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Un ejemplar de la vigésima primera edición del Diccionario de la lengua española (1992). Esta
edición conmemoró el quinto centenario de la llegada de los conquistadores a América así
como el quinto centenario de la Gramática de Nebrija (1492-1992).
• 1780 (1.ª)
• 1783 (2.ª)
• 1791 (3.ª)
• 1803 (4.ª)
• 1817 (5.ª, consultable en línea)
• 1822 (6.ª, consultable en línea)
• 1832 (7.ª, consultable en línea)
• 1837 (8.ª)
• 1843 (9.ª)
• 1852 (10.ª)
• 1869 (11.ª)
• 1884 (12.ª, consultable en línea)
• 1899 (13.ª, consultable en línea)
• 1914 (14.ª, consultable en línea)
• 1925 (15.ª)
• 1936/1939 (16.ª)
• 1947 (17.ª)
• 1956 (18.ª)
• 1970 (19.ª), última que conservó inclusiones de refranes en cada artículo.
• 1984 (20.ª)
• 1992 (21.ª)
• 2001 (22.ª, consultable en línea)
• 2014 (23.ª, consultable en línea)
• 2020 (versión electrónica 23.4, consultable en línea)
Todas las ediciones, desde 1780 hasta 1992, son consultables en línea en
el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española.
Soportes utilizados[editar]
Hasta la vigésima primera edición (1992)17 el soporte utilizado fue el papel. Ese
año, además de su formato tradicional como libro, el diccionario se editó en CD-
ROM y también en dos libros de bolsillo. El 25 de octubre de 1994 se registró
el dominio web «rae.es»18 con fecha de expiración en 2025. Con la vigésima
segunda edición (2001) se añadió un nuevo aporte al introducir el diccionario en
internet y de acceso libre por parte de todos los usuarios. Esta versión digital
estaba a caballo19 entre la vigésima primera edición impresa del año 1992 y la
vigésima tercera edición impresa del año 2014, y ya anticipaba definiciones de
palabras que fueron luego modificadas en la edición de 2014.20 La vigésima
tercera edición del Diccionario de la lengua española fue puesta a disposición del
público mediante consulta gratuita el 21 de octubre de 2015. El 2 de noviembre de
2015, por medio de su cuenta oficial21 en Twitter @RAEinforma22 se invita a
consultar en línea la última edición del diccionario académico en su
nuevo subdominio web. Asimismo, en dicha cuenta también informan sobre
hechos o acontecimientos relacionados con su página web principal, e invitan
cordialmente a que «lo tengan en cuenta para futuros accesos y para actualizar
los enlaces publicados en páginas externas».23
Ediciones[editar]
En la cuarta edición del diccionario (1803) se fijaron y se incorporaron al alfabeto
castellano los dígrafos ch y ll como letras separadas y parte de la ordenación
alfabética. Dicha decisión cambió en 1994 (X Congreso de la Asociación de
Academias de la Lengua Española), donde los dos dígrafos quedaron ordenados
en su lugar correspondiente en el alfabeto latino. También se cambió en 1803
la x por la j cuando la grafía representa el fonema velar /x/ (excepto en vocablos
como Caxamarca, México, Texas, etc., que la conservan, aunque correspondan a
/x/ en español), y se eliminó el acento circunflejo (^).
Las primeras ediciones son mucho más extensas, incluyen la traducción al latín de
los vocablos y, en algunos casos, dan ejemplos de su uso, especialmente en
forma de dichos populares, y reseñan parte de su evolución. Un dato curioso es
que aparece muger («mujer») siguiendo la usanza de la época. La entrada de la
letra x es interesante y muestra la riqueza de las primeras ediciones. Aquí se
reproduce un fragmento de lo que muestra la 3.ª edición de 1791:
x. Vigésima tercia letra en el orden de nuestro alfabeto, y décima octava de las consonantes.
Es semivocal, y tomada de los latinos, entre los quales tenía el valor de dos consonantes; y
unas veces fuerza de c y s, y otras de g y s. En castellano conservamos el sonido de la c y s,
como en exâmen, exôtico; pero el de la g y la s lo convertimos en otro mucho más fuerte y
gutural, tanto que no la distinguimos de la j, o g fuerte; como en xamugas, exército. La X se
usa por transmutación en lugar de otras letras en voces que vienen de otras lenguas; como:
se muda la S en X en las voces latinas vesica, inserere, que nosotros volvemos vexiga,
é inxerir, y las dos ss del italiano basso, que nosotros volvemos baxo.
Críticas[editar]
A lo largo de su historia, el diccionario de la Real Academia ha sido objeto de
muchas y variadas críticas.24 Entre los diversos motivos de tales críticas pueden
citarse los siguientes:
• El investigador del CSIC Javier López Facal, en una entrevista del 2011, lo
consideraba un diccionario arcaico en su planteamiento y de calidad inferior a
otros.25
• El profesor de ictiología Alfonso L. Rojo en su estudio de definiciones
relacionadas con los peces del diccionario de 2001 encuentra
«inconsistencias, incorrecciones, atraso y errores».26
• La lexicógrafa Montserrat Alberte considera que, en materia de diccionarios,
«la Academia, a lo largo de los siglos, se ha caracterizado más por lo que
anunció y no llegó a hacer, que por lo que efectivamente hizo».27
• La catedrática de lengua española Esther Forgas critica el «sesgo ideológico
presente en las definiciones del diccionario académico».28
• A pesar de su pretendido panhispanismo, se lo considera un diccionario
hispano centrista.2930
• El lexicólogo y periodista mexicano Raúl Prieto Río de la Loza criticaba
ácidamente el centralismo y las definiciones del diccionario de la Real
Academia Española. Publicó varios libros al respecto.31