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AL-ANON, FAMILIARES DE ALCOHÓLICOS QUE

INTENTAN RECUPERAR LA DIGNIDAD PERDIDA


LO QUE EL TRAGO SE LLEVÓ

La comunidad Al-Anon es una institución no gubernamental, sin fines de lucro, dedicada a asistir al
entorno familiar de enfermos de alcoholismo. Fue fundada en 1954, en Nueva York, luego de haber sido
un anexo de Alcohólicos Anónimos. Aunque distintas e independientes, ambas instituciones subrayan la
importancia de un trabajo conjunto y complementario. La entidad funciona en 80 países, con 15 mil
grupos de autoayuda.

por Armando Olveira

(*) Cumpliendo con disposiciones internacionales de estricta confidencialidad de Al-Anon, los entrevistados
se presentan solamente con nombres, sin apellidos.

La filial uruguaya comenzó en 1975, y desde principios de los '90, cuenta con centros en todos los
departamentos. El método recibió el aval científico e institucional de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Para Edgard, esposo de una alcoholista y reciente miembro de Al-Anon Uruguay, "no se podría pensar en la
curación si no se presta atención al núcleo familiar, también enfermo".

En opinión de Arla, una veterana dirigente de la entidad, hija y madre de alcoholistas, "no existe una fórmula
perfecta para curar la enfermedad. En nuestro caso, el método se basa en compartir experiencias, logros,
frustraciones y esperanzas".

- ¿Cómo definirían el alcoholismo?

- Edgard. El alcoholismo es una enfermedad de carácter triple, que afecta física, mental y espiritualmente a la
persona que la sufre y a su entorno. En Al-Anon decimos siempre que es un mal que destruye al alcohólico y su
familia.

- ¿Podrían explicarnos qué es Al-Anon?

- Arla. Los grupos Al-Anon forman parte de una comunidad de familiares y amigos de alcohólicos que
comparten sus experiencias, logros, frustraciones y esperanzas, con el fin de hallar solución para un problema
terrible. El alcoholismo es una enfermedad reconocida desde 1957 por la Organización Mundial de la Salud,
como la tercera en el mundo en orden de influencia y gravedad.

- Edgard. En Al-Anon decimos, siempre, que la mejor manera de curarla es cambiar la actitud del entorno.
Hemos constatado a lo largo de años, que nuestro método afirma ese cambio definitivo, sin alcohol.

- Arla. Alanon no está afiliado a ninguna entidad política, religión, secta u otro tipo de organización similar. No
toma parte de controversias ideológicas, ni apoya combate alguno contra ninguna causa. Junto con Al-Anon
Juvenil y Alateen (entidades dedicadas a los hijos de alcohólicos), forman parte de un grupo de organizaciones
no gubernamentales que persiguen un propósito casi excluyente: ayudar a los familiares de bebedores.
- ¿Cuáles son los objetivos concretos?

- Edgard. Diríamos que son tres: ofrecer amistad, esperanzas y ayuda a familiares y amigos de bebedores
compulsivos; estimular el crecimiento espiritual del enfermo y su entorno a través de los Doce
Pasos propuestos por Alcohólicos Anónimos; dar comprensión y valor al alcohólico. El alcoholismo es uno de los
principales problemas de nuestro país desde el punto de vista de la salud.

- ¿Es buena la relación con Alcohólicos Anónimos?

- Arla. Más que buena o muy buena, es imprescindible. Somos instituciones hermanas, aunque distintas, y
seguimos básicamente programas comunes de curación del enfermo. Es bueno destacar, por ejemplo, que el
método de Alcohólicos Anónimos es reconocido por los principales profesionales del mundo en la materia como
el más exitoso tratamiento para curar el alcoholismo. Esos mismos profesionales, de grandes universidades de
Estados Unidos y Europa, señalan que una de las medidas más efectivas es lograr el auxilio de familiares, aun
cuando el enfermo no busque tratamiento. Ese es el gran sentido de Al-Anon y su relacionamiento con
Alcohólicos Anónimos.

"Mi esposa bebedora sufre tanto como yo"

"El alcoholismo no es una enfermedad que afecta solamente a los sectores más pobres. Mi esposa es una
profesional universitaria y alta funcionaria de un organismo europeo con sede en Bélgica. Lo que se dice una
muy buena situación económica y social. Me casé con ella hace diez años, sin saber que era alcoholista. Lo
descubrí muy poco después. Al principio se emborrachaba casi disimuladamente, en el sillón principal de la
sala. Luego, cuando intenté controlarla, comenzó a salir y desaparecer durante toda la noche. Si no tenía una
copa, igual tomaba cualquier combustible que tuviera a mano. Iba directo del lugar de copas al trabajo. Con
tanta habilidad, que siempre supo disimular su estado en la oficina. Pero sé que sufre tanto o más que yo.

Para mí hubo un momento que la situación se hizo insostenible, en abril de este año. Tenemos un hijo pequeño
que comienza a darse cuenta que su madre está enferma por el alcohol. Por eso volví a Montevideo, para
rehacer mi vida. Cuando me contacté con la gente de Al-Anon, sentí que podía haber una esperanza. Comencé
el tratamiento para familiares y eso me dio otra fuerza, otras ganas de enfrentar el problema. Ya estoy pronto
para volver a Bruselas. Hace unos días la llamé a la oficina y le anuncié mi regreso. Le pedí que aceptara
ingresar a Alcohólicos Anónimos. Ella aceptó. Lo vamos a lograr. Antes de la Navidad volveré con mi
familia (Edgard, diciembre de 1996).

- ¿Cómo ayuda Al-Anon a la familia del alcohólico?

- Edgard. Recuerdo que cuando recién llegué a la comunidad estaba desconsolado, desesperanzado,


angustiado. Desde ese momento me acogieron de la mejor manera, me contuvieron emocionalmente y me
hicieron entender que debía liberarme de la lógica obsesión que uno sufre para reformar al ser querido
alcohólico. Esta toma de conciencia es una de las mayores ayudas que recibí de Al-Anon. Comprendí que mi
esposa enferma, jamás cambiaría si primero no cambiábamos mis hijos y yo. Jamás, jamás, ningún alcohólico
ha sido curado con sermones, regaños o escenas violentas. No sirve humillarlo o enfurecerlo, porque solamente
aumenta su sentido de culpa y profundiza su enfermedad. En Al-Anon comprendemos que mucho mejor es
gastar toda nuestra energía en acciones y pensamientos constructivos.

- Arla. Es imprescindible cambiar nuestras actitudes. Al-Anon proporciona un ambiente más saludable para
toda la familia, incluyendo al propio alcohólico. A menudo, nos transformamos en una ayuda para que el
enfermo se dé cuenta de su condición y acepte el tratamiento de alcohólicos anónimos.

- ¿Qué no hace Al-Anón durante el tratamiento?

- Edgard. Hay varias cosas que jamás hacemos. No se dan consejos sobre situaciones económicas, separaciones
conyugales o divorcios, sexo, asuntos legales, ayuda médica, psiquiátrica u opciones religiosas. Los miembros
de la comunidad tienen claro el concepto de autoayuda y por ello se limitan a contar sus experiencias o sugerir
un camino para curar el alcoholismo. Jamás ponemos en peligro el anonimato del alcohólico ni de su entorno
familiar y social. En eso nos parecemos a Alcohólicos Anónimos.
- Arla. Tenemos como principio usar solamente nuestros nombres, sin apellidos. De esta forma defendemos la
confidencialidad de nuestro problema. Al-Anon jamás se mete en discusiones políticas, religiosas, deportivas o
similares. Nos definimos como un movimiento espiritual no religioso. Tampoco creemos que la única solución
para el alcoholismo sea ingresar a Alcohólicos Anónimos o a nuestra comunidad, aunque sean reconocidas por
los principales expertos del mundo como excelentes tratamientos. Con esto queremos decir que en nuestra
postura no hay fanatismos.

"Nueva vida"

De acuerdo a las reglas de Al-Anon sus miembros festejan la fecha de ingreso a la institución como si se tratara
de un cumpleaños biológico. "Entendemos que la comunidad nos da la posibilidad de una nueva vida junto con
nuestros seres queridos y eso debe ser celebrado como un segundo nacimiento. Por ejemplo yo, estoy a punto
de festejar mis primeros once años y lo haré con una fiesta para familiares, compañeros y amigos", explicó
Arla.

- ¿A riesgo de caer en generalizaciones injustas, se puede caracterizar 


el perfil psicológico de un alcohólico?

- Edgard. Los principales especialistas en temas de alcoholismo definen psicológicamente al enfermo como


hipersensible, emocionalmente inmaduro, exigente consigo mismo y con los demás y fuertemente depresivo.
Generalmente, la enfermedad comienza con frustraciones muy fuertes o metas no cumplidas. De esta forma se
va metiendo en la bebida obsesiva, con una compulsión tan poderosa que no se detiene ni ante el temor de
muerte o locura. Una copa despierta en el enfermo un deseo incontenible que solamente puede aplacar otra
copa, y otra, y muchas más... hasta llegar a la pérdida de conocimiento.

- ¿Se puede afirmar que el entorno del alcohólico también está enfermo?

- Arla. Sin dudas que es así. A mí, personalmente, me costó mucho reconocer que el alcoholismo de mi hijo me
había contagiado a mí también. No porque yo fuera bebedora, sino porque condicionaba todos mis actos, casi
hasta la locura. Por ser una enfermedad que contagia a la familia, hace de nosotros verdaderos portadores y
hasta trasmisores del mal.

- ¿Es mejor que no se sirva alcohol en la familia del enfermo?

- Edgard. Cada caso es distinto. Parece no aconsejable, por lo menos al principio, porque es el momento que
define cómo se llevará adelante el proceso de lo que expertos denominan Sobriedad. No obstante, siempre
decimos que depende de la reacción individual de cada alcohólico y de las actitudes colectivas de familiares y
entorno. Tampoco existe una fórmula en cuanto a invitaciones a fiestas o reuniones en las que se sirvan
bebidas. Depende de cada persona, de cada familia, de cada situación.

- Arla. Hay muchas opiniones sobre el tema. Por ejemplo, en los Estados Unidos se debate constantemente si
los familiares debemos transformarnos en abstemios rigurosos, para evitar cualquier tipo de tentación. Siempre
es aconsejable la abstención. Yo la seguí toda mi vida y me dio resultado, per sé también que hay familiares
que no son abstemios e igual cumplen con el método. Inclusive, se sabe que hay algunos alcohólicos que se
sienten mejor predispuestos si su entorno lleva una vida normal, incluyendo la bebida social.

- ¿Recomiendan la separación del enfermo de sus compañeros de trago?

- Arla. Ni siquiera hay que intentarlo. Es una actitud negativa hacia la persona tratada, porque se le fija más
fuertemente la enfermedad y se lo obliga a crear mecanismos para eludir el control.

- ¿Cuál es el momento oportuno para hablar con el alcohólico sobre sus borracheras?

- Edgard. Es imprescindible usar tacto y mucha discreción. La experiencia general nos demuestra que el
momento más propicio es cuando sufren el malestar físico y anímico que sigue a una gran borrachera. También
es imprescindible que uno mantenga calma y serenidad en el momento de hablar sobre el mal con el propio
enfermo. Si nos dejáramos llevar por la apariencia exterior, pareciera que nunca es el momento, porque
seguramente recibiremos negativas, evasivas y hasta respuestas muy duras. No obstante, las últimas tendencias
señalan que el alcohólico sabe que es un enfermo que necesita curar su alma.

- Arla. También es importante explicar que jamás, jamás, se debe sobreproteger al alcohólico. Cuanto más se
lo "mima" después de una borrachera, cuanto más se trata de justificar su enfermedad, peor será para todos.
Desde un principio, a las esposas de alcohólicas se les aconseja que no se pongan en compasivas ni protectoras.
Por ejemplo, en el manual de actitudes hacia el esposo enfermo se prohíbe tener sexo luego de una
borrachera.

- Edgard. En la institución se nos explica que la sobreprotección es vivida con culpa por el alcohólico y provoca
que haga menos por sí mismo y siga tomando tanto o más que antes. También sirve aclarar que durante el
período de tratamiento, el enfermo no puede asumir responsabilidades familiares o frente a su entorno, más
allá de las estrictamente obligatorias para mantener el núcleo. En cambio, las responsabilidades de un
alcohólico curado es ilimitada.

- ¿La angustia del familiar acaba cuando el alcohólico deja de beber?

- Arla. No siempre van juntos ambos procesos. Tampoco debemos aguardar que el tratamiento tenga resultados
a corto plazo o sea perfecto. La convalecencia lleva un tiempo bastante largo y difícil, con muchos problemas
provocados por el propio alcohol. Pero también hay de los otros, no siempre relacionados con la bebida.

- Edgard. Luego de la cura surgen nuevos problemas, que también deben ser solucionados para que no sean
factor de recaídas. En su mayoría son inconvenientes de relacionamiento y reacomodo frente a la nueva
situación, mejor que la anterior por cierto, pero distinta al fin y desacostumbrada para el entorno.

- Arla. Por ello, Al-Anon sigue cerca de los familiares aún después del diagnóstico de curación. Es muy
importante que se cumpla sin traumas el período que técnicamente se denomina Ajuste de relaciones entre
esposo y esposa, padre o madre e hijos, con parientes y amigos. Es una etapa también llena de dificultades,
que requiere comprensión, tolerancia y actitudes positivas.

- ¿Qué es una borrachera seca?

- Edgard. Aún después de curado, un alcohólico que sigue el programa de rehabilitación corre el riesgo de
pensar y obrar de la misma forma que antes. Esto ocurre a menudo al principio de la etapa de sobriedad y, de
vez en cuando, el resto de su vida. Muchas veces el ex alcohólico tiene actitudes que recuerdan su
enfermedad, e inclusive los familiares no alcohólicos pueden sufrir borracheras secas.

- Arla. Es cierto, los familiares también sufrimos recaídas. Es tan difícil cambiar de costumbres, que a veces
regresamos a las actitudes que teníamos antes de ingresar a Al-Anon o al principio del tratamiento. Las
institución cuenta con expertos en ese fenómeno de las borracheras secas.

Madre e hija de alcohólicos

"Durante casi toda mi vida he sufrido la terrible desgracia de ser hija y madre de alcohólicos. La experiencia es
tan dolorosa como intransferible. Con mi padre tenía una hermosa relación, cuando no estaba borracho.
Lamentablemente, crecí viéndolo enfermarse cada día más, hasta que la situación se hizo insostenible. Todas
las noches había que salir a buscarlo a los bares y traerlo en el peor estado, siempre inconsciente, como si
hubiera recibido una gran paliza.

Me casé con un hombre bueno, casi abstemio. Eso me hacía feliz. Pero pareciera que los dolores se repiten,
porque mi hijo se hizo alcoholista a los 15 años. Repetía los mismos cuadros de mi padre. No podía retener
trabajos a causa de la enfermedad, no existía como miembro de la familia.

Al principio yo no creía que pudiera existir una solución. Pero la hubo. Hace 11 años que estoy en Al-Anon y
gracias a su método pude mejorar nuestra vida. Hoy por hoy, mi hijo tiene 27 años y asiste a las sesiones de
Alcohólicos Anónimos. Ya no toma. Sé que va camino a la recuperación definitiva" (Arla, noviembre de 1996).

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