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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Al comienzo de este discurso en Santo Padre ha referido al origen de la


teología occidental y de las raíces de la cultura europea, manifestando la
importancia que tiene la búsqueda de Dios. Los monjes querían dedicarse con
empeño por manifestar una vida bajo los mandatos del Señor. Deseaban
caminara lo que es dignamente importante y honrado por medio de la palabra
en los libros de las Sagradas Escrituras que establecía la ley para la
convivencia de los hombres. De esta manera es entendible que encontrar a
Dios implica dedicación y amor por la palabra. Es necesario comprenderla en
su estructura porque la lectura de las escrituras es a mi parecer un encuentro
personal con Dios.
Se menciona en el discurso del Santo Padre:
La Palabra que muestra el camino de la búsqueda de Dios y es ella
misma el camino, es una Palabra que se dirige a la comunidad. De hecho, llega
hasta el fondo del corazón de cada uno (cf. Hch 2, 37).
Entendemos de esto que una de las cosas más importante de la palabra
es que no lleva a un camino, sino que conlleva en una misma comunión de fe y
por eso hace falta no sólo recapacitar en ella, sino leerla apropiadamente, para
que se abra un camino hacia el corazón y reconozcamos la Palabra Bíblica
como Palabra de Dios
El Dios que habla en la Biblia nos guía cómo hablar con Él desde una
lectura cercana con fe. Este libro representa una colección de textos literarios,
cuya redacción duró más de un milenio con la recopilación de información
verídica que nos brinda un camino hacia Cristo. Así como a través de las
palabras humanas, es decir que Dios nos habla a través de los hombres,
mediante sus palabras y su historia, por lo tanto es importante la interpretación
de la Palabra de Dios. La fe comprende en las palabras que desarrolla su
misterio a través de tal composición y de la realidad de una historia humana.
Esta estructura especial de la Biblia es un reto siempre nuevo para cada
generación. La Palabra de Dios y su acción en el mundo se muestran
solamente en la palabra y en la historia humana. Qué el mayor significado
tenga la escritura y su comprensión únicamente a partir del contenido, lo ha
expresado de manera fuerte en la frase: “La letra por sí mata y, en cambio, el
Espíritu da vida” (2 Cor 3, 6). Así como también: “Donde está el Espíritu… hay
libertad” (2 Cor 3, 17). La grandeza y la profundidad de tal enfoque de la
Palabra bíblica, sin embargo, solo se puede comprender si se alcanza
entonces que ese Espíritu liberador tiene un nombre y que la libertad tiene por
tanto un orden interior: “El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del
Señor hay libertad” (2 Cor 3,17). El Espíritu es Cristo, y por lo tanto, Cristo es el
Señor que nos indica el camino. Con la palabra sobre el Espíritu y sobre la
libertad se nos da un abanico de posibilidades donde podemos interpretar y
aprender de la misma, generando un lazo mucho más profundo al de la letra.
Justamente es necesario entender que Dios es el Creador del mundo, y
la creación todavía no ha acabado. Esto nos muestra que todas las personas
tenemos un arduo trabajo de la mano de Dios que nos capacita dándonos los
dones y talentos necesarios para participar en su obra, la creación del mundo.
Del monaquismo una misión junto con la prédica de la palabra, la valentía por
parte del hombre sean un colaborar con el Creador, tomándolo como modelo,
como guía, dejando todo saber propio bajo la voluntad y providencia de Dios.
Históricamente se conoce que la actitud más importante de los monjes
era la búsqueda de Dios. Se podría decir que esta era como una misión que
ellos tenían, con la cual se acercaban a los demás enseñándoles la verdad de
la palabra y la importancia para la salvación. Quien se constituía como monje,
avanzaba por un camino largo y profundo, pero había encontrado ya la
dirección: la Palabra de la Biblia en la que oía que hablaba el mismo Dios.
Entonces hacía lo posible para comprenderle, para poder caminar hacia Él. Así
el camino de los monjes, pese a seguir por mucho, se desarrolla ya dentro de
la Palabra acogida. La Palabra de Dios mismo se encuentra con los hombres y
por eso los hombres a través de ella pueden alcanzar a Dios, es decir que debe
haber un cambio en las personas que evidencie como ha creado así una
convicción que puede transformarse en vida. La expresión clásica de esa
necesidad de la fe cristiana de hacerse comunicable a los otros es una frase de
la Primera Carta de Pedro, la universalidad de Dios y de la razón abierta hacia
Él comprenden para ellos la motivación y también el deber del anuncio. Para
ellos la fe no representaba a las costumbres culturales, diversas según los
pueblos, sino al ámbito de la verdad que igualmente tiene en cuenta a todos.
La importancia de llevar la buena noticia de la palabra de Dios, es la
oportunidad de decir ahora a todos los pueblos: Él se ha revelado. Él
personalmente. Y ahora está abierto el camino hacia Él. La gran importancia
del anuncio cristiano esta en que podemos tomar la decisión de actuar: Él se
ha mostrado, Él está aquí por amor a nosotros y para acompañarnos en
nuestro caminar por la vida. Siempre humildes del corazón, y confiar en que
Dios ve lo que hay en nuestros corazones, partiendo de esta verdad, mantener
una actitud recta en los mandamientos de Dios y ser personas de buena
voluntad con el prójimo.
Ya para finalizar, la lectura de las santas escrituras nos permiten
comprende bajo la gracia del espíritu santo, nos orientan cómo comportarnos y
dan sentido a nuestras vidas por medio de la identidad que obtenemos de Dios
Padre.
¡Que todos seamos un pueblo aferrado a leer, aplicar y dar a conocer el
tesoro más grande: Las Santas Escrituras!

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