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En la primera clase con la nueva profesora todos estaban sentados tranquilos, incluso
aquellos para los que el silencio es una especie de tortura. La profesora Ángela utilizó el
interés inicial por su persona, pero sabía que en las próximas clases esto no funcionaría. Ya
durante la segunda clase se hizo sentir la relajación de los alumnos y se escuchaban
conversaciones interrumpidas de vez en cuando por la profesora Ángela que intentaba hacer
que presten atención. En la siguiente clase se podía esperar un interés aún menor por el
tema, sin embargo, las cosas tomaron un giro inesperado.
La profesora Ángela dijo que al final de la clase habrá una prueba sobre el tema que
iba a presentar. Las protestas iniciadas por los que siempre luchan por los derechos de los
alumnos se silenciaron frente a la brutal realidad que empezó a crear la profesora Ángela
yendo inmediatamente al tema de la lección. La perspectiva de la prueba parecía movilizar a
la mayoría de la clase para interesarse por el tema. El tema les resultó muy interesante. La
profesora escribió las cosas más importantes en la pizarra, animó a hacer preguntas e incluso
ella misma hizo preguntas para asegurarse de que el mensaje llega a los destinatarios. Una
de las preguntas ha sido dirigida directamente a Simón, cuyo rostro reflejó su profunda
rebelión interna contra la necesidad de tener que aprender algo ahora mismo. Sin embargo,
resultó que incluso la memoria Simón aparentemente llena, aún es capaz de recordar lo que
había explicado lentamente y de forma clara la profesora Ángela. No era muy difícil
responder a la pregunta, sobre todo, porque en la pizarra aún se podía leer la información
básica que había escrito la profesora. Después de varias preguntas, parecía que el tema ya
no era tan desconocido para la mayoría de la clase. Además, a medida que avanzaba la
clase, cada vez más alumnos tomaban apuntes.
Cuando llegó el momento del examen, ya sin apuntes y sin pizarra, los alumnos se
dieron cuenta que las preguntas del examen no eran tan fáciles. Solo un poco más de la
mitad de los alumnos respondió a más de tres de las seis preguntas. Resultó que salieron
bastante bien, aquellos que tomaron apuntes, aquellos a los que el profesor hizo preguntas
durante la clase o aquellos que hicieron sus propias preguntas. No ha habido ningún
suspenso, pero nadie se sentía seguro. La profesora Ángela dijo que aún no estaba del todo
satisfecha con los resultados, pues pensaba que el grupo podía aspirar a mucho más.
Anunció que la próxima clase probablemente terminará también de la misma manera. Los
alumnos se preguntaban cómo podrían mejorar el resultado en los próximos exámenes...
Conclusiones