrupción (las resurrec-
ciones), ve los pensamientos íntimos de los hombres, perdona sus
culpas, etc. Resulta así que el principio «el obrar sigue al ser» se en-
cuentra aquí redimensionado y en el ámbito del misterio (Mt 9,8:
Cuando la multitud vio esto, glorificaba a Dios por haber dado semejante poder
a los hombres).

Será entonces la virtud infusa de la Fe en el discurso del mismo


Jesús y en lo que nos anuncian los profetas anteriores y posteriores (en
la Sagrada Escritura, la tradición de los pastores y en el Magisterio), la
que nos permitirá penetrar el misterio; conocer las conclusiones de
una Ciencia Superior, de la cual podamos partir para sacar a la luz la
verdad de este sujeto y –luego– sus obras. En otros términos, digamos
que es el Auditus fidei el que nos permite, usando la metafísica, poder
llegar a cierto Intellectus fidei, penetrando con nuestra débil razón el Ser
y –luego– el obrar de Jesús2.»

es para ella una clave simbólica que se puede sustituir, sino un fundamento cons-
titutivo; et incarnatus est: con estas palabras profesamos la entrada efectiva de Dios
en la historia real. Si dejamos de lado esta historia, la fe cristiana como tal
queda eliminada y transformada en otra religión». La negrita es nuestra.
2
Esta es doctrina clara de la Iglesia. Ver por ejemplo: JUAN PABLO II, Fides et Ratio,
97: «el intellectus fidei necesita la aportación de una filosofía del ser, que permita
ante todo a la teología dogmática desarrollar de manera adecuada sus funciones…
Si el intellectus fidei quiere incorporar toda la riqueza de la tradición teológica, debe
recurrir a la filosofía del ser».

92
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

He comenzado aclarando esto, como un presupuesto3, porque


desde hace algún tiempo gran parte de los teólogos se ha extraviado y
elegido caprichosamente otro presupuesto4 (cosa que no viene al caso
ahora discutir ni es nuestro actual propósito), comprometiendo así su
ministerio mismo de teólogos. Y, puntualmente el tema que aborda-
remos de «las operaciones de Cristo», es delicado si no se lo hace con
la Metafísica Tomista. De hecho, se cae incluso en la negación de la
doctrina sobre Cristo: la unión hipostática, la verdad y perfección de

3
De hecho el teólogo católico ha de tener presente 5 indicaciones magisteriales para
no extraviarse y poder investigar con libertad: 1. Es fundamental reflexionar sobre
el misterio de Cristo en la perspectiva fundamental de la «unidad», pues como
dice Juan Pablo II: «Es contrario a la fe cristiana introducir cualquier separación
entre el Verbo y Jesucristo» (RM 6. Cf. Cat. …, 9.9.1987). 2. la afirmación de la
«continuidad» en el desarrollo de la Cristología del Nuevo Testamento, y, en
particular, de esta última en relación a la Cristología de las declaraciones concilia-
res. 3. Es necesario mantener que el punto de partida del método de la teo-
logía es siempre la fe apostólica transmitida por la Iglesia a todas las generaciones.
La teología es ciencia de la fe. 4. Respecto de la cuestión hermenéutica, es necesa-
rio sostener que, no obstante el carácter limitado de las fórmulas dogmáticas, que
no pueden expresar todo lo que se contiene en los misterios de la fe, sin embargo
dichas fórmulas son interpretaciones auténticas del dato revelado. 5. Re-
lacionado con la interpretación de los textos conciliares se encuentra la cuestión
de la «helenización» del cristianismo. Las decisiones de la Iglesia de los pri-
meros siglos dieron expresión verbal a dos elementos esenciales que pertenecen a
la fe bíblica: aseguraron su realismo preservándola de una interpretación mera-
mente simbólica y mítica, que constituía el riesgo y la tendencia en ese ámbito
cultural del mundo griego; y, a la vez, salvaguardaron la naturaleza racional de la
fe bíblica, que va más allá de la razón, pero que apela a la razón y que reclama estar
contando la verdad.
4
El punto de partida consiste en el principio moderno del sujeto trascendental,
cuyo resultado es lo que se suele llamar el «viraje antropológico» de la teología.
Ejemplo, Cf. RAHNER, K., Considerazioni fondamentali per l’antropologia e la protologia
nell’ambito della teologia, in Mysterium Salutis, vol. 4, Queriniana, Brescia 1970, 22:
«una teologia odierna non può anzi non debe trascurare l’auto-compresione dell’uomo,
quale si esprime nella filosofia determinata dal mutamento antropologico-trascendentale in
corso dai tempi di Descartes e di Kant, e attraverso l’idealismo tedesco fino alla odierna
filosofia esistenzialista».

93
DIÁLOGO 74

la naturaleza humana de Cristo, etc. El mismo Santo Tomás es profé-


tico en anunciar que si no se es fidelísimo al Auditus fidei, se sacan con-
clusiones incluso heréticas negando las verdades de Calcedonia y del
VI concilio, en Constantinopla5.

De esto se colige la importancia del tema del obrar de Cristo. Im-


portancia según los principios de la teología, importancia en la situa-
ción actual y también –porque no decirlo, si es parte de la teología– en
orden a nuestro crecimiento espiritual.

Vamos –por ser poco el tiempo– inmediatamente al Intellectus fidei,


presuponiendo la base revelada.

2. EL OBRAR DE LAS CREATURAS

El obrar de los entes encuentra su razón de ser en que dichos entes


son tales por participación6. El Ser por esencia –en cambio–, al que
llamamos Dios, obra también por esencia, sin mediación alguna de
potencias ni de hábitos. El obrar en Dios es además libérrimo porque
es solo movido por el amor dadivoso y de ninguna manera por nece-
sidad7. Los entes son por participación y son entonces «tal cosa». Su
esencia limita su ser, de manera que se encuentra necesitado del obrar

5
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 18, art. 1.
6
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, 54, art. 1: «impossibile est quod actio Angeli, vel
cuiuscumque alterius creaturae, sit eius substantia. Actio enim est proprie actualitas virtutis;
sicut esse est actualitas substantiae vel essentiae. Impossibile est autem quod aliquid quod non
est purus actus, sed aliquid habet de potentia admixtum, sit sua actualitas, quia actualitas
potentialitati repugnat. Solus autem Deus est actus purus. Unde in solo Deo sua substantia
est suum esse et suum agree». También en el De substantiis separatis.
7
LEWIS, C.S., Los cuatro amores, tr. Pedro Antonio Urbina, Ed. Rayo 2006, en la
Introducción.

94
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

para llegar a ser. Esta necesidad del obrar es lo que justifica la física-
mente constatable causalidad final8.

Además, el obrar de la creatura ha de ser mediante una potencia y


no por esencia, porque la esencia es potencia en el plano trascendental,
del esse.

Conviene tener presente aquello del Aquinate:

«… impossibile est dicere quod essentia animae sit eius


potentia;… quia, cum potentia et actus dividant ens et
quodlibet genus entis, oportet quod ad idem genus referatur
potentia et actus. Et ideo, si actus non est in genere
substantiae, potentia quae dicitur ad illum actum, non potest
esse in genere substantiae. Operatio autem animae non est
in genere substantiae; sed in solo Deo, cuius operatio est eius
substantia. Unde Dei potentia, quae est operationis
principium, est ipsa Dei essentia. Quod non potest esse
verum neque in anima, neque in aliqua creatura; ut supra
etiam de Angelo dictum est»9.

8
El mismo Hegel -dicho en nuestros términos-, al pensar el ser como nadificado,
reconoce esta necesidad operativa del ser. Sucede que él cree que esto es de la
esencia del ser y juzga que se da esto también en Dios. No advierte (desde el co-
mienzo) que en realidad está negando el Ser por esencia que es acto puro y simplí-
simo. Por eso pone composición en Dios y niega su libertad trascendente. Esto lo
dice explícitamente hablando de Spinoza, el cual identifica libertad y necesidad;
entendiendo por libertad la necesidad que tiene el ser (para nosotros solo en la
creatura) de superar la nada que le es intrínseca.
9
TOMÁS DE AQUINO, S. Th. I, 77, a 1. Texto completo: «Impossibile est dicere
quod essentia animae sit eius potentia; licet hoc quidam posuerint. Et hoc
dupliciter ostenditur, quantum ad praesens. Primo quia, cum potentia et actus
dividant ens et quodlibet genus entis, oportet quod ad idem genus referatur
potentia et actus. Et ideo, si actus non est in genere substantiae, potentia quae
dicitur ad illum actum, non potest esse in genere substantiae. Operatio autem
animae non est in genere substantiae; sed in solo Deo, cuius operatio est eius

95
DIÁLOGO 74

En este plano (trascendental), el principio de operari sequitur esse, se


entiende como que la operación tiene su razón de ser en que el esse es
participado. Pero también en que el obrar será según el límite de la
esencia. O sea, que el obrar será en acto por el esse del ente, pero será
de tal o cual especie, dependiendo de la esencia del ente. Y así final-
mente operari sequitur esse podrá también decirse en cuanto que la espe-
cie o forma del obrar seguirá a la esencia del ente y buscará su
perfección10.

Por lo tanto, la causa eficiente del obrar de una creatura es su esse,


pero la causa formal es según la naturaleza, pues en razón de la deter-
minada esencia debe moverse y moverse de tal modo (y no de otro).

3. EL OBRAR DE CRISTO

En el caso de Cristo sabemos que el sujeto es el Verbo mismo del


Padre. Por lo que debemos afirmar la no necesidad del obrar en
Cristo y por lo tanto la absoluta libertad divina de su obrar ad extra.

substantia. Unde Dei potentia, quae est operationis principium, est ipsa Dei
essentia. Quod non potest esse verum neque in anima, neque in aliqua creatura;
ut supra etiam de Angelo dictum est. Secundo, hoc etiam impossibile apparet in
anima. Nam anima secundum suam essentiam est actus. Si ergo ipsa essentia
animae esset immediatum operationis principium, semper habens animam actu
haberet opera vitae; sicut semper habens animam actu est vivum. Non enim,
inquantum est forma, est actus ordinatus ad ulteriorem actum, sed est ultimus
terminus generationis. Unde quod sit in potentia adhuc ad alium actum, hoc non
competit ei secundum suam essentiam, inquantum est forma; sed secundum
suam potentiam. Et sic ipsa anima, secundum quod subest suae potentiae, dicitur
actus primus, ordinatus ad actum secundum. Invenitur autem habens animam
non semper esse in actu operum vitae. Unde etiam in definitione animae dicitur
quod est actus corporis potentia vitam habentis, quae tamen potentia non abiicit
animam. Relinquitur ergo quod essentia animae non est eius potentia. Nihil enim
est in potentia secundum actum, inquantum est actus».
10
En los seres intelectuales esto se dice simpliciter; pero en los irracionales debemos
recordar que ellos no alcanzan su fin por sus operaciones, sino por entrar en el
mundo de relaciones ordenado ontológica y operativamente a Dios.

96
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

Pero sucede que, al haber asumido en su hipóstasis una naturaleza hu-


mana concreta –que es creada de María–, su obrar en este mundo usa
lo propio de lo humano, que sí tiene necesidad de obrar para alcan-
zar el fin. Y así la humanidad conoce y ama a Dios libremente, al cual
ve cara a cara puesto que desde la Encarnación goza de la visión beatí-
fica11. Su obrar de viador es también libérrimo en cuanto que no le
alcanzará nada sustancial que no tenga (solo algunas perfecciones cor-
porales como la inmortalidad y la glorificación12). El Padre lo envió a
darnos ejemplo, a satisfacer por nuestros pecados, a redimirnos y res-
catarnos, a comunicarnos su misma filiación adoptivamente por la gra-
cia, a darnos su Unidad y su Gozo. Y Él libremente suspende sus dotes
de comprehensor13 para poder realizar las obras del Padre: enseñar,
testificar, sanar enfermos, morir y resucitar. Santo Tomás explica la
posibilidad de este doble estado de la humanidad de Cristo14. Sobre

11
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 7. Y también se ve esto en Hb 10, 5-7.
12
TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 7, art. 4.
13
Lo dice así el P. Dr. J. Corbelle, «El que suspende ese efecto es Dios. Jesús como
hombre con su voluntad racional se conforma a la voluntad divina, que en cuanto
persona divina tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo».
14
S. Tomás de Aquino en el Compendio de Teología (cf. Capítulo 232) explica la
posibilidad en Cristo de gozar en cuanto comprehensor por la visión beatífica y,
al mismo tiempo, de sufrir como viador en orden a obrar nuestra redención. Para
ello distingue las diversas potencias en Cristo: la razón superior, la razón inferior,
y su ámbito corpóreo y sensorial; y, sobre todo, señala que cada una de ellas
obraba lo que es propio: «Ya hemos dicho (c. 216) que el alma de Cristo dis-
frutaba de la visión perfecta de Dios. Luego la razón superior del alma de
Cristo, que está unida a las realidades eternas que contempla y considera, no tenía
nada extraño ni opuesto que pudiera ocasionarle sufrimiento alguno. En cambio,
las potencias sensitivas, cuyos objetos son las cosas corpóreas, podían sufrir
daño por lesión del cuerpo. Por eso hubo dolor sensible en Cristo, cuando sufría
el cuerpo. Y así como los sentidos perciben las lesiones del cuerpo como nocivas,
también la imaginación interior las percibe como dañinas, y se puede producir
tristeza interior incluso cuando no se está sintiendo dolor en el cuerpo. Y afirma-
mos que este sentimiento de tristeza se dio en Cristo, y no sólo en la imaginación.
La razón inferior también percibe las cosas que perjudican al cuerpo y, por eso,
también pudo darse en Cristo un sentimiento de tristeza originado por la
reflexión de la razón inferior, que se refiere a las cosas temporales, cuando

97
DIÁLOGO 74

esta posibilidad es que Cristo quiso así realizar libremente las obras
salvíficas.

esta razón inferior consideraba la muerte o alguna otra lesión corporal como no-
civas y contrarias al apetito natural. (…) A Cristo le producía tristeza el conocer el
peligro de culpa y de pena que amenazaba a quienes amaba, por lo que no sufría
solamente por sí mismo sino también por los demás. Aunque el amor al prójimo
pertenece de algún modo a la razón superior, por cuanto se ama al prójimo con
caridad por Dios, en Cristo la razón superior no pudo sentir tristeza por las ca-
rencias de los prójimos como la puede sentir nuestra razón superior. Como la
razón superior de Cristo disfrutaba de la visión plena de Dios, comprendía todo
lo referente a las carencias de los demás como está contenido en la sabiduría di-
vina, según la cual está debidamente ordenado tanto el permitir que alguien peque
como el que sea castigado por el pecado. Por eso ni el alma de Cristo ni la de
ningún bienaventurado que está viendo a Dios, pueden sentir tristeza por las ca-
rencias del prójimo. Otra cosa es en los viadores, que no alcanzan a ver la razón
de la sabiduría. Éstos se entristecen según la razón superior por las carencias de
los demás, pues piensan que pertenece al honor de Dios y exaltación de la fe que
se salven algunos que, no obstante, se condenan. Así pues, por las mismas cosas
que Cristo sufría con los sentidos, con la imaginación y con la razón in-
ferior, gozaba con la razón superior, porque las refería al orden de la sa-
biduría divina. (…) Podía, por tanto, suceder que el alma de Cristo rechazara
con la razón inferior algo que deseaba con la razón superior. Pero no había pugna
de apetitos en él, ni rebelión de la carne contra el espíritu, como ocurre en noso-
tros cuyo apetito inferior sobrepasa el dictamen y la moderación de la razón. En
Cristo, el apetito inferior se movía según el dictamen de la razón, porque permi-
tía que cada una de las potencias realizara su propio movimiento del
modo que convenía a Cristo. Después de haber visto esto, queda claro que la
razón superior de Cristo toda entera gozaba y se alegraba con su objeto,
pues de él no podía surgir ningún motivo de tristeza; pero toda ella sufría por
parte del sujeto, como acabamos de decir. Este gozo no disminuía el sufri-
miento, ni el sufrimiento impedía la delectación, pues no había flujo de
una parte a otra, sino que cada una de las potencias podía realizar lo que
le era propio, como ya hemos dicho (c. 231)». Y en la q. 15, art 10 resume esta
doctrina.

98
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

4. NATURALEZA DEL OBRAR DE CRISTO

Dependiendo de la doctrina sobre la unión hipostática (q. 1-4),


ahora se debe acometer con el estudio de las operaciones de Cristo,
porque la precisión en este asunto compromete hasta la misma finali-
dad de la Encarnación, la cual sería negada si afirmáramos, por ejem-
plo, que Cristo tiene una sola operación específica. Porque esto
implicaría o negar la libertad humana natural de Cristo –por la que
mereció nuestra salvación y nos la comunicó gratuitamente– o negar
la trascendencia y divinidad de cada obrar terreno de Cristo –por la
que tenemos la infinitud en los méritos de cada acción suya–. E in-
cluso se compromete hasta la misma verdad de la única Persona con
dos naturalezas perfectas, porque si el obrar fuese uno específicamente
entonces es divino o es humano o es un tertium quid. Lo cual querría
decir que Cristo no es verdaderamente hombre (monofisismo de
Apolinario, Eutiques, Macario15) o no es verdaderamente Dios

15
Los sintetiza el Doctor angélico en el art 1 de la q. 18, de la III pars. Apolinario: el
Verbo es forma del cuerpo humano; Eutiques: un tertium quid, más divino que
humano; Macario: hay unión hipostática, pero la divinidad instrumentaliza la hu-
manidad que no obra libremente, por lo que no hay perfecta humanidad.

99
DIÁLOGO 74

(Nestorio, Hegel, Kant16, Rahner17, Kaspers18, Dupuis19, Schille-


beeckx)20 o es una naturaleza distinta (Arrio21).

16
En realidad, Hegel y Kant, al ser idealistas, conciben -con sus diferencias- una
única sustancia infinita, de la cual el hombre es parte de alguna manera. Pero digo
que afirman la humanidad y niegan la divinidad en cuanto que parten de las con-
diciones de la conciencia del finito, del hombre, y así explican a Dios… condu-
ciendo inevitablemente -aún contra su voluntad- al ateísmo constructivo
inmanentista, como lo explica el P. Cornelio Fabro muchas veces, pero sobretodo
en Introducción al ateísmo moderno.
17
Cf. RAHNER, K., Corso fondamentale sulla fede... 252: «Ora, secondo la dottrina del
cristianesimo, questa autotrascedenza del cosmo nell’uomo verso la sua propria
totalità e il suo fondamento è giunta realmente e completamente alla sua ultima
pienezza solo quando il cosmo nella creatura spirituale -suo fine e suo vertice-
non è solo ciò che è stato posto fuori dal suo fondamento, ciò che è stato
creato, bensì riceve l’autocomunicazione diretta da parte del suo
fondamento stesso. Tale autocomunicazione diretta da parte di Dio alla creatura
spirituale avviene in quella che chiamamo ‘grazia’ (durante il decorso storico di
tale autocomunicazione) e ‘gloria’ (nella sua perfezione finale). Dio non solo
crea la realtà diversa da sè, bensì le dona se stesso. Il mondo riceve Dio, che
è l’infinito e il mistero ineffabile, in maniera tale che lui diventa la sua vita più
intima. L’autopossesso concentrato e ogni volta unico del cosmo nelle singole
persone spirituali e nella loro trascendenza verso il fondamento assoluto della loro
realtà si verifica con la interiorizzazione diretta del fondamento assoluto
stesso nella realtà fondata».
18
KASPERS, W., Jesús el Cristo, Ed. Sígueme, Salamanca 1998, 24: «La finalidad posi-
tiva del programa de desmitologización, la interpretación existencial o la antropo-
lógica, es también legítima. (…) En Jesucristo la condición humana se hace como
tal gramática de la autoexpresión de Dios. De modo que las sentencias cristo-
lógicas tienen siempre que ser traducibles en otras de tipo antropológico
y al revés, partiendo de la antropología tiene que ser posible una precom-
prensión de lo que aconteció en Jesucristo».
19
Dupuis afirma que la particularidad histórica de Cristo deja espacio para otras fi-
guras salvíficas iluminadas por el Verbo no encarnado e inspiradas por el Espíritu
Santo. E. Schillebeeckx OP también habla, en el mismo sentido, de la «manifes-
tación de Dios en Jesús», que en cuanto particularidad o singularidad «histórica»
no puede considerarse absoluta; de este modo, a través de la «relatividad» presente
en Jesús se puede encontrar a Dios también «fuera» de él, en la historia mundana

100
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

Digamos entonces, yendo al grano, que el obrar de Cristo es uno


numéricamente y doble específicamente. El obrar sigue al Ser. Por lo
que hay que decir que el obrar de Cristo sigue a su único Esse. Pero
sucede que el esse in actu (secundum quid) de la divinidad es diverso al

y en las otras religiones producidas por ella. Dios es absoluto, mientras que nin-
guna religión lo es. Cf. J. DUPUIS, Verso una teologia cristiana del pluralismo religioso,
Queriniana, Brescia 1998, 403: «La particolarità storica di Gesù conferisce
inevitabili limitazioni all’evento-Cristo (...) Come la coscienza umana di Gesù in
quanto Figlio non poteva, per sua natura, esaurire il mistero divino, e perciò lasciò
incompleta la rivelazione di Dio, in maniera analoga l’evento-Cristo non esaurisce
-né lo potrebbe- la potenza salvifica di Dio. Questi rimane al di là dell’uomo Gesù,
quale fonte ultima sia della rivelazione che della salvezza». O también en p. 381:
«L’assolutezza è un attributo della Realtà ultima o Essere infinito, che non deve
essere predicata di alcuna realtà finita, sia pure l’esistenza umana del
Figlio-di-Dio-fatto-uomo. Il fatto che Gesù Cristo sia Salvatore ‘universale’
non ne fa il ‘Salvatore Assoluto’, che è Dio stesso».
20
Sobre estas teorías pesan actuales condenas: la Congregación para la doctrina de
la fe, 24.1.2001, I, 2: «Es contrario a la fe católica, no solamente afirmar una
separación entre el Verbo y Jesús, o entre la acción salvífica del Verbo y
la de Jesús, sino también sostener la tesis de una acción salvífica del Verbo
como tal en su divinidad, independientemente de la humanidad del
Verbo encarnado». En el mismo sentido, la Declaración Dominus Iesus, de la
Congregación para la doctrina de la fe, 6.8.2000, refiriéndose a la unicidad y la
universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, explica que «es también con-
trario a la fe católica introducir una separación entre la acción salvífica del Logos
en cuanto tal, y la del Verbo hecho carne. Con la encarnación, todas las acciones
salvíficas del Verbo de Dios, se hacen siempre en unión con la naturaleza humana
que él ha asumido para la salvación de todos los hombres. El único sujeto que
obra en las dos naturalezas, divina y humana, es la única persona del
Verbo. Por lo tanto, no es compatible con la doctrina de la Iglesia la teoría que
atribuye una actividad salvífica al Logos como tal en su divinidad, que se ejercitaría
«más allá» de la humanidad de Cristo, también después de la encarnación» (n. 10);
por lo tanto, «serían contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de
solución que contemplen una acción salvífica de Dios fuera de la única me-
diación de Cristo» (n. 14).
21
Condenado en el Concilio de Nicea, en el 325.

101
DIÁLOGO 74

de la humanidad22, por lo que debe seguirse un doble obrar específi-


camente.

22
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 17, art. 2: «quia in Christo sunt duae naturae
et una hypostasis, necesse est quod ea quae ad naturam pertinent in Christo
sint duo, quae autem pertinent ad hypostasim in Christo sint unum
tantum. Esse autem pertinet ad hypostasim et ad naturam, ad hypostasim
quidem sicut ad id quod habet esse; ad naturam autem sicut ad id quo
aliquid habet esse; natura enim significatur per modum formae, quae dicitur
ens ex eo quod ea aliquid est, sicut albedine est aliquid album, et humanitate est
aliquis homo. Est autem considerandum quod, si aliqua forma vel natura est
quae non pertineat ad esse personale hypostasis subsistentis, illud esse non
dicitur esse illius personae simpliciter, sed secundum quid, sicut esse
album est esse Socratis, non inquantum est Socrates, sed inquantum est albus. [El
esse secundum quid puede multiplicarse]: Et huiusmodi esse nihil prohibet
multiplicari in una hypostasi vel persona, aliud enim est esse quo Socrates est
albus, et quo Socrates est musicus. [Pero el esse simpliciter no puede
multiplicarse]: Sed illud esse quod pertinet ad ipsam hypostasim vel personam
secundum se impossibile est in una hypostasi vel persona multiplicari, quia
impossibile est quod unius rei non sit unum esse. Si igitur humana natura
adveniret filio Dei, non hypostatice vel personaliter, sed accidentaliter, sicut
quidam posuerunt, oporteret ponere in Christo duo esse, unum quidem
secundum quod est Deus; aliud autem secundum quod est homo. Sicut in Socrate
ponitur aliud esse secundum quod est albus, aliud secundum quod est homo, quia
esse album non pertinet ad ipsum esse personale Socratis. Esse autem capitatum,
et esse corporeum, et esse animatum, totum pertinet ad unam personam Socratis,
et ideo ex omnibus his non fit nisi unum esse in Socrate. Et si contingeret quod,
post constitutionem personae Socratis, advenirent Socrati manus vel pedes vel
oculi, sicut accidit in caeco nato, ex his non accresceret Socrati aliud esse, sed
solum relatio quaedam ad huiusmodi, quia scilicet diceretur esse non solum
secundum ea quae prius habebat, sed etiam secundum ea quae postmodum sibi
adveniunt. Sic igitur, cum humana natura coniungatur filio Dei hypostatice vel
personaliter, ut supra dictum est, et non accidentaliter, consequens est quod
secundum humanam naturam non adveniat sibi novum esse personale, sed solum
nova habitudo esse personalis praeexistentis ad naturam humanam, ut scilicet
persona illa iam dicatur subsistere, non solum secundum naturam divinam, sed
etiam humanam».

102
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

Actiones sunt suppositorum. Por la unión hipostática de ambas natu-


ralezas, hay un solo Esse. Todas las acciones son del único Esse, pero
difieren según sea el principio próximo de la actividad.

La operación en Cristo es numéricamente una sola, en razón de


que el sujeto, el supuesto, es uno: el Esse divino. Así hay que decir que
el obrar de Cristo es uno ex parte subiecti agentis23. Esto según el princi-
pio de que actiones sunt suppositorum. El Esse de Cristo es uno y por tanto
es uno el supuesto (Cf. De unione V. I., art 4); y así, uno el obrar.

Pero en razón de la especie de la operación, ex parte principii ex quo


agens operatur24, o sea según la especie de la operación, entonces son dos
operaciones –provenientes de sus dos principios próximos: las dos vo-
luntades pertenecientes respectivamente a las dos naturalezas de
Cristo–. Así, cada naturaleza obra según su esse formae25, sea el eterno o
el temporal (Cf. De unione V. I., art 4), según que la operación brota
de la propia voluntad, principio intrínseco a cada naturaleza.

Veamos cómo dice esto sintéticamente Santo Tomás:

«El obrar es de la hipóstasis subsistente, pero según la forma


o naturaleza que especifica la operación. Por eso, de la diver-
sidad de formas o naturalezas surge la diversidad de opera-
ciones, y de la unidad de la hipóstasis [esto es, la persona]
surge la unidad numérica de una operación, así como el
fuego tiene dos operaciones específicamente diferentes, ilu-
minar y calentar, según la diferencia de la luz y el calor, aun-
que numéricamente sea una la acción del fuego que a la vez
ilumina y calienta. Análogamente, en Cristo se dan dos ope-
raciones específicamente diferentes, según sus dos naturale-
zas. Pero cualquiera de sus acciones, una vez realizada, es

23
Cf. TOMÁS DE AQUINO, Quaestio Disputata, De unione Verbi Incarnati, 5.
24
Cf. TOMÁS DE AQUINO, Quaestio Disputata, De unione Verbi Incarnati, 5.
25
Comunicados en el único Esse divino.

103
DIÁLOGO 74

numéricamente una en Cristo, como una es su acción de ca-


minar o de sanar»26.

5. LA OPERACIÓN TEÁNDRICA

Surge entonces la cuestión del orden de las dos operaciones,


porque hay claramente una causalidad, un orden, por el que hay uni-
dad y hay diversidad. Hay tres posibilidades. 1. Si cada voluntad obrara
por sí misma, entonces habría dos hipóstasis27; lo cual va contra la uni-
dad de Cristo (Nestorio28). 2. Si la humana fuese instrumentalizada
como una «operata quaedam»29, un efecto, entonces no habría operación
humana, lo cual manifestaría la no existencia de una voluntad hu-
mana; y se negaría así la perfección de la naturaleza humana asumida
(Monofisismo30). 3. Entonces queda admitir que la Hipóstasis obra
según su propia naturaleza divina instrumentalizando a la perfecta na-
turaleza humana –asumida ya en el Esse de la hipóstasis del Verbo (el
cual le es propio por ser una de las tres Relationes subsistentes)–31. Así la

26 TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, q. 19, a. 1, ad 3.


27
Hipóstasis es el todo completo y subsistente.
28
Condenado en el Concilio de Calcedonia, en el 451.
29
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 19, art. 1.
30
También condenado en el Concilio de Calcedonia.
31
TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 19, art 2: «Cuando el agente inferior obra por su
propia forma, entonces son distintas las operaciones del agente inferior y superior.
Pero cuando el agente inferior no obra sino en cuanto es movido por el superior,
entonces la operación del agente superior e inferior es la misma. Así en cualquier
hombre puro [quiere decir, que no es Cristo] son distintas sus operaciones ele-
mentales [esto es, sólo físicas, comunes con el nivel inanimado] y las de su alma
vegetativa [es decir, sus actos fisiológicos vegetativos] respecto de sus actos volun-
tarios, que son propiamente humanos. Lo mismo puede decirse de las operaciones
de su alma sensitiva en cuanto no son movidas por la razón [esto es, actos sensi-
tivos no controlados por la razón, como los sueños]. Pero si son movidas por la
razón, entonces la operación de la parte sensitiva y de la racional son una sola y la
misma. La operación del alma racional es una sola si atendemos al mismo princi-
pio de la operación, que es la razón o la voluntad, aunque se diversifique respecto
a distintos objetos».

104
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

naturaleza humana del Verbo Encarnado es instrumento libre y unido


hipostáticamente a la divinidad, que es movido en una sola operación,
llamada Teándrica32.

La divinidad de Cristo opera y comunica su virtualidad a la volun-


tad humana por la que esta quiere moverse participando de esa opera-
ción divina. Resulta así que la divinidad usa de la humanidad como de
un instrumento, por lo que la acción es suya; y la humanidad realiza
libremente su acción participando también de la operación divina,
como instrumento unido a la divinidad.

32
Podemos preguntarnos si toda operación del Verbo Encarnado es teándrica. En la
objeción 1 del art. 1 de la q. 19, se dice que como son operaciones teándricas en-
tonces se mezcla lo humano y lo divino. Santo Tomás responde que ser teándricas
no implica mezcla. Por lo que de algún modo se define acción teándrica así:
es el nombre de las acciones de Cristo por el hecho de que las realiza la
hipóstasis divina instrumentalizando la humanidad y respetándole lo que
le es natural. El efecto es siempre superior a la naturaleza humana. Es
muy buena y clara la respuesta. Y la nota correspondiente en la edición española
de BAC Madrid 1994, dice: «La operación teándrica (a.1 sol.) se da no sólo
cuando Cristo hace milagros, sino en todas sus acciones y pasiones, pues el prin-
cipio de operación es uno y el mismo: la persona del Verbo». La negrita es nuestra.
Y, en el breve léxico tomista de la misma edición de la S. Th. citada arriba dice:
«Unión hipostática: Expresión técnica en teología para designar la relación única
entre dos naturalezas, divina y humana, en la persona del Verbo. Para hacer posi-
ble esta unión, la naturaleza humana de Cristo debe estar privada de su propio
acto de existir, subsistencia propia, no pudiendo por ello constituirse en persona
en sentido ontológico. Recibe su acto de existir de la segunda persona de la
Trinidad, la cual la une hipostáticamente a su naturaleza divina (III q.1-6). Por
ello, los actos de Cristo, aun en cuanto hombre, eran divinos (teándricos);
y la Virgen, madre de la naturaleza humana de Cristo, es «madre de Dios»: como
nuestras madres se dicen «madres» nuestras, aunque sólo lo sean del cuerpo y no
del alma». La negrita es nuestra.

105
DIÁLOGO 74

Pero, hay que distinguir tres géneros de obras teándricas rea-


lizadas por Cristo33. Unas son expuestas por Santo Tomás cuando
habla de la unidad psicológica del obrar (q. 19, art. 2) y otras cuando
analiza el poder de la humanidad de Cristo (q. 13, art. 2). Están en
Cristo las obras naturales de la humanidad que incluyen todo el
obrar racional, sensitivo y vegetativo. Las acciones de las potencias ve-
getativas (inconscientes), en este caso son dominadas por la libertad
de Cristo, por lo que hay que decir que todo movimiento en Cristo es
absolutamente libre y todo su obrar es humano. Están asumidas en-
tonces por las operaciones naturales del animal racional, a las cuales
hay que agregar naturalmente obras como el nacer, el caminar, el co-
mer, el dormir, el enseñar, cargar la cruz y el morir. Estan las obras
milagrosas como caminar sobre las aguas, el llevar la cruz sin fuerzas
naturales, el morir cuando se quiere, el curar o resucitar con la sola
palabra, el resucitar y ascender al cielo. Y finalmente están las obras
naturales del ser Sacerdote, como el comunicar la gracia, mediante
las palabras, los sacramentos y el gobierno.

Y así, la instrumentalidad del obrar humano de Cristo es tam-


bién diversa. Porque en el primer caso de realizar las obras naturales
hay una causalidad segunda, en el orden de los predicamentos. La di-
vinidad usa a la humanidad según lo que le es propio a la humanidad
y según sus límites naturales. En el caso de los milagros hay una simple
instrumentalidad, ya que no realiza un efecto comprendido en la vir-
tud de la naturaleza humana, aunque el efecto está en el ámbito de los
predicamentos. La divinidad usa la humanidad obrando lo propio de
la divinidad sobre el mundo. Y en el caso de comunicar la gracia sa-
cerdotalmente, el efecto es trascendente y constituye el ser y el obrar de
la Iglesia, su Cuerpo místico; pero el modo está dentro de las categorías

33
Dejamos de lado, por no ser teándricas, las obras de la omnipotencia de Dios
(posibilidad de crear, aniquilar), las cuales no están en la potencia activa de la hu-
manidad; pero sí son de la divinidad (q. 13, art. 1).

106
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

predicamentales. Sí, es trascendente (sale de los límites de lo predica-


mental) el obrar de Cristo en cuanto Verbo Encarnado, que salva, lleva
al cielo, da frutos de vida eterna. O sea, dicho en otras palabras, en
cada obra en donde la divinidad usa la humanidad, hay algo trascen-
dente y algo predicamental: siempre es obra salvífica, trascendente;
pero instrumentalmente varía en lo predicamental: caminando o ca-
minando sobre las aguas o comunicando la gracia a los miembros de
su cuerpo del cual es Cabeza.

El efecto, entonces, de tal operación teándrica trascendental-


mente es siempre superior a la capacidad de la naturaleza humana,
por lo que toda acción de Cristo es salvífica; aunque predicamental-
mente el efecto puede ser: 1. Igual al del obrar de todo hombre: el
caminar, el pescar; 2. superior en grado, al comunicar la gracia que
para él es capital; y 3. instrumental, al realizar los milagros, como cual-
quier taumaturgo, por ejemplo al caminar sobre las aguas34.

El fin de las operaciones de Cristo no es inmanente, sino que pasa


a nosotros. Pasa primero a su propio cuerpo que podía recibir algo de
premio por las obras; pero principalmente pasa a nosotros, que somos
edificados, rescatados, por los méritos del obrar de Cristo35.

6. COMPENETRACIÓN DE AMBAS OPERACIONES NATURALES EN


LA ÚNICA OPERACIÓN TEÁNDRICA

Resulta así que el principio el obrar sigue al ser tiene doble sentido en
Cristo. El obrar sigue al Esse del supósito o hipostático y entonces es
siempre obrar divino; por lo que siempre el obrar de Cristo es divino,
siempre es Dios que nace, duerme, llora, camina, trabaja, suda, muere
y resucita. Pero según el esse formal o de la naturaleza o esse in actu (las
esencias en acto, por el único Esse del Verbo), según cada uno de esos

34
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 13, art. 2.
35
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 19, art. 3 y 4.

107
DIÁLOGO 74

esse entonces se sigue que el obrar es doble: uno es el obrar de la natu-


raleza divina, por ejemplo en el resucitar un muerto, y otro el obrar
humano, que dice «niña yo te lo ordeno, levántate».

Dicho al revés puede ser más claro: dos son las operaciones de
Cristo según el esse fomae; pero que se comunican y pertenecen según
el Esse que pone en acto ambas naturalezas que operan. Una está en la
otra sin perder lo propio y viceversa. Queda así manifiesto que «Santo
Tomás expresa claramente y en términos dinámicos que Cristo no es
la suma de humanidad y divinidad, sino Dios mismo que vincula
su poder a la libertad humana, y hombre cuya humanidad ha
pasado a ser de Dios. Según esta explicación podemos afirmar: Dios
se revela en la integridad humana de Cristo, y ahí también la
libertad humana encuentra su perfección. Lo divino y lo hu-
mano son magnitudes que mutuamente se implican y esclare-
cen. Así lo manifiesta el misterio de la encarnación, sólo posible
porque Dios es amor que se autocomunica gratuitamente a los seres
humanos, y éstos se constituyen referidos a su Creador. Dios como
amor gratuito que se inclina en favor nuestro, y humanidad que se
perfecciona respondiendo libremente a ese amor, son dos coor-
denadas permanentes que Santo Tomás articula con maestría en su
reflexión teológica»36.

Lo dice así la fórmula dogmática del VI Concilio, el de


Constantinopla37: «duas naturales operationes indivise, inconvertibiliter,
inconfuse, inseparabiliter, in eodem domino Iesu Christo, vero Deo nostro,
glorificamus, hoc est, divinam operationem et humanam»38.

36
PARDO, J. E., en la introducción a la S. Th. III pars, BAC.
37
Tuvo lugar en el año 870.
38
TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 19, art 1.

108
OPERARI SEQUITUR ESSE Y EL OBRAR DE CRISTO

7. EL FIN DEL OBRAR DE CRISTO

Para terminar y a modo de conclusión, es importante notar que de


esta precisión en la definición del obrar de Cristo, se seguirán otras
muchas conclusiones, de las cuales enunciaremos algunas, que expli-
can la finalidad del obrar de Cristo.

Respecto al sacerdocio nuevo de Cristo, vemos que da bienes


divinos a los hombres (según el nestorianismo no sería así y Cristo no
sería más que un simple laico) y lleva –a través de la reconciliación– a
los hombres a Dios39 (si fuese monofisismo no podría hacerlo, por no
ser verdaderamente hombre; tampoco sería sacerdote propiamente di-
cho). Es más, queda claro que Jesucristo es Sacerdote eterno desde el
mismo momento de su concepción inmaculada40, desde que realiza
sus primeras operaciones como nutrición y crecimiento, que son teán-
dricas y salvíficas.

Depende también de este obrar de Cristo doble, pero unificado in-


divise, inconvertibiliter, inconfuse, inseparabiliter, el que la Iglesia –su
cuerpo místico– sea Una y con diversidad de motores y obras: jerár-
quica y orgánica.

De esta verdad depende incluso la naturaleza y eficacia de los sa-


cramentos y hasta el triple carácter sacramental, capacidad comu-
nicada de realizar obras divinas41.

También es finalidad del obrar salvífico de Cristo el que lo prolon-


guemos nosotros, como sarmientos suyos, constituyéndose así la

39
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S. Th., III, 22, art. 1.
40
Cf. VANHOYE, A., «La novedad del sacerdocio de Cristo», en Diálogo, núm. 51, San
Rafael 2009, 133-149.
41
Cf. La definición de Carácter Sacramental en Catecismo de la Iglesia Católica, n°
1121. Se desarrolla extensamente lo dicho arriba desde el número 1113 al 1134.

109
DIÁLOGO 74

esencia de la misión, principio este fundamental del ecumenismo y


el diálogo interreligioso.

Dependen también entre otras muchas cosas las conclusiones de


la escatología, porque el que rechaza libremente la sencillez de las
obras y palabras de Jesús, rechaza a Dios y firma su condena eterna;
como análogamente el que las recibe y guarda, firma su Salvación
eterna.

¡Tan excelente, tan divinamente humano y humanamente divino


es el obrar de Jesús, para la salvación de los hombres y para la consi-
guiente gloria del Padre!

110
El Magisterio espiritual de la Reforma carmelitana

P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE.

«Pocas almas han llegado a tanto como a esto,


mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos
cuya virtud y espíritu se habían de difundir
en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor
a las cabezas en las primicias del espíritu,
según la mayor o menos sucesión que había de tener
su doctrina y espíritu».
(Llama de amor viva, canción II, v. 2, n. 12)

REFORMADOR Y PADRE DE LA REFORMA CARMELITANA

Con justicia se considera a san Juan de la Cruz junto con santa


Teresa de Jesús como reformadores de la Orden del Carmen. De todas
formas, no puede decirse que sean reformadores en el mismo sentido,
o al menos no son reformadores iguales; sí encabezan una reforma
«conjunta», con papeles personales y diversos. Teresa es la fundadora,
la que recibe la moción o carisma para la inauguración y el espíritu de
la descalcez; y Juan es –además del primero de los frailes incorporados
oficialmente a ella– quien cumple el «oficio de maestro espiritual de la
Reforma»1, el dueño de «las primicias, las riquezas y el valor del
espíritu carmelitano».

1
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida de San Juan de la Cruz», en AA. VV, Vida y obras de san
Juan de la Cruz, BAC, Madrid 1955, 105. Santa Teresa fundó el Convento de San
José contando casi 50 años, y casi 30 de religiosa, mientras que san Juan de la Cruz
no era por entonces ni siquiera novicio carmelita. Una vez ganado este para la
Reforma, hizo la santa, y con razón, para que fuese el primero, con lo cual se le

111
DIÁLOGO 74

Para la santa era un «padre», y en verdad lo fue de ella y de todo el


movimiento de retorno al primer ideal contemplativo carmelitano,
que era también el suyo2. «En Juan de la Cruz pudieron contemplar la
imagen viva del carmelita descalzo cuantos y cuantas de la Orden le
conocieron y trataron de cerca»3.

Del punto de vista jerárquico jamás ocupó el primer puesto de la


Orden reformada, aunque sí tuvo diferentes cargos de autoridad a lo
largo de 23 años, desde que se descalzase en noviembre de 1568, hasta
su muerte en diciembre de 1591: fue el primer Maestro de novicios
en Duruelo y Mancera y luego en Pastrana, Rector de los colegios de
Alcalá de Henares y Baeza (este último el único Convento directa-
mente fundado por él), Vicario del Convento del Calvario en Jaén,
Prior del Convento de los Mártires en Granada y luego del Convento
de Segovia, Vicario provincial por algún tiempo de Andalucía, y al es-
tablecer el p. Nicolás Doria el gobierno de la Consulta, Presidente de
esta en ausencia del Superior General. Pocos meses antes de morir, el

confería una autoridad agregada a la que ya él mismo se procuraba con su práctica


radical de la vida profesada: «El título de primer descalzo, por voluntad de Dios y
querer de santa Teresa, con todas las dimensiones y matices de la expresión explica
todas sus actividades en la Reforma. Como a cabeza de un movimiento espiritual,
que ha de tener una sucesión e influjo notabilísimo en la Iglesia, Dios le confiere
las primicias, las riquezas y el valor del espíritu carmelitano» (RODRÍGUEZ, J. V.,
Cien fichas sobre san Juan de la Cruz, Monte Carmelo, Burgos 2008, 304).
2
«Certifícolas que estimara yo tener por acá a mi padre fray Juan de la Cruz, que
de veras lo es de mi alma, y uno de los que más provecho le hacía al comunicarla»
(Carta a las carmelitas de Beas, fin de octubre de 1578. En SANTA TERESA DE JESÚS,
Obras completas, BAC, Madrid 1979, 943); «En gracia me ha caído, hija, cuán sin
razón se queja, pues tiene allá a mi padre fray Juan de la Cruz, que es un hombre
celestial y divino [...] Miren que es un gran tesoro el que tienen allá en ese santo,
y todas las de esa casa traten y comuniquen con él sus almas y verán que aprove-
chadas están y se hallarán muy adelante en todo lo que es espíritu y perfección;
porque le ha dado nuestro Señor para esto particular gracia» (Carta a la M. Ana de
Jesús, mediados de noviembre de 1578. En Ibidem).
3
RODRÍGUEZ, J. V., Cien fichas..., 304.

112
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

Capítulo de Madrid lo despojó de todo cargo y lo destinó a Nueva


España (Méjico), a donde no pudo partir por su ya debilitada salud,
siendo trasladado primero a La Peñuela, en Jaén, y luego al Convento
de Úbeda, en el que murió. Fue además, en muchas ocasiones, cape-
llán y director espiritual de los conventos de monjas reformadas.

San Juan de la Cruz cumplió una misión directriz pero no princi-


palmente gubernativa, sino más ejemplar y magisterial, por medio de
la renovación de los principios y tradición del Carmelo en los monas-
terios y casas en que estuvo, y por la educación de los carmelitas a su
cargo en el auténtico ideal contemplativo y crucificado de la Orden.

Relata el p. Crisógono un periodo que en sí cifra toda la actividad


de Juan de la Cruz como formador espiritual de los descalzos4. Es el
año 1570. Un año antes había fundado santa Teresa en Pastrana el se-
gundo Convento de descalzos, en el cual había colocado a dos ermita-
ños italianos, fray Ambrosio Mariano de San Benito y fray Juan de la
Miseria, a quienes los príncipes de Éboli habían donado una ermita
que transformaron en Carmelo, incorporándose a la Reforma encabe-
zada por la santa. La cercanía de este eremitorio con Alcalá, ciudad
universitaria, floreciente entonces y llena de juventud animada, hizo
que pronto se multiplicasen las vocaciones. Se transformó Pastrana en
un Noviciado mayor que el de Mancera de Abajo, a donde se había
trasladado la primitiva comunidad de Duruelo, y donde en octubre de
aquel 1570 habían profesado ya los dos primeros novicios de la descal-
cez, en manos de su Maestro, que firma el acta, fray Juan de la Cruz.
Pero Teresa de Jesús teme que los fervores de los nuevos ermitaños
puedan «desfigurar la vida descalza» y considera «necesaria una direc-
ción auténticamente carmelitana» (110), que los encauce. «La madre
Teresa estima urgente la presencia de fray Juan de la Cruz, gran refor-
mador de espíritus, poseedor del secreto de la auténtica vida carmelitana des-
calza» (111); así lo comunica al p. Antonio de Jesús, superior de

4
Cf. CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», c. VI: «Formador de los descalzos», 109-123.

113
DIÁLOGO 74

Mancera, y este hace poner en camino al santo, que se llega a Pastrana


y «organiza el Noviciado al estilo del de Duruelo y Mancera. Da nor-
mas, establece prácticas de mortificación común y deja de viva voz do-
cumentos de perfección espiritual» (113).

CON EL CARISMA DEL CARMEN, NO OTRO

Pasado un mes, retorna a su Convento, pero pronto es nombrado


Rector del primer Colegio de descalzos, en Alcalá de Henares, «que
promete ser de gran trascendencia para la descalcez» (114). Es abril de
1571. Su rectorado da frutos a poco comenzar; él da ejemplo y «gana
muchos estudiantes para la Reforma». A los que están a su cargo les
imprime un lema: «Religioso y estudiante, religioso delante», con el
cual busca enseñarles que los años de estudio no son vacaciones de la
vida religiosa y carmelita. «Y les encarga que, aunque mueran en el
empeño, sigan armonizando el estudio con aquellos fervores monás-
ticos» (118). Sus súbditos extasían a todo Alcalá pero al mismo tiempo,
y enardecido por la afluencia grande de vocaciones, un novel Maestro
de novicios, en Pastrana, está produciendo un descalabro: penitencias
extraordinarias y extenuantes, apostolados multiplicados inopinada-
mente y que hacen que los novicios «no paren en el convento» (119)
y un ambiente de misticismo que raya lo ridículo hacen que corra pe-
ligro el modelo de la Reforma (implantado poco ha por fray Juan y
querido por santa Teresa) y que muchos de los jóvenes se sientan in-
tranquilos y en su docilidad y humildad crean que han elegido el ca-
mino equivocado. Entonces nuevamente se llega fray Juan, esta vez
por su cuenta propia, seguramente a primeros de 1572, e interviene
moderando salidas, penitencias y ejercicios de prematuro celo. El
maestro de novicios escribe entonces a santa Teresa, criticando este
proceder del santo, y la santa envía su carta al dominico p. Domingo
Báñez, cuya respuesta fue «la más cálida y rotunda confirmación de los
procedimientos de fray Juan de la Cruz»; allí escribe Báñez: «El fraile y
monje no tiene necesidad de buscar ejercicios ajenos; siga su profesión y calle, que
sin que el mundo vea sus mortificaciones será santo...» y más adelante, refi-
riéndose a fray Ángel, el imprudente Maestro: «Muy resuelto está para

114
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

ser, como dice, tan nuevo y sin experiencia. Si busca mortificación, ésta lo es de
veras: creer que se engaña» (120-121). No nos llegó lo que por entonces
dijo Juan en Pastrana, pero su doctrina no era diferente que la del do-
minico Báñez. Es la misma doctrina que utiliza para deshacer una vez
más el entuerto y regresar a su puesto: «El fervor, el retiro, las peni-
tencias razonables, las santas costumbres establecidas por fray Juan de
la Cruz, hacen de aquel Noviciado el gran plantel de la Reforma»
(121).

Con detenimiento seguimos este proceso de casi dos años por lo


iluminador y en parte paradigmático del caso, y por ser de los inicios,
donde se fragua mucho del espíritu de las realidades carismáticas que
el Espíritu sopla en la Iglesia. Fray Juan de la Cruz forjaba entonces a
los descalzos en su propio «estilo», que es el espíritu (carisma) aplicado
y vivido, y luego transmitido como particular y propio, y que implica
una tensión particular y propia y una distensión también particular y
propia, que no son la misma tensión y distensión que se viven y apli-
can en otras realidades carismáticas distintas. Por esa razón había que-
rido santa Teresa que, en 1568, antes de fundar los frailes, viajase fray
Juan con ella y con las monjas que fueron a fundar en Valladolid, «para
que llevase bien entendidas todas las cosas, ansí de mortificación como
del estilo de hermandad y recreación que tenemos»5. Porque sabía la
Madre que una vez aprendido por fray Juan ese estilo de «tanta mode-
ración», «históricamente arraigado en la tradición de la Iglesia»6, co-
braba por el vigor del alma de aquel monje una tendencia a lo máximo

5
Fundaciones, 13, 5. En SANTA TERESA DE JESÚS, Obras completas…, 555.
6
«Y Fr. Juan inventaba un tipo de vida históricamente arraigado en la tradición de
la Iglesia, y juntamente vivido al unísono por él como por la M. Teresa. Fr. Juan
había entrado en la madurez espiritual el día de su Primera Misa; con ello deste-
rraba de su idiosincrasia todo tipo de servilismo; mientras la M. Teresa no había
alcanzado tales alturas místicas hasta más tarde, aunque Dios la llevaba siempre
infundiendo en ella el Espíritu de la Reforma del Carmen. Por ser común la

115
DIÁLOGO 74

que la misma letra de la Regla no podía mostrar mejor: él era «para los
demás, como Regla viva»7, y una Regla exigente, por cierto.

En todos sus años como superior y director espiritual de religiosos


y religiosas carmelitas se entregó a continuar la promoción de este
mismo espíritu, que informaba todos los actos de su observancia, y
que antes que con la palabra promovía con su propia vida8. Según ofi-
cio y situaciones, su intento fue siempre que quienes vivían con él, y
súbditos y dirigidos, se informasen del mismo modo de ese espíritu,
seguro de que en ello iba más fruto que en tantas otras prácticas per-
sonales y privadas9.

MANDABA, CUMPLÍA LO MANDADO… Y AÚN MÁS

Habría que utilizar muchas más páginas para describir acabada-


mente toda su obra en el gobierno material y espiritual de los monjes:
basta con decir que su acción abarca desde los oficios más humildes,
en los que se implicaba con toda naturalidad, trabajando incluso en la
edificación y adorno de las iglesias y Conventos:

En el Calvario «es el primero en los oficios más humildes


[...] Cristóbal de la Higuera le ha sorprendido algunas veces

fuente interior, tenían que ser comunes las aguas que corrían de ella»
(OTGER, E., Tiempo y vida de San Juan de la Cruz, BAC, Madrid 1992, 239).
7
ALONSO DE LA MADRE DE DIOS, Vida, virtudes y milagros del santo Padre Fray Juan de
la Cruz, EDE, Madrid 1989, 151.
8
«Era, para sus novicios y para los demás, como regla viva, porque lo que la escrita
ordena lo veían puesto en ejecución en su persona» (Ibidem, 151).
9
En Baeza la gente llamaba a los carmelitas «santos», por su «vida ejemplar de vir-
tud, penitencia y recogimiento»; y dice CRISÓGONO («Vida…», 231) que «a ellos
contribuye, sobre todo, el prestigio de fray Juan de la Cruz, animador y mantenedor
de aquella vida».

116
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

en la cocina fregando los platos en unos lebrillos. Y al co-


mentar después con los frailes la humildad del Prior, éstos le
dicen que siempre es el primero que acude a estos ministe-
rios»10.

En Baeza «es el primero en los actos de comunidad; el pri-


mero también en barrer, fregar, en adornar los altares del
templo, porque le gusta que estén bien limpios y aderezados.
Se preocupa de las obras de ampliación del Convento, y para
el decorado de la iglesia llama a Juan de Vera, pintor y escul-
tor de Úbeda. Muchos ratos, mientras el artista trabaja, fray
Juan está a su lado»11.

Hasta las alturas a que remontaba a los suyos con instrucciones casi
diarias, en pláticas espirituales, sermones, correcciones personales, y
consejos ocasionales:

«Una temporada que está achacoso y no puede asistir a los


actos de comunidad, le basta ir por la noche al refectorio para
hacer el capítulo de faltas; les hace algunas reflexiones, un
día sobre el silencio, otro sobre el retiro, otro sobre la mutua
caridad, y los religiosos se conservan fervorosos, observan-
tes»12.

«Si sorprende en falta a alguno, le llama a solas y le reprende


en particular, evitando que los demás lleguen a enterarse de
la falta cometida»13.

10
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 212.
11
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 234.
12
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 295.
13
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 293.

117
DIÁLOGO 74

«Por las noches llama sus súbditos, cada noche a uno, y le


examina el espíritu, el camino que lleva en la oración, los
progresos que hace en ella, las tentaciones que le acosan, las
virtudes que practica. Y les va dando normas de vida interior
según la particular disposición de cada uno [...] No se olvida
en ellas de preguntarles por el estado de su salud, por su bie-
nestar corporal, examinándoles hasta “en el sustento”»14.

Son testimonios de su época de Prior en Granada.

En cada acto era el primero, y exigía que se le siguiese el paso según


la Regla15:

«En los actos de comunidad, por ocupaciones que tuviese no


faltaba, y cuando oía la campanilla que hacía señal para ellos,
decía que era la voz de Dios y que no se podía dejar de acudir
a donde Él llamaba, aunque faltase a otras cosas, y particular-
mente al coro y al refectorio: en aquellos para hallarse pre-
sente a las alabanzas divinas y procurar se celebrasen con gra-
vedad y devoción, y en éstos, para seguir la vida común, igual
a súbditos y prelados, y procurar la siguiesen todos».

LA HUMILDAD, PRINCIPIO DE DISCERNIMIENTO DE LA


AUTÉNTICA VOCACIÓN RELIGIOSA

Para recibir nuevos candidatos prestaba mucha atención a su capa-


cidad de humillación, probando a algunos de manera aparentemente
irracional, pero obteniendo siempre buenos frutos, con la convicción
de que no había carmelita si no aprendía tenerse en nada, y a servir él
a la Orden y no a servirse de ella16:

14
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 296.
15
ALONSO DE LA MADRE DE DIOS, Vida, virtudes y milagros..., 151.
16
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 233.

118
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

Pongo un ejemplo de su Rectorado en Baeza, que refiere a


Juan de San Pablo, jurista de Salamanca, admitido al hábito por
el p. Juan de la Cruz y que comienza allí su Noviciado:

«Un poco aburrido de los libros espirituales que tiene en la


celda, solicita del Maestro de novicios algún libro de derecho
para repasar las materias cursadas en la Universidad de
Salamanca. El Maestro lo consulta con el Rector, y fray Juan
de la Cruz, que se da cuenta del espíritu de suficiencia que
esta actitud implica, le quita todos los libros de devoción y le
da una cartilla de la doctrina cristiana y un puntero, como a
los niños, para que haga todos los días oración. El novicio
obedece y su compañero de celda, fray Jerónimo de la Cruz,
le ve pasar largos ratos, como un párvulo, con el puntero en
una mano y la cartilla en la otra, derramando lágrimas de de-
voción y ternura, porque Dios premia su humildad y su obe-
diencia llenándole el alma de espirituales dulcedumbres. Así
curó fray Juan aquellos primeros brotes de altivez del jurista
salmantino. Otra relación asegura que, además, “le puso en
la cocina buena parte del año, ejercitándole en varias morti-
ficaciones”. Fray Juan de San Pablo salió un descalzo cabal».

PRUDENTE Y PROVIDENTE CON TODOS

Sabía, de todas maneras, cuando no ceder y cuando sí, y se mos-


traba muy paternal con quienes atravesaban dificultades, y eran inte-
rior o exteriormente probados: no ahorraba gastos para regalar a los
enfermos y él mismo se ponía a su servicio:

«Cuando la enfermedad es grave, organiza la vela del en-


fermo entre todos los religiosos, que se turnan por horas. Él

119
DIÁLOGO 74

se levantará a medianoche o a las dos de la madrugada para


hacer el mismo oficio o para ver cómo sigue el paciente»17.

El año de 1580, que fue el del catarro universal, volvía el


santo a Baeza desde Beas y encontró a todo el convento en cama,
dieciocho religiosos sin atención:

«Su primera disposición es que se traiga un cuarto de carne;


lo hace condimentar y él mismo se lo sirve a los enfermos,
animándoles a comer y si es preciso, mandándoselo. A ratos
les habla de cosas espirituales, a ratos de cosas indiferentes y
de honesta recreación; hasta cuentos graciosos le oyen los
enfermos. Y para que no se escandalicen, les advierte que
todo aquello es necesario para alivio de la enfermedad»18.

No tenía tampoco problema en sacar a pasear a un fraile que veía


estaba triste, para conocerle el alma, y lo mismo hacía periódicamente
con toda la comunidad, «para evitar que, si les deja mucho en el Con-
vento, tengan ganas de salir de él»19:

«Fray Juan, muy humano, espíritu afectuoso para sus frailes,


les saca de paseo para que se huelguen, merienden y descan-
sen. Hasta permite que vayan con ellos algunos seglares,
amigos y bienhechores del Convento»20.

«No puede ver tristes a sus frailes. Cuando lo está alguno, le


llama, sale con él a la huerta o se le lleva incluso al campo

17
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 236.
18
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 237.
19
Fray Agustín de la Concepción, súbdito suyo en Granada, testimonia esta razón,
oída de él mismo (Cf. CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 296).
20
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 212.

120
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

para distraerle y consolarle; ya no para hasta que logra trocar


la tristeza en alegría»21.

Sabía en sus conversaciones enseñar y distraer y traía a los religiosos


en torno de sí siempre22: «En vez de alejarse de fray Juan, los religiosos
le rodean, oyen sus charlas, espirituales unas veces, indiferentes y de
distracción otras, haciéndose después lenguas de su amenidad».

•••

«VIGÍLATE A TI MISMO Y A TU ENSEÑANZA; SÉ CONSTANTE EN


ELLO, OBRANDO ASÍ, TE SALVARÁS A TI MISMO Y A LOS QUE TE
ESCUCHEN» (1 TM 4, 16)

Fue un verdadero padre, que «gobernaba con toda su persona, vi-


viendo de lleno lo que componía su vocación»23, y por eso fue también
un verdadero maestro. El tema pleno de sus obras escritas es la vida
religiosa, porque este era el tema pleno de toda su vida. Los destinata-
rios de sus obras eran los religiosos, porque eran su máxima preocu-
pación. Los ejemplos en su obra se aplican a religiosos (apego a libros,
celdas, modos de devoción y penitencias, tipos de amistades, etc.24) y
se destaca que son ellos los que están puestos en este camino, por su
propio género de vida y la obligación de su estado de perfección. La
génesis de sus escritos delata lo mismo, pues se originaron en la ins-
trucción religiosa que hacía a carmelitas frailes y monjas. Hasta el di-

21
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 301.
22
CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 235.
23
OTGER, E., Tiempo y vida..., 564.
24
Se puede cf. especialmente Subida al Monte Carmelo, libro I, capítulo 11 (1S 11).
En SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 2007-2ª re-
impr., 201 y ss. Todas las veces que cito textos del santo los tomo de esta edición.

121
DIÁLOGO 74

bujo del Monte fue hecho con este fin. «Escribió como padre y maes-
tro de sus hijos e hijas espirituales»– afirma santa Teresa Benedicta de
la Cruz25.

REGLA VIVIENTE DEL ESPÍRITU «SEDCARMELITANO.


IMITADORES MÍOS COMO TAMBIÉN YO LO SOY DE CRISTO» (1 COR
1,11)

Naturalmente su adoctrinamiento oral no ha quedado del todo re-


gistrado, aunque sí hay testimonios de haber sido siempre el mismo,
conciso, espiritualmente recio, y completo desde el inicio26: fundado
en el desasimiento de todo lo que no es Dios con el único objeto de
unirnos a Él. Este es también el eje y mensaje único de todas sus obras
escritas, que nacían de esas explicaciones y canciones orales: la unión,
el matrimonio con Dios, por medio de las nadas. No otro es el com-
promiso irrecusable del carmelita, y de todo religioso, en definitiva:
dejarse redimir hasta el más profundo centro del alma, dejarse desposar.
De hecho, para el santo, como bien señala su mejor comentadora, la
cruz era el principal y, en definitiva, el único motivo de la descalcez:

«Para poder escuchar mejor el mensaje de la cruz, tendrá que re-


chazar la oferta bien retribuida de capellán en su hospital, y

25
STEIN, E., Ciencia de la Cruz, Monte Carmelo, Burgos 2011, 160. Antes había pre-
cisado más: «El santo no ha escrito sus obras para todos. Ciertamente no quiere
excluir a nadie. Pero sabe que sólo puede contar con la comprensión de un limi-
tado círculo de personas: aquellas que tienen una cierta experiencia de vida inte-
rior. En primer lugar piensa en los Carmelitas y las Carmelitas cuya vocación es-
pecífica es la oración interior. Pero sabe que la gracia de Dios no está ligada a un
hábito religioso ni a los muros de un convento [...] escribe para las almas contem-
plativas y, en un determinado punto del camino, quiere llevarlas de la mano: en
la encrucijada, donde la mayoría se estanca perpleja y no sabe qué hacer» (82).
26
Cf. CRISÓGONO DE JESÚS, «Vida…», 217-219.

122
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

elegir la pobreza de la Orden. Este mismo deseo no le dejó en-


contrar descanso en la observancia mitigada de los
Carmelitas de entonces, y le condujo a la Reforma»27.

«En septiembre u octubre de 1568 [...] hacía su entrada en la


pobre casita de Duruelo, en la que debía iniciar la Reforma
Teresiana como piedra basilar y angular. El 28 de noviembre se
comprometió, junto con dos compañeros, a la observancia
de la Regla primitiva, y asumió el título nobiliario “de la
Cruz”. Era el símbolo de lo que él buscaba cuando abandonó su
convento de origen y renunció con ello a su observancia mi-
tigada; hacia lo cual ya había tendido, viviendo según la Regla
primitiva, con un permiso personal. Al mismo tiempo, se ex-
presaba en ello una característica esencial de la Reforma: seguimiento
de Cristo por el camino de la cruz, tomar parte en la cruz de
Cristo tendría que ser la vida de los Carmelitas Descalzos»28.

Este fue después su magisterio cotidiano, con el que formó el espí-


ritu de la Descalcez, un magisterio vivo, siempre haciéndose desde el
mismo punto de partida y con el mismo punto de arribo, digamos que
profundizándose y casi accidentalmente detenido en un papel.

AVISOS QUE HA DE VIVIR QUIEN QUIERA SER RELIGIOSO DE


VERAZ… SINO QUE SE QUEDE EN SU CASA

Para explicar la esencia de ese magisterio sanjuanista podemos re-


cordar el opúsculo titulado Avisos a un religioso para alcanzar la perfección,
que contiene una visión general del santo sobre el estado religioso, y
un muy filoso concepto de la perfección a que debe levantarse quien

27
STEIN, E., Ciencia de la Cruz, 55. Al interno refiere la autora a BARUZI, JEAN, Saint
Jean de la Croix et le problème de l’expérience mystique, Paris 1931, 91.
28
STEIN, E., Ciencia…, 47.

123
DIÁLOGO 74

lo profesa. «Cualquiera de sus cuatro Avisos contiene virtualmente toda


su doctrina» dicen Efrén-Steggink29. En ellos está concentrada la sus-
tancia de la respuesta que ha de dar el religioso a Dios que lo llama y
que le depara todo un modo de vida en el cual santificarse, según el
ejemplo y manera de Jesucristo. Son implicancias de la vocación, o
avisos de fidelidad, a ejercitar «con grandísimo cuidado» (n. 1)30.

El primero es resignación (2), o «santa indiferencia», como le llama


el p. J. V. Rodríguez31. Propiamente es indiferencia santa respecto de
lo que sucede por la libertad de los demás miembros de la propia Re-
ligión, o el propio Convento, al punto de estar «como si otra persona
en él no viviese». En la segunda y tercera de las Cautelas contra el
mundo, cuyo tema general es el desasimiento, recoge la misma argu-
mentación, y alerta: «jamás te escandalices ni maravilles de cosas que
veas ni entiendas, procurando tú guardar tu alma en el olvido de todo
aquello»32. La resignación consiste fundamentalmente en la actitud in-
terior de no juzgar a la comunidad ni a religioso en particular, si no se
tiene el oficio para ello; y no proferir el propio juicio «ni con color de
celo ni de remedio, sino a quien de derecho conviene, decirlo a su
tiempo»33. Su fruto es «el sosiego y quietud del alma, con mucho apro-
vechamiento delante de Dios y de los hombres» (2), y la prevención
de muchas caídas. El silencio interior (y también exterior) sirve como
termómetro de la práctica de este consejo.

29
OTGER, E., Tiempo y vida..., 642.
30
El texto en Obras, 127-131. Cierto que mejor que cualquier glosa sería la trans-
cripción directa de la letra sanjuanista, inmejorable de todo punto de vista. Pero
por estar tan a mano, me atengo a unas notas y extractos, para incitar a la lectura y
meditación completa de cada uno.
31
RODRÍGUEZ, J. V., Cien fichas..., 172.
32
Instrucción y cautelas de que debe usar el que desea ser verdadero religioso y llegar a la perfec-
ción, 8. En Obras, 121.
33
Cautelas, 8. En Obras, 121.

124
EL MAGISTERIO ESPIRITUAL DE LA REFORMA…

El segundo de los Avisos es el que hace referencia a la mortificación


propia de la vida consagrada que es el dejarse labrar por Dios y sus
oficiales, que en definitiva son todas aquellas cosas que nos mortifican,
y que están permitidas y en cierto sentido queridas por Dios para nues-
tra penitencia interior, que es la más valiosa. Se manifiesta en la sere-
nidad y alegría («quietud interior y gozo en el Espíritu Santo») con que
se vive toda situación en cada día. «Por no entender muchos religiosos
que vinieron a esto, sufren mal a los otros; los cuales al tiempo de la
cuenta se hallarán muy confusos y burlados» (4).

El tercero de los Avisos es ejercicio de virtudes, que consiste en la per-


severancia y fidelidad en cada una de las acciones del consagrado, sin
poner «ojos en el gusto o disgusto que se le ofrece en la obra para ha-
cerla o dejarla de hacer, sino la razón que hay de hacerla por Dios» (5).
Procede de la conciencia que se tiene de haber inmolado la propiedad
de todas sus obras en el acto de profesar y en este sentido abre a la
posibilidad de una inmolación siempre mayor, no solo aceptando sino
queriendo «más a lo dificultoso que a lo fácil, a lo áspero que a lo suave,
y a lo penoso de la obra y desabrido que a lo sabroso y gustosos de ella,
y no andar escogiendo lo que es menos cruz, pues es carga liviana (Mt
11, 30); y cuanto más carga, más leve es, llevada por Dios» (6)34.

En cuarto lugar señala el santo la obligación de la soledad que nace


en el desasimiento total «de las cosas de allá fuera, pues Dios te ha ya
sacado y descuidado de ellas» (8), y en el olvido de todo lo que no sea Dios
mismo, porque es Dios quien se ha elegido y separado al religioso para
sí, para que sus obras las haga no para ser visto sino por Él «y se las ha
de pedir todas el día de su cuenta» (8). La continuidad y el progreso en
la oración son la muestra del camino de la soledad, que siempre es

34
Añade Eulogio Pacho en nota a este párrafo (Obras, 130): «Síntesis de lo que dice
el santo en el Montecillo de perfección, en el cap. 13 del lib. 1º de la Subida y en los
nn. 16-17 de las Cautelas».

125
DIÁLOGO 74

necesaria a quien quiera vacar en Dios, aun en medio de muchas ocu-


paciones que le imponga la obediencia (9), en todas las cuales no bus-
cará «saber cosa, sino sólo cómo servirá más a Dios y guardará mejor
las cosas de su Instituto» (9). La primera acepción de «guardar» es «te-
ner cuidado de algo o de alguien, vigilarlo y defenderlo».

OBEDECIENDO Y MURIENDO SE HACE MÁS POR EL


MONASTERIO, QUE SIGUIENDO SUS PROPIOS GUSTOS

Juan de la Cruz sabía que guardaba a su Instituto con estos consejos


y con la doctrina que en él vivía y en ellos enseñaba, porque más hace
por su propia casa quien se santifica en obediencia que quien quiere
encaramarla con el ejercicio de sus dones por propia voluntad y por
propio bien. A éste tal mejor le era no «venir a la Religión, sino estarse
en el mundo buscando su consuelo, honra y crédito y sus anchuras»35.

35
Avisos, 3. En Obras, 129.

126
Elegía por don Edmundo Gelonch Villarino

Este día, que muestra negra faz,


llevado se ha a un tan noble maestro,
a un sabio tan audaz,
que el llanto de este día es llanto nuestro.

Un padre se nos fue, huérfanos somos,


no hay gozo ni consuelo ya posible,
cargados nuestros lomos
de un peso que se vuelve insostenible.

Endechas se preparan y se cantan,


y llegan con su tan fúnebre acento
que apenas si se aguantan,
y lágrimas amargas lleva el viento.

¿Quejosos y encorvados nos hallamos,


y por calamidad tal hecho damos?
¡Cuán lejos de su vida
y de esa su enseñanza tan subida!

¡Que deje la elegía libre el paso


al canto de victoria y de alegría!
Llorar no hemos, ¿acaso
tristeza trae el sol que alumbra el día?

Un vástago fornido de aquel tronco


de Hernandarias robusto añejo y fuerte,
caído ha con un ronco quebrar,
que hasta al quebracho halla la muerte.

127
DIÁLOGO 74

Mas fiesta y regocijo se prepara


que si su voz, asaz, ya no podemos
oír, la mente para
en esa su enseñanza que tenemos.

Fue padre dedicado y generoso,


maestro y formador de juventud,
paciente y animoso,
el sabio que luchó por la virtud.

Fue padre de maestros y poetas,


amigo de María y de su Hijo;
mostrar supo las metas
a que debe el cristiano apuntar fijo.

Católico cabal y caballero


de Cristo, por quién supo bien vivir,
ardiente aventurero
que a Dios sirvió en su vida hasta morir.

Mas aunque haya partido de esta tierra,


con su sabiduría ya ha marcado
la línea de la guerra
por Cristo, que seguir hemos de grado.

La Virgen le tendió su mano pura,


y allí, junto a su esposa que esperaba,
contempla la Hermosura
de Aquel que en esta tierra ya anhelaba.

Leonardo Caratti
San Rafael, 26/9/2018

128
A Leopoldo Lugones

En el 80 aniversario de su fallecimiento
18 de febrero 1938-2018

Sigue rumiando la lenta corriente


del caprichoso y plateado delta,
el enigma de tu insondable mente
y de aquella tu partida sin vuelta.

¿Le habrá faltado a tu alma un Dios viviente


que hiciera de ella su figura esbelta?
¿O la mirada de un Cristo sufriente
que causara a tu amor una revuelta?

¿Qué le pasó a tu alma, moderno Homero?


¿qué belleza, verdad o bien buscabas
al cortar tu misión de pregonero?

¿A qué Beatriz alcanzar así ansiabas?


¿qué destreza del gaucho caballero
con ese adiós imitar intentabas?

Diác. Bernardo Ma. Del Corazón de Jesús Ibarra, IVE.

129
IN MEMORIAM

Edmundo Ramiro Gelonch Villarino

Nobleza obliga, como dice el refrán, y en este caso más aún.

Ha fallecido según los criterios de este mundo Edmundo Gelonch


Villarino, pero, para los que tenemos fe, ha nacido en plenitud celeste
nuestro querido hermano, padre y maestro.

Nuestra relación con Edmundo ha comenzado cuando dos de sus


hijos ingresaron al Instituto del Verbo Encarnado; pero luego, con los
Cursos de Formación Católica para Universitarios, a los que asistió
siempre que pudo, la relación con él se ha estrechado en afectos y am-
pliado en estima.

Nació en Montevideo el día 14 de noviembre de 1940.


Murió en Córdoba el día 25 de septiembre de 2018.
Casado con Lilia Inés Ortega, quien falleciera el día 28 de octubre
2012.
Padre de siete hijos, de los cuales dos son sacerdotes del IVE;
quince nietos y un bisnieto, al momento de su muerte.
Radicado en Córdoba desde 1958. Asistió durante años a las clases
de la Cátedra privada del Prof. Jordán Bruno Genta.
Fue licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de
Córdoba.
Trabajó como formador de líderes de Empresas del IAE.
Dictó cursos de la Escuela Superior de Guerra Aérea, OIT, etc.
Enseñó como profesor en la Fuerza Aérea Argentina.

131
DIÁLOGO 74

Fue profesor en carreras de postgrado en la Universidad Nacional


de Córdoba, o en colaboración con la Universidad de
Massachussets y las Naciones Unidas.
Estuvo cesante en cinco oportunidades y en distintos ámbitos, a
causa de las ideas enseñadas y publicadas.
Autor de algunos libros, folletos y artículos polémicos. Colabora-
dor ocasional de Cabildo, Gladius, Diálogo, Patria Argentina, Altar
Mayor, El Risco, de la Nava, Mi amigo PIC, etc.
Miembro del Instituto de Cultura Hispánica de Córdoba.

EDMUNDO COMO MAESTRO

Recordar a Don Edmundo Gelonch Villarino siempre será un gozo


para los que hemos tenido la oportunidad y la gracia de conocerlo.
Considero que siempre se ha comportado como un maestro y se ha
mostrado, principalmente, como un maestro de la vida, es decir, aquel
que nos permitía ver cercano a nosotros cómo se debe vivir: con los
pies en la tierra, pero mirando al cielo.

No fue un autodidacta, creo que no permitiría que se dijera eso de


él. Supo tener maestros a los que ha seguido siempre; incluso hasta
sus últimos días hablaba con fervor, admiración y gratitud de Jordán
Bruno Genta, su maestro.

Él aprendió de los grandes y por eso se transformó en un grande.

Su devoción a San José María Escrivá, como a San Juan Pablo II, lo
inspiraban para crecer en amor a la Iglesia, a la que siempre sirvió con
fidelidad.

Como docente mantuvo siempre la virtud de la esperanza, por eso


apostó por los jóvenes a los que consagró mucho tiempo de su vida.
Muchas veces nos comentaba que veía los cursos para universitarios
como una gran esperanza del renacer de la patria y de la iglesia.

132
IN MEMORIAM EDMUNDO GELONCH

Muchas cosas hemos aprendido de él a través de sus exposiciones


filosóficas y teológicas, pero mucho más en el contacto personal, al
verlo, como debe ser un maestro, causa ejemplar de los discípulos; es
decir aquel que encarna lo que enseña, aquel que hace sensible y cer-
cana la perfección.

Supo enseñar con su ejemplo, para qué hemos nacido y para Quién
hemos nacido.

EDMUNDO COMO AMIGO Y PADRE

Su modo de hablar sincero, amable, respetuoso supo granjearle


muchos y buenos amigos, como dice el libro de los Proverbios.

Compartir un buen vino con él, en medio de una charla, era un


gusto. El tiempo podía pasar sin ser notado.

Supo ser padre, amigo, confidente de tantos jóvenes que lo admi-


raban y lo amaban como a un gran benefactor.

EL ABOLENGO DE EDMUNDO

Siempre nos ha deleitado con alguna anécdota o historia de nuestra


patria o de España, donde ineludiblemente había un pariente suyo. Su
árbol genealógico se remontaba a varios siglos e incluía al mismo Cid
Campeador, reyes, sabios, conquistadores, hombres importantes.

Su abolengo venía de personas importantes, era hidalgo ya que por


sus venas corría sangre de valía; pero, sobre todo, era hijo de algo por
lo que encarnaba.

En su libro «Don Quijote como Ideal de Hombre» hay cosas dichas


sobre el personaje literario, que perfectamente se le pueden atribuir.
Lo dicho sobre la nobleza lo describe: allí cita a Huarte en las páginas
62 y 63, hablando del término hidalgo: «El español que inventó este

133
DIÁLOGO 74

nombre, hijodalgo, dio bien a entender la doctrina que hemos traído,


porque, según su opinión, tienen los hombres dos géneros de naci-
miento: El uno el natural, en el cual todos son iguales, y el otro espi-
ritual. Cuando el hombre hace algún hecho heroico o alguna extraña
virtud y hazaña, entonces nace de nuevo y cobra otros mejores padres,
y pierde el ser que antes tenía. Ayer se llamaba hijo de Pedro y nieto
de Sancho; ahora se llama hijo de sus obras. De donde tuvo origen el
refrán castellano que dice, cada uno es hijo de sus obras…»

Si esto es así, podremos comprender cuál es el verdadero abolengo


de Edmundo: sus obras; es decir el haber enseñado a cientos y miles
de jóvenes la verdad; el haber servido heroicamente a la Patria; el haber
amado castamente a la Iglesia Católica; el haber tenido paciencia he-
roica en atender a los jóvenes, que, si bien es hermoso, siempre im-
plica sacrificios.

EL PATRIOTISMO DE EDMUNDO

Siempre se lo vio buscando sus raíces, como responsable de la tra-


dición, pero, también, comprometido con el futuro. Como otro
Eneas, que cargaba sobre sus hombros a su padre, que representaba la
tradición, y llevaba firmemente de la mano a su hijo, quien debía fun-
dar Roma.

Podemos decir que hemos recibido de él la tradición en sus ense-


ñanzas; pero, lo más maravilloso de todo, nos conducía de modo firme
y seguro hacia el futuro, hacia el cumplimiento de nuestra vocación.

Días antes de su muerte, mientras desayunábamos en su casa con


los profesores Ricardo Fuentes y Roque Aránega, nos contaba su re-
ciente recorrido por España con su hijo sacerdote (Tristán). Nos ex-
plicaba cómo había recorrido los lugares de sus antepasados, recono-
ciéndolos. Como siempre nos deleitaba con sus charlas sobre el pa-
sado, pero también, inmediatamente, hacía referencia al presente pen-
sando cosas que hacer o enseñar a los jóvenes respecto al futuro.

134
IN MEMORIAM EDMUNDO GELONCH

Es que entendió la patria como una herencia que custodiar y acre-


centar. El patriotismo no era para Edmundo el repetir modas viejas,
sino el adivinar qué y cómo harían los grandes de nuestra historia en
las circunstancias actuales.

EDMUNDO COMO FUNDADOR

Edmundo tuvo la firme voluntad de un fundador, ya que los que


se deciden a formar una familia, deben hacerlo con la firmeza de los
que fundan ciudades, a lo que se equipara perfectamente.

Se casó con Lilia, fue amante sincero y buen esposo de la madre de


sus hijos. Fue buen padre de los hijos que engendró de su esposa para
este mundo, pero mucho más los engendró con su palabra, ejemplo y
oración.

Sus discípulos compiten con sus hijos carnales en el amor que le


tuvieron, sobre todo por verse engendrado por este último orden de
cosas: engendrados por la palabra, por la oración, por el sacrificio.

EDMUNDO TESTIGO

Su amor por la verdad, por los jóvenes, por su patria, por su reli-
gión, lo condujo a lo más alto del amor: el testimonio. No se ama ver-
daderamente sino aquello por lo que se está dispuesto a morir; y
Edmundo tuvo la voluntad de un mártir, quería dar el testimonio y lo
dio, no derramando su sangre, pero sí en aceptar las contrariedades
surgida por su fe, por su adhesión a la verdad.

Tuvo varias cesantías en las cátedras que ejerciera y eran para él


motivo de orgullo. Pienso que eran como las heridas de un veterano
de guerra.

135
DIÁLOGO 74

Se alegraba que el Señor de la historia lo hubiera elegido para el


testimonio, porque sabía que los que no se avergüenzan de Cristo,
tendrán el testimonio del Señor ante el Padre.

LA HERENCIA QUE NOS DEJÓ EDMUNDO

Edmundo al partir ha dejado un hueco, difícilmente podrá alguien


reemplazarlo; pero hay que intentarlo, él así lo quería, que deseaba ser
insustituible. Lo he visto feliz cuando veía a un discípulo que pudiera
reemplazarlo en una conferencia o clase: quería que su obra conti-
nuara. Por lo dicho es que debemos comprender que nos ha dejado
una misión: continuar su obra.

¿Quién tomará la posta que nos entregó? ¿Quién se animará a ser


hijo de sus obras como lo fue él? ¿Quién estará dispuesto a sacrificarse
en el estudio de la verdadera doctrina y animarse a involucrarse con
los jóvenes que necesitan que los tomen de la mano, como otro Eneas,
hacia un futuro de grandeza, aunque no exento de dificultades?

Ojalá podamos ser hidalgos como lo ha sido este padre espiritual


que el Señor quiso darnos.

No tengo duda que él nos ayudará desde el cielo.

¡Edmundo ruega por mí! No tengo dudas en afirmarlo y ojalá que


la Iglesia un día proponga esta jaculatoria a todos los hombres.

P. Raúl Harriague, IVE.

136
INTERCAMBIOS

Instaurare, Anno XLVII, n. 1

Verbo, año LVI . n°565-566; año LVI . n°563-564

Lectures Françaises, 61° année | N° 735-736 | jui-aou 2018

Lecture et Tradition, nº 87-88 Jui-aout 2018; nº 86 juin 2018


Teología, Tomo LV N°125 Abril 2018

Yachay, Año 34, n° 65, Enero-Junio, 2017; Año 34, n° 66,


Julio-Diciembre, 2017

Gladius, Año 34 / N° 102

Ecclesia, Vol XXXII - nº 2 - mayo-agosto 2018


NOTICIAS

1. CAMPAMENTO DEL ESTUDIANTE 2018


Del 18 al 22 de septiembre, unos 680 estudiantes participaron del
Campamento del Estudiante, organizado por el Instituto del Verbo
Encarnado. El mismo se llevó a cabo en Campo de los Andes, Mendoza,
y los participantes llegaron desde varios puntos del país (Mendoza,
Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, etc.) e incluso desde países vecinos
donde el Instituto tiene presencia religiosa, como Chile y Paraguay. El
campamento se realizó bajo el lema «No temas María, porque has hallado
gracia delante de Dios» (Lc 1, 30), designado por el Papa Francisco para
la Jornada de jóvenes de este año.
Los jóvenes fueron acompañados en todo momento por más de 150
religiosos (sacerdotes, seminaristas, religiosas), quienes estuvieron a cargo
de toda la organización. En el trabajo fueron ayudados por un grupo de
unos 80 voluntarios; jóvenes mayores de 18 años, en su gran mayoría an-
tiguos participantes del Campamento, que optaron por vivir el espíritu
del mismo, ayudando esta vez a que los estudiantes vivan a pleno estos
días inolvidables, como quien devuelve algo de tanto bien recibido.
Cada día en el Campamento se celebraba la Santa Misa con todos los
estudiantes, y al final del día se realizaba una procesión, especialmente el
jueves que fue procesión de Corpus Christi, presidida por el Santísimo
Sacramento. Asimismo, los jóvenes recibieron dos conferencias muy pro-
vechosas; la primera a cargo de la Hna. María del Cielo Leyes, SSVM,
quien fue por más de 20 años misionera en Medio Oriente, y brindó su
impactante testimonio acerca de los cristianos perseguidos, los conocidos
mártires nazarenos. La segunda conferencia fue dada por el P. Dr. Miguel
Á. Fuentes, acerca de la adicción a la tecnología, especialmente del celular,
y medios prácticos para ordenarse en su uso. La misma fue muy bien re-
cibida por los jóvenes, que ciertamente tomaron nota de los inconvenien-
tes del mal uso de estos medios.
Todo lo narrado escuetamente es para dar gracias a Dios, pero debe-
mos ante todo dar gracias por el testimonio que tantos jóvenes han podido

139
DIÁLOGO 74

manifestar ante la sociedad argentina, ante los mismos jóvenes, y ante el


mundo que no todo está perdido, que un gran número de los que son el
futuro de la sociedad, quieren vivir según Dios y el Evangelio. Este fue el
mayor provecho testimoniado por los mismos jóvenes; poder acercarse
más a Dios, poder crecer en la fe, formarse, poder renovar la vida de la
gracia. Para esto, especialmente durante la Misa y las Procesiones, pero
también en todo momento, más de una docena de sacerdotes estuvieron
disponibles para la confesión, sacramento al cual concurrieron cientos de
los participantes, si no todos, y además también hicieron consultas y co-
nocieron más sobre la vida espiritual. Damos gracias a Dios por tantos
beneficios recibidos, especialmente el de ver a tantos jóvenes plantearse
su vida ante Dios y ante la sociedad con tanta seriedad y entusiasmo.

2. TESTIGOS DEL GÓLGOTA

En nuestra Parroquia «Jesús el Buen Pastor» (Santiago – Chile) se logró


hacer una muestra permanente de las reliquias de la Pasión de Cristo,
muestra que fue bendecida por el Obispo de San Bernardo, Monseñor
Juan Ignacio González Errazuriz el día 22 de abril.
Se trata de las réplicas de algunos instrumentos que se usaron en la
Pasión de Cristo y que se conservan en la Iglesia como si fueran los mis-
mos instrumentos que tuvieron contacto con el Cuerpo Cristo, aquellos
instrumentos que algunos llaman: «los testigos del Gólgota».
Dentro de los elementos reproducidos para la exposición encontra-
mos: los flagelos, los clavos, el título de la cruz, la corona de espinas, la
punta de la lanza y la Sábana Santa de Turín
¿Qué es la Sábana Santa? Un lienzo de lino de 4,37 m de longitud y
1,13 de anchura y de aproximadamente 1 kg de peso. Es la sábana que
cubrió el cuerpo de Cristo en el sepulcro, como narra el Evangelista San
Marcos (15, 43.46): «José de Arimatea… comprando una sábana, lo descolgó de
la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en
roca».
La Sábana Santa de Turín es la reliquia más importante de la Iglesia
Católica, un valioso testigo de la Pasión, Muerte y Resurrección de

140
NOTICIAS

Cristo, por esto es llamada: «la madre de todas las reliquias». La Sábana Santa
es testigo del Gólgota y del Santo Sepulcro porque en ella, como escribe
el P. José Luis Carreño, SDB: «Las gotas de sangre permanecieron con el fin de
recordarnos para siempre la Pasión y las sombras (de la imagen) ‘marcadas a
fuego’ para indicarnos la Resurrección, anticipo de nuestra futura resurrección».
Es muy importante destacar que muchos Pontífices han manifestado
su amor y devoción a la Sábana Santa. En estos últimos tiempos, por
ejemplo, el Papa San Juan Pablo II, a quien consideramos Padre espiritual
de nuestra Congregación, no ahorraba elogios para hacer tomar concien-
cia a todos los fieles del mundo de la importancia de la reliquia que en-
volvió el Cuerpo de Cristo y que se conserva en Turín.
A pesar de la sencillez de las réplicas, sin embargo, han sido de mucho
fruto espiritual para las almas de los fieles y de aquellos que vienen de
otros lugares, ya que con una simple mirada a las reliquias de la Pasión
comienzan a tomar un poco más de conciencia de lo que significó para
Jesús su Pasión, su Sacrificio.

3. INSTITUCIÓN DE ACOLITADOS Y LECTORADOS

El día 27 de septiembre en nuestro seminario «María, Madre del Verbo


Encarnado» en la ciudad de San Rafael, Mendoza; se llevó a cabo la cere-
monia de institución de ministerios, en la que nueve seminaristas reci-
bieron el ministerio del Lectorado y otros seis, el Acolitado, de manos de
Mons. Eduardo María Taussig.
Entre los nuevos lectores encontramos a los seminaristas: Ignacio
Reyes, Ignacio Altamirano, Gabriel Bovier, Carlos Cervantes, Juan
Manuel Quiroga, Pablo Rombolá, Francisco De Igarzabal.
Por otra parte, los nuevos acólitos instituidos son los seminaristas:
Bernardo Giacinti, Pablo Folz, Felipe Preciado, José Bulacio, Juan
Randle, Federico González.
Encomendamos con nuestras oraciones a estos nuevos lectores y acó-
litos, pidiendo por su perseverancia y santidad en la santa vocación a la
que Cristo los ha llamado.

141
DIÁLOGO 74

5. JORNADAS BÍBLICAS

Entre el 25 y 26 de septiembre se llevaron a cabo la Jornadas Bíblicas


2018 en nuestro Seminario Mayor «María, Madre del Verbo Encarnado».
Este año, las Jornadas giraron entorno al aniversario número 50 del
Credo del Pueblo de Dios del, ahora santo, san Pablo VI. Por tal motivo,
el evento se tituló: De la fe nace la Exégesis: 50 años del Credo del Pueblo de
Dios.
En las Jornadas organizadas por el P. Dr. Gabriel Barros, quien obtuvo
recientemente su doctorado en exégesis bíblica, participaron los semina-
ristas y de las hermanas del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen
de Matará; quienes fueron guiados a lo largo de estos dos días por las con-
ferencias del P. Miguel Ángel Fuentes, P. Carlos Biestro, P. Gabriel
Zapata y P. Gabriel Barros. Además, tuvimos el gran agrado de contar con
la intervención de los conferencistas invitados: Mons. Miguel Barriola y
el P. Marcelo López.
Para concluir con las Jornadas, se celebró la Santa Misa en agradeci-
miento por todas las gracias recibidas.

4. XXXI JORNADAS TOMISTAS

«Es nuestra determinación –y siempre lo ha sido- abocarnos a que


nuestros formandos aprendan la filosofía tomista, no como un catecismo,
o una cosa totalmente desconectada de la vida, sino que sabiendo trascen-
der las dificultades de la misma escuela tomista y las deficiencias de la
escolástica formalista, aprendan a pensar la realidad –desde el mismo
Santo Tomás, entrando en diálogo y en polémica con los problemas y
pensadores contemporáneos– y lo den a conocer a los demás y como co-
rresponde.» (Directorio de Seminarios Mayores, IVE, 324)
Bajo este carácter propio de la formación de los miembros del
Instituto del Verbo Encarnado, del 16 al 19 de octubre tuvo lugar la edi-
ción número XXXI de las Jornadas Tomistas | Ens-Esse: retorno al funda-
mento.

142
NOTICIAS

Las Jornadas fueron organizadas por el P. José Sylvester, IVE; prefecto


de estudios de nuestro seminario y contaron con la asistencia de los se-
minaristas de nuestro seminario mayor y de las hermanas del estudian-
tado Santa Catalina del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de
Matará.
Este año contamos con la participación del P. Dr. Pablo Rossi, IVE;
quien guió las exposiciones que estuvieron a cargo de los seminaristas y
algunas hermanas.
Desde los antecedentes históricos de la filosofía clásica y el tomismo,
hasta la decadencia formalista y la filosofía moderna se pudo constatar la
importancia y la originalidad del trabajo de santo Tomás, quién, más allá
de dar un plus a la filosofía, dio en realidad un cambio de eje a la misma.
Las Jornadas concluyeron con las exposiciones de los sacerdotes for-
madores de nuestro seminario y con la santa Misa precedida por nuestro
provincial el P. Fernando Vicchi, IVE.

143
RECENSIONES

PAVEL STANISLAW GALUSZKA


Karol Wojtyla e l’Humanae vitae.
Il contributo dell’arcivescovo di Cracovia e del gruppo di teologi
polacchi all’enciclica di Paolo VI

GILFREDO MARENGO
La nascita di un’Enciclica.
«Humanae vitae» alla luce degli archivi vaticani

PILAR RAHOLA
S.O.S. cristianos. La persecución de cristianos en el mundo de hoy,
una realidad silenciada

MARCO TOSATTI
Padre Pío contra Satanás. Historias de santos endemoniados

HÉCTOR H. HERNÁNDEZ
Salvar vidas con el derecho penal (testimonio de un defensor)

MIGUEL ÁNGEL FUENTES


Educación, Cultura y Madurez

145
DIÁLOGO 74

CORNELIO FABRO
Dio. Introduzione al problema teologico
Segunda edición en la serie de las Obras Completas

HÉCTOR H. HERNÁNDEZ
Sacheri y el mandato argentino
Crítica de la “Nueva Cristiandad” para una historia del INFIP

JOSÉ D’ÁNGELO
Mentirás Tus Muertos
Falsedades y millones detrás del mito de los 30.000 desaparecidos

MARIANO FAZIO
De Moscú a San Petersburgo. Breve Viaje por la literatura rusa

146
RECENCIONES

PAVEL STANISLAW GALUSZKA para aportar al Pontífice elementos


Karol Wojtyla e l’Humanae vitae. de que pudiera servirse en la com-
Il contributo dell’arcivescovo di posición de la encíclica Humanae
Cracovia e del gruppo di teologi vitae, sobre el amor humano y la re-
polacchi all’enciclica di Paolo VI gulación de la natalidad; pero el car-
Cantagalli, Siena 2017, 550 pp. denal polaco no pudo asistir porque
el gobierno polaco no le extendió el
Estamos ante una obra de enorme pasaporte. Sin embargo, para
importancia, publicada casi a las Wojtyla el argumento era tan valioso
puertas del cincuentenario de la en- –ya había publicado para aquel en-
cíclica Humanae vitae, de Pablo VI (el tonces su obra Amor y responsabili-
pasado 25 de julio de 2018). Se trata dad– y consideraba tan importante
de este voluminoso trabajo del sa- poner a disposición del Papa sus
cerdote polaco Pavel Stanislaw aportes, que reunió durante el año
Galuszka, de la arquidiócesis de 1967 a importantes moralistas pola-
Cracovia, colaborador de la Cátedra cos, a quienes puso a trabajar sobre
Karol Wojtyla, del Pontificio Istituto el argumento. Terminadas las labo-
Giovanni Paolo II per Studi su res envió a Roma su contribución.
Matrimonio e Familia, anterior a la re-
forma del mismo introducida re- El trabajo de Galuszka se articula
cientemente por el Papa Francisco. en cuatro partes y una suerte de
La obra incluye un prefacio del prof. quinta compuesta de dos documen-
Livio Melina, ex presidente del tos.
Instituto, y un postfacio del prof.
Stanislaw Grygiel, director de la La primera trata de la situación de
Cátedra Karol Wojtyla. la teología moral en Polonia en el
período anterior al Concilio
Este escrito es el texto de la diser- Vaticano II. Se analiza allí, en sendos
tación para el doctorado defendido capítulos, la concepción moral sobre
por Galuszka a mediados de 2016. el matrimonio y la sexualidad del
Recoge la contribución del cardenal dominico prof. Jacek Woroniecki, y
Karol Wojtyla, luego Juan Pablo II, la ética del prof. Zygmunt Kozubski;
para la Encíclica Humanae vitae un tercer capítulo trata de la moral
(1968). conyugal desde el punto de vista
pastoral.
El card. Wojtyla, arzobispo de
Cracovia, formaba parte de la La segunda parte aborda la visión
Comisión ampliada por Pablo VI sobre la cuestión matrimonial de

147
DIÁLOGO 74

Karol Wojtyla en el contexto del Memorial de Cracovia, entre las pági-


Concilio Vaticano II. Ante todo, las nas 473 a 516. Trabajaron en él, du-
temáticas de la ética matrimonial en rante el año 1966 y hasta febrero de
su obra Amor y responsabilidad. Luego 1968, los profesores moralistas
sus aportes en la preparación de la Smolenski, Slipko (jesuita),
constitución pastoral Gaudium et Turowicz, Bajda, y el prof.
spes, del Concilio Vaticano II. Meissner, benedictino (médico).

La tercera parte analiza los Finalmente, la valiosísima carta en-


Documentos de Cracovia, como contri- viada por el cardenal Wojtyla al Papa
bución inmediata a la Humanae vitae. Pablo VI, en 1969, a raíz de las con-
Se presenta el Memorial de Cracovia testaciones contra la Humanae vitae,
como expresión de la premura de los singularmente de parte de algunas
teólogos cracovienses, en particular conferencias episcopales (sobre todo
de su arzobispo, frente al campo las del norte de Europa) y teólogos
amenazado de la moralidad cris- católicos. Esta ocupa 22 páginas del
tiana. En particular es muy impor- libro (517-539). La situación creada
tante el capítulo VIII, que presenta por la oposición a la encíclica había
el aporte del arzobispo Wojtyla y del preocupado hondamente al futuro
grupo cracoviense para la profundi- Juan Pablo II. Por eso en su carta
zación de la doctrina sobre «la Wojtyla decía al Pontífice que «la
iniquidad del obrar contraceptivo en contestación de la doctrina moral de
el matrimonio». la Iglesia en un campo tan impor-
tante como el afrontado por la encí-
La parte cuarta acomete las contri- clica puede ser ocasión para originar
buciones en la arquidiócesis de un proceso mucho más amplio de
Cracovia a la recepción de la contestación de otros elementos de
Humanae vitae. la fe y de las costumbres cristianas»
(p. 518). No estaba para nada equi-
El estudio de Galuszka finaliza con vocado, y el tiempo confirmaría am-
una conclusión general y la ya men- pliamente sus temores. El corazón
cionada postfacción del prof. de su propuesta consistía en sugerir
Grygiel. que el Papa afirmara que «es impo-
sible pensar que la moral conyugal
Pero no menos importante son los contenida en la encíclica HV pueda
dos documentos que añade a conti- ser revocada, o sea, que pueda ser
nuación. Ante todo, el referido considerada falible» (p. 526). Por el

148
RECENCIONES

contrario, «posee un carácter infali- ordinario universal (pp. 523-524). A


ble e irrevocable» (p. 525). Wojtyla continuación, hace una exposición
proponía la redacción de una de las razones por las que considera
Instrucción destinada a todos los sa- infalible la doctrina de la Humanae
cerdotes con cura de almas, confeso- vitae, como magisterio ordinario
res, directores espirituales, obispos, universal; pero también sugiere una
etc., que «ayudara a los sacerdotes y argumentación basada en las nume-
laicos a resolver [las] dificultades» rosas veces que el Papa Pablo VI re-
que se presentan en la actualidad, a laciona la enseñanza central de la
raíz de la confusión creada por los Humanae vitae a la revelación divina.
medios de comunicación (p. 518). El texto más que sugestivo del car-
El cardenal incluso ofrecía al Papa denal Wojtyla dice:
una posible estructura del docu-
mento, que debía contener cinco «La encíclica HV no es un docu-
partes. mento solemne de la enseñanza ex
cathedra; por tanto no encierra nin-
En la primera, debían presentarse guna definición dogmática. Sin em-
las numerosas declaraciones de los bargo, tratándose de un documento
obispos y episcopados publicados de la enseñanza ordinaria del
con ocasión de la encíclica, dejando Pontífice, posee un carácter infalible
en claro, sin embargo, «que la ley e irrevocable. Tal carácter, en efecto,
moral está fundada no sobre la apro- es específicamente inherente no so-
bación o desaprobación de los hom- lamente a las definiciones dogmáti-
bres, de los grupos o de los ambien- cas ex cathedra, sino también a los
tes humanos, sino más bien sobre la actos de la enseñanza ordinaria de la
naturaleza objetiva del bien y del Iglesia (cf. LG, 25). En cuanto a la
mal moral» (p. 523). encíclica HV, su contenido no da ca-
bida a dudas en mérito. El Santo
«La segunda parte debería contener Padre afirma que la enseñanza de la
la doctrina del Concilio Vaticano II, Iglesia sobre la regulación de los na-
que, a la zaga del Concilio Vaticano cimientos no hace otra cosa que
I, define nuevamente los principios “promulgar la ley divina” (HV, 20).
de la infalibilidad. Bastaría citar sim- Dirigiéndose a los esposos, el Papa
plemente la constitución Lumen habla en nombre de la Iglesia que
Gentium III 25», decía. Porque allí se proclama “las exigencias impres-
afirma que, junto a las intervencio- criptibles de la ley divina” (HV, 25).
nes infalibles ex cathedra, también Mientras invita a los sacerdotes y
goza de infalibilidad el magisterio

149
DIÁLOGO 74

teólogos moralistas a adherir unáni- ral conyugal encerrada en la encí-


memente en un espíritu de fe a la clica HV pueda ser revocada, es de-
enseñanza de los Papas respecto de cir, que puede ser considerada fali-
la ética de la vida conyugal, el ble» (pp. 525-526).
Pontífice afirma que se trata de la
“saludable doctrina de Cristo” (HV, La tercera parte, sigue indicando
29). Además, él habla también de las Wojtyla, debería tratar del tema de la
leyes escritas por Dios en la natura- conciencia y su relación con la ley
leza humana (HV, 31), haciendo así moral. Esto lo hará puntualmente él
que los cónyuges conformen “su mismo, ya pontífice, en la Veritatis
obrar con la intención creadora de splendor, condenando la doctrina de
Dios, expresada en la misma natura- la conciencia creadora de la verdad.
leza del matrimonio y de sus actos, y Él consideraba este un punto neu-
manifestada por la enseñanza cons- rálgico, porque al respecto las decla-
tante de la Iglesia” (HV, 10). Un raciones de algunos episcopados
acto de amor recíproco realizado en mostraban «el máximo de indulgen-
detrimento del poder de transmitir cia», esto es, aunque no lo decía así
la vida “está en contradicción con el el cardenal, ampliaban exagerada-
designio constitutivo del matrimo- mente la función subjetiva de la
nio y con la voluntad del Autor de la conciencia frente a la norma moral,
vida humana [...] y [...] es contrade- prestándose a equívocos cuando no
cir también el plan de Dios y su desbarrando doctrinalmente.
santa voluntad” (HV, 13). En tanto
habla en nombre de la Iglesia, el Una cuarta parte debería tratar, de-
Papa es consciente “de proclamar cía él, sobre la doctrina del matrimo-
con humilde firmeza toda la ley mo- nio, y en particular algunos temas
ral, tanto natural como evangélica. como «el carácter religioso de todo
De ella la Iglesia no es autora, ni contrato de matrimonio» (p. 531), la
puede, por tanto, ser su árbitro; es valencia de las relaciones sexuales
solamente depositaria e intérprete, desde el punto de vista de la digni-
sin que pueda jamás declarar lícito lo dad de las personas, el aspecto de la
que no lo es [...]” (HV, 18). Esta ley fecundidad, inherente a la relación
moral aplicada al matrimonio es im- sexual y estrechamente ligada a su
prescriptible. De estas afirmaciones, carácter de relación interpersonal,
que presentan en modo muy claro y los errores sobre la anticoncepción y
neto la intención del Papa, se deduce su relación con el amor matrimo-
que es imposible pensar que la mo- nial, los falsos argumentos como el
conflicto de deberes, etc.

150
RECENCIONES

Finalmente, la quinta y última GILFREDO MARENGO


parte debía estar dedicada al aspecto La nascita di un’Enciclica.
sacramental del problema. «Humanae vitae»
alla luce degli archivi vaticani
Fue realmente una importante Librería Editrice Vaticana,
contribución. Sabemos que Pablo Ciudad del Vaticano 2018, 284 pp.
VI no consideró conveniente por el
momento añadir nada más a las con- Este libro es el fruto de las investi-
troversias suscitadas por la publica- gaciones de Gilfredo Marengo en
ción de su encíclica, pero al tiempo los Archivos secretos vaticanos y en
quiso que el Cardenal de Cracovia el fondo C. Colombo (conservado
publicase un comentario sobre la en el Archivo de la Facultad
Humanae vitae en el Osservatore Teológica de la Italia Septentrional,
Romano, y también le comunicó, a de Milán; Colombo fue uno de los
través del cardenal Benelli, que el que colaboró más estrechamente
texto de la Instrucción podía ser pu- con Pablo VI en la redacción del do-
blicado en Polonia bajo la responsa- cumento). El autor es docente de
bilidad del mismo cardenal Antropología Teológica y Director
Wojtyla1. de la cátedra Gaudium et spes del
Pontificio Istituto Teologico Giovanni
El libro de Galuszka es imprescin- Paolo II per le Scienze del Matrimonio e
dible para quien quiera conocer el della Famiglia, en Roma.
pensamiento de Karol Wojtyla / San
Juan Pablo II sobre el matrimonio y Se trata de un escrito principal-
sobre la Humanae vitae. Y hoy es par- mente histórico y, por consiguiente,
ticularmente necesario volver a re- minucioso y cargado de datos que
leer y estudiar la doctrina del gran interesan más al especialista que al
pontífice del matrimonio y la fami- gran público. El Autor detalla, pri-
lia. mero, todas las idas y venidas hasta
que se perfiló con precisión qué es
P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE. lo que realmente se quería hacer
(qué tipo de documento, sobre cuá-
les argumentos, qué cuestiones

1
Cf. MARENGO, G., La nascita di Vaticana, Città del Vaticano 2018,
un’Enciclica. “Humanae vitae” alla luce 129.
degli archivi vaticani” Libreria Editrice

151
DIÁLOGO 74

abordar...) todo lo cual no estaba tan sentar y analizar las discutidas con-
claro inicialmente, fuera de la segu- tribuciones de la Comisión creada
ridad de que había que iluminar las para el caso por Juan XXIII y confir-
conciencias perplejas sobre los te- mada por Pablo VI, así como la etapa
mas debatidos: la cuestión de la su- en que interviene la Congregación
perpoblación (y por tanto de la ne- para la Doctrina de la Fe, y, luego, la
cesidad de un control de la natali- Secretaría de Estado.
dad) y la de la píldora anticoncep-
tiva, que había salido al mercado a El libro pone en relieve las diversas
comienzos de esa trabajada década. contribuciones de los teólogos que
intervinieron en las distintas etapas,
El libro se estructura en lo que po- y el diálogo continuo que mantuvie-
dríamos considerar dos partes: una ron con Pablo VI. En particular apa-
en que se consigna el íter recorrido recen repetidamente los nombres de
en la redacción de la encíclica Philippe, Martelet, L. Ciappi, C.
Humanae vitae, y otra en que se ofre- Colombo, K. Wojtyla, Martin,
cen algunos documentos, algunos Poupard... Pero lo más valioso es la
inéditos hasta el momento. dedicación con la que el Pontífice si-
guió todo su desarrollo, haciendo
Marengo ha reconstruido la histo- sus aportaciones personales, corri-
ria del largo trayecto que llevó a la giendo el texto incluso en detalles,
publicación definitiva de la encí- sugiriendo temas y argumentaciones
clica, desde la época del Concilio, que quería que tuviesen su lugar en
durante el cual se pretendía, inicial- la redacción final, llegando incluso a
mente, publicarla, viéndose más hacer correcciones finales, ya con el
tarde la imposibilidad debida a las documento casi concluido.
dificultades para encontrar una for-
mulación adecuada para resolver la El Autor desenmascara la falsedad
cuestión (por eso, en medio de los de quienes afirmaron que el Papa
trabajos preparatorios de la Gaudium Pablo VI había trabajado solitaria-
et spes, en particular los dedicados al mente en la elaboración de esta
tema del matrimonio y la familia, Encíclica, no aceptando ayuda ajena.
Pablo VI determinó que no se tocara Más bien lo que ocurrió fue lo con-
el argumento de la regulación de los trario. Lo demuestra el que durante
nacimientos y de la moral conyugal, la IV Congregación, del 4 de octubre
reservándoselos para un documento de 1967, hiciera llegar a los 199 pa-
independiente). Pasa luego a pre- dres sinodales la invitación a trans-
mitirle contribuciones sobre el

152
RECENCIONES

tema, sin tener apenas eco; del casi di teologi polacchi all’enciclica di Paolo
doble centenar solo respondieron 26 VI2.
(en un arco de tiempo que va del 8
de octubre de 1967 al 21 de mayo de Una de las novedosas contribucio-
1968), y de estos solo siete le pidie- nes del libro es el texto completo de
ron que se pronunciase confir- la encíclica De nascendi prolis (en el
mando la ilicitud de la anticoncep- apéndice documental, pp. 214-237),
ción. Algunos incluso se mostraron que estaba ya redactada en latín y
muy insistentes en propiciar un lista para ser publicada cuando los
cambio doctrinal a favor de la licitud traductores que debían trasladarla a
de los anticonceptivos (por ejemplo, las lenguas vernáculas, hicieron al-
los cardenales Suenens y Döpfner). gunas reservas y sugerencias, moti-
En cambio, entre quienes mayores vando una final modificación del
aportes hicieron y se alinearon a fa- texto, que terminó en el que final-
vor de la doctrina tradicional, debe- mente se publicó el 25 de julio de
mos remarcar la figura del cardenal 1968, con el nombre de Humanae
Karol Wojtyla, futuro san Juan Pablo vitae.
II. Más aún, este fue más allá de una
mera sugerencia, enviándole al pon- Otra cosa que destaco del libro,
tífice lo que se conoce como con Luisella Scrosatti, es que «se im-
Memorial de Cracovia, que una serie pone... que en ningún momento del
de contribuciones fruto de un tra- íter que ha llevado a la encíclica,
bajo conjunto de varios teólogos Pablo VI dudó de la inmoralidad de
moralistas polacos, reunidos en la contracepción ni retuvo como
torno al Arzobispo a lo largo de dos meramente probables las afirmacio-
años para estudiar el tema. Este ma- nes que sobre el tema habían hecho
terial ha sido publicado por vez pri- sus predecesores Pío XI y Pío XII. La
mera este mismo año, en la tesis Comisión para el estudio de los problemas
doctoral de Pavel Galuszka, Karol de la población, de la familia y de la na-
Wojtyla e l’Humanae vitae. Il contributo talidad, reunida en Roma del 25 al 29
dell’arcivescovo di Cracovia e del gruppo de marzo de 1965, consignó a Pablo
VI la síntesis de sus propios trabajos,
en los que se esperaba, entre otras

2
Cf. GALUSZKA, P., Karol Wojtyla e di teologi polacchi all’enciclica di Paolo
l’Humanae vitae. Il contributo VI, Cantagalli, Siena 2017.
dell’arcivescovo di Cracovia e del gruppo

153
DIÁLOGO 74

cosas, una instrucción pastoral en la cardenal Cicognani «comunicó por


cual el Papa, escribe Marengo, “se li- carta al [cardenal] Ottaviani que el
mitase a aconsejar al clero una acti- Papa proponía introducir cuatro mo-
tud de benevolencia y comprensión dos en el texto por los siguientes mo-
hacia las parejas que recurriesen a la tivos: la necesidad de hacer mención
píldora... [porque] tal indicación ve- del conjunto de las doctrinas del
nía apoyada en el convencimiento magisterio supremo de la Iglesia,
de que las precedentes intervencio- con explícita referencia a la Casti
nes del magisterio no fuesen consi- connubii de Pío XI y a los discursos
deradas absolutamente irreforma- de Pío XII a las obstetras; la absoluta
bles” (p. 39); pues bien, la reacción necesidad de una renovada conde-
de Pablo VI fue la de reenviar su nación de los métodos anticoncepti-
propia intervención para después de vos; la exigencia de una explícita
la clausura del Concilio, más bien consideración de la castidad conyu-
que aceptar el compromiso de la ins- gal, como criterio para un uso del
trucción pastoral (cf. p. 41): no que- matrimonio respetuoso de la digni-
ría de ningún modo favorecer, como dad de la persona, según la ley di-
explica Marengo, la idea de que la vina» (pp. 48-49). Lo mismo en su
Iglesia tuviese incertidumbres en esa intervención pública del 29 de octu-
materia y que hubiese posibilidad de bre de 1966, con ocasión del 52º
una libre interpretación al respecto. Congreso nacional de la Sociedad
El Papa Montini, según sus conside- italiana de obstetricia y ginecología:
raciones puestas por escrito en un «El pensamiento y la norma de la
apunte manuscrito del 28 de julio de Iglesia no han cambiado; son los vi-
1965, retenía “inaceptable una sus- gentes en la enseñanza tradicional de
tancial suspensión del juicio sobre la Iglesia [...] la norma hasta ahora
los métodos lícitos o no de regula- enseñada... reclama fiel y generosa
ción de la natalidad” (p. 42)»3. observancia; no puede ser conside-
rada no vinculante, como si el
La convicción de Pablo VI queda Magisterio de la Iglesia estuviese
patente desde la época de las discu- ahora en estado de duda, mientras
siones sobre la redacción de la está en un momento de estudio y de
Gaudium et spes. No hay que olvidar reflexión» (p. 48, nota 119).
que el 23 de noviembre de 1965, el

3
Cf. SCROSATI, L., Humanae vitae, la Nuova Bussola Quotidiana, 23-07-
prova che Paolo VI non aveva dubbi, La 2018.

154
RECENCIONES

La segunda parte contiene una se- la importancia» de esta contribu-


rie de documentos que se fueron ción. A pesar de esto, los «datos ob-
realizando durante la última parte de jetivos» del libro, si se presentan y
los trabajos que desembocaron en la leen correctamente, permiten «apre-
redacción de la encíclica. Así, la Re- ciar la influencia del cardenal de
lación del P. Martelet, SJ (pp. 145- Cracovia». En particular, se trata de
161); el Esbozo de líneas principales «tres hechos importantes» que
para un proyecto de Declaración o de Marengo transmite, pero sin darles
Documento, del mismo Martelet, SJ el valor que les corresponden: ante
(pp. 162-175); el Proyecto de C. todo, que Pablo VI envió el borrador
Colombo (pp. 176-191); el Texto inicial de lo que luego sería la
propuesto por la Comisión de la Sagrada Humanae vitae solamente a dos pre-
Congregación para la Doctrina de la Fe lados: los cardenales Felici y Wojtyla
(pp. 192-213); también encontra- (p. 101), lo que significa que apre-
mos el texto de la Encíclica De ciaba altamente la opinión del fu-
nascendae prolis (pp. 214-237), que turo Juan Pablo II; segundo, la re-
será luego profundamente transfor- cepción del Memorandum de
mada en la definitiva Humanae vitae; Cracovia, al que aludimos más
el Proyecto elaborado por los teólogos arriba; y, por fin, que «a pesar de que
Martin y Poupard (pp. 238-257); y Pablo VI finalmente no aceptó la su-
por último el texto final de la gerencia del Cardenal Wojtyla de
Humanae vitae, incluyendo las co- publicar una Instrucción Pastoral en
rrecciones personales de Pablo VI respuesta a las reacciones a
(pp. 259-278). Humanae vitae», sí hizo que un co-
mentario del Cardenal de Cracovia
El libro refiere también la contri- fuese publicado en el Osservatore
bución personal del cardenal Romano, y «lo animó a publicar la
Wojtyla con su carta al Papa Pablo Instrucción en Polonia» (p. 129)4.
VI, redactada en 1969 (incluida en la
referida tesis de Pawel Galuszka), Lo que sí queda en claro es que la
pero según mons. Livio Melina, Humanae vitae fue un documento
hasta hace poco al frente del Istituto profundamente sufrido por Pablo
Giovanni Paolo II, de Roma, de ma- VI, en razón del alto sentido de su
nera sesgada, intentando «disminuir responsabilidad hacia la verdad –en

4
Cf. MONTAGNA, D., Never before Paul VI on Humanae Vitae, Life Site
published letter of Cardinal Wojtyła to News, 25-07-2018.

155
DIÁLOGO 74

este caso la verdad del matrimonio– promulgado por nosotros mismos...


y hacia su oficio de custodio de la Conocíamos las discusiones encen-
misma como Vicario de Cristo. Una didas con tanta pasión y también con
semana después de la publicación de tanta autoridad, sobre este impor-
la encíclica, Pablo VI resumía así el tantísimo tema; sentíamos las voces
trabajo de esos años, durante la fragorosas de la opinión pública y de
Audiencia General en la prensa; escuchábamos aquellas
Castelgandolfo (31 de julio de más tenues, pero muy penetrantes
1968): «Queremos deciros simple- en nuestro corazón de padre y pas-
mente alguna palabra no tanto sobre tor, de tantas personas, de mujeres
el documento en cuestión, sino so- especialmente respetabilísimas, an-
bre algunos de nuestros sentimien- gustiadas por el difícil problema y de
tos, que han llenado nuestro ánimo su experiencia aún más difícil; leía-
durante el período no breve de su mos los informes científicos sobre
preparación. El primer sentimiento las alarmantes cuestiones demográ-
ha sido el de nuestra gravísima res- ficas en el mundo, sufragadas a me-
ponsabilidad. Este nos ha introdu- nudo por estudios de expertos y por
cido y sostenido en lo más vivo de la programas gobernativos; nos llega-
cuestión durante los cuatro años de- ban de varias partes publicaciones,
dicados al estudio y a la elaboración algunas inspiradas en el examen de
de esta Encíclica. Os confiaremos aspectos científicos particulares del
que tal sentimiento nos ha hecho problema, o bien otras con conside-
sufrir espiritualmente no poco. raciones realistas de muchas y graves
Nunca antes hemos sentido como condiciones sociológicas, o bien
en esta coyuntura, el peso de nuestro aquellas, hoy tan imperiosas, de los
oficio. Hemos estudiado, leído, dis- cambios que irrumpen en cada sec-
cutido, cuanto podíamos; y también tor de la vida moderna. ¡Cuántas ve-
hemos rezado mucho. Os son cono- ces hemos tenido la impresión de
cidas algunas circunstancias: debía- estar rodeados de este cúmulo de
mos responder a la Iglesia, a la hu- documentos...! Nos hemos valido
manidad entera; debíamos valorar, de muchas consultas particulares a
con el empeño y al mismo tiempo personas de alto valor moral, cientí-
con la libertad de nuestra tarea apos- fico y pastoral; e invocando el
tólica, una tradición doctrinal, no Espíritu Santo, hemos puesto nues-
sólo secular sino reciente, la de tra conciencia en plena y libre dispo-
nuestros tres inmediatos predeceso- sición a la voz de la verdad, bus-
res; estábamos obligados a hacer cando interpretar la norma divina
nuestra la enseñanza del Concilio que vemos brotar de la intrínseca

156
RECENCIONES

exigencia del auténtico amor hu- natural y los dictámenes insuprimi-


mano, de las estructuras esenciales bles de la conciencia sobre el respeto
de la institución matrimonial, de la de la vida, cuya transmisión ha sido
dignidad personal de los esposos, de confiada a la paternidad y a la mater-
su misión al servicio de la vida, así nidad responsables. Aquel docu-
como de la santidad del matrimonio mento resulta hoy de nueva y más
cristiano; hemos reflexionado sobre urgente actualidad por las heridas
los elementos estables de la doctrina que públicas legislaciones han cau-
tradicional y vigente de la Iglesia, es- sado a la santidad indisoluble del
pecialmente sobre las enseñanzas vínculo matrimonial y a la intangibi-
del reciente Concilio, hemos pon- lidad de la vida humana desde el
derado las consecuencias de una y seno materno»5.
otra decisión; y no hemos tenido
duda sobre nuestro deber de pro- A cincuenta años de distancia, y
nunciar nuestra sentencia en los tér- viendo las grietas que se abren por
minos expresados por la presente doquier en la Iglesia en la enseñanza
encíclica». moral y dogmática, vemos cuánta
razón tenía el Pontífice en señalar
En la última homilía que Pablo VI este documento como firme puntal
tendría en público, el 29 de junio de de la fe y de la moral en tiempos de
1978, resumiendo su pontificado, tempestad.
diría de esta encíclica: «La defensa de
la vida debe comenzar desde las P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE.
fuentes mismas de la existencia hu-
mana. Ha sido esta una enseñanza
PILAR RAHOLA
importante y clara del Concilio...
S.O.S. cristianos. La persecución de
No hicimos otra cosa más que reco-
cristianos en el mundo de hoy, una
ger esta consigna, cuando hace diez
realidad silenciada
años publicamos la Encíclica
Humanae vitae: inspirado en la into- Ediciones Destino, Buenos Aires
cable doctrina bíblica y evangélica 2018, 462 pp.
que convalida las normas de la ley
Un libro sobre la cristianofobia, es-
crito por una autora que se califica

5
SAN PABLO VI, Homilía en el XV
aniversario de su Coronación Pontificia,
29-06-1978.

157
DIÁLOGO 74

de «no creyente»: «mi racionalismo precisión letal. Nunca ha habido,


militante me impide creer en Dios, desde la época de las catacumbas, un
pero mi ética no me impide respetar intento tan masivo, organizado e
a los creyentes», dice citándola el ex impune de acabar con comunidades
presidente del Uruguay, Julio María cristianas enteras, y lo más grave es
Sanguinetti en el prólogo del libro que los represores están consi-
(p. 13). Este escrito, según dice guiendo un éxito preocupante» (pp.
Rahola «no tiene nada que ver con la 21-22).
fe religiosa». «No habla de los cris-
tianos por su condición religiosa, Pilar Rahola pasa revista, así, a lo
sino por su condición de víctimas» que ella denomina «el mapa de la re-
(p. 15). presión»
(p. 89). Dedica interesantes páginas
Destaco el mérito de criticar varios a la persecución bajo el régimen co-
de los poderes establecidos, como el munista norcoreano y a la tremenda
de la ONU: «Hoy día ya sabemos situación de los cristianos en la
que la ONU no es ese faro de dig- India. Se echa de ver la enorme la-
nidad, ni el guardián de las liberta- guna de la persecución religiosa en
des, y que tampoco tutela los dere- China; y hubiera sido muy impor-
chos de la humanidad, sino que se tante hablar de ella sobre todo en es-
ha convertido en un torpe mamut tos momentos en que está recrude-
que solo sirve para blanquear, dar ciendo al mismo tiempo que sus lí-
voz y proteger a las peores dictadu- deres quieren vender la imagen con-
ras del planeta. Algunas de sus deci- traria: «La Asociación China Aid, de-
siones son una auténtica vergüenza dicada a la promoción de la libertad
que embadurna, de manera san- religiosa en China continental, pu-
grienta, la Carta de los Derechos blicó su Reporte Anual 2016 so-
Humanos» (p. 19). bre la persecución gubernamental a
los cristianos en China. El texto de-
De ahí que, como hizo en otras nuncia un crecimiento de un 42.6
oportunidades con los judíos, toma por ciento en los hechos de repre-
ahora en esta obra la denuncia de las sión de los creyentes y un dramático
persecuciones sufridas por los cris-
tianos: «los cristianos vuelven a ser
perseguidos sencillamente porque
creen en Cristo. Son, pues, víctimas
elegidas, colocadas en el centro de la
diana con intención minuciosa y

158
RECENCIONES

aumento a más del doble de los cris- que se derivarían las ramas del cris-
tianos detenidos en 2015»6. Es lo que tianismo actual: la Iglesia de
se conoce como «Sinicización», que Jerusalén...; el cristianismo sinóp-
avanza de modo agresivo en nues- tico [¿?]... y el cristianismo joá-
tros días7. Ausencia, pues, inexplica- nico...» (p. 32). O cuando refiere la
ble. «cristianización forzosa –que quede
claro– del continente americano, a
Pasa, luego, a tocar el tema de la partir del siglo XVI» (p. 38). La
persecución en los países musulma- Autora parece pensar que el catoli-
nes, con relatos espeluznantes. En cismo es el nombre de «la familia
particular habla de la persecución en más grande» del cristianismo, «cons-
Irán, Irak, Pakistán, Afganistán, tituida como tal en 1054, a partir de
Arabia Saudita, Egipto, Tierra Santa. la excomunión recíproca del papa
Y dedica un apartado especial a pre- León IX y el patriarca Miguel I
sentar la ideología de la Yihad. Cerulario» (p. 40).

Junto a este encomiable intento, el Hay cosas muy confusas. Así, verbi
libro revela varios límites. Uno de gratia, no entiendo bien qué quiere
ellos es el precario conocimiento del decir al hablar de «fascismo de iz-
Cristianismo y de ciertas cuestiones quierdas» y «fascismo de derechas»
históricas. Sus descripciones sobre (p. 91); quizás piense que fascismo
la realidad católica, protestante y or- quiere decir extremismo, pero esta
todoxa, a los que dedica una parte liviandad en el uso del lenguaje y de
(pp. 33-85), contienen numerosas los guarismos (acusa a Franco de ha-
imprecisiones y errores, al punto ber «fusilado centenares de miles de
que hace pensar que muchos de sus personas como simple gesto de ven-
datos están tomados de fuentes no ganza y represión»: p. 91) desmerece
confiables o incluso de artículos su intento.
poco serios de Internet. Por ejem-
plo, cuando habla de «las cuatro co- Lo mismo sucede cuando leemos
rrientes primigenias del cristianismo que en Jerusalén «se superponen
[presentes al final del siglo I], de las tres grandes dioses» (p. 298), quizá

6
GAUDIUM PRESS, Reporte denuncia 7
Cf. CHINA AID ASSOCIATION, 2016
aumento de persecución religiosa en Annual Report. Chinese Government
China durante 2016, 1 de abril de Persecution of Churches and Christians
2017. in Mainland China, USA, January–
December 2016.

159
DIÁLOGO 74

intentando decir «tres grandes reli- xuales y en particular por los ideólo-
giones». O cuando afirma que los gos de género. Queda la duda de si
nestorianos eran «los cristianos que la autora ve la discriminación y per-
consideraban que Jesús tenía una secución cultural del Cristianismo
doble naturaleza (humana y divina) en nuestro Occidente liberal y «de-
y que se separaron de la rama común mocrático». Si así no fuera, se trata-
después del Congreso de Éfeso, en ría de una visión al menos sesgada de
el año 431» (p. 245). Debe referirse lo que entiende por cristianofobia y
al Concilio de Éfeso; pero lo de la do- persecución. Y sí solo ha sido un ol-
ble naturaleza, humana y divina, no vido, se trata de una muy seria omi-
era lo que enseñaba Nestorio; esa es sión.
precisamente la doctrina católica. Lo
que enseñaba era que en Cristo hay Al respecto de esta tan importante
dos personas distintas, lo que supo- vertiente de la persecución actual al
nía también dos naturalezas corres- Cristianismo, transcribo lo que he
pondientes a tales personas. señalado en mi libro La violencia de la
ideología de género.
Todas estas imprecisiones y otras
de análogo tenor, no solo desmere- «Se multiplican cada vez con más
cen el libro sino que nos hacen du- frecuencia “los casos de personas
dar de la precisión de los demás da- que han sido procesadas judicial-
tos que el libro trae. Su denuncia, mente, multadas, perseguidas por
siendo valiente, pierde consistencia los medios o desprestigiadas profe-
por estas faltas tan notorias. sionalmente por no someterse a los
dogmas del «pensamiento único» y
Lo segundo que critico es que el li- defender el matrimonio y la fami-
bro no diga una sola palabra de la lia”8. En agosto de 2016, los obispos
gran persecución que el de Alcalá de Henares y Getafe de-
Cristianismo está sufriendo de parte nunciaron los ataques a la libertad
del Occidente liberal y masónico, realizados por la ley totalitaria de
por los lobbies gays y prohomose- LGTBfobia aprobada por la
Asamblea de Madrid, que impone la

8
Los datos que indico en este párrafo http://infovati-
los tomo del artículo de Lola Gonzá- cana.com/2016/08/09/asi-persigue-
les, Así persigue la ideología de género a la-ideologia-genero-los-disidentes
los ‘disidentes’, 9 de agosto de 2016: (último acceso: 10/11/16).

160
RECENCIONES

ideología de género y amordaza al dotes que se nieguen a celebrar “ma-


que piensa diferente. El Papa trimonios del mismo sexo”. Sacer-
Francisco, acusó ante los obispos dotes en Holanda, Francia, España,
polacos, en julio de 2016, la “coloni- Estados Unidos y Australia han sido
zación ideológica” que ha llegado a intimidados con ser procesados por
las aulas: “Hoy a los niños en la es- “discurso de odio” tras su defensa
cuela se enseña que cada uno puede del matrimonio. En Colorado y
elegir el sexo. Y esto es terrible”. Los Oregón, hay reposteros que han
obispos australianos en su carta pas- sido multados por los tribunales por
toral de 2015 titulada sugestiva- negarse, alegando razones religiosas
mente Don’t mess with marriage, “No o de conciencia, a hacer tortas de bo-
ensucien el matrimonio”, enumera das para parejas del mismo sexo. En
algunos ejemplos de persecución Nuevo México, un fotógrafo de bo-
ideológica y ataques a la libertad re- das fue multado por negarse a traba-
ligiosa. Entre otros, recuerdan, por jar en la boda de dos personas del
ejemplo, que en Canadá y en varios mismo sexo. La Universidad de
países de Europa se ha obligado a los Yeshiva en Nueva York ha sido pro-
padres a dejar a sus hijos en clases de cesada por no proporcionar aloja-
educación sexual que enseñan la miento a parejas del mismo sexo ca-
bondad de la actividad homosexual sadas. Las agencias de adopción ca-
y su igualdad con el matrimonio he- tólicas en Gran Bretaña y en algunos
terosexual. David y Tania Parker Estados norteamericanos se han
–cuentan los obispos– se opusieron visto obligadas a cerrar para no tener
a que a su hijo en la guardería le ha- que dar niños en adopción a parejas
blaran de los matrimonios del del mismo sexo. El gran rabino de
mismo sexo. Cuando David trató de Ámsterdam y un obispo de España
sacar a su hijo de la clase de educa- han sido amenazados con ser proce-
ción sexual, fue arrestado. La ciudad sados por realizar un “discurso de
de Coeur d’Alene, en Idaho, obliga a odio” simplemente por hablar de su
los ministros cristianos a oficiar ma- posición basada en la tradición y las
trimonios entre personas del mismo convicciones religiosas. El vice-di-
sexo bajo pena de 180 días de prisión rector responsable del servicio psi-
por cada día que se retrase la cere- quiátrico del estado de Victoria fue
monia y multas de 1000 dólares por presionado para que presentara su
día. Algunos parlamentarios británi- renuncia después de apoyar a 150
cos han amenazado con quitar las li- médicos que afirmaron que es mejor
cencias de matrimonio a los sacer- para los niños criarse con un padre y

161
DIÁLOGO 74

una madre9. Hasta aquí algunos de El mismo mensaje que mandaban


los ejemplos dados por el docu- los vándalos en tiempos de Agustín
mento episcopal australiano. A co- (o, en nuestros días, el Isis en Siria e
mienzos de noviembre de 2016, la Irak) cuando violaban y mutilaban a
Corte de Apelaciones de París con- quienes se oponían a su paso. El
firmó una fuerte multa a la diputada mensaje es: “vamos a por uste-
Christine Boutin, que fuera candi- des”»11.
data a la presidencia de Francia, por-
que en abril del 2014 en una entre- A esto hay que añadir las diferentes
vista aseguró: “yo jamás he conde- formas de negación de sus derechos
nado a un homosexual. La homose- que padecen muchos cristianos en
xualidad es una abominación. Pero Occidente: la negación de la libertad
no la persona. El pecado nunca es de conciencia (por ejemplo, cuando
aceptable pero el pecador siempre es el personal médico cristiano se ve
aceptado”. Al defenderse dijo que obligado a realizar operaciones que
simplemente se había limitado a re- considera contrarias a la ética); la ne-
cordar lo que enseña literalmente la gación de la libertad de expresión
Biblia acerca de la homosexualidad; (por ejemplo, con la legislación que
sin embargo, fue condenada por “in- prohíbe comentarios críticos de la
citación pública al odio o a la violen- homosexualidad o el aborto en algu-
cia”, a pagar una multa y a indemni- nos países); la negación de la libertad
zar económicamente a las asociacio- religiosa (por ejemplo, la ley laboral
nes “Mousse” y “Le Refuge” del que exige a los cristianos contratar a
lobby gay, que se personaron como personas que no comparten los
acusación particular. El lobby gay se principios propios de la misión es-
congratuló de la condena, asegu- pecífica de estas instituciones); la
rando que de este modo “la justicia negación del derecho a la libertad de
francesa ha mandado un mensaje educación (cuando los padres no tie-
claro a la sociedad”10. ¡Ciertamente nen la posibilidad de que sus hijos
que ha mandado un mensaje claro! no sean sometidos a enseñanzas en

9
Cf. CATHOLIC BISHOPS OF 10
Cf. INFOCATÓLICA, 11-11-2016.
AUSTRALIA, Don’t Mess With Mar- http://infocatolica.com/?t=noti-
riage: https://www.catho- cia&cod=27706
lic.org.au/acbc-media/down- 11
FUENTES, M., La violencia de la ideo-
loads/councils/australian-catholic- logía de género, San Rafael 2016.
marriage-and-family-council-
1/1695-marriage-pastoral-letter/file.

162
RECENCIONES

la educación pública que van contra MARCO TOSATTI


sus creencias); la exclusión de los Padre Pío contra Satanás. Historias
cristianos de la vida pública (cuando de santos endemoniados
los políticos cristianos son atacados Homo Legens, Madrid 2018,
por sus creencias, o porque sus po- 249 pp.
siciones éticas no son aceptadas); la
creación de prejuicios contra los Marco Tosatti es uno de los perio-
cristianos, presentando imágenes de distas más conocidos de Italia, espe-
ellos estereotipadas; los ataques a los cializado en cuestiones religiosas ca-
símbolos cristianos (por ejemplo los tólicas (vaticanista, como les dicen
de Navidad, retirando árboles de hoy). En su larga carrera ha cubierto
Navidad o nacimientos); la oposi- diversos campos: crónica, proble-
ción agresiva ante los cristianos en mática sindical, diplomacia. Desde
sus manifestaciones públicas... 1981 vive en Roma y se ocupa prin-
Gudrun Kugler constata que «el pre- cipalmente de religión. Dirige el
juicio contra los cristianos parece blog, muy leído y seguido, Stilum
haberse convertido en el último pre- Curiae. Es autor de varios libros, de
juicio socialmente aceptable en estilo prevalentemente periodístico,
Europa»12. como Memorias de un exorcista (2010),
escrito junto al P. Gabriel Amorth;
Todo esto no es menos persecuto- Juan Pablo II. Retrato de un Pontífice
rio, y aunque no llegue –por ahora– (1995), en colaboración con Gianni
al derramamiento de sangre, tam- Giansanti; Mussa Dagh. Gli eroi traditi
bién hay que denunciarlo si real- (2007), en colaboración con Flavia
mente se quiere hablar de persecu- Amabile; Uno sguardo nella notte:
ción al Cristianismo. Ripensando Benedetto XVI (2018), en
colaboración con Aldo Maria Valli;
P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE. Fatima e il segreto non svelato: A 100
anni dal futuro della Chiesa (2017); etc.

El que aquí presentamos tiene una


primera parte dedicada a las luchas
del Padre Pío de Pietrelcina contra
el demonio; y una segunda donde

12
Cf. Religión en Libertad, 16-03-2009.

163
DIÁLOGO 74

presenta otros santos que han su- recopilación de los documentos que
frido vejaciones diabólicas, llegando sirvieron para el proceso).
incluso a la posesión diabólica. De
estos últimos hace una reseña más Es un libro sencillo, de fácil lec-
larga de tres santas principales: la tura, sin pretensiones de presentar
beata Eustoquia de Padua (1444- ninguna fundamentación de la ac-
1469), la mística beata Christina ción diabólica sobre el hombre, ni
de Stommeln (1242-1312), y santa apenas hacer mención de las diver-
María de Jesús Crucificado ( sas formas en que aquella se ejerce,
Mariam Baouardy, 1846-1878), la siembre supeditada a la permisión
gran santa del Palestina, fun- divina. Creo que la parte más ins-
dadora del Carmelo de tructiva es la dedicada a la gran mís-
Belén. En el último capítulo («San- tica carmelita palestina santa María
tos varios») pasa revista a una larga de Jesús Crucificado.
lista de santos que han sufrido noto-
rias vejaciones diabólicas, algunos El libro es, dentro de su sencillez,
más conocidos (como san Juan al menos un recordatorio de la exis-
María Vianney, santa Verónica tencia del demonio y de su acción
Giuliani, santa Francisca Romana, diabólica. También del sentido vica-
san Nicolás de Tolentino, santa rio que a menudo toman las luchas
María Magdalena de Pazzi...); otros que, contra Satanás, libran algunos
menos famosos (Giovanni del santos: sus luchas son las que debe-
Castillo, Egidio de Portugal, ríamos tener todos nosotros, y con
Magdalena de la Cruz, Inés de mucha más razón, porque por nues-
Langeac, santa Coleta de Corbie, tros pecados los ángeles caídos tie-
Verónica de Binasco...). nen más poder sobre nuestras vidas
(«Quien comete pecado es esclavo
El Autor recoge episodios, anécdo- del pecado», dice Nuestro Señor: Jn
tas, transcribe relatos en general de 8,34). Queda asimismo en claro en
algunos exorcistas o directores espi- estas historias y relatos que la acción
rituales; se basa en las biografías más diabólica está sometida a la Divina
conocidas de estos santos, o incluso, Providencia, sirviéndose Dios del
para alguno, en los procesos de ca- odio y violencia de los demonios
nonización (en particular para su para purificar a sus santos y glorifi-
presentación del Padre Pío de carlos.
Pietrelcina, para la cual leyó los ocho
volúmenes de la Positio, es decir, la Tosatti termina con estas palabras:
«Esperamos haber lanzado por lo

164
RECENCIONES

menos una minúscula semilla de Los Movimientos Provida descono-


duda en el escepticismo imperante. cen la importancia del Derecho pe-
¿Es posible que todos estos santos y nal acerca del tema del aborto; qui-
santas fueran visionarios, enfermos zás algunos lo subvaloran, pensando
de la mente o, en el mejor de los ca- que hay que presentar las cosas «ac-
sos, devotos fabuladores? Por fa- tuando en positivo», por lo que el
vor...» autor reconoce no haberse sentido a
menudo comprendido por dichos
P. Dr. Miguel Ángel Fuentes, IVE. movimientos. Sin embargo, como
nos advierte en la introducción: «El
valor del derecho penal del aborto
HÉCTOR H. HERNÁNDEZ
está en favor de los bebitos que ma-
Salvar vidas con el derecho penal
tan o se matarán» (p. 12; así como las
(testimonio de un defensor)
alusiones precedentes). En efecto, el
Ediciones Círculo Rojo, Buenos
punto que parece marcar como cen-
Aires 2018, 165 pp.
tral es el siguiente: «Bajo la palabra
despenalización, el abortismo y el pe-
El Dr. Hernández nos regala una
riodismo cómplice colocan el debate
obra muy accesible, rica en princi-
–especialmente después del fracaso
pios doctrinales y con al menos dos
de la legalización en el Senado de la
aplicaciones a temas de actualidad,
nación Argentina, agregamos noso-
en el área sobre la cual es especialista
tros– no para sensibilizar con las su-
y escribe desde hace mucho tiempo:
puestas chicas pobres, pobres muje-
El Derecho penal. Las aplicaciones
res y muertas mujeres pobres, sino
concretas son dos: Al actualísimo
para la consagración de la occisión
tema del aborto terapéutico, sobre el
del inocente más inocente del
cual, este mismo año, hemos tenido
mundo como un derecho de la ma-
un áspero –y no muy honesto– de-
dre, y como bien humano protegido
bate en Argentina y una posterior
por el Estado» (p. 19). En una pala-
votación en las dos Cámaras del
bra, se insiste ahora en la despenali-
Congreso de la nación, y la segunda,
zación del aborto porque no se pudo
acerca de un tema de no menor ac-
obtener la legalización, aunque
tualidad e importancia: La drogadic-
aquella implica ya una legalización,
ción como delito personal por la sim-
la cual, de todos modos, se buscará
ple tenencia y consumo.
ampliar en el futuro, como ha ya su-
cedido en varios países. Es por eso
que el autor remarca la importancia

165
DIÁLOGO 74

de la pena y del Derecho penal, con- zado de que prospere porque la de-
sagrando todo un capítulo (el cap. 9) nuncia era anónima (la persona que
a la bondad de dicho derecho, por lo había llamado había solicitado
varios motivos, entre ellos el refor- que así fuese). Al día siguiente tuvo
zar el conocimiento del bien o mal que trasladarse a otra ciudad por una
moral, como lo demuestra una sen- conferencia, sin haber recibido aún
tencia de la Corte constitucional ale- respuesta de la Fiscalía. Al otro día,
mana (citada por el autor en pp. 48- habla con su mujer por teléfono y
49)13. esta le cuenta que hubo un procedi-
miento policial justo en la clínica
Los casos concretos que nos pre- abortista. Aún un día más, y leerá la
senta el autor como apoyo para su tal noticia en el periódico. También
argumentación sobre la necesidad recibirá una nueva llamada telefó-
del Derecho penal son sobre todo nica, otra vez de su amiga, quien le
dos, ocurrido el primero de ellos en cuenta que efectivamente, la policía
su ciudad natal, San Nicolás de los se hizo presente en el lugar acompa-
Arroyos (que el autor narra en los ñada de un perito médico asistente,
caps. 1 al 3). Llega al conocimiento una Asistente social, etc. Hubo dete-
de dicho caso a través del llamado te- nidos, y se salvaron dos vidas porque
lefónico de una amiga suya, quien le eran dos las madres que llegaban en
avisa que a una chica el mismo taxi al lugar para abortar
–a quien presenta como Marta– le (Marta y otra a quien le habían con-
iban a practicar un aborto en una clí- cedido un turno anterior), las cuales
nica clandestina de la ciudad. La ma- viendo la Policía huyeron a toda
dre de la chica le había hablado, tra- prisa (cfr. cap. 3; pp. 35-36).
tando de disuadirla, pero nada; le
habían pasado los videos anti-aborto En el caso aludido, nada había ser-
y nada. Como Defensor federal (el vido el consejo de amigas y otras
autor ejercía dicho cargo en esos personas para disuadir a dicha mujer
años), presenta una denuncia ante la (Marta) de abortar, nada habían ser-
Fiscalía provincial, poco esperan- vido las películas del aborto que mues-
tra la terrible realidad y sus crueles

13
«La mera existencia de una sanción no posee sanción legal está moral-
penal tiene efectos sobre las concep- mente permitido, es demasiado pro-
ciones valorativas y las acciones de la bable para que no sea inferida por un
población (…) La peligrosa conclu- gran número de sujetos del derecho»
sión en el sentido de que aquello que (nota 10; p. 49).

166
RECENCIONES

métodos, ni su conciencia (porque o pseudo legalizar que los chicos la


había ya abortado dos veces), ni las posean en pequeñas cantidades (cf.
ayudas económicas que le habían p. 76; nota 19). Los argumentos que
prometido; sólo cuando vio a la esbozan los defensores de dicha te-
Policía actuando revisó la decisión nencia son de dos tipos: a) de tipo
de abortar que parecía irrevocable. moral o constitucional («no se puede
Su hijo vivió. El Derecho penal castigar porque la Constitución lo
sirve, es algo bueno y justificado impediría»), y otro b) de tipo utilita-
(cap. 16; pp. 61-62). Es verdad que rio («no conviene porque no se gana
no se puede construir una sociedad nada persiguiendo a los tenedores»).
educando sobre la única base del El autor desarma dichos argumentos
castigo, «pero para la mayoría de no- en las páginas siguientes (cf. pp. 77-
sotros, al bien y a la virtud (a lo “po- 88).
sitivo”), se puede acceder a veces por
los castigos» (p. 62). Tiempo más El libro presenta varios apéndices
tarde, Marta se convirtió, pidió per- cortos –unos veinte– que ilustran
dón a Dios por sus abortos anterio- diversos temas ya aludidos o que tie-
res, se casó con un viudo con hijos y nen relación con lo tratado en el
vivió con ellos, más el suyo, texto principal. Todos muy valiosos
Francisco. Otras dos vidas se salva- (pp. 97–153), como el que detalla el
ron en Tandil, gracias al rezo de los dinero gastado por la internacional
Provida en la puerta de una clínica Planned Parenthood para promocio-
donde se iba a practicar un aborto. nar el aborto en Argentina durante
Las dos embarazadas que estaban el 2016 (ap. IV, p. 108). Pero sobre
dispuestas a hacerlo huyeron del lu- todo queremos subrayar el dedicado
gar, pero eso fue también posible a comentar el Garantismo abolicio-
gracias a que existe un Derecho nismo, pues está en directa relación a
penal y un código que condena el la temática del Derecho penal sobre
aborto como un homicidio (cap. 17; la cual versa el libro. «El
pp. 64-65). “Garantismo abolicionista” es una
cierta actitud de rechazo del orden
El otro argumento que el autor social»; es también una mentalidad o
analiza a la luz del Derecho penal es modo de pensar, un movimiento
el de la «tenencia de drogas para el con un fin determinado, que es el de
consumo», y sobre todo la tendencia suprimir el sistema penal, mediante
a no considerarlo punible, basán- una redefinición del mismo, cambio
dose en la llamada «causa Arriola», del lenguaje, etc. Hernández nos
por el cual la Corte llega a «legalizar» brinda una bibliografía de libros y

167
DIÁLOGO 74

artículos de su autoría al final del vo- católica, hoy tan olvidados o desco-
lumen (pp. 155–164), entre ellos al- nocidos incluso en los ambientes
gunos dedicados a este último argu- más cristianos.
mento, al cual responsabiliza como
la «principal causa de la inseguridad Ciertamente que resulta imposible
en Argentina» (ap. 15; pp. 143-144). afrontar un análisis de la cultura y
del tiempo histórico, sin responder a
P. Carlos D. Pereira, IVE. la pregunta clave ¿Qué es el hom-
bre? Es obvio que de la respuesta a
dicho interrogante, dependerá toda
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
la concepción política, social, cultu-
Educación, Cultura y Madurez
ral, económica, etc. que se tenga.
Ediciones Aphorontes,
San Rafael 2018, 464 pp.
Así el autor expone su concepción
antropológica basada en que el hom-
Ediciones Aphorontes nos ofrece
bre es «esencialmente diferente de los de-
un nuevo trabajo del P. Miguel
más seres, incluso respecto de aquellos con
Fuentes, producto de una serie di-
los que guarda particulares semejan-
versa de cursos y conferencias dedi-
zas…» como así también que es «una
cados a la educación y la formación
realidad unificada y no un conjunto de
humana y cristiana, como él mismo
elementos superpuestos», que tiene «un
lo expresa.
alma espiritual que es forma del cuerpo
por modo de asunción eminente» y que
«Un libro para iluminar la labor peda-
además «es persona», expresión del
gógica y la evangelización de la Cultura
pensamiento cristiano principal-
en nuestro tiempo, surcado por la
mente.
Revolución Cultural.» De allí la im-
portancia de su lectura principal-
Confirma pues, las dos notas fun-
mente para quienes tienen, en estas
damentales en la que se funda su
épocas, la tarea de la educación.
dignidad, es decir «el subsistir por sí y
su naturaleza racional».
La obra comienza con el análisis de
la persona humana, tema principal
Sin perjuicio de ello, agrega a esta
para cualquier estudio que refiera a
primera parte, un análisis del hom-
la cultura, en la que se reafirman los
bre imagen de Dios. Allí puede ob-
principios de la doctrina tradicional
servarse el camino que el autor hace
de la historia del hombre, en cuanto
que ha perdido su dignidad por el

168
RECENCIONES

pecado, recuperada por la Afirma el autor y con acierto, que


Encarnación del Verbo ya que «el va disminuyendo la figura del niño y
hombre no puede comprenderse, no puede del adulto en detrimento del creci-
saber lo que él es, ni la sublimidad de su miento desmesurado del adoles-
vocación, sino mirando a Cristo» (38). cente. Y esto debido a tres posibles
De modo que, si descubre su digni- causas, tales como la desaparición
dad mirando a Cristo, «entonces solo del padre, la relación deformada del
puede realizarla imitándolo» (41). niño y su madre y el miedo a la res-
ponsabilidad.
Siguiendo la doctrina de Santo
Tomás, arribará a la conclusión que Ahora bien, ¿qué es precisamente
existen dos verdades que llama inse- esta mentalidad de Peter Pan? Res-
parables: Nuestra grandeza y nuestra ponde el autor: la aproximación fan-
miseria (45). tasiosa y emotiva a la existencia,
aproximación negativa a la realidad,
Sentados entonces los principios fascinación por lo virtual, atracción
antropológicos, se avoca el autor al por la muerte y triunfo del narci-
tratamiento de cuatro temas que ha- sismo.
cen propiamente a la educación de la
persona humana. Para la superación de este sín-
drome, es necesaria la madurez. El
La primera parte, está dedicada a la autor ya ha tratado el tema en otro
docencia y maduración. «Nuestra so- trabajo (Virtus 18, Maduración de la
ciedad –dice– se caracteriza por un cre- Personalidad, 2012) pero en esta oca-
ciente fenómeno de inmadurez. Incluso sión hace hincapié en la educación
con cierta novedad histórica: el hecho de para esa madurez. Y ello es así, ya
no solo tolerar, sino promover la inmadu- que el «fin de la educación es el hombre
rez como estilo de vida» (49). maduro» porque la educación «es un
proceso de maduración que finaliza en la
El síndrome de Peter Pan, «la per- madurez» (72).
sona que nunca crece» (50), es desarro-
llado con toda claridad, descri- Sin embargo, esto no será posible
biendo el fenómeno comercial que si la persona no quiere consciente,
existe detrás de esta ideología, como libre y responsablemente el bien.
así también la imposición desde los Ciertamente que este principio es
medios, fundamentalmente de esta válido tanto para el educador como
nueva forma de vida. el educando ya que en esa relación
ambos deben alcanzar la madurez.

169
DIÁLOGO 74

Para ello es necesario partir de los médicos para tener “recetadores”, en lugar
elementos que lleven a la formación de ingenieros, buenos calculadores, en vez
de una «una personalidad equilibrada, de educadores, papagayos que recitan lo
sólida y libre» (85) que no comprenden y no aman» (146).

Ellos son descriptos conforme a Advierte el autor del peligro inmi-


cuatro carriles, como los llama el au- nente más importante que nos apa-
tor: 1. La doble convicción de la cen- rece en el ejercicio de las profesiones
tralidad del amor en la vida humana que es el ateísmo. Lo llama la gran
y de que el amor verdadero siempre batalla, destacando su actualidad y
es una entrega total y definitiva, 2. los modos en los que se presenta.
Una adecuada educación de la se- Tal vez una de las cuestiones más
xualidad, verdadera y plenamente importantes que haya que descubrir
personal, 3. La educación de la liber- en el libro, es la relación del profe-
tad y 4. Que la educación debe sional con Dios y con los «otros»
apuntar a la formación de la con- para poder entender que ese servicio
ciencia moral. debe ser lo propio de un profesional
y que el equilibrio en la vida se hace
Propone entonces una serie de re- más fácil cuando se obra coherente-
cursos educativos que se encuentran mente, aunque se transforme en
centrados en la doctrina de la gracia duro trabajo el modo de llevarlo.
y la necesidad de Dios.
La tercera parte del libro, está dedi-
La segunda parte del libro la dedica cada a la «revolución cultural». Lo
a las «Lecciones de ética profesio- novedoso de este capítulo, es que, a
nal». Define la profesión como «la pesar de la conmemoración del
aplicación ordenada y racional de parte de acontecimiento del Mayo Francés,
la actividad del hombre al conseguimiento en este año de edición (2018) poco
de cualquiera de los fines inmediatos y es lo que se ha escrito con relación al
fundamentales de la vida humana» tema, es decir, algo que dé verdadera
(123). Insiste en la necesidad de una luz y analice de modo crítico esos
verdadera y profunda formación, hechos. El autor lo hace con altura y
basada en la capacidad de reflexión aporta, a quienes de buena fe inten-
que debe tener un profesional. A ten comprender estos hechos, la cla-
modo de ejemplos tiene que, ridad necesaria para entender, no
«Cuando falta la capacidad de reflexionar solo los acontecimientos, sino sus
sobre la realidad a la luz de las últimas y consecuencias, aún y más precisa-
más profundas causas dejamos de tener mente hoy.

170
RECENCIONES

La considera uno de los «fenómenos La importancia de la revolución


más importantes desde el punto de vista de marxista en estos hechos y sus con-
la cultura y de la educación: la revolución secuencias, son analizadas de modo
cultural que ha venido desarrollándose ejemplar. Como no podía ser de otra
durante más de medio siglo» (221). manera el autor trata de lo que llama
«la revolución interior» que consiste
Si bien es cierto que el mayo fran- en la desarticulación de la identidad
cés no fue más que un «episodio espas- familiar, nacional, sexual originaria,
módico» (223) las consecuencias lo religiosa y personal; hasta llegar al
transformaron en un fenómeno más «transhumanismo» al decir que «Si la
complejo, amplio y de larga cola revolución social acaba con la sociedad, la
(223). Fue el fenómeno artífice de Cultura remata al Hombre…lo que
todas las transformaciones cultura- queda del experimento social…es la
les de la segunda mitad del siglo XX. nada» (281)

La explicación que el autor nos da A modo de reflexión final agrega


de los hechos ocurridos, abre una «Estamos sumergidos en una cultura re-
perspectiva precisa para entender la volucionada, esto es, volteada de su eje na-
verdadera revolución cultural. Sin tural: lo que debe ir debajo está arriba y lo
apegos a ideologías, tan común al que debe gobernar es esclavo de lo que está
tratar estos temas, la objetividad del hecho para ser gobernado» (283).
análisis abarca todos los aspectos que
hacen a esta revolución. Desde las La cuarta parte va dirigida a las «Va-
consecuencias inmediatas de la se- riaciones pedagógicas». Acá se va
gunda guerra mundial, pasando por acomodando la cosa ya que se des-
la intervención esencial de la escuela criben los principios de la vida espi-
de Frankfurt, muchas veces olvi- ritual.
dada, la utilización de un nuevo len-
guaje, la revolución sexual y el rock; El tema de la libertad personal que
hasta la aplicación de la ideología de nunca falta en las obras del autor, se
género en nuestros días. trata de modo especial en orden a lo
que llama «libertad esclavizada».
Quizás resuma el autor esta revo- Esta atadura es precisamente perso-
lución al decir que «Una característica nal y al pecado ya que como refiere
central de la Contracultura es la rebelión citando la 2 Tes 2,9-12, el hombre es
contra el Arte y la Belleza, imponiendo la reo del pecado de desamor por la verdad
dominación de lo Feo, de lo Inarmónico y (323).
lo Desequilibrado» (243).

171
DIÁLOGO 74

Este pecado contra la verdad es «no dagógicos que nos sirven para en-
amarla, no buscarla. Más grave es ocul- tender lo que venimos leyendo hasta
tarla, oscurecerla o despreciarla. Y todavía ahora.
más grave es manipularla, tergiversarla y
recortarla para ponerla al servicio de los El primero de ellos es el comenta-
intereses propios o ajenos. Y llega incluso rio al libro «Las aventuras de
a sacrilegio cuando se manipula la Verdad Pinocho» de Carlo Lorenzini
Revelada, como hacen quienes “negocian (Collodi). No es una recensión cier-
con la palabra de Dios” según la expre- tamente ni una crítica literaria. Es el
sión de San Pablo…» (326-327) modo, que tanto le gusta al autor, de
explicar con ejemplos las ventajas
Por ello, dedica varias páginas a un inmensas de la vida cristiana y del
tema olvidado, pero siempre actual: orden natural que hacen más amena
el ateísmo. Ya analizado en la se- y provechosa la obra. Me detengo
gunda parte, ahora se ve desde la simplemente en uno de los comen-
perspectiva personal del hombre. tarios a modo de ejemplo. Dice el
Para ello es necesario contemplar lo autor que «Pinocho también manifiesta
que el autor menciona como «hom- el drama del hombre interior dividido»
bre frustrado», es decir, aquél que (384) y es así porque todos refleja-
tiene una triple fractura: interior, so- mos en el personaje las propias pa-
cial y teologal. siones y debilidades que nos mues-
tra con los hilos tironeados del tí-
No obstante ello, la curación es po- tere. Lo mismo sucede con las incli-
sible si tenemos en cuenta que «el naciones al mal que el muñeco va
hombre sin Dios sufre un desequilibrio mostrando con su conducta y que
esencial que puede llevarlo a la locura y la nos acerca aún más a nuestra vida.
frustración. Dios es el gran sentido de
nuestras vidas» (375). El segundo de los ejemplos es el
Dante, en los que llama en el capí-
Si bien y tal como venimos comen- tulo VIII de esta parte «La purificación
tando, la obra merece una lectura a del hombre en la Divina Comedia de
conciencia, la última parte bien vale Dante». (397)
la pena leerla con atención y sacar
provecho de la misma. Probablemente muchos hayan
leído este clásico. Sin embargo, la
En efecto, dedica el autor tres capí- aplicación práctica de sus enseñan-
tulos (VII, VIII y IX) a ejemplos pe- zas que nos revela el autor, lo hacen
mucho más enriquecedor ya que

172
RECENCIONES

analiza el contenido desde el aspecto quiera ser presentada como autó-


antropológico sin el cual difícil- noma frente a Dios, además de in-
mente logremos entenderlo bien. concebible, no es una concepción
cristiana de la historia aunque se
Finalmente, al menos en relación a crea tal».
esta parte, no podía faltar la referen-
cia a uno de sus autores preferidos: Y vuelve acá el P. Fuentes a consi-
G.K. Chesterton. Se nota a la legua derar el conocimiento de la Verdad
su preferencia, ya que resulta ser como fundamental para poder de-
uno de los escritores a los que más terminar la diferencia entre quienes
hace mención. Admira y nos hace conocen de hecho la verdad y los que
admirar, de ahí su mérito, el famoso son verdaderos (448), es decir aquellos
sentido común del inglés, el que va que no sólo la poseen, sino que la
desgranando a medida que analiza aman.
los temas en cuestión ya sean el
Hombre, la Verdad o Dios por Creemos que en esto radica el va-
ejemplo. Aquello que publicó al- lor de la obra que comentamos. En
guna vez Chesterton acerca de que ese hilo conductor o como gusta de-
«un hombre que se niega a tener su cir en estos tiempos «el eje transver-
propia filosofía no tendrá siquiera sal» que abarca la concepción antro-
las ventajas de una bestia bruta, que pológica realista que surca la educa-
vive según su instinto» es recordado ción, a cultura y la madurez.
de modo permanente y sutil por el
autor. Es la unidad que existe en el com-
prender de modo principal lo que el
Termina la obra con un capítulo hombre es, una unidad de cuerpo y
dedicado al «Motor de la Historia». alma con un destino eterno. Que
Resulta clave entender que para tiene que conseguir la plena y entera
«comprender el quid de los hechos huma- libertad para el desarrollo de las vir-
nos no basta fechas, nombres y estadísti- tudes en la lucha constante por su
cas, hay que tener olfato filosófico y sobre fin principal que es alcanzar el bien
todo mirada teológica» (439). supremo. Nada de esto se podrá
conseguir entonces, sino se busca la
De allí que se haga necesario com- Verdad con fervor y pasión y que
prender la visión cristiana de la his- una vez alcanzada (esto es cono-
toria que hará decir a Caturelli que cida), entregarse definitivamente a
«la concepción de la historia que su defensa por medio del amor.
Concluye el autor: «Por eso estimo que

173
DIÁLOGO 74

la decadencia de los grandes centros de es- CORNELIO FABRO


tudio no comenzó con el oscurecimiento de Dio. Introduzione
la verdad, sino un paso antes: por el dete- al problema teologico
rioro del amor por la verdad» (450). Segunda edición en la serie de las
Obras Completas
Dice Emilio Komar que «No basta EDIVI, Segni 2017,
con quitar las trabas para que haya 192 pp.
una evolución, sino que es necesaria
la educación, es decir, la interven- A diez años de la primera edición
ción de la voluntad libre de padres, de Dio. Introduzione al problema
de maestros, de la inteligencia que teologico en las Obras Completas de
colabora con la incipiente inteligen- Fabro (2007), se publica nueva-
cia y voluntad del niño para que se mente esta valiosa «Introducción»,
dé su maduración». En este sentido, insiriendo algunas correcciones me-
la lectura del libro que comentamos, nores y aumentando un breve índice
será de mucha utilidad. de los textos de santo Tomás.

Demás está decir que compartimos No se trata de introducir un pro-


plenamente el contenido de la obra. blema teológico, sino EL problema
Recomendarla es una obviedad, teológico, el problema central, del
pero bien vale la pena recordar que cual dependen todas las especulacio-
dentro de nuestra formación, en es- nes que sobre Dios pudieran ha-
pecial los docentes y educadores, la cerse.
obligación de su lectura se nos hace
imperiosa. La existencia de Dios no es evi-
dente (lo cual da lugar al ateísmo, al
Claudio Rossi agnosticismo, etc.), pero tiene una
demostración que está lejos de ser
fácil y que comporta muchas conse-
cuencias: «es el problema de los pro-
blemas: constituye la conclusión de
toda la filosofía y del conocimiento
humano sea ordinario como cientí-
fico, porque de ello depende la
orientación definitiva que el hom-
bre debe dar a su conducta y a toda
su vida» (p. 71).

174
RECENCIONES

El p. Fabro es una autoridad indis- Así pues, este libro aparecido en


cutible en esta temática14. En esta 1953 conserva una actualidad
breve obra, se descubre al erudito enorme por el hecho de tratar con
profesor que presenta pedagógica- rigor metafísico -y con conoci-
mente permanentes distinciones y miento serio de las diversas corrien-
resúmenes de un modo profundo y tes de pensamiento- un tema que
diáfano al mismo tiempo, ofre- nunca pasará de moda por tratarse
ciendo así un invalorable texto para del «problema esencial del hombre
quienes quieren introducirse en el esencial» (p. 14).
problema de Dios.
Para presentar el contenido de esta
En nuestros días, la gran mayoría obra, nos limitamos a destacar algu-
de los ambientes universitarios repi- nas distinciones que se ofrecen a lo
ten los errores antiguos y modernos largo de la misma, extendiéndonos
que el p. Fabro denuncia. Incluso en algo más en la presentación de la ar-
ambientes católicos rebrotan entu- gumentación central y mencio-
siasmos por el argumento ontoló- nando brevemente las consecuen-
gico o a simultáneo (como lo llama cias o aplicaciones de esta temática
Fabro) de san Anselmo y se aceptan en la vida de los hombres.
fácilmente las objeciones que se
oponen a las pruebas tomistas, ma-
yormente por falta de comprensión
y penetración en las mismas.

14
En el año 1959 Fabro funda el pri- prove dell’esistenza di Dio. Otras cola-
mer Instituto de Historia del Ateísmo en boraciones relacionadas al tema fue-
la Pontificia Universidad Urba- ron: «Sviluppo e valore della “IV
niana; en 1964 aparece en dos volú- via”» en Doctor Communis 6 [1953];
menes su Introduzione all’ateismo en 1957 «Il problema di Dio», en
moderno; en 1967 L’uomo e il rischio di Problemi e orientamenti di teología
Dio; en 1968 el volúmen sobre el dogmatica; en 1958 «Aporie
Ateísmo contemporáneo; en 1969 la voz teologiche dell’esistenzialismo» en
«Idealismus» de la Enciclpedia Triplice omaggio a sua Santità Pio XII.
Sowietsytem und demokratische Gese- Cf. La presentación de M. Lattanzio
llschaft; en 1974 la voz «Atheism» de en las pp. 163-164.
la Enciclopedia Británica; en 1989 Le

175
DIÁLOGO 74

1. Distinciones las abarca, constituyendo así «el pro-


blema esencial del hombre esen-
Destacamos algunas de las valiosas cial», como dijimos.
distinciones que el A. ofrece a lo
largo de sus exposiciones. Otro tipo de distinciones de gran
valor son las relacionadas a las diver-
Al inicio se distingue entre una sas desviaciones que se han dado en
conciencia inmediata y otra refleja, torno al problema de Dios a lo largo
que corresponden al conocimiento de la historia.
no-científico (propio de los niños15,
del hombre primitivo o del hombre El A. dedica un capítulo al ateísmo
común civilizado16) y el científico (or- (teoría que niega la existencia de un
ganizado según principios, demos- Dios personal) y otro al agnosticismo
traciones y conclusiones) el cual se (actitud espiritual de quien sus-
da en dos «grados»: 1º: el de las cien- pende el propio juicio sobre la exis-
cias particulares; 2º: el de la filosofía tencia y la naturaleza divinas).
y, particularmente, el de la metafí-
sica que pretende abrazar el ser El ateísmo puede ser práctico (se ac-
como tal. túa como si Dios no existiese) o teó-
rico (cuando se juzga que Dios no
El «problema teológico», aunque se existe, sea de un modo negativo-indi-
plantea (mayormente) en la con- recto [por ignorancia o indiferen-
ciencia inmediata y aunque busca su tismo], sea de modo positivo-directo
demostración rigurosa en la metafí- [argumentando en contra]). Se ha-
sica, no se circunscribe a ninguno de bla de ateísmo escéptico cuando la duda
estas formas de conciencia, sino que se plantea como invencible, de
ateísmo agnóstico cuando se afirma la
absoluta «indimostrabilità» y de ateísmo

15
Sobre la cual hay que afirmar: 1º: la blema de Dios en una forma (conte-
precocidad del problema de Dios; nido, método o resultado...) inacce-
2º: el significado positivo para la sible al “hombre común” y que pre-
conciencia infantil; 3º: el carácter tenden “resolverlo” en función de
auténticamente cognoscitivo; 4º: su exigencias parciales (la verdad, la be-
conexión con el problema de la per- lleza, la moralidad, el valor...) en vez
sona (responsabilidad) (Cf. p. 20). de en función del ser y de todo el ser,
16
Explica Fabro: «fallan todas aquellas sea de parte del objeto como del su-
filosofías que “plantean” el pro- jeto» (p. 28).

176
RECENCIONES

teórico positivo cuando se alcanza la 2. Argumentación central


certeza de la no-existencia de Dios
argumentando contra las pruebas Omitimos las numerosas referen-
propuestas. Pero Fabro va más allá y cias a los diversos autores para con-
defiende su tesis según la cual deben centrarnos en lo esencial de la espe-
ser consideradas ateas todas las co- culación que subyace a la demostra-
rrientes que, aun afirmando su exis- ción racional de la existencia de
tencia de Dios, se hacen una falsa Dios.
idea de su naturaleza.
Hay tres presupuestos funda-
Respecto al agnosticismo, el A. mentales: la existencia del mundo
ofrece un recorrido a través de los externo, la conciencia del propio yo
diversos autores y corrientes que se y la objetividad del conocimiento.
han dado en la historia: irraciona- «Todo hombre normal tiene esta
lismo, pragmatismo, intuicionismo, persuasión: las dudas sobre estos
el misticismo, fideísmo, tradiciona- puntos son rebusques (arzigogoli) de
lismo, ontologismo, etc... la sofística» (p. 76).

Por último, mencionamos la dis- El fundamento último de las


tinción entre errores por defecto (nega- pruebas de la existencia de Dios es el
ción de la posibilidad de la demos- principio de causalidad: «Si hay creatu-
tración: ateísmo y agnosticismo) y ras, debe haber un Creador; si hay
errores por exceso (que admiten la in- cosas finitas, debe existir el Infinito;
mediatez del conocimiento de Dios: si hay cosas contingentes, debe exis-
ontologismo, intuicionismo reli- tir el ser Necesario... porque las
gioso, etc.) (cfr. p. 75). creaturas, las cosas finitas y contin-
gentes son insuficientes por sí mis-
Tratamos ahora lo que considera- mas y por lo tanto son efectos y Dios
mos el núcleo especulativo de la es su causa» (p. 76).
obra, en el cual se sigue abundando
en distinciones, quizás las más im- Respecto al principio de causalidad
portantes y rigurosas, filosófica- es preciso recordar que es uno de los
mente hablando. primeros principios del ser y del co-
nocer. Por el hecho de ser «primero»
es evidente y, por ende, indemostra-
ble, es per se notum, conocido espon-
táneamente por la razón. Pero es im-
portante una formulación rigurosa

177
DIÁLOGO 74

de este principio que abarque todo entes que se tengan en cuenta. «Por
género de dependencia causal (es eso Santo Tomás ha podido ofrecer,
aceptado comúnmente que todo lo en la forma madura de su pensa-
finito es dependiente) y que exprese miento, no una sino cinco vías para
inmediatamente la dependencia on- ascender a Dios [...]. Cinco vías de
tológica (inmediatamente, pues se cinco puntos de partidas distintos,
trata de un primer principio, que pero idéntico el término que es la
como tal está a la base de toda otra existencia de Dios, como principio
especulación y no puede, por tanto, absoluto de cada modalidad de los
ser «deducido», sino «conocido es- entes» (p. 81).
pontáneamente»). La fórmula que
cumple con estos requisitos es la si- ¿Por qué nuestro conocimiento
guiente: «Todo ente por participación, de Dios es analógico?
depende del ser por esencia» (S.Th. I,
q.44, a.1, ad 1). Vemos que detrás de El conocimiento humano depende
esta formulación se halla la noción de la experiencia sensible y a esa se
metafísica de la participación refiere constantemente. Sólo en un
que representa la instancia teórica caso hay un conocimiento inme-
última en toda esta especulación. diato de una realidad espiritual: el de
la propia espiritualidad. Por eso, «la
La cuarta vía está fundada total- suprema trascendencia y la espirituali-
mente en la noción de participación; dad de Dios señalan los límites de
pero en realidad las cinco vías tomis- nuestro conocimiento de la natura-
tas son probativas, pues tienen una leza divina» (pp. 97-98). Esto no
estructura común en dos momen- quiere decir, sin embargo, que no
tos: 1º: parten de un dato experi- podamos conocer a Dios de ningún
mental y evidente (movimiento, modo.
causalidad, contingencia, grados de
perfección, orden y finalidad), 2º: La existencia de Dios, como he-
argumentan considerando dicho mos visto, es deducible metafísica-
dato en modo metafísico, es decir, mente (y, por tanto, con todo rigor,
evidenciando que la estructura con valor estrictamente probativo) a
misma de cada uno de ellos exige una partir de la dependencia causal que
relación de dependencia con res- exige la consideración de la limita-
pecto a la causa de la cual participan. ción constitutiva de la realidad que
conocemos (cfr. las cinco vías).
Existen, así, diversos niveles de
consideración metafísica según los

178
RECENCIONES

Para decir cómo es ese Dios que imperioso dar «el paso de la nega-
existe, es decir, para referirnos a su ción», pero no una negación indis-
esencia, es preciso transitar tres criminada y absoluta, sino en cuanto
momentos: al modo. Es imposible que esas per-
fecciones se den en Dios en el modo
1º: Afirmar: en sana lógica, cada en que nosotros las conocemos. En
una de las vías mencionadas nos ha- este sentido, nuestro conocimiento
blan de Dios, nos dicen algo de de Dios es más negativo que posi-
Dios, pues es de suponer que el tivo.
efecto se encuentre de algún modo
en la causa. Hay que distinguir cier- 3º: Afirmar analógicamente: se da
tamente entre perfecciones mixtas entonces un «salto» a través de una
(que contienen en sí mismo una li- nueva afirmación constituida por el
mitación conocimiento analógico, que es un
-ser piedra, sensible, etc.-) y puras conocimiento propio y verdadero.
(vida, bondad, ciencia, amor, etc.), La inteligencia es capaz de «aferrar»
pero ambas deben afirmarse en la la necesidad de que esas perfeccio-
causa que necesariamente está detrás nes, que no pueden darse en la causa
de ellas. Es ilógico, va contra la ra- en el modo en que nosotros las per-
zón, pensar que la causa no posee en cibimos (limitado), se den, sin em-
sí lo que puede causar. Por eso hay bargo, de modo eminente y per-
que afirmar que en Dios se dan am- fecto. Así las creaturas manifiestan
bos tipos de perfecciones, aunque «analógicamente», es decir, «propor-
atribuidas en modos diversos: cionalmente» su propia Causa.
causaliter las mixtas (y en este sentido
negamos que estas perfecciones co- Analogía es proporción, y conoci-
rrespondan a la esencia de Dios miento analógico es conocimiento
mismo), formalmente las puras (es de- «proporcionado». Las creaturas nos
cir, propia y esencialmente). dan, por tanto, un conocimiento de
Dios, pero guardando las proporcio-
2º: Negar: se impone en nuestro nes, es decir, ellas poseen perfeccio-
itinerario un proceso de «purifica- nes limitadas, esa limitación exige la
ción racional», ya que las perfeccio- existencia de una Causa de la cual
nes que consideramos que deben dependen, esa Causa posee esas per-
darse en Dios las hemos tomado de fecciones en sí, pero en un modo
nuestra experiencia cognitiva hu- proporcionado a su condición de
mana con la limitación constitutiva Causa primera, es decir, en plenitud,
que ella implica. Es por eso que es pues si no, debería depender de otra

179
DIÁLOGO 74

«fuente», y el proceso al infinito es rando la importancia que poseen es-


absurdo. tas verdades en los diversos ámbitos
de la experiencia humana (especial-
Resumiendo los tres pasos dados, mente en relación a las ciencias del
podemos decir que las perfecciones espíritu, como ser, la Ética, el Dere-
puras deben ser atribuidas a Dios no cho, la Política y la Historia, etc.) y
de modo unívoco (como si fueran en el pensamiento contemporáneo.
idénticas), no de modo equívoco
(como si fueran totalmente diver- Dejamos al lector adentrarse por sí
sas), sino de modo análogo, es decir, mismo en la lectura de estos capítu-
según proporción. «En la doctrina los y nos contentamos con la pre-
tomista la analogía expresa el método sentación resumida de la argumen-
propio del conocimiento de Dios y tación central que esperamos haya
constituye uno de los puntos funda- aportado claridad e interés por la
mentales de la metafísica de santo obra recensionada.
Tomás» (p. 103).
P. Dr. Martín José Villagrán, IVE
Al final del capítulo II, el A. resume
lo que nosotros acabamos de pre-
HÉCTOR H. HERNÁNDEZ
sentar del siguiente modo: Existen
Sacheri y el mandato argentino
dos momentos en la «dialéctica del
Crítica de la “Nueva Cristiandad”
problema de Dios [...]: a) el “mo-
para una historia del INFIP
mento de la dependencia”, que fue dado
por la constatación de la contingen- Ed. Escipión, Mendoza 2017,
cia de la naturaleza; b) “momento de la 135 pp.
consistencia” o emergencia, que fue
representado por el recurso de la in- El Autor es un patriota, defensor
teligencia a la existencia de Dios, lo de la vera argentinidad; es también
que atestigua la consistencia de la in- un católico de alma y vida; un pro-
teligencia misma y de su virtud de fesional e investigador infatigable;
trascendencia respecto a la finitud pero por sobre todo, a nuestro pare-
del ser del mundo» (p. 70). cer, es un maestro, un hombre que
siente el peso de la obligación de no
partir de este mundo sin haber de-
3. Consecuencias
jado un rumbo claro para los argen-
tinos que vendrán… Fiel a su voca-
El padre Fabro se extiende en los
ción más auténtica, nos deja este pe-
dos capítulos conclusivos conside-

180
RECENCIONES

queño escrito. El estilo es el de con- que se hace imperioso tomar para “ser lo
ferencia, lo cual lo hace ameno, co- que debemos ser”» (Prólogo).
loquial y conciso a la vez.
El libro está estructurado en cuatro
¿Pero… de qué trata el libro Doc- partes: las tres primeras dedicadas a
tor? ¿De Sacheri? ¿Del mandato ar- cada uno de estos pensadores; la úl-
gentino? ¿De la Nueva Cristiandad? tima, al INFIP.
¿O del INFIP…? De buenas a pri-
meras, el título puede desconcertar- Hablar de Sacheri, será hablar de
nos, pero a poco leer, aunque más patriotismo, de ese patriotismo
no sea el prólogo, advertimos que el esencial y entusiasmante, como en-
problema es tan solo aparente, y que tusiasmantes son todas las facetas de
la conexión entre todos esos temas su vida. Sacheri es, para el A., el pen-
es sumamente lógica. Conociendo sador práctico, el hombre caritativo,
su estilo, creemos que la elección del lleno de coraje para predicar a
título ha sido intencionada. tiempo y destiempo, y lleno de pru-
dencia a la vez; es el maestro incan-
En el contexto del Bicentenario de sable, atento y dedicado a sus discí-
la Patria, nos propone la figura de pulos, incapaz de imponer una opi-
tres «grandes maestros», como tres nión a la fuerza, sino rebosante de
luminarias que nos deben orientar paciencia pedagógica para conducir
para llevar a cumplimiento un le- razonablemente. En fin, fue tal vez
gado que nos dejaron, que es a la vez el hombre que mejor había pensado
un mandato: la refundación argen- la Argentina, y que mejor predicaba
tina. «¿Será posible que logremos una la verdadera argentinidad. ¡Y vaya si
Argentina unida, justa, cristiana, prós- lo hizo!, que hasta le costó la vida…
pera y fuerte?» (Prólogo). Después de Genta, fue el segundo
gran mártir argentino de los años
Carlos Sacheri, el P. Julio ’70; mártir del patriotismo concreto.
Meinvielle y Guido Soaje Ramos:
«Los tres coincidieron en su argentinismo Son interesantes las páginas que
raigal, en su tomismo neto y en su catoli- nos hablan del significado político de la
cismo a machamartillo. Y coincidieron en muerte de Sacheri (27-30). La guerrilla
otra cosa (…): en la creación del Instituto había dado un golpe certero, y el na-
de Filosofía Práctica de Buenos Aires cionalismo auténtico se había que-
(INFIP); por lo que este trabajo se con- dado sin su jefe natural (28, Dr.
vierte en un primer ensayo de su historia. Mihura Seeber), sin su mejor hombre.
Los tres fundadores nos marcan un rumbo Pero esto, lejos de amilanarnos,

181
DIÁLOGO 74

debe ser un aliciente más para salir del INFIP, y una de las tres columnas
adelante. Es a Sacheri a quien pri- del mismo, junto con los otros dos.
mero debemos mirar para refundar la A mi criterio, es el menos conocido
Argentina, para ser lo que debemos ser. de los tres; pero su figura queda pul-
cra y elogiosamente delineada por
Si hablar de Sacheri nos arroja lu- las pinceladas que de él va haciendo
ces para entender lo que debemos el A., tomadas de sus vivencias per-
ser, hablar del P. Meinvielle y de su sonales en contacto con el maestro.
obra, significará entender lo que no Queda caracterizado como filósofo
debemos ser. Porque fue el P. Julio el práctico, como práctica y no volátil
que mejor que nadie nos abrió los era la filosofía que profesaba. Un
ojos para no embelesarnos con esa hombre con los pies en la tierra, de-
Cristiandad mundana que fue -es- la seoso siempre de que las razones
«Nueva Cristiandad» del filósofo fran- que especulaba desembocaran en
cés Jacques Maritain: «Nos basamos soluciones concretas para los pro-
principalmente en él (P. Meinvielle) para blemas concretos de la patria. Maes-
hacer la crítica de un proyecto aparente- tro por sobre todas las cosas, reunía
mente cautivante de construir la sociedad las mejores cualidades para serlo:
no en torno a la Religión verdadera, sino autoridad moral, sabiduría, amante
a otra religión o filosofía (…), en la de- de la experiencia, pedagogía exqui-
mocracia, que no se entiende como régi- sita, método, estudiosidad, pacien-
men político sino como religión o filosofía» cia… e interés porque el discípulo
(Prólogo). aprenda.

A la luz de Meinvielle contra En la última parte, el A. se explaya


Maritain, quedan bien definidos el un poco más en la historia y cometi-
laicismo, el liberalismo y el progre- dos del INFIP que, en pocas pala-
sismo. Pero creo que lo mejor de bras, quería ser «la Universidad restau-
esta parte del libro es, por un lado, la radora de la inteligencia argentina que él
exposición suscinta de la doctrina (Soaje) predicaba, y de la patria que él so-
política del «segundo Maritain» en ñaba».
siete puntos (53-60); y, por otro, su
correspondiente crítica y refutación Un buen libro para un buen co-
en cuatro puntos (71-77). mienzo en el camino hacia una au-
téntica restauración nacional.
Finalmente, Guido Soaje
Ramos, «el maestro Guido», para el A. P. José Sylvester, IVE.
es el fundador propiamente dicho

182
RECENCIONES

JOSÉ D’ÁNGELO solamente no coincide plenamente


Mentirás Tus Muertos con los registros históricos que se
Falsedades y millones detrás del mito conservan, en muchos casos aporta-
de los 30.000 desaparecidos dos por el mismo Estado, sino que,
El Tatú Ediciones, Bella Vista 2015, a partir de tal «desfiguración de la
563 pp. historia»(p. 14), los organismos ofi-
ciales del Estado han puesto en mar-
El libro que hoy recensionamos cha «instrumentos legales, que habi-
fue publicado hace tres años. Su fin, litan las denominadas reparaciones
es dar a conocer (como lo indica su estableciendo los fundamentos y los
subtítulo) las falsedades que se es- mecanismos para resarcir moneta-
conden detrás de la versión oficial y riamente»(p. 13) a «las víctimas del
popular acerca de uno de los dramas accionar del Estado»(p. 22), con su-
más significativos de las últimas dé- mas económicas que seguramente
cadas en nuestro país, como es el sorprenderán a quien lea el libro.
caso de los desaparecidos durante los Dichas leyes, afirma el autor (y lo
años ‘70. trata en un análisis desapasionado)
«presentan serias inconsistencias ju-
En breves líneas, hay que decir que rídicas, […] discrecionalidades ad-
el primer mérito de esta obra con- ministrativas que permitieron una
siste en someter a un análisis ex- arbitrariedad mayúscula y una falta
haustivo «el número de los que se de transparencia que mancha, de un
consideraba desaparecidos, las cir- modo infame […] la historia de
cunstancias vividas en aquellos años aquellos años» (p. 23).
y hasta las propias políticas sobre de-
rechos humanos que se sucedieron El libro está dividido en varios ca-
en el tiempo» (p. 11); es decir, se pítulos titulados según los interro-
trata de una revisión histórica, que gantes principales que se le podrían
pretende dejar al descubierto el he- ocurrir a una persona que está em-
cho de que deliberadamente se pezando a interesarse por este fenó-
buscó «reemplazar a la realidad o, meno de nuestra historia (¿Represión
cuando menos, dar una versión in- ilegal?; ¿Quién los mató?; Los apareci-
teresada de lo ocurrido» (p. 13). dos; ¿Dónde están? ¿Quién los ocultó?;
etc.). En este sentido, resultan in-
Lo interesante para el lector será teresantísimas las historias que trae
descubrir que la versión oficial y po- en cada capítulo, redactadas de un
pular sobre los hechos de aquella modo atrayente, con un estilo nove-
«guerra»(como la llama el autor) no lado, más bien cercano a la literatura

183
DIÁLOGO 74

policial, para ejemplificar la res- En líneas generales, las pruebas


puesta a cada una de las preguntas que presenta están tomadas de los
con las que se titula cada capítulo. documentos oficiales del Ministerio
No es que los hechos se hayan suce- de Economía, facsímiles del
dido literalmente tal como se los re- Informe oficial de la CONDEP de
presenta, no es eso lo que busca; 1984, recortes periodísticos de di-
sino que se trata «simplemente [de] versos diarios (Clarín, Página 12, La
un formato que busca aportar el Nación, Perfil, La Tarde de Buenos
clima genuino de lo ocurrido y ser Aires…) y de diversos años, publica-
verosímil» (p. 14), con el fin de ciones de Facebook, revistas oficia-
«acercar los hechos, y sobre todo las les de los movimientos revoluciona-
personas que fueron protagonistas, a rios, el reporte anual del Equipo
la vista del lector» (p. 13). Argentino de Antropología Forense
(EAAF), informes de la Comisión
A modo de valoración personal, Argentina de Derechos Humanos,
creo que la riqueza fundamental de entre otros. Toma particular impor-
esta obra radica principalmente en tancia el Apéndice documental B al
las pruebas con las que fundamenta capítulo 1, que trae un listado de
la tesis en cada uno de los capítulos. 2.549 personas denunciadas como
Aun cuando quizá no falten quienes desaparecidas en el Informe de la
pretendieran objetar esta investiga- CONADEP de 1984, pero que, en
ción (lo cual, les adelanto, no sería el Informe de la Secretaría de
una tarea sencilla), es innegable que Derechos Humanos de 2006, ya no
el autor ha realizado una investiga- figuran más; ni como desaparecidas
ción bastante exhaustiva (sobre todo ni como muertas.
si tenemos en cuenta que de las 563
páginas que lo componen, la gran No se podría dejar de conceder al
mayoría son documentos). En este autor lo que le reconoce el Lic. Luis
sentido, cobra especial valor el testi- LaBraña en su prólogo, esto es, que
monio del licenciado Luis Labraña, se trata de un «trabajo audazmente
quien prologa el libro, «con concep- publicado en tiempos que no son los
ciones diferentes» (p. 10) a las del más propicios y en los que el espíritu
autor, afirmando que el número de acomodaticio y obsecuente reina por
los 30.000 desaparecidos no es real doquier» (p. 10).
(textualmente dice: «nadie me lo
puede discutir, porque fui yo quien Es bien cierto que las consecuen-
puso ese número en Holanda»). cias de la desfiguración de la historia
denunciada en las páginas del libro

184
RECENCIONES

«son siempre graves y dañan a todos identidad del alma rusa, problema al
los argentinos. Si estas páginas per- que intentaron responder los gran-
miten restañar en algo ese daño, ha- des autores rusos del siglo XIX, en-
brán cumplido de algún modo parte contrándose en general en una posi-
de su cometido» (p. 14). ción mesurada entre las dos corrien-
tes ya mencionadas, pues admi-
P. Roque Buezas, IVE. tiendo la necesidad de reformas su-
pieron por otra parte rescatar y valo-
rar las tradiciones y costumbres ru-
MARIANO FAZIO
sas.
De Moscú a San Petersburgo. Breve
Viaje por la literatura rusa.
Luego el A. hace una escueta pre-
Ed. Logos, Rosario 2016, 192 pp.
sentación histórica, para que sirva de
marco general donde ubicar a los
La intención del A. con esta obra es
grandes escritores rusos de los cua-
dar una sencilla, pero a la vez pro-
les hablará en los siguientes capítu-
funda presentación de la literatura
los. Narra así brevemente la historia
rusa, y sobre todo del siglo de oro de
de la Rus cristiana, comenzando con
la misma, es decir, del s. XIX.
el Bautismo de Vladimir, Duque de
Kiev, pasando por la historia de la
En el primer capítulo se presenta el
Dinastía Romanov, hasta el s. XIX.
problema de la identidad rusa, cuya
expresión geográfica son sus dos ca-
En los siguientes capítulos el A.
pitales: Moscú y San Petersburgo,
hace una breve presentación de al-
esta europea, moderna y aristocrá-
gunos escritores, entre ellos:
tica y aquella asiática, medieval y or-
Pushkin, Gogol, Turgenev,
todoxa. Y así entre quienes intenta-
Dostoievsky, Tolstoi y Chéjov.
ron dar respuesta al problema de la
Luego de dar una breve biografía de
identidad rusa encontramos dos
cada uno, analiza algunos temas fun-
tendencias: la occidentalista y la es-
damentales que aparecen en sus es-
lavófila. «¿Quién encarna la identidad
critos y algunas de sus obras más re-
rusa, Moscú o San Petersburgo? ¿Rusia
presentativas.
debe mirar al Occidente o debe afirmar las
tradiciones propias de sus humildes oríge-
En el epílogo el A. hace un breve
nes en torno al Ducado de Moscú, un
recuento de los temas centrales que
mundo prevalentemente rural, austero,
aparecen en la literatura rusa: de
permeado de una religiosidad mística?».
Pushkin la necesidad de seguir la
Este es, en síntesis, el problema de la
conciencia recta; de Gogol el sentido

185
DIÁLOGO 74

de la obra de arte, la dialéctica entre los hombres bajo una forma característica
lo universal y lo local, y la cultura del de un solo hombre o de un solo país».
trabajo y la corrupción; de Turgenev
la igual dignidad de la persona hu- Solo a modo de ejemplo queremos
mana y el conflicto generacional; de presentar dos de los temas analiza-
Dostoievski la alternativa radical: «o dos en la obra: el arte y la libertad.
se vive de cara a Dios, hasta llegar a la De Nikolai Gogol el A. presenta su
identificación con el Dios-Hombre, o se concepción del arte como parte de la
intenta sustituir a Dios con la creatura via pulchritudinis para llegar a Dios,
humana, que se yergue prometeicamente, rechazando la idea del «arte por el
pero también inútilmente»; de Tolstoi arte». En palabras del mismo Gogol
cómo la vida del hombre solo ad- «el arte permite al hombre trascender sus
quiere sentido si se entrega a los de- límites e intuir lo celestial y divino (…)
más y la fe en un Dios cercano que Una gran obra de arte será siempre más
«llena al alma de paz y que permite con- excelsa que todas las cosas mundanas por
templar la belleza de la creación y de la lo mismo que la quietud divina es más ex-
vida en un filial y confiado abandono a la celsa que la vanidad terrena (…) Es para
Providencia»; finalmente de Chéjov traer paz y consuelo a todos los seres vi-
cómo la esperanza trascendente se vientes que una gran obra de arte des-
vio transformada, a comienzos del s. ciende al mundo».
XX, en utopías sociales. Todos estos
temas tratados permiten al A. con- De Fiodor Dostoievski muestra
cluir afirmando que en el siglo de como todo en su obra gira en torno
oro de la literatura rusa se plantea- al misterio del hombre y su relación
ron muchas preguntas que con oca- con Dios, para lo cual penetra en la
sión de la búsqueda del alma rusa interioridad atormentada de sus per-
terminaron siendo la ocasión para el sonajes. Estos están muy bien carac-
planteamiento de problemas univer- terizados, psicológica y espiritual-
sales. Es por esto justamente que mente, pues cada uno de ellos en-
muchas de estas obras se convirtie- carna una idea. Llegando al fondo de
ron en clásicos, porque siendo pro- la naturaleza humana analiza el des-
fundamente rusas se abrieron a lo tino del hombre en libertad. Lo que
universal. En palabras de le interesa «es la tragedia del alma frente
Chesterton «El escritor inmortal es co- al uso de la libertad». Muestra como
múnmente el que realiza algo universal esta puede degenerar en arbitrarie-
bajo una forma particular. Quiero decir dad terminando por esclavizar y des-
que presenta lo que puede interesar a todos truir al hombre, pero también como
desde ahí el hombre puede tender a

186
RECENCIONES

Jesucristo, «única luz para intuir quién


es el hombre en realidad». Para demos-
trar esto el A. analiza las obras cen-
trales de Dostoievski: Crimen y
Castigo; El Idiota; Los Demonios y Los
hermanos Karamazov.

Finalmente, queremos destacar


que la obra posee un acertado y pro-
fundo análisis de los escritores rusos
y se hace patente, como dice el au-
tor, que «el libro es fruto de muchos años
de lectura paciente de los clásicos rusos».

Por todo esto es que recomenda-


mos su lectura no solo para quien
esté interesado en develar el miste-
rio del alma rusa, sino para quien
quiera profundizar más en el miste-
rio del hombre y aprovecharse de la
riqueza de esta literatura cuyos valo-
res «son eternos, porque como diría
Tolstoi, son naturales».

Sem. Andrés Ibáñez, IVE.

187
LA BASÍLICA DE SAN PEDRO EN ROMA

La restauración de la cúpula externa


de la Capilla Clementina
Ya nos hemos refe-
rido en las páginas de
este noticiario (fe-
brero de 2017) a la
restauración de la cú-
pula externa de la
Capilla Gregoriana,
una intervención pro-
gramada de sanea-
miento realizada en el
ámbito de las obras de
manutención de los
paramentos laterales
de piedra. Un trabajo
en continuidad con la
precedente restaura-
ción de los frentes la-
terales sur, oeste y
norte de la basílica
(2007-2017). Mien-
tras este trabajo tan
Vista de la Cúpula de la Capilla CLementína antes de la
comprometedor se restauración.
lleva a conclusión, la
Fabbrica di San Pietro ha iniciado la restauración de la cúpula externa
de la Capilla Clementina.

Similar en forma y dimensión a la precedente, tiene una superficie


de travertino de alrededor de 1345 metros cuadrados y se alza, desde

189
DIÁLOGO 74

el piso de la terraza meridional, por más de 30 metros: una altura co-


rrespondiente a la de un edificio de diez pisos.

Inmediatamente
después del verano
han comenzado los
trabajos para el mon-
taje del andamiaje
metálico «multidirec-
cional» para colocar-
los junto a los frentes
externos de la cúpula
de la Capilla
Clementina. El final
de los trabajos de res-
tauración de dicha
«cupulilla», incluido
el desmontaje del an-
damio, está previsto,
si no hay contratiem-
pos, para finales del
mes de diciembre de
2018.

La cúpula de la Preparación del andamio metálico alrededor de la Cúpula de


Capilla Clementina la Capilla Clementína.
fue realizada por el ar-
quitecto Giacomo della Porta (1532-1602), luego de la cúpula de la
Capilla Gregoriana. Una estampa de 1588, grabada por Natale
Bonifacio de Sebenico, muestra la construcción del tambor. Sin em-
bargo, la cúpula de la Clementina (puesta como protección de la cú-
pula interna) fue realizada recién a finales de 1593. En efecto los do-
cumentos de la Fabbrica di San Pietro registran los pagos para los es-
cultores: Giulio Cioli talló las impostas de los capiteles y cinco festo-
nes del ático (los otros tres fueron comisionados a Girolamo De

190
LA BASÍLICA DE SAN PEDRO EN ROMA

Rossi); Vincenzo Topi esculpió otros capiteles en 1594 y, luego del


verano de 1595, fueron ejecutadas las nervaduras de travertino del cas-
quillo. En enero de 1596 se trabajó en la linternilla, ultimada en el mes
de abril con un doble orden de candelabros, como se había hecho para
la cúpula grande y con la pala de bronce coronada por la cruz, dorada
ya antes de octubre del mismo año.

Estampa de Natale Bonifacio da Sabenico.

Traducido por Diác. Andrés Torres, IVE.

191
La Anunciación de Luca Giordano

Hna. Lic. María de Jesús Sacramentado, SSVM.

La anunciación que presenta nuestra revista Diálogo fue realizada


por el pintor italiano Luca Giordano, nacido en Nápoles en 1634.

Luca Giordano pertenece al estilo barroco. Aprendió desde pe-


queño junto a su padre, quien también era pintor, Antonio Giordano;
pero sobre todo su maestro fue José Ribera.

Ribera, llamado «lo Spagnoletto», es uno de los más destacados pin-


tores del barroco español, aunque desarrolló su obra en Italia. Admi-
rando el estilo de Caravaggio, decidió ir tras sus huellas, y en Roma
conoció sus obras. Más tarde trasladándose a Nápoles permanecerá
hasta su muerte, ya que en ese entonces pertenecía a la corona espa-
ñola, siendo un lugar apropiado para los artistas protegidos por gran-
des mecenas.

Así su maestro Ribera se convirtió en uno de los más grandes se-


guidores del tenebrismo de Caravaggio. Formo en Nápoles su escuela
artística, de la cual varios de sus alumnos se destacarían más tarde,
como por ejemplo Giovanni Lanfranco.

Luca Giordano, desde pequeño aprendió a su lado el arte de pintar


los claros oscuros del barroco, forjándose entre ambos una gran amis-
tad. Conoció además otros artistas del renacimiento como Rafael y del
barroco como Rubens, en sus numerosos viajes por Roma y Venecia.
En su estadía en Roma, cuando contaba con 16 años, colaboró junto
al artista Pietro de Cortona.

A su regreso en el 1652 fallece su maestro en Nápoles, siendo se-


pultado en la iglesia de Santa María del Parto.

193
DIÁLOGO 74

194
NUESTRA TAPA

Luca Giordano se caracterizó por ser muy rápido en realizar sus


obras, por eso son numerosísimas las que pudo producir a lo largo de
su vida, siendo poseedor de una fecunda imaginación y capacidad
creativa.

A los 20 años ya recibió sus primeros encargos para la basílica de


San Pedro en Nápoles, y a partir de ahí su prestigio creció. Fue invi-
tado a trabajar de diversas iglesias italianas e incluso españolas.

Trabajó en Montecassino, Venecia, donde se vio influenciado por


los pintores del barroco veneciano como Tiziano y el Veronese. A par-
tir de aquí vemos un cambio en su estilo, apartándose progresivamente
del naturalismo riberiano hacia creaciones más dinámicas y coloridas,
con pinceladas más ágiles y sueltas

Marchó hacia Florencia donde pintó frescos para las familias


Corsini, Medici, utilizando figuras alegóricas, mitológicas.

Debido a su actividad incesante en frescos para monasterios e igle-


sias, fue invitado desde España por el rey Carlos II para embellecer
el Real Monasterio de El Escorial con escenas históricas y alegóricas.
Allí permanecerá una década (1692-1702) dedicándose a esta gran obra
donde dejó en evidencia su dominio sobre la técnica del fresco, para
terminar luego en Madrid, Segovia, Toledo.

El encargo era muy grande, que se trataba de 122 pinturas históri-


cas, mitológicas y religiosas. Concluyó con la mayoría; pero no todo.
Luca era consciente de la importancia del encargo que la corona le ha-
cía por eso se preocupó de hasta el mínimo detalle.

A la muerte del rey Carlos II regresó a su tierra natal, habiendo


acumulado una gran fortuna. Continuó su actividad en Nápoles al-
canzando la cima de su celebridad con la Historia de Judith para la car-
tuja.

195
DIÁLOGO 74

Falleció en Nápoles en 1705. Su cuerpo permanece en un altar la-


teral de la Iglesia de Santa Brígida. Muere siendo Hermano Lego de la
orden de clérigos regulares «Matris Dei».

Esta anunciación es de su periodo anterior a su estadía en España,


es del 1672. Se encuentra en el museo metropolitano de arte de Nueva
York. Es un óleo sobre lienzo de unos 236,5 x 169,9 cm.

Giordano pensaba muy bien sus obras, usaba colores refinados y


una extensa gama cromática, ocupándose de cada detalle, estudiándo-
los muy bien, era un gran conocedor de los temas mitológicos, propio
de su marcado espíritu clasicista que adquirió en Roma

Dentro de sus obras la figura de la Virgen tuvo un papel importante


sobre todo Las Inmaculadas, tema muy destacado en el barroco mo-
vido por el espíritu de la reforma católica.

Pasemos ahora a describir la iconografía de esta anunciación.

196
NUESTRA TAPA

Contemplamos primero la apari-


ción del ángel, ya que su figura nos in-
troduce en la escena. Fue enviado el án-
gel Gabriel…y entrando, le dijo: alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo1. La
figura del ángel se encuentra suspen-
dida en alto. Nuestro artista, no pocas
veces, emplea en sus cuadros las figu-
ras en escorzo, o volando entre nubes
y cielos abiertos, vistas desde abajo y
envueltas en gran movimiento, pro-
pio del barroco.

El ángel Gabriel con gran elegan-


cia, mientras parece avanzar con su
pierna derecha, se gira hacia la Virgen con quien dialoga. Señalándole
la figura del Espíritu Santo, le presenta delicadamente un ramo de tres
lirios blancos con sus capullos cerrados: El Espíritu Santo vendrá sobre ti
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra2, parece explicarle el modo
de la encarnación permaneciendo intacta su virginidad como la blan-
cura de estos lirios. Te cubrirá con su sombra porque sin duda este hecho es
un misterio; el modo con que concebirás del Espíritu Santo a Cristo, lo encubrirá
y ocultará en su secretísimo consejo haciendo sombra, de tal suerte, que solo será
conocido de Él y de ti3. Se trata de un anuncio ya que el ángel está de pie
y no de rodillas ante Nuestra Señora.

Giordano parece haber volcado su paleta sobre la clásica vestimenta


del mensajero, blanco en la túnica con pinceladas azules, rojo y blanco
en las finas perlas que la adornan, amarillo dorado en la cinta con la
que va ceñido, simbolizando el color de la inspiración divina; y un

1
Lc 1,28.
2
Lc 1,35.
3
SAN BERNARDO, Grandezas de María, ed. Acción, 1985, 139.

197
DIÁLOGO 74

intenso color violáceo con tonos rojizos en el amplio manto. También


llama la atención el delicado calzado que lleva de áureas sandalias ro-
manas con incrustaciones de perlas. Tampoco dejó de derramar ama-
rillo y azul en sus grises alas, como destellos o reflejos del cielo en
ellas.

Fue enviado a una virgen despo-


sada con un hombre llamado José, de
la casa de David, el nombre de la vir-
gen era María4. Si estudiamos las
obras de Giordano, veremos
como la figura de María aparece
revestida de igual manera, con
rasgos similares, como contem-
plamos en esta anunciación, en
sus inmaculadas o asunciones.
Esta Virgen respetable, admira-
ble, es ataviada con el vestido
blanco de la pureza, adorno que
cubre su cuerpo y su alma, y en-
vuelta en un manto de un azul
profundo, color de su humildad,
«santa en el cuerpo, recibió el don de
la virginidad; para que fuese también santa en el alma, recibió el don de la hu-
mildad»5. Estas dos virtudes resplandecen en ella como piedras precio-
sas, «hermosa mezcla la virginidad y la humildad; no poco agradable debe ser a
Dios aquella alma en quien la humildad engrandece a la virginidad y la virgi-
nidad adorna a la humildad ¿De cuanta veneración te parece será digna aquella,

4
Lc 1,28.
5
SAN BERNARDO, Grandezas de María, ed. Acción, 1985, 75.

198
NUESTRA TAPA

cuya humildad engrandece la fecundidad y cuyo alumbramiento consagra la vir-


ginidad?»6

Debajo de su manto luce una túnica de un rojo bermellón tan in-


tenso y encendido que hace avanzar la figura de María hacia el espec-
tador, imponiéndose a la del ángel. Simboliza su corazón encendido
por el fuego de la caridad, «cuanto más puro estuviere un corazón y más vacío
de sí, más lleno estará del amor de Dios. Pues como la Virgen Nuestra Señora
fue tan humilde y desprendida de sí misma, la llenó plenamente el amor divino,
habiendo amado a Dios más que todos los hombres y todos los ángeles»7.

En las figuras que Giordano hace de María, aparecen tocadas con


sencillos adornos de trenzas o recogidos bajo un transparente velo,
unas veces enrollado como turbante, otras a modo de manto como en
esta anunciación. Con pinceladas muy sueltas de amarillo ocre, intenta
asemejarse al dorado, representando la luz de la fe, la inspiración di-
vina. Mientras el ángel la instruye, la consuela en sus temores, la for-
talece en sus dudas, su interior es iluminado por Dios.

Fue enviado el ángel Gabriel… a una ciudad de Galilea llamada Nazaret.8


El escenario de la anunciación se despliega en la intimidad del casto
aposento de María, formado por sus muros grises oscuros y marrones.
En este secreto lugar, escondida a los ojos de todos, Nuestra Señora
en presencia del Altísimo, reza y medita la palabra de Dios.

En el pie del púlpito se puede leer la firma del autor y la fecha de


la obra. Del otro lado, y equilibrando el pesado velo que sostienen los
ángeles, encontramos un banco labrado con volutas y figura de león,
un almohadón, un manto muy colorido con tonos blancos, ocres, ro-

6
SAN BERNARDO, Grandezas de María, ed. Acción, 1985, 63.
7
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Las Glorias de María, Apostolado de la Prensa,
1930, 388.
8
Lc 1,26.

199
DIÁLOGO 74

jizos y verdes, representando sus virtudes mientras a sus pies descan-


san las labores de Nuestra Señora que estaba hilando, símbolo de su
pureza inmaculada.

Dos angelitos se encuentran junto a la pesada tienda o velo que hay


en el fondo, de color azul verdoso. Uno la sostiene, el otro devota-
mente junta sus manos, ambos son testigos de un gran anuncio. La
tienda es un tema que nos remite a la idea del misterio. Lo que antes
estaba oculto a los ojos de los hombres, lo que fue anunciado por los
profetas, ahora es desvelado, quitándose el velo da paso a la verdad
manifestada claramente. Este velo está del lado de María y de las
Escrituras, pues ellas contienen el misterio del anuncio de la
Encarnación cumplido en la Virgen Madre.

La iluminación del cuadro pareciera venir más bien desde la iz-


quierda y no tanto de la figura del Espíritu Santo, como si viniese
desde una ventana por la cual entró el mensajero, o aún de más arriba,
queriendo señalar así la Gloria del Padre Eterno quien envía al Espíritu
Santo y a su mensajero para la encarnación de su Hijo.

Un elemento predominante del barroco es el movimiento, indi-


cado en esta escena por diversos detalles como la ondulante vestimenta
del ángel; su postura agitada y suspendida desde la que se vuelve hacia
Nuestra Señora; el delicado movimiento de ella, quien también se gira
mientras su rostro se dirige hacia lo alto; también colaboran a dar mo-
vimiento las diagonales del cuadro, ya que las horizontales nos dan
sensación de quietud, equilibrio. En esta anunciación aparecen tres
diagonales paralelas: la indicada por el cuerpo del ángel y de la Virgen
María, el contorno del manto sostenido por los angelitos, y la línea de
la perspectiva marcada por las paredes, rompiendo esa dirección hacia
el lado contrario la diagonal manifestada por el ramo de lirios del án-
gel, así como el movimiento de la pierna de Nuestra Señora y de su
brazo estirado.

200
NUESTRA TAPA

La virgen prudentísima tenía inclinado su oído y su corazón a la


enseñanza de Dios escrita en el libro que está sobre el púlpito de ma-
dera, mientras irrumpe en su habitación el cielo, llenándose de nubes
y de una luz dorada. En este destello de gloria tenuemente se vislum-
bra la figura del Espíritu Santo que la hará fecunda. Con todo eso hay en
María otra cosa mayor de que admirarte, es la fecundidad junta con la virgini-
dad. Jamás se oyó en todos los tiempos que mujer alguna fuese madre y virgen al
mismo tiempo. Y si consideras también de quien es Madre, ¿A dónde llegará tu
admiración sobre su grandísima excelencia?9

Madre de Dios y Virgen intacta, madre nuestra, ruega por nosotros.

9
SAN BERNARDO, Grandezas de María, ed. Acción, 1985, 66.

201
Se terminó de imprimir esta edición de
REVISTA DIÁLOGO N° 74
3 de diciembre de 2018,
Memoria de San Francisco Javier
Patrono de la Misiones
La Imprenta YA SRL
Alférez Hipólito Bouchard 4381
Buenos Aires, Argentina

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