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PRINCIPE OSCURO

MARCIA DM
ÍNDICE

Sin título
Introducción
PRIMERA PARTE

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Segunda Parte
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
TERCERA PARTE
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
CUARTA PARTE
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
QUINTA PARTE
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Epílogo

Agradecimientos
Otras Obras de Marcia DM
Resiliencia Adelanto
Resiliencia Adelanto
Resiliencia Adelanto
SIN TÍTULO

Principe
Oscuro.
Marcia DM.
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artículos críticos y revisiones este libro es una obra de ficción. Los nombres,
personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor, son
usados de manera ficticia y no debe ser interpretado como real. Cualquier
parecido con hechos reales, lugares, organizaciones o personas vivas o muertas,
es pura coincidencia.

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INTRODUCCIÓN

1587
Walpurga Hauss.
Mujer.
Viuda.
Madre.
Pobre.
Y el caso más famoso de brujas en la historia de Alemania.
No por las torturas incesantes, no por su carácter fuerte y
decidido, su caso hacía eco por los pueblos por haber
realmente confesado su práctica pagana. Aquel amor
prohibido por el que vive bajo tierra que llevó a la hoguera a
tantas mujeres.
Walpurga gritaba su confesión a los siete vientos mientras
arrastraban su cuerpo por diferentes estaciones de tortura.
En la primera parada, ella confesó haber conocido a un
demonio llamado Federlin y haber tenido relaciones sexuales
con él, y como consecuencia, la iglesia rasgó su seno derecho
y su brazo izquierdo.
En la segunda, ella reveló haber firmado un pacto con el
diablo, entregándose a él y a cambio, él le prometió una vida
sin pobreza y protección para su hija, en esa estación el
obispo lastimó su seno izquierdo.
En la tercera estación manifestó haber asesinado a
cuarenta niños no bautizados, su castigo fue su mano
derecha.
En la cuarta parada dijo haber utilizado la sangre y los
huesos para rituales de brujería, por ello cortaron su brazo
derecho.
Finalmente, en la quinta parada, la ataron a un poste de
madera y le prendieron fuego delante de todo el pueblo.
Algunos dijeron que ella sonreía en paz, mientras miraba la
torre más alta de los sacerdotes, otros dijeron que gritaba el
nombre de “Eleanor” sin control.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1

H endrix

H UELO SU PERFUME a miles de kilómetros de distancia, una


mezcla de lavanda y azúcar.
Siento su agotamiento físico, su desesperación.
Escucho su deseo de muerte, el pedido de ayuda.
Degusto las ganas que ese cuerpo tiene por renunciar a la
vida, que, por cierto, cuelga de un hilo.
De toda esa lista, solo una cosa me importa y eso es lo que
me beneficie a mí. Todos saben que siempre busco la
excelencia, siempre y ese olor simplemente lo es.
Es perfecto. Es puro.
Me desvío de mi camino, el sendero de su perfume me
lleva arriba, muy arriba, allí, a la torre de los sacerdotes.
Pobres malditos viejos, creyendo sus propias mentiras,
cultivando una cultura de odio y, sobre todo, lavando
cerebros por todo el continente europeo.
Si vieran entrar a un vampiro por la ventana
probablemente se clavarían la cruz en el pecho con tal de
estar protegidos, pero los dos sabemos que eso es una gran y
gorda mentira, esa cruz es solo un pedazo de madera, nada
que pueda lastimar mi cuerpo o ponerlo en riesgo.
¿Qué le ocurre al hombre que necesita creer en cuentos de
hadas? Su vida es tan aburrida y limitada que necesitan de
esto para continuar, necesitan algo insignificante sin base y
fundamento, como un trébol de cuatro hojas, una pata de
conejo o una herradura. Pero hey, los entiendo, si mi vida
fuera así de corta, yo también haría lo posible para buscar
respuestas, para preguntas como, ¿Por qué estamos aquí?
¿Hacia dónde demonios vamos?
Bla. Bla. Bla.
Agh, son la raza más absurda que conozco y nosotros sí
que tenemos cosas raras, pero para estos seres…no
encuentro explicación alguna.
Por ejemplo, ¿Por qué siempre tienden a elegir entre
blanco y negro? No creen en los miles de tonos que existen
en el medio, nada es absolutamente diabólico y nada es
totalmente celestial.
Este sacerdote frente a mi es un claro modelo de lo que
sería mitad diabólico y mitad estúpido.
Me detengo en la ventana y espío para verlo. Infinidad de
capas de las ropas más caras del continente, cruz de oro en el
cuello, el poder, la perversión, sí, definitivamente estoy en la
torre de los sacerdotes. Sus manos están dentro de sus largas
mangas, su cabello prácticamente no existe, solo tiene una
franja blanca de oreja a oreja. Va recitando en voz alta
palabras creadas por el ser humano, dirigidas a un ser
vanidoso instaurado en el cielo por el mismísimo hombre. O
sea, que el hombre se habla y ruega a sí mismo todo el
tiempo.
Pobres idiotas.
El viejo camina por un oscuro corredor, muy rápido, muy
ansioso y sé a dónde se dirige, hacia donde esta ese olor.
Lo que vengo a buscar, a reclamar.
Mi cuerpo lo acompaña de ventana a ventana, obviamente
el sacerdote nunca miraría hacia donde estoy yo, porque
ningún ser humano podría llegar tan alto.
Pero yo no soy un ser humano, ¿o no?
Me adelanto algunos metros, primero porque el pobre
viejo no camina tan rápido como yo quisiera, al menos no a
lo que estoy acostumbrado, segundo porque realmente
necesito saber que es ese perfume tan delicioso, tan pulcro.
La torre que me interesa tiene barrotes en sus ventanas,
no tiene vidrio como las otras habitaciones. ¿Quién puede
sobrevivir a esta torre? El frío es cruel en esta época del año y
a estas alturas aún más.
Lo que sea que esté ahí dentro, realmente está pasando un
mal momento.
Levanto mis piernas y entro al duro y oscuro calabozo. El
olor es mucho más fuerte y satura mi olfato, ahora que estoy
más cerca, escucho los gemidos y el ruido que hacen sus
dientes cuando rechinan. No necesito luz para ver, pero por
alguna razón, camino hacia la antorcha más cercana y la
enciendo.
El cuarto se ilumina con una luz anaranjada vibrante e
intranquila.
Como ella.
Encadenada a una pared que en algún momento fue
dorada, colgando cómo el mismísimo Jesús en la cruz. Luce
como un cuadro de Giotto, bello y perturbador a la vez.
Su cuerpo está desnudo y arruinado.
Las marcas de los látigos aún están frescas sobre su
estómago y su pecho, pero no es lo que más me indigna, lo
que más me altera es la sangre seca que chorrea entre sus
piernas.
Mi rostro está indiferente ante esta imagen, años de
práctica escondiendo mis emociones. Mi cuerpo está
completamente inmóvil, pero por dentro…por dentro me
encuentro horrorizado por la aterradora escena.
Ya sé qué es esto.
La caza de brujas.
Lutero, ese maldito fraile, había hecho de un cuento (que
al principio parecía inocente), un show lleno de sangre
inocente y un fuego verdugo, ¿pero esto?, esto me enferma el
estómago.
Ella intenta levantar la cabeza para ver quién ilumina la
celda, pero está tan débil que no tiene fuerzas ni para eso,
sus ojos están hinchados y negros, su cabello enmarañado,
su cuerpo tiembla. Palabras sin sentido intentan salir desde
unos labios terriblemente secos y partidos.
La puerta comienza hacer ruido, el viejo llegó y ella lo
sabe, por eso comienza a agitarse. Como un animal en
peligro, reconoce los sonidos exactos que van a traerle
tormento a su pequeño cuerpo, sus palpitaciones se aceleran,
su respiración corre tan rápido por sus pulmones como el
viento que azota su rostro.
Sabe quién viene, el diablo en persona, el causante de este
martirio.
Quiero matarlo, maldición, no, quiero separar las
extremidades de su cuerpo por hacerle algo así a una
pequeña infanta.
La iglesia pierde poder con el paso del tiempo y eso altera
a los “pequeños hijos de Dios” como cuando le quitas un
juguete a un niño, se volvieron caprichosos e inestables, cada
día matan más mujeres, en el nombre de “Dios” y el
“Diablo” señalándolas y llamándolas “Hexe”, brujas, como si
algo de todo su mundo fantasioso fuese verdad, y esto que
tengo delante de mí, probablemente sea un caso más.
Pero de alguna manera, esto no es un caso más para mí,
¿o no?, sino estaría saliendo por la ventana en este momento.
Apuro mis pies para llegar a ella, el viejo nunca sería tan
rápido como yo. Destrozo las cadenas que la aprisionan a la
pared y en cuanto su cuerpo deja de estar unido a el metal,
cae sobre mí sin vida y aunque logro atraparla en el aire, sé
que el dolor se extiende por todo su pequeño cuerpo, su pena
es tan fuerte que ni fuerzas tiene para gemir, pero la pena no
es física, la pena no está en ningún lugar, la maldita yace en
el corazón. Cuando la cargo sobre mis hombros el sacerdote
entra al frío y olvidado lugar.
– ¿Quién anda ahí? ¡¿Quién es usted?! –grita con su voz
de humano viejo y enfermo.
Volteo lentamente con una sonrisa siniestra, él sabe quién
soy, sabe que soy y sabe que no puede hacer nada para
detenerme.
A pesar de lo que la gente cree, la iglesia es consciente de
nuestra existencia, solo que pretenden no saberlo, ¿sino
como seguirían con la mentira, con la manipulación?
El viejo cae de rodillas al suelo sucio y comienza a
murmurar palabras a su señor.
– ¡No puedes intervenir! –me recuerda. – ¡No puedes
entrar a la casa del señor!
Río.
– Dime algo sacerdote… ¿tu señor dijo que era tu trabajo
torturar infantas? ¿Acaso él dijo que tenías que violarla?
¿Matarla? ¿Prenderla fuego en la plaza del pueblo?
Busca palabras en su diminuto cerebro, pero nada viene,
no, cuando tu vida está en riesgo no hay Dios que ayude, ni
hay un Dios que valga la pena defender.
– ¡Ella debe pagar por sus pecados! ¡Nunca lo entenderás
porque un monstruo como tú es el mismísimo hijo del
demonio! ¡Un trabajo del diablo!
Río otra vez.
– Eres un viejo perverso sacerdote, esa es la verdad.
Déjame decirte algo, voy a llevármela y tú vas a decir que
escapó, no me importan los detalles, si quieres salir vivo de
esto haz lo que te digo. –Doy un paso al frente y siento como
el cuerpo de la niña tirita sobre mí, así que la bajo al suelo de
piedra y la cubro con mis pieles de zorro, pero no me voy del
lugar, no sin antes regalarle una amenaza– Corre viejo,
antes que despegue la cabeza de tu cuerpo.
Se levanta y corre lejos de mí, hacia la puerta, pero antes
de irse grita.
– ¡Rompiste las reglas vampiro! ¡Esto tendrá
consecuencias para los de tu calaña! –Y se larga de mi vista.
CAPÍTULO 2

H endrix

–¡P RÍNCIPE ! –exclama un soldado confundido cuando pateo la


puerta para ingresar a nuestro hospital.
– Llama al doctor Solís. –grito sobre mi hombro, camino
rápidamente a la sala de emergencias que, por alguna razón
desconocida, sé dónde está. El resto del personal se quita de
mi camino y hacen una reverencia ante mí, no sin espiar a la
niña humana que tengo entre mis brazos primero.
Antes de ingresar a la sala, encuentro a las enfermeras ya
listas para recibirme, una de ellas indica con su mano donde
dejar a la niña. En cuanto la acuesto en una plancha de acero
fría, el doctor Solís ingresa a la habitación con un rostro
desconcertado.
– Mi señor. –saluda con una reverencia exagerada, como
odio el protocolo.
– No estoy seguro que le paso aún, pero sé que fue
duramente torturada, necesito que la ayude. –las enfermeras
comienzan a mover instrumentos mientras él les da órdenes.
La niña tiene un color extrañamente pálido para un
humano, algo entre purpura y verde, su respiración es
apenas perceptible, sus palpitaciones bajas y pausadas.
No va a lograrlo, llegué demasiado tarde.
– Príncipe, nosotros nos encargamos a partir de ahora. –
Una enfermera me indica la puerta, pidiendo con todo el
respeto que puede, que me vaya.
– Pero… ¿va a estar bien?
– Vamos a hacer todo lo posible. –las enfermeras se
colocaron todas a su alrededor, bloqueándome la vista, pero
una de ellas, por buscar un instrumento se mueve de su
lugar, dejando un pequeño espacio para que pueda ver, y
maldición, no me gusta ver lo que ocurre allí. La enfermera
apoya su mano sobre mí brazo con mucho cuidado y presiona
solo un poco para que deje de ver.
– Esperaré afuera…–susurro mientras miro por sobre el
hombro de la enfermera.
Cuando salgo al corredor, el resto del personal está listo
para servirme, yo solo quiero que me dejen solo.
– Príncipe, puede esperar en su sala. –Indica una hembra
temerosa y tímida.
– Prefiero quedarme aquí, quiero ser el primero en saber
qué ocurre allí dentro.
– Muy bien…–Hace de cuenta que no le molesta mi
decisión, mientras indica con la mano al resto que se
esfumen de mi vista.
Me apoyo sobre la pared y dejo caer mi cabeza.
¿Hice bien en rescatarla?
Sus heridas son violentas y horrendas, claramente fue
violada reiteradas veces por vaya a saber qué cantidad de
hombres, es imposible no tener dudas ahora, en el momento
se sintió lo correcto, se sintió…oh, a quién estoy engañando,
solo fui por ella por su olor. Había algo en su olor que hizo
que me quedara.
¿Rescate a una humana? Si.
¿Lo hice porque soy un buen samaritano? No.
D OS HORAS DE ESPERA .
Y yo sigo en la misma maldita posición.
Los olores que salen de ese quirófano me confunden, ya
no puedo localizarla entre todo ese gentío, químicos y
sangre. Pero puedo escuchar su débil corazón luchar por salir
adelante.
Finalmente, el doctor sale del quirófano y se sorprende al
verme allí, comienza la reverencia, pero lo detengo a mitad
de camino, sujetándolo del brazo fuertemente.
Me estoy hartando.
– ¿Cómo está?
– Bien mi señor, para ser humana tiene mucha
resistencia, no puedo creer que haya sobrevivido a algo así. –
Mira hacia ambos lados del corredor y me señala el camino
hacia su oficina, cuando ingresamos cierra la puerta detrás
de él. – Mi señor, si fue usted el causante de esto…
– ¡¿Qué?! ¡No! ¿¡Cómo te atreves a pensar que fui yo!? Fue
un maldito sacerdote, la tenía encadenada en su torre.
– Discúlpeme, pero necesitaba saber con qué situación me
encontraba. Dígame cómo quiere proceder.
– ¿A qué te refieres?
– Es una humana señor, una infanta, no podemos tenerla
aquí por mucho tiempo, espere… ¿dijo sacerdote? Oh no…
– Sí, “Oh no” es lo más acertado para decir y lo más
custodiado, no puede salir esa información de este cuarto
Solís o mi padre nos matará a todos.
Los vampiros tenemos un acuerdo ancestral con la iglesia
luego de millones de batallas.
Nosotros vivimos en nuestro mundo, tenemos nuestras
leyes, nuestros territorios y sociedades, ah y por supuesto,
nuestro reino, y ellos viven en su mundo de fantasía, nadie
interviene con nadie, ese es el pacto.
Yo soy parte de ese reino, tengo poder por sobre los
demás vampiros solo por la sangre que corre dentro de mí, a
veces puedo salirme con la mía, pero esta vez traspasé
cualquier límite conocido.
– El sol está por salir, cuídala, vendré mañana a hablar
con ella y tomaré una decisión a partir de allí.
– Mi señor. –Vuelve a inclinarse y por dios estoy a punto
de golpearlo.
Salgo del hospital y vuelvo a mi hogar, a el castillo donde
vive la familia real, no tan lejos del pueblo, bueno, no al
menos en distancias que eran normales para nosotros.
Acostado en mi cama, mis brazos están cruzados por
detrás de mi cabeza y mi conciencia vibra intranquila.
¿Por qué tenían a esa niña allí?
¿Por qué no la quemaron como al resto de las llamadas
“Brujas”?
¿Tendrá familia?
Millones de preguntas me atormentan mientras la
ansiedad crece dentro de mí.
Golpean la puerta y uno de los sirvientes entra para cerrar
las cortinas.
Aparentemente eso es algo que tampoco tengo que hacer.
Ser príncipe apesta, aunque mi padre es un rey justo y mi
madre una reina cálida, ser hijo de la familia más importante
de la comunidad a veces es agotador.
“Tienes que dar el ejemplo” dice mi padre cada vez que
puede.
Pero ¿cómo decirle eso a un adolescente? Bueno, dicen
que los vampiros somos eternos adolescentes.
En nuestra raza, el crecimiento del cuerpo se detiene a lo
que los humanos asumirían unos treinta años o por ahí. Allí
fuera, los humanos nos imaginaban como seres rastreros,
oscuros y malignos, pero la realidad es que somos iguales a
ellos, excepto por algunas cosas…
Como el alimento, la fuerza, la sabiduría, ah, y la
tecnología.
Nosotros ya vivimos la historia y la vemos repetir
constantemente cada siglo es lo mismo, nos aburrimos de
todo lo que ocurre. Cuando tienes muchos años por vivir,
todo se vuelve predecible, todo es mecánico y repetitivo.
Por esa razón decidimos aislarnos del mundo, solo
nosotros sabemos lo que somos capaces de hacer cuando
estamos aburridos, cosas terroríficas como…
…Rescatar a una niña humana…
Largo una gran bocanada de aire y vuelvo a la niña y la
curiosidad que me da su vida.
No veo la hora de volver a ella.
CAPÍTULO 3

H endrix

A ÚN PUEDO VER el cielo anaranjado mientras espío por la


cortina, eso significa que solo falta una hora para poder salir
del castillo. Hace años que no siento esta ansiedad por ir a
ver a alguien, hace años que no siento nada en absoluto.
Después de lo que me había parecido un día de luz eterno
y lleno de cambios internos, cuando llego al hospital parece
que todo sigue igual, silencioso y lleno de empleados.
A lo que nosotros llamamos hospital, no es más que una
gran entidad donde se tratan acontecimientos como
nacimientos y se lidia con otros no tan bonitos, los vampiros
tenemos nuestras debilidades, somos inmortales, pero no
invencibles, especialmente si despegan la cabeza de nuestro
cuerpo.
Nuestra tecnología es bastante avanzada para la época,
nosotros ya hacemos uso de la medicina para beneficio
propio, algo que los humanos llaman “magia” y sabemos
que, en pocos años, ellos probablemente nos alcancen, es
solo cuestión de esperar y ver.
Y los vampiros tenemos tiempo…
Y dinero.
– Príncipe –saluda la misma enfermera de anoche. –Ella
se encuentra mucho mejor y…
– Llévame a ella…–interrumpo, mirando la puerta donde
sé que está detrás, siento su olor, escucho su corazón, ahora
más alegre, vivo. Sin nada más que agregar, la enfermera
camina hacia donde sé que va a ir y cuando abre la puerta, mi
nariz se satura con el perfume de esta humana, lavanda y
azúcar. Colmo mis sentidos por unos momentos, aspirando
profundamente.
Amo este perfume.
– Niña, tienes visitas. –La enfermera se aparta de mi
camino y cierra la puerta detrás de mí. Un par de velas
iluminan el cuarto de piedra. Ella se encuentra en una cama
de madera, con un pijama antiguo que le queda inmenso y
unos ojos aún hinchados y oscuros, aterrorizados, todavía no
puedo distinguir de qué color son.
– Hola…–Intento usar el tono más amable que me sale,
pero sé que mi voz cambió a través de los años, mi padre dice
que tengo una de las voces más penetrantes que ha
escuchado en su vida, lo cual, en el mundo de los vampiros es
algo bueno.
–H-hola…–susurra, la voz de ella es aguda, tímida y
sumamente adorable.
Camino unos pasos más cerca, las capas y capas de pieles
sobre mis hombros, hacen mi tamaño más grande, sumado a
mis dos metros, supongo que debo parecer un gigante para
ella.
– ¿Cómo te sientes?
– Bien. –Comienza a jugar con sus dedos, sus uñas aún
tienen suciedad. –¿Tú eres el que me sacó de allí?
– Si…–digo ansioso, no sé si le he hecho un favor o no,
aún estoy esperando sacarme la duda.
– Gracias.
Qué alivio.
– No hay de qué. –Ya más tranquilo, doy un paso más y
ella me observa como un ciervo asustado. –¿Puedo
preguntarte por qué estabas allí?
– Porque estoy poseída, ellos estaban curándome.
¿Qué demonios?
– ¿Poseída? ¿Por quién?
– El diablo, claro. –Lo dice como si fuera una obviedad, si
tan solo supiera la verdad.
– Niña el diablo no existe, a ti no te posee nadie, solo
caíste en manos de un perverso.
– Eso no fue lo que dijo, dijo que iba a curarme, como
curó a mi madre.
– ¿Y dónde está ella? Tu madre…
– Dónde están las personas curadas, en el cielo.
Oh…maldición.
– ¿Y tu padre? –Ella levanta los hombros, sin saber que
contestarme. – ¿Tienes algún familiar a donde te pueda
llevar?
Mueve la cabeza negativamente.
– ¿Cuántos años tienes?
– Catorce. –Wow, parecía mucho más, no se mucho sobre
niños humanos, pero ella habla como una adulta.
– ¿Y cómo te llamas?
– Eleanor, y ¿tú? –su falta de respeto es refrescante,
luego de tanto protocolo, se siente increíble escuchar a
alguien hablarme así, como una brisa de verano o un manto
caliente en invierno.
– Hendrix. –doy un paso más cerca, a medida que me
acerco puedo ver más heridas sobre su piel. – ¿Hace mucho
que estabas encerrada allí?
– Desde que mi mamá se fue, intenté contar los días, pero
me aburrí en el número cincuenta.
– ¿Cómo se llamaba tu madre?
– Walpurga.
Demonios, Walpurga Hauss fue una mujer acusada de
brujería, había escuchado de ella porque había confesado una
locura, como dormir con el mismísimo diablo. Pero eso había
sido meses atrás, eso significa que Eleanor estuvo en manos
de esos psicópatas por mucho más tiempo de lo que creí.
Vuelvo mi mirada inquieta a ella, necesito preguntarle si
ese fue el viejo que había abusado de ella, quiero saberlo,
necesito saber.
– Eleanor, ¿acaso él…? –el doctor Solís entra a la sala y lo
tomo desprevenido, sus ojos se asustan, su reverencia
aparece otra vez exagerada y lamedora de culos.
– ¡Mi señor! No esperaba verlo por aquí tan temprano. –
Observo a Eleanor por el rabillo del ojo, para ver cuál es su
reacción después del título que usa el doctor, no quiero
romper la charla aún, no quiero que piense que debe
tratarme diferente.
– Dije que iba a venir Solís, no sé porque te sorprendes…–
Cruzo mis brazos en defensiva. No es tan raro que este aquí,
¿o no?
– Sí, sí, lo siento.
– ¿Cómo se encuentra? –pregunto. Solís mira a Eleanor y
le regala una pequeña sonrisa, odio que ya tenga tanta
confianza con ella.
– Mucho mejor, creemos que en dos semanas las heridas
van a cerrarse, la estamos alimentando en base a una dieta
que seguro la ayudará a que sane más rápido, yo creo que va
a poder volver a su casa pronto.
Vuelvo a mirarla para comprobar si algunas de todas esas
palabras le habían sonado raras, hasta ahora no había
sorpresa en su mirada.
– Bien, siga con el buen trabajo. –Volteo y me acerco un
paso más a ella– Ellos van a cuidar de ti hasta que estés
curada de verdad, no como dijo ese sacerdote.
– ¿Y después? –consulta. Maldición, no sé qué decir, mi
mirada se traslada hasta el doctor y el maldito la desvía lejos
de mí. Las palpitaciones de Eleanor comienzan a
descontrolarse, puedo oler la desesperación. – Puedo
trabajar aquí, sé que estamos bajo tierra, aquí no me puede
encontrar. Si salgo a la luz va a llevarme de vuelta, por favor
Hendrix, déjame quedarme aquí…–Su voz llena de súplica
me llena de dolor.
– ¡Niña! ¡Debes referirte a él como corresponde! ¡No
puedes llamarlo por su primer nombre!
Ella me mira atemorizada, pensando que había cometido
un gravísimo error, puedo ver como se hace pequeña en su
cama, el escaso progreso que había tenido con ella, se
esfuma en un segundo por el estúpido error que acaba de
cometer, así que osadamente tomo su mano y beso su palma.
– Tu puedes llamarme como quieras Eleanor, no te
preocupes por nada, él no va a encontrarte aquí. –Pretendo
no perderme en su perfume, ni en el calor de su piel.
Pretendo no estar absolutamente encantado por esta niña. –
Doctor, ¿unas palabras por favor? –Salgo de la habitación y
él viene detrás de mí.
Sin pedir permiso, camino directamente hacia la oficina
de Solís.
– Necesito que la cuides Solís, al menos hasta que sea
adulta.
– ¿Qué? Mi señor, ¿se da cuenta lo que me pide? Ella es
humana, no puede estar mucho más tiempo aquí.
– Por eso estoy pidiéndole que la lleve a su casa.
– ¡¿Mi casa?!
– Sí, cuídela, hasta que sea adulta, luego me encargo yo.
– Mi señor, mi esposa no…
– ¿Quiere el título de Nobiliario? –estúpidos títulos, ya
podía ver su baba chorreando prácticamente.
– Mi señor yo…
– Sí o no Solís.
– Príncipe, ¿cómo voy a educarla? ¿Cómo le explico lo que
soy?
– Eso déjemelo a mí, usted encárguese de darle un techo y
yo proveeré el resto.
CAPÍTULO 4

H endrix

D URANTE DOS SEMANAS , visito a Eleanor casi todas las noches,


pasamos mucho tiempo juntos, a menos que las obligaciones
de ser un príncipe me atrapen y me alejen de lo único que me
interesa en estos momentos.
Cada noche confía en mí un poco más, cada noche me
siento más atrapado por esta infanta.
He logrado que ría otra vez y la obligo a comer más de
cinco veces por día. Poco a poco, Eleanor nace delante de mis
ojos y digo nace porque no creo que su vida anterior haya
sido vida alguna.
Los rumores ya corren por los pasillos, distorsionados y
horrendos.
Sé que los rumores han llegado a oídos de mi padre en el
momento que escucho sus pasos furiosos caminar hacia mí.
– ¿Por qué hay una humana en el hospital, Hendrix? –Él
es corpulento como yo, su cabello oscuro y es largo hasta los
hombros. Yo por otro lado, soy más parecido a mi madre, de
rasgos afilados, tengo su cabello color caramelo y sus ojos
almendra. Cualquier humano nos confundiría por amigos,
aparentamos tener la misma edad, pero la vejez del
verdadero vampiro se encuentra en sus ojos y los ojos de mi
padre tienen siglos infinitos.
Me levanto de mi escritorio y me inclino, reconociendo su
título y el significado que tiene, camino hacia él dando pasos
lentos.
Sabía que esta noche llegaría eventualmente.
– Estaba encerrada en un calabozo padre, había sido
violada y torturada, con apenas catorce años, no podía
dejarla allí.
– Calabozo de quien…–Él ya sabía la respuesta, solo
quiere que la diga en voz alta– Hendrix… ¡de quién!
– Del sacerdote, por lo que ella me dijo, creo que es el
obispo Kraus el causante de todas sus heridas.
– Maldición hijo, ¡¿en qué estabas pensando?! –Camina
por la habitación hecho una furia, sus pasos son pesados, su
espada choca contra su pierna.
– ¡En una infanta pidiendo a gritos por ayuda padre!, no
podía dejarla allí, ¡entiéndeme! –viene hacia mí y coloca su
mano sobre mi hombro.
– Siempre admiré la solidaridad de tu madre para con el
resto, me llena de goce que hayas heredado eso de ella, pero
hijo, sabes lo que significa esto, el pacto se rompió en el
momento que entraste a su territorio.
– Lo sé, lo siento.
– Voy a necesitar de tu ayuda para reparar esto, voy a
tener una reunión con el obispo y tú vas a estar allí.
– Haré lo que sea necesario padre.
– Así me gusta. –Mi padre, el rey, me suelta y camina
hacia la puerta – Hendrix, ¿qué harás con la niña después?
– Aún no lo sé…–susurro pensativo.
– Bueno, no tomes una decisión sin consultármelo. –Se
retira de mi estudio, dejándome solo.
Hoy es la última noche de Eleanor en el hospital. Voy a
visitarla en cuanto mi padre abandona la habitación, ahora
que todos saben la historia oficial, me es muy difícil no
sentirme territorial con respecto a ella. No puedo dejarla
desprotegida y bajo las miradas juzgadoras de los demás.
– ¿Cómo estás hoy? –Ya puedo sentarme a su lado en la
cama, ella me recibe como un amigo, un confidente.
– Te lo dije Hen, me siento bien hace una semana ya. –
Revolea sus ojos celestes y radiantes de manera exagerada,
me hace reír su dramatismo.
– Eleanor, tengo una pregunta que hacerte…–Tomo su
mano y la encierro entre las mías.
– ¡Yo también! –dice emocionada como si fuese increíble
que los dos tengamos algo en común.
– Bueno, tu primero…
Desliza sus ojos por la habitación, parece que las palabras
están desparramadas por todo el lugar y desesperadamente
busca por ellas.
– ¿Eres un noble? –Sabía que esta charla iba a ocurrir en
algún momento, solo que no creí que las palabras iban a
atorarse en mi garganta tan fácilmente. Respiro y me
preparo para tener esta conversación. Soy más que eso, pero
respondo que sí para no impactarla con mi título.
– Lo soy.
– ¿Tienes tierras? –Técnicamente tengo un reino.
– Las tengo.
– ¿Eres humano?
Mierda.
– Dijiste que era solo una pregunta Eleanor, ya van tres…
– Entonces no lo eres –Pequeña humana astuta.
– No lo soy. –Durante las últimas semanas leí mucho
sobre psicología en los niños humanos, algunos hombres
recomendaban no extenderse en las respuestas, solo
contestar lo que preguntan.
– ¿Tampoco la gente que trabaja en este lugar? –Niego
con la cabeza. – ¿Y qué son?
No quiero contestar, no quiero alejarla. Eleanor tiene el
cerebro lavado con tanta religión y si yo delato que soy voy a
perderla, va a pensar qué soy hijo del diablo o alguna otra
estupidez.
– Esas son respuestas para cuando tengas más edad.
– Quieras o no, voy a descubrirlo, ¿qué prefieres?
¿Decírmelo tú o un extraño?
¿¡Pero quién crio a esta niña!?
Largo aire por mis pulmones y busco una posición más
cómoda, mi rodilla izquierda está apoyada sobre la cama y la
derecha extendida hasta el suelo.
– Somos vampiros. –digo mirándola a los ojos,
expectante.
Ella toma una bocanada de aire, sorprendida, su mano se
aleja de las mías y ya extraño su calor. Pero para mi sorpresa,
su mano llega a mis labios y lo levanta, espiando mi
dentadura.
Es difícil no reír.
– No tienes colmillos, ¡me estas mintiendo! –
definitivamente no esperaba esta reacción.
– Los colmillos solo se desarrollan cuando necesitamos
usarlos. –me siento aliviado. Estaba esperando escuchar
gritos y pedidos de ayuda.
En mis libros, había leído que una persona luego de un
trauma como el que ella había vivido, solo tenía dos caminos
de escapatoria, uno, sumergirse en la más plena miseria y el
otro, sumergirse en una fantasía que la alejara de todo ese
mundo que había dejado atrás, lo cual me hacía pensar que el
escritor de ese libro no tuvo en cuenta la tercera opción, que
era vivir en un mundo de fantasía en la vida real.
Ergo, mi mundo.
– ¿Enserio? ¿Y por qué nadie me chupo la sangre todavía?
Intento reprimir mi sonrisa, otra vez, esta niña me vuelve
loco.
– Porque la iglesia te hizo creer una imagen nuestra
horripilante, nosotros no somos animales, ni seres rastreros
o asesinos, somos un tipo diferente de humanos, nada más.
Esa era la manera más sencilla que tenía de explicarle.
Ella medita nuestra conversación por unos segundos y
luego continúa como si nada hubiera pasado.
– ¿Que ibas a preguntarme Hen?
– Hoy es tu último día en el hospital, ¿segura que no
tienes ningún familiar que pueda darte un hogar?
– No.
– ¿No tienes tías o primos?
– No.
¿Por qué siento que me miente?
– Bueno, el doctor Solís quiere que vayas a vivir con él, al
menos hasta que seas mayor y puedas hacer tu vida.
– ¿Y por qué no puedo irme contigo Hen? ¿Es porque eres
un noble y yo soy una sierva? –Me parte el alma al medio
cuando escucho su pequeña voz haciendo preguntas tan
dolorosas.
– Yo soy un príncipe Eleanor, mi padre es un rey, no
podemos tener una humana en nuestra casa, pero voy a
visitarte todos los días, va a ser igual que aquí.
Vuelve a recapacitar, hasta que llega a la parte que estaba
esperando que llegara.
– ¿El doctor es vampiro también?
– Sí.
– ¿Eso significa que yo voy a ser vampiro también?
– ¿Qué? –No esperaba ese razonamiento– No, no, tú
seguirás siendo humana, él solo va a ser tu tutor hasta la
mayoría de edad.
– ¿Pero voy a poder salir al sol?
– Sí, vas a poder salir al sol Eleanor. –respondo irritado,
pero con una sonrisa.
– ¿Y tú vas a visitarme todos los días?
– Todos.
Su sonrisa se desplaza por todo su rostro y me siento más
hundido que nunca, porque en el fondo sé quién soy y sé lo
que verdaderamente quiero de ella.
CAPÍTULO 5

H endrix

L A CALLE oscura donde nos encontramos es sumamente


horripilante, pero dentro de las sombras los vampiros nos
manejamos con comodidad.
Estamos esperando al obispo Kraus, quien dijo mi padre,
está enojado como el pequeño hombre, irritado y egoísta
porque había arrebatado de sus manos su juguete más
preciado.
En el pasado, los vampiros solíamos tener el control sobre
este tipo de humanos, éramos los que reinábamos el país,
luego, cuando la iglesia comenzó a crecer y el fanatismo se
volvió algo incontrolable, tuvimos que retirarnos al exilio.
Pero como dice mi padre, “nunca sin dar batalla”. Muchas
muertes por parte de los dos bandos habían ocurrido en los
últimos siglos.
Mi abuelo, “Aitor el Sanguinario”, había matado y
empalado a más hombres de los que quería imaginar, pero
mi padre es un vampiro honrado y pacífico. Él consiguió
detener la guerra y le enseñó al resto como se podía ser
civilizado. Muchos lo critican porque vivimos escondidos y
ya no tenemos el mismo poder que solíamos tener con mi
abuelo, pero la realidad era que los humanos se manejan de
día y los vampiros de noche, la convivencia era posible.
Pero no, los humanos tienen que arruinarlo todo, como
siempre.
– Vampiro…–saluda el obispo con desprecio. Él sabe que
mi padre es el rey y sabe que está completamente fuera de
lugar dirigirse a él de ese modo, pero mi padre es paciente,
uno de los vampiros más pacientes que conozco.
– Obispo Kraus. –contesta mi padre mientras detiene con
su brazo a su hermano, su mano derecha, mi tío William,
alguien muy impulsivo. Yo me mantengo detrás de ellos, con
los mis brazos cruzados y mi hombro derecho apoyado
contra la sucia y húmeda pared.
– Tienes algo que me pertenece y lo quiero de vuelta. –
Sus dos guardias mantienen las manos cerca de sus mangas,
donde esconden un cuchillo de madera.
Madera… ¡ha! Ellos aún creen que eso puede hacernos
algo, los metales que verdaderamente nos lastiman estaban
escondidos ante los ojos curiosos de los humanos.
– ¿Te refieres a la niña que torturabas? –pregunta mi
padre con un tono venenoso.
– No te incumbe vampiro, tenemos un pacto y si no la
devuelves…
– Que, ¿qué pasa si no la devuelvo? –lo reta el rey.
– Se termina el pacto y la guerra vuelve en pie, esas son
las órdenes del santo pontífice. –El viejo no es el mismo que
encontré en la torre, sin embargo, su perfume era similar al
de Eleanor.
Qué raro…
– ¿Qué es lo que tiene la infanta que tanto te obsesiona? –
pregunto desde las sombras, mi padre y mi tío voltean
pidiendo precaución, tienen miedo que diga algo que no
deba.
– No te importa.
– ¿No será que tu obsesión por matar mujeres se te fue de
las manos? –Con pasos lentos camino acercándome de él, los
guardias sujetan con más fuerza las armas.
– ¡Ella es una bruja! ¡Como su madre! ¡Debe aprender su
lugar! –grita. Poco a poco, me voy metiendo bajo su piel.
– Nosotros nos encargaremos de eso ahora sacerdote. –
gruñe mi tío. – Olvídate de ella, búscate otra mujer para
satisfacer tus necesidades sucias.
– No pueden hacer esto, ¡por derecho ella es mía! –Parece
que se vuelve loco con solo pensarla, podía ver la perversidad
en sus ojos, olerlo en su aliento, escucharlo en su corazón,
que late rápido y nervioso.
– ¿Tuya? –pregunta mi padre.
– Si, ella es mi hija y puedo hacer lo que quiera con ella, la
ley me ampara.
Un micro segundo después, tengo sus ropas en mis puños,
lo empujo contra la pared, absolutamente consumido en la
ira que siento.
– ¿¡Su padre!? ¡Maldito viejo depravado! ¡¿Cómo puedes
hacerle eso a tu sangre?! –Los guardias empujan sus armas
sobre mi espalda, pero mi tío y mi padre los quitan con solo
un empujón, luego me sacaron a mí.
– ¡Cálmate! –grita mi padre. Yo intento contener el
aliento, acabo de perder la cabeza, entre en la locura más
desmedida que conozco, quiero arrancarle la maldita
garganta. – Y tú obispo. –lo señala con el dedo. – Te haces
llamar hijo de Dios y no eres más que el mismísimo Lucifer,
¿cómo puedes hacerle eso a tu hija?
El hijo de puta acomoda sus ropajes y me mira con ojos
desorbitados y salvajes.
– La quieres para ti, ¿no? ¿es eso? ¡Eso es lo que ella hace!
¿No lo ves? ¡Ella te embruja y te hace tener esos
pensamientos sucios! ¡Por eso la deseas!
– Eres un viejo decrépito y patético, culpar a una infanta
por tu propia perversidad es lo más bajo que escuché en mi
vida y eso que es larga, desaparece obispo, antes de que
decida matarte en un abrir y cerrar de ojos. –gruño desde
mis entrañas.
Mi padre solicita que me calle, pero mi tío por otro lado,
(el más rebelde de los hermanos) camina hacia mí y se coloca
a mi lado.
El mensaje es claro.
– Voy a recuperarla vampiro, un día te descuidarás. El
error más insignificante hará que no la encuentres nunca
más y ese día te acordarás de mí. –camina hacia mi padre,
quien lo pasa por al menos un metro al pobre viejo y le dice.
– El pacto está roto.
– ¿Roto? eres más idiota de lo que pensé, acabas de
confesar que no eres célibe frente a tus guardias.
El viejo los observa un segundo, descifrando sus rostros,
ellos eran pura confusión, no sabían si ser leales a su líder o
a su Dios. El gesto del viejo es pura derrota, no tiene
escapatoria, si rompe el pacto, nosotros hablamos. Enojado
con él y con el resto, el sacerdote se aleja de nosotros,
volviendo por el camino que lo había traído hacia aquí.
Pero voltea una última vez y leo en sus ojos como no
piensa renunciar a Eleanor.
Eso solo significaba una cosa, Eleanor no podía perderse
de mi vista, nunca.
CAPÍTULO 6

H endrix

L UEGO DE QUE mi padre comprendiera lo que Eleanor había


estado experimentando en su corta vida, dijo la frase: “Si esta
humana va a traer una guerra a nuestras puertas, al menos
necesito conocerla.”
Así que eso hice, organicé una comida entre los nuevos
personajes que serían parte de la vida de Eleanor, como lo
eran los Solís, mis padres y yo.
Ah y mi tío William que por alguna razón se “moría” por
conocerla.
Sé que están por llegar, así que me detengo en el Hall del
castillo a esperarlos, por supuesto el protocolo dice que eso
que estaba haciendo era algo totalmente anormal, pero ¿qué
era normal en todo esto que ocurría en mi vida últimamente?
Nada.
Cuando finalmente los sirvientes abren la puerta, la veo
entrar junto a sus padres adoptivos, puedo sentir lo nerviosa
que está, constantemente se toca el cabello y se alisa uno de
los tantos vestidos que le he comprado. Mi sonrisa
embelesada se ilumina, esa niña le ha puesto color a mi vida
y no me había dado cuenta hasta recién.
– Bienvenidos…–digo mirándola solo a ella.
Ella me sonríe abiertamente y siento como su cuerpo se
relaja en cuanto ve una cara conocida dentro de todo este
nuevo delirio.
– ¡Hen! –grita mientras corre hacia mi abrazándome
intensamente, su cabeza se apoya sobre mi estómago y yo la
mantengo allí, cerca de mí.
– ¡Eleanor! –grita la mujer de Solís, si mal no recuerdo se
llama Dalia. – Mi señor, cuánto lo siento –dice avergonzada.
Eleanor se suelta de mí en el momento que grita su nombre y
la odio por hacerle creer que no podía tocarme cada vez que
quiera.
– Eleanor puede llamarme como quiera Señora Solís,
usted no se estrese. –digo disimulando mi enojo. Ella
agradeciéndome, se inclina lentamente tomando su vestido.
El doctor Solís está detrás y la imita segundos después.
– ¡Sebastián! –Escucho la voz de mi tío detrás de mí. Él
entra a la habitación y como siempre, se roba toda la
atención, inclusive la de Eleanor.
– Majestad…–dicen los dos, pero mi tío se funde en un
abrazo fraternal con el doctor.
– No sabía que se conocían…
Observo a Elanor quien mira a mi tío William como si
fuera algo de otro mundo, acaricio su brazo solo un poco,
porque siento que mi tío la intimida muchísimo. No es algo
extraño, después de todo, intimidar es su trabajo, siendo
militar y todo eso.
– Hendrix, no sabes la cantidad de veces que Sebastián
Solís curó mis heridas en la batalla. –dice. – Y ¿dónde está
nuestra invitada de honor? – Eleanor se mantiene oculta
detrás de mí. Coloco mi mano en su espalda, para solo
empujarla solo un poco. Mira a mi tío un segundo y vuelve a
bajar la mirada.
– Hola…–dice con mucha vergüenza.
Mi tío camina hacia ella y estira su mano para estrecharla
como lo haría con cualquier otro militar. Eleanor la toma y le
regala una pequeña sonrisa.
– Hola Eleanor, es un gusto finalmente conocerte, soy
William, el tío de Hendrix. –Se presenta manteniendo la
mirada en ella, observando cada detalle de su rostro. No me
gusta que la mire así, no es un espécimen nuevo para
analizar.
– Soy Eleanor Hauss. –dice y esa fue la primera vez que la
escucho decir su apellido. Todos nos quedamos en silencio.
Mi tío le sonríe abiertamente y sé que ya le agrada.
– Dalia, ¿cómo estás? –pregunta William para
descomprimir el aire, hasta él se da cuenta que todos
estamos tensos.
– Muy bien mi señor, gracias por preguntar. –Todos nos
sonreímos incómodos hasta que uno de los sirvientes nos
deja saber que la comida esta lista.
Cuando entramos al gran salón, lo primero que hago es
indicarle a Eleanor que se siente en la silla siguiente a la mía.
Los demás siguen el protocolo, pero a mí me importa una
mierda todo eso.
Obviamente el rey debe sentarse en la cabecera, su
hermano a su derecha y su mujer a su izquierda, yo me
siento al lado de mi madre casi siempre.
Mis padres, el rey y la reina entran a la lujosa habitación y
todos se levantan de su silla, yo le hago una pequeña seña a
Eleanor para que nos imite y ella, atolondrada y nerviosa, se
pone de pie apresuradamente.
– ¡Por favor! Esta es una comida informal. –dice mi padre
mientras todos se sientan, toma la silla de la reina y la
prepara para que mi madre se siente.
Eleanor observa fijamente a mi madre, con una mezcla de
asombro y curiosidad. Mi madre le responde con una gran
sonrisa.
– Hola Eleanor, soy Astrid, la mamá de Hendrix.
Eleanor sonríe rápido y cuando está por contestarle, mi
padre la interrumpe.
– Así que tú eres la famosa Eleanor Hauss… –claramente
mi padre ha estado escuchando nuestra conversación en el
Hall.
– Sí Majestad. –responde educadamente. Me siento
sorprendido, pero luego encuentro el juego de miradas entre
el doctor y ella, probablemente le ha advertido algunas cosas
antes de llegar aquí.
– Bienvenida a mi castillo. –dice mi padre. – Mi nombre
es Aren y soy el rey.
– Gracias por recibirme majestad, es un honor conocerlo.
–¡¿Qué le hicieron a Eleanor?! – ¿Puedo hacerle una pregunta?
–Ahí está.
Todos toman aire, asustados por la inquisición a la que
tan acostumbrado estoy yo, mis padres se sonríen cuando
escuchan la intromisión de esta humana tan particular.
– Claro…
– Creí que teníamos un emperador, no un rey, el
emperador Felipe II
En cualquier otro ámbito, esa pregunta sería un insulto,
hasta casi podría decir que una razón para cortarle la cabeza
a un súbdito, pero en este caso, todos sonreímos como
idiotas.
– Bueno Eleanor, ¿cómo explicarte esto en pocas
palabras? –dice mi padre, mientras enlaza sus manos y
apoya sus codos sobre la mesa– Digamos que, los humanos
tienen el emperador, Fernando II como bien dijiste tú, pero
los vampiros tenemos reyes, haz de cuenta que somos un
imperio dentro del Sacro Imperio Romano Germánico.
– ¿Y cuál es el título de su imperio entonces? –¡¿Que tiene
esta niña que me vuelve loco!?
– Oh, nosotros los vampiros no necesitamos grandes
títulos para sentirnos bien con nosotros mismos, puedes
llamarlo reinado si quieres.
Supongo que eso es verdad, la eternidad da sabiduría.
– Oh…–dice, observa por un segundo al doctor y él le hace
una seña para que se detenga. Muero de ganas por escuchar
sus preguntas elocuentes e importunas un rato más, pero
este vampiro sigue apagando la chispeante personalidad de
Eleanor. Eso me preocupa mucho.
Los platos de comida aparecen delante de nosotros,
mientras los sirvientes se inclinan solo un poco para no
interrumpir el flujo de la conversación. Eleanor mira la
comida como si fuese algo imposible de descifrar.
– Hen…–susurra, creyendo que nadie en la mesa podría
escucharla, pobre criatura, si supiera que estoy escuchando
un búho a miles de kilómetros de aquí. – ¿Esto es comida de
verdad? –Mis padres se miran entre ellos, curiosos, por un
lado, pero a la vez sonriendo por su pregunta, puedo ver
como Eleanor conquista su corazón como lo había hecho con
el mío.
– Claro que lo es–respondo intentando suprimir mi risa–
¿Qué creíste que era? –Todos esperan que el rey comience a
comer, pero parece prestarle más atención a Eleanor
distrayéndose de su mandato como autoridad y ejemplo de la
mesa.
– No lo sé, creí que…
– ¿Creíste que te íbamos a dar de tomar sangre como cena
Eleanor? –pregunta mi padre.
– Bueno, sí, ¿no es lo que comen? –Los Solís la miran
asustados, pero cuando mi padre comienza a reír, sus
hombros se relajan.
Es mi tío quien le contesta.
– Pequeña, los vampiros comemos la misma comida que
comes tú, solo que de vez en cuando necesitamos ingerir
nuestra fuente de energía principal.
– Oh…
– ¿Recuerdas que ya hablamos de esto antes? –le
pregunto.
– Si, bueno, algo me acuerdo, pero pensé que me habías
dicho eso para que no me asustara. –Todos vuelven a reír.
Una vez que mi padre comienza a comer, todos lo
seguimos. Eleanor me observa de reojo y me imita en todos
mis movimientos.
Todos los adultos de la mesa comienzan a hablar cosas
cotidianas, nadie habla de lo que realmente quieren hablar,
que es sobre el espelúznate caso de Eleanor y es mejor así,
cualquiera que la haga pasar mal rato será echado de la mesa
inmediatamente.
– Eleanor–dice mi padre– ¿Mi hijo te explicó como de
ahora en adelante, la familia Solís se hará cargo de ti?
– Sí Majestad, gracias.
– No nos tienes que agradecer a nosotros–dice mi madre
cálidamente– Sino a ellos, como sabrás para una comunidad
como la nuestra, tener un humano no es tarea fácil.
“Tarea fácil” suena liviano y poco importante, la realidad
es que esta situación es una aberración para la mayoría de los
vampiros, hay algo natural e involuntario que nos aleja de los
humanos, no los consideramos atractivos en ningún aspecto,
ni intelectual ni físico. Es pretencioso de nuestra parte
sentirnos superiores a ellos, pero la realidad es que los años
nos hacen más sabios, más calmos y por, sobre todo, más
abiertos de mente, algo que a los humanos les falta
conquistar.
La niña a mi lado lo sabe más que nadie.
Eleanor los mira un momento y les sonríe
vergonzosamente, odio que le digan así, ellos no lo hacían
gratis, si no fuera por mi autoridad y mi posición económica,
ellos mirarían para otro lado.
– Luego, cuando llegues a la mayoría de edad, podrás
casarte y formar tu vida como quieras–agrega mi padre,
asumiendo que Eleanor debía seguir los mandatos familiares
y religiosos que los humanos seguían.
– Creo que es suficiente–intervengo– Paso a paso padre.
La niña acababa de salir de un trauma por el amor de Dios
¿y ellos ya quieren presionarla con su futuro?
– Tienes razón Hendrix, paso a paso.
La cena transcurre bien, Eleanor no solo ha iluminado mi
vida, sino que la de los otros vampiros también, creo que
hace muchos años que no escucho a mis padres reír tanto
con las ocurrencias y preguntas de Eleanor, hasta mi tío, que
no es una persona muy simpática, es absolutamente atento
con ella, buscando hacerla sentir cómoda, constantemente.
Es una gran noche para mí.
CAPÍTULO 7

H endrix

C UMPLEAÑOS NÚMERO DIECISÉIS .


Organizo una gran fiesta en el castillo, hay comida por
todos lados, decoración con flores y regalos por doquier para
ella.
Lo único que no veo a mi alrededor son amigos o
humanos.
Solo nos encontramos los Solís y yo, mis padres están
lejos, conociendo las nuevas instalaciones que creamos para
entrenar a la milicia, mi tío es el encargado de ese colegio y
todos están allí para la inauguración, por supuesto yo debería
estar allí también, pero nunca podría volver a tiempo para el
cumpleaños de Eleanor y por ella hago lo que haga falta,
inclusive negociar con mi padre para quedarme en el castillo
a cambio de otras actividades totalmente odiosas y
aburridas, así que somos pocos, pero eso no borra la sonrisa
de Eleanor.
Paso la noche cumpliendo cada capricho, cada sueño que
esa niña tiene y yo soy feliz con mi nuevo cometido en este
planeta.
Quién iba a decir que hacerla feliz iba a hacerme sentir tan
bien.

C UMPLEAÑOS NÚMERO DIECISIETE .


Cada segundo que pasa, es un cambio drástico en Eleanor.
Nunca había notado la velocidad con la que los humanos
envejecen. Por supuesto ella no es vieja, pero no es una
infanta tampoco.
Eleanor debe lidiar con algo que nunca se me había
cruzado por la cabeza, algo que ocurrió hace poco tiempo.
El período.
Agh…
El doctor se había sentado conmigo hace unos meses
atras, cuando vio mi rostro lleno de confusión el día que
entré a su casa y sentí más fuerte que nunca el perfume de
Eleanor.
– Mi señor, esto es normal en los humanos, de hecho, es
raro que recién ahora ocurra, pero dado que la vida de
Eleanor está llena de estrés y traumas, supongo que es bueno
que por fin haya llegado a esta etapa.
– Pero ¿esto va a ocurrir todos los meses?
– Sí.
Oh demonios.
No es casualidad que busque actividades en los mismos
días que Eleanor pasa por eso, su perfume es demasiado
fuerte, demasiado dulce y aunque odio admitirlo, eso me
vuelve loco y no en un buen sentido.
No es normal tampoco.
Es una adicción, un disparador de emociones que no
quiero afrontar.
Que Eleanor cambie significa que crece, significa que está
lista para nuevas cosas que no quiero ni pensar en estos
momentos, como novios, sexo o embarazo…
Quiero mantenerla como una niña todo lo que pueda, pero
esto ha sido como un golpe en el pecho, ella ya no es una
pequeña.
Su cuerpo ha pasado de una niña dulce a una mujer, ¡en
solo cuatro años! Su voz es adulta, sus curvas comienzan a
pronunciarse, su dicción ha cambiado casi por completo. No
quiero imaginarme cuando cumpla veinte.
Esta vez, su cumpleaños es una pequeña cena en la casa
de los Solís. La mansión es increíblemente pomposa, tiene
más habitaciones que personas. Mucho de eso se debe a mi
aporte económico y título nobiliario, obviamente no iba a
dejar a Eleanor sin todas las comodidades que le podía
otorgar.
Eleanor ya no quiere tanto ruido en su celebración, hace
unas semanas cuando comencé a preguntarle qué quería
hacer para festejarlo, su respuesta fue “Lo que sea, no me
importa”.
Y eso es lo que más me alerta, el cambio en su
temperamento, en su humor, por momentos es una niña,
pero luego se vuelve distante conmigo, casi vergonzosa.
No sé qué hacer, no entiendo que le pasa y cada vez que
intento preguntarle, ella simplemente me ignora.
Temo por mí, más que por ella, temo que no me necesite
más en su vida. Pero eso es algo que simplemente no va a
ocurrir, ella necesita de mi protección, quiera o no.

C UMPLEAÑOS NÚMERO DIECIOCHO .


Eleanor es adulta.
Y con la adultez, vienen un montón de problemas.
Extraño sentirme cómodo con ella, la extraño a ella en
general. Ya no tenemos esas largas noches de juegos o
lecturas de los libros más antiguos que podíamos encontrar,
ahora los dos solos en una habitación es un problema.
Puedo sentir cómo su cuerpo se alerta cuando yo entro en
su cuarto o se aparta cuando quiero tocarla, abrazarla como
hicimos en todos nuestros años de amistad.
Ella no me abraza, no corre hacia mí como hacía siempre
cuando me veía. Ella mantiene las distancias.
Pasó de ser mi familia a ser una desconocida.
El día que la conocí sentí que había vuelto a nacer, pero
ahora siento que agonizo cada vez que ella se aleja de mí.
Y no lo soporto, porque ese distanciamiento hace surgir
pensamientos totalmente incorrectos.
Pensamientos relacionados a la piel y al deseo.
No es normal para un vampiro sentir confusión, pero lo
que yo estoy pasando es algo mucho peor.
Algo posesivo.
Algo obsesivo.
Algo que no debería sentir y que si no lo entierro rápido,
va a ser una complicación con el paso de los años.
CAPÍTULO 8

H endrix

V EINTE AÑOS
–¡Necesito ir papá! ¡Por favor! –Escucho los gritos de
Eleanor a kilómetros de distancia, puedo sentir su agitación,
su frustración. Acelero el paso para llegar a ella más rápido.
– ¡Dije que no! ¡Deja de discutir por todo! –La voz del
doctor se escucha cansada e irritada. Sujeto el golpeador con
forma de gárgola y la puerta se abre, el mayordomo de los
Solís es un humano, decidieron contratarlo luego de adoptar
a Eleanor, me pareció una excelente idea, así no se sentiría
tan sola durante día.
– Mi señor. –se inclina el hombre.
– Hola Charles, se a donde tengo que ir, no te preocupes.
–camino hacia el comedor, donde los dos discuten.
Cuando me ven entrar, el doctor hace su reverencia, pero
Eleanor corre hacia mí y me abraza.
Mi cuerpo se paraliza por sentir esa proximidad tan tibia
otra vez, hace mucho tiempo que esto no ocurre.
Lavanda y azúcar.
Aspiro su olor con profundidad, los años pasan y me
vuelvo aún más adicto, más necesitado.
Mis últimos años con Eleanor han sido una tortura, me
sentía absolutamente miserable y muy internamente, creía
que a ella le pasaba por algo similar.
– ¡Hen! ¡Llegaste justo a tiempo!
– ¿Para qué? –Me suelta y a mí me cuesta dejarla ir. A el
doctor todavía le molesta inmensamente que me llame por
mi nombre, pero para mí es el sonido más dulce de todos.
– Mi papá no me quiere dejar salir, ¡hice una amiga hoy
en el mercado! ¡Yo! ¡Una amiga! ¿Entiendes? Ella me invitó a
cenar, ¡no puedo perder esta oportunidad!
La vida de Eleanor es…complicada y solitaria por sobre
todo lo demás. Por más que ella pueda salir de día, se ha
adaptado a la vida de la casa donde vive y la mía en general.
Su día transcurre de noche, donde todos los otros humanos
duermen o se esconden de los males que podrían llegar a
acecharlos, debido a esto su actividad social es prácticamente
nula.
Ella ya está lista para salir a la sociedad, el que no lo está
soy yo, no puedo perderla de vista, no con ese maldito de
Kraus rastreándola como un sabueso, sus movimientos por el
pueblo son restringidos y vigilados y cuando viene a el
castillo por su cuenta, envío guardias para que la escolten.
– Solís, ¿por qué no quieres que vaya?
Siempre jugamos este juego. El que no la deja salir en
realidad soy yo, pero Solís es el que paga los platos rotos,
pretendiendo ser un padre castrador.
– Príncipe, no conozco a esta familia, viven en la aldea y
no la puedo acompañar tengo lugares a los que asistir en este
momento. Eleanor debe entender que no podemos estar
todos a su servicio... –Mis ojos van hacia Eleanor, ella me
mira con ojos de perrito abandonado. ¿Cómo resistirme a esos
ojos?
– Yo te acompaño, pero solo tienes una hora, tengo cosas
que hacer. –Me gusta ser el bueno de la historia, porque
siempre soy recompensado con una sonrisa y un abrazo.
– ¿Sí? ¡Gracias, gracias, gracias!
Sus brazos rodean mi cuello y yo me aprovecho otra vez
de la situación, por sobre su hombro observo al doctor, quien
muy en el fondo sé que no aprueba mi comportamiento con
ella, eso hace que la suelte rápidamente, sintiéndome
extrañamente culpable.
Los dos sabemos que vivo una mentira y de esa mentira se
formó una realidad donde podía controlar mi deseo, mi
necesidad de tenerla. Me auto convencí de que Eleanor y yo
éramos algo importante para el otro, algo familiar y
amistoso, pero la mentira siempre vuelve a su origen y el
fuego que arde dentro de mí, quema cada centímetro de mi
alma inmortal. Mis fantasías con el paso del tiempo se
vuelven más gráficas, más explícitas y lujuriosas. Quiero
tomarla, besarla descaradamente, amarla con todo este
fuego, pero no puedo.
Nunca me lo permitiría, porque todo lo que me importa es
su seguridad y su felicidad, aunque por dentro siento odio a
mí mismo por ser como soy y escucho a mi corazón
desgarrarse por ella.
– No me agradezcas ahora, prepárate antes de que me
arrepienta…–Sale corriendo de la habitación y la observo ir
con una sonrisa. En cuanto escuchamos la puerta cerrar, el
doctor camina hacia mí con ojos preocupados.
– No me gusta señor, tengo una mala sensación y usted
no puede ir solo a la aldea, se pone en riesgo por nada. –Sé
que tiene razón, pero me es muy difícil decirle que no.
– No te preocupes por mi Solís, voy a vigilarla todo el
tiempo. –Los dos nos observamos por unos momentos,
esperando que el otro hable, pero cuando no lo hace,
comienzo yo. – Solís, sé que acordamos que Eleanor…
– Por favor Príncipe, Eleanor es nuestra familia, usted lo
sabe.
Es verdad, a donde Con el paso de los años, Eleanor se ha
instaurado en nuestras vidas casi por completo, ha pasado
festividades en mi castillo, rodeada de mi familia y amigos,
todos la adoran tanto como yo.
Bueno quizás no tanto.
– Pero tenemos que entender que ella es humana, ella
dentro de poco va a tener las mismas necesidades que
cualquier humano.
Solís indica un sillón cerca de mí, para que tome asiento.
Escucho a Eleanor abrir y cerrar cajones, aún no se decide
qué usar.
– ¿A qué te refieres? –Sinceramente no quiero ir hacia
donde se dirige esta conversación, no estoy listo para dejarla
ir.
– Eleanor se está convirtiendo en una mujer mi señor,
prontamente querrá una pareja estable, hijos y cosas que no
podemos intervenir. –Siento como si clavaran agujas en el
estómago.
El día llegó.
– ¿Hay alguien ya? ¿Ella te dijo algo? –¿Por qué estoy tan
nervioso?
– No, ni tampoco a mi mujer, pero es prácticamente su
madre, comenzó a notar los cambios en ella, ya no es una
niña mi señor.
Carajo.
Dalia y yo por momentos nos hemos encargado de la
educación de Eleanor, un privilegio para una mujer humana
en los años que vivimos, no todas pueden decir que saben
hacer grandes cálculos matemáticos, ni tienen la dicción que
ella tiene. La sociedad de los humanos por alguna razón, deja
a las mujeres solo a cargo de la reproducción y la
manutención del hogar. En nuestra sociedad esas cosas son
del pasado, hoy cualquier hembra es libre de hacer o decir lo
que quiera, de hecho, una gran mayoría de nuestra sociedad
es liderada por ellas.
– Lo sé, lo sé –Aunque no quiero saberlo– Voy a tener una
charla con ella, necesito focalizarme en su futuro –Que
obviamente está a mi lado, solo que no me animo a decirlo
en voz alta. Estoy por continuar la charla, cuando escucho la
puerta cerrarse y a los pocos segundos la veo entrar.
– ¡Lista! –Es increíble cuánto puede cambiar una mujer
con tan solo un poco de maquillaje y un vestido, mi
respiración se detiene, puedo sentir mi cuerpo reaccionar por
ella, casi instintivamente, esa es la hembra que quiero, pero
me está prohibida, prohibida Hendrix… vuelvo a entrar en
razón y le sonrío tensamente.
– Estas muy hermosa Eleanor. –Me levanto del sillón y
me coloco a su lado, estirando mi brazo para que ella lo tome
y lo hace con una sonrisa. – Volveremos en unas horas Solís,
no te preocupes por nada.
El padre adoptivo de Eleanor asiente sin creerme
demasiado, ¿por qué cree que la pondría en peligro? Ella es lo
más importante que tengo.
Caminamos por el bosque y la escucho relatarme
situaciones embarazosas con su madre adoptiva, Dalia a
veces puede ser muy estricta y a pesar de estar prestando
atención a todo lo que ella quiere contarme, mi mente está
buscando la manera para tener la conversación sin sentir.
– Eleanor, hay algo de lo que tenemos que hablar…–No sé
cómo continuar, esa frase es todo lo que mi mente había
creado.
– Si lo sé –dice apenada.
– ¿Lo sabes? –tengo miedo de estar pensando en dos
cosas completamente distintas.
– Sí, llegó el momento de que me vaya.
– No precisamente, los Solís están muy contentos de
tenerte con ellos, pero sabemos que esta vida que estás
llevando puede ser muy difícil para una mujercita como tú.
– ¿Mujercita? ¡Hen! ¡Qué horror! No me llames así. –Me
río por su cara de asco.
– Bueno, el punto es que, es normal que quieras
relacionarte con humanos, ya sabes, seres que pueden estar
al sol y todo eso.
Ahora ella es la que se ríe.
– Yo no quiero estar con los humanos Hen, yo quiero
estar contigo. –Siento un nudo en el estómago cuando la
escucho. – Con los Solís, con el mundo que conozco.
Wow, por un momento pensé que…
– No puedes, tu vida continúa, te haces adulta, necesitas
una familia.
– ¿Familia? Tú eres mi familia. –Más cuchillos en mis
tripas.
– Sí, tú eres mi familia también, pero ya sabes, querrás
tener un hombre a tu lado en algún momento, alguien que te
cuide y que se haga cargo de ti.
– No, yo quiero trabajar, no quiero depender de nadie
Hen, y-yo podría trabajar para ustedes, podría ser la persona
que les hace los recados durante el día.
– ¿Qué tipo de recados? –Comienzo a molestarla porque
lo que dice es un disparate. Aunque por dentro me gusta
escucharla decir que no necesita un hombre en su vida… pero
¿qué tal un vampiro? Quizás…
No, ¡detente maldición! ¡¿Qué está mal contigo?!
– ¡No lo sé Hen! ¡Algo que necesiten! No quiero ir a vivir a
la aldea, no quiero esa vida aburrida para mí.
Por supuesto que no iba a dejarla vivir en la aldea, lejos de
mis ojos para custodiarla, yo solo pretendo no ser tan
malditamente obsesivo con respecto a su seguridad.
Llegamos a una zona más urbana y ella me indica el
camino hacia la casa de su nueva amiga.
– Ella se acercó a mi cuando estaba con Charles, ¡pensó
que era mi mayordomo! –Lo es– Así que le expliqué que él es
solo un amigo, cuando me preguntó dónde vivía, tuve que
mentirle, pero al menos le caí bien, ¡creo! ¿Está bien mi
vestido?
– Estas perfecta.
Ella es mucho más inocente de lo que esperaba, por
momentos parece una mujer adulta y por otros sigue siendo
la misma niña de aquel día.
La del olor a lavanda y azúcar.
Una pequeña choza se encuentra iluminada, humo sale de
la chimenea, ella corre hacia la puerta y golpea. Pero cuando
afilo mis sentidos me pareció oler a…
– ¡Eleanor! –grito, la puerta se abre y una adolescente le
sonríe del otro lado, solo me calmo unos segundos, porque
esa pequeña humana no parece una amenaza, pero ese olor
sigue allí, ese olor me confunde.
– ¿Qué? –grita pretendiendo reír por un chiste que no
hice. Me acerco hasta la puerta y las dos me miran con
curiosidad.
– Hola –dice su amiga mirándome de arriba abajo, puedo
sentir el olor a estrógenos emanando de su cuerpo, Eleanor
nota el cambio de actitud de su amiga, pero no termina de
entender qué ocurre.
Hay algo que no me gusta.
– Hola, soy el tío de Eleanor –me presento. Ella me mira
extrañada cuando digo “tío” yo también me siento extraño.
No soy su tío.
Soy su amigo, maestro, compañero y otras cosas que aún
no me animo a decir.
– ¡Hola! Soy Mary, ¿quieres pasar? –Por supuesto que no,
yo no puedo pasar a los hogares de los humanos, bueno,
puedo, pero eso está contra el pacto.
Aunque ahora mismo una guerra fría ocurre entre los dos
bandos, no hay razones suficientes para empeorar todo este
ambiente.
– Oh no, gracias, solo quería acompañar a Eleanor –Mi
oído se concentra en escuchar los sonidos de la casa, hay
cinco personas dentro.
– Si quieres pasar a comer eres bienvenido, solo están mis
padres.
Un momento…
No están solo sus padres, dentro de la casa hay más que
solo dos.
Tomo a Eleanor del hombro, solo por seguridad, ella no
entiende qué ocurre.
– Eleanor, ¿podemos hablar un segundo…? –Unos pasos
se mueven más rápido dentro de la casa.
Es una trampa.
Cuatro pares de manos aparecen en la puerta e intentan
arrebatarme a mi Eleanor.
¡MI ELEANOR!
¡Maldición! nunca, NUNCA podrían ser más rápidos o más
fuertes que yo.
Tomo a Eleanor de su cintura y la arrastro lejos, mis pies
saltan y caigo a unos metros de ellos.
Ella termina detrás de mí.
– Quédate detrás de mi –susurro. Los hombres se quedan
en el marco de la casa, con armas apuntando directamente a
nosotros.
Lo veo detrás de ellos, pidiéndoles permiso para pasar.
El obispo nos observa siniestramente desde allí.
El corazón de Eleanor se dispara, su respiración es
discontinua y convulsiva, puedo sentir el perfume de sus
lágrimas asomándose por sus ojos.
Lo ha reconocido.
– Kraus, acabas cometer un grave error –grito, mis
dientes están afuera, no quiero que me vea Eleanor, nunca
los vio, nunca me vio en este estado tan violento.
Podría matarlos a todos en un segundo, pero eso significa
que Eleanor vería el lado más oscuro de mi raza, algo que por
años he intentado ocultarle.
Él se ríe.
– Hallo Hexe… –habla en su idioma Germanico.
– ¡No te atrevas a hablarle! pedazo de mierda, no la
mires, ¡ni siquiera la pienses! –tengo que irme de aquí,
ahora mismo.
– Es solo cuestión de tiempo Eleanor, puedes entregarte
ahora y evitar una guerra o escapar con el hijo del diablo.
– No lo escuches –digo sobre mi hombro, puedo percibir
su duda y la culpa formándose en su pecho – ¡Eleanor! –
vuelvo a gritar– Tápate los malditos oídos. Kraus, acabas de
firmar tu sentencia de muerte, intenta dormir esta noche,
porque no creo que despiertes.
– Vampir, tu creador no tiene lugar en mí, no importa lo
que intentes, Dios siempre cuidará mi espalda de criaturas
como tú. –Escucho sonidos a nuestro alrededor, no necesito
mirar para saber que estamos rodeado.
Tomo a Eleanor entre mis brazos y susurro en su oído:
– Sujétate bien.
Mi salto nos impulsa en el aire, dejando esa choza a miles
de metros bajo mis pies. Eleanor grita y se sujeta de mis
ropas con más fuerza, no puedo viajar tan rápido ni tal alto
como quisiera, ella no podría soportar la presión en sus
pulmones.
Odio que sea tan frágil en estos momentos.
Tan…humana.
Pero la física la supera, se desmaya aún con lágrimas en
los ojos.
CAPÍTULO 9

H endrix

–N O VA A OCURRIRTE NADA E LEANOR , él no puede llegar a ti. –


Intento calmarla, pero ella está absolutamente alterada, sus
ojos están muy abiertos y perdidos, su cuerpo tiembla, su
cabeza corre a mil kilómetros por hora.
Nos encontrábamos en mi habitación, es el único lugar
que siento seguro en estos momentos, ella luego de
despertar se mantuvo silenciosa y distante, yo por otro lado,
tengo que ir a hablar con mi padre, pero no puedo dejarla
sola, no así…
– Madre, ¿puedes venir un momento? –susurro sobre mi
hombro, no necesito hablar más fuerte que eso, ella está en
el ala opuesta del castillo, vendrá en pocos segundos.
Y lo hace.
Mi madre ingresa por la puerta con su elegancia que la
caracteriza, siempre me ha parecido que mi madre flotaba
con sus movimientos, su cuello es largo y fino, sus brazos
igual, ella es tan mística como hermosa, cuando ve a Eleanor
en el estado en el que se encuentra se llena de preocupación.
Ella la quiere tanto como yo.
– ¡¿Qué ocurrió?! –No quiero decirlo frente a ella, no aún.
– Necesito ir a hablar con padre, ¿puedes quedarte un
momento con ella?
– Sí hijo, ve. –Mi madre camina hacia el sillón, se sienta a
su lado y la abraza sin preguntar mucho más. Eleanor se
desahoga con ella, mientras mi madre le acaricia el cabello y
la acuna entre sus brazos.
Salgo de mi cuarto.
Enojado.
Furioso.
Triste.
Mi padre está esperándome antes de que aparezca, listo
para que lo ponga al día.
– ¿Qué ocurrió?
– ¡Nos emboscaron! ¡Casi la arrebatan de mis manos
padre! –Me contempla pensativo y camina hacia su trono, se
sienta dejando caer todo su peso sobre la imponente silla. Mi
padre es conocido por ser un rey templado y pacífico, pero en
este momento ¡necesito que despierte y que los mate a todos!
– Tarde o temprano iba a ocurrir hijo, relájate por favor,
nada ocurrió. –Camino de un lado a otro, dentro de la
habitación de piedra, no logro concentrarme, necesito que
Eleanor deje de llorar, aún puedo escucharla y me está
volviendo malditamente loco.
Me prometí a mí mismo que Eleanor nunca iba a tener
una razón por la cual llorar y falle a esa promesa.
– ¡Escúchala! ¡Está aterrorizada! ¡Ese maldito de Kraus
retrocedió todo el avance que logramos en estos años! Con
solo dos palabras, ¡la paralizó!
– Lo se hijo, es solo una niña.
Ya no lo es. Pero no es la culpa de mi padre verla con ojos
paternos, es mi culpa por tener el alma enferma.
– Voy a matarlo, esta noche. –confieso delante de él.
– No, no puedes.
– ¡Padre! ¡Casi arrancan a Eleanor de mis brazos! ¡Mi
Eleanor! –Me arrepiento de decir esas palabras casi
inmediatamente.
Que idiota soy…
– ¿Tú Eleanor? –La duda de mi padre no cabe en la
gigante habitación, se levanta y camina lentamente hacia
mí– Hijo…
– No, no es lo que piensas…–¿No? ¿Qué es en realidad?
¿Qué cree él que siento por ella?
– Lo que pienso es que debes acomodar tus propios
pensamientos, antes de seguir hablando –Maldito viejo
ilustrado– Déjame llamar a William, necesitamos discutir
cómo manejar esta situación, ve con ella ahora, te necesita.
Asiento y camino lejos de él, repentinamente necesito
huir de la mirada de mi padre, tengo miedo que sus ojos me
atraviesen, tengo pavor de que se dé cuenta que es lo que mi
corazón grita.
Siento vergüenza.
Cuando vuelvo al cuarto, mi madre mece a Eleanor que se
encuentra mucho mejor. Mi madre suele tener ese efecto en
la gente.
– ¿Cómo estás? –Me agacho frente a ella y coloco mi
mano sobre su rodilla con miedo, no sé por qué.
SÍ lo sé, mi padre desató esos pensamientos que tan
adiestrados tenía. Se abrió esa bóveda bajo siete llaves.
– Bien, gracias–susurra ella sobre el pecho de mi madre.
Quiero ser yo quien la consuele.
– Creo que ustedes tienen mucho de qué hablar –Mi
madre deposita un beso sobre la frente de Eleanor y antes de
irse agrega. – Puedes quedarte en el castillo el tiempo que
necesites.
– Gracias Majestad –Majestad…a mis padres siempre los
llamo por su título, menos a mí.
Mi madre sonríe llena de amor materno y sale del cuarto,
dejándonos solos.
Es momento de relatarle toda la historia.
Me siento a su lado y mantengo una distancia prudente. El
problema de exteriorizar ciertas palabras, es que se vuelven
más reales que antes, gracias a eso ahora siento que debo
mantenerme alejado de ella.
Elenor también se mantiene distante.
– Sabías que era mi padre, ¿no? –susurra, mirando al
suelo perdida en su pasado. Yo la observo por el rabillo del
ojo, mientras me muerdo los labios para no hacer todo lo que
en verdad quiero.
– Si, siempre lo supe. –Ella asiente lentamente,
razonando mis palabras. No solo me lo había confesado ese
viejo asqueroso, al poco tiempo del rescate supe que
Walpurga era su madre, teníamos espías dentro de su círculo
y ellos decían que Walpurga fue la amante de Kraus de toda
la vida, cuando la gente comenzó a notarlo, llegaron a un
acuerdo, ella debía morir en la hoguera asumiendo la
brujería y él protegería a su hija una vez muerta, hubo dos
problemas a partir de ese momento, el primero fue que
Kraus nunca cumplió su palabra, el segundo fue que con la
confesión de Walpurga la gente se volvió aún más creyente
de toda esa farsa de la brujería, obviamente fue todo
planeado por él y por la desesperación de mantener el poder
eclesiástico.
– ¿Y no estás enojado conmigo por mentirte?
¿Qué?
– ¿Mentirme? Estabas huyendo de ese pedófilo, no iba a
llevarte a él otra vez, no importa que tenga tu sangre,
ustedes no eran familia.
– No, no lo somos, tu eres. –suspiro por el dolor que me
provocaban sus palabras, éramos familia, pero también
había otro sentimiento allí, algo difícil de categorizar.
– Eleanor –Aquí voy– El día que nos conocimos, toda la
comunidad se enteró que había rescatado una humana, ahora
que tienes edad para comprender algunas cosas, sabrás que
no es algo normal entre mi raza. Los humanos y los vampiros
no se mezclan por una simple razón, existe un pacto, un
pacto con la iglesia, donde prometimos mantener distancias
a cambio de la soledad que tanto nos gusta. Desde el día que
te rescate, Kraus declaró una guerra fría entre las dos
especies.
– ¿Guerra fría? –Cuando vuelvo a mirarla, está
completamente concentrada en lo que le relato.
– Sí, hubo amenazas, él te quería de vuelta y nosotros, mi
padre, mi tío y yo, se lo negamos. Lo que ocurrió recién es el
resultado de años donde te mantuvimos alejada de todos los
humanos con el simple propósito de protegerte, hubo otros
intentos antes, pero nunca llegaste a enterarte.
Ella cambia la posición de su cuerpo, apuntando
directamente a mí, con sus manos se mueve para estar unos
centímetros más cerca.
No sé por qué estoy tan nervioso.
– No quiero ser la causante de esta guerra, quiero
protegerme a mí misma.
¿Por qué su tono de voz se volvió frío y adulto?
– Eleanor…yo puedo protegerte, no sé qué impresión te di
hoy, pero soy totalmente capaz de...
– Lo sé, pero es momento de que elija, tú mismo lo dijiste
hoy, es hora de tome mis propias decisiones y no quiero ser
una carga para ustedes, ya hicieron mucho por mí.
– ¿Qué estás diciendo? Se clara. –No me gusta su
determinación, siento que se aleja de mí. Siento que crece,
evoluciona frente a mis ojos.
– Quiero aprender a luchar, quiero luchar como lo hace
William.
¿Cómo explicarle las limitaciones físicas sin sonar como
un engreído?
– Sabes que los humanos y los vampiros no tenemos las
mismas condiciones físicas, nunca podrías ser como él.
– Déjame intentarlo, quiero estudiar, quiero ser la mejor.
– ¿Crees que los humanos van a dejarte entrenar? Ellos
solo te ven como una bruja.
– Yo no dije que me entrenen los humanos Hen, quiero
estudiar cómo lo hacen tus soldados, los he visto, quiero ser
como ellos.
Mierda. No, no puede.
Me levanto del sillón, incómodo por ver hacia dónde se
dirige esta conversación. Mi habitación es lo suficientemente
grande para caminar y bajar la ansiedad, así que comienzo a
merodear alrededor de Eleanor sin rumbo alguno.
El entrenamiento de los soldados es sumamente estricto,
ellos deben estar listos, en caso que la guerra volviera a
estallar.
Ella no puedo lograrlo. Nunca.
– No –Suelto– No puedes, me estas pidiendo algo
imposible Eleanor, pídeme lo que sea, dinero, una casa, –a
mí– pero eso no puedo dártelo.
– ¿Por qué no? –Se levanta del sillón y camina hacia mí,
su voz se entrecorta – No puedo vivir con los humanos, no
puedo vivir con los vampiros, ¡dime que hacer Hen! ¡Porque
yo solo veo esa única opción!
Me duele el pecho.
Escuchar su angustia me hace replantearme todo lo que
he hecho por ella. ¿Le habría ahorrado su sufrimiento si la
hubiese matado? Ella tiene razón, no encaja en ninguno de
los dos mundos, Eleanor tiene un solo destino, la absoluta
soledad… y yo soy el único responsable de ello.
– ¿Crees que voy a dejar a una mujer humana entre un
grupo de vampiros machos? ¿Qué crees que va a ocurrirte?
¡Piensa Eleanor!
– ¡Nada, si dices que te pertenezco! –¿Qué? ¿Sabe ella lo
que significaba esa palabra en nuestro mundo?
– No sabes lo que dices…–Me siento arrinconado por ella,
sin salida.
– No tienes opción, envíame lejos de aquí, de toda esta
mierda, déjame explorar quién soy.
– Es muy lejos de aquí Eleanor, no podría ir a visitarte
todos los días.
– Mejor, necesito dejar de depender de ti.
Intento enmascarar mi dolor con enojo, pero es imposible.
Ella se ha vuelto fría.
Alejada.
Y yo me siento absolutamente derrotado.
Kraus ha despertado detonantes en una Eleanor que no
quiero ver, la Eleanor que estaba enterrada en lo más
profundo de su alma.
Mi padre, respetuoso por nuestra conversación, golpea la
puerta antes de entrar, aunque escuchó todo, como la otra
mitad del castillo probablemente, cuando entra, pregunta
qué ocurre.
– A Eleanor se le metió una descabellada idea en la
cabeza, eso es todo –digo disminuyendo todo el discurso que
ella había dicho. Mi padre ingresa dando pesados pasos hasta
sentarse exactamente donde yo me encontraba hace unos
minutos.
– No creo que sea tan descabellada su idea, Eleanor es
adulta ya, puede tomar sus propias decisiones y hacerse
cargo de sus consecuencias, ¿no Eleanor? –Él solo quiere
alejarla de mí, quiere terminar el problema con la iglesia.
– Sí, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario, no
importa lo que cueste. –ella me da la espalda por completo y
se vuelve a mi padre, sabe que él es el que toma la decisión
final. – Majestad, quiero aprender a defenderme, no puedo
seguir dependiendo de ustedes toda mi vida y mucho menos
provocar una guerra.
Demonios, ¡quiero que se calle!
¿Acaso entiende lo que va a conseguir si se va? ¿Cómo
puede estar tan tranquila?
– Eres consciente de que el entrenamiento es lejos de
aquí, ¿no? Mi hermano William es el encargado, pero por ti
podríamos hacer una excepción, solo por ti.
– Lo sé y estoy agradecida.
– Entonces no hay mucho más que hablar…
– ¡Padre! Por favor, piensa lo que estás haciendo. –Se
acerca a mí como un relámpago, los ojos de Eleanor no
pueden seguirle la velocidad y se asusta cuando lo pierde de
vista. Mi padre coloca una mano en mi hombro y aunque lo
que está por decir es un mensaje para Eleanor, sus ojos se
focalizan directamente a los míos.
– Eleanor, mi mujer te espera en la habitación azul, vas a
pasar el día aquí, mañana puedes ir a despedirte del buen
doctor.
– Gracias Majestad. –Ella sale de mi cuarto sin mirarme
siquiera. En cuanto la puerta se cierra, mi padre suspira.
– Esto no va a ningún lado hijo, lo sabes, solo va a ser
más difícil para ti y para ella.
– Ella es una humana, ¡no puede con el ambiente!
– Los dos sabemos que eso no es lo que realmente te
preocupa, sabes que William va a protegerla allí. Esto es una
ganancia para todos, Kraus nunca podrá llegar a ella y
ustedes tomaran distancia, lo necesitas hijo, puedo sentir el
conflicto dentro tuyo y eso no es bueno para nadie.
– No sé de qué hablas…
– Sí lo sabes, ¿crees que es fácil ver morir a un gran
amor? Piénsalo, vas a ahorrarte mucho dolor.
Me alejo de él, ofendido o al menos eso creo.
– Nunca vería a Eleanor de esa manera –le muestro mi
espalda, solo para que no vea la confusión en mis ojos.
– Puedes repetirlo todo lo que tú quieras hijo, pero un día
esa niña será tu destrucción. –cuando voy a responder, él ya
se había ido.
CAPÍTULO 10

H endrix

LA PIERDO .
Nunca quise razonar que iba a ocurrir con Eleanor,
siempre viví en el momento. Cada vez que ese pensamiento
se me cruzaba por la cabeza, lo reemplazaba
automáticamente por otra cosa.
Eso era antes.
Estoy acostado en mi cama gigante, sí, los vampiros
dormimos, menos horas, pero lo hacemos. Aunque no habría
horas de sueño para mí hoy.
Eleanor se encuentra a exactamente cien metros de mi
cuarto y puedo olerla y escucharla como si estuviera a mi
lado.
Ella tampoco duerme.
A la mierda…
Me cercioro de que nadie esté caminando por el corredor
que nos separa. Y camino hasta allí.
– ¿Puedo entrar? –susurro en la puerta. Escucho como se
limpia las lágrimas e intenta destapar su nariz, acomoda las
sabanas de la cama y se cubre antes de susurrar.
– Pasa….
El cuarto azul es uno de los cuartos de invitados más
lujosos que tiene este castillo, solo los invitados más nobles
son los que tienen el honor de estar en esta habitación. El
techo está pintado con un azul profundo y unas estrellas
doradas lo acompañan, los muebles tallados y una cama
digna de una soberana.
Como ella.
Cuando entro a la habitación me encuentro con la
completa oscuridad. Aunque no es un problema para mí, sé
que ella no puede verme, lo cual es mejor, me siento más
cómodo.
– ¿Cómo estás? –pregunto a los pies de la cama, cruzo
mis brazos y me apoyo en una de las columnas que la
encierran. Un dosel envuelve los costados.
– Bien. –responde secamente. Bueno, esto será difícil.
– ¿Segura qué quieres hacer esto? –Dime que no, dime qué
no.
– Sí, lo estoy Hen. –Se mueve y acomoda su cuerpo para
estar más argüida, su voz está congestionada– ¿Cómo estás
tú?
– No tan bien como tú…–Suelto con resentimiento. Mis
brazos todavía cruzados los cuales son mi escudo, me sofoco
rápidamente cuando estoy cerca de ella. Camino hacia el gran
sillón y me desplomo allí.
– No quiero hacerte mal, pero es algo que estuve
pensando hace mucho y creo que me haría bien, ya sabes,
endurecerme, tu viste el poder que tiene sobre mí.
– Si, lo vi.
– Entonces entiendes.
– Entendería si algún día supiera la historia. –Merezco
saberla y si esta es la última vez que vamos a estar en la
misma habitación, es el perfecto maldito momento.
Eleanor se mantiene en silencio, sé que en estos
momentos su cerebro está recordando todo lo que había
ocurrido, no es mi intención hacerle recordar todo lo que le
provocaba dolor, pero necesito saber.
– Mi madre era devota de la iglesia, siempre trabajó allí,
nunca supe como terminaron juntos, recuerdo que la
mantenía encerrada, oculta de todos, la llamaba “Asmodea”
no sé por qué, pero siempre supuse que era algún nombre
bíblico. Mi madre me educó y me crio en un pequeño sector
de la iglesia. –Eleanor se detiene, toma una bocanada de aire
y luego continúa. Mi cuerpo ruega por ir hacia ella, está
sufriendo y necesito consolarla, pero por alguna razón, no
muevo un solo músculo de mi cuerpo– Todas las noches ella
solía irse, en su momento no entendía bien porqué, pero
ahora sé que ella iba a saciar las necesidades de ese inmundo.
Un día no volvió, rogué y rogué por ella, pero la puerta no se
abría. Al poco tiempo él vino por mí, me acusó de bruja y de
un montón de adjetivos que no entendía todavía por la edad
que tenía y la poca educación, al principio no deducía si lo
que decía era bueno o malo, pero por su tono sabía que no
podía ser del todo bueno, lo que sí pude entender fue cuando
dijo que iba a quitar el demonio de mí y que luego iba a
reencontrarme con mi madre. –Las últimas cuatro palabras
apenas fueron formadas en su garganta, mi cuerpo se
impulsa lejos del sillón y en un segundo estoy a su lado,
sosteniéndola. Ella ya no se asusta por mi rapidez.
– Esta bien, no es necesario que sigas –Deslizo mi brazo
por sus hombros y la atraigo hacia mí, para darle un poco de
consuelo, pero demonios, se siente como un movimiento
muy arriesgado.
– Al principio solo fue pasar hambre –continuó– Luego el
encadenamiento. Los latigazos vinieron mucho después. El
día que llegaste había violado mi cuerpo, aunque no sabía
exactamente que eso era lo que había hecho, solo sabía que
estaba muy mal, el cura que viste era el encargado de
limpiarme para que él no sienta asco al día siguiente.
Mi respiración se volvió profunda y rápida, la adrenalina
me envenena el cerebro, podría matarlo ya con tanta
facilidad, sería tan grato hacerlo y traería tantas
complicaciones a la vez.
– Cuanto lo siento Eleanor, realmente me lamento no
haber sentido tu perfume antes…–Tan desesperado me
siento por no poder cambiar el pasado, que dije eso sin
pensar. Es demasiado tarde para corregirme ahora.
– ¿Perfume? –Maldición.
– Sí, tú hueles a lavanda y azúcar –Ella levanta la mirada
y nuestra cercanía se vuelve insoportable. Tengo que
alejarme, rápido, pero ¿Por qué no lo hago?
– ¿Eso es bueno? –Maldición es el perfume más adictivo
que alguna vez sentí. Quiero decirle que no, que es
sumamente malo, para mí especie era peligroso sentir olores
así.
– Sí, siempre hueles muy bien. –Su dulzura vuelve a mí,
su aliento cálido me envuelve drogándome por completo, es
hora de alejarme. Me despego de ella y comienzo a caminar
por el cuarto, no es seguro, yo ya no soy seguro para ella–
Estás a tiempo, puedes quedarte, yo voy a protegerte, juro
que él nunca va a ponerte las manos encima.
Mi voz es una plegaria, si le ruego quizás…
Ella niega con su cabeza, mientras algunas lágrimas caen
por su mejilla, ella no quiere irse, ¡lo sé!
Un rayo de esperanza.
– Hen, sé que tú no crees en Dios y sinceramente todavía
no estoy convencida de hacerlo, pero el día que llegaste,
había rezado, le había pedido ayuda, no me importaba si era
la muerte o la vida, solo necesitaba detener el dolor. No
recuerdo mucho, porque mi visión estaba nublada, pero en
mi mente se repite una imagen donde te veo ingresar por la
ventana, pensé que eras un ángel y que al fin iba a ser
salvada.
El ángel de la muerte quizás.
– Y al final fui todo lo contrario…–Río entre dientes.
Pobre chica, pidiendo ayuda y fue solo un vampiro adicto, el
que la encontró.
– No Hen, ¿no lo ves?, tú ya me salvaste. –¿La salve?
Porque lo único que hice en los últimos años fue plantearme
esta situación, la vida de esta, ahora mujer, es un laberinto,
sin escapatoria. Cuando despierto de mis pensamientos
profundos, ella está delante de mí. Su estatura ha cambiado
durante los últimos años y aunque aún soy más alto que ella,
mi altura ya no la intimida. Se pone en puntitas de pie y
coloca sus tibios labios sobre los míos.
Lento, caliente y breve.
– Gracias por todo lo que hiciste por mí.
Estoy absolutamente petrificado, congelado. Mis labios
vibran con nerviosismo, me besó…
Un beso inocente y efímero, pero un beso lleno de
mensajes.
Estoy a segundos de romper mi auto control, a segundos
de tomarla y hacerla mía, mis manos se extienden, quiero
traerla hacia mí, más cerca, más cerca, pero ella se aleja de
mí, dando varios pasos hacia atrás.
– No te vayas…–Mi voz se entrecorta, mis cuerdas vocales
duelen debido al nudo que siento en la garganta. Eso es todo
lo que logro decir.
– Es necesario.
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 11

H endrix

D IEZ AÑOS DESPUÉS .


Como todos los años, la camada de soldados que regresa
de su entrenamiento, saludan a mi padre y hacen su tributo
oficial. Un evento formal que mi padre había instaurado, para
agradecerle a los vampiros que se presentaban en su ejército.
Todos los años la espero, todos los años me exaspero por
verla entrar, pero ella nunca aparece.
Diez años habían pasado desde la última vez que la vi.
Ella nunca volvió a mí.
Eso me hacía sentir…traicionado, ansiaba por verla, no,
moría por ver cómo estaba. Antes de Eleanor era un
egocéntrico, hijo de puta, pero ella sacó lo mejor de mí, hizo
que sienta cosas que nunca había sentido por nada ni nadie,
compasión, amor, interés, me dio un propósito, para un
egoísta como yo, eso era casi un hechizo, un cambio drástico,
de negro a blanco. Mis últimos diez años sin ella han traído
todo lo oscuro que tenía muy enterrado en mi interior, mi
narcisismo, mi adicción, mi soledad.
Diez años en nuestra vida es un pestañeo, yo no he
cambiado realmente, he vuelto a ser el vampiro despreciable
que fui siempre, pero en la vida de un humano, diez años era
una eternidad y sé que Eleanor ya no es la misma, no solo
físicamente, su personalidad, su todo va a ser extraño,
diferente, poco reconocible y eso me hace sentir que la
pequeña Eleanor que una vez crie ya no existe.
Un mundo sin Eleanor es un mundo sin Hendrix, tan
simple como eso.
Había enviado cartas a través de mi tío, pero ella nunca
las contesto. ¿Acaso no me extrañaba? Intenté llegar a ella
usando todas las estrategias que tenía, había peleado con mis
padres, había roto las narices de los guardias que no me
dejaban escapar, no había manera de llegar a ella, vivía una
libertad inmovilizada.
Volviendo a la realidad que me rodea en estos momentos,
observo a mi padre sentado en su gran trono serio y
contemplativo, mientras mi madre y yo estamos de pie en
sus laterales, aguardando por la camada. Ella en la izquierda
y yo en la derecha.
Desde el día que mi tío Williams se llevó a Eleanor, mi
padre me había dado mucho más poder del que tenía antes y
no era tonto, él lo hacía para distraer mis oscuros
pensamientos y sacarme de la depresión que convivía
conmigo desde el segundo que ella salió de mi vida.
No voy a mentir, había funcionado.
Me sentía más responsable, tomaba decisiones que
ayudaban a cambiar la vida de nuestra gente.
La iglesia sigue amenazando, algunos vampiros
reclamaban haber sido atacados, pero los casos son mínimos
y aislados, nada tan grave como para hacer explotar una
guerra.
Kraus se vuelve cada vez más viejo y sin energía para
combatir a una raza eterna como la nuestra. Es solo cuestión
de tiempo hasta que muera.
Quizás ella podría volver cuando eso pase.
Ella no quiere volver idiota.
Las grandes puertas se abren y mi tío entra primero,
siendo general, su cuerpo es doblemente grande que el de mi
padre, los rumores dicen que él fue la inspiración de Miguel
Ángel para el “David”, solemne, duro, un gran espécimen de
la raza. Su cabello es negro como las plumas de un cuervo,
sus ojos oscuros y penetrantes como su aura. Mi padre dice
que tengo sus genes en mi cuerpo, sí, que tenemos el mismo
tamaño, pero nunca el mismo carácter. Su espada cuelga de
su cintura, su armadura brilla y lo hace lucir como un dios.
Durante los últimos diez años he acumulado un
resentimiento extraño contra mi tío, él puede estar con
Eleanor todos los días y sospecho que me mantiene alejado
de ella deliberadamente.
– Su Alteza, –saluda a mi padre con formalidad, aunque
en privado aún son dos hermanos que se aprecian mucho– le
presento el nuevo escuadrón.
Y ahí lo huelo.
Lavanda y azúcar.
Doy un paso al frente, casi instintivamente, buscándola
con desesperación entre la camada que entra marchando al
salón.
No la veo, ¿dónde está?
Mi tío llama mi atención, carraspeando y niega con la
cabeza.
¿Por qué?
– Donde esta…–pregunto. Mi padre extiende el brazo,
impidiéndome avanzar.
– No es el momento Hendrix, no seas irrespetuoso con
nuestros soldados. –Tiene razón, esos vampiros se merecen
mi atención, pero ella está aquí, solo que no en la misma
habitación y eso es todo en lo que puedo pensar.
El gran escuadrón se coloca en filas frente a mi padre e
hacen la reverencia ante él. Cómo sucede todos los años, el
Rey da un gran discurso de bienvenida y agradecimiento a los
vampiros que deciden poner su vida en riesgo. Mientras
todos cumplen con el ritual, agudizo mis oídos para
encontrarla.
Ya no está… ¿Qué demonios?
No hay rastro de ella.
No un sonido.
Ni un palpito.
Siento que pierdo la maldita cabeza.
Luego que mi padre finalizara y la fiesta comienza
oficialmente. Mi tío finalmente viene hacia mí, con
respuestas.
– Ella no está aquí…–dice con sus dos brazos detrás de su
espalda, mientras observa la fiesta como un halcón.
– Sí está, la sentí…–No pueden tratarme de idiota, sé que
solo tengo cuatrocientos años, pero no soy un bebé.
– Hendrix, ella me pidió que no te diga dónde está, le di
mi palabra.
– ¿Y desde cuándo son amigos ustedes? –Me estoy
enfureciendo. Con ella principalmente y con mi tío por dar a
entender que su relación es más profunda de lo que es.
– Desde que la dejaste a mi cargo, ¿recuerdas?
– ¿Disculpa? –doy un paso adelante, posicionándome
más cerca de él, no me gusta esto. ¿Está dándome a entender
algo más?
– Suficiente –La voz de mi padre detrás de mí, suena
como un rayo chocando sobre mi oído– Si no puedes
controlarte delante de los invitados, entonces te invito a
retirarte hijo. –No volteo para darle a mi padre el respeto que
se merece, aún observo a mi tío como si fuera una presa,
hecho una furia y atravesándolo con los ojos.
– ¿Por qué está aquí? ¿Por qué ahora y no antes? –
Necesito saberlo. Algo cambió y necesito saber qué es.
– Hendrix…–Mi padre otra vez. Mi tío mira hacia todos
lados, menos a mí, pero yo voy a conseguir mis respuestas.
De todas maneras, sé dónde está ahora.
– Bien, me retiro.
Pretendo ir a mi habitación, pero solo un idiota creería
eso.
Aterrizo en el mismo balcón donde solíamos pasar noches
enteras conversando. Las puertas están cerradas pero las
cortinas entre abiertas.
El olor es penetrante, Dios, extrañaba tanto ese perfume.
Ella está ahí dentro, puedo ver su figura moviéndose entre
sus padres, riendo, conversando.
Y yo estoy espiando, solo en el balcón, como el ser oscuro
que soy.
La veo.
La observo con melancolía, con locura, muero por volver a
mirar sus ojos infinitos.
Una mujer adulta abraza a su familia. Lleva puesto el
uniforme militar, es la primera vez que la veo con
pantalones, algo impensado para las mujeres humanas de su
época. Todas sus curvas están totalmente desarrolladas, su
cabello oscuro cae sobre su espalda como una cascada. Sus
facciones son femeninas y delicadas, pero puedo sentir su
energía.
Dura.
Impenetrable.
No me hace falta hablar con ella, para saber qué una
persona completamente distinta ha vuelto.
– Eleanor, creo que tienes visitas –dice el doctor Solís,
que, sin verme, puede sentir mi presencia en el balcón.
Maldición, me retraigo como un niño asustado, retrocedo
como un animal en aprietos y me oculto en la zona más
oscura del balcón.
Ella voltea de mala gana.
Me siento nervioso, ansioso.
Ella abre las puertas con mucha brusquedad y me busca
en los alrededores del gran balcón, casi de forma ovalada,
con plantas por doquier. Sus ojos humanos vagan por el
lugar sin encontrarme, hago provecho de eso, tomándome
mi tiempo para leerla bien.
Es imponente.
Roba el aliento.
Finalmente, sus ojos me encuentran.
– Majestad…
Ouch, eso duele.
– ¿Desde cuándo usas mi título? –Aún me mantengo
oculto, estoy apoyado sobre la baranda, con mis brazos
cruzados, es mejor así, no quiero que vea el dolor que me
provoca su frialdad.
– Desde que sirvo a la corona –responde irritada. Camina
hacia el lado opuesto al mío y se apoya en el mismo lugar y
con la misma pose.
¿Por qué mantiene distancia?
– Entonces deberías inclinarte ante mí. –la molesto, no
busco hacerlo, pero no me deja otra opción. Ella está
completamente a la defensiva y yo también. Cuando sus ojos
se vuelven más enojados agrego– ¿Cómo estás?
– Bien, ¿tú? –Dios mío, se volvió hermética, hostil,
distante, es otra mujer.
– Bien, ya sabes, siendo príncipe y todo eso –¿Por qué
estoy comportándome así? Porque este eres tu Hendrix, nunca te
olvides. – ¿Por qué no entraste al castillo?
– Porque no tengo nada que hacer allí, vine a saludar a mi
familia.
¿Yo ya no soy su familia? Siento una punzada en el pecho.
Tengo que morderme la lengua para no hacerle esa pregunta.
– Nunca contestaste mis cartas.
– No sé de qué hablas…–responde, mirando hacia
cualquier lado, menos a mí.
– Sí que lo sabes, te escribí todos los días, ¿por qué no me
contestaste? –doy un paso adelante y ella rápidamente
cambia de posición y se pone en alerta, observando mis
movimientos con cuidado.
– No estoy mintiéndote, nunca vi una carta tuya. –No
detecto una mentira en su tono, quizás alguien las
interceptó.
Un momento…
– ¿Eres amiga de mi tío ahora? –Comienzo a caminar
hacia ella, con mis brazos cruzados– Porque me dio a
entender que son mucho más cercanos de lo que eran hace
diez años.
Ella se yergue a medida que me acerco.
– Will fue mi maestro todos estos años, por supuesto que
somos amigos.
Will…no William.
Demonios.
– ¿Por qué haces esto? –Estoy muy cerca de ella. Intenta
pretender que no le intimido, pero sé que lo hago, todos mis
instintos lo dicen.
– ¿Hacer qué? –Mira al suelo.
– Alejarte de mí, luego de todo lo que pasamos juntos,
¿acaso no me extrañas? –Sinceridad se desparramaba por mi
garganta, no puedo contenerla.
– Eso fue hace mucho, las cosas cambiaron ahora.
– ¿Por qué? ¿Qué hice para que quieras cambiar? –Su
corazón va a mil por segundo, su perfume se vuelve más
potente chocando contra mi nariz y nublando mis sentidos.
– No hiciste nada Hendrix, pero los humanos cambiamos,
no soy la misma niña a la que estabas acostumbrado.
– Puedo verlo. –El cambio físico es increíble, aunque ella
no lo note, su piel cambió, hay nuevas heridas,
probablemente por el entrenamiento, sus músculos se ven
fuertes y pronunciados, el maquillaje la hace lucir más
grande de lo que en realidad es– ¿A qué viniste?
– Ya te dije vine a…
– ¡No me mientas Eleanor! –grito– ¿Por qué elegiste este
momento para venir? –Se siente agobiada, sus ojos transitan
todo lo que nos rodea, hasta incluso espía dentro de la casa
esperando algún tipo de reacción de sus padres. Por supuesto
que no habrá ninguna, yo soy el príncipe y ellos saben que no
es sabio interrumpir la conversación ahora, con este estado
de ánimo tan…agrio que llevo.
– Tengo planes, que ahora no puedo discutir y que
principalmente no te incluyen, ahora vete.
– No…–No voy a perderla de vista. – ¿Qué planes?
Pensé que iba a hablar, pero justo frente a mí, su mirada
se enfurece, su postura se vuelve de piedra y sus palabras
hielo.
– Vete.
Quiero reír por verla esforzarse así para quitarme del
medio, va a necesitar mucho más para lograrlo, ahora que
ella está aquí, voy a ser su maldita sombra. Observo sus
nuevos, adultos y carnosos labios y me encuentro
preguntándome si tendrán el mismo sabor que aquel día,
hace tanto tiempo ya.
– Voy a descubrir que es eventualmente y espero que no
sea nada imprudente, porque si no…
– ¿Sino que Hendrix? –contraataca. No soporto ver el
enojo en sus ojos, ni escuchar el veneno en su voz. Así que
los silencio, devolviendo aquel beso de hace diez años ya, un
beso con el que había fantaseado todos los días desde su
partida.
Y ella no se aleja de mí.
Su calor me llena por completo, la envuelvo en mis brazos
y aunque intenta resistirse un poco, sé que no está usando
toda su fuerza. Eventualmente cae en este hechizo que nos
condena a los dos.
Su fuerza desaparece y eso me da pie a moverme
libremente, deslizo mi lengua atrevidamente dentro de ella.
Su sabor es néctar.
Su perfume la droga más peligrosa.
Su calor el infierno mismo.
La presiono más cerca de mí y sostengo su barbilla para
mantenerla firme.
Demonios, ella quiere hacer esto tanto como yo y
esperamos demasiado tiempo, demasiado.
Mis pensamientos como siempre se adelantan.
Ella me empuja lejos, su fuerza no puede alejarme, pero
respeto su decisión de detener nuestro beso en ese momento,
comienza a quitarse mi esencia de ella, refriega las mangas
de su camisa sobre sus labios.
Con asco.
– ¡¿Qué haces?! –No tengo palabras para responderle,
estoy muy confundido– Vete Hendrix, ve e intenta seducir a
alguien de tu raza.
Retrocedo como si un cañón me hubiera golpeado en el
pecho, pensé que…creí que ella…
Ahora un muro se formó a mi alrededor, bloqueando
cualquier sentimiento, ahogo al Hendrix que se desenvuelve
con ella, para traer al hijo de puta.
La empujo con apenas un poco de fuerza y ella choca
contra las puertas del balcón violentamente, ella sabe que, a
pensar de sentir mi rabia, nunca la hubiera usado con ella.
Tomo su rostro con ira y susurro enterrando mi boca en
su oído.
– Lo que sea que viniste hacer en mi territorio, no va a
ocurrir. Voy a ser tu sombra Eleanor, no voy a dejarte
respirar hasta que me digas porque estás aquí. ¿Quieres que
sea solo el príncipe? Aquí lo tienes.
La alejo de mi bruscamente y desaparezco del lugar.
Más herido de lo que me gustaría sentirme.
CAPÍTULO 12

H endrix

H E PASADO el resto de la noche preguntándome qué demonios


va a ocurrir.
Algo grande.
Algo que involucra a Eleanor y a mi tío de alguna manera.
Pero qué…y por qué.
En el castillo aún sigue la fiesta y probablemente dure
hasta antes del amanecer. Los soldados están relajados, sus
familias han sido invitadas, como también algunos nobles.
Todos conversan, se halagan y coquetean.
Todos menos mi tío, un comportamiento poco natural en
él. Se mantiene aislado, observando todo. Por momentos lo
encuentro analizándome a lo lejos. Pero lo que más me llama
la atención es verlo solo. Mi tío, es el rebelde de los
hermanos, el duro, el mujeriego. La antítesis de mi padre,
quien es más centrado y humilde. Hoy mi tío no lleva
ninguna hembra del brazo. Hoy está solo, otra cosa más para
agregar a la lista de sospechas.
– ¿Cómo está ella? –pregunta mi madre a mi lado,
sonriéndome con ternura. No quiero hablar de ello.
– Ella, ¿quién? –Pretendo no entender, pero mi madre
sabe, ella lo sabe todo y con una sonrisa pícara, espera que le
conteste – No lo sé, cambiada, es otra persona.
– Mmm eso es absolutamente normal para un humano de
su edad, la vida cambia muy rápido para ellos hijo, pero en el
fondo, sigue siendo la misma.
– No lo sé, hay algo raro en ella, algo que no me gustó. –
Mi madre se queda pensando unos minutos y luego agrega:
– Quizás no sepa cómo comportarse a tu lado hijo, ella ya
es adulta y quizás tiene otros pensamientos. –Sí, lo sé. Lo
supe en el momento que acepto mi beso, pero eso queda
encerrado en mis pensamientos– Ahora, ¿por qué no vas a
bañarte?
– ¿Eh? ¿¡Por qué!? –Huelo mis ropas, preocupado.
– Porque ella está en todas partes –Señala mi cuerpo. Que
hembra más perceptiva.
Retrocedo y salgo del salón, maldiciendo el olfato de mi
madre, no puedo tener olor a humano en medio de una fiesta
real.
Aunque Eleanor se ha convertido en un mito/leyenda
entre los vampiros, “la humana que el rey adoptó” todos
conocen la historia, todos saben quién es ella.
Un sonido detrás de mi pasa como una flecha sobre mi
oreja, alguien toma mi brazo y detiene mi caminar.
Sé quién es.
– Tío… ¿qué puedo hacer por ti? –Volteo para encontrarlo
muy enojado. Su ceño está fruncido y su respiración más
acelerada que lo normal, está enfurecido.
– ¿Qué le hiciste? –¿Hacer?
– ¿A quién?
– No te hagas el tonto conmigo Hendrix, puedo olerla a
kilómetros de distancia y su aroma está sobre ti, así que te
pregunto otra vez, ¿qué le hiciste? –Quito su mano de mi
brazo con fuerza, perdiendo la paciencia con este macho.
– ¿Desde cuándo te importa? –Quiero saber que pasa
entre ellos, ya.
– No juegues con ella Hendrix, ¡ya no es tu juguete! –
¿Juguete?
– ¿Así es como la ves? ¿Cómo un juguete? ¿Cómo tu
juguete? –increpo dando un paso más cerca de él. Mi tío
suelta sus colmillos frente a mí, cruzando absolutamente
cualquier barrera invisible que nos mantiene alejados.
Esto va a ser una pelea.
– Mantente lejos de ella, es la última vez que te lo digo. –
Me empuja, golpeándome contra la pared de piedra. El golpe
hace estruendos por el corredor, puedo escuchar el sonido de
una rajadura detrás de mi. Ahora mis dientes están fuera
también.
Me lanzo sobre él, arrojándolo directamente al suelo.
– ¡BASTA YA! –grita el rey. Instintivamente los dos nos
alejamos. El rey es la máxima autoridad en las leyes y en este
castillo– ¿Qué demonios ocurre aquí? ¿Son incivilizados
acaso?!
– Disculpa padre.
– Tú vete a tu cuarto y quítate ese olor. Y tú hermano,
camina conmigo, tenemos mucho de qué hablar.
Mi tío se acomoda las ropas y se retira del corredor, hecho
una furia.
En mi habitación, camino como un loco de aquí para allá,
intentando escuchar su conversación.
Es imposible.
Son vampiros astutos y antiguos, por supuesto no voy a
escucharlos.
Abro las puertas de mi gran balcón y salgo a la noche,
respiro el aire fresco y descubro que todos tienen razón. Su
olor está sobre mí.
Cierro los ojos, mientras aspiro como el adicto que soy,
Dios, la deseo. Y me avergüenza decirlo, la conozco desde que
era una niña por el amor de Dios.
Y, sin embargo, la necesito conmigo.
Nunca un ser humano podría estar con un vampiro, las
vidas de las dos especies simplemente no encajan y por más
que Eleanor convivía con nuestra especie, ella ya está
muriendo.
Muriendo, maldición, no soporto esa idea en mi cabeza,
siento que me ahogo de solo pensarlo, la eternidad es tan
parte de nosotros, que pensar en la mortalidad es como
filosofar sobre temas desconocidos.
Los humanos creen que cualquier vampiro puede
convertirlos, nada más alejado de la verdad, solo los nobles
antiguos pueden hacerlo y ellos solo se mezclan con otros
nobles.
Y si, pensé en convertir a Eleanor millones de veces, yo
podría hacerlo, pero sería condenarla a una existencia
infinita, algo que no se lo deseo a nadie y sin mencionar
dolorosa. No tengo datos concretos, pero las malas lenguas
dicen que es un proceso extremadamente doloroso, donde el
cuerpo humano muere y vuelve a renacer muchas horas
después.
Desabotono mi camisa para aflojar la presión en la
garganta mientras observo el glorioso jardín de mi madre,
que usualmente me da tranquilidad, hoy no, hoy siento que
me ahogo y eso es malditamente imposible.
Piensa en otra cosa…piensa en otra cosa…
Mi oído se afila y escucho en el pueblo un movimiento
fuera de lo normal. Puedo sentir a los humanos tramar algo.
Miro por arriba de mi hombro y al no encontrar u oír a nadie
a la redonda, salgo disparado.
Algo me dice que tengo que observar esto.
Oculto en las sombras, me detengo cerca de la gran
iglesia. Algunos hombres y mujeres, van y vienen con
diferentes tipos de decoraciones. ¿Qué demonios ocurre? ¿Y
por qué tan tarde en la noche?
Un niño pasa corriendo a mi lado y lo llamo.
– ¡Hey, niño! –Lo bueno de la edad del chico, es que el ser
humano no juzga todavía, cualquier humano adulto no
vendría hacia mí, pero él lo hace. – ¿Qué está ocurriendo?
– Mañana es la fiesta de la divina misericordia, todos nos
estamos preparando.
– ¿Y qué ocurre en esa fiesta? Soy nuevo por aquí…–El
pequeño se quita el gorro y comienza a estrujarlo entre sus
manos.
– Mi mamá dijo que mañana voy a liberarme de todos mis
pecados, pero eso es todo lo que sé.
– Esta bien, ahora ve con tu madre y ayúdala en todo lo
que te pida. –El niño se da vuelta y sale disparado hacia la
zona iluminada.
CAPÍTULO 13

E leanor

M UJERES Y HOMBRES enfilan hacía la iglesia, a primera hora de


la mañana.
Mi cuerpo está cubierto con una capa marrón que oculta
mi rostro, eso ayuda a camuflarme entre las modestas
vestimentas que llevan algunas mujeres.
Will dijo que debía cubrir mi rostro y cuerpo porque mis
“encantos” podrían distraer a la gente y lo que menos
necesito en estos momentos es llamar la atención.
Me encuentro entre el grupo de gente, con mis manos
juntas, mi mirada hacia el suelo como buena sierva obediente
que pretendo ser y con mi espada escondida entre los
pliegues, como buena guerrera desafiante que soy.
Hoy el “Gran obispo” se dispone a escuchar los pecados
de todos sus corderos.
Hoy mi “Padre” se va a encerrar en su cubículo sagrado
con la hija del diablo.
La misa comienza y mi padre todavía no aparece, algunos
sacerdotes hablan del pecado y del mundo de Dios, y yo los
observo con pena, con ansiedad y con recelo.
A veces me planteo si vivir en la ignorancia sería mucho
mejor. Pero luego recuerdo lo que la ignorancia le hizo a mi
madre y se me olvida.
– ¡Todos de pie! –grita un cura, mientras mi pedófilo
padre expone sus majestuosas ropas delante de los miles de
siervos que viven en la pobreza absoluta.
Los años se le notan, su cuerpo no parece tan fuerte, ya no
me intimida, pero la oscuridad sigue en su mirada.
Sentada entre toda de la gente, lo observo desde la sombra
de mi capa, moverse al confesionario.
Esos son los últimos pasos que va a dar.
Sus últimas bocanadas de aire.
Hoy es un día muy especial, hoy voy a llevar a cabo un
plan que tenía en mente hace años y que Will me había
ayudado a planear.
La gente comienza a ubicarse en la fila, dejo pasar el
tiempo con paciencia, espero para ser la última y tener una
pequeña conversación con mi padre.

5 AÑOS antes

L A VENTAJA de ser humana en un colegio militar de vampiros, es


que puedo entrenar durante el día, cuando nadie puede
interrumpirme.
Mi noche ha sido dura, mis compañeros no tienen en cuanta
mi desventaja humana y muchas veces me destrozan en los
combates cuerpo a cuerpo.
Necesito mejorar.
No tengo opción.
Golpeo la bolsa de boxeo con ira, no puedo permitirles meterse
bajo mi piel, tengo que ser mejor, más fuerte, más ágil.
– Estás poniendo mal los pies. –La voz de Will aparece desde el
corredor más oscuro por fuera de la habitación.
Me detengo y volteo con una sonrisa.
– No puedes evitarlo, ¿no? Tienes que corregir todo lo que
hago, también durante el día. –Rio.
– Si cerraras las cortinas podría corregirte mejor. –Camino
hacia el gran y sucio ventanal y comienzo a correr la tela que los
aísla del sol. William emerge de entre las sombras, vistiendo solo
una camisa y sus calzones largos.
Su sonrisa ganadora siempre esta instaurada.
– ¿Qué problemas tienes con usar ropa adecuada? –Lo
molesto.
– Ustedes los humanos son mucho más conservadores que los
vampiros, nosotros no tenemos problemas con exponer nuestros
cuerpos.
– Eso es porque no sienten las temperaturas, sino estarías
vestido como yo. –largando una riza entre los dientes, William
camina hacia mí y se posiciona detrás mío. Coloca sus manos en
mi cintura y comienza a manipular mi cuerpo como si fuera una
muñeca de trapo.
– Gira solo unos centímetros…–muevo mi torso, pero no mis
pies, lo cual hace que el empuje mi tobillo y lo cambie de posición,
haciendo que pierda el equilibrio. – ¡Mujer! Estás más dura que
una piedra, no voy hacerte nada, ponlo así, de costado.
Cambio mi posición, apuntando paralelamente a la bolsa.
– ¿Así?
– Exacto, ahora recuerda que el golpe nace en el hombro, pero
sin el acompañamiento de tu cintura es lo mismo que nada, la
fuerza nace aquí. –Aprieta mi cintura, haciéndome cosquillas.
No soporto las cosquillas, automáticamente comienzo a reír y
me alejo de él.
– ¡No! ¡No por favor! No lo resisto. –me rio.
– Maldición, ustedes humanos sí que son sensibles a todo. –
Vuelve hacia mí y comienza a reajustar las vendas de mis manos.
– ¿Qué haces despierta a estas horas?
– Yo tendría que preguntarte eso, soy la única humana en la
habitación. –levanta una ceja, regañando mi respuesta, solo en la
intimidad podía hablarle así, delante de mis compañeros solo
usábamos formalidades, ese fue el código desde el día que llegue.
Suspiro, aceptando su enojo y comienzo a explicarle– Es el único
momento en el que puedo practicar sin que algún idiota este
pisando mis talones, hoy me dieron una paliza.
– Lo sé, te vi. –Termina con mi mano derecha, haciendo un
nudo y comienza con la izquierda– Lo que no entiendes es que
nunca vas a estar al mismo nivel que esos soldados. Pregúntame
por qué…
– ¿Por qué?
– Porque físicamente ellos tienen más fuerza, llámala
supernatural o como quieras, pero, ni, aunque entrenes toda tu
vida vas a llegar a esa fortaleza. –Me deprime ese pensamiento,
siento que pierdo el tiempo– Pero lo que, si tienes que ellos no, es
inteligencia ¨El¨, ellos son solo un puñado de idiotas jugando a ser
soldados, tú puedes vencerlos si usas la cabeza. –ajusta el nudo. –
¿Entiendes?
– Will, ¿cómo voy a predecir sus movimientos si son como
rayos? –él se aleja de mí, levanta su camisa de dormir y la arroja
al suelo.
Había escuchado por ahí que William era el “David” de Miguel
Ángel, nunca había visto la escultura, pero definitivamente parece
una. Sus músculos son millones y están absolutamente esculpidos.
Me distrae completamente por unos segundos, hasta que
comienza a hablar.
– Mira mi torso y observa. –Estira su brazo con lentitud,
cerrando su puño. – Mira mis músculos.
Definitivamente los estoy mirando.
– ¿Qué tengo que ver?
– Mis músculos predicen mi movimiento, tonta, mira. –Repite
el movimiento con su velocidad normal.
– No veo nada Will. –Suspiro frustrada, me siento en el suelo
con mis brazos cruzados, él camina hacia mí y me levanta desde
los codos.
– Otra vez, observa. –Repite el movimiento, yo niego con la
cabeza– Otra vez. Otra vez…
– ¡Lo vi! –El músculo se mueve solo un milímetro, antes de dar
el golpe– Pero ¿cómo voy a verlo cuando lleven ropa?
– Práctica El, ya verás. –Camina hacia su camisa y vuelve a
colocarla– ¿Puedo preguntarte algo?
– Sí. –respondo casualmente mientras golpeo la bolsa de tela
gris, imitando el movimiento que él acaba de hacer.
– ¿Por qué quisiste venir a entrenar? –Me detengo y lo
observo, luego de tantos años de amistad, es raro que recién ahora
haga esa pregunta. Will tiene los rasgos de Hendrix, algunas
posturas y gestos son similares, pero él es mucho más relajado que
su ahijado, Hendrix siempre parecía nervioso cuando estaba a mi
alrededor.
– Tenía que prepararme…por si…
– Por sí, ¿qué? ¿Por si un día se presenta la oportunidad para
matarlo? –Es un vampiro muy despierto.
– Aha–respondo como si no me importara.
– Tienes todo planeado, ¿no? –Ahora camina hacia mí,
sostiene la bolsa para que yo continúe con los golpes.
– No, pero eventualmente lo tendré. –Will me sonríe y lee mi
rostro.
Golpe.
– No puedo dejarte hacerlo, lo sabes, ¿no? Podrías desatar una
guerra.
Golpe.
Golpe.
– ¿Por qué? Soy humana, lo máximo que puedo conseguir, es
que me maten.
– Exacto, no puedo permitir eso, no bajo mi comando, a menos
que…–Se queda pensativo, mirando hacia el suelo.
Golpe.
– A menos que… ¿qué? –Detengo mis movimientos.
– A menos que me dejes ayudarte.
– ¿Tú qué ganarías? –No veo el propósito de esto.
– Si una humana mata al sacerdote, terminaría la guerra fría,
pero… –Levanta su dedo índice, deteniendo la carga de
pensamientos que estaba por arrojarle– Vendrían por ti y
claramente nosotros no podríamos intervenir.
– No me importa morir. –Me defiendo.
– Bueno resulta que, si mueres, no solo yo estaría sumamente
triste, sino que mi ahijado también.
¿Hendrix? No lo creo, nunca se comunicó conmigo luego de mi
partida.
– ¿Entonces? –No entiendo.
– Digamos que, si matas al sacerdote, yo puedo salvarte la
vida, dándote vida eterna.
Detengo mis golpes– ¿Vida éter…? ¿Te refieres a convertirme?
–Rueda los ojos, condenando mi ingenuidad.
– Solo la realeza puede hacer eso. Solo así podrías estar con un
vampiro. –Suena tentador, ¿pero se refiere a Hendrix o a él? No sé
cómo preguntar.
– No lo sé…
– Piénsalo, solo bajo esa condición te dejaría hacerlo.
– ¿A qué vampiro te refieres? –pregunto sin rodeos.
Su postura cambia por completo, se endereza y se detiene a
unos centímetros de mí.
– A mí, por supuesto. –Oh…– ¿Qué creíste? ¿Qué finalmente
ibas a poder estar con Hendrix? –No me gusta la sonrisa que tiene
en su rostro, pero tampoco se siente como un ataque. – El,
Hendrix es el heredero al trono, él nunca podría estar con alguien
que no sea de la nobleza, ni humana, ni vampira, ¿entiendes eso
no?
Me siento una idiota.
– ¿Por qué crees que quiero estar con él? –Pretendo no estar
interesada.
– Vamos, me sorprende que él no haya hecho algún
movimiento ya, es evidente que hay una conexión entre ustedes.
– Y si es tan evidente ¿por qué me quieres para ti? –Suelta la
bolsa y da un paso hacia mí, tomando mi mano, la observa como
si fuera lo más interesante del mundo.
– Porque creo que nuestra conexión también es fuerte, solo
necesita más tiempo. –Levanta la mirada y sus ojos azules me
atraviesan. – Y yo no estoy ligado al casamiento por sangre.
Mis mejillas se sienten calientes, sin contar algunas otras
partes del cuerpo.
– Y-yo…–Cubre mi boca con la palma de su mano.
– Solo piénsalo, los dos ganaríamos, tu deshaces de tu
enemigo y yo gano compañía eterna. –aún con su mano sobre mí,
se acerca y besa su palma, justo donde está mi boca y se aleja de
mí.
Volviendo a su hogar, las sombras.
CAPÍTULO 14

E leanor

P RESENTE .

S ENTADA EN LOS bancos de la iglesia, la fila es de nunca acabar,


pero sabíamos que esto iba a llevar varias horas, es necesario
que sea la última.
Aún recuerdo ese día, me sentía tan confundida.
En los últimos años Will se ha vuelto un amigo protector,
un compañero de charlas eternas, no parece tan descabellada
la idea de vivir con él.
Pero Will no es Hendrix y nunca lo será.
Me he replanteado esto muchas veces, Hendrix tendrá que
vivir su vida sin mí, yo no soy parte de esa sección dentro de
su vida y nunca podré serlo. Por otro lado, Will siempre está
ahí y lo estuvo durante todos mis años en el colegio y sigue
hasta hoy. Él me entrenó, hizo de mí una guerrera digna o al
menos lo mejor que podía ser, por mi condición de humana.
Solo me falta transformarme para ser perfecta y estar a la
altura de todos los demás.
Desde el día que me dio ese gran consejo, mis compañeros
ya no me molestaban, ni ganaban los combates cuerpo a
cuerpo.
Con la espada era la mejor de la clase y esa era el arma
que había elegido para este momento tan importante en mi
vida.
Fue con Will que planificamos esto.

UN AÑO ATRÁS .

S ENTADOS en la oficina de Will, hablamos muy concentrados sobre


los movimientos que van a ocurrir dentro de poco.
Sobre su tallado y lujoso escritorio de madera, hay cientos de
anotaciones, todas ellas hechas por él, con su hermosa letra
caligráfica. Conozco muy bien esa letra.
Él siempre deja notas por debajo de mi puerta.
Notas tan íntimas y románticas que debo esconderlas de los
ojos curiosos.
He caído por él, más rápido de lo que podía imaginar.
– Tiene que ser sí o sí en esta festividad, es la única ventana
disponible para llegar a él, sino solo lo encuentras recluido en su
castillo.
– Entiendo.
– El, no puedes fallar, si por alguna razón algo sale mal, él no
volverá a aparecer en público, ¿entiendes eso?
– Sí, no te preocupes, lo voy a lograr.
– Sé que lo harás. –Guiña un ojo y me roba una sonrisa. Por
un momento nos observamos, pero él rompe el hechizo y sigue
hablando– La madera con la que está hecho el confesionario es
demasiado dura para que tú la atravieses, debes lograr que él
coloque su rostro en la redecilla, así tienes un buen ángulo.
– Que pasa con el ruido. –pregunto mientras busco la nota que
él había hecho sobre ese tema.
– Tienes que buscar la manera de hacer el menor posible,
debes ser la última en confesar y cuando lo tengas hecho debes
salir rápido de allí.
Un bostezo me sorprende y rápidamente cubro mi boca, hoy el
entrenamiento había sido doblemente duro y estoy exhausta.
Observo a Will con vergüenza, pero su mirada es otra.
Afecto.
– Vamos, es hora de que duermas. –se levanta de su silla,
rodea el escritorio y extiende su mano para que la tome.
Nunca lo había hecho antes.
La tomo sin dudarlo y él parece contento, me lleva por los
pasillos del colegio en silencio. Yo no convivo con el resto de los
alumnos, por razones lógicas. Mi cuarto está aislado, tiene
ventanas y una gran vista al jardín del edificio.
Will se detiene en la puerta y gira el pomo con cuidado,
verificando que no haya luz en la habitación, el sol estaba
saliendo ya.
– Nunca las dejo abiertas, no te preocupes. –Río. – Ya sabes,
por si alguien espontáneamente quiere entrar.
– Lo sé. –Abre la puerta del todo y se detiene bajo el marco. Se
apoya sobre el lado derecho.
Muevo algunas cosas de lugar, para que mi cuarto no parezca
el de una adolescente.
He cumplido veintinueve años hace una semana y aún no
logro ser organizada.
– Disculpa el desorden, ¿quieres pasar? –Indico la única silla
libre.
Él niega con la cabeza.
Claro que no quiere pasar, soy un desastre.
– Ven…–Ordena y sin chistar camino hacia él– Sabes que
muero por estar aquí, pero no es seguro para ninguno de los dos.
– Oh no, ¡no me refería a eso! –Si me refería a eso, soy la
adulta más virgen de todo el país. Bueno, virgen es lo que me digo
a mi misma, todos sabíamos que eso no es verdad, gracias al cura.
– Pregúntame por qué…
– ¿Por qué?
– No creo poder detenerme si pongo mis manos sobre ti, El.

P RESENTE .

O BSERVO al hombre que había violado a mi madre y a mí


tomar descansos mientras la gente aún lo espera.
¿Qué demonios tiene este asqueroso hombre, que todo el
mundo lo adora? No puedo entenderlo.
– Señorita. –Charles el mayordomo humano que mis
padres adoptivos solían tener, se sienta a mi lado en el banco
de la iglesia.
Y eso no es bueno. ¿Cómo me identificó?
– Charles, ¿qué haces aquí?
– Oficialmente vine a confesarme…
– ¿Y extra-oficialmente?
– El príncipe me envió. –Lo sabía, no sé por qué, pero
sabía que Hendrix iba a ser un problema desde el momento
que lo vi en el balcón, también lo supo Will.
Por eso me lo advirtió.

U NA SEMANA ANTES .
– N O QUIERO que viajes sola hasta el pueblo, vas a viajar con el
último escuadrón que se dirige a la fiesta de honor y luego te vas a
mover hasta la casa del doctor.
– Esta bien. –Estoy inquieta por Hendrix, no quiero verlo.
Desde el día que vine aquí, sabía que íbamos a vernos cada vez
menos, pero nunca esperé que desapareciera así. Ni una carta, ni
un solo “Feliz cumpleaños”, me siento traicionada por él, pero por
sobre todo dolida. Parecía que se había quitado de encima un
estorbo.
Un estorbo humano.
Will se levanta de su silla y camina hacia donde estoy, se
inclina ante mí, colocando sus rodillas en el suelo y sus manos
sobre mis muslos.
– Tenemos que hablar de un factor importante. –Frunzo mi
ceño, no entendiendo de qué habla, tenemos el plan tan detallado
que me sorprende que hable de algo nuevo ahora– Hendrix.
Demonios.
– ¿Qué pasa con él?
– Va a querer verte, eso es un hecho, va hacer muchas
preguntas, debes tener cuidado en no contestarlas. Puede que
quiera detenerte.
– No te preocupes, sé cómo manejarlo. –Sonrío, pero por
dentro se me despedaza el alma. No es la primera vez que Will
ataca a Hendrix, muchas veces pretendía olvidar que hablaba
conmigo y me contaba el cotilleo del castillo.
Lo que la gente dice sobre Hendrix y su nueva novia.
O qué tan contenta estaba la madre por recibirla en la familia.
Después pretendía sentir culpa por decirme estas cosas.
No entiendo si lo hace para que me olvide de Hendrix o para
lastimarme. A veces siento que me pone a prueba, para observar
mis reacciones cada vez que lo nombra, pero mi rostro siempre se
mantiene frío, sin movimiento, sin vida. Después de todo, siempre
he sido especialista en ocultar mis sentimientos cuando se trata de
Hendrix, toda mi adolescencia me la pasé pretendiendo no sentir
un cosquilleo en el estómago cada vez que lo veía.
O calor entre mis piernas cuando se acercaba a mí.
Ahora Hendrix ya no existe para mí y no voy a dejar que
interrumpa mis planes.
– Solo recuerda todo lo que pasamos en estos últimos diez
años, que él no quite en un segundo todo lo que trabajamos.
¿Hablaba del plan o de nuestra “relación”?
– ¿De qué hablas Will? Se claro…
– No quiero perderte. –Coloca la palma de su mano en mi
mejilla– Y siento que puede pasar.
Para darle un poco de tranquilidad, coloco mi mano sobre la de
él y la tomo para besarla.
– No lo hará, no te preocupes.
Sin más aviso, Will deposita sus labios sobre los míos. Me toma
totalmente de sorpresa, coloca su mano sobre mi nuca y me
empuja hacia él, devorando cada centímetro de mi boca.
– Creo que estoy perdiendo la cabeza aquí, El, siento que soy
capaz de matar a cualquiera que ponga las manos sobre ti.
Su tono es increíblemente aterrador, amenazante. Quiero
calmarlo de alguna manera, pero no sé cómo.
– Todo va a salir bien Will, tranquilo…–Tengo miedo, su
respiración se vuelve trabajosa y sus ojos se llenan de ira, no, no
ira, lujuria.
– Solo quiero que sepas que me perteneces ahora El, eres
solamente mía y cuando salgas de esa iglesia con una vendetta
sobre sus hombros, finalmente vamos a poder estar juntos. Es eso
lo que quieres, ¿no?
Muy, muy profundo dentro mío, la respuesta no sale tan rápida
como en otras ocasiones. No me gusta esta obsesión, este hombre
posesivo es alguien que me mantiene alerta.
– Sí Will, es lo que quiero.
CAPÍTULO 15

E leanor

P RESENTE .

– C HARLES , vete. –desvío mi mirara hacia otro lado,


intentando cortarlo de la conversación, pero él toma mi
brazo para que vuelva a él.
– Señorita, me pidió que no la pierda de vista, pero
escúcheme, estoy de su lado, lo que quiera hacer aquí, no es
de mi incumbencia.
– Gracias Charles, realmente, pero ahora por favor, vete.
– Me pidió que le diga que no haga nada imprudente, pero
también dijo que no me iba a escuchar y que la asista en todo
lo que necesite.
Este maldito Hendrix, ¿por qué de golpe quiere
involucrarse en mi vida? Luego de diez años de no mostrar
interés, ¿¡por qué ahora!?
Coloco mi mano sobre su brazo de Charles y repito:
– Por el bien de todos, vete, lo tengo cubierto. –Lo suelto
y me levanto del banco, dejándolo solo allí.
Siento pena por el pobre viejo, había sido una gran ayuda
cuando era niña, pero ahora lo necesito fuera del camino.
La fila ya es más corta, también la cantidad de gente en la
iglesia. Con el frio y la noche a nuestros pies, el ambiente es
cada vez más tenso.
Las últimas diez personas esperan.
Observo a mi alrededor y me coloco detrás de la última.
Mis manos entrelazadas sobre mi pelvis, mi mirada hacia
el suelo y mis palpitaciones a mil.
Cinco personas menos.
Tres.
Dos.
Mi turno.
Entro en el confesionario y me cercioro de cerrar bien la
puerta. El espacio es muy justo, mis rodillas están a
centímetros de chocarse contra la pequeña puertezuela. La
única luz que entra, es la que se filtraba del exterior por los
bordes. El lugar es mucho más chico de lo que Will me dijo.
Intento sentarme lo más cómodamente posible y libero el
aire que tengo contenido en los pulmones. Inclino mi cuello y
observo por el rabillo del ojo la silueta del hombre que
arruinó mi vida.
– Padre…–susurro, saludándolo como lo hacen todos en
este loquero.
– Hija –responde– ¿cuáles son tus pecados? –Miro la
redecilla que nos separa, él observa el suelo. Ya no tiene
cabello casi y su piel cae hacia abajo, como derritiéndose.
– Le hice algo a un hombre muy malo, padre. –Levanta su
mirada, pero aún no me ve.
– ¿Por qué?
– Porque se lo merecía, tenía que hacer algo para vengar a
mi madre. –susurro. Mi confesión llama su atención, mi bajo
volumen hace que se acerque más a mí.
– Pero hija, ¿qué podría haberle hecho él, que el mismo
Dios no haya tomado el castigo entre sus manos? –Hija me
llama, si tan solo supiera que ese es el título correspondiente
en mi caso.
– Acérquese padre. –susurro, mientras desenfundo mi
espada lentamente, por debajo de mi ancha manga. Él se
acomoda en el asiento y coloca su oreja cerca de mí. – La
acusó de bruja, la violó y la encerró en una torre, a ella y a la
hija que engendró a base de una violación. –Mis palabras
salen violentas entre mis dientes, el pobre viejo desliza su
mirada hacia mí, su rostro está lleno de miedo y sorpresa.
Yo, sin embargo, sonrío.
Sed de sangre.
De satisfacción.
– Hola…padre.
– ¡Tú! ¡Hexe! –grita, pero mi espada atraviesa la redecilla
y llega a su garganta, antes de que pueda pedir ayuda.
Tal como dijo Will, la redecilla no es tan fuerte y la
posición es exacta para callarlo y matarlo a la vez.
El viejo se ahoga con su propia sangre, brota por todos
lados, chorrea por mi espada, por su garganta y mancha su
inmaculado disfraz de cura.
Entierro la hoja con fuerza, empujando, para escuchar con
más detenimiento el sonido de la sangre saliendo a
borbotones. Siento la sangre caliente en mi rostro
chorreando lentamente, mis ojos están completamente
abiertos, mis labios muestran una sonrisa.
Estoy perdida en el placer.
Veo su cuerpo morir. Pero sus ojos llenos de oscuridad me
miran pidiendo socorro.
– Nos vemos en el infierno, padre.
Automáticamente cae en el estrecho espacio que tiene.
– ¿Qué ocurre allí dentro? –escucho la voz de un joven, la
sombra por debajo de la puerta se mueve hacia mí. Cuando
trato de quitar la hoja de la carne, no puedo.
Esta atorada.
El ángulo de movimiento que tengo no me deja quitarla.
El plan no es perfecto después de todo.
Suelto la empuñadura, coloco mi capa y con el rostro
oculto, salgo al altar otra vez.
– Todo está bien, que Dios te bendiga. –le digo al
monaguillo que sospecha de mí, pero en cuanto termino de
hablar, la sangre de mi padre se escabulle por debajo de la
puerta, chorreando densamente por todo el suelo de la
iglesia.
Para él, es una imagen horrenda.
Para mí, eso es una obra de arte.
Eso valían mis diez años de confinamiento.
Comienzo a correr por el pasillo, ya no hay casi creyentes,
solo aquellos que rezan luego de su confesión.
– ¡Deténganla! –grita.
Dos hombres en la puerta se preparan para interceptarme.
Corro con más rapidez hacia ellos. Escalo uno de los bancos,
primero coloco mi pie en el asiento y luego en el respaldo, y
con mi pierna extendida, golpeo a uno de ellos de una patada
en el aire, derribándolo inmediatamente. Me posiciono para
enfrentar al otro, pero encuentro a Charles deslizando un
cuchillo sobre su garganta.
– ¡Corra señorita! ¡Corra! –grita.
Empujo la puerta y salgo corriendo.
Directo a los bosques, donde Will me espera para sacarme
de aquí.
Corro.
Corro tan rápido como puedo.
– ¿Will? –lo llamo desesperada.
Pero no es Will quien me encuentra.
–Te tengo.
Todo se vuelve negro rápidamente, haciendo que pierda el
control de mi propio destino.
CAPÍTULO 16

H endrix

E LEANOR ESTÁ ATADA a la cama de Charles.


El hombre vive en el medio del bosque en una humilde
choza.
Lejos de todos.
Lejos de William.
Lejos de la iglesia.
Lejos de mis padres.
Solo ella y yo, bueno y el pobre Charles que camina como
un neurótico por la cocina.
El golpe que le di, había sido suficiente para desmayarla
por unas horas. Nada que ella no pueda soportar.
Un poco de sangre chorrea por su cráneo, pero no es suya,
es la sangre de su padre se seca en su rostro.
Pero necesito que despierte antes de que William la
rastree, resulta que su perfume no es embriagador solo para
mí después de todo.
– ¡Charles! –llamo al pobre hombre, quien aparece en
menos de un segundo. – Necesito un vaso de agua, ¿puede
ser?
– Sí señor. –El pobre humano lleva la culpa escrita en el
rostro por detenerla aquí, pero esto es sumamente necesario.
Cuando vuelve, arrojo el agua en el rostro de Eleanor.
Ella se despierta alterada, ahogada y lista para pelear. Sus
brazos quieren moverse, pero le es imposible, mis nudos son
perfectos. Analiza su entorno con miedo, hasta que me
encuentra en el extremo de la habitación.
– ¡¿Qué demonios haces?!
– Te protejo de ti misma, antes que hagas otra
estupidez–respondo, mientras le devuelvo el vaso de madera
a Charles. – Ya puedes irte viejo amigo, esto no durará
mucho más.
– Sí señor. –Hace una pequeña reverencia, observa a
Eleanor y susurra– Lo siento…
Eleanor lo mira preocupada, sin entender qué hace aquí.
– ¿Dónde está Will? –Maldición, odio ese nombre en su
lengua.
– No lo sé, no lo he visto. –Comienza a forcejear sobre la
cama, intentando escapar. – ¿De verdad vas a gastar toda esa
energía? Prefiero que la uses para explicarme qué demonios
acaba de ocurrir.
Respira agitadamente, observa todos mis movimientos
con mucho cuidado.
– ¿¡Qué quieres Hendrix!? –a ella quiero, pero eso no va a
salir de mi boca. No todavía.
– ¡Quiero saber en qué demonios estabas pensando!
– ¿Y desde cuanto te interesa lo que pienso?
– Desde el día que te conocí, Eleanor. –Bajo el tono de
voz, intentando demostrar sinceridad.
Ella mira hacia todos lados menos a mí, evitando ver el
dolor que mi voz transmite.
– Había un plan, ¡estaba todo resuelto y tú lo arruinaste!
¡Ahora Will debe estar buscándome por el bosque como un
loco!
Will, Will, Will…voy a volverme loco si lo nombra una vez
más!
– ¿Qué plan? ¿Tienes idea de lo que hiciste? ¡La guerra va
a estallar gracias a tu imprudencia!
– ¡No! Nada va a ocurrir, porque fue una humana la que lo
mató. Ustedes no tienen nada que ver aquí.
– ¿Y qué crees que va a sobrevenir ahora? ¡Van a venir por
ti! ¡Es un milagro que no estén con sus antorchas tirando
abajo la puerta de Charles!
– No van a poder hacerme daño Hendrix, porque ya no
voy a ser humana.
¿Qué?
Tomo la silla de paja que hay delante de mí y apoyo las
manos en el respaldo, necesito apoyarme en algo, necesito
calmarme.
– Repite lo que acabas de decir. –susurro, el aire sale por
mi nariz con mucha fuerza.
– Nada va a ocurrir…
– ¡REPITELO! –lanzo la silla contra la pared más cercana,
haciéndola estallar en mil pedazos. Eleanor cierra los ojos
para evitar que los pedazos de madera golpeen su rostro.
– Hendrix por Dios, cálmate, era la única manera, ¡no
tuve opción!
– Si no comienzas a explicarte con claridad Eleanor…–
amenazo.
– ¡Will descubrió mis intenciones! Dijo que no iba a
permitirme matarlo a menos que…
– A menos que, ¿QUÉ?
– A menos que sea suya…–susurra, no necesito más
explicaciones. Todo tiene sentido ahora, el comportamiento
de mi tío, el silencio de Eleanor…
Siento que mi sangre burbujea.
Me detengo a los pies de la cama.
La luz de la luna ingresa por una pequeña ventana detrás
de mí, mi sombra parece gigante sobre el cuerpo de Eleanor.
Se hace pequeña, adelantándose a la ira que estoy por desatar
sobre ella.
Pero no, no, debo calmarme. Respiro profundamente e
intento mantener mi voz lo más calma posible.
– ¿Eso es lo que quieres? ¿Te enamoraste de él?
Sus ojos danzan por toda la habitación, buscando
respuestas. Su corazón se acelera, traga saliva fuertemente.
– ¡RESPONDEME! –Pateo la cama, haciendo que se
sobresalte, ¡es imposible mantener la calma con esta
humana!
– No lo sé…
– Nadie que esté enamorado respondería algo así Eleanor,
lo estás o no.
– N-no…¡¡no lo sé! ¡Déjame en paz! ¿¡Por qué haces esto!?
¿Por qué? Porque no puedo soportar la idea de que ella se
convierta en lo que yo soy.
No mientas, esta fue tu fantasía por años, lo que
verdaderamente te molesta, es que ella es de alguien más ahora.
– ¿Quieres vivir una vida eterna a su lado? –pregunto con
asco en mi rostro.
Comienza a llorar, evitando mi mirada.
– Yo solo quería matarlo y si tengo que sacrificarme para
poder hacerlo entonces ¡lo voy hacer! Will va a convertirme
esta noche, antes que mi propia raza me mate!
¿Cómo llegamos a esto?
Los vampiros son la especie más egoísta que existe, yo lo
sé más que nadie, la mantuve cerca mío por mi adicción y
ahora, no quiero que se convierta, solo por el hecho de que
no puedo a soportar verla con otro vampiro que no sea yo.
Siempre fui un egoísta.
– No lo voy a permitir.
– ¡No puedes hacerme esto Hendrix! ¿No lo ves? Tu
decidiste alejarte de mí, ¡ahora estas son las consecuencias!
¡¿Yo qué?!
Escalo por la cama como un depredador hambriento y me
detengo a centímetros de su boca, sostengo su mandíbula
fuertemente con mi mano.
– ¿Quién fue la que decidió irse en cuanto las cosas se
pusieron difíciles? ¿Quién ignoró las mil cartas que envié?
– ¡Ya te dije que nunca recibí ninguna carta!
– ¿Y quién crees que las escondió de ti? –susurro sobre su
oído. Ella se manda al silencio, entendiendo mi punto.
– Hen…no puedo seguir siendo humana. –Hen
– Si puedes y debes, ¿crees que vivir una eternidad es
divertido?
– ¡Eres lo único que tengo! –Suelta de golpe. – ¡Eres todo
lo que conozco! No puedo viv. –La callo con un beso, porque
no soporto escuchar su dolor.
Como dije antes: Egoísta.
Entre lágrimas nos besamos desesperadamente, mi
lengua la sofoca y la reclama finalmente. No quiero que sea
de Will, la quiero solo para mí.
Mia.
¡Mia!
– ¡Mi señor! –grita Charles desde la puerta. Suelto a
Eleanor y en un segundo estoy al lado del viejo que espía por
la ventana. – ¡Están cerca!
– Charles, ve a la casa del doctor, no mires atrás, ¡ve! –El
pobre anciano observa por arriba de mi hombro hacia su
habitación, buscando algún rastro de Eleanor. – ¡VE! –Lo
asusto mostrando mi peor rostro, el mas aterrador, el viejo
retrocede torpemente y sale disparado por la puerta.
Vuelvo a la habitación y comienzo desatar las muñecas de
Eleanor.
– Hen…–No puedo mirarla, no sé qué sentimiento va a
atravesar mi pecho y realmente estoy asustado, porque no sé
qué es lo que siento– ¡Hen! –Levanto la mirada y ella dice. –
La espada…
Demonios…
– Parece que ese detalle no lo tenían resuelto, ¿no? –
reprocho calmadamente, en cuanto termino con la otra
mano, Eleanor intenta salir disparada de mi lado, pero la
detengo, sin demasiado esfuerzo.
Ya puedo escuchar los pasos a través del bosque. Cargo a
Eleanor sobre mi hombro y susurro…
– Aguanta la respiración y esta vez no te desmayes.
CAPÍTULO 17

H endrix

N O PUEDO IR AL CASTILLO , probablemente ese sea el primer


lugar donde William la busque, el segundo la casa del doctor
y el tercero la casa de Charles.
Así que no tengo otra alternativa más que traerla donde
nadie puede encontrarla.
Una vieja cueva sobre una montaña a cientos de
kilómetros de nuestro hogar. El lugar más pacífico y
silencioso a una distancia relativamente cerca del castillo.
Bueno, cerca para mí, no para un ser humano.
Ahora sí vamos a hablar.
Deposito a Eleanor en el suelo y ella intenta alejarse lo
más rápido y lejos de mí.
– ¡Deja de escapar!, no tienes donde ir, ahora, entra aquí
–Señalo el tenebroso agujero oscuro. Solo la luna nos
ilumina, para Eleanor no es fácil caminar ciegamente por el
suelo rocoso, así que la tomo del brazo y la guío dentro del
lugar.
Ella se sienta con cuidado sobre la tierra fría y rocosa y yo
me mantengo de pie frente a ella con los brazos cruzados. La
oscuridad es mi aliada, me siento mucho más cómodo al
momento de expresarme.
– No quiero que seas suya, ni siquiera quiero que seas
vampiro. No es una vida para ti. –digo duramente. Ella mira
hacia la dirección desde dónde proviene mi voz, pero no
puede encontrarse con mis ojos, solo puede ver mi silueta.
– ¿Por qué te molesta tanto? ¿Crees que tienes que
seguirme hacia todos lados como hacías antes? William va a
encargarse de eso ahora, seguramente.
William.
– ¿Por qué él y no yo? –Suelto. La tomo de sorpresa, la
pregunta es demasiado sincera, demasiado frontal,
demasiado cruda.
No hay sentimientos enmascarados esta vez entre
nosotros.
– ¿Por qué haces esto? No puedes, ¡ni siquiera quieres
estar conmigo! ¡Will me explico que tú no puedes estar con
alguien que no sea noble! ¿Y qué pasa con tu novia?
Will, otra vez ese estúpido apodo.
Espera, ¿novia?
– ¿Qué novia? ¡No tengo un compromiso real con nadie
hace años! ¡Llenó tus oídos de mentiras! ¿No lo ves? ¡Caíste
en la trampa del vampiro más manipulador y frío qué
conozco! Directo a ella, ¡sin preguntar y sin cuestionar nada!
– Yo…yo no sabía.
– ¡Claro que no lo sabías! ¡Porque no piensas Eleanor! ¡No
piensas! Explícame qué pasó con la espada.
– Se atoro en su garganta, no pude quitarla a tiempo.
¡Demonios!
– ¡Maldición! –Golpeo con mi puño cerrado la pared
cavernosa, algunas rocas caen sobre el suelo.
– No sé qué pasó, teníamos todo pensado, William dijo
que el largo de la espada era necesario para poder llegar a él,
¡pero luego no tuve suficiente espacio para quitarla!
Por supuesto que no…
– ¡William es almirante de guerra! ¿Sabes eso? ¿Entiendes
qué representa su título? –grito. La estoy tratando muy mal,
lo sé, pero ¿cuándo pasó a ser una mujer ciega?
– ¡Sí! No entiendo como…
– ¡Estás malditamente ciega! ¡Ese maldito está
saboreando la guerra desde hace años! ¡Y te usó como un
conejillo de indias para lograr eso! ¿De verdad crees que no
calculó la distancia? ¡Tiene más de dos mil años de
experiencia!
Mi voz es muy grave y alta, mi ira me hace muy
descuidado. Pero me doy cuenta de todo eso cuando veo el
dolor de Eleanor.
Dolor real.
No me había dado cuenta de que es una víctima de mi tío y
ahora el peso de la culpa la aplasta.
Me arrodillo frente a ella y sostengo su quijada para que
abandone su mirada vencida.
– No te culpes, no lo sabías…–Ella aleja mi mano, furiosa.
– Ni lo intentes–gruñe furiosa–Es mi responsabilidad, yo
voy a lidiar con él.
– Si claro. –Río entre dientes y eso la enciende aún más,
se quiere levantar, pero la detengo, sujetándola del brazo–
¡Espera! ¡Espera!, ¡no puedes enfrentarte a un vampiro
Eleanor!
– ¡Soy una idiota! Creí…creí que él…–Se traga las palabras
para no decirlas.
– ¿Creíste qué?
– ¡Creí que él realmente me quería! Creí que realmente
había encontrado a alguien que…–Su garganta se contrae,
impidiendo seguir. No es necesario terminar la frase.
– ¿Alguien que te ame? –susurro. Ella me mira un
segundo y luego desvía la mirada, humillada– Yo puedo
darte eso…
Aún más ofendida que antes, se levanta y esta vez la dejo
alejarse de mí. Sale de la cueva y comienza a caminar sin
sentido por el bosque montañoso.
– ¿Por qué dices esas palabras llenas de lástima? ¡Cuando
sabes que no puedes cumplirlas! –grita.
– ¡Podemos encontrar la manera!
– ¡No me mientas! Tu no quieres convertirme, no puedes
tomarme, ¡¿de qué demonios hablas?!
– ¿Sabes lo que pasa cuando te conviertes? –grito para
que me escuche, porque cada vez estaba más lejos– ¿¡Lo
sabes?!
Se detiene y voltea, niega con la cabeza, su boca se
mantiene cerrada.
– Tu cuerpo muere, primero comienzan los órganos
secundarios, con algunos efectos, luego comienzan los
primarios, tu hígado ya no hará su trabajo, tus pulmones
serán cada vez más estrechos, tu corazón no bombeará
suficiente sangre y tu cerebro comenzará a perder noción de
la realidad. Son veinticuatro horas de pura agonía. Mueres de
la forma más horripilante de todas. Apuesto que eso mi
querido tío no te lo dijo, ¿no?
Ella niega con la cabeza y luego agrega:
– ¿Y luego? –pregunta mientras intenta hacer
desaparecer las lágrimas que corren con mucha velocidad
por sus mejillas.
– Luego se reconstruye y lentamente vuelves a la vida.
Dicho esto, ¿todavía quieres convertirte?
Asiente y me perfora el pecho. Porque ahora yo quiero
hacerlo también.
Suspiro y exhalo todo el aire dentro de mis pulmones.
Maldición, maldición, maldición…
– No quiero perder la capacidad de escuchar tu corazón,
no quiero que tu perfume desaparezca, no quiero perderte
otra vez ¿entiendes eso?
– No lo harás, nada va a cambiar. –Camina hacia mí y se
entierra entre mis brazos, como lo hacía hace muchos años
atrás, y yo…yo la envuelvo posesivamente como hice
siempre. Levanto su quijada y apoyo mis labios sobre los de
ella, sintiendo su calor, por última vez.
Pero congelo el beso, porque lo siento a mi alrededor,
como una nube oscura cargada de rayos.
– Dijiste que ibas a ser mía, El… –La voz de mi tío sale
entre la tenebrosidad de los árboles. Eleanor se paraliza por
un segundo, pero luego se aleja de mí, buscándolo. La
detengo, impidiéndole acercarse más a él.
La quiero cerca.
– ¡Me hiciste creer que teníamos algo importante Will!
¡Me hiciste creer que contaba contigo! ¡Me usaste!
Mi tío aparece lentamente bajo la luz de la luna,
mostrándose en todo su esplendor.
No puedo leer su rostro, por momentos veo ira, por
momentos dolor.
– Eso es parcialmente cierto, ¡pero no hace desaparecer
todo lo que siento por ti! ¡No me diste tiempo a explicarte
nada! ¡Me descuide un segundo y ya te encuentro en sus
brazos!
– Tío…–grito distrayéndolo de su target principal. –
Padre nunca va a perdonarte lo que hiciste, ¡mantuvo la paz
por años y tú solo querías traer el caos a la familia!
– La paz está sobrevalorada, ¡hace décadas que estoy
sumamente aburrido! ¡Era momento de darle a El lo que
quería y conseguir un poco de acción para mí!
“El”, odio que la llame así, ese es el sobrenombre más estúpido
que escuche en mi vida.
– Esto es traición a la corona y lo sabes.
Mi tío suspira irritado por haberme entrometido en sus
planes, decide ignorarme y comienza a hablarle a Eleanor,
directamente.
– Vámonos, tenemos una guerra que llevar a cabo, juntos
El, tal como me lo prometiste, serás mía, quieras o no.
– Oh…–comienzo a reírme– Solo intenta ponerle las
manos encima tío, estoy degustándolo ya…
Eleanor se mantiene vacilante entre los dos, sin saber
hacia dónde ir.
– Ven, déjame darte lo que te prometí.
– ¡Cállate! –grita ella y yo sonrío– ¡Deja de hablar y vete!
¿No te basta el daño que me hiciste? Hiciste que te quiera
Will, ¡jugaste conmigo!
¿Querer? ¿Ella realmente lo quiere?
– Nunca fingí nada de lo que dije, ¡cada palabra fue cierta,
cada sentimiento, ven y déjame demostrártelo. –Parece que
tiene algún tipo de hechizo sobre ella, porque cada vez que
abre la boca, Eleanor termina confundida, vacila entre la
realidad y la mentira.
Y no voy a permitirlo.
Me lanzo sobre mi tío, empujándolo directamente al
tronco más cercano, lo atravesamos los dos juntos,
haciéndolo caer a los pies de la humana que nos volvía locos
a los dos. Él contraataca golpeando mi rostro con su puño de
acero repetidas veces, mientras caemos en picada hacia la
desconocida oscuridad del bosque. Las piedras se entierran
en mi cuerpo a medida que caigo con una velocidad
extremadamente violenta. Cuando llegamos a la base, los dos
mareados y golpeados, esperamos unos segundos hasta
volver en pie. Pero él es demasiado rápido, con su hombro
empuja mi cuerpo hacia una gigante roca a nuestro lado.
Mi mirada se vuelve negra, pero puedo escuchar cómo
desenfunda su espada.
– ¿Creíste que ibas a poder conmigo, niño? –El filo de la
espada roza mi cuello– La perdiste el día que la dejaste en
mis brazos, esto es solo un desliz, Eleanor está enamorada
de mí y no hay nada que puedas hacer para cambiar sus
sentimientos, acepta la derrota y sigue con tu vida.
Las probabilidades de morir decapitado por una espada
forjada por un vampiro, son muchísimas. Pero no le temo a
la muerte, temo perder de vista a Eleanor. Puedo escucharla
bajar por la montaña. No quiero que me vea morir.
No quiero morir en manos de este traidor a la corona.
Mi tío sonríe, sonríe con placer, como un vampiro que
disfruta de esto, como un loco que al fin tiene en sus manos
el momento más esperado.
Pero eso solo dura unos segundos.
– Suelta la espada, hermano. –La voz gutural y furiosa de
mi padre suena detrás de él y ahora soy yo quien sonríe.
Mi padre tiene su espada posicionada en el cuello de su
hermano, listo para decapitarlo.
Mi tío ríe, contento por la pequeña batalla que está a
punto de tener nada más, ni nada menos que con su
hermano mayor.
Esta familia definitivamente no esta bien.
CAPÍTULO 18

E leanor

– S OLO QUERÍA ASUSTARLO , ¡no iba hacerle nada! –Escucho la


voz de Will, jocosa y relajada.
Aunque no hay nada relajado en esta situación.
– ¿Crees que soy un idiota? –El rey aparece en la escena,
nunca escuche ese tono de voz, tan enojado, tan fuera de sí–
De todas las personas que me rodean, ¡solamente confiaba en
ti!
El rey apunta con su gran espada a Will, lo rodea
lentamente hasta tenerlo justo enfrente de sus ojos.
Hendrix está muy mal herido, intentando levantarse.
Cuando llego al lugar, Will es el primero en mirarme y no
puedo evitar encontrar solo decepción en sus ojos.
– Me lo prometiste…–susurra y alejo la mirada. El rey
empuja la espada más cerca de su garganta.
– Cierra la boca hermano. –Espeta el rey. – Y tu Eleanor…
– ¡Padre! –Hendrix lo detiene– Ella no sabía, fue
engañada por él, tanto como tú–El rey suspira, irritado por
toda la situación, pareciera que dentro suyo hay un torbellino
de pensamientos indecisos.
Hendrix camina hasta mí, sosteniendo su brazo derecho
con mucho dolor, me preocupo por él lo suficiente como para
ayudarlo a caminar.
– ¡No lo toques! –me grita Will, enseñando sus dientes, lo
ignoro confiando que su hermano lo va a mantener a raya.
Dentro del mundo de los vampiros, enseñar sus dientes es
la última advertencia antes de empezar un combate, pero no
necesito verlos para saber que Will está fuera de sí. Sin
importarle su vida, William esquiva la espada del rey y solo
logro ver sus intenciones de correr hasta mí, fue
sorprendente cuando Hendrix lo detiene a segundos antes de
llegar, colocando su hombro para detenerlo y clavando sus
pies sobre la tierra fría, parece que dos semidioses colisionan
frente a mis ojos. El estruendo que escucho por el choque de
los dos cuerpos, satura mis oídos como si el mismísimo Zeus
hubiera enviado un trueno a mis pies.
El rey interviene separándolos, pero Will comienza a
atacar a su hermano.
Sin control.
Hendrix coloca su brazo sobre mí, intentando protegerme
del impacto que causan esos dos gigantes. Los golpes son tan
rápidos que mis ojos no pueden seguir la pelea, ni saber
quién va ganando.
Me siento tan en desventaja, tan inferior.
Hendrix no interviene entre ellos dos, pero yo siento que
debo influenciar a Will de algún modo, él es despiadado en
las peleas y el rey está absolutamente fuera de práctica, es
solo cuestión de segundos antes que…
– ¡Will! –lo llamo y sus movimientos se detienen
abruptamente, su puño se solidifica en el aire, como si el
tiempo se detuviese antes de que toque la piel de su
hermano– Detente, por favor, detente, ven, vámonos…
– Eleanor…–Hendrix da un paso adelante, confundido por
mis inesperadas palabras.
– ¿Hablas en serio? –Will pasa de ser un demonio
iracundo a un ángel encantador. Asiento con mi cabeza y
extiendo mi brazo. Camina hacia dónde estoy, dejando a su
hermano maltrecho atrás y olvidando a todos los que nos
observan alrededor.
Toma mi mano, besa la palma y sonríe.
No a mí, por supuesto, sino a su ahijado, que está de pie a
mi lado, estupefacto.
Cuando sus ojos vuelven a mí, me miran llenos de amor y
mi estómago se retuerce por los nervios, porque Will está tan
perdido en mí, que no se da cuenta que su hermano
recompone la compostura y rápidamente entierra la hoja
completa atravesando su estómago.
Hendrix me aparta de un golpe, arrojándome a la tierra.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
Will me observa con temor, mientras tantea con sus
manos la entrometida hoja en su cuerpo.
– Lo siento hermano. –susurra el rey con palabras
genuinas. Quita la espada de la carne y Will cae al suelo de
rodillas, sin perderme de vista.
– Will…–susurro llorando mientras cubro mi rostro con
mis manos, siento miedo por él, siento pena, siento tristeza.
No estoy lista para verlo morir.
– Llévatela. –El rey limpia la hoja en su pantalón y
Hendrix me levanta del suelo– Aún tengo cosas que hablar
con mi hermano.
CAPÍTULO 19

H endrix

E LEANOR ESTÁ DEMASIADO ALTERADA COMO para entrar en razón.


Con la ayuda de las hierbas que mi madre suele usar,
logramos dormirla.
Mi madre la observa consternada desde la puerta de mi
habitación.
– Pobre criatura, tan confundida…–Miro a Eleanor
mientras recuerdo el remordimiento que sintió esta noche, la
confusión cuando mi tío le hablaba, me sorprendió el tipo de
relación que existía entre ellos.
Nunca imaginé que algo así podría pasar, creí que solo yo
debía lidiar con esta locura…
– Lo sé, ¿puedes vigilarla? Necesito volver…
– Tu padre ya está aquí hijo, dice que te espera en el
salón, ve, yo me quedaré con ella.
Mis pasos repiquetean por el corredor a medida que
avanzo, furiosos y determinados. Quiero ver a mi padre,
quiero asegurarme que este bien, pero por, sobre todo,
quiero agradecerle.
Cuando entro al salón, mi padre está de espaldas a mí,
observando un fuego inquieto, un fuego que solo enciende
cuando tiene que meditar algún problema mayor. Y lo que
ocurrió hoy no es solo un “problema” es una catástrofe.
Me detengo detrás de él.
– Padre…–Cuando el macho voltea, su rostro está todo
magullado y eso no es nada, su corazón está roto también–
¿Él está…?
– ¿Muerto? –Asiento.
– No…no pude matarlo. –Camina hasta el sillón de un
cuerpo y se deja caer allí, sin perder de vista el fuego–Pero
está muy mal herido, no creo que sobreviva.
– Es una amenaza, no puede ir sin más por allí padre,
tenemos que encontrarlo. –Me detengo frente a él,
intentando robar su atención.
– Solo es una amenaza para Eleanor. –Levanta la mirada
y con sus ojos indica el asiento frente a él– Ahora quiero
escuchar tu lado de la historia hijo, pero quiero que sepas,
que no va a cambiar la decisión que ya tomé.
– ¿Y cuál es esa? –Me siento, aunque no quiero hacerlo.
– Primero quiero saber qué ocurrió hoy.
Le explico a mi padre lo que yo viví, lo que entendí y lo
que experimenté. Hablo sobre la promesa de mi tío, sobre la
extraña relación entre ellos y sobre la culpa que Eleanor
cargaba en sus hombros.
– ¿Qué vas hacer padre?
– Necesitamos alertar a nuestra gente, tomar medidas
más drásticas, poner una orden de captura sobre mi
hermano y planificar una maldita guerra.
– ¿Y Eleanor? –Mi padre me observa, analizándome.
– Eleanor necesita irse.
¿Qué?
– No…no puedes abandonarla, ¡él vendrá por ella! –
Señalo con mi mano hacia el punto exacto donde sé que
Eleanor está durmiendo.
– ¡Ella no es mi responsabilidad hijo! ¡Tampoco la tuya!
Es adulta y tiene que saber tomar mejores decisiones, a
partir de mañana la quiero fuera de nuestras vidas, ¡para
siempre! –grita. No lo dice enserio, no está pensando con
claridad.
– Padre, sabes que no es la solución, William la
encontrará y…
– NO.ES.MI.PROBLEMA, ahora déjame pensar como
calmar las aguas, vete.
– Padre…
– Hendrix, vete antes que decida hacerla desaparecer yo
mismo. –gruñe por lo bajo, lo cual me saca de mis casillas
completamente.
– ¡No te atrevas a amenazarla! –Los dos nos levantamos y
nos enfrentamos– Sabes perfectamente lo que soy capaz de
hacer por ella.
– ¡Y es por eso que la quiero fuera de nuestras vidas!
¡Mira lo que ha hecho de ti! ¿Amenazas a tu propio padre? ¿A
TU REY?
Por unos segundos, nos penetramos con la mirada, ambos
confundidos y furiosos por los acontecimientos de esta
noche.
Mi padre está demasiado alterado como para tomar
decisiones y yo estoy demasiado extasiado para dejarla ir.
Otra vez.
– No puedo dejarla ir…, –susurro mirando el suelo. Tiene
razón, no estoy usando la cabeza.
– Debes y lo harás, no hay futuro para ustedes dos. Ella
no es de tu raza, deshazte de ella.
Me mantengo silencioso, procesando las palabras exactas
que usa mi padre y asintiendo con mi cabeza, salgo del gran
salón.
Dejando al rey solo con su fuego.
Cuando vuelvo al cuarto, mi madre está de brazos
cruzados, observando una noche cerrada a través del
ventanal. Sé que escuchó la conversación con mi padre y se
siente decepcionada de mí.
– Debes darle tiempo, todavía está muy dolido, está
tomando decisiones sin pensar.
– Y si sigue así, va a matarnos a todos. –Mi madre se
mantiene silenciosa, recapacitando mis palabras– Ve con él,
te necesita.
Ella asiente y le hecha un último vistazo a Eleanor.
– Salúdala por mí, ¿quieres?
– Lo haré.
En cuanto la puerta se cierra, siento la adrenalina correr
por todo mi cuerpo, la noche ha sido una pesadilla y sé que
va a terminar mucho peor. Estamos a pocas horas del
amanecer y tengo que tomar esta decisión rápidamente.
Estoy nervioso.
Estoy por cometer algo que no tiene retorno.
Voy a tomar una decisión por alguien que está
inconsciente en mi cama y no tiene ni voz, ni voto.
Camino hacia ella y apoyo mi mano sobre su piel caliente,
se siente tan bien la proximidad entre los dos, tan natural. El
toque, el contacto de los labios y la danza de las lenguas.
Todo se siente… normal.
Extrañamente normal para alguien quien conoce a esta
mujer desde pequeña al menos.
Apoyo mis labios sobre los de ella, para recolectar una vez
más, su recuerdo.
Y con eso, espero a que todo fluya tal como lo pensé, como
lo imaginé desde el momento que mi padre dijo que no había
matado a su hermano.
El sirviente golpea la puerta y con mucho respeto me
pregunta si quiero que cierre las cortinas. Echo un vistazo
por la ventana antes de darle permiso, verificando no
escuchar ni ver a mi tío por la zona, el cielo ya se ha vuelto
azulado, las posibilidades de que esté allí fuera, son nulas.
– Ya puedes cerrar. –susurro mientras vuelvo a sentarme
al borde de la cama. El sirviente, rápidamente cierra todas las
ventanas y se retira.
Dejándome solo con una elección.
– Cuánto lo lamento Eleanor. –Una lágrima se
desparrama por mi mejilla y es la primera vez en mi vida que
lloro por alguien– Espero que un día puedas perdonarme,
pero como dije siempre, soy un ser egoísta y no puedo
dejarlo tenerte, yo solo…no puedo.
Aparto su cabello y me inclino sobre ella, inhalando su
aroma por última vez.
Lavanda y azúcar.
Deslizo la punta de mi nariz por su piel y voy dejando
rastros de besos, con mucha delicadeza. Intento engañar a
mi mente, diciéndole que, si soy delicado ahora, compensará
el dolor que le provocaré en pocos minutos.
Mis colmillos se preparan y sin pensarlo un segundo más,
los entierro en su cuello.
La primera reacción ante el dolor es intentar gritar, pero
mi mano cubre su boca, ahogando cualquier sonido.
La sujeto con fuerza contra la cama.
Lavanda y azúcar…su sabor es exactamente ese, cuanto
más la saboreo, más adicto me vuelvo. Trago y trago,
presionando cada vez más fuerte sobre ella, el aire que surge
de mi nariz se escucha fuerte y violento. Eleanor intenta
combatirme con sus brazos, pero yo estoy perdido en esta
increíble sensación.
Esta lujuria extraordinaria que domina mi mente, escucho
su corazón bombear cada vez más lento.
Cada vez hay menos segundos entre cada latido.
Tengo que soltarla ya, pero no puedo, quiero más,
necesito su sangre.
Su fuerza cada vez es más débil, ya no puede ni levantar
sus brazos, cuando deja de luchar es cuando despierto.
La realidad es que Eleanor nunca deja de luchar, son otros
brazos más fuertes me están arrancando de ella.
– ¡¿Qué has hecho?! –Escucho la voz de mi padre, quien
me arroja en el extremo opuesto de Eleanor, mi espalda
golpea contra la pared de piedra y escucho un ¨crack¨ detrás
de mí, pero como un desquiciado vuelvo corriendo a ella.
Quiero más.
¡Más!
Mi padre me sostiene en el aire, mientras mi madre
intenta detener la hemorragia que Eleanor tiene en el cuello.
Ahí veo la herida.
La piel desgarrada.
Los borbotones de sangre.
El color transparente de Eleanor, el olor a muerte.
Caigo de rodillas al suelo, gritando su nombre entre
lágrimas.
CAPÍTULO 20

H endrix

O CULTO mi rostro debajo de mis manos, los gritos de mi padre


y el intento fallido de mi madre para calmarlo están
saturando mis sentidos.
– ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¡Casi la matas! –grita.
– Lo sé, lo sé…lo siento…–sollozo. Aún siento su sabor en
mi boca, la sangre seca en mi quijada hace que me desespere
por más.
– Sabes cómo son las reglas ¡y acabas de romper cada una
de ellas! Hendrix no tienes idea lo que le has hecho, acabas
de maldecirla.
Levanto la mirada un segundo, solo para ver la
horripilante imagen de Eleanor prácticamente muerta en mi
cama.
Solo espera que despierte, va a despertar, me repito a mí
mismo, para no perder la cabeza.
– ¿Cuál era tu plan hijo? ¡Explícamelo porque no puedo
entender de dónde ha salido esta imprudencia tuya!
Intentando recomponerme, me pongo de pie y mi padre
se prepara para alejarme de ella, pero esta vez soy yo el que
camino lejos, no hay ventana que observar, el sol está por
todos lados aún.
– Si la dejaba ir, William se iba a encargar de convertirla y
no podía permitir eso.
– ¿Y qué creíste? ¿Qué convertirla tú iba a hacer todo esto
mejor?
– ¡No! ¡Pero al menos él no pondría sus asquerosas
manos sobre ella! –grito como un trastornado. Pierdo el
control – ¡De solo imaginarlo quiero arrancarle la maldita
garganta a ese vampiro!
Mi padre suspira, agotado por todo lo ocurrido y
lentamente camina hacia mí.
Yo espío por sobre su hombro a mi madre, cuidando a
Eleanor, mi Eleanor.
– Hijo, te lo advertí, no estás pensando con claridad, esto
que sientes debe desaparecer…
La mirada que le doy a mi padre dice mi respuesta.
¿De verdad? ¿Tan fácil crees que es?
Mi madre aparece a nuestro lado y muy cálidamente
coloca su mano en mi antebrazo
– Piensa en ella un segundo, ahora le pertenece a un
vampiro que no puede tenerla, ¿eso querías para ella? ¿Una
eternidad de soledad?
– No, yo solo…tiene que haber alguna manera…
– No la hay–dice mi padre duramente– Tú no puedes
estar con alguien como ella, para nuestra sociedad, eso que
has hecho, es una abominación y ahora ella tendrá que pagar
por tus imprudencias…
– No digas eso…–No lo soporto, cierro los ojos para hacer
que todo esto acabe, pero mi padre continúa hablando, en un
tono aún más alto, saturándome.
– ¡Tienes que escuchar, para comprender la gravedad! Si
ella siente lo mismo que tú, ¡la has condenado a una vida
donde solo podrá verte desde lejos con otra mujer!
¿Entiendes eso? ¡Acabas de hacer de ella un perro!
– ¡CALLATE! –grito con dolor en mi corazón y lágrimas
en mis ojos.
Mi madre camina hacia mi padre y susurra palabras para
que no explote frente a mí, solo ella tenía ese poder sobre él.
Mi padre asiente y se calma a sí mismo.
¿Cómo no lo ven?
– ¿Dónde está tu empatía, padre? Si sientes el amor que
tu mujer tiene para ti, ¡¿por qué no puedes comprender el
que yo siento por Eleanor?!
Mi imagen es pura derrota, siento que mi cuerpo corre en
diferentes direcciones.
Esto me está despedazando.
– Nosotros no podemos darnos los lujos que el resto de la
población puede, nosotros tenemos que hacer sacrificios por
el bien de nuestra raza, Hendrix.
– Sin embargo, somos los únicos que tenemos este
poder…–Señalo a Eleanor.
– ¿Crees que es un poder? Acabas de destruirla, lo mejor
que puede pasarle es no despertar, pero si lo hace, tendrá las
peores veinticuatro horas de su vida para después llevar una
vida llena de dolor, gracias a ti.
Y con eso mi padre se retira, gritando por los pasillos
palabras que no voy a olvidar.
Mi madre se disputa entre ir con su marido o consolar a
su hijo.
– Ve–digo mientras le doy la espalda– Yo cuidaré de
ella…–Camino hacia la cama y me siento en el extremo más
alejado de Eleanor.
Todavía no confío en mí mismo estando muy cerca.
– No es ella la que me preocupa hijo, eres tú, odio verte
así de confundido.
Volteo, sintiendo como mi sangre burbujea.
– Yo no estoy confundido, madre, yo la amo y voy hacer
todo lo posible para tener con ella, lo que tú tienes con tu rey.
–Vuelvo a darle la espalda y tomo las frías manos de
Eleanor– Ahora vete, yo me haré cargo de lo que hice.
Puedo escuchar la indecisión de mi madre, da un paso al
frente y camina hacia la puerta, pero no sin agregar primero.
– Voy a preparar algo para hacerlo más llevadero, volveré
en la última fase.
Asiento y en cuanto la puerta se cierra, dejo caer mi muro
y me dejo llevar por las lágrimas.
CAPÍTULO 21

E leanor

S IENTO EL CUERPO PESADO , contraído, endurecido.


Siento que peso una tonelada.
Mi cuello quema.
–Intenta no moverte. –Escucho la voz de Hendrix y mis
ojos se abren. Estoy en la más cerrada oscuridad, oigo sus
pasos moverse por la habitación, hasta que una vela se
enciende cerca de mí, la luz perfora mis ojos.
Hendrix está de pie a mi lado, sus ojos están irritados e
hinchados, su semblante es pura pena.
– Hendrix… ¿qué pasó? – ¿Por qué llora? ¿había Will
matado a su padre? Oh Dios…no.
– Lo siento Eleanor. –habla con dificultad– Lo siento
tanto…
Intento acomodarme en la cama, pero mi cuerpo se vence,
hundiéndome allí otra vez. Hendrix camina hacia mí y deja la
vela en una mesa de noche.
– ¿Por qué no puedo moverme? ¿Qué ocurre? –Hendrix
no habla– ¡No me asustes! ¡Dime qué me está pasando!
Cuando grito, un dolor en el cuello succiona toda mi
energía, comienzo a mover mi brazo, pero se siente dormido,
tengo un cosquilleo extraño. Cuando las puntas de mis dedos
llegan al foco del dolor, se dispara por todos los nervios de
mi cuerpo. Una lágrima se desparrama por la mejilla de
Hendrix y no hace falta pensar mucho más.
Recuerdo el ataque, el dolor, el instinto de Hendrix,
similar a un animal violento.
– Lo hiciste…–susurro, alejando la vista. Intento razonar
lo que ocurre y lo que está por ocurrirme, pero mi mente es
puro caos.
– No tuve alternativa. –Carraspea su garganta,
intentando ocultar el temblor en sus cuerdas vocales.
– ¿Por qué estás tan atormentado? –No lo comprendo.
Hendrix libera un llanto muy angustiado, como si estuviera
aguantándolo en su pecho hace mucho tiempo. Nunca lo he
visto llorar, nunca lo he visto tan…humano.
– Acabo de condenarte a una vida horrible. –Se las arregla
para decir, mientras apoya su cabeza en mi estómago,
sujetándose de mis ropas como si estuviera por caer.
– No seas tonto, ¡no hiciste tal cosa! ¿Recuerdas que iba a
hacerlo de todas maneras? –Se levanta violentamente y
camina en busca de algo en la habitación.
Un objeto.
Cuando vuelve, un espejo me enseña una herida
horripilante en mi cuello.
– Yo hice eso, yo te lastimé, desgarré tu piel y casi te
mato en el proceso. Mi padre tuvo que arrancarme de ti para
detenerme y a pesar de escucharlo decir que estabas al borde
de la muerte, quería más, ¿entiendes? –Intento calmarlo,
pero lanza el espejo contra la puerta– Ahora debes pasar por
la peor muerte que un ser humano podría experimentar, para
despertar y ser parte de este horrendo mundo.
– Hendrix yo quería eso, ¿por qué te estas martirizando?
– ¿No lo entiendes?, me desgarra por dentro saber que
ahora eres mía y a pesar de eso, no puedo tenerte, ¡me rompe
el alma saber que tienes una eternidad por delante y yo no
soy parte de ella!
– Hendrix yo…
– Te amo al borde de la locura, Eleanor, lo hice desde que
te encontré en esa torre y lo que acabo de hacer nos condena
a los dos, ¿entiendes? Mi tío no puede tenerte, pero tampoco
puedo yo.
Intento levantar mis brazos una vez más, quiero
abrazarlo, porque entiendo lo que dice, pero no puedo. Veo el
remordimiento en él, así que se acerca lo suficiente para
estar a centímetros míos. Toma mi mano y la coloca en su
mejilla.
Sonrío con calidez.
– Nuestra historia está llena de drama Hen, no me
sorprende que nuestro final sea este. –Una tos de golpe
aparece en mi garganta, interrumpiéndome, Hendrix me
mira con preocupación. – Pero mientras los dos sepamos que
nos amamos es suficiente, no podremos tocarnos, pero el
amor está ahí y yo no necesito más que eso.
Hendrix me mira como si hubiera entrado en la locura.
Todo lo que acabo de decir es cierto, pero no significa que
vaya a ser fácil.
– ¿Me amas?
– Sabes que si…–Apoya sus labios sobre los míos, con
mucho cuidado.
– ¿Cómo puedes ser tan madura? Solo tienes treinta
años…–Río, pero la tos vuelve a mí. – Está empezando…
Nuestro gran momento termina tan rápido cómo empieza.
Mi cuerpo comienza a morir.
CAPÍTULO 22

H endrix

S É que mi padre no va a volver por mi habitación, no solo


porque quiere arrancarme la cabeza, sino porque tampoco
soporta ver a Eleanor sufrir así.
Este es mi castigo y yo debo lidiar solo con ello.
En las primeras tres horas, pude relatarle lo ocurrido,
sabe que mi padre está bien, pero también sabe que está
furioso y aunque no me lo dijo, sé que está nerviosa por eso.
Aún puedo leer sus emociones.
Su cuerpo literalmente está muriendo, fallando,
apagándose y su espíritu se mantiene intacto.
Seis horas después, sus músculos están absolutamente
debilitados, su habla es lenta (apenas puedo entenderla), el
latido de su corazón es inconstante.
– H-háblame Hen, d-distráeme–susurra en mi oído. No
quiero ser yo el que hable, quiero escuchar todo lo que ha
ocurrido en su vida en los últimos años.
– Siento que luego de diez años debería tener toneladas
de cosas que decir, pero no se me viene ninguna a la cabeza.
–Río entre dientes.
– Bueno, no importa…–Con cara de dolor, se acomoda en
la cama, colocándose de costado– ¿Crees que si duermo
pasará más rápido?
No.
Me deslizo en la cama y me coloco detrás de ella,
abrazándola con todo mi cuerpo. Parece tan pequeña a mi
lado.
Daria lo que fuera para terminar esto más rápido.
– Podrías intentarlo. –No llego a terminar la frase cuando
escucho su respiración pausada a través de su boca.
Eleanor se duerme rápidamente.
Un grito ahogado me despierta de golpe y encuentro a
Eleanor intentando tomar aire por la boca, sostiene su
garganta con las dos manos, absolutamente aterrorizada. Me
arrodillo en la cama, sin saber qué hacer.
– Tranquila, ¡tranquila! –grito, pero sé que es
absolutamente en vano, estos son sus últimos momentos. Es
normal que su cuerpo luche por sobrevivir, ese es el instinto
que toma control, pero Eleanor se ahoga frente a mí y me
rompe en mil pedazos no poder colaborar– ¡MADRE! –grito
desesperado, ella ya está aquí.
Corre hasta la cama, levantando su vestido blanco para no
pisarlo. Cualquiera podría confundirla con el ángel de la
muerte.
Comienza a preparar algo en la mesa de noche, hay
hierbas y carbones negros.
– Eleanor, es normal que entres en pánico, pero este es el
final, lo prometo cielo. –Con una voz muy serena, mi madre
habla con ella mientras enciende esas hierbas. Eleanor sigue
ahogándose, estira sus brazos pidiendo socorro, tomo sus
manos y las sujeto con fuerza.
– Estoy aquí, estoy aquí, lo siento Eleanor. –Lágrimas
vuelven a aparecer, siento que pierdo la cabeza, mi cuerpo
tiembla por la impotencia, mi adrenalina se hace cargo de
mí.
Este es el momento donde un ataque cardíaco hace eco
sobre todo su cuerpo, pero lo que es fundamental, son sus
pulmones.
El humo que mi madre preparó hace unos momentos,
comienza a deslizarse por toda la habitación. El olor es
insoportable.
Eleanor tose y aspira, tose y aspira. En la última
exhalación comienza a expectorar sangre de su garganta.
Su sangre.
Siento como mis pupilas se dilatan por sentir su olor.
Toda su barbilla está mojada por ese líquido tan perfecto.
Lavanda y azúcar.
– Hendrix…–Mi madre me llama con un tono de
advertencia y me despierta casi automáticamente del trance
en el que me encuentro. – Si no puedes estar aquí, vete.
No. No voy a dejarla sola.
Nunca.
– Estoy bien. –Cada vez respira menos aire y menos aire,
su rostro está rojo. – Eleanor, mi amor, voy a estar aquí
cuando despiertes, recuerda eso, ¡vas a despertar! Esto es
solo un momento. –susurro sobre su oreja.
Última bocanada.
Los dedos de Eleanor, enterrados en mi piel dejan de
hacer presión. Sus ojos dejan de brillar.
Su corazón deja de latir.
Eleanor está muerta.
CAPÍTULO 23

E leanor

S IENTO que despierto de un largo sueño, mi cuerpo duele


inmensamente, mi mente está adormecida, mis sentidos
demasiado sensibles.
Hay tanto ruido a mi alrededor.
¡Tanto caos!
Golpes, portazos, sillas siendo arrastradas por el suelo, el
viento huracanado, truenos, gritos. ¡TANTOS GRITOS!
Es descomunal e insoportable.
– ¡Haz que pare! –le grito a nadie. Cubro mis oídos, pero
los sonidos no se aplacan. ¡Maldición! voy a colapsar en
cualquier momento.
El murmullo constante me ahoga, ¡voces, voces y más
voces!
– Eleanor…–Logro distinguir entre el caos, alguien me
llama– Concéntrate en mi voz y solo mi voz…– ¿Cómo
demonios voy a hacer eso con todo este ruido? – Eleanor…
¿Quién me llama?
¿Will?
– Eleanor…
No suena como él, esta voz es grave, oscura…
– Vuelve a mi Eleanor, bloquea todo lo demás, solo ven a
mi…
– ¡¿Cómo hago eso?! –aún cubro mis oídos y mis ojos
están cerrados, siento que tengo que gritar para que la voz
me escuche.
– Solo debes concentrarte en mi voz, solo eso. –Esa voz
suena tan natural en mis oídos, como si fuera la mía–
Elimina todo lo demás, solo focalízate en mí voz.
Cada vez es más bajo el murmullo, los truenos cesan, se
sienten a la lejanía y la voz toma protagonismo.
– Ya casi estás aquí, ven…–Esa voz es tan reconfortante
como aterradora, solo una persona podría…
– ¿Hen? –susurro, insegura de decir incoherencias.
– Sí, abre los ojos. –Mis ojos comienzan a abrirse de a
poco, dejando entrar una tonelada de luz, los cierro rápido,
siento dolor en las retinas– No, no te cubras. –¿Lo he hecho?
– Debes abrirlos, vamos, inténtalo otra vez, lo estás
haciendo muy bien.
Apenas una rendija y ya estoy siseando de dolor.
– No puedo, es demasiado…–Una mano pesada cae sobre
mi hombro.
– Ya estás aquí, mírame. –Sin tener los ojos abiertos
puedo saber que la voz está sonriendo. Quiero ver esa
sonrisa.
Abro los ojos un poco más y un rostro es lo primero que
veo.
– Bienvenida. –Hendrix sonríe, pero su sonrisa no es
cómo la había imaginado, es una sonrisa triste.
– ¿Bienvenida? ¿A dónde? –Sus ojos van hacia la derecha
y le susurran a la persona que está allí un mensaje oculto.
Preocupación.
Vuelve a mí y su sonrisa triste también.
– Al mundo de los vampiros.
¿Vampiros?
Mil imágenes se mueven frente a mis ojos con mucha
rapidez.
Mi padre.
Sangre.
La espada.
William.
Hendrix.
Dolor.
Mi mano va a mi cuello, cuando recuerdo la intromisión
de Hendrix sobre mí. El dolor que me había provocado, la
desesperación que sentí cuando no logré gritar, porque él no
me lo permitió.
Él me silenció
– Lo siento…–Sabe que he recordado ese momento.
– Me lastimaste…–Susurro. Baja la mirada, avergonzado.
– Si y no espero que me perdones tan fácil, pero voy a
compensarte durante toda tu vida.
Siento una presencia en la habitación, femenina, fuerte.
Cuando giro mi cabeza, Astrid está allí, la madre de Hendrix,
la reina, observándome.
– Hola. –dice dulcemente. – Bienvenida.
– Astrid…tú me ayudaste, lo recuerdo. –Ella sonríe y
asiente– Gracias.
– De nada, ahora sí me disculpan tengo un rey que
contener, volveré pronto–Levanta un contenedor de la mesa
de noche y sale por la puerta.
Miro a Hendrix, sin comprender qué quiso decir, no hizo
falta preguntar, él lo explica todo, algunas lágrimas se
escapan de sus ojos mientras relata mi muerte.
No recuerdo nada de eso.
– Lo último que recuerdo fue sentirte sobre mí, sentir
como me sofocabas.
– ¿No recuerdas tu muerte? ¿Nuestra conversación?
– No, ¿debería?
Una extraña expresión ronda sobre su rostro, pero no
puedo leerla.
– No, no fue bonito. ¿Estás en condiciones de levantarte?
Tengo mucho que enseñarte.
Muevo mi cuerpo, esperando alguna señal de dolor, pero
nada aparece, de hecho, me siento enérgica.
Viva.
Lista para llevarme el mundo por delante.
Hendrix corre las mantas que están sobre mí, manchadas
de sangre y me ayuda a levantarme.
¿Esto es ser vampiro? Me siento fresca, despierta, con una
mente filosa. Le sonrío, contenta por mi decisión.
– ¿Aún sientes mi olor? –acerca su nariz a mi cuello y
aspira profundamente, sostiene mi rostro y lo vuelve hacer.
El tacto de Hendrix es tan hechizante como la primera
vez, quiero perderme en él, pero algo me dice que no lo haga,
algo me empuja lejos.
– Lavanda y azúcar. –dice con sus labios sobre mi piel, un
escalofrío recorre todo mi cuerpo– Tan fresco como el
primer día. –Parece contento, aliviado, con ese comentario.
Deposita un beso donde estaba su nariz y mil hasta mi
quijada.
Mis ojos se cierran de puro éxtasis, todo es sumamente
sensible. Todo es cien veces más poderoso.
Antes que pueda absorber todo lo que ocurre a mi
alrededor, sus labios tocan los míos y siento la detonación.
Como si un rayo entrara en mi cuerpo y lo sacudiera, el
beso de Hendrix es intenso y posesivo, nos habíamos besado
antes, pero nunca así.
Nunca tan encendido, tan fuera de control.
Sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo cuando la
puerta se abre bruscamente y el rey entra a la habitación
como si fuera una estampida de bueyes.
Hendrix me suelta inmediatamente.
El rey se detiene a observarme con detenimiento. ¿Qué es
lo que ve?
Sus primeras palabras no son de bienvenida, en cambio
dice.
– Llévenla…
CAPÍTULO 24

H endrix

– ¡¿Qué?! –me detengo frente a Eleanor, bloqueándola de los


guardias que entran a mi habitación.
Mi padre me observa desde atrás, con sus brazos
cruzados.
– Padre, ¡no hagas esto!
– No me diste opción hijo, rompiste las reglas, no hay
nada que pueda hacer ahora…–Desvía su mirada lejos de mí y
me pregunto si lo hace porque no soporta ver la
desesperación en mis ojos.
Los guardias caminan hacia nosotros y mis colmillos
salen a la luz, no van a llevársela.
– ¡Padre! William va a encontrarla, ¡no puede estar allí
fuera! ¡Tiene mucho que aprender! –la mano de Eleanor se
apoya sobre mi hombro, muy delicadamente, su voz suena
en mi oído.
– Hen, está bien, no discutas con tu padre.
¿Qué? ¡No!
Ella me rodea, pero yo la vuelvo a colocar detrás de mí.
– Padre…mírame. –No lo hace. – ¡MIRAME! –Mi grito
llama su atención. – Prometo seguir las reglas, pero no la
abandones allí fuera, déjame enseñarle y luego decide qué
hacer con ella.
– No te creo Hendrix, lo lamento, pero no tienes control
cuando se trata de ella. –Dejo de sostener a Eleanor y camino
hasta él, sé que los guardias la han atrapado, pero se
disputan entre proteger a su rey o cumplir órdenes, mi padre
no mueve un centímetro de su cuerpo, no se siente
amenazado por mí. Esta es mi última alternativa.
Con una rodilla en el suelo y una mano en el corazón, juro.
– Juro no tocarla, juro seguir tus ordenes al pie de la letra
y continuar con el legado. –No veo los ojos de mi padre
porque mi mirada no se mueve del suelo, pero puedo percibir
la inquisición sobre él. El silencio se convierte en tortura,
Eleanor sigue en manos de los guardias y cualquiera de las
dos respuestas que mi padre puede darme, va a ser una
despedida.
Si la echan, es cuestión de horas hasta que William la
encuentre.
Si acepta mi juramento, voy a vivir una eternidad en pena,
pero al menos ella estaría bajo mi techo, cerca de mí.
Dónde pertenece.
Mi padre da un paso al frente, pero pasa de largo, hasta
llegar a Eleanor.
Observa con detenimiento los cambios de su cuerpo, sus
ángulos son más agudos, su cabello se ve sano y brillante.
Ella baja la mirada, solo por respeto, pero está aterrada,
siempre lo estuvo con mi padre.
– Eleanor, no es personal esto, pero tú si entiendes las
reglas, ¿no?
– Sí Majestad, haré lo que usted me pida. –Mi padre
apoya su mano en el mentón de Eleanor y levanta su mirada.
Suspira profundamente y luego dice.
– ¿Entiendes lo que hizo Hendrix? ¿Lo que acaba de jurar?
–Eleanor asiente– Esto lo dejo en tus manos Eleanor, puedes
volver a la academia y vivir tu vida como la hembra que eres
ahora o puedes quedarte aquí y no ser parte de la vida de
Hendrix.
Eleanor me mira por un segundo, sin saber qué contestar.
Yo modulo un “por favor” pidiendo que se quede. Soy
egoísta, pero maldición, la necesito cerca.
– Si me quedo, quiero ser útil su alteza, quiero trabajar
aquí. –¿Trabajar? ¿De qué habla? – Entrené toda mi vida para
defenderlo…defenderlos. –Agrega señalándome – y ahora
que estoy al mismo nivel, sé que puedo hacer un maldito
buen trabajo.
Mi padre voltea para mirarme, yo sigo en el suelo,
humillado, derrotado.
– Que así sea entonces.
Tengo que levantarme, pero siento que me han arrancado
el corazón, mi padre coloca una mano sobre mi hombro,
como lo hace en cada momento difícil de mi vida y susurra.
– Sé que es difícil, pero sé que eres un vampiro de palabra
también. –se retira, llevándose con él a los dos guardias.
Tengo solo dos opciones, levantarme y enfrentar la
situación o hundirme en la depresión que siento.
Eleanor camina hacia mí y se arrodilla para que estemos
uno frente a otro.
– Prefiero sufrir toda la vida a tu lado, que estar lejos de ti
otra vez. –dice.
Cierro los ojos.
No soporto esto, es extraño despedirse de alguien que va a
estar a mi lado por el resto de mi vida.
– Antes de que mueras dije…dijimos algo… –Quiero
decirlo otra vez, necesito hacerlo.
– No lo hagas Hen, no es bueno para nadie. –Tomo sus
manos entre las mías y con lágrimas en los ojos la observo en
su momento más vulnerable.
– Te amo y lo voy hacer siempre, inclusive cuando no lo
parezca, cuando lleve alguien más del brazo, en mis días
grises y en los días que pretenda ser feliz, no importa lo que
veas, recuerda que siempre voy amarte Eleanor, lo hago
desde que te conozco. –Verla romper en lágrimas hace que
mi corazón se debilite aún más, ninguno de los dos
merecemos pasar por esto. – Y lo voy a hacer por toda la
eternidad.
Ella asiente frenéticamente, intenta hablar, pero su
angustia es demasiada.
– Tu hiciste un juramento, ahora yo hago el mismo,
siempre voy a estar allí para ti, no importa cuánto me duela,
tu siempre serás mi prioridad. –Coloca una mano sobre mi
cuello y acerca nuestras frentes, conectando nuestras almas
rotas – Te voy amar toda la vida, aunque me calle, aunque lo
niegue hasta el cansancio, siempre serás el único.
Quiero besarla, tocarla, nos debemos una despedida. Me
lanzo sobre ella, pero me detiene colocando sus delicados
dedos sobre mis labios.
– Por favor, déjame despedirme…–susurro. Niega con la
cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Cuando comienza a
respirar otra vez con estabilidad, su cuerpo vuelve a forjarse
como hace una noche atrás.
– Tienes mucho que enseñarme. ¿Empezamos?
TERCERA PARTE
CAPÍTULO 25

E leanor

A ÑO 2020.
La guerra milenaria era, fue y será la guerra más
despiadada y silenciosa de la historia.
El humano promedio no comprende que está en la línea
de fuego constantemente y nosotros, los vampiros, debemos
cubrir nuestros culos cada vez que algo ocurre.
La iglesia ha tomado la muerte de mi padre muy mal,
generación tras generación, fueron haciéndose el imperio
más grande conocido, hasta tienen su maldito estado en
Roma, rodeados de guardias disfrazados de bufones.
El enfrentamiento más grande que tuvimos fue pocos
años luego de mi evolución, el pobre monaguillo que me
había encontrado con las manos sobre mi padre fue el que se
encargó de llevar todo a cabo. Habían pedido tregua, el rey,
un pobre vampiro desesperado por la paz creyó en ellos y
casi exterminan la raza.
Tengo que admitir que a Hendrix le costó aceptar que yo
era la mejor en eso, yo lo sabía, solo tenía que convencerlos a
ellos. Pude probarme en cada batalla, en cada elección y cada
vez que maté por ellos sin vacilar.
El día de la coronación de Hendrix, él me nombró jefa de
seguridad del castillo y el rey. Sí, ahora Hendrix es rey,
dentro de la nobleza vampírica, se heredan el trono, cada
tres milenios y aunque el padre siempre está al tanto de
todo, el que toma las decisiones ahora es Hendrix.
Muchos cambios ocurrieron durante todos estos siglos, la
aristocracia vampírica es casi el 100% de la raza, la
acumulación de haberes y el dinero hicieron de ellos los CEO
´s más grandes del mundo.
Inclusive la realeza.
Gracias a las nuevas ideas que Hendrix trajo, ahora ellos
son los dueños de las grandes corporaciones, tienen acciones
en las empresas más exitosas del mercado, monopolios y
tierras.
Sí, Hendrix empujó el cambio para esta raza y yo tuve la
suerte de ser testigo. Bueno, eso es lo que le digo al resto del
mundo, íntimamente es otra la historia.
Hendrix me tiene como su mano derecha, confía en mí
plenamente, yo soy su sombra, su amiga y su confidente.
Todos hablan a mis espaldas de “La mascota” del rey.
No me importa una mierda, yo estoy donde he elegido
estar.
Cumplo con mi deber y protejo a Hendrix de cualquiera
que intenta dañarlo.
Se patear traseros y todo el mundo es consciente de ello.
Los machos vampiros tienen ese problema con aceptar a
una hembra ex humana en su comunidad, yo he sido el
último caso y parece que no pueden aceptar mis habilidades.
Y creo que eso es algo que toda mujer humana experimenta
en algún momento de su vida. La caza de brujas hoy tiene
otro nombre y otro color, pero la misma descabellada
intención, mantener a las mujeres a raya.
Gracias a Dios un cambio se avecina.
En cuanto a William no se sabe nada, habíamos enviado
cuadrillas de búsqueda, el general de guerra había
desaparecido de la faz de la tierra.
Todos lo creen muerto, todos menos yo.
Yo sé que está suelto por ahí, lo siento en mi nuca cuando
camino por la calle, siento una mirada llena de locura, pero
nunca se acerca, nunca intenta ningún movimiento. Bien
sabe él que va a ser muy difícil atraparme.
Los años me hicieron hecho de piedra, tener a Hendrix a
centímetros mío todos los días y no poder tocarlo ha sido
duro, me han cambiado, ya no soy aquella niña alegre de
antes.
Hendrix no lleva bien el juramento o al menos no es
bueno ocultándolo como lo hago yo. Él está muy pendiente
de mí, busca mi opinión en cada decisión o movimiento, vivo
en el castillo con él (ahora moderno y lleno de tecnología),
estoy rodeada de lujos, tengo un sueldo que hace posible
cualquier cosa que me plantee. Como dije antes, Hendrix no
superó nada de lo que había ocurrido hace mucho tiempo
atrás. A veces lo encuentro observándome cuando cree que
no lo noto, rozando mi piel a propósito o sintiendo el
perfume que él dice que tengo.
Hace un tiempo, su padre le advirtió que la comunidad
había empezado a hablar, acusándolo de no tener un
heredero ni familia. Una vez más, a Hendrix lo habían puesto
entre la espada y la pared por el bien común.
Odia su título, odia el peso que tiene sobre sus hombros.
Hace un año se comprometió con una hembra de la más alta
aristocracia, una Barbie de plástico, hueca y vacía.
Había sido fácil vivir a su lado, hasta ahora.
Y aunque él se cuida de no mostrarse con ella frente a mí,
a veces es inevitable.
Volviendo a la realidad…
Me encuentro en la sala de juntas, Hendrix se sienta en la
cabecera de una mesa ovalada de vidrio, otros miembros lo
escuchan hablar de números atentamente. Yo me mantengo
de pie, detrás de él con los brazos cruzados sobre mis pechos.
Mientras Hendrix viste como lo hace cualquier CEO, de traje
y con cierta arrogancia, yo visto más rebelde. De jeans rotos,
botas de combate y campera de cuero. Esta soy yo y Hendrix
no tiene ningún problema en dejarme vestir así. Yo aquí soy
su guardaespaldas y esa es mi función, si lo que quieren es
ver algo bonito y delicado, tienen a la Barbie.
– Bueno señores, eso es todo, pueden retirarse. –Antes
que Hendrix termine la frase, yo ya estoy abriendo la puerta,
para que los multimillonarios más grandes del país se retiren
del cuarto. En cuanto el último se va, Hendrix afloja su
corbata y frota sus ojos, como si estuviera cansado.
Sé que no lo está físicamente, no puede, él solo se siente
agobiado. Es tarde y el sol está saliendo. Cuando dije que el
castillo es un lugar tecnológico no estaba mintiendo, los
vidrios de las ventanas filtran los rayos UV y nos protegen de
nuestro enemigo.
Todavía recuerdo el primer amanecer que Hendrix
observó desde su cuarto.
– No puedo creer que hayas renunciado a este espectáculo–
susurra observando cada espacio de cielo, yo me mantengo detrás
de él, sin estar tan sorprendida, extraño el sol, sí, pero él es mucho
más importante.
– Nada es tan importante como estar aquí. –No tendría que
haber dicho esas palabras, porque veo el efecto que han tenido en
él, es tanto, que voltea para acercarse a mí, pero mi frialdad hace
que dé un paso atrás, alejándome de su tacto. – No dejes de verlo
Hendrix, nunca se repetirá el primer amanecer.
– Nada es tan importante como estar contigo–Lo escucho
decir por lo bajo mientras me retiro.
El único resabio del pueblo en el que había nacido, es una
parte de la iglesia donde mi padre había muerto, por
supuesto lo hicieron santo y el edificio lleva el nombre de él,
pero el pueblo ahora es una ciudad que se expande y Hendrix
tuvo que comprar varias hectáreas para cerciorarse que los
humanos no nos pisen los tobillos, gracias al crecimiento y a
la sobre-población.
Tenemos la más alta seguridad y un gran terreno.
Vivimos tranquilos.
Estamos en invierno y eso significa noches más largas.
Hoy Hendrix tiene una gran fiesta en uno de los clubes más
importantes del país, él es el dueño por supuesto y aunque
los humanos están permitidos, es territorio de vampiros más
que nada.
– No tienes que trabajar en la fiesta de hoy, puedes
tomarte lo que queda de la noche o ir y pasarla bien un rato–
dice mientras recolecta varios papeles que tiene sobre su
mesa y los coloca sobre el teclado de su laptop.
– Si no me necesitas entonces quizás use el tiempo para
hacer algunas cosas que tengo atrasadas.
– No dije que no te necesitaba, dije que te tomaras el resto
de la noche y que no lo uses para terminar tu trabajo. –
Hendrix siempre hace esos comentarios solapados, dando a
entender algo más de lo que en realidad está diciendo y yo
con los años aprendí a manejarlos.
– Voy a pensarlo. –Él me sonríe satisfecho y camina hacia
donde estoy yo, deteniéndose más cerca de lo que conviene.
– Espero verte allí. –Me observa detenidamente unos
segundos hasta que los dos sentimos el olor de la Barbie.
Anís
Asqueroso y vomitivo Anís.
– ¿Bebé? –pregunta con su tono de voz irritante, Hendrix
rueda sus ojos, siempre se exaspera cuando escucha su voz,
pero cuando ella aparece frente a él, le sonríe abiertamente–
Bebé ¡vamos! Tienes que cambiarte para la fiesta. –Ella me
dedica una sonrisa falsa y yo ni me molesto en devolvérsela.
Hendrix se aleja de mí, hablando con ella como su tuviera
algún tipo de retraso mental.
Esta es mi vida ahora y sin embargo no me arrepiento de
nada.
CAPÍTULO 26

H endrix

L LEGO A LA FIESTA , Marilyn se pavonea en mi brazo, saludando


a todos como si ya fuera la reina y aunque debo llevar a cabo
el compromiso eventualmente, me gusta recordarle que
todavía no es la reina.
Todo cambió mucho, el rey ya no es una figura
inalcanzable, pero el respeto sigue aquí, como si fuera un
gran líder.
Un título que odio con toda mi alma.
Todos observan y sonríen como si fuera una maldita
celebridad, uno de los guardias me acompaña hasta el sector
vip de mi club. Estratégicamente ubicado en el primer piso,
con balcones de vidrios transparentes para poder ver y ser
visto por el resto.
Marilyn hace pasar unas amigas, quienes me miran con
deseo y sin timidez. Se sientan en nuestro sector.
– ¿Y tú sexy sombra? –Mi amigo y socio, Jason se sienta a
mi lado y observa la fiesta desde arriba como lo hago yo. No
es nuevo escucharlo a Jason interesado por Eleanor, tampoco
es ninguna novedad que su esposa hace lo mismo con
cualquier macho que se le cruza, existe un extraño acuerdo
entre sus familias y ese es el resultado de forzar una pareja.
Estamos en el 2020 por el amor de Dios y aun así seguimos
con estas horribles costumbres y yo más que nadie soy
consciente de ello.
Lavanda y azúcar.
– Eleanor tiene el resto de la noche libre. –contesto
evitando usar uno de los tantos sobre nombres que ella tiene.
– Eso es algo nuevo…–Toma una copa de la mesa y
observa la multitud como lo hago yo. La música suena
fuertemente, la gente ríe y baila. El club tiene una extraña
combinación de oscuridad y luces multicolores que por
momento satura mis sentidos, no entiendo porque a los
vampiros les gusta tanto venir a este lugar.
– Sí, fueron días muy intensos, entre el cierre de algunos
negocios y mis movimientos por la ciudad, no tuvo mucho
tiempo para ella. –No quiero decirle que la invité esta noche,
no quiero que planee algo con ella.
Nada ha cambiado desde aquella despedida, solo se agregó
dolor y más dolor, pero al menos está a mi lado.
Al menos la puedo ver todo el tiempo y todas las noches
siento su olor.
Cálmate.
Las risas histéricas de las amigas de Marilyn distraen
nuestras miradas un segundo, ellas creen que estamos
interesados, nada más lejos de la realidad.
Al menos no conmigo.
Yo estoy interesado en solo una persona y todavía no está
aquí. Estoy tan acostumbrado a la presencia de Eleanor, que
no sentirla cerca por más de sesenta minutos ya me pone
ansioso.
– ¿Supongo que todo cerró bien? –Asiento mientras trago
un líquido horrible y amargo, al menos me saca la depresión
por un rato.
Depresión crónica según mi psicólogo.
Sí, tengo un psicólogo ahora.
– Sí, ya somos dueños de TechCorp. –Jason levanta su
vaso y brinda conmigo. En el momento que los vasos chocan
la siento cerca, sé que Jason también lo hace. Nuestras
miradas van hacia la puerta del club y la observamos entrar
en silencio.
Su actitud es hostil, camina entre la gente intentando no
tocar a nadie en el camino, el color de su vestimenta siempre
es el negro, hoy su ropa abraza las curvas perfectas de su
cuerpo y eso hace despertar algunas alarmas internas.
¿Que está buscando?
A Marilyn a veces le gustaba traerme rumores sobre el
personal del castillo, y cotillea sobre algunas aventuras que
Eleanor tiene, pero siempre la silencio, excusándome con
diferentes frases que uso de comodín como por ejemplo “No
me interesa”, “Es su vida”, “Mientras cumpla con su trabajo
no me incumbe” Todas mentiras obviamente, luego intento
investigar por otros lados, pero Eleanor es muy inteligente,
siempre cubre sus rastros.
Nunca la he visto con alguien, ni tengo nombres de con
quienes ha estado.
Levanta su mirada y se encuentra con la mía, los dos nos
saludamos con un movimiento de cabeza simple y corto,
pero una sonrisa se escapa por mis comisuras, sé porque ella
esté aquí, ella tampoco puede estar sin mi presencia por
mucho tiempo.
Jason levanta la mano y la saluda enérgicamente, ella le
devuelve el saludo, pero con moderación. Los dos la
seguimos con la mirada hasta que se pierde entre la
multitud.
– Bueno, quizás hoy sea mi noche de suerte–dice
mientras traga rápidamente el líquido ámbar.
– ¿Qué quieres decir? –Intenta levantarse, pero lo tomo
del brazo, sentándolo otra vez.
– Que hoy voy hacer mi movimiento hermano, vamos, no
seas castrador…–Está loco si piensa que voy a dejarlo.
– ¿Y vas a dejarme solo con ese grupo de hienas? –
Invento mientras señalo a Marilyn y sus secuaces, hago todo
lo posible para no permitir que se le acerque. Él se ríe y se
acomoda en el asiento.
– Un día va a pasar Henry. –Así es como me llama– No
puedes tenerla para ti solo para siempre.
Sí que puedo.
Jason suele hacer mucho ese tipo de chistes, implicando
que hay algo entre Eleanor y yo, por supuesto él no sabe
nuestra historia, a pesar de las innumerables veces que
insistió para que se la contara. Para distraerlo un poco del
foco, comienzo a hablar de negocios, solo hay dos cosas que
apasionan a Jason, números y mujeres.
El sonido de un vaso estallando contra el suelo nos distrae
solo por un momento, cuando miramos a la multitud
observar hacia el mismo lado, los dos nos levantamos y nos
asomamos por el balcón.
Eleanor está en el medio de una pelea, arrojando golpes y
patadas a los dos machos que intentan lastimarla.
Jason comienza a correr hacia ella, para auxiliarla, pero lo
detengo.
– Déjala.
– ¡¿Qué?! ¡Son dos contra uno! –No muevo los ojos de
ella, mientras me doy el lujo de observar cada movimiento
impecable, cada músculo firme y buscando su propósito.
William había hecho un maldito buen trabajo y estoy
absolutamente celoso por ello.
– Ella puede defenderse sola. –susurro y ya lo ha hecho,
uno de los machos está en el suelo y el otro intenta alejarse
de ella para cuando termino de decir la frase.
Con solo un chasquido de mis dedos, los guardias me
prestan atención, les marco con la mirada a los dos idiotas
que intentan meterse con mi Eleanor, en un segundo los
arrastran fuera del club, quitándoles las membresías para
siempre.
Nuestras miradas se unen otra vez, “¿Terminaste?” le
pregunto moviendo los labios, se acomoda la ropa
bruscamente, asiente y se pierde de mi vista otra vez.
Jason aún está impactado por ver a Eleanor en acción.
– Ahora entiendo porque la mantienes cerca…–Si tan solo
supieras– ¡Creo que acabo de tener una erección viendo una
pelea! –Observo a Jason, dándole una advertencia– Es un
chiste Henry, Jesús, cálmate.
No puedo calmarme, toma toda mi energía y fuerza de
voluntad no arrancarle la garganta a esos vampiros. Eleanor
es el centro de celos y burlas con respecto a su posición
conmigo. Estas situaciones se dan todo el tiempo.
Por eso ella nunca quiere venir a este tipo de lugares.
Por el momento ella sigue sentada en una mesa, con el
resto de los guardias del castillo, conversando muy
seriamente.
Y yo aquí…
Observándola desde la lejanía.
Deseándola con ardor.
Extrañándola con nostalgia.
CAPÍTULO 27

E leanor

O DIO ESTE MALDITO LUGAR , el sonido, la gente, los gritos, las


risas.
Todo me irrita.
No sé qué hago aquí.
Bueno, sí lo sé, pero no voy a decirlo en voz alta o interna.
Marcus me ve entre la muchedumbre y me señala la mesa
en la que está, con el resto de mis compañeros.
Él es uno de los pocos vampiros con el que puedo dialogar
sin querer estrangularlo, siempre ha sido muy amable
conmigo, siempre acata mis órdenes sin susurros por lo bajo
o miradas incrédulas, el resto…bueno, el resto son mis
empleados, me tratan lo mínimo e indispensable.
Cuando comienzo a caminar hacia él, un hombro me
golpea fuertemente, no es casualidad. Alistar se ríe con su
amigo como un trastornado.
– ¡Oh! ¡Pero mira quién apareció! ¡La mascota del rey! –
Escucho las sillas moverse de los chicos que me esperan en la
mesa, volteo solo para calmarlos, este pobre vampiro se está
buscando un puñetazo desde hace mucho tiempo.
Conozco a Alistar desde el colegio, cuando era humana, él
era parte de mi clase y siempre odió profundamente que una
humana pueda vencerlo en las prácticas.
Él era un fiel alumno de Will
– Alistar, ¿estás buscando que patee tu culo otra vez?
– ¿Otra vez? Aquella vez te dejé ganar para que el maestro
no me aplaste las pelotas, como hacía con cualquiera que te
ganara un enfrentamiento.
Pretendo no sentir dolor por lo que dice, no me sorprende
que Will hubiera hecho algo así. Solo que a veces no sé si lo
hacía porque me cuidaba o era todo parte de su gran plan.
– Bueno, piérdete, no tengo ganas de escucharte. –Vuelvo
a mi camino, pero siento su mano sobre mi hombro.
– No me des la espalda humana, te estoy hablando. –
¿Humana?
Lo empujo lejos de mí.
– No me toques idiota…–gruño a punto de perder los
estribos.
– ¿Por qué? ¿Ahora que no está el maestro tienes miedo
que te haga comer el suelo? –Odio tan profundamente a este
ser, su actitud petulante y su apariencia me hacen recordar a
una propaganda Nazi, rubio, estoico, frío y desalmado.
– ¿Sigues aquí? ¡Ve con tu madre! –Alistar se arroja sobre
mí y aterrizo directamente sobre el suelo, me toma del cuello
y me retiene allí.
– Conozco a alguien que le gustaría tenerte en esta
posición…–susurra sobre mi oído y eso me dispara la
adrenalina suficiente para arrojarlo lejos de mí.
La gente comienza a hacerse a un lado, no puedo pelear
como quiero, podría resultar demasiado llamativo para
algunos humanos.
– ¡No hables del rey de esa manera! –Arrojo un puñetazo
directamente sobre su quijada, dejándolo mareado y
desorientado. Su amigo me sostiene los brazos, intentando
dejarme en la posición perfecta para que el otro pueda
devolverme el golpe, pero mis piernas escalan sobre el suelo,
volteando por encima de él, mi pie entra directamente en su
rodilla, haciéndolo caer en un grito.
Alistar se limpia la sangre y sonríe.
– No hablaba de ese payaso de allí arriba humana, hablo
del verdadero rey, el que viene por ti.
¿Qué?
– ¡¿De qué mierda hablas Alistar?! –tomo sus impecables
ropas y lo empujo contra la pared más cercana – ¡Habla!
Pero no responde, solo se ríe, no importa cuántos golpes
entren en su rostro, se ríe hasta que el guardia nos separa,
llevándolos lejos de mí.
Sin respuestas.
Levanto los ojos y encuentro a Hendrix observándome con
una extraña mirada, oscura, siniestra… “¿Terminaste?”
pregunta moviendo los labios y yo asiento con la cabeza,
alejándome de esa mirada que atraviesa todo mi sistema.
– ¡Eleanor! ¡Ven! –Marcus me llama. – ¿Qué fue eso?
Me siento en la mesa y todos esperan mi respuesta, pero
yo sigo preocupada por las palabras de Alistar.
– Antiguos compañeros del colegio militar, siempre
buscaron problemas. –Observo los vasos a mi alrededor y
señalo. – ¡Acabo de darles un show y no hay ni un trago para
mí! –todos ríen y me pasan un vaso de cerveza, brindamos y
pasamos un buen rato.
Pretendo no estar preocupada por las palabras de Alistar,
paso unas horas allí, conversando sobre lo cotidiano en
nuestras vidas, sintiendo los ojos de Hendrix en mi nuca
todo el tiempo, lo de siempre.
Decido que es mi hora de volver, pero no sin antes tomar
algo más y así poder sobrellevar el día en mi cuarto. Me
siento en el taburete de la barra y ordeno algo refrescante y
multicolor. Vuelvo a mirar al balcón solo para preguntarle si
me necesita.
Sí claro.
Hendrix se ve aburrido, mientras la Barbie le habla sin
parar, se masajeaba los ojos y el cuello. Nunca puedo
observarlo por demasiado tiempo sin que se dé cuenta, tal
como me pasa a mí, sentimos perfectamente cuando somos
la atención del otro. Cuando me ve, le hace señas de que
“espere un momento” a su prometida y se levanta para venir
hacia mí.
Los guardias lo siguen mientras baja las escaleras, la
gente lo observa con curiosidad. Volteo para darle la espalda
y no parecer hipnotizada por su caminar imponente.
Maldición, me gusta mucho más como le quedan los trajes
a medida que esas capas de piel finas que usaba cuando lo
conocí, su color de piel es dorado, sus ojos color almendra y
su corto cabello, lacio color caramelo lo hace un espécimen
perfecto.
Recuerdo cuando fue la primera vez que lo vi de manera
diferente en plena adolescencia, mis hormonas habían
notado los músculos que sobresalían de su cuerpo y querían
tocarlos como si fueran la cosa más preciada del mundo.
Finalmente apoya su codo en la barra a mi lado, su rostro
no está muy contento.
– ¿Qué paso antes? –Sin mirarlo un solo segundo, tomo
un sorbo del trago e intento inventarme algo.
– Nada importante, era un compañero de colegio que
buscaba pelea. –Hendrix me escucha sin creer una palabra,
no puedo mentirle, me conoce demasiado bien, algo lo
distrae y comienza a prestar atención a su alrededor.
– Todos me miran como si fuera un bicho raro…–Observa
a su alrededor toda la cantidad de ojos que están puestos
sobre nosotros, inclusive los de la Barbie.
– Bueno, es la primera vez que te bajas al nivel del resto–
murmullo y lo observo con curiosidad a ver cómo reacciona,
y sí, se ofende intensamente.
– Eso no es verdad, yo siempre soy accesible para todos.
–Tomo el resto del trago y deslizo un billete sobre la barra,
Hendrix detiene mi mano, intentando lograr, una vez más,
que no pague por mis propias cosas.
No aprende, no quiero que pague nada por mí.
– Ni lo intentes. –Tomo el billete con mucho cuidado para
no tocar su piel, el vampiro del otro lado de la barra lo toma
y sale corriendo de ahí. Hendrix se ríe, expulsando aire por
su nariz, como hace siempre– Si no me necesitas aquí,
entonces voy al castillo.
– Estaba por irme, ¿no quieres que te lleve? –¿Para qué?
¿Para ver todo el viaje cómo la Barbie se refriega sobre su
pierna?
– Traje mi moto, gracias. –Es la verdad, le doy una
palmada en el hombro y escapo de su mirada, no sin antes
ver por el rabillo del ojo si la Barbie nos mira o no.
Por supuesto mira y me encanta ponerla nerviosa.
– Te veo allá entonces–susurra detrás de mí.
Encuentro mi motocicleta “Ninja” negra y brillante entre
un montón de autos de lujo, me pongo el casco y salgo
rápidamente de allí.
CAPÍTULO 28

H endrix

L A VEO IRSE por la puerta y automáticamente quiero salir de


aquí.
Le hago señas a Marilyn para que baje y que se aliste para
irse, pero ella decide quedarse.
Gracias a Dios.
Me subo a mi auto y el chofer me lleva en silencio al
castillo. Mi gigante y solitario castillo.
Luego de la coronación, mis padres decidieron mudarse a
una gran mansión que poseemos dentro de las hectáreas que
rodean el terreno Real, con todas las comodidades y lujos que
podían soñar no muy lejos de nuestro fuerte. Yo por otro
lado, quede vacío en ese monumento a la soledad, rodeado de
empleados y de la única hembra que me vuelve loco y no
puedo tener.
Sí, la vida del rey apesta.
No pude escuchar la pelea, pero sí entendí que algo se
disparó dentro de Eleanor e hizo que se pusiera muy tensa.
Planeo saber que ocurrió en cuanto ponga un pie en el
castillo. Por supuesto ya me he encargado de comenzar a
recolectar información, cuando eché a esos dos del club, los
mandé a seguir, estoy esperando tener información en
cualquier minuto.
Mi celular suena, lo busco en mi bolsillo interno del saco y
lo coloco sobre mi oreja derecha.
– ¿Qué tienes? –No necesito saludarlo, Jason no necesita
formalidades.
– Se fueron por direcciones separadas, cada uno a sus
respectivos hogares, puedo darte la dirección si quieres, son
de familias nobles.
Maldición…
– Envíalas por mail, mañana lo reviso.
– Lo tienes. –Finaliza la llamada, el chofer se detiene en
la estrada del castillo, bajo la ventanilla y dejo que el detector
de rostros me identifique.
Nadie entra si no está previamente cargado en el sistema.
Una luz verde se enciende y las grandes compuertas de
hierro se abren. Hay diferentes niveles de seguridad, todos
organizados por Eleanor.
Primero uno de los sistemas más sofisticados que existen
hoy, el reconocimiento de retina, luego tenemos otra puerta
donde debo colocar mi mano derecha, finalmente debo pasar
por los guardias, quienes rotan todas las noches, para evitar
cualquier tipo de… ¿cómo decirlo sin que suene horrible?
Bueno, sin ningún tipo de comodidad, Eleanor siempre dice
que las fallas más grandes se dan por error humano, bueno
en este caso, error vampírico. Así que las hectáreas que había
comprado se transformaron en un laberinto. Los años pasan
y nadie puede salir ni entrar sin atravesar todos estos
obstáculos.
Estoy orgulloso de ella, hace un maldito buen trabajo
todas las noches.
El chofer finalmente entra al garaje donde está mi
colección privada de autos y puedo ver a Eleanor tirada en el
suelo, revisando su moto, frunzo mi ceño en desacuerdo, no
me gusta verla trabajar sobre sus juguetes cuando
tranquilamente podría hacerlo alguien por ella.
Bajo del auto y abotono mi traje, solo por costumbre,
porque junto a ella es cuando me siento más cómodo.
– ¿Qué ocurrió? –Levanta la mirada y observa mis
alrededores.
– ¿Y tú Barbie? –pregunta mientras sigue observando una
serie de cables ¿o eran engranajes? No entiendo nada de
motos.
No es nada nuevo el sobrenombre que tiene Marilyn,
tampoco me ofende.
Ni me importa.
– Decidió quedarse un rato más–contesto mientras
coloco las manos en mi bolsillo y me apoyo contra la pared,
con media sonrisa en mis comisuras– ¿Qué le ocurrió a tu
bebé?
Cuando la pasión por las motos comenzó a desarrollarse
en el sistema de Eleanor allá por el 1800, fue cuando
comencé a regalarle todos los modelos que podía imaginar,
ella tiene la colección de motos más grande del país, solo que
nadie lo sabe. La “ninja” es la última que le regalé y hasta
ahora dice que es su favorita, pero eso dice de cada moto que
tiene.
– Comenzó a hacer un sonido extraño a mitad de camino,
justo en la puerta dejó de funcionar, ahora que la miro, veo
que alguien metió la mano.
– ¿Qué significa “alguien metió la mano”? –Se lo que
significa, solo quiero saber nivel de gravedad escrito en su
rostro.
Evita mi mirada, limpiándose las manos con una toalla
sucia y responde.
– Probablemente sean los idiotas que intentaron
molestarme hoy, nada importante.
Y así es cómo me doy cuenta que Eleanor me está
mintiendo, solo debo esperar el momento preciso para
hacerla confesar.
– ¿Por qué mejor no lo dejas al mecánico? No quiero que
tengas un accidente con ese aparato.
– ¿Por qué? ¿Tienes miedo que muera? –bromea mientras
se levanta y camina hacia el elevador que nos lleva al interior
del castillo.
Busco al chofer detrás mío y le hago señas para que sepa
que he terminado por la noche y corro hacia Eleanor para
subir con ella.
CAPÍTULO 29

E leanor

L A PUERTA del elevador se abre. Hendrix y yo vivimos en el


mismo piso, otra de sus técnicas para mantenerme cerca
supongo.
– Bueno, me voy a…
– ¿No quieres hacer algo antes?
No vayas por ahí Hen.
– ¿Algo como qué? –Se quita su abrigo y lo arroja en el
sillón más cercano.
Luego de las reformas que Hendrix le hizo al castillo,
tenemos algunos espacios comunes, un ala del piso es mía,
otra de él y una pequeña porción para Marilyn.
Ella no duerme en el mismo cuarto que Hendrix, son las
reglas (gracias a Dios)
– ¿No es tiempo que te alimentes? –Ah sí, la gran excusa.
Cuando era humana, Hendrix siempre evitó el tema del
“Alimento” por una simple razón, él no quería que viera o
imaginara el acto en sí. Los vampiros toman sangre, sí, pero
no de cualquiera y no todo el tiempo, ellos lo ven más como
una medicina para poder vivir, pero a la vez, usan la comida
regular como combustible, es extraño y lejos de cómo me lo
imaginaba cuando era humana. Ahora, luego de varios años,
entiendo todo, en mi caso aislado y excepcional, solo puedo
alimentarme de la sangre de mi creador, en este caso,
Hendrix, pero un vampiro natural como él, solo se alimenta
de la sangre más exclusiva, sí, los vampiros son elitistas
hasta en eso, solo toman sangre de su propia casta. Una vez
al mes, veo a las vampiras más perfectas y etéreas entrar a la
habitación de Hendrix. Por supuesto es algo que me molesta,
aunque sé que no hay nada sexual en el acto, la posesividad
que siento con Hendrix es demasiado fuerte.
Hendrix espera una respuesta, él disfruta del momento y
no es de extrañar, las barreras se derrumban la mayoría de
las veces. Y somos solo él y yo.
– Sí, es tiempo. –Es extraña la sensación que tiene mi
cuerpo cuando no me alimento a tiempo, me siento sin
energía y parece que el mundo transcurre muy lento.
– Vamos. –Hendrix me toma del codo y me empuja hacia
mi sector del piso. Antes de abrir, coloco el código de
seguridad y la puerta se abre.
Mi habitación es bastante grande y simple, no tengo
muchos muebles, más que mi cama, una mesa de noche, un
sillón, una biblioteca y una mini heladera.
(Para cuando no tengo ganas de moverme.)
El cuarto de al lado está conectado por una puerta y me
lleva directamente a mi closet. Cuando Hendrix hizo la
modificación del castillo se aseguró que mi cuarto
mantuviera la fachada de la vieja habitación azul y dorada,
había contratado un pintor especializado en murales. Las
paredes tienen constelaciones dibujadas que embellecen el
lugar. Una vez que las luces se apagan, todas las estrellas
brillan gracias a una extraña pintura que utilizaron.
Es absolutamente mágico.
Hendrix entra y se sienta en el sillón, lugar donde
solemos hacer esta ceremonia. Me siento a su lado y él me
observa con ojos penetrantes.
– Hay algo que no me estás diciendo. –Suelto. Conozco a
Hendrix demasiado bien.
– Quiero saber quiénes eran. –¡Maldición! Observo la
habitación en busca de ayuda, Hendrix se había vuelto muy
bueno en los últimos siglos leyendo todas mis micro
expresiones.
Sin querer desviarme deliberadamente, observo un papel
sobre mi almohada. Frunzo el ceño, sin entender qué es eso.
Me volví una vampira muy meticulosa con los años y no hay
nada que no reconozca dentro de mi habitación. Me levanto y
camino hacia mi almohada, es un papel doblado al medio.
Lo primero que leo es:
“Eres una mentirosa.”
Volteo para observar a Hendrix, esperando algún tipo de
explicación, pero su mirada está tan confundida como la mía,
es entonces en este momento cuando comienzo a
preocuparme, abro la nota y leo lo que dice dentro:
“Pregúntame por qué…”
La respiración se paraliza, tengo que tomar aire y
sostenerme de la pared para no caer. Hendrix está a mi lado
en un nanosegundo, sentándome en la cama y arrancando el
papel de mi mano.
– ¿Qué es esto? Qué significa Eleanor…–Es una orden.
No puedo hablar, mi cuerpo tiembla, mi estómago se
vuelve una pelota cuando entiendo de qué se trata todo esto.
– Eleanor…
Refriego mis ojos y el resto de mi rostro con las manos,
intentando caer en la realidad, no puedo creerlo.
Está vivo.
Está buscándome.
Y está enojado.
¡Dios mío…y estuvo en el castillo!
Me levanto en un instante y comienzo a buscar mi
teléfono celular para llamar a emergencias. Hendrix aparece
a mi lado y me lo quita de la mano bruscamente.
– ¿¡Qué demonios ocurre!? ¿¡Qué significa esa nota!? –
grita. Él nunca me vio tan nerviosa.
– Tienes que evacuar Hendrix, ¡tengo que sacarte de aquí!
– ¿Qué? Espera… ¡espera! Habla, que significa… –Tomo la
nota de sus manos y la abro frente a sus ojos, pensé que iba a
reconocer la letra.
– ¡Es la letra de Will! –Hendrix pone cara de incrédulo,
hasta que vuelve sus ojos al papel y veo con exactitud, el
segundo donde por fin la reconoce.
– ¿Y por qué te llama mentirosa? –Toma la nota de vuelta
y comienza a caminar por la habitación, buscando algún otro
rastro de él, pero yo lo sé mejor que nadie, solo la nota esta
fuera de lugar en mi habitación.
– Porque lo traicioné ¡Porque le había prometido cosas
que luego no pude cumplir! ¡Maldición! –Hendrix camina
hasta mí y hace lo menos esperado.
Me abraza.
– Hendrix, tienes que evacuar. –Intento resistirme a su
abrazo, pero su olor nubla mis sentidos, fundiéndome dentro
de él. El olor de Hendrix es oxígeno en un día lluvioso, suena
extraño, lo sé, pero no puedo compararlo con nada más.
– ¿Sientes un olor diferente dentro de la habitación?
– No…
– Entonces él no estuvo aquí, alguien hizo el trabajo sucio
por él, por favor cálmate. –Su voz es un afrodisiaco, necesito
que siga hablándome, pero en su lugar acaricia mi cabello
con delicadeza. Lo enfrento solo para encontrar pura calma.
Con mucho cuidado besa mi frente.
– Él no puede llegar a ti, ¿recuerdas? –Desciende a mi
ceja izquierda y la besa también– Hoy no eres la misma
persona.
– Lo sé, es solo que…–Besa mi mejilla– No quiero que te
ocurra nada Hen, algo trama.
Toma mi quijada con su mano y mantiene nuestras
miradas conectadas.
– Nada va a ocurrirme. –Estamos tan malditamente cerca
que me ahogo, estamos a segundos de perder el control,
intento desviar mi mirada hacia cualquier lado, pero arrastra
mi quijada para volver a hacer contacto con él.
– Quédate conmigo.
Sin pedir permiso, Hendrix apoya sus labios sobre los
míos, intento apartarlo, empujándolo desde su hombro, pero
él presiona contra mí, desestimando mi fuerza e incitándome
a besarlo aún más profundamente. Besar a Hendrix es como
hundirme en arenas movedizas, me siento confiada al
principio, pensando que estoy en control, pero lentamente
me hundo en él, dejándolo tomar control de mi mente y de
mi cuerpo cada vez que intento resistirme. Su lengua danza
con la mía y marcando territorio, su tacto es fuego y su
respiración sobre mí es como un huracán.
– Bebe de mi…–Ordena entre besos, pero yo necesito
más, me arrojo sobre su boca otra vez, disfrutando lo que
fantaseo cada segundo de mi vida, pero sin notarlo, Hendrix
direcciona mi boca a su cuello y estoy tan drogada y
anestesiada que voy a por ello.
Mis colmillos se extienden y muerdo su cuello sin control
alguno. Hendrix gime y me acerca a él aún más,
explorándome con sus manos por cada rincón de mi cuerpo.
Trago y trago, deseando poder hacerlo por la eternidad, pero
hay un límite y tengo que recordarme con todas mis fuerzas
que debo parar. Despego mis labios y tomo aire, para volver
en mí, pero algo muy extraño ocurre, antes de entender que
sucede, Hendrix entierra sus colmillos en mí.
No entiendo porque, pero lo hace y tal como me ha
ocurrido a mí, se pierde en un estado sexual superior a
cualquier otro, gime y succiona con mucha intensidad.
¿Qué nos ocurre? ¿Por qué perdimos el control luego de
tantos años de manejarnos con adultez?
Hendrix brota de mi cuello y toma aire, ni una gota de
sangre chorrea de su boca.
Pero el animal en él, me arroja sobre la cama en un solo
movimiento y escala sobre mí.
Lo quiero encima mío.
Lo quiero dentro mío.
Lo quiero hacer mío, maldición.
Su peso es perfecto, su beso posesivo y sus manos toman
de mí, todo lo que no habían podido tomar en todos estos
años.
No pensamos en juramentos, ni en palabras, no hay leyes
ni reglas, somos solo él y yo, reencontrándonos.
– Él no va a tenerte Eleanor, nunca lo hará…–Presiona su
duro miembro sobre mi centro, recordándome quien es el
jefe aquí– No importa lo que haga, siempre serás mía, ¿lo
recuerdas no? Porque yo lo recuerdo todas las noches, en
cada maldito segundo…
– Es fácil para ti decirlo, tú no tienes que verme de la
mano con nadie Hendrix. –Y como por arte de magia todo se
detiene. Hendrix se sostiene con los codos sobre mí y me
observa con intranquilidad.
– Sabes que es toda una pantomima, apenas la soporto,
de los dos, tú eres libre y eso es lo que más me asusta. –Esta
vez soy yo quien lo busca, cayendo en su hechizo otra vez, no
quiero que se sienta así. La lealtad entre nosotros es algo
mucho más fuerte.
– Hen, te necesito–imploro.
– Aquí me tienes. –Con manos torpes intento quitarle la
ropa, pero…
Anís…
Anís por todas partes.
La Barbie llama a Hendrix por el rincón opuesto de la
casa.
Los dos lo sentimos, es un recordatorio de donde estamos
y que estamos haciendo. Hendrix en un segundo me besa
como despidiéndose, en el siguiente está abriendo la puerta.
– Báñate y encuéntrame en mi oficina, tenemos una
reunión urgente que llevar a cabo.
– Yo me encargo. –Tomo mi celular y llamo a
emergencias, sin mirar atrás desaparezco en el baño y
refriego el jabón sobre mi como si hubiera hecho algo malo,
quito todo el rastro de Hendrix en mi cuerpo antes que
alguien lo detecte.
CAPÍTULO 30

H endrix

A BRO la puerta de mi habitación, con una toalla envolviendo


mi cintura, el cabello mojado y la peor cara de enojo que
puedo lograr. Marilyn está del otro lado de la puerta, lista
para encontrarme engañándola con alguien más.
Si hubiera llegado tan solo cinco minutos antes…
– ¿Qué quieres Marilyn? –Bueno quizás no tengo que
pretender tanto, ella acaba de arruinar uno de los mejores
momentos que he tenido en los últimos siglos.
– Oh, discúlpame, no te encontraba por ningún lado y…
– ¿Y decidiste buscar en mi habitación como última
opción? Mira, tengo una reunión en cinco minutos, ¿puedo
terminar de cambiarme?
– ¿Una reunión? ¿A estas horas? –Todo en su tono es
sospecha, de hecho, no es casual que haya llegado tan solo
media hora después de mi partida del club, ella siempre está
buscando cómo hacer para encontrarme con las manos en la
masa…
O en Eleanor.
Y la verdad es que, en todos estos años, no había ocurrido
ni una sola vez, excepto hoy.
– Sí, tenemos una urgencia, ahora si me disculpas…–
Cierro la puerta en su cara. Odio ser así de grosero con ella,
pero es que francamente no la soporto.
Apoyo la cabeza sobre la puerta, agotado de todo. No
puedo creer que William vuelva por aquí, no puedo creer que
su fijación por Eleanor siga tan latente luego de tantos años.
Camino hacia el baño y veo mi reflejo, sí, los vampiros nos
reflejamos, ¿por qué no lo haríamos? Somos seres vivientes.
Allí veo un macho que entiende sobre obsesiones. ¿Por qué
me sorprende la fijación de William?, si yo me encuentro
igual. Estuve a punto de tenerla hace solo unos segundos
atrás por el amor de Dios y nada ha cambiado entre nosotros,
fue como si nuestra historia continuara de un día para el
otro.
Es que saber que él anda cerca otra vez me vuelve un
paranoico, temo por ella, temo perderla otra vez gracias a él.
Abrocho el último botón de mi camisa y ajusto el
cinturón, mi cabello esta mojado y desprolijo, no hay tiempo
para apariencias.
Abro las puertas de mi habitación y camino directo al
ascensor. Ella ya está en el nivel inferior, sentada en la gran
mesa de juntas. ¿Cómo lo sé? Bueno, porque tomé su sangre,
su perfecta y deliciosa sangre, no solo realmente quería
hacerlo, sino que ahora voy a tener una herramienta más de
protección. Sabe igual que la primera vez y ahora necesito
más de ella. Necesito tenerla al alcance para saber qué está
segura de él.
No voy a perderla de vista, ni ahora ni nunca.
Entro a la sala de conferencias y el sol está sobre todo el
lugar, nadie ha cerrado las ventanas. Oprimo un botón y las
persianas automáticas se cierran y las luces se encienden.
No es que el sol nos dañe dentro del castillo, es solo que es
más cómodo así.
Todos se levantan de su silla para recibirme. Eleanor está
a mi derecha, sus ojos están clavados en la mesa, su cabello
está mojado igual que el mío, pero como está recogido se
nota menos, espero que nadie intente atar cabos, aunque
cualquiera que conozca a Eleanor como lo hago yo, sabría
que algo le pasa, su rostro está lleno de culpa, mientras que
el mío está lleno de miedo. En el momento que me acomodo
en mi lugar es cuando todos me imitan y se sientan.
– Desde ya quiero agradecerles a todos por la pronta
respuesta, sepan que, si no tienen un método seguro de
retorno, hay habitaciones disponibles para quien lo necesite.
–Eleanor toma su celular y sé que es para avisarle al servicio
del castillo que prepare las habitaciones, ella es
malditamente eficiente– Eleanor, me imagino que ya hiciste
la introducción del tema.
– Sí, Majestad. –Odio que me llame así, pero tenemos que
cuidar las apariencias. – Y si me permites, tengo algunas
cosas que aclarar. –Extiendo mi mano, dándole permiso para
hablar mientras me recuesto en mi sillón para observarla,
ella se coloca de pie, sostiene una hoja en su mano– Como ya
todos saben, alguien dejó una nota en mi cuarto, lo cual
significa que alguien no solo supo descifrar la contraseña de
mi habitación, sino que también tenemos un infiltrado
dentro del castillo y siendo la jefa de seguridad, quiero tomar
absoluta responsabilidad por la falla presentando mi
renuncia inmediatamente.
– ¡¿Qué?! –Me levanto del sillón y tomo la hoja que hay
entre sus manos, todos se miran entre ellos y susurran
palabras que no me importan– No, no puedes…
– Es lo que corresponde…–susurra ella para evitar una
escena.
– ¡Y me importa una mierda! Yo digo quien se va y quien
se queda y tú sigues siendo la jefa de seguridad, ahora,
siéntate ahí. –Rompo la hoja al medio y la arrojo sobre mis
hombros. – Quiero saber qué información tenemos y que
no…
Todos se miran entre ellos, es el encargado de seguridad
informática quién comienza a hablar.
– Tenemos los nombres de todo el personal que ingresó y
egresó de castillo hoy, las horas y tenemos a disposición las
cámaras.
– ¿Y qué están esperando para ver quién demonios
ingreso a la habitación de Eleanor? –Me estoy exasperando.
– Por pedido de usted Majestad, las cámaras de su ala y
de la señorita Hauss están desactivadas hace años.
Observo a Eleanor y ella mira a cualquier lado menos a mí.
– Bueno, en ese caso quiero las cámaras del resto del
castillo. – El vampiro toma su teléfono y comienza a teclear.
Tiene esa opción o que le arranque los malditos dedos.
Reparamos sobre diferentes planes y precauciones,
equipos de búsqueda y extra seguridad, hasta que Eleanor
carraspea su garganta para comenzar a hablar finalmente.
– Hay dos personas más que necesitamos investigar, hoy
tuve un encuentro con dos militares, uno de ellos dijo algo
muy extraño. –Dirige su mirada exclusivamente a mí –
Alistar nombró “Al verdadero rey” como alguien que está
próximo y que venía por mí, horas después, descubro que mi
moto fue alterada, puede que Will…William este tramando
algo de mayor escala.
Mis ojos se mantienen fijos sobre ella, sabía que había
ocurrido algo grave en el club, el resto de la junta se
mantiene en silencio. Tomo mi celular y le escribo a Jason,
pidiendo video del momento con audio y el maldito mail que
prometió y que aún no había enviado.
– Tengo a alguien siguiendo a esos dos, los tendremos
para interrogatorio mañana, quiero que estés presente. –La
señalo con mi dedo índice– Por el momento quiero cambiar
el personal enteramente, Eleanor, encárgate de llamar al
sistema de seguridad para verificar alguna actualización.
– Entendido.
– Los demás ya saben qué hacer, mañana al atardecer los
quiero aquí con novedades. –las puertas se abren y la
empleada doméstica está en la puerta esperando para guiar a
todos a sus cuartos. Todos se levantan tomando papeles,
tecleando celulares y haciendo llamadas.
Bien, los necesito a todos concentrados en esto.
Eleanor se levanta, pero la siento a la fuerza otra vez.
– Nunca vuelvas a hacer eso Eleanor, ¿entendido?
– Era lo correcto Hendrix, es lo que esperarías de
cualquiera.
– Y tú no eres cualquiera, tú lo eres todo. –Mis palabras
salen antes de poder detenerlas, no me arrepiento de
decirlas, estamos en una cuerda floja ya.
– Hen…
– No quiero que duermas en tu habitación hoy, ven
conmigo…
– ¿Qué? Detente ahí, esto se está yendo de las manos. –
Me levanto y me siento en el sillón a su derecha.
– Soy el rey y lo que digo es ley. –Tomo sus manos entre
las mías y las aprieto– Ven conmigo hoy, al menos hasta que
todo se normalice.
– No Hen, ¡la casa está llena de gente y tu novia vive al
lado de tu habitación!, no digas incoherencias.
– Bueno entonces yo duermo contigo hoy.
Ella se levanta y se aleja de mí.
– ¡No! ¡Tú eres al que hay que proteger Hendrix! ¡No a mí!
–Me levanto igual que ella y la sigo por la oficina a pesar que
ella se aleja de mi por cada paso que doy– Lo de hoy ha sido
un error, no tiene que volver a pasar.
Me detengo.
Por un segundo casi lo creo.
– Sé que no lo dices enserio, solo quieres alejarme. –
Rodea la mesa, observándome con ojos afligidos, no niega mi
declaración, así que continúo hablando– Sé que no quieres
salir lastimada de esto, pero Eleanor, con William alrededor,
no puedo evitar sentir que perdimos el tiempo todos estos
años. Me cansé de vivir con dolor, me cansé de pretender que
quiero estar con Marilyn–Tomo aire profundamente, porque
los sentimientos me estrangulan la garganta– Solo te pido
que me des tiempo para cambiar nuestra historia.
– Tienes demasiada fe, algo que ya perdí en el momento
que tu padre intervino. –Parece un animal asustado, con
movimientos precavidos y una mirada paranoica.
– Déjame cambiar nuestra historia, déjame demostrarte
que lo que siento por ti puede derrotar cualquier estorbo,
cualquier anticuada ley o burocracia.
– ¿Y si no puedes? –Ya no se aleja, esta vez llego a ella,
esta solo a centímetros de mí.
– Si no puedo, huiremos de aquí. –Tomo sus mejillas
entre mis manos– ¿No entiendes que no puedo vivir sin tu
piel? ¿Sin tu olor? Eres parte de mí, como yo lo soy de ti y
tenerte como te tuve hace unos momentos atrás, me recordó
que lo nuestro no muere, lo nuestro es eterno como nuestras
vidas. Déjame cuidarte como tú me cuidas a mí, al menos por
una noche.
– ¿Y tú juramento?
– A la mierda con el juramento. –Creo tenerla, ya puedo
saborearla, ella se deja moldear por mis manos a medida que
mi piel la acaricia, siento que mi tacto la absorbe y me
encanta verla así por mí. Pero luego sus ojos se abren, alerta
a sus alrededores y se aleja hacia el lado contrario de la
oficina en un segundo.
Antes de entender que ocurre, escucho sus pasos pesados
y firmes atravesando la entrada, recupero la compostura y
volteo para enfrentarlo.
– Padre…–saludo al antiguo rey con un abrazo corto y
firme– ¿Qué haces aquí? –Lo quiero fuera de esto, quiero
tener a Eleanor entre mis manos otra vez. Mi padre observa
detrás mío a Eleanor y la señala.
– Eleanor me llamó, dijo que era urgente. –Volteo a
mirarla con ojos furiosos, pero ella mantiene su mirada en el
suelo– ¿Y bien? Estoy esperando.
Oh Eleanor, mi dulce e inteligente Eleanor, siempre un
paso más adelante que yo, ella sabía que iba a pedirle que se
quede conmigo, ella siempre lo supo, por eso lo llamó.
Señalo mi silla, dándole a mi padre el respeto que se
merece, cediéndole mi asiento, pero él niega y se sienta a mi
izquierda.
– Eleanor, acompáñanos. –Señala mi padre su lugar, me
siento un adolescente otra vez.
Eleanor se sienta y comienza a explicarle lo que ha
ocurrido esta noche, cambiando algunos detalles, como por
ejemplo que yo había descubierto la nota con ella porque
estaba en la misma habitación.
Su habitación.
Solos.
Mi padre la escucha con atención a los consejos de
Eleanor y opiniones. Ella realmente se ha ganado el respeto
de mi padre a través de los años, Eleanor ha luchado por
nosotros contra la iglesia y ha protegido a la familia real con
su vida.
No la merecemos.
– William nunca fue ambicioso, no sé qué trama. –
reflexiona mi padre.
– Justamente eso es lo que me llama la atención
Majestad, Will siempre estuvo conforme con su puesto, era lo
que más amaba.
Will
Will…agh, le voy arrancar la cabeza a “Will” …
– ¡¿Soy el único que lo ve como un maldito desquiciado?!
–grito, golpeando la mesa con mi puño. Los dos me observan
cómo si hubiera entrado en la locura extrema.
– Hijo, no, no eres el único, pero en esta mesa, somos
nosotros dos lo que lo conocemos bien, por eso nos llama la
atención su actitud y si algo trama, tenemos que estar
preparados.
Respiro profundamente y trato de volver en mí.
– Mañana interrogaremos a los dos militares que
importunaron a Eleanor en el club, comenzaremos por ahí.
– Bien, pero es importante mantener este tema dentro de
la habitación, no queremos levantar sospechas, ni queremos
demostrarnos inquietos, todo debe seguir vida normal.
– No voy a exponer a Eleanor, ella no puede salir del
castillo. –Mi padre me observa con hostilidad.
– Creo que estás desacreditando a Eleanor y sus
capacidades Hendrix.
– No, estoy intentando evitar una tragedia, padre. –Hay
tensión entre nosotros, mi padre odia verme interesado en la
seguridad de Eleanor y yo odio que siempre la ponga en la
línea de fuego.
Ella estira la mano sobre la mesa, intentando sacarnos a
los dos de la guerra de miradas.
– Estoy con tu padre Hendrix. –Hendrix– No podemos
mostrarnos alarmados por esto, todo debe seguir igual y si él
está en mi búsqueda me hubiera tomado esta noche, tuvo
muchas oportunidades y no ocurrió.
– Tiene razón. –susurra mi padre– Si planea algo, no
tiene que ver con ella, tiene que ver contigo y el trono.
Me detengo a pensar un segundo, mientras apoyo mi dedo
índice sobre mis labios, quiero decir que si William quiere el
trono que lo tome, quiero decirle a mi padre que se vaya para
así poder estar a solas con Eleanor, quiero gritar para quitar
la presión que tengo en el pecho, pero en vez de decir todo
eso digo…
– ¿Tienes como volverte? –Mi padre me observa con
sospecha y luego observa a Eleanor, esperando algo de ella.
Pero mi obediente Eleanor tiene una cara estoica– Es muy
tarde y hoy necesito descansar, mañana será una noche aún
más complicada y estoy seguro que Eleanor también necesita
recuperarse.
– Mi chofer está esperándome en el subsuelo. –Mi padre
se levanta y estrechan manos con Eleanor– Acompáñame
hasta mi auto hijo.
Y así es como sé que estoy acabado y que Eleanor se
escapa de mis manos, una vez más.
CAPÍTULO 31

H endrix

M I PADRE CAMINA con las manos apoyadas en la espalda, da


pasos lentos y su semblante es pensativo. Sé que busca la
manera correcta para enfrentar lo que tiene en la mente, así
que voy a hacerle un favor y ahorrarle todo el trastorno.
– Dilo padre. –Me detengo, fastidiado y enojado. Él se
detiene frente a mí.
– Quiero saber si tienes esto controlado.
– Ya viste que sí, tengo a todo el equipo trabajando en
ello…
– Sabes que no me refiero a eso. –Maldición, sí lo sé, pero
voy a hacerme el idiota como hago cada vez que mi padre
espera que le grite mi amor por Eleanor en la cara.
– ¿Podrías ser más específico? –Mi padre observa a sus
alrededores, verificando que nadie pueda escucharlo.
– Sé que eres el rey y uno exitoso, estás comprometido
con una de las hembras más puras de la raza, la comunidad
te avala y te respeta, lo tienes todo, ¿no? –No, no tengo nada,
estoy vacío.
– Sí padre. –Sus ojos color café me atraviesan esperando
leer algo más, solo demuestro fastidio.
– Bien, la semana que viene es la fiesta de la raza, si es
que decides seguir con ello.
– Por supuesto, es una de las fiestas más importantes, no
la voy a cancelar.
– Bueno, tengo a alguien que quiero presentarle a
Eleanor, me gustaría que ella participe, pero no como
empleada, sino como invitada.
Mi padre juega conmigo, toca la herida abierta,
provocándome, poniéndome a prueba. No sé porque me
sorprende, lo lleva haciendo toda la vida y lo va a seguir
haciendo. Sé que tal persona no existe, por eso me encuentro
tranquilo.
– Le daré el día para que puedas hacer las introducciones
necesarias–respondo solemnemente. –Te veo mañana
padre.
Doy tres pasos para atrás, siguiendo el viejo protocolo real
para no darle la espalda y volteo para volver a la oficina.
Mi rostro cambia automáticamente en cuanto no siento la
mirada penetrante del antiguo rey, rechino los dientes y
aprieto mis puños, intentando contener la furia que siento.
Amo a mi padre, pero quiero matarlo a la vez, especialmente
cuando es el causante de toda mi miseria.
Sé que Eleanor ya no está en la oficina, esta vez no va a
ganarme. Camino decidido a su habitación y cuando quiero
abrir la puerta, la cerradura está trabada.
– Eleanor, abre. –Sé que está dentro puedo sentirla.
– Hendrix, vete a dormir. –Puedo visualizarla sentada a
los pies de la cama, observando el fresco de estrellas.
– Necesitamos hablar, abre. –Aborrezco no saber el
código, quiero saberlo, pero también soy consciente de que
cuantas menos personas sepan el código, más segura se
encuentra. – Prometo que nada va a ocurrir solo quiero
hablar.
La cama apenas rechina cuando se levanta, pero mi oído
puede registrar sus movimientos, camina hacia la puerta,
hacia mí. Cuando la abre, solo lo hace unos centímetros, sus
ojos son fríos y su actitud cautelosa.
– ¿Por qué lo llamaste? –inquiero enojado, lastimado,
traicionado.
– Porque de los dos, yo soy la que tiene los pies sobre la
tierra, necesitamos a tu padre para mantenernos a raya, sin
mencionar que tiene que estar al corriente de todo lo que
ocurre con su hermano, ¿recuerdas que es su hermano?
– ¿Qué estás diciendo, Eleanor?
– Que tenemos que ser realistas Hen, lo nuestro no puede
y no va a ocurrir. Nunca, yo lo acepte. ¿Por qué no lo hiciste
tú? Cásate de una vez con Marilyn, sigue con tu vida.
Su frialdad me deja atónito. Eleanor realmente se había
rendido hace muchos siglos.
– Porque yo te sigo amando como el primer día. –Odia
que sea tan directo, le inquieta porque no sabe manejar
sentimientos. Eleanor está cómoda en lo severo, lo formal, lo
burocrático, pero cuando la quito de su zona de confort, la
descoloco por completo– Y lo que ocurrió hoy entre los dos,
derrumba cualquier palabra que salga de tu boca, porque esta
parte de tu cuerpo. –Estiro mis dedos para acariciar sus
labios– Responde a mí, estos labios son míos y cuando los
toco, gritan por más, no importa cuanta distancia quieras
poner entre nosotros, tu cuerpo solo responde a mis órdenes,
te guste o no.
La puerta aún se mantiene entre abierta, pero puedo
sentir que ya no ejerce la misma fuerza que al principio para
no dejarme pasar, mi pobre Eleanor está confundida y siente
tanto dolor como lo hago yo. Quizás ella haya renunciado a
nosotros, pero hoy mis ojos se abrieron.
Estiro mi mano para tomar su cuello y atraerla a mí, para
besarla y demostrarle que lo que digo es real, en cuanto mi
lengua acaricia la suya, es cuando gime en mi boca.
Ese sonido es puro, erótico.
Me alejo de ella, dejándola acalorada y agitada.
– No te preocupes Eleanor, tengo suficiente fuerza para
luchar por los dos. Hoy es una noche más para ti, pero para
mí, hoy cambia la historia, hoy te hice mía y ni siquiera lo
notaste.
Me doy media vuelta y me vuelvo a mi habitación, puedo
sentir sus ojos en mi nuca.
Bien, necesito generar impacto.
Tomo mi celular y hago los arreglos para que tenga
guardias, no voy a dormir tranquilo si no lo hago.
Debería agradecerme que no tire un colchón al lado de su
puerta y duerma allí mismo.
CAPÍTULO 32

E leanor

E L ATARDECER ESTÁ a punto de terminar, no he dormido en


todo el día, gracias a todo lo que ocurrió.
El último atisbo de sol se sostiene del cielo, hasta que no
puede más y desaparece, suspiro profundamente y enfrento
la larga noche que tengo por delante.
Abro las puertas y me detengo en seco cuando me
encuentro a Marco y Ángel, custodiando la entrada de mi
cuarto. Estaba tan concentrada en mis propios pensamientos
que no había sentido a mis dos empleados.
– ¿Qué demonios hacen aquí?
– Fueron órdenes del Rey–responde Marco dando un
paso al frente.
– Ay por Dios, termina con las formalidades, vamos,
tenemos una noche larga. –Cierro la puerta y escucho la
traba cerrarse.
Eso me da un poco de paz, he cambiado la contraseña y he
complicado el sistema para quien quiera entrar otra vez.
Mis botas suenan contra el suelo de mármol y hacen eco
en el corredor que me lleva a mi oficina. Cuando me siento
tras el escritorio, abro mi laptop y comienzo a revisar mails.
Marco y Ángel esperan por mis órdenes.
– Siéntense, tengo que ponerlos al día. –Los dos se
sientan, mirándose con curiosidad al principio, pero cuando
termino de relatar todo lo que ha ocurrido, hierven de ira.
– No puedo creer que los hayas dejado ir, luego de lo que
te dijeron–critica Marcos.
– Lo sé, pero no tengo tiempo para amargarme, el rey en
persona se está encargando de rastrearlos, probablemente
hoy los tengamos aquí.
– Sí me dejas con ellos cinco minutos, podría recolectar
todos los datos que necesitamos. –Ángel choca sus puños
entre ellos.
– Tranquilo samurái, tenemos que esperar las órdenes del
rey primero, mientras tanto los necesito doblemente atentos,
a cualquier movimiento extraño, actitud, cualquier cosa que
les resulte sospechosa, me la reportan inmediatamente,
confío en ustedes.
– ¡Sí señora! –responden los dos al unísono, a lo que les
respondo con una mirada enfadada, no me gusta que me
llamen así y por eso justamente que lo hacen.
– Por ahora pueden descansar, hasta que el rey me
informe cual quiere que sea el siguiente paso, reposen un
poco, que probablemente hayan escuchado mis ronquidos
durante todo el día.
Ambos se ríen porque ellos saben que no he dormido en
absoluto, pero hey, no perdamos la imagen de que tengo
todo bajo control. Los dos se levantan y desaparecen tras la
puerta.
Vuelvo a mi laptop y reviso mails, nada fuera de lo común,
planes para la semana entrante, organizaciones de la
seguridad, facturas que pagar, todo normal, excepto…
Asunto: ¿Me extrañaste?
Por un segundo mis nervios escalan, cuando abro el
cuerpo del mail, está vacío. El mail se hace llamar
“desconocido”. Comienzo a presionar el mouse, buscando
mil maneras para llegar a él.
La puerta suena y Hendrix entra, cierro la laptop y me
levanto de mi silla.
– Buenas noches. –digo, él me observa con curiosidad.
– ¿Qué ocurre? –Mira a la laptop y luego a mí.
– Nada, estaba por irte a buscar, necesitamos planear la
noche.
Hendrix toma asiento y con su mirada, marca el mío para
que haga lo mismo. Aún está enojado conmigo por lo que le
hice, pero mi conciencia reposa tranquila. Aunque sus
palabras y la intensidad que tenían sus ojos cuando dijo que
iba a luchar por nosotros, hicieron que por un segundo
cayera a sus pies.
– Los dos idiotas que te increparon ayer, ya están en el
castillo.
– Oh…
– Sí, “Oh”. –Saca su celular de su chaqueta y comienza a
comprobar algo– Iremos ahora, pero no serás tú quien los
interrogue.
– ¿Cómo que no voy a…? –Sus ojos se levantan y me
atraviesan, esperando que lo desafíe.
Qué desafíe al rey.
Al dueño de todo, inclusive de mi cuerpo y mente.
Cuando me envío al silencio, vuelve a su celular y
continúa con su monologo.
– Luego, tengo una reunión en el centro a las ocho y…
– Espera Hen, espera, no puedes salir del Castillo, sería
muy arriesgado y… –Vuelve a levantar la mirada.
– Voy a continuar mi vida tal como tú y mi padre
decidieron ayer, ¿recuerdas? Así que voy a ir a la reunión,
puedes encargarte de la seguridad si te quedas más tranquila,
el chofer sale a las 19:45. Una vez que salga de la reunión, iré
a la casa de mis padres con Marilyn, tenemos una comida
familiar. –Dejo caer mis ojos en la laptop y él vuelve a
observarme para verificar mi reacción, hay un muro entre los
dos, incómodo y frío, pero es lo más sano que podemos
hacer– Cuando termine con eso, estoy libre, probablemente
vaya al club u organice algo aquí, aún no lo sé.
– Mira Hen, entiendo tu hostilidad, pero no hagas cosas
innecesarias solo para alterarme, intenta evitar cualquier
movimiento que no sea indispensable, por favor, solo hasta
que sepamos de que se trata lo que William se trae entre
manos. –Hendrix bloquea su celular y lo guarda en su
bolsillo interno, depositando su atención solamente en mí.
– ¿Crees que hago esto para alterarte? –Su tono comienza
a elevarse. Observo de reojo la puerta para verificar si está
cerrada. Al ser una casa de vampiros, todos los cuartos son a
prueba de sonido, sino seria como convivir todos juntos en
un solo lugar.
– Pues sí, creo que es una venganza por lo de ayer.
– ¿Ayer? No lo tengo claro, ¿hablas de la parte donde me
traicionaste llamando a mi padre a mis espaldas o la parte
donde me dejaste plantado en la entrada de tu cuarto?
Me levanto y camino hacia la ventana que da a un jardín
gigantesco, diseñado por Astrid, es hermoso, siempre me
detengo a observarlo.
– Solo te estoy protegiendo Hen–susurro dándole la
espalda– Lamento si te sentiste traicionado, pero sé que
cuando todo esto termine, vas a entrar en conciencia otra vez
y vas a ver que lo que quieres hacer es una locura. Quizás
puedas cambiar las leyes, pero nunca vas a cambiar la
aceptación de tu padre, mucho menos la comunidad, tu gente
puede ponerse en contra y pondrías todo en riesgo.
Su voz aparece en mi oído izquierdo, haciendo que salte
llena de adrenalina.
– ¿Crees que me importa? ¿Crees que opté por vivir esta
vida? Si me dan a elegir entre el reino y tenerte, Eleanor,
sería el mendigo más feliz de la tierra. –Sus dulces palabras
me embriagan, quiero gritarle que yo siento lo mismo, que
soy capaz de ocultarme toda la vida en las sombras con tal de
tener solo una porción de lo que imagino que sería mi vida
con él, pero me mantengo en silencio. Volteo y para mi
sorpresa encuentro agua en sus ojos. – No tenerte, carcome
mi cuerpo todos los días un poco más y esta eternidad se
transformó en una tortura infinita, tú eres la única razón por
la que estoy aquí, mi única motivación cuando me despierto
todas las noches, es saber que del otro lado de la puerta estas
tú y que voy a pasar toda mi noche contigo a mi lado.
– Hen, para por favor.
– No, necesito decirlo y tú también deberías, porque así
sabes que no estás sola en esto.
Todo lo que dice es tan real, tan sincero…
– Si suelto mis riendas Hen, puede que pierda el control,
¿para qué tenerte, si luego voy a volver a perderte? Puede que
no muramos, pero este delirio va a terminar matándome.
– Nunca voy a lastimarte. –Da un paso hacia mí,
buscando mis labios y por más que muera por tenerlo, me
alejo de él, su decepción está a la vista, pero antes que pueda
decir algo, su celular suena y aunque tiene que atender la
llamada, no se aleja de mí, toma el aparato y atiende.
– ¿Sí? –Su pulgar viaja por mi labio inferior y lo acaricia
como si fuera de terciopelo– Allí estaremos. –termina la
llamada y deposita un vasto beso, encierra su puño tomando
mi cabello en la base de mi cuello y cuando me deja ir, dice.
– ¿Lo ves? No vale la pena que luches, cuando tu cuerpo
no te escucha.
CAPÍTULO 33

H endrix

U NA E LEANOR aún descolocada por mi actitud engreída,


camina a mi lado silenciosa y pensante mientras vamos a la
sala de detención.
La sala es otra modificación, solicitada por Eleanor,
cuando fuimos transformando el castillo a través de los
siglos. Ella cree que, ante cualquier inconveniente, es
necesaria una sala de detención, solo para retener
indeseables. Debo admitir que nunca la usamos, esto es otro
método de sobreprotección que Eleanor usa para conmigo,
eso y la habitación anti-pánico. Un lugar donde esconder a la
realeza en caso de una invasión. Otro lugar que solo acumula
polvo.
Pero yo escucho a mi jefa de seguridad y si ella lo pide,
ella lo tiene.
– Majestad. –Solemnemente me saluda uno de los
empleados de Eleanor– Cuando usted disponga.
La habitación es simple y puedo ver el interior a través de
un cristal que protege mi identidad y presencia. Los dos
idiotas que bien había observado en el club, están ahora
esposados a una silla, con miradas inquietas. Uno de ellos
tiene el cabello amarillo como el sol, el otro es moreno como
la noche. Ahora que puedo observarlos bien, si recuerdo al
rubio, hijo de un gran empresario. Eleanor da un paso al
frente y se coloca a mi lado.
– Marco va a entrar, solo tú autorizas que métodos puede
utilizar.
– ¿Métodos? –pregunto observándola por el rabillo del
ojo y una ceja elevada. A ella se le escapa una sonrisa y me
indica un tablero lleno de botones.
– ¿Creías que era un simple cuarto? Está preparado para
situaciones como esta, tiene diferentes métodos que podría
afectar la voluntad de un vampiro, rayos UV, por ejemplo. –
Wow, esto es algo serio. – Mi recomendación es que usemos su
miedo, que está a simple vista, si no conseguimos hacerlos
hablar, podríamos contemplar algo más…fuerte.
– Bueno, comiencen–indico y el empleado más leal de
Eleanor es quién entra a la habitación, mientras el resto de
nosotros observa desde afuera. Cuando ingresa puedo verlos
conversar, pero ningún sonido llega a mis oídos. Eleanor
rápidamente oprime un botón y comenzamos a escuchar.
– Es a prueba de sonido, lo olvide. –se disculpa. Marco es
un excelente ejemplo de vampiro, alto, corpulento,
imponente, no sería extraño que esos dos niños se caguen los
pantalones con solo mirarlo.
Me pregunto si Eleanor lo considera atractivo…
– ¡No pueden detenernos aquí! ¡Es contra la ley! –grita el
rubio.
– No es contra la ley si el mismo rey es quien manda a
llamarte–Los dos quedan atónitos al escuchar eso– ¿Que
creyeron? ¿Qué tenía ganas de verlos?
Los dos se miran, preocupados por un segundo, pero es el
rubio quien se pone tenso, acomodándose en la silla, dentro
del poco rango de movimiento que tiene permitido, gracias a
las esposas.
– ¿Cómo se llaman? –susurro a Eleanor, quien larga una
risa entre los dientes.
– No pueden escucharte, el rubio es Alistar, el otro
Francis. –Jason ha enviado un mail, pero no he tenido
tiempo de leerlo. Eleanor sonríe y me detengo a observar sus
ojos brillantes, es hermoso verla así de relajada conmigo,
hasta que siento los ojos detrás de su otro empleado y
recuerdo que no estamos solos.
– ¿Dónde estuvieron ayer entre las cuatro y las seis? –
pregunta Marco. Se colocó delante de ellos, apoyando sus
nudillos sobre la mesa.
– En nuestras casas–contesta Francis.
– ¿Juntos? –se burla Marco con una sonrisa maliciosa en
su rostro.
– No, cada uno en la suya. –Marco se inclina más sobre la
mesa y vuelve a preguntarles.
– ¿Dónde estuvieron ayer entre las…? –Pero Alistar lo
interrumpe.
– Ya respondimos, ¡en nuestras malditas casas! –Marco
arroja un puñetazo al niño rubio, haciendo que escupa
sangre por la boca.
Eleanor oprime algunos botones y una imagen comienza a
transmitirse sobre el vidrio que nos oculta. Jason ha proveído
el video donde demuestra que Eleanor había sido provocada
por ellos, mi amigo había hecho un magnífico trabajo,
aislando el sonido de fondo. Ahora puedo escucharlos bien.
La llaman humana, la acusan de ser mi mascota y
principalmente la tocan, todo eso en un video de menos de
seis minutos. Mis puños comenzaron a cerrarse. Los dos
idiotas observan el video, tragando grandes cantidades de
saliva, saben que están en problemas.
– Primer delito, mentirle a las autoridades, segundo
delito, agredir a una autoridad, tercer delito…
– ¡Esta bien! ¡Está bien! –Alistar responde. – Sí somos
nosotros.
– Tercer delito, ¡amenaza a la corona! – grita Marcos.
– ¡¿Qué?! –gritan los dos– ¿Dónde está la amenaza?
– ¿Hace falta que les enseñe el video otra vez? Corten con
la mierda, saben porque están aquí, así que les doy dos
opciones, o pueden cantar como un pájaro feliz o podemos
pasar una buena noche ustedes y yo, les voy a dar dos
segundos para que decidan.
Marco abre la puerta y se retira a la espera por órdenes.
– ¿Qué crees que van hacer? –le pregunto.
– Están muy asustados, no creo que duren mucho,
Majestad. –Marco espera el tiempo que prometió y luego
vuelve a entrar.
– ¿Y? qué decidieron.
– Nosotros no sabíamos lo que decíamos, solo estábamos
tonteando con Eleanor.
– ¿Tonteando? ¡La agrediste físicamente! ¡Mostraste tus
colmillos frente a todos los que los rodeaban! ¿saben qué? No
me hagan perder más el tiempo. –Marco comienza a ajustar
sus esposas, preparándolos para una tortura.
– ¡Oye! ¡Cálmate! Nosotros solo queríamos asustarla, ya
sabes cómo es en el círculo, ¡lo que todos dicen de ella!
– No sé dé qué hablas. –responde Marco, pero yo ansío
por escuchar.
– Ya sabes, dicen que ella consiguió ese puesto porque es
la amante del rey. –Estoy a punto de perder el control, siento
ruido en mis oídos, quiero entrar y matarlos a los dos.
– Hen, déjalo pasar, esto es normal.
– ¡¿NORMAL?! Quizás tu dejas que la gente hable así tras
tus espaldas, pero yo no lo voy a permitir. –Abro la puerta de
un golpe y los dos idiotas se congelan ante mi presencia. –
Repite lo que dijiste neófito.
– ¡Su alteza! –Los dos inclinan sus torsos hacia mí. –
Nosotros, no, no era nuestra intención.
– Tarde, ya me hicieron irritar, Marco, ven conmigo. –
Los dos salimos del cuarto y en cuanto cierra la puerta, le
ordeno a Eleanor.
– Quiero ver cómo funcionan esos rayos UV. –Ella se
detiene, sorprendida por mi cambio de actitud. – ¡AHORA
ELEANOR!
Sin vacilar ella oprime un botón y observo con deseo el
resultado. La iluminación de la habitación cambia por
completo, los dos vampiros comienzan a gritar mientras su
piel comienza a quemarse. Nunca vi la reacción de la piel
ante los rayos y es malditamente placentero ver cómo estos
dos idiotas, gritan como gusanos.
Eleanor detiene la tortura sin mi permiso. Mi mirada le
advierte que no estoy contento.
– Los necesitamos vivos. –justifica. – una vez que
tengamos la información, puedes hacer lo que quieras.
– ¡Está bien! ¡Hablaremos! –grita Francis, indico con mis
ojos a Marco para que vuelva a ingresar. Tal como dijo él, los
dos cantan como pájaros felices.
– Fuimos contratados por el maestro, para hacerle llegar
el mensaje a Eleanor, solo quería que la asustemos, pero él
no volvió a presentarse, sabemos que está reclutando gente
otra vez, pero no nos ha llamado.
– ¿Reclutar? ¿Para qué…? –Francis sigue hablando, pero
mis ojos están puestos en Alistar, él sabe algo más y no lo
está diciendo.
– ¡No lo sé! Pero lo escuché hablar de cambios y volver a
las costumbres.
– No me gusta esto Hen. –dice Eleanor– William quiere el
trono. –La estoy escuchando, pero mis ojos están fijos en mi
presa. Ignorando a Eleanor, oprimo el botón y llamo a Marco
para que salga.
– Llévate a Francis, déjame a solas con Alistar. –Marco
observa a Eleanor esperando que ella reproche mi decisión,
pero ella me conoce más que él y sabe que no voy a cambiar
de parecer.
Marco toma a Francis y lo arrastra fuera del cuarto a vete
a saber dónde. Busco el botón que libera el audio y silencio la
habitación para que nadie más me escuche.
– Es entre él y yo, puedes irte.
– ¿Qué? No, Hen, ¡¿qué vas hacer?!
– Tener una pequeña charla.
CAPÍTULO 34

E leanor

H ENDRIX LUCE siniestro e impenetrable cuando se coloca


frente a Alistar. ¡No puedo escuchar nada! Y eso me vuelve
loca. Alistar discute, pretendiendo estar asustado, pero yo se
mejor que nadie, que ese macho no se asusta fácilmente.
Hendrix cambia a su posición habitual, de brazos cruzados
contra la pared. Parece que está dando un mensaje y Alistar
toma nota.
No es buena señal.
Cuando sale de la habitación, cierra la puerta tras él y
como si nada hubiera ocurrido dice…
– Llegaremos tarde a la reunión, vamos. –Y comienza a
caminar rápidamente esperando que corra detrás de él.
– ¡Espera! ¿Qué paso allí?, ¡no me dejes afuera! –Hendrix
toma su abrigo y se lo coloca, ajustando las mangas de su
camisa.
– Solo fue una conversación de rey a súbdito, nada que
debas preocuparte. –Toma mi mejilla y deposita un beso. Yo
miro alrededor como una loca buscando a Ángel, quien
pretende no ver lo que Hendrix acaba de hacer. Maldición, no
me gusta este nuevo nivel de “comodidad” entre los dos–
¿Vamos?
Tomo mi celular y solicito apoyo, no pienso movilizarme
por la ciudad sin refuerzos con William respirando en
nuestras nucas.
Cuando llegamos al estacionamiento subterráneo, Ángel
espera junto al chofer, le abren la puerta a Hendrix y
comienza nuestro viaje.
Me siento al lado de Hendrix y vuelvo a revisar mi casilla
de correo, nada aún. Pero algo voy a tener que hacer, no
puedo seguir en silencio, haciéndole creer a William que
tiene algún poder sobre mí.
Una de las ventajas de manejar durante la noche en una
sociedad donde el día es fundamental, es que la calle está
desierta la mayoría de las veces, lo cual hace más fácil mi
trabajo al momento de observar nuestros alrededores. Ángel,
mi tercero al mando se encuentra haciendo lo mismo.
– No encuentro esta reunión en tu calendario–le digo a
Hendrix, él comparte su calendario conmigo para estar al
tanto de todos sus movimientos– ¿Cuándo la programaste?
– Ayer a última hora, olvidé agendarla. –Extraño, a Hen
no se le escapa nada.
Cuando llegamos, el auto gira y desciende por la rampa
del lujoso edificio a donde nos dirigimos, no es la primera
vez que venimos, Hendrix es el socio mayoritario y debe
tomar algunas decisiones para la junta.
El auto se detiene y Hendrix intenta bajar.
– Espera, que Ángel tiene que reconocer el perímetro–
Bajo del auto y me detengo sobre la puerta de Hendrix,
mientras observo a Ángel buscar en los puntos estratégicos
por cualquier cosa sospechosa, una vez que me da la señal,
abro la puerta para dejar salir a Hendrix. En nuestro
protocolo normal, yo iría detrás del rey, pero hoy es especial,
Ángel se coloca primero y yo detrás.
Nos subimos al ascensor, las puertas se cierran y nos
trasladamos hacia la oficina.
Cada número en el tablero del elevador se ilumina a
medida que subimos de nivel, es el número diez a donde nos
dirigíamos. La música simpática se escucha a través de los
parlantes. Cuando llegamos al número correspondiente es
cuando salimos los tres en fila a la oficina.
Grigory Kozlov, es uno de los vampiros más antiguos que
conozco, aunque su aspecto es jovial, él es más antiguo que
Hendrix inclusive. Es parte de la aristocracia rusa, pero se
habían mudado a Europa central para poder manejar mejor
sus negocios.
Siempre espera a Hendrix a un lado del ascensor y con
una reverencia lo saluda.
– Majestad. –Se incorpora y estrechan manos. Me mira y
me regala una de sus famosas sonrisas seductoras.
– Moya Lubov. –Me llama mi amor, toma mi mano y
deposita un beso, Hendrix odia que me salude así y lo
expresa poniendo los ojos en blanco– Como siempre, un
placer.
– Grigory, el placer es mutuo. –Nos sonreímos por un
momento hasta que Hendrix comienza a toser. ¿Puede ser
más obvio?
– ¿Comenzamos?
La reunión transcurre con naturalidad, Ángel permanece
en la puerta del ascensor, mientras yo espero fuera de la
oficina vidriada donde los dos vampiros discuten sobre
números y estrategias, esto es solo una noche más en la vida
del Rey. La oficina esta desolada, pero solo porque Hendrix
está aquí, sino los empleados estarían vagando por todo el
lugar. Para recién haber empezado la noche, no está nada
mal. Pacifica, silenciosa.
Mi teléfono suena y en la pantalla aparece un número
desconocido, lo tomo de todas maneras.
– ¿Hola?
Un siseo suena del otro lado, como si alguien tomara aire
entre los dientes.
– Pasan los siglos y tu voz todavía le hace cosas a mi
cuerpo.
Will.
Levanto la mirada para comprobar a Hendrix, quien
disimuladamente me está observando, le hago señas de que
todo está bien.
– Will.
– ¿Me extrañaste, El?
Sí. Luego de tanto tiempo y tanta traición, Will aún tiene
un lugar en mi corazón, no quiero admitirlo, pero es la
verdad.
– ¿Qué quieres? –Me detengo frente a un gran ventanal,
observo la avenida con detenimiento, buscando movimiento
y rostros conocidos, nada parece estar fuera de lugar.
Observo a Ángel y le hago una seña para que entienda que
estamos en situación de riesgo.
– ¿Recibiste mi nota? –Su voz es melosa y densa, parece
drogado, perdido, extasiado.
– Lo hice, gracias… supongo.
– Pensaba en hacerte una carta más romántica, como las
que solía hacerte antes, pero no sabía si tus gustos habían
cambiado, así que me limité a los hechos.
– Will, acaba con todo esto, dime que quieres así podemos
terminar con este show.
– Todavía recuerdo el momento en el que me traicionaste,
como si fuera ayer, yo quería ser positivo, quería creerte,
pero muy en el fondo, sabía que ibas a caer en sus brazos.
– Yo no –Antes de que pueda terminar me interrumpe.
– ¿Sabes cuándo realmente sentí la traición? Cuando
descubrí que eras vampira y que yo no era tu creador,
después de todo lo que hice por ti. –Parece un demente,
habla y habla y no escucha nada de lo que digo.
No voy a responderle, no ayuda en nada.
– Qué, ¿sin respuesta?
– Sigo esperando que contestes la pregunta que yo hice
Will, que es lo que quieres–repito.
– Oh sí, claro, los términos, iba a decírtelo, pero tu
actitud no me gusta El, creo que prefiero que sea una
sorpresa.
– No quiero sorpresas, ¡quiero que desaparezcas! –Estoy
enfureciéndome, mi voz se eleva y en un segundo siento la
presencia de Hendrix detrás de mí, cierro los ojos con fuerza,
autocastigándome por mi error.
Will se mantiene en silencio.
– Hendrix no aprende su lugar, ¿eh? Quiero un segundo a
solas contigo y ya lo tienes atrás. –Volteo para mirarlo y
repaso toda la oficina buscando a William– No mi amor, no
busques, no puedes encontrarme, al menos no todavía,
nuestro tiempo a solas será más adelante. Mándale mis
saludos al rey, ah y saluda al chofer de mi parte.
La llamada se termina y ya tengo a Hendrix haciéndome
preguntas infinitas.
– Vuelve a la oficina. –Lo empujo mientras busco a Ángel
con la mirada. – ¡Ve al subsuelo y llámame!
– Era él, ¿no? –Hendrix lucha contra mi fuerza– Dime,
¡¿era él o no?!
– Sí lo era, por favor, vuelve allí, no quiero que estés cerca
de la ventana, Hen, por favor, te lo ruego –Estoy
literalmente implorando, nunca lo había hecho frente a él,
por eso retrocede y se encierra dentro.
– Estoy dentro, estoy dentro. –Levanta las manos en el
aire.
– Espera allí. –Mi celular suena y es Ángel.
– Muerto, tenemos que irnos de aquí.
Entro a la oficina abriendo las puertas de golpe y le hablo
directamente a Grigory.
– ¿Tienes un automóvil? –Busca las llaves de su bolsillo y
me las arroja. – Vamos.
Los dos rodean la mesa y salen de la oficina, siguiéndome.
El ascensor parece eterno, mis nervios me están comiendo
viva.
En cuanto las puertas se abren, entrego las llaves a Ángel
para que ponga el auto en marcha, empujo a Hendrix y
Gregory para que entiendan mi necesidad de velocidad y eso
hacen. Ángel sale pitando del estacionamiento directo al
castillo.
Sabía que no había que venir, ¡lo sabía!
Lo supe siempre y ahora tenemos un vampiro decapitado
en el medio de un estacionamiento humano.
Tomo mi celular y hago los arreglos para limpiar la
escena.
Nosotros siempre estamos listos.
CAPÍTULO 35

W illiam

EL ELEVADOR SE ABRE .
Primero entra un guardia, luego, veo al estúpido de mi
sobrino, con su arrogancia de siempre, obstruyendo la vista
de lo que en realidad quiero ver.
A ella.
Eleanor es imponente, siempre viste de negro, pero por
Dios, que bien que le sienta. En cuanto entra le sonríe a
Kozlov, mientras el idiota le besa la mano como el galán que
cree que es.
Ya me siento alterado por eso.
Nunca dejé de observar a Eleanor, nunca quité mis ojos de
ella, verla a la distancia no es nada nuevo para mí, pero saber
que estoy a punto de escuchar su voz y que vamos a
realmente tener una conversación, me da mucha ansiedad.
Me siento…nervioso.
Mi sobrino entra a la oficina y ella se posiciona en la
puerta, rígida, eficaz, letal, sabía que ella iba a ser un
excelente espécimen, a pesar de su impureza.
Estoy observándola desde las oficinas situadas cruzando
la calle, en un gran edificio, con la misma cantidad de pisos.
Me siento cómodo dentro de la seguridad de la oscuridad,
puedo darme el lujo de mirarla con mucho detalle y sin
perderla de vista. Su piel es increíble, su cabello impecable y
negro como la noche, su cuerpo es pura perfección.
No veo la hora de destruirla.
Mi mano tiembla cuando tomo el celular y marco su
número, parezco un maldito neófito. Coloco el celular en mi
oído y me sostengo con mi mano izquierda sobre el ventanal,
para relajar mi cuerpo que esta malditamente tenso. Agudizo
mis sentidos para poder verla con aun más detalles. Siente su
celular vibrar, su ceño sé frunce porque no reconoce el
número, pero eso no la detiene, porque muy en el fondo,
sabe que soy yo, por eso contesta la llamada.
Observo sus labios moverse, cuando escucho…
– ¿Hola?
Maldición.
Mis ojos se cierran, ante el más puro éxtasis. Su voz es un
tranquilizante para mí, puedo sentir la agitación en mi
estómago, pidiendo a gritos tenerla. Un siseo como el de una
serpiente sale de mi boca, solo ella hace salir al animal en mí.
– Pasan los siglos y tu voz aun le hace cosas a mi cuerpo.
–lujuria, amor, ansiedad, ardor, posesión…locura. Su rostro
esta tan sorprendido y asustado, que hace todo más
interesante.
– Will. –Oh…mi nombre en sus labios, va a hacer que
acabe en este preciso momento.
– ¿Me extrañaste, El? –Porque yo si lo hice.
Pierdo control de mi voz, ahora suena oscura y encendida.
Aprieto mi polla para calmarla, ella esta tan ansiosa como yo.
– ¿Qué quieres? –Camina hacia la ventana, nerviosa,
incomoda por escucharme. No debería, pero internamente,
me gusta alterarla así, aún tengo algo de poder sobre ella.
– ¿Recibiste mi nota? –La había escrito mil veces,
primero fueron palabras románticas y excitantes, luego se
fueron volviendo oscuras y pervertidas, hasta que decidí ir
por lo seguro.
Necesitaba darle un solo mensaje: Estoy aquí y voy por ti.
Hoy cuando me desperté, no pude resistirme a enviarle el
correo electrónico, quería prepararla para este momento.
– Lo hice, gracias… supongo.
– Pensaba en hacerte una carta más romántica, como las
que solía hacerte antes, pero no sabía si tus gustos habían
cambiado, así que me limité a los hechos.
En mi observación personal sobre Eleanor, he descubierto
que suele tener aventuras con machos de algunas horas,
nada importante, puramente fugaz, probablemente para ella
era solo una necesidad natural, para luego volver a su amor y
verlo de la mano con Marilyn.
Oh Marilyn, pobre criatura, cree estar a la altura de la
circunstancia y es la única que está fuera de este juego.
– Will, acaba con todo esto, dime que quieres así podemos
terminar con este show.
A ti Eleanor, a ti atada en mi cama, hasta que esté
satisfecho, hasta que pagues por lo que me hiciste.
– Todavía recuerdo el momento en el que me traicionaste
como si fuera ayer, yo quería ser positivo, quería creerte,
pero muy en el fondo, sabía que ibas a caer en sus brazos.
– Yo no…–No quiero que hable y arruine el momento.
Pretendo no escucharla.
– ¿Sabes cuándo realmente sentí la traición? Cuando
descubrí que eras vampira y que yo no era tu creador,
después de todo lo que hice por ti. –solo recordarlo me
hierve la sangre, YO era el dueño de Eleanor, YO debía ser su
maestro, su creador, no el idiota de mi sobrino. Ella se queda
en silencio, ¿acaso no sabía que yo estaba al tanto de todo lo
que ocurría en su vida? – ¿Qué?, ¿sin respuesta?
– Sigo esperando que contestes la pregunta que yo hice
Will, que es lo que quieres. –Tan rápida.
Hasta que te tenga entre mis manos.
– Oh sí, claro, los términos, iba a decírtelo, pero tu
actitud no me gusta El, creo que prefiero que sea una
sorpresa.
Todo está listo, en marcha y a tiempo. La vida de mi ex
familia se va a volver una pesadilla.
– No quiero sorpresas, ¡quiero que desaparezcas! –Su
tono de voz pierde la paciencia conmigo, mi sobrino, siempre
tan pendiente de ella, está a su lado en un segundo. Me dan
asco, tan melosos.
Celos, celos, celos, los odio.
– Hendrix no aprende su lugar, ¿eh? Quiero un segundo a
solas contigo y ya lo tienes atrás. –Busca desesperada desde
todos los ángulos posibles, su mirada pasa por mi ventana,
pero es tan rápido el movimiento que no logra localizarme–
No mi amor, no busques, no puedes encontrarme, al menos
no todavía, nuestro tiempo a solas será más adelante.
Mándale mis saludos al rey, ah, y saluda al chofer de mi
parte.
Termino la llamada y me dedico a ver cómo se desarrolla
la escena de pánico. Ella se ve tan alterada que me hace
sonreír, Hendrix por otro lado, solo está preocupado por ella.
Como siempre.
Pocos segundos después de encontrar el cadáver, salen de
la oficina.
Me siento satisfecho conmigo mismo. Contacte a mi viejo
amor, le había avisado ya de todas las maneras posibles que
iba por todo, solo espero que me dé una buena pelea cuando
lo haga.
Ya puedo imaginarla gritando, pidiendo por favor,
pidiendo perdón luego de tantos años.
Agh, esta erección me está matando, me doy la media
vuelta, de camino a la salida, destruyo el celular con mi
mano y lo arrojo a un cesto de basura.
Necesito liberarme.
CAPÍTULO 36

H endrix

Á NGEL MANEJA COMO UN LOCO .


Eleanor observa cada perímetro y espacio público que nos
rodea.
Yo observo a Eleanor.
Y Gregory no entiende nada.
Quiero que todos desaparezcan y poder calmarla, pero
tengo que ser más fuerte que eso y esperar. Solo esperar.
– Ángel, cincuenta y dos y Callwel– indica Eleanor,
informando el lugar donde va a estar el auto para
emergencias. Ángel asiente y pisa el acelerador con más
fuerza que antes. Cuando llegamos, el auto se detiene a
centímetros de la puerta abierta de una camioneta blindada,
Eleanor me empuja dentro y se sienta a mi lado indicándole
al chofer que avance. Ella revisa su celular, escribe mensajes
de texto y me ignora completamente.
– Quiero saber que te dijo. –Niega con la cabeza–
Eleanor, es una orden. –deja lo que está haciendo y observa a
su alrededor, pero no a mí.
– Solo quería alterarme.
– Quiero saber las palabras exactas que usó, ¡maldición!
¡Deja de ignorarme! –Protesto, el chofer y el guardia sentado
adelante pretenden no prestar atención.
Ella toca unos botones de su celular y lo coloca en mi oído,
reproduciendo la conversación que había ocurrido hace unos
minutos.
Mi tío siempre había sido un sanguinario, lo llamaban
“William el desquiciado” en la época de antaño, siempre me
había parecido exagerado, porque mi tío simulaba ser un
vampiro muy cuerdo, pero su voz ha cambiado, ahora parece
excitado, ansioso, puedo visualizarlo como un completo
psicópata. Y eso no me gusta nada.
La obsesión se ha incrementado, tal como mi
preocupación.
Cuando termina la conversación, Eleanor quita el celular
de mi oído y sigue tecleando.
– Sabía que iba a llamarme eventualmente, por eso grabé
la conversación, ahora inteligencia lo está rastreando.
Sonrío para mis adentros. Eleanor siempre un paso
adelante.
Cuando llegamos al castillo, ella me informa que una
reunión nos espera. Todos los empleados y encargados están
allí, sentados en la mesa. Cuando ingreso todos se levantan,
pero los detengo con mi mano.
– No hay tiempo para formalidades, Richard, ¿qué tienes
para mí? –indico mientras me siento y le señalo a Eleanor el
asiento a mi lado, la quiero donde la pueda ver.
– La llamada se localizó en el edificio inmediato donde
estaba usted Majestad, el celular era un prepago y la
conexión terminó pocos segundos después de que terminara
la llamada.
– Entonces, no sirvió de nada.
– No, si él está usando celulares descartables entonces
solo podemos esperar al momento preciso para encontrarlo.
Eleanor interrumpe la conversación.
– Necesitamos saber quién ingreso a esas oficinas, como
consiguió acceso y si alguien estaba con él, ¿puedes hacer
eso?
– Sí señora. –responde Richard mientras cierra su laptop
y se retira.
– ¿Qué más tenemos? –pregunto.
– Los indeseables siguen bajo custodia, hasta ahora la
información que tenemos es pobre, sabemos que William
planea algo, está reclutando un grupo selectivo de gente,
todos ellos se mantienen en anonimato, pero estamos
buscando en posibles locaciones donde puedan reunirse,
tengo a mi gente en el lugar.
– Bien. –Eleanor comienza a teclear su celular otra vez y
la observo pidiendo explicaciones.
Las ventajas de ser el rey supongo.
– Ángel está asegurando la casa de Grigory, está dándome
el parte. –responde ella.
Mientras otros empleados me dan su reporte, mi mente
comienza vagar y me concentro en la voz de mi tío y lo
enfermo que sonaba. No puedo permitir que sus manos
lleguen a Eleanor, ya no solo es peligroso, es un lunático
obsesionado con el amor de mi vida. Mi mirada esta clavada
en el centro de la mesa, mientras imagino las diferentes
maneras de matarlo. Cuando vuelvo a la realidad, solo
estamos Eleanor y yo.
– ¿Dónde están todos? –pregunto. Ella me observa
preocupada.
– La reunión terminó hace diez minutos, tu mandaste a
todos a trabajar. –Me recuesto en mi sillón y dejo caer la
cabeza hacia atrás.
Eleanor apoya su mano sobre la mía y con su pulgar me
acaricia.
– No dejes que te gane, ya lo vamos a encontrar. –
Desciendo la mirada hacia ella.
– No puedo dejar de escuchar su voz, sonaba tan…ido.
– Lo sé.
– No puedo permitir que llegue a ti, voy a matarlo
primero.
– Hen, ¿no lo ves? Él no está interesado en mí, solo
intenta distraerte para lograr lo que sea que quiera contigo y
tu poder. –Me levanto para calmar mi ansiedad y comienzo a
caminar sin sentido.
– Tienes que estar loca si no escuchaste la seriedad con la
que habla, él te quiere en sus manos Eleanor.
– No Hen, escúchame…
– No, escúchame tu a mí, a la mierda lo que planeaste con
mi padre, a partir de hoy, no sales del castillo, no me
discutas, no te lo estoy preguntando.
– Solo si tú tampoco lo haces–susurra mientras juega con
sus dedos. Camino hacia ella y me tengo que controlar para
no tomarla sobre la mesa. En cambio, me siento a su lado.
– No lo haré–Sonrío. Ella me devuelve la sonrisa y es un
segundo de conexión el que tenemos, hasta que Marilyn
entra por la puerta.
– ¡Bebé! –corre dramáticamente hacia mí– ¿Estás bien?
¡Me enteré de todo! –toma mi rostro entre sus manos e
inspecciona mi cuerpo, yo solo pienso en las ganas que tengo
que desaparezca.
– Estoy bien, pero perdimos a un integrante del equipo. –
De reojo puedo ver a Eleanor juntando sus cosas para
retirarse– Si no fuera por Eleanor quizás no estaría aquí.
Marilyn la observa con ojos agradecidos.
– Seguro fue aterrador hablar con ese loco, ¿no? –le
pregunta y Eleanor se toma un segundo de más para
observarla, regalándole más tiempo del que en general le da.
– En absoluto, como tú lo dijiste, es solo un loco y hay
que tratarlo como tal. –Aleja la mirada y me deja pensando
que se le cruzó por la cabeza en ese preciso momento,
cuando se vuelve, me mira y dice. – ¿Quieres que reprograme
la primera comida con tus padres?
Oh maldición, me había olvidado.
– ¡Oh no! –Suelta Marilyn. Como si se muriera por ver a
mis padres.
Pero yo hice una promesa.
– Llámalos e indícales que vengan aquí, aún tenemos
cosas que resolver y no quiero perder el tiempo.
– Lo tienes. –Eleanor toma su celular y sale del cuarto,
dejándome solo con Marilyn.
CAPÍTULO 37

E leanor

S ENTADA EN MI OFICINA , escucho la conversación con Will una y


otra vez. Intentando leer entre líneas, buscando alguna pista,
desliz o algo que me hable, que me explique qué es lo que
busca.
Por un lado, no me creo que todo este escándalo sea por
mí, podría haberme emboscado en cualquier momento, pero
él, tiene que ir por el lado más psicológico, empezar a
generar terror siempre fue su pasatiempo favorito.
Entonces, ¿por qué hace esto? ¿Quiere el trono? Y si quiere
el trono, ¿por qué pierde el tiempo conmigo?
Ninguna de todas mis preguntas se resuelve con la
conversación que tuve con él.
El tono perturbador de Will roba el protagonismo a todo.
Alguien golpea la puerta.
– Adelante…
El padre de Hendrix asoma la cabeza y con una pequeña
sonrisa pide permiso. Automáticamente me pongo de pie.
– Oh Eleanor, nos conocemos hace mucho como para
seguir las formalidades–
Me río y estrecho su mano mientras los dos nos sentamos.
– Lo sé, pero nunca está de más. –Su sonrisa se mantiene
unos segundos, pero poco a poco comienza a desvanecerse.
Nunca he llegado acostumbrarme, a la extraña sensación
que mi cerebro tiene, cuando veo al padre de Hendrix, su
juventud es contraria a su aura. Y sí, lo sé, es un maldito
vampiro, pero, sin embargo, no me ocurre eso con Hendrix.
Cuando habla se escuchan los años y años de sabiduría, pero
cuando lo miras a los ojos, solo ves a un joven con
aspiraciones. Esta raza es increíble, eso seguro.
– Lamento que hayas tenido que lidiar con mi hermano. –
dice. – Hendrix está consternado por lo que escuchó.
Entrelazo mis manos por sobre la mesa y suspiro
profundamente.
– No voy a mentir, el Will con el que hablé hoy, no es el
mismo con el que hablé en el pasado, no sé si siempre fue así
y yo no lo pude ver con claridad, pero hoy me encontré con
alguien…
– ¿Trastornado?
– Sí, definitivamente, es por eso y por sus acciones que le
pedí a Hendrix que no salga del castillo, espero que coincidas
conmigo que un Will así no es seguro para nadie.
– Sí, estoy de acuerdo, no pensé que iba a llegar a
mayores, por favor, dale mis respetos a la familia del chofer.
– Justamente estoy haciendo los arreglos para su funeral,
le ofrecí a su esposa nuestra colaboración en lo que necesite.
– Bien hecho.
– Su alteza, espero que acepte que esta nueva iniciativa
llegue para usted y Astrid, voy a duplicar la seguridad con
ustedes también.
– De acuerdo, solo lo acepto por Astrid, si algo le llega a
ocurrir por mi hermano, no sé de qué sería capaz.
– No se preocupe, lo encontraremos.
Sus ojos están llenos de preocupación y dolor, es su
hermano de quien estamos hablando después de todo.
– Lo sé, de todas maneras, no es por esa razón por la que
estoy aquí.
– Lo escucho. –Me reclino en mi asiento, relajada por no
tener que pensar en Will, por los siguientes minutos al
menos.
– La semana entrante es la fiesta de la raza–Maldición,
me había olvidado de eso. No es un buen momento. – Me
gustaría que te tomaras la noche y que seas parte.
¿Qué?
¿Por qué?
¡¿Para qué?!
– Majestad, ¿cree que es sabio llevar a cabo semejante
evento, luego de lo que ocurrió esta noche? Después de todo,
perdimos a uno de los nuestros y Hendrix fue vulnerable…
– No creo que sea prudente cancelarla, daría mucho de
qué hablar y la imagen de Hendrix no está en sus mejores
momentos ahora mismo. –Gracias a mí– Sé que cuento
contigo para llevarla a cabo con la seguridad necesaria.
– Está bien, pero mi pregunta es, ¿por qué quiere que
participe? –El antiguo rey sonríe pícaramente.
– Quiero introducirte a alguien, es hora que nuestra
Eleanor encuentre un compañero.
Oh demonios.
– No sé si será el momento oportuno alteza, yo se lo
agradezco, pero voy a tener mucho trabajo y…
– Solo serán unas horas de tu noche, no pido más que eso.
– ¿Por qué se preocupa por mí?
– Porque, aunque no lo sientas así o quizás mis acciones
digan lo contrario, eres como una hija para mí y es hora de
verte feliz, ya sabes, continuar con tu vida.
Lejos de Hen…
Sonrío educadamente.
– Está bien.
Da un aplauso en el aire y se levanta de la silla.
– Estupendo, ahora si me disculpas, tengo una comida
sumamente aburrida que atender.
Estrecha mi mano y se retira. En cuanto la puerta se
cierra, dejo caer mi cabeza sobre el duro escritorio.
Me estoy volviendo paranoica, todo me suena extraño,
todo se siente un complot.
Inclusive esta actitud del rey.
¿Podría ser capaz el padre de traicionar al hijo?
No, no pienses eso…
¿Podría su prometida traicionarlo?
No…bueno, no lo sé, ella luce demasiado estúpida como para
pensar un plan maestro, pero también, debo recordar luego de
tantos años que es justamente de esa gente de quien uno debe
tener cuidado.
¿Puedo hacer algo para evitarlo?
Todo lo que esté a mi alcance.
CAPÍTULO 38

H endrix

S I EXISTIERA UN D IOS , le estaría pidiendo que me mate ahora


mismo.
Estoy en medio de la comida con mis padres y una
Marilyn exultante. Es agotador, después de todo lo que tengo
en la cabeza, lo que menos quiero, es escuchar anécdotas de
infantes.
– Hendrix, mi amor…–Marilyn toma mi mano para
traerme a tierra– ¿Dónde estás?
– Aquí. –Le sonrío. Pero mi padre y mi madre saben, que
mi cabeza está exactamente a cien metros de mí, en la
oficina de Eleanor.
Mi padre carraspea para quitarnos del momento
incomodo en el que nos encontramos.
– Estuve hablando con Eleanor hace unos momentos. –Mi
mirada corre hacia él automáticamente, pero mi cuerpo se
mantiene tieso– Aceptó mi invitación para asistir a la fiesta.
–Sonríe a mí y a mi madre, mientras desliza un brazo por
sus hombros y la trae hacia él.
– ¿Eleanor? –Marilyn cambia su sonrisa falsa por una
mueca desagradable– Creí que la fiesta era solo para la
aristocracia…
La mirada de mi madre no es buena y me gusta, es ella
quien la defiende siempre de pomposos aristócratas como
Marilyn.
– Eleanor es de la familia, ella siempre debería estar.
La fiesta de la raza es una celebración, donde se festeja el
fortalecimiento de la raza, la superación de los obstáculos
que tuvimos durante los siglos y las victorias proclamadas,
algo así como un cuatro de julio para los americanos o un día
de la bastilla para los franceses.
Es importante.
Y el rey siempre da una fiesta en su castillo, invitando a
las familias más nobles y pudientes. Hoy en día, se realiza un
evento de suma elegancia, con un despliegue gigante,
demostrando la riqueza y el poderío del sector más pudiente.
Si me preguntan a mí, es pura hipocresía.
Sonrisas, tarjetas de negocios y ostentación.
Por supuesto es la fecha preferida de Marilyn.
– Oh claro, sí, no lo había visto así. –Siempre ella
besándole el culo a mi madre– ¿Y por qué ella no participó
otros años?
– Porque nunca quiso–respondo irritado– Esas fiestas
son demasiado…
– ¿Elegantes? –interrumpe mi prometida con saña.
Alguien que me de fuerzas...
– Pomposas. Eleanor tiene los pies en la tierra, algo que
quizás te falte, querida–El rostro de Marilyn se enciende de
furia y yo sonrío internamente. Mi padre otra vez, tiene que
interrumpir.
– De todas formas, ella será la encargada de la seguridad
ese día, así que probablemente solo pueda dedicarle unas
horas a la celebración.
Mi padre habla, pero mis ojos están clavados en Marilyn,
¿cómo pude soportarla por tanto tiempo? Cuando se hace un
silencio inaguantable, es cuando vuelvo a focalizarme en la
mesa.
– Como se imaginarán tengo mucho que hacer–Me
levanto y camino hacia mi madre, depositando un beso en su
frente– Gracias por venir madre. –Apoyo mi mano en su
hombro y aprieto un poco, solo para agradecerle su respuesta
ante los ataques de Marilyn.
Es importante tener a alguien de tu lado de vez en cuando.
Camino directamente hacia la oficina de Eleanor, pero me
detengo en seco, cuando paso por la oficina de juntas
descubriéndola allí, qué extraño, ella no está donde sentí que
iba a estar. Se encuentra de pie, señalando un plano del
castillo en la pantalla, mientras un grupo la escucha y toma
nota. Me dedica una mirada cautelosa, preguntando si todo
está bien, yo contesto solo con una sonrisa y sigo mi camino.
Mi celular suena y advierto que tiene tres llamadas
perdidas de la misma persona.
– Richard, háblame.
– Majestad, tengo la información que solicitó hoy. –
Richard es uno de los empleados más eficientes que tenemos.
– Escucho. –Continúo caminando. Me dirijo directamente
a mi habitación. Necesito un poco de privacidad y soledad.
– Recibió un correo de un usuario desconocido, en el
cuerpo del correo no había nada, pero el asunto decía “¿Me
extrañaste?” –Me detengo justo cuando mis dedos están por
colocar la contraseña de mi habitación.
– ¿Quién lo firma? –Coloco la contraseña, solo la conoce
Eleanor.
Ocho de diciembre de 1587.
El día que mi vida había cambiado, el día que conocí a
Eleanor.
– No Majestad, era absolutamente anónimo. –Por
supuesto sé quién es, pero mi única preocupación es saber
¿porque Eleanor no dijo nada al respecto?
– ¿Y ella respondió? –Dime que no, dime que no…
– No.
– Gracias Richard, mantén la cuenta vigilada, ¿quieres?
– Sí Majestad.
Eleanor tiene cierta debilidad por William, eso no es
noticia nueva para mí. Ella se siente responsable por todo lo
ocurrido y muy en el fondo, siente que lo había traicionado
realmente.
Detesto sentir su aprensión.
Nunca hemos tenido una conversación sincera sobre el
tema, pero la posibilidad de que Eleanor se haya enamorado
verdaderamente de William en algún momento, es bastante
alta. Por eso ahora debo tener doble precaución.
Vigilar su cuenta, no es el resultado de la desconfianza
que puedo llegar a tener, es el resultado de la preocupación.
Temo por ella, temo por su salud mental. Porque William teje
su telaraña con mucha paciencia, Eleanor podría ir
directamente hacia allí y puede que nunca se pueda librar.
William la está acosando psicológicamente a través de los
años, haciéndole creer que él puede tener algún rol
importante en su vida. Muy despacio y casi de manera
imperceptible, la atrajo hasta él y ella nunca lo había notado.
El juego que mi tío intenta dominar, no es más que una
pelea entre dos titanes por la atención de Eleanor.
Él lo sabe y yo también.
Ya no se trata de traiciones o guerras, es algo mucho más
profundo, más antiguo y por, sobre todo, oscuro.
Es momento de tejer mi propia telaraña.
Y sé muy bien que debo dar el primer paso para retomar
mi relación con Eleanor, ella no quiere escuchar mis
sentimientos porque teme que se hagan realidad, bueno,
entonces ahora los va a tener que leer.
Mientras abro mi caja fuerte, llamo a un número
telefónico sumamente importante.
– Necesito que vengas al castillo, tengo unas dudas y solo
tú puedes resolverlas.
– Allí estaré, cuando me quieres.
– Ayer. –La voz del vampiro que podía ser la clave de todo
esto se ríe.
– Estoy en camino. –Termino la llamada y quito la caja de
cristal que tengo escondida en mi caja fuerte.
Esta caja está diseñada exclusivamente para la calidad del
papel que tiene dentro, había logrado conservarlo por siglos
y siglos. Hoy esta caja va a abrirse, probablemente el papel se
termine arruinando, pero sé que valdrá la pena.
Escribo una nota y la adhiero al cristal.
Dejo todo preparado para que una ola de caos caiga sobre
mí, la reunión que voy a tener, podría ser el cambio que
estaba esperando o podría ser mi destrucción como monarca.
CAPÍTULO 39

E leanor

L UEGO DE LA noche larga que he tenido, solo puedo


visualizarme en mi cama, mirando mi fresco de estrellas
doradas y pensando en cómo mierda hacer para terminar con
esta novela que estoy viviendo.
Es la primera vez que pierdo a alguien del personal y no
estoy procesándolo demasiado bien.
– ¿Quién es? –pregunto cuando escucho que alguien toca
la puerta. Nadie contesta. Camino hacia allí y coloco mi oreja.
Nada.
No hay olores, ni sensaciones.
Abro la puerta con mi cuchillo escondido en mi espalda.
No hay nadie, cuando estoy por cerrar, veo una caja
transparente en el suelo, llena de papeles de diferentes
colores, se ven antiguos, amarillentos y desgastados. Miro
hacia todos lados, esperando encontrar al cartero Real. No
hay rastros de nadie, tomo la caja entre mis manos y quito
una nota adherida en la tapa.
“Lo único que podemos aprender del pasado, es que mi amor por
ti no tiene tiempo, ni tiene una sola forma, tiene mil. Estas son las
mil cartas que envié cuando estuviste lejos de mí.”

M I ENTRECEJO SE FRUNCE , porque no termino de entender que se


trae entre manos Hendrix. Dejo la nota a un lado y abro la
caja con cuidado, el material parece frágil y costoso. Lo
primero que advierto es que son cartas selladas con el sello
real. La letra caligráfica e inconfundible de Hendrix se
reconoce a simple vista.
Tomo la primera carta y con mucho cuidado la abro. Es el
papel que solíamos usar hace muchos siglos atrás.

Eleanor,

¿Fue tedioso el viaje? Mi tío William siempre dice que odia viajar,
dice que es poco el tiempo que tienen sin sol, para la distancia que
tienen que recorrer y que los caminos son precarios. Le solicité que
por favor consiguiera algún medio para que pueda ir. Quizás
pueda quedarme un tiempo.
Espero que te estén tratando bien, si no es el caso, por favor,
infórmamelo cuando respondas esta carta.
Debo confesarte algo.
Ese beso que me diste hace casi ya una semana, todavía vibra
sobre mí.
¿Está mal? Porque siento que está mal. Pero si tú me lo diste, es
porque probablemente tengas los mismos sentimientos confusos
que tengo yo.
¿Quieres hablar sobre ello? No quiero presionarte, es solo que, no
puedo dejar de reproducir el momento en mi mente.
No puedo dormir.
No estoy alimentándome bien.
Puede ser también porque te extraño. ¿Tú me extrañas? Si me
necesitas allí, solo dilo.
Espero con ansias tu carta.
Tuyo.
Hendrix.

P ARA CUANDO termino de leer la carta, mis lágrimas ya están


deslizándose por mi mejilla. Hendrix era inocente y sincero
escribiendo palabras que yo desconocía totalmente. Cuando
me fui del castillo, me fui con una maleta llena de preguntas,
sabía que sentía algo por él, por eso también me alejé. Al
principio lo quería a mi alrededor, él era una figura fuerte,
me sentía cómoda y protegida. Luego se volvió un amigo
incondicional y cariñoso. Cuando decidí darle ese beso, fue
porque mi cuerpo lo deseaba y sabía que él también a mí.
Siempre se veía conflictuado cuando estaba a mi alrededor,
nervioso a veces.
Guardo la carta con cuidado y tomo la siguiente.

Eleanor,
¿Estás bien? Van dos semanas sin escuchar nada de ti y estoy
empezando a preocuparme. Creo que voy a ir y verificarlo con mis
propios ojos.
¿Fue algo que dije? Si mi última carta te hizo enojar, por favor
hazla desaparecer, arrójala al vacío, quémala, lo que sea
necesario, no quiero hacerte sentir incomoda ni mucho menos.
Me gustaría contarte que mi padre está entrenándome para ser el
siguiente rey, ¿recuerdas lo que te dije de las herencias en nuestra
raza? Eventualmente va a ocurrir, pero falta mucho.
¿Cómo son las clases allí? ¿Mi tío te trata bien? ¿Ya tienes amigos
o son todos unos idiotas? Si alguien te molesta dímelo y con
mucho gusto lo matare.
Te extraño.
Tuyo.
Hendrix.

D OLOR ES lo que siento en este momento, en mi cuerpo y en


mi alma, sé que no es mi culpa no haber recibido las cartas,
pero si mi responsabilidad caía en haberle creído a Will todas
las veces que le pregunté si había noticias de Hendrix.
Siempre dijo que no.
Siempre dijo que él estaba sumamente ocupado y que no
debía molestarlo.
Y yo entendí, acaté, accedí a esta nueva vida, donde
Hendrix no era parte de mí.
Abro una carta tras otra, todas son de él, preocupado por
mí, en todas estaba confundido por lo que yo le hacía sentir.

Eleanor,
Viajaré al colegio de entrenamiento en los próximos días, no sé
porque no me contestas, mi tío dice que recibes las cartas y que no
tiene idea porque no me respondes.
¿Hice algo mal? Necesito saberlo. Porque no soporto estar en la
oscuridad. No me dejes afuera de tu cabeza, déjame entrar.
Te extraño tanto, que me duele el cuerpo entero cuando me doy
cuenta que no puedo sentirte cerca. Extraño tu perfume, el calor
de tu piel, tu sonrisa.
La comunidad cree que estoy loco por querer a una humana, pero
tú no eres solo una humana.
Eres mi humana.
Voy por ti Eleanor, solo quiero que lo sepas, para que no te
sorprendas cuando escuches lo que tengo que confesarte.
Tuyo, siempre.
Hendrix.

D E RODILLAS SOBRE EL SUELO , lloro desconsoladamente, todo el


dolor encarcelado hace siglos dentro mío, me golpea como
una bomba nuclear en el pecho. La última vez que lloré así,
fue cuando Hendrix me anunció con lágrimas en los ojos que
debía tomar una prometida. Soy experta sobreviviendo a
Hendrix ya, pero este juego está terminando conmigo.
¿Acaso es mi destino sufrir toda la vida?
¿No había sufrido ya con una infancia horrenda? ¿Una
adolescencia solitaria y una adultez conflictiva?
¡Maldición! Siento que el mundo entero se cae a pedazos a
mi alrededor, que un terremoto mueve mi cuerpo y que un
ciclón rompe mi pecho.
Me levanto y salgo de mi habitación explotando la puerta
contra la pared, en un segundo estoy golpeando la de
Hendrix con mi puño cerrado. Cuando abre, encuentra a una
Eleanor absolutamente derrotada.
Envuelta en llamas, en ira, en el dolor más agonizante
conocido.
– ¡¿Por qué me enseñas esto?! –grito mostrando la carta
que acabo de leer– ¿No crees que ya he sufrido lo suficiente?
–Hendrix observa ambos lados del corredor, preocupado por
mi grito.
Me arrastra dentro y cierra la puerta con traba.
– ¡Baja la voz! –susurra– ¿¡Quieres que te escuche el
castillo entero!?
– Que me escuchen, ya no me importa Hendrix, ¡estoy
cansada de esto! –Cubre mi boca con su mano.
– Cálmate, por favor, hablemos, pero no grites. –
Lentamente me suelta, mi respiración está agitada y me
siento mareada, la mirada de absoluto pavor de Hendrix me
incomoda. – La noche que todo ocurrió, enviamos a revisar
el colegio, los guardias encontraron mis cartas en el
despacho de William, sabía que un día las iba a necesitar, por
eso las conservé todos estos años.
– ¿Necesitar?! ¿Para qué? ¿Para verme llorar? –Sigo
enseñándole la carta a Hendrix como si fuese la prueba de su
delito, el papel se rompe entre mis dedos.
– ¿Que? ¡No! ¿Por qué tienes una opinión tan baja de mí?
Creí que era momento de que vieras lo serio que voy cuando
hablo de modificar las leyes. – Quita la carta de mi mano y
me la enseña como si fuera la primera vez– ¡Esto demuestra
que te amé desde el primer día!
Me tapo los oídos con las manos, no quiero escucharlo.
– ¡Cállate!, no puedo más, ¿no lo ves?! –Separa las manos
de mi cuerpo y las toma entre las suyas.
– ¡No! Te dije que iba a luchar por nosotros y eso es lo que
estoy haciendo, acéptalo de una maldita vez, intenté no
amarte, intenté alejarte, suplantarte, nada funciona, ¡nada!
Esto que ocurre entre los dos, es una maldición de la cual no
podemos escapar. Creí que entendías eso, porque tú eres lo
único que me impulsa hacia adelante, ¡tú eres la única razón
por la cual quiero ser mejor vampiro! Siempre lo fuiste.
Siento que me derrumbo, sus palabras en vez de elevarme
me hunden, llevándome a la más profunda oscuridad.
– Hendrix, no sabes lo que estás diciendo, solo vas a
hacer esto mucho más difícil de sobrellevar, quizás fue un
error, no debería estar trabajando para ti.
– ¡Deja de mentirme en la cara! ¡Tú sientes lo mismo que
yo! ¡Tú sufres cómo lo hago yo! ¡Me deseas ahora mismo tanto
como lo hago yo! ¡Al menos yo tengo las agallas de decírtelo!
La pena que siento por mí misma, es reemplazada por
furia tan instantáneamente, que la adrenalina se dispara por
todo mi cuerpo, es muy difícil controlarse.
– ¡Hicimos un juramento y…!
– ¡Deja de escudarte detrás de esa frase, maldición! Ya te
dije, que ese juramento se disolvió, ¡ningún juramento puede
ser válido si las palabras con la que se dicta, son falsas! Solo
te lo repites a ti misma para no soltar tus sentimientos, no
puedes engañarme.
– ¡Cállate! ¡Detente ahora mismo! ¡Esto no va a ningún
lado!
– ¿Sabes cómo termina esto Eleanor? –Hendrix está fuera
de control, sus ojos desorbitados, los orificios de su nariz
dilatados– Con tus labios gritando mi nombre.
En el siguiente micro segundo, Hendrix me tiene
prisionera bajo su cuerpo, la superficie acolchonada de su
cama no me deja escapar. Sus manos son esposas, su fuerza
mi prisión. Sus labios ahogan mis lamentos, su lengua no me
deja pensar con claridad. Quiero luchar, quiero alejarlo de mí,
pero por Dios, las adicciones son difíciles de combatir. El
hambre de Hendrix me petrifica, sé que está fuera de control,
nunca lo había visto tan perdido en la lujuria.
Solo usando su rodilla, abre mis piernas exponiéndome a
él como si fuera una muñeca de trapo.
– Tú no tienes control sobre ti misma Eleanor, tal como
yo no tengo control cuando te tengo cerca. –Sus palabras son
un látigo dulce sobre mí– ¿Me sientes? –dice presionando el
centro de mi cuerpo con el suyo– ¿Sientes lo que me
provocas?
– Hen, por favor…–No sé bien qué es lo que le ruego, no
puedo tomar ni una sola decisión en este momento– No
hagas esto, solo nos va a lastimar más.
– Déjate ir, déjame tomar control por los dos. –Sus
manos quitan mi ropa como si lo hubieran hecho mil veces
antes, ahora no solo dejo caer la muralla entre los dos, sino
que me encuentro desnuda frente a Hendrix por primera vez
en mi vida y no se siente extraño, ni nuevo, esto es natural
para los dos.
Como si estuviese predestinado.
Su lengua toca mi piel y recorre íntegramente cada
centímetro, cada rincón, no es un reconocimiento, es un
reencuentro. Mi pecho, mi cuello, mi estómago, mis piernas.
Hendrix se desliza como una serpiente a punto de atacar. –
Sabes tan bien Eleanor…mi Eleanor.
¿Cómo puedo luchar ante una fuerza de la naturaleza tan
poderosa como Hendrix? Parece que me arrastra con él,
destruyendo cualquier defensa que me queda.
– Deja de pensar Eleanor y siénteme–susurra sobre mi
oído, haciendo que frio corra por todo mi cuerpo.
Sus manos se deslizan por debajo de mis piernas y
tomándome de mi trasero se empuja dentro de mí en un solo
movimiento, dejándome sentirlo por primera vez.
– ¡Mierda! –sollozo.
Él ríe sobre de mi cuello, pero no deja de empujar dentro
de mí, su pequeña risa se vuelve un gruñido y ese gruñido
casi un rugido violento.
– Fuiste hecha para mí, puedo sentirlo, siempre lo supe.
CAPÍTULO 40

H endrix

S ENTIR EL INTERIOR DE E LEANOR .


He fantaseado con esto más veces de las que quiero
admitir, pero ahora mismo donde realmente la siento, es
algo fuera de mis capacidades creativas. No mentía cuando
dije que estaba hecha para mí, así se siente, su cuerpo es
perfecto y encaja con el mío divinamente, su perfume me
envuelve, sus gemidos son mi nuevo sonido favorito, Eleanor
es para mí y no hay vuelta atrás ahora.
– Dios…–gime mientras me deslizo dentro de ella,
sintiendo cada centímetro de mí en su interior,
proclamándola como mía.
Por completo.
– Sabía que iba a ser así, sabía que iba a perder la cabeza
una vez que meta mi polla en tu hermoso coño–clamo– ¿Me
sientes Eleanor?
– S-sí…–Intenta responder, no pretendo distraerla de la
alucinación que estamos viviendo.
Mis embistes demandan más de ella, acelerando cada
más, potenciando cada sensación hasta el punto de explotar.
Voy a venirme más rápido de lo que supuse y ella está
lejos de aquí, en algún mundo paralelo dónde solo existimos
los dos. Deslizo mis dedos sobre su centro, masajeándola
lentamente para drogarla aún más de placer, sus gemidos se
vuelven incontrolables y fuertes, mi excitación por verla así,
también.
– Hen… ¡Hen! –grita tal como le prometí que iba hacerlo.
El calor.
El deseo.
La necesidad.
La locura que siento por ella, todo es incontrolable, todo
se vuelve instintivo e involuntario.
Estallo dentro de ella, perdiéndome dentro del olor de la
lavanda y la azúcar, ella también lo hace, enterrando sus
uñas en mi espalda. Me tomo unos segundos para
recuperarme y luego me encuentro con sus ojos pesados
llenos de lujuria. Deposito un beso sobre sus labios, mientras
sonrío como un idiota enamorado.
– Creo que hoy aprendiste que no puedes luchar contra
mí. –Ella aleja la mirada, pero yo la traigo hacia mí otra vez–
Dilo –insisto aún dentro de ella, al no contestarme, vuelvo a
empujar para liberar una corriente de energía, entre los dos–
Dilo Eleanor…
Toma aire antes de decirlo, deposita sus ojos sobre mí y
me atraviesa cuando finalmente lo dice.
– Te amo…–Mis ojos se petrifican, mientras dejo esas dos
palabras ensordecer mis oídos, yo solo estaba esperando que
me diera la razón, pero ella ha ido más allá, ella ha abierto
por completo ante mí.
No es consciente aún del poder que tiene sobre mí, podría
usarme como un títere si quisiera, yo sería feliz de todas
maneras.
– No sabes lo que significan para mí, esperé tanto para
escucharlas. –Acaricia mi quijada y deposita un beso donde
sus dedos habían estado. – Te amo, Eleanor. –Vuelvo a
besarla profundamente. No quiero salir de ella, quiero
mantenerla prisionera en mi cama para siempre.
Pero la realidad es lo único que tenemos, así que salgo de
ella de todas maneras y me recuesto a su lado, arrastrándola
conmigo, para abrazarla y no dejarla ir nunca. Se acomoda,
deslizando su brazo sobre mi pecho y su pierna derecha
sobre la mía, con mucha precaución y vergüenza. No es
momento de avergonzarse, así que tomo su pierna y la coloco
aún más arriba, mientras la acaricio y envío un mensaje al
cosmos.
Mia.
– Que vamos a hacer Hen…si esto no funciona, no estoy
segura de poder sobrevivir…–Es la primera vez que escucho
angustia real en su voz. Arrastro mis brazos con más fuerza,
para darle toda la protección posible.
– Hoy me reuní con Demian. –Su mirada sube hacia la
mía, llena de sorpresa. Demian fue uno de los primeros en
dictar nuestras leyes, amigo de mi abuelo y bis abuelo, aún
sirve a la corona. El vampiro más antiguo que conozco, pero
también el más fanático de nuestras costumbres– Te dije que
iba enserio con esto, no voy a parar hasta que pueda hacerte
mi prometida.
Ella se levanta y usa su codo para sostenerse, su cabello
cae sobre su blanca piel y me distrae por unos momentos.
– ¿Prometida?
¿Por qué veo tanta confusión en su rostro?
– Sí Eleanor, mi prometida, quiero que estemos juntos,
que sea legal, que todos lo sepan.
– Pero Hen…
– Nada de peros, Demian dijo que iba a comenzar a leer y
buscar la manera. Vamos a lograrlo, lo sé.
Se levanta de la cama y desnuda comienza a recoger sus
ropas.
– ¿A dónde vas?
– A mi habitación…–responde como si fuera una
obviedad. Estiro mi brazo y la arrojo a la cama otra vez.
– Hace una eternidad que espero por este momento,
¿crees que termine contigo? Recién estoy empezando.
Ella ríe nerviosa cuando la vuelvo a encerrar entre mis
brazos y la hago mía una y otra vez hasta que nuestros
cuerpos no resisten más.
Me despierto cuando el sol está ocultándose en el
horizonte. Y a pesar de encontrarme solo en la cama, mi
humor es excelente, su perfume aún está sobre mi piel y
sobre mis sábanas.
Eleanor doma todos mis sentidos, mi cuerpo, mi mente y
mi corazón. Tal como el primer día, solo que nunca me sentí
tan liberado como hoy, nunca creí que iba a sentirme así,
temía por sentir culpa, por sentirme un degenerado, pero
ahora, en la realidad, siento que hice lo correcto. Todas mis
conjeturas y sospechas terminan hoy.
Eleanor está hecha a medida para mí y no hay leyes o
reyes que puedan contradecirlo.
Me levanto de la cama y estiro mis agotados músculos, es
un milagro que pueda ponerme de pie.
Me pregunto si Eleanor tiene algún tipo de dolor, el sexo
entre vampiros, suele ser un poco más violento que el común
de los humanos y eso lo había aprendido cuando la
pornografía había tomado control de la industria y pasé
horas observándolos. Nosotros tenemos cierto perfil más
natural, más animal, sin tanto prejuicio o estereotipo. Somos
libres y pronto lo sería completamente, cuando logre
doblegar las leyes que nos organizan.
Camino hacia la gran ventana, absolutamente desnudo y
abro las cortinas para observar el mejor momento del día. El
cielo anaranjado, nubes violetas y rosas. Una sombra
comienza a cubrir la tierra en la que vivo. Desde mi
habitación puedo observar el jardín de mi madre, luce como
un laberinto de flores y altos muros de pastizales, ella solía
pasar horas allí, ahora solo viene de vez en cuando, para
verificar que el jardinero este haciendo un buen trabajo. Las
luces que iluminan el camino, comienzan a encenderse. La
vida en nuestra comunidad comienza, cuando la de los
humanos termina y todo transcurre con naturalidad otra vez.
Pero de golpe mi sonrisa se borra, cuando observo a
Eleanor atravesar el camino, con su Ninja negra como la
noche. En menos de un segundo ya está fuera del castillo.
– ¡Maldita sea!
Corro hacia mi mesa de noche, para buscar mi celular y
llamarla. Obviamente la llamada se finaliza antes de poder
decir algo. Es entonces cuando decido dejarle un mensaje de
voz.
– ¡¿Qué mierda crees que estás haciendo?! ¿Por qué estas
fuera del castillo? ¡Vuelve ahora o enviaré el ejército entero
para que te traiga! Tienes tres malditos segundos para
contestar esta llamada, date por avisada.
Termino la llamada y comienzo a caminar como un loco
por la habitación.
No sabe lo que está haciendo, se expone a caer en los
brazos de mi tío, ¡el maniático!
Los tres segundos pasan, abro las puertas de mi
habitación y comienzo a gritar nombres.
– ¡Síganla! ¡Ahora!
CAPÍTULO 41

E leanor

– ¿Qué significa Sebastián para ti?


Eso es lo primero que dice William cuándo contesto la
llamada del número desconocido. Sabía que era él, pero
¿cómo no iba a atenderlo?
En este juego William pone las reglas, yo solo tengo que
seguirlas.
En un segundo estoy montada sobre mi moto, yendo a
toda velocidad a la casa del buen doctor, mi papá. Mantengo
la llamada viva, mientras voy hacia él.
– Él es mi padre–respondo– No te atrevas Will…
– Oh, ¿qué es ese ruido? Sebastián, parece que tu hija–
dice “hija” con un tono sarcástico– Al fin se dignó a
visitarte–grita lejos del teléfono. Mi estómago se contrae por
cada palabra que él dice. – Amor, esta será nuestra primera
comida familiar, estoy nervioso…
– Corta con la mierda Will, si lo que quieres es a mí, aquí
me tienes, estoy yendo, pero déjalo en paz, él no tiene nada
que ver.
Se mantiene en silencio unos segundos, largos y tediosos.
– Te estoy esperando.
Estoy en la puerta, aparco mi moto y arrojo mi casco
sobre el césped.
Siempre vi a Sebastián Solís como un viejo y sabio
ermitaño, de los dos fue el que me trataba más con cariño,
igualdad y respeto. Daria fue buena tutora, pero madre creo
que nunca lo fue, en cambio el famoso doctor Solís compartía
conmigo una extraña conexión que nos hacía amigos y nos
queríamos como familia. Saber que esta nueva versión de
Will está cerca de él, hace que mi estómago se de vuelta por
completo. Sabía que ellos dos se conocían desde la guerra,
por eso me resulta extraño que William no lo tenga en cuenta
en estos momentos.
Abro las puertas dobles de la mansión, donde vive el
macho que cuidó de mí casi tanto como Hendrix, adrenalina
se desparrama por todo mi cuerpo cuando me encuentro con
la escena que más temía.
Mi padre atado a una silla y William apoyando la hoja de
su espada sobre su cuello. Daria llorando en un rincón
totalmente aterrorizada, siendo custodiada por Alistar.
¿Cómo llegó aquí? ¿¡Quién lo liberó!?
– Cualquier arma que hayas traído contigo, la quiero en el
suelo.
Will luce diferente a lo que recordaba, definitivamente se
adaptó a la época, cualquier humano podría confundirlo con
un empresario. El traje que lleva, se adapta casi
perfectamente a la forma de su cuerpo, ya no tiene rulos
descontrolados, ahora luce un cabello lacio, engominado
hacia atrás. Sus facciones siguen siendo perfectas, sus ojos
aún me atraviesan.
– Estoy limpia. –Mi padre intentaba lucir tranquilo, pero
puedo oler su adrenalina.
– Bueno, déjame tener mis dudas, Alistar revísala. –El
maldito nazi camina hacia mí. Cuando está por palparme,
Will vuelve a hablarle. – Tócala en cualquier manera
inapropiada y arranco tú maldita cabeza.
El súbdito, arrastra sus manos por mis piernas, brazos y
espalda.
– Está limpia. –dice, Will sonríe siniestramente.
– Excepto por el olor desagradable que tiene impregnado,
¿lo hiciste apropósito? ¿Venir con el olor de mi sobrino? –
Empuja la espada más cerca de mi padre.
– ¡No! Vivo con él, Will, ¿¡qué esperabas!? –¿Cómo puedo
ser así de improvisada!? – Por favor, baja la espada, estoy
aquí, estoy limpia, devuélveme un poco de confianza…
Sujeta la espada con más fuerza, pero luego la quita de
allí, dándole pesadas palmadas a mi padre en la espalda,
como si lo felicitara por ser tan valiente. Sebastián Solís tiene
miedo, no por él, sino por mí, pero yo sé que Will no va a
lastimarme, no ahora al menos, así que intento dale señales
a mi padre con una mirada tranquila, pero la energía pesada
y oscura de Will hace que lo mire a él otra vez. Nos
observamos un largo tiempo, volviéndonos a encontrar luego
de tantos siglos. Will siempre ha sido un experto en ocultar
emociones, su rostro simétrico y sus ángulos afilados, se
mantienen firmes, duros e imposibles de leer.
– Llévalos al cuarto. –Ordena sin perderme de vista. –
Necesito estar a solas con ella.
Alistar comienza a moverse, levanta a mi padre de la silla
y arrastra a Daria lejos de mí.
– Will…
– Nada va a ocurrirles El, solo necesito tiempo contigo. –
Observo a mis padres subir por la escalera, preocupados los
dos por mí, intento darles una mirada alentadora, pero no
estoy segura ya de lo que está pasando. En cuanto
desaparecen de mi vista, vuelvo a colocar mis ojos sobre él.
Su mirada es tan oscura, que me cuesta mantenerme
inmóvil, no puedo ceder, tengo que ser fuerte. Arrastra un
pie hacia adelante y luego otro, acercándose a mí como un
raptor, yo me mantengo firme en mi lugar, aunque me
tiemblan las piernas. Se detiene justo delante mío,
invadiendo cada centímetro del espacio personal que queda.
Sus ojos recorren cada rincón de mi rostro, contemplándolo
como si fuera la primera vez que lo observa. Presta atención
a mi mentón, mi boca, mis pómulos y nariz. Sé relame sus
labios, deslizando su lengua lentamente hasta llegar a mis
ojos otra vez.
– Debo decirte que la eternidad te sienta muy bien. –Sube
su mano hasta mi cuello y yo intento dar un paso hacia atrás,
pero me choco con la puerta de roble. De su boca sale un
siseo lleno de placer, sus ojos se cierran y deja caer su cabeza
hacia atrás. – Me encanta oler tu miedo El, no tienes idea lo
que me provoca.
– Tus sentidos te engañan Will, ese olor no es miedo, es
desprecio. –Sus ojos vuelven a focalizarse en mí, encendidos,
llenos de excitación.
– Y eso es exactamente lo que necesito de ti.
– ¿Qué quieres decir?
– Pronto lo sabrás, siempre tan ansiosa pequeña Eleanor,
siempre queriendo estar un escalón más arriba del resto.
– Terminemos con esto, aquí me tienes, ¿podemos irnos
ya? –Su entrecejo se frunce, su cabeza se inclina un par de
grados hacia la derecha, claramente no está entendiendo lo
que quiero decir. Una media sonrisa aparece en su boca.
– ¿Quieres venir conmigo?
– ¿No es eso para lo que estoy aquí?
– No contestaste mi pregunta.
– Quiero que dejes a mis padres en paz, lo demás no me
importa. –Sonríe y sus dedos llegan a mi barbilla, se acerca
un centímetro más, rozando sus labios con los míos. Pero
suspira decepcionado.
– Resistirme es mucho más difícil de lo que pensé, lo
único que me repele, es el desagradable olor que tienes a
Hendrix, pero eso va a cambiar pronto.
– ¿Para eso vine aquí? ¿Para ver cómo amenazas a mis
padres? ¿Para escuchar tus insultos? Te creí más inteligente
que eso.
Su sonrisa se borra, vuelve lentamente a ser una estatua,
parece la paz antes de la tormenta, hasta que me empuja
contra la puerta, tomando mi boca con ferocidad, intento
quitarlo de encima, pero es como tener un yunque
presionándome el cráneo. Su lengua entra por mi boca y mi
primera reacción es morderla, pero no la quita, el sabor de su
sangre empieza a filtrarse dentro de mí.
Oh No…
Oh no, no, no.
Cuando entiendo su plan, es demasiado tarde.
Sus colmillos penetran mi piel, desgarrándola por
completo y sus labios succionan toda la sangre que pueden.
Su erección presiona contra mi estómago, sus manos me
inmovilizan. Cuando escucha ruidos en el exterior es cuando
finalmente me suelta.
Su sonrisa es inmensa, sus dientes están bañados en
sangre.
– Eres muy ingenua a veces. –Los pasos se escuchan
alrededor nuestro, van a entrar en cualquier momento– Esto
no es sobre ti mi amor, esto es solamente un mensaje para tu
rey.
– Y qué mensaje es ese…
– Que ahora me perteneces. –Sostengo la herida de mi
cuello, que aún sangra, va a tomar un tiempo hasta que cure.
– Adiós mi amor, nos veremos pronto.
Desaparece por la puerta de atrás, cuando los pasos están
intentando abrir la puerta.
Tarde, idiotas.
Abro las dos hojas y los dejo entrar.
– ¡Se fue por la puerta de atrás! –grito mientras subo las
escaleras. Sé que no van a atraparlo, William es mucho más
rápido que cualquier otro vampiro.
Mis padres están en su cuarto, en excelente estado, mi
papá consola a Daria, hasta que me ven entrar y corren hacia
mí.
– Estoy bien, estoy bien…
– Eleanor, ¡tú cuello! –Mi padre corre a su baño para
tratarme, me sienta en la cama, casi a la fuerza y comienza
con su trabajo. Cuando termina de parcharme, Hendrix entra
por la puerta.
Imponente.
Enojado.
Prendido fuego.
Hasta que ve el parche en mi cuello.
Y se congela en el lugar.
Refriega las manos por su rostro.
Está por perder el control en cualquier momento.
Mis padres lo observan, mientras su respiración se vuelve
irregular, es solo cuestión de minutos.
– ¿Pueden dejarme a solas con el rey?
– Sí, sí claro…–Mi padre arrastra a Daria fuera de la
habitación. Me levanto de la cama y camino hacia él. Tomo
su brazo y aunque se resiste mi contacto, insisto, provocando
que nuestras pieles se toquen.
– Estoy bien, ellos están bien, no hay nada de qué
preocuparse…–No me mira, él observaba el suelo. Tomo su
mentón y lo muevo a mí– Hey, Hen, mírame, estoy bien.
– No lo estas…destrozó tu garganta. –Lo miro a los ojos,
trasmitiéndole toda la paz y el amor que tengo por él, poco a
poco comienza a derretirse– Ahora te tiene entre sus
manos…
– No va a ganar. –Hendrix deja caer su frente sobre la
mía y cierra los ojos haciendo mucha presión.
– ¿Podemos ir a casa? Necesito estar en casa contigo.
– No puedo dejar solos a mis padres, no después de…
– Dejaremos seguridad, los mejores, pero por favor, ven
conmigo.
Nunca escuché esta vulnerabilidad en él, este vampiro
milenario de golpe es un niño asustado por lo que está
ocurriendo.
Es casi una reacción humana normal, donde por fin
aceptas que la realidad que vives es peor que tus pesadillas
más oscuras.
CAPÍTULO 42

H endrix

M E SIENTO ABSOLUTAMENTE VENCIDO .


Estoy en una extraña etapa donde quiero saber todo lo que
ha ocurrido, pero a la vez temo lo que mis oídos van a
escuchar.
Sé que esto es mi culpa.
Provoqué a mi tío.
Ahora nos encontramos en su habitación. Ella tiene la
mirada perdida en su muro dorado y azul, y yo no puedo
dejar de observar el parche.
– Necesito saber Eleanor, siento que voy a perder la
cabeza ahora mismo si no dices que ocurrió. –Su mirada
vuelve a mí, intenta enmascarar la preocupación con una
media sonrisa.
– Hen, no paso nad–
– ¡No me mientas! –Me levanto de la silla y estoy sobre
los pies de la cama, donde está sentada, su sonrisa se borra.
Me cansé de disminuir este tema.
– Me despertó una llamada, me preguntó qué significaba
Sebastián para mí, eso fue todo lo que necesité para saber
que estaba en su casa y que iba a lastimarlo. Cuando llegué
mi padre estaba atado a una silla…
– Con que material…
– Era una soga de color negro, no pude identificarlo. –
Hay metales que resultan más pesados que otros, algunos
vampiros lo consideran una de las pocas cosas que pueden
impedir su fuerza. – Mi madre estaba en un rincón de la
habitación, con Alistar a su lado.
Maldito.
Eleanor se detiene, esperando que le explique qué hacia
allí.
– Lo liberé para que le envíe un mensaje a William.
– Qué mensaje. –No quiero decirlo, había puesto en
peligro la vida de sus padres, gracias a mi ego– Hen…
– Básicamente le dije que no importa lo que intentara, tú
y este reino son míos.
– Y qué más…–Soy demasiado orgulloso para tener esta
conversación mirándola a los ojos, así que desvío la mirada,
protegiéndome.
– Y que siempre vas a venir a mí, no importa lo que haga.
El rostro de Eleanor se llena de furia, como sabía que iba a
ocurrir. Fue un movimiento engreído y totalmente fuera de
lugar, yo solo quería… reclamarla en caso de…
– No sabes lo que hiciste Hen… ¡Hiciste de esto un reto!
¡Acabas de convertir mi vida en una pieza de su juego! –Se
levanta y camina lejos de mí. Lo hace para evitar atacarme, lo
sé– ¡¿Sabes por qué fue a la casa de mis padres?! ¡Porque
quería demostrarte lo fácil que me tiene comiendo de su
mano! Y no solo eso, ¡hizo que consuma su sangre! –Quita la
gasa de su cuello y me muestra la herida que tiene, su piel
está desgarrada y abierta, como aquella vez cuando tomé su
sangre por primera vez– ¡Sin mencionar que prácticamente
me vació!
No puedo ver.
No puedo aceptarlo.
William ha dejado una marca sobre ella, ha dejado su olor,
su posición ante este juego. Y yo no he hecho nada para
detenerlo. Ella tiene razón en estar furiosa conmigo.
– Lo siento…
Toma aire profundamente y lo larga de a poco.
–Ya pasó, solo voy a pedirte que si planeas seguir jugando
a ver quién la tiene más grande, por favor me lo informes,
así no perdemos más vampiros en el camino. –está tan
asustada como yo, casi pierde a sus padres por el amor de
Dios.
Quiero acercarme, pero temo por nosotros, temo por la
paciencia de Eleanor.
La voz de Marilyn se escucha a lo lejos, no me quiero
mover de mi lugar, quiero quedarme aquí con ella. Voltea y
con una mirada triste dice.
– Ve…
– No, no quiero dejarte. –Deja de mirarme y allí está su
frialdad otra vez.
– Ve, necesito estar sola. –No quiero que este sola, no
quiero que piense en él. – Por favor, vete.
– Volveré en cuanto pueda. –Ya no me contesta,
desaparece tras la puerta de su baño.
CAPÍTULO 43

W illiam

NO PUEDO PARARde relamerme los dientes.


El auto avanza por el camino, lejos de todos esos
guardias/bufones que interrumpieron mi encuentro con
Eleanor. El ejército que tienen ahora se ha vuelto perezoso,
resultado de años y años sin guerras, no pueden seguirme el
ritmo.
Tuve a Eleanor entre mis manos y ahora pican por más,
más de ella, más piel, más sangre, más dolor.
Paciencia…
Eleanor es mía ahora, su sangre está dentro de mí y la mía
dentro de ella. Ahora siento su presencia por todos lados, sus
sentimientos son mucho más claros ahora. Ella está
absolutamente confundida, no entiende porque la lastimé
así, quiere odiarme, pero no puede y eso me vuelve
malditamente loco.
Maldición…mis manos vibran por ella.
Cuando la vi, simplemente no podía quitar mis ojos de su
rostro, era todo lo que había soñado para los dos, ella una
hembra fuerte y letal y yo…
Rey.
No puedo dejar de sonreír, con solo imaginar el rostro de
Hendrix cuando vea su cuello, ah…es más de lo que puedo
pedir.
Está perdiendo y lo sabe.
Llego a mi cuartel y todos se preparan para recibirme,
este es un trato al que me he acostumbrado en los últimos
siglos.
– General, está esperándolo en el despacho–dice uno de
los soldados en el que deposito toda mi confianza, Noah.
El día que tuve la batalla con mi hermano, terminé mal
herido, vagando por el bosque, creía que iba a morir, el sol
iba a salir en cualquier momento y yo no tenía fuerzas para
continuar, ni físicas ni psíquicas, la traición de Eleanor había
sido una estaca en mi pecho y no sabía si alguna vez iba a
recuperarme. Fue él, el que me encontró, me dio asilo y me
envió lejos, para recuperarme sin ningún tipo de
preocupación. Noah viene de una familia noble, su fortuna es
inmensa y la invirtió toda en mí. Vivimos en una gran
mansión, tenemos toda la tecnología de nuestro lado,
habíamos desarrollado armas lo suficientemente letales,
como para matar a un vampiro rápidamente. Las mentes más
sofisticadas de nuestra sociedad, están dedicadas
exclusivamente a mí y a mis necesidades. Creo que una de las
ventajas de ser un psicópata, es la facilidad con la que puedo
manipular a la gente y conseguir lo que realmente quiero o
necesito.
– Estaré allí en unos segundos–respondo mientras entro
a la mansión y desato mi corbata. Me coloco frente al espejo
y observo la sangre seca de Eleanor en mi piel, cae por mi
mentón hasta mi cuello. Mi camisa tiene algunas gotas
desparramadas. Sonrío como un niño cuando le dan un dulce.
Decido no lavarme aún, su perfume es absolutamente
embriagador.
Entro a mi oficina y me siento en mi gran sillón de cuero
negro, un regalo de un súbdito.
– Veo que todo salió como querías. –Sonríe mi invitada.
Yo me reclino, victorioso y lleno de orgullo.
– Demasiado perfecto.
– Al menos podrías limpiarte, ¿no te parece? Apestas a
ella. –me vuelvo hacia adelante y le respondo en un susurro.
– Ese es el punto…–Sonrío– Su olor y su sangre es todo lo
que necesito para tomar fuerzas y continuar con el plan.
– Sinceramente no sé qué tiene tu familia con esa impura,
pareciera que están todos obsesionados por ella.
– Elige tus siguientes palabras con cuidado cariño–
advierto– A menos que me quieras de enemigo.
– Lo siento–responde sumisamente.
Así me gusta.
– ¿Traes alguna noticia para mí? Sino no entiendo porque
estás aquí…–Necesito saborear mi victoria, a solas.
– Ella dijo que sí a la invitación, pero no creo que
participe demasiado tiempo, ya sabes, todo su “deber” y esas
cosas que solo ella cree.
– Que extraño, hubiese apostado que iba a negarse, suele
ser mucho más reservada.
– Bueno, no lo fue anoche, cuando gritaba el nombre de
Hendrix. – ¿QUÉ?
En pocos segundos, tomo a mi invitada del cuello y la
arrojo sobre mi escritorio. Mi furia se desata inmediatamente
por la habitación.
– ¡¿Qué dijiste?! –No puede responderme, pero yo no
puedo parar de apretar, su cuello parece un alfiler comparado
con el tamaño de mis manos– ¡Repítelo!
– Follaron anoche ¡Los escuché! –Sujeto con más fuerza,
quiero matarla por decir semejante cosa ante mí.
Detente, la necesitas.
Mi conciencia tiene razón, lentamente suelto su cuello y
ella se recompone.
Por eso el olor tan fuerte, había follado con él…
Tomo el primer objeto que tengo a mano y lo arrojo
contra la pared, haciéndolo añicos. Ella se acomoda su
vestido y su cabello, yo no la puedo ni mirar ahora mismo.
– Puedes desahogar esa furia conmigo si quieres…–dice
con sensualidad, desliza su mano por mi hombro y muerde el
lóbulo de mi oreja.
– Vete antes que te mate–gruño sobre mi hombro
izquierdo. Acata la orden, tomando sus cosas, pero antes de
que abandone la habitación, susurro– Y Marilyn…respétate
un poco más, nadie quiere una zorra como reina.
Se ofende lo suficiente como para irse y cerrar la puerta
de un golpe.
CAPÍTULO 44

E leanor

T RES NOCHES .
Han pasado tres noches desde mi “encuentro” con
William.
Desde que él tomó mi sangre y yo la de él, puedo
percibirlo y sentirlo por todos lados. Es una sensación que
me ahoga por momentos, es demasiado para mí y me
pregunto por qué no me ocurre esto con Hendrix. En los
últimos tres días se me ha hecho costumbre leer sus
sentimientos, se había vuelto una adicción, una horrible,
porque no puedo salir de allí, solo puedo concentrarme en
que siente él y en escarbar pedazos de su cerebro.
Superioridad.
Poder.
Orgullo.
Pero también puedo sentir…
Amor.
Obsesión.
Perversidad.
Sobre todo, perversidad, un sentimiento oscuro y
dominante prevalece por sobre todos los demás y me asusta.
Sí, estoy asustada y me pregunto si él puede sentir mis
sentimientos como yo siento los de él.
Me encuentro en la azotea del castillo, observando el
jardín de Astrid, mientras el viento mueve mis ropas y mi
cabello. Aquí es el único lugar donde puedo ocultarme de
Hendrix.
Desde el hecho que había acontecido hace tres noches, no
para de seguirme a todos lados. Es una sombra.
Constantemente preguntándome si me siento bien, si quiero
hablar…sinceramente todo lo que necesito es silencio y
contención. Necesito que alguien quite a Will de mi cabeza,
las sensaciones de nuestro último encuentro se sienten
frescas.
La impotencia de no haber podido combatir la fuerza de
Will, me llevó siglos atrás, cuando de niña, tampoco podía
luchar la de mi padre. Las similitudes son infinitas, la mezcla
de amor y odio, la fuerza, la perversión brillando en sus ojos.
Todo es muy difícil de asimilar.
La fiesta de la raza se acerca en dos noches y la familia
Real no quiere cancelarla. Ni siquiera después de mi ataque.
Suspiro cuando escucho a Hendrix llamarme a lo lejos,
desde que Will ha tomado mi sangre, él ya no tiene el poder
de encontrarme, mucho menos de sentirme.
– Estoy en la azotea–susurro. No necesito gritar, él puede
escucharme a kilómetros de distancia. Un segundo después,
la puerta se abre.
– ¿Qué haces aquí? –Camina hacia mí, pero se detiene
detrás mío.
– Estoy comprobando el perímetro para la fiesta, estaba
pensando en colocar un francotirador, en caso de cualquier
emergencia. –No estoy mintiendo completamente, si había
premeditado eso, solo que me había detenido más tiempo de
lo normal.
– Claro, ¿quieres probar con otra mentira? –Una sonrisa
triste aparece en mi rostro, cuando volteo encuentro el rostro
de Hendrix enojado, me conoce muy bien, está preocupado
por mí y yo solo lo alejo.
– Eso fue un cincuenta por ciento real–respondo. Da un
paso hacia mí y toma mi cadera entre sus grandes manos.
– No vayas allí.
– ¿A dónde?
– Al lado oscuro de tu mente, cuando vas allí no puedo
encontrarte.
– Sácame de allí entonces Hen, porque él está gobernando
toda mi mente, no entiendo qué ocurre…
– ¿Qué quieres decir?
– Que siento a Will por todos lados, en mi mente, puedo
percibirlo como si yo fuera parte de él, puedo sentir lo que
siente y es muy oscuro Hen, me está consumiendo…–Un
beso necesitado me sorprende, cuando Hen acerca mi cuerpo
al suyo. Se lo que hace, borra cualquier rastro que Will sobre
mí, intenta llevarme lejos de mi mente.
Me limpia.
Sus manos comienzan a recorrer cada centímetro de mí,
me sienta en el balcón y acerca nuestros cuerpos aún más,
demandando contacto. Yo me dejo ir esta vez sin pelear y
disfruto de ello, necesito esto, necesito dejar de pensar en él.
Pero dura solo unos minutos, hasta que el sentimiento de
Will me golpea.
Furia.
Irritación.
Violencia.
Detengo todo.
– Espera, espera. –Pero Hen no escucha, sigue
besándome.
– No. –Logra decir– Ignóralo, no dejes que te controle.
Tristeza.
Dolor.
Desesperación.
Locura extrema.
Lágrimas aparecen en mis ojos, cuando sus sentimientos
se filtran con los míos. Hendrix se detiene, preocupado.
– Lo siento…–sollozo, mi disculpa va hacia los dos, pero
eso Hendrix no lo sabe.
– No te disculpes, estás dejando que te gane.
– Es demasiado dolor. –Masajeo mi pecho, intentando
calmarme.
– Solo siénteme Eleanor, siente el amor que tengo por
ti…–Sus besos se vuelven lentos, casi como una caricia,
intento concentrarme en esa sensación. Los labios de
Hendrix pincelan mi boca, mi necesidad física demanda más
y él lo comprende.
– Puedo tomarte aquí si quieres o puedo llevarte a mi
cama y follarte por horas. –quiero todo lo que él dice. Pero
mi necesidad tira más fuerte.
– Aquí, ahora Hen, te necesito. –Su miembro golpea
contra mí. Grito, lloro, gimo y me pierdo absolutamente en
esa sensación. En un segundo Hendrix me saca de ese oscuro
rincón de mi mente, llevándome al cielo más brillante.
– Siénteme Eleanor, acostúmbrate a mi dentro de ti,
porque no pienso irme a ningún lado.
Cada palabra es puro placer, cada movimiento, olor y
tacto.
Por momentos Will se atraviesa en mi mente, pero Hen
logra traerme de vuelta con sus palabras y sus caricias.
– Hen... –El orgasmo me golpea en el centro de mi
cuerpo, mientras él se libera dentro de mí.
– Mierda, mierda… –habla sin sentido, mientras descarga
su orgasmo dentro de mí. –Maldición, te amo…
– Yo también te…–De repente, una nube negra aparece en
mi mente. Un dolor punzante en mi cerebro hace que
comience a gritar, desgarrando mis cuerdas vocales.
Todo se vuelve negro.
CAPÍTULO 45

H endrix

M E HABÍA PREOCUPADO cuando Eleanor dijo que sentía lo que


William sentía, no era normal. Por un segundo pensé que
podía ser parte de algún trauma, o algún tipo de nivel de
culpa de parte de ella. Pero cuando se desvanece en mis
brazos, siento desesperación. Veo una gota de sangre
deslizarse por su nariz y su cuerpo caer hacia el vacío,
gracias a mis reflejos puedo atraparla en el aire antes de que
caiga por la azotea.
Ahora se encuentra en su habitación, con su padre,
revisándola. Aún no entra en conciencia.
El buen doctor abre la puerta y surge al corredor donde lo
estoy esperando, su rostro está lleno de preocupación.
– ¿Y?
– Me temo que no lo sé Majestad, tengo que llevar
algunas pruebas en el hospital.
– No, no puede salir del castillo, haré que le traigan todo
aquí. –Saco el celular del bolsillo y comienzo a marcar y a
movilizar toda la gente que necesito, en cuanto termino
comienzo con mi interrogatorio– ¿Crees que tiene que ver
con William? ¿Puede provocarle algo así?
– Tendría que hablar con ella para que describa cada
segundo.
– Dijo que lo sentía, no solo su presencia, sino también
sus emociones, ¿puede pasar eso? –El doctor Solís se detiene
a pensar lo que acabo de decirle, su ceño está fruncido, su
mirada perdida detrás mío.
– No, es sumamente extraño, pero he escuchado casos
así, hace muchos siglos atrás…
– No entiendo qué ocurre. –Suspiro, mientras peino mi
cabello hacia atrás– Estaba bien y al segundo…–Mi garganta
se contrae cuando la imagen de Eleanor desvanecida vuelve a
mi mente. El doctor me observa cómo si fuera un loco–
Cuando estuvieron en su hogar, ¿no dijeron nada extraño?
¿Nada que pueda afectar a ella?
– No, de hecho, fue muy cuidadoso con sus palabras, no
hablaban más de lo justo y necesario. –¿Cómo puede estar
tan tranquilo? Siento que puedo caminar por las paredes
ahora mismo.
– ¿Y ahora? ¿Cuál es el siguiente paso?
– Ahora debemos esperar a que despierte Majestad, ver
cuáles son sus síntomas, pero eso depende enteramente de
ella–el doctor toma mi antebrazo, intentando calmarme–
Estará bien, solo necesita compañía hasta que llegue el
personal del hospital, si no despierta para ese momento,
haré lo posible para que ocurra.
– Gracias…si no le molesta el atrevimiento, dejé una
habitación preparada para usted. –Me sonríe, pero con
lástima, sabe que no lo hago por ser amable, lo hago para
tenerlo cerca, en caso de necesitarlo.
– Estaré abajo esperando al personal, si me necesita solo
llámeme.
El doctor se aleja de mí y cuando estoy por entrar a la
habitación siento su olor.
Anís.
Repugnante.
Volteo para ver a Marilyn entrando al corredor, lo que
tiene en belleza lo tiene en crueldad, puedo ver la alegría en
sus ojos.
– ¿Qué ocurrió? –pregunta, simulando interés.
– Eleanor se descompuso–respondo con cuidado, no
quiero decir palabras de más. – Su padre vino a verla.
– ¡Oh, pobre! Por suerte tiene familia que la asiste– ¿Por
qué me pone a prueba?
– Nosotros somos su familia–respondo alterado– Ahora
si me disculpas…–Estoy por abrir la puerta cuando me
detiene, sujetando mi mano.
– No es tu responsabilidad bebé, deja de querer
encargarte de todo.
– Como dije antes, ella es familia, no una
responsabilidad, ahora SI ME DISCULPAS… –Abro la puerta y
la cierro en su cara, antes de que pueda decir algo más que
logre que definitivamente la evapore de mi vida. Me
recompongo unos segundos y luego camino hacia la cama de
Eleanor, ella duerme pacíficamente, su belleza es impecable
como siempre. Su perfume ya no es tan fuerte, apenas puedo
sentirlo.
Quizás hemos subestimado a mi tío, quizás si se trae algo
grande entre manos y esto es solo el comienzo. Tal como dijo
Eleanor, ella se ha convertido en una pieza en este juego y es
enteramente mi culpa.
Acerco el sillón a la cama y me siento allí,
contemplándola.
No puedo imaginarme un futuro sin ella, no me atrevo ni
a pensarlo y sí, soy un exagerado, pero verla así, me
suspende, no estoy acostumbrado, supongo que también
subestimé su fuerza, ¿cuánto puede aguantar una persona
realmente antes de perder?
Ansioso por ver sus ojos, me acerco a ella y tomo su
mano, besando cada nudillo, suplicándole que despierte.
– Vamos Eleanor…–susurro– Que la noche aún no
terminó y tenemos mucho de qué hablar. –Volteo para
verificar que no haya nadie en la habitación y continúo– Aún
tengo sed de ti, ahora que por fin te tengo, no puede ser que
te la pases durmiendo. –Me inclino sobre ella y susurro
sobre su oído– Vuelve a mi…
CAPÍTULO 46

E leanor

E STOY RODEADA de una oscuridad burbujeante y densa, no


puedo respirar.
No sé dónde me encuentro, lo último que recuerdo son las
dulces palabras de Hendrix y un dolor insoportable en mi
cráneo.
¿Acaso estoy muerta?
No, no puede ser.
– Vuelve a mí. –Escucho a lo lejos a Hendrix.
Vuelve a mí.
Vuelve a mí.
Vuelve a mí.
El eco retumba dentro de la oscuridad, quiero ir, pero no
puedo moverme, ¿qué es esto?
Will…
Estoy segura que debe tener que ver, porque recuerdo el
dolor que él sentía, la agonía.
– Will, ¿qué me hiciste? –pregunto al aire.
– Mía…–responde su voz engreída.
– ¿Lastimándome? ¿Qué clase de vampiro hace eso? –Mi
pregunta queda en la nada, nadie la contesta. Un sonido se
escabulle por detrás y creo ver una sombra dentro de esta
oscuridad.
Un momento, yo puedo ver en la oscuridad, ¿por qué no
puedo ver ahora? Focalizo mis ojos, intentando ver y de a
poco, el negro se vuelve gris y el gris se vuelve blanco. El
blanco se vuelve mil colores. Mis ojos se abren y lo primero
que veo es a Hendrix sentado a mi lado. Una sonrisa de
asoma en la comisura de sus labios.
– No puedes resistirte a mis órdenes, ¿no? –Parece
nervioso y lo oculta terriblemente mal. – ¿Cómo te sientes?
–Toma su celular y escribe algo rápidamente, luego lo vuelve
a guardar.
– Y tú no puedes resistirte al trabajo–contraataco.
Tengo que guardar mis palabras cuando la puerta se abre
y mi padre entra, con un grupo de gente.
– ¿Decías?
Le hago burla en respuesta, mientras focalizo mi atención
en mi padre.
– Eleanor. –Se sienta del otro lado de la cama y sonríe–
Bienvenida. –Toma su maletín y comienza a sacar
instrumentos.
– Gracias…–Miro a Hen quien se ha levantado y alejado,
observando cada movimiento que hace Solís.
– ¿Cómo te sientes?
– Para ser honesta, me siento bien…–Hen me mira con
reproche, no creyéndome en absoluto. – Lo digo de verdad,
aún no entiendo bien que ocurrió…
– Te desvaneciste. –agrega Hen. – Perdiste el
conocimiento por completo, tu nariz empezó a sangrar…
Me detengo para recordar, tengo algunos flashes, pero eso
es todo. Arrastro mis dedos por mi nariz, buscando la sangre,
está limpia. Hendrix mira hacia otro lado.
– Algo recuerdo, un dolor muy fuerte en la cabeza, luego
de…–Me quedo callada, recordando que le estoy hablando a
mi padre.
– ¿De? –Insiste. Es Hendrix quien salta a salvar la
situación.
– Dile al doctor lo de las emociones, eso estaba pasando
en ese momento, ¿no?
– Oh si…nunca experimenté algo así…
Mi padre me observa, pensativo, analizando todo lo que
digo.
Recuerdo el día que lo vi por primera vez, parecía tan
joven para ser médico, que por un momento tuve miedo de
estar en manos de un inexperto. Ahora lo veo como un ser de
un conocimiento infinito, si no fuera por él y mi madre
postiza no sé qué sería de mí. El día que vi una película de
Hugh Jackman hace muchos años, no podía dejar de pensar
en él, son tan similares.
– El rey solicitó un equipo para que se transfieran aquí, al
castillo, probablemente hagamos algunos estudios, solo para
verificar que todo esté bien.
– ¿Qué tipos de estudios? –cuestiona Hen.
– Comenzaremos con diferentes muestras de sangre y
orina, veremos a partir de allí, ¿está bien? –me pregunta,
pero sé que también le pregunta a él.
– Sí claro. –Miro hacia el costado, a Hendrix y pongo con
cara de pocos amigos– ¿Trajiste al hospital entero solo por
esto?
Mi padre habla con enfermeros, mientras ellos comienzan
a preparar todo.
– ¿“Solo por esto”? perdiste la conciencia en mis brazos,
casi te caes de la azotea y comenzaste a perder sangre por la
nariz, ¿cómo puedes categorizarlo como “solo por esto?” –
Mi padre pretende no escuchar, pero bien sé yo que está
pendiente de nuestra conversación.
– Me siento bien ahora, eso es lo importante…
– No te ofendas, pero prefiero escuchar la opinión del
doctor. –¡¿Por qué está siendo tan difícil?!
Estoy por contestarle cuando su celular suena y lo
atiende, sin quitarme los ojos de encima.
– Jason…sí, despertó, sí está bien. Imposible, tendrá que
ser mañana. –Le hago señas con las manos para que me
escuche, él aparta el celular de su oído.
– Lo que tengas que hacer, ve, yo estoy bien y no voy a
ningún lado.
– No. –Vuelve el celular a su posición original y sigue
escuchando a Jason.
– Padre, dile que estoy bien…–Mi padre nos observaba
como si fuéramos dos niños discutiendo.
– Majestad, esto puede tomar unas horas. –Hay firmeza
en los ojos del doctor, casi que siento que lo quiere fuera.
– Pero…
– Pero nada, ¡ve! –insisto.
Su concentración vuelve a la llamada con Jason
– Estaré allí en unos momentos.
– Espera, ¿estar dónde? –vuelvo a él.
– Oh, creí que me querías fuera…–levanta una ceja,
provocándome.
– Si yo no puedo salir de este castillo, entonces tu
tampoco. –Se ríe entre dientes, camina hacia mí y deposita
un beso en mi frente. – Me refería a la sala de juntas tonta,
no me pienso mover de aquí.
Siento como el calor sube a mi rostro cuando Hen besa mi
frente delante de mi padre y creo que él no se da cuenta hasta
que lo hace. – Vendré en unos momentos–dice incómodo–
Doctor…–se excusa, saliendo pitando de la habitación.
Mi padre acerca una jeringa y me pide permiso con la
mirada para colocarla, yo estiro el brazo y lo dejo hacer su
trabajo.
– Sigue siendo tan protector como siempre…–dice mi
padre con una media sonrisa.
– Un vampiro tan antiguo como él, no creo que cambie a
estas alturas. –Quita la aguja de mi piel y se la entrega al
enfermero detrás de él, quien me miraba con curiosidad. Le
indica que se lleve la muestra al hospital.
– Tienes razón ahí. –Se ríe mi padre– Espero que
recuerdes eso cuando haga promesas que no puede cumplir
–Suelta mientras coloca una tirita en mi brazo.
– ¿Qué quieres decir?, se claro. –Suspira y me entrega el
tarro donde tengo que orinar.
– Que tengo más años que ustedes dos juntos y me doy
cuenta Eleanor, siempre lo sospeché, pero lo confirmé el día
que te transformó y sabes que yo no estuve de acuerdo, pero
es mi rey y no puedo contradecirlo, ahora, tu eres mi hija y es
mi obligación aconsejarte. –trago saliva, nerviosa por el
inesperado momento serio entre nosotros, cuando él y mi
madre se habían enterado de mi transformación habían
reaccionado bastante mal, no me hablaron por algunos
meses después de eso– No me gustaría que sufras, no quiero
verte como “la otra”, tú tienes todo para ser la protagonista
de tu historia, nunca te olvides eso.
Lágrimas se asoman en mis ojos, nunca tuve una charla
tan sincera con mi padre.
– Gracias papá…
– Ahora ve a orinar en esto así ya puedo comenzar a
trabajar.
CAPÍTULO 47

H endrix

L UEGO DE FIRMAR unos contratos y resolver algunos números,


me encuentro en la sala de juntas, escuchando a Jason hablar
de la fiesta. Bueno “escuchar” no es la palabra adecuada
quizás.
No pensar en Eleanor se ha vuelto un reto, su imagen no
para de rondar por mi cabeza. Un vampiro no se enferma, tal
como lo haría un humano, es muy extraño e inusual lo que
ocurrió y estoy comenzando a pensar que el plan de William
acaba de comenzar, justo delante de mis ojos.
– ¿Crees que ella quiera participar?
– ¿Qué?
– Eleanor, si crees que ella… ¿dónde estabas? –me acusa.
– Escuchándote, sí, mi padre la invitó formalmente.
– Genial. –Sonríe, recostándose sobre el sillón.
– Genial, ¿por qué?
– Porque ella nunca se toma un momento y…–Comienza
a balbucear.
Desde que había declarado a Eleanor como mía, se había
vuelto mucho más difícil lidiar con este tipo de comentarios
y francamente estoy cansado de ocultarme. Quiero gritarle al
mundo lo que siento por ella, quiero que vean lo bien que me
hace, lo feliz y orgulloso.
– Déjame detenerte Jason, tengo que decirte algo. – deja
de tontear, se endereza y se focaliza en mí. – Estoy con
Eleanor.
Jason se mantiene serio, no expresa absolutamente nada.
– No entiendo…
– Que estoy con ella, voy hacer todo lo posible para
hacerla reina. –Sigue sin reaccionar– Sé que es mucho que
digerir, pero…
– ¡Lo sabía! –grita y golpea la mesa al punto de hacerle
una grieta. Se levanta de la silla y comienza a caminar por la
oficina sonriendo– ¡Siempre lo supe!
– ¡Baja la voz! ¡Maldición! –Coloca su mano sobre la boca
y se acerca a mí, sentándose a mi lado.
– Siempre poniéndote a la defensiva cuando hablo de ella,
observándola como un maniático, teniéndola a tu lado todo
el tiempo…
– Bueno, bueno, que no necesito una lista ahora mismo
eh... –Sé que nadie puede escucharnos, pero por las dudas
verifico mis alrededores.
– Lo siento, cómo…cómo, ¿cómo harás para desposarla?
Ella es…
– Lo sé, no digas esa palabra, la odio. Estoy consultando
con algunos originarios, para modificar las leyes.
– ¿MODIFICAR LAS LEYES? Espera Hendrix, es muy
peligroso eso que acabas de decir, la comunidad podría
enardecer, ya sabes cómo son esos estirados.
– Lo se…–Suspiro y refriego mis ojos, es más que nada
una costumbre, porque no produce ningún cambio, pero bajo
situaciones de estrés, es relajante– La amo Jason, la amo
desde que la conocí y estoy muy cansado de que mi vida le
pertenezca a un grupo elitista y no poder hacer nada al
respecto, es hora que ejerza mi poder como rey, es hora que
ejerza mi felicidad.
Jason me escucha y deja caer una mano sobre mi hombro.
– Ese es el problema Henry, no existen los reyes felices. –
Sus palabras caen como agua helada sobre mi piel, intenté
repasar mi herencia, intenté encontrar amor dentro de lo que
es matrimonios arreglados, lo más cercano son mis padres y
no estoy completamente seguro. Jason recoge sus cosas y
deposita unas palmaditas en mi espalda– Cuenta conmigo
para lo que sea, sabes que haré todo lo que este a mi alcance
para ayudar.
– Gracias –susurro, mientras dejo caer mi cuerpo sobre el
sillón.
Jason no intenta ser negativo, intenta ser realista y sé que
tiene razón. Pero todo puede cambiar en algún momento y si
la comunidad no me apoya, bueno, quizás sea hora de ceder
el trono a alguien quien le dé prioridad al poder.
Alguien como mi tío.
CAPÍTULO 48

E leanor

LA de la raza está aquí.


FIESTA
Astrid me había prestado un vestido (porque nunca en mi
vida he tenido que comprar uno), pero cuando Hendrix se
enteró, envió un estilista y un batallón de gente para que
haga esas cosas que a algunas mujeres les divierte, peinado,
maquillaje, etc.
Solo puedo pensar en lo limitada que estoy para moverme,
en caso que una emergencia ocurra. El vestido es negro y
largo hasta los pies, un tajo comienza en la cadera,
exponiendo mis piernas más de lo que me gusta, los tacos
son inmensamente altos, pero sí que son bonitos.
Para hacer juego con los aretes, tengo en mi oído derecho,
un micrófono que me comunica con Marco y me mantiene
conectada con la seguridad del evento.
No es tan fácil desligarme por completo.
Abro la puerta para salir y me encuentro con Hendrix del
otro lado. Lleva un smoking entallado, con un moño negro,
los puños de la camisa sobresalen por debajo de las mangas
del traje, exponiendo sus gemelos favoritos. Los mismos que
usaba su abuelo y su padre. Era una tradición familiar en
estas fechas. Es como una moneda antigua griega, según la
leyenda, el hombre dibujado de perfil con una planta de
olivares en su cabello, fue el primer monarca.
– T-te ves…–Toma aire y sacude sus manos con
nerviosismo–Increíble.
– Gracias. –Sonrío– Tú también… ¿qué haces aquí? Creí
que ya estabas abajo…–Hen coloca las manos en los bolsillos
e investiga nuestros alrededores.
– Tendría, Marilyn ya debe estar buscándome por ahí,
pero quería ser el primero en verte. Ahora sé que tomé una
buena decisión. Todos van a mirarte hoy, pero yo soy el
primero. –Sonríe abiertamente y yo siento que el alma se me
retuerce por besarlo. Nos observamos detenidamente.
– Mejor ve. –Lo echo, pero Hendrix cae sobre mí como
una avalancha, encerrándome entre su cuerpo y mi puerta.
– ¿Cómo voy a sobrevivir esta noche, Eleanor? –susurra
sobre mis labios– Todos van a desearte y no hay nada que
pueda hacer para impedirlo. –Parece realmente preocupado,
nervioso y ansioso.
Fuera de control.
Dejo que mi mano acaricie su mejilla, mi tacto hace que se
pierda en el momento, cierra los ojos y comienza a calmarse.
– No seas exagerado Hen, no hay un solo vampiro allí
abajo que no me vea con inferioridad, nadie va a intentar
nada…–Sus labios se contraen, exponiendo sus colmillos.
– Los odio, a todos ellos.
– Shh…guarda ese odio para cuando lo necesites de
verdad. –Sus ojos se abren, parecen más oscuros, más
violentos que antes.
– Mi padre insiste en que quiere presentarte a alguien,
quiero arrancarle la cabeza a cualquiera que intente
cortejarte hoy.
– Hen, detente, todo tiene que seguir igual, ¿recuerdas?
Tú estás con Marilyn esta noche…puedo encargarme sola de
cualquiera que pretenda algo, ahora ve…
– No sin un beso antes. –Su sonrisa aparece, tan sensual
como siempre. Apoya sus labios sobre mí y yo me dejo sentir
su presencia, pero por solo unos segundos.
– Ve…que el olor nos puede delatar. –Frunce su ceño,
frustrado. Pero ambos sabemos, que de los dos, soy la única
que usa el razonamiento en momentos como estos.
– Vendré cuando la fiesta termine, no te quites ese
vestido, ese será mi trabajo. –Me roba un beso más y camina
lejos de mí.
Como una tonta sonrío y trato de calmarme un poco.
Sí, estoy nerviosa por esta fiesta, no quiero codearme con
esa gente, odio la exposición, la mirada. Todos ellos me ven
como un ser inferior. Definitivamente me sentiría más
cómoda trabajando en la seguridad de la fiesta, siendo
invisible ante los ojos pomposos de estos vampiros.
Antes de bajar, llamo a Marco para verificar que todo esté
funcionando como lo organizamos.
La entrada a la fiesta es solo por invitación, todos los
invitados deben pasar por una cabina que controla cualquier
tipo de armas o elementos punzantes. Hay guardias en cada
extremo del salón, en la entrada y en los techos.
Sí, estamos asegurados.
– Ve a la fiesta, por un segundo de tu vida, pasa un buen
momento, ¿quieres? Tengo todo controlado y si hay alguna
emergencia, eres la primera que se enterará–dice Marco,
puedo imaginarme la sonrisa en su rostro.
– Qué fácil es para ti, no tienes que lidiar con estos
estirados.
– ¡Ha! Una de las ventajas de no ser la mano derecha del
rey supongo. –Sí supieras Marco, todo lo que conlleva mi
título…– Hablamos luego.
La llamada finaliza y ahora no tengo más excusas para
ausentarme de la fiesta. Respiro profundamente y camino
hacia el elevador.
Cuando las puertas se abren, encuentro un salón decorado
con la elegancia que caracteriza a Astrid, todo muy sobrio y
blanco, hay flores por doquier, una iluminación cálida y
música increíble. Me causa gracia como ahora se escucha
Jazz como un modo de música elegante, en otros tiempos era
todo lo contrario y estos pomposos huían del ritmo, pero
esto es lo que hacen los vampiros, se adaptan a todo.
Menos a mí.
Cuando doy un paso adentro del salón, me siento en una
película, donde la chica ingresa a la fiesta y hasta la música
se detiene. En mi caso eso no ocurre, pero las miradas frías y
juzgonas están sobre mí. Avanzo entre la muchedumbre, sin
saber exactamente a dónde me dirijo, es demasiada presión,
no saber qué hacer y una gran cantidad de vampiros,
observando cada movimiento.
Ellos no me quieren aquí y lo hacen notar.
¿Dónde están mis padres? Ellos serían la distracción
perfecta.
Entre la gente encuentro a Hendrix con la Barbie colgada
de su brazo, él me focaliza casi en el mismo momento, me
regala una sonrisa y casi ya puedo sentirme más aliviada.
Marilyn, que no es ninguna boba, sigue la mirada de Hen
hasta encontrarse conmigo.
Lanza dagas envenenadas hacia mí, pero mi coraza las
repele.
Hendrix siente la repentina hostilidad entre la gente y
aunque algunos hablan y continuaban con su velada, otros se
dedican a observarme con malicia. Puedo ver el momento en
el que Hendrix entiende que ocurre, su rostro se transforma.
Temo por él, tengo miedo que haga algo que lo abochorne.
– Brazo salvador–susurra alguien por detrás. Primero
encuentro un brazo esperando por ser tomado y luego veo la
cara de Jason. Se ríe de mí con complicidad.
– Yo diría un salvavidas entero Jason, gracias, se estaba
volviendo muy incómodo. –Observo a Hendrix de reojo y
aunque no se ve completamente aliviado, sí lo noto más
tranquilo.
– Lo sé y tanto tú como yo sabemos que, si no hacía algo,
nuestro rey iba a enloquecer. –Río entre los dientes, tratando
de no ser tan bruta dentro de toda esta élite– Lamento que
nuestra raza sea tan retrograda–Con pasos lentos, Jason
comienza a caminar hacia el bar.
– No es tu culpa, aunque estoy acostumbrada ya, solo
estoy aquí porque me lo pidieron, si fuera por mí, estaría en
la azotea, jugando con mi francotirador. –Jason ríe, mientras
toma dos copas de algo que no sé qué es y me lo entrega.
– Eso suena muy Eleanor y enteramente más divertido
que esto. Esta gente debería venir a mi club más seguido. –
Observa la muchedumbre. El milagro de Jason hace que las
miradas vuelvan a dónde deberían estar, lejos de mí– Por
cierto, te ves increíble–susurra sobre mi oído. Jason siempre
intentando agradarme– Pero no le digas a Henry que dije
eso. –Mi mirada de confusión lo hace reír– Sí, estoy al tanto
de todo, no me mires así.
Perseguida miro alrededor, rogando que nadie lo haya
escuchado.
– ¿Te lo dijo? –susurro. Él asiente mientras toma todo el
trago de una vez– Maldición…–¡Oh! ¡Mierda! Cubro mi boca,
regañándome a mí misma.
– El pobre vampiro necesitaba sacarse el peso de los
hombros, no lo culpes. –Tomo el vaso y trago el líquido. Es
amargo y asqueroso.
– No lo hago, solo que…ya sabes, las leyes, prohibiciones
y todo eso…–digo como si no fuera importante.
– Tienen mi apoyo, solo quería que sepas eso. –Toma mi
mano entre las suyas, luego se acerca a mi oreja izquierda–
Pero si no funciona, ya sabes dónde desquitarte…
Antes de que pueda responderle, Hendrix está a nuestro
lado, con la Barbie.
– Eleanor…–saluda ella con su sonrisa digna de un
reptil– Estás muy bonita. ¿Ese es el antiguo vestido de
Astrid? –pregunta con malicia.
– Oh, no, es uno nuevo–indico, estirándolo con mis
manos nerviosas.
– Fue un regalo de mi parte–dice Hendrix, intentando
molestar a su prometida– Y veo que le haces justicia. –Guiña
un ojo hacia mí y mis nervios se elevan hasta el techo.
¿Qué haces Hendrix?
Marilyn no puede ocultar su furia, comprime sus labios y
su respiración se vuelve acelerada, pero rápidamente
enmascara su rabia con una sonrisa, es una experta en fingir.
Antes de que pueda agregar algo, Jason otra vez, salva la
noche sacando temas de conversación triviales. Los escucho
conversar por lo que parecen horas, pero solo fueron
minutos.
Qué aburrimiento.
De golpe siento que alguien toma mi brazo, mis sentidos
se encienden, volteo y encuentro a Aren, sonriendo de oreja a
oreja.
– Quien iba a decirlo, ¡dichosos los ojos! –Me abraza y
deposita un beso en mi mejilla.
– Gracias Majestad. –Me sonrojo otra vez– Tú te ves tan
elegante como siempre. –Devuelvo el cumplido. Me toma de
la mano y me arrastra lejos de circulo.
– Ven, quiero presentarte a alguien y no puedo hacerlo si
tus dos guardaespaldas te persiguen. –Volteo para ver a
Hendrix observándome mientras su padre me lleva lejos y a
Jason ocultando su risa tras la copa. En el otro extremo del
salón. Hay un macho observando por uno de los ventanales,
de espaldas a nosotros, sé que debe ser ese.
Cuando voltea, mi respiración se suspende por unos
segundos.
La belleza en este espécimen es tanta que tengo que alejar
la mirada de él, para ocultar mi nerviosismo.
– Noah, déjame presentarte a Eleanor, jefa de seguridad
de mi hijo. – Noah camina hacia nosotros y estira la mano
para estrecharla conmigo. Su altura y el porte de su cuerpo
secan mi boca, la barba de cuatro días resalta su quijada
afilada, su cabello es muy similar al de Hendrix, rebelde por
momentos y lacio por otro.
– Un gusto Eleanor. –Su piel es suave y sus manos
delicadas, un hombre de negocios seguro.
– El gusto es mío. –respondo. Un silencio se forma entre
los dos, el padre de Hendrix tiene que intervenir.
– Él es dueño de GSI. –Oh…GSI es la compañía que nos
proporciona toda la tecnología para la seguridad del castillo.
Nunca había tratado con él antes…pero si había escuchado
sobre su fortuna.
– Oh, bueno, hoy estamos haciendo un buen uso de tu
producto. –Suelto su mano cuando me doy cuenta que la
retengo más tiempo de lo normal.
– Espero que eso sea algo bueno. –Ríe buscando
complicidad con Aren, yo río, pero por compromiso, no es
algo gracioso la seguridad del rey.
– Bueno, sé que deben tener mucho de qué hablar, los
dejo en paz. –Y como si nada, estoy a solas con este vampiro.
Maldición.
CAPÍTULO 49

H endrix

– ¿Quién es ese? –gruño por lo bajo a Jason.


– Ese es Noah Kierr.
Mi padre se retira de la conversación, dejándolos solos.
¡Solos! ¡¿Con que necesidad?!
– ¿Se supone que ese nombre significa algo? –respondo
con resentimiento.
– Es el hijo de Adalbert Kierr. –Lo miro preocupado luego
de escuchar ese nombre– Oh, ahora entiendes…
Adalbert Kierr era un famoso sargento vinculado a la
guerra original, había trabajado codo a codo con mi abuelo,
los dos murieron degollados ante la iglesia.
– ¿Y ahora qué hace? –pregunto mientras sonrío
falsamente a los vampiros que transitan a mi alrededor.
– Ahora es el dueño de GSI. –Vuelvo mi mirada a Elanor.
Se la ve muy interesada y a él también.
¿Esa fue una risa?
– ¡Bebé! –grita Marilyn. Creo que me lleva llamando un
tiempo ya.
– Tu madre nos precisa para el brindis. –Miro a Jason de
reojo, con cara de pocos amigos. Él pretende no verme, toma
a su esposa y camina hacia el resto del público.
Mi madre me espera a los pies de un pequeño escenario,
sonríe feliz porque todo sale como lo había planeado.
– Es hora del brindis Real hijo, ¿estás listo? –No, odio
hablar en público.
– Si, cuando tú digas madre. – Marilyn acomoda el moño
que tengo puesto y me sonríe como si estuviese enamorada
de mí. Todos en esta habitación saben que no hay nada más
alejado a la realidad. Este compromiso fue solamente hecho
para que la comunidad deje de hablar a mis espaldas.
– ¿Dónde está tu padre? –Mira alrededor.
– No lo sé, la última vez que lo vi, estaba con Eleanor y un
vampiro de por ahí…
– ¡Oh sí! ¡Noah! Tu padre estaba muy emocionado en
presentarlos, dice que tienen mucho en común. –¿Por qué
todos están tan ilusionados con ese Noah?
– Me imagino. –respondo con sarcasmo. Marilyn
pretende no escucharme.
– ¡Oh! Allí está, ¡Aren! ¡Ven aquí! –Mi madre le hace
señas para que suba al escenario, la multitud de a poco
comienza a silenciarse a medida que choco una cuchara
sobre la copa de cristal.
– Buenas noches a todos. –Comienzo, desde aquí arriba
tengo un poco más de perspectiva de cuanta gente hay en la
fiesta, al menos doscientos vampiros, seguro. Mis ojos
recorren la habitación, pero se detienen cuando veo a
Eleanor salir por el balcón con ese vampiro. No me gusta
nada. Inmediatamente mi humor se transforma. – Les deseo
un feliz día de la raza. –Levanto mi copa y todos repiten lo
mismo, intento agudizar mis ojos y seguir a Eleanor con la
mirada, una vez que focalizo, siguen conversando
enérgicamente– Esta noche es muy especial, es importante
recordar los logros de la raza y por sobre todo la
supervivencia a través de los siglos. –¿le está acariciando el
brazo? – Solo nosotros sabemos el verdadero significado de
la palabra reinvención–Todos asienten y ríen– O la palabra
adaptación. Gracias a eso vencimos cualquier obstáculo que
se nos impuso. –Da un paso más adelante, acortando la
distancia entre los dos ¿quién se piensa que es? – Y d-
derrotamos a cualquier e-enemigo. –¿Por qué ella no se aleja?
– Así que…–¿Se está acariciando el cabello? ¿Ese idiota se piensa
que puede conseguir a mi Eleanor? Intencionalmente mira
hacia mí y me da una media sonrisa. Siniestra, orgullosa, una
sonrisa que dice algo más y no puedo entender que. No sé por
qué Eleanor me da la espalda y observa el jardín, ¿por qué no
está escuchándome?
– ¿Hendrix? ¿Estás bien? –Escucho a mi padre que
pregunta incómodo.
– Sí, sí–respondo buscándolo detrás de mí. Cuando
vuelvo la mirada al balcón las puertas están cerradas.
Oh no…
El característico ruido a la plata afilada saliendo de la
vaina, se escucha por todos lados.
Los gritos comienzan a desplazarse por la habitación.
La sangre baña las paredes.
Estamos bajo ataque.
CAPÍTULO 50

E leanor

– S IN PREGUNTARTE DEMASIADO , sé que odias este tipo de fiestas


tal como lo hago yo–dice Noah, su mirada es astuta.
– Ni lo digas, no sé cómo sobreviven a esto, tantas veces
en esta larga vida –respondo mientras observo a la élite a mi
alrededor.
– Tienes suerte si no lo sabes, significa que no
participaste en tantas, parece difícil de entender, pero los
vampiros son absolutamente predecibles.
– ¿A sí? ¿Y cómo es eso? –Le sigo el juego.
– Puedo decirte lo que va a ocurrir ahora mismo–Sin
observar a la multitud comienza a relatarme exactamente lo
que transcurre frente a mí– Por el momento todos sonríen,
charlan, carcajean, ahora comienza el discurso del rey que le
da la inauguración legal y legítima, a una fiesta donde todos
terminan intercambiando parejas, tomando la sangre del que
no deben tomar o sino, corriendo en la calle antes de que el
sol salga. Tienes que elegir una de las tres. –Suelto una
carcajada.
– Te juro que no quiero presenciar nada de eso, pretendo
desaparecer cuanto antes– Noah se mueve con una elegancia
robadora de alientos, recoge dos copas de la bandeja del
mozo que pasa a nuestro lado. Me la entrega y me guiña un
ojo.
– Para sobrevivir también es necesario el alcohol. –En
realidad el alcohol normal que los humanos consumen, no
nos provoca nada, pero los vampiros tenemos nuestro propio
estilo y es mucho más fuerte que el normal.
Los dos tomamos de la copa, cuando un sonido brota del
escenario, volteo para ver que Hendrix está por dar su
discurso. Noah me mira con una mirada cómplice y los dos
reímos fuertemente.
– Tú sí que sabes…
– Te lo dije, ¿quieres ir afuera o quieres escuchar el
entretenido discurso del rey? –Observo el escenario, veo a
Marilyn al lado de Hendrix, sonriendo abiertamente y
exponiendo su cuerpo como un pavo real, los padres de
Hendrix del otro lado del escenario, todos parecen la familia
feliz y perfecta.
Yo no estoy en la imagen y si me detengo un momento y
muy dentro mío busco sinceridad, sé que nunca voy a ser
parte del momento Kodak.
– Definitivamente vamos afuera. – Noah extiende su
brazo y lo tomo. A medida que avanzamos, observo de reojo a
Hendrix y antes de que nuestras miradas se crucen, observo
a Noah con una gran sonrisa.
Por todas las veces que tuve que verte con alguien,
Hendrix.
¿Por qué me volví así de golpe?
El aire fresco mueve mi vestido y expone un poco más de
lo que el tajo ya exponía. A Noah no se le escapa el detalle,
pero pretende no notarlo.
– ¿Qué beneficios tiene ser la jefa de seguridad? –
pregunta mientras se apoya en las columnas del balcón.
Su pregunta queda flotando en el aire, mi primera
respuesta es, “estar con Hendrix” pero eso no puedo decirlo
en voz alta. Lo grave es que no encuentro una segunda
respuesta…en absoluto.
La voz de Hendrix llega hasta aquí, habla de logros y
hazañas, me distrae un segundo, pero logro focalizarme en
Noah otra vez.
– Vivir en el castillo supongo. – Noah se ríe y también lo
hago yo, es la respuesta más insípida del mundo. Los
aplausos entran por las puertas del balcón. Noah frunce el
ceño como si le dolieran los oídos.
– ¿Te molesta si cierro? Últimamente mis oídos están
más sensibles de lo normal. –Si cierra la puerta no voy a
poder seguir con mi sesión de “Celos Express”, pero a la vez
puede que a Hendrix le vuele la cabeza por no saber qué está
pasando.
Qué difícil elegir.
Volteo para ver el jardín un momento y sobre mi hombro
respondo.
– Para nada. –Lentamente cierra las puertas dobles,
aislándonos de todos– ¿Por qué crees que tus oídos…?
Y de golpe, como un susurro escucho pasos a mi
alrededor, pasos rápidos, botas pesadas. Volteo para ver a
Noah con sus manos en los bolsillos apoyado en la puerta,
sonriendo con sensualidad.
– ¿Decías? –insiste.
Escucho a la gente correr, los gritos…
¡¿Cómo pasó esto?!
– Quítate de la puerta, no quiero lastimarte. –Sé que no
va a moverse, le doy cinco segundos– Te lo advertí.
Rompo mi vestido para poder moverme y arranco los
zapatos de mis pies. Corro hacia él y con solo la planta de mi
pie derecho sobre su pecho, logro abrir las puertas otra vez.
No va a detenerme un modelo de Instagram.
Corro hacia la familia real, mientras esquivo las espadas
que asesinan vampiros. La sangre en el suelo de mármol hace
que mis pies se resbalen.
– ¡Marco! ¡Marco! –grito mientras presiono el auricular,
pero no hay respuesta. Sobre mi izquierda alcanzo a ver la
puerta de emergencia cerrarse. Corro hacia allí y encuentro a
la familia real corriendo por un pasillo– ¡Por aquí! –grito.
Comienzo a guiarlos por pasadizos que solo conocemos
unos pocos. Y cuando digo pocos me refiero a Hendrix y a mí.
Él está a mi lado en un segundo.
– ¡¿Estas bien?! Creí que…
– Sí, no hables Hen, corre. –Finalmente llegamos.
Hendrix coloca su huella dactilar y las puertas gruesas y
gigantes se abren– Entren allí, ¡vamos! –Los padres de
Hendrix y la Barbie entran al cuarto de pánico.
– ¡Eleanor! –Escucho la voz de Marco detrás de mí, está
absolutamente magullado, su rostro esta bañado en sangre y
sostiene su brazo derecho haciendo presión– Están por todos
lados, no hay salida.
– Entra aquí. –lo empujo a la habitación anti-pánico–
Cuida de ellos.
– ¡Eleanor! –grita Hendrix– Entra aquí, ¡ahora!
– ¡Volveré! ¡No te preocupes! Marco, ¡cierra la puerta! –
Solo se puede hacer desde adentro.
– ¡Y una mierda! Entra aquí Eleanor. –Sabía que me lo iba
hacer difícil, pero allí fuera están mis empleados muriendo,
¡no puedo esconderme en una habitación!
– Lo siento…–murmuro.
– ¿Qué? ¡Entra! –Cuando intenta tomarme del brazo,
empujo a Hendrix con todas mis fuerzas haciéndolo
colisionar contra la pared contraria. Los padres me observan
con horror y la Barbie grita cosas irreproducibles. Empujo la
puerta que pesa una tonelada y le ordeno a Marco– Ciérrala,
no le abras a nadie que no tenga mi voz. ¿Entendido?
– Sí Eleanor. –A medida que la puerta se cierra, puedo ver
a Hendrix levantarse y correr hacia mí.
– ¡No! ¡No hagas esto! –Nunca escuché gritar a Hendrix
con tanta desesperación. – ¡Eleanor!
Cuando oigo la traba, intento recuperar la respiración.
Sigo escuchando los gritos de Hendrix del otro lado.
Volteo y corro hacia el campo de batalla que hay dentro
del castillo.
Antes de volver al salón, busco mis armas. Siempre
escondo armas por los rincones del Castillo. Sabía que un día
esto podría ocurrir.
Desentierro una espada en una gran maceta que alberga
una floresta imponente y salgo al salón. Cuando entro solo
puedo ver una matanza frente a mí. Hay cuerpos por todos
lados.
El silencio aturde.
Ya todo ha acabado.
– Bienvenida–dice Noah en un rincón del salón. Camina
hacia mí, con sus manos en los bolsillos. Sujeto mi espada
con fuerza.
– No te acerques si no quieres perder tu cabeza Noah…–
Se detiene a exactamente cinco metros de mí.
Escucho una respiración trabajosa sobre mi izquierda.
Jason está en el suelo, pretendiendo estar muerto, quito mis
ojos rápidamente de él y comienzo a llamar la atención de
Noah para que no se concentre en él– ¡¿Dónde está?!
– ¿Quién? –Su voz se vuelve aún más sensual que antes.
Camino hacia la derecha, alejándome de Jason lo más que
puedo. Sé que William está detrás de esto, lo presiento.
– ¡WILLIAM! –lo llamo con un grito autoritario y lleno de
furia.
Unos pasos suenan detrás de mí y siento su presencia
oscura y sofocante. Sus emociones golpean mi pecho. Le
ruego a mis piernas que no me abandonen esta vez.
– ¿Me llamabas, mi amor? –Volteo y allí está, oscuro,
sensual, imponente. William se siente victorioso ante esta
masacre.
– ¿Por qué…? –Señalo a mi alrededor, angustiada, dolida,
avergonzada por haber fallado tanto.
– Eran traidores. –Da un paso adelante pero no hacia mí,
hacia Jason.
No, no, no
– ¿Traidores? ¡¿De qué demonios hablas?! –Tengo que
distraerlo de alguna manera.
– Pronto tendremos el tiempo suficiente, para que te
explique mis planes mi amor, ven, nos vamos… –Estira su
mano, esperando que la tome.
– ¿Tan loco estas, que crees que me voy a ir de aquí
voluntariamente?
William ríe siniestramente y da un paso más cerca hacia
Jason.
– Creo que pudiste salvar a casi todos tus seres queridos…
¿Casi? Oh no… ¿de quién habla?
– William, ¿mis padres…?
– Tranquila, ellos están bien, ¿crees que soy un
desalmado? Me encargué de que tus padres no puedan venir
a esta gran fiesta. Debo admitirlo Eleanor, no creí que la
familia real fuese a sobrevivir esta noche, pero una vez más,
me sorprendiste.
– El alumno superó al maestro, supongo… –Pretendo
arrogancia, él se ríe genuinamente y por un segundo
recuerdo los momentos con él. Donde todo parecía perfecto.
– No Eleanor, no todavía…–Toma del cabello a Jason y lo
levanta en el aire como si no pesara ni un gramo.
– ¡No! –grito. William coloca una espada en su cuello.
Jason respira trabajosamente.
– ¿Ves? Aun te queda mucho que aprender amor. –Se
prepara para degollarlo.
Jason…cuanto lo lamento…
– ¡Espera! –grito y William se detiene, observándome con
mucho cuidado. Dejo caer la espada y levanto las manos al
aire– Iré contigo sin pelea, pero solo si lo dejas vivir.
La sonrisa de satisfacción de William me revuelve el
estómago, tiene todo planeado.
Maldición.
Susurra unas palabras en el oído de Jason y lo arroja lejos
de él como si fuera asqueroso solo tocarlo. William vuelve a
estirar la mano hacia mí.
– Ven.
No me puedo mover.
– Ven Eleanor…
Los sentimientos de William me ahogan, él siente…
siente…
– ¡VEN O LO MATO!
Doy un paso al frente y luego otro. Mi cuerpo toma las
riendas, porque mi mente está petrificada. Apoyo mi mano
sobre la suya y él la encierra lentamente.
– Buena chica.
CAPÍTULO 51

H endrix

– ¡Abre la maldita puerta! –grito, aunque Marco pretende no


escucharme – ¡Marco! ¡Es una orden!
– ¡Hijo! –grita mi madre desde atrás– No es seguro,
¡espera a que vuelva! –Estoy poniendo en peligro a mis
padres, lo sé, pero necesito ir a buscarla.
Volteo para ver a mi madre petrificada dentro de los
brazos de mi padre. Él está absolutamente irritado y
Marilyn…bueno se la ve muy tranquila. Encuentro la mirada
preocupada de mi padre, sé que él quiere salir a la batalla
también y no puede dejar sola a mi madre.
– ¿Qué es este lugar? –pregunta Marilyn.
– Un cuarto anti-pánico–responde mi padre. –
Probablemente una medida de precaución pensada por
Eleanor.
Eleanor…
Eleanor…
– ¿Crees que fue William? –susurra mi madre, yo me
encuentro de espaldas a mi padre, pero casi puedo
imaginarlo asintiendo con la cabeza– Oh dios…Eleanor…
ella…
– Mejor ella que nosotros Majestad–responde Marilyn.
Ya me he cansado.
Al siguiente segundo, la tengo tomada del cuello contra la
pared.
– Calla esa lengua venenosa que tienes Marilyn, vuelve a
usarla y la arranco. –Mis dientes están expuestos, mi ira no
tiene control. Mi padre me separa de ella, su rostro está lleno
de pavor.
– ¡Hendrix! ¿¡Qué demonios te pasa!? –Marilyn pretende
llorar en un rincón del cuarto. Ignoro los gritos de mi padre,
pero él insiste– ¡Debes mantener la calma! ¡Esa es la ley
fundamental del rey!
– ¿Hendrix? –Se escucha detrás de la puerta.
Jason.
– ¿Jason?! ¿Eres tú? –Escucho un grito de alivio del otro
lado– ¡Abre Marco!
– Majestad, mis órdenes son otras, lo siento mucho…
– ¿Hendrix? –Vuelve a llamarme del otro lado– Todos se
fueron ¡Ya no queda nadie!
¿Nadie?
– ¿Qué quieres decir? –Jason se toma unos segundos,
hasta que vuelve a hablar. – Se la llevó Hendrix, William se la
llevó. –Cuanto lo siento…–su voz se entrecorta, se puede
escuchar la pena y por alguna otra razón, vergüenza.
Mis rodillas se vencen, pero me sujeto de la puerta
intentando no caer.
Mi estómago se contrae.
Mi garganta se endurece.
Mis colmillos brotan más que antes.
– Abre la puerta Marco o juro por Dios…
Marco esta vez sí reacciona a mi orden, quizás fue por
alguna diferencia en mi tono de voz, mi mirada, mi aura, no
lo sé, el punto es que lo hace.
Cuando la puerta se abre, primero inspecciona el lugar,
solo para encontrar a mi amigo muy lastimado del otro lado.
– ¡Jason…! –Su rostro está cubierto por sangre, su pecho
muy mal herido– ¿Qué ocurrió?
Él primero observa por encima de mi hombro, mi padre se
coloca a mi lado en un segundo.
– Ella…ella me salvó–susurra avergonzado y agitado–
William estaba por decapitarme, ella intercambió su libertad
por mi…, lo siento, lo siento mucho.
Comienzo a correr hacia el salón, mi padre viene a mi
lado. Cuando entramos ninguno tiene palabras.
Es un rio de sangre.
Cuerpos por doquier, gemidos aislados de algún
sobreviviente.
El aroma de Eleanor se siente en la lejanía.
La perdí…
– ¡¡¡¡Ahhhh!!!! –grito empujando lejos todo lo que está
cerca de mí.
Caigo al suelo de rodillas, mi padre me sostiene, pero no
hay nada que pueda hacer.
Acabo de morir.
CAPÍTULO 52

W illiam

NO PUEDO DEJAR DE SONREÍR .


Hace muchos siglos que no me siento tan feliz.
La victoria siempre es la sangre más fresca.
Me encuentro en los asientos traseros de mi auto. Noah
conduce, por lo cual, puedo depositar toda mi atención en
ella. Está muy enojada, puedo sentir su rabia, su confusión y
principalmente su derrota.
Perdió.
YO gané y es cuestión de días hasta que finalicé con mi
cometido.
– No te sientas así mi amor…–Suelto– A todos nos toca
perder alguna vez en la vida. –ella no mueve la mirada del
espejo retrovisor, observa como un halcón a Noah. – Y
tampoco lo mires así, él solo hizo lo que le pedí.
Me ignora por completo, no quita la vista de allí. Él, cada
vez que puede la mira también.
No me gusta su juego de miradas.
Noah es el dueño de una de las compañías más
importantes de nuestro mundo. La seguridad entera del
castillo se basa en sus sistemas.
Sistemas que fueron hackeados para mi conveniencia,
claro.
Mis mejores soldados fueron invitados y esperaban mi
señal para cortar la cabeza de cualquiera que se cruzara por
nuestro camino. Sabíamos que tocar a la familia real sería
difícil, por eso conseguimos que el estúpido de mi hermano
quisiera presentar a Eleanor con Noah y así desestabilizar
todo el humor Real, no me gustaba el plan del todo, odiaba
imaginar a Noah coquetear con ella, pero a la vez sabía que
era la única oportunidad.
Lo que desconocía era la habitación anti-pánico.
Ni para eso sirve Marilyn.
– ¿Qué se siente ser el personaje, que en lo único que es
bueno es en seducir? –pregunta ella, ignorando por
completo lo que acabo de decirle.
– Funcionó. –responde él, con una media sonrisa. Quiero
detener esto ya, no se trata de él. Se trata de MI– Eso es todo
lo que me importa.
– Al menos tus aliados usaban espadas, tu, lo único que
tuviste que hacer es pararte allí y lucir bonito, patético. –
bueno esto tiene que acabar.
– Eleanor, termina ya, mantén un poco de dignidad. –
Noah está por acotar algo, solo tengo que levantar mi mano
para hacerlo callar, él no es parte de este momento, esto es
solo para mí y para ella. – Aparte él tiene razón, caíste en la
trampa más antigua y humana posible.
Al fin sus ojos se depositan en mí.
Hola hermosa.
Hierve de furia, me encanta.
– Es verdad, los humanos suelen buscar machos poco
importantes para incitar los celos del alfa. –Ahora soy yo el
que hierve, ¿lo había usado para darle celos a mi sobrino?
– Cállate. –celos, dolor, ira.
– Oh, ¿qué es eso que sientes? ¿Te duele saber que los
siglos pasan y aún sigo enamorada de él?
– Suficiente Eleanor o te callas o…
– No me amenaces William, los dos sabemos que
raptándome no vas a conseguir nada de mí. ¿Realmente crees
que puedes forzarme a amarte?
– Forzarte no, eso no es lo que quiero, lo que busco es
cambiarte. –respondo con una sonrisa, se detiene a mirarme
sin entender nada de lo que digo.
– ¿Cambiarme? –En ese momento deslizo una jeringa
sobre su cuello. Sus intenciones de luchar, se ven borradas en
el momento que la droga entra a su torrente.
En exactamente cinco segundos, ella está desmayada en
mis brazos. La cargo sobre mí, como si fuera lo más preciado
en el mundo.
Bueno, al menos lo es en mi vida.
Vuelvo a sonreír.
– Acelera Noah, quiero estar en casa cuando despierte.
– Sí, general.
CAPÍTULO 53

H endrix

EL EQUIPOentero trabaja en la sala de juntas.


Mis manos están entrelazadas, mis codos apoyados en el
apoyabrazos, mi mirada perdida. Mi padre no se mueve de mi
lado, se siente responsable, lo sé.
Como debería ser.
Mi padre se empeñó toda su vida en alejarnos y este es el
último intento.
Los padres de Eleanor habían sido visitados por un
soldado de William, impidiéndoles venir a la fiesta,
cortándolos de toda comunicación posible, en cuanto fueron
liberados corrieron al castillo, reclamándola a los gritos, no
sabía qué decirles, yo estaba igual de desesperado.
Igual de roto.
Todo es un caos a mi alrededor y dentro de mi mente.
El equipo habla, el sonido de las teclas me perfora los
oídos, los murmullos son cada vez más fuertes.
¡BASTA!
Me levanto de la mesa y salgo por la puerta como una
tormenta. Han pasado solo cuatro horas, que parecen ser
cuatrocientos años, nunca el tiempo había sido un problema
para mí, hasta ahora.
– Hijo. –Escucho a mi padre detrás de mí, intentando
mantener mi ritmo.
– Ahora no papá, necesito estar solo–respondo por
encima de mi hombro.
– Quiero pedirte perdón. –me detengo y lo enfrento. La
furia es irreprimible.
– ¿Perdón? ¿Por qué? ¿Por arrebatarla de mis brazos?
¿Por haber ganado finalmente esta batalla? No me mientas,
¡estás buscando separarme de ella desde siempre! –Estamos
en medio del castillo, todos pueden oírnos.
– ¡Sabes que ella es como una hija para mí! ¡No quiero que
nada le ocurra! –Camino hasta él y me detengo a centímetros
de su rostro, listo para atacar, listo para herirlo.
– Tú querías llevar a cabo este evento. Tú orgullo y tú
estúpida tradición llevaron a esta masacre, a que yo la
pierda, así que ruégale al dios que no crees padre, porque si
ella no vuelve, no me hago cargo de mis acciones.
– Entiendo que estés enojado, pero la vamos a encontrar,
es solo cuestión de tiempo hasta que William…
– ¡Tiempo es lo que no hay! ¡¿No lo ves?! No me puedo
imaginar que perversidades puede estar haciéndole el
enfermo de tu hermano, ¡alguien a quien deberías haber
matado y tú le perdonaste la vida! –Intenta responder, pero
no le permito– Tú lo dejaste ir, ¡porque era tu hermano y
ahora YO tengo que lidiar con un psicópata que se robó a la
mujer que amo!
Mi padre se come las palabras que esta por decir cuando
escucha la realidad. Parece impactado, asustado y
principalmente consternado.
– ¿La amas? –La voz de Marilyn aparece detrás de mí,
pero mis ojos no se mueven de los de mi padre.
Cuando finalmente volteo ella no se ve triste, se ve
asqueada.
– No pretendas no saberlo Marilyn, tú tampoco me amas,
no sé qué te sorprende, si nuestro matrimonio es arreglado.
–Vuelvo a darle la espalda, dándole toda la importancia que
se merece de mi parte. – Voy a salir a buscarla, si la encontré
una vez encerrada en una torre, tranquilamente puedo
encontrarla de vuelta.
– P-pero el sol…–dice mi padre.
– ¡NO ME IMPORTA! –grito en su rostro. Camino lejos de
ellos, escuchando a la conciencia de mi padre gritar en
desesperación y el falso llanto de Marilyn.
CAPÍTULO 54

E leanor

M IS PÁRPADOS PESAN UNA TONELADA . En mi pecho hay una fuerza


que me empuja hacia abajo, intento mover las manos y
tampoco puedo moverlas con libertad. El sonido metálico de
las cadenas que me sujetan, perfora mis oídos.
– Despacio, no quieres sobrecargar tus sentidos. –La voz
de William suena desde el rincón izquierdo de donde sea que
esté.
Lentamente abro los ojos.
Estoy en una habitación, específicamente sobre una cama
doble, mis pies y manos están atados a los diferentes postes.
Oh…, mierda.
William aparece frente a mí, esta vez no sonríe, está serio.
– ¿Q-qué me diste? –Mi voz suena rasposa y el ritmo de
mi corazón es sumamente lento. Él se sienta en mi costado
derecho.
– Algo para facilitar tu estancia aquí, en mi hogar. –
Intento abrir los ojos aún más y explorar mi alrededor.
Una habitación de paredes negras, una cama de sábanas
blancas y una puerta.
Eso es todo lo que puedo observar.
– Así que, ¿todo esto para torturarme? –Si no mantengo
esta actitud engreída con él, temo perder la cabeza.
– Oh… ¿creíste que iba a torturarte? –Su mano acaricia mi
mejilla. – No sería capaz de lastimarte.
– ¿Entonces?
– Voy hacer que grites mi nombre. –¿Qué? – Voy hacer
que me necesites, voy a hacer de mí, tu único universo.
¿De qué demonios habla?
– Will, estás completamente loco…–Cierro los ojos un
segundo, están tan cansados, pero justo en ese momento es
cuando siento su mano sobre mí.
No llevo ropa.
Abro los ojos completamente esta vez.
Estoy desnuda.
Con la punta de su dedo comienza un recorrido lento que
pasa por el medio de mis pechos, luego toca por mi estómago
y finalmente sobre mi centro. Intento cerrar las piernas, pero
las cadenas no me dejan.
Una risa surge desde el fondo de su garganta.
– No puedes cerrar las piernas, ¿no lo ves? Estas a mi
merced.
– ¡Sácame las manos de encima! –Lo hace,
automáticamente.
– No voy hacer nada que tu no quieras El, es una promesa.
–sus ojos me penetran, tengo que apartar la mirada para no
terminar en la misma locura eterna que él.
Deja de mirarme por un momento para comenzar a
manipular una jeringa entre sus manos, muevo mis brazos
desesperada, pero siguen sujetados con algo más fuerte que
yo.
Un cable aflora de mí costado derecho, una bolsa
transparente cuelga a mi lado.
– ¿¡Qué demonios es eso!? –Inserta la aguja y deja que el
líquido entre a mi torrente sanguíneo.
– Eso es lo que hará que grites mi nombre. –Sonríe.
¡¿Por qué es tan críptico?! ¡No entiendo qué demonios va a
sucederme!
– Will, no puedo estar aquí mucho tiempo, necesito de la
sangre de Hendrix, sino moriré en esta cama. –Deja caer su
cuerpo sobre mí y muy siniestramente besa mi frente.
– Vuelve a decir su nombre en mi presencia, mi amor. –
susurra sobre mis labios. – Estoy deseando que desates mi
furia. –Vuelve a su posición original y observa mi cuerpo.
Lento.
Sediento.
Lujurioso.
Mis párpados comienzan a ser pesados otra vez, tengo
sueño, pero no quiero dormirme con él a mi lado.
No puedo, no debo.
Pero me hundo, más y más, hasta dejarme caer.
CAPÍTULO 55

W illiam

S E VE MUY PACÍFICA DURMIENDO , pasaron solo dos horas desde la


última dosis.
– Despierta dormilona. –Acaricio su brazo. Ella estira su
cuerpo primero, el sonido de las cadenas chocando entre
ellas me excita tanto, que tengo que pensar en otra cosa para
no caer en la tentación. Cuando abre sus ojos, me sonríe.
Me sonríe como solía hacerlo. Con amor, con respeto.
– Hola Will. –Escuchar mi nombre sin desprecio entre los
dientes es una canción de cuna.
– ¿Cómo dormiste? –Su mirada es juguetona, un rayo de
electricidad va directamente a mi polla.
– Hubiese dormido mejor contigo.
Respira.
Respira William.
– Pronto mi amor, pronto dormiremos juntos. –Quiere
aplaudir, las cadenas no se lo permiten. Observo su reacción.
– ¿Otra vez jugando conmigo? –Señala los grilletes
levantando los brazos.
Asombroso.
La droga sí funciona.
– Ya sabes que soy insaciable–respondo a medida que me
arrastro sobre ella– ¿Puedo besarte? –asiente con vergüenza.
Chica traviesa.
Deposito un beso sobre ella, con precaución, lento, aún no
puedo creer que esto esté funcionando. Devuelve el beso con
intensidad. Nuestras lenguas se conectan y pierdo el control
automáticamente. Intenta desabrochar los botones de mi
camisa, las cadenas no se lo permiten.
– Qué quieres mi amor–pregunto entre besos.
– Quítate la ropa.
– Lo que órdenes. –Abro mi camisa de un tirón,
esparciendo los botones por todos lados, ella gruñe cuando
ve mi cuerpo desnudo.
Contrólate…
Lo que sigue es mi pantalón y se relame la boca cuando ve
mi polla.
Va a matarme.
– ¿Y ahora? –pregunto mientras me froto sobre ella como
un animal en celo.
– Ahora follame, como sabes hacerlo. –Dejo caer mi boca
sobre su pecho derecho y succiono de ella como si fuera una
fuente de energía. Grita y se retuerce debajo de mí. Siglos
esperando por esto y ahora está aquí, disfrutando de mí.
Tomo mi polla y la empujo dentro de ella con fuerza. –¡Oh! –
grita– ¡Oh Hen!
¿Que?
Salgo de ella inmediatamente y me alejo lo más que puedo
de la cama.
– ¡¿Qué dijiste?! –Me observa confundida. Realmente no
entiende que acaba de suceder.
– Tu nombre.
– ¿Cuál es mi nombre El?
– Hen, ese es tu nombre. –Mis manos están en su cuello,
apretando con tanta fuerza que puedo visualizar como va a
romperse. Busca aire y algunas lágrimas se desparraman por
sus mejillas llegando a mis manos. Es allí cuando vuelvo en
mí.
– Mi nombre no es ese, mi nombre es William–corrijo–
¿Entiendes eso?
– ¡S-si! –responde.
– ¡Dilo! –tomo mi polla y la introduzco en ella otra vez. –
¡Di mi nombre Eleanor! –Comienzo a empujar dentro de ella.
Sentirla es como una droga.
– ¡William! ¡Oh! William –gime.
– Eso es mi amor. –comienzo a follarla con energía. –
Dilo cada vez que sientas mi polla dentro de ti…
– ¡William! ¡William! William. –responde y mis oídos lo
agradecen.
– Si…así me gusta, te dije que ibas a gritar mi nombre, ¿o
no? –dejo caer mi peso sobre ella.
– Sí lo hiciste William.
Me vengo dentro de ella, llenándola de mi veneno, de mi
oscuridad, mi obsesión, todo dentro de ella.
Mia.
Ahora es mía, mi pequeña muñeca y voy a hacer con ella,
lo que me dé la gana.
CUARTA PARTE
CAPÍTULO 56

W illiam

Q UINCE DELICIOSOS DÍAS .


Hace ya quince días que es completamente mía, no solo
eso, está a mi completa merced.
Su única meta en esta vida es complacerme y eso hace,
todos los días y más de una vez por día. Nunca tengo
suficiente de ella, no importa lo perverso, macabro u oscuro
es lo que demande de ella.
Simplemente me lo da.
Creí que antes de tenerla estaba obsesionado,
internamente lo sabía bien, pero ahora siento que no puedo
respirar si no la toco primero.
Si no la beso.
Chupo.
Follo.
Ah…de tan solo pensarlo mis dientes muerden mis labios
intentando contenerse.
Todo sale según el plan.
Eleanor cada día se vuelve más adicta a la droga que
deposito en ella. Una droga que mis científicos habían
desarrollado a través de los años.
¿Qué hacía? Bueno, dispara puntos estratégicamente
seleccionados de su mente y olvida otros.
Básicamente se volvió un títere vivo y con solo un poco de
escuela, puedo enseñarle para que la quiero. Está aquí para
amarme, venerarme, yo soy su Dios y ella, mi más humilde
servidora.
Solo una puerta me aleja de ella en este momento y tengo
que seguir escuchando a Noah hablar de estrategias, solo
quiero que se calle y correr hacia ella. Enterrar mi boca entre
sus piernas y hacerla gritar de placer.
– Creo que es hora de la segunda faceta. –dice y eso me
trae de vuelta a él.
– ¿Video?
– Sí, es solo para provocarlo, no puedes delatar tu
ubicación desde allí, haremos que Marilyn lo deje en su
escritorio, ya sabes, solo muéstrale lo que puedes hacer con
ella.
Tantas cosas…
– Está bien.
La idea principal era retener a Eleanor e intercambiarla
por el reino, pero me había acostumbrado tanto a ella, que
ya, poco a poco, estaba olvidándome de ello.
Quizás no es poder lo que quiero, quizás siempre fue ella.
– General, ¿todavía sigue interesado en el reino? Porque
no lo veo muy comprometido con la causa, los días pasan y la
gente que lo apoyo está impacientándose.
Doy un paso más cerca de él y susurro.
– Disculpa, ¿me estás hablando a mí? –Noah se tensa,
intentando mantener la compostura.
– No estaba intentando ser irrespetuoso, general, sé que
los placeres carnales pueden… –Observa la puerta detrás de
mí– Distraerlo un poco…
– Sé muy bien lo que hago, ahora retírate, antes de que
escuche la pequeña voz en mi cabeza que dice que te mate.
Prácticamente sale corriendo.
Sé que tiene razón, pero como le dije a Eleanor una vez,
ahora no puedo parar.
No quiero, mejor dicho, la quiero encerrada en ese cuarto,
atada con mis cadenas, llena de mi semen.
Vuelvo a mirar la puerta y el estómago se llena de
ansiedad. Otra sesión con ella se avecina y no solo eso, esta
vez voy a filmarla y Hendrix lo va a ver.
Ah…, la vida es demasiado buena.
Coloco mi mano sobre el pomo de la puerta y lentamente
la abro. Duerme, como siempre, la droga solo la mantiene
despierta unas horas. Coloco mi celular apuntando a la cama
y oprimo el botón para grabar.
– Amor, levántate. –Gime entre sueños y se vuelve a
dormir. Me subo a la cama, miro hacia la cámara y sonrío.
Entierro mi lengua entre sus pliegues y ella grita como si se
ahogara.
Lamo y relamo, succiono y trago.
– ¡Will…! –grita, si, di mi nombre.
– ¿Qué ocurre amor? –continúo con mi viaje de placer.
– Nada, sigue, no pares, por favor. –Su sabor es tan dulce
como su olor, sus gritos son mejor que una obra de
Beethoven.
– Will, ¡me vengo…! –Si mi amor, grítalo más fuerte para
que te escuche tu amante. La única razón por la cual me avisa,
es porque tiene determinantemente prohibido acabar si no es
bajo mi comando. Me detengo y muy bruscamente la doy
vuelta sobre la cama, dejando su trasero expuesto para mí. La
embisto con fuerza, nunca dejando de observar la cámara.
– ¿Me sientes El? ¿Me sientes dentro tuyo? –Mis manos
sujetan sus caderas y mis dedos se entierran en su piel.
– ¡S-si!
– Dime cuánto me amas…–digo entre dientes. Ella no
responde.
Se soluciona rápido, una nalgada que deja su trasero rojo,
es más que suficiente.
– ¡Te amo Will! ¡Te amo! –Esas dos palabras mágicas,
tienen sobre mí un efecto extraordinario.
– Ya puedes acabar mi amor. –Comienza a gritar,
mientras yo acabo dentro de ella, tan intenso, tan potente…
Empujo mi última gota y recuerdo que la cámara sigue
rodando.
Qué casualidad, justo hoy no terminé con mi juego.
– Eres una pequeña insaciable Eleanor, quien lo hubiera
dicho…–Ríe traviesa, amo esa risa. – ¿De quién eres?
–Tuya–responde agitada. Quito mi polla de ella y me
acuesto a su lado, se deja caer, agotada.
– ¿Te autoricé a que descanses? –Mi tono amenazante la
despierta y se sienta en la cama, sobre sus talones. Las
cadenas de los pies las eliminé hace unos días, me estorban–
Buena chica, ahora límpiame.
Ah sí, las mamadas de ella son como tocar el cielo con las
manos. Su tímida boca comienza a deslizarse por mi polla,
pero demando más, sujetándola del cabello y empujándola
hasta que tiene arcadas.
– Eso es, así. –Miro a la cámara y sonrío– ¿Ves Hendrix?
Tú podrías haber tenido esto, pero decidiste darle prioridad
al poder.
En cuanto digo su nombre, ella se detiene un segundo,
pero no le doy tiempo a vacilar el movimiento, empujo su
cabeza para silenciarla.
La droga aún tiene algunas cuestiones que solucionar.
Estoy por venirme otra vez…
Exploto en su boca, mi semen se desparrama por toda su
quijada y cuello.
– ¡Oh no, El! ¡Mira lo que hiciste!
– Perdón…–responde ella como una niña indefensa.
– Ahora tienes que limpiarme otra vez.
Y así paso mi tarde. Con mi juguete preferido.
CAPÍTULO 57

H endrix

NO PUEDO CREER lo que veo.


No quiero ver.
Quiero borrar de mi mente lo que ocurre frente a mí,
quiero arrancarme los ojos y arrojarlos al fuego.
Ella parece disfrutar…
…parece… ¿enamorada?
¿Habría renunciado Eleanor a todo para estar con él? ¿Es
todo esto un plan de parte de los dos para destruirme? ¿Para
fisurar mi corazón?
¿Qué corazón? Si ya no lo siento en mi cuerpo. ¿Y para qué
lo querría, si está arruinado?
Arrastro todo lo que está sobre mi escritorio y lo estrello
contra la pared. Inclusive la laptop donde se reproduce el
video, haciéndose añicos por todos lados.
Mi padre entra rápidamente a mi oficina, me encuentra
gritando y llorando como a un niño.
– ¡¿Qué ocurrió?! –pregunta mientras observa todas mis
cosas desparramadas por ahí.
No quiero contestarle, no quiero que sepa ¡no quiero! Pero
mi padre es un macho inteligente, quita el pendrive de la
laptop y llama por la puerta a Marco.
– Tráeme otra laptop, volvió a romper la de él. –Es la
segunda.
– ¡No quiero que nadie vea eso! –grito, pero él me
ignora– ¡Padre! ¿Me escuchaste? ¡Nadie!
Tanto dolor que no puedo respirar.
Tanta furia que siento que puedo romper el mundo con
solo mis pensamientos.
– ¡Necesito ver si dice dónde está! –dice mi padre, lo
quito de su mano y lo guardo en mi bolsillo.
– Lo único que hay allí es un mensaje de Eleanor.
– ¿Y qué dice?
– Que ya no quiere estar conmigo.
– Dame eso, Hendrix, no seas ridículo. –Forcejeo con mi
padre, pero estoy tan débil por la falta de sangre que él puede
quitármelo sin demasiado esfuerzo. Marco entra por la
puerta con una laptop nueva.
Otra vez.
– Gracias Marco–dice mi padre y muy sutilmente señala
la puerta para que se retire. Me alejo de él, llevando mis
manos a la cabeza y tirando de mi cabello.
– No puedo escucharlo otra vez, ¡no me hagas esto!
– Vete, necesito saber qué pasa. –No me quiero ir,
tampoco quiero ver o escucharlo otra vez. Mi padre coloca el
pendrive, sus auriculares y de pie frente al escritorio observa
lo que ocurre. Al principio aleja la mirada, asqueado por la
situación.
Es Eleanor la que está allí, su “hija”
A medida que avanza, veo como mi padre pierde la cabeza
como lo hago yo.
– ¿De dónde sacaste esto? –dice cuando termina.
– Apareció en mi escritorio. –No voy a mirarlo a los ojos,
mi mirada está perdida en los jardines de mi madre.
Este es el fin.
Ya no hay vuelta atrás, he perdido a Eleanor para siempre.
Mi padre se mantiene callado por unos segundos.
– ¿Quien estuvo en tu oficina?
– Solo yo.
– Estoy seguro que Eleanor dejó cámaras aquí…–Lo había
hecho, ¿cómo no lo he recordado? Estoy tan cegado por el
video que he olvidado por completo que había aparecido en
mi escritorio como por arte de magia. Volteo y con vergüenza
miro a mi padre.
– ¡Marco! –llamo, aparece en menos de un segundo. –
¿Las cámaras de mi oficina están encendidas?
– Eleanor las mandó a activar cuando empezó todo esto.
–responde el bien entrenado Marco.
– Quiero saber quién entró desde la última vez que me fui.
–Literalmente vivo en mi oficina desde hace quince días,
buscando respuestas a todo esto. Marco afirma con su cabeza
y se retira. Mi padre quiere hablarme, pero no encuentra la
manera.
– Hijo, estoy seguro que hay una explicación para esto.
– El video se explica solo padre, tú la viste, está
completamente entregada a ese loco. –Camino por la oficina
sin sentido, me encuentro en un laberinto de pensamientos
no hay salida para mi esta vez. Volteo y encuentro a mi padre
observando el video…, otra vez.
– ¡¿Qué haces?! –levanta su dedo índice y me silencia. –
¡Qué demonios, padre!
– Mira…mira esto ven…
– ¿Qué? ¡No!
– Hijo, si no fuera algo importante no te haría verlo, ven,
colócate los auriculares. –Una repentina confianza aparece
en mí, hago lo que me pide y con asco vuelvo a ver la escena
donde el amor de mi vida, está follando con mi tío.
“– ¿Ves Hendrix? Tú podrías haber tenido esto, pero
decidiste darle prioridad al poder.”
Mi padre detiene el video.
– ¿Lo viste?
– ¿Qué? No, ¡no sé de qué me hablas!
Me duele.
– Deja de ver a William, mira a Eleanor y observa cómo
reacciona cuando escucha tu nombre. –Vuelve a reproducir el
video y lo veo.
Una fracción de segundo.
Un detalle que puede cambiarlo todo.
– ¿Crees que…?
– No lo sé, pero definitivamente hay algo raro, mira que
confundido se vuelve su rostro, cuando dice tu nombre y
principalmente mira como William la fuerza
inesperadamente.
Lo veo
¡Ella se había detenido!
– Quiero creerte padre, ¿pero y si ella…?
– Hijo, no es momento de poner en tela de juicio lo que
siente por ti.
– Pero quizás fue toda una pantomima, un juego entre
ellos para…
– No, esa es tu mente envenenando tus pensamientos,
conozco a Eleanor, ella es incapaz de traicionarte.
¿Será?
¿Será que esto aún tiene solución?
Marco entra, con imágenes en su mano.
– Majestad, solo una persona entró. –Deja la foto sobre el
escritorio. Mi padre y yo nos miramos sin poder creerlo.
– Hijo, nunca pensé que iba a decir esto, pero es hora de
que seas un tirano.
– Marco. –El soldado espera mi orden– Detén a Marilyn
inmediatamente, llévala a la sala de interrogación.
CAPÍTULO 58

H endrix

E L PRIMER DÍA que vi a Marilyn, solo vi un obstáculo para


llegar a Eleanor, vi la nueva causa por la que nos ibamos a
alejar, la nueva razón por hacer pasar a Eleanor por un
sufrimiento irrecuperable. Marilyn era el fin de nuestra
historia, era la representación de nuestro miedo más grande.
Una reina, una amante, alguien a quien iba a llevar del brazo
para siempre. Mi rabia y odio se acumularon con los años,
detestándola con cada célula de mi cuerpo, con cada gota de
sangre. Pero ella no tenía la culpa, ¿no? Ella era solo una
hembra que buscaba su lugar dentro de la aristocracia. Me
generaba culpa odiarla o maltratarla cuando ella solo
intentaba cumplir con su rol. Esa culpa llego hasta hoy.
Ahora observo a Marilyn a través del vidrio que me oculta,
mis colmillos están afuera, mi ira burbujea en la superficie
de mi piel, pero muy en el fondo siento alivio, porque al fin
voy a deshacerme de ella.
No puedo creer que casi la convierto en mi reina.
Si ella es cómplice de mi tío, entonces significa que ayudó
a que todo esto ocurra…que se llevaran a Eleanor lejos de mí,
que mataran a la mitad de todos los vampiros de la
comunidad.
Quiero matarla con mis propias manos.
– Está todo listo, Majestad. –dice Marco.
Marilyn debe sujetarse de la silla en la que estaba sentada,
porque una tormenta va a entrar y arrasar con ella.
Voy a destruirla.
Abro de un golpe y me detengo delante de ella.
Llora.
Tiembla.
Y yo lo disfruto, ella debe pagar por lo que hizo.
– ¡Yo no fui! –grita. – ¿Cómo puedes desconfiar de mí
así? ¡Soy tu prometida!
Frunzo el ceño ante la inesperada afirmación.
– ¿Prometida? ¡¿Prometida?! –Comienzo a reír y su llanto
se detiene. – ¡¿Creíste que después de todo esto yo iba a
querer llevar a cabo el casamiento?!
– ¡Di todo por ti! ¡Deje mi vida! ¡Y tú solo me estás
humillando de esta forma!
– Te humillaste sola en el momento que decidiste ser
cómplice de mi tío. ¿Qué te prometió? Dímelo…
– Eres asqueroso Hendrix… ¡NO TE MERECES EL TRONO!
– ¿Así es cómo lo quieres hacer? ¿Vas a negarlo al menos?
– ¡Yo no tengo nada que ver con él!
Deslizo la foto sobre la mesa. Es un montaje del
movimiento de entrada y salida.
– Oh…, ya no gritas tanto ahora, ¿no? ¡Debería arrancarte
la maldita cabeza! –gruño mientras golpeo la mesa con el
puño, ella salta en el lugar, asustada. – Pero primero
necesito saber dónde la tiene…
Su rostro asustado se transforma en un engreído y
sonriente.
El retrato de un psicópata y ¿por qué? Porque sabe que no
tiene escapatoria.
– Por lo que vi, la tiene bien cuidada. –Peina su cabello
hacia atrás, creyendo haber ganado esta batalla. – Si mal lo
recuerdo, cuando la follaste en nuestra cama no gritaba así.
– ¿Nuestra? Nunca fue tu cama. –Camino por la sala. – La
única que durmió conmigo fue ella ¿o eso prefieres no
recordarlo? –Su rostro se enciende de rabia.
– Puedes decir lo que quieras Hendrix, pero nunca podrás
tenerla de nuevo, ¡ya no te pertenece! –Esa última parte la
grita desde el fondo de su corazón, hay malicia allí. Sonrío y
salgo del cuarto. – ¿No tienes más palabras? ¡¿Rey?!
Mi padre me mira confundido, sé que es por la
declaración de Marilyn, pero pretendo no darle importancia a
ese pequeño pedazo de información.
– Observa esto…–Oprimo los botones necesarios y la luz
UV aparece en el cuarto. Marilyn grita como cuando
despellejas un animal.
Grita, grita y grita.
Mi padre lleva una mano a su boca, impactado por el arma
que poseo en el castillo, cuando estoy satisfecho es cuando
me detengo.
– Fue idea de Eleanor. –digo orgulloso.
Él se queda sin palabras y tampoco agrega nada cuando
vuelvo al cuarto.
– No me gustan los gritos Marilyn y menos los tuyos, tu
voz es sumamente molesta. –Ella está temblorosa y sin
fuerza, su piel está toda chamuscada.
Su belleza desapareció, ahora es solo su alma oscura la
que se ve.
– Vete a la mierda…–Logra decir.
– ¡Dónde está!
No responde.
Salgo de la sala y vuelvo a repetir el proceso. Cuando
vuelvo, el olor a quemado es mucho más fuerte y difícil de
sentir.
– ¡DÓNDE ESTÁ, MARILYN!
Susurra palabras sin sentido.
– ¡CONTESTA!
– En la mansión Kierr…
– No puede ser allí, ya revisamos y no había nadie.
– No en esa, la o-otra. –un hilo de baba cae por la
comisura de sus labios, sus ojos no pueden mantenerse
abiertos.
– ¿Cuál otra? –miro hacia el espejo, sabiendo que mi
padre está del otro lado con Marco, buscando toda la
información.
– La vieja…–su cabeza cae hacia adelante. Marilyn se
desmaya.
La observo con burla y salgo de la habitación.
– La quiero presa y con guardias, aliméntenla, a ver si así
se despierta.
– Sí Majestad. –Marco se hace cargo de la situación,
mientras mi padre y yo le llevamos la información al equipo.
CAPÍTULO 59

W illiam

S É que el sol acaba de ocultarse, lo siento en mi cuerpo.


Volteo y sujeto a Eleanor contra mí, que duerme desnuda a
mi lado. Comienzo a depositarle besos en el cuello para que
despierte, es hora de su próxima dosis.
– Despierta mi amor. –susurro sobre su oído.
Hace una semana que duermo con ella, se siente bien. Me
siento bien, me siento amado y venerado por ella.
Eso es todo lo que quiero en realidad. Lo que siempre
quise en mi vida fue ser admirado por una hembra como ella.
Podría mantenerla conmigo para siempre…podría
abandonar la causa y…
La puerta suena.
Cubro el cuerpo de Eleanor con las sábanas, no quiero que
nadie la vea, especialmente Noah que no para de observarla
con deseo.
– Pasa…–Me acomodo sobre la cama, sentándome más
erguido y dejo caer mi cabeza sobre el cabezal, mi cuerpo
desnudo se expone ante él.
– General, tenemos una situación. –Eleanor se da vuelta y
queda boca arriba, la sábana se corre y expone un poco de su
pezón derecho. Los ojos de Noah no pueden resistirlo.
– Mírame a mi Noah, a menos que quieras perder los ojos.
–Suspiro cansado de tener que lidiar con estas
circunstancias. ¿Tan difícil es estar a solas con ella?
– Lo siento, general.
– ¿Qué situación? –Coloco mi mano sobre el centro de su
cuerpo, sujetándola con firmeza.
Esto es mío.
– Marilyn no contesta. –Que perra estúpida.
– Estoy seguro que es nada, dame mi celular. –Noah lo
toma desde una mesa de noche y lo deposita en mi mano. De
mala gana, tomo el aparato negro y marco su número.
La llamada suena una, dos, tres veces y comienzo a
preocuparme, al cuarto alguien levanta la llamada.
– Tío, qué madrugador…–Me siento en la cama y le hago
señas a Noah para que active lo que sea que tenga que
activar.
Estamos comprometidos.
Mi mano derecha sale del cuarto inmediatamente, para
dar aviso.
– Vaya, vaya, al fin puedo hablar con mi sobrino. –me
siento en la cama, necesito mi completa atención en esta
llamada. – ¿Qué puedo hacer por ti?
– Bueno, por empezar podrías tener dignidad y matarte,
pero seamos realistas, nunca tendrías el coraje de hacerlo.
– Parece que te crecieron pelotas sobrino, digo, para
hablarle así a un superior.
– Siempre estuvieron ahí, solo supiste que botones
apretar para conseguir mi completa atención, ahora dime,
¿qué es lo que quieres?
Ah…sí, la pregunta clave.
Me levanto de la cama y comienzo a caminar por la
habitación. Eleanor no para de moverse, su mente comienza
a despertar y necesita su dosis cuanto antes.
– Bueno, lo que realmente quiero está aquí conmigo,
desnuda en mi cama, recién nos levantamos, discúlpame si
aún estoy medio dormido, fue un día muy largo para los dos.
–Un gruñido se escucha del otro lado. Suficiente para mí
satisfacción.
– No creo que hayas montado semejante show solo para
conseguir a Eleanor tío, creo que hay algo más allí, algo que
deseabas desde que mi padre estaba al poder.
– ¿Dónde está Marilyn? –Cambio de tema. Las
negociaciones comienzan ahora.
– Déjame enviarte una foto de ella. –El celular zumba en
mi oído, cuando lo alejo puedo ver una imagen difícil de
digerir.
Marilyn y su belleza ya no existen. Su rostro tiene heridas
de primer y segundo grado, su cabello sucio y desalineado.
¿Cómo demonios le hizo eso? ¿La torturó bajo el sol?
Hendrix realmente perdió la cabeza.
La rompió, si llego a eso y todavía sigue viva significa que
la perra estúpida hablo, eso seguro.
Lo cual significa que sabe mi locación.
– No sabía que eras capaz de hacerle eso a tu mujer.
– Ya no lo es, nunca lo fue. –Se escucha que escupe sobre
ella. No siento pena por Marilyn, ella fue la que se acercó a
mí, la que se vendió para vengarse de su novio descuidado.
Esto cae enteramente en ella.
– Qué casualidad, anoche hablábamos con Eleanor y
discutíamos que sentirá el rey, sabiendo que su tío follo a sus
dos mujeres.
El silencio reina del otro lado, esto es todo lo que necesito,
debilitarlo mentalmente para poder tomar de él, todo lo que
quiero.
– Cualquiera que intente alardear una follada con Marilyn
es un pobre perdedor. Por mi lado nunca toque a esa hembra,
pero con Eleanor, bueno, creo que no hay nada mejor que
hacerle el amor a la mujer que amas, pero supongo que no
entiendes de qué estoy hablando.
– De hecho, lo hago, lo hice en el atardecer y lo voy hacer
cuando termine esta llamada sobrino.
– Oh no, follar una Eleanor drogada e inconsciente es más
patético que una paja en un baño público tío, déjame detener
la conversación aquí porque no va a ningún lado y
permíteme preguntarte una vez más, ¿QUÉ QUIERES?
Mis dientes chocan entre sí, mis manos tiemblan pidiendo
a gritos romperle el cuello. Maldito hijo de…
– ¡Hendrix! –grito riendo– ¡Esa corona será mía!
– ¿Hendrix? –suena detrás de mí, cuando volteo Eleanor
está sentada en la cama, confundida a más no poder. Noah
entra a la habitación y se detiene al verla absolutamente
desnuda, voltea para alejar la mirada.
Le hago señas para que la silencie, se pone manos a la
obra en un segundo
– ¡¿HENDRIX?! ¡NO! ¡NO SUÉLTAME! ¡HENDRIX! –La
jeringa penetra su piel y a los pocos segundos cae
inconsciente en la cama de vuelta.
Pero es demasiado tarde, él escuchó todo.
– ¿Pretendes drogarla por toda la eternidad? ¡Cobarde! Tú
y tu séquito van a pagarla, te lo juro William, escúchame con
atención, voy hacer de tu mundo un infierno viviente y
cuando tu cuerpo ya no lo resista, allí, en ese preciso
momento, vas a recordar que este tirano te lo advirtió más de
una vez, Eleanor es mía. –corto la llamada.
No hay tiempo para escucharlo.
– Tenemos que irnos, la locación está comprometida.
CAPÍTULO 60

H endrix

– Q UIERO LA LISTA DE INVITADOS , quiero saber quiénes fueron


los sobrevivientes, quiero saber dónde viven, cuáles son sus
círculos, ¡quiero saber hasta qué tipo de zapatos usan! –
grito.
El equipo se duplicó en las últimas veinticuatro horas.
Luego de una extensa búsqueda en la mansión Kierr y sus
alrededores, habíamos vuelto al principio.
La estúpida de Marilyn está demasiado dañada para
hablar, no tenemos un solo sospechoso. Las cámaras fueron
hackeadas el día del evento, las armas escondidas por
Marilyn por toda la mansión, solo resta cazarlos uno por
uno, hasta encontrar uno sea lo suficientemente débil como
para escupir toda la información.
Es cuestión de esperar.
Pero odio hacerlo, más cuando sé que Eleanor está siendo
tocada y abusada por ese hijo de puta.
Marco se volvió mi mano derecha en este último mes, no
solo es eficiente, sino que está tan preocupado por ella como
yo, escucho sus pasos acercarse aceleradamente.
–Majestad, si me da autorización puedo comenzar con los
arrestos y la interrogación inmediatamente. –Levanto los
ojos y me encuentro con los suyos, determinados y enojados.
– Hazlo. –Se inclina unos centímetros haciendo la
estúpida reverencia y sale de la habitación. Solo quedamos
mi padre y yo, y en este momento decido hacerle las
preguntas necesarias para dejar en evidencia los hechos
verídicos de todo este problema– ¿Por qué creíste que Noah
era apropiado para Eleanor? –Dejo caer mi espalda en mi
asiento y espero por la respuesta, estoy exhausto, no he
dormido en semanas. Mi padre se mueve exactamente como
yo y piensa una respuesta con mucho cuidado. Sabe que voy a
arremételo con culpa y odio.
– En una gala benéfica se me presentó, me dijo quién era
y que hacía, me pareció un vampiro de excelencia y uno de
mente abierta, creí que era adecuado para ella.
– ¿Y por qué creíste que ella necesitaba a alguien? –
Veneno entre mis dientes y sombras en mi corazón, eso es lo
que siento en estos momentos. La imagen de Eleanor con mi
tío me revuelve las tripas cada vez que pienso en ello.
– Porque cualquiera puede ver el dolor inmenso que esa
hembra lleva en sus hombros. Sus ojos están llenos de pena,
su alma silenciosa y triste.
– Por ti, porque no nos dejaste ser felices.
– Hendrix, ¡eres rey! No puedes estar con una…
– ¿Humana? –Necesito fuerzas para no matarlo.
– Sabes que yo no juzgo, aunque creo que lo que le hiciste
fue catastrófico, ella es tan parte de la familia como lo eres
tú.
– ¡Mientes! –Golpeo la mesa con el puño cerrado. – ¡Cada
vez que tuviste oportunidad intentaste separarnos!
– Te estaba haciendo un favor.
– No, te estabas asegurando el linaje. ¿Pero sabes qué
padre? Toda esa nobleza, ese linaje que tanto amas, acaba de
darte la espalda en un intento sediento de poder, ellos solo
quieren el control, creen en una raza superior y el derecho a
ciertas cosas que nunca ganaron, pero eso se va a acabar.
– Qué quieres decir…
– Que todo por lo que ellos luchan va a terminar en
cuanto encuentre a Eleanor y la haga mi esposa, voy a cazar a
cada uno de ellos, voy a destruirlos y luego voy a comenzar
una nueva generación de vampiros liberales, mestizos, no
más prohibiciones, no más reglas, el que quiera unirse a mi
reino es bienvenido, el que no puede ir a vivir al exilio.
– Hijo, esa no es la monarquía que quiero para nosotros,
eso es una monarquía absoluta.
Me levanto de mi sillón y me inclino sobre el escritorio
apoyando mis manos con mucho cuidado sobre la madera
brillosa, enfoco mi mirada en él y lo aplasto con mi ira.
¿Cómo no entiende por lo que estamos pasando? Los
vampiros se convirtieron en unos malditos snob, perdimos
control sobre ellos. Respiro profundamente y camino lejos de
mi padre, necesito aire, necesito no verlo por unos minutos,
pero antes de irme, volteo y le digo:
– Voy a casarme con Eleanor, voy a tener hijos con ella y
por una vez voy a ser feliz, cualquiera que intente destruir mi
felicidad, terminará en la cámara de rayos UV, eso te incluye
a ti también padre, así que piensa bien cuales van a ser tus
siguientes acciones, este nuevo rey no tiene misericordia con
nadie.
Intenta responderme, pero bloqueo mis oídos.
Cuando me doy cuenta, estoy en la azotea, observando el
jardín de mi madre, pensando en Eleanor y en qué demonios
le está haciendo ahora.
Me consume vivo estar aquí en el castillo, me siento
inútil, vulnerable, quiero ir allí fuera, quiero sentirla y saber
dónde está y por sobre todo, quiero arrancarle la garganta a
mi tío…
Paciencia…me digo a mí mismo.
Voy a poder hacer eso eventualmente, solo tengo que
esperar que alguien cometa un error, por más mínimo que
sea, para hacerlo caer en la trampa y matarlo. Porque voy a
matarlo, es un juramento que hice la noche en la que se la
llevo, las estrellas fueron testigo y ellas saben que soy un
vampiro de palabra.
CAPÍTULO 61

W illiam

EL PLAN ESTÁ COMPROMETIDO .


Eleanor demostró que la droga se evapora de su sangre
demasiado rápido. Así que, como gran general que soy, envié
a mis científicos a potenciar la droga, si, no tengo
alternativa. Ahora Eleanor recibe el doble de dosis por día, lo
cual es absolutamente beneficioso, porque el cambio es
increíble. Ella duerme menos horas ahora y responde
solamente a mi voz.
Eso me deja muy tranquilo.
– General, si no tomamos una decisión urgente van a
llegar a nosotros. – dice Noah, el siguiente en mi lista negra
después de Hendrix. Lo dejo hablar, solo porque estoy
agotado física y mentalmente. – El rey abrió una caza, le
puso un precio a su cabeza y ahora los mejores mercenarios
de la comunidad nos están buscando.
– ¿Y realmente crees que pueden dar con nosotros? Eres
un ingenuo.
– Nos trasladamos de locación ya una vez y nos estamos
desviando del plan original…
– ¿Y?
– Y que la gente que lo apoya económicamente no está
viendo los beneficios que se les fueron prometidos, dicen que
el rey tiene todas sus prisiones llenas y tiene una cámara de
tortura donde los vampiros desfilan sin parar y algunos no
salen, esto se está yendo de control, es hora de hacer el
intercambio.
¿Sigue hablando este lacayo?
– ¿Crees que necesito su dinero?, no me hagas reír, los
que se quieran ir que se vayan, este no es el momento
indicado, este es…
– General…–interrumpe– Lamento decirlo así, pero es el
tiempo justo, no puedo prometerle seguir con la misma
cantidad de seguidores, los vampiros no se quieren arriesgar,
están aterrados, las fotos de Marylin dan vueltas, todos ven
lo que el rey es capaz de hacer por ella.
– ¿Me estas amenazando Noah? –Mátalo, mátalo, ¡mátalo!
– No, le estoy hablando como un amigo, si esto continua
por mucho más tiempo solo puede terminar de una manera.
– Y cual es…
– Sin nuestras cabezas sobre los hombros, si el rey se
vuelve piadoso.
– No estoy dispuesto a soltarla. No ahora al menos.
– No lo estará nunca, Eleanor es nuestra única salida, es
ella o el poder.
Ella.
En ese momento se abre la puerta de mi oficina y Eleanor
entra desnuda, confundida y aturdida. Me levanto
rápidamente, alterado, por un segundo creo que ella está
totalmente despierta.
– ¿Will? –pregunta con sus ojos irritados y su cabello
todo revuelto.
– Estoy aquí amor…–susurro con desconfianza. Esto no
es normal.
– ¿Donde? –Mira hacia todo su alrededor, pero no me ve.
Me acerco mientras me quito la camisa para cubrir su cuerpo
de los ojos lujuriosos de Noah.
– Aquí. –Me paro delante de ella y paso la camisa por sus
brazos. Ella finalmente me ve y sus ojos se iluminan.
– Ahí estás…–dice con una sonrisa hermosa.
– Aquí estoy, te dije que siempre estoy cerca. –Observo
por el rabillo de mis ojos como Noah ve todo sin ninguna
expresión en su rostro. Tomo a Eleanor en mis brazos y la
llevo conmigo hasta mi gran sillón. Ella se acurruca en mi
pecho y lentamente se vuelve a dormir– Noah, vete, necesito
privacidad.
– Sí, General–dice, levantándose rápidamente y
dejándome solo con ella.
Sé que estoy cagado, nunca voy a poder dejarla.
Mi única opción ahora es tenerlo todo o nada.
– ¿Por qué te levantaste de la cama? –susurro para que
solo me escuche ella. Esta casa no es a prueba de sonidos.
– Tu no estabas ahí…–responde con ojos cerrados.
– ¿Me extrañabas?
– Siempre te extrañé, incluso cuando no te lo merecías. –
Mi estómago se contrae, ¿habla de ahora o habla la Eleanor
del pasado?
– ¿Por qué no me lo merecía?
– Porque me hiciste creer en ti y tu solo me usaste.
– Solo quería lo mejor para los dos, sabes que eres lo más
importante que tengo. –Me escucho diciendo eso y no puedo
creerlo. Noah tiene razón, me estoy perdiendo en ella.
– Estás aquí ahora, eso es todo lo que me importa. Nunca
me dejes ir otra vez. –Nunca.
Levanto su quijada y la beso profundamente, con pasión,
con amor y por primera vez siento que ella me lo devuelve de
la misma manera.
CAPÍTULO 62

N oah

J USTO CUANDO LA duda comienza a infiltrarse por mi cerebro y


grita que haga algo al respecto antes de que todo se vaya a la
mierda, Eleanor entra a la oficina del General como una
aparición, casi como una confirmación a mis dudas.
El General se paraliza frente a ella, como si el mismísimo
Dios se presentara delante de él, ella está completamente
desnuda y es duro de ver.
Su belleza ya no existe, su cuerpo está consumido.
El General ha intentado mediante la ciencia inducir un
cambio en el cuerpo de Eleanor para hacerlo a él la única
fuente de alimento, para así conseguir dos cosas,
encadenarla por la eternidad y en el caso de terminar frente
al rey, conseguir que no lo maten. Pero nada funciona y el
cuerpo de Eleanor necesita alimentarse urgentemente, él
esta tan ciego que no ve que es un esqueleto caminando. Me
echa de su despacho y salgo rápidamente de allí, no por
temor, sino porque no puedo ver lo que está a punto de
ocurrir.
Siento tanta lastima por esta humana…, vampira, lo que
sea…
No necesito ni un minuto más, ya sé que toda la causa se
esfumó, nunca hubo una en primer lugar.
Ahora me encuentro escuchándolo a través de la puerta.
El General la viola una y otra vez …y esa pobre criatura
gime sin saber lo que en realidad le ocurre. Solo hay una cosa
que hacer, salvar mi propio pellejo antes de que todo se vaya
al carajo.
Salgo de la casa, para dejar de escuchar las palabras
perversas que el General le dice a Eleanor y tomo mi celular.
Busco entre mis contactos hasta encontrar el nombre de
Jason.
Suena solo una vez.
– Ya era hora que despertaras, aunque creo que es
demasiado tarde, el rey está descuartizando a cualquiera que
esté implicado–dice.
– Lo sé, por eso necesito hablar con él.
– ¿Por qué ahora?
– Porque soy un vampiro que sabe admitir cuándo está
derrotado, voy a hablar, pero tengo mis condiciones.
– Escucho…
CAPÍTULO 63

H endrix

C UANDO J ASON me dice que estamos más cerca de Eleanor no le


creo nada. Pero al tener al idiota de Noah Kierr solicitando
una audiencia, un poco de esperanza aparece en mi mente.
Noah Kierr es un vampiro inteligente, sabe que no tiene
escapatoria, así que deliberadamente viene a darme
información.
Información muy valiosa para el rey.
He solicitado explícitamente tener una reunión de
negocios, en un rincón alejado de la ciudad, sin guardias ni
armas.
Solo él y yo, y por supuesto, Jason.
Jason está al volante, yo de acompañante, los dos vestidos
de negro, los dos en silencio, esperando que aparezca el hijo
de puta que raptó a mi Eleanor.
Estamos en un muelle abandonado de la ciudad, los
únicos que lo usan son los drogadictos y los “sin casa”, así
que es el lugar perfecto para este tipo de reuniones.
– No me gusta esto…, –susurro.
– Él va a venir, lo sé, dale un segundo más.
Niego con la cabeza, mientras miro diferentes puntos del
muelle. Finalmente, unas luces aparecen. Un auto tintado,
rueda hasta nosotros, es él.
– Te lo dije…
Bajamos del auto y él hace lo mismo, desciende del
vehículo, abrocha su traje y camina relajado hacia nosotros.
Quiero matarlo.
– Majestad…–Se inclina.
– Ahórrate la falsedad vampiro, sé que no me consideras
tu rey.
– Tienes razón, pero el respeto nunca se pierde.
– Sin embargo, tendrías que haber recordado eso en el
momento que decidiste jugar al canalla de la historia, espero
que vengas con información al menos.
– Así es, pero necesito tu palabra…
– ¿Mi palabra? Vampiros como tú no saben lo sagrado de
la palabra de un rey, es una cuestión de ética.
– Aunque no lo creas, Majestad, todavía estoy interesado
en hacer el bien y creo que tu mascota necesita de mí en este
momento.
Doy un paso al frente, desenfundando mis colmillos.
– Está bien, está bien…–interrumpe Jason dando un paso
entre los dos– Noah, tienes solo unos segundos del rey para
ti, aprovéchalos, es un consejo gratis el que te estoy dando.
Noah suspira y se focaliza en mi otra vez.
– El General perdió perspectiva, ya no le interesa tu reino.
Esta es mi peor pesadilla, sabía que esto podía suceder.
– ¿Qué es lo que quiere entonces?
– Todavía no lo sabe, pero lo que sí quiere es a Eleanor y
lo demás ya no le importa, eso a mí no me conviene, a
ninguno de nosotros en realidad.
– ¿Y por qué piensas que los voy a dejar caminar libre de
esto?
– Porque a Eleanor se le acaba el tiempo…–Suspira de
nuevo – Hoy tuve la desgracia de verla y sé que, si no
intervengo, solo hay una salida para ella, morir. Y si ella ya
no es de valor para nosotros, entonces no estamos
interesados. Si todavía la quieres, es tuya, pero Majestad,
necesitas saber que ella ya no es la misma, está estropeada.
– Donde…–Logro decir entre mis dientes, mi cuerpo
tiembla por la necesidad de romper el cuerpo de este vampiro
tan petulante.
– Necesito asegurar mi posición dentro de la sociedad.
– Tienes que estar bromeando…–Suelta Jason.
– No. –responde y luego vuelve a mí. – Necesito que mi
protección sea asegurada, no solo de ustedes, de todos los
vampiros que lo siguen.
– Hecho. –respondo ignorando a Jason que se queja por
detrás de mí. – Donde.
Noah vuelve a suspirar, como si le doliera hacerle esto a
su grupo de hijos de puta.
– Setecientos kilómetros de aquí, al este.
CAPÍTULO 64

W illiam

A LGO HA CAMBIADO entre Eleanor y yo.


Algo poderoso ocurre.
Ella está más cariñosa, más profunda, más sentimental.
Ya no hay cadenas en su cuerpo, pero por momentos es
necesario ponerlas, para que no me siga a todos lados,
desnuda por la vida.
Mi boca está entre sus piernas y mi corazón entregado a
ella. Se sostiene de las sábanas mientras gime mi nombre.
Dios, la amo y no la voy a dejar ir nunca, no hay reino, poder
o cargo que pueda igualar lo que siento cuando me entierro
dentro de ella, cuando la beso e infrinjo su boca.
Años deseando este momento y ahora que lo tengo, no lo
puedo dejar ir. Pero no soy tonto, sé que eventualmente los
míos van a abandonar su puesto o mucho peor, van a venir
por ella, para quitarla del medio y finalmente lograr nuestro
cometido. Por eso planeo irme de aquí cuanto antes, a un
lugar recóndito, lejos de todos, solo ella y yo.
– Will…, –me llama con urgencia, pidiendo permiso.
– Puedes acabar El, te lo permito. –Ella comienza a gritar
cada vez más alto y más alto hasta que se libera por
completo.
– Ahora es tu turno–dice juguetonamente.
Tomo su cuerpo y la coloco en cuatro, mi posición
favorita. La penetro violentamente, enterrando mis dedos y
mis uñas en sus caderas, haciéndola parte de mí. Coloqué un
espejo junto a la cama, para observarla mejor cuando gime,
para ver cómo me pierdo en su apretado y húmedo coño,
Dios, si no me controlo puede que la rompa.
Sé que todos pueden escucharme, pero no me importa, la
locura ha llegado a niveles altísimos de descontrol.
Mis caderas se mueven frenéticamente, golpeándola en su
interior.
Golpe.
Golpe.
Golpe, pero de repente, me detengo.
Un sonido.
Un sonido que no logro identificar, nuevo y repetitivo se
aproxima.
Miro sobre mi hombro, agudizando mis sentidos. Salgo de
Eleanor y ella se desploma en la cama, casi sin vida. Tomo mi
espada oculta bajo el colchón y enfrento la puerta.
En ese preciso momento es cuando la veo explotar en mil
pedazos. Humo se acumula dentro de la habitación, pasos y
estruendos se escuchan por todo mi alrededor, retrocedo
hasta estar a los pies de la cama, protegiendo lo que es mío.
No puedo ver nada, ¿cómo es posible?
El humo se disipa y escucho los pasos pesados entrar a la
habitación.
Hendrix.
Levanto mi espada, listo para matar a cualquiera que
intente llevársela lejos de mí.
– No pierdas el tiempo, mira a tu alrededor.
Dentro de la habitación hay quince vampiros,
apuntándome con armas que sé que me harán daño. Todos
ellos vestidos de negro, ocultando sus rostros bajo máscaras,
temerosos de que un día les llegue una represalia. Hendrix da
un paso al frente, ansioso por ir a buscar a su presa.
– Quieto. –Siseo entre dientes mientras acomodo mi
espada mejor en mis manos. – Esto es entre tú y yo Hendrix,
resolvámoslo como vampiros.
Hendrix mete las manos en los sus bolsillos de su
sobretodo y se ríe.
– Eres un pobre y viejo psicópata, que no entiende que lo
peor que puede hacer, es interponerse entre el rey y su reina,
ahora apártate antes de que mueva mi dedo meñique y haga
que te metan balas hasta en el culo.
¿Reina?
– No.
Uno de los vampiros armados da un paso al frente, este no
lleva mascara, apunta a mi rostro directamente.
– Marco, espera, lo quiero vivo. –Hendrix camina más
cerca de mí y a solo unos centímetros del final de mi espada,
se detiene. Su mirada se vuelve fría y mi sonrisa se
desparrama por todo mi rostro.
– Hola sobrino…, al fin podemos vernos.
– ¿Y qué ves tío? –pregunta en una voz baja y siniestra.
– Un niño asustado.
– No…, no es eso lo que ves y lo sabes, puedo olerlo, bajo
todas esas feromonas y olor a sexo, puedo oler tu ansiedad,
tu miedo.
Sus ojos viajan detrás de mí, mirando lo que es mío, sus
pupilas se dilatan y sus colmillos se desenfundan, odio que la
mire, ¡no la mires! ¡ella es mía!
En un nanosegundo coloco mi espada hacia atrás y en un
solo movimiento la empujo hacia adelante.
¡Mía dije!
CAPÍTULO 65

H endrix

U N VAMPIRO sin ética ni moral, solicita un combate “hecho y


derecho” como si se rigiera en base un libro de reglas. Allí
yace la locura del psicópata, donde las reglas solo aplican a
ciertas situaciones personales. William piensa en su oscuro y
complicado cerebro, que voy a poner a prueba mi honor y
orgullo ante un vampiro como él, quiero reír a carcajadas,
pero todo lo cómico de esto se evapora cuando la veo.
Puedo verle los huesos, su cabello sucio y su cuerpo casi
sin vida desparramado por la cama. Sin mencionar el olor a
sexo que hay en la habitación que me repugna. William lo
sabe, sabe que la he visto y eso oprime todos sus botones
internos, generando un momento de locura en el proceso de
pensamiento, como querer matar al rey delante de quince
militares armados hasta los dientes.
Marco, quien siento que está a punto de perder el control,
le arroja un inhibidor a las piernas, haciendo que pierda el
control de sus músculos. Su cuerpo cae al suelo como un
objeto sin vida, paso por encima, me quito el sobretodo y la
cubro. No sé cómo tomarla en mis brazos, siento que la
puedo romper, de hecho, me siento como en los primeros
años, cuando tocarla era difícil porque mi fuerza era
demasiada para su pequeño cuerpo.
El doctor Solís la espera afuera, porque sabíamos que iba a
estar fuera de combate, lo que no sabíamos era que íbamos a
hacer con ella. Nadie sabe qué drogas tiene en su torrente,
nadie sabe cómo seguir a partir de aquí.
– Ya estoy aquí–susurro mientras la levanto con cuidado
de la cama. Se me desparrama entre los brazos.
– ¡No la toques! –grita como un animal rabioso, parece
que el inhibidor no es suficiente. No lo entiende, no me
interesa su presencia ahora mismo, una vez más lo esquivo,
ignorándolo por completo. Mi momento con William será
después, primero debo prestar atención a mis prioridades.
Cada uno de los militares que aguardan en el corredor de
la vieja y mal oliente casa, se arrodillan con un puño cerrado
sobre su corazón, dándole respeto a su jefa, que está al borde
de la muerte. Desearía que Eleanor viera esto, para que al fin
entienda que no todos los vampiros son unos racistas
pomposos.
El doctor baja de la camioneta y corre hacia mí.
Hacia ella.
– Oh Dios…, –dice, y ahí si me asusto, el doctor está
alertado y si él lo está, entonces estamos todos cagados–
Rápido vamos, no hay tiempo que perder.
¿Tiempo que perder? Un vampiro apurado y eso me asusta
aún más.
Me meto en la camioneta, ella sigue en mis brazos y a este
punto no sé si voy a poder soltarla, tengo tanto miedo de
perderla otra vez. La camioneta avanza a toda velocidad
hasta el aeropuerto más cercano.
Una vez en el castillo, vamos directamente a su
habitación, que había sido preparada clínicamente para ella.
Recuesto a Eleanor en la cama y el doctor, junto con sus
ayudantes comienzan a moverse de un lado a otro. Esto se
siente demasiado real, se siente como aquel primer día. Su
cuerpo maltratado, desnutrido, violado, todo otra vez, otra
vez no la rescaté a tiempo, otra vez le fallé.
Mi garganta se aprieta, mis ojos se mojan, esto es
demasiado fuerte.
– Majestad…MAJESTAD…–grita Solís. Despierto de la
profundidad de mis pensamientos y me focalizo en él. –
Levántese la manga, necesitamos su sangre.
– S-sí, sí, toma, toma todo lo que necesites. –Solís me
sienta en una silla e introduce cables por todo mi brazo,
cables que llegan directo a ella. Su color comienza a cambiar
a medida que pasan las horas. Mi sangre la revive como ella
revive mi mente. Su cuerpo comienza a rellenarse, sus curvas
vuelven a ser pronunciadas, su rostro ya no es cadavérico.
La habitación se mantiene en silencio, el castillo también.
Todos estamos esperando que despierte. Los momentos
pasan por delante de mí en un pestañeo, aparecen vampiros
y desaparecen en un segundo. Todo transcurre demasiado
rápido. Logro detener el tiempo y me percato que ahora
somos solo Solís y yo en la habitación.
Mi padre intenta ponerse en contacto conmigo mil veces,
hasta que finalmente entiende que hablar de su estúpido
hermano no es lo que me interesa ahora. Por supuesto
mantengo todo en secreto, no voy a permitir que vuelva a
intervenir en la vida de su hermano y la única razón por la
cual no lo he matado, es porque Solís dijo que debíamos
esperar a que Eleanor despierte, solo por si algo no
funcionase como corresponde.
Él podría tener respuestas.
La observo dormir plácidamente, mi rostro se mantiene
estoico, pero por dentro las preguntas que tengo desgarran
mi piel, necesito que despierte, necesito que me diga que está
bien, que ella no cambió, que aún me ama.
Sí, las palabras de Noah me alertaron.
– Majestad, debería ir a atender sus tareas, no creo que
despierte hasta mañana a la noche. –dice Solís en un tono
bajo y cuidadoso, como si tuviera miedo de cómo podría
reaccionar.
– ¿De verdad crees que voy a moverme de aquí, Solís?
– No, pero pensé que era necesario decirlo, por el bien del
reino.
– A la mierda el reino, allí afuera son todos traidores. Por
años busqué complacerlos a todos ellos, dejando de lado lo
único que me hacía feliz.
– No todos, Majestad, hay una mayoría que lo apoya y lo
sigue a donde quiera ir. –Miro hacia arriba, intentando leer
sus ojos, pero no hay nada.
– ¿Inclusive si quiero desposar a su hija? –Solís queda en
silencio, sus sentidos me estudian como los míos a él, es la
primera vez que le digo en la cara lo que siento.
– ¿Usted la ama, Majestad?
– ¿Amarla? –Me levanto de la silla para estar a la misma
altura que él, lo único que nos separa es la cama y Eleanor
reposando en ella. – Amarla no cubre lo que siento por ella
Solís, Eleanor hace que sea el vampiro que soy, Eleanor es lo
único que ocupa mi mente, Eleanor es…, lo único que me
hace feliz, pero si la palabra amarla es lo más alto que su
vocabulario pudo encontrar, entonces sí, la amo y soy capaz
de vender el reino para pasar mi vida con ella.
Solís me mira y esta vez sí expresa algo, impacto,
asombro, aprensión.
– Entonces, Majestad, pelee por ella.
– Es lo que planeo hacer, Solís, es lo que planeo.
CAPÍTULO 66

H endrix

M E DESPIERTO DE GOLPE .
Desorientado.
Enmarañado.
Eleanor.
Miro hacia mi lado derecho, buscándola en la cama, pero
no está allí. Mis pies se mueven rápidamente y comienzo a
buscarla por la habitación.
Oh no, no, no, no, no otra vez.
– ¡Guardias! ¡Guardias! –Comienzo a gritar. Ellos abren la
puerta inmediatamente. – ¡Eleanor! ¡No está!
– Majestad, nadie salió o entró. –Se miran entre ellos,
confundidos, y es allí cuando veo la luz por debajo de la
puerta de su baño.
Estoy cagado, mal de la cabeza, absolutamente ido.
– Lo siento…creí que…
– No se preocupe, Majestad.
Camino hacia el baño y delicadamente toco con mis
nudillos la puerta.
– Eleanor, ¿estás bien? –Nadie responde. – Eleanor…–
Vuelvo a golpear la puerta. – Voy a entrar…–Ya no puedo
esperar más.
Empujo la puerta y allí la encuentro.
De pie, desnuda frente al espejo, mirándose. Pero no está
usando realmente los ojos, están perdidos en la lejanía, como
si no se encontrara en el reflejo.
– Eleanor…–susurro, no sé qué decir o hacer. Ella
pestañea lentamente, sus brazos cuelgan, sus piernas no
resisten su peso y su cuerpo se balancea extrañamente. –
Mírame…
Puedo escuchar su respiración lenta, su energía se siente
débil, no me mira y yo me asusto cada vez más. Introduzco
mi mano derecha en mi bolsillo, buscando el celular, tengo
que llamar a Solís. Justo cuando estoy por presionar el botón
de llamada, sus ojos se posan en mí.
– ¿Will?
Tomo aire profundamente, esto me está desgarrando por
dentro.
– No, soy Hendrix, estás en casa.
– ¿Casa? –Sus cejas se juntan en el medio de su frente, su
confusión es excesiva, casi que puedo decir que no está
viviendo la realidad.
– Sí, en el castillo, estas a salvo.
– ¿Dónde está Will?
– Preso.
– ¿Por qué?
Porque te violo y te drogó, por eso.
– Porque te hizo cosas horribles y tiene que lidiar con las
consecuencias. –Siento que la sobrecargo de información, su
rostro empieza a ser cada vez más confuso no sabe dónde
está, no entiende que ocurre a sus alrededores. – ¿Cómo te
sientes?
– ¿Dónde está Will? –vuelve a preguntar y esta vez,
definitivamente me dispongo a llamar al doctor.
Sé que en cualquier momento va a entrar por la puerta y
va a ver a su hija desnuda, otra vez, no sería lo mejor para
ambos, así que quito mi camisa y lentamente me acerco a
ella para colocársela.
– Déjame cubrirte Eleanor, debes tener frío. –Retrocede
rápidamente hasta chocarse con la pared detrás de ella.
– No, Will no quiere que me cubra. –Maldito hijo de puta.
– Él me acaba de decir que esta vez si quiere, ven déjame
cubrirte. –Al decir estas palabras, se acerca a mí y deja que la
cubra, en el momento que termino con el último botón, Solís
entra por la puerta.
– Hija… –Miro sobre mi hombro, no quiero decir con
palabras lo grave que la situación es, pero él entiende. –
¿Hace cuánto que se despertó?
– No lo sé, me desperté y no estaba en la cama, la
encontré aquí, mirándose al espejo. –Los dedos de Eleanor
tocan mi piel y automáticamente vuelvo a depositar mi
atención en ella, con apenas las puntas de sus dedos, toca la
piel de mi pecho que está al descubierto, con curiosidad en
sus ojos, mira mi pecho y yo siento que pierdo los estribos. –
¿Qué es Eleanor? ¿Qué necesitas?
Ella niega con la cabeza.
– ¿Tienes hambre? –pregunta Solís. Ella levanta la
mirada y por primera vez mira a su padre desde que llegó.
Asiente lentamente. – Ven, vamos a alimentarte.
Con cuidado desliza sus pies, uno frente a otro, yo la
sostengo del brazo, intentando ayudarla. Se acuesta en la
cama y deja caer su cabeza sobre la almohada.
Qué le hiciste William.
El doctor comienza a preparar todo.
– ¿No cree que pueda tomar directamente de mí?
– No, no todavía, no está aquí, Majestad, no sabe lo que
ocurre a su alrededor, su cerebro todavía no puede asimilar
que debe alimentarse de usted. –Asiento, pretendiendo no
sentir dolor por todo esto. Solís coloca la aguja en su brazo y
ella no reacciona en absoluto.
– Está acostumbrada a las agujas. –susurro.
– Probablemente mediante inyección le metía la droga,
los estudios dicen que aún tiene altas dosis en su torrente
sanguíneo.
– ¿Cuánto cree que debemos esperar para que se le vaya
por completo? –pregunto.
– No lo sé, pueden ser semanas o meses, al desconocer la
droga es difícil saber.
Una hora después, Solís corta los cables y mi sangre deja
de llegarle.
– Majestad, ¿la siente? –Se refiere a mí sangre en ella,
esa extraña conexión entre vampiros.
– No, aún no. –Aborrezco no poder sentirla, pasamos una
vida conectados, al menos yo con ella y ahora se siente un
fantasma.
– Bueno, esperemos a volver a alimentarla en unas horas,
me retiro a mis aposentos y Majestad, por favor, intente
descansar, estamos quitando mucha sangre de su cuerpo y
usted es el único alimento que ella tiene.
– Lo sé.
– Cualquier cambio, por favor llámeme de inmediato.
– Lo haré.
CAPÍTULO 67

E leanor

¿Q UÉ ES ESTO ?
Voces, movimientos, ruidos.
Abro los ojos lentamente y una mujer me observa.
– Doctor, volvió a despertar.
Mi padre se acerca, inspecciona mis ojos y mi rostro y
luego comienza a organizar algo a mi derecha sin dirigirme
la palabra.
– Majestad, ¿está listo? –pregunta mi papá.
– Sí. –Mi estómago se contrae cuando escucho su voz.
Dejo caer mi cabeza hacia la derecha, siento que no tengo
fuerzas en mis músculos.
Hendrix está sentado en un gran sillón a mi lado, con su
brazo estirado conectado a un cable rojo. Como siempre,
inspecciona su celular de reojo. Levanta la mirada un
segundo hacia donde estoy yo, vuelve al celular, pero
lentamente vuelve a mí, mirándome con sospecha, como si
dudara si soy yo o no.
– ¿Hen? –Se levanta de golpe y con desesperación.
– S-sí, sí soy yo…–dice acelerado, todos dentro de la
habitación se detienen, mi padre aparece delante de mí y me
mira con el mismo pasmo que Hendrix.
– ¿Qué ocurrió?
Todos se miran entre ellos, sin saber qué decir.
– Todos fuera–dice mi padre– Eleanor necesita
privacidad.
Hendrix no quita los ojos de mí, mientras yo veo a todo el
mundo desfilar hacia fuera de la habitación.
– Hija, ¿cómo te sientes?
– Rara. –Focalizo mi mirada en el fresco de estrellas y sé
que estoy en mi habitación, pero no se siente como mi hogar,
siento olores extraños, ruidos de máquinas. – ¿Qué ocurrió?
¿Por qué estoy en una cama?
– ¿No recuerdas nada? –pregunta Hendrix. Escarbo por
mi cerebro buscando qué puede ser lo que Hendrix quiere
que recuerde, pero solo encuentro un vacío vibrante y negro.
– No…–Se miran entre ellos, inquietos.
– Quizás sea mejor no decirle–susurra mi padre muy
bajito, Hendrix me mira contemplando mi rostro, indeciso–
No todavía, al menos.
– ¿Qué es lo que no me quieren decir? –inquiero– Hablen.
– Doctor, me gustaría poder hablar con ella, si no se
ofende. –¿Hendrix está siendo cuidadoso con mi padre?
¿Desde cuándo?
– Está bien, estaré en la puerta. –Mi papá me mira una
vez más desde el marco de la puerta y luego sale. Hendrix se
sienta en la cama y toma mi mano.
– ¿Qué es lo último que recuerdas? –Me concentro en
querer responder, hay una imagen que viene a mí y se
reproduce sin parar, no quiero decirle que es, me da
vergüenza.
– Yo…, yo no recuerdo.
– Esfuérzate, por favor, esto es importante.
– Bueno, te recuerdo a ti.
– Aha.
– A punto de dar el discurso del día de la raza, Marilyn
acomodaba tu ropa…tu sonreías.
Hendrix me observa, penetrándome con la mirada. Sus
facciones siguen siendo bellas, pero puedo ver el
agotamiento en sus ojos. Algo no está bien.
– ¿Recuerdas lo que pasó después del discurso?
Mi mente caótica busca entre imágenes perturbadoras,
que entran y salen, gritos, pasos corriendo por los
corredores, Hendrix gritándome, asustado, muy asustado. Lo
miro, explorando su rostro a ver si hay remanentes de ese
día escritos en su rostro, pero no hay nada.
– Es…, es muy confuso. –Masajeo mi frente, intentando
calmar el dolor de cabeza.
– Está bien, está bien, detente. –Suspira– Ese día nos
escondiste en el cuarto anti-pánico, tuvimos una invasión en
el castillo, tu volviste al Hall del día de la raza, pero ya no
quedaba nadie, solo tú, Noah y William…
William.
William.
Su nombre retumba dentro de mí.
Recuerdo a Jason, recuerdo a Will, recuerdo haberme
entregado.
Mis ojos se agrandan y mi presión sube por las nubes,
cuando al fin puedo recordar.
– Tranquila, te encuentras viva y lejos de él.
– Me drogó en el auto, me dijo que iba a…, una inyección
y luego, ¡Hendrix! –Caos, caos, caos, es todo lo que puedo
sentir.
Desorden, furia, odio, traición.
Se siente como un espiral que cae y cae y no me deja
detenerme.
– Shh…–Hendrix me abraza, pero su calor me sofoca,
necesito alejarme y lo empujo, sé que no puedo mover su
cuerpo, estoy demasiado enferma– Está bien, ya te solté,
respira pausado, por favor.
– William, qué hizo, qué pasó, cómo logró…
– Espera, de a poco, ¿está bien? No hay porque apurarse.
William te llevó con la intención de intercambiarte por el
reino, sabía que yo iba a acceder, pero en el mientras te
drogó y te mantuvo a su lado por más de un mes.
– ¡¿Más de un mes?! –grito– ¿Pase un mes con él? –Me
levanto de la cama, arrancando los cables que tengo a mi
alrededor y comienzo a caminar por mi habitación.
Escarbo y escarbo dentro de mí, buscando coherencia,
algún recuerdo, una sombra de lo que Hendrix me está
diciendo.
Y de golpe…
Lo escucho.
Muy dentro de mí, escucho su voz, llamándome, muy
suave, muy sensual.
…Eleanor…
Imágenes de él tocándome, besándome, veo piel y
movimientos bruscos.
– ¡AH! –grito. Hendrix está a mi lado instantáneamente y
me atrapa en el aire mientras caigo de rodillas al suelo.
– Lo siento, lo siento–susurra– Pero conseguimos la
localización, está preso y tú sigues con vida.
Lloro sin parar, siento que colapso, desbordo, me siento
usada, sucia.
– ¿Qué me hizo? –Logro decir.
– Utilizó una droga, todavía no sabemos cuál es, te
adiestraba, te mantuvo a su lado por todo ese tiempo.
– ¡¿Dónde está!? Quiero verlo…, –le digo a Hendrix y sé
que él no aprueba mi requerimiento.
– No creo que sea momento Eleanor, todavía no estás en…
– Llévame a él Hendrix, ahora.
Me mira con dolor, sé que esto lo atormenta, pero no es
su momento, es el mío y mi necesidad de matar a ese
vampiro.
– Está bien, pero por favor, vístete. –miro hacia abajo y
mi cuerpo está absolutamente desnudo, velozmente cubro
mis partes de Hendrix.
– ¿Dónde está mi ropa?
– Intentamos vestirte, pero te la quitabas todo el tiempo,
diciendo que a William no le gustaba así.
Voy a matarlo.
Hendrix me da lo primero que encuentra a mano y me
cubro el cuerpo.
– Vamos.
CAPÍTULO 68

H endrix

C UANDO ABRIMOS LAS PUERTAS , todos están del otro lado


esperando con ansias por el parte sobre Eleanor, inclusive el
doctor y Marco, pero cuando la ven de pie a mi lado, todos se
mantienen en silencio. Eleanor los ignora a todos a medida
que avanzamos, su caminar es lento y débil, tengo que
sostenerla del brazo para poder ayudarla. Todos cierran el
puño y lo golpean contra su pecho cuando pasa por su lado,
todos muestran respeto.
Cuando al fin llegamos al elevador ella comienza a
preguntarme.
– ¿Por qué todos reaccionan así?
– ¿Por qué? Porque te admiran.
– ¿Admiran qué? Fui secuestrada por un loco.
– Sí y sobreviviste. –Las puertas del elevador se abren y
se cierran a los pocos segundos–La mayoría de esos soldados
participaron en tu rescate y vieron en qué estado te
encontrabas, creo que ni ellos, ni yo vamos a olvidar ese
momento en nuestras vidas.
Eleanor me mira y sé qué quiere entender de que hablo,
pero a la vez no, así que ya no hace más preguntas.
Presiono el botón del elevador y lo detengo en el medio de
su trayecto.
– ¿Qué haces?
– Antes de que lo veas tengo que decirte algunas cosas. –
Ella se queda expectante, esperando que hable. – William
abusó de ti, de todas las maneras posibles, físicas y
psíquicas.
– Qué…
– En su acto de psicópata más grande, me envió un video
teniendo relaciones contigo. –Comienza a hacerse pequeña,
literalmente, sujeta sus ropas y se aleja hasta el rincón–
Tardamos un mes en quitarte la droga por completo del
cuerpo.
– ¿Un mes?
– Sí y fue el mes más largo de mi vida, pensé que no
íbamos a recuperarte nunca, tu sabes que los vampiros no
tenemos este tipo de problemas, hasta el doctor Solís había
renunciado a toda esperanza, pero yo sabía que ibas a volver
a mí, lo sentía…–Tomo aire lentamente– Lo que quiero
decirte es que realmente no creo que te haga bien verlo,
pasaron muchas cosas que no recuerdas y tengo miedo que
retrocedamos, esa droga era muy potente y…
– ¿Crees que voy a caer a sus pies otra vez?
– Sí, eso es lo que creo y no creo poder tolerarlo, no otra
vez.
Eleanor me mira afligida, puedo sentir como quiere
acercarse a mí, pero por alguna razón no lo hace, se
mantiene en su rincón, indecisa.
– Necesito hablar con él.
– Esta bien…–Con dolor, vuelvo a oprimir el botón y el
elevador llega hasta su destino, el lugar donde lo
mantenemos cautivo. Una cárcel que Marco ha creado solo
para él.
Los guardias que lo custodian tienen el mismo gesto
cuando la ven llegar. Antes de entrar a la habitación, la voz
de William comienza a susurrar su nombre.
– Eleanor, Eleanor….
Ella observa la puerta llena de terror, de sus ojos caen
lágrimas silenciosas y sus manos tiemblan.
– No tienes por qué ir, no es necesario, recuérdalo. –
Quiero rogarle que no entre, quiero amarrarla a la cama y
alejarla de él, pero ¿qué diferencia abría entre los dos si hago
eso?
– No, abran la puerta. –Asiento a los dos guardias,
dándoles autoridad para hacerlo y ellos abren la primera
puerta que nos separa de William. Él está echado en el suelo
detrás de unos barrotes de metal pesado, su espalda está
apoyada allí, el material le destruye la piel, pero parece que
no lo siente o no importarle. Tiene las marcas allí, su piel
parece estar carbonizándose y el macho no reacciona.
Eleanor da un paso adentro y yo la acompaño
sosteniéndola. En cuanto pone los ojos sobre él, se detiene
por completo.
William no luce bien, su cabello está desalineado, su barba
descuidada y apesta. Se trepa del suelo sosteniéndose de los
barrotes y la observa como un ciego viendo luz por primera
vez.
– Ahí estás, traviesa–susurra– Te estaba esperando…–
Eleanor está petrificada, no sé qué ocurre en su mente, sus
ojos solo demuestran pánico, de su boca quieren salir
palabras, pero parece que se le atoran todas en la base de la
garganta– Ven…
Ella da un paso al frente y yo la sostengo contra mí, ¿está
acatando sus órdenes?
– Eleanor…–La llamo– Vamos, te dije que esto no era
buena idea.
– ¡Tócala vampiro y te arranco la garganta! –grita
William golpeando los barrotes con violencia y
desesperación.
Volteo para darle mi atención y sonrió mientras envuelvo
una mano en la cintura de Eleanor, él se vuelve loco, gritando
y golpeando cualquier cosa que tenga cerca. Eso es lo que
estoy buscando que Eleanor vea quién es este macho. Ella
ahora lo mira más despierta, como si su agresividad la
avivara. Pero William es muy inteligente, se calma y
comienza a llamarla otra vez.
– Te extraño mi amor, extraño tu cuerpo, tu voz.
– ¡Para ya! –grita Eleanor, cubriéndose los oídos– ¿Cómo
pudiste?
– ¿Pude qué? ¿Hacerte mía? Te dije que iba a hacerlo tarde
o temprano, nunca rompo mis promesas. ¿Tú no me
extrañas?
Eleanor quiere arremeter contra él, pero no tiene las
fuerzas suficientes. La atrapo en el aire, antes de que caiga.
– Suficiente, vamos.
– ¡No! –gritan los dos a la vez, lo que hace que me
preocupe. Eleanor de golpe se pone a llorar totalmente fuera
de control, como si algo la estuviera sofocando.
– ¡¿Qué me hiciste?! –golpea su cabeza con su puño
cerrado sin parar, lastimándose.
– ¡Guardias! –llamo para que abran la puerta, tomo a
Eleanor como si fuera una bolsa de papas y la cargo en mis
hombros mientras ella grita preguntas sin respuestas, por
otro lado, William ríe como un neurótico.
CAPÍTULO 69

H endrix

E LEANOR ESTÁ ENCERRADA en la habitación hace una semana ya.


De alguna manera se enjauló del mundo, se silenció y se
ahogó en su propia pena. Nadie tiene permitido ingresar a su
habitación, excepto su padre para control médico y yo para
alimentarla.
Toda mi rutina pasó a realizarse desde el gran sillón que
mandé a traer a su habitación, mis reuniones son solo por
teléfono, mis comidas, mi sueño, todo ocurre a menos de dos
metros de ella y sin embargo, para ella no existo, no estoy
allí.
Y no hay dolor más grande que ser ignorado por la
persona que amas y sí, lo sé, que egoísta de mi parte en
focalizarme en eso, pero es que Eleanor construyó un fuerte
indestructible y sé que la pierdo todos los días un poco más.
– ¿Tienes hambre? –pregunto, Eleanor solo acepta mi
alimento mediante cables, ya no toma de mi como antes.
Niega con la cabeza, sin mirarme– ¿Ni siquiera alimento
real? Puedo mandarte a hacer algo de comer–Vuelve a negar,
ni siquiera me mira.
Me levanto de mi sillón y camino hacia la ventana oscura,
corro las cortinas y dejo entrar el sol que, gracias a la
tecnología, es inocuo para nosotros hoy en día. Eleanor es
una hembra que necesita ser empujada a veces, presionada
inclusive, quizás suene horrible, pero yo más que nadie
conozco cómo funciona su cerebro.
– Hoy voy a ejecutar a William–digo dándole la espalda,
siento como su cuerpo se tensa y su pulso se acelera, volteo
lentamente, hay furia en sus ojos– ¿Qué? ¿No quieres que lo
haga? –Su respiración se vuelve trabajosa. – ¡Háblame si
quieres que entienda por lo que estás pasando!
Ella se estremece y se asusta lo suficiente para hacerla
hablar.
– No quiero que lo hagas.
– ¿Por qué? ¿Lo amas?
– ¡No! Y-yo quiero hacerlo.
– ¡Pues hazlo! ¿Qué estas esperando? ¿Pretendes matarlo
desde tu habitación?
– ¡No! Es que no puedo, no estoy lista… –Camino
lentamente hacia los pies de la cama, ella se escabulle hacia
atrás golpeando con el respaldo.
– ¿Qué es lo que necesitas para estar lista? –gruño, tengo
que presionar, odio hacerlo, pero tengo que intentarlo–
¡¿Acaso no tienes razones suficientes para cortarle la cabeza
a ese hijo de puta?! Déjame recordarte lo que hizo, en caso de
que no lo recuerdes, bloqueó cualquier conexión entre tú y
yo, te sedujo cuando eras humana para generar una guerra,
¡te lleno la cabeza de mentiras de que yo estaba bien cuando
en realidad me arrastraba por el suelo por no verte!, te
prometió cosas que no podía darte y ahora…, espera, esto es
lo mejor, te secuestro, ¡te violó! ¡Te drogó y arruinó tu
cerebro! ¿Quieres saber cómo era el video que me envió? Te
follaba como un desquiciado y cuando terminó te obligo a
chuparle la polla para limpiársela, ¿entiendes el nivel de
enfermedad? ¿no lo ves? Te uso como su muñeca preferida y
ahora tienes algún síndrome de Estocolmo que…
– ¡No tengo semejante cosa! –grita, bien, la estoy
haciendo enojar, bien.
– ¿Entonces dime que sientes por él! ¡Dímelo!
– N-no, no lo sé, es confuso, ¡déjame en paz Hendrix! –
Se levanta de la cama y comienza a caminar sin rumbo por la
habitación, yo la sigo, invadiendo completamente su espacio
personal mientras camina.
– ¿Confuso? Confuso es un problema matemático
Eleanor, ¡el hecho de que no quieras matar al vampiro que te
violó es una enfermedad!
– ¡Voy a matarlo dije! Es que…, no puedo dejar de
escucharlo en mi mente Hendrix, me llama, ¡lo escucho y mi
cuerpo quiere responder a él y no puedo detenerme! ¡Quiero
irme con él a pesar de todo lo que me hizo! ¡Y sé que es una
locura!
Esta es la primera vez que lo dice, por fin admite lo que le
pasa y aunque siento que mi alma se rompe, soy consciente
que esto es un avance. Tengo que seguir presionando, seguir
rompiendo cada capa que ella interpuso entre nosotros.
Empujo su cuerpo hasta la pared más cercana y la retengo
allí, presa entre mis brazos.
– Nunca más voy a permitir que te alejes de mí–Mis
dientes se liberan y ahora ella sabe que estoy más enojado
que la mierda– ¿Me escuchas, Eleanor? Mientras estabas en
ese coma durante un mes, moví cielo, tierra e infierno para
hacerte mi reina y ahora que lo conseguí ¿quieres irte con él?
– ¿Qué?
– Sí, te dije que lo haría, te lo prometí, cambié las leyes, le
pedí tu mano a tu padre, solo faltas tú. –intenta escabullirse
entre mis brazos, pero vuelvo a empujarla contra la pared,
aborrezco esto, pero necesito su atención– Solo matándolo
podrás cortar con este trance que estás padeciendo, solo
reemplazando memorias perturbadoras puedes despegarte
de él, déjame hacerme cargo de eso, déjame demostrarte
cuanto te amo.
Dejo caer mis labios sobre los de ella abruptamente,
intenta resistirse, pero sabe que no tiene oportunidad
conmigo, yo soy demasiado fuerte para ella. La beso duro y
profundo, dejo que nuestras lenguas se toquen, que nuestros
cuerpos entren en contacto, que nuestra energía vuelva a ser
una sola.
– Espera, por favor, espera…–susurra. Lentamente la
suelto, alejándome de ella, en su tono de voz hay angustia,
miedo, hasta algunas lágrimas corren por su rostro.
¿Qué he hecho?
– Lo siento…, –digo mirando al suelo, siento mucha
vergüenza, ni siquiera sé qué es lo que me acaba de pasar, los
genes de mi tío después de todo, si corren en mí. Camino
lejos de ella y por primera vez después de todos estos meses,
la dejo sola en la habitación.
CAPÍTULO 70

E leanor

H ACE tres días que no veo a Hendrix y siento que la mitad de


mi cuerpo está adormecido por ello.
¿Qué es lo que tengo que hacer para dejar de sentirme así?
No es mentira cuando le dije a Hendrix que es confuso.
Por un lado, odio a William, me usó hasta que no pudo
más, no lo amo, ni me importa, pero dentro mío escucho su
voz llamándome, siento que una fuerza oscura presiona mi
pecho y que la única solución para callar esto es terminando
entre sus brazos.
Por el otro lado, Hendrix nunca había sido tan dulce en su
vida y lo demuestra una y otra vez, quiero sentirlo, tocarlo,
quiero que me abrace, pero mi piel quema, el rechazo
aguijonea mi pecho.
William es lo único que quiero y odio que sea así.
Cuando lo vi, sentí que mis piernas querían correr hacia él
y mi mente se esforzaba a gritos para detenerme, se me
despedazaba el alma en dos.
Solo siento odio.
Solo siento castigo.
Solo siento dolor.
Y ahora ya no siento nada bueno en mí, no recuerdo una
sola cosa buena en mi vida, solo recuerdos horribles y fríos y
una vida sin Will.
¿Que hizo en mí que solo pueda pensar en él?
¿Qué hechizo provocó para que esta Eleanor irreconocible
quiera solo estar con él? Cuando mi otra Eleanor solo planea
matarlo.
William es una sombra en un rincón de mi cerebro que
dicta lo que debo decir, sentir y pensar. Es una célula
cancerígena que se reproduce hasta tomar control total sobre
mí y solo la callo cuando duermo y sueño con Hendrix.
Dios Hen…
Como te extraño.
Pero al menos así lo protejo de mi mente, si llega a
escuchar lo que mi cerebro dice, Dios, no me lo perdonaría
nunca.
Paso mi dedo índice por las superficies de la habitación,
acaricio el fresco, las sábanas, los muebles, el sillón donde
Hendrix vivió hasta que le rompí el corazón, pero de golpe
veo una caja de vidrio que llama mi atención.
La recuerdo, son las cartas de Hendrix.
Abro la caja con mucho cuidado, el papel es viejo y débil.
Las cartas que ya había leído están a un costado, así que llevo
la caja a la cama y comienzo a leer una por una.

Eleanor,
Hoy mi padre me dijo que un rey justo es recompensado por su
pueblo, pero yo me pregunto, ¿qué puedo hacer por el pueblo para
que me deje ser tu rey?
No me respondas, ya sé la respuesta, nada, ellos nunca
entenderían.
¿Tu si me entiendes no? Dime que fantaseas conmigo como lo
hago yo contigo. ¿Estoy mal? Mi tío dice que no puedo sentirme
atraído por una humana, pero que sabe él si nunca sintió amor en
su vida

R EALMENTE DESCONOCÍA ESTE H ENDRIX , escribía con el corazón y


sin miedo, nunca había hablado conmigo de esa manera,
nunca había escuchado frases como esas, excepto la noche
donde juramos enterrar lo que sentíamos por el otro. Tomo
la siguiente carta y sigo leyendo.

Eleanor,
Ya sé que mis cartas son rechazadas, pero escribirlas se
siente sumamente reconfortante. Poner mis palabras al
aire le da un poco de alivio a este cuerpo tan lastimado.
Saber que no las lees o que no me contestas, también me
ayuda, porque así es más fácil expresarme.
Más fácil para confesarme.
Caigo en la locura Eleanor, pierdo el control, cada vez
que mi padre dice que estoy distraído pienso en ti, cada vez
que mi madre me pregunta que me pasa, quiero chillar y la
violencia muy enterrada dentro mío quiere gritarles “es
porque la extraño.”

Eleanor,
Nadie te nombra por aquí, todos quieren pretender que no ocurre
nada, que no estoy desangrándome por ti en el suelo de mi fría
habitación. Y creo que los entiendo, la única vez que mi madre te
nombró perdí la cabeza y exigí cosas que solo un rey puede exigir.
Mi padre se ríe de mí por sentir.
¡POR SENTIR! ¿Entiendes lo grave que es eso? No entiendo como
no puede ponerse en mis pies, si yo eventualmente voy a tener que
ocupar los suyos y solo él sabe, que la soledad que un rey acarrea,
es infinita si su reina no está junto a él.

M IS LÁGRIMAS COMIENZAN A EXPLOTAR sobre las cartas, yo


comprendo el nivel de dolor que Hen pasaba, la única
diferencia es que el mío era producto de las mentiras que
Will me decía, para despegarme, para olvidarlo y así
suplantarlo con él.

Eleanor,

Cada día me siento más melancólico, esta carta la re-escribí


cuatro veces antes de decidirme por esta versión, es que las otras
son demasiado depresivas y en caso de que si las leas, no quiero
hacerte sentir mal.
Mi tío dice que eres amiga de todos y que todos te aceptaron como
uno más, ¿es verdad? Necesito saber si es verdad…, háblame por
favor.

Eleanor,

Hoy es una noche gris y tormentosa, parece un reflejo de lo que


ocurre dentro de mi pecho.
Eleanor,

Hoy se presentaron candidatas para reina, mi padre cree que es


mejor obligarme a elegir.
Una era demasiado fría, la otra demasiado caliente, una rubia y
otra morena, una aburrida y la otra efusiva, nadie se acerca a la
perfección, nadie es como tú.

Eleanor,

Te extraño.

Eleanor,

Hoy un poeta vino al castillo a recitar algunos de sus escritos y


dijo, “Eres dios y diablo, eres ángel y demonio, pero eres todo lo
que necesito”.
No hubo un solo momento donde no pensara en ti mientras
recitaba esas palabras tan ciertas.

Eleanor,

No puedo respirar, no puedo pensar, ¿qué me hiciste? ¿Por qué me


dejaste? ¿Por qué huiste de algo tan maravilloso como lo que
teníamos? Dime cómo sobrevivir a tu ausencia porque las
sombras a mi alrededor me consumen.
Eleanor,

¿Alguna vez viste una flor morir? Para nosotros no es fácil de


encontrar, pero yo puedo sentir que eso es lo que le pasa a mi
corazón, no estoy seguro que palpite, no sé si puedo seguir así.
Tengo que revelarte algo, he considerado ir al sol, terminar mi
patética vida y lo único que me detiene de hacerlo es saber que
eventualmente voy a volver a verte.
Quizás seas mi sol, mi destrucción, como dijo mi padre, pero serias
la muerte más bonita de todas.

Eleanor,

Sé que no lees estas cartas, pero quería pedirte perdón por tardar
tanto en escribir esta, verás, mi padre pensó que encerrarme en el
calabozo iba a curar mi fiebre por ti, pensó que privarme de mis
cosas diarias iban a combatir esta “enfermedad” como la llama
él, pero que extraño que piense que el amor sea algo maligno para
el cuerpo o que privarme de mis cosas materiales iba a
despegarme de ti.

Él no entiende que no hay riqueza en el mundo que valga la pena


si no puedo compartirla contigo. Cuando sea rey voy a hacer lo
posible para que vivamos en una abundancia exorbitante, te lo
prometo.

Eleanor,
Creo que lo único positivo de todo esto que estamos viviendo, es
que he aprendido a camuflar mis emociones ante los demás, me di
cuenta que pretendiendo sentir cualquier cosa menos dolor, hace
que los demás no sigan mis tobillos por todo el castillo y dentro de
esta nueva libertad, puedo lidiar con el duelo de la manera que se
me plazca.

Quizás sonría más, quizás hasta sea simpático, pero ellos nunca
sabrán que dentro mío hay una telaraña putrefacta y pura
oscuridad.

SE ACABÓ .
Se acabó el sufrimiento.
Guardo las cartas con cuidado y las que no había leído aún
las coloco primeras, sé que estas cartas van a ayudarme
cuando más lo necesite en el futuro, por ahora, ya
cumplieron su cometido. Coloco la caja donde estaba, me
visto con la ropa más oscura, más dura y más cómoda, la que
me hace sentir mejor conmigo misma y abro la puerta de mi
cuarto por primera vez en meses.
CAPÍTULO 71

H endrix

E L DÍA que me fui de la habitación de Eleanor me enterré en la


mía y no volví a salir.
Me enterré en la oscuridad.
Me enterré en la desgracia.
La pena.
Siento la muerte misma cuando inclusive sé que es
imposible.
Hace mucho que no siento esta tristeza, de hecho, hace
siglos que no la sentía. Porque tener a Eleanor a mi lado y no
poder tocarla es doloroso, pero mi mente aún encontraba
consuelo con solo su presencia, su mirada, en mis chistes de
doble sentido para recordarle que, a pesar de todo, aún la
amo. Este dolor, esta desesperación no la siento desde que ella
se marchó, desde que me dejó atrás y pasé a ser un viejo
capítulo en su historia.
Aún no puedo creer que Eleanor esté tan lejos de mí, se
recluyó en sí misma, se sumergió dentro de la locura que Will
le provocó y no sé cómo sacarla de allí.
Noah me lo advirtió y yo no escuché.
Lo había intentado todo, palabras cálidas, mi sangre,
contacto, fuego, inclusive la forcé a besarme producto de mi
desesperación.
Nada funcionó, la he perdido para siempre.
Por eso me mantengo aquí, encerrado en mi cuarto,
mirando a la nada misma, buscando respuestas y soluciones
en una pared blanca que se burla de mí.
Al menos hoy me he vestido.
Eleanor es parte de mí, es mi sangre, mis lágrimas. La
niña del calabozo era parte de mis huesos, la mujer de hoy es
parte de mi corazón. Estamos hechos el uno para el otro,
somos demasiado iguales, estamos demasiado conectados
desde cualquier punto de vista. Y ahora William ha
arrebatado todo eso, con solo una pincelada, borro lo único
que me mantenía mentalmente sano, lo único que evitaba
que entre en la demencia.
Planeo matarlo de tantas maneras posibles, que a veces
me asusto de mí mismo, pero debo esperar, es fundamental
para la recuperación de Eleanor saber que no lo necesita para
nada. Todos los días le pregunto a Solís si ya podemos
eliminarlo, cómo padre vuelve a decir que no, quiere que su
hija este enteramente recuperada.
La puerta suena, mi madre la golpea desde el otro lado.
– Qué quieres madre…–gruño por lo bajo, no quiero ver a
nadie.
– Solo verte, charlar…, abre por favor. –Suspiro
pesadamente, no tengo ganas de escuchar el discurso Real–
Hendrix, soy tu madre, ¿realmente me vas a dejar aquí
afuera?
Gran manipuladora mi madre.
Me levanto de mi sillón y arrastrando los pies, abro la
puerta y, sin mirarla, vuelvo a mi lugar, dejando caer mi
pesado cuerpo en mi cómodo sillón rojo.
Mi madre entra con cuidado y cierra la puerta dejando que
la oscuridad absoluta se vuelva a formar.
– Hijo, abre las cortinas.
– No.
¿Para qué me lo pregunta si camina hacia allí y las abre de
todas maneras?, el sol entra de golpe, es la primera vez que
lo veo en días, mis ojos se contraen de dolor.
Más dolor, genial.
Se sienta delante de mí y me observa fijamente.
– Qué quieres madre.
– Saber cómo estás.
– ¿Cómo parece que estoy? –pregunto violentamente. Ella
se mantiene en silencio unos minutos y luego agrega.
– Puedo intentar hablar con ella si quieres.
– ¿Para qué? Ya lo intenté todo, no hay solución.
– Hijo, siempre hay solución, tu inmortalidad debería
haberte enseñado eso.
Me levanto, furioso, con ella y con todo lo que me
envuelve, mi caminar dentro de la habitación como un
animal perplejo hace que mi madre se levante y me siga por
todo el lugar.
– No hay solución madre. ¡William la arruinó! Llegué
demasiado tarde. ¡Esa hembra que está allí no es Eleanor!
¡Ella murió! Es momento que comience a aceptarlo de una
maldita vez –Mi madre me abraza lentamente y yo me dejo
fundir dentro el consuelo, es la primera vez que lloro delante
de ella– Estoy destinado a sufrir, ahora que puedo estar con
ella, ella no quiere estar conmigo.
– Hijo, estás presionándola demasiado, necesita más
tiempo y sabemos que tiempo es lo que nos sobra. Eleanor
pasó por cosas que nadie debería pasar, no solo con William,
sino con todos nosotros, con su padre… –Me aleja para
mirarme a los ojos– ¿Entiendes? ¿Entiendes por todo lo que
pasó? Esto es la gota que colmó el vaso, tú solo viste cómo
evolucionó Eleanor con el paso del tiempo, no entiendo como
no ves que lo que necesita ahora es precisamente tiempo.
Pero mi cuerpo no quiere esperar, mi cuerpo la necesita.
Ahora.
– Ni en sus peores momentos me rechazó madre. Ahora
me mira y presiento el asco que siente por mí. Ya lo asumí,
Eleanor está muerta como también lo estoy yo.
Marco está del otro lado de la puerta, dudando si
golpearla o no, me pregunto por qué.
– Marco, entra–digo mientras limpio el agua de mi
rostro. Mi soldado favorito entra a mi habitación, creo que de
todas las personas que viven en este castillo, solo él y yo
somos los que sufrimos por ver a Eleanor así, sin saberlo, un
soldado se ha convertido en mi mejor aliado. Con ojos
indecisos dice:
– Eleanor salió de la habitación.
Una inyección de adrenalina corre por mi cuerpo, ¿puede
ser alucinación lo que veo?
– ¿Y a dónde fue?
– A ver a William.
Creo que mi madre escucha como mi corazón se rompe,
porque me mira con ojos preocupados, volteo y me alejo de
ellos para mirar por la ventana y ocultar el dolor en mi
rostro, bien sé cómo camuflar mis sentimientos, pero luego
Marco agrega:
– Iba armada, Majestad.
CAPÍTULO 72

E leanor

– D ÉJENME PASAR . –digo por lo bajo.


– Lo siento Eleanor, son las órdenes del rey, nadie entra a
menos que sea él. –Los dos guardias están armados y usan el
uniforme negro que había seleccionado para ellos algunos
años atrás. En otro momento estaría orgullosa de ellos por
acatar las órdenes de su rey, pero ahora…
– No me importa las órdenes, apártense de mi camino, no
me fuercen a lastimarlos…–Se miran entre ellos,
preocupados los dos, porque saben que soy capaz de
apartarlos sin esfuerzo.
– Al menos déjanos intentarlo. –dice el más joven, con
media sonrisa en sus labios.
Doy un paso atrás, analizando lentamente con mis ojos
cuál va a ser mi siguiente movimiento. Sujeto la misma
espada con la que había matado a mi padre y la causante de
la guerra más sangrienta que tuvimos en nuestra historia,
con más fuerza. Este es mi baile y no tengo otra opción más
que bailarlo.
Ellos se preparan.
Lentamente elevo la espada por detrás de mi cabeza, estoy
a un micro segundo de dar mi primer golpe, cuando lo
escucho.
– Eleanor…–llama Will desde atrás de la puerta.
Automáticamente mi mente viaja lejos de donde estoy
físicamente, mi cuerpo se mantiene en el mismo lugar, mis
ojos se desenfocan.
Allí es cuando ellos dan el primer golpe, pero despierto de
mi letargo en el momento que nuestras espadas colapsan.
Vuelvo en mí.
Nuestros cuerpos empiezan a danzar al ritmo del metal
chocando contra el metal. Nos movemos por diferentes
rincones de la habitación, aunque el espacio es demasiado
chico.
Dos contra uno.
Uno de ellos cae al suelo y le perdono la vida, mientras
volteo para terminar con el otro. El segundo empuja mi
espada lejos de mí y casi me deja de rodillas en el suelo. Pero
no va a terminar así, esta es mi vida y he tomado control otra
vez.
Arrastro mi pie por el suelo, haciéndolo caer de espaldas.
Mientras escalo su cuerpo busco el cuchillo escondido en mi
bota de combate y lo coloco en su cuello.
– Abre la maldita puerta–gruño. Él sonríe y me dicta en
voz alta el código para abrir la puerta que me va a llevar al
capítulo final.
Mi mano tiembla a medida que presiono los botones.
Lentamente se abre, el último obstáculo que me separa de
él, tomo mi espada y espero bajo el marco de la puerta para
verlo.
Allí está, Will, sujetando los barrotes de su celda, con ojos
penetrantes, media sonrisa y la belleza que lo caracteriza. Yo
por otro lado, lo observo con ojos salvajes, llenos de ira, mi
cabello revuelto después de haber pasado tantos días en la
cama y mi espada siendo sujetada por mi mano derecha.
– Al fin…, –susurra. Su voz se siente como el terciopelo,
sus ojos son todo lo que quiero mirar.
Doy un paso más, entrando por completo a la habitación y
miro por sobre mi hombro mientras los guardias dejan que la
puerta se cierre. Antes de desaparecer susurro:
– Nadie entra, ¿entendido? –Los dos asienten
frenéticamente. Vuelvo a focalizarme en Will, que se ve laxo
y confiado.
Si tan solo pudiera sentir la tormenta que había dentro de
mí.
Mi mirada es pesada y llena de desprecio.
De odio.
Él por otro lado, llena de lujuria, de locura y seguridad.
– Sabía que solo tenía que esperar, tú siempre vuelves a
mí El, es algo natural que le ocurre a tu cuerpo cuando se
encuentra con el mío.
– Sí Will, por eso vine, para que no vuelva a ocurrirme,
sino, nunca voy a liberarme de ti. Creaste una historia en tu
mente donde eres el único al que voy a amar y solo lo hiciste
realidad convirtiéndome en otra persona. –Mis palabras lo
dejan mudo– Una fiel mascota.
– Yo no convertí nada, yo solo te liberé, te dejé vagar por
la vida libremente, no como hace tu rey, que te mantuvo
alejada de todos dentro de este castillo por siglos, ¿crees que
eso es amor? Eso es egoísmo, él te quiere solo para su deleite,
aunque nunca vas a ser realmente de él ¿y sabes cuál es la
definición de eso? Una mascota fiel.
Hen siempre hizo lo posible para mantenerme bajo su ala,
pero yo sé porque lo hace, es su única manera para ahogar el
dolor, tenerme a su lado y pasar tiempo conmigo es solo un
narcótico para callar lo que sentimos los dos.
– No hables de él, esto es entre tú y yo, o, mejor dicho,
esto es sobre el final que nos involucra. ¿Crees que no sabía
que me vigilabas entre las sombras? ¿Que no sentía tu
presencia? Lo hice todas las veces y, sin embargo, te dejé
vivir un día más y así pasaron los siglos, en cambio tú,
William…tú no podías dejar de ser el ser despreciable que
eres, tenías que joderlo todo, siendo un ególatra y un maldito
loco.
– Mi locura hizo que viva los mejores meses de mi vida
Eleanor. –Se me retuercen las tripas con sus palabras, debo
tener el doble de cuidado, porque si no voy a terminar en sus
brazos otra vez.
– Entonces llevabas una vida muy aburrida.
– No, llevaba una vida sin ti, y eso no es vida, eso es
tortura, más aún cuando vives para siempre.
La Eleanor que todavía susurra palabras que me
confunden, se despierta ante esa simple frase, se arrastra a
sus pies y deja que Will la acaricie como a una mascota.
La Eleanor que lleva la espada, la acomoda en sus manos
para tener un mejor control.
– Cállate–gruño, está ganándome. Debo concentrarme.
– Imposible. Nadie puede callar lo que siento por ti, ni
siquiera tú.
Él sabe lo que hace, la llama para que salga a la superficie.
Tengo que cerrar los ojos con fuerza y volver a canalizar mi
rabia.
– Estos son tus últimos minutos, ¿seguro que quieres
perderlos hablando estupideces? –Doy un paso delante y
luego otro, sujetando mi espada delante de mí y apuntándolo
directamente.
– Preferiría pasarlos con mi boca entre tus piernas,
ahhh–suspira– No recuerdo mejor droga que esa. –Voltea y
deja caer la espalda sobre los barrotes, demostrándome que
no soy una amenaza para él, su espalda esta quemada y
lastimada por el material de la prisión.
– ¿Así quieres morir? ¿De espaldas, como un cobarde?
– No vas a matarme El, no eres capaz de hacerlo. –dice
mirando sobre su hombro hacia mí.
– ¿Cómo estás tan seguro?
Voltea y vuelve a enfrentarme.
– Porque me amas y eso es lo que más odias de mí, que a
pesar de todo lo que te hice, todavía me amas a tu manera. –
Coloca las manos en los barrotes y se acerca a mí. – Me
amabas cuando te follaba, cuando violaba tu boca, cuando
gritabas mi nombre y muy dentro tuyo deseas que lo nuestro
sea posible, deseas olvidarte de todo y entregarte a mí una
vez más... –Lo escucho atentamente, siento que la mascota
de Will toma poder sobre mí otra vez y él lo sabe también,
porque no se detiene allí. Estira su brazo y acaricia mi
mejilla– Mi Eleanor, mi reprimida y frustrada Eleanor,
siempre voy a estar dentro tuyo, siempre, por más que
intentes callarme, sé que me escuchas durante la noche
cuando intentas dormir, sé que saboreas mi deseo, ves el
amor que tengo para ti. –Dejo mi rostro caer sobre su mano
y con su pulgar acaricia un rincón de mi piel– Así es, déjate
caer, sucumbe de una vez por todas, a mí, a nosotros.
– ¡Eleanor! –Hen…– Déjenme pasar o juro por Dios…–La
puerta se abre abruptamente y Hendrix entra a la habitación,
despertándome por completo. – Eleanor–susurra.
Me alejo de Will cuando el hechizo se rompe y vuelvo a
tomar el puño de mi espada con más fuerza. Hendrix se
mantiene detrás de nosotros, sin hablar, observándonos
como si fuésemos el mismísimo apocalipsis.
– Tócame una vez más Will, estoy deseando que lo
intentes.
Se ríe.
– Hola sobrino.
– No le hables, no lo mires, esto es entre tú y yo.
– ¿Quieres mi atención? Aquí la tienes…
– Mátalo–dice Hendrix– ¡Termina con esto Eleanor!
Will se ríe más fuerte.
– No puede hacerlo Hendrix, ¿no lo ves?
Cierro mis ojos y tomo aire profundamente.
Regulo mis respiraciones, relajo mis hombros y bloqueo
cualquier voz que me rodea. Quizás sea algo que llevan en la
sangre, porque los dos pueden comandar palabras y tienen
efecto sobre mi casi inmediatamente. Cuando los abro otra
vez, me encuentro con los ojos de Will riéndose de mí, su
belleza y su lenguaje corporal es todo lo que necesito para
poder leerlo. Él realmente no me cree capaz de matarlo y
puede que tenga un poco tenga razón, pero el lado más fuerte
de mi cerebro sabe que esto es necesario.
Volteo para mirar a Hendrix, su apariencia es dura de ver.
Sus ojos cargan tristeza, su cuerpo transmite miedo, sus
cejas están unidas en el medio de sus ojos. Su respiración es
entrecortada, es su mente la que está inquieta, todo por mi
culpa. Yo causé esto en él. Lo sé más que nadie, porque solo
nosotros comprendemos que no podemos vivir sin el otro, no
podemos pasar muchas horas separados y si ocurre, era un
dolor físico que compartimos los dos. No puedo imaginarme
lo que habrá sentido cuando pasamos todos estos meses
alejados, un mes donde no sabía dónde estaba ni que me
ocurría, el otro mes me tenía a su lado, pero yo no existía en
mi cuerpo.
Él no se merece esto.
Y yo tampoco.
– Te amo…–digo sobre mi hombro. Necesito que lo
recuerde, necesito ver alivio en él. Y eso es lo que ocurre, deja
que su cuerpo se relaje, suspira profundamente y una sonrisa
se desplaza por su rostro.
– ¡Te miente! –grita Will.
Sonrío.
– ¿Crees que va a creerte? Hendrix es parte de mí, Will,
siempre lo fue, él escucha y siente lo que pienso y siento, es
una extensión de mí, Hendrix fue mi protector, mi salvador,
mi guía, mi amigo, mi amante, tu solo fuiste algo que usé
para rellenar un espacio vacío hasta encontrar mi camino de
vuelta a él.
– ¡Cállate! –William comienza a gritar y a sacudir los
barrotes que nos separan. Antes de venir aquí quería que su
muerte fuera traumática y horripilante, pero ahora que
llegué a su mente y la agité, bueno, ahora solo siento pena,
porque dentro de su retorcido cerebro y su profunda
oscuridad, él realmente me ama, lo puedo sentir, su cuerpo
se rompió cuando dije esas palabras a Hen delante de él.
Y quiero que esto acabe cuanto antes, no por mí, por él,
esta es mi última manera de protegerlo, de decirle que yo
también lo amaba a mi manera y que nunca voy a olvidarme
de él.
Rápida y precisa, mi espada se despliega y llega a
atravesar su cuello.
Mis manos tiemblan, mis ojos se abren ampliamente
porque no puedo creer lo que realmente acabo de hacer.
Sus rodillas se vencen y se derrumban sobre el suelo.
Sus ojos están confundidos y asustados, realmente no me
creía capaz de hacerlo y la sorpresa abarca toda la
habitación, porque Hendrix tampoco me creía capaz.
Sujeta la espada con sus manos e intenta quitarla, pero no
puede, se lastima las palmas y hace que brote todavía más
sangre, de su cuello sale a montones, ya no puedo mirar.
Will sufre, no solo físicamente, su alma está en pena y no
soporto verlo, la vampira que él ama acaba de matarlo.
Tomo la empuñadura y rápidamente hago el movimiento
que va a dar por finalizada la vida eterna que lleva.
La tortura que estamos viviendo los dos acaba de
terminar.
Finalmente, cae y muere delante de mí.
Yo caigo al frío y sucio suelo con él.
Lloro desesperadamente.
Los brazos de Hendrix aparecen a mi alrededor
cargándome y alejándome de lo que acabo de experimentar.
Y esos fuertes brazos son el consuelo que más necesito, por
esos brazos hice lo que hice, solo por él, por su dolor.
Adios Will.
CAPÍTULO 73

H endrix

DE GOLPEel castillo está en silencio.


Hay una vibración expectante en el aire que nadie puede
definir con exactitud.
Puedo sentir el olor a la adrenalina de todos en el aire y es
Eleanor quién provoca todo eso.
Ella quebró lo que sea que la paralizaba en su habitación y
terminó con la vida de William de una vez por todas, pero al
mismo tiempo, siente una pena inmensa por ese vampiro.
No entiendo porque, pero esa es Eleanor, a veces
incomprendida por el resto del mundo, con el corazón tan
grande que a veces la sobrepasa.
Camino por los oscuros corredores sosteniéndola con toda
la fuerza que puedo, mientras se retuerce entre mis brazos,
pidiendo a gritos por volver. Grita su nombre hasta no tener
voz, llora hasta sofocarse, Eleanor está de duelo.
A medida que camino, todos observan cómo se pierde en
la demencia.
Todos entienden que ocurre.
Mi padre aparece en mi rango de visión y cuando deposita
sus ojos en Eleanor sabe que todo acabó, sabe que su
hermano está muerto, pero también ve a la única criatura
que siente dolor verdadero por ello como él.
Nadie más lo hace.
Por eso le agradece, inclinándose frente a ella, una rodilla
en el suelo, una mano en el corazón. Yo me detengo frente a
él, sosteniendo a lo más preciado que tengo cerca de mi
pecho, de mi corazón, esta es primera vez que veo a mi padre
en el suelo y no salgo de mi asombro, se inclina delante de la
humana que cambió nuestras vidas por completo.
Se inclina delante de la reina, finalmente.
Eleanor lo ve y no puede soportar el gesto de mi padre. Se
baja de mis brazos y le implora que se levante. Cuando se
pone de pie, lo abraza intensamente. Lo sostiene entre sus
brazos y mi padre se deja fundir en el cariño que ella le da.
Los dos lloran al unísono, solo ellos entienden el dolor que
cargan sobre sus hombros.
Solo ellos tienen aprecio por ese ser despreciable.
– Lo siento tanto–dice entre llantos Eleanor.
– No es tu culpa hija, no es tu culpa, hiciste lo correcto,
aunque duela, aunque no tenga sentido ahora–contesta mi
padre.
Quito a Eleanor lentamente de sus brazos y vuelvo a
cargarla, como si intentara juntar las piezas rotas que
quedan de ella y la llevo hasta donde debía estar desde el
principio de la historia.
Mi habitación, la habitación Real.
Usando el pie, cierro la puerta detrás de mí, dejando a un
mar de vampiros confundidos detrás. Deposito a Eleanor
lentamente sobre la cama y me acuesto a su lado,
protegiéndola entre mis brazos.
Es el momento de lidiar con su dolor ahora, aunque no me
guste, aunque me duela verla así por el vampiro que tanto
mal le ha hecho, ella ahora necesita pasar por esta etapa.
Y yo voy a estar allí, juntando cada pedazo de ella que
quedará atrás.
QUINTA PARTE
CAPÍTULO 74

H endrix

D IECISIETE DÍAS le tomó a Eleanor salir del duelo.


Diecisiete días se mantuvo en la cama, sin comer, sin
hablar, sin moverse.
Por diecisiete días solo vi su espalda y solo escuché
monosílabos salir de su boca y a pesar de su ausencia, nada
me movía de su lado. Trabajé, comí y dormí con ella sin
presionarla, sin insistirle o preguntarle por qué sufría, si ella
era la que había tomado la decisión.
Durante mis tres oscuros días sin Eleanor, me había
planteado preguntarle si lo que realmente deseaba era huir
con él, le tenía miedo a su respuesta, pero la realidad era que,
si me hubiera dicho que sí, no tenía otra alternativa más que
cumplir. Porque eso era lo que debía hacer y principalmente
porque me prometí a mí mismo que iba a darle todo lo que
me pida en esta vida.
Finalmente ella había tomado una decisión. Me había
elegido a mí, a pesar del dolor que sentía, a pesar de que ella
sabía que matar a William iba a ser el acto más difícil de
ejecutar, se quedó conmigo y yo era feliz por eso.
En estos momentos me encuentro en la cama, leyendo un
reporte que Jason ha enviado, los números del club que
teníamos están bajando, no me sorprende, ya que Jason
luego de su encuentro con William comenzó una etapa
depresiva importante. Aún no he tenido tiempo para
preguntarle cómo está, pero me habían dicho que ya no va al
club como lo hacía, se ha separado finalmente de su esposa y
se ha recluido en su mansión. Eventualmente voy a tener que
hablar con él, pero mi atención está completamente enfocada
en Eleanor en este momento.
Su cuerpo empieza a moverse y su respiración se vuelve
más rápida, está despierta, ya sé cómo leerla, aunque no veo
su rostro, usualmente dice algún monosílabo en un par de
horas, en cambio hoy es diferente.
– Fueron las cartas…–susurra. ¿Las cartas? ¿De qué habla?
–Las cartas que me enviaste y que nunca vi, fueron las
causantes de todo esto, las encontré en mi cuarto.
Lentamente gira y se encuentra conmigo a su lado, es la
primera vez que veo sus ojos en diecisiete días. Me mantengo
en silencio porque tengo miedo de decir algo y ahuyentarla,
mi mudez la obliga a continuar– Cuando leí el sufrimiento
que sentías por mí, cuando lo sentí en mi sistema nervioso,
fue cuando tomé la decisión. Me gustaría decirte que lo maté
porque lo odiaba, porque me había lastimado y usado a
través de los siglos, pero la realidad es que lo hice porque no
quería hacerte sufrir por más tiempo. Will no solo me había
alejado de ti ahora, sino que lo había hecho muchas veces en
el pasado y siempre con éxito. Tú no te mereces eso Hen y a
pesar de que Will fue alguien importante para mí, tu siempre
estarás primero en mi mundo, por eso hice lo que hice.
Me mantengo en silencio unos minutos más, procesando
lo que dice, no puedo terminar de definir los sentimientos
que atraviesan mi pecho, lo único que puedo expresar es:
– Gracias–Mi respuesta la hace reír, pero no es una risa
explosiva, es una tímida y silenciosa, una risa que
comenzaba a nacer luego de tanto dolor– ¿De qué te ríes?
– Cuando leí tus cartas, me sorprendí por tus palabras, la
profundidad con la que hablabas, la sinceridad cruda y ahora
luego de mi confesión solo dices “gracias”.
Dejo los papeles que tengo en mi mano sobre la mesa de
noche y me coloco de costado a su misma altura para tenerla
frente a mí.
– Yo siempre fui el de las cartas Eleanor, siempre te hablé
así, siempre fui sincero, solo que tú estabas demasiado
compenetrada en el papel de hierro que querías cumplir y no
lo viste. Y si digo “gracias” es porque en verdad estoy
agradecido, no porque decidiste matarlo, digo gracias porque
volviste a mí y eso era mi temor más grande.
Ella frunce las cejas, sin entender a dónde voy con todo
esto.
– ¿No fue obvio que iba a volver a ti?
– Nada es obvio cuando se trata de nosotros Eleanor,
nada, y no me resultaba extraño que luego de haber
cambiado las leyes para nosotros, el destino vuelva a
intervenir, después de todo, siempre dije que nuestra
relación estaba maldita.
Estira la mano hacia mi rostro y por primera vez en
mucho tiempo, entramos en contacto físico. Cierro los ojos
bajo su caricia, a veces no comprende el efecto que tiene
sobre mí, lo cual es extraño ya que sabe que estuve dispuesto
a renunciar a todo solo para tenerla.
– Lamento mucho que hayas tenido que pasar por todo
esto–dice mientras lágrimas silenciosas se deslizan por su
mejilla, las borro rápidamente porque ya no hay de qué llorar
y porque yo también necesito tocar su piel. La tensión de
todos estos días se me acumula en la garganta y la única
manera de salir es a través de mi boca, mensajes empiezan a
brotar sin control…
–El día que te encontré me disté vida Eleanor, así que
cuando supe que él te había llevado lejos de mí una vez más,
solo sentí que moría por dentro otra vez. Cuando Jason dijo
las palabras, cuando realmente escuché, pensé que se
acababa todo allí. Temí no volverte a ver, no poder ver tus
ojos o sentir tu perfume a lavanda y azúcar. Pero luego
recordé todo el avance que había hecho contigo y nuestra
lucha infinita por estar juntos. Si nuestros caminos se
cruzaron una vez, entonces volverían a hacerlo y tenía que
confiar en eso, debía enfocar toda mi energía en encontrarte
y traerte a casa conmigo. Nosotros estamos hechos el uno
para el otro, solo que debíamos esperar.
Eleanor me mira con pena en sus ojos, sus lágrimas
siguen corriendo y las mías aparecen lentamente, pero estas
lágrimas, por primera vez en mi eternidad, son de felicidad.
Con prudencia y lentitud, acerco mis labios a los de ella,
simplemente necesito apoyarlos, no voy a intentar algo más,
sé que ella aún no está preparada para mi calor.
Eleanor deja que nuestros labios se presionen y muy
paulatinamente devuelve el beso, primero con miedo y
cuidado, luego recuerda que mis labios le pertenecen y que
esta vez sí tiene control. Su lengua vergonzosamente se
desliza entre mis dientes y yo la dejo navegarme como si
fuera una ciega conociendo el territorio por primera vez. Me
guste o no, esto que ocurrió ha marcado un antes y un
después para nosotros, así que debemos tomar pequeños
pasos para volver a estar donde estuvimos una vez.
Cuando su lengua choca contra la mía, siento una ola de
posesividad recorrerme el cuerpo, Eleanor me besa en
nuestra cama y consume toda mi energía no encerrarla bajo
mi cuerpo y tomarla aquí mismo. Podría subirme sobre ella y
mostrarle cuanto la amo, podría perderme en su piel y en
cada rincón de su cuerpo, podría morderla y lamerla cuanto
quisiera, pero en cambio y a pesar de todo, me alejo de ella,
dejando que nuestros cuerpos vuelvan a la normalidad.
Sus ojos me miran confundidos, ¿Cree que la estoy
rechazando? Maldición, si lo único que quiero es estar dentro
de ella.
– ¿Qué ocurre? –pregunta con miedo.
– Nada, pero acabamos de tener una conversación sincera
y real después de mucho tiempo, no creo que debamos
apurarnos–Sus ojos siguen confundidos y luego se alejan de
mí, mirando hacia otro lado. Tomo su rostro, la arrastro otra
vez hacia mí. – No leas entre líneas, no busques mensajes
encriptados, este soy yo intentando hacer las cosas bien, sé
que debemos ir lento para encontrarnos otra vez.
No me cree, lo sé.
– Sientes rechazo–dice– fui usada por Will y ahora no me
deseas.
¿Qué demonios?
– Sabía que no debía dejarte sola en tu cabeza por tanto
tiempo–gruño– ¿Quieres que te diga lo que ocurrió cuando
no estuviste aquí?
– Sí.
Me acomodo en la cama y la arrastro hasta tenerla a mi
lado, rodeo mis brazos y la pego contra mi pecho, ella se
acomoda y deja su cabeza descansar sobre mí.
Ahh, es la sensación más perfecta.
– Tenía más horas disponibles que lo normal, ya que el
sueño no era algo que ocupaba mi mente, ya sabes que no
puedo dormir si tú no estás cerca y menos aún cuando sabía
que estabas en otras manos, así que cuando no estaba
trabajando con el equipo para encontrarte, pasé mi tiempo
con el equipo legal encontrando la manera de cambiar
nuestra historia.
– ¿Qué?
– Sí, encontramos la manera para poder hacerte reina–
Eleanor me mira con pánico– Tranquila, no te vas a
convertir en…–No quiero decir su nombre, así que no
termino la frase.
– ¿Marilyn?
– Sí.
– ¿Y qué pasó con ella? –Miro a Eleanor con mis cejas
unidas en el centro de mi frente, porque no entiendo a qué se
refiere, luego recuerdo que ella realmente no sabe lo que
ocurrió.
– Marilyn trabajaba para William. –Suelto de golpe. Se
despega de mi pecho para mirarme directamente a los ojos.
– ¡¿Qué?!
– Lo siento, sigo olvidando que no sabes lo que ocurrió,
ella fue la que ayudó en la masacre del día de la raza, ella fue
la que puso el mensaje en tu cama y la que luego, dejó el
video en mi oficina, cuando lo descubrimos hicimos buen uso
de la habitación que tu creaste, con Marco pudimos sacarle
toda la información.
– ¿Ella dijo dónde estaba?
– No, de hecho, cuando se dieron cuenta que su locación
estaba comprometida, huyeron a un lugar más lejano.
– ¿Y cómo llegaron allí?
Suspiro lentamente.
– Fue Noah quien decidió hablar. –Eleanor me mira aún
más impactada.
– Pero fue por él que yo…
– Lo sé–interrumpo, no quiero recordar esa noche– Pero
creo que vio algo que no pudo soportar, creo que se dio
cuenta de que algo estaba seriamente mal con toda esta
situación, sin mencionar que asesiné a todos los que fueron
cómplices de manera directa e indirecta también.
– ¿Qué? –Se aleja un poco más, impactada por la
información que acabo de darle – ¿Cómo?, ¿por qué?
– ¿Por qué? –Me siento más erguido en la cama,
preparándome para tener esta conversación– Porque estaba
perdiendo la maldita cabeza Eleanor, porque desaparecías de
mi vida y no podía soportarlo, porque te amo, ¿cuantas
razones más necesitas? –Se mantiene en silencio unos
segundos, procesando lo que acabo de decirle– Antes de que
me lo preguntes, no, no me arrepiento, era lo que tenía que
hacer, era el mensaje que necesitaba enviar al pueblo para
que vean lo serio que iba cuando se trataba de ti.
– Pero Hen…
– Noah me advirtió que me iba a encontrar con alguien
diferente, si tú te hubieras visto en el momento que te
encontré. –Tomo aire profundamente– Eras una bolsa de
huesos Eleanor, estabas inconsciente y maltratada por
William, no habías tomado mi sangre en mucho tiempo y él
estaba obligando a tu cuerpo a que tomaras la de él, cuando
sabía que no te nutría, ¿entiendes? –Me detengo cuando
siento que las palabras me agobian y mi tono de voz se ha
vuelto áspero y violento, una vez que me recupero,
continúo– Cuando al fin te tuve en mis brazos, te saque de
esa oscura habitación y corrí hasta tu padre para que te
arreglara, ¡que te arreglara Eleanor! Estabas rota en todo
sentido y ahí entendí lo que se refería Noah cuando me dijo
eso.
– Siento mucho que hayas tenido que ver eso.
– Lo único positivo de ese día fueron dos cosas–confieso.
– ¿Cuales?
– Primero, pude ver de primera mano cómo te admiran
en el círculo Real, cuando te quité de allí, todos se
arrodillaron mostrando el respeto que te mereces. –Me mira
más impactada que antes– Necesito que comprendas que no
todos en este lugar son unos snobs, hay nuevas generaciones
de vampiros dispuestos a aceptarte sin discusión alguna.
Asiente silenciosamente y luego agrega:
– ¿Qué fue lo segundo positivo del día?
Sonrío cuando recuerdo el momento, pero ahora temo
decírselo.
– Tuve una conversación con tu padre por dos motivos, el
primero, es necesario que te adopte legalmente para
transferirte el título de nobleza y así poder estar contigo sin
ningún obstáculo, el segundo motivo fue porque le pedí tu
mano.
Nervioso, espero por la reacción de Eleanor, sus ojos
recorren mi habitación lentamente, mientras procesa toda la
información que acabo de decirle.
– ¿Adoptarme?
– Sí, encontramos que, doblegando las leyes a mi favor,
lograríamos hacerte noble.
– ¿Y qué hay sobre mi impureza?
– Eliminé esa ley, como le dije a mi padre, esto es una
tiranía ahora, ya no hay vuelta atrás, está hecho. –Asiente
lentamente, asimilando todo esto, temo que sea mucho,
puedo sentir como su pulsación se acelera y su respiración se
dispara por las nubes. – Solo si quieres Eleanor, recuerda esa
parte por favor.
– Sí quiero, es que…
– No tiene que ser ahora mismo, ni mañana, un paso a la
vez, ¿recuerdas?
Cuando sale de su letargo, finalmente conecta con mis
ojos y deja una pequeña sonrisa asomarse por la comisura de
sus labios.
La tengo de vuelta conmigo y la amo con fervor.
– No puedo creer que hayas hecho esto por mí.
– Entonces todavía no comprendes lo que siento por ti.
CAPÍTULO 75

E leanor

E S la segunda vez en mi vida que almuerzo con mis padres y


con la familia Real al mismo tiempo.
La primera vez sentí que estaba viviendo un cuento de
hadas, (un cuento de hadas oscuras y tenebrosas). Lo que
recuerdo de a pedazos son mis nervios, pero a la vez no tener
control de lo que preguntaba, hacía o decía. Me acuerdo que
Astrid me había parecido un ángel flotante, era cálida
conmigo y cuando me hablaba, me hacía sentir cómoda y
contenida. Aren por otro lado, me causaba respeto y miedo a
la vez, algo que lo mantengo hoy en día.
Mis padres son otra historia, había pasado mucho tiempo
con ellos y había descubierto que Sebastián Solís era alguien
excepcional, recuerdo como me explicó todo el protocolo
para presentarse ante los reyes aquella vez, también me
acuerdo como me olvidé de todo en el segundo que puse un
pie dentro del castillo. Dalia Solís tuvo sus grandes
momentos conmigo, pero también sus malos. Dalia era una
hembra de mucho valor dentro de la sociedad, fue una buena
madre y supo guiarme por el camino correcto.
Lamentablemente a veces las presiones de la sociedad
hicieron que ella sintiera vergüenza de mí y su rechazo
ocasionalmente me distanció de ella. Pero los siglos pasaron
y mi posición dentro del círculo Real mejoró, haciendo que al
fin le agrade.
Ahora estamos sentados en una mesa muy diferente a la
de aquella vez, Hendrix es el rey y se sienta en la cabecera, yo
me encuentro a su derecha en carácter de pareja (aunque no
me ha tocado desde ese beso hace ya dos semanas), Aren se
encuentra a su izquierda y el resto de la familia, en los
laterales. La posible unión de Hendrix conmigo no es el tema
de esta cena, el tema es la adopción formal.
Hendrix me aconsejó que, si esto es algo que realmente
quiero llevar a cabo, debo hacerlo yo, sé que tiene razón,
pero hoy me siento el doble de nerviosa que aquella primera
cena hace tantos siglos atrás. A mi padre se lo ve nervioso
también, aunque sé que tiene una sospecha sobre lo que está
a punto de ocurrir.
Mi madre por otro lado, no tiene idea aún.
Pero pronto lo sabrá.
Hendrix me hace una señal, para que interrumpa la charla
que todos tienen de una vez y eso hago. Carraspeo y me
retuerzo en el asiento. Todos se callan, todos los ojos están
sobre mí, son muchos ojos mirándome para mi gusto y mis
nervios suben terriblemente, Hendrix toma mi mano y con
su pulgar acaricia mi piel dándome un poco más de coraje.
Ellos podrían decir que no, que sería una desgracia, podría
salir todo mal en cuestión de segundos.
– Bueno…, eh…–Comienzo balbuceando– Después de
todo lo que ocurrió, creo que ya todos saben de qué hablo,
algunas cosas cambiaron en mí, nuevas decisiones que no
había tenido el coraje de tomar. Siempre creí que el tiempo
daba sabiduría, bueno, porque las personas más viejas que
conozco son ustedes y todos parecen tener todo muy claro a
veces, yo por otro lado y con mi condición de ex-humana a
veces tiendo a hacer mi vida más difícil sin sentido alguno. –
Miro fijamente el plato con comida sin tocar frente a mí,
pero de golpe subo la mirada para encontrarme con mi
padre. – No pensé que iba a pedir esto alguna vez y si hablo
con sinceridad será que no me siento digna todavía de llevar
tu apellido, siempre fui Eleanor Hauss y eso siempre me
conectó con mi lado más humano que vampiro, pero si en
verdad quiero hacer esto. –Miro a Hendrix y su mirada es
extraña de leer, me pregunto qué siente ahora mismo, vuelvo
a concentrarme en mi padre– Significa que me siento más
una Solís que una Hauss, simplemente porque mis valores
fueron inculcados por ti y aún no puedo creer lo afortunada
que fui en ser criada por un vampiro tan increíble como tú,
como todos ustedes en realidad, porque todos me vieron
crecer y sé que fue difícil para todos, aceptar una humana y
lidiar con todos los problemas que una adolescente tiene. –
Miro a mi madre y ella tiene lágrimas en los ojos, es la
primera vez que la veo llorar y sospecho que llora con culpa,
más que con emoción. – Madre, tú me ayudaste a
comprender cosas humanas que nunca tuviste que pasar y
ahora siendo adulta y con algunos siglos encima mío, sé que
habrá sido la tarea más difícil de todas y estoy muy
agradecida por tu trabajo, aunque en el momento no lo
expresé como correspondía y quiero pedirte perdón por eso.
Mi madre rompe en llanto y se seca las lágrimas
rápidamente.
– Tu discúlpame a mí Eleanor, sé que no habrá sido fácil
para ti, todo lo que nos ocurrió, fue demasiado... –Estiro la
mano sobre la mesa y ella la suya, pero es una mesa tan
grande que apenas nos tocamos las puntas de los dedos.
– No, mamá, ustedes le dieron una oportunidad a una
humana que no tenía futuro alguno. –Miro a mi padre una
vez más antes de hacerle la pregunta sin más vueltas–
¿Quieren adoptarme?
Sebastián Solís se esfuerza para mantener la compostura,
yo puedo leerlo mejor que nadie. Lo que no anticipé fue como
se levanta de la mesa y decidido, camina hacia mí. Me
levanto nerviosa porque su rostro parece estar enfadado.
Cuando nos ponemos frente a frente, detecto por primera vez
que tenemos la misma altura, casi aparentamos los mismos
años, lo único que nos separa son los títulos que habíamos
elegido para el otro.
– Sería un honor que lleves mi apellido Eleanor. –Da un
paso el frente y me abraza con tanta fuerza que no aguanto el
llanto que se avecina en mi garganta. Dejo mi cabeza caer
sobre los hombros de mi padre cuando siento los brazos de
mi madre rodearnos a los dos. Esto es extraño y placentero a
la vez, porque nadie puede negar que ellos son mis padres y
ciertamente un papel no haría la diferencia con respecto a
cómo me siento, pero este momento, este preciso instante es
impagable, incomparable con cualquier otro momento que
hayamos vivido juntos como familia alguna vez. Nunca
hablamos con el corazón como ahora, nunca sentimos todas
estas cosas como lo sentíamos ahora. Cuando mis padres me
sueltan los tres nos secamos las lágrimas de la misma
manera, apurados y con vergüenza.
– Creo que esto merece un brindis–grita Aren.
Volteo y encuentro a la familia Real de pie, igual de
emocionada que nosotros, pero cuando miro a Hendrix
siento que se me sale el corazón del pecho cuando veo sus
ojos atravesándome. Camino hacia él y dejo caer mis labios
sobre los suyos, Hendrix me atrapa entre sus brazos y me
encierra en él. Cuando me suelta, analizo los rostros de
todos, esta es la primera vez que demostramos cariño ante
todos los demás. Espero asco y desaprobación, espero
miradas perdidas hacia cualquier lado con tal de no
mirarnos, pero no, todos los ojos nos miran con cariño y
todas las bocas tienen una sonrisa.
Hendrix me entrega una copa para que todos las
choquemos juntos.
¿Es esto una fantasía?
CAPÍTULO 76

H endrix

A NOSOTROS , los vampiros, nos gustan las ceremonias, mucho.


Y creo que la razón es porque en nuestra eternidad
necesitamos conmemorar momentos únicos e importantes,
por eso todo es memorable.
La adopción de Eleanor es importante y sí, podría ser algo
rápido como firmar un papel frente a un juez y luego seguir
con nuestras vidas.
Pero no.
Mi madre insistió en hacer una gran ceremonia, solo con
amigos y con la gente que realmente quiere participar. Todos
esperamos a Eleanor y a sus padres en una habitación
decorada al detalle, ellos están en un cuarto apartados
teniendo algún tipo de conversación privada. El juez espera
tras un gran escritorio con los papeles listos y tres plumas de
oro para que puedan firmar.
Hoy es un gran día para Eleanor y sí, para mí también, el
egoísmo hace que grite de alegría cuando recuerdo que esto
es todo lo que necesito para tenerla como mi reina
oficialmente.
No puedo creer que no actué antes sobre las leyes, el
tiempo perdido y la cantidad de sufrimiento no se justifican,
podríamos haber estado juntos mucho antes. Internamente
sé que mi impulso para con Eleanor fue el bastardo de mi tío,
siempre fue mi disparador de emociones. Especialmente
cuando sabía que Eleanor sentía cosas por él.
En las últimas semanas hablamos de ello, Eleanor me hizo
entender el cariño que sentía por él y por qué lo sentía y
aunque seguía odiándolo con todo mi cuerpo, la entendía.
Pero ahora yo tomo control, finalmente es nuestro turno.
Al fin voy a poder amarla libremente.
Al fin voy a llamarla mi hembra con orgullo, como
siempre fantaseé.
Las puertas se abren y los tres entran riendo nerviosos.
Tanto mis padres como yo, los miramos con una sonrisa
llena de amor, Eleanor roba toda mi atención.
Ella es lo único que detectan en mis ojos.
Ella es todo lo que necesito.
El juez carraspea un poco, intentando bajar la conmoción
de la habitación, cuando está por hablar, la puerta se abre y
tímidamente entra Jason. Se coloca detrás de Marco y Ángel
con sus manos enterradas en sus bolsillos, me debo una
charla con ese vampiro. Nuestras miradas se conectan un
segundo y los dos asentimos seriamente, puedo sentir la
lejanía en él.
El juez dice unas palabras relacionadas a las relaciones de
vida y como no siempre la sangre está involucrada en la
familia. Y tiene razón, la vida a veces te sorprende con giros
violentos e inesperados, a veces para bien, como cuando me
dejé llevar por el delicioso olor que Eleanor cargaba, y a veces
mal, como cuando la arrancaron de mis brazos. Pero la vida
es así, toma y concede. Solo los eternos podemos apreciar
eso, tenemos suficiente tiempo para poder ver las cosas con
perspectiva y darnos cuenta que la vida es una balanza
perfectamente equilibrada.
Finalmente, los Solís firman todos a la vez y después de la
firma del juez, los aplausos comienzan, los gritos y las
palabras de aliento.
Ellos tres se abrazan, mientras lloran y ríen.
Es necesario un momento así dentro del castillo,
demasiada oscuridad últimamente.
No puedo explicar lo feliz que me hace ver a Eleanor
sonreír, siento que el pecho me va a explotar y cuando
finalmente me ve, quiero gritar de emoción.
Maldición, la amo con cada fibra de mi cuerpo.
Ella camina hacia mí, deposito un pequeño beso en su
frente y dejo que mis brazos la envuelvan otra vez. Se hunde
en mi pecho y suspira profundamente.
– Felicitaciones, Eleanor Solís. –Acerco mi boca a su oreja
y susurro– Espero que algún día mi apellido esté en tu
nombre también.
Se aparta de mí y sonríe abiertamente, me sonríe a mí y a
mi alocada idea de hacerla reina.
Al fin, mi reina.
– No puedo creer que estemos haciendo esto–susurra.
Cuando estoy por contestarle, Jason aparece a nuestro lado,
carraspeando nerviosamente.
– Felicitaciones–dice.
– Gracias, Jason, ¡qué gusto verte! –Eleanor sabe que mi
amigo no está en buen estado.
– Igualmente, ¿crees que podemos hablar en privado? –
Es extraño verlo tan apagado, él siempre tiene algo que decir,
algún chiste de doble sentido, una sonrisa pícara, pero ahora
ya no brilla.
– Sí, claro. –dice Eleanor y me despide con una caricia en
mi brazo.
Los veo irse, pero no con celos como en otras épocas, no
con rencor hacia Jason por poder estar cerca de ella y no
tener que contener cada músculo de su cuerpo para no
tocarla, los veo irse con entendimiento, porque solo ellos
saben que existe una conexión invisible a partir de lo que
ocurrió.
Y eso me hace sentir orgulloso de los dos, porque son
supervivientes.
CAPÍTULO 77

E leanor

LA ÚLTIMA VEZque vi a Jason pensé que no iba a sobrevivir.


Recuerdo claramente cómo de sus ojos caía sangre a
borbotones y su brazo estaba muy mal herido, bajo ropas
rotas y sucias había rastros de heridas. Cuando Will supo que
él iba a ser una debilidad para mí, simplemente tomó la
oportunidad y jugó conmigo.
Jason era importante porque era el soporte de Hen, punto.
Era imperioso salvarlo porque sería alguien clave para
cuando yo no esté. Al menos eso fue lo que sentí mientras me
entregaba a los brazos de William.
Jason era todo lo que Hen no era, Jason era descuidado y
relajado, era alegre y vibrante, un don Juan seguro, un
playboy por momentos, sin embargo, eso no lo hacía malo, lo
hacía víctima del viejo sistema burocrático que la sociedad le
imponía.
Él era el resultado de una vida programada por los demás.
Era.
Ya no.
Ahora tomó el lugar de Hen de hace algunos siglos atrás,
cuando se había apagado.
Me duele verlo así.
Caminamos hasta mi oficina, él se sienta frente a mí. No
lo digo en voz alta, pero esta es la primera vez que entro en
mi viejo despacho, después de todo lo que había pasado. Me
siento en mi sillón como lo hacía todos los días antes,
aparentando no sentirme extraña.
Jason desabotona su traje y se deja caer en la gran butaca
que hay del otro lado del escritorio, evita mi mirada a toda
costa.
Así que me acomodo en mi lugar y espero en silencio.
– Demonios, tenía todo ensayado–susurra. Dejo que una
media sonrisa se deslice en mis labios, es la primera vez que
Jason me provoca ternura.
– No te apures…–Luego de unos segundos, comienza.
– No tenías por qué salvarme ese día, no había testigos
vivos, ni teníamos lazos sentimentales, sin embargo, lo
hiciste, sabiendo cuales eran las consecuencias. –Mira lejos
de mí, escarbando palabras en su cerebro– No puedo dejar de
preguntarme, ¿por qué hiciste algo así? Por qué me salvaste a
mí, siendo que no soy alguien de valor, no soy de la realeza,
nunca fui súper amable contigo, de hecho, recuerdo intentar
meterme en tus pantalones cada vez que tuve oportunidad,
siempre fui frívolo y superficial, me enfoqué solo en hacer
dinero y en evitar a mi ex esposa. –Levanta la mirada y se
une con la mía– No merecía ser salvado, entonces, ¿por qué
demonios diste tu vida por un ser tan descartable como yo?
El escritorio entre los dos se siente gigante y nos aleja, la
habitación está en silencio y fría, todo lo contrario, a lo que
siento dentro de mí. Por eso me levanto y arrastro mi silla
hasta estar a su lado. Me siento más cerca de él, tomo su
mano entre las mías y le respondo.
– Ese día había dos sobrevivientes en esa habitación, tu y
yo. Vi que estabas sintiendo mucho dolor, pude oler tu miedo
y hasta casi que entendí porque pretendías estar muerto
entre todos esos cuerpos. En ese momento William supo que
eras alguien importante en mi vida, porque si no, no te
hubiera usado para su beneficio. Yo solo podía recordar como
habías sido el único vampiro amable dentro de toda esa
fiesta, recordé como siempre me hiciste reír y como sin darte
cuenta, hacías que Hendrix se volviera loco cada vez que
intentabas tener algo conmigo, supongo que yo también deje
que hicieras eso porque quería verlo celoso y protector. Así
que, en el departamento de usos, los dos estamos
involucrados, sé que no puedes comprender esto ahora,
porque tu mente no está dejando que enjuicies todo como lo
fue en realidad, pero déjame decirte, Jason, que en ese
momento eras alguien importante, no solo para mí, para
Hendrix también, y mi prioridad era que él estuviera bien,
estuviera contenido por su amigo, ya que mi destino sería
estar lejos. Espero que eso conteste tu pregunta.
Me mira con ojos confundidos, puedo ver que hay algo
muerto dentro de él, algo se había perdido aquel día y lo
entiendo, porque una parte de mí, también murió ese día.
– No, no la responde–dice dejando salir una risa baja y
corta entre sus dientes– Podrías haber elegido, podrías
haber evitado todo lo que te pasó.
– No Jason, con Will las opciones eran un espejismo, si yo
elegía mi vida sobre la tuya, él iba a asesinarte y luego
llevarme, no había escenario dónde los dos saliéramos
triunfantes, ¿entiendes? William siempre hizo eso,
aparentaba opciones como un holograma frente a ti, luego
las hacía desaparecer.
– Todavía me cuesta procesar todo esto–dice– Siento que
nada tiene sentido, pero quiero decirte gracias de todas
maneras.
– En todo caso, gracias a ti, si no fuera por tu contacto
con Noah, no sé dónde estaría ahora. –Aprieta mi mano
entre las suyas y me da una sonrisa triste.
– Lamento mucho que hayas caído en manos de ese
enfermo.
– Yo no lo lamento–digo y se vuelve confuso y atento a
mis próximas palabras– Si no fuera por William, quizás
nunca hubiese sido capaz de estar con Hendrix, si no fuera
por William, quizás nunca hubieses sido capaz de divorciarte
de una maldita vez.
Jason ríe fuerte esta vez.
– Es verdad, nunca tuve las agallas para hacerlo y no me
había dado cuenta lo infeliz que era.
– Aférrate a eso, eso es el consejo que puedo darte,
porque sí, entiendo lo que pasa por tu mente, pero tienes que
entender que esto es un nuevo comienzo, tanto para ti como
para mí.
– ¿Eso significa que ya no voy a poder flirtear contigo?
– No, al menos que quieras hacer enfadar al rey…–Rio.
Jason se levanta y me abraza fuertemente.
– Gracias por despertarme, Eleanor. –Se despega de mí
para enfrentarme– Quiero que sepas que tienes mi apoyo
para todo, quiero estar ahí para ti.
– No lo ves, ¿no? Tú ya estabas allí antes de que te dieras
cuenta inclusive. –Jason me mira con ojos confusos– Eres un
gran vampiro Jason, solo necesitas aceptarlo.
CAPÍTULO 78

H endrix

H ACE unos días que volví a trabajar activamente, bueno, lo


más cercano a lo que solía llamar activamente. Mantengo
todos los compromisos en el castillo, mis reuniones, citas,
todo se hace en casa.
Eleanor todavía no se halla, su rutina es vagar por las
instalaciones hasta que yo me desocupo, allí pasamos tiempo
juntos. Mi misión es no dejarla sola con sus pensamientos,
para lograr eso, miramos películas, hablamos o simplemente
nos hacemos compañía.
Ahora que Eleanor es una Solís, pasa más tiempo con su
padre, él suele venir a visitarla casi dos veces por semana,
generalmente en los horarios donde yo estoy ocupado, me da
mucha satisfacción saber que ellos dos han vuelto a conectar.
Todos mis movimientos y las ejecuciones de seguridad
pasan por las manos de Marcos ahora, debo admitir que no
es tan interesante tenerlo de sombra como lo era con
Eleanor, pero el macho hace un maldito buen trabajo y casi
no lo percibo.
Es hora de alimentar a Eleanor y hoy vamos a intentar
hacerlo con contacto real. Ya no más cables, no mas
distanciamiento, ella me pidió hacerlo así y nada me hace
más feliz en estos momentos.
Toco con cuidado la puerta de su habitación. Escucho
como camina por el cuarto, destraba la puerta y luego de
unos segundos la abre. Cuando la veo, el aliento se me
esfuma por completo. Eleanor volvió a ser…, bueno, Eleanor.
Lleva su atuendo de todos los días, un jean que presiona sus
curvas, una remera sin mangas negra, el cabello suelto, luce
tan hermosa como siempre, pero hoy resplandece.
– Wow…–Termino diciendo, sin encontrar palabras
reales. Me hace señas para que entre a su habitación.
Durante la noche pasamos el tiempo aquí, pero durante el
día vamos a dormir a mi cuarto, juntos. Cada día se hace más
difícil dormir y sentir su cuerpo presionando el mío, hubo
amaneceres donde desperté sujetándola contra mí
posesivamente, hubo otros donde ella aparece acurrucada
sobre mi pecho.
Como agua a punto de romper en hervor, los dos
contenemos nuestros deseos por el bien del otro.
– ¿Qué ocurre? –pregunta simulando no entender porque
me quedo atónito, pero esto es un juego que los dos podemos
jugar.
– Nada, te ves hermosa como siempre–digo con una
sonrisa engreída. – ¿Estás lista?
– Sí. –Camina lejos de mí y se sienta a los pies de la cama,
ese no solía ser nuestro lugar para hacer esto, pero ella está
al mando ahora, tiene el control sobre la situación. Me siento
a su lado y arremango mi camisa, solo porque asumo que
querrá tomar de allí, el cuello es demasiado personal,
demasiado sexual.
Pero como siempre, Eleanor me sorprende.
Coloca su mano sobre la mía, deteniéndome, cuando
levanto los ojos, la encuentro mirándome extrañamente, hay
un mensaje que no me está diciendo.
– Aquí no.
– Bueno, ¿dónde me quieres? –pregunto con cautela. Su
mano rodea mi cuello y acaricia con deseo mi piel– Oh… –
agrego sorprendido. – ¿Estás segura?
No quiero sonar inquieto, pero tampoco quiero correr
antes que caminar, no puedo arruinar esto, no ahora que ya
la tengo conmigo.
– Sí Hendrix, estoy segura.
Trago saliva con fuerza, huelo su lujuria, pero el miedo
me paraliza.
Eleanor estira su cuello y deja caer sus labios sobre mi
piel, Dios, sus labios son todo lo que quiero. Primero
deposita un beso sobre mí, luego abre la boca y deja que sus
hermosos colmillos penetren mi piel. Mi mano se levanta
instintivamente, tomando un puñado de su cabello para
enterrarla sobre mí, tenerla más cerca, sentirla más
profundamente. Eleanor toma de mí, mientras gruñe y gime
dentro de su garganta.
Pierde el control.
Quiero que lo pierda.
Rápidamente escala sobre mí y yo la tomo por su cintura
presionándola contra mi cuerpo.
Más.
Más, demanda.
Sus caderas comienzan a mecerse a medida que toma mi
sangre, el mensaje es claro, ella me desea.
Ahora.
Mis manos se deslizan hacia su hermoso y redondo
trasero. Lo acaricio, lo estrujo, clavo mis uñas como si fuera
la cosa más preciada del mundo.
Bueno, para mí lo es, no voy a mentir.
Cuando finalmente despega su boca de mí, toma aire
profundamente, de sus labios aún chorrea alguna que otra
gota, las quito con mi dedo índice con mucho cuidado y
precisión, cuando abre los ojos, los encuentro tan cargados
de lujuria que creo que voy a perder el control ahora mismo.
Ve mi dedo con un poco de mi sangre y lentamente lo
introduce en su boca, chupando cada gota.
Y hasta allí llego.
No puedo soportarlo más.
En un solo movimiento, empujo su espalda contra la cama
y la encierro entre mis piernas y brazos. Mi boca viaja a la de
ella y la saboreo como siempre, disfrutando de cada segundo
donde nos tenemos el uno al otro. Mi lengua acaricia la suya
y ella me envuelve acercándome más, besándome más
profundo, más crudo, más salvaje. Mi mano la recorre
lentamente, tocando cada escondite, cada espacio de este
cuerpo que tanto amo. Se retuerce bajo mi tacto, pidiendo sin
palabras que la tome de una maldita vez.
No.
Todavía no.
Arranco su ropa de un tirón y la dejo caer lejos de
nosotros, la remera queda hecha tirones, su jean desgarrado.
Siento mis ojos salvajes, los de ella se ven extasiados.
Su piel es cremosa y perfecta.
Sus gemidos son la canción más hermosa que escuché
alguna vez.
– Voy a morir si no bebo de ti ahora–gruño, mi voz se
escucha rasposa y oscura, conecto con mi monstruo interno.
– Hazlo. –Recorro su cuerpo con mi lengua, deslizándola
hasta llegar a su muslo interno y allí, cerca del centro de su
cuerpo, clavo mis colmillos.
Eleanor grita un poco, por la sorpresa. Mientras succiono,
mi mano la toca haciéndola retorcer de placer, quiero que me
sienta en todos lados, en su cuerpo, en su mente…
– Hen…Dios…, –susurra apenas pudiendo modular. La
entiendo, el nivel de placer es tan alto y tan irreal que no hay
manera de sobrellevarlo tranquilamente.
Cuando despego mi boca de ella, automáticamente la
coloco en su centro y ella grita sin control.
Sí Eleanor, esta será nuestra vida ahora, juntos.
Nunca hice esto y era mi fantasía número uno, estar entre
sus piernas.
– Sabes mejor de lo que pensé–susurro, es verdad, su
perfume es lavanda y azúcar, pero su sabor es puro néctar.
Su cuerpo comienza a convulsionar, ella se viene sobre mi
boca y eso hace, fuerte e intenso, no me detengo allí, sigo
haciéndolo hasta que me pide por favor que me detenga. –
¿Quieres que te tome, Eleanor? Tienes que pedírmelo.
– Sí Hen, te necesito.
La sujeto de su diminuta cintura y la arrastro conmigo
hasta tenerla sobre mí.
– Haz lo que quieras conmigo–digo mientras beso sus
manos, sus dedos, sus nudillos. Eleanor al principio queda
desconcertada, pero luego entiende. Esto es la primera vez
que vamos a hacer el amor después de William, es
importante que ella tome el control de nuestros cuerpos. Con
cuidado me toma y me deja deslizarme dentro de ella, al
principio lento y luego profundamente.
Los dos gritamos de placer a la vez sin perder nuestras
miradas. Comienza a moverse, lento y sensual. Yo la miro
como si fuera una visión frente a mí.
Amo a esta hembra, me vuelve malditamente loco.
Mis manos la recorren mientras me monta a su ritmo, a
su manera.
– Dios, Eleanor–gimo– Te amo tanto, te amé desde el
primer día. –Abre los ojos y se detiene un segundo, pero con
mis manos hincadas en su piel, la obligo a continuar. – No
pares ahora, es demasiado tarde para los dos. – Cuando
vuelve a su ritmo, puedo ver como se pierde en el placer que
mi cuerpo le da.
No puedo quitar los ojos de ella.
No quiero perderme un segundo.
Un pequeño gemido sale de su estómago, tan íntimo e
instintivo, que siento que me enamoro aún más de ella. Sé
que está lista para mí.
– Hen–me advierte.
Despego mi espalda de la cama y me acerco a ella para
pegar nuestros cuerpos y fusionarlos.
– Dámelo, Eleanor, dame lo que quiero–gruño dentro de
su oído, va a explotar en cualquier momento dentro de ella.
Sus brazos se envuelven en mi cuello y entierra su rostro
allí, donde había tomado de mi hace unos instantes. Contrae
su cuerpo hasta que finalmente su orgasmo llega, yo la sigo
segundos después, sujetándola fuertemente contra mí pecho.
Me libero dentro de ella y la rodeo como el viento en noches
de verano.
La sujeto como si fuese a esfumarse de mis brazos
rápidamente.
Finalmente, nuestros ojos conectan.
Ella sonríe.
Yo también.
Al fin no hay sufrimiento, no hay culpa ni dolor, no
sentimos que hemos hecho algo malo, sentíamos que al fin
hemos conectado del todo.
– Te amo, Hendrix.
Y aunque ya lo sabía, esta vez fue especial, esta vez
sabíamos que era para siempre.
Literalmente.
CAPÍTULO 79

E leanor

H ACE una semana que he retomado mi puesto de trabajo,


bueno, casi. Marcos aún lleva a cabo algunas tareas y siendo
sincera, es lo mejor.
Estoy en la sala de reuniones con Hendrix y un grupo
abultado de machos y hembras, todos hablando de cosas que
me aburren mucho. Jason está incluido en la reunión, todavía
está silencioso y apagado, lo observo intensamente,
pensando una solución, algo que lo ayude a salir del lugar
oscuro en el que se encuentra. Su mirada se mueve hacia mí y
rápidamente la cambio de lugar.
No quiero que sienta mi lástima, bien sé yo que odia esa
contemplación.
Cuando la reunión finaliza, abro las puertas y con la
mirada clavada al suelo, saludo uno por uno a todos. Desde lo
que pasó, ahora todos me prestan más atención y no es algo
positivo para mí, siento la mirada de ellos como
seguramente Jason siente la mía. Despido al último
integrante y camino hacia Hendrix, que habla con Jason con
mucho interés. Me coloco detrás de él y espero por sus
órdenes.
Nada ha cambiado.
Excepto que Hendrix se siente más cómodo demostrando
cariño delante de los demás. Una discusión que habíamos
tenido hace una semana.

– ¿Qué quieres decir que no puedo tocarte delante de todos? –


grita, está realmente enojado conmigo.
– ¿No podemos ir más lento? No creo que la gente esté
preparada para…
– ¡Me importa una mierda si no está preparada! –Golpea la
mesa con el puño. – He esperado siglos para tenerte y ahora que
somos realmente libres ¿quieres mantenerlo en secreto?
– Hendrix, no es así yo…no lo entiendes.
– Explícame entonces–suplica, calmándose un poco. Al
principio dudo si decirle o no, pero Hendrix ruega sinceridad de mi
parte, así que eso hago, extirpo todo.
– ¡Tu no tuviste que luchar toda tu vida para ganarte el respeto
de todos, Hen! ¡Yo sí! Haciendo oídos sordos a los rumores que tan
ciertos eran. –Me mira confundido– ¡Ya sabes de lo que hablo!
Todos dicen que tengo este puesto solo por nuestra relación y
seamos sinceros, Hen, ¡tenían razón! Y tuve que trabajar
doblemente duro para desmentirlos, no sabes lo desgastante que
es tener que demostrarles a todos que tan buena eres en tu trabajo
para que no desacrediten asumiendo que solo lo conseguí por tus
sentimientos para conmigo–él sigue en silencio, su rostro se ve
culposo– No me mal interpretes Hen, estar contigo es lo que
quiero, lo que quise desde que tengo conciencia, pero la
reputación que tanto me costó lograr, se está esfumando
rápidamente.
– Discúlpame, no lo vi así…, tienes razón, yo no…–No, esto no
es lo que quiero, no quiero sus disculpas. Me siento a su lado y
tomo sus manos entre las mías.
– No, no, no pidas disculpas, no debería sentirme así, yo
tendría que pedirte perdón a ti. –Tomo aire profundamente–
Tendría que gritar el amor que siento por ti como tú lo haces Hen,
pero el miedo a veces toma control.
– No tienes que hacer nada que no quieras–susurra mientras
deposita un beso en mis nudillos– Y recuérdalo, este puesto te lo
ganaste con sangre de las batallas, no sé cómo te olvidas tan
fácilmente de todo lo que diste por esta corona.

U NA VEZ que he dicho esos sentimientos tan absurdos en voz


alta, me siento una completa idiota. ¿Cómo iba a serenar lo
que siento por Hendrix por lo que piensen los demás? Solo
una estúpida haría algo así.
Lentamente comienzo a cambiar nuestra situación.
Cuando me detengo detrás de él, estiro mi mano para
dejarla sobre su hombro y Hendrix la toma como si fuera un
salvavidas. No puedo ver su rostro, pero puedo imaginarlo
con los ojos cerrados. Su cabeza se inclina sobre mi mano,
solo un poco, para tener más contacto conmigo.
Jason detiene su monólogo y deja que una pequeña
sonrisa se desparrame por su rostro.
– Tengo que decirlo, son muy adorables. –Hendrix deja
una sonrisa en su rostro, voltea y me arrastra hasta su
regazo.
– Lo somos–dice mientras los tres reímos, me acomodo
en la pierna de Hen y participo de la conversación.
– ¿Cuándo van a sonar las campanas entonces? –
pregunta. Hendrix me mira a los ojos sonriendo y luego mira
mi boca intensamente.
– Cuando Eleanor quiera–responde depositando un beso
en mi mejilla.
Cuando yo quiera, sí, otro tema que debemos abordar
rápidamente.
Jason me mira esperando una respuesta, también puedo
sentir los ojos de Hendrix contemplándome poderosamente.
Rodeo el cuello de Hendrix con mis brazos y él los envuelve
sobre mi cintura.
– Jason, ¿quieres saber algo curioso?
– Siempre.
– Hendrix nunca me lo preguntó–respondo mirando a
Hendrix con cara pedante. Los dos explotaron en una
carcajada, pero mientras Hendrix se ríe me presiona más
cerca de su cuerpo.
– Ahí es cuando te equivocas, te lo pregunto cada vez que
sueño contigo.
Mi risa disminuye cuando me pierdo en sus ojos
almendra, el cuerpo se eleva, el pecho me explota, este
vampiro me enamora cada segundo. Dejo caer mi boca sobre
la suya y rápidamente Hendrix me devuelve el beso.
– Bueno ¡bueno! Que algunos aquí estamos pasando por
una sequía intensa. –protesta Jason, mientras junta papeles
solo para mirar hacia otro lado.
– Sé que puedes solucionar eso en cualquier momento. –
respondo mientras me levanto de las piernas de Hendrix.
– Sí, eso es lo que lo hace poco interesante…–susurra por
lo bajo. Hendrix me entrega una mirada y entiendo a que se
refiere.
– Bueno, tengo una tonelada de cosas que hacer, por
cierto, Jason, hablaré con tu secretaria para concretar una
cita, necesito que compartas un poco de tu información
infinita sobre unas empresas que tengo en vista para la
seguridad.
– Lo que ordenes–responde. Le guiño un ojo y deposito
un casto beso sobre los labios de Hendrix.
– Estaré en mi oficina.
Con una sonrisa enamorada me responde. – Iré en cuanto
pueda.
CAPÍTULO 80

H endrix

L OS DOS LA observamos irse en silencio.


Error, yo la miro irse en silencio, Jason me mira a mí.
– ¡¿Qué?! –pregunto ofendido por su mirada inquisitiva.
– ¿Qué estás esperando para casarte? Tanto revuelo, tanto
impedimento, ¿y no haces el primer movimiento?
– No lo entiendes–respondo– Eleanor todavía no está
lista para ser reina, pasó por mucho este año, necesita poder
adaptarse a la idea de ser de la realeza.
– Tú eres el que no lo entiende, déjate de dar vueltas y
pregúntaselo de una maldita vez, te vas a sorprender cuando
responda, ya lo veras.
Jason hace un intento de retirarse, pero lo sostengo del
brazo.
– No te vayas aún, nos debemos una charla. –Con cara de
pocos amigos me mira advirtiéndome que no vaya por allí.
– No tengo ganas de tener esta conversación Henry.
– No me importa, soy tu rey y te ordeno que tengas esta
conversación. – Jason levanta una ceja.
– ¿De verdad vas a jugar esa carta conmigo?
– Lo que sea necesario para poder ayudarte. –Deja caer su
espalda sobre el sillón y cruza los brazos, dejando en claro
que no lo va a poner fácil.
– Si te prometo que voy a empezar terapia ¿me dejarás ir?
– No, no es lo que quiero, quiero que me digas cómo
estás.
– Estoy bien.
– Y una mierda, deja que los que nos preocupamos por ti
te ayudemos, ¡no seas testarudo!
– ¡No lo soy! –grita– Bueno puede que un poco, pero
ahora realmente no estoy buscando ayuda.
Claramente no está listo para hablar conmigo, ahora me
dejo yo caer sobre la silla.
– ¿Quieres ser mi padrino para la boda? –Jason ríe entre
dientes.
– Primero debes preguntárselo a ella Henry, luego a mí,
ese es el protocolo…–Estira el puño cerrado y golpea mi
hombro– Obviamente lo voy a ser, no tienes otros amigos. –
Ríe. Los dos nos levantamos y nos damos un abrazo
fraternal.
– Nos estamos viendo por ahí. –dice y sale de mi oficina.
Más tarde, esa misma noche, estoy con Eleanor en
nuestra cama, mirando una película que aparentemente es la
próxima ganadora al Oscar, hasta ahora me parece lo más
aburrido del planeta. Pero Eleanor parece estar disfrutándola.
Está con la cabeza en mi pecho. Nunca me voy a cansar de
esta proximidad entre los dos. Mi mano acaricia su cabello
negro y sus brazos me rodean.
– Bueno, no fue tan buena como creí–dice mientras los
créditos comienzan a aparecer.
– Creí que te estaba gustando. –susurro.
– No, solo me quedé quieta para poder sentir como me
acariciabas un poco más. –una sonrisa tímida se asoma por
la comisura de sus labios– No sé por qué los humanos
quieren ver este tipo de películas–agrega– Si son todas ig–
– ¿Quieres casarte conmigo? –interrumpo. Levanta la
mirada hasta conectar con la mía.
– Sí–responde con una sonrisa plena en sus labios,
intenta escalar sobre mí y quiere depositar un beso, pero la
detengo.
– Viene con una advertencia.
– Te escucho.
– Va a haber días difíciles, serás primero mi reina y luego
lo demás, eso conlleva conversaciones aburridas, miradas,
murmullos, galas benéficas, no siempre vas a ser mi cabeza
de seguridad, serás ¨la reina¨ solo algunos días, otros serás
la Eleanor de siempre, vestirás como se te plazca, jugaras
con todas las armas que quieras, seguirás usando tus
motocicletas. Cualquiera de las dos, la reina o Eleanor será
amada por mí, dormirá conmigo todos los días, tomará de
mí, como yo de ella…
– Hendrix, tú no puedes, mi sangre es…
– Tú serás mi única fuente y yo seré la tuya. ¿Aceptas esas
condiciones?
– Lo que sea para estar contigo–responde con una
sonrisa.
Ahora soy yo el que la arrastra sobre mí. Eleanor enreda
sus piernas en mi cadera y nos consumimos el uno al otro.
Besos que desgarran. Caricias que enloquecen.
Eleanor despierta mi cuerpo, lo nutre.
Eleanor, mi reina, al fin.
EPÍLOGO

E leanor le enseña a nuestro hijo, Quincy, a reparar su


pequeña motocicleta, los dos están tirados en el suelo
con grasa en el rostro y manos sucias.
Esta imagen es lo que siempre soñé para nosotros.
La simplicidad.
El verdadero afecto familiar.
Eleanor trajo todo esto a mi vida y se lo agradezco todos
los días.
El día de nuestro casamiento, tenía miedo de despertar de
golpe y darme cuenta que todo era un sueño. Pero hasta
ahora nunca ocurrió.
Aquel día lucía increíble, con los pies en la tierra y bella
como es Eleanor. La ceremonia fue grande y controversial,
como cualquier boda Real. En cuanto dimos el “sí” los dos,
nos perdimos en nosotros y nos olvidamos del mundo por
semanas.
“A la mierda el resto”, ese es nuestro lema.
Mi reinado es mi trabajo, pero mi familia es lo que
verdaderamente importa.
Solo nosotros tres, lo único que tiene prioridad.
Cuando camino hacia ellos, los escucho decir teorías de
porqué el “no sé qué” del “no sé cuándo” no funciona.
– No quiero ser aguafiestas, pero el evento comienza en
menos de media hora y no creo que ninguno de los dos se vea
presentables.
Quincy me mira con ojos disgustados y eso me hace reír.
Eleanor dice que es un pequeño Hendrix, pero yo veo en sus
ojos a Eleanor, todo el tiempo.
– ¿Tiene que ser justo ahora?, ¡Estamos por hacerla
funcionar papá! –patalea. Miro a Eleanor para que me
respalde en esto, pero pretende no ver mi necesidad, claro,
tampoco quiere dejar esta actividad.
Me pongo de cuclillas a su lado y digo:
– Los soldados que vienen hoy a visitarnos, se la pasaron
años entrenando para que tú, mamá y yo estemos
protegidos, creo que lo mínimo que podemos hacer es darles
tiempo, ¿no crees?
– ¡Mamá no necesita protección! –refunfuña. Eleanor
intenta reprimir una sonrisa, pero mi mirada inquisidora la
obliga a intervenir.
– “Q”, vamos, podemos seguir después y papá tiene
razón, yo fui una de esos soldados, ¿recuerdas cuando te
conté mis hazañas?
– Sí…–El niño se levanta e intenta acomodar sus ropas–
¿Puedo ir así?
– Sabes que no, ve con la abuela y dile que te ayude a
elegir la ropa. –Quincy sale corriendo gritando el nombre de
mi madre desquiciadamente. Volteo para ver a Eleanor y
cuando observo sus ojos, están llenos de orgullo, tal como los
míos– Te amo–digo simplemente.
Le explota una sonrisa en el rostro, aún se sonroja.
– Yo también te amo–responde mientras gatea hacia mí y
se acomoda entre mis piernas. – ¿Crees que lo notarán si nos
ausentamos un rato?, hace muchas horas que no tenemos un
momento para nosotros.
Sujeto a mí reina entre mis brazos y la encierro dentro de
mi cuerpo.
– Creo que sí, recuerda que vienen a vernos a nosotros y
no te olvides que todas esas vampiras se mueren por ver a su
heroína.
Desde que Eleanor ha roto todas las barreras posibles,
muchas hembras decidieron dar un paso al frente e intentar
involucrarse en el ejército. Hoy en día hay casi un cincuenta
por ciento de hembras que entrenan para protegernos.
– Tienes razón, al menos debo lucir presentable. –Intenta
levantarse, pero vuelvo a sentarla con un beso pasional.
– Espera…, –susurro– déjame sentirte antes de salir al
público. Comienzo a besarla con la misma pasión con la que
la besé el primer día que puse mis labios sobre los suyos.
Solo relaciones imposibles con finales felices entienden lo
que es tener a ese ser especial al lado, solo los que luchamos
por algo real, por algo que no todo el mundo consigue
entendemos que no podemos desperdiciar un minuto.
Ni una eternidad.
AGRADECIMIENTOS

Amiga lectora:

¡Gracias por leer Príncipe Oscuro! Este vampiro sensible y


frustrado vivió en mi cabeza por muchos años y hoy
finalmente sale a la luz, bueno, no a la luz, ustedes me
entienden ;)
Agradecería muchísimo si pudieran dejar su reseña en
cualquier plataforma de su elección, la crítica siempre es
bienvenida y me ayuda a mejorar mi escritura.
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Romance oscuro
Resiliencia
Stamina
Deber

Solos:
Rage
Mentiras Robadas
Carter (2021)

Romance distopico:
La Marca Del Silver Wolf

Romance Paranormal:
Príncipe Oscuro

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RESILIENCIA ADELANTO

Capitulo 1

El día que me trajeron a ese lugar no puede distinguir


mucho, no entendía que pasaba, pero algo vi. Recuerdo un
largo pasillo, con incontables puertas de hierro, cada una
estaba pintada de forma desprolija y el amarillo fue el color
que eligieron para colocar las letras del abecedario. ¿El olor
en este lugar?, es una mezcla de ropa sucia, suelos
mugrientos, sudor y muerte, todos hicieron que me arda la
garganta hasta que me lloraron los ojos.
Finalmente, llegamos a mi celda, es la M.
Dos hombres con pasamontañas en su cabeza, me
arrastraron hasta aquí, me lanzaron dentro y cerraron la
puerta de hierro detrás ellos.
Nunca supe por qué estoy en esta celda, nunca hubo
respuestas, solo sé que estas paredes ya se sienten familiares
y reconfortantes, a pesar de la suciedad y el frio, al menos
entre estos muros sé, que nada va a pasarme, ¿en el exterior?
Eso es otra historia…
No se hace cuantos años que estoy cautiva en este lugar,
eventualmente dejé de contar. Mi memoria cada día falla un
poco más, cuando intento recordar cómo era mi vida antes
de esto, quienes eran mis seres queridos o cual era mi color
favorito, obtengo el mismo resultado: la memoria de aquel
día. Reviviéndolo, una y otra vez.
El día donde todo cambio…
Después de haber terminado con otra estúpida tarea de
recepcionista, salgo de la oficina, para buscar algo que comer.
Mientras caminaba por mi hermosa ciudad, todas las
franquicias de comida chatarra, pasan por delante de mí como si
no existieran, nunca voy a comer algo tan desagradable y lleno de
carbohidratos solo para callar a mi estómago, tendría que
caminar un día completo para bajar las calorías que tiene un
cuarto de libra. Así que decido a mi lugar favorito de comidas
orgánicas “Market Farm”. Tengo que ir pensando de ante mano,
que voy a pedir, para que la cajera, (quien sospecho que es
descendiente directa de los perezosos), no me retenga allí,
haciéndome preguntas infinitas y perdiendo mi valioso tiempo.
Una cuadra antes de llegar, las calles ya empiezan a atestarse
de gente que sale a almorzar o a hacer recados a último momento
y eso significa que todas las miradas están en mí, si, lo sé, mi
cuerpo es de ensueño, aprobado por Instagram y todo lo que trae
con ello, por eso lo trabajo todos los días duramente. El vestido
ajustado que llevo, me abraza como sé que a los hombres les
gusta, resaltan mis curvas y mi escote apretado hace que mis tetas
parezcan el doble de grandes y encima, mi caminar agitado hacen
que reboten como gelatina, sé que ellos no pueden resistirse a
ESTO.
Me gusta la atención, no es un pecado ¿o sí?
Estoy por agarrar el picaporte de puerta de la tienda, pero una
fuerza invisible con un sonido insoportable, me arrastra de vuelta
hacia la calle, golpeándome contra algo realmente duro y
metálico. Intenté abrir los ojos, pero hay tanto humo que se
cerraban solos como si no tuviera control de ellos, no podía
moverme, mi cabeza dolía como el infierno y giraba como una
montaña rusa, solo escucho ruidos que van y vienen, golpes de
puertas de camionetas cerrándose, gritos de hombres y mujeres,
niños llorando, aún no puedo moverme, pero siento que alguien
mueve mi cuerpo por mí, pero cuando quiero ver quien es, caigo
en un sueño profundo.

Lo siguiente que presencié con conciencia, fue que esos


hombres me arrastraban, como si fuera peso muerto y a
estas alturas, estoy segura que lo era.
Los primeros días solo dormía. Los platos de comida se
acumulaban a mi alrededor, casi que bloqueaban el pequeño
agujero por donde los metían, las horas pasaban y pasaban,
pero yo no podía mover mi cuerpo.
Un día él apareció, allí todo cambió.
Solo tengo contacto con él, o más específicamente, él
tiene contacto conmigo, lo único que realmente sucede, lo
único que parece real en esta pesadilla, es él.
Mi único deber y propósito, básicamente, es esperar a que
venga por mí y haga su trabajo.
Por ahora me limito a correr al catre que uso de cama y
esperar su llegada, tratando de calmarme para evitar que mi
corazón explote.
La puerta se abre y entra con la misma elegancia de todos
los días. Su traje a medida, sus zapatos negros que brillan
como el sol, sus guantes de cuero y sus ojos verde agua. Su
cabello siempre está cortado al ras, su quijada es filosa y muy
masculina.
Hoy, su corbata es rojo borgoña y me tranquilizo, solo la
usa cuando nada va a ocurrirme. Cuando usa la negra es
cuando pierdo la cabeza.
Extrae de su bolsillo una hamburguesa envuelta en un
papel metálico, extiende su brazo y me la entrega, sin
mirarme. Nunca me lo dijo, ni tampoco me atrevería a
preguntárselo, pero creo que está contrabandeando
alimentos. En este lugar, solo tengo una comida al día,
imagino que es el desayuno, porque siempre estoy
durmiendo cuando escucho el plato deslizarse sobre el suelo
rasposo.
Hay una pequeña abertura en la parte inferior de la puerta
que ellos lo usan para alimentarme. Nunca supe que es el
contenido del plato, pero hasta donde pude ver, es amarillo
(¿que tiene esta gente con el amarillo?) viscoso y con gusto a
maíz, también me dan un vaso de agua, pero él siempre trae
algo más, generalmente es algo lo suficientemente chico
como para que quepa en su bolsillo.
–¿Cómo estas hoy? –pregunta mientras arrastra la silla,
su silla, solo él puede utilizarla, tuve que aprender eso de la
manera más difícil.
–Bien… –contesto abriendo mi hamburguesa, con mucha
lentitud, porque no quiero que el papel haga ruido de más, no
quiero alterarlo, señalando la hamburguesa agrego… –
Gracias.
–De nada –responde y asiente con su cabeza una sola vez,
desabrochando su traje a la altura del ombligo. Se sienta,
adoptando su postura habitual. Apoya su tobillo derecho
sobre la rodilla izquierda, sus manos están sobre su regazo,
frunce sus cejas y me mira fijamente, mientras devoro el
alimento que él me proporciona, sin decirme ni una palabra.
Tiene una energía fuera de lo normal, generalmente
cuando no tiene que trabajar sobre mí se retira sin más, hoy
el silencio se extendió más de lo de costumbre, no me atrevo
a mirarlo a los ojos, pero, sin embargo, puedo ver que algo en
el fondo de su mente lo inquieta, su pierna izquierda se
sacude con descontrol. Siento sus ojos indecisos sobre mí.
–Nunca cuestionaste por qué estás en este lugar, ¿acaso
no quieres saberlo? –pregunta en un tono curioso, es la
primera vez que me habla sobre este tema, es la primera vez
que quiere conversar.
¿¡Qué carajo está pasando!?
–Nunca demostró tener alguna intención en decírmelo,
señor, ni siquiera cuando le rogué que me lo dijera –
respondo y carismáticamente. Me auto-castigo por
contestarle de esa manera, fue imprudente de mi parte. Me
achico en mi lugar, esperando una de sus reacciones
habituales, pero no pasa nada.
–Te lo hubiera dicho, si hubieras usado las palabras
correctas –Levanta su ceja derecha y creo que hasta hay un
intento de sonrisa en sus comisuras.
–¿Por qué estoy en este lugar, señor? –Relajando mi
postura, enderezo mi espalda, imitando la misma posición
que tiene mi centinela, él no se pierde un solo movimiento,
vigila desde mi busto, pasa por mis brazos y luego descansa
sus ojos en los míos.
Tiene un insólito color de ojos, verde agua, del tipo que no
ves todos los días, ni siquiera en las películas.
–Fuiste secuestrada por un grupo terrorista. –Suelta y no
vuelve a hablar, esperando ver mi reacción. Intento
mantenerme lo más indiferente posible.
–¿Por qué?
–Fue una elección al azar. Como dicen por ahí, estuviste
“en el tiempo y lugar equivocado”.
No creo lo que está diciendo, no porque no crea posible
que me pase a mí, sino porque tiene una expresión extraña
en el rostro, hay algo que no está explicando, algo falta, algo
escondido entre líneas que no logro descifrar.
–¿La explosión fue un ataque terrorista? –estoy
claramente confundida, nunca en todo este tiempo, se me
ocurrió que podría ser eso y ahora me siento tonta, porque
era claro que era un acto de ese tipo. Él solo asiente,
moviendo su cabeza lentamente – ¿Y que intentan lograr
conmigo? –Aparte de torturarme por placer– ¿Cuál es el fin
de todo esto? –Estoy elevando el tono de voz, estoy luchando
con mucha fuerza por contener mis emociones, no quiero
que sepa que él es el creador de ellas, no quiero que sienta
poder en este momento.
Me extraña que, a pesar de haberme extralimitado con mi
comentario y mi tono, siga con la misma tranquilidad de
siempre.
–Mostrarle al mundo lo que son capaces de hacer, –
contesta expulsando el aire que contenía en sus pulmones –
cada vez que fuiste torturada, la transmisión era en vivo,
para compartirle al mundo tu sufrimiento. –Su labio se
tuerce un poco hacia arriba, mostrando desprecio, como si
no lo aprobara, pero, ¿por qué?
Los pocos rincones de mi piel, que no tiene marcas de
latigazos, reaccionan con la adrenalina que corre por todo mi
cuerpo. ¿Por qué se muestra agobiado? Fantaseo que es
porque no está de acuerdo, pero solo unos minutos nada
más, porque luego, concluyo que estoy bajo las manos de un
loco fundamentalista, fanático de alguna religión
tergiversada traída al siglo XXI, que le tiene que demostrar al
mundo que ellos son los que tienen una grande y sagrada
polla.
Un clásico.
Y de la nada, recuerdo a mis padres y me pregunto si
alguna vez, vieron un video mío siendo torturada. Que
pensamiento más horrible, no me imagino el dolor que
habrán atravesado, si es que siguen vivos, ¿cuánto tiempo
pasó?
–¿Hace cuánto que estoy encerrada? –pregunto calmada.
¿Qué reacción debería que tener? Ya perdí la capacidad de
demostrar reacciones naturales, aprendí que era mejor si no
gritaba, si no demostraba temor, pero de tanto fingir, ahora
me cuesta expresarme como debería, sin contar que la mitad
de mi cuerpo no funciona como debería. Es tan grande la
vacuidad, a veces se siente literalmente en mi pecho y en mi
mente, algo que nunca había vivido. Es como un espacio que
vibra, no es ni frio, ni tibio, no hay ruidos ni silencio, no
existe tristeza ni felicidad, simplemente es.
–Tres años.
El corazón se detiene (al menos eso me parece), otra ola
de adrenalina vuelve a subir.
¿Tres años?
¿Cuantos años tengo entonces?
Veintiocho.
Supongo que, cuando no ves la luz del sol, el tiempo pasa
a ser un concepto abstracto.
¡Demonios! había hecho paz con no saber cuánto tiempo
había pasado, ahora lo que lo sé, me hace sentir para la
mierda.
Algo, sin embargo, no estaba bien…
–¿Y qué cambio?
Con un gesto que no puedo interpretar, me repregunta:
–¿Qué quieres decir?
–¿Por qué me está hablando ahora?, después de todo lo
que…– quiero decir “pasamos juntos”, pero lo evito, eso
suena positivo y bonito, y no lo fue– ¿Qué cambio en usted,
que ahora tiene la necesidad de contarme todo esto? –hay un
tic casi imperceptible en su ojo, que lo hace palpitar cada un
segundo, su mano se arrastra por su cráneo, se mantiene en
silencio, creo que no se vio venir mi pregunta, creo que
pensó que iba a reaccionar abruptamente, que intentaría
golpearlo y escapar, ¿sería una nueva técnica? Quizás pensó
que podría castigarme luego de mi reacción, pero aquí
estamos, sentados uno frente a otro, charlando
calmadamente como si fuéramos compañeros de Starbucks,
todavía lo veo analizar su respuesta, sus ojos revolotean a mí
alrededor.
Está nervioso.
Por primera vez, me siento en control.
–Creo que las cosas están por cambiar y tenía la…
necesidad… de explicarte por qué estás viviendo esto, ellos te
necesitan para negar…ciertas acusaciones sobre ser débiles…
y…
–¿Ellos? –interrumpo, ¿él no es parte de esta
organización? –¿Por qué habla en tercera persona? ¿Usted no
es parte?
Y ahí es cuando entiende que habló de más. Me dejó
entrar, finalmente perdió la batalla de la voluntad y sus
emociones lo llevaron puesto. Su expresión lo dice todo,
¿cómo no lo vi antes? conozco a este hombre hace mucho
tiempo, de hecho, fue el único rostro con el que me relacioné
desde que estoy en este lugar, fueron las únicas manos que
me tocaron, que me torturaron, los únicos ojos que me
miraron, la única voz que escuché y nunca vi esa expresión
en su rostro.
Nunca.
–Pronto vas a entender muchas cosas, Casandra. –dice en
un susurro, se levanta bruscamente, empujando la silla
contra el suelo, abre la puerta y desaparece, cerrándola de un
golpe. El fuerte sonido metálico, hace eco en mi pequeña
celda, un segundo después, escucho el candado.
Se fue.
Casandra, ese es mi nombre, no lo había olvidado, solo
que, había dejado de pronunciarlo dentro de mi cabeza hace
mucho tiempo, él nunca me llamo por mi nombre, esta es la
primera vez.
¿Por qué?
Es inevitable tener esta sensación de que algo grave va a
ocurrir, los nervios me contraen la garganta, ¿van a
matarme? Si ese es el caso, por un lado, me siento aliviada,
necesito que todo esto termine, lo único que espero es que no
me torturen hasta que muera, quiero que sea rápido, quiero
que sea un regalo.
Después de tantos años de tortura y sufrimiento, es en
todo lo que puedo pensar, nunca creí decirlo, pero si mi vida
va a continuar en esta celda, entonces prefiero morir, las
cosas que pasé y sentí en este lugar no se las deseo ni a mi
peor enemigo. Las cosas que él me hizo experimentar, el
dolor, la tristeza y el sufrimiento.
Al menos nunca me violó, me amenazó con hacerlo, sí,
pero nunca lo hizo, nunca me toco de manera inapropiada
(ni siquiera sin querer) Es curioso como alguien que puede
infligir tanto dolor tenga otros códigos inquebrantables.
Su especialidad es con el látigo, los cuchillos y la silla…Oh
Dios, la silla es lo peor, porque allí es donde lo veo a los ojos.
Pero nada de todo eso importa ya, porque lo único que
rodea en mi cabeza es la pregunta:
¿Qué sigue ahora?
RESILIENCIA ADELANTO

Capitulo 2

No puedo conseguir el sueño, estoy tan inquieta que no


puedo quedarme en un solo lugar. Tampoco es que tengo
mucho espacio para moverme, en los últimos tiempos
comencé a sentir las piernas entumecidas, así que empecé a
caminar de un lado al otro de la celda.
Mi celda, es mi hogar, es pequeña, muy pequeña, una vez
intenté tocar con las puntas de los dedos de mi mano, un
extremo y con los dedos de mis pies el otro, casi llegaban,
hasta hoy en día, es un entretenimiento probar si llego o no.
Las paredes son de un cemento gris (qué sorpresa, ¿no?),
con un dejo de olor a cemento húmedo, tal cual me hubiera
imaginado que un calabozo olería, el suelo va variando de un
suelo polvoriento regular, a uno lleno de barro, quizás te
preguntes, ¿por qué ocurre eso? Bueno, eso es por las cubetas
de agua que recibo aleatoriamente, haciendo que ya mi poco
placentera celda, pase a ser algo mucho peor. Mis pies ya no
notan la diferencia, ahora estoy realmente acostumbrada a
caminar por superficies acuosas.
Si alguien me hubiese preguntado alguna vez: ¿qué se
siente ser prisionera?, yo diría que se siente como si Dios
dejara de mirar a tu dirección. Al principio tuve esperanza,
me aferré a ella como un salvavidas, pero eventualmente se
desvaneció. Lo único que puedes esperar es lo peor. También
diría que vivir aquí me hizo entender que a veces, la muerte
es un regalo y no un castigo, como se suele enseñar en
nuestra sociedad.
“Sentir”, es una palabra que casi no se escucha en mi
cabeza. Ya perdí esa facultad o quizás al perder las cosas
buenas de la vida, ya no late el corazón con el mismo ritmo
de antes. Ahora siento que mi cuerpo está inactivo, porque ya
no siente nada, hay días que estoy agradecida por eso, pero a
veces la necesidad arde tanto que tengo que gritar.
Y eso hago…
Por horas.
Cada intento de escape, fallaron una y otra vez, aún están
los arañazos en la pared de los primeros días que pasé en
este lugar, la desesperanza había tomado control y por
primera vez sentí que había perdido la cabeza, sentí que me
había vuelto completamente loca y lo estaba, llegué a punto
donde no me había dado cuenta de la gravedad de mis
lesiones. Él hizo que lo notara, él vino a curarme los dedos
ensangrentados.
No podía usar mis manos, no lo hice por no sé cuánto
tiempo, él tenía que darme de comer, como a un bebe, ya
sabes, con una cuchara directo a mi boca y esas cosas. Lo
odié por ser bueno conmigo, no quería que su lado humano
envenenara mi mente, quería odiarlo.
Esa fue la última vez que perdí el control, porque decidí
no darle más poder del que ya tenía.
Perder el registro de los días, hace que te desorientes
dentro de un mar de desesperación, el tiempo es
fundamental para conocernos, porque nuestra vida se
compone de momentos encadenados que no tienen fin, el
futuro nos alimenta, el pasado nos da conocimiento, el
mismo cuerpo necesita del tiempo para estar en armonía,
cuando esta desorientado, simplemente no funciona,
¿Dónde está el día y la noche?
A veces se sentía que mi cuerpo vivía por inercia y nada
más. Cuando él comenzó a ver cómo me deterioraba a pasos
agigantados, fue que empezó a darme más comida, por un
segundo vi verdadera compasión en él, en un rincón de mi
mente, creí encontrar culpa en su mirada, intenté acercarme
a él, usando la misericordia como estrategia, pero es un
hombre muy inteligente, él vio ese atisbo de esperanza en
mí, por eso se volvió mucho más firme en mis castigos, por
mi error de creer que podría volver a mi vida.
Aprendí mi lección, no debes confiar en las criaturas que
se alimentan de la noche.
Pero tampoco podría confiar en Dios a estas alturas.
Qué raro es decir la palabra “castigo”. En el mundo donde
vivía antes, el castigo lo otorgaba tu padre, cuando llegabas
tarde de una cita o cuando reprobabas un examen, hoy la
palabra castigo tiene un significado completamente nuevo
para mí, no tiene un motivo lógico como seria en mi antigua
vida, este castigo ocurría, porque si, porque él lo quiere.
No puedo dejar de pensar en sus palabras y su pequeña e
inesperada confesión, las conclusiones que saco sin sentido
en este rompecabezas incompleto me vuelven loca.
Yo soy para esta gente, un ejemplo de “infiel” y por eso se
me castiga, por no actuar bajo sus normas, pero ¿qué mierda
se yo del terrorismo? nada, a pesar de que el mundo es
víctima constantemente del mismo, a pesar de que me acabo
de enterar que yo soy una víctima de ellos también.
Maldición, conozco más sobre la vida que llevan “Las
Kardashian´s” que mi diabólico enemigo.
No conozco a mi enemigo.
¿Qué tan ciega puede ser una persona?
Que idiota fui, que mente de plástico tuve por tantos años,
que poco viví mi vida. Antes de la explosión, (así lo llamo yo,
porque no sabía que era un atentado, supongo que debería
buscarle una palabra nueva ahora) solo vivía para aparentar.
Sola en mi departamento. Era hermoso, había invertido
muchas horas y dinero para que sea exactamente el lugar que
quería lograr, ¿para qué? Para impresionar personas que ni
siquiera me gustaban.
¿Qué será de ese lugar?
Presumo que mis padres juntaron todas las cosas y ahora
vive otra persona, probablemente alguien como yo, mujer
soltera, contando calorías, evitando carbohidratos, adicta al
gimnasio y gobernada por “Cosmopolitan”. Saber que voy a
morir aquí y haber malgastado mi vida de esa manera, me
provoca un dolor en el alma increíble.
¿Cómo pude ser tan superficial?
Perdí tiempo en preocuparme que pensaban los demás de
mí, malgaste energía evitando comer cualquier cosa que me
llene el alma y juzgué a la gente, me sentí superior, me
sentía invencible.
¿Y ahora?
Ahora soy insignificante.
Si hubiera sabido que algo drástico como esto me pasaría,
haría sido todo diferente. Siempre quiero fantasear con eso,
¿cómo sería mi vida con el aprendizaje que tengo en estos
momentos y con libertad…?
Pero cualquier sonrisa o buen momento, se ve aplastado
por la oscuridad, es demasiado fuerte en mí, ni siquiera hay
esperanza en mis sueños.
Me encuentro en el catre, con mis pequeños brazos detrás
de mi cabeza, mirando al techo, agradezco que al menos
ahora tenía almohada, al principio no tenía ni colchón. De a
poco, él fue aprovisionándome de esas cosas, me pregunto si
los demás rehenes están en la misma condición que yo,
observando un techo de cemento, encontrando formas en las
manchas de moho. Es tanta la paranoia, que a veces me
pregunto si esas manchas están allí con algún propósito en
particular, como el test de Rorschach, espero que nunca me
pregunten por las respuestas, porque todo lo que puedo ver,
son las escenas más crueles y violentas que podía
imaginarme.
Es casi imposible no pensar que esto era puro Karma (o
como sea que lo llamen en tu religión), yo sé que no era una
buena persona, yo era una perra, realmente lo era, menos
con mis padres. Para el mundo era una mujer de corazón frio
y pasar por esto, realmente logra que te replantees las cosas,
que te arrepientas de muchas otras. Y recordar eso, una y
otra vez, es casi tan doloroso como las torturas que vivo.
Nunca pude ver más de dos segundos otras víctimas de
este lugar, cuando sentía movimientos en el pasillo, tenía la
capacidad de diferenciar los pasos de la víctima con los pasos
del victimario, ¿cómo lo hacia? Fácil, los pasos del victimario
sonaban como un desfile militar y los pasos de la víctima se
escuchaba como una bolsa de carne, siendo arrastrada,
tropezando con sus propios miedos. A veces corría a ver por
el pequeño ojo de buey que uso de ventana, mi pequeño
contacto con el mundo, pero ya era tarde y los sonidos se
escabullían en la lejanía. Sí, escuché gritos, escuché
violaciones, golpes y tormento. Noches enteras sin dormir
por miedo a que vengan por mí, pero siempre fue él, nadie
más y ahora en retrospectiva, estoy agradecida de que sea él
quien me castigue y no un animal como los que escucho a lo
lejos.
Justo cuando estoy agradeciendo aparece mi perra interna
y dice:
“Apuesto que nunca se te ocurrió que ibas a estar agradecida
por eso!”
Mi perra interna es un producto de mi mente, quien
emergió en el minuto que ingresé a este lugar, una inevitable
caracterización de mi inconsciente que se quedó conmigo,
como una compañera de cuarto molesta, siempre directa y
cruda. Una mujer de melena rubia, vestido rojo ceñido, lista
para salir de fiesta. Siempre está sentada en un hermoso
sillón de cuero de una plaza, tiene elegancia y soberbia. Su
sarcasmo a veces duele, a veces me hace reír, ella siempre
está muriéndose de risa, yo la llamo La Vida
Ahora que conozco más información, parece a propósito,
el hecho de que ellos piensan que su Dios quiere castigarme y
yo creo que el mío se olvidó de mí.
“No se olvidó idiota, te está ignorando a apropósito”
Interrumpe, La Vida, cruzándose de piernas con un vaso de
whisky en la mano, siempre tan atrevida.
Corro por un bosque lleno de pinos que se abrazan, no me
dejan ver el cielo despejado, ¡quiero verlo! Sigo corriendo, hasta
que llego a un claro, con un césped verde tan brillante que hace
que me duelan los ojos. Siempre sueño con ese lugar, al fin lo veo,
el sol es tan radiante que no deja mirarlo directamente, el cielo es
de un celeste intenso, de hecho, nunca veo el sol, pero está
derramado por el suelo, iluminando las pequeñas flores amarillas,
me envuelve por todo mi cuerpo. Amo estos sueños, los disfruto
como si estuviera viendo una película, el olor a pino mojado, el
viento fresco de una mañana de verano, los cantos de los pájaros,
los crujidos de los árboles, es tan pacifico, tan perfecto y
hermoso…
De golpe escucho un grito de una mujer a la lejanía que
interrumpe la belleza de mi sueño.
Golpes y más gritos, desesperadamente busco el origen, miro
hacia un lado y luego el otro, pero no los encuentro, tengo miedo,
mucho miedo, hasta que escucho a La Vida gritarme: “¡Carajo!
¡despierta Casandra!”
Y eso hago.
RESILIENCIA ADELANTO

Capitulo 3

Por el ojo de Buey veo que las luces del pasillo chispeando
frenéticamente, pego mi nariz al vidrio, pero solo veo
movimientos rápidos. Distingo gente correr dentro de una
cortina de humo, los pasos son fuertes como si tuvieran
botas de acero, chillidos de mujeres y de hombres golpean
mis oídos, tengo que taparlos porque no estoy acostumbrada
a tanto sonido.
De la nada, un rostro cubierto aparece en mi ventana y me
pego un susto de muerte, grito un poco, pero no lo suficiente
para dejar de escuchar a las otras personas. El rostro da un
paso atrás e intenta decirme algo, pero no logro entenderlo,
sus brazos se mueven, pero no entiendo nada.
–¡Atrás! –escucho o al menos eso creo, ¿esa fue su voz? el
hombre del otro lado de la puerta, empieza a empujar con su
hombro, una, dos, tres veces.
–¡Quédate detrás del catre! ¡Cúbrete! –exclama,
finalmente el pedazo de cemento con un colchón encontró su
propósito. Comienzo a correr y me escondo detrás,
tapándome la cabeza con mucha fuerza.
¿Qué mierda este pasando!?
¡¡¡BOOM!!!
Algo explota (y si no estaba sorda antes, lo estoy ahora),
la puerta que se abre y golpea contra la pared con fuerza.
Estoy cubierta de polvo, lo puedo sentir en mi boca
también, no distingo mucho lo que ocurre a mi alrededor.
Antes de que pueda espiar, el hombre, ya se encuentra a mi
lado, agarrándome por mi diminuto brazo y arrastrándome
por el pasillo, no tuve tiempo a reaccionar.
Empiezo a chillar porque no es él, no puedo dejar que me
lleve, tengo miedo que me hagan las cosas que escucho, que
siento, pero la fuerza de este hombre es demasiada, no puedo
ir hacia el lado contrario, por más que lo intente.
Lo único que puedo hacer es observar a este hombre,
quizás sea la última persona que vea después de todo. Tiene
un traje estilo militar, pero absolutamente negro, le cubre las
piernas, el torso y los brazos, tiene un casco opaco también,
con unos anteojos espejados qué cubren casi todo su rostro y
una pañoleta oscura, cubre su nariz y boca por completo, con
un dibujo de una mandíbula de una calavera estampada, era
espeluznante.
Estoy siendo empujada para que camine más rápido, me
grita palabras, pero no las alcanzo a escuchar, me distrae el
entorno donde estoy. Al fin veo otras puertas de celdas
abiertas, algunas con manchas de sangre en la pared, otras
con personas tendidas en el suelo, probablemente muertas
hace mucho tiempo. Hay tanto humo, que no logro ver donde
coloco mis pies, tanta gente corriendo mi alrededor, me
golpean y me derriban como si fuera de papel. Un hombre me
empuja tan fuerte, que pierdo el equilibrio y tropiezo contra
algo, miro hacia mis pies y veo a un cuerpo de un hombre,
no, de un chico, no más de doce años, un charco de sangre
rodea su cabeza, caigo junto a él, mis pulmones piden
clemencia, empiezo a toser, ya no puedo con esto, mi cuerpo
no aguanta y mi mente tampoco.
Alguien me toma por la cintura y me coloca sobre sus
hombros, llevándome al trote por este pasillo infinito,
intento soltarme, pero él me sujeta con más fuerza.
Hay más puertas que letras en el abecedario.
– ¡Suélteme!, ¡usted no entiende!! ¡No puedo irme!, por
favor, ¡usted no sabe! –grito en su oído, pero es totalmente
en vano, él sigue su camino. Es sordo y ciego a todo lo que
ocurre, tiene una sola meta.
Renuncio a hacerlo entrar en razón, cierro los ojos, como
cuando estas en una montaña rusa y no quieres ver a dónde
vas a caer, siento que mi cuerpo rebota contra este hombre y
no tengo mucho más que hacer.
Un viento frio abraza en mi piel y automáticamente abro
los ojos.
Estoy en el exterior…
Hay muchas personas, corriendo de un lado a otro. Es de
noche y me siento desilusionada por no encontrarme con el
sol, que tanto lo extraño, el hombre que me sostiene, corre
hasta una ambulancia, donde me deposita en una camilla y
un médico me atiende.
Antes de que nada, me cubren con una manta, para
calentarme o darme confort, ahí es cuando recuerdo que solo
tengo puesto un harapo, es como una sudadera hasta arriba
de las rodillas, pero es la misma que me dieron cuando
ingrese a este lugar, nunca me lo quitaron, ni me lo lavaron y
no llevo ropa interior, quizás por eso el médico me lanza una
manta roja encima de mi cuerpo y me cubre.
La camilla debajo de mí, se sacude como un terremoto y
me distrae antes de que pueda verle la cara al doctor. El
militar estaba buscando donde sentarse y finalmente lo
encontró a un costado de la camilla, su cuerpo es demasiado
grande y no entramos todos. Cierran la puerta de la
ambulancia y arranca, puedo ver como un viejo edificio
abandonando y gris, se hace cada vez más pequeño, detrás de
nosotros.
¿Ese es el pasado ahora?
El médico, (o por lo menos creo que lo es) comienza a
revisarme los ojos, con una linterna, colocando el haz de luz
sobre mis pupilas, grito por el dolor, mis ojos nos aguantan.
–Hey, ¡idiota! ¡Cuidado! Está muy débil –grita el señor
dentro de su máscara, el sonido de su voz parece como si
viniera dentro de un túnel, la mandíbula cadavérica se mueve
y parece real.
–¡Señor! ¡Señor! Estoy haciendo mi trabajo, ¡por favor no
interrumpa! –grita el doctor – ¡Rápido José! ¡Vamos!
José debe ser el chofer, porque en cuanto grita esas
palabras, se siente el vehículo acelerar más aún, no había
notado el sonido de las sirenas hasta ese momento.
–Dime, ¿sientes alguna molestia? ¿dónde te duele? –
pregunta el paramédico, mientras escucha mi corazón con el
estetoscopio. Yo le echo un vistazo al hombre que me trajo
hasta aquí, él me contempla fijamente, sé que lo hace y
respondo mirando directamente a donde creo que están sus
ojos, me intimida enormemente.
–No tengo dolores en este momento –susurro volviendo
al médico, esta persona me hace sentir pequeña.
–¿Qué? ¡habla más fuerte! –grita sacudiendo mi brazo
con fuerza para que me enfoque en él.
Antes de que me dé cuenta, el militar lo toma del cuello y
lo golpea contra la repisa llena de instrumentos, caen todos
sobre mí y yo me cubro para que ninguno me lastime.
–¡Dije que cuidado hijo de puta, tócala de vuelta y juro
que te arranco el puto brazo! –ruge en un tono muy
amenazante.
–¡Hey! ¿¡Qué pasa ahí atrás!?? –José pregunta mirando
por el espejo retrovisor.
–Nada, ojos en el camino José… –contesta el médico
petrificado, mientras el militar lo suelta y él se acomoda la
bata, mirándolo como si fuera el fantasma de las navidades
pasadas.
–Pídele disculpas –Gruñe, enfurecido.
–Lo siento, ¿¡está bien!? –dice directamente a mis ojos –
Fue una noche larga.
–Está bien…–logro contestar, quiero hablar, pero la
garganta esta tan seca e hinchada que no puedo esforzarme,
cuando ya el silencio se hizo muy incómodo, la camioneta
frena y se abren las puertas traseras.
–¡Rápido! ¡Rápido! –alguien grita.
Me llevan en una camilla tan rápido que el hospital parece
un ciclo infinito, miro hacia mi izquierda y el militar sigue a
mi lado, mirándome.
¿Por qué me mira así? ¿Por qué está aquí? ¿Quién es?
Pero solo una pregunta se formó en mis labios secos.
–¿Esto es un rescate? –escucho mi voz ronca y afónica,
difícil de reconocer.
Él asiente con la cabeza, pero no aclara más nada.
Lo empiezo a ver borroso, creo que estoy quedándome
dormida y digo dormida porque esto no se siente como la
muerte, se siente como un descanso.
Al fin.

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