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REFLEXIONES INICIALES SOBRE EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN ARGENTINA

Historia de la Educación. Conformación del campo

La historia de la educación constituye un campo de investigación en expansión. En las últimas décadas, se han
producido investigaciones sobre un conjunto diverso de temas: instituciones, prácticas, leyes, reformas, libros de
texto, currículum, biografías de pedagogos, corrientes del pensamiento educativo, y hasta el mobiliario, los edificios y
los instrumentos que se emplean para la enseñanza. Toda esta expansión del campo de la historia de la educación
revela una dificultad: ¿es posible definir “educación” y establecer los límites de lo que estudiamos? Es decir, ¿es
posible indicar qué objetos y temas corresponden a la historia de la educación? Para poder responder a estas
preguntas, es preferible partir de lo que una amplia comunidad de investigadores y académicos considera como
objetos de la historia de la educación a partir de su práctica de producción de conocimiento.

Hasta mediados del siglo XX, los temas que habitualmente se abordaban en las obras que eran consideradas como
parte de la historia de la educación, correspondían fundamentalmente a la historia de las instituciones educativas.
Generalmente, se trataba de historias institucionales, es decir, libros cuya elaboración era promovida por la propia
institución, interesada en construir un relato sobre su origen y desarrollo. Se trata de obras que, por lo general,
reúnen un relato elogioso sobre los proyectos de los fundadores, y que reseña el papel de los protagonistas de la
historia institucional. Los debates y controversias en este período fueron excepciones, y generalmente tuvieron que
ver con diferencias de valoración sobre los proyectos o personajes de los que se hablaba. Si seguimos este tipo de
obras, un núcleo fundador del campo de la historia de la educación se concentró en las historias de las instituciones
educativas emblemáticas (y por añadidura, en las historias de los personajes protagónicos de estas instituciones).

Otro de los núcleos fundadores lo podemos encontrar en la historia del pensamiento pedagógico. También en las
obras precursoras del campo de la historia de la educación, fue frecuente que se estudiaran las ideas educativas de
intelectuales, filósofos y pedagogos. Se trata de obras que no se distinguen demasiado del campo de estudios de la
historia del pensamiento, la historia de la filosofía o la historia de la ciencia. Sin embargo, desde mediados del siglo
XX se han ido incorporando otras preocupaciones. Los cambios y reformas en los sistemas educativos nacionales
generaron intensos debates en el ámbito académico que reavivaron el estudio de las viejas instituciones educativas,
ahora desde perspectivas críticas. Se incorporaron distintas herramientas de investigación y categorías teóricas que
provenían de la historiografía y las ciencias sociales. Se volvieron a estudiar los proyectos educativos fundacionales
de las instituciones haciendo uso de conceptos como “Estado”, “sistema educativo”, “clases sociales” o “democracia”.
De todas formas, el campo siguió marcado por el predominio de una historia de las instituciones educativas, aunque
con perspectivas críticas.

Al calor de estos intercambios, el foco de interés se desplazó hacia las historias de las políticas educativas.
Predominaban los objetos de investigación “macro” o “estructurales”, es decir, aquellos que veían las grandes
estructuras de los sistemas educativos pero no se preocupaban por la vida cotidiana de las escuelas, los métodos de
enseñanza u otros planos más cercanos al nivel “micro” de investigación. Sin embargo, distintas obras fueron
planteando las disidencias de investigadores y académicos con relación al consenso “macro” en las décadas de 1970
y 1980. Estas disidencias no se manifestaron tanto a partir de una crítica a la producción historiográfica preexistente
sino en función de mostrar la legitimidad de nuevos objetos de investigación que también debían ser considerados
como parte de la historia de la educación. Uno de estos “nuevos objetos” fue el currículum. La consolidación del
campo de los estudios curriculares permitió formular nuevas preguntas que impulsaron la indagación histórica. Allí se
produjo el surgimiento y la multiplicación de obras referidas a la historia de disciplinas específicas y su organización
como disciplina escolares. También comenzó a estudiarse la propia historia de la organización disciplinar del
currículum y cómo se producen sus continuidades y transformaciones. Las reformas educativas de la segunda mitad
del siglo XX también produjeron nuevas preguntas. En muchos países, la perspectivas críticas de investigadores y
pedagogos mostraban que las reformas no producían los cambios esperados en las escuelas. A raíz de estas
preocupaciones, se formuló el concepto de “cultura escolar” para designar el tipo de cambios específicos que sufrían
las instituciones educativas más allá de lo que proponían las reformas estructurales. Este concepto fue clave para el
desarrollo de investigaciones en el campo de la historia de la educación centrados en el plano “micro”, es decir,
referidos a la vida cotidiana de las escuelas y a las prácticas de los actores educativos.

En otro sentido, las ciencias sociales se vieron conmovidas por el impacto del giro lingüístico y nuevas corrientes de
pensamiento que hicieron foco en el concepto de “discurso”. En el campo de la historia de la educación este giro se
reflejó en estudios e investigaciones que analizan los cambios, continuidades y estructuras del “discurso pedagógico”.
A partir de estas aperturas conceptuales y metodológicas, la historia de la educación fue abarcando objetos cada vez
más diversos. En las últimas décadas del siglo XX se incorporaron estudios locales y comparados sobre textos
escolares, investigaciones sobre los métodos de enseñanza, así como investigaciones de una escala intermedia,
centradas en sujetos de la educación: la educación de las mujeres, la educación de los adultos, la educación de los
pueblos originarios. .

Los préstamos e intercambios entre el campo de la historia de la educación y otros campos de la investigación
histórica se multiplicaron. Esto fertilizó el campo de la historia de la educación con nuevos enfoques. Así, lo que se ha
llamado la “historia desde abajo” tuvo su correlato en la historia de la educación, con investigaciones que se
centraron en las prácticas, instituciones y experiencias educativas de los grupos subalternos. En este sentido, fue
central el concepto de “alternativa pedagógica” que permitió clasificar y estudiar aquellas experiencias que, por
diversos rasgos, ponían en discusión las características de los sistemas educativos estatales. Más recientemente, otra
fuente de nuevas producciones ha sido el fortalecimiento tanto metodológico como conceptual del estudio de lo que
se ha denominado la “historia reciente.” En estas investigaciones, desempeña un papel destacado el testimonio y la
metodología de la historia oral. Todas estas tendencias renovadoras del campo historiográfico han visto sus
continuaciones y elaboraciones en el campo de la historia de la educación. Luego de este recorrido es posible
formular un interrogante: ¿existe un orden, una definición, una estructura que organice el campo de producción de la
historia de la educación? Justamente, dada la heterogeneidad y la riqueza de este campo académico y de
investigación, y su productividad recientemente incrementada, cualquier intento de organización debe funcionar
como hipótesis, ya que puede resultar desmentida por nuevos debates y producciones. Sin embargo, gran parte de
las investigaciones y obras que forman el corpus central de la historia de la educación podrían organizarse del
siguiente modo:

a) Historia política de la educación. Se trataría de aquellas investigaciones que se enfocan en los proyectos
político-educativos y sus concreciones. Es una categoría que permitiría reunir las investigaciones sobre las políticas
educativas, las leyes y normas que se disponen a darle entidad, y también las instituciones que resultan de ellas.
También podría agrupar los estudios sobre los discursos político-educativos que intervienen en la fundamentación o
la confrontación sobre dichas políticas. Se trata de un agrupamiento de los estudios e investigaciones que está
relacionado fundamentalmente con el campo de la historia política. En este sentido, quizás podría limitarse a las
investigaciones que abordan la historia de la educación a partir de la formación de los Estados nacionales ya que es
más difícil identificar dimensiones políticoeducativas institucionalizadas en períodos anteriores. Sin embargo, la
historia de las universidades habitualmente abarca períodos anteriores a la conformación de los Estados nacionales.

b) Historia de las ideas pedagógicas. En esta categoría sería posible agrupar las investigaciones que se orientan a
indagar en las fuentes intelectuales de las corrientes del pensamiento pedagógico. Sin dudas, hay investigaciones que
pueden ser clasificadas tanto en la categoría anterior como en ésta. Sin embargo, aquí el foco está puesto en las
características internas de esas corrientes de pensamiento y en sus préstamos y tensiones con otras corrientes e
ideas. Las investigaciones que sería posible reunir aquí, se ocupan de las ideas pedagógicas en tanto corrientes
intelectuales que piensan en los procesos de transmisión, y que reflexionan sobre el lugar de los sujetos en dicho
proceso. También se ocupan de la estructuración del campo de pensamiento pedagógico y de su organización e
institucionalización. La conformación de un campo académico pedagógico especializado, con asiento en las
universidades, así como las corrientes críticas que surgieron frente a él, han sido algunos de los temas destacados de
estas investigaciones. En cuanto a las afinidades con otros campos, se trata de investigaciones que presentan fuertes
intercambios con los estudios sobre la historia de las ideas o la historia intelectual, con los estudios sobre la historia
de ciertos campos académicos afines (como la psicología o la filosofía).

c) Historia de las prácticas de reproducción cultural. Esta es quizás, la categoría que más claramente se refiere a las
recientes tendencias de renovación y expansión de las investigaciones en historia de la educación. Aquí sería posible
agrupar aquellas investigaciones que abordan como objeto las distintas dimensiones de la práctica educativa,
entendida como el amplio proceso de reproducción de la cultura. Se trata de investigaciones que van desde el
estudio de métodos, prácticas y materiales de enseñanza en los sistemas educativos formales, hasta las prácticas y
huellas culturales de procesos de reproducción de la cultura en ámbitos informales y en el espacio social más amplio.
Por ejemplo, esta categoría abarcaría las investigaciones de historia de la educación que se refieren a la historia de la
enseñanza de la lectura, pero también a las prácticas de lectura, la historia de los materiales de lectura y en el límite,
las intersecciones con la historia del libro. El nivel de los objetos que abarcan estas investigaciones está más cerca de
las prácticas cotidianas, y en el caso de los sistemas educativos y las instituciones de educación formal, de la vida
diaria de las aulas y las escuelas. Por otra parte, este tipo de investigaciones registra el impacto de los enfoques de la
“historia desde abajo”, ya que es en el nivel de las prácticas y de la vida cotidiana de los procesos de reproducción en
los que es posible encontrar las experiencias y resistencias de los grupos subalternos (las mujeres, los campesinos,
los trabajadores, los sectores populares).

Sin dudas esta categorización no agota la enorme riqueza de un campo académico en expansión. Pero permite
ordenar ciertas decisiones para priorizar recorridos sobre los temas de la historia de la educación. Cada uno de estos
tipos de investigación abarca planos de la educación que cuentan con temporalidades propias. Los cambios,
transformaciones y continuidades de las ideas pedagógicas no son las mismas que los de las políticas e instituciones
educativas. Del mismo modo, la renovación o continuidad de una práctica educativa no sigue el mismo ritmo que el
de las políticas y leyes que las regulan. De este modo, una categorización como la propuesta más arriba sirve para
enmarcar la interpretación de los estudios e investigaciones. Es decir que no debemos pensar que una ley que
prohíba la enseñanza religiosa, automáticamente detiene la circulación de prácticas y saberes de la liturgia religiosa
en las escuelas. Cada uno de estos cambios (y continuidades) sigue su propio ritmo y debe ser investigado con las
herramientas, fuentes y enfoques que corresponden a cada plano.

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