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Los regímenes previsionales de excepción: el personal embarcado

El motivo de este trabajo se funda en la necesidad de visibilizar aspectos claves de la actividad


del personal embarcado de la república argentina, además de explicar a que se refieren los
regímenes de excepción vigentes y por qué es tan importante que este colectivo de trabajadores
pueda acceder a un régimen de este tipo.

Los regímenes previsionales son planes de seguros colectivos para diferentes riesgos sociales.
Su objetivo principal es asegurar ingresos para aquellos que, debido a la edad, no pueden obtener
ingresos en el mercado laboral. Dado que es un seguro para toda la sociedad, idealmente
parecería que las reglas son las mismas para todos los involucrados. No obstante, a menudo,
además de los planes generales que cubren a la población en general, existen planes con
características especiales, justificadas por la especial naturaleza de determinados grupos de
beneficiarios. En Argentina, los beneficiarios del régimen de excepción se acercan a los 3,7
millones (40% del total), y sus activos son en promedio un 85% superiores al promedio del
régimen general. Los recursos destinados por la sociedad a estos programas ascienden al 7% del
PIB.

Hay al menos cinco tipos de sistemas de seguridad social en el país que difieren del Sistema
Integral de Seguridad Social de Argentina (SIPA), el sistema general. La primera categoría,
"regímenes diferenciados", está asociada con condiciones particularmente difíciles o físicamente
exigentes de ciertos trabajos que conducen al "envejecimiento prematuro". La segunda
categoría, denominada “regímenes especiales”, tiene en cuenta las distintas formas de acceso a
las prestaciones de la Seguridad Social, ya que existen méritos que las justifican. El tercero
incluye programas que cubren a quienes trabajan en las fuerzas armadas y de seguridad,
administrados por una agencia independiente e incorporando méritos y argumentos específicos
en su justificación. Los sistemas provinciales, incluidos los que cubren el empleo público y la
banca especializada independiente, son la cuarta categoría, basada en problemas de inercia
legal.
Finalmente, la última categoría se relaciona con las pensiones no contributivas, utilizadas en casos de
extrema necesidad, mérito o circunstancias excepcionales, como expresidentes, medallistas olímpicos,
premios Nobel, excombatientes de Malvinas y víctimas de guerra del terrorismo de estado de época.
dictadura, etc.
Un programa de seguridad social es esencialmente un seguro en el que un grupo de ciudadanos
comparte riesgos para reducir la magnitud de su posible impacto. El principal riesgo que pretenden prever
es la pérdida de la capacidad de generación de ingresos asociada al envejecimiento. Como con cualquier
programa de seguro, su efectividad depende en parte del rango de la población cubierta, y un aspecto
clave para asegurar su financiamiento es minimizar las posibilidades de que las personas con menor
riesgo dejen de participar, ya que esto afecta la seguridad y equidad del seguro.
Los sistemas excepcionales son sistemas que permiten excluir parcial o totalmente del
régimen general a determinados grupos de población por diferentes motivos. Aunque en algunos
casos esta exclusión está justificada, a menudo se encuentra que tiene un impacto negativo en
los resultados de las políticas, ya que crea inequidad, aumenta los costos y, en general, reduce
la eficiencia de las políticas.

La mayoría de los países del mundo tienen una amplia gama de regímenes generales y
algunos regímenes de excepción. Esto suele ser el resultado de factores que objetivamente
justifican un trato diferenciado y un proceso político que ha resultado en que ciertos grupos de
interés obtengan condiciones más favorables que otras poblaciones. Por ello, el debate sobre la
política de pensiones, en casi todos los casos, el foco está en cómo reducir el tamaño de los
regímenes de excepción, limitando su cobertura al mínimo esencial, aunque por supuesto hay
actores sectoriales que buscan expandir estos regímenes, incluyendo nuevos grupos de
trabajadores.

En Argentina, diferentes formas del régimen de excepción se originaron al mismo tiempo (y en


algunos casos antes) que el régimen general. Si bien el proceso de unificación de los diferentes
programas nacionales a partir de mediados de siglo ha limitado su relevancia, varios programas
han sobrevivido a múltiples intentos por eliminarlos, e incluso en los últimos años se han creado
o ampliado otros.

Los diseños de los regímenes de excepción varían entre planes de capitalización o


distribución, colectivos o individuales, administradoras públicas o privadas. En todos los casos,
la lógica de fondo de estos sistemas tiene que ver con el aseguramiento, ya que se trata de
socializar el riesgo (envejecimiento, riesgo de pérdida de generación de ingresos y viabilidad)
entre los participantes del programa.

Por ello, estos sistemas buscan ampliar su base de participantes para maximizar el riesgo
individual. Estos modelos pueden buscar la igualdad, donde todos los participantes reciben el
mismo beneficio, tener algún tipo de escala salarial, donde los beneficios están ligados a las
contribuciones realizadas, o tener un componente redistributivo.
Es común encontrar en los sistemas algunas normas que establecen tratamientos diferentes a
determinados grupos de población. Estas suelen referirse a la edad mínima de retiro, los años
de aportes, el nivel de los haberes, las reglas de movilidad o una combinación de ellas.

Envejecimiento temprano

La motivación más habitual para justificar un régimen de excepción es el envejecimiento


temprano. Su argumento central es que determinados trabajos implican un esfuerzo físico que, a
lo largo de los años, resulta en un deterioro de las condiciones de salud. Por ello, y buscando
ofrecer un trato equitativo a grupos de trabajadores en situaciones excepcionales, es habitual
que estos programas ofrezcan la posibilidad de retiro anticipado de la actividad, con derechos
jubilatorios plenos.

Mérito

Una segunda justificación de los regímenes de excepción se refiere al reconocimiento de


determinados méritos, derechos de compensación para víctimas de acciones del Estado u otros
casos similares. En esta categoría suelen incluirse beneficios a quienes desempeñan funciones
públicas en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en una especie de reconocimiento a los
servicios prestados a la sociedad. También se incluyen otros casos meritorios (por ejemplo, en
Argentina, quienes ganan el Premio Nobel o medallas olímpicas perciben una pensión vitalicia),
la condición de excombatiente o como compensación monetaria por haber sufrido acciones
estatales, como el caso de las víctimas del terrorismo de Estado.

Especificidad

El tercer tipo de justificación de los regímenes de excepción se refiere a la especificidad de las


tareas desarrolladas por las personas con dos características fundamentales: la aplicación de
restricciones etarias por debajo de la edad habitual de retiro; y que su desempeño lleva a que
desarrollen habilidades con poco o nulo valor de mercado en otras actividades de la economía.
Si bien esta lógica debería aplicarse a tareas específicas o, eventualmente, ocupaciones, en la
práctica este tipo de sistemas se vinculan a sectores de actividad. El ejemplo más habitual es el
servicio en las fuerzas armadas. Por su estructura necesariamente piramidal, las fuerzas
armadas tienden a expulsar de la actividad (en términos estrictos, a “retirar”) a la mayor parte de
sus integrantes a edades relativamente jóvenes, ya que sólo quienes alcanzan los rangos más
altos de la jerarquía se mantienen en actividad hasta edades mayores. Al mismo tiempo, podría
argumentarse que muchas de las habilidades específicas para cumplir tareas en actividades
militares podrían tener aplicación limitada en el mundo civil.

Inercia

Una última línea argumental en apoyo a la existencia de regímenes de excepción se basa en


un principio que podría titularse como “inercia normativa”. El argumento en este caso es que los
sistemas (o el derecho a acceder a ellos) preexiste a los esquemas generales y, por derechos
adquiridos tanto individual como colectivamente, determinados grupos de trabajadores pueden
mantener sistemas independientes. Esa lógica sustenta, por ejemplo, la existencia de sistemas
provinciales en Argentina, que cubren exclusivamente al empleo público provincial, y de cajas
independientes de profesionales.

Origen y evolución de los esquemas de excepción en Argentina

En la Argentina, el concepto de sistemas especiales de jubilaciones se divide generalmente


en dos categorías: sistemas diferenciales y sistemas especiales. Los primeros son programas
diseñados para proteger a los trabajadores que realizan actividades extenuantes o peligrosas
que pueden provocar un envejecimiento prematuro, mientras que los segundos son programas
justificados por el mérito (incluida la mayoría de los programas para funcionarios públicos) y la
especificidad. La diferencia entre los dos es la legitimidad, pero también tiene diferencias
importantes desde el punto de vista político. Si bien los sistemas de diferencia generalmente se
consideran razonables y justificados (con el potencial de abuso o exceso en su definición), en los
sistemas especiales generalmente se reconocen orígenes relacionados con el poder de
diferentes grupos para ejercer presión sobre el estado.

Además, en Argentina existen varios planes que son planes contributivos formales con reglas
similares a las del sistema general, con un fuerte componente de subsidio, lo que significa que
pueden considerarse cercanos a los planes no contributivos y por lo tanto son excepcionales.
Sin embargo, dado que no prevén condiciones de ingreso (basadas en edad o años de servicio),
las reglas para el cálculo o flujo de salarios iniciales difieren de las del sistema general.

Estos regímenes consisten básicamente en las moratorias de pensiones aprobadas en 2005 y


2014, un régimen especial para trabajadores privados de apoyo residencial y un régimen fiscal
único (Rofman, R. 2021).
Una moratoria previsional es, en cierto sentido, un régimen especial que permite a las
personas que cumplen los requisitos de edad mínima de jubilación, pero no cuentan con aportes
necesarios declarar y pagar su deuda de jubilación en condiciones económicas muy ventajosas.
En este sentido, el acceso a las prestaciones se da en circunstancias excepcionales, pero en las
mismas condiciones que en el régimen general.

Regímenes diferenciales

En relación con los regímenes diferenciales, el principio general de que ciudadanos y


ciudadanas con diferentes circunstancias, necesidades y contribuciones pueden recibir
diferentes tratamientos es razonable. Sin embargo, cabe cuestionar si los regímenes
previsionales diferenciales que existen en Argentina y otros países son la mejor herramienta
para atender este problema. Estos regímenes presumen, habitualmente sin evidencia empírica,
que el desempeño de determinadas ocupaciones o el trabajo en determinados sectores de la
economía resulta en una reducción aproximadamente uniforme de la capacidad laboral y la
expectativa de vida para quienes son parte de estos colectivos, incluso en muchos casos
suponiendo que este efecto es lineal, por lo que se reconocen derechos en proporción a los
años trabajados en esos empleos o industrias. Sin embargo, es evidente que este efecto no es
uniforme, en parte porque no todos los trabajadores incluidos en estos esquemas mantienen un
grado de exposición idéntico a los riesgos asociados y en parte porque, justamente, se trata de
riesgos, y distintos individuos responden a ellos en forma diferente.

Regímenes especiales

En cuanto a los regímenes especiales, aquellos cuya única justificación parece ser el mérito,
como el caso de exfuncionarios, investigadores, docentes universitarios y otros, son difíciles de
justificar como parte de una política pública que busca equidad y eficiencia. En ese marco, no
parece haber razones para que determinados grupos de trabajadores perciban haberes
superiores o cuenten con regímenes de movilidad más generosos que el resto de los
beneficiarios del sistema

Fuerzas armadas y de seguridad

En el caso de los esquemas destinados a personal de fuerzas armadas y de seguridad, su


justificación combina argumentos de mérito con otros más específicos, referidos a la
especificidad de las tareas (y, por consiguiente, de las habilidades desarrolladas), la condición
de reservistas de quienes se acogen a los beneficios (lo que implica que pueden ser convocados
a la actividad en cualquier momento) y la estructura piramidal de las instituciones, que fuerza
retiros involuntarios en edades jóvenes.

Los sistemas provinciales y cajas profesionales

Los sistemas provinciales, municipales y las cajas profesionales, por su parte, se apoyan en
un marco de legalidad constitucional claro, que permite a las provincias mantener sus propios
esquemas. Sin embargo, es importante notar que la Constitución Nacional habilita la posibilidad
de mantenerlos, pero no lo requiere, por lo que se justifica considerar si contribuyen a los
objetivos de política o si hay opciones superadoras ( Rofman, R. 2021).

Los problemas generados por estos sistemas y cajas independientes son claros. Por un lado,
aumentan la fragmentación del sistema, generando problemas de gestión y, más importante aún,
riesgos financieros que deben ser afrontados por los estados provinciales o nacional. Además,
en distintos casos se verifican inequidades en cuanto a las condiciones de acceso o el valor de
los haberes, que se financian, en el caso de los sistemas provinciales, con recursos públicos y,
en muchos casos en las cajas profesionales a través de una combinación de aportes de los
participantes y distintas tasas cobradas obligatoriamente a los demandantes de sus servicios.

Las pensiones no contributivas

Finalmente, la situación de las pensiones no contributivas también debería ser revisada. Por
un lado, la existencia de un programa paralelo de pensiones por invalidez y vejez para personas
sin aportes, que no se coordina con los beneficios de las jubilaciones por invalidez contributivas
y la Pensión Universal para el Adulto Mayor, genera diferencias en criterios de gestión que
pueden resultar en inequidades.

Luego de haber explicado brevemente de que se tratan los regímenes de excepción me


gustaría describir un poco el trabajo del personal embarcado los cuales son beneficiarios del
régimen de excepción establecido por Dto. 6730/68 que dice:

Secretaría de Seguridad Social

PREVISION SOCIAL

DECRETO N° 6.730

Fíjanse los límites de edad y de años de servicios para que el personal embarcado tenga
derecho a la jubilación ordinaria.
Bs. As., 24/10/68.

VISTO lo dispuesto por el artículo 9° de la Ley 17.310, y

CONSIDERANDO:

Que la citada norma legal autoriza al Poder Ejecutivo a instituir un régimen que adecue límites
de edad y de años de servicios y de aportes y contribuciones de acuerdo a la naturaleza de los
servicios prestados;

Que entre las disposiciones que el artículo 9° de la Ley 17.310 dispone mantener en vigencia
hasta tanto se instituya el régimen especial antes mencionado, figura el artículo 49, inciso b) del
Decreto-Ley 6.395/46, modificado por la Ley 13.498, que se refiere al personal embarcado;

Que como consecuencia de haber quedado derogado el artículo antes indicado al entrar en
vigor el Decreto 4257/68, corresponde considerar la situación del personal antes referido;

Que existiendo una contribución adicional en el régimen marítimo a cargo de las empresas de
navegación no corresponde establecer aportes diferenciales mientras aquélla se mantenga
vigente;

Por ello,

El Presidente de la Nación Argentina,

Decreta:

Artículo 1° — El personal embarcado comprendido en el régimen del Decreto-Ley 6.395/46,


que se desempeñe en relación de dependencia, tendrá derecho a la jubilación ordinaria con 52
años de edad y 25 de servicios. El que hubiera cumplido 50 años de edad a la fecha del
presente decreto, tendrá derecho a la jubilación ordinaria a los 50 años.

Art. 2° — A los efectos del cómputo de servicios, se aplicará lo dispuesto en el artículo 25 del
Decreto-Ley 6.895/46.

Déjase establecido que las disposiciones del párrafo primero del artículo 13 de la Ley 17.310,
no son de aplicación a los casos previstos en el artículo 25 del Decreto-Ley 6.395/46, o
disposiciones similares contenidas en otros regímenes de previsión.
Art. 3° — La determinación del haber del beneficio que pudiere corresponder al personal a
que se refiere este decreto, o a sus derechos habientes, se efectuará de acuerdo con las normas
del régimen común en que aquél está comprendido.

Art. 4° — Si el personal al que se refiere este decreto desempeñare alternadamente otras


tareas distintas, a los fines de determinar la edad y el tiempo de servicios necesarios para el
logro de la jubilación ordinaria se aplicarán las reglas contenidas en el artículo 65 del Decreto
55.211/35 reglamentario de la Ley 11.923.

Art. 5° — Las disposiciones del presente decreto se aplicarán a partir del día 1° de agosto de
1968.

Art. 6° — El presente decreto será refrendado por el señor Ministro de Bienestar Social y
firmado por el señor Secretario de Estado de Seguridad Social.

Art. 7° — Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y


archívese.

ONGANIA. — Conrado E. Bauer. — Alfredo M. Cousido.

Personal embarcado

En la actividad diaria del personal embarcado, concurren muchos condicionantes o factores


de carácter psicosocial que pueden contribuir, por sí solos o en combinación, a la aparición de
alteraciones de la salud del trabajador tanto a nivel físico como a nivel psíquico y social

El sector maritimo emplea a un considerable número de trabajadores en todo el mundo. Sin


embargo, a nivel mundial, los trabajadores del sector se hallan en condiciones de inestabilidad
en cuanto a normas relativas a la atención médica a bordo de los buques; reposo suficiente para
su salud y seguridad, entre otros. Es así como la OIT establece en el año 2007 normas laborales
para mejorar las condiciones de las personas que trabajan en este sector. A este respecto,
Giorgettia (2005) menciona factores que afectan negativamente al trabajo del marino mercante,
entre los cuales se encuentran: la ausencia de convenios colectivos claros, la ignorancia de
considerar al trabajador embarcado como una población distinta del personal en tierra, la falta de
organicidad en la responsabilidad del buque, sea este por ser distinta la bandera de origen del
armador del buque, o por la multifacética población que se desplaza sobre un barco.
No obstante, teniendo en cuenta a Salmón, E. (2003), existen otros factores que afectan al
trabajo del marino mercante: las jornadas indefinidas en cuanto al tiempo de duración; la
peligrosidad que comprende los temporales, el clima extremo, las maniobras y averías; y el
aislamiento que además de ser un condicionante en la vida del marino, marca su
comportamiento debido a que su actividad laboral no le permite participar de la vida social de su
entorno inmediato.

El propio trabajo, salvo situaciones de emergencia, es día tras día, y esto supone monotonía.
El trabajo es monótono, cansador y las interacciones sociales con personas distintas de los
compañeros de trabajo resultan imposibles (Piñeiro, 2008).

La mayor parte de los problemas a bordo surgen de la convivencia, el aislamiento y la


rutina a bordo. Una persona fatigada, desmotivada, angustiada, aislada pierde facultades y su
trabajo se deteriora, muchos accidentes tienen como trasfondo el fallo humano (Rodríguez
Martos Dauer, 1995).

Uno de los mayores peligros para la persona es el aislamiento, este surge cuando la
persona se encuentra desplazada, cuando tiene dificultades para comunicarse con los demás
tripulantes. En un estudio realizado en Alemania en 1974 se parte de la consideración de que la
soledad debido al aislamiento y la separación de la familia, son dos factores inseparables de la
profesión del marino (Rodríguez Martos Dauer, 1995).

Las características de los trabajadores están dadas por la diversidad de etnias, clases
sociales, idiomas y religiones que se entremezclan en una comunidad cerrada que no tiene otra
alternativa que convivir, sumado a las invariables diferencias culturales y de instrucción, donde
no pocos son semianalfabetos agrega matices peculiares que hacen de este grupo de
trabajadores un microcosmos especial.

En general, el recurso humano de nivel operativo ocupado en el sector, tanto en las


plantas en tierra como en los buques, pertenece a una clase social de bajos recursos
económicos que además tiene un nivel sociocultural bajo.

Las personas que eligen este tipo de trabajo generalmente son desempleados o personas
que buscan un sueldo más alto del ofrecido en tierra; poseen un bajo nivel de formación, sin
posibilidad de ejercer una tarea bien remunerada estando en tierra. A su vez están aquellas
personas que se dedican a la actividad por vocación o por herencia familiar ya que son hijos o
parientes de personas que están en el rubro.
 

Bibliografía

ANSES. 2021. “Trabajo Riesgoso o Insalubre.” Visitado el 17 de agosto de 2022


(https://www.anses.gob.ar/jubilados-y-pensionados/informacion/trabajo-riesgoso-
o-insalubre).
Giorgettia, D. O. (2005). Monografias.Com. Recuperado el 20 de agosto de 2022, de
Www.Monografias.Com/Trabajos36/Enfermedades-Embarcados/Enfermedades-
Embarcados
Munk-Madsen, E. (1990). Características Psicosociales De Los Trabajadores En El
Mar. En D. d. Rafnsson, Enciclopedia De Salud Y Seguridad En El Trabajo
(págs. 66.1-66.19).
Piñeiro, R. S. (15 de mayo de 2008). Orpconference. Recuperado el 10 de agosto de
2022, de www.orpconference.org
     Rodríguez-Martos Dauer, R. (1995). El buque mercante. Un análisis
sociológico. Barcelona, España: Edicions UPC.
Rofman, R. (2021). https://www.cippec.org/. Obtenido de https://www.cippec.org/wp-
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Salmon, E. (26 de 11 de 2003). Catholic.net. Recuperado el 31 de julio de 2022, de
http://www.es.catholic.net/laicos/771/2507/articulo.php?Id=15500

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