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Alcoholismo:

Contagio
familiar

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Alcoholismo: Contagio
Familiar
“Cualquier familiar, cónyuge e hijos que hayan
tenido que vivir algunos años con un alcohólico,
están destinados a volverse complicados y neuróti‑
cos. No lo pueden evitar”.
Bill W., cofundador de Alcohólicos Anónimos

Lo que Al-Anon significa


para los familiares y los
amigos de los alcohólicos
Muchos sabemos que el alcoholismo es una
enfermedad; sin embargo, somos pocos los que
la reconocemos como un “contagio familiar” que
puede afectar emocional, espiritual y, a menudo,
físicamente a tres o cuatro personas de un hogar,
sin contar al alcohólico.
Los Grupos de Familia Al-Anon, Al-Anon
y Alateen nos aseguran que por más difícil que
sea una situación o por más grande que sea una
desdicha, todo puede atenuarse. Al saber que el
alcoholismo es una enfermedad y al darnos cuenta
de que somos incapaces ante ésta, así como ante
otras personas, nos preparamos para hacer algo útil
y constructivo por nuestra propia vida. Solamente
así podemos ayudar a los demás.
Sin esa ayuda espiritual, vivir con un alcohólico
es demasiado para la mayoría de nosotros. Nos
ponemos nerviosos, irritables y resentidos. Nuestro
pensamiento se vuelve confuso y nuestra perspec-
tiva se distorsiona. Un cambio en nuestra actitud y
nuestras acciones a lo mejor inspire a otros a buscar
ayuda.
El programa de Al-Anon es una forma de
vida espiritual basada en los Doce Pasos de los
Alcohólicos Anónimos. El estudio de este progra-
ma y sus Doce Pasos nos fortalece y nos guía en la
solución de muchos problemas difíciles.

El propósito de Al-Anon
En Al-Anon perseguimos un único propósito:
ayudar a los familiares y amigos de los alcohólicos.
Compartimos la experiencia de hacerle frente a la
enfermedad del alcoholismo y aprendemos a enten-
der y a darle ánimo al alcohólico. Logramos esto
al ofrecer esperanza, amistad, y la oportunidad de
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crecer espiritualmente por medio de la práctica de
los Doce Pasos que se han adaptado de Alcohólicos
Anónimos.
Algunos familiares y amigos de personas alco-
hólicas encuentran más fácil tratar los problemas
comunes que surgen al enfrentar los efectos de la
bebida de alguien más con aquellas personas que
están en situaciones de la vida similares. Estos
miembros han formado grupos de Al-Anon para
hombres, mujeres, padres de familia, hijos adul-
tos de alcohólicos, y homosexuales y lesbianas.
Sin embargo, igual que con todos los grupos de
Al-Anon, estos grupos quedan abiertos para cual-
quier persona afectada por la bebida de alguien más.
A los miembros de estos grupos se les anima para
que también asistan a otras reuniones de Al-Anon.
Después de un tiempo, se dan cuenta de que el ser
afectado por el alcoholismo de alguien más es nues-
tro lazo común. Compartir nuestra experiencia, for-
taleza y esperanza con otros familiares y amigos de
personas alcohólicas beneficia nuestra recuperación.
Entre más variada sea la experiencia, mucho mayor
es la fortaleza y la esperanza.

Una familia que necesita de


Al‑Anon
El Sr. Sánchez antes podía controlar su licor. Él
cree que todavía lo puede hacer, pero a menudo falta
varios días al trabajo cuando se va de juerga. El otro
día su jefe le dijo que si no dejaba de beber tendría
que buscarse otro trabajo.
Su esposa no puede dormir bien y se ve dema-
crada. Está preocupada por las cuentas que hay que
pagar y por sus hijos, pero nunca puede discutir
estas cosas con su esposo.
María, la hija mayor, siempre ha sido testaruda. Se
cansó de que la regañaran, y por eso se casó cuando
tenía dieciséis años. Pero no se lleva bien con su
esposo.
A Juan no le gustaba la escuela y la abandonó
cuando tenía catorce años. Regresa a casa tarde y
tiene amistades que a su mamá no le agradan.
Lupita es una niña inquieta de doce años. Sus
maestros dicen que aprende rápido cuando lo
intenta, pero no puede concentrarse en nada por
mucho tiempo.
Todos en la familia Sánchez tienen problemas.
Ninguno se siente feliz. Uno de ellos es alcohólico.
¿Existe alguna relación? Sí.
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Hay ayuda para todos los miembros de la familia,
para el alcohólico y también para esas personas a
menudo olvidadas: los familiares y los amigos de los
alcohólicos. Los Grupos de Familia Al-Anon, junto
con Alateen para los miembros adolescentes, se
componen de familiares y amigos de los alcohólicos.

Relatos personales
Los siguientes son relatos personales de gente
que está en vías de recuperación de los efectos del
alcoholismo, el contagio familiar. Muchas personas
se han identificado con las dificultades que aquí se
tratan. Los relatos nos aseguran que no estamos
solos al enfrentar el problema del alcoholismo.
Todo empezó cuando nos casamos
Llevo casi tres años de estar casada con un alco-
hólico. Durante los primeros tres meses de nuestro
matrimonio alquilamos una casa en el campo. Los
dos siempre bebíamos una copa de vermut antes de
la cena. Durante ese verano mi esposo no pasó ni
completamente sobrio ni ebrio. Simplemente esta-
ba incómodo. Llegó a ser obvio que no podíamos
seguir así. De regreso a Nueva York durante el fin de
semana del “Día del Trabajo”, nos detuvimos para
visitar a mi hermana. Apenas llegamos, mi esposo
empezó a beber demasiado. Se emborrachaba todas
las noches durante los ocho meses siguientes.
Como yo tenía que tomar la mayoría de nuestras
decisiones, me tocaba a mí buscar un apartamen-
to. Decidí que si mi esposo iba a seguir tomando,
buscaría un lugar para mí sola y lo dejaría quedarse
en el pequeño apartamento de soltero, en el cual
todavía vive. Ya no vivimos juntos, a excepción de
que compartimos una casa en el verano y de que
nos visitamos de vez en cuando. Aunque ésta no
es la situación ideal para ninguno de los dos, sin
Al‑Anon sería imposible.
En el primer otoño de nuestro matrimonio,
encontré un trabajo y, lo que fue aún más importante
para nosotros, encontré a Al-Anon. Una de las mejo-
res ideas que recibí de Al-Anon con respecto a vivir
con un alcohólico que esté bebiendo todavía fue vivir
un día a la vez. Aunque el trabajo carecía de interés y
finalmente renuncié, era una forma de mantener mi
atención alejada de la bebida de mi esposo.
Lo primero que aprendí en Al-Anon fue cómo
evitar un choque antagónico. Durante todo el
primer verano que pasamos juntos, mi esposo y
yo nos dedicamos a una guerra diaria de palabras.
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Una vez me enfurecí tanto que di un portazo en su
propia cara. En otra ocasión me lancé de un auto en
marcha, y una vez, aunque él es mucho más grande
que yo, le pegué. Confieso que yo era la que agredía
físicamente. Reaccionaba inmediatamente a lo que
me rodeaba como una niña resentida. En Al‑Anon
poco a poco he aprendido a pensar primero. Me
alejo de la escena lo suficiente para pensar en lo
necesario que es mantenerme tranquila, sea cual
sea la provocación. A lo mejor lo más importante
que he aprendido en Al-Anon es “Soltar las riendas
y entregárselas a Dios”. Nuestras vidas no están en
nuestras propias manos. Si soltamos las riendas y
tenemos fe, quizás nos lleguemos a encontrar en
una base más firme que la que pudiéramos alcanzar
mediante la lucha continua por nosotros.
Una de las cosas que más me costó aprender fue
“Vivir y dejar vivir”. Lo he llegado a ver como una
solución a la ira. No es necesario que imponga mis
puntos de vista en los demás, ni tampoco necesito
que los demás me impongan lo suyos.
Una cuerda que nos auxilia en la desesperación
Hace tres años y medio que ingresé a Al-Anon.
Los milagros ocurridos, la suerte de haber cambia-
do y la liberación de las emociones reprimidas son
sólo algunas de las experiencias que creo que debo
compartir con los demás.
Cuando empecé en el grupo estaba enferma,
física y mentalmente. Mi vida era una obsesión
insensata: el alcoholismo de mi esposo. El abando-
no en que estaban mis hijos y yo misma era espan-
toso. El temor es contagioso, y en nuestro hogar
reinaba el temor por doquier. Tenía consciencia de
eso, mas debido a la pena y al temor en el mañana,
sentía que no podía hacer nada.
Llegué a mi primera reunión de Al-Anon total-
mente desesperada. Esta sala llena de gente me dio
esperanza, amor y fe. Me tranquilizaron al decir-
me: “Hazlo con calma”. Explicaron la enfermedad
del alcoholismo y, lo mejor de todo, me enseña-
ron a desprenderme emocionalmente con amor.
Ávidamente me esforcé por aplicar la filosofía de
las 24 horas, y aprendí, de manera saludable y cons-
tructiva, a soltar las riendas de un problema ante el
cual me sentía completamente incapaz.
Poco a poco, a medida que fui asimilando
esta maravillosa filosofía de amor y comprensión,
me llegué a dar cuenta del cambio en mis hijos.
Ahora podía brindarles la energía emocional que
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desperdiciaba en tratar de que mi esposo lograra la
sobriedad. Respondieron como las flores al agua:
empezaron a retoñar. Al mirar hacia el pasado, me
doy cuenta de la forma tan ideal en que recibieron
a Al-Anon. Lo recibieron no por medio de mi
intento de enseñarles o predicarles, sino que a través
del poder del ejemplo. Gracias a Al-Anon, podía
contestar las preguntas de mis hijos tal como eran
hechas, normal y sinceramente, sin alarma ni eva-
sión. Los niños son grandes imitadores. Copiaron
la forma en que yo aceptaba a su padre: como a
alguien que tenía una enfermedad. Gracias a Dios,
Al-Anon nos abrió un camino saludable. Pudimos
entonces resolver los problemas que mi esposo nos
transmitía, o aprendimos a vivir con ellos.
He aquí uno de los milagros que sucedieron sin
que yo me diera cuenta. Cuando mis hijos y yo
aceptamos su alcoholismo como una enfermedad e
hicimos algo con respecto a nuestras propias vidas,
él empezó a aceptar a A.A.
Durante las primeras semanas de sobriedad
enervante, la situación era bastante delicada. De
nuevo, Al-Anon acudió a auxiliarnos. Las expe-
riencias de otros miembros con el mismo problema
me ayudaron a salir adelante. Me dicen que nunca
mostré temor, ni desconfianza, ni sospecha. Los
niños empezaron a adaptarse a su nueva forma de
vida con la escuela, los amigos, las actividades y la
diversión a que tiene derecho todo niño. Vivían en
un hogar en donde no existía el temor. El valor, la
fortaleza y la esperanza de Al-Anon me revestían.
Luego mi esposo se dedicó a participar cons-
tante e intensamente en las actividades de A.A.: su
forma de mantenerse en sobriedad. Raramente lo
veíamos, pero no me sentía ni sola ni abandonada.
Estaba participando activamente en mi propio
grupo. Estaba luchando por la misma serenidad
que él luchaba. Sin Al-Anon, qué solitaria me
hubiera sentido en tanto él avanzaba en A.A.
Al-Anon me ha dado una vida que sin ese pro-
grama no me atrevería a vivir, pero lo mejor de
todo es que no quiero otra. Estoy aferrada firme y
egoístamente a la cuerda que me lanzaron, pues eso
es lo que Al-Anon simboliza: Una cuerda que nos
auxilia de la desesperación y nos lleva a las costas
de la sensatez.
Relato de una madre
Soy madre de una alcohólica; además, estuve
casada con un alcohólico. Me divorcié de mi
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esposo, pero no he podido separarme de mi hija.
Después de la primera conmoción al darme cuenta
de que tenía una hija alcohólica, quise sobre todas
las cosas ayudarla a encontrar la sobriedad.
Hice todos los intentos trillados e inútiles que
hacen todos los que tienen un familiar alcohólico.
Lloré, la regañé, traté de que entrara en razón, e
intenté sobornarla. Aplacé favores. Una vez hasta le
di una bofetada. Finalmente, “toqué fondo”.
Recuerdo el día. No creo que Florencia estuviera
más ebria que de costumbre, pero sí me di cuenta de
que yo ya no sabía qué más hacer. Me acosté a llorar
en la cama. Poco a poco, un recuerdo empezó a
inquietarme. Unos meses antes había leído un artí-
culo en una revista sobre un grupo de familias para
alcohólicos, pero no pude recordar dónde. Había
oído hablar de A.A., por lo que los llamé. La voz al
otro lado del teléfono era cordial y amable. Ella se
dio cuenta de que lo que yo necesitaba era Al-Anon,
y me puso en contacto con una mujer maravillosa
que me dijo todo como debía ser, y me informó
sobre una reunión en la tarde del día siguiente.
En la reunión casi no dije ni una palabra. Estaba
asombrada de la alegría de los miembros. Una
señora contó la simple historia de su vida con un
alcohólico. Luego otras personas contaban un poco
de sus propias historias.
Cuando era hora de partir, todo mundo me
instó a que viniera la semana siguiente. No me
echaron ningún “discurso enardecedor” sobre ser
firme y no permitirle a ninguno de los niños “salir-
se con sus caprichos”. Me dijeron que mi hija estaba
enferma; tan enferma como si tuviera diabetes,
tuberculosis o cualquier otra enfermedad.
Casi nunca dejé de asistir a las reuniones y
empecé a unirme a los debates. Leía todo lo que
podía encontrar sobre el alcoholismo y hasta decidí
asistir a una reunión abierta de A.A. Estaba tan
convencida de que A.A. era la respuesta al proble-
ma de mi hija que no pude contener el decírselo.
Cuando lo hice, se volvió aún más distante y se
negó a escuchar.
Después de asistir a reuniones de Al-Anon por
varios meses, finalmente aprendí que el programa
era para mí, ya fuera que mi hija aceptara a A.A. o
no. Su propósito era darme comprensión y toleran-
cia: enseñarme a aceptar con tranquilidad lo que se
sentía como una carga pesadísima.
Es bueno que los que no toman también asistan
a reuniones abiertas de A.A. Continué escuchando a
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personas alcohólicas contar la misma anécdota: no
es sino hasta que “tocaron fondo” y carecieron de un
lugar al cual acudir, que acudieron a Dios, a A.A., a
la ayuda proveniente de donde fuera. Al preguntarme
si la estaba apoyando del todo, discutí mis dudas con
el psiquiatra de mi hija, con algunos miembros de
A.A. y de Al-Anon, y con los doctores que conside-
raban inútil hospitalizar a Florencia otra vez. Todos
estaban de acuerdo en que mi hija tenía demasiada
dependencia de mí. Por lo tanto, tomé la decisión
trascendental de quitarle mi ayuda económica.
Una mañana, después de una de sus peores
borracheras, bajé las gradas a su apartamento y le
dije lo que había decidido. Le dije que yo sentía
haberme equivocado al asumir sus responsabilida-
des, y que de ahora en adelante iba a dejar que ella
manejara su propia vida.
Se sentó apretando y estirando los dedos, y
finalmente preguntó: “¿Qué debo hacer?” “¿Cómo
puedo empezar?”
“Puedes decidirlo tú misma”, le dije, orando en
silencio para que la ayuda fuera firme. “Date cuen-
ta de que te amo y estoy tan cerca de ti como el
teléfono”. “Si me necesitas sólo tienes que llamar”.
Luego me fui.
Le había ordenado a la telefonista y también
a mi sobrina que la vigilaran y me mantuvieran
informada. Como puede verse, en realidad no
había llegado a “Soltar las riendas y entregárselas a
Dios”. Pero después de la reunión de Al-Anon de
esa semana, llegué a casa con una gran sensación de
alivio. Sentí que en realidad había podido entonces
“Soltar las riendas y entregárselas a Dios”.
Al día siguiente después de esa reunión, la
telefonista llamó para decirme que no había podi-
do comunicarse con Florencia. Bajé corriendo y
encontré los periódicos de los dos últimos días
acumulados en la puerta. Con el sonido de mi
llave, su perro empezó a latir desesperadamente.
No obstante, el lugar era demasiado silencioso. Me
apresuré a ir de la sala al dormitorio, y ahí estaba
tendida en el piso con sus manos sobre la cabeza,
tal como solía dormir cuando niña. No se movió, y
cuando la toqué estaba fría.
Han pasado tres años y todavía la lloro. En vano
he tratado de entender que no todos encuentran la
sobriedad y que Dios únicamente bajó Su mano y
la acogió en su morada. Debo aceptar Su respuesta
a mis oraciones aun cuando esa respuesta no fuera
la que yo esperaba.
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Me di cuenta de que estoy apegada a mis amigos
en Al-Anon, pues sólo ellos pueden comprender el
dolor que me embarga. Los principios de Al-Anon
me han ayudado a aceptar “esta cosa que no puedo
cambiar”, y estoy empezando a percibir un poco
de serenidad. Por más difícil que haya sido aceptar
esta tragedia, no creo que la hubiera podido aceptar
sin el programa de Al‑Anon.
Juntos practicamos el programa
Cuando asistí a la primera reunión de Al-Anon
estaba llena de temores, sin esperanza sobre el
futuro, y desesperada por una solución al problema
de alcoholismo de mi esposo. Durante la reunión
escuché palabras tales como “alcohólico”, “fe”,
“serenidad”, y frases tales como “desprendimiento
con amor”, “Un día a la vez”, y “Soltar las riendas
y entregárselas a Dios”. Esa noche representó el
momento decisivo en mi vida de casada y personal,
aunque no me di cuenta de hasta qué punto. Seguí
yendo a las reuniones, y poco a poco fui cambian-
do mi forma de ver las cosas.
Creo que el mayor reto que he encarado es estar
casada con un alcohólico. Sufre de una enfermedad
que no puede tratarse con medicinas, una enferme-
dad que afecta a toda la familia espiritual y emo-
cionalmente. Actualmente son más los hombres y
mujeres que se unen a A.A. más rápidamente a raíz
de que el conocimiento sobre la enfermedad ha
llegado hasta ellos.
Por medio de mi asistencia a las reuniones de
Al‑Anon, aprendí a aceptar el hecho de que mi
esposo es alcohólico. Aprendí que los dos somos
incapaces de afrontar solos el alcohol, y que también
yo estaba enferma. Tuve que aprender a ayudarme a
mí misma, y cuando empecé a desarrollar mi propia
moral y a cambiar mi actitud hacia su enfermedad,
las cosas empezaron a mejorar. No es fácil aprender
una nueva forma de vida y practicarla a diario, aun
cuando experimentemos una crisis que ponga a
prueba toda la sabiduría adquirida en Al-Anon. Sin
embargo, al tomarlo un día a la vez, apegándonos a
lo bueno que nos sucedió ayer y olvidando lo malo,
poco a poco se empieza a edificar una base firme.
Al-Anon me da el don de poder liberarme de
la desdicha que antes me oprimía. Puedo bajarme
de la “montaña rusa” y continuar por un sendero
firme. Este es un pequeño milagro en mi vida.
Durante los últimos meses de alcoholismo de
mi esposo fue difícil mantenerme emocionalmente
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desprendida de él. Entonces nuestro hijo era un
bebé, y seguro debo haber empujado el cochecito
a toda velocidad para poder salir de la casa. El
alejarme físicamente de la situación me ayudó
demasiado. Esto lo había aprendido en Al-Anon.
Algunas veces tenía que ser actriz para poder
practicar el programa de Al-Anon. Aparentaba
estar tranquila cuando por dentro me sentía des-
trozada. Me di cuenta de que si “actuaba como que
si tal cosa” lo suficiente, con el tiempo la actuación
se tornaba natural.
Antes de asistir a Al-Anon odiaba nuestra casa,
y creía que si nos mudábamos las cosas mejorarían.
Ahora sé que el cambio debe venir de adentro. Aún
vivimos en la misma casa, y la amo.
Hoy que mi esposo se encuentra sobrio en A.A.,
juntos hemos descubierto un maravilloso vínculo al
hacer todo lo que podemos para recompensar lo que
hemos recibido. Al mismo tiempo, todavía aprendo.
En nuestras reuniones siempre se ventilan nuevos
problemas con nuevos elementos de comprensión.
Cada día tenemos la oportunidad de avanzar o
retroceder. El tiempo no nos deja quedarnos quie-
tos. Es decisión de cada uno desarrollarnos y crecer
emocional y espiritualmente.
Sé que hoy soy una persona diferente al haber
podido familiarizarme mejor con el alcoholismo.
El bien que ha surgido de esta experiencia es muy
enriquecedor. He encontrado una forma de vida
que se puede aplicar a cualquier situación. He
encontrado consuelo al compartir con aquellos
que son comprensivos, y he encontrado una valiosa
recompensa al ayudar a otros.
Una perspectiva más apta para vivir
Lo que más recuerdo sobre el alcoholismo de
mi padre es la reacción de mi madre. Cuando no
estaba amargada, estaba triste, o temerosa, o enfu-
recida. Parecía que papá siempre andaba afuera, y
mamá siempre quería que regresara. Era algo de lo
que no podía hablar con nadie; ni en la escuela ni
en la casa. Todo era un secreto, tanto la bebida de
papá como el llanto de mamá.
Cuando cumplí ocho años, papá pudo lograr la
sobriedad, pero el misterio continuaba. Que papá
asistiera a una reunión de A.A. era un secreto, y
ni siquiera sabía que mamá asistía a reuniones de
Al‑Anon. La sobriedad de papá no fue la respuesta
a nuestros problemas; de hecho, los problemas se
tornaron más evidentes después de que papá dejó
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de beber. Recuerdo los altercados; altercados que
me herían profundamente.
Como papá estaba en A.A. y mamá en Al-Anon,
empecé a ir a Alateen. Aprendí a hablar, a escuchar,
y descubrí que todos eran amables. Poco a poco,
me sentí tranquila, y el hablar se volvió entre-
tenido. Sin embargo, a los diecisiete dejé de ir a
Alateen. Durante ese tiempo mis papás se habían
separado. Sentí que estaba muy vieja como para ir
a Alateen y que mi dolor era demasiado grande.
Cinco años después, decidí vivir cerca de mis
padres. Su situación había mejorado, y su hogar era
un lugar lleno de amor y amabilidad. Disfrutaba de
la tranquilidad y la calma de su hogar, pero me sen-
tía con un vacío dentro de mí y solitaria. Aunque
parecía estar tranquila, no lo estaba. Carecía de
ambición, y me sentía incapaz; sin importar los
logros que obtuviera. Mi infelicidad y confusión
hicieron que mi vida pareciera ingobernable, y por
eso es que decidí hacer el intento con Al-Anon.
El primer cambio y el más asombroso que des-
cubrí en Al-Anon fue la idea de vivir un día a la
vez. Antes, mi vida había sido como un archivo de
índices. Iba al principio, iba al final, preocupándo-
me por el pasado y al mismo tiempo por el futuro.
Hacía planes constantemente: “Si a tal y tal fecha
esto no sucede, entonces yo…” Estaba terriblemen-
te frustrada. Al-Anon me ayudó a olvidar mi archi-
vo de índices y a recibir las cosas tal como vengan.
También aprendí sobre la humildad, lo cual me
guió hacia mi Poder Superior e hizo el vivir un día
a la vez mucho más fácil.
Para mí, Al-Anon es un programa para aprender
a vivir, un modelo de vida. He encontrado una
cierta sensación de realidad: una perspectiva más
apta para vivir. Descubrí una verdadera compren-
sión sobre la vida, la gente, y principalmente, sobre
mí. Aprendí que tengo limitaciones; y que eso es
aceptable. Me alegro de haberlas descubierto.
Me alegro de haber encontrado a Al-Anon, me
alegro de estar en Al-Anon. Lo necesito, aunque
papá haya estado sobrio durante 16 años. Necesito
a Al‑Anon para mí.
Relato de un hombre
Cuántas veces he escuchado a alguien decir:
“¡No me di cuenta de lo tanto que ella ha cambia-
do!” “¡Ella no es la misma persona con quien me
casé!” ¿Cuántas veces yo mismo he dicho la misma
cosa? La razón por la cual dije estas palabras es más
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importante que el hecho de decirlas.
El alcoholismo es una enfermedad que puede
detenerse pero no curarse. Desconocía este con-
cepto, y resentía los síntomas externos sin darme
cuenta del efecto que mi carencia de entendimiento
estaba provocando en mi propia vida.
Como esposo, sentía que el bienestar de mi
familia era mi responsabilidad, y cuando surgía
algo que no podía controlar, reaccionaba fuerte-
mente. Mi orgullo se hirió al ver el deterioro del
hogar que tan duro trabajé para mantener.
Poco a poco me alejé de la familia, de mis ami-
gos y de mis compañeros de trabajo, y me volví
demasiado egoísta. Le echaba la culpa al problema
de alcoholismo de casi todo lo que no me gustaba
y, sin darme cuenta, lo usaba como excusa para
compadecerme de mí mismo.
Después de que ingresó a A.A., mi esposa avan-
zó enormemente a través de su propio esfuerzo
y con la ayuda de otras personas, pero esto sólo
parecía agravar mi dilema.
Fue entonces que me pusieron en contacto con
Al‑Anon, al cual me acerqué con incredulidad.
Poco a poco la sensación de pertenencia y la com-
prensión de los demás empezaron a surtir efecto.
Había sido un caminante solitario, casi un
completo extraño para mi familia, y lo peor de
todo, estaba perdiendo rápidamente la habilidad
de comunicarme con los demás. Había cambiado,
aunque en realidad no para bien, y sabía que tenía
que hacer algo sobre mi persona.
Desde que llegué a Al-Anon y al tratar de vivir
según los Doce Pasos, he llegado a darme cuenta
de que le estaba aplicando mis propias reglas a otra
persona. Hoy he aprendido a reconocer que mi
esposa tiene derecho a un punto de vista diferente,
con esperanzas y frustraciones propias de ella.
El practicar los Doce Pasos no es siempre fácil.
He descubierto que poner en práctica uno a uno ha
ayudado. Algunas veces dejo pasar por alto las seña-
les del camino, pero los amigos de Al-Anon me han
ayudado a rastrear de nuevo mis pasos hasta que las
señales estén una vez más a la vista.
La paciencia, la comprensión, y las sugerencias
constructivas de los amigos me han ayudado a estar
dispuesto a escuchar y dispuesto a cambiar mi pro-
pio ser. Soy yo quien debo hacer el trabajo difícil
de verdad. Esta, creo yo, es la esencia de Al-Anon.
Cuando he practicado los Doce Pasos tanto en la
casa como en el trabajo, eso se ha transformado en
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una experiencia mucho más gratificante. Cuando
puedo olvidar el pasado y vivir cada día como una
nueva experiencia, esto me ayuda a hacer más cosas
por los demás. Aún más, también me brinda una
gran sensación de bienestar y realización. Al per-
manecer activo en Al-Anon e intentar ser honesto
conmigo mismo, espero recordar que para ganarme
y mantener el respeto de mí mismo, es necesario
respetar los derechos y los privilegios de los demás.
Ahora sé que puede ser que mi esposa cambie o
no: Yo no puedo hacer nada al respecto. El que yo
cambie o no depende completamente de mí.

Preguntas frecuentes
1. ¿Qué es el alcoholismo?
Es una enfermedad de carácter triple que
afecta el cuerpo, la mente y el espíritu. Uno de
los síntomas es un incontrolable deseo de beber.
Además, la Asociación Médica Americana ha
reconocido el alcoholismo como una enfermedad
que puede controlarse pero no curarse.
2. ¿Cómo puede la familia ayudar a una persona
alcohólica?
Por medio de la aplicación de los principios
de Al‑Anon en nuestras vidas, podemos dejar de
tratar de reformar al alcohólico, a quien no pode‑
mos cambiar, y centrar la atención en nosotros, a
quienes sí podemos cambiar.
3. ¿Qué es Al-Anon?
Al-Anon es una hermandad de parientes
y amigos de los alcohólicos que se unen para
resolver su problema común, y esto lo hacen al
compartir sus experiencias y al aumentar el cono‑
cimiento y la comprensión tanto de ellos mismos
como de la persona alcohólica.
4. ¿Qué podemos hacer para ayudar a que una
persona alcohólica deje de beber?
Al cambiar nuestra propia actitud le brin‑
damos un ambiente más saludable a toda la
familia, así como a la persona alcohólica. Esto le
puede dar al alcohólico la oportunidad de reco‑
nocer el problema y buscar ayuda.
5. ¿Cómo podemos cambiar nuestra actitud?
a. Por medio de la asistencia constante a las reu‑
niones de Al-Anon y de la lectura diaria de la
Literatura Aprobada por la Conferencia

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b. Por medio del seguimiento del programa de
Al‑Anon, incluyendo sus Pasos, sus Tradiciones,
sus lemas y la Oración de la Serenidad
c. Por medio del intento de entender la enferme‑
dad del alcoholismo y sus efectos en nosotros
6. ¿Debemos servir bebidas alcohólicas en el hogar?
Ninguna respuesta es correcta. Este es un
asunto de cada familia en particular.
7. ¿Debemos aceptar invitaciones a reuniones
donde se sirve bebidas alcohólicas?
Debemos dejar que la persona alcohólica
decida si acepta o no tales invitaciones, tal como
decidimos en nuestro propio caso.
8. ¿Debemos de dejar de tomar?
Ninguna respuesta es correcta. Esta es una
decisión de cada persona en particular.
9. ¿Cuál es el momento oportuno para poder
hablarle al alcohólico acerca de la bebida o de
cualquier otro problema grave?
En la mayoría de los casos, esto debe hacerse de
acuerdo con las circunstancias. Muchas personas
se han dado cuenta de que el alcohólico está más
dispuesto a acceder después de una fuerte borrache‑
ra. Cuando se discutan los problemas, es de gran
beneficio permanecer tranquilo y desprendido.
10. ¿Cesarán nuestros problemas si la persona
alcohólica deja de beber?
No espere demasiado en tan corto tiempo.
El progreso de la enfermedad al bienestar tarda
mucho tiempo, y no todos los problemas son a
causa del alcoholismo.
11. ¿Necesitamos de Al-Anon una vez que el alco-
hólico haya dejado de beber?
Sí. La adaptación a la sobriedad puede faci‑
litarse al continuar centrándonos en nosotros y
progresando en Al-Anon.
12. ¿También estamos enfermos nosotros?
Es bueno recordar que hemos sido afectados
por el alcoholismo de otra persona. También
nosotros estamos expuestos a sufrir física, emocio‑
nal y espiritualmente esa enfermedad.
13. ¿Qué responsabilidades puede asumir una per-
sona alcohólica?
Cada caso es diferente, y en Al-Anon no
aconsejamos sobre cómo hacerle frente a situa‑
ciones diversas. Algunos alcohólicos en proceso
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de recuperación pueden asumir responsabilida‑
des más rápido que otros; las destrezas de una
persona alcohólica que haya logrado la sobrie‑
dad pueden ser infinitas.
14. ¿Cómo podemos ayudar después de que la
persona alcohólica deje de beber?
Podemos ayudar por medio de nuestra propia
recuperación de los efectos de la enfermedad
familiar del alcoholismo, y siendo amorosos y
comprensivos con la persona alcohólica.
15. ¿Qué significa “borrachera seca”?
Se refiere a un período durante el cual la con‑
ducta de la persona alcohólica parece ser idéntica
a la de su alcoholismo activo. A menudo sucede
al inicio de la sobriedad, y también puede darse
en otras ocasiones.
16. ¿Tenemos recaídas en Al-Anon?
Sí. Es difícil eliminar las costumbres, y a veces
recaemos en formas de pensar y de actuar de tiem‑
pos atrás. El mantenerse en contacto con los miem‑
bros de Al-Anon por medio del teléfono, el leer las
publicaciones de Al-Anon y el asistir a las reunio‑
nes nos ayuda a disminuir nuestras recaídas.
17. ¿Cómo podemos mantener al alcohólico aleja-
do de sus compañeros de bebida?
No lo podemos hacer.
18. ¿Cómo podemos evitar el desanimarnos?
a. Por medio de la confianza en un Poder supe‑
rior a nosotros
b. Por medio de nuestra participación en el pro‑
grama de Al-Anon y de nuestra ayuda a otras
personas
c. Por medio de la oración y la meditación
19. ¿Cómo podemos lograr la serenidad?
a. Manteniendo una actitud receptiva en las
reuniones, y de esa forma logrando el conoci‑
miento y la fortaleza que surgen del grupo
b. Estudiando los Doce Pasos, la Oración de la
Serenidad y los lemas
c. desprendiéndonos emocionalmente del alco‑
hólico con amor en nuestros corazones y con
confianza en un Poder Superior
20. ¿Cómo puedo ayudar a mis hijos?
a. Asistiendo periódicamente a las reuniones de
Al‑Anon
b. Animando a los adolescentes a que asistan a
15
las reuniones de Alateen y a los hijos adultos a
que asistan a las reuniones de Al-Anon
c. Leyendo las publicaciones de Al-Anon y
Alateen para aprender sobre la forma en que
toda la familia ha sido afectada

Los lemas de Al-Anon


“Un día a la vez”
A los alcohólicos que han encontrado a A.A. se les
recuerda con frecuencia que necesitan permanecer
sobrios sólo “Un día a la vez”. El día de hoy, tanto
para ellos como para nosotros, es la palabra clave.
El antiguo poeta persa, Omar, dijo:
“El Mañana no ha nacido y el Ayer
ya murió, ¡por qué preocuparse por ellos
si hoy es encantador!”
Nuestro compromiso es hacer que el día de hoy
sea encantador: lleno de realización, de superación y
de acciones interesantes. Si nos concentramos así en
el día de hoy, no tendremos tiempo para lamentar el
ayer que ya está muerto, ni para preocuparnos sobre
lo que los días de mañana nos traerán. Si hacemos
lo mejor que podamos hoy, nuestros días de maña-
na pueden ser mejor que nuestros días de ayer.
La mayoría de nosotros podemos enfrentar los
problemas tan sólo “Un día a la vez”. Únicamente
cuando sumamos las horribles cargas de ayer y de
mañana es que tratamos de lidiar con más apuros
de lo necesario.
No es lo que suceda hoy lo que esté más allá de
nuestras facultades soportar. Más bien, es el remor-
dimiento o la amargura por las cosas que pasaron
ayer, y el temor a lo que el mañana nos traerá.
Pensemos cada mañana que viviremos tan sólo
este día de la forma más plena y confiable que
podamos.
“Sólo por hoy”*
Sólo por hoy trataré de pasar el día, sin espe-
rar resolver el problema de toda mi vida en un
momento.
Sólo por hoy no tendré miedo de la vida ni de
la muerte; no tendré miedo a disfrutar de lo que es
bello ni a ser feliz. Lincoln dijo que la gente es feliz
en la medida que se lo proponga.
Sólo por hoy me adaptaré a lo que es, sin tratar
de rehacerlo todo a mi conveniencia. Si lo que me
agrada no lo puedo tener, lo que tengo me habrá
de agradar.
16
Sólo por hoy seré agradable, alegre, caritativo,
elogiaré a la gente por lo que haga y no la criticaré
por lo que no pueda hacer; y si encuentro algún
defecto, lo perdonaré y lo olvidaré. No trataré de
mejorar ni controlar a nadie, excepto a mí mismo.
Sólo por hoy tendré una meta. Pueda ser que no
la siga al pié, pero la tendré. Evitaré la preocupa-
ción, la prisa y la indecisión.
Sólo por hoy miraré a la vida con ojos frescos
y descubriré la maravilla que es; sabré que en la
medida que aporte al mundo, de él recibiré.
Sólo por hoy, si me hieren los sentimientos, no
lo daré a conocer.
Sólo por hoy encontraré un ratito para estar
tranquilo y darme cuenta de lo que la vida es y
puede ser; un ratito para pensar en Dios y obtener
una mejor perspectiva de mí mismo.
*Se puede encontrar una versión más amplia
en la tarjeta de Al-Anon (SM-10) y en el mar-
cador de libros (SM-12) Sólo por hoy

“Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”


Todos los días tenemos que tomar decisiones y
resolver problemas. Cuando observamos que las
irritaciones se transforman en tensiones, las ten-
siones casi en pánico; y que los temores de hace un
tiempo regresan, es hora de detenernos y acudir a
Dios. Nos damos cuenta de que cuando brindamos
nuestra voluntad Dios brinda su poder.
“Primero las cosas más importantes”
Gran parte de nuestra confusión y frustración se
debe a nuestro fracaso en hacerle frente a las tareas
y a los problemas en su orden de importancia. Se
necesita disciplina para dejar de lado las cosas que
preferimos hacer, y prestarle atención primero a lo
que es más importante. No obstante, las recompen-
sas son grandes: logramos hacer las cosas, disfruta-
mos de una sensación de realización, y aprendemos
a hacerle frente a las situaciones con un verdadero
sentido de valor y propósito.
“Vive y deja vivir”
Este es un recordatorio que a menudo necesita-
mos la mayoría de nosotros. Nuestra única preo-
cupación debe ser nuestra propia conducta, nuestra
propia mejoría, y nuestra propia vida. Tenemos dere-
cho a nuestro propio punto de vista sobre las cosas,
pero no tenemos el derecho de imponérselo a nadie.

17
“Hazlo con calma”
Cuando llegamos a Al-Anon, cargados de pro-
blemas y confusiones, se nos muestra una brillante
luz de esperanza. Esto nos puede incitar a tratar de
aprender de manera demasiado ardua y demasiado
rápida todo lo que podamos sobre el programa.
“Si tan sólo pudiéramos lograr entender la
fórmula mágica que tanto hace por los demás”,
pensamos. Sin embargo, no se trata de magia, sino
de una filosofía de la vida. Se aprende mejor si lo
hacemos despacio y con paciencia, y nuestros cora-
zones y nuestras mentes lo absorben.
Cuando nos acercamos a cada reunión, a cada
problema, a cada Paso, con un estado de ánimo
tranquilo, cualquier cosa que necesitemos llegará a
nosotros mucho más rápido de lo que llegaría si nos
pusiéramos tensos y nos apresuráramos.
El readaptar nuestras vidas y cambiar costum-
bres anteriores requiere tiempo: “Hazlo con calma”.
“Por la gracia de Dios”
Cuando nos resentimos y amargamos por la
conducta de un alcohólico, sirve de ayuda recor-
dar que no fue decisión de la persona alcohólica
el llevar esta carga de desgracia y desesperación.
Pero, por la gracia de Dios, esta enfermedad nos
podría haber afectado. Sintámonos agradecidos de
que tenemos la bendición de la recuperación, y dis-
pongámonos a ayudar a que el alcohólico también
encuentre esta bendición.

Lista para evaluar nuestra


madurez
Las dificultades en lidiar con el alcoholismo de
otra persona pueden enfrentarse de manera mucho
más eficaz cuando proyectamos nuestras propias
actitudes de madurez.
Una persona madura es la que:
1. No resiente automáticamente que la critiquen,
pues se da cuenta de que allí podría haber una
sugerencia para la superación propia.
2. Sabe que la compasión de sí misma es inútil e
infantil: cierta forma de echarle la culpa a otros
por algunas decepciones.
3. No sufre con facilidad la pérdida de la compos-
tura, o sea, no “pierde los estribos”.
4. Se mantiene tranquila en situaciones de emer-
gencia y se encarga de ellas de manera lógica y
sensata.
18
5. Acepta la responsabilidad sin culpar a los demás
cuando las cosas salen mal.
6. Maneja los retrasos justificables con paciencia,
pues se da cuenta de que se necesitan algunos
ajustes que beneficien a los demás.
7. Es una buena perdedora, al aceptar la derrota y
la decepción sin quejarse o enojarse.
8. No se preocupa indebidamente por cosas que
no se pueden cambiar.
9. No presume o “hace alardes” cuando la elogian
o la felicitan; lo acepta con honra, aprecio y con
verdadera humildad.
10. Aplaude los logros de los demás con sincera
benevolencia.
11. Se regocija ante la buena suerte y el triunfo de
los demás dejando atrás los celos mezquinos y
la envidia.
12. Escucha cortésmente las opiniones de los demás.
Aun cuando éstas tengan puntos de vista con-
trarios; no se involucra en discusiones hostiles.
13. No pone reparos a “cada pequeñez” ni critica a
la gente por hacer las cosas de diversas maneras.
14. Traza planes razonables y trata de cumplirlos de
manera ordenada; no hace las cosas de manera
improvisada y sin la debida consideración.
15. Muestra madurez espiritual al:
• Aceptar la existencia de un Poder Superior
y reconocer la importancia de este Poder en
la vida.
• Darse cuenta de que cada persona es parte
de la especie humana como un todo y tiene
mucho que dar; que cada uno de nosotros
tiene la obligación de compartir nuestros
dones con los demás.
• Seguir el carácter de la Regla de Oro: “No
hagas a los demás lo que no te gustaría que
te hicieran a ti”.

Ideas para la vida


La fe es la esencia de las cosas deseadas, la eviden-
cia de las cosas no vistas.
Un buen ejemplo es el mejor sermón.
Cada pensamiento bueno constituye una oración.
Oramos por lo que quizás no sea para nuestro
bien primordial. La respuesta a nuestra oración
puede ser “No” y también “Sí”.
Si te preocupas, ¿para qué rezar?
A nadie es más fácil de engañar que a uno mismo.
19
El error más grande de todos es no darse cuenta
de ninguno.
Todo lo bueno que pueda hacer, o toda la bondad
que pueda mostrarle a cualquiera de mis seme-
jantes, déjame hacerlo ya. No me dejes atrasarlo
o desatenderlo, pues a lo mejor ya no vuelva a
pasar por este trecho.
No importa cuán desesperanzado parezca el pro-
blema de ahora, recuerda: Este también pasará.
El vivir en armonía consigo mismo es primordial
para vivir en armonía con los demás.
El temor es el enemigo de las buenas obras; es una
enfermedad mortal del alma.
Con la oración se logran más cosas de lo que se da
cuenta el mundo.
El conocimiento avanza paso a paso; seamos
pacientes.
El que se une a Dios es siempre vencedor.
Pobres son aquellos que no tienen paciencia; ¿qué
herida ha sanado que no haya sido poco a poco?
El conocimiento de nadie puede ir más allá de la
experiencia.
Las desdichas más difíciles de soportar son las que
nunca ocurrieron.
El crecimiento es la única evidencia de vida.
La persona que no se equivoca por lo general no
hace nada.
El amor es comprensión, aceptación y ternura. Si
intenta estrangular y poseer, no es amor.
Entre más pensemos y actuemos con honestidad
más fuerte se hace la costumbre.
El viaje de mil millas empieza con un simple paso.
La faena que se nos enfrenta no es tan grande
como el Poder dentro de nosotros.
Ellos hieren al ausente que riñe con el ebrio.
Al-Anon es pariente de la invención porque
ambos nacieron de la necesidad.
Ten cuidado con la consciencia blanda como la
goma y con el corazón duro como el concreto.
El lío de muchos es que en tiempos difíciles, difí-
cilmente hacemos el intento.

20
Lo que debes y no debes
hacer
DEBES HACER:
Perdonar
Ser sincero contigo mismo
Ser humilde
Llevar las cosas con calma, la tensión es dañina
Jugar; buscar la recreación y pasatiempos
Seguir esforzándote al máximo, aún cuando
fracases
Aprender acerca de los hechos sobre el alcoho-
lismo
Asistir a menudo a las reuniones de Al-Anon
Rezar

NO DEBES HACER:
Creerte moralmente superior
Dominar, fastidiar, regañar o quejarte
Perder la compostura
Tratar de inducir a los demás en lugar de a ti
mismo
Seguir sacando a relucir el pasado
Seguir controlando al alcohólico
Sumirte en la compasión de ti mismo
Hacer amenazas que no se te cumplirán
Ser sobreprotector
Dejarte pisotear

Tres obstáculos al éxito en


Al‑Anon
Todos los debates de Al-Anon deben de ser
constructivos, útiles, afectuosos y comprensivos.
Al luchar por estos ideales, evitamos temas que
puedan conducir al desacuerdo y distraernos de
nuestros objetivos.
1. Debates sobre religión: “Al-Anon no está aliado
con ninguna secta ni religión, entidad política,
organización ni institución”. Es un programa
espiritual que no se basa en ninguna forma de
religión en particular. Todo mundo es bienve-
nido. No echemos a perder nuestro propósito
al involucrarnos en discusiones con respecto a
principios religiosos específicos.

21
2. Murmuración: Nos reunimos para ayudarnos a
nosotros mismos así como para ayudar a otros
a aprender y usar la filosofía de Al-Anon. En
dichos grupos, la murmuración no tiene cabi-
da. No discutimos sobre los miembros u otras
personas, ni sobre el alcohólico en particular.
Nuestra dedicación al anonimato hace que la
gente tenga confianza en Al-Anon. El estar ven-
tilando repetidamente los asuntos que se tratan
en las reuniones puede echar a perder los propó-
sitos primordiales por los cuales nos reunimos.
3. Dominio: Nuestros dirigentes son tan sólo fieles
servidores, y no gobiernan. Ningún miembro
de Al-Anon debe dirigir, asumir ningún tipo
de autoridad ni dar consejos. Nuestro programa
se basa en las sugerencias, en el intercambio de
experiencias y en el sistema de turnos de nues-
tros dirigentes. Avanzamos a nuestro paso y en
nuestra propia forma. Es probable que cualquier
intento de administrar o dirigir tenga conse-
cuencias desastrosas para la armonía del grupo.

Oficina de Servicio Mundial:


Sede de los Grupos de
Familia Al-Anon S.A.
La Oficina de Servicio Mundial (OSM) es la
comisión directiva central para todos los grupos de
Al‑Anon y Alateen y para los familiares y los amigos
de los alcohólicos. La OSM se sostiene principalmen-
te por medio de las contribuciones voluntarias de los
grupos y por la venta de la Literatura Aprobada por
la Conferencia. Algunos de sus servicios incluyen:
• Distribución de folletos, libros y otros mate-
riales Aprobados por la Conferencia, inclu-
yendo la revista The Forum y el boletín
Al-Anon y Alateen en acción. (Se les envía un
paquete de información a las personas, a los
ministros religiosos y a otros profesionales y
organizaciones que lo soliciten)
• Correspondencia con los miembros que tratan
de resolver los problemas de los grupos
• Manejo de las Relaciones con el Público en
nombre de Al-Anon a nivel nacional
• Funcionamiento como comisión directiva
central para las decisiones con respecto a las
Guías y a las experiencias de los grupos
• Ayuda en la formación de los grupos tanto de
Al‑Anon como de Alateen
22
• Suministro de información sobre las reunio-
nes a los miembros, a los posibles miembros
y a los profesionales, por medio de nuestras
líneas telefónicas gratuitas.

Grupos Alateen
Los niños que son afectados por el alcoholismo
por lo general tienen sentimientos encontrados de
amor, odio, temor y lástima hacia sus parientes y
amigos alcohólicos, y tienen una profunda necesi-
dad de recibir ayuda.
En Alateen, los miembros aprenden a pensar
como personas individuales sin temor. Desarrollan
la capacidad de desprenderse emocionalmente de
los alcohólicos que forman parte de su vida, a la vez
que conservan su amor hacia ellos.
Muchos han encontrado en Alateen una nueva
forma de vida, un programa saludable que les sirve
para vivir y para disfrutar.
Los grupos de Alateen deben de tener Padrinos
o Madrinas que sean miembros de Al-Anon que
asistan periódicamente a las reuniones y reúnan los
requisitos de seguridad y conducta de Alateen esta-
blecidos por sus Zonas. Sería ideal que los Padrinos
o Madrinas no sean padres de los miembros del
grupo.

Los Doce Pasos: La base del


programa de Al-Anon
Al-Anon se basa en los Doce Pasos adaptados de
Alcohólicos Anónimos. Al-Anon solamente reem-
plazó la palabra “alcohólicos” por “otras personas”
en el Duodécimo Paso.
Estudiamos los Doce Pasos para ayudarnos a
enfrentar y resolver los problemas relacionados con
el alcoholismo. Aprendemos sobre formas construc-
tivas de lidiar con estos problemas de manera que
poco a poco logremos poder encontrar soluciones.
En un sentido general, los Pasos son creencias
espirituales que reflejan los elementos de muchas
religiones y de filosofías del mundo.
En simples palabras, los Doce Pasos comprenden
un magnífico conjunto de ideas cuyo estudio será
recompensado con el enriquecimiento de nuestro
carácter y de nuestra personalidad, con una com-
prensión más profunda de nuestra relación con los
demás, y con una confianza alentadora y una sereni-
dad que contribuirán a que vivamos más plenamente.
23
Los Doce Pasos
Primer Paso
Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos
el alcohol, y que nuestra vida se había vuelto ingo‑
bernable.
Admitir que no podemos controlar la vida ni las
acciones de alguien cercano a nosotros quizás sea
difícil; no obstante, el Primer Paso es primordial
si nos corresponde resolver nuestro problema. Una
vez que admitamos nuestra incapacidad, dejamos
de tratar de forzar al alcohólico a que deje de
beber; sabemos que no lo podemos hacer. Dejamos
de fastidiar, de rogar y de quejarnos, ya que nos
damos cuenta de que es inútil. Dirigimos nuestra
atención a la tarea de manejar nuestra propia vida,
la cual se ha hecho ingobernable debido a nuestros
infructuosos y frustrados esfuerzos en “ocuparnos
de alguien más”.
El admitir que no podemos ejercer control sobre
otra persona nos libera de tanta tensión, que el
cambio positivo de nuestra actitud puede ayudarle
al alcohólico a darse cuenta de que necesita la recu-
peración.
Segundo Paso
Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros
podría devolvernos el sano juicio.
Observe el grandioso significado de este Paso.
Admitimos que la situación que hemos tratado de
controlar y dirigir ha distorsionado nuestra forma
de pensar. A este punto de nuestra desesperación,
llegamos a creer que podemos y debemos buscar
ayuda espiritual de un Poder superior a nosotros.
Para muchos, este Poder representa a Dios, pero
cada quien es libre de utilizar su propio concepto.
Este Poder puede devolvernos el sano juicio, de
manera que podamos lidiar con la insensatez de
vivir con el alcoholismo o a su alrededor.
Tercer Paso
Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida
al cuidado de Dios, según nuestro propio entendi‑
miento de Él.
Note la forma lógica en que cada Paso nos lleva
al próximo. Admitimos que éramos incapaces de
afrontar solos el alcohol, y que nosotros mismos
no podíamos hacerle frente a nuestros problemas.
Creímos que había ayuda a nuestro alcance. Y
ahora, en este Tercer Paso, decidimos entregar
nuestros problemas “al cuidado de Dios, según
24
nuestro propio entendimiento de Él”. Entregamos
no sólo nuestros problemas, sino nuestra vida
entera al cuidado de Dios. Al tomar esta decisión,
asumimos una actitud de humildad, pues sin ella
no estaríamos preparados para seguir esta guía. Es
muy difícil lograr que nos demos cuenta de que no
podemos encargarnos de nuestra vida si no conta-
mos con una guía; no obstante, esta es la esencia
del crecimiento espiritual.
Cuarto Paso
Sin temor, hicimos un sincero y minucioso examen
de conciencia.
Ahora que hemos cedido a un Poder Superior,
debemos echar mano a la obra; hay trabajo que debe-
mos realizar por nuestra parte. Nosotros mismos
debemos buscar la verdad acerca de cómo somos en
realidad: nuestras cualidades y nuestros errores.
El reconocer los errores no es fácil. Todos somos
dados a justificarnos y a encontrar rezones válidos
con respecto a nuestra actitud y a nuestras acciones.
Pero este tiene que ser un examen de consciencia
honesto. ¿Le hemos echado la culpa al alcohólico de
cada crisis y de cada problema? ¿Sentimos compa-
sión de nosotros mismos, resentimiento por lo que
la vida nos ha hecho, y estamos seguros de que nada
de eso fue culpa nuestra? ¿Somos rígidos, rencoro-
sos, desesperados y recelosos? Debemos de admitir
la culpa de cualquier defecto que saquemos a relucir,
sin temor, en este “examen de consciencia”.
Debemos ser igual de honestos al evaluar nues-
tras cualidades; ¡este es el cimiento en que vamos a
continuar edificando!
Quinto Paso
Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante
otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
Una vez que hayamos admitido ante nosotros
mismos las faltas que podamos descubrir, encontra-
remos una gran libertad en reconocerlas ante Dios.
Tendremos mucho más consuelo al discutirlas con
un Padrino o Madrina de Al-Anon, con un doctor
o con un líder espiritual.
Al compartir nuestros problemas, el peso que
hemos estado soportando parece aminorarse y
aprendemos a enfrentarnos a nosotros mismos tal
como realmente somos. Al llegar a este punto,
nuestra forma de pensar se empieza a aclarar.
Encontramos la comprensión por parte de las per-
sonas que tienen problemas parecidos. Confiamos
en ellas porque sabemos que mantendrán lo que les
25
hemos confiado. Experimentamos una sensación de
pertenencia, y ya no nos encontramos solos.
Sexto Paso
Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eli‑
minase todos estos defectos de carácter.
De hecho, este proceso es una continuación
del Quinto Paso. Necesitamos apoyo espiritual en
remover las faltas que nos causan tanto lío, y la
forma de lograrlo es por medio de encomendarnos
a que Dios nos ayude.
La nota clave del Sexto Paso es la frase:
“Estuvimos enteramente dispuestos”…
Observe también que este Paso especifica “todos”
los defectos de carácter. Puede ser que algunos
estén tan profundamente arraigados que quizás ni
siquiera los reconozcamos como faltas. Puede ser
que estemos tan apegados a algunos, tal como la
compasión de sí mismo, que con costos podemos
afrontar el expulsarlos.
Séptimo Paso
Humildemente pedimos a Dios que nos librase de
nuestras culpas.
De nuevo recurrimos a un Poder Superior, y le
entregamos las faltas que estamos ahora tan ansio-
sos de eliminar. Pedimos guía, no sólo una vez,
sino que constantemente a lo largo de cada día. La
palabra clave es “humildemente”; el reconocimiento
de que necesitamos un Poder superior a nosotros.
La humildad nos ayudará a vernos en la verdadera
perspectiva hacia Dios y hacia los demás, y a mante-
ner nuestras mentes receptivas a la verdad.
Octavo Paso
Hicimos una lista de todas las personas a quienes
habíamos perjudicado, y estuvimos dispuestos a repa‑
rar el mal que les ocasionamos.
Podemos dañar seriamente a otras personas
cuando permitimos que nuestra vida se centre
completamente en el problema de alcoholismo. Eso
distorsiona nuestra actitud y conducta no sólo hacia
la persona alcohólica, sino hacia otros miembros de
la familia y amigos. Podemos herirlos por medio de
la acción manifiesta, del abandono, o del descuido
de sus necesidades.
Si cargamos con este peso de culpa, ya sea cons-
ciente o inconscientemente, el mismo puede elimi-
narse reparando el mal ocasionado. Empezamos
esto al nombrar en una lista a todos aquellos
que hemos perjudicado. Después de eso podemos
26
encontrar la tranquilidad de espíritu y un patrón de
pensamiento y conducta más racional.
Quizás esto implique expresar disculpas por una
falta o un desaire; quizás un acto amable y generoso
sea compensar por un acto de injusticia o de negli-
gencia. La disposición de reparar el mal a menudo
brinda la oportunidad de hacerlo de manera tan
natural que no causa vergüenza ni a una persona
ni a la otra.
Noveno Paso
Reparamos directamente el mal causado a esas
personas cuando nos fue posible, excepto en los casos
en que el hacerlo les hubiese infligido más daño, o
perjudicado a un tercero.
El decidir reparar el mal causado puede hacerse sin
provocar mayor daño, requiere del estudio minucioso
de las circunstancias. Depende de la gente involucra-
da, de la naturaleza de la situación y, quizás, aún de
qué cambios hayan sucedido si ya ha pasado un largo
período de tiempo. El consultar con un Padrino o
Madrina, o con una persona en la que se pueda con-
fiar servirá de ayuda.
La importancia del Noveno Paso es reparar el
mal causado, si es posible y correcto hacerlo cuando
se hayan analizado todos los factores. Sin embargo,
la honestidad prohíbe el uso de esta alternativa
como coartada para no reparar el mal causado
cuando se podría y se debería haber hecho.
Décimo Paso
Proseguimos con nuestro examen de concien‑
cia, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al
momento de reconocerlas.
A medida que cumplimos con las sugerencias de
los nueve Pasos anteriores, nos damos cuenta de que
estamos progresando, pero la auto evaluación, el
examen de consciencia personal, debe ser un proce-
so diario y permanente. A lo mejor ya nos hayamos
desarrollado al punto de poder reconocer de una vez
la conducta hiriente o imprudente de nuestra parte
y corregirla de una vez por todas.
Como nuestra preocupación es por el alcohólico,
y nuestras reacciones son a los problemas causados
por la bebida, debemos tener cuidado especial en no
regresar a nuestras costumbres iniciales de fastidiar,
quejarnos, dirigir, creerse moralmente superior, o
cualquier otro que haya sido nuestro patrón común.
Lo que hacemos y decimos con respecto al alcohó-
lico puede servir de influencia para el beneficio o
para el perjuicio.
27
Undécimo Paso
Mediante la oración y la meditación, tratamos de
mejorar nuestro contacto consciente con Dios, según
nuestro propio entendimiento de Él y le pedimos tan
sólo la capacidad para reconocer Su voluntad y las
fuerzas para cumplirla.
Luchamos a toda costa por un “despertar espi-
ritual” en el cual lleguemos a estar profundamente
conscientes de nuestro Poder Superior. A medida
que entendemos nuestros problemas de manera más
clara, cada día nos depara fe y valor renovados. Al
meditar en esta nueva forma de vida, nos damos
cuenta de la guía constante que tenemos durante
las 24 horas cada día, y logramos ser más conscien-
tes de Dios en cuanto llegamos a sentir este poder
orientador.
Cada mañana le pedimos al Dios de nuestro
entendimiento que nos guíe y nos dé fortaleza
y valor para cumplir con “Su voluntad para con
nosotros”. Al término de cada día le agradecemos a
nuestro Poder Superior la ayuda que nos da.
Duodécimo Paso
Habiendo logrado un despertar espiritual como
resultado de estos pasos, tratamos de llevar este men‑
saje a otras personas, y de practicar estos principios en
todas nuestras acciones.
Esta es la conclusión triunfante (el resumen) de
los Pasos. Este es el reconocimiento de que hemos
logrado una consciencia profunda de Dios así como
una relación con Él, y que estamos dispuestos a
continuar el trabajo al transmitirle a los demás la
luz que hemos encontrado.
Estos Pasos funcionan para aquellos que los
necesitan y los desean, y nos pueden ayudar a
encontrar respuestas a todos nuestros problemas.
Entre más nos dediquemos al programa, más
obtenemos de éste. Sólo cuando practicamos estos
principios en todas nuestras acciones, y damos sin
egoísmo de lo que hemos recibido, es que podemos
encontrar la tranquilidad espiritual que buscamos.

28
Las Doce Tradiciones
Nuestra experiencia de grupo indica que la uni-
dad de los Grupos de Familia Al-Anon depende de
nuestro apego a estas Tradiciones:
1. Nuestro bienestar común debiera tener la
preferencia; el progreso individual del mayor
número depende de la unión.
2. Existe sólo una autoridad fundamental
para regir los propósitos del grupo: un Dios
bondadoso que se manifiesta en la conciencia
de cada grupo. Nuestros dirigentes son tan
sólo fieles servidores, y no gobiernan.
3. Cuando los familiares de los alcohólicos se
reúnen para prestarse mutua ayuda, pueden
llamarse un Grupo de Familia Al-Anon,
siempre que, como grupo, no tenga otra
afiliación. El único requisito para ser miembro
es tener un pariente o amigo con un problema
de alcoholismo.
4. Cada grupo debiera ser autónomo, excepto
en asuntos que afecten a otros grupos o a
Al-Anon, o AA en su totalidad.
5. Cada Grupo de Familia Al-Anon persigue
un solo propósito: prestar ayuda a los
familiares de los alcohólicos. Logramos esto,
practicando los Doce Pasos de AA nosotros
mismos, comprendiendo y estimulando a
nuestros propios familiares aquejados por
el alcoholismo, y dando la bienvenida
y brindando alivio a los familiares de los
alcohólicos.
6. Nuestros grupos de familia jamás debieran
apoyar, financiar, ni prestar su nombre a
ninguna empresa extraña, para evitar que
problemas de dinero, propiedad o prestigio
nos desvíen de nuestro objetivo espiritual que
es el primordial. Aun siendo una entidad
separada, deberíamos cooperar siempre con
Alcohólicos Anónimos.
7. Cada grupo ha de ser económicamente
autosuficiente y, por lo tanto, debe rehusar
contribuciones externas.
8. Las actividades prescritas por el Duodécimo
Paso en Al-Anon nunca debieran tener carácter
profesional, pero nuestros centros de servicio
pueden contratar empleados especializados.

29
9. Nuestros grupos, como tales, nunca debieran
organizarse, pero pueden crear centros
de servicios o comisiones directamente
responsables ante las personas a quienes sirven.
10. Los Grupos de Familia Al-Anon no deben
emitir opiniones acerca de asuntos ajenos a
sus actividades. Por consiguiente, su nombre
nunca debe mezclarse en polémicas públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se
basa más bien en la atracción que en la
promoción. Necesitamos mantener siempre
el anonimato personal en la prensa, radio,
el cine y la televisión. Debemos proteger
con gran esmero el anonimato de todos los
miembros de AA.
12. El anonimato es la base espiritual de
nuestras Tradiciones y siempre nos recuerda
que debemos anteponer los principios a las
personas.

Libros de Al-Anon que


pueden ser útiles:
Alateen – esperanza para los hijos de los alcohólicos
(SB-3)
El dilema del matrimonio con un alcohólico (SB-4)
Los Grupos de Familia Al-Anon – edición clásica
(SB-5)
Un día a la vez en Al-Anon (SB-6)
Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones de Al-Anon
(SB-8)
Alateen – un día a la vez (SB-10)
… En todas nuestras acciones: Sacando provecho de
las crisis (SB-15)
Valor para cambiar – Un día a la vez en Al-Anon
II (SB-16)
De la supervivencia a la recuperación: Crecer en un
hogar alcohólico (SB-21)
Cómo ayuda Al-Anon a los familiares y amigos de los
alcohólicos (SB-22)
Senderos de recuperación – los Pasos, las Tradiciones
y los Conceptos de Al-Anon (SB-24)
Esperanza para hoy (SB-27)
Abramos el corazón, transformemos nuestras pérdidas,
tapa suave (SB-29)
Descubramos nuevas opciones (SB-30)

30
Oración de la Serenidad
Reflecting on each thought in the Serenity
Prayer can help put situations into a clearer
perspective.
Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquéllas que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia.

Los Grupos de Familia Al-Anon son una her-


mandad de parientes y amigos de alcohólicos que
comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza,
con el fin de encontrarle solución a su problema
común. Creemos que el alcoholismo es una enfer-
medad de la familia, y que un cambio de actitud
puede ayudar a la recuperación.
Al-Anon no está aliado con ninguna secta ni
religión, entidad política, organización ni institu-
ción; no toma parte en controversias; no apoya ni
combate ninguna causa. No existe cuota alguna
para hacerse miembro. Al‑Anon se mantiene a sí
mismo por medio de las contribuciones voluntarias
de sus miembros.
En Al-Anon perseguimos un único propósito:
ayudar a los familiares de los alcohólicos. Hacemos
esto practicando los Doce Pasos, dando la bienveni-
da y ofreciendo consuelo a los familiares de los alco-
hólicos y comprendiendo y animando al alcohólico.
Preámbulo Sugerido de Al-Anon para los Doce Pasos

31
Para información sobre
las reuniones, llame al:
1-888-425-2666 (1-888-4AL-ANON)
Al-Anon y Alateen se sostienen por medio
de las contribuciones voluntarias de sus
miembros y de la venta de nuestra Literatura
Aprobada por la Conferencia.
Al-Anon Family Group Headquarters, Inc.
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Teléfono: (757) 563-1600 Fax: (757) 563-1656
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ción no puede reproducirse ni total ni parcialmente,
ni puede introducirse en ningún sistema de acceso,
ni transmitirse, de ninguna forma ni por ningún
medio, ya sea electrónico, mecánico, de fotocopiado,
de registro, ni ningún otro, sin el permiso anticipado
y por escrito del editor.
Título original Alcoholism, the Family Disease
©Al-Anon Family Group Headquarters, Inc.
1961, 1964, 2005
Revisado en el 2005

Aprobado por
la Conferencia de Servicio Mundial
de los Grupos de Familia Al-Anon

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17-13 SP-4 Impreso en los EE.UU.

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