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WALLERSTEIN: ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA

COMPRENDER EL MUNDO SOCIAL HOY?

Leonel DE GUNTHER DELGADO


“Existe una pauta histórica recurrente según la cual aquellos
cuyas ideas son dominantes describen como equivocadas las
innovaciones intelectuales que se producen, para después
ignorarlas, hasta que son finalmente asumidas por parte de esos
mismos adversarios originales, que terminan por considerarlas
como su propio invento”.
Michael Gibbons

“¿Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la


ciencia? Esta es la gran ilusión y el consuelo de los
especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! Oh, eso es lo que
sabe nadie”.
Antonio Machado/Juan de Mairena

Introducción
El problema de la integración, hibridación y de los estudios inter
y transdisciplinarios como contraste de la separación, 1especialización
e hiperespecialización no es privativo de las ciencias sociales, sino de
la ciencias en general. Registros de esta separación tienen larga data.
Un enunciado de Hooke en los estatutos de constitución de la Royal
Society en 1663, puede marcar el origen de la separación entre “las
ciencias” al anotar que su interés se centra en el “perfeccionamiento
del conocimiento de las cosas útiles, manufacturas y prácticas
mecánicas, ingenios e invenciones por experimento” y no en las otras
“ciencias”: teología, metafísica, moral, política, gramática, retórica,
lógica (Hooke, cit. en Wallerstein, et. al, 1996, pp. 4-5).


Estudia el Doctorado en Ciencias Sociales en la UAS.
1
Este problema puede plantearse, desde los griegos, en la perspectiva de la
integración de las ciencias, las humanidades y las artes y sobre distinciones
específicas que aluden a la asimetría entre las leyes de la naturaleza y las de
los hombres, e incluso en el tránsito de la edad media en la aceptación de las
“dos verdades”. Sin embargo, para los propósitos de esta discusión, nos
centraremos en el “mundo moderno”.
13
Esta polémica encontrará apertura en 1882 entre el científico T.
H. Huxley y el crítico y poeta Mattew Arnold sobre los campos de
trabajo atribuidos a las ciencias y a las humanidades y sobre la
“humanización de los científicos”; y un nuevo aliento y consolidación
en las discusiones entre C.P. Snow --a propósito de su conferencia
Las dos culturas y la revolución científica (1959)-- y el profesor de
literatura F. R. Leavis, sobre la incomprensión de los intelectuales
literarios acerca de los beneficios de la ciencia en el desarrollo, que
puede resumirse en lo que ha sido llamado como las “dos culturas”
(Snow y Leavis, 2006). Discusión que continúa vigente, y cuyos
seguidores u opositores ofrecen argumentaciones en una u otra
posición como si la vieja disputa epistemológica sobre el método
“Methodenstreit”, cobrara ahora un renovado interés que no sólo
ronda las ciencias sociales, sino los diferentes campos de
conocimiento, de sus disciplinas y subdisciplinas en un debate
polémico e inconcluso2.
Este ensayo aborda las propuestas de Immanuel Wallerstein con
respecto a “abrir” o “impensar las ciencias sociales”. Interpretamos
sus propuestas y valoramos su pertinencia ubicándolas en un contexto
que amplía su horizonte más allá de las ciencias sociales. A través de
“La apertura disciplinar” ponemos al frente un conjunto de esfuerzos
que intentan re-ligar el conocimiento disperso y fragmentario del
trabajo disciplinar para la resolución de los problemas humanos, y
aunque son propuestas divergentes en algunos aspectos, nos permiten
señalar el interés de la apertura. El punto: “después del linaje liberal
de las ciencias sociales” aborda de manera general el origen,
desarrollo y eventual crisis y/o transformación de las ciencias sociales
en directa relación con algunos aspectos centrales de sus trabajos de
los sistemas-mundo, debido a que las ciencias sociales constituyen
una analogía similar a tales sistemas. Al final planteamos algunas
implicaciones que arrojan las tesis del autor estadounidense.
La apertura disciplinar

2
John Brockman en 1996, reabre el debate a partir de la noción de “la
tercera cultura”, que estudia el vínculo entre las humanidades y las ciencias.
Brockman, J. (1996). La tercera cultura: más allá de la revolución científica,
Barcelona: Tusquets Editores.
14
“Las dos culturas”, término acuñado por Snow para señalar la
separación entre las ciencias naturales y las humanidades y las
sociales, ha marcado su huella en el desarrollo de las ciencias
generando polémicas de naturaleza epistemológica y de orden
ideológico y social. En el plano epistemológico se plantea la falsa
dicotomía entre ciencias nomotéticas e idiográficas, cuya base se
articula a partir de los principios de la física newtoniana y el dualismo
cartesiano. En el plano de la organización disciplinaria, se cuestiona
la fragmentación cognoscitiva de la realidad, por la especialización e
hiperespecialización, y en el plano de lo social la emergencia de los
intereses personales de los investigadores que van más allá de los de
la ciencia, a pesar de la insistencia de “su participación neutral”.
Estos cuestionamientos a los fundamentos generales o filosóficos, a la
organización y a las posturas ideológicas, han sido tratados por
diferentes autores de maneras diversas con el fin de generar vínculos
de integración, hibridación o estudios inter y transdiciplinares. Lo que
está en su base es un conjunto de nuevas escalas para conocer y saber
del mundo en el reconocimiento de su complejidad.
En este sentido, autores como Morin o Wallerstein, insisten, el
primero, en la re-ligazón de las ciencias, las artes y las humanidades
y su orientación hacia la resolución de los problemas humanos;
mientras que el segundo, en la integración de las ciencias sociales con
el propósito de mostrar en términos racionales las verdaderas
alternativas históricas ante nosotros. Ambos señalan lo insostenible
de una separación disciplinaria basada en la aceptación de los
principios de la mecánica newtoniana y en el dualismo cartesiano: la
lógica de la simetría entre el pasado y el futuro y la lógica de la
exclusión como principios epistemológicos (Morin, 1983;
Wallerstein, 2007 y Wallerstein, et. al. 1996).
García, por su parte, al hablar de los “sistemas complejos”,
propone una metodología para la investigación interdisciplinaria
susceptible de ser aplicada a las ciencias sociales. Esta posición
cuestiona los planteamientos de Morín y Wallerstein en el sentido de
lo que considera una ausencia de estructuración metodológica. García
propone un diseño de la investigación que incorpora principios de la
epistemología genética de Piaget y de la física --teoría de sistemas y
estudios sobre los sistemas alejados del equilibrio-- la cual pone al
frente al sistema-complejo como un todo para la configuración y el
15
abordaje de problemas. Estos se establecen a través del acuerdo entre
los investigadores de las diferentes disciplinas con el propósito de
resolver problemas sociales de naturaleza sistémica: la ecología, por
ejemplo (García, 2006).
Por otro lado, Dogan y Pahre, muestran cómo los mecanismos de
hibridación en las ciencias sociales, construidos en los bordes o
márgenes disciplinarios, constituyen estrategias para la innovación
del conocimiento. Las vías posibles para ello son la especialización y
la hibridación. La complejidad de la realidad es tal que una disciplina,
o un científico, difícilmente pueden ofrecer explicaciones sobre ella.
Enfatizan además que la tendencia señala hacia la construcción del
encuentro de dominios especializados para la resolución de problemas
que escapan de las fronteras disciplinares: la denominada hibridación
(Dogan y Pahre, 1993. Este problema también ha sido abordado desde
la filosofía. Bunge anota un ejemplo de integración disciplinaria
configurando un puente lógico entre ellas: “Una política
gubernamental (Política) produce el deterioro de la salud pública
(Biología), que hace disminuir la productividad de la fuerza de
trabajo (Economía), lo que deprime la asistencia en las escuela
públicas (Cultura)” (Bunge, 2001, p. 51). Esta posición hace
referencia al complejo entramado de los hechos sociales:
biolopsicológicos, económicos, políticos, culturales.3
Anguelov, a su vez, argumenta contra el conocimiento
fragmentado de las ciencias sociales. Ejemplifica con la economía y
la sociología. La primera interesada en las leyes que gobiernan el
desarrollo y el funcionamiento de las diferentes formaciones socio-
económicas; mientras que la segunda trata con las estructuras de la
sociedad. Señala que los procesos y fenómenos sociales forman parte
de un sistema dinámico complejo, sus elementos y propiedades
existen únicamente en el marco de un todo, por lo que lo social no
puede ser considerado como la suma de sus partes tomadas
aisladamente. Para él, esto implica la unificación de esfuerzos de las
diferentes ciencias para revelar la unidad de los fenómenos: la

3
También es posible incluir en estas discusiones la denominada guerra de la
ciencia derivada del llamado caso Sokal, en sentido opuesto al que
señalamos. Sokal, A., & Bricmont, J. (1999). Imposturas intelectuales (J.
Guix & M. Candel, Trans. 1a ed. Vol. 10). Barcelona, Paidós.
16
emergencia de “investigaciones complejas” y de la integración de las
ciencias sociales que den origen a nuevas tareas científicas, así como
a problemas metodológicos en el estudio de las múltiples dimensiones
de la vida social o de un fenómeno particular (Anguelov, 1984).
Estos ejemplos, aunque no son los únicos, cuya pertenencia se
adhiere a diferentes disciplinas con propósitos, teorías, datos,
métodos, también diferenciados, 4 abogan por formas más racionales
de integración disciplinaria y pugnan contra la separación originaria:
las dos culturas, que no permite la explicación y comprensión
adecuada de la complejidad de los problemas actuales. Habría que
decir que la propuesta de Wallerstein se inserta en este amplio marco
que pugna por nuevas formas de hacer accesible la realidad social.
Valdría la pena preguntarnos aquí por el planteamiento que hace el
autor con respecto a la integración de las ciencias sociales desde la
perspectiva de la nueva configuración del sistema mundo.
Del linaje liberal de las ciencias sociales
Wallerstein es reconocido por sus estudios en el campo de la
sociología histórica.5 Ha planteado que el mundo después de la
década de los ochenta se nos presentaría difícil e incierto; pero más
abierto que como lo conocíamos antes de ese período: un mundo
después del liberalismo. Aludía a la emergencia de un nuevo orden
que, aún sin saber cuál sería su configuración, se nos presentaría con
altos grados de incertidumbre. Y en efecto el mundo hoy nos ofrece
indicios para pensar la configuración de un nuevo orden mundial.
Estados Unidos, la gran potencia mundial, pierde el monopolio de
la violencia en el bien conocido S-11; su solvencia moral en el
inexistente caso de las armas de destrucción masiva en Irak y

4
Aunque en algunos casos se comparten. Por ejemplo, la postura de
Prigogine se encuentra tanto en reflexiones expresadas por E. Morín, I.
Wallerstein y R. García.
5
Según Aronovitz, la “historical sociology” está menos interesada en la
validez de sus fuentes para explicar el detalle de eventos, que con su
significado y su importancia estructural en relación a otros elementos
sociales. Esta disciplina se revitaliza en los años 70. Aronowitz, S. (1981). A
metatheoretical critique of Immanuel Wallerstein's the Modern world system.
Theory and society, 10, 503-520.
17
recientemente, su solvencia económica como la nación más rica del
mundo. Tres pérdidas en tres dimensiones interrelacionadas: militar,
moral y económica que, a pesar de todo, continúa generando
consecuencias en otros países.
A partir de 2005, Europa experimenta la violencia recurrente y
expansiva de las “clases peligrosas”: la sociedad civil integrada por
jóvenes, trabajadores, amas de casa, migrantes, estudiantes.
Inglaterra, Francia, España y Grecia son los escenarios, mientras que
éstas dos últimas viven la peor de sus crisis económicas, impactando
las condiciones de salud, educación y empleo de sus poblaciones. En
América Latina, en países como Chile, México y Guatemala esto no
es la excepción y se suma, además, una suerte de barbarie también
expansiva, junto con las avalanchas migratorias que ocurren en otros
países del mundo.
La crisis árabe forma también parte de este circuito de crisis
expansiva, de pérdida del control social y de crisis económicas que se
intensifican y se expanden. Mientras esto ocurre, Brasil, una nación
que hace diez años se encontraba sumida en la desesperanza,
despunta ahora como la séptima economía mundial, dispuesta a
invertir en la caza de científicos para convertirse en un polo de
innovación científica y tecnológica. Lo mismo ocurre con China y la
India: el llamado BRIC. Aunque estos acontecimientos son producto
de una selección de la experiencia humana, sus características visibles
y su ausencia de predictibilidad constituyen indicios de la
configuración fluctuante de un nuevo orden mundial.
Los acontecimientos señalados, que bien podrían reconocerse
como históricos, cubren parte de la escala temporal que da inicio a la
nueva configuración de un sistema-mundial después del liberalismo
que, parafraseando a Wallerstein, constituye un mundo enorme, sin
norma conocida, tanto para la vida social como para las comunidades
científicas. Refleja zonas de incertidumbre creciente que difícilmente
una disciplina por sí sola puede afrontar. Esto constituye un marco
contextual que refleja paradojas y contradicciones inéditas en cuanto
a la emergencia de la novedad y la anomalía como fenómenos
sociales en una escala global, en cuyo caso escapan de las fronteras
del Estado-Nación y se instalan en los límites de los sistemas-mundo.
Un ejemplo que podemos tomar en esta perspectiva son las 10 tesis de
18
Beck sobre la emergencia de las generaciones globales que requiere,
para su comprensión, una sociología que opere más allá del marco del
Estado-Nación, una sociología también global, que se vuelve urgente
para afrontar la comprensión de nuevos desafíos en las ciencias
sociales (Beck, 2008).
Wallerstein centra su estudio en los sistemas-mundo, su unidad de
análisis. Esto le permite reflexionar tanto sobre las luchas del poder
del sistema capitalista mundial como en las formas de producción del
conocimiento de las ciencias sociales. Para él, 1789 es el inicio de una
era política y cultural que tiene sus orígenes en la Revolución
francesa y se expande por el mundo hasta 19896, como una “geo-
cultura” que se refiere “al triunfo y caída, ascenso y eventual
defunción del liberalismo como ideología global del moderno sistema
mundial”. Aunque su tesis principal está basada tres premisas:
“(i) Los sistemas históricos7 tienen vidas finitas. Tienen un
comienzo, un largo desarrollo y finalmente, a medida que se
apartan del equilibrio8 y llegan a punto de bifurcación, un deceso.
(ii) En esos puntos de bifurcación seguramente ocurren dos cosas:
“inputs” pequeños tienen grandes efectos… y el resultado de esas
bifurcaciones es intrínsecamente indeterminado y (iii) El moderno
sistema mundial, como sistema histórico, ha entrado en una crisis
terminal y dentro de cincuenta años es poco probable que exista”
(Wallerstein, 2002, p. 9).
Estas premisas marcan ese conjunto de bifurcaciones que alejan al
orden mundial de su equilibrio y, en su aparente deceso, ocurre

6
Trebitsch pregunta sobre la fecha y si ¿es necesario sustituir la cesura que
representa la Primera Guerra Mundial o bien hacer pender todo de un antes-
después de 1989 tras la caída del muro de Berlín? Trebitsch, M. (1998) 'El
acontecimiento, clave para el análisis del tiempo presente', Cuadernos de
Historia Contemporánea, (20), 29-40.
7
Los estudios históricos tienden a no tomar en cuenta la noción de sistema;
mientras que los sociológicos la de historia.
8
Wallerstein se refiere a los trabajos del físico Ilya Prigogine. Se trata de
procesos no lineales que al final alcanzan puntos de divergencia, donde
ligeras fluctuaciones tienen graves consecuencias al interior del sistema. Es el
modelo que Prigogine ha sugerido para los sistemas complejos ("orden"
mediante "caos"). Wallerstein lo incorpora al más complejo de todos los
sistemas conocidos: el sistema social histórico.
19
también la emergencia de un nuevo sistema-mundo que, sin saber
cuál será su configuración, se presenta ahora con grados de
incertidumbre creciente que imposibilita en el cálculo del riesgo 9 o la
incalculabilidad del peligro en su gestación. Dicho de otra manera, los
sistemas-mundo proporcionan los procesos de interés para las
ciencias sociales, las cuales, como formulaciones sociales creadas
después de la Revolución francesa, no escapan del compromiso
ideológico del sistema capitalista mundial que le dio origen
(Wallerstein, 2007, p. 103), y tal vez resulten poco adecuadas para el
nuevo orden mundial. Podemos preguntarnos por la configuración de
las ciencias sociales (1850-1945) y sus implicaciones y consecuencias
para el conocimiento de lo social.
La configuración de las ciencias sociales
Siguiendo a Wallerstein, la configuración del viejo orden mundial
a partir de la Revolución francesa en 1789, trajo consigo la formación
simultánea de tres instituciones: la ideología, las ciencias sociales y
los movimientos. En el caso de las ideologías, la conformación de las
posturas conservadoras, liberales o radicales (actualmente anti-
sistémicas), dominando la liberal; respecto de las ciencias sociales,
emergieron la economía, la sociología, las ciencias políticas y la
antropología siguiendo una especie de analogía con las ciencias
naturales.10 Antes de 1850, las protodisciplinas que dieran origen a las
ciencias sociales no eran comúnmente aceptadas.11 Sobre los
movimientos se hace referencia a la noción de que el “cambio” es
algo natural o permanente –dimensión que había permanecido oculta
hasta antes de este período- y la configuración de lo que podríamos
llamar corredores económicos supra-nacionales, es decir, el poder del
Estado-nación está sujeto a un entramado económico supraestatal.

9
Nos referimos a las noción expresada por Giddens: cálculo del riesgo (lo
que podemos predecir) y el peligro (lo que no podemos predecir).
10
Aunque aún continúa el debate sobre el estatuto de legalidad o pertenencia
de la geografía y de la psicología social, incluso de la historia.
11
Esta configuración se puede encontrar en D'alembert, J. L. R.
(1974/1751). Se presenta un sistema figurado de los conocimientos
humanos: Memoria y Razón. Divididos en Filosofía y subdivididos en
Ciencias de la Naturaleza y Ciencias del hombre. En Discurso preliminar de
la enciclopedia (C. Berges, Trans. 5a ed.). Argentina: Aguilar.
20
El período de institucionalización de las ciencias sociales (1850-
1945), tomaría como modelo a las ciencias “naturales” en un esfuerzo
por evitar la contaminación de consideraciones morales, culturales o
filosóficas de su producción. Las preguntas sobre la legitimidad de
esta asunción: si los fenómenos sociales podrían ser estudiados
objetivamente como fenómenos naturales o si las ciencias sociales
son una “ciencia” o forman parte de las humanidades, fueron
olvidadas con la compartimentalización del conocimiento en
disciplinas12 (Bennett, 1997) y por la emergencia y la revitalización
de las universidades, sus congresos y publicaciones.
Las ciencias sociales surgen así como una empresa del mundo
moderno con el propósito de “desarrollar conocimiento secular
sistemático sobre la realidad que tenga algún tipo de validación
empírica" en un momento en que el Estado-Nación necesita
información confiable sobre el nuevo mundo abierto por el poder
expansivo del capitalismo. Las ciencias sociales se posicionan al
servicio del Estado13 y configuran tres esferas: la economía para los
estudios del mercado, las ciencias políticas para el estudio del Estado
y la sociología para los de la sociedad civil, de acuerdo a Wallerstein.
Esta división configura a la vez una epistemología dominante: la
fragmentación de la realidad para su estudio (especialización e
hiperespecialización), el empirismo y la incapacidad de reflexionar
sobre sí misma y cuestionarse.
La nueva figura de las ciencias sociales estableció y delimitó sus
disciplinas, su objeto de estudio, sus propósitos, sus métodos, sus
teorías y sus fundamentos filosóficos para la generación y producción
de conocimiento dentro del orden específico generado por ese sistema
12
Bennet alude a cómo en la antropología el conjunto de actividades
exóticas sin un problema central y sin una teoría orientadora, fue puesta
irreflexivamente bajo los ejes de la teoría darwinista.
13
Esta idea implica una franca analogía con la otrora sierva de la teología: la
filosofía. Schmitt, el teólogo de la política, ha señalado taxativamente dentro
del denominado paradigma teológico-político, que “todos los conceptos
decisivos de la moderna doctrina del Estado son conceptos teológicos
secularizados”. Valdría la pena pensar si esta tesis se extiende al caso de
todas las ciencias. Schmitt, citado por Agamben, G. (2008) El reino y la
gloria. Una genealogía teológica de la economía y del gobierno. Homo
sacer, II, Filosofía e historia, 1a ed., Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editores.
21
mundial, reafirmando con ello su ideología liberal que, en palabras de
Wallerstein, constituyó una forma de control a través de programar y
controlar el inevitable “cambio”. El período de 1945 y 1989, que
consolida y muestra el nuevo orden mundial –el imperialismo de
EUA como cambio de estructura política del mundo, su consolidación
económica, la caída del muro de Berlín, la derrota de la URRS en la
guerra fría- trae de la mano también la emergencia de los llamados
estudios de la complejidad y la emergencia de otras áreas de estudio
que multiplican la cantidad de enfoques: estudios culturales, estudios
sobre recepción, sobre género, migración, etc.; pero también hace
emerger una nueva dimensión problemática para las ciencias sociales
con la eventual defunción del sistema-mundo a partir de 1989. Así
como la Revolución Industrial trajo consigo un conjunto de términos
para nombrar la novedad en esferas diferenciadas: industria, clase
media, capitalismo, socialismo, aristocracia, liberal, científico, crisis,
libertad, igualdad, ingeniero, proletariado, ideología, sociología,
huelga (Hobsbawm, 2010). El mundo después del liberalismo sigue
con novedades: bio-poder 14; Estados supranacionales;15 economía del
conocimiento; biotecnologías; brasilerización del trabajo; 16
empleabilidad; bioescuela; gerenciamiento público; sujetos-
contemporáneos, y cuestionando las viejas categorías de sociedad,
desarrollo, etc., que ponen de manifiesto la tensión que surge de la
construcción de nuevas formas de organización productiva, por un
lado. Y, por otro, de la necesaria emergencia de una nueva
subjetividad, cuyo humanismo ponga al frente el uso de la ciencia y la
tecnología al servicio de la resolución de los problemas humanos y no
únicamente del mercado (Motta, 2010).
Al señalar la existencia de la “novedad” afirmamos su existencia
como diferencia específica que puede ser resumida por los términos
empleados para nombrarla y constituir una relación interna y estable
entre ambos. Es decir, el término que la nombra alude a un segmento

14
Seguimos aquí las ideas de Agamben, G. (2004): “No al tatuaje
biopolítico”. Le Monde. Recuperado de Internet http://mirarnos.blogia.com/2007/50302- no-al-
tatuaje-biopolitico- giorgio-agamben.php
15
Hardt, M., & Negri, A. (2005). Imperio (A. Bixio, Trans. 1era ed.).
Barcelona, Paidós
16
Seguimos la idea de Beck, U. (2000). Un nuevo mundo feliz: La
precariedad del trabajo en la era de la globalización. Barcelona, Paidós.
22
de la realidad con lo que se establece un rasgo de regularidad entre
ellos. Pero es preciso tener en cuenta una dimensión poco abordada
en los marcos metodológicos de los estudios de las ciencias sociales,
la llamada flecha del tiempo17,la cual establece la asimetría entre el
pasado y el presente: la inmutabilidad del pasado frente a la
incertidumbre del futuro; que nos muestra que todo cambia y que un
concepto siempre es relativo, lo cual implica que no tiene ningún
significado a menos que se analice en un contexto integral, que
paradójicamente es una confusión eterna y veloz, siguiendo a
Wallerstein. Desde esta lógica, este recorte podría verse como un caso
especial de un proceso más general (Myrdal, citado por Wallerstein,
2007), en el cual el mundo real debe medirse en dimensiones
fraccionadas, sin olvidar que el caos, la catástrofe y la divergencia
son las palabras clave que constituyen los mecanismos de ajuste
actual de las ciencias (Wallerstein, 2007, p. 111). En este sentido, no
debemos olvidar que a mayor sofisticación y complejidad de una
sociedad más densos serán los contenidos y la forma del diálogo con
la realidad y su comunicabilidad (Gibbons, et. al., 1997).
La comprensión del linaje liberal de las ciencias sociales propicia
la reflexión para cuestionarnos sobre la organización y estructura de
tales ciencias, sobre su utilidad para comprender la emergencia de un
incierto orden mundial. La respuesta de Wallerstein es radical: las
ciencias sociales, surgidas en el siglo XIX y transformadas en el siglo
XX no pueden ayudarnos hoy a comprender y explicar el nuevo orden
mundial. Estas se han apartado o cerrado “a una comprensión
completa de la realidad social, y los métodos que habían desarrollado
históricamente para lograr esta comprensión, hoy pueden ser
obstáculos18 para este entendimiento” (Wallerstein, 2006, p. 84).
Habría que preguntarnos qué podemos hacer cuando la herencia del
conocimiento no es útil para conocer la realidad social; las

17
Concepto acuñado por el astrónomo Arthur Eddinton en 1927 y se opone a
la idea newtoniana de la simetría temporal del pasado con el futuro: “como
fue ayer será hoy”; aquél propone: como es hoy no será mañana.
18
La noción de “obstáculo epistemológico” de Bachelard en el sentido de
que aquellos conocimientos que obstaculizan la adquisición de nuevos
conocimientos está presente en esa enunciación. Bachelard, G. (2000). La
Formación del espíritu científico: contribución a un psicoanálisis del
conocimiento objetivo (J. Babini, Trans. 23a ed.). México: Ed. Siglo XXI.
23
implicaciones de esta enunciación tienen directa relación con el
cuestionamiento de los abrevaderos de las ciencias sociales y los
postulados de los fundadores: Durkheim, Marx y Weber.
Su discusión puede reelaborarse generando una analogía con su
estudio de los sistemas-mundo. Esto puede plantearse como sigue: las
ciencias sociales, entendidas como un sistema, tienen un inicio, un
“largo” desarrollo y finalmente, a medida que se alejan del equilibrio
y llegan a puntos de bifurcación, una eventual transformación. En
esos puntos de bifurcación es posible que ocurran dos cosas: “input”
pequeños tienen grandes efectos… y el resultado de esas
bifurcaciones es intrínsecamente indeterminado. Como consecuencia,
es posible pensar que las ciencias sociales modernas han entrado en
una crisis que reconfigurará su existencia.
Esta analogía puede interpretarse a través de la línea del tiempo
que muestra el inicio, desarrollo y eventual caída del sistema-mundo
moderno capitalista, como del surgimiento, desarrollo e
institucionalización y eventual transformación de las ciencias
sociales, en un período de 200 años que transcurre de la Revolución
francesa como origen (1789) y culmina con la caída del muro de
Berlín y con el quebranto de la URSS en la guerra fría (1989). La idea
puede sustentarse en esta afirmación de Wallerstein (2007, p. 257):
El "análisis de los sistemas-mundo" no es una teoría sobre el
mundo social o sobre una parte de éste, es más bien una protesta
contra las maneras como se estructuró la investigación científica
social para todos nosotros desde su concepción a mediados del
siglo XIX. Éste método de investigación se ha convertido en una
serie de suposiciones a priori con frecuencia incuestionadas. El
análisis de los sistemas-mundo sostiene que este método de
investigación científica social, ejercida en todo el mundo, ha
tenido el efecto de cerrar, en vez de abrir, muchas de las
interrogantes más importantes o más interesantes… es entonces,
una protesta moral y también política.
Así, la pregunta sobre ¿qué ciencias sociales para comprender o
explicar el mundo social hoy? sigue abierta. Y al menos se bosqueja
en el horizonte de medio plazo, una búsqueda aún inacabada.
Consideraciones finales

24
En este ensayo hemos abordado las propuestas de Wallerstein con
respecto a “abrir” o “impensar” las ciencias sociales a la luz de la
configuración del mundo actual. Hemos mostrado cómo su propuesta
forma parte en un marco más amplio que no es privativo de las
ciencias sociales, sino de las ciencias en general. Discutimos cómo las
ciencias sociales llegaron a ser lo que son, a través de mostrar su
origen, desarrollo y eventual transformación a través de construir una
analogía con el origen, desarrollo y eventual deceso de los sistemas-
mundo. El deceso de uno sugiere el deceso del otro y a la vez, la
emergencia de otro sistema-mundo (aunque aún no sepamos cuál) y
de ¿otras? ciencias sociales. Seguir algunos trabajos de Wallerstein
constituye una aventura reflexiva que cruza las dimensiones
disciplinarias en un esfuerzo consciente de articulación del
conocimiento que se nos presenta disperso, fragmentado y separado; a
la vez que pone en evidencia la articulación entre el mundo de la
naturaleza y el social y con ello la falsa dicotomía entre las ciencias
nomotéticas e idiográficas, en cuyo caso se traza un puente entre la
dimensión epistemológica y la ideología. También constituye un
esfuerzo de comprensión que implica y pone de manifiesto una forma
de pensamiento que va de los sistemas hacia las particularidades: de
los sistemas-mundo al sistema-mundo capitalista, como si fuera una
especie de bucle retroactivo.
Su propuesta plantea un marco lo suficientemente amplio para
reflexionar y cuestionar las categorías y métodos que empleamos para
conocer la realidad social que, como axiomas, se nos presentan
incuestionables; pero también para comprender y visualizar la
emergencia de la novedad, en cuyo caso requiere de nuevas
categorías y nuevos métodos para su comprensión. La pregunta con
que titulamos el trabajo queda abierta, así como también está abierto
el camino para la emergencia de una nueva configuración de las
ciencias sociales.
Bibliografía
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25
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78-79.
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