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a) Naturaleza
b) Antecedentes históricos
a) Preliminar
Las conductas humanas se regulan por la norma, que tiene por misión la
regulación de conductas humanas para posibilitar las reglas de convivencia
entre las personas que integran la sociedad.
Las normas por vinculantes, tienen que ser respetadas por todos, en tanto
sean integrantes de la sociedad; de suerte que la obediencia a estas normas
es insoslayable para una mejor convivencia humana. La regulación que
marca la norma implica, desde luego, un interesante proceso de
comunicación e interinfluencia entre todos los miembros del colectivo
social, y cuya concreción se realiza mediante una relación estructural y que
se la conoce como "expectativa". Se espera que todos los individuos se
adecuen a una norma; de ahí que la convivencia humana se regula mediante
un sistema de expectativas que, a su vez, resueltamente procede de la
norma. El problema se presenta cuando las expectativas no se cumplen,
esto es, se frustran. Consecuentemente, aparece la sociedad representada
por el Estado para escoger soluciones a esas frustraciones. Las opciones
son muchas, lo que importa es permitir que la convivencia se conserve. La
respuesta la da el Derecho, elaborando la sanción ante la declaración y
comprobación de la frustración de una expectativa y, acto seguido,
reaccionando punitivamente frente a esa frustración.
Todo esto nos lleva a sostener que la intervención del Derecho se hace para
resguardar la libertad ajena frente a las intrusiones de otros
comportamientos. De ahí que el Derecho se preocupe tan sólo de la
exterioridad de la acción y no del fuero interno del individuo. Con
seguridad cuando se castiga el homicidio se está refiriendo al
comportamiento exterior y no, en cambio, a la libertad de pensamiento. El
ámbito de las intenciones es ajeno a la regulación jurídica, no tanto porque
sea incoercible, sino porque constituye un campo privado, que debe ser
sustraído a las leyes del colectivo social (Cfr. BOBBIO, 1969: 86 y ss.).
En suma, el Derecho centra su preocupación en las manifestaciones que
ofrece el desarrollo de la conducta, en tanto, en que este comportamiento
repercuta o pueda lesionar a otros.
b. Como ya habíamos dicho, el Derecho penal es el conjunto de normas
jurídico-positivas que garantizan su cumplimiento a través de la fuerza
pública. Las normas expresan la soberanía del Estado que para su
efectividad recurren a la coacción. El Derecho penal es un derecho
eminentemente positivo, pues así lo reconoce el poder político. Las normas
deben ser cumplidas por los ciudadanos, porque el mandato viene de la
voluntad soberana representada por el Estado que es, quien la impone; y su
cumplimiento queda garantizado coactivamente e, inclusive, acentuando el
instrumento coactivo más fuerte que pueda emplear y que hasta ahora no es
otro que la pena.
COBA-VIVES, sustentan que no sólo cabe afirmar que el derecho penal es
una parte; del ordenamiento jurídico positivo, sino que es, además, una
parte cualificada que desempeña una función de "ultima ratio" del
ordenamiento jurídico como un todo, puesto que contiene sus últimas y
más temibles defensas (1991: 33).
El Derecho penal entendido en el sentido anotado releva su carácter de
derecho positivo (perteneciente al derecho público); igualmente su
independencia con las demás parcelas del ordenamiento jurídico;
autonomía que se ejerce al elaborar sus presupuestos y prever claramente
sus consecuencias, claro está, la autonomía a que hace referencia no es
ilimitada ni irrestricta, tiene que calzarse en primer lugar con el principio
de intervención mínima (MORILLAS CUEVA, 1983: 62).
Los principios limitadores del poder político jurídico, o poder sujeto a
derecho son sometidos a la ley (COBA, 1976: 266). Los principios
inspiradores y, a su vez, limitadores de este poder, registramos: legalidad,
necesidad, imputación subjetiva, culpabilidad y humanidad; principios -
como garantías que son- vienen aparejados con exigencias puntuales:
intervención mínima, sub sidiaridad, carácter fragmentario del Derecho
penal, preeminencia destacada de la ley, taxatividad punitiva, y en fin, toda
la gama de garantías que van desde lo penal, pasa por lo procesal, y termina
en las garantías de la ejecución penal. Debe agregarse la prohibición de
toda responsabilidad por el resultado, afirmar la responsabilidad personal y
connotar la co-culpabilidad social, interdicción categórica de la utilización
de penas premeditadamente escogidas para castigar o destruir a la persona
humana y, lógicamente, rechazar explícitamente medidas crueles y
degradantes.
Para nosotros el panorama es claro, el art. IV (T.P. del C.P.) establece: "la
pena, necesariamente precisa la lesión o puesta en peligro de bienes
jurídicos tutelados por la ley".
El sistema penal peruano, legislativamente, asume que la misión del
Derecho penal es la de proteger bienes jurídicos frente a eventuales
lesiones o puestas en peligro que ellos sufriesen. Por otro lado, esta es la
opinión prevalente en la doctrina. La relación más amplia que postula
WEIZEL es compatible con la afirmación del texto legal peruano; en
efecto, WEIZEL menciona la protección de los valores de la actitud interna
de carácter ético social e inclusive siempre que se comprenda la protección
de los bienes jurídicos (1976: 11). Del mismo modo, no es ajeno lo que al
respecto propugna JAKOBS: que la misión de la pena estatal es la
prevención general confirmando el reconocimiento normativo, más
específicamente, la "prevención general positiva" (1991: 1-15).
BlBLIOGRAFIA
Art. II.- "Nadie será sancionado por un acto no previsto como delito o falta
por la ley vigente al momento de su comisión, ni sometido a pena o medida
de seguridad que no se encuentren establecidas en ella".
a) Introducción
En todo caso, esto es mejor para la seguridad jurídica, pues es el precio que
debe pagarse para poder vivir organizadamente en la sociedad.
El "nullum crimen sine lege" -advierte JIMENES DE ASUA- es una
garantía de todo individuo para no ser perseguido caprichosamente por sus
actos inocentes, y difícilmente se dejarán los ciudadanos arrancar tan
fundamental garantía (1964:339; Cfr JESCHECK, 1978: 104; Cfr.
MEZGER, 1955: 140).
La exigencia mínima oponible al ejercicio punitivo del Estado debe ser
necesariamente ubicada dentro de los límites formales que debe
encuadrarse dicha facultad represora. La alusión a los límites formales está
referida a la "forma" conque se presenta materialmente la potestad punitiva
en toda su extensión; de modo que el principio de legalidad busca
seriamente someter al Estado a la ley, la garantización de la seguridad
jurídica y los derechos fundamentales de la persona humana (1984: 47).
El principio de legalidad expresa:
a. Garantías legales que inciden en el "quo modo" de las leyes penales tales
como que las leyes deben ser precisas, claras, estrictas e irretroactivas.
b. Garantías formales o procesales (precisión de los órganos encargados de
la dictación de leyes, así como la determinación de los órganos que van a
aplicarlas),
c. Garantías en la ejecución de las penas. El aporte, en nuestros días, reside
en que las garantías, como se ve, no se agotan en la formalidad: sin
embargo, como dice QUINTERO OLIVARES no hay que confundir la
formulación teórica del principio con su incorporación efectiva al derecho
positivo (1992: 38). RODRIGUEZ MOURULLO se orienta a comprender
de lo que en profundidad supone el principio de legalidad: se requiere
estudiar su origen filosófico-político y su evolución, para entender que su
significado es a la vez político y científico (1978: 59). Desde la perspectiva
política, el principio de legalidad es indesligable del Estado de Derecho; y
en plano científico, el principio de legalidad requiere que los hechos que
pretende reprimir sean precisos, y al igual la entidad y cantidad de la pena
imponible.
todas las garantías que conlleva; se requiere mucho más para acercarse lo
más humanamente posible al ideal de justicia que el derecho positivo
proclama alcanzar.
La dimensión del principio de legalidad en el actual Estado de derecho es
fabuloso y, según JESCHECK, este principio, como postulado de
"garantía" comprende la parte formal y material sobre los cuales se asienta
el Estado de derecho. La referencia material al Estado de derecho fortalece
y da sentido al aspecto formal del mismo. De tal suerte que el cabal
cumplimiento de la ley positiva significaría la verificalidad de tales
requerimientos. El principio de legalidad escrupulosamente aplicado, es
como indica RODRIGUEZ MOURUILO, piedra de toque para comprobar
si se respetan o no las exigencias del Estado de derecho, precisa
determinación que constituye la insustituible garantía de seguridad política
para los derechos fundamentales de la persona, cuyo logro representa para
un Estado de derecho, una verdadera exigencia ética (1971: 882 y ss).
Conviene aclarar que solamente un Estado democrático de derecho hace
efectivo el principio de legalidad.
h) Evolución histórica del principio de legalidad
1. El principio de legalidad, como tal, nace recién con el Estado de derecho.
El proceso de nacimiento y desarrollo del principio de intervención
legalizada hunde sus orígenes en épocas remotas.
El derecho romano, con Ulpiano esculpió en el Digesto "poena non
irrogatur, nisi quae quoque lege velquo olio iure specíaliter hic delicto
imposita es> (citado por RODRIGUEZ MOURULLO; 1971: 882 y 883;
Cfr. HASSEMER, 1984: 312). Sin embargo, este principio no tiene origen
romano.
El antiguo derecho germánico más apegado a la costumbre ignoró este
principio.
El artículo 39 de la Magna Carta expedida por el Rey Juan n, llamado
también 'Juan sin tierra" (1215) es el remoto antecedente. Asimismo, en
1188 en España en el decreto de Alfonso IX.
Realmente el principio de legalidad, tal como 10 entendemos actualmente,
no procede de la Magna Carta, pues solamente en este documento puede
rastrearse el origen de la denominada "rule of law" (regla de
BIBLIOGRAFIA
MIR PUIG, Santiago (1991) Derecho penal, Parte general, ppu, Barcelona.
MUÑOZ CONDE, Francisco (1975) Introducción al Derecho penal, Bosch,
Barcelona.
DERECHO PENAL GENERAL
BIBLIOGRAFIA
CEREZO MIR, José (1990), Curso de Derecho penal español, Parte
general, 1, Tecnos, Madrid.
FERNANDEZ CARRASQUlLLA, Juan (1993), Derecho penal
fundamental, Vol. II, Temis, Bogotá.
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la prohibición de la analogía en el Derecho penal", en: Anuario de
Derechos Humanos 2, Universidad Complutense.
HURTADO POZO José, (1991): "A propósito de la interpretación de la ley
penal", en: Doctrina Penal, Año 14, 1991-b, Depalma, Buenos Aires.
5. El principio de protección de bienes jurídicos
El artículo IV, Título Preliminar del C.P. reza lo siguiente: "La Pena,
necesariamente, precisa la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos
tutelados por la ley".
Esta norma rectora es una de las más importantes, pues asegura el
cumplimiento del principio de legalidad y otras garantías fundamentales.
Para que una conducta típica sea sancionable se exige que lesione o ponga
en peligro el bien jurídico tutelado por la ley. Esta ilicitud es tanto formal
como material. En este precepto, además de la antijuricidad, tiene que
distinguirse el alcance del daño y la visualización del peligro, el desvalor
de acción y del resultado y, sobre todo, el fenómeno del bien jurídico. En
suma, no basta la pura contradicción entre conducta y norma prohibitiva,
precísase la ofensa. En otras palabras, el comportamiento debe lesionar o
poner en peligro intereses de la colectividad y del individuo.
Entendemos por daño la destrucción o menoscabo del interés protegido,
tutelado por los tipos penales de la Parte Especial; mientras que el peligro
lo concebimos como aproximación a la ejecución de la destrucción o
deterioro del bien jurídico (adelantamiento de punibilidad). Necesariamente
debe existir posibilidad real de la producción de un resultado. En cuanto al
desvalor del acto y desvalor del resultado, es necesario connotarlos.
Una exacta concepción del injusto se orienta a la punición estrictamente de
las lesiones efectivas, proscribiéndose categóricamente la tendencia a
castigar las ideas, los pensamientos y la mera peligrosidad. El resultado
debe estar vinculado a la subjetividad o voluntad del autor.
El Derecho positivo peruano es tajante en cuanto a vincular el Derecho
penal con la protección de bienes jurídicos. En efecto, el ordenamiento
penal se concreta a proteger "bienes vitales": vida, libertad, salud,
seguridad, patrimonio, etc. Lo importante es que los bienes vitales sean
indispensables para la convivencia humana en sociedad y que, por eso
mismo deben ser protegidos por el poder coactivo del Estado a través de la
pena pública JESCHECK, vol. 1, 1981a: 10).
La relevancia del principio de ofensividad del bien jurídico y la carga del
injusto que se ocasiona se enlaza en una comprensión general del Derecho
como protector de bienes e intereses ya constituidos, y no
La potestad punitiva del Estado está limitada por el hecho que sólo se
pueden castigar penalmente aquellas conductas que lesionen o pongan en
peligro bienes jurídicos. Esto supone, por tanto, que no pueda reprimirse
penalmente meras infracciones al deber, o ilícito s administrativos.
Además, de la gama de bienes jurídicos existentes en un sistema normativo,
el Derecho penal sólo puede ser utilizado para proteger a los más
importantes, y contra los ataques que adquieran cierta gravedad.
Esta función, sin embargo, no debe ser sobredimensionada. En principio,
porque aun cuando se considere que la estructuración de bienes jurídicos
responde a criterios valorativos, éstos no en todos los casos son correctos
(COBO-VIVES, 1991: 252). No olvidemos, además, que estas valoraciones
están condicionadas históricamente; tras el proceso de acuñación de los
bienes jurídicos subyacen intereses y percepciones predominantes del
grupo o la clase que controla la estructura del Estado. Dentro de este
contexto, es posible que se opere el fenómeno, que MUÑOZ CONDE
denomina de "perversión del concepto de bien jurídico". Esto sucede
cuando la sociedad está estructurada de un modo poco democrática o
cuando los bienes que se pretenden proteger no tienen un valor
fundamental para la convivencia (1975: 53). Si a este problema estructural,
agregamos el desvarío lógico en que muchas veces incurren nuestros
legisladores, al invertir el proceso de tipificación de conductas,
configurando al tipo en primer lugar y dejando la elaboración de la norma y
el bien jurídico como momentos posteriores, tendremos que colegir, que el
sentido garantista que se le atribuye al bien jurídico es, en todo caso,
relativo. Es menester concebir al bien jurídico como un concepto que
expresa una opción política determinada y que requiere, para que tenga
ciertos márgenes de racionalidad, un contenido de carácter material y no
meramente formal (BUSTOS RAMIREZ, 1984: 62; MUÑOZ CONDE,
1989: 50; CEREZO MIR, 1981: 16; HURTADO, 1987: 39), a efecto de
evitar lo que ROXIN denomina la huida del Derecho penal, en el que el
castigo, generalmente, desproporcionado o innecesario, constituye un
pretexto para aplacar la "mala conciencia" de los encargados de ejercitar el
ius puniendi estatal y de un sector social integrado en un sistema que al
mismo tiempo lo frustra y aliena (cit. por MUÑOZ CONDE, 1989: 57).
Entre los fines que cumple la teoría del bien jurídico podemos
mencionar los siguientes:
a. la misión del Derecho penal se vincula con el comportamiento
susceptible de pena, cualidad que reviste la lesión o puesta en peligro de un
bien jurídico.
BIBLlOGRAFIA
b) La prohibición de exceso
Las medidas de seguridad, como las de las penas están ligadas con la idea
de los justo y también con los principios garantistas.
Definitivamente, la comisión previa de un injusto típico como requisito
esencial de la reacción penal contra el inimputable (medidas
postdelictuales), que viene exigida nada menos que por la norma rectora de
la legalidad penal, es ya un fundamento serio y sólido que garantiza un
mínimo de justicia y seguridad individual (FERNANDEZ
CARRASQUILLA, 1993: 97).
Lo relevante no es buscar reproches de índole moral; importa escoger las
medidas adecuadas, como mejor decir justas, por sus hechos achacab1es,
susceptibles de castigo.
En suma, las medidas de seguridad poseen una específica función
preventiva especial, pues, en el fondo esta regulación es incompatible con
la conducta calificada como delito y con el propio Derecho penal, dado que
el propósito es atender al inimputab1e de enfermedad mental curándo10, 10
que explica que estas modalidades se apliquen, por ejemplo, a los que
llegan a delinquir. De todos modos las medidas de seguridad se basan en la
comisión de un injusto típico y de inevitable comunicación con el principio
de legalidad.
d) Intereses públicos predominantes
BIBLIOGRAFIA
porque lo que es malo para una parte lo es para el todo, sino porque el
individuo al que se priva de libertad (fundamentalmente) deja de cumplir
un papel activo que la sociedad podía exigirle (1992: 18); pero, como la
sociedad frente a la gravedad de los delitos no puede olvidar y aceptar
fácilmente vivir con el delincuente, como si no hubiese ocurrido nada,
entonces tiene que acudir a la pena, que se presenta como un torpe remedio
(QUINTERO, 1981: 14) para reforzar las prohibiciones cuya observación
es absolutamente necesaria para mantener el orden establecido.
Sin la pena el ordenamiento jurídico dejaría de ser un orden coactivo y
quedaría rebajado al nivel de una simple recordación no vinculante.
JESCHECK, 1981: 90). Hasta qué punto esta posición es acertada lo
manifiesta SCHIDHAUSER (al presentamos la imagen de una sociedad en
la que hipotéticamente se ha abolido la pena): "Supongamos que mañana
suprimimos todas las penas. Es fácil presentar la imagen de la situación que
en tal caso sería de esperar. Así, por ejemplo, alguien le apetece apoderarse
indebidamente de una bicicleta ajena. El propietario reconoce al ladrón
fugitivo. Da cuenta del hurto a la Policía, como ya no existen acciones
punibles, la Policía remite al propietario, desde un principio al Tribunal en
lo civil, que condena al ladrón a devolver la bicicleta. Pero éste no la
entrega tampoco al agente ejecutivo, sino que lo derriba a golpes.
Finalmente, el propietario acepta la pérdida y se apodera por su parte, a la
primera oportunidad, de una bicicleta ajena; pues "los malos ejemplos
corrompen las buenas costumbres" y, en definitiva, "la caridad empieza por
uno mismo". El grupo del ladrón aumenta cada vez más, etc. Por muy
horrorosamente que describamos la situación ésta seguirá siendo verosímil
en su horror; por supuesto es inverosímil en los elementos que presuponen
un aparato estatal en funciones: ¿Cómo van a seguir existiendo tribunales,
agentes ejecutivos y Policía después de la abolición de la pena? Lo único
que regirá sería el llamado derecho del más fuerte; los incendios, las
violaciones, los allanamientos de morada, los asesinatos y homicidios
podrían cometerse a la luz del día; la consecuencia sería una lucha de todos
contra todos que sólo encontraría un fin dentro de los distintos grupos que
se constituirían para defenderse de las agresiones; y dentro de estos grupos,
a su vez, habría que reaccionar con la violencia o la expulsión cuando
alguno de los miembros del grupo no respetara el orden; y en tal caso
llegaríamos a situaciones como las existentes entre los antiguos germanos,
siendo sólo una de sus consecuencias la venganza de la sangre entre los
distintos grupos con todas sus implicancias" (Cfr. GIMBERNAT,1990:
148-149). De igual manera lo plantea MAURACH
cuando sostiene que una sociedad que quiera renunciar al poder punitivo
renunciaría a su propia existencia. (1962: 63). Entonces, en un Derecho
penal así concebido, la pena no es algo irracional sino racional, es más:
razonable. Es un elemental recurso al que tiene acudir al Estado para hacer
posible la convivencia entre los hombres (GIMBERNAT, cit).
Por otro lado, el mal que se aprecia en la imposición de la pena como
privación o restricción de bienes jurídicos no constituye un fin en sí mismo,
sino que nos acerca a otro plano: se justifica porque es necesaria para el
mantenimiento de las condiciones fundamentales que posibilitan la
convivencia pacífica en sociedad. Este sentido de la pena fue advertido por
los autores del Proyecto Alternativo alemán que, en frase ya célebre,
conceptualizaron la pena como una "amarga necesidad en una sociedad de
seres imperfectos como son los hombres" (Alternativ Entwurf eines
Strafgesetzbuches, Allgemeiner teil). Es certero el razonamiento de
ROXIN, para quien, la pena sólo está justificada allí donde el
comportamiento prohibido perjudique de manera insoportable la
coexistencia libre y pacífica de los ciudadanos y no sean adecuadas para
impedirles otras medidas jurídicas y político-sociales menos radicales
(1981: 32). Precisamente porque no se conoce otro medio mejor para
conservar el orden impuesto esta afirmación conlleva a que la pena pueda
dejarse de lado si se aprecia su carácter de innecesariedad. Así, toda pena
no necesaria no debe ser considerada como tal. La pena armonizada a la
medida de la culpabilidad sólo debe ser impuesta atendiendo exigencias de
la prevención general y de la prevención especial. VON LISZT -
DORADO MONTERO visualizaron que el uso de la pena ha de ser
economizada en las situaciones en que la defensa y la conservación social
la hagan inútil. Epilogalmente, dirá ANTON ONECA, la pena más cruel no
es la más grave, sino, la más inútil, la que encierra un sufrimiento ineficaz
(1986: 483).
Sin embargo, todo lo expuesto, de ningún modo nos satisface. En efecto,
las "teorías de las pena", el fin o los fines de la pena, realmente no colman
la legitimación del Derecho penal. En otras palabras, la cuestión cardinal
no reside en el fin o justificación de la pena, sino, más propiamente abordar
la legitimación del Derecho penal. Razón tiene entonces SILVASANCHEZ
de que todos los problemas preocupantes de la pena deben subsumirse a los
"fines del Derecho penal" (1992: 180). Siguiendo el hilo conductor de esta
concepción, el fin legitimante del Derecho penal no se reduce a uno, pues
son varios. Ello explica la trascendencia de esclarecer los fines del Derecho
penal.
Los fines del Derecho penal son fundamentalmente trascendentes, esto es,
la clave para explicar su propia "legitimación", apelando a apreciaciones
valorativas para iluminar su existencia. A partir de aquí se genera una
cadena de sugerentes preguntas: ¿Qué es lo que legitima al instrumento
coactivo de radicales consecuencias como el Derecho penal en una
determinada etapa histórica? ¿Por qué existe el Derecho penal? ¿Qué
motivos gravitan que hacen imposible su supresión? El camino tentativo de
dilucidación podría conducimos a que la legitimación del Derecho penal
estaría en el hecho de que su existencia vendría aparejada con la presencia
de un mal que entraña un mal menor que el que trata de impedir. En
términos más precisos, lo que legitimaría el Derecho penal seria su
capacidad para reducir al mínimo posible el grado de violencia -en sentido
amplio- que se genera en una sociedad (SIL V ASANCHEZ, Ibídem: 181).
La no presencia de un "Derecho" penal implicaría muchas situaciones
graves y conflictivas, las fuerzas sociales harían difícil el "control social".
En realidad, sería la agresión de todos contra todos, venganza contra
venganza. La intervención del Estado como titular y monopolizador de la
justicia comporta importantes ventajas, tanto es el beneficio que la persona
castigada como los potenciales autores absorberían el mandato penal, y, de
otro lado, harían que otros sujetos abandonen su propósito "a tomarse la
justicia por su propia mano".
NINO había advertido, que obviamente la pena coacta la autonomía de
quienes la sufren y quienes actúan del modo prescrito para evitarla. Pero si
se puede demostrar que los efectos, tanto de la amenaza de pena como de
su aplicación (que es necesaria para que la amenaza sea efectiva) redundan
en la preservación de una mayor autonomía, el valor de la autonomía
constituye una razón para imponer tales penas. Por otro lado, esta misma
razón implica una limitación a la posibilidad de prescribir y aplicar penas
cuando ello tiene como efecto una disminución neta de la autonomía
disponible en el conjunto social. (1989:38) Por ello les asiste asidero a
importantes pensadores al apuntar que el Derecho penal "debe crear
libertad" JESCHECK, 1981: 90). Significativamente, se enfrenta al intento
de poner límites al "ius puniendi" del Estado como expresión de un mal que
representa y ejerce, bajo las condiciones que el Proyecto Alternativo
Alemán, suscribió como un mal necesario: a) que el perjuicio que se
procura evitar sea mayor que el que se causa; b) que la pena sea efectiva
para evitar esos perjuicios; y c) que sea necesaria en el sentido que no haya
una medida más económica en términos de daño social que sea
igualmente efectiva. Concretamente la regla deberá leerse: "mínimo daño
social" o también "mínima violencia".
En definitiva, hablar de la pena es evocar un Derecho penal eficaz con
menos daño social y consecuencialmente con menos violencia. La
complejidad es subida de tono, pues habría que equilibrar un Derecho penal
con menos daño pero que no pierda la anhelada eficacia disuasoria. La
confrontación dialéctica y sus resultados en la realidad no son desdeñables,
pues efectivamente, las instituciones penales han desplegado menos
violencia sin que por contrapartida se haya elevado la violencia social en
perjuicio de una disminución apreciable de las tareas preventivas. En suma,
la historia que registra las teorías del Derecho penal debemos entenderlas
como la historia del fracaso de una clase de Derecho penal prevalentemente
opresivo, y asimismo una lucha por un Derecho penal obviamente mejor.
b) Fases de desarrollo de la pena
Entonces, la pena es necesaria en la medida que la sociedad la emplee para
la protección de bienes jurídicos con miras a la prevención, 10 cual se
alcanza en diversas fases, a saber: conminación, imposición y ejecución
(MIR PUIG 1976: 24 y ss.).
b.1) Conminación
La pena es fijada en la norma penal por e11egis1ador a manera de ejercicio
de una coacción psicológica sobre los ciudadanos a fin que se abstengan de
cometer delitos. La pena, en este sentido, cumple la función preventivo
general en su doble vertiente: tanto la amenaza de un mal (prevención
negativa) como la reafirmación de la conciencia jurídica en los individuos
(prevención positiva).
Como el punto de partida de eficacia de la pena a través de la conminación
reposa en la amenaza de un mal, pareciera que la prevención general (si es
que no se la limita) podría conducir a la fijación de penas excesivamente
crueles e inútiles que hagan perder el sentido protector del Derecho penal
sobre bienes jurídicos. Entonces, frente a estas objeciones, y, teniendo en
cuenta que la conminación es sólo la primera de las tres fases del desarrollo
de la pena, SCHMID HAUSER ha propuesto limitar la prevención general
con la idea de justicia y el principio de
Art. X - "Las normas generales de este Código son aplicables a los hechos
punibles previstos en leyes especiales".
a) Concepto y discusión del contenido
Es tarea ímproba la de querer abarcar en un Código todas las conductas
pasibles de pena. El actual sistema punitivo es bastante ambicioso, alcanza
a muchos delitos que se encontraban en leyes especiales, sin embargo, es
un propósito no agotado. Agréguese a esto todo el zorzal de conductas
humanas que seguramente van a presionar de "lege ferenda" la necesidad
de su criminalización. Previendo esta posibilidad y tratando de asegurar un
Derecho penal garantista, es que se enarbola el principio de que estas
normas generales del Código en vigencia deben aplicarse a leyes especiales
vigentes y las que se dibujen legislativamente en el futuro.
El art. X del Título Preliminar no parece tener la categoría de norma
rectora, más bien, podría ser un apoyo de carácter interpretativo, pues de lo
contrario se suscitaría un conflicto de leyes, vulnerando la hermenéutica de
la solución de leyes contrapuestas aparentemente, es decir, podría
entenderse que se dejaría de lado el principio de que la ley especial prima
sobre la general.
De todos modos, la aplicación extensiva del Título Preliminar se refiere a
las leyes penales especiales a expedirse, recomendando que se sujeten a los
principios generales de la Parte General del Código penal, pues ésta es la
fuente emanada y auspicios a del desarrollo de las instituciones penales. El
carácter de norma rectora hace inviable toda pugnacidad con el contenido
específico del art. X del Título Preliminar.
Es talla trascendencia de la inclusión de este título preliminar que los
principios en él incorporados deben extenderse, siempre que no se opongan
a lo dispuesto allí, a las leyes que regulan meras transgresiones
administrativas de competencia de órganos administrativos en cuanto son
expresión de la potestad sancionadora del Estado, que bastante se ha
acrecentado en las últimas décadas, y ello es ineludible si se quiere
salvaguardar la seguridad jurídica (VELASQUEZ,1988: 39).
CAPITULO II
NORMAS RECTORAS (CONTINUACION)
12. El principio de la -Última ratio. 13. Principio de presunción de
inocencia. 14. Principio de igualdad. 5. Principio -ne bis in idem. 16.
Principio de humanidad e las penas.
12. EI principio de la "última ratio"
El principio "in dubio pro reo" no puede, en casos como el descrito, dar
lugar a la absolución. El Tribunal ha de proceder a determinar el hecho
alternativamente, atendiendo, en beneficio del reo, que los hechos han
ocurrido del modo que le veía más favorable (en el ejemplo propuesto,
operando como si efectivamente las puertas del vehículo se hubieran
hallado abiertas, y condenando, en consecuencia, solamente por hurto
(COBO-VIVES, 1991: 78 y 79).
Conc1usivamente, en virtud del principio de presunción de inocencia, serán
nulas todas aquellas normas que pretendan establecer responsabilidad penal
sobre presunciones, prohibiendo también toda sanción anticipada a la pena
y que durante todo el proceso penal el inculpado conserve la plena vigencia
de todos sus derechos fundamentales sin más restricción que la que señale
la ley. No obstante, este principio es vulnerado por el legislador al fijar
mecanismos mediante los cuales se permiten detenciones como medidas
preventivas para determinados delitos, antes de la imposición de la pena.
Asimismo, los excesos que cometen los jueces respecto de las facultades
que le otorga la ley para dictar medidas cautelares. Sabiendo a ironía que el
inculpado después de un largo recorrido procesal -con sus consiguientes
consecuencias de pérdida de trabajo, desintegración de su familia. etc.-
obtenga una sentencia absolutoria.
BIBLIOGRAFIA
BIBLIOGRAFIA
MIR PUlG, Santiago (1990), Derecho penal, Parte general, PPU,
Barcelona.
MUÑOZ CONDE, Francisco (1981), Adiciones al Tratado de Derecho
penal, Parte general t. 1 de Jescheck, Hans H Bosch, Madrid.
CAPITULO VII
legalidad punitiva, pues consiste en que el hecho cometido por una persona
sólo puede ser considerado delictivo en los aspectos y en las medidas en
que lo establece una Ley anterior a su comisión, y en que este hecho sólo
puede ser castigado en la forma y en la medida que establece la Ley (Cfr.
NUÑEZ, 1959: 108). En este sentido, su alcance estrictamente jurídico, es
orientar a los individuos sobre las acciones u omisiones humanas
susceptibles de castigo, tratando que las fórmulas legales se estructuren
claramente a fin de no incluir los pensamientos o las calidades personales.
La comunidad debe saber con certeza los actos sancionados penalmente.
Esto se consigue con una definición precisa de cada hecho punible, y
determinando la pena o medida de seguridad que le sea pertinente.
a.2) Irretroactividad de la ley penal
Se consagra este principio al aplicarse la ley penal a los hechos producidos
después de su promulgación; tal como lo expresa el artículo 103 de la
Constitución, cuando señala que, "ninguna ley tiene fuerza ni efectos
retroactivos, salvo en materia penal, cuando es más favorable al reo.
El principio de irretroactividad de la ley penal más severa significa, que la
ley dictada después de la comisión de un hecho delictuoso no debe ser de
aplicación retroactiva. La regla debe interpretarse en el sentido de recurrir a
la nueva ley que no gravite desfavorablemente sobre la conciencia jurídica
del imputado; de ahí que el artículo 6 del Código penal permite la
retroactividad de la ley penal más benigna.
Establecida como premisa la regla "nullum crimen nulla poena", la
prohibición de la analogía es una consecuencia inevitable.
Nuestro Derecho penal no reconoce a la analogía como fuente de represión
(Artículo ID, Título Preliminar). Esta institución tiende a ampliar el castigo
sobre la base de la semejanza material con otro hecho previsto y penado
por la ley. Esto es lo que se llama en la doctrina, la analogía legal. Pero
también nuestro ordenamiento jurídico penal no acepta la analogía jurídica,
es decir la norma que emana de los principios generales de la legislación
positiva.
Esta prohibición de la institución de la analogía no debe confundirse con
aquellas fórmulas singulares de comisión de actos determinados que abarca
otros medios encerrados en una fórmula genérica. Por ejemplo, el
art 108, 4 cuando alude a "otro medio capaz de poner en peligro la vida o la
salud de un gran número de personas"; art. 170 "el acto sexual o un otro
análogo"; y el art. 196: <<mediante engaño, astucia, ardid u otra forma
fraudulenta" .
35.La costumbre
En principio, la costumbre no es considerada como fuente directa o
inmediata del Derecho penal peruano. La costumbre viene a ser, dice
RANIERI una práctica general constante y permanente observada con la
convicción de que es jurídicamente obligatoria (1956: 60). Se observa en la
costumbre el aspecto externo, representado por la repetición permanente de
determinados actos, y lo interno, constituido por la conciencia de su
carácter obligatorio. Nuestro ordenamiento jurídico, y en general, la
doctrina no le reconoce como fuente generadora de norma de leyes penales.
Claramente se opone el art. II, Título Preliminar del Código Penal. De esta
misma regla se deduce que la costumbre no tiene calidad para crear nuevas
penas, distintas a las señaladas por la ley. En suma, tampoco la costumbre
es eficaz para derogar una disposición legal.
Sin embargo, la costumbre tiene eficacia jurídica cuando forma parte de los
preceptos de la ley (costumbre integratice o praeter legem). En este sentido
cree ANTOLlSEI que pueden surgir por medio de la costumbre nuevas
causas de justificación y de exclusión de la culpabilidad (1960: 9).
Igualmente, existe acuerdo en conferir a la costumbre una relevante
importancia en la interpretación de la ley especialmente cuando se trata de
hechos que demanden una valoración de acuerdo a los particulares
ambientes sociales. La ley contiene expresiones dinámicas para cumplir
estos fines. El honor, el pudor, las buenas costumbres, la moralidad
pública, etc., son conceptos cambiantes y sus particularidades son sentidas
de diversa manera por los grupos sociales.
36. La jurisprudencia
No es fuente de Derecho penal, ni aún en forma mediata y se produzca de
manera constante. La razón estriba en que las resoluciones
CAPITULO VIII
37. Concepto.
a) Según el intérprete
Puede ser auténtica, judicial y doctrinal.
1) Interpretación auténtica.- La hace el mismo poder que dictó la
Ley, en nuestro caso, corresponde al Congreso de la República.
Es la interpretación de la ley realizada también por medio de la ley: Puede
llevarse a cabo mediante preámbulos o exposiciones de motivos, mediante
declaraciones del órgano legislativo o finalmente mediante normas
interpretativas (COBO-VIVES, 1991: 91).
2) Interpretación Judicial.- Es la que realizan los jueces y tribunales al
aplicar la ley interpretada. Además, la interpretación judicial sólo obliga
respecto a los casos singulares que conoce.
3) Interpretación doctrinaria.- Es la que hacen los juristas y estudiosos de la
ley, con la finalidad de comprender el exacto sentido de la ley, pero dicha
interpretación no obliga en ningún caso.
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO X
CONCURSO APARENTE DE LEYES PENALES
39. Introducción
En el supuesto que un mismo hecho es normado por dos o más leyes, la ley
aplicable será la especial: 'lex specialis derogat lege generali". La
explicación reside en que los caracteres de la disposición general se hallan
incluidos en la disposición especial, la que en él añade particularidades que
le dan sustantividad propia. Esto justifica la primacía de la "lex speciali"
frente a la "lege generali".
Para graficar mejor esta regla, invoquemos el ejemplo más sencillo: si al
homicidio simple (art. 106 CP) -disposición general-le agregamos al
parentesco, surge el parricidio (art.107 C.P.) -disposición especial-. Esto
también vale, v.gr., con los tipos privilegiados de homicidio, tales como el
infanticidio o el homicidio emocional. Esta forma de relación entre figuras
delictivas se observa frecuentemente en el ordenamiento jurídico penal.
Para la aplicación del principio de la especialidad resulta indiferente la
dosimetría penal que contenga una u otra disposición legal, es decir, que la
severidad o benignidad no constituyen obstáculos para la aplicación
rigurosa de este principio.
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO X
44. Introducción
La ley penal tiene fuerza obligatoria y se aplica dentro de los límites del
territorio del Estado que la dicta; es el resultado de la aplicación de un
conjunto de principios que delimitan el ámbito espacial de validez de la ley
penal.
Es cierto que la ley penal es especialmente territorial, pero es erróneo
estudiar este tópico como si se tratara de efectos de la ley penal con
relación al territorio, porque el ámbito espacial de validez de un orden
jurídico es mucho más amplio -en sentido estricto-- delimitado por las
fronteras. Sin embargo, la extraterritorialidad de la ley penal nunca es
jurisdiccional, es sólo sustantiva; consecuencialmente, un Estado jamás
aplicará el derecho penal extranjero dentro del país.
Los principios que juegan en la determinación del ámbito de validez de la
ley penal son: territorialidad, de pabellón, real o de defensa, de
personalidad, de universalidad y de ubicuidad.
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XI
LA EXTRADICION
Es una institución jurídica por medio del cual un Estado obtiene de otro, la
entrega de una persona que se encuentra en su territorio; y que le es
solicitada para someterla a un proceso penal, o a la ejecución de una
sentencia penal.
La justicia penal internacional encuentra en la extradición su más elevada
realización, pues, a través de este instituto los Estados manifiestan su
espíritu solidario y de colaboración internacional.
Así lo ve DONNEDIEU DE V ABRES, quien acertadamente dice que la
extradición es un procedimiento destinado a garantizar la ubicuidad de la
represión en las relaciones internacionales (1946, p. 445).
52. Clases
a) Extradición activa
La extradición activa consiste en la mera petición formal que el I
Estado requiriente dirige al Estado requerido, solicitándole la entrega de un
delincuente refugiado en el territorio de éste, al objeto de aplicar el
ordenamiento penal vigente en aquél a la conducta delictiva del sujeto
evadido, específicamente consignada en la solicitud de extradición
(POLAINO NAVARRETE, 1991: 561).
b) Extradición pasiva
La extradición pasiva es la entrega de un delincuente real o presunto
refugiado en el Estado solicitado a otro Estado reclamante. Según el art. 5
de la Ley 24710, es indiferente que el individuo sea residente, turista o de
paso.
Basta que una nota de ángulo rojo lo reclame para que la INTERPOL lima
lo arrastre y ponga a disposición del Juei Penal dentro de veinticuatro
horas; inclusive sin petición policial si existiese un pedido tramitado por la
vía diplomática.
La condición es, si se trata de condenado, que haya sido sentenciado en su
presencia; vale decir en este caso de extradición ejecutoria que estaríamos
ante un fugitivo. Y si no se trata de un condenado, que exista un auto de
procesamiento con orden de detención (Cfr. VAlLE RIESlRA, 19ffi: 39).
53. Reextradición
La extradicción doble o reextradición es la segunda entrega del delincuente,
realizada por el inicial Estado requirente, una vez que ya le obtuvo en
virtud de extradición del Estado de refugio, que a su vez lo reclama de
aquél (pOLAINO NAVARRETE, Ibídem: 562).
55. Principios
BIBILIOGRAFIA
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
b.1) Inmunidad
La Constitución de 1993, señala que: los congresistas representan a la
Nación. No están sujetos a mandato imperativo ni a interpelación. No
pueden ser procesados, ni presos sin previa autorización del Congreso o de
la Comisión Permanente, desde que son elegidos hasta un mes después de
haber cesado en sus funciones, excepto por delito flagrante, caso en el cual
son puestos a disposición del Congreso o de la Comisión Permanente
dentro de las veinticuatro horas, a fin de que se autorice o no la privación
de la libertad o el enjuiciamiento (Art. 93).
De este supuesto podemos inferir que la inmunidad implica primero, que
los congresistas no pueden ser procesados ni presos, sin antes tener la
autorización que exige la Constitución. Esto significa que la inmunidad de
los congresistas funciona como un obstáculo procesal a la persecución
penal (Cfr. JESCHECK, Ibídem: 248 y ss.). En todo caso, para la
persecución penal de estos funcionarios se requiere previamente de un
procedimiento especial. En otras palabras, es que a ese sometimiento
(antejuicio constitucional) es lo que denominamos inmunidad. Hay que
señalar que la inmunidad tiene un estrecho vínculo con el antejuicio.
Sin embargo, es necesario precisar que tal prerrogativa, no es absoluta,
pues, además de ser perseguibles penalmente cuando hay autorización del
Congreso o de la Comisión Permanente, los congresistas pueden ser
enjuiciados o privados de su libertad en caso de cometer flagrante delito, en
cuyo caso son puestos a disposición del órgano legislativo dentro de las
veinticuatro horas para que dé autorización o no de privarle de su libertad y
enjuiciarlo.
b.2) Inviolabilidad
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XIV
66. Norma jurídica y ley penal. 67. Contenido de las normas jurídicas. 68.
Norma primaria y norma secundaria. 69. La concepción imperativa de la
norma. 70. Crítica al imperativismo. 71. La norma como juicio de valor.
72. Norma de valoración o norma de determinación. 73. Ley penal
incompleta. 74. Ley penal en blanco. 75. Leyes penales abiertas.
66. Norma jurídica y norma penal
En suma:
a. Lo que precisamente se pone de manifiesto en las proposiciones
jurídico-penales son las normas imperativas, esto es: mandatos y
prohibiciones.
b. Las normas penales tienen sentido en la medida que motivan al
ciudadano, es decir, lo amenazan con el mal de una pena. Aquí el
imperativo antecede a la valoración negativa de la conducta prohibida u
ordenada. Lo determinante es que la ley revela el carácter imperativo de la
norma, de allí la diferencia entre norma vigente y un mero deseo.
c. En consecuencia resulta pertinente revelar el dolo como centro de la
orientación subjetiva de la desobediencia. Evidentemente el qué la
infracción de la norma sea intencional o no tiene una repercusión que ha de
manifestarse en la contradicción con el mandato imperativo. Es interesante
revelar que la expresión subjetiva de la desobediencia otorga esencialidad a
la conducta antijurídica.
Esto nos lleva a enfatizar que la esencia de la antijuricidad parte,
precisamente, de la esencia imperativa de la norma penal.
d. Estando concientes que la norma penal cumple una función motivadora
contra el delito, se reafirma como meta señera la protección de los bienes
jurídicos mediante la prevención de delitos. Lo contrario sería incidir en la
pura retribución al elevar el juicio de valor vinculado a un hecho
desvalorado. Definitivamente, esta toma de posición tiene consecuencias
muy importantes, sobre todo que incide en la base misma del sentido de la
política criminal del derecho penal.
BIBLIOGRAFIA
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dogmática penal, en Estudios de Derecho penal, Rev. de la Facultad de
Derecho, Universidad Complutense
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general, Editorial Civitas, SA, Madrid.
ZAFFARONI, Raúl Eugenio (1990), Manual de Derecho penal, Parte
general, Ediciones Jurídicas, Lima.
TERCERA PARTE
CAPITULO XV
PLANTEAMIENTO GENERAL
76. Introducción.
Parecería que una definición legal del delito podría justificarse
atendiendo a exigencias de cumplimiento del principio de legalidad, y ello
explica que las nociones que circulan en torno a la idea de qué es el delito,
llegan a afirmar que es toda acción u omisión penada por la ley. JIMENEZ
DE ASUA, 1965:78 y ss).
Sin embargo, no es infrecuente que algunas definiciones legales subrayen
requerimientos sustantivos que deben existir en toda conducta humana para
que sea calificada como delito, agregando a la consideración de que el
comportamiento debe hallarse penado por la ley. Así llegamos, entonces, a
las definiciones tradicionales que tanto la dogmática nacional y extranjera
han precisado como un plus: una conducta penada por la ley.
La reforma cristalizada en el C.P. de 1991 se enrola a la definición
legislativa nacional y comparada al incardinar requisitos sustantivos de la
infracción penal, y no otra cosa significa: son delitos y faltas las acciones u
omisiones dolosas o culposas penadas por la ley (art. 11 C.P.).
El Código penal abrogado, ortodoxamente en esta temática se adhirió al
psicologismo, justamente cuando habla que "la infracción
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XVI
77. La tipicidad.
La conducta deberá ocasionar una lesión del bien jurídico por efecto de una
relación de causalidad entre acción y resultado e imputación objetiva del
resultado con respecto a la acción del agente-
Ciertamente, también, cabe considerar a la acción misma una clase de
"resultado", pues constituye un efecto del impulso de la voluntad del autor,
lo que ha llevado a distinguir entre resultado en sentido estricto y resultado
en sentido amplio. Pero sólo el concepto de resultado en sentido estricto
posee importancia dogmática, ya que únicamente en él se suscita el
problema de la I relación de causalidad GESCHECK, 1981a: 355).
Ejemplos: el homicidio doloso (art. 106) y el culposo (art. 111), el hurto
(art. 185), violación sexual (art. 170) y lesiones (art. 121 y ss).
Un grupo especial lo constituyen los tipos calificados por el resultado, que
son el tipo base con su respectiva agravante.
Ejemplos: el hurto agravado (art. 186) cuyo tipo base es el hurto; lesiones
graves (art. 121), robo agravado (art. 189).
También aquellos tipos de resultado, que se extienden en el tiempo pueden
ser delitos permanentes, cuando el injusto persiste luego de haber ocurrido
el hecho) Ejm: usurpación (art. 202).
b. Tipos de mera actividad. La sanción recae en el simple comportamiento
del agente, independientemente de su resultado material o peligro alguno
GOMEZ BENITEZ, 1988a: 16-7; BACIGALUPO, 1984: 85). (La relación
entre resultado y acción es inexistente por lo que la imputación objetiva no
quepa.)
Ejemplo: allanamiento de domicilio (art. 160). Aquí el objeto de la acción
puede existir (domicilio) no requiriéndose su lesión o puesta en peligro con
la acción (allanamiento).
d.3) Por el menoscabo del objeto de la acción
a. Tipos de lesión. (Se requiere que el objeto de la acción pueda ser
dañado para que se realice el tipo) Ejemplo: el homicidio (art. 106).
b. Tipos de peligro (concreto). Sólo es necesario la puesta en peligro, como
consecuencia de la acción del agente. No se espera la lesión del bien
jurídico para sancionar al infractor. Por lo general se trata de intereses
colectivos.
Ejemplo: art 127 del Código Penal, que reza: "El que encuentra a un herido
o a cualquier otra persona y omite prestarle auxilio inmediato".
c. Tipos de omisión impropia, llamados también comisión por omisión,
mediante el cual el sujeto se abstiene de hacer lo que se esperaba que
hiciera, es decir, la acción era esperada para evitar el efecto prohibido, por
estar obligado jurídicamente a realizarlo (posición de garante). (Los
factores que producen el resultado deben ser extraños al sujeto, pero sin
embargo, se ha debido impedir.") Existe la dación simultánea de una norma
penal prohibitiva y una norma preceptiva (se infringe la primera y no se
acata la segunda).
Ejemplo: Privar de alimento a quien está bajo su tutela (art. 128). El
lazarillo, que de pronto advierte que el ciego camina hacia un despeñadero,
piensa que su patrón es altanero y tirano, y decide no impedir el accidente
mortal, es un caso típico de omisión impropia
d.5) Por el número de bienes jurídicos protegidos
a. Tipos simples.- cuando se tutela un solo bien jurídico. Así por
ejemplo en el homicidio (art. 106), donde se busca proteger la vida
b. Tipos compuestos. Denominados también "pluriofensivos", son
aquellos que pretenden amparar simultáneamente varios bienes jurídicos.)
Ejemplo: En los delitos-de peligro común (art 273: ''El que crea un peligro
común para las personas o los bienes jurídicos...). Aquí se busca proteger
no sólo el patrimonio sino también la integridad colectiva; la extorsión (art
200) que atenta contra la libertad y el patrimonio.
d.6) Por el número de acciones previstas en el tipo
a. Tipo de un solo acto.- Comprende las acciones cuya consumación
se realiza en un solo acto.
Por ejemplo: La difamación (art 132 Código penal), homicidio (art 106 del
Código penal).
b. Tipos de varios actos. No basta una sola acción del sujeto para su
consumación)
Por ejemplo: El robo (art. 188 Código penal). Compuesto de una
sustracción (consumada), y la violencia o amenaza empleada contra la
persona.
c. Tipos imperfectos de dos actos. Son aquellos tipos en que el agente
realiza una conducta como paso previo para otra (ZAFFARONI, 1990:
424). Ejemplo: matar a una persona (art. 106) para luego consumar un
asalto.
d.7) Por las características del agente
a. Tipos comunes.- Aquí, cualquier persona puede cometer el delito. El
sujeto activo es indeterminado, pues no se exige condición especial por
parte de éste, para la ejecución de la conducta descrita en el tipo. Cuando se
las menciona suele usarse las palabras "el que" o "quien".
Por ejemplo: El proxenetismo (art. 179: "el que promueve o favorece la
prostitución..."), aquí el sujeto activo puede ser cualquiera.
b. Tipo de sujeto activo cualificado. Son aquellos tipos que
exigen al sujeto activo una cualidad o característica especial, sin lo
cual no podría la conducta adecuarse al tipo.
Ejemplos: El aborto (art. 115 Código penal), que sólo podrá ser cometido
por una mujer embarazada. "El juez al otorgar... (art. 58), "el funcionario o
servidor público..." (art. 160 Código penal), Los directores,
administradores... (art. 250 del Código penal).
c. Tipos especiales impropios.(Son aquellos en los que pudiendo ser
cometido por cualquiera) (es decir, que el agente no requerirá de caracteres
cualificantes, como ser Juez, funcionario, etc.). La comisión por parte de un
sujeto cualificado va a constituir una agravante: Ejemplo: Las
circunstancias agravantes de resistencia a la autoridad (art. 366 del Código
penal) cuando el autor es funcionario o servidor público (art. 367, inc. 3 del
Código Penal).
d. Tipos de propia mano.- El tipo presupone un acto de realización corporal
que el autor debe ejecutar por sí mismo para que
Son varias las críticas a 'la conditio sine qua non", destacando el hecho de
que no fundamenta los supuestos de "desconocimiento de la virtualidad"
que pudo tener la supuesta condición (se desconoce si fue condición del
resultado) por ejemplo: si no se sabe el efecto de la talidomida en el feto,
no se podrá saber qué hubiese sucedido de no haberse tomado (Cfr. MIR
PUIG, 1990: 232). Asimismo, no resuelve el problema de la "causalidad
hipotética", vgr., 'N' echa veneno en el café que ha de beber 'B' a la mañana
siguiente, pero es observado por 'e', que quería matar a 'B' y hubiese vertido
el mismo veneno en el mismo café sino hubiese visto hacer a 'N' (Ibídem).
e) Teoría de la causalidad adecuada.
Para esta teoría no toda condición del resultado es causa en el sentido
jurídico, sino sólo aquella que "generalmente es adecuada para producir el
resultado". Enunciada por VON KRIES, esta teoría busca determinar
cuándo una condición puede considerarse como causa del resultado. Para el
Derecho penal no toda condición es causa sino solamente importa aquéllas
que de acuerdo con la experiencia general comúnmente producen el
resultado. Por ejemplo, el disparar es causa del resultado de muerte, porque
generalmente y conforme a la experiencia general causa la muerte. Por el
contrario, una bofetada no sería causa para producir el resultado muerte,
puesto que adecuada a la experiencia creciente no produce semejante
consecuencia. Cosa distinta plantearía la teoría de la equivalencia de las
condiciones que considera que una acción insignificante (una bofetada)
también puede determinar graves consecuencias; así, la muerte de un
hemofílico. Para la teoría de la adecuación según la experiencia común la
acción de abofetear a lo más causa lesiones, pero no es causal del resultado
muerte.
Por estas y otras razones la teoría de la causalidad adecuada ha recibido
fuertes críticas. OCTAVIO DE TOLEDO-HUERTA TOCILDO destacan
las siguientes: a) se opone al concepto científico-natural de causa (único
correcto, limitándolo arbitrariamente al condicionarlo a la previsibilidad
objetiva del resultado; b) confunde causación con imputación (en realidad,
aunque al margen de la pretensión de sus mentores, inicia el camino de
superación del manejo exclusivo de la idea de causalidad en el ámbito de la
imputación objetiva); c) para llevar a cabo el juicio de adecuación, emplea
criterios inseguros; d) por último, aunque no en importancia, pues para
muchos en ello consiste su principal falla, intenta
(1986: 908). El estímulo del mundo exterior es percibido por los centros
sensores que lo transmiten, sin intervención de la voluntad, directamente a
los centros motores. Desde el punto de vista penal no actúa quien en una
convulsión epiléptica deja caer un valioso jarrón que tenía en ese momento
en la mano o quien aparta la mano de una plancha al rojo vivo rompiendo
con ello un valioso objeto de cristal (MUÑOZ CONDE, 1991: 30).
Corresponde también a estos supuestos los efectos que pueda producir la
impresión física o psíquica, es decir, la paralización momentánea.
En nuestra legislación no encontramos ninguna eximente que nor
mativice los movimientos reflejos, puesto que es innecesaria por la
ausencia de acción y porque cualquier regulación resultaría supérflua.
Los actos de corto circuito y las reacciones explosivas no son movimientos
reflejos, pues en ellos se presenta la voluntad aunque de manera muy fugaz
que le impide optar por un comportamiento diferente al resultado
lesionante. En estos supuestos no se excluye la acción del autor, lo que se
excluye es la imputabilidad, ello significa que estos casos han de tratarse en
la grave alteración de la conciencia (art. 20, inc. 1, C.P.). llustrativo es el
ejemplo del asaltante, que al advertir una actitud equívoca en el encargado
de la caja de caudales de un banco de intentar presionar la alarma o
escapar, el asaltante nervioso y de modo indeliberado e instintivo dispara el
revólver que poseía.
d) Estados de inconsciencia.
Los estados de inconsciencia son los casos en los que no existe la acción,
por lo que penalmente son irrelevantes. ZAFFARONI señala: que la
conciencia es el resultando de la actividad de las funciones mentales. No se
trata de una facultad del psiquismo humano sino resultado del
funcionamiento de todas ellas (1990: 363). A falta de conciencia se estará
ante casos como: de sueño, embriaguez absoluta, crisis epilépticas, idiotez
profunda, etc: Existe hi discusión de considerar si la hipnosis constituye o
no un supuesto de inconsciencia. Una posición afirma o al menos admite tal
posibilidad, otra opinión niega tal posibilidad, y aún otra posición
intermedia señala que la posibilidad de que la hipnosis puede sugestionar o
llegar a. dominar totalmente al hipnotizado dependiendo si posee o no una
personalidad débil (Cfr. MIR PUIG, 1990: 207-208).
a) La autoría
Dentro de las teorías que admiten la existencia de una diferencia real entre
autores y partícipes se dividen, según la distinción del injusto, la
culpabilidad, o la mixtura de ambos -obteniéndose, así, un concepto
restringido de autor-, en objetivas, subjetivas y mixtas.
Es autor directo "el que realiza por sí el hecho punible" (art. 23 C.P.), vale
decir, aquel cuya acción se le va a imputar por referirse a la realización
directa de los elementos objetivos y subjetivos del tipo.
Señor del hecho -dice WELZEL- es aquel que lo realiza en forma final, en
razón de su decisión volitiva. La conformación del hecho mediante la
voluntad de ejecución que dirige en forma planificada es lo que transforma
al autor en señor del hecho. Por esta razón, la voluntad final de realización
(el dolo de tipo) es el momento general del dominio sobre el hecho (1976:
145).
No debe confundirse "dolo" con "dominio del hecho". El dominio del
hecho es expresión de la finalidad dolosa del autor, por eso es sólo un
criterio de imputación objetiva al autor en los delitos dolosos (Cfr.
GOMEZ BENITEZ, 1988a: 124), de allí que, los partícipes, si bien actúan
dolosamente, sin embargo, no alcanzan a dominar el hecho.
MAURACH resume el sentido de la teoría, diciendo que es autor quien
tiene el dominio del hecho, quien tiene dolosamente en sus manos el curso
del suceso típico (Cfr. 1962b: 343), por ello esta tesis, con independencia
de las matizaciones que se le hacen, no es absoluta. Dependerá de la
posición relativa del sujeto concreto respecto de los demás partícipes. Sólo
en la medida en que el sujeto pueda sobre dirigir el suceso total, habrá
entonces dominio del hecho. Mientras tanto, como bien afirma ROXIN, el
dominio del hecho es un concepto abierto. De ahí que cuando la
descripción resulta insuficiente, interviene el principio regulativo
justamente frente a la gama de posibilidades.
d) Participación
d.1) Naturaleza Jurídica
e) Formas de Participación
e.1) Instigación
e.2) Complicidad
f) Penalidad
En definitiva, la difícil labor de establecer los aportes necesarios
corresponde al juez que deberá valorar prudentemente todas las
circunstancias concurrentes, tratando de soslayar la lógica de los
acontecimientos parciales concretos o abstractos con criterios inapelables y
firmes. Lo que importa es detectar si la aportación al hecho pudo ser o no
insustituible para el autor.
En principio, sólo para efectos represivos, los instigadores y los cómplices
primarios, son equiparados a los autores art. 24, 25 (primer párrafo). La
atenuación es obligatoria (art. 25 C.P.).
g) la incomunicabilidad de las circunstancias y calidades personales
Bajo el título de incomunicabilidad se tratan, muchas veces,
cuestiones relativas a la accesoriedad y al principio de individualización de
la pena. En los casos de coautoría, la cuestión no importa problema alguno
pues al verificarse la comisión de un delito, al juzgador sólo le queda
determinar el quantum de la pena a imponerse de acuerdo con su
culpabilidad (principio de individualización de la pena, art. 26 del C.P.).
El contenido del art. 26, suscita dos interrogantes: ¿Cuáles son las
circustancias y cualidades personales que afectan la culpabilidad?, y
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XVII
83. Introducción
84. El dolo
a) Conocimiento
El conocimiento es el aspecto intelectual o la conciencia delarea1ización de
los elementos subjetivos del tipo. Ejecutar la acción dolosa, implica que el
autor debe conocer su acción en sí (saber lo que hace) y, además, saber las
modalidades que caracterizan su actuar como típico. Este conocimiento de
los elementos objetivos del tipo, comprende tanto a los elementos
descriptivos como los valorativos. CEREZO MIR, nos dice: En los
elementos descriptivos del tipo no plantea dificultades la determinación de
la clase de conocimiento inherente al dolo. Estos elementos son
esencialmente perceptibles por los sentidos. En los elementos normativos,
en cambio, que requieren para su apreciación la realización de un juicio de
valor o que son sólo susceptibles de comprensión espiritual, no es necesario
que el sujeto lleve a cabo una valoración o subsunción jurídicamente exacta
(1990a:348).
Por otra parte, el dolo exige que el conocimiento sea real y actual de la
realización de los elementos normativos y descriptivos del tipo. No basta
con que el conocimiento sea potencial (sólo la posibilidad de conocer). (El
conocimiento tiene que ser efectivo, que el sujeto sepa que su conducta
causará la lesión de un bien jurídico.) Asimismo del proceso causal en los
delitos de resultado, junto con los elementos constitutivos de la autoría, yen
fin, de los elementos accidentales.
Este abanico abarcativo no cubre el resultado agravatorio de los delitos
calificados por el resultado, tampoco la existencia de causas de
justificación, ni el saber de la antijuricidad del hecho. Así, la exigencia al
sujeto activo del hurto, en el arto 185 del C.P. vigente, es que conozca que
el bien mueble que se apodera es ajeno, y que sin embargo lo sustrae del
lugar donde se encuentra.
(En suma, el dolo debe alcanzar: a) conocimiento actual de los elementos
del tipo objetivo, b) el conocimiento del tipo objetivo lleva un tinte
valorativo. No. se entiende, por conocimiento la significación exacta de la
subsunción jurídica, sino que es suficiente la "valoración paralela en la
esfera del profano. Cfr. PEÑA CABRERA, 1988: 223).
GOMEZ BENITEZ nos informa que este conocimiento, a su vez, pone en
contacto al sujeto con una "llamada" o "alerta" sobre la necesidad o no, de
realizar el tipo. Si a pesar de ello el sujeto actúa, lo hace con conocimiento
de la lesión de un interés y de su posible innecesidad, lo que evidentemente
implica ya un conocimiento dotado de sentido valorativo (1988a: 206).
b) Voluntad
El dolo no sólo es conciencia de la acción y representación del resultado,
sino también voluntad de ejecutarlo. Voluntad es la facultad mental de
autodeterminarse, dirigirse hacia un fin (Cfr. PEÑA CABRERA, 1988:
223). No es suficiente el conocimiento de todos los elementos objetivos del
tipo, se requiere, además, querer realizarlos. Querer no es lo mismo que
desear, quiere decir que la voluntad consiste en la decisión de ejecutar la
conducta prohibida, como se ve, se distingue del mero deseo. Este último
no es suficiente para dar contenido subjetivo al dolo, pues carece de
influencia en la producción delictiva. Tampoco se identifica con los
móviles que animan al sujeto.
Saber y querer no son lo mismo, no obstante que el querer implica el saber;
de ahí que a nadie se le ocurre querer realizar algo que no conoce.
Permitamos a WELZEL esclarecer el horizonte: Como voluntad de
realización, el dolo presupone que el autor se asigne una posibilidad de
influir sobre el acontecer real. Aquello que de acuerdo a la propia opinión
del autor, queda fuera de su posibilidad de influencia, 10 podrá por cierto
esperar o desear, como encadenamiento casual con su acción, pero no
querer realizar.
De acuerdo a un ejemplo utilizado frecuentemente, el que envía a otro al
bosque cuando se acerca una tempestad, con la esperanza que será ultimado
por un rayo, no tiene voluntad de homicida. Por la misma razón, existe sólo
tentativa de homicidio si el autor dispara sobre alguien con dolo homicida,
pero éste encuentra la muerte solo a consecuencia de una concatenación no
usual (casual) de acontecimientos.
A la inversa, el dolo como voluntad de realización no abarca todo aquello
que el autor, al ejecutar la acción, reconoce que queda dentro de sus
posibilidades de influencia. Más bien ha de distinguirse según se trate del
fin, medio o resultados concomitantes" (1976: 97 y ss.).
86. Clases de dolo
a) Dolo directo
b) Dolo eventual
Para la teoría del consentimiento existe dolo eventual cuando el sujeto lleva
a cabo una conducta respecto de la que sabe, eventualmente, puede reunir
las características propias de una infracción penal (tipo objetivo) y, sobre
esta base de conocimiento, reflexiona así "aun cuando fuera seguro, y no
sólo posible, que en mi conducta concurrieran esos elementos, me
comportaría de la misma forma", con lo que acepta la eventual producción
de la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos que implique su
comportamiento. Por el contrario, cuando, sobre la misma base
cognoscitiva, piensa que "si ese resultado que imagino como posible fuera
seguro, no me comportaría así", no actúa con dolo eventual, sino con
imprudencia consciente o con representación, en la medida en que no
asume la posible lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos que pueda
derivarse de su conducta.
Esta teoría, que todavía puede estimarse dominante en la doctrina penalista
española, exige una "aceptación", "conformidad" o "consentimiento" del
resultado por parte del autor, quien, sin embargo, no lo quiere directamente,
aunque tampoco deje de quererlo pues no evita la conducta que puede
producirlo. Quiere -se dice- esta conducta y, en consecuencia, quiere
también el posible resultado de la misma.
Por ejemplo, un conductor, marcha a la velocidad muy superior a la
permitida por una zona escolar en la que existen indicaciones de limitarla
dado el peligro de atropellos de niños. No quiere arrollar a nadie, pero sí
mantener esa velocidad. Se representa la eventualidad dé no poder frenar a
tiempo si un niño se cruza en su camino, pese a lo cual no reduce la
velocidad. Pues bien, de acuerdo con la teoría del consentimiento, el
conductor se habrá comportado con dolo eventual en la medida en que haya
"aceptado" o "consentido" el eventual resultado de lesiones o muerte de un
niño atropellado por él como consecuencia de persistir en su conducta de
marchar a velocidad excesiva para la zona" (Cfr. OCTAVIO DE TOLEDO-
HUERTA TOCILDO, 1986: 129 y ss.).
BIBLIOGRAFIA
a) Ideación
Es un proceso de elaboración mental de la idea delictiva que origina, en el
agente, la resolución de realizar el hecho "delictivo". Es la lucha entre la
idea delictiva y las objeciones morales o utilitarias que pugnan contra ella.
Esta fase está regida por el principio "cogitationem poena nemo patitur"
(ULPIANO). "El pensamiento no delinque" es un principio que tiene
jerarquía constitucional:
b) Preparación
El autor, en esta etapa, selecciona los medios ya con miras para la
consecución del fin delictógeno.
e) Ejecución
Es el empleo concreto de los medios seleccionados en el plan criminoso.
Las fronteras entre la preparación y ejecución constituyen una tarea de
difícil esclarecimiento. Bien hace BACIGALUPO al precisar que su
distinción sólo tiene sentido a partir del límite trazado por el legislador
entre lo punible y lo no punible, es decir, en relación a los tipos penales
individuales de la ley penal (1984: 164).
No es exacta la afirmación que la ley sanciona "excepcionalmente" los
actos preparatorios. Preparación y ejecución, como conceptos relativos, son
variables, subordinados a la postura que adopte el legislador para fijar el
comienzo del amparo penal del bien jurídico. No es admisible entonces
congelar actos preparatorios en forma absoluta, ni tampoco los actos de
ejecución. De modo que lo relevante son las acciones que se tiñen como
objetivos punibles para la debida protección del bien jurídico
correspondiente. La excepcionalidad percibid a así, incrementa confusión
más que aclaración de conceptos.
Dentro del ámbito de la ejecución doctrinaria y legislativamente se
distinguen dos niveles: tentativa inacabada y tentativa acabada o delito
frustrado.
Para nosotros carece de sentido esta discriminación, ya que el código penal
de 1991 las ha unificado a la mera tentativa.
d) Consumación
La ideación como la preparación desde el punto de vista penal son
irrelevantes. En el ámbito de lo punible solamente se tiene en cuenta las
etapas de ejecución y consumación.
La consumación es la obtención cabal de la finalidad típica programada y
mediante los medios empleados por el autor, es decir, todo los elementos
del tipo se realizan en la consumación.
En los delitos de resultado, la consumación coincide con el momento de la
producción del resultado menoscabante o la muerte del sujeto pasivo en el
delito de homicidio).
No obstante, el legislador a veces adelanta la consumación a instantes
anteriores (delito de peligro). La ley declara la lesividad del bien jurídico
en un momento "anterior a la consumación fáctica misma (delito de
injuria). Además de la consumación formal que hemos descrito existe la
consumación material, terminación o agotamiento del delito en la que el
autor además de realizar todos los elementos típicos, logra satisfacer fines
específicos (de lucro, por ejemplo: en el delito de hurto, el agente alcanza a
vender el bien sustraído, claro está, después de habérselo apoderado).
Ahora conviene determinar el momento consumativo de algunos tipos
delictivos; veamos, por ejemplo, en los delitos con condiciones objetivas de
punibilidad, la consumación no se consigue hasta que no se realice la
condición.
De igual manera, en el delito continuado, la ejecución parcial del resultado
total, parece ser ya suficiente para estimarse consumado el delito, dado que
se está operando la consumación de un tipo delictivo formalmente
independiente.
Los actos preparatorios son señalados como los primeros pasos "externos"
que pueden determinar consecuencias penales. Ya hemos dicho que eI
legislador acude a la sanción de los actos preparatorios no siempre, y
cuando lo hace obedece a hechos que comportan graves riesgos para las
libertades personales, dependiendo del principio de legalidad concretado en
los diversos tipos de la parte especial. En vez de prever actos preparatorios
en cada delito de la parte especial, el legislador se inclina en hacer pasible
de pena tan sólo determinados actos vinculados, lógicamente, con cualquier
delito; proceso análogo al que se sigue con la tentativa.
El fundamento no puede ser otro que aceptar el mínimo peligro exante para
el bien jurídico, aunque sólo ex-post puede comprenderse la imposibilidad
de consumar el resultado (Cfr. GOMEZ BENITEZ, 1988a: 270).
En efecto, la acción no reviste peligro visto desde atrás, aunque la amenaza
para el bien jurídico que se valora posterior a la consumación del hecho; y
es a partir de este hecho que se valora la acción realizada -potencialmente
cumplida- para así comprobar el resultado desde el comienzo mismo de la
ejecución.
Esta posición estriba en apreciar que toda tentativa implica el despliegue de
finalidades, más precisamente propósitos dolosos, pero, sobre todo,
cristalizados en comportamientos exteriores que lleven en sí, el poder
suficiente para conseguir el resultado, o también actos exteriores de los
cuales no es posible conseguir alcanzar el resultado esperado. Este aspecto
debe verificarse después de haberse comprobado el evento o, por el
contrario, su ausencia.
Consideraciones político-criminales no abonan el castigo de la tentativa
irreal como también se llama al delito imposible, (maleficios o conjuros
para querer matar a una persona; creer que lanzando una piedra pueda
derribarse un avión), son ejemplos elocuentes.
BIBLIOGRAFIA
ANTIJURICIDAD
98. Introducción
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XX
CAUSAS DE JUSTIFICACION
a) Fundamentación jurídica
a) Fundamentación jurídica
b) Estructura
a) Fundamentación jurídica
b) Requisitos.
Para aprehender la utilidad conviene puntualizar los requisitos de
esta eximente:
a. El miedo a que alude la norma es un estado psicológico de índole
individual y que se produce a consecuencia de estímulos por causa no
patológicas. El miedo es causado por estímulos externos al que lo padece
y, además, reales (base objetiva y externa del miedo). (GOMEZ BENITEZ,
1988a: 432).
b. Insuperable, es decir, difícil de resistir en la medida del hombre medio
como referencia y para apreciar la entidad del miedo. Esta interpretación es
inescapable para poder alejar cualquier colindante o similitudes con la que
surgiría de la grave alteración de la conciencia materia de inimputabilidad y
que por su naturaleza y eficacia se concreta al sujeto individual y, no, como
en este caso, a las características de "hombre medio". En efecto, es el
"hombre medio" la llave para determinar si el sujeto realmente podía
superar el miedo. La poca intensidad objetiva no puede pretender el amparo
de la eximente. La timidez y la sensibilidad medrosa debe examinarse en el
campo de la imputabilidad y no en terreno de la inculpabilidad.
La pretendida objetivización no impide la apreciación de las características
personales y las circunstancias específicas a la hora de individualizar esta
eximente, pues, como señala GOMEZ BENITEZ, la insuperabilidad se
mide según baremos objetivos y despersonalizados, aplicado al caso
concreto (1988a: 433).
En resumen, importa que el miedo haya influido completamente en la
voluntad del autor. El miedo tiene que haber paralizado totalmente las
facultades del autor, asimismo paralizado totalmente las facultades
psíquicas del sujeto, de no ser así, habría una eximente incompleta.
Esta modalidad consagrada en el artículo 20, inc 8 del nuevo Código penal,
se dará siempre que la conducta típica se verifique en el ejercicio de un
derecho subjetivo otorgado por una norma del Derecho público o privado
o, incluso, derivado de la costumbre (al ser esta última generalmente
considerada como fuente de tales derechos). Siempre y cuando, desde
luego, esos derechos subjetivos se hagan valer de conformidad con pautas
jurídicas que limitan su uso ya, que de otra manera, no cabria hablar de
legitimidad en su ejercicio (OCTAVIO DE TOLEDO-HUERTA
TOCILDO, 1986: 251).
108. El consentimiento
a) Fundamentación jurídica
La ideología de un Código Penal se patentiza mejor en lo relativo al
tratamiento de la eficacia del consentimiento del titular de los bienes
jurídicos. Como anotara QUINTANO RIPOLLES -desde la pura tesis de
doctrina-, la solución habrá que buscarla partiendo de las concepciones
filosóficas de cada acuerdo, conforme a las cuales ha de ordenarse la escala
de valores prevalentes (Tratado, 1. l., p. 753). La importancia de los
derechos individuales, y con ello, su ratificación de la disponibilidad de los
mismos, pertenece esencialmente al derecho penal liberal. El Código Penal
peruano expresa la ideología de un Estado Social y de Derecho; dando
pábulo al recorte de derechos omnímodos sobre la persona por parte del
Estado. Algo más: el que el art. 20, inc. 10 declare exento de
responsabilidad penal para el que actúa con el consentimiento válido del
titular del bien jurídico de libre disposición, se enrola dentro de la corriente
de un sistema penal liberal y democrático.
Primigeniamente, el sistema penal carecía de este tipo de norma legal, en
referencia a la eficacia del consentimiento. La doctrina Y jurisprudencia
nacional consciente de estos límites se circunscribió a la relevancia del
consentimiento del ofendido en el ámbito de las lesiones. Posteriormente,
la ley de Transplante de Órganos, particularizó la impunización para esta
clase de actividades.
El problema del consentimiento, es un punto nuclear dentro de la teoría del
delito, por la característica de pretender poner límite al "ius puniendi" del
Estado. De ahí la dramática interrogante: ¿El Estado tiene legitimidad para
introducir su imperium, amparando bienes jurídicos cuando realmente el
titular abdica de tal protección? Las respuestas son diversas; pero ligando la
posición al carácter democrático y liberal del Estado, la reacción se inclina
por rechazar las ilimitadas facultades del Estado. Un Estado Democrático y
de Derecho, se destaca, precisamente, por la existencia de ciertos límites al
"ius puniendi". Habrá que recurrir entonces a la determinación de límites de
la relevancia de la voluntad del titular, y también a la concepción del bien
jurídico que se tenga.
Es bien cierto que en los últimos tiempos se ha dejado de lado, la
interesante influencia del Derecho Romano, debido a motivaciones éticas
de un lado, y de otro, el creciente intervencionismo estatal como línea
histórica reiterada.
El consentimiento como causa de justificación es antiguo. La célebre -
sentencia "nulla iniuria est quae in volenten fiat", significaba que el
consentimiento tenía la virtud de hacer lícito la disposición que cada
ciudadano haga de su propio ámbito individual. ULPIANO otorgaba una
definición acorde: "iniuria est home qued non iure fit". Más recientemente
FEUERBACH, aclaraba: Dado que una persona puede renunciar a sus
derechos mediante un acto voluntario el permiso para la realización del
hecho, concedido por el lesionado, excluye el concepto de crimen: violenti
non fit injuria. La acción adecuada al permiso sólo debe dirigirse contra el
derecho que se halla sometido a la posible disposición del lesionado (1989:
71).
Pero volviendo a nuestra época, constatamos saludables reacciones contra
la omnipotencia del Estado. La noción de la autodeterminación del
ciudadano se abre paso en forma indubitable y certera. El intervencionismo
mínimo del Derecho penal que se emparenta con los propósitos de la
determinación de los límites del "ius puniendi". Esto no significa propiciar
el abandono de la defensa del bien jurídico, pues, al contrario, acaece que
el individuo desarrolla su personalidad, consintiendo determinadas
acciones, que fuera del contexto son estimadas dañosas.
d) Naturaleza jurídica
g) El consentimiento presunto
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CAPITULO XIX
LA CULPABILlDAD
109. Evolución histórica. a) Teoría psicológica. b) Teoría normativa. c)
Culpabilidad puramente normativa. d) Otras teorías. e) Posiciones críticas.
110. El concepto de culpabilidad. 111. Elementos de la culpabilidad. a)
Introducción. b) La imputabilidad o capacidad de culpabilidad. b.1)
Naturaleza jurídica. b.2) Causas de inimputabilidad. b.2.1) Anomalía
Psíquica. b.2.2) Grave alteración de la conciencia. b.2,J) Acto libera in
causa. b.2.4) Grave alteración de la percepción. b.2.5) Minoría de edad. c)
El conocimiento de la antijuricidad y el error de prohibición. c.1): El
conocimiento de la antijuricidad. c.2) Error de prohibición. c,3) Formas de
aparición del error de prohibición. c.4) La crisis del principio que el error
de derecho no excusa a nadie. c.5) El error de comprensión culturalmente
condicionado. c,5.1) Panorama conceptual. c,5.2) El problema de la
identidad cultural y el derecho a la diversidad. c.5.3) El drama de nuestras
razas. c,5.4) Solución normativa. 112. La no exigibilidad de un
comportamiento distinto. 113. Causa de exculpación. a) Estado de
necesidad exculpante. a.1) Naturaleza jurídica. a.2) Requisitos. a, J)
Restricción del estado de necesidad exculpante. b) La obediencia debida.
b.1) Naturaleza jurídica. b.2) Límites y condiciones. b,3) El error.
El desarrollo del Derecho penal italiano, dio los primeros criterios que
fueron sustento de la teoría de la culpabilidad. Esta incipiente concepción -
de gran influjo ius naturalista- lógicamente con muchas limitaciones fue
producido en el contexto histórico de la Baja Edad Media. Concepciones
posteriores nos ofrecen ala culpabilidad como imputabilidad, y ésta
entendida como el actuar libre y atribuible al autor. Encontramos aquí la
idea de la libertad de actuar. Es en el siglo XIX con el desarrollo de la
concepción psicológica de la culpabilidad que se torna insostenible y,
consecuentemente, decadente el pensamiento de la culpabilidad como
libertad de obrar.
a) Teoría psicológica
a) Teoría psicológica
b) Teoría normativa
d) Otras teorías
En suma, la culpabilidad puede tener todas las falencias que se quiera, pero
hay algo muy importante: las garantías para todos los ciudadanos y los
límites que se oponen a la intervención excesivamente punitiva del Estado,
lo cual no es poca cosa. En palabras de QUINTERO OLIVARES (1992:
390) significa tratar diversamente lo doloso y lo culposo, no castigar lo
fortuito, perseguir el equilibrio entre el hecho y la pena, impedir que el
modo de ser o de vivir, o el carácter del sujeto, puedan influir en la
reacción penal.
Apostar a esta concepción de culpabilidad, que representa lo más logrado
en Derecho penal-resultado de una larga y compleja evolución histórica-, es
abogar por estas garantías y conquistas de la sociedad moderna; y en modo
alguno significa aferrarse a la noción tradicional de culpabilidad como
categoría de la teoría del delito. La senda de la historia del instituto de la
culpabilidad, implica también el camino de su humanización. En la hora
presente su estructuración se percibe como principio informador, que
alimenta y da vida al Derecho penal. La conservación de la culpabilidad,
asume pues una faena indispensable para enrumbar a la sociedad hacia el
progreso, desembarazándose de los lastres que traban el desarrollo social, y
que no otra cosa significa y representa la presencia de elementos
irracionales.
Concebido así la culpabilidad se asegura al ámbito necesario para el
desarrollo de la persona humana como fin supremo del ordenamiento
jurídico en general.
La doctrina es conteste alrededor de la proposición que la culpabilidad de
una persona en una circunstancia concreta no es posible de demostración.
La opinión de la indemostrabilidad de la culpabilidad de un hombre
singularmente considerado en una situación específica se reputa
actualmente incontrovertible, dado que no es posible científicamente
postular la culpabilidad en este sentido, pues, sus presupuestos son
racionalmente indemostrables. La tan usada y socorrida capacidad de
actuar de un modo distinto de como realmente se obró es más cercana a una
profesión de fe, es decir, de creencia, que no es posible de demostración.
Ya explicaba ENGISH, que aunque el hombre fuera poseedor de esta tal
capacidad de poder obrar de un modo distinto de como realmente se hizo
(libre albedrío) no sería posible en modo alguno demostrar en el caso
concreto si el agente logró emplear o no esta capacidad, e inclusive aunque
se repitiera en forma exacta la situación, abarcando las circunstancias en la
edad penal, y, es por ello que, cualquier modificación puede determinar tan
sólo efecto atenuante de la culpabilidad, claro está, cuando no haya razón
suficiente para excluirla radicalmente.
Además de la versión positiva examinaremos su negación, incluyendo tanto
las causas que la excluyen o que meramente determinan su graduabilidad.
De allí la conveniencia de recordar las diferencias entre estas causas de
exclusión de la culpabilidad de las causas de justificación. Las causas de
exclusión de la culpabilidad mantienen intacto el tipo de injusto con todo
10 que ello significa; en tanto, que las causas de justificación convierten el
hecho en lícito y lógicamente aprobado por todo el ordenamiento jurídico.
Tanto es así que seria absurdo hablar de legítima defensa frente a una
legítima defensa.
b. La imputabilidad o capacidad de culpabilidad
b.1) Naturaleza jurídica
La afirmación de la culpabilidad del autor de la infracción penal supone
que las facultades físicas como psíquicas tengan condiciones mínimas
exigibles. Ahora bien, a estas facultades mínimas demandadas para estimar
a un sujeto culpable por haber realizado un hecho típico, antijurídico y
culpable, se le denomina "imputabilidad" o "capacidad de culpabilidad".
De lo que resulta que si el individuo no tiene la madurez
(Física o psíquica) suficiente, no puede llamarse culpable, y, en
consecuencia, el sujeto no puede tener responsabilidad de sus actos a pesar
de que estos sean típicos y antijurídicos. La noción de imputabilidad es una
criba para discriminar qué hechos antijurídicos pueden ser endilgados a su
autor y, para que, después, esta persona esté en condiciones de responder
por estos actos.
Pasando por alto, por razones pedagógicas, todo el debate que se ha
suscitado y se suscita en torno al fundamento para alegar la culpabilidad
del autor de un acto delictivo, habría que destacar de otro lado, que la
capacidad de culpabilidad no se agota en el examen de las facultades
intelectivas y volitivas del autor. El problema es más complejo de lo que se
suponía; la convivencia le permite al individuo insertarse en un proceso
permanente de comunicación e interacción social y permitiéndole, desde
luego, tener conocimiento de las normas que rigen la coexistencia en el
grupo al que pertenece. Y es desde allí donde el sujeto pueda adecuar sus
c4) la crisis del principio que el error del derecho no excusa a nadie
Causas de la exculpación
El art. 20 inc. 5 del C.P. -siguiendo la fuente alemana del párrafo III No. 5 -
regula el estado de necesidad como causa de inculpabilidad "el que, ante un
peligro actual y no evitable de otro modo, que signifique una amenaza para
la vida, la integridad corporal ó la libertad, realiza un hecho antijurídico
para alejar el peligro de sí mismo o de una persona con quien tiene estrecha
vinculación".
La fórmula en examen demanda ciertos requisitos:
b) la obediencia debida
b.3) El error
BIBLIOGRAFIA
EL DELITO CULPOSO
114. Introducción
115. Elementos
a) La acción
c) EL resultado
EL DELITO DE OMISION
116. Introducción
Los delitos de omisión son dos: omisión propia ("de acta omisiva") y
delitos de omisión impropia ("delicta commissiva per omissionen'').
En los delitos de omisión propia la conducta punible se cumple en la
no realización de una acción exceda por la ley la acción exigida de poder
evitar un resultado apreciado por el ordenamiento jurídico. En los delitos
de omisión impropia, por el contrario, merced a la figura del garante se
impone un deber de evitar un resultado. Los delitos de omisión propia
constituyen la contrapartida de los delitos de mera actividad, mientras que
en los delitos de omisión impropia la contrapartida está representada por
los delitos de resultado. Convincente la propuesta que los delitos de
omisión propia se regulan en la ley, en tanto que los de omisión impropia
estarían fuera de ella. Asimismo, tampoco persuade la distinción forzada
según la clase de norma vulnerada, ora preceptiva, ora prohibitiva. Como
expresa JESCHECK, también en los delitos de comisión por omisión se
infringe una norma preceptiva de "hacer algo" (o lo que es igual, un
mandato) y no una prohibición de causar un resultado (que, por lo demás
tampoco es quebrantada por los delitos comisivos) (1981b: 834).
ZAFFARONI advierte que es en el aspecto estructural la única diferencia
que existe entre los tipos de omisión propia e impropia. En los propios, el
autor está determinado; pero en los impropios, el que del tipo activo
paralelo no puede admitirse, porque la misma ley no lo indica en las
posiciones de garante que ella construye, o sea, en los tipos impropios de
omisión escritos (1983: 461).
SILVA SANCHEZ acota que la omisión propiamente dicha puede
presentarse, por un lado, por omisiones puras generales, y de otro, por
omisiones puras de garante. En estas últimas cabe todavía apreciar: a)
aquéllas que aparecen expresamente tipificadas y estimadas de gravedad
intermedia; y b) aquéllas en que no hay tal tipificación (1986: 347).
Las omisiones puras generales surgen por consideraciones de solidaridad
general y para la protección de bienes jurídicos individuales. Obviamente
esta situación es menos grave que la de omisión pura de garante. Las
omisiones puras generales -sin excepción-, alguna deben estar
expresamente tipificadas en la ley de descripción negativa.
Contrastando, las omisiones puras de garante tienen su fundamento en la
existencia de una base funcional específica. Ello determina que sólo pueden
ser realizadas por un determinado círculo de sujetos caracterizados por la
ostentación de una posición de responsabilidad especial. Por esa misma
razón, se trata de omisiones de mayor gravedad, en idénticas
circunstancias, que las generales (SILVA SANCHEZ, 1986: 344).
En definitiva, los delitos de omisión propia no exigen para su consumación
un resultado naturalístico. En la omisión de socorro (art.126 C.P.) es
suficiente con que no se preste auxilio, prescindióndose que la omisión de
tal auxilio agrave o no el estado de la víctima; en tanto que en los delitos de
omisión impropia se requiere la producción de un resultado naturalístico,
por ejemplo, la muerte de un hijo recién nacido por no recibir alimentos,
que, a diferencia de lo que ocurre en los delitos comisivos, no es que haya
sido causado por la omisión ("la nada" -omisión- nada puede causar), sino
que se imputa objetivamente al omitente porque no lo ha evitado, cuando
era así que estaba obligado a actuar positivamente para impedido
(OCTAVIO DE TOLEDO-HUERTA TOCILDO, 1986: 562) .
a) "Por objetivo
b) Tipo subjetivo
a) Tipo objetivo
BIBLIOGRAFIA
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BACIGALUPO, Enrique (1984), Manual de derecho penal, Parte general,
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CAPITULO XXIV
b) El concurso real
c) El delito continuado
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CUARTA PARTE
CAPITULO XXV
Tal concepción debe ser rechazada (así FIGUEIREDO DIAS, 1988: 2).
Esto es, las propias valoraciones político-criminales deben penetrar, y de
hecho ya han penetrado, a toda la extensión de la dogmática jurídico penal
(Cfr. ROXIN, 1972: 25). La justicia de esta manera se mejora y puede
encontrar la solución a los concretos problemas jurídico-penales, inclusive
muchos temas controvertibles de la teoría general del delito pueden recibir
solución definitiva desde las consecuencias jurídicas.
Realmente ahora no tiene sentido creer que la solución de los problemas
suscitados en la teoría de las consecuencias jurídicas del delito puedan
depender en forma prevalente del "arte de aplicación" de la ley por el juez,
que de paso, visto así, constituiría una materia extraña al ámbito de la
dogmática y, por ende, de la "ciencia jurídico-penal".
Muchas de las cuestiones surgidas en la teoría del delito no siempre pueden
ser explicadas satisfactoriamente por la dogmática. Tales inconvenientes
ocurrían porque el delito obedece a múltiples factores reales por lo que
resulta aventurado pretender encontrar una explicación puramente
dogmática de algo que es mucho más complejo. Si a partir del resultado,
esto es, a partir de las consecuencias jurídicas, puede también ser explicado
el delito, entonces la dogmática jurídica ya no se sitúa en un plano de
mayor jerarquía en relación a la política criminal. En efecto, acuerda
FIGUElREDO DIAS, la política criminal ya no puede ser vista como un
mero auxilio de la dogmática: entre aquella y ésta intercede una relación,
no de dependencia, sino de una auténtica unidad funcional (1988: 2 y 3).
En cierto modo no es aventurado sostener que la dogmática tiene
innegables ventajas prácticas para la teoría del delito. No falta razón a la
concepción de que las consecuencias jurídicas vienen a representar el talón
de Aquiles de todo el derecho positivo.
El delito es el presupuesto necesario ineludible para que se pueda generar y
aplicar las consecuencias jurídicas. Durante mucho tiempo se partía de la
premisa que la pena absorbía las consecuencias, y esto no es realmente
exacto. Junto a la pena marcha de la mano las medidas de seguridad, la
reparación civil y otras consecuencias civiles que acarrea la comisión del
delito. De allí que la importancia que conferimos a esta parte del Derecho
penal no se alimenta solamente de que el resultado es el que da nombre a
nuestra disciplina, sino que los alcances y proyecciones son de capital
importancia a tal punto que es una verdad indebatible que la teoría jurídica
de las consecuencias tiene tanto de igual nivel que la teoría del delito.
En consecuencia, si la sanción penal significa para el delincuente un
sufrimiento, para la víctima es un acto de justicia, y para la sociedad -que
es en nombre de quien se le aplica-, representa el aseguramiento de su
existencia, cuestión que peligraría en caso que los delitos gozaren de
impunidad, entonces, es muy difícil aceptar la idea que la teoría de las
consecuencias jurídicas esté ubicada en un plano inferior al de la teoría
jurídica del delito. Su importancia práctica ha elevado a la teoría de las
consecuencias jurídicas a la misma jerarquía jurídico científica que la teoría
del delito (FIGUEIREDO DIAS,1988: 4 y ss.)
127. Propósito de esta teoría
La teoría de las consecuencias jurídicas del delito significa la asunción de
las cargas de culpabilidad penal y civil que la sentencia condenatoria
apareja. FERNANDEZ CARRASQUILLA cree que es mejor hablar de
carga que de obligación, pues aquélla incide sobre el autor del hecho
punible (1989: 441). El sujeto al cargar las secuelas que la resolución final
contiene, lo que está resistiendo son las consecuencias jurídicas del hecho
imputado. La responsabilidad es un acto que viene con la condena expedida
por el juez competente y la culminación de un debido juicio legal. Sin
embargo, la responsabilidad que connotamos no es cualquiera, ni tampoco
una cualidad metafísica del ser humano, es una situación jurídica en que la
persona es colocada por el ministerio de la ley mediante la sentencia
judicial condenatoria, que es la que impone en forma determinada y
específica, el total de las cargas que el convicto ha de afrontar por su
hecho, a que queda coactivamente sometido por él. La responsabilidad
penal no sólo es, del modo más estricto posible, individual, sino que se
caracteriza como "responsabilidad por el hecho", y no por ejemplo, "por el
ser" (Loc cit).
Al estudiar la teoría jurídica del delito y la culpabilidad en particular,
establecimos que, en los casos cuando el autor resultaba culpable por el
delito cometido, la sanción que le correspondía era una pena, y asimismo,
al sujeto que obraba materializando un injusto no pudiendo ser culpable por
inimputabilidad, minoría de edad, etc.,la sanción a aplicársele era una
medida de seguridad. En este sentido, el propósito de la teoría de las
consecuencias jurídicas del delito se orienta al estudio de las consecuencias
penales y civiles originados por el mismo. Subráyese que nos referimos a
las consecuencias jurídicas en sentido estricto, puesto que avizoradas en un
sentido más amplio comprenderían a las consecuencias culturales, sociales,
económicas, etc.
Además del sistema de penas (arts. 28 Y ss.), medidas de seguridad (art. 71
Y ss.), y de la reparación civil y consecuencias accesorias (arts. 92 y ss.;
102 y ss.), la teoría de las consecuencias jurídicas se ocupa del difícil
problema de la determinación de la pena. Esta última, que se inicia en la
ley y culmina con la ejecución de la pena, plantea un proceso en el cual el
juzgador individualiza y gradúa la pena dentro de un máximo y un mínimo
legal, debiendo, asimismo, atender la responsabilidad y gravedad del hecho
punible observándose los requisitos enumerados en los arts. 45 Y 46 del
Código penal.
BIBLIOGRAFIA
a) Planteamiento general
b) Antecedentes históricos
En las prisiones del siglo XVIII se acentúa la idea que los establecimientos
penitenciarios deben cumplir en lo mejor de lo posible, las caracteristicas
de un centro de trabajo. Sin embargo, estas reformas no surgieron de la
nada, sino fueron logros obtenidos por los iluministas, labor cubierta,
principalmente por HOWARD, BECCARIA, FIlANGIERI y BENTIlAM.
Estos personajes buscaban que la pena privativa de la libertad anduviese
siempre aparejada al principio de legalidad, proporcionalidad y humanidad
en su ejecución. El pensamiento ilustrado, partiendo de la racionalidad
kantiana, agregó a sus reformas, la consideración que al individuo no
solamente debía apartársele de sus pares, sino, al ser poseedor de una
capacidad racional natural que le anima a su perfectibilidad, debía
procurársele su rehabilitación.
Aunque los aspectos crueles de la prisión no desaparecerían
definitivamente, sin embargo, el pensamiento ilustrado consigue tres
importantes logros en relación con la pena de prisión. Por una parte, se
origina una cierta corriente humanista entre la opinión pública y los
gobiernos; por otra, la ejecución de la pena se normativiza trayendo
consigo mayores índices de garantías jurídicas para los penados y,
finalmente, se introducen algunos cambios sustanciales como son: la
aplicación del sistema progresivo, el internamiento celular nocturno y, en
ocasiones, continuado o la restricción de los castigos corporales y el
empleo de símbolos de terror como los grilletes, las esposas o las cadenas
(MAPEUl-TERRADILLOS, 1990: 57).
e) Aplicación de la pena privativa de libertad
La nueva pena concebida por BECCARIA pronto será asumida por todas
las legislaciones obteniéndose un gran éxito. A partir de este hito histórico
habrá un círculo de alternativas, unas veces se elegirá la pena. de muerte y
otras veces se excogitará la cadena perpetua.
Es difícil decir que la cadena perpetua como hoy se concibe tenga una
historia parecida a la del siglo pasado. Lo que sí es seguro que
individualmente los elementos del aislamiento perpetuo se consideran todas
las características, se indagan cada una de ellas en los siglos precedentes,
no un ideal mítico en su origen, sino tan sólo que se advierte como signo
que indica la continuidad.
Es con estas consideraciones que se da comienzo a la parte histórica de la
simbolización de la cadena perpetua como un hecho histórico rememorable
y que enriquece el acervo de la enciclopedia del Derecho. De esta manera
no se habla de BECCARIA entendido como el propugnador de la cárcel de
por vida como era práctica constante de la Iglesia.
A nuestro juicio, la cadena perpetua no puede adecuarse al derecho actual,
porque eso sería como querer transformar la misma concepción del Estado
de Derecho. La Iglesia cuando condenaba al aislamiento de por vida,
dejaba a la persona en la cárcel a su completa disposición. Ahora es
exactamente lo mismo: la libertad de un perpetuo depende del juez de
ejecución penal y, más antes, todavía del personal penitenciario que lo
custodia y que concretamente se circunscribe a vigilar lo que hace el
condenado de por vida.
Es hipocresía decir que se camina hacia un futuro garantista,
fundamentalmente del debido proceso y de la ejecución indicada; pues los
hechos parecen decir lo contrario, realmente retrocedemos.
a. La cadena perpetua es una violación del principio según el cual "la pena
no puede consistir en un tratamiento contrario al sentido de humanidad". La
pena perpetua es una pena inhumana que al suprimir para siempre la
libertad de un hombre, niega radicalmente la humanidad. En este sentido,
además de inhumana resulta incompatible con el principio de "dignidad" de
la persona, garantizado por el art. 1 de la Constitución Política del Estado
de 1993.
Efectivamente, la cadena perpetua contradice el principio de dignidad de la
persona. Quiere decir que la persona -no la persona en abstracto sino la
persona de carne y hueso- es considerada como un valor; en otras palabras,
según el imperativo kantiano de la moral, la dignidad de la persona no
puede ser asumida o concebida como un medio sino como un fin. La idea
iluminista -kantiano pero antilockeana- de la persona, como fin y del
Estado como instrumento constituye la base del paradigma contractualista;
y por lo cual el Estado viene a ser una creación artificial de los hombres
para protegerse. Ahora bien, la cadena perpetua es una pena eliminatoria,
esto es, una contradicción con la idea misma de la persona como fin
supremo de la sociedad y del Estado y, por ende, del valor y de la dignidad
de la persona que yace en la base del Estado de Derecho. Lo contrario es
una concepción terrorista y vindicativa de la función de la pena, aún más,
diametralmente opuesta a un Derecho penal mínimo y garantista.
a) Planteamiento general
d) Inhabilitación
d.2) Imposición
La pena de inhabilitación puede ser impuesta como principal o
accesoria (art. 37 del Código penal).
a) Planteamiento general
2. Desventajas:
a. N o son suficientes para el logro de los efectos preventivos que el
Derecho penal moderno exige.
b. No tienen un carácter estrictamente personal puesto que la
incidencia que suponen en el patrimonio del sujeto afecta tam
bién a la familia del condenado.
c. La insolvencia del reo genera problemas de difícil solución, que dirigen
en múltiples ocasiones a sustitutivo s poco enérgicos que propician la
impunidad del sujeto.
d. Desigualdad en sus efectos según la situación económica del
individuo sobre el cual se aplica (MORIUASCUEVA, 1991: 70).
CAPITULO XXVII
LA DEIERMINACION DE LA PENA
133. Planteamiento general. a) Pena abstracta. b) La determinación legal,
judicial y ejecutiva de la pena. b.l) Determinación legal. b.2)
Determinación judicial. b.3) Determinación ejecutiva. e) Hipótesis
especificas en la determinacíón de la pena. c.l) El tipo imperfectamente
realizado. c.2) El concurso ideal. c,J) El delito continuado. eA) El concurso
real. c.5) Participación.
BILIOGRAFIA
CAPITULO XXVII
LA DETERMINACION DE LA PENA
a) Pena abstracta
Se entiende como pena abstracta la que establece el legislador con carácter
general, perteneciente a cada uno de los delitos o faltas debidamente
tipificados. Es una respuesta a la determinación legal de la pena y que
precisamente se prevén en los delitos de la parte especial, en donde
aparecen las descripciones respectivas de cada una de las infracciones
criminales, simbolización de reales consecuencias jurídicas. Bien resalta
Morillas CUEVA, el papel que cumplen las penas en la parte especial van
dirigidas al autor del delito consumado (1991: 76).
.
b) La determinación legal, judicial y ejecutiva
b.1) Determinación legal de la pena
La fase de la determinación de la pena empieza por la correspondiente al
legislador, con la fijación del marco penal de índole genérico perteneciente
a cada delito, V.gr. pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de
20 años (art. 106 Código penal).
Esta etapa del proceso de determinación recoge tanto la prevención general
como la proporcionalidad que debe mediar entre el delito y la reacción
penal. Aquí se establece la cantidad de pena suficiente para conseguir la
intimidación y para tal propósito debe contarse con que la
pena sea proporcionada a la gravedad abstracta y genérica de la infracción.
Como se ha indicado anteriormente, los distintos sistemas escogitan los
caminos contabilizando los márgenes de mayor o menor discrecionalidad
para llegar a la fijación de la pena. En el caso nuestro los jueces no se
despachan con irrestricta libertad para concretar la pena. El juez debe partir
del conocimiento de ciertas reglas que le permitan aprehender la
constelación de circunstancias agravantes y atenuantes.
A esta restricción del arbitrio judicial obligado por la precisión de reglas, es
lo que se ha dado en llamar "parte artística del Código" o también de
"aritmética penal".
Bibliografia
LA CONVERSION DE PENAS
La conversión no es otra cosa que la sustitución de una pena por otra, yen
nuestro caso, sería reemplazar la pena privativa de libertad por otra de
menor gravedad (multa, prestación de servicio a la comunidad o limitación
de días libres), para 10 cual, la pena privativa de libertad no deberá ser
mayor de un año (art. 52 C.P.). Siendo esto contrario a 10 expresado en el
art. 32 del C.P., como a la Exposición de Motivos, donde manifiesta que
pueden aplicarse penas sustitutivas a la pena de prisión, cuando la sanción
reemplazada a criterio del Juez no sea superior a tres años, siendo al
parecer un error en la redacción por cuanto del espíritu de la norma es
evitar penas privativas de libertad hasta un máximo de tres años. Es claro,
pues, que el Juez sólo deberá acudir a la pena privativa de libertad como la
"ultimo, ratio".
Debido a la crisis carcelaria es que el legislador patrio ha creído
conveniente -en aras de la rehabilitación del delincuente- establecer
mecanismos sustitutivos, constituyendo una de ellas la conversión de la
pena, en donde la pena privativa de libertad de corta duración es afectada.
De este modo, en nuestro medio, las penas accesorias pasan a ser
principales.
Las equivalencias que se establecen para esta conversión de penas son las
siguientes:
e) Aspectos resaltantes
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VILLA VICENCIO, FeliPe (1992), Código penal, Cultural Cuzco, Lima.
CAPITULO XXIX
BIBLIOGRAFIA
142. Fundamento
Las opciones a las penas privativas de libertad de corta duración son varias.
Una posibilidad es acudir a las penas de multa o restrictivas de derechos, y
otra la de renunciar a toda pena. Estos medios alternativos han sido
acogidos por las diversas legislaciones penales de modo indistinto. Mas
existe -señala MIR PUIG- una posibilidad intermedia que se halla
especialmente difundida en el presente: la suspensión de la pena a
condición de que el sujeto no vuelva a delinquir o de que cumpla ciertas
condiciones dentro de cierto plazo (1990: 777). Y agrega: Una posibilidad
muy extendida en el mundo anglosajón cual es la declaración de la
culpabilidad sin pronunciamiento de la pena, que se suspende a condición
de que el sujeto supere un período de prueba en el que ha de cumplir ciertos
deberes bajo la vigilancia de un funcionario {probation officer}; es la
llamada "probation". (Ibídem: 778).
BIBLIOGRAFIA
EXENCION DE LA PENA
BIBLIOGRAFIA
CAPlTULO XXXII
La finalidad última del Derecho penal no es otra que la de evitar los delitos.
La realidad ha demostrado que los medios puramente represivos no son
suficientes. Razón por la cual, la ciencia penal contemporánea ha incluido
las medidas de seguridad -como otra forma de reacción frente al fenómeno
de la delincuencia-, siendo el sistema vicarial el adoptado por nuestro
Código penal. Sistema que va a diferenciar: pena de medida de seguridad,
integrándose mutuamente; reposando el primero, sobre la culpabilidad del
autor, mientras que la medidas de seguridad tienen como fundamento la
peligrosidad del sujeto.
Esta diferencia cualitativa entre pena y medida de seguridad fue ya
concebida por STOOSS en 1893 en el proyecto para el Código penal
SUIZO.
Sin embargo, la evolución de las medidas de seguridad en la doctrina no ha
sido pacífica referente a si deben ser pre delictuales o post-delictuales. No
obstante, podría afirmarse que la doctrina hoy dominante, casi ha
desterrado las medidas de seguridad pre-delictuales por descansar ésta en el
principio de peligrosidad social, por responder además, a criterios
superados de la escuela positivista. Admitir esta medida de seguridad sería
concebir que en el Derecho penal existen penas sin delitos (ZAFF ARO NI,
1983: 458). A pesar de ello existen autores que consideran la inclusión de
las medidas de seguridad pre-delictuales en el Derecho penal (COBO-
VIVES, 1980: 49; MIRPUIG, 1990: 76).
La doctrina -por su parte-, concibe junto a las medidas de seguridad las de
corrección, no siendo fácil hacer la distinción al respecto, puesto que ambas
buscan proteger a la sociedad de futuros delitos, tratando también que el
reo alcance junto a esta meta el de su resocialización GESCHECK, 1981b:
1111).
La medida de seguridad tiene pues implícita una finalidad preventiva
especial, sin que esto signifique que no pueda tener un carácter aflictivo,
intimidatorio de prevención general, constituyendo esta finalidad ajena, a
las medidas de seguridad (fERRADIILOS, 1981: 131 y 132). Sin embargo,
un sector de la doctrina considera que las medidas de seguridad lejos de
cumplir un fin terapéutico, coarta la libertad del individuo por el sólo hecho
de ser "diferentes" (ZAFFARONI, 1983: 463).
No obstante, estas diferencias de criterios que se vierten en la doctrina, no
hacen desaparecer lo que en esencia se busca con la imposición de una
medida de seguridad, como es proteger a la sociedad de conductas
peligrosas por parte de los incapaces de culpabilidad.
En el Pero, el texto punitivo enfatiza como ya lo hemos afirmado -la
diferencia entre pena y medida de seguridad-. Mientras la pena reprime
comportamientos socialmente insoportables, pero limitados por el principio
de culpabilidad, la medida de seguridad se encuentra restringida por el
principio de proporcionalidad. De este modo, la ley vigente recoge el
sistema vicarial como fundamento de la medida de seguridad, alejándose de
la doble vía que precisamente adoptó el Código penal de 1924. Esto
significa el cumplimiento de una medida de seguridad privativa de la
libertad en el caso de que el titular hubiera sido inimputable (art 75). En
suma, desaparece la medida de seguridad para los imputables
manteniéndose solamente para los inimputables. En cuanto a los
inimputables relativos, la ley les extienden el sistema vicariante.
El art. 73 del Código penal reza que las medidas de seguridad deben
ser proporcionales con la peligrosidad delictual del agente, la gravedad del
hecho cometido y las que probablemente cometiera si no fuera tratado.
Los presupuestos de estas medidas se refieren, por un lado, al grado de
peligrosidad del agente y el desvalor de resultado; y los delitos que
probablemente fueran cometidos de no ser tratado, de otro.
El art. 73 del Código penal consagra claramente el principio de
proporcionalidad ya que la medida de seguridad está no sólo en función del
delito cometido, sino el que pueda cometer a futuro; esto último, sin
embargo, es paradójico, pues es una clara filtración de la medida de
seguridad pre-delictual, pues se basa únicamente en la peligrosidad del
autor, valoración ésta, que permitió antaño la aplicación de sentencias
indeterminadas que nuestro legislador ha buscado salvar con el art 75. En
esta posibilidad delictiva a futuro también son incluídos el bebedor y el
toxicománo.
La tendencia dominante en la doctrina de inclinarse por las medidas de
seguridad post-delictuales, supone que el agente haya realizado un hecho
previsto como delito, y que del hecho y de la personalidad del agente pueda
deducirse su pronóstico de comportamiento futuro que revele una elevada
probabilidad de comisión de nuevos delitos (art. 72 Código penal); en todo
caso esa probabilidad ha de ser cierta y no remota.
BIBLIOGRAFIA
b) Prescripción
d) la cosa juzgada
e) El desistimiento
El Código penal vigente señala que en los que sólo procede la acción
privada, ésta se extingue, además de las establecidas en el inciso 1 (muerte
del imputado, prescripción, amnistía y cosa juzgada) por desistimiento o
transacción (véase arto 78, inc. 3 C.P.).
A diferencia de las anteriores causales (de acción pública) en el
desistimiento, la transacción y el matrimonio subsiguiente en los delitos
contra la libertad sexual, la acción correspondiente es privada.
ó
Sin embargo, ello no desamerita que todo delito cometido que llega a
conocimiento de la autoridad, ya sea por acción penal pública, privada o
mixta genere un proceso penal. En algunos casos con la comisión de un
delito se lesionan bienes jurídicos, cuyos titulares más que el Estado
mismo, es el directamente ofendido. En estos casos, la publicidad puede
acarrear perjuicios a la honra del agraviado y de sus familiares; y podría
inclusive obstaculizar del mismo modo la conciliación entre las partes. En
esta clase de delitos, el Estado deja como potestad del ofendido y de sus
representantes legales la decisión de continuar o no con el proceso
investigatorio. En todo caso a desistir iniciar la acción penal por libre
decisión.
Si la parte agraviada decide no continuar con el proceso, surge la causal de
extinción de responsabilidad penal. El ofendido renuncia a la facultad que
le otorga el derecho.
El desistimiento puede efectuarse en cualquier momento y estado en que se
encuentre el proceso judicial, y su consecuencia es el archivamiento. La
acción interpuesta en los delitos de persecución privada, se denomina
querella. En ella la aceptación del desistimiento -expresa o tácita- del
querellado, le haría perder la oportunidad de demostrar su inocencia, y con
ello, perder el derecho de ejercitar contra el querellante la acción penal o
civil por acusación calumniosa.
El desistimiento se refiere únicamente a la extinción de la acción penal (art.
78, inc. 3 c.P.), no así de la pena. Ello se debe a que el delito comprobado
por una sentencia no puede subordinar su cumplimiento a la voluntad de un
particular y, mucho menos, que algunos cumplan y otros no la condena
impuesta.
f) La transacción
Otra de las causales de extinción de la acción en los delitos de acción
privada es la transacción (art. 78 inc. 3 C.P.). Esta causal extintiva tiene
como fundamento la conveniencia particular del directamente agraviado de
llegar a un acuerdo con el infractor del bien juridico. El acuerdo de dar,
retener u otra promesa, obliga a cada uno de los querellantes, poner término
al proceso iniciado y es lo que llamamos transacción, en razón de que su
naturaleza reside en el consentimiento de las partes.
En tiempos antiguos, cuando la sanción del delito buscaba más que la
represión, el resarcimiento, la transacción penal era frecuente; sin embargo,
aunque esta institución se mantiene en la actualidad en el Código penal,
ella se encuentra limitada a esos casos señalados. Debiera extenderse -la
transacción- a aquellos delitos en que los ofendidos simplemente busquen
el resarcimiento económico, claro que tomando en cuenta la escasa
gravedad del delito. Nos referimos, sobre todo, a los delitos patrimoniales.
La puerta que da acceso a este modo de solucionar lo encontramos en el
denominado principw de oportunidad que acertadamente acoge el artículo 2
del Código procesal penal.
e) El indulto
El indulto es también una manifestación del derecho de gracia, que junto a
la amnistía pervive desde tiempos de la Monarquía. Al indulto hay que
entenderlo -dice MORlLLAS CUEVA-como el acto de renuncia por parte
del Estado de ejecutar todo o parte de la pena, o conmutarla por otra menos
grave, impuesta a un individuo (1991: 190). Es más, el indulto es un acto
de gracia concedido por el Jefe de Estado y cuyo efecto es la extinción de
la pena jurisdiccionalmente impuesta en su totalidad o en
. parte; sin embargo, deja subsistente el delito y la obligación de
indemnizar los daños y prejuicios. Cuando el indulto es parcial, es decir
cuando se sustituye una pena por otra más benigna o menos grave nos
encontramos ante la conmutación de la pena.
El indulto es una facultad que se reconoce ai Jefe de Estado. En el caso
peruano, la Constitución Política vigente faculta al Presidente de la
República conceder indultos y conmutar penas y ejercer el derecho de
gracia en beneficio de los procesados en los casos en que la etapa de
instrucción haya excedido el doble de su plazo más su ampliatoria. (art.
118, inc. C 21).
La extinción de la pena, por la causal del indulto, está reconocida en el
inciso primero del artículo 85 del Código penal. Esta institución del indulto
aplicada acorde a los fines de justicia' no menoscaban la autonomía
judicial, ni vulneran debilitando las leyes penales. Una reglamentación
escrupulosa y principista, asegura la no desvirtualización de los fines
político-criminales del indulto. La posibilidad de corregir errores judiciales,
de reconsiderar circunstancias posteriores al juzgamiento, yel estímulo a
una pronta reintegración y convivencia pacífica de la sociedad, son motivos
más que suficientes que justifican el -derecho de gracia- indulto.
El indulto y la amnistía estudiados en particular, manifiestan algunas
diferencias que son: a) la amnistía suprime el delito y la pena; el indulto
extingue solamente la pena (Cfr. art. 89 C.P.); b) la amnistía se dirige a un
grupo de delitos que puede haberse cometido en un determinado tiempo, y
por cuya renuncia pueden encontrarse favorecidos una pluralidad de
personas; el indulto se dirige a casos particularizados; c) la amnistía tiene
efecto retroactivo, pues elimina el delito, además de sus posteriores efectos;
el indulto, sólo deja sin efecto a la pena a partir del momento en que es
concedido.
d) La prescripción
e) la cosa juzgada
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CAPITULO XXXIV
154. Introducción
ANEXO 1
Había que agregar, la influencia del lluminismo que pone a la vida humana
en un nivel muy alto, apreciación muy distinta a la vigente entonces; no es
ajeno tampoco el importantísimo y pequeño libro del Marqués de
BECCARIA, llamado "De los delitos y de las penas" publicado en 1764.
La irrupción de la Revolución francesa (1789) le confiere una capital
humanización a la pena suprema: la guillotina -dice el doctor Guillotín, su
inventor-, al momento de llevarse a cabo la ejecución, lo efectúa "sin hacer
sufrir, pues hace saltar la cabeza en un abrir y cerrar de ojos".
(2) (3) Alvarez Ganoza; ob cit.. pág. 190. Ob. cit., Pág. 191.
606
4. LA PENA DE MUERTE
a) Es conocidala tesis de SANTO TOMAS, que dice: del mismo modo que
el cirujano debe amputar el brazo para impedir que la infección contagie al
resto del organismo, así también se debe eliminar al delincuente-miembro
corrompido- para evitar que se extienda a todo el organismo que es la
sociedad. Craso error, pues el brazo es sólo un miembro del cuerpo humano
concebido como totalidad; en tanto, la persona humana es un :fin en sí
mismo (KANT) y de ningún modo un instrumento de la sociedad.
Dar aliento a esta concepción llevaría a justificar los más crueles abusos,
pero como razona GIMBERNAT, la amputación sólo estámédicamente
justificada cuando sea imprescindible para el resto del organismo: si es
posible la curación con un procedimiento menos radical, a él estará
obligado acudir el facultativo. Por consiguiente, la analogía de SANTo
ToMAs sólo puede pretender una cierta fuerza de convicción si se
demuestra que la eliminación del ser humano es imprescindible para salvar
a la sociedad. (7)
(12) Hace 200 años la pena de muerte no sólo se prodigaba su empleo, sino
iba precedida de modos más crueles de su ejecución. No se buscaba
únicamente privar la vida, sino de conservar la vida con el fin de imponer
"mil muertes.. durante la ejecución obteniendo, como escribía el autor
inglés del siglo XVIII antes de que cese la vida "The most exquisite
agonis.. ( Foucaul, Michel; Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, México,
1976 , pago 38.)
(13) Derecho Penal. Parte general, PPU, Barcelona, 1990, pág. 758.
1.
Paises de Latinoamérica cuyos ordenamientos jurídicos no admiten la pena
de muerte por ningún delito.
País Fecha de Fecha de
abolición última ejecución
Colombia 1910 1909
Costa Rica 1877 -
Rep. Dominicana 1966 -
Ecuador 1906 -
Haití 1987 1972
Honduras 1956 1440
Nicaragua 1979 1930
Panamá - 1903
Uruguay 1907 -
Venezuela 1863 -
Total: 10 Países
2.
Países de Latinoamérica. Cuyos ordenamientos jurídicos reselVan la pena
de muerte para circunstancias excepcionales como delltosmilitares o los
cometidos en tiempo de guerra.
País Fecha de Fecha de
abolición última ejecución
Argentina 1984 -
Bolivia - 1974
Brasil 1979 1855
El Salvador 1983 1973
México - 1937
Paraguay 1992 1928
Perú 1979 1979
Total: 7 países
625
* NOTA:
ANEXO II
PREAMBULO
Artículo 14
Derecho de Rectificación o Respuesta
1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes
emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente
reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a
efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las otras
responsabilidades legales en que se hubiese incurrido.
3. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación
o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una
persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de
fuero especial.
Artículo 15 Derecho de Reunión
Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El
ejercicio de tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas
por la ley que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la
seguridad nacional, de la seguridad o del orden públicos, o para proteger la
salud o la moral públicas o los derechos o libertades de los demás.
Artículo 16
LibertacJ de Asociación
1. Todas las personas tienen derecho a asociarse libremente con fines
ideológicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales,
culturales, deportivos o de cualquier otra índole.
2. El ejercicio de tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones
previstas por la ley que sean necesarias en una sociedad democrática, en
interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden públicos, o
para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertadas de los
demás.
638
Articulo 20
Derecho a la Nacionalidad
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo
territorio nació si no tiene derecho a otra.
3. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del
derecho a cambiar1a.
Articulo 21
Derecho a la Propiedad Privada
1. Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley
puede subordinar tal uso y goce al interés social.
2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el
pago de indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés
social y en los casos y según las formas establecidas por la ley.
3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del
hombre por el hombre, deben ser prohibidas por la ley.
Articulo 22
De~ho de Circulación y de Residencia
1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un
Estado tiene derecho a circular por el mismo y a residir en él con sujeción a
las disposiciones legales.
2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país inclusive
del propio.
3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en
virtud de una ley, en la medida indispensable en una sociedad democrática
para prevenir infracciones penales o para proteger la seguridad nacional, la
seguridad o el orden públicos, la moral o la salud públicas o los derechos y
libertades de los demás.
4. El ejercicio de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede asimismo
ser restringido por la ley, en zonas determinadas, por razones de interés
público.
640
5. Nadie puede ser expulsado del territorio del Estado del cual es
nacional, ni ser privado del derecho a ingresar en el mismo.
6. El extranjero que se halle legalmente en el territorio de un Estado Parte
en la presente Convención, sólo podrá ser expulsado de él en cumplimiento
de una decisión adoptada conforme a ley.
7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio
extranjero en caso de persecución por delitos políticos o comunes conexos
con los políticos y de acuerdo con la legislación de cada Estado y los
convenios internacionales.
8. En ningún caso el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país,
sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está
en riesgo de violación a causa de raza, nacionalidad, religión, condición
social o de sus opiniones políticas.
9. Es prohibida la expulsión colectiva de extranjeros.
Artículo 23 Derechos Políticos
1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos
y oportunidades:
a) De participar en la dirección de los asuntos públicos, directa
mente o por medio de representantes libremente elegidos.
b) De votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas
por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y
c) De tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las
funciones públicas de su país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a
que se refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o
condena, por juez competente, en proceso penal.
641
Articulo 24 Igualdad ante la Ley
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia,
tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley.
Articulo 25 Protección Judicial
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tnounales competentes, que
la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal
decisión sea cometida por personas que actúen en ejercicio
de sus funciones oficiales.
2. Los Estados Partes se comprometen:
a) A garantizar que la autoridad competente provista por el sistema
legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que
interponga tal recurso;
b) A desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y
c) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes,
de toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.
CAPITULO ID DERECHOS ECONOMICOS, SOCIAlES y
CULTURALES
Articulo 26 Desarrollo Progresivo
Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias, tanto
a nivel interno como mediante la cooperación internacional, especialmente
económica y técnica, para lograr progresivamente la plena
642
l
PARTE n
MEDIOS DE lA PROOECCION
CAPITUW VI
DE WS ORGANOS COMPEfENTES
Articulo 33
Son competentes para conocer de los asuntos relacionados con el
cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados Partes en esta
Convención:
a) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llamada en
adelante la Comisión, y
b) La Corte Interamericana de Derechos Humanos, llamada en
adelante la Corte.
CAPITUW VII lA COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS
ffiJMANOS
Sección 1. Organjmción
Articulo 34
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se compondrá
de siete miembros, que deberán ser personas de alta autoridad moral y
reconocida versación en materia de derechos humanos.
Articulo 35
La Comisión representa a todos los Miembros que integran la
Organización de los Estados Americanos.
646
Artículo 36
1. Los Miembros de la Comisión serán elegidos a título personal por la
Asamblea General de la Organización de una lista de candidatos propuestos
por los gobiernos de los Estados Miembros.
2. Cada uno de dichos gobiernos puede proponer hasta tres candidatos,
nacionales del Estado que los proponga o de cualquier otro Estado
Miembro de la Organización de los Estados Americanos. Cuando se
proponga una tema, por lo menos uno de los candidatos deberáser nacional
de un Estado distinto del proponente.
Artículo 37
1. Los Miembros de la Comisión serán elegidos por cuatro años y sólo
podrán ser reelegidos una vez, pero el mandato de tres de los Miembros
designados en la primera elección expirará al cabo de dos años.
Inmediatamente después de dicha elección se determinarán por sorteo en la
Asamblea General los nombres de estos tres Miembros.
2. No puede formar parte de la Comisión más de un nacional de un mismo
Estado.
Artículo 38
Las vacantes que ocurrieran en la Comisión que no se deban a expiración
normal del mandato, se llenarán por el Consejo Permanente de la
Organización de acuerdo con lo que disponga el Estatuto de la Comisión.
Artículo 39
La Comisión preparará su Estatuto, lo someterá a la aprobación de
la Asamblea General y dictará su propio Reglamento.
Artículo 40
los seIVÍcios de secretaria de la Comisión deben ser desempeñados
por la unidad funcional especi:l1j~da que forma parte de la Secretaría
General de la Organización y debe disponer de los recursos necesarios para
cumplir las tlreas que le sean encomendadas por la Comisión.
647
Anexo Il
y Social y del Consejo Interamericano para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, a fin de que aquella vele por que se promuevan los derechos
derivados de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y
cultura, contenidas en la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires.
Artículo 43
Los Estados Partes se obligan a proporcionar a la Comisión las
informaciones que ésta les solicite sobre la manera en que su derecho
interno asegura la aplicación efectiva de cualesquiera disposiciones de esta
Convención.
Sección 3. Competencia Artículo 44
Cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamen
tal legalmente reconocida de uno o más Estados Miembros de la
Organización, puede presentar a la Comisión peticiones que contengan
denuncias o quejas de violación de esta Convención por un Estado Parte.
Artículo 45
1. Todo Estado Parte puede, en el momento del depósito de su instrumento
de ratificación o adhesión de esta Convención, o en cualquier momento
posterior, declarar que reconoce la competencia de la Comisión para recibir
y examinar las comunicaciones en que un Estado Parte que otro Estado
alegue que otro Estado Parte ha incurrido en violaciones de los derechos
humanos establecidos en esta Convención.
2. Las comunicaciones hechas en virtud del presente artículo sólo se
pueden admitir y examinar si son presentadas por un Estado Parte que haya
hecho una declaración por la cual reconozca la referida competencia de la
Comisión. La Comisión no admitirá ninguna comunicación contra un
Estado Parte que no haya hecho tal declaración.
3. Las declaraciones sobre reconocimiento de competencia pueden hacerse
para que esta rija por tiempo indefinido, por un período determinado o para
casos específicos.
649
Sección 2. Funciones
Articulo 41
la Comisión tiene la función principal de promover la observancia y la
defensa de los derechos humanos, y en el ejercicio de su mandato tienen las
siguientes funciones y atribuciones:
a) Estimular la conciencia de los derechos humanos en los pueblos de
América;
b) Formular recomendaciones, cuando lo estime conveniente, a los
gobiernos de los Estados Miembros para que adopten medidas progresivas
en favor de los derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y
sus preceptos constitucionales, al igual que disposiciones apropiadas para
fomentar el debido respeto a esos derechos;
c) Preparar los estudios o informes que considere convenientes
para el desempeño de sus funciones;
d) Solicitar de los gobiernos de los Estados Miembros que le proporcionen
informes sobre las medidas que adopten en materia de derechos humanos;
e) Atender las consultas que, por medio de la Secretaria General de la
Organización de los Estados Americanos, le formulen los Estados
Miembros en cuestiones relacionadas con los derechos humanos y, dentro
de sus posibilidades, les prestará el asesoramiento que éstos le soliciten;
f) Actuar respecto de las peticiones y otras comunicaciones en ejercicio de
su autoridad de conformidad con lo dispuesto en los artículos 44 al 51 de
esta Convención, y
g) Rendir un informe anual a la Asamblea General de la Organización de
los Estados Americanos.
Articulo 42
Los Estados Partes deben remitir a la Comisión copia de los
informes y estudios que en sus respectivos campos someten anualmente a
las Comisiones Ejecutivas del Consejo Interamericano Económico
648
1. Los jueces de la Corte serán elegidos para un período de seis años y sólo
podrán ser reelegidos una vez. El mandato de tres de los jueces designados
en la primera elección, expirará al cabo de tres años. Inmediatamente
después de dicha elección, se determinarán por sorteo en la Asamblea
General los nombres de estos tres jueces.
2. El juez elegido para reemplazar a otro cuyo mandato no ha expirado,
completará el período de éste.
3. Los jueces permanecerán en funciones hasta el término de su mandato.
Sin embargo, seguirán conociendo de los casos a que ya se hubieran
abocado y que se encuentren en estado de sentencia, a cuyos efectos no
serán sustituidos por los nuevos jueces elegidos.
Articulo 55
1. El juez que sea nacional de alguno de los Estados Partes en el
caso sometido a la Corte, conservará su derecho a conocer del mismo.
2. Si uno de los jueces llamados a conocer del caso fuere de la nacionalidad
de uno de los Estados Partes, otro Estado Parte en el caso podrá designar a
una persona de su elección para que integre la Corte en calidad de juez ad
hoc.
3. Si entre los jueces llamados a conocer del caso ninguno fuere de la
nacionalidad de los Es'iados Partes, cada uno de éstós podrá designar
un juez ad hoc.
4. El Juez ad hoc debe reunir las calidades señaladas en el artículo 52.
5. Si varios Estados Partes en la Convención tuvieren un mismo
interés en el caso, se considerarán como una sola parte para los fines de las
disposiciones precedentes. En caso de duda, la Corte decidirá.
Articulo 56
El quórum para las deliberaciones de la Corte es de cinco jueces.
Articulo 57
La Comisión comparecerá en todos los casos ante la Corte.
654
Artículo 62
1. Todo Estado Parte puede, en el momento del depósito de su instrumento
de ratificación o adhesión de esta Convención, o en cualquier momento
posterior, declarar que reconoce como obligatoria de pleno derecho y sin
convención especial, la competencia de la Corte sobre los casos relativos a
la interpretación o aplicación de esta Convención.
2. La declaración puede ser hecha incondicionalmente, o bajo condición de
reciprocidad, por un plazo determinado o para casos específicos. Deberá
ser presentada al Secretario General de la Organización, quien transmitirá
copias de la misma a los otros Estados Miembros de la Organización y al
Secretario de la Corte.
3. La Corte tiene competencia para conocer de cualquier caso relativo a la
interpretación y aplicación de las disposiciones de esta Convención que le
sea sometido, siempre que los Estados Partes en el caso hayan reconocido y
reconozcan dicha competencia, ora por declaración especial, como se
indica en los incisos anteriores, ora por convención especial.
Artículo 63
1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos
en esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el
goce de su derecho o libertad con.culcados. Dispondrá asimismo, si ello
fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación
que ha configurado la vulneración de estos derechos y el pago de una justa
indemnización a la parte lesionada.
2. En el caso de extrema gravedad y urgencia, y cuando se haga necesario
evitar daños irreparables a las personas, la Corte, en los asuntos que esté
conociendo, podrá tomar las medidas provisionales que considere
pertinentes. Si se tratare de asuntos que aún no estén sometidos a su
conocimiento, podrá actuar a solicitud de la Comisión.
Artículo 64
1. Los Estados Miembros de la Organización podrán consultar a la Corte
acerca de la interpretación de esta Convención o de otros tratldos
concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados
656
Artículo 78
1. Los Estados Partes podrán denunciar esta Convención despúes de la
expiración de un plazo de cinco años a partir de la fecha de entrada en
vigor de la misma y mediante un preaviso de un año, notificando al
Secretario General de la Organización, quien debe informar a las otras
Partes.
2. Dicha denuncia no tendrá por efecto desligar el Estado Parte interesado
de las obligaciones contenidas en esta Convención en lo que concierne a
todo hecho que, pudiendo constituir una violación de esas obligaciones,
haya sido cumplido por él anteriormente a la fecha en la cual la denuncia
produce efecto.
CAPITUW XI DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Sección 1. Comisión Interamericana de Derechos Humanos Artículo 79
Al entrar en vigor esta Convención, el Secretario General pedirá
por escrito a cada Estado Miembro de la Organización que presente, dentro
de un plazo de noventa días, sus candidatos para miembros de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. El Secretario General preparará una
lista por orden alfabético de los candidatos presentados y la comunicará a
los Estados Miembros de la Organización al menos treinta días antes de la
próxima Asamblea General.
Artículo 80
La elección de miembros de la Comisión se hará entre los candi
datos que :figuren en la lista a que se refiere el artículo 79, por votación
secreta de la Asamblea General y se declararán elegidos los candidatos que
obtengan mayor número de votos y la mayoría absoluta de los votos de los
representantes de los Estados Miembros. Si para elegir a todos los
miembros de la Comisión resultare necesario efectuar varias votaciones, se
eliminará sucesivamente, en la forma que
661