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Puedes consultar aquí los resultados del estudio en nuestro informe “Los sindicatos ante los retos
tecnológicos” publicado en 2019:
Los sindicatos han estado protegiendo los derechos de los trabajadores desde hace siglos. Es gracias a la
negociación colectiva y las protestas de los trabajadores que muchos disfrutan hoy el derecho a reclamar
aumentos salariales, acceder a servicios de salud y mejorar las condiciones de trabajo, por ejemplo. Pero los
sindicatos en los países desarrollados operan hoy en un mundo “fracturado”. La disminución de la afiliación
sindical, la creciente heterogeneidad en las relaciones laborales entre los países y el debilitamiento de la
negociación colectiva han comprometido la dimensión de las relaciones laborales del Modelo Social Europeo y
han conducido a una mayor desigualdad y menor solidaridad.
Además, la posibilidad de que los robots sustituyan a la fuerza de trabajo humana lleva décadas alimentando
utopías y distopias relativamente lejanas. Con el avance de la automatización y la inteligencia artificial, y su
entrada progresiva en espacios domésticos y de trabajo, esta posibilidad parece cada vez más real, y el run-run de
voces tanto de fascinación como de alarma por su impacto en el trabajo se ha intensificado.
Las voces que auguran la desaparición de más del 80% de los trabajos no cualificados y más del 30% de los de
cuello blanco en las sociedades avanzadas debido a la automatización deben sin duda tenerse en cuenta. Pero sin
olvidar que el trabajo sigue siendo la base de la organización social moderna, y el salario, aunque se cobre via
app y en la más absoluta precariedad de la gig economy, es la única forma de sustento de la mayoría de la
población. Así pues, aunque emergen nuevos retos y dinámicas, también se mantienen elementos importantes.
Un buen diagnóstico de los elementos de continuidad y cambio, entender qué es nuevo y qué no, es clave para la
comprensión de los retos del presente y del futuro. Abordar el impacto de la digitalización, la automatización y la
inteligencia artificial en el mundo del trabajo requiere, primero, de un ejercicio de aclaración de conceptos y de
realismo en las hojas de ruta posibles, tan a menudo contaminadas de tecno-optimismo.
FUNDAMENTACIÓN
A modo preliminar, hemos identificado tres grandes temas alrededor de los que sistematizar los retos del mundo
del trabajo relacionados con la tecnología, y que nos sirven como punto de partida del proyecto:
El primer cambio real con el que nos enfrentamos fruto de la innovación tecnológica, pues, es la progresiva
reducción de las formas de trabajo que unen físicamente a las trabajadoras y trabajadores. La tecnología del siglo
XXI favorece la desaparición de la distancia y del lugar de trabajo como un espacio físico y de concentración de
fuerza de trabajo. El impacto de este elemento sobre las formas de organización sindical es profundo y socaba
las bases del sindicalismo moderno, con lo que exige repensar tanto prácticas como estrategias.
b2. La plataformización
Muchos servicios innovadores basados en la tecnología basan su contribución en la eliminación de los
intermediarios y la ‘colaboración’ entre iguales. A través de plataformas y apps, estos nuevos servicios aumentan
su eficiencia y reducen costes facilitando el intercambio entre iguales y la movilización como activos de recursos
que hasta ahora no cumplían esa función (el caso de los coches en Uber y de las casas en Airbnb, para mencionar
sólo un par de ejemplos). Estos modelos de negocio basados en la creación de plataformas (espacios de relación
que no aportan activos, sino que movilizan activos ajenos) entraron ya hace tiempo también a la movilización de
activos en forma de fuerza de trabajo. Así, actualmente decenas de plataformas (UpWork, Freelancer, Fiverr,
etc.) ofrecen la posibilidad de contratar horas de trabajadores de cualquier lugar del mundo, trabajadores que
deben competir con otros para conseguir contratos y cuyo marco de relaciones laborales o jurisdicción no están
claros. Amazon ha sido la encargada de llevar este modelo al extremo al unir el modelo de plataforma con el
taylorismo digital en la creación de Mechanical Turk (MTurk), un market place para las tareas rutinarias que
requieren de ‘inteligencia humana’ que permite a las empresas acceder a fuerza de trabajo barata y deslocalizada
que se gana la vida dándole al teclado –los llamados clickworkers. Otras plataformas, buscando modelos de
negocio en los que el territorio y la proximidad aportan valor, han aplicado la misma lógica para la distribución
local de mercancías, movilizando en este caso la fuerza física de repartidores. Dedos que hacen clic, piernas que
reparten, coches, casas, ropa… todo es potencialmente comprable y vendible a través de plataformas que unen
oferta con demanda.
b3. Los datos en el trabajo y como trabajo
En este contexto emerge otro elemento innovador relevante: la movilización de colaboraciones a priori
voluntarias o no mercantiles que aportando datos generan valor a terceros, en dinámicas de ‘multitudes’
colaborativas (crowds) más o menos explícitas. Actualmente muchas relaciones de colaboración recaban datos
personales, y a menudo éstos se ofrecen en paquete a data brokers que basan su modelo de negocio en la
generación de perfiles que tienen valor comercial puesto que permiten a proveedores de servicios ofrecer
productos (marketing) más ajustados al
cliente potencial. Así, saber el estatus socio-económico, situación familiar o preferencias de un individuo gracias
a los datos generados por éste o por su entorno en su interacción con redes sociales, programas de fidelización,
uso de apps o de dispositivos inteligentes (smart) puede mejorar las tasas de éxito y los márgenes de beneficio de
empresas de seguros, productos o servicios. Aunque estos datos no constituyen trabajo, sí son un producto
generado por personas, y a menudo en entornos laborales.
Adicionalmente, estos datos que se intercambian a menudo de formas opacas pueden afectar a
la empleabilidad de determinadas personas, revelando estados médicos sensibles de forma incontrolable o
poniendo a disposición de terceros información sobre desempeños laborales pasados y/o datos vinculados a
rankings de reputación. La existencia de servicio
s opacos y sujetos a pago que pueden revelar opiniones de antiguos empleadores en las plataformas de
contratación tipo LinkedIn, o el uso e impacto de rankings de reputación generados en empleos o trabajos
pasados son elementos que requieren de un cuidadoso debate para establecer cuáles deben ser sus límites y
definir los mecanismos de disputa de los perfiles generados en base a aportaciones de datos pasadas.
La próxima fase en el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías amplia los retos al incorporar en el día
a día laboral datos personales sensibles (biometría), intensificar el tracking durante la jornada laboral
(seguimiento por GPS de posición y movimiento, exoesqueletos, etc.) e incorporar la automatización de
decisiones mediante algoritmos. Muchos sectores incorporan ya elementos de decisión algorítmica en sus
procesos de contratación, despido y restructuración. Estos sistemas, que prometen mejorar la eficiencia y la
flexibilidad, intensifican también el control de las trabajadoras y trabajadores, que a menudo no saben cuándo ni
cómo están siendo controlados y evaluados, ni por qué se les contrata o se les despide. Además, estos nuevos
procesos alteran las formas de negociación colectiva tradicionales y desequilibran la relación entre empleados y
empleadores, ya que la supuesta neutralidad de la tecnología permite una mayor opacidad en la toma de
decisiones y su justificación en términos técnicos.
A pesar de estas iniciativas, muchas organizaciones sindicales se debaten entre la incomprensión y la inercia,
renunciando a contribuir o liderar la conceptualización y respuesta a estos retos. La digitalización, la
automatización y la inteligencia artificial obligan a repensar procesos internos (diseñados hasta hoy para una
organización territorial y presencial cada vez es menos hegemónica), a ampliar reivindicaciones (para incluir la
privacidad, entre otros), a ampliar capacidades técnicas (creando espacios de relación y defensa virtuales,
creando tecnologías de defensa de derechos), a desarrollar diagnósticos y agendas tecnológicas propias (que
establezcan límites y estándares también en especificaciones técnicas) y a repensar la propuesta de programa
social del sindicalismo para incluir la redistribución y el sistema impositivo en un mundo globalizado y
robotizado, o la formación y la brecha de género en los trabajos técnicos.
ste proyecto pretende crear herramientas para que estas organizaciones, así como la sociedad, estén mejor
E
preparadas para abordar los retos mencionados.
La realización de este estudio es posible gracias al Programa de Innovación Abierta (PIA) de la Fundación
Cotec, y cuenta con el apoyo del Trade Union Institute y de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de
CCOO.