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APOCALIPSIS VICTORIOSOS EN CRISTO... Warren W. Wiersbe
APOCALIPSIS VICTORIOSOS EN CRISTO... Warren W. Wiersbe
Warren W. Wiersbe
Índice
Prefacio
Bosquejo
Capítulo
1 Un libro muy especial (Apocalipsis 1)
2 Cristo y las iglesias, parte 1 (Apocalipsis 2)
3 Cristo y las iglesias, parte 2 (Apocalipsis 3)
4 ¡Vengan, adorémosle! (Apocalipsis 4–5)
5 Los sellos y los sellados (Apocalipsis 6–7)
6 ¡Toquen las trompetas! (Apocalipsis 8–9)
7 Un tiempo de testimonio (Apocalipsis 10–11)
8 El trío terrible (Apocalipsis 12–13)
9 Voces de victoria (Apocalipsis 14–16)
10 ¡Desolación y destrucción! (Apocalipsis 17–18)
11 El Rey y su reino (Apocalipsis 19–20)
12 ¡Nuevas todas las cosas! (Apocalipsis 21–22)
Dedicado a
nuestro pastor y su esposa,
Curt y Claudine Lehman,
cuyo ministerio ha ayudado a muchos
a llegar a ser vencedores.
Prefacio
2
Cristo y las Iglesias, parte 1
Apocalipsis 2
Si alguna vez te has mudado a una nueva comunidad y has tenido que
seleccionar una nueva iglesia a la cual asistir, sabes lo difícil que es examinar y
evaluar una iglesia y su ministerio. Imponentes edificios pueden albergar
congregaciones moribundas o muertas, en tanto que estructuras modestas tal vez
pertenezcan a asambleas viriles en marcha por el Señor. La iglesia que pensamos
que es rica puede resultar ser pobre a la vista de Dios (Apocalipsis 3:17), en tanto
que la iglesia pobre en realidad es rica (Apocalipsis 2:9).
Sólo la Cabeza de la iglesia, Jesucristo, puede inspeccionar con precisión a
cada iglesia y saber su verdadera condición, porque él ve lo interno, y no sólo lo
externo (Apocalipsis 2:23). En estos mensajes especiales a las siete iglesias de
Asia Menor, el Señor le dio a cada asamblea una radiografía de su condición. Pero
su intención es que todas las iglesias lean estos mensajes y se beneficien de
ellos. (Nota el plural “iglesias” en Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22.)
Pero el Señor también estaba hablando a individuos, y allí es donde entramos
tú y yo. “El que tiene oído, oiga”. Las iglesias se forman de individuos, y son los
individuos los que determinan la vida espiritual de la asamblea. Así que, al leer
estos mensajes debemos aplicarlos personalmente al examinar nuestros
corazones.
Finalmente, debemos tener presente que Juan era pastor de corazón,
procurando animar a estas iglesias durante un tiempo difícil de persecución. Antes
de que Cristo juzgue al mundo, debe juzgar a su propio pueblo (Ezequiel 9:6; 1
Pedro 4:17). Una iglesia purificada no necesita temer los ataques de Satanás o de
los hombres. “Es algo muy notorio”, escribió G. Campbell Morgan, “que la iglesia
de Cristo perseguida ha sido la iglesia de Cristo pura. La iglesia de Cristo
condescendiente siempre ha sido la iglesia de Cristo impura”.
Estamos todavía escuchando lo que el Espíritu Santo tiene que decir a las
iglesias; porque estos mensajes de Cristo pertenecen a nuestro día tanto como al
primer siglo. Las iglesias son personas, y la naturaleza humana no ha cambiado.
Así que, al continuar nuestro estudio, no debemos mirar a estas cartas como
reliquias antiguas; por el contrario, ¡son espejos en los cuales debemos vernos
nosotros mismos!
4
¡Vengan, Adorémosle!
Apocalipsis 4–5
5
Los Sellos y los Sellados
Apocalipsis 6–7
Mateo 24:14 presenta la predicación del evangelio del reino por todo el mundo,
y esto bien puede ser en dónde encaja Apocalipsis 7. Dios puede usar a los
144.000 judíos sellados para proclamar su Palabra al mundo, resultando en la
salvación de multitudes.
Aunque en la Biblia no se nos dice explícitamente que los 144.000 judíos son
los testigos especiales de Dios, y que la multitud gentil es salvada por su
ministerio, esto parece ser una deducción lógica; de otra manera, ¿por qué se los
asocia en este capítulo? El paralelo con Mateo 24:14 también indica que los
144.000 testificarán del Señor durante la tribulación.
Los judíos sellados (vs. 1–8). A los ángeles se los asocia con las fuerzas de
la naturaleza: el viento (Apocalipsis 7:1), fuego (Apocalipsis 14:18), y agua
(Apocalipsis 16:5). Detener los vientos implica “la calma antes de la tempestad”.
Dios controla toda la naturaleza. Durante los días de su ira él usará la fuerza de la
naturaleza para juzgar a la humanidad. La frase “los cuatro ángulos de la tierra” no
carece más de pruebas científicas aquí que “cuatro confines” en Isaías 11:12 o en
el periódico.
En la Biblia un sello indica propiedad y protección. Hoy, el pueblo de Dios está
sellado por el Espíritu Santo (Efesios 1:13–14). Esta es la garantía de Dios de que
somos salvados y estamos seguros, y que un día él nos llevará al cielo. Los
144.000 judíos recibirán el nombre del Padre como su sello (Apocalipsis 14:1), en
contraste con la “marca de la bestia” que el Anticristo les dará a los que le siguen
(Apocalipsis 13:17; 14:11; 16:2; 19:20).
Este sello protegerá a estos judíos escogidos de los juicios que harán “daño a
la tierra y al mar” (Apocalipsis 7:2), y que ocurren cuando los primeros cuatro
ángeles tocan sus trompetas (Apocalipsis 8). Los juicios se intensifican cuando las
horribles langostas son liberadas del abismo (Apocalipsis 9:1–4). Protegidos de
estos horrorosos juicios, los 144.000 podrán hacer su trabajo y glorificar al Señor.
En toda época Dios ha tenido un remanente fiel. Elías pensó que estaba solo,
pero Dios tenía 7.000 que todavía le eran fieles (1 Reyes 19:18). El sello que se
describe en Apocalipsis 7 por cierto tiene su trasfondo en Ezequiel 9:1–7, en
donde a los fieles se los sellaron antes de que cayeran los juicios de Dios. Así
que, mientras estos 144.000 judíos son un pueblo elegido durante los últimos días
con una tarea especial de Dios, también simbolizan a los elegidos fieles de Dios
en toda época de la historia.
El número 144.000 es significativo porque significa perfección y entereza (144
= 12 × 12). Algunos ven aquí la compleción de todo el pueblo de Dios: las doce
tribus de Israel (santos del Antiguo Testamento) y los apóstoles (santos del Nuevo
Testamento). Esto puede ser una buena aplicación del pasaje, pero no es la
interpretación básica; porque se nos dice que estos 144.000 son todos judíos, e
incluso se dan los nombres de las tribus.
Un hombre me dijo una vez que era uno de los 144.000; así que le pregunté:
“¿A qué tribu pertenece usted, y cómo puede demostrarlo?” Por supuesto, no
pudo demostrarlo, como tampoco un judío en la actualidad puede demostrar la
tribu de la cual desciende. Todos los registros genealógicos han quedado
destruidos. Incluso el hecho de que diez de las tribus fueron llevadas por los
asirios y están “perdidas” no es problema para Dios. Él conoce a su pueblo y
dónde están (ve Mateo 19:28; Hechos 26:7; Santiago 1:1).
Esto no es decir que nuestra interpretación literal de este pasaje no carece de
problemas. ¿Por qué se incluye a Leví cuando no tenía herencia con las otras
tribus? (Números 18:20–24; Josué 13:14). ¿Por qué se menciona a José pero no a
su hijo Efraín, quien por lo general se conecta con su hermano Manasés?
Finalmente, ¿por qué se omite la tribu de Dan aquí y sin embargo se la incluye en
la lista de Ezequiel para la repartición de la tierra? (Ezequiel 48:1). Se han dado
muchas sugerencias, pero no sabemos las respuestas. Incluso si interpretamos
este pasaje en un sentido espiritual (que Israel es la iglesia), no tendríamos más
certeza. Debemos permitir que Dios sepa “las cosas secretas”, y no permitir que
nuestra ignorancia de ellas nos estorbe para que no obedezcamos a lo que sí
sabemos (Deuteronomio 29:29).
Los gentiles salvos (vs. 9–17). No se puede leer el libro de Apocalipsis sin
formarse una perspectiva global, porque el énfasis recae en lo que Dios hace por
todo el mundo. El Cordero murió para redimir a personas “de todas naciones y
tribus y pueblos y lenguas” (Apocalipsis 7:9). “Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura” fue el mandato de nuestro Señor (Marcos 16:15).
No hay duda de quienes forman esta multitud, porque uno de los ancianos se
lo explicó a Juan (Apocalipsis 7:14): son los gentiles que han sido salvados por fe
en Cristo durante la tribulación. (Encontraremos al mismo grupo de nuevo en
Apocalipsis 14.) En tanto que hoy en nuestra parte del mundo es relativamente
fácil confesar a Cristo, este no será el caso durante la tribulación, por lo menos
durante la última mitad de ella. Entonces, a menos que la persona lleve “la marca
de la bestia”, no podrá ni comprar ni vender; y esto la dejará incluso sin las
necesidades básicas de la vida. Apocalipsis 7:16 indica que sufrirán hambre (ve
Apocalipsis 13:17), sed (Apocalipsis 16:4), y falta de refugio. (En cuanto al calor
del sol, ve Apocalipsis 16:8–9.)
El hecho de que estén de pie ante el trono y no sentados alrededor del mismo
indica que estas personas no se identifican con los veinticuatro ancianos. Es más,
¡Juan mismo no sabía quienes eran! Si hubieran sido los creyentes del Antiguo
Testamento, o la iglesia, Juan los hubiera reconocido. El que el anciano tuviera
que decirle a Juan quienes eran sugiere que son un pueblo especial, que en
verdad, lo son.
Por supuesto, en la ciudad celestial (Apocalipsis 21–22), todas las distinciones
cesarán y todos seremos simplemente el pueblo de Dios en gloria. Pero mientras
Dios está realizando su programa en la historia humana, las distinciones todavía
existen entre judíos, gentiles, la iglesia y los santos de la tribulación.
Juan dio una hermosa descripción de estas personas.
Primero, eran aceptados, porque estaban ante el trono de Dios y del Cordero.
Sin duda habían sido rechazados en la tierra porque defendían la verdad en un
tiempo cuando las mentiras eran populares y Satanás estaba a cargo. Sus
vestidos blancos y palmas simbolizan victoria: ¡en verdad eran vencedores! Los
judíos usaban palmas en su fiesta de los tabernáculos (Levítico 23:40–43), que
era un tiempo especial de regocijo nacional.
Segundo, estaban gozosos. Entonaban alabanzas al Padre y al Cordero; y en
su adoración se les unían los que estaban alrededor del trono.
Tercero, habían sido recompensados. Tenían el privilegio de estar ante el trono
de Dios y de servirle. Cuando el pueblo de Dios llegue al cielo, ¡habrá trabajo para
hacer! ¡Podemos servirle perfectamente! El Cordero nos pastoreará y nos dará
todo lo bueno (ve Isaías 49:10; Apocalipsis 21:4).
La apertura del séptimo sello da paso a los siete “juicios de las trompetas”
(Apocalipsis 8–11) y la ira de Dios aumentará tanto en intensidad como en
alcance. Pero antes de que eso ocurra, se nos asegura que en su ira Dios
recordará misericordia (Habacuc 3:2). A pesar de la ira de Dios y el terror
inspirado por Satanás y sus ayudantes, multitudes serán salvadas por la sangre
de Jesucristo. Sin que importe cuál sea la edad o dispensación, el camino de Dios
de salvación siempre ha sido el mismo: fe en Jesucristo, el Cordero de Dios.
Lamentablemente, sin embargo, multitudes durante ese tiempo también
rechazarán al Salvador y confiarán en “la bestia”. Pero, ¿acaso no hay personas
hoy día que prefieren a Satanás en lugar de a Cristo y prefieren a este mundo en
lugar del mundo venidero? Están tan condenadas como lo fueron los pecadores
de la tribulación que reciben la “marca de la bestia”.
Si tú nunca has confiado en el Salvador, hazlo ahora.
Si has confiado en él, entonces háblales a otros de las buenas nuevas de
salvación para que ellos puedan ser salvados de la ira que vendrá.
6
¡Toquen las Trompetas!
Apocalipsis 8–9
Con los sellos de juicio acabados, las trompetas de juicios están por empezar.
A éstas le seguirán las copas de juicio, culminando en la destrucción de Babilonia
y el retorno de Cristo a la tierra. Nota que desde los sellos hasta las trompetas y
luego hasta las copas, los juicios aumentan en su intensidad. Nota también que
los juicios de las trompetas y de las copas tocan los mismos aspectos, como
ilustra el siguiente sumario:
Las trompetas El juicio Las copas
7
Un Tiempo de Testimonio
Apocalipsis 10–11
Apocalipsis 10–14 describe los sucesos que tendrán lugar a mediados de la
tribulación de siete años. Esto explica la mención repetida que hace Juan del
segmento de tiempo de tres años y medio en una forma u otra (Apocalipsis 11:2–
3; 12:6, 14; 13:5). Al principio de este período el Anticristo empieza su conquista
prometiendo proteger a los judíos y ayudarles a reconstruir el templo en Jerusalén.
Pero después de tres años y medio romperá este acuerdo, invadirá el templo, y
empezará a perseguir a los judíos.
Por deprimentes que sean los eventos en el segmento a la mitad de la
tribulación, Dios no está sin testimonio en el mundo. En Apocalipsis 10–11 hay
tres testimonios importantes: el de un ángel fuerte (Apocalipsis 10:1–11), el de dos
testigos especiales (Apocalipsis 11:1–14), y el de los ancianos en el cielo
(Apocalipsis 11:15–19).
8
El Trío Terrible
Apocalipsis 12–13
9
Voces de Victoria
Apocalipsis 14–16
Uno de los temas que enlaza Apocalipsis 14–16 lo expresa la palabra “voz”,
que se usa once veces. En los eventos que se registran, Dios habla a su pueblo y
al mundo perdido, o sus criaturas hablan en alabanza al Señor o en advertencia al
mundo. Conforme el mundo entra a la segunda mitad de la tribulación, el cielo no
está en silencio.
10
¡Desolación y Destrucción!
Apocalipsis 17–18
11
El Rey y su Reino
Apocalipsis 19–20
12
¡Nuevas Todas las Cosas!
Apocalipsis 21–22
Creación del cielo y de la tierra, 1:1 Nuevos cielos y nueva tierra, 21:1
1
Wiersbe, W. W. (2013). Victoriosos en Cristo: Estudio Expositivo de Apocalipsis (pp. i–184).
Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente.