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Guzmán
Resumen
Teoría del caso
Litigación
Lic. David Solís
5to cuatrimestre
Derecho Dominical
Litigar juicios orales es un ejercicio profundamente estratégico. Esta es una idea
incómoda para nuestra cultura jurídica tradicional, pues siempre hemos concebido al juicio
penal como un ejercicio de averiguación de la verdad; y siendo así, ¿cómo podría el juicio
ser una cuestión estratégica? No hay nada estratégico acerca de la verdad, diría un jurista
clásico: o el imputado mató a la víctima, o no la mató; o robó el banco, o no lo robó; ¿qué
lugar tiene aquí la estrategia como no sea más bien un intento por, precisamente, ocultar
o distorsionar la verdad? Esta es, más o menos, la postura que subyace a nuestra cultura
tradicional.
Sin embargo, incluso cuando uno concuerde con que el mejor valor del juicio penal es
distinguir quién es culpable de quién es inocente –descubrir la verdad, dirían algunos– lo
cierto es que esa verdad se encuentra en un pasado que, lamentablemente, nadie puede
visitar. Los hechos que componen el delito y sus circunstancias suelen ser de enorme
complejidad y, entre lo uno y lo otro, para un gran número de causas lo más probable es
que nunca sepamos realmente qué fue exactamente lo que ocurrió.
Por ejemplo, en la forma en que declaran los testigos – espontáneamente y no bajo las
preguntas de alguien, al menos inicialmente– como si los testigos no tuvieran más que
‘contar la verdad’ acerca de lo que percibieron y como si eso que percibieron no estuviera
al servicio de una particular versión de las muchas en competencia; lo mismo ocurre
cuando los objetos y documentos ingresan al debate simplemente por ser recolectados,
sin que nadie los ponga en el contexto de un relato.