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Por Fernanda Ramón

MÉXICO_ Aprender a lidiar con la ansiedad, el estrés y el miedo que a veces


rodean a muchas mujeres durante el embarazo puede prevenir situaciones de
riesgo, como la depresión postparto, afirman especialistas.

Aunque los cambios físicos y biológicos de la mujer en esa etapa son bien sabidos,
los aspectos psicológicos no lo son tanto, y sin embargo son clave en el desarrollo
de la maternidad y el maternaje.

Identificarlos es el primer paso para lidiar con ellos, advierten.

Aprender a tener una buena relación madre-hijo y crear un vínculo seguro, serán
pasos clave.

Antes del embarazo

Una vez que has decidido tener hijos y formulas en tu mente la imagen de tu
futura familia, has comenzado el camino para ser madre.

La psicóloga Jannet Cendejas, especialista en psicoterapia y psicodiagnóstico del


adulto y el niño, dice que en este proceso que inicia a partir de tus propias
construcciones sociales e individuales influye, en parte, la relación que hayas
llevado con tu mamá.

Con ella coincide la psicóloga Gabriela Martínez, especialista en psicoterapia


infantil y del adolescente, quien agrega que si hubo dificultad en la relación
madre e hija, es posible heredar un patrón alterado de cuidado y crianza.

Si a eso le agregamos variables como si se cuenta o no con redes de apoyo, la


situación marital, consumo de sustancias o depresión, el resultado es una mamá
ensimismada, incapaz de conectar con su hijo.

Martínez explica que lo anterior puede inhibir la capacidad de la madre para


comprender las relaciones sociales y su habilidad para identificar y manejar los
sentimientos, además de disminuir su nivel de energía, sueño y respuesta al
estrés.

También podría impedirle ofrecer un apego seguro al niño, algo vital desde el
embarazo.

El apego

Se trata del vínculo afectivo entre mamá y bebé, el cual predestina cómo se
relacionará éste último con los demás.

Comienza desde el embarazo y se desarrolla durante toda la vida.


Es la capacidad de identificar y entender los sentimientos del niño, de darle
atención y seguridad, tanto emocional como física.

Gabriela Martínez, especialista en psicoterapia infantil y del adolescente, detalla


que si no se da esa sincronía, en el menor se pueden ir alterando funciones como
el procesamiento de la información y de cómo interpreta las situaciones o la
comunicación no verbal.

"También se pueden generar conductas hiperactivas", añade.

El embarazo

Llegaron los vómitos, las náuseas, y el vientre crece cada vez más.

En el primer trimestre, algunas mujeres tratan de superar la angustia por los


síntomas físicos, al mismo tiempo que intentan adaptarse al desarrollo del
embrión en su cuerpo.

Una de las preocupaciones más comunes es el aumento de peso, que en casos de


gravedad puede provocar pregorexia, es decir, anorexia durante la gestación.

La pregorexia se considera un trastorno psiquiátrico, en el que la embarazada no


come lo suficiente o, en el caso extremo, llega a tener regímenes de dieta y
ejercicio excesivo y extenuante.

La ansiedad o trastornos compulsivos también pueden aparecer en quienes no


saben cómo afrontar los cambios y no tienen buenos antecedentes para el manejo
del estrés.

Sin embargo, Jannet Cendejas, especialista en psicoterapia y psicodiagnóstico del


adulto y el niño, dice que si una mamá se concentra en las necesidades del ser que
se forma en su vientre y en el desarrollo de su relación con él, cambiará los
sentimientos de molestia, tristeza o ansiedad por los de emoción y bienestar.

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