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Libro Travieso - Bases para El Estudio de Los Derechos Humanos
Libro Travieso - Bases para El Estudio de Los Derechos Humanos
Humanos
Director:
Juan Antonio Travieso
Coordinadoras
Nerina Da Rin
Aldana Rohr
Yamila A. Logiovine
Autores
Alvarado – Álvarez Rúa - Bajarlía - Barrionuevo - Brandt – Bulit Goñi - Campi - Carzoglio -
Cerda Dueñas – Curiel – Da Rin - de Brito - García Martínez - González Stier - Iellimo -
Leonardi de Herbón – Livy – Logiovine - Losada Revol - Ocaño - Pérez Ledesma -
Pischik - Rohr - Ruiz Martínez - Santos – Seda - Senes - Sotelo - Teahan - Thea –
Travieso – Vanzillotta - Zambelli Kuhun.
elDial.com
Contenidos Jurídicos
DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS
ISBN 978-987-1799-97-8
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copy-
right, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento
informático.
Primera edición
ISBN 978-987-1799-97-8
PARTE I ~ INTRODUCCIÓN
Por Juan Antonio Travieso .................................................................................................................... 17
Daniel Bajarlía
Abogado especializado en Derecho Internacional Público y Derechos Humanos. Ayu-
dante de la materia Derecho Internacional de los Derechos Humanos en la cátedra del Dr.
Juan Antonio Travieso en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Periodista y productor de radio en Radio Ciudad de Buenos Aires. Colaborador en Infobae.
Participó en el proyecto de investigación UBA DECyT “Negacionismo del Holocausto en
la Argentina". Autor del artículo “Análisis de los contratos discográficos más usuales: el de
producción fonográfica y el de licencia” en la revista Lecciones y Ensayos de Universidad de
Buenos Aires.
Germán W. Brandt
Abogado, Facultad de Derecho (UBA). Magister en Derecho Tributario de la Universidad
Austral y en Estudios Avanzados en Derecho Tributario Internacional de la Universidad
de Leiden. Docente de Derechos Humanos y Garantías en la Facultad de Derecho (UBA).
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Germán Ciro Campi
Abogado (UBA). Posgrado en Derecho Financiero y Bancario (UCA). Master en Finanzas
(UCEMA). Doctorando en Derecho (UBA). Profesor Adjunto (I) de Derecho Internacio-
nal Público y de Derechos Humanos y Garantías del Departamento de Derecho Público
II de la Facultad de Derecho (UBA). Subdirector del Suplemento de Derecho Internacio-
nal Público de “elDial.com”.
Alicia Curiel
Abogada, Notaria y Escribana Pública, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Uni-
versidad de Asunción-Paraguay. Especialista en Derechos Humanos por la Universidad
Nacional de Lomas de Zamora y la Universidad de Ginebra (Suiza). Profesora Adjunta de
Derechos Humanos y Garantías y Protección Internacional de los Derechos Humanos en
la Facultad de Derecho, UBA. Investigadora y Consultora Legal. Publicó artículos en re-
vistas especializadas.
Nerina Da Rin
Abogada (UCA). Doctoranda (UBA). Profesora Adjunta de Derechos Humanos y Garan-
tías (UBA). Profesora de Posgrado UBA. Directora Ejecutiva del Centro de Análisis y
Aplicación de Control de Convencionalidad, Defensoría del Pueblo CABA. Coordinadora
de la Publicación Diagnósticos de Derechos Humanos DPCABA. Publicaciones jurídicas
varias.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Ignacio Livy
Abogado, Facultad de Derecho (UBA). Diploma de Honor. Especializado en Derecho
Aeronáutico y Espacial en el Instituto de Derecho aeronáutico y Espacial de la FAA. Ma-
triculado en el CPACF. Ha dictado clases en la Facultad de Derecho de la UBA. Autores
de varias publicaciones.
Yamila Logiovine
Abogada, Facultad de Derecho (UBA). Auxiliar Docente de Derechos Humanos y Garan-
tías y de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho (UBA). Ayudante en
Teoría General de los Derechos Humanos en la Universidad del CEMA. Ayudante Inves-
tigadora en Proyectos de Interés Institucional. Becaria de Investigación en Proyecto de
Investigación en Derecho, Facultad de Derecho (UBA).
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Suprema de Justicia de la Nación (UNPAZ). Miembro de proyectos de investigación
UBACyT y DECyT. Participó como estudiante y tutor académico de los equipos que re-
presentan a la Universidad de Buenos Aires en competencias de derecho internacional
general y de derechos humanos.
David Pischik
Abogado, Facultad de Derecho (UCSF). Magister en Relaciones Internacionales (UBA).
Docente de Derecho Internacional Público (UBA).
Aldana Rohr
Abogada, Magíster en Relaciones Internacionales y Doctoranda en Derecho (U.B.A.). Ase-
sora Legal en la Consejería Legal del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Profesora
de Derecho Internacional Público y Derechos Humanos y Garantías (Facultad de Dere-
cho, U.B.A.). Miembro Asociado del Instituto Hispano Luso y Filipino de Derecho Inter-
nacional. Miembro del Instituto de Derecho Internacional del Consejo Argentino para las
Relaciones Internacionales. Directora del DECYT 1624. Ha participado en diversas publi-
caciones (libros y revistas jurídicas) sobre temas de derecho internacional y de derechos
humanos.
Estefanía Santos
Abogada especialista en derecho de alta tecnología y profesora de Roboética de la Univer-
sidad de Buenos Aires. Escritora de ciencia ficción y de textos legales científicos sobre
implicancias legales de la tecnología. Premiada internacionalmente por sus investigaciones
sobre el impacto jurídico y social de la tecnología. Ganadora del Premio de la Agencia
Española de Protección de Datos a mejor trabajo de investigación por el escrito: “Redes
Sociales: tejiendo datos personales por la WEB”.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Emiliano A. Senes
Abogado con orientación en Derecho Internacional Público (UBA). Maestrando en Rela-
ciones Internacionales (UBA). Ex participante en proyectos de investigación DECyT y
UBACyT. Ayudante de Primera de Derecho Internacional Público (UBA). Coautor en
cinco obras colectivas, autor de publicaciones y expositor en coloquios y jornadas relativas
a la disciplina.
Fernando Sotelo
Abogado. Magister en Relaciones Internacionales (UBA). Magister en Derecho Penal
(UTDT). Juez de Cámara de Apelaciones y Garantías en la Provincia de Buenos Aires.
Profesor de Derecho Internacional Público y de Derechos Humanos y Garantías (UBA).
Mary Teahan
Profesora, MBA, Universidad de Chicago, EE. UU. Bachelor of Arts en Economía, Uni-
versidad de Michigan, EE. UU. Directora Académica de la Maestría en Marketing y Co-
municación de la Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina. Presidente
Honorario y Presidente de la Comisión de Relaciones Institucionales e Internacionales de
AMDIA, Asociación de Marketing Directo e Interactivo de la Argentina. Past President
de IFDMA, International Federation of Direct Marketing Associations (hoy Global
DMA). Experta y autora sobre temas de Marketing y Protección de Datos Personales.
Distinguida en 2013 por el Premio Golden Brain, reconocimiento a la trayectoria en la
comunicación y a publicidad. Cuenta con más de 30 años de experiencia como directora
de marketing o directora comercial de empresas en varias industrias. Experta en comuni-
caciones de marketing, marketing directo y marketing digital.
Federico G. Thea
Abogado (UBA, 2006). Máster en Derecho Público y Derechos Humanos (University Co-
llege London, 2010/2011). Profesor Titular (regular) de “Análisis jurisprudencial de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación” (UNPAZ). Profesor Adjunto (interino) de Dere-
chos Humanos y Garantías, Cátedra del Dr. Juan A. Travieso (Facultad de Derecho, UBA).
Es autor de diversos libros y artículos de derecho público.
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Ornela Flavia Vanzillotta
Abogada egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en Derecho
Internacional Público. Miembro Regular de Carrera Docente, Jefa de Trabajos Prácticos y
Administradora del Portal Académico de la materia “Derechos Humanos y Garantías”, de
la Cátedra del Dr. Juan Antonio Travieso. Maestranda en Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Derecho. Miembro del
Instituto de Derecho Internacional del Consejo Argentino para las Relaciones Internacio-
nales (CARI). Actualmente trabaja como Asesora Legal y Secretaria Parlamentaria en la
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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PARTE I
INTRODUCCIÓN
17
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El hombre observó con interés los cálculos del pizarrón. Una luz suave iluminaba la
escena. Casi como una sala de revelado de películas fotográficas. Todavía no había ama-
necido. Una calandria –o alondra–, invadía la soberanía de la noche…
Continuará en la próxima Parte II…
18
Capítulo 1
Este capítulo requiere una lectura tranquila y mucha reflexión. Pensamos que el es-
tudio de los derechos humanos debe contener algunos de los temas sobre ética que son,
por cierto, su base y fundamento. Tomaremos, para el caso, el problema de la equidad
entre hombres y mujeres. Pero antes debo narrarles algo. Estoy hoy aquí, con ustedes, por
la solicitud gentil de mi colega el doctor Juan Antonio Travieso. Compartimos viajes a la
República del Salvador y del Paraguay, en carácter de expertos argentinos enviados por la
OEA, en momentos difíciles para las instituciones de esas dos repúblicas americanas. Lar-
gas jornadas de trabajo me llevaron a valorar la dimensión intelectual y humana del doctor
Travieso. Espero que las ideas que surjan de este trabajo los estimulen en la profundización
de esta materia en constante crecimiento y debate.
1.Nino, C.S.: Introducción al análisis del Derecho, Bs. As., Astrea, 1980, en especial Capítulo VII. Ética y
derechos humanos, Buenos Aires, Paidós, 1984. Introducción a la filosofía de la acción humana, Buenos Aires,
Eudeba, 1987.
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
¿Hay alguna forma de demostrar que un juicio acerca del valor moral de justicia y
bondad moral sea verdadero, o válido, de modo que esa demostración sea, en principio
verificable? ¿Puede ser contrastable? Para los escépticos en ética se trata de un problema
que no es tal. Hablar de valores es hablar en el vacío, es hacer literatura, no se describe
nada real y menos aún se predicen acontecimientos con un grado plausible de certeza. 2
Ello no obsta a que esos autores se inclinen por determinadas formas de gobierno,
de distribución de los bienes sociales, o defiendan principios morales, simplemente estiman
que tales actitudes y creencias son producto de la emoción, de lo conveniente, de lo apro-
piado en un tiempo y lugar dado, pero destacan que no son susceptibles de ser calificados
de verdaderos o falsos, ni pueden ser sometidos a pruebas de justificación racional.
Debemos considerar como una posición intermedia al relativismo ético que está vincu-
lada con la llamada ética descriptiva o sociológica que sostiene que los valores éticos están sujetos
a las cambiantes situaciones de tiempo y lugar, de estilos de vida y costumbres que se
constituyen así en las fuentes de las reglas morales en determinadas sociedades en un
tiempo dado. Ello impide racionalizar qué se considera como bueno, justo o correcto, así como
inferir reglas universales de moralidad.
Otro problema consiste en determinar cuáles son los principios de justicia y morali-
dad social que permitan servir de medida para juzgar las regulaciones jurídicas y cómo
derivar de ellas los principios que nos permitan, en nuestro caso, justificar la no discrimi-
nación de la mujer, la igualdad de oportunidades, la participación política de las mujeres,
las medidas de acción positiva, entre otras.
El escepticismo ético trata de buscar la justificación racional de los juicios de valor
en estudios de filosofía que denomina como metaética o ética analítica. La metaética busca el
significado de los términos éticos –como justo, correcto, bueno– así como el alcance de
los juicios de valor, “es justo que las mujeres tengan las mismas capacidades legales que se
otorgan a los hombres”. Se trata de desentrañar con qué tipo de juicios suelen expresarse
las proposiciones valorativas.
Mientras la ética analítica pone el acento en el lenguaje, sus juegos, trampas, conven-
ciones y cambios en los usos sociales, hay otro sendero en la investigación filosófica.
Hay estudiosos empeñados en elaborar teorías que les permitan reconocer los prin-
cipios básicos de justicia y moralidad social, es la materia de análisis de la ética normativa.
Esos estudios y teorías tratan de formular, y justificar, juicios morales que actúen como
reglas universales para determinar qué acciones o reglas son correctas, justas o buenas.
Pasemos a considerar a dos pensadores que se empeñan en esa búsqueda de justifi-
cación racional de las normas morales de las que se podrán inferir la justificación de reglas
legales.
2.Véase Kelsen, H.: Teoría pura del Derecho, traducción de la 1º edición Moisés Nilve, Bs. A.s., Eudeba,
1960. Teoría General del Derecho y del Estado, traducción E. García Máynez, México, 1950. Sobre el Derecho
natural y otros ensayos. Qué es la Justicia, traducción Ernesto Garzón Valdés, Córdoba, 1962.
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El doctor Nino destaca que los derechos individuales son los derechos morales que los
seres humanos poseen en sí y por su condición de tales. Es decir, los derechos individuales
como derechos morales no nacen de su especial relación con otros hombres o mujeres, ni
por ocupar cierta posición, función o cargo, no por ciertas características físicas o intelec-
tuales, ni por sus creencias, costumbres o situación particular, sino solo por el hecho de
ser humano. Desde esta postura inicial, la condición de ser humano se constituye en la
propiedad que es antecedente y condición suficiente de los derechos individuales como
derechos morales. De ello se sigue que el poseer la propiedad de ser humano le otorga un
título igual a los de todos y cada uno de los demás seres humanos en cuanto a ser portador
o acreedor de los derechos.
Es de sumo interés este punto de partida por cuanto el apoyo de la teoría es la con-
dición de ser humano. Debe tenerse presente que muchos defensores –y detractores– del
principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres han basado su razonamiento en lo
que denominan como naturaleza humana, o naturaleza femenina o naturaleza masculina. El
tomar como clave del razonamiento sobre la igualdad algo tan ambiguo como el término na-
turaleza conlleva confusiones.
Supongamos, por vía de hipótesis, que de pronto las mujeres, o un grupo de creyen-
tes, solicitaran al Santo Padre, Jefe de la Iglesia Católica, Apostólica Romana, la inclusión
de sacerdotes mujeres, obispos mujeres, con posibilidad de acceder al papado mujeres. 3
Hoy no está contemplado admitirlo con el argumento fundado “en que no tienen las
mismas capacidades espirituales” que los hombres. La noción a que se debe recurrir para
explicar esta doble regla de tratamiento de mujeres y hombres, en el caso expuesto de la
Iglesia, encuentra respuesta en la noción de naturaleza humana ya que presupone o incluye
ciertas capacidades propias de los hombres distinguiéndolas de las propias de las mujeres.
No se califica esas capacidades de mejores o peores, sino de distinta naturaleza.
De allí se sigue que el criterio de distinción para un trato igualitario frente a los dere-
chos humanos de hombres y mujeres encuentra una respuesta inmunizadora en la noción
de naturaleza. A distintas naturalezas distintas capacidades, ello implica distintos ámbitos de
desarrollo a los planes de vida de los individuos. En general, esa postura tiende al statu quo,
al conservadurismo con fuerte apoyo en las tradiciones. No debe obviarse que muchas
mujeres defienden la doble regla de trato entre hombres y mujeres. Ello se observa en los
roles que les adjudican muchas madres a hijos e hijas desde pequeños.
Volvamos a Carlos Nino. Él entiende que, si bien los derechos individuales son de-
rechos morales, tal consideración no excluye que su reconocimiento como tales genere
derechos jurídicos tanto en el ámbito nacional como internacional. Más aún, Nino sostiene
que el reconocimiento de los derechos individuales, en tanto derechos morales, no está
condicionado a su reconocimiento por medio de normas jurídicas, por cuanto ellos inclu-
yen pretensiones de que se establezcan normas jurídicas que aseguren la protección de esos
derechos. A modo de ejemplo cita su inclusión en la Constitución para jerarquizarlos, los
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
4.Conf. Rabossi, E.: Análisis filosófico y teorías éticas, Ethos, 1973. Véase también Sobre la justificación
moral de las acciones, Buenos Aires, 1972. Relativismo y ciencias sociales, Dianota, 1976. Rabossi considera
que establecidos los derechos en la ley y, por ende, constituyéndose en derecho positivo, parece una
tarea poco plausible la de indagar su fundamento o su justificación moral mediante la teoría me-
taética, cuando el esfuerzo debe dirigirse a la ética normativa, con la ayuda de la fina herramienta del
análisis del lenguaje.
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límite o umbral a la persecución del bien colectivo según lo expresa Dworkin 5 o constituye
el coto cerrado tan bien analizado en la obra de Garzón Valdés. 6
Del principio de la inviolabilidad de la persona se sigue que estos derechos deben
tener una jerarquía, dentro de un orden jurídico dado, superior al del resto de las normas
derivadas. Si actúan como barrera o límite ante la ejecución de políticas públicas o activi-
dades privadas para tener vigencia debe asegurarse su cumplimiento o perseguirse y casti-
garse su violación con un cerco de instrumentos jurídicos dinámicos y efectivos (Habeas
corpus, habeas data, amparo). En este caso se constituirán en derechos subjetivos en sen-
tido estricto.
El alcance de los derechos individuales se determina por el principio de inviolabilidad
de la persona conjuntamente con los otros dos principios que contribuyen a esclarecer su
defensa y dan marco para la instrumentación de la máxima kantiana y, simultáneamente,
contribuyen a delimitar cuando una persona es usada como un medio en beneficio de otro.
El segundo principio es el de autonomía de la persona humana. Este principio indica
que el Estado debe permanecer neutral en cuanto a los propios planes de vida que cada
individuo adopte. Asimismo, debe el Estado diseñar instituciones que favorezcan, y no
obstruyan, el desarrollo y perfección de los fines e ideales de cada persona. Este principio
expresa en sí mismo la más severa advertencia a lo que se ha dado en designar como per-
feccionismo, es decir, como aquellas políticas del Estado enderezadas a concebir planes glo-
bales de excelencia humana que fuerzan a los individuos a tomar determinadas actitudes,
a adoptar y seguir determinadas creencias por medio de regulaciones jurídicas. Por ello, al
segundo principio suele designárselo como antiperfeccionista. Este es el momento de no de-
jarnos arrastrar por el contenido emocional de las palabras. A nuestro entender es más
perfecto el sistema que otorga posibilidades a la libertad de cada sujeto para realizar sus
propios planes de vida y, menos perfecto, aquel que debe recurrir a la fuerza de la imposi-
ción de regulaciones sobre los individuos con la finalidad de hacer realidad los ideales de
un líder, de un partido político o religiosos, el encumbramiento de una raza o una cultura.
También la superioridad de un sexo sobre el otro.
Del segundo principio se sigue el derecho a realizar cualquier conducta que no per-
judique los intereses de terceros. Este principio cuando juega con el primer principio, el
de inviolabilidad de la persona, define su alcance: alguien es usado solo como un medio en
beneficio de otros cuando se adopta cierta medida que afecta gravemente su plan personal
de vida solo para permitir a otros la realización de sus propios planes de vida.
El tercer principio es el de la dignidad de la persona humana. Este principio establece
que debemos juzgar y tratar a las personas por sus acciones voluntarias, prohibiendo tomar
en consideración otras propiedades tales como el lugar social que ocupan, su sexo, raza,
religión o ideario político. De ello se sigue el vedar el campo para la discriminación. Por
ello tiene un alto contenido democrático que suele ponerse de manifiesto en el mandato:
cada ciudadano un voto, es decir, juega con el principio de igualdad de trato y el principio
de buena fe. Es interesante recordar el largo camino hacia la participación política de las
mujeres. No solo obtener el derecho al voto, sino también a su inclusión en los partidos
políticos para ejercer cargos electivos. El bajo número de Secretarías y Ministerios que
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
tengan a su frente mujeres es asimétrico con el ejercicio presidencial de una mujer durante
dos períodos de gobierno como se da en el caso argentino. También se repite ese ejemplo
en Brasil y Chile. Para la reflexión… parece que tener mujeres en cargos relevantes no
implica que sean agentes que promuevan mujeres. ¿Desconfianza? ¿Celos? Un tema para
la psicología social.
Si hacemos conciliar este principio con los dos anteriores diríamos que no se puede
usar a una persona como medio en beneficio de otros, ni se interfiere ilegítimamente en
sus planes de vida cuando una restricción, carga u obligación que se le impone tiene como
base su consentimiento. Carlos Nino recuerda a Kant al decir: tratamos a las personas como fines
cuando las tratamos de acuerdo con sus propios fines.
7.La variación en el primer principio en el que se sustituye la expresión “el sistema total más com-
plejo” por el de “esquema plenamente válido” encuentra su razón de ser en una seria intención, por
parte de Rawls, de responder a las objeciones que hiciera Hart a la Teoría de la Justicia. Ver al re-
specto Hart, “Rawls in Liberty and lt’s Priority”, University of Chicago Law Review, v. 40, nº 3,
1973, pp. 551-555.
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principio llamado maximin (maximun minimorum). Este principio se guía por la prudencia e
indica que en casos de incertidumbre es racional elegir aquel curso de acción cuya alterna-
tiva peor sea la menos mala comparada con las alternativas peores de los otros cursos de
acción posibles.
Por ello, el principio de maximin da como resultado los dos principios de justicia y la
regla de prioridad por sobre otros principios posibles, ya que el principio de la libertad y el
que regula las desigualdades sociales y económicas son aceptables si benefician a los menos
favorecidos –principio de diferencia– aseguran un mínimo de libertades, capacidades y
bienes muy superior a los mínimos que pueden ofrecer otros principios alternativos.
Algunas reflexiones sobre la igualdad, la no discriminación de la mujer y las acciones
positivas.
Las discusiones que se hacen desde el liberalismo sobre el tema de la justicia persi-
guen el punto de vista neutral sobre la cuestión del género. ¿Son realmente neutrales? Crí-
ticos insisten en que las teorías liberales de la justicia están muy lejos de ser ciegas al sexo
como lo pretenden sus partidarios. Veamos el caso de Rawls. Este se preocupó por no
quedar atado a un modelo de elección racional que fuere, al mismo tiempo, irracional. Para
ello ideó la participación de agentes en una posición original y con un moderado velo de igno-
rancia que contribuiría a que tomaran decisiones prudentes y equitativas, para obtener el
menor perjuicio dentro del marco de posibilidades de una elección regida por notables
márgenes de incertidumbre. Es decir, la justicia es ciega a las diferencias y si las hay, el
segundo principio actuaría como un moderador de resultados desfavorables.
De tal modo, la teoría del contrato social logra mayores niveles de abstracción.
Pese a ello, Rawls tiene que presentar en algún punto bases para que los participantes
en la posición original se preocupen por sus sucesores ya que deberán derivar reglas de los
dos principios de justicia. Para ello invoca el imaginarlos como jefes o cabezas de familia, de
algún tipo de familia, que se considera justa. Al sostener esto descarta el tema de la justicia
intrafamiliar. Rawls no sostiene, por supuesto, que los jefes o cabezas de familia sean hom-
bres, sino que la representación que ejerce quien sea tal tiene como base una representación
justa. El pase de agente de la posición original a jefe o cabeza de familia como representante
de algún tipo de familia no es inocente; da por supuesta una estructura de intereses homo-
génea entre los distintos individuos que la componen. Da por sentado que existe algún
contrato sexual justo, que la justicia puede presuponer una separación legítima de los domi-
nios de lo público y lo privado. Borra el problema del género en lugar traerlo a la luz y, even-
tualmente, discutirlo o resolverlo8.
Algunas descripciones de las relaciones sociales recibidas por tradición, usos o cos-
tumbres, reflejan ideales más amplios y polémicos sobre el tema de la doble regla para
hombres y mujeres. Considérese la manera en que son omitidos los temas sobre el género
en las idealizaciones. Los tornan invisibles. Es muy distinto hablar de individuos que ha-
cerlo sobre los jefes de familia, hay entre ambos puntos de partida suficiente flexibilidad
como para que se oculten los crudos hechos de la subordinación económica, laboral social
y política, la violencia doméstica que padecen muchas mujeres. Puede parecer que los me-
nores salarios de las mujeres no son motivo de preocupación si son esposas de otros que
25
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
las proveen, puede parecer razonable su dependencia de sus esposos o padres si después
de todo ellas también ganan un salario. De tal modo se puede argumentar que no son tan
dependientes. Se puede considerar el trabajo reproductivo como invaluable. Es posible
considerar el bajo salario de las mujeres que trabajan como algo que se ajusta a sus menores
habilidades, y que justifica su subordinación a los hombres que ganan un salario mayor, los
que como jefes de familia tienen derecho a gastar y disfrutar del tiempo libre a su arbitrio, lo
que no pueden hacer las mujeres por cuanto ellas tienen compromisos domésticos. Es
contra estas estructuras sociales que nos rebelamos y consideramos que una idealización
de la justicia liberal requiere tomar en cuenta las diferencias. Ocultándolas solo consegui-
mos mantener las cosas como están. Continuamente nos encontramos pensando en los hombres como
individuos que dirigen hogares y en las mujeres como miembros de la familia.9
La crítica feminista más radical al liberalismo ético abstracto no rechaza solo la su-
presión del sexo del sujeto que encuentran en los escritores clásicos y contemporáneos,
sino además la abstracción en sí.10
Se ha tenido en cuenta el planteo, o distinción, que separa la ética de la justicia como
idea abstracta, de la ética aplicada, o ética del cuidado, conocida como ética distributiva,
como las alternativas entre las que debemos optar. Tanto la ética de la justicia como la ética
distributiva se consideran, cada una, con un enfoque completo de los temas morales.
Nunca como abiertas o complementarias. La una hace pie fundamentalmente en las insti-
tuciones, la otra en las relaciones sociales, humanas, y sus particularidades. Ante situaciones
de pobreza estructural y discriminación histórica el principio de la diferencia de Rawls se
hace cargo de brindar una salida no idealizada, ni abstracta. Por ello debe tomarse ese
aspecto de su teoría con particular atención. 11
Desde la perspectiva de las obligaciones políticas el tema es más delicado ya que
entran en ello la democracia como sucedánea del discurso moral. Tratará de encarrilar las
decisiones y modificaciones legales dentro de los principios de la justicia y con la buena fe
que deriva del principio de imparcialidad. Debe tenerse muy en cuenta que no puede, en
caso alguno, sacrificarse el coto cerrado de los derechos y libertades (no son negociables).
Sería de interés evaluar los principios de justicia surgidos de la posición original con los
tres principios éticos que desarrollara Carlos S. Nino acerca de la inviolabilidad de la per-
sona; la autonomía de la persona y la dignidad de la persona, ya que él toma en considera-
ción el sexo de los seres humanos.
Se ha argumentado que muchas de las dificultades que sufren las mujeres para ser
reconocidas como personas plenas, con derecho a elegir su propio plan de vida, están
directamente vinculadas a costumbres, tradiciones, creencias, estructuras sociales, siendo
la misma mujer la que alimenta ciertos estereotipos y los trasmite a sus hijos. Puede que
sea así, mas, se trata de una opinión plausible, pero no por ello menos nefasta para los
9. Sen, A.: “Equality of What? En Murria, S. (comp). Tanner Lectures on Human Values, I, Cambridge
University Press, reimpreso, 1982.
10. Pateman, C.: Obra citada. Okin, Susan Millar, Justice and Gender, Philosophy and Public Affaire,
26
principios de justicia. Quienes sostienen, como nosotros, la necesidad del instrumento legal
de la acción positiva o discriminación inversa aducen que es un modo adecuado de acelerar
los cambios sociales, de romper con tradiciones y, bajo la apariencia de crear un trato de-
sigual se propende lograr mayores niveles de igualdad real. Por otra parte, se abre un vaso
de comunicación entre la ética de los principios de justicia y la ética distributiva (principio
de diferencia) logrando de este modo una mejor articulación de los principios de la justicia.
Así mujeres y hombres serán tratados con la misma consideración y respeto.
1.5. Bibliografía
27
Capítulo 2
Primera Parte
2.1. Introducción
1. Alexy, R.: Teoría de los derechos Fundamentales, Madrid, Centro de estudios Políticos y Constituciona-
les, 2001.
2. Jorge Juan Hubner Gallo en Su obra Los Derechos Humanos, Edit. Jurídica de Chile, 1994, ha consi-
29
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
3.Carrillo Salcedo, J.A.: Dignidad frente a barbarie. La Declaración Universal de Derechos Humanos, cincuenta
años después, Madrid, Trotta, 1999, pp. 64-66.
30
llega a ser un buen arquitecto. Agregamos que la buena construcción nos convoca con
Gaudí y su Catedral de la Sagrada Familia en Barcelona.4
Pero pasaron muchas cosas en el mundo del siglo XX y también en los días que
vivimos de pleno siglo XXI. Parece reiterado ocuparse de cuestiones como la globaliza-
ción, la regionalización y los nuevos esquemas del mundo inmerso en la tecnología, que
están afianzando nuevas reflexiones, pues resulta inevitable hacer referencia al nuevo es-
cenario. Es muy común encontrar estos temas en textos nacionales e internacionales y en
las conversaciones cotidianas.
Los tres conceptos señalados plantearon un enfoque diferente en el derecho interna-
cional de los derechos humanos, debido a que se produjo un cambio del pensamiento del
“yo” soberano, en la época de los estados naciones; al “nosotros” global, en el mundo
tecnificado con redes sociales, satélites y comunicaciones “on line”, desde smart phones.
A partir del cambio de milenio o bien antes se fue produciendo una revolución ex-
ponencial en toda la sociedad. El problema es que gran parte de los casi siete mil millones
o mañana diez mil millones de personas se hallan cabalgando entre dos realidades, las del
presente y las del pasado. El problema es que no se trata solo del pasado siglo XIX o del
siglo XX. La situación es peor, pues, a veces, tenemos la sensación de que estamos en el
siglo XVII cuando las carretas trajinaban por rutas polvorientas. Incluso los nacidos en
pleno siglo XXI también están inmersos en una sociedad antigua, pues cuando cumplan
diez años se encontrarán con un mundo nuevo, al que deberán adaptarse.
Parece trivial esta afirmación, pues hemos leído varios libros que se refieren a los
cambios en la sociedad. El punto es que advertimos que es fácil analizar esos procesos. Lo
angustiante es vivir esos nuevos enfoques que se han verificado en la tecnología, que pro-
dujo una alteración de todas las preguntas de la sociedad. Lo complejo es que no hubo un
cambio simétrico en el resto de las disciplinas y hábitos, porque, en alguna medida, el resto
de la sociedad ha permanecido inmutable.
Sin embargo, la velocidad es asombrosa. Veamos simplemente en los hechos más
triviales como, por ejemplo, leer un periódico. Nos sucede a diario que mientras leemos el
periódico de la mañana, consumimos las noticias y las comentamos, advertimos la compa-
sión del oyente hacia nosotros, casi como si estuviera hablando con el pasado, de lo recién
sucedido. Lo que leemos en el periódico, es antiguo de inmediato y ello es así porque el
cierre de edición se produjo hace más de ocho horas y las noticias hoy corren en milise-
gundos a velocidades de internet banda ancha, en el Ipad.
El tema es que somos como Gutenberg, pero la cuestión es que la imprenta ya se
inventó hace casi trescientos años. ¿Cómo se puede interpretar una sociedad con un atraso
tan sustancial?
Comenzamos con una adivinanza ofrecida por Jorge Luis Borges, que ofrece una
semblanza de lo complejo de esquemas simples. Se dice que “En una adivinanza cuyo tema
es el ajedrez, ¿cuál es la única palabra prohibida?”.
4.http://www.localnomad.com/es/blog/2012/08/03/la-arquitectura-de-la-sagrada-familia-en-bar-
celona/
31
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
5.Véase http://www.youtube.com/watch?v=6ch14iqNC6w
6.Recordemos que la Carta Magna de 1215 ha cumplido 800 años y constituyó una limitación al rey
para el cobro de los impuestos.
32
impulsados por los humanistas, por la reforma religiosa, el individualismo, el racionalismo
y la secularización. Estos cambios en el pensamiento operaron también hacia un nuevo
paradigma en el desarrollo científico que consolidó nuevas ideas sobre la persona, su dig-
nidad sin discriminación, la libertad, la relación en la sociedad y un paso hacia otra con-
cepción del derecho superador de las fronteras de los Estados. Por tanto, los derechos
humanos no son el producto de la naturaleza sino de la civilización humana, que implica
ampliación, transformación y cambio, en especial desde y hacia el Estado, que en el final
del camino debe contar con medios eficaces de defensa para los derechos humanos para
asegurar la vida de las personas.
Estas reflexiones sirven para asignar a los derechos humanos, un sentido estratégico
dentro de la sociedad, instrumentado tácticamente a través de los derechos civiles, econó-
micos, sociales o culturales.
Por eso es válido cuestionarnos: ¿cuál es la historia de los derechos humanos? ¿Qué
hechos la integran y cuál es el criterio clasificador? Desde el punto de vista jurídico, la
historia de los derechos humanos se encuentra dirigida especialmente a los hechos y a su
consolidación normativa, o sea, la positivización.
El criterio clasificador es el dinámico y continuo desde el mundo antiguo hasta el
siglo XV; sus escalones, los tiempos modernos, son base para la aceleración de los dere-
chos humanos en los procesos revolucionarios de los siglos XVIII y XIX. El proceso si-
guiente es el de la desaceleración de los derechos humanos, que finalmente conduce a su
retroceso y la consecuencia inevitable de la Segunda Guerra Mundial y cuyo punto final
dio paso a la internacionalización de hoy. Ese ha sido el criterio clasificador, acentuando
los paradigmas de cada época y sus resultados.
Consideramos que la historia de los derechos humanos se visualiza por medio de
paradojas que expresan simplemente situaciones complejas que se plantean en la realidad
internacional en el siglo XXI.7 En primer lugar la paradoja internacional, con un mundo
dividido dentro de una verdadera balcanización, modelo anterior a la Primera Guerra Mun-
dial. La segunda paradoja es militar, porque después de la Segunda Guerra Mundial se han
producido más de doscientos conflictos bélicos. El tercer punto de inflexión es la ciencia
y tecnología con progreso y al mismo tiempo riesgo para la ecología y la supervivencia del
hombre, pues el énfasis está puesto en el crecimiento económico y no en el ambiente. La
tecnología, como lo señalamos, irrumpe en la vida cotidiana y se advierte la relación entre
esta y los derechos humanos con un avance exponencial, especialmente en su relación con
la información.8
Pero hay algo más y con un sentido crítico, atendiendo el proceso tecnológico, se ha
dicho que “el Derecho no existe, ni es imaginable al lado de la historia”. Los conceptos y
categorías básicos de la Ciencia y de la Teoría del Derecho actual surgieron en la moderni-
dad y en la etapa de la codificación, como respuestas jurídicas a las exigencias éticas y los
problemas políticos de aquella coyuntura histórica. Hoy ese punto de vista ha variado pro-
fundamente, fruto de la revolución tecnológica.
7.http://www.youtube.com/watch?v=iOuRzbMeojE
8.Travieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías, Buenos Aires, Heliasta, 1993; 2° edición,
1998, p. 437.
33
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Por eso, una Teoría del Derecho encerrada autopoiéticamente, esto es encerrada en
sí misma, no solo sería incapaz de explicar de forma satisfactoria la función de los sistemas
normativos, sino que sería incluso inútil (o, en el peor de los casos, deformadora) de su
significado...9
Este enfoque permite descifrar esta sociedad contemporánea, en la que los bytes y
las TIC (tecnologías de la información y comunicación) operan con más fuerza que las
balas.
Nuestro objetivo consiste en descifrar esos enigmas o, por lo menos, plantear los
grandes cuestionamientos.
Mientras se agotaba el siglo XX, el DIDH se desarrollaba con prisa y sin pausa. Se
consolidaron los caracteres inscritos en la realidad de posguerra, en relación con la materia,
esto es la independencia científica (objeto y método) y la interdependencia que hacían del
Estado, el sujeto y agente generador de las relaciones internacionales. Ese estado impug-
nado por todos después de la Segunda Guerra mundial lucía solitario en el curso de la
historia y se lo declaraba culpable de las mayores atrocidades.
Pero el caso es que hoy el Estado no está solo, no es el único sujeto y agente genera-
dor de normas jurídicas, sino que también su rol se halla en tela de juicio a nivel económico,
político y social. Mientras tanto, la persona tiene un rol en el DIDH motorizado por el
principio “pro hominem”10 que exige que el acceso a la jurisdicción internacional no se
halle mediatizado, planteando si la persona conquista espacios y competencias o bien, si el
estado los pierde.11
Así pues, se aplica el sistema de derechos humanos que establece el mayor soporte
para la protección de estos. En el mismo orden de ideas, hemos sostenido que los derechos
humanos tienen que estar en el cuadro del cumplimiento de los derechos. Así, el juez debe
declarar la inconstitucionalidad cuando por medio de esta se amplíe el estándar jurídico
que asegure una mayor protección para la persona y sus derechos 12, porque la ampliación
de derechos es un objetivo estratégico.
El tema central es que los tratados internacionales deben respetar las disposiciones
del derecho interno y de la Constitución articulados con los derechos humanos. 13 Por ello,
la cuestión central e institucional que domina el DIDH en los hechos, es su ejecución, el
9. Pérez Luño, A.-E.: Manual de Informática y derecho, Barcelona, Ariel, 1996, p. 35. Cabe aclarar que la
palabra “autopoiética” es un neologismo que refiere a un concepto que puede reproducirse y man-
tenerse por sí mismo.
10. Travieso, J.A.: “Los nuevos paradigmas. Enfoques con nuevas consideraciones metodológicas”,
en Abregú, M. y Courtis, C. (comp.): La aplicación de los tratados sobre Derechos Humanos por los tribunales
locales, Buenos Aires, CELS, Editores del Puerto, 1997, pp. 127 y ss.
11. Travieso, J.A.: Garantías fundamentales de los Derechos humanos, Buenos Aires, Hammurabi, 1999, p.
249. Véase también Travieso, J.A.: “La reforma constitucional argentina de 1994”, Relaciones entre
derecho internacional, derecho interno y derechos humanos”, La Ley, 12/12/1994.
12. Travieso, J.A.: “El control de constitucionalidad y sus enfoques en tratados internacionales” en
34
“enforcement”. Desde el punto de vista de la persona, la consideración primaria resultará,
entonces, la medida o extensión en que esas disposiciones de los tratados tendrán efecto
concreto y directo, dentro del sistema jurídico interno”. 14
En ese contexto, la realidad tiene tal velocidad que nos halla relatando un film en 3D,
en el que estamos en pleno ascenso de un avión, que no está terminado y que se está
construyendo dentro de una ingeniería popperiana. Una hipótesis increíble, pero válida
para explicar esta situación.
En ese nuevo mundo 3D, hay fuerzas que operan de manera tradicional y otras de
manera modernizadora y que dan lugar a los caracteres distintivos del DIDH.
Así pues, y desde el umbral, hay que aclarar que usualmente se han considerado a los
derechos humanos como derechos fundamentales, integrando una querella nominalista.
En la doctrina se ha utilizado esta denominación de manera habitual. Esta calificación
responde al carácter absoluto que se les atribuye a algunos derechos, frente a otros de
carácter accesorio. Los primeros serían inderogables y entonces, a primera vista, denomi-
nar “fundamentales” a algunos derechos, induce a cuestionar los demás y plantear enton-
ces, si hay una escala jerárquica entre unos y otros. 15
La hipótesis de aceptar la existencia de ciertas normas irreductibles e inderogables
implica que las que hoy tienen ese carácter, mañana puedan no tenerlo. Eso significa que
existe el riesgo de calificar ciertos derechos que usos, costumbres o moral hayan dejado de
lado temporalmente y también existe el peligro de no incluir como derechos fundamentales
a unos y hacerlo con otros, que todavía no tienen ese carácter.16
Una vez aclarada la cuestión nominal vamos al principio, que es el comienzo de la
existencia de todas las cosas. Julio Cortázar decía que la base de un relato y lo que más
debe cuidar el autor es el principio. Así es también en el derecho y en esa materia, siempre
que se trata de principios, nos referimos a reglas que exigen poseer la llave que accione los
motores del DIDH. Lo mismo sucede con los caracteres que estructuran la base de la
naturaleza jurídica y que los planteamos como los peldaños de la escalera del DIDH, con
sus caracteres que veremos a continuación.
14. Travieso, J.A.: “El control de constitucionalidad y sus enfoques en tratados internacionales” en
Doctrina Judicial, Año XIII, n. 9, Buenos Aires, La Ley, 1997.
15. Faúndez Ledesma, H.: El sistema interamericano de los Derechos Humanos, 2° edición, Instituto Inter-
americano de Derechos Humanos, 1999, p. 27, con cita de diversos autores que usan frecuentemente
la expresión de derechos fundamentales como sinónimo de Derechos Humanos.
16. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, 2° ed., Buenos Aires, Heliasta, 1995, pp.
202 y ss.
35
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
suspensiones ni restricciones en ninguna circunstancia o condición 17, toda vez que univer-
salidad e imperatividad forman un conjunto inseparable.
Por tanto, es posible considerar que los tratados de derechos humanos no admiten
derogaciones. En términos generales, los tratados sobre derechos humanos tienen el ca-
rácter de “ius cogens”. Y existe consenso de que ciertos derechos, como el derecho a la vida,
a no ser torturado ni esclavizado, son tan básicos que no pueden ser derogados. 18
No obstante, y sin desvirtuar lo expuesto, existen técnicas que limitan o restringen el
alcance de los tratados, incluso de los de derechos humanos. Esas técnicas son la denuncia
de tratados; las reservas en sus cláusulas, las normas que condicionen el ejercicio de dere-
chos individuales; cláusulas interpretativas; cláusulas clawback (de escape) y cláusulas dero-
gatorias propiamente dichas.19 Por otra parte, distintas normas permiten también
limitaciones por “consideraciones de moralidad, orden público o seguridad nacional en
una sociedad democrática” (ver Convención Europea, arts. 6º, 8º, 9º, 10, 11, etc.).
El tema adquiere relevancia en cuanto al relativismo cultural, pues allí pugnan los
principios de universalidad y de diversidad. Según algunos autores, podría hablarse de la
“Uni-di-versalidad” de los derechos humanos, precisamente para defender la idea de que
ellos deben ser concebidos dentro de un abordaje mutuo y abierto.20
El tema se plantea con respecto a las normas del DIDH y su aplicación en el sistema
jurídico interno automáticamente, o si requieren procesos de recepción, y si el juez puede
aplicarlas en forma directa.
Para aclarar esta cuestión hay que distinguir entre normas operativas y normas pro-
gramáticas (plan o programa); entendiendo que las normas operativas son aquellas que se
aplican directamente sin necesidad de norma auxiliar (self-executing).
Esas normas operativas se hallan dentro de tratados internacionales, que como ha
considerado la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Los tratados modernos so-
bre derechos humanos en general y, en particular, la Convención Americana no son trata-
dos multilaterales del tipo tradicional concluidos en función de un intercambio recíproco
de derechos para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objeto y fin son la
protección de los derechos fundamentales de los seres humanos independientemente de
su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contra-
tantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten a un
orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en
17. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 204 y ss. Véase también Higgins,
Rosalyn, “Derogations under human rigths Treaties”, British Yearbook of International law 1977/78, p.
282.
18. Carrillo Salcedo, J.A.: Soberanía de los Estados y derechos humanos, Madrid, Tecnos, 2001 p. 151. Tra-
vieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 222 y ss.
19. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 209 y ss.
20. La “Uni-di-versalidad” de los Derechos Humanos: conflictos entre derechos, conceptos de de-
36
relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción” (Opinión Consul-
tiva, núm. 2 de octubre de 1982).
Por tanto, la Convención no solo vincula a los Estados partes, sino que otorga ga-
rantías a las personas. Por ese motivo, justificadamente, no puede interpretarse como cual-
quier otro tratado.
La excusa de la presunta falta de operatividad no es suficiente para no aplicar normas
vigentes de derechos humanos, tan supremas o más que las constitucionales. Hay que tener
en cuenta que se hallan en juego principios de responsabilidad internacional del estado
(Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, art. 27)
En consecuencia, los Derechos humanos son operativos e incluso obligan a los Es-
tados a adoptar las disposiciones de derecho interno, para garantizar el ejercicio de los
derechos y libertades (Art. 2 Convención Interamericana).21
Una vez que los derechos humanos son reconocidos por el Estado, no se puede
retroceder o revertir tal reconocimiento. Pero, qué sucede en caso de denuncia del tratado
considerando que, si el derecho es inherente a la persona humana por su condición de tal,
no es reversible. En caso de conflicto entre normas priman los derechos humanos. La
teoría de los derechos preferidos ubica en primer lugar en relación jerárquica al DIDH. 22
Los efectos verticales expresan que las obligaciones correlativas recaen en los Esta-
dos y no en los individuos.23 De allí, surge la protección judicial establecida en la Conven-
ción Interamericana de Derechos Humanos. 24 Ello sin perjuicio del control de
convencionalidad que más adelante se desarrollará.
21. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 129-130.
22. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 212 y ss. En el próximo capítulo
se desarrollarán los conflictos entre Derechos Humanos.
23. Vigo, R.L.: Ética y Responsabilidad Judicial, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2007, p 26.
24. Cançado Trindade, A.A.: “Democracia y Derechos Humanos: el régimen emergente de la
37
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Hay que tener en cuenta que los organismos internacionales de derechos humanos
no sustituyen a los Tribunales internos de los Estados. Esta obligación se opera por los
medios judiciales del derecho interno solo de manera complementaria y subsidiaria por los
organismos internacionales, en caso de que esos medios no existan, no sean idóneos, efec-
tivos o estén agotados. Recién después del cumplimiento de esos extremos, se puede acudir
a los sistemas internacionales. Desde luego, que es condición para el DIDH que existan
estructuras subsidiarias, necesariamente de orden internacional, esto es, fuera del Estado
de que se trate.
Corte y el sistema interamericano de derechos humanos, San José, OEA, Unión Europea, 1994, pp. 529 y ss.
Véase Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit.
25.
Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 38 y ss.
26.
Habermas, J.: El derecho internacional en la transición hacia un escenario posnacional, Buenos Aires, Katz
Editores, 2008.
38
que requieren cooperación internacional. Además, se observan las organizaciones interna-
cionales, los organismos no gubernamentales y los tribunales internacionales que han acen-
tuado sus nuevas competencias (Corte Penal Internacional). En ese marco, se verifica la
expansión del DIDH.
En realidad, estamos percibiendo que el derecho constitucional del siglo XXI va a
ser el DIDH. La Constitución ahora no es el único pacto de convivencia, hay nuevos pac-
tos que son los pactos de derechos humanos regionales y universales. Ejemplo de lo ex-
puesto resulta la Carta de la ONU de 1945 con sus disposiciones operativas entre las que
se señalan el preámbulo, los propósitos y principios (art. 1 inc. 2 y 3), el respeto universal
de los derechos humanos (art. 55), en lo referente a la Asamblea General instando a la
colaboración para hacer efectivos los derechos humanos (art. 13 inc. b) y en él la facultad
del Consejo Económico Social para hacer recomendaciones con el objeto de promover el
respeto a los derechos humanos (Cap. XX). 27
Asimismo, señalamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y
los pactos de Derechos Humanos de la ONU, el Pacto de Derechos Económicos Sociales
y Culturales y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, ambos de 1966. Por supuesto en el
ámbito regional también hay que señalar el desarrollo normativo del Sistema Europeo con
la Convención Europea de Derechos Humanos,28 la Convención Interamericana de Dere-
chos Humanos llamada Pacto de San José de Costa Rica y, finalmente, el sistema africano
con los diferentes desarrollos jurídicos en materia de derechos humanos.29
Además, los principios del DIDH están normados en cientos de tratados internacio-
nales que se hallan online, por lo que debemos tener en cuenta el impacto de la tecnología,
en la información y difusión de estos instrumentos.
Segunda Parte
27. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., 235 y ss.
28. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., 279 y ss. Véase
http://www.youtube.com/watch?v=1890h55r14Q y
http://www.youtube.com/watch?v=l0VihlbpiRc
29. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op. cit., p. 447 y ss.
39
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
30. Bauman, Z.: Modernidad líquida, Bs.As., FCE, 2003. Véase reportaje en
http://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8 y discurso en
http://www.youtube.com/watch?v=hEu_mQ7qUwg
31. Friedman, T.: The World is Flat: A Brief History of the Twenty-First Century. La Tierra es plana, Planeta,
lección “Jornadas sobre derechos humanos” nº 6 XXI Cursos de Verano en San Sebastián XIV
Cursos Europeos - UPV/EHU 2002. Presentación de la jornada en los cursos de verano de la
UPV/EHU Derechos Humanos y Nuevas Tecnologías, Mercedes Agúndez Basterra. Resaltamos
que tiene una antigüedad de más de 10 años. Disponible en http://www.e-derecho.cl/down-
loads/nuevastecnologias2002.pdf.
40
evolución del uso de internet y la interacción de las personas. Se trata de las TIC que,
mediante diferentes formas como las transformaciones de la red en movimientos sociales,
tienden a crear contenidos accesibles por múltiples aplicaciones debido a su impulso. 35
Ante tanto progreso, otra paradoja es que existe la sensación de que la sociedad se percibe
como un auto de fórmula 1, cuando en realidad corresponde a un carruaje del siglo XV.
Lo cierto es que cada vez que hacemos click desde una computadora e ingresamos a
internet, estamos en condiciones de circunnavegar la tierra en milésimas de segundos. La
World Wide Web (www), por esencia, es internacional como los satélites que transmiten
información, los cables submarinos que permiten la difusión con una fibra óptica de un
ínfimo espesor, entre 10 y 300 micrones y que transportan mensajes con haces de luz a
enormes velocidades.36
Así, una de las cuestiones también más actuales es la relación entre la tecnología y los
derechos humanos. Cada vez se presentan más grupos de personas que reclaman derechos
desde ángulos insospechados y no tradicionales. Por tanto, cuando articulamos el mundo
globalizado con la actualidad, de inmediato surge la tecnología y, por supuesto, el DIDH
es el vector más eficiente para su transmisión.
Una afirmación tradicional es que el derecho internacional es la ley de la Tierra. Esa
afirmación nos lleva a no poder entender un espacio donde no se hallen en juego las reglas
del derecho internacional en interacción con las telecomunicaciones, video e informática,
coordinadas por la ciencia y la tecnología, en el marco de los derechos humanos, confor-
mando una red virtuosa.
¿Cómo armonizar la tradición con la innovación? Esa es una pregunta que se formula
a diario. En general, habitualmente, las fuentes del derecho internacional y por supuesto
las del DIDH han sido los tratados, la costumbre y los principios generales del derecho.
Como medios auxiliares se establecía a la doctrina de los publicistas y a la jurisprudencia.
Esa era la visión de mediados del siglo XX que se normaba en el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia (Art. 38).
La cuestión, que se plantea, es si ese ropaje del derecho internacional es adecuado
para esta época, si es necesario algún tipo de adaptación, si se han producido cambios
copernicanos, o bien, si la solución será la de adoptar un “vintage” jurídico.
No hay duda de que las fuentes son los tratados, la costumbre y los principios gene-
rales del derecho ya que poseen una plasticidad y un poder de expansión extraordinarios,
en una época de globalización creciente dentro de un poder de generación y posterior
cristalización normativa. Sin embargo, a pesar de la ortodoxia de este concepto doctrinal,
podría discutirse siempre por vía de hipótesis, el concepto también ortodoxo de que la
doctrina y la jurisprudencia no son fuente del derecho.37
35. Esta expresión Web 3.0 apareció por primera vez en 2006 en un artículo de Jeffrey Zeldman,
crítico de la Web 2.0.
36. http://www.lanacion.com.ar/1541910-internet-cumple-30-años.
37. Véase Estatuto de la Corte Internacional de Justicia- art. 38 inciso 1° d y art. 59.
41
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Lo cierto es que en el DIDH parecería que este criterio sufre alguna variación hacia
la heterodoxia de dicho estándar al afirmar que la jurisprudencia de la Comisión Interame-
ricana de Derechos Humanos es ultra activa, esto es se presentaría como una fuente de
derecho, sin serlo de manera ortodoxa, luciendo con un indiscutible valor efectivo.
Para verlo de manera práctica: en la formación del DIDH no solo han actuado los
Estados sino otros órganos jurisdiccionales, como la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, que también han operado con un plan muy concreto: primero los cimientos y
luego el edificio.38
De esa manera, se ratifica que a pesar de que la jurisprudencia no es fuente de dere-
cho, constituye un elemento material de formación de normas consuetudinarias e, incluso,
en algunos casos se produciría un deslizamiento y se generaría un nuevo sistema de fuentes
por medio del llamado “usus fori” de aplicación indispensable bajo apercibimiento de res-
ponsabilidad internacional (Convención de Viena sobre los Derechos de los Tratados, art.
27). En sustento de esta argumentación se debe considerar, a modo de ejemplo, que la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en su carácter de principal intérprete de la
Convención de San José de Costa Rica es la única autorizada para emitir una interpretación
“auténtica”, constituyendo un nuevo paradigma de aplicación del DIDH en el derecho
interno.39 He ahí, pues, la ultra actividad a que hicimos referencia.
Las fuentes del DIDH constituyen uno de los temas que hacen a la ingeniería de esta
materia y que se refiere a la formación de las normas de este ordenamiento, dentro de un
criterio evolutivo con los avances tecnológicos. Con la tecnología, es probable que, dentro
de pocos años seguramente, se va a analizar la formación de normas mediante prácticas
difundidas por internet, que matizarán jurídicamente el nuevo espacio de las redes.
Analizando las opiniones consultivas y los fallos contenciosos de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos, se advierten los canales de la interpretación de las normas
en los diversos casos, pero también una predicción acertada acerca de la solución que el
tribunal tendrá en casos similares. De esta manera, entonces, el margen de penumbra que
a veces se advierte en las normas de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
se clarifica con la jurisprudencia.
El punto de conflicto se produce ante los institutos tradicionales como, por ejemplo,
el Derecho de los Tratados. Más allá de estos factores de aceleración a los que hicimos
referencia, persisten los lineamientos generales clásicos en la formación de las normas in-
ternacionales. Predomina la presencia activa de los Estados y otros sujetos del derecho
internacional que filtran, esto es, aceptan o rechazan y, en general, siguen siendo los guar-
dianes de la formación de derecho, con los prerrequisitos del pacta sunt servanda y el deber
38. Travieso, J.A.: La CorteInteramericana de Derechos Humanos, Opiniones consultivas y Fallos, Buenos Aires,
Abeledo Perrot, 1996.
39. Travieso, J.A.: Garantías fundamentales de los derechos humanos, Buenos Aires, Hammurabi, 1999 p.
324; Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Jurisprudencia, Buenos Aires, Eudeba, 1998; Travieso, J.A.: La
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opiniones consultivas y Fallos, op. cit.
42
de cumplir de buena fe las obligaciones internacionales. Por supuesto, es evidente que esa
actuación en materia de tratados internacionales exige el consentimiento expreso y en
forma escrita como la clave de bóveda del sistema. Sin embargo, centralizar la formación
del derecho internacional exclusivamente en los tratados hubiera significado una esclerosis
pronunciada en el sistema, quedando todo el derecho reducido a su aspecto convencional,
un derecho cerrado dentro del círculo vicioso de la captación estatal, a partir del cumpli-
miento de protocolos y formas.
Vivimos en un mundo con una sobredosis de problemas y situaciones. Hoy en día,
es indiscutible que el tratado es fuente de derecho internacional y del DIDH, formador de
este ordenamiento y expresión de derechos y obligaciones. Ese componente normativo es
la clave de las relaciones internacionales contemporáneas y especialmente en los derechos
humanos. ¿Qué hubiera pasado hacia mediados del siglo pasado con tantos problemas y
tan pocas soluciones? Es probable que los tratados, cientos o miles, pudieran ser conteni-
dos en edificios o bibliotecas. Hoy en día, es imposible imaginar la cantidad y el volumen
que ocuparían esas normas. Por suerte, hubo soluciones y contamos con soportes magné-
ticos que nos permiten evaluar su cantidad, ya no en páginas de papel sino en bytes y en
gigabytes.40
Los Tratados de Derechos Humanos son diferentes a los tratados tradicionales,
como, por ejemplo, los comerciales, políticos, culturales, humanitarios, tecnológicos, etc.
(O.C. N° 1, p. 24) (O.C. N° 2, p. 27 y 29).41
Siempre existe la tentación de recurrir a las instituciones típicas del DIDH contem-
poráneo. Lo que sucede es que, en un mundo informatizado y sometido a los avances de
la tecnología, uno se siente impulsado a encarar la solución mediante un clic mágico.
En el derecho de los tratados no existe la posibilidad de esas soluciones instantáneas.
Los acuerdos internacionales son el resultado de laboriosas etapas que, además, requieren
la intervención de diferentes poderes del Estado y de esa forma, las relaciones internacio-
nales, no funcionan por medio de un play, también mágico.42
El interrogante que se presenta es si recurrimos o no a las fuentes tradicionales como
los tratados internacionales. Hay una fuerte tentación a moverse con más libertad, y a asig-
nar a las fuentes una elasticidad y heterodoxia, para que las relaciones internacionales sean
más dinámicas, proactivas y no reactivas.
Todo funciona bien a nivel teórico. El problema se presenta a partir del momento
en que ponemos en marcha una construcción hipotética. Es lo que podría suceder con los
inventos de Leonardo da Vinci: los diseños son perfectos, pero no le exijamos que el avión
vuele o que el submarino funcione.
43
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Ahora bien, corresponde poner en marcha a las fuentes del DIDH de manera sinér-
gica. Para ello es menester analizar los motores que constituyen los criterios de interpreta-
ción para la aplicación del DIDH en el ordenamiento interno e internacional.
En una gran síntesis, de todos los sistemas expuestos se pueden detectar dos posi-
ciones que operan como los extremos de un arco.
En uno de ellos, se halla una posición que denominaremos el legalista, que plantea la
solución normativa o dogmática. Allí están en sintonía las normas internas y las subsidiarias
internacionales, esto es la Convención Americana, que obliga a adoptar disposiciones de
derecho interno articuladoras del sistema.43
En el otro extremo se hallan las opiniones consultivas, pautas, informes y recomen-
daciones que operan como guías.
En el centro del arco, y como resultante de las fuerzas que pueden operar y tensarlo,
se hallan los principios pro hominem, antes señalados, que operan como una suerte de com-
pensador, paraguas o umbrella.
Más allá de esa imagen del arco, se verifica que entre los ordenamientos nacionales e
internacionales se perciben también dos situaciones:
Haciendo una suerte de metáfora de “siembra”, en primer lugar, se produce la lla-
mada cross fertilization, fertilización en cruz, que actúa barriendo y haciendo crecer a los dos
ordenamientos en una gross fertilization, una fertilización masiva. Así entonces, fertilización
resulta de tal magnitud, que aporta un nuevo producto que constituye el corazón del
DIDH.
Continuando con las imágenes propuestas, la situación normativa descrita anterior-
mente, genera una transportation, que podríamos traducir libremente como difusión activa,
y que en los hechos significa la conjunta importación y exportación de normas de estado
a estado.44 Verdaderamente esa difusión se produce en el marco de un GPS jurídico.
Estos dos conceptos constituyen algo más que simples paralelismos explícitos o cau-
sales, fruto de concepciones jurídicas compatibilizadas. Representan un intercambio in-
tenso y un aporte significativo a la cultura jurídica que supera un esquema del derecho
tradicional. Se trata, pues, de un espacio dinámico que supera la concepción clásica, ya que
el juez interpreta los tratados con criterio de integración de sistemas nacionales e interna-
cionales fertilizados, transportados y transformados en los nuevos principios de derecho
público y que conforman el cuadro operativo del DIDH.
El DIDH en el siglo XXI comienza a extenderse sobre los nuevos desafíos que se
presentan en la sociedad, en una suerte de contaminación un contagio en este caso bené-
fico. En algunos casos se desarrolla de manera clásica, por medio de fallos que operan con
nuevos criterios y problemas, pero dentro de los cánones de estilo. Nos estamos refiriendo
43.
Convención Americana de Derechos Humanos, art. 2.
44.
Sands, P.: “Treaty, Custom and the Cross-fertilization of International Law”, Yale Human Rights
& Development Law Journal, v. 1, 07/11/1999.
44
al proceso de cambios que se van produciendo en la tecnología con un alto impacto en la
sociedad. El caso es que la sociedad se va rediseñando con avances tecnológicos que im-
pulsan renovaciones en las normas y sus interpretaciones.
La medicina cuenta con avances científicos enormes en el siglo XXI. Se ve influida
por la tecnología y, en la interferencia con el DIDH, genera nuevos desarrollos. Así pues,
un avance en cuanto a la relación con la tecnología y la medicina se ha presentado en el
caso suscitado ante la República de Costa Rica sobre fecundación in vitro, la punta del
iceberg.45 Este fallo se presenta en la superficie, pero debe considerarse lo que se encuentra
por debajo de él.
Lógicamente, la fecundación in vitro (en adelante, FIV) no existía en la época en que
se redactó la CIDH. Entonces, se plantean los problemas dado que la novedad tecnológica
tiene que ser juzgada con normas que, no obstante estar dotadas de una generalidad ope-
rativa, requieren de esfuerzos interpretativos para ser adaptadas a la FIV. ¿Un vestido viejo
en un cuerpo nuevo? ¿Cómo armonizar la situación?
La solución clásica que diseña Costa Rica es la prohibición de la fertilización in vitro
por un plazo casi de doce años. El caso es que la solución se transformó en un problema
y, por tanto, finalmente se planteó una demanda contra Costa Rica ante la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos.
De esta manera, la referida Corte Interamericana a fines del año 2012 declaró que la
prohibición establecida por dicho Estado en relación con la tecnología de salud reproduc-
tiva violaba diversos derechos establecidos en la CIDH tales como, el derecho a la priva-
cidad, el derecho a la libertad, el derecho a la integridad personal y el derecho a construir
una familia, reconocidos por el DIDH. Esta decisión tiene una importancia superlativa,
toda vez que el criterio se hace aplicable a todo el ámbito de la Convención Americana de
Derechos Humanos, esto es, a los Estados que han aceptado su jurisdicción. El DIDH
tiñe todo el sistema.
La tarea fue ardua y se operó escalón por escalón. Tradicionalmente, la interpretación
se dirigía exclusivamente a la parte textual o literal. Más adelante, la interpretación fue la
sistemática e histórica que tuvo en cuenta todos los antecedentes en el sistema universal,
europeo y africano y sus consecuencias. Por último, el criterio tiene un nuevo abordaje en
la llamada interpretación evolutiva que integra una visión adecuada para encarar el caso y la
problemática de los nuevos desafíos tecnológicos. No es posible encarar estos nuevos as-
pectos con herramientas antiguas: el vino nuevo no debe ser guardado en odres viejas.
Volviendo al caso, se destaca en el fallo en relación con la consideración de “per-
sona”, al embrión en el marco del artículo 4° de la Convención. Por tanto, la interpretación
evolutiva se hizo necesaria para producir una solución, con criterio de plasticidad norma-
tiva. En ese sentido, la Corte sostuvo: “En el presente caso, la interpretación evolutiva era
de especial relevancia, teniendo en cuenta que la FIV es un procedimiento que no existía
al momento en el que los redactores de la Convención adoptaron el contenido del artículo
4.1 de la Convención.
En el Derecho Internacional, la interpretación evolutiva es consecuente con las reglas
generales de interpretación de los tratados consagrados en la Convención de Viena de 1969
45.Fecundación in vitro, Artavia Murillo y otros c. Costa Rica, Corte IDH, Sentencia de fondo,
28/11/2012.
45
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Hace poco tiempo se planteó en las noticias un hecho singular. Mediante análisis
médicos se detectó un “gen defectuoso” que motivó a que la actriz Angelina Jolie se ex-
trajera las mamas con el fin de reducir el riesgo de sufrir cáncer. Ese tema aparentemente
de orden privado, ya era parte de una batalla legal en los Estados Unidos de América que
llegó a la Corte Suprema de ese país.
La cuestión planteaba el debate si los genes humanos pueden o no pertenecer a una empresa que,
en 1996, había obtenido una patente comercial sobre el gen involucrado.
La cuestión es que la empresa, Myriad Genetics, no solo patentó ese gen –llamado
BRCA1– sino que también desarrolló el test para identificar sus mutaciones, que pueden
conducir al desarrollo del 10% de los cánceres de mama. Pasado un tiempo, se presentaron
denuncias contra el patentamiento y sus consecuencias. La Unión Americana por las Libertades
Civiles (ACLU) presentó una demanda porque la patente, de acuerdo con sus puntos de
vista, limitaba el libre intercambio de información y la libertad científica, la integridad del cuerpo y
la salud de la mujer. Según los denunciantes, se otorgaba al dueño de la patente, en este
caso a la empresa Myriad, el control completo sobre los genes, con un monopolio de la
citada empresa para realizar el test correspondiente. Cabe aclarar que el examen descrito,
muy fuera del alcance económico de la generalidad de las mujeres, implicaba la secuencia-
ción completa del gen y tenía un costo de más de 3000 dólares. La demanda judicial, que
amparaba los argumentos de ACLU, por vía de apelaciones finalmente llegó a la Corte Su-
prema.
Una de las integrantes del equipo de abogados de la ACLU consideró: “La inaccesi-
bilidad de las pruebas, especialmente económicas, es uno de los temas clave de nuestro
caso”. Por su parte, en un artículo periodístico del New York Times, se afirmó que el costo
de 3000 dólares de las pruebas genéticas constituye un “obstáculo para muchas mujeres”.
La clave de la cuestión del debate jurídico era si la empresa Myriad inventó algo
nuevo. La respuesta fue que, si bien la empresa aumentó el conocimiento científico porque
identificó la conexión entre estos genes y el cáncer de mama, ello no implica que se pueda
otorgar una patente solo por identificar algo que se halla en la naturaleza”. Por su parte, Myriad
alegó que la empresa invirtió 500 millones de dólares en el desarrollo de su prueba y que el
46. Véase Tyrer vs Reino Unido, TEDH, (1978), Marckx vs Bélgica, TEDH, (1979), Loizidou vs
Turquía, TEDH (1995), entre otros.
47. http://www.sentirypensar.com.ar/nota532.html.
46
95% de los pacientes en EE.UU. puede acceder a través de seguros privados o de otras coberturas, con
lo cual el costo era de solo 100 dólares en promedio.48
Otro tema de cambio de sintonía del DIDH es, sin dudas, el de la responsabilidad
internacional. De la misma manera que en otras materias del derecho, el paradigma clásico
del derecho internacional fue reformulado. Aparecieron nuevos sujetos de derecho inter-
nacional que desalojaron la primacía del estado como único sujeto y agente generador de
normas jurídicas. Luego de esta ampliación de sujetos, en gran parte fruto del realismo
internacional, se ha tratado de centralizar la responsabilidad.
Ahora, en esta humanidad del siglo XXI, llamada posmoderna, se impone determinar
la verdadera eficacia del DIDH en cuanto a la responsabilidad efectiva.49
Atento a los acontecimientos históricos del final siglo XX y de los actuales del siglo
XXI previamente puede surgir la tentación de afirmar que la faz preventiva del DIDH ha
fracasado. Sin embargo, debemos analizar la complejidad de la situación de los conflictos
étnicos y religiosos de fin de siglo y los remedios que las normas han previsto. En ese
sentido, la subjetividad internacional, esto es, la posibilidad de reclamar internacionalmente
contra el Estado causante de un ilícito internacional tiene profundos contactos con la si-
tuación del orden democrático, del control popular y de la legitimidad (caso “Libia”, 2011).
Las masas humanas que van a ser objeto de las sanciones no pueden influir sobre sus
gobiernos para obligarlos a cumplir con los derechos humanos. Con esos antecedentes,
nos cuestionamos acerca de la superación de esa situación. No hay otra solución para este
conflicto que el establecimiento de un orden democrático con un adecuado control del
poder.50
La visión del mundo actual, pleno de violaciones masivas de los derechos humanos,
es que se presenta un poder de demanda que debe cubrirse con una oferta de normas
eficaces, bajo apercibimiento de que el orden internacional pierda eficacia sociológica y
que su nivel de cumplimiento quede reducido solo a una larga enumeración de buenos
propósitos que se firman y ratifican en tratados, pero que después no se cumplen.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido parámetros interpre-
tativos coherentes. En ese sentido, ha establecido: “El derecho internacional puede con-
ceder derechos a los individuos e, inversamente, determinar que hay actos u omisiones por
los que son criminalmente responsables desde el punto de vista de ese derecho. Esa res-
ponsabilidad es exigible en algunos casos por tribunales internacionales. Sin embargo, ac-
tualmente la responsabilidad individual puede ser atribuida solamente por violaciones
consideradas como delitos internacionales en instrumentos que tengan ese mismo carácter,
tales como los crímenes contra la paz, los crímenes de guerra y los crímenes contra la
47
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
51. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención (arts. 1 y 2
Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH, O.C. N°14, 09/12/1994, p 52 y 53.
52. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención (arts. 1 y 2
Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH, O.C. N°14, 09/12/1994, p. 56.
53. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención (arts. 1 y 2
Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH, O.C. N°14, 09/12/1994, p.57.
54. http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/4cf1a28b338cb842d1202a18ee8dbb4e.
48
modelo de Estado que se diseña para los próximos años y, en ese diseño, la tecnología
tiene un papel esencial.
En segundo término, la tecnología hace que delitos como las torturas, asesinatos,
desaparición de personas, etc. queden circunscritos al escenario tradicional. Estos avances
tienen un efecto de difusión y de destrucción inconmensurable. A veces un “enter” de la
computadora puede ser peor que una bomba.
En el futuro, hay nuevos peligros que acechan a la sociedad. Algunos de esos peligros
se desarrollan en las pantallas de las PC, íntimamente relacionados con el DIDH.
55. http://www.consumer.es/web/es/tecnologia/internet/2011/05/18/200588.php;
http://www.mymacom/el-gps-y-la-intimidad-del-trabajador.html.
56. http://www.berlin.de/sen/justiz/gerichte/kg/presse/archiv/20110315.1545.335632 .
57. http://transition.fcc.gov/DA-12-592A1.pdf).
58. Links de interés:
http://www.hastingslawjournal.org/wp-content/uploads/2012/03/Geissler_63-HLJ-897.pdf;
http://www.rtve.es/noticias/20110322/street-view-legal-alemania/418880.shtml;
http://www.dw.de/berlin-court-rules-google-street-view-is-legal-in-germany/a-14929074-1;
http://www.rtve.es/noticias/20120521/lituania-prohibe-fotos-google-street-view/530200.shtml;
http://www.neoteo.com/google-street-view-sale-de-alemania.
49
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Las nuevas tecnologías y las redes sociales están conformando un nuevo esquema
operando como herramientas de denuncia ante las violaciones de derechos humanos. En
esta circunstancia, el cambio tecnológico opera favorablemente en defensa del DIDH, va-
rios cientos de “me gusta” pueden variar una política.
Ahora bien, internet también presenta debilidades. Como afirma Reporteros sin
Fronteras: “Internet vuelve ineficaces los métodos de censura tradicionales, pero también
hay que tener en cuenta que algunos regímenes se dotan de estos recursos para vigilar a los
disidentes, especialmente vía Facebook y Twitter, e infiltrarse en sus redes”.60
Internet 3.0 surge como una herramienta de denuncia y de promoción del derecho a
la información, del cumplimiento y respeto de los derechos humanos. Ejemplos como el
15M o la “Primavera árabe” muestran el importante papel que las redes sociales han
59. http://www.lanacion.com.ar/1556196-drones-para-uso-civil-una-tecnologia-de-doble-filo.
60. http://www.lanacion.com.ar/1540900-para-evitar-los-escandalos-china-se-vuelve-aun-mas-es-
tricta-con-internet.
50
desempeñado como herramientas de comunicación y movilización social para un complejo
abanico de grupos, colectivos y fuerzas políticas y sociales de oposición. 61
La pregunta surge inevitable: ¿cuál es el papel que van a desempeñar los medios de
comunicación ante este nuevo paradigma? ¿Cómo operará el DIDH a partir de estas reali-
dades?
61. http://aui.es/index.php?body=dest_v1article&id_article=3378.
51
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La prueba de esa dificultad alcanza al lenguaje, que no tiene tiempo de traducir los
nuevos problemas y surgen las palabras “phishing”, “farming”, “hackers”, “grooming”,
“cyberbullyng”, Igualmente, está a la orden del día la expresión “viralizar” como sinónimo
de difundir o la otra expresión “lo bajé de internet”.
Este es un súper tema universal.
Veamos. Los usuarios de internet constituyen hoy la mitad de la población del
mundo, con un crecimiento de 500 millones de personas por año, o lo que es igual, medio
millón de personas por día, que equivale la población de la ciudad de Lanús o Lomas de
Zamora del conurbano bonaerense. En pocos años, se estima que el 80% de la población
del planeta estará conectado a internet.
Steve Jobs señaló que la mejor forma de predecir el futuro es crearlo. Marx imaginó
muchas cosas, en especial, la caída del capitalismo, pero nunca imaginó la revolución de
internet.
Nuestro experto informático, Christian Javier Vila me mira con piedad ante requeri-
mientos técnicos sin razonamientos lógicos. El que no está en internet no existe. Ser o no
ser, estar o no estar en las redes. Tecnología diez, normas cero, en las que todos somos
celosos de nuestra privacidad, pero estamos peligrosamente expuestos y, a veces, felices
ante la exhibición escandalosa.
La pregunta es irremediable: ¿qué futuro nos espera?
Internet es una maravilla con fortalezas y debilidades ¿Qué sucede con el espionaje
electrónico y los hackers vía Facebook y Twitter, que se infiltran en las redes, con fines
delictivos, sin sanciones? Diferentes jurisdicciones van soslayando rastros y eludiendo res-
ponsabilidades en el desierto normativo.
Lo paradójico. El ex agente de la CIA Edward Snowden alcanzó la celebridad de una
estrella pop por haber dado a conocer el producto de sus masivas operaciones de hacking
violando la ley denominada Patriota. Se lo busca por “alta traición” y, por otra parte, un
grupo de intelectuales londinenses lo ha propuesto como candidato al Premio Nobel de la
Paz argumentando que sus revelaciones han hecho del mundo un sitio más seguro.62 Mien-
tras tanto el Congreso estadounidense aprobó una ley que pondrá fin en seis meses a la
recolección masiva de datos telefónicos dentro del país.
Otra paradoja, ahora en el lenguaje: pasamos de la ley patriota, a la actual ley de la
libertad.
En resumen: Occidente no sabe si ofrecerle al personaje todo el cadalso o toda la
gloria.
Esa es la realidad tecnológica, pero hay algo más grave.
Hoy el Estado Islámico, el de los verdugos vestidos de negro, que decapita rehenes
y genera ráfagas de metralla virtuales y hackea a TV5 Monde 5 y genera una página deno-
minada “cibercalifato”, en la que instala un juego de palabras: “Je suis is” (Yo soy Isis).
¿Una nueva forma de invasión?
Lo mismo sucede en Latinoamérica, en la que los ciberataques están a la orden del
día y se ha dicho, que es diferente que entren a tu casa y te roben el dinero, a que entren a
tu casa y la incendien.
52
¿Qué hacer en el primer escalón de tecnología con o sin normas? ¿Un Robinson
Crusoe tecnológico?
Grandes innovaciones generan grandes problemas con sus respectivas soluciones.
Queremos seguridad, pero no estamos dispuestos a resignar la privacidad. Privacidad en
peligro o seguridad en peligro. La Constitución Argentina en el siglo XIX puso el dedo en
la llaga: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a
la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, quedan reservadas a Dios y exentas de la
autoridad de los magistrados” (Constitución Argentina, art. 19).
La privacidad está en jaque, mientras sobrevuelan los drones y los minidrones que
admiten la paradoja de que se requiere licencia para volarlos, en general, sin un régimen
jurídico que los regule. Muchas palabras, pocos hechos, mientras nos invade un enjambre
de minidrones de 50 gramos, abejas electrónicas que caben en la palma de la mano.
El riesgo, lo sabemos, se asocia a la innovación y en su momento, el tren o el auto-
móvil era criticado por los peligros que generaba. ¿Qué va a suceder con los drones?
Acercándonos al centro del problema: ¿qué hacer en el segundo escalón?
Pasaron más de 500 años desde la invención de la imprenta y ahora nos estamos
refiriendo a MB, a SMS, a WebCam, Skype, Facebook, Twitter, WhatsApp. ¿Nuevos tér-
minos, nuevas realidades?
A veces existe la sensación de que el proceso de cambios tecnológicos va en un as-
censor vertiginosamente, en tanto los cambios y, en especial, los del derecho, ascienden
por una escalera medieval con zapatos de buzo, paso a paso, lentamente.
En el plano normativo, algunos autores han afirmado con razón que, si un programa
de computadora puede cambiar con solo apretar una tecla, sería indispensable que el de-
recho se actualizara de la misma forma.
El derecho tradicional cede su protagonismo ante la realidad que impulsa este dere-
cho último modelo para adecuarse a la atmósfera existente con un impulso de cambio.
Pero la realidad es diferente.
Es difícil regular internet, pero la mayor dificultad es que verdaderamente, parece que
no queremos regular internet porque es un espacio de lujuriosa libertad con un sutil ano-
nimato y una diversión misteriosa que habíamos perdido. Se trata de un nuevo paraíso,
porque en internet podemos hacer muchas cosas, comprar y vender, chatear resguardados
en un sobrenombre (Nick name), hablar con nuestros seres amados, mandar y recibir fotos
y ofrecer en subasta on line la vieja máquina de escribir Remington.
¿Es conveniente que el antiguo derecho regule esas andanzas? ¿Se puede pensar en
una estación de trenes abandonada que no permite bajar o subir todo el tiempo?
La tecnología de internet con su sistema de información y comunicación es la antíte-
sis del derecho. Se trata de un horizonte de llanura, un espacio intrafronterizo un verdadero
territorio, en el que el mapa se define, se construye y se “deletea” todos los días. Un uni-
verso imposible, como el que Borges describió en “El Aleph”, mundos misteriosos, vi-
vienda irremediable de hoy.
Mientras tanto, con nuestras caras iluminadas por los teléfonos y computadoras, hay
que convivir con las normas existentes, interpretarlas dinámicamente y hacer de ellas el
motor propulsor de los desafíos del nuevo siglo, con defensa de la privacidad y con liber-
tad, en la sociedad tecnológica del paraíso descubierto.
53
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El DIDH ha sido y es el medio para encarar esta lucha entre el derecho y la tecnolo-
gía. Es así que la necesidad de proteger la información personal ante la realidad tecnológica
actual, exige que la protección de la privacidad sea reconocida como derecho indiscutible
de la persona humana.63
De hecho, el DIDH no ha sido ajeno a la protección de la privacidad. En la Decla-
ración Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre del año 1948 se dispuso:
“Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o
su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho
a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques” (art. 12). De la misma manera,
el principio fue reiterado en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos del 16
de diciembre de 1966 (Art. 17).64
En el ámbito europeo, en Roma, el 4 de noviembre de 1950, se instrumentó el Con-
venio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales que
brinda protección a la información personal en forma indirecta a través del derecho a la
privacidad, con el título “Derecho al respeto a la vida privada y familiar”: 1. Toda persona
tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspon-
dencia; 2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho,
sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que,
en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública,
el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protec-
ción de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás”
(art. 8).
Luego, en un avance significativo, se suscribió el Convenio 108 del Consejo de Eu-
ropa del 28 de enero de 1981, para la protección de las personas con respecto al tratamiento
automatizado de datos de carácter personal, ratificado por todos los Estados miembros.
Se regulaba a través de este el tratamiento de la privacidad, pero aún no se había reconocido
el derecho a la autodeterminación informativa.
Finalmente, en junio de 1999 el Consejo Europeo consideró oportuno volcar en una
Carta los derechos fundamentales vigentes en la Unión Europea. Esta Carta debía contener
los principios generales recogidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950
y los derivados de las tradiciones constitucionales comunes de los distintos países de la
Unión Europea, así como los derechos económicos y sociales enunciados en la Carta social
europea del Consejo y en la Carta comunitaria de los derechos sociales y fundamentales de
los trabajadores, así como los principios que se derivan de la jurisprudencia del Tribunal
de Justicia y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En diciembre de 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la Carta adqui-
rió el mismo carácter jurídico vinculante que los Tratados. Es así que la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, expresamente incorporó en la Unión Europea el derecho
63. Hassemer, W. y Chirino Sanchez, A.: El derecho a la autodeterminación informativa, Buenos Aires,
Editores Del Puerto, 1997, p.172.
64. Martínez Martínez, R.: Una aproximación critica a la autodeterminación informativa, Madrid, Thomson
54
humano a autodeterminación informativa, en su artículo 8º bajo el título de “Protección
de datos de carácter personal”: “1. Toda persona tiene derecho a la protección de los datos
de carácter personal que la conciernan”.
La comunidad internacional está alerta y preparada para atender los desafíos que
plantea la tecnología. El DIDH ha acompañado este desarrollo y ha operado exitosamente:
estamos protegidos.
65. http://blogs.infobae.com/veo-documentales/2013/02/24/el-maravilloso-mundo-de-la-
web/#more-168.
66. http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/25/internacional/1353868659.html.
55
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
2.11. Bibliografía
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http://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8 y discurso en
http://www.youtube.com/watch?v=hEu_mQ7qUwg.
67. Travieso, J.A.: “El Derecho Internacional Contemporáneo: claves para cambiar de rumbo”,
ILADIR-Revista Gobernanza Global, Año 1, n. 2, septiembre 2009
68. “Derechos Humanos, Derecho internacional e informática”, Revista Jurídica, Buenos Aires, La Ley,
1989.
69. Profesor Yoneji Masuda, de la Universidad de Aomori, fundador y presidente del Institute for the
Information Society y ex director el Japan Computer Usage Development Institute, “La sociedad
informatizada como sociedad post-industrial”, trad. cast. de J. Ollero y F. Ortiz Chaparro, Fundesco
& Tecnos, Madrid, 1984: p. 172 y p. 177.
56
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HLJ-897.pdf
http://www.rtve.es/noticias/20110322/street-view-legal-alemania/418880.shtml
58
Capítulo 3
3.1. Introducción
El siglo XXI ha dado comienzo a la era de los robots. La inteligencia artificial, la bioge-
nética y el big data están transformando nuestra vida cotidiana. Gradualmente, la presencia
de la robótica en las fábricas se irá expandiendo hacia el ámbito doméstico, convirtiéndose
en un producto de consumo masivo. La velocidad de esta transformación es fascinante y
preocupante al mismo tiempo.
Los pronósticos y lanzamientos de tecnologías exponenciales nos asombran con su
proximidad. Por ejemplo, todas las grandes automotrices mundiales están actualmente
desarrollando vehículos autónomos y se proyecta, que para el año 2035, haya 54 millones
de estos autos circulando en las ciudades. Otro ejemplo es el desarrollo de la realidad virtual
y cómo influirán a las interacciones sociales: Facebook, Google, Microsoft, Sony, HTC y
Suitable Technologies están invirtiendo billones de dólares en el desarrollo de telepresencia
y avatars con el fin de sumergir a los humanos en la realidad de lugares remotos. 1
Anteojos, relojes, smartphones, sensores y todo tipo de gadgets tecnológicos se están
perfeccionando y muchos de ellos se diseñan para que el hombre los incorpore a su cuerpo
(wearables). Pronto seremos, si ya no lo somos, cyborgs que lentamente robotizamos nuestra
vida cotidiana.
A través de impresoras y escáneres 3-D se pueden imprimir prótesis idénticas a los
huesos originales. Al mismo tiempo, se están replicando otros órganos a través de la ma-
nipulación genética. La próxima frontera es conquistar los misterios del cerebro, fuente de
1.Diamandison, P.: “The Future of Transportation: Flying Cars, Hyperloop, and Virtual Worlds”
publicado en el blog www.singulirityhub.com el 28 de junio de 2015: http://singulari-
tyhub.com/2015/06/28/the-future-of-transportation-flying-cars-hyperloop-and-virtual-worlds/.
59
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
los comandos centrales que operan el cuerpo y la mente. Las neurociencias ya han descu-
bierto maneras de leer los pensamientos y emociones humanas.
Con este avance de la humanización de la robótica, ya no sorprende cuando anuncian
que robots están escribiendo novelas y Kristian Hammond proyecta que para el año 2030
estas máquinas inteligentes escribirán el 90% de los artículos periodísticos. 2
El director de ingeniería de Google y co-fundador de Singularity University, Ray Kur-
tzweil, expuso que actualmente la compañía se ha embarcado en la misión de recrear la
inteligencia humana. Con la ayuda de big data, softwares, la neurociencia y la evolución de
los algoritmos se estaría replicando nuestra inteligencia para el año 2029. 3
Recrear nuestra inteligencia, ¿significaría producir robots con pensamientos, senti-
mientos, autonomía y derechos?
Los desarrollos de la inteligencia artificial no solo pretenden recrear la inteligencia
humana, sino mejorarla y hasta superarla. No son pocos los científicos que sostienen que
la evolución de las especies tal como la explica Darwing, será reemplazada por la evolución
artificial. Kurtzweil predice que la humanidad, tal como la conocemos, está en vías de
fusionarse con la tecnología: en el año 2030 los humanos seremos un híbrido entre el pensa-
miento biológico y el no-biológico. Los cerebros podrán conectarse con la nube y utilizar el poder
masivo de la computación. Para la década de 2040 se pronostica un pensamiento humano
predominantemente no-biológico: La parte no-biológica será inteligente y tendrá la capacidad de
modelar, simular y entender la parte biológica. Podremos tener un back-up de nuestro cerebro.4
Esto nos lleva a reflexionar sobre las implicancias del desarrollo tecnológico en la
concepción del ser humano. Los cuestionamientos ontológicos que derivan de estas pro-
yecciones, también obligan a revisar las premisas del concepto legal de la persona. Si en un
par de décadas estaremos conviviendo con robots, desarrollados a imagen y semejanza del
ser humano, ¿podrán ser considerados titulares de derechos o seguirán siendo simplemente
cosas? En el caso de que nos fusionemos con la tecnología, ¿estaremos frente a un nuevo
ser que trascienda al humano? Dar respuesta a la primera de estas incógnitas de acuerdo
con el actual estado de derecho internacional de los derechos humanos parece una obvie-
dad. Sin embargo, la tecnología suele “desactualizar” nuestras creencias con facilidad y a
una asombrosa rapidez.
Seguidamente se analiza, en primer lugar, la evolución de la robótica, las aplicaciones
de la inteligencia artificial y sus proyecciones. En segundo lugar, se profundizará el estudio
sobre la roboética, para aproximarnos a la distinción entre sujeto y objeto de derecho. Por
último, se analizarán los lineamientos filosóficos que sostienen la existencia de nuestro
actual sistema internacional de derechos humanos para poder realizar nuestras propias
proyecciones hacia el futuro, cada vez más próximo, de los derechos posthumanos.
2. Dorrieron, J.: “Computers Are Writing Novels, But Do You Really Want To Read Them?”.
Publicado en el blog: www.singularityhub.com el 09/11/2014 http://singula-
rityhub.com/2014/11/09/computers-are-writing-novels-but-do-you-really-want-to-read-them/.
3. Hillon, D.J.: “Exponential Finance: Ray Kurzweil Stresses Humanity’s ‘Moral Imperative’ in De-
60
3.2. La evolución de la robótica
5. Carr, N.: Atrapados: cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas, Buenos Aires, Taurus, 2015, p. 56.
61
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
el software que posibilite que robots tomen decisiones en forma completamente autó-
noma, simulando razonamientos humanos hasta llegar a superarlos.
En 1942 Isaac Asimov escribe en su cuento “Círculo Vicioso” las famosas Tres Leyes
de la Robótica:
1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que
un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, ex-
cepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
6. Arkin, R.: Governing Lethal Behavior in Autonomous systems, Boca Raton, FL, CRC Press, 2009.
7. European Robotics Research Network.
8. “Euron Roboethics Roadmap”, julio 2006, publicación online: http://www.roboethics.org/atel-
ier2006/docs/ROBOETHICS%20ROADMAP%20Rel2.1.1.pdf.
62
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta
protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
Más tarde en su carrera literaria, el propio Asimov agregaría la Ley Cero: ningún
robot puede dañar a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño.
Estas leyes surgen como medida de protección para los seres humanos y son ideadas en
sus cuentos, inspirado en su temor de que el ser humano en un futuro pueda desarrollar
máquinas que hipotéticamente pudieran revelarse y alzarse contra sus creadores. Pero tras
varios años, será el propio Asimov quien, en El Hombre Bicentenario, rechazará sus tres leyes
argumentando que el robot bajo esta normativa, podría convertirse en un esclavo de la
humanidad.9 ¿Encontramos el primer indicio de la existencia de derechos de dignidad y
libertad en cabeza de robots?
Las Tres Leyes de Asimov siguen siendo hasta hoy el punto de partida para el análisis
de las implicancias morales y éticas de la robótica. La roboética como disciplina fue defi-
nida recién en el año 2002 por Gianmarco Veruggio como una ética aplicada a la robótica,
cuyo objetivo sería desarrollar herramientas científicas, culturales y técnicas para compartir
con distintos grupos y creencias sociales. El objetivo de la roboética es promover y alentar
el desarrollo de la robótica para el progreso de la sociedad y los individuos humanos, pre-
viniendo su abuso contra la humanidad. Para Veruggio roboética no es la ética de los ro-
bots, sino ética humana para los diseñadores, usuarios y productores de robots. 10
De acuerdo con el estado actual del debate ético, EURON distingue cuatro formas
de analizar la robótica:
1. Los robots como objetos: los robots son máquinas sofisticadas y siempre
serán en última instancia objetos. Desde esta perspectiva, los responsables por la apli-
cación y respeto de los ideales éticos son los seres humanos y siguen siendo un objeto
bajo la responsabilidad de un humano.
2. Los robots tienen una dimensión ética: la tecnología distingue a la humanidad
como especie. Los humanoides son dispositivos simbólicos de la humanidad que po-
drían actuar éticamente.
3. Los robots son agentes morales artificiales: los robots son entidades que pue-
den ser involucrados en situaciones morales, que pueden ser utilizados para el bien o
para el mal, sin entrar en el debate si ejercen libre albedrío, estados mentales o res-
ponsabilidades. Asimismo, de acuerdo con su programación podrán ellos mismos ac-
tuar y generar conductas morales. En esta corriente de pensamiento la dificultad radica
en distinguir qué característica deben tener los robots para ser considerados agentes
morales, esto es, la capacidad de regular sus propias acciones en base a principios e
ideales morales. De acuerdo con algunas posturas filosóficas, solo el ser humano
puede ser un agente moral y vivir de acuerdo con pautas éticas.
Susan Leigh Anderson, en su estudio sobre la metaética de las máquinas, explica
las distintas posturas filosóficas y características esenciales para ser considerados agen-
tes morales: (i) Jeremy Bentham consideraba que poseer sensibilidad, esto es
63
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
capacidad para sufrir y sentir placer, brindaba capacidad moral; (ii) Immanuel Kant
sostuvo que solo aquellas entidades con conciencia podrían ser agentes morales y en
el siglo XVIII solo los humanos eran considerados seres conscientes; (iii) en el siglo
XX con la declaración de derechos humanos, Michael Tooley propuso que quienes
tienen derechos y los desean, son entidades morales; (iii) Tibor Machan opina que se
es un agente moral cuando se espera que la entidad se comporte moralmente; (iv)
Mary Anne Warren considera que la humanidad genética no es necesaria para consi-
derar a una entidad como “persona” y que personas de otras especies podrían ser
agentes morales si cumplen con las siguientes seis características: sensibilidad, emo-
cionalidad, razón, capacidades comunicacionales, conciencia y agencia moral.11
4. Robots como la evolución de una nueva especie: los robots evolucionan hacia
una nueva especie y podrán ser sujetos de derechos. Podrán tener conciencia, libre
albedrío y ser autónomos. Los robots podrán tener emociones, conciencia y derechos.
El grupo de pensadores, científicos y filósofos que sostienen esta postura son
los llamados transhumanistas que emplean la tecnología para mejorar la vida de las per-
sonas, aumentar la inteligencia y evolucionar a la especie.12 El transhumanismo re-
chaza la visión de la naturaleza como algo inalterable y defienden que el valor moral
del ser humano no se produce por pertenecer a una especie, sino por lo que hace. 13
En contraposición a los transhumanistas, se encuentran los bioconservadores (entre cuyos
pensadores encontramos a Leon Kass, Francis Fukuyama, George Annas, Wesley
Smith, Jeremy Rifkin y Bill McKibben), quienes generalmente se oponen a que la tec-
nología modifique la naturaleza humana, ya que podría poner en riesgo su dignidad.
Los bioconservadores pretenden preservar al humano como especie y mantener su
evolución a ritmo natural.14
Estas dos últimas posturas discordantes, tejerán en sus disputas ontológicas el futuro
del reconocimiento de los robots como sujetos de derecho y abren nuevas puertas para el
descubrimiento del futuro de los derechos humanos.
3.5. Robots y Seres Humanos. ¿Seres distintos o eslabones de una cadena evo-
lutiva?
11. Anderson, S.L.: “Asimov´s Three Laws of Robotics” and “Machine Metaethics” publicado online
el 10/03/2007 por Springer-Verlag London Limited 2007.
12. N. Bostrom et al.: 2003, The Transhumanist, FAQ, v. 2.1. World Transhumanist Association.
Webpage: www.transhumanism.org/resources/faq.html.
13. De Asís, R.: “El Marco ético de la Robótica” Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas.
Departamento de Derecho Internacional, Eclesiástico y Filosofía del Derecho Universidad arlos III de Madrid, n. 8
(2013).
14. Bostrom, N.: “In Defense of Posthuman Dignity”, Bioethics, v. 19, n. 3 (2005), Faculty of Philos-
64
y se ha distinguido de los demás animales, de acuerdo con las posturas antropocéntricas
seculares y las religiones occidentales. Pero ¿cuál es el factor o característica distintiva que
nos hace humanos? Las respuestas son variadas y han cambiado a lo largo de la historia: la
razón, el alma, el dolor, el lenguaje, la conciencia.
Parece ser que las respuestas siempre han sido no-orgánicas y que el cuerpo del ser
humano no participa de la definición de nuestra esencia. En el siglo XVII René Descartes
sentaría las bases filosóficas del dualismo cuerpo-mente: Soy una cosa que piensa, una sustancia
de la cual la naturaleza total o esencia consiste en pensar y que no necesita ningún lugar o cosa material
para su existencia.15
Paula Sibilia sostiene que en la actualidad se asoma una especie de neocartesianismo
high-tech, en el cual la vieja oposición cuerpo-alma correspondería a la par hardware-soft-
ware, inclinándose la balanza hacia la predominancia del software sobre nuestros cuerpos
orgánicos.16 El cuerpo es vulnerable, mortal, limitado y transitorio, en oposición a la mente
que puede evolucionar y superar a la muerte a través de la hibridación con el software.
Robin Zebrowski en la Conferencia sobre Posthumanismo de Roma 2013, expuso en su
análisis sobre tecnologías para el cuerpo humano (prótesis, implantes, biohacking), que en
términos filosóficos no se podría defender que ningún cuerpo o alguna de sus partes define
al ser humano como tal.17
La robótica brinda ejemplos prácticos para comprender este dualismo high-tech. Exis-
ten hoy en día robots humanoides que replican nuestra anatomía, postura y gestos, pero
siguen siendo objetos. Sin embargo, el futuro nos avizora la existencia de software capaz
de simular, replicar y hasta superar la inteligencia humana.
En 1950 Alan Turing18 fue uno de los primeros en separar al cuerpo de la inteligencia,
eligiendo esta última característica como la esencia del ser humano. El Test de Turing o
Juego de Imitación propone ciertos criterios para evaluar si una máquina puede pensar: si
se crease un programa informático capaz de replicar el pensamiento humano y la capacidad
de dialogar, logrando que los interlocutores fallasen en distinguirlo de un humano, enton-
ces, la computadora podría pensar.
Las máquinas no tardarían en pasar el Test de Turing, pero aun antes de que la tec-
nología superase las predicciones, las objeciones no tardaron en aparecer. Algunos objeta-
ron su reduccionismo al limitar el experimento al uso del lenguaje esbozando que, si bien
la capacidad lingüística era una pieza clave, existen otros elementos vinculados a la libertad
y la conciencia que nos distinguen de las máquinas. Otra objeción se basa en cuestionar si
un pensamiento simulado puede equipararse al original, porque cualquier simulación por
muy perfecta que sea, será una réplica no auténtica. John Searle, a través de su propio Test
65
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de la Habitación China,19 explica que tener una vida mental no puede derivarse del hecho
de que una máquina aprenda a manipular símbolos o ningún conjunto de reglas formales,
porque de ello no podría concluirse que la máquina tenga auténticos estados y proceso
mentales.
Por último, se puede hacer mención a la objeción orgánica, que esboza que el cerebro
no es una computadora y existe una necesaria relación entre mente y cuerpo, alegando la
importancia de la interacción con el medio ambiente y la percepción. Según esta postura,
el pensamiento informático es binario y el humano, en cambio, opera a través de la intui-
ción, es analógico y con pensamiento lateral, pudiendo a través del cuerpo experimentar
dolor físico y mental.20
Los planteos de Turing y los resultados que arroja su test son de suma importancia
en la actualidad para el análisis ético de la robótica. Lo que es importante destacar, es que
el cuestionamiento respecto a si las máquinas pueden o no pensar, sentir y aprender a sentir
emociones, arroja diversos y variados resultados. Esta diversidad, a veces, con puntos de
vista contradictorios, planteará en el futuro cercano dilemas legales que impactarán en la
concepción universal de los derechos humanos.
Ser o no ser, esa será la cuestión que la ley deberá ir flexibilizando para incluir o
excluir dentro del conjunto heterogéneo de sus sujetos de derecho. Ya se puede afirmar
que es imprescindible un debate ético-legal sobre la evolución de los robots, desde su con-
cepción como objetos de derecho hacia un sujeto de derecho.
19. John Searle propuso el Test de la Habitación China para analizar las implicancias de la inteligencia
artificial. Supuso la existencia de una habitación, en donde se van introduciendo frases en chino y se
le pide al sujeto dentro de la habitación que envíen fuera otro conjunto de símbolos respetando un
manual de instrucciones. Sin conocer una palabra de chino, podríamos estar comunicándonos con
el exterior gracias al manual de instrucciones, pero Searle propone que, sin embargo, estaríamos
aparentando hablar chino y que al final del experimento seguiríamos sin saber una palabra de dicho
idioma y sin siquiera saber que el manual eran instrucciones para mantener conversaciones en chino.
Para mayor información sobre este test y sus propias objeciones consultar Liz Gutiérrez, A.M. “Si-
mulando a Searle” publicado en Prax. Filo, Universidad del Valle, Cali, Colombia, n. 28 (2009), pp.
117-141.
20. Especialista en ciencias cognitivas Francisco Varela y el filósofo francés Jan Francois Lyotard
defienden esta última postura, ambos citados por Sibilia, P.: El hombre postorgánico, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 92, 93 y 94.
21. Blog de Ray Kurzweil: “The dawn of the singularity, a visual timeline of Ray Kurzweil’s predic-
66
Con este panorama, se avizora una evolución artificial de nuestra especie, donde la
evolución natural y gradual entendida en los términos de Charles Darwin sería reemplazada
por una vertiginosa transformación de nuestra especie a través de la genética, las neuro-
ciencias y la inteligencia artificial. El derecho y el concepto de hombre han evolucionado
a lo largo de la historia y se encuentra en constante cambio. Tanto en Atenas como en la
Roma Antigua, no existían “hombres”, sino “ciudadanos”, esto es personas libres pero no
se utilizaba el vocablo “humano”. Con el Cristianismo surge la idea de humanidad y la
existencia de una igualdad universal. El humanismo, basado en argumentos religiosos, sos-
tiene la existencia de una esencia humana universal y una ley natural.
El siglo XVIII vio nacer a las declaraciones de derechos naturales del hombre, inalie-
nables y eternos. Las primeras declaraciones de derechos fundamentales se basaron en
garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos frente al Estado (derechos de
libertad, dignidad e igualdad).22 La filósofa posthumanista Francesca Ferrando explica que
en la tradición occidental, solo un tipo de humano fue reconocido como tal: hombre,
blanco, occidental, heterosexual, físicamente capaz, propietario. 23 El concepto de los de-
rechos del hombre en estas declaraciones implicaba la existencia de una autoridad estatal,
que con los años ser iría internacionalizando hasta el reconocimiento de derechos humanos
universales.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, se codificaron a través de declaraciones y tra-
tados internacionales los derechos universales, incluyendo a niños y mujeres expresamente
entre sus sujetos de derecho. Las personas se convirtieron en ciudadanos del mundo, pro-
tegidos por una legislación universal que no solo incluirán derechos de primera generación,
sino que en dicha normativa se reconocieron los derechos fundamentales económicos,
sociales y culturales. Con antecedentes en la Constitución mexicana de 1917 y la Constitu-
ción de alemana de Weimar de 1919, se fortaleció el movimiento del Constitucionalismo
Social de la década del 40. El constitucionalismo social no se limita a declarar derechos
para limitar al poder y exigir abstenciones, sino que amplía la intervención del Estado para
exigir prestaciones positivas.24
La tercera generación de derechos fundamentales, en atención al orden histórico en
que aparecieron, se agrupan en un conjunto de derechos heterogéneos tales como: la paz,
la solidaridad, la cooperación, la preservación del medio ambiente, la autodeterminación,
protección de datos personales, etc. Esta tercera generación de derechos es el producto de
los nuevos paradigmas que presenta la actual sociedad. El constante desarrollo de las nue-
vas tecnologías y, en especial de la informática, han creado la necesidad de una adecuada
protección legal del derecho a la intimidad. En un principio, el derecho a la intimidad fue
reconocido como un derecho de primera generación para limitar las intromisiones de ter-
ceros o del Estado en el espacio privativo o reducto inviolable de la libertad individual. En
22. Carta Magna de 1215, la Petition of Rights de 1677, la Habeas Corpus Act de 1679, el Bill of
Rights de 1689 y las primeras constituciones de las colonias que integrarían los Estados Unidos de
América.
23. Ferrando, F.: “Posthumanism” Kilden Journal of Gender Research, publicado por Centre for Gender
67
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
el ámbito internacional, existe una serie de tratados que expresamente contemplan la pro-
tección de la vida privada.25
Cuando la sociedad fue evolucionando hacia una sociedad de la información, y se
empezaron a confeccionar bases de datos personales, perfiles de consumo, tráfico de datos
ordinarios y sensibles, se empezó a desarrollar una conciencia jurídica sobre la necesidad
que los sujetos controlen los datos e informaciones que otras personas tienen sobre ellos
y que hacen a su identidad, su personalidad y dignidad.
Estos nuevos fenómenos sociales dieron nacimiento a un nuevo derecho fundamen-
tal derivado del derecho a la intimidad: la autodeterminación informativa. Las primeras
constituciones nacionales que reconocieron manifiestamente el derecho a la protección de
los datos personales fueron la Constitución Portuguesa de 197626 y la Constitución Espa-
ñola de 1978.27
Se ve claramente a través de esta breve reseña histórica de los derechos humanos
internacionales, que nunca se pudo llegar a un acuerdo sobre qué compone esa “esencia”
humana y cuáles son los derechos fundamentales de este sujeto de derecho. Los derechos
humanos están en constante transformación, adaptándose el concepto mismo de humani-
dad, a la coyuntura política, económica y social de su época.
Douzinas, en su investigación sobre el Fin de los Derechos Humanos, propone que
el concepto “humano” está vacío de contenido y que puede ser aplicado a un número
infinito de significados. Pero la humanidad de los derechos humanos no está vacía de con-
tenido, porque son justamente las conquistas, las declaraciones y las revoluciones, la que
han dado valor a esta retórica: Desde un punto de vista no-esencialista, los derechos son construcciones
altamente artificiales, un accidente histórico de la historia intelectual y política de Europa. El concepto de
derecho pertenece al orden simbólico del lenguaje y la ley, y determinan su alcance y ámbito de aplicación,
prescindiendo de categorías sólidas ontológicas…28
Aplicando esta perspectiva, cualquier entidad puede devenir en un sujeto de derecho
y los derechos humanos podrán ser extendidos a nuevas áreas y personas, así como tam-
bién podrán en el futuro incluir nuevas prerrogativas hoy impensadas. Douzinas se atreve
a afirmar en su estudio, que los derechos humanos no pertenecen a los humanos ni persi-
guen los mandatos de la humanidad; ellos construyen humanos: Un ser humano es quien puede
proclamar con éxito derechos humanos.29
25. La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su art. 12 señala que nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, lo que es recogido por el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de Naciones Unidas (art. 17 inc. 1).
26. Artículo 35 de la Constitución Portuguesa de 1976. Utilización de la informática. 1. Todos los
ciudadanos tendrán derecho a tomar conocimiento de lo que conste en forma de registros mecano-
gráficos acerca de ellos y de la finalidad a que se destinan las informaciones y podrán exigir la recti-
ficación de los datos, así como su actualización. 2. No se podrá utilizar la informática para el
tratamiento de datos referentes a convicciones políticas, fe religiosa o vida privada, salvo cuando se
trate de la elaboración de datos no identificables para fines estadísticos. 3. Se prohíbe atribuir un
número nacional único a los ciudadanos.
27. Ortega Giménez, A.: “El Derecho Fundamental a la Protección de datos de Carácter personal en
68
El posthumanismo contemporáneo es la corriente de pensamiento que mejor des-
cribe esta flexibilidad de concepción del ser humano. Los posthumanistas comparten la
opinión que el ser humano es un concepto variable y mutable, siendo en sus bases filosó-
ficas post-atropocéntricos. Esta corriente de pensamiento abandona la primacía del ser
humano, pero tampoco la reemplaza por la preeminencia de otras especies (como por
ejemplo la inteligencia artificial). Francisca Ferrara explica que el posthumanismo puede
ser entendido como post-exclusivista: una filosofía empírica que reconcilia las existencias,
abandonando los dualismos confrontativos y desmitificando la polarización ontológica.30
En su charla TedxSiliconeAlley en el año 2012 31 sobre “Humans, Cyborgs, Posthumans” pro-
puso que los derechos humanos evolucionarían hacia derechos de la existencia: no importa
si uno tiene un cuerpo humano, si es un robot o una figura quimérica, la mera existencia
brinda derechos.
Nick Bostrom, al estudiar la dignidad posthumana, sostiene que será un trabajo de
los próximos años crear estructuras sociales inclusivas que reconozcan autoridad moral y
derechos legales a todo aquel que lo necesite: hombre o mujer, blancos o negros, orgánicos
o de silicona.32
Siguiendo con esta línea de pensamiento, en la medida que los cuerpos humanos se
vayan fusionando con la tecnología y pierdan su organicidad o cuando la inteligencia arti-
ficial sea capaz de reemplazar nuestros cuerpos por completo y transformar al ser humano
en una nueva especie, los derechos humanos también irán flexibilizando su concepto para
incluir nuevas formas de existencia.
3.6. Conclusiones
30. Ferrando, F.: “Posthumanism, Transhumanism, Antihumanism, Metahumanism, and New Mate-
rialisms: Differences and Relations”, Existenz, The Karl Jaspers Society of North America, v. 8, n. 2
(2014), pp. 26-32.
31. https://www.youtube.com/watch?v=RGjMUw03Bv0
32. Bostrom, N.: “In Defense of Posthuman Dignity”, Bioethics, Faculty of Philosophy, University of
69
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
humanidad atravesada por la tecnología construirá un ordenamiento legal para los posthu-
manos. La clave será resguardar la dignidad, respetar la diversidad y sentar las bases de una
convivencia tolerante con las distintas existencias.
3.7. Bibliografía
70
Kurzweil, R.: “The dawn of the singularity, a visual timeline of Ray Kurzweil’s predic-
tions”, octubre 13, 2015. http://www.kurzweilai.net.
Liz Gutiérrez, A. M.: “Simulando a Searle” publicado en Prax. Filos No. 28, Cali (Colom-
bia), Universidad del Valle, enero-junio 2009, pp. 117-141.
Ortega Giménez, A.: “el Derecho Fundamental a la Protección de datos de Carácter per-
sonal en España” Revista de Derecho Informático No 121, agosto 2008.
Sibilia, P.: El hombre postorgánico, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 86-
87.
Turing, A.: “La Maquinaria de Computación y la Inteligencia” (1950) en Boden, M.
(comp.): Filosofía de la Inteligencia Artificial, México, Fondo de Cultura, 1994, p. 53-
81.
Veruggio, G. y Operto, F.: “Roboethics: Social and Ethical Implications of Robotics”, en
Siciliano, B. y Khatib, O.: Spinger Handbook on Robotics, Berlín-Heidelberg,
Springer-Verlag, 2008, pp. 1499-1524.
71
Capítulo 4
"La grandeza de una nación puede juzgarse por la forma en que trata a sus animales."
Mahatma Gandhi (1869-1948)
4.1 Introducción
1Leopoldo Prieto López, El espíritu de la filosofía moderna en sus rasgos esenciales. Thémata, Re-
vista de Filosofía. Nro. 43.2011. pág. 340
73
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
74
contra la especie, incluyendo en esta categoría la contaminación y la destrucción del am-
biente natural.
Por último, el mismo prevé que los organismos de protección y salvaguarda de los
animales deben ser representados a nivel gubernamental y que los derechos del animal
deben ser defendidos por la ley, como lo son los derechos del hombre.
Los Estados miembros del Consejo de Europa consideran que “el hombre tiene la obli-
gación moral de respetar a todas las criaturas vivientes y que los animales de compañía tienen una relación
especial con el hombre”.
Asimismo, son conscientes de las diferentes condiciones que rigen la adquisición,
mantenimiento, la cría comercial y no comercial y la eliminación de y el comercio de ani-
males de compañía.
A tal fin, el Convenio Europeo de protección de animales de compañía constituye
un marco jurídico para los países miembros del Consejo de Europa, incluyendo los de la
Unión Europea, mediante el cual se fijan principios básicos con el fin de asegurar protec-
ción a los “animales de compañía”. Dicha Convención fue adoptada el 13 de noviembre
de 1987 y entró en vigor el 1 de mayo de 1992.
Entre sus enunciados, encontramos la prohibición de intervenciones quirúrgicas
cuyo objeto es modificar la apariencia del animal, como así también establece la edad mí-
nima necesaria para adquirir un animal de compañía y prohíbe la venta a personas menores
de dieciséis años sin el consentimiento expreso de sus padres o de las personas que ejerzan
la patria potestad.
Asimismo, prevé que toda persona que posea un animal de compañía para la repro-
ducción se encuentra obligada a considerar las particularidades fisiológicas anatómicas y
de comportamiento que puedan poner en peligro la salud y el bienestar de las crías o de la
hembra.
Por otro lado, regula el uso de los mismos en publicidades, espectáculos, muestras, o
concursos, y excluye la administración de tratamientos o sustancias que potencien o dis-
minuyan su rendimiento habitual.
Por último, el mismo estipula que no se deberá adiestrar a ningún animal de compañía
de tal modo que se perjudique su salud y bienestar, como así también establece las condi-
ciones que deben darse para sacrificarlos y los métodos que se deben utilizar.
Ahora bien, es menester mencionar el Tratado de Ámsterdam de 1997, el cual incor-
poró al Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea el Protocolo 33, sobre la “Protec-
ción y el Bienestar de los Animales” mediante el cual prevé el deber de “garantizar una mayor
protección y un mayor respeto del bienestar de los animales como seres sensibles”.
Asimismo, el mencionado Protocolo establece que la Comunidad Europea deberá
tener en consideración el bienestar de los animales al proponer y emplear políticas comu-
nitarias de toda índole (traslado, agricultura, mercado e investigación).
Es por ello que, al analizar la regulación de diversos países, encontramos que el Reino
Unido y Austria poseen la prohibición de criar animales con el fin de hacer uso de su piel,
a diferencia de Croacia, en donde recién a partir del 1 de enero de 2017 comenzó a regir
75
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
dicha prohibición luego de más de diez años del dictado de la Ley de Protección de los
Animales en su país.
Por otro lado, el derecho austriaco, en el año 1988, ha introducido en su normativa
civilista la exclusión de los animales de ser considerados cosas en propiedad, disposición
que luego fue plasmada en la Constitución Nacional protegiendo la vida y el bienestar de
los animales.
En el caso de Alemania, inspirada por el derecho austriaco, reformó el Código Civil
Alemán, estipulando que los animales serán protegidos por leyes especiales y se les aplica-
rán las disposiciones para las cosas, siempre que no exista otra previsión normativa. Luego,
la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania estableció “El Estado protegerá,
teniendo en cuenta también su responsabilidad con las generaciones futuras, dentro del marco del orden
constitucional, los fundamentos naturales de la vida y los animales a través de la legislación y, de acuerdo
con la ley y el Derecho, por medio de los poderes ejecutivo y judicial” -Der Staat schützt auch in Veran-
twortung für die künftigen Generationen die natürlichen Lebensgrundlagen und die Tiere im Rahmen der
verfassungsmäßigen Ordnung durch die Gesetzgebung und nach Maßgabe von Gesetz und Recht durch die
vollziehende Gewalt und die Rechtsprechung-.
4.3 ¿Los animales son sujetos de derecho? Posiciones a favor y en contra. Pers-
pectivas y análisis
Los animales son considerados, en la mayoría de los países, como bienes u objetos
con la particular aptitud de trasladarse de un lugar a otro por sí mismos.
La diferencia entre personas y las cosas no es una división completa de la realidad.
Nuestra propia sensibilidad, nos indica que, entre las cosas, en su naturaleza de la palabra,
no contemplamos incluir a los animales. Me atrevo a decir que, no solo desde la sensibili-
dad de lo sentimental, sino que si nos abstraemos de la codificación o de lo que común-
mente escuchamos o leemos, no le atribuiríamos el valor de cosa a un animal por el solo
hecho de serlo.
En palabras de Robert Spaemann "El jinete que fustiga a su caballo en la carrera, o que tras
haber saltado la valla le hace caricias en el cuello, parte de que el caballo, en lo que se refiere a la manera
en que tales estímulos actúan sobre él, se parece más a él mismo, al jinete, que a un coche de carreras. E
incluso el sádico que tortura animales no haría lo que hace si el animal fuera una cosa: no se tortura por
sadismo a las cosas".
Luego de la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia (Cambridge Declaration
on Consciousness) firmada en el ámbito de conferencias –conformadas por neurocientífi-
cos, neurofarmacólogos, neurofisiólogos y neuroanatomistas- respecto de la conciencia en
los animales humanos y no humanos, ha quedado de manifiesto que los animales no hu-
manos son capaces de sentir y de padecer miedo y sufrimiento.
Es también importante mencionar que existen corrientes que consideran que las per-
sonas –en término antropocentrista- poseen cierta prioridad a la hora de evaluar la titula-
ridad de derechos, por el simple hecho de considerarse mayormente desarrollados en
inteligencia.
Ahora bien, si en ello debemos basarnos, no todas las personas poseemos el mismo
nivel de inteligencia y, sin embargo, no por ello dejamos de tener en mayor o menor me-
dida, la titularidad de ciertos derechos.
76
Enrolados en dicha doctrina, podemos escuchar que los derechos los posee solo el
ser humano ya que es el hombre quien crea los derechos para sí y quien posee la capacidad
de razonar. Allí identificamos que entonces, los animales no pueden crearlos y las personas
no los crean para ellos, sino que es posible conformar una serie de obligaciones, compor-
tamientos adecuados, de respeto hacia ellos pero siempre dirigidos hacia las personas,
como medida y centro de todas las cosas.
2 “Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales y otros contra
GCBA sobre amparo”
3 “Presentación efectuada por A.F.A.D.A respecto del Chimpancé “Cecilia”- Sujeto No Humano”
77
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
manejar símbolos en la comunicación, conciencia para expresar emociones tales como la alegría, frustracio-
nes, deseos o engaños, organización planificada para batallas intra-específica y emboscada de caza, poseen
habilidades metacognitivas; poseen estatus moral, psíquico y físico; poseen cultura propia, poseen sentimien-
tos de afecto (se acarician y se acicalan), son capaces de engañar, usan símbolos para el lenguaje humano y
utilizan herramientas”
“Resulta innegable que los grandes simios, entre los que se encuentra el chimpancé, son seres sintientes
por ello son sujetos de derechos no humanos. Tal categorización en nada desnaturaliza el concepto esgrimido
por la doctrina. El chimpancé no es una cosa, no es un objeto del cual se puede disponer como se dispone
de un automóvil o un inmueble. Los grandes simios son sujetos de derecho con capacidad de derecho e
incapaces de hecho, en tanto, se encuentra ampliamente corroborado según la prueba producida en el presente
caso, que los chimpancés alcanzan la capacidad intelectiva de un niño de 4 años.”
“La doctrina nos ilustra respecto a las dos líneas teóricas que justifican el reconocimiento de los
derechos de los animales: “En primer término se presentan las tesis de corte utilitarista que encuentran su
primera formulación en el pensamiento de Bentham, quien postula como sujeto moral a todo aquel capaz
de sentir placer o dolor, y ante la afirmativa eleva a sujetos de derechos a todos aquellos que cumplan esta
condición, comprendidos entre ellos los individuos del reino animal. En la misma línea, Salt por su parte
aboga a favor del reconocimiento de los derechos de las razas animales inferiores. Este desarrollo teórico
culmina con la obra de Peter Singer quien define el sufrimiento como característica vital a partir de la cual
debe atribuirse la condición de sujeto de derecho. Propone un criterio “antiespecista”, solicitando un trata-
miento igualitario entre todos los sujetos de derecho independientemente de su especie…La segunda vertiente
teórica es la que podemos denominar ecología profunda y da fundamento al trabajo de Zaffaroni citado en
el fallo de la C.F.C.P. Parte de la base de la hipótesis Gaia del Teólogo Leonardo Boff según el cual “La
tierra es un organismo vivo, es la Pachamama de nuestros indígenas, la Gaia de los cosmólogos contempo-
ráneos. En una perspectiva evolucionaria, nosotros, seres humanos, nacidos del humus, somos una única
realidad compleja. Entre los seres vivos e inertes, entre la atmósfera, los océanos, las montañas, la superficie
terrestre, la biósfera y la antropósfera, rigen interrelaciones. No hay adición de todas esas partes, sino
organicidad entre ellas. Esta naturaleza o Pachamama como organismo vivo es para esta teoría titular de
derecho y consecuentemente persona…” (MUÑIZ, Carlos M., “Los animales ante la Ley. De Objetos y
Sujetos”, Ed. La Ley, AR/DOC/594/2016)”
Por otro lado, es menester mencionar que la Ley 14.346 establece la pena de prisión
de quince días a un año, al que infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad
a los animales. Entre lo considerado malos tratos, se incluye no alimentar en cantidad y
calidad suficiente a los animales domésticos o cautivos, azuzarlos para el trabajo mediante
instrumentos que, no siendo de simple estímulo, les provoquen innecesarios castigos o
sensaciones dolorosas, hacerlos trabajar en jornadas excesivas sin proporcionarles des-
canso adecuado, según las estaciones climáticas, emplearlos en el trabajo cuando no se
hallen en estado físico adecuado, estimularlos con drogas sin perseguir fines terapéuticos
y emplear animales en el tiro de vehículos que excedan notoriamente sus fuerzas. Entre
los actos de crueldad identificamos la práctica con fines que no sean científicamente de-
mostrables y en lugares o por personas que no estén debidamente autorizados para ello, la
mutilación de cualquier parte del cuerpo de un animal, la intervención quirúrgica de ani-
males sin anestesia y sin poseer el título de médico o veterinario, con fines que no sean
terapéuticos o de perfeccionamiento técnico operatorio, salvo el caso de urgencia
78
debidamente comprobada, el abandono, lastimar y arrollar animales intencionalmente,
causarles torturas o sufrimientos innecesarios o matarlos por sólo espíritu de perversidad
y realizar actos públicos o privados de riñas de animales, corridas de toros, novilladas y
parodias, en que se mate, hiera u hostilice a los animales.
Dicho esto, podemos decir que el bien jurídico protegido por la mencionada ley es
el derecho del animal a no ser objeto de la crueldad humana. La interpretación del fin
perseguido por el legislador implica que el animal no es una cosa, no es un semoviente sino
un ser vivo sintiente.
En contraposición -al menos interpretativa- debemos mencionar que el art. 227 del
Código Civil y Comercial se refiere expresamente a los semovientes, al disponer: “Son
cosas muebles las que pueden desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa”.
4.5 Conclusiones
En palabras de Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas entre 1997 y
2006: “Los grandes simios son parientes nuestros. Como nosotros, se transmiten el conocimiento, tienen
vida social y fabrican herramientas y medicinas. Se comunican con la gente y se reconocen. Sin embargo, no
los hemos tratado con el respeto que se merecen”
Ningún animal tiene todos los atributos de las mentes humanas; pero casi todos los
atributos de las mentes humanas se encuentran en algún animal u otro. Sin embargo, la
mayoría de los científicos ahora sienten que pueden decir con confianza que algunos ani-
males procesan información y expresan emociones de maneras que van acompañadas de
una experiencia mental consciente.
“La vida no pertenece a la especie humana; y el ser humano no es ni el creador ni el dueño exclusivo
de la vida. La vida pertenece igualmente a los peces, insectos, mamíferos, pájaros y hasta las plantas. En
el mundo viviente el ser humano ha creado una jerarquía arbitraria que no existe en la naturaleza y que
sólo toma en cuenta las necesidades de la raza humana”4
En palabras de Atilio Aníbal Alterini (...) “la conmoción del sistema jurídico resultante de
trastrocar a los objetos de derechos en sujetos de derechos es en todo caso innecesaria, pues el modo de hacer
efectiva la protección resulta de las normas que la asignan: en lo que concierne a los animales todo depende
de las reglas relativas a la protección de su bienestar, a la incriminación de los malos tratos y de los actos
de crueldad, así como del discreto uso de los principios de prevención y de precaución (...). En definitiva, se
79
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
trata de las pautas culturales de cada sociedad, que son tanto más valiosas cuando más propenden a proteger
la vida -cualquier forma de vida-, a exaltar su calidad y a repudiar cualquier acto que provoque sufrimiento
en los seres vivos (...)”.5
80
PARTE II
CONFLICTOS DE DERECHOS
Este libro ha sido dividido en partes. Un libro es una construcción, pero un relato no
necesariamente lo es.
Las partes de una historia son la introducción, el cuerpo y la conclusión. No quiere
decir que todas las partes sean de la misma forma, pues las partes de una sinfonía se ex-
presan, por lo general, en movimientos, prestíssimo, presto, allegro, hasta grave, que es el mo-
vimiento más lento, cada uno de ellos, representa una velocidad que se imprime en la
música. En general, se divide en tres o cuatro movimientos, cada uno con un tempo y
estructura diferente.
Por eso es que el significado de las partes no es unívoco. No todo lo que se ve es lo
que realmente se ve. Lo que sucede es que el todo no es la suma de las partes, sino mucho
más.
Vale la pena observar esta figura y se podrá poner en valor esta afirmación. Las cosas
no son exactamente lo que se ve.
Esa es la idea del conflicto, en el que el derecho tiene a veces mayor protagonismo
que la vida misma.
La idea es verificar que la pugna entre derechos no es trivial. Lamentablemente no
hay un disneyland jurídico, con la fantasía hecha realidad.
En verdad, este es un capítulo en dos pasos con una quebrada, que no es un precipi-
cio en el medio de los dos trabajos. Ruiz Martínez es un crítico impenitente, con un espacio
para exponer sus críticas.
El conflicto se presenta como una encrucijada, un cruce de caminos y hay que optar
por una u otra salida. El mensaje de este capítulo, lo adelanto, es que la salida es armonizar,
articular los derechos. Ese es el problema y la solución. Esa solución, comprendo que tiene
costos y los asumo en la defensa de los derechos de las personas.
81
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
…El hombre miró a su alrededor y no había amanecido aún. Tenía sueño y la luz de
las probetas iluminaban la escena. Había sentimientos encontrados en su mente, recuerdos
que se entremezclaban y que pugnaban entre la necesidad de hacer lo que le dictaban su
ego inteligente y otras conmociones que lo llevaban al pasado.
82
Capítulo 5
LOS DERECHOS HUMANOS EN CONFLICTO.
CONFLUENCIAS, ALTERNATIVAS Y ARMONÍAS
Por Juan Antonio Travieso
5.1. Introducción
En este libro, y en especial en este capítulo, nos proponemos producir una apertura
conceptual. Por supuesto que esta propuesta no es pacífica, sino que se plantea para el
debate, para abrir la cabeza a nuevos conceptos.
Hemos elegido este camino, porque no es habitual en los libros de derecho aludir a
los temas vinculados con los conflictos de derechos, esto es abordar las interferencias de
los derechos en su aplicación práctica. Generalmente se analizan las instituciones, pero no
se plantean los cortocircuitos entre ellas.
La idea, en general, es transitar por la llanura y evitar los obstáculos. Se habla de la
electricidad, pero no de los cortes de luz. Una vida feliz.
Sin embargo, la realidad no es así. Lo cierto es que siempre, o casi siempre, hay una
tendencia en el derecho a asignar dificultades y obstáculos, especialmente cuando no exis-
ten puntos simples de partida. Convengamos, de todas maneras, que afirmar que un tema
es complicado y que ofrece dificultades en la primera página, es un pasaporte a evitar la
lectura o a rechazar de plano la argumentación. A pesar de ello, vamos a emprender la tarea
atravesando el desierto en soledad, con la certeza de que nos iremos uniendo en islas,
archipiélagos y continentes de nuevos y dinámicos enfoques.
En marcha.
Todos creemos, con razón, que una encrucijada es un cruce de caminos, una situa-
ción comprometida con varias posibilidades en la que hay que elegir una. Por eso es que
hemos elegido el título, con un lenguaje infrecuente en la materia. Se nos ha criticado di-
ciendo que el título es más de autoayuda que de derecho. Si así fuera, celebraríamos que se
interpretara como un auxilio, apoyo y contención para los lectores.
De esta manera, entendemos que el derecho opera en estos casos como el argumento
de una historia. Se presenta como un dique o revelación. En el primer caso, el dique inte-
rrumpe o, a veces, paraliza las diversas interpretaciones. En la segunda opción, se plantea
como una revelación que irrumpe, para ofrecer un panorama o un proyecto, que luce como
una faena para videntes o visionarios. Ese es el trabajo habitual de los abogados, solucio-
nadores de conflictos de derecho, aunque verdaderamente es, también, nos guste o no, la
dinámica básica de la vida.
El punto es adivinar el contenido de esos caminos, elegir la ruta, con soluciones para
problemas concretos y, de esa manera, establecer las confluencias, alternativas y armonías.
83
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Con el propósito de crear suspenso, el final del cuento queda para la conclusión de
esta presentación con una advertencia para ansiosos: prohibido adelantarse, como suele
hacer una amiga con los films de internet.
Volviendo al tema, para superar los conflictos del derecho hay que acertar las señales
que nos permitan salir de los laberintos.
El hombre o mujer del derecho tienen siempre el recurso de volver a sus barrios
intelectuales, arrabales habituales del conocimiento que son los ámbitos propios, y que
vamos desarrollando día a día en nuestro camino de estudiantes y abogados.
Hegel ha afirmado: “Las tragedias originales no son los conflictos entre el bien y el
mal, son conflictos entre dos derechos”, y efectivamente, desde el umbral de esta presen-
tación nos dirigimos hacia esos conflictos que muchas veces se transforman en tragedias,
al no respetarse los derechos humanos, tan legítimos y supremos como los de la sociedad
en su conjunto.
Hace unos años nos planteamos en uno de nuestros primeros trabajos cuestiones
vinculadas con el lenguaje del derecho.1
Uno, a veces, tiene la idea de un sentido constructivo del derecho, y se confirmó ese
punto de vista, pues advertimos que las normas se iban componiendo como piezas de un
rompecabezas. Allí, nos concentramos en cada uno de los cubos del rompecabezas sin
poner en juego otros elementos para el análisis, porque el lenguaje era la clave en la que
nos aproximamos para interpretar instituciones del derecho.
Era como ver un álbum de fotografías y empezar a reconocer a las personas de cada
una de ellas. Pero se trataba de un álbum estático, en el que cada fotografía era separada
de las demás y solo ensamblaba en las historias de las personas. Allí percibimos que está-
bamos ante el primer conflicto a resolver.2
1. Lenguaje y Derecho en los espacios marítimos, Publicación Jurisprudencia Argentina, diciembre, 1980.
2. Travieso, J.A.: “Derecho Internacional Público”, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012.
84
Se nos presentó un primer obstáculo. Sin dudas, la naturaleza del lenguaje y más
precisamente del lenguaje jurídico, creaba conflictos que producían consecuencias jurídicas
diferentes a las previstas por los diseñadores de las normas.3
Este lenguaje natural, típico del derecho, tiene los siguientes problemas o conflictos:
• expresiones ambiguas;
• palabras vagas;
• textura abierta.
Volvamos al derecho. Los pasos o procedimientos para realizar una adecuada armo-
nización son los siguientes: 1) operatividad, 2) definición, 3) cuantificación, 4) tipificación
y, 5) constitución.
Referirnos a instituciones del derecho implica tanto poner en acción estos cinco pa-
sos conceptuales como hacer operativo un concepto jurídico, definirlo, luego referirlo a la
cantidad, tipificarlo y constituirlo.
Veamos un ejemplo en materia aeronáutica. Primero, procedemos al diseño del avión
en la etapa de la operatividad. En segundo lugar, definimos sus partes, alas, fuselaje, ruedas.
Luego cuantificamos, asignamos un número a cada ítem: dos alas, doce ruedas, dos turbi-
nas, capacidad para x pasajeros, tal velocidad. Después la tipificación, esto es, la aeronave
y sus características técnicas, altura de vuelo, aviónica, etc. Finalmente, la construcción, es
decir, una vez cumplidos todos los pasos, el avión está armado como si fuera un rompe-
cabezas.
Y ahora a volar.
Volvamos a la tierra. Una vez enfocados los aspectos señalados, se presenta el eterno
conflicto de la naturaleza jurídica, espacio ineludible de la interpretación jurídica.
Verdaderamente, uno de los debates más cruciales del derecho consiste en la deter-
minación de la naturaleza jurídica de una u otra institución.
Al camino para la determinación de la naturaleza jurídica, tradicionalmente, se lo hace
coincidir en la subsunción del concepto inferior con el superior, y remarca, que de no ser
posible esta operación, se obtiene una descripción pero no su sistematización.
3. Hubo autores que estudiaron en profundidad la cuestión, y el más destacado ha sido Genaro R.
Carrió. Ver Bulygin, E. (coord.): “El lenguaje del Derecho. Homenaje a Genario Carrió,” Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1983.
4. Jorge Luis Borges: Golem, 1958.
85
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Esa es la tarea que, en general, forma parte de la vida diaria del abogado, es el ABC
de los estudiantes de derecho, es lo que básicamente enseñamos los profesores, y lo que
forma parte del día a día de los abogados.
La tarea del profesor es formativa y consiste en hacer de cada estudiante un detective.
De esa forma, el futuro abogado se maneja como una suerte de agente, que debe investigar
cuál es la naturaleza jurídica, para empezar a colocar las cosas y los conceptos en su lugar.
Todos nosotros somos investigadores, detectives de naturalezas jurídicas. Es como
ordenar un conjunto de cosas desordenadas. Si fuera ropa, la ordenaríamos por tamaño,
por color, por textura, invierno o verano, etc. Esa tarea clasificatoria es esencial para orde-
nar el desorden.
5.Incluso el ámbito de aplicación se extiende a las decisiones obligatorias adoptadas por los órganos
de la ONU, con facultades atribuidas, como el Consejo de Seguridad. Informe del Grupo de estudio
de la CDI en doc. cit. en 3, p. 15, parág. 40, citado por Aldana Rohr en su tesis de maestría de la
86
sobre cualquier otra obligación internacional. La segunda excepción es en relación con las
normas imperativas de derecho internacional, llamadas de jus cogens, que no pueden ser
derogados por ninguna norma dispositiva y que solo pueden ser modificadas por normas
posteriores del mismo carácter.
Ahora bien, se han presentado conflictos, en especial, al analizar situaciones con res-
pecto a la consideración de la norma de jus cogens de prohibición de la tortura, por ser
reconocida de jerarquía superior a cualquier otra norma de derecho internacional.
El otro problema se presenta en el caso de conflicto entre dos normas jerárquica-
mente superiores, esto es, entre el mencionado art. 103 de la Carta de la ONU y el jus cogens.
En ese caso, se ha dicho que la relación normativa “solo podrá establecerse de manera
contextual, teniendo en cuenta… el principio de armonización. 6
Primera estación
Facultad de Derecho, UBA, “Normas de Interés General en el Régimen de Responsabilidad Internacional del
Estado”.
6. Ídem, Aldana Rohr, pág. 16, con cita de varios fallos de tribunales internacionales.
7. Constitución Nacional, Art. 19: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofen-
dan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero están solo reservadas a Dios, y exentas
de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no
manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”.
8. Código Civil, Art. 1071 bis: “El que arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena, publicando
87
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Código Civil, junto con el art. 13 inc. 1 de la CIDH. Realizó dicha armonización con sen-
tido común y con una aplicación progresista del derecho.
En este caso, el derecho internacional de los Derechos Humanos ha servido para
superar el estrecho concepto de intimidad o privacidad expuesto casi dentro de un acti-
vismo judicial por un juez progresista como Samuel Brandeis en el siglo XIX, y definido
como “el derecho a ser dejado a solas”.
La Corte Suprema potenció las disposiciones del art. 19 de la Constitución Nacional
y del art. 1071 bis del Código Civil, y las conjugó con las normas internacionales de los
derechos humanos. Una conexión imprescindible y sólida con muchas consecuencias para
el derecho.
Por supuesto que el conflicto no luce en principio tan complicado, pues las normas
internacionales sustentan la privacidad de manera más sólida que las demás. Deseamos
aclarar que en esta presentación, utilizaremos de manera similar los términos “intimidad”
y “privacidad” sin perjuicio de sus diferencias y matices. 9
b) Otro nuevo caso de conflicto de derechos, que se graduó de leading case fue “Ek-
mekdjian c/ Sofovich”.10
En este caso, se trata un tema trascendental, toda vez que dicho conflicto se presenta
entre derecho internacional y derecho interno.
La solución se fundamentó en la aplicación del art. 27 de la Convención de Viena
sobre Derecho de los Tratados11, antes de referirse al derecho a la información y respuesta
del art. 14 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH).12
En realidad, este fallo reactualizó un debate largamente postergado por la jurispru-
dencia argentina.
En el tema del conflicto de derechos, en una primera etapa, la doctrina tradicional
argentina, equivocadamente consagró la primacía del derecho interno sobre el internacio-
nal a través de la norma del art. 31 de la Constitución Argentina, considerando la
vancia de los tratados: una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 46”.
12. CADH, Art. 14: “Derecho de Rectificación o Respuesta 1. Toda persona afectada por informa-
88
supremacía de las leyes sobre los tratados. Esa posición fue sistemáticamente sostenida en
los casos “Esso”13 y “Martin”.14 y 15.
El principio erróneo aplicado consiste en que los tratados y las leyes constituyen las
normas supremas de la Nación y, por lo tanto, no hay fundamento normativo para asig-
narles prioridad a unos sobre otras. Esto significa que, siendo normas del mismo rango, se
le aplican los principios de especialidad y temporalidad, anteriormente explicados. Esa fue
la doctrina imperante en la Argentina durante muchísimos años. Ese era el derecho que se
enseñaba y esa era la solución de los conflictos entre tratados internacionales y leyes.
En el caso “Ekmekdjian c/ Sofovich”, la Corte Suprema planteó nuevos puntos de
análisis. En primer lugar sostuvo que la aprobación de la Convención de Viena sobre De-
recho de los Tratados confiere primacía del derecho internacional sobre el derecho interno
(Considerando 18), sin discriminar entre la Constitución Nacional y una ley, agregando en
el Considerando 17 que “la derogación de un tratado internacional por una ley del Con-
greso violenta la distribución de competencias impuesta por la Constitución Nacional”…
y esa circunstancia “constituiría un avance inconstitucional del Poder Legislativo Nacio-
nal”.
Ahora y después de la reforma constitucional de 1994, el conflicto ha quedado solu-
cionado y, por tanto, afirmamos que los tratados están por encima de las leyes y en este
sentido, no es posible afirmar como en el caso “Martin” que las leyes posteriores derogan
a las anteriores. Afortunadamente, concluyó el conflicto con el art. 75 inc. 22, primer pá-
rrafo, de la Constitución: los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.
Es evidente que se produjo un giro de ciento ochenta grados respecto de la jurispru-
dencia anterior, solucionándose un conflicto con potencialidad suficiente para hacer incu-
rrir a la Argentina en responsabilidad internacional, en el caso de incumplimiento de
tratados internacionales. Por otra parte, como veremos más adelante, debemos agregar que
los tratados de derechos humanos no son tratados comunes.
Segunda estación
13. “Esso S.A. Petrolera Argentina c/ Nación Argentina s/repetición” (Fallos 271).
14. “Martin y Cía. Lda. c / Administración General de Puertos s/repetición de pagos”, Fallos 257:199
(1963).
15. Guillermo Moncayo: “El rol de la jurisprudencia de los tribunales internacionales en materia de derechos
89
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
16.Travieso, J.A.: “Derechos Humanos y Derecho Internacional”, Heliasta, Buenos Aires, 1993 y sucesivas
reediciones.
90
varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su
jurisdicción” (Opinión Consultiva, núm. 2 de octubre de 1982).
Por tanto, la Convención no solo vincula a los Estados partes, sino que otorga ga-
rantías a las personas. Por ese motivo, justificadamente, no puede interpretarse como cual-
quier otro tratado.
La Constitución Argentina prescribe que ella misma, las leyes que en su consecuencia
se dicten y los tratados internacionales, son la ley suprema de la Nación. Los tratados deben
estar de acuerdo con el derecho público establecido en la Constitución y, por tanto, no
pueden oponerse a ella (arts. 27 y 31, Constitución Argentina).
La doctrina y la jurisprudencia internacionales, tal como se expresó, consideran que
la Constitución, las leyes internas o los tratados, no pueden derogar los derechos humanos,
que subsisten aun en situaciones de emergencia. Por supuesto que los derechos humanos
forman parte de un catálogo muy amplio y se presentarán interacciones entre derechos.
Interacciones, que no pueden soslayar los conflictos entre normas, problemas que de al-
guna manera han sido superados por medio de la jerarquización normativa en la última
reforma constitucional argentina de 1994 (Constitución Argentina, art. 75 inc. 22).
¿Cuáles serán las bases para la solución de los conflictos?
a) En primer lugar, la definición amplia de los tratados de derechos humanos, tal
como lo establece la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
b) Siempre habrá que tener en cuenta la aplicación pro homine que permite dar un salto
cualitativo a los derechos y proveer una fórmula amplia para la solución de hipotéticos
conflictos, teniendo en cuenta que los derechos en este caso constituyen un piso y no un
techo.
En ese sentido, se ha afirmado: “Sin perjuicio de la autonomía de cada orden jurídico
para determinar los modos de su integración, para establecer el orden jerárquico de sus
normas y, por lo tanto, individualizar los criterios para resolver y superar los eventuales
conflictos que puedan plantearse, la pluralidad de fuentes apuntada impone una compati-
bilización respecto del alcance de los derechos protegidos y las obligaciones asumidas por
los Estados”.
Asimismo, se ha considerado: “El principio pro homine es un criterio hermenéutico
que informa todo el derecho de los derechos humanos… Este principio coincide con el
rasgo fundamental del derecho de los derechos humanos, esto es, estar siempre a favor del
hombre”.17
17.Pinto, M.: “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los derechos
humanos”, en http://www.corteidh.or.cr/tablas/20185.pdf
91
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
18. Serna, P.: “Derechos Fundamentales: el mito de los conflictos. Reflexiones teóricas a partir de un supuesto juris-
prudencial sobre intimidad e información,” en Humana Jura 4, Pamplona, 1994, pp. 197-234, citada por el
autor en el prólogo a la tesis de Juan Cianciardo: “El conflictivismo en los derechos Fundamentales”,
EUNSA, 2000, p. XVI.
19. Alexy, R.: “Teoría de los Derechos Fundamentales”, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997.
20. Cianciardo, J.: “El ejercicio regular de los derechos. Análisis y crítica del conflictivismo”, Ad Hoc, Buenos
Aires, 2007.
21. Esa obra fue oportunamente comentada por el autor.
22. Travieso, J.A.: “Derecho Internacional Público”, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012, pág. 780. Así,
por ejemplo, Pérez Tremps ha afirmado que no todos los derechos constitucionales son auténticos
derechos fundamentales. Esta última denominación tiende a reservarse para algunos derechos cons-
titucionales que la norma fundamental ha considerado como núcleo central del status jurídico del
individuo. Pérez Tremps, P.: “Los derechos fundamentales”, en AA.VV.: Derecho constitucional, vol. I,
Valencia, Tirant lo Blanch, 2002, p. 143.
92
otra observación, en relación con que si se denomina a una parte como derecho funda-
mental, cabe considerar que hay otros derechos que no revisten ese carácter y ese de por
sí constituye un nuevo conflicto, pues no todos los derechos constitucionales son derechos
fundamentales.
Hecha esta aclaración, y en busca de la armonía, en esta presentación se utilizarán
ambas denominaciones indistintamente, aunque, por las razones expuestas, usaremos pre-
ferentemente la palabra derechos humanos. No es cuestión de agregar un problema a cada
solución, o bien formar parte de un nuevo y continuado problema.
23. Extraído del prólogo a la tesis de Juan Cianciardo: “El conflictivismo en los Derechos Fundamentales”,
EUNSA, 2000, pág. XVI.
24. Bobbio, N.: “El problema de la Guerra y las vías de la paz”, Gedisa, Barcelona, 1992B.
25. Cianciardo, J.: “El conflictivismo en los derechos fundamentales”, EUNSA, Pamplona, 2000.
26. Prieto Sanchis, L.: “Constitucionalismo y garantismo”, en Carbonell, M. y Salazar, P. (Ed.): Garantismo,
93
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Por otra parte, para ir consolidando y avanzar en el camino, hay varias tesis que fun-
damentan diferentes criterios para solucionar los conflictos de derechos, que se analizarán
a continuación.
28. Delpiazzo, C.E. (coord.): “A la búsqueda del equilibrio entre privacidad y acceso” en Protección de datos y
acceso a la información pública, Agesic-FCU, Montevideo, 2008.
Salas, R. L: “Los conflictos de derechos. Una propuesta alternativa” en Letras jurídicas: revista de los investigadores
del Instituto de Investigaciones Jurídicas U. V., Nº. 14, 2006.
www.letrasjuridicas.com/Volumenes/14/lopez14.pdf
29. Citado por Juan Cianciardo en “El ejercicio regular de los Derechos. Análisis y crítica del conflictivismo”, Ad
94
sopesando, nivelando, volviendo a las redundancias, balanceando calculadamente los de-
rechos en pugna.
Por regla general, se ha criticado a los partidarios de esta tesis por no proporcionar
criterios para realizar la ponderación”30, esto es, las razones que hacen que un derecho pese
más que otro.
Esta afirmación coincide con el criterio de Cianciardo, quien considera que la pon-
deración no parece una actividad racionalmente controlable, con la dificultad adicional de
que no hay una nómina, catálogo o índice de los criterios que permiten decidirse por uno
u otro derecho en juego. Además de lo expuesto, se suma la dificultad de postergar alguno
de los derechos en pos del otro y, “si algo ha caracterizado al discurso de los derechos
humanos desde su aparición, es precisamente su resistencia a la postergación”. 31 Esta re-
flexión suele exhibirse en diversos fallos, al fundamentar esa postergación en una presunta
mayor relevancia de uno u otro de los derechos.
De esta manera, pues, el tema es que, como expresamos, uno de los derechos debería
sacrificarse en aras del otro.
Por lo tanto, Delpiazzo concluye: “Por eso, partiendo de la necesaria interpretación
armónica de los derechos, impuesta no solo por la unidad del sujeto humano, sino también
por la regla general de interpretación constitucional sistemática, en casos de concurrencia
de derechos, la labor del intérprete debe centrarse en pensar cada uno de los derechos en
juego desde su contenido esencial, a efectos de determinar, no el “peso” concreto de los
mismos para apreciar cuál es más importante o cuál debe rendirse, sino cuál de ellos com-
parece y cuál no en el caso concreto”.32
La pregunta que surge inmediatamente, es acerca del impacto de la limitación de un
derecho frente a los demás, pues ello puede llevar a la idea de una desarmonía permanente,
un conflicto continuo, una constante colisión en el ejercicio de derechos.
Al respecto, se ha considerado: “los derechos, a diferencia de los intereses de las
personas, son armónicos (…). Los seres humanos tenemos pretensiones y somos capaces
de advertir que los demás también las tienen, y que para cada uno la propia pretensión
constituye una verdad incontestable”.33
Igualmente, se ha dicho: “Un orden jurídico se construye al advertir esta igualdad de
los diferentes individuos, que es precisamente lo que origina la concurrencia o el conflicto
potencial. Si el otro es tratado como un obstáculo, como una cosa, no hay orden jurídico,
sino violencia; pero si es reconocido como un igual, se podrá tratar de armonizar la propia
aspiración con las ajenas y, sobre la base de una verdad común, construir una regla de
30. Serna, P. y Toller, F.: “Interpretación Constitucional de los Derechos Fundamentales”, cit., pág. 7. y autor
citado Esteva Gallicchio, E.: “Los conflictos entre el derecho a la información y el derecho al honor en el Derecho
comparado”, en Revista de Derecho de la Universidad de Montevideo, Año I, Nº 1, Montevideo, 2002, pág.
92.
31. Cianciardo, J., op. cit., pág. 133.
32. Delpiazzo, C., op. cit.
33. Serna, P. y Toller, F.: “Interpretación Constitucional de los Derechos Fundamentales”, La Ley, Buenos
95
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
convivencia, esto es, un orden jurídico”.34 Una verdadera hoja de ruta para elaborar un
orden jurídico, ladrillo por ladrillo.
Por tanto, la regla no es el conflicto. La regla no es el problema, sino la solución de
este. Porque en realidad, en la colisión entre derechos, se ha planteado que la regla general,
es la conciliación y resolución del conflicto de derechos. La clave será promover los dere-
chos más “nucleares, configurativos de la personalidad de cada sujeto, para desde allí irra-
diarlos hacia los derechos corticales o que se refieren a la exteriorización de dicha
personalidad en la convivencia social”.35
Otro punto de vista que se ha aplicado para solucionar los conflictos de derechos, es
la aplicación de la proporcionalidad, que opera en sistemas que permiten un mayor acti-
vismo judicial y funciona como garantía de orden procesal o bien como una obligación de
respetar el contenido de los derechos. En ningún caso se establece una definición precisa
de la proporcionalidad, y ello la hace dificultosa en su aplicación concreta.
En una terminología estrictamente jurídica, se ha abordado el mismo tema desde la
perspectiva del “método de las compensaciones” ante situaciones que implican colisión
entre dos derechos humanos fundamentales, y donde el jurista, o el juez en su caso, deben
optar por uno de ellos en detrimento de otro. 36
Como se advierte, y en síntesis, las posiciones lucen antitéticas, pues los partidarios
de cada tesis se enfrentan con los demás, a veces, sin posibilidades de conciliación.
Es así que algunos autores hacen prevalecer uno de los derechos enfrentados (jerar-
quización) y otros, en general, intentan armonizar, coordinando los derechos entre sí (pon-
deración o balanceo), en una suerte de jerarquización ad causam.
Otros autores, han considerado que “lo esencial es no violar el contenido esencial del
derecho, pues se ha dicho con razón que el contenido esencial es el límite de los límites”.
Así pues, se considera que el contenido esencial consiste en la naturaleza jurídica del
derecho preexistente a su formalización legislativa o como contenido mínimo.
Por su parte, otro autor, Jesús Ballesteros, también señala que los derechos humanos
pueden ser limitados por otros derechos humanos y, en ese caso, la cuestión es determinar
qué sucede con los conflictos entre ellos.
Se afirma, en general, como lo hemos expresado, que no hay soluciones a priori o en
abstracto, debiendo atenderse a las circunstancias del caso concreto, considerando la im-
portancia de los derechos en conflicto, su peso respecto al caso concreto y en todo caso,
preservando el contenido esencial de ambos derechos en conflicto. 37
Recordemos nuevamente a Bidart Campos cuando decía: “es el hombre, con su dig-
nidad, con su naturaleza, con su personalidad, el que propone la materia de los derechos
humanos”. Desde ese mirador, no es una quimera atender al contenido esencial de los
derechos.
34. Ibídem. Serna, P. y Toller, F.: “Interpretación Constitucional de los Derechos Fundamentales”, La Ley, Bue-
nos Aires, 2000.
35. Cea Egaña, J.L.: “El sistema constitucional de Chile”, Síntesis crítica, pág. 171 y sig.
36. Sagüés, N.P.: “Metodología para la enseñanza de los derechos humanos”, LL, 1995-C-920.
37. Ballesteros Llombart, J. y otros: “Derechos Humanos”, Colección Educación, Laboratorio de mate-
riales.
96
5.7. El conflicto de derechos al rojo vivo: la tensión entre privacidad y acceso
a la información
38. Basterra, M.I.: “El derecho fundamental de acceso a la información pública”, cit., pp. 411 y ss. y 416 y ss.
39. Oliver-Lalana, Á.D.: “Internet como fuente de información accesible al público: pensando en el derecho de pro-
tección de datos en su contexto social y jurídico”, en Rev. de Contratación Electrónica, Año 2006, Nº 77, pág. 24.
97
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
y además que el núcleo duro determinante del derecho a la protección de los datos perso-
nales es la dignidad humana40, mientras que el derecho de acceso a la información pública
se sustenta en la transparencia connatural a la servicialidad de la Administración.” 41 Una
conclusión muy similar a la de German Bidart Campos, que expusimos con anterioridad y
que hace al plano general del derecho.
Otros autores han sostenido: “La protección de datos personales es más estrecha que
la privacidad en el sentido de que la privacidad ha sido interpretada como extraviándose
en los ámbitos de los derechos de la personalidad y la autonomía, mientras que la protec-
ción de datos, tiene como objetivo poner en marcha un conjunto de reglas para el manejo
de datos personales”.42
Pero, a su vez, los datos personales pueden considerarse como un universo contene-
dor del concepto de privacidad: “…se comprende un conjunto de reglas para el trata-
miento de los datos personales que cubren asuntos más allá del alcance de las medidas de
protección de la privacidad.43
Asimismo, otros han considerado: “Los datos personales que obren en poder del
Estado son en principio información reservada y, por lo tanto, no podría accederse a ellos
a través del procedimiento de acceso a la información pública, ni aun por sus titulares”.44
Así, pues, advertimos que a los métodos de jerarquización y ponderación o “balan-
cing”, se incorpora la propuesta alternativa de ajustamiento de los derechos, vía que pro-
pone armonizar los derechos a partir de su contenido esencial. 45 En realidad, armonizar es
concertar y la idea de concierto es hacer de una heterogeneidad un conjunto homogéneo.
A esta altura de la exposición, no hay dudas acerca del reconocimiento del derecho
de acceso a la información pública como derecho humano, punto con el que no discrepa-
mos.
Según decía el Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Luis B. Brandeis: “Sun-
light is said to be the best of disinfectants” (“la luz del sol es el mejor desinfectante”).46
Además, hay que celebrar que cada vez con más insistencia se habla del derecho a conocer,
40. Delpiazzo, C.E.: “Dignidad humana y Derecho”, cit., pág. 27 y sigtes.; Gros Espiell, H.: “La dignidad
humana en los instrumentos internacionales de derechos humanos” cit., p. 9 y ss.; Cagnoni, J.A.: “La dignidad
humana. Naturaleza y alcances”, cit., pág. 65 y ss.
41. Delpiazzo, C.E.: “Derecho Administrativo Uruguayo”, Porrúa - UNAM, México, 2005, pág. 7 y ss.
42. McDonagh, 2011, citado por Natalia Torres en “Acceso a la Información y datos personales: una vieja
Serie Bibliotecología y Gestión de Información, publicada desde octubre de 2005 por el Departa-
mento de Gestión de Información de la Universidad Tecnológica Metropolitana, Dr. Hernán Ales-
sandri, 722, 6º piso, Providencia, Santiago, Chile, www.utem.cl
45. Toro Justiniano, C.: “Derecho de acceso a la información pública: comentarios a un fallo clave de la Corte
pleta es: “Publicity is justly commended as a remedy for social and industrial diseases. Sunlight is
said to be the best of disinfectants; electric light the most efficient policeman. And publicity has
already played an important part in the struggle against the Money Trust”.
98
del “right to know”47, indispensable en una democracia representativa, y que se encuentra
en el corazón de este tema.
Daniel J. Solove se ha preguntado: ¿cómo se puede reconciliar la tensión entre pri-
vacidad y acceso a la información pública? ¿El acceso a la información pública debe ser
sacrificado en el altar de la privacidad? ¿La privacidad debe evaporarse a favor del gobierno
para desinfectarse con la luz del sol?” (La traducción es nuestra). 48
Piñar Mañas, por su parte, considera que resulta en efecto imprescindible aclarar la
relación existente entre transparencia y protección de datos, sobre todo teniendo en cuenta
que la transparencia es capital para el desarrollo de una sociedad abierta y democrática, y
que el respeto a la protección de datos no debe considerarse un obstáculo al derecho de
acceso a la información, pero sin olvidar que una de las excepciones que pueden invocarse
al ejercer el derecho de acceso a la información, es la derivada del derecho a la protección
de datos o de la existencia de información o documentos que afecten a la intimidad de las
personas, así como de información que afecte a la seguridad ciudadana.
Westin ha señalado con acierto: “El estado moderno totalitario se basa en la clandes-
tinidad para el sostenimiento del régimen, pero con alta vigilancia y divulgación para todos
los demás grupos. La sociedad democrática se basa en la libertad de prensa como control
del gobierno y la privacidad como protector de las personas o grupos” (la traducción es
nuestra)”.49
Por su parte, Michael Gentot, ex Presidente de la CNIL (Comisión de Informática y
Libertades de Francia), afirmó: “El hambre por la transparencia por un lado y la preocu-
pación por la protección de la vida privada por el otro: son dos formas de protección
contra el Estado Leviatán que tienen el objetivo de restablecer el equilibrio entre el ciuda-
dano y el Estado” (Gentot, 1999).50 Una perfecta armonización en la sociedad perfecta o
bien perfectible.
Lo que hay que tener en cuenta es que los derechos no tienen por qué autodestruirse.
Lo esencial es que se potencien y se acentúen, cada uno en la etapa y circunstancia que
corresponda. No es un derecho en lugar del otro, sino, precisamente, un derecho con el
otro en conjunto: la protección de datos personales para proteger la privacidad y el acceso
de datos personales para proteger la transparencia de la administración y preservar contra
la opacidad.
47. Véase por ejemplo Blanton, T.S.: “The World’s Right to Know”, en Foreign Policy, julio-agosto 2002,
p. 50
48. The Digital Person. Technology and Privacy in the Information Age, Nueva York, New York University
Press, 2004, pág. 150. “How can the tension between transparency and privacy be reconciled? Must
access to public records be sacrificed at the altar of privacy? Or must privacy evaporate in order for
government to be disinfected by sunlight?”
49. Privacy and Freedom, Nueva York, Atheneum, 1967, pp. 23-25. The modern totalitarian state relies
on secrecy for the regime, but high surveillance and disclosure for all other groups… the democratic
society relies on publicity as a control over government, and on privacy as a shield for group and
individual life.
50. Nuestro homenaje personal al Prof. Dr. Michael Gentot, quien nos ha honrado con su amistad.
99
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
51. Toro Justiniano, C.: “Derecho de acceso a la información pública: comentarios a un fallo clave de la Corte
Europea de Derechos Humanos” en
http://www.revistas.uchile.cl/index.php/ADH/article/viewFile/11485/11846
52. Párrafo 35 de la sentencia.
53. La Corte utiliza la expresión “social watchdog”, sugiriendo que determinados actores –entre ellos
la prensa, pero no únicamente esta– actúan como “perros guardianes” del gobierno y la gestión
pública.
54. Ibídem. Constanza Toro Justiniano.
100
Hay otros fallos. En efecto, la Corte Europea de Derechos Humanos en el conocido
caso “Guerra vs Estado Italiano” determinó: “el Estado italiano había violado el derecho
a la vida privada y familiar, por no proveer a los damnificados de información esencial que
les hubiera permitido evaluar los riesgos que ellos y sus familias corrían si seguían viviendo
en Manfredonia, ciudad particularmente expuesta a los peligros de un eventual accidente
en la fábrica (de fertilizantes). La Corte Europea decidió, entonces, que el ejercicio del
derecho a la vida privada y familiar no solo requiere una abstención de injerencia por parte
del Estado, sino también el deber de producir y hacer conocer información sobre afecta-
ciones al medio ambiente que pudieran provocar un perjuicio cierto al ejercicio de ese
derecho. Cumplida esa obligación, son los particulares quienes deben decidir el lugar de su
residencia, teniendo en vista los peligros o molestias a los que puedan verse enfrentados”.55
Por otra parte, en el caso “Caffaro”, C 265/07, la Corte estableció: “el objeto de la
directiva 95/46/CE es que los Estados miembros, al tiempo que permiten la libre circula-
ción de datos personales, garanticen no obstante la protección de las libertades y de los
derechos fundamentales de las personas físicas y, en particular, del derecho a la intimidad,
en lo que respecta al tratamiento de dichos datos”. 56
Ahora bien, en el fallo citado, también se estableció que no será posible alcanzar ese
objetivo, sin conciliarlo con otros derechos fundamentales, como el derecho a la libertad
de expresión, que tiene por finalidad la conciliación de dos derechos fundamentales: la
protección de la intimidad y la libertad de expresión.
El Tribunal evaluó que es necesario obtener una ponderación equilibrada de los dos
derechos fundamentales, la protección de datos personales y la libertad de expresión.
Como se advierte, se han tensado los dos extremos del debate, quedando como saldo
la ponderación equilibrada de los derechos.
55. Corte Europea de Derechos Humanos, “Caso Guerra vs Italia”, sentencia de fecha 19 de febrero
de 1998.
56. Corte Europea de Derechos Humanos, “Caso Caffaro srl vs Azienda Unità Sanitaria Locale
la Convención Americana, en relación con las obligaciones establecidas en los artículos 1.1 (Obliga-
ción de Respetar los Derechos) y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de Derechos Interno).
101
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
y un Proyecto de deforestación que se llevaría a cabo y podía ser perjudicial para el medio
ambiente e impedir el desarrollo sostenible de Chile.
La idea fundamental de este fallo, ha sido que el actuar del Estado debe encontrarse
regido por los principios de publicidad y transparencia en la gestión pública, lo que hace
posible que las personas que se encuentran bajo su jurisdicción ejerzan el control demo-
crático de las administraciones estatales, de forma tal que puedan cuestionar, indagar y
considerar, si se está dando un adecuado cumplimiento de las funciones públicas. El acceso
a la información bajo el control del Estado, que sea de interés público, según el fallo, ad-
mite la participación en la gestión pública, a través del control social que se ejerce con
dicho acceso.
La cuestión que se ha planteado es si este fallo tiene relación directa con los aspectos
referentes a la privacidad y, en su caso, el conflicto del derecho de acceso a la información
con esta. Más adelante volveremos sobre el tema.
5.7.4.1. Introducción
102
Para tomar conciencia de la dimensión que reviste el adecuado ejercicio del derecho
a la información pública, veamos algunas preguntas que suelen plantearse: “¿Deben ser
públicas las declaraciones de ingresos, bienes y actividades? ¿Debe publicarse la identidad
de todas las personas que perciben fondos públicos y los términos de los contratos y sub-
venciones por enfermedades? ¿Los datos de los niños que pretenden ingresar a un colegio
deben ser públicos? ¿Las calificaciones del colegio primario, secundario y universitario de-
ben estar on line?”.
Hay una situación muy habitual que se repite diariamente. Cuando alguien quiere
tener información sobre alguna persona, surge de inmediato la solución: búscalo en Goo-
gle.
Lo cierto es que todos de una forma u otra estamos a “tiro de Google”, a tal punto
que se ha inventado el neologismo, un nuevo verbo: “googlear”, para indicar la actividad
descrita. Eso no es todo, porque la información permanece por los siglos de los siglos.
Solo nos queda un misericordioso “Amén” para nuestros datos privados, mientras vaga-
mos desnudos por el ciberespacio, con la memoria despierta y el olvido ausente.
Lo curioso es que muchas personas, precisamente, quieren salir de la privacidad y
colocar su vida íntima a la vista de todos en una exhibición muchas veces escandalosa.
5.7.4.2. Hechos
En el próximo capítulo veremos el caso con detalle. Por ahora, un adelanto, tipo
gragea. Veamos ahora los hechos del caso. La actora CIPPEC solicitó al Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación el listado de beneficiarios de planes sociales, de los inter-
mediarios que los adjudican y los datos de gastos, aplicación y ejecución de los programas
“Plan Nacional de Seguridad Alimentaria”, “Plan Nacional Familias, Desarrollo Local y
Economía Social”.
El Ministerio de Desarrollo Social se opuso a ceder dicha información sustentándose,
básicamente, en considerar que la individualización de los beneficiarios de subsidios puede
involucrar aspectos íntimos de la persona que el cedente debe resguardar.
103
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
59. Ver al respecto el fallo CSJN, “Costa, Héctor R. c/ Municipalidad de la Capital y otros”
(12/03/87), 310:508, JA, 1987-II-141.
60. CSJN, “Asociación Derechos Civiles c/ EN – PAMI – (dto. 1172/03) s/ amparo ley 16986”,
terio reiterado por la Corte Interamericana en el caso “Gomes Lund y otros [“Guerrilha do Ara-
guaia”] vs. Brasil”, sentencia del 24 de noviembre de 2010).
104
consecuencia, la sola condición de integrante de la comunidad resulta suficiente para jus-
tificar la solicitud”.
Sobre la base de lo expuesto, es que la CSJN plantea una peculiar interpretación de
las disposiciones del artículo 11 de la ley 25326, con lo que no coincidimos, sosteniendo
que el requisito de interés legítimo previo a una cesión de datos “no alcanza a aquellos
supuestos relativos a información personal que forma parte de la gestión pública”. 62
Sostiene que dicho requisito del interés legítimo no es aplicable a supuestos de interés
público como el planteado en autos, pues ello significaría desconocer, o cuanto menos
obstaculizar, el pleno goce de un derecho humano reconocido tanto en nuestra Constitu-
ción Nacional como en los Tratados Internacionales que la República Argentina ha sus-
crito.
Para ello, la CSJN considera que la publicidad de la gestión estatal (o sea, información
a difundir sin restricción) “debe atravesar todas las etapas del accionar público y decantar
desde la norma general a todo lo que hace a su instrumentación particular ya que solo así
es posible prevenir en forma efectiva la configuración de nichos de impunidad (…) pues
para realizar un exhaustivo control social sobre el modo en que los funcionarios compe-
tentes han asignado estos subsidios resulta necesario acceder al listado de los distintos
beneficiarios y receptores de los planes sociales”.
Al momento de considerar el derecho a la privacidad, la CSJN sostuvo que “no puede
admitirse la negativa fundada en la necesidad de resguardar la privacidad de los mentados
beneficiarios ya que esta mera referencia, cuando no se vincula con datos personales sen-
sibles cuya divulgación está vedada, desatiende el interés público que constituye el aspecto
fundamental de la solicitud de información efectuada”.
En lo que hace al tema de esta exposición, la Corte toma partido y considera: “…en
la ponderación de los derechos que se encontrarían en conflicto en los términos planteados
por el recurrente, debe prevalecer el principio de máxima divulgación de la información
pública; sin perjuicio de que si ulteriormente, con base en esta información no sensible, se
verificase por parte de un tercero un comportamiento discriminatorio respecto de un be-
neficiario de un plan social, se le deberá garantizar a este último el recurso a las vías legales
adecuadas para –en su caso– impedirlo, hacerlo cesar y obligar a brindar la correspondiente
reparación”.
La CSJN, asimismo, resuelve que no resulta admisible argumentar que “identificar a
individuos en situación de vulnerabilidad social constituiría una intromisión ilegítima en la
vida privada de los beneficiarios de estos planes sociales… y factor de estigmatización y
discriminación”, pues “…tal perspectiva, incurriendo en una suerte de paternalismo, sos-
laya de manera injustificada que, precisamente, garantizando el control del accionar público
en esta materia es que se podrán constatar los criterios empleados para la asignación de los
subsidios y, en caso de detectar supuestos de arbitrariedad o desigualdad de trato, acudir a
los correspondientes remedios legales en resguardo de los derechos de las personas que
integran ese colectivo”.
62.Interpretación que erróneamente califica como una “coexistencia armónica de las disposiciones
en materia de datos personales y de acceso a la información”. El tema se desarrollará con detalle en
el próximo capítulo.
105
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En definitiva, la CSJN “concluye que la negativa del Estado a brindar esta informa-
ción al recurrente resulta ilegal, por no encontrar base en un supuesto normativamente
previsto. También es irrazonable, por no ser necesaria para la satisfacción de un interés
público imperativo. En consecuencia, ese rechazo atenta inválidamente contra los valores
democráticos que informan el derecho de la actora de acceder a información de interés
público.
Sin perjuicio de ampliar estos conceptos más adelante, sintetizaremos las objeciones
más visibles en el tema, que permiten que se advierta, objetivamente en la práctica, la ne-
cesidad de conciliar, armonizar derechos y no anularlos en su aplicación.
• En primer lugar, advertimos que sacrifica el derecho a la protección de
datos personales y la privacidad frente al derecho a la información, mediante una
jerarquización abstracta de derechos (no armónica). Recordemos lo expresado
con anterioridad, en relación con el matrimonio de los derechos.
• Por otra parte, deja sin efecto los requisitos de licitud para la cesión de
datos personales establecidos expresamente en la ley 25326: nos referimos al re-
quisito del interés legítimo y el consentimiento del titular del dato.63 De alguna
manera al no declarar la inconstitucionalidad de la norma, la Corte Suprema pro-
cedió como un legislador.
• La CSJN ha considerado, desde nuestro punto de vista erróneamente,
que el concepto de dato sensible de la ley 25326 abarca la protección de la priva-
cidad, cuando son dos cuestiones distintas (una es una medida de protección de
no discriminación y el otro es un derecho personalísimo que ha de ponderarse
según la información en juego).64
• Destacamos que la CSJN, no ha asignado relevancia al derecho a la pri-
vacidad que analiza, casi como obiter dictum o como un “dicho sea de paso”, y de
manera suplementaria sin poder vinculante en la resolución, asignándole un ca-
rácter desdibujado de derecho de ejercicio pasivo, calificando como “paterna-
lismo” su protección, posición plenamente superada en la doctrina actual. De esta
manera, limita, por no decir mutila peligrosa e injustificadamente, la amplitud que
tiene este derecho a la autodeterminación informativa, que como todo derecho
humano, debe interpretarse pro homine y otorgarle toda la amplitud que el derecho
posee en la dogmática y en la legislación vigente.
• Lo interesante del caso es que la solución del conflicto de derechos era
posible por otros medios. La solución estaba en reconocer la plena vigencia del
requisito del interés legítimo, mitigándolo para los casos de acceso a la informa-
ción pública en los que resulte indispensable acceder a los datos personales, pero
otorgando medidas de tutela que garanticen la intimidad de las personas con ca-
rácter previo a la entrega de la información.
106
• A diferencia de la Corte Suprema, otras leyes han previsto la solución
del conflicto. Así, por ejemplo, se dispone: “El Ministerio de Educación, Ciencia
y Tecnología y las jurisdicciones educativas harán públicos los datos e indicadores
que contribuyan a facilitar la transparencia, la buena gestión de la educación y la
investigación educativa. La política de difusión de la información sobre los resul-
tados de las evaluaciones resguardará la identidad de los/as alumnos/as, docentes
e instituciones educativas, a fin de evitar cualquier forma de estigmatización, en
el marco de la legislación vigente en la materia”.65
5.8. Conclusiones
107
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
68. Lewis, C.: “Alicia en el País de las Maravillas”, México, FCE, 2012.
108
Siempre se llegará a alguna parte sin limitar ni restringir derechos humanos y evitando
a los gatos, con armonía y confluencia.
Como se ve, un conflicto verdaderamente insalvable.
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y sucesivas reediciones.
110
Capítulo 6
6.1. Introducción. Los principios del derecho, los valores y la Torre de Babel
111
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
es solo la chispa creadora de derechos, sino también el fuego que lo mantiene vigente y le
da un sentido.
¿Acaso no es la falta de convencimiento de la existencia de una moral como base
interpretativa del derecho la que lleva a que los jueces se aparten de una interpretación
“ortodoxa” de la norma y, por ejemplo, se vuelquen más a justificar al delincuente que a
condenarlo según lo razonablemente previsto por el legislador? ¿Acaso el desprecio de la
moral no es también una circunstancia propicia para que la administración pública o el
legislador promuevan y admitan el “principio de Robin Hood” en vez del de justicia?
La moral y los demás principios del Derecho son indispensables tanto para la crea-
ción como para la vigencia de los derechos, y no debe permitirse que sean dejados de lado
si se quiere tener una Nación organizada y justa. El relativismo a ultranza o la indiferencia
moral llevan a la disolución del Derecho y de las instituciones. O sea, se puede discutir de
moral y bien común, pero no ignorarlos: no todo da lo mismo. Y discutir sobre los princi-
pios requiere considerar la forma en que se razona sobre ellos, esto es, el sentido que se
dará a los términos y discusiones. Aquí es donde hay otro principio del discurso que tam-
bién es indispensable no perder: el sentido común o visión mancomunada de la verdad o
de lo que conviene a todos. Si no está, hay que traerlo con urgencia, no sea que todo se
convierta en un sin sentido en el que no sea posible elaborar acuerdo común alguno, más
que la construcción de una nueva torre de Babel.1 El sistema democrático, acompañado
del reconocimiento de los valores que son beneficiosos para la comunidad a través de una
actitud crítica que debe renacer en nuestra sociedad, ha de impulsar que el sentido común
se imponga a través del diálogo y el convencimiento que otorgan las buenas razones, sen-
tando las bases para un idioma común: el de los derechos humanos sustentados en la dig-
nidad de la persona y aplicados en toda su potencialidad según el bienestar general y valores
morales que lo acompañan. Caso contrario, será el reino del más fuerte, del poderoso que
aquiete a las eventuales voluntades opositoras por temor o dádivas; o sea, si no reinan los
valores reinará la fuerza, que por ser ciega será destructora de por sí. El llamado es impe-
rioso, pues reina hoy un síntoma claro de disolución de nuestra sociedad por falta de ob-
jetivos comunes, debiendo ser ellos fruto de un consenso donde prime el sentido común
y los valores inobjetables.
En tal sentido, es un deber de moral y de justicia que los jueces apliquen en sus casos
los derechos humanos en su mayor plenitud y en consonancia con los principios del dere-
cho, lo que incluye un deber de armonizar los derechos que puedan creerse enfrentados,
velando por la no imposición de unos sobre otros. A tales fines, se ha de partir del principio
que considera a la persona humana, su naturaleza y dignidad, como fuente de los derechos
humanos, y que por ello nunca un derecho humano, tanto en la teoría como en la práctica,
puede sufrir un descarte frente a otro (sea que responda a un interés individual o colectivo),
1.La Torre de Babel es un relato Bíblico del monumento al sin sentido, donde el hombre pretendió
construir un monumento con el fin de exaltarse a sí mismo, en vez de destinar sus energías en la
búsqueda de la verdad y una finalidad más útil para el bien común y necesidades concretas de dicho
pueblo; circunstancia de confusión del discernimiento que los llevó al disenso y dispersión: (Génesis
11:8-9) “Así los dispersó el Señor desde allí sobre la faz de toda la Tierra, y dejaron de edificar la
ciudad. (9) Por eso fue llamada Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la Tierra; y
de allí los dispersó el Señor sobre la faz de toda la Tierra”.
112
pues la naturaleza humana no es contradictoria ni la solución ética o de justicia admite
sacrificios de derechos, máxime cuando existen los principios de relatividad de los mismos
y de abuso del derecho, que admiten su adaptación a cada caso concreto.2
La interpretación de los derechos humanos como conceptos rígidos, absolutos y en
jerarquía de valor, más allá de simplificar el razonamiento jurídico, lleva a resultados de
imposición de uno sobre otro, sacrificándolos.
El reciente fallo del caso CIPPEC 3 por parte de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (CSJN), invita al análisis del criterio jurídico utilizado, al dar preeminencia al dere-
cho de acceso a la información pública por sobre el derecho a la protección de datos per-
sonales, desplazándolo en sus contenidos o elementos esenciales. 4
Además de la protección de datos personales, un derecho que ha de tomar mayor
fuerza y desarrollo en nuestra sociedad de la información, es el derecho a la verdad, que
debe avanzar en ámbitos particularmente sensibles al normal desarrollo de la personalidad
de las personas en democracia, entre los que cabe señalar: la relación de consumo (ya en-
caminada con las leyes de defensa del consumidor), la relación publicitaria, la relación po-
lítica. En la relación publicitaria hay un trecho por recorrer, pues hoy se admiten sin reparos
publicidades, concursos y eventos que son engañosos o que apelan a aspectos sensibles de
la personalidad para obtener determinada reacción del receptor de dudosa ética. En la re-
lación política, es habitual que ciertos poderes de turno (sean políticos, económicos o me-
dios) difundan mentiras o verdades parciales evidentes sobre cuestiones de trascendencia
social a través de medios masivos sin corrección ulterior o el debate público pertinente,
permitiendo así el engaño de aquellos que por innumerables motivos lo dan por cierto.
Tales faltas a la verdad, son un verdadero escollo al buen desarrollo del bienestar común
que deberían ser atendidas por el Derecho, sin censura, pero con herramientas eficaces de
protección, sea a través de la justicia en su carácter de garante del pleno desarrollo de la
personalidad o de mecanismos públicos alternativos.
Otra cuestión no menor que el caso CIPPEC invita a analizar es si una sentencia
puede evitar ponderar y tutelar todos los derechos humanos en juego ante su eventual
afectación.
En el presente fallo, el derecho a la intimidad de los titulares de los datos no ha sido
considerado en su verdadera magnitud en los argumentos que lo sustentan. Cabe aquí re-
cordar con firmeza que todo derecho humano que pueda ser afectado en una sentencia
2. Para una mayor amplitud del concepto de armonización y el derecho a la protección de datos
personales, ver Ruiz Martínez, E.: “La protección de los datos personales en los informes crediticios”, tesis
doctoral presentada en la Universidad Austral 2014, aprobada summa cum laude, y en trámite de pu-
blicación.
3. CSJN, “CIPPEC c/ EN – Mº Desarrollo Social – Dto. 1172/03 s/ amparo ley 16986” (26/03/14),
LL 2014-C, 500.
4. Para ampliar, ver artículo de Ruiz Martínez, E.: “La protección de los datos personales en los pedidos de
acceso a la información pública. El fallo CIPPEC y el equilibrio perdido”, publicado en Errenews, noviembre
2014.
113
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
debe ser evaluado en plenitud, sin minimizarlo, aun cuando para la resolución del caso
concreto no se lo considere sustancial. 5
Realizada esta breve introducción conceptual y anticipo de la temática, a continua-
ción se analiza el fallo CIPPEC en sus aspectos más relevantes. Preliminarmente, cabe
señalar en forma sucinta, la cuestión principal que la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción resuelve en el caso “CIPPEC”: los requisitos de licitud que deben cumplir los pedidos
de acceso a la información pública que contengan datos personales 6 , aplicando a tal fin
dos derechos humanos estratégicos para la vida en democracia: el derecho a la información
y el derecho a la protección de los datos personales.
El presente trabajo propone un camino distinto al señalado en dicho fallo de la CSJN,
aplicando la tesis de armonización de los derechos en juego y dejando a un lado la falsa
hipótesis de conflicto.7
5. Ver al respecto Cianciardo, J.: “El ejercicio regular de los derechos. Análisis y crítica del conflictivismo”, Ad
Hoc, Buenos Aires, 2007, 58.
6. Ver considerando 6º, en el que se indica el objeto del derecho a la información a consideración del
presente fallo, o sea, qué es lo que cabe entender por información pública: “documentación e infor-
mación mantenida en los archivos públicos o procesada por el Estado”. Concepto que abarca todo
tipo de información, aun la que contenga datos personales.
7. Ver al respecto Toller, F.: “Los derechos in concert. Metodologías para tomar decisiones armonizadoras en casos
114
art. 198; Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 13.9; Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo, art. 19.10
En la Constitución Nacional, se ha establecido expresamente la obligación del Estado
de brindar la información en su poder pero solo para casos puntuales. Así, se incorporó
en nuestra Carta Magna con la reforma de 1994, mediante la inclusión de los arts. 38 y 41
de la Constitución Nacional. El art. 38 CN garantiza a los partidos políticos “el acceso a la
información pública y la difusión de sus ideas”; el art. 41 CN establece el derecho de todo
habitante de la Nación a recibir información del Estado sobre medio-ambiente: “...las au-
toridades proveerán... a la información y educación ambientales”.
Si bien el Código Civil y Comercial de la Nación no ha definido a la información
entre los bienes del Estado que pertenecen al dominio público (de uso y goce de todos los
ciudadanos), cabe considerarlo implícitamente contenido en el inciso “g” del artículo 235,
que refiere a “los documentos oficiales del Estado” 11, salvo que dicha información sea
“Artículo 13. Libertad de pensamiento y de expresión: 1. Toda persona tiene derecho a la libertad
de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o
en forma impresa o artística o por cualquier otro procedimiento de su elección. 2. El ejercicio del
derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabili-
dades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a)
El respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional,
el orden público o la salud o la moral públicas. 3. No se puede restringir el derecho de expresión por
vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para
periódicos, de frecuencias radio eléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de informa-
ción o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y circulación de ideas
y opiniones...”
10. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo:
“Artículo 19.2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la
libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fron-
teras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento
de su elección. 3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y
responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones que deberán,
sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesaria para: a) Asegurar el respeto a los
derechos, o a la reputación de los demás; b) la protección de la seguridad nacional, el orden público
o la salud o la moral públicas.”
11. Código Civil y Comercial de la Nación:
“Artículo 235. Bienes pertenecientes al dominio público. Son bienes pertenecientes al dominio pú-
blico, excepto lo dispuesto por leyes especiales: … f) las calles, plazas, caminos, canales, puentes y
cualquier otra obra pública construida para utilidad o comodidad común; g) los documentos oficiales
del Estado…”
“Articulo 237.- Determinación y caracteres de las cosas del Estado. Uso y goce. Los bienes públicos
del Estado son inenajenables, inembargables e imprescriptibles. Las personas tienen su uso y goce,
sujeto a las disposiciones generales y locales.”
115
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
12. CSJN, “CIPPEC c/ EN – Mº Desarrollo Social – Dto. 1172/03 s/ amparo ley 16.986”
(26/03/14), LL 2014-C, 500, considerando 7: “…En tal sentido se observa que la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos impuso la obligación de suministrar la información solicitada y de dar
respuesta fundamentada a la solicitud en caso de negativa de conformidad con las excepciones dis-
puestas; toda vez que la información pertenece a las personas, la información no es propiedad del Estado y el
acceso a ella no se debe a una gracia o favor del gobierno. Este tiene la información solo en cuanto
representante de los individuos. El Estado y las instituciones públicas están comprometidos a respe-
tar y garantizar el acceso a la información a todas las personas. A tal fin, debe adoptar las disposicio-
nes legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para asegurar el reconocimiento y la
aplicación efectiva de ese derecho” (la cursiva es nuestra).
13. Catalá, Ebauche d'une théorie…,16 y 29-30.
116
En tal sentido, cabe distinguir dos aspectos jurídicos que intervienen al momento de
ejercerse el derecho de acceso a la información pública: a) derecho a la información del
ciudadano y b) deber de publicidad de la gestión pública por parte del Estado.
En el año 2006, la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció el alcance
de la publicidad de la información en poder del Estado con el nombre de “principio de
máxima divulgación”, incorporado en nuestra jurisprudencia por la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación en el caso “PAMI”14, sosteniendo:
“…En una sociedad democrática es indispensable que las autoridades estatales se
rijan por el principio de máxima divulgación, el cual establece la presunción de que toda
información es accesible, sujeto a un sistema restringido de excepciones”.
En este punto, es esencial distinguir el objeto del derecho de “acceso a la información
pública”, pues no abarca cualquier ejercicio de dicho derecho a la información, como lo
sería un pedido de interés individual (por ejemplo, para realizar un trámite personal o pro-
teger algún derecho o interés legítimo de un individuo distinto del derecho a la informa-
ción, etc.).
El derecho de acceso a la información pública es ejercido invocando un interés ge-
neral a fin de tener conocimiento y controlar la actividad del Estado, en virtud del cual el
solicitante obtiene una particular prerrogativa de acceso, o sea, será poseedor de interés
legítimo suficiente para acceder a la información que se requiera a tales fines.15
Por tales motivos, cabe dejar fuera del objeto del derecho de acceso a la información
pública a toda aquella información que: a) no tenga relación con el control de la gestión
pública; b) no resulte indispensable para la finalidad de control e implique un riesgo para
los derechos de terceros; c) afecte la seguridad, defensa nacional, derechos humanos y
personalísimos, datos sensibles y otras cuestiones de interés público que le resulten opo-
nibles conforme ley.16
14. Alrespecto ver el fallo de la CSJN, “Asociación Derechos Civiles c/ EN – PAMI – (dto. 1172/03)
s/ amparo ley 16.986”, (4/12/2012), Fallos 335:2393, LL 2013-A, 362, en el que se reconoce este
principio con el nombre de “principio de máxima divulgación”, citando el caso de la Corte Inter-
americana de Derechos Humanos (Tribunal de la Convención Americana de Derechos Humanos,
en el ámbito de la Organización de Estados Americanos, OEA), caratulado “Claude Reyes y otros
vs. Chile, sentencia del 19/09/06, Serie C, 151, párr. 77.
15. El Convenio del Consejo de Europa sobre el Acceso a los Documentos Públicos del 18/16/09
ya citado, se han diseñado las limitaciones admisibles para el ejercicio de este derecho de acceso a la
información pública: “…Artículo 3 – Posibles límites al acceso a los documentos públicos 1) Cada
Parte puede limitar el derecho del acceso a los documentos públicos. Los límites deberán estar pre-
vistos por una ley, ser necesarios en una sociedad democrática y tener como objetivo la protección
de: a) la seguridad nacional, la defensa y las relaciones internacionales; b) la seguridad pública; c) la
prevención, la investigación y el procesamiento de actividades criminales; d) las investigaciones
117
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
“En rigor, lo correcto es regular, reglamentar, modalizar o formalizar el derecho, pero nunca restrin-
girlo o limitarlo. Una regulación o reglamentación es conformar el derecho a una regula o regla, es
delimitarlo. Esto implica que lo que el derecho pierde en posibilidades difusas prelegales lo gana en
ejercicio garantizado por la norma que concretó algunas de esas posibilidades. En cambio, siempre
que pueda establecerse que existe una limitación o restricción legal o jurisprudencial a un derecho,
que implicará naturalmente que se lo recorta o altera, ese tratamiento será inconstitucional. Quien
regula actúa constitucionalmente, pero quien restringe o limita en verdad altera, viola el contenido
esencial, infringe la propia Constitución. Por ello, no es posible las intromisiones legítimas en el
ámbito de funcionamiento razonable de un derecho...”
18. CSJN, “Organización Veraz S.A. c/ E.N. - E.N. - M° E. y O.S. s/ amparo ley 16986”, (6/3/07),
118
condicionamientos no implican un menoscabo del derecho a la información, sino que le
dan su verdadero cauce.
Cuando una persona requiere del Estado la entrega de información, desde la técnica
jurídica se lo denomina un pedido de cesión de datos. Ahora bien, estos datos requeridos
pueden referirse a distinta información en poder del Estado, calificable en tantas catego-
rías, como tipos de información en sus bancos de datos y aspectos desde el que se pretenda
analizar, por ejemplo: información de gestión (actividades desarrolladas en el ejercicio de
las funciones otorgadas); información administrativa (la administración de los recursos
para dicha gestión: datos del personal, destino de los fondos, etc.).
Es importante calificar adecuadamente cada categoría de datos en poder de la admi-
nistración, pues nos permitirá analizar los requisitos que deben cumplirse para su adecuado
tratamiento y eventual cesión.
Debe recordarse que para la cesión de datos en poder del Estado no resulta exigible
el consentimiento si los datos han sido recolectados para el ejercicio de sus funciones pro-
pias (art. 11, inc. 3, punto b19, y art. 5, inc. 2, punto b20 de la ley 25326).
Se deriva de la ley 25326, que los organismos del Estado podrán ceder al sector pri-
vado los datos personales en su poder, cuando dicha cesión sea un acto de competencia
del organismo y se justifique con el interés legítimo del cesionario (art. 11 de la ley 25326),
previa identificación de este, verificando que se cumplan las condiciones de licitud del
tratamiento de datos personales que resulten aplicables al caso (arts. 4 a 12 de la ley 25326)
y que con dicho revelamiento no se afecte la intimidad o derecho alguno de las personas
(titular del dato o terceros).
Para verificar el cumplimiento de las condiciones de licitud del tratamiento de datos
personales que resulten aplicables al caso (arts. 4 a 12 de la ley 25326), corresponde analizar
los requisitos de calidad del dato, particularmente que los datos no sean de tratamiento
prohibido o confidenciales para el cedente y para el cesionario, conforme a lo ya expuesto
al momento de analizar la calidad del dato y las condiciones generales de licitud del trata-
miento.
“0) Que, sin embargo, este Tribunal tiene reiteradamente dicho que el derecho a la libre expresión e
información no reviste carácter absoluto en cuanto a las responsabilidades y restricciones que el
legislador puede determinar (Fallos: 310:508 Costa, Héctor Rubén c/ MCBA. y otros.; 315:632 Abad,
Manuel Eduardo y otros s/ calumnias e injurias Causa N° 18.880; 316:703 Gutheim, Federico c/
Alemann, Juan. y 324:2895 Menem, Carlos Saúl c/ Editorial Perfil S.A. y otros s/ daños y perjuicios-
sumario.).”
Ver también CSJN, “Lascano Quintana, Guillermo Víctor c/ Veraz S.A.”, (06/03/2001), Fallos
324:567, dictamen del Procurador Fiscal de la Nación con el que concuerda la CSJN en su voto
mayoritario:
“Es que el tratamiento de datos personales constituye una expresión más de la libertad en una mo-
derna sociedad tecnológica y democrática. Por tal motivo, las legislaciones en los países avanzados
no proscriben el tratamiento electrónico de datos, que constituye una herramienta del progreso, sino
que procuran que se realice con respeto de los derechos y garantías de los ciudadanos.”
19. Artículo 11, ley 25326, inc. 3: “El consentimiento no es exigido cuando: (…), b) “En los supuestos
119
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Con respecto a la competencia del organismo del Estado, debe verificarse que la
cesión de datos pretendida se enmarque dentro de su competencia, o sea, que dicha cesión
represente un legítimo ejercicio de las funciones legalmente asignadas al organismo.
En tal sentido, cabe resumir que será lícita la cesión de datos personales del Estado
al sector privado o al ente no estatal cuando se cumplan los siguientes recaudos: 1) la cesión
se justifique con el cumplimiento del requisito del interés legítimo del cesionario, previa
identificación del mismo (art. 11 de la ley 25326); 2) la cesión se realice dentro del principio
de competencia del organismo -interés legítimo y finalidad del tratamiento- (art. 11 de la
ley 25326 y Decreto 1558/2001); 3) se cumplan las condiciones generales de licitud de
tratamiento y calidad del dato, en particular verificando que los datos no sean confidencia-
les o de acceso prohibido (arts. 4 a 12 de la ley 25326) y 4) con dicha cesión no se afecten
derechos de terceros, como ser la intimidad (art. 1770 del Código Civil y Comercial de la
Nación) u otro derecho de las personas, verificando que el cesionario reúna los requisitos
básicos de garantía a tales fines.
Cuando la cesión de datos personales abarca a un conjunto indeterminado de perso-
nas o solo distinguidas por pertenecer a un género (grupo colectivo de personas), estamos
hablando de una cesión masiva de datos personales.
La cesión masiva de datos personales, requiere un mayor resguardo por no responder
a un interés legítimo específico respecto de personas determinadas, y está específicamente
reglamentada por el art. 11 del Anexo del Decreto 1558/2001. Este dispone que “la cesión
masiva de datos personales de registros públicos a registros privados solo puede ser auto-
rizada por ley o por decisión del funcionario responsable, si los datos son de acceso público
y se ha garantizado el respeto a los principios de protección establecidos en la ley 25326.
No es necesario acto administrativo alguno en los casos en que la ley disponga el acceso a
la base de datos pública en forma irrestricta. Se entiende por cesión masiva de datos per-
sonales la que comprende a un grupo colectivo de personas”.
120
posible armonización entre derechos, pues la armonía requiere en primer término otorgar
a cada derecho su correcta dimensión y alcance, única forma de poder armar el rompeca-
bezas.
A continuación, se señalarán los argumentos en los que se producen los sacrificios
de derecho en dicha sentencia, identificándolos en sus considerandos, para luego presentar
una respuesta posible desde una perspectiva armonizadora.21
1. En los considerandos de la mayoría números 9 a 12 en el caso “CIPPEC”, la CSJN
cita tratados internacionales y sentencias que fundamentan la vigencia y trascendencia del
derecho a la información, pero no le otorga relevancia al hecho de que estos mismos ad-
miten la legitimidad de restricciones en el ejercicio del derecho a la información motivado
por causas legítimas, y que usualmente la privacidad y la protección de los datos personales
son una legítima restricción.
Reconocer la relatividad de los derechos, para distinguir lo esencial de lo accidental,
es un paso necesario para su armonización. En este fallo, al dar por absoluto el derecho de
acceso a la información pública sin reconocer restricciones razonables a su ejercicio, se
impide ajustar y armonizar ambos derechos según sus relatividades y contenidos no esen-
ciales; o sea, en el concepto del rompecabezas, no permite determinar el correcto tamaño
de la figura.
3. En el considerando 13, se sostuvo que “las disposiciones del artículo 11 de la ley
25326, en cuanto subordinan la cesión de esos datos a la existencia de un interés legítimo,
no alcanzan a aquellos supuestos relativos a información personal que forma parte de la
gestión pública”. Tal afirmación implica realizar una excepción del art. 11 que no existe en
la norma y que destruye su efectividad al permitir al principal responsable de bancos de
datos personales de la Argentina la libre cesión de los datos a terceros en su poder. No
cabe por vía interpretativa dejar sin efecto el requisito del interés legítimo dispuesto por
una ley de orden público, en especial si tenemos en cuenta que dicho requisito es un ele-
mento esencial del derecho a la protección de los datos personales.
En este punto, cabe remarcar el viejo principio nacido de la división de poderes que
establece que el juez no legisla, sino que interpreta la norma; máxime si el legislador no
omitió reglamentar los datos en poder del Estado, sino que expresamente previó los re-
quisitos para la inscripción de los bancos de datos públicos, su creación, y estableció re-
quisitos propios para la recolección y cesión de datos, excepciones a los derechos de acceso
y rectificación, reguló bancos de seguridad pública y defensa nacional, etc.
Más acertada hubiera sido una solución de equilibrio de ambos derechos, conforme
se desarrolla más adelante, sin que uno se imponga sobre el otro. El camino estaba dispo-
nible por la vía de la interpretación del “interés legítimo” que requiere el artículo 11 de la
ley 25326, esto es, determinar para el caso concreto cuál es el interés legítimo y sus requi-
sitos en base a la categoría de información requerida y la finalidad prevista para su trata-
miento, que en el presente caso se refería a la obtención de información de datos de
21.A fin de ampliar, se recomienda la lectura del artículo Ruiz Martínez, E.: “La protección de los datos
personales en los pedidos de acceso a la información pública. El fallo “CIPPEC” y el equilibrio perdido”, Errenews,
noviembre 2014, disponible para usuarios habilitados en la página www.errepar.com.ar/erreius, al
6/11/14.
121
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
beneficiarios de planes sociales y sus importes –entre otros– para el control de la gestión
estatal.
4. En el mismo considerando 13, el fallo presenta una interpretación restrictiva del
alcance de la ley, o sea, solo aplicable para aquellos casos en los cuales sean personas pú-
blicas o privadas que se dedican al tratamiento de datos personales; haciéndose eco de una
vieja discusión, ya superada, sobre el alcance del concepto “destinado a dar informes”, que
pretendió llevar a una limitación desmesurada de la efectividad de la ley 25326.
En tal sentido, se afirma en dicho considerando: “la restricción contemplada en el
precepto debe entenderse como un límite a la circulación de datos personales entre perso-
nas públicas o privadas que se dedican a su tratamiento, mas no parece posible extender
sin más sus previsiones a supuestos de interés público como el planteado en autos, pues
ello significaría desconocer, o cuanto menos obstaculizar, el pleno goce de un derecho
humano reconocido tanto en nuestra Constitución Nacional como en los Tratados Inter-
nacionales que la República Argentina ha suscripto”.
Esta interpretación, limita peligrosa e injustificadamente la amplitud que tiene este
derecho a la autodeterminación informativa, que como todo derecho humano debe inter-
pretarse pro homine y otorgarle toda la amplitud que posee.22
Previo a armonizar, es necesario reconocer la naturaleza y características de cada de-
recho, dándole toda la amplitud que corresponde, sin que ello impida luego, en base a su
relatividad, determinar su núcleo esencial y aplicar aquello que resulte necesario al caso
concreto.
5. En los considerandos 18 a 23, se identifican datos sensibles referidos a cuestiones
de discriminación, los que no deberían identificarse con intimidad u honor.
En efecto, la intimidad debe analizarse desde otro ámbito (1077 Código Civil y Co-
mercial de la Nación, el art. 19 CN y tratados internacionales de igual jerarquía art. 75 inc.
122
22 CN). La intimidad es un derecho humano personalísimo de especial tutela. 23 Por tales
motivos, el fallo se presenta muy alejado de una correcta interpretación, cuando afirma:
“Una adecuada hermenéutica de las disposiciones legales y reglamentarias en juego, con-
duce a afirmar sin hesitación que, en tanto el listado cuya divulgación se persigue no se
refiera al origen racial y étnico de los involucrados, sus opiniones políticas, convicciones
religiosas, filosóficas o morales, su afiliación sindical o se trate de información referente a
la salud o a la vida sexual, no se conculca el derecho a su intimidad ni se afecta su honor”.
Para la actual Corte Suprema, la intimidad y el honor habrían cambiado su definición,
que antiguamente se supo dar en los fallos Ponzetti de Balbín y Colegio Público de Abo-
gados, entre otros, pues hoy los define en el art. 2 de la ley 25326, referido a los datos
sensibles.24 El error radica en que el artículo 2, no define en momento alguno la intimidad
ni el honor, sino que define categorías de datos de alta potencialidad discriminatoria, lo
que no es lo mismo. El dato puede no ser sensible y afectar el derecho a la intimidad y el
honor; y a la inversa también. Los casos son innumerables y fáciles de imaginar. En tal
sentido, el fallo debería haber ponderado tanto el derecho a la protección de datos (elimi-
nado aquí por el derecho a la información) como también el derecho a la intimidad y honor
de las personas (cuestión omitida).
7. En el considerando 27, se insinúa como causal de eximición la finalidad del requi-
rente o cesionario, indicando que no pretende inmiscuirse en la privacidad de las personas,
sino conocer la gestión pública:
“una solicitud de esta naturaleza no busca indagar indiscretamente en la esfera pri-
vada que define el artículo 19 de la Constitución Nacional sobre la situación particular de
las personas físicas que recibieron tales subsidios (Fallos: 306:1892) sino, antes bien, per-
sigue un interés público de particular trascendencia: el obtener la información necesaria
para poder controlar que la decisión de los funcionarios competentes al asignarlos, se ajuste
exclusivamente a los criterios establecidos en los diversos programas de ayuda social que
emplean fondos públicos a tal efecto”.
Lo llamativo es que el fallo no da trascendencia al hecho de que CIPPEC accederá a
información íntima y discriminatoria, fundado en el hecho de que el acceso “persigue un
interés público”. Para proceder de dicha forma, con este razonamiento, es necesario contar
con una ley que así lo admita, fundada en razones de interés general, al afectar derechos
humanos, pero dicha ley no existe.
Desde un punto de vista axiológico, no resulta admisible que para lograr un fin loable
se afecten o ignoren los derechos de las personas, como en este caso, la intimidad, honor
y posibilidad de progreso, o sea, el libre desarrollo de la personalidad. Para la CSJN basta
un “parece ser”, circunstancia que no cumple con los requisitos legales exigibles.
Por otro lado, el fallo no ha aplicado al presente caso el principio de calidad del dato
previsto en el art. 4 de la ley 25326, que requiere analizar si los datos son adecuados, per-
tinentes y no excesivos para la finalidad prevista. En este caso, no se ha considerado si era
23.CSJN, “Ponzetti de Balbín v. Editorial Atlántida S.A”, Fallos 306:1907, LL 1985-B, 120.
24.Ley 25236:
“Artículo 2º: …Datos sensibles: Datos personales que revelan origen racial y étnico, opiniones polí-
ticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la
salud o a la vida sexual…”
123
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
necesario utilizar datos íntimos para controlar la gestión pública, o si no podía obtenerse
igual resultado por otros medios menos invasivos de la intimidad de las personas.
8. En los considerandos 28 y 29, la mayoría sostiene que proteger activamente la
intimidad y el honor de las personas es un “paternalismo”, y propone diferir la protección
de las personas al hecho consumado, o sea, la efectiva afectación de los derechos de las
personas.
Pero la tendencia moderna, de la que abreva el derecho a la protección de los datos
personales, va en dirección contraria: otorgar a las personas una protección activa, su-
perando el viejo concepto de protección pasiva (defensa luego de afectación).
El retorno a la teoría de una protección pasiva de la intimidad es contraria a la evo-
lución del derecho, del concepto de intimidad y de la protección de datos, que justamente,
proponen una protección activa del derecho humano a la autodeterminación informativa:
la información personal se protege antes que trascienda a terceros, pues una protección
posterior será al menos insuficiente.
Son varias las alternativas que tenía la CSJN para disponer la protección de la intimi-
dad. Por ejemplo, se podría haber analizado la viabilidad de disociar aunque más no sea
parcialmente los nombres y documentos, u otra medida que proteja al titular del dato de
una exposición indebida de su información personal.
9. Respecto al voto de los Dres. Petracchi y Argibay, es llamativa la afirmación del
considerando 6: “La transparencia –no la opacidad– beneficia a las vulnerables”. Si bien la
transparencia es un término positivo en cuestiones de control, no lo es cuando se refiere a
la intimidad de las personas, como en este caso, sino todo lo contrario.
Si la intimidad importa, la transparencia no es admisible ni positiva. De aquí lo lla-
mativo del enunciado cuando se propone ceder masivamente datos íntimos y que tienen
potencialidad para generar discriminación. En efecto, cuando se transparente quiénes son
beneficiarios de los planes sociales lo más posible es que no los beneficie en nada, máxime
si se difunde por Internet, que se registran sin fecha de vencimiento.
Se ha expuesto supra, que para armonizar primero hay que determinar la naturaleza
y alcance de los derechos en juego: derecho de acceso a la información pública, derecho a
la protección de datos personales y derecho a la intimidad, por lo que se presentarán bre-
vemente delineando sus contenidos relevantes para el presente caso (determinación de la
figura del rompecabezas).
124
gestión y el gasto públicos, o sea, cuando se trata de acceder a información para conocer
la calidad de la actuación administrativa y con relevancia para ello.
Ahora bien, hay normas que prohíben o condicionan el acceso a determinada infor-
mación personal, por razones de seguridad e interés público o derechos de terceros. Esto
es así en todos los ordenamientos. En el presente caso, nos interesa particularmente la ley
25326 que limita el acceso a la información personal, y los derechos a la intimidad, honor
e identidad.
125
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
público en la divulgación de la información y los derechos de los afectados cuyos datos aparezcan
en la información solicitada, en particular su derecho fundamental a la protección de datos de carác-
ter personal. Para la realización de la citada ponderación, el órgano tomará particularmente en con-
sideración los siguientes criterios: a) El menor perjuicio a los afectados derivado del transcurso de
los plazos establecidos en el artículo 57 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico
Español. b) La justificación por los solicitantes de su petición en el ejercicio de un derecho o el hecho
de que tengan la condición de investigadores y motiven el acceso en fines históricos, científicos o
estadísticos. c) El menor perjuicio de los derechos de los afectados en caso de que los documentos
únicamente contuviesen datos de carácter meramente identificativo de aquellos. d) La mayor garantía
de los derechos de los afectados en caso de que los datos contenidos en el documento puedan afectar
a su intimidad o a su seguridad. 5. No será aplicable lo establecido en los apartados anteriores si el
acceso se efectúa previa disociación de los datos de carácter personal de modo que se impida la
identificación de las personas afectadas. 6. La normativa de protección de datos personales será de
aplicación al tratamiento posterior de los obtenidos a través del ejercicio del derecho de acceso.”
A su vez, cabe también considerar el Convenio del Consejo de Europa sobre el Acceso a los Docu-
mentos Públicos del 18/16/09, ya citado, que dispone como límites al derecho del acceso a los
documentos públicos aquellos previstos por una ley, que sean necesarios en una sociedad democrá-
tica y que tengan como objetivo la protección de… f) la intimidad y otros intereses privados legíti-
mos…”
126
necesidades sociales e intereses públicos. 26 En cuanto a la situación económica (como en
el presente caso, el hecho de ser beneficiario de un subsidio por situación de pobreza), la
CSJN, en los fallos “Colegio Público de Abogados” 27 y “Ponzetti de Balbín”28, la ha defi-
nido como información íntima.
Ahora bien, hay datos alcanzados por el derecho a la intimidad que, no obstante,
podrán ser cedidos a terceros si existe un interés legítimo que justifique la cesión.
En efecto, el concepto clásico de intimidad tiende a referirse al núcleo interno de la
persona, pero hay muchos aspectos o actitudes personales que no forman parte de dicho
núcleo íntimo y que las personas tienen derecho a conservar fuera del libre alcance o cu-
riosidad de terceros. Por tales motivos, y a fin de una mayor claridad conceptual, cabe
utilizar el término íntimo para el núcleo inaccesible, y privacidad para aspectos de la per-
sona externos a dicho núcleo.
La trascendencia de la distinción entre datos íntimos y datos alcanzados por el dere-
cho a la privacidad, radica en que ambos poseen diversos grados de protección 29: la priva-
cidad admite la intromisión de terceros cuando exista una causal que lo justifique, mientras
que lo íntimo no lo admite sin el consentimiento previo del titular del dato.
Es así entonces que fuera del núcleo de lo íntimo inaccesible, en algunos casos, bas-
tará con el ejercicio de un interés legítimo para que el tratamiento de datos personales no
26. Es aquí donde Cifuentes, Santos, Derechos personalísimos, 2° ed., Buenos Aires, Astrea, 1995, 545,
sustenta el carácter relativo del derecho a la intimidad y sus atenuantes. No acepta el criterio deter-
minativo de grados de intimidad definidos por la sensibilidad social, sino que se determinaría por
necesidades sociales y los intereses públicos: “Todo derecho personal compete a la persona, no me
parece ajustado hacer categorías poniendo como cartabón la de sensibilidad ordinaria. Podrá haber
una más o menos exquisita intimidad, pero nadie puede negarse, aun al más insensible. Los únicos
límites admisibles se basan en las necesidades sociales e intereses públicos.”
27. CSJN, “Estado Nacional (D.G.I.) c/ Colegio Público de Abogados de la Capital Federal”
más reservada y la privacidad abarca un espectro más amplio que no comprende situaciones catalo-
gables de íntimas. En contrario Cifuentes, Derechos…, 547 y ss., sostiene que el derecho a la intimidad
abarca el concepto de privacidad, simplemente son grados de tutela de un mismo derecho, justifi-
cando tal distinción cuando el ordenamiento positivo así lo distingue, pero que no resulta así de
nuestro derecho. De la clasificación de Cifuentes, Derechos…, 549, cabe expresar sintéticamente tres
zonas de intimidad: a) de las conductas, actitudes y actos personales; b) del secreto (correspondencia,
comunicación privada, sea o no por medios técnicos, secreto profesional, pensamiento personal no
divulgado voluntariamente); c) recintos privados. La teoría alemana de “las esferas”, medio de pro-
tección del “derecho de la personalidad” (intimidad en nuestro derecho), determina varios niveles o
esferas: “La esfera más interna (último ámbito inviolable de la libertad humana) y la esfera interna
(ámbito íntimo); esfera íntima inviolable, es decir el ámbito absolutamente protegido de decisión
vital. Junto a estas esferas del ámbito íntimo, se encuentran también las “otras esferas privadas”, que
constituyen el ámbito privado y que incluyen aquellos aspectos que no pertenezcan al “ámbito ín-
timo”, y, todo lo que en definitiva no pertenezca a los otros niveles de la esfera íntima.” (Hassemer,
y Chirino, El derecho…, 129). Las esferas internas son las que tradicionalmente gozan de una absoluta
protección dentro del derecho alemán, a lo que se incorporaría la “autodeterminación informativa”
(para la doctrina que la interpreta como derecho fundamental de la personalidad humana).
127
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
configure una intromisión arbitraria en la privacidad de las personas, lo que deberá ser
analizado en cada caso concreto.
Por tales motivos, la intimidad no es de por sí un obstáculo insalvable para los pedi-
dos de acceso a la información pública, sino que solo lo será el núcleo íntimo de la persona.
Otra cuestión a tener en cuenta, es que el dato que refleja un aspecto de la privacidad
de la persona, en algunos casos, pierde su intensidad cuando esta lo brinda al Estado vo-
luntariamente (si bien movido por una necesidad), como lo sería para obtener un subsidio,
pues por ser una actividad estatal, dicho subsidio podrá estar alcanzado por el control de
la actuación pública, o sea, consiste en información de interés público, lo que no debe ser
ignorado por el titular del dato, si bien este espera y exigirá del Estado que, aun en dicha
circunstancia, su información personal sea protegida.
En efecto, en el caso de un subsidio, el dato sigue conformando la privacidad de la
persona (si bien de intensidad disminuida por lo expuesto supra), y debe ser tutelado aun
al momento de ser sometido al control ciudadano (pues es innegable el efecto negativo o
discriminatorio que su difusión puede significar), de forma tal que si fuera posible realizar
el control de la actividad estatal pretendido sin acceder a dicho dato, el mismo se entregaría
disociado (en estos casos el dato íntimo no es de interés público, o sea, la información
necesaria para la finalidad invocada no necesita dicha información personal).
En caso que el pedido de acceso requiera dichos datos personales privados como
parte indispensable para el correcto ejercicio del derecho a controlar la actividad pública,
podría considerarse tal finalidad como un interés legítimo para acceder a la información
personal, o sea, no existiría una intromisión arbitraria en la intimidad de sus titulares, siem-
pre y cuando se tomen las medidas de protección adecuadas; y asimismo, se contará con
el interés legítimo previsto por el art. 11 de la ley 25326.
En estos casos, deben preverse mecanismos de protección alternativos, como por
ejemplo: compromisos del cesionario de seguridad, confidencialidad, prohibición de ce-
sión a terceros y destrucción de los datos al finalizar el objeto del tratamiento, pues no
debe perderse de vista que el cesionario de los datos personales (el solicitante de la infor-
mación) también estará alcanzado por la ley 25326 en lo que se refiera a los datos perso-
nales que obtenga y someta a tratamiento para sus actividades de control de la actividad
pública. Cada caso ameritará su particular consideración.
En esta cuestión, lo que se quiere destacar es que la privacidad no es utilizada para
inhibir o restringir la investigación y difusión de información de interés público 30, sino que
la intimidad debe ser protegida de forma tal que el Estado otorgue mayor calidad a la
30.Ver Declaración de principios sobre libertad de expresión, principio 10, de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, en respaldo a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, OEA (dispo-
nible al 15/04/14 en http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID =26&lID=2):
“…10. Las leyes de privacidad no deben inhibir ni restringir la investigación y difusión de informa-
ción de interés público. La protección a la reputación debe estar garantizada solo a través de sancio-
nes civiles, en los casos en que la persona ofendida sea un funcionario público o persona pública o
particular que se haya involucrado voluntariamente en asuntos de interés público. Además, en estos
casos, debe probarse que en la difusión de las noticias el comunicador tuvo intención de infligir daño
o pleno conocimiento de que se estaba difundiendo noticias falsas o se condujo con manifiesta ne-
gligencia en la búsqueda de la verdad o falsedad de estas.”
128
información ciudadana, sin que implique una restricción, sino el correcto ejercicio del de-
recho a la información.
En los dictámenes de la DNPDP31, se ha sostenido reiteradamente que si bien existe
interés público en conocer la información que haga a la transparencia de los actos de go-
bierno, deberá buscarse el equilibrio de intereses, pudiendo negarse el acceso a determina-
dos datos, aun cuando pertenezcan a un funcionario público y no sean confidenciales, si
pueden afectar la seguridad, intimidad o cualquier otro derecho del titular del dato.32
6.6.4. Solución
6.7. Conclusiones
“En materia de información pública la regla general debe ser que el gobernado tiene derecho a in-
formarse (…) el principio de publicidad y la necesidad de una discusión abierta no excluye la nece-
sidad estatal de proteger -estableciendo, entre otras cosas, el secreto interno y la confidencialidad- de
informaciones delicadas (…) o que afecten otros intereses públicos de naturaleza análoga.”
129
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
6.8. Bibliografía
Ruiz Martínez, E.: “La protección de los datos personales en los pedidos de acceso a la información
pública. El fallo CIPPEC y el equilibrio perdido”, publicado en Errenews, noviembre
2014.
Cianciardo, J.: “El ejercicio regular de los derechos. Análisis y crítica del conflictivismo”, Ad Hoc,
Buenos Aires, 2007.
Toller, F.: “Los derechos in concert. Metodologías para tomar decisiones armonizadoras en casos entre
derechos y bienes constitucionales”, en Cianciardo, J. (Coord.): Constitución, Neoconstitu-
cionalismo y Derechos, Porrúa, México, 2012.
Toller, F. y Serna, P.: “La Interpretación Constitucional de los Derechos Fundamentales”, LL, Bue-
nos Aires, 2000.
130
Capítulo 7
DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO Y
DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS
7.1. Introducción
1. Swinarski, C.: Introducción al Derecho Internacional Humanitario. Comité Internacional de la Cruz Roja-
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José de Costa Rica-Ginebra, 1984, pág.11.
2. Werle, G.: Tratado de Derecho Penal Internacional, 2da. Ed., Valencia, Tirant Lo Blanch, 2011, pág.
555.
131
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Otra diferencia es que frente al Derecho Internacional solo el Estado sería responsa-
ble por violaciones al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, mientras que en
un conflicto armado serían responsables por las violaciones al Derecho Internacional Hu-
manitario no solo los Estados, sino todo actor en el conflicto, aunque no sea sujeto del
Derecho Internacional. De hecho, el conflicto armado puede darse entre dos grupos ar-
mados organizados antagónicos. Sin perjuicio de ello, en los conflictos armados interna-
cionales se enfrentan como mínimo dos Estados. Durante esta clase de conflictos deben
observarse las normas de los cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y del
Protocolo Adicional I de 1977, y otros tratados de Derecho Internacional Humanitario
sobre armas, bienes culturales, etc., y el derecho consuetudinario.
En los conflictos armados sin carácter internacional se enfrentan, en el territorio de
un mismo Estado, las fuerzas armadas regulares y grupos armados organizados disidentes
(a veces desprendimientos de las mismas fuerzas armadas) o grupos armados organizados
entre sí. En estos conflictos se aplican las disposiciones del artículo 3 común a los cuatro
Convenios de Ginebra de 1949 ya citados, el Protocolo Adicional II de 1977 cuando se
dan las condiciones establecidas en el mismo, otros tratados de Derecho Internacional
Humanitario, y el derecho consuetudinario.
El Derecho Internacional Humanitario intenta proteger a la persona humana que no
participa en el conflicto armado o se encuentra fuera de combate, buscando simplemente
asegurar su supervivencia, y evitarle mayores consecuencias negativas por razones huma-
nitarias. También por los mismos motivos protege a los combatientes de sufrimientos in-
necesarios sin justificación militar.
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos no solo se preocupa de salva-
guardar la vida, en situaciones de guerra y de paz, sino que va más allá promocionando el
desarrollo completo del ser humano en sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales
y culturales, a la paz, al desarrollo, a la libre determinación, al medio ambiente, etc.3 Por
ejemplo, el Derecho Internacional Humanitario contiene normas sobre la conducción de
las hostilidades, el estatuto del combatiente y el prisionero de guerra que no se encuentran
en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Por el otro lado, el Derecho In-
ternacional de los Derechos Humanos se ocupa de derechos políticos, civiles, económicos,
sociales, culturales, etc., temas estos –entre otros– de los que no se ocupa el Derecho In-
ternacional Humanitario.
Otra diferencia entre el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Interna-
cional de los Derechos Humanos es que las normas del Derecho Internacional Humanita-
rio son inalienables y no admiten suspensión alguna.
Como sabemos, los derechos humanos son derechos inherentes a todas las personas
por su condición de seres humanos y deben ser respetados en todo tiempo y en todo lugar.
Sin embargo, los Estados pueden suspender algunas normas en situaciones de emergencia
pública que pongan en peligro la vida de la nación, a condición de que la decisión de sus-
penderlas sea proporcional a la crisis y su aplicación no sea indiscriminada o infrinja alguna
otra norma del derecho internacional, incluido el Derecho Internacional Humanitario. Sin
3.Uprimny Yepes, R.; Uprimny Yepes, I.M. y Parra Vega, O. Derechos Humanos y Derecho Inter-
nacional Humanitari. Módulo de autoformación. Fundación Social. Consejo Superior de la Judica-
tura. Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”, Bogotá, 2006, págs. 23 y ss.
132
embargo, el núcleo rígido de los derechos humanos también es inderogable, como por
ejemplo los relativos al derecho a la vida y las normas que prohíben la tortura o los tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes, la esclavitud y la servidumbre.
En el Derecho Internacional de los Derechos Humanos se pueden plantear desarro-
llos diferentes de estos, de acuerdo con las diferencias culturales imperantes en las socie-
dades de los Estados que componen la comunidad internacional, sin perjuicio de la
existencia de un núcleo inderogable a partir del cual se puede desarrollar un diálogo inter-
cultural. Por el contrario, el Derecho Internacional Humanitario protege a categorías de
personas que este mismo define (heridos, náufragos, prisioneros de guerra, etc.) y no acepta
aplicaciones diferenciadas, así como no permite esgrimir el incumpliendo de un actor en
el conflicto para justificar el propio incumplimiento. 4
Valladares recuerda que Swinarski ha señalado que el bien jurídico protegido por el
Derecho Internacional Humanitario es la humanidad misma, considerada como la ultima
ratio legis, dado que el objetivo primordial es lograr que los seres humanos protegidos por
este derecho sigan existiendo superando los peligros inherentes a la guerra. Al respecto
dicho autor señala:
“Esas personas tienen derecho a que se respete su vida, su integridad física y su dig-
nidad, y para el caso de ser llevadas ante la Justicia se benefician de garantías judiciales.
Serán, en todas las circunstancias, protegidas y tratadas con humanidad, sin distinción al-
guna de índole desfavorable”.
“En particular, está prohibido matar o herir a un adversario que haya depuesto las
armas o que esté fuera de combate. Los heridos y los enfermos deben ser recogidos y
asistidos por la parte beligerante en cuyo poder estén. Se deben respetar el personal y el
material médico, los hospitales y las ambulancias”.
“Normas específicas regulan asimismo las condiciones de detención de los prisione-
ros de guerra y el trato debido a los civiles que se hallan bajo la autoridad de la parte
adversa...”.5
Para diferenciar de manera práctica el Derecho Internacional Humanitario del Dere-
cho Internacional de los Derechos Humanos describiré acciones que son permitidas por
el Derecho Internacional Humanitario pero prohibidas por el Derecho Internacional de
los Derechos Humanos, y acciones que son permitidas por el Derecho Internacional de
los Derechos Humanos pero que son prohibidas por el Derecho Internacional Humanita-
rio.
Algunos ejemplos: la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción,
el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción (ley 24534),
establece la prohibición del empleo de armas químicas (art. I b), las que define como “las
sustancias químicas tóxicas o sus precursores, salvo cuando se destinen a fines no prohi-
bidos por la presente Convención, siempre que los tipos y cantidades de que se trate sean
compatibles con esos fines” (art. II 1 a). Entre otros fines no prohibidos por la Conven-
ción, se incluye el “mantenimiento del orden, incluida la represión interna de disturbios”
4.Uprimny Yepes, R.; Uprimny Yepes, I.M. y Parra Vega, O., ob. cit., pág. 12.
5.Valladares, G.P.: El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y su Contribución al Desarrollo
Convencional del Derecho Internacional Humanitario en los Comienzos del siglo XXI. Pág. 294.
http://www.oas.org/dil/esp/13%20-%20valladares.CV.LR.271-320.pdf
133
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
(art. 9 d). Y los agentes de represión de disturbios, son definidos como “Cualquier sustan-
cia química no enumerada en una Lista, que puede producir rápidamente en los seres hu-
manos una irritación sensorial o efectos incapacitantes físicos que desaparecen en breve
tiempo después de concluida la exposición al agente” (art. II 7). En consecuencia, en los
conflictos armados internacionales o no internacionales el Derecho Internacional Huma-
nitario establece la prohibición de la utilización de agentes de represión de disturbios como
los gases lacrimógenos, y su uso sería una grave violación al ius in bello, es decir, un crimen
de guerra (art. 8 xviii del Estatuto de Roma), mientras que sí es permitido su uso para
garantizar la ley y el orden.
En el Derecho Internacional Humanitario está autorizado el uso de la fuerza en si-
tuaciones o en formas que no lo autoriza el Derecho Internacional de los Derechos Hu-
manos, al permitirse la existencia de daños colaterales a inocentes siempre y cuando no se
viole el principio de proporcionalidad. Así el artículo 57 (2) (iii) del Protocolo I prohíbe un
ataque “cuando sea de prever que causará incidentalmente muertos o heridos en la pobla-
ción civil, daños a bienes de carácter civil, o ambas cosas, que serían excesivos en relación
con la ventaja militar concreta y directa prevista”. El concepto de daños colaterales o inci-
dentales es ajeno al Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La policía no puede
justificar la muerte o daños en la integridad física, de transeúntes o rehenes por intentar
detener a un delincuente.
Otro ejemplo: la obra del Comité Internacional de la Cruz Roja “El Derecho Inter-
nacional Humanitario Consuetudinario” al referirse a las estratagemas señala: “… Las es-
tratagemas de guerra no quedan prohibidas, siempre que no infrinjan alguna norma del
derecho internacional humanitario. (…) La práctica de los Estados establece esta regla
como una norma de derecho internacional consuetudinario aplicable tanto en los conflic-
tos armados internacionales como en los no internacionales. (…) Se trata de una antigua
norma de derecho internacional consuetudinario que se reconocía ya en el Código de Lie-
ber y la Declaración de Bruselas, y que se codificó en el Reglamento de La Haya. Se esta-
blece, asimismo, en el Protocolo adicional I. Numerosos manuales militares contienen la
norma que permite el uso de estratagemas de guerra, que corroboran diversas declaracio-
nes oficiales y otra práctica. (…) La práctica reunida ofrece ejemplos tanto en los conflictos
armados internacionales como en los no internacionales, mientras que no se ha hallado
ninguna práctica que sugiera que las estratagemas están prohibidas en ninguno de los dos
tipos de conflicto. (…) Las estratagemas son actos destinados a confundir al enemigo. A
menudo se señala que las estratagemas son frecuentes en los conflictos armados. En el
manual militar del Reino Unido se mencionan los siguientes ejemplos de estratagemas lí-
citas: sorprender al enemigo y realizar emboscada…”.5 Sin embargo, una emboscada donde
se cuenta con la ventaja militar de abrir fuego antes que el enemigo desde una posición
resguardada sin previo aviso, no sería un procedimiento policial legítimo y violaría el De-
recho Internacional de los Derechos Humanos.
Las reglas de empeñamiento o comportamiento (“Rules of Engagement”) precisan
las circunstancias en que una fuerza armada gubernamental o grupo armado organizado
puede utilizar sus armas de fuego. En un conflicto armado internacional o no internacional
134
solo tendrán el límite de las normas del Derecho Internacional Humanitario. 6 Indudable-
mente las limitaciones pueden generarse por el teatro donde se combata. Por ejemplo, el
combate en un desierto muy difícilmente afectaría a la población civil por lo que las reglas
de empeñamiento que limiten la acción bélica serán escasas, y no existirán prácticamente
limitaciones al uso de la artillería. Pero en una zona urbana es donde tendrían que tomarse
las mayores precauciones para no causar bajas en esa población no combatiente, por lo
que existirán importantes limitaciones al uso de las armas. Esta mayor libertad para el uso
de la violencia en un conflicto armado, –inexistente en una mera acción policial–, incluso
favorece la posibilidad de sufrir por error el fuego de su propio bando.
La importancia del Derecho Internacional Humanitario quizá cobra todavía más re-
levancia en los conflictos armados no internacionales en los cuales la ferocidad de la lucha
a veces es mayor que en los conflictos armados internacionales, y en los cuales, pese a
tratarse en general de conflictos de baja intensidad, se cae con mayor facilidad en la práctica
de la guerra total, es decir aquella en que ya no se distingue al combatiente del no comba-
tiente.
Como señala Bellamy7 se esgrimen los argumentos del consecuencialismo, la respon-
sabilidad colectiva, la emergencia suprema o incluso el mandato divino para justificar el
incumplimiento del ius in bello respecto de la distinción entre combatiente y no combatiente.
Con el primer argumento se justifica la utilización de medios de lucha ilegales ya que gracias
a ellos se alcanzarían fines válidos. Un ejemplo histórico es el de los bombardeos nucleares
en Japón donde el argumento fue que en definitiva se ahorró derramamiento de sangre.
Con el segundo se responsabiliza a los no combatientes por ser parte de una colectividad
moralmente responsable, y que por lo tanto puede ser atacada sin limitaciones, como ocu-
rrió con los bombardeos masivos de la segunda guerra mundial. La emergencia suprema
se esgrime para justificar que es válido incumplir el ius in bello en una situación de opresión
en la que no existen medios alternativos para combatir, como ocurrió y ocurre en Medio
Oriente. Finalmente, con el mandato divino se alega, aunque nunca se presenten pruebas,
contar con una orden divina que deja de lado cualquier limitación humana. Las guerras de
religión son un ejemplo.
En materia de conflictos no internacionales alguna vez se dijo: “Optime olere occi-
sum hostem et melius civem” (Un enemigo muerto huele bien y sobre todo si es un conciudadano).
Estas palabras atribuidas por Suetonio al general romano y luego emperador Aulo Vitelio
al visitar ya victorioso el campo de batalla de Bedriac, donde había derrotado al emperador
Otón en el curso de una de las tantas guerras civiles que asolaron al Imperio Romano,
evidencia la naturaleza cruel de todo conflicto armado, particularmente cuando enfrenta
civilmente a los conciudadanos por razones ideológicas, políticas, religiosas, etc.8
pág. 220.
8. Suetonio Tranquilo, C.: Vida de los Césares. Fue secretario del Emperador Adriano y escribió una
135
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Una situación de violencia armada en el que intervengan fuerzas armadas y/o grupos
armados organizados, y que alcanza un nivel que excede al de una asonada, un motín o un
acto esporádico y aislado de violencia (art. 3 común de los Convenios de Ginebra, art. 8
Estatuto de la Corte Penal Internacional), solo puede ser tratado adecuadamente por la
rama especializada del Derecho, es decir por el Derecho Internacional Humanitario, que
determinará qué conductas son conforme a derecho o violatorias de este.
Cuando el medio de combate es ilícito, es decir, en violación al ius in bello, puede ser
utilizado por cualquiera de los integrantes de las partes involucradas en el conflicto armado,
es decir, por agentes del Estado o sus aliados y simpatizantes, o por miembros de grupos
armados organizados o sus aliados o simpatizantes, sea como parte de una política expresa,
alentada o tolerada por las autoridades gubernamentales o del grupo armado organizado,
sea por decisión individual. Solo cuando el fenómeno de la violencia armada se da fuera
del ámbito del conflicto armado, su tratamiento corresponderá al Derecho Penal común.
Y cuando este acto de violencia ajeno al conflicto armado se origine en el Estado o en uno
de sus agentes será objeto de especial atención para el Derecho Internacional de los Dere-
chos Humanos.
A mi juicio, negarse a aceptar que el fenómeno del así llamado “terrorismo” en los
conflictos armados internacionales y no internacionales se refiere a un método de combate
ilegal cuyo tratamiento corresponde al Derecho Internacional Humanitario, conduce ne-
cesariamente a que se busque transformar el Derecho Internacional de los Derechos Hu-
manos, y que comience a esgrimírselo como limitación no ya solo de la conducta de los
Estados, sino también de los grupos armados organizados que utilizan métodos de lucha
ilegales. Por otra parte el desequilibrio que se generaría al exigirse el cumplimiento de obli-
gaciones de Derecho Internacional Humanitario solo al Estado y a sus agentes al confun-
dirlo con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, pero no a quienes combaten
a este Estado o al Gobierno que lo dirige, a mi juicio ha generado una tendencia contraria
en el Derecho Internacional que considera que los grupos armados organizados que reali-
zan actos de violencia contrarios al ius in bello, pueden violar los derechos humanos, lo que
conduciría en última instancia a considerar al Derecho Internacional Humanitario y al De-
recho Internacional de los Derechos Humanos como un único derecho.
Para enfrentar la tendencia señalada solo hay un camino realista: reservar la aplicación
del Derecho Internacional Humanitario a las situaciones de conflicto armado internacional
o no internacional que queden encuadradas en los Convenios de Ginebra de 1949 y en los
Protocolos de 1977, y demás normativa humanitaria convencional y consuetudinaria. Los
conflictos internos violentos que no sean meros disturbios o tensiones, es decir que impli-
quen la existencia de conflictos armados aunque sean de baja intensidad (sin uso de artille-
ría pesada, carros de combate o fuerzas aéreas o navales), con grupos armados organizados
capaces de realizar acciones armadas, caerán dentro de la órbita del Derecho Internacional
“Utque campos, in quibus pugnatum est, adiit, abhorrentis quosdam cadauerum tabem detestabili
uoce confirmare ausus est, optime olere occisum hostem et melius civem”.
“En arrivant sur le champ de bataille, il dit ces mots exécrables à quelques personnes qui témoi-
gnaient leur répugnance pour l'odeur des cadavres: “¡Un ennemi mort sent toujours bon, surtout un
concitoyen”.
http://bcs.fltr.ucl.ac.be/SUET/VITEL/10.htm
136
Humanitario, y si se realizan actos en violación al ius in bello, podrán ser calificados de
crímenes de guerra según sea la gravedad de la violación.
La lucha armada no internacional entre fuerzas gubernamentales y grupos armados
organizados no es una cuestión meramente policial regida exclusivamente por el Derecho
Penal y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, sino una situación específi-
camente regida por el Derecho Internacional Humanitario. Como señala Sassóli cuando
no existe conflicto armado, no existen “reglas que establezcan cómo los que se oponen a
la policía pueden luchar contra ella”9 y la policía tendrá mayores restricciones que las que
imperan en el Derecho Internacional Humanitario.
En un conflicto armado el derecho de atacar al combatiente enemigo, solo estará
restringido por los principios fundamentales del conflicto armado: la obligación de respetar
a la población civil (v.g. art. 13 del Protocolo II; art. 48 del Protocolo I); la obligación de
respetar a quien está fuera de combate (hors de combat; v.g. arts. 5 y 7 del Protocolo II;
art. 41 del Protocolo I); la obligación de actuar con proporcionalidad, que no permite lan-
zar un ataque cuando sea de prever que cause incidentalmente muertos y heridos entre la
población civil, daños a bienes de carácter civil o ambas cosas, que sean excesivos en rela-
ción con la ventaja militar concreta y directa prevista; la obligación de no utilizar medios
bélicos que causen daños superfluos o sufrimientos innecesarios a los combatientes ya que
carecen de finalidad militar (lo que por ejemplo ha llevado a la prohibición del láser como
arma ya que produce la ceguera permanente del combatiente). Por el contrario, la actuación
policial ante una acción criminal se encuentra restringida, ya que no puede usar la fuerza
de las armas salvo en circunstancias extremas. Por ejemplo, los principios 9 y 10 de los
“Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de las Armas de Fuego por los Fun-
cionarios Encargados de hacer cumplir la Ley”, adoptados por el 8° Congreso de las Na-
ciones Unidas sobre Prevención y Tratamiento de Delincuentes, celebrado en la Habana,
Cuba, del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990, establecen: “Los funcionarios encarga-
dos de hacer cumplir la ley no emplearán armas de fuego contra las personas salvo en
defensa propia o de otras personas, en caso de peligro inminente de muerte o lesiones
graves, o con el propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave que
entrañe una seria amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona que
represente ese peligro y oponga resistencia a la autoridad, o para impedir su fuga, y solo en
caso de que resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos objetivos.
En cualquier caso, solo se podrá hacer uso intencional de armas letales cuando sea estric-
tamente inevitable para proteger una vida” y “en las circunstancias previstas en el principio
9, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley se identificarán como tales y darán
una clara advertencia de su intención de emplear armas de fuego, con tiempo suficiente
para que se tome en cuenta, salvo que al dar esa advertencia se pusiera indebidamente en
peligro a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, se creara un riesgo de muerte
o daños graves a otras personas, o resultara evidentemente inadecuada o inútil dadas las
circunstancias del caso”.
9.Sassoli, M.: “La ‘guerra contra el terrorismo’, el derecho internacional humanitario y el estatuto de
prisionero de guerra” en Valladares, P.G. (comp.): Lecciones y Ensayos 78. Derecho Internacional Hu-
manitario y Temas de Áreas Vinculadas, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2003, pág. 580.
137
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
10. Acerca del problema de la definición de terrorismo Kalliopi K. Koufa en su Informe sobre Te-
rrorismo y Derechos Humanos (E/CN.4/Sub.2/2001/31, pág. 10.) afirma: “25. En efecto, el pro-
blema de la definición podría muy bien ser el principal factor de controversia en relación con el
terrorismo. Esto es tanto más cierto si se tienen en cuenta los importantes intereses políticos conco-
mitantes. El término terrorismo lleva una importante carga emotiva y política. Por lo general va
acompañado de un juicio negativo implícito y se usa selectivamente. A este respecto, algunos autores
han destacado acertadamente una tendencia entre los comentadores en la esfera de confundir defi-
niciones con juicios de valores y calificar el terrorismo toda actividad o comportamiento violentos a
los que se oponen o, por el contrario, rechazar el término cuando se refiere a situaciones con las que
simpatizan. De allí la famosa frase “el que para uno es un terrorista para otro es un luchador de la libertad”.
11. Bellamy, ob. cit., pág. 211.
138
condenados, no está del todo claro que haya una campaña sistemática y generalizada de
terrorismo o que los terroristas involucrados se nieguen persistentemente a atacar objeti-
vos militares. El tercero es el terrorismo parcial. En estos casos, los actores estatales o no
estatales cometen actos de terrorismo que no llegan a los umbrales (generalizados y siste-
máticos, negativa persistente a atacar objetivos militares). Como resultado, si el actor cum-
ple con las exigencias del ius ad bellum, la comisión de actos terroristas no socava la
legitimidad general de la campaña, pero los actos individuales de terrorismo deben conde-
narse”.12
El Derecho Internacional Humanitario intenta proteger a toda persona que no par-
ticipa de las hostilidades o que ha dejado de participar de las mismas dejando de lado cual-
quier consideración, por lo que también los incorrectamente denominados “combatientes
ilegales” (v.g. los detenidos en Guantánamo acusados de actos terroristas) tienen derecho
a la protección de los Convenios de Ginebra y a las garantías judiciales en caso de ser
juzgados por sus actos en violación al ius in bello. En suma, considero que en todo conflicto
armado internacional o no internacional correspondería aplicar la regla que durante el con-
flicto armado el Derecho es sirviente del Derecho Humanitario, por lo que este debería
prevalecer sobre toda otra norma interna o internacional, lo que incluye al Derecho Inter-
nacional de los Derechos Humanos. Hasta el umbral del conflicto armado interno reinarán
los Derechos y Garantías Constitucionales, el Derecho Internacional de los Derechos Hu-
manos y eventualmente el Derecho Penal, pero traspasado el mismo, sin que por ello dejen
de aplicarse subsidiariamente, las acciones de los actores del conflicto deberán ajustarse al
Derecho Internacional Humanitario, y las violaciones a este deberán juzgarse bajo las pro-
pias normas del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho Penal Internacional.
Así respecto de los llamados actos terroristas, es decir el ejercicio de la violencia en grave
violación al ius in bello, el Derecho Internacional Humanitario tendrá la última palabra.
139
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
140
En esas situaciones que no conducen necesariamente a la lucha abierta, las autorida-
des en el poder emplazan fuerzas policiales numerosas, o incluso fuerzas armadas,
para restablecer el orden interno.
151. El derecho internacional humanitario excluye expresamente de su ámbito de aplicación
a las situaciones de disturbios interiores y tensiones internas, por no considerarlas como conflictos
armados. Estas se encuentran regidas por normas de derecho interno y por las normas pertinentes
del derecho internacional de los derechos humanos.
ii. Los conflictos armados no internacionales en el marco del derecho internacional humanitario
152. En contraste con esas situaciones de violencia interna, el concepto de conflicto
armado requiere, en principio, que existan grupos armados organizados que sean capaces de librar
combate, y que de hecho lo hagan, y de participar en otras acciones militares recíprocas,
y que lo hagan. El artículo 3 común simplemente hace referencia a este punto, pero
en realidad no define “un conflicto armado sin carácter internacional”. No obstante,
en general se entiende que el artículo 3 común se aplica a confrontaciones armadas
abiertas y de poca intensidad entre fuerzas armadas o grupos relativamente organiza-
dos, que ocurren dentro del territorio de un Estado en particular. Por lo tanto, el
artículo 3 común no se aplica a motines, simples actos de bandolerismo o una rebe-
lión no organizada y de corta duración. Los conflictos armados a los que se refiere el
artículo 3, típicamente consisten en hostilidades entre fuerzas armadas del gobierno
y grupos de insurgentes organizados y armados. También se aplica a situaciones en
las cuales dos o más bandos armados se enfrentan entre sí, sin la intervención de
fuerzas del gobierno cuando, por ejemplo, el gobierno establecido se ha disuelto o
su situación es tan débil que no le permite intervenir. Es importante comprender que la
aplicación del artículo 3 común no requiere que existan hostilidades generalizadas y de gran escala,
o una situación que se pueda comparar con una guerra civil en la cual grupos armados de disidentes
ejercen el control de partes del territorio nacional. La Comisión observa que el Comentario
autorizado del CICR sobre los Convenios de Ginebra de 1949 indica que, a pesar de
la ambigüedad en el umbral de aplicación, el artículo 3 común debería ser aplicado
de la manera más amplia posible.
153. El problema más complejo en lo que se refiere a la aplicación del artículo
3 común no se sitúa en el extremo superior de la escala de violencia interna, sino en
el extremo inferior. La línea que separa una situación particularmente violenta de
disturbios internos, del conflicto armado de nivel “inferior”, conforme al artículo 3,
muchas veces es difusa y por lo tanto no es fácil hacer una determinación. Cuando
es necesario determinar la naturaleza de una situación como la mencionada, en el
análisis final lo que se requiere es tener buena fe y realizar un estudio objetivo de los
hechos en un caso concreto.
141
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
142
176. El objetivo básico del artículo 3 común es disponer de ciertas normas le-
gales mínimas que se puedan aplicar en el curso de hostilidades para proteger a las
personas que no tomaron, o que ya no toman parte directa o activa en las hostilida-
des. Las personas que tienen derecho a la protección que legalmente les confiere el
artículo 3 común, incluyen a los miembros del gobierno y de las fuerzas disidentes
que se rinden, son capturados o están fuera de combate (hors de combat). De igual
modo, los civiles están protegidos por las garantías del artículo 3 común, cuando son
capturados o de alguna otra manera quedan sujetos a la autoridad de un adversario,
incluso aunque hayan militado en las filas de la parte opositora.
177. Además del artículo 3 común, los principios del derecho consuetudinario aplicables a
todos los conflictos armados exigen que las partes contendientes se abstengan de atacar directamente
a la población civil y a civiles en forma individual, y que al fijar sus objetivos distingan entre los
civiles y los combatientes y otros objetivos militares legítimos. Para amparar a los civiles de los
efectos de las hostilidades, otros principios del derecho consuetudinario exigen que
la parte atacante tome precauciones para evitar o minimizar la pérdida de vidas civiles
o daños a la propiedad de civiles, incidentales o colaterales a los ataques contra obje-
tivos militares.
178. La Comisión considera que los peticionarios tienen una apreciación erró-
nea de las consecuencias prácticas y jurídicas derivadas de la aplicación de esas nor-
mas a las personas que participaron en el ataque de La Tablada. Concretamente,
cuando civiles como los que atacaron el cuartel de La Tablada, asumen el papel de
combatientes al participar directamente en el combate, sea en forma individual o
como integrantes de un grupo, se convierten en objetivos militares legítimos. En tal
condición, están sujetos al ataque directo individualizado en la misma medida que los
combatientes. Por consiguiente, en virtud de sus actos hostiles, los atacantes de La
Tablada perdieron los beneficios de las precauciones antes mencionadas en cuanto
al ataque y contra los efectos de ataques indiscriminados o desproporcionados, acor-
dados a los civiles en actitud pacífica. En contraposición, esas normas del Derecho
humanitario siguen aplicándose plenamente con respecto a los civiles pacíficos pre-
sentes o residentes en los alrededores del cuartel de La Tablada, al momento de ocu-
rrir las hostilidades. La Comisión observa, a modo de paréntesis, que no ha recibido
reclamo alguno de esas personas contra el Estado argentino donde se sostenga que
ellas o sus propiedades sufrieron daños como consecuencia de las hostilidades en el
cuartel.
179. Cuando los incursores atacaron el cuartel de La Tablada asumieron claramente el riesgo
de encontrar una respuesta militar del Estado. El hecho de que las fuerzas militares argentinas
fueran superiores en número y dispusieran de mayor poder de fuego, y que lo emplearan contra los
atacantes, no puede reputarse por sí mismo como violación de norma alguna del derecho humanitario.
Esto no significa, empero, que las fuerzas militares argentinas o los atacantes MTP gozaran de
discreción ilimitada en cuanto a su elección de los medios para lesionar a la otra parte. Por el
contrario, a ambas partes se les exigía que condujeran sus operaciones militares dentro de las restric-
ciones y prohibiciones impuestas por las normas aplicables del Derecho humanitario”.
143
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
14.Irigoin Barrenne, J.; Espaliat Larson, A.: “Las normas de Derecho Internacional Humanitario que
rigen los conflictos armados sin carácter internacional: su aplicación en Chile” en Lecciones y Ensayos
78. Valladares, P.G. (comp.): Lecciones y Ensayos 78. Derecho Internacional Humanitario y Temas de
Áreas Vinculadas, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2003, pág. 359.
144
histórico es el de las fuerzas armadas alemanas que se beneficiaron del Derecho Interna-
cional Humanitario vigente durante la Segunda Guerra Mundial, sin perjuicio de que en
los juicios de Nüremberg se juzgaran las responsabilidades individuales de los dirigentes
alemanes por la guerra de agresión como crimen contra la paz.
En un conflicto armado interno, aunque la lucha se llevara a cabo contra un régimen
dictatorial, el Derecho Internacional Humanitario obligará a todas las partes. Ello no im-
plica, ni siquiera en caso de aplicarse el Protocolo II por existir dominio territorial por
parte del grupo armado organizado, pero sin reconocimiento de la Comunidad Beligerante
por parte del Estado atacado, que los integrantes del grupo armado vencido, no puedan
ser perseguidos penalmente. Sin embargo si los integrantes del grupo armado vencido
cumplieron con las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario, podrán benefi-
ciarse del asilo territorial, y su extradición podría ser legítimamente rechazada bajo el prin-
cipio de la no extraditabilidad de los delincuentes políticos. Por el contrario, si no hubieran
cumplido con el Derecho Internacional Humanitario, podrían ser enjuiciados en caso de
graves violaciones a este como criminales de guerra por parte de cualquier Estado. Esta
conclusión sería diferente si se estableciera como un crimen internacional contra la paz el
atentado contra el orden constitucional republicano y democrático, en cuyo caso la extra-
dición procedería entre los Estados que acordaran la persecución de este crimen político,
pero que no sería un crimen de guerra.
En este sentido la Comisión en el caso La Tablada en los citados párrafos 173 y 174
señala que la aplicación del Derecho Humanitario “no puede interpretarse como un reco-
nocimiento de la legitimidad de las razones o la causa por la cual los miembros del MTP
tomaron las armas”, y subraya que “las disposiciones obligatorias del artículo 3 común
obligan y se aplican expresamente por igual a ambas partes de los conflictos internos, vale
decir el gobierno y las fuerzas disidentes”. La Comisión concluye que “tanto los atacantes
del MTP como las fuerzas armadas argentinas, tenían los mismos deberes conforme al
Derecho Humanitario”.
¿Cuál es el alcance de la protección del artículo 3 común para los civiles? Los civiles
que atacaron el cuartel asumieron el papel de combatientes por lo que se transformaron
en objetivos militares legítimos. Esto es resaltado por la Comisión que también pone de
relieve que la obligación de proteger a los civiles ajenos al conflicto alcanza a todas las
partes combatientes.
En el párrafo 177 se subraya que “además del artículo 3 común, los principios del
derecho consuetudinario aplicables a todos los conflictos armados exigen que las partes
contendientes se abstengan de atacar directamente a la población civil y a civiles en forma
individual, y que al fijar sus objetivos distingan entre los civiles y los combatientes y otros
objetivos militares legítimos”.
En esta materia es oportuno recordar que el delegado argentino al Congreso Sud-
americano de Derecho Internacional Privado de Montevideo de 1889, el Dr. Roque Sáenz
Peña, al referirse al asilo territorial de los delincuentes políticos señaló que si “tienen dere-
cho a la hospitalidad, es porque para ellos el destierro es el único medio de sustraerse a la
venganza de sus adversarios triunfantes y porque después de haber combatido lealmente por su
145
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
causa, ellos pueden marchar con la frente alta, esperando que brillen mejores días”.15 En la
frase “después de haber combatido lealmente por su causa” está la clave. Si se pregunta sobre
cuándo se combate lealmente, la respuesta posible es una sola: cuando se respetan las nor-
mas del Derecho Internacional Humanitario. Cuando estas son violadas, sea en un con-
flicto interno sea en uno internacional, aunque se esgriman los motivos políticos más
loables, se estarán cometiendo crímenes de guerra y existirá el deber de no amparar esas
conductas.
En tales casos será aplicable la regla aut dedere aut judicare aut punere, –o extraditar o
juzgar o castigar–, recogida en el punto 6 de la Resolución N° 1/03 de la Comisión Inter-
americana de Derechos Humanos, que a estas alturas del desarrollo del Derecho Interna-
cional permitiría considerársela no solo una norma convencional sino consuetudinaria e
incluso de ius cogens (orden público internacional).16 Es decir, la República Argentina podría
denegar la extradición del integrante de un grupo armado organizado acusado de actos
terroristas, es decir por graves violaciones a las normas de Derecho Internacional Huma-
nitario –crímenes de guerra–, basándose en la situación objetiva del país requirente en
materia de derechos y garantías, pero en tal caso debería someter al integrante del grupo
armado organizado a la Justicia argentina que, aplicando el derecho procesal local y garan-
tizando de este modo el debido proceso, podrá determinar si han existido o no violaciones
graves a normas de Derecho Internacional Humanitario, aplicando según sea el caso la
sanción correspondiente.
Es destacable que el Derecho Internacional Humanitario obliga a los Estados a per-
seguir los crímenes de guerra según surge del artículo 1° común a los cuatro Convenios de
Ginebra de 1949 que establece: “Las Altas Partes Contratantes se comprometen a respetar
y hacer respetar el presente Convenio en todas las circunstancias”. Siendo la República
Argentina parte de dichos convenios, los tribunales tienen competencia conforme los ar-
tículos 31, 75 inciso 24 y 118 de la Constitución Nacional. Como señala Vinuesa “Dentro
del DIH, las sanciones a las infracciones graves obligan al Estado a juzgar o a extraditar a
los individuos responsables”.17
Sin embargo, no toda violación al Derecho Internacional Humanitario tendrá la en-
vergadura necesaria para ser considerada un crimen de guerra. Esta calificación dependerá
del caso concreto. Para ello será necesario tomar en cuenta la posición y función del actor.
A modo de ejemplo: si un guardia de un campo de prisioneros priva a un prisionero de
guerra de su ración no es lo mismo que si un mando militar ordena no otorgar suficientes
alimentos a los prisioneros de guerra o a la población civil de un territorio ocupado.
15. Actas de las Sesiones del Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado, instalado
en Montevideo el 25 de agosto de 1888 y clausurado el 18 de febrero de 1889. Imprenta de Juan A.
Alsina, Buenos Aires 1889, pág. 167.
16. Kapferer, S.: Legal and Protection Policy Research Series. The Interface between Extradition and
Asylum. United Nations High Commissioner for Refugees. PPLA/2003/05 noviembre de 2003.
pág. 11.
17. Vinuesa, R.E.: “Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, diferencias y
146
7.3. La diferenciación de los crímenes de guerra del Derecho Internacional
Humanitario de otros crímenes internacionales
Se pueden señalar cuatro parámetros a ser evaluados para definir el tipo de crimen
internacional, tomando en cuenta las disposiciones de la Convención para la Prevención y
la sanción del delito de genocidio (Decreto-ley 6286/56) y el Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional (ley 25390): 1. Si existe o no nexo entre el crimen y un conflicto armado
internacional o no internacional. 2. Si la acción criminal se realiza con el objetivo de que-
brar la voluntad de lucha del enemigo para alcanzar la victoria militar. 3. Si el crimen es
generalizado o sistemático. 4. Si en el crimen existe o no un motivo discriminatorio.
A partir de estos elementos se efectuarán las siguientes distinciones que evidenciarían
la existencia de dolos diferentes: a) si el crimen tiene nexo con un conflicto armado inter-
nacional, no internacional o mixto, pero no existe un motivo discriminatorio por naciona-
lidad, raza, etnia o religión, y el objetivo de la acción ilícita es quebrar la voluntad de lucha
del enemigo, alcanzando la victoria militar a cualquier precio, violando los convenios de
Derecho Internacional Humanitario y el derecho consuetudinario en la materia, será un
crimen de guerra que podrá responsabilizar en forma mediata a los mandos superiores en
caso de existir un plan generalizado o sistemático, o negligencia en el ejercicio del mando
permitiendo los crímenes y no reprimiéndolos (v.g. bombardeos indiscriminados); b) si el
crimen tiene nexo con un conflicto armado internacional, no internacional o mixto, pero
no es parte de un plan generalizado o sistemático, sino la acción individual de un comba-
tiente o un grupo de combatientes en violación grave a los convenios de Derecho Inter-
nacional Humanitario y al derecho consuetudinario en la materia, será crimen de guerra,
sin perjuicio de que las circunstancias del delito puedan ser consideradas por el juez un
agravante o un atenuante al momento de la fijación de la pena (v.g. si el crimen se comete
a sangre fría o en el fragor de la lucha); c) si el crimen es generalizado o sistemático pero
sin motivo discriminatorio, y no tiene nexo con un conflicto armado internacional, no
internacional o mixto, en tanto no es conducente a una victoria militar –aunque por medios
ilícitos–, será crimen de lesa humanidad. (v.g. someter a la muerte por hambre a una co-
munidad desafecta políticamente); d) si el crimen es generalizado o sistemático y existe un
motivo discriminatorio por nacionalidad, raza, etnia o religión, tenga o no nexo con un
conflicto armado será crimen de genocidio. (v.g. se asesina a los soldados prisioneros de
guerra que profesan determinada religión).
El tipo de dolo es relevante porque una misma acción violenta, por ejemplo efectuar
un bombardeo con elementos de la fuerza aérea de un Estado, dependiendo de las circuns-
tancias puede ser un acto de guerra legítimo por estar conforme al ius in bello, un crimen
de guerra (v.g. bombardear adrede un hospital militar), un crimen de lesa humanidad (v.g.
además de privar de alimentos a una comunidad políticamente opositora que practica la
desobediencia civil, se la bombardea para acabar más rápidamente con la resistencia), o un
crimen de genocidio (se utiliza el bombardeo como método alternativo de matanza de
prisioneros por razones raciales de nacionalidad o religión de un campo de concentración
ante la retirada de las fuerzas que lo controlan por el avance del ejército enemigo). Todos
estos crímenes requieren el elemento de conocimiento e intencionalidad.
147
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
18. Gutiérrez Posse, H.D.T.: “La contribución de la jurisprudencia de los Tribunales Penales Inter-
nacionales a la evolución del ámbito material del derecho de internacional humanitario. El Estatuto
de Roma –los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y el genocidio– la responsabilidad
penal internacional”, pág. 15 del citado documento publicado en:
http://www.icrc.org/Web/spa/sitespa0.nsf/iwpList74/4E133B11C35B67C7C1256DE100641758
19. Zegveld, L.: “La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el derecho internacional hu-
manitario: comentario acerca del caso La Tablada” en Revista Internacional de la Cruz Roja N° 147,
septiembre de 1998, págs. 547-554.
20. Cassel, D.W.: “La Aplicación en el Derecho Interno de las Convenciones Interamericanas rela-
cionadas con el Derecho Internacional Humanitario. Diagnóstico del Estado Actual de Ratificación
y Aplicación de estos Instrumentos”. La Aplicación Nacional del Derecho Internacional
148
“La tercera doctrina del sistema, más relevante, se refiere a la relación entre DIH y
los derechos humanos en la Convención Americana. En un momento, la Comisión Inter-
americana pretendía aplicar de manera directa el DIH, sobre todo el artículo 3 común de
los Convenios de Ginebra, en contra de los Estados en casos contenciosos ante la Comi-
sión. Hace un año, en el caso Las Palmeras de febrero de 2000, la Corte Interamericana, a
solicitud de Colombia, rechazó esa práctica de la Comisión, fallando muy correctamente, a mi
juicio, y unánimemente que la Comisión no está facultada para aplicar directamente los Convenios de
Ginebra; pero, por otro lado, en la misma sentencia, en el caso Las Palmeras, se afirma que para aplicar
e interpretar, por ejemplo, el derecho a la vida en la Convención Americana, la Comisión está plenamente
facultada, al igual que la Corte, para interpretarla a la luz del contenido jurídico de los Convenios de
Ginebra y de otras fuentes de DIH”.
Como se señaló anteriormente, el Derecho Internacional Humanitario nació en el
siglo XIX ante los horrores de la guerra y persigue fundamentalmente la protección de las
víctimas de los conflictos armados ante actos u omisiones de cualquier actor del conflicto.
En tanto el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, se desarrolló a partir del fin
de la Segunda Guerra Mundial (1945) y busca la protección de los derechos de los indivi-
duos frente al Estado. Que pueda existir coincidencia de contenidos, no significa que sean
un solo y mismo derecho.
De lege ferenda podría considerarse ampliar la competencia de la Comisión Interame-
ricana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos me-
diante la reforma de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), para que
también entienda en las infracciones al Derecho Internacional Humanitario, incluyendo
no solo a las generadas por actos de los Estados o de sus agentes, sino también de todo
otro actor en el conflicto armado. Para ello en el actual artículo 44 de CADH podría agre-
garse el siguiente texto: “También podrán presentarse peticiones que contengan denuncias
o quejas de violaciones de las Convenciones sobre Derecho Internacional Humanitario u
otras normas consuetudinarias o de ius cogens de Derecho Internacional Humanitario vi-
gentes para el Estado Parte involucrado, ya sea que dichas violaciones sean realizadas por
dicho Estado o por grupos armados organizados”.
Dada la importancia del Derecho Internacional Humanitario, sería conveniente la
constitucionalización de los tratados vigentes para la República Argentina, conforme el
procedimiento del artículo 75 inciso 22 in fine de la Constitución Nacional.
Sobre la cuestión de si un grupo armado organizado que comete los así denominados
“actos terroristas”, es decir según se señaló anteriormente, crímenes de guerra, violaría los
derechos humanos de sus víctimas, la República Argentina manifestó en su respuesta a la
Relatora Especial de Terrorismo y Derechos Humanos señora Kalliopi K. Koufa que 21 el
prepared by Ms. Kalliopi K. Koufa, Special Rapporteur on terrorism and human rights. Documento
E/CN.a/sub.2/2003/WP.1/Add.2 del 8 de agosto de 2003.
“The Government of Argentina stated that there two aspects to the debate on terrorism and human
rights: the idea, not shared by Argentina, that terrorists violate human rights (...) The Government noted
that it does not accept the argument that the acts of international terrorism constitute a human rights violation, since,
149
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
by definition, only States are capable of violating human rights. To consider acts of terrorism as violating
human rights often conceals the intention to justify the use of anti-terrorist methods and practices
by States agencies which themselves ignore human rights standards. ... The Government noted that
it espouses the concept that human rights violations can only be committed by the State or State
agents, which was at the heart of the international codification of human rights. In recent years,
however, the theoretical basis of this concept has been reappraised so as to extend to non-State
actors, in much the same was as humanitarian law was extended to non-governmental armed
groups. ... The Government maintained that terrorists acts do not violate human rights and…”.
22. “128. Even if customary international law includes certain basic principles applicable to both
internal and international armed conflicts, Appellant argues that such prohibitions do not entail in-
dividual criminal responsibility when breaches are committed in internal armed conflicts; these pro-
visions cannot, therefore, fall within the scope of the international Tribunals jurisdiction. It is true
that, for example, common Article 3 of the Geneva Conventions contains no explicit reference to
criminal liability for violations of its provisions. Faced with similar claims with respect to the various
agreements and conventions that formed the basis of its jurisdiction, the International Military Tri-
bunal of Nuremberg concluded that a finding of individual criminal responsibility is not barred by the absence
of treaty provisions on punishment of breaches. (...) The Nuremberg Tribunal considered a number of factors
relevant to its conclusion that the authors of particular prohibitions incur individual responsibility:
the clear and unequivocal practice indicating an intention to criminalize the prohibition, including
statements by government officials and international organizations, as well as punishment of viola-
tions by national courts and military tribunals (...) Applying the foregoing criteria to the violations at
issue here, we have no doubt that they entail individual criminal responsibility, regardless of whether
they are committed in internal or international armed conflicts. Principles and rules of humanitarian
law reflect elementary considerations of humanity widely recognized as the mandatory minimum for
conduct in armed conflicts of any kind. No one can doubt the gravity of the acts at issue, or the
interest of the international community in their prohibition.
Furthermore, many elements of international practice show that States intend to criminalize serious
breaches of customary rules and principles on internal conflicts... [El Tribunal enumera a contin-
uación diversa legislación nacional que incluye como graves violaciones al Derecho Humanitario los
crímenes contra personas protegidas por el artículo 3 común, concluyendo] Of great relevance to the
formation of opinio juris to the effect that violations of general international humanitarian law governing internal armed
conflicts entail the criminal responsibility of those committing or ordering those violations are certain resolutions unan-
imously adopted by the Security Council ... All of these factors confirm that customary international law imposes
150
Gasser señala que las normas que prohíben los actos de terrorismo en los conflictos
armados internos son similares a las que rigen en los conflictos internacionales. Señala23:
“Ni el artículo 3 común ni el Protocolo adicional II de 1977 contienen ninguna disposición sobre la
responsabilidad penal por los comportamientos (delictivos) en un conflicto armado interno. Incumbe a las
jurisdicciones nacionales enjuiciar a las personas que han cometido crímenes en esos con-
textos. Ahora bien, el Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia (TPIY), en una importante
decisión, llegó a la conclusión de que los crímenes más atroces cometidos en un conflicto no internacional
deben ser considerados crímenes internacionales. Por lo tanto, las normas internacionales son aplicables
para enjuiciar a una persona acusada de haber cometido un crimen en un conflicto interno. Esto significa
que los actos de terrorismo cometidos en un conflicto no internacional pueden constituir infracciones graves
tal y como se definen en los Convenios de Ginebra de 1949. En estos casos son aplicables las mismas
normas relativas a la jurisdicción de los Estados o de la CPI.
Un conflicto armado no internacional se distingue de un conflicto armado interestatal
por el hecho de que un bando es un Estado y el otro, uno o más grupos de individuos que
se oponen a la autoridad gubernativa. Si por un lado es sabido que los contendientes esta-
tales están obligados a cumplir los compromisos internacionales vinculantes para su res-
pectivo Estado (pacta sunt servanda), hay que recordar, por otro, que el artículo 3 y el Protocolo II
también imponen obligaciones a las fuerzas disidentes y a sus miembros, que son contendientes no estatales.
Así pues, los miembros de esas fuerzas han de respetar la prohibición de cometer actos terroristas y sus
mandos están obligados a hacer cumplir las normas internacionales. Dicho de otro modo, deben tomar todos
los recaudos necesarios para garantizar que se aplique la prohibición de perpetrar actos terroristas, incluidas
las medidas correspondientes si se infringe esa prohibición”.
En todo conflicto armado pueden producirse violaciones al Derecho Internacional
Humanitario. En guerras supuestamente regidas por las reglas de la caballería, asistimos a
violaciones de elementales reglas del Derecho Internacional Humanitario como la de res-
petar la vida del prisionero, como ocurrió en la célebre batalla de Agincourt. 24
criminal liability for serious violations of common Article 3, as supplemented by other general principles and rules on
the protection of victims of internal armed conflict, and for breaching certain fundamental principles and rules regarding
means and methods of combat in civil strife...”.
23. Gasser, H.P.: “Prohibición de los actos de terrorismo en el derecho internacional humanitario”.
attacking at the rear of his army and that French reinforcements were approaching. King Henry
ordered that all French prisoners be put to the sword - an order his knights were reluctant to follow
as, if kept alive, these prisoners could bring a healthy ransom:
“When the King of England perceived them coming thus he caused it to be published that every
one that had a prisoner should immediately kill him, which those who had any were unwilling to do,
for they expected to get great ransoms for them. But when the King was informed of this he ap-
pointed a gentleman with two hundred archers whom he commanded to go through the host and
kill all the prisoners, whoever they might be”.
http://www.eyewitnesstohistory.com/agincourt.htm
The Battle of Agincourt, 1415" EyeWitness to History, www.eyewitnesstohistory.com (2006).
Mark Sasse al comentar el drama Enrique V de Shakespeare, la película basada en este, y el libro del
historiador inglés John Keegan “The Face of Battle: Study of Agincourt, Waterloo and the Somme”
señala:
151
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
“As the battle is winding down, Shakespeare heightens the dramatic effect of the battle scene by
showing the French intent on continuing the fight when they realize they still have soldiers on the
field (96). Shakespeare then has King Henry noticing that the French are reinforcing their lines which
gives the King cause to tell his soldiers to start killing the prisoners (Shakespeare 97). In actuality,
Keegan points out that Henry’s order was more likely a way to threaten the prisoners into submission
because he did not want the prisoners to pick up weapons against them if the French did indeed
counter attack (112). At that moment, the French, according to Shakespeare, raid the English sup-
plies, kill the boys who were guarding it, and then steal all the king’s goods while burning his tent to
the ground (Shakespeare 97-98). Branagh’s film shows horsemen breaking through the row of stakes
going directly to the supply area where they slaughtered the younger boys who watched over the
supplies. Branagh does not show any massacre of prisoners but does show King Henry very upset
at the death of the boys. The historical record of the baggage area being looted indicates that most
likely it was due to armed peasants, including three mounted knights from the nearby castle of Ag-
incourt and not the French army (Keegan 84). Keegan likewise indicates that some of the individuals
guarding the supply area would have been killed though there is no indication that they were young
boys (84).
Shakespeare’s drama and Branagh’s film emphasize the slaughter of the boys perhaps as a way to
justify Henry’s order to kill the prisoners or to vilify the French. Either way, it leaves the audience
regarding Henry as the just king who has defeated the French in a battle of righteousness. While
these versions of the battle may make good theater, they do not stack up well to the actual events of
Agincourt”.
http://mwsasse.com/2012/02/26/shakespeare-branagh-the-historical-accuracy-of-henry-v/
25. Odisea Canto XII http://www.apocatastasis.com/odisea-homero.php#12
“Yo le conté todo como correspondía y entonces me dijo la soberana Circe: … En cuanto a los dos
escollos, uno llega al vasto cielo con su aguda cresta y le rodea oscura nube. Esta nunca le abandona,
y jamás, ni en invierno ni en verano, rodea su cresta un cielo despejado. No podría escalarlo mortal
alguno, ni ponerse sobre él, aunque tuviera veinte manos y veinte pies, pues es piedra lisa, igual que
la pulimentada. En medio del escollo hay una oscura gruta vuelta hacia Poniente, que llega hasta el
Erebo, por donde vosotros podéis hacer pasar la cóncava nave, ilustre Odiseo. Ni un hombre vigo-
roso, disparando su flecha desde la cóncava nave, podría alcanzar la hueca gruta. Allí habita Escila,
que aúlla que da miedo: su voz es en verdad tan aguda como la de un cachorro recién nacido, y es
un monstruo maligno. Nadie se alegraría de verla, ni un dios que le diera cara. Doce son sus pies,
todos deformes, y seis sus largos cuellos; en cada uno hay una espantosa cabeza y en ella tres filas de
dientes apiñados y espesos, llenos de negra muerte. De la mitad para abajo está escondida en la hueca
gruta, pero tiene sus cabezas sobresaliendo fuera del terrible abismo, y allí pesca explorándolo todo
152
hacia una orilla u otra. Por un lado está el peligro de naufragar en el acantilado de la selec-
tividad de la justicia olvidando los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas
vencedoras en un conflicto armado internacional, o los crímenes de guerra cometidos por
grupos armados organizados como secuestros y asesinatos de no combatientes; por el otro
el peligro de sumergirse en el remolino del olvido de los crímenes de guerra en aras del
interés nacional, la reconciliación, el patriotismo etc., olvidando crímenes como el asesi-
nato de prisioneros o no combatientes, la tortura, o las cárceles secretas.26
Ante graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario cometidas por actores
estatales y no estatales se esgrimen objetivos loables como por ejemplo la protección de la
nación y la sociedad frente al terrorismo, para evitar la persecución de integrantes de las
fuerzas del estado; el patriotismo para evitar la persecución de integrantes de las fuerzas
armadas vencedoras; o el respeto de los derechos humanos para evitar la persecución de
integrantes de grupos armados organizados.
Inclinarse hacia uno de los dos lados solo alimenta el escepticismo condensado en la
conocida frase atribuida al jefe galo Breno vae victis, ay de los vencidos, y que se refleja en
algún autor moderno como Zolo, quien citando al juez hindú del Tribunal de Tokio señala
que “solo la guerra perdida es un crimen internacional” 27 o alinearse con los citados argu-
mentos del consecuencialismo y la responsabilidad colectiva que parecen imbuir a autores
como Burleigh.28 Ni tortura, ni asesinato de prisioneros, ni secuestros y asesinato de civiles
no combatientes, encuentran justificación en el Derecho Internacional Humanitario.
Se dirá que es preferible optar como lo hizo Ulises en la Odisea por dirigir su nave
hacia Escila, ya que así como el héroe se salvó con parte de sus hombres frente a la alter-
nativa de perderse todos en Caribdis, así también una justicia parcial sería mejor que
alrededor del escollo , por si consigue apresar delfines o perros marinos, o incluso algún monstruo
mayor de los que cría a miles la gemidora Anfitrite. Nunca se precian los marineros de haberlo pasado
de largo incólumes con la nave, pues arrebata con cada cabeza a un hombre de la nave de oscura
proa y se lo lleva. También verás, Odiseo, otro escollo más llano cerca uno de otro. Harías bien en
pasar por él como una flecha. En este hay un gran cabrahigo cubierto de follaje y debajo de él la
divina Caribdis sorbe ruidosamente la negra agua. Tres veces durante el día la suelta y otras tres
vuelve a soberla que da miedo. ¡Ojalá no te encuentres allí cuando la está sorbiendo, pues no te
libraría de la muerte ni el que sacude la tierra! Conque acércate, más bien, con rapidez al escollo de
Escila y haz pasar de largo la nave, porque mejor es echar en falta a seis compañeros que no a todos
juntos”.
26. Mogni, A.: Derechos humanos en la lucha contra el terrorismo. Comentario al fallo Tedh, al
Nashiri and Husayn (Aby Zubaydah) v. Poland, 24 de julio de 2014. En este fallo del Tribunal Eu-
ropeo de Derechos Humanos analizó el caso de Abd al-Rahim al-Nashir, ciudadano de Arabia Sau-
dita, detenido ilegalmente en Dubai por la CIA acusado de ser el autor intelectual del atentado al
buque norteamericano USSS Cole, y trasladado a diferentes prisiones secretas de la CIA, una de ellas
en Polonia, terminando encarcelado en Guantánamo.
http://www.infojus.gob.ar/derechos-humanos-derechos-humanos-nv12514-2015-09-
01/123456789-0abc-415-21ti-lpssedadevon
27. Zolo, D.: La Justicia de los Vencedores. De Nüremberg a Bagdad, Buenos Aires, Edhasa, 2007, pág.19.
28. Burleigh, M.: Combate Moral. Una Historia de la II Guerra Mundial, Madrid, Taurus, 2011.
153
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
ninguna. Empero, los Argonautas pudieron sortear a Escila y Caribdis gracias a la ayuda
de la diosa marina Tetis y sus compañeras Nereidas.29
Como tesis, el Derecho Internacional Humanitario ha demostrado ser el derecho
más apto para superar este dilema al elevarse por encima de las partes en conflicto ya que
es el que con mayor objetividad, independencia y neutralidad en materia política, ideológica
y religiosa puede tratar el conflicto armado, y el Comité Internacional de la Cruz Roja el
organismo que ha sabido mantener el equilibrio y la independencia necesarios para medir
con la misma vara a todas las conductas violentas permitiendo que, si se opta por el camino
de la Justicia sin límites, –aunque la imprescriptibilidad que a veces se esgrime en esta
materia pueda ser cuestionada como contraria al Estado constitucional de derecho 30–, esta
se aplique a todos, ya que para el Derecho Internacional Humanitario la ya citada frase “el
que para uno es un terrorista para otro es un luchador por la libertad” carece de sentido.
29. González Blanco García, E.: Mecanismos de la Tradición: del Mito de Medea al Cuento de Blancaflor.
“A continuación pasan los Argonautas por entre Caribdis y Escila…Consiguen pasar a salvo gracias
a la ayuda de Tetis y de las otras Nereidas, a petición de Hera”.
http://www.um.es/cepoat/pantarei/wp-content/uploads/2014/11/1998_4cuentode-
blancaflor.pdf
30. Pastor, D.R.: “Las contraparadojas del Estado constitucional de derecho: ¿delitos imprescripti-
bles?”, en Tensiones: ¿derechos fundamentales o persecución penal sin límites?, Buenos Aires, Editores del
Puerto, 2004, pág. 119.
“Una pretensión de justicia a ultranza y más allá de los tiempos, es contraria a la naturaleza política
de la persona. La idea de perdón y compasión, aun para con el peor de los seres humanos, es un
sentimiento respetable de nuestra especie. Cada uno sabrá si es la venganza o la compasión el senti-
miento más adecuado a nuestra condición de humanos, pero para el Estado constitucional de dere-
cho la cuestión es más sencilla: sin límites temporales para la persecución y castigo de los crímenes
el Estado de derecho se desprecia tanto a sí mismo, en la idea de que es un Estado limitado, que
directamente desaparece.
La imprescriptibilidad, que contradice todo humanismo, es la contraparadoja del estado constitucio-
nal de derecho. Es el caso en el cual este artificio vuelve a ser omnipotente y levanta una de las
barreras que él mismo había creado como límite infranqueable a sus poderes”.
154
PARTE III
FUENTES Y RESPONSABILIDAD
Dos temas que se las traen. El principio de todas las cosas y el fin de los principios o
el comienzo de la responsabilidad, que considero, la Meca del Derecho.
Nos referimos a las fuentes del Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
recordamos un cuento, creo que de Jorge Luis Borges, que se refería a un tesoro que se
hallaba al lado de una fuente. En el cuento, como en la vida uno busca la fuente en lugares
ignotos y lejanos. Así fue y no encontró la fuente, y fue objeto de mil peripecias. Termina-
das, volvió a su casa y miró por la ventana. Allí estaba la fuente que brillaba al sol. Debajo
estaba el tesoro.
Es así en las fuentes está el tesoro del derecho, ni que hablar del Derecho Interna-
cional y del nuevo Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Muchas veces nos
encandilamos con nuevos temas y perdemos de vista la realidad. Allí recurrimos al GPS
jurídico que nos brinda la unión entre la experiencia y el conocimiento adquirido por el
estudio y allí está el tesoro del Derecho; las fuentes.
Es uno de los temas cruciales del derecho en general y en particular del DIDH. Pero
hay algo más. Detrás del tema siempre está el autor, en este caso, la Dra. Elsa Álvarez, una
profesora con la que he transitado parte de mi vida académica y he compartido alegrías y
pesares. Hay un momento en que uno se entiende en el derecho y en todo con una mirada
y es así con Elsa, que además de persona sobresaliente, es una jurista que hace de la ense-
ñanza y de la formación de los nuevos profesores un motivo de vida. Esa es la realidad y
no quiero soslayar la relación intelectual que me une con la autora con la que siempre hay
un punto de encuentro.
El otro tema del capítulo es la responsabilidad. El fin del camino. Cuando leemos
Crimen y castigo de Fiódor Dostoievski, nos representamos la responsabilidad y siempre nos
queda el optimismo de Raskolnicov que sueña con un futuro cuando cumpla la condena.
Ese es el tema del mundo de la responsabilidad en la literatura. En el derecho no
difiere, bajo el lema: todo aquel que cause un daño debe repararlo. El fin del derecho. Es
muy difícil, sino imposible pensar el derecho sin responsabilidad, limitado a sabios conse-
jos y reglas éticas.
Por eso, la responsabilidad es el tema bisagra del derecho. A partir de ella se abren
las ventanas del cumplimiento normativo, del derecho vivo.
Ese es el tema al que se ha abocado la Dra. Aldana Rohr, una jurista de nuevo cuño
y de estructura clásica, donde la pujanza de la juventud se asocia con un criterio consistente
y depurado que llevan a la convicción de un futuro pujante. La frase anterior no satisface,
pues el futuro siempre coloca a las personas en una hilera de pendientes. No es el caso
pues la autora habita y está en un presente pleno de realizaciones y éxitos.
155
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de despedidas y reencuentros…
156
Capítulo 8
Uno de los temas que hacen a la ingeniería del derecho internacional es el que se
refiere a la formación de las normas de este ordenamiento, la que deberá ser interpretada
mediante un criterio evolutivo, dependiente de diversos factores, fundamentalmente de la
actividad de los Estados. Esta cuestión de la formación del derecho internacional, nos
conduce a las fuentes de este derecho, tema que puede ser considerado la masa crítica de
la disciplina.1
La cuestión de las fuentes del derecho, por ser un tema que permea todas las ramas
del derecho ha sido objeto de permanente análisis doctrinario, dando lugar a diversas po-
siciones doctrinarias, tal vez porque una de las dificultades más notables en este tema es
que al carecer de unidad terminológica, son infinitas las versiones que la doctrina registra
como fuente jurídica.2
Considerando la palabra fuente como principio, fundamento u origen de una cosa,
parte de la doctrina la identifica con el fenómeno creador de las normas jurídicas, mientras
que para otros autores las fuentes son las formas de manifestarse las normas jurídicas. 3
En este orden de ideas, respecto de las distintas posiciones doctrinarias que, en rela-
ción con el concepto fuentes de derecho se presentan, encontramos autores que entienden
que es fuente de derecho, no solo el método de creación, sino también la forma de mani-
festarse, es decir el resultado verificable de ese proceso de creación. 4
Ante la dificultad que presenta la cuestión de las fuentes de derecho, encontramos
posturas doctrinarias que prefieren obviar toda referencia a las mismas y se inclinan por
distinguir simplemente entre norma que, entienden, se produce tradicionalmente por vía
1. Conf. Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, La Ley, 2012, p. 29 y ss.
2. Flores García, F.: “Todavía sobre las fuentes del derecho [en línea], Instituto de Investigaciones Jurídicas de
México, n. 5, (1973), [citado 06/12/2015], Dpto. de Derecho Universidad Iberoamericana. Disponi-
ble en http//:unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/5/pr/pr9.pdf,ISSN1405-0935.
3. Ibídem.
4. Conf. Moncayo, G.; Vinuesa, R. y Gutiérrez Posse, H.: Derecho Internacional Público, 3ª Reimpre-
157
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
consuetudinaria y obligación, que nace del acuerdo de dos o más sujetos o por el acto unila-
teral de uno de ellos.5
Más allá de todo debate doctrinario, el análisis que proponemos para nuestro estudio,
es examinar las fuentes de nuestra disciplina sobre la base de lo preceptuado por el artículo
38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, en consideración que él mismo ex-
presa categóricamente que lo allí mencionado es el “derecho internacional”.
8.2. Las fuentes del Derecho Internacional Público. El artículo 38 del Estatuto
de la Corte Internacional de Justicia
Analizar las fuentes del DIP con base al artículo 38 del Estatuto de la CIJ, obedece a
distintas razones6:
• La CIJ es un órgano de ONU que, de conformidad con el art. 93.2 de la
Carta de la Organización, está abierta a todos los Estados que cumplan las con-
diciones allí establecidas.
• El Comité que redactó el Estatuto de su antecesor, el Tribunal Perma-
nente de Justicia Internacional (TPJI), tuvo la intención de recoger las fuentes
vigentes en la comunidad internacional.
• Y, fundamentalmente, por la modificación introducida en el art. 38 del
Estatuto de la CIJ, respecto de lo que decía el de su antecesora, al incorporar la
frase: “… cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le
sean sometidas…”, no dejando lugar a dudas que las fuentes allí enumeradas son las
fuentes del DIP.
5.Remiro Brotóns, A.: Derecho Internacional, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2007, p. 293.
6.Conf. Diez de Velasco, M.: Instituciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Tecnos, 2010 pp.
119 y ss.
158
derecho, es decir son herramientas que los miembros del tribunal pueden utilizar para la
interpretación de las fuentes previamente enunciadas, independientemente que, las senten-
cias que el Tribunal dicte, son obligatorias para las partes en la controversia por expresa
disposición del art. 59 del Estatuto.7
Las disposiciones del art. 38 son obligatorias para la CIJ y, las fuentes en él mencio-
nadas son obligatorias para todos los Estados de la comunidad internacional, obligatorie-
dad que nace de la práctica reiterada y común de los Estados al aceptar que esta norma
recepta la costumbre internacional, aunque por no tratarse de una norma imperativa, los
Estados pueden optar, mediante acuerdo, por dirimir sus controversias fuera de este marco
normativo.8
8.4.1. Definición
7. Véase Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, op. cit., pp. 32 y 33.
8. Conf. Moncayo, G.; Vinuesa, R. y Gutiérrez Posse, H.: Derecho Internacional Público, op. cit., pp.78 y
79.
9. Ibídem, pág.81.
10. Sobre normas de ius cogens Véase Rohr, A.: La responsabilidad internacional del Estado por violación al
159
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El tratado puede ser definido como un acuerdo de voluntades entre dos o más sujetos
de DIP que tiene como finalidad crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones entre
las partes, cualquiera sea su denominación y, regido por el DIP.
La mayoría de las normas aplicables a los tratados internacionales, han sido recepta-
das en la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969 (CVDT) que, en
su art. 2 a) define al tratado en los siguientes términos: “se entiende por ‘tratado’ un
acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho interna-
cional, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cual-
quiera que sea su denominación particular”. Esta definición se ha dado en llamarla
restringida por contraposición a la anterior que se la denomina amplia.
No obstante, es preciso aclarar que la CVDT limita la definición porque solo son
esos los tratados que regula, es decir los que son celebrados entre Estados y por escrito,
pero de ninguna manera desconoce la validez de aquellos que no reúnan esas condiciones,
en efecto el artículo 3, establece:
8.4.2. Capacidad
La CVDT en su art. 6 reconoce a todos los Estados capacidad para celebrar tratados,
celebración que se instrumentará a través de representantes, que deberán presentar sus
“plenos poderes”, conforme el art. 2 c) recibe esta denominación “un documento que
emana de la autoridad competente de un Estado y por el que se designa a una o varias
personas para representar al Estado en la negociación, la adopción o la autenticación del
texto de un tratado, para expresar el consentimiento del Estado en obligarse por un tra-
tado, o para ejecutar cualquier otro acto con respecto a un tratado”.
A su vez, de conformidad con el art. 7, en virtud de sus funciones el Jefe del Estado,
el Jefe del Gobierno y el Ministro de Relaciones Exteriores representan a su Estado, a los
efectos de todos los actos relativos a la firma de un tratado. En consecuencia, no necesitan
presentar plenos poderes con tal fin. Los Jefes de misión diplomática tampoco tienen que
presentar plenos poderes, para de la adopción del texto de un tratado entre el Estado acre-
ditante y el Estado ante el cual se encuentran acreditados.
160
Lo mismo ocurre con los representantes acreditados por los Estados ante una con-
ferencia internacional o ante una organización internacional o uno de sus órganos, para la
adopción del texto del tratado en tal conferencia, organización u órgano.
8.4.3.1.
8.4.3.2.
161
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Las reservas no deben ser incompatibles con el objeto o el fin del tratado y, un
tratado puede autorizar o prohibir reservas.
Toda reserva que no esté expresamente autorizada en el tratado deberá contar con el
consentimiento de los otros Estados que puede ser expreso o tácito, se entiende como
consentimiento tácito guardar silencio al respecto, por un plazo de doce meses desde que
se le notificó la reserva.
Los Estados también podrán realizar objeciones a la reserva, sin embargo esas obje-
ciones no impedirán la entrada en vigencia del tratado entre el Estado que formuló la re-
serva y el Estado que la objetó. En todos los supuestos analizados, la cláusula de la reserva
se excluirá de la relación entre el Estado que propuso la reserva y los demás Estados con
los que el reservante es parte en el tratado.
Cuando un Estado no quiera ser parte en un tratado, con el Estado que formuló la
reserva, deberá manifestar inequívocamente su intención en ese sentido.
Las reservas y las objeciones deben ser formalizadas por escrito, y pueden ser retira-
das en cualquier momento.
Las reservas no deben confundirse con las declaraciones, que en ocasiones formulan
los Estados para indicar cómo entienden una cuestión o cómo interpretan una disposición
determinada. Al contrario que las reservas, las declaraciones se limitan a precisar la postura
de los Estados y no tiene como objetivo modificar el efecto jurídico del tratado o alejarse
de este.
Los tratados entrarán en vigor de la manera o en la fecha que los Estados negocia-
dores hayan acordado. A partir de la entrada en vigor del tratado rigen todos los derechos
y obligaciones que los Estados han convenido, las únicas obligaciones previas a la entrada
en vigencia son las contempladas en el art. 18, de no realizar actos que afecten el objeto y
fin del tratado y las del art. 24, 4 referidas a aquellas disposiciones que regulen la autentici-
dad de su texto, la constancia del consentimiento de los Estados en obligarse por el tratado,
la manera o la fecha de su entrada en vigor, las reservas, las funciones del depositario y
otras cuestiones que se susciten necesariamente antes de la entrada en vigor del tratado se
aplicarán desde el momento de la adopción de su texto.
Cada vez más tratados prevén disposiciones para una entrada en vigor provisional, cuando
las condiciones formales respecto a la entrada en vigor no se reúnen en un periodo de
tiempo determinado. Asimismo, conforme lo dispone el art. 25 de la Convención, un tra-
tado puede entrar en vigor de forma provisional si un cierto número de partes deciden
aplicarlo, como si en efecto hubiera entrado en vigor. Un tratado en vigor de forma pro-
visional obliga solo a las partes que han aceptado esa modalidad de entrada en vigor.
La naturaleza de las obligaciones jurídicas que se derivan de la entrada en vigor pro-
visional, es la misma que las obligaciones jurídicas de un tratado que ha entrado en vigor
en efecto; cualquier otra interpretación aportará incertidumbre en el plano jurídico.
162
El art. 26 establece la obligación que tienen los Estados de cumplir de buena fe los
tratados en vigor. El verdadero eje del cumplimiento de los tratados es, precisamente, la
efectividad del pacta sunt servanda, pilar sobre el que se asienta la aplicación de los tratados
internacionales, principio que reconoce sus orígenes en el derecho romano y que hace a la
seguridad jurídica. 13
El principio de la bona fide era considerado en el derecho romano como fuente de
carácter obligatorio de las convenciones internacionales14, Tito Livio, refiriéndose a la con-
clusión de un tratado de paz, sostenía que los beligerantes in fidem venerunt15.
Este principio, se complementa con la disposición del art. 27 de la CVDT que impide
que, los Estados, invoquen disposiciones de derecho interno para justificar el incumpli-
miento de una obligación internacional.
Dado que la observancia de los tratados se relaciona con su entrada en vigor, el art.
28 de la CVDT recoge otro principio básico cual es el de la irretroactividad de los tratados,
en tal sentido la CIJ, expresó:
“Las disposiciones de un Tratado no obligarán a una parte respecto
de ningún acto o hecho que haya tenido lugar con anterioridad a la fecha de
entrada en vigor del Tratado para esa Parte, ni de ninguna situación que a
esa fecha haya dejado de existir, salvo que una intención diferente se des-
prenda del Tratado o conste de otro modo”.
Caso Ambatielos, CIJ, Rec.1952: 40-41.
Las partes de un tratado pueden establecer excepciones a este principio, ya sea por-
que la retroactividad se deduzca de los términos del tratado o, por convenirlo expresa-
mente, como sucedió cuando por el Tratado de Versalles, celebrado el 28 de junio de 1919,
se reintegró la nacionalidad francesa a los habitantes de Alsacia y Lorena, con efectos desde
el 18 de noviembre de 1918.16
13. Conf. Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, op. cit, p.121.
14. Conf. Moncayo, G.; Vinuesa, R. y Gutierrez Posse, H.: Derecho Internacional Público, op. cit., p. 116.
15. Ibídem, p. 116, cita 200.
16. Véase Diez de Velasco, M.: Instituciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Tecnos, 2010, p.
174.
163
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Este artículo menciona los instrumentos que debe considerar el intérprete, e incluye
tanto el texto concreto del tratado, cuanto su preámbulo, sus anexos y todo otro instru-
mento que, con posterioridad y referido al tratado, haya emanado de las partes.
En esta interpretación textual, deberá darse a los términos el sentido corriente de los
mismos, salvo que se desprenda que la voluntad de las partes ha sido dar uno especial.
En caso que esta fórmula no permita determinar el sentido y alcance de las disposi-
ciones del tratado, el art. 32 contempla la posibilidad de recurrir a otros elementos, por
ejemplo a los trabajos preparatorios o a las circunstancias que rodearon su celebración.
8.4.6.1. Generalidades
La CVDT regula las causas de nulidad, terminación o suspensión de los tratados, esta
regulación no debe interpretarse como una forma de debilitar los principios que protegen
la observancia de los tratados, ni un estímulo para dejar de cumplir con las obligaciones.
Por el contrario, la CVDT, deja en claro la excepcionalidad del régimen, partiendo
de la presunción de la validez de los tratados y estableciendo un numerus clausus de causales
de nulidad, mientras que para la terminación, suspensión, retiro o denuncia de los tratados,
si bien la mantiene como una excepcionalidad, contempla la posibilidad de que los Estados
determinen los supuestos en que procederá hacer lugar a las mismas. 17
En primer término, la CVDT enuncia los principios generales aplicables a las causales
de nulidad, comenzando con el ya referido numerus clausus, es decir la imposibilidad de
alegar otras causales distintas a las expresamente incorporadas a la CVDT.
Se establece expresamente que, un Estado deberá seguir cumpliendo con las obliga-
ciones que había asumido por un tratado que es declarado nulo, termina, se suspende en
su aplicación, es denunciado o se produce el retiro, si estaba obligado a su cumplimiento
por otra norma del derecho internacional independientemente de ese tratado.
Si bien el artículo 44 refiere al principio de integridad del tratado, se autoriza la divi-
sibilidad del tratado, si:
a) dichas cláusulas sean separables del resto del tratado en lo que respecta
a su aplicación;
b) se desprenda del tratado o conste de otro modo que la aceptación de
esas cláusulas no ha constituido para la otra parte o las otras partes en el tratado una
base esencial de su consentimiento en obligarse por el tratado en su conjunto.
c) la continuación del cumplimiento del resto del tratado no sea injusta.
No obstante, la divisibilidad del tratado no se admite en los casos que la nulidad se
fundamente en que, el consentimiento se obtuvo por la coacción ejercida sobre el repre-
sentante del Estado (art. 51), sobre el Estado (art. 52) y o si el tratado está en oposición a
una norma imperativa de derecho internacional general, “ius cogens” (Art. 53).
En orden a la subsistencia del tratado, la seguridad jurídica y el respeto a los principios
de bona fide y de pacta sunt servanda, el art. 45 establece la pérdida del derecho a alegar una
17. Véase Remiro Brotóns, A.: Derecho Internacional, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2007, pp.459 y ss.
164
causa para anular un tratado, darlo por terminado, retirarse de él o suspender su aplicación,
“si, después de haber tenido conocimiento de los hechos, ese Estado: a) ha convenido
expresamente en que el tratado es válido, permanece en vigor o continúa en aplicación,
según el caso; o b) se ha comportado de tal manera que debe considerarse que ha dado su
aquiescencia a la validez del tratado o a su continuación en vigor o en aplicación, según el
caso”.
El último de los supuestos recepta el principio del estoppel, en tal sentido la CIJ ha
manifestado:
“Cualquiera que sea el término o los términos empleados para desig-
nar este principio tal como ha sido aplicado en el ámbito internacional, su
esencia siempre es la misma: la contradicción entre las reclamaciones o ale-
gaciones presentadas por un Estado y su conducta previa al respecto no es
admisible (allegans contraria non audiendus est). Su propósito siempre es el
mismo: un Estado no debe ser autorizado a beneficiarse de sus propias con-
tradicciones en perjuicio de otro Estado (memo potest mutare consilum suum in
alterius injuriam) (…) Finalmente, el efecto jurídico del principio siempre es
el mismo: cuando una parte con su reconocimiento, su representación, su
declaración, su conducta o su silencio, ha mantenido una actitud manifies-
tamente contraria al derecho que reclama ante un tribunal internacional, su
reclamación de derechos es inadmisible (venire contra factum proprium non va-
let)”. (CIJ, Recueil 1962:40 opinión individual del juez Alfaro en el caso del
Templo de Preah Vihear).
8.4.6.2. Nulidades
165
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
conjunto como norma que no admite un acuerdo en contrario y que solo puede ser modi-
ficada por una norma ulterior de derecho internacional que tenga el mismo carácter. 18
Finalmente, el art. 64 determina que, si nace una nueva norma imperativa, ius cogens
supervieniens, los tratados vigentes que estén en oposición con esa norma se convertirán en
nulos, terminarán.
Las causales de anulabilidad de los tratados están contempladas en los arts. 46 a 49.
El primero de ellos refiere a las disposiciones de derecho interno concernientes a la com-
petencia para celebrar tratados, estableciendo que solo podrá ser alegado por el Estado
como vicio de su consentimiento, cuando esa violación sea manifiesta y afecte a una norma
de importancia fundamental de su derecho interno, y precisa que “Una violación es mani-
fiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier Estado que proceda en la materia
conforme a la práctica usual y de buena fe”.
La CIJ ha expresado:
“Las normas relativas a la facultad para firmar tratados a nombre de
un Estado son normas constitucionales de importancia fundamental. No
obstante una limitación de capacidad de un Jefe de Estado no es manifiesta
en el sentido del párrafo 2 del artículo 46 a menos que, por lo menos, haya
sido debidamente publicada. … En relación con el argumento de Nigeria
que el Camerún sabía, o debía haber sabido, que el Jefe de Estado de Nigeria
no tenía legalmente ninguna facultad para vincular a Nigeria sin consultar
con el Gobierno nigeriano, la Corte observa que no existe ninguna obliga-
ción jurídica general para los Estados de mantenerse informados de las cir-
cunstancias legislativas y constitucionales de otros Estados que son o
pueden ser importantes para las relaciones internacionales de esos Esta-
dos.”19
Por su parte el art 47, se ocupa de los casos en que exista una restricción específica
de los poderes de un representante para manifestar el consentimiento de un Estado, de-
terminando que, la inobservancia de esa restricción por tal representante como vicio del
consentimiento manifestado por él, no podrá alegarse a menos que la restricción haya sido
notificada con anterioridad a la manifestación de ese consentimiento, a los demás Estados
negociadores. En el caso Frontera terrestre y marítima entre el Camerún y Nigeria, la CIJ
sin mencionar el art. 47, expresa:
“No obstante, una limitación de la capacidad de un Jefe del Estado a
este respecto no es manifiesta en el sentido del párrafo 2 del artículo 46 a
menos que, por lo menos, haya sido debidamente publicada. Eso es espe-
cialmente así porque los Jefes del Estado pertenecen al grupo de personas
que, de conformidad con el párrafo 2 del artículo 7 de la Convención, "en
virtud de sus funciones, y sin tener que presentar plenos poderes", se con-
sidera que representan a su Estado.” 20
166
El error, de conformidad con el art. 48, viciará el consentimiento cuando se refiera
un hecho o situación, cuya existencia al momento de la celebración del tratado diera por
supuesta el Estado que la invoca, que fuera la base esencial para la manifestación del con-
sentimiento y, que el Estado que la alega, no haya dado lugar con su conducta a la genera-
ción del error. En el caso del Templo de Préah Vihéar, la CIJ entendió que:
“Si las autoridades siamesas habían aceptado el mapa del anexo I sin hacer investi-
gaciones, no podían ahora invocar un error que viciara la realidad de su consentimiento.” 21
El dolo, como vicio del consentimiento es contemplado en el art. 48 y tiene lugar
cuando un Estado ha sido inducido a celebrar un tratado por el comportamiento fraudu-
lento y engañoso de otro Estado negociador.
Finalmente, el art. 50 hace referencia al consentimiento obtenido mediando corrup-
ción del representante del Estado, efectuada directa o indirectamente por otro Estado ne-
gociador, en tal sentido la CDI en 1966, manifestó que el término “corrupción” se refiere
“solamente a los actos concebidos con el propósito de ejercer una influencia fundamental
en la disposición del representante para concertar el tratado” y no estando comprendidos
en el concepto “cualquier favor o cortesía”. 22
21. Templo del Preah Vihear (Camboya c. Tailandia), CIJ, sentencia de fondo, 15/06/1962. Disponible
en http://www.icj-cij.org/homepage/sp/files/sum_1948-1991.pdf, p. 81.
22. Véase una definición del término corrupción, en Anuario CDI 1966, vol. II, pp. 268 y 269, parág.
167
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
ni al cumplimiento de sus obligaciones: y ii) no sea incompatible con el objeto y el fin del
tratado.
La terminación de un tratado o suspensión de su aplicación será implícita como con-
secuencia de la celebración de un tratado posterior si todas las partes en él celebran ulte-
riormente un tratado sobre la misma materia.
Los tratados también pueden terminar o ser suspendidos, no ya por voluntad de las
partes sino en virtud de ciertas disposiciones del derecho internacional general, codificadas
por la Convención23, es decir por la invocación de causas extrínsecas, que la Convención
las regula en los artículos 60 a 62.24
Estas causales son la violación grave de un tratado, entendiéndose por tal a) un re-
chazo del tratado no admitido por la presente Convención; o b) la violación de una dispo-
sición esencial para la consecución del objeto o del fin del tratado, esta causal no se aplicará a
las disposiciones relativas a la protección de la persona humana contenidas en tratados de carácter huma-
nitario, en particular a las disposiciones que prohíben toda forma de represalias con res-
pecto a las personas protegidas por tales tratados (art. 60. 5).
Por su parte el artículo 61 contempla la probabilidad de dar por terminado, suspender
o retirarse de un tratado, alegando la imposibilidad de cumplirlo si esa imposibilidad resulta
de la desaparición o destrucción definitivas de un objeto indispensable para el cumpli-
miento del tratado.
A su vez, el art. 62 refiere al cambio fundamental en las circunstancias con respecto
a las existentes en el momento de la celebración de un tratado, y que no fue previsto por
las partes, estableciendo el principio general de la imposibilidad de alegarlo, a menos que:
a) la existencia de esas circunstancias constituyera una base esencial del consentimiento de
las partes en obligarse por el tratado, y b) ese cambio tenga por efecto modificar radical-
mente el alcance de las obligaciones que todavía deban cumplirse en virtud del tratado. No
se admite alegar un cambio fundamental en las circunstancias, como causa para dar por
terminado un tratado o retirarse de él si el tratado establece una frontera.
8.5. La costumbre
Travieso afirma que, a primera vista parecería anticuado tratar el tema de la costum-
bre. Sin embargo, todos los autores coinciden en la importancia, aun actualmente, de esta
fuente de derecho que produce una sinergia positiva en el derecho internacional, ya que
confiere dinamismo y le ofrece flexibilidad.25
Se entiende como costumbre una práctica común y reiterada, de dos o más Estados
aceptada por estos como obligatoria.26
23. Véase Moncayo, Guillermo, Vinuesa, Raúl, Gutierrez Posse, H.: Derecho Internacional Público, ob.
cit., p. 138.
24. Véase Remiro Brotóns, A.: Derecho Internacional, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2007, pp.471 y ss.
25. Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, op. cit., p. 34.
26 Moncayo, G.; Vinuesa, R. y Gutierrez Posse, H.: Derecho Internacional Público, op. cit., p. 82.
168
De esta definición se desprenden los dos elementos constitutivos, el elemento mate-
rial –la práctica- y el elemento subjetivo –la opinio iuris sive necessitatis-, que puede ser definida
como el elemento de la norma consuetudinaria que expresa la convicción, por parte del
sujeto de derecho de constituir, dicha práctica, una regla jurídica que le impondrá una obli-
gación o le facultará al ejercicio de un derecho.27
8.5.1.1. La práctica
27 Toledo Tapia, F.E.: “La opinio juris como elemento psicológico de la costumbre”, Revista Chilena
de Derecho, Ed. Pontificia Universidad Católica de Chile, v. 17, n. 3, p.483, disp. en http://dial-
net.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2649683.
28 Virally, M.: “Fuentes del derecho internacional”, Sorensen, M. (comp.): Manual de Derecho Interna-
169
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Cour Internacionale”, Revue Generale de Droit International Public, TXC, (1986), pp.11-12. Citado por
Toledo Tapia, F., op.cit., p. 484.
170
como mapas, cartas geográficas, correspondencia diplomática, legislación interna, decisio-
nes de los tribunales estaduales, declaraciones de representantes en cumbres internaciona-
les, en organizaciones internacionales, entre muchos otros.
También es posible, establecer la existencia de la opinio iuris cuando la formación de
la norma consuetudinaria es acelerada por tratados, ya sea porque un tratado codifica dere-
cho consuetudinario, porque cristaliza una costumbre o vías de formación o porque el tra-
tado se convierte en generador, de una costumbre al adoptar el comportamiento Estados
que no son parte del mismo, generando un consenso en la comunidad internacional.
La costumbre general no necesita ser probada por quien la invoca, si un Estado ma-
nifiesta que dicha costumbre no le es oponible, deberá demostrar que ha sido un objetor
persistente, es decir que siempre se opuso a formar parte de esa norma, en cambio la cos-
tumbre particular, sea regional, local o bilateral, deberá ser probada por quien la invoca,
como se ha visto en el caso ya referido del Derecho de Asilo, entre Colombia y Perú.
36. Drnas de Clément, Z.: “Los principios generales del DIP como base del orden público interna-
cional”, Sesión ordinaria del Instituto de Derecho Internacional Público y Derecho de la Integra-
ción de la Academia Nacional de derecho y Ciencias Sociales de Córdoba (2013). Disponible en
http://www.psi.unc.edu.ar/acaderc/doctrina/los-principios-generales-del-derecho-derecho-inter-
nacional-publico-como-base-de-orden-publico-internacional
37. Barberis, J.A.: “Los principios generales de derecho como fuente del derecho internacional”, Re-
171
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
otra parte, a que la estructura propia del derecho de gentes provoca también una cierta
modificación de la norma al pasar del plano interno al internaciona1. 38
Los principios generales del derecho fueron fundamentales en los orígenes del dere-
cho internacional y quienes más contribuyeron fueron las entidades surgidas del Imperio
Romano, los glosadores y los primeros tratadistas del derecho de gentes veían en el dere-
cho romano una suerte de ley universal. Estos principios se utilizaron en arbitrajes inter-
nacionales hace varios siglos y resurgieron a fines del siglo XVIII. Ya en el siglo XIX, en
el caso Fabiani, en 1896, el Presidente de la Confederación Suiza, en su carácter de árbitro
expresó que, según las reglas comunes a la mayoría de las legislaciones, la denegación de justicia
comprende tanto la hipótesis en que la autoridad judicial se rehúsa a ejercer sus funciones,
como aquella en que incurre en un retardo injustificado en pronunciar sentencia.
Sin embargo, la CIJ, siguiendo la pauta sentada por su predecesora la CPJI, ha reali-
zado una aplicación indirecta, y bastante ambigua, de los principios generales de derecho,
ambas tienen abundantes referencias a “principios bien conocidos”, a “principios recono-
cidos”, evitando una referencia expresa a la redacción del inciso c de su Estatuto, es decir,
a los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas.
En la jurisprudencia de la CPJI se encuentra alguna referencia más o menos explícita,
a tales principios. En el caso relativo a Ciertos intereses alemanes en la Alta Silesia, invocó cla-
ramente los principios generales del derecho, en relación con el trato a los extranjeros y al
respeto al principio de los derechos adquiridos. En el caso relativo a la Fábrica de Chorzow
hizo alusión al “principio bien reconocido” de que nadie puede ser juez en su propia causa
y que es “principio de derecho internacional” el que toda violación de compromisos en-
traña la obligación de repararlos, y que esta reparación debe, en la medida de lo posible,
extinguir todas las consecuencias del acto ilícito. En el asunto relativo a las Zonas francas de
la Alta Saboya y el Distrito de Gex atiende a la cuestión del abuso de derechos, mientras que
en el caso relativo a la Condición jurídica de la Groenlandia Oriental, sin una expresa mención,
fundamentó su fallo en el principio anglosajón del estoppel y en el principio de la bona fide.
La CIJ mantuvo la postura de su antecesora, en orden a referirse de manera indirecta
a los principios generales de derecho. En la opinión consultiva con motivo de las Reservas
a la Convención contra el Genocidio, tal vez en la mención más expresa que hizo de esta fuente
de derecho señaló que los principios sobre los que se basa la Convención son principios
reconocidos por las naciones civilizadas como obligatorios para los Estados. A vez, en la
OC sobre el efecto de sentencias indemnizatorias del Tribunal Administrativo de las Naciones
Unidas, manifestó que es un principio de derecho generalmente reconocido que las senten-
cias de un cuerpo judicial constituyen res iudicata obligatoria para las partes.
La CIJ también aplica, aunque sin mencionarlos expresamente, principios generales
de derecho en el caso relativo al Templo de Preah Vihéar, al indicar que para que el error sea
considerado un vicio del consentimiento, la parte que lo alega no debió haber contribuido
con su conducta a generar dicha situación. En el caso relativo a los Ensayos nucleares (Aus-
tralia c. Francia), la Corte afirmó que uno de los principios que rigen la creación de obliga-
ciones legales, cualquiera que sea su fuente, es el principio de buena fe.
38. Barberis, J. A.: Las fuentes del Derecho Internacional, La Plata, Ed. Platense, 1973, p. 355.
172
Esta escasa utilización de los principios generales de derecho del art. 38.1, c, ha lle-
vado a que se sostenga que es una fuente supletoria, que solo es aplicada ante la ausencia
de costumbre o tratados vigentes entre las partes, a efectos evitar el non liquet.
Los principios generales de derecho, como fuente del derecho internacional, como
ha sido precedentemente señalado, provienen del derecho interno de los Estados, son ge-
neralizaciones o abstracciones de esas normas, es decir que no se toma la institución tal cual se
presenta en los órdenes jurídicos internos, sino solamente sus principios.
Estos principios, que son fuente autónoma de derecho internacional, no deben con-
fundirse con los principios de derecho internacional, que provienen de generalizaciones o
abstracciones de la costumbre internacional o de tratados.
8.7.1. La jurisprudencia
8.7.2. La doctrina
173
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
40. Es una personalidad jurídica de naturaleza funcional. Véase CIJ – OC 1949 Reparación de da-
ños sufridos al servicio de las Naciones Unidas.
41. Sobrino Heredia, J.M., en Diez de Velasco, M.: Las organizaciones internacionales, Madrid, Tecnos,
174
hace complejo establecer un estándar, en relación con sus aptitudes para establecer nor-
mas.
En tal sentido, existen ciertas OI, cuyo poder normativo trasciende el ámbito de la
organización y afecta a otros sujetos internacionales e, incluso, en algunos casos a los pro-
pios particulares, este supuesto se suele dar con mayor frecuencia en las organizaciones
regionales de integración. En cambio, en las OI de carácter político, ya sean regionales
como la Organización de los Estados Americanos (OEA) o universales como la ONU, en
la mayoría de los supuestos, carecen de efectos jurídicamente vinculantes.
En efecto, las resoluciones de la Asamblea General de la ONU, AG, en principio no
son obligatorias para los miembros de la organización, su propósito es influenciar en la
actividad de los Estados mediante recomendaciones que establecen pautas de conducta.
No obstante, pueden constituir un instrumento importante en la formación de una
costumbre internacional, mediante la constatación de la opinio iuris por parte de un Estado,
en función de la voluntad expresada al votar a favor o en contra de una resolución. Pero
no sería la resolución la fuente del derecho internacional, sino solo la manifestación del
elemento subjetivo de una costumbre, que podría generarse a través de la práctica.
El rol de las OI, ha sido muy importante en lo que respecta al desarrollo progresivo
del DIP, en tal sentido son de destacar las convocatorias a los Estados a Conferencias
Internacionales con el objeto de concluir acuerdos multilaterales, como el caso del Tratado
sobre Derecho del Mar, o el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, entre
muchos otros temas o, la labor de la CDI, en el marco de su labor de codificación y desa-
rrollo progresivo del DIP.
De lo expuesto es dable concluir que las OI en virtud de los tratados constitutivos, y
dentro de los límites establecidos por estos, tienen capacidad para ser creadoras de normas
internas vinculantes. Por otra parte, y siempre de conformidad con lo dispuesto por sus
tratados constitutivos, algunas OI tienen capacidad para generar normativa externa, sin
embargo esta normativa no sería una fuente autónoma de DIP, puesto que la capacidad y
los límites de esa actividad derivan de la voluntad de los Estados manifestada en el tratado
constitutivo, que se encuadra a la fuente indicada en el art. 38. 1, a) del Estatuto de la CIJ.
Los actos unilaterales han sido objeto de examen por la doctrina internacional desde
hace casi un siglo; uno de los primeros trabajos sobre el tema fue de Anzilotti en 1929. A
su vez la jurisprudencia de los tribunales internacionales ha tenido oportunidad de ocu-
parse del tema en distintas ocasiones. En efecto, en 1933, la CPJI en el caso sobre Groen-
landia Oriental, concluyó que Noruega no podía, sobre la base de la declaración formulada
por el ministro de relaciones exteriores, Ihlen, poner dificultades al ejercicio de la soberanía
de Dinamarca sobre el territorio de Groenlandia Oriental. En tal sentido, la corte consi-
deró que la declaración Ihlen era vinculante jurídicamente; constituía una promesa, un re-
conocimiento, era un acto unilateral de naturaleza jurídica.42
42. Dinamarca c. Noruega, CPJI Reports 1933, series A/B, núm. 53.
175
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
43. Caso de los ensayos nucleares, (Australia c. Francia; Nueva Zelandia c. Francia), CIJ, 20/12/1974.
44. Caso relativo a la disputa fronteriza (Burkina Faso c. Mali), CIJ, Sentencia de fondo, 22/12/1986.
45. El informe que, también contiene los comentarios de los principios rectores aparece en Docu-
176
relación convencional tácita, en otras palabras, surten efectos cuando coinciden con otros
actos de igual naturaleza, y contribuyen a la formación de una norma consuetudinaria.
Es decir, que los actos respecto de los cuales desarrolló su labor la CDI son aquellos
que consisten en declaraciones formales, formuladas individualmente por un Estado, con
la intención de producir para sí obligaciones regidas por el derecho internacional.
Las declaraciones deben ser formuladas públicamente, en forma oral o escrita, por
tanto el silencio no se encuentra comprendido entre los actos a que se refieren los Princi-
pios rectores.
La obligatoriedad de estas declaraciones se funda en el principio de la buena fe y los
efectos jurídicos de las mismas se determinarán teniendo en cuenta su contenido, las cir-
cunstancias de hecho en que se produjeron y las reacciones que suscitaron. Estas declara-
ciones pueden dirigirse a la comunidad internacional en su conjunto, a uno o varios
Estados o a otras entidades.
Es preciso que la obligación esté enunciada en términos claros y específicos. En caso
de duda en cuanto al alcance de las obligaciones resultantes de una declaración de esta
índole, las mismas deberán ser interpretadas restrictivamente, a estos efectos se tendrá en
cuenta entre otras cosas las circunstancias en que se formuló.
No podrán establecer obligaciones para otros Estados, y serán nulas, si están en opo-
sición a una norma de ius cogens. No podrán ser revocadas arbitrariamente, para lo cual se
tomarán en consideración los términos de la revocación, si ha habido un cambio funda-
mental en las circunstancias y, en qué medida los sujetos hacia los cuales estaba dirigida, se
han basado en ella.
La declaración unilateral obliga internacionalmente al Estado solo si emana de auto-
ridad competente. Los jefes de Estado, jefes de gobierno y ministros de relaciones exte-
riores son competentes para formular tales declaraciones, como también los funcionarios
que representan al Estado en esferas determinadas, podrán ser autorizados para obligarlo
a él en las materias que correspondan a su esfera de competencia.
Una de las principales dificultades que presentan los actos unilaterales es que estos
actos siempre resultan o se traducen en una relación bilateral. Si bien esto es cierto, pues
no hay acto unilateral que no produzca una relación bilateral, lo que caracteriza a este tipo
de actos es la unilateralidad en su elaboración, su aplicación, y en relación con los efectos
jurídicos que produce, y no su materialización que finalmente se ubica en una relación
bilateral.
En este sentido es donde las opiniones divergen. Una parte de la doctrina se inclina
por admitir que esa relación bilateral no es convencional, es decir que configurarían una
fuente de DIP distinta de las contempladas en el art. 38 del Estatuto de la CIJ, mientras
que otra parte entiende que los actos unilaterales son una fuente de obligaciones conven-
cionales, en el sentido amplio de acuerdo de voluntades, que no necesariamente deben
confluir en el tiempo.
Por su parte, la CDI ha evitado expedirse sobre la cuestión relativa a si los actos son
o no fuente de DIP, limitándose a establecer que, dados ciertos requisitos, son fuente de
obligaciones. No obstante, dado que es necesaria la concurrencia de voluntades para que
la obligación se efectivice, la CDI se ha basado para la formulación de los Principios rec-
tores, en disposiciones que rigen a los tratados internacionales, en cuanto a los sujetos
capaces de obligar al Estado y en cuanto a los modos de interpretación, entre otros.
177
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Como se ha podido observar, el tema es, sin duda, complejo, según las palabras de
Rodríguez Cedeño, relator a cargo de la elaboración de los Principios Rectores, quien ha
manifestado, que son muchos los interrogantes, y muchas las lagunas que existen. Se trata
de un ámbito desconocido en el que la práctica no es del todo conocida aunque es cons-
tante. El trabajo que se ha realizado en la CDI representa un interesante avance en el es-
tudio de la temática.46
8.10. Las fuentes del Derecho Internacional de los Derechos Humanos- (DIDH)
En el derecho de gentes clásico solo los Estados eran considerados sujetos del DIP,
el reconocimiento de la personalidad internacional del individuo fue un proceso lento y
dificultoso dependiente de la voluntad de aquellos, de ahí la importancia y necesidad de
que esa voluntad, de reconocer en el individuo capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones en el orden internacional, fuera recogida en instrumentos internacionales
oponibles a los Estados.
En tal sentido, el Preámbulo del Pacto de San José de Costa Rica destaca la impor-
tancia que los tratados tienen en el ámbito de la protección de los DDHH, cuando afirma
que los derechos esenciales del hombre “tienen como fundamento los atributos de la per-
sona humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza con-
vencional...”.
46. Guerrero Peniche, N. y Rodríguez Cedeño, V.: “Los Actos Unilaterales de los Estados en Dere-
cho Internacional: Los trabajos de codificación en la CDI”, Anuario Mexicano de derecho internacional,
v. III, (2003).
47. Véase Pinto, M.: Temas de derechos humanos, Buenos Aires, Editores del Puerto, 1997, p. 15.
48. Conf. Bobbio, N.: El tiempo de los derechos, Madrid, Sistema, 1991.
178
No obstante la necesidad de regular mediante acuerdos internacionales la protección
de los DDHH, hemos destacado que por su especificidad existen divergencias con los
tratados del DIP clásico, en tal sentido la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH), ha expresado:
“La Corte debe enfatizar, sin embargo, que los tratados modernos
sobre derechos humanos, en general, y, en particular, la Convención Ame-
ricana, no son tratados multilaterales de tipo tradicional, concluidos en fun-
ción de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de
los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los derechos
fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionali-
dad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados con-
tratantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados
se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen
varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los indivi-
duos bajo su jurisdicción. El carácter especial de estos tratados ha sido re-
conocido, entre otros, por la Comisión Europea de Derechos Humanos
cuando declaró que las obligaciones asumidas por las Altas Partes Contra-
tantes en la Convención (Europea) son esencialmente de carácter objetivo,
diseñadas para proteger los derechos fundamentales de los seres humanos
de violaciones de parte de las Altas Partes Contratantes en vez de crear de-
rechos subjetivos y recíprocos entre las Altas Partes Contratantes ("Austria
vs. Italy", Application No. 788/60, European Yearbook of Human Rights,
(1961), vol. 4, pág. 140).”49
En igual sentido, manifestó:
“… la Convención [Americana de Derechos del Hombre] no puede
ser vista sino como lo que ella es en realidad: un instrumento o marco jurí-
dico multilateral que capacita a los Estados para comprometerse, unilateral-
mente, a no violar los derechos humanos de los individuos bajo su
jurisdicción.”50
En los parágrafos transcritos encontramos una primera y esencial diferencia entre los
tratados de DDHH y los del DIP clásico, mientras que en estos últimos los Estados crea-
ban, modificaban o extinguían derechos y obligaciones inter se, mediante los tratados de
DDHH los Estados asumen unilateralmente obligaciones respecto de terceros, respecto
de todos los individuos que se encuentren bajo su jurisdicción.
8.11.2. La CVDT
En orden a ello, cabe determinar si esto obsta la aplicación a esos tratados de las
disposiciones contenidas en la CVDT, en referencia a esta cuestión la Corte IDH ha en-
tendido:
179
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
51. Derechos y garantías de niñas y niños en el contexto de la migración y/o en necesidad de protección internacional,
Corte IDH, O.C. N° 21, 19/08/2014, parág. 52.
52. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, Buenos Aires, Heliasta, 1990, p.107.
53. Véase CVDT arts. 19 a 23.
54. Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CIJ, Opinión Consultiva
,28/05/1951, p. 15.
55. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, op.cit., p. 107.
180
precisar los alcances de las reservas en relación con la entrada en vigencia de la Convención
Americana para un Estado que hubiere prestado, con alguna reserva, su consentimiento
en obligarse por la Convención, en especial porque la Convención Americana, en su art.
75, remite en el tema de reservas a las disposiciones de CVDT.
En efecto, en materia de reservas, la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos tiene una breve disposición (art. 75), la cual acepta las reservas sin determinar restric-
ciones y prescribe que estas deben ser formuladas en conformidad con lo establecido por
la CVDT, que venía de ser adoptada en ese mismo año de 1969. La remisión a la Conven-
ción de Viena seguramente allanaba los problemas conceptuales que planteaba la inclusión
de un sistema de reservas, a pesar de la naturaleza específica, en este caso, del instrumento
americano.56
Al respecto la Corte expresó:
“Habiendo concluido que las reservas expresamente autorizadas por
el artículo 75, esto es, todas las compatibles con el objeto y fin de la Con-
vención, no requieren aceptación de los Estados Partes, la Corte opina que
los instrumentos de ratificación o adhesión que las contienen entran en vi-
gor, de acuerdo con el artículo 74, desde el momento de su depósito.” 57
Uno de los fundamentos que llevaron a la Corte a tomar esa posición fue que:
“Desde luego, los Estados Partes tienen un legítimo interés en excluir
reservas incompatibles con el objeto y fin de la Convención, y son libres de
afirmar ese su interés mediante los mecanismos consultivos y jurisdicciona-
les establecidos por aquélla; pero no tienen interés en retrasar la entrada en vigor de
la misma ni, por ende, la protección que esta ofrece a los individuos en relación con los
Estados que la ratifiquen o se adhieran a ella con reservas.”58
56. Salgado Pesantes, H.: “Las reservas a los tratados de derechos humanos” en Amicorum Liber Héc-
tor Fix Zamudio, Tomo I, San José, Secretaría de la Corte IDH, 1998, pág.71.
57. Otros tratados, Corte IDH, O. C. N°1, 24/09/1982, parág. 37.
58. Otros tratados, Corte IDH, O. C. N°1, 24/09/1982, parág 38.
59. Véase Manili, P. L.: El bloque de constitucionalidad, Buenos Aires, La Ley, 2005, pp.57-58.
181
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de la CEDH pasaría por sobre las reacciones de los estados parte en relación con las re-
servas formuladas.60
8.11.2.2. Terminación
Las particularidades que presentan los tratados de derechos humanos hacen que sea
inadecuado aplicar a los mismos la exceptio non adiplenti contractus. Por eso, la terminación o
suspensión de un tratado por una de las partes, a causa del incumplimiento grave de sus
obligaciones por otra –uno de los efectos típicos de la reciprocidad– no es aplicable a estos
tratados. La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, excluye específica-
mente en este punto “a las disposiciones relativas a la protección de la persona humana contenidas en
tratados de carácter humanitario, en particular las disposiciones que prohíben toda forma de represalia con
respecto a las personas protegidas por tales tratados” (art. 60.5).
8.12. La costumbre
60. Caso Temeltasch/Suiza (informe de la Comisión del 5 de mayo de 1982, No. 9116/80; Caso Be-
lilos/ Suiza (informe de la Comisión del 7 de mayo de 1986, No. 10328/83; Sentencia del Tribunal
del 29 de abril de 1988 Series A).
61. Becerra Ramírez, M.: “Las decisiones judiciales como fuente del Derecho Internacional de los
Derechos Humanos”, en Amicorum Liber Héctor Fix Zamudio, Tomo I, San José, Secretaría de la
Corte IDH, 1998, p.446.
62. Ibídem, p. 434.
63. Derechos y garantías de niñas y niños en el contexto de la migración y/o en necesidad de protección internacional,
182
“Adicionalmente, la Corte nota que los desarrollos producidos en el
derecho de refugiados en las últimas décadas han generado prácticas estatales,
consistentes en otorgar protección internacional como refugiados a las per-
sonas que huyen de su país de origen debido a la violencia generalizada, la
agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los dere-
chos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el
orden público.”64
Como se ha visto (V.1.3) existe una interacción normativa entre costumbre y tratados
mediante los efectos declarativo, cristalizador y constitutivo o generador de normas con-
suetudinarias; esta cuestión es de suma importancia porque significa que los Estados pue-
den haber asumido una obligación mediante diferentes fuentes y, en el caso que una de
ellas deje de estar en vigor no menoscabará en nada el deber de un Estado de cumplir toda
obligación a la que esté sometido en virtud del derecho internacional.65
En tal sentido, es interesante señalar que la Corte IDH, se ha pronunciado determi-
nando:
“… la Convención sobre los Derechos del Niño es el tratado internacional
que posee mayor vocación de universalidad, lo cual “pone de manifiesto un
amplio consenso internacional (opinio iuris comunis) favorable a los principios
e instituciones acogidos por dicho instrumento, que refleja el desarrollo ac-
tual de esta materia”, habiendo sido ratificada además por casi todos los
Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos.”66
“Valga destacar, que los diversos Estados del continente han adoptado
disposiciones en su legislación, tanto constitucional como ordinaria, sobre
la materia que nos ocupa; disposiciones a las cuales el Comité de Derechos
del Niño se ha referido en reiteradas oportunidades.”67
Ayala Corao sostiene que es necesario “el replanteamiento de los principios generales
del derecho “reconocidos por las naciones civilizadas”, no solo en su posición jerárquica
dentro del ordenamiento jurídico internacional, sino en su propio contenido y funda-
mento. En efecto, el desarrollo del Derecho Internacional contemporáneo ha impuesto la
Corte IDH, O.C. N° 21, 19/08/2014, parág. 78 y Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Corte
IDH, O.C. N° 17, 22/08/2002, parág. 29.
67. Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Corte IDH, O.C. N° 17, 22/08/2002, parág. 29.
183
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
68. Ayala Corao, C.M.: “El valor del derecho y la jurisprudencia internacionales de derechos humanos
en el derecho y la justicia internos - El ejemplo de Costa Rica”, en Amicorum Liber Héctor Fix Zamudio,
Tomo I, San José, Secretaría de la Corte IDH, 1998, p.177.
69. Legalidad de los Decretos y Leyes de Dantzig, CPJI, Opinión Consultiva, Series A/B, N° 65,
04/12/1935, p.56.
70. Colonos Alemanes en Polonia, CPJI, Opinión Consultiva, Serie B, N° 6, 10/09/1923, p. 36.
71. Fábrica de Chorzow, (Alemania c. Polonia), CPJI, Serie A, N° 17, Sentencia de fondo, 13/09/1928,
pp.46 y 47.
72. Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CIJ, Opinión Consultiva,
28/05/1951, p. 23.
184
virtud de la doctrina, del derecho romano clásico, venire contra factum proprium
non valet, desarrollada con base en consideraciones de equidad, aequitas).”73
En relación con las implicaciones del trato diferenciado que algunas normas pueden
dar a sus destinatarios, la Corte IDH ha establecido que:
“… no toda distinción de trato puede considerarse ofensiva, por sí misma, de la dig-
nidad humana”. En este mismo sentido, la Corte Europea de Derechos Humanos, basán-
dose en “los principios que pueden deducirse de la práctica jurídica de un gran número de Estados
democráticos”, advirtió que solo es discriminatoria una distinción cuando “carece de justifi-
cación objetiva y razonable.”74
La jurisprudencia internacional, además de receptar como fuente del DIDH los prin-
cipios generales de derecho provenientes de los ordenamientos internos y receptados en
el Art. 38, 1.c del Estatuto de la CIJ, también menciona en sus decisiones los principios
generales del DIDH, es decir aquellos que son abstracciones de normas internacionales,
derivados de las distintas ramas del derecho internacional relativo a la persona humana,
como ser el principio de humanidad, principio de la proporcionalidad, principio de distinción
(entre combatientes y población civil), principio de necesidad según el cual la elección de
métodos o medios de combate no es ilimitada, principio que exige evitar sufrimientos in-
necesarios o males superfluos; principio del non-refoulement en el caso de refugiados o mi-
grantes, principio de legalidad (nullum crimen sine lege, nulla poena sine lege), principio de la
responsabilidad penal individual, principio de la presunción de la inocencia, principio de la no retro-
actividad, principio del juicio justo.
Ayala Corao señala que una particularidad del DIDH es que una serie de instrumen-
tos no surgidos de una convención ni de una costumbre propiamente dicha, en su sentido
riguroso de conducta conforme a derecho, han adquirido, unos más, otros menos, carta
de naturaleza como verdaderas normas de Derecho Internacional, a veces incluso con va-
lor de jus cogens, como ocurre en los casos de algunas Declaraciones adoptadas en el marco
general de las Naciones Unidas.75
En relación con la DUDH, aprobada por resolución de la AG de la ONU, el 10 de
diciembre de 1948, Pinto76 pone de manifiesto el carácter de recomendaciones que la Carta
de la ONU asigna a las resoluciones de ese órgano. También destaca que la Declaración,
al momento de su adopción no era expresión de costumbre internacional ni de principios
generales de derecho. No obstante, no hay discusión respecto del valor vinculante de la
declaración. En la opinión de la catedrática, es que, por analogía se aplicaron los argumen-
tos de lo que la doctrina conoce como las resoluciones determinativas, esto es, aquellas que no
73. El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal,
Opinión Consultiva N° 16, 01/10/1999, voto concurrente de Cançado Trindade, Antonio, parags.20
y 21.
74. Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Corte IDH, O.C. N° 17, 22/08/2002, parág. 46.
75. Ayala Corao, C. M., op.cit.
76. Pinto, M.: Temas de derechos humanos, op.cit., pp. 34-35.
185
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
77. Legalidad del uso por los Estados de armas nucleares en conflictos armados, CIJ, Opinión Consultiva,
08/07/1996, pp. 254-255.
78. Proclamación de Teherán: principio 2. En: “Derechos Humanos: recopilación de instrumentos
186
la Organización en materia de derechos humanos, sin integrar las normas
pertinentes de ella con las correspondientes disposiciones de la Declaración,
como resulta de la práctica seguida por los órganos de la OEA”. Corte IDH,
OC 10, pár. 43. Agregando que “La circunstancia de que la Declaración no sea
un tratado no lleva, entonces, a la conclusión de que carezca de efectos jurídicos”.79
Para concluir afirmando que la Declaración Americana era fuente de obligaciones
para todos los Estados partes de la OEA, en tal sentido en la OC 10, expresó:
“Para los Estados Miembros de la Organización, la Declaración es el texto que de-
termina cuáles son los derechos humanos a que se refiere la Carta. De otra parte, los ar-
tículos 1.2.b) y 20 del Estatuto de la Comisión definen, igualmente, la competencia de la
misma respecto de los derechos humanos enunciados en la Declaración. Es decir, para
estos Estados la Declaración Americana constituye, en lo pertinente y en relación con la
Carta de la Organización, una fuente de obligaciones internacionales.”80
De lo expuesto es dable concluir, concordantemente con Salvioli, que las Declara-
ciones Universal y Americana son instrumentos que han devenido, como tales, de cumpli-
miento jurídico obligatorio, y ello por tres consideraciones que, lejos de excluirse, se
complementan:
“a) Ambas contienen y definen la Carta de Naciones Unidas y la Carta de la Organi-
zación de los Estados Americanos en lo que a derechos humanos se refiere, y siendo estas
obligatorias, para los Estados Partes, las Declaraciones lo son, especialmente (pero no úni-
camente) en relación con las normas pertinentes de dichos instrumentos.
b) Ambas han pasado a formar parte del llamado “derecho internacional consuetu-
dinario”, y por ende, son fuentes del Derecho Internacional Público, conforme al artículo
38 del Estatuto de l81 a Corte Internacional de Justicia.
c) Y, fundamentalmente, ambas son utilizadas en la práctica para el funcionamiento
y la labor de mecanismos de protección, en el seno de las Organizaciones Internacionales
respectivas (ONU y OEA).”
En la actualidad, casi sin lugar a dudas, la fuente más abundante del DIDH está con-
formada por los tratados, las obligaciones que hacia la persona humana los Estados asu-
men en ellos, son supervisadas por órganos internacionales a los que los Estados partes le
han dado la facultad de dicha supervisión.
En efecto, una parte importante de esos tratados crean órganos, jurisdiccionales o
cuasi jurisdiccionales, encargados de la supervisión del cumplimiento, por parte de los
79. Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el Marco del Artículo 64
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Corte IDH, O. C. N°10, 14/07/1989, parág. 47.
80. Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el Marco del Artículo 64
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Corte IDH, O. C. N°10, 14/07/1989, parág. 45.
81. Salvioli, F.O.: “El Desarrollo de la Protección Internacional de los Derechos Humanos, a partir
187
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Estados, de las obligaciones asumidas, siendo a su vez esos órganos los intérpretes de los
derechos convencionalmente reconocidos.
Barboza entiende que, de conformidad con el artículo 38 del Estatuto de la CIJ, la
jurisprudencia y la doctrina [de la CIJ] no tendrían el carácter de “fuentes autónomas –esto
es, productoras de normas jusinternacionales–, sino de fuentes a las que el Tribunal puede
recurrir para mejor discernir los perfiles de normas provistas por las fuentes principales.
La jurisprudencia tendría así solo una función especificadora [...] esto es, de establecer espe-
cies subordinadas a los géneros legales”. Ello significaría “que la doctrina del precedente
obligatorio, conocida en el comon law anglosajón como stare decisis, no tiene vigencia en el
derecho de gentes”, por lo que “la jurisprudencia no crea normas generales de aplicación
obligatoria a otros casos, sino solo una norma individual que regla los derechos de las
partes en el caso particular”, aun cuando el apego de la CIJ a sus propios precedentes sea
considerable”.82
Consideramos que, idéntico criterio, cabe sostenerse en relación con la jurisprudencia
de los tribunales destinados a entender en casos de violación de DDHH, este criterio,
como se expondrá no se ha visto afectado ni por el “control de convencionalidad” y ni
por el efecto de “cosa interpretada” que la Corte IDH y la Corte Europea determinan para
sus sentencias.
En el caso de la Corte IDH, por disposición convencional la misma es competente
para interpretar y aplicar la Convención Americana sobre Derechos Humanos en todos
los casos que le son sometidos.
En tal sentido el art. 62 y (3) del referido tratado, establece: “La Corte tiene compe-
tencia para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposicio-
nes de esta Convención que le sea sometido, siempre que los Estados Partes en el caso
hayan reconocido o reconozcan dicha competencia, ora por declaración especial, como se
indica en los incisos anteriores, ora por convención especial”.
A partir del caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala 83, se entiende que la función de
intérprete de la Corte abarca efectuar el control de convencionalidad, es decir la verifica-
ción que las normas internas se adecuen a las disposiciones de la Convención.
Pocos años después, en el caso Almonacid Arellano y Otros vs. Chile, de 2006, la
Corte Interamericana pasó a afirmar que, el control de convencionalidad era también obli-
gación de los jueces internos, al respecto la Corte expresó:
“… es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vi-
gentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como
parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les
obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no
se vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y
que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las
82,
Barboza, J.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Zavalía, 2008, pp. 150 a 152.
83.Myrna Mack Chang c. Guatemala, Corte IDH, sentencia de fondo, reparaciones y costas,
25/11/2003. Voto Concurrente Razonado del Juez Sergio García Ramírez, parág. 27.
188
normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe
tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Ameri-
cana.”84
En el caso Trabajadores Cesados del Congreso vs. Perú85, estableció que el control
de convencionalidad debe ser ex officio. A su vez, en el caso Furlan y Familiares vs. Argen-
tina86, la Corte Interamericana extiende la obligación del ejercicio del control de conven-
cionalidad a los órganos vinculados a la administración de Justicia, lo que incluiría también
al Ministerio Público.
En el caso Masacres de Río Negro vs. Guatemala 87, reafirma lo expresado en el caso
Furlan, en tal sentido, manifiesta:
“Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en
todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un ‘control de
convencionalidad’ entre las normas internas y los tratados de derechos hu-
manos de los cuales es Parte el Estado, evidentemente en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes.
En esta tarea, los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia,
como el ministerio público, deben tener en cuenta no solamente la Conven-
ción Americana y demás instrumentos interamericanos, sino también la inter-
pretación que de estos ha hecho la Corte Interamericana.”
De lo reseñado es dable inferir que, la Corte IDH al sostener que existe una obliga-
ción internacional para los Estados, que consiste en la revisión que, los órganos vinculados
a la administración de justicia, deben realizar en orden a verificar que la normativa interna
sea conteste con las obligaciones contraídas el Estado, lo que incluye la interpretación que del
derecho o garantía ha hecho la Corte, y que de ninguna manera puede ser entendido en el sentido
que la jurisprudencia es fuente de derecho.
Antes bien, lo que se pretende, con el control de convencionalidad, es garantizar el
cumplimiento de las obligaciones que los Estados contrajeron de conformidad con los
artículos 1 y 2 de la Convención.88
84. Almonacid Arellano y otros c. Chile, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, re-
paraciones y costas, 26/09/2006.
85. Trabajadores Cesados del Congreso c. Perú, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo,
libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta
a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opi-
niones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento
o cualquier otra condición social. 2. Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser hu-
mano. Artículo 2. Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere
ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen
189
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Así también, considerando que los tratados de protección de la persona humana, son
instrumentos vivos, en permanente evolución, la Corte IDH debe interpretarlos acorde a
la evolución de los tiempos y las condiciones de vida, tal como lo había entendido la CIJ
en la OC sobre Reservas a la Convención de Genocidio.
Siendo que los Estados son los que tienen la obligación primaria de garantizar el goce
y pleno ejercicio de los derechos protegidos, a cuyo efecto deben asegurar la existencia de
una situación fáctica efectiva y eficaz, es decir deben afianzar el efecto útil de los mismos,
en orden a ello, el medio más idóneo es aplicar el criterio evolucionista de interpretación
de la Corte.
En punto a las pautas de interpretación la Corte ha manifestado:
“…que la Convención Americana prevé expresamente determinadas
pautas de interpretación en su artículo 29, entre las que alberga el principio
pro persona, que implican que ninguna disposición de dicho tratado puede ser
interpretada en el sentido de limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho
o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera
de los Estados Parte o de acuerdo con otra convención en que sea parte
uno de dichos Estados, o bien de excluir o limitar el efecto que puedan
producir la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
y otros actos internacionales de la misma naturaleza.” 89
a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Conven-
ción, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales dere-
chos y libertades.
89. Derechos y garantías de niñas y niños en el contexto de la migración y/o en necesidad de protección internacional,
190
el que debe adoptar las medidas dispuestas por el Tribunal y, “cosa interpretada” para los
demás Estados partes del Tratado Europeo de Derechos Humanos.
En el caso Irlanda c. Reino Unido del 18 de enero de 1978, el Tribunal afirmó que
sus
“…sentencias sirven no solo para solucionar el caso en las que son dictadas, sino más
ampliamente, para clarificar, salvaguardar y desarrollar las normas de la Convención, y a
contribuir al respeto de los Estados a las obligaciones que han asumido en su calidad de
Partes contratantes.”91
Es decir, una de las dimensiones que despliega, en ambos sistemas, la sentencia al
adquirir la autoridad de “cosa juzgada” es el efecto erga omnes92 para todos los demás Esta-
dos en virtud del carácter de “cosa interpretada”, que contribuye a la armonización del
sistema y facilita la labor de los jueces nacionales.
Mientras que los sistemas regionales de protección de DDHH tienen órganos juris-
diccionales, el sistema universal –que nace en el seno de ONU– carece de ellos, se com-
pone de un sistema general de supervisión, conocido como extra convencional, que es el
que lleva a cabo el Consejo de DDHH, dependiente de la AG de la ONU, y un sistema
convencional en el que, ese cometido está a cargo de comités creados convencionalmente.
Las convenciones que integran el sistema convencional y los comités que cada
una de ellas poseen son: 1) el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP); Comité de Derechos Humanos (CDH); 2) el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (DPIDESC); Comité de Derechos Económicos, Socia-
les y Culturales (CDESC); 3) Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
formas de Discriminación Racial; Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial
(CERD); 4) Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; Comité contra la Tortura (CAT); 5) Convención sobre los Derechos del
Niño; Comité de los Derechos del Niño (CRC), 6) Convención Internacional sobre la
protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares; Co-
mité de Protección de los Derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus Fami-
liares (CMW); 7) Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer; Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer
(CEDAW); 8) Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad; Comité
de los derechos de las personas con discapacidad (CRPD); 9) Convención Internacional
para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas; Comité contra
las Desapariciones Forzadas (CED).
Estos comités están compuestos por expertos independientes en el ejercicio de sus
funciones. El rol de los comités es el control del cumplimiento de las obligaciones con-
vencionales asumidas por los Estado y, de conformidad con lo establecido en los tratados,
en algunos casos pueden recibir quejas individuales, y/o comunicaciones interestatales.
191
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
8.16. Conclusiones
En tanto el DIDH se conforma por un conjunto de normas, mediante las cuales los
Estados se comprometen a la protección de la persona humana, a cuyo efecto garantizan
el goce y pleno ejercicio de los derechos reconocidos, las fuentes de que se nutre –por ser
fruto de la voluntad de los Estados– no difieren, en principio, de las del DIP.
No obstante, dado la especificidad del DIDH, no son idénticas en sus alcances y
manifestaciones. Las fuentes del DIDH tienen sus propias características, que han sido
referidas precedentemente, pero nada permite sostener que se aparten de las mencionadas
en el artículo 38, 1, del Estatuto de la CIJ, independientemente que puedan existir en una
y otra rama del derecho otras fuentes de obligaciones, como en el caso de los actos unilate-
rales.
Asimismo, muchos de los principios de que se nutren las fuentes del derecho de
gentes son de aplicación a las normas sobre DDHH. Sin embargo, existe un principio
rector de los derechos humanos que tiñe de un halo especial a las fuentes del DIDH, y es
el principio pro persona.
8.18. Bibliografía
192
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Abreviaturas
194
Capítulo 9
La responsabilidad internacional del Estado es una cuestión medular del derecho in-
ternacional que hace a su propia efectividad. En ese sentido, Travieso afirma que este tema
se articula de manera transversal a lo largo de todo el derecho internacional 1, en tanto que
Verdross sostiene que sin este instituto se reduciría a la nada el derecho internacional, ya
que al negar la responsabilidad por hechos ilícitos, se negaría también la obligación de los
Estados de comportarse conforme al derecho internacional. 2
La responsabilidad internacional del Estado ante el incumplimiento de una obliga-
ción de derecho internacional es reconocida como una regla básica de derecho internacio-
nal3 y como un principio general del derecho internacional. 4 El corolario inmediato de la
responsabilidad del Estado, es la obligación general de reparar.5
Estas reglas y principios que tuvieron su origen y desarrollo en el derecho interna-
cional, son de directa aplicación en otras ramas autónomas como son el derecho interna-
cional humanitario, el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho penal
internacional6, dado que, por lo general, las normas específicas sobre responsabilidad con-
tenidas en los instrumentos que informan a estas ramas del derecho suelen ser lacónicas
en esta cuestión.
En opinión del ex Juez de la Corte IDH, Asdrúbal Aguiar 7, dichas reglas y principios
se revelan insuficientes, porque continúan siendo reflejo del sesgo inorgánico y volunta-
rista del derecho internacional clásico, lo que no permite aprehender la pluralidad de
1. Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2012, p. 520.
2. Verdross, A.: Derecho Internacional Público, Madrid, Aguilar, 1978, p. 352.
3. Fosfatos de Marruecos, CPJI, 1938, Winbledon, CPJI, 1923, Chorzow Factory, CPJI, 1928, Canal de Corfú,
CIJ, 1949, Reparaciones por daños sufridos al servicio de la Naciones Unidas, CIJ, 1949, Actividades militares y
paramilitares en y contra Nicaragua, CIJ, 1986, Reclamaciones de los súbditos italianos residentes en Perú, Laudos
arbitrales de 1901, entre otros.
4. Fábrica Chorzow – CPJI -1928.
5. La obligación de reparar íntegramente es la segunda obligación general del Estado responsable del
195
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
situaciones que coexisten en la escena mundial que hoy atañen a la garantía de la persona
humana.8
De ahí que los principios de responsabilidad internacional en los casos de violaciones
que afecten a individuos, carecen de una sistematización teórico-práctica satisfactoria. Fun-
damentalmente, se nutren de parciales elaboraciones provenientes de los órganos de apli-
cación de las mismas, en especial de las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. 9
Concordantemente con lo afirmado por Asdrúbal Aguiar, en el informe de 2011 del
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), su presidente Jakob Kellenberger ha mani-
festado que, de acuerdo con las conclusiones del estudio del CICR sobre el fortalecimiento
de la protección jurídica de las víctimas de los conflictos armados, no parece estar incluida
la cuestión relativa al resarcimiento para las víctimas de los conflictos armados en los temas
que priorizan los Estados.10
Por ello, analizaremos en primer término la responsabilidad de los Estados por los
hechos internacionalmente ilícitos, en relación con la Resolución 56/83 de la AGNU.
El maestro Antokoletz afirmaba: “hubo un tiempo en que la soberanía era tan absoluta que
no admitía responsabilidad alguna; posteriormente la convivencia internacional hizo que los Estados se
viesen obligados a reparar amistosamente los agravios involuntariamente inferidos por unos a otros; más
tarde se acentuó la interdependencia de los Estados que admite la existencia de casos de responsabilidad
sin menoscabo de la soberanía”.11
Con la creación de las Naciones Unidas comenzó un proceso de desarrollo progre-
sivo del derecho internacional, pero uno de los temas que mayor tiempo insumió en el
proceso de codificación del derecho internacional ha sido precisamente la cuestión relativa
a la responsabilidad internacional de los Estados, aun cuando la costumbre internacional
había ido generando una amplia y trascendente base normativa, que se nutrió de decisiones
jurisprudenciales y arbitrales.
La Comisión de Derecho Internacional (en adelante la CDI) comenzó a trabajar a
solicitud de la Asamblea General en un proyecto de convención en 1956. Distintos relato-
res se sucedieron a lo largo de los años hasta que, en 2001, remitió el proyecto final a la
8. Conf. Asdrúbal Aguiar, Aranguren, La responsabilidad internacional del Estado por violación de derechos
humanos, Revista IIDH, p. 9-11. Disponible en:
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/iidh/cont/17/dtr/dtr2.pdf
9. Ídem, p. 9-10.
10. Fortalecer la protección jurídica de las víctimas de los conflictos armados - Consultas de los Es-
tados y senda futura. Declaración en el Discurso pronunciado por el Doctor Jakob Kellenberger,
Presidente del CICR., el 12-05-2011.
11. Antokoletz, D.: Tratado de derecho Internacional Público en tiempo de paz, T.2, Buenos Aires, Ed. Juan
196
Asamblea General que, en diciembre de ese año lo aprobó como Resolución
A/RES/56/83.12
No obstante no haberse plasmado en un convenio, los artículos aprobados por la
Resolución A/RES/56/83, han sido receptados por distintos tribunales internacionales.
En tal sentido, en su laudo de 2007, el tribunal constituido para conocer en el caso Archer
Daniels Midland Company y Tate & Lyle Ingredient Americas, Inc. c. los Estados Unidos Mexicanos,
en relación con los artículos sobre la responsabilidad del Estado, expresó:
“El Tribunal reconoce el hecho de que el proyecto de artículos de la CDI es el resultado de más de
cinco décadas de trabajo por parte de la CDI. En parte representa ‘el desarrollo progresivo’ del derecho
internacional – de conformidad con su mandato de las Naciones Unidas– y constituye en gran medida una
nueva enunciación del derecho internacional consuetudinario con respecto a los principios secundarios de la
responsabilidad del Estado”.
Por su parte, el tribunal arbitral que conoció en el caso Biwater Gauff (Tanzania Ltd.)
c. República Unida de Tanzania, de 2008, consideró que los artículos constituían una codifi-
cación de las normas de derecho internacional consuetudinario sobre la responsabilidad
del Estado por hechos internacionalmente ilícitos.
12.Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacionalmente Ilícitos, adoptado por
la CDI en su 53º período de sesiones (A/56/10) y anexado por la Asamblea General de Naciones
Unidas en su Resolución 56/83 del 12/12/2001, Doc. A/RES/56/83, 28/01/2002 (en adelante, el
Proyecto de la CDI).
197
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
13. Artículo 2, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacionalmente
Ilícitos, adoptado por la CDI en su 53º período de sesiones (A/56/10) y anexado por la
Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución 56/83 del 12/12/2001, Doc.
A/RES/56/83, 28/01/2002 (en adelante, el Proyecto de la CDI).
198
integrantes o el derecho de requerirles que, en su conducta, se ajusten a las normas
del derecho internacional”.
En su laudo de 2006, el tribunal arbitral constituido para conocer en el caso Azurix
Corp. c. Argentina observó que, al alegar que la Argentina era responsable de los actos de
la Provincia de Buenos Aires según el Tratado entre la República Argentina y los Estados
Unidos de América sobre Promoción y Protección Recíproca de Inversiones de 1991 y el
derecho internacional consuetudinario, la responsabilidad de los Estados por los actos de
sus órganos y subdivisiones políticas está aceptada en el derecho internacional. Al res-
pecto, afirmó que el proyecto de artículos, como lo había señalado la demandante, es la
mejor prueba de esa aceptación, y ha sido citado con frecuencia en ese sentido por los
tribunales arbítrales internacionales en casos de arbitraje entre inversores y el Estado.
El término “órganos” debe ser entendido con alcance extensivo y no limitativo;
prueba de ello es que al referirse a las funciones de los órganos no solo menciona las
tradicionales: legislativas, ejecutivas y judiciales, sino que incluye la expresión “o de otra
índole”, a efectos de posibilitar una interpretación amplia de los hechos que pueden ser
atribuidos al Estado.
En relación con hechos no autorizados o ultra vires, la CDI también entendió que era
atribuible al Estado el hecho de un órgano, entidad o persona, que en ejercicio del poder
público, se extralimitare en su competencia o contraviniere instrucciones14, y sostiene que
la formulación definitiva de la norma moderna en la cuestión, data de 1929. En el caso
Caire, nacional francés que fue asesinado por dos oficiales mexicanos, que ante su negativa
a entregar una suma de dinero que le exigieron, lo condujeron a un cuartel y lo fusilaron,
la Comisión que conoció en el caso, estimó:
“… que los dos oficiales, aunque deba presumirse que actuaron fuera de su competen-
cia… y aunque sus superiores dieron una contraorden, comprometieron la responsabilidad del
Estado, puesto que se ampararon en su condición de oficiales y se sirvieron de los medios
puestos a su disposición por tal concepto”.
También ha de considerarse hecho del Estado, el comportamiento de un órgano de
otro Estado, que lo puso a disposición del Estado receptor, siempre que ese órgano actúe
en ejercicio de atribuciones del poder público del Estado a cuya disposición fue puesto 15.
Se trata de un órgano que actúa con el consentimiento, bajo la autoridad y para los fines
del Estado receptor, bajo su exclusiva dirección y control, como sería el caso de un Estado
que pone a disposición de otro Estado, personal para atender situaciones de epidemias o
desastres naturales o jueces nombrados en casos particulares con el fin de actuar como
órganos judiciales de otro Estado.
14. Artículo 7, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacionalmente Ilícitos,
adoptado por la CDI en su 53º período de sesiones (A/56/10) y anexado por la Asamblea General
de Naciones Unidas en su Resolución 56/83 del 12/12/2001, Doc. A/RES/56/83, 28/01/2002 (en
adelante, el Proyecto de la CDI).
15. Artículo 6, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacional-
199
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
16.
Artículo 5, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacional-
mente Ilícitos, doc. cit.
200
que, sin formar parte de la estructura oficial, son contratados por los órganos del Estado
como auxiliares del mismo.
El fundamento de esa norma es impedir que los Estados encarguen a particulares
tareas que los funcionarios del Estado no pueden o no deben realizar y de ese modo
eludan su responsabilidad alegando que esas personas –que ejercen efectivamente el poder
público– no son órganos del Estado con arreglo a la legislación nacional.
17. Jimenez de Aréchaga, E.: Manual de Derecho Internacional, Ed. Por Max Sorensen, México, Fondo
de Cultura Económico, 1978, p. 532.
18. Caso Sambiaggio, 1903.
19. Caso French Co, of Venezuela Railroad, 1903, entre otros.
20. Remiro Brotóns, A.: Derecho Internacional, Valencia, Ed. Tirant Lo Blanch, 2007, pág. 755
201
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
202
La responsabilidad de los Estados puede originarse a consecuencia de un hecho ilícito
independiente y aislado del comportamiento de otro Estado, o bien el hecho puede estar
concatenado con la conducta de otros Estados.
La CDI ha contemplado tres situaciones en las cuales, en la comisión del hecho ilí-
cito, hay más de un Estado involucrado, a saber: el artículo 16 contempla el caso de ayuda
o asistencia en la comisión del hecho internacionalmente ilícito; el artículo 17 refiere a la
dirección y control de un Estado en la comisión del hecho y, finalmente, en el artículo 18
se analiza el supuesto de coacción sobre el otro Estado.
Conforme al artículo 16, el Estado primariamente responsable es el que comete el
ilícito, en cambio, el que presta su apoyo a fin de facilitar la comisión del ilícito será res-
ponsable, en la medida de la ayuda o asistencia prestada si: a) sabe que el hecho del otro
Estado es internacionalmente ilícito; b) presta su ayuda o asistencia a fin de facilitar la
comisión de ese ilícito y el hecho es efectivamente cometido por el Estado que ha sido
asistido o ayudado y c) el hecho, sería internacionalmente ilícito para el Estado que brinda
su colaboración de haberlo cometido él. Si el Estado que colaboró con otro brindando su
asistencia, no violaba una obligación internacional propia, no será responsable internacio-
nalmente.
El caso contemplado en el artículo 17, es decir cuando un Estado dirige o controla a
otro en la comisión del hecho ilícito, refiere a una situación muy factible en siglos pasados,
pero que a partir del proceso de descolonización que empezó en 1945, resulta menos pro-
bable, aunque, sin embargo, es posible que un Estado ejerza potestades de dirección o
control sobre las actividades de otro Estado, ya sea por una ocupación militar o, por un
acuerdo celebrado entre ellos. De todos modos, al igual que en el caso de ayuda previsto
en el artículo 16, el Estado que ejerce la dirección o el control, será responsable únicamente
si: a) lo hace conociendo las circunstancias del hecho internacionalmente ilícito y b) el
hecho, sería internacionalmente ilícito para el Estado que dirige y controla.
Por último, el artículo 18 refiere a la situación específica de la coacción ejercida por
un Estado, a fin de causar la violación de una obligación del otro Estado coaccionado
respecto de un tercer Estado.
Este artículo presenta una diferencia importante con los dos anteriores: mientras que
en las situaciones previstas por los artículos 16 y 17, el Estado que es primariamente res-
ponsable es el que cometió el hecho internacionalmente ilícito y, solo si se dan ciertas
circunstancias lo será el Estado que brinda ayuda o controla; en el supuesto de coacción
hay una diferencia substancial, a saber: el Estado que coacciona es el primariamente res-
ponsable, y sobre el Estado coaccionado parece haberse establecido una causal eximente
de ilicitud, basada en fuerza mayor, cuando establece entre los requisitos para determinar
la responsabilidad del coaccionante que a) El hecho, de no mediar coacción, constituiría un
hecho internacionalmente ilícito del estado coaccionado”.
203
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
23. Diez de Velasco, M.: Instituciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Tecnos, 2010, p. 839.
24. Rousseau, 1966, 131.
25. Comentarios de la CDI al Proyecto de artículos sobre responsabilidad internacional del Estado
204
el Estado responsable de la violación de la obligación prevista en la norma primaria, el
deber de reparar.
“Siempre que se viola, ya sea por acción o por omisión, un deber establecido
en cualquier regla de derecho internacional, automáticamente surge una relación
jurídica nueva. Esta relación se establece entre el sujeto al cual el acto es impu-
table, que debe “responder” mediante una reparación adecuada, y el sujeto que
tiene derecho de reclamar la reparación por el incumplimiento de la obligación. 28
Existen, además de la reparación, consecuencias básicas derivadas del hecho ilícito.
En primer término, el Estado responsable deberá cumplir con la obligación violada; cesar
en la conducta ilícita si esta continúa; y, en caso que las circunstancias lo exijan, ofrecer
garantías de no repetición. En concordancia, con reglas básicas del derecho internacional,
el artículo 32, establece la imposibilidad del Estado responsable de invocar disposiciones
de derecho interno, como justificación del incumplimiento.
9.3.2. La reparación
9.3.2.1. Restitución
205
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
9.3.2.2. La indemnización
9.3.2.3. La satisfacción
206
ocasionado directamente al Estado, especialmente en oposición a los casos de da-
ños a las personas en lo que ha lugar a responsabilidades internacionales”32
En efecto, la mayoría de las cuestiones que dieron lugar a la satisfacción como modo
de reparación, se refirieron a comportamientos ofensivos hacia símbolos patrios. A título
de ejemplo, podemos mencionar el caso de ultraje a la bandera francesa en Berlín en 1920;
malos tratos o ataques a mandatarios, como sucedió con el ataque realizado, en 1961, por
cazas franceses contra una aeronave soviética que transportaba al presidente Brezhnev 33.
En el caso del canal de Corfú, la CIJ declaró:
“… los actos de la Marina Británica han violado la soberanía de Alba-
nia. Esta declaración se formula de conformidad con la demanda hecha en nom-
bre de Albania por su consejero y constituye de por sí una satisfacción
apropiada”.34
207
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
puedan serle exigibles de acuerdo con el derecho internacional público.36 En el estado ac-
tual del desarrollo del sistema internacional, las principales obligaciones de los Estados
están en los tratados internacionales. De esta forma, la normativa internacional en materia
de derechos humanos constituye lex specialis en términos de responsabilidad de los Estados,
toda vez que se encuentra dirigida a regular, en particular, este tipo de obligaciones. Por
tanto, esta constituye la base de las obligaciones estatales exigibles en sede internacional. 37
Así, es posible afirmar la existencia de una norma consuetudinaria que prescribe “que un
Estado que ha ratificado un tratado de derechos humanos debe introducir en su derecho
interno las modificaciones necesarias para asegurar el fiel cumplimiento de las obligaciones
asumidas”.38
Así, en el caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa c. Paraguay, la Corte IDH dijo que al
producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad
internacional de este por la violación de la norma internacional de que se trata, con el
consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación. 39
9.5. Elementos del hecho internacionalmente ilícito por violación a los derechos
humanos
36. Rojas Nash, C.: Las reparaciones ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1988-2007), Centro
de Derechos Humanos, Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2ª ed. corregida y actualizada, 2009,
p.19.
37. Masacre de Mapiripán, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 15/09/2005, parág.
107.
38. Bulacio c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 18/09/2003, parág.
140.
39. Comunidad Indígena Sawhoyamaxa c. Paraguay, Corte IDH, sentencia de fondo, reparaciones y costas,
29/03/2006, parág. 196. Véase también Acevedo Jaramillo y otros, parág. 295; caso López Álvarez, parág.
180; Masacre de Pueblo Bello, parág. 227. En este punto, es importante comprender que las obligaciones
del Estado se extienden extraterritorialmente. Así, los Estados están obligados a respetar los dere-
chos humanos de todas las personas, sin distinción, sujetas a su jurisdicción, extensión que es más
amplia que la de territorio. El TEDH a través de su jurisprudencia ha atribuido responsabilidad
internacional a diferentes Estados parte del Convenio Europeo por ejercer tanto control efectivo
como general. En el caso Öcalan c. Turquía, el TEDH señaló que el demandante fue detenido por
miembros de las fuerzas de seguridad turcas en el interior de una aeronave matriculada en Turquía,
en la zona internacional de aeropuerto de Nairobi, y que había quedado acreditado que, inmediata-
mente después de haber sido entregado a las autoridades turcas por las autoridades kenianas, el soli-
citante estaba efectivamente bajo la autoridad turca y, por lo tanto, dentro de la “jurisdicción” de ese
Estado a los efectos del artículo 1 de la Convención, a pesar de que en este ejemplo, Turquía, ejerció
su autoridad fuera de su territorio. Öcalan c. Turkey, TEDH, sentencia del 12/05/2005, parág. 91.
208
derechos humanos con fundamento en los tratados internacionales del sistema de que se
trate.
A los efectos de determinar una violación a los derechos humanos, resulta irrelevante
la intención o motivación del agente que materialmente haya violado los derechos hasta el
punto de que la infracción a la misma puede establecerse incluso si dicho agente no está
individualmente identificado. Lo decisivo es dilucidar si una determinada violación a los
derechos humanos ha tenido lugar con el apoyo o la tolerancia del poder público o si este
ha actuado de manera que la trasgresión se haya cumplido en defecto de toda prevención
o impunemente.40 Esto debe entenderse sin perjuicio de que determinados crímenes inter-
nacionales, que constituyen violaciones a los derechos humanos, se configuren con la in-
tencionalidad del agente, como puede ser, por ejemplo, el delito de genocidio 41 o la
tortura.42
Así, la Corte IDH, desde su primer fallo Velázquez Rodríguez c. Honduras, afirmó que
todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos43 que pueda ser atribuido, según las reglas del derecho internacional,
a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al
Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Con-
vención.44
Es decir, el comportamiento atribuible puede tratarse de una acción u omisión. En
este punto, es interesante destacar que la mayoría de los tratados de derechos humanos
imponen obligaciones de respeto y garantía y la adopción de medidas legislativas o de otra
índole que permitan hacer efectivos los derechos protegidos por el instrumento de que se
trate.
40. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 173.
41. Véase artículo II, Convención para la prevención y la sanción del crimen de genocidio (adoptada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948). En la presente Con-
vención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, cometidos
con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como
tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) tentado grave contra la integridad física o mental de los
miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan
de acarrear su destrucción física total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en
el seno del grupo; e) Traslado forzoso de niños del grupo a otro grupo.[...]
42. Véase Artículo 1, Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
209
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
45. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 165.
46. La expresión "leyes" en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Opinión Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986. Serie A No. 6, párr. 21)
47. Bayarri c. Argentina, Corte IDH, Sentencia Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
30/09/ 200, parágs. 69-70. Este Tribunal ha observado que la prisión preventiva “es la medida más
severa que se puede aplicar a una persona acusada de delito, por lo cual su aplicación debe tener
carácter excepcional, limitado por el principio de legalidad, la presunción de inocencia, la necesidad
y proporcionalidad, de acuerdo con lo que es estrictamente necesario en una sociedad democrática”,
pues “es una medida cautelar, no punitiva”. El artículo 7.5 de la Convención Americana garantiza el
derecho de toda persona detenida en prisión preventiva a ser juzgada dentro de un plazo razonable
o ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Este derecho impone límites tem-
porales a la duración de la prisión preventiva, y, en consecuencia, a las facultades del Estado para
proteger los fines del proceso mediante este tipo de medida cautelar. Cuando el plazo de la prisión
preventiva sobrepasa lo razonable, el Estado podrá limitar la libertad del imputado con otras medidas
menos lesivas que aseguren su comparecencia en el juicio, distintas a la privación de su libertad
mediante encarcelamiento. Este derecho impone, a su vez, una obligación judicial de tramitar con
mayor diligencia y prontitud aquellos procesos penales en los cuales el imputado se encuentre pri-
vado de su libertad. Véase también: Acosta Calderón c. Ecuador, Corte IDH, Sentencia de Fondo, Re-
paraciones y Costas, 24/06/2005, parág.74; Servellón García y otros c. Honduras, Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas, 21/09/2006, parág. 88; Yvon Neptune c. Haití, parág. 107; Suárez Rosero c. Ecua-
dor, Sentencia de Fondo, 12/11/1997, parág. 77; Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez c. Ecuador, parág. 145.
48. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 166.
210
cumplimiento que derivan de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
La obligación de respeto, significa que el Estado se debe abstener de interferir en el goce
de los derechos fundamentales. Debe respetar a los titulares de esos derechos, tanto indi-
viduos como grupos; sus libertades, autonomía, recursos y libertad de acción. Es una obli-
gación expresada en términos negativos. El segundo tipo de obligación, es el deber de
proteger a los titulares de derechos de otros actores a través de la legislación y de la provi-
sión de remedios efectivos. Esta es una obligación positiva, pues requiere que el estado
adopte medidas para proteger a los beneficiarios de interferencias políticas, económicas,
sociales por parte de actores no estatales. Esta obligación se vincula con la de promoción,
que implica que el Estado debe promover la tolerancia, sensibilizar e incluso construir
infraestructuras que aseguren el ejercicio de tales derechos. La obligación de cumplimiento,
puede entenderse como una expectativa positiva de que el Estado organice su maquinaria
hacia la realización de los derechos, pudiendo consistir en la provisión de elementos de
primera necesidad, como alimentos o recursos. 49
En el caso de Personas dominicanas y haitianas expulsadas c. República Dominicana se precisó
el alcance del deber de adoptar disposiciones de derecho interno, indicando que “dicha
norma impone a los Estados Partes la obligación general de adecuar su derecho interno a
las normas de la propia Convención, para garantizar y hacer efectivo el ejercicio de los
derechos y libertades reconocidos en esta”.50 La Corte, ha mantenido que tal adecuación
implica la adopción de medidas en dos vertientes, a saber: a) la expedición de normas y el
desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas garantía, y b) la
supresión de las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las
garantías previstas en la Convención51, ya sea porque desconozcan esos derechos o liber-
tades u obstaculicen su ejercicio.52 Las disposiciones de derecho interno que se adopten
para tales fines han de ser efectivas (principio del effet utile), lo que significa que el Estado
tiene la obligación de consagrar y adoptar en su ordenamiento jurídico interno todas las
medidas necesarias para que lo establecido en la Convención sea realmente cumplido y
puesto en práctica.53
Toda violación cumplida por un acto del poder público o de personas que actúan
prevalidas de los poderes que ostentan por su carácter oficial54, es un comportamiento
imputable al Estado y “es independiente de que el órgano o funcionario haya actuado en
49. The Social and Economic Rights Action Centre for Economic and Social Rights v. Nigeria, Comisión Africana
sobre Derechos Humanos y de los Pueblos, Comunicación 155/96, parágs. 45-47.
50. Albán Cornejo y otros. c. Ecuador, Corte IDH, Sentencia de fondo reparaciones y costas, 22/11/2007,
parág. 118; y Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo Indígena Mapuche) c. Chile,
parág. 175.
51. Castillo Petruzzi y otros c. Perú, Corte IDH, Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas, 30/05/1999,
parág. 207; y Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo Indígena Mapuche) c.
Chile, parág. 175.
52. Personas dominicanas y haitianas expulsadas c. República Dominicana, Corte IDH, Sentencia de Excep-
ciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 28/08/2014, parágs. 270-271. Véase también
Hilaire, Constatine y Bejamín y otros c. Trinidad y Tobago, parág. 113.
53. Olmedo Bustos y otros c. Chile (La Última Tentación de Cristo), Corte IDH, Sentencia de 05/02/2001,
parág. 87.
54. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 173.
211
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
55. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 170.
56. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 171
57. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 174.
58. Masacre de Pueblo Bello c. Colombia, Corte IDH, Sentencia de fondo, 31/01/2006, parág. 113; Masacre
212
quien las cometa, así como la obligación de indemnizar a las víctimas por sus consecuencias
perjudiciales. No es posible hacer una enumeración detallada de esas medidas, que varían
según el derecho de que se trate y según las condiciones propias de cada Estado Parte. Es
claro, a su vez, que la obligación de prevenir es de medios o comportamiento, y no se
demuestra su incumplimiento por el mero hecho de que un derecho haya sido violado.
Pero sí es obvio, en cambio, que el sometimiento de detenidos a cuerpos represivos ofi-
ciales que impunemente practiquen la tortura y el asesinato representa, por sí mismo, una
infracción al deber de prevención de violaciones a los derechos a la integridad física y a la
vida, aun en el supuesto de que una persona dada no haya sufrido torturas o no haya sido
ultimada, o si esos hechos no pueden demostrarse en el caso concreto. 61
El Estado está, por otra parte, obligado a investigar toda situación en la que se hayan
violado los derechos humanos protegidos por la Convención. Si el aparato del Estado
actúa de modo que tal violación quede impune y no se restablezca a la víctima en la plenitud
de sus derechos en cuanto sea posible, puede afirmarse que ha incumplido el deber de
garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su jurisdicción. Lo mismo es
válido cuando se tolere que los particulares o grupos de ellos actúen libre o impunemente
en menoscabo de los derechos humanos reconocidos en la Convención.62
En ciertas circunstancias puede resultar difícil la investigación de hechos que atenten
contra derechos de la persona. La de investigar es, como la de prevenir, una obligación de
medios o comportamiento que no es incumplida por el solo hecho de que la investigación
no produzca un resultado satisfactorio. Sin embargo, debe emprenderse con seriedad y no
como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un
sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple
gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de
sus familiares o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autoridad
pública busque efectivamente la verdad. Esta apreciación es válida cualquiera sea el agente
al cual pueda eventualmente atribuirse la violación, aun a los particulares, pues, si sus he-
chos no son investigados con seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder
público, lo que comprometería la responsabilidad internacional del Estado. 63
61. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 175.
62. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 176.
63. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de fondo, 29/07/1988, parág. 177.
213
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Americana sobre Derechos Humanos, por la acción u omisión de un agente del Estado en
un operativo de seguridad”.64
Por otro lado, la Corte Internacional de Justicia en su opinión Consecuencias jurídicas de
la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, evaluó si Israel podría invocar el estado
de necesidad como motivo de exclusión de la ilicitud de la construcción del muro y rechazó
esta excepción ya que consideró que la construcción del muro a lo largo del trazado elegido
no era la única forma de salvaguardar los intereses de Israel contra el peligro invocado
como justificación de esa construcción.65
Producido el hecho internacionalmente ilícito, nace una nueva relación jurídica, que
trae ciertas obligaciones para el Estado perpetrador, a saber: 1) cumplimiento de la obliga-
ción violada, 2) cesación del incumplimiento, 3) garantías de no repetición y 4) reparación.
Así, frente a un incumplimiento, no desaparece la obligación violada.
En el caso Paniagua Morales c. Guatemala, la Corte IDH dijo que cuando se produce
un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional
de este por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de repara-
ción y de hacer cesar las consecuencias de la violación. 66
Desde el primer decisorio de la Corte IDH, Velásquez Rodríguez c. Honduras, se afirmó
que “es un principio de Derecho Internacional que toda violación de una obligación inter-
nacional que haya producido daño comporta el deber de repararlo adecuadamente” 67, com-
plementando en casos posteriores que “el artículo 63.1 de la Convención Americana refleja
una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del actual
derecho internacional de la responsabilidad de los Estados”. 68
64. Zambrano Vélez y otros c. Ecuador, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas,
04/07/2007, parágs. 91-102.
65. Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, CIJ, Opinión Consul-
25/05/01, parág. 78. Esta doctrina fue reiterada en el caso Cantoral Benavides c. Perú (Sentencia de
Reparaciones y Costas, 03/12/01, parág. 40; Bámaca Velásquez c. Guatemala (Sentencia de Reparacio-
nes y Costas, 22/02/02, parág. 38; Trujillo Oroza c. Bolivia (Sentencia de Reparaciones y Costas,
27/02/02, parág. 60; Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) c. Venezuela, Corte IDH, Sentencia de
excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas, 05/07/2006, parág. 116.
67. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 21/07/1989,
parág. 25. Doctrina reiterada en Bayarri c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de excepciones prelimi-
nares, fondo, reparaciones y costas, 30/10/ 2008, parág. 119; y Heliodoro Portugal c. Panamá, Corte
IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 12/08/2008, parág. 217.
68. Loayza Tamayo c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/11/1998, parág. 84.
Esta doctrina se repite en el caso Suárez Rosero, Sentencia de reparaciones y costas, 20/01/1999,
parág. 41; Castillo Páez c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/11/1998, parág.
50. Esta doctrina surge de los casos El Amparo, Sentencia de reparaciones y costas, 14/09/1996,
parág. 14; Neira Alegría y otros, Sentencia de reparaciones y costas, 19/09/1996, parág. 36; Caballero
Delgado y Santana, Sentencia de reparaciones y costas, 29/01/1997, parág. 15; Garrido y Baigorria,
214
9.8. La obligación de cesación y de no repetición
Entre las formas de ponerle fin a un hecho ilícito ordenadas por los tribunales inter-
nacionales, puede mencionarse: dejar sin efecto una sentencia, en caso de violación del
derecho a la libertad de expresión69; eliminar datos de la víctima70; eliminar antecedentes
judiciales o administrativos, penales o policiales y cancelar registros 71; adecuar el derecho
interno72; abstenerse de ejecutar a condenados73; poner fin a la detención arbitraria74; entre
otros.75
Las garantías de no repetición, suelen incluirse en las reparaciones; estas pretenden
asegurar que las víctimas no vuelvan a ser objeto de violaciones. Se refieren a un conjunto
de medidas que requieren, por tanto, cambios estructurales o de forma en el funciona-
miento del Estado e involucran a los poderes ejecutivo, judicial o legislativo; y cambios en
los cuerpos de seguridad, promoción y respeto de los derechos humanos, para evitar la
repetición de las violaciones.76 Estas consisten en la obtención de salvaguardas contra la
reiteración de la conducta violadora de la obligación internacional, por lo tanto, no son
aplicables a todo hecho internacionalmente ilícito, sino solamente cuando existe la posibi-
lidad de repetición de esa conducta.77
A modo ilustrativo, podemos mencionar algunas de las garantías de no repetición,
indicadas por los tribunales regionales de protección de derechos humanos: la realización
de actividades de difusión y formación como mecanismo o sistema nacional de prevención
Sentencia de reparaciones y costas, 27/08/1998, parág. 40; Loayza Tamayo, Sentencia de reparaciones
y costas, 27/11/1998, parág. 84.
69. Kimel c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 02/05/2008, parág. 95;
Cantoral Benavides c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 03/12/2001, parágs. 77 y
78.
70. Reverón Trujillo c. Venezuela, Corte IDH, Sentencia de excepción preliminar, fondo, reparaciones y
y 78.
72. Castillo Páez c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/11/1998, Voto razonado
Derechos Humanos: sus particularidades frente al Derecho Internacional General, SGN, Buenos Aires, 2013,
89-90.
76. Beristaín Carlos Martín, Diálogos sobre la reparación. Experiencia en el sistema interamericano de derechos
humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 2008, Tomo 2, p. 13, 461
y siguientes.
77. De Carvalho Ramos, André, Responsabilidade internacional por violação de direitos humanos: seus elementos,
a reparação devida e sanções possíveis: teoria e prática do direito internacional, Renovar, Río de Janeiro, 2004,
pp. 53-63, p. 60.
215
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
78. Bayarri c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas, 30/10/2008, parágs. 181 y 182.
79. Gelman c. Uruguay, Corte IDH, Sentencia de fondo y reparaciones, 24/02/2011.
80. Yvon Neptune c. Haití, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 06/05/2008, parág.
183.
81. Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni c. Nicaragua, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones
costas, 30/06/09, parágs. 190 y 191; Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”)
c. Venezuela, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas,
05/08/2008, parág. 253.
84. Barrios Altos c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 30/11/2001, parág. 44. Lo
mismo sucedió en Durand y Ugarte c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas,
03/12/2001, parág. 39.
85. Trujillo Oroza c. Bolivia, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/02/2002, parág. 98.
86. Tiu Tojín c. Guatemala, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 26/11/2008, parág.
103.
87. Penal Miguel Castro Castro c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas,
25/11/2006, parág. 443 y ss. Doctrina reiterada en Vargas Areco c. Paraguay, Corte IDH, Sentencia
de fondo, reparaciones y costas, 26/09/2006 , parág. 152; y Goiburú y otros c. Paraguay, Sentencia de
fondo, reparaciones y costas, 22/09/2006, parág. 173 y Servellón García y otros c. Honduras, Corte IDH,
Sentencia de Fondo, reparaciones y costas, 21/09/2006, parág.198.
88. Masacre de Pueblo Bello c. Colombia, Corte IDH, Sentencia de fondo, 31/01/2006, parág. 270 y ss.
89. Masacres de Ituango, c. Colombia, Corte IDH, sentencia de excepciones preliminares, fondo, repara-
y costas, 31/08/2010, parág. 246. Esta doctrina surge del caso González y otras (“Campo Algodonero”),
216
de una sentencia que determine la verdad aun cuando exista allanamiento 93; el otorga-
miento de una beca con el nombre de la víctima94; la denominación de una calle o plaza y
la colocación en el lugar de fallecimiento de una placa en memoria de la víctima 95; la con-
mutación de la pena de muerte96; la delimitación, demarcación y otorgamiento de un título
colectivo del territorio97; el reconocimiento legal de la capacidad jurídica colectiva corres-
pondiente a la comunidad98 en casos de violación a los derechos de pueblos indígenas,
estandarización de los protocolos, criterios ministeriales de investigación, servicios pericia-
les y de impartición de justicia para combatir desapariciones, homicidios y los distintos
tipos de violencia contra las mujeres99; la implementación de un programa de búsqueda y
localización de mujeres desaparecidas100; la toma de medidas apropiadas para dejar sin
efecto la prohibición de practicar la fecundación in vitro y para que las personas que deseen
hacer uso de dicha técnica de reproducción asistida puedan hacerlo sin encontrar impedi-
mentos al efecto101; asegurar que no se vuelvan a imponer las penas de prisión o reclusión
perpetuas a ninguna persona por delitos cometidos siendo menor de edad.102 Sin perjuicio
de la variedad de las medidas ordenadas, siempre se han tenido en cuenta las características
de violación de la obligación primaria y el contexto en el cual se perpetró.
Corte IDH, Sentencia de excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas, 16/11/2009, parág.
541.
93. La Cantuta c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 29/11/2006, parág. 57.
Esta doctrina surge de los casos Vargas Areco c. Paraguay, Corte IDH, Sentencia de fondo, repara-
ciones y costas, 26/09/2006, parág. 66; Goiburú y otros c. Paraguay, Sentencia de fondo, reparaciones
y costas, 22/09/2006, parág. 53; Servellón García y otros c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de Fondo,
reparaciones y costas, 21/09/2006, parág. 78; Masacres de Ituango, c. Colombia, Corte IDH, sentencia
de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 01/07/2006, parág. 80. Esta doctrina
surge de los casos Masacre de Mapiripán c. Colombia, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y
costas, 15/09/2005, parág. 69; Baldeón García c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones
y costas, 06/04/2006, parág. 56.
94. Mack Chang c. Guatemala, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 25/11/2003,
parág. 285.
95. Ibíd., parág. 286.
96. Boyce y otros c. Barbados, Corte IDH, Sentencia de excepción preliminar, fondo, reparaciones y
reparaciones y costas, 28/11/2007, parág. 194; Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni c. Nicaragua,
Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 31/08/2001, parág. 164.
98. El Pueblo Saramaka c. Surinam, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, repara-
217
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
9.9. La reparación
103. El Comité de Derechos Humanos, creado por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po-
líticos de las Naciones Unidas, ha acordado repetidamente, con base en el Protocolo Facultativo, el
pago de indemnizaciones por violaciones de derechos humanos reconocidos en el Pacto (véanse por
ejemplo las comunicaciones 4/1977; 6/1977; 11/1977; 132/1982; 138/1983; 147/1983; 161/1983;
188/1984; 194/1985; etc., Informes del Comité de Derechos Humanos, Naciones Unidas)
104. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 21/07/1989,
parág. 25; doctrina reiterada en Bayarri c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de excepciones prelimina-
res, fondo, reparaciones y costas, 30/10/ 2008, parág. 119; y Heliodoro Portugal c. Panamá, Corte IDH,
Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 12/08/2008, parág. 217.
105. Artículo 63. 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Cuando decida que hubo
violación de un derecho o libertad protegidos en esta Convención, la Corte dispondrá que se garan-
tice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera
procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulne-
ración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Artículo 41 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos: “Si el Tribunal declara que ha habido violación del Con-
venio o de sus Protocolos y si el derecho interno de la Alta Parte Contratante solo permite de manera
imperfecta reparar las consecuencias de dicha violación, el Tribunal concederá a la parte perjudicada,
si así procede, una satisfacción equitativa”. La Corte hasta ahora ha considerado inapropiado aceptar
las reclamaciones por daños y perjuicios como punitivas, agravadas o ejemplificantes. Las sentencias
de la Corte, por lo general, establecen una indemnización en euros a ser pagada por el Gobierno
demandado a la víctima o las víctimas de las violaciones declaradas. Solo en casos muy raros puede
la Corte considerar otra medida de reparación destinada a poner fin o remediar la violación en cues-
tión. Artículo 27.1 del Protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos: “Si
el Tribunal declara que ha habido violación de un derecho humano o los pueblos, deberá dictar
órdenes adecuadas para remediar la violación, incluido el pago de justa indemnización o reparación”.
106. Loayza Tamayo c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/11/1998, parág. 84;
Suárez Rosero, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 20/01/1999, parág. 41; Castillo Páez c.
Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 27/11/1998, parág. 50; Garrido y Baigorria, Sen-
tencia de reparaciones y costas, 27/08/1998, parág. 40.
107. Otros instrumentos internacionales que incluyen la reparación son: artículo 15(2), 16(4)(5) del Convenio
169 de la OIT, artículo 13, (50), 41 de la Convención Europea de Derechos Humanos; artículo 3 del
Protocolo de ésta última; artículo 7, 21, 26 de la Carta Africana de Derechos; artículo 10 de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos; artículo 2(3), 9(5), 14(6) del Pacto de Derechos
218
de cada sistema regional, podemos afirmar que las Cortes regionales son las encargadas de
interpretar y determinar el alcance de los instrumentos convencionales sobre derechos hu-
manos sobre los cuales se expande su competencia material en el caso concreto.
La reparación, es el término genérico que comprende las diferentes formas de cómo
un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en que ha incurrido (resti-
tutio in integrum, indemnización, satisfacción, garantías de no repetición, entre otras)108, las
que han sido desarrolladas de manera muy amplia por la Corte IDH, incluyendo además
la rehabilitación.
A los efectos de determinar quién es la parte lesionada, “se entenderá por víctima a
toda persona que haya sufrido daños, individual o colectivamente, incluidas lesiones físicas
o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas económicas o menoscabo sustancial de sus
derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan una
violación manifiesta de las normas internacionales de derechos humanos o de una viola-
ción grave del derecho internacional humanitario. Cuando corresponda, y en conformidad
con el derecho interno, el término ‘víctima’ también comprenderá a la familia inmediata o
las personas a cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al inter-
venir para prestar asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización”. 109
La víctima tiene el derecho de exigir al autor del acto internacionalmente ilícito una
restitutio in integrum, es decir, el retorno al statu quo ante. El concepto de “reparación íntegra”
o “integral” implica el restablecimiento a la situación anterior y la eliminación de los efectos
que la violación produjo, así como una indemnización a modo de compensación por los
daños causados. La reparación debe ser plena y efectiva, y por lo general, podrá adoptar
las siguientes formas: “restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías
de no repetición”.110
Por ejemplo, en el caso Peter Joseph Chacha c. Tanzania, sobre participación política, la
Corte Africana ordenó a Tanzania la toma de medidas constitucionales, legislativas, y todas
las demás que resulten necesarias para remediar estas violaciones. 111
Civiles y Políticos y artículo 5 de su Protocolo; artículo 75 (1), 79, 98 del Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional y las Reglas de Prueba, entre otros.
108. Suárez Rosero c. Ecuador, Corte IDH, sentencia de reparaciones y costas, 20/01/1999, parág. 41.
109. Res. A/60/147, 2005, Principios y Directrices Básicos sobre víctimas de Violaciones de
derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos huma-
nos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener
reparaciones”. Principio N° 18.
111. Peter Joseph Chacha c. Tanzania, Petición 003/2012, Corte Africana de Derechos Humanos y de los
219
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
112. Loayza Tamayo c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, 17/09/1997, parág. 85, punto resolutivo
5.
113. Baena Ricardo y otros c. Panamá, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 02/02/2001,
parág. 203.
114. Ivcher Bronstein c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 06/02/2001, parág.
181.
115. Palamara Iribarne c. Chile, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 22/11/2005,
parág. 250.
116. Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez. c. Ecuador, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares,
220
los gastos de traslado incurridos por los familiares para visitar a la víctima durante su pri-
vación de la libertad; y los gastos médicos y psicológicos cuantificables, siempre que exista
nexo causal entre las lesiones y los hechos denunciados; el lucro cesante, entendido como las
pérdidas patrimoniales ocasionadas por una merma de ingresos; el daño al patrimonio familiar
-los perjuicios económicos o gastos en que incurre la víctima y sus familiares con ocasión
de la violación a sus derechos-121; y el reintegro de costas y gastos.122
Las costas y gastos están comprendidos dentro del concepto de reparación, toda vez
que la actividad desplegada por las víctimas con el fin de obtener justicia, tanto a nivel
nacional como internacional, implica erogaciones que deben ser compensadas cuando la
responsabilidad internacional del Estado es declarada mediante una sentencia condenato-
ria. Esta apreciación puede ser realizada con base en el principio de equidad y tomando en
cuenta los gastos señalados por las partes, siempre que su quantum sea razonable.
Respecto del daño inmaterial, “puede comprender tanto los sufrimientos y las aflic-
ciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy
significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las
condiciones de existencia de la víctima o su familia”. 123
Este concepto comprende el daño moral que incluye perjuicios en la honra, el sufri-
miento y el dolor derivados de la violación. Es el resultado de la humillación a que se
somete la víctima, del desconocimiento de su dignidad humana, del sufrimiento y dolor
que se le causa como consecuencia de una violación de sus derechos humanos. El daño
psicológico, se configura por la alteración o modificación patológica del aparato psíquico
como consecuencia de un trauma que desborda toda posibilidad de elaboración verbal o
simbólica. Los daños físicos, por su parte, derivan en cualquier modificación del estado nor-
mal del cuerpo humano, ya sea por entes físicos, químicos o biológicos. Los daños al proyecto
de vida, atienden a la realización integral de la persona afectada, considerando su vocación,
aptitudes, circunstancias, potencialidades y aspiraciones, que le permiten fijarse razonable-
mente determinadas expectativas y acceder a ellas. Los daños colectivos o sociales, corresponden
a vulneraciones derivadas de la violación que repercuten en un grupo de personas o po-
blación determinada; principalmente en su calidad de grupo, más allá de las afectaciones
de carácter individual.
A efectos de determinar la cuantía de la indemnización, la Corte IDH, por ejemplo,
ha contemplado ciertas condiciones personales de las víctimas, como: la edad de las vícti-
mas y las consiguientes obligaciones especiales del Estado para la protección de la niñez,
y la violencia por razones de género; la situación como migrante privado de libertad, que
121. Este tipo de daño se presenta cuando a raíz de los hechos, se generan para la víctima y sus
familiares gastos relacionados, por ejemplo, con su exilio o la reubicación del hogar o residencia
familiar, la obtención de empleo –perdido a consecuencia de los hechos–, de reincorporación social
o relacionados con la pérdida de posesiones
122. El rembolso por concepto de costas y gastos, comprende entonces tanto honorarios como gastos
de tramitación del caso que pueden ser relativos a: transporte, mensajería, servicios de comunicación
y servicios de notariado, entre otros.
123. Bámaca Velásquez c. Guatemala, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 22/02/2002, parág.
56.
221
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Las medidas de satisfacción tienen como objetivo reintegrar la dignidad de las vícti-
mas y ayudar a reorientar su vida o memoria, a través del reconocimiento de la dignidad
de las víctimas o la transmisión de un mensaje de reprobación oficial de las violaciones de
los derechos humanos de que se trata, así como evitar que se repitan violaciones. Las me-
didas de satisfacción, han sido ampliamente desarrolladas por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, entre ellas, podemos mencionar: el otorgamiento de becas de estu-
dio124; localización e identificación de los restos de las víctimas y entrega a sus familiares125;
difusión de la sentencia126: publicación o transmisión radial accesible a las víctimas127; actos
públicos de reconocimiento128; reconocimiento de la violación a través de la sentencia
misma129; colocación de placas conmemorativas130; asignación de nombre a una calle, a
una plaza o a una institución, entre otras.
9.9.4. La rehabilitación
124. Cantoral Huamaní y García Santa Cruz c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y
costas, 10/07/2007, parág. 194.
125. Neira Alegría y otros c. Perú, Corte IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 19/09/1996, parág.
69.
126. Mendoza y otros c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo y repara-
parágs.196-197.
128. Atala Riffo c. Chile, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 24/02/2012, parág.
246.
129. Garibaldi c. Brasil, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas, 23/09/2009, parág 161.
Boyce y otros c. Barbados, Corte IDH, Sentencia de excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas,
20/11/2007, parág. 126.
130. Radilla Pacheco c. México, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones
222
medidas de rehabilitación, que constituyan el tratamiento médico y psicológico 132 que re-
quiera(n) la(s) víctima(s), previo consentimiento informado, y por el tiempo que sea nece-
sario, incluida la provisión gratuita de medicamentos.
9.10. Conclusiones
En lo relativo a la responsabilidad de los Estados por los hechos internacionalmente
ilícitos, durante el siglo pasado, se produjo un cambio de paradigma, que tuvo su correlato
en nuevos principios que fueron surgiendo en el Derecho Internacional. Fundamental-
mente, todos aquellos fueron receptados en el artículo 2 de la Carta de la ONU.
Las represalias, el uso de la fuerza y otras formas de coacción, que tenían su funda-
mento en una noción bodineana de la soberanía -en tanto las relaciones entre los Estados se
intensificaban y generalizaban-, fueron desplazadas por aquellos principios que, limitando
el concepto de soberanía, pretendieron crear una comunidad internacional más justa, res-
petuosa del derecho humanitario y de los derechos humanos.
Por ello, ante la violación de una obligación internacional los Estados, fueron acep-
tando su responsabilidad y la obligación de reparar, sin que ello significara detrimento de
su soberanía, convirtiéndose esto en una nueva regla de derecho.
Con el reconocimiento de la personalidad internacional del individuo, y el desarrollo
del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, se efectiviza la responsabilidad in-
ternacional de los Estados por la violación a aquellos derechos humanos que hubiere re-
conocido y a cuyo cumplimiento se hubiere obligado internacionalmente.
Esta responsabilidad, por la violación de los derechos humanos, adquiere autonomía;
y si bien comparte muchos de los principios y reglas que informan a la responsabilidad de
los Estados regulada por el Derecho Internacional clásico, debido a las características de
132. Radilla Pacheco c. México, Corte IDH, Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones
y costas, 23/11/2009, parágs. 357-358.
133. Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni c. Nicaragua, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones
104.
223
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
los sujetos que se encuentran involucrados en una y otra rama del derecho, ha generado
reglas y principios propios, con la finalidad de hacer efectivo el respeto a los derechos
humanos.
9.11. Bibliografía
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Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2012.
Verdross, A.: Derecho Internacional Público, Madrid, Aguilar, 1978.
224
PARTE IV
JERARQUÍA NORMATIVA
Ahora entramos a la parte IV del libro. Hemos dejado la ciudad y sus murmullos,
tomamos la avenida de circunvalación, el cruce de caminos y el distribuidor de la ruta.
Ahora entramos en el camino y en el frente está el señalador que brilla a la luz: Parte IV.
Esta es una parte constructiva de esta obra. Son los ladrillos del palacio del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. Debo reconocer que es un concepto dotado de
cierta rigidez, porque los ladrillos del palacio no permiten volver atrás con la flexibilidad
superadora. Por eso prefiero referirme al LEGO jurídico.
¿Quién no ha construido con esos ladrillos nunca definitivos del lego?
Esa es la idea que se pretende instalar en este capítulo. Una estructura flexible, supe-
radora y consistente, que aprovecha y hace sólida cualquier construcción.
Por eso, comenzamos con la jerarquía normativa. Como se decía en un clásico fallo
de la Corte Suprema de la Argentina, para asegurar la cúpula, hay que empezar por los
cimientos. El cielo de Buenos Aires está enmarcado por bellísimas cúpulas, que lucen me-
jor en los días de lluvia. Florencia, la ciudad de las cúpulas, tiene la prensa de las guías de
turismo. A nadie se le ocurriría hacer un tour de cúpulas de Buenos Aires. Es así, y a nadie,
menos, se le ocurriría pensar en los cimientos que las sustentan.
Así pues, la jerarquía normativa tiene ese carácter y es el anillo del dedo de Federico
Thea, un constructor del estilo, la modestia y generosidad. Siempre dispuesto al comenta-
rio y el aporte, manteniendo sus respetables puntos de vista, que pueden no compartirse,
aunque en la mirada brillan todas las coincidencias. Más allá de esta semblanza es un jurista
desatacado de mil batallas y pocos años.
Por supuesto que una vez puestos los cimientos tenemos que ensamblar las vigas y
columnas. Uno a veces queda preso de los ejemplos, pero es muy difícil, sino imposible
hacerlo cuando uno es maestro con ADN. Volvemos al ejemplo, y el control de conven-
cionalidad es la sangre que circula por las arterias y llega al cerebro del derecho. Aquí, pues,
el encargado de esa tarea ha sido Carlos Cerda Dueñas, jurista mexicano con el que me
une una larga relación iniciada desde mi dirección a su tesis de doctorado en la UBA fina-
lizada con la más alta calificación. Con Carlos Cerda hemos recorrido mil caminos y bebido
no mil tequilas. Un jurista dedicado, profundo y dotado de una sensibilidad poco común.
Siempre es momento del reencuentro en Buenos Aires y México y siempre sentimos como
si nos hubiéramos visto ayer. Este es un trabajo sobresaliente.
En la ruta siempre pasa algo, hay accidentes y esos son los estados de excepción que
ha encarado el Dr. Fernando Sotelo, quien en su trabajo denota su condición de juez. El
punto de vista de un juez es diferente al de los juristas comunes. Los jueces, y en este caso
Sotelo, son los que solucionan los conflictos y ante el conflicto del Estado de Derecho no
escapa a proponer salidas y soluciones. Fernando Sotelo suma a sus condiciones personales
una calidez y entrega docente muy destacada.
225
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
…No amanecía. Los minutos y las horas no pasaban. Miró en su muñeca izquierda.
No estaba el reloj. Olvido habitual. Lo miró en el celular, pensó. Miró a su alrededor.
Muchos relojes y aparatos, pero el celular no estaba. Los aparatos registraban todo, menos
la hora. Lo único que se destacaba era el tragaluz, que ventilaba y un objeto en el centro
del recinto…
226
Capítulo 10
10.1. Introducción
1. Cuya validez viene dada por la “norma hipotética fundamental”, ver Kelsen, op. cit., p. 113 y ss.
2. Kelsen, op. cit., p. 118 y ss.
227
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
leyes –pero con rango infraconstitucional– a los tratados internacionales en general, como
se detallará más abajo.
Esta modificación de la jerarquía normativa en el sistema jurídico argentino vino a
aggiornar muchas discusiones jurídicas de entonces a la realidad de un mundo cada vez más
globalizado e integrado, en donde los sujetos y normas internacionales juegan, cada vez
más, roles preponderantes en la conformación de una verdadera sociedad internacional.
Pero la normativa internacional –aunque rige plenamente en el derecho argentino– no
siempre es armónica con respecto al derecho local, así como tampoco es necesariamente
armónica la interpretación que del derecho internacional hacen los propios organismos
internacionales encargados de aplicarlo e interpretarlo.
Esto ha generado diversos problemas a la hora de aplicar e interpretar las normas
internacionales a casos concretos que se desarrollan en los tribunales nacionales; proble-
mas de interpretación específicos de la materia, que se suman obviamente a la cuestión
más general de la interpretación de la ley. Si bien esta última cuestión excede el marco del
presente trabajo, no puede dejar de señalarse que los criterios y métodos de interpretación
jurídica son múltiples –pudiendo llevar a conclusiones contrarias según cuál se utilice– y
que los jueces no están obligados a elegir uno en particular; de este modo, el resultado del
caso puede variar enormemente dependiendo de quién y cómo lea y aplique la norma en
cuestión a un caso concreto.3
En este Capítulo, se analizará específicamente la cuestión de la jerarquía normativa y
los problemas de interpretación y armonización del derecho internacional que han surgido
en el derecho argentino tras la Reforma Constitucional de 1994, haciendo especial énfasis
en el derecho internacional de los derechos humanos y en su aplicación por parte de la
CSJN.
A tales fines, se comenzará con una descripción sucinta del antes y el después de la
jerarquía normativa en el derecho argentino, analizando especialmente las modificaciones
introducidas con la Reforma de 1994 y la nueva redacción del art. 75 inc. 22 CN. Luego,
se estudiarán varios problemas interpretativos en la jurisprudencia de la CSJN en relación
con los tratados de derechos humanos, y se resaltarán algunas dificultades surgidas de la
influencia de los organismos del sistema interamericano de derechos humanos en dicho
tribunal. Por último, se realizarán algunas reflexiones finales sobre la cuestión de la inter-
pretación normativa y el control judicial de constitucionalidad, teniendo en cuenta estos
cambios operados en el sistema jurídico argentino.
3.Ver, entre muchos otros: Gargarella, R.: “La dificultosa tarea de la interpretación constitucional”,
en Gargarella, R. (Coord.): Teoría y Crítica del Derecho Constitucional, T.1, Buenos Aires, Abeledo-Perrot,
2008, pp. 123-148; Sagüés, N.: “Interpretación constitucional y alquimia interpretativa. El arsenal
argumentativo de los tribunales supremos”, Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, n. 1
(2004), pp. 151-170; Cárcova, C.M.: “¿Hay una traducción correcta de las normas?”, Revista Electrónica
del Instituto de Investigaciones Ambrosio L. Gioja, Año III, n. 4 (2009), pp. 33-42.
228
Antes de la Reforma Constitucional de 1994, la jerarquía normativa en el ordena-
miento jurídico argentino se encontraba prevista, de modo más implícito que explícito, en
los artículos 31 y 27 CN. El primero establece que la “Constitución, las leyes de la Nación
que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extran-
jeras son la ley suprema de la Nación”, aunque esto no necesariamente implicaba una re-
lación jerárquica entre las fuentes legales referidas, sino más bien la superioridad del
ordenamiento nacional por sobre los provinciales4; el segundo establece que los tratados
suscritos con potencias extranjeras deben estar en conformidad con los principios de de-
recho público establecidos en la Constitución.
No obstante, la falta de manifestación expresa del texto constitucional, de una inter-
pretación armónica de sus disposiciones, y de acuerdo con la doctrina y jurisprudencia
mayoritaria en nuestro país, la Constitución Nacional se ubicaba en la cima de la pirámide
jurídica argentina, a la que seguían las leyes y los tratados suscriptos con potencias extran-
jeras que estuvieran de conformidad con los principios de derecho público de aquella. Es
decir, tanto las leyes como los tratados internacionales se encontraban en la misma jerar-
quía, tal y como lo estableció nuestro Máximo Tribunal en los casos Martín y Esso.5
A partir de la segunda mitad del siglo XX, y con base en el desarrollo del derecho
internacional (tanto a nivel convencional como consuetudinario) comenzaron a surgir cier-
tas tensiones entre la jerarquía constitucionalmente establecida y las obligaciones asumidas
internacionalmente por la República Argentina frente a la comunidad internacional. En
este sentido, uno de los ejemplos más notorios de esta tensión es la ratificación de la Re-
pública Argentina de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969,6 cuyo artículo
27 establece que “una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado”. 7
4. Ver González Napolitano, S.: “Relaciones entre el Derecho Internacional y el Derecho Interno”,
en Lecciones de Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Erreius, 2015, 277-300, 286.
5. Según la CSJN, “ni el art. 31 ni el 100 [actual 116] de la Constitución Nacional atribuyen prelación o supe-
rioridad a los tratados con las potencias extranjeras respecto de las leyes válidamente dictadas por el Congreso de la
Nación. Ambos -leyes y tratados- son igualmente calificados por el Congreso de la Nación y no existe fundamento
normativo para acordar prioridad de rango a ninguno”, Martín y Cía. Ltda. S.A. c. Administración General de
Puertos, CSJN, 6/11/1963, consid. 6. Por lo tanto, ante un conflicto surgido entre disposiciones le-
gales y convencionales, debía recurrirse al principio “Leges posteriores priores contrarias abrogant” (“ley
posterior deroga ley anterior”). Ver también Esso S.A. Petrolera Argentina c. Gobierno Nacional, CSJN,
05/06/1968.
6. Adoptada el 22/05/1969, entró en vigor el 27/01/1980.
7. Adicionalmente, este artículo establece que “[e]sta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 46”, el cual expresa: “[e]l hecho de que el consentimiento de un estado en obligarse
por un tratado haya sido manifestado en violación de una disposición de su derecho interno concer-
niente a la competencia para celebrar tratados no podrá ser alegado por dicho estado como vicio de
su consentimiento, a menos que esa violación sea manifiesta y afecte a una norma de importancia
fundamental de su derecho interno”. Profundizar en Travieso, Juan Antonio, Derecho Internacional
Público, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2012, pp. 192-194.
229
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En concordancia con ello, los Artículos sobre Responsabilidad Internacional del Estado por
Hechos Internacionalmente Ilícitos8 –que describen el régimen general de responsabilidad estatal
en el ámbito del derecho internacional– establecen que la calificación del hecho del Estado
como internacionalmente ilícito se rige por el derecho internacional, e imposibilitan a los
Estados invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumpli-
miento del derecho internacional.9 Adicionalmente, diversos tratados de derechos huma-
nos impusieron al Estado la obligación de respetar y garantizar el libre y pleno ejercicio de
esos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción, así como la obligación de adecuar su
legislación interna a los fines de tornarlos efectivos.10 Todos estos desarrollos implicaron,
sin dudas, una evolución en la preeminencia del derecho internacional por sobre el derecho
interno de los Estados.
Así, si bien la jerarquía normativa descripta no se vio formalmente afectada, sí puede
decirse que surgió un nuevo elemento a la hora de analizar el derecho aplicable para resol-
ver una cuestión jurídica de derecho local: la responsabilidad internacional. De este modo,
la aplicación de legislación interna que fuera de algún modo contraria a los compromisos
internacionales adoptados por la Argentina, si bien lícita dentro de nuestro país, podía
acarrear la responsabilidad internacional del Estado.
Estos desarrollos del derecho internacional repercutieron en la jurisprudencia nacio-
nal, y sus resultados comenzaron a verse ya a principios de la década de los noventa. Así,
en el famoso caso Ekmekdjian c. Sofovich (1992) la CSJN estableció que “la Convención de
Viena sobre el derecho de los tratados […] confiere primacía al derecho internacional con-
vencional sobre el derecho interno. Ahora esta prioridad de rango integra el ordenamiento
jurídico argentino, [por lo que] la necesaria aplicación del art. 27 de la Convención de Viena
impone a los órganos del Estado argentino asignar primacía al tratado ante un eventual
conflicto con cualquier norma interna contraria o con la omisión de dictar disposiciones
que, en sus efectos, equivalgan al incumplimiento del tratado internacional”, 11 desesti-
mando además los precedentes Martín y Esso, en tanto ya no resultaban aplicables. Y al año
8. Estos artículos fueron elaborados por la Comisión de Derecho Internacional (CDI) –órgano sub-
sidiario de la Asamblea General de Naciones Unidas, encargado de la promoción del desarrollo pro-
gresivo del derecho internacional y su codificación–. En el año 2001, la Asamblea General tomó
nota de dichos Artículos por Resolución 56/83, anexándolos a esta. Ver Resolución A/RES/56/83,
AGNU, 12/12/2001.
9. Ver artículos 3 y 32 del texto referido, respectivamente.
10. Ver por ejemplo, arts. 1 y 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos (firmada el
22/11/1969, entró en vigor el 18/07/1978); art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (adoptado el 16/12/1996, entró en vigor el 23/03/1976); art. 2 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (adoptado el 16/12/1966, entró en vigor el
03/01/1976).
11. Ekmekdjian, Miguel Ángel c. Sofovich, Gerardo y otros s/ recurso de hecho, CSJN, 07/07/1992, consids.
18 y 19. Hay además un precedente más remoto, tal como lo señala Travieso, quien identifica en el
fallo Cabrera, Washington J. E. c. Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, CSJN, 05/12/1983, el comienzo
en el “cambio de paradigma” que guiará la solución adoptada en el caso Ekmekdjian y que luego será
plasmado en la Reforma Constitucional de 1994. Ver Travieso, Juan A., “La jurisprudencia en el
Derecho Internacional. - Influencia de los tribunales internacionales sobre los tribunales nacionales”,
La Ley, 1997.
230
siguiente, en el caso Fibraca, el Máximo Tribunal mantuvo esta posición al establecer que,
ante un conflicto surgido entre una norma interna y un tratado internacional, “[l]a necesaria
aplicación de este artículo [27 de la Convención de Viena] impone a los órganos del Estado
Argentino –una vez asegurados los principios de derecho público constitucionales– asignar
primacía a los tratados ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria”. 12
En resumen, esta etapa previa a la Reforma Constitucional de 1994 culmina con una
reinterpretación de nuestra Corte Suprema de la jerarquía normativa prevista en la Carta
Magna, modificando su antigua doctrina y estableciendo, por vía pretoriana, la primacía de
los tratados internacionales por sobre la legislación interna (aunque manteniendo como
exigencia que dichos tratados estuvieran de conformidad con los principios constituciona-
les), a los fines de evitar la responsabilidad internacional en que pudiera incurrir el Estado.
12. Fibraca Constructora S.C.A. c. Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, CSJN, 07/07/1993, consid. 3.
Ver también, Cafés La Virginia S.A., CSJN, 13/10/1994.
13. Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2012, pp. 201-206.
231
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
citados, además de disponer, en el párrafo tercero, que otros tratados referentes a esa ma-
teria podrán obtener tal jerarquía con el voto de una mayoría especial del Congreso.
De esta forma, la jerarquía normativa posterior a la Reforma de 1994 ubica a la Cons-
titución Nacional y a los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional 14 en
la cima de la pirámide;15 a estos les siguen los tratados internacionales en general 16 y con-
cordatos17 y luego se encuentran las leyes de la Nación.
Ahora bien, cabe realizar algunas reflexiones en relación con las disposiciones del art.
75 inc. 22 CN referentes a: (i) las condiciones de vigencia de los tratados y (ii) la afirmación
de que no resultan derogatorios de la primera parte de la Constitución y que son comple-
mentarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.
14. A la fecha, además de los instrumentos citados en el artículo 75 inc. 22, han obtenido jerarquía
constitucional: la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (adoptada el
09/06/1994, entró en vigor el 28/03/1996; jerarquía constitucional otorgada por ley 24820); la Con-
vención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad
(adoptada el 26/11/1968, entró en vigor el 11/11/1970; jerarquía constitucional otorgada por ley
25778); y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, (aprobada el
13/12/2006, entró en vigor el 03/05/2008; jerarquía constitucional otorgada por ley 27044).
15. La Constitución Nacional y los tratados internacionales con jerarquía constitucional constituyen
el denominado “Bloque de Constitucionalidad Federal”. Ver a este respecto, Pizzolo, Calogero, “La
validez jurídica en el ordenamiento argentino. El Bloque de Constitucionalidad Federal”, La Ley, 10
de julio de 2006.
16. Por ejemplo, los tratados de derechos humanos sin jerarquía constitucional, o los tratados de
Reservas a los tratados. Texto y título de los proyectos de directriz que integran la Guía de la Práctica sobre las
Reservas a los Tratados, elaborados por el Grupo de Trabajo sobre las reservas a los tratados los días 26 a 29 de
abril y 4, 5, 6, 10, 11, 12, 17 y 18 de mayo de 2011, AGNU, A/CN.4/L.779, puntos 1.1 y 1.2.
20. Giroldi, Horacio D. y otro s/recurso de casación, CSJN, 07/04/1995.
232
Allí, la CSJN manifestó al respecto que la jerarquía constitucional de la CADH “ha
sido establecida por voluntad expresa del constituyente, ‘en las condiciones de su vigencia’
(…) esto es, tal como la Convención citada efectivamente rige en el ámbito internacional
y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales
internacionales competentes para su interpretación y aplicación” , afirmando además que
la jurisprudencia de dichos tribunales debe servir de guía para ese fin.21
Así, de acuerdo con la CSJN, la frase en estudio del artículo 75 inc. 22 CN obligaría
a considerar, para comprender con exactitud cuál es la efectiva vigencia de un tratado in-
ternacional en el ordenamiento jurídico argentino, no solo las reservas y/o declaraciones
interpretativas realizadas por el Estado oportunamente, sino también la aplicación e inter-
pretación que hacen de dicho tratado los organismos competentes establecidos a tales fi-
nes.
(ii) Los tratados no resultan derogatorios de la primera parte de la Constitución y son complemen-
tarios de los derechos y garantías por ella reconocidos: el caso Monges
La CSJN se pronunció sobre este punto en el caso Monges.22 La controversia surgió a
partir de la implementación por parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires (UBA) de un “Curso preuniversitario de ingreso”, distinto del instaurado
por la Universidad –el Ciclo Común Básico o CBC–, bajo el amparo del artículo 50 in fine
de la Ley Federal de Educación, que establecía que en las universidades con más de cin-
cuenta mil estudiantes el régimen de admisión, permanencia y promoción de estos sería
definido a nivel de cada facultad o unidad académica equivalente. Dicho curso fue invali-
dado por resolución del Consejo Superior de la UBA, lo que fue recurrido por la actora,
quien obtuvo sentencia favorable en segunda instancia.
La UBA apeló a la CSJN, alegando la inconstitucionalidad del referido artículo en
tanto, a su criterio, resultaba contrario al artículo 75 inc. 19 CN –posterior a la Reforma
de 1994– que garantiza la autonomía universitaria, en tanto el Congreso estaba reglando
cuestiones propias de la institución académica. Dicho argumento fue rechazado finalmente
por la CSJN, al no encontrar contradicción entre ambas normas ni arbitrariedad o irrazo-
nabilidad en la medida.
Sin embargo, con respecto al tema bajo análisis, la CSJN utilizó en su argumentación
algunos artículos de tratados internacionales suscriptos por la República Argentina relati-
vos a la enseñanza superior, los cuales poseen jerarquía constitucional. Al cotejar la con-
cordancia entre dichos tratados con el texto constitucional, el tribunal estableció que los
constituyentes efectuaron un “juicio de comprobación, en virtud del cual han cotejado los tra-
tados y los artículos constitucionales y han verificado que no se produce derogación al-
guna” (la cursiva es propia).
Este supuesto (y ficticio) “juicio de comprobación” implica, según el razonamiento
del Máximo Tribunal, que los tratados con jerarquía constitucional no podrían derogar
norma alguna de la Constitución, “pues esto sería un contrasentido insusceptible de ser
atribuido al constituyente”, de manera que “debe interpretarse que las cláusulas
233
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
constitucionales y las de los tratados tienen la misma jerarquía, son complementarias y, por
lo tanto, no pueden desplazarse o destruirse recíprocamente”. 23
Como se verá a continuación, este “juicio de comprobación” no es más que una
ficción legal creada por los jueces de la CSJN, que no resuelve los diversos problemas que
pueden surgir a la hora de aplicar e interpretar normas internacionales de manera armónica
con nuestro marco constitucional.
Como se dijo, la perfecta correlación entre las normas constitucionales y las conven-
cionales no es más que una mera ficción jurídica, utilizada por la CSJN con el fin de brindar
legitimidad a cientos de normas de derecho internacional introducidas al ordenamiento
jurídico argentino sin un análisis exhaustivo previo. Sin embargo, esta ficción no logra
superar todas las dificultades que pueden surgir a la hora de intentar aplicar armónicamente
los tratados internacionales y las disposiciones convencionales; dificultades que, obvia-
mente, no se hicieron esperar. El caso Arancibia Clavel es un ejemplo paradigmático de lo
antedicho.
Entre los años 1974 y 1978, Enrique Lautaro Arancibia Clavel formó parte de la
“DINA exterior” (la Dirección de Inteligencia Nacional) de la dictadura gobernante en-
tonces en Chile. El objeto de dicho organismo era la persecución de opositores al régimen
pinochetista que se encontraran exiliados en Argentina, y sus actividades consistían, entre
otras, en someter a los perseguidos a interrogatorios bajo tormentos, sustraer identifica-
ciones para falsificación y perpetrar secuestros. La función de Arancibia Clavel en la orga-
nización consistió en crear una red de informantes a los fines de obtener datos sobre
personas bajo persecución.
Por su participación en la DINA, Arancibia Clavel fue condenado en la Argentina,
entre otros, por el delito de asociación ilícita, condena que fue revertida por el tribunal de
alzada en tanto la acción penal se encontraba prescripta en razón de la extensión de tiempo
transcurrido entre su detención (momento en el que dejó de cometer el delito, que consistía
en una acción continuada) hasta el llamado a prestar declaración indagatoria. Esta decisión
fue apelada por la querella ante la CSJN.24
La querella alegó la imprescriptibilidad del delito cometido, en razón de considerarlo
un crimen de lesa humanidad, conforme la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes
de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, la cual posee jerarquía constitucional. Sin em-
bargo, la aprobación y entrada en vigor de ese tratado para la Argentina 25 fueron posterio-
res a la comisión de los hechos, por lo que se generó –inevitablemente– un problema de
armonización jurídica.
La CSJN debió enfrentar un conflicto normativo entre disposiciones constitucionales
y convencionales, en torno a dos cuestiones: la prescriptibilidad de la acción penal en el
24/11/2003.
234
derecho interno frente a la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad que im-
pone el derecho internacional; y –la más conflictiva– la posibilidad de aplicar la regla esta-
blecida en la citada Convención de manera retroactiva, lo que podía generar un conflicto
con la garantía nullum crimen nulla poena sine lege (no hay pena sin ley escrita anterior a la
comisión del hecho –principio de legalidad–) previsto en el artículo 18 CN.
Con respecto al primer problema, la CSJN –tanto el voto mayoritario como el voto
separado del Juez Boggiano– estableció que el hecho de pertenecer a una asociación ilícita
encargada de cometer homicidios, desaparición forzada de personas y cualquier otro acto
dirigido a perseguir y/o exterminar opositores políticos constituye un crimen de lesa hu-
manidad y es imprescriptible conforme la convención referida, la cual posee jerarquía cons-
titucional y por tanto se encuentra por encima de las normas de prescripción que establece
el Código Penal.
En relación con la segunda cuestión, el tribunal señaló que, en rigor, la convención
no creó una norma nueva sobre imprescriptibilidad, sino que solo afirmó una que ya existía
en el ordenamiento jurídico internacional con anterioridad a la comisión del hecho, con
fuente en la costumbre internacional –que según la Corte se encuentra incorporada al de-
recho argentino por vía del artículo 118 CN–;26 y que, además, dicha norma posee carácter
inderogable (es decir, pertenece al ius cogens o derecho imperativo internacional).27 De esta
forma, al recurrir a la imprescriptibilidad, no se estaría aplicando una norma de manera
retroactiva, por lo que no se viola en el caso la garantía prevista en el artículo 18 CN.
Sin embargo, esta interpretación de la mayoría –ampliada por el Juez Boggiano– no
está libre de dificultades. El Juez Fayt, por ejemplo, subrayó en su voto en disidencia el
conflicto entre el principio de legalidad del artículo 18 CN y el hecho de aplicar una con-
vención que –a pesar de tener jerarquía constitucional– entró en vigor luego de la comisión
de los hechos, y remarcó que dar prioridad a esta última resultaría contrario al artículo 27
CN, en tanto exige que los tratados deben conformarse con sus principios de derecho
público.
Si bien en el voto separado del Juez Boggiano se da una respuesta concreta a la pos-
tura del Juez Fayt, explicando que no resulta posible adoptar una interpretación dogmática
del artículo 27 CN (como la formulada por el Juez Fayt) que ignore el contexto histórico
y el desarrollo del derecho internacional en la actualidad, la mayoría de la Corte se apoyó
fuertemente en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte
IDH) para sustentar su decisión. De acuerdo con la CSJN:
26. Arancibia Clavel, consid. 16; ver asimismo consid. 40 del voto del Dr. Boggiano. Ver también a
este respecto: Priebke, Erich s/solicitud de extradición, CSJN, 02/11/1995. El artículo 118 expresa: “Todos
los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de acusación concedido a la Cámara de Diputados se
terminarán por jurados, luego que se establezca en la República esta institución. La actuación de estos juicios se hará
en la misma provincia donde se hubiere cometido el delito; pero cuando éste se cometa fuera de los límites de la Nación,
contra el derecho de gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que haya de seguirse el juicio”
(el subrayado es nuestro). Como puede observarse, el artículo parece querer indicar una regla de
asignación de jurisdicción para los casos en los que se cometa un delito contra el derecho de gentes
(es decir, el derecho consuetudinario internacional) fuera del territorio nacional, y no reconocer o
incorporar a la costumbre internacional como fuente del derecho argentino, por lo que esta inter-
pretación de la Corte resulta problemática.
27. Conforme el artículo 53 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969.
235
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
“35) […] este criterio ha sido sostenido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, al manifestar: ‘Esta Corte considera que son inadmisibles las disposiciones de
amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de respon-
sabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las vio-
laciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias,
extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contra-
venir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos...las mencionadas leyes carecen de efectos jurídicos y no pueden seguir repre-
sentando un obstáculo para la investigación de los hechos que constituyen este caso ni
para la identificación y el castigo de los responsables, ni puedan tener igual o similar im-
pacto respecto de otros casos de violación de los derechos consagrados en la Convención
Americana acontecidos en el Perú...’ (conf. CIDH, caso ‘Barrios Altos’, sentencia del 14
de marzo de 2001, serie C N° 75)”.
“36) […] en virtud del precedente mencionado, tomando en cuenta que el Estado
argentino ha asumido frente al orden jurídico interamericano no solo un deber de respeto
a los derechos humanos, sino también un deber de garantía: ‘en principio, es imputable al
Estado toda violación a los derechos reconocidos por la Convención, cumplida por un
acto del poder público o de personas que actúan prevalidas de poderes que ostentan por
su carácter oficial. No obstante, no se agotan allí las situaciones en las cuales un Estado
está obligado a prevenir, investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos, ni
los supuestos en que su responsabilidad puede verse comprometida por efecto de una
lesión a esos derechos. En efecto, un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos que
inicialmente no resulte imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de
un particular o por no haberse identificado al autor de la trasgresión, puede acarrear la
responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de
la debida diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los términos requeridos por
la Convención’ (CIDH, caso ‘Velázquez Rodríguez’, sentencia del 29 de julio de 1988,
considerando 172, serie C N° 4).
A partir de dicho fallo quedó claramente establecido el deber del Estado de estruc-
turar el aparato gubernamental, en todas sus estructuras del ejercicio del poder público, de
tal manera que sus instituciones sean capaces de asegurar la vigencia de los derechos hu-
manos, lo cual incluye el deber de prevenir, investigar y sancionar toda violación de los
derechos reconocidos por la convención. Desde este punto de vista, la aplicación de las
disposiciones de derecho interno sobre prescripción constituye una violación del deber del
Estado de perseguir y sancionar, y consecuentemente, compromete su responsabilidad in-
ternacional (conf. CIDH, caso ‘Barrios Altos’, sentencia del 14 de marzo de 2001, consi-
derando 41, serie C N° 75; caso ‘Trujillo Oroza vs. Bolivia’, Reparaciones, sentencia del
27 de febrero de 2002, considerando 106, serie C N° 92; caso ‘Benavides Cevallos’, cum-
plimiento de sentencia, resolución del 9 de septiembre de 2003, considerandos 6° y 7°)”.
Como se estudiará a continuación, esta influencia de la jurisprudencia de la Corte
IDH en las decisiones de la CSJN tampoco está libre de dificultades.
236
En los últimos años, la jurisprudencia de la CSJN se ha visto fuertemente influenciada
por la jurisprudencia de la Corte IDH, tanto de manera directa –a través del dictado de
sentencias que obligan al Estado argentino– como de manera indirecta, por medio de la
utilización de los precedentes sentados por el tribunal internacional a la hora de interpretar
la CADH.28 En estos casos, también, la influencia de los fallos la Corte IDH ha generado
problemas a nivel del derecho interno.
28. Ver a este respecto: Ekmekdjian c. Sofovich, consid. 21; Mazzeo, Julio Lilo y otros s/recurso de casación e
inconstitucionalidad, CSJN, 13/07/2007, consid. 20, entre otros.
29. Caso 11.752. Bulacio/Argentina, Comisión IDH, Informe N° 72/00, 03/10/2000. Sobre la natura-
8 (garantías judiciales), 19 (derechos del niño), 25 (protección judicial) en relación con el 1 (obligación
de respetar los derechos humanos) de la CADH.
31. Caso Bulacio vs. Argentina (Fondo, Reparaciones y Costas), Corte IDH, Serie C, n. 100, 18/09/2003.
32. En este sentido, la Corte IDH indicó: “[d]e acuerdo con las obligaciones convencionales asumidas
por los Estados, ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la prescripción, po-
dría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la investigación y sanción
de los responsables de las violaciones de los derechos humanos”, Caso Bulacio, consid. 117.
33. Espósito, Miguel Ángel s/incidente de prescripción de la acción penal promovido por su defensa, CSJN,
23/12/2004.
237
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
34. Caso Bueno Alves vs. Argentina (Fondo, Reparaciones y Costas), Corte IDH, Serie C, n. 164,
11/05/2007. La Corte IDH estableció la violación de los artículos 5.1 y 5.2 (derechos a la integridad
personal) y 8.1 y 25 (garantías judiciales y protección judicial) en relación con el artículo 1.1 de la
CADH.
35. Derecho René Jesús s/incidente de prescripción de la acción penal, CSJN, 11/07/2007, y dictamen del Pro-
curador General del 01/09/2006. La defensa de Bueno Alves había alegado que el delito cometido
contra su persona debía ser catalogado como de lesa humanidad –y por tanto imprescriptible-, argu-
mento que fue rechazado por la CSJN al considerar que no se cumplían los requisitos típicos de ese
delito.
36. Derecho, René Jesús s/incidente de prescripción de la acción penal, CSJN, 29/11/2011.
238
En los casos Mazzeo37 y Rodríguez Pereyra38, la CSJN se pronunció sobre el rol de los
tribunales en el control de la adecuación de las normas internas del Estado argentino a las
obligaciones asumidas en los tratados internacionales, esto es, el llamado “control de con-
vencionalidad”.
La Corte IDH ha establecido en su jurisprudencia la obligatoriedad para los tribuna-
les internos de llevar a cabo este control; así, en el caso Almonacid Arellano la Corte IDH
expresó:
“[c]uando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella,
lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se
vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio
carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie
de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación
que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Ame-
ricana”.39
Apoyada en esta jurisprudencia, la CSJN estableció en el caso Rodríguez Pereyra que
“los órganos judiciales de los países que han ratificado la Convención Americana sobre
Derechos Humanos están obligados a ejercer, de oficio, el control de convencionalidad,
descalificando las normas internas que se opongan a dicho tratado”. 40
Cabe resaltar que nuestro Máximo Tribunal reafirmó en este caso que el control de
constitucionalidad por parte de los jueces puede hacerse tanto a pedido de parte como de
oficio (revirtiendo así definitivamente una vieja jurisprudencia que indicaba que tal control
procedía solamente a pedido de parte),41 por lo cual estableció que el control de conven-
cionalidad también debe ser realizado por los tribunales por propia iniciativa para confor-
mar su comportamiento con la CADH.
37. Mazzeo, Julio Lilo y otros s/recurso de casación e inconstitucionalidad, CSJN, 13/07/2007.
38. Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c. Ejército Argentino s/ daños y perjuicios, CJSN, 27/11/2012.
39. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas),
Banco Comercial de Finanzas S.A. (en liquidación Banco Central de la República Argentina) s/quiebra, CSJN,
19/08/2004.
239
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
42. Carranza Latrubesse, Gustavo c. Estado Nacional - Ministerio de Relaciones Exteriores Provincia del Chubut,
CSJN, 06/08/2013.
43. Alegando la violación de su derecho de acceso a garantías y protección judicial (artículos 8 y 25)
“Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”.
240
principales de la Organización de los Estados Americanos”, 46 principio que –indica la
Corte– no fue seguido por el Estado en tanto ignoró el informe limitándose a conferirle
un carácter no vinculante.
Además, y de conformidad con la regla interpretativa establecida en el artículo 31.1
de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969,47 la CSJN –siguiendo juris-
prudencia de la Corte IDH– indicó que el objeto y fin de los tratados de derechos humanos
es la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos; de esta forma, estos
tratados son distintos de aquellos de carácter multilateral que se celebran con otros Estados
y que implican un intercambio recíproco de derechos y obligaciones, en tanto no obligan
a un Estado en relación con otro Estado, sino en relación con los individuos que se en-
cuentran bajo su jurisdicción.48
Por otra parte, indicó que no solo debe asignársele el sentido corriente a los términos
de un tratado, sino que también cabe poner dichos términos en contexto; así, al expresar
el artículo 51.2 que el Estado “debe” tomar medidas para remediar la situación y ponerle
un plazo a tales fines, no quedan dudas de que la recomendación –término que por otra
parte no excluye un carácter vinculante– resulta obligatoria.
En este contexto, la CSJN agregó que la obligatoriedad de los informes de la Comi-
sión IDH se encuentra, en definitiva, íntimamente ligada al acceso a la justicia y a una
reparación efectiva, además de que es concordante con el principio pro homine, según el cual
debe optarse por la interpretación normativa más favorable al individuo, es decir, la que
más derechos le otorgue frente al poder del Estado.
Esta interpretación fue compartida luego por la Procuradora General y confirmada
por el Máximo Tribunal en un reciente caso relativo al fusilamiento por personal de las
fuerzas armadas de dos personas que participaron en el ataque al cuartel “La Tablada”, 49
en el que se discutió nuevamente la obligatoriedad de las recomendaciones de la Comisión
IDH. En este caso, la Comisión había recomendado llevar a cabo una investigación inde-
pendiente, completa e imparcial de los hechos, lo que no se había cumplido en el caso; y
la CSJN al receptarlo, no solo citó el principio de buena fe, sino que señaló además que
los tribunales nacionales deben realizar los máximos esfuerzos por cumplir con la jurispru-
dencia de los organismos internacionales responsables de la protección de los derechos
humanos.
10.7. Conclusiones
la cual, “cuando un tratado es susceptible, v.gr., de dos interpretaciones, una de las cuales le permite
producir los efectos queridos y la otra no, la buena fe y la necesidad de realizar el objeto y fin del
instrumento exigen la adopción de la primera de las dos interpretaciones” (consid. 16).
49. Arrillaga, Alfredo Manuel s/causa N° 14102, CSJN, 30/12/2014 y Dictamen de la Procuradora Ge-
neral, 13/06/2014.
241
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
50.Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2012, pp. 201-206.
51. Gargarella, R.: “La dificultad de defender el control judicial de las leyes”, Revista Isonomía, n.
242
en particular en el principio de división de poderes y en los alcances del control judicial de
constitucionalidad.
Instrumentos internacionales
Legislación nacional
Constitución Nacional.
Leyes nacionales: 24820, 25778, 27044.
243
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Doctrina
244
Capítulo 11
EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD: LA
PREEMINENCIA DE LAS NORMAS Y CRITERIOS DE
INTERPRETACIÓN INTERNACIONALES
Por Carlos Cerda Dueñas
11.1. Introducción
1. Serra Porto, Humberto A., “La Corte Constitucional colombiana frente al control de convencio-
nalidad” en Corzo Sosa, E. et al.: Impacto de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
México, Tirant lo Blanch, 2013, pp. 427-428.
2. Cançado Trindade, A.A.: Tratado de direito internacional dos direitos humanos, Porto Alegre, Sérgio An-
245
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
11.2. Conceptualización
4. Bustillo Marín, R.:, El control de convencionalidad: La idea del bloque de constitucionalidad y su relación con el
control de constitucionalidad en materia electoral, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Fede-
ración, s/f, p. 6.
5. Sagüés, N.P.: “Obligaciones internacionales y control de convencionalidad”, Estudios Constituciona-
les, Año 8, Nº 1, (2010), Centro de Estudios Constitucionales de Chile Universidad de Talca, p. 119.
6. García Ramírez, S.: “El control judicial interno de convencionalidad”, Ius, Año V, n° 28, julio-
246
Pacto de San José.8 Algunos (Eduardo Ferrer y Carlos María Pelayo Möller9) lo llaman por
eso la creación de la Doctrina del “control de convencionalidad” y lo fincan en el caso
“Almonacid y otros vs. Chile”, así como el hecho de que ha sido constante fundamentar
este control en los artículos 1° y 2° de la Convención, así como en los artículos 26 y 27 de
la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, es decir, el célebre principio de
“Pacta sunt servanda” que indica que todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser
cumplido por ellas de buena fe. Además del hecho de que cualquier parte no podrá invocar
las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tra-
tado, es decir, la CADH, al ser un tratado, obliga a las partes a su observancia y a no
emplear disposiciones de derecho doméstico como argumento para incumplirlo.
Tampoco es nuevo el hecho de que las Cortes domésticas analicen y, si fuera el caso,
apliquen, lo que sus pares o tribunales internacionales establecen o interpretan. Acertada-
mente, la jurista británica Rosalyn Higgins, expresidenta de la Corte Internacional de Jus-
ticia, señala que en ocasiones las cortes domésticas son emplazadas para interpretar o
aplicar tratados internacionales; son requeridas para decidir si tienen que aplicar derecho
consuetudinario internacional; muchas veces tienen que encarar consideraciones relativas
a derechos humanos y algunas veces son compelidas a no aplicar una norma interna porque
colisiona con el Derecho Internacional.10 También puede ser considerado como parte del
multicitado fenómeno de la globalización, y es que como indica el connotado constitucio-
nalista italiano Gustavo Zagrebelsky “la globalización ciertamente no ha dejado sin tocar
al Derecho y a la administración de justicia y su impacto en el terreno judicial ha sido
llamado ‘cosmopolitismo jurídico’ o ‘cosmopolitismo judicial’ que se origina, en principio,
como resultado de la tendencia de las Cortes a examinar decisiones y doctrinas judiciales
extranjeras”.11
Regresando a la ya citada sentencia del caso Almonacid, la Corte IDH postuló que
tomando en cuenta que el Estado se halla obligado, en su conjunto, por el tratado interna-
cional de protección de los derechos humanos, “el Poder Judicial debe ejercer una especie
de ‘control de convencionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación
C. y Uribe, P. (eds.): Convención Americana sobre Derechos Humanos. Comentario, Guatemala, Konrad
Adenauer Stiftung, 2013, pp. 64-68.
10. Higgins, R.: Problems and process. International Law and how we use it, Nueva York, Oxford University
Press, 1993, p.
11. Zagrebelsky, G.: “Discorso Cinquanta anni di attivitá della Corte constituzionale”, 22 de abril de
2006, citado por Murray, J.L.: “New England School of Law Commencement Address”. New England
Law Review. Volumen 41, Número 2, Boston, 2006, p. 251. En http://newenglrev.com/archive/vo-
lume-41/issue-2/v41b2murray/ Fecha de consulta 9 de septiembre de 2014.
247
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Ame-
ricana…”.12
11.3. Fundamento
11.4. Desarrollo
La figura jurídica del control de convencionalidad con esa denominación fue traída a
las deliberaciones de la Corte IDH por el Juez mexicano Sergio García Ramírez, en su
Voto Concurrente Razonado a la sentencia del caso Mack Chang vs. Guatemala, del 25 de
noviembre de 2003:
En el parágrafo 27 argumentó: “para los efectos de la Convención Americana y del
ejercicio de la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana, el Estado viene a cuen-
tas en forma integral, como un todo. En este orden, la responsabilidad es global, atañe al
Estado en su conjunto y no puede quedar sujeta a la división de atribuciones que señale el
Derecho interno. No es posible seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la
Corte solo a uno o algunos de sus órganos, entregar a estos la representación del Estado
en el juicio –sin que esa representación repercuta sobre el Estado en su conjunto– y sus-
traer a otros de este régimen convencional de responsabilidad, dejando sus actuaciones
12. Almonacid Arellano y otros vs. Chile, Fondo, reparaciones y costas. Corte IDH, 26/09/2006, pará-
grafo 124.
13. Carbonell, M., op. cit., p. 69.
14. Ibídem, p. 70.
248
fuera del ‘control de convencionalidad’ que trae consigo la jurisdicción de la Corte inter-
nacional”.15
García Ramírez siguió en esta línea, y la Corte IDH hizo propio el concepto en la ya
referida sentencia del caso Almonacid, si se quiere, no de forma contundente, pues eso se
infiere de su referencia a “una especie” de control de convencionalidad y, a partir de ahí,
fue sistematizando y detallando la figura que se fue consolidando, tanto en el seno de la
Corte IDH como en algunos de los sistemas jurídicos de los países que componen el sis-
tema Interamericano.
Es así que Laurence Burgorgue-Larsen16 caracteriza tres tiempos: la aparición de la
obligación del control de convencionalidad en 2006 en la sentencia Almonacid Arellano;
el segundo tiempo consistió en precisar los contornos de esta obligación con la sentencia
“Trabajadores cesados del Congreso de 2007 vs. Perú” (que fue confirmada reiterada-
mente, en particular en las sentencias Heliodoro Portugal, Radilla Pacheco, entre otros).
El tercer tiempo consistió ni más ni menos en “teorizarla” en el marco del caso “Cabrera
García y Montiel Flores” de 2010.
El control de convencionalidad fue tratado, con menor o mayor amplitud, en diversas
sentencias de la Corte IDH, en 2007, además de la ya citada sentencia de los “Trabajadores
cesados del Congreso”, también en el fallo del caso “Boyce y otros vs Barbados”. Al año
siguiente, en “Heliodoro Portugal vs. Panamá”, donde se tratan específicamente los están-
dares sobre “control de convencionalidad”. Para 2009, la Corte también reiteró su postura
en la sentencia del caso “Rosendo Radilla Pacheco vs. México”. En 2010, la figura fue
frecuentemente reiterada (en ocho sentencias): “Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia”;
“Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs.Paraguay”; “Fernández Ortega y otros vs. Mé-
xico”; “Rosendo Cantú y otra vs. México”; “Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña vs. Bolivia”;
“Vélez Loor vs. Panamá”; “Gomes Lund y otros (Guerrilha do Araguaia) vs. Brasil” y “Ca-
brera García y Montiel Flores vs. México”. En 2011, cuatro sentencias vuelven a desarrollar
algunos aspectos del control, “Gelman vs. Uruguay”; “Chocrón Chocrón vs. Venezuela”;
“López Mendoza vs. Venezuela” y; “Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina”.17 El desa-
rrollo del Control de Convencionalidad en la Corte IDH a través de sus numerosas sen-
tencias a partir de 2003, “permite detectar ya la existencia de un derecho procesal
transnacional consuetudinario, afirmativo del control de convencionalidad en el sistema
interamericano”.18
15. Myrna Mack Chamg vs. Guatemala, Fondo, reparaciones y costas. Corte IDH, 25/11/2010, pará-
grafo 27.
16. Burgorgue-Larsen, L.: “La Corte Interamericana de Derechos Humanos como Tribunal Consti-
tucional”, en von Bog-Dandy, A. et al. (coord.): Ius Constitutionale Commune en América Latina. Rasgos,
Potencialidades y Desafíos, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Max-Planck Institut für Ausländisches
Öffentliches Recht and Völkerrecht e Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, México,
UNAM, 2014, p. 432.
17. Ibáñez Rivas, J.M.: “Control de convencionalidad: precisiones para su aplicación desde la juris-
249
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En el caso “Cabrera Montiel vs. Estado Mexicano” 19, el voto razonado del Juez ad
hoc mexicano, Eduardo Ferrer MacGregor, hace énfasis en el hecho de que en la actuación
de los órganos nacionales, incluidos los jueces, además de aplicarse la normatividad que
los rige en sede doméstica, se tiene la obligación de seguir lineamientos y pautas de los
pactos internacionales. Señala contundentemente que “En este sentido, los jueces o tribu-
nales que materialmente realicen actividades jurisdiccionales, sean de la competencia local
o federal, necesariamente deben ejercer el ‘control difuso de convencionalidad’ para lograr
interpretaciones conformes con el corpus juris interamericano. En caso de incompatibilidad
absoluta de la norma nacional con el parámetro convencional, debe inaplicarse para que pre-
valezcan aquéllas y lograr de esta manera la efectividad del derecho o libertad de que se
trate. Lo anterior aplica también para los jueces locales”.
La novedad o paso importante fue incorporar el nomen iuris del control concentrado
de convencionalidad para pasar al control difuso que realmente configurara un control
judicial interno de convencionalidad. La doctrina del “control de convencionalidad”
pronto permearía del ámbito internacional al ámbito nacional. El leading case es “Almonacid
Arellano vs. Chile” (caso que se refiere a las leyes de auto amnistía donde se resolvió sobre
la invalidez del de decreto ley que perdonaba los crímenes de lesa humanidad en el periodo
1973 a 1979 de la dictadura militar de Augusto Pinochet, debido a que dicho decreto re-
sultaba incompatible con la Convención Americana careciendo de “efectos jurídicos” a la
luz de dicho tratado).20 La Corte IDH aclaró después su doctrina para establecer que este
tipo de control debe ejercerse de oficio, es decir, sin la necesidad de que las partes lo soli-
citen; cuando las competencias procesales correspondientes de cada autoridad, lo habiliten
en función de otros presupuestos de admisibilidad y procedencia.
La Corte IDH entonces comenzó a sustituir las expresiones relativas al Poder Judicial
para hacer referencia a todos sus órganos de los Estados que han ratificado la Convención
Americana, y como se establece en el fallo “Trabajadores cesados del Congreso vs Perú”,
“incluidos sus jueces” que quedan obligados a velar por el efecto útil del Pacto y a ejercer,
el control de convencionalidad y al señalar a todos los jueces y órganos vinculados a la
administración de la justicia en todos sus niveles se comprende también a los tribunales y
salas constitucionales, sin obviar el hecho de lo que implica lo anterior respecto de la tra-
dicional concepción de la supremacía constitucional. Diversos autores coinciden en que
en el voto razonado de Eduardo Ferrer MacGregor se teoriza el control de convenciona-
lidad, así como la delimitación entre el llamado control “concentrado” de convencionali-
dad, depositado en la Corte IDH por ser intérprete de la Convención Americana y del
control “difuso” que, de acuerdo con esta figura, quedaría como responsabilidad de los
jueces nacionales a todos sus niveles y competencias. Burgogue Larsen señala que la Corte
de Europea de Derechos Humanos “en ningún momento ha elaborado de forma tan es-
tructurada una teoría de este tipo que tiene como consecuencia enmarcar explícitamente y
sin tapujos las competencias de las jurisdicciones nacionales”. 21
19. Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Fondo, reparaciones y costas. Corte IDH, 26/10/2010,
parágrafo 67.
20. Ferrer MacGregor, E. y Pelayo Möller, C.M., op. cit., p. 65.
21. Burgogue-Larsen, L., op. cit., p.433.
250
11.5. Algunos ejemplos de la recepción del control de convencionalidad en los
Estados parte de la Corte IDH
Argentina
Aunque poco se ha reconocido, Argentina es uno de los países pioneros en el ejerci-
cio de la figura del control de convencionalidad.
En el fallo del 7 de julio de 1992, es decir, previo a la reforma constitucional de 1994,
la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS), estableció en el caso Ekmekdjián c/ Sofo-
vich: “Que la interpretación del Pacto debe, además, guiarse por la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, uno de cuyos objetivos es la interpretación
del Pacto de San José”.22 Luego, en 1995, ya en vigencia la nueva Constitución que dio
jerarquía constitucional a varios tratados de derechos humanos, entre otros, la CADH, en
el fallo “Giroldi”, manifestó su postura en el sentido de reconocer que la jurisprudencia de
la Corte IDH debe servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales
en la medida en que el Estado Argentino reconoció la jurisdicción que implica la compe-
tencia de la Corte Interamericana para conocer formular la interpretación y aplicación de
la Convención Americana.
Susana Albanese señala: “podemos afirmar que la posición de la CS en el Caso Gi-
roldi constituye un avance con respecto a la posición de la Corte IDH denominada Control
de Convencionalidad en una de sus expresiones, consistente en establecer algunas pautas
sobre la obligación de aplicar en el ámbito interno no solo las convenciones de las que el
Estado es parte, sino las interpretaciones que de sus normas llevaron a cabo los órganos
internacionales con aptitud de obrar”.23 En el caso Bramajo, la CS extiende el Control de
Convencionalidad proyectado en el caso Giroldi al ámbito de las decisiones de la CIDH,
más allá del texto de la ley interna reglamentaria de la norma convencional. En dicho fallo
se señala que “de ahí que la opinión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
debe servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida en
que el Estado argentino reconoció la competencia de aquélla para conocer en todos los
casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención Americana”. 24
Ahora bien, ha habido voces disidentes en la recepción de la figura en el sistema
jurídico argentino. Así, para Alberto Bianchi, el control de convencionalidad representa la
supremacía de la CADH sobre las normas de derecho interno y, según la interpretación y
alcance que se le dé puede ser entendido como un simple e inofensivo juego de palabras,
ricana”, Revista Pensar en Derecho, N° 5, Buenos Aires, Eudeba-Facultad de Derecho UBA, 2014, en
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/pensar-en-derecho/revistas/5/revista-pensar-en-dere-
cho-5.pdf
24. Fallo Bramajo, Hernán Javier s/ incidente de excarcelación –causa 44.891- en http://www.info-
jus.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-bramajo-hernan-
javier-incidente-excarcelacion-causa-44891-fa96000393-1996-09-12/123456789-393-0006-9ots-eu-
pmocsollaf Fecha de consulta 18 de agosto de 2015.
251
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
México
En el caso mexicano, el hecho de que los jueces mexicanos García Ramírez y Ferrer
MacGregor hayan sido promotores y defensores de la figura, no obstó para que la Suprema
Corte titubeara sobre la validez y obligatoriedad de las sentencias de la Corte IDH y la
procedencia de que el Poder Judicial mexicano adquiriera obligaciones al amparo de las
disposiciones de los referidos fallos. El 26 de mayo de 2010, el entonces presidente de la
SCJN, ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, introdujo una Consulta a trámite al Pleno de
dicho tribunal, para determinar las medidas a seguir por parte del Poder Judicial respecto
de la sentencia emitida por la Corte IDH en el Caso Radilla Pacheco, fundándose en el
párrafo segundo de la fracción II del artículo 14 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de
la Federación, para solicitar al Tribunal Pleno que determinara el trámite que debía corres-
ponder a la sentencia pronunciada en el caso “Radilla Pacheco contra los Estados Unidos
Mexicanos”.
La disposición referida de la ley Orgánica establece que en caso de que el presidente
estime dudoso o trascendente algún trámite, designará a un ministro ponente para que
someta un proyecto de resolución a la consideración de la Suprema Corte de Justicia, a fin
de que esta última determine el trámite que deba corresponder. Es mejor pensar que más
que duda se pensó en la trascendencia, aunque por los puntos resueltos se desprende que
sí había más incertidumbres e indecisiones que visos de trascendencia, pero los hechos
25. Bianchi, A.B.; “Una reflexión sobre el llamado control de convencionalidad”; en: Suplemento La
Ley Constitucional; lunes 27 de septiembre de 2010; Buenos Aires, pp. 15-24.
26. Trucco, M.F.: “El control de convencionalidad en la interpretación de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y su recepción por los tribunales nacionales”. Revista de Filosofía Jurídica y Social,
N° 33, 2012, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario, p. 136. Versión en línea en
http://www.centrodefilosofia.org.ar/RevFilo/RevFil338.pdf. Fecha de consulta 29 de septiembre
de 2014.
252
confirman, que al final, fue un asunto del más alto alcance e impacto para la vida judicial,
lo cual, hay que decirlo, se conjugó con los efectos de la determinante reforma constitu-
cional en materia de derechos del 10 de junio de 2011. Se solicitaba también la emisión de
una declaración acerca de la posible participación del Poder Judicial de la Federación en la
ejecución de la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el
“Caso Radilla Pacheco contra los Estados Unidos Mexicanos” y definir qué obligaciones
concretas le resultan al Poder Judicial de la Federación y la forma de instrumentarlas.
La SCJN determinó que el reconocimiento de la jurisdicción de la competencia con-
tenciosa de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos implica que existe la obli-
gación de los Estados Unidos Mexicanos de cumplir con la decisión de ese órgano
jurisdiccional, toda vez que constituye un Estado parte en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. En una trascendental sentencia, estableció, entre otras cosas, que las
sentencias condenatorias de la Corte IDH “son obligatorias para el Poder Judicial de la
Federación en sus términos”; que los criterios interpretativos de la Corte IDH “son orien-
tadores para el Poder Judicial de la Federación”; que de conformidad con el párrafo 339
de la sentencia de la Corte IDH en el caso Radilla Pacheco, el “Poder Judicial de la Federación
debe ejercer un control de convencionalidad ex officio entre las normas internas y la Con-
vención Americana, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones
procesales correspondientes” y; que “el control de convencionalidad debe ejercerse por
todos los jueces del Estado mexicano”.27
Tampoco en el interior del Pleno de la SCJN hubo consenso, las decisiones mencio-
nadas se tomaron por ocho votos a tres. El Ministro Luis María Aguilar Morales (quien en
enero de 2015 llegaría a la Presidencia del máximo Tribunal), votó en contra y de forma
particular afirmó que “no debe ser motivo de cumplimiento lo dispuesto por esa sentencia
encaminado a adoptar ineludiblemente medidas legislativas y generales, como la imparti-
ción de cursos, o someter a este Máximo Tribunal de la República a determinada interpre-
tación y forma de aplicar de nuestras leyes y nuestra Constitución General, pues ello excede
al compromiso aceptado por nuestro país, con lo que lejos de honrar el compromiso lo
violenta, ya que el Estado Mexicano se obligó a cumplir con todo el contenido de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, de entre lo cual destaca la finalidad y al-
cances de las sentencias dictadas por la Corte Interamericana en su artículo”. También
argumentó: “no puedo conceder que con motivo de cualquier pacto, convenio o tratado
internacional, México pierda su soberanía y relegue a la Constitución de la República a un
segundo plano, ya que aceptar resoluciones, más allá de la forma y términos de los com-
promisos adoptados, es correr el riesgo de que se tomen decisiones ajenas o francamente
contrarias a los del pueblo mexicano que solo pueden ser determinadas en los términos de
nuestra Constitución, por los órganos constituidos conforme a la norma suprema nacional
y derivados de la voluntad popular. Nada y nadie por sobre la Constitución”. 28
Colombia
27. Expediente Varios 912/2010. “Caso Rosendo Radilla Pacheco”. Suprema Corte de Justicia de la Nación,
México. 14/07/2011.
28. Ídem.
253
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Brasil
En el caso de Brasil, cuando los tratados de derechos humanos son incorporados al
sistema interno por la mayoría calificada (como es el caso de la CADH), pasan a ser apenas
paradigma a efectos del control difuso de convencionalidad, así lo señala Valerio de Oli-
veira Mazzuoli, quien es de la opinión de que los tratados de derechos humanos no apro-
bados por tal mayoría calificada son materialmente constitucionales, a diferencia de los
tratados aprobados por aquella mayoría, que tienen el estatuto material y formalmente
constitucionales.31
A partir de la enmienda constitucional 45/04, es necesario entender que la expresión
“guarda de la Constitución”, establecida en el artículo 102, comprende, además del texto
constitucional propiamente dicho, también las normas constitucionales “por equipara-
ción”. De esta forma, aunque la Constitución no establezca nada respecto de un determi-
nado derecho, pero estando ese mismo derecho previsto en tratado de derechos humanos
constitucionalizado en función del artículo 5”, parágrafo 3°32, pasa a ser, en el Supremo
Revista de Informação Legislativa, v. 26, N° 181, (jan.-mar. 2009), Brasilia, Senado Federal, p. 114.
32. Dicha disposición enuncia que Los tratados y convenciones internacionales sobre derechos hu-
manos que fueren aprobados, en cada Cámara del Congreso Nacional, en dos votaciones, por tres
quintas partes de los votos de los respectivos miembros, serán equivalentes a enmiendas constitu-
cionales. Así se ha aprobado a la fecha la Convención sobre derechos de las personas con discapaci-
dad y su protocolo facultativo.
254
Tribunal Federal, el control concentrado de convencionalidad para compatibilizar la norma
infraconstitucional con los preceptos del tratado constitucionalizado. Todos los tratados
que forman el corpo iuris convencional de los derechos humanos de que un Estado es
parte, sirven como paradigma al control de convencionalidad de las normas infraconstitu-
cionales.33
Perú
En el caso peruano, se puede afirmar que, en el ordenamiento jurídico, el parámetro
de convencionalidad, conformado por la CADH, ostenta rango constitucional, mientras
que la jurisprudencia de la Corte IDH es un parámetro interpretativo de orden constitu-
cional. En este último caso, tanto el artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, como la justicia constitucional, hacen referencia al carácter vinculante de
la jurisprudencia de la Corte IDH. Además, el artículo 205 de la norma constitucional
establece la posibilidad de que las personas recurran a los tribunales u organismos interna-
cionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte, cuando se
haya agotado la jurisdicción interna.34
11.6. Conclusiones
Desde 2003 se ha venido sistematizando en la Corte IDH la figura jurídica del “Con-
trol de Constitucionalidad” entendida como el mecanismo o herramienta que se realiza de
forma concentrada por la señalada Corte y de manera difusa por los tribunales de los Es-
tados parte en la CADH, que consiste en la revisión de que las normas emitidas y los actos
de las autoridades de dicho Estados, sean compatibles con la citada Convención, con los
tratados que de ella se hayan desprendido y con los criterios de interpretación y recomen-
dación que los órganos del Sistema Interamericano han expresado.
La Doctrina del Control de Constitucionalidad se ha consolidado a poco más de una
década de su sistematización y ha sido recibida, con menor o mayor amplitud, en los Es-
tados americanos (recordando las obligaciones contenidas en la Convención de Viena so-
bre Derechos de los Tratados a que se han hecho referencia). El paso siguiente podrá ser
incorporarlo a la legislación de dicho Estados, de preferencia al más alto nivel jerárquico,
para evitar tentaciones de reversión por parte de los entes gubernamentales de dichos paí-
ses. Así lo ha propuesto Valerio de Oliveira Mazzuoli respecto de Brasil, señalando que lo
ideal sería que se reformara la Constitución autorizando al Supremo Tribunal Federal a
controlar la convencionalidad de las leyes por todos los medios (por las vías difusa y abs-
tracta) y en cualesquier caso a implicar tratados de derechos humanos, lo que reduciría, de
sobremanera, la responsabilidad internacional del Estado brasileño cuando faltara el
33.
Ídem.
34.
Torres Zúñiga, N.: “Control de convencionalidad y protección multinivel de los derechos huma-
nos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, Derecho PUCP. Revista de la Facultad de
Derecho, N° 70, Lima, 2013, p. 361.
255
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
11.7. Fuentes
dencial de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, Working Papers on European Law and Re-
gional Integration: Instituto de Derecho Europeo e Integración Regional (IDEIR). Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense, núm. 9, 2011, p, 9.
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257
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Fallos
Almonacid Arellano y otros vs. Chile, Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Corte IDH, 26/09/2006.
Bramajo, Hernán Javier s/ incidente de excarcelación –causa 44.891- 12/9/1996.
Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas.
Corte IDH, 26/10/2010.
Ekmekdjián c/ Sofovich, 7/7/1992.
Myrna Mack Chamg vs. Guatemala, Fondo, reparaciones y costas. Corte IDH, 25/11/2010.
Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones
y costas. 23/11/2009.
Expediente Varios 912/2010. “Caso Rosendo Radilla Pacheco”. Suprema Corte de Justicia de la
Nación, México. 14/07/2011.
258
Capítulo 12
12.1. Introducción
259
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Esa visión simplista, que busca soluciones casi mágicas al problema, dista mucho de
ser inocente. Pero encuentra buena acogida en un importante sector de la población, con-
movido y desorientado. Cuán sólidas sean las instituciones y las convicciones de una so-
ciedad se pondrá a prueba en estas (inevitables) circunstancias.
Este enjambre conflictivo puede hacer perder perspectiva del verdadero problema
institucional que se encubre en estos casos: esto es, el saber y el decidir cuándo se está
frente a un Estado de Excepción y qué consecuencias institucionales tendrá su reconoci-
miento.
En cuanta dictadura se analice, se verá sin esfuerzo que se ha echado mano a los
Estados de Excepción para justificar las tropelías.1 Pero, aun en los tiempos democráticos,
es constante la referencia a las situaciones de emergencia, por cuya solución se clama dejar
de lado la legalidad o imputarle su insuficiencia. Y, si bien el concepto de Estado de Emer-
gencia es más abarcador que el de estado de excepción, tanto en uno como en otro las garantías
quedan en entredicho, aunque de forma más acentuada en el segundo.
Tan importante es dicha cuestión que el conocido jus publicista y filósofo político
alemán Carl Schmitt (1888-1985), perteneciente a la escuela del realismo político, y de
inocultable identificación con el nazismo, definió al soberano como aquel que decide sobre el
estado de excepción. Esta definición ha sido materia de profundas e importantes discusiones
en la doctrina política.2 En su obra titulada Teología política, de 1922, marca la contigüidad
esencial entre Estado de Excepción y soberanía. 3
En las antípodas ideológicas de Schmitt se encuentra Hans Kelsen (1881-1973), quien
confrontó con Schmitt en 1931, con motivo de la crisis institucional de la república de
Weimar, en su artículo “¿Quién debe ser el guardián de la Constitución?”.
Por supuesto que la cuestión dista de estar resuelta. No es posible, como en otros
ámbitos del ordenamiento jurídico, establecer pautas únicas, rígidas e inamovibles frente a
acontecimientos dinámicos y que una y otra vez ponen en entredicho las instituciones y
los derechos.
Si bien el debate sobre la cuestión es inmenso y los aportes son muy valiosos 4, el
orden jurídico debe prever esta circunstancia y proveer de una solución. Los tratados de
derechos humanos y las constituciones nacionales deben estar en la primera fila del debate,
1. De hecho, la idea de dictadura proviene de Antigua Roma como la forma de gobierno por el cual
se confería a un ciudadano (dictador), en momentos críticos, comúnmente de guerra, la autoridad
máxima y fuera de control legal. El diccionario RAE define “dictadura” ((Del lat. dictatūra), en su
tercera acepción como: Gobierno que, en condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del
ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país.
2. Si bien Schmit ha sido objeto de muchísimas críticas en el ámbito académico, sus juicios respecto
de las debilidades del sistema liberal democrático no pueden ser descartados con ligereza.
3. Agamben, 2005, p. 23.
4. La bibliografía al respecto es sencillamente inconmensurable. Es de provechosa lectura el texto
260
porque es precisamente en esos momentos que cobrarán su verdadera dimensión como
garantía de los derechos y de las libertades.
5. Constitución Nacional: artículo 4º: “El Gobierno federal provee a los gastos de la Nación con los
fondos del Tesoro nacional formado del producto de derechos de importación y exportación, del de
la venta o locación de tierras de propiedad nacional, de la renta de Correos, de las demás contribu-
ciones que equitativa y proporcionalmente a la población imponga el Congreso General, y de los
empréstitos y operaciones de crédito que decrete el mismo Congreso para urgencias de la Nación, o
para empresas de utilidad nacional”.
Para un análisis detallado del problema, ver el excelente trabajo de Néstor P. Sagües, LL, 1990-D-
1036.
6. Ziulu, A. en Sabsay, Manili. 2009, p. 986.
261
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
ordenamiento jurídico no puede dejar de velar por todos, ni aun en las situaciones más
extremas, entonces se puede afirmar que el riesgo de que la comunidad pierda el rumbo es
demasiado inminente como para no darle a la cuestión la importancia que reviste.
Por cierto que las disfuncionalidades del Estado de Sitio no son exclusivas de nuestra
Constitución ni de nuestra sociedad. El debate doctrinario, como se apuntó al principio,
fue y sigue siendo arduo en Europa y Estados Unidos y, en general, no reconoce fronteras.
De hecho, esta cuestión no escapó al ámbito internacional ni al regional.
Precisamente de eso se trata el presente capítulo: del análisis de los mecanismos que
nuestra Constitución, desde sus orígenes, y el sistema actual del derecho internacional de
los derechos humanos han desplegado para dar respuesta a esta espinosa e insoslayable
cuestión.
Nuestra ley fundamental prevé en su art. 23 el reglamento para la cuestión del Estado
de Sitio. La existencia de tal institución dentro de la Constitución Nacional fue fuente de
debates en el seno mismo de la Convención Constituyente, siendo acusado de ser instru-
mento de las dictaduras por un lado y defendido como necesidad de preservación del Es-
tado por otro. El propio Alberdi pretendía incluso un amplio poder en este sentido.7
Pero siempre sobrevoló, al respecto, la imputación de ser una herramienta de la “ra-
zón de Estado”. En el caso de nuestro país, además, su existencia, monopolizada por el
Gobierno federal, lo convertía ya desde entonces en un instrumento formidable de ame-
naza y de sometimiento de las provincias federales.
Basta con apuntar que entre 1853 y 2014 el Estado de Sitio se decretó en 53 ocasiones
y solo una vez, en 1865, lo fue por ataque exterior, durante la guerra con el Paraguay.8 Esto
da cuenta sin ambages de que su utilización poco tuvo que ver con las profundas crisis que
profetizaban sus epígonos. Y si a ello le sumamos que una vez decretado fue utilizado solo
para suprimir las garantías constitucionales y no para respetar sus principios, poca duda
cabe de lo acertado de los recelos y rechazos que produjo.
7. El art. 28 del proyecto de Constitución de Alberdi, fuente parcial del art. 23 del texto actual, era
mucho más terminante: “Declarado en Estado de Sitio un lugar de la Confederación, queda suspenso
el imperio de la Constitución dentro de su recinto. La autoridad en tales casos ni juzga ni condena, ni aplica
castigos por sí misma, y la suspensión de la seguridad personal no le da más poder que el de arrestar
o trasladar las personas a otro punto de la Confederación, cuando ellas no prefieran salir fuera” (el
resaltado nos pertenece). Badeni (2010), p. 110.
8. Curiosamente, cuando se produjo el conflicto del Atlántico Sur con el enfrentamiento armado con
Gran Bretaña, en 1982, el país se encontraba bajo el Estado de Sitio, pero habiendo ocupado las
fuerzas armadas las Islas Malvinas, no lo hicieron extensivo a las islas.
262
Artículo 23.- En caso de conmoción interior o de ataque exterior que pon-
gan en peligro el ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por
ella, se declarará en Estado de Sitio la provincia o territorio en donde exista la
perturbación del orden, quedando suspensas allí las garantías constitucionales.
Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la República condenar
por sí ni aplicar penas. Su poder se limitará en tal caso, respecto de las personas,
a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación, si ellas no prefiriesen
salir fuera del territorio argentino.
Y el art. 75, que regula las potestades del poder legislativo, en el inc. 29 dispone que
le corresponde:
Finalmente, el art. 99, que fija las funciones del poder ejecutivo, en el inc. 16 dice:
Antes de ingresar al análisis de las aristas conflictivas que presenta esta norma, con-
vendrá detenerse en los textos mismos que se transcriben para descubrir que lleva un doble
aspecto, pues mientras que por un lado limita las garantías, al mismo tiempo establece
también fronteras marcadas para su aplicación. Por cierto que la trágica historia que acom-
pañó a los casos en que se rigió el Estado de Sitio en nuestro país da cabal cuenta de su
autoritaria aplicación, que solo tuvo en cuenta, casi siempre, las potestades que le confería
y la supresión de derechos que le aseguraba. Pero tales vicios imperdonables no deben
distraernos de entender cómo se pensó y reguló el instituto en cuestión.
Lo primero que salta a la vista es que el Estado de Sitio está concebido –y así lo dice
la norma– para los casos de conmoción interior o de ataque exterior, y no en cualquier
caso, sino cuando este ponga en peligro a la Constitución o a las autoridades creadas por
ella.
263
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
264
duración y que, vencido ese plazo, se revise la necesidad de prorrogarlo o no, y en qué
circunstancias y condiciones.
Dicha revisión es la que exige el fallo citado. Nada dice expresamente al respecto la
Constitución, pero nada impide hacerla, si se tiene en cuenta la gravedad de la cuestión.
Efectivamente, si al declararse el Estado de Sitio se debe establecer su duración, entonces
parece sumamente razonable –y, sobre todo, acorde con los principios constitucionales–
la inspección y un debate periódico de lo dispuesto. Por cierto, la experiencia histórica da
cuenta de que, una vez decretado, su vigencia se prolonga indefinidamente hasta que una
crisis en el poder haga que deba levantárselo.
Los efectos de la declaración del Estado de Sitio son básicamente dos, y ambos tras-
cendentes: el avance del poder ejecutivo sobre los otros poderes, y el que más nos interesa
en este trabajo, que es la suspensión de las garantías.
La Constitución en su redacción original no hace explícitas cuáles son esas garantías
y los alcances de la suspensión. Y poco ha colaborado la Corte Suprema, históricamente,
habiendo considerado que la declaración del Estado de Sitio es un acto privativo de los
poderes políticos y no susceptible de revisión judicial 10, cerrando así una importante vía a
los controles republicanos del poder estatal.
265
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
266
En cuanto al control de razonabilidad, si bien constantemente ha manifestado la dis-
crecionalidad en su declaración, en el fallo Timerman, Jacobo (300:816) del 20 de julio de
1978, los jueces que integraban la Corte, designados por la dictadura de entonces, dispo-
nían:
En 1984, y tras la traumática experiencia vivida por la dictadura del así llamado Pro-
ceso de Reorganización Nacional, la recobrada democracia decidió legislar sobre los límites
a imponer al Poder Ejecutivo en los casos de Estado de Sitio. Así, se dictó la ley 23.098
que, destinada a regular el Estado de Sitio, en su art. 4º estableció:
La importancia de este artículo se debe a que expresamente se decide, por vía del
legislador, poner límites al poder del Ejecutivo tras la declaración del Estado de Sitio y,
además, cuestión esencial, reconoce y determina la vigencia del hábeas corpus como me-
canismo vigente, no solo para determinar la legitimidad o no de la detención de una
267
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
persona determinada sino que, a través suyo, se pueda revisar judicialmente su legitimidad.
Y también, detalle no menor, la efectividad de la opción de salida del país.
268
que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los indi-
viduos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promue-
van, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y
libertades y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e interna-
cional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos.
Entre los muchos desarrollos que han propiciado las Naciones Unidas se encuentra
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuyo informe sobre el desa-
rrollo humano de 1994 expone que la “seguridad debería verse desde el punto de vista de
las personas. La mejor manera de lograr seguridad (tanto en los ámbitos mundial, nacional
y de la sociedad) es incrementar la seguridad de las personas”. Y la definió de manera
amplia como “ausencia de temor y ausencia de carencias”.14
Como se advierte sin esfuerzo, el espectro de los derechos de las personas y de las
cargas del Estado se amplía notablemente respecto de la idea liberal clásica de circunscribir
la función estatal a proveer los elementos básicos de seguridad (salud, educación y poder
de policía).15
Claro que esta ampliación exponencial diversifica los alcances de los derechos; no
todos pueden aplicarse en simultáneo, y la diferencia entre unos y otros debe de ser anali-
zada cuidadosamente. Como parece obvio, la prohibición de la tortura o de la condena sin
juicio previo son de aplicación instantánea, y ningún Estado podrá exonerar su responsa-
bilidad en caso de cometer tamaña infracción.
Pero en el otro extremo, garantizar una vivienda digna para todos, en casi cualquier
lugar del planeta, requiere de una escrupulosa planificación, habida cuenta de la enverga-
dura económica que tal realización acarrea. Por lo tanto, si bien su cumplimiento no admite
demoras, no puede exigirse que de un día para el otro el problema esté resuelto.
Entre ambos ejemplos hay una paleta variopinta de derechos específicos, superpues-
tos, contradictorios, que deben ser atendidos, sin descartar las tensiones que estos impli-
can. En tren de dar respuesta a la cuestión, la doctrina y la jurisprudencia han desplegado
la idea de distinguirlos en dos grandes grupos, a saber: las llamadas “normas operativas”,
y las “normas programáticas”. Por cierto, ni la Constitución ni los tratados hacen diferen-
ciación expresa de ambas, sino que se trata de una elaboración que permita su análisis.
Así, mientras que las normas operativas son de aplicación inmediata (de ahí que en
el mundo anglosajón se las conoce como “normas self-executing”), es decir, que no pueden
los tribunales ni los poderes del Estado incumplirlas, so color de su falta de reglamenta-
ción, las operativas abarcan la mayor parte de los derechos y garantías. Para demostrarlo
con un ejemplo, bastará con transcribir el art. 15 de la C. N., porque, pese a su anacro-
nismo, ofrece un claro ejemplo de ambas situaciones:
269
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Artículo 15.- En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy
existen quedan libres desde la jura de esta Constitución; y una ley especial re-
glará las indemnizaciones a que dé lugar esta declaración. Todo contrato de
compra y venta de personas es un crimen de que serán responsables los que lo
celebrasen, y el escribano o funcionario que lo autorice. Y los esclavos que de
cualquier modo se introduzcan quedan libres por el solo hecho de pisar el te-
rritorio de la República.
En la declaración central se establece que los esclavos quedan libres a partir de la jura
y que los esclavos que pisen la Argentina serán libres por ese solo hecho. Claramente, es
una norma que no requiere aditamento alguno para hacerse efectiva. En cambio, el derecho
a la indemnización que tenían los propietarios de esclavos16 exigía su reglamentación. Y, a
la vez, el párrafo siguiente, en una clarísima norma programática, establece la obligación
de crear una ley que castigue como crimen a todo contrato de compra y venta de perso-
nas.17
16. Estamos pensando en 1853, cuando la esclavitud existía como institución pese a la libertad de
vientres decretada por la Asamblea del Año XIII. De hecho, el tráfico de esclavos continuó, aunque
ilegalizado, su siniestro camino por bastante tiempo. Hoy tal previsión resulta totalmente inaplicable
y contraria a derecho.
17. El art. 140 de Código Penal reprime la reducción a servidumbre y el Código Civil declara insana-
270
El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carác-
ter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social
obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con auto-
nomía financiera y económica, administradas por los interesados con participa-
ción del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y
pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de
familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna
(art. 14 bis de la C.N.).
18. La lectura del art. 14 bis, incluido en la reforma constitucional de 1958, da clara cuenta de la
enorme cantidad de derechos “programáticos” que jamás fueron llevados a la práctica. Esto eviden-
cia la debilidad que presentan dichos derechos. En rigor, la Constitución imponía los legisladores la
carga de reglamentarlos, pero estos jamás fueron llevados adelante, tornándose ilusorios. Bidart Cam-
pos y Ekdmedjian, consideran que se configura una violación constitucional por omisión (Ekmekd-
jian, M. A. – T1 (2000), p. 116). No hay duda de que su presencia en la Carta Magna exige bregar
por su implementación.
19. Ekmekdjian, M. A. – T1 (2000), p. 113.
20. Sentencia del 27/12/1957 – LL - 89, 532.
271
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La Corte sentenció:
272
En el supuesto del art. 14.1 su redacción es clara y terminante en cuanto
otorga… el derecho de rectificación o de respuesta, aunque remitiendo a la ley
aquellas particularidades concernientes a su reglamentación. La interpretación
textual según la cual toda persona “tiene derecho a.…” despeja la duda sobre
la existencia de la alegada operatividad. No sucede lo mismo en otros artículos
en los que se establece que “la ley debe reconocer” (art. 17) o “estará prohibido
por la ley” (art. 13, 5).
Que la interpretación del Pacto debe, además, guiarse por la jurispruden-
cia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, uno de cuyos objetivos
es la interpretación del Pacto de San José (Estatuto, art. 1º)”.
Con cita al OC 7/86, dicho pacto señala que “el sistema mismo de la Convención
está dirigido a reconocer derechos y libertades a las personas y no a facultar a los Estados
para hacerlo”.
Esta sentencia tiene una importancia superlativa ya que engloba y establece el camino
de la interpretación y los alcances de los derechos y las garantías, a la luz de los pactos
internacionales, en especial, la Convención Americana.
12.8. Reforma Constitucional de 1994. Pacto de San José de Costa Rica: El art.
27 como sostén de las garantías. Opiniones consultivas y jurisprudencia
273
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
humanos, en especial desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, es mucho más amplia y
precisa en cuanto a los alcances que se le conceden a los Estados de Excepción.
Por lo demás tanto la Convención Americana como los restantes instrumentos, hoy
de rango constitucional colocan en un lugar mucho más relevante a los derechos y a las
garantías cuando confrontan con el poder estatal e inducen un viraje necesario en la apre-
ciación de los Estados de Excepción. Esto puede verse con claridad en el profundo cambio
cultural, no solo normativo, que producen los tratados de derechos humanos en los para-
digmas de una sociedad.
La Convención Americana dedica un artículo expresamente dirigido a las situaciones
de emergencia. En su art. 27 dice así:
274
Pero es el inciso segundo el que establece la más fuerte cortapisa al derecho estatal,
desde que hay derechos que no podrán ser suspendidos de ningún modo, a saber: Perso-
nalidad Jurídica; a la Vida; a la Integridad Personal; Prohibición de la Esclavitud y Servi-
dumbre; Principio de Legalidad y de Retroactividad; Libertad de Conciencia y de Religión;
Protección a la Familia, al Nombre; los Derechos del Niño; a la Nacionalidad; y los Dere-
chos Políticos; así como las garantías judiciales indispensables para su protección.
El mencionado catálogo de derechos, que consideramos necesario repetir dada su
importancia, fija un fuerte límite a lo que la experiencia ha indicado, esto es, a la utilización
indiscriminada del Estado de Sitio, fundado en razones más o menos fútiles e imprecisas,
para justificar el hacer a un lado los derechos y las garantías. Unido a ello que, al tratarse
de instrumentos internacionales, los Estados asumen un compromiso ante la comunidad
internacional, lo que nos permite inferir el reforzamiento de la vigencia de las garantías en
todo tiempo y lugar que se persigue con la Convención.
Dijo la Corte:
“(en el artículo 27.2) las garantías sirven para proteger, asegurar o hacer
valer la titularidad o el ejercicio de un derecho. (…) El concepto de derechos y
libertades y, por ende, el de sus garantías, es también inseparable del sistema de
valores y principios que lo inspira. En una sociedad democrática, los derechos
y libertades inherentes a la persona, sus garantías y el Estado de Derecho cons-
tituyen una tríada, cada uno de cuyos componentes se define, completa y ad-
quiere sentido en función de los otros. (…) en condiciones de grave emergencia
es lícito suspender temporalmente ciertos derechos y libertades cuyo ejercicio
pleno, en condiciones de normalidad, debe ser respetado y garantizado por el
Estado pero, como no todos ellos admiten esa suspensión transitoria, es nece-
sario que también subsistan "las garantías judiciales indispensables para [su]
protección (…) La determinación de qué garantías judiciales son
275
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El texto citado es una disposición de carácter general que recoge la institución pro-
cesal del amparo. Puesto que todos los derechos son susceptibles de amparo, lo son tam-
bién los que están señalados de manera expresa por el artículo 27.2, como no susceptibles
de suspensión en situaciones de emergencia. En la Convención, este procedimiento (el
hábeas corpus) aparece en el artículo 7.6, que dice:
Sostiene la Corte:
276
un juez o tribunal competente bajo cuya disposición queda la persona afectada.
(…) Esta conclusión se fundamenta en la experiencia sufrida por varias pobla-
ciones de nuestro hemisferio en décadas recientes, particularmente por desapa-
riciones, torturas y asesinatos cometidos o tolerados por algunos gobiernos. Esa
realidad ha demostrado una y otra vez que el derecho a la vida y a la integridad
personal son amenazados cuando el hábeas corpus es parcial o totalmente sus-
pendido”.
En el mismo año, la Corte emitió la OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, referida a las
Garantías judiciales en estados de emergencia (Arts. 27.2, 25 Y 8 C A D H), que solicitara la R.
O. del Uruguay, el 17 de setiembre de 1986, acerca del alcance de la prohibición de sus-
pender las garantías de los derechos mencionados en el artículo 27.2 de la CADH. El Go-
bierno solicitó a la Corte:
277
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
278
aplicable, en lo esencial, a todas las garantías judiciales referidas en la Convención Americana,
aún bajo el régimen de suspensión regulado por el artículo 27 de la misma [el resaltado nos
pertenece].
Relacionado el artículo 8 con los artículos 7.6, 25 y 27.2 de la Convención,
se concluye que los principios del debido proceso legal no pueden suspenderse
con motivo de las situaciones de excepción en cuanto constituyen condiciones
necesarias para que los instrumentos procesales, regulados por la Convención,
puedan considerarse como garantías judiciales. Esta conclusión es aún más evidente
respecto del hábeas corpus y del amparo, [el resaltado nos pertenece] (…) que tienen
el carácter de indispensables para tutelar los derechos humanos que no pueden
ser objeto de suspensión.
Para la Corte:
La Corte expresamente evita enunciar taxativamente sobre cuáles son esas garantías
indispensables (sería imposible establecerlas en abstracto), para concluir su opinión soste-
niendo:
Estas dos opiniones consultivas son los pilares sobre los que se asientan hoy los
alcances de los Estados de Excepción.
Si se los compara con los antecedentes jurisprudenciales señalados al principio, se
podrá advertir la constante tensión que existe entre el Estado de Derecho y el Estado de
279
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Excepción, y que existe una constante pretensión de exorbitancia por parte del poder po-
lítico de apartarse de los derechos y las garantías.
Esta situación extrema permite avizorar en toda su dimensión y crudeza la importan-
cia de la preservación del Estado de Derecho ya que este, y solo este, es el garante de la
libertad del ciudadano frente a los desbordes del poder.
El Art. 4 establece:
“1. En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la Na-
ción y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en
el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente
limitada a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas
en virtud de este Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles
con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entra-
ñen discriminación alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión u origen social.
2. La disposición precedente no autoriza suspensión alguna de los arts. 6,
7, 8 (párr. 1 y 2), 11, 15, 16 y 18.
3. Todo Estado Parte en el presente Pacto que haga uso del derecho de
suspensión deberá informar inmediatamente a los demás Estados Partes en el
presente Pacto, por conducto del Secretario General de las Naciones Unidas,
de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido y de los motivos que hayan
suscitado la suspensión. Se hará una nueva comunicación por el mismo con-
ducto en la fecha en que se haya dado por terminada tal suspensión”.
Y el Art. 5.-:
“1. Ninguna disposición del presente Pacto podrá ser interpretada en el
sentido de conceder derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para em-
prender actividades o realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera
de los derechos y libertades reconocidos en el Pacto o a su limitación en mayor
medida que la prevista en él.
2. No podrá admitirse restricción o menoscabo de ninguno de los dere-
chos humanos fundamentales reconocidos o vigentes en un Estado Parte en
virtud de leyes, convenciones, reglamentos o costumbres, so pretexto de que el
presente Pacto no los reconoce o los reconoce en menor grado”.
280
Como se observa, la Convención establece también límites precisos a las potestades
de los Estados en materia de suspensión de garantías. Y expresamente excluye de la sus-
pensión a ciertos derechos, que deben ser en todo tiempo respetados, a saber: la vida, la
prohibición de la tortura, de la esclavitud, de la servidumbre, de la prisión por deudas, el
respeto a las garantías procesales, a la personalidad jurídica, a la libertad de pensamiento,
conciencia y religión (art. 4.2).
En la Observación General No. 29, adoptada por el Comité de los Derechos Huma-
nos de la ONU, EN SU 72º período de sesiones 21, se establecen ciertas pautas referidas a
los criterios con que debe interpretarse el art. 4 PIDC y P., entre las cuales se destacan: 1).
Las medidas que suspenden la aplicación de alguna disposición del Pacto deben ser de
carácter excepcional y temporal. Antes de la suspensión se requieren dos condiciones fun-
damentales: que la gravedad de la situación ponga en peligro la vida de la Nación y que el
Estado Parte haya proclamado oficialmente el Estado de Excepción. Al proclamarlo, los
Estados deben actuar dentro del marco constitucional. El Comité debe vigilar que las leyes
pertinentes faciliten y garanticen el cumplimiento del artículo 4, lo que exige la colabora-
ción de los Estados.
Durante un conflicto armado, ya sea internacional o no internacional, son aplicables
las normas del Derecho Internacional Humanitario, que impidan el abuso de las facultades
excepcionales del Estado.
La cuestión de cuándo pueden suspenderse los derechos, y en qué medida, no puede
separarse del texto del párrafo 1 del artículo 4 del Pacto, según el cual las disposiciones
que suspendan obligaciones contraídas por los Estados Partes en virtud del Pacto deben
adoptarse” únicamente “en la medida estrictamente limitada a las exigencias de la situación.
El hecho de que las disposiciones del Pacto del párrafo 2 del artículo 4 no puedan
ser objeto de suspensión no significa que otros artículos del Pacto puedan ser suspendidos
discrecionalmente, aun cuando exista una amenaza a la vida de la Nación.
Para evaluar la legitimidad de la suspensión, propone el informe como parámetro el
definir ciertas violaciones de los Derechos Humanos como crímenes de lesa humanidad.
Si un acto cometido dentro de la jurisdicción de un Estado es la base para establecer la
responsabilidad penal individual por crimen de lesa humanidad de quienes hayan partici-
pado en él, el artículo 4 del Pacto no puede invocarse como justificación para alegar que el
Estado de Excepción eximía al Estado de que se trate de su responsabilidad en relación
con el mismo comportamiento.
Como confirma el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la deportación
o el traslado forzoso de población sin motivos autorizados por el Derecho Internacional,
en forma de desplazamiento forzado de las personas afectadas, por expulsión u otros actos
coactivos, de la zona en que estén legítimamente presentes, constituye un crimen de lesa
humanidad. El derecho legítimo a suspender la aplicación del artículo 12 del Pacto durante
un Estado de Excepción no puede aceptarse jamás como justificación de esas medidas.
La proclamación de un Estado de Excepción de conformidad con el párrafo 1 del
artículo 4 no podrá invocarse en caso alguno como justificación por un Estado Parte para
incurrir, en violación del artículo 20, en propaganda en favor de la guerra o apología del
281
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El párrafo 3, del artículo 2, del Pacto exige a los Estados Partes en el Pacto que
proporcionen recursos para cualquier violación de las disposiciones del Pacto.
Es inherente a la protección de los derechos expresamente reconocidos como no
susceptibles de suspensión en el párrafo 2 del artículo 4, que han de ser garantizados me-
diante garantías procesales, generalmente de carácter judicial. Las disposiciones del Pacto
que se refieran a las garantías procesales nunca podrán ser el objeto de medidas que de
alguna forma socaven la protección de los derechos que no son susceptibles de suspensión;
la invocación o utilización del artículo 4 nunca podrá realizarse de forma que produzca la
suspensión de alguno de los derechos cuya suspensión no está autorizada. Así, por ejem-
plo, al ser imposible la suspensión de la totalidad de las disposiciones del artículo 6 del
Pacto, cualquier juicio que conduzca a la imposición de la pena de muerte durante un
Estado de Excepción debe ser conforme a las disposiciones del Pacto, incluidos todos los
requisitos de los artículos 14 y 15.
La garantía del derecho a juicio imparcial expresamente garantizados por el Derecho
Internacional Humanitario en tiempo de conflicto armado, hace que no exista justificación
para suspender dichas garantías durante cualquier otra situación de excepción. Los princi-
pios de legalidad y del Estado de derecho deben mantenerse en todo tiempo. Solo un
tribunal de derecho puede enjuiciar y condenar a una persona por un delito, y se debe
respetar la presunción de inocencia, y no pueden ser objeto de suspensión.
Esta es en breve síntesis, la interpretación y los alcances que confiere al art. 4° el
organismo especializado de las Naciones Unidas.
Como se advierte, el principio pro hómine adquiere un rol excluyente en la hermenéu-
tica de los derechos humanos durante el Estado de Excepción.
22.De algún modo puede explicarse la reticencia del sistema europeo en tomar decisiones más ter-
minantes respecto de los estados de excepción basados también en lo cambiante que fue durante
los 64 años de vigencia de la CEDH la realidad política, tanto por las diversas situaciones políticas
como por el siempre creciente número de Estados que se fueron sumando a la Comunidad.
282
lo exija la situación, y supuesto que tales medidas no estén en contradicción con
las otras obligaciones que dimanan del derecho internacional.
2. La disposición precedente no autoriza ninguna derogación al artículo 2,
salvo para el caso de muertes resultantes de actos lícitos de guerra, y a los ar-
tículos 3, 4 (párrafo 1) y 7.
3. Toda Alta Parte Contratante que ejerza este derecho de derogación ten-
drá plenamente informado al Secretario general del Consejo de Europa de las
medidas tomadas y de los motivos que las han inspirado. Deberá igualmente
informar al Secretario General del Consejo de Europa de la fecha en que esas
medidas hayan dejado de estar en vigor y las disposiciones del Convenio vuel-
van a tener plena aplicación”.
Así, los artículos salvaguardados son: artículo 2. Derecho a la vida, Artículo 3, Prohi-
bición de la tortura, Artículo 4. Prohibición de la esclavitud y del trabajo forzado y
Artículo 7, principio de legalidad o nullum crimen nulla poena sine lege.
Cierto es que se han suscripto, desde su entrada en vigor, en 1953, 14 protocolos
adicionales, el último del Año 2004, y el más importante en lo que aquí interesa, el número
13, del año 2001, que establece la prohibición de la pena de muerte en su artículo 1° y
expresamente prohíbe su aplicación aún en el caso del art. 15.
Ya el artículo 2 de la CEDH establecía el derecho a la vida, como se dijo antes, aun-
que permitía la pena de muerte, si estaba prevista por ley y resultaba de sentencia judicial.
Con el Protocolo 13 (Art. 2) se prohíben las excepciones. El protocolo 6, de 1983
había prohibido la pena de muerte, salvo para tiempo de guerra o de peligro inminente de
guerra. El protocolo actual directamente la prohíbe.
12.12. Conclusión
283
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
12.13. Bibliografía
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Revista Humanum, n° 42, en http://www.revistahumanum.org/revista/seguridad-humana/
284
PARTE V
DERECHOS Y GARANTÍAS
Este capítulo trata en general de la simbiosis y complementariedad entre derechos y
garantías judiciales. Los derechos humanos serían una suma de buenos propósitos si no
contaran con garantías apropiadas para su efectividad. Al respecto la Corte Interamericana
ha señalado que el principio de legalidad, las instituciones democráticas y el estado de de-
recho componen una estructura llamada “tríada” por su integración triple que se completa
con un cuarto requisito que le confiere estabilidad al sistema de los derechos humanos: las
garantías.
Por tanto, los derechos y las libertades son condiciones necesarias, pero no suficien-
tes para integrar un sistema de protección de Derechos Humanos. Esa es la razón por la
que las garantías de los derechos humanos son cruciales y constituyen la cuarta pata de la
mesa del sistema, que completa la “tríada” de derechos y libertades sobre el que reposa el
sistema de protección de los derechos humanos.
Siempre en materia de derechos humanos nos hemos referido a la fertilización, esto
es un proceso en que se siembra y luego hay que esperar que múltiples factores colaboren
para una buena cosecha.
Este es un capítulo que prueba esa expresión. Los autores han sido alumnos, se han
recibido de abogados, han dado los exámenes correspondientes y en la actualidad se
desempeñan como docentes. Son docentes de vocación y siempre han relegado sus pre-
tensiones personales en aras del crecimiento y desarrollo de otros jóvenes que igualmente
dotados, deben contar con la oportunidad para colaborar en el gran proyecto colectivo que
se realiza en la Facultad de Derecho de la UBA.
En este caso, el resultado de la siembra ha superado las expectativas. Diversas causas,
como el destino, las condiciones, las oportunidades.
Por ese motivo, me referiré a las condiciones de los cuatro en un colectivo de indivi-
dualidades.
Pablo Ledesma es un joven jurista que hace del deber una nueva asignatura, siempre
dentro de una convicción de que los Derechos Humanos constituyen la herramienta de
cambio de la sociedad.
German Brand es otro de los fertilizados que responde a un criterio personal de
solidaridad en el marco de las relaciones humanas. Todo dentro de una certidumbre de
trabajo y de dedicación docente de carácter ejemplar.
Augusto Carzoglio suma a su vocación un espíritu de servicio y desprendimiento
personal. No hay horarios ni requisitos para su tarea, no le interesa el lugar sino el ejercicio
de su docencia.
Ornela Vanzillotta es una mujer de temple, carácter y profundidad que en el marco
de una simpatía innata que la destaca, pues le agrega siempre una dosis de buen humor,
siempre necesario en la docencia y en toda la vida.
285
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
…El recinto era circular, o quizás de forma oval. El techo abovedado, el piso de lajas
de piedra. Las paredes, de laja, iguales tenían algunas pequeñas islas de musgo, multiplica-
das con una obstinada humedad. Parecía una bóveda o sótano. Es probable que el hombre
deseaba mantener en reserva sus actividades, por fuera de la muchedumbre del arrabal. En
el centro del recinto un prisma brillaba, o titilaba…
286
Capítulo 13
ACCESO A LA JUSTICIA Y GARANTÍAS
13.1. Introducción
1. Chiovenda postula que las sentencias declarativas son las que estiman la demanda del actor cuando
tiende “no a la realización del derecho, sino cuando se limita a pedir que sea declarada la existencia de su derecho o
la inexistencia del derecho ajeno” (Cfr.: Chiovenda, G.: Curso de Derecho Procesal Civil, t. IV, México, Cár-
denas, 1998, p. 96). Como ejemplo, puede traerse a colación el proceso sucesorio (arts. 689 a 735 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación- CPCCN), o los procesos voluntarios, como la tutela
o la curatela, (arts. 774 a 784 del CPCCN).
2. V. gr., las sentencias de condena que: “imponen al vencido el cumplimiento de una obligación (de dar, de hacer
o de no hacer) en favor de quien reclamó (por ej. la que dispone que el demandado abone al actor un monto determinado
en concepto de indemnización de daños y perjuicios)” (Cfr. Gozaíni, O.A.: Elementos de derecho procesal civil, Bs.
As., Ediar, 2005, p. 389).
287
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
las reglas del debido proceso legal. En este punto, el presente trabajo pretende esbozar
algunos aspectos vinculados con las mentadas reglas desde un enfoque práctico.
Finalmente, resulta menester destacar que en ambos casos nos encontramos frente a
Derechos Humanos autónomos. Si bien es correcto afirmar que el acceso a la justicia y el debido
proceso se complementan, y como el resto de los Derechos Humanos son interdependien-
tes, corresponde destacar que tienen autonomía el uno del otro. A su vez, revisten carácter
autónomo respecto de todos los demás Derechos Humanos, incluso aquellos que, en el
marco de un determinado proceso o procedimiento, van a resguardar, restablecer o hacer
operativos.
288
decida sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso y 3) que se cumpla
toda decisión por la cual se haya estimado procedente el recurso.
En el orden procesal constitucional, corresponde señalar que la acción de amparo4, el
habeas data5 y el habeas corpus6, constituyen las acciones expeditas y rápidas por excelencia,
procedentes en casos de amenaza o afectación de derechos esenciales. Sobre el amparo y
el habeas corpus, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado en las
Opiniones Consultivas OC- 8/87 y OC 9/87. Allí, opinó, por un lado:
“que los procedimientos jurídicos consagrados en los artículos 25.1 y 7.6 de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos no pueden ser suspendidos conforme al
artículo 27.2 de la misma, porque constituyen garantías judiciales indispensables para pro-
teger derechos y libertades que tampoco pueden suspenderse según la misma disposi-
ción”.7
Con similar tenor, consideró:
“... como garantías judiciales indispensables no susceptibles de suspensión, según lo
establecido en el artículo 27.2 de la Convención, el hábeas corpus (art. 7.6), el amparo, o
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes (art. 25.1), desti-
nado a garantizar el respeto a los derechos y libertades cuya suspensión no está autorizada
por la misma Convención”.8
A su vez, cabe señalar que la tutela judicial efectiva entraña el control judicial de las
resoluciones adoptadas en el ámbito administrativo9, principalmente en la órbita del Poder
Ejecutivo.10 Sin perjuicio, las resoluciones provenientes de los órganos legislativo y judicial
en ejercicio de la función administrativa también son susceptibles de recurso frente a los
tribunales de justicia.11
Por otra parte, la tutela judicial efectiva supone la eliminación de los obstáculos que
existen para acceder a la justicia.12 Es decir, no basta con que existan “recursos, sencillos,
4. Regulado en el orden federal por ley 16.986, texto interpretado de conformidad con el art. 43
Constitución Nacional (CN).
5. Regulado por ley 25.326 y su decreto reglamentario.
6. Regulado por ley 23.098, texto interpretado de conformidad con el art. 43 CN.
7. “El habeas corpus bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos
la tutela judicial efectiva implica la “inexistencia de sectores inmunes al control judicial y justicia pronta y eficaz”
(Tratado de Derecho Administrativo, t. 2, FDA, 4ª ed., Bs. As., 2000, p. XIII-1).
10. Véase: Ley Nacional de Procedimientos Administrativos (LNPA) 19.549 y su decreto reglamen-
tario. En las Provincias, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y Municipios también hay
normas de procedimientos administrativos.
11. V. gr., casos de ejercicio de facultades disciplinarias por parte de la legislatura, un juez o tribunal
tido en el caso 10.194, “Palacios, Narciso –Argentina”, ha dicho: “Las garantías a la tutela judicial efectiva
y al debido proceso imponen una interpretación más justa y beneficiosa en el análisis de los requisitos de admisión a la
justicia, al punto que por el principio ‘pro actione’, hay que extremar las posibilidades de interpretación en el sentido
289
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
rápidos y efectivos”, sino que además, el Estado debe garantizar que sean expeditos, es
decir, que estén libres de trabas o barreras que impidan la tutela jurisdiccional segura y
exitosa. De ello, se coligen una serie de reglas:
En primer término, la interpretación de las normas que regulan los requisitos de ac-
ceso a la justicia de manera favorable a la admisión de la pretensión, desestimando inter-
pretaciones de excesivo rigorismo formal (principio pro actione).13
En segundo término, la prosecución de las acciones que adolecen de vicios o defectos
subsanables.14
En tercer lugar, la irretroactividad de las nuevas pautas jurisprudenciales con relación
a los requisitos de admisibilidad cuando se tornan gravosas, en procura de evitar situacio-
nes de orfandad judicial.15
Por último, corresponde decir que la tutela judicial efectiva necesita de todas y cada
una de las garantías del debido proceso que se analizarán en los apartados siguientes. Ac-
ceso a la justicia y debido proceso, como se dijo al comienzo, se complementan. De ese
modo y sin perjuicio de infinidad de normas y jurisprudencia de nuestros tribunales, de
tribunales extranjeros y de tribunales internacionales, resulta ilustrativo citar la Acordada
de la CSJN Nro. 5/2009 por la cual nuestro máximo tribunal adoptó las “100 Reglas de
Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad” o “Reglas Básicas
de Acceso a la Justicia de las Personas Vulnerables”. En dicho documento se reconocen una
amplia gama de garantías, como ser: el derecho a la cultura jurídica, a la asistencia legal y la
defensa pública, el derecho a un intérprete, la revisión de los procedimientos y los requisi-
tos procesales como forma de acceso a la justicia, los medios alternativos de solución de
conflictos, el derecho a la información procesal o jurisdiccional, los derechos vinculados
con la comprensión de las actuaciones judiciales, los derechos vinculados a la compare-
cencia en dependencias judiciales, y la protección de la intimidad.
A continuación, desarrollaremos algunos de estos conceptos y ampliaremos sobre
otros que constituyen el núcleo elemental del debido proceso.
más favorable al acceso a la jurisdicción”. Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CoIDH) sostuvo en relación con la tasa de justicia y la multa vigente por falta de pago, que repre-
sentan “una obstrucción al acceso a la justicia, pues no aparecen como razonables, aun cuando la mencionada tasa
de justicia sea, en términos aritméticos, proporcional al monto de la demanda” (Caso Cantos vs. Argentina, CoIDH,
Fondo, Reparaciones y Costas, 28/11/2002, parág. 54). En otro orden de ideas, la misma Corte, en
el caso “Barrios Altos”, señaló como violatorias del derecho de acceso a la justicia las leyes de am-
nistía dictadas por Perú pues impidieron que las víctimas y sus familiares pudieran ser oídas por la
justicia (Caso Barrios Altos Vs. Perú, CoIDH, Fondo, 14/03/2001).
13. CSJN, Fallos: 313:83.
14. En tal idea, cabe citar a modo de ejemplo el art. 31, inc. 3 del Cód. Contencioso Administrativo
290
Las “garantías” están reconocidas en diversas normas de máxima jerarquía en nuestro
país, a saber: art. 18 de la CN, art. 26 de la DADDH, arts. 10 y 11 de la DUDH, art. 8 de
CADH y art. 14 del PIDCP. Además, se encuentran reafirmadas y reglamentadas en nor-
mas de forma, caso de los códigos procesales, las leyes de procedimientos, etc.
La jurisprudencia, por su parte, las ha consolidado como pilares del Estado de Dere-
cho.
Ahora bien, para un cabal análisis del asunto, conviene realizar algunas aclaraciones
preliminares y desarrollar algunas ideas esbozadas en la introducción.
De ese modo, cuando hablamos de “garantías” nos referimos a una serie de derechos
de la persona, y obligaciones del Estado, que constituyen reglas indispensables en la sus-
tanciación de un proceso judicial, procedimiento administrativo u otra instancia en la cual
el Estado se encuentre en situación de afectar derechos.16 En ese sentido, es de su esencia
limitar, acotar, contener la acción del Estado en el marco de un Estado Constitucional de
Derechos Humanos. Funcionan como límites al uso y abuso de poder frente a quien de-
tenta su monopolio legal.
En tal sentido, se ha dicho: “[C]on este concepto de garantías se amplía y se da efec-
tividad a los principios de legalidad, instituciones democráticas y estado de derecho. En
realidad, por medio de las garantías se ha construido la cuarta pata en la estructura que
completa la tríada de derechos y libertades que constituyen el cimiento sobre el que reposa
el sistema de protección de los derechos humanos”. 17
Asimismo, es menester aclarar, y resaltar que, aunque generalmente se las denomine
“garantías judiciales”, las reglas del debido proceso no se reducen a los “procesos judicia-
les”, sino que abarcan cualquier tipo de proceso o procedimiento. Las garantías que a con-
tinuación analizaremos rigen: 1) en procesos judiciales de índole civil, comercial, laboral,
penal, contencioso administrativo, etc.; 2) en procedimientos administrativos ante el Es-
tado Nacional, Provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Municipal
y/o cualquiera otra instancia que se instituya en el futuro; 3) en el procedimiento de dictado
de normas jurídicas, como es el procedimiento de sanción de leyes; etc. 18
Sentado ello, cuadra consignar que el debido proceso legal se compone de una faz
adjetiva y de otra sustantiva. El debido proceso adjetivo es el conjunto de procedimientos
legislativos, judiciales y administrativos que deben cumplirse para que una norma, senten-
cia o decisión administrativa referida al derecho de una persona sea formalmente válida.19
16. Véase: Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
3/10/2011, parág. 118 y 119 y voto concurrente de la jueza Margarette May Macaula, parág. 1-6. En
similar sentido, Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
19/09/2006, parág. 108 y 116; “Garantías judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención
Americana sobre Derechos Humanos)”, Corte IDH, Opinión Consultiva OC- 9/87, 06/10/1987, parág.
27. Asimismo, consúltese: “Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados”, Corte IDH,
Opinión Consultiva OC-18/03, 07/09/2003, parág. 125.
17. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, 2da. Ed., Buenos Aires, Heliasta, 1996, p.
537.
18. Véase: Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 06/02/2001, parág.
103; “Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú”, Fondo, Reparaciones y Costas, 24/09/1999, parág. 70.
19. Véase: Linares, J.F.: Razonabilidad de las leyes. El debido proceso como garantía innominada en la Constitución
291
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El debido proceso sustantivo es concebido como aquel que consagra “una debida justicia”.20
En fin, el debido proceso legal se caracteriza por “formas” y “sustancia”. 21 Así, la pura
observancia de formalismos estériles por parte del Estado deviene insuficiente para cum-
plir con su obligación de garantizar un debido proceso conforme a Derecho.
En cuanto a la observancia de las reglas del debido proceso, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha sostenido: “los principios del debido proceso legal no pueden
suspenderse con motivo de las situaciones de excepción en cuanto constituyen condiciones
necesarias para que los instrumentos procesales, regulados por la Convención [Americana
sobre Derechos Humanos], puedan considerarse como garantías judiciales”. 22 La vigencia
del debido proceso es condición necesaria para el pleno y libre ejercicio de los demás de-
rechos.
A continuación, analizaremos las garantías que surgen de las normas ut supra referidas.
¿Qué quiere decir que una persona tenga “derecho a ser oída”?
El derecho de la persona a ser oída, escuchada, atendida, por un órgano estatal que
detente competencia, conlleva la posibilidad cierta y efectiva, la aptitud libre e incondicio-
nal, de expresarse, de peticionar ante la autoridad pública en procura de sus derechos, o
incluso de defenderse cuando es sometida a un determinado proceso o procedimiento y se
encuentra frente a una plausible afectación de sus derechos fundamentales. Asimismo, im-
plica la obligación en cabeza del Estado de pronunciarse de manera justa, fundada, razonable,
efectiva y eficaz.23
No basta con la mera posibilidad formal de recurrir ante un órgano con competencia
para resolver una determinada cuestión ¡No! Al igual que el resto de las garantías y reglas
del debido proceso, no se reduce al cumplimiento de ritualismos infecundos.
El derecho de la persona a ser oída es resguardado por una serie de condiciones para
su vigencia. Así, la persona debe ser escuchada con “las debidas garantías”, en “igualdad”
de trato, de forma “pública”, “imparcial”, “justa”, y en un “plazo razonable”.
¿Cómo puede una persona ejercer su derecho a ser oída? ¿De qué modo? ¿A través de qué medios?
20. Ídem.
21. Formas y sustancia deben complementarse. No obstante, en reiterados casos se hallan en pugna.
Para un análisis de este último punto, véase: Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Jurisprudencia, Doctrina
y legislación argentina e internacional, Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 167.
22. “Garantías judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos
292
Como se dijo, el derecho a ser oído, como el resto de las garantías, resulta aplicable
en cualquier situación que implique la potestad potencial o efectiva del Estado de afectar
derechos.
De esa manera, cuando una persona se presenta ante un juez para hacer valer un
derecho a través de una acción judicial (V.G.: un amparo colectivo en defensa del derecho
a un ambiente sano y equilibrado, una querella por crímenes de lesa humanidad o una
acción por daños y perjuicios), o cuando se presenta para defenderse (V. G.: ante una
acusación penal o contravencional, la imputación de un delito, una falta o cualquier otra
infracción al orden jurídico, o en materia civil o laboral al contestar demanda) ejerce su
derecho a ser oída. El Estado se encuentra en situación de afectar sus derechos de un
modo u otro. Por tal razón, debe garantizar la vigencia de las reglas del debido proceso,
debe garantizar que la persona sea tratada en condiciones de igualdad, de forma imparcial,
con justicia, y que su planteo sea resuelto en un plazo razonable.
A su vez, la persona puede ejercer su derecho a ser oída por fuera del ámbito judicial.
En la esfera del procedimiento administrativo, por ejemplo. Una persona tiene derecho a
peticionar ante la autoridad administrativa (Presidente de la Nación, Ministros, Secretarios,
Gobernadores, Intendentes, etc.) y ejercer su derecho a ser oída. También tiene derecho a
constituirse en parte de cualquier expediente en el cual se discutan sus derechos o se dirima
alguna cuestión vinculada a ellos (V.G.: en el caso de la sustanciación de un sumario admi-
nistrativo por una infracción que se le achaque).
Por otra parte, existen procedimientos específicos en los cuales se reconoce enfáti-
camente y se protege con celo el derecho a ser oído, como pueden ser aquellos establecidos
por ley para la radicación de migrantes 24, el estatuto de refugiado25, defensa del consumi-
dor26, trabajadoras domésticas27, entre tantísimos otros.
Finalmente, en el procedimiento de sanción de leyes también rige el derecho de la
ciudadanía a ser oída, a través de las audiencias públicas 28. Fueron sometidos a este proce-
dimiento diversos proyectos que se transformaron en ley, como, por ejemplo, la Ley de
Medios de Comunicación Audiovisual29 y el Código Civil y Comercial de la Nación.30
293
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Constitución Nacional se refiere a “jueces”. Sin embargo, aquí debemos tener presentes
las aclaraciones realizadas en un comienzo sobre la aplicabilidad de todas garantías más
allá del ámbito judicial. Así, la competencia, la independencia, la imparcialidad y la ley pre-
via, deben ser atributos del órgano con facultad (posibilidad) de afectar derechos en una
determinada situación concreta. No cabría, entonces, reducir la cuestión al ámbito de los
jueces y tribunales de justicia.
La competencia ha sido definida como: “la esfera de atribuciones de los entes y ór-
ganos, determinada por el derecho objetivo o el ordenamiento jurídico positivo. Es decir,
el conjunto de facultades y obligaciones que un órgano puede y debe ejercer legítima-
mente”.31
Gordillo señala con cita en Sayagués Laso: “La competencia es el conjunto de fun-
ciones que un agente puede legítimamente ejercer; el concepto de “competencia” da así la
medida de las actividades que de acuerdo con el ordenamiento jurídico corresponden a
cada órgano administrativo: Es su aptitud legal de obrar y por ello se ha podido decir que
incluso formaría parte esencial e integrante del propio concepto de órgano”. 32
La competencia es, efectivamente, una atribución legal.
Por su parte, la Corte IDH ha dicho: “El derecho a ser juzgado por tribunales de
justicia ordinarios con arreglo a procedimientos legalmente previstos constituye un princi-
pio básico del debido proceso. El Estado no debe crear tribunales que no apliquen normas
procesales debidamente establecidas para sustituir la jurisdicción que corresponda normal-
mente a los tribunales ordinarios”.33
En efecto, el órgano con competencia debe ser establecido por ley de forma general
e independiente y con anterioridad al hecho, a fin de garantizar tanto su independencia
como su imparcialidad. Estamos en presencia, aquí, de lo que se conoce como la garantía
del “juez natural”.34
A su vez, cabe decir que la competencia se clasifica, principalmente, del siguiente
modo:
- En razón de la materia: atendiendo a qué temas o asuntos resultan atribuibles a un
determinado órgano. Ej., un órgano puede tener funciones administrativas, excluyéndosele
competencias legislativas y/o judiciales, o puede tener competencia en determinadas espe-
cialidades dependiendo del fuero, excluyéndosele otras que son competencia de otros fue-
ros.
01/05/2015.
33. Caso Lori Berenson Mejía Vs. Perú, Corte IDH, Fondo Reparaciones y Costas, 25/11/2004, parág.
144; Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 30/05/1999,
parág. 129.
34. Véase al respecto, en materia penal: Binder, A.: Introducción al Derecho Procesal Penal, 2ª Edición
294
- En razón del territorio. La cuestión resulta menos compleja. El órgano es compe-
tente si, y solo si, el hecho que se somete a su entendimiento fue realizado en su ámbito
territorial.
- En razón del tiempo: la aplicación del principio de irretroactividad rige en este
supuesto. Un órgano, en principio, es competente respecto de hechos que ocurren con
posterioridad a su creación.
- En razón de la persona: es plausible que determinadas personas solo puedan ser
sometidas a la competencia de determinados órganos específicos, en determinadas situa-
ciones, como por ejemplo los militares ante la justicia militar. Este tema es controversial.
En nuestro país el Código de Justicia Militar fue derogado por ley 26394. A su vez, la Corte
IDH ha señalado que “juzgar delitos comunes como si fueran militares por el solo hecho
de haber sido ejecutados por militares, es violatorio de la garantía de un tribunal indepen-
diente e imparcial”.35
- Otras: en razón del grado, del valor, etc.
35. Caso Genie Lacayo Vs. Nicaragua, CoiDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 29/01/1997, parág. 53.
36. Campbell c. Reino Unido, TEDH, 28/06/1984; Belilos c. Suiza, TEDH, 1988; H. c. Bélgica,
TEDH, 30/11/1987 y Findlay c. Reino Unido, TEDH, 25/02/1997.
37. Ver: Stavoros, S.: The guarantees for Accused Persons under Article 6 of the European Convention on Human
30-32, A, Vol. 53, PP. 14-16). Este ha sido el primer fallo de una persistente jurisprudencia.
295
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Como bien se dijo, la garantía del juez natural presupone el establecimiento del Tri-
bunal por ley con anterioridad al hecho que motiva el proceso.
Dicha garantía pretende contrarrestar la arbitrariedad y/o desvirtuar la discrecionali-
dad del poder punitivo del Estado (principalmente, en perjuicio del imputado), que podría
conllevar la designación de un juez para un caso en especial, es decir, con carácter ad hoc,
con posterioridad al hecho o hechos que dan lugar a una determinada causa (ex post facto).
La ley previa al hecho, que establezca al juez (u órgano facultado para entender y
resolver una cuestión de derecho), como también se señaló, debe establecer la competencia
del magistrado u órgano juzgador. Ello así, a fin de impedir que el Poder Legislativo por
motivos políticos o contingentes, altere su distribución e induzca de forma intencional a
que una determinada controversia se traslade a manos de otro tribunal menos favorable a
los intereses de una de las partes.
La garantía del juez natural, por último, prohíbe la creación de fueros personales y la
instauración de las llamadas “comisiones especiales”.
39. Caso Acosta Calderón Vs. Ecuador, CoIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 24/06/2005, parág.
105.
40. CSJN, Fallos 331:2319.
296
en la especie demuestra su total disposición a cooperar con la investigación (concurriendo
a las citaciones, careos, no oponiéndose a los allanamientos, etc.), y que la acusación parti-
cular no se habría conducido del mismo modo, la dilación se evidencia como injustificada,
o, al menos, no le es imputable a la actitud procesal del interesado”. 41
Profundizando el análisis del punto, la Corte Interamericana interpretó: “la razona-
bilidad del plazo… se debe apreciar en relación con la duración total del proceso, desde el
primer acto procesal hasta que se dicte sentencia definitiva, incluyendo los recursos que
pudieran eventualmente presentarse. La Corte se pronunció en el sentido de que, en ma-
teria penal, el plazo comienza con la fecha de la aprehensión del individuo. Cuando no es
aplicable esta medida, pero se halla en marcha un proceso penal, dicho plazo debiera con-
tarse a partir del momento en que la autoridad judicial toma conocimiento del caso…”. 42
Finalmente, con cita en el mismo Tribunal, cabe decir: “…para determinar la razo-
nabilidad del plazo se debe tomar en cuenta que el proceso concluye cuando se dicta sen-
tencia definitiva y firme en el asunto, con lo cual se agota la jurisdicción, y que,
particularmente en materia penal, dicho plazo debe comprender todo el procedimiento,
incluyendo los recursos de instancia que pudieran eventualmente presentarse…”. 43
La garantía del plazo razonable es de fundamental importancia, pues tiende a brindar
seguridad jurídica. Se presenta, por cierto, como un límite infranqueable a la discrecionali-
dad del Estado en ejercicio de su poder punitivo.
41. “Richards, Juan Miguel”, CSJN, 31/08/2010 (R. 1008. XLIII). Considerando 13.
42. Caso Tibi Vs. Ecuador, Corte IDH, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas,
07/09/2004, parág. 168.
43. Ídem.
44. Ruiz Mateos c. España, TEDH, 23/06/1993.
45. Zahirovic c. Croacia, TEDH, 25/04/2013, parág. 42.
46. Brandstetter c. Austria, TEDH, 28/08/1991, parág. 66/67; Milatová y otros c. Rep. Checa, TEDH,
297
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
47.
Caso Genie Lacayo Vs. Nicaragua, CoiDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 29/01/1997, parág. 88.
48.
Caso Rosendo Cantú y Otra vs. México, CoIDH, Interpretación de la Sentencia de Excepción Preli-
minar, Fondo, Reparaciones y Costas, 15/05/2011, parág. 33.
298
De ese modo, se ha dicho que “en materia civil, se aplica de manera bastante ate-
nuada, aceptándose, por ejemplo, el principio de la carga dinámica de la prueba, la respon-
sabilidad objetiva, las presunciones para acreditar el dolo o la culpa, etc.”. 49
En materia laboral, cabe apuntar que las presunciones en favor del trabajador (in dubio
pro operario) constituyen una disminución del principio de inocencia en los procesos en los
cuales el empleador es demandado, justificándose por la situación de vulnerabilidad que
caracteriza al primero y lo diferencia del segundo.
49. Thea, F.G.: “Comentario al Artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos (Ga-
rantías Judiciales)”, en AA.VV.: La Convención Americana de Derechos Humanos y su proyección en el derecho
argentino, Departamento de Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires (publicado también en La Ley, Suplemento Administrativo de junio de 2009, p. 11).
50. “El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso legal”,
299
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
51.Cfr. Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela. Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 17/11/2009
parág. 28; Caso López Álvarez Vs. Honduras, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 01/02/2006,
parág. 149; Caso Palamara Iribarne Vs. Chile, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 22/11/2005,
parág. 225; Caso Acosta Calderón Vs. Ecuador, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 24/06/2005,
parág. 118, y Caso Tibi Vs. Ecuador, Corte IDH, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas, 07/09/2004, parág. 187.
300
La persona, entonces, tiene derecho a conocer cuál es la acusación que pesa sobre
sus espaldas. En otras palabras, qué infracción al ordenamiento jurídico se le atribuye, por
qué conducta, en qué lugar y condiciones, quién resulta damnificado, cuáles los fundamen-
tos, etc.
Además, cabe señalar que existen formalidades que deben cumplir las notificaciones
por las cuales se anoticia a la persona de la acusación. Dichas formalidades dependerán,
obviamente, del tipo de proceso.
- Derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección
y de comunicarse libre y privadamente con su defensor
52. Cfr. Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 17/11/2009,
parág. 54.
53. Sitio web: http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2012/072.asp. Fecha de consulta:
11/06/2015.
301
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
- Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o
no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro
del plazo establecido por la ley
54. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, CoIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 17/11/2009.
55. Yerokhina c. Ucrania, TEDH, 15/11/2012.
56. Caso Bulacio Walter vs. Argentina, CoIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 18/09/2003, párag. 130.
57. “Excepciones al agotamiento de los recursos internos (art. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención Americana sobre
302
Sobre este punto cabe remitirse al Principio de Contradicción e Igualdad de Armas
ya explicado.
- Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable. La confesión del
inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna naturaleza
Al respecto Gelli sostiene: “En sede penal el derecho a guardar silencio implica la
facultad de no autoincriminarse y que la eventual confesión rendida lo sea conforme a
determinadas garantías. En materia penal no puede pedirse la absolución de posiciones y
la reticencia o el silencio es indicio de la veracidad de lo sostenido por la parte contraria”. 59
Agrega la autora: “… según doctrina de la Corte Suprema, una condena en sede penal
en base a una confesión prestada en sede policial y obtenida mediante apremios debe re-
vocarse, pues no basta con procesar y castigar a los responsables de las torturas para cum-
plir el mandato constitucional que impide otorgar valor al delito para favorecer la
investigación de ilícitos [cita el considerando 5° del caso “Montenegro”, Fallos 303:1988
(1981)]. Por ello resulta más acorde con el principio constitucional, despojar de valor pro-
batorio la confesión rendida ante la prevención policial [con cita en las leyes 23465 y 25434]
más aún cuando aquella confesión es rectificada en sede judicial. Como lo señaló la Corte
Suprema en el fallo “Francomano”, no puede otorgarse ningún valor a aquella confesión
ni aún a título indicativo (…)”.60
Distinto es el asunto cuando la confesión se produce frente a un juez o al Ministerio
Público, o en presencia de un abogado, siempre que se hayan adoptado los recaudos co-
rrespondientes.
Por otra parte, cabe consignar que el principio indicado consagra, además, la regla de
exclusión de la prueba obtenida ilegalmente.61
Retomando el comentario de la autora citada, cabe puntualizar que esta regla plantea
dos problemas. El primero, acerca del alcance y la expansión de la ilegalidad hacia otros
procedimientos iniciados a partir de la prueba excluida. El segundo, se refiere a la eventual
invocación de la regla por otras personas diferentes a aquellas titulares de la garantía que
proporciona la exclusión de la prueba ilegal, a fin de bloquear la incriminación argumen-
tando que a esas pruebas se ha llegado mediante un procedimiento inválido. En Estados
Unidos la aplicación de la teoría del fruto venenoso, intentó dar solución a ambas cuestio-
nes.62
59. Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, FEDYE, segunda edición
ampliada y actualizada, 2003, p. 174.
60. Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, FEDYE, segunda edición
303
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Así, la teoría del fruto venenoso explica que la ilegalidad inicial en la obtención de la
prueba, determina la nulidad de cualquier otro acto probatorio que derive de ella.
13.3.6.5. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido
a nuevo juicio por los mismos hechos
63. Caso Mohamed vs. Argentina, CoIDH, Excepción preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas,
23/11/2012, parág. 91
64. Ídem, párr. 92.
65. Ídem, párr. 93
66. Ídem, párr. 93.
67. Ídem, párr. 97,99 y 100.
68. Arévalo, Martín Salomón s/ causa nº 11.835, CSJN, 27/05/2014,.
304
dependen de la comprobación del delito, por lo que el sobreseimiento impediría la prose-
cución de la sanción administrativa.69
Finalmente, con respecto a los crímenes de lesa humanidad, genocidio y crímenes de
guerra, el principio non bis in ídem no es absoluto. Es posible que delitos que fueron inves-
tigados, juzgados y sancionados penalmente, sean posteriormente perdonados por indulto
o amnistía. En esos casos, la nulidad de estas medidas implicará la subsistencia de la res-
ponsabilidad penal, que puede revivir en virtud de un nuevo proceso judicial. 70
La Convención Americana reza: “El proceso penal debe ser público, salvo en lo que
sea necesario para preservar los intereses de la justicia”. Dicho principio es extensivo a
todos los procesos y procedimientos salvo que por causa justificada y mediante resolución
fundada se disponga su reserva.
Este principio tiene base en la publicidad de los actos de gobierno en una República.
13.4. Colofón
La tutela judicial efectiva y las garantías constituyen pilares del Estado Constitucional
de Derechos Humanos. Así, cabe señalar su fundamental importancia para resguardar los
derechos esenciales de la persona humana. De ello se colige que no pueden ser suspendidas
bajo ningún pretexto.
La tutela judicial efectiva se nutre y complementa de la plena vigencia de las garantías
que informan el debido proceso.
En ese sentido, se destacan el derecho a ser oído frente a un tribunal competente,
imparcial, establecido por ley previa al hecho, en un plazo razonable, en el marco de un
proceso contradictorio e igualitario que asegure las garantías mínimas y arribe a una deci-
sión justa, razonable, fundada, efectiva y eficaz.
13.5. Bibliografía
Binder, A.: Introducción al Derecho Procesal Penal, 2da. Edición actualizada y ampliada, Bs. As.,
Ad- Hoc, 2000.
Chiovenda, G.: Curso de Derecho Procesal Civil, t. IV, México, Cárdenas, 1998.
305
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Legislación
Constitución Nacional.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Declaración Universal de Derechos Humanos.
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo.
Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial.
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Convención sobre los Derechos del Niño.
Convención Interamericana contra la Desaparición Forzada de Personas.
Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad.
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Ley 16986.
Ley 19549.
Ley 23098.
Ley 24240.
Ley 25326.
Ley 25871.
Ley 26165.
Ley 26522.
306
Ley 26844.
Ley 26994.
Reglamento de la Cámara de Diputados de la Nación (2014).
Cód. Contencioso Administrativo de la Provincia de Bs. As. (Ley 12008 y sus modificato-
rias).
Jurisprudencia
Casos contenciosos
Caso Genie Lacayo Vs. Nicaragua, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
29/01/1997.
Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
30/05/1999.
Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú”, Fondo, Reparaciones y Costas, 24/09/1999.
Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 06/02/2001.
Caso Barrios Altos Vs. Perú, Corte IDH, Fondo, 14/03/2001.
307
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Caso Cantos vs. Argentina, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 28/11/2002.
Caso Bulacio Walter vs. Argentina, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
18/09/2003.
Caso Tibi Vs. Ecuador, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas,
07/09/2004.
Caso Lori Berenson Mejía Vs. Perú, Corte IDH, Fondo Reparaciones y Costas,
25/11/2004.
Caso Acosta Calderón Vs. Ecuador, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
24/06/2005.
Caso Palamara Iribarne Vs. Chile, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 22/11/2005
Caso López Álvarez Vs. Honduras, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
01/02/2006
Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
19/09/2006.
Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
17/11/2009.
Caso Rosendo Cantú y Otra vs. México, Corte IDH, Interpretación de la Sentencia de
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 15/05/2011.
Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay, Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
3/10/2011.
Caso Mohamed vs. Argentina, Corte IDH, Excepción preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, 23/11/2012.
Sitios web
308
Sitio web: http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2012/072.asp. Fecha de
consulta: 11/06/2015.
Sitio web: www.biglieri.org/archivos/bolilla_4_derecho_administrativo.doc. Fecha de
consulta: 01/04/2015.
Sitio web: http://www.gordillo.com/pdf_tomo1/capituloXII.pdf, P. XII- 5. Fecha de
consulta: 01/05/2015
309
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Capítulo 14
LA ACCIÓN DE AMPARO
Por Germán W. Brandt
14.1. Introducción
Como puntualiza Travieso, “(…) los derechos humanos serían solo una suma de
buenos propósitos, si no se contara con las garantías apropiadas para su efectividad”.1
Es a esta premisa que responde el amparo, al consagrarse como aquella acción expe-
dita y rápida cuyo objeto es tutelar los derechos constitucionales de las personas frente a
su efectiva o inminente violación sustentada en un acto manifiestamente ilegal o arbitrario
de un tercero.
En los hechos, la utilidad de esta acción se sustenta en su capacidad para garantizar
la protección veloz de los derechos más fundamentales de las personas ante su inminente
cercenamiento o lesión, permitiendo arribar a una sentencia judicial que evite la consuma-
ción del daño en cabeza del amparista.
Nuestra Constitución Nacional, así como muchos otros textos constitucionales en el
derecho comparado y sendas constituciones provinciales, prevé esta garantía en su artículo
43, fruto de la reforma efectuada en el año 1994.
Si bien, conforme nuestro sistema constitucional y normativo, y particularmente a
partir de la mencionada reforma, hoy no existe mayor debate sobre sus alcances, a lo largo
del presente capítulo observaremos y comprenderemos que el contenido de esta garantía
(o acción) no fueron unívocos.
En tal contexto, nos proponemos en el presente capítulo analizar la evolución de la
acción de amparo en el derecho comparado hasta llegar a su recepción por la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación en los –renombrados– precedentes “Siri, Angel S.” (1957) y
“Kot, Samuel S.R.L.” (1958). Con sustento en dichos fallos, analizaremos en profundidad
los caracteres y los requisitos para la procedencia de la garantía en cuestión, de conformi-
dad con lo previsto en la Ley Nro. 16.986 (“Ley de Amparo”) –en primer término– y en
el artículo 43 de la mismísima Constitución Nacional, interrelacionando el tratamiento dis-
puesto en uno y otro cuerpo normativo.
1.Travieso, J.A.: Colección de Análisis Jurisprudencial – Derechos Humanos y Garantías, Buenos Aires, La
Ley, 2002, pág. 165.
310
La aparición del instituto del “amparo” en la jurisprudencia de nuestra Corte Su-
prema de Justicia de la Nación y –posteriormente– en nuestra Constitución Nacional, no
configuró un hecho aislado ni novedoso.
Por el contrario, la locución (amparo o amparamiento) ya era utilizada para calificar
a un recurso para impugnación de resoluciones judiciales en la Compilación de Alfonso X
“el Sabio” (conocida como las “Siete Partidas”)2 particularmente en la tercera partida, im-
perante durante el Siglo XI en el Reino de Castilla.3 Se entiende que el instituto normativo
que aquí nos ocupa fue transmitido a estas tierras junto con la tradición castellana propia
de nuestra región.
Así las cosas, sin perjuicio de su réplica en la Constitución de Cádiz del 19 de marzo
de 1812, sendas constituciones de América Latina receptan en forma expresa la garantía
en cuestión bajo el nombre de “amparo” o con denominaciones asimilables pero, siempre,
manteniendo los elementos fundamentales de tal garantía.4
Por su parte, y desde el derecho de raigambre anglosajona, se observa que desde
antaño existe la recepción de esta garantía en el esquema constitucional norteamericano en
pos de proteger a la población civil contra las normas que pudieran considerarse arbitrarias
y/o lesivas de derechos fundamentales. Esto fue objeto de aprobación por Alexander de
Tocqueville, en su análisis sobre el sistema político instaurado en los Estados Unidos de
América,5 y con posterioridad delineado –conforme ciertas características hoy reconocidas
en la versión argentina de esta garantía– por el chief justice John Marshall.
receptada inicialmente en la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos– de 1857, son
un claro ejemplo de ello.
5. Alexander Tocqueville analiza el poder judicial estructurado en la Constitución de los Estados
Unidos de América en su obra La Democracia en América (1835). En su parte pertinente expresa: “(…)
los americanos han reconocido a los jueces el derecho a fundamentar sus decisiones sobre la Cons-
titución más que sobre las leyes. En otros términos, se les ha permitido no aplicar aquellas leyes que
les parezcan inconstitucionales. Se que al negar a los jueces el derecho a declarar las leyes inconstitu-
cionales, concedemos indirectamente al cuerpo legislativo el poder de cambiar la Constitución, toda
vez que no encuentra más barreras legales que lo frenen. En los Estados Unidos, la Constitución
domina a los legisladores como a los simples ciudadanos. Es la primera de las leyes y no podría ser
modificada por una ley. Por tanto, justo es que los tribunales obedezcan de manera preferente a la
Constitución pro encima de todas las demás leyes. Esto se debe a la esencia misma del poder judicial:
en cierto sentido, el derecho natural del magistrado consiste en elegir entre aquellas disposiciones
legales aquellas que lo encadenan en forma más estrecha. (…) existen muy pocas leyes que por su
propia naturaleza escapen al análisis judicial durante mucho tiempo, pues hay muy pocas que no
lesionen algún interés individual y que los querellantes no puedan o deban invocar ante los tribuna-
les” (Tocqueville, A. de: La Democracia en América, traducción al español de La Democratie en Amérique,
Madrid, Akal, 2007, pp. 137 a 144)
311
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
6. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre fue aprobada por la IX Con-
ferencia Internacional Americana en Bogotá durante el año 1948. Configura el primer acuerdo inter-
nacional en específica materia de Derechos Humanos, anticipando la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, adoptada en el marco de la Organización de las Naciones Unidas.
7. La Convención Americana sobre Derechos humanos (también denominada “Pacto de San José de
Costa Rica”) fue suscrita el 22 de noviembre de 1969 en el marco de la conferencia celebrada en los
mencionados ciudad y país por la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta entró en vi-
gencia el 18 de julio de 1978. La Argentina ratificó su texto mediante la ley 23054, promulgada el 19
de marzo de 1984.
8. Haro, R.: “A medio siglo de la creación de la acción de amparo en la República Argentina –
Conmemorando la creación del amparo en los casos ‘Siri’ y ‘Kot’ - 1957/58”, pág. 5.
312
derechos constitucionales, dispuestos en la parte dogmática de nuestra Constitución Na-
cional.9
Aquí resulta imprescindible destacar los dos casos más relevantes de nuestra juris-
prudencia en la materia, de los que puede, sin dudas, inferirse que determinaron la apertura
de un ciclo garantista en la materia.10
En primer lugar, corresponde adentrarnos en el análisis del fallo “Siri” 11 de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (1957). El actor era titular y administrador del diario
“Mercedes”, radicado en la ciudad de misma denominación en la Provincia de Buenos
Aires, el que –mediante permanente custodia policial– se encontraba clausurado desde co-
mienzos de 1956.
En tal contexto, Siri interpuso una demanda ante el Juzgado en lo Penal Nro. 3 de la
ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, alegando la violación de sus derechos de
libertad de imprenta y trabajo consagrados en los artículos 14, 17 y 18 de la Constitución
Nacional, a raíz de la clausura del periódico dispuesta por la Policía de la Provincia de
Buenos Aires (sin aclarar las razones de la medida interpuesta), solicitando la urgente tutela
de los derechos indicados.
Analizado el contexto fáctico del caso, el magistrado interviniente asimiló el pedido
efectuado por Siri a una acción de hábeas corpus (única garantía regulada por aquel enton-
ces) y decidió, consecuentemente, no hacer lugar a la pretensión sostenida por dicho par-
ticular siendo que no se observaba limitación, restricción y/o amenaza sobre la libertad
física o ambulatoria del accionante (requisitos de procedencia para el habeas corpus).
313
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
12. Autos: “Siri, Ángel s/ interpone recurso de hábeas corpus” (27/12/1957). Voto de la mayoría.
13. Es dable recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación funda, primordialmente, su
decisorio en lo el pensamiento de Joaquín V. González –uno de los principales ideólogos de nuestra
Constitución Nacional-, quien puntualizaba: “No son, como puede creerse, las «declaraciones, dere-
chos y garantías», simples fórmulas teóricas: cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen
poseen fuerza obligatoria para los individuos, para las autoridades y para toda la Nación. Los jueces
deben aplicarla en la plenitud de su sentido, sin alterar o debilitar con vagas interpretaciones o am-
bigüedades la expresa significación de su texto. Porque son la defensa personal, el patrimonio inal-
terable que hace de cada hombre, ciudadano o no, un ser libre e independiente dentro de la Nación
Argentina” (“Manual de la Constitución argentina”, en Obras completas, vol. 3, Buenos Aires, 1935,
núm. 82; conf., además, número 89 y 90).
14. En el mismo pronunciamiento, la Corte Suprema de Justicia de la Nación reconoce: “(…) esta
314
Asimismo, con la intención de brindar un criterio que forme el espíritu sobre la ne-
cesidad de reconocer este instituto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación pone de
resalto: “Los preceptos constitucionales tanto como la experiencia institucional del país
reclaman de común acuerdo el goce y pleno ejercicio de las garantías individuales para la
efectiva vigencia del Estado de derecho e imponen a los jueces el deber de asegurarlas”.
En segundo lugar, es obligatoria la referencia al pronunciamiento de la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación en autos “Kot” de fecha 5 de septiembre de 1958. 15
En este caso, la firma propietaria de una fábrica textil en la Provincia de Buenos
Aires, fue objeto de una huelga originada en un conflicto laboral con su personal. La me-
dida fue, en un primer momento, declarada ilegal por la “Delegación San Martín del De-
partamento Provincial del Trabajo”; circunstancia en virtud de la cual el propietario de la
empresa ordenó a sus obreros a regresar al trabajo en el término de 24 horas, con excep-
ción en los obreros Villamayor y Fistein, quienes fueron despedidos.
Noventa días después, la resolución de la Delegación San Martín fue declarada nula
por el Departamento Provincia del Trabajo, siendo la empresa intimada a reincorporar en
forma inmediata a los obreros despedidos.
Siendo que Kot se negó a dicha reincorporación, los obreros despedidos junto con
un grupo de compañeros ocuparon la fábrica. La ocupación derivó en la concreta y total
paralización de la actividad de la fábrica durante casi tres meses.
Sin perjuicio del curso de la causa ordinaria16, originada en una denuncia por usurpa-
ción ante la comisaría de Villa Lynch, Partido de San Martín, por usurpación, en simultá-
neo, Kot inició interpuso una acción de amparo a fin de que se ordene la inmediata
desocupación de su fábrica.
Para fundar la acción, se basó, desde el aspecto formal y procedimental, en lo resuelto
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el precedente “Siri” un año antes (1957)
–analizado más arriba–; y en lo que respecta a sus derechos vulnerados invocó la libertad
de trabajar y ejercer industria lícita (artículo 14 de la Constitución Nacional) y el derecho a
la propiedad (artículo 17), haciendo particular hincapié en la gravedad extraordinaria del
caso. Es decir, dedujo una garantía distinta a la que protege a la libertad corporal y que, a
semejanza del hábeas corpus, procura también una protección expeditiva y rápida que
emana directamente de la Constitución.
Sin perjuicio de la opinión expuesta por el Dr. Ramón Lascano (por la Procuración
General de la Nación) en su dictamen, la Corte Suprema, al entrar al análisis del caso
penal de la ciudad de La Plata resolvió sobreseer definitivamente a los obreros acusados en la causa,
por lo cual la parte actora apeló dicha resolución, siendo la misma confirmada por la Cámara de
Apelaciones en lo Penal de La Plata y posteriormente, por la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
al declararse incompetente para entender en el marco del Recurso Extraordinario Federal interpuesto
contra la sentencia de la Cámara. En paralelo al trámite por ante la Cámara de Apelaciones en lo
Penal de La Plata (antes de ser notificada la sentencia del proceso ordinario), Kot interpuso ante la
propia Cámara la acción de amparo que derivaría en el pronunciamiento analizado de la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación (es decir, inició un proceso judicial autónomo al efecto).
315
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
establece que si bien en el precedente citado –donde se admitió por primera vez la proce-
dencia formal y material de la acción de amparo– la restricción ilegitima provenía de la
autoridad pública, tal distinción no es esencial a los fines de la protección constitucional
aquí instada. En tal sentido, puntualizó que, en línea con lo dispuesto en el artículo 33 de
la Constitución Nacional: “Sin una reserva que, expresa o implícitamente, emane de los
preceptos constitucionales y que imponga una inteligencia restringida del recurso de am-
paro, la interpretación amplia es la que mejor consulta los grandes objetivos de la Ley
Suprema y las genuinas finalidades de aquellas garantías”, señalando: “Lo que primordial-
mente tienen en vista el hábeas corpus y el recurso de amparo, no es el origen de la res-
tricción ilegitima a cualquiera de los derechos fundamentales de la persona humana, sino
estos derechos en sí mismos, a fin de que sean salvaguardados”.
En línea con lo recién expuesto, el tribunal interviniente hizo especial énfasis en el
ánimo de los constituyentes de 1853 al redactar la Constitución Nacional, puntualizando:
“Nada hay, ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la
protección de los llamados “derechos humanos” –porque son los derechos esenciales del
hombre– esté circunscripta a los ataques que provengan solo de la autoridad (…)”, apo-
yándose –también– al efecto en lo dispuesto en la declaración Universal de Derechos del
Hombre, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas cuyo artículo 8 opor-
tunamente analizáramos.
En otras palabras, el reconocimiento de la garantía en cuestión, cuyo objeto funda-
mental es tutelar los derechos establecidos en nuestra carta constitucional, debe proceder,
no solo ante conductas violatorias de tales derechos imputables a la autoridad pública sino
también, ante actos –de idéntico alcance– llevados a cabo por particulares.
Siguiendo tal orden de consideraciones, declarada la procedencia formal de la –pre-
toriana– acción de amparo contra los actos provenientes de particulares (como configuran
en este caso los obreros que tomaron la fábrica), la violación de derechos fundamentales
reconocidos en la propia Constitución Nacional 17 y la necesidad de tutela judicial urgente,
la Corte Suprema revoca la sentencia apelada y hace lugar al recurso de amparo deducido,
ordenando la urgente restitución del inmueble a Kot.
En línea con el análisis hasta aquí realizado, puede concluirse que la procedencia
formal de la acción de amparo –al menos en la interpretación de nuestra Corte Suprema–
no se encontrará limitada conforme el origen de la restricción ilegítima de derechos de que
se trate. El objetivo fundamental de la garantía se vincula pura y exclusivamente con la
salvaguarda y protección de los derechos fundamentales inherentes a la persona humana.
Tal como señala conclusivamente la Corte Suprema en el pronunciamiento recién desarro-
llado “La Constitución está dirigida irrevocablemente a asegurar a todos los habitantes ‘los
beneficios de la libertad’, y este propósito, que se halla en la raíz de nuestra vida como
Nación, se debilita o se corrompe cuando se introducen distinciones que, directa o
17.La Corte Suprema expresa sobre este punto: “Los hechos de la causa revelan de modo indudable
que existe una restricción ilegitima de los derechos constitucionales invocados por el recurrente:
desde luego, el de propiedad; también, y sobre todo, el de la libertad de trabajo, pues lo ocupado por
los obreros no en un inmueble baldío o improductivo, sino una fábrica en funcionamiento y me-
diante la cual el propietario ejerce su actividad económica de fabricante”.
316
indirectamente, se traducen en obstáculos o postergaciones para la efectiva plenitud de los
derechos”.
Arribado este punto, resulta importante destacar que la intervención de la Corte Su-
prema en los casos analizados no se limitó a brindar las soluciones apuntadas, sino que fue
más allá.
En la convicción sobre la necesidad de brindar un delineado e infranqueable marco
futuro a la acción de amparo, dentro de los considerandos que componen el pronuncia-
miento dictado en el caso Kot, la Corte Suprema manifiesta y formula a título conclusivo
los requisitos para la procedencia de la –por aquel entonces– nueva garantía. A tal efecto,
nuestro máximo tribunal sostuvo: “Siempre que aparezca en consecuencia, de modo claro
y manifiesto, la ilegitimidad de una restricción cualquiera a algunos de los derechos esen-
ciales de las personas así como el daño grave e irreparable que se causaría remitiendo el
examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales, corres-
ponderá que los jueces restablezcan de inmediato el derecho restringido por la rápida vía
del recurso de amparo”. Agregando: “(…) en tales hipótesis los jueces deben extremar la
ponderación y la prudencia –lo mismo que en muchas otras cuestiones propias de su alto
ministerio– a fin de no decidir por el sumarísimo procedimiento de esta garantía constitu-
cional, cuestiones susceptibles de mayor debate y que corresponde resolver de acuerdo
con los procedimientos ordinarios”.
A partir de la lectura del pasaje transcripto, puede observarse que la Corte Suprema
establece liminar y claramente una serie de lineamientos o requisitos para la procedencia
de la garantía que nos ocupa, a saber:
i) Existencia de una restricción ilegítima a un derecho constitucional fundamental; ii)
Que la violación del derecho o garantía se funde en un acto u omisión ya sea de una auto-
ridad pública como también de un particular; iii) Inexistencia de otros procedimientos or-
dinarios, administrativos o judiciales que permitan contrarrestar la restricción de que se
trate o qué; iv) Aun pudiendo instarse tales procedimientos ordinarios, estos no resulten
plausibles en virtud del “daño grave e irreparable” que pueda causar su curso.
Entendemos que los requisitos expuestos pueden separarse entre aquellos de carácter
“material” (puntos i. y ii.) por relacionarse con el hecho o conducta ilegítima –y en defini-
tiva, con la resolución del caso particular de que se trate–, y aquellos de carácter “formal”
(puntos iii. y iv.) por vincularse con la admisibilidad meramente procesal de la garantía que
nos ocupa.
La Corte Suprema dispone adicionalmente un estándar de verificación y evaluación
de admisibilidad que se vincula primordialmente con estos requisitos de carácter formal
(parámetros indicados en los puntos iii) y iv). A tal efecto, exige la extrema ponderación
de dichos extremos por parte de los magistrados intervinientes. En definitiva, el Juez in-
terviniente debe cotejar la existencia y entidad de la restricción de derechos de que se trate
y determinar si existen remedios específicos para su impugnación judicial y, en caso afir-
mativo, si el curso de los mismos puede determinar o no un “daño grave e irreparable” en
cabeza del accionante.
317
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
A partir de los lineamientos sentados por la Corte Suprema en los dos fallos recién
analizados, un poco más de ocho años después, el Estado Nacional –bajo el gobierno de
facto de Juan Carlos Onganía– dictó el Decreto Ley 1698619, reglamentario de esta garan-
tía.
En opinión de la doctrina, la norma que nos ocupa “(…) vino a restaurar el orden
vencido por los considerandos de las dos sentencias de la Corte llamadas a influir (…) en
el orden jurídico argentino”20 al establecer una serie de requisitos (muchos de ellos tradu-
cidos en excesivas restricciones) que entorpecen el ejercicio de esta garantía, como vere-
mos a continuación.
Requisitos materiales
El artículo 1 de la norma dispone que la acción de amparo resulta admisible contra
“(…) todo acto u omisión de autoridad pública que, en forma actual o inminente, lesione,
restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o
18. “Kot Samuel S.R.L s/ Recurso de Hábeas Corpus” 05/09/1958 – Fallos 241:291.
19. La norma fue sancionada el 18/10/1966. Su encabezado proclama: “En uso de las atribuciones
conferidas por el Art. 5 del Estatuto de la Revolución Argentina. El Presidente de la Nación Argen-
tina, sanciona y promulga con fuerza de ley (…)”.
20. Manili, P. (Director) y Pizzolo, C.: Derecho Procesal Constitucional, Capítulo II, “El Amparo Indivi-
318
garantías explícita o implícitamente reconocidas por la Constitución Nacional, con excep-
ción de la libertad individual tutelada por el hábeas corpus”.
Como se observa, el artículo citado toma parcialmente la fórmula establecida por la
mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, y establece que los requisitos materiales
para la admisibilidad de la acción de amparo son:
i) Existencia de una lesión, alteración, restricción o amenaza de un derecho constitu-
cional fundamental; ii) Que la violación/amenaza del derecho se funde en un acto u omi-
sión de autoridad pública; iii) con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta.
En una primera aproximación, se observa que la norma al incorporar los requisitos
materiales, o presupuestos de hecho, para la procedencia de la garantía toma un criterio
amplio sobre la lesividad de los derechos constitucionales. Así, admite la procedencia de la
garantía no solo ante supuestos de lesión efectiva del derecho, sino también ante la mera
amenaza de violación –es decir, cuando aún el acto lesivo no se ha concretado–.
En relación con el requisito enunciado en el punto ii), la reglamentación limita los
parámetros dispuestos por la propia Corte Suprema ocho años atrás, al disponer que la
acción de amparo solo resulta procedente contra actos u omisiones –lesivos de derechos
constitucionales– emanados única y exclusivamente de autoridad pública. De esta forma,
este artículo deja fuera de la órbita de acción del amparo a aquellos actos u omisiones
potencialmente violatorios o efectivamente conculcatorios de derechos constitucionales
llevados a cabo por particulares, haciendo caso omiso a la doctrina emanada del precedente
Kot.
Por su parte, y en último lugar, se observa que la norma limita también la procedencia
del amparo solo a favor de aquellos supuestos en que la afectación derivada del acto de la
autoridad pública se verifique con “arbitrariedad o ilegalidad manifiesta”. Esta cláusula ha sido
reiteradamente criticada por la doctrina, en virtud –no solo del carácter limitativo y restric-
tivo reseñado sino además– de su falta de claridad, al incorporar un instituto jurídico cuyos
alcances y concepto no son del todo precisos: la arbitrariedad.21
En tal sentido, se podría entender que existirá “ilegalidad” cuando se observa un des-
precio por las normas jurídicas aplicables. Por su parte, cierta doctrina entiende que se
estaría en presencia de un actuar “arbitrario” cuando el mismo encuentra absoluto funda-
mento en el capricho inocuo contra el derecho de un particular. 22
Sin perjuicio de ello, el requisito normativo aquí analizado ha recibido reiteradas crí-
ticas, por cuanto habilita el rechazo de la acción de amparo ante la verificación de un pre-
supuesto cuyos alcances no son del todo claros, indicio que –sin dudas– juega en perjuicio
de la seguridad jurídica.
Requisitos formales
Por su parte, el artículo 2 dispone una serie de requisitos de admisibilidad formal a
los efectos del ejercicio de la acción de amparo. La enunciación negativa del artículo resulta
21. Manili, P. (Director) y Pizzolo, C.: Derecho Procesal Constitucional, Capítulo II, “El Amparo Indivi-
dual”, Buenos Aires, Ed. Universidad, pág. 57.
22. Fiorini, B.: Acción de amparo. Graves limitaciones e incongruencias que la desnaturalizan, T. 124, Buenos
319
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
23.Si bien la norma extiende la limitación a aquellos supuestos en que se pretenda impugnar
un acto administrativo adoptado “(…) por expresa aplicación de la ley 16970”, la norma en cuestión
hoy se encuentra derogada, motivo por el que dicha limitación se encuentra hoy derogada en los
hechos.
320
el criterio seguido en la delimitación de esta garantía en los distintos ordenamientos del
mundo así como lo exigido por los mismísimos instrumentos internacionales en materia
de derechos humanos.
Sin perjuicio de ello, la restricción del amparo en aquellos supuestos en que se pre-
tenda obtener la declaración de inconstitucionalidad de una norma resultó un criterio cri-
ticado y desvirtuado por la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación décadas
después24, circunstancia que motivaría la posterior supresión de esta restricción al recoger
el instituto que nos ocupa en el marco de la reforma constitucional de 1994.
e) “La demanda no hubiese sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir
de la fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse”. 25
La norma bajo análisis estableció una última limitación formal en la evaluación de
procedencia del amparo vinculada al plazo para su interposición. Considerando que se
prevé la utilización del amparo a efectos de impugnar actos emanados de autoridad com-
petente (usualmente conocidos como actos administrativos), se establece una suerte de
plazo de caducidad para el ejercicio de la acción bajo análisis. Resulta particular el estable-
cimiento de dicho plazo, siendo no menores las críticas que ha recibido, considerando que
restringe la posibilidad de tutelar derechos de carácter fundamental al cumplimiento de un
criterio –si bien objetivo– absolutamente formal.
La jurisprudencia ha entendido que cuando la conducta lesiva del organismo impli-
cado se prolonga en el tiempo, se da un incumplimiento continuado (de tracto sucesivo)
que traslada sus efectos hacia el futuro26. En tal sentido, se entiende que es procedente la
acción de amparo aun cuando no se cuente con fecha cierta para computar el plazo a partir
del cual debió deducirse el acto lesivo de derechos que se pretende atacar. 27
Si bien, como fuera analizado, el Decreto Ley 16986 limitó considerable y virtual-
mente la procedencia del amparo tanto en un sentido material como formal, la jurispru-
dencia y la propia legislación posterior no tardó en morigerar las pautas allí establecidas.
Tales antecedentes sumados a la voluntad de los convencionales de incorporar en
forma específica esta garantía en el nuevo texto constitucional, a fin de fortalecer esta ins-
titución y evitar su eventual derogación por los canales legislativos convencionales –
24. Fallos “Outon”, “Empresa Mate Larangueira Mendes” y “Luis A. Peralta y otros c/ Estado Nacional (Mrio.
De Economía, BCRA)”, entre otros.
25. Decreto Ley Nro. 16986 – Artículo 2.
26. Gozaini, O.: El derecho de amparo, Buenos Aires, Ed. Depalma, 1995.
27. Sala I “Tuccillo c/ Administración Nacional” Derecho del Trabajo 1996-B-1573. En este sentido,
también se ha dicho: “El plazo de caducidad de quince días hábiles fijado por el legislador para la
interposición de la acción amparista no constituye un escollo insalvable cuando con la acción incoada
se enjuicia una ilegalidad continuada, originada tiempo antes de recurrir a la justicia pero existente al
momento de interponer el remedio amparista. ... El plazo de caducidad a que hace referencia el art.
2º inc. e), de la ley 16.986 no se produce cuando existe un incumplimiento continuado (…) que
traslada sus efectos en el tiempo (…)” (Cámara Nacional de Apelaciones de la Seguridad Social, sala
I • 02/11/1998 • Alvarez de Arcaya, Martha S. y otros c. Administración Nac. de la Seguridad Social
• DT 1999-B, 1441)
321
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
28. Badeni, G.: Instituciones de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Ad Hoc, 1997, pág. 672.
29. El artículo 3, inciso N) de la ley 24309 – “Declaración de la necesidad de la reforma de la Consti-
tución Nacional”– publicada en el B.O. el 31/12/1993, dispuso, dentro de las tareas de la convención
constituyente: “Se habilitan también para su debate y resolución en la Convención Constituyente los
puntos y los artículos que se discriminan a continuación: N) Consagración expresa de hábeas corpus
y del amparo. Por incorporación de un artículo nuevo en el capítulo segundo de la primera parte de
la Constitución Nacional”.
30. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, 2º edición, Buenos Aires, Heliasta, 1995.
31. El artículo 321 del actual Código Procesal Civil y Comercial de la Nación dispone la aplicación
del procedimiento sumarísimo: “Cuando se reclamase contra un acto u omisión de un particular que,
en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o ilegalidad mani-
fiesta algún derecho o garantía explícita o implícitamente reconocidos por la Constitución Nacional,
un tratado o una ley, siempre que fuere necesaria la reparación urgente del perjuicio o la cesación
inmediata de los efectos del acto, y la cuestión, por su naturaleza, no deba sustanciarse por alguno
de los procesos establecidos por este Código u otras leyes, que le brinden la tutela inmediata y efec-
tiva a que está destinada esta vía acelerada de protección”.
322
Principio de subsidiariedad: se dispone que procederá la acción de amparo siempre que
“no exista otro medio judicial más idóneo”. Ello implica un evidente cambio de criterio –
en favor de la procedencia de la garantía– con respecto a la Ley de Amparo, siendo que –
recordamos– el artículo 2, inciso a) disponía la inadmisibilidad formal de la acción cuando
“existan recursos o remedios judiciales o administrativos que permitan obtener la protec-
ción del derecho o garantía constitucional de que se trate”. De esta forma, la regla consti-
tucional dispone un criterio que otorga razonabilidad y seguridad jurídica al instituto,
morigerando la subsidiariedad del amparo a favor de su admisibilidad. El mismo procederá
aun cuando: i) existieren recursos administrativos para exigir la protección del derecho y/o;
ii) se encuentren disponibles medios judiciales que no resulten idóneos para la urgente
protección del derecho involucrado. Así, aun cuando exista una acción procesal ordinaria
y específica a fin de satisfacer la pretensión del sujeto, en la medida que la misma no satis-
faga la urgente necesidad de tutela del particular afectado, no cumplirá el requisito de ido-
neidad señalado y, consecuentemente, resultará plausible instar el amparo.
Como puntualiza Bidart Campos: “(…) para calibrar la mayor, o menor, o igual ap-
titud en la comparación del amparo con las demás vías procesales, se hace indispensable
analizar caso por caso, para averiguar (…) si la situación concreta de ese caso conforme a
sus circunstancias particulares encuadra en el marco impuesto por el art. 43”. 32
Declaración de inconstitucionalidad: dictado el Decreto Ley 16.986, la mismísima Corte
Suprema no tardó en expedirse con respecto a la limitación estipulada en el inciso d) del
artículo 2 –el cual descarta la procedencia de la vía amparista cuando su pretensión se funde
o requiera la declaración de inconstitucionalidad de una norma–. Como puntualiza Bidart
Campos, desde 1967, la Corte Suprema exceptuó en reiteradas ocasiones al poder judicial
de aplicar esta pauta restrictiva (casos “Outón”, “Empresa Mate Larangeira Mendes S.A.
y otros” y “Arenzón Gabriel Darío”), pero el golpe final a esta restricción se dio en 1990,
en el marco del fallo “Peralta”, oportunidad donde se sostuvo: “(…) la ley 16986 no podía
interpretarse como sustrayendo, cohibiendo o prohibiendo a los jueces que en los juicios
de amparo ejercieran, en la medida necesaria, el control de constitucionalidad para verificar
si normas generales impugnadas por vía de amparo eran o no violatorias de los derechos
que el amparo tiende a tutelar”.33
En línea con la clara posición de la Corte Suprema, el texto constitucional reformado
admite –en forma expresa– la declaración de inconstitucionalidad de una norma en el
marco de un proceso de amparo.
14.6. Conclusión
Como hemos visto a lo largo del presente, la acción de amparo constituye una garan-
tía diagramada a lo largo de la historia como un instrumento fundamental a fin de tutelar
la concreción de los derechos más fundamentales en cabeza de las personas.
32. Bidart Campos, G.: Manual de la Constitución Reformada, Tomo I, Buenos Aires, Sociedad Anónima
Editora, Comercial, Industrial y Financiera, 1998, pág. 378.
33. Bidart Campos, G.: Manual de la Constitución Reformada, Tomo I, Buenos Aires, Sociedad Anónima
323
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Bibliografía
34.
Travieso, J.A.: Colección de Análisis Jurisprudencial – Derechos Humanos y Garantías, Buenos Aires, La
Ley, 2002, pág. 166.
324
Haro, R.: “A medio siglo de la creación de la acción de amparo en la República Argen-
tina – Conmemorando la creación del amparo en los casos ‘Siri’ y ‘Kot’ - 1957/58”.
Manili, P. (dir.): “Derecho Procesal Constitucional”, Capítulo II, en El Am-
paro Individual, Buenos Aires, Ed. Universidad.
Gozaini, O.: El derecho de Amparo, Buenos Aires, Ed. Depalma, 1995.
Fiorini, B.: Acción de amparo. Graves limitaciones e incongruencias que la desnatura-
lizan, T. 124, Buenos Aires, La Ley.
Bielsa, R.: “Los recursos judiciales y los actos de autoridad. Garantías constitucionales
y su protección legal (Sobre el recurso de amparo)”. La Ley 94833 - Derecho Constitucio-
nal - Doctrinas Esenciales Tomo II, 819 - AR/DOC/3142/2008.
325
Capítulo 15
EL HÁBEAS CORPUS
Por Augusto Carzoglio
15.1. Introducción
La expresión hábeas corpus proviene del latín y significa “tienes tu cuerpo” o “tienes
derecho a tu cuerpo”. A pesar de ser una expresión en latín, su origen no data de Roma.
En la historia de la humanidad, la protección a la libertad personal o la lucha contra la
detención arbitraria posee varios instrumentos. Por mencionar algunos de suma importan-
cia tenemos la Carta Magna de 1215, que entre otras cosas “…estableció el principio de
que la pena es el resultado de una ley anterior y fundamentada en base a una sentencia
dictada en legal forma. Los hombres libres, no podían ser detenidos sino en cumplimiento
de normas y sentencias…” 1. El Bill Of Rights de 1628 “…para hacer frente a las deten-
ciones arbitrarias y el establecimiento de nuevos impuestos…”2 y el Hábeas Corpus Act
de 1679.
Dando un salto en el tiempo y el espacio, en la Argentina el hábeas corpus, vio la luz
el 14 de septiembre de 1863 mediante la sanción de la ley 48 en su Art. 20, que regula la
jurisdicción y competencia de los tribunales nacionales 3, y en el Código Procesal Penal –
ley 2372–4 en el Título IV, Sección II del Libro Cuarto “Modo de proceder en los casos
de detención, arresto o prisión ilegal de personas”.
Luego de esto, y habiendo corrido mucha tinta jurisprudencial bajo el puente, hubo
que esperar hasta 1984, donde una vez recuperado el régimen democrático de gobierno,
1. Travieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías, Buenos Aires, Heliasta, 1998, p 60.
2. Ídem pág. 103.
3. Sancionada: 25/8/1863 y promulgada: 14/9/1863.
4. Sancionado el 04/10 de 1888.
327
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
las nuevas autoridades legislativas tomaron dos decisiones que cambiarían radicalmente el
panorama del reconocimiento y el respeto de esta garantía.
En el ámbito nacional propiamente dicho, el 19 de Octubre de 1984, se promulga la
ley 23098 que regula el procedimiento del Hábeas Corpus. A partir de la entrada en vigen-
cia de esta ley, queda derogado el artículo 20 de la ley 48.
Mientras tanto, casi en simultáneo, en el ámbito internacional se depositaba la ratifi-
cación de la Convención Americana de Derechos Humanos en la Secretaría General de la
OEA el 5 septiembre de este mismo año.5 Con este acto de ratificación, el Estado Argen-
tino se encuentra obligado a cumplir con las obligaciones asumidas, y en este punto en
particular, la garantía de hábeas corpus se encuentra reconocida en el inciso 6 del artículo
7.
Siguiendo con el ámbito internacional, en el año 1986 la República Argentina ratifica
el Pacto Internacional de derechos Civiles y políticos en donde se le reconoce también el
derecho, ante una detención o prisión, a recurrir ante un tribunal para que decida a la
brevedad acerca de la legalidad de la detención y ordene su liberación en caso de que la
detención sea ilegal.
Por último, a nivel nacional, también hay que destacar que con la reforma de la Cons-
titución realizada en el año 1994, se incorporó el hábeas corpus a la Constitución y se
encuentra regulado en el artículo 43 de la misma.
El hábeas corpus es una garantía constitucional que poseen todas las personas que se
encuentren en territorio argentino y tiene como finalidad proteger el derecho a la libertad
personal. Sin embargo, esta garantía no se limita únicamente a proteger la libertad ambu-
latoria de las personas, sino que también procede ante la afectación de otros derechos,
como pueden ser la vida, la integridad física y psíquica, etc.; cuando la persona se encuentra
detenida legalmente.
Para poder comprender qué implica y qué es el hábeas corpus, basta con leer los
párrafos primero y cuarto del artículo 43 de la Constitución Nacional, que dicen:
“…Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que
no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades pú-
blicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o ame-
nace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta
Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad
de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva…”.
En lo pertinente al hábeas corpus, el cuarto párrafo del mismo artículo de la Consti-
tución establece:
“…Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad
física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el
de desaparición forzada de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por
328
el afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la
vigencia del estado de sitio…”.
En consecuencia, se puede observar como está regulada esta garantía en nuestra
Constitución Nacional en los párrafos primero y cuarto, siendo el primero referido a la
acción de amparo y el segundo en lo que especifica al hábeas corpus.
De la lectura del primer párrafo, se desprende que el amparo es una acción rápida y
expedita contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares que en forma
actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad mani-
fiesta, derechos y garantías reconocidos por la Constitución, un tratado o una ley.
El hábeas corpus, por su parte, también es una acción rápida y expedita contra todo
acto u omisión de autoridades públicas que en forma actual o inminente lesione, restrinja,
altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta la libertad física de una persona
o bien cuando hay un agravamiento ilegitimo en las formas o condiciones de detención de
una persona o si existe una desaparición forzada de personas.
329
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
A diferencia de los otros tipos de Hábeas Corpus, el correctivo no tiene como fina-
lidad proteger la libertad ambulatoria de la persona sino otros derechos que tiene la per-
sona. Para que proceda, la persona debe estar privada de la libertad física, y esta privación
debe ser legal, pero las condiciones de detención fueron agravadas. Es decir, lo que protege
este tipo de hábeas corpus no es el derecho a la libertad ambulatoria, sino otros derechos
de la persona que se encuentra detenida legalmente.
El juez que va a entender en este hábeas corpus es el que tiene a cargo la detención
de la persona, y en caso de que se presente un hábeas corpus correctivo y el juez haga caso
omiso, el magistrado podrá ser responsable por lo que le suceda al detenido. Por este mo-
tivo, es que los jueces son muy cuidadosos con este tipo de hábeas corpus.
Por último, es dable destacar que este tipo es sin duda alguna, el que mayormente se
interpone ante los juzgados con competencia en lo penal.
330
Esta clase de hábeas corpus establecido expresamente en la Constitución Nacional
tiene una justificación clara, que es la de la gran cantidad de desaparición forzadas de per-
sonas que se sufrieron en la dictadura militar que se denominó “Proceso de Reorganización
Nacional” y que abarcó el período desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre
de 1983.
En este tipo de hábeas corpus, lo que hay es una detención por parte del Estado o
particulares con la aquiescencia del Estado, y una posterior negativa a reconocer esa priva-
ción de la libertad impidiendo ejercer los recursos y garantías legales para atacar esa deten-
ción.
Así define, en su segundo artículo, la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas, celebrada en Belém do Pará en 1994, y ratificada por la Argentina
mediante la ley 24556 de octubre de 1995, a la que el Congreso le otorgó jerarquía consti-
tucional, mediante la ley 24820 el 26 de mayo de 1997.
“…Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la
privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por
agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización,
el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a
reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con
lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinen-
tes…”.
Por lo tanto, el hábeas corpus en caso de desaparición forzada de personas, va a
poder ser interpuesto por cualquier persona en favor de otra que se encuentre privada de
su libertad y el Estado se niegue a reconocer tal privación.
El hábeas corpus, por lo general, se asocia a una acción individual y no colectiva. Sin
embargo, nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, hizo lugar a un hábeas corpus
colectivo el 3 de mayo de 2005 en los autos “Verbitsky, Horacio s/hábeas corpus”.
El CELS, cuyo director en ese entonces era Horacio Verbitsky, realizó un releva-
miento de las condiciones de detención que debían soportar los detenidos de la Provincia
de Buenos Aires. De este relevamiento, se pudo observar que una gran cantidad de dete-
nidos se encontraban alojados en comisarías, que en su totalidad las comisarias podían
albergar 3178 personas y en ese entonces alojaban a 6364, es decir, más del doble de la
capacidad. Por otro lado, las condiciones de higiene de las celdas eran deplorables, muchas
carecían de ventilación y luz solar, entre otras tantas falencias. Asimismo, el CELS, adujo
que la situación en los penales de la Provincia de Buenos Aires, no era mejor a tal punto
que estaba declarada la emergencia físico-funcional mediante el decreto 1132/01.
Ante esta situación, es claro que corría riesgo la vida tanto de las personas detenidas,
como del personal de custodia. Por tal motivo, es que el CELS decide interponer, en el
año 2001, un hábeas corpus correctivo y colectivo en favor de todas estas personas que se
encontraban detenidas en la Provincia de Buenos Aires.
Cuando se trata de un hábeas corpus correctivo, el juez natural que debe entender en
el mismo, es el juez que tiene a su cargo la detención de la persona. Es decir, si el detenido
está en prisión preventiva, será el juez de garantías o el tribunal oral el que debe velar por
331
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
las condiciones de detención; en cambio si la persona tiene condena firme, será el juez de
ejecución penal quien entienda en el hábeas corpus correctivo.
Ahora bien, si estamos frente a un hábeas corpus correctivo y colectivo, ¿cuál va a
ser el juez natural que deba entender en ese proceso?
El CELS, entendió que quien debía entender en ese hábeas corpus correctivo y co-
lectivo en favor de todos los detenidos de la provincia de Buenos Aires, era el máximo
tribunal en materia penal de esa provincia, por lo tanto, interpuso la acción ante el Tribunal
de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires.
La Sala III de ese Tribunal rechazó el hábeas corpus fundándose en que no era el
órgano competente para entender en esa acción, toda vez que “…no correspondía tomar
una única decisión que englobase situaciones plurales indeterminadas, aun cuando estén,
de manera significativa, referidas a un problema común…” (pág. 18 fallo Verbitsky). Asi-
mismo, funda también su decisión en que “…la acción de hábeas corpus, no autorizaba –
en principio– a sustituir a los jueces propios de la causa en las decisiones que les incumben,
de modo tal que la reparación de las agravaciones de las condiciones de detención denun-
ciadas en la presentación debía encontrar remedio en los respectivos órganos jurisdiccio-
nales a cuya disposición se hallaban los detenidos… (pág. 18 fallo Verbitsky).
El CELS interpuso recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Bue-
nos Aires, quien lo rechazó, por considerar que la decisión impugnada no era una sentencia
definitiva.
Por tal motivo, el CELS interpone Recurso Extraordinario Federal que fue denegado
y luego se interpone la correspondiente Queja.
Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, hace lugar al hábeas corpus
correctivo y colectivo interpuesto por el CELS.
Para así decidir, previamente realizó varias audiencias con representantes del Poder
Ejecutivo provincial, con distintos amicus curiae y en su parte resolutiva establece, entre
otras cosas, que las reglas mínimas para el Tratamiento de Reclusos de las Naciones Uni-
das, configuran las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda detención.
En lo que respecta al hábeas corpus colectivo, la corte en los considerandos 15 a 19,
habla específicamente del hábeas corpus colectivo y sostiene: “…pese a que la Constitu-
ción no menciona en forma expresa el hábeas corpus como instrumento deducible también
en forma colectiva, tratándose de pretensiones como las esgrimidas por el recurrente, es
lógico suponer que si se reconoce la tutela colectiva de los derechos citados en el párrafo
segundo, con igual o mayor razón la Constitución otorga las mismas herramientas a un
bien jurídico de valor prioritario y del que se ocupa en especial, no precisamente para re-
ducir o acotar su tutela sino para privilegiarla…” (pág. 32 del Fallo Verbitsky).
Es por este fundamento que la Corte admite el hábeas corpus colectivo.
332
detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados
Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su
libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que este decida
sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los
recursos podrán interponerse por sí o por otra persona…”.
Si bien el artículo, ut supra, transcripto no menciona específicamente al hábeas cor-
pus, por las características que brinda se puede concluir sin lugar a dudas que se refiere al
hábeas corpus.
Por otra parte, el artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
reconoce el derecho a la libertad personal, y en el inciso 4 de ese mismo artículo dice:
“…Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá
derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que este decida a la brevedad posible sobre la
legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal…”.
Al igual que en la CADH, tampoco habla específicamente del hábeas corpus, sino
del derecho a acudir a un órgano jurisdiccional para que evalúe si la detención es legal o
no, y en caso de que no lo fuera orden inmediatamente la liberación de la persona.
Por último, es importante destacar que la Corte IDH se expidió acerca del hábeas
corpus, en la Opinión Consultiva 8/87 que fue solicitada por la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH).
En esa oportunidad, la Comisión, consultó a la Corte si el hábeas corpus era una de
las obligaciones que podían ser suspendidas en caso de guerra, de peligro público o de otra
emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado Parte, según lo establece
el artículo 27 de la CADH.
En resumen, la consulta radica en aclarar si el hábeas corpus era susceptible de sus-
penderse en los casos excepcionales que prevé el artículo 27 de la Convención.
Lógicamente, la Corte por unanimidad, entendió que el hábeas corpus no puede ser
suspendido bajo ninguna circunstancia ya que constituye una garantía judicial indispensa-
ble para proteger derechos y libertades que tampoco pueden suspenderse.
En su desarrollo la Corte, sostiene, al analizar el amparo y el hábeas corpus, que “…Si
se examinan conjuntamente los dos procedimientos, puede afirmarse que el amparo es el
género y el hábeas corpus uno de sus aspectos específicos…” (considerando 34). Asi-
mismo, también sostiene que si bien el derecho a la libertad personal es susceptible de ser
suspendido, no implica que la detención no pueda ser sometida a un control de legalidad
y lo que es más, verificar que la persona detenida no haya sido agredida físicamente, ya que
la integridad física si es uno de las obligaciones que no puede suspenderse.
15.8. Bibliografía
Travieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías, Buenos Aires, He-
liasta, 1998.
Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Buenos
Aires, La Ley, 2008.
333
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Capítulo 16
EL HÁBEAS DATA
Por Ornela Flavia Vanzillotta
16.1. Introducción
Cuando nos referimos al hábeas data, lo primero que se nos viene a la mente es que
se refiere a una garantía, o una acción judicial, o algo relacionado con las ciencias jurídicas.
Sin embargo, cuando ingresamos en la etimología, el análisis deviene un poco más pro-
fundo.
“Habeas” procede del latín “habeo, habere”, y en consecuencia deviene del verbo “ha-
ber”, como sinónimo de “tener”. “Data”, en cambio, proviene del latín “datum”, de la
misma raíz que el verbo latino “do, das, dedi, datum, dare”, lo cual es igual a “ofrecer”. Los
diccionarios de la lengua inglesa traducen “datum, data”, por “facts” o “things certainly
known”. En portugués, el “data” es traducido por “documentos”, “datos” o “informacio-
nes”, que constan en archivos o bancos de datos.
Así, una interpretación estrictamente lingüística del hábeas data se traduciría en:
“Tendrás tus datos”, o si la dotamos de un poco más de elaboración contextual, podría ser
“toma los datos que están en tu poder y entrégaselos al interesado” … para que, eventual-
mente, este pueda conocer su información, y eventualmente, defenderse de algún atrope-
llo1”
Son varios los autores, que concuerdan en que la expresión hábeas data es utilizada
a modo de empréstito terminológico de la de hábeas corpus. Mientras que “hábeas corpus”
significa “se traiga, se exhiba, o presente el cuerpo”, el hábeas data denota que “se traigan,
exhiban los datos”.2
La palabra “datos” se utiliza, adrede, en un sentido amplio a fin de conferir la pro-
tección más amplia posible a los derechos de las personas afectadas, independientemente
de la forma particular en que se recopilen, se almacenen, se recuperen, se usen o se difun-
dan los datos. Pero si la contextualizamos dentro de la típica acción de hábeas data, nota-
remos que al utilizar la expresión “datos personales”, nos indica que ellos abarcan la
información que identifica o puede usarse de manera razonable para identificar a una per-
sona en particular de forma directa o indirecta, especialmente por referencia a un número
de identificación o a uno o más factores referidos específicamente a su identidad física,
fisiológica, mental, económica, cultural o social.
En el sentido estrictamente jurídico, el hábeas data es un recurso legal, una garantía
que se encuentra a disposición de todo individuo mediante la cual se le permite acceder a
334
la información sobre él que se encuentre contenida en un banco de información o registro
de datos. El objetivo final es que el ejercicio de dicho derecho suponga una garantía sobre la
manipulación de la información personal que se encuentra bajo conocimiento de terceros,
permitiendo impedir los abusos y pudiendo corregir los errores involuntarios en la admi-
nistración y en la publicación de esos datos aun cuando no estén dadas las condiciones de
arbitrariedad o ilegalidad del acto cuestionado.
3. Travieso, J.A.: Régimen jurídico de los datos personales, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2014, pág. 85.
4. Travieso, J.A.: “Derechos Humanos y Garantías”, Florencio Travieso, “Los Derechos Humanos
y el Acceso a la Información Pública” pág. 125.
5. Los antecedentes pueden encontrarse en 1968, cuando la Asamblea General de la ONU reco-
mienda a los Estados la realización de normas que protegieran adecuadamente las libertades indivi-
duales susceptibles de ser menoscabadas por las nuevas tecnologías informáticas.
335
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
un largo proceso antes de ser sancionada, ya que a lo largo de los años y en repetidas
ocasiones el proyecto perdió fuerza dentro del Congreso Nacional. Cesando en su estado
parlamentario debido a los grandes intereses económicos que el proyecto de ley ponía en
pugna, principalmente por el feroz lobby y la presión que ejercían los intereses económicos
vinculados con las empresas de datos comerciales.
Según M. A. Gelli6, la determinación de los lindes del hábeas data implicaba el ejer-
cicio y distribución del poder, ya que exigía, por un lado, la intervención del Estado como
“mediador” entre intereses desiguales, los bancos de datos, y por otro, el titular de esos
datos, introduciendo un importante criterio de legitimidad política de los sistemas demo-
cráticos tecnológicamente desarrollados. Opina la autora que quizás la demora en sancio-
nar la ley de protección de datos se debió, en gran parte, al temor a los eventuales perjuicios
y trabas que podrían ocasionar a las actividades financieras, comerciales, periodísticas o de
publicidad dentro del Estado Argentino.
6. Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Tercera edición ampliada y
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, comentario al artículo 43, pág. 639.
7. Artículo 43.- Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de
particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley.
En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u
omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo rela-
tivo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como
a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas
de su organización. Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos
a ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados
destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rec-
tificación, confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes
de información periodística. Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera
la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en
el de desaparición forzada de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afec-
tado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado
de sitio.
336
acorde con la jurisprudencia y la doctrina imperantes, “implícitos” dentro del artículo 33 8
de la Constitución Nacional.
Finalmente, la Convención Nacional Constituyente de 1994, recepcionando las exi-
gencias de la doctrina nacional, y aun supliendo la omisión en que incurriera la ley decla-
rativa de la necesidad de la reforma constitucional, consagró esta ansiada herramienta
procesal que tanto necesitaba la Constitución para afianzar la protección de los datos per-
sonales o vinculados con la propia persona del interesado.
Si bien algunos autores consideran que entre el amparo y las dos modalidades de
“hábeas” poseen una relación de género a especie, mientras otros consideran que son
“subgéneros”, creemos que cada uno de ellos posee una identidad propia. Si bien se rigen
por un similar procedimiento procesal, considero que cada uno de ellos tiene su idiosin-
crasia, y no por algo estrictamente vinculado al procedimiento procesal que adoptan para
su procedimiento (similar al del juicio sumarísimo), es que debemos agruparlos o conside-
rarlos “subtipos”.
En este sentido, apoyando esta tesitura, la legislación reglamentaria aporta la claridad
necesaria para interpretar que estamos ante una herramienta procesal distinta del amparo
común. La ley 25.326 establece, en su artículo 379, que la acción de hábeas data tramitará
según las disposiciones reguladas por ese instrumento, y por el procedimiento de la acción
de amparo común, y supletoriamente por las normas del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación.
La Corte Suprema ha establecido, en un fallo 10 del año 2005, los rasgos del hábeas
data como una “garantía autónoma y peculiar” y que poco se identifica con el amparo. En
este caso, la CSJN sostuvo que “no es suficiente con que la información acerca de los datos
financieros de una persona haya sido registrada y transmitida, sin arbitrariedad manifiesta”,
sino que además debe ser precisa, y los datos registrados deben ser “exactos y completos”,
pues no basta con decir una parte de la verdad y proceder a registrarla”. Entonces, la exi-
gencia de la Corte deslinda al hábeas data de uno de los recaudos del amparo y denota con
claridad que no le basta al titular del banco de datos con alegar que no ha habido “arbitra-
riedad manifiesta”, para eximirse de responsabilidad.
Además de estos conceptos pseudo-filosóficos y de opinión acerca de la naturaleza
procesal del amparo, y ya introduciéndonos en su aplicación práctica, la instrumentación
del hábeas data dentro de nuestro derecho surgió también como remedio a las situaciones
de desaparición forzada de personas, perfilando un instituto jurídico singular. Lamentable-
mente, luego de la Argentina de la década del 70 e inicios de los 80, en donde las violaciones
a los derechos humanos eran moneda corriente, la labor de los convencionales
8. Constitución Nacional. Artículo 33.: “Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Cons-
titución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que
nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno”.
9. Ley 25326. Artículo 37. – (Procedimiento aplicable).La acción de hábeas data tramitará según las
disposiciones de la presente ley y por el procedimiento que corresponde a la acción de amparo co-
mún y supletoriamente por las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, en lo
atinente al juicio sumarísimo.
10. “Martínez, Matilde Susana c/ Organización VERAZ SA” (Fallos 328:797).
337
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
11. Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Tercera edición ampliada y
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, comentario al artículo 43, pág. 636.
12. Sancionada el 4.10.2000, promulgada parcialmente mediante Decreto 995/2000 del 30.10.2000,
13.Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Tercera edición ampliada y
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, comentario al artículo 43, pág. 655.
338
El Art. 1 determina el objeto de la misma14, en donde podemos observar que tanto
la persona humana como las personas jurídicas están amparadas por sus disposiciones. En
opinión de Gelli15, cuando hablamos de personas físicas, la garantía del hábeas data alcanza
a las personas por nacer, pues estas podrían verse afectadas, por ejemplo, por el registro y
tratamiento de sus datos médicos. En nuestro país, los derechos de los no nacidos, a partir
de la Reforma Constitucional de 1994, tienen reconocimiento constitucional, en primer
lugar, por la jerarquización de los tratados de derechos humanos consagrados en el artículo
75 inciso 22 de la Constitución Nacional, que incluye a la Convención sobre los Derechos
del Niño. Sin embargo, deberíamos hacer una distinción especial cuando hablamos del
alcance del presente derecho a las personas de existencia ideal, debido a que, por ser per-
sonas jurídicas, que carecen de personalidad, no podrían ver lesionado su derecho a la
privacidad, y por lo tanto, este aspecto debería ser tratado con mayores recaudos. En este
sentido, existe un genuino interés privado de índole especialmente económica en el regis-
tro, difusión y transmisión de datos comerciales y financieros, y un fuerte interés estatal en
facilitar y proteger tal actividad.
Posiblemente, las relaciones entre personas jurídicas sean netamente comerciales, y
su perjuicio “moral” implique netamente un perjuicio económico, o como máxime, favo-
rezca un bloqueo inversionista “diplomático”, por decirlo de alguna manera. Vale aclarar
la gran diferencia que existiría, por ejemplo, si en un registro de información crediticia y
financiera y su puesta a disposición del público en general produce beneficios específicos
e implícitos de abaratamiento del crédito –debido a que reduce el riesgo de morosidad– y
de premio a quienes honran sus deudas, cuando hablamos de personas físicas, o cuando
se solicita un crédito para realizar una intervención quirúrgica a un familiar muy querido,
que corre riesgo de muerte, a diferencia de cuando una empresa rechaza los servicios de
otra porque según su historial crediticio, la primera está endeudada o tiene antecedentes
graves de morosidad, y eso hace que se desmorone un negocio multimillonario.
El Decreto 1558/2001, al reglamentar el art. 1 de la ley 25326, se enrola en la con-
cepción amplia del marco legal que hemos proclamado, al prescribir: “A los efectos de esta
reglamentación, quedan comprendidos en el concepto de archivos, registros, bases o ban-
cos de datos privados destinados a dar informes, aquellos que exceden el uso exclusiva-
mente personal y los que tienen como finalidad la cesión o transferencia de datos
personales, independientemente de que la circulación del informe o la información produ-
cida sea a título oneroso o gratuito”.
14. Art. 1, ley 25326: “La presente ley tiene por objeto la protección integral de los datos personales
asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios técnicos de tratamiento de datos,
sean éstos públicos, o privados destinados a dar informes, para garantizar el derecho al honor y a la
intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que sobre las mismas se
registre, de conformidad a lo establecido en el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución Nacio-
nal. Las disposiciones de la presente ley también serán aplicables, en cuanto resulte pertinente, a los
datos relativos a personas de existencia ideal. En ningún caso se podrán afectar la base de datos ni
las fuentes de información periodísticas”.
15. Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Tercera edición ampliada y
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, comentario al artículo 43, pág. 641.
339
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La ley define ciertos conceptos. Si bien tiene una redacción muy clara, exenta de
codificaciones y que puede ser interpretada por cualquier ciudadano, se destacan los con-
ceptos y procedimientos que incorpora respecto de los datos personales sensibles, el dere-
cho de acceso, su solicitud, y sus plazos de cumplimiento.
Respecto de los primeros, podríamos dar una definición aproximada entendiendo
por tales a los datos que afectan a los aspectos más íntimos de las personas físicas. Según
el contexto cultural, social o político, esta categoría podría abarcar, por ejemplo, datos
relacionados con la salud personal, las preferencias sexuales, las creencias religiosas o el
origen racial o étnico. En ciertas circunstancias podría considerarse que estos datos mere-
cen protección especial porque, si se manejan o divulgan de manera indebida, podrían
conducir a graves perjuicios para la persona o a discriminación ilegítima o arbitraria. Si bien
es cierto que la sensibilidad de los datos personales puede variar según la cultura y cambiar
con el tiempo y que los riesgos de ocasionar daños reales a una persona como consecuencia
de la divulgación de datos podrían ser insignificantes en una situación en particular pero
podrían poner en peligro la vida en otra, es muy importante la regulación de los mismos
ya que, a pesar de que el contexto donde esté inserto pueda variar, y con él las implicancias
que tenga una violación a tales derechos, su aproximación conceptual y por consiguiente
su protección, legitiman concretamente una esfera de intimidad y privacidad de las perso-
nas, que no puede ser violentada sin que ello acarree una flagrante violación a la esfera
individual de cada individuo.16
Sagüés17 se pregunta qué quiere decir registro o banco de datos “público” y responde
que existen dos acepciones: en una primera puede entenderse como “de acceso”, “de uso”
o “del” común de la gente; en un segundo significado, se entiende por “público” cualquier
organismo o actuación que concierna al gobierno, en cualquiera de sus órdenes. La norma
constitucional alude a cualquiera de los registros o archivos de organismo estatal, sea o no
de acceso para el público, pues la misma contempla dos categorías de registros o bancos
de datos susceptibles de hábeas data: los “públicos” y “los privados destinados a proveer
informes”; en el primer caso se está refiriendo a bases de datos del Estado y en el segundo
a las de particulares.18
A diferencia de los archivos, registros y bancos de datos públicos, en los de carácter
privado tanto la norma legal como la disposición constitucional exigen que estén “destina-
dos a dar informes”, aunque esta última utiliza la expresión “destinados a proveer infor-
mes”.
16. El principio de reserva complemente al principio de Legalidad (Art. 19 CN). “Las acciones priva-
das de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, están solo reservados a Dios y exentas de la autoridad de los Magistrados. Ningún habitante
de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la Ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”.
17. Badeni, G.: Reforma constitucional e instituciones políticas, Bs. As., Ad-Hoc, 1994, pág. 255.
Se afirma que el acceso a los datos registrados en organismos públicos o privados “se limita al caso
que estén destinados a su difusión”.
18. Sagües, N.P.: “El hábeas data contra organismos estatales de seguridad”, en L.L. 2000-A-352.
340
La naturaleza y pluralidad de los derechos que ampara el hábeas data obliga a exten-
der su ámbito de aplicación a todos los supuestos en que la información recolectada, al-
macenada, relacionada, evaluada o cedida a terceros sea relevante para el goce o protección
de los derechos de los titulares de los datos personales o bien que el acceso a la información
recogida sea pretendido por quien goza de interés legítimo para hacerlo 19.
Una de las formas para garantizar el derecho a la protección contra información abu-
siva, inexacta o perjudicial de las personas es el derecho de acceso20, con la finalidad de
conocer, actualizar, rectificar, anular o mantener en reserva, en caso de que sea necesario,
la información contenida en ellos, por parte del particular interesado. Mediante este pro-
cedimiento se garantiza a toda persona a acceder a información sobre sí misma o sus bienes
contenida en base de datos o registros públicos o privados, y en el supuesto caso que sea
necesario, actualizar, rectificar, anular o mantener en reserva dicha información con la fi-
nalidad de proteger ciertos derechos fundamentales. Para el ejercicio de dicha acción no se
requiere revelar las causas por las cuales se requiere la información. La mera existencia de
datos personales en registros públicos o privados es razón suficiente para el ejercicio de
este derecho.
Otra acción que puede ir de la mano (o no) del ejercicio del derecho de acceso, es el
“derecho de rectificación, actualización o supresión21 “mediante el cual se podrá rectificar,
19. Peyrano, G.F.: Régimen legal de los datos personales y hábeas data, Bs. As., Depalma, 2002, pág. 306.
20. CN Artículo 14 (Derecho de acceso) 1. El titular de los datos, previa acreditación de su identidad,
tiene derecho a solicitar y obtener información de sus datos personales incluidos en los bancos de
datos públicos, o privados destinados a proveer informes. 2. El responsable o usuario debe propor-
cionar la información solicitada dentro de los diez días corridos de haber sido intimado fehaciente-
mente. Vencido el plazo sin que se satisfaga el pedido, o si evacuado el informe, éste se estimara
insuficiente, quedará expedita la acción de protección de los datos personales o de hábeas data pre-
vista en esta ley. 3. El derecho de acceso a que se refiere este artículo solo puede ser ejercido en
forma gratuita a intervalos no inferiores a seis meses, salvo que se acredite un interés legítimo al
efecto. 4. El ejercicio del derecho al cual se refiere este artículo en el caso de datos de personas
fallecidas le corresponderá a sus sucesores universales.
21. CN Artículo 16 (Derecho de rectificación, actualización o supresión) 1. Toda persona tiene dere-
cho a que sean rectificados, actualizados y, cuando corresponda, suprimidos o sometidos a confi-
dencialidad los datos personales de los que sea titular, que estén incluidos en un banco de datos. 2.
El responsable o usuario del banco de datos, debe proceder a la rectificación, supresión o actualiza-
ción de los datos personales del afectado, realizando las operaciones necesarias a tal fin en el plazo
máximo de cinco días hábiles de recibido el reclamo del titular de los datos o advertido el error o
falsedad. 3. El incumplimiento de esta obligación dentro del término acordado en el inciso prece-
dente, habilitará al interesado a promover sin más la acción de protección de los datos personales o
de hábeas data prevista en la presente ley. 4. En el supuesto de cesión, o transferencia de datos, el
responsable o usuario del banco de datos debe notificar la rectificación o supresión al cesionario
dentro del quinto día hábil de efectuado el tratamiento del dato. 5. La supresión no procede cuando
pudiese causar perjuicios a derechos o intereses legítimos de terceros, o cuando existiera una obliga-
ción legal de conservar los datos. 6. Durante el proceso de verificación y rectificación del error o
falsedad de la información que se trate, el responsable o usuario del banco de datos deberá o bien
bloquear el archivo, o consignar al proveer información relativa al mismo la circunstancia de que se
encuentra sometida a revisión. 7. Los datos personales deben ser conservados durante los plazos
341
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
342
consagradas en la Constitución, e independientemente de las leyes reglamentarias. Por tal
motivo, corresponde reconocer al hermano de quien se supone fallecido, el derecho a ob-
tener la información existente en registros o bancos de datos públicos que le permita esta-
blecer el fallecimiento de la persona desaparecida y, en su caso, conocer el destino de sus
restos, es decir, acceder a “datos” cuyo conocimiento hace al objeto de la garantía del
hábeas data.25
La privacidad26 es el derecho del individuo a ser dejado a solas por el Estado, lo cual
asegura la determinación autónoma de su conciencia, su capacidad de gobernarse y de
elegir su plan de vida. Estos aspectos incluyen la religión, la moral o la filosofía, es decir,
el proyecto personal de vida. Solo ante circunstancias excepcionales que demuestren, rigu-
rosamente, motivos que amenacen la convivencia social pacífica, o la seguridad nacional,
o motivos delictivos, es que se podría admitir la intromisión estatal en esta dimensión in-
dividual.
Así como las circunstancias históricas hicieron que la información se convirtiera en
un bien jurídico de enorme relevancia para múltiples actividades e iniciativas públicas y
privadas, también surgió un aforismo que expresa que “información es poder”. Por ello
fue necesaria la extensión del concepto de intimidad o privacidad y el establecimiento de
acciones legales para poder ejercerlo respecto de los datos contenidos en archivos oficiales
y privados.
Estrechamente vinculado al derecho a la privacidad, encontramos el derecho a la
intimidad, el cual se encuentra relacionado directamente con los límites del ejercicio de la
libertad de expresión y la libertad de información. La Convención Americana reconoce y
protege el derecho a la privacidad, la honra y la reputación en sus artículos 13.2 y 11. Estos
artículos reconocen la importancia del honor y la dignidad individual al establecer la obli-
gación de respetar ambos derechos. Establecen que estos derechos deben estar “libres de
25. “Corte Suprema de Justicia de la Nación Secretaría de Jurisprudencia “Hábeas data”, noviembre
de 2012, en http://www.csjn.gov.ar/data/Habeasdata.pdf, fecha de consulta: 15 de enero de 2015.
26. El concepto de privacidad está consagrado en el derecho internacional. Se basa en los conceptos
fundamentales del honor personal y la dignidad, así como en la libertad de expresión, pensamiento,
opinión y asociación. Hay disposiciones relativas a la protección de la privacidad, el honor personal
y la dignidad en los principales sistemas de derechos humanos del mundo. En las Américas, estos
conceptos están claramente establecidos en el artículo V de la Declaración Americana de los Dere-
chos y Deberes del Hombre (1948) y en los artículos 11 y 13 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (“Pacto de San José”) (1969). El artículo V de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre dispone lo siguiente: Toda persona tiene derecho a la protección
de la Ley contra los ataques abusivos a su honra, a su reputación y a su vida privada. En la Carta de
los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (adoptada en 2000) se aborda la privacidad espe-
cíficamente en el contexto de la protección de datos. El artículo 8 de la Carta dispone lo siguiente:
1. Toda persona tiene derecho a la protección de los datos de carácter personal que la conciernan. 2.
Estos datos se tratarán de modo leal, para fines concretos y sobre la base del consentimiento de la
persona afectada o en virtud de otro fundamento legítimo previsto por la ley. Toda persona tiene
derecho a acceder a los datos recogidos que la conciernan y a su rectificación.
343
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
interferencias arbitrarias o abusivas o ataques abusivos”, y que “toda persona tiene derecho
a la protección de la ley contra tales interferencias o ataques”. Vemos por tanto que la
privacidad es un derecho que tiene toda persona para preservar la vida privada del marco
social claramente reconocido por la ley.27
¿Y cómo podemos relacionar al instituto de protección de los datos personales con
la privacidad o la intimidad? Muy sencillo. Basta pensar en que los ataques a la privacidad
se realizan generalmente a través de la búsqueda y difusión de información, especialmente
desde la masificación de las redes sociales, el uso de Facebook, Twitter, Instagram, y el
hecho de “creer” que cualquiera de estas redes opera como un diario íntimo. He aquí el
error de creernos intocables, eruditos tecnológicos ante la fiebre de “contarlo todo” y de
“subir todo a facebook”, y luego sentirnos pequeñitos ante la magnitud que adquiere todo
en esa vida “online” paralela. Si bien hay ejemplos mucho más clásicos en la historia mun-
dial, creo que estos son los más cotidianos, avergonzantes y comunes hoy en día.
Es importante destacar que tanto el derecho a la privacidad y la reputación como el
derecho de libertad de expresión no son absolutos y deben ser armonizados y balanceados,
de forma tal que no desemboquen en la negación de otros derechos. En cuanto al artículo
11, aunque la Convención no establece las circunstancias en que este derecho puede ser
restringido o limitado, el artículo 32.2 de la Convención prescribe las reglas interpretativas
a las cuales se suscriben dichas restricciones. Entonces, de un raudo análisis por esas cau-
sales, notamos que los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los
demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una socie-
dad democrática.
El tema de la protección de datos personales debe operar como una norma de reco-
nocimiento de los derechos fundamentales, que tienen que ser obligatoriamente tutelados
por el Estado. Esta gama de derechos forma el núcleo de identidad de las personas, sus
patrones, perfil personal e individual, sus modos de vida, sus propósitos o proyectos, es
decir, toda la caracterización social del individuo.28
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha confirmado el derecho a la pri-
vacidad. Además, la constitución y las leyes fundamentales de muchos Estados Miembros
de la OEA garantizan el respeto y la protección de la privacidad, la dignidad personal y el
honor familiar, la inviolabilidad del hogar y las comunicaciones privadas, los datos perso-
nales y conceptos conexos. Casi todos los Estados Miembros de la OEA han adoptado
algún tipo de ley con respecto a la protección de la privacidad y los datos (aunque sus
disposiciones varían considerablemente en lo que se refiere a su enfoque, ámbito de apli-
cación y contenido).29
Comité Jurídico Interamericano (agosto de 2013), el Presidente pidió al doctor David P. Stewart que
actuara en calidad de relator del tema. En este sentido, se pidió a los Estados Miembros de la
344
“La capacidad universal de acceder y contribuir a la información, las ideas y el cono-
cimiento es un elemento indispensable en una Sociedad de la Información integradora. Es
posible promover el intercambio y el fortalecimiento de los conocimientos mundiales en
favor del desarrollo si se eliminan los obstáculos que impiden un acceso equitativo a la
información para actividades económicas, sociales, políticas, sanitarias, culturales, educati-
vas y científicas, y si se facilita el acceso a la información que está en el dominio público,
lo que incluye el diseño universal y la utilización de tecnologías auxiliares. Un dominio
público rico es un factor esencial del crecimiento de la Sociedad de la Información, ya que
genera ventajas múltiples tales como un público instruido, nuevos empleos, innovación,
oportunidades comerciales y el avance de las ciencias”. 30
En este sentido, y al hablar de una “ciudadanía instruida”, culturalmente educada,
con valores, principios, con conocimiento de los actos de gobierno, es una sociedad más
justa, más preparada, más atrevida, que mejor superará los escollos sociales y políticos,
como así también resistirá mucho mejor, mucho más fuerte, a cualquier tipo de embate
institucional, fortaleciendo la resiliencia. En relación con ello, encontramos, histórica-
mente, un nexo histórico-jurídico en la coyuntura argentina: la dictadura militar y el dere-
cho a la verdad.
En las últimas décadas se comenzó a utilizar el remedio legal del hábeas data como
instrumento para investigar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante las
dictaduras militares. El fundamento de estos reclamos, instaurados, en su mayoría, por los
hijos y los familiares de las personas desaparecidas y conocido como el “derecho a la ver-
dad” se ha convertido en el mecanismo de fiscalización en la búsqueda de datos relativos
a los datos, paradero, localización objetiva de los restos, de las personas desaparecidas en
la época de la dictadura militar argentina (Caso Urtega, citado anteriormente).
Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alegó en el caso Ba-
rrios Altos que “[…] El derecho a la verdad se fundamenta en los artículos 8 y 25 de la
Convención, en la medida que ambos son “instrumentales” en el establecimiento judicial
de los hechos y circunstancias que rodean la violación de un derecho fundamental. Asi-
mismo, […] este derecho se enraíza en el artículo 13.1 de la Convención, en cuanto reco-
noce el derecho de buscar y recibir información. […]”.
Es decir, que sobre el Estado recae la obligación positiva de garantizar información
esencial para preservar los derechos de las víctimas, asegurar la transparencia de la gestión
estatal y la protección de los derechos humanos, la cual debe ser cumplida en tiempo y
forma, y garantizada. De lo contrario, el Estado estaría incurriendo en obligaciones inter-
nacionales por incumplimiento.
345
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La misma Reforma Constitucional que incorporó el art. 43, y con él la garantía del
hábeas data, incorporó el art. 75 inciso 22, mediante el cual se otorgó jerarquía constitu-
cional a un conjunto de tratados de derechos humanos, dentro de los cuales se encuentra
la Convención Americana de Derechos Humanos (conocida también como Pacto de San
José de Costa Rica). En el ámbito de la misma, se ha reconocido el derecho de acceso a la
información como un requisito indispensable para el funcionamiento mismo de la demo-
cracia. En el sistema democrático representativo y participativo, la ciudadanía ejerce sus
derechos constitucionales de participación política, votación, educación y asociación entre
otros, a través de una amplia libertad de expresión y de un libre acceso a información.
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, comentario al artículo 43, pág. 640.
346
La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión 34 ha promovido la necesidad de
que los Estados miembros incorporen dentro de su normativa jurídica leyes de acceso a
información y mecanismos efectivos para su ejercicio eficiente, habilitando a la sociedad
en su conjunto a efectuar opiniones reflexivas o razonables sobre las políticas y acciones
tanto estatales como privadas que los afectan.
34.Informe acerca del origen y creación de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, en
http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID=52&lID=2, fecha de consulta 19
de septiembre de 2015.
35. Principio 4 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión, en:
https://www.cidh.oas.org/basicos/basicos13.htm
36 Tercera Cumbre de las Américas, Declaración y Plan de Acción. Quebec, Canadá, 20-22 de abril
de 2001.
347
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
348
del Estado, para proteger la intimidad de las personas frente a manejos arbitrarios o ilegí-
timos de datos personales y como medio de fiscalización y participación de la sociedad.
Por tales razones es que se insta a los Estados Miembros a que establezcan disposi-
ciones, procedimientos, instituciones en los distintos niveles del Estado que sean apropia-
das y eficaces para proteger la privacidad y las libertades individuales con respecto a los
datos personales. Deben crear medios razonables para que las personas ejerzan sus dere-
chos y fomentar y apoyar la autorregulación (con códigos de conducta o por otros medios)
de los controladores de datos y los procesadores de datos. Asimismo, deben establecer
sanciones y recursos adecuados para los casos de incumplimiento y cerciorarse de que no
se discrimine injustamente contra los titulares de los datos. Los Estados Miembros deben
establecer también los requisitos mínimos para cualquier tipo de protección de datos que
las autoridades escojan, a fin de proporcionarles los recursos, el financiamiento y la pericia
técnica que necesiten para desempeñar sus funciones eficazmente.37
Es precisamente a través de una participación activa y pacífica de toda la sociedad en
las instituciones democráticas del Estado en donde el ejercicio de la libertad de expresión
se manifiesta plenamente permitiendo mejorar la condición de los sectores marginados.38
Cada Estado Miembro de la OEA debe adoptar e implementar una política clara y
eficaz de apertura y transparencia para todos los adelantos, prácticas y políticas con res-
pecto a los datos personales. En ese sentido, cada Estado Miembro de la OEA debe ofre-
cer oportunidades apropiadas a las personas y las organizaciones afectadas para que
formulen observaciones y contribuciones a las leyes concretas que se propongan, debiendo
determinar cuál es la mejor manera de implementar estos principios en su ordenamiento
jurídico interno. Sea por medio de leyes, normas u otros mecanismos, los Estados Miem-
bros deben establecer reglas efectivas para la protección de datos personales que den efecto
al derecho de la persona a la privacidad y que respeten sus datos personales, protegiendo
al mismo tiempo el derecho de la persona a beneficiarse del libre flujo de información y
del acceso a la economía digital. Las normas nacionales deben asegurar que los datos per-
sonales se recopilen únicamente con fines legítimos y se procesen de una manera justa,
legal y no discriminatoria. La finalidad de las normas debe ser que las personas reciban la
información necesaria sobre las personas o entidades que recopilan datos, los fines para
los cuales se recopilan, los mecanismos de protección conferidos a las personas y las for-
mas en que las personas pueden ejercer esos derechos. Deben asegurar que aquellos que
recopilan, procesan, usan y difunden datos personales lo hagan de forma apropiada y con
37. Como marco de interpretación legal se toma el artículo 13 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la CIDH. Asi-
mismo, la Relatoría consultó entre otras fuentes la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Ley
Modelo de Acceso a Información Administrativa para la Prevención de la Corrupción desarrollada
por la Oficina de Anti-Corrupción de la OEA, los Principios sobre Acceso a la Información de la
organización no-gubernamental, Articulo 19, comentarios de la organización no-gubernamental
Center for National Security Studies, Human Rights Watch y otras organizaciones independientes
dedicadas a la protección de los derechos humanos y la libertad de expresión.
38. Corte IDH, La colegiación obligatoria de periodistas (artículos 13 y 29 Convención Americana
sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, Serie A
Nro. 5.
349
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
16.11. Conclusión
Por todo lo expuesto, es relevante señalar como conclusión que más allá de las dila-
ciones y obstáculos que demoraron tanto la Reforma Constitucional como la entrada en
vigencia de la tan mentada y necesaria ley de Protección de Datos Personales, los resultados
ya están a la vista, y hoy en día el común de la población conoce sus derechos al respecto,
y fundamentalmente, tiene herramientas para ejercerlos.
Consideramos de vital importancia la labor que ha realizado desde el año 2001 a esta
parte la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales (DNPDP), que se ha ocu-
pado de regular, controlar y dirigir a las bases de datos, propiciando un ámbito de encuen-
tro, reflexión, e inclusive operando como mediador en circunstancias que así lo ameritaban.
Como instrumento judicial, el hábeas data garantiza que se protejan no solo los datos,
sino que su aplicación es mucho más amplia debido a que su restricción generalmente
vulnera otros derechos, como los explicados anteriormente (derecho a la intimidad, al ho-
nor, a la privacidad, a la verdad), y por eso es muy importante conocer su aplicación, los
supuestos en los cuales se aplica y la manera de hacerlos valer.
Por eso es que consideramos que cada uno de nosotros debe asumir un compromiso
con la patria y con los alumnos, amigos, familiares, colegas y compañeros de trabajo, de
transmitir la importancia del conocimiento, del acceso a la información pública, de la trans-
parencia de los actos de Gobierno, y fundamentalmente, de nuestros deberes y obligacio-
nes como ciudadanos y ciudadanas, para garantizar siempre, en todas las órbitas estatales,
el debido cumplimiento de las obligaciones asumidas internacionalmente, y nunca olvidar
que para el correcto funcionamiento de las instituciones, se debe obrar con un completo
respeto hacia las estructuras preestablecidas, de acuerdo con la moral y el orden público, y
sabiendo que el principal garante de nuestros derechos es, primigeniamente el Estado, y
luego, mucho después, se debe recurrir a una instancia internacional. Porque la Patria co-
mienza desde adentro, y por cada uno de nosotros.
16.12. Bibliografía
Doctrina
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350
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Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión
Convención Americana sobre Derechos Humanos
351
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Jurisprudencia
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CSJN, “Kot, Samuel S.R.L. s/ recurso de hábeas corpus”, Fallos 241:291.
CSJN, “Urteaga, Facundo R. c. Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Ar-
madas”, Fallos 321:2767.
Corte IDH, Caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros vs. Perú)
Serie C No. 71 Sentencia del 14 de marzo de 2001, párr. 45.
CSJN, “Ganora, Mario F. y otra”, en L.L. 2000-A-352.
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blio.juridicas.unam.mx/libros/5/2264/4.pdf
Hernández, J.C.: “La protección de datos personales en internet y el hábeas
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Informe del Comité Jurídico Interamericano “Privacidad y Protección de
Datos Personales”, 86° Período de Sesiones, 23 al 27 de marzo de 2015,
OEA/SerQ, CJI/doc 474/15 rev.2, Original: inglés.
Informe de la Relatoría de la Libertad de Expresión: Motivos, orígenes y
fundamentos, publicado en http://www.oas.org/es/sla/ddi/proteccion_da-
tos_personales.asp
Corte Suprema de Justicia de la Nación Secretaría de Jurisprudencia “Há-
beas Data”, en http://www.csjn.gov.ar/data/Habeasdata.pdf, 2012.
Declaración de Principios de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información, de 2003, en: http://www.itu.int/wsis/docs/geneva/official/dop-
es.html
352
PARTE VI
SISTEMAS UNIVERSALES
Entramos en el sexto escalón de este libro. Considero que, si han podido llegar hasta
aquí, ya hemos superado la mitad y por tanto si se llegó a la mitad del río no será difícil
llegar a destino.
Esta parte trata de los sistemas universales de protección de los Derechos Humanos.
Tratar el universalismo en materia de derechos humanos es una petición de principios,
porque lo universal es la materia esencial, el contenido de los derechos humanos. Primero
los obstáculos, y al tratar de las dificultades la primera de ellas es la soberanía. Sin dudas,
el dogma de la soberanía esta en pugna con la aplicación internacional de los derechos
humanos. En esta etapa del desarrollo de la humanidad los sistemas de protección de de-
rechos humanos se hallan fuera y en muchos casos en oposición con las estructuras esta-
tales internas.
La Carta de la ONU es la clave para sintonizar los derechos Humanos. Germán
Campi, un distinguido docente y jurista, ha emprendido el desafío de interpretar esas nor-
mas y hacerlas operativas. Se trata de una persona totalmente relacionada con el derecho
internacional y los derechos humanos. Hace muchos años que ejerce la docencia desde su
temprana vocación desarrollada cuando era alumno. Fue desarrollando su experiencia y en
la actualidad se desempeña como Profesor Adjunto. Da cursos incansablemente con una
entrega total. Se trata de un profesor de derecho, hecho y derecho.
En la misma materia internacional y universal, la Dra. Alicia Curiel ha encarado el
Consejo de derechos Humanos y el Alto comisionado. Curiel no teme a los desafíos y
elabora un trabajo completo y detallado, con una actualización total. Una presentación
destacada que la coloca como una de las profesoras expertas en la materia. Se está desem-
peñando en nuestro equipo desde hace muchos años y cada día parece que el tiempo no
transcurrió. Siempre busca la calidad de la enseñanza y en todo momento se interesa por
el desarrollo y crecimiento de los alumnos. Siempre me he sentido feliz de contar con una
persona como la Dra. Curiel en la Cátedra.
Finalmente, en los sistemas internacionales entramos en un nuevo tribunal interna-
cional, la corte Penal internacional, desarrollado por Aldana Rohr y Nicolás Zambelli. Una
nota al margen, la Dra. Silvia Fernández de Gurmendi, actual presidenta de la Corte Penal
Internacional, fue adjunta de mi Cátedra hace muchos años.
353
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
354
Capítulo 17
17.1. Introducción
La Primera Guerra Mundial finalizó oficialmente con la firma del Tratado de Paz de
Versalles (1918) entre las potencias vencedoras y Alemania, dando inicio a un proceso de
paz del cual surgió la Sociedad de Naciones, que constaba originalmente de 42 países, 26
de los cuales no eran europeos.
El objetivo en su creación era “fomentar la cooperación entre las naciones y para
garantizar la paz y la seguridad”1, fijándose su correspondiente sede en la ciudad de Gine-
bra, Suiza, y su conformación mediante una Asamblea, un Consejo, una Secretaría y otros
órganos con competencias específicamente definidas.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial –más particularmente con su defi-
ciente intervención en el conflicto entre la Unión Soviética y los países bálticos en 1939–,
quedó en evidencia el fracaso de la Sociedad de las Naciones en el cumplimiento de su
objetivo, lo que derivó en su posterior disolución.
Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, dirigentes de diversos estados
(como China, Estados Unidos, Reino Unido y la ex Unión Soviética) analizaron y propu-
sieron la posibilidad de formar una nueva organización multilateral luego de la guerra, a
fin de evitar los flagelos inherentes a tal conflicto en el futuro. En este orden, fueron varios
los antecedentes que dieron origen a la Organización de las Naciones Unidas (en adelante
ONU).
Uno de ellos es la “Declaración de Londres”, firmada en el mes de julio de 1941 por
los representantes del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, y Sudáfrica, ade-
más de los gobiernos en exilio de Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Noruega,
Países Bajos, Polonia, Yugoslavia y Francia representada por el general De Gaulle. Este
documento se pronunciaba en favor de la concertación de la paz, estableciendo que la
piedra angular de la paz duradera es la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres.
Posteriormente, el Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, y el
Primer Ministro Británico, Winston Churchill adoptaron la “Carta del Atlántico” que es-
tablecía que cuando finalizara la Segunda Guerra Mundial todos los Estados de la tierra se
comprometían a renunciar al uso de la fuerza armada.
Asimismo, el 1 de enero de 1942 los presidentes de Estados Unidos, de la ex URSS
y de China firmaron un documento al que hoy se conoce como la “Declaración de las
355
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
2. F.D. Roosevelt, Winston Churchill (en representación del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda
del Norte), Maxim Litvinov (por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y T. V. Soong (por
la República Popular de China), firmaron este breve documento que luego se diera a conocer como
la Declaración de las Naciones Unidas. No fue hasta el día siguiente que se sumaron los represen-
tantes de otras 22 naciones más. Los signatarios se comprometían a poner su máximo empeño en la
guerra y a no firmar una paz por separado. La primera y fundamental cláusula de la declaración
señalada dispone que los países concurrentes y signatarios: “(…) han suscrito un programa común
de propósitos y principios enunciados en la declaración conjunta del presidente de los Estados Uni-
dos de América y del primer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte,
fechada el 14 de agosto de 1941, y conocida como la “Carta del Atlántico” (Fuente:
http://www.un.org/es/aboutun/history/declaration.shtml).
356
17.2. La Carta de las Naciones Unidas
357
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Sin perjuicio de otros organismos que componen la ONU –que cuentan con atribu-
ciones específicas en cada materia–, la Carta de la ONU en su Capítulo III establece la
nómina de órganos –fundacionales– de carácter “principal” (“órganos principales”): i) la
Asamblea General, ii) el Consejo de Seguridad, iii) el Consejo Económico y Social, iv) el
Consejo de Administración Fiduciaria, v) la Corte Internacional de Justicia y vi) la Secre-
taría General.
A continuación, nos abocaremos a analizar las características fundamentales de los
mencionados órganos, así como las funciones asumidas en materia de protección de los
derechos humanos.
358
51 naciones entonces representadas, conocidos como los países o miembros “fundadores”
de la Organización, siendo –el 24 de enero del mismo año– adoptada la primera resolución
de dicho órgano, en materia de uso pacífico de la energía atómica.
De conformidad con lo dispuesto en la Carta de la ONU, la Asamblea General se
encuentra facultada para actuar en todas las materias de injerencia de la ONU. 5
Así, sus deliberaciones y decisiones pueden versar sobre un amplio espectro de cues-
tiones6, encontrándose facultada a examinar el cumplimiento de los principios generales
de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, incluido el
desarme, tomando medidas y/o efectuando recomendaciones a los estados parte y/o otros
órganos de la ONU en consecuencia –sin perjuicio de las específicas reglas en su interre-
lación con el Consejo de Seguridad–, así como dictar resoluciones sentando parámetros y
criterios generales en la materia.7
Siguiendo esta línea, en materia de derechos humanos, el artículo 13 de la Carta de la
ONU dispone específicamente: “La Asamblea General promoverá estudios y hará reco-
mendaciones para los fines siguientes: b. fomentar la cooperación internacional en materias
de carácter económico, social, cultural, educativo y sanitario y ayudar a hacer efectivos los
derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por moti-
vos de raza, sexo, idioma o religión”.
En tal orden, la Carta de la ONU pone en cabeza de la Asamblea General, aun por
fuera de su facultad genérica sobre la totalidad de las materias, la protección y fomento
progresivo de los derechos humanos y las libertades fundamentales en el ámbito interna-
cional.
5. En este sentido, el artículo 10 de la Carta de la ONU es por demás explicativo, al disponer que la
Asamblea General se encuentra facultada a discutir “(…) cualesquier asuntos o cuestiones dentro de
los límites de esta Carta o que se refieran a los poderes y funciones puesto en el art. 12 podrá hacer
recomendaciones sobre tales asuntos o cuestiones a los miembros del as Naciones Unidas o al Con-
sejo de Seguridad o a este y a aquellos”.
6. Otras funciones fundamentales de la Asamblea General de la ONU son: Examinar, con la misma
salvedad del punto anterior, las cuestiones comprendidas en el ámbito de la Carta o que afecten a las
facultades y funciones de cualquier órgano de las Naciones Unidas y formular recomendaciones al
respecto; iniciar estudios y formular recomendaciones para promover la cooperación política inter-
nacional, el desarrollo y la codificación del derecho internacional, el disfrute de los derechos huma-
nos y las libertades fundamentales, y la colaboración internacional en las esferas económica, social,
humanitaria, cultural, educativa y sanitaria; formular recomendaciones con miras al arreglo por me-
dios pacíficos de cualesquiera situaciones que puedan menoscabar las relaciones amistosas entre na-
ciones; recibir y examinar informes del Consejo de Seguridad y otros órganos de las Naciones Unidas;
examinar y aprobar el presupuesto de las Naciones Unidas y establecer las cuotas de los Estados
Miembros; elegir a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad y a los miembros de
otros consejos y órganos de las Naciones Unidas, así como, por recomendación del Consejo de
Seguridad, nombrar al Secretario General.
7. La Carta prevé en su artículo 4 la posibilidad de incorporar nuevos miembros, que no tendrán la
calidad de fundadores pero ingresarán a formar parte de la ONU. El artículo impone ciertos requi-
sitos específicos al efecto. Para que sea posible incorporar a un nuevo estado, este debe ser “amante
de la paz”, aceptar las obligaciones consignadas en la Carta, estar capacitado para cumplirlas, y debe
encontrarse también dispuestos a hacerlo.
359
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
360
no permanentes”, son electos por la Asamblea General por períodos de dos años de dura-
ción.11
La competencia fundamental del Consejo de Seguridad consiste en “garantizar y
mantener la paz y la seguridad internacionales de acuerdo con los Propósitos y Principios
de las Naciones Unidas”.12
El Consejo de Seguridad se encuentra facultado a arbitrar todas las medidas a su
alcance a fin de instar la solución pacífica y amistosa de las controversias que puedan entre
los distintos estados.
Llegado el caso, y ante un supuesto de agresión o conflictividad y agotadas las reco-
mendaciones y directivas –en pos de una solución pacífica– a las partes en conflicto, el
Consejo de Seguridad se encuentra facultado a efectuar intervenciones de carácter huma-
nitario. Como expresa la Carta de la ONU en su artículo 42 “Tal acción podrá comprender
demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas por fuerzas aéreas, navales o te-
rrestres de Miembros de las Naciones Unidas”, así como sanciones económicas, embargos
de armas y hasta ruptura de relaciones diplomáticas.
Para que sea posible cumplir todas estas funciones, la Carta de la ONU impone a
todos los miembros de la ONU –y en especial los estados miembros del Consejo de Segu-
ridad– la obligación de poner a disposición de este órgano las fuerzas armadas y/o cual-
quier otra ayuda necesaria para el cumplimiento de su rol primordial, cuando este lo pida,
y según los convenios especiales que se firmen. También responde a este motivo, la obli-
gación de los Miembros de la Organización de mantener contingentes de fuerzas aéreas
disponibles y de realizar las acciones para llevar a cabo las decisiones del Consejo.
Aun cuando los restantes órganos principales de la ONU desempeñan roles funda-
mentales en materia de protección de los derechos humanos, existen pocos cuya actividad
en la materia resulta tan visible como el Consejo de Seguridad. En efecto, las intervencio-
nes humanitarias en cabeza de este órgano no se limitan a los casos de conflicto armado
entre distintos estados, sino que también proceden ante supuestos en que se presentan
permanentes en los temas de fondo. Es indispensable aclarar que el proceso aún no ha concluido en
tanto desde hace años en el seno de la Asamblea General viene tratándose la posibilidad de reformar,
como veremos al finalizar este trabajo, la estructura del Consejo de Seguridad. Justamente, la cuestión
gira en torno a la ampliación del número de los miembros y a una representación equitativa.
11. La Carta de la ONU dispone (en su artículo 23) ciertas líneas directrices respecto a su elección al
establecer que debe tenerse en cuenta, “(…) la contribución de los Miembros de las Naciones Unidas
al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y a los demás propósitos de la Organiza-
ción, como también a una distribución geográfica equitativa”.
12. Otras funciones fundamentales consisten en: investigar toda controversia o situación que pueda
361
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
362
• Ejercer la coordinación entre los distintos organismos especializados pudiendo
realizarles consultas y recomendaciones a ellos, a la Asamblea y en general a cual-
quier estado parte de la ONU;
• Suministrar información al Consejo de Seguridad y prestarle la asistencia que este
le solicite;
• Prestar los servicios asistenciales que los estados parte de la ONU u organismos
especializados le soliciten, bajo previa aprobación de la Asamblea General y;
• Disponer la creación y funcionamiento de comisiones de orden económico, so-
cial, así como de promoción de los derechos humanos.
El ECOSOC, al igual que la Asamblea General, posee organismos subsidiarios que
asisten a este en el cumplimiento de sus funciones, tales como las comisiones orgánicas 15
y los comités permanentes especializados en materias particulares de índole económica y
social.
Por su parte y en consonancia con las funciones descriptas previamente, el “Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales” pone el rol de veedor por la efectivización
de los derechos allí contemplados –prioritariamente– en cabeza de este órgano. En tal
sentido, dicho organismo tiene la obligación de analizar los informes que corresponde pre-
sentar a los estados parte del pacto y evaluar las medidas adoptadas así como los progresos
obtenidos, “(…) con el fin de asegurar el respeto a los derechos reconocidos en este” 16,
encontrándose facultado a realizar las observaciones y recomendaciones que estime perti-
nentes a fin de promover y controlar el cumplimiento de las obligaciones dispuestas en
dicha convención internacional.
17. El artículo 77 de la Carta de la ONU dispone que el régimen de administración fiduciaria resultaba
aplicable sobre: Territorios bajo mandatos establecidos por la Liga de las Naciones después de la
primera guerra mundial; territorios que como resultado de la segunda guerra mundial fueron
363
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
segregados de “Estados enemigos” y territorios voluntariamente colocados bajo este régimen por
los Estados responsables de su administración.
18.El último territorio en hacer lo propio fue el territorio en fideicomiso de las Islas del Pacífico
(Palau), administrado por los Estados Unidos de América.
364
La Corte Internacional de Justicia es el órgano jurisdiccional por excelencia de la
ONU, continuando el rol oportunamente asumido por la antigua Corte Permanente de
Justicia Internacional19.
Se encuentra conformada por quince magistrados independientes –quienes ejercen
su cargo por el término de 9 años–, elegidos por su alta consideración moral. Este órgano
de la ONU cuenta con su sede principal en La Haya, Países Bajos, pudiendo, sin embargo,
reunirse y funcionar en cualquier otro lugar cuando lo considere conveniente.
Su función es: i) resolver las controversias jurídicas que se producen entre los Estados
parte (“función contenciosa”) y ii) emitir opiniones ante consultas que planteen la Asam-
blea General y el Consejo de Seguridad, como así también, los demás órganos de las ONU,
con respecto a la interpretación y/o alcance que cabe atribuir a las normas internacionales,
inclusive, en lo que aquí nos interesa, aquellas en materia de derechos humanos (“función
consultiva”).
El estatuto de la Corte fue anexado a la Carta de la ONU, pasando a formar parte
íntegra de esta. De tal manera, todo estado parte de la ONU se encuentra a la vez sometido
a la competencia de la Corte. Por su parte, un Estado que no sea miembro de la ONU se
encuentra facultado a ratificar el estatuto de la Corte –y en consecuencia, someterse a su
competencia– según las condiciones que fije la Asamblea General a recomendación del
Consejo de Seguridad.
Debe tenerse presente que la existencia de la Corte no determina, en forma alguna,
la imposibilidad de los estados parte de la ONU de acudir a otros tribunales internacionales
(también competentes ante determinada contingencia en razón de determinada materia y
jurisdicción).
Conforme lo dispuesto en el artículo 38 de su Estatuto, la Corte debe dictar sus pro-
nunciamientos al resolver las controversias sometidas a su conocimiento (en ejercicio de
su “función contenciosa”) y/o consultas sobre la interpretación y/o alcance de normas
internacionales (“función consultiva”) sobre la base de las denominadas fuentes “princi-
pales” y “accesorias” del derecho internacional público y del derecho internacional de los
derechos humanos, estas son:
- Fuentes principales:
• Las convenciones internacionales que establecen reglas expresamente
reconocidas por los Estados litigantes;
• La costumbre internacional como prueba de una práctica general acep-
tada como derecho y
• Los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civi-
lizadas.
- Fuentes accesorias o auxiliares:
• Las decisiones judiciales (jurisprudencia) y
19.La Corte Permanente de Justicia era el órgano jurisdiccional de la antigua Sociedad de Naciones,
antecesora de la Organización de las Naciones Unidas.
365
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Toda decisión de la Corte, se tomará por mayoría de votos de los magistrados pre-
sentes y, en caso de empate, decidirá el voto del Presidente. Asimismo, el fallo de la Corte
será motivado con mención de los magistrados que han formado parte en la decisión.
Dicha decisión de la Corte es definitiva e inapelable al tiempo que solo resulta obligatoria
para las partes en litigio y respecto del caso que ha sido decidido.
En lo que respecta a su función contenciosa y de acuerdo con el compromiso asu-
mido en la Carta de la ONU, los Estados parte en la controversia deben de cumplir con lo
dispuesto en las decisiones de la Corte en todo litigio en que alguno sea parte. Sin perjuicio
de ello se prevé también la posibilidad de que una de las partes del litigio no cumpla con
las obligaciones que la Corte imponga, facultando a esta última a recurrir al Consejo de
Seguridad a fin de solicitar el dictado medidas o recomendaciones que logren concretar la
ejecución del fallo.
Como puntualizáramos previamente, la Corte también puede emitir opiniones con-
sultivas respecto sobre la interpretación y alcance que corresponden asignar a normas in-
ternacionales, a solicitud de cualquier organismo autorizado por la Carta de la ONU. Esta
se realiza mediante solicitud escrita. Una vez recibida, el Secretario notificará a todos los
Estados que tengan derecho a comparecer ante la Corte. Finalmente, la Corte pronunciará
su opinión consultiva en audiencia pública, previa notificación al Secretario General de la
ONU y a los representantes de los estados parte de la ONU y de las organizaciones inter-
nacionales con interés directo en la materia.
20. Para llevar a cabo todas las tareas que tiene encomendada la Secretaría General, la misma cuenta
con diversas oficinas. Las principales son la Oficina Ejecutiva del Secretario General, Oficina de
Servicios de Supervisión Interna, Oficina de Asuntos Jurídicos, Departamento de Asuntos Políticos,
366
Las funciones son de la más variada índole teniendo en cuenta que se encarga de la
coordinación y vinculación de todos los órganos que conforman la ONU, encontrándose
a cargo de tareas de carácter administrativo y asistencial (con respecto a la Asamblea Ge-
neral, Consejo de Seguridad, ECOSOC y Consejo de Administración Fiduciaria)21 al
tiempo que ostenta el carácter de máxima representación diplomática de la ONU.22
No escapa a las funciones a su cargo, la promoción de la paz y seguridad internacio-
nal, así como de los derechos humanos fundamentales. En este sentido, la Secretaría Ge-
neral cuenta con representaciones especiales que se ocupan de materias específicas
relacionadas con la protección y promoción de los derechos humanos a nivel global. Entre
ellos encontramos al “Representante especial para la cuestión de los niños en los conflictos
armados“, el “Representante especial sobre la violencia sexual en conflictos” y al “Repre-
sentante especial sobre la violencia contra los niños”, entre otros.
Por su parte, en el año 2013, la Secretaría General ha implementado el programa
“Los Derechos Primero” (“Human Rights Up Front”), esta iniciativa propone implemen-
tar sistemas efectivos para definir medidas efectivas –en el menor tiempo posible–, a fin
de prevenir o responder ante violaciones graves de los derechos humanos a gran escala.
Persigue dicho fin la prevención mediante la realización de programas en el ámbito cultural
y político.
17.3. Conclusión
taría propia.
22. Otras funciones adicionales de la Secretaría General son: administrar los programas y las políticas
367
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
17.4. Bibliografía
ABC de las Naciones Unidas. ed. act., Nueva York, Naciones Unidas, 2000.
http://www.un.org/
Cacheiro Frías, R.O.: La organización de las Naciones Unidas: teoría y prác-
tica, Buenos Aires, Dunken, 2010.
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formación Pública, 1995.
Cushman Coyle, D.: Las Naciones Unidas: cómo funcionan, México, D.F., Pax-
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Bailey, S.D.: La secretaría de las Naciones Unidas, México, D.F., Diana, 1966.
368
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Heliasta, 1996, 505 pp.
Código de Derecho Internacional, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1998.
Derechos Humanos y Jurisprudencia, Buenos Aires, Eudeba, 1998.
Garantías fundamentales de los Derechos Humanos, Buenos Aires, Hammurabi,
1999, 437 pp.
Derecho Internacional Público, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2012, 942 pp.
369
Capítulo 18
La razón subyacente de la existencia de las Naciones Unidas transciende tanto las circunstancias
de su creación como los desarrollos políticos mundiales. La razón es la interdependencia del mundo en el
que vivimos. No podríamos escapar de ella si quisiéramos.
Dag Hammarskjold
Corriendo el año de l946, solo uno año después de haber sido aprobada en la Ciudad
de San Francisco la Carta de Naciones Unidas, el Consejo Económico y Social –ECOSOC-
por sus siglas lengua inglesa1 en cumplimiento al artículo 68 de la Carta2 dictó una resolu-
ción que conforme su texto estableció la antigua Comisión de Derechos Humanos. Es
cierto que inicialmente cumplió roles relevantes en la promoción y protección de los De-
rechos Humanos, ejecutando procedimientos que le fueron propios como el 1235 3 y el
1. ECOSOC es uno de los órganos de la ONU conforme con el Capítulo X de su Carta Constitu-
tiva, está compuesto por 54 Estados, que son elegidos por la Asamblea General por periodos de 3
años. HTTP: // www. Un.org/es/documents/chárter/ chapter 10.shtml.
2. El Consejo Económico y Social establecerá comisiones de orden económico y social y para la
ción de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, incluso la política de discrimina-
ción racial y de segregación y de la política de apartheid en todos los países y en particular en los
territorios coloniales y dependientes. http://www.un.org./Depts/dhl/.
371
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
15034. Más, con el transcurso de los años, se tornó ineficiente, burocrática y fue altamente
cuestionada como Órgano de protección de Derechos Humanos.
Su última Sesión fue celebrada en Ginebra en marzo 27 de 2006,5 de este modo fue
suplida por un nuevo Órgano denominado Consejo de Derechos Humanos, en adelante
de modo indistinto “el Consejo” Creado en virtud a una Resolución dictada por Asamblea
General de las Naciones Unidas en marzo 15 de 2006.6
Así esta Resolución en su parte pertinente:
1. “Decide establecer el Consejo de Derechos Humanos con sede en Gi-
nebra, en sustitución de la Comisión de Derechos Humanos, como órgano sub-
sidiario de la Asamblea General…”.7
4. ECSOC E/1503 (XLVLLL) mayo 27 1970 ésta Resolución fue revisada en junio 10 de 2000 para
establecer un nuevo procedimiento de denuncias.
www.ohchr.org/SP/HRB.dies/HRC/Pages/Complaint.aspx.
5. Sexagésima, segunda y última sesión de la Comisión de Derechos Humanos.
6. A/RES/60/251. Aprobada por 170 votos a favor, cuatro votos en contra de Estados Unidos e
Israel, Palau e Islas Marshall, tres abstenciones de Bielorrusia, Irán y Venezuela. Disponible en un-
docs.org/A/RES/60/251.
7. Texto parte pertinente 1. de lo decidido en la citada Resolución
8. Ibíd. N° 14.
9. Ibíd. N° 6.
372
A diferencia de lo acontecido en la disuelta Comisión de Derechos Humanos, donde
no estaba contemplaba la suspensión de sus miembros; en el Consejo de Derechos Hu-
manos, la Asamblea General por mayoría de dos tercios de sus miembros presentes, y
votantes, puede suspender a los Estados miembros, si estos cometen violaciones graves y
sistemáticas de derechos humanos, tal fue el caso de Libia en 2011. 10
La propia Resolución 60/251 enuncia las funciones del Consejo entre estas se desta-
can:
a. Es el responsable de promover el respeto universal por la protección de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales de todas las personas.
b. Debe ocuparse de las situaciones en que se violen los derechos humanos, incluidas
las violaciones graves y sistemáticas y hacer recomendaciones al respecto.
c. Debe promover la coordinación eficaz y la incorporación de los derechos humanos
en la actividad general del sistema de Naciones Unidas.
d. Debe formular recomendaciones a la Asamblea General de modo tal que el Dere-
cho Internacional de los Derechos Humanos prosiga su desarrollo.
e. Debe realizar un Examen Periódico Universal basado en información objetiva y
fidedigna sobre el cumplimiento por cada Estado de sus obligaciones y compromisos en
materia de derechos humanos.
f. Debe presentar un informe anual a la Asamblea General.
Este nuevo Órgano se reúne periódicamente a lo largo del año, como mínimo celebra
tres períodos de sesiones al año, incluido un período de sesiones principal. Las sesiones
duran al menos diez semanas en total, puede convocar sesiones extraordinarias en cual-
quier momento si así lo solicita uno de sus miembros con acuerdo de al menos un tercio
del total.11
Su sede es la Ciudad de Ginebra.
La Resolución 5/1 del Consejo de Derechos Humanos, de junio 18 de 2007 12, dis-
pone la construcción institucional de este nuevo Órgano, es decir, desarrolla in extenso los
distintos mecanismos de Derechos Humanos que se ejecutan en el Consejo. No olvidemos
que a este Órgano también le cupo asumir los mecanismos de la disuelta Comisión de
Derechos Humanos.
10. www.un.org/news/story.asp.
11. Resolución 5/1. VII. Reglamento Artículos 2 y 4 respectivamente disponible en un-
docs.org/.A/HRC/5/21.
12. A/HRC/5/21. Aprobada sin votación por la Asamblea General de Naciones Unidas en su No-
373
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
a. Duración del EPU: En principio fue un ciclo de cuatro años, pero desde el segundo
ciclo fue ampliado a cuatro años y medio, ello conforme con el calendario elaborado por
el Consejo.
b. Troikas: Se denomina Troica a los tres relatores que se ocupan del examen de cada
Estado, estos son seleccionados por sorteo entre los miembros del Consejo, conforme el
criterio de representación geográfica. Para el examen de cada Estado se establece una
Troika diferente
13. Véase letra “e” 1.2. Funciones del Consejo en el presente capítulo.
14. Resolución 5/1. Consejo de Derechos Humanos numeral. 2. Objetivos.
15. Ibíd. I. Mecanismo de Examen Periódico Universal A. Base del examen (lo resaltado se corres-
374
c. Resultado y seguimiento del examen: Una vez concluido el examen se elabora un
informe que contiene un resumen de las actuaciones del proceso, las conclusiones, reco-
mendaciones y compromisos voluntarios del Estado examinado. La Comunidad Interna-
cional prestará asistencia para la aplicación de las recomendaciones en lo relativo a
fomentar la capacidad y la asistencia técnica siempre que el Estado preste consenti-
miento.16
Entre los criterios o requisitos para que una comunicación sea admitida citamos los
siguientes21:
a. Deben contener una descripción fáctica de las presuntas violaciones, incluidos los
derechos que supuestamente se hayan vulnerado.
b. Su objeto debe ser compatible con la Carta de la ONU, la Declaración Universal
de Derechos Humanos y otros instrumentos aplicables en el campo de los derechos hu-
manos
c. No debe estar basada exclusivamente en informes difundidos por los medios de
comunicación.
16. Ibíd. Letra “E” Resultado del examen; y Letra “ F” seguimiento del examen
17. Ibíd. Párrafos 65 a 84.
18. Ibíd. III. Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos.
19. Ibíd. IV. Procedimiento de Denuncia.
20. En el lenguaje de la ONU las denuncias se denominan comunicaciones.
21. Apartado 87. Resolución 5/1. Consejo de Derechos Humanos.
375
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
22. Ibíd. I. Grupo de Trabajo sobre las Comunicaciones, párrafos 91/ 95.
23. Ibíd. 2. Grupo de Trabajo sobre las Situaciones párrafos 96 /99.
376
18.5.1. Integración
Este procedimiento se integra por una persona a quien se denomina Relator Especial
o Experto Independiente, o bien puede estar integrado por un grupo de expertos, en este caso
se denomina Grupo de trabajo.
Su labor se halla establecida y definida por la resolución que crea el mandato.
18.5.3. Funciones
Las funciones que desempeñan los titulares de los procedimientos especiales se ha-
llan perfectamente estipuladas en la Resolución 5/2 del Consejo de Derechos Humanos 27
En ejercicio de sus funciones los procedimientos especiales pueden:
a. Trasmitir Cartas de denuncias. Estas no deberán ser manifiestamente infundadas
ni tener motivaciones políticas; deberán incluir una descripción fáctica de las presuntas
violaciones de los derechos humanos.
b. Realizar llamamientos urgentes en los casos en que las presuntas violaciones re-
quieran medidas perentorias por entrañar pérdidas de vidas humanas, situaciones que pon-
gan en peligro la vida o un daño inminente o continuo para las víctimas.
c. Realizar visitas al terreno, asegurándose que cuentan con el consentimiento, o por
invitación del Estado. Las visitas deben prepararse en colaboración estrecha con la misión
permanente del Estado acreditada ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra.
d. Promover un diálogo constructivo con los Estados en post de garantizar efectivi-
dad en el goce y disfrute de los derechos humanos.
24. http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/SP/Pages
25. Htpp://www2.ohchr.org/spanish/bodies/chr/especial/themes.htm
26. Htpp://www2.ohchr.org/spanis/bodies/chr/especial/countries.htm
27. Resolución A/HRC/5/2. www.ap.ohchr.org/Documents/S/HRC/resolutions/A-HRC-
RES_5_2.doc
377
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
18.6. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Huma-
nos
18.6.1. Introducción
378
La persona que desempeña este cargo es nombrada por el Secretario General de la
ONU, con aprobación de la Asamblea General, su mandato es de cuatro años renovable
por otro igual.31 El actual Alto Comisionado es el séptimo en ocupar el puesto, Zeid Ra ad
Hussein es de nacionalidad jordana, fue elegido el 16 de junio de 2014.
18.6.3. Funciones32
18.6.4. Sede
379
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En 2015 las Naciones Unidas cumplieron setenta años desde aquel junio de 1945 en
que unos pocos Estados aprobaron la Carta constitutiva. Sus logros, aciertos y desaciertos
en el área de uno de sus pilares básicos –los derechos humanos– podemos evaluarlos como
singularmente satisfactorios.
En esta impensada retrospectiva corresponde señalar algunos hechos trascendentes
como la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos el 10 de diciembre
de l948; seguida del dinámico y evolutivo proceso de codificación de los derechos humanos
en instrumentos internacionales diversos, los que conforman el Corpus Iuris del Derecho
de los Derechos Humanos; la segunda Conferencia Internacional de derechos humanos
celebrada en 1993, sus recomendaciones dieron paso a transformaciones trascendentes en
lo que respecta a la modificación y perfeccionamiento de mecanismos más eficaces de
promoción y protección de los derechos humanos; como el Consejo de Derechos Huma-
nos con su específica construcción institucional; la creación de nuevos órganos como el
Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Los axiomas de paz, seguridad y derechos humanos; democracia y derechos humanos
son ambiciosos y aún merecen ser consolidados con compromisos y acciones de la comu-
nidad internacional en su conjunto.
La ONU ha sobrevivido, pese a complejos contextos geopolíticos, ha afrontado reali-
dades cruentas como los genocidios del siglo XX, se ha permitido vencer obstáculos y
crisis que demandaron inmediatez y efectividad. Como Organismo Internacional ha de-
mostrado acabada solidez
El 1° de enero de 2007 el Sr Ban Ki – moon se convirtió en el octavo Secretario
General de las Naciones Unidas y ha dicho “Los derechos humanos y las libertades fun-
damentales son el alma de las Naciones Unidas”.
18.7. Bibliografía
36. www.ohchr.org/SP/aboutUs/Pages/WhoWeare.aspx.
380
Abraham Meghan. A new chapter for human rights: a handbook on issues
of transition from the Commission on Human Rights to the Human Rights
Council. Geneva. International Service for Human Rights (ISHR); Friedrich
Ebert Stftung. Disponible en Http:// www.ishr.ch/guides-to-the-un-sys-
tem/handbook
Cancado Trindade, A.: Balance de los resultados de la Conferencia Mundial
de Derechos Humanos (Viena 1993); disponible en Estudios Básicos III, San
José, Ed. IIDH, 1995, pp. 17-46.
Salvioli, F.: El Sistema Universal de Protección de los Derechos Humanos
de la Organización de las Naciones Unidas. Disponible en www.iidh.ed.cr/Cur-
sosIIDH.
Villán Durán, C.: Curso de Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Ma-
drid, E. Trotta, 2002.
381
Capítulo 19
19.1. Introducción
La instauración de una Corte Penal Internacional (en adelante CPI), busca primor-
dialmente que los crímenes más atroces no queden impunes frente a la inoperancia o inep-
titud de los Estados. Así, mediante un tratado internacional, el Estatuto de Roma (en
adelante el Estatuto), se crea la CPI, que es una organización internacional independiente
y permanente con sede en La Haya (Países Bajos).
La CPI es un órgano jurisdiccional con carácter complementario a las jurisdicciones
penales nacionales, que está facultada para ejercer su jurisdicción penal internacional sobre
personas que cometan los crímenes más graves de trascendencia internacional, conocidos
también como core crimes; a saber, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y geno-
cidio. Como nos recuerda Travieso, “las crisis internacionales con violaciones graves de
los derechos humanos y los crímenes internacionales han sido de tal envergadura que han
requerido cristalizar y tipificar de la mejor forme posible los delitos jure gentium.1
Como señala Kai Ambos, la aprobación del Estatuto de Roma es notable, porque en
él convergen varias tradiciones normativas: por una parte, el derecho internacional de los
derechos humanos y el derecho internacional humanitario; por otra, el derecho penal do-
méstico y el derecho penal internacional.2
Desde el Preámbulo del Estatuto de la CPI, se reafirma que los Estados Partes están
“decididos a poner fin a la impunidad de los autores de esos crímenes y a contribuir así a
la prevención de nuevos crímenes”. También se destaca que es “deber de todo Estado
ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales” y que
estos “constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar del mundo”.
19.2. Antecedentes
Los antecedentes internacionales de esta Corte son, sin lugar a dudas, los Tribunales
de posguerra: el Tribunal Militar Internacional de Núremberg 3 y el Tribunal Militar Inter-
nacional de Tokio; y los Tribunales creados por el Consejo de Seguridad: el Tribunal Penal
el 8 de agosto de 1945, con competencia material sobre: 1) Crímenes contra la paz 2) Crímenes de
guerra y 3) Crímenes de lesa humanidad
383
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
19.3. Características
en vigor el 1 de julio de 2002 al recibir la 60ma. ratificación. Actualmente 123 Estados han ratificado
el Estatuto de Roma. Información disponible en https://www.icc-cpi.int/en_menus/asp/sta-
tes%20parties/Pages/the%20states%20parties%20to%20the%20rome%20statute.aspx#
384
frente a las más graves violaciones de los derechos humanos, proceso este iniciado formal-
mente en 1948, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. 12
Elsa Álvarez señala que la CPI fue el resultado de un largo proceso que necesitó –
entre otras cuestiones– un cambio de paradigma en la concepción del derecho internacio-
nal: el derecho internacional dejó de ser un derecho centrado exclusivamente en las rela-
ciones Estado-Estado, para pasar a reconocer la subjetividad jurídica de la persona humana
dentro de ese ordenamiento.13
Esta Corte posee personalidad jurídica internacional, y la capacidad jurídica necesaria
para el desempeño de sus funciones y la realización de sus propósitos. Orgánicamente, está
compuesta por un órgano de gobierno y administración, la Asamblea de Estados Partes, y
la Presidencia, las Salas –una Sección de Apelaciones, una Sección de Primera Instancia y
una Sección de Cuestiones Preliminares–, la Fiscalía y la Secretaría.
Veremos sus características más distintivas, a continuación.
a. Permanente
El Estatuto creó el primer órgano jurisdiccional penal internacional permanente, in-
dependiente y vinculado con el sistema de las Naciones Unidas con competencia material
sobre los crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad, crímenes de genocidio y crímenes
de agresión14, siendo estos cuatro tipos penales los únicos que puede investigar y llevar
ante la justicia.
12. Ambos, Kai, El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 1999, p. 17.
13. Véase Álvarez, E.M.: “El principio de complementariedad de la jurisdicción de la Corte Penal
de la Corte se limitará a los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional
en su conjunto. La Corte tendrá competencia, de conformidad con el presente Estatuto, respecto de
los siguientes crímenes: a) El crimen de genocidio; b) Los crímenes de lesa humanidad; c) Los crí-
menes de guerra; d) El crimen de agresión. 2. La Corte ejercerá competencia respecto del crimen de
agresión una vez que se apruebe una disposición de conformidad con los artículos 121 y 123 en que
se defina el crimen y se enuncien las condiciones en las cuales lo hará. Esa disposición será compa-
tible con las disposiciones pertinentes de la Carta de las Naciones Unidas. El Artículo 8 bis adoptado
en la Conferencia de Revisión de Kampala de 2010 define el crimen de agresión individual como la
planificación, preparación, inicio o ejecución de un acto de agresión y que éste constituya una viola-
ción manifiesta a la Carta de las Naciones Unidas. 26 Estados son parte de él, no obstante, aún no
se encuentra en vigor. Información disponible https://treaties.un.org/Pages/ViewDe-
tails.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=XVIII-10-b&chapter=18&lang=en. Última visita
15/01/2016.
385
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
b. Complementariedad
Los Estados tienen la obligación primaria de investigar, procesar y castigar a los res-
ponsables de haber cometido los más graves crímenes de trascendencia para la comunidad
internacional en su conjunto. De este modo, el Estatuto de Roma erige a la Corte Penal
Internacional en garante de la comunidad internacional mediante la función de prevenir y
corregir el incumplimiento por parte de los Estados de aquella obligación primaria. 17
Su carácter complementario, propio de los mecanismos internacionales y regionales
de protección de los derechos humanos, significa que solo podrá ejercer su competencia
ante la inoperancia de las jurisdicciones nacionales penales 18, por no querer (falta de vo-
luntad)19 o no poder perseguir un delito sobre el cual tengan competencia, ignorando los
15. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de acuerdo con las facultades que le otorga el
Capítulo VII de la Carta decidió crear por medio de la Resolución 808, de fecha 22/02/1993, “un
Tribunal Penal Internacional para el procesamiento de las personas responsables de las serias viola-
ciones de derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de la ex-Yugoslavia desde
1991”. Su objetivo principal es el juzgamiento de los responsables de: 1) Infracciones graves a los
Convenios de Ginebra (Derecho de Ginebra) 2) Violaciones de las leyes o costumbres de la Guerra
(Derecho de La Haya) 3) Crímenes de Genocidio 4) Crímenes de Lesa Humanidad.
16. El CSNU, actuando en virtud del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, decidió esta-
blecer un Tribunal Internacional con el propósito exclusivo de enjuiciar a los responsables de geno-
cidio y otras graves violaciones del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de
Ruanda y a ciudadanos de Ruanda responsables de genocidio y otras violaciones de esa naturaleza
cometidas en el territorio de Estados vecinos entre el 1 de enero de 1994 y el 31 de diciembre de
1994. Así, fue creado el 08/11/1994 a través de la resolución 955 del Consejo de Seguridad. Por
medio de la resolución 977 del 22/02/1995, el Consejo de Seguridad estableció la oficina central del
Tribunal en Arusha, Tanzania.
17. Álvarez, E.M.: “El principio de complementariedad de la jurisdicción de la Corte Penal Interna-
que la CPI podrá intervenir, si hay falta de voluntad estatal, teniendo en cuenta los principios de un
proceso con las debidas garantías reconocidas por el derecho internacional y si se dan alguna de las
siguientes circunstancias, que hacen al análisis de su admisibilidad: Que la decisión nacional haya sido
adoptada con el propósito de sustraer a la persona de que se trate de su responsabilidad penal por
crímenes de la competencia de la Corte; que haya habido una demora injustificada en el juicio que,
dadas las circunstancias, sea incompatible con la intención de hacer comparecer a la persona de que
se trate ante la justicia; el proceso no haya sido o no esté siendo sustanciado de manera independiente
o imparcial y haya sido o esté siendo sustanciado de forma en que, dadas las circunstancias, sea
incompatible con la intención de hacer comparecer a la persona de que se trate ante la justicia. La
Corte examinará si el Estado, debido al colapso total o sustancial de su administración nacional de
justicia o al hecho de carecer de ella, no puede hacer comparecer al acusado, no dispone de las
pruebas y los testimonios necesarios o no está, por otras razones, en condiciones de llevar a cabo el
juicio.
19. Por ejemplo, a través de la realización de un procedimiento solo aparente, dilación procesal, falta
de independencia o imparcialidad.
386
derechos de las víctimas de violaciones a derechos humanos, al acceso a la justicia, a un
proceso equitativo, y a la reparación.
Como nos indica la actual Presidente de la CPI, Dra. Silvia Fernández de Gurmendi,
“Cabe destacar que la CPI es complementaria de sistemas nacionales y solamente debe
intervenir cuando tales sistemas no actúan de manera genuina. El Estatuto de Roma y el
sistema de complementariedad ha actuado como incentivo para que cada vez más estados
tipifiquen los delitos en los sistemas penales nacionales”. 20
20. Entrevista a la Dra. Silvia Fernández de Gurmendi, publicada en el Boletín de Derecho Interna-
cional N° 13, Buenos Aires, mayo 2015, CARI. Disponible en: http://www.cari.org.ar/pdf/boleti-
nidi13.pdf.
21. Resolución ICC-ASP/3/Res.1, Aprobada por consenso en la tercera sesión plenaria, celebrada el
387
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
23. Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución
2391 (XXIII), de 26/11/1968. Entró en vigor el 11/11/1970, de conformidad con el artículo VII.
24. Véase artículo 27, Estatuto Corte Penal Internacional. Véase también, artículo 98.
25. Véase Kai Ambos: “Inmunidades en derecho (penal) nacional e internacional”, Anuario de Derecho
Latinoamericano, (2005), pp. 692-718. Disponible en Biblioteca Virtual del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/dconstla/cont/2005.2/pr/pr15.pdf.
26. Artículo 7: el cargo oficial de los acusados, ya sean Jefes de Estado o funcionarios a cargo de
Departamentos del Gobierno no les exonerará de las responsabilidades ni servirá para atenuar la
pena.
27. Principio III. “El hecho de que la persona que haya cometido un acto que constituya delito de
derecho internacional haya actuado como Jefe de Estado o como autoridad del Estado, no la exime
de responsabilidad conforme al derecho internacional”.
28. Artículo IV: las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los otros actos enumera-
388
Humanidad aprobado por la CDI en 1996 29, y el Estatuto de la Corte Penal Internacional
de 199830, entre otros.
En 2009, Omar al Bashir se convirtió en el primer Jefe de Estado en ejercicio de sus
funciones sobre el cual pesaba una orden de detención dictada por un Tribunal Interna-
cional (CPI) por haber cometido, presuntamente, genocidio, crímenes de guerra y otros
cinco delitos de lesa humanidad en Darfur. Tres años después de que el Consejo de Segu-
ridad de Naciones Unidas31 le pidiera que investigara la tragedia humanitaria de Darfur,
Luis Moreno Ocampo, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), solicitó el 4 de
marzo de 2009 el arresto del presidente sudanés32. En julio de 2010, la Unión Africana, al
final de la 13ª Cumbre de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobiernos celebrada en
Libia, adoptó una resolución criticando duramente la orden de arresto contra Al Bashir y
pidiendo que fuera cancelada.33 En junio de 2015, también logró evadir una orden de de-
tención emitida por un tribunal en Sudáfrica, por lo que actualmente continúa en libertad
y en ejercicio de sus funciones.34
29. Artículo 7: el carácter oficial del autor de un crimen contra la paz y la seguridad de la humanidad,
incluso si actuó como Jefe de Estado o de Gobierno, no lo eximirá de responsabilidad criminal ni
atenuará su castigo.
30. Artículo 27: improcedencia del cargo oficial: El presente Estatuto será aplicable por igual a todos
sin distinción alguna basada en el cargo oficial. En particular, el cargo oficial de una persona, sea Jefe
de Estado o de Gobierno, miembro de un gobierno o parlamento, representante elegido o funcio-
nario de gobierno, en ningún caso la eximirá de responsabilidad penal ni constituirá per se motivo
para reducir la pena. Las inmunidades y las normas de procedimiento especiales que conlleve el cargo
oficial de una persona, con arreglo al derecho interno o al derecho internacional, no obstarán para
que la Corte ejerza su competencia sobre ella.
31. Resolución 1593 (2005), Aprobada por el Consejo de Seguridad en su 5158ª sesión, celebrada el
31 de marzo de 2005.
32. Primera orden de arresto de 04/03/2009, disponible en https://www.icc-cpi.int/icc-
dentro de sus competencias, no tiene un poder coercitivo propio como ningún otro órgano jurisdic-
cional internacional que pueda hacer efectiva la manda convencional per se. Así las cosas, le solicitó a
los Estados, a la Unión Africana y al Consejo de Seguridad que cooperen con ella en la detención de
Al Bashir, quien en agosto de 2010 asistió en Nairobi a la ceremonia de promulgación de la nueva
Constitución en Kenia y también en julio a Chad. Ante tal pedido, la Unión Africana se negó expre-
samente a hacerlo. Resulta sorprendente, pues tanto Kenia como Chad han ratificado el Estatuto de
Roma, que compromete a los Estados a cooperar con el tribunal. Esta negativa resulta paradójica
por cuanto la cooperación internacional es uno de los proposititos de las Naciones Unidas y al cual
la Carta de la Unión Africana remite entre sus objetivos. Dicha obligación incluye la de cooperar
para la ejecución de las órdenes de detención.
34. El presidente Omar al Bashir asistió a la 25ª Cumbre de la Unión Africana, celebrada en Sudáfrica
389
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
19.4. Competencia
35. Se trata de un supuesto de jurisdicción automática, una vez que el Estado ratificó o adhirió al
Estatuto, acto que es voluntario.
36. Véase artículo 124, Estatuto de la CPI.
37. Solo dos Estados, Francia y Colombia, han utilizado este artículo. En 2008, Francia retiró su
declaración, dejando a Colombia como el único Estado Parte con una declaración bajo el artículo
124. En varias ocasiones, las autoridades colombianas declararon públicamente sus intenciones de
retirar la declaración de Colombia bajo el artículo 124 y, a pesar de que nunca se llevó a cabo una
acción semejante, los efectos de dicha declaración en Colombia expiraron el 1° de noviembre de
2009. Información disponible en: http://www.iccnow.org/?mod=article124. Última visita:
16/01/2016.
38. Gramajo, J.M.: El Estatuto de la Corte Penal Internacional, Buenos Aires, Ábaco de Rodolfo de Palma,
2003, p. 141.
39. Véase artículo 14, Estatuto de la CPI.
40. Véase artículo 17, Acuerdo de relación entre la Corte Penal Internacional y las Naciones Unidas.
41. Resolución 1970 (2011). Aprobada por el Consejo de Seguridad en su 6491a sesión, celebrada el
26 de febrero de 2011.
42. Véase artículo 15, Estatuto de la CPI.
43. Información disponible en: http://www.iccnow.org/?mod=casessituations&lang=es y
https://www.icc-cpi.int/EN_Menus/icc/Pages/default.aspx. Última visita 17/01/2016.
390
en diferentes países del mundo de forma independiente. Esa norma define un mandato
puramente judicial para la Corte y establece un marco legal que deberá ser respetado en
cada resolución de conflictos internacionales” 44. Agrega que “al establecer el poder autó-
nomo del Fiscal para iniciar una investigación, solo sujeta a revisión judicial y sin la inter-
vención adicional de los Estados, ni del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el
tratado garantiza que los requisitos de la justicia se impondrán sobre cualquier decisión
política”.45
El Estatuto establece un procedimiento para aquellos casos que hayan sido remitidos
a solicitud de los Estado Parte o el Consejo de Seguridad y, otro procedimiento diferen-
ciado cuando el Fiscal lo hace ex oficio. En este último supuesto, la Sala de Cuestiones
Preliminares será la encargada de autorizar la investigación propuesta, mientras que, en los
otros dos casos –remisión por un Estado Parte o Consejo de Seguridad–, tal confirmación
no será necesaria.
Ejercicio de la Competencia
La CPI ejerce su jurisdicción sobre la base de los principios de nacionalidad activa
“… el Estado del que sea nacional el acusado del crimen…”46 y el de territorialidad “… el
Estado en cuyo territorio haya tenido lugar la conducta de que se trate…”.47 Esto implica
que la CPI puede ejercer su competencia sobre una situación solo si el Estado en donde
se cometió el crimen o el Estado de nacionalidad del acusado es parte del Estatuto. La CPI
también puede ejercer su jurisdicción en el territorio de cualquier otro Estado, incluso si
no ha ratificado la Convención, si este realiza una declaración especial48, o si la situación
es remitida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como hemos visto.
Los Estados no parte del Estatuto, pueden aceptar la jurisdicción de la Corte sobre
una base ad hoc. Por ejemplo, Ucrania –Estado no parte de la CPI– formuló una declara-
ción, en los términos del artículo 12, párrafo 3, mediante la cual aceptó la jurisdicción de
la CPI sobre los crímenes presuntamente cometidos en su territorio desde el 21 de no-
viembre de 2013 al 22 de febrero de 2014. Posteriormente, el 8 de septiembre de 2015,
formuló otra declaración para extender la competencia desde el 20 de febrero de 2014. 49
44. Moreno Ocampo, L.: “Instituciones del Siglo XXI: La Corte Penal Internacional”, Revista Diplo-
mática (RD) Nº 2 (2007), p. 34.
45. Moreno Ocampo, L.: “Instituciones del Siglo XXI: La Corte Penal Internacional”, Revista Diplo-
nus/icc/press%20and%20media/press%20releases/Pages/pr1146.aspx
391
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
solo mediante el castigo de los individuos que cometen tales delitos pueden aplicarse las disposiciones del
derecho internacional”.50
La competencia ratione personae de la CPI está limitada a las “personas naturales” 51, y
especifica que nada de lo dispuesto en el Estatuto “respecto de la responsabilidad penal de
las personas naturales afectará a la responsabilidad del Estado conforme al derecho inter-
nacional”.52
Como formas de autoría se reconocen: la autoría individual, coautoría y autoría me-
diata. Como formas de participación se prevén la de quien ordene, proponga o induzca la
comisión de ese crimen, ya sea consumado o en grado de tentativa, cómplice o encubridor
o colabore de algún modo. La contribución deberá ser intencional. 53 La tentativa también
está contemplada.54 En este contexto, se establece que una persona será penalmente res-
ponsable y podrá ser penada por un crimen de competencia de la Corte, únicamente si los
elementos materiales del crimen se realizan con intención y conocimiento de los elementos
materiales del crimen.
También, el jefe militar o el que actúe efectivamente como jefe militar será penal-
mente responsable por los crímenes de la competencia de la Corte que hubieren sido co-
metidos por fuerzas bajo su mando y control efectivo, o su autoridad y control efectivo.
En lo que respecta a las relaciones entre superior y subordinado distintas de las ya señala-
das, el superior será penalmente responsable por los crímenes de la competencia de la
Corte que hubieren sido cometidos por subordinados bajo su autoridad y control efec-
tivo.55
A. Competencia material
El Estatuto especifica, explica y define cada uno de los delitos sobre los cuales tiene
competencia material. Asimismo, los complementa y explica con otros dos instrumentos
auxiliares: los Elementos de los Crímenes56 y las Reglas de Procedimiento y Prueba.57 Así,
los crímenes bajo la competencia de la CPI son los crímenes de guerra, crímenes de lesa
humanidad y genocidio, y agresión (aún no en vigor). 58
cionalmente por la violación a la Convención de 1948 sobre la Prevención y el castigo del Delito de
Genocidio, y a la prohibición del delito de genocidio – en tanto se trata de una norma consuetudinaria
y de jus cogens–y también frente al mismo hecho, un individuo puede tener responsabilidad penal
internacional individual.
53. Véase artículo 25 (3) b, c y d, Estatuto de la CPI.
54. Véase artículo 25 (3) f, Estatuto de la CPI.
55. Véase artículo 28, Estatuto de la CPI.
56. https://www.icc-cpi.int/en_menus/icc/legal%20texts%20and%20tools/official%20journal/Pa-
cial%20journal/Pages/rules%20of%20procedure%20and%20evidence.aspx . Adoptada el
09/09/2002. Entrada en vigor: 09/09/2002.
58. Durante la Conferencia de Revisión celebrada en Kampala a mediados del 2010, se logró adoptar
una definición para el crimen de agresión. Sin embargo, la CPI no podrá ejercer su jurisdicción sobre
392
a. El crimen de genocidio
La definición del delito de genocidio fue consagrada por la Convención de 1948 sobre
la Prevención y el castigo del Delito de Genocidio59, la cual “entiende por genocidio cual-
quiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir,
total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza
de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del
grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimien-
tos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. El Esta-
tuto de Londres60 para el Tribunal Militar Internacional de Núremberg, también
contemplaba este tipo, pero exclusivamente, como crimen cometido durante la guerra. La
Convención se aparta de esta limitación contextual. De acuerdo con el artículo I de la
Convención “las Partes Contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiem-
pos de paz o en tiempos de guerra, es un delito de derecho internacional que ellas se com-
prometen a prevenir y sancionar”.61
En la Opinión Consultiva sobre Reservas a la Convención sobre la Prevención y la Sanción
del Delito de Genocidio, la CIJ afirmó que una consecuencia de las obligaciones erga omnes es
el carácter universal de la condena del genocidio y de la cooperación necesaria para “liberar
a la humanidad de un flagelo tan odioso”.62 Décadas más tarde y en ejercicio de su función
contenciosa, indicaría que “los derechos y obligaciones consagrados en la Convención son
derechos y obligaciones erga omnes”.63
En el caso de las Actividades armadas en el territorio del Congo64, la CIJ puso a un lado sus
dudas y reservas respecto del jus cogens afirmando, expresamente, que la norma que prohíbe
el genocidio constituía ciertamente una norma imperativa de derecho internacional.65
el crimen de agresión hasta que al menos 30 Estados Partes hayan ratificado o aceptado las enmien-
das y dos tercios de los Estados Partes hayan tomado una decisión para activar la jurisdicción en
cualquier momento después del 1º de enero de 2017.
59. Firmada el 9/12/1948. Entró en vigor el 12/1/1951.
60. Firmado el 8 de agosto de 1945.
61. Los artículos 4 y 2 de los Estatutos de los Tribunales para la ex Yugoslavia y Ruanda, respectiva-
mente, retoman en términos similares los artículos 1 y 2 de la Convención de 1948, pero en estos
casos, para enjuiciar a las personas que cometan, hayan planeado, instigado, ordenado o ayudado en
cualquier forma a planear, preparar o ejecutar el crimen de genocidio.
62. Reservas a la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CIJ, Opinión Consultiva,
28/05/1951, p. 23. Véase Preámbulo de la Convención para la prevención y sanción del delito de
genocidio.
63. Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Bosnia y Herzegovina
contra Yugoslavia), CIJ, Sentencia de excepciones preliminares, 11/07/1996, parág. 31. Véase tam-
bién Aplicación de la Convención sobre la Prevención y Castigo del delito de Genocidio (Croacia c. Serbia), CIJ,
Sentencia, 03/02/2015, parág. 87.
64. Actividades armadas sobre el territorio del Congo, Nueva Solicitud: 2002 (República Democrática del
393
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Así, concordando con Marcos Mollar y Paula Vernet, del análisis de la Convención
surge que el crimen de genocidio consta de tres elementos esenciales: 1) la identificación
de un grupo nacional, étnico, racial o religioso; 2) la intención de destruir, total o parcial-
mente, a este grupo (mens rea) y 3) la comisión de cualquiera de los actos mencionados
contra un grupo susceptible de ser identificado (el acto prohibido, actus reus).66
La definición adoptada en el Estatuto de Roma reafirma los elementos del tipo, en
sus dos aspectos: el físico y el biológico. La caracterización está dada por el elemento sub-
jetivo del tipo, configurándose si es un acto perpetrado con la intención de destruir total o
parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.67 Sin la configuración de este
dolo específico (intención de destruir total o parcialmente), estaremos en presencia de otro
crimen internacional, pero no de genocidio.
66. Véase Vernet, P.M. y Mollar, M.N.: “El concepto de genocidio en el derecho internacional actual
a la luz de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia en el caso Bosnia y Herzegovina c/ Serbia
y Montenegro” en Consigli, J.A. (coord.), El genocidio ante la corte internacional de justicia: reflexiones en
torno al caso de Bosnia contra Serbia sobre la aplicación de la convención para la prevención y la sanción del delito de
genocidio, Buenos Aires, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, 2010, p. 210.
67. Artículo 6, Estatuto de la CPI. Genocidio. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por
2003, p. 124-125.
394
En la definición empleada se plantearon cuestionamientos relativos al principio de
tipicidad, por cuanto además de enumerarse los delitos, se incluye una norma de apertura,
de carácter residual, “k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencio-
nalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud
mental o física”.
d. El crimen de agresión
La incorporación del crimen de agresión72 dentro de la competencia material de la
CPI a los fines de hacer efectiva la responsabilidad individual, planteaba dificultades polí-
ticas y jurídicas de muy difícil solución. En particular, los relacionados con la tipificación
70. El Derecho Internacional Humanitario (DIH) es la rama del Derecho Internacional que se encarga
de reglamentar la conducción de las hostilidades (jus in bello) a través de normas cuya finalidad, en
tiempo de conflicto armado es, por una parte, proteger a las personas que no participan, o han dejado
de participar en las hostilidades y, por la otra, limitar los métodos y medios de hacer la guerra.
71. Gramajo, J.M.: El Estatuto de la Corte Penal Internacional, Ábaco de Rodolfo de Palma, Buenos Aires,
2003, p. 128.
72. Es especialmente relevante en el caso de la definición del crimen de agresión, ya que al ser una
enmienda al artículo 5 del Estatuto de Roma, la Corte no podrá ejercer su competencia con respecto
a este delito si es cometido por nacionales o dentro del territorio de un Estado Parte que no acepte
esta enmienda. En este sentido, el art. 121 (5) del Estatuto de Roma establece que: “Las enmiendas a
los artículos 5, 6, 7 y 8 del presente Estatuto entrarán en vigor únicamente respecto de los Estados Partes que las
hayan aceptado un año después del depósito de sus instrumentos de ratificación o aceptación. La Corte no ejercerá su
competencia respecto de un crimen comprendido en la enmienda cuando haya sido cometido por nacionales o en el
territorio de un Estado Parte que no haya aceptado la enmienda”.
395
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
del delito, y con la determinación del papel que, a este respecto, correspondería al Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas.
Finalmente, la Conferencia Diplomática adoptó una cláusula programática, dejando
para una Conferencia de Revisión futura la definición de dicho delito y la adopción de
normas complementarias.73 Así, el Estatuto de Roma siempre incluyó el crimen de agresión
en su competencia material74, mas dicho crimen no podía ser investigado ni perseguido
hasta que el tratado constitutivo fuese enmendado a efectos de que se definieran y estable-
cieran las condiciones jurisdiccionales para que la Corte Penal Internacional ejerza su com-
petencia sobre él. Luego de dos semanas de intensos debates y años de trabajos
preparatorios, el 11 de junio de 2010 la Conferencia de Revisión del Estatuto de Roma
adoptó por consenso las enmiendas al Estatuto de Roma que incluyen una definición para
el crimen de agresión y un régimen sobre cómo la CPI ejercerá su jurisdicción sobre este 75.
Se desarrolló de manera consistente con el artículo 5 del Estatuto.76 Numerosas dificulta-
des legales y políticas tuvieron que ser superadas antes de alcanzar el consenso sobre las
enmiendas.77 Finalmente, el término de las negociaciones se focalizó en cuatro asuntos: las
diferentes maneras de remitir o iniciar una investigación del crimen de agresión ante la
Corte78; la jurisdicción temporal; la autoridad del Consejo de Seguridad; y la definición del
crimen.79
logró adoptar una definición para el crimen de agresión. Sin embargo, la CPI no podrá ejercer su
jurisdicción sobre el crimen de agresión hasta que al menos 30 Estados Partes hayan ratificado o
aceptado las enmiendas y dos tercios de los Estados Partes hayan tomado una decisión para activar
la jurisdicción en cualquier momento, después del 1º de enero de 2017.
76. Así como con la Resolución F del Acta Final de la Conferencia de Roma y el trabajo continuo de
la Asamblea de Estados Partes. El artículo 5(2), estipula que la Corte ejercerá su competencia sobre
el crimen de agresión una vez que se adopte una disposición aceptable en la Conferencia de Revisión,
posterior a los siete años de entrada en vigor del Estatuto. Esta disposición debía definir el crimen y
las condiciones bajo las cuales la Corte sería competente respecto a este crimen, siempre conforme
con las disposiciones al respecto de la Carta de las Naciones Unidas.
77. Luego de dos semanas de intensos debates y años de trabajos preparatorios, el 11 de junio de
2010 la Conferencia de Revisión del Estatuto de Roma adoptó por consenso las enmiendas al Esta-
tuto de Roma que incluyen una definición para el crimen de agresión y un régimen sobre cómo la
CPI ejercerá su jurisdicción sobre éste. Las condiciones para la entrada en vigor consensuadas se
caracterizaron por ser del tipo escalonado, estableciendo que la Corte no podrá ejercer su jurisdicción
sobre el crimen hasta luego del 1º de enero de 2017, cuando la Asamblea de Estados Partes adopte
una decisión por dos tercios de Estados Partes y solo podrá hacerlo respecto de los crímenes de
agresión cometidos un año después de la ratificación o aceptación de las enmiendas por treinta Es-
tados Partes.
78. Véase Rohr, Aldana: “Competencia material de la Corte Penal Internacional respecto del Crimen
396
El Artículo 8 bis, adoptado en la Conferencia de Revisión de Kampala, define el
crimen de agresión individual como la planificación, preparación, inicio o ejecución de un
acto de agresión80, y que este constituya una violación manifiesta a la Carta de las Naciones
Unidas. La definición de acto de agresión -así como de las acciones que califican como
actos de agresión- establecida en las enmiendas al Estatuto, fue influenciada por la Reso-
lución 3314 de la AGNU81, pero se incluyó la responsabilidad penal individual al respecto,
ampliando su alcance, puesto que la mencionada resolución solo considera la responsabi-
lidad internacional del Estado.82
En suma, la Carta de las Naciones Unidas y el sistema derivado de ella, establecen
los principios rectores respecto del “crimen de agresión”, de hecho el Estatuto y sus en-
miendas regulan las condiciones bajo las cuales la CPI ejercerá su competencia sobre ese
crimen, siempre de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
B. Competencia temporal
La CPI tiene competencia únicamente respecto de crímenes cometidos después de
la entrada en vigor del Estatuto, es decir, posteriores al 1 de julio de 2002. En el caso de
los Estados que manifestaron su consentimiento en obligarse respecto del Estatuto luego
de su entrada en vigor, la CPI podrá ejercer su competencia únicamente con respecto a los
crímenes cometidos después de la entrada en vigor del Estatuto respecto de ese Estado, a
menos que este haya hecho una declaración de conformidad con el párrafo 3 del artículo
12.
Por ejemplo, cuando Palestina depositó el instrumento de adhesión al Estatuto de
Roma, el 2 de enero de 2015, formuló una declaración, en los términos del artículo 12,
párrafo 3, mediante la cual aceptó la competencia de la CPI desde el 13 de junio de 2014 83,
es decir, retroactivamente.
80. El autor material debe ser una persona que se encuentre en condición de controlar o dirigir efec-
tivamente la acción política o militar de un Estado, es decir, puede ser cometido únicamente por una
persona en posición de liderazgo. El perpetrador debe estar “efectivamente en una posición que le
permita ejercer control o dirigir la acción política o militar de un Estado”, mientras se comete el
crimen de agresión.
81. Resolución 3314 (XXIX) AGNU, 14/12/1974.
82. En términos generales, un acto de agresión está definido como el uso de las fuerzas armadas por
parte de un Estado contra otro sin justificación de defensa propia o autorización por parte del Con-
sejo de Seguridad. Pero también, quedan excluidos los actos derivados del derecho de autodetermi-
nación, libertad e independencia de los pueblos privados de ellos, así como de los pueblos sometidos
a regímenes colonialistas o racistas o cualquier otra forma de dominación, ni al derecho de esos
pueblos de luchar con tal fin. La Resolución AGNU 3314 (XXIX), consideró que la agresión cons-
tituía la forma más grave y peligrosa del uso ilegítimo de la fuerza. Asimismo, reconoció que la guerra
de agresión era un crimen contra la paz internacional.
83. Comunicado de prensa de la CPI, 07/01/2015. Disponible en: https://www.icc-cpi.int/en_me-
nus/icc/press%20and%20media/press%20releases/Pages/pr1082_2.aspx
397
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La Corte está compuesta por los siguientes órganos84: Presidencia; las Secciones Ju-
diciales: Sección de Apelaciones, Sección de Primera Instancia y Sección de Cuestiones
Preliminares; Fiscalía; Secretaría y otras Oficinas.
La Presidencia tiene como función primordial, sin perjuicio de otras que le asigne el
Estatuto, la “correcta administración de la CPI”, exceptuando las cuestiones relativas a la
Fiscalía. La Presidencia está compuesta por tres jueces de la CPI, elegidos para ocupar tales
cargos por el resto de los jueces de la CPI, quienes duran en sus cargos tres años.85 Actual-
mente, la Presidente de la CPI es la Dra. Silvia Alejandra Fernández de Gurmendi (Argen-
tina).86
Las secciones jurisdiccionales son tres y están compuestas por 18 jueces organizados
en la Sección de Apelaciones, la Sección de Primera Instancia y la Sección de Cuestiones
Preliminares. Los magistrados son elegidos entre personas de alta consideración moral,
imparcialidad e integridad, que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de las
más altas funciones judiciales en sus respectivos países.87 Las funciones judiciales de la CPI
son realizadas en cada Sección por Salas.
La Sección de Cuestiones Preliminares está compuesta por no menos de 6 magistrados.
Las funciones de la Sala pueden ser realizadas por tres magistrados o por uno solo, de
conformidad con el Estatuto y con las Reglas de Procedimiento y Prueba. Tiene funciones
de supervisión del Fiscal y colabora con él en la investigación. Tiene la llave de acceso a la
jurisdicción de la Corte. Cuando el Fiscal tuviere razón para sospechar la posible comisión
de uno o más de los delitos de competencia de la Corte, debe iniciar una investigación
preliminar, tendiente a determinar prima facie, la existencia del delito. Solo después de ello,
el Fiscal podrá solicitar a la Sala de Cuestiones Preliminares la autorización para iniciar la
investigación del delito. Si esta última es concedida, y de la misma se deriva la existencia
de una o más personas sospechadas de ser autores, cómplices o encubridores del delito,
pasible de ser procesadas, el Fiscal deberá elevar la solicitud en tal sentido a la Sala de
Cuestiones Preliminares y solo en caso de resolución favorable al procesamiento, la CPI
podrá ejercer su jurisdicción en relación con esa persona.
Asimismo, todas las cuestiones relativas al rechazo de un Estado a aceptar la juris-
dicción de la CPI, son resueltas con carácter previo por la Sala de Cuestiones Preliminares.
La Sección de Primera Instancia está compuesta por no menos de seis magistrados, desa-
rrollando sus funciones en Salas de Primera Instancia formadas por tres jueces, con com-
petencia para el enjuiciamiento de conductas delictivas tipificadas en el Estatuto.
La Sección de Apelaciones es un Tribunal colegiado de cinco integrantes –incluido el
Presidente de la CPI–, subdividido en Salas (Cámaras o Chambers) que conocen los recursos
Público de la Universidad de Buenos Aire en la cátedra a cargo del Director de esta obra, Dr. Juan
Antonio Travieso.
87. Véase Res. ICC-ASP/14/24. Comité Asesor sobre Candidaturas a la CPI. Disponible en:
https://www.icc-cpi.int/iccdocs/asp_docs/ASP14/ICC-ASP-14-24-SPA.pdf
398
contra resoluciones dictadas por la Sala de Primera Instancia o la Sala de Cuestiones Pre-
liminares, así como también tienen facultades jurisdiccionales en el juicio de revisión.88
La Fiscalía es un órgano independiente y autónomo encargado de iniciar la investiga-
ción y recolectar las pruebas.89 Actúa en forma independiente como órgano separado de
la Corte. Está dirigida por el Fiscal, que cuenta con la ayuda de uno o más Fiscales Adjun-
tos. Está encargada de recibir remisiones e información sobre crímenes de competencia de
la Corte para examinarlos y realizar investigaciones o ejercer la acción penal ante la CPI.
Los miembros de la Fiscalía no solicitarán ni cumplirán instrucciones de fuentes ajenas a
la Corte.90
Entre los deberes del Fiscal91, se encuentra el de investigar todos los hechos relevan-
tes para determinar la existencia del delito, y para acusar o sobreseer a las personas sospe-
chadas; adoptar las medidas necesarias para asegurar la efectiva investigación y juicio de
los delitos de competencia de la CPI, teniendo en cuenta las circunstancias personales de
las víctimas y de los imputados, respetando los derechos de las personas investigada.
La Secretaría es la encargada de los aspectos no judiciales de la administración de la
CPI, y de prestarle servicios. El Secretarío92 es el principal funcionario administrativo de
la CPI y ejerce sus funciones bajo la autoridad del Presidente de la Corte.
La CPI también incluye un número de oficinas semiautónomas, las cuales colaboran con
la función de la Corte. Por ejemplo, la Oficina de Asistencia a las Víctimas, la Oficina de
Asistencia Pública a la Defensa.
El Estatuto de Roma incluye una disposición específica sobre el establecimiento de
una Asamblea de Estados Partes (en adelante AEP93). La Asamblea de los Estados Partes94 es
el órgano de supervisión de la gestión y legislativo de la Corte Penal Internacional. Está
Examinar y aprobar, según proceda, las recomendaciones de la Comisión Preparatoria; (b) Ejercer
su supervisión respecto de la Presidencia, el Fiscal y la Secretaría en las cuestiones relativas a la
administración de la Corte; (c) Examinar los informes y las actividades de la Mesa de la AEP (com-
puesta por un Presidente, dos Vice-presidentes y 18 miembros elegidos por la Asamblea por el tér-
mino de tres años) y adoptar las medidas que procedan a ese respecto; (d) Examinar y decidir el
presupuesto de la Corte; (e) Decidir si corresponde, de conformidad con las disposiciones del Esta-
tuto relativas al nombramiento, requisitos y elección de los magistrados, modificar el número de
magistrados; (f) Examinar cuestiones relativas a la falta de cooperación de Estados Partes con la
Corte; y (g) Desempeñar las demás funciones que procedan en virtud del Estatuto y las Reglas de
Procedimiento y Prueba.
94. La Asamblea de los Estados Partes tiene una Mesa, compuesta por un Presidente, dos Vicepresi-
dentes y 18 miembros elegidos por la Asamblea por un período de tres años, teniendo en cuenta los
principios de distribución geográfica equitativa y la representación adecuada de los principales siste-
mas jurídicos del mundo. En su segunda reunión, en septiembre de 2003, la Asamblea de los Estados
Partes decidió establecer la Secretaría Permanente (ICC-ASP / 2 / L.5).
399
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
compuesto por representantes de los Estados que han ratificado y adherido al Estatuto de
Roma, teniendo cada Estado un voto.
La AEP decide sobre diversos temas, tales como la aprobación de textos normativos
y de presupuesto, la elección de los jueces y del Fiscal y/o los Fiscal(es) adjunto(s). Por
ejemplo, ha establecido un Fondo Fiduciario en Beneficio de las Víctimas de la CPI 95 a
favor de las víctimas de los crímenes de la jurisdicción de la CPI y los familiares de estas
víctimas.
19.6. Procedimiento
En el marco del Estatuto de Roma, como señala Salmón Garate, nos encontramos
frente a un procedimiento96 que se estructura en tres fases: (i) el examen preliminar; (ii) la
fase de investigación y enjuiciamiento y; (iii) el juicio oral que se da ante la Sala de Primera
Instancia y concluye con la emisión de una sentencia. Contra esta última se pueden inter-
poner dos recursos impugnatorios, a saber: (i) el recurso de apelación presentado ante la
Sala de Apelaciones y, (ii) el recurso de revisión presentado ante la propia Sala de Primera
Instancia, por el conocimiento de hechos nuevos. 97
Una vez que el imputado ha sido entregado a la CPI o ha comparecido voluntaria-
mente o en cumplimiento de una orden de comparecencia, la Sala de Cuestiones Prelimi-
nares se asegurará de que haya sido informado de los crímenes que le son imputados y de
los derechos que le reconoce el Estatuto, incluido el de pedir la libertad provisional. 98 Den-
tro de un plazo razonable, la Sala de Cuestiones Preliminares celebrará una audiencia para
confirmar los cargos sobre la base de los cuales el Fiscal tiene la intención de pedir el
procesamiento. La audiencia se celebrará en presencia del Fiscal y del imputado, así como
de su defensor.99
Finalmente, una vez culminada esta audiencia confirmatoria de cargos, empieza pro-
piamente el juicio.
Las penas que puede aplicar la CPI están establecidas en el artículo 77 del Estatuto,
y son las siguientes:
a) Reclusión por un número determinado de años que no exceda los treinta. 100
http://www.iccnow.org/documents/Salmon.pdf.
98. Artículo 60, Estatuto de la CPI.
99. Artículo 61, Estatuto de la CPI.
100. A los efectos ilustrativos, Lubanga Dyilo fue condenado a 14 años de prisión por alistar y reclutar
niños menores de 15 años para la Fuerza Patriótica para la Liberación del Congo y utilizarlos para
participar activamente en las hostilidades en el contexto de un conflicto armado sin carácter interna-
cional desde el 1 de septiembre de 2002 hasta el 13 de agosto de 2003 (artículo 8 (2) (e) (vii) del
Estatuto de Roma). Su sentencia fue confirmada por la Sala de Apelaciones. Asimismo, emitió una
decisión sobre los principios y el proceso a implementar para la reparación a las víctimas en el caso,
400
b) Reclusión a perpetuidad cuando lo justifiquen la extrema gravedad del crimen y
las condiciones personales del imputado.
c) Multa
d) Decomiso de productos, bienes y haberes procedentes directa o indirectamente
del crimen.
y posteriormente, instruyó al Fondo Fiduciario para las Víctimas de presentar un proyecto de plan
de ejecución de las reparaciones colectivas. Información disponible en: https://www.icc-
cpi.int/en_menus/icc/situations%20and%20cases/situations/situation%20icc%200104/rela-
ted%20cases/icc%200104%200106/Pages/democratic%20republic%20of%20the%20congo.aspx.
Última visita: 19/01/2015.
La CPI determinó la culpabilidad de German Katanga por crímenes de lesa humanidad (asesinato) y
crímenes de guerra (asesinato, atacar a la población civil, destrucción de la propiedad y pillaje) co-
metidos el 24 de febrero de 2003 durante el ataque a la villa de Bogoro, en el Distrito de Ituri de la
República Democrática del Congo. Fue absuelto por los cargos de violación, esclavitud sexual como
crimen de lesa humanidad y crímenes de guerra, uso de niños menores a los 15 años para participar
activamente en las hostilidades, esclavitud sexual y violación. En 2014, fue condenado a 12 años de
prisión. El tiempo que pasó detenido a disposición de la CPI será deducido de su sentencia. Infor-
mación disponible en: https://www.icc-cpi.int/en_menus/icc/situations%20and%20cases/situa-
tions/situation%20icc%200104/related%20cases/icc%200104%200107/Pages/democratic%20rep
ublic%20of%20the%20congo.aspx. Última visita: 19/01/2015.
El 19 de diciembre de 2015, Thomas Lubanga Dyilo y Germain Katanga fueron trasladados a un
establecimiento carcelario en la República Democrática del Congo, donde terminarán de cumplir sus
condenas de prisión, siendo esta la primera vez que la CPI designa a un Estado para el cumplimiento
de una condena de prisión.
101. Artículo 20, Estatuto de la CPI.
102. Artículo 22, Estatuto de la CPI.
103. Artículo 23, Estatuto de la CPI.
401
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
iv) Irretroactividad Ratione Personae104. Establece que nadie será penalmente respon-
sable de conformidad con el presente Estatuto por una conducta anterior a su entrada en
vigor, es decir, anterior al 1 de julio de 2002.
v) Imprescriptibilidad de los crímenes de competencia de la CPI.
402
b) Nadie será sometido a forma alguna de coacción, intimidación o amenaza, a tor-
turas ni a otros tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes
c) Derecho a contar con un intérprete competente y las traducciones que sean nece-
sarias a los efectos de cumplir el requisito de equidad, para el caso de quien deba ser inte-
rrogado en un idioma que no sea el que comprende.
d) Nadie será sometido a arresto o detención arbitrarios ni será privado de su libertad
salvo por los motivos previstos en el Estatuto y de conformidad con los procedimientos
establecidos en él.110
Antes del interrogatorio, la persona deberá ser informada de que existen motivos
para creer que ha cometido un crimen de la competencia de la Corte, que tiene derecho a
guardar silencio, sin que ello pueda tenerse en cuenta a los efectos de determinar su culpa-
bilidad o inocencia; a ser asistida por un abogado defensor de su elección o, si no lo tuviere,
a que se le asigne un defensor de oficio, siempre que fuere necesario en interés de la justicia
y, en cualquier caso, sin cargo si careciere de medios suficientes y a ser interrogada en
presencia de su abogado, a menos que haya renunciado voluntariamente a su derecho a
asistencia letrada.111
19.10. Conclusiones
110. De conformidad con el artículo 58, la Sala de Cuestiones Preliminares dictará, a solicitud del
Fiscal, una orden de detención contra una persona si hay motivo razonable para creer que ha come-
tido un crimen de la competencia de la Corte y la detención parece necesaria para: i) asegurar que la
persona comparezca en juicio; ii) asegurar que la persona no obstruya ni ponga en peligro la investi-
gación ni las actuaciones de la Corte; o iii) en su caso, impedir que la persona siga cometiendo ese
crimen o un crimen conexo que sea de la competencia de la Corte y tenga su origen en las mismas
circunstancias.
111. Véase artículo 55 y Parte IX, Estatuto de la CPI.
112. Ambos, K.: El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Bogotá, Universidad Externado de
403
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Uno de los problemas con los que se enfrenta la CPI es que a pesar de estar actuando
dentro de sus competencias, no tiene un poder coercitivo propio como órgano jurisdiccio-
nal internacional, que pueda hacer efectiva la manda convencional per se y, por ello, de-
pende de la voluntad estatal en brindar cooperación penal internacional.
Sin perjuicio de los esfuerzos y logros de la CPI, resulta un tanto apresurado poder
hacer un balance de su labor, a menos de 15 años de la entrada en vigor del Estatuto. No
obstante, continuaremos observando con entusiasmo y esperanza su actividad en la lucha
contra la impunidad de los crímenes más graves de trascendencia internacional.
19.11. Bibliografía
404
Kaye, D.: “The First Review Conference of the Rome Statute of the Inter-
national Criminal Court”, The American Society of International Law, v. 14, n. 11
(2010).
Principios directivos para la consideración del crimen de agresión en la Con-
ferencia de revisión del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Kam-
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Internacional (CCPI). Disponible en: http://www.iccnow.org/docu-
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del Crimen de Agresión y activación de la jurisdicción por el Fiscal y el Consejo
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nal Court”, The American Society of International Law, v. 14, n. 16 (2010).
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Vernet, P.M. y Mollar, M.N.: “El concepto de genocidio en el derecho in-
ternacional actual a la luz de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia en
el caso Bosnia y Herzegovina c/ Serbia y Montenegro” en Consigli, J.A. (coord.):
El genocidio ante la corte internacional de justicia: reflexiones en torno al caso de Bosnia contra
Serbia sobre la aplicación de la convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio,
Buenos Aires, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, 2010.
Zapico Barbeiro, M.: “El crimen de agresión y la Corte penal Internacional”. Dispo-
nible en: www.defensesociale.org/.../17)_Crimen_de_agresion_y_Corte_Penal_Interna-
cional_Zapico.pdf –
Entrevistas
405
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
406
PARTE VII
SISTEMAS REGIONALES
Entrar en la Parte VII es un compromiso, porque no es trivial pues son siete los días
de la semana, las notas musicales y los colores del prisma; siete las artes y las maravillas del
mundo. Los hindúes reconocen siete ramas del saber y son siete los pecados capitales.
Pitágoras decía: “El número gobierna las formas y las ideas y es la causa de los dioses
y de los demonios. Tan es así que el número siete aparece en los grandes viajes históricos.
Cristóbal Colón descubrió América en 1492, cuyos dígitos suman 7, y se llegó a la Luna en
1969, cuyos dígitos también suman siete.
En Astrología, el 7 es Libra, la balanza y para la teosofía, el 7 es el número del uni-
verso, pues creen que los ciclos cósmicos están gobernados por los siete rayos por los que
fluye todo lo que existe bajo el Sol. Los hindúes reconocen siete ramas del saber y siete
ciudades sagradas de peregrinación y su filosofía refiere a siete centros de energía: los
“chakras”.
Por otra parte, desde el primer libro del Antiguo Testamento (Génesis) hasta el úl-
timo del Nuevo (Apocalipsis) el siete es el número más evocado. Solo en la Revelación de
San Juan aparece 55 veces.
Entre los judíos, la fiesta de las cosechas se hace siete semanas después de la prima-
vera y en sus ritos encienden las velas de la menorah, el candelabro de siete brazos. Según la
Cábala, el siete representa la Ley Divina que rige el Universo.
También son siete los sacramentos de la Iglesia Católica, los pecados capitales y las
virtudes. Y Jesús enseña: “Perdonarás a tu hermano 70 veces siete”.
Más allá de los saberes de internet, que confieren un pasaporte al conocimiento de
cosas raras, lo cierto es que esta parte enmarcada en el mágico número siete integra los
sistemas regionales ubicados en el marco histórico regional.
Marcela Iellimo inicia con el Sistema Interamericano que es nuestra casa. Marcela
Iellimo hace varios años trabaja en temas de derechos humanos y se destaca por su entrega
a valores que la conmueven. El tema es que los derechos humanos no constituyen en sí
mismos una especialización, sino que, básicamente, es una actitud de vida que se refleja en
todas las actividades.
En segundo lugar el sistema europeo de derechos humanos, con sus particularidades,
que es abordado con sabiduría por Alicia Curiel, ya presentada en este libro. El sistema
africano está desarrollado por Aldana Rohr que intenta desentrañar de qué manera la he-
rramienta para el desarrollo de África es la expansión de los derechos humanos en todo el
continente.
Continuando con este desarrollo universal, María Sol de Brito encara un desafío su-
plementario que es el de interpretar los derechos humanos en clave islámica. María Sol de
Brito esa otra joven exponente de esta nueva generación que denominaremos sub 40, que
tiene carta de ciudadanía merecida entre los nuevos valores de una generación que vivió
los derechos humanos en la argentina desde la niñez.
Finalmente, David Pischik pone en blanco y negro los conflictos contemporáneos y
su influencia para disparar la discriminación. Una tarea ardua y compleja de la que se
407
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
conocen pocos antecedentes. David Pischik es otro de esos nuevos valores a los que nos
acostumbraremos a citar. Los nuevos materiales bibliográficos van a contar con nuevos
intérpretes y temas que potencian el conocimiento humano.
7. Volvemos al relato
…El hombre se imaginó egoísta. Un sentimiento ajeno e impropio que causaba atur-
dimiento. Se justificaba con siete excusas, ninguna válida, aunque todas caducaban ante el
laurel del éxito. Muchos recuerdos: la chica del pelo violeta que encendió el Smartphone e
inicio el romance iluminado de amor blanco.
La tarea fue ardua y en el centro del recinto se veía el poliedro iluminado…
408
Capítulo 20
409
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
2. Travieso, J.A.: Historia de los Derechos Humanos y Garantías, Buenos Aires, Editorial Heliasta, 1993,
p. 259.
3. Declaración Americana, Considerando Cuarto.
4. Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el Marco del Artículo 64 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Corte IDH, O. C. N°10, 14/07/1989, parág. 47.
410
En el año 1967, la reforma a la Carta de la OEA mediante el Protocolo de Buenos
Aires, la estableció como uno de los órganos principales de la organización, con la función
principal de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos y servir como
órgano consultivo de la organización en esta materia.
Durante la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos,
reunida en San José de Costa Rica entre el 7 y el 22 de noviembre de 1969, se adoptó la
Convención Americana sobre Derechos Humanos 5 (o Pacto de San José de Costa Rica),
que entró en vigor el 18 de julio de 1978. La Convención se estructura en una parte sus-
tantiva y otra orgánica6; en la primera se establecen los derechos y libertades fundamentales
(principalmente los derechos civiles y políticos, con respecto a los derechos económicos,
sociales y culturales se comprometen a su progresiva efectividad) así como las normas
relativas a las obligaciones que asumen los Estados, la interpretación de la Convención, las
cláusulas sobre suspensión de garantías, y los deberes de los titulares de derechos.
En su parte orgánica, la Convención instrumenta dos órganos competentes para co-
nocer las violaciones a los derechos humanos: la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH), que como se dijo ya había sido creada en 1959 y ejercía funciones desde
1960, y por otro lado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
Como se ha mencionado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cuenta
con un Estatuto; el que rige actualmente su funcionamiento, fue aprobado en el Noveno
Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA (La Paz, Bolivia, 1979),
y precisamente refleja las importantes innovaciones introducidas por la Convención Ame-
ricana en relación con la Comisión.
Por otra parte, tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos como el
Estatuto de la Comisión la facultan para adoptar su propio Reglamento, en donde se regula
el procedimiento ante la Comisión que se desarrollará en el próximo punto. La CIDH
aprobó el Reglamento actual en su 137° período ordinario de sesiones, celebrado del 28
de octubre al 13 de noviembre de 2009, siendo posteriormente modificado el 2 de sep-
tiembre de 2011 y en su 147º período ordinario de sesiones, celebrado del 8 al 22 de marzo
de 2013, para su entrada en vigor el 1º de agosto de 2013.
Con respecto a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, esta no pudo esta-
blecerse hasta que entró en vigor la Convención, lo que ocurrió en 1978. Por tal motivo,
el 22 de mayo de 1979 los Estados Partes en la Convención Americana eligieron, durante
5. Estados Partes en la Convención Americana sobre Derechos Humanos: Argentina, Barbados, Bo-
livia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Grenada, Guatemala,
Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Su-
riname y Uruguay. Trinidad y Tobago denunció la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos, por comunicación dirigida al Secretario General de la OEA, el 26 de mayo de 1998. Venezuela
denunció la Convención Americana sobre Derechos Humanos, por comunicación dirigida al Secre-
tario General de la OEA, el 10 de septiembre de 2012. Información disponible en http://www.cor-
teidh.or.cr/index.php/es/acerca-de/historia-de-la-corteidh, Consulta realizada el 11 de marzo de
2015.
6. Medina Quiroga, C.; Nash Rojas, C.: Sistema Interamericano de Derechos Humanos: Introducción a sus
411
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
7. El primer Reglamento de la Corte fue aprobado por el Tribunal en su III Período Ordinario de
Sesiones, celebrado del 30 de junio al 9 de agosto de 1980; el segundo Reglamento fue aprobado en
su XXIII Período Ordinario de Sesiones, celebrado del 9 al 18 de enero de 1991; el tercer Reglamento
fue aprobado en su XXXIV Período Ordinario de Sesiones, celebrado del 9 al 20 de septiembre de
1996; el cuarto Reglamento fue aprobado en su XLIX Período Ordinario de Sesiones, celebrado del
16 al 25 de noviembre de 2000, el cual fue reformado en su LXI Período Ordinario de Sesiones,
celebrado del 20 de noviembre al 4 de diciembre de 2003, y en su LXXXII Período Ordinario de
Sesiones, celebrado del 19 al 31 de enero de 2009.
8. Artículo 18, Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aprobado mediante
Resolución N° 447 adoptada por la Asamblea General de la OEA en su noveno período ordinario
de sesiones, celebrado en La Paz, Bolivia, octubre de 1979, y modificaciones.
412
f. rendir un informe anual a la Asamblea General de la Organización, en el cual se
tenga debida cuenta del régimen jurídico aplicable a los Estados partes en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y de los Estados que no son partes;
g. practicar observaciones in loco en un Estado, con la anuencia o a invitación del
gobierno respectivo, y
h. presentar al Secretario General el programa presupuesto de la Comisión para que
este lo someta a la Asamblea General.
Por su parte, en relación con los Estados partes en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, la Comisión tiene asimismo las siguientes atribuciones9:
a. diligenciar las peticiones y otras comunicaciones, de conformidad con lo dispuesto
en los artículos 44 al 51 de la Convención;
b. comparecer ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos pre-
vistos en la Convención;
c. solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que tome las medidas
provisionales que considere pertinentes en asuntos graves y urgentes que aún no estén
sometidos a su conocimiento, cuando se haga necesario para evitar daños irreparables a las
personas;
d. consultar a la Corte acerca de la interpretación de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos o de otros tratados sobre la protección de los derechos humanos en
los Estados americanos;
e. someter a la consideración de la Asamblea General proyectos de protocolos adi-
cionales a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, con el fin de incluir pro-
gresivamente en el régimen de protección de esta otros derechos y libertades, y
f. someter a la Asamblea General, para lo que estime conveniente, por conducto del
Secretario General, propuestas de enmienda a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
De acuerdo con su Estatuto, la CIDH tiene su sede en Washington D.C., pudiendo
por otra parte, trasladarse y reunirse en el territorio de cualquier Estado americano cuando
lo decida por mayoría absoluta de votos y con la anuencia o a invitación del gobierno
respectivo. Los idiomas oficiales de la CIDH son en español, el francés, el inglés y el por-
tugués.
20.2.2. Composición
La CIDH se encuentra compuesta por siete miembros, elegidos a título personal por
la Asamblea General de la Organización, quienes deben ser personas de alta autoridad
moral y reconocida versación en materia de derechos humanos. Los candidatos son pro-
puestos en una lista por los gobiernos de los Estados miembros de la OEA, pudiendo cada
gobierno proponer hasta tres candidatos, ya sea nacionales del Estado que los propone o
de cualquier otro Estado miembro de la Organización; en caso de que se propusiera una
413
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
terna, por lo menos uno de los candidatos debe ser nacional de un Estado distinto del
proponente.
Conforme el Estatuto y el Reglamento de la Comisión, sus miembros duran cuatro
años en sus funciones y solo pueden ser reelegidos una vez, y en el caso de que no hayan
sido elegidos los nuevos miembros de la Comisión para sustituir a los que terminan sus
mandatos, estos continúan en el ejercicio de sus funciones hasta que se efectúe la elección
de los nuevos miembros. Asimismo, no puede formar parte de la Comisión más de un
nacional del mismo Estado.
El cargo de miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos es in-
compatible con el ejercicio de actividades que pudieran afectar su independencia, su im-
parcialidad, o la dignidad o el prestigio de dicho cargo. Por tal motivo, al asumir sus
funciones, los miembros se comprometen a no representar a víctimas o sus familiares, ni
a Estados, en medidas cautelares, peticiones y casos individuales ante la CIDH, por un
plazo de dos años, contados a partir del cese de su mandato como miembros de la Comi-
sión.
10.Artículo 18, Reglamento Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Aprobado por la Co-
misión en su 137° período ordinario de sesiones, celebrado del 28 de octubre al 13 de noviembre de
2009 y modificado el 2 de septiembre de 2011 y en su 147º período ordinario de sesiones, celebrado
del 8 al 22 de marzo de 2013, para su entrada en vigor el 1º de agosto de 2013.
414
Asimismo, los miembros siempre tienen derecho a presentar su voto razonado por
escrito, el cual se incluye a continuación de la decisión.
En relación con el régimen de incompatibilidades, los miembros de la Comisión no
pueden participar en la discusión, investigación, deliberación o decisión de un asunto so-
metido a la consideración de la Comisión en los siguientes casos:
a. si fuesen nacionales del Estado objeto de consideración general o específica o si
estuviesen acreditados o cumpliendo una misión especial como agentes diplomáticos ante
dicho Estado o
b. si previamente hubiesen participado, a cualquier título, en alguna decisión sobre
los mismos hechos en que se funda el asunto o si hubiesen actuado como consejeros o
representantes de alguna de las partes interesadas en la decisión.
Por otro lado, en caso de que un miembro considere que debe abstenerse de partici-
par en el examen o decisión del asunto comunicará dicha circunstancia a la Comisión, la
cual decidirá si es procedente la inhibición.
20.2.4. Relatorías
La CIDH comenzó a crear Relatorías a partir del año 1990 con el objetivo de forta-
lecer y optimizar su propio funcionamiento, en tal sentido, la Comisión puede asignar ta-
reas o mandatos específicos ya sea a uno o a un grupo de sus miembros con vista a la
preparación de sus períodos de sesiones o para la ejecución de programas, estudios o pro-
yectos especiales. Asimismo, los relatores y relatoras deben llamar la atención del pleno de
la Comisión sobre cuestiones que, habiendo llegado a su conocimiento, puedan ser consi-
deradas como materia de controversia, grave preocupación o especial interés de la Comi-
sión.
En la reforma al Reglamento de la CIDH aprobada en 2009, se detalla con mayor
precisión el funcionamiento de estos grupos de trabajo.
En primer lugar podemos mencionar las relatorías por país, en las cuales la Comisión
designa a sus miembros como responsables de las relatorías de los distintos países miem-
bros de la OEA, debiendo ejercer las responsabilidades de seguimiento que se les asigne e
informar al pleno sobre las actividades llevadas a cabo.
Por otra parte, la Comisión puede crear relatorías y asignarles mandatos ligados a la
promoción y protección de los derechos humanos respecto de ciertas áreas que resulten
de especial interés.11 Estas relatorías son creadas por resolución de la Comisión aprobada
por la mayoría absoluta de votos de los miembros de la Comisión en la que se dejará cons-
tancia de:
a. la definición del mandato conferido, incluyendo sus funciones y alcances;
b. la descripción de las actividades a desarrollar y los métodos de financiamiento
proyectados con el fin de sufragarlas.
Estos mandatos son evaluados en forma periódica y sujetos a revisión, renovación o
terminación por lo menos una vez cada tres años.
415
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Estas relatorías pueden funcionar como Relatorías Temáticas, las cuales están a cargo
de los miembros de la Comisión, quienes son designados por la Comisión en su primera
sesión del año o en cualquier otro momento que resulte necesario; o como Relatorías Espe-
ciales, a cargo de otras personas designadas por la Comisión conforme los siguientes pará-
metros:
a. convocatoria a concurso abierto para llenar la vacante, con publicidad de los crite-
rios a ser empleados en la elección de postulantes, de sus antecedentes de idoneidad para
el cargo, y de la resolución de la CIDH aplicable al proceso de selección;
b. elección por voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros de la CIDH y
publicidad de los fundamentos de la decisión.
Los relatores y relatoras especiales ejercen su cargo por un período de tres años,
renovable por un período más, a menos que el mandato de la relatoría concluya antes de
que se cumpla ese período. Las personas a cargo de las relatorías especiales ejercen sus
funciones en coordinación con la Secretaría Ejecutiva la cual puede solicitarles la prepara-
ción de informes sobre peticiones y casos. Asimismo, quienes están a cargo de las relatorías
temáticas y especiales actúan de manera coordinada con las personas responsables de las
relatorías de país.
En la actualidad se encuentran en funcionamiento las siguientes Relatorías Temáticas
y Especiales12:
• Relatoría sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
• Relatoría sobre los Derechos de las Mujeres.
• Relatoría sobre los Derechos de los Migrantes.
• Relatoría sobre los Derechos de la Niñez.
• Relatoría sobre Defensoras y Defensores de Derechos Humanos.
• Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad.
• Relatoría sobre los Derechos de las Personas Afrodescendientes y con-
tra la Discriminación Racial.
• Relatoría sobre los Derechos de las Personas Lesbianas, Gays, Bisexua-
les, Trans e Intersex.
• Relatoría Especial para la Libertad de Expresión.
• Unidad sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
12.
Disponible con en http://www.oas.org/es/cidh/mandato/relatorias.asp. Consulta realizada el 20
de marzo de 2015.
416
peticiones que contengan denuncias o quejas de violación de esta Convención por un Es-
tado parte”.
De esta normativa surge que terceras personas, distintas de la víctima, pueden iniciar
e impulsar el procedimiento. En este sentido, en su Resolución N° 59/81 la Comisión ha
señalado: “Quien denuncia un hecho violatorio de los derechos humanos ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos no requiere de autorización de la víctima”. 13
Por su parte, el Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos dis-
tingue entre “denunciante original”, “familiares”, “presunta víctima” y “víctima”, estable-
ciendo las siguientes definiciones14:
• “Denunciante original” significa la persona, grupo de personas o entidad no gu-
bernamental que haya introducido la denuncia original ante la Comisión, en los términos
del artículo 44 de la Convención.
• “Familiares” significa los familiares inmediatos, es decir, ascendientes y descen-
dientes en línea directa, hermanos, cónyuges o compañeros permanentes, o aquellos de-
terminados por la Corte en su caso.
• “Presunta víctima” significa la persona de la cual se alega han sido violados los
derechos protegidos en la Convención.
• “Víctima” significa la persona cuyos derechos han sido violados de acuerdo con
sentencia dictada por la Corte IDH.
Asimismo, cabe destacar que, conforme su Reglamento la Comisión puede motu propio
iniciar la tramitación de una petición que contenga, a su juicio, los requisitos para tal fin.
Con respecto a la legitimación pasiva, solo los Estados que integran el Sistema Inter-
americano, tanto por ser miembros de la Organización de Estados Americanos o por ser
parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos u otros tratados del sistema
referentes a la protección de los derechos humanos pueden ser sujetos pasivos de denun-
cias ante la Comisión.
13. Resolución N° 59/81, Caso 1954, Uruguay, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 16
de octubre de 1981.
14. Artículo 2°, incisos 11, 16, 27 y 33, Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos.
417
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
De acuerdo con las reglas generales en materia de aplicación de los tratados, las dis-
posiciones de un tratado no obligan a una parte respecto de ningún acto o hecho que haya
tenido lugar con anterioridad a la fecha de entrada en vigor del tratado para esa parte ni de
ninguna situación que en esa fecha haya dejado de existir.16 Por lo tanto, cuando se denun-
cie una violación a la Convención Americana u otro tratado del Sistema Interamericano,
la Comisión debe verificar que dicha petición o comunicación refiere a hechos ocurridos
con posterioridad a la entrada en vigor de dicho instrumento respecto del Estado denun-
ciado y mientras se encuentre en vigor respecto de este; no obstante, como ya se mencionó,
los Estados miembros de la OEA están sujetos ante todo a los principios de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Al respecto la CIDH ha manifestado:
“la Comisión no comparte la posible implicación del argumento de inadmisibilidad ratione
15. Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el Marco del Artículo 64
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Corte IDH, O. C. N°10, 14/07/1989, parág. 45.
16. Artículo 28, Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados, Viena, 23 de
mayo de 1969.
418
temporis, según el cual los Estados miembros de la Organización contraen obligaciones de
respetar los derechos humanos, solo a partir de la ratificación de la Convención. Dicha
premisa parecería sugerir que antes de la ratificación de la Convención, los Estados miem-
bros no tenían obligación internacional alguna respecto de los derechos humanos y, con-
cretamente, que esta Comisión no tiene competencia para recibir otras denuncias que las
del texto convencional. La Comisión aclara que los hechos ocurridos con anterioridad de
la entrada en vigor de la Convención para la Argentina, constituyeron, no obstante, graves
violaciones de los derechos a la seguridad e integridad de la persona, de justicia y a proceso
regular consagrado por la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
en sus Artículos I, XVIII y XXVI, respectivamente. La ratificación de la Convención por
los Estados miembros, cuando menos, complementó, aumentó o perfeccionó la protec-
ción internacional de los derechos humanos en el sistema interamericano, pero no significó
su creación ex novo, ni extinguió la vigencia anterior y posterior de la Declaración Ameri-
cana (…)”.17
La competencia en razón del lugar refiere a que los hechos que constituyen una pre-
sunta violación a los derechos humanos deben ocurrir dentro de la jurisdicción de un Es-
tado parte en la Convención Americana o bien parte en alguno de los otros instrumentos
del sistema interamericano. Al respecto la CIDH ha manifestado: “La Comisión tiene com-
petencia ratione loci para considerar la petición, ya que en esta se alegan violaciones de de-
rechos protegidos por la Convención Americana ocurridos dentro del territorio de un
Estado parte de esta”.18
17. Resolución N° 22/88, Caso 9850, Argentina, Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
23 de marzo de 1988, punto III 5).
18. Informe No. 14/14, Petición 265-00. Admisibilidad. Agustina Alonso y Otros. Argentina, Comi-
419
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
demostrar, mediante declaración jurada y otros medios probatorios idóneos, que carece de
recursos suficientes para solventar dichos gastos.
Finalmente, la CIDH incluirá en las recomendaciones del informe del artículo 50 de
la Convención la estimación de los gastos que hayan sido realizadas con cargo al Fondo de
Asistencia Legal para que el Estado demandado realice el reintegro a dicho Fondo.
19.
Resolución 24/2014, Medida Cautelar N° 307-14, Asunto Julio César Cano Molina respecto de
Cuba, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 10 de septiembre de 2014, punto III 5).
420
comunidad u organización, es decir que pueden ser de naturaleza individual o colectiva,
dependiendo del caso.
En general, una vez recibida la solicitud de medidas cautelares, la Comisión da tras-
lado al Estado requiriéndole información sobre el asunto, salvo cuando la urgencia del
daño potencial no admita demora, caso en el cual la Comisión revisa la decisión adoptada
lo más pronto posible o, a más tardar, en el siguiente período de sesiones, teniendo en
cuenta la información aportada por las partes.
Resulta importante mencionar que el otorgamiento de estas medidas y su adopción
por el Estado no constituirán prejuzgamiento sobre violación alguna a los derechos huma-
nos.
Al considerar la solicitud, la Comisión tiene en cuenta su contexto y los siguientes
elementos:
a. si se ha denunciado la situación de riesgo ante las autoridades pertinentes, o los
motivos por los cuales no hubiera podido hacerse;
b. la identificación individual de los propuestos beneficiarios de las medidas cautela-
res o la determinación del grupo al que pertenecen o están vinculados; y
c. la expresa conformidad de los potenciales beneficiarios, cuando la solicitud sea
presentada por un tercero, salvo en situaciones en las que la ausencia de consentimiento
se encuentre justificada.
Posteriormente, la Comisión, a través de una resolución, decide el otorgamiento de
las medidas cautelares, tomando en consideración los elementos ya mencionados, y fija
además un plazo de vigencia de las medidas, las cuales son objeto de seguimiento y eva-
luación periódica, pudiendo ser ampliadas, modificadas o bien levantadas.
20. Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Impacto del Procedimiento de solución amistosa,
OEA/Ser.L/V/II.Doc. 45/13, 18 diciembre 2013, p. 12.
21. Velásquez Rodríguez c. Honduras, Corte IDH, Sentencia de Excepciones Preliminares, 26/06/1987,
parág. 42.
421
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Asimismo, se produjo una ampliación de los casos en que se podía llegar a una solución
amistosa, además de los relativos a violaciones al derecho a la nacionalidad, garantías judi-
ciales, derecho a la reparación por las afectaciones causadas a víctimas de dictaduras, a la
igualdad ante la ley y libertad de expresión, se sumaron situaciones de ejecuciones extraju-
diciales, desapariciones forzadas y violaciones al derecho a la integridad física, que antes
no eran considerados objeto de un posible acuerdo. 22
Con la reforma al Reglamento del año 2000, se implementaron importantes avances
en el procedimiento de solución amistosa que continúan vigentes en la actualidad, princi-
palmente, el ofrecimiento de la solución amistosa como paso procesal previo a la decisión
sobre el fondo y la posibilidad de llegar a un acuerdo en cualquier etapa del examen de una
petición o caso.
En tal sentido, conforme la actual reglamentación del procedimiento ante la CIDH23,
este órgano puede ponerse, ya sea por iniciativa propia o a solicitud de parte, a disposición
de las partes, con el fin de llegar a una solución amistosa del asunto fundada en el respeto
de los derechos humanos establecidos en la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos, la Declaración Americana y otros instrumentos aplicables. Si bien en la práctica
general lo hace al momento de transmitir a las partes el informe de admisibilidad, la Comi-
sión está abierta a facilitar un acuerdo en cualquier etapa del proceso de sustanciación de
una petición.
Por otra parte, la CIDH también puede dar por terminada su intervención en el pro-
cedimiento de solución amistosa si advierte que el asunto no es susceptible de resolverse
por esta vía, o si alguna de las partes no da su consentimiento o no muestra voluntad de
llegar a un acuerdo fundado en el respeto de los derechos humanos.
Cuando se alcanza una solución amistosa, la Comisión aprueba un informe con una
breve exposición de los hechos y de la solución lograda, lo transmite a las partes y lo pu-
blica. Antes de aprobar dicho informe, la Comisión verifica si la víctima de la presunta
violación o, en su caso, sus derechohabientes, han dado su consentimiento en el acuerdo
de solución amistosa y que este brinde una solución respetuosa de los derechos humanos.
La CIDH realiza un seguimiento del cumplimiento de los acuerdos, solicitando in-
formación a las partes y celebrando audiencias o reuniones para verificar el cumplimiento
de los puntos acordados.
22.
Doc. Cit 19, p. 15.
23.
Artículo 48, inciso 1.f, Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 40 inciso 1,
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
24.
Artículo 46, Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 28, Reglamento de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
422
• El nombre de la persona o personas denunciantes o, en el caso de que
el peticionario sea una entidad no gubernamental, su representante o represen-
tantes legales y el Estado miembro en el que esté legalmente reconocida.
• Si el peticionario desea que su identidad sea mantenida en reserva frente
al Estado, y las razones respectivas.
• La dirección de correo electrónico para recibir correspondencia de la
Comisión y, en su caso, número de teléfono, facsímil y dirección postal.
• Una relación del hecho o situación denunciada, con especificación del
lugar y fecha de las violaciones alegadas.
• De ser posible, el nombre de la víctima, así como de cualquier autoridad
pública que haya tomado conocimiento del hecho o situación denunciada.
• La indicación del Estado que el peticionario considera responsable, por
acción o por omisión, de la violación de alguno de los derechos humanos consa-
grados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros instru-
mentos aplicables, aunque no se haga una referencia específica al/os artículo(s)
presuntamente violado(s).
• El cumplimiento con el plazo de presentación dentro de los seis meses
a partir de la fecha en que el presunto lesionado en sus derechos haya sido noti-
ficado de la decisión definitiva.
• Las gestiones emprendidas para agotar los recursos de la jurisdicción
interna o la imposibilidad de hacerlo.
• La indicación de si la denuncia ha sido sometida a otro procedimiento
de arreglo internacional.
Tal como se describió en el punto anterior, uno de los requisitos para acceder a la
Comisión es haber agotado previamente la jurisdicción interna del Estado en cuestión,
conforme los principios del derecho internacional público.
Sin embargo, en el sistema interamericano se reconocen algunas excepciones a esta
exigencia que se mencionan a continuación25, y en tal caso, si el peticionario alega la impo-
sibilidad de comprobar el cumplimiento de este requisito le corresponde al Estado denun-
ciado demostrar que los recursos internos no han sido agotados:
• Que no exista en la legislación interna del Estado en cuestión el debido
proceso legal para la protección del derecho o derechos que se alegan han sido
violados.
• Que no se haya permitido al presunto lesionado en sus derechos el ac-
ceso a los recursos de la jurisdicción interna, o haya sido impedido de agotarlos.
• Que haya retardo injustificado en la decisión sobre los mencionados re-
cursos.
25.
Artículo 46, inciso 2.a, 2.b y 2.c, Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 28,
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
423
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En tal sentido, en el caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras la Corte IDH ha soste-
nido: “La regla del previo agotamiento de los recursos internos en la esfera del derecho
internacional de los derechos humanos, tiene ciertas implicaciones que están presentes en
la Convención. En efecto, según ella, los Estados Partes se obligan a suministrar recursos
judiciales efectivos a las víctimas de violación de los derechos humanos (art. 25), recursos
que deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (art.
8.1), todo ello dentro de la obligación general a cargo de los mismos Estados, de garantizar
el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda persona
que se encuentre bajo su jurisdicción (art. 1). Por eso, cuando se invocan ciertas excepcio-
nes a la regla de no agotamiento de los recursos internos, como son la inefectividad de
tales recursos o la inexistencia del debido proceso legal, no solo se está alegando que el
agraviado no está obligado a interponer tales recursos, sino que indirectamente se está
imputando al Estado involucrado una nueva violación a las obligaciones contraídas por la
Convención”.26
Asimismo, en la Opinión Consultiva 11/9027 la Corte IDH ha reconocido dos ex-
cepciones más a esta regla que exige el agotamiento de la vía interna:
• Razones de indigencia.
• Temor generalizado de los abogados para representar legalmente al re-
clamante.
Con respecto al tiempo para presentar una petición ante la CIDH, tanto la Conven-
ción como el Reglamento de la CIDH prevén que las denuncias deben ser presentadas
dentro de los seis meses contados a partir de la fecha en que la presunta víctima haya sido
notificada de la decisión que agota los recursos internos. 28 En aquellos casos, en que se
hayan alegado excepciones al agotamiento de la vía interna, la petición debe presentarse
dentro de un plazo razonable, a criterio de la Comisión, teniendo en cuenta el momento
en que tuvo lugar la presunta violación de los derechos y las circunstancias de cada caso.
424
sustancialmente otra petición pendiente o ya examinada y resuelta por la Comisión u otro
organismo internacional gubernamental del que sea parte el Estado en cuestión. 29
Sin embargo, el Reglamento de la CIDH prevé dos excepciones a la regla señalada:
• Que el procedimiento seguido ante el otro organismo se limite a un exa-
men general sobre derechos humanos en el Estado en cuestión y no haya decisión
sobre los hechos específicos que son objeto de la petición ante la Comisión o no
conduzca a su arreglo efectivo.
• Que el peticionario ante la Comisión sea la víctima de la presunta viola-
ción o su familiar y el peticionario ante el otro organismo sea una tercera persona
o una entidad no gubernamental, sin mandato de los primeros.
Con respecto al primer caso la Comisión ha manifestado: “La Comisión
considera que de acuerdo al artículo 33(2)(a) del Reglamento, la Comisión no se
debe inhibir de considerar una petición cuando el procedimiento seguido ante
otro organismo se limite a un examen general sobre derechos humanos en el
Estado en cuestión y no exista una decisión sobre los hechos específicos que son
objeto de la petición ante la Comisión o no conduzca a su arreglo definitivo (…)
La naturaleza de las dos instancias internacionales es igualmente diferente. El Re-
lator Especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias de Nacio-
nes Unidas no tiene la facultad de adjudicar casos concretos y el procedimiento
de comunicaciones individuales ante este no está orientado a una solución de
naturaleza contenciosa. En efecto, el mecanismo de comunicaciones individuales
ante el Relator sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias tiene una
naturaleza que no puede conducir al arreglo efectivo en los términos del artículo
33(2)(a) in fine del Reglamento de la Comisión. Este procedimiento, sin carácter
contradictorio, se limita a solicitar al gobierno interesado aclaraciones sobre las
denuncias (…)”.30
29 Artículos 46, inciso 1.c, 47, inciso d, Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo
33, Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
30. Informe 22/05, Caso 12.270, “Johan Alexis Ortiz Hernández vs. Venezuela”, Comisión Inter-
425
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
33.Informe 49/97, Caso 11.520, “Tomás Porfirio Rondín “Aguas Blancas” vs. México”, Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Fondo, 18/02/98, parág. 50.
426
• cuando la consideración sobre la aplicabilidad de una posible excepción
al requisito del agotamiento de recursos internos estuviera inextricablemente
unida al fondo del asunto.
• en casos de gravedad y urgencia o cuando se considere que la vida de
una persona o su integridad personal se encuentran en peligro inminente.
• cuando el transcurso del tiempo pueda impedir que la decisión de la
Comisión tenga efecto útil.
Luego de recibida la prueba y los alegatos de las partes, la Comisión analiza toda la
información obtenida durante las observaciones in loco y las audiencias celebradas, y pro-
cede a deliberar y votar sobre el fondo del caso, a fin de emitir un informe.
Una posibilidad es que la Comisión establezca en su informe que no hubo violación
a los derechos humanos, y por lo tanto ese informe es transmitido a las partes y también
publicado en el Informe Anual de la Comisión ante la Asamblea de la OEA. 34
Si establece que hubo violaciones a los derechos humanos, elabora y transmite un
“Informe Preliminar” en el cual formula recomendaciones al Estado involucrado, fijando
un plazo en cual este deberá informar sobre las acciones realizadas para cumplir con dichas
recomendaciones. Así, conforme el artículo 50 de la Convención Americana sobre
427
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Derechos Humanos: “1. De no llegarse a una solución, y dentro del plazo que fije el Esta-
tuto de la Comisión, esta redactará un informe en el que expondrá los hechos y sus con-
clusiones. Si el informe no representa, en todo o en parte, la opinión unánime de los
miembros de la Comisión, cualquiera de ellos podrá agregar a dicho informe su opinión
por separado. También se agregarán al informe las exposiciones verbales o escritas que
hayan hecho los interesados en virtud del inciso 1.e. del artículo 48.
2. El informe será transmitido a los Estados interesados, quienes no estarán faculta-
dos para publicarlo.
3. Al transmitir el informe, la Comisión puede formular las proposiciones y reco-
mendaciones que juzgue adecuadas”.
La Corte IDH en su Opinión Consultiva 13/93 sostuvo: “Supuesta la admisibilidad
y sin perjuicio del procedimiento previo contemplado en los artículos 48 y 49, los artículos
50 y 51 de la Convención establecen etapas sucesivas. En la primera, regulada por el ar-
tículo 50, la Comisión, siempre y cuando no se haya alcanzado una solución amistosa,
puede exponer los hechos y sus conclusiones en un documento dirigido al Estado intere-
sado y que tiene carácter preliminar. Este “informe” se transmite con carácter reservado al
Estado para que adopte las proposiciones y recomendaciones de la Comisión y solucione
el problema. El Estado no tiene la facultad de publicarlo”.35
Por otro lado, la Comisión va a notificar al peticionario la adopción del informe y su
traslado al Estado, asimismo, cuando se trate de Estados Partes en la Convención Ameri-
cana que hubieran aceptado la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana, le va a
dar la oportunidad de presentar, dentro del plazo de un mes, su posición respecto del
sometimiento del caso a la Corte. Si el peticionario tuviera interés en que el caso sea so-
metido a la Corte, debe presentar los siguientes elementos:
• la posición de la víctima o sus familiares, si fueran distintos del peticio-
nario;
• los fundamentos con base en los cuales considera que el caso debe ser
remitido a la Corte; y
• las pretensiones en materia de reparaciones y costas.
35.Ciertas atribuciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (arts. 41, 42, 44, 46, 47, 50 y 51 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Corte IDH, O.C. N°13, 16/07/1993, parág. 48.
428
Este Informe Definitivo es transmitido a las partes, quienes en un plazo fijado por la
Comisión, van a presentar información sobre el cumplimiento de las recomendaciones; en
base a esto la Comisión va a evaluar el grado de cumplimiento de sus recomendaciones y
va a decidir por mayoría absoluta de votos de sus miembros, sobre la publicación de este
informe definitivo, y sobre su inclusión en el Informe Anual a la Asamblea General de la
OEA.
Con respecto a la posibilidad de modificar el Informe Definitivo, la Corte sostuvo
en la Opinión Consultiva 15/97: “Aun cuando la Convención no prevé la posibilidad de
que la Comisión modifique el segundo informe al que hace referencia el artículo 51, tam-
poco lo prohíbe. Más aún, la Corte ya se ha referido a la naturaleza y límites de la inherente
discrecionalidad de la cual goza la Comisión en el período de tres meses que sigue a la
transmisión del informe al cual se refiere el artículo 51.1 de la Convención, al establecer
que, el artículo 51.1 estipula que la Comisión, dentro de los tres meses siguientes a la re-
misión del informe, debe optar por enviar el caso a la Corte o por emitir posteriormente
su opinión o conclusiones, en ambas hipótesis si el asunto no ha sido solucionado. En el
curso del plazo, sin embargo, pueden presentarse diversas circunstancias que lo interrum-
pan o, incluso, que hagan necesaria la elaboración de un nuevo informe (...) (Caso Cayara.
Excepciones Preliminares, Sentencia de 3 de febrero de 1993. Serie C No. 14, párr. 63)”. 36
En esa dirección en la misma Opinión Consultiva la Corte manifestó que existen
supuestos excepcionales que permitirían a la Comisión modificar el citado informe; además
dicha modificación solo podría ser solicitada por los peticionarios o el Estado, y antes de
que la Comisión dispusiera su publicación.
• El cumplimiento parcial o total por parte del Estado de las recomenda-
ciones y conclusiones contenidas en ese informe.
• La existencia en el informe de errores materiales sobre los hechos del
caso.
• El descubrimiento de hechos que no fueron conocidos en el momento
de emitirse el informe y que tuvieran una influencia decisiva en el contenido de
este.37
36. Informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (art. 51 Convención Americana sobre Derechos
Humanos), Corte IDH, O.C. N°15, 14/111997, parág. 39.
37. Ibídem, parág. 54.
429
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
430
nombres de sus delegados y e) cualquier otra información que considere útil para el cono-
cimiento del caso.39
Resulta importante señalar que antes de la reforma del reglamento del año 2009, se
requería presentar además la prueba documental, testimonial y pericial correspondiente, lo
que a su vez estaba a cargo del peticionario, esto fue modificado en línea con la pretensión
de otorgar mayor protagonismo a las víctimas, centrando el litigio entre estas y el Estado,
y reservando a la Comisión su papel de órgano del sistema. 40
20.3.2. Composición
431
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
son elegidos a título personal entre juristas de la más alta autoridad moral, de reconocida
competencia en materia de derechos humanos, que reúnan las condiciones requeridas para
el ejercicio de las más elevadas funciones judiciales conforme a la ley del país del cual sean
nacionales o del Estado que los proponga como candidatos. 42 Estos jueces son elegidos
en votación secreta y por mayoría absoluta de votos de los Estados Partes en la Conven-
ción, en la Asamblea General de la OEA, de una lista de candidatos propuestos por esos
mismos Estados; cada Estado puede proponer hasta tres candidatos, nacionales de este
que los propone o de cualquier otro Estado miembro de la OEA, en caso que se proponga
una terna, por lo menos uno de los candidatos debe ser nacional de un Estado distinto del
proponente.43
Los jueces de la Corte duran seis años en sus funciones y pueden ser reelegidos una
vez. Resulta importante resaltar que los jueces cuyo mandato se haya vencido continúan
conociendo de los casos de los que ya hubieren tomado conocimiento y se encuentren en
estado de sentencia.
Por otra parte, no debe haber dos jueces de la misma nacionalidad. En los casos
referidos a las peticiones individuales (artículo 44 de la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos), los jueces no pueden participar en su conocimiento y deliberación,
cuando sean nacionales del Estado demandado. En los casos relativos a comunicaciones
interestatales (artículo 45 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), los
jueces nacionales de los Estados involucrados sí pueden participar en su conocimiento y
deliberación, pudiendo designar un Juez ad hoc dentro de los 30 días siguientes a la notifi-
cación de la demanda.44
Conforme el artículo 12 del Reglamento de la Corte IDH, esta celebra los períodos
ordinarios de sesiones que sean necesarios para el ejercicio de sus funciones. Asimismo, la
Presidencia del Tribunal puede convocar a sesiones extraordinarias por propia iniciativa o
a solicitud de la mayoría de los Jueces.
Por otra parte, el quórum para las deliberaciones de la Corte es de cinco jueces. Las
decisiones de la Corte IDH se adoptan por mayoría de los jueces presentes en el momento
de la votación, debiendo la Presidencia someter los asuntos a votación punto por punto, y
el voto de cada juez debe ser afirmativo o negativo, sin que puedan admitirse abstenciones.
En caso de empate la Presidencia decide con su voto.
En relación con los idiomas oficiales de la Corte IDH, son el español, el inglés, el
portugués y el francés. Asimismo, al iniciarse el examen de cada caso, se determinarán los
idiomas de trabajo; sin embargo, la Corte IDH puede autorizar a cualquier persona que
comparezca ante ella a expresarse en su propia lengua, si no conoce suficientemente los
idiomas de trabajo, asegurando la presencia de un intérprete que traduzca esa declaración
a los idiomas de trabajo.45
432
20.3.4. Procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
46. Artículo 61.1, Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículos 35 y 36, Reglamento
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
47. Medina Quiroga, C.; Nash Rojas, C.: Sistema Interamericano de Derechos Humanos: Introducción a sus
433
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
48. Los siguientes Estados reconocen la competencia de la Corte: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil,
Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname y Uruguay. Disponible en
https://www.cidh.oas.org, Consulta realizada el 20 de marzo de 2015.
49. González y Otras (“Campo Algodonero”) c. México, Corte IDH, Sentencia de Excepción Preliminar,
434
La Corte IDH tiene jurisdicción respecto de los Estados no solo que han ratificado
la Convención Americana y los otros instrumentos de Derechos Humanos que prevén su
competencia, sino además desde el momento en que estos reconocen su competencia.
La Corte solo puede conocer en casos que refieran a hechos que ocurran y afecten a
personas bajo la jurisdicción de un Estado que además de ser parte en los tratados de
derechos humanos que prevén la jurisdicción del tribunal, además haya aceptado su com-
petencia.
En primer lugar, para que la Corte IDH pueda conocer en un caso es necesario que
sean agotados los procedimientos previstos en los artículos 48 a 50, es decir, el trámite ante
la Comisión desarrollado anteriormente. Asimismo, debe recordarse que solo la Comisión
435
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
436
de la recepción del escrito, para presentar a la Corte su escrito de solicitudes, argumentos
y pruebas que debe contener:
• Descripción de los hechos dentro del marco fáctico fijado en la presen-
tación del caso por la Comisión.
• La prueba ofrecida, con indicación de los hechos y argumentos sobre
los cuales versan.
• La individualización de declarantes y el objeto de su declaración.
• Las pretensiones, incluidas las referidas a reparaciones y costas.
En este punto, resulta importante señalar que en el proceso ante la Corte IDH las
presuntas víctimas cuentan también con un Fondo de Asistencia Legal53 para aquellas per-
sonas que no cuentan con recursos económicos suficientes para solventar los costos del
litigio ante el Tribunal. Asimismo, el Reglamento de la Corte prevé la figura del “Defensor
Interamericano” para que asuma la representación legal de una presunta víctima que no ha
designado un defensor por sí misma.
Por otro lado, una vez notificado el Estado demandado, este tiene un plazo de dos
meses para exponer su posición sobre el caso sometido a la Corte y, cuando corresponda,
al escrito de solicitudes, argumentos y pruebas presentado por las presuntas víctimas o sus
representantes. El escrito debe establecer:
• Si acepta los hechos y las pretensiones o si los contradice.
• Las pruebas ofrecidas, con indicación de los hechos y argumentos sobre
los cuales versan.
• La propuesta e identificación de los declarantes y el objeto de su decla-
ración.
• Los fundamentos de derecho, las observaciones a las reparaciones y cos-
tas solicitadas, así como las conclusiones pertinentes.
437
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Una vez finalizada la etapa de las audiencias, se inicia el Procedimiento Final Escrito.
En esta fase, las presuntas víctimas o sus representantes, el Estado demandado y, en su
caso, el Estado demandante, pueden presentar alegatos finales escritos. La Comisión tam-
bién puede presentar observaciones finales si lo estima conveniente.
Cabe destacar que en las últimas reglamentaciones se ha promovido una agilización
del proceso mediante la posibilidad de presentar todos los escritos, además de los medios
tradicionales, es decir personalmente, o por correo postal, o facsímile, a través de la utili-
zación de medios electrónicos, debiendo estar firmados para garantizar la autenticidad de
los documentos. Asimismo, las declaraciones testimoniales, periciales o de presuntas víc-
timas también pueden recibirse a través de medios electrónicos audiovisuales.
Una vez que la Corte dicta sentencia en el caso, es notificada por la Secretaría a la
Comisión, a las víctimas o presuntas víctimas o sus representantes, al Estado demandado
y, en su caso, al Estado demandante. Mientras estén pendientes de notificación, los textos,
los razonamientos y las votaciones permanecen en secreto.
Las sentencias son firmadas por todos los Jueces que participaron en la votación y
por el Secretario, asimismo, todo juez que haya participado en el examen de un caso tiene
derecho a unir a la sentencia su voto concurrente o disidente que deberá ser razonado.
Las sentencias de la Corte contienen:
a. el nombre de quien preside la Corte y de los demás Jueces que las hubieren dictado,
del Secretario y del Secretario Adjunto;
b. la identificación de los intervinientes en el proceso y sus representantes;
c. una relación de los actos del procedimiento;
d. la determinación de los hechos;
e. las conclusiones de la Comisión, las víctimas o sus representantes, el Estado de-
mandado y, en su caso, el Estado demandante;
f. los fundamentos de derecho;
g. la decisión sobre el caso;
h. el pronunciamiento sobre las reparaciones y costas, si procede; cuando en la sen-
tencia de fondo no se hubiere decidido específicamente sobre reparaciones y costas, la
Corte fijará la oportunidad para su posterior decisión y determinará el procedimiento;
i. el resultado de la votación;
j. la indicación sobre cuál es la versión auténtica de la sentencia.
Los fallos de la Corte son definitivos e inapelables y los Estados se comprometen a
cumplir la decisión de la Corte. En caso de desacuerdo sobre el sentido o alcance del fallo,
la Corte solo procederá a su interpretación a solicitud de cualquiera de las partes dentro de
los noventa días a partir de la fecha de la notificación del fallo, esto último no suspende la
ejecución de la sentencia.
La parte del fallo que disponga indemnización compensatoria puede ejecutarse en el
respectivo país por el procedimiento interno vigente para la ejecución de sentencias contra
el Estado.
438
La Corte realiza un seguimiento de las sentencias dictadas mediante la presentación
de informes estatales y de las correspondientes observaciones a dichos informes por parte
de las víctimas o sus representantes; por su parte, la Comisión debe presentar observacio-
nes a lo presentado por las partes.
Asimismo, la Corte puede recurrir a otras fuentes de información, como peritajes y
realizar audiencias con el Estado, las presuntas víctimas y la Comisión a fin de determinar
el estado de cumplimiento de lo resuelto.
Desestimiento del caso: cuando quien hizo la presentación del caso notifica a la Corte
su desistimiento, esta resolverá, oída la opinión de todos los intervinientes en el proceso,
sobre su procedencia y sus efectos jurídicos.
Reconocimiento o allanamiento: cuando el Estado demandado comunica a la Corte su
aceptación de los hechos o su allanamiento total o parcial a las pretensiones que constan
en el sometimiento del caso o en el escrito de las presuntas víctimas o sus representan-
tes, la Corte, oído el parecer de los demás intervinientes en el proceso, resolverá, en el
momento procesal oportuno, sobre su procedencia y sus efectos jurídicos.
Solución amistosa: cuando la Comisión, las víctimas o presuntas víctimas o sus re-
presentantes, el Estado demandando y, en su caso, el Estado demandante, en un caso
ante la Corte comunican a esta la existencia de una solución amistosa, de un avenimiento
o de otro hecho idóneo para la solución del litigio, el Tribunal resolverá en el momento
procesal oportuno sobre su procedencia y sus efectos jurídicos.
Sin embargo, resulta importante señalar que su Reglamento autoriza a la Corte IDH,
en ejercicio de su importante función en la tutela judicial de los derechos humanos, a de-
cidir la prosecución del caso aun cuando se den los supuestos mencionados.
20.3.4.10. Reparaciones
439
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
55. Blake c. Guatemala, Corte IDH, Sentencia de Reparaciones y Costas, 22/01/1999, parág. 33.
56. Barrios Altos c. Perú, Corte IDH, Sentencia de Reparaciones y Costas, 30/11/2001, parág. 25.
57. Loayza Tamayo c. Perú, Corte IDH, Sentencia de Reparaciones y Costas, 27/11/1998, parág. 85.
58. Garrido y Baigorria c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de Reparaciones y Costas, 27/08/1998, parág.
41.
440
• Restitución plena (restitutio in integrum), implica, siempre que fuera posible,
el restablecimiento de la situación anterior a la violación de los derechos y liber-
tades.
• Indemnización, tiene un carácter compensatorio y debe comprender el
daño material (daño emergente y lucro cesante) y el daño inmaterial o moral. En
el primer supuesto puede tratarse de una compensación por los gastos enfrenta-
dos por las víctimas o sus familiares incurridos a partir de la violación a los dere-
chos, remuneraciones o ingresos dejados de percibir por las víctimas o sus
familiares a raíz de la violación a sus derechos, pérdidas patrimoniales sufridas,
entre otros. En relación con el daño inmaterial o moral, según la jurisprudencia
de la Corte IDH “El mencionado daño moral puede comprender tanto los sufri-
mientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, como
el menoscabo de valores muy significativos para las personas y otras perturbacio-
nes que no son susceptibles de medición pecuniaria”. 59
• Medidas de satisfacción y garantías de no repetición, dentro de las primeras se
pueden mencionar ofrecimiento de disculpas públicas a las víctimas, realización
de una investigación efectiva de los hechos del caso, memoriales y actos conme-
morativos, establecimiento de días nacionales, cambio de nombre de calles, pla-
zas, centros médicos o escuelas para conmemorar a las víctimas, publicación de
la sentencia de la Corte IDH en diarios de circulación nacional del país donde
ocurrió la violación, entre otras. En relación con las garantías de no repetición
estas implican la adopción de medidas para prevenir violaciones similares a los
derechos en el futuro, como medidas de fortalecimiento institucional de los dis-
tintos poderes del Estado, controles efectivos sobre las autoridades públicas,
desarrollo de programas de formación, revisión y reforma de las normas internas
que sean incompatibles con las normas internacionales de derechos humanos,
etc.
59.
Villagrán Morales y Otros c. Guatemala (“Niños de la Calle”), Sentencia de Reparaciones y Costas,
26/05/2001, parág. 84.
441
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
60. Salvioli, F.: “La competencia consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: marco
legal y desarrollo jurisprudencial”, en Homenaje y Reconocimiento a Antônio Cançado Trindade, Brasilia,
Ed. Sergio Fabris, 2004, T. III, pp. 417-472.
61. Otros Tratados objeto de la función consultiva de la Corte (Art. 64 Convención Americana sobre Derechos Hu-
442
• el nombre y la dirección del Agente del solicitante.
Al año 2015, la Corte ha emitido veintiuna opiniones consultivas, algunas planteadas
por la CIDH y otras por los Estados, sobre diversos temas que conciernen a la interpreta-
ción y aplicación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros tratados
relativos a los derechos humanos en el Sistema Interamericano 62:
• Interpretación del término “otros tratados” (artículo 64 de la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos); la expresión “leyes” (artículo 30 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos); interpretación de la De-
claración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el marco del
Artículo 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; interpreta-
ción del artículo 55 de la Convención Americana; y sobre el efecto de las reservas
sobre la entrada en vigencia de la Convención Americana.
• Restricciones a la pena de muerte.
• La Colegiación Obligatoria de Periodistas en relación con los artículos
13 y 29 Convención Americana sobre Derechos Humanos.
• Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta (artículo 14 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos).
• Garantías judiciales en estados de emergencia, el habeas corpus y la sus-
pensión de garantías (artículo 27.2 Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos).
• Excepciones al agotamiento de los recursos internos.
• Compatibilidad de un proyecto de ley con el derecho a recurrir el fallo
ante un juez o tribunal superior; propuesta de modificación a la Constitución
Política de Costa Rica relacionada con la naturalización.
• Atribuciones de la CIDH establecidas en la Convención Americana so-
bre Derechos Humanos, informes de la CIDH y control de legalidad en el ejer-
cicio de sus atribuciones.
• Responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes vio-
latorias de la Convención.
• El derecho a la información sobre la asistencia consular y las garantías
del debido proceso legal.
• Condición jurídica y derechos del niño.
• Condición jurídica y derechos de los migrantes indocumentados.
• Derechos y garantías de niñas y niños en el contexto de la migración
y/o en necesidad de protección internacional.
20.4. Conclusiones
443
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
63.Abramovich, V.: “De las violaciones masivas a los patrones estructurales: nuevos enfoques y clá-
sicas tensiones en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, SUR, v. 6 n. 11, 2009, pp. 7-
39, p. 9.
444
de los derechos humanos en el hemisferio y las principales tendencias, avances y desafíos
para el pleno goce de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales en la
región.64
En relación con el procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, entre las reformas reglamentarias, introducidas en el año 2009, se pueden destacar
aquellas que han buscado especialmente reducir el protagonismo de la CIDH en el proceso
ante la Corte y fortalecer la representación y participación de las presuntas víctimas ante el
tribunal, y asimismo garantizar su derecho al debido proceso a través de la creación de la
figura del defensor interamericano y posteriormente el fondo de asistencia legal a las vícti-
mas. Asimismo, se ha impulsado una agilización de los procedimientos permitiendo el uso
de las nuevas tecnologías para la presentación de escritos, documentos, declaraciones, etc.
Como se expuso, el Sistema Interamericano, a través de sus órganos, ha tenido una
importante función en la protección de los derechos humanos en nuestro continente. Sin
embargo, aún restan encarar ciertas reformas para que este se adapte a las nuevas necesi-
dades de la región en esta materia. Entre ellas, aún restan mejorar aspectos procesales,
como acelerar en la práctica los plazos de tramitación tanto ante la CIDH como la Corte
IDH, para no generar un retardo de justicia que agrave aún más la situación de las víctimas.
Por otra parte, resulta imperioso consolidar la universalidad del sistema, logrando que más
Estados de la región ratifiquen o adhieran a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y los demás instrumentos del sistema, así como lograr el reconocimiento por
parte de un mayor número de Estados de la competencia de la Corte Interamericana. Y
por último, adoptar las medidas necesarias para lograr un mayor cumplimiento de las de-
cisiones de la Comisión y de la Corte. Si bien estos órganos realizan un seguimiento de los
informes y fallos, resulta fundamental fortalecer este monitoreo, generando nuevos meca-
nismos para lograr que los Estados se comprometan seriamente con el cumplimiento efec-
tivo de las recomendaciones de la CIDH y las sentencias de la Corte IDH, lo que va a
contribuir definitivamente a alcanzar una protección más efectiva de los derechos huma-
nos en la región.
20.5. Bibliografía
64.
Resolución 1/2013, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Reforma del Reglamento,
Políticas y Prácticas.
445
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Reconocimiento a Antônio Cançado Trindade, Brasilia, Ed. Sergio Fabris, 2004, T. III,
pp. 417-472.
Travieso, J.A.: Historia de los Derechos Humanos y Garantías, Buenos Aires, Edi-
torial Heliasta, 1993.
446
Capítulo 21
21.1. Antecedentes
Dentro del proceso histórico que hace a la Protección Internacional de los Derechos
Humanos, corresponde estudiar al Sistema Europeo de Protección de Derechos Humanos
y Libertades Fundamentes, es por cierto este el primer Sistema Internacional Regional
propio de Derechos Humanos. Fue creado en el ámbito del Consejo de Europa, organiza-
ción internacional regional, que halla su par similar en las Américas en la Organización de
Estados Americanos OEA.
El Sistema Europeo tomó por fuente al entonces reciente Sistema Universal, que se
hallaba centrado en la redacción y aprobación por parte de los Estados de instrumentos
sobre Derechos Humanos. De este modo, el futuro instrumento propio de Europa –El
Convenio Europeo– halló sus fundamentos en la Declaración Universal de Derechos Huma-
nos del año 1948 y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos del año 1966,
que aún no había entrado en vigor.
Pero corresponde señalar que esta especie de delegación tácita de soberanías estata-
les, se corresponde con una visión introspectiva de los Estados como sujetos plenos de
Derecho Internacional que, tras haber provocado y afrontado dos conflictos bélicos inter-
nacionales, decidieron optar por la protección al Ser humano, en palabras de Cançado
Trindade: humanizar al Derecho Internacional.
Este proceso de humanización, ha sido el principio de una disciplina que nos es
propia del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, una de sus estructuras, es el
Sistema Europeo. Nos centrarnos en su estudio, conforme el sumario trazado.
El Consejo de Europa es una organización internacional regional que tiene por fin la
protección y defensa de la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos. Su
Estatuto data de mayo 5 de 19491 cuando cinco2 Estados europeos reunidos en Londres,
coincidieron en consolidar la paz basada en la justicia y la cooperación internacional, sus
447
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Bajos. www.iuee.eu/pdf-dossier.
5. A julio de 2015 están en vigor 14 Protocolos Facultativos, el Protocolo 15 y el 16 no han entrado
en vigor.
6. De los 47 Estados Miembros del Consejo de Europa solo 28 de estos son a su vez Estados Miem-
www.boe.es/legislación/enlaces/union_europea.php.(2007/C/306/01).
8. Artículo 6. Tratado de la Unión Europea numeral 1.2. parte pertinente “La Unión se adherirá al
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamenta-
les…” www.boe.es/legislación/enlaces/union_europea.php.
9. Ibíd. Artículo 6. Apartado 1. “La Unión reconoce los derechos, libertades y principios enunciados
en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 7 de diciembre de 2000, tal con
fue adoptada el 12 de diciembre de 2007 en Estrasburgo, la cual tendrá el mismo valor jurídico que
los Tratados”.
448
Pero, esta esencial sincronía, no ha logrado aún ejecución. En diciembre de 2014 el
Tribunal de Luxemburgo se pronunció en el Dictamen 2/1310 sobre el Proyecto de
acuerdo de adhesión de la Unión al Convenio señalando diversos problemas de compati-
bilidad entre estos, el inconveniente de sumisión de la Unión, de sus instituciones y del
mismo Tribunal a un control externo, por parte de Estrasburgo.
10. TJUE. Dictamen 2/13 diciembre 18 de 2014. Sobre el Proyecto de acuerdo de adhesión de la
Unión Europea al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Liber-
tades Fundamentales. Disponible en Http:// curia.europea.eu/juris/document
11. Los doce Estados signatarios del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos
y Libertades Fundamentales fueron Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Islandia, Italia, Luxem-
burgo, Países Bajos, Noruega, Suecia, Turquía, Reino Unido. A la fecha de redactar esta investigación
la Unión Europea no lo ha ratificado. http:///www.conventions.coe.int/treaty/
12. El Protocolo N° 14 entró en vigor en junio 1 de 2010, al momento de redactar esta investigación
es el último Protocolo de reforma vigente, atento a que el Protocolo 16 no entró aún en vigor.
13. Texto del Preámbulo Convenio de Roma noviembre 4 de 1950.
14. Instrumento Internacional regional europeo, en sí mismo es un tratado multilateral fue abierto a
la firma de los Estados Miembros del Consejo de Europea en 1961, este tratado regula derechos
sociales y económicos no previstos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos y Libertades
Fundamentales.
449
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
15. Quesada Luis, J.: La Jurisprudencia del Comité Europeo de Derechos Sociales, Valencia, Tirant Lo Blanch,
2007.
16. Conforme texto Artículo 1. Convenio Europeo de Derechos Humanos.
17. La jurisdicción es principal y esencialmente territorial. Precedent Bankovic and others vs. Belgium
and others. TEDH. sentencia diciembre 19 2001 www.ech. Aunque en noviembre 20 de 2014 el
Tribunal se ha pronunciado en el asunto Jaloud vs. Países Bajos, desterrando a Bankovic.
18. Podríamos considerar que este artículo contiene el ius cogens del Convenio, los derechos no
450
EL Protocolo N° 623 tomó una postura abolicionista en relación con la pena de
muerte, la prohíbe en parte, porque la permite en tiempos de guerra.
El Protocolo N° 7.24 En su artículo 1 amplía los derechos procesales para extranjeros
sometidos a procesos de expulsión; su artículo 2 incorpora el derecho a la doble instancia
en materia penal; el artículo 3 el Derecho a recibir indemnización por error judicial; el
artículo 4 el principio non bis in ídem y el Derecho la Igualdad de los esposos en su artículo
5.
El Protocolo N° 12 consagra una cláusula general de no discriminación 25; en tanto
que el Protocolo N° 1326 consagra uno de los Principios rectores del Derecho Internacio-
nal de los Derechos Humanos, el Pro Hómine-Pro Persona, al consagrar la abolición de la
pena de muerte en toda circunstancia, verdadero reconocimiento de la dignidad humana.
Por esta razón su contenido conforme la jurisprudencia ha pasado al dominio del Ius Co-
gens.27
El Protocolo N° 1128, en su momento, significó un giro de 180 grados para el sistema
en sí mismo, al afectar su originaria estructura, eliminó la antigua Comisión Europea de
Derechos Humanos como Órgano del Sistema, en consecuencia quedó instituido un único
Órgano jurisdiccional –el Tribunal–29, de este modo el Ius Standi, pasó a ser pleno sin res-
tricciones ni obstáculos para la persona humana y las personas jurídicas quienes, una vez
agotados los recursos en las jurisdicciones internas de los Estados, están legitimadas para
acudir a este órgano supra estatal. Cabe señalar que este Protocolo también afectó la vi-
gencia de otros.30
El Protocolo N° 14, entró en vigor en junio 1° de 2010, luego de seis años de haber
sido aprobado, debido a la demora de su ratificación por parte de la Federación Rusa. 31
No olvidemos que los denominados Protocolos de Reforma requieren ser ratificados
por todos los Estados Parte del Convenio para su entrada en vigor. Este Protocolo, en
Por cierto este ya consagraba Ius Standi a la persona humana, pero de modo restrictivo, atento que
era optativo para los Estados.
31. www.conventions.coe.int/treaty. En noviembre de 2000 el Comité de Ministros del Consejo de
Europa había propuesto esta reforma al Convenio que fue aprobada el 13 de mayo de 2004 como
Protocolo N° 14. Requería para su entrada en vigor de la ratificación de todos los Estados Parte del
Sistema, la tardía ratificación de la Federación Rusa obligó a implementar en 2009 el Protocolo 14
bis, como mecanismo urgente para otorgar vigencia inmediata a ciertas reformas introducidas por el
Protocolo 14.
451
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
esencia, dotó al Tribunal de nuevos mecanismos procesales para resolver de modo ágil las
demandas inadmisibles como también los asuntos repetitivos. En la realidad práctica fue
posible descomprimir al Tribunal de su excesiva recarga laboral; incrementada desde no-
viembre de 1998 con la entrada en vigor del Protocolo N° 11, pues las personas humanas
y jurídicas gozaron de –Ius Standi– pleno para acudir a Estrasburgo. Asimismo, las trans-
formaciones geopolíticas del Continente Europeo permitieron que nuevos Estados pasa-
ran a ser Parte del Consejo de Europa, y en paralelo Parte también del Convenio
Europeo.32
El Artículo 1333 de este Protocolo permite al Comisario de Derechos Humanos del
Consejo de Europa34 presentar observaciones por escrito ante el Tribunal cuando se diri-
men procesos contenciosos, incluso puede participar en la vista. Esta intervención ante-
riormente estaba supeditada a la invitación del Presidente del Tribunal.
La compleja y extensa jurisprudencia que en sesenta años ha creado y desarrollado el
Tribunal de Estrasburgo, es parte constitutiva del Corpus Iuris del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos.
El Protocolo N° 15.35 Fue abierto a la firma de los Estados Miembros del Consejo
de Europa y también de la Unión Europea en Estrasburgo el 24 de junio de 2013 su entrada
en vigor está condicionada a la ratificación de los 47 Estados Parte del Convenio, más la
Unión Europea por tratarse de un protocolo de enmienda al sistema.36 Entre las modifi-
caciones, que adopta resaltamos la introducida en relación con el Preámbulo 37 donde in-
troduce una referencia al principio de subsidiariedad, y a la doctrina del margen de
apreciación. Así mismo su Artículo 4 modifica el plazo dentro del cual se deberán interpo-
ner las demandas ante el Tribunal reduciéndolo de 6 a 4 meses. 38
32. La caída de Muro de Berlín, con sus consecuencias históricas, políticas y jurídicas, hizo que varios
Estados que estaban tras la cortina de hierro pasaran a ser partes del Consejo de Europa, y con ello
millones de seres humanos hallaron un mecanismo hasta entonces desconocido que les permitiera
garantizar sus derechos fundamentales.
33. Su correlativo es el Artículo 36. Del Convenio que bajo el título Intervención de terceros en el
numeral 3. refiere a esta intervención del Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa.
34. Se creó este cargo de Comisario Europeo para los Derechos Humanos del Consejo de Europa
queda redactado como sigue: “Afirmando que las Altas Partes Contratantes, de conformidad con el
principio de subsidiariedad, son las principales responsables de garantizar los derechos y libertades
definidos en el presente Convenio y sus Protocolos, y que, al hacerlo, disponen de un margen de
apreciación, sujeto a la jurisdicción de supervisión de la Corte Europea de Derechos Humanos, es-
tablecida en el presente Convenio”. Ibíd. 41.
38. Rapport explicatif, www.coe. Esta reducción de 6 a 4 meses se halla justificada en el informe
452
El Protocolo N° 16.39 Fue abierto a la firma el 2 de octubre de 2013, entrará en vigor
cuando diez Estados lo hayan ratificado.40 El texto en el apartado 3.1 numeral 5. prevé la
posibilidad que los altos tribunales internos de cada Estado Parte puedan dirigirse al Tri-
bunal Europeo para solicitar opiniones consultivas sobre la interpretación y aplicación de
los derechos y libertades enunciadas en el Convenio y sus Protocolos, pero estas no serán
vinculantes.
21.5.1. Su evolución
39. Http://assembly.coe.int/ASP/Doc
40. Ibíd. Conforme con su artículo 8. A abril 29 de 2014, ningún Estado lo ha ratificado, tampoco la
Unión Europea.
41. “Con el fin de asegurar el respeto de los compromisos que resultan para las Altas Partes Contra-
tantes del presente Convenio y sus Protocolos, se crea un Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
en adelante denominado “el Tribunal”. Funcionará de manera permanente”. Texto Artículo 19 Con-
venio Europeo de Derechos Humanos.
42. Este número es igual al de las Altas Partes Contratantes. Conforme texto Artículo 20 Convenio.
43. “Los jueces serán elegidos por la Asamblea Parlamentaria a título de cada Alta Parte Contratante,
por mayoría de votos emitidos, de una lista de tres candidatos presentada por esa Alta Parte Contra-
tante”. Texto Artículo 22 del Convenio.
44. “Los jueces son elegidos por un periodo de nueves años. No son reelegibles” Artículo 23.1. Texto
del Convenio.
45. TEDH. Sentencia 01/06/1961.
453
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
21.5.2. Competencia
Este Tribunal Internacional de Derechos Humanos posee al igual que la Corte Inter-
americana doble competencia, contenciosa y consultiva. Su competencia contenciosa com-
prende todos los asuntos relativos a la interpretación y aplicación del Convenio y de sus
Protocolos que le sean sometidos.46
En ejercicio de su competencia consultiva podrá emitir opiniones consultivas a so-
licitud del Comité de Ministros, acerca de cuestiones jurídicas relativas a la interpretación
del Convenio y de sus Protocolos.47 Pero en la práctica una única vez el Comité de Minis-
tros solicitó opinión consultiva48 y la Gran Sala del Tribunal se declaró incompetente para
emitirla.49
Esta es una diferencia con la Corte Interamericana quien ha desarrollado amplia-
mente su competencia consultiva.50 El Tribunal, quizás ejerza de modo pleno esta compe-
tencia cuando entre en vigor el Protocolo N° 16.51 Su texto52 otorga legitimidad a los altos
tribunales internos de cada Estado Parte para solicitar opiniones consultivas al Tribunal.
Otra particular diferencia con la Corte Interamericana en relación con la función ju-
risdiccional de Estrasburgo es la relativa a las medidas provisionales. En el Sistema Inter-
americano estas se hallan reguladas expresamente en el texto de la Convención
Americana53 en cambio el Convenio no refiere a estas, sí se hallan regladas en el artículo
39 del Reglamento del Tribunal y serán indicadas por la Sala, o su presidente de oficio o a
petición de una parte o de cualquier persona interesada. 54
454
- Pleno: cuando el Presidente del Tribunal lo convoca se reunirá
en sesión plenaria, con al menos dos tercios de los jueces elegidos, por lo
general lo hace para decidir cuestiones organizativas. 56
- Formación de Juez Único57: el número de jueces únicos lo de-
cide el Presidente del Tribunal, por período de doce meses, tienen por pro-
pósito aligerar el procedimiento ante el Tribunal, son competentes para
declarar inadmisibilidades y archivar una demanda, su decisión será defini-
tiva.58
- Comités: conformados por tres jueces en el seno de cada se-
sión, pueden pronunciarse sobre inadmisibilidad, admisibilidad y sobre el
fondo de una demanda siempre que exista en la materia jurisprudencia con-
solidada del Tribunal.59
- Salas: se conforman por siete jueces, entre estos se encuentra
el Presidente de la sesión y el Juez del Estado contra el que se ha interpuesto
la demanda, la Sala se pronuncia sobre la admisibilidad de demandas no re-
sueltas por la formación de Juez Único o por un Comité; también decide
sobre cuestiones de fondo.60
- Gran Sala: se conforma por diecisiete jueces, entre estos se en-
cuentran el Presidente del Tribunal, los Vice Presidentes del Tribunal, los
Presidentes de las Secciones y el Juez Nacional del Estado demandado, es
considerada la formación jurisdiccional más importante 61; se pronuncia so-
bre demandas presentadas cuando el asunto le fue deferido por inhibición 62
o cuando el asunto le fue deferido dentro del plazo de tres meses de dictada
la sentencia de una Sala, por cualquiera de las partes, esto acontece solo en
casos excepcionales cuando el asunto plantea una cuestión grave relativa a la
interpretación o aplicación del Convenio o de sus Protocolos. 63
21.5.4. De la legitimación
455
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
El artículo 3364 refiere a las demandas interestatales o entre Partes contratantes, nó-
tese aquí otra particular diferencia con el Sistema Interamericano 65 donde al presente no
se han sustanciado por ante la Corte Interamericana casos de demandas interestatales más
en este sistema de protección la legitimación activa de los Estados fue ejercida en varias
ocasiones.66
Las demandas individuales están establecidas en el artículo 34. 67 Su correlativo en el
Sistema Interamericano es el artículo 4468, con este posee sustanciales diferencias. La pri-
mera es el ius standi, puesto que en el Sistema Interamericano no existe 69, asimismo el ar-
tículo 44 de la Convención Americana conforme la doctrina es una especie de acción
popular70, en tanto que el 34 del Convenio no lo es, siendo condición esencial que toda
persona física, y jurídica reúna la condición de –víctima– para presentar una demanda ante
Estrasburgo.
Conforme con el principio de subsidiariedad 71, al igual que todo Mecanismo Inter-
nacional de Protección de Derechos Humanos, para acudir a Estrasburgo, previamente,
deberán agotarse los recursos de jurisdicción interna, tal como son entendidos según los
principios de derecho internacional, el plazo para hacerlo es aún de seis meses 72 desde la
64. Asuntos interestatales “Toda Alta Parte Contratante podrá someter al Tribunal cualquier incum-
plimiento de lo dispuesto en el Convenio y sus Protocolos que, a su juicio, pueda ser imputado a
otra Alta Parte Contratante”. Texto artículo 33.
65. Las demandas interestatales se hallan contempladas en el artículo 45 de la Convención Americana
1956 y 1957, es asimismo conocido el asunto Irlanda vs. Reino Unido cuya sentencia fue dictada en
enero 18 de 1978.
67. Demandas Individuales. “El Tribunal podrá conocer de una demanda presentada por cualquier
uno o más Estados Miembros de la Organización, puede presentar a la Comisión peticiones que
contengan denuncias o quejas de violación de esta Convención por un Estado Parte”.
69. Esto implica que cualquier persona, o grupo de estas, o las ONGS, no están legitimadas para
entre víctima y peticionario. Pero las personas jurídicas carecen hasta el presente de Ius Standi para
acudir por presuntas violaciones a sus propios derechos tanto ante la Comisión Interamericana como
ante la Corte Interamericana.
71. A este respecto el Protocolo N° 15 al Convenio que aún no ha entrado en vigor adopta modifi-
caciones al Preámbulo del Convenio, e introduce en este una referencia al principio de subsidiarie-
dad.
72. Decimos aún de seis meses, pues cuando entre en vigor el Protocolo N° 15 al Convenio Europeo
este plazo se reducirá a cuatro meses. Véase artículo 4° texto Protocolo N° 15.
456
fecha de la decisión interna definitiva. No se admiten demandas anónimas, no se admiten
demandas previamente examinadas por el Tribunal, o ya sometidas a otra instancia inter-
nacional, tampoco se admitirán demandas incompatibles con el Convenio o con sus Pro-
tocolos, demandas abusivas y mal fundadas.73
Dado el singular modo de funcionamiento del Tribunal 74 las sentencias pueden ser
dictadas por los Comités, las Salas y por la Gran Sala. Conforme con el artículo 44 del
Convenio la sentencia dictada por la Gran Sala será definitiva, la sentencia de una Sala
también lo será si las partes declaran que no solicitarán la remisión del asunto ante la Gran
Sala.
Toda sentencia será motivada, si la opinión no fuera unánime, todo juez tendrá de-
recho a unir a ella su opinión separada.75 En lo que respecto a su ejecución los Estados se
comprometen a acatarlas, es decir, deben dotarlas de eficacia interna.
Hallamos nuevamente aquí otra sustancial diferencia con el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos, en el sentido que al Tribunal no le compete supervisar la ejecución
de las sentencias, es el Comité de Ministros quien posee esta facultad. 76
emitido por la Unidad de Prensa del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la traducción me
pertenece www.echr.coe.int/documents/rules_court_ENG.pdf
78. 114° Sesión Comité de Ministros del Consejo de Europa R (2004) 3 mayo 12 2004.
457
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
458
Corresponde dar una mirada fugaz a algunos asuntos donde el Tribunal ha sentado
jurisprudencia.
En el caso Vinter y otros vs. Reino Unido84 –derecho a la esperanza–, el Tribunal concluyó
que Reino Unido había violado el artículo 3 del Convenio85 al afirmar que la condena a
cadena perpetua sin posibilidad de revisión implica trato inhumano y degradante.
En los asuntos Mennesson y Labassee vs. Francia86 el Tribunal declaró que Francia violó
el artículo 8° del Convenio en relación con el respeto a la vida privada de los niños, ante
la negativa del Estado a reconocer la filiación de esos niños nacidos mediante vientres de
alquiler y sus progenitores que habían acudido a este método reproductivo.
En el caso Delfos AS vs. Estonia87 Estrasburgo declaró que Estonia no violó el artículo
10 del Convenio referido a la libertad de expresión en relación con la multa impuesta y a
la atribución de responsabilidad a los portales de internet por comentarios ofensivos ver-
tidos por sus usuarios en la web.
La sentencia del 25 de junio de 2015 dictada por la Gran Sala 88 autorizó a Francia
ejecutar la Sentencia del Consejo de Estado de junio 24 de 2014, declarando que no se ha
violado el artículo 2° del Convenio –derecho a la vida– en consecuencia, Vincent Lambert
pudo morir con dignidad.
En 2005 Estrasburgo se pronunció declarando que el Reino Unido había violado el
artículo 3° del Protocolo N° 1 –derecho a elecciones libres– en el asunto Hirst, en consecuencia,
las personas condenadas a penas privativas de la libertad tienen derecho a votar.
En 2008 en el caso N vs. Reino Unido89 el Tribunal entendió que no existía violación
al artículo 3 del Convenio –trato inhumano y degradante– en un caso de expulsión de una
ciudadana ugandesa infectada por el virus del sida.
El 1° de julio de 2004 en el asunto S.A.S. vs Francia90 Estrasburgo se pronunció por
la no violación a los artículos 8° y 9° del Convenio, derecho al respeto a la vida privada y familiar
y libertad de pensamiento de conciencia y religión respectivamente en relación con la prohibición
establecida en la ley francesa 2010-1192 de utilizar el velo integral – velo islámico en espacios
públicos.
También en un caso contra Francia, Siliadin91 le cupo a Estrasburgo pronunciarse por
la existencia de responsabilidad internacional del Estado por el trabajo forzado 92 al que fue
sometida una ciudadana congoleña, aunque concluyó que tal hecho no configuraba escla-
vitud.
En el asunto Unal Tekeli vs. Turquía93 se pronunció por la violación del artículo 14 del
Convenio –prohibición de discriminación– toda vez que el derecho interno de Turquía imponía
84. Vinter y otros c. Reino Unido, TEDH, Sentencia Gran Sala, 09/07/2013.
85. Prohibición de la tortura.
86. Mennesson y Labassee c. Francia, TEDH, Sentencia, 26/06/2014.
87. Delfos AS c. Estonia, TEDH, Sentencia Gran Sala, 16/06/2015.
88. Lambert Vincent y otros c. Francia, TEDH, Gran Sala.
89. N vs. Reino Unido, TEDH, Sentencia, 27/05/2008.
90. S.A.S. c. Francia, TEDH, Sentencia, 01/07/2014.
91. Siliadin c. Francia, TEDH, Sentencia, 26/07/2005.
92. Artículo 4° del Convenio.
93. Unal Tekeli c. Turquía, TEDH, Sentencia, 16/02/2005.
459
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
añadir el apellido del esposo a las mujeres casadas, prohibiéndoles conservar únicamente
sus propios apellidos.
En mayo de 2015 Estrasburgo se pronunció en el caso Haldimann y otros vs. Suiza 94 y
declaró que Suiza había violado el artículo 10 del Convenio –libertad de expresión–, siendo
esta la primera vez que se pronuncia sobre el uso de cámaras ocultas. El caso da cuenta de
la condena penal e imposición de multas por los tribunales suizos a cuatro periodistas que
utilizaron cámaras ocultas para rodar un documental sobre la mala praxis profesional de
corredores de pólizas de seguros.
21.8. Conclusiones
La conciencia de los Estados europeos para haber enfrontado sesenta y cinco años
atrás, compromisos sólidos, hizo posible la construcción de un Mecanismo Regional In-
ternacional de Protección de Derechos Fundamentales. Esto es innegable.
Desde entonces el Sistema Europeo de Protección de Derechos Humanos, ha de-
mostrado una evolución precisa y acorde a la realidad de los seres humanos y de las per-
sonas jurídicas que transitan, habitan y se constituyen como tales, en la jurisdicción de cada
uno de los cuarenta y siete Estados Miembros del Consejo de Europa y en paralelo Estados
Parte del Convenio.
Este proceso ha implicado decisiones profundas, como la decisión de disolver la an-
tigua Comisión Europea de Derechos Humanos, con el riesgo asumido de funcionar con
un único órgano jurisdiccional y permanente, el Tribunal Europeo. Este Tribunal, como
máximo intérprete del Convenio Europeo de Derechos Humanos, es eminentemente ca-
suístico, ello es así porque hasta el presente ha aplicado el Convenio únicamente ejerciendo
su competencia contenciosa. Aspecto que lo diferencia de modo sustancial con su par de
San José de Costa Rica.
Estrasburgo no es ajeno a los voluntarismos estatales, podríamos señalar entre sus
fragilidades, la imposibilidad de vigilar la ejecución de sus propias sentencias. No obstante,
estas son parte esencial del Derecho Internacional de los Derechos Humanos
Como primer Sistema Regional de Protección Internacional de Derechos Humanos,
no ha perdido ese ideal intangible: la permanente búsqueda de realización de Justicia.
21.9. Bibliografía
460
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nización del derecho internacional, Buenos Aires, Ad Hoc, 2013.
Cançado Trindade, A.A.: International Law for Humankind. The Hague Acad-
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Cançado Trindade, A.A.: El Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el
Siglo XXI, México D.F., Ed. Jurídica de las Américas, 2001.
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básicos de la Unión Europea. 16°, Madrid, Tecnos, 2012.
Queralt Jiménez, A.: La interpretación de los derechos: del Tribunal de Estrasburgo
al Tribunal Constitucional Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2008.
461
Capítulo 22
La Organización para la Unidad Africana (OUA), hoy la Unión Africana (UA), nació
en 1963 por el acuerdo de 32 Estados Africanos, en vías de desarrollo, que habían alcan-
zado la independencia recientemente1 y cuya principal necesidad había sido la de organi-
zarse internamente antes de buscar la cooperación interafricana. 2 En forma gradual, 21
nuevos miembros se fueron uniendo, alcanzando un total de 53 Estados al momento de
la creación de la Unión Africana en 2002. En 2011, Sudan del Sur se convirtió en el 54º
miembro.3
Los principales objetivos de la organización se reflejaron en la Carta fundacional,
Carta de Addis-Abeba4 y pueden enunciarse de la siguiente manera “promover la unidad y
solidaridad de los Estados Africanos; coordinar e intensificar la cooperación y los esfuer-
zos por alcanzar una mejor vida para los pueblos de África; salvaguardar la soberanía y la
integridad territorial de los Estados Miembros, librar el continente de la colonización y
apartheid, promover la cooperación internacional en el contexto de las Naciones Unidas:
armonizar las política de sus miembros en diplomacia, economía, educación, cultura, salud,
bienestar, ciencia, técnica, y defensa.5
Durante la década de los 90, los líderes debatieron la necesidad de enmendar la es-
tructura de la Organización para la Unidad Africana para reflejar los desafíos del mundo
cambiante. En 1999 los jefes de Estado y Gobierno suscribieron la “Declaración de Sirte”
exhortando el establecimiento de una nueva Unión Africana con el fin de acelerar el pro-
ceso de integración en África, apoyar el empoderamiento de los Estados Africanos en la
económica global y direccionar los problemas sociales multifacéticos, económicos y
1. African Union Handbook, African Union Commission and New Zealand Crown Copyright Jointly
published by the African Union Commission and New Zealand Ministry of Foreign Affairs and
Trade/Manat Aorere, 2014, p. 10. Disponible online en http://www.au.int/
2. Diez de Velasco, M.: Las Organizaciones Internacionales, 15°Edición, Madrid, Tecnos, 2008, p. 833.
3. Véase http://au.int/en/member_states/countryprofiles. Fecha de consulta 18/01/2015.
4. Firmada el 25 de mayo de 1963 en Addis Abeba, Etiopia.
5. African Union Handbook, African Union Commission and New Zealand Crown Copyright Jointly
published by the African Union Commission and New Zealand Ministry of Foreign Affairs and
Trade/Manat Aorere, 2014, p. 10. Disponible en http://www.au.int/
463
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
6. Tres cumbres se llevaron a cabo para la preparación para el lanzamiento oficial de la Unión Afri-
cana: en Lome (2000), se adoptó el Acta Constitutiva de la Unión Africana, en Lusaka (2001), se
diseñó el mapa de implementación de la Unión Africana y en Durban (2002), se lanzó la Unión
Africana y se convocó la primera Asamblea de Jefes de Gobierno y Estado.
7. Entrada en vigor el 26 de mayo de 2001.
8. Véase http://www.upf.edu/dhes-alfa/es/informacio_drets_humans/sistema_africa.html. Fecha
de consulta 23/02/2015.
9. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, Buenos Aires, Heliasta, 1990.
10. Entra en vigor el 21 de octubre de 1986.
11. Organización que, a partir de 2001 se ha transformado en la Unión Africana (UA).
464
Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño (1990-1999) y la creación del
Comité Africano sobre los Derechos del Niño (2002).
La Carta comienza indicando ciertas obligaciones de “hacer” en cabeza de los Esta-
dos firmantes, quienes reconocerán los derechos, deberes y libertades contemplados en la
Carta y se comprometerán a adoptar medidas legislativas o de otra índole con el fin de
hacerlos efectivos.12 Al respecto, en el caso Comisión Nacional de los derechos del hombre y de las
libertades c. Chad13, la Comisión Africana dijo que “la Carta especifica en el artículo 1 que
los Estados partes nos solo deben reconocer los derechos, deberes y libertades adoptados
en la Carta, sino que también deben emprender […] medidas tendientes a hacerlos efecti-
vos. En otras palabras, si un Estado omite asegurar los derechos en la Carta Africana, eso
puede constituir una violación, aun si el Estado o sus agentes no son la causa inmediata de
la violación”.14
En el caso Abdel Hadi, Ali Radi y otros c. República de Sudán, la Comisión reiteró que
cualquier violación de las provisiones de la Carta por un Estado Parte automáticamente
genera su responsabilidad bajo el artículo 115, pues el mentado artículo “impone una obli-
gación general a todos los Estados Partes de reconocer los derechos consagrados en ella y
los obliga a adoptar medidas para hacerlos efectivos”. 16
Asimismo, los Estados Partes tienen el deber de “promover y garantizar por medio
de la enseñanza, la educación y la divulgación, el respeto de los derechos y libertades con-
tenidos en la Carta y de procurar que estas libertades y derechos, así como las correspon-
dientes obligaciones y deberes, sean entendidos”17 y de “garantizar la independencia de los
tribunales de justicia y permitir la creación y la mejora de instituciones nacionales apropia-
das que se ocupen de la promoción y la protección de los derechos y libertades garantiza-
dos por la Carta”.18
La Carta de Banjul posee ciertas características que merecen ser destacadas: desde su
Preámbulo consagra la interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos;
Rights NGO Forum) c. Zimbabwe, Comisión Africana de Derechos Humanos, Comunicación 295/04,
parág. 141.
15. Abdel Hadi, Ali Radi y otros c. República de Sudan, Comisión Africana de Derechos Humanos, parág.
91. Comunicaciones 368/09. En este caso, la Comisión llego a la conclusión que los agentes del
Estado denunciado fallaron en proteger a las víctimas de ser sometidas a la tortura y otras formas de
malos tratos; y no respetaron su derecho a la libertad, así como su derecho a un juicio justo. El
Estado demandado tampoco investigó las denuncias de mala conducta por parte de sus agentes y no
tomó medidas para proporcionar una reparación adecuada a las víctimas. El hecho de no poner en
marcha un marco legislativo adecuado para proteger la integridad física de las personas sujetas a su
jurisdicción también constituye un incumplimiento por parte del Estado demandado a cumplir con
sus obligaciones en virtud del artículo 1 de la Carta.
16. Sudan Human Rights Organisation & Centre on Housing Rights and Evictions (COHRE) c. Sudan, Comi-
465
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
retos”, Anuario De Derechos Humanos, n. 9, (2013), pp. 139-148, p. 140. Véase artículo 27(2).
26. Commission Nationale des Droits de l' Homme et des Libertes c. Chad, Comisión Africana sobre Derechos
466
La Carta está dividida en dos partes, la primera indica los derechos y deberes 28 reco-
nocidos y garantizados a los individuos –sin distinción de ningún tipo como raza, grupo
étnico, color, sexo, lengua, religión, opinión política o de otra índole, origen social y nacio-
nal, fortuna, nacimiento u otro status–, y a los pueblos29 y, la segunda parte crea la Comi-
sión Africana de Derechos Humanos para promover los derechos humanos y de los
pueblos y garantizar su protección en África. 30
En el caso, Asociación Mauritana de los derechos del hombre c. Mauritania, la Comisión Afri-
cana enfatizó que “el artículo 2 de la Carta Africana establece los principios esenciales del
espíritu de la Convención, uno de cuyos objetivos es la eliminación de todas las formas de
discriminación y garantizar la igualdad entre todos los seres humanos”.31
Como hemos referido, en el caso SERAC (Centro de Acción para los derechos Sociales y
Económicos) c. Nigeria, la Comisión africana distingue entre las obligaciones de respeto, pro-
tección, promoción y cumplimiento que derivan de la Carta. La obligación de respeto sig-
nifica que el Estado se debe abstener de interferir en el goce de los derechos
fundamentales. Debe respetar a los titulares de esos derechos como individuos o como
grupos: sus libertades, autonomía, recursos y libertad de acción. Es una obligación expre-
sada en términos negativos. El segundo tipo de obligación es el deber de proteger a los
titulares de derechos de otros actores a través de la legislación y de la provisión de remedios
efectivos. Esta es una obligación positiva, pues requiere que el Estado adopte medidas
positivas para proteger a los beneficiarios de interferencias políticas, económicas, sociales
por parte de actores no estatales. Esta obligación se vincula con la de promoción, que
implica que el Estado debe promover la tolerancia, sensibilizar e incluso construir infraes-
tructuras que aseguren el ejercicio de tales derechos. La obligación de cumplimiento, puede
entenderse como una expectativa positiva de que el Estado organice su maquinaria hacia
la realización de los derechos, pudiendo consistir en la provisión de elementos de primera
necesidad, como alimento o recursos.32
Los principales órganos garantes del sistema africano de protección de derechos hu-
manos son la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos33 y Corte Africana y de
Derechos Humanos y de los Pueblos34 a los cuales nos referiremos seguidamente. Sin perjuicio
de ello, cabe destacar que el sistema africano se encuentra también integrado por tribunales
subregionales. Los tres más importantes son: el Tribunal de la SADC (Comunidad de
28. Arts. 27 – 29 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
29. Por ejemplo, el derecho a la existencia, autodeterminación, a los recursos naturales, a la paz, etc.
Veáse arts. 19 -24 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
30. Art. 30 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
31. Association Mauritanienne des droits de l’homme c. Mauritania, Comisión Africana de Derechos Huma-
467
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
desarrollo de los Estados de África del Sur); el Tribunal del ECOWAS (Comunidad de
Estados de África Occidental); y el Tribunal de África del Este.35
35. Aunque estos mecanismos fueron creados para supervisar el cumplimiento de obligaciones co-
merciales, también se han interesado en temas de derechos humanos. Veáse por ejemplo: Simone
Ehivet et Michel Gbagbo c. Côte d’Ivoire, ECW/CCJ/JUD/03/13, (ECOWAS); Barry & Others c. Zimba-
bwe, 05/08_JUD, (SADC); Sam Mukira Mochori c. Uganda, 05/2011 (Corte de Justicia de África del
Este).
36. African Union Handbook, African Union Commission and New Zealand Crown Copyright Jointly
published by the African Union Commission and New Zealand Ministry of Foreign Affairs and
Trade/Manat Aorere, 2014, pp. 74-75. Disponible online en http://www.au.int/
37. Art. 45 (1) Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
38. Art. 45 (2) Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
39. Art. 45 (3) Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
40. Art. 31 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos. A enero de 2015, sus
integrantes son: Faith Pansy Tlakula, Lawrence Murugu Mute, Lucy Asuagbor, Maya Sahli Fadel,
Med S.K. Kaggwa, Mohamed Bechir Khalfallah, Pacifique Manirakiza, Reine Alapini-Gansou, So-
yata Maiga, Yeung Kam John Yeung Sik Yuen y Zainabo Sylvie Kayitesi. La Comisión no incluirá a
más de un ciudadano del mismo Estado.
468
partes y elegidos por la Asamblea General de la Unión Africana, considerando una distri-
bución geográfica equitativa y representativa de género. 41
Asimismo, la Comisión está autorizada a llevar a cabo estudios sobre los problemas
en materia de derechos humanos; formular normas que aborden los problemas de dere-
chos humanos; investigar las presuntas violaciones de derechos humanos; preparar infor-
mes en discusiones sobre abusos contra los derechos humanos; y formular
recomendaciones a la Asamblea de la Unión Africana. 42 Por otra parte, los Estados están
obligados a presentar informes periódicos a la Comisión sobre sus problemas de derechos
humanos y los esfuerzos para hacer frente a ellos.43
La Comisión elige a un presidente y a un vicepresidente, que duran en su cargo por
dos años, renovables por una vez. El Secretario General de la Organización para la Unidad
Africana nombra al secretario de la Comisión 44, que brinda apoyo administrativo, técnico
y logístico.
La comisión mantiene dos sesiones ordinarias por año, habitualmente por 10 o 15
días cada una en marzo/abril y octubre/noviembre. También pueden concertar sesiones
extraordinarias. Las sesiones de trabajo pueden ser cerradas o abiertas al público. La Co-
misión puede invitar a Estados, Movimientos de Liberación Nacional, instituciones espe-
cializadas, instituciones de derechos humanos, organizaciones no gubernamentales o
individuos para participar en sus sesiones.
La Comisión remite un informe de sus actividades a todas las sesiones ordinarias de
la Asambleas de la Unión Africana, los cuales son considerados por el Consejo Ejecutivo
a través de la Asamblea. La Comisión puede publicar información sobre sus actividades de
protección, una vez que el Consejo Ejecutivo y la Asamblea hayan adoptado el informe.
El Consejo Ejecutivo puede denegar la autorización para la publicación de estos informes
y ya lo ha hecho.45
La Carta prevé un procedimiento de comunicaciones, bajo el cual, los Estados, orga-
nizaciones e individuos pueden formular una denuncia ante la Comisión alegando que un
Estado Parte de la Carta ha violado uno o más derechos contenidos en ella. La legitimación
pasiva está limitada a los Estados, es decir, la Comisión no puede conocer las violaciones
cometidas por entidades distintas al Estado. Las imputaciones a personas físicas o naturales
quedan fuera de la competencia de la Comisión46, aunque, como veremos, es posible ana-
lizar ciertos comportamientos de entidades privadas a la luz de las obligaciones de garantía,
prevención y protección de los Estados, pues son estos los principales sujetos obligados
en este sistema de protección regional.
41. Art. 33. En abril de 2005, la Unión Africana emitió directrices de nominación a los efectos de
excluir los funcionarios públicos de alto nivel y representantes diplomáticos.
42. Arts. 45-54 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
43. Art. 62 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
44. Art. 41 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
45. African Union Handbook, African Union Commission and New Zealand Crown Copyright Jointly
published by the African Union Commission and New Zealand Ministry of Foreign Affairs and
Trade/Manat Aorere, 2014, p. 74-75. Disponible online en http://www.au.int/
46. Migraciones y protección de derechos humanos, Organización Internacional para las Migraciones, 2005,
p. 95-96.
469
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
a. Competencia material
Entre los principios aplicables, se establece que la Comisión se basa en la legislación
internacional sobre derechos humanos y de los pueblos, especialmente en las disposiciones
de los diversos instrumentos africanos referentes a los derechos humanos y de los pueblos,
la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la Organización para la Unidad Africana, la
Declaración universal de los derechos humanos, otros instrumentos adoptados por las
Naciones Unidas y por los países africanos en materia de derechos humanos y de los pue-
blos, así como en las disposiciones de los diversos instrumentos adoptados por departa-
mentos especializados de las Naciones Unidas de los cuales los firmantes de la presente
Carta sean miembros.47
La Comisión también tiene en consideración, como medios subsidiarios para deter-
minar los principios del derecho aplicables, otros convenios generales o especiales que
establezcan normas expresamente reconocidas por los Estados miembros de la Organiza-
ción para la Unidad Africana, prácticas africanas que concuerden con las normas interna-
cionales relativas a los derechos humanos y de los pueblos, costumbres generalmente
aceptadas como normas, principios generales del derecho reconocidos por los Estados
africanos, así como precedentes legales y creencias.48
Sin perjuicio de ello, la competencia ratione materiae está limitada a los derechos y
garantías enunciados en la Carta Africana.
b. Competencia personal
La legitimación activa para presentar una denuncia a la Comisión es amplia; todas las
personas, físicas (individuos, pueblos49) o jurídicas (ONG) pueden presentar una petición,
incluidos los Estados. La Carta prevé dos tipos de comunicaciones “interestatales” y “otras
comunicaciones”, en estas últimas se enmarcan las denuncias individuales.
En el caso Endorois, los denunciantes argumentaron que eran un “pueblo”, status que
les permitía beneficiarse de las provisiones de la Carta Africana que protege derechos co-
lectivos. La Comisión Africana en el caso Ogoni, Centro de acción para los derechos sociales,
económicos c. Nigeria, ya se había expresado al respecto al sostener: “La Carta Africana, en el
artículo 20 al 24 prevé claramente conservar derechos como pueblos”, es decir, colectiva-
mente. La importancia de la comunidad y de la identidad colectiva en la cultura africana
47. Art. 60 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
48. Art. 61 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
49. Centre for Minority Rights Development (Kenya) and Minority Rights Group International on behalf of Endorois
Welfare Council c Kenya, Comisión Africana de Derechos Humanos, Comunicación 276/2003, parág
147. Los conceptos “pueblos” y “pueblos / comunidades indígenas” son términos cuestionados. En
lo que se refiere a los "pueblos indígenas", no hay una definición universal e inequívoca del concepto,
ya que ninguna definición aceptada captura la diversidad de las culturas indígenas, las historias y
circunstancias actuales. Las relaciones entre los pueblos indígenas y los grupos dominantes o princi-
pales de la sociedad varían de país a país. Lo mismo es cierto del concepto “pueblos”. La Comisión
Africana es, pues, consciente de la connotación política que estos conceptos llevan. Esas controver-
sias llevaron a los redactores de la Carta Africana a que deliberadamente se abstengan de proponer
cualquier definición de la noción de “pueblo(s)”.
470
está reconocida en la Carta Africana”.50 En adición, cuando hay una cantidad considerable
de víctimas, no sería práctico para cada individuo tener que presentar una denuncia a nivel
local. En casos como estos, como el Ogoni, la Comisión Africana puede decidir sobre los
derechos de los pueblos como una entidad colectiva en los términos de la Carta. 51
La legitimación pasiva está restringida a las denuncias contra Estados que hayan ra-
tificado la Carta y debe ser analizada a la luz de las reglas concernientes a la responsabilidad
internacional del Estado. En este sentido, la Comisión, en el caso el caso Comisión Nacional
de los Derechos del Hombre y de las Libertades c. Chad dijo que la “Carta establece en el artículo
1 que los Estados partes, deben no solo reconocer los derechos, deberes y libertades adop-
tados en la Carta, también deben ‘adoptar… medidas para hacerlos efectivos’. En otras
palabras, si un Estado falla en asegurar los derechos en la Carta Africana, esto puede cons-
tituir una violación, aun si el Estado o sus agentes no son la causa inmediata de la viola-
ción”.52 En el mismo caso, agregó: “Chad había fallado en brindar seguridad y estabilidad
en el país, permitiendo, de este modo, la comisión de violaciones serias y masivas de dere-
chos humanos. Las fuerzas armadas nacionales habían participado en la guerra civil y en
varias instancias el Gobierno había fallado en intervenir y prevenir el asesinato y matanza
de individuos específicos. Así, aun cuando no pueda probarse que las violaciones fueron
cometidas por agentes estatales, el gobierno tiene una responsabilidad de asegurar la segu-
ridad y libertad de sus ciudadanos, y conducir investigaciones de los asesinatos. Chad fue,
en consecuencia, responsable por las violaciones de la Carta Africana”.53
En el caso SERAC (Centro de Acción para los derechos Sociales y Económicos) c. Nigeria, se
sostuvo que, los gobiernos tienen un deber de proteger a sus ciudadanos, no solo a través
de medidas legislativas adecuadas y de efectivo cumplimiento, también protegiéndolos de
los daños que puedan ser causados por entidades privadas. Este deber implica acciones
positivas por parte de los gobiernos en cumplir sus obligaciones bajo los instrumentos
internacionales de derechos humanos.
Al respecto, la Comisión sostuvo que la determinación de “si las alegadas violaciones
fueron cometidas por actores estatales directamente o por entidades/individuos privadas
debe ser analizado en la etapa de fondo, en la etapa de admisibilidad es suficiente con
probar que la alegada violación ocurrió dentro de la jurisdicción territorial del Estado de-
nunciado”.54
c. Competencia temporal
50. The Social and Economic Rights Action Centre for Economic and Social Rights v. Nigeria, Comisión Africana
sobre Derechos Humanos y de los Pueblos, Comunicación 155/96, parág. 40.
51. Centre for Minority Rights Development (Kenya) and Minority Rights Group International on behalf of Endorois
Welfare Council c Kenya, Comisión Africana de Derechos Humanos, Comunicación 276/2003, parág.
75.
52. Commission Nationale des Droits de l'Homme et des Libertes c. Chad, Comisión Africana sobre Derechos
471
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
d. Competencia territorial
La Carta no delimita específicamente su aplicación al territorio y jurisdicción de los
Estados Partes, sin embargo de la letra del artículo 1, y en aplicación a los principios de la
responsabilidad internacional del Estado, podemos afirmar que la competencia territorial
está restringida a violaciones cometidas dentro del territorio del Estado denunciado o su-
jetas a la jurisdicción de este, que debe ser Estado Miembro de la Unión Africana y debe
haber ratificado la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos.
La Comisión considera que la Carta se aplica principalmente en los espacios sujetos
a la jurisdicción territorial de los Estados Partes fundamentado en que la soberanía de los
Estados –con el que se comprometen las obligaciones internacionales– es territorial y la
jurisdicción que ejerce es también, principalmente territorial. Alternativamente, una viola-
ción que ocurre fuera del territorio del Estado, pero en que el Estado “haya asumido el
control efectivo de una parte del territorio de otro o haya ejercido el control efectivo de
parte del territorio de otro Estado o haya ejercido control o autoridad sobre un indivi-
duo”.56
e. Requisitos de admisibilidad
Para presentar un caso ante la Comisión, ya sea a través de una denuncia individual
–en la Carta enunciada como “otras comunicaciones”– o interestatal, es necesario cumplir
con la regla del agotamiento de los recursos legales internos disponibles, a menos que esto
provoque una demora injustificada, o bien no haya recursos eficaces, como ha entendido
la Comisión.
En el caso Encuentro Africano por la Defensa de los Derechos del hombre c. Zambia, la Comi-
sión Africana examinó la respectiva obligación de las partes en términos de agotamiento
de los recursos internos y declaró que “cuando el Gobierno de Zambia sostuvo que la
comunicación debía ser declarada inadmisible debido a que los recursos internos no habían
sido agotados, el Gobierno tenía la obligación de demostrar la existencia de tales recur-
sos”.57 Es decir, le corresponde al Estado denunciado probar los recursos disponibles.
En el caso Dawda Jawara c. Gambia, la Comisión expresó que el recurso debe estar
55. Art. 28. Irretroactividad de los tratados: “Las disposiciones de un tratado no obligarán a una parte
respecto de ningún acto o hecho que haba tenido lugar con anterioridad a la fecha de entrada en
vigor del tratado para esa parte ni de ninguna situación que en esa fecha haya dejado de existir, salvo
que una intención diferente se desprenda del tratado o conste de otro modo”.
56. Mohammed Abdullah Saleh Al-Asad c. Djibouti, Comisión Africana sobre Derechos Humanos y de
los Pueblos, Comunicación 383/2010, parág. 134. Agrega que no es necesario dar más detalles sobre
las circunstancias en que un Estado Parte podrá asumir obligaciones extraterritorialmente.
57. Rencontre Africaine pour la Defense des Droits de l'Homme c. Zambia, Comisión Africana de Derechos
Humanos y de los Pueblos, Comunicación 71/92, parág. 12. Doctrina citada también en Egyptian
Initiative for Personal Rights & INTERIGHTS c. Egipto, Comisión Africana de Derechos Humanos,
Comunicación 323/06
472
disponible, ser efectivo y suficiente. El recurso se considera disponible si el peticionario
puede obtenerlo sin impedimento; se considera eficaz si tiene perspectiva de éxito; y es
suficiente si es capaz de corregir la denuncia.58 Por ejemplo, cuando un Estado fracasa en
iniciar una investigación frente a una denuncia por violación a los derechos humanos, to-
dos los recursos locales, que teóricamente existen se tornan ineficaces. En estas circuns-
tancias, la Comisión ha establecido que no se requiere que el denunciante agote los recursos
locales si estos son ineficaces.59
En el caso SERAC (Centro de Acción para los derechos Sociales y Económicos) c. Nigeria, la
Comisión destacó que al momento de presentar la comunicación, el entonces gobierno
militar de Nigeria había dictado varios decretos para limitar la jurisdicción de las cortes
locales y en consecuencia privar a las personas en Nigeria de ejercer su derecho de acceso
a la justicia por los actos de gobierno que violaban sus derechos humanos. En casos como
estos, la Comisión sostuvo que no existían recursos domésticos adecuados. 60
f. Denuncias individuales
Una denuncia individual será considerada por la Comisión si así lo decide una mayo-
ría simple de sus miembros.61 Las denuncias individuales relativas a los derechos humanos
y de los pueblos deben ser dirigidas al Presidente de la Comisión a través del Secretario
por cualquier persona física o jurídica62, y deben cumplir con los requisitos del art. 56 de
la Carta, a saber:
1. Identificación de los peticionarios, aunque soliciten el anonimato.
2. Ser compatibles con la Carta de la Organización para la Unidad Africana o con la
Carta de Derechos Humanos y de los Pueblos.
3. No deben estar escritos en un lenguaje despectivo o insultante, dirigido contra el
Estado implicado, sus instituciones o contra la Organización para la Unidad Africana.
4. No deben estar basados exclusivamente en noticias difundidas por los medios de
comunicación.
5. Se deben haber agotado los recursos internos, con los alcances que hemos referido.
6. Deben ser presentados dentro de un período de tiempo razonable a partir del mo-
mento en que se agotaron los recursos locales o de la fecha en que la Comisión es notifi-
cada del asunto.
58. Sir Dawda K. Jawara c. Gambia, Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos,
Comunicaciones 147/95-149/96, parágs. 31-32.
59. Constitutional Rights Project (al respecto de Zamani Lekwot y 6 otros c. Nigeria, Comisión Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos, Comunicación 87/98, 2000, 8° Informe de Actividades, parág.
48. Veáse también Sir Dawda Jawara c. Gambia, Comisión Africana de Derechos Humanos, Comuni-
cación 149/96, 2000, 13° Informe de Actividades, parágs 31-32.
60. The Social and Economic Rights Action Centre for Economic and Social Rights v. Nigeria, Comisión Africana
Procedimiento fueron aprobadas durante la 47° sesión ordinaria en Banjul, Gambia en 2010. Las
primeras fueron adoptadas durante la 2° sesión ordinaria en Dakar, Senegal en 1988 y luego revisadas
durante la 18° sesión ordinaria en Praia, Cabo-Verde en 1995.
473
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
7. No deben tratar de casos que ya han sido solucionados por los Estados implicados
de conformidad con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la Or-
ganización para la Unidad Africana o las disposiciones de la Carta. 63
El Secretario corrobora que las comunicaciones dirigidas a la Comisión contengan
toda la información necesaria64 para transmitir el expediente a la Comisión, que toma una
decisión sobre la admisibilidad. Los Estados Partes están representados ante la Comisión
por sus representantes. Las personas físicas o jurídicas pueden comparecer en persona o
designar un representante ante la Comisión. 65 Salvo decisión en contrario, la Comisión
examina las comunicaciones en el orden en que hayan sido recibidas por el Secretario. 66 Si
dos o más comunicaciones contra el mismo Estado Parte tratan de hechos similares o
revelan el mismo patrón de violación de los derechos, la Comisión puede acumularlas y
considerarlas como una sola comunicación. 67
La Comisión68 nombra, entre sus miembros, un relator para cada comunicación.
También puede establecer uno o varios grupos de trabajo para examinar las cuestiones de
forma, la admisibilidad, el fondo y formular recomendaciones a la Comisión, que tendrá
63. Art. 56 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
64. Regla N° 93 de Procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos. Información que
debe contener una comunicación: el nombre, la nacionalidad y la firma de la persona o personas
denunciantes; en los casos en que el demandante es una ONG, el nombre y la firma de su represen-
tante legal; si el demandante desea que su identidad sea reservada; la dirección para recibir corres-
pondencia de la Comisión y, en su caso, un número de teléfono, número de fax y dirección de correo
electrónico; relato del hecho o situación denunciada, con especificación del lugar, la fecha y la natu-
raleza de las presuntas violaciones; el nombre de la víctima, en caso de que no sea la demandante;
toda autoridad pública que haya tomado conocimiento del hecho o situación denunciada; el nombre
del Estado supuestamente responsable por la violación; el cumplimiento de los plazos contemplados
en la Carta Africana para la presentación de la Comunicación; las gestiones emprendidas para agotar
los recursos internos, o si el solicitante alega la imposibilidad o falta de disponibilidad de los recursos
internos, los motivos en apoyo de tal afirmación; y una indicación de que la denuncia no ha sido
sometida a otro procedimiento de arreglo internacional. En los casos en que la víctima no haya
solicitado el anonimato y esté representada por una ONG u otro agente, la víctima será la denun-
ciante en el registro y su representación o agencia será reconocida. Cuando una comunicación no
contenga alguno de los datos, el Secretario solicitará al demandante a presentar la misma.
65. Regla N° 94 de Procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
66. Regla N° 95 de Procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
67. Regla N° 96 de Procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
La Comisión podrá decidir no unir las comunicaciones si sostiene que su acumulación no servirá el
interés de la justicia. También cuando la Comisión decide unir dos o más comunicaciones, puede,
cuando se considere oportuno, decidir separarlas.
68. Regla N° 101 y N° 102 de Procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de
los Pueblos: un miembro de la Comisión no deberá estar presente y participar en el examen de una
comunicación si es nacional del Estado Parte interesado, si tiene algún interés personal en el caso, si
se dedica a cualquier actividad política, administrativa o profesional que sea incompatible con su
independencia o imparcialidad, si ha participado de algún modo en las decisiones a nivel nacional en
relación con la Comunicación, si ha expresado públicamente opiniones que puedan interpretarse
como un reflejo de la falta de imparcialidad con respecto a la comunicación.
474
en cuenta las recomendaciones del Relator y/o el Grupo de Trabajo para tomar una deci-
sión.69
475
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En los casos de ausencia de una respuesta sustantiva por parte del Estado demandado
debe decidir sobre los hechos proporcionados por los reclamantes y tenerlos como cier-
tos.75
La Comisión, previa deliberación sobre las presentaciones de ambas partes, adopta
una decisión sobre el fondo de la comunicación. La Comisión delibera en privado, y todos
los aspectos de los debates son confidenciales. La decisión de la Comisión se mantiene
confidencial y no puede ser transmitida a las partes hasta que su publicación sea autorizada
por la Asamblea. La decisión de la Comisión también se publica en el sitio web de la Co-
misión.76
75. The Social and Economic Rights Action Centre for Economic and Social Rights v. Nigeria, Comisión Africana
sobre Derechos Humanos y de los Pueblos, Comunicación 155/96, parág. 40. Veáse también Com-
municaciones 25/89, 47/90, 56/91, 100/93, World Organisation Against Torture et al. /Zaire, Com-
munication 60/91. Constitutional Right Project/Nigeria and Communicacion 101/93 Civil Liberties
Organisation/Nigeria)
76. Regla N° 110 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
476
Solo un pequeño número de casos han finalizado con un acuerdo de solución amis-
tosa. Las primeras dos comunicaciones fueron concluidas en 1994, en una etapa inicial de
la Comisión, y brindaron mínimos detalles concernientes a los términos del acuerdo. En
Henry Zalenga c. Zambia, el denunciante fue liberado luego de que se llegara a una solución
amistosa. En Civil Liberties Organisation c. Nigeria la Comisión jugó un papel menos activo
aún, y confiando en la información obtenida indicó que el asunto se había arreglado ami-
gablemente antes de cerrar el caso.78 Más recientemente, una comunicación que versaba
sobre el cierre de una emisora de radio privada en Camerún terminó en una solución amis-
tosa. Luego de alcanzado el acuerdo, la Comisión se aseguró que ambas partes hayan es-
tado de acuerdo con los términos, registró el acuerdo y cerró el caso. 79
En ausencia de criterios preestablecidos para alcanzar un acuerdo de solución amis-
tosa, se deben observar los requisitos desarrollados por otros sistemas de protección de
derechos humanos, como el respeto de los derechos humanos y el consentimiento expreso
de ambas partes.80
78. Véase Comunicación 11/88 y 67/92, cit en. Malcolm Evans, Rachel Murray, The African Charter
on Human and Peoples' Rights: The System in Practice 1986–2006, Cambridge University Press, 2008, p.
81.
79. Malcolm Evans, R.M.: The African Charter on Human and Peoples' Rights: The System in Practice 1986-
está reunida en el momento en que se recibe una solicitud de medidas provisionales, el Presidente o,
en su ausencia, el Vicepresidente, tomará la decisión en nombre de la Comisión, e informará a los
miembros de la Comisión. Después de que la solicitud de medidas provisionales ha sido transmitida
al Estado Parte, la Comisión enviará una copia de la carta de solicitud de medidas provisionales a la
víctima, la Asamblea, el Consejo de Paz y Seguridad, y la Comisión de la Unión Africana. La Comi-
sión solicitará al Estado Parte interesado que informe sobre la aplicación de las medidas provisionales
solicitadas. Dicha información deberá ser presentada dentro de los quince (15) días siguientes a la
recepción de la solicitud de medidas provisionales. El otorgamiento de tales medidas y su adopción
por el Estado Parte interesado no constituirán prejuzgamiento sobre el fondo de una comunicación.
477
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
un tribunal especial militar establecido por el gobierno militar de Nigeria. Sin embargo, a
pesar de estar obligado a hacerlo82, Nigeria hizo caso omiso a la orden.
82. Pureza, J.M.P. y Gómez Isa, F. (Dir.): La protección internacional de los derechos humanos en los albores del
siglo XXI, Universidad de Deusto, 2004, p. 615-616. “La Comisión posteriormente sostuvo que en
términos de la obligación general que tienen los Estados partes de cumplir con las normas de la Carta
según su artículo 1”.
83. Art. 47 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
84. Regla N° 84 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
85. Además República Democrática del Congo afirma, entre otras cosas, que es víctima de una agre-
sión armada perpetrada por Burundi, Ruanda y Uganda; y que esto es una violación de los principios
fundamentales que rigen las relaciones amistosas entre los Estados, como se estipula en las Cartas
de las Naciones Unidas y la Organización de la Unidad Africana; en particular, los principios de no
recurrir a la fuerza en las relaciones internacionales, la solución pacífica de las diferencias, el respeto
a la soberanía y la integridad territorial de los Estados y la no injerencia en los asuntos internos de
los Estados. Se hace hincapié en que las masacres y otras violaciones de derechos humanos y de la
gente que acusa Burundi, Ruanda y Uganda de, están comprometidos en la violación de las disposi-
ciones de los artículos 2, 4, 6, 12, 16, 17, 19, 20, 21 , 22 y 23 de la Carta Africana de Derechos
Humanos y de los Pueblos. También alega violación de las disposiciones del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y del Protocolo
adicional sobre la Protección de las Víctimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I)
de 08 de junio 1977.
86. Democratic Republic of Congo c. Burundi, Rwanda and Uganda, Comisión Africana sobre Derechos Hu-
478
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, la Declaración de Naciones Unidas so-
bre los Principios de Derecho Internacional que deben regir las Relaciones de Amistad y
Cooperación entre Estados y otros principios de derecho internacional aplicables y ordenó
retirar inmediatamente las tropas del territorio del Estado denunciado. Además, reco-
mendó que se paguen adecuadas reparaciones en conformidad con las formas del Estado
demandante para y en nombre de las víctimas de las fuerzas armadas de los Estados de-
mandados, que se encontraban en control efectivo de las provincias del Estado deman-
dante.
Una vez considerada la denuncia, la Comisión puede hacer recomendaciones al Es-
tado Parte involucrado y a la Asamblea de la Unión Africana. El mandato de la Comisión
es cuasi judicial y, como tal, sus recomendaciones finales no son legalmente obligatorias.
87. Dicho informe deberá contener los hechos pertinentes, incluida cualquier información o comen-
tarios de las Partes y la(s) disposición(es) de la Carta Africana que se alegan haber sido violados. Una
recomendación sobre la admisibilidad y sobre cualquier otra acción a tomar, según el caso lo requiera.
88. Regla N° 88 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
89. Regla N° 89 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
479
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Relator, convocar en consulta a los Estados Partes interesados y/o facilitar la redacción de
un acuerdo.90
Si no fuera posible llegar a una solución amistosa, la Comisión solicita a los Estados
Partes, dentro de un plazo de treinta días, sus observaciones escritas, las cuales transmite
a la contraparte, que tiene el plazo de treinta días para responderlos. El Relator prepara un
informe con los hechos, las conclusiones y recomendaciones para su examen por la Comi-
sión. Antes de adoptar el informe del Relator, la Comisión puede convocar una audiencia
en la que las partes pueden formular observaciones orales adicionales. 91
480
votación.95 Cada mecanismo debe presentar un informe sobre su labor en cada reunión
ordinaria de la Comisión.
i. Visitas al terreno
La Comisión puede llevar a cabo una misión de protección en un Estado Parte, si lo
considera necesario y conveniente. Los Estados Partes pueden facilitar a la Comisión una
invitación abierta para misiones de protección y deben responder con prontitud a cualquier
solicitud de la Comisión de autorización para llevar a cabo una misión de protección. Cual-
quier misión de protección acordada entre la Comisión y un Estado Parte debe realizarse
de conformidad con las directrices de la Comisión para las Misiones. Los gastos ocasiona-
dos por una misión realizada a petición de cualquier órgano de la UA serán sufragados por
tal órgano.96
Hay dos tipos de misiones de protección: visitas al terreno y misión de investigación
(fact-finding). El primer tipo se realiza en un Estado respecto del cual se han recibido varias
denuncias. El propósito de la misión, habitualmente es buscar un arreglo amistoso o in-
vestigar hechos concretos relativos a las comunicaciones. La misión de investigación se
emplea habitualmente frente a situaciones generalizadas de violaciones de derechos huma-
nos en un Estado Parte. Estas no requieren ninguna comunicación previa ante la Comi-
sión.97
Durante una misión de protección, el Estado Parte interesado debe:
a. Comprometerse a no adoptar cualquier tipo de represalia contra las per-
sonas o entidades que proporcionan a la misión informaciones, testimonios o
pruebas;
b. Garantizar la libre circulación de los miembros de la misión en todo el
territorio del país, en este sentido, proporcionar facilidades del caso, incluyendo
cualquier autorización interna necesaria;
481
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
j. Adopción de Resoluciones
El artículo 45 de la Carta faculta a la Comisión a formular y establecer principios y
normas destinados a resolver problemas legales relativos a los derechos humanos y de los
pueblos y a las libertades fundamentales en los que los gobiernos africanos puedan basar
sus legislaciones. Estas resoluciones pueden ser clasificadas en: temáticas, administrativas
y específicas por país.100
k. Labores promocionales
El principal mandato de la Comisión es mejorar la promoción y protección de los
derechos humanos en África y garantizar que los Estados miembros cumplan con sus obli-
gaciones contraídas en virtud de la Carta. El artículo 46 de la Carta establece que la Comi-
sión puede utilizar “cualquier método de investigación apropiado” y es la base legal para
las misiones. Las misiones de promoción se rigen por las directrices de la Comisión para
las Misiones.101 Las visitas o misiones promocionales son llevadas a cabo por la Comisión
o sus mecanismos especiales para sensibilizar a los Estados sobre el rol de la Carta
a un miembro de expertos para el Comité para la Protección de los Derechos de las Personas que
Viven con el VIH (PVVIH), y las personas en riesgo, vulnerables y afectados por el VIH en África
(N°285). Resolución sobre la Libertad de Expresión en el Reino de Swazilandia (N°286). Resolución
sobre abusos de derechos humanos en Egipto (N° 287). Resolución de condena a los autores de
Asalto Sexual y la Violencia en la República Árabe de Egipto (N° 288). Resolución sobre la crisis
alimentaria en Somalia (N°289). Resolución sobre la necesidad de realizar un estudio sobre el VIH,
el Derecho y Derechos Humanos (N°290). Resolución sobre la Conferencia Mundial de la ONU
sobre Pueblos Indígenas (N°291). Resolución sobre la necesidad de realizar un estudio sobre el ma-
trimonio infantil en África (N°292). Véase también 55° sesión ordinaria.
101. Véase http://www.achpr.org/mission-reports/about/ Fecha de consulta 22/02/2015.
482
Africana, animar a los Estados que no han ratificado la Carta o cualquier otro instrumento
de derechos humanos a que lo hagan o persuadir a los Estados que no cumplen con sus
informes periódicos a que lo hagan.
102. Regla N° 116 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
Además, la Comisión se reunirá con la Corte por lo menos una vez al año y siempre que sea necesario
para asegurar una buena relación de trabajo entre las dos instituciones. Véase también regla 115.
103. Informe del Grupo de Trabajo de Expertos sobre Poblaciones/Comunidades Indígenas, pá-
rag.20
104. Regla N° 84 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
105. Art. 58 Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
483
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
a. Composición
106. Kane, I. y Motala, A.: “The creation of a new African Court of justice and human rights”. Op.
Cit. en Evans, Malcolm y Murray, Rachel (eds.), The African Charter on Human and Peoples' Rights: The
System in Practice 1986–2006, Cambridge University Press, 2008, p. 409.
107. Regla N°114 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
La relación de complementariedad entre la Comisión y la Corte se establece y organiza por los ar-
tículos 5, 6 (1) y (3), 8 y 33 del Protocolo. Véase también art. 2 Protocolo.
108. 24 países lo firmaron y ratificaron, 25 lo firmaron, pero no ratificaron, y 5 países no firmaron ni
Jurisdicción: 1 Conforme el Protocolo, la Corte tendrá jurisdicción: a) para tratar con todos los casos
y todas las controversias que le sean sometidas relativas a la interpretación y aplicación de la Carta,
el Protocolo y cualquier otro instrumento de derechos humanos ratificado por los Estados involu-
crados; b) brindar una opinión consultiva sobre cualquier asunto legal relacionado a la Carta o cual-
quier otro instrumento de derechos humanos relevantes, mientras que el asunto no esté relacionado
con uno que este siendo examinado por la Comisión; c) promover arreglos amistosos en los casos
en trámite por ante la Corte, en conformidad con las provisiones de la Carta; d) interpretar sus sen-
tencias y e) revisar sus propias sentencias a la luz de nuevas pruebas, en conformidad con la Regla
N° 67. 2. En caso de controversia acerca de la jurisdicción de la Corte, esta decidirá. (traducción
libre)
484
La Corte está compuesta por 11 jueces110, nacionales de los Estados Miembros de la
Unión Africana, elegidos a título personal entre juristas de reconocida autoridad moral,
con reconocida competencia y autoridad en el ámbito jurídico, judicial o académico, en
materia de derechos humanos y de los pueblos 111, no pudiendo haber dos jueces de la
misma nacionalidad. Duran 6 años en su cargo y pueden ser reelectos por única vez. La
elección la realiza el Consejo Ejecutivo de la UA a propuesta de los Estados miembros,
teniendo en cuenta una distribución geográfica equitativa y equilibrio de género. Tiene su
sede en Arusha, Tanzania.112
b. Función consultiva
A requerimiento de la OUA, de cualquiera de sus órganos, de cualquier organización
reconocida por esta, o de un Estado miembro, la Corte puede ejercer su función consultiva
y brindar una opinión sobre cualquier asunto jurídico relacionado a la Carta u otro instru-
mento relevante sobre derechos humanos, mientras que el tema de la opinión no esté re-
lacionado con un asunto que esté siendo examinado por la Comisión. 113 Su dictamen debe
110. A la fecha 23/02/2015, los jueces son Augustino S. L. Ramadhani (Tanzania), Elsie Nwanwuri
Thompson (Nigeria), Gérard Niyungeko (Burundi), Fatsah Ouguergouz (Algeria), Duncan Tambala
(Malawi), Sylvain Oré (Costa de Marfil), El Hadji Guissé (Senegal), Ben Kioko (Kenia), Justice Rafaa
Ben Achour (Tunez), Solomy Balungi Bossa (Uganda) and Justice Angelo Vasco Matusse (Mozam-
bique). Art. 15 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre
el establecimiento de una Corte Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos. Regla N° 5 de
procedimiento de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos. Ningún miembro de la
Corte participara en cualquier otra actividad de la naturaleza que comprometa su independencia o
imparcialidad o las demandas. 2. En particular, los Miembros de la Corte no deben mantener posi-
ciones políticas, diplomáticas o administrativas o funciones como consejeros legales del gobierno a
nivel nacional.
111. Art. 11 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
485
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
estar fundado y cada juez podrá dar una opinión por separado o disidente.114 La Corte ha
recibido 8 pedidos de opiniones consultivas.115
114. Art. 17 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
establecimiento de una Corte Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos. 1. La indepen-
dencia de los jueces debe ser plenamente asegurada de acuerdo con el derecho internacional. Ningún
juez atenderá un caso en el cual haya actuado previamente como agente, consejero o abogado para
una de las partes, o como miembro de una corte nacional o internacional, o comisión de investigación
o en alguna otra capacidad. Cualquier planteo al respecto, será resuelta por la Corte. 3. Los jueces de
la Corte gozaran, desde el momento de su elección y mientras duren en el cargo, las inmunidades de
los agentes diplomáticos de acuerdo con el derecho internacional. 4. En ningún momento los jueces
serán responsabilizados por una decisión u opinión dictada en ejercicio de sus funciones. Según el
Art. 18. El cargo de juez es incompatible con cualquier actividad que pueda afectar la independencia
o imparcialidad de la Corte.
115. Solicitud 001/2011, República de Mali (retirada) /Solicitud 002/2011, Libia (finalizada) / Solici-
tud 001/2012, The Socio- Economic Rights and Accountability Project (SERAP) (finalizada)/ So-
licitud 002/2012, The Pan African Lawyers’ Union (PALU) and Southern African Litigation Centre
(finalizada)/ Solicitud 001/2013, The Socio- Economic Rights and Accountability Project (SERAP)
(pendiente)/ Solicitud 002/2013, The African Committee of Experts on the Rights and Welfare of
the Child on the Standing of the African Committee of Experts on the Rights and Welfare of the
Child before the African Court and Human and Peoples' Rights (finalizada) /Solicitud 001/2014,
Coalition on the international criminal court, Legal defence & assistance project, Civil resource de-
velopment & documentation center and Women advocates documentation center (pendiente) /So-
licitud 002/2014, The African movement for Human Rights Defence (pendiente). Información al
22/02/2015.
116. Art. 5 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
486
La Comisión puede presentar una denuncia ante Corte contra un Estado Parte si la
situación, a su juicio, constituye violaciones graves o masivas de los derechos humanos
previstos en el artículo 58 de la Carta Africana.118
La Comisión no examina ninguna comunicación relativa a una comunicación aún
pendiente ante el tribunal, a menos que la comunicación se haya retirado oficialmente. 119
El examen de los casos por parte de la Corte se lleva a cabo en audiencias públicas 120, salvo
decisión contraria por razones excepcionales.121 La Corte puede intentar alcanzar una so-
lución amigable en cualquier caso en trámite por ante ella. La Corte escucha las peticiones
de todas las partes, y si lo considera necesario, realiza una investigación. La Corte recibe
pruebas por escrito y en forma oral, incluyendo testimonios de expertos, y toma su decisión
basada en tales pruebas.122 La Corte debe dictar su sentencia dentro de los noventa días de
haber completado sus deliberaciones. La sentencia decidida por la mayoría es final y no
está sujeta a apelación. Sin perjuicio de ello, la Corte puede revisar su decisión 123 e inter-
pretar su propia decisión.124 La sentencia es notificada a las partes y transmitida a los Es-
tados Miembros de la OAU y a la Comisión. El Consejo de Ministros es el encargado de
la supervisión de cumplimiento a través de la Asamblea. 125
La sentencia es de cumplimiento obligatorio, en el plazo estipulado.126 La Corte pre-
senta, en cada período ordinario de sesiones de la Asamblea, un informe sobre su labor
realizado durante el año anterior. El informe debe especificar, en particular, los casos en
que un Estado no ha cumplido con la sentencia del tribunal. 127 Si la Corte considera que
ha habido una violación de los derechos humanos o de los pueblos, debe dictar las
118. Regla N° 118 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
119. Regla N°123 de procedimiento de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
120. Regla N° 27 de procedimiento de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
establecimiento de una Corte Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos Protocolo.
487
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
resoluciones adecuadas a los efectos de reparar la violación, incluido el pago de una justa
compensación o reparación.128
La Corte dictó su primera sentencia sobre admisibilidad en 2009. 129 La primera sen-
tencia sobre el fondo fue acerca de participación política en Tanzania 130, determinando que
se había violado el derecho de un ciudadano a la libre participación en el gobierno. En
2014, dictó otra sentencia sobre el fondo en el asunto Norbet Zongo c. Burkina Faso131, de-
terminando la violación por la omisión de investigar la muerte de un periodista.
128. Art. 27 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
establecimiento de una Corte Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos.
129. Michelot Yogogombaye c. Senegal, Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, Petición
001/2008.
130. Peter Joseph Chacha c. Tanzania, Petición 003/2012, Corte Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos.
131. Abdoulaye Nikiema, Ernest Zongo, Blaise Ilboudo & Burkinabe Human and Peoples’ Rights Movement v.The
Republic of Burkina Faso, Petición 013/2011, Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
132. Juma, D.: “Access to the African court on human and peoples’ rights: a case of the poacher
turned gamekeeper”. Essex human rights review, v. 4, n. 2, (2007), pp. 2-3 y 16.
133. Art. 6 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
488
momento de la ratificación o posteriormente, formulado una declaración aceptando la
competencia de la Corte para recibir casos. 134
c.3.Medidas provisionales
La Corte puede adoptar medidas provisionales en casos de extrema gravedad y ur-
gencia para evitar daños irreparables a las personas. 136 En el caso Lohé Issa Konaté c. Bur-
kina Faso, el peticionante, editor de un diario semanal L’Ouragan, privado de su libertad137,
solicitó medidas provisionales que consistían en su inmediata liberación y, en subsidio, la
provisión de cuidados médicos adecuados por el tiempo que se encuentre en prisión. La
Corte decidió, no hacer lugar a la liberación, sin embargo ordenó las medidas provisionales
relativas a su estado de salud –que se había deteriorado desde su detención– por considerar
que causaría un gravamen irreparable.138
En el caso de la Comunidad Ogiek del Bosque Mau, relativo a un grupo étnico minori-
tario indígena cuyo desalojo del “Bosque Mau” fue ordenado por el Gobierno de Kenia
con el argumento de que el bosque constituía una reserva de agua, y estaba afectada a Ley
de Tierras del Gobierno, la Corte considero que existía una situación de extrema de grave-
dad y urgencia, además de un riesgo de daños irreparables a la Comunidad Ogiek en rela-
ción con sus derechos amparados en la Carta, y en consecuencia ordenó el restablecimiento
de la situación anterior a la orden de desalojo y solicito a Kenia que informe a la Corte las
medidas adoptadas.139
22.5. Conclusiones
134. Art. 34 (6) del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
establecimiento de una Corte Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos.
135. Art. 3 y 7 del Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre el
gistrado por la publicación de dos artículos en su periódico. Además fue sentenciado a 12 meses de
prisión, al pago de una fianza equivalente a USD 3,000.00, daños equivalentes USD 9,000.00 y costas
por of USD 500.00.
138. Lohé Issa Konaté c. Burkina Faso, Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, Medidas
489
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
22.6. Bibliografía
490
Capítulo 23
23.1. Introducción
Mientras Occidente intenta dar un cariz universalista a los derechos humanos, sobre
la matriz del individualismo judeo-cristiano, el mundo islámico ha desarrollado sus propios
valores en base a la palabra de Alá, con fundamento en El Corán. 1 Literalmente la palabra
árabe “islam” significa “entrega”, sin embargo, el texto religioso le confirió el sentido de
“sumisión a la voluntad de Dios o a la ley de Dios”; quien profesa el Islam es un “musul-
mán”, voz que designa al que se somete a Dios, es decir, “sumiso”. 2
Asimismo, he de resaltar que la idea de Estado-Nación que es noción fundamental
en Occidente, es inexistente como tal en los países árabes, que sostienen la idea de “religión
subdividida en naciones”, en oposición al pluralismo confesional occidental.
Cabe aclarar que, por un lado, nos referimos a países árabes, que son los países de
lengua árabe, en su mayoría que adhieren a la Liga Árabe. Muchas de estas naciones se
encuentran ubicadas en el Oriente Medio, otras en África del Norte, algunas en la franja
sahariana y uno en el Corno de África. En estas Naciones rige el Islam y son reconocidas
sus leyes, aunque en muchos de ellos también son reconocidas otras confesiones religiosas.
La lista de los Estados Árabes, comenzando de Occidente dirigiéndonos a Oriente y de
Norte a Sur, es la siguiente: Marruecos, Mauritania, Algeria, Túnez, Libia, Egipto, Sudán,
Djibuti, Siria, Líbano, Jordania, Palestina, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar,
Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Omán. Los Estados árabes no constituyen un grupo
étnico homogéneo y la cultura árabe es anterior al Islam.
Además, existen otros Estados de confesión islámica fuera del radio de extensión de
los Estados Árabes, como los del Sudeste Asiático y muchos Estados satélites independi-
zados de la ex URSS.
1. Textos revelados por Dios, como la Biblia o los Santos Evangelios, por lo tanto de naturaleza
divina pero que se constituyen como textos legislativos en materia de ordenamiento civil y penal.
2. Azora 22,78.
3. Es un cuerpo de derechos y un código de conducta, una ley revelada por Dios y no desarrollada
por los hombres. Sus fuentes son cuatro: “El Corán” (la recitación), “El Hadiz” (la narración), “El
Ljma” (el consenso) y el “El Ljtihad” (el esfuerzo). La mayoría del mundo musulmán cree que la
491
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
humano tenga derechos por su propia condición, tal afirmación constituye una blasfemia,
ya que prevalece en todo momento la sumisión del hombre a Dios. El hombre tiene una
libertad restringida que solamente le consiente aceptar el Islam y pasar a formar parte de
la sociedad o bien ser un impío.
Sharia no debe aplicarse al mundo no musulmán, sin embargo sectores más radicalizados sostienen
lo contrario.
4. El camino.
5. Aprobada por la Conferencia Islámica en El Cairo, 1990.
6. Profeta fundador del Islam.
492
a La Meca y todo aquello que disponía el Corán respecto de los infieles se fue tornando
más enérgico y radical.
Un hecho que puso de manifiesto esta colisión de dos mundos fue el caso de las
caricaturas de Mahoma, que desde 2005 se convirtieron en el centro de una grande con-
tienda político-religiosa. El 30 de septiembre de ese año se publicaron 12 caricaturas satí-
ricas de Mahoma en el periódico danés Jyllands-Posten acompañando un artículo sobre
autocensura y libertad de expresión donde se denunciaba que ningún artista gráfico se
atrevía a ilustrar libros infantiles sobre el fundador del Islam si no realizaba su labor de
forma anónima, ya que temían a posibles represalias del extremismo musulmán porque
Mahoma no ha de ser representado figurativamente para no dar lugar a ninguna forma de
idolatría. Los musulmantes radicados en Dinamarca encontraron molesta y ofensiva la
publicación, pero el periódico alegó que hizo uso de la libertad de expresión y el gobierno
danés no realizó ningún tipo de disculpas públicas. Durante ese mismo año y en el año
sucesivo, como gesto de solidaridad, las 12 caricaturas fueron publicadas por diarios
alemanes y franceses.7 El asunto llegó a las más altas esferas, el Primer Ministro danés en
su discurso de fin de año en el 2005 se refirió a la concordia pidiendo respeto a las
religiones, la Iglesia Católica manifestó su descontento con las publicaciones; en febrero
de 2006, Bélgica, el Reino Unido y los Estados Unidos manifestaron no estar de acuerdo
con la publicación y la tildaron de acto provocatorio e imprudente. En la capital de Siria,
Damasco, incendiaron las embajadas de Dinamarca y Noruega, también corrió con la
misma suerte el Consulado danés en Beirut. Pese a los incidentes desatados, el semanario
francés Charlie Hebdo publicó las caricaturas de Jyllands-Posten y agregó nuevas. En la por-
tada de la revista se observaba a Mahoma con las manos en la cabeza y diciendo “Es duro
ser amado por tontos”.8 La Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas
de Francia decidieron radicar una denuncia contra el semanario alegando injurias públicas
contra un grupo de personas por su condición religiosa. En Dinamarca también se pre-
sentó una demanda contra el diario que originó la polémica, pero fue rechazada en octubre
de 2006 por un tribunal de primera instancia. En marzo de 2007, el Tribunal Correccional
de París9 absolvió a Charlie Hebdo de delito de injurias, fundando su sentencia en el derecho
a la libertad de expresión. Sin embargo, los atentados siguieron repitiéndose y con un brote
violento el 7 de enero de 2015 cuando dos jóvenes al grito de “¡Alá es el más grande!”
atacaron la sede de la revista Charlie Hebdo, dejando como resultado 12 muertos y 10 heri-
dos. Siguiendo su raid delictivo dos días más tarde, tomaron rehenes en un supermercado
kasher en la capital francesa, donde fueron ultimados por las fuerzas del orden del país del
hexágono. Europa se halla en alerta.
c. Repudio a Alá y a la fe
El repudio a la fe religiosa es un doble crimen en el mundo musulmán: contra Dios
y contra la Autoridad. Según Mayer10, al ser el Islam ideología de Estado se iguala el aban-
dono de este con la traición. Se condena con la pena de muerte y la insistencia de Occidente
493
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
11. Art. 18: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar
su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto.
y la observancia. Resolución 217 (III), AGNU, 10/12/1948.
12. Firmada el 15/09/1994, en El Cairo, entró en vigor el 15/03/2008
13. Adoptada el 5/08/1990 por 45 ministros de asuntos exteriores de la Organización de la Confe-
rencia Islámica.
494
estos intereses se encuentran comprendidos en le revelación y traducidos en términos nor-
mativos en la Sharia. Esta norma fundamental tiene la capacidad de anticipar toda situación
humana, en todo tiempo y espacio.
Los gobernantes, no son más que ejecutores, delegados de Dios y su autoridad no
puede ser contestada por los administrados.
El Estado islámico tiene tres misiones en el cuadro de aplicación de la Sharia: a) velar
por el ejercicio integral y justo de los derechos y deberes otorgados y prescriptos a cada
uno; d) mantener la unidad y permanencia de la comunidad de creyentes y c) salvaguardar
y valorizar la herencia de la Sharia.
La participación del individuo en los asuntos públicos se encuentra limitada por la
dificultad para un individuo ordinario de conocer las sutilezas o complejidades de la Sharia.
La participación es indirecta, a través de los ulemas, quienes deben ser consultados por los
gobernantes. La consultación, constituye para el islamismo, una forma de participación
popular y es un equivalente a la consulta electoral.
14. Arkoun, M.: “Les droits de l’homme en Islam”, en Martín Muñoz, G.: Democracia y Derechos Hu-
manos en el Mundo Árabe, Madrid, Ediciones ICMA, 1993, pp. 29-46.
15. El Corán no refiere explícitamente a la aceptación de la esclavitud, pero se observan versículos
donde se regula la condición de los esclavos: sobre el matrimonio, el carácter de mahram (íntimos) de
los esclavos y los acuerdos para su liberación. Al nacimiento de la religión, la esclavitud se hallaba
institucionalizada en el mundo entero y continuó rigiendo hasta hace poco más de cien años. La
abolición surgió en Europa, a mediados del s. XVI y luego se extendió a los continentes americano,
asiático y africano. El plan de abolición de la esclavitud del Islam era gradual: cambiando la mentali-
dad, educando y generando medios para que la sociedad asimile el cambio. El Profeta sentó una
acción sin precedentes otorgando la liberación a los prisioneros de guerra por medio de exigirles la
enseñanza de leer y escribir a diez musulmanes. Para ello, convivían con familias musulmanas. Solía
ocurrir que cuando conocían el credo de Mahoma y la conducta de los musulmanes, comprendían
que habían sido víctimas del engaño de la aristocracia idólatra y optaban libremente por quedarse a
vivir en la sociedad musulmana y convertirse. Además, el Corán cada vez que hace referencia a la
495
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Empero, el mensaje coránico se dirige a todos los hombres y he aquí donde podemos
hablar de universalidad y de una Declaración Islámica Universal, pero son “universalida-
des” que rivalizan con las “universalidades” occidentales.
El proceso histórico de conquista de las libertades en el Islam no contó con una
burguesía reivindicadora de las libertades que haya actuado de forma sostenida y continua,
como sucedió en Occidente. En el Islam existió y existe una discontinuidad histórica donde
se mezclan y suceden: la organización de la ciudad islámica por el Profeta, las concepciones
sunita y chiita, el arribo de los Turcos, las Cruzadas, la lucha contra los Otomanos, el
colonialismo de las grandes potencias como Estados Unidos y Rusia y el nacimiento del
radicalismo nacionalista.
La sociedad islámica nació con un sentido totalmente unitario: la umma es la estruc-
tura social totalizante y única. No hay diferencia entre el ámbito religioso y el político:
pertenecer a ella es ser un musulmán. Mahoma fue el director religioso, social, judicial,
político y militar de esa temprana sociedad islámica. El Profeta incluyó en la umma a judíos
y cristianos y les dio un estatus en la Constitución de Medina, documento jamás aceptado por
estos grupos religiosos. El hombre en esta sociedad tiene plena responsabilidad de sus
actos, por los cuales será juzgado, castigado o premiado; debe confesar su fe, ayunar, pe-
regrinar a los Santos Lugares, practicar ritos y costumbres. A la muerte del Profeta, cuando
los textos coránicos no resultaban suficientes, se recurría a los hechos y dichos de Mahoma,
sea en derecho público como en derecho privado, penal o civil, y así la tradición fue con-
virtiéndose en la segunda fuente jurídica. En la umma existían entonces el imam, director de
la plegaria; los ulemas, conocedores de la sabiduría islámica y los alfaquíes, peritos expertos
en el derecho islámico. La constitución de la estructura social y política fue nítidamente
diversa a la constitución de los Estados occidentales.
Por ejemplo, respecto de la libertad, clave de los derechos humanos en la sociedad
Occidental, la umma concentra hombres libres en sus actos fundamentales, la diferencia
entre los hombres está dada por su fe; el poder de Dios en la Tierra no fue delegado en
nadie, sino que reside en la comunidad. Se admite que Dios tolera el sufrimiento humano,
496
para que el hombre actúe con libre albedrío y pueda, por consiguiente, ser premiado o
castigado por sus acciones. Dios decidió que el hombre debía ser libre y lo dotó de razón
para que pudiera decidir entre el bien y el mal, por lo tanto este derecho humano queda
reforzado en esta idea.
Para los juristas musulmanes, Dios es todo lo que es verdadero y justo y real. Los
derechos del hombre derivan de la revelación coránica. Si lo verdadero no es accesible
inmediatamente a todo creyente, se puede probar por la simple fe, secundada por argu-
mentos racionales; la prueba es la calificación jurídica atribuida al acto humano (lícito o
ilícito): la norma. Por ejemplo, la apostasía está prohibida a todo musulmán en principio,
sobre la base del Corán y precisada por la tradición. La dificultad, en el derecho islámico,
es definir quién es un apóstata, cuál es su condena, etc. O bien, respecto del derecho al
divorcio ¿es este absoluto?, ¿en qué supuestos puede ejercerse? Para poder responder a
estos interrogantes es necesaria la interpretación de los ulemas y tener en cuenta la indeter-
minación de esta categoría de saber, el derecho islámico en particular.
Los derechos para los islámicos son indisociables en tanto derechos de Dios y dere-
chos del hombre, y la contracara de los derechos subjetivos, son los deberes del hombre
frente a Dios.
Sin embargo, hace siglos hubo un intento de teorizar sobre la materia en una forma
cercana a la occidental y es la obra fundamental que redactó Averroes16 a la cual llamó Bidayat
Al-Muytahid wa Nihayat Al-Muqtasid fi Ulum Al-Fiqd (Comienzo del Maestro y Fin del
Aprendiz en la Ciencia del Derecho). En este texto, Averroes hace referencia a la existencia
del Derecho Natural, contenido en la mente humana desde los albores de la Humanidad.
El Dereche Natural existía según este teórico, conjuntamente con el derecho positivo de
cada Estado y entre los dos no debería existir contradicción alguna y si surgiera, debería
darse prioridad al Derecho Natural por sobre el positivo, el cual resultaría abrogado en
forma automática. Ninguna legislación podría ir contra el Derecho Natural, que se halla
por encima del Corán y de la Sunna. Estas conceptualizaciones son las que hoy en día
llamamos derechos humanos.
Los esfuerzos del mundo islámico en dar respuesta a las exigencias de Occidente
resultaron en la conformación de dos organizaciones, que van a generar el marco para la
adopción de algunos instrumentos internacionales islámicos en materia de derechos hu-
manos:
La Liga de los Estados Árabes es una organización de Estados Árabes independientes
que se localizan en el territorio norte y noreste de África y sudoeste de Asia. La Estados
miembros fundadores de esta organización fueron seis: Egipto, Irak, Jordania, Líbano, Si-
ria y Arabia Saudita, quienes firmaron un acuerdo en El Cairo, ciudad que hoy es su sede,
16.Abu-l Walid Muhammad ibn Rusd, Averroes en su forma latinizada; Córdoba, 1126 - Marrakech,
1198. Filósofo hispanoárabe. Su padre fue cadí de Córdoba durante un tiempo; su abuelo, había
desempeñado este cargo durante largo tiempo y luego se convirtió una autoridad en derecho malikita,
consejero de soberanos y príncipes. Averroes continuó la tradición jurídica de la familia y fue cono-
cido como un gran jurisconsulto.
497
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
el 22 de marzo de 1945. Desde ese momento, fueron 16 los Estados que se adhirieron a la
Liga, pero debido a los últimos levantamientos en Siria y la violenta forma de reacción del
gobierno con sus oponentes políticos, la Liga decidió suspender a este Estado, contando
al momento con 21 miembros: Algeria, Bahrein, Comoros, Djibouti, Egipto, Emiratos
Árabes Unidos, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, Omán, Pa-
lestina, Qatar, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Tunez y Yemen.
Como otras organizaciones similares que tienen como objetivo velar por los intereses
económicos, políticos, culturales, nacionales y religiosos de sus miembros, la Liga ha sido
muy activa en la ayuda al mundo árabe para su crecimiento económico y cultural, buscando
soluciones para resolver conflictos dentro de la Liga o bien fuera de ella.
La Carta de la Liga de los Estados Árabes es el documento fundacional, cuyo objetivo
principal es el de reforzar las relaciones entre sus miembros, coordinar las políticas en
función de lograr la cooperación entre ellos, salvaguardar su independencia y soberanía,
interesándose en sus asuntos, como finanzas, comercio, negocios y divisas, pero también
en las problemáticas sociales, culturales y de salud, comunicación y transporte, nacionali-
dad, visas, pasaportes, etc.
La Liga se compone de distintos órganos, a saber:
a) el Consejo: es la autoridad suprema. Está compuesto por los representantes de los
Estados miembros, que por lo general son ministros de asuntos exteriores, sus represen-
tantes o delegados permanentes. Se reúne dos veces al año, en marzo y en septiembre se
realizan sus sesiones ordinarias; pero puede reunirse en sesiones extraordinarias si es ne-
cesario y solicitado por dos o más miembros. Su principal tarea es la de poner en práctica
los objetivos de la Liga y ejecutar los planes y programas establecidos por los miembros.
Puede decidir respecto de las solicitudes de ingreso y aceptar las renuncias a la Liga. Recibe
eventuales propuestas de enmiendas a la Carta. Es también un organismo mediador en
disputas de dos Estados miembros o entre un Estado miembro y un tercero.
b) la Secretaría General: el Secretario General es quien debe aplicar las resoluciones
tomadas por el Consejo y puede además adoptar medidas financieras dentro de los límites
del propuesto aprobado por el Consejo. Debe asistir a las reuniones del Consejo y de los
Comités, y llevar a cabo toda otra tarea que le sea encomendada por aquellos.
Existen otros órganos subsidiarios de la Liga como el de Defensa y Cooperación
Económica, la Fuerza Disuasiva Árabe y la Organización de Trabajo Árabe.
Como una organización con vocación islámica más general, ampliando sus fronteras
a todos los continentes encontramos a la Organización de la Conferencia Islámica. Esta cuenta
con 57 miembros repartidos en cuatro continentes, como sede fue elegida la ciudad de
Yidda, en Arabia Saudita. Fue fundada el 15 de setiembre de 1969 por decisión de una
cumbre realizada en Rabat, Marruecos en respuesta al incendio de Al-Aqsa en Jerusalén.
Es la segunda mayor organización internacional luego de las Naciones Unidas. Esta orga-
nización es la voz del mundo musulmán en forma colectiva y es garante de la salvaguarda
y protección de los intereses del Islam en un marco de promoción de la paz y armonía.
Dentro de sus objetivos encontramos:
a) mejorar y consolidar lazos de solidaridad, cooperación y fraternidad entre los Es-
tados miembros; b) salvaguardar y proteger intereses comunes, brindar apoyo a causas
legítimas de los Estados miembros, coordinar y aunar esfuerzos frente a las problemáticas
que debe afrontar el mundo Islámico; c) respetar el derecho a la libre determinación de los
498
pueblos, a su soberanía, independencia e integridad territorial, y a la no intervención en
asuntos internos de cada Estado miembro; d) reafirmar el apoyo de la Organización a los
derechos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; e)
fortalecer las relaciones de cooperación económica y comercial entre los Estados de la
comunidad islámica, a los fines de arribar a la creación de un Mercado Común Islámico; f)
asegurar la activa participación en la toma de decisiones de los Estados miembros en el
ámbito político, económico y social, asegurando así los intereses comunes; g) esforzarse
para alcanzar un desarrollo humano sostenible e integral y el bienestar económico; h) res-
guardar y proteger la verdadera imagen del Islam, luchar contra su difamación, en un marco
de diálogo entre las civilizaciones y religiones; i) trabajar en el desarrollo de la tecnología y
el fomento de la investigación.
Los órganos que dan forma a la estructura interna son:
a) La Cumbre Islámica: compuesta por los Reyes y Jefes de Estado y de Gobierno de
los Estados miembros. Es la autoridad suprema. Sus reuniones se efectúan una vez cada
tres años a los fines de debatir, tomar decisiones de índole política y orientar en todo lo
relativo a la consecución de los objetivos colectivos. Debe, además, considerar otros temas
que preocupen a los Estados miembros y a la comunidad islámica en general.
b) El Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores: sus reuniones se realizan una vez al
año y: 1) resuelve la adopción de decisiones y resoluciones sobre asuntos de interés común;
2) revisa los avances de la aplicación de las decisiones y resoluciones que se hubieren adop-
tado en encuentros anteriores de la Cumbre o bien del Consejo de Ministros de Relaciones
Exteriores.
c) La Secretaría General: este es el órgano ejecutivo encargado de la aplicación de las
decisiones de la Cumbre y del Consejo.
Una gran parte de los Estados arabo-islámicos o de los Estados islámicos, en general,
han aceptado muchos enunciados proclamados en tratados e instrumentos de derechos
humanos, porque los han suscripto y luego ratificado. Pero es interesante examinar con
cautela la aceptación de los mecanismos de control y vigilancia de los organismos interna-
cionales. Tomemos algunos de los principales instrumentos de derechos humanos para su
análisis.
Por ejemplo, el Convenio Internacional para la represión y sanción de delito de genocidio17 prevé
en el art. IX que las controversias entre las partes contratantes, relativas a la aplicación,
interpretación y ejecución del Convenio, serán remitidas a la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) a petición de cualquiera de las partes. Yemen, Bahreim, Marruecos y Algeria reserva-
ron esta cláusula en el sentido que el recurso ante la Corte requerirá el consentimiento de
ambas partes en la controversia. El Convenio sobre los derechos políticos de la mujer 18 reproduce
el anterior mecanismo en el art. IX. Marruecos fue el único Estado que reservó tal
17. Firmado el 9 /12/1948 en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, entró en vigor
el12/01/1951.
18. Firmado el 20/12/1952 en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, entró en vigor el
7/07/1954.
499
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
vigor el 4/01/1969.
22. Firmado el 16/12/1966 en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas, entró en vigor el
23/03/1976.
23. Firmado el 19/12/1966 en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas, entró en vigor el
23/03/1976.
24. Firmado el 16 de diciembre de 1966 en la ciudad de Nueva York, entró en vigor el 3 de enero de
1976.
25. Firmado el 18 de diciembre de 1979 en Nueva York en la sede de las Naciones Unidas, entró en
vigor el 3/09/1981.
500
Además de la ratificación de muchos tratados de derechos humanos originados y
propuestos en Occidente, el mundo islámico en un gran esfuerzo para satisfacer muchas
de las exigencias de Occidente confeccionó sus propios instrumentos.
Se convocó a una serie de encuentros estimulados por la Organización de las Nacio-
nes Unidas entre jurisconsultos de Arabia Saudita y juristas europeos, se llevaron a cabo
para definir la compatibilidad de los derechos del hombre con la tradición coránica. En el
año 1972 surgió de aquellos encuentros que hablar de derechos humanos significaba para
los expertos árabes explorar un ámbito comprendido dentro de la palabra de Dios. Se
aprecian progresos en dos direcciones: a) imposibilidad de derivar totalmente los derechos
humanos de la ley coránica; b) consideración acerca de la necesidad de delinear en forma
clara una Carta Islámica de derechos para evitar el abuso del poder del Estado.
Muchos de estos intentos fueron plasmados en instrumentos como declaraciones o
cartas, los citamos aquí:
a. La Declaración Islámica Universal de los Derechos Humanos, de 1980, por el Consejo Islámico de
Europa26
El Consejo Islámico de Europa es un organismo privado con sede en Londres y por
lo tanto esta declaración no tiene carácter oficial internacional, tampoco fue elaborada en
el marco de una consulta interislámica a nivel mundial y por lo tanto no puede ser consi-
derada un instrumento que refleje el consenso de todos los miembros del mundo musul-
mán. La idea era la de realizar un borrador para presentar ante la Organización de la
Conferencia Islámica y fue el primer resultado de una cansadora labor de investigación y
comparación.
Este documento consta de 23 artículos que remiten a azoras coránicas27 y hadizes28
y ya en el preámbulo se afianza la dependencia de Dios, Soberano de todo. El articulado
remite a un reconocimiento de los derechos humanos atravesado por la concepción reli-
giosa: derecho a la vida, derecho a la libertad, derecho a la igualdad, derecho a la justicia,
derecho a un proceso justo, derecho a la protección contra el abuso del poder, derecho a
la libertad de expresión.
26. Redactada a iniciativa del Consejo Islámico en Europa y proclamada el 19 de septiembre de 1981
en París, ante la UNESCO, por su secretario general Salem Azzam.
27. Capítulos y versículos del Corán.
28. Son los dichos y enseñanzas del Profeta Mahoma.
29. Firma del 5/08/1990 en El Cairo, entró en vigor el
501
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
30Firmada el 20/11/1989 en la Sede de las Naciones Unidas en New York, entró en vigor el
2/09/1990.
502
en el art. 37 la pena de muerte para niños menores de 18 años. La Carta, en su art.7 dispone:
“La pena de muerte no deberá ser aplicada a personas menores de 18 años, salvo que las
leyes en vigor en el momento del crimen estipulen lo contrario”. Además el art.43 de la
Carta establece: “Nada en esta Carta deberá interpretarse de modo a suprimir o dañar los
derechos y libertades protegidos por las legislaciones nacionales de los Estados parte o
aquellos establecidos en los instrumentos de protección de derechos humanos
internacionales y regionales adoptados o ratificados por estos Estados, incluyendo los
derechos de la mujer, del niño y de las minorías”.
La falencia de estos instrumentos se halla en la falta de un serio y sofisticado
mecanismo de control de la protección y respeto de los derechos humanos. El mecanismo
enunciado en estos instrumentos consta simplemente en la presentación de reportes ante
un Comité especialista.
31. La Carta entró en vigor el 15 de marzo de 2008 con la última ratificación necesaria realizada por
los Emiratos Árabes Unidos.
503
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
504
nacional la aplicación de la pena de muerte a menores. Ambos artículos, al habilitar esta
instancia, contrarían la letra del art. 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
32. El Corán no menciona en ningún momento la práctica, pero muchos alfaquíes sunitas la
justificaron basándose en un hadiz de Mahoma: una mujer de Medina llamada Umm ʿAṭīya
se dedicaba a la circuncisión de mujeres, y el profeta le dijo: “Umm Aṭīya, cuando circuncides
a una mujer no cortes demasiado de su miembro, para que tenga la cara más luminosa y sea
más amistosa con su marido”. Otra versión de la misma historia dice que el profeta reco-
mendó: “en la circuncisión de las mujeres, no os sobrepaséis, que así será mayor el placer de
la mujer y placerá al marido”. Sin embargo, en 1997, cuando un grupo de ulemas de
la Universidad de al-Azhar declararon islámica esta práctica, provocaron la reacción de la
mayor parte de los ulemas, quienes contestaron la afirmación sosteniendo que Mahoma ha-
bía reprendido esa práctica y calificándola de «tradición faraónica». Entre chiitas solamente
es practicada por una secta egipcia musta alí y encuentran su fundamento en un hadiz del
ayatola ʿAllāmat al-Ḥilli: “la circuncisión de los hombres es obligatoria, pero la de las mujeres
(solo) se aconseja”.
33. Como surge de la Azora II: 223 a 234 del Corán: II: 223 Vuestras mujeres son campo labrado
para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros
mismos! ¡Temed a Alá y sabed que Le encontraréis! ¡Y anuncia la buena nueva a los creyentes!; II:224
505
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
caso de separación y divorcio será él quien obtenga la custodia de los hijos si así lo desea.
Señalo también que la mujer musulmana no tiene derecho dentro de la Sharia de casarse
con un no musulmán.
Respecto un proceso penal, la Sharia supone que la mujer es un testigo incompetente
en casos criminales, no importando cuál sea su conocimiento en la causa. En los procesos
civiles, se requieren dos testimonios femeninos para que sean aceptada la versión: dos mu-
jeres deben atestiguar lo mismo (ello para equilibrar a un hombre).
En materia de adulterio, la lapidación era admitida en el Corán, pero fue abrogada y
permaneció como un juicio legal. Sin embargo, el Azora 16 deroga el castigo por adulterio
al indicar que si se arrepienten y corrigen quienes hubieren cometido adulterio, habrá que
dejarlos porque Alá acepta el arrepentimiento y es compasivo.
Jurando por Alá, no hagáis de Él un obstáculo que os impida practicar la caridad, ser temerosos de
Alá y reconciliar a los hombres. Alá todo lo oye, todo lo sabe; II:225 Alá no tendrá en cuenta la
vanidad de vuestros juramentos, pero sí tendrá en cuenta la intención de vuestros corazones. Alá es
indulgente, benigno; II:226 Quienes juren no acercarse a sus mujeres tienen de plazo cuatro meses.
Si se retractan,... Alá es indulgente, misericordioso; II:227 Si se deciden por el repudio,... Alá todo lo
oye, todo lo sabe; II:228 Las repudiadas deberán esperar tres menstruaciones. No les es lícito ocultar
lo que Alá ha creado en su seno si es que creen en Alá y en el último Día. Durante esta espera, sus
esposos tienen pleno derecho a tomarlas de nuevo si desean la reconciliación. Ellas tienen derechos
equivalentes a sus obligaciones, conforme al uso, pero los hombres están un grado por encima de
ellas. Alá es poderoso, sabio; II :229 El repudio se permite dos veces. Entonces, o se retiene a la
mujer tratándola como se debe o se la deja marchar de buena manera. No os es lícito recuperar nada
de lo que les disteis, a menos que las dos partes teman no observar las leves de Alá. Y, si teméis que
no observen las leyes de Alá, no hay inconveniente en que ella obtenga su libertad indemnizando al
marido. Estas son las leyes de Alá, no las violéis. Quienes violan las leyes de Alá, ésos son los impíos;
II:230 Si la repudia, esta ya no le será permitida sino después de haber estado casada con otro. Si este
último la repudia. no hay inconveniente en que aquéllos vuelvan a reunirse, si creen que observarán
las leyes de Alá. Estas son las leyes de Alá Las explica a gente que sabe; II:231 Cuando repudiéis a
vuestras mujeres y estas alcancen su término, retenedlas como se debe o dejadlas en libertad como
se debe. ¡No las sujetéis a la fuerza, en violación de las leyes de Alá! Quien esto hace es injusto
consigo mismo. ¡No toméis a burla las aleyas de Alá, antes bien recordad la gracia de Alá para con
vosotros y lo que os ha revelado de la Escritura y de la Sabiduría, exhortándoos con ello! ¡Temed a
Alá y sabed que Alá es omnisciente!; II:232 Cuando repudiéis a vuestras mujeres y estas alcancen su
término, no les impidáis que se casen con sus maridos, si se ponen buenamente de acuerdo. A esto
se exhorta a quien de vosotros crea en Alá y en el último Día. Esto es más correcto para vosotros y
más puro. Alá sabe, mientras que vosotros no sabéis; II:233 Las madres amamantarán a sus hijos
durante dos años completos si desea que la lactancia sea completa. El padre debe sustentarlas y
vestirlas conforme al uso. A nadie se le pedirá sino según sus posibilidades. No se dañará a la madre
por razón de su hijo, ni al padre. Un deber semejante incumbe al heredero. Y no hay inconveniente
en que el padre y la madre quieran, de mutuo acuerdo y luego de consultarse, destetar al niño. Y, si
queréis emplear a una nodriza para vuestros hijos, no hacéis mal, siempre que paguéis lo acordado
conforme al uso. ¡Temed a Alá y sabed que Alá ve bien lo que hacéis!; II:234 Las viudas que dejéis
deben esperar cuatro meses y diez días; pasado ese tiempo, no seréis ya responsables de lo que ellas
dispongan de sí mismas conforme al uso. Alá está bien informado de lo que hacéis.
506
Veamos el contraste que surge en la ocasión de la firma del Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.34 Egipto formuló dos
reservas en materia de tratamiento de la mujer, que luego fueron retiradas al momento de
la ratificación. La reserva al art. 9 establecía que “2. Los Estados partes otorgarán a la mujer
los mismos derechos que al hombre con respecto a la nacionalidad de los hijos”, lo si-
guiente: “Reserva al texto del art. 9, párrafo 2, relativo a la concesión a las mujeres de
iguales derechos con los hombres respecto a la nacionalidad de sus hijos, sin perjuicio de
la adquisición por el niños de la nacionalidad de su padre. Esto tiene por finalidad evitar la
adquisición por un niño de dos nacionalidades diferentes, lo que puede ser perjudicial en
su futuro. Está claro que la adquisición por un niño de la nacionalidad de su padre es el
procedimiento más beneficioso para el niño y que esto no rompe el principio de igualdad
entre hombre y mujer, puesto que es costumbre para una mujer consentir al casarse con
un extranjero, que su hijo tenga la nacionalidad del padre”.35 Y la reserva respecto del art.
1636: “Reserva al texto del art. 16, que se refiere a la igualdad de hombre y mujer en todas
las materias relativas al matrimonio y las relaciones familiares durante el matrimonio y al
34. Firmada el 18/12/1979 en la sede de las Naciones Unidas en New York, entró en vigor el
3/09/1981.
35. Citación de Rodríguez Carrión, Alejandro, “La Protección Internacional de los Derechos Huma-
nos y el Mundo Árabe”, en Martín Muñoz, Gema, Democracia y Derechos Humanos en el Mundo Árabe,
Ediciones ICMA, Madrid, 1993, pág. 104.
36. 1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas para eliminar la discriminación
contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares y, en
particular, asegurarán, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres:
a. El mismo derecho para contraer matrimonio;
b. El mismo derecho para elegir libremente cónyuge y contraer matrimonio solo por su libre
albedrío y su pleno consentimiento;
c. Los mismos derechos y responsabilidades durante el matrimonio y con ocasión de su di-
solución;
d. Los mismos derechos y responsabilidades como progenitores, cualquiera que sea su estado
civil, en materias relacionadas con sus hijos; en todos los casos, los intereses de los hijos
serán la consideración primordial;
e. Los mismos derechos a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos y el inter-
valo entre los nacimientos y a tener acceso la información, la educación y los medios que
les permitan ejercer estos derechos;
f. Los mismos derechos y responsabilidades respecto de la tutela, curatela, custodia y adop-
ción de los hijos, o instituciones análogas cuando quiera que estos conceptos existan en la
legislación nacional; en todos los casos, los intereses de los hijos serán la consideración
primordial;
g. Los mismos derechos personales como marido y mujer, entre ellos el derecho a elegir
apellido, profesión y ocupación;
h. Los mismos derechos a cada uno de los cónyuges en materia de propiedad, compras, ges-
tión, administración, goce y disposición de los bienes, tanto a título gratuito como one-
roso.
2. No tendrán ningún efecto jurídico los esponsales y el matrimonio de niños y se adoptarán todas
las medidas necesarias, incluso de carácter legislativo, para fijar una edad mínima para la celebración
del matrimonio y hacer obligatoria la inscripción del matrimonio en un registro oficial.
507
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
disolverse, sin perjuicio de las provisiones contenidas en la Ley islámica, según las cuales
las mujeres obtienen derechos equivalentes a los de sus esposos, de modo que se asegure
un justo equilibrio entre ellos. Esto es debido al respeto por la naturaleza sacrosanta de las
firmes creencias religiosas que gobiernan las relaciones maritales en Egipto y que no pue-
den ser puestas en duda y en vista del hecho de que una de las más importantes bases de
estas relaciones es la equivalencia de derechos y deberes, tendiendo a asegurar una com-
plementariedad que garantiza la igualdad real entre los esposos. Las normas de la Ley islá-
mica establecen que el marido pagará la dote a la esposa y la mantendrá confortablemente
y le dará también un pago en el caso de divorcio, mientras que la esposa retiene todos sus
derechos sobre su propiedad y no tiene obligación de gastar nada para su mantenimiento.
La Sharia, por tanto, restringe los derechos de la esposa al divorcio, haciéndolos depender
del dictamen de un Juez, mientras que no hay tal restricción para el marido”. 37 La reserva
general formulada al momento de la ratificación, que sustituía las dos anteriores, fue diri-
gida al art.238 y muy concisamente refería que Egipto deseaba cumplir con el contenido del
artículo siempre y cuando no contraríe la Ley islámica.
El mismo Corán establece para algunos delitos y actos contra Dios penas capitales. Estos
crímenes son las relaciones sexuales ilegales, el falso testimonio, el robo, el consumo de
alcohol, el adulterio y un legislador no puede abolirlos por hallarse en el libro sagrado. Si
se combate la aplicación de la pena de muerte, esto significa la falta a un precepto religioso.
No obstante, en algunas sociedades islámicas, cuyos líderes religiosos han manifestado su
oposición a este castigo, se entiende la interposición de recursos a favor del condenado
como un acto de piedad. De hecho, surge del capítulo V: 38 que “al ladrón y a la ladrona,
508
cortadles las manos como retribución de lo que han cometido, como castigo ejemplar de
Alá. Alá es poderoso, sabio”.
Como ya se ha manifestado, la pena de muerte se aplica también a los menores en
muchos Estados islámicos.
Las restricciones al uso de velo islámico en Europa está desde hace unos años en el
centro del debate jurídico. No hay unicidad de criterios en el tratamiento del problema,
mientras Francia se muestra con una posición restrictiva, prohibiendo en las escuelas de
forma general el uso del velo islámico y otros símbolos religiosos, Alemania adoptó una
postura intermedia, solo restringiendo el uso a los docentes no a los estudiantes y hoy en
día Italia se debate entre dejar o eliminar el crucifijo de las aulas escolares.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso Leyla Sahin vs. Turquía 39
rechazó la violación del art.9 del Convenio Europeo de Derechos Humanos 40 que
reconoce la libertad de religión. Una estudiante de la Universidad de Estambul había
encontrado prohibido el uso del velo en las clases, cursos y exámenes por vía de una
circular emanada del Rector de la institución.
En su sentencia el Tribunal destaca la importancia de la libertad religiosa en una
sociedad democrática y la considera como uno de los contenidos primordiales de la
identidad de los creyentes y como un bien precioso para los que no lo son. Señala que si
no existiere la libertad de religión, no habría pluralismo, rasgo distintivo de la democracia.
Sin embargo, indica que en la democracia, escenario en el cual conviven varias religiones,
a veces necesita de la limitación de esa libertad, a fin de conciliar los intereses de todos los
grupos sociales y poder garantizar el respeto a las creencias de cada uno. Subraya que las
autoridades deben asegurar que grupos con confesiones diversas y hasta opuestas se
toleren y en ciertas circunstancias el Estado puede estar facultado para restringir el uso del
velo islámico, si el uso de este se revela incompatible con los derechos de otros, la
seguridad o el orden público. Corresponde a la autoridad hallar un equilibrio entre los
intereses en conflicto.
Fue negada la vulneración del derecho invocado y las alegaciones de violación a los
derechos a la educación (art.2 del Protocolo41 1), al respeto de la vida privada (art.8), a la
libertad de expresión (art.10) y a la igualdad (art.14).
23.9. Conclusiones
39. Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sentencia de fecha 10 de noviembre de
2005, disponible en:
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-70956#{%22itemid%22:[%22001
70956%22]}
40. Firmado el 4/11/1950 en Roma, entró en vigor el 21/09/1970.
41. Firmado el 4/11/2000 en la sede Consejo de Europa, entró en vigor el 01/04/2005.
509
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
23.10. Bibliografía
510
Capítulo 24
24.1. Introducción
511
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Para que podamos tener una precisa dimensión del Derecho Islámico y la causa fun-
damental que diferencia los sistemas jurídicos occidentales, tenemos que partir de la base
de que el proceso de laicización que vivió occidente a partir de la Revolución Francesa y
la consecuente separación entre Estado e Iglesia, no se ha producido en el mundo musul-
mán.
En Occidente, la ilustración humanista logró que el derecho se desvinculara de la
religión, concibiéndolo como una obra de los hombres, sin interferencias religiosas. En el
Islam, en cambio, no se puede discernir entre lo religioso y lo jurídico, ambos están unidos
inexorablemente en un solo cuerpo. Por esta razón, podemos definir al Derecho Islámico
como “la aplicación a los hombres de la ley de Dios”.
El derecho islámico se denomina “Sharia” –en árabe significa literalmente “ca-
mino”–, término que representa un camino a transitar, y donde se establecen los derechos
y obligaciones del creyente. Los principios emanados de estos derechos y obligaciones
proceden en primera instancia de dos fuentes principales: El Sagrado Corán, libro sagrado
de los musulmanes y la Tradición Profética, que son hechos concernientes a la vida del
Profeta Muhammad o Mahoma.
La ciencia que estudia y comenta la “Sharia” es el “Fiqh”2 (jurisprudencia islámica).
El “Fiqh” se divide en dos grandes aéreas temáticas: la primera referida a normas referentes
al culto religioso y la segunda a las relaciones interhumanas, abarcando diversas ramas del
derecho como el civil, comercial, penal, etc.
El origen de esta jurisprudencia islámica se debe a que, con la evolución y expansión
de la sociedad musulmana, surgieron cuestiones que no estaban reguladas en las fuentes
1. Huntington, S.P.: “The Clash of Civilizations?”, Foreign Affairs, 72:3 (1993: Summer) p.22.
2. Serrano Ruano, D.: Revista de ciencia de las religiones, 2004, XI, pp. 109-118, p. 109.
512
primigenias del Islam, por lo tanto a través del “Fiqh” se podía reinterpretar la “Sharia”
para adaptarla a nuevas situaciones no previstas.
Este período de creación analógica del derecho se cierra, en el sunismo, aproximada-
mente en el siglo X. No existe consenso entre los historiadores para determinar las razones
por las cuales se cerró este sistema de adaptación del derecho, aunque algunos consideran
que la causa principal radica en que los líderes de las escuelas jurídicas querían preservar la
independencia intelectual y jurídica de la “Sharia” de los intereses del Califa.
La prohibición de creación analógica del Derecho del siglo X explica que, en países
que se han propuesto permanecer fieles a la tradición islámica, se siga aplicando, por lo
menos en sus líneas esenciales, la “Sharia” tal y como fue formulada en la Edad Media.3
3. Motilla, A.: Islam y Derechos Humanos; las declaraciones de Derechos Humanos de órganos internacionales
islámicos, Madrid, Trotta, 2006, p. 15.
4.Thierry, D.: “El islamismo en el mundo árabe”, Revista Internacional de Sociología (RIS) Vol. 67, nº 1,
enero-abril, pp. 9-28, p. 5.
513
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Sin entrar en la historia de este conflicto, por la simple razón de que se podrían es-
cribir varios libros sobre el tema, se enfocarán exclusivamente las implicancias que este
conflicto tiene en la esfera de los Derechos Humanos.
En el comienzo de este capítulo, se propuso adoptar conceptualmente la teoría de
Huntington y su “choque de civilizaciones” como marco conceptual que puede describir
ciertos aspectos del conflicto contemporáneo y, específicamente, el que trataremos a con-
tinuación.
Huntington nos dice en su teoría que “la cortina de terciopelo” de la cultura parece
haber reemplazado a la “cortina de hierro” de la ideología. La “cortina de terciopelo” es
un punto o frontera de ruptura, de choque de civilizaciones, puesto que “las diferencias
culturales, en su opinión, marcan diferencias insalvables entre los individuos, los que ya no
buscaran su identificación primaria con la nacionalidad, sino en su religión, lengua y cos-
tumbre particulares”.
Unos de los primeros historiadores del sionismo, Richard Lichtheim lo definió al
como “el don de Europa al pueblo judío”. Refiriéndose, con esta frase, al hecho de que el
“nacionalismo judío” nace de la interacción de los judíos con la cultura europea. Esto nos
lleva a considerar –volviendo a la cortina de terciopelo– a esta región del mundo como un
lugar donde el “choque” o tensión se produce de forma más contundente desde la misma
creación del Estado de Israel en el año 1948.
El conflicto abarca varios aspectos, que sería imposible de analizar detalladamente
en este capítulo, por lo tanto, resulta necesario seleccionar los últimos hechos que tienen
que ver con el conflicto. Hechos que se han desarrollado en un entorno de violencia cre-
ciente debido a la radicalización –de ambos bandos– en la disputa.
Específicamente, se hace referencia a la Franja de Gaza y las últimas tres operaciones
militares realizadas por el Estado de Israel. “Plomo Fundido” del año 2008-2009, “Pilar
Defensivo” del año 2012 y, por último, “Margen Protector” del año 2014.
En primer lugar, corresponde hablar acerca del grupo islámico Hamás 5, que gobierna la
Franja de Gaza desde el año 2007, grupo que introduce el fundamentalismo islámico en el
conflicto. Cuando se haga referencia a las operaciones militares realizadas por el Estado
de Israel, la atención se centrará en “Plomo Fundido”, del año 2008-2009. Si bien las tres
operaciones guardan similitud en cuanto a los hechos que desencadenaron el espiral de
violencia, con resultados bastante parecidos, la razón por la que se hace foco en “Plomo
Fundido”, radica en que se realizó un extenso informe a pedido del CDH de la ONU,
conocido como “el informe Goldstone”, al que se hace referencia para conocer las con-
clusiones a la que arribó la Misión que investigó lo sucedido.
514
Hasta los años ochenta Al Fatah, cuyo fundador fue el histórico dirigente Yaser Ara-
fat, era la agrupación palestina que dotada de un ideario laico y, políticamente, con tenden-
cia de izquierda, era la abanderada de la lucha del pueblo palestino. En el año 1987, durante
la primera intifada, nace Hamas. Este grupo, que a diferencia de Al Fatah, se estructura
como una organización islamista sunita, cuyo objetivo primordial es establecer un Estado
Islámico en los territorios de la Palestina histórica, con capital en Jerusalén.
Hamás se apodera de la Franja de Gaza en el año 2007 –estableciendo de facto– un
gobierno al margen de la Autoridad Nacional Palestina, y creándose así una diferencia pro-
funda en los territorios palestinos, debido a que la Autoridad Nacional Palestina controla
Cisjordania. Desde ese momento ambos territorios se encuentran separados no solo físi-
camente, sino también ideológicamente.
La OLP6, secular y nacionalista, fue durante mucho tiempo el máximo representante
de la lucha del pueblo palestino. En el año 1988, el Consejo Nacional Palestino, a través
de un documento llamado “Documento Independencia”, había renunciado a algunos con-
ceptos básicos como la lucha armada, aceptaba las resoluciones 188 y 242 de la ONU que
establecen las fronteras y, por último, reconocían el derecho del Estado de Israel de existir,
con lo cual la solución de “dos Estados” volvía a recobrar valor.
Este documento abrió un nuevo camino, cuyos resultados fueron los acuerdos de
Oslo y Camp David. Para el Hamás, estas negociaciones fueron y son aún una traición al
pueblo palestino. En su Carta Fundacional7 –extenso manifiesto compuesto por 36 artícu-
los– promueve el principal objetivo: la destrucción del Estado de Israel a través de la Yihad
o Guerra Santa. Este propósito se encuentra en el art. 11 de la Carta Fundacional, al decir
que Palestina es un territorio indivisible y que no puede ser cedido a nadie bajo ningún
concepto. Todo el manifiesto está enmarcado en un lenguaje doctrinal y religioso, donde
también se puede vislumbrar al Islam como sistema global, político y social en el art. 2. A
diferencia de los Estatutos de la OLP y Al Fatah, la Carta Fundacional y los Estatutos de
este movimiento islámico, están marcados por un inmovilismo doctrinal, derivado del he-
cho de que, para el Hamás, la Ley Divina inspira estos postulados.
La operación “Plomo Fundido” fue una respuesta militar del Estado de Israel al
constante lanzamiento de cohetes por parte del grupo Hamás, que desde la Franja de Gaza
lanzan indiscriminadamente hacia las poblaciones del sur de Israel. Como habíamos mar-
cado en la introducción del conflicto, la operación militar “Plomo Fundido” fue una de las
tres operaciones militares realizadas en los últimos años por Israel, caracterizadas por un
alto grado de violencia, y uso desproporcionado de la fuerza por parte del gobierno israelí.
6. La OLP es una federación de partidos en la que adquiere protagonismo uno de ellos, Al Fatah.
Tras su reconocimiento internacional como líderes palestinos (y consecuentemente su llegada al po-
der), la OLP acepta, aunque de forma tácita, a Israel y centra en la creación de un Estado palestino.
7. Disponible en: http://www.palestine-studies.org/sites/default/files/jps-articles/1734.pdf [Con-
515
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Estas características de la respuesta militar israelí, llevó a que se estableciera una Mi-
sión de Investigación en el seno de la CDH en el año 2009. El 3 de abril de 2009, el
Presidente del CDH creó la Misión de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Con-
flicto de Gaza con el mandato de: “investigar todas las violaciones de las normas interna-
cionales de derechos humanos y el derecho humanitario internacional que pudieren
haberse perpetrado en cualquier momento en el contexto de las operaciones militares que
se ejecutaron en Gaza durante el período del 27 de diciembre de 2008 al 18 de enero de
2009, ya fuere antes, durante o después de él”.
El Presidente de la CDH designó al juez Richard Goldstone, ex juez del Tribunal
Constitucional de Sudáfrica y Fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia
y Ruanda, para que encabezase la Misión.
El resultado de esta investigación fue un extenso informe 8 de 575 páginas, donde en
varias ocasiones pone en manifiesto la negativa del Estado de Israel en colaborar con la
investigación. Asimismo, el informe concluye que tanto las fuerzas israelíes como los gru-
pos armados palestinos cometieron graves violaciones del derecho internacional, incluidos
crímenes de guerra y, posiblemente, crímenes contra la humanidad.
Con respecto al Estado de Israel, establece que un gran número de ataques fueron
realizados contra personas y objetivos civiles de manera intencionada, y con el fin de pro-
pagar el terror entre la población civil de la Franja de Gaza.
El informe también señala el bloqueo en que se encuentra la Franja, estableciendo
que el Estado de Israel incumplió con el deber de respetar el derecho de la población de
Gaza a un nivel de vida adecuado, incluido el acceso a la comida, agua y vivienda digna.
En especial, se cometieron actos que privaron a la población palestina de Gaza de los
medios de sustento, el empleo, la vivienda y el agua, que le negaron la libertad de circula-
ción y su derecho a entrar y salir de su país, que limitaron su acceso a un remedio efectivo
y que podrían constituir persecución, es decir, un crimen de lesa humanidad.
Asimismo, consideró que el grupo armado palestino violó el principio de distinción
al lanzar ataques deliberados contra poblaciones civiles israelíes, y consideró que este tipo
de ataques constituyen un crimen de guerra, y pueden constituir un crimen de lesa huma-
nidad. Con respecto a las acusaciones del Gobierno israelí sobre la utilización de escudos
humanos por parte de Hamás, la Misión de Investigación no encontró pruebas de que los
grupos armados palestinos dirigieran a civiles a zonas donde se estaban lanzando ataques,
o de que obligaran a la población civil a quedarse en sus cercanías, ni tampoco pruebas de
que el gobierno de facto de Hamás o los grupos armados palestinos utilizaran hospitales
para ocultar actividades militares, o utilizaran ambulancias para transportar combatientes,
o de que los grupos armados palestinos entablaran combate desde el interior de hospitales
o de instalaciones de la ONU utilizadas como refugio.
El gobierno de Israel negó los resultados a los que arribó esta Misión. Fundamental-
mente basa su crítica en considerar a la CDH, un órgano que históricamente ha sido crítico
con el accionar del Estado de Israel, razón por la cual justificó la no colaboración en la
investigación.
516
El 5 de noviembre de 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU)
votó a favor de la aprobación del Informe Goldstone. La resolución exhortó al Gobierno
de Israel y a los palestinos a: “... tomar todas las medidas adecuadas, dentro de un período
de tres meses, para llevar a cabo investigaciones independientes, creíbles y de conformidad
con las normas internacionales sobre las graves violaciones del derecho internacional hu-
manitario y el derecho internacional de derechos humanos según el informe de la Misión
de Investigación, para garantizar la rendición de cuentas y la justicia”.
Estas investigaciones nunca se realizaron, sumado a esto, en el año 2011, Richard
Goldstone, en una controvertida entrevista realizada por el Washington Post 9, se retractó
de las acusaciones realizadas en el informe al Estado de Israel, argumentando que con las
con las nuevas informaciones que dispone, el daño producido a civiles palestinos por parte
del ejército israelí, no fueron intencionales. Esta retractación trajo como consecuencia el
pedido de anulación del informe por parte del gobierno del Estado de Israel.
A pesar de lo controvertido de este informe, tiene una utilidad, que es el recordar a
los ejércitos regulares y guerrillas, la obligatoriedad de preservar a los civiles inocentes en
los conflictos armados, aunque la realidad demostró el poco valor dado tanto por el go-
bierno israelí, como por el grupo Hamás, debido a que el conflicto continuó desarrollán-
dose con el mismo grado de violencia.
9. “Reconsidering the Goldstone Report on Israel and war crimes”, The Washington Post, Washington
1º abril 2011 (en línea). Disponible en: http://www.washingtonpost.com/opinions/reconsidering-
the-goldstone-report-on-israel-and-war-crimes/2011/04/01/AFg111JC_story.html.
10. Disponible en: http://cryptome.org/2014/09/isis-cleansing-amnesty.pdf [Consulta: 16 de no-
viembre 2014].
517
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
24.8. Conclusión
518
En este capítulo hemos hablado fundamentalmente de los conflictos que se dan en
Medio Oriente, lo que motivó escribir sobre esta región del mundo, son los hechos suma-
mente violentos que han tenido lugar en el 2014, la Alta Comisionada de Derechos Hu-
manos de la ONU, Navi Pillay –quien ocupó el cargo hasta el 1 de septiembre de 2014–
ha descripto como “el verano asesino de 2014”, al referirse a lo que está sucediendo tanto
en Siria, Irak, así como también lo sucedido en la Franja de Gaza.
En la inauguración de la sesión plenaria de la AGNU de la ONU, Ban Ki-moon
afirmó que el 2014 fue “un año oscuro para la esperanza y los principios que sustentan a
la institución internacional” y que la humanidad ha visto la comisión de crímenes inefables
de civiles inocentes. También argumentó que, desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo
no ha visto tantos refugiados, personas desplazadas y en busca de asilo. A su vez, solicitó
al CS mayor unidad, y prometió revisar el diseño de las fuerzas de mantenimiento de la paz
con el fin de que puedan enfocarse más en la prevención de los conflictos.
Para concluir, el profesor Paul Gordon Lauren, reconocido historiador de los Dere-
chos Humanos, escribió en su artículo “Nuevos retos para los Derechos Humanos”12, que
estos derechos han tenido un desarrollo progresivo desde la segunda mitad del siglo XX,
y “en la actualidad juegan un papel muy importante en el panorama político, social, eco-
nómico, así como también en las cuestiones globales”, sin embargo, concluye que la lucha
en defensa de los derechos humanos nunca termina.
24.9. Bibliografía
12. Gordon Lauren, P.: Anuario de Derechos Humanos. Nueva Época. Vol. 5. 2004 (pp. 369-386) p.3.
519
PARTE VIII
521
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Nuestro propósito fue diferente y opuesto, y hemos tratado de hacer del lenguaje un ám-
bito bidireccional de comunicación entre el autor y los lectores.
En esta Parte VIII también se ha dado lugar al derecho a la intimidad. Por mi parte
siempre he preferido referirme a la privacidad. Stier avanza con decisión en esta cuestión
relacionada con la actualidad tecnológica. Tema actual.
Me siento como comentando un menú de platos exquisitos, y eso es lo que estoy
haciendo en las portadas de cada capítulo, pasando ahora a los derechos culturales que, a
veces, parecen estar en la letra chica de los derechos humanos, lo que no es cierto. Sol de
Brito, abogada y traductora, es una jurista que ha comprendido la importancia de estos
derechos y los ha expuesto con claridad, como lo hace en sus clases.
Los últimos serán los primeros. En este caso se trata de un trabajo novedoso sobre
los derechos humanos en las empresas. El tema no ha sido muy transitado en la bibliografía
y por tanto el planteo nos pareció muy motivador. Siempre la empresa ha sido considerada
en otras materias y se han desconocido los aspectos humanos que se hallan involucrados
en su accionar. Por suerte, en este caso hemos contado con el aporte, no de una jurista,
sino de una economista, que además es norteamericana de origen y argentina de adopción.
Se trata de Mary Teahan, con la que hemos recorrido múltiples caminos. Mary Teahen es
una economista muy conocida en el ámbito empresario en el campo bancario, financiero
y del marketing. He protagonizado múltiples anécdotas con ella. Recuerdo un viaje a
Atlanta Georgia, en el que nos extraviamos y fuimos a dar en un suburbio, perdidos y luego
guiados generosamente por un “homeless” o, en traducción, una persona en situación de
calle. Hemos compartido historias y trabajos, y continuamos haciéndolo.
Volvemos al relato
¿Cómo hacer para acertar con 209 segmentos? Había una oferta de un millón de
libras esterlinas en juego para el que descifrara la incógnita. Casi dos millones de dólares.
¿Cómo poder operar 1095 combinaciones y hasta 10500? Las computadoras emitían
sonidos mecánicos y las pantallas producían un brillo blancuzco en el ambiente que se
reflejaba en la cara. Quedaban solo dos horas y el poliedro iluminado...
522
Capítulo 25
DERECHO A LA VIDA
Por Ezequiel Martín Ocaño
1 Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala, Fondo, Corte IDH, 19
de noviembre 1999, párrafo 144.
2 Informe 47/96, CIDH, 16/10/1996, párrafo 79.
3 Fallos 302:1284 y 310:112
4 Informe 52/97, CIDH, 18/02/1998, párrafo 143
5 Caso Neira Alegría y otros Vs. Perú, Fondo, CIDH, 19/01/1995, párrafo 60.
523
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
6 Caso de los “Niños de la Calle”, op. Cit. Voto conjunto de los jueves A.A. Cançado Trindade y A.
Abreu Burelli.
7 Caso de los “Niños de la Calle”, op. Cit.
8 Caso Baldeón vs. Perú, Fondo, Reparaciones y Costas, Corte IDH, 06/04/2006, párr. 81, 83, 84 y
85.
9. Firmada el 22/11/1969 en San José de Costa Rica, entro en vigor el 18/07/1978.
524
4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes
conexos con los políticos.
5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión
del delito, tuvieren menos de dieciocho años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a
las mujeres en estado de gravidez.
6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto
o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se
puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante auto-
ridad competente”.
El artículo 1 de la CADH impone a los Estados el deber de respetar los derechos y
libertades reconocidos en la mencionada CADH, mientras que el artículo 2 les impone la
obligación de que adopten las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias
para hacer efectivos tales derechos y libertades. El artículo 4 protege expresamente en su
letra el derecho a la vida, y dada su complejidad requiere un análisis aparte, el cual tratare-
mos de realizar en el presente.
A) “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley
y, en general, a partir del momento de la concepción”.
El artículo 4 de la CADH reconoce el derecho de toda persona “a que se respete su
vida”. El titular de este derecho, o sujeto pasivo si se quiere, no es más que “toda persona”
es decir “todo ser humano”.10 El principio general es que la CADH protege el derecho a
la vida “en general a partir del momento de la concepción”. Esto quiere decir que el dere-
cho a la vida, a la luz de la CADH no es absoluto, admitiendo excepciones, según el caso.
El Estado, no puede proteger la vida de cualquier forma, sino que debe hacerlo “por la ley”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos tuvo oportunidad de expedirse
al respecto, con motivo de una petición formulada en el año 1977 contra los Estados Uni-
dos de América (Estado de Massachusetts) por violación al derecho a la vida, en el cono-
cido caso “Baby Boy”11, por una sentencia dictada por la Corte Suprema de aquel país.
Los hechos del caso son: en 1973 una corte de Massachusetts encontró culpable de
homicidio sin premeditación a un médico que con previa solicitud de la madre practicó el
aborto a un niño que reunía las condiciones relativas a la excepción protegible (más de seis
meses después de la concepción y/o vivo fuera del vientre), señalada por la Corte Suprema
de los Estados Unidos en las causas de Wade y Bolton. La Corte Suprema Judicial de
Massachusetts, en un recurso judicial, anuló posteriormente tal sentencia por las siguientes
causales: prueba insuficiente sobre la temeridad del doctor y sobre su creencia de que el
feto era viable, prueba insuficiente de vida fuera del vientre de la madre, y error de proce-
dimiento. Los peticionarios consideraron que esta decisión violaba las disposiciones del
derecho a la vida contenidas en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre.
En la resolución del caso, la Comisión, en primer lugar, refirió que el Comité Jurídico
Interamericano, con sede en Río de Janeiro formuló un Proyecto de una Declaración
525
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Internacional de los Derechos y Deberes del Hombre para que lo estudiara la Novena
Conferencia Internacional de Estados Americanos12. El artículo 1 del aludido Proyecto
expresaba que: “Toda persona tiene derecho a la vida. Este derecho se extiende al derecho
a la vida desde el momento de la concepción; al derecho a la vida de los incurables, imbé-
ciles y dementes […]”.13 Sin embargo, posteriormente se formó un grupo de trabajo para
que formulara observaciones y redactara un documento final. Finalmente, el artículo 1 de
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes Fundamentales del Hombre fue
aprobado con el siguiente texto: “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y
a la seguridad de su persona”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció al respecto que la
adición de la frase “en general, desde el momento de la concepción” no significa que quie-
nes formularon la Convención hayan tenido la intención de modificar el concepto de de-
recho a la vida que prevaleció en Bogotá, cuando aprobaron la Declaración Americana. 14
En síntesis, el texto en cuestión se introdujo para evitar que el artículo 4 pudiera ser
interpretado restrictivamente, pudiendo excluir las diversas formas de aborto prevista en
la mayoría de los sistemas legales de los Estados Americanos (como es el caso de la Ar-
gentina, que será analizado posteriormente), por ello, reenvía la protección del derecho a
la vida a la legislación interna y deja a cada Estado la facultad de resolver en sus derechos,
si la vida comienza y merece protección desde el momento de la concepción o en algún
otro momento anterior al nacimiento.15 Por ello, consideró que la frase “en general” con-
tenida en el artículo 4.1 de la CADH se introdujo para evitar una interpretación restrictiva
que pudiera ser entendida como excluyente de la permisión de diversas formas de aborto
prevista por la mayoría de los Estados americanos. 16
Derechos Humanos “Artavia Murillo V. Costa Rica”. Alfonzo Ruiz Miguel y Alejandra Zuñiga Fa-
juri. Disponible en www.cecoch.cl/docs/pdf/revista_12_1_2014/derecho_a_la_vida.pdf.
526
En el presente, hacemos mención al derecho que tiene el Estado de usar la fuerza,
aunque se implique quitar la vida a una persona, para mantener el orden. La CIDH así lo
ha reconocido en un emblemático caso, pero con restricciones 17: el uso excesivo de la
fuerza viola el artículo 4.1 de la CADH. La CIDH dispuso expresamente: “la alta peligro-
sidad de los detenidos en el Pabellón Azul del Penal San Juan Bautista y el hecho de que
estuvieren armados, no llegan a constituir, en opinión de esta Corte, elementos suficientes
para justificar el volumen de la fuerza que se usó en este y en los otros penales amotinados
y que se entendió como una confrontación política entre el Gobierno y los terroristas reales
o presuntos de Sendero Luminoso”.18
En el mismo sentido, la CIDH dispuso: “[…] a idéntica conclusión llegó la Corte en
el caso Neira Alegría y otros, en el que se alegaron los mismos hechos a los que se refiere
la presente sentencia. Resulta claro que hubo un uso excesivo de la fuerza para sofocar el
motín, lo que constituye vulneración del principio de proporcionalidad que debe existir
entre la situación que se trata de resolver y los medios que para ello se utilizan”. 19
La CADH no regula específicamente el uso de la fuerza por parte de agentes estatales,
como tampoco expresa criterios para evaluar su legitimidad, por ejemplo, a la luz de la
razonabilidad. Sin embargo, para María Luisa Pique, otros instrumentos internaciones sí lo
hacen.20
C) En los países que no han abolido la pena de muerte, esta solo podrá imponerse por los delitos
más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley
que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su apli-
cación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente.
3. No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido.
4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes conexos con
los políticos.
17 Caso Neira Alegría vs. Perú, CIDH, 19/01/1995, Párrafo 75: “[e]stá más allá de toda duda que el
Estado tiene el derecho y el deber de garantizar su propia seguridad. Tampoco puede discutirse que
toda sociedad padece por las infracciones a su orden jurídico. Pero, por graves que puedan ser ciertas
acciones y por culpables que puedan ser los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el
poder pueda ejercerse sin límite alguno o que el Estado pueda valerse de cualquier procedimiento
para alcanzar sus objetivos, sin sujeción al derecho o a la moral. Ninguna actividad del Estado puede
fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana”.
18 Caso Neira Alegría vs. Perú, op. Cit., párrafo 74.
19 Caso Durand y Ugarte Vs. Perú, Fondo, Corte IDH, 16/08/2000, Párrafo 79.
20 Pique, M.L.: “Artículo 4. Derecho a la vida” en La Convención Americana de Derechos Humanos y su
Proyección en el Derecho Argentino, pág. 45: 1) Código de conducta para funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley adoptado por la Asamblea General de las Organizaciones de Naciones Unidas en su
resolución 34/169 del 17/12/1979, 2) Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de las armas
de fuego por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, adoptado por el Octavo Congreso de
las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en la
Habana Cuba, del 27/08/1979 al 17/12/1979 y 3) Principios sobre la eficaz prevención e investiga-
ción de ejecuciones extralegales, arbitrarias o sumarias, recomendada por el Consejo Económico y
Social a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en su resolución 1989/65.
527
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Como bien se puede leer del texto, la CADH, no proscribe, en principio, la pena de
muerte, sino que limita su ejercicio a favor de una inequívoca tendencia a por lo menos, su
desaparición. La CIDH en su Opinión Consultiva 03/83 21, solicitada por la Comisión a
propósito de una reserva hecha por Guatemala al momento de ratificar la CADH, al res-
pecto si la pena de muerte podría imponerse por nuevos delitos comunes conexos con un
delito político, la CADH Corte expresó que artículo 4 establece un límite definitivo a la
pena de muerte para toda clase de delitos hacia el futuro.
No debemos olvidar en palabras de la CADH, que toda persona tiene derecho a que
se respete su vida y que nadie puede ser privado de ella arbitrariamente. Es por eso que,
tal como establece el artículo 4.3 de la Convención, los Estados que han abolido la pena
de muerte, no pueden volver a reestablecerlas, que aquellos que todavía no lo han hecho,
no pueden extender su aplicación a los delitos en los cuales no estaban previstos y que esta
no puede imponerse sino en virtud de una sentencia emanada de un tribunal competente,
es decir, que como mínimo debe ser resultado de un proceso en el cual se le respeten las
debidas garantías al acusado en los términos de los artículos 8 y 25 de la CADH. 22
Entonces, del texto en cuestión se desprenden dos limitaciones con respecto a los
delitos pasibles de aplicar la pena capital: En primer lugar, se dispone que la pena de muerte
solo podrá imponerse en los delitos más graves y, en segundo lugar, se excluye absoluta-
mente su aplicación a los delitos políticos o aquellos comunes pero conexos a los políticos.
Con respecto a la persona, la CADH establece otras dos limitaciones: la pena de muerte
no se aplicará a quienes en el momento de la comisión del delito tuvieren menos de dieci-
ocho años de edad o más de setenta y a las mujeres que se encuentren en estado de gravi-
dez.
Más allá de la razón expuesta anteriormente, acerca de la progresiva eliminación de
la pena de muerte a los efectos de asegurar una mejor protección del derecho a la vida en
los Estados Americanos, se debe tener en cuenta que estas limitaciones tienen su origen
en que aquella produce consecuencias irreparables, que son imposibles de subsanar poste-
riormente.23
En la Argentina, la pena de muerte, ha sido abolida de nuestra legislación al ser de-
rogada la ley penal N° 21.388 emitida en la dictadura. En virtud de lo expresado por el
párrafo precedente del artículo 4 de la CADH, la Argentina no podrá ser reestablecida.
D) “6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la
conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena de
muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente”.
528
La CADH establece que la pena de muerte no se puede aplicar excepto para los
delitos más graves, otorgando un derecho a la persona de solicitar la amnistía, el indulto o
la conmutación de la pena ante la autoridad que sea competente. La CIDH sostuvo que
las peticiones individuales de clemencia, deben ejercerse mediante procedimientos impar-
ciales y adecuados, de conformidad con el artículo 4.6 de la Convención y el artículo 8 de
esta. El artículo 4.6, en conjunto con los artículos 8 y 1.1 de la Convención Americana,
pone al Estado frente a la obligación de garantizar que este derecho pueda ser ejercido por
el condenado a pena de muerte de manera efectiva. Así, el Estado tiene la obligación de
implementar un procedimiento de esta índole que se caracterice por ser imparcial y trans-
parente, en donde el condenado a pena capital pueda hacer valer de manera cierta todos
los antecedentes que crea pertinentes para ser favorecido con el acto de clemencia. 24
25.2.2. Fertilización in vitro. Caso Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica
24Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago, CIDH, 21/06/2002.
25.Caso Artavia Murillo y otros (“Fecundación in vitro”) Vs. Costa Rica. Corte IDH, 28 de noviem-
bre de 2012. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_257_esp.pdf.
529
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
regulación se realice acorde con la letra de la Convención. La Corte IDH, a su vez, efectuó
principalmente las siguientes determinaciones: a) El alcance que debe darse al término
“concepción”. Al respecto, la Corte IDH resalta que científicamente se diferencian dos
momentos complementarios y esenciales en el desarrollo embrionario: la fecundación y la
implantación, siendo que solo al cumplirse el segundo momento se cierra el ciclo que per-
mite entender que existe la concepción. Es más, asegura que la “concepción” no puede ser
comprendido como un momento o proceso excluyente del cuerpo de la mujer, dado que
un embrión no tiene ninguna posibilidad de supervivencia si la implantación no sucede,
por ello, se debe entender tal concepto desde el momento en que ocurre la implantación,
razón por la cual considera que antes de este evento no procede aplicar el artículo 4 de la
CADH; b) Proporcionalidad de la medida de prohibición. La decisión de tener hijos bio-
lógicos a través del acceso a técnicas de reproducción asistida forma parte del ámbito de
los derechos a la integridad personal, libertad personal y a la vida privada y familiar. Asi-
mismo, un derecho puede ser restringido por los Estados siempre que las injerencias no
sean abusivas o arbitrarias; por ello, deben cumplir con los siguientes requisitos: estar pre-
vistas en ley en sentido formal y material, perseguir un fin legítimo y cumplir con los re-
quisitos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad. Por ello, la prohibición de la FIV
impactó en la intimidad de las personas, toda vez que uno de los efectos indirectos de
dicha prohibición ha sido que, al no ser posible practicar esta técnica en el Estado de Costa
Rica, los procedimientos que se impulsaron para acudir a un tratamiento médico en el
extranjero exigían otros aspectos, tales como el económico y psicológico. Finalmente, la
Corte IDH declaró que Costa Rica fue responsable por haber violado los artículos 5.1, 7,
11.2 y 17.2, en relación con el artículo 1.1 de la CADH.
a. Obligación de prevención
26. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, Corte IDH, 29 de julio de 1988, párrafo 175.
530
seria e imparcial, porque no se practicaron diligencias sumarias indispensables, se omitie-
ron pruebas, no se agotaron todas las declaraciones testimoniales que hubieran sido claves
en la investigación.27
En este sentido, la CIDH aseguró que es fundamental que los Estados investiguen
efectivamente la privación del derecho a la vida y castiguen a todos sus responsables, es-
pecialmente cuando están involucrados agentes estatales, ya que, de no ser así, se estarían
creando, dentro de un ambiente de impunidad, las condiciones para que este tipo de he-
chos vuelva a repetirse, lo que es contrario al deber de respetar y garantizar el derecho a la
vida28. Por ello, cuando el Estado incumple con este deber, cuando los hechos no son
investigados con seriedad, en cierto modo, el poder público auxiliaría a los autores de la
violación, lo que compromete la responsabilidad internacional del Estado. 29
En primer lugar, debemos tener en claro que, nuestra Constitución Nacional, por lo
menos antes de la reforma de 1994, nada disponía expresamente acerca de la protección
del derecho a la vida. Sin embargo, ello no era óbice para que por vía de los distintos
códigos no se tratara el tema. Aun así, la CSJN estableció: “el derecho a la vida, más que
un derecho no enumerado en los términos del artículo 33 de la Ley Fundamental, es una
prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los derechos reconocidos expresamente re-
quiere necesariamente de él”.30
El Código Civil, en su artículo 30, definía a las personas como “todos los entes sus-
ceptibles de adquirir derechos, o contraer obligaciones”. El Código Civil no definía a las
personas jurídicas sino por exclusión, expresando en su artículo 51: “Todos los entes que
presentasen signos característicos de humanidad, sin distinción de cualidades o accidentes,
son personas de existencia visible”.
Con relación a desde cuándo debe considerarse que comienza la existencia de las
personas, el artículo 70 del Código Civil establecía: “Desde la concepción en el seno ma-
terno comienza la existencia de las personas y antes de su nacimiento pueden adquirir
algunos derechos, como si ya hubiesen nacido. Esos derechos quedan irrevocablemente
adquiridos si los concebidos en el seno materno nacieren con vida, aunque fuera por ins-
tantes después de estar separados de su madre”. Y en relación con ello, el artículo 63 esta-
blecía que “Son personas por nacer las que no habiendo nacido están concebidas en el
seno materno”.
07/11/2006.
531
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Luego de la reforma constitucional del año 1994, la protección del derecho a la vida
se positivizó, con la jerarquización de numerosos instrumentos internacionales tal como
consta en el art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, con lo cual no hace falta acudir
al artículo 33 de la Constitución Nacional de los derechos implícitos para fundamentar su
protección.
Haciendo una muy breve alusión sobre la sanción del nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación aprobado por ley 26994 podemos decir que ha introducido numerosos cam-
bios, entre ellos, su artículo 19 al expresar que comienza “la existencia de la persona hu-
mana con la concepción”, mejorando así notablemente la antigua redacción de los artículos
63 y 70 del Código Civil de Vélez.
No solo las normas de nuestro país disponen el inicio de la vida desde la concepción,
sino que también gran cantidad de jurisprudencia apoya tal sentido. Por ejemplo, la CSJN
tiene establecido: “[…] El comienzo de la vida humana tiene lugar con la unión de los dos
gametos, es decir con la fecundación; en ese momento, existe un ser humano”. 33
Algunos instrumentos internacionales que cabe mencionar:
a) La Convención de los Derechos del Niño 34, con las reservas que la Ar-
gentina le introdujo mediante la ley 2384935 conforme su artículo 2, en el sentido
de que “[...] se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su con-
cepción”.
05/03/2002.
34 Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el 20 de noviembre
532
b) La Declaración Universal de los Derechos Humanos 36, que en su art. 3
prescribe: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad
de su persona”.
36 Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas bajo Resolución 217 A (III), en Paris,
el 10 de diciembre de 1948.
37 Aprobada por la IX Conferencia Internacional Americana, en Bogotá en 1948.
38 Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 2200 A (XXI),
533
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
534
Bahamondez constituía un suicidio lentificado, realizado por un medio no violento y no
por propia mano, mediante un acto, sino por la omisión propia del suicida que no admitía
tratamiento y de ese modo se dejaba morir. Asimismo, sostuvo que al ser el derecho a la
vida un bien supremo, no resulta posible aceptar que la libertad individual se ejerciera de
un modo tal que extinguiera la vida misma. En este orden de ideas, el caso llega a la CSJN
mediante el defensor oficial de Marcelo Bahamondez. La CSJN, finalmente, declaró inofi-
ciosa la cuestión ante la falta de un interés o agravio concreto y actual del apelante, y ello
sucedía porque el afectado, al momento de que el máximo tribunal emitiera sentencia, ya
no se encontraba internado y había sido dado de alta de su hemorragia digestiva.
Es importante señalar las disidencias de los Dres. Cavagna Martínez y Boggiano. En
su análisis hacen mención a la llamada “objeción de conciencia”. Por objeción de concien-
cia se entiende el derecho a no cumplir una norma u orden de la autoridad que violente las
convicciones íntimas de una persona, siempre que dicho incumplimiento no afecte signi-
ficativamente los derechos de terceros ni otros aspectos del bien común, y quien la invoque
acredite la sinceridad y seriedad de sus creencias, verbigracia, la pertenencia al culto que se
dice profesar. No hallándose en este caso afectados los derechos de otra persona, mal
puede obligarse a Bahamomdez a actuar contra los mandatos de su conciencia religiosa.
Más allá de la dilación institucional de la CSJN al emitir su sentencia y que ello haya
conllevado a que dicho tribunal declare inoficioso el caso, no hay dudas de que esto trazó
una senda para que años después se sancione la ley de muerte digna.
La ley de muerte digna consta de ocho artículos y, tal como se mencionó anterior-
mente, modifica seis artículos de la ley 26529 agregando uno nuevo. Su objetivo es ofrecer
a los pacientes, en el marco de la autonomía de la voluntad -que bien podemos situar en el
artículo 19 de la Constitución Nacional-, con o sin expresión de causa y bajo determinadas
circunstancias, los siguientes derechos: en el caso de que presente una enfermedad irrever-
sible, incurable o se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen
en igual situación, el derecho de manifestar el rechazo de ciertos procedimientos quirúrgi-
cos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando sean extraor-
dinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva de mejoría, o produzcan un
sufrimiento desmesurado. También el paciente posee el derecho de rechazar procedimien-
tos de hidratación o alimentación cuando estos produzcan como único efecto la prolon-
gación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible o incurable. 42
Más allá de la facultad que posee el paciente, con o sin expresión de causa, de rechazar
ciertos tratamientos, es necesario primero que el profesional interviniente en los términos
de la ley 26.742, le brinde información clara, precisa y adecuada con respecto a: a)su estado
de salud; b) El procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) Los beneficios esperados del procedimiento; d) Los riesgos, molestias y efectos adversos
previsibles; e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios
y perjuicios en relación con el procedimiento propuesto; f) Las consecuencias previsibles
de la no realización del procedimiento propuesto o de los alternativos especificados; g) El
derecho que le asiste en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando
se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación,
535
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
25.6. Eutanasia
El término “eutanasia” proviene del griego, eu (bueno) y thanatos (muerte), que quiere
decir “buena muerte”.43 A diferencia de la muerte digna consiste en aquellas intervenciones
(mediante acciones u omisiones) que en consideración de una persona, buscan causarle la
muerte para evitar una situación de sufrimiento, bien a petición de esta, bien por considerar
que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna. 44
En síntesis, del análisis de la definición podemos deducir que es necesario que:
a) La muerte sea provocada por un tercero.
b) Exista una situación de sufrimiento para la persona, como por ejemplo,
una enfermedad terminal.
c) La muerte sea provocada por una acción u omisión deliberada.
La eutanasia ofrece diversas clasificaciones, pero a los efectos del presente, nos en-
focaremos en solo dos: la activa o pasiva. La eutanasia activa o voluntaria es aquella en la
que existe una acción positiva tendiente a producir la muerte (ejemplo: suministrar una
inyección con alguna sustancia mortal). En cambio, la eutanasia pasiva es la producida por
la omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o alimentos que adelanten la muerte.45
En la Argentina, la eutanasia se encuentra prohibida y atenta sin dudas contra el bien
jurídico protegido “vida”. Se encuentra legislada en diversas normas:
a) Código Penal: el Código Penal no introduce expresamente la palabra
“eutanasia”. Sin embargo, el artículo 79 establece, bajo la figura de homicidio
simple que “se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que
matare a otro siempre que en este código no se estableciere otra pena”.
b) La ley de Ejercicio de la Medicina46 al establecer en su artículo 19, inciso
3, que “respetar la voluntad del paciente en cuanto sea negativa a tratarse o
43 http://www.medmun.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=302%3Abole-
tin-resp-prof-ano-3-no-14-ago-2009&catid=69%3Amundo-hospitalario-ano-xviii-no155-agosto-
2009&limitstart=1
44 Farrell, M.D.: La ética del aborto y la eutanasia, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1993, pág. 30.
45 http://www.gracielamedina.com/prolongar-la-vida-o-prolongar-la-agon-a-la-eutanasia-en-el-de-
recho-argentino/
46 Ley Nacional N° 17132.
536
internarse, salvo los casos de inconsciencia, alienación mental, lesionados graves
por causa de accidentes, tentativas de suicidio o de delitos”.
c) Código de Ética para el Equipo de Salud47 el cual dispone en su artículo
552: “En ningún caso el médico está autorizado a abreviar o suprimir la vida de
un paciente mediante acciones u omisiones orientadas directamente a ese fin. La
eutanasia por omisión configura una falta gravísima a la ética médica y a las nor-
mas legales. Debe permitirse la muerte del enfermo, pero nunca provocársela”.
25.7. Conclusiones
Dicho todo esto, podemos afirmar que el derecho a la vida es aquel bien natural y
esencial de la persona humana y fundamento de todos los demás. Sin embargo, tal afirma-
ción no permite sostener que este sea absoluto. Sin dudas, el reconocimiento del derecho
a la vida que deberían efectuar, mínimamente, los ordenamientos jurídicos de los Estados,
debería implicar un doble aspecto: en un primer plano, clásico si se quiere, el de impedir
atentados contra dicho bien. Pero también, y en un segundo plano, más generalizado,
como un derecho a vivir de tal manera, que la persona humana pueda realizar su proyecto
de vida tal como así lo desee, es decir, teniendo en cuenta al individuo en ejercicio de todas
sus capacidades y potencialidades.
Solo así, podremos seguramente entender de qué estamos hablando cuando afirma-
mos que una persona tiene derecho a vivir.
25.8. Bibliografía
Farrell, M.D.: La ética del aborto y la eutanasia, Buenos Aires, Abeledo Perrot,
1993.
Pique, M.L.: La Convención Americana de Derechos Humanos y su Proyección en el
Derecho Argentino, Buenos Aires, La Ley, 2013.
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Ley Nacional N° 17132. “Reglas para el ejercicio de la medicina, odontolo-
gía y actividad de colaboración de estas”.
Ley N° 26529. Sancionada el 21/10/2009 Derechos del Paciente en su Re-
lación con los Profesionales e Instituciones de la Salud.
Ley N° 26742. “Salud Pública” (Modificatoria de la ley N° 26529).
537
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Jurisprudencia argentina
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Saguir y Dib, Claudia Graciela s/
autorización” sentencia de fecha 06/11/1980.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Cisilotto, María del Carmen Bari-
calla de c/ Estado Nacional (Ministerio de Salud y Acción Social) s/ amparo”,
sentencia de fecha 27/01/1987.
Corte Suprema de Justicia de Justicia de la Nación, “Bahamondez, Marcelo s/
medida cautelar”, sentencia de fecha 06/04/1993.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Mosqueda, Sergio c. INSSJP”,
Fallos: 329:4918, Sentencia de fecha 07/11/2006.
538
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Portal de Belén c/ Ministerio de
Salud y Acción Social de la República Argentina”, Sentencia de fecha
05/03/2002.
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y Bioética”, año 3 N° 14, disponible en:
http://www.medmun.org.ar/index.php?option=com_content&view=arti-
cle&id=302%3Aboletin-resp-prof-ano-3-no-14-ago-2009&ca-
tid=69%3Amundo-hospitalario-ano-xviii-no155-agosto-2009&limitstart=1
Medina, G.: “¿Prolongar la vida o prolongar la agonía? La eutanasia en el
derecho argentino. Disponible en: http://www.gracielamedina.com/prolongar-
la-vida-o-prolongar-la-agon-a-la-eutanasia-en-el-derecho-argentino/
2º Edición Código de Ética para el Equipo de Salud. Disponible en
http://www.ama-med.org.ar/page/Codigo_de_Etica-2da_Edicion
Derecho a la vida y constitución: consecuencias de la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos “Artavia Murillo V. Costa Rica”. Alfonzo
Ruiz Miguel y Alejandra Zuñiga Fajuri, disponible en:
www.cecoch.cl/docs/pdf/revista_12_1_2014/derecho_a_la_vida.pdf
539
Capítulo 26
26.1. Introducción
Como puntapié inicial resulta muy claro emparentar a la integridad personal con el
concepto de incolumidad que, según el diccionario de la Real Academia Española 1, nos
remite al adjetivo incólume, que significa “sano, sin lesión ni menoscabo”.
Partiendo desde esta base se puede construir todo el análisis desde el espectro más
extenso posible, pudiendo entender la inmensa amplitud en la que puede desarrollarse la
garantía de la integridad personal, o, dicho de otro modo, la incolumidad personal.
Este es el concepto que debe guiar el respeto por la vida de todo ser humano, dado
que hacia allí es donde se ha pretendido direccionar esta protección tan especial.
Proteger la integridad personal no quiere decir otra cosa que velar por la plenitud de
goce de la vida de cada persona, sin que alguna injerencia externa incida en las decisiones
a tomar. Dicho de otra manera –más simple– la integridad personal se encuentra
1. Cfr. http://www.rae.es/.
541
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
2.“Ponzetti de Balbin, Indalia c/Editorial Atlántida S.A. s/daños y perjuicios”, CSJN, Fallos:
306:1892, Recurso extraordinario, 11 de diciembre de 1984.
542
nadie pueda interferir en la plenitud de su vida. Cada individuo es dueño de sí mismo, y el
respeto de sus decisiones y su forma de vida es el respeto por su integridad personal. Y en
aquellos sectores de la vida personal donde el ser humano necesite de la regulación estatal
para poder ejercer este respeto es donde debe aparecer el Estado.
Entonces, todo ser humano debe ser capaz de poder dirigir sus acciones, sus pensa-
mientos y su vida de que los ciudadanos tengan las herramientas jurídicas necesarias para
poder lograrlo.
No estamos hablando de otra cosa que no sea el derecho a poder elegir libremente
cómo llevar adelante nuestra propia vida, bajo nuestras propias motivaciones internas,
nuestras pasiones, nuestras creencias y nuestros valores. En sí, el derecho a poder llevar
adelante nuestra vida privada sin injerencia del Estado y bajo su protección.
En este sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha expresado
en un caso que llego ante la CIDH contra el Estado de Perú3, donde dijo que La Comisión
considera que el abuso sexual, además de constituir una violación a la integridad física y mental de la
víctima, implica un ultraje deliberado a su dignidad. En este sentido, se transforma en una cuestión que
queda incluida en el concepto de “vida privada”. La Corte Europea de Derechos Humanos 4 ha señalado
que el concepto de vida privada alcanza a la integridad física y moral de una persona, y en consecuencia
incluye su vida sexual. De este modo, para la Comisión, las violaciones de las que fue objeto Raquel Mejía
en tanto afectaron su integridad física y moral, incluida su dignidad personal, configuraron una transgresión
de su derecho a la intimidad cuya responsabilidad resulta atribuible al Estado peruano.
Resulta propicio remontarnos hasta la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia
de 17765 y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 17896, para poder encontrar
allí las primeras manifestaciones de los hombres que deciden dar inicio a un conglomerado
de estados independientes –en el primer caso– o conseguir imponer un conjunto de ideales
políticos en el segundo caso– dado que ambas se caracterizan por la imposición de límites
a un Estado en cuanto las facultades y potestades que pueden ejercerse sobre las personas
que en este se encuentran.
En el instrumento norteamericano, los colonos se interesaron en decretar que “el
Estado no puede privar a los hombres –que por naturaleza son igualmente libres e inde-
pendientes– del gozo de la vida y la libertad, junto a los medios de adquirir y poseer pro-
piedades, y la búsqueda y obtención de la felicidad y la seguridad”7; mientras que en el
instrumento francés, los burgueses le impusieron al poder político la firma de una declara-
ción que, en lo que respecta, contiene precisiones acerca de la libertad, estableciendo que
esta “consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro; por eso, el ejercicio
3. Martín de Mejía c. Perú, Comisión IDH, Informe 5/96 del 01 de marzo de 1996, publicado en In-
forme Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1995.
4. X and Y v. The Netherlands, TEDH Application 8978/80, Serie A, No. 167, 26 de marzo de 1985.
5. Documento firmado en la colonia norteamericana de Virginia, 12/06/1776.
6. Documento aprobado por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, 26/08/1789.
7. Ob. cit., Art 1.
543
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de los derechos naturales de cada hombre no tienen otros límites que los que garantizan a
los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos; y que “Nada que
no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer
algo que esta no ordene”.8
Estos instrumentos dan cuenta que el respeto que debe tenerse desde el Estado y
entre iguales por la integridad personal tiene sustento en que todos los hombres son iguales
entre sí, y que mientras no se perjudique a otros, cada ser humano puede actuar de la
manera en la que libremente su autodeterminación personal le indique.
Ahora pues, no es hasta después de finalizada la Segunda Guerra Mundial que se
presenta el escenario propicio para el auge de expansión de las protecciones estatales hacia
el ámbito del derecho internacional público mediante la creación del concepto de “Dere-
chos Humanos”, tal y como se conocen hoy en día.
En lo concerniente a los sistemas de protección de derechos conocidos hasta hoy,
hay que diferenciar conceptualmente las declaraciones –instrumento internacional que ex-
presa un conjunto mancomunado de intenciones que prima facie no genera obligaciones– y
los tratados, propiamente dichos –instrumento de derecho internacional público que, si
cumple con los requisitos de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados 9,
genera obligaciones para los estados que lo hayan firmado y ratificado.
544
En tanto, en el segundo grupo se encuentran las protecciones a la integridad psíquica
y moral, dado que en el art. 18 se reconoce el derecho de toda persona a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia,
así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público
como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia; mientras que el art. 19 se
reconoce el derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a
causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación
de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Más allá de todo lo dicho, es en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 14 –de
ahora en más PIDCyP– donde los estados se comprometen internacionalmente frente a
sus iguales al cuidado exclusivo del ser humano en lo que particularmente refiere a la inte-
gridad personal.
Los distintos aspectos reseñados anteriormente son ampliamente protegidos por este
instrumento. En lo que respecta a la integridad física se repite la prohibición de las torturas ni
a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes 15, que se complementa con lo dispuesto en
relación con la libertad personal, dado que se reconoce que todo individuo tiene derecho a la
libertad y a la seguridad personal16. Y en lo que respecta a la integridad psíquica y moral, la
protección se encuentra diseminada a lo largo de varios artículos: en primer lugar se pro-
tege el derecho a la intimidad, dado que nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su
vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación 17,
realidad que encaja a la perfección con la garantía prevista en segundo lugar, según la cual
nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones18; mientras que, por último, se reconoce el
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, incluyendo la libertad de
tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o
sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, sin poder ser objeto de medidas
coercitivas que puedan menoscabar su libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elec-
ción.19
14. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su Resolución
2200 A (XXI), de 16/12/ 1966. Entrada en vigencia 23/03/ 1976, de conformidad con el artículo
49.
15. Ob. cit. Art. 7.
16. Ob. cit. Art. 9.
17. Ob. cit. Art. 17.
18. Ob. cit. Art. 19.
19. Ob. cit. Art. 18.
545
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Y es entonces que desde el deseo de integración de las principales potencias del viejo
continente se consolida en el Consejo de Europa. 20 Dentro de esta organización interna-
cional se dictan los dos principales instrumentos europeos de protección de los derechos
humanos: la Convención Europea de Derechos Humanos 21 –de ahora en más CEDH– y
la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea 22–de ahora en más CDFUE–.
La CEDH tiene un esquema de protección similar a la ya analizada en el PIDCyP,
toda vez que se repiten sistemáticamente la prohibición de la tortura 23, el derecho a la
libertad personal24, el respeto a la vida privada25, y el respeto a la libertad de pensamiento,
de conciencia y de religión.26 El único derecho que no es expresamente protegido es el
derecho a no ser molestado por las opiniones personales.
Por otro lado, la CDFUE es un instrumento internacional dictado en conjunto por
el Parlamento Europeo, el Consejo de la Unión Europea y la Comisión Europea, y es
aplicable a las instituciones europeas en cumplimiento del principio de subsidiariedad, y en
ningún caso puede exceder las competencias y las tareas que los Tratados le confieren.
También es aplicable a los países de la Unión Europea cuando emplean la legislación co-
munitaria.
Tenemos aquí entonces frente a un documento que de manera muy sistemática se
encuentra dividido en Títulos, entre los cuales se desarrollarán los primeros dos: el referido
a la dignidad y el referido a las libertades.
En el título de la dignidad, por un lado, se encuentra particularmente reconocida la
protección a la dignidad humana en dos de los aspectos señalados anteriormente, dado que
se reconoce que toda persona tiene derecho a su integridad física y psíquica27, mientras que por otro
lado se repite la prohibición que férreamente –y sin excepciones– establece que nadie podrá
ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. 28
Ahora bien, en el marco del título segundo, el Parlamento Europeo, el Consejo de la
Unión Europea y la Comisión Europea han decidido contemplar las mismas libertades ya
reconocidas en otros instrumentos internacionales, para mantener así los parámetros esta-
blecidos internacionalmente. En este sentido, se reconoce y se garantiza el derecho a la libertad
y a la seguridad,29 el respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones,30 y el
546
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; y particularmente se reconoce el derecho a
la objeción de conciencia de acuerdo con las leyes nacionales que regulen su ejercicio.31
el 13/12/1951.
34. Ob cit. párr. 46.
35. DADDH, Art. 1.
36. Ob. cit. Art. 3.
37. Ob. cit. Art. 4.
38. Ob. cit. Art. 5.
39. Ob. cit. Art 29.
40. De hecho, la única referencia explícita se encuentra en el art. 45, donde los estados se auto-obli-
garon a reconocer como principio que todos los seres humanos, sin distinción de raza, sexo,
547
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
aspectos pueden encontrarse referencias explicitas que se relacionan con la integridad per-
sonal desde el ángulo de las obligaciones que les corresponden a los estados firmantes. En
este sentido, los estados se comprometen a asegurar que en su libre desenvolvimiento se
respeten los derechos de las personas humanas 41, toda vez que es su responsabilidad la
plena realización de la persona humana 42 y, por último, que se le debe dar importancia
primordial al estímulo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura orientadas hacia
el mejoramiento integral de la persona humana. 43
En la Convención Americana de Derechos Humanos44 –de ahora en más CADH–
se halla dispuesto un sistema similar de protección al reseñado en el PIDCyP. En primer
lugar, en el art. 5 se reconoce el respeto de la integridad física, psíquica y moral al cual tiene
derecho toda persona. Vemos aquí la fórmula más abarcativa de todas las elaboradas, ya
que se establecen todas las aristas que merecen el compromiso, el respeto y la protección
de los estados firmantes.
Es una pena que no se hallen referencias ni detalles respecto del alcance de la pro-
tección, dado que cuanto más definido esté el concepto más se puede reconocer y proteger,
pero ni aún los trabajos preparatorios de la CADH se explayan sobre el tema. 45
Sobre la arista de la integridad física es en la que se hace hincapié (como en los demás
tratados ya analizados), buscando delimitar todas aquellas posibilidades en las que el Es-
tado puede llegar a tener responsabilidad, siendo la primer prohibición el sometimiento a
torturas, penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes 46, mientras que acto seguido cobra una
crucial relevancia la situación que acontece cuando el Estado priva legítimamente a una
persona de su libertad ambulatoria (en el marco de un proceso penal), toda vez que se
suscitan una larga lista de protecciones que responsabilizan al Estado en esta situación en
particular. La más importante de ellas establece que toda persona privada de libertad será tratada
con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano47, mientras que en los demás incisos del
artículo 5 se intenta tejer una red mínima de seguridad respecto de la persona privada de
su libertad (ya sea de manera preventiva o cumpliendo una sentencia firme).
El objetivo de este capítulo no pretende analizar esa situación en particular, pero es
en extremo necesaria mencionarla, dado que, si no se regula y controla la relación entre el
Estado y las personas privadas de su libertad ambulatoria, puede dar lugar a un sinfín de
atrocidades y vejaciones.
Por otro lado, y aquí siguiendo la línea establecida por los otros instrumentos inter-
nacionales referidos, la protección de la arista psíquica y moral se encuentra diseminada en
nacionalidad, credo o condición social, tienen derecho al bienestar material y a su desarrollo espiri-
tual, en condiciones de libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica.
41. Carta OEA, Art. 17.
42. Ob. cit. Art.33.
43. Ob. cit. Art 47.
44. Firmado en la ciudad de San José, Costa Rica el 22/11/1969 y con entrada en vigencia el
18/07/1978.
45. Ver “La Convención Americana: teoría y jurisprudencia” de Cecilia Medina Quiroga, Centro de
548
varios artículos, toda vez que los estados no se han puesto de acuerdo con la hora de definir
conceptualmente su alcance.
En tal sentido, la vida de un ser humano solo puede llevarse adelante psíquica y mo-
ralmente íntegra si se garantiza, respeta y protege su honra y dignidad 48, su libertad de
conciencia y religión49, su libertad de pensamiento y expresión 50; su derecho de reunión51,
su libertad de asociación52, su derecho al nombre 53 y a la nacionalidad54 y se protege a la
familia.55
549
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Sin ser más extensivo que las protecciones ya reseñadas, el entendimiento de la pro-
tección y la completitud a la hora de fijar el respeto por la integridad personal resulta ser –
en mi opinión a mi entender– el más completo de todos los sistemas.
Más allá de estos artículos, donde especialmente la integridad física es resguardada,
las demás aristas también encuentran su reconocimiento y protección, toda vez que se
protegen: la libertad de conciencia y profesión, y la libre práctica de la religión 59; el derecho
de a expresar y difundir sus opiniones 60; la libertad de asociación61 y de reunión62; el dere-
cho al disfrute del mejor estado físico y mental posible 63; el derecho a la educación y a
participar libremente en la vida cultural de la comunidad64 y, por último, a la familia y a los
sectores que tienen necesidades especiales, tales como ancianos y minusválidos. 65
Para finalizar, y dejando abierta una ventana para no perderle atención a una posible
injerencia del Estado avalada por este instrumento, el Art. 18, inc. 3, dispone que el Estado
tiene el deber de promover y proteger la moral y los valores “tradicionales reconocidos
por la comunidad”.
En nuestro sistema normativo, la Constitución Nacional –de ahora en más CN– re-
sulta ser el primer punto de análisis, conformando un inquebrantable tándem los derechos
reconocidos en los artículos 14, 15, 18, 19 y 33, toda vez que no existe un reconocimiento
unificado de la garantía de la integridad personal.
La integridad física se halla protegida en el artículo 15, en el que se prohíbe la escla-
vitud en la República Argentina, en el artículo 3366, el cual refiere que las declaraciones,
derechos y garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como negación de
otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía
del pueblo y de la forma republicana de gobierno, y en reconocimiento expreso que el
artículo 18 hace en relación con los fines que tienen las cárceles67, mientas que la integridad
moral y la integridad psíquica haya su protección, por un lado, a través del derecho a pu-
blicar sus ideas por la prensa sin censura previa, de asociarse con fines útiles, de profesar
libremente su culto, de enseñar y aprender, tal y como refiere el artículo 14.
Párrafo aparte merece el artículo 19 de la CN, toda vez que allí se encuentra delineado
el –tan interpretado– límite que toda persona puede oponerle el Estado en cuanto a su
ámbito privado, entendido este como el espacio de realización propia donde las acciones
plícitos.
67. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos
detenidos en ellas.
550
allí realizadas que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a
un tercero, se encuentran exentas de la autoridad de los magistrados.
Ahora bien, retomando el esquema de protección antes expuesto, la actividad estatal
más preponderante en cuanto al cuidado de la integridad personal se observa en los pri-
meros cinco Títulos del Libro Segundo del Código Penal, donde se tutela como bienes
jurídicos a las personas, el honor, la integridad sexual, el estado civil y la libertad. Solamente
a modo ejemplificativo podemos citar los delitos más representativos de estos títulos,
como ser: el homicidio, el aborto, las lesiones, las calumnias, las injurias, el abuso sexual,
la corrupción de menores, la supresión de identidad, la privación ilegítima de libertad, la
reducción a servidumbre, la tortura, la trata de blancas, la violación de secretos personales
y, por último, los delitos contra la libertad de reunión, la libertad de prensa y la libertad de
trabajo y asociación.
En lo que respecta exclusivamente a la reglamentación estatal de las relaciones hu-
manas desde el aspecto positivo de la integridad personal, el abanico es mucho más amplio,
dado que con el avance de la legislación y las distintas situaciones que acontecen día a día,
la realidad le presenta al legislador una innumerable cantidad de oportunidades para san-
cionar leyes que tengan aquí su génesis.
En este sentido, es importante destacar la actividad de los legisladores que han san-
cionado las leyes de trascendental importancia, como ser el Matrimonio Igualitario 68, la
Identidad de Género69 y la Reproducción asistida.70 Teniendo como ejemplo este nuevo
núcleo normativo, es gratamente satisfactorio ver cómo el Estado argentino ha ido avan-
zando en el reconocimiento de la autodeterminación personal que va más allá del mante-
nimiento de la incolumidad en lo que respecta a las personas privadas de libertad bajo su
responsabilidad. Basta solamente con citar el Art. 1 de la ley de Identidad de Género,
donde se reconoce que toda persona tiene el derecho al libre desarrollo de su persona conforme
a su identidad de género.
551
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
71. Esto a través de Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Adoptada por la Asamblea General de Naciones
Unidas en su resolución 3452 (XXX), del 9/12/1975.
72. Maritza Urrutia Vs. Guatemala, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 27 de noviembre de 2003.
73. Cfr. Baldeón García Vs. Perú, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 6 de abril de 2006; García Asto
y Ramirez Rojas Vs. Perú, CIDH, Sentencia, 25 de noviembre de 2005; Caesar Vs. Trinidad y Tobago,
CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 11 de marzo de 2005; Tibi Vs. Ecuador, CIDH, Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 7 de septiembre de 2004; entre otros.
74. Adoptada el 10/12/1984, en Ginebra, con entrada en vigencia el 26/06/1987.
75. Aprobado por la Res. Gral. 57/199 AGNU del 9/01/2003.
76. Adoptada el 9/12/1985 en Cartagena de Indias, con entrada en vigencia el 28/02/1987.
77. Adoptada en Estrasburgo, el 26/11/ 1987, con entrada en vigencia el 1/02/1989.
552
castigarla, obtener una confesión, obtener –de ella o de un tercero– información, intimidarla, aplicarle una
medida preventiva o una pena, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación. Aquí la
Convención americana agrega felizmente la frase con cualquier otro fin, para que no pueda
excluirse situación alguna.
También, se especifica que el autor debe ser un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. Vuelve aquí a
ser más precisa la Convención americana, dado que agrega que cometen estos actos los
empleados o funcionarios públicos que actuando en ese carácter no impidan que se torture, pudiendo hacerlo;
así como también son autores de este acto aberrante las personas que a instigación de los funcio-
narios o empleados públicos a que se refiere el inciso a. ordenen, instiguen o induzcan a su comisión, lo
cometan directamente o sean cómplices.78
Destacaremos aquí algunas cuestiones puntuales que se han ido delimitando a lo largo
de las sentencias dictadas tanto por la CIDH como por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, de ahora en más TEDH.
En este sentido se ha establecido: “el aislamiento prolongado y la incomunicación
coactiva representan, por sí mismos, formas de tratamiento cruel e inhumano, lesivas de
la libertad psíquica y moral de la persona” 79; “el aislamiento en celda reducida, sin ventila-
ción ni luz natural, los golpes y otros maltratos como el ahogamiento, la intimidación por
amenazas de otros actos violentos, las restricciones al régimen de visitas, constituyen for-
mas de tratos crueles, inhumanos o degradantes” 80; “la prohibición de la tortura no prevé
excepción alguna y no admite derogación ni siquiera en el caso de un peligro público (como
ser el terrorismo o el crimen organizado) que amenace la vida de la nación” 81; “las amena-
zas y el peligro real de someter a una persona a lesiones físicas produce, en determinadas
circunstancias, una angustia moral de tal grado que puede ser considerada tortura psicoló-
gica”82; “los Estados tienen la obligación de investigar no solo los actos de tortura, sino
también los posibles actos de tortura”83; “toda persona privada de libertad tiene derecho a
vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe
garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal” 84; “los Estados no pueden alegar
dificultades económicas para justificar condiciones de detención que sean tan pobres que
párr. 197 e Irlanda Vs. Reino Unido, Sentencia, 18de Enero de 1978, párr. 167.
82. Cfr. Tibi Vs. Ecuador, CIDH, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 7 de sep-
553
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
no respeten la dignidad inherente del ser humano” 85; “La forma en que se trata a un dete-
nido debe estar sujeta al escrutinio más estricto, tomando en cuenta la especial vulnerabi-
lidad de aquél”86,“y esta circunstancia obliga al Estado a ejercer su función de garante
adaptando todos los cuidados que reclama la debilidad, el desconocimiento y la indefen-
sión que presentan naturalmente, en tales circunstancias, los menores de edad”. 87
85. Cfr. Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) Vs. Venezuela, CIDH, Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas, 5 de julio de 2006, párr. 85 y, Poltoratskiy Vs.Ucrania, TEDH, Sentencia, 29
de abril de 2003, párr. 148.
86. Cfr. Iwanczuk Vs. Polonia, TEDH, Sentencia, 15 de noviembre de 2001, párr. 53.
87. Cfr. Bulacio Vs. Argentina, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 18 de septiembre de 2003, párr.
126.
88. Cfr. Torres Millacura y otros Vs. Argentina, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 26 de agosto de
2011
89. Cfr. Bueno Alves Vs. Argentina, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 11 de mayo de 2007, párr.
104.
90. Ibíd. párr. 111.
554
En el caso Furlan y familiares, la CIDH ha afirmado que los familiares de las víctimas
de violaciones de los derechos humanos pueden ser, a su vez, víctimas. Aquí se ha consi-
derado violado el derecho a la integridad psíquica y moral de algunos familiares con motivo
del sufrimiento que estos han padecido a causa de las actuaciones u omisiones de las auto-
ridades estatales, tomando en cuenta, entre otros, las gestiones realizadas para obtener jus-
ticia y la existencia de un estrecho vínculo familiar. También se ha declarado la violación
de este derecho por el sufrimiento generado a partir de los hechos perpetrados en contra
de sus seres queridos.91
Por último, según lo resuelto en el caso Gutiérrez y familia, la CIDH constata que la
ejecución extrajudicial de Jorge Omar Gutiérrez atribuible al Estado indudablemente le
causó sufrimiento, dolor y angustia a sus familiares, particularmente por la falta de una
investigación seria y efectiva para identificar, juzgar y, en su caso, sancionar a los perpetra-
dores de su ejecución, pese a los esfuerzos continuos de aquéllos por conocer la verdad de
los hechos, concluyendo que el Estado violó el derecho a la integridad personal en perjui-
cio de Nilda del Valle Maldonado de Gutiérrez, Jorge Gabriel Gutiérrez, Omar David Gu-
tiérrez, Marilin Verónica Gutiérrez, Francisco Gutiérrez y Nilda Gutiérrez.92
26.6. Las observaciones más relevantes del Comité contra la Tortura en el 2004
91. Cfr. Furlan y familiares Vs. Argentina, CIDH, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas, 31 de agosto de 2012
92. Cfr. Gutiérrez y familia Vs. Argentina, CIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, 25 de noviembre de
555
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
556
mancomunadamente. Con esto le ocasionaron varios traumatismos, además de generarle
un sufrimiento psíquico al proferirle amenazas, humillaciones y menosprecios que degra-
daron su dignidad y le ocasionaron una angustia moral de tal magnitud, que se prolongó
durante el lapso temporal que estuvo demorado”.
Como reflejo de una instancia superior, la Sala I del Tribunal de Casación Penal de
la Provincia de Buenos Aires sostuvo, en un caso94 recurrido –en lo que aquí importa– por
el Agente Fiscal, que al sentenciar un caso como tortura en contraposición con los apre-
mios ilegales95, es imposible aducir la falta de un criterio objetivo que permita separar el
encuadre de las calificaciones citadas, pero con el simple relato de los testigos (“...el pa-
ciente estaba asustado, temblaba de miedo, se encontraba sumergido en un notable estado
de nerviosismo, su respiración era rápida, cerraba sus ojos y la boca como para impedir
que le suministraran algo vía oral, no podía discernir donde se encontraba albergado”) y la
víctima de autos (“… sentía mucho pánico, también que me metían algo en la boca, me
pegaron por todo el cuerpo (…) yo pensaba que no la contaba, que no iba a salir de allí.
Sentía pánico, miedo, me faltaba el aire. Después me desvanecí y me desperté en el hospi-
tal…”) es imposible no tomar en consideración la entidad gravosa del sufrimiento infligido,
lo que hace que los hechos deban ser calificados como tortura y no como apremios ilegales.
Por último, la Corte Suprema de Justicia de Nación –de ahora en más CSJN– ha
establecido, en consonancia con la CIDH, que la comisión del delito de tortura resulta de
una gravedad institucional tan aberrante y tan contraria al extenso andamiaje de protección
a la dignidad del ser humano que no puede verse alcanzado su perpetrador por institutos
del derecho que lo beneficien (tales como la prescripción o la amnistía), toda vez que de
sucederse esta circunstancia se estaría consintiendo el deber de prevenir, investigar y san-
cionar toda violación de los derechos reconocidos por la CADH.96
26.9. Conclusiones
94. Aragones, Ignacio Nicolás s/Recurso de Casación, Sala I TCP Bs. As., 2 de febrero de 2015.
95. La pena prevista para el delito de torturas es de reclusión o prisión de ocho a veinticinco años e
inhabilitación absoluta y perpetua, mientras que la pena prevista para el delito de apremios ilegales
es de prisión o reclusión de uno a cinco años e inhabilitación especial por doble tiempo, siendo
sensiblemente menor.
96. Cfr. Arancibia Clavel, Enrique Lautaro, CSJN, Recurso de hecho, 24 de agosto de 2004.
557
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En la medida que no se permita al hombre poder desplegar con total libertad todos
sus deseos, sus inquietudes, sus intenciones, sus valores, resulta imposible que el respeto
por la integridad personal sea óptimo y completo. Pero, de seguir así –asumiendo compro-
misos internacionales, trabajando para evitar y sancionar las vejaciones que padecen las
personas detenidas y reconociendo localmente más derechos y más garantías altamente
celebrados– el Estado argentino se encamina a transformarse en un Estado en condiciones
cada vez más óptimas para que cada persona pueda desarrollarse hasta alcanzar su máximo
potencial.
26.10. Bibliografía
Travieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías, Buenos Aires, He-
liasta, 1998.
Travieso, J.A.: Los derechos humanos en la Constitución de la República Argentina:
tratados-leyes-doctrina-jurisprudencia, Buenos Aires, Eudeba, 1996.
Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Buenos
Aires, La Ley, 2008.
Bovino, A.: Justicia penal y derechos humanos, Buenos Aires, Astrea, 2004.
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Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina comentada y concordada, Buenos
Aires, La Ley, 2008.
Bovino, A.: Justicia penal y derechos humanos, Buenos Aires, Astrea, 2004.
Constitución Nacional
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
Declaración Universal de Derechos Humanos
Carta de las Naciones Unidas
Convención Americana de Derechos Humanos
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes
Convención Interamericana para sancionar y prevenir la tortura
Convención Europea de Derechos Humanos
Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea
Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos
Código Penal Argentino
Subcomité para la Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhuma-
nos o Degradantes
Informe Anual de 2013 de la Comisión Provincial por la Memoria
Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Jurisprudencia de Corte Interamericana de Derechos Humanos
Jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos
Jurisprudencia del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires
558
Jurisprudencia del Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 de La Matanza
Boletín de jurisprudencia internacional Nº 1, noviembre de 2012: Derecho a la inte-
gridad personal en la jurisprudencia internacional. Ministerio Público de Defensa de la
Nación.
559
Capítulo 27
LA LIBERTAD PERSONAL
27.1. Introducción
La libertad personal es el Derecho que tiene todo ser humano a la libertad física,
entendida como el derecho a la libertad ambulatoria, de circulación que consiste en entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio argentino, sin que nadie pueda impedir los mo-
vimientos en los que está comprendido el derecho a estar libre, salvo las restricciones de
libertad por casos extraordinarios como el arresto, la detención o la condena que analiza-
remos oportunamente.
Este derecho fue desde siempre uno de los derechos humanos que menos se respe-
taron, y por el que más se bregó. Ya desde la Carta Magna de 1215 se hace mención al
Derecho a la Libertad de las personas.
El Estado Argentino reconoce el derecho a la libertad personal, en primer lugar en
la Constitución Nacional, en sus artículos 14, 15, 18 y 33.
También está obligado internacionalmente mediante el artículo, 75 inciso 22, en los
siguientes instrumentos: Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
de 1948 en sus artículos I, VIII y XXV; Declaración Universal de Derechos Humanos de
1948 en sus artículos 1, 3, 4, 9, 11 y 13, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
de 1966 en sus artículos 8, 9, 10, 11 y 12 y en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos de 1969 en su artículo 7.
561
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
27.3.1. La esclavitud
562
los esclavos que de cualquier modo se introduzcan quedan libres por el solo hecho de pisar
el territorio de la República…”.1
Es decir, que la propia Constitución Argentina, establece la prohibición de la escla-
vitud declarando libre cualquier esclavo que aún existiera, considera un crimen la compra
y venta de personas y establece que cualquier esclavo que ingrese al territorio Argentino
queda libre sea cual fuera el modo en el que ingresó al país.
En Estados Unidos la abolición de la esclavitud tiene sus inicios en 1787 con una
ordenanza que prohibía la propagación de la esclavitud hacia el noroeste y en 1808 con la
prohibición de la trata y la imposibilidad de incorporar nuevos esclavos. Posteriormente,
el 1ro de Enero de 1863, durante la presidencia de Abraham Lincoln, se dictó la Procla-
mación de Emancipación aunque no abarcaba la totalidad de los Estados. Recién con la
enmienda 13 de la Constitución estadounidense en 1865 se decreta la abolición total de la
esclavitud en los Estados Unidos.
Si nos ubicamos en el ámbito de protección Internacional de los Derechos Humanos,
el primer instrumento que encontramos contra la esclavitud es la Convención sobre la
Esclavitud, firmado en el marco de la Sociedad de las Naciones el 25 de Septiembre de
1926 y que sigue vigente gracias al “Protocolo para modificar la Convención sobre la Es-
clavitud” firmado en 1953, que transfiere las competencias otorgadas a la ya extinta Socie-
dad de las Naciones a las Naciones Unidas. En su texto, se define lo que se entiende por
esclavitud y dice:
563
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
“Artículo 2
1. A los efectos del presente Convenio, la expresión "trabajo forzoso u obli-
gatorio" designa todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza
de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntaria-
mente.
2. Sin embargo, a los efectos del presente Convenio, la expresión "trabajo
forzoso u obligatorio" no comprende: a) Cualquier trabajo o servicio que se exija
en virtud de las leyes sobre el servicio militar obligatorio y que tenga un carácter
puramente militar; b) Cualquier trabajo o servicio que forme parte de las obliga-
ciones cívicas normales de los ciudadanos de un país que se gobierne plenamente
por sí mismo; c) Cualquier trabajo o servicio que se exija a un individuo en virtud
de una condena pronunciada por sentencia judicial, a condición de que este tra-
bajo o servicio se realice bajo la vigilancia y control de las autoridades públicas y
que dicho individuo no sea cedido o puesto a disposición de particulares, com-
pañías o personas jurídicas de carácter privado; d) Cualquier trabajo o servicio
que se exija en casos de fuerza mayor, es decir, guerra, siniestros o amenaza de
siniestros, tales como incendios, inundaciones, hambre, temblores de tierra, epi-
demias y epizootias violentas, invasiones de animales, de insectos o de parásitos
vegetales dañinos, y, en general, en todas las circunstancias que pongan en peligro
o amenacen poner en peligro la vida o las condiciones normales de la existencia
de toda o parte de la población; e) Los pequeños trabajos comunales, es decir, los
trabajos realizados por los miembros de una comunidad en beneficio directo de
esta, trabajos que, por consiguiente, pueden considerarse como obligaciones cí-
vicas normales que incumben a los miembros de la comunidad, a condición de
que la misma población o sus representantes directos tengan el derecho de pro-
nunciarse sobre la necesidad de esos trabajos”.3
Este convenio está complementado por el Convenio sobre la abolición del Trabajo
Forzoso, también firmado en el marco de la OIT el 25 de junio de 1957 y que entró en
vigor a partir del 17 de enero de 1959.
Asimismo, el 7 de septiembre de 1956 se firma la “Convención suplementaria sobre
la abolición de la esclavitud, la trata de esclavos y las instituciones y prácticas análogas a la
esclavitud” que entra en vigencia a partir del 30 de abril de 1957, en donde se promueve el
abandono de las instituciones y prácticas no solo de la esclavitud sino también de las
564
análogas. De esta manera se abarca no solo la definición de esclavitud dada por el Conve-
nio de 1926 sino que también alcanza a los tipos de servidumbre, y al comercio de mujeres
y niños. Esto se desprende de su primer artículo cuando dice:
“...Cada uno de los Estados Partes en la Convención adoptará todas aquellas
medidas legislativas o de cualquier otra índole que sean factibles y necesarias para
lograr progresivamente y a la mayor brevedad posible la completa abolición o el
abandono de las instituciones y prácticas que se indican a continuación, donde-
quiera que subsistan, les sea o no aplicable la definición de esclavitud que figura
en el artículo 1 del Convenio sobre la Esclavitud, firmado en Ginebra en 25 de
septiembre de 1926:
a) La servidumbre por deudas, o sea, el estado o la condición que resulta del
hecho de que un deudor se haya comprometido a prestar sus servicios personales,
o los de alguien sobre quien ejerce autoridad, como garantía de una deuda, si los
servicios prestados, equitativamente valorados, no se aplican al pago de la deuda,
o si no se limita su duración ni se define la naturaleza de dichos servicios;
b) La servidumbre de la gleba, o sea, la condición de la persona que está
obligada por la ley, por la costumbre o por un acuerdo a vivir y a trabajar sobre
una tierra que pertenece a otra persona y a prestar a esta, mediante remuneración
o gratuitamente, determinados servicios, sin libertad para cambiar su condición;
c) Toda institución o práctica en virtud de la cual:
i) Una mujer, sin que la asista el derecho a oponerse, es prometida o dada
en matrimonio a cambio de una contrapartida en dinero o en especie entregada a
sus padres, a su tutor, a su familia o a cualquier otra persona o grupo de personas;
ii) El marido de una mujer, la familia o el clan del marido tienen el derecho
de cederla a un tercero a título oneroso o de otra manera;
iii) La mujer, a la muerte de su marido, puede ser transmitida por herencia
a otra persona;
d) Toda institución o práctica en virtud de la cual un niño o un joven menor
de dieciocho años es entregado por sus padres, o uno de ellos, o por su tutor, a
otra persona, mediante remuneración o sin ella, con el propósito de que se
explote la persona o el trabajo del niño o del joven...”.4
Siguiendo con la evolución histórica de las afectaciones que sufrió y sufre el derecho
a la libertad personal, podemos ver cómo a mediados del siglo XX y hasta nuestros días,
565
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
“Artículo 1
Las Partes en el presente Convenio se comprometen a castigar a toda per-
sona que, para satisfacer las pasiones de otra: 1) Concertare la prostitución de
otra persona, aun con el consentimiento de tal persona; 2) Explotare la prostitu-
ción de otra persona, aun con el consentimiento de tal persona.
Artículo 2
Las Partes en el presente Convenio se comprometen asimismo a castigar a
toda persona que: 1) Mantuviere una casa de prostitución, la administrare o a
sabiendas la sostuviere o participare en su financiamiento; 2) Diere o tomare a
sabiendas en arriendo un edificio u otro local, o cualquier parte de estos, para
explotar la prostitución ajena”.5
Sin embargo, lejos de erradicarse esta problemática, con el transcurso de los años esta
situación fue empeorando, y la trata de personas se expandió no solo a la explotación
sexual sino también a la esclavitud reproductiva y al tráfico de órganos.
Las organizaciones criminales que se dedican a estas actividades, comienzan a crecer
y a tener mayor poder, dejando de ser solo un problema de uno o algunos Estados y pasa
a ser una problemática transnacional.
Ante esta situación en el marco de la Organización de las Naciones Unidas en el año
2000, en Palermo, Italia, se firmó la “Convención de las Naciones Unidas contra la delin-
cuencia organizada Transnacional” que trata todos los delitos que son producto de un
crimen organizado, que supera los límites de uno o más Estados y afecta a la población
Mundial. En ese sentido, este instrumento le impone a los Estados parte, la obligación de
prevenir y sancionar a todas las personas que formen parte de estas organizaciones trans-
nacionales destinadas a cometer delitos.
De manera complementaria a esta Convención, es que se dicta el “Protocolo de las
Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente
Mujeres y Niños”. En su artículo tercero define lo que es trata de personas cuando dice:
“...Por "trata de personas" se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la aco-
gida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras
formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de
vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consen-
timiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa
explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas
566
de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análo-
gas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”. 6
6. Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, espe-
cialmente Mujeres y Niños del año 2000. Artículo 3.
7. Informe sobre el uso de la Prisión Preventiva en las Américas de 2013. punto 37.
567
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin
perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que
aseguren su comparecencia en el juicio. 6. Toda persona privada de libertad tiene derecho
a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que este decida, sin demora, sobre
la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran
ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada
de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin
de que este decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido
ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona [...]”. 8
Para que esta privación de la libertad sin condena firme, no sea violatoria del derecho
a la libertad personal debe cumplir determinados requisitos.
En primer lugar, siempre debe ser en el marco de un proceso penal, no quedando
habilitado este instituto para los procedimientos judiciales de los demás fueros.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta la finalidad de la Prisión Preventiva, que
debe emplearse únicamente con fines procesales para cautelar los efectos del proceso9. Es
decir, no se puede aplicar como un adelanto de pena, sino para asegurar que no se vea
frustrada la investigación penal.
De ello, se deriva que para que la prisión o detención preventiva sea legal y legítima
debe estar orientada a asegurar que el imputado no impedirá el desarrollo eficiente de las
investigaciones y que no eludirá la acción de la justicia.
De esta manera, si tenemos en cuenta la finalidad de la prisión preventiva, no es
viable aplicarla por un tiempo excesivo, ya que se frustraría el objetivo y se convertiría en
un adelanto de pena. Por lo tanto, la Prisión Preventiva será legal y legítima, siempre y
cuando no exceda el tiempo razonable.
Esta afirmación se infiere del inciso quinto del artículo 7 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, que establece que la persona “[…] tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad […]”10 y del Artículo 9 inc. 3 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos cuando dice: “[...] La prisión preventiva
de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad
podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto
del juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la eje-
cución del fallo [...]”.11
Este plazo razonable no es un plazo fijo e inflexible, y queda a la interpretación del
juez competente.
He aquí el conflicto, definir qué se entiende por “plazo razonable”. Ya que, si el plazo
de detención sin sentencia firme no es razonable, vulnera no solo el derecho a la libertad
personal sino también el derecho a la presunción de inocencia.
Como se mencionó anteriormente, el “plazo razonable” no es un plazo fijo e infle-
xible por lo que para saber cuándo deja de ser razonable el plazo es necesario analizar cada
caso en particular y, sobre la base de los hechos y circunstancias de este, determinar si es
568
razonable o no el tiempo que una persona fue privada de su libertad sin que exista una
condena firme.
En la legislación Argentina tenemos, desde el año 1994, la ley 24390 que en su propio
texto indica que es reglamentaria del artículo 7 punto 5 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. En esta ley se impone un límite a la prisión preventiva, para evitar
que una persona sea sometida a prisión preventiva por un plazo excesivo.
Producto de diversas denuncias contra el Estado Argentino por la excesiva duración
de la prisión preventiva, en 1997 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
realizó el informe 2/97, acerca de este tema.
Sobre la base de eso, hace un análisis de los artículos 1, 2 y 7 de la ley 24390. Cabe
mencionar que con posterioridad al informe realizado por la comisión, en el año 2001
mediante la ley 25430, fueron modificados los artículos 1 y 2 y fue derogado el artículo 7.
Sin perjuicio de la reforma, el informe 2/97 no pierde vigencia y de él se desprenden varios
conceptos que el Estado Argentino debe respetar.
El informe, entre otras cosas, señala que el derecho de presunción de inocencia re-
quiere que la duración de la prisión preventiva no exceda el plazo razonable mencionado
en el artículo 7.5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. De lo contrario,
dicha prisión adquiere el carácter de una pena anticipada, y constituye una violación del
artículo 8.2 de la misma Convención. La Comisión considera que el plazo razonable para
la prisión preventiva no puede ser establecido en abstracto, y por lo tanto el período de
dos años establecido por el artículo 379.612 del Código de Procedimientos y en la ley 24.390
no corresponde en forma literal a la garantía del artículo 7.5 de la Convención Americana.
La duración de la prisión preventiva no puede ser considerada razonable en sí misma so-
lamente porque así lo establece la ley. La comisión coincide con la postura del Gobierno
argentino en el sentido de que la razonabilidad debe estar fundada en la prudente aprecia-
ción judicial.
Por lo tanto, del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se
desprende que no se puede determinar en abstracto cuándo un plazo de prisión preventiva
es razonable o no, y que el encargado de evaluarlo es el juez que entiende en la causa.
De la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derecho Humanos se pueden
inferir determinados requisitos para que proceda la Prisión Preventiva. 13
En primer lugar, la Corte ha establecido que para restringir el derecho a la libertad
personal a través de medidas como la prisión preventiva deben existir indicios suficientes
que permitan suponer razonablemente que la persona sometida a proceso ha participado
en el ilícito que se investiga.14
12. Artículo del viejo Código de procedimiento en materia penal, el cual fue derogado por el actual
Código Procesal Penal de la Nación mediante la ley 23984.
13. Suárez Rosero Vs. Ecuador de 1997 párr. 77, Tibi Vs. Ecuador de 2004 párr. 180, Acosta Calde-
rón Vs. Ecuador de 2005 párr. 111, Servellón García y Otros Vs. Honduras de 2006 párr. 90, Cha-
parro Álvarez y Lapo Iñiguez Vs. Ecuador de 2007 párr. 103 y Barreto Leiva Vs. Venezuela de 2009
párr. 111, entre otros.
14. Cfr. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007. Serie C No. 170, párr. 101 y Caso Servellón García y otros
569
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Sin embargo, “aun verificado este extremo, la privación de libertad del imputado no
puede residir en fines preventivo-generales o preventivo-especiales atribuibles a la pena,
sino que solo se puede fundamentar […] en un fin legítimo”. 15 De aquí se desprende el
segundo requisito: que exista riesgo de que el acusado impedirá el desarrollo del procedi-
miento o eludirá la acción de la justicia. Aquí es necesario que se de alguna de las dos
situaciones para legitimar la prisión preventiva.
En nuestro ordenamiento jurídico interno, el Código Procesal Penal de la Nación
establece en su artículo 316 “[...] El juez calificará el o los hechos de que se trate, y cuando
pudiere corresponderle al imputado un máximo no superior a los ocho (8) años de pena
privativa de la libertad, podrá eximir de prisión al imputado [...]”. Es decir, que para los
delitos que tienen una pena máxima superior a los 8 años el imputado de ese delito deberá
estar detenido mientras dure el proceso.
Este artículo fue fuertemente criticado, ya que no se condice con los fallos y reco-
mendaciones del Sistema Interamericano, toda vez que crea una regla mediante la cual
existen delitos “excarcelables” y delitos “no excarcelables”.
Sin embargo, la Jurisprudencia Nacional16 receptó los conceptos que emanaron de
los distintos fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y en el citado ple-
nario, estableció: “[...] no basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su
denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere
corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts.
316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros
tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar
la existencia de riesgo procesal [...]”.17
A partir de este plenario, para poder determinar si una persona debe estar detenida
mientras dure el proceso penal hay que tener en cuenta los riesgos procesales de peligro
de fuga y entorpecimiento de la justicia.
Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de septiembre de 2006. Serie C No. 152,
párr. 90.
15. Caso Barreto Leiva Vs Venezuela Corte IDH párr. 111.
16. Plenario Nº 13 – ‘Díaz Bessone, Ramón Genaro s/recurso de inaplicabilidad de ley’ - CNCP -
EN PLENO - 30/10/2008
17. Art. 319 CPPN “Podrá denegarse la exención de prisión o excarcelación, respetándose el princi-
pio de inocencia y el artículo 2 de este Código, cuando la objetiva y provisional valoración de las
características del hecho, la posibilidad de la declaración de reincidencia, las condiciones personales
del imputado o si este hubiere gozado de excarcelaciones anteriores, hicieren presumir, fundada-
mente, que este intentará eludir la acción de la justicia o entorpecer las investigaciones”.
570
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su “Informe sobre el uso de
la prisión preventiva en las Américas”, del 30 de diciembre de 2013, dijo en su punto 54:
“[…] del total de 30.132 personas privadas de libertad en la provincia de Buenos Aires a
marzo de 2010, el 61%, no tenían sentencia firme de acuerdo con cifras oficiales, las orga-
nizaciones de la sociedad civil señalaron que este índice era del 70% [...]”.18
Son datos preocupantes si tenemos en cuenta que esas personas que no poseen una
condena firme y gozan aún del estado de inocencia, que los inviste el artículo 18 de nuestra
Constitución Nacional.
Esta situación no se da únicamente en la Argentina, del mismo informe surgen los
siguientes datos:
Como hemos visto, la Prisión Preventiva debe ser utilizada de manera excepcional y
en caso de que se pueda asegurar que el imputado no va a eludir la acción de la justicia ni
entorpecer la investigación, de una manera alternativa y menos lesiva debe optarse por
aquella.
De esta manera la Comisión Interamericana enumera distintas maneras alternativas
que pueden ser:
“...(a) la promesa del imputado de someterse al procedimiento y de no obstaculizar
la investigación; (b) la obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o
institución determinada, en las condiciones que se le fijen; (c) la obligación de presentarse
18. Informe sobre el uso de la Prisión Preventiva en las Américas de 2013, punto 54.
571
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
periódicamente ante el juez o ante la autoridad que él designe; (d) la prohibición de salir
sin autorización previa del ámbito territorial que se determine; (e) la retención de docu-
mentos de viaje; (f) la prohibición de concurrir a determinadas reuniones o de visitar cier-
tos lugares, de acercarse o comunicarse con personas determinadas, siempre que no se
afecte el derecho a la defensa; (g) el abandono inmediato del domicilio, cuando se trate de
hechos de violencia doméstica y la víctima conviva con el imputado; (h) la prestación por
sí o por un tercero de una fianza o caución pecuniaria; (i) la vigilancia del imputado me-
diante algún dispositivo electrónico de rastreo o posicionamiento de su ubicación física; y
(j) el arresto en su propio domicilio o en el de otra persona, sin vigilancia o con la que el
juez disponga...”.19
De esta manera, podemos ver cómo es de suma importancia el avance de la tecnolo-
gía, ya que las pulseras de ubicación u otras tecnologías pueden asegurar la comparecencia
del investigado sin necesidad de que se lo prive de la libertad mientras dure el proceso.
27.4. Conclusión
19. Informe sobre el uso de la Prisión Preventiva en las Américas de 2013, punto 224.
572
Capítulo 28
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Por Daniel Bajarlía
28.1. Introducción
1.Para María Angélica Gelli, “Esa capacidad de la expresión libre para favorecer el debido proceso
democrático la hace acreedora de una mayor protección, la convierte en una libertad estratégica y
573
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
preferida” (el resaltado es nuestro). Gelli, M.A.: Constitución de la Nación Argentina: comentada y concordada,
tomo 1, Buenos Aires, La Ley, 2008, p. 129.
2. Sabsay, D.: Manual de Derecho Constitucional, Buenos Aires, La Ley, 2011, p. 316.
3. Basterra, M.: Conflicto entre derechos fundamentales: derecho a la información vs. derecho a la intimidad, Buenos
574
b. El artículo 32 de la Constitución Nacional
Este artículo, cuyo texto afirma que “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan
la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”, está tomado de la
Constitución de los Estados Unidos, cuya Primera Enmienda prohíbe expresamente al Con-
greso dictar leyes que limiten la libertad de expresión. 6
En un principio los jueces interpretaron que la disposición vedaba al Congreso nacional
y a los tribunales federales pronunciarse sobre la libertad de expresión por tratarse de una
facultad que las provincias no le habían delegado.7 En consecuencia, eran las jurisdicciones
locales las que debían regularla.
Sin embargo, en 1970 la Corte Suprema entendió en el fallo “Ramos c. Batalla” 8 que el
Congreso, al tener la potestad de legislar en materia penal (Art. 75 inc. 12 de la Constitución
Nacional9), no tendría ningún impedimento para tipificar delitos cometidos a través de la
prensa, como son las calumnias y las injurias. Esto implica, además, que la jurisdicción será
federal o provincial según corresponda en el caso concreto, de acuerdo con dónde se encuen-
tren las personas o cosas afectadas.
Así, hoy en día se entiende que el presente artículo no permite al Congreso dictar nor-
mas que restrinjan de forma específica la libertad de prensa. Esto significa que solo se pueden
aplicar límites de carácter general, es decir, que también afecten al resto de las libertades,
siempre y cuando sean razonables. En palabras de Badeni, “El texto constitucional impide la
sanción de normas específicas restrictivas de la libertad de imprenta, tanto por el Congreso
Nacional como por las legislaturas provinciales, pero no la emisión de normas reglamentarias
de tipo general”.10
6. “Amendment I: Congress shall make no law respecting an establishment of religion, or prohibiting the free exercise
thereof; or abridging the freedom of speech, or of the press; or the right of the people peaceably to assemble, and to
petition the government for a redress of grievances”.
7. Un ejemplo de esta doctrina se encuentra en el fallo de la CSJN “El Fiscal de la Nación c. Argerich,
y del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o provinciales, según
que las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones”.
10. Badeni, op. cit., p. 414.
575
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
sido incorporados de manera explícita a través de los tratados internacionales que han adqui-
rido jerarquía constitucional. Otros, en cambio, fueron reconocidos por la Corte Suprema en
diversos pronunciamientos o por leyes dictadas por el Congreso de la Nación.
11. La ley 25326, que reglamenta el hábeas data, es más contundente que el texto constitucional al
establecer en su artículo 1º que “En ningún caso se podrán afectar la base de datos ni las fuentes de
información periodísticas”.
12. Quiroga Lavié, H.: Visita guiada a la Constitución Nacional, Buenos Aires, Zavalía, 2006, p. 53.
576
o a los dueños del medio. En palabras de Badeni, “el secreto profesional es, para el periodista,
un deber ético y un derecho jurídico”. 13
El más claro ejemplo de este principio se puede observar en los Estados Unidos con el
célebre caso “Watergate” en 1974, en el que Bob Woodward y Carl Bernstein, dos periodistas
del diario The Washington Post, descubrieron que altos funcionarios de la Casa Blanca realizaban
espionaje telefónico a miembros del Partido Demócrata. El escándalo fue tan grande que ter-
minó con la renuncia del presidente Richard Nixon. La información fue dada a conocer por
una fuente apodada “Garganta Profunda”, que se mantuvo en secreto hasta que el mismo
informante reveló su identidad a través de su abogado en un artículo publicado en la revista
Vanity Fair en 2005. Calificado por el diario The New York Times como “la fuente anónima más
famosa en la historia de Estados Unidos” 14, se supo que se trató de Mark Felt, quien al mo-
mento de la denuncia era el número dos del FBI.
Como se puede observar, el secreto de las fuentes periodísticas contribuye a la difusión
de noticias de interés público que si no fuera bajo la condición de mantener en reserva a quien
las da a conocer no solo no saldrían a la luz sino que además podrían generar un daño irrever-
sible a toda la comunidad. Por eso, como bien afirma Basterra, “Sin una cláusula que garantice
el secreto de las fuentes de información periodística, el ejercicio de la libertad de expresión
podría tornarse una utopía”. 15
13. Badeni, op. cit., p. 443. Es interesante destacar que el Código Penal en el artículo 156 transforma
esta obligación ética de los periodistas en un deber jurídico al establecer que “Será reprimido con
multa de pesos mil quinientos a pesos noventa mil e inhabilitación especial, en su caso, por seis
meses a tres años, el que teniendo noticia, por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte,
de un secreto cuya divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa”.
14. http://www.nytimes.com/2008/12/19/washington/19felt.html?pagewanted=all, consultado el
11 de enero de 2015.
15. Basterra, op. cit., p. 64.
577
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Congreso.16 Se trata de una regla básica para toda república, a saber, la publicidad de los
actos de gobierno. Así como se debe respetar el principio de publicidad de la ley para
exigir su cumplimiento17, es bueno para una sociedad democrática que se difunda la ma-
nera en que los legisladores votan las leyes.
La libertad de expresión fue una de las primeras libertades reconocidas por el llamado
Constitucionalismo clásico. Ya la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre y
del Ciudadano18 emanado de la Revolución Francesa en 1789 decía: “Ningún hombre debe
ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al
manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley” (Artículo
X) y que “Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los
más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libre-
mente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos deter-
minados por la ley” (Artículo XI).
16. “Art. 83: Desechado en el todo o en parte un proyecto por el Poder Ejecutivo, vuelve con sus
objeciones a la Cámara de su origen: esta lo discute de nuevo, y si lo confirma por mayoría de dos
tercios de votos, pasa otra vez a la Cámara de revisión. Si ambas Cámaras lo sancionan por igual
mayoría, el proyecto es ley y pasa al Poder Ejecutivo para su promulgación. Las votaciones de ambas
Cámaras serán en este caso nominales, por si o por no; y tanto los nombres y fundamentos de los
sufragantes, como las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa.
Si las Cámaras difieren sobre las objeciones, el proyecto no podrá repetirse en las sesiones de aquel
año”.
17. El principio está reconocido en el Artículo 2º del Código Civil: “Las leyes no son obligatorias sino
después de su publicación y desde el día que determinen. Si no designan tiempo, serán obligatorias
después de los ocho días siguientes al de su publicación oficial”.
18. Aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26/08/1789.
578
De los instrumentos surgidos en el seno de Naciones Unidas, hay tres muy impor-
tantes que hacen referencia a la libertad de expresión que, además, tienen jerarquía cons-
titucional.
Uno es la Declaración Universal de los Derechos Humanos19 de 1948, que reconoce
la libertad de expresión en el artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de
opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opi-
niones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limita-
ción de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 20 de 1966 esta-
blece en su artículo 19:
1. “Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones.
2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la
libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración
de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier
otro procedimiento de su elección.
3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes y
responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones,
que deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para:
a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás;
b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral
públicas”.
Es interesante observar que este tratado reconoce que la libertad de expresión tiene
límites, aunque deben ser regulados bajo rigurosos criterios de razonabilidad, como lo son
la moral y el orden públicos.
También la Convención sobre los Derechos del Niño 21 consagra la libertad de los
menores a expresarse libremente, aunque, al igual que el Pacto, admite ciertas restriccio-
nes. Dice el artículo 13:
1. “El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad
de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro
medio elegido por el niño.
2. El ejercicio de tal derecho podrá estar sujeto a ciertas restricciones, que serán
únicamente las que la ley prevea y sean necesarias:
a) Para el respeto de los derechos o la reputación de los demás; o
b) Para la protección de la seguridad nacional o el orden público o para proteger la
salud o la moral públicas”.
579
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
pero da más detalles acerca de cuáles son los límites que los Estados parte pueden instau-
rar en su legislación interna, relacionados principalmente con la seguridad y defensa na-
cional y la protección de las instituciones. Dice el artículo mencionado:
1. “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende
la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin
que pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras. El
presente artículo no impide que los Estados sometan a las empresas de radiodifusión, de
cinematografía o de televisión a un régimen de autorización previa.
2. El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá
ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones, previstas por
la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad
nacional, la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la preven-
ción del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la reputación o
de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales o
para garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial”.
De la norma se desprende que la Convención Europea admite restricciones a la li-
bertad de expresión y hasta permite imponer sanciones si se afectan a otros derechos.
Ahora bien, esos límites deben estar contemplados por la ley y la injerencia debe responder
a fines legítimos, como es la protección de determinados bienes jurídicos básicos para una
sociedad democrática, como lo son la seguridad nacional y la protección de la reputación
de terceros, entre otros. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos al interpretar el
alcance de estas disposiciones ha dicho que “toda formalidad, condición, restricción o
sanción impuesta en la materia debe ser proporcionada al fin legítimo que se persigue”.23
Se debe tener en cuenta que en el continente europeo, a diferencia de lo que ocurre
en América, se aplica un criterio más restrictivo respecto de la libertad de expresión. A
modo de ejemplo, tanto la antigua Comisión Europea como el Tribunal Europeo de De-
rechos Humanos han avalado leyes que se encuentran vigentes en la mayor parte de los
sistemas jurídicos de Europa, que prohíben y sancionan cualquier manifestación que im-
plique negar el Holocausto nazi o difundir las ideas del nacionalsocialismo u otras expre-
siones de odio.24
Así, en el sistema europeo de protección de los Derechos Humanos se sostiene que
negar o minimizar el Holocausto constituye una restricción necesaria a la libertad de ex-
presión en una sociedad democrática, ya que implica la protección de derechos de terce-
ros, además de ser contrarios a valores como la justicia, la paz y la tolerancia, reconocidos
en el Convenio, cuyo artículo 17 establece que no se lo puede interpretar en un sentido
que desnaturalice los derechos allí reconocidos para causar daños a otros individuos. De
esta manera, el llamado “discurso negacionista” contiene elementos de discriminación
580
racial y religiosa y, en consecuencia, admite el dictado de medidas preventivas como la
censura previa.
25. Resolución XXX, Acta Final de la Novena Conferencia Internacional de los Estados Americanos,
Bogotá, 30/03/1948 – 02/05/1948.
26. Firmada el 22/11/1969 en San José de Costa Rica, entró en vigor el 18/07/1978.
27. La colegiación obligatoria de periodistas, Corte IDH, Opinión Consultiva 5/85, 13/11/1985, parág. 30.
28. CIDH, “Informe sobre la compatibilidad entre las leyes de desacato y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos”, Informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Washing-
ton, 1994, https://www.cidh.oas.org/annualrep/94span/cap.V.htm.
581
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
29. Caso Ivcher Bronstein (Baruch Ivcher Bronstein vs. Perú), Corte IDH, Fondo, 06/02/2001, parág.
154.
30. Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros), Corte IDH, Fondo, 05/02/2001,
parág. 72.
582
1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través
de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a efectuar
por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las otras responsabilidades legales en
que se hubiese incurrido.
3. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa periodística,
cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades
ni disponga de fuero especial.
La mayoría de la Corte IDH ha reconocido en la Opinión Consultiva 7/86 que el
derecho de rectificación o respuesta limita la libertad de expresión al enmarcarse dentro de
las responsabilidades ulteriores que reconoce el artículo 13.2 del Pacto.31 Es decir, su apli-
cación sería una consecuencia derivada de haber afectado otros derechos, como la intimi-
dad y el honor, por el ejercicio abusivo de la libertad de expresión. De ahí que sea tan
importante su reconocimiento en una sociedad democrática.
La Corte IDH considera necesario que los Estados armonicen en sus legislaciones
internas todas las libertades para que ninguna termine siendo anulada por la otra. 32 La
Argentina aún no ha incorporado una norma que reglamente el ejercicio del derecho a
réplica. Sin embargo, la Corte Suprema en el célebre caso “Ekmekdjián c. Sofovich”33,
luego de haber afirmado que los tratados internacionales tienen jerarquía superior a las
leyes, estableció que los derechos reconocidos en el Pacto son plenamente operativos, por
lo que pueden hacerse valer frente a un tribunal aunque no exista una norma que regule su
ejercicio, en especial desde que esta Convención adquirió jerarquía constitucional luego de
la reforma de 1994.
31. Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta, Corte IDH, Opinión Consultiva 7/86, 29/08/1986,
parág. 23.
32. Ibid, parág. 25.
33. “Ekmekdjián, Miguel A. c. Sofovich, Gerardo”, Fallos 315:1492 (1992).
583
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
13). Este instrumento incluso reconoce que se puede aplicar la censura previa solo para
evitar el acceso a los menores a determinados espectáculos públicos, pero eso no significa
que pueda evitarse la realización del evento, sino solamente que los niños y jóvenes acce-
dan a él.
Parece obsoleto hablar de censura previa en pleno siglo XXI, pero en muchos Esta-
dos todavía hay mecanismos para evitar la difusión de ciertos contenidos. A comienzos de
2015, por ejemplo, autoridades judiciales iraníes prohibieron la publicación de un diario
cuya portada había incluido la frase “Je Suis Charlie” (“Yo Soy Charlie”), en solidaridad a
las víctimas del atentado terrorista a la revista francesa Charlie Hebdo, atacada por haber
publicado caricaturas del profeta musulmán Mahoma.34
Sin ir más lejos, en 1992 la jueza María Romilda Servini de Cubría interpuso una
medida cautelar para evitar la emisión de un segmento del programa del humorista Tato
Bores en el que hacían referencia a su persona. Finalmente la medida fue revocada por la
Corte Suprema.35
Tres años antes, en el caso “Verbitzky” 36, el Máximo Tribunal dejó sin efecto una
resolución judicial que prohibió la publicación de una solicitada que expresaba su solidari-
dad a los jefes de la última dictadura militar por entender que ello configuraba una apología
del delito. La Corte Suprema consideró que no se podía impedir esa publicación, más allá
de las responsabilidades en las que incurrieran los firmantes.
Puede suceder que la censura se ejerza de forma indirecta, es decir, que el Estado
lleve a cabo determinadas políticas que en definitiva terminen restringiendo la libertad de
expresión. El artículo 13.3 del Pacto San José de Costa Rica identifica algunos medios
indirectos de censura, como el abuso de controles oficiales o privados de papel para pe-
riódicos o de frecuencias radioeléctricas, así como cualquier otra medida que implique un
control anticipado. La Corte Suprema ha reconocido como formas de censura indirecta la
aplicación de la Ley de Abastecimiento (ley 20680) y la consecuente fijación de un precio
de tapa a los diarios37, así como la asignación arbitraria de la publicidad oficial 38, en la que
ciertos medios afines al Gobierno resultan más favorecidos que los que poseen una línea
editorial adversa.39
34. http://www.lanacion.com.ar/1760961-prohiben-un-periodico-en-iran-por-titular-yo-soy-charlie,
consultado el 17 de enero de 2015.
35. “Servini De Cubría, María R.”, Fallos 315:1943 (1992). Como respuesta al acto de censura previa,
Tato Bores reunió en su programa a las figuras del espectáculo más importantes de ese momento
para cantar una canción compuesta especialmente para la jueza titulada “La jueza Barú Budú Budía”.
Para leer la crónica de cómo fue censura al programa acceder a http://www.teaydeportea.edu.ar/ar-
chivos/hace-20-anos-censuraban-a-tato-bores/.
36. “Verbitzky, Horacio”, Fallos 312:917 (1989).
37. “La Prensa S.A.”, Fallos 310:1715 (1987).
38. “Editorial Río Negro c. Provincia de Neuquén”, Fallos 330:3908 (2007).
39. La Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión de la CIDH en su punto 13 sostiene
que “la asignación arbitraria y discriminatoria de publicidad oficial y créditos oficiales […], con el
objetivo de presionar y castigar o premiar y privilegiar a los comunicadores sociales y a los medios
de comunicación en función de sus líneas informativas, atenta contra la libertad de expresión” y debe
estar expresamente prohibida por la ley.
584
Otras formas de censura indirecta han sido la obligación de obtener autorizaciones
administrativas, la inscripción de registros especiales, el título profesional habilitante pro-
ducto de estudios universitarios o terciarios y la colegiación obligatoria. La Corte IDH ha
dicho puntualmente que esto último es incompatible con la Convención Americana de
Derechos Humanos porque impediría a los periodistas que no pertenecen al colegio ejercer
su profesión.40
40. La colegiación obligatoria de periodistas, Corte IDH, Opinión Consultiva 5/85, 13/11/1985, parág. 81.
41. CSJN, “S., V. c. M., D.A.”, Fallos 324:975 (2001) y “S., L.E. c. Diario El Sol S.A.”, Fallos 330:3685
(2007).
42. Art. 16: “Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia,
585
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Además, la Corte consideró que el plazo de restricción resulta demasiado breve como para
generar una interferencia real en los medios de comunicación.44
Si bien la censura previa está prohibida, la libertad de expresión sí está sujeta a res-
ponsabilidades ulteriores por los daños que su ejercicio pueda producir a terceros, en es-
pecial en lo relativo al derecho a la intimidad, al honor y a la imagen. Como afirma Sabsay,
“‘sin censura previa’ no implica sin responsabilidad civil o penal por las consecuencias del
ejercicio de expresarse libremente”45, ya que, como ha dicho la Corte Suprema, “el ejercicio
del derecho de informar no puede extenderse en detrimento de la necesaria armonía con
los restantes derechos constitucionales”.46
Las sanciones pueden ser de carácter penal –como lo son en las calumnias y las inju-
rias–, administrativas o civiles –reparación pecuniaria por los daños y perjuicios ocasiona-
dos–. De acuerdo con Badeni, para que se aplique una sanción el daño ocasionado por el
ejercicio de la libertad de expresión debe ser manifiesto, arbitrario, grave y serio, por lo
que no es suficiente el daño potencial ni es admisible la presunción del daño. 47
Sin embargo, algunos autores, como Bertoni, sostienen que las responsabilidades ul-
teriores constituyen un límite a la libertad de expresión similar al de la censura previa por-
que su consecuencia es la autocensura producto de la intimidación, pues la existencia de
sanciones por expresar determinadas ideas genera que las personas se abstengan de exte-
riorizarlas. Es lo que la doctrina estadounidense denomina chilling effect48 o efecto inhibidor.
De todas maneras, se reconoce que la libertad de expresión no es un derecho abso-
luto y que puede afectar el ejercicio de otros derechos fundamentales como el de la intimi-
dad, el honor y la imagen, ya que con la mera exteriorización de un pensamiento es posible
dañar la reputación de una persona o dar a conocer información que no debía haber to-
mado estado público. Así lo ha reconocido la jurisprudencia, que en numerosos pronun-
ciamientos ha intentado establecer los límites entre los derechos en pugna. Uno de los
criterios empleados para hacer esta delimitación es el interés público, ya sea en los hechos
como en las personas que los protagonizan.
En el caso de personajes públicos o famosos, se admite que voluntariamente han
decidido tener un ámbito de privacidad más reducido que el del común de las personas,
pero eso no significa que hayan renunciado a su intimidad ni a preservar su imagen y su
reputación. Como explica Basterra, “la intromisión en la vida privada de estas personas
debe admitirse si la información que se desea transmitir tiene interés público para la
des ulteriores”, en Abramovich, V.; Bovino, A. y Courtis, C. (comps.): La aplicación de los tratados sobre
derechos humanos en el ámbito local: la experiencia de una década, Buenos Aires, Del Puerto, 2007, pp. 83-
108.
586
sociedad”.49 Además, la información que se difunde debe tener una relación intrínseca con
la actividad que la persona pública realiza.
Ahora bien, cuando se trata de personas desconocidas que se encuentran fuera del
mundo de la fama o del ambiente de los medios, pero que circunstancialmente se ven
involucradas en un asunto de trascendencia pública, se debe dar mayor protección a su
privacidad y limitarse a develar información acerca de las cuestiones vinculadas al hecho
por el cual adquirieron relevancia. Incluso el Máximo Tribunal ha dicho que en aquellos
casos en los que las personas son anónimas –más tratándose de menores– y no hay un
interés general que justifique difundir sus actos, solo la reserva de su identidad protege
realmente su intimidad, por lo que no es suficiente citar la fuente o utilizar el verbo en
tiempo potencial para que el medio quede exento de responsabilidad. 50
a. La doctrina “Campillay”
En el caso “Campillay”51, la Corte Suprema reconoció la responsabilidad de tres dia-
rios por haber violado una máxima básica del periodismo: citar la fuente de información.
Los diarios La Razón, Crónica y Diario Popular transcribieron sin mencionar su origen
un comunicado policial en el cual se le imputaba al actor un delito que resultó ser falso
porque había sido sobreseído en sede penal. Como eso generó un daño en su reputación,
Julio César Campillay demandó a los diarios por daños y perjuicios. La Corte Suprema
reconoció la responsabilidad de los medios porque al no citar la fuente hicieron suya la
imputación del delito que se hacía en el comunicado policial y, por lo tanto, aceptaron las
consecuencias que podía generar esa publicación.
Lo interesante del fallo “Campillay” es que el Máximo Tribunal desarrolló una doc-
trina para eximir de responsabilidad a los medios que publican informaciones falsas o total
o parcialmente erróneas y que pueden afectar el honor de terceros. Para eso, deben citar la
fuente de información y reproducirla fielmente (en caso de ser anónima se debe aclarar tal
situación52), utilizar un tiempo de verbo potencial o mantener en reserva la identidad de
los implicados. Estas condiciones no son acumulativas sino que con cumplir con alguna
de las tres ya queda excluida la responsabilidad del medio.
587
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
sobre Derechos Humanos”, Informe anual dela Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1994,
OEA/Ser. L/V/II.88, en http://www.cidh.oas.org/annualrep/94span/cap.V.htm.
60. Ibid.
588
limitando un derecho humano fundamental que es también internacionalmente recono-
cido como la piedra angular en que se funda la sociedad democrática”. 61
La Corte IDH, por su parte, consideró en el caso “Herrera Ulloa” que las expresiones
relativas a funcionarios públicos deben tener un margen de apertura más amplio en lo que
se refiere a asuntos de interés público porque así lo requiere un sistema realmente demo-
crático. De acuerdo con el Tribunal, “el acento de este umbral diferente de protección no
se asienta en la calidad del sujeto, sino en el carácter de interés público que conllevan las
actividades o actuaciones de una persona determinada. Aquellas personas que influyen en
cuestiones de interés público se han expuesto voluntariamente a un escrutinio público más
exigente y, consecuentemente, se ven expuestos a un mayor riesgo de sufrir críticas, ya que
sus actividades salen del dominio de la esfera privada para insertarse en la esfera del debate
público”.62 Lo que la Corte IDH quiere decir es que los funcionarios públicos están más
expuestos a las críticas de la sociedad, por lo que deben tolerar ser el blanco de cuestiona-
mientos y de expresiones que pueden resultarles ofensivas o insultantes.
En suma, como afirma la CIDH en la Declaración de principios sobre libertad de expresión,
“Los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por parte de la sociedad.
Las leyes que penalizan la expresión ofensiva dirigida a funcionarios públicos generalmente
conocidas como ‘leyes de desacato’ atentan contra la libertad de expresión y el derecho a
la información”.63
61. Ibid.
62. Caso Herrera Ulloa (Herrera Ulloa vs. Costa Rica), Corte IDH, Fondo, 02/07/2004, parágs. 128-
129.
63. CIDH, Declaración de principios sobre libertad de expresión, 2000, principio 11.
589
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
delito de injurias los calificativos lesivos del honor cuando guardasen relación con un
asunto de interés público”.
Luego de la sanción de la ley 26551, el Código Penal considera autor de la calumnia
o la injuria al que la publique o reproduzca salvo que haya citado al autor de la expresión
que ocasionó el perjuicio. Además, exime de responsabilidad penal al que se retractare
públicamente de sus expresiones.
Se quitó la pena de prisión por la comisión de calumnias e injurias luego de que la
Corte IDH declarara en el caso “Kimel vs. Argentina” 64 que esos artículos del Código
Penal argentino eran contrarios a la Convención Americana.
El caso llegó al Sistema Interamericano de protección de Derechos Humanos luego
de que la Corte Suprema65 revocara la sentencia absolutoria de la Cámara de Apelaciones
y confirmara la pena de un año de prisión en suspenso que había recibido en primera
instancia el periodista Eduardo Kimel por las calumnias e injurias proferidas al juez Gui-
llermo Rivarola en su libro La masacre de San Patricio.66 La denuncia ante la Comisión Inter-
americana fue realizada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el centro
por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y en 2007 llegó a la Corte IDH, que
determinó que la redacción ambigua de los artículos que penaban las calumnias y las inju-
rias inducían fácilmente a la arbitrariedad, además de considerar que la pena no se ajustaba
a los principios de estricta necesidad y proporcionalidad que deben aplicarse al limitar pe-
nalmente un derecho fundamental como es la libertad de expresión.
Por último, la Corte volvió a repetir su doctrina acerca de que “las expresiones con-
cernientes a la idoneidad de una persona para el desempeño de un cargo público o a los
actos realizados por funcionarios públicos en el desempeño de sus labores gozan de mayor
protección, de manera tal que se propicie el debate democrático”, ya que “en una sociedad
democrática los funcionarios públicos están más expuestos al escrutinio y la crítica del
público”. En consecuencia, sus actos “salen del dominio de la esfera privada para insertarse
en la esfera del debate público”.67
64. Caso Kimel (Eduardo Kimel vs. Argentina), Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
02/05/2008.
65. CSJN, “Kimel, Eduardo G. y otro”, Fallos 321:3596 (1998).
66. Kimel, E.: La Masacre de San Patricio, Buenos Aires, Lohlé-Lumen, 1989.
67. Caso Kimel (Eduardo Kimel vs. Argentina), Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas,
590
debido a las particularidades de internet, merece una protección ligeramente diferente a la
de los medios tradicionales.
En 2011, el Relator Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opi-
nión y de Expresión, la Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de
la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Relatora Espe-
cial de la Organización de Estados Americanos (OEA) para la Libertad de Expresión y la
Relatora Especial sobre Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Comisión
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) emitieron una declaración
conjunta sobre la Libertad de expresión e internet 68 en la que establecen principios gene-
rales para su regulación:
1. Las restricciones a la libertad de expresión en internet se aplican de la
misma forma que en el resto de los medios de comunicación tradicionales, es
decir, sus restricciones deben cumplir los estándares establecidos por el derecho
internacional, como el de proporcionalidad.
2. Internet debe reglamentarse teniendo en cuenta sus características espe-
ciales.
3. Debe promoverse la autorregulación como herramienta efectiva para li-
mitar las expresiones injuriosas.
4. Se deben fomentar medidas educativas y de concientización para pro-
mover un uso responsable de internet.
La Declaración exime de responsabilidad a los intermediarios –aquellos que proveen
servicios en internet como servidores y buscadores– por los contenidos generados por los
usuarios, salvo que hayan participado en su desarrollo o que se hayan negado a cumplir
una orden judicial que exija su eliminación cuando estén en condiciones de hacerlo. Ade-
más, considera que los intermediarios no están obligados a controlar esos contenidos.
Por otra parte, el documento afirma que el bloqueo de un sitio web es una medida
extrema análoga a la prohibición o cierre de un periódico o de una emisora de radio o
televisión y que el sistema de filtrado de contenidos, si no está en manos del usuario final,
constituye una forma de censura previa no justificada por los estándares internacionales
de protección de la libertad de expresión.
Respecto de la responsabilidad civil y penal, la competencia debería corresponder
exclusivamente a los Estados que estén más estrechamente relacionados con los conteni-
dos que ocasionaron el perjuicio, ya sea porque el autor reside en ese Estado, porque el
contenido se publicó desde allí o debido a que este se dirige específicamente a un Estado
en particular.
Por último, la declaración reconoce el derecho al acceso a internet y obliga a los
Estados a garantizarlo como forma de permitir el libre ejercicio de la libertad de expresión
68. Relator Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opinión y de Expresión,
Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad
y la Cooperación en Europa (OSCE), Relatora Especial de la Organización de Estados Americanos
(OEA) para la Libertad de Expresión y Relatora Especial sobre Libertad de Expresión y Acceso a la
Información de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP), Declaración
Conjunta sobre la Libertad de Expresión e Internet, 11/06/2011, en http://www.oas.org/es/cidh/expre-
sion/showarticle.asp?artID=849&lID=2.
591
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
28.8. Bibliografía
592
Capítulo 29
29.1. Introducción
1. Costa, J.C.: Manual de Derecho Romano Público y Privado, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2007, pág. 153.
593
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
2.
Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. Artículos Adicionales y Enmiendas a la
Constitución de los Estados Unidos de América. Art. 1.
594
Locke (A letter concerning toleration) de 1689– la contemporánea política inglesa sobre libertad
de expresión, de asociación y de reunión.
Fuera de los escritos de Milton y Locke, la doctrina expuesta por Blackstone en sus
“Commentaries on the Laws of England” representó en su momento un gran avance para
la libertad de expresión y tuvo influencia decisiva en las colonias norteamericanas y se
reduce a la inexistencia de censura previa, pero no objeta el castigo posterior por su ejer-
cicio con lo que la ley respectiva establezca. 3
Así, el contemporáneo de Blackstone, Jeremy Bentham sostenía que una de las dife-
rencias entre un gobierno libre y uno despótico radicaba en la seguridad bajo la cual los
descontentos pueden hacer conocer sus sentimientos, concertar sus planes y practicar toda
forma de oposición excepto, simplemente, la rebelión y la sedición, sin que el Poder Eje-
cutivo pueda estar habilitado legalmente a perturbarlos. 4
Luego conocemos la historia. La mayoría de las constituciones americanas toman a
la norteamericana como fuente de las mismas y terminan receptando esos derechos. Po-
demos observar:
En la Argentina, Artículo 14; en Bolivia, Artículos 7 y 222; en Brasil, Artículos 5, 17;
Chile, Artículos 1, 19; en Colombia, Artículos 37, 38, 107; Costa Rica, Artículos 25 y 26;
en Cuba, Artículos 7 y 54; Ecuador, Artículo 23; El Salvador, Artículo 7; Guatemala, Ar-
tículos 33, 34, 223; Honduras, Artículos 47, 78, 79; México, Artículo 9; Nicaragua, Artícu-
los 53 y 54; Panamá, Artículos 38 y 39; Paraguay, Artículos 32, 42; Perú, Articulo 2;
República Dominicana, Artículo 8; Uruguay, Artículos 38 y 39 y finalmente en Venezuela,
Artículos 52, 53 y 68.
En el siglo XX ya podemos observar cómo los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos fueron adoptando en sus textos tanto el Derecho de Asociación como en el
Reunión (los mismos serán mencionados aquí y estudiaremos en el Punto IV del presente
Capítulo).
3. Bianchi, A.B.: Orígenes históricos de la libertad de expresión, Buenos Aires, La Ley 1995-C901. Derecho
Constitucional. Doctrinas Esenciales, Tomo III, Buenos Aires, pág. 331.
4. Cit. Por Barton Carter et al. “The First Amendmente and the Foruth Estate”. Cit. pág. 36.
595
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Artículo 10 y 11.
Como se puede apreciar, no hay duda alguna que tanto del Derecho de Asociación
como así también el de Reunión se encuentran protegidos sobradamente en todos los ins-
trumentos internacionales de Derechos Humanos.
Derecho de Reunión
Podemos definir al Derecho de Reunión como aquella libertad política individual o
grupal que faculta a un grupo de personas a concurrir temporalmente en un mismo lugar,
pacíficamente y sin armas, para cualquier finalidad lícita y conforme a la Ley.
Para Zuccherino el derecho de Reunión es “la facultad que asiste al ser humano de
nuclearse accidental o periódicamente con sus semejantes en función de los motivos que
señale su libre albedrío”.5
En nuestro país se reglamenta el derecho de reunión mediante la Ley 20120, en donde
si bien la autoriza con grandes amplitudes ya la prohíbe en su artículo 2 en cuanto la im-
posibilidad de “…toda reunión que significa una amenaza real e inminente para la seguri-
dad pública…”, lo que puede traducirse en sediciones, manifestaciones violentas, o bien
destrucción o interrupción de servicios públicos o de bienes públicos generados por “pro-
testas ilegales”, si quepa tal definición, entre otros.
Por su parte las reuniones públicas podrán ser 1) De asistencia libre; 2) De asistencia
libre con reserva de derecho de admisión por parte del convocante y 3) Por invitación
pudiendo ser en todos los casos mediante un ingreso gratuito u oneroso.
En cuanto al lugar, las mismas pueden realizarse en a) lugares cerrados b) en lugares
o sitios abiertos al público en general; c) en la vía pública, entendiéndose por tal las calles,
paseos y otros lugares públicos. En este último caso, la reunión pública puede realizarse
sin desplazamiento (manifestaciones, desfiles, marchas).
Las reuniones públicas espontáneas solo pueden realizarse en lugares cerrados, dice
la misma norma, lo que a desatino de la normativa iría a nuestro entender, contra no solo
la Constitución Nacional sino contra los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
celebrados por el Estado Argentino, por ser violatorio a la Convención Americana de De-
rechos Humanos y a la Carta Americana de Derechos y Deberes del Hombre, en sus res-
pectivos artículos.
Derecho de Asociación
La libertad de asociación o derecho de asociación es un derecho fundamental que
consiste en liberar los Estados del Municipio y la facultad de unirse y formar grupos, aso-
ciaciones u organizaciones con objetos lícitos, así como retirarse de ellos. El Derecho de
Asociación supone la libre disponibilidad de los miembros individuos para constituir for-
malmente agrupaciones permanentes o personas jurídicas encaminadas a la consecución
5.Zuccherino, Ricardo en Derecho Constitucional de la Reforma de 1994 de Dardo José Pérez Hualde
(24), Buenos Aires, Editorial DePalma, 1995, pág. 234.
596
de fines específicos. Es una prolongación de las libertades de pensamiento, expresión y
reunión y una antesala de los derechos de participación ciudadana.
Es importante señalar que se entiende que la asociación es una agrupación humana
que tiene naturaleza voluntaria, tengan o no éstas ánimo de lucro. Estas últimas dieron
lugar a las sociedades mercantiles y civiles y fueron admitidas desde su inicio como derecho
de propiedad y en consonancia con la nueva economía capitalista emergente desde la re-
volución industrial inglesa.
Por su parte debe distinguirse entre las asociaciones privadas y públicas. Las primeras
son aquellas cuyos objetivos son lícitos, pero no abarcativos a la sociedad entera, por ejem-
plo una empresa societaria o un club deportivo. Las públicas responden a una necesidad
de utilidad pública o a un bienestar a la sociedad, como lo es un partido político, Organi-
zaciones No Gubernamentales, una comunidad religiosa, tengan o no lucro en sí.
Por último, se las caracteriza por tener cierta vocación de permanencia, por más es-
pontánea o circunstancial que sea, para lo que necesita una organización estable, por mí-
nima que ella pueda ser.
Ahora bien. Debe ser “útil”. Entendemos que la utilidad radica en la satisfacción de
determinados objetivos, que claramente pueden o no variar con el paso del tiempo. Por
ende, mientras estos objetivos sean lícitos y no contrarios a normativa alguna, como por
ejemplo la moral, las buenas costumbres, etc.
Deben ser permitidas y amparadas con la debida registración por ante el organismo
estatal correspondiente. Por fines inútiles se entienden aquellas que se forman con una
finalidad absurda, imposible, banal, o contrario legis, como sería una asociación dedicada a
cometer ilícitos (Asociación Ilícita penada en nuestro Código Penal), o bien una asociación
destinada únicamente a lograr la felicidad de toda la sociedad por el simple hecho de que
sean felices sin mayor especificaciones de cómo lograrlo.
Así como existe el Derecho de Asociación, contrario sensu, también existe el derecho
a no Asociarse. En fallos como “Ferrari” (308:987) 6 y “Beveraggi” (308:1626)7 la Corte
Suprema de Justicia de la Nación concluyó que en regímenes de derecho privado y común
no es exigible tal asociación compulsiva, pero que sí es posible hacerlo respecto de entida-
des de derecho público, como por ejemplo un colegio público de abogados que gobierna
la matrícula, teniendo facultades consultivas con relación al servicio de justicia que protege
a la profesión, con lo que cumple con facultades estatales delegadas por las autoridades
públicas. El ingreso a la entidad no es por tanto un acto voluntario, sino una suerte de
carga pública o servicio personal.
6.Fallo Ferrari. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos 308:987. Buenos Aires. Argentina.
7.Fallo Bereraggi. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos 308:1626. Buenos Aires. Argen-
tina.
597
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
598
“Toda persona tiene el derecho de reunirse pacíficamente con otras,
en manifestación pública o en asamblea transitoria, en relación con sus in-
tereses comunes de cualquier índole”.
“Artículo 10.
1. Todo individuo tendrá derecho a la libre asociación, siempre que
cumpla con la ley.
2. De conformidad con la obligación de solidaridad contemplada en
el artículo 29, nadie puede ser obligado a formar parte de una asociación.
Articulo 11.
Todo individuo tendrá derecho a reunirse libremente con otros. El
ejercicio de este derecho estará sujeto solamente a las necesarias restriccio-
nes estipuladas por la ley, en especial las decretadas en interés de la seguri-
dad nacional, la seguridad personal, la salud, la ética y los derechos y
libertades de los otros”.
599
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
8. Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de Noviembre de 1985. “La Colegiación Obligatoria de Pe-
riodistas”. Solicitada por el Gobierno de Costa Rica.
9. Fallo “Partido Comunista Unificado de Turquía y otros vs Turquía”. European Court of Human
600
En la Argentina, Artículo 14;
“Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguien-
tes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de
trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar
a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argen-
tino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y dispo-
ner de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su
culto; de enseñar y aprender”.
601
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Explica el Dr. Dardo José Pérez Hualde que por Derecho de Asociación, la Consti-
tución Nacional se limita a decir “conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio”. La
libertad de asociación no impide la imposición de restricciones legales, y aún la privación
del ejercicio del derecho de asociación a los miembros de las fuerzas armadas y de la poli-
cía” (Art. 16.3 PSJCR).
13. Guardia, L.: Artículo 15. Derecho de Reunión. La Convención Americana de Derechos Humanos y su Proyec-
ción en el Derecho Argentino, Buenos Aires, La Ley, 2012, pág. 257.
14. Pérez Castaño, D.: “Régimen Jurídico del Derecho de Reunión y Manifestación”, Madrid, Minis-
602
Finalmente, el nuevo Artículo 42 de la Carta Suprema, nos muestra un caso muy
concreto de asociación, que es el de consumidores y usuarios, que tendrán “la necesaria
participación” en los organismos de control para la prevención y solución de conflictos.15
No podemos dejar de puntualizar que, al igual que cualquier otro derecho, el de Aso-
ciación es reglamentable sin que signifique que esas normativas sean irrazonables. Así, en
el fallo “Niketana”16, la CSJN resolvió que no son válidas las observaciones de la Inspec-
ción General de Justicia en la denegación de inscripción para funcionar como tal, si no
aumentaba el número de asambleas anuales de la Dirección de referida asociación.
Por su parte, no obviaremos el fallo “Comunidad Homosexual Argentina - CHA”
por cuanto la Corte Suprema estudió los fines y objetos de esa Asociación, según explica:
15. Pérez Hualde, D.J.: Derecho Constitucional de la Reforma de 1994, Buenos Aires, Editorial DePalma,
1995, pág. 211.
16. Fallo “Niketana, Centro de Meditación y Crecimiento”. Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Fallos 311:2817
17. Fallo “Comunidad Homosexual Argentina. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos LL,
1991-E-679.
18. Fallo “Asociación Lucha por la Identidad Travesti - Transexual c. Inspección General de Justi-
603
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
29.7. Conclusiones
Si bien ha sido un largo camino, difícilmente podamos indicar que los derechos de
asociación y reunión están en crisis en la Argentina. Las fallas corren por otro lado. Así,
por ejemplo, ¿Qué derecho a la asociación tienen aquellos pueblos originarios que no re-
conocen moralmente un representante en favor de toda la comunidad? ¿Cómo unimos ese
respeto a la tradición aborigen con nuestra costumbre europea al derecho de representa-
ción y asociación?
Asimismo no obviaremos que si bien en nuestro país encontramos un respeto a estos
derechos, no así en ciertas partes de Latinoamérica y en algunos Estados de origen teocrá-
ticos de medio oriente, donde por razones políticas o fanatismo religioso encontramos
persecuciones a opositores, cancelación y avallasamientos de derechos ya consagrados hace
décadas en nuestro continente y en gran parte del mundo.
Nuestro trabajo no es más que una breve síntesis para que todos aquellos lectores y
colegas tengan más herramientas para ver esta realidad, esos derechos fundamentales que,
insistimos, no fueron otorgados por los Estados sino que fueron obtenidos con lucha y
sangre por nuestros pueblos, a quien a fin de cuentas debemos agradecer ese amor a la
libertad.
29.8. Bibliografía
19.
Fallo “Sofía Antonia y Baquero”. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos 243:504.
22/05/1959.
604
Pérez Castaño, D.: Régimen Jurídico del Derecho de Reunión y Manifestación, Ma-
drid, Ministerio del Interior de España, 2004, pág. 22.
Bianchi, A.B.: “Orígenes históricos de la libertad de expresión”. La Ley
1995-C901. Derecho Constitucional. Doctrinas Esenciales. Buenos Aires. Argen-
tina. Tomo III, Página 311.
Gómez, I.: El sistema africano de protección de los Derechos Humanos, Estrasburgo,
Institut Internacional des droits de l´homme, 2013.
Pérez Hualde, D.J.: Derecho Constitucional de la Reforma de 1994, Buenos Aires,
Editorial DePalma, 1995, pp. 211 y 234.
Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. Artículos Adiciona-
les y Enmiendas a la Constitución de los Estados Unidos de América. Art. 1.
Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. “La Colegia-
ción Obligatoria de Periodistas”. Solicitada por el Gobierno de Costa Rica.
European Court of Human Right. Fallo “Partido Comunista Unificado de
Turquía y otros vs Turquía”. 30/01/1998, Ciudad de Estrasburgo, República
Francia. Consultado en (http://www.echr.coe.int/Pages/home.aspx?p=home).
Constituição da República Federativa do Brasil De 1988. Art. 5º Todos são iguais
perante a lei, sem distinção de qualquer natureza, garantindo-se aos brasileiros e
aos estrangeiros residentes no País a inviolabilidade do direito à vida, à liberdade,
à igualdade, à segurança e à propriedade, nos termos seguintes: XVI - todos po-
dem reunir-se pacificamente, sem armas, em locais abertos ao público, indepen-
dentemente de autorização, desde que não frustrem outra reunião anteriormente
convocada para o mesmo local, sendo apenas exigido prévio aviso à autoridade
competente; XVII - é plena a liberdade de associação para fins lícitos, vedada a
de caráter paramilitar.
The Constitution of the United States. The Amendments. The following
are the Amendments to the Constitution. Amendment I - Freedom of Religion,
Press, Expression. Ratified 12/15/1791. Congress shall make no law respecting
an establishment of religion, or prohibiting the free exercise thereof; or abridging
the freedom of speech, or of the press; or the right of the people peaceably to
assemble, and to petition the Government for a redress of grievances.
Cit. Por Barton Carter et al. “The First Amendment and the Fourth Estate”.
Cit. Pág. 36.
Fallo Ferrari. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos 308:987. Bue-
nos Aires. Argentina.
Fallo Bereraggi. Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fallos 308:1626.
Buenos Aires. Argentina.
Fallo “Niketana, Centro de Meditación y Crecimiento”. Corte Suprema de
Justicia de la Nación. Fallos 311:2817.
Fallo “Comunidad Homosexual Argentina. Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Fallos LL, 1991-E-679.
Fallo “Sofía Antonia y Baquero”. Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Fallos 243:504. 22/05/1959.
Fallo “Asociación Lucha por la Identidad Travesti - Transexual c. Inspec-
ción General de Justicia”. Corte Suprema de Justicia de la Nación. 21/11/2006.
605
Capítulo 30
30.1. Introducción
Las luchas por las libertades civiles y políticas contra los abusos y arbitrariedades del
poder, y por la autodeterminación de los pueblos, impulsaron y conquistaron el reconoci-
miento de la soberanía popular como fuente del poder del Estado.
En esa permanente tensión que implican las luchas por el poder, se produjeron mu-
chos avances dentro del campo de las libertades civiles y políticas, y de la democracia.
El derecho internacional de los derechos humanos reconoce como ejes fundamenta-
les de los derechos políticos, a la soberanía popular y a la democracia representativa. Al
mismo tiempo, el ejercicio de estos derechos pone de manifiesto una estrecha relación con
ciertas libertades y derechos, como el de asociación, de reunión, de información, libertad
de expresión, y de tránsito.
La soberanía del pueblo, la libre determinación, la democracia, el acceso al poder y
su ejercicio, la elección periódica de los representantes por sufragio universal y secreto, la
participación ciudadana en los asuntos públicos, y los derechos de las minorías, son todas
cuestiones centrales en la mirada de los derechos humanos, y son el objeto de protección
específica de los derechos políticos.
El proceso internacional de positivización de los derechos humanos que se inició en
1945-19481, tuvo presente desde sus albores, los derechos vinculados al acceso al poder y
su ejercicio. Tanto el sistema universal de protección de los derechos humanos, como los
sistemas regionales que armonizan con el sistema universal, han establecido a los derechos
políticos como normas supranacionales obligatorias, con mecanismos específicos de ob-
servación, promoción y protección, y en algunos casos, naturaleza jurisdiccional. En estos
últimos, la jurisprudencia emanada de los tribunales internacionales, ha señalado la necesi-
dad del respeto y realización de los derechos políticos y de participación en un contexto
de democracia representativa de los Estados partes, en cumplimiento de los compromisos
internacionales sobre derechos humanos. En especial, en cuanto los órganos jurisdiccio-
nales nacionales, incluidos los que tienen la competencia electoral, deben acatar las senten-
cias de aquellos órganos judiciales supranacionales y, también, realizar el control de
convencionalidad, para hacer efectivos los compromisos de realización de estos derechos.
1.
Carta de las Naciones Unidas, 26 de junio de 1945; y Declaración Universal de los Derechos Hu-
manos (DUDH) proclamada el 10 de diciembre de 1948.
607
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La Carta de las Naciones Unidas y los principios que la conforman, son la piedra
angular del derecho internacional actual, que con un alto grado de reconocimiento inter-
nacional y pretensión de universalidad, se sustentaron y se sustentan en la voluntad sobe-
rana y manifiesta de los Estados para poner en vigencia la Organización de las Naciones
608
Unidas y su sistema de cooperación y protección internacional. El principio pacta sunt ser-
vanda, que es uno de los ejes jurídicos centrales del sistema de las Naciones Unidas, orienta
hacia el interior de los Estados miembros, la aplicación y vigencia real de las normas de
fuente internacional, obligando a garantizar los compromisos asumidos en sus territorios
respectivos y en la relación con los ciudadanos, tanto individual como colectivamente. 4
En este orden de pensamiento, a su vez, el derecho internacional de los derechos
humanos, que se erige hoy en un cuerpo de derecho positivo universal, fue concebido
como un pilar del nuevo derecho internacional y del nuevo orden internacional de post-
guerra. La Carta de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco en 1945, con la finalidad
de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante
nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles...”, incluye en su parte
normativa aquellos primigenios mandatos que luego se enriquecieron con la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948, y su desarrollo progresivo hasta el presente.
Así, los “Propósitos de las Naciones Unidas” impulsaron a la comunidad internacional a:
“…Realizar la cooperación internacional….en el desarrollo y estímulo del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por mo-
tivos de raza, sexo, idioma o religión;…”, y luego en el artículo 55, proclamó que: “…con
el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las relaciones
pacíficas y amistosas entre las naciones basadas en el respeto de la igualdad de derechos y
en la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá, …c) El respeto uni-
versal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distin-
ción por motivos de raza sexo idioma o religión y la efectividad de tales derechos y
libertades”. Estos mandatos, se reafirman en el artículo 56, donde los Estados se obligan
a ser garantes del cumplimiento de tal compromiso y de hacer realidad esos propósitos.5
Los derechos humanos políticos positivizados, aparecen por primera vez en la De-
claración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948, instrumento internacional
que ha allanado el camino a la construcción de un orden jurídico internacional que tutela
al ser humano como sujeto de derecho internacional frente a los Estados.
En su artículo 21, declara que la soberanía popular es la base del poder público, y por tanto,
toda autoridad pública tiene su fundamento en la voluntad del pueblo, y agrega que, los derechos
humanos deben ser protegidos por un régimen de derecho. Allí, se establecen las categorías
4. Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados: artículos 26 y 27. Artículo 26. Pacta sunt
servanda “Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”. Ar-
tículo 27. El derecho interno de los Estados, las reglas de las organizaciones internacionales y la
observancia de los tratados 1. Un Estado parte en un tratado no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento del tratado. 2… 3. Las normas enunciadas en los párrafos pre-
cedentes se entenderán sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.
5. Carta ONU, artículos 55 y 56. Artículo 55. “Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad
y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el res-
peto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organi-
zación promoverá….c. el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales
de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales
derechos y libertades. Artículo 56. Todos los Miembros se comprometen a tomar medidas conjunta
o separadamente, en cooperación con la Organización, para la realización de los propósitos consig-
nados en el Artículo 55”.
609
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
jurídicas supranacionales que conforman hoy los derechos humanos políticos. De tal ma-
nera que, en el estado de derecho democrático se reconoce que la voluntad del pueblo,
esfera colectiva, es la base el poder público y esta se expresa mediante elecciones auténticas;
periódicas; por sufragio universal, igual, secreto, u otro procedimiento que garantice la
libertad del voto; y en la esfera individual, toda persona tiene el derecho a participar en el
gobierno de su país directamente o por medio de sus representantes libremente escogidos
y el derecho de acceso en condiciones de igualdad a las funciones públicas de su país.
Se reconoce allí una relación esencial entre soberanía del pueblo, democracia repre-
sentativa y derechos humanos, por lo que la vigencia de los derechos humanos se erige en
la columna medular de la consolidación del Estado democrático y social de derecho.
Veinte años después de la DUDH, se produjo el segundo paso trascendente en el
progreso y positivización del derecho internacional de los derechos humanos, con la adop-
ción del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el 16 de diciembre de 1966,
cuya entrada en vigencia internacional casi treinta años después de la Declaración Univer-
sal, se produjo el 23 de marzo de 1976.
Este Pacto Internacional, de cumplimiento obligatorio para los Estados Partes, esta-
blece el deber de generar y sostener las condiciones que permitan a cada persona gozar –
sin distinción de ningún tipo– tanto de sus derechos civiles y políticos, como de sus dere-
chos económicos sociales y culturales, conforme a su Preámbulo y a los artículos 1, 2 y 3.
En el artículo 2.1., se establece el compromiso de respeto y garantía de los Estados Partes
a todos los individuos que se encuentren en sus territorios y bajo su jurisdicción, de los
derechos reconocidos en ese Pacto, sin discriminación alguna. Luego, el artículo 3° se re-
fiere especialmente a la igualdad de género, aspecto relevante a la hora del ejercicio de los
derechos políticos de las mujeres.
Análisis del artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCyP)
En el artículo 25, el Pacto se ocupa de los derechos políticos, y utiliza la expresión
“derechos y oportunidades de participación en la dirección de los asuntos públicos”. Dis-
tingue allí una serie de aspectos que conforman la compleja trama de esta categoría jurídica.
Así se distingue, el derecho a participar en los asuntos públicos, de votar y de ser elegido/a
en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal y voto secreto, que
garantice la libre expresión de la voluntad de los electores; y el derecho de acceso en con-
diciones de igualdad a las funciones públicas, aspecto que involucra la cuestión del cupo
femenino y otras situaciones que plantean desigualdades.
• Ciudadanía
610
raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
Las distinciones entre quienes tienen derecho a la ciudadanía por motivo de naci-
miento y los que la adquieren por naturalización, o por opción, pueden plantear cuestiones
de compatibilidad con las disposiciones del artículo 25. En algunos Estados, se admite el
derecho a voto de los extranjeros cuando adquieren el estatus de residentes permanentes,
y en consecuencia gozan de derechos políticos en forma restringida en elecciones locales.
En algunos casos, se les permite desempeñar determinados cargos públicos. 6
Las condiciones que se establezcan para el ejercicio de estos derechos deben, básica-
mente, estar basadas en criterios de razonabilidad y objetividad y contenidas en normas
legales. Asimismo, deben cumplir con la prohibición de restricciones establecidas en el
artículo 2º del mismo Pacto. Las restricciones admitidas pueden consistir en una limitación
de edad (edad mínima), o bien una condición de incapacidad mental verificada. Asimismo,
la renuncia de estos derechos es incompatible con las disposiciones del artículo 25 del
Pacto.
Su contenido permite una amplia tutela referida al ejercicio concreto del poder, ya
sea en funciones ejecutivas como legislativas, en cualquiera de sus niveles: supranacional,
nacional, provincial o local. Abarca, también, a las formas de participación indirecta de la
ciudadanía, cuando esta elige libremente a sus representantes, y a la participación directa a
través de los mecanismos constitucionales y/o legales, como asambleas populares para
tratar cuestiones locales, referéndum, consulta popular, iniciativa popular, audiencias pú-
blicas vinculadas a la toma de decisiones que afectarían intereses colectivos o derechos
difusos. En un contexto de democracia representativa y participativa, los derechos políti-
cos no se agotan en el derecho al sufragio.
611
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
toda forma de coacción que tienda a revelar el sentido del voto antes de realizarlo, y pre-
venir injerencias indebidas en el proceso electoral. La libre expresión del voto, se refiere a
que el Estado debe garantizar que la totalidad del electorado esté en condiciones de votar
a favor de cualquier candidato, y en su caso, a favor o en contra de cualquier propuesta
que se someta a referéndum o plebiscito; de apoyar al gobierno u oponerse a él, sin in-
fluencia ni coacción de ningún tipo que intente desvirtuar o inhibir la libre expresión de la
voluntad de los electores.
Implica que el Estado deberá garantizar la seguridad de las urnas, y que los votos
deben escrutarse en presencia de los candidatos o de sus agentes (fiscales y autoridades de
mesa). Debe haber un escrutinio de los votos y un proceso de recuento independientes y
con posibilidad de revisión judicial o de otro proceso equivalente a fin de que los electores
tengan confianza en la seguridad de la votación y del recuento de los votos. Esto se aplica
al voto electrónico, y variantes como la boleta única electrónica, que debe ser un sistema
que brinde la seguridad de revisión para todos los votantes y asegure la transparencia, bajo
el principio de la naturaleza pública de las elecciones. 7 La asistencia que se preste a los
discapacitados, los ciegos o los analfabetos deberá garantizar la independencia del voto.
Deberá informarse plenamente a los electores acerca de estas garantías.
7.El Tribunal Constitucional Alemán señaló que el principio de la naturaleza pública de las elecciones
requiere que todos los pasos esenciales en las elecciones estén sujetos al examen público, a menos
que otros intereses constitucionales justifiquen una excepción. Cuando las máquinas de voto elec-
trónico son implementada,s debe ser posible para los ciudadanos revisar los pasos esenciales en el
acto eleccionario en forma fidedigna y sin conocimientos tecnológicos especiales.
http://www.bverfg.de/entscheidungen/rs20090303_2bvc000307en.html
612
En lo institucional, se deben fijar autoridades electorales, con la finalidad de que se
controle y garantice que los candidatos tengan trato igualitario y equitativo.
El artículo analizado, también permite inferir que los representantes libremente ele-
gidos ejercen un auténtico poder de gobierno (legislativo o ejecutivo) y que, en virtud del
proceso electoral, son responsables ante los ciudadanos/as del ejercicio de tal poder. Se
infiere que los/as representantes ejercen solamente las facultades que se les atribuyen de
conformidad con las disposiciones de la norma constitucional.
• Derecho de acceso en condiciones generales de igualdad a las funciones públicas de su país. Ar-
tículo 25, inciso c)
613
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
614
político– es la forma de organización del Estado explícitamente adoptada por los Estados
miembros de la Organización de los Estados Americanos. A diferencia de la Organización
de Naciones Unidas, el sistema interamericano ha incorporado una norma expresa en su
Carta constitutiva, el artículo 3(d), según el cual la solidaridad de los Estados Americanos
y los altos fines que con ella se persiguen, requieren la organización política sobre la base
del ejercicio efectivo de la democracia representativa…”. Y continúa señalando: “El ar-
tículo mencionado complementa la invocación realizada en el Preámbulo de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos cuando los Representantes manifiestan que se-
guros de que el sentido genuino de la solidaridad americana y de la buena vecindad no
puede ser otro que el de consolidar en este Continente, dentro del marco de las institucio-
nes democráticas, un régimen de libertad individual y de justicia social, fundado en el res-
peto de los derechos esenciales del hombre […]”.
Declaración Americana de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada el 2 de mayo de
1948, (DADHyC)
615
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de la Convención Americana: no se autoriza la suspensión del ejercicio de los derechos políticos. Po-
demos afirmar entonces, que los derechos humanos políticos integran ese mínimo irredu-
cible y universalmente reconocible de normatividad –ius cogens– que hace a la protección
de la persona humana, y que en el desarrollo progresivo del derecho internacional de los
derechos humanos se expande en un proceso no regresivo, que incluye indudablemente a
las garantías judiciales y tiende a la inclusión de las normas erga omnes fundadas en los prin-
cipios generales del derecho ampliamente reconocidos y también las normas perentorias
del derecho consuetudinario.
616
análisis y estudio realizado por los 34 miembros de la OEA, que pone en evidencia un
grado mayor de compromiso en el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática de los
miembros.
El paradigma jurídico que enuncia, apunta a la vigencia real de la democracia repre-
sentativa y participativa, considerando a este un bien jurídico a proteger por los gobiernos
americanos. El artículo 1° proclama: “Los pueblos de América tienen derecho a la demo-
cracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial
para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.
La consagración de la democracia como derecho cuyos titulares son los pueblos de
América, resume el camino del desarrollo jurídico en materia de soberanía popular, dere-
chos humanos políticos y democracia representativa.
La democracia representativa
El artículo 2°, por su parte establece: “El ejercicio efectivo de la democracia repre-
sentativa es la base del estado de derecho y los regímenes constitucionales de los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos la democracia representativa se
refuerza y profundiza con la participación permanente ética y responsable de la ciudadanía
en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional”.
El artículo tercero, describe los elementos esenciales de la democracia representativa
y señala, entre otros:
• el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales;
617
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
i Principio democrático y su estrecha vinculación con el ejercicio de los derechos políticos. CIDH y
Corte IDH
11.CIDH, Informe 137/99, caso 11863, “Andrés Aylwin Azócar y otros –Chile–“, 27 de diciembre
de 1999. Párr. 31 y 32.
618
la libertad de pensamiento y de expresión en sus dos dimensiones constituye un
bastión fundamental para el debate durante el proceso electoral, debido a que se
transforma en una herramienta esencial para la formación de la opinión pública
de los electores, fortalece la contienda política entre los distintos candidatos y
partidos que participan en los comicios y se transforma en un auténtico instru-
mento de análisis de las plataformas políticas planteadas por los distintos candi-
datos, lo cual permite una mayor transparencia y fiscalización de las futuras
autoridades y de su gestión”.
La Corte IDH, en este análisis, efectuó un estudio comparado con los sistemas de
protección de derechos humanos universal y europeo, y encontró coincidencia en el grado
de protección. También ratificó el criterio sustentado por ella misma en su Opinión Con-
sultiva OC-5/85, donde hizo referencia a la estrecha relación existente entre democracia y
libertad de expresión.
• b. “Cepeda Vargas vs. Colombia”, del 26 de mayo de 2010. Se destaca
en el párrafo 172 la estrecha relación entre “el derecho político de acceso al poder
y su ejercicio” y “la obligación del Estado de garantizar las condiciones para tal
ejercicio” y “la libertad de expresión”, y en el párrafo 173, expresa que: “En este
sentido, es de resaltar que las voces de oposición resultan imprescindibles para
una sociedad democrática, sin las cuales no es posible el logro de acuerdos que
atiendan a las diferentes visiones que prevalecen en una sociedad…”.
iii. Obligación de garantía del Estado respecto de la vigencia real los derechos políticos
619
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Los Estados tienen el deber de organizar los sistemas electorales y establecer un com-
plejo número de condiciones y formalidades razonables para que sea posible el ejercicio
del derecho a votar y ser votado.
De las normas supranacionales surgen: la obligación de garantizar el ejercicio de los
derechos políticos de manera concreta, y el deber de generar los mecanismos instituciona-
les y organizativos de los procesos electorales, disponiendo medios y normas internas en
orden al cumplimiento del artículo 23 de la CADH, que es una norma no operativa.
Así lo sostuvo la Corte IDH en “Castañeda Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos”:
“159. En el ámbito de los derechos políticos la obligación de garantizar resulta especial-
mente relevante y se concreta, entre otros, en el establecimiento de los aspectos organiza-
tivos o institucionales de los procesos electorales, a través de la expedición de normas y la
adopción de medidas de diverso carácter para implementar los derechos y oportunidades
reconocidos en el artículo 23 de la Convención. Sin esa acción del Estado los derechos a
votar y a ser votado, simplemente, no podrían ser ejercidos. Los derechos políticos y tam-
bién otros previstos en la Convención como el derecho a la protección judicial, son dere-
chos que “no pueden tener eficacia simplemente en virtud de las normas que los consagran,
porque son por su misma naturaleza inoperantes sin toda una detallada regulación norma-
tiva e, incluso, sin un complejo aparato institucional, económico y humano que les dé la
eficacia que reclaman, como derechos de la propia Convención […], si no hay códigos o
leyes electorales, registros de electores, partidos políticos, medios de propaganda y
12.
ResolucióN Nº 01/90, CASOS 9768, 9780 y 9828 (México), 17 de mayo de 1990.
13. Informe N° 98/03, CASO 11.204, “Fondo Statehood Solidarity Committee”, Estados Uni-
620
movilización, centros de votación, juntas electorales, fechas y plazos para el ejercicio del
sufragio, este sencillamente no se puede ejercer, por su misma naturaleza; de igual manera
que no puede ejercerse el derecho a la protección judicial sin que existan los tribunales que
la otorguen y las normas procesales que la disciplinen y hagan posible”.14
621
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
las elecciones, en los instrumentos jurídicos tanto universales como regionales de derechos
humanos.
La regla interpretativa de la CIDH que surge del Informe 137/99, considera que todo
sistema electoral debe garantizar y dar efecto a la libre expresión de la voluntad de los
electores. Aplica el principio de “un voto por persona”, y el de “el voto de un elector es
de igual valor que el de otro”. A tal fin, se deben utilizar métodos de asignación de votos
que no comporten discriminación alguna contra grupos, o restrinjan irrazonablemente su
derecho a elegir libremente a sus representantes. 15
A su turno, la Corte IDH, en el caso YATAMA, del año 2005, p.198, expresó “….El
derecho al voto es uno de los elementos esenciales para la existencia de la democracia y
una de las formas en que los ciudadanos ejercen el derecho a la participación política. Este
15. CIDH, Informe 137/99, en relación con este aspecto señaló: “21. … todo sistema electoral vigente en
un Estado Parte debe ser compatible con los derechos amparados por el artículo 25 y garantizar y dar
efecto a la libre expresión de la voluntad de los electores. Debe aplicarse el principio de un voto por persona y, en
el marco del sistema electoral de cada uno de los Estados, el voto de un elector debe tener igual valor que el
de otro. La delimitación de los distritos electorales y el método de asignación de votos no deben
desvirtuar la distribución de los votantes ni comportar discriminación alguna contra ningún grupo,
ni tampoco excluir o restringir en forma irrazonable el derecho de los ciudadanos a elegir libremente
a sus representantes”.
622
derecho implica que los ciudadanos puedan elegir libremente y en condiciones de igualdad
a quienes los representarán”.
Ambas interpretaciones no dejan lugar a dudas en que el derecho a la igualdad debe
nutrir el ejercicio de los derechos políticos y el sistema electoral. También se ratifica que la
Convención Americana establece la imposibilidad de que los Estados Partes de la misma
den un tratamiento irrazonable, distinto o desigual a sus ciudadanos a la hora de elegir a
sus representantes. Por ello, este derecho implica que los Estados partes deben establecer
un régimen electoral que no reduzca o diluya la posibilidad efectiva de los votantes de
elegir a sus representantes.
623
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
públicas. Se entiende que estas condiciones generales de igualdad están referidas tanto al
acceso a la función pública por elección popular como por nombramiento o designación”.
ix. Partidos y organizaciones políticas. Condiciones generales para la vigencia del pluralismo parti-
dario
La Corte IDH, en el último decenio, señaló varios aspectos que deben ser atendidos
por los Estados partes para la realización del principio de participación política en la de-
mocracia representativa. En los casos “Yatama vs. Nicaragua” del 2005, “Castañeda Gut-
man vs. Estados Unidos Mexicanos” del 2008, y “Cepeda Vargas vs. Colombia”, del 2010,
ratificó el criterio interpretativo que sostiene que es indispensable que el Estado genere las condi-
ciones y mecanismos óptimos para que los derechos políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva, especial-
mente en referencia a los partidos políticos de oposición y la necesidad del fortalecimiento de su posición
mediante mecanismos institucionales y normas claras.
3. Derechos políticos, medidas efectivas y ejercicio legítimo del derecho a la libertad de asociación
Más recientemente, en el caso “Cepeda Vargas vs. Colombia”, sentencia del 26 de
mayo de 2010, en la misma línea interpretativa señalada previamente, la Corte volvió sobre
la cuestión desde otro ángulo de análisis y señaló la interdependencia que existe entre los
artículos 23 y 16: “172)…que la Convención protege los elementos esenciales de la demo-
cracia, entre los que se encuentra “el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado
de Derecho”. Entre otros derechos políticos, el artículo 23 de la Convención protege el
derecho a ser elegido, el cual supone que el titular de los derechos tenga la oportunidad
real de ejercerlos, para lo cual debe adoptar medidas efectivas para garantizar las condicio-
nes necesarias para su pleno ejercicio. …. A su vez, el artículo 16 de la Convención protege
el derecho de asociarse con fines políticos… por lo que una afectación al derecho a la vida
o a la integridad personal atribuible al Estado podría generar, a su vez, una violación del
artículo 16.1 de la Convención…”.
x. Sistemas de candidaturas
624
Los partidos políticos son actores esenciales de la democracia representativa, así lo
consagra el artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana. Esta disposición tiene es-
trecha relación con los artículos 16.1. y 23. 1. de la CADH.
El derecho a la participación política implica el derecho a organizar partidos y aso-
ciaciones políticas, en un régimen plural que excluya el monopolio del poder por un solo grupo o
persona. En este sentido, la Comisión Interamericana expresó en el Informe 30/93, y luego
en el 21/94, p. 8: “…la Comisión ha opinado ya sobre el valor que asigna al papel de los
partidos políticos como órganos legítimos para representar en el proceso electoral las in-
dividualidades que unifican su personería en esas entidades y que los partidos son institutos
necesarios en la democracia”.
En relación con la regulación interna de los partidos políticos y del derecho a pre-
sentar una candidatura independiente, tanto la CIDH como la Corte IDH han aportado
una interpretación armónica de la CADH en cuanto a la necesidad de proporcionalidad de
la medida de regulación que restrinja el derecho del candidato independiente a presentarse.
En “Ríos Brito vs. Argentina”, caso 10.109, Resolución 26/88, del 13 de septiembre
de 1988, la CIDH sostiene el criterio de la necesidad de regulación para establecer un orden
para la opinión pública, lo cual reclama una labor previa, en la que se destaca el rol de los
partidos políticos como seleccionadores de los candidatos.
La Corte IDH, también se manifestó al respecto en varias oportunidades. En los
casos “Yatama vs. Nicaragua” del 2005, “Castañeda Gutman vs. Estados Unidos Mexica-
nos” del 2008, y “Cepeda Vargas vs. Colombia” del 2010, ratificó el criterio interpretativo
que sostiene que es indispensable que el Estado genere las condiciones y mecanismos óp-
timos para que los derechos políticos puedan ser ejercidos de forma efectiva, y especial-
mente en referencia a los partidos políticos de oposición; y la necesidad del fortalecimiento
de su posición mediante mecanismos institucionales y normas claras.
En relación con los sistemas de candidaturas, recientemente se examinó un conflicto
similar al planteado ante la CIDH en el caso “Ríos Brito vs. Argentina” (1988), y veinte
años después, la Corte IDH sostuvo el mismo criterio interpretativo que la CIDH había
sustentado en la Resolución 26/88.
En esa misma línea interpretativa, la sentencia recaída en el reclamo de “Casteñeda
Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos”, la Corte analizó las alternativas existentes para
regular el derecho a ser candidato independiente dentro del derecho electoral comparado
interamericano. Señaló los criterios de aplicación de la CADH en materia de candidaturas
en los siguientes términos:
1. (198) Dos sistemas de candidaturas. En el derecho electoral comparado, la regulación
del derecho a ser votado respecto de la inscripción de las candidaturas puede implemen-
tarse de dos maneras: mediante el sistema de registro de candidatos de forma exclusiva por
parte de los partidos políticos, o bien el sistema de registro de candidaturas por parte de
los partidos políticos junto con la posibilidad de inscribir candidaturas independientes.
2. (198) No hay predominancia de uno de los sistemas. En la región puede observarse que
existe cierto equilibrio entre los Estados que establecen el sistema de registro exclusivo a
cargo de partidos y aquellos que, además, permiten candidaturas independientes.
3. (199) Requisitos para los candidatos independientes. Los Estados cuya legislación reco-
noce la posibilidad de inscribir candidaturas independientes, establecen diversos requisitos
625
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
para su inscripción. Algunos de ellos, similares a los que se prevén para las candidaturas
registradas por partidos políticos.
4. (199) Respaldo de un número o porcentaje de electores. Un requisito común para la inscrip-
ción de candidaturas independientes es el respaldo de un número o porcentaje de electores
que apoye la inscripción de la candidatura, lo que resulta indispensable para organizar de
manera eficaz el proceso electoral.
5. (199) “Pólizas de seriedad”. Los Estados establecen otros requisitos tales como la
presentación de plataformas políticas o planes de gobierno para el período en que la can-
didatura se presenta, la integración de garantías económicas o “pólizas de seriedad”.
xii. La condición de inelegibilidad para quienes lideran movimientos o gobiernos de ruptura del
orden constitucional
626
contienen normas de inelegibilidad con diferentes causales, permanentes o temporarias16.
La CIDH se extiende en varias consideraciones sobre los efectos de ciertos preceptos
constitucionales, cuya aceptación no guarda la proporcionalidad con la CADH, y cuando
la causa de inelegibilidad surge de una asamblea constituyente investida con el poder por
votación democrática en ejercicio de la soberanía popular, entiende que son condiciones
válidas “…que posee todo sistema jurídico constitucional para hacer efectivo su funciona-
miento, y para defender la integridad de los derechos de sus ciudadanos”.
El ejercicio pleno de los derechos políticos de las mujeres ha sido objeto de una larga
lucha reivindicatoria. El curso del desarrollo jurídico progresivo de los derechos de las
mujeres permite señalar en primer término a la Convención de Naciones Unidas sobre los
Derechos Políticos de la Mujer, aprobada por Resolución AG 640 (VII) el 20 de diciembre
de 1952, que entró en vigor en el ámbito internacional el 7 de julio de 1954, ratificada por
la República Argentina el 27 de febrero de 1961. Esta Convención establece tres categorías
de derechos políticos de las mujeres, que resultan elementos básicos para su participación
política, y son los siguientes: i) votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones
con los hombres, sin discriminación alguna; ii) ser elegibles para todos los organismos
públicos electivos establecidos por la legislación nacional, en condiciones de igualdad con
los hombres, sin discriminación alguna; iii) ocupar cargos públicos y ejercer todas las fun-
ciones públicas establecidas por la legislación nacional, en igualdad de condiciones con los
hombres, sin discriminación alguna.
Posteriormente, la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer, del 17 de diciembre de 1979, ratificada por
la República Argentina el 15 de julio de 1985, con jerarquía constitucional establecida por
el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional, obliga expresamente a los Estados a
garantizar la igualdad entre hombres y mujeres en materia de derechos políticos.
En su Preámbulo, considera a los Estados parte en los Pactos Internacionales de
Derechos Humanos, sujetos comprometidos en la obligación indelegable de garantía (obli-
gación de hacer). El paradigma se completa con lo estipulado en los arts. 3 y 7; en conse-
cuencia, una amplia obligación de garantía pesa sobre los Estados parte y los implica en el
sostenimiento y sustentabilidad de la igualdad política, entre otras, para asegurar el pleno
desarrollo y adelanto de la mujer.
Ratifica y amplía el contenido de la Convención de Naciones Unidas sobre los De-
rechos Políticos de la Mujer, ya que no solo consagra el derecho al voto, sino también la
16. Informe Nº 30/93, CASO 10.807, Guatemala, 12 de octubre de 1993: “34. …que el derecho
constitucional comparado indica diferentes condiciones de inelegibilidad que buscan evitar el nepo-
tismo, el conflicto de intereses (contratistas del Estado, etc.), condición de miembro de órdenes
religiosas, de otros poderes o servicios del Estado (magistrados judiciales y militares activos, etc.). Es
decir, la defensa de la efectividad de los derechos políticos y de la autenticidad de las elecciones ha
llevado a distintas formas de reglamentación de la elegibilidad para ser Presidente de un país, que
deben ser consideradas como contexto de apreciación por la Comisión”.
627
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Cupo Femenino. CIDH, María Merciardi de Morini vs. Argentina. Informe 103/01
628
caso, toda persona tiene el derecho a presentar una impugnación sin que sea necesario que
se trate de alguien perjudicado con motivo del lugar que ocupe en las listas electorales. Se
violaron, en los hechos, los artículos 8, 25, 23 y 24. La claridad del alegato de la peticionaria
condujo a la Comisión a que hiciera lugar a la demanda de la misma y compartiera los
criterios alegados. El caso se resolvió con una Solución Amistosa, conforme surge de las
Resoluciones 102/01 y 103/01. Cabe recordar que la cuestión obtuvo una solución defi-
nitiva en Argentina con la Reforma Constitucional de 1994 en su artículo 37, segundo
párrafo, que garantiza la igualdad real entre varones y mujeres para el acceso a cargos elec-
tivos y partidarios por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y el
régimen electoral.
629
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
630
acción positiva para que esta se concrete (artículos 37 2º. párr.; 75 inc. 22, 2º. párr. y 75
inc. 23), a la garantía subsidiaria de los mecanismos de protección regionales, y al control
de convencionalidad.
El ejercicio de los derechos políticos se reconoce en el artículo 37, que reza: “Esta
Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos con arreglo al principio
de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es univer-
sal, igual secreto y obligatorio. La igualdad real de oportunidades ente varones y mujeres
para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la
regulación de partidos políticos y en el régimen electoral”.
El artículo 38 se refiere a los partidos políticos como instituciones fundamentales del sis-
tema democrático. Se establecen los derechos de participación en los artículos 39 y 40 “derecho de
iniciativa para presentar proyectos de ley” y “consulta popular vinculante y no vinculante”,
respectivamente.
En cuanto a las garantías, la Constitución incluye mecanismos con quórum agravado
y prohibiciones, que tienen por finalidad proteger estos principios fundamentales. En este
sentido, el artículo 77 establece que toda modificación al régimen electoral y de partidos
requiere ser aprobada por la mayoría absoluta del total de los miembros de las Cámaras. A su vez,
el artículo 99, inciso 3, prohíbe al Poder Ejecutivo Nacional dictar decretos de necesidad y urgencia
(DNU) en materia electoral. Se trata, en definitiva, de un conjunto de normas que persigue
prevenir y preservar de eventuales manipulaciones y afectaciones legales producidas por
los poderes del Estado.
En los aspectos de la participación política, cabe señalar la tendencia a una ampliación
de derechos de participación en la letra constitucional, que se plasma en los derechos a la
iniciativa legislativa y en la consulta popular, en su doble carácter vinculante y no vinculante. Se
trata de formas semidirectas de participación política. Ambos derechos fueron reglamen-
tados por las leyes nacionales 24747 y 25432. En materia de iniciativa legislativa, se exclu-
yen expresamente materias referidas a tratados internacionales, tributos, presupuesto y
legislación penal. En materia de iniciativa legislativa, la Constitución Nacional fija un tope
del 1,5% del padrón electoral, que debe representar por lo menos a seis distritos electorales,
salvo que la iniciativa sea regional, con lo cual requiere el total de los empadronados en
la/s provincia/s que conformen la región.
La consulta popular vinculante, se requiere que surja de la Cámara de Diputados, y es de
voto obligatorio para la ciudadanía. En la consulta no vinculante, por el contrario, el voto no
es obligatorio. En este caso, puede ser convocada por la Cámara de Diputados o por el
Ejecutivo Nacional, cada una en el ámbito de sus propias competencias.
631
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
La ley 26571, en el artículo 15, introdujo algunas prohibiciones para ser precandidatos
en elecciones primarias, candidatos en elecciones generales a cargos públicos electivos na-
cionales, y candidatos para ejercer cargos partidario, entre otras: “… f) Las personas con
auto de procesamiento por genocidio, crímenes de lesa humanidad o crímenes de guerra,
hechos de represión ilegal constitutivos de graves violaciones de derechos humanos, tor-
turas, desaparición forzada de personas, apropiación de niños y otras violaciones graves
de derechos humanos o cuyas conductas criminales se encuentren prescriptas en el Esta-
tuto de Roma como crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional, por hechos
acaecidos entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983; g) Las personas
condenadas por los crímenes descriptos en el inciso anterior aun cuando la resolución
judicial no fuere susceptible de ejecución. Los partidos políticos no podrán registrar can-
didatos a cargos públicos electivos para las elecciones nacionales en violación a lo estable-
cido en el presente artículo”.
En cuanto a la inclusión de los ciudadanos y ciudadanas que fueron víctimas de desa-
parición forzada en los padrones electorales, en el año 2002 se solicitó en un amparo ante
el Juzgado Federal 1, la constancia en el padrón electoral conforme lo dispuesto por la ley
24321, es decir que el nombre se mantenga en el padrón con el aditamento de “ausente
por desaparición forzada”, o en su caso “ley 24321”. Si bien la titular del Juzgado convalidó
lo solicitado, sostuvo que el cambio en los padrones requería una modificación del Código
Nacional Electoral. Con la sanción de la ley 26571, se incorporó la modificación en su
artículo 15, ya transcripto, que facilita la corrección de los padrones. Sin embargo, es un
lento proceso que implica que la autoridad electoral solicite copia de la sentencia en fun-
ción de la ley 24321, y se realice el cambio en su Registro y en el Registro Nacional de las
Personas para establecer la correspondencia entre ambos.
En cuanto a las garantías judiciales en materia de derechos políticos y electorales,
podemos señalar como positiva, la creación de un fuero especializado dentro de la justicia
federal que ha tomado como justiciable la materia y ha permitido tutelar derechos que de
otra manera carecerían de la garantía que primariamente debe brindar el Estado. En este
sentido, corresponde traer como ejemplo la causa “Bussi, Antonio Domingo c/ Estado
Nacional (Congreso de la Nación Cámara de Diputados) s/ incorporación a la Cámara de
Diputados”, CSJN Fallos 324:3358 (2001), donde se señaló: “es inherente a las funciones
de un tribunal judicial interpretar las normas que confirieron las facultades privativas de
los otros poderes para determinar su alcance, sin que tal tema constituya una ‘cuestión
política’ inmune al ejercicio de la jurisdicción… Configura cuestión justiciable el conflicto
generado por la negativa de la Cámara de Diputados de incorporar a quien fue proclamado
legislador por las autoridades electorales pertinentes”.
30.8. Conclusión
Todo lo señalado permite sostener que los derechos políticos y electorales constitu-
yen un capítulo gravitante en el contexto de los derechos humanos, en el que se expresa el
valor de la democracia representativa y participativa y la soberanía del pueblo.
632
Los medios de protección supranacional de los derechos humanos, especialmente en
el sistema regional interamericano, han desarrollado en forma consistente y clara, los linea-
mientos interpretativos para la aplicación de los paradigmas de la CADH que presiden al
ejercicio de los derechos políticos en las sedes nacionales de los Estados partes.
Las normas supranacionales de jerarquía constitucional y su interpretación por los
medios de protección del mismo sistema interamericano, complementan en un mismo ni-
vel jerárquico en materia de derechos políticos y electorales, a la Constitución Nacional en
los artículos 37 a 40, 75 inc. 22, 77 y 99 inc. 3. El cumplimiento del compromiso interna-
cional por parte del Estado implica en definitiva garantizar la vigencia de los paradigmas
jurídicos de derechos humanos en el ejercicio concreto de los derechos políticos y electo-
rales en el sistema de democracia representativa y participativa sostenido en nuestra Cons-
titución Nacional.
30.9. Bibliografía
633
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Corte IDH
Opiniones Consultivas
OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, La Colegiación Obligatoria de Pe-
riodistas (arts. 13 y 29 CADH).
OC-7/86 del 29 de agosto de 1986. Serie A No. 7, Opinión Separada del
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OC-8/87, 30 de enero de 1987, El habeas corpus bajo suspensión de garan-
tías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 CADH), p. 31.
OC-13/93 del 16 de julio de 1993, Corte I.D.H. (Ser. A) No. 13 (1993).
Solicitada por los Gobiernos de la República Argentina y Uruguay.
634
Sentencias
Caso “Ricardo Canese vs. Paraguay”, sentencia del 31 de agosto de 2004, p.
88.
Caso “Yatama vs. Nicaragua”, sentencia del 23 de junio de 2005, párrafos
175, 195, 196, 197 198, 199, 200, 206, 207, 220.
Caso “Castañeda Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos”, Sentencia de 6
de agosto de 2008, párrafos 145, 149,159, 162, 185,198, 199, 201, 205.
Caso “Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia”, sentencia del 27 de mayo de
2010, párrafos 172 y 173.
Jurisprudencia
CSJN, Fallos 324:3358, “Bussi, Antonio Domingo c/ Estado Nacional
(Congreso de la Nación Cámara de Diputados) s/ incorporación a la Cámara de
Diputados”.
Corte Constitucional Alemana – (Bundesverfassungsgerich) Judg-
ment of the Second Senate of 3 March 2009 on the basis of the oral hear-
ing of 28 October 2008– 2 BvC 3/07, 2 BvC 4/07 – Sentencia del 3 de
marzo de 2009 Sobre inconstitucionalidad del voto electronic.
http://www.bverfg.de/entscheidun-
gen/rs20090303_2bvc000307en.html
635
Capítulo 31
31.1. Introducción
A fin de efectuar una aproximación a las definiciones de los derechos que comprende
este apartado se recurrirá, en primer término, a la Real Academia Española. Allí se define
a la honra, entre otras acepciones, como la estima y el respeto por la dignidad propia, la
buena opinión y fama adquirida por la virtud y el mérito; mientras que la dignidad se define
como la excelencia, el realce, la gravedad y el decoro de las personas en su manera de
comportarse.
En ese sentido, la jurisprudencia estableció: “… el derecho a la honra (…) se refiere
a la participación que tiene el individuo dentro de la comunidad amparando a la persona
frente a expresiones o mensajes que lo hagan desmerecedor en la consideración ajena al ir
en su descrédito…”.1
1.
CSJN. Fallos 331:1530 “Patitó, José Ángel y otro c/ Diario La Nación y otros”. Voto de la jueza
Highton de Nolasco.
637
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Como puede fácilmente observarse, las definiciones tienen una íntima relación entre
sí, hacen a la integridad de la persona y, sobre todo, a la integridad de la imagen del indivi-
duo y su proyección hacia la sociedad.
Así, si bien la honra, la dignidad, la intimidad y la privacidad serán tratadas conjunta-
mente por la inevitable vinculación que existe entre esos derechos, los dos primeros se
relacionan particularmente a la libertad de prensa, la libertad de expresión y la responsabi-
lidad que pueda surgir en función de lo que se diga de alguien.2
Por el contrario, el derecho a la privacidad e intimidad aparece como la protección de
aquello a lo que el sujeto no desea, en un principio, que acceda masivamente el resto de la
sociedad. Para comprender su alcance, la Corte Suprema de Justicia de la Nación estable-
ció: “… protege jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituida por los sen-
timientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las
creencias religiosas, la salud mental y física y, en suma, las acciones, hechos o datos que,
teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas por la comunidad están reservadas al
propio individuo y cuyo conocimiento y divulgación por los extraños significa un peligro
real potencial para la intimidad”.3
Delimitado que fue el alcance de cada uno de los derechos tratados, corresponde
establecer, desde un punto de vista positivista, cuál es el fundamento para incluirlos en el
estudio de los Derechos Humanos.
Para ello cabe afirmar, en primer término, que la protección de la intimidad y de la
privacidad ha sido históricamente incluida dentro de los derechos que podemos definir
como “de primera generación”, es decir que forman parte de aquellos cuya proclama fue
bandera de las corrientes liberales que surgieron desde fines del siglo XVIII y que influye-
ron en la redacción de nuestra Constitución de 1853.
En efecto, esa Constitución contiene en su parte dogmática la determinación de de-
rechos tales como la posibilidad de publicar ideas en la prensa sin censura previa, de pro-
fesar libremente los cultos, de enseñar y de aprender (artículo 14), todos ellos como
distintos ámbitos de disfrute de la libertad vinculados necesariamente a la privacidad y a la
posibilidad de construir una ideología sin intervención o limitaciones de terceros.
Además, se estableció la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia epistolar
y de los papeles privados (artículo 18) y, fundamentalmente, el principio de reserva que
surge del artículo 19 en tanto el Estado queda relegado de la posibilidad de entrometerse
en las acciones privadas de los hombres que no ofendan al orden o a la moral pública y
que no perjudiquen a terceros, todo lo que resultará objeto de detalle a lo largo de este
capítulo.
No obstante la histórica protección constitucional otorgada a los derechos mencio-
nados, la incorporación de diversos instrumentos internacionales sobre Derechos Huma-
nos al bloque de constitucionalidad a partir del año 1994, profundizó el compromiso del
638
Estado para proteger y promover el respeto por la intimidad, la privacidad, la honra y la
dignidad.
En particular, las disposiciones contenidas en los artículos 5 de la Declaración Ame-
ricana de Derechos y Deberes del Hombre, 12 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, 17 del Pacto Inter-
nacional de Derechos Civiles y Políticos, y 16 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, ponen de manifiesto la clara intención de la comunidad internacional para el res-
guardo de la honra, la reputación y la vida privada y familiar; la evitación de injerencias
arbitrarias en el domicilio y en la correspondencia; y el reconocimiento de la dignidad,
determinando especialmente la necesidad de una protección legal contra cualquier ataque
a esos derechos.
De tal modo, la protección de la honra, la dignidad, la reputación, la intimidad y la
vida privada ya no solo atañe a los sistemas normativos internos sino que su vulneración
podría implicar la responsabilidad del Estado ante la comunidad internacional y habilita a
los individuos que vean afectado sus derechos, a accionar ante los sistemas internacionales
de promoción y protección de Derechos Humanos.
De ello se han hecho eco las recientes reformas normativas más relevantes y reso-
nantes de la República Argentina, de modo que el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación prevé un capítulo destinado a los derechos y actos personalísimos4, en donde se
establecen prerrogativas tales como la inviolabilidad de la persona humana y su dignidad;
la posibilidad de reclamación de indemnizaciones por lesiones a la intimidad personal o
familiar, honra o reputación, imagen o identidad, o cualquier tipo de menoscabo en su
dignidad personal; el derecho a la imagen y las formas en las que esta pueda utilizarse, entre
otras regulaciones referidas a esa clase de derechos y actos. No obstante ello, el artículo
1770 del Código obliga a cesar en su actividad a quien arbitrariamente se entromete en la
vida ajena y publica retratos, difunde correspondencia, mortifica a otros en sus costumbres
o sentimientos, o perturba de cualquier modo su intimidad.
Por su lado, el nuevo Código Procesal Penal de la Nación, ha tomado a la protección
de la intimidad y privacidad de las partes y los sujetos del proceso como eje a lo largo de
todo el texto de la norma, estableciendo como principio general que “(s)e debe respetar el
derecho a la intimidad y a la privacidad del imputado y de cualquier otra persona, en espe-
cial la libertad de conciencia, el domicilio, la correspondencia, los papeles privados y las
comunicaciones de toda índole. Solo con autorización del juez y de conformidad con las
disposiciones de este Código podrán afectarse estos derechos”.5 Además, al consignar los
derechos de las víctimas, se prevé específicamente el respeto de su intimidad en la medida
que no obstruya la investigación.
4. Código Civil y Comercial de la Nación (cf. Ley 26994). Libro Primero; Título I; Capítulo 3.
5. Código Procesal Penal de la Nación (cf. Ley 27.063), artículo 13.
639
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Para el análisis del alcance práctico de los derechos en juego debe tenerse en cuenta
que el estudio de la privacidad surgió a fines del siglo XIX en la jurisprudencia y la doctrina
de los Estados Unidos de América como el “derecho a ser dejado solo”, a tener una vida
privada. Según Hilda Batto, el concepto del derecho a la vida privada apareció por primera
vez en un artículo de Warren y Brandeis publicado en 1890 por la Harvard Law Review.6
A partir de ese momento el concepto de privacidad adquirió una amplitud tal que
abarca diversos ámbitos de las libertades individuales y continúa su evolución reflejando
mayores repercusiones a medida que avanzan el derecho y las tecnologías. En efecto, en el
punto precedente se destacaron diversos derechos contenidos en el artículo 14 de la Cons-
titución Nacional como parte integrante de la libertad que aquí se desarrolla, ya que la
posibilidad de practicar un culto, de pensar libremente y de publicar esas ideas, la libertad
de enseñar y la de aprender, conforman aspectos que hacen a la formación y a la exterio-
rización de la personalidad y de la individualidad de cada persona y que, como tales, nece-
sariamente se relacionan con el derecho a la privacidad.
En la práctica, la elección de aquello en lo que uno cree, de lo que uno decide leer,
de la orientación de la escuela secundaria, de la carrera universitaria, de la forma en que se
ejercerá un oficio o una profesión, de los amigos y de las parejas conforme a la propia
preferencia sexual, conforman las vivencias que hacen a la individualidad y a la formación
de una personalidad, de una ideología, de un pensamiento propio que, además, puede ser
compartido y exteriorizado al mundo a través de su libre publicación y difusión.
Sin ir más lejos, en la cotidianeidad de la vida universitaria, la libertad de escoger entre
diversas cátedras –conquista de los reformistas universitarios de 1918– representa justa-
mente uno de los ámbitos de esa libertad aplicada a la formación académica.
Esas elecciones, entre muchas otras que cada uno toma a lo largo de la vida, son
aspectos que hacen a la privacidad individual y que merecen una protección constitucional
necesaria para mantener y defender la vigencia de un estado de derecho. Por el contrario,
los momentos históricos en que se han impuesto limitaciones a esas elecciones fueron
aquellos en los que el estado de derecho cedió ante la instauración de autoritarismos y
totalitarismos.
Así lo entendió el juez Miller de la Corte Federal de los Estados Unidos de América
al sostener que “(e)s necesario reconocer que existen derechos privados en todos los go-
biernos libres, fuera del contralor del Estado. Un gobierno que no reconozca tales dere-
chos, que mantenga las vidas, la libertad y la propiedad de los ciudadanos sujeta en todo
tiempo a la absoluta disposición e ilimitada revisión aún de los más democráticos deposi-
tarios del poder, es, al fin y al cabo, nada más de que un despotismo”. 7
Ahora bien, la protección jurídica de la intimidad no se agota en la vida privada, sino
que, como se adelantó, adquiere otros alcances que se detallarán a continuación.
b. El derecho a la imagen
6. Travieso, J.A.: Régimen jurídico de los datos personales, Tomo I, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2014, p.
9.
7. Citado ante nuestro máximo tribunal por el procurador Dr. Matienzo en 1928. CSJN. Fallos
640
Quedó establecido jurisprudencialmente como parte del derecho a la privacidad a
partir del fallo “Ponzetti de Balbín” de la Suprema Corte de Justicia Nacional, pronunciado
en 1984.8
En el caso se trató la demanda de la viuda del Dr. Ricardo Balbín –histórico dirigente
de la Unión Cívica Radical– quien accionó contra la Editorial Atlántida por la publicación
de una fotografía durante la agonía de su difunto esposo.
Al resolver la cuestión, el más alto tribunal de la nación estableció que “… el derecho
a la privacidad comprende (…) aspectos de la personalidad espiritual física de las personas
tales como la integridad corporal o la imagen y nadie puede inmiscuirse en la vida privada
de una persona ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas…”. 9
Además, el tribunal realizó una interesante aclaración relativa a los personajes céle-
bres o populares, destacando que esa popularidad no los excluye de poseer un ámbito de
vida privada protegida de toda intromisión. 10
Es justamente en ese marco que el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
reguló expresamente este derecho en el artículo 53, en tanto “(p)ara captar o reproducir la
imagen o la voz de una persona, de cualquier modo que se haga, es necesario su consenti-
miento, excepto en los siguientes casos:
a. que la persona participe en actos públicos;
b. que exista un interés científico, cultural o educacional prioritario, y se tomen las
precauciones suficientes para evitar un daño innecesario;
c. que se trate del ejercicio regular del derecho de informar sobre acontecimientos de
interés general.
En caso de personas fallecidas pueden prestar el consentimiento sus herederos o el
designado por el causante en una disposición de última voluntad. Si hay desacuerdo entre
herederos de un mismo grado, resuelve el juez. Pasados veinte años desde la muerte, la
reproducción no ofensiva es libre”.
La misma línea de razonamiento del punto anterior permite tratar aquí la relación de
la honra y la dignidad con la libertad de prensa ya que, como se adelantó, operan en función
de la proyección hacia la sociedad de la imagen individual.
En efecto, si bien no pueden imponerse obstáculos a la publicación de ideas, ello no
impide la determinación de responsabilidades ulteriores por los daños y las afectaciones
que pueda causar esa publicación, y así lo establece el artículo 13.2 de la Convención Ame-
ricana sobre Derechos Humanos.
En ese sentido, en el caso “Kimel vs. Argentina” de la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos,11 el juez Diego García-Sayán afirmó que “… el ejercicio del derecho a
la libertad de expresión se encuentra limitado por otros derechos fundamentales. En ello,
costas).
641
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
el derecho a la honra aparece como el referente jurídico esencial para efectuar tal ponde-
ración. Este derecho se encuentra expresamente protegido por la Convención en el mismo
artículo 13 cuando estipula que el ejercicio del derecho a la libertad de expresión debe
‘asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás’ (artículo 13.2)”. 12
e. El derecho a la identidad
La pluralidad de extensiones de los derechos aquí analizados hace que no pueda omi-
tirse una mención al derecho a la identidad que, a su vez, puede dividirse en dos vertientes16
en tanto, por un lado, implica el conocimiento de la identidad biológica, es decir la filiación
de cada sujeto (proyección estática de la identidad17) y, por otro, la posibilidad individual
de escoger la propia opción de vida (proyección dinámica de la identidad18).
Ya se ha tratado el aspecto dinámico al describir el ámbito de protección individual
del derecho a la intimidad19 que también hace a la honra y a la dignidad en cuanto a la
proyección hacia la sociedad del plan de vida personal, de modo que resta desarrollar bre-
vemente la idea del derecho a la identidad estática que cobra particular relevancia en Ar-
gentina a la luz de los secuestros de bebés en manos de fuerzas estatales, ocurridos durante
12. Ídem. Del voto concurrente razonado del Juez Diego García-Sayán. Párrafo 7.
13. Ley 25326. Habeas data. Promulgada el 30 de octubre de 2000.
14. Ídem. Artículo 2.
15. Travieso, J.A., op. cit, p. 264.
16. Richarte, D.; Ossietinsky, P.; Vázquez, P.: Manual práctico de Derechos Humanos y Derecho Constitucio-
642
la segunda mitad de la década del ’70 y los primeros años de la siguiente, ya que muchos
de esos niños (hoy adultos) siguen viviendo bajo una identidad falsa. 20
Así, el derecho a la identidad en esos términos se encuentra específicamente previsto
en el artículo 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño incluyendo en su alcance
los derechos a la nacionalidad, al nombre y a las relaciones familiares.
643
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
realizan en la intimidad, protegidas por el art. 18, sino como aquéllas que no ofendan al
orden o la moralidad pública, esto es, que no perjudiquen a terceros. Las conductas del
hombre que se dirijan sólo contra sí mismo, quedan fuera del ámbito de las prohibiciones”.
23
Sobre el punto resulta interesante destacar que si bien la moral y el orden público
aparecen como categorías indefinidas a la hora de determinar las conductas que pudieran
ofenderlas, esa misma indefinición es la que permite renovar continuamente la discusión
para ampliar los alcances de la protección constitucional, más allá de las modificaciones
que se produzcan en la conformación ideológica de la sociedad, de la determinación de
nuevas conductas delictivas y de los avances impredecibles de las tecnologías.
23. CSJN. Fallos 308:1392 “Bazterrica, Gustavo Mario s/ Tenencia de estupefacientes”, considerando
8°.
24. Las normas deben interpretarse en el sentido que represente una mayor extensión y menor res-
644
En esos términos, siendo que el juez es quien representa al Estado en cada ocasión
en que se pretendan restringir los derechos invocados, será él quien deba evaluar el con-
texto y determinar si resulta procedente y necesario habilitar esa restricción y, sobre todo,
la proporcionalidad de la medida.
¿Por qué se exige esa evaluación de proporcionalidad?
Detrás de cada infracción, por imperio de los principios de legalidad y lesividad,26
debe establecerse un bien o un derecho que tutele el Estado y que recibe el nombre de
“bien jurídico”.
Diversos autores a lo largo de la historia han establecido diferentes conceptos de
“bien jurídico”,27 pero tomaremos para el caso la definición dada por Luis Fernando Niño
quien, siguiendo a Peter Sina,28 lo concibió como la relación de disponibilidad de un sujeto
con un objeto, aclarando que “no es un objeto material o ideal, sino la posibilidad, garan-
tizada por el Estado de Derecho democrático y liberal, de disponer de entidades valiosas
por parte de las personas, aislada o colectivamente consideradas”. 29
Es decir que solo se puede iniciar una investigación ante la posible comisión de un
delito que se encuentre previsto en una ley y que afecte a un bien jurídico, de modo que
cada vez que el Estado pretenda ingresar en un domicilio, interceptar o intervenir comu-
nicaciones o transferencias de datos y/o revisar o secuestrar soportes privados, el juez se
verá obligado a determinar si la jerarquía del bien jurídico que se habría vulnerado a través
del supuesto delito amerita una intromisión sobre la intimidad o la privacidad de los indi-
viduos que cuentan con la protección constitucional aquí estudiada, y si se justifica la vul-
neración de unos en pos del resguardo de los otros, sobre todo ante la vigencia permanente
del principio de inocencia durante el desarrollo de cualquier investigación.30
a. La regla general
El secreto profesional es, sin lugar a dudas, una herramienta indispensable para faci-
litar y mejorar el desempeño de los profesionales que, a través de su actividad, toman con-
tacto con datos personales, sensibles, íntimos o secretos de sus clientes.
Ese secreto implica que el conocimiento adquirido por los profesionales en el ámbito
de su actividad no puede ser develado, a excepción de aquellos casos en los que el titular
26. Zaffaroni, E.; Alagia, A.; Slokar, A.: Derecho Penal. Parte General, Segunda Edición, Buenos Aires,
Ediar, 2002, p. 128: “Ningún derecho puede legitimar una intervención punitiva cuando no media
(…) la afectación de un bien jurídico total o parcialmente ajeno, individual o colectivo”.
27. Véase el estudio realizado al respecto por Niño, Luis Fernando en El bien jurídico como referencia
Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civi-
les y Políticos.
645
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
646
transmisión de información a los efectos de prevenir e impedir el lavado de activos”,34 e
impuso en su artículo 20 a los escribanos públicos y a aquellos profesionales cuya actividad
se encuentre regulada por los Consejos Profesionales de Ciencias Económicas –entre mu-
chos otros rubros–35, la obligación de informar a la UIF hechos u operaciones sospechosas
que detecten en el marco de sus actividades.
Además, el texto hoy vigente fue modificado por la ley 26683 que incorporó al ar-
tículo 14 que establece “… (e)n el marco del análisis de un reporte de operación sospe-
chosa los sujetos contemplados en el artículo 20 no podrán oponer a la Unidad de
Información Financiera (UIF) el secreto bancario, fiscal, bursátil o profesional, ni los com-
promisos legales o contractuales de confidencialidad”.
Ahora, esas imposiciones y limitaciones encuentran origen en los Estándares Interna-
cionales Sobre la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo y la Prolifera-
ción,36 elaborados por el Grupo de Acción Financiera Internacional sobre el blanqueo de
capitales (GAFI), que promueve la protección de los sujetos obligados a informar frente a
la posible responsabilidad civil o penal por violación de restricciones sobre la revelación
de información,37 incluyendo entre esos sujetos a “(a)bogados, notarios, otros profesiona-
les jurídicos independientes y contadores cuando se disponen a realizar transacciones o
realizan transacciones para sus clientes sobre (…) compra y venta de bienes inmuebles;
administración del dinero, valores u otros activos del cliente; administración de las cuentas
bancarias, de ahorros o valores; organización de contribuciones para la creación, operación
o administración de empresas; creación, operación o administración de personas jurídicas
u otras estructuras jurídicas, y compra y venta de entidades comerciales”. 38
En nuestro país, las disposiciones constitucionales relativas a la defensa en juicio39
impidieron que los abogados ingresen en la nómina de sujetos obligados a informar. Sin
embargo sigue siendo una recomendación del GAFI su inclusión, a tal punto que la legis-
lación española que regula la materia prevé la obligación de información de los abogados
conforme fue sugerido por el Grupo.40
Sentado lo dicho, la discusión se establece en los siguientes términos: el GAFI se
autodefine como un ente intergubernamental con el mandato de “fijar estándares y pro-
mover la implementación efectiva de medidas legales, regulatorias y operativas para com-
batir el lavado de activos, el financiamiento del terrorismo y el financiamiento de la
proliferación y otras amenazas a la integridad del sistema financiero internacional”, propo-
niendo la vulneración de la relación privada entre profesionales y sus clientes como uno
de los estándares necesarios a tal fin. Ante ese espectro, desde este espacio se invita al
34. Ley 25246. Ley de lavado de activos de origen delictivo. Promulgada el 5 de mayo de 2000. Art.
6.
35. Ídem. Artículo 20.
36. http://www.fatf-gafi.org/media/fatf/documents/recommendations/pdfs/FATF-40-Rec-2012-
647
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
lector a reflexionar sobre el alcance que debe otorgarse a esa restricción de la privacidad y
a su cotejo con la jerarquía que la propia Constitución le asignó al secreto como extensión
de la libertad de intimidad, a fin de intentar establecer, en cada caso, si se justifica la actua-
ción de particulares como agentes que informen al Estado para la lucha contra las amena-
zas que se pretenden combatir.
41.
Ley 26032. Ley de servicio de internet. Promulgada el 16 de junio de 2005. Artículo 1.
42.
CSJN. “Rodríguez, María Belén c/ Google Inc. s/ daños y Perjuicios”, del 28 de octubre de 2014.
Considerando 20.
648
b. Redes sociales
Las redes sociales funcionan como cualquier otro ámbito de relación interpersonal y
proliferan en virtud del deseo y la necesidad de pertenecer y, muchas veces, las ansias de
trascendencia y publicidad personal de los individuos.
En ese sentido, se produce un doble juego entre la publicación voluntaria de conte-
nidos, de modo que la protección de la privacidad cede por decisión propia, con el riesgo
de que esas publicaciones afecten la privacidad de terceros a través de las opciones de
“etiquetamiento”.
A su vez, la vinculación entre los datos que surgen de las redes sociales y los perfiles
generados por la selección de contenidos de cada usuario a través de las denominadas
“cookies”, otorgan a otros usuarios y a empresas interesadas en conocer esos datos, la
posibilidad de personalizar la navegación de cada sujeto a través de la sugerencia de publi-
cidades, productos o servicios que le resulten afines o que le provean un ámbito familiar
en su escritorio de trabajo on line.
Así, la privacidad no solo se ve comprometida por la actividad personal que otros
puedan etiquetar, sino que, entre las condiciones de uso de las redes se acepta el accionar
de “cookies” que recaban y envían datos que luego proveen perfiles de usuario cuyo alma-
cenamiento y tráfico escapan al control y al conocimiento del propio usuario.
c. La privacidad y la seguridad
Las posibilidades de control y supervisión que se derivan del desarrollo de las tecno-
logías a través del control de las telecomunicaciones, del tráfico de datos a través de los
servidores masivos de internet, de la capacidad óptica de las cámaras instaladas en satélites,
las cámaras de seguridad y vigilancia, los sistemas de localización satelital por GPS 43 y, más
recientemente, la utilización de artefactos voladores no tripulados y controlados a distancia
(drones), han creado una noción generalizada que permite suponer a la población que un
nivel elevado de vigilancia implica más seguridad.
Ese panorama se plantea como un escenario peligroso en tanto las tecnologías dis-
ponibles permiten convertir en realidad las sociedades distópicas con controles totalitarios
que fueron imaginadas desde la literatura por Yevgueni Zamiatin en 1921 en su obra “No-
sotros” y que siguieron Aldous Huxley,44 George Orwell45 y Ray Bradbury46.
Si bien la puja entre las pretensiones controladoras del Estado y las libertades indivi-
duales no es una novedad, hoy día esas pretensiones estatales se ven incentivadas por las
demandas sociales de seguridad cuya respuesta más utilizada consiste en la instalación y
utilización de dispositivos que restringen la privacidad y la intimidad de los individuos.
En tal contexto, no obstante las dificultades que plantea esa puja, es el Derecho In-
ternacional de los Derechos Humanos la herramienta para detener el accionar estatal
43. Hoy presentes en cualquier teléfono celular inteligente y que permiten conocer la localización de
cualquier usuario en tiempo real y con escaso margen de error.
44. Un mundo feliz. Publicado por primera vez en 1932 bajo el nombre Brave new world.
45. 1984. Publicado por primera vez en 1949.
46. Farenheit 451. Publicado por primera vez en 1953.
649
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
31.9. Conclusión
Se ha visto, como se adelantó, que los derechos descriptos y estudiados en este acá-
pite se encuentran en constante evolución y deben afrontar diversos puntos de conflicto
debido a la continua agresión que sufren desde muchos ámbitos del derecho y de la tecno-
logía.
Además, la proliferación de la vida en línea a través de la formación de perfiles en las
redes sociales, la accesibilidad a las nuevas tecnologías y la posesión masiva de dispositivos
de captura y publicación de imágenes, plantean optimismo sobre la extensión de la libertad
de publicación, que se contrapone a la posibilidad continua y latente de invadir esferas de
privacidad ajena y, a su vez, de limitar los ámbitos de la propia privacidad al divulgarse en
tiempo real las ubicaciones y las actividades de los usuarios.
Sin embargo, no debe tomarse la publicación voluntaria de ciertas actividades y datos
personales como un permiso para que terceros se entrometan en otros asuntos que no han
sido objeto de divulgación y cuya privacidad pretenda resguardarse.
Por otro lado, las actividades particulares y estatales tendientes a monitorear movi-
mientos en pos de la seguridad, incluyendo la creación de bases de datos biométricos, 47
parecen llevarnos hacia una sociedad de control en donde la publicidad sea la regla y la
intimidad la excepción, en tanto resulta difícil poner límites al Estado para invadir lugares
en donde la propia población propicia, reclama y facilita su presencia.
No obstante ello, no es cierto que la rápida evolución de la tecnología impida a las
normas adecuarse al contexto y permita la creación de lagunas que son ocupadas en detri-
mento de los derechos individuales ya que, como se ha descripto, el cuadro normativo es
amplio y flexible ante su interpretación bajo la órbita del principio pro homine, tanto en el
derecho interno cuanto ante los sistemas internacionales de promoción y protección de
los Derechos Humanos.
En síntesis, la protección de la intimidad, la privacidad, la honra y la dignidad está
jurídicamente garantizada, pero cada individuo debe advertir los casos en que sus derechos
se encuentren comprometidos e iniciar los reclamos correspondientes
Textos
650
Niño, L.F.: El bien jurídico como referencia garantista, Buenos Aires, Ediciones del Puerto,
2008.
Richarte, D.; Ossietinsky, P.; Vázquez, P.: Manual práctico de Derechos Humanos y Derecho
Constitucional, Buenos Aires, Eudeba, 2010.
Travieso, J.A.: Régimen jurídico de los datos personales, Tomo I, Buenos Aires, Abeledo
Perrot, 2014.
Zaffaroni, E.; Alagia, A.; Slokar, A.: Derecho Penal. Parte General, Segunda Edición,
Buenos Aires, Ediar, 2002.
Jurisprudencia
CIDH. Caso “Kimel vs. Argentina” Sentencia del 2 de mayo de 2008 (Fondo, repa-
raciones y costas).
CIDH. Caso “Gelman Vs. Uruguay” Sentencia del 24 de febrero de 2011 (Fondo y
Reparaciones).
CSJN. Fallos 150:419 “Rizzotti, Raúl c. Provincia de San Juan”.
CSJN. Fallos 306:1892 “Ponzetti de Balbín, Indalia c. Editorial Atlántida, S.A.”.
CSJN. Fallos 308:1392 “Bazterrica, Gustavo Mario s/ Tenencia de estupefacientes”.
CSJN. Fallos 331:1530 “Patitó, José Ángel y otro c/ Diario La Nación y otros”.
CSJN. Fallos 332:1963 “Arriola, Sebastián y otros s/ Causa n° 9080”.
CSJN. “Rodríguez, María Belén c/ Google Inc. s/ daños y Perjuicios”.
CNCrim. y Correc., plenario “Natividad Frías”.
651
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Capítulo 32
652
generaciones pasadas, las grandes ideas clásicas, etc. Los monumentos, por su lado, son
joyas con las cuales el hombre adornó la tierra y constituyen el patrimonio común: nos
recuerdan que la civilización está formada por los aportes realizados por todos los pueblos
y por la búsqueda de lo imperecedero, nos enseñan el respeto del genio creador que une
las naciones y las generaciones, muy por encima de todo conflicto que pudiere existir.
En consecuencia, la cultura no es más considerada como reservada a algunos, sino
que, a partir del siglo XX, se asistió a una tendencia a definir a la humanidad como el
conjunto de todos los hombres y de reconocerle a cada uno el derecho de crear, participar,
de dar y recibir. De esta manera, algunos sostienen que la idea de humanidad creadora de
cultura se halla en el centro, que ella es la matriz que engendra necesariamente todo el
resto: la cultura constituye y determina la esencia del hombre.
3. Robertson, R.: Teórico de la revista International Sociology y Theory, Culture & Society.
4. Nación, etnia, comunidades locales, etc.
653
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
c. El derecho a la Educación
La educación es presupuesto de todos los demás derechos, ya que constituye la base
informativa sobre la existencia de estos: a partir del acceso al sistema educativo el sujeto
aprende a leer, escribir, comprender, desarrollar pensamiento crítico y adquiere herramien-
tas que le permitirán, luego, proponer nuevos paradigmas, ideas y concepciones. Como
educación, se entenderá en el presente capítulo la educación formal, devenida en derecho
y cuya progresiva implementación y ampliación es exigida a partir de variados instrumentos
internacionales.
654
participación en la vida cultural, como creador o como receptor de manifestaciones cultu-
rales, pero asimismo incluye el concepto del goce de las artes por parte de todos, rom-
piendo así con la idea de cultura de élite respecto de las artes plásticas o musicales. Además,
adaptándose a los cambios de la sociedad de posguerra y al avance técnico-científico, esta-
blece que el acceso debe ser también garantizado respecto del progreso científico y de los
beneficios que de él resulten, ampliando así el ámbito de aplicación de los derechos cultu-
rales a toda área donde la tecnología se manifieste 8. En la segunda parte del artículo (art.
27.2) surge: “Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y mate-
riales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas
de que sea autora”. Y aquí se divide al derecho de autor en dos: por un lado, la protección
moral que consiste en (1) el respeto a la paternidad de la obra: la obligación de consignar el
nombre completo del autor/realizador de determinada creación científica, literaria o artís-
tica (autoría); (2) el derecho a conservar la integridad de la obra: sin el consentimiento del
autor no pueden realizarse modificaciones, mutilaciones, derivaciones de la creación o
cualquier acción que atente contra el honor o reputación del realizador. La protección del
aspecto moral apunta a la idea de conexión entre el creador y la obra, la reputación de este
y su derecho inalienable de reclamar la integridad de su producto. El plagio9 es la infracción
al derecho que posee el autor respecto de su obra artística o intelectual.
La otra faz del derecho de autor que surge de esta norma es el aspecto patrimonial, el
cual consiste en el derecho exclusivo del autor de explotar su obra por sí o por terceros.
Es el autor quien puede autorizar el uso de la creación de cualquier forma o por cualquier
medio. La explotación de la obra conllevará a la obtención de un beneficio económico.
655
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
656
que es imperante que los Estados se comprometan a garantizar un marco de libertad pro-
picio para que el investigador, artista, literato, pueda desarrollar su actividad creadora, ya
que quienes se han obligado mediante la ratificación del instrumento, “(...) reconocen los
beneficios que derivan del fomento y desarrollo de la cooperación y de las relaciones in-
ternacionales en cuestiones científicas y culturales” (art. 15.4).
11. El Comité fue establecido por la Resolución 17 del Consejo Económico y Social (ECOSOC) de
las Naciones Unidas el 28 de mayo de 1985 para llevar adelante las tareas de monitoreo de las fun-
ciones asignadas al ECOSOC en la parte IV del PDESC.
12. Compilación de observaciones finales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
sobre países de América Latina y el Caribe (1989 - 2004), pag. 31, versión digital en:
http://www.ohchr.org/documents/hrbodies/cescr/cescrcompilaciongc_sp.pdf consultado en fe-
cha 30/11/14. Informe Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, E/C.12/1/Add.38,
8 de diciembre de 1999.
13. Sobre pueblos indígenas y tribales, aprobado en el Congreso en el año 1989, y no ratificado al
657
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
c. UNESCO
La UNESCO es el organismo especializado de las Naciones Unidas para la Educa-
ción, la Ciencia y la Cultura, que tiene su sede en París, pero posee además 50 oficinas
alrededor del mundo. Cuenta con 195 miembros y ocho miembros asociados. Sus órganos
de gobierno son la Conferencia General y el Consejo Ejecutivo, y posee una Secretaría
General, dirigida por la Directora General, que actualmente es Irina Bokova desde el 22
de septiembre de 2009. La Secretaría General implementa las decisiones de los órganos de
gobierno. Cada dos años la Conferencia General establece los objetivos y prioridades y fija
un presupuesto para cumplirlos. El Consejo Ejecutivo se reúne dos veces al año y examina
el cumplimiento del programa.
El régimen jurídico propuesto por la UNESCO se funda en dos categorías de instru-
mentos internacionales: los convenios y las recomendaciones. Los primeros implican, por
parte de los Estados que los han adherido y ratificado, el compromiso de respetar lo allí
estipulado. Las segundas, adoptadas en el seno de la Conferencia General, no tienen ca-
rácter vinculante y son una invitación a los Estados miembros a que tomen las medidas
necesarias para su cumplimiento en el marco de la legislación nacional.
17. Como lo establecen los arts. 1, 11, 12 y 15 de la ley argentina 26.160, prorrogada por la ley 26554.
658
Además, la UNESCO hace más de una década trabaja en conjunto con la Universi-
dad de Friburgo en la definición de los derechos culturales en un marco de constante pro-
gresividad y cambios económicos, sociales, culturales y políticos.
Son innumerables las convenciones patrocinadas por la UNESCO. En el siguiente
capítulo nos concentraremos en las dos que continúan.
18. Adoptada por la Conferencia General de la UNESCO el 2/11/ 2001 en la ciudad de París.
19. Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, una visión, una plataforma conceptual, un semillero de ideas,
un paradigma nuevo, Documento preparado por la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible,
Johannesburgo, 26 de agosto-4 de septiembre de 2002, UNESCO.
20. Id. Anterior, pág. 4.
21. Ver artículo de Brito, María Sol: El íter de la Excepción Cultural: génesis y tratamiento en los TLC publi-
659
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
660
promover la consideración de los principios enunciados en la Declaración a la hora del
desarrollo de una estrategia en el seno de los gobiernos (art. 12.a); (b) debe generar dentro
de su organización un instrumento de referencia y de concertación entre los Estados, or-
ganismos internacionales y no gubernamentales, para contar con una plataforma común
de conceptos, objetivos y políticas (art.12.b); (c) ha de llevar adelante una labor de sensibi-
lización y desarrollo dentro de los ámbitos en los cuales tenga poder de injerencia (art.12
c) y, por último, (d) debe trabajar para la fácil ejecución de un Plan de Acción (art. 12.b).
661
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de apertura y equilibrio (art. 2.8), dado que la elección de las políticas culturales debe darse en
un marco de armonía para promover una apertura adecuada a otras culturas. Las partes
contratantes de esta Convención procurarán, además, crear en sus territorios un entorno
que incite a las personas y a los grupos, mediante políticas públicas, a crear, producir, di-
fundir y distribuir sus expresiones culturales, y además garantizar el acceso a las diversas
expresiones culturales procedentes de mismo territorio y de demás partes del mundo
(art.7). Sin embargo, el aspecto altamente positivo de este instrumento es que permite a
los Estados determinar situaciones especiales que corren riesgo, y aplicar medidas de sal-
vaguarda (art. 8).23
a. Sistema Europeo
a.i. Subsistema del Consejo de Europa
El Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales 24 ges-
tado en el seno del Consejo de Europa, sobre la base de los preceptos de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, consagra en su art. 10 el derecho a la libertad de expre-
sión, pero establece en el primer párrafo, última parte, que “el presente artículo no impide
que los Estados sometan a las empresas de radiodifusión, de cinematografía o de televisión
a un régimen de autorización previa”. Confiere así a la autoridad estatal un control sobre
los contenidos culturales (y no solo) respecto de los productos de radio, cine y tv. Los
límites y criterios de la limitación de esta libertad son el peligro de la seguridad nacional, la
integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito,
la salud y la moral, la protección de la reputación o de los derechos de terceros, el impedi-
mento de la divulgación de informaciones confidenciales, etc. (art. 10 párrafo 2°). El art.
14 del mismo instrumento prohíbe toda forma de discriminación en razón del uso de de-
terminada lengua, o la pertenencia a una minoría nacional o cualquier otra situación. Po-
niendo bajo el ala protectora de la convención, de forma indirecta, los derechos culturales
de quienes se hallen bajo la soberanía de un Estado Europeo parte. De este instrumento
no surgen derechos como el de elegir la propia identidad o el de pertenecer a cierta comu-
nidad o no.
La Carta Social Europea25 (CSE), por su parte, trata los derechos culturales de forma
marginal. La CSE y su Protocolo Adicional de 1988,26 garantizan una serie de derechos fun-
damentales que se pueden clasificar, a groso modo, en dos categorías: por un lado, condi-
ciones de trabajo, y por el otro, cohesión social. El único derecho que se vincula a los
derechos culturales, aunque no strictu sensu, es el derecho a la orientación y a la formación
profesional.
23. Podría tratarse de la aplicación de medidas protectoras de cierta actividad, o bien financiar y sub-
vencionar.
24. Firmado el 4/11/1950 en Roma, entró en vigor el 21/09/1970.
25. Firmada el 18 /10/1961 en Turín, entró en vigor el 26/02/1965.
26. Firmado el 5/05/1988 en Estrasburgo, entró en vigor el 4/01/1992.
662
Lamentablemente, el Consejo de Europa no ha podido dar forma a lo acordado en
la Cumbre de Viena (1993): elaborar un protocolo que complemente el Convenio Europeo
de Derechos Humanos en el ámbito de los derechos culturales, especialmente para los
integrantes de minorías nacionales. Los Estados miembro del Consejo de Europa no han
podido arribar a un consenso en la redacción del protocolo.
Muchos de los instrumentos regionales que regulan la materia cultural lingüística se-
rán tratados en el apartado 4 del presente capítulo, en referencia a los derechos lingüísti-
cos.27
27. Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias, de 1992 y el Convenio Marco para la Pro-
tección de las Minorías Nacionales de 1995.
28. Proclamada por el Parlamento Europeo, Consejo de la Unión Europea y la Comisión Europea el
7/12/2000 en la ciudad de Niza. Una versión adaptada del instrumento fue proclamada el
12/12/2007 en la ciudad de Estrasburgo antes de la firma del Tratado de Lisboa. La ratificación y
entrada en vigor del Tratado de Lisboa hacen que la Carta sea vinculante para todos los países,
excepto Polonia y Reino Unido. El Tratado de Lisboa fue firmado el 13/12/2007 en Lisboa, entró
en vigor el 1/12/2009.
29. Resolución XI/1945.
30. La cual sufrió una reforma a partir del Protocolo de Buenos Aires, y el art. 48 es actualmente el
663
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
c. Sistema africano
Existe en este sistema regional un instrumento específico que indica las directrices
respecto del tratamiento de la cultura: la Carta Cultural Africana (CCA).34 Este documento
originado en la Organización de la Unión Africana que tiene como objetivos (art.1): a)
liberar a los pueblos africanos de condicionamientos socio-culturales que les impiden el
desarrollo; b) rehabilitar, restaurar, preservar y promover el patrimonio cultural de África;
c) dignificar la cultura africana y las raíces populares de esta; d) combatir y eliminar toda
forma de alienación y supresión y opresión cultural (sobre todo en los países en los cuales
persisten sistemas como el apartheid); e) incentivar la cooperación cultural; f) promover el
estudio de la ciencia y tecnología para el control de la naturaleza y g) desarrollar valores
dinámicos dentro del patrimonio cultural africano, rechazando todo elemento que impida
el desarrollo. La CCA se divide en 9 capítulos según la materia regulada.
La Carta, en el art. 3, alude a la importancia del respeto de la diversidad cultural en el
continente, elemento que es considerado un factor de riqueza y que en consecuencia repele
la sumisión de distintas culturas a una única identidad nacional (art. 5). De hecho, en el art.
6 se establece que cada Estado Africano reconoce en sus trabajadores los fundadores y
escritores de su historia y cultura y considera de suma importancia la elaboración de polí-
ticas nacionales culturales.
La guía del sistema africano de derechos es la colectividad, y ello se ve reflejado en la
aseveración del art. 7 de la CCA, donde se reconoce que la fuerza conductora del conti-
nente radica en la personalidad colectiva y no en el desarrollo individual de la persona.
Además, afirma que la cultura no es un privilegio de una élite, sino un derecho y un aspecto
social reconocido a todos los africanos.
664
El capítulo III del documento, reconoce la importancia y necesidad del activo rol de
los jóvenes en la vida, la actividad cultural y las relaciones interculturales a lo largo y ancho
del continente; y para ello, es necesario el desarrollo de la educación a largo plazo y el
entrenamiento profesional (capítulo IV). Este instrumento también establece que resulta
de suma importancia el uso de las lenguas africanas 35 (capítulo V) en un continente que,
históricamente, fue sometido a las lenguas oficiales de sus metrópolis colonizadoras. El
art. 18 estipula que es necesario establecer políticas públicas para la inserción de las lenguas
africanas en la educación formal. El capítulo VI vincula la necesidad de una regulación de
los medios de comunicación en articulación con una política cultural para el desarrollo de
los pueblos africanos. Los siguientes capítulos terminan de suministrar pautas para indicar
a los Estados la forma de encausar sus políticas culturales en un marco de protección a las
obras artísticas, literarias, intelectuales africanas y al patrimonio cultural africano (arts. 25
a 29), dentro de un marco de cooperación en el continente (art. 30).
a. Fundamento histórico
Los derechos lingüísticos son derechos de los particulares y de las colectividades, que
permiten a los sujetos usar la lengua nativa propia. Se reconocen como lenguas, aquellas
que no siendo oficiales o estándar, son habladas por minorías. Este concepto implica el
derecho al uso en un contexto público y/o jurídico.
El uso de las diversas lenguas se considera relevante desde tiempos antiguos. Al res-
pecto, se pueden citar los Placiti campani: fórmulas testimoniales que se remontan al siglo
X, escritas en lengua vulgar36; y también los Juramentos de Estrasburgo, a través de los cuales
Carlos el Calvo y Ludovico el Germano en el 842, renovaron su alianza. En este último
texto, se decidió usar una variedad germánica que podía ser comprendida por las tropas de
Carlos. Además, la ordenanza de Villers-Cotterêts del año 1539 dictada por el rey de Francia
Francisco I, impuso el uso de la lengua francesa para todos los actos públicos y, en el
mismo sentido, los decretos de los monarcas españoles prohibían el uso de la lengua árabe
en España y de las lenguas indígenas en las colonias del continente americano. Por otro
lado, el Act for the English order, habite and language (1536-37), tenía como objetivo la afirma-
ción de la lengua y cultura inglesas en todo el reino.
35. Tema que será tratado en la cuarta parte del presente capítulo sobre la base de otros documentos
internacionales.
36. La lengua vulgar era la lengua no oficial, hablada por el pueblo, pero no la que regía la actividad
665
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
originario de derechos naturales, individuales y colectivos 37; cada persona posee un estado
natural de libertad e igualdad respecto de la ley y es titular del derecho de libertad de ex-
presión del pensamiento y de las opiniones.
En el siglo XVII, la lengua común y más difundida era el criterio principal de inte-
gración nacional: el idioma oficial constituía el instrumento psicológico que permitía el
autorreconocimiento sobre una base territorial, étnica y cultural. Según Anderson38, este
proceso tan sectario “determinó la marginación de las realidades lingüísticas y culturales
no reducibles a la lengua oficial”. El nacionalismo, entonces, se reveló hostil a los derechos
lingüísticos de las minorías.39
Serán las constituciones democráticas y los documentos fundamentales de los orga-
nismos internacionales de la posguerra, como la Declaración Universal de Derechos Humanos,
los instrumentos que codificarán seriamente estos derechos. En el art. 1° de la Declaración
Universal, se estipuló que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos (…)”; y del art. 2° resulta que tales derechos y libertades fundamentales corres-
ponden a todos los individuos sin distinción de raza, lengua, religión, etc. Además, en con-
sonancia, el art. 19 proclama que cada individuo tiene derecho a la libertad de expresión.
Por otro lado, el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales
prohíbe cualquier forma de discriminación, incluida la segregación lingüística. El Acto Final
de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa 40 del año 1975, reconoce a las mino-
rías nacionales la igualdad ante la ley y, en consecuencia, el efectivo goce de los derechos
y las libertades fundamentales.
De hecho, estos derechos son reconocidos también en nuestra Constitución Nacional:
el art. 14 reconoce a los ciudadanos el derecho a publicar las ideas propias sin censura
previa, exteriorizando así la libertad de pensamiento mediante el vehículo que es la lengua
propia. Debemos recordar que el art. 75 inc. 22 ha dado jerarquía constitucional a la Decla-
ración Universal de Derechos Humanos, y que otro avance de la reforma de 1994 fue la inclusión
de art. 75 inc. 17, el cual reconoce el derecho a una educación bilingüe e intercultural res-
pecto de las comunidades originarias.
En consecuencia, se puede afirmar que la lengua es reconocida como uno de los
elementos que puede, potencialmente, ser un motivo de discriminación, exclusión o per-
secución. Más allá del derecho negativo a la no discriminación sobre la base lingüística, se
han definido medidas orientadas a comprometer al poder público a los fines de que tutele
las diversidades lingüísticas, surgiendo como garantías: 1) el deber de informar a una per-
sona sobre las imputaciones en su contra a través de una lengua que le sea comprensible y
37. Carrozza, P.: “Stati nazionali, multiculturalismo, diritti scolastici e culturali. Il punto di vista giu-
ridico-istituzionale, en La scuola e la società multiculturale” en Elementi di analisi multidisciplinare, a
cargo de G. Tassinari, G. Ceccatelli Gurrieri & M. Giusti, Firenze, La Nuova Italia, 1992, pág. 151.
38. Anderson, B.: Comunità immaginate. Origini e fortuna dei nazionalismi, Roma, Manifesto libri, 2000 (1ra
ed. Imagined communities. Reflections on the origin and spread of nationalism, Londres, Verso,
1991). Traducción Libre.
39. Como sucedió con el Fascismo, período en el cual se instituyó la Comisión para la Italianidad de
la lengua (1941), la cual tenía como misión reprimir a las minorías dialectófonas.
40. Conferencia de Helsinki, realizada entre el 3 de julio de 1973 y el 1° de agosto de 1975. El acta
666
garantizarle un servicio de interpretación gratuito durante el proceso; 2) en los Estados, en
los cuales haya minorías lingüísticas, el compromiso refiere a no impedir el uso de la lengua
propia y el goce de la propia cultura.
i. Convenio OIT 107 sobre las Poblaciones Indígenas y Tribales41: prevé que los niños de estos
grupos puedan aprender a leer y escribir en la lengua madre o bien en la lengua más utili-
zada en el interno del grupo (art. 23, 1); que los Estados adopten para estos pueblos dis-
posiciones de transición hacia la lengua nacional (art. 23, 2); que el Estado adopte medidas
para preservar estas lenguas (art 23.3), etc. A dichas poblaciones, se les debe brindar la
información necesaria respecto de sus derechos y deberes con el auxilio de traducciones y
medios de comunicación en sus lenguas nativas (art. 26). Esta convención fue integrada y
superada por el Convenio OIT 169 sobre pueblos indígenas y tribales42, la cual reconoce ya en el
preámbulo la legítima aspiración de los beneficiarios del derecho al uso de la lengua propia.
ii. Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza43: este
tratado prevé como principal derecho de las minorías lingüísticas la gestión propia de sus
escuelas y en consecuencia, la enseñanza de su propia lengua.
iii. Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas,
religiosas y lingüísticas44: confiere derecho al uso de la lengua en plena libertad, en público y
en privado (art. 2, 1); y exhorta a los Estados a adoptar medidas apropiadas para favorecer
el desarrollo de estas lenguas minoritarias.
iv. Carta Europea de las Lenguas Regionales y Minoritarias45: tiene como objeto garantizar
el uso de las lenguas minoritarias y dialectos en la escuela y en los medios de comunicación,
en los procesos judiciales y administrativos, en la vida social y cultural. Sin embargo, no
establece derechos individuales ni colectivos para los hablantes de estas lenguas.
v. Convenio marco para la protección de las minorías nacionales 46: el objetivo principal de esta
norma es alcanzar un desarrollo pleno de las lenguas minoritarias y la plena participación
de estos grupos en la vida social, cultural y económica.
Existen, además, otros instrumentos internacionales que tutelan, entre otros dere-
chos humanos, el derecho al uso y a la protección de la lengua propia, como a) la
41. Adoptado el 26/06/1957 bajo los auspicios de la OIT, entró en vigor el 2/06/1959.
42. Firmado el 27/06/1989 bajo los auspicios de la OIT, entró en vigor el 5/09/1991.
43. Firmada el 14/12/1960 en París bajo los auspicios de la UNESCO, entró en vigor el 29/05/1962.
44. Resolución 47/135 (AGNU), 18/12/1992.
45. Firmada el 5/11/1992 en Estrasburgo, entró en vigor el 1/03/1998.
46. Firmado el 1/02/1995 en Estrasburgo, entró en vigor el 1/02/1998.
667
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Convención sobre los Derechos del Niño47; b) la Declaración Universal sobre la Diversi-
dad Cultural; c) la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad 48; d)
la Convención Internacional para la protección de los derechos de los trabajadores mi-
grantes y sus familias.49
vi. Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos de Barcelona 50: este documento afirma
la centralidad de la lengua en el crecimiento y en el bienestar humano, a nivel intelectual,
social y como instrumento de cohesión o coexistencia. Niega la jerarquización entre las
lenguas: el único criterio es el que representa la historicidad. Este instrumento permite
afirmar el derecho al plurilingüismo, en una óptica de total libertad de elección individual
y de plena integración en un mundo multicultural.
47. Arts. 20, 3; 29, IC; 30; 40,2 prevén el reconocimiento, respeto y mantenimiento de la identidad
lingüística del niño. Firmada el 20/11/ 1989 en las Naciones Unidas, entró en vigor el 2/09/1990.
48. Garantizar con medidas oportunas los derechos de acceso (art.9); de instrucción (art.24); de par-
ticipación en la vida cultural (art.30), etc. Firmada el 30/03/2007 en la Sede de las Naciones Unidas
de New York, entró en vigor el 3/05/2008.
49. Derecho de ser informado en lengua comprensible sobre los motivos de un eventual arresto o
expulsión (arts. 16.5 y 22.3); derecho a asistencia gratuita de un intérprete en caso de arresto o de
procedimiento penal (arts. 16.8 y 18.3); para los niños, derecho de acceso a las estructuras educativas
en condiciones de paridad con los ciudadanos del Estado (art.30); etc. Firmada el 18/12/1990 en las
Naciones Unidas, entró en vigor el 1/07/2003.
50. Firmada en el foro de Organizaciones No Gubernamentales del 6 al 9/06/1996 en Barcelona.
51. Cuerpos momificados, huesos, cabellos, etc.
668
instituciones52, o bien las naciones que vieron expoliado su patrimonio, dirigieron de forma
oficial las reclamaciones a países europeos que llevaron a cabo excavaciones arqueológicas
y exportaron distintos bienes.53 El conflicto se da entre dos sistemas de creencias diver-
sos54: por un lado, según Langford55, los pueblos originarios reclaman el control sobre su
patrimonio cultural como una reivindicación de sus derechos humanos básicos y, por otro,
los investigadores sostienen que la devolución comportaría una pérdida para toda la hu-
manidad.
Es necesario distinguir que el término repatriación difiere del de restitución. El primero
se reserva a los objetos que son poseídos ilegalmente de acuerdo con las normas interna-
cionales y son reclamados por sus propietarios tradicionales o sus descendientes, además
tiene que ver con la idea de devolver a los pueblos originarios los elementos de los cuales
han sido despojados. El segundo, por su parte, alude a ítems robados o apropiados ilícita-
mente, violando las leyes internacionales y las Convenciones de la UNESCO de 1954 y
197056. El concepto de reinhumación debe también tenerse en cuenta, pero remite al destino
que se les dará a los restos una vez recuperados.
El Acuerdo de Vermillon sobre restos humanos 57 es el primer código de ética sobre el tra-
tamiento de los restos humanos y demás objetos, que fue aprobado en el Segundo Con-
greso Mundial de Arqueología.58 Este documento reconoce la importancia que revisten
para los pueblos indígenas los restos de los ancestros indígenas y los sitios que los contie-
nen (arts. 2 y 3). Surge también, que el patrimonio cultural indígena pertenece legítima-
mente a sus descendientes, quienes tienen modos particulares de interpretarlo, gestionarlo,
administrarlo y tutelarlo. No obstante, reconoce la necesidad de arribar a una relación y
participación equitativa entre los pueblos y los investigadores (arts. 5 y 6).
En 1990, los Estados Unidos de América aprobaron una ley llamada The Native Ame-
rican Grave Protection and Repatriation Act (NAGPRA),59 que tiene por objeto proteger las
tumbas de los pueblos originarios que se hallen en tierras federales y tribales, confiriéndole
52. Entidades que eran de sus ex metrópolis y entidades que se hicieron de esos objetos por medio
del tráfico ilegal o apropiación ilegal durante conflictos armados.
53. Como, por ejemplo, los mármoles del Partenón reclamados al Reino Unido.
54. Hubert, J.: Dry bones or living ancestors? Conflictive perceptions of Life, Death and the Universe, International
669
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
a las tribus el control sobre el tratamiento de las tumbas no identificadas y veda la venta
con fines comerciales de cadáveres de nativos. La norma exige la realización de un inven-
tario y la repatriación de los restos que se encontraren en manos de autoridades federales
o de instituciones financiadas por el gobierno federal, también estipula la devolución de
objetos sagrados o funerarios robados o adquiridos de forma ilegal. Extiende la posibilidad
de reclamación a cualquier otro bien comunal relevante que sea reivindicado por sus due-
ños. Para que proceda la restitución, se debe probar la existencia de un descendiente en
línea directa o bien acreditarse que el ítem era propiedad o estaba administrado por la
comunidad o por alguno de los miembros de la tribu. Se trata de una prueba de filiación
cultural, que puede ser producida a través de información geográfica, biológica, arqueoló-
gica, lingüística, folklórica o mediante cualquier dato significativo o dictamen de un ex-
perto, sin la necesidad de alcanzar una certeza científica del 100%. Empero, existen dos
excepciones a la restitución/repatriación: a) acreditación por parte de la institución tene-
dora de su derecho de posesión sobre el ítem reclamado60; y b) si los objetos reclamados
se hallan, al momento de la solicitud, afectados al estudio científico, y la devolución pro-
cederá dentro de un plazo de 90 días de finalizados estos.
Del otro lado del planeta, en Australia, se aplicó una política a favor de los reclamos
de los pueblos originarios mediante, por ejemplo, la Federal Aboriginal and Torres Strait Islan-
der Heritage Protection Act de 1984,61 y el Estado Australiano ha sostenido a lo largo de los
años el apoyo a la repatriación de restos humanos y objetos patrimoniales aborígenes.
Asimismo, asociaciones de museos integraron a sus estándares deontológicos, Código
de Ética Profesional de ICOM62, a los restos humanos y objetos sacros como “materiales sen-
sibles”, merecedores de un trato especialmente cuidadoso y respetuoso. Muchos museos
han creado normativa interna propia, regulando la materia como, por ejemplo, el UK por
medio del Museum Association Code of Conduct for Museum Professionals. Algunas ins-
tituciones, además, restituyeron voluntariamente restos humanos, como el Australian Ins-
titute of Aboriginal Studies, la Universidad de Cambridge y The Smithsoniaen Institution
de Estados Unidos. En los países europeos no hay políticas de repatriación desde el Estado
y debe analizarse la política individual de cada institución. 63
La primera victoria a nivel internacional fue la aprobación de la Convención sobre Tribus
y Pueblos Indígenas en Países Independientes (Convenio OIT 169) donde se expresan los dere-
chos de las minorías originarias y se los considera como sujetos colectivos y con derechos
sobre sus bienes. En 1970, se suscribió en París la Convención sobre las medidas que deben adop-
tarse para prohibir e impedir la importación, exportación y transferencia de la propiedad ilícita de bienes
culturales, la cual constituyó uno de los primeros sustentos para las solicitudes de restitución
a nivel internacional. En el ámbito regional, la Convención de San Salvador sobre la defensa del
60. En casos, por ejemplo, de adquisición por cesión voluntaria de la misma comunidad.
61. Act No. 79 de 1984 reformada por el Act No 139 de 2010, Ley de Australia.
62. Aprobado por unanimidad el 4/11/1986 en la 15° Asamblea General ICOM en Buenos Aires y
mientras que el National museum de Suecia devolvió a Guatemala una estela maya luego de haber
comprobado la ilegalidad en su adquisición.
670
patrimonio arqueológico, histórico y artístico de las Naciones Americanas64, como lo anuncia el
preámbulo, protege el patrimonio cultural americano ante “el constante saqueo y despojo
que han sufrido los países del continente”, a los fines de “impedir la exportación o impor-
tación ilícita de bienes culturales”. Entre los bienes culturales tutelados, se hallan los restos
humanos y el material arqueológico vinculado. La acción reivindicatoria es imprescriptible, y co-
rresponde a los Estados reglamentar el procedimiento y curso de la misma, como así los
medios probatorios.
La República Argentina, mediante la ley 25.517, ha reglamentado el tratamiento de
los restos mortales de aborígenes que forman parte de museos y/o colecciones públicas o
privadas. El art. 1° estipula que los restos mortales de aborígenes deberán ser puestos a
disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades que formulen un reclamo, aquellos
que no sean reclamados podrán continuar a disposición de las instituciones que los alber-
gan, pero en un marco de respeto y consideración (art. 2). 65
saggio e il patrimonio storico e artistico della Nazione.” Considerata la valenza e l’importanza che
l’articolo 9 riveste nella cultura e costituzionale e sociale d’Italia, è opportuno leggere questi cenni
fatti dal Presidente della Repubblica Ciampi. Dalle righe emerge subito la volontà di difendere il
tradizionale approccio a ciò che è arte, approccio diretto che la cultura italiana ha da sempre mante-
nuto verso il bene per lo stretto legame con il territorio e la tradizione; soprattutto e chiara la volontà
di mantenere viva la prerogativa tutta italiana di intendere la propria cultura fondata sul connubio
società-arte-luogo che affonda le sue radici nei secoli scorsi”.
67. A.E. Pérez Luño: “Le generazioni dei diritti umani”, in Nuovi diritti dell'età tecnologica, a cargo de F.
671
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
69. López Bravo C.: Patrimonio cultural en el sistema de derechos fundamentales, Universidad de Sevilla, Se-
cretariado de Publicaciones 1999, pág. 144.
70. “Asociación Cristo Sacerdote y otros contra GCBA s/otros procesos incidentales”, Cámara en lo
672
de personas ingresó a la muestra y dañó algunas piezas allí exhibidas y se resolvió cerrar la
exposición desde el día lunes hasta el jueves siguiente.
La Asociación Cristo Sacerdote, en defensa de la fe católica, incoó una acción de
amparo junto con una medida cautelar, ante los Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires
a los fines de que la muestra no continuara: requirió, en la medida cautelar, que el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires se abstuviera de proveer instalaciones y recursos humanos y
materiales que posibilitaran la exhibición de las obras de León Ferrari, ya que se mostraban
como “provocadores de herida en los sentimientos religiosos”. A su vez, la Asociación
evocó la existencia del derecho de que no se ofendieran los sentimientos católicos me-
diante 49 obras descriptas en el escrito de demanda, sobre la base de lo establecido en el
art. 14 de la Constitución Nacional; y del derecho a la libertad de religión y la garantía
contra cualquier acto que significara su distinción, exclusión o menoscabo, según los arts.
10, 11 y 12 inc. 4 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, la Asociación
se amparó en el art. 12 inc. 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
La jueza que debió entender en la petición, Elena Liberatori, decidió declarar la clau-
sura el viernes 17 de diciembre, “suspendiendo los actos administrativos emanados de la
Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Centro
Cultural Recoleta, relativos a las autorizaciones, permisos y demás resoluciones adminis-
trativas tendientes a llevar a cabo la muestra ‘León Ferrari. Retrospectiva. Obras 1954-
2004’”.71 Esta decisión, fue apelada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, eleván-
dose la misma a la Cámara. Los jueces de segunda instancia, efectuaron una inspección
ocular de la muestra el día 24 de diciembre, y el 27 de diciembre decidieron levantar la
clausura. La exhibición continuó abierta hasta el 29 de enero de 2005.
El motivo del conflicto explotó por la colisión de derechos. Por un lado, el derecho
de profesar creencias religiosas y el respeto que los símbolos católicos merecen y por otro,
la libertad de expresión del artista y de información y acceso de terceros a una forma de
expresión cultural artística.
La jueza de primera Instancia consideró que la libertad de expresión, según tratados
internacionales, conlleva deberes y responsabilidades especiales y que “por consiguiente,
puede estar sujeta a ciertas restricciones (…) fijadas por la ley”. Según Liberatori, esas
limitaciones se hallan en la ley 21.173, que introdujo en el Código Civil el art. 1071 bis 72,
según el cual la mortificación a otros en sus costumbres o sentimientos, constituye una
invasión e intromisión totalmente innecesaria en la vida de los otros. Como fundamento
de la apelación, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sostuvo que el art. 1071 bis del
Código Civil no encuentra vínculo razonable con la petición de la Asociación y, asimismo,
la decisión judicial atentó contra el derecho a la libertad de expresión y a la libre circulación
de las ideas. En el traslado, la Asociación manifestó que la libertad de expresión no es un
673
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
derecho absoluto y que los espacios públicos de la Ciudad de Buenos Aires no pueden ser
utilizados para realizar insultos a los símbolos de la fe católica.
Los magistrados de Cámara, Horacio Corti, Carlos Balbín y Esteban Centanaro, ex-
presaron en su fallo que las obras descriptas por la Asociación como ofensivas no consti-
tuyeron la totalidad de las exhibidas, y que al clausurarse la muestra se afectó la política
cultural de la Ciudad y el derecho del artista a exponer y del público a acceder a las obras.
Consideraron que la clausura excedió lo solicitado en la medida cautelar, ya que en la misma
no se aludió a la muestra íntegramente. Además, agregaron que no detectaron indicio al-
guno de conducta delictiva o contravencional. Respecto del art. 1071 bis del Código Civil,
la Cámara consideró que para que proceda esa normativa debe existir un ataque a la esfera
de intimidad de los sujetos, situación que no se configuró en esta causa, según los jueces.
Citaron además el art. 12.4 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, que reconoce
el principio de inviolabilidad de la libertad religiosa y de conciencia y el art. 12 de la Con-
vención Americana de Derechos Humanos, y no encontraron relación entre la muestra y
los derechos y postulados enunciados en esas normas. Y establecieron que la actividad
artística posee una dimensión crítica ante la cual se manifiestan una diversidad de reaccio-
nes emocionales e intelectuales, que no justifican negar la libertad artística del otro. Las
molestias causadas por la muestra, para los magistrados, son consecuencias del ejercicio de
la libertad artística. Si esta fuera vedada, el hecho constituiría un acto de censura.
La resolución de segundo grado, dejó sin efecto la medida dispuesta por la jueza de
primera instancia y ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que mantuviera la
restricción de ingreso a menores y que continuaran en la exhibición los carteles, que ya
existían, que advertían sobre el contenido de la muestra y que estos también se agregaran
a la puerta de acceso.
73.Recordemos que las zonas cercanas a las salidas fluviales y marítimas han adoptado una variedad
diatópica del español que es el rioplatense.
674
Las provincias, por su parte, como se establece en el art. 125 parte 2°, se han reser-
vado la competencia para promover el conocimiento, la cultura y la ciencia a través de
políticas y legislación propias.
El art. 14 última parte, alude al “derecho a enseñar y aprender”. El Estado debe crear
establecimientos oficiales e impartir enseñanza dentro del pluralismo social. La Libertad
de enseñanza consta del derecho de los padres a elegir el tipo de enseñanza para sus hijos
menores; el Estado no puede imponer coercitivamente ningún tipo de educación. No obs-
tante, los derechos de enseñar y aprender no son absolutos, la legislación los reglamenta
asegurando siempre al libertad de enseñanza. El lema es enseñar a los ciudadanos para que
puedan ejercer responsablemente sus derechos y libertades.
Es menester reiterar que el art. 75 inc. 22 menciona los tratados internacionales sobre
derechos humanos con jerarquía constitucional, muchos de ellos citados en el presente
capítulo y que, por tanto, constituyen la ley suprema de la Nación.
32.9. Conclusiones
En suma, los derechos culturales son una categoría permeable. Fueron reconocidos
como derechos de segunda generación, pero muchas subespecies de estos se hallan clasi-
ficadas como derechos de tercera generación. El derecho a la cultura alude a una gran
cantidad de derechos y libertades: al acceso a la cultura; a la participación en la vida cultural;
a la creatividad; a la protección de los intereses morales y patrimoniales que resultan de la
producción literaria o artística; a la protección de los bienes culturales; a la educación; a la
protección del patrimonio mundial cultural; al uso de la lengua propia; a la cooperación
cultural internacional; y a la protección y desarrollo de la identidad cultural.
32.10. Bibliografía
675
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
http://www.treccani.it/enciclopedia/diritti-linguistici_(Enciclopedia-dell'Italiano)/
Sitios de interés
http://www.unesco.org/new/es
http://www.agirpourlesdesc.org/espanol/casos-de-jurisprudencia/
http://www.accesjustice.ca/documents/braen_fr.pdf
676
Capítulo 33
33.1. Introducción
Tanto se habla de las obligaciones de los Estados y los gobiernos, que se puede perder
de la vista que las empresas y las personas también debemos respetar los derechos huma-
nos.
Este capítulo tratará los deberes de las empresas. Enfocará el tema desde el punto de
vista moral y ético, y no desde el legal, porque este último no está del todo claro en muchos
aspectos en general, y especialmente en lo que involucra las responsabilidades de las casas
matrices y los dirigentes máximos de las denominadas “empresas transnacionales” en
acontecimientos ocurridos fuera del país sede de la firma.
Sin embargo, respetar los principios fundamentales de los derechos humanos es una
obligación moral de las empresas y de las personas que trabajamos en ellas, haya o no
legislación que nos obligue. Y, aparecen instancias en la vida diaria mundana que no tienen
nada que ver con grandes negocios internacionales a las que todos debemos estar atentos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU)1 sostiene –y esta autora concuerda–
que “la responsabilidad de respetar los derechos humanos constituye una norma de con-
ducta mundial aplicable a todas las empresas, dondequiera que operen. Existe con inde-
pendencia de la capacidad y/o voluntad de los Estados de cumplir sus propias obligaciones
de derechos humanos y no reduce esas obligaciones. Se trata de una responsabilidad adi-
cional a la de cumplir las leyes y normas nacionales de protección de los derechos huma-
nos”.
La ONU2 exhorta a las empresas a evitar que sus propias acciones provoquen con-
secuencias negativas sobre los derechos humanos y a hacer reparaciones si esas consecuen-
cias se produjesen. Además, las empresas deben tratar de prevenir o mitigar efectos
negativos sobre los derechos humanos provocados –aunque la empresa en sí no haya con-
tribuido a generarlos– por operaciones de o productos o servicios prestados por sus rela-
ciones comerciales.
1. Naciones Unidas, Derechos Humanos, Oficina del Alto Comisionado. Principios Rectores sobre las
Empresas y los Derechos Humanos: Puesta en práctica del marco de las Naciones Unidas para “proteger, respetar y
remediar”, Nueva York y Ginebra, 2011. p. 15.
2. Ídem, p. 17.
677
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
¿Qué significa esto? Básicamente, implica que las empresas son moralmente respon-
sables de proteger los derechos humanos en todos los eslabones de la cadena de suministro
(supply chain), que incluye a todos los actores que intervienen desde la materia prima hasta
la venta al consumidor final, englobando todos los proveedores y procesadores, así como
también los canales de distribución mayoristas y minoristas, tanto en las industrias de pro-
ductos como en la provisión de servicios. Por eso, un comercio de venta de artículos de
moda que compra directa o indirectamente prendas confeccionadas en talleres de mano
de obra esclava es moralmente responsable por la violación de los derechos humanos de
esos trabajadores. Y el fabricante de componentes que se utilizan en la producción de
minas de tierra es moralmente responsable por las vidas inocentes que se pierden y las
discapacidades que se producen por el uso de esos dispositivos explosivos.
Los alcances de estas responsabilidades son muy amplios. Ha habido casos notables
en la historia como, por ejemplo, la lucha del gobierno de Sudáfrica3 para reducir el precio
del tratamiento de sida –mantenido sensiblemente más alto que el costo de producción de
los medicamentos, por los laboratorios farmacéuticos dueños de los patentes–, puja que
ganaron los sudafricanos en 1997. En este caso, se podría interpretar que los laboratorios
eran moralmente responsables por el sufrimiento de millones de pacientes y sus familias
por sostener artificialmente los precios en un nivel fuera de su alcance. La clásica defensa
de la industria farmacéutica pareciera – a primera vista – atendible: se necesita la protección
de los patentes para sostener la investigación y desarrollo de medicinas, porque es muy
cara. Pero hay quienes cuestionan las intenciones de los laboratorios y documentan sus
críticas.4 No vamos a resolver este debate en este capítulo. Basta decir que claramente están
en juego los derechos a la salud y bienestar y a la asistencia médica y servicios sociales
necesarios, que figuran en la Declaración Universal de los Derechos Humanos desde
1948.5
Así que son muy amplias las responsabilidades de las empresas en cuanto al respeto
de los derechos es dueño de o está trabajando en una empresa.
http://www.economist.com/blogs/freeexchange/2014/08/innovation
5. Naciones Unidas. http://www.un.org/es/documents/udhr/index_print.shtml al 14/07/15
678
Como no se puede definir con precisión las cuestiones de ética en los negocios –
entre las que se encuentran los derechos humanos – en última instancia, dónde trazar la
línea es una decisión personal basada en los valores de cada uno.
Los derechos humanos de clientes y los productos y servicios: ¿cómo pueden los productos y
servicios de la empresa violar los derechos humanos de los clientes y cómo evitarlo? A
veces es obvio lo que hay que hacer: si la mayonesa de atún es vieja, no venderla en su
restaurante, porque atenta contra la salud y hasta la vida de los clientes. En algunas instan-
cias, no es tan claro: ¿seguir ofreciendo bronceados en cama solar o seguir vendiendo ci-
garrillos? Algunos dirían: si el alto riesgo de cáncer de piel sale en los medios, ¿no tendría que saber el
cliente si le conviene broncearse así o no? o Si el paquete dice que el cigarrillo causa muertes, ¿no es problema
del comprador si quiere fumar? Mientras no sea ilegal vender cigarrillos o sesiones de cama
solar, la respuesta sobre si hacerlo o no, está en cada uno.
La discriminación a los clientes: ¿cómo puede una empresa discriminar a los clientes?
Tomemos, por ejemplo, una práctica cuestionada en un artículo publicado por Columbia
Law School6 con respecto a la venta de automóviles con financiación en los Estados Uni-
dos. Hay casos documentados de clientes con idénticos puntajes según las empresas de
informes crediticios (en cuanto a calidad y confiabilidad crediticia), a quienes les dan sen-
siblemente distintas tasas de interés en la financiación de sus compras de coches. La dife-
rencia es que los clientes con la tasa baja de interés son blancos y los de la tasa alta son
negros. Otro ejemplo: entra un hombre bien parecido y su linda novia en un restaurante
de moda y se les asigna una mesa cómoda y muy bien ubicada, mientras que a las dos
6.Hernández, J.: “Loan Discrimination at the Auto Dealership: Current Cases, Strategies and the
Case for Intervention by Attorneys General”. Consultado el 15.07.15: http://web.law.colum-
bia.edu/sites/default/files/microsites/career-services/Loan%20Discrimina-
tion%20At%20The%20Auto%20Dealership.pdf
679
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
mujeres de mediana edad correctamente vestidas que vinieron antes, le dieron una mesa
chica en el fondo al lado de la puerta del baño. Hmmm…
En el primer caso, de las concesionarias de autos, esta discriminación pareciera ser
sistemática y decidida por una política de la compañía financiera que otorga los préstamos
prendarios. Sin embargo, por lo expresado más arriba sobre la responsabilidad de las em-
presas por lo que ocurre en toda la cadena de suministro en que participan, las concesio-
narias y – en la medida en que sepan o sospechan de la práctica y porque las concesionarias
suelen ser exclusivas por marca de autos – las mismas terminales automotrices son cóm-
plices, también culpables de la violación de los derechos humanos de los compradores
junto con las financieras que pudieran originar la discriminación.
En el segundo caso del restaurante, puede no ser una política del establecimiento,
sino una decisión del maître o del mozo discriminar a las mujeres de mediana edad. Igual-
mente, el establecimiento –y la cadena nacional si el restaurante perteneciera a una– están
implicados en la discriminación.
Son discriminaciones de distinto grado de perjuicio económico y la práctica de los
autos bien puede dar lugar a demandas legales. El grado de perjuicio moral en cada caso
es opinable. Se puede acusar al restaurante de discriminación por género y/o edad. Hay
quienes lo defenderían por decir que cuidar la clientela es importante para restaurantes,
boutiques y discotecas de moda, y que se vea una pareja “cool” comiendo en el restó puede
traer a más clientes. ¿Esto justifica la discriminación? Nuevamente, más allá de lo que diga
un juez, la decisión moral es de cada uno. ¿A usted le gustaría que discriminasen a su madre
en un restaurante?
En dos demandas judiciales contrastantes en los Estados Unidos7, una confitería se
negó a hacer una torta que tendría citas bíblicas contra la homosexualidad en su decora-
ción. El cliente arguyó que fue discriminado por su creencia religiosa. Pero el juez falló que
no había discriminación, porque la confitería tenía una política consistente de no decorar
tortas con lenguaje o imágenes derogatorios. En otro caso, una confitería en el estado de
Colorado fue demandada por rehusar confeccionar una torta para un casamiento gay. 8 En
este segundo caso, otro juez halló en contra de la empresa porque consideró que su actitud
fue discriminatoria contra los homosexuales.
Vayan a saber… Es como se ha dicho: excepto cuando exista legislación por medio
(y a veces aun cuando la haya), no es claro el criterio de respeto a los derechos humanos
en cuanto a la relación empresa-cliente. El criterio personal es muy importante.
No privar a los clientes y clientes potenciales de sus derechos humanos: el tercer punto muestra
como la relación cliente-empresa con respecto a los derechos humanos se torna más com-
plejo aún, cuando un tercer jugador –el gobierno– entra en juego. Frecuentemente, las
complicaciones tienen que ver con el manejo de la información de parte de la empresa: por
un lado, la censura de información y, por otro, la divulgación de datos personales, espe-
cialmente a gobiernos. Otras veces puede tratarse de situaciones de discriminación.
ples-of-discrimination-against-christians-in-america-n1701966/print
680
Empresas que practican o colaboran con la censura violan el derecho de libre expre-
sión y el derecho de investigar y recibir informaciones y opiniones, que figuran en la De-
claración Universal de Derechos de la ONU. La censura ha existido desde las civilizaciones
antiguas como Grecia, Roma y China, y aumentó con la invención de la imprenta. Hoy día,
ha surgido un debate sobre el dilema de las empresas de internet –especialmente Google y
otros servicios de búsqueda– de aceptar o no la censura de la República Popular de China
como condición de operar en el país. En 2006, Google aceptó los controles impuestos por
el gobierno y lanzó su buscador en China (google.cn), acción que fue duramente criticado
en algunos círculos por su aceptación de la censura. Dirigentes de esa empresa, sin em-
bargo, defendieron su actitud, alegando que, si bien la remoción de resultados de búsque-
das no es consistente con la misión de Google, no proveer nada de información a la gente
de China sería peor.9 En este caso también, no es claro qué actitud tomar y nuevamente se
reduce a decisiones personales de los dirigentes de las empresas.
Google no es el único que se encuentra con este dilema. Facebook ha sido atacado
por –entre otras cosas– censurar videos de la auto-inmolación de un monje tibetano en
protesta por la represión sufrida por el gobierno chino. Facebook dice que lo bloqueó por
ser un video que violenta las sensibilidades de muchos de sus usuarios.10 Los críticos dicen
que Facebook lo hizo para quedar bien con las autoridades chinas con vistas a lanzar su
sitio en China.
Saliendo de la censura y entrando en el territorio de la divulgación de información
sobre los clientes, en 2004 Yahoo! China entregó por requerimiento del gobierno de ese
país los mensajes enviados por email de un cliente considerado disidente por las autorida-
des chinas. Fue condenado a 10 años de prisión gracias a esa evidencia.11 Yahoo! fue fuer-
temente criticado por defensores de los derechos humanos y terminó tres años después
emitiendo una disculpa pública y proveyendo ayuda financiera, humanitaria y legal a la
familia del prisionero, por un importe no divulgado.
Pero, lo preocupante es que eso no pasa solamente en China. Google, Yahoo!, Face-
book y Microsoft se encuentran entre las empresas de Internet que han entregado a la NSA
(National Security Agency de los Estados Unidos) datos sobre clientes. Estas empresas, obli-
gadas a hacerlo so pena de multas (u$s 250.000 por día en el caso de Yahoo! 12) y prosecu-
ción, piden a la justicia poder avisar a sus clientes de que sus datos y mensajes podrían ser
informados al gobierno.13
cebook-censoring-posts-to-please-china.shtml
11. McKinnon, R.: “Shi Tao, Yahoo! and the lessons for corporate social responsibility”. University
yahoo-with-a-250k-a-day-fine/
13. Consultado el 15/07/15 en http://www.scmp.com/lifestyle/technology/article/1307569/face-
681
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Starbucks discrimina a mujeres clientes en Arabia Saudita, donde las obliga a ser aten-
didas en una sección aparte14 cerrada a la vista y sin asientos. Pareciera que esta segregación
no es obligación legal, porque en el mismo país otra cadena estadounidense, Dunkin’ Do-
nuts, tiene una sola área abierta donde hombres y mujeres se sientan donde quieran.15
Puede ser peor: las mismas fuentes informan que McDonald’s y Pizza Hut directamente
no sirven a mujeres que no van acompañadas por sus maridos. Starbucks manifiesta que
simplemente está respetando las costumbres locales sauditas. Los críticos dicen que la em-
presa está practicando una segregación tan deplorable como la separación de blancos y
negros en el sur estadounidense en los años 1960 o el apartheid de Sud África hasta los
años 1990 (¡en ambos lugares era “una costumbre local” segregar a la gente!).
En todas estas circunstancias en que la relación empresa-cliente es influida por polí-
ticas de gobierno, la empresa enfrenta la decisión de si operar o no operar en el país, si
vender o no vender al país. Decidido que sí, entonces hay que tomar la decisión de si
atender o no atender a todo el mundo, si segregar o no segregar, si ofrecer todos los pro-
ductos y servicios o no, disyuntivas que muchas veces tienen claras implicancias para los
derechos humanos. Una vez más, la resolución del problema de si operar o no, segregar o
no, etc., está en cada uno.
14. http://www.ft.com/intl/cms/s/2/99772e46-4b21-11e4-b1be-
00144feab7de.html#axzz3gulweXkV y http://slog.thestranger.com/2007/06/segregation_fore-
ver_welcome_to_saudi_ara
Consultados el 19/07/15.
15. y http://www.washingtonpost.com/archive/opinions/2001/12/22/saudi-arabias-apart-
ciudadanos-bolivianos-que-explotaban-seis-connacionales-como-mano-obra-esclava
682
de 16 años está prohibido y el tiempo de trabajo de los adolescentes está regulado, para
que no interfiera con su educación.
Para la mayoría de las ocupaciones en la Argentina, las condiciones de horas de tra-
bajo, descansos y licencias y protección de seguridad y salud están legislados o regidos por
convenios colectivos de trabajo.
Sobre remuneración, en la Argentina hay un salario mínimo establecido por ley. Pero,
en el contexto de la cadena de suministro, es interesante destacar el movimiento de Co-
mercio Justo, que busca una mayor equidad en el comercio internacional ofreciendo me-
jores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y
trabajadores/as desfavorecidos/as. Un pequeño productor de, digamos, cacao en Indone-
sia no es empleado de una empresa argentina que fabrica o comercializa chocolates, pero
es parte de la misma cadena de suministro. Típicamente, hace años el poder de negociación
de los grandes acopiadores de cacao hacía que el precio al productor fuera mínimo, al
punto de ser abusivamente bajo, para poder llevar más de la rentabilidad de la producción
para sí mismos y los otros pasos de la cadena. En el Comercio Justo, se busca establecer
una remuneración para el productor que respete su derecho a un nivel de vida mínima-
mente aceptable. Por lo tanto, la empresa argentina que fabrica chocolates u otros produc-
tos que insumen cacao (alfajores, tortas, etc.) debería tener esto en cuenta cuando compra
sus insumos. Nuevamente, no es obligación legal comprar cacao o insumos fabricados con
cacao a proveedores de Comercio Justo. Y este es el caso con respecto a muchos más
insumos, algunos producidos en la Argentina (mate, nueces, aceitunas, artesanías, etc.), no
solamente cacao. La decisión de comprar justo es de cada uno.
683
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En todos estos casos, no se debe discriminar a personas que revisten estas condicio-
nes a menos que los requisitos reales del trabajo fueran tales que ellas no pudiesen realizarlo
adecuadamente. Por ejemplo: se podría no tomar a hombres para atender al vestuario de
mujeres en un club deportivo; se podría no tomar a sordomudos para una mesa de ayuda
telefónica; etc.
Pero sin duda hay muchos casos en que no sea muy claro si la preferencia de perfil
que establece la empresa coincide con una lectura lineal del principio de no discriminación.
¿Realmente, un hombre saludable de 50 años no podría ser un caddie en una cancha de
golf? ¿Una mujer musulmana que usa pañuelo en la cabeza no puede ser recepcionista en
la sede de una empresa? Nuevamente, lo que más vale no es la opinión de los abogados de
la empresa, sino los valores de los mismos dirigentes.
17. Organización de las Naciones Unidas. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. http://www.ohchr.org/EN/ProfessionalInterest/Pages/CESCR.aspx
18. Consultado el 02/08/15 en http://www.undp.org/content/undp/es/home/presscen-
ter/pressreleases/2015/05/06/women-still-earn-24-percent-less-than-men-20-years-on-after-two-
decades-of-concerted-efforts-to-boost-women-s-rights-reducing-poverty-among-women-and-girls-
remains-critical-for-development-progress-say-officials-at-global-women-s-conference-.html
684
Otras instancias de discriminación pueden ocurrir en la asignación de tareas, las con-
diciones de trabajo, los beneficios, las oportunidades de capacitación y desarrollo de habi-
lidades, y las decisiones de suspensión y terminación del empleo.
Pasemos a ver el tema del acoso u hostigamiento, que también es una forma de dis-
criminación. Puede ser físico, verbal o no verbal y se trata de cualquier actitud de un supe-
rior, compañero de trabajado o hasta de un cliente, que intente humillar o chantajear al
empleado. Generalmente, debería ocurrir en distintas oportunidades a lo largo del tiempo,
pero incidentes muy serios que ocurran una sola vez también pueden considerarse hosti-
gamiento. Típicas instancias incluyen: comentarios o chistes sobre sexo, raza, religión,
edad, discapacidad, etc.; amenazas o intimidaciones a un/a empleado/a; o contactos físicos
como tocar, pellizcar, pegar, etc.; silbidos, gestos, presentación de pornografía o materia
gráfica racista, etc.
La empresa es responsable de mantener un ambiente y clima de trabajo no discrimi-
natorio y, si no actúa para rectificar las situaciones rápidamente, es tan responsable de los
hechos negativos que puedan ocurrir como los empleados o clientes que los cometen.
Las empresas y sus operaciones pueden afectar a las comunidades en sus alrededores,
más allá de sus clientes y empleados. Basta nombrar el notorio caso de la empresa trans-
nacional Union Carbide y la fuga de gases tóxicos de su fábrica de pesticidas en la localidad
de Bhopal en la India en 1984, causante de miles de muertes y muchas más personas que
sufrieron graves secuelas de salud. Otro ejemplo lo cita Amnistía Internacional19 con res-
pecto a derrames de petróleo de explotaciones de la empresa Shell en 2008 que han des-
truido las casas, granjas y aguas pesqueras de miles de familias en Nigeria, y
consecuentemente sus fuentes de sustento.
Pero no tenemos que ir tan lejos de casa para encontrar problemas de esta naturaleza.
El diario Buenos Aires Herald20 publicó en julio de 2015 un artículo sobre el uso de glifosato,
una herbicida recientemente declarada sustancia “probablemente cancerígena” por la Or-
ganización Mundial de la Salud, que es usado en 28 millones de hectáreas en Argentina. Si
bien la empresa Monsanto tiene más del 30% de este mercado, también la venden Syn-
genta, BASF, Bayer, Dupont, Dow, Agrosciences, Atanor, YPF y Nidera. Según el Herald,
el producto provoca serios efectos sobre los embriones humanos, produciendo problemas
intestinales, cardíacos, malformaciones, daños neurológicos y mayor susceptibilidad a leu-
cemia. Para los adultos en pueblos cercanos a plantaciones pulverizadas con glifosato, la
instancia de muerte por cáncer llega a triplicar la media nacional.
Las empresas involucradas en todos estos casos tienen una responsabilidad con res-
pecto a los derechos humanos de las personas afectadas.
lesion
685
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En 2011 la ONU aprobó un conjunto de principios para que las empresas asuman
su responsabilidad de respetar los derechos humanos. Es importante destacar el artículo
16 de esos principios, que urge a las empresas a expresar su compromiso en un documento
formal21. Esta política de derechos humanos de cada empresa debería ser aprobada al más
alto nivel directivo, debe basarse en un asesoramiento especializado interno y externo, debe
establecer qué espera la empresa de su personal, sus socios y de otras partes relacionadas
con sus operaciones, productos y servicios (los involucrados en la cadena de suministro
que se trata más arriba en este capítulo), debe publicarse y difundirse interna y externa-
mente, y debe quedar reflejado en los procedimientos internos.
De esta manera, se asegura que todas las partes involucradas – como, por ejemplo,
los empleados y las empresas que acompañan en la cadena de suministro – tengan en claro
lo que deben hacer.
Existe una página web que provee hipervínculos a centenares de declaraciones de
política sobre los derechos humanos de corporaciones en todo el mundo: http://business-
humanrights.org/en/company-policy-statements-on-human-rights. Se sugiere al lector in-
teresado leer algunos ejemplos de estas políticas.
Hemos encontrado que hay varias áreas significativas en las que las empresas deben
cuidar los derechos humanos. Los principales puntos señalados en este capítulo son:
• Las empresas son moralmente responsables de respetar los derechos humanos,
más allá de lo que las leyes puedan exigir.
• Las personas que trabajan en las empresas también son responsables de respetar
los derechos humanos y su concientización y acciones proactivas son vitales para que
las políticas de las empresas surtan efecto.
• La empresa es responsable de cuidar que se respete los derechos humanos en
toda la cadena de suministro (supply chain) en que está involucrada.
• Las empresas tienen tres públicos por cuyos derechos humanos debe velar: sus
clientes, sus empleados y la comunidad que lo circunda.
• Cada empresa debe tener una política escrita de derechos humanos que se publica
y se difunde a sus empleados, las demás empresas en su cadena de suministro y a la
comunidad en general.
Tal vez la lección más importante es que muchas veces no está claro desde el punto
de vista legal si una práctica empresarial viola o no los derechos humanos. Es por eso que
está en cada uno, como decisor en una empresa, examinar sus propios valores y exigir que
la empresa cuide los derechos humanos. Y, la autora sugeriría a los empleados que no
tengan poder de decisión, que traten de que su empresa respete los derechos y, si no lo
logra, que busque otro empleo, dentro de lo posible.
21.Organización de las Naciones Unidas, Oficina del Alto Comisionado. Principios Rectores sobre las
Empresas y los Derechos Humanos. Consultado el 15/06/15 en http://www.ohchr.org/Documents/Pu-
blications/GuidingPrinciplesBusinessHR_SP.pdf
686
No hay que olvidar las palabras del filósofo popular estadounidense Mark Twain:
¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Creemos en lo que estamos haciendo? Si estamos incómodos con lo que
hacemos o hemos hecho, nada aliviará la incomodidad, ni siquiera las joyas más caras o un millón de
dólares.
687
PARTE IX
9. Volvemos al relato
689
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
poliedro de vidrio fragmentado en 209 luces. Era un prisma que reflejaba luces de colores.
Luces y tic-tacs, zumbidos y destellos. Casi latidos. Desde el mirador el hombre contem-
plaba su obra, lleno de dudas y perplejidades
690
Capítulo 34
34.1. Introducción
691
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
692
de los Derechos Económicos Sociales y Culturales.3 Luego, su desarrollo se intensifica en
la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mu-
jer y en su Protocolo Facultativo. Todos estos tratados internacionales tienen, en el orde-
namiento jurídico nacional, jerarquía constitucional por imperio del artículo 75 inciso 22, 2do
párrafo, de la Constitución Nacional.
Merece mención, junto a estas Convenciones Internacionales, el Protocolo para prevenir,
reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Con-
vención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, del 12
de diciembre de 2000, ratificado por la República Argentina el 12 de noviembre de 2002.
El delito de trata es una de las formas de violencia en los términos de la Convención de
Belem do Pará, como se señala más adelante. El Protocolo se proyecta en tres fines sobre
su objeto: a) prevenir y combatir la trata de personas, prestando especial atención a las
mujeres y los niños; b) proteger y ayudar a las víctimas de dicha trata, respetando plena-
mente sus derechos humanos y c) promover la cooperación entre los Estados Parte para
lograr esos fines.
A este panorama universal, se suman la protección de los derechos de las mujeres los
desarrollos específicos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de los con-
textos regional americano (OEA) y europeo (UE). Todos ellos forman parte del corpus iuris
del derecho internacional de los derechos humanos, que traza una clara línea en el curso
del desarrollo progresivo del derecho a la igualdad y no discriminación de las mujeres.
Se abordarán a continuación tres sistemas que tienen en común principios consagra-
dos en el corpus iuris de derechos humanos: el sistema universal adoptado en la Organiza-
ción de las Naciones Unidas (ONU), los desarrollos de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), y el contexto regional americano (OEA). Todos ellos cuentan con instru-
mentos de protección que vinculan a la República Argentina como Estado Parte, y tienen
jerarquía superior a las leyes, y en algunos casos jerarquía constitucional.
Desde sus orígenes a mediados del siglo XX, los procesos –regional y universal–
desarrollan una construcción jurídica simétrica y coherente en valores y en la positivización
de esos valores. Ambos se orientan hacia el fortalecimiento de un orden universal de de-
rechos fundamentales. Las normas básicas de derechos humanos se encuentran en la De-
claración Universal de Derechos Humanos (DUDH) y en la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre (DADH), que luego se expandieron y diversificaron pro-
gresivamente en una construcción jurídica que se sustenta en la igualdad y no discrimina-
ción, en la libertad y la dignidad de todas las personas. Así, se sostiene en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCyP), en los artículos 23, 24, 25 y 26.
En tanto, el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC)
expresa la obligación de igualdad y no discriminación en todo su articulado respecto de
cada derecho que reconoce.
En especial, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos se ocupa de la si-
tuación de la mujer y la protección de sus derechos en varias convenciones.
La primera normativa específica que se proyecta sobre el ejercicio de los derechos de
las mujeres se ocupa de sus derechos políticos, es la “Convención sobre los Derechos
3.
Ambos Pactos fueron adoptados el 16 de diciembre de 1966 por Resolución 2200 A (XXI) de la
Asamblea General de las Naciones Unidas.
693
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
• Las mujeres serán elegibles para todos los organismos públicos electivos
establecidos por la legislación nacional, en condiciones de igualdad con los hombres, sin
discriminación alguna.
• Las mujeres tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las
funciones públicas establecidas por la legislación nacional, en igualdad de condiciones con
los hombres, sin discriminación alguna.
4. En especial, los Estados deberán a) establecer el principio de la igualdad de derechos en sus cons-
tituciones o, en su caso, en las leyes internas, y, b) además se establece el compromiso de ratificar y
aceptar los instrumentos internacionales de las Naciones Unidas y de los Organismos especializados,
y a aplicarlos plenamente, es decir, con sus medios de protección. Otro aspecto destacable es la
obligación de los Estados Partes de adoptar medidas apropiadas para educar a la opinión pública y
orientar las aspiraciones nacionales hacia la eliminación de los prejuicios, y abolición de prácticas
consuetudinarias basadas en la inferioridad de la mujer.
5. http://www.unwomen.org/es/csw/brief-history#sthash.ISOVR2pw.dpuf
694
Los compromisos de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra
la Mujer se convierten en normas positivas en 1979, con la aprobación de la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)
por la Asamblea General en su Resolución 34/180. Es destacable el nivel de votación
afirmativa que obtuvo, de 130 votos, ninguno en contra y 10 abstenciones. En su texto, la
Asamblea General expresó el deseo que la Convención entrara en vigencia prontamente.
El 3 de septiembre de 1981, la Convención finalmente entró en vigencia con el depósito
del 20° instrumento de ratificación. En el presente cuenta con 189 Estados Partes. La
República Argentina ratificó el 15 de julio de 1985, e hizo reserva del artículo 29.1. Poste-
riormente, a partir de la reforma constitucional de 1994, esta Convención, obtuvo jerarquía
constitucional en las condiciones de su ratificación.6
El concepto de discriminación contra la mujer, se define en los términos el artículo 1° de
la Convención, donde se expresa que “denotará toda distinción, exclusión o restricción
basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o
ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del
hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.
Los Estados Partes asumen la obligación de adoptar en sus respectivas jurisdicciones
una posición política encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer. Para cumplir
este objetivo, deben tomar medidas de política pública que incluyan las acciones estableci-
das en el artículo 2°. Por lo tanto, su incumplimiento hace nacer la responsabilidad inter-
nacional del Estado Parte frente a las acciones u omisiones de particulares que discriminen
a mujeres. Las medidas que se comprometen a establecer son, básicamente, la igualdad de
oportunidad y la igualdad de trato y a la adopción de medidas especiales, de acción positiva,
para acelerar el logro del objetivo de igualdad de facto entre el hombre y la mujer. En el
artículo 3 se establece una obligación general de los Estados Partes que tomarán en todas
las esferas, y en particular en las esferas política, social, económica y cultural, todas las
medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y ade-
lanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos huma-
nos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre.
Entre los objetivos a cumplir por los Estados Partes los principales son: 1) modifi-
cación de patrones socioculturales de conducta entre hombres y mujeres; 2) eliminación
de prejuicios y prácticas consuetudinarias que signifiquen ideas de superioridad de cual-
quiera de los sexos, o funciones estereotipadas de hombres y mujeres; 3) garantizar la edu-
cación familiar, la maternidad como función social, responsabilidad común de hombres y
mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de los hijos, bajo la premisa del interés
primordial de los hijos.
En apretada síntesis, otros compromisos en los que los Estados Partes se obligan, se
refieren a: 1) la supresión de todas las formas de trata y de prostitución de la mujer; 2) la
igualdad de derechos políticos y en la representación de su país en la esfera internacional;
3) en el ámbito de la educación, se obligan en varios niveles educativos tanto en la
695
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
696
Entre los desarrollos mundiales jurídico-políticos más destacados en torno a los prin-
cipios y a la promoción de los derechos de las mujeres, se encuentran la Conferencia Mun-
dial de Derechos Humanos, que tuvo lugar en Viena en 1993, y la IV Conferencia Mundial
sobre la Mujer de Beijing 1995.
La Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena 1993) marcó un hito al
reafirmar categóricamente que “los derechos humanos de la mujer y la niña, son parte
inalienable e indivisible de los derechos humanos”, e impulsó desde allí el desarrollo nor-
mativo en el terreno de la igualdad, en especial sobre la igualdad de género y esto se refleja
tanto en el orden interno de los estados como en el orden internacional.
A su vez, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, convocada en Beijing del 4
al 15 de septiembre de 1995, se adoptó la Declaración y Plataforma de Beijing 7, en la que
los Estados reafirmaron el compromiso de garantizar la plena aplicación de los derechos
humanos de las mujeres y las niñas como parte inalienable, integral e indivisible de todos
los derechos humanos y libertades fundamentales. La Plataforma de Beijing se refiere a un
gran menú de temas relevantes para la igualdad de la mujer, especialmente interesa resaltar
los párrafos referidos a los derechos humanos de la mujer, al respecto se establecen tres
objetivos estratégicos, sobre los que se establecerán acciones, ellos son:
• Promover y proteger los derechos humanos de la mujer, mediante la plena
aplicación de todos los instrumentos de derechos humanos, especialmente la Convención
sobre la eliminación a de todas las formas de discriminación.
• Garantizar la igualdad ante la ley y la no discriminación ante ley y en la práctica.
• Fomentar la adquisición de conocimientos jurídicos elementales.
7. Aprobada en la 16a sesión plenaria, celebrada el 15 de septiembre de 1995; para el debate, véase
el Capítulo V en http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/BDPfA%20S.pdf
697
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
8. Convenio 156 de la OIT, artículo 1 establece: “…se aplica a los trabajadores y a las trabajadoras
con responsabilidades hacia los hijos a su cargo, cuando tales responsabilidades limiten sus posibili-
dades de prepararse para la actividad económica y de ingresar, participar y progresar en ella.” Los
artículos 7 y 8 contienen normas centrales sobre la obligación de los Estados de adoptar todas la
medidas compatibles, incluyendo a las de orientación y formación profesional, “…para que los tra-
bajadores con responsabilidades familiares puedan integrarse y permanecer en la fuerza de trabajo, así como
reintegrarse a ella tras una ausencia debida a dichas responsabilidades, y al mismo tiempo que “La responsabilidad
familiar no debe constituir de por sí una causa justificada para poner fin a la relación de trabajo”.
9. Convenio 183° OIT, Preámbulo “Tomando nota de la necesidad de revisar el Convenio sobre la
protección de la maternidad (revisado), 1952, y de la Recomendación sobre la protección de la ma-
ternidad, 1952, a fin de seguir promoviendo, cada vez más, la igualdad de todas las mujeres integran-
tes de la fuerza de trabajo y la salud y la seguridad de la madre y el niño, y a fin de reconocer la
diversidad del desarrollo económico y social de los Estados Miembros, así como la diversidad de las
empresas y la evolución de la protección de la maternidad en la legislación y la práctica nacionales; y
tomando nota de las disposiciones de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), la
Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer (1979), la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989),
la Declaración de Beijing y Plataforma de Acción (1995), la Declaración de la Conferencia Interna-
cional del Trabajo sobre la igualdad de oportunidades y de trato para las trabajadoras (1975), la De-
claración de la Organización Internacional del Trabajo relativa a los principios y derechos
fundamentales en el trabajo y su seguimiento (1998), así como los convenios y recomendaciones
internacionales del trabajo destinados a garantizar la igualdad de oportunidades y de trato para los
trabajadores y las trabajadoras, en particular el Convenio sobre los trabajadores con responsabilida-
des familiares, 1981, y teniendo en cuenta la situación de las mujeres trabajadoras y la necesidad de
brindar protección al embarazo, como responsabilidad compartida de gobierno y sociedad, y ha-
biendo decidido adoptar varias propuestas relacionadas con la revisión del Convenio sobre la pro-
tección de la maternidad (revisado), 1952, y de la Recomendación sobre la protección de la
maternidad, 1952, cuestión que constituye el cuarto punto del orden del día de la reunión, y Habiendo
determinado que estas propuestas revistan la forma de un convenio internacional,” El Convenio se
698
motiva a la ratificación de los principios y a la revisión de las normas para alcanzar están-
dares normativos que obliguen a los Estados Partes a garantizar una protección mayor y
acorde a las necesidades de las mujeres en el siglo XXI en materia de maternidad, protec-
ción de su salud durante y después del embarazo, que permita garantizar la igualdad de
oportunidades y de trato para los y las trabajadoras. No ha sido ratificado por la República
Argentina.
aplica a todas las mujeres empleadas, incluidas las que desempeñan formas atípicas de trabajo depen-
diente.
10. CADH ratificada por la República Argentina el de 1984.
699
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Definiciones
La Convención entiende por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada
en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el
ámbito público como en el privado.11
A su vez, establece que la violencia contra la mujer comprende tres situaciones
básicas: las que se dan en un contexto doméstico cercano a la mujer (familia, unidad
doméstica, o relación interpersonal), y que es perpetrada por alguien que conoce a la
mujer que victimiza; luego, se refiere a las situaciones que se dan en la comunidad que
pueden comprender ámbitos amplios como los educativos, de salud, o cualquier otro
lugar es perpetrada por cualquier persona, y que comprende, entre otros, violación, abuso
sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo,
y por último la violencia contra la mujer que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus
agentes, donde quiera que ocurra.
11. Convención para la prevención sanción y erradicación de la violencia contra la mujer, artículo
1.
700
moral; c) el derecho a la libertad y a la seguridad personales; d) el derecho a no ser
sometida a torturas; e) el derecho a que se respete la dignidad inherente a su persona y
que se proteja a su familia; f) el derecho a igualdad de protección ante la ley y de la ley;
g) el derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales competentes, que la am-
pare contra actos que violen sus derechos; h) el derecho a libertad de asociación; i) el
derecho a la libertad de profesar la religión y las creencias propias dentro de la ley y j) el
derecho a tener igualdad de acceso a las funciones públicas de su país y a participar en
los asuntos públicos, incluyendo la toma de decisiones.
701
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
702
34.4.2. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). Prece-
dentes de la Corte IDH sobre discriminación, violencia contra las mujeres y femi-
cidio. Incumplimiento de la obligación general de garantía de la CADH y de las
obligaciones especiales por la Convención de Belem do Pará. Convención Interna-
cional sobre Derechos del Niño
12.www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_160_esp.pdf
Los hechos ocurrieron a partir del 6 de mayo de 1992 y se refieren a la ejecución del “Operativo
Mudanza 1” dentro del Penal Miguel Castro Castro, durante el cual el Estado, supuestamente, pro-
dujo la muerte de al menos 42 internos, hirió a 175 internos, y sometió a trato cruel, inhumano y
degradante a otros 322 internos. Los hechos también se refieren al trato cruel, inhumano y degra-
dante experimentado por las presuntas víctimas con posterioridad al “Operativo Mudanza 1”.
El 9 de septiembre de 2004, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 50 y 61 de la Conven-
ción Americana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sometió ante la Corte una de-
manda contra el Estado del Perú. Dicha demanda se originó en las denuncias No. 11.015 y 11.769,
recibidas en la Secretaría de la Comisión el 18 de mayo de 1992 y el 5 de junio de 1997, respectiva-
mente.
Feria-Tinta, Mónica “Primer caso internacional sobre violencia de género en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos: El caso del penal Miguel Castro Castro; un hito his-
tórico para Latinoamérica” 30 Revista CEJIL Debates sobre Derechos Humanos y el Sistema Inter-
americano.
703
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
cuales se encontraban en estado de gestación–, y concluyó tres días después, con la des-
trucción del pabellón 4B donde las prisioneras se habían refugiado. El operativo había sido
dirigido desde la cúpula del gobierno y en él se empleó armamento usualmente utilizado
en conflictos armados abiertos.
En la versión oficial de los hechos, dicho “operativo” había tenido como objeto el
traslado de las mujeres que se hallaban recluidas en el pabellón 1A del Penal Miguel Castro
Castro a la cárcel de máxima seguridad de mujeres de Chorrillos. Las denuncias, por su
parte, incluyen los hechos producidos por el Estado sobre las víctimas sobrevivientes, a
continuación de la masacre.
Estos hechos fueron denunciados ante la CIDH, y recibidos el 18 de mayo de 1992
y el 5 de junio de 1997, constituyendo los casos No. 11.015 y 11.769, contra el Estado del
Perú.
La CIDH denunció a su vez los hechos ante la Corte IDH, considerando que impli-
can una violación a los derechos consagrados en la CADH en los artículos 4 (Derecho a
la Vida) y 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención Americana, en relación
con la obligación establecida en el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de
la misma, en perjuicio de “al menos 42” reclusos que fallecieron; la violación del artículo
5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención, en relación con la obligación esta-
blecida en el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención, en
perjuicio de “al menos 175” reclusos que resultaron heridos y de 322 reclusos “que ha-
biendo resultado ilesos [supuestamente] fueron sometidos a trato cruel, inhumano y de-
gradante”; y por la violación de los artículos 8.1 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección
Judicial) de la Convención, en relación con la obligación establecida en el artículo 1.1 (Obli-
gación de Respetar los Derechos) de la misma, en perjuicio de “las [presuntas] víctimas y
sus familiares”. Además, la Comisión solicitó a la Corte IDH que, de conformidad con el
artículo 63.1 de la Convención, ordene al Estado que adopte determinadas medidas de
reparación indicadas en la demanda. Por último, solicitó al Tribunal que ordene al Estado
el pago de las costas y gastos generados en la tramitación del caso.
En esta sentencia, la Corte Interamericana analiza las violaciones de los derechos
humanos con perspectiva de género a la luz de las normas señaladas y en esa interpretación
establece la responsabilidad internacional del Perú por la masacre ocurrida en el Penal, y
por las consecuencias del traslado de los heridos y sobrevivientes, en especial por su con-
dición de mujeres y por el daño producido a los familiares.
Este caso también contribuye al desarrollo de la doctrina de responsabilidad agravada
de los Estados bajo el derecho internacional en casos de violaciones de normas de ius cogens,
reconociendo que en casos de violaciones graves del derecho de la mujer se configura una
responsabilidad agravada del Estado.
En su valoración de los hechos denunciados, la Corte pone el acento en la perspectiva
de género y distingue especialmente entre los graves delitos cometidos por el Estado pe-
ruano contra las mujeres detenidas en los pabellones 1A y 4B en el Penal Miguel Castro
Castro. La Corte no solo interpretó a la CADH, sino fundamentalmente a la Convención
de Belem Do Pará para Prevenir Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, reco-
nociendo: “…una conexión integral entre las garantías establecidas en la Convención de
Belém do Pará y los derechos y libertades básicos estipulados en la Convención
704
Americana”13, al referirse al “Incumplimiento por parte del Estado con la obligación esta-
blecida en el artículo 1.1 de la Convención Americana”.
En ese sentido la Corte señaló: “…casi un centenar de las víctimas del presente caso
son mujeres, para quienes las consecuencias de las violaciones a los derechos humanos
analizadas resultaron particularmente gravosas; …los deberes de prevención, investigación
y sanción a cargo del Estado han sido recogidos por la Convención de Belém do Pará, que
si bien no estaba vigente para el Perú en la época de los hechos, puede ser utilizada a efectos de
analizar la responsabilidad estatal por las violaciones a los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención Ame-
ricana, en virtud de lo dispuesto por el artículo 29 de la misma; y … el derecho a estar exento de
violencia en la esfera pública y en la esfera privada, estipulado en el artículo 3 de la Con-
vención de Belém do Pará, incluye el derecho a la protección de otros derechos básicos,
entre ellos la vida. En consecuencia, existe una conexión integral entre las garantías establecidas en
la Convención de Belém do Pará y los derechos y libertades básicos estipulados en la Convención Ameri-
cana, que se aplica al tratar la violencia contra la mujer como violación de los derechos humanos”.
El Tribunal también analizó con perspectiva de género las condiciones de detención
y sus consecuencias especiales que tuvieron para las mujeres en general, y para las mujeres
embarazadas y las internas madres en especial.14
Estableció, 333. “…que el conjunto de condiciones de detención y de tratamiento a
las que fueron sometidos los internos en los centros penales donde se les trasladó o reubicó
con posterioridad al llamado “Operativo Mudanza 1”, constituyó tortura física y psicoló-
gica infligida a todos ellos, con violación de los artículos 5.2 de la Convención Americana,
y 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura…”.
Seguidamente, en 334, la Corte destacó que las obligaciones de investigar efectiva-
mente los hechos violatorios del derecho a la integridad personal y de garantizar el derecho
reconocido en el artículo 5 de la CADH, implican el deber del Estado de investigar posibles
actos de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Asimismo, aplicó la Conven-
ción de Belem do Pará, ratificada por el Estado Peruano en 1996, artículo 7.b, que le obliga a actuar con
la debida diligencia para investigar y sancionar dicha violencia. Finalmente, aplicó la obligación de
investigar dispuesta en los artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura.
La Corte sostuvo que 347. “…el deber de investigar constituye una obligación estatal
imperativa que deriva del derecho internacional y no puede desecharse o condicionarse
por actos o disposiciones normativas internas de ninguna índole”, y agregó: “…La
13. Cfr. Corte IDH Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú. (Fondo, Reparaciones y Costas)
Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Párr. 228. Alegatos de la CIDH. Violación del artículo 4
(derecho a la vida) de la Convención Americana en relación con el artículo 1.1 de esta.
14. Caso Corte IDH Pel Castro Castro: “330. La incomunicación severa tuvo efectos particulares en
las internas madres. Diversos órganos internacionales han enfatizado la obligación de los Estados de
tomar en consideración la atención especial que deben recibir las mujeres por razones de maternidad,
lo cual implica, entre otras medidas, asegurar que se lleven a cabo visitas apropiadas entre madre e
hijo. La imposibilidad de comunicarse con sus hijos ocasionó un sufrimiento psicológico adicional a
las internas madres” (ver 331. y 332.).
705
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Los hechos datan de 2001, y se trata de los homicidios perpetrados contra tres mu-
jeres jóvenes, dos de ellas menores de edad (15, 17 y 20 años), cuyos cuerpos aparecen en
un campo algodonero en las inmediaciones de Ciudad Juárez, (México) el 6 de noviembre
de 2001.
En esta oportunidad la Corte IDH señala por primera vez la figura del femicidio, como
el delito de homicidio perpetrado contra una mujer por su género.
En la sentencia se realizó una interpretación sistémica y contextual cultural17, y se
consideró que estos crímenes se producen dentro de un escenario de violencia y discrimi-
nación generalizada y sistemática, contra las mujeres por su condición de mujeres, ubicán-
dolas en una situación de subordinación e inferioridad respecto del hombre, en ese
contexto se produce la impunidad de los crímenes denunciados.
15. http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_205_esp.pdf
16. Pierini, A.: “Femicidio: el trascendente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el caso ‘Campo Algodonero”. Revista Pensar Jusbaires Año I Nº 1, agosto 2014, pp. 58/63.
17. Idem, Caso González Y Otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.
(Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas. párr. 113. “…Ciudad Juárez está ubicada en el norte del
estado de Chihuahua, exactamente en la frontera con El Paso, Texas. Su población es de más de
1.200.000 habitantes. Se caracteriza por ser una ciudad industrial -en donde se ha desarrollado parti-
cularmente la industria maquiladora- y de tránsito de migrantes, mexicanos y extranjeros. El Estado,
así como diversos informes nacionales e internacionales, hacen mención a una serie de factores que
convergen en Ciudad Juárez, como las desigualdades sociales y la proximidad de la frontera interna-
cional, que han contribuido al desarrollo de diversas formas de delincuencia organizada, como el
narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas y el lavado de dinero, incrementando así los
niveles de inseguridad y violencia.”
706
El análisis de la Corte IDH dirigió la mirada a la situación de los homicidios de mu-
jeres en Ciudad Juárez18, y consideró que las cifras, aunque no coincidentes, de cualquier
forma resultan alarmantes. Consideró que “Más allá de los números, los alegatos de las
partes, así como la prueba aportada por estas, apuntan a un fenómeno complejo, aceptado por el
Estado (supra párr. 115), de violencia contra las mujeres desde el año 1993, que ha sido caracte-
rizado por factores particulares que esta Corte considera importante resaltar”. En ese or-
den, consideró a la violencia de género y el homicidio por la condición de mujer, las
irregularidades de las investigaciones y los procesos conducidos por la policía y los funcio-
narios judiciales. Conforme a la prueba aportada, las irregularidades en las investigaciones
y en los procesos incluyen la demora en la iniciación de las investigaciones para esclarecer
los homicidios, la lentitud de las mismas o inactividad en los expedientes, la negligencia e
irregularidades en la recolección y realización de pruebas y en la identificación de víctimas,
la pérdida de información, el extravío de piezas de los cuerpos bajo custodia del Ministerio
Público, y la falta de contemplación de las agresiones a mujeres como parte de un fenó-
meno global de violencia de género.
18. Id., Párrafos 115 a 121: “115. El Estado reconoció “la problemática que enfrenta por la situación
de violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez [,] particularmente, los homicidios que se han re-
gistrado desde principios de los 90s del siglo pasado”.
“116. Diversos mecanismos nacionales e internacionales de vigilancia de los derechos humanos han
seguido la situación en Ciudad Juárez y han llamado la atención de la comunidad internacional. En
1998 la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (en adelante la “CNDH”) examinó
24 casos de homicidios de mujeres y concluyó que durante las investigaciones se habían violado los
derechos humanos de las víctimas y sus familiares. A partir de esa fecha, se han pronunciado al
respecto, inter alía, la Relatora Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias de
las Naciones Unidas (en adelante la “Relatora sobre ejecuciones extrajudiciales de la ONU”) en 1999,
el Relator Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados de las Naciones Unidas
(en adelante el “Relator sobre independencia judicial de la ONU”) en el 2002, la Comisión Interame-
ricana y su Relatora Especial sobre los Derechos de la Mujer (en adelante la “Relatora de la CIDH”)”
.
19. Según el Relator Especial sobre la independencia judicial de la ONU, “al principio es indudable que estos
hechos no conmovieron mucho a los agentes de la policía y a los procuradores, quienes llegaron
incluso a reprochar a las mujeres su presunta falta de moralidad”. La Relatora sobre ejecuciones extrajudi-
ciales de la ONU señaló que: [l]a conducta arrogante de algunos funcionarios públicos y su manifiesta
indiferencia ante [...] estos delitos permiten concluir que muchos de ellos fueron deliberadamente
pasados por alto por la mera razón de que las víctimas eran ‘sólo’ muchachas corrientes y, por lo
707
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Falta de esclarecimiento de los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez y su relación con la discri-
minación contra la mujer
La Corte observó que diversos informes fueron coincidentes en que la falta de esclare-
cimiento de los crímenes es una característica de los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez, aspecto que
reviste especial importancia ya que indica que la impunidad está relacionada con la discriminación
contra la mujer.20
El Tribunal concluyó en que el Estado incumplió con su deber de investigar –y con
ello su deber de garantizar– los derechos consagrados en los artículos 4.1, 5.1, 5.2 y 7.1 de
la Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma y con el artículo
7.b y 7.c de la Convención Belém do Pará, en perjuicio de Claudia Ivette González, Laura
Berenice Ramos Monárrez y Esmeralda Herrera Monreal. Por los mismos motivos, el Es-
tado violó los derechos de acceso a la justicia y protección judicial, consagrados en los
artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la
misma y 7.b y 7.c de la Convención Belém do Pará, en perjuicio de los familiares de las
tres víctimas identificados en el párrafo 9 supra.
Obligación de no discriminar
La Corte IDH consideró relevantes, además de sus propios precedentes, los criterios
de varios organismos:
1) CIDH: “[e]s esencial entender el vínculo entre la violencia contra las mujeres y la
discriminación que la perpetúa, para apreciar el alcance del deber de debida diligencia en
el presente caso”. Según la Comisión, “actitudes discriminatorias contra las mujeres por
parte de funcionarios estatales influenciaron en la investigación de estos asesinatos”. 21 2)
Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), caso Opuz vs. Turquía: en este caso el
TEDH aplicó el principio según el cual una vez que se demuestra que la aplicación de una regla
lleva a un impacto diferenciado entre mujeres y hombres, el Estado debe probar que se debe a factores
objetivos no relacionados con la discriminación.
Precedentes propios, Caso del Penal Castro Castro Vs. Perú. En este la Corte IDH in-
terpretó que las mujeres detenidas o arrestadas “no deben sufrir discriminación, y deben
tanto, no eran consideradas una gran pérdida. Cabe temer que, como consecuencia de los retrasos y
las irregularidades, se hayan perdido tiempo y datos muy valiosos”.
20. El Tribunal concluyó que “en el presente caso se presentaron irregularidades relacionadas con: i)
la falta de precisión de las circunstancias del hallazgo de los cadáveres; ii) la poca rigurosidad en la
inspección y salvaguarda de la escena del crimen practicada por las autoridades; iii) el indebido ma-
nejo de algunas de las evidencias recolectadas, y iv) los métodos utilizados no fueron acordes para
preservar la cadena de custodia”.
21. También consideró el Informe sobre “Acceso a la Justicia para Mujeres Víctimas de Vio-
lencia”, en el que se expresa: “la influencia de patrones socioculturales discriminatorios puede dar
como resultado una descalificación de la credibilidad de la víctima durante el proceso penal en casos
de violencia y una asunción tácita de responsabilidad de ella por los hechos, ya sea por su forma de
vestir, por su ocupación laboral, conducta sexual, relación o parentesco con el agresor, lo cual se
traduce en inacción por parte de los fiscales, policías y jueces ante denuncias de hechos violentos.
Esta influencia también puede afectar en forma negativa la investigación de los casos y la valoración
de la prueba subsiguiente, que puede verse marcada por nociones estereotipadas sobre cuál debe ser
el comportamiento de las mujeres en sus relaciones interpersonales”.
708
ser protegidas de todas las formas de violencia o explotación”. Dicha discriminación in-
cluye “la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma des-
proporcionada” y que abarca “actos que infligen daños o sufrimientos de índole física,
mental o sexual, amenazas de cometer esos actos, coacción y otras formas de privación de
la libertad”.
22. Cfr. Caso Gonzalez y Otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009. 5. Derechos de las niñas, artículo 19 de la Convención
Americana, párrs. 403/411.
23. Cfr. Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño. Opinión Consultiva OC-17/02 de 28 de agosto
de 2002. Serie A No. 17, párrs. 53, 54 y 60; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri Vs. Perú. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 164, y Caso de las Niñas
Yean y Bosico Vs. República Dominicana. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
8 de septiembre de 2005. Serie C No. 130, párr. 133.
24. “…exige una protección especial que debe ser entendida como un derecho adicional y complementario
a los demás derechos que la Convención reconoce a toda persona. La prevalencia del interés superior del niño
debe ser entendida como la necesidad de satisfacción de todos los derechos de la infancia y la ado-
lescencia, que obliga al Estado e irradia efectos en la interpretación de todos los demás derechos de la Convención
cuando el caso se refiera a menores de edad”.
709
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
710
Pará 1994, se sitúa por debajo de la Constitución Nacional, no tiene jerarquía constitucio-
nal, pero está sin duda por encima de las leyes nacionales provinciales, o locales.
Corte Suprema de Justicia de la Nación: “Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/ Taldelva SRL y
otros s/ amparo”
Recientemente, en 20 de mayo de 2014, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
ocasión de analizar el Recurso de Hecho planteado en “Sisnero, Mirtha Graciela y otros
c/ Taldelva SRL y otros s/ amparo”, sostuvo:
“….2°) Que esta Corte tiene dicho que los principios de igualdad y de prohibición
de toda discriminación resultan elementos estructurales del orden jurídico constitucional
argentino e internacional (Constitución Nacional, art. 16; Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, art. 2°; Declaración Universal de Derechos Humanos,
arts. 2° y 7°; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, arts. 2.1 y 26; Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, arts. 2° y 3°, y Convención
Americana sobre Derechos Humanos, arts. 1.1 y 24, además de los tratados destinados a
la materia en campos específicos: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre los Derechos del Niño –arto 2°–
y Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer). En esta última se establece que "Los Estados Partes adoptarán todas las
medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo,
a fin de asegurar …b) el derecho a las mismas oportunidades de empleo, inclusive a la
aplicación de los mismos criterios de selección […] y c) el derecho a elegir libremente
profesión y empleo [..]." (art. 11; en igual sentido, Convenio n° 111 de la Organización
Internacional del Trabajo, relativo a la discriminación en materia de empleo). Asimismo,
de conformidad con el art. 2,."e" y "f", de dicha Convención, los Estados Partes se com-
prometen a "Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la
mujer practicada por cualesquiera personas, organizaciones o empresas y a adoptar todas
las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes, re-
glamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación contra la mujer”.
La CSJN realizó el control de convencionalidad y aplicó la interpretación de la Corte
IDH al expedirse en una Opinión Consultiva considerando que “En igual sentido, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva 18/03, párrafo 140, ha
señalado que “en una relación laboral regida por el derecho privado, se debe tener en
cuenta que existe una obligación de respeto de los derechos humanos entre particulares.
Esto es, de la obligación positiva de asegurar la efectividad de los derechos humanos pro-
tegidos, que existe en cabeza de los Estados, se derivan efectos en relación con terceros
(erga omnes). Dicha obligación ha sido desarrollada por la doctrina jurídica y, particular-
mente, por la teoría del Drittwirkung, según la cual los derechos fundamentales deben ser
respetados tanto por los poderes públicos como por los particulares en relación con otros
particulares” (ídem “Álvarez, Maximiliano y otros c/ Cencosud SA”, Fallos: 333:2306, esp.
2313/2315)”.
34.5.1. Conclusión
711
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
34.6. Bibliografía
712
Corte IDH Caso de las Niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de sep-
tiembre de 2005. Serie C No. 130, párr. 133.
CSJN Recurso de Hecho
Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/ Taldelva SRL
y otros s/ amparo”. Sentencia 20 de mayo de 2014.
713
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Capítulo 35
35.1. Introducción
Los niños son nuestro porvenir. A través de ellos el camino de construcción social
se va forjando y nos trae como resultado la sociedad del mañana. Ellos serán el reflejo de
lo que hoy les mostramos y, en consecuencia, el producto de lo sembrado. A la vez, ellos
nos muestran, en la simpleza, la verdadera génesis de muchos misterios que para los adul-
tos se tornan indescifrables. La niñez es un tesoro, y como sus guardianes, debemos velar
por ella.
Para dar un comienzo, conviene citar la definición que aporta la Real Academia Es-
pañola cuando expresa como niño, entre sus acepciones, a “quien está en la niñez, tiene
pocos años, tiene poca experiencia, obra con poca reflexión y advertencia”3, dando así un
714
enfoque vinculado más a la naturaleza humana –sin intervenir en lo jurídico–; lo que lleva
a repensar cuál es el rol que ocupan nuestros niños hoy, cuántas exigencias fuera de su
alcance natural se les presentan, cuánta información los envuelve sin permitirles transcurrir
en los tiempos válidos del desarrollo, entre otros interrogantes.
Trasladando el objeto de análisis al ámbito del derecho, a lo largo del presente, bus-
caremos definiciones que enmarquen el concepto niño tanto en el ámbito interno como
en el internacional, así como los instrumentos jurídicos que regulan su contenido.
De esta manera, en primer lugar, no es novedoso advertir que los niños han existido
desde la propia existencia humana, aunque no fueron reconocidos como tales desde un
comienzo. La necesidad de establecer distinciones entre los menores y los adultos apareció,
en el mundo occidental, luego de los resultados catastróficos que dejó la Primera Guerra
Mundial.
Luego, reconocer que los niños también son personas. Personas que por su condi-
ción de grupo vulnerable requieren de una regulación específica, diferente del resto de los
individuos, que les brinde un marco de protección especial para alcanzar el desarrollo de
sus derechos, y contar con garantías que les permitan hacerlos efectivos. La Corte Inter-
americana de Derechos Humanos ha expresado que “los niños poseen los derechos que
corresponden a todos los seres humanos –menores y adultos– y tienen además derechos
especiales derivados de su condición”.4
Para zambullirnos en el régimen jurídico de los niños, recordamos brevemente que
la expansión del derecho internacional luego de la Segunda Guerra Mundial, dio lugar al
nacimiento del derecho internacional de los derechos humanos, y este fue calando hondo
(y aún lo sigue haciendo) en las estructuras interiores de los Estados, generando cambios
en los órdenes jurídicos internos, creando sistemas de protección internacionales, dando
herramientas a las personas para enfrentar al poder exorbitante del Estado.
Hoy no puede pensarse un Estado de derecho sin que en sus normas contenga la
protección y garantía de los derechos humanos. “La experiencia universal señala que no
hay cambio posible sin una democracia sustentada en los derechos humanos. No hay mo-
dernización ni democracia sin derechos humanos”. 5 Y todo ello, para los niños también.
Por su parte, en la construcción del marco de regulación normativo aplicable a los
niños, encontramos también la consagración de principios rectores en la materia, que mar-
can el curso de actos y decisiones, incluso apuntalan a la creación legislativa necesaria para
cumplir con los estándares de protección de los derechos consagrados. Nos referimos,
concretamente, al interés superior del niño y a la protección integral de la familia.
En consecuencia, seguidamente, analizaremos el ámbito de aplicación normativa in-
terna e internacional referente al derecho de los niños, destacando los principales avances
que el derecho internacional de los derechos humanos ha provocado, resaltando los prin-
cipios rectores enunciados, con el fin de recopilar una base jurídica que los Estados y los
ciudadanos debemos respetar y garantizar en pos de la niñez. “No hay causa que merezca
715
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la super-
vivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización
humana”.6
Por último, en palabras del Dr. Travieso, “Machado tenía razón al decir que no hay
camino, se hace camino al andar. Por eso andar y hacer camino hoy es simplemente aplicar
las normas de los tratados internacionales de derechos humanos que por naturaleza gozan
de una presunción de operatividad y las más importantes han sido jerarquizadas constitu-
cionalmente”.7
Dijimos entonces que los niños son seres humanos, y aún más, seres especiales que
requieren de una protección especial por sus condiciones; “el niño, por su falta de madurez
física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal,
tanto antes como después del nacimiento”.9 Es por ello que, en el esquema de los derechos
humanos y las garantías, los niños tienen su apartado especial. Quiere decir que por sobre
todo el texto aplicable a las personas en general, derechos y libertades reconocidos, se
sumarán todas las medidas de protección, procedimiento, administrativas, judiciales cuyo
centro de imputación normativo sean los niños, validando así la expresión “derechos hu-
manos de los niños”, sobre los cuales los Estados son principales garantes y encargados
de velar por su cumplimiento, junto con la participación de la sociedad en su conjunto.
Partiendo de la concepción de que los derechos humanos son progresivos, los niños
deben gozar del derecho a la igualdad, integridad 10, a ser respetada su dignidad, a una
educación gratuita y obligatoria, a la igualdad de oportunidades, a la prohibición del trabajo
antes de la edad permitida, a recibir protección integral, a contar con la familia como sus-
tento de su crecimiento y desarrollo personal, entre otras libertades reconocidas por siste-
mas jurídicos.
rrafo.
10. “La identidad personal está íntimamente ligada a la persona en su individualidad específica y vida
privada, sustentadas ambas en una experiencia histórica y biológica, así como en la forma en que se
relaciona dicho individuo con los demás, a través del desarrollo de vínculos en el plano familiar y
social. Es por ello que la identidad, si bien no es un derecho exclusivo de los niños y niñas, entraña
una importancia especial durante la niñez”, Fornerón e hija Vs. Argentina, CIDH, Fondo,
27/04/2012, parág. 123.
716
Los niños son sujetos de derechos, y como tales son contemplados en un articulado
normativo tanto en el ámbito interno como en el internacional, que provoca una estructura
jurídica de obligatorio cumplimiento, así como prevé diferentes mecanismos de protección
que deben ser eficaces, siendo los Estados responsables de que ello suceda. 11
Receptada universalmente en instrumentos internacionales, la definición de niño
contiene en principio, a todas las personas menores de 18 años de edad; entendiéndose
aquellos que no han alcanzado el ejercicio pleno de los derechos, es decir la capacidad de
actuar, hasta tanto no cumplan la mayoría de edad. Aun así, algunas legislaciones permiten
diferenciar a los niños de los adolescentes, encontrándose ambos grupos entre los menores
de edad.
La importancia del desarrollo y eficacia de normas que consagren la promoción de
los niños y que realcen la necesidad de protección y cuidado de la niñez, es directamente
proporcional a la formación de la sociedad futura, ya que ellos son los padres del mañana.
Allí radica el compromiso que la sociedad en su conjunto debe asumir día a día, enten-
diendo que la promoción y desarrollo integral de los niños es trabajar hacia la promoción
de toda la sociedad. Es por ello que los avances en el ámbito internacional han aportado y
aportan herramientas que deben ser aplicadas en cada rincón de los Estados, comenzando
desde las necesidades más básicas aún deficientes en muchos sitios. “La protección de los
niños en los instrumentos internacionales tiene como objetivo último el desarrollo armo-
nioso de la personalidad de aquéllos y el disfrute de los derechos que les han sido recono-
cidos”.12
Para entender cómo se alcanzó el status jurídico vigente, conviene hacer una breve
mención de los acontecimientos más relevantes en esta temática, que construyeron el pa-
radigma de nuestros tiempos. Comenzando por la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del
Niño de 1924, adoptada por la Sociedad de las Naciones, enunciada como el primer instru-
mento internacional que recogió el reconocimiento de ciertos derechos de los niños, y la
responsabilidad de los adultos hacia ellos. Constaba de cinco artículos que incluía las ne-
cesidades fundamentales, el ‘bienestar del niño, y reconoce su derecho al desarrollo, asis-
tencia, socorro y a la protección’.13 Con ese antecedente –una vez en funcionamiento las
Naciones Unidas y ya vigente la Declaración Universal de Derechos Humanos–, mediante
Resolución 1386 de la Asamblea General, se aprueba la Declaración de los Derechos del Niño
11. Q. C., S. Y. c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/Amparo, CSJN, 09/01/14, Considerando
10) “(…) la Constitución Nacional en cuanto norma jurídica reconoce derechos humanos para que
éstos resulten efectivos y no ilusorios, pues el llamado a reglamentarlos no puede obrar con otra
finalidad que no sea la de darles todo el contenido que aquélla les asigne; precisamente por ello, toda
norma que debe “garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitu-
ción y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos” (Fallos: 327:3677;
332:2043) y “garantizar”, significa “mucho más que abstenerse sencillamente de adoptar medidas
que pudieran tener repercusiones negativas”, según indica en su Observación General n° 5 el Comité
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (…) cuya interpretación debe ser tenida en cuenta
ya que comprende las “condiciones de vigencia” de este instrumento que posee jerarquía constitu-
cional en los términos del art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional (Fallos: 332:709)”.
12. Opinión Consultiva OC-17/02, CIDH, 28/08/2002, parág. 53.
13. Sitio web: http://www.humanium.org/es/ginebra-1924 Consultado 16/08/15.
717
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
en el año 1959.14 Esta Declaración (estructurada en Principios que deben regir el recono-
cimiento de derechos y libertades de los niños), resultó ser más adelante, base jurídica de
la Convención sobre los Derechos del Niño,15 nacida en el seno de las Naciones Unidas, firmada
en Nueva York el 20 de noviembre de 1989; alcanzando así dar firmeza a un entramado
que se consolidaba en la comunidad internacional, y cuyos efectos serían replicados en los
ordenamientos jurídicos de los Estados democráticos mediante el dictado de leyes que
receptan sus principios y preceptos. Veamos.
16/08/15.
16. Travieso, J.A.: Derechos Humanos y Derecho Internacional, Bs. As., Heliasta, 1996, p.192.
17. Convención Americana sobre Derechos Humanos. Firmada el 22/11/1969 en San José de Costa
718
o nacimiento a las medidas de protección que su condición de menor requiere, tanto por
parte de su familia como de la sociedad y del Estado (…) será inscripto inmediatamente
después de su nacimiento y deberá tener un nombre (…) Todo niño tiene derecho a ad-
quirir una nacionalidad”.20
Mientras que, en cuanto a los derechos económicos, sociales y culturales, el sistema
universal se vuelca hacia el rol vital de la familia, entendida como “el elemento natural y
fundamental de la sociedad”, y la necesaria protección social de la maternidad a través de
licencias y prestaciones sociales. También contempla la necesidad de “adoptar medidas
especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños y adolescentes, sin discri-
minación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición. Debe protegerse a los
niños y adolescentes contra la explotación económica y social”. 21
Ahora centrándonos en la norma especial, es decir, la Convención sobre Derecho de
los Niños, encontramos a la definición de niño contenida en el artículo 1º de la Convención
sobre los Derechos del niño, que establece: “se entiende por niño todo ser humano menor
de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado
antes la mayoría de edad”.
Luego, (y hasta el artículo 41) se observa la consagración de los derechos elementales
que deben ser protegidos y garantizados, entre los que citamos: derecho intrínseco a la vida
(art. 6), al nombre, nacionalidad, a conocer a sus padres (art. 7), derecho a no ser separado
de sus padres contra la voluntad de estos (art. 9), libertad de expresión, pensamiento, con-
ciencia y religión (arts. 13 y 14), derecho a la salud (art. 24), a la educación (art. 28). Entre
los artículos 32 y 38 se incorporan las protecciones contra explotaciones económicas, abu-
sos sexuales, trata de niños, prohibición de torturas, tratos inhumanos y crueles, participa-
ción en conflictos armados, y los artículos 39 y 40 establecen las garantías penales.
En una segunda parte, esta Convención incorporó la creación de un Comité de los
Derechos del Niño, órgano de vigilancia del ejercicio de esos derechos, que supervisa la
aplicación de la Convención y de sus Protocolos facultativos 22 por los Estados partes. Este
órgano se expide a través de informes, recibiendo –asimismo– informes periódicos de los
Estados partes sobre el ejercicio de los derechos en cada jurisdicción. Por su parte, no
tramita denuncias de particulares y publica sus interpretaciones mediante observaciones
generales.23 Entre sus funciones principales (art. 45) se encuentra formular sugerencias y
recomendaciones generales a los Estados partes interesados; invitar a organismos especia-
lizados a proporcionar asesoramiento sobre la aplicación de la Convención; recomendar a
la Asamblea General que solicite al Secretario General efectuar estudios sobre cuestiones
concretas.
20. Artículo 24 del PIDCyP, ONU, Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), 16/12/1966.
Entrada en vigor: 23/03/1976.
21. Artículo 10 del PIDESyC, ONU, Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), 16/12/1966.
719
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Los cambios más significativos a nivel local se concretaron con la sanción de la ley
23.849 del 27 de septiembre de 1990, a través de la cual Argentina aprueba la Convención
sobre los Derechos del Niño. Al ratificar la Convención, Argentina incorpora una reserva,
una interpretación y dos declaraciones, contenidas en el artículo 2º de la ley nacional. A
saber:24
-En primer lugar, Argentina hace reserva de los incisos b), c), d) y e) del artículo 21 de
la Convención, relacionados con la adopción internacional de menores. En nuestro país
no está regulado dicho instituto, y su fundamento se explica al argumentar que para su
aplicación “debe contarse previamente con un riguroso mecanismo de protección legal del
niño en materia de adopción internacional, a fin de impedir su tráfico y venta”.
-Luego, Argentina declara que la interpretación del artículo 1º de la Convención debe
hacerse comprendiendo “por niño todo ser humano desde el momento de su concepción
y hasta los 18 años de edad”. Esta incorporación se acopla con la recepción del origen de
la existencia humana receptada en la legislación local argentina.
-El artículo 24, inciso f de la Convención establece que los Estados deben adoptar
medidas para “desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orientación a los padres y la
educación y servicios en materia de planificación de la familia”. En este sentido, Argentina
interpreta que la obligación de los Estados radica en “adoptar medidas para la orientación
a los padres y la educación para la paternidad responsable”. Es decir, desplaza la obligación
del Estado de actuar con medidas de ‘atención sanitaria preventiva’, dejando a los padres
la elección de adopción de medidas, basados en la orientación que el Estado brinde.
-Por último, Argentina refiere que la consideración de participación de los niños ma-
yores de 15 años en conflictos armados, prevista en el artículo 38 de la Convención, no
será de aplicación local ya que su derecho interno prohíbe la participación de todo niño en
hostilidades. Pero aún declara al respecto, “que es su deseo que la Convención hubiese
prohibido terminantemente la utilización de niños en los conflictos armados”.
Centrándonos en la legislación interna, en la reforma de la Constitución de 1994, se
receptan significantes logros en el derecho de los niños. La Convención sobre los Dere-
chos de los Niños alcanza jerarquía constitucional a través de su incorporación en el inciso
22 del artículo 75. “El impacto del derecho internacional de los derechos humanos sobre
las relaciones de familia es innegable, desde la reforma constitucional de 1994 y a la luz de
los tratados y convenciones que han venido a conformar la nueva redacción del art. 75,
inc. 22. Así, se ha producido la llamada ‘constitucionalización del derecho privado’”. 25
A su vez, se incorpora también el inciso 23 receptando la obligación del Estado de
adoptar medidas de acción positiva en función de una igualdad real de oportunidades,
haciendo especial atención en los niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad. Y
también agrega: “Dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección
del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período de
24.
Ley 23849, 1990. Artículo 2º.
25.Videtta, C.: “El proceso de adopción y su interacción con el Sistema de Protección Integral de
Derechos de Niños, Niñas y Adolescente”, Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación,
La Ley, 20/05/2015 (cita online: AR/DOC/1302/2015)
720
enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia”. 26 Este
texto tiene vinculación directa con el último párrafo del artículo 14 bis de la Constitución,
el cual incorpora la obligación del Estado de garantizar la “protección integral de la familia;
la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vi-
vienda digna”.27
Y en esta articulación de normas constitucionales, por último, también se suma el
inciso 19 del artículo 75, (incorporado en la reforma) que junto con el inciso 18 conforman
la denominada ‘cláusula del progreso’, en donde se incluyen las obligaciones del Estado en
proveer al desarrollo humano, enunciando la participación de la familia. 28
En conclusión, en la cúspide de nuestra pirámide jurídica nos encontramos con la
consagración de los derechos humanos, y entre ellos, los derechos de los niños y su especial
protección de la familia como base fundamental para el desarrollo de la niñez, partiendo
desde la Convención sobre los Derechos del Niño con jerarquía constitucional (art 75 inc.
22), interrelacionada con los artículos 14 bis, 75 incisos 19 y 23 de nuestra Constitución.
Estas incorporaciones generaron la obligación del Estado de adecuar su legislación
interna conforme los tratados de derechos humanos con rango constitucional, entre ellos,
la Convención citada. Por esa razón, luego de un largo trecho, en el año 2005 se imple-
mentó el llamado “Sistema de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adoles-
centes”, mediante la sanción de la ley 26.06129, derogando la antigua ley 10.903 de
Patronato de Menores de 1919. Este nuevo Sistema de Protección presenta grandes mo-
dificaciones sustanciales, tanto de la conceptualización del niño y su rol en la familia y la
sociedad, como desde un punto de vista jurídico. Sin profundizar en la temática, conside-
ramos relevante hacer una breve mención de aspectos basales que recoge esta norma.
Así encontramos que en sus primeros artículos la ley adopta como cuerpo normativo
obligatorio a la Convención sobre los derechos del Niño, impregnando sus principios en
el texto legislativo; reconociendo la protección integral de los derechos de las niñas, niños
y adolescentes, bajo el principio del interés superior del niño; incorporando el derecho a
ser oídos y atendidos en toda forma de manifestación, en cualquier ámbito. Establece el
deber del Estado de habilitar mecanismos expeditos y eficaces necesarios para el ejercicio
y goce de derechos tutelados; asentando que “los derechos y las garantías de los sujetos de esta ley
son de orden público, irrenunciables, interdependientes, indivisibles e intransigibles”30. Propende a la
creación de un sistema de protección que abarque el reconocimiento de derechos a la par
de la adopción de políticas públicas fundadas principalmente en el rol de la familia, la so-
ciedad civil y de organismos de aplicación, públicos y privados; asignando ‘responsabilidad
gubernamental’ en el establecimiento, control y garantía de cumplimiento de esas políti-
cas.31 Por último, mencionar la incorporación de la ‘participación comunitaria’ en “el logro
nada 28/09/2005.
30. Ley 26061 ídem, artículo 2º in fine.
31. Ley 26061 ídem, artículos 4º y 5º.
721
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescen-
tes”.32
Para finalizar, encontramos que las últimas modificaciones en la legislación interna
operan desde la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación, que viene
a plasmar lo previsto en la ley de Protección Integral (ley 26061), que a su vez recepta los
criterios sostenidos por los sistemas de protección de derechos humanos. De esta manera
“la reforma constitucional operada en 1994 significó un gran impacto para el paradigma
vigente. La sanción y promulgación de la ley nacional 26061 fue una consecuencia directa
de ese cambio de paradigma. Y más allá de sus virtudes y errores, la ley 26061 es una
realidad normativa insoslayable, que el Código Civil y Comercial no pudo desconocer. En
consecuencia, creó un sistema jurídico armónico y coherente con los aportes por ella in-
troducidos, que inauguran una nueva relación entre niñez, Estado, derecho y familia”.33
Sin introducirnos en cuestiones de familia, mencionamos que el Código Civil y Co-
mercial de la Nación define como menores de edad a las personas que no hayan cumplido
los dieciocho años, en consonancia con la Convención. Y luego incorpora la categoría de
adolescente, definido como toda ‘persona menor de edad que cumplió trece años’.34 Estas
concepciones están naciendo al mundo jurídico, por lo que seremos testigos del camino
que se construya en adelante.
722
La Convención sobre los Derechos del Niño recepta este principio en su artículo 3.1:
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”.37
Como se observa, la expresión final es recogida de la Declaración, pero su contenido vin-
cula a la aplicación del interés superior “como punto de referencia para asegurar la efectiva
realización de todos los derechos”38. En este sentido, el ‘corpus iuris’ aplicable a los niños
está entonces, impregnado del ‘interés superior’, incidiendo en el ejercicio de cada derecho
invocado. El fundamento de este principio radica en “la dignidad misma del ser humano,
en las características propias de los niños, y en la necesidad de propiciar el desarrollo de
estos, con pleno aprovechamiento de sus potencialidades así como en la naturaleza y al-
cances de la Convención”.39
Con posterioridad, en el año 2013, el Comité de los Derechos del Niño publicó la
Observación General Nº14 sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una
consideración primordial40. En ella explica que “el objetivo del concepto de interés supe-
rior del niño es garantizar el disfrute pleno y efectivo de todos los derechos reconocidos
por la Convención y el desarrollo holístico del niño”. 41
Vinculado con su contenido, se encuentra también el derecho a ser escuchado. Se
trata de un derecho de radical importancia ya que expone al niño como sujeto de derechos,
y no ya solo como objeto de protección. Su recepción consta en el artículo 12 de la Con-
vención, y para su interpretación y desarrollo, el Comité de los Derechos del Niño ha
publicado la Observación General Nº 12, del año 2009, donde entiende que se trata de una
disposición de trascendencia en los derechos humanos, debido a que “apunta a la condi-
ción jurídica y social del niño, que, por un lado, carece de la plena autonomía del adulto
pero, por el otro, es sujeto de derechos”.42
Por último, en nuestra legislación local también es incorporado el ‘interés superior’
en el ámbito nacional como en el ámbito provincial, así como en la jurisprudencia. La ley
26.061 que crea el sistema de protección nacional, lo recepta en su artículo 3º: “A los
efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente la
máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta
ley”.43 Luego, se encuentra presente a lo largo del articulado del Código Civil y Comercial
de la Nación, recientemente en vigencia, acreditando los avances en la legislación en este
punto.
37. Convención sobre los Derechos del Niño, ob. cit. Artículo 3º.
38. Opinión Consultiva OC-17/02, CIDH, 28/08/2002, parág. 59.
39. Opinión Consultiva OC-17/02, CIDH, 28/08/2002, parág. 56.
40. Sugerimos su lectura con el fin de profundizar la inteligencia de este principio rector.
41. Observación General Nº14, Comité de los Derechos del Niño, ONU, (2013), sobre el derecho
del niño a que su interés superior sea una consideración primordial, pág. 3, Introducción.
42. Observación General Nº12, Comité de los Derechos del Niño, ONU, (2009), El derecho del niño
723
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
35.6. Conclusiones
44. Convención Americana sobre Derechos Humanos, ob. cit. Artículo 17 ‘Protección a la Familia’.
45. Fornerón e hija Vs. Argentina, CIDH, Fondo, 27/04/2012, parág. 119.
46. Sobre esta temática es de gran importancia la Opinión Consultiva OC-17, cuya lectura se reco-
mienda.
724
vulnerable, es receptada universalmente y son múltiples las fuentes jurídicas al respecto.
Aunque desde la década de los ’90, con la aparición de la Convención sobre los Derechos
del Niño, han evolucionado conceptos, acompañando los cambios socioculturales, de ma-
nera que los niños siempre queden bajo el amparo normativo, social, estatal. Los avances
relacionados con la profundidad de derechos reconocidos a los niños, ejercen directa coer-
ción sobre el accionar de los Estados, que deben esmerarse por aplicar políticas públicas
que concreten falencias y deudas que aún constan sobre las niñas, niños y adolescentes.
En Argentina son de destacar las recientes modificaciones que están operando en el
ámbito de los derechos de los niños. La sanción de la ley de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes significó la recepción de la Convención, y el
comienzo de un camino hacia una política más comprometida con el desarrollo del menor
y su contexto. Luego, las incorporaciones a lo largo del Código Civil y Comercial de la
Nación reflejan continuidad en ese camino iniciado. También se han receptado avances
sobre los cuidados en el embarazo, el parto humanizado, la igualdad de género, las respon-
sabilidades parentales, protección de madres adolescentes, entre otros temas.
La niñez debe enmarcarse en la familia. Estamos compelidos a dar nuestro aporte
para que ambas maximicen su potencial y den buenos frutos. Sembrando en los seres hu-
manos, podremos recuperar, justamente, humanidad en lo humano, algo perdido en nues-
tros días.
725
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
726
Capítulo 36
36.1. Introducción
El derecho de los pueblos indígenas ocupa, hoy, un lugar muy importante en el De-
recho Internacional de Derechos Humanos, como consecuencia de demandas y reivindi-
caciones históricas. Al día de la fecha, se ha desarrollado un importante cuerpo normativo
que garantiza tanto derechos individuales como derechos colectivos a los pueblos, comu-
nidades y personas indígenas. Como indica Juan Antonio Travieso: “En la actualidad ya
no se trata de que los derechos humanos de los indígenas solo se enfoquen hacia la no
discriminación. Ha comenzado a desarrollarse una corriente mundial que reconoce, por
ahora teóricamente, los derechos humanos de “la nación india” o de los pueblos indíge-
nas...”1. Actualmente, continúan las reivindicaciones, y algunas conquistas, al punto tal que
se ha llegado a reconocer, colectivamente, a los pueblos indígenas en tanto categoría espe-
cífica de la población, como sujetos políticos y sujetos de derechos, dejando de lado por
completo el enfoque integracionista y asimilacionista. En este sentido, la normativa y ju-
risprudencia internacional e internacional ha contribuido de forma gravitante, con pers-
pectiva de ampliación de derechos en el futuro.
El presente capítulo, dará cuenta de varias de estas cuestiones.
1. Travieso, J.A.: “Los derechos humanos de los pueblos indígenas”, Publicación Jurisprudencia Ar-
gentina, Buenos Aires, 07/1996.
2. Se utilizarán los términos Pueblos Originarios y Pueblos Indígenas indistintamente.
727
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
de allí, cada conducta individual o colectiva cumple con las pautas elaboradas por los antepasados y recrea-
das por todos en el presente”.3
Pueblos indígenas
Establecer una definición de pueblos indígenas ha sido, y continúa siendo, uno de
los problemas fundamentales. Actualmente, no hay una única definición aceptada en el
contexto del derecho internacional. La Declaración de Naciones Unidas sobre los Dere-
chos de los Pueblos Indígenas4 no establece definición alguna; simplemente en sus artícu-
los 9 y 33 se afirma que los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a pertenecer
a una comunidad o nación indígena, de conformidad con las tradiciones y costumbres de
la comunidad o nación de que se trate, y a determinar su propia identidad. Por su parte, el
artículo 1 del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes 5 establece dos criterios que han de tenerse
en cuenta en el proceso de autoidentificación de una persona como indígena, a saber: 1)
criterio objetivo: compuesto por un hecho histórico: aquellos pueblos que descienden de los pue-
blos que pre-existen a los Estados actuales; y un hecho actual: que dichos pueblos, en la
actualidad, conservan en todo o en parte sus instituciones sociales, políticas, culturales, o
modo de vida; 2) criterio subjetivo: puede ser individual o colectivo: a) en el primer caso, la
persona se identifica a sí misma como perteneciente al grupo o pueblo en cuestión y b) en
el segundo caso, el grupo o pueblo se considera a sí mismo como indígena o tribal de
conformidad con las disposiciones del Convenio.
Frente a este vacío, encontramos distintos criterios que ayudan a definir a un pueblo
originario. Así, mencionamos el establecido por José R. Martínez Cobo6: “Son comunida-
des, pueblos y naciones indígenas los que, teniendo una continuidad histórica con las so-
ciedades anteriores a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se
consideran distintos a otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos terri-
torios o en parte de ellos. Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen
la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios
ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de
acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas lega-
les”. Por su parte, el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas 7 añade los siguiente:
3. Frites E.: El Derecho de los Pueblos Indígenas, publicado por el Instituto Nacional contra la Discrimi-
nación, la Xenofobia y el Racismo, 2011, p. 50.
4. Resolución A/RES 61/295, aprobada por la AGNU, 13/09/2007.
5. Fecha de adopción: 27/06/1989. Fecha de entrada en vigor: 05/09/1991, Sesión de la Conferencia:
76, Convocada en Ginebra por el Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo.
6. Martínez Cobo, J.R.: Ex Relator especial para el estudio de las formas de discriminación para las
728
un vínculo fuerte con el territorio y los recursos naturales circundantes; sistemas sociales,
económicos o políticos singulares; la perpetuación voluntaria de la distinción cultural, que
puede incluir los aspectos del idioma, la organización social, la religión y los valores espi-
rituales, los modos de producción, las leyes e instituciones; la conciencia de la propia iden-
tidad, así como su reconocimiento por otros grupos, o por las autoridades estatales, como
una colectividad distinta; y una experiencia de sometimiento, marginación, desposei-
miento, exclusión o discriminación, independientemente de que estas condiciones persis-
tan o no.
Como rasgos generales, encontramos que son pueblos que habitaban determinadas
zonas antes de la llegada de otros pueblos; que suelen conservar características culturales
y políticas singulares, en particular, estructuras políticas y legales autónomas; comparten
una experiencia de sujeción a otros pueblos, especialmente a grupos no indígenas; y un
fuerte vínculo histórico y permanente con sus tierras, sus territorios y sus recursos natura-
les. Sin embargo, más allá de estas delimitaciones conceptuales, la noción aún se encuentra
sujeta a discusión, tanto desde un punto de vista jurídico como desde un punto de vista
político y social, es por ello que se considera que el enfoque más adecuado es “identificar”
en vez de “definir” qué es un pueblo indígena, siempre basándose en el criterio de autoi-
dentificación.
Comunidad indígena
Es la parcialidad sociopolítica, económica y cultural de un pueblo indígena que se
encuentra asentada en un territorio determinado y que reconoce autoridades propias de
acuerdo con sus usos y costumbres. Contamos con un elemento poblacional, correspon-
diente a un conjunto de familias de un pueblo indígena que se reconoce como tal; un
elemento territorial, correspondiente al espacio físico sobre el que se asienta la comunidad
que, a su vez, tiene connotaciones religiosas y/o espirituales; y un elemento político, de-
terminado por el modo de organización, o estructura social, en el que es posible distinguir
autoridades y un orden normativo consuetudinario. 8
Tierra y territorio
Se ha afirmado: “El territorio indígena no es la suma de los recursos que contiene y
que son susceptibles de apropiación o de relaciones económicas. Su naturaleza se basa en
la integración de elementos físicos y espirituales que vincula un espacio de la naturaleza
con un pueblo determinado”.9
De ese modo, cabe destacar la trascendencia del territorio en relación con la identidad
y la cultura de los pueblos originarios. El territorio es el hábitat, el espacio en el cual los
pueblos desarrollan su vida política, social, económica, cultural y espiritual y satisfacen sus
8. Ley 23302, art. 2: entiende por comunidad indígena “a los conjuntos de familias que se reconozcan
como tales por el hecho de descender de poblaciones que habitaban el territorio nacional en la época
de la conquista o colonización e indígenas o indios a los miembros de dicha comunidad”.
9. Encuentro de Pueblos Originarios en Argentina, Seminario “Tierra, Territorio y Recursos Natura-
les”, Buenos Aires, 25, 26 y 27 de abril de 2007, Editor responsable: Jorge Nahuel, 1ra. Edición,
Impreso en Pixel Centro Gráfico, Ciudad de Buenos Aires, Mayo de 2008, p. 10.
729
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Derecho indígena
Se entiende por derecho indígena al “conjunto de normas propias que regulan la
conducta y el desarrollo armónico de la vida de las Comunidades de los Pueblos Indígenas.
Su esencia es el derecho consuetudinario, enriquecido con las normas del derecho positivo
de los Estados que se le incorporen receptando normas sobre los territorios indígenas,
cosmovisión –pensamiento religioso y filosófico– su pluriculturalidad, sus personerías ju-
rídicas, sus organizaciones comunitarias locales, nacionales e internacionales, etc.”. 12
Sistema Universal
- Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, sobre Pueblos Indígenas y Tribales
en Países Independientes (Convenio 169 de la OIT) de 1989: es un tratado internacional “sui ge-
neris” porque –entre otras cosas– tiene la particularidad de formar parte del Código
10. Alvarado, P.M. y Perez Ledesma, P.M.: “Los Pueblos Originarios en La Argentina de Hoy: Algunos
Aportes para su Visibilización”, ponencia presentada en Congreso de Derecho Público para Estudiantes
y Jóvenes Graduados “Democracia y Estado de Derecho”. Disponible en web: http://www.dere-
cho.uba.ar/institucional/deinteres/derechos-humanos-pablo-martin-perez-ledesma-y-paula-alva-
rado.pdf. Fecha de consulta: 09/06/2015.
11. Zaffaroni, R.E.: La Pachamama y lo humano, Buenos Aires, Colihue, 2012.
12. Frites, E.: El Derecho de los Pueblos Indígenas, publicado por el Instituto Nacional contra la Discrimi-
730
Internacional del Trabajo y, al mismo tiempo, ser un tratado del Derecho Internacional de
los Derechos Humanos.14 Reconoce, entre otros derechos, los siguientes: 1) Consulta a los
pueblos indígenas de buena fe y mediante procedimientos apropiados en caso de que se
prevean y/o dispongan medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles di-
rectamente; 2) Participación libre, en todos aquellos procesos de toma de decisiones sobre
cuestiones que los puedan involucrar; 3) Derecho sobre las tierras que tradicionalmente
ocupan y la importancia del concepto de tierra; 4) Que se respete su integridad, sus culturas
e instituciones; 5) A determinar su propia forma de desarrollo.
Por otro lado, es necesario consignar que el Convenio no solo es obligatorio para
quienes lo han ratificado, sino que la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CoIDH) ha invocado en su jurisprudencia el Convenio Nº 169 de la OIT como parte del
corpus iuris o cuerpo de normas de protección internacional de los Derechos de los Pueblos
Indígenas15, dándole fuerza aún a los Estados que no lo han ratificado.
- Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 200716 (DNUDPI): consensuada por 144 Estados.
Reconoce los estándares mínimos de protección internacional. Entre ellos: 1) Derecho a
la autodefinición como pueblos indígenas; 2) Derecho a la libre determinación; 3) Derecho
a las tierras, territorios y recursos naturales; 4) Derecho al consentimiento libre, previo e
informado respecto de las actividades que se desarrollen en, o afecten, sus tierras y territo-
rios; 5) Protección de los derechos culturales; 6) Derecho de los Pueblos y personas indí-
genas a no ser objeto de asimilación forzada o destrucción de su cultura.
Si bien la Declaración no obliga jurídicamente a los Estados, el amplio consenso con
que fue adoptada y la fuerza política que detenta, hacen que hoy su contenido sea la piedra
angular de la protección internacional de los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Por su parte, James Anaya, ex relator de Naciones Unidas sobre pueblos indígenas,
viene abogando por un entendimiento de la Declaración, en el siguiente sentido: “…en cuya
virtud una buena parte de sus disposiciones, o al menos las más relevantes, recogen normas de derecho
consuetudinario de los derechos humanos en relación con las personas y los pueblos indígenas. Los derechos
humanos contemplados por la DDPI son los mismos derechos humanos que han sido reconocidos al resto
de la humanidad sin necesidad de que haya una declaración de derechos de los pueblos no indígenas.”17
14. Calí Tzay, J.F.: Notas sobre el Convenio 169 y la lucha contra la discriminación, publicado en el Convenio
169 de la OIT. Los desafíos de su implementación en América Latina a 25 años de su aprobación.
Editado por Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, noviembre 2014, p. 28.
15. Ver las sentencias de la CoIDH en los casos Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay; Comu-
nidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay; Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay; Caso del Pueblo Sa-
ramaka vs. Surinam, y la decisión de la CIDH en el Caso 12.053, Comunidades Mayas en el Distrito de
Toledo vs. Belice.
16. Resolución A/Res/61/295, AGNU, 10/12/2007.
17. Bartolomé Clavero, Miembro del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas,
PFII/2009/EGM1/3. Cometido del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas a la Luz del
Valor Vinculante y con Vistas a la Mayor Eficacia del Derecho Internacional de los Derechos Hu-
manos, Departamento de División de Asuntos Económicos y Sociales de Política Social y Desarrollo
de la Secretaría del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas. Grupo internacional de expertos,
reunión de expertos, Reunión Internacional sobre el papel del Foro Permanente de las Naciones
731
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Por otro lado, autores como Eduardo Hualpa18 y Juan Manuel Salgado19, entre otros,
sostienen el carácter vinculante de dicha Declaración ya que “constituye hoy el más avan-
zado instrumento internacional de reconocimiento de derechos indígenas” y admiten que
sus disposiciones se convierten en obligatorias “porque se trata de un cuerpo de derechos
que ya están reconocidos en otros tratados”.
Por otro lado, cabe destacar que “en noviembre de 2007, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos invocó la Declaración en una decisión a favor del pueblo Saramaka
en Suriname para solucionar un caso de tala. La Corte se refirió al artículo 32 que afirma
el derecho de los pueblos indígenas a determinar y poner en práctica prioridades y estrate-
gias para el aprovechamiento y el uso de sus tierras”.20
- Convención sobre los Derechos del Niño21: varias disposiciones resguardan la identidad
étnica del niño, mencionando especialmente el derecho de los niños indígenas a tener su
propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión o a emplear su propio idioma
en común con los demás miembros de su grupo, además de proteger su identidad y la
continuidad cultural y lingüística en su crianza y educación.
Sistema Interamericano
De acuerdo con jurisprudencia de la Comisión Interamericana de Derechos Huma-
nos (CIDH) y de la CoIDH, se ha interpretado que las siguientes disposiciones reconocen
derechos de los pueblos originarios23:
Unidas para las Cuestiones Indígenas de la aplicación del artículo 42 de las Naciones Unidas. Decla-
ración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, 14-16 01, 2009, New York.
18. Hualpa. E.: Derechos Constitucionales de los Pueblos Indígenas, Buenos Aires, Ad Hoc., 2014. p. 65
19. Salgado, J.M. y Gomiz, M.M.: Convenio 169 de la O.I.T. sobre Pueblos Indígenas. Su aplicación en el derecho
interno argentino. Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas. 2a ed-. Neuquén, p. 45.
20. http://www.un.org/es/events/indigenousday/pdf/indigenous_advances_sp.pdf. Consultada:
8(j) y 10(c).
23. Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua. CoIDH, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia del 31/08/2001. Serie C No. 79, párr. 149. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs.
Paraguay. CoIDH, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 17/07/2005. Serie C No. 125, párrs.
732
- Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: XXIII (derecho a
la propiedad) y XVIII (derecho a un juicio justo) 24;
- Convención Americana de Derechos Humanos: art. 1 (derecho a la vida, a la liber-
tad y a la seguridad), art. 8 (derecho de residencia y tránsito) y art. 9 (derecho a la preser-
vación de la salud y bienestar)25; art. 17 (protección a la familia26; art. 25 (protección
judicial) y art. 21 (derecho a la propiedad) 27; arts. 23 y 24 (derechos políticos). 28
Nivel Nacional
Como principal normativa en la materia a nivel federal cabe reseñar:
Constitución Nacional
- Art. 75, inc. 17: reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios,
la personería de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que
tradicionalmente ocupan y regula la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo
humano, como así también la participación en la gestión referida a sus recursos naturales
y a los demás intereses que los afecten. Garantiza el respeto a sus identidades y el derecho
a una educación intercultural bilingüe.
- Art. 75, inc. 19: protege la identidad y pluralidad cultural.
124, 131. Caso Masacre Plan de Sánchez vs. Guatemala. CoIDH, Reparaciones y Costas. Sentencia del
19/11/2004. Serie C No. 116, párr. 85.
24. Mary y Carrie Dann vs. Estados Unidos, Informe 75/02 del 27/12/2002.
25. Yanomami vs. Brasil, CIDH, Informe 12/85, del 5/03/ 1985.
26. Aloeboetoe y otros vs. Suriname, CoIDH, Sentencia del 10/09/ 1993.
27. Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua, CoIDH, Sentencia del 31/08/ 2001. Comuni-
dad Yakye Axa vs. Paraguay, CoIDH, Sentencia del 17/06/2005 y Comunidad Sawhoyamaxa vs. Paraguay,
CoIDH, Sentencia del 29/03/2006, entre otras.
28. Yatama vs. Nicaragua, CoIDH, Sentencia del 23/06/2005.
29. Además, encontramos: Decreto 7550 del 09/04/1945, declara el día 19 de 04 como el “Día Ame-
ricano del Indio”. Decreto 1584/2010: Establece Feriados Nacionales y días no laborables. Cambio
de la denominación: se modifica la denominación del feriado del día 12 de octubre, dotando a dicha
fecha, de un significado acorde al valor que asigna nuestra Constitución Nacional y diversos Tratados
y Declaraciones de Derechos Humanos a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos.
Decreto 700/2010: Crea la Comisión de Análisis e Instrumentación de la Propiedad Comunitaria
Indígena; Decreto 701/2010: Dispone que el INAI sea el encargado de coordinar, articular y asistir
en el seguimiento y estudio del cumplimiento de las directivas y acciones dispuestas por la ley 25517
para que los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte
de museos y/o colecciones públicas o privadas, sean puestos a disposición de los pueblos indígenas
o comunidades de pertenencia que los reclamen; Decreto 702/2010 incorpora a la estructura orga-
nizativa del INAI la Dirección de Afirmación de los Derechos Indígenas, cuyo objetivo es promover
la mayor participación en la elaboración y ejecución de políticas públicas que tengan impacto en sus
733
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
comunidades; Decreto 406/2015 permite la inscripción de los ciudadanos mayores de DOCE (12)
años de edad que residan en el ámbito del territorio de la Nación y que acrediten su pertenencia a
Pueblos Indígenas. Regularización de inscripciones de nacimientos. Régimen administrativo.
Otras leyes federales: 23162, 24956 (en el censo aborigen se debía incorporarse al censo nacional de
población y vivienda del año 2000 la temática de autoidentificación de identidad y pertenencia a
comunidades aborígenes, mediante la ampliación de los módulos previstos en el mismo), ley 25799
(modifica el capítulo viii de la ley nº 23302, referido a los planes de vivienda).
734
- Ley 26522: regula los Servicios de Comunicación Audiovisual, fomentando la
participación en su idioma y con carácter de personas de existencia ideal de derecho
público estatal (arts 3 ñ, 9, 22, 37).
- Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. Reconoce: el derecho a la
posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y de aquellas
otras aptas y suficientes para el desarrollo humano (art. 18) y remite al dictado de una ley
especial (norma transitoria primera); y el derecho a la inscripción del nombre (art. 63).
- Ley 27063. Código Procesal Penal de la Nación. Establece la diversidad cultural (art.
24) y considera víctima a los pueblos originarios en los delitos que impliquen
discriminación de alguno de sus miembros, genocidio o afecten de un modo directo sus
derechos colectivos reconocidos constitucionalmente (art. 78).
Resulta necesario destacar que, debido al avance del derecho internacional de los
derechos humanos, además de los derechos individuales, se reconocen derechos colectivos
específicos. En este sentido, el artículo 1 de la DNUDPI establece “[l]os indígenas tienen
derecho, como pueblos o como individuos, al disfrute pleno de todos los derechos huma-
nos y las libertades fundamentales reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas, la De-
claración Universal de Derechos Humanos y las normas internacionales de derechos
humanos”. Asimismo, el artículo 3 del Convenio 169 de la OIT menciona que “[l]os pue-
blos indígenas y tribales deberán gozar plenamente de los derechos humanos y libertades
fundamentales, sin obstáculos ni discriminación”. Los pueblos indígenas son titulares de
los derechos humanos indígenas en tanto colectivos, mientras que sus integrantes lo son,
en tanto individuos, es decir, mujeres y hombres, sin discriminación alguna. Según la
CoIDH, “(…) acorde al desarrollo progresivo del [DIDH], sería procedente, por una parte,
incluir en el término “persona” contenida en diversos artículo de (…) [la Convención
Americana sobre Derechos Humanos] y como víctimas de violaciones a derechos consa-
grados por la misma, no solo a los miembros, individualmente considerados, de los pue-
blos indígenas, sino también a estos últimos en tanto tales (…). 30 Asimismo, se entiende
que son colectivos no porque deban gozarse colectivamente, sino porque se determinan
en función de pertenencia a un grupo distinto de la sociedad más amplia.
A continuación, se desarrollarán algunos de los derechos colectivos que les pertene-
cen por ser pueblos:
30.Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay. CoIDH, Sentencia de 24/08/2010. Voto Concu-
rrente del Juez Eduardo Vio Grossi, párr. 27.
735
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
ferencia Internacional sobre libre determinación Sami: ámbito y aplicación, celebrada el 02 de 2008
en Alta, Noruega, p. 4.
736
con disposición de los medios necesarios para el sostenimiento y fortalecimiento de sus
instituciones de gobierno.
Esta obligación de garantizar corresponde al Estado, que debe respetar la disposición
autónoma de recursos de los pueblos indígenas.
En este sentido es que para la DNUDPI, el autogobierno interno y la consulta ex-
terna son manifestaciones del derecho a la autodeterminación. En la libre determinación
se basan todos los derechos de la Declaración.
35. Caso Yatama vs. Nicaragua. CoIDH, Sentencia de 23/06/2005. Serie C No. 127.
36. Caso Yatama vs. Nicaragua. CoIDH. Sentencia de 23/06/2005. Serie C No. 127, párr. 196.
37. Caso Chitay Nech y otros vs. Guatemala. Sentencia de 25/05/ 2010. Excepciones Preliminares,
737
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Derecho a la participación
Los pueblos originarios tienen derecho a intervenir en la vida política, social y cultural
del Estado y en la adopción de decisiones que afecten sus derechos en los órganos políti-
cos, legislativos y administrativos y en los procesos que puedan afectarles directamente.
Así, el derecho a participar implica la intervención en todas las fases del ciclo de elabora-
ción, aplicación o evaluación de planes, políticas y programas de desarrollo nacionales y/o
regionales que les puedan afectar, con el objetivo de asegurar que en las políticas, progra-
mas o proyectos a adoptarse por el Estado, estén plasmadas las prioridades de desarrollo,
que los proyectos prioricen el mejoramiento de sus vidas y que no se afecte su integridad. 38
Los pueblos originarios tienen derecho a participar en:
- Participación en general (Convenio 169, art. 2.1).
- Participación en la toma de decisiones (Convenio 169, art. 6.b).
- Desarrollo de las Instituciones de los Pueblos Indígenas (Convenio 169, art. 6.c).
-Formulación, aplicación y evaluación de los planes de desarrollo nacional y regional
que los puedan afectar directamente (Convenio 169, art. 7).
- Utilización, administración y conservación de los recursos naturales (Convenio 169,
art. 15).
- Adopción de decisiones en las cuestiones que afecten (DNUPI, art. 18);
-Elaboración de los programas económicos y sociales que les conciernan y a admi-
nistrar esos programas mediante sus propias instituciones (DNUDPI, art. 23);
-Procesos de adjudicación de derechos sobre sus tierras y territorios (DNUDPI, art.
27).
Derecho a consulta
Se entiende por consulta al proceso que tiene la finalidad de hacer efectivo el derecho
de participación de los pueblos indígenas en los asuntos que les conciernen, y que puedan
afectar a sus personas, bienes y/o a sus derechos colectivos, sobre toda acción o decisión
que afecte el uso y goce de sus tierras y recursos naturales y sobre cualquier medida de
carácter administrativo, legislativa o judicial que les afecte. Es un requisito previo a la apro-
bación tanto de proyectos concretos que van a desarrollarse dentro del territorio de una
comunidad en particular, como de legislación y políticas públicas generales. Consiste en
38.Yrigoyen Fajardo, R.: Tomando en serio y superando el Derecho de Consulta Previa: el Consentimiento y la
Participación. A propósito de la integración de la Declaración y el Convenio 169 de la OIT por la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos en el caso Saramaka vs. Surinam. Año 2009.
738
un diálogo de buena fe, libre de presiones o manipulaciones, mediante el cual las partes
cooperarán para intentar llegar a decisiones consensuadas e informadas.39
Como expresó la CIDH: “los Estados tienen la obligación de consultar a los pueblos
indígenas y garantizar su participación en las decisiones relativas a cualquier medida que
afecte sus territorios, tomando en consideración la especial relación entre los pueblos in-
dígenas y tribales y la tierra y los recursos naturales”. 40
Corresponde señalar que el derecho a la consulta constituye un principio de derecho
internacional público. En ese sentido, la CoIDH ha referido que “la obligación de consulta,
además de constituir una norma convencional, es también un principio general del Dere-
cho Internacional”.41
En otro orden de ideas, se interrelaciona con múltiples derechos humanos. Ha dicho
el anterior Relator Especial de la ONU: “[e]ste deber es un corolario de un gran número
de derechos humanos aceptados universalmente, entre ellos el derecho a la integridad cul-
tural, el derecho a la igualdad y el derecho a la propiedad (…). De manera más fundamen-
tal, ese deber deriva del derecho primordial de los pueblos indígenas a la libre
determinación y de los principios conexos de democracia y soberanía popular (…). En
consonancia con esos principios, el deber de los Estados de celebrar consultas con los
pueblos indígenas en los procesos de decisiones que los afecten tiene por objeto poner fin
al modelo histórico de exclusión del proceso de adopción de decisiones con el objeto de
que en el futuro las decisiones importantes no se impongan a los pueblos indígenas y que
estos puedan prosperar como comunidades distintas en las tierras en que, por su cultura,
están arraigados”.42
Se establece la consulta en caso de:
- utilización de tierras o territorios para actividades militares;
- para combatir los prejuicios, eliminar la discriminación, y promover la tolerancia,
la comprensión y las buenas relaciones entre los pueblos indígenas y todos los demás sec-
tores de la sociedad;
- la protección de los niños indígenas: contra la explotación económica y contra
todo trabajo que pueda ser peligroso o interferir en la educación de los niños o que pueda
ser perjudicial para la salud o el desarrollo físico, mental o espiritual, moral o social de los
niños teniendo en cuenta su especial vulnerabilidad y la importancia de la educación para
ser empoderados;
39. Anaya, J.: Conferencia en el Evento “El rol de los Ombudsman en América Latina: el derecho a la consulta
previa a los pueblos indígenas”. Lima, Perú, 25/04/2013.
40. CIDH, Los derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus tierras ancestrales y recursos naturales. Normas
derechos humanos y las libertades fundamentales de los indígenas, Anaya James. Doc. ONU
A/HRC/12/34, 15/07/2009, párr. 41.
739
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
43.OIT, Comprender el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (número 169). Manual para los man-
dantes tripartitos de la OIT. Oficina Internacional del Trabajo, Departamento de Normas Internacio-
nales del Trabajo- Ginebra: OIT, 2013.
740
en las que se explicite o presente algún proyecto. Por el contrario, se debe generar un
diálogo intercultural que genere las condiciones para alcanzar acuerdos.
Adecuación cultural: el procedimiento de consulta deberá realizarse respetando los mo-
dos tradicionales de organización y de toma de decisiones de los pueblos indígenas. Estos
dependen de la comunidad o pueblo que se consulte, y debe ajustarse a las instituciones
representativas indígenas.
Amplitud: el procedimiento de consulta deberá permitir la plena expresión de las opi-
niones de los pueblos indígenas. Deberá garantizar la participación de todos los afectados
a través de sus organizaciones representativas, tanto tradicionales como contemporáneas.
Es imprescindible evitar que “la consulta a algunos representantes indígenas” agote el pro-
cedimiento, cuando no se ha garantizado que todos los involucrados puedan participar.
Accesibilidad: el Estado deberá garantizar los recursos presupuestarios y logísticos ne-
cesarios para permitir la plena participación de los pueblos indígenas consultados. Un dato
a tener presente es que muchas veces las comunidades a consultar se encuentran a consi-
derable distancia, en lugares que no son fácilmente accesibles, por lo que deben arbitrarse
los medios para que todos tengan la posibilidad de estar presentes personalmente o a través
de sus representantes en las discusiones alrededor de la consulta.
741
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
adecuados para poder considerar la información imparcial y equilibrada acerca de los ries-
gos y beneficios potenciales.
Adecuado: en el idioma y conforme las instituciones representativas de los pueblos y
comunidades.
El Estado tiene la obligación de obtener el CLPI en caso de:
-Traslado de comunidades y/o reubicación (art. 16 del Convenio 169 de la OIT).
-Prohibición general de desplazamiento forzoso (art. 16 del Convenio 169 de la OIT).
-Almacenamiento o eliminación de materiales peligrosos.
-Planes de desarrollo o de inversión en proyectos de gran escala (art. 32 del Conve-
nio169 de la OIT).
-Actividades de extracción de recursos naturales (art. 28 del Convenio 169 de OIT).
-Decisiones de carácter legislativo y/o administrativo (art. 19 del Convenio 169 de la
OIT).
-Medidas a favor de los pueblos indígenas -bienes, trabajo, cultura y medio ambiente-
(art. 4 Convenio 169 de la OIT).
- Actividades económicas de valor cultural (Comité de DDHH).
-Impacto de la actividad.44
Con respecto a la Declaración, encontramos que:
-Los pueblos indígenas no pueden ser removidos de manera forzosa de sus tierras y
territorios ni ser reubicados sin su consentimiento libre, previo e informado (art. 10).
- Los pueblos indígenas deben recibir reparación por sus bienes espirituales, religio-
sos, intelectuales y culturales que hayan sido tomados sin su consentimiento libre, previo
e informado (art. 11).
-El consentimiento debe ser obtenido antes de adoptarse o ejecutarse medidas legis-
lativas o administrativas (art. 19).
- Los pueblos indígenas tienen el derecho a la reparación por las tierras, territorios y
recursos que hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su con-
sentimiento libre, previo e informado (art. 28).
-No se podrá almacenar ni eliminar materiales peligrosos en tierras indígenas sin su
consentimiento libre, previo e informado (art. 19).
-El consentimiento debe ser obtenido previamente a la aprobación de cualquier pro-
yecto que afecte las tierras, territorios y recursos indígenas, en particular, la explotación de
minerales, de agua y otros recursos (art. 32).
¿Qué ocurre cuando los pueblos indígenas se rehúsan a otorgar su consentimiento?
Como punto de partida, hay que tener presente que con o sin el consentimiento de
la parte indígena, el Estado tiene la obligación dentro del derecho internacional, de respetar
y proteger los derechos de acuerdo con los estándares internacionales establecidos. Recor-
demos que la consulta y el consentimiento existen para salvaguardar e instrumentalizar los
derechos de los pueblos indígenas. El Estado debe tener presente que dentro de la doctrina
del derecho internacional, salvo en pocos casos, los derechos humanos pueden ser restrin-
gidos sin que se produzcan violaciones de la normativa internacional. Pero las restricciones
a los derechos solo pueden producirse bajo condiciones limitadas de proporcionalidad y
742
necesidad con relación a un interés válido estatal dentro del marco de los derechos huma-
nos. Cuando no existe consentimiento, para poder proceder en procura de la medida pro-
puesta el Estado tendría que demostrar que las restricciones a derechos impuestas por
dicha medida son necesarias y proporcionales frente a un propósito válido estatal en el
marco de los derechos humanos.45
45. Anaya, J.: El rol de los Ombudsman en América Latina: El derecho a la consulta previa a los pueblos indígenas.
Lima, Perú, 25 de abril de 2013.
46. Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay, CoIDH, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia
29/03/2006, Serie C, No. 146, párr. 94, citando CoIDH, “Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs.
Paraguay”, op. cit., nota 1, párrs. 82 y 83.
743
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
47. Caso de la “Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua, CoIDH, Sentencia 31/08/2001.
Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 146.
48. Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, CoIDH, Sentencia 17/06/2005. Fondo, Reparaciones
Protección de los Derechos Humanos”, Publicado en Revista Voces en el Fenix, Revista on-line.
744
3) Tierras y territorios adicionales cuando de los que disponga sean insuficientes para
garantizarles los elementos de una existencia normal o para hacer frente a su posible cre-
cimiento numérico.
4) Tierras y territorios sustituidos por traslados.
Finalmente, según la CoIDH, constituyen obligaciones inderogables del Estado las
siguientes:
1. Reconocer las tierras ancestrales, delimitarlas, demarcarlas y titularlas a favor de las
comunidades correspondientes sin más procedimientos o modos de adquisición que el
mero reconocimiento.50
2. Instituir procedimientos adecuados para solucionar reivindicaciones. 51
3. Entregar otras tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano.52
Y el incumplimiento de dichas obligaciones constituye una violación al uso y goce de
los bienes de los miembros de las comunidades. 53
50. Casos Awas Tigni hasta Kuna De Madungandí y Emberá De Bayano y sus Miembros vs. Panamá.
51. Artículo 14, inciso 3 del Convenio 169 de la OIT, Corte IDH, Casos Yakye Axa y Xamok Kasek.
52. Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay, Sentencia del 24 de Agosto de 2010. CoIDH,
interno argentino. 2010, p 147. A su vez, se encuentran contenidas en el Convenio 169 de los arts. 8 a
12 y en la DUNUPI arts. 5,7, 9, 13,18, 33, 34,40, 41, 43,44.
745
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
55. Peña Jumpa, A.: Justicia Comunal enlos Andes del Perú: el caso de Calahuyo, Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú. Fondo Editorial, 1989.
56. Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, CoIDH, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas, Sentencia de 28 de noviembre de 2007. Serie C No. 172, párrs. 179 y 194 b.
57. CIDH, Democracia y Derechos Humanos en Venezuela. Doc. OEA/Ser.L/V/II, Doc. 54,
746
del siglo XIX, colocó a los pueblos originarios en una situación de forclusión y extranjería,
tomando como base las ideas de barbarie y salvajismo (entre las más difundidas y conoci-
das).
Con la reforma constitucional de 1994, el Estado Argentino introdujo importantes
cambios en relación con los pueblos originarios, superadores del antiguo art. 67, inc. 15 de
1853/60 que imponía al Congreso el deber de conservar el trato pacífico con los indios y promover
la conversión de ellos al catolicismo, norma fundada en una visión asimilisacionista, paternalista,
integracionista y negadora por completo de sus derechos. Estos cambios, producto del
auge del nuevo constitucionalismo latinoamericano 58, llevaron a un cambio de paradigma,
a una visión pluralista y de respeto a la identidad cultural. Como se indica, en la Convención
Nacional Constituyente de 1994, cambió el lenguaje después de casi un siglo y medio. En ese sentido, la
convencional Figueroa ha expresado que “las Constituciones provinciales coinciden en reconocer
al aborigen su identidad étnica y cultural que resulta del hecho de constituir grupos cultu-
rales anteriores a la creación del Estado argentino. En todas ellas se reconoce a los aborí-
genes como grupos culturales con características y modalidades propias que deben ser
respetadas y estimuladas. Asimismo se les reconoce el derecho a la tierra y el de vivir en
comunidad a fin de que puedan así transmitir su cultura y conservar su memoria colec-
tiva”.59 Ha consagrado, además, la jerarquía constitucional de los principales instrumentos
jurídicos en materia de derechos humanos vigentes tanto en el ámbito de la ONU como
en el de la OEA -art. 75, inc. 22, 2do. Párrafo, de la CN-. Al mismo tiempo, ha otorgado
supralegalidad a los tratados internacionales en general -art. 75 inc. 22, 1er párrafo de la
CN-.
Por medio de la ley 23.302 de 1985 y su posterior Decreto reglamentario 155/89, se
crea el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), encargado de diseñar, implemen-
tar y garantizar, las políticas a favor de los pueblos indígenas. Dicha ley, declara de interés
nacional la atención y el apoyo de los aborígenes y de las comunidades indígenas existentes
en el país, su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socioeconómico
y cultural de la Nación, respetando sus propios valores y modalidades.
Las funciones del INAI son:
-Dispone la inscripción de comunidades indígenas en el Registro Nacional de Comu-
nidades Indígenas (RENACI).
-Es responsable de arbitrar todos los mecanismos disponibles para cumplir con el
imperativo constitucional de “... reconocer la posesión y propiedad comunitaria de las tie-
rras que tradicionalmente ocupan...” y regular, además, la entrega de otras tierras aptas y
suficientes para el desarrollo humano (art. 75, inc. 17, de la Constitución Nacional).
58. Raquel Yrigoyen distingue tres ciclos en los procesos constitucionales; el segundo de estos ciclos
deriva de la incorporación de derechos reconocidos por el Convenio 169, desarrollando los concep-
tos de Nación multiétnica y Estado pluricultural, donde supone el reconocimiento de las autoridades
indígenas, sus funciones jurisdiccionales y sus territorios. Ver en: Yrigoyen, Raquel (ed.) (2011), Pue-
blos Indígenas: Constituciones y Reformas políticas en América Latina, (pp. 31-37), Lima: ILSA,
IIDS, INESC.
59. Travieso, J.A.: Los derechos humanos de los pueblos indígenas (Normas de la Constitución Argentina de 1994
747
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
60. Altabe, Braunstein y González, Derechos Indígenas en la Argentina, Relaciones de la Sociedad Argen-
tina de Antropología XXI, 1996, Buenos Aires.
61. Bidart Campos, Germán. Dictamen de fecha 3 de octubre de 1996, en virtud de la consulta reali-
748
17 de la Constitución Federal, con más el Convenio 169”. 63 Por ello, el reconocimiento
legal es de carácter declarativo y no constitutivo de derechos. Así lo sostuvo el Superior
Tribunal de Jujuy: “[…] Las disposiciones de los artículos 45 y concordantes del Código
Civil no pueden ser desconectadas de todas las normas que hoy regulan los derechos de
las comunidades aborígenes. Como se sabe, la reforma de 1994 elevó a rango constitucio-
nal el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argen-
tinos y el de la personería jurídica de sus comunidades (artículo 75 inc. 17) […] En ese
contexto normativo, la personería jurídica que le confiere el Estado Provincial […] tiene
carácter declarativo y no constitutivo de su condición de sujeto de derecho, porque como
la propia Constitución lo establece esta y todas las comunidades reconocidas como tales,
preexisten étnica y culturalmente, de modo que las disposiciones que hoy las regulan nada
han creado y, antes bien, importan "contenidos nuevos de derechos viejos, con la recíproca
ampliación de las obligaciones tendientes a satisfacerlos” (Bidart Campos, G.: Tratado Ele-
mental ... pág. 301)”.64
Se ha dicho que “resulta facultativo para la comunidad indígena que peticione la ins-
cripción como persona jurídica en sede nacional o provincial, puesto que esta gozará de
idéntico valor legal, siempre y cuando se trate de ordenamientos jurídicos que tengan una
relación de dependencia con la Constitución Nacional, en el marco de un federalismo de
colaboración (art. 31 de la Ley Fundamental)”. 65
Por otro lado, la ex Secretaría de Desarrollo Social de la Presidencia de la Nación, de
la cual depende el INAI, dictó la Resolución Nº 4811/96, adecuando los criterios para
autorizar la inscripción de comunidades, los requisitos, y regulando la concurrencia de las
provincias. En este sentido, establece como únicos requisitos para la inscripción: a) Nom-
bre y ubicación geográfica de la comunidad; b) Reseña que acredite su origen étnico-cul-
tural e histórico, con presentación de la documentación disponible; c) Descripción de sus
pautas de organización y de los medios de designación y remoción de sus autoridades; d)
Nómina de los integrantes con grado de parentesco, e) Mecanismos de integración y ex-
clusión de sus miembros.
Posteriormente, la resolución 328/10 del INAI, crea el Registro Nacional de Orga-
nizaciones de Pueblos Indígenas (Re.N.O.P.I.) para la inscripción de las Organizaciones
que así lo soliciten. Establece distintos grados de organizaciones: Primer grado: aquellas
que integren la representación de comunidades indígenas registradas de un mismo pueblo
dentro del ámbito de una única provincia. Se deberá acreditar que las comunidades cons-
tituyan al menos el 60% del total de comunidades del pueblo de pertenencia en esa pro-
vincia; segundo grado: aquellas que integren al menos el 60% de las organizaciones de
primer grado de un mismo pueblo inscriptas en el Registro; tercer grado: aquellas que
integren la representación de Organizaciones de pueblos de segundo grado inscriptas en
el Registro, que habiten en por lo menos 14 (catorce) provincias. Actualmente, solo se
Indígenas) s/ impugnación de actos administrativos y acción declarativa de certeza. S.C., N.229, L.XLII. Dicta-
men de la Procuradora General de la Nación de fecha 02/07/2013.
749
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
66. La imprescriptibilidad se encuentra establecida con carácter vinculante por el Convenio 169 de la
OIT y demás normativa y jurisprudencia nacional e internacional vigente.
67. Comunidad Indígena Eben Ezer c/ provincia de Salta – Ministerio de empleo y la producción s/ amparo. CSJN
750
una remisión genérica a la legislación especial que oportunamente se dicte en relación con
la propiedad comunitaria indígena, primando la postura mayoritaria de pueblos y comuni-
dades indígenas, Organismos de Derechos Humanos y Organizaciones de la Sociedad Ci-
vil.69
En el actual Código Civil y Comercial de la Nación, la propiedad comunitaria indí-
gena se encuentra regulada en el art. 1870, que establece: Derechos de las comunidades indígenas.
Las comunidades indígenas reconocidas tienen derecho a la posesión y propiedad comunitaria de las tierras
que tradicionalmente ocupan y de aquellas otras aptas y suficientes para el desarrollo humano según lo
establezca la ley, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional.
Este artículo, actúa como un dispositivo de la política legislativa impuesta por la norma
constitucional citada, destinada a generar medidas que doten a los integrantes de las comu-
nidades indígenas de recursos básicos suficientes e idóneos como para superar las asime-
trías estructurales que padecen y, en razón de ello y, considerando la complejidad del tema
y su vinculación con cuestiones de derecho público, exige una regulación autónoma, fuera
del Código de derecho privado. 71
A raíz de ello, el INAI se encuentra elaborando un Anteproyecto de Ley de Propie-
dad Comunitaria Indígena72, donde se observa que considera a la propiedad como derecho
real. En ese sentido, solo podrán acceder las comunidades que tengan personería jurídica,
mientras este régimen no sea incompatible con otro régimen, como ser el de hidrocarbu-
ros, ambiental, entre otros puntos. Es decir que no logra adecuarse a los parámetros esta-
blecidos por el sistema internacional.
En relación con el derecho a la participación y consulta se hace referencia a que el
Estado los consulte sobre cualquier medida que tenga impacto en su forma de vida. Ade-
más, a que sean ellos mismos quienes decidan el plan de vida que quieren desarrollar y sus
propias prioridades. En tal sentido se dijo: “... todos los artículos del convenio están pro-
fundamente animados por la doble voluntad de promover, tanto que el Estado consulte a
los indígenas como que estos participen en todo aquello que atañe a sus vidas, a su destino,
a su existencia social, material y espiritual. Apunta al derecho del pueblo indígena a parti-
cipar o ser consultado mediante procedimientos apropiados y en particular, a través de las
instituciones representativas indígenas. Es decir, al derecho de decidir sus propias priori-
dades, pero también a participar de las grandes decisiones...”. 73
establece en su cláusula transitoria N° 9 Primera. “Los derechos de los pueblos indígenas, en parti-
cular la propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y de aquellas otras aptas y
suficientes para el desarrollo humano, serán objeto de una ley especial” (Corresponde al artículo 18
del Código Civil y Comercial de la Nación).
71.Marisa Herrera - Gustavo Caramelo - Sebastián Picasso Directores, Código Civil y Comercial de la
y otros”.
751
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
74. Comunidad Mapuche catalán y Confederación indígena neuquina c/provincia de Neuquén s/ acción de inconsti-
tucionalidad. TSNJ. Sentencia del 25 de octubre de 2010, Expte. No. 1090/04.
75. Confederación Indígena del Neuquén c/ Provincia del Neuquén s/ acción de inconstitucionalidad. C. 1324.
752
Finalmente, para una correcta interpretación de la normativa, debemos recordar que
nuestra Corte Suprema, ha reconocido en fallos como Giroldi 76, Bramajo77, Simón78,
Mazzeo79, Carranza Latrubesse80, entre otros, el carácter operativo y vinculante de la juris-
prudencia emanada de la CoIDH y de la CIDH, como también señaló que la incorporación
de los instrumentos de derechos humanos es “en las condiciones de su vigencia”, es decir,
que rigen tal como efectivamente lo hacen en el ámbito internacional, “considerando par-
ticularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales com-
petentes para su interpretación y aplicación”. A su vez, ha dicho en fallos como “ATE” 81
y “Aerolíneas Argentinas”82, que los tratados de la OIT se explican tomando como guía
las decisiones de sus órganos. Finalmente, la pauta interpretativa no se limita al Convenio
169 y DNUDPI, sino que también las resoluciones, los informes y recomendaciones de
los Órganos de Naciones Unidas creados por los tratados, como ser CtDH, Comité de
Derechos del Niño, Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), entre
otros, tal como lo ha expuesto la Corte Suprema Argentina recientemente en los casos
“Fermin”83 y “Comunidad Eben Ezer”.84
Sistema Universal
El Sistema Universal de Protección de los Derechos Humanos clasifica, por un lado,
órganos basados en la Carta de la ONU o resoluciones y, por otro, los demás órganos
creados en virtud de tratados internacionales de derechos humanos. Corresponde señalar
que, dentro de los primeros, encontramos el Consejo de Derechos Humanos con la incor-
poración del Examen Periódico Universal (EPU) y los procedimientos especiales. Cuando
nos referimos a los órganos creados por los Tratados Internacionales, hacemos mención
a los distintos Comités que fueron creados justamente por el Tratado respectivo que le
instituye el nombre.
Mecanismos de derechos humanos de los pueblos indígenas creados por la Carta o resoluciones
- Consejo de Derechos Humanos: se centra en los derechos de los pueblos indígenas nor-
malmente durante su período de sesiones de septiembre, a través de: diálogo interactivo
con el Mecanismo de expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas y el Relator
Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas; celebración de una mesa redonda
sobre cuestiones concretas relativas a los pueblos indígenas; y aprobación de su resolución
anual sobre los pueblos indígenas y los derechos humanos, por la que se suele encomendar
753
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
85. Se pueden ver las presentaciones realizadas por la Asamblea Permanente por los Derechos Hu-
manos en el siguiente link: http://www.apdh-argentina.org.ar/areas/relaciones-internacionales/pre-
sentaciones-ante-organismos-internacionales-y-regionales/Plenario-CDH. Fecha de consulta:
09/06/2015.
86. Presentación de la APDH en http://www.apdh-argentina.org.ar/sites/default/files/u6/11-
754
particulares u organizaciones que deseen alertar sobre cuestiones específicas. Puede hacer
llamamientos urgentes o enviar cartas de denuncia a los gobiernos para solicitar aclaracio-
nes. Actualmente, se encuentra en este cargo Victoria Tauli-Corpuz.90
- El Mecanismo de Expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas91: fue creado por el
Consejo de Derechos Humanos, mediante la Resolución 6/36 del 2007. 92 Como órgano
subsidiario, su mandato contempla brindar asesoría temática al Consejo sobre los derechos
de los pueblos indígenas o bien presentar propuestas para que este las apruebe.
Está compuesto por cinco expertos independientes nombrados por el CDH de
acuerdo con criterios que obedecen, entre otros, a la integridad personal, equilibrio regio-
nal y de género, además de considerar especialistas de origen indígena.
Provee conocimientos temáticos especializados por medio de estudios temáticos y
asesoramiento sobre cuestiones específicas referentes a los derechos de los pueblos indí-
genas.
Además, celebra una sesión anual, durante 5 días, donde participan representantes de
Estados, pueblos indígenas, organizaciones indígenas, sociedad civil, organizaciones inter-
gubernamentales y académicos.
Órganos de Tratados
Los nueve órganos creados están constituidos por Comités de expertos independien-
tes que supervisan la aplicación de tratados. Para ello, todos los Comités revisan informes
que los Estados partes remiten periódicamente sobre medidas que se hayan tomados para
implementar las disposiciones del tratado; varios reciben denuncias de particulares; y cier-
tos Comités tienen competencia para realizar investigaciones. Los pueblos indígenas, tanto
como colectivo o como personas individuales, pueden acudir a los Comités cuando esti-
men pertinente y el Estado haya ratificado por el tratado correspondiente.
A su vez, varios de los comités han emitido resoluciones, observaciones e informes.
Organismo especializado de la Organización Internacional del Trabajo:93 cuenta con una es-
tructura tripartita: representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores. Sus
mecanismos se encuentran en los reglados en los artículos 22 y 24 de la Constitución de la
OIT.
- Evaluación de los informes periódicos: a fin de observar la supervisión y la imple-
mentación de los convenios, encontramos la presentación de informes periódicos por
parte de los Estados, luego el estudio de los informes por parte de la Comisión de Expertos
en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la OIT (CEACR) y, finalmente, las
publicados por la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, disponible web:
http://www.ohchr.org/Documents/Publications/GuideIPleaflet8sp.pdf. Fecha de consulta:
09/06/2015.
755
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
conclusiones sobre los estudios. Los gobiernos deben enviar cada 5 años a la Oficina In-
ternacional del Trabajo información sobre las medidas adoptadas.
Por su parte, los empleados, es decir, los trabajadores, pueden enviar a la OIT co-
mentarios sobre los informes de los gobiernos94. Finalmente, las observaciones son las
conclusiones y recomendaciones que formula la Comisión sobre la aplicación del Conve-
nio, y se publican en el Informe Anual.
- Sistema de reclamos: una organización nacional o internacional de empleadores o
de trabajadores pueda presentar ante la OIT una queja o reclamo alegando que un Estado
miembro no ha cumplido con determinadas disposiciones de un convenio ratificado.
Sistemas regionales
94. Las presentaciones realizadas por el Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos Indíge-
nas se encuentran en: http://odhpi.org/denuncias-internacionales/oit/. Fecha de consulta:
09/06/2015.
95. Para más información, dirigirse a la página oficial: http://www.achpr.org/communications/ .Fe-
756
-Sistema Interamericano: Organización de los Estados Americanos98
La temática indígena ha sido objeto de múltiples resoluciones de la Asamblea Gene-
ral. Encontramos así:
-Sistema Interamericano de Derechos Humanos: tanto la CIDH como la CoIDH han lo-
grado importantes avances. Por otro lado, la CIDH además de tener su función cuasi-
jurisdiccional, realiza informes temáticos y por países, y creó en el año 1990 la Relatoría
sobre Derechos de los Pueblos Indígenas con el objeto de impulsar, sistematizar, reforzar
y consolidar la acción que la CIDH venía desarrollando en la materia.
-Participación en los Procesos de las Cumbres de las Américas 99: participan de forma activa.
Se ha conformado la organización de las Cumbres de Líderes Indígenas de las Américas
(CLIA).
-Programa de Acción del Departamento de Derecho Internacional sobre los Pueblos Indíge-
nas en las Américas: se creó con el objetivo de “promover y fortalecer la participación
de los pueblos indígenas en los distintos procesos internos e internacionales de toma
de decisiones, sensibilizar a la sociedad en general sobre esta temática, capacitar a
los representantes de los pueblos indígenas en diversas áreas que permitan el desa-
rrollo integral de sus comunidades y transversalizar la temática indígena en los di-
versos proyectos y actividades de la Organización”. 100
- Elaboración del Proyecto de Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas101: cuenta con un Grupo de Trabajo de la Comisión de Asuntos Jurídicos y
Políticos del Consejo Permanente de la OEA y Asesoría Técnica al Grupo de Tra-
bajo a través del Departamento de Derecho Internacional. En las discusiones y se-
siones de negociación, participan representantes de los Estados y representantes de
los pueblos indígenas. Actualmente, el proyecto se encuentra todavía en negocia-
ción.
36.5. Conclusiones
Los pueblos originarios a lo largo de su lucha han adquirido derechos colectivos pro-
pios de su calidad de pueblos. A pesar de ello y de los mecanismos universales y regionales
existentes, todavía encontramos que los Estados continúan desconociéndolos. En este
sentido, las violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas son sistemáticas
y todavía continúa lo que Rodolfo Stavenhagen 102 ha denominado “la brecha de
sulta: 09/06/2015.
101. Registro del estado actual en su versión: http://www.oas.org/es/cidh/indigenas/activida-
Fundamentales de los Pueblos Indígenas en su informe. Los derechos humanos y las cuestiones
indígenas, febrero, 2006, E/CN.4/2006/78/Add.5.
757
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
implementación”. Tal brecha se traduce en una distancia entre los reconocimientos jurídi-
cos y la política pública, entre la norma legal y reglamentaria, y la ausencia de mecanismos
para hacer exigibles estos derechos reconocidos. 103 Aún no se han resuelto importantes
problemas estructurales, lo que configura una amenaza constante al acceso a la justicia, al
ejercicio pleno de los derechos económicos, sociales, culturales, ambientales, civiles y po-
líticos. En este sentido, Stavenhagen manifiesta: “Esta brecha entre el nivel legal y el nivel
real constituye una violación de los derechos humanos de los indígenas. Cerrarla constituye
un desafío...... la brecha solo podrá cerrarse con la plena participación de las organizaciones
indígenas y de la sociedad civil actuando constructivamente en el marco de las instituciones
nacionales, buscando resolver conflictos y lograr consensos que a final de cuentas serán
benéficos para toda la sociedad nacional”.
Finalmente, esperamos que para el futuro estos derechos colectivos sean garantiza-
dos de forma plena.
36.6. Bibliografía
103.Convenio 169 de la OIT. Los desafíos de su implementación en América Latina a 25 años de su aprobación.
Prologo Editores: José Aylwin y Leonardo Tamburini, Grupo Internacional de Trabajo sobre Asun-
tos Indígenas, Noviembre 2014.
758
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759
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Jurisprudencia
- Corte Interamericana de Derechos Humanos
Aloeboetoe y otros vs. Suriname. Reparaciones y Costas. Sentencia 10/09/1993.
Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia 29/03/2006, Serie C, No. 146.
Comunidad Indígena Xákmok Kásek vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Cos-
tas. Sentencia 24/08/2010, Serie C, No. 214.
Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia 17/07/2005. Serie C No. 125.
Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua.Fondo. Reparaciones y
Costas. Sentencia 31/08/2001. Serie C No. 79.
Comunidad Moiwana vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia 15/06/2005, Serie C, No. 124.
Escué Zapata vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
4/07/2007.
Kichwa de Sarayaku vs.. Ecuador. Fondo y Reparaciones. Sentencia
27/06/2012.
Masacre Plan de Sánchez vs. Guatemala. Reparaciones y Costas. Sentencia
19/11/2004. Serie C No. 116.
Pueblo Saramaka vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparacio-
nes y Costas. Sentencia 28/11/2007. Serie C No. 172.
Pueblos Indígenas Kuna De Madungandí y Emberá De Bayano y sus Miembros vs.
Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
14/10/2014.
Yatama vs. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia 23/06/ 2005, Serie C, No. 127.
760
Yanomami vs. Brasil. Informe 12/85, del 5/03/ 1985.
Normativa
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes de 1989.
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos in-
dígenas.
Convención sobre los Derechos del Niño.
Convención sobre Diversidad Biológica.
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Convención Americana de Derechos Humanos.
Nacional: Constitución Nacional, art. 75, incs. 17 y 19. Ley 23302 y Dec.
Reg. 155/89. Leyes 24544, 24725, 24874, 25517, 25549, 25607, 25.799, 25811,
26160, Dec. Reg. 1122/07 y prórrogas. Leyes 26206, 26331, 26522, 26894.
761
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Capítulo 37
Cuando nos referimos genéricamente a las personas con discapacidad, debemos to-
mar conciencia acerca de la relevancia cuantitativa que representa este conjunto en la po-
blación mundial, ya que constituye el 15% de los seres humanos que hoy viven en el
planeta. En el “Reporte Mundial sobre Discapacidad”1, elaborado por la Organización
Mundial de la Salud y el Banco Mundial, se ofrecen datos sobre accesibilidad que reflejan
la progresión estadística en alza de la cantidad de hombres y mujeres que conforman ese
conjunto.2 El término “discapacidad” ha sido objeto de debate durante las últimas cinco
décadas y aún lo es en la actualidad, sin que exista un consenso muy claro sobre quién
puede ser incluido y quién no, en esta amplia y dinámica categoría.
Los organismos intergubernamentales han tenido una notable influencia en esta ma-
teria, sancionando normas, pero también intentando formar conciencia acerca de cambios
en nociones, conceptos y actitudes cotidianas. Ese activismo fue producto de la presión
de las organizaciones defensoras de los derechos de las personas con discapacidad, en lo
que se suele conocer como el movimiento asociativo. En el año 2001 la OMS publicó la
Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF), en
la cual se modifican las definiciones en esta materia, de manera de reemplazar aquellos
aspectos negativos que mencionaran a deficiencias, discapacidades y minusvalías. A través
de estas nuevas nomenclaturas se exponen perspectivas renovadas, más positivas y centra-
das de las actividades y la participación, incorporando en el análisis los factores ambienta-
les. Actualmente la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y
de la Salud (CIF) distingue los siguientes conceptos, con sus respectivos significados 3:
1. Disponible en la web:http://whqlibdoc.who.int/publications/2011/9789240685215_eng.pdf.
2. Esto suele ser atribuido a varias causas diferentes, entre las que se destacan los avances en la tec-
nología médica, pero también motivos sociales, políticos y culturales que otorgan mayor visibilidad
a una realidad que antes se tendía a ocultar.
3. Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF). Organi-
762
componentes: deficiencias, limitaciones en la actividad y restricciones en la
participación. Expresa los aspectos negativos de la interacción entre un indi-
viduo con problemas de salud y su entorno físico y social.
Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas,
mentales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan
impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con
las demás.
Como antecedente, en el año 1980 la OMS había emitido un documento que se de-
nominó “Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías”, que
ya cuestionaba la mirada exclusivamente médica. El año 1981 fue declarado por la Orga-
nización de las Naciones Unidas como “Año Internacional de las Personas con Discapa-
cidad”, con gran cantidad de actividades tendientes a promover la divulgación de estos
reclamos. En la Argentina, precisamente en el año 1981, se sancionó la ley 22.431, que
establecía un sistema de protección para personas con discapacidad, incluyendo medidas
de acción positiva como prioridades en el acceso al empleo público, con un cupo de al
menos cuatro por ciento de la planta de empleados. En el año 2001 se realizó la Conferen-
cia Rethinking Care y, en 2003, la Conferencia Internacional sobre Rehabilitación Basada en
la Comunidad. En toda esta evolución pueden verse que predominan perspectivas acerca
763
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
764
se verá a continuación, se trata de un documento con principios sintéticos muy claros, pero
sin reglas tan explícitas y que, por lo tanto, requiere de debates doctrinarios en cada país
para el cumplimiento efectivo de sus bases esenciales.
Esta norma internacional fue aprobada por resolución de la Asamblea General de las
Naciones Unidas el día 13 de diciembre de 2006. Nuestro Parlamento la aprobó a través
de la ley 263786 y posteriormente, con la ley 27044, se le dio jerarquía constitucional. En
varios países esto ha provocado un complejo proceso de armonización, que impone arduos
desafíos de interpretación jurídica. Incluso deben adaptarse las normas a una nueva termi-
nología, que puede o no estar acorde con conceptos teóricos más tradicionales en las cien-
cias jurídicas.7 Esta Convención reconoce el carácter mutable del concepto discapacidad y
son sus principios:
765
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
En cuanto a normas sancionadas, nuestro país tiene una extensa tradición en el reco-
nocimiento de derechos a las personas con discapacidad. Enunciaremos brevemente aquí
las provincias en las cuales ese tratamiento se halla en la propia constitución, con las res-
pectivas prescripciones. La protección a las personas con discapacidad tiene rango
766
constitucional a partir de la reforma del año 1994, que incluyó en su nuevo artículo 75,
inciso 23, entre las atribuciones del Congreso, la siguiente:
Se trata de un tema que aparece cada vez con mayor frecuencia en las legislaciones
de diverso orden, aunque en muchos casos con escaso grado de cumplimiento. No se trata
solo de enunciar buenos propósitos, sino de hacer cumplir las normas que prohíben la
discriminación. A continuación, reseñaré una serie de sentencias de tribunales internacio-
nales de derechos humanos sobre discapacidad.
767
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
8. Travieso, J.A.: Derechos humanos y jurisprudencia: doctrina y legislación argentina e internacional, Buenos
Aires, Eudeba, 1998
9. La cuestión de la capacitación en derechos humanos no puede quedar trabada en la utilización
estatal de recursos para la propaganda de agencias públicas. Por el contrario, el Estado argentino
debería recurrir con más convicción al conocimiento acreditado de las universidades nacionales con
tradición en la investigación (Seda, Juan A., Discapacidad y universidad, Eudeba, 2014, Buenos Aires)
768
Humanos, por voto unánime, comprobó una violación a su derecho al desarrollo de la vida
privada del denunciante, a través de omisiones reiteradas del Estado italiano.
10.
Seda, J.A.: Discapacidad intelectual y reclusión. Una mirada etnográfica sobre la Colonia Montes de Oca, Bue-
nos Aires, Noveduc, 2011.
769
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
37.5. Conclusiones
11. Nino, C.S.: Un país al margen de la ley, Buenos Aires, Emecé, 1992.
770
población más vulnerable y el anhelo de mayor autonomía posible. Sería absurdo creer que
hay normas que no necesitan interpretación, mucho más cuando existe tal complejidad
para compatibilizar ordenamientos legales distintos, llamados a intervenir para la defensa
de derechos.
El ideal de igualdad es uno de los íconos en el programa democrático liberal, con una
presencia sólida en los cimientos de los Estados modernos. Claro que la retórica igualitaria
no siempre halla resultados favorables, a pesar de las medidas de acción positiva. Hemos
visto a través de la legislación y jurisprudencia internacional citadas, que todavía estamos
lejos de una verdadera igualdad para las personas con discapacidad. La forma en la cual las
legislaciones han abordado este tema es diferente, pero en todos los casos debe ser acorde
con los principios que surgen del derecho internacional de los derechos humanos y en
especial de la aplicación del principio pro homine como criterio de interpretación12. El autor
italiano Norberto Bobbio13 resalta la relevancia de mantener una noción histórica de los
derechos humanos, como construcción política dinámica. Asimismo, y tal como la propia
democracia debe ser analizada en su evolución histórica, la discapacidad como categoría
también requiere de una perspectiva diacrónica, que permita avanzar hacia la igualdad y la
eliminación de todas las formas de discriminación.
37.6. Bibliografía
12. Pinto, M.: “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los
derechos humanos”, en Abregú, M. y Courtis, C. (comps.): La aplicación de los tratados sobre derechos
humanos por los tribunales locales, Buenos Aires, Editores Del Puerto/CELS, 1997, pp. 163-171 y Tra-
vieso, J.A.: Historia de los derechos humanos y garantías: análisis en la comunidad internacional y en la Argentina,
2º edición, ampliada, revisada y corregida, Buenos Aires, Heliasta, 1998.
13. Bobbio, N.: El tiempo de los derechos, Madrid, Sistema, 1991. Este autor también tuvo la lucidez y
perspectiva política para anticipar que las normas del derecho internacional público no agotaban su
influencia en la relación entre Estados y, por el contrario, marcarían los vínculos entre los Estados y
las personas.
771
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
772
Capítulo 38
LOS REFUGIADOS
Por Magdalena Bulit Goñi e Isaías Losada Revol
38.1. Introducción
A lo largo de la historia ha sido frecuente que las personas se desplacen por el mundo
como consecuencia de los motivos más diversos; es posible mencionar razones familiares,
la búsqueda de mejores condiciones de vida y/o mayores expectativas laborales y econó-
micas. Existen también desplazamientos forzados los que, muchas veces, tienen por fin
salvaguardar la vida y/o la integridad física o psicológica de las personas, en tanto son
objeto de persecución en sus propios países o son víctimas de conflictos armados.
Con relación a los desplazamientos forzados, la comunidad mundial, ya a mediados
del siglo XX, decidió crear una protección de carácter internacional destinada a resguardar
a las personas que debieron huir de sus países de nacionalidad o de residencia habitual
buscando refugio en otro Estado. Así, en 1949, se estableció, en el seno de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (en adelante, el “ACNUR”) para dar respuesta a la problemáticas de
los desplazamientos forzosos generados por la Segunda Guerra Mundial. En este contexto,
se adoptó, la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 1 (en adelante, la
“Convención de 1951” o la “Convención”).
La realidad fue que la Convención únicamente pretendió dar respuesta a las preocu-
paciones políticas del período de posguerra y ello se vio plasmado en las causales concebi-
das para calificar a una persona como refugiada, pues solo garantizó protección
internacional a aquellos individuos que adquirieron tal calidad a raíz de hechos ocurridos
con anterioridad a 1951 y dentro del continente europeo. Sin embargo, el período de des-
colonización acaecido durante la década de 1960 en el continente africano generó innume-
rables movimientos de refugiados que obligaron a la comunidad internacional a brindar
una nueva respuesta a la problemática. Tal respuesta se plasmó en la adopción del Proto-
colo de 1967 de la Convención de 1951 (en adelante, el “Protocolo”) que (i) eliminó la
limitación temporal relativa a la aplicación de la definición de refugiado para hechos suce-
didos con anterioridad a 1951, y (ii) suprimió el encuadre de la definición de refugiado para
hechos ocurridos únicamente en el continente europeo. Sin perjuicio de las eventuales crí-
ticas que puedan recibir estos instrumentos, supuestamente por no ser adecuados para dar
respuestas a las necesidades de los tiempos actuales, tanto la Convención como su
773
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Protocolo, siguen siendo, aún hoy, los instrumentos más fundamentales del Derecho In-
ternacional de los Refugiados2 (en adelante, el “DIR”).
La República Argentina, por su parte, conoce la problemática de los refugiados a
través de su propia historia: ya a principios del siglo pasado ha recibido refugiados3 y tam-
bién ha atravesado un período en el que, como consecuencia de la última dictadura militar,
miles de personas debieron abandonar el país 4.
En el presente trabajo, intentaremos explicar, a grandes rasgos, cuál es el marco jurí-
dico internacional destinado a proteger a los refugiados y solicitantes de asilo, sus caracte-
rísticas y limitaciones, como así también el modo en que dicha normativa es receptada por
la legislación de la República Argentina.
2. Cf. Türk, V. y Nicholson, F.: “Protección de los Refugiados en el derecho internacional: una pers-
pectiva general” en Protección de los Refugiados en el Derecho Internacional, Consultas Globales de ACNUR
sobre Protección Internacional, ACNUR – ICARIA, Barcelona, 2010, pp. 3-50, pp. 3-4. Ver también Tra-
vieso, Juan Antonio, “Los refugiados en el Derecho Internacional y los derechos humanos”, Juris-
prudencia Argentina, (1995).
3. A modo de ejemplo, ya en 1939 la Corte Suprema de Justicia Nacional hacía referencia al “derecho
que se les reconoció el estatus de refugiado en distintos países del mundo. Para mayor, información
ver UNHCR Statistical Online Population Database, disponible en http://www.unhcr.org/pa-
ges/4a013eb06.html, último acceso, 20/06/2015.
5. Cf. UNHCR, UNHCR Note on the Principle of Non-Refoulement, Noviembre de 1997, parág. A., dis-
774
En tal sentido, los redactores de la Convención decidieron imponer requisitos rígidos para
que una persona sea reconocida como refugiada ya que tanto la aceptación como el rechazo
a una petición de asilo, genera importantes consecuencias para el solicitante y para el Es-
tado receptor8, el que, cualquiera sea el caso, deberá garantizar el pleno goce y ejercicio de
sus derechos fundamentales mientras aquél se encuentre bajo su jurisdicción. 9
8. Una solicitud de refugio implica un importante costo económico para cualquier Estado. En tal
sentido, el Estado receptor deberá absorber el costo necesario para procesar dicha solicitud, de-
biendo, a su vez, velar por la inserción social del peticionante de asilo o del refugiado reconocido y
respetar y garantizar sus derechos fundamentales.
9. Al respecto, ver, entre otros, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 2); Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos (art. 1.1); Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (art. 1); Comité de Derechos Humanos
(CtDH), Observación General 31, Naturaleza de la obligación jurídica general impuesta a los Estados Partes en el
Pacto, 26 de mayo de 2004, CCPR/C/21/Rev.1/Add.13.
10. Cf. ACNUR, Manual de procedimientos y criterios para determinar la condición de refugiado en virtud de la
Convención de 1951 y el Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados, enero de 1992, parágs. 62-64,
disponible en http://www.refworld.org/docid/4f5897892.html, último acceso, 29/05/2015. Existe,
a su vez, la denominada categoría de desplazados internos, los que, a diferencia de los refugiados, se
desplazan de su lugar de residencia pero no cruzan las fronteras de sus países de origen. Al respecto,
ver Comisión de Derechos Humanos, Informe del Representante del Secretario General, Sr. Francis M. Deng,
presentado con arreglo a la resolución 1997/39 de la Comisión de Derechos Humanos. Adición: Principios Rectores
de los desplazamientos internos, 11 de febrero de 1998, E/CN.4/1998/53/Add.2, disponible en
http://www.refworld.org/docid/3d4f95e11.html, último acceso, 29/05/2015. Para un mayor análi-
sis, ver Furbatto, M.F. y Losada Revol, I.: “Desplazados Internos en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos” en La guerra y sus limitaciones, (Actas del Segundo Coloquio de
Derecho Internacional Humanitario y Derecho Internacional Penal), Centro de Estudios de Derechos Huma-
nos de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Azul (2011), pp. 190-198.
775
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
elemento objetivo, que demanda que dicho temor esté “fundado” en la situación imperante
en su país de origen.11
De este modo, deberá efectuarse una doble evaluación. Por un lado, un análisis de
las opiniones, de los sentimientos y de las actitudes y acciones de la persona de que se trate,
toda vez que un individuo, normalmente, no abandona sus pertenencias, su trabajo, su
hogar, su familia y su país, sin alguna razón imperiosa que le obligue a ello. Por el otro, se
debe verificar que el miedo manifestado encuadre en lo que efectivamente sucede en su
país de origen, siendo fundamental, a tal fin, efectuar un pormenorizado examen sobre la
información disponible del país de origen.12
Asimismo, el solicitante debe justificar que sus temores fundados de ser perseguido
son consecuencia de alguna de las causales establecidas en el artículo 1A, es decir por mo-
tivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones
políticas.13 Así, la definición exige la existencia de un sujeto persecutor y que su accionar
se funde en alguno de los motivos convencionales. 14
Finalmente, en razón de la existencia de circunstancias ajenas a la voluntad del indi-
viduo, se requiere que la persona no pueda o no quiera acogerse a la protección de las
autoridades de su país, ya sea porque es el mismo Estado quien lo persigue o porque el
propio Estado no puede (por ejemplo, por la existencia de un estado de guerra o de graves
disturbios internos o incluso por falta de recursos económicos suficientes) o no quiere
otorgarle protección.15 En cualquier caso, lo que se debe evaluar es si “el riesgo que da
lugar al temor es suficientemente mitigado por una protección nacional disponible y efec-
tiva”.16
En otro orden de ideas, los propios Estados establecieron una serie de cláusulas de
exclusión de la protección del estatus de refugiado, tendientes a identificar a aquellas per-
sonas que (i) ya reciben protección o asistencia de las Naciones Unidas, (ii) no necesitan la
protección internacional, o (iii) no la merecen17 porque existen motivos fundados para
considerar que han cometido (a) un crimen contra la paz, un crimen de guerra o un crimen
1 de la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados, Ginebra, abril de 2001, disponible en
http://www.refworld.org/docid/3b20a3914.html, último acceso, 30/05/2015.
14. Supra nota 10, parág. 51. La existencia de un sujeto persecutor por alguno de los motivos conven-
cionales resulta crucial en tanto existe una tendencia a extender el concepto legal de refugiado a otros
individuos, como, por ejemplo, los desplazados ambientales. En este sentido, el propio ACNUR
advirtió que la definición de refugiado es un concepto legal establecido por la Convención y que su
utilización inexacta puede afectar negativamente su régimen jurídico internacional. Al respecto, ver
UNCHR, Climate change, Natural Disasters and Human Displacement: a UNHCR perspective, 23 de octubre
de 2008, disponible en http://www.refworld.org/docid/492bb6b92.html, último acceso,
25/05/2015.
15. Supra nota 10, parágs. 97 y 98.
16. Supra nota 13, parág. 15.
17. Supra nota 10, parág. 147.
776
contra la humanidad18, (b) un grave delito común, o (c) actos contrarios a las finalidades y
principios de las Naciones Unidas. Toda vez que la aplicación de una causal de exclusión
puede suponer la expulsión del individuo, el Estado receptor deberá garantizar un proce-
dimiento justo que respete todas las garantías mínimas del debido proceso legal 19, aun
cuando se trate de un procedimiento administrativo .
18. Los distintos instrumentos internacionales sobre Derecho Internacional Penal resultan de gran
utilidad para interpretar los crímenes internacionales mencionados en el artículo 1F.
19. Caso Chocrón c. Venezuela, Corte IDH, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 01/07/2011, párag. 115; CIDH, Informe sobre la situación de los derechos humanos de los solicitantes
de asilo en el marco del sistema canadiense de determinación de la condición de refugiado, OEA/Ser.L/V/II.106,
Doc. 40 rev., 28/02/2000, parág. 104; Monge, Federico, “El asilo como fundamento de la protección
de los refugiados” en Lettieri, Martín (Ed.), Protección Internacional de Refugiados en el Sur de Sudamérica,
UNLA, Lanus, 2012, p. 31.
20. Cf. Comité Ejecutivo del ACNUR. Conclusiones sobre la protección internacional de los refugiados aprobadas
por el Comité Ejecutivo. 1991 (42 período de sesiones del Comité Ejecutivo) No 65 (XLII) Conclusiones
generales, parág. C.
21. Supra nota 5, parág. A.
22. Ibíd., parág. B; Observación General 31, Naturaleza de la obligación jurídica general impuesta a los Estados
98; NS and Others c. Secretary of State for the Home Department, Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
Gran Sala, Decisión Preliminar, 21/12/2011, parág. 103; Goodwin-Gill, G.S. y McAdam, J., supra
nota 6, p. 304.
777
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
constituye un peligro para la seguridad del país receptor 25 o si ha sido condenado por un
delito especialmente grave26 que lo convierte en un peligro para la comunidad de tal país.
25. Cf. Omar Othman (Abu Qatada) c. Reino Unido, TEDH, Cuarta Sección, Fondo y Satisfacción Equi-
tativa, 17/01/2012, parágs 26-27 y 272; Regina c. Pierre Bouchereau, Tribunal de Justicia de la Unión
Europea, Gran Sala, Decisión preliminar, 27/10/1977, parágs. 26-28.
26. Cf. Chahal c. Reino Unido, TEDH, Gran Sala, Fondo y Satisfacción Equitativa, 15/11/1996, parágs.
135-139.
27. Cf. Cançado Trindade, Antonio A., “Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Derecho
interacción entre el DIDH, el DIR y el DIH” en Memoria del Vigésimo aniversario de la Declaración de
Cartagena sobre los Refugiados (1984-2004), Editorama S.A., San José de Costa Rica, 2004 pp. 139-192,
p. 140.
29. Adoptada el 10 de diciembre de 1984 y entrada en vigencia el 26 de junio de 1987 (art.3).
30. Adoptada el 16 de diciembre de 1966 y entrada en vigencia el 23 de marzo de 1976 (art. 13).
31. Adoptada el 22 de noviembre de 1969 y entrada en vigencia el 18 de julio de 1978 (art. 22.8).
778
individuo por configurarse los requisitos necesarios a tal efecto32, que han determinado la
responsabilidad internacional del Estado por concretar expulsiones indebidas o colecti-
vas33 o por vulnerar sus derechos y garantías fundamentales en el marco de un proceso de
asilo. En este punto resulta de crucial importancia el caso Familia Pacheco Tineo c. Estado
Plurinacional de Bolivia34, primer y único precedente de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en el que el Tribunal determinó la responsabilidad internacional del Estado por
el rechazo de la solicitud de refugio y la consecuente expulsión de la familia Pacheco Tineo
a su país de origen. En su decisión, el Tribunal reconoció, entre otros aspectos, el derecho
al asilo35 y fijó los estándares y las garantías mínimas que deben respetarse en toda solicitud
de refugio.36 Asimismo, analizó el alcance del principio de no devolución, estableciendo
que toda persona, independientemente de su estatus37 (ya sea refugiado, solicitante de re-
fugio o incluso migrante en situación regular o irregular), está protegida por este principio.
De este modo, frente a cualquier invocación sobre la existencia de un peligro ante la even-
tual devolución, las autoridades competentes deberán evaluar, al menos preliminarmente,
la existencia de dicho riesgo.
La tercera rama del DIP que forma parte del marco legal internacional de protección
de los refugiados es el DIH, disciplina destinada a proteger a las personas que no participan
en los conflictos armados (o que han dejado de hacerlo) y a limitar los medios y métodos
para hacer la guerra. Sus instrumentos principales son los cuatro Convenios de Ginebra de
1949, sus dos Protocolos Adicionales de 1977 y el Protocolo Adicional III de 2005.
Asimismo, todo este marco legal se nutre del Derecho Internacional Penal 38, que
establece pautas para juzgar individuos acusados de cometer crímenes internacionales (ta-
les como genocidio, crimen de guerra, crímenes contra la humanidad y crimen de agresión).
Estos criterios brindan orientación, por ejemplo, al momento de interpretar las causales de
exclusión del estatus de refugiado del artículo 1F de la Convención.
El DIR también es complementado por algunos instrumentos regionales como la
Declaración de Cartagena sobre los Refugiados39, la que, además de contener los elementos
de la Convención y su Protocolo, amplía la definición clásica para considerar como refu-
giados “a las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad
32. Al respecto, ver, entre otros, Mondal c. Sweden, Comité contra la Tortura,
CAT/C/46/D/338/2008, 7 de julio de 2011; Zhakhongir Maksudov y Adil Rakhimov, Yakub Tashbaev
y Rasuldzhon Pirmatov c. Kirguistán, CtDH, CCPR/C/93/D/1461,1462,1476& 1477/2006, 31 de julio
de 2008; Omar Othman (Abu Qatada), supra nota 25, parágs. 272-280.
33. Cf. Hirsi Jamaa y Otros c. Italia, TEDH, Gran Sala, Fondo y Satisfacción Equitativa, 23/02/2012,
parágs. 162-166.
34. Supra nota 23.
35. Ibíd., parágs. 154 y 155.
36. Ibíd., parág. 133.
37. Ibíd., parág. 152.
38. Cf. ACNUR, Reunión de Expertos sobre la Complementariedad entre el Derecho Internacional de los
Refugiados, el Derecho Penal Internacional y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Julio de 2011,
disponible en http://www.refworld.org/docid/4e1729d52.html, último acceso, 30/05/2015.
39. Declaración de Cartagena sobre Refugiados, Adoptado por el “Coloquio Sobre la Protección
779
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
han sido amenazadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos
internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan
perturbado gravemente el orden público”. A pesar de no ser un instrumento internacional
legalmente vinculante40, sus disposiciones hoy forman parte del derecho internacional con-
suetudinario, a punto tal que esta “definición ampliada” de refugiado ha sido incorporada
en la legislación de casi todos los países de la región.
Finalmente, en el marco de las relaciones bilaterales entre Estados, los tratados de
extradición modernos, por lo general, contienen disposiciones que vedan la posibilidad de
entregar a una persona al Estado solicitante si ello pudiera conllevar su persecución41. Esto,
además de ser una protección suplementaria a la ofrecida por el DIR y el DIDH, es una
protección específica para las personas que enfrentan procesos de extradición y, al mismo
tiempo refleja, la cristalización en la comunidad internacional de una norma de carácter
consuetudinario.
40. Para un análisis más profundo ver Travieso, Juan Antonio, Supra nota 27, p. 357.
41. Cf. Zanotti, I.: Extradition in Multilateral Treaties and Conventions, Países Bajos, Martinus Nijhoff
Publishers, 2006, p. 56.
42. Mondelli, J.I.: El asilo como derecho humano en el derecho argentino, Plan de Acción de México, ACNUR,
780
La ley 26165 dispone el marco normativo destinado a la protección general de los
refugiados y establece una serie de principios en favor del refugiado reconocido y del soli-
citante de dicho reconocimiento. A su vez, adopta la definición clásica de refugiado de la
Convención de 1951 y la definición ampliada de la Declaración de Cartagena. Reconoce la
prohibición de la devolución y la expulsión, al tiempo que regula el tratamiento que ha de
otorgarse a las solicitudes de extradición de refugiados reconocidos y de solicitantes del
reconocimiento de dicha condición. Asimismo, instituye una Secretaría Ejecutiva para asis-
tir a la CoNaRe y, finalmente, crea un procedimiento para la determinación del estatus de
refugiado al que se le aplicarán supletoriamente las normas del decreto ley de Procedimien-
tos Administrativos 19549. Dicho procedimiento, al cual nos referiremos en el siguiente
apartado, regula, entre otros aspectos, cuestiones relativas al ingreso al territorio nacional,
a la interposición de una solicitud para el reconocimiento de la condición de refugiado, los
derechos y deberes del solicitante de asilo, el estándar probatorio, el tratamiento que ha de
brindarse a mujeres y menores no acompañados y a las instancias de apelación.
Sin perjuicio de los importantes avances alcanzados a través de la sanción de la ley
26.165, la norma aún no ha sido reglamentada, a pesar de que el legislador estableció para
ello un plazo de 60 días a partir de su promulgación ocurrida en 2006. A los fines de
completar el contenido de la norma y garantizar una protección más comprensiva, resulta
imperiosa su reglamentación para precisar el alcance de numerosas disposiciones, tales
como la aplicación del principio de unidad familiar en la extensión de la condición de
refugiado, el procedimiento para disponer la cesación o cancelación de la condición de
refugiado, el ingreso al territorio nacional y la interposición de una solicitud de asilo o el
establecimiento de plazos a los que debe ajustarse el procedimiento administrativo para la
determinación de la condición de refugiado para así evitar trámites excesivamente prolon-
gados, entre tantos otros asuntos.
43. Cf. Weis, Paul, The Refugee Convention, 1951: The Travaux préparatoires Analyzed with a Commentary by
Dr. Paul Weis, Cambridge University Press, Cambridge, 1995, p. 69.
44. Supra nota 10, parág. 189.
45. Supra nota 23, parág. 133; Bejer c. Polonia, TEDH, Cuarta Sección, Fondo y Satisfacción Equitativa,
781
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
47.Según el artículo 23 inciso “k” de la ley 25.871, a “[a]quellos que fueren reconocidos como refu-
giados o asilados se les concederá autorización para residir en el país por el término de dos (2) años,
782
solución duradera para su situación de persecución o bien cuando hayan cesado los hechos
que dieron origen a su petición.
Por el contrario, si la CoNaRe rechaza la solicitud de refugio, el solicitante podrá
interponer recurso jerárquico dentro del plazo de 10 días hábiles ante la CoNaRe, según lo
dispuesto por el artículo 50 de la ley 26165. Interpuesto el recurso jerárquico, la Secretaría
Ejecutiva de la CoNaRe remitirá las actuaciones a la Secretaría de Derechos Humanos para
la confección de un nuevo informe no vinculante que será sometido a consideración del
Ministerio del Interior y Transporte, quien podrá revocar o confirmar el acto administra-
tivo de la CoNaRe. Si la decisión es confirmada, se habrá agotado la vía administrativa,
quedando disponible la impugnación judicial ante el fuero contencioso administrativo fe-
deral. Vale aclarar que la interposición del recurso jerárquico y la impugnación del acto
administrativo en sede judicial tienen efecto suspensivo con relación a cualquier medida
que pueda ser dispuesta por la autoridad competente hasta tanto estas queden firmes.
Como fuera indicado, el peticionante contará con ciertas garantías mínimas a lo largo
del procedimiento para la determinación de la condición de refugiado, entre las que se
destacan el derecho a contar con el tiempo y los medios adecuados para la preparación de
su defensa, el derecho a obtener a una decisión fundada dentro de un plazo razonable, el
derecho a recibir asistencia letrada efectiva48, el derecho a ser asistido gratuitamente por
un traductor o intérprete y el derecho a recurrir la decisión denegatoria ante un juez o
tribunal revisor.49
El respeto de las garantías mínimas es especialmente importante si se tiene en cuenta
las consecuencias que un individuo podría enfrentar si la petición es erróneamente recha-
zada. En ese sentido, el solicitante de asilo tiene derecho (dentro del marco del derecho a
ser oído) a que se le comuniquen los hechos y los elementos sobre los que el oficial planea
decidir, estando facultado para controvertir las pruebas presentadas en su contra y para
presentar toda evidencia tendiente a apoyar su solicitud.
Si bien el procedimiento para la determinación de la condición de refugiado no cons-
tituye un proceso contradictorio, la carga de la prueba recae sobre el peticionante, quien
deberá demostrar que cumple con todos los requisitos establecidos en el artículo 1A de la
Convención. No obstante ello, la carga de la prueba que tiene el solicitante debe ser sope-
sada con el beneficio de la duda del que goza de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 46 de la ley 26165, pues resulta casi imposible que un individuo que huye de su
país logre probar acabadamente la totalidad de los hechos por él expuestos; según el
prorrogables cuantas veces la autoridad de aplicación en materia de asilo y refugio lo estime necesa-
rio, atendiendo a las circunstancias que determine la legislación vigente en la materia”.
48. En la República Argentina, la Defensoría General de la Nación creó, en el año 2007, la “Comisión
783
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
ACNUR, basta con que sus declaraciones sean coherentes y verosímiles.50 De este modo,
el encargado de decidir la petición de asilo deberá hacerlo en función de la determinación
de los hechos que haya realizado previamente con base en las pruebas aportadas, princi-
palmente, por el solicitante51 y sobre la base de la información disponible del país de origen.
Ahora bien, para casos de exclusión, la carga de la prueba se invierte y el deber de demos-
trar que resulta aplicable alguna de las causales del artículo 1F recae sobre el propio Estado.
Finalmente, corresponde señalar que durante el procedimiento administrativo los Es-
tados deben, en primer lugar, evaluar la cuestión de la inclusión (de conformidad con el
artículo 1A) previo a la aplicación de cualquier causal de exclusión (según lo dispuesto por
el artículo 1F).52 La consecuencia de ello no es menor, toda vez que, al decidir la exclusión
y disponer la devolución al país de origen, el examinador ya habrá corroborado que el
solicitante no cumple con los requisitos para ser reconocido como refugiado. Y aun cuando
se concluya que no corresponde otorgar el estatus de refugiado al solicitante, las autorida-
des deberán examinar otras normas de protección internacional para definir si corresponde
–o no– su expulsión por aplicación de los distintos instrumentos internacionales de dere-
chos humanos.53
38.4. Conclusiones
Según el último informe del ACNUR actualmente existen 55,5 millones de refugia-
dos54 y las afluencias de personas, incluso las masivas, no se detienen ni se detendrán. Sin
perjuicio de ello, en la actualidad es común que los países sean reticentes a otorgar protec-
ción internacional a solicitantes de refugio bajo el temor, muchas veces infundado, de pro-
teger a terroristas, delincuentes o migrantes irregulares que pretenden abusar del sistema.
Estos factores frecuentemente generan no solo la estigmatización del individuo, sino tam-
bién actitudes xenófobas y racistas que, en algunas oportunidades, conllevan la violencia
bajo el justificativo de que “algo habrán hecho”.
Si bien pueden existir situaciones que justifiquen el rechazo de una petición de refu-
gio, también es cierto que generalizaciones con connotaciones negativas a menudo conlle-
van consecuencias sumamente perjudiciales en torno a los refugiados y a su protección, las
que, muchas veces, se originan en el desconocimiento mismo de la raíz del problema: el
refugiado se ve forzado a desplazarse para salvaguardar sus derechos más fundamentales
y, en gran parte de los casos, su desplazamiento está rodeado de circunstancias extremas y
784
de dramatismo que lo sitúan en una situación de especial vulnerabilidad por todas las con-
diciones que lo llevaron a abandonar su país de origen, sus lazos familiares y su propia
cultura. En este sentido, la radicalización extrema de cuestiones sociales, raciales, religiosas,
políticas o de nacionalidad o también un conflicto armado pueden convertirnos, más tarde
o más temprano, en refugiados. El caso de la República Árabe de Siria es elocuente al
respecto pues ya ha desplazado a más de 9,5 millones de personas desde que se inició el
conflicto en marzo de 2011.55
Lo cierto es que la problemática de los refugiados y su protección, por definición, no
conoce fronteras. Es así que el fortalecimiento de la cooperación internacional y el cum-
plimiento de las obligaciones internacionales a nivel interno constituyen el primer elemento
fundamental para garantizar una protección eficaz al refugiado y al solicitante de dicha
condición. Sin embargo, resulta también necesario elaborar e implementar otras herra-
mientas, por fuera del derecho, destinadas a complementar este importante catálogo de
normas que permitan garantizar, en la práctica, una respuesta completa y adecuada a las
problemáticas que el refugiado deberá enfrentar en su país de acogida. Resulta crucial en-
tonces que estas nuevas herramientas no estén solamente dirigidas a los operadores jurídi-
cos, sino también a los profesionales de otras disciplinas para así permitirle al refugiado
gozar de una protección comprensiva de todas las dificultades que deberá afrontar, entre
ellas las económicas, sociales y culturales, como así también las derivadas de los mitos y
estereotipos originados en su condición de refugiado.
38.5. Bibliografía
Instrumentos internacionales
Normativa Nacional
Constitución Nacional.
Ley 19549.
Ley 25871.
Ley 26165.
Fuentes doctrinarias
785
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Fuentes jurisprudenciales
C.S.J.N., Fallos 184:116, 26/06/1939.
Bejer c. Polonia, TEDH, Cuarta Sección, Fondo y Satisfacción Equitativa, 04/10/2001.
786
Chahal c. Reino Unido, TEDH, Gran Sala, Fondo y Satisfacción Equitativa,
15/11/1996.
Caso Chocrón c. Venezuela, Corte IDH, Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 01/07/2011.
Caso Familia Pacheco Tineo c. Bolivia, Corte IDH, Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas, 25/11/ 2013.
Hirsi Jamaa y Otros c. Italia, TEDH, Gran Sala, Fondo y Satisfacción Equitativa,
23/02/2012.
Mondal c. Sweden, Comité contra la Tortura, CAT/C/46/D/338/2008, 7 de julio de
2011.
Moreno c. Canada, Canada Federal Court of Appeals, 159 N.R. 210, 14/09/1993.
NS and Others c. Secretary of State for the Home Department, Tribunal de Justicia de la
Unión Europea, Gran Sala, Decisión Preliminar, 21/12/2011.
Omar Othman (Abu Qatada) c. Reino Unido, TEDH, Cuarta Sección, Fondo y Satisfac-
ción Equitativa, 17/01/2012.
Regina c. Pierre Bouchereau, Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Gran Sala, Deci-
sión preliminar, 27/10/1977.
Soering c. Reino Unido, TEDH, Fondo y Satisfacción Equitativa, 07/07/1989.
Zhakhongir Maksudov y Adil Rakhimov, Yakub Tashbaev y Rasuldzhon Pirmatov c. Kirguis-
tán, CtDH, CCPR/C/93/D/1461, 1462,1476& 1477/2006, 31 de julio de 2008.
Otras fuentes
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giados, Ginebra, abril de 2001, disponible en http://www.refworld.org/do-
cid/3b20a3914.html.
ACNUR, Introducción a la Protección Internacional Protección de las personas de la competencia
del ACNUR. Módulo auto formativo 1, 1 de agosto de 2005, disponible en
http://www.refworld.org/docid/48abd57e0.html.
ACNUR, La aplicación de las cláusulas de exclusión: El artículo 1F de la Convención de 1951
sobre el Estatuto de los Refugiados, 4 de septiembre de 2003, HCR/GIP/03/05, disponible en
http://www.refworld.org/docid/47fdfafed.html.
ACNUR, Manual de procedimientos y criterios para determinar la condición de refugiado en virtud
de la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados, enero de 1992,
disponible en http://www.refworld.org/docid/4f5897892.html.
ACNUR, Reunión de Expertos sobre la Complementariedad entre el Derecho Internacional de los
Refugiados, el Derecho Penal Internacional y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Julio
de 2011, disponible en http://www.refworld.org/docid/4e1729d52.html.
CIDH, Informe sobre la situación de los derechos humanos de los solicitantes de asilo en el marco
del sistema canadiense de determinación de la condición de refugiado, OEA/Ser.L/V/II.106, Doc. 40
rev., 28/02/2000.
Comisión de Derechos Humanos, Informe del Representante del Secretario General, Sr.
Francis M. Deng, presentado con arreglo a la resolución 1997/39 de la Comisión de Derechos Humanos.
Adición: Principios Rectores de los desplazamientos internos, 11 de febrero de 1998
E/CN.4/1998/53/Add.2, disponible en http://www.refworld.org/do-
cid/3d4f95e11.html.
787
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
788
PARTE X
MECANISMOS CONVENCIONALES
En la Parte X se pone fin a este tomo y se establece el puente que nos comunicará
con las Convenciones en particular, las que serán objeto de un estudio especial en un se-
gundo tomo.
Por esto, dejamos establecido el puente con otro trabajo de Pablo Martín Pérez Le-
desma, sobre cuyas virtudes ya me he expresado.
789
Capítulo 39
1. Entre los más representativos podemos citar: Declaración Universal de los Derechos Humanos
aprobada por Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) 217 (III) de 10
de diciembre de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado por Resolu-
ción AGNU 2200 (XXI) de 16 de diciembre de 1966 y sus Protocolos Facultativos, y el Pacto Inter-
nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobado por la misma Resolución (los tres
instrumentos en conjunto forman la denominada “Carta de los Derechos Humanos”). Es menester
señalar también la adopción por parte de la AGNU, el 9 de diciembre de 1948, de la Convención
para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, conforme Resolución 260 (III) y la adopción
por el mismo órgano, el 26 de noviembre de 1968, de la Convención sobre Imprescriptibilidad de
los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad por Resolución 2391 (XXIII).
2. V. Gr. el Consejo de Derechos Humanos (creado por Resolución de la Asamblea General
A/RES/60/251, del 15 de marzo de 2006) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos.
3. Los denominados “Órganos Convencionales” instituidos en los Tratados de Derechos Humanos
celebrados con los auspicios de las Naciones Unidas, como ser: el Comité de Derechos Humanos
establecido por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. También es el caso de los
Tribunales Penales Internacionales “Ad Hoc” creados por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas (CS) por Resoluciones 827 de fecha 25 de mayo de 1993 (“para la Ex Yugoslavia”) y 955 de
8 de noviembre de 1995 (“para Ruanda”), o la Corte Penal Internacional instituida por el Estatuto
de Roma (El texto del Estatuto de Roma que se distribuyó como documento A/CONF.183/9, de
17 de julio de 1998, enmendado por los procèsverbaux de 10 de noviembre de 1998, 12 de julio de
1999, 30 de noviembre de 1999, 8 de mayo de 2000, 17 de enero de 2001 y 16 de
enero de 2002. El Estatuto entró en vigor el 1º de julio de 2002).
791
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
con el fin de vigilar la aplicación del Pacto y fungir como órgano basado en los Tratados.
6. Se estableció de conformidad con el artículo 8 de la Convención Internacional sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación Racial (Adoptada y abierta a la firma y ratificación por la
Asamblea General en su resolución 2106 A (XX), de 21 de diciembre de 1965).
7. Se estableció de conformidad con el artículo 17 de la Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer (Adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhe-
sión, por la Asamblea General en su resolución 34/180, de 18 de diciembre de 1979).
8. Establecido de conformidad con el Artículo 17 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos
rechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (Adoptada por la Asamblea Ge-
neral en su resolución 45/158, de 18 de diciembre de 1990).
12. Establecido de conformidad con el Artículo 34 de la Convención de los Derechos de las Personas
792
- Comité contra la Desaparición Forzada.13
Estos órganos comparten una serie de funciones que, en términos generales, analiza-
remos a continuación.
Committee?” en Alston, P. y Crawford, J.: The Future of human rights treaty monitoring, Cambridge Uni-
versity Press, 2000, p. 17 y 18.
793
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
Si bien los Estados no se hallan jurídicamente obligados a cumplir o acatar las deci-
siones que en un caso particular adopte el órgano de control salvo que el tratado disponga
lo contrario, es dable señalar que en virtud del Principio de Buena Fe, sería inconcebible que
un Estado encaminara su accionar, en la medida de sus posibilidades, incumpliendo las
decisiones o recomendaciones del órgano de control. Ello así, dado que el Estado ha con-
sentido la competencia del comité en tales asuntos.
Este sistema no constituye una cuarta instancia o una instancia de revisión jurisdiccio-
nal de las decisiones adoptadas por tribunales nacionales. Hay quienes sostienen que tam-
poco podría serlo ya que no es físicamente posible que un órgano acotado compuesto por
una limitada cantidad de personas y con un presupuesto modesto, desempeñe sus funcio-
nes en relación con un número inimaginable (y, por tanto, desproporcionado) de personas
(los habitantes de los Estados que acepten su competencia), aún si se presupone o efecti-
vamente tiene por objetivo alcanzar carácter universal.
Entonces, si bien es una función específica del órgano de control, en razón de este
sistema, impartir justicia en un caso particular, según esta postura, no constituiría su prin-
cipal función.
Consideramos que la obtención de justicia en un caso particular es muy importante.
Las personas deben tener la posibilidad de acudir a instancias internacionales en busca de
justicia ante violaciones a sus derechos humanos. No obstante, no desconocemos las difi-
cultades y limitaciones que se derivan de esta postura, por lo que también resultaría con-
veniente que el órgano de control utilizara los casos individuales para fomentar el diálogo
con los Estados, fijar parámetros de conducta estatal, interpretar el tratado y determinar
criterios interpretativos que puedan ser utilizados por los tribunales nacionales al tiempo
de aplicar el tratado en las controversias locales.16
Si se aventurara una reflexión analítica sobre la implementación de este sistema en
los diferentes comités, las conclusiones no serían las mejores. Sin embargo, entendemos
que su existencia es positiva. Es importante que existan SPI para que las personas puedan
denunciar las violaciones a los Derechos Humanos en sus países. Estas denuncias pueden
encontrar, así, niveles considerables de repercusión que, a su vez, pueden motivar el accio-
nar de la comunidad internacional al respecto.
16. Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación en los casos “Giroldi” (Fallos 318:514), “Bra-
majo” (Fallos 319:1840), “Arancibia Clavel” (Fallos 327:3312), “Simón” (328:2056), “Mazzeo” (Fa-
llos330:3248), “Carranza Latrubesse” (sentencia de 6/12/2013), entre otros, ha reconocido el valor
de la jurisprudencia de los órganos internacionales de protección de Derechos Humanos.
17. Pinto, M., op. cit., p. 126.
794
La emisión de informes por parte de los Estados y confección de observaciones fi-
nales, como es el caso del Comité de Derechos Humanos, o la producción de cualquier
otro tipo de documento por parte del órgano de control que evalúe el informe estatal y
recomiende, sugiera o aconseje la adopción de medidas por parte del Estado tendientes al
mejoramiento de la aplicación del Tratado de Derechos Humanos en cuestión, contribuye
a la formación y desarrollo de un diálogo constructivo. Es importante, además, que, al
evaluar la situación de los Derechos Humanos en un Estado, el órgano de control se ins-
truya no solo a partir de la información suministrada por el propio Estado sino también
por otros actores, como por ejemplo las ONG con sus “contrainformes” o “informes
sombra”.
Siguiendo a Mónica Pinto, entre las diversas funciones que cumple este sistema se
encuentran: 1) la revisión de la legislación en vigor para adecuarla a los compromisos asu-
midos en los tratados; 2) la adopción de medidas sustantivas y procesales necesarias para
efectivizar los derechos no reconocidos hasta entonces en el derecho interno o para dero-
gar normas que impidan su ejercicio. Estas funciones revisten un carácter constante y ade-
más permiten el conocimiento de la práctica, toda vez que el informe no se reduce a la
situación legal vigente, sino que debe traducir un equilibrio entre esta y la realidad 18.
En el caso de Argentina es dable apuntar la notable evolución de su derecho interno
de conformidad con los comentarios generales y las observaciones finales del Comité de
Derechos Humanos. Si bien los avances en la materia obedecen a una pluralidad de causas,
no es menos cierto que no ha habido retrocesos denunciados por el Comité en lo referente
a la aplicación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
795
Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
asiático y continuar tratando a Corea del Norte como un miembro “malgre lui” (a pesar de
él).20
Las O.G. fijan parámetros de conducta estatal a nivel general, establecen pautas in-
terpretativas de los Tratados de Derechos Humanos, entre otras cosas, que contribuyen al
debate en torno a los mecanismos de control y el rol que deben jugar los actores intervi-
nientes en los distintos procesos.
Cada uno de los sistemas de control comentados permite un abordaje diverso de las
situaciones de violaciones de Derechos Humanos.
El SPI faculta al órgano para que entienda en un caso a fin de pronunciarse sobre
violaciones de Derechos Humanos concretas. La obtención de justicia y de reparación para
las víctimas aparecerían como dos cuestiones trascedentes.
El SIP, por su parte, representa una oportunidad muy valiosa para la instancia inter-
nacional de analizar y evaluar la situación de los Derechos Humanos en términos amplios
en un país determinado. En tal sentido, resulta una cuestión destacable la posibilidad de
realizar recomendaciones (observaciones finales) con aspiraciones de influir en las políticas
públicas.
Finalmente, las OG constituyen herramientas imprescindibles para interpretar los
instrumentos internacionales promoviendo su dinamismo y brindando insumos a los ope-
radores locales.
39.4. Bibliografía
Crawford, J.: “The human rights treaty system: a system in crisis?” en Al-
ston, P. y Crawford, J.: The Future of human rights treaty monitoring, Cambridge Uni-
versity Press, 2000.
Pinto, M.: Temas de Derechos Humanos, Bs. As., Editores del Puerto, 1997.
Steiner, H.: “Individual claims in a World of massive violations: What role
for the human rights Committee?” en Alston, P. y Crawford, J.: The Future of
human rights treaty monitoring, Cambridge University Press, 2000.
Travieso, J.A.: Derecho Internacional Público, Bs. As., Abeledo Perrot, 2012.
Fuentes normativas
20. Crawford, J.: “The human rights treaty system: a system in crisis?” en Alston, P., y Crawford, J.,
op. cit., p. 10.
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tada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la Asamblea General en su
resolución 260 A (III), de 9 de diciembre de 1948).
Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por Resolución
de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) 217 (III) de 10 de di-
ciembre de 1948.
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Dis-
criminación Racial (Adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea
General en su resolución 2106 A (XX), de 21 de diciembre de 1965).
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Adoptado y abierto a
la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200
A (XXI), de 16 de diciembre de 1966).
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Adop-
tado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su
resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966).
Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa
Humanidad (Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asam-
blea General en su resolución 2391 (XXIII), de 26 de noviembre de 1968).
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (Adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la
Asamblea General en su resolución 34/180, de 18 de diciembre de 1979).
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes (Adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la de
la Asamblea General en su Resolución 39/46, de 10 de diciembre de 1984).
Convención sobre los Derechos del Niño (Adoptada y abierta a la firma y
ratificación por la Asamblea General en su resolución 44/25, de 20 de noviembre
de 1989).
Convención sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajado-
res Migratorios y de sus Familiares (Adoptada por la Asamblea General en su
resolución 45/158, de 18 de diciembre de 1990).
Estatuto de Roma (A/CONF.183/9, de 17 de julio de 1998).
Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad (Aprobada
mediante resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas A/ RES/ 61/
106, el día 13 de diciembre de 2006).
Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra
las Desapariciones Forzadas (Doc.A/61/448, 20/12/2006).
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Derechos Humanos y Garantías. Bases para su Estudio y Análisis
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