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“Toda persona tiene una vocación o misión específica e

IV MÓDULO
Proyecto de Vida, Sentido a la existencia y
Valores como formación Personal.

Fabiola Vásquez
PROYECTO DE VIDA
El proyecto de vida es “un plan que una persona se traza para conseguir objetivos en la
vida, es un camino para alcanzar metas. Le da coherencia a la existencia y marca un
estilo en el actuar, en las relaciones, en el modo de ver los acontecimientos” (Arboccó,
2014). En su construcción participan temas como la vocación, los modelos, la
adquisición de actitudes, el sentido de vida, los objetivos (a corto, mediano y largo
plazo), una clara planificación, una buena dosis de motivación y otros aspectos sociales.
Este proyecto se va formando desde que somos pequeños, por ello, los niños y
adolescentes requieren de adultos que se interesen en ellos, que los acompañen, guíen y
sirvan de ejemplo.
“Toda persona tiene una vocación o misión específica en la vida. Toda persona debe
llevar a cabo un destino concreto que exige su cumplimiento. Por ello es irreemplazable,
y su vida, irrepetible. De este modo, la tarea de cada persona es única así como la
oportunidad específica de realizarla” "El hombre en busca de sentido" (Viktor E.
Frankl)

Las personas que elaboran su proyecto de vida utilizan sus experiencias, sus
posibilidades y las alternativas concretas que le ofrece el ambiente y la forma en que se
desarrolla su vida. Todo proyecto (pequeño o grande) permite sentirse competente y se
convierte así en un factor protector de muchos problemas como la apatía, la depresión,
la baja autoestima, las adicciones o la delincuencia. La incertidumbre del futuro se
transforma en una serie de metas y riesgos que podemos contemplar en nuestro proyecto
de vida y que nos invitan a estar preparados. Hacer una pausa y reflexionar sobre
nuestras decisiones en el futuro será un ejercicio de previsión y autovaloración que vale
la pena llevar a cabo. El futuro nos aguarda.
MI ADOLESCENCIA UN PROYECTO DE VIDA
LA ADOLESCENCIA COMO UNA ETAPA DE TRANSICIÓN LA
ADOLESCENCIA IMPLICA UNA TRANSICIÓN DEL MUNDO
INFANTIL AL MUNDO DEL ADULTO.

Mientras crecemos, no solo cambiamos físicamente: también cambiamos la


forma en que pensamos y sentimos. Sin embargo, debido a que estos
cambios son internos y tienen una conexión con nuestros afectos, son
mucho más complejos de entender y asimilar.
La identidad es la vivencia o la sensación que cada uno de nosotros tiene de
ser uno mismo, es decir, es lo que nos caracteriza y nos permite ser
distintos ante los demás. Esto es algo que construimos desde pequeños y
que al salir del colegio empieza a concretarse con la elección vocacional.
Este momento de nuestras vidas suele movilizarnos y angustiarnos. Es un
momento de crisis común y normal. Si transitamos por este periodo de
manera satisfactoria, entonces hemos pasado por un punto importante en la
construcción de nuestra identidad. Sin embargo, a veces la angustia puede
superarnos y generar que nuestro intento por lograr una identidad real se
vea afectado, lo que trae consigo más bien una identidad en crisis.
Los cambios que sufrimos internamente los vivimos de diferentes maneras,
no solo debido a nuestras características personales (carácter y afectos),
sino también de acuerdo a cómo hemos sido criados y a lo que hemos
recibido de nuestro entorno. Empezamos a buscar cierta independencia,
descubrimos nuestros gustos, pasatiempos, intereses, y nos vamos
identificando con ciertas personas y grupos. En este sentido, la
adolescencia implica una etapa de cambios que, si la transitamos
satisfactoriamente, nos ayudará a lograr una identidad real y a llevar a cabo
un proyecto de vida que vaya acorde con ella. No obstante, nos
encontramos con diferentes factores que pueden obstaculizar este proceso.
ALGUNOS FACTORES QUE INFLUYEN EN NUESTRO PROYECTO
DE VIDA SI BIEN ES CIERTO QUE LA ELECCIÓN DE CARRERA Y
EL INGRESO A LA UNIVERSIDAD IMPLICAN UN CAMBIO
IMPORTANTE, EXISTEN VARIOS FACTORES QUE INFLUYEN EN
ESTE PROCESO Y LO VUELVEN MÁS O MENOS COMPLEJO.
Algunos de estos factores están relacionados con el origen social o el
contexto en el cual hemos crecido, así como con la influencia de terceros,
como los medios de comunicación. En el proceso de búsqueda de nuestra
identidad es común que podamos confundirnos sin darnos cuenta y adoptar
una falsa identidad. La razón de esto puede ser que la sociedad nos ofrece
un ideal de identidad que, sin querer, adoptamos. Así, los medios de
comunicación y la publicidad juegan un papel importante en este proceso,
ya que los jóvenes somos un gran mercado que a veces puede ser
manipulado. En este sentido, a veces podemos elegir una carrera que no
vaya acorde con nosotros y con nuestra realidad, y optamos por la que
creemos que puede ser la mejor de acuerdo con el deseo de otras personas.
Es importante reconocer que renunciar a lo que los demás quieren de
nosotros puede generar muchos conflictos, pero nos permite retomar un
modelo adulto propio y no impuesto. PENSEMOS… SI ESTAMOS
ELIGIENDO UNA CARRERA, ¿VA ACORDE CON NOSOTROS O ES
ACASO LA QUE NUESTROS AMIGOS NOS DICEN QUE
ESTUDIEMOS? ¿ES LA CARRERA DE MODA, LA QUE LOS DEMÁS
DICEN QUE ES LA MEJOR? Por otro lado, para algunos estudiantes que
provienen de contextos diferentes o lejanos al del mundo universitario, el
proceso de transición se puede volver tenso y desafiante. Ambos factores,
el social y el académico, nos generan malestar y dificultades en esta
transición. Si estamos desaprobando algún curso, si dejamos de ir a clases,
o si notamos una incongruencia entre lo que recibimos y a lo que
aspiramos, se vuelve relevante pensar si estamos pasando por una
transición poco satisfactoria o si estamos en una carrera poco coherente con
nosotros. Entonces, podemos encontrarnos con diversos factores
individuales (la crisis en la adolescencia), sociales (el contexto en el cual
hemos crecido) y académicos (nuestras habilidades y competencias) que in-
fluyen en este proceso. En este sentido, a veces podemos comprometernos
con una carrera sin haber primero explorado quiénes somos. A
continuación, veremos un poco más de cómo manejar esto.
LA VERDADERA INDEPENDENCIA IMPLICA PODER TOMAR DECISIONES
IDENTIFICANDO NUESTRAS RAZONES PERSONALES, NUESTRA REALIDAD, Y
RESPONSABILIZÁNDONOS DE ELLO
SENTIDO DE LA VIDA
“Quien tiene un porqué para vivir, hallará casi siempre cómo hacerlo”
El ser humano posee una motivación para encontrar un sentido a su vida.
• La voluntad es la actitud de decidir y ordenar la propia conducta. • Es el motor, la fuerza
primaria con la que se emprende la vida.
Cada uno busca un sentido o significado.
• Cuando no lo vemos nos sentimos vacíos, agobiados
• Si se pierde, se vive ante una situación de vacío existencial, que engendra enfermedades
psíquicas y físicas.
Los seres humanos necesitan preocuparse por dar sentido a sus vidas; cada uno imprime el que
selecciona para sí mismo.
• El sentido existe y cada uno tenemos que descubrirlo.

1.- RESPONSABILIDAD
Capacidad de responder a la vida que interroga en diferentes
situaciones.
• Cada persona se responde cuando pregunta a la vida el ¿PARA
QUÉ?.
• La vida no responde esa pregunta es el ser humano el que
contesta.
Para reflexionar:
• ¿Qué harías diferente en tu vida si sabes que nadie te juzgará? • ¿Te dedicas a lo que te
apasiona? • Si te quedara un mes de vida, ¿cómo lo emplearías? • ¿Vives tu vida para ser feliz o
para hacer feliz a los demás? • Quiero superar esta crisis para… • Mis tareas más importantes en
la vida son:… • Los propósitos y sueños que más me ilusionan son… • ¿Te estás aferrando a
algo que debes dejar ir?
2.- LIBERTAD
• Al hombre se le pueden arrebatar todas las libertades.
• Elige la actitud para decidir su propio camino.
• La libertad que nadie te puede quitar: la de ser tú mismo.
• Es la más profunda, genuina, libre de miedos, ataduras.
• La clave de la vida no está en lo que nos sucede, sino en cómo respondemos a lo que nos
sucede.
Libertad de voluntad
Somos libres para vivir la vida y escoger el destino.
• Elegir voluntariamente asumiendo motivos para actuar, pensar, sentir y estar en el mundo.
• Lo que llega del mundo exterior y lo que respondes, existe un espacio íntimo: la libertad de
decidir.

VALORES
Los valores son aquellos principios, virtudes o cualidades que
caracterizan a una persona y la destacan, a la vez le impulsan a
actuar de una u otra manera porque forman parte de sus creencias,
determinan sus conductas y expresan sus intereses y sentimientos.
Valores de experiencia: lo que recibo
• Valores de creación: lo que doy
• Valores de actitud: lo que doy a la vida como respuesta de lo que
recibo, surgen en el interior, en la soledad existencial.
• Valores creativos: necesitan de otra persona para vivirse, en una relación interpersonal: Yo-tú.
Los valores tienen una connotación positiva y guían el actuar de individuos o grupos ya que
definen la manera en la que una persona se relaciona consigo misma, con un tercero y con el
entorno. Algunos de los valores más destacados son la responsabilidad, la justicia, la lealtad y la
paz.
Existen diferentes tipos de valores que se relacionan con diversos aspectos de la persona,
muchos son cualidades innatas al ser humano que pueden practicarse hasta convertirse en
hábito. Además de los valores universales (que se busca que sean respetados por todos), cada
individuo tiene su propia escala de valores, ya que por su personalidad o experiencia de vida
puede tender a buscar o actuar en base a valores determinados.

¿Para qué sirven los valores?

Los valores sirven de guía en el accionar de los individuos y grupos dentro de una sociedad.
Fomentan el accionar positivo para la mejora interior de cada persona y la convivencia y
armonía social, por lo que es recomendable que se inculquen desde la primera infancia, en el
hogar y en la escuela, para criar niñas y niños respetuosos/as de los valores fundamentales.

Se define a los valores como históricos, es decir, que su origen se relaciona con un contexto
social y cultural, que influye directamente en su concepción y formación. De este modo, las
sociedades tienen valores diferentes sobre los modos de actuar, de comportamiento, morales
y de convivencia.

A la vez que se da esta diferencia, también existen muchos valores llamados “universales”, que
se espera que sean respetados por todos los seres humanos, como el valor de la paz, la
solidaridad, la tolerancia y el respeto.

Tipos de valores

Los distintos valores se clasifican según criterios específicos en:

Valores personales. Son los que guían el actuar de una


persona en su vida. Muchas veces, provienen de la
experiencia directa que tiene cada individuo. Por ejemplo:
la lealtad.

Valores socio-culturales. Son los cánones generales que


funcionan dentro de una sociedad y guían el
comportamiento de sus miembros. Se debe tener en
cuenta que coexisten una variedad de valores en una
sociedad y momento histórico dado. Por ejemplo: la
solidaridad.

Valores familiares. Son los que se desarrollan dentro de una familia en particular y suelen ser
transmitidos de generación en generación. Por ejemplo: la perseverancia.

Valores materiales. Son depositados sobre los objetos y bienes que utiliza el ser humano para
subsistir. Por ejemplo: la vestimenta.

Valores intelectuales. Son aquellos que potencian al individuo desde el ámbito del
conocimiento. Por ejemplo: la sabiduría.

Valores espirituales. Son aquellos que se basan en aspectos inmateriales y aluden a la


importancia que el sujeto les da a aspectos como la expresión artística o religiosa. Por ejemplo:
la fe.

Valores profesionales. Son los que se llevan adelante en un contexto laboral. Por ejemplo: la
puntualidad.

Valores políticos. Son aquellos que se relacionan con el ámbito político. Por ejemplo: la
honestidad.
Valores morales. Son las conductas que una sociedad acepta y entiende que son
indispensables para mantener el orden social. Por ejemplo: la justicia.

Ejemplos de valores

Algunos de los valores más representativos son:

Responsabilidad. Capacidad de cumplir y respetar las obligaciones, acuerdos o promesas.

Respeto. Capacidad de aceptar la dignidad ajena.

Justicia. Capacidad de dar a cada uno lo que le corresponde.

Honestidad. Capacidad de comportarse y responder con sinceridad y justicia.

Gratitud. Capacidad de reconocer el beneficio recibido.

Perseverancia. Capacidad de continuar una labor a pesar de la fatiga o los fracasos.

Empatía. Capacidad de reconocer y aceptar las emociones y sentimientos de los demás.

Fidelidad. Capacidad de cumplir promesas y permanecer firme en los vínculos.

Lealtad. Capacidad de mantenerse fiel a principios, personas o causas.

Paciencia. Capacidad de hacer frente a los contratiempos con entereza.

Tolerancia. Capacidad de aceptar las opiniones o puntos de vista ajenos.

Sinceridad. Capacidad de decir y actuar según lo que se cree y piensa.

Prudencia. Capacidad de actuar con justicia, coherencia y moderación.

Valores y antivalores

Lo contrario a los valores son los antivalores, ya que estos últimos son actitudes negativas que
van en contra de algún valor porque promueven un accionar inadecuado o peligroso.

Mientras los valores guían de forma positiva el obrar de un individuo, los antivalores van en
contra de aquello que es bueno para la persona o la sociedad en su conjunto.

Algunos ejemplos de antivalores son: la irresponsabilidad, la intolerancia, la impaciencia, la


injusticia, la infidelidad, la deshonestidad, la incoherencia, el egoísmo, entre otros.

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