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psiquiatría clásica

1° CUATRIMESTRE DE ESPACIO DE PRÁCTICOS

CLASE 1 DE PRÁCTICOS

- Ackernecht, E. H. Cap 1, 2,3 y 5, en Breve historia de la psiquiatría, Eudeba, 1979,


Buenos Aires.

Antecedentes de la Clínica Psiquiátrica


Idea de la cátedra: Psicopatología que esté a la altura de los acontecimientos
actuales, que actúe como antivirus que se actualice todo el tiempo. Requiere
pensarlo todo el tiempo.

Orientación psicoanalítica: regida por el concepto de singularidad (no sirven las


etiquetas para todos igual, sino ubicar el modo singular que tiene cada sujeto de poder
tratar su sufrimiento).
¿Qué pensamos cuando pensamos en psicopatología con perspectiva picoanalítica?

● Psi – patológico: invita a pensar en la salud y enfermedad. Normal – patológico


(no son categorías naturales sino que responden a la actualidad). Enfermedad
implica juicio de valor no de realidad con tinte negativo. Kanglen: lo normal no
es juicio de realidad es juicio de valor. La noción de salud o enfermedad mental
tiene tinte ideológico: político, económico, moral; lo sepamos o no. Si hay
posición hay una cuestión ética.

Lacan rescata de Freud la posición ética de su obra. Una de las cuestiones que hablan
de la dimensión ética de la obra freudiana es rescatar la dimensión singular de cada
sujeto.

Breve historia de la psiquiatría (Ackernecht)


Si salud y enfermedad no son criterios naturales sino que desprenden de
construcciones histórico sociales y culturales que se van modificando, quiere decir
que cada época y cultura trata determinados fenómenos de determinada manera. Las
conceptualizaciones no son estancas.
Localizar cómo ubica diferentes momentos donde determinados fenómenos similares
fueron pensados y tratados de maneras distintas.
El texto divide para pensar los movimientos en cuatro tiempos:

1. Momento de las civilizaciones antiguas: las enfermedades eran eso sin


intención de cientificidad o clasificación. No había disciplina para pensar la SM
en el campo de lo científico, pero sí un modo de tratarlo.
a. Causa: Enfermedad asociada a fuerzas sobrenaturales. Estar poseído
era una explicación frecuente de dar cuenta enfermedades mentales.
b. Tratamiento: En relación a la causa. Mágico – religioso, ceremonias,
cantos, etc.
2. Momento de la psiquiatría grecorromana: la enfermedad mental entra en el
campo de la medicina. Los griegos son fundadores de la medicina y la
psiquiatría científica. Explicación natural de las enfermedades. La patología
clásica de Hipócrates y Galeno consiste en la teoría de los humores/líquidos:
compuesta por 4 humores, líquidos:
a. Sangre
b. Bilis amarilla
c. Bilis negra
d. Flema
El equilibrio de estos es salud, el no equilibrio enfermedad. Al ser la causa
natural, el tratamiento también. Pensado en cuestiones que suceden al cuerpo.
Tratamiento vía el cuerpo. Paseos, caminatas, masajes, etc. Enfermedad
mental asociada a lo físico.
1. Tercer tiempo subdividido en:
a. Edad media: lo que avanzó la medicina grecorromana con respecto al saber
de las enfermedades mentales se retrocede, ese campo vuelve a ser parte de lo
sobrenatural.
b. Renacimiento: fuertes contradicciones. Las dudas sobre las causas
sobrenaturales condujeron a pensar en causas del orden de lo natural. Los hechiceros
y los posesos fueron considerados enfermos mentales que debían ser atendidos por
el médico.
1. Siglo XVII-XIX: Nacimiento de la psiquiatría como ciencia autónoma. Filosofía
del iluminismo donde los ideales humanitarios tienen su apogeo. La patología del
aparato pensante puede empezar a ser pensada científicamente e investigarse sobre
las patologías. Es decir, la enfermedad mental entra dentro del campo de la medicina.
Hasta esa época locos y no locos eran encerrados en un mismo lugar de los
improductivos. Pinel (representante de la clínica sincrónica y del movimiento
de la liberación de los locos) se encarga de separar locos y no locos y poderles
quitar el estatuto de presidio al lugar en donde encerraban a estos sujetos y
orientarse bajo los ideales humanitarios del iluminismo y ubicarlo en lugares
donde se les diera un tratamiento acorde a su patología. Es así que entonces
se empieza a pensar que se trata de una patología del aparato pensante que
tiene una causa (hereditaria, por cuestiones morales, ambientales, etc) y por
tanto en determinados tratamientos.
El tratamiento fundamental de esta época son los asilos (tratamiento moral).

Puede entenderse entonces que hubo mutaciones respecto de la concepción de la


enfermedad mental, la historia de la psiquiatría y a cómo pensar las entidades clínicas.
Esto es así porque las categorías son construidas y no naturales. Son constructos
culturales, sociales, con respecto al tiempo y espacio en que se piensan.
CLASE 1 DE TEO

Lacan sostiene que no puede ser psicoanalista quien no está metido en la subjetividad
de su época.

Sartre, a fines de la segunda guerra mundial, desarrolla una obra de teatro referia al
encierro de personajes que querían obtener su libertad. Sartre sostenía que “el
infierno es el otro” y que cada uno podría obtener su libertad prescindiendo del otro.

Lacan discute a Sartre y propone la posición contraria. Para Lacan, no hay salida sin
el otro. En relación a la psicopatología, no hay diagnóstico sin el otro. El diagnóstico
no se hace en soledad sino que supone un lazo entre el psicoanalista/psiquiatra y
otro.

Pero, por otro lado, podríamos decir que el diagnóstico que uno hace podría ser el
infierno de alguien o podría ser la libertad singular de alguien. Un diagnóstico es,
además de un hecho clínico, un hecho político. Determinar lo que uno es ha sido
utilizado a lo largo de la historia para segregar a la gente. Cada vez que uno dice lo
que alguien es, está discriminando; lo está metiendo en un gran universal con ciertas
características. La realidad es que cada uno no se ajusta del todo a ese diagnóstico
universal. Es aquello a lo que llamamos “lo singular”.

Trabajamos con la orientación de una psicopatología de lo singular, es decir, de una


psicopatología del sujeto, quien tiene una perspectiva única respecto de lo universal.
En cada sujeto siempre hay algo, aunque sea mínimo, de lo incomparable, de lo que
hace del sujeto alguien único. Podríamos ligar este punto a la noción de trauma. Freud
concibe al trauma como un cuerpo extraño, y lo ejemplifica con el ingreso de una bala
al cuerpo. Hay que extraer, extirpar ese cuerpo extraño. Pero, a veces, ese cuerpo
extraño no se puede extraer e incluso no conviene extirparlo. También puede ocurrir
que no conviene extraerlo, por ejemplo, cuando uno recibe un transplante de órgano.
Freud considera al trauma en este segundo sentido, como un cuerpo extraño que no
se puede extraer. Para Freud, el trauma supone un exceso de energía que no ha
podido ser descargado ni asociativamente ni motrizmente (por el cuerpo).

Cuando Freud dice que no se pudo descargar asociativamente, esto significa que no
ha podido ser traducido en términos simbólicos, no ha tenido una palabra que lo
nombre. En el análisis, si bien uno puede decir “mi trauma es tal cosa” y lo está
nombrando, hay algo del trauma que no se deja nombrar.

Freud no piensa que tener un trauma sea una contingencia. Todo el mundo está
traumatizado. Lo que es contingente, en todo caso, es cómo fue traumatizado cada
uno. Por ejemplo, el caso de los traumas de guerra: cuando explota una bomba en la
trinchera es el mismo acontecimiento para todos los soldados presentes y, sin
embargo, no todos salen con el mismo trauma.

La vivencia actual de la pandemia del coronavirus tiene un aspecto traumático. Todos


estamos frente a un cuerpo extraño, en términos freudianos, tan extraño para el
cuerpo como para la ciencia, que todavía no sabe cómo abordarlo. Todos los
científicos están trabajando para encontrar si ese cuerpo extraño responde a alguna
ley que permita crear la vacuna. En efecto, frente a ese trauma todos sentimos que
es extraño para todos por igual; es tan extraño para mí como para cualquier ser
humano, sin importar sus condiciones económicas, de salud, etc.

Sin embargo, para cada uno de nosotros esto es vivido de manera singular, diferente,
al menos mínimamente. Hay maneras singulares de ser una ola del mismo mar, de
ser hojas del mismo árbol.

CLASE 1 SEMINARIO

Los términos clave son contingencia, invento y singularidad. “Contingencia” es algo


inesperado e impredecible, un accidente en el curso natural de las cosas. “Invento”
está relacionado con hacer algo con lo que hay, a diferencia de la creación que implica
hacer algo desde cero. “Singularidad” tiene que ver con la dimensión subjetiva, es
algo intransferible, algo en lo cual cada sujeto está en soledad.

Nuestra postura conlleva un horizonte ético. Vale aclarar la diferencia entre moral y
ética. La moral pregunta es si está bien o está mal; la ética pregunta por la orientación
de nuestras acciones (el norte).

El término psicopatología nos remite inmediatamente a lo patológico. Uno se


preguntaría, ¿vamos a estudiar patologías?

Canguilhem (de teóricos) define que hay un prejuicio siempre para definir lo normal y
lo patológico, trazado desde un punto de mira ideal. Lacan lo sintetiza en el Seminario
7 y resume los prejuicios de la época en tres ideales: adaptación, autonomía y
genitalidad heterosexual. Lacan denuncia que los tratamientos estaban marcados por
esos ideales: se buscaban seres adaptados, autónomos y genitales heterosexuales.
Cuestiona esta ética que se tenía para dirigir los tratamientos.

Hablemos de la normalidad contemporánea. El sociólogo Lipovetzky dice que esta


época hipermoderna nos empuja a subirnos al carro del consumo, del hipermercado
mundial del consumo. De ahí se desprenden prejuicios, según los cuales los normal
es estar subido al carro del consumo y lo patológico es no poder subirse a ese tren.
Pepe Mujica se queja: “vivimos con tantas cosas superfluas…”, frase que sintetiza
muy bien un cuestionamiento a esta normalidad del hiperconsumo.
La dirección de este programa es una orientación por la ética del síntoma, incluso de
responsabilidad sobre el pathos y el invento del síntoma, lejos de los prejuicios sobre
lo normal y lo patológico.

En esta clase veremos el texto “El futuro de Mycoplasma laboratorium” de J.A. Miller,
este autor es una referencia contemporánea del Psicoanálisis mundial.

El título parafrasea el texto freudiano “el porvenir de una ilusión”. Freud se hace una
pregunta ética por el destino: ¿hacia dónde va la creencias religiosa, la creencia en
Dios? ¿Hacia dónde va la creencia en un padre que protege de las maldades de la
naturaleza con el hombre y de los imperativos culturales? También se pregunta por
el progreso de la ciencia y si va a terminar desplazando la creencia religiosa y la idea
de Dios.

En la actualidad y en contexto de la epidemia del Coronavirus, tenemos los progresos


científicos en la investigación de los laboratorios para combatir el virus, y eso convive
con una serie de sentidos e interpretaciones por parte de sectores y autores, que
incluso no tienen nada que ver con la religión, pero que tienen internalizado algo del
argumento religioso. Es la lógica de una humanidad exaltada, sobreexcitada y
desbordada, y el virus como representación de un límite y un castigo a esa excitación,
junto con la ilusión de que va a emerger una humanidad mejor. En estos argumentos
podemos reconocer elementos de la lógica religiosa.

Vemos que la pregunta de Freud es una pregunta, muy vigente, por la posición del
psicoanálisis entra la ciencia y la religión. En el texto Miller aborda esta misma
pregunta. Empieza con una noticia de 2005 en París sobre la creación de un
cromosoma sintético de una bacteria. Se inyectó en una celula bacteriana viva y eso
dio como resultado una entidad mixta, híbrida, con una parte molécula natural y otra
parte ADN artificial. Se pasó de la lectura a la escritura de un código genético, y eso
implica crear vida en los laboratorios.

Esto llevó a inmediatamente a una discusión bioética, ¿qué significa crear nuevas
vidas en los laboratorios? Esto espantó y horrorizó tanto a humanistas laicos como
religiosos. En este sentido, Miller nos pregunta: ¿cuál es la posición del Psicoanálisis?
¿Es de entusiasmo por el progreso científico o se identifica con cierto tradicionalismo
paternal y religioso?

Miller plantea que el Psicoanálisis tiene fuertes toques de pesimismo con respecto al
progreso. Freud piensa que los seres humanos estamos regidos por la vida pulsional,
pulsados por la pulsión, por los circuitos pulsionales y sus objetos. Esto significa que
hay un empuje pulsional que no tiende hacia ninguna forma de bienestar ni equilibrio
(ej.: la gente matándose por rollos de papel higiénico durante la pandemia tiene cierta
relación con el objeto anal). No hay armonía ni con el propio cuerpo ni con el otro,
tanto en la vida subjetiva como en los fenómenos sociales, políticos y culturales (ej.:
guerras). El pesimismo freudiano tiene que ver con la pulsión de muerte metida en la
humanidad en la vida de cada sujeto.

Lacan también tiene una visión pesimista basada en la pulsión de muerte y en cómo
se mete la pulsión de muerte en la ciencia. La pulsión de muerte se mete en todas las
acciones humanas, incluso en la acción científica, y eso lleva, por ejemplo, de estudiar
átomos a desarrollar la bomba atómica. En la actualidad, se articula la ciencia a la
tecnología generando una civilización de zombies que buscan saturar su goce con
objetos tecnológicos.

Miller provoca a sus colegas psicoanalistas y los alerta sobre el peligro de que ese
pesimismo, freudiano y lacaniano, lleve a que el psicoanalista busque un refugio
tradicionalista, en una tradición paternal y religiosa. También es un peligro
identificarse plenamente al sueño del progreso científico. Miller dice que “los
psicoanalistas no tienen que unirse al coro de llorona que suspiran por el tiempo
pasado. Cada uno es libre de ser humanista o cristiano, pero como analista no puede
ser tradicionalista, porque esa posición reactiva, reaccionaria y conservadora va a
contramano de su acto”. El discurso analítico debe encarnar una tercera vía.

El psicoanálisis no encuentra su vitalidad desde ninguna forma de nombre del padre


(ej: los padres en la actualidad tienen dificultad para decirle que “no” a los hijos). Los
avances tecnológicos y la creación de vida en laboratorios están lejos de las formas
tradicionales de padre y madre, que son algo circunstancial. Quizá en el futuro los
bebés humanos desconozcan las palabras “papá” y “mamá”.

Sin embargo, hay algo que nunca podrá ser modificado, que es indeclinable. Lo único
estructural para definir al ser humano es que el ser humano es un ser parlante, que
está atravesado para el lenguaje. Nacemos inyectados por la palabra, atravesados
por interpretaciones, sentidos, nombres. Las primeras expresiones de llanto ya son
rápidamente codificadas como necesidades (tiene sueño, quiere mamadera, etc.). La
palabra afecta el cuerpo del ser hablado.

A propósito del atravesamiento del ser humano por el lenguaje, su primer


consecuencia tiene que ver con la fórmula lacaniana “no hay relación sexual”. Esto
significa que no hay programación ni instinto que oriente la relación del sujeto con el
objeto, que oriente la complementariedad entre sujeto y objeto. Por lo tanto, como no
hay relación sexual inscripta, recurrimos a los términos: contingencia, singularidad e
invención. Esa definición de “no hay relación sexual” vale para cualquier relación
sujeto-objeto, incluso para relaciones de conocimiento.

Un ejemplo claro es la situación de la pandemia actual. El sujeto cognoscente de la


ciencia acuña nombres (covid-19), hace fórmulas e investigaciones, generando
ficciones que son operativas. Seguramente se encontrará la vacuna. Pero sabemos
que la vacuna resolverá algo pero hay cierta “X” que mutará y retornará de otras
maneras. Nunca terminará de coartarse la relación sujeto-objeto.

Además del estudio de los universales, el eje de nuestra materia (Psicopatología) es


la relación del sujeto con la palabra y cómo eso afecta al cuerpo. Esto nos permite
trabajar el pathos, el sufrimiento. A eso le añadimos como principios orientadores de
la psicopatología, además del estudio de los universales, los términos: contingencia,
invento y singularidad.

Contingencia significa que siempre hay desviación subjetiva. Siempre hay desviación:
es la norma respecto a las proscripciones de la civilización. Siempre hay desviación
subjetiva y eso impide que los sujetos sean totalmente clasificables en algún casillero.

Singularidad significa que hay algo escrito en cada uno que es incomparable e
imposible de agrupar.

Invención quiere decir que con la psicopatología vamos a aprender minuciosamente


las determinaciones del sujeto. Vamos a aprender cómo la estructura determina al
sujeto, exaltando y poniendo de relieve al invento de cada uno para sobrellevar lo
traumático de la vida.

CLASE 2 DE PRÁCTICOS
El tema de la segunda semana es clínica de la paranoia clásica y actual.

La paranoia es un cuadro clínico dentro de la nosología psiquiátrica. Es un diagnóstico


dentro del campo de las psicosis. En este punto podemos preguntarnos: ¿para qué
nos sirve un diagnóstico?

Un diagnóstico no es una etiqueta ni un rótulo, sino una brújula que orienta nuestro
accionar. También nos pueden enseñar acerca de la evolución de determinado
cuadro clínico y cuáles van a ser las formas terminales a grandes rasgos. Digo a
grandes rasgos y esto nos introduce en la perspectiva de la singularidad, y cómo cada
quién encarna determinado cuadro clínico. Estas cuestiones las heredamos de la
psiquiatría clásica; los diagnósticos que aún usamos son el resultado de una larga
elaboración histórica por parte de los psiquiatras clásicos. Ellos fueron evolucionando
y abordando diagnósticos a medida que iban observando a los pacientes y sus
padecimientos.

Estudiamos a los psiquiatras clásicos y sus enseñanzas porque estas categorías


diagnósticas son absolutamente vigentes. Titulamos esta clase: “clásica y actual”. Si
se fijan en la bibliografía, tienen la lección XV de Kraepelin y un caso clínico actual de
Angélica Marchesini.
La psiquiatría clásica se sitúa en el período de fines del S XIX e inicios del S XX,
conocido como paradigma de las enfermedades mentales. En ese momento, la locura
pasó a estar definitivamente abordada por el campo de la medicina. En este período
podemos identificar dos grandes escuelas de la psiquiatría: la escuela francesa y la
escuela alemana, ambas en constante desarrollo y debate. Ambas se leían, se
criticaban y se confrontaban. Este constante diálogo les permitió superar sus propios
impasses. Los psiquiatras de ambas escuelas eran unos rigurosos observadores de
la realidad de los enfermos, es por eso que nos referimos a esta clínica como la
“clínica de la mirada”, en contraste con la “clínica de la escucha” que es la clínica
psicoanalítica.

Para hablar de la “paranoia” debemos detenernos en Emil Kraepelin. Este exponente


de la psiquiatría clásica alemana llevó al despliegue de la clínica psiquiátrica. En su
tratado de psiquiatría, Kraepelin construye un sólido edificio gnoseográfico, en donde
describe las enfermedades y amplía sus observaciones, a lo largo de ocho ediciones,
que proliferaron notablemente entre 1883 y 1913. En este período, Kraepelin
sistematiza su nosología y estudia las características específicas que describen las
distintas enfermedades y les otorgan nuevos nombres. En ese mismo período, en
Viena, Freud se encontraba inventando al Psicoanálisis. Freud no era ajeno a las
conceptualizaciones de Kraepelin.

Respecto a la paranoia, Kraepelin en su sexta edición (1889) reduce este cuadro, que
era absolutamente basto y vago, y lo define más precisamente como cuadro clínico.
Hasta la sexta edición, la paranoia nombraba, a grandes rasgos, la locura. Era el
diagnóstico que recibía el 80% de los enfermos internados. En la sexta edición
Kraepelin reduce el espectro que abarcaba la paranoia al introducir una nueva
categoría diagnóstica que es la “demencia precoz”. Aquellas paranoias mal
sistematizadas o demencias paranoides o con delirios fantásticos se desplazan y
empiezan a integrar la demencia precoz.

Tomando otra clasificación, podemos ubicar a Kraepelin en la “clínica diacrónica”


porque le dio importancia al inicio, a la evolución y a las formas terminales de los
cuadros clínicos, en vez de detenerse en el aquí y ahora.

Kraepelin se basó en tres parámetros: en la etiología, en lo clínico evolutivo y en lo


psicopatológico-descriptivo. Él describía la psicopatología, identificaba los distintos
síntomas, atendía a lo clínico evolutivo y, principalmente, le prestaba atención a la
etiología. Cabe aclarar que en este punto la etiología, la causa, no es el detonante.
No es lo que desencadena un cuadro clínico. Para Kraepelin, las causas siempre eran
orgánicas e internas, aunque no las termina de definir. Fiel al espíritu positivista de la
época, él confiaba que las causas específicas se iban a esclarecer en algún futuro.
Una pregunta importante para entender de qué cuadro clínico hablamos es
preguntarnos: ¿de qué sufre un sujeto? ¿Sufre de su relación al mundo, de su relación
a los otros o de cosas que le pasan en el cuerpo?

A grandes rasgos, en el caso de la paranoia, el drama del paranoico está en su


relación al mundo y a los otros. Es allí donde se ubica su padecimiento.

Volviendo a Kraepelin, el distingue entre síntomas fundamentales y accesorios. Los


síntomas fundamentales son aquellos que se presentan a lo largo de toda la evolución
de la enfermedad y, en especial, en la fase terminal. Los síntomas accesorios son
transitorios y colorean el caso. El diagnóstico diferencial se va a basar en los síntomas
fundamentales (no en los síntomas accesorios).

Otra característica de la paranoia es que las facultades mentales no están afectadas.


No hay signos de déficit (a la hora de diagnosticar las psicosis, no nos vamos a basar
en el déficit sino en lo que hay). El síntoma fundamental que encontramos en la
paranoia es el delirio. No es cualquier delirio, sino un delirio que tiene una lógica
interna.

Es un sistema delirante que responde a una lógica interna coherente, sistematizado


con elementos que se coordinan entre sí, con ideas que se van relacionando con un
tema central, que surgen de la interpretación. El paranoico tiene un aparato de
interpretación del mundo en el que todo es factible de interpretación. Así va
evolucionando lentamente este delirio. Se trata de un delirio elaborado
intelectualmente y coherente. El paranoico relaciona diferentes hechos y signos de la
realidad y todo lo va incorporando a este delirio, cualquier cuestión de la vida. Los
paranoicos son reticentes, lo defienden e incluso pueden mantenerlo en secreto
durante muchísimos años hasta que algún acontecimiento, algún detonante, haga
salir a la luz este delirio y precipite su desarrollo. No hay que confundir estos factores
desencadenantes con la causa.

Otra característica que define la particularidad del delirio en la paranoia es que son
inquebrantales. Esto significa que no es fácil persuadir al paranoico de la verdad de
su delirio. Ellos tienen una certeza inquebrantable sobre la verdad de este delirio.

Siguiendo esta línea, Kraepelin va a definir la particularidad del delirio de la paranoia


como un sistema delirante inquebrantable con una lógica interna.

Otro dato fundamental para definir el delirio de la paranoia es la autorreferencia o


autorreferencia mórbida. Esto significa que al paranoico todos los signos de la
realidad le conciernen. En este sentido, hay una exagerada autoestima, exacerbada
por la autorreferencia mórbida.
Dentro de los delirios de la paranoia descriptos por Kraepelin, encontramos los delirios
de perjuicio, delirios persecutorios, delirios de los celos y delirios de grandeza. Tanto
los delirios de perjuicio como los delirios de grandeza, Kraepelin afirma que se pueden
combinar. A su vez, va a ir identificando distintos tipos de subclases dentro de delirio.
En la ficha de cátedra de Esteban y Soto van a encontrar descripciones clínicas de
Kraepelin, por ejemplo, invectores delirantes, delirios de alta cuna, delirios
erotómanos.

Otra cuestión importante que define al cuadro de la paranoia es que la memoria está
conservada. Puede haber falsificaciones de recuerdos, reinterpretaciones de
vivencias, inventos o transformaciones de recuerdos. Pero, en líneas generales, la
memoria está conservada.

El humor del paranoico está coordinado con el delirio y sus vicisitudes. Pueden ser
muy vehementes, pueden ser muy perspicaces, pueden estar muy tranquilos. Este
humor se va a coordinar con las vicisitudes del delirio.

Otro dato importante para definir la paranoia es la ausencia de alucinaciones. A partir


de la 6ta edición de Kraepelin se aclara esto (lo que antes eran cuadros de paranoia
con alucinaciones se desplazan al cuadro de las demencias precoces).

Otro dato que define el cuadro de la paranoia es que es crónico. Kraepelin nos enseña
que este cuadro no tiene curación y su aparición se da entre los 25 y los 40 años.

Otro dato importante es que no desarrolla hacia la demencia. No tiene una forma
terminal de demencia (los que evolucionan a hacia la demencia se desplazan hacia
la demencia precoz).

Entonces la definición de paranoia quedaría como un cuadro clínico identificado con


un delirio sistematizado inquebrantable que nunca va a evolucionarla hacia la
demencia.

Kraepelin indica que la meta del tratamiento consiste en prevenir que el sujeto sea
absorbido por sus delirios.

A propósito de la descripción de la paranoia de Kraepelin en la 6ta edición, en la ficha


de la cátedra encontrarán que es una definición bien descriptiva aunque muy criticada.
Lacan retomará esta definición de paranoia en su seminario 3 sobre la psicosis y la
criticará punto por punto. A su vez, este cuadro clínico descripto fue muy criticado por
los psiquiatras franceses, que eran muy puntillosos en sus clasificaciones de los
delirios. En la 8va edición de Kraepelin estos cuadros serán modificados.

Les invito a leer la ficha XV de Kraepelin, el caso clínico de Angélica Marchesini y


contrasten estas descripciones y este caso clínico.
CLASE 2 DE TEO

Hoy abordaremos el tema del surgimiento de la Psicopatología. Les voy a proponer


un subtítulo: “el truco analítico”. Esta idea proviene de una frase de Lacan del Sem 20
(1972). Es un seminario especial ya que se considera el comienzo de la última
enseñanza. En ese seminario Lacan dice “el truco analítico no será matemático”.

¿Qué es el truco? El diccionario lo define como un procedimiento ingenioso para


obtener algo. También lo define como una trampa astuta para obtener un beneficio.
En 1972, Lacan nos explica que el psicoanálisis cuenta con un truco, pero ese truco
ya no será el matemático. Es por eso que el discurso analítico se separa del discurso
científico, que se apoya en el discurso matemático.

Freud intentó hasta su último respiro que el Psicoanálisis sea reconocido por la ciencia
y tratado como una ciencia. A mí me gusta pensar que el psicoanálisis es un hijo
ilegítimo de la ciencia. Quiero decir que el Psicoanálisis nace, crece y desarrolla en el
marco del discurso científico moderno, que Freud siempre quiso ser parte de la familia
de la ciencia, y fue la ciencia la que no lo reconoció como tal, la que no lo incluyó en
su familia.

¿Cómo llegamos de Freud a Lacan? ¿Cómo llegamos a decir en 1972 que el discurso
analítico se diferencia del discurso científico? Vamos a recorrer este trayecto en
nuestras actividades de esta semana.

Empezamos con la historia de la locura. Historia que entendemos desde que el


hombre es hombre, y ubicamos que hay algo incognoscible, algo discordante que
escapa al orden establecido –sea el que sea-. Y vamos a cruzar la historia de la locura
con la historia de la psiquiatría. La historia de la psiquiatría es un modo de responder,
uno de los tratamientos posibles para la locura.

¿Cómo empieza la historia de la psiquiatría? En 1790, Pinel tuvo la iniciativa de sacar


a los locos de las cárceles, donde se los encerraba junto a los delincuentes. Se lo
conoce como aquel que “liberó a los locos de sus cadenas”. Pinel lleva a los locos al
plano del discurso médico, los saca de las cárceles y los lleva al hospital, que en aquel
momento se llamaba asilo de los alienados, porque a la locura se la llamaba
“alienación”.

En la historia de la psiquiatría, algunos autores como Bergerié y Lanteri-Laura


proponen llamarla la historia de la clínica psiquiátrica. Clínica proviene de “cama por
cama” porque a partir de que se introduce un tratamiento posible a la locura desde la
psiquiatría, se empieza a ver cama por cama a los enfermos alienados.
En la historia de la clínica psiquiátrica vamos a subrayar un momento, en el año 1913,
donde situamos el surgimiento simbólico de la historia de la psicopatología.

La historia para nosotros no es un aglomerado de nombres y fechas, no nos interesa


que los estudien de memoria. Los invitamos a hacer una directriz, donde haremos
escanciones o cortes, esos cortes son obstáculos que producen un movimiento o una
transformación que se plasma en un momento siguiente. Ese momento siguiente va
a incluir restos del movimiento anterior, que es retroactivo. Veremos si en cada
movimiento subsiguiente se resolvió o no el obstáculo que produjo el movimiento. Por
eso para nosotros la historia no lineal, nunca está acabada. Para nosotros la historia
es dialéctica y retroactiva. No es una única historia objetiva. La historia son versiones,
recortes, que van a estar determinados por la perspectiva desde la cual se la ve.

Nos interesa que puedan ver la lógica de cada momento, entender el entramado que
se produce en cada momento, que reconozcan quienes son los protagonistas de cada
momento, que veamos los conceptos que surgen y los obstáculos que se les
presentan. Pero como estamos en psicopatología nos va a interesar qué entidades
clínicas aparecen en cada uno de los momentos. Vamos a ver la alienación mental,
las enfermedades mentales, los trastornos, sufrimientos, distintas maneras de
nombrar nuestro objeto de estudio. Este objeto de estudio no es algo objetivo, natural
e inerme sino una construcción permanente que está determinada por el discurso de
cada momento.

El momento del surgimiento de la psicopatología se da cuando surge el interés por


una disciplina más teórica que práctica. La psiquiatría era una práctica médica. La
psicopatología surge con el proyecto de construir una disciplina que se diferencie de
la práctica en sí misma. 1913 es un año simbólico porque en ese momento surge el
tratado de psicopatología general de Jaspers. Este tratado tiene una gran repercusión
en Europa y entre sus colegas. Jaspers fue un gran erudito que incursiono en varias
disciplinas como filosofía, derecho, medicina y psiquiatría –les recomiendo leer su
biografía-.

La psicopatología general introduce una disciplina que se quiere separar de la práctica


y divide las aguas. Por un lado queda la psiquiatría, que es la práctica médica
(disciplina empírica que busca un diagnóstico). La psiquiatría es la aplicación de la
psicopatología y se ocupa de los seres humanos individuales, del individuo singular y
entero. La psicopatología general es la disciplina que lee esa práctica psiquiátrica con
sistemas conceptuales, con presupuestos teóricos. Lo que se tiene en cuenta es la
patología en relación a la estructura de lo normalidad (normalidad-patología). Ahí
aparece Villar, un médico que introduce la idea de que la estructura patológica es la
misma que la normal, salvo por un trastorno cuantatitativo, es decir, lo patológico son
excesos y defectos. Por eso surgen ramas de la medicina como la fisiología,
fisiopatología, psicología y psicopatología. La psicopatología busca probar lo que
formula rigiéndose por las exigencias de la ciencia: debe poder ser demostrables y
transmisible, por ende, se acoge al principio de falsedad y al principio de transmisión.

La ciencia apunta a leer la naturaleza en caracteres matemáticos. Lo matemático lleva


a la reducción, y allí reside el potencial interno de la ciencia. La matemática nos
permite leer el objeto de estudio de la investigación científica.

Estamos en los tiempos de Freud, Jaspers y Janet. A partir de la descripción de los


síntomas, no alcanza con clasificar las enfermedades y buscar la causa (hipótesis
etiológicas). Este movimiento de psiquiatras intentar buscar hipótesis
psicopatológicas, es decir, presupuestos teóricos que permitan abordar y explicar las
causas (no sólo localizarlas).

Dentro de este movimiento, se empiezan a diferenciar. Jaspers escribe la


Psicopatología General, ubicando distintas maneras de leer los fenómenos psíquicos
ordenada alrededor de la coordenada de lo comprensible e incomprensible. Piensa
que hay fenómenos psíquicos que tienen un sentido comprensible, por ej., los celos
de una amada engañada (los celos nos permiten comprender lo engañado, es un
sentido que se genera a sí mismo). Pero también encuentra fenómenos psíquicos que
son incomprensibles, por ej., la voz de un alucinado o el delirio de un psicótico, que
no tienen ningún sentido. Estos fenómenos están relacionados con la psicosis y sigue
pensando que sus causas son orgánicas, pero intentará explicarlos mediante su
psicopatología.

Por otra parte, Freud escribe la Psicopatología de la vida cotidiana. Freud plantea otra
lógica. Reconoce que hay fenómenos psíquicos que tienen un sentido pero, a
diferencia de Jaspers, piensa que esos sentidos no son comprensibles sino
descifrables. ¿Por qué son descifrables? Porque son inconscientes. ¿Y por qué son
inconscientes? Porque se han reprimido. Y se han reprimido porque la causa de esos
sentidos es sexual. Es una psicopatología que busca leer la clínica en el detalle
singular del lenguaje. Ahí Freud encontrará sueños, lapsus, chistes, equívocos y
olvidos de palabras.

Más allá de estas diferencias, Freud y Jaspers son parte de un mismo movimiento
que quiere instaurar una práctica en las exigencias de la ciencia. Esas exigencias
científicas encuentran soporte en la formalización matemática.

A lo largo de la cursada, además de ver las reglas generales y las formulaciones


matemáticas, además de probar la efectividad de nuestras intervenciones, vamos a
ver en cada caso lo que tiene de único, lo que tiene de singular, inclasificable. Vamos
a estar atravesados por una tensión entre los conceptos generales y lo singular.

CLASE 2 DE SEMINARIO
La posición ética del psicoanálisis, más que en la búsqueda de grandes
clasificaciones, se sitúa en la idea de lo que es propio de cada sujeto. Pathos se
refiere al sufrimiento humano. La locura, la alienación mental, la enfermedad
psiquiátrica son distintos nombres que se le fueron dando a los sufrimientos humanos,
y nosotros nunca podemos perder de vista que cada vez, con cada paciente, lo que
está en juego es su modo de sufrimiento y cómo abordarlo para darle un tratamiento
posible.

Desde esta perspectiva, nos interesa trabajar la ficha de Bergerié (introducción,


automatismo mental, paranoia). Es una ficha con mucho contenido, así que
intentaremos desarrollarla y abordarla de manera ordenada.

La ficha empieza hablando de cómo llegar a una justa apreciación del pensamiento
de Clerembault. Clerembault teorizó acerca del automatismo mental y de los delirios
alucinatorios y paranoides. Es el movimiento previo para llegar a Clerembault, a quien
llegaremos en la 5ta semana de clases.

Desde 1793, donde podemos situar el nacimiento de la psiquiatría (ahí ubicamos a


Bergerié) hasta 1910-1920 cuando Clerembault postula ciertos conceptos.

Muchas cuestiones que encontramos en la psiquiatría clásica vamos a encontrarlas


vigentes en discusiones completamente actuales, en modos de conceptualizar y de
diagnosticar.

Inicialmente hablamos de la oposición entre clínica sincrónica y clínica


diacrónica. Bergerié es una autor que rastrea la historia de la psiquiatría a partir de
esto. La psiquiatría/clínica se inicia en 1793 con Pinel, que escribe su tratado
sobre las enfermedades mentales. Esta primer clínica sincrónica tiene una
particularidad: se relaciona con una manifestación central de la locura, de lo que se
nombra como alienación mental, en el aquí y ahora. Pinel y Esquirol plantean la
locura, la enfermedad mental, la alienación mental, como lo que se presenta en el
aquí y ahora. Qué veo en el paciente que tengo frente a mí y cómo lo pienso. La
alienación está pensada como género único, no hay diferencias clasificatorias. En
este síndrome, en todo caso, hay modos que se van sucediendo y combinando desde
este género único de alienación mental, modos como por ejemplo: depresión, manía,
idiotismo, demencias.

Esta clínica es sincrónica-sindrómica. Sincrónica porque se presenta en el aquí


y ahora, en cómo se ve el paciente en ese momento; no hay estudio sobre la
evolución de la enfermedad. Sindrómica porque se basa en una manifestación
central, en un síndrome.

Pinel crea la categoría de la alienación mental. Se lo suele nombrar como el que


“libera a los locos” porque hasta ese momento los locos eran marginales, y Pinel
empieza a plantearse la necesidad de un lugar específico para locura, el asilo, que
luego va a ser el hospital psiquiátrico. Si hablamos de alienación, podemos
relacionarlo con la película Alien y ese cuerpo extraño que emerge del cuerpo de la
protagonista, y pensarlo como algo que se vivencia como otro, extraño, ajeno,
enajenado. Para todos hay algo que se puede presentar como extraño, ajeno, en uno
mismo, el punto de locura propio.

En esta época se piensa en un tratamiento moral. Pinel define su tratado como un


tratado médico-filosófico. Él está influenciado por una filosofía en la que se piensa
que todo lo mental está en función de un reflejo de la percepción; son las percepciones
las que van armando al individuo. Se piensa que hay un percepción que afectó al
enfermo, y se intenta trasladarlo a un asilo, a un lugar específico, donde las
percepciones sean otras. Poniendo al paciente bajo dependencia de un médico quien
tendrá cierta firmeza pero, a la vez, un trato afable (sabemos que esto no siempre fue
así) .

Las causas no están bien definidas. Está la idea de pasiones contrariadas, excesos,
alguna lesión.

En la clínica sincrónica entonces tenemos a Pinel, con su perspectiva de la alienación


mental, a Esquirol, que empieza a pensar las alucinaciones como alteraciones del
campo perceptivo, como una percepción sin objeto (se me presentó una imagen que
no condice con ninguno de los objetos presentes, escuche voces, ve cosas que no
hay).

En 1822 sucede algo que provoca la caída de la clínica sincrónica y la aparición


de la clínica diacrónica. Bayle descubre la causa anatomopatológica de las
parálisis generales progresivas. Descubre que es generada por una bacteria, y
esto marca el inicio de la psiquiatría clásica. En este punto se empieza a plantear
que habría una causa orgánica específica de la enfermedad mental (se las llama
enfermedades mentales-anátomo-clínica-evolutiva).

Estamos en la clínica diacrónica o clínica de las enfermedades mentales-anátomo-


clínica-evolutiva. Esto supone una base orgánica (anatomopatológica) de la
enfermedad mental. Se instala en un modelo médico que busca las causas orgánicas
de la enfermedad mental, ligadas a cuestiones que se pueden dividir en congénitas,
hereditarias o adquiridas (como es el caso de la parálisis general progresiva).

La llamamos clínica diacrónica porque los psiquiatras empiezan a plantearse la


enfermedad no sólo en términos de esa manifestación central que se presenta en el
aquí y ahora (como sucede en la clínica sincrónica), sino que empiezan a plantearse
preguntas sobre el momento de inicio de la enfermedad (por ej., una ebefrenia, que
es una demencia precoz, se inicia en la pubertad; una paranoia tal vez se inicia en
una etapa más tardía). Esta clínica pone el acento, fundamentalmente, en la forma
terminal de la enfermedad. Estudiar el progreso de la enfermedad ya nos permite dar
cierta idea de pronóstico.

La clínica diacrónica tiene un criterio que ya no toma la manifestación central en el


aquí y ahora sino, por ejemplo, síntomas principales, síntomas accesorios (pueden
estar presentes o no) y la forma de inicio, de evolución y final de la enfermedad. El
exponente más importante de esta clínica es Krapaelin.

Kraepelin es un autor de la escuela de psiquiatría alemana. Él intenta establecer


diagnósticos que encajen perfectamente. Esto lo llevó a escribir sucesivas
ediciones de su tratado de psiquiatría, hasta llegar a la sexta donde aparece un
ordenamiento definido. Mientras tuvo que enfrentar los cuestionamientos por
parte de la clínica francesa, que es puntillosa y detallista, como el caso de
Clérembault. Más que por el detalle finio, Kraepelin se preocupa de armar una
nosografía, un ordenamiento de los cuadros clínicos, y en ese punto ir
deslindando un cuadro de otro.

Ya no es la locura como un género homogéneo con distintos textos que se suceden


y se yuxtaponen, como la clínica sincrónica, sino que empieza a plantear diferencias
tajantes. De un lado está la demencia precoz, del otro la paranoia. Luego Kraepelin
sigue generando nuevas categorías y cuadros.

Kraepelin sitúa, en principio, una definición de paranoia en la que está en juego algo
que no va a variar. Esta definición se mantiene desde un inicio. Esta definición pone
en juego la idea de una idea inquebrantable que se presenta en el sujeto y que nunca
se va a modificar, que es sostén de un aparato delirante coherente sistematizado.
Está la presencia de un desarrollo incidioso de una estructura delirante sostenida en
esa idea inquebrantable (por más que se la cuestione, él incorporará todo a su delirio,
a sostener esa idea que nunca va a modificar).

La particularidad de la paranoia (que la diferencia de la demencia precoz) es que


cualquier elemento que aparezca siempre se va a integrar a su delirio. De tal modo
que este delirio será sistematizado, absolutamente coherente. Esto lo podemos ver
en grandes personajes de la historia, con delirios tan coherentes, sistematizados e
inquebrantables que de algún modo funcionan en lo social. Un caso es el de
Rousseau, ideólogo de la Revolución Francesa.

Kraepelin establece la diferencia con la demencia precoz, en base a criterios como el


de síntoma principal-accesorio, modo de inicio, de evolución y de finalización. La
demencia precoz se desarrolla en forma temprana, hay síntomas accesorios
presentes como alucinaciones o estados catatónicos (el sujeto se queda endurecido
como un muñeco de cera), mañerismos, movimientos estereotipados. En cuanto al
síntoma principal de la demencia precoz, se trata de una afección volitiva, decaimiento
afectivo, aparece afectada la esfera de la voluntad y, por otro lado, la presencia de
intrusiones. Se da el delirio de influencia (el sujeto se siente llevado a hacer cosas
que no siente como propias). El sujeto ve llevado a hacer o decir cosas que no son
las que se proponía hacer o decir. No hablamos sólo de alucinaciones auditivas o
visuales (ej: oigo voces, veo cosas) sino, incluso, de efectos psicomotores a nivel
corporal. El individuo se encuentra haciendo cosas por las que se ve impulsado,
algunas situaciones que podríamos nombrar como delirio de influencia (se siente
tomado por otro que lo lleva a hacer cosas). En esta idea de la intrusión podríamos
encontrar un punto de contacto con la clínica sincrónica y su idea sobre los alienados
mentales de algo que se presenta como enajenado.

Podemos encontrar delirios en la demencia precoz, pero estos delirios nunca van a
tener la sistematización y la coherencia que encontramos en la paranoia. En la
demencia precoz se producen múltiples focos delirantes. Son delirios completamente
desarticulados, sin ningún tipo de organización ni coherencia, quizá muy floridos y
variados –quizás un día está fantaseando con una cosa y otro día con otra-. No se
prolongan en el tiempo y varían de contenido todo el tiempo.

Por otro lado, en la demencia precoz encontramos la fase terminal. En la paranoia


hay absoluta claridad de pensamiento y pueden llegar a facultades intelectuales muy
altas. En cambio, en la demencia precoz se nota el deterioro y la fase terminal lleva a
un deterioro considerable. Esa evolución fatal hacia la demencia que se presenta en
la mayoría de los casos (ej: Hebefrenia, catatonia, demencia simple).

Kraepelin formula una demencia paranoide y se va encontrando que ciertos modos


de esa demencia que llegan a establecer cierto delirio paranoide, pero no tan
sistematizado, no siempre termina en fases tan complicadas como la demencia. La
psiquiatría francesa critica a Kraepelin al advertir que no todos los cuadros de
demencia precoz terminan en deterioro, que no evolucionan hacia lo terminal. Esto
lleva a crear una nueva categoría: la parafrenia.

CLASE 3 DE PRÁCTICOS
La historia de la psiquiatría y de la psicopatología es una construcción dialéctica con
vaivenes que incluyen obstáculos, controversias y avances. El malestar en la cultura
no sólo está presente hoy con esta cuarentena, por ejemplo, sino que siempre lo
estuvo y seguirá estando en tanto somos seres del lenguaje, del discurso, a diferencia
de los animales. El lenguaje a nosotros, los seres hablantes, no habita como un virus
incurable y nos contagia el maltendido, la pluralización de los sentidos, o la
inexistencia de la relación sexual (Lacan nombra este imposible en el ser hablante).

Freud también nos advierte sobre lo irreductible en el malestar en el cultura, y subraya


que la ciencia, la religión y el arte son intentos de dar respuestas. En esta serie se
ubican la psiquiatría, la psicopatología y el psicoanálisis, como distintos intentos de
nominar y tratar los modos de sufrimiento psíquico en cada época. Miller lo sintetiza
en Mycoplasma Laboratorium: “el ser humano, en tanto que habla, está destinado a
ser sintomático”.

El tema de hoy es: Los síntomas. Lo Clásico y lo Actual de los síntomas en la Clínica
de la Demencia Precoz y/o la Esquizofrenia.

Empezaremos con Kraepelin, el exponente más destacado de la clínica diacrónica,


abordando la 6ta edición de su tratado (1899) y la 8va edición (1913). En esta última
recibe las críticas de sus colegas contemporáneos, tanto de la escuela alemana como
francesa, referidas a lo que señalan como una imprecisión en la clasificación de la
demencia precoz.

Kraepelin se inscribe en la tradición psiquiátrica empirista de la semiología médica de


principios del S. XX. Se ocupaba personalmente de tomar notas minuciosas de los
signos y síntomas que observaba encada uno de los pacientes hospitalizados en
donde trabajaba. Describía detalladamente tanto la forma en que los pacientes se
presentaban al inicio como la evolución de sus cuadros y, especialmente, ponía
énfasis en los estados terminales (cómo finalizaban los cuadros).

Suponía la existencia de lesiones anatómicas en todas estas enfermedades y


consideraba que como muchas de ellas evolucionan en forma similar, las causas eran
idénticas. Esto se denomina criterio anátomo-clínico-evolutivo y descriptivo de la
gnoseología de Kraepelin. Él describía la causa como orgánica aunque también
incluía variables exógenos y endógenas como detonantes de las enfermedades. Por
lo tanto, la hipótesis etiológica (la manera de pensar las causas de las enfermedades
mentales) se basaba en una lesión del sistema nervioso.

Kraepelin presentaba, por un lado, esta clasificación sindrómica (descripción de


signos y síntomas) y, por otra lado, se ubicaba en la línea de la clínica diacrónica,
porque le interesaban tanto las fases iniciales como el desarrollo de la enfermedad y,
especialmente, las enfermedades terminales. También distinguía los estados agudos,
crónicos y degenerativos de las enfermedades.

Si bien Kraepelin se había formado dentro de la psicología asociacionista de su


maestro Bundt, de quién extrae el concepto princeps de la demencia precoz (la
voluntad como función de síntesis de la personalidad que está dañada en la demencia
precoz), la función de la palabra del paciente tenía mínima importancia para pensar
el origen o el tratamiento de la enfermedad.

Para explicar su método de observación pura, Kraepelin decía que “la ignorancia de
la lengua del enfermo es en medicina mental una excelente condición de
observación”. Hoy estamos en las antípodas de la clínica kraepeliana, al menos en
este punto. Para el psicoanálisis la palabra es una herramienta fundamental (“somos
seres de lenguaje”).
Dentro de esta concepción empirista, organicista, sindrómica y sincrónica de la
enfermedad mental, Kraepelin escribe su tratado de psiquiatría. En esta clase
tomaremos la 6ta edición (1899) y la 8va edición (1913). A diferencia de la precisión
con la que describe la paranoia en la 6ta edición, que le otorgó amplio reconocimiento
entre sus colegas, la síntesis que realiza sobre la demencia precoz no llega a la misma
solidez teórico-clínica y, por el contrario, es bastante cuestionada.

En la clasificación de la demencia precoz en su 6ta edición, incluye lo que nombraba


como “procesos demenciales”: la ebefrenia, la catatonía y la demencia paranoia, que
ya existían en su 5ta edición. Estas eran enfermedades que presentaban un proceso
psíquico degenerativo. Esta designación da pauta de la idea de evolución en el
tiempo, acentuando tanto el debilitamiento demencial y progresivo como el deterioro
de las funciones psíquicas y el comienzo temprano de la enfermedad (entre la
pubertad y los 30 años), donde la voluntad, el afecto, la conducta, el lenguaje y el
cuerpo se encontraban sumamente comprometidos. Esto en contraposición a la
paranoia, que era de comienzo tardío y donde todos estos aspectos estaban
conservados.

Entonces, en su 6ta edición, Kraepelin describe a la demencia precoz como un


síndrome basal, es decir, un síndrome de base que incluye el trastorno volitivo junto
con el trastorno afectivo. La desorganización del pensamiento y de la psicomotricidad
le dan a esta enfermedad sus características tan peculiares.

Por un lado, Kraepelin ubica la destrucción de la función de síntesis constituida por la


voluntad, que podemos observar en síntomas como la apatía, el desinterés, la abulia,
la inmovilidad total de los pacientes (podían quedarse semanas o meses quietos en
cama), la obediencia automática y los actos impulsivos. Y por otro lado, él nombra (de
una manera demasiado poética) la “falta fundamental del sentimiento intenso de la
vida” relacionado con el trastorno afectivo severo que padecen estos pacientes, que
implica un repliegue afectivo: el paciente se retrae, se aísla, se torna indiferente al
mundo exterior, insensible a los otros e incluso puede estar quieto en una postura
corporal mala e incómoda sin quejarse (flexibilitas seria).

Entonces este síndrome basal está compuestos por estos dos trastornos, el trastorno
volitivo y el trastorno afectivo. A estos se les suman los síntomas accesorios, entre
los que Kraepelin incluye las ideas delirantes, las alucinaciones, las depresiones, las
excitaciones. Son accesorios porque pueden aparecer o no, pero no son los síntomas
fundamentales que definen el diagnóstico diferencial de demencia precoz.

También hay síntomas negativos que significa que algunas funciones psíquicas
quedan conservadas en un inicio, a diferencia de las demencias orgánicas. Estas
funciones son la inteligencia, la memoria y la orientación. Esto es en un inicio porque
muchas veces, cuando los cuadros se agravan, estas funciones quedan
comprometidas como consecuencia de los síntomas fundamentales.

Kraepelin describe tres formas clínicas de la demencia precoz:


1. Ebefrenia: de comienzo temprano, avanza por brotes y produce un deterioro
rápido de las funciones psíquicas superiores.
2. Catatónica: de comienzo temprano, hay un deterioro rápido donde predominan
las alteraciones motrices. El cuerpo está mucho más comprometido y puede
llegar hasta el estupor catatónico (inmovilidad).
3. Demencia paranoide (fantástica): tienen un comienzo tardío, las ideas
delirantes tienen una escasa sistematización (son fugaces y variables; por eso
no las ubica dentro del cuadro de la paranoia). Son cuadros intermedios en los
que aparecen ideas delirantes y alucinaciones. Esta forma va a ser muy
cuestionada por sus colegas.

Esta tercera forma, la demencia paranoide, que generó grandes conflictos entre los
psiquiatras de la época, va a ser revisada y constituirá el núcleo de lo que luego se
llamarán parafrenias, en la 8va edición del tratado de Kraepelin.

En ese momento, Kraepelin describía al cuadro de demencia paranoide (fantástica)


como cuadro con alucinaciones, con una profusa producción imaginativa, con
alteraciones del lenguaje, con tendencia tardía al deterior (a diferencia de las fases
determinales de la ebefrenia y la catatonía) y la presencia de las quejas de los
pacientes de sentirse manejado, manipulado o hablado por otros, que se denomina
“delirio de influencia”. Hay ideas delirantes inconexas y fallas en el lenguaje.

En la lección III, Kraepelin describe casos de pacientes con todas estas


características: fallas en la voluntad, no sentir deseo de hablar ni de moverse, no les
afecta lo que les sucede alrededor, parecen atontados, sin esperanza, sin miedos, sin
deseos, rechazan el alimento, tienen rostros inexpresivos, risas vacías y una
incoherencia en el habla y en la escritura. Se quedan en la posición en la que los
colocan y muchos de ellos, en ocasiones, intentan suicidarse por órdenes de las voces
que escuchan, lo que llamamos delirio de influencia.

También tienen el caso actual de la Prof. Raquel Vargas, donde se despliegan en un


análisis un cuadro con una apatía y una afectación corporal muy marcada. La puesta
del analista orienta el surgimiento de recursos, en esta caso poéticos, que ofician de
amarre para que el paciente arme su cuerpo. Estos casos los trabajaremos en los
foros.

Retomando el cuadro de demencia paranoide (fantástica), Kraepelin recibe grandes


críticas por haberlo incluido dentro de la nosografía de la demencia precoz, por
diversos motivos.
Gilles Ballet dice que esta nosología es demasiado abarcativa porque incluye cuadros
muy disímiles en su forma de comienzo y terminación, dice que en algunas de ellas
no hay demencia de entrada y, en ocasiones, tampoco aparece este deterioro en la
fase terminal. Entonces, si no todas terminan igual ni empiezan precozmente, ¿por
qué incluirlas dentro de la misma nosografía? Por otro lado, Ballet propone una nueva
entidad en 1911 tomando este subgrupo (demencia precoz fantástica) y crea la
Psicosis Alucinatoria Crónica, y la saca del grupo de las demencias. Al crear esta
categoría le agrega a este cuadro algunas cuestiones como las ideas delirantes
(delirios ambicios o persecutorios muy exaltados) con la presencia de alucinaciones
como síntoma fundamental de la Psicosis Alucinatoria Crónica. Todas ellas
comienzan con un estado sinestésico penoso. La afectividad está en juego desde
entrada.

Otra de las críticas al subgrupo de la demencia precoz (fantástica) las recibe de parte
de Serieux, Capgras (escuela francesa) y Bleuler (escuela alemana), quienes la
critican por estos mismos motivos: no todas comienzan precozmente, no todas
evolucionan de la misma manera y no todas tienen el mismo deterioro y la misma
desorganización de la personalidad en su final.

Kraepelin contesta a las críticas sobre la demencia precoz en su 8va edición y crea
una nueva entidad clínica: las demencias endógenas. En esta categoría ubicará, por
un lado, al grupo de las demencias precoces restringidas (formas ebefrénicas,
catatónicas y otras 9), en las que está severamente comprometida la unidad de la
personalidad y el trastorno afectivo severo; y por otro lado, a las parafrenias (nueva
entidad clínica intermedia entre la paranoia y la demencia precoz).

Kraepelin divide a las parafrenias en cuatro categorías: parafrenias sistemáticas,


parafrenias fabulatorias, parafrenias expansivas y parafrenias fantásticas. Las
parafrenias fantásticas, herederas de la polémica y cuestionada categoría de la 6ta
edición (demencia paranoide fantástica), comprenden estos cuadros con
alucinaciones y una profusa producción imaginativa, ideas delirantes deshilvanadas,
móviles y delirios de influencia.

Es importante ubicar que estas controversias entre las escuelas psiquiátricas alemana
y francesa estaban sumergidas en el contexto político internacional de la 1 GM.
Estaban teñidas de rivalidades.

Así llegamos al momento en el que se empieza a cuestionar la clínica sincrónica y


entra en crisis el paradigma de las enfermedades mentales. Algunos factores que
contribuyeron a esta situación fueron la multiplicidad de entidades clínicas (empiezan
a aparecer cuadros nuevos con distintos nombres). También se empieza a cuestionar
la localización cerebral de estas causas endógenas de las enfermedades. También
aparecen corrientes de pensamiento nuevas como el estructuralismo. Todo esto
empieza a modificar la lectura de la subjetividad de la época. En esta coyuntura surge
el psicoanálisis, que empieza a jugar un papel importante entre los clínicos de la
época, entre ellos de la mano de Bleuler, discípulo de Freud.

Bleuler, quien había sido muy crítico de la idea de demencia precoz de Kraepelin,
empieza a introducir lo que llama el grupo de las esquizofrenias. Una de las
características más destacadas de la nosología de Bleuler es la idea del mecanismo
generador de las enfermedades, que es lo que caracterizaba este incipiente tercer
paradigma de las estructuras psicopatológicas, que empieza a imponerse. Se deja de
lado el interés por ubicar las causas y estudiar el desarrollo, la evolución de la
enfermedad y sus causas terminales, y se empieza a poner el énfasis en encontrar
hipótesis psicopatológicas que puedan explicar los mecanismos generadores
estructurales de la enfermedad.

Bajo esta nueva perspectiva, Bleuler presenta su trabajo en el congreso internacional


de psiquiatría en Ginebra en 1926, que marcó el comienzo del paradigma de las
grandes estructuras psicopatológicas. Bleuler marca un punto de inflexión entre los
dos paradigmas, el de las enfermedades y el nuevo paradigma de las grandes
estructuras psicopatológicas, y criticando a Kraepelin considera que la demencia
precoz era insostenible porque no todas las enfermedades empezaban ni terminaban
de la misma manera y no todas eran de inicio precoz. Además cuestiona el nombre
de demencia precoz porque sostiene que estaba dirigido más a pensar la enfermedad
que los enfermos. Bleuler propone un nuevo cuadro que denomina “el grupo de las
esquizofrenias”.

Bleuler caracteriza a la esquizofrenia por su mecanismo generador, la spaltung de las


funciones psíquicas, es decir, la disociación que compromete la unidad de la
personalidad. Bleuler define a la esquizofrenia como un grupo de psicosis cuyo curso
es a veces crónico y a veces marcado por brotes intermitentes, que puede detenerse
o retroceder en cualquier etapa pero que nunca permite una restitución a cero. No
hay ninguna posibilidad de cura. La personalidad pierde estructuralmente su unidad.
En todos los casos se observa este desdoblamiento de las funciones psíquicas en los
siguientes signos: alteraciones de pensamiento, de la afectividad y la relación con el
mundo exterior.

Bleuler toma de la teoría freudiana el lugar que tiene el afecto en las formaciones de
los síntomas. Esto le da una óptica muy particular a su nosología porque es la primera
vez que se utiliza un enfoque psicoanalítico para pensar una enfermedad psiquiátrica.
También hace una distinción de los síntomas en fundamentales y accesorios. Los
fundamentales están en todos los casos y los accesorios pueden o no estar en una
primera o segunda etapa, puede que aprezcan pero no siempre están presente. La
etiopatogenia para Bleuler es esta perturbación generadora que daña todo el cuadro,
esta desaparición de la capacidad de síntesis de la personalidad.
En cuanto a los síntomas fundamentales de la esquizofrenia, Bleuler los divide en
cuatro categorías:
● Trastornos de la asociación
● Trastornos de la afectividad
● Ambivalencia afectiva
● Autismo (predilección por la fantasía en oposición a la realidad, viene de
autoerotismo de Freud pero sin erotismo)

También ubica síntomas accesorios como las alucinaciones, alteraciones del


lenguaje, ideas delirantes, trastornos de la escritura, síntomas catatónicos, ecolalias,
ecopraxias. Son síntomas accesorios en la esquizofrenia.

En cuanto a la etiopatogenia, si bien Bleuler no abandona la idea de una lesión


orgánica, sin embargo luego de unos años redefine la concepción de la esquizofrenia
y la califica como una afección fisiógena (con una base orgánica) pero que posee una
superestructura psicógena (para referirse a los síntomas asociados). Entonces, por
ejemplo, las alucinaciones, el delirio y el comportamiento del enfermo conciernen a
factores y mecanismos psicológicos. Revee esta perspectiva más psiquiátrica y le
agrega una perspectiva más psicológica, afirmando que el afecto está involucrado en
las perturbaciones de la personalidad.

En las semanas siguientes veremos a Clérambault, que también hablará de


superestructura para referirse al delirio.

CLASE 3 TEO

Hoy vamos a retomar algo del primer video de Fabián Naparstek (TEO), siguiendo la
línea de Gabriel Racki (CET) en el texto sobre mycoplasma laboratorium.

Para pensar una psicopatología que esté a la altura de las circunstancias, que esté a
la altura de la época, tomaremos dos textos. Uno es el Ruiseñor de Lacan de Miller,
que es un pensador francés y contemporáneo, estrechamente relacionado con la
enseñanza de Lacan. Otro es mi texto (Mazzoni), llamado el diagnóstico en singular.

Es importante aclararles que hacer un diagnóstico equivale a una toma de posición.


Muchas veces se realizan diagnósticos que son segregativos con respecto a la
persona diagnosticada. Por eso, el diagnóstico tiene una posición ética y una posición
política. Por eso es muy importante saber dónde nos paramos para pensar cómo
vamos a hacer el diagnóstico, porque esto también va a estar en relación a cómo
pensamos la cura. Es importante saber realizar un diagnóstico.

A través de las distintas épocas, podemos observar distintas formas de hacer


diagnósticos. ¿Cuál es la particularidad del diagnóstico de orientación lacaniana y
esto del diagnóstico que nos permite estar a la altura de la época? Desde la
psicopatología, vamos a pensar en hacer un diagnóstico en singular. ¿Qué significa
esto? El diagnóstico introduce a un individuo en un universal con ciertas
características, pero cada individuo no se ajusta a ese diagnóstico universal porque
existe lo singularidad de cada quién. Esta es nuestra orientación, vamos a hacer un
diagnóstico que se oriente por lo singular. Si bien no vamos a dejar de lado lo
universal, el diagnóstico va a estar dado por la singularidad.

En cada sujeto siempre hay algo que lo hace incomparable a otro sujeto. Es decir
que, si bien una parte puede entrar en el campo de lo universal y ser un ejemplo de
ese universal, hay un punto en cada quién de incomparable, imposible de comparar
con otro sujeto. ¿Qué es ese incomparable de cada sujeto y cómo es que el
psicoanálisis se orienta por ello? Naparstek también explica en el primer video que
esta orientación tendría que ser por lo real. ¿Qué significa esto?

Vamos a empezar de a poco con esto, tengan paciencia. Pensemos en este real. Si
bien Freud no habla de real, simbólico e imaginario, que son conceptos de Lacan,
orientaciones para releer la enseñanza de Freud, podemos encontrar un antecedente
de esto real en lo que Freud plantea del síntoma. Freud advierte tempranamente que
el síntoma no es sólo sentido sino que tiene un punto pulsional, esto es lo singular del
síntoma, es ese modo de satisfacción paradojal que Freud encuentra en el síntoma.
En general, psiquiatría ve al síntoma como padecimiento, mientras que Freud, que
interlocutaba mucho esto, dice que en el síntoma hay una satisfacción paradojal; no
es una satisfacción que lleva al bien (ej: un sujeto va al análisis y dice siempre me
pasa lo mismo, repito lo mismo, aunque esto me haga mal; algo muy habitual en
toxicomanías). Esta idea de que la satisfacción no va del lado de bien marcó un antes
y un después, es un descubrimiento freudiano. Podríamos pensar que en el síntoma
no es todo sentido sino que hay una cara pulsional, una cara de satisfacción que hace
que se repita una y otra vez lo que nos hace mal, es un antecedente de lo que Lacan
va a llamar lo real.

A Lacan le lleva un tiempo definir lo real, tal como lo piensa a partir del seminario 11,
pero podemos encontrar antecedentes interesantes en los seminarios, como en el
sueño de Irma, y también en los teóricos de Naparstek. En el seminario 3 observamos
una interesante frase de Lacan, que dice que lo real es aquello que no entra en la
trama de lo simbólico y lo imaginario, es decir, que queda fuera de sentido. Hay algo
de lo real que escapa a esa trama y que podríamos llamar singular. Pulsión, real de
este modo definido, apuntan a esa característica singular del modo de satisfacción de
cada quien, que no entraría en un diagnóstico que sólo tome lo universal de la clase.

Por esta razón, tomando como base el texto de Miller, el Ruiseñor de Lacan, haremos
un recorrido por la singular respuesta que propone el psicoanális como salida de la
forma actual de diagnóstico universal. En este texto, Miller afirma que en la enseñanza
hay una parte que se trata de la repetición, que es absolutamente necesaria, se
sostiene en el modo de transmisión y que no hay que descartarla ni despreciarla,
repitiendo lo que ya está escrito. Pero también remarca que hay otra forma de
enseñanza que él denomina “la investigación”. La investigación es la búsqueda de lo
nuevo, de algo diferente. A esta vertiente de la enseñanza la define del lado de lo
singular.
Entonces tenemos de un lado, la enseñanza que es la repetición necesaria para saber
a dónde llegaron estos autores, pero por otra parte, la enseñanza que sería lo
singular, la investigación, lo nuevo. Por un lado la razón y por otro lado lo contingente,
ambos armando una trama.

Miller afirma, en comparación con esta lógica de la enseñanza como repetición y como
nuevo, toma la cuestión del diagnóstico y señala que el diagnóstico se refiere a una
clase. Hay clases diagnósticas como la parafrenia, la paranoia, la demencia precoz.
Por un lado está esa modalidad del diagnóstico universal por clases, que tiene una
larga historia. El psicoanálisis define clases como neurosis, psicosis y perversión.
Estas clases no tienen un fundamento en la naturaleza, no son especies naturales;
por eso, el individuo no entra del todo en lo universal. Sabemos que nuestras
categorías como neurosis, psicosis y perversión son artificios del lenguaje, que tienen
como fundamento al lenguaje mismo.

El universal de la clase nunca está completo, nunca está completamente en un


individuo. Como individuo, puede que seamos un ejemplo de una clase de un
universal, pero siempre un ejemplo con una laguna. Esa laguna sería lo singular. El
psicoanálisis no sólo marca lo singular, sino que vamos a hacer diagnósticos desde
ese lugar, desde esa laguna, ese singular, que es lo más propio del sujeto. Naparstek
habla de algo del sujeto que es incomparable.

En nuestra cátedra planteamos una forma de diagnóstico de orientación lacaniana,


que no es por lo universal de las clases sino vía el sujeto. Para dar cuenta de esto,
Miller escribe el Ruiseñor de Lacan. Miller toma un poema de Keats, poeta
romanticista quien fue muy criticado por los ingleses y sólo valorado tras su muerto.
Cuando Keats escribe la Oda al Ruiseñor, él estaba muy enfermo a los 23 años y muy
enamorado. Consciente de que se aproximaba el fin de su vida, compara su propia
mortalidad con la inmortalidad del ruiseñor, pero no como un pájaro en particular sino
como una especie.

Los ingleses criticaron cómo comparaba su propia mortalidad, la de un hombre, con


la inmortalidad de toda una especie, y no de un ruiseñor en particular. En un verso de
la oda al ruiseñor, Keats dice “y cuyo canto es el mismo que han escuchado
emperadores y bufones de otros tiempos”. Esto es muy criticado por los ingleses de
la época. Borges retoma el ruiseñor de Keats y dice que los ingleses criticaron mucho
este poema porque decían que Keats caía en un error al comparar su propia
existencia con la de una especie. Borges no comparte esta crítica y dice que el poeta,
en su intención, ubica algo de carácter intuitivo: dice que el ruiseñor de una noche es
el arquetipo de todos los ruiseñores porque es una especie natural y se diferencia de
él, que no es una especie natural.

Entonces, tal como dice Keats y como piensa Borges, el ruiseñor es el mismo porque
pertenece a una clase, a un universal. Es una especie, es natural, se maneja por
instinto, aunque sean diferentes ruiseñores los que visitaron a los emperadores, a los
bufones. Son las mismas clases, tienen las mismas características y entran del todo
en un universal.

El ruiseñor no está atravesado por el otro, por la época, por el lenguaje. El ruiseñor
tiene un instinto que hace que él sepa cuando comer, dormir, despertar, procrear. En
ese sentido el ruiseñor es el mismo para todos. Pero los que sí son distintos, porque
si bien entran en un universal tienen un punto de singularidad, son Keats, Borges y
Lacan. Por eso Miller llama “el ruiseñor de Lacan”. Es el mismo ruiseñor en tanto clase
pero Lacan no es lo mismo que Keats, ni que los bufones, ni que los emperadores.

Entonces, para que quede claro, en el texto de Miller, hace una recorrida entre el
ruiseñor, la oda al ruiseñor de Keats, Borges cuando examina las críticas de los
ingleses de la época, y luego la posición de Miller frente a esto, que cuenta que cuál
es la posición de Lacan en relación a eso universal que representa el ruiseñor. El
ruiseñor es el mismo en tanto especie, Lacan no es lo mismo que los otros hombres
citados; esto es justamente la idea de sujeto, esta disfunción es el efecto del lenguaje
sobre el individuo, que lo aparta de la especie natural, lo aparte de lo universal e
introduce la dimensión singular. El sujeto es eso que aparta al individuo de lo
universal, de ser solamente un representante de algo universal.

Miller, siguiendo la lectura de Lacan, da cuenta del modo en que cada sujeto articula
su propio inconsciente con el otro. Es decir, su máxima singularidad, cómo le dirige
esa pregunta al otro, eso es singular. Ahí es donde el psicoanálisis propone hacer
diagnóstico.

Para finalizar, podríamos pensar que las estructuras, las clases, se refieren a lo típico,
a lo que puede ser clasificable, a aquello invariante que caracteriza al sujeto, pero
nada de esto nos habla de su singularidad, excepto que pertenecen a tal o cuál grupo.
Mientras que lo típico hace mención a lo singular, y un diagnóstico en singular trata
de ubicar al sujeto en aquello que es único. Es decir, cómo ese sujeto, de manera
singular, fue traumatizado por el lenguaje. Cómo el lenguaje toca de un modo singular
a cada quién. Es ahí donde el psicoanálisis, en esa singularidad, va a producir un
diagnóstico. Es un diagnóstico que vivifica, un diagnóstico que habla de la
particularidad de cada uno, de lo singular. La famosa respuesta del psicoanálisis es
caso por caso. Es en función de la singularidad que completa la estructura que es lo
universal, y esto es lo que se manifiesta caso por caso.
En los casos clínicos, vamos a tratar de pensar casos clínicos y de pensar el
diagnóstico en relación a la singularidad. Es muy importante que ubiquemos que
hacer un diagnóstico es una posición ética, y la posición ética que nos presenta el
psicoanálisis es hacer este esfuerzo de ubicar ese singular de la clase de esa manera
en que se expresa el sujeto.

les dije al inicio de este vídeo es muy importante que nosotros ubicamos que hacer
un diagnóstico es una es de una posición ética sí y la posición ética que nos presenta
el psicoanálisis es hacer este esfuerzo de ubicar ese singular de la clase de esa
manera en que se expresa el sujeto esa manera singular en que se expresa el sujeto
en el campo del universal y es solo escuchando eso singular que proponemos hacer
diagnóstico bueno les agradezco la escucha hasta acá espero que se han llegado
hasta acá les mando un abrazo y bueno ya que estamos y seguiremos trabajando y
nos vemos.

CLASE 3 SEMINARIO

Vamos a abordar la diferencia entre cuadros clínicos y formas clínicas en Kraepelin.


En principio, haremos una introducción al tema.

¿Qué es la clínica? En términos amplios, la práctica misma con pacientes,


inicialmente una práctica médica. La clínica se inicia con una operación en la que a
partir de la observación de la repetición de anomalías, irregularidades y
singularidades se definen síntomas y signos clínicos. Síntomas en el sentido inicial
de la palabra de lo que no funciona apropiadamente para el sujeto. Signos clínicos
que implican un aspecto más objetivo; que algo constituya un signo implica que haya
alguien que lo reconozca como tal, es decir que el lector hace al código de signos. Al
estudio o lectura de esos signos se lo llama “semiología” (ej: 37/39 Cº de de tempº es
un signo a leer en un contexto médico; decaimiento afectivo y alucinaciones son
signos a leer en términos psiquiátricos).

Un solo signo o un solo síntoma no implican necesariamente una afección. Es


complejo determinar objetivamente un signo. Si a un signo se le relacionan otros,
tenemos un síndrome. Un síndrome es una agrupación regular de signos y síntomas
correlacionados entre sí, que pueden conducir a más de una etiología posible. Por
ejemplo, cierto decaimiento afectivo, cierta ausencia de iniciativa, cierta
desorganización en el pensamiento o en la motricidad, podrían ser efecto de la resaca
posterior a una borrachera, podrían ser efecto de un duelo, podrían ser un síndrome
basal de una demencia precoz. Tengan esto presente en relación a la manera de
diagnosticar de los manuales de diagnóstico estadístico actuales.

Determinar un síndrome semiológicamente muchas veces es una etapa previa a


definir la existencia de la enfermedad. A partir de Sydenham, uno de los fundadores
de la medicina manera, lo que define a la enfermedad es la presencia de signos
precisos, con una evolución típica en distintas personas, una etiología anátomo y
fisiopatológica, en lo posible una terapéutica y eventualmente sus formas clínicas.

Las formas clínicas son las formas que toma típicamente la presentación de una
enfermedad. Por ejemplo, en el caso de la demencia precoz podría ser la forma
ebefrénica o la forma catatónica, con distintos rasgos característicos pero todas con
el mismo síndrome basal. Definir si una enfermedad está presente en una persona es
hacer un diagnóstico. Esto siempre tiene un aspecto diferencial de comparación
semiológica, y otro positivo, es decir, reconocer los elementos que hacen a la
enfermedad misma.

Por ejemplo, para reconocer al COVID-19 hay síntomas como tos, fiebre, dolor en el
cuerpo, pérdida del olfato como la cuestión diferencial. El análisis bioquímico es lo
que daría el indicio positivo de la presencia del virus. Otro ejemplo es el caso de la
demencia precoz, ese síndrome basal que describe Kraepelin que se distingue de los
signos clínicos de la paranoia (sistema delirante, inquebrantable, con la conservación
de la claridad del pensamiento, el deseo la acción) y de los signos clínicos de la
psicosis maníaco-depresiva (cuadros agudos que se presentan periódicamente sin
deterioro). Allí está la posibilidad de comparar y es el deterioro terminal lo que
confirma positivamente el diagnóstico de la demencia precoz.

Como decíamos, la clínica es inicialmente una práctica médica que implica la


objetivación de quien está bajo observación. Esto es útil en un sentido y también
peligroso por los matices, torsiones, los usos diferentes que implique esa operación,
más aún en el terreno de la psiquiatría o del psicoanálisis. Por eso distinguimos la
clínica de la mirada de la clínica de la escucha, que apuesta a darle a esos signos
otro destino que un ordenamiento.

Por ejemplo, una persona llega a la consulta diciendo que no puede dormir. Hace días
que no come. No puede quedarse quieto. Se advierte su agitación, su hablar es
acelerado y poco coherente. Dice también que lo inquietan mucho que sus
pensamientos se transfieran por la radio y que sabe que lo quieren perjudicar.
Describir ese cuadro clínico del paciente en términos de insomnio, de anorexia, de
excitación hipomaníaca, de alucinaciones e ideas delirantes implica contar con un
fundamente, con un tesoro semiológico que requirió décadas de elaboración.

La figura de Pinel se destaca por haber dado el puntapié inicial con la fundación de
una nueva disciplina dentro de la medicina. Pinel recorta un padecimiento que define
como la perturbación de las funciones superiores del sistema nervioso (es decir, el
entendimiento y la voluntad), sin lesión de estructura, sin fiebre. Según Pinel, un
padecimiento desconocido en su esencia pero perceptible en sus efectos. Pinel se
dedica a su estudio sistemático por medio de la observación empírica, sin introducir
su propia subjetividad, separando así la locura como concepto social, que son los
errores y extravagancias de los que es susceptible la especie humana, y la distingue
de la alienación mental como un diagnóstico médico para una enfermedad. El estudio
de la alienación mental funda la psiquiatría como práctica, se funda la psiquiatría al
darle un objeto y un método.

Este estudio de Pinel constituye la primera fase de estructuración de la clínica


psiquiátrica, denominada “fase sincrónica” según Bergerié, y organiza lo que Lanteri-
Laura ubica como el “paradigma de la alienación mental”. ¿Qué es un paradigma? El
epistemólogo Thomas Kuhn lo define como el conjunto de representaciones
coherentes, correlacionadas entre sí, que regulan de manera racional, eficaz y
económica una disciplina. Es el conjunto de conocmientos que constituyen la ciencia
normal, la manera normal de entender las cosas en determinado momento. Un
paradigma funciona durante algún tiempo, hasta que su manera de explicar las cosas
se vuelve un obstáculo. Entonces, tras una crisis, un nuevo paradigma se instaura.
No anula al anterior sino que plantea las cosas de una manera diferente, que vuelve
a funcionar durante un tiempo. Por ejemplo, la física de Newton, que funcionó durante
un tiempo hasta que Einstein encuentra cosas que no puede explicar e instala un
nuevo paradigma, que incluye la física newtoniana. Lanteri-Laura aplica ese concepto
a la historia de la psiquiatría.

Tomando el paradigma de la alienación mental, los alienistas suponen una


enfermedad mental única con cuatro estados o formas clínicas, con la suposición de
una carga orgánica difusa. Si el paciente de nuestro ejemplo si hubiese presentado al
hospicio donde trabaja Pinel, su diagnóstico, luego de descartar la intoxicación o
alguna lesión sin preguntar por la historia del paciente, habría sido el de alienación
mental bajo la forma clínica de la manía. Es decir, una agitación y una alteración más
o menos general de su relación con el mundo. Y habría sido internado para su
tratamiento.

Distintas cuestiones terminan poniendo en jaque este primer paradigma. La


posibilidad misma de observar a los alienados, la descripción de los síntomas y la
evidencia que eso permite, que va encontrando repeticiones semejanzas y
diferencias. El descubrimiento de la evolución de la parálisis general progresiva en
una secuencia fija de síntomas con una causa orgánica reconocible es el hito que
marca la crisis del primer paradigma. Ese estudio se vuelve el modelo para el nuevo
paradigma, el paradigma de las enfermedades mentales. Los psiquiatras encuentran
la idea de la enfermedad única como un límite para entender sus observaciones y va
ganando consenso de la idea de que existen varias enfermedades.

Jean-Pierre Falret enuncia el método para el paradigma de las enfermedades


mentales, segunda fase de la estructuración clínica. Falret agrega a la formulación de
Pinel la exigencia de observar no sólo los signos clínicos principales sino también los
detalles accesorios, los síntomas positivos (los que están presentes en el cuadro), los
síntomas negativos (los que no están presentes en el cuadro), observar el conjunto
de la vida del enfermo (su presente, su pasado, sus expectativas) en la búsqueda de
encontrar en él la encarnación de una entidad natural, que es una enfermedad con
una causa orgánica y una evolución reconocida que permite hacer un pronóstico.

Durante más de 50 años, los psiquiatras dedicaron su esfuerzo a esa búsqueda, con
una perspectiva más descriptiva en Francia y una más conceptual en Alemania.
Ambas escuelas con un criterio anátomo-clínico-evolutivo. Si el paciente de nuestro
ejemplo hubiera consultado en ese entonces, seguramente le hubieran hecho un
interrogatorio más exhaustivo, que hubiera permitido desde cuándo estaba así, si eso
era algo recurrente, si se había presentado algún otro tipo de signo o de
alucinaciones, si la interpretación delirante se articulaba de manera sistemática. O
sea, una pintura más detallada del cuadro clínica. Además no le hubieran dado el
mismo diagnóstico en París que en Heidelberg. Kraepelin lo hubiera diagnosticado
como un diagnóstico de demencia precoz. Es importante ver cómo el significado de
los mismos nombres varía según la época histórica, por ejemplo, Manía no es lo
mismo para Kraepelin que para Pinel.

Kraepelin en 1899 propone una nosología, es decir, una clasificación de las distintas
enfermedades que aspira a sintetizar todo el trabajo de la psiquiatría hasta entonces.
Esto resulta el punto culminante de la segunda fase de estructuración de la clínica
psiquiátrica y marca el inicio de la crisis del segundo paradigma. Esa síntesis ubica
entre una serie de psicosis orgánica, fruto de infecciones, intoxicaciones, lesiones,
etc., y formas degenerativas como las oligofrenias por ejemplo, las tres líneas de
trabajo que constituirán el problema más propio de la psiquiatría desde entonces.

La primera línea de trabajo son los estados delirantes crónicos no alucinatorios, que
es la paranoia. El segundo son los estados agudos de evolución periódica sin
deterioro, es decir, lo que Kraepelin llama las psicosis maníaco-depresivas. El tercero
son los estados, agudos o crónicos, que evolucionan hacia una forma de deterioro
particular, que él denomina demencia precoz. Esta síntesis es un punto culminante.
A partir de allí es evidente que la multiplicación de las entidades clínicas, un
detenimiento en el progreso del saber en ese punto y la falta de resultados en el plano
anatómico marcan el inicio de otra fase de estructuración de la clínica.

Allí se inicia el tercer paradigma, al que Bergerié llama “fase psicodinámica” y Lanteri-
Laura denomina como el “paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas”.

Retomando al segundo paradigma y sus tres líneas de trabajo, luego de la 6ta edición
del manual de Kraepelin, se da un acuerdo con respecto a las psicosis maníaco-
depresivas. Los franceses habían llegado a conclusiones similares sobre la paranoia,
primero Sérieux y Capgras, luego Clérambault, quienes agregan al análisis de
Kraepelin una forma clínica particular, que coincide con su idea del delirio de
querulancia. El análisis estructural del tercer paradigma llevará a disolver ese grupo.
El punto más álgido de los debates se produce en torno a la demencia precoz. La
escuela francesa no acepta la construcción de Kraepelin porque distingue los cuadros
donde la desintegración, el deterioro es total, por ejemplo, la ebefrenia, de los estados
donde esa desintegración es limitada y que constituyen la mayoría de los casos. Ballet
llama a esos cuadros “psicosis alucinatoria crónica”. Con una hipótesis
psicopatológica, plantea un síndrome disociativo inicial al que la personalidad le
respondería con un delirio explicativo o no, dependiendo de la personalidad de base.

Si bien Kraepelin responde a estas críticas con la conceptualización de las parafrenias


en 1913, en Alemania Bleuler plantea su trabajo sobre las esquizofrenias en 1911,
ubicando a la disociación como un mecanismo generador que da cuenta de la mayoría
de los síntomas de la afección y, al mismo tiempo, elimina sus matices ampliando el
terreno de las esquizofrenias.

A partir de entonces, en ese tercer paradigma de las grandes estructuras


psicopatológicas, no se va a tratar de reconocer la evolución de los estados psicóticos,
sino de tratar de ubicar la organización íntima de los elementos; la estructura como
una entidad autónoma irreductible a la suma de sus partes; los mecanismos que
expliquen las causas de los procesos patológicos. Es el momento del nacimiento de
la psicopatología como ciencia.

Era necesaria otra perspectiva de la clínica que no se opone sino que se complementa
con la perspectiva psiquiátrica. La de una escucha que pueda, quizás, hacer de esos
signos clínicos los signos de un pathos singular, de una pasión que enganchará a
nuestro paciente a la vida de una manera menos sufriente.

CLASE 4 PRÁCTICOS

Hoy hablaremos de Clínica de las Parafrenias: Clásicas y Actuales. En relación a


nuestro espacio de Lectura de Casos (LDC), nos corresponde el texto de Ballet de
1911 que se llama “Psicosis Alucinatorias Crónicas” y, por otro lado, la última parte
de la ficha de las docentes Soto y Esteban, que corresponde a parafrenias y, por otra
parte, un caso actual de la docente Angélica Marchesini que se llama “La Imaginación
Fantástica”. La idea es abordar los textos y luego verificar eso tanto en la clínica
clásica como en la actual, ver qué actualidad tienen las clasificaciones de la psiquiatría
clásica.

Ubiquemos el contexto del tema de las parafrenias, las coordenadas históricas del
momento en que se producen los textos. Una categoría diagnóstica noes natural sino
que responde a un momento histórico determinado. Bergerié y Lanteri-Laura son
autores contemporáneos que intentan ordenar la psiquiatría clásica. Bergierie ubica
las clínicas sincrónica, diacrónica y psicodinámica. Lanteri-Laura ubica los
paradigmas de la alienación mental, el paradigma de las enfermedades mentales y el
paradigma de las grandes estructuras.
Recordemos a Kraepelin, uno de los máximos exponentes de la clínica diacrónica
según Bergerié. Porque Kraepelin ubica la caracterización clínica a lo largo del
tiempo, es decir, en su evolución, en su diacronía. Hace una descripción semiológica
a lo largo del tiempo: cómo se inicia un cuadro, cómo sigue y cuál es su fase terminal.
También es un representante de la escuela alemana de psiquiatría, en contraste con
la escuela francesa; las diferencias entre estas escuelas generan conflictos e influyen
en el cambio de propuestas clínicas.

Kraepelin en su 6ta edición hace una definición exhaustiva y puntillosa de la paranoia.


En esa edición lo que hemos visto como “demencia precoz” queda poco delineado.
Bajo ese nombre de demencia precoz agrupa a distintas entidades clínicas como la
ebefrenia, catatonía, demencia paranoide y su subgrupo demencia paranoide
fantástica (un cuadro que fue problemático en ese momento).

Nos interesa el nombre de demencia precoz. Demencia porque se acentúa un


proceso demencial, que evoluciona hacia el deterioro mental; y precoz porque hay un
inicio juvenil de este cuadro.

Ante esto, los franceses critican a Kraepelin por agrupar bajo ese mismo nombre
(demencia precoz) a un montón de entidad que no siguen el mismo criterio evolutivo,
que empiezan distinto y terminan distinto. Piensen que la escuela francesa era más
celosa del detalle, en contraposición a la escuela alemana que estaba más centrada
en la caracterización global de la enfermedad.

A partir de las críticas recibidas por Kraepelin, en su octava edición produce el grupo
de las demencias endógenas. Endógenas porque tienen causas internas, y
demencias porque conducen a ese debilitamiento mental, al deterioro en las esferas
volitiva y afectiva. Dentro de este grupo de las demencias endógenas se encuentran,
por un lado, la demencia precoz restringida (que tiene 9 formas) y por otro lado, el
grupo de las parafrenias (el tema que veremos hoy, que a su vez tiene 4 formas). Este
grupo de parafrenias de la 8va edición es comparable a lo que Ballet en Francia llama
las psicosis alucinatorias crónicas.

En este sentido vemos una multiplicación de cuadros y entidad clínica. Por entonces
se quería localizar anatómicamente y se da un cruce entre psiquiatría y el
psicoanálisis con Freud. Freud dice que no sólo alcanza con lo observable del síntoma
que veo, sino que hay un mecanismo formador de síntomas. Pasamos de esta clínica
de la mirada a la clínica de la escucha. Esto tiene que ver con el quiebre de la clínica
diacrónica para el pasaje a la psicodinámica, a la construcción de hipótesis
explicativas sobre un cuadro clínico.

Entonces, les decía que las parafrenias en esta octava edición son una entidad
autónoma, independiente de la demencia precoz restringida, y juntas hacen a las
demencias endógenas. Y Ballet plantea, por su parte, las psicosis alucinatorias
crónicas que serían algo comparable. Como rasgos globales de la enfermedad
podríamos decir que este grupo de parafrenias no tiene un delirio tan sistematizado
como el de la paranoia. Tampoco tiene un deterioro mental tan pronunciado como el
del grupo de la demencia precoz. Hay ahí una entidad intermedia (y Kraepelin
reconoce que un pequeño número de casos). Ya a los mismos psiquiatras que
clasificaban en ese momento se les empieza a dificultar para hacer un diagnóstico
diferencial. El grupo de las parafrenias presenta 4 formas que ya vamos a desarrollar.

Volviendo a Ballet, él es un psiquiatra francés, también representante de la clínica


diacrónica, pero que empieza a decir que no alcanza sólo con un criterio evolutivo
para hacer un diagnóstico y una formulación clínica. Él es uno de los que critica a
Kraepelin por englobar muchas entidades distintas bajo un mismo nombre. Y con esta
idea de pensar otras cosas más allá de la evolución, crea este grupo de las psicosis
alucinatorias crónicas.

Veamos algunas de las características principales del grupo de las parafrenias y sus
4 formas. Cuando Kraepelin empieza a hablar de parafrenias, menciona la demencia
precoz y estos desórdenes en la esfera afectiva y volitiva, que predominan y dominan
el estado mórbido. Y dice que en contraste debemos pensar que en este pequeño
número de casos, a pesar de los puntos en común con la demencia precoz, hay un
mucho más leve desarrollo de los desórdenes de la emoción y la volición. La armonía
interior de la vida psíquica está menos involucrada. Y también habla de una coloración
paranoide común a las cuatro formas de las parafrenias.

Veamos algo de las sutiles diferencias entre las formas de la parafrenia según
Kraepelin.

Por un lado tenemos a la parafrenia sistemática o sistematizada, que se caracteriza


por un desarrollo insidioso de un delirio de persecución progresivo. Como rasgos
fundamentales de esta parafrenia, entonces, tenemos el delirio de persecución con
ideas de exaltación, sin deterioro de la personalidad, con un cambio lento de la
conducta. Es un cuadro que se asemeja bastante al que habíamos visto de la
paranoia. Los pacientes se vuelven gradualmente silenciosos, tímidos, se repliegan
sobre sí mismos, con ideas de celos. Pero como este delirio de persecución se va
tornando cada vez más claro, el paciente nota que es objeto de atención general (la
gente lo persigue, lo mira, lo observa, se hacen señas entre ellos). Está la idea de
una conspiración continua, la desconfianza, la incertidumbre y la tensión creciente.
Está la presencia de alucinaciones y esto ya nos sirve para el diagnóstico diferencial
y nos separa de la paranoia, en donde estaba el delirio persecutorio sistematizado
pero no estaban afectadas las facultades mentales ni tampoco había presencia de
alucinaciones. También en este grupo son comunes las ideas de influencia: un otro
que me domina, maneja, manipula, que influye sobre mi voluntad. También habla del
curso de la enfermedad que es lento pero continuo. Los delirios persistentes en el
desenlace. Siempre las alucinaciones. Pero resalta que no hay mucha alteración en
la volición, en la voluntad, que es lo que está tan presente en la demencia precoz.

Por otro lado tenemos a la parafrenia expansiva, en donde se produce de manera


característica el desarrollo de una megalomanía exuberante. Comienza gradualmente
pero toma protagonismo esta idea megalómana, la megalomanía es la idea
fundamental. Pronto aparecen las alucinaciones. El curso también es progresivo,
continuo.

Por otro lado, un tercer tipo es la parafrenia confabulatoria, que está muy relacionada
con la anterior. La parafrenia confabulatoria se distingue por el papel predominante
de los falsos recuerdos. Es un delirio persecutorio que se remonta en la niñez,
experiencias persecutorias de la niñez relatadas con mucho detalle. Esto también va
del lado de la megalomanía. También hay un curso progresivo. El inicio es
aproximadamente a los 30 años, esto nos separa del grupo de la demencia precoz.

Por último tenemos a la parafrenia fantástica, que es un crecimiento florido de delirios


exuberantes, extraordinarios, desconectados y cambiantes. La parafrenia fantástica
es la más parecida a lo que hemos visto como demencia precoz, donde si bien están
presentes estas ideas delirantes, no arman un sistema como en la paranoia, sino que
son delirantes e inconexas (van cambiando todo el tiempo). También están presentes
las alucinaciones auditivas, visuales. El curso también es progresivo. Usan
neologismos raros, giros expresivos, comportamientos bizarros, emociones
embotadas. La rapidez con la que se desarrolla en general es muy variable. Kraepelin
mismo admite las similitudes con la demencia precoz (esto va a contribuir al quiebre
de la clínica diacrónica, ya que empiezan a hacer falta pensar de otra forma a las
categorías psicopatológicas; Freud dice que tienen que haber hipótesis explicativas,
un mecanismo que forma los síntomas).

Esto es para pensar la cuestión del diagnóstico: desde el psicoanálisis pensamos el


diagnóstico en singular. No para pensarlo como etiquetas ni como punto de partida
que me va a decir cómo es un tratamiento. La idea es separar al diagnóstico singular
de lo universal de la etiqueta, poder pensarlo en el caso por caso. Sobre todo en la
época actual. Ahora, con tanta información a disposición, la gente ya googlea lo que
le pasa o se autodiagnostica, y estos casos muchas veces llegan a la consulta ya
diciéndonos: “hola, soy TOC” “soy anoréxica” “soy depresivo”. Con todas las
categorías a disposición de todos terminamos aplicando un poco el procedimiento
inverso. A veces dicen “soy TOC” antes de decir “soy Juan Pérez”. A veces esto
presenta dificultades porque se cristalizan bajo una etiqueta y esto imposibilita o
dificulta la responsabilidad sobre el propio padecer, sobre el propio síntoma, sobre el
propio inconsciente. Así que vamos a empezar a desandar con cómo pensamos los
diagnósticos y las distintas estructuras desde el psicoanálisis.
Ahora hablemos del grupo de las psicosis alucinatorias crónicas de Ballet, psiquiatra
francés. En 1911 Ballet escribe este texto, dialoga con otros autores y empieza a
pensar este grupo. Ballet dice que el criterio para dividir las entidades no puede ser
puramente evolutivo y propone este grupo. Los trabajos de Ballet tuvieron gran
repercusión en Francia. Él en su texto dialoga todo el tiempo con Kraepelin, y señala
que Kraepelin crea el grupo de las parafrenias separándolos de la demencia precoz,
y que él (Ballet) las llamará psicosis alucinatorias crónicas.

Ballet define a las psicosis alucinatorias crónicas como formas de evolución crónica
sin una franca evolución demencial. Bajo este grupo nombra a un cierto número de
afectados por ideas de persecución con alucinaciones a las que la mayoría las
suceden ideas ambiciosas. Estas ideas, tanto de persecución como ambiciosas, se
yutxaponen y se suceden -para empezar a cuestionar un poco esto que dice él como
criterio evolutivo-. También habla de la etiología de la psicosis, que es indecisa, banal,
dice que la patogenia se nos torna oscura y que los recursos con los que contamos
para diferenciar las entidades son la sintomatología (como venimos viendo) y su
evolución. Entonces él dice que en el inicio de este grupo de las psicosis alucinatorias
crónicas lo que hay es un estado cenestésico penoso. Estado cenestésico penoso
significa sensaciones en el propio cuerpo, sobre sus órganos, sobre su estado interno.
Este estado lleva al sujeto a las ideas explicativas de persecución y ambición que se
yuxtaponen se suceden o se reemplazan. En el inicio del cuadro se presenta este
estado cenestésico penoso y después el sujeto intenta darle una explicación a eso
que le pasa, y allí aparecen las ideas de persecución y también las ideas de ambición.

Además de criticar a Kraepelin, Ballet critica a Magnan. A Kraepelin le critica que


sintetiza demasiado, que fusiona la demencia paranoide con la ebefrenia bajo el
mismo nombre y que habría que separarlas. A Magnan le critica lo contrario, que
disocia demasiado separando entidades que no le parecen nosológicamente
separadas. Luego Ballet hace un estudio de los síntomas y dice que bajo esta psicosis
lo que hallamos son síntomas constantes o inconstantes. Los constantes son los que
aparecen en todos los casos y los inconstantes son los que aparecen en cierto número
de personas.

En las psicosis alucinatoria crónica lo constante es el estado cenestésico penoso, esa


inquietud que viene acompañada a las primeras manifestaciones. A este estado
prontamente se asocian las ideas de persecución con alucinaciones, tienen un papel
protagónico las alucinaciones auditivas. A estos síntomas constantes también se le
asocia la idea ambiciosa, de grandeza, la autofilia (creerse perseguido, considerarse
como objeto de la atención universal – es la relación entre lo persecutorio, hay una
megalomanía). La evolución es más o menos regular, no tanto en fases (lo
preponderante no es el criterio evolutivo); son ideas que se yuxtaponen, se suceden,
se reemplazan estas ideas ambiciosas y de exaltación. El pronóstico de estas psicosis
alucinatorias siempre es grave. A veces suceden remisión y otras veces se acentúa
hasta el debilitamiento intelectual. Toda esta descripción, estas psicosis son sobre
casos vistos y trabajados (no son sobre ninguna hipótesis).

CLASE 4 TEO

Vamos a leer un libro de un médico francés, Georges Canguilhem, que escribe el libro
“lo normal y lo patológico”. Luego leeremos al psicoanalista Jacques Lacan y su
artículo “Psicoanálisis y Medicina”. Y también un filósofo coreano que se llama Byung-
Chul Han que escribe “La Sociedad de la Transparencia”.

Canguilhem es un médico y epistemólogo que en 1943 publica su tesis de doctorado


en medicina acerca de “lo normal y lo patológico”, a la que luego añade revisiones.
Este libro nos interesa porque contiene preguntas interesantes alrededor de lo normal
y lo patológico (es uno de los primeros en meterse en ese tema en el campo de la
medicina). Estas preguntas atañen a una cuestión ética. Él se pregunta: ¿quién define
lo que es lo normal y lo patológico? ¿El enfermo, el médico, la ciencia? ¿Cómo lo
definen? Se pregunta, por ejemplo, en una situación en la cual alguien no se considera
enfermo, pero su entorno sí lo considera enfermo e, incluso, lo considera peligroso
para sí mismo o para ellos mismos. Por ejemplo, piensen en el caso de un niño, donde
la escuela llama y comenta que a ese niño le está pasando algo. O una familia detecta
que uno de los miembros está raro y lo ven sufriendo, pero ese sujeto no subjetiva
aún la enfermedad.

Canguilhem va a buscando distintas respuestas a estas preguntas y se da cuenta que


las respuestas dependen de cada momento y de cada cultura. Las respuestas acerca
de qué es lo normal y lo patológico son un entramado político, social y económico.
Eso lo lleva a proponernos dividir y separar las normas de lo normal. Él entiende que
lo normal es un calificativo que decanta de un conjunto de normas que hacen a la
verdad en un momento dado y para un a cultura.

Pero, a grandes rasgos, al leer todas esas respuestas, propone ordenar propone a
ordenar esas respuestas alrededor de dos grandes teorías: lo que va a llamar una
teoría dinámica y una teoría ontológica. La teoría dinámica proviene de la medicina
griega; la teoría ontológica de la medicina egipcia.

Dentro de la teoría dinámica hay muchas respuestas de distintas épocas. Él va a


proponer que hay una teoría dinámica en la que se piensa a la enfermedad como una
perturbación de la armonía, como un desequilibrio. Y entonces la terapéutica aplicada,
sea cual sea, apunta a una restitución del equilibrio, a volver a la armonía, a un
reequilibrio. Tendríamos en esa teoría equilibrio, desequilibrio y reequilibrio. El
problema de esta teoría, resalta Canguilhem, es que algunas veces ese reequilibrio
se encuentra en la enfermedad misma. La enfermedad, a veces, ya es una forma de
reequilibrio. Entonces, si nosotros intervenimos en esa forma de enfermedad que ya
es, tal vez, una forma de reequilibrio o curación, ¿qué estamos haciendo? Entonces,
la teoría dinámica tiene esta definición de enfermedad, esta definición de terapéutica
y la pregunta concomitante pasa por cuando la enfermedad ya es parte de la curación.

La teoría ontológica tiene la lógica de pensar a la enfermedad como un cuerpo extraño


que hay que extirpar. El problema de esta teoría se detecta cuando vemos que
después de extraído, ese organismo vuelve a generar el mismo cuerpo extraño.
Entonces él se pregunta: ¿es que acaso no habrá ahí un funcionamiento necesario
de ese cuerpo extraño?

En las dos teorías él subraya el problema que demuestra que entre lo normal y lo
patológico no hay un límite preciso. Entonces da un paso más y piensa en otra salida
para definir y ordenar qué es lo normal y lo patológico. Vayamos a la salida
estadística, pensemos qué es lo mejor para la mayoría, hablemos del promedio. Claro
que puede ser una variable a considerar pero también tiene un problema porque, a
veces, nos encontramos con una anomalía que no entra en el promedio, pero eso no
significa que sea una enfermedad. Incluso, a veces hay enfermedades, como las
caries, que son parte del promedio. Subraya nuevamente que es un problema
distinguir qué es lo normal y qué es lo patológico. Entonces busca otra salida, por
ejemplo, por el sufrimiento. Donde hay sufrimiento hay patología. Pero ahí
encontramos otro problema. ¿Qué pasa en esas enfermedades que empiezan con
una fase silenciosa? ¿En ese caso hay o no hay enfermedad?

¿Cuál es la conclusión de la tesis de Canguilhem? Que no hay una frontera clara y


precisa entre lo normal y lo patológico. Sólo se arriba en la clínica, es decir, en el caso
por caso. Pero teniendo en cuenta siempre que la ciencia no logra capturar a la clínica
totalmente, es decir que la clínica nunca será una ciencia exacta por más que se
busque el medio y métodos científicamente garantizados. Por eso considera que es
importante incluir en cada una de las intervenciones médicas la pregunta ética: ¿a
qué responde su acto?

Esta es una síntesis de los lineamientos del texto de Canguilhem.

Ahora vayamos al texto de Lacan. En 1966, a 3 años de la expulsión de Lacan de la


Internacional de Psicoanálisis (IPA) por poco ortodoxo y poco tradicionalista. Y
después un grupo de médicos lo invita a Lacan a una mesa redonda en el colegio de
médico, es decir que le va a hablar a los médicos. Le proponen que hable del lugar
del psicoanálisis en la medicina. Entonces Lacan acepta, va y prepara un texto para
compartirles.

En este texto Lacan va a subrayar dos rasgos: va a decir que el lugar del psicoanálisis
en la medicina es marginal y extraterritorial. Es marginal porque la medicina, la
ciencia, siempre ha mantenido al psicoanálisis a distancia, en el margen de su propio
campo. Como una ayuda terapéutica pero siempre exterior a la medicina y a la
ciencia. Es extraterritorial porque los analistas también se han mantenido no del todo
incluidos en el territorio de la medicina. ¿Por qué? Por una cuestión ética.

Lacan es muy poco complaciente con los médicos al hablarles. Es casi un provocador
y los va a provocar con la pregunta ética. Además podemos anticiparnos y decir que
Lacan en esa mesa redonda, que será publicado después bajo el título “Psicoanálisis
y Medicina”. En ese libro Lacan da algunas puntas precursoras de lo que después
desarrollará, por ejemplo, en El Filósofo Hans.

Lacan es un precursor al decir estas cosas en 1966, en una época en la que no había
internet, Google ni Wikipedia. Sin embargo, vean lo que nos dice… Lacan va a afirmar
que el discurso de la ciencia se empalma con el discurso capitalista y con la lógica de
mercado, y que ese empalme produce determinados efectos.

Uno de esos efectos es el aceleramiento en el que vivimos como producto del empuje
del discurso de la ciencia empalmado al discurso capitalista. Veremos si el COVID
frena un poco ese aceleramiento. Lo verificaremos después de la pandemia. Pero
podemos decir que vivimos en un tiempo de aceleramiento. En ese tiempo de
aceleramiento, la ciencia en sus laboratorios produce determinados objetos. Lacan va
subrayando en este escrito los objetos tecnológicos que en ese momento empiezan
y actualmente están muy desarrollados. Producen objetos tecnológicos que nos abren
al mundo pero también hacen que el mundo se nos meta, que el mundo nos observa.
Llama a eso una mirada omnipresente que está todo el tiempo viéndonos a nosotros.
Somos objetos nosotros de esos objetos.

Entonces, por un lado en los laboratorios se producen esos objetos tecnológicos. Por
otro lado y de manera bastante inédita, la toxicomanía es un producto de laboratorio,
en el empalme de la ciencia con el capitalismo. Esto es fuerte e inédito. Se podía decir
que la toxicomanía era una enfermedad, que era un hecho delictivo, pero decir que
es un producto de laboratorio es una afirmación bastante fuerte y médica muy
interesante para nosotros. Dice que va en un arco desde los tranquilizantes hasta los
alucinógenos. En ese contexto, en esa marco, Lacan se pregunta: ¿a qué responde
la ciencia? ¿A qué responde el capitalismo? ¿A qué responden los médicos? Por eso
les pregunta provocador a los médicos esto. El médico, que en alguna época fue ese
que se vestía de autoridad y prestigio. A dónde ha quedado, se pregunta Lacan en
1966, ese lugar del médico en la ciencia y en la sociedad. Entonces les pregunta:
¿acaso el médico hoy no es un empleado del sistema de salud, de la empresa de
salud? ¿Acaso el médico no responde a la lógica de mercado con su acto? ¿Acaso
no es un simple distribuidor de los objetos que se producen en la ciencia? ¿No es un
estandarizador del sujeto? ¿A qué responde el médico con su acto? Y agrega: en el
mejor de los casos, responde a la demanda del enfermo, a la demanda de curación.
Pero desconociendo algo que el psicoanálisis ha considerado fundamental.
¿Qué es lo que el psicoanálisis ha considerado fundamental en su lectura clínica?
Que la demanda no necesariamente se corresponde con el deseo, no necesariamente
encaja con el deseo. Que la demanda de curación no necesariamente es lo que se
desea. Que hay una diferencia entre la demanda y el deseo. ¿No les ha pasado que
algún familiar, algún amigo, les ha pedido algo con insistencia, se lo dan, y ahí se dan
cuenta ustedes y el amigo que no era eso, que no era complacer la demanda la que
se estaba buscando, que hay otra cosa en relación a una demanda, que vamos a ir
llamando deseo. Pone un pequeño recorte clínico: dice que lo viene a ver un joven
que está deprimido hace muchos años, y le pide por favor a Lacan que lo atienda.
Lacan lo atiende, lo escucha y después de esa primera sesión lo cita a las 48 hs. Ahí
ese joven deprimido le responde: “no, no, tan pronto no”. Ahí Lacan muestra como la
demanda no significa necesariamente la dimensión del deseo.

Pero además el Psicoanálisis incluye otra dimensión a considerar: la dimensión del


goce. Demanda, deseo y goce. Ese goce lo vamos a ir viendo durante los siguientes
encuentros. Pero ya podemos extraer de este texto algunas líneas. Lacan va a decir:
“el goce es algo difícil de aprender, difícil de explicar, es algo que se siente, se
experimenta en el cuerpo, es algo del orden de una satisfacción, pero un poco loca
porque va más allá del principio del placer. Es una satisfacción que Freud nombró en
ese sentido como paradójica”.

Entonces, para el psicoanálisis nuestra lectura tiene estos distintos niveles. Considera
la demanda pero a la luz del deseo y de esa diferencia que es el deseo, e incluye el
plano del goce. Entonces, ¿a qué responde nuestro acto? Responde a una
consideración del sujeto, que tiene distintos planos de análisis.

Vayamos a Byung-Chul Han y la sociedad de la transparencia.

El título nos invita a pensar que vivimos en una sociedad que apunta a una
transparencia, a que seamos todos transparentes, a que seamos todos iguales y
transparentes, a que todo esté a la luz de todos. A una sociedad hiper-visibilizada, a
una sociedad donde esté todo expuesto. La llama “la sociedad de la exposición”. En
donde no hayan cosas veladas, íntimas, secretas, en donde lo velado, íntimo, secreto
está desvalorizado. Pero lo que hace es preguntarse a qué responde ese ideal de
transparencia (es la pregunta ética).

Hay una experiencia de científicos japoneses de la rana transparente. En esta


experiencia los científicos, a través de mutuaciones genética, consiguen hacer
transparente la piel de la rana, al servicio de conocerla, investigarla, a un ideal de
cientificidad que seguramente es menos cruel que cuando los jóvenes tenían que
llevar una rana muerta para investigarla en el laboratorio del colegio. Pero, de todas
maneras, mutar la piel de la rana hasta hacerla transparente merece la pregunta de
hasta dónde llegar, hasta qué límite.
Volviendo para atrás, Han se pregunta: ¿A qué apunta ese ideal de transparencia?
Lo responde de esta manera: hay una paradoja que nos lleva a lo siguiente. Google,
internet, el ciberespacio, nos lleva a la máxima libertad. Podemos llegar a donde
queremos y saber todo lo que queramos. ¿Pero acaso eso no tiene como reverso un
control social, una coacción social? ¿No estamos todos sometidos a una mirada
omnipresente como dijo Lacan 1966? ¿No estamos todos bajo un panóptico digital?
¿No somos todos clientes transparentes de este mercado digital? No sé si les pasó
alguna vez que se les rompe algo en la casa, o algo de ustedes, y empiezan a hablar
con un familiar acerca de que quieren comprar uno y, de repente, les empiezan a
llover ofertas de eso que estaban pensando en comprar.

Entonces, Han se pregunta cuál es el reverso de ese ideal de transparencia.


Tomemos la toxicomanía que subrayó Lacan en 1966. ¿Acaso la toxicomanía no es
una afección obsena, en el sentido de sin escena, sin velos, descarnada, desvestida,
no es acaso una afección que nos muestra un goce transparente, un núcleo tóxico
del goce?

Para terminar. Para nosotros no hay clínica sin ética. Y esa ética se corresponde con
cada época. Es importante que tengamos un entendimiento acerca de las
coordenadas de la época, que estemos a la altura de la época, pero que no nos
subordinemos a ella, que no nos sometamos a ella. En ese juego estamos en la clínica
todo el tiempo.

CLASE 4 SEMINARIO
En esta semana hablaremos de los delirios pasionales. Además tienen otras dos
temáticas que son clínicas de las parafrenias clásicas y actuales, y el tema del pathos
del lenguaje. La concatenación de esos dos últimos temas tiene mucha relación con
esto.

Clérembault en su capítulo Nº 2 trabaja los delirios pasionales y hace una distinción


clara de los delirios interpretativos. Considera, a diferencia de la psiquiatría alemana,
que los delirios pasionales se distinguen de los delirios interpretativos por puntos
específicos que iremos recorriendo.

Tenemos dos términos a ver durante la cursada. Por un lado, el tema del delirio y, por
otro lado, el tema de la pasiónl. La filosofía se ha encargado de las pasiones,
Descartes se ocupa de las pasiones del alma y su relación con el cuerpo. Spinoza,
Hobbes, muchos filósofos se refirieron al tema de las pasiones.

En este capítulo tendremos una presentación de enfermos. Clérembault tenía que


evaluar si el enfermo tenía que ir a un hospicio o si se trataba de un criminal.
Clerembault aísla y describe tres pasiones, tres delirios pasionales: erotomanía,
reivindicación y celos.
El terreno en el cual se despliega el delirio, en el caso de la erotomanía, es en el
terreno del deseo. El erotómano delira en el terreno del deseo. Cuando distingue
delirio interpretativo de delirio erotómano dice que los delirios interpretativos se
sustentan en el carácter paranoico, es decir, en el sentimiento de desconfianza.
Agrega que los delirios interpretativos se desarrollan en todas las direcciones; que la
personalidad global del sujeto está en juego; que el sujeto no está excitado; que los
conceptos son múltiples, cambiantes, progresivos; que la extensión se realiza por
irradiación circular; que la época de su inicio permanece indeterminada.

Por otra parte, los delirios pasionales se caracterizan por su patogenia; sus
componentes ya comunes y específicos; sus mecanismos ideativos; su extensión
polarizada que alcanza a veces niveles hipomaníacos; la puesta en juego inicial de la
voluntad; la noción de finalidad; el concepto director único; la vehemencia y las
concepciones completan desde el principio un rasgo reivindicativo común. Estos
delirios pueden ser autónomos, es decir, solamente una erotomanía, solamente celos
o reivindicaciones. También pueden mezclarse.

Según Clérembault, el delirio erotomaníaco se desarrolla en tres estados: esperanza,


despecho y rencor. Estos estados pueden ser circulares: se puede pasar del rencor a
la esperanza nuevamente y al despecho. Lo importante para Clerembault es el
postulado inicial y las consecuencias que se deducen de él. Dichas consecuencias
son dependientes del objeto que se tiene como pareja, como partenaire de esa pasión
(ya sean los celos, la erotomanía o la reivindicación). Él piensa que hay que accionar
en el erotómano y que es necesario poner en movimiento el elemento esperanza,
dado que hay una reticencia del erotómano a confesar el tema de su erotomanía, a
contarla y hablar de este tema. En ausencia de esa maniobra, muchas veces los
enfermos quedan mal clasificados como perseguidas/perseguidoras cuando deberían
clasificarse como perseguidas amorosas. Los componentes del sentimiento que
generan el postulado son el orgullo, el deseo y la esperanza.

Es decir que en los delirios pasionales, tenemos por un lado las tres fases, tenemos
un postulado generador (o inicial) y las consecuencias que se deducen de él, el objeto
que está siempre presente en cada uno de estos delirios y los componentes del
sentimiento que generan este postulado. Estos delirios pasionales se distinguen
tajantemente de los delirios interpretativos.

La particularidad es que todo lo que ocurre, toda la pasión que toma a la persona la
generó el objeto. No la generó él, no es el enfermo quien ha tomado la iniciativa
amorosa sino que tal iniciativa vino del exterior, de un objeto que fue y puso en
movimiento esa pasión. Este descubrimiento es fundamental.
Este objeto tiene algunas características especiales: siempre es un objeto que se
considera ubicado dentro de una jerarquía superior, en un nivel superior. Por ejemplo:
un jefe, alguien de una clase social superior, que pertenece a otros trabajos.

La felicidad de ese objeto depende del sujeto en cuestión. Este objeto no puede ser
feliz sin él. Siempre es libre, aunque esté casado (“no importa, ese matrimonio no es
válido”). Todas las personas del entorno tienen un interés especial por esa historia de
amor, que es como una novela que transcurre para todos. El objeto aparece siempre
bajo la mirada de nuestro erotómano, lo vigila, ve a donde va, que es lo que hace,
sabe que hay intrigas por parte de las personas, conversaciones indirectas que
aparecen respecto de ese objeto. Y hay una simpatía casi universal de que ese
romance siga su curso.

A la vez, el objeto no es un objeto que solamente inicio la relación sino que tiene
conductas paradójicas que confunden un poco al erotómano, porque no es siempre
claro. Es un objeto que puede dar señales de que las cosas están muy bien o señales
de que no, y esas pueden ser pensadas como una puesta a prueba del amor que
tiene el sujeto como tal. Esas conductas paradójicas son bastante desestabilizadoras
para el erotómano en cuestión. La conducta paradójica siempre está presente. Ella
permite la acomodación de los hechos (ej: se supone que el objeto vacila por orgullo,
timidez, dudas, celos o también por abulia fundamental). Es decir que están los
hechos y la interpretación que él hace de esos hechos. Si bien hay una interpretación,
no pertenece al delirio interpretativo generalizado sino que está reducido, conducido
y armado alrededor de un objeto.

La conducta de este objeto y las paradojas dan lugar a ese momento de despecho e
incluso de rencor. Es importante la aclaración de Clerembault de que NUNCA HAY
ALUCINACIONES (es importantísimo saber qué es una alucinación para la psiquiatría
y qué es una alucinación para el psicoanálisis). Y diferencia entre una pasión normal
y esta pasión que es patológica.

Vamos al caso de Léontine. Ella entra internada en un estado de despecho. Es una


obrera. El objeto que inicia su pasión es un capitán. A pesar de que este hombre es
casado ella sostiene que no. Las conductas paradójicas de él aparecen. Pero piensa
que a pesar de estas actitudes paradójicas puede perdonarlo. Como es una mujer, no
toma la iniciativa de declararse y espera que él lo haga. Lo que Léontine dice que ese
oficial inicia con un gesto la idea de que él está enamorado de ella, y aclara, de
diferentes maneras, esa conducta paradójica, la denegación del matrimonio del oficial
y su reconocimiento de estar dispuesta a perdonar. Estas cuestiones son centrales
en el diálogos, que le permiten esclarecer a Clérambault que se trata de una
erotomanía.

Los comentarios que hay alrededor del tema dan cuenta de cómo el terreno en el cual
se despliega el delirio es el terreno del deseo. Es fundamental esta frase: “el
erotómano delira en el terreno del deseo” para interrogar, para ver qué pasa luego en
los casos que iremos viendo, en otros cuadros clínicos. ¿Qué es lo que pasa con el
deseo?

Clérambault va a tratar de distinguir sobre qué delira cada sujeto. Dice que el
paranoico delira con su carácter, mientras que el erotómano delira con su deseo.
Cuando aclara esto de que el paranoico delira con su carácter, define burdamente al
carácter como el “conjunto de emociones cotidianas mínimas que han alcanzado la
característica de habituales, cuya calidad está prefijada para toda la vida y cuya
medida está más o menos prefijada para cada día”.

Por el contrario, en el pasional se produce un nudo ideo-afectivo inicial en que el que


cada elemento afectivo está constituido por una emoción vehemente profunda
destinada a perpetuarse sin cesar y que acapara todas las fuerzas del espíritu desde
el primer momento. El sentimiento de desconfianza del paranoico es antiguo, con un
inicio imposible de determinar, mientras que la pasión del erotómano, del
reivindicativo y del celotípico tiene un punto de inicio. Estas diferencias las establece
Clérambault.

Clérambault insiste en el tema de la finalidad y también en las diferencias de estos


delirios pasionales con el delirio interpretativo, en donde el interpretativo tiene un
estado de expectación continua, mientras que el delirante pasional vive esforzado.
Afirma que el pasional “sólo delira en el terreno del deseo” y, por consiguiente, el
modo del delirio es particular, dado que el todo el trabajo imaginativo-interpretativo
está restringido al espacio que se extiende entre el objeto y el sujeto.

En otro apartado, Clérambault hace un ejemplo respecto de la dependencia absoluta


entre el sujeto y el objeto respecto de los delirios pasionales, y resalta que ese objeto
es tan importante que si desaparece éste se desvanece todo el edificio. Es
fundamental la presencia de ese objeto para la permanencia de ese delirio (Lacan
dice que “los delirantes aman a su delirio como se aman a sí mismos”). En este
momento establece una analogía con una joya, la “lágrima holandesa”, que resulta de
un experimento físico que consiste en tirar un vidrio que consiste en tirar un vidrio
caliente en agua fría, produciendo una especie de renacuajito. Esa joya resultante,
que fue un misterio durante cuatro siglos, era tema de discusión entre franceses y
holandeses. Se preguntaban cómo era tan fuerte ese núcleo, que si uno lo golpeaba
con un objeto contundente no se rompía. Pero si uno quebraba la colita, que parecía
la parte más débil, estallaba todo el artefacto. Para Clérambault, podemos suprimir
cualquier parte del delirio pero éste perdurará; en cambio, si suprimimos en el delirio
pasional esa única idea que ha denominado el postulado y todo el delirio se
derrumbará, como la lágrima de Batavia que desvanece cuando le quebramos la
punta. Una vez desaparecido el delirio, al sujeto no le quedará más recurso que
reconstruir otro cuando se encuentre maduro para un nuevo acceso pasional.
CLASE 5 PRÁCTICO
El eje de hoy es el de los problemas del paradigma actual de la psiquiatría. Estamos
hablando de Lanteri-Laura, un psiquiatra contemporáneo que escribió su “ensayo
sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna”.

Vamos a partir de una pregunta que se hace el autor: ¿el concepto de paradigma
sigue siendo operativo para pensar un cuarto movimiento de la historia de la
psiquiatría? Que haya habido tres grandes paradigmas para leer 200 años de clínica
psiquiátrica, ¿es condición suficiente para que haya un subsiguiente? ¿Qué haya
habido tres implica que va a haber un cuatro?

El autor propone dejar en suspenso la respuesta hasta tanto repasar cada uno de los
paradigmas y ubicar las particularidades de ellos y también las particularidades de los
momentos de pasaje entre ellos.

Lanteri-Laura va a leer la historia de la clínica psiquiátrica en términos de paradigmas.


Así tenemos el paradigma de la alienación mental, el paradigma de las enfermedades
mentales y el paradigma de las grandes estructuras.

¿Por qué es fundamental entender los pasajes entre paradigmas, esos momentos
bisagra? Porque el inicio y el fin de un paradigma y el inicio del subsiguiente no se
dan por cortes abrupts y precisos, sino que, justamente, son momentos de
movimiento. Y en esos movimientos entre cada paradigma, vamos a encontrar que
hay restos de preguntas, de obstáculos o de cuestiones que sigan vigentes en el
nuevo paradigma. Entonces, un nuevo paradigma va a tener restos de su/s
antecesor/es.

¿Por qué es importante reparar no sólo en el paradigma sino también en el pasaje o


momento bisagra? Esto excede nuestro video de hoy. Por ejemplo, pronto
empezaremos a leer textos de Freud. Estos textos no hay que leerlos como un
conglomerado sino teniendo en cuenta una variable temporal: en la obra de Freud
podemos distinguir claramente tres tiempos, cada uno con sus articuladores teórico-
clínico, cada uno con sus modos de responder a las cuestiones que se le van
presentando a Freud en la clínica.

Hay un momento donde sus postulados no son suficientes y necesita valerse de


nuevas conceptualizaciones para leer la clínica. No son cortes abruptos. Por ejemplo,
no vamos a ver cómo del primer tiempo de Freud al segundo se le cae, de pronto, el
concepto de narcisismo por la cabeza. No es que se le aparece de pronto. Lo
interesante de esto es que ya tenemos antecedentes de esos conceptos en el
momento anterior. El concepto se va definiendo hasta encontrar su forma precisa y
que Freud pueda utilizarlo para una lectura clínica.
Nosotros estamos trabajando desde la primera semana con viñetas clásicas,
actuales, con casos actuales. Y en ellos, además de ubicar los síntomas
fundamentales y los síntomas accesorios, o de poder elaborar una hipótesis una
hipótesis diagnóstica con lo trabajado hasta el momento, también vamos a reparar en
esos momentos donde cambia la vida de un sujeto. Vamos a ubicar esas coyunturas
que modifican la vida del sujeto. Este sujeto venía arreglándoselas de un modo y, de
pronto, sucede algo para lo que ya no tiene modo de responder. Es importante reparar
en esto porque, a veces, la misma cosa sucede para distintos sujetos y va a tener
consecuencias totalmente distintas. Por este motivo, queremos ver la singular
respuesta de ese sujeto, queremos entender por qué lo afecta de la manera en que
lo afecta, queremos entender de qué modo se las arreglaba en la vida. Entender eso
nos va a orientar sobre las soluciones, las invenciones con las que se venía
manejando ese sujeto hasta ese momento. También nos va a dar la pista sobre qué
cosas le han desbaratado esas soluciones, invenciones, a ese sujeto. Esto será un
importante orientador para la dirección de la cura. Es importante que el sujeto pueda
encontrar nuevas soluciones, invenciones, nuevos modos de andar por la vida.

Esto se puede ver claramente en el caso de Angélica Marchesini: “el trapecista sin
red”, donde se puede ver el modo en que algo toca, moviliza, atraviesa la vida de un
sujeto. Cómo cambia la vida del sujeto, cómo se las arreglaba hasta ese momento,
cómo un acontecimiento trastocó su vida y cómo fue encontrando soluciones para
poder seguir con sus cosas, su nueva invención, su nueva solución.

Volvamos al eje de nuestra clase. Esta vez hablaremos de Ackernecht, cuya tesis
fundamental es que la salud y la enfermedad no son nociones estancas. Él va a
demostrar esto con un estudio detallado y un recorrido por historia. Va a demostrar
como la salud y la enfermedad no son nociones estancas porque se mueven, porque
son coloreadas y van a estar pensadas según las coordenadas sociales, políticas y
económicas de su época y hasta el momento evolutivo de ese sujeto.

Él parte de las culturas primitivas y llega hasta Pinel. Los primitivos piensan a las
enfermedades como productos de causas sobrenaturales. Luego, la medicina
grecorromana, de la mano de Hipócrates, va a pensar que el original es natural. Es
decir que va a estar causado por un desequilibrio humoral del cuerpo. En la edad
media nos encontramos con un giro radical, y se vuelven a pensar las enfermedades
mentales como producto de causas sobrenaturales. Sin embargo, no es un completo
retorno las ideas de las culturas primitivas, ya que está teñido por la época: la causa
sobrenatural va a estar leída de la mano de lo religioso. En el momento siguiente, a
fines del S. XVIII nos encontramos, de la mano de Pinel, con que las causas de las
enfermedades tienen que ver con lo natural. Acá podemos ubicar un segundo
movimiento de retorno, pero no va a ser igual a la concepción grecorromana porque
va a estar teñido de la época de Pinel, pero va a conservar el espíritu hipocrático.

Ahora dejamos a Ackernecht y pasamos a Bergerie.


Bergerie va a denominar a la clínica de Pinel como clínica sindrómica sincrónica.
Sindrómica porque se centrarán en un síntoma como manifestación fundamental de
la enfermedad. Y Sincrónica porque van a poner la mirada en un corte presente en el
aquí y ahora, es decir que no les interesan de dónde vienen ni hacia dónde van las
enfermedades. Es un momento fundamental de la psiquiatría porque Pinel separa los
locos del gran conglomerado donde se encontraban, junto a delincuentes y otros.
Extrae a los locos de ese gran conjunto, los nombra “alienados”, piensa un tratamiento
para la alienación mental y un lugar donde vayan a ser tratados: los asilos.

Este paradigma se empieza a quebrar en 1822 cuando Bayle, en el campo de la


medicina, se encuentra que con las parálisis generales progresivas hay un criterio que
excede lo sincrónico. Este descubrimiento será tomado años más tarde por Falret,
que lo va a llevar al campo de la psiquiatría. Se va generando el sentimiento de que
ese paradigma, esa clínica, ya está un poco obsoleto para pensar las enfermedades.
Este sentimiento lo comparte con los alienistas de la época. Aquí se ubica el pasaje
de la clínica sindrómica-sincrónica a la clínica diacrónica.

Los diacronistas reparan en las causas, en la evolución, en el devenir de la


enfermedad y en las formas terminales. Les interesa de dónde vienen y hacia dónde
van las enfermedades. Y además de eso le interesan cuáles son los síntomas
fundamentales, accesorios y negativos. Va a hacer una distinción muy precisa de
estos.

En los textos anteriores vienen viendo que hay dos grandes escuelas de la clínica
diacrónica: la escuela alemana y la escuela francesa. Ambas escuelas dialogan
permanentemente. La evidencia clara de esto es el tratado de psiquiatría de
Kraepelin, en donde vemos cómo va modificando sus ediciones a medida que va
dialogando con otros psiquiatras contemporáneos.

En su 6ta edición, Kraepelin precisa la paranoia. En esa edición la paranoia alcanza


su mejor conceptualización. Pero le queda una enorme deuda con la demencia
precoz, y esto se lo reprocharán los franceses Serieux, Capgras, Ballet y también
Bleuler de la escuela alemana. Kraepelin toma nota de esto y responde con su 8va
edición. En ella crea el grupo de las demencias endógenas y en ese grupo distingue
la demencia precoz restringida de las parafrenias. Esa es su respuesta las críticas
recibidas, que se centraban fundamentalmente en que ni todas las formas de
demencia precoz que describía tenían un inicio temprano, ni todas iban
indefectiblemente hacia la demencia.

Ahora dejamos a Bergerie y retomamos a Lanteri-Laura.

Lanteri-Laura plantea un tercer paradigma, el de las grandes estructuras


psicopatológicas. Antes de definirlo, veremos qué es lo que resquebraja el paradigma
de las enfermedades mentales. Con las demencias endógenas ya tenemos 13 formas
(9 de demencia precoz restringida y 4 de parafrenias). A esto tenemos que sumarle
las clasificaciones que venían haciendo loas franceses, que no son réplicas exactas
pero tienen muchísimos puntos de coincidencia. Por eso los leeremos haciendo cierto
paralelismo entre ellos.

Por el lado de Kraepelin tenemos la paranoia, y por el lado de los franceses los delirios
interpretativos; tenemos el delirio de querulancia de Kraepelin y los delirios
reivindicativos de Serieux y Capgras. Tenemos la parafrenia de Kraepelin y las
psicosis alucinatorias crónicas de Ballet. Fíjense cómo en este paradigma proliferan
las entidades clínicas y esto produce un desorden clasificatorios. Además hay que
sumar las dificultades que tenían en encontrar la localización de las lesiones
anatómicas, que ellos entendían como causantes de las enfermedades. Es así como
la psiquiatría de la época reconoce y le da importancia a nuevas disciplinas. En este
punto se vuelven fundamentales los desarrollos de Janet, Bleuler y Freud.

Así se abre paso al tercer paradigma, el de las grandes estructuras psicopatológicas.


Una de las características de este paradigma es la convivencia de las distintas
disciplinas, en donde ninguna de ella cobra un carácter preponderante sobre las otras.
Aquí entran la psiquiatría dinámica, el psicoanálisis, el conductismo, la psicopatología,
la antipsiquiatría, las concepciones cognitivistas, los neurolépticos, ansiolíticos, toda
la farmacología, y los DSM. Aquí se multiplican no tanto las entidades clínicas sino
las disciplinas. Es decir que se multiplican los modos de leer la salud y la enfermedad
mental.

Va a haber disciplinas que lean al síntoma como algo a corregir, a extirpar, a reeducar.
Y otras, como el psicoanálisis, que va a entender que el síntoma tiene una lógica
particular, singular. Hay que entender por qué está allí, a qué responde el síntoma,
porque es un modo que encontró el sujeto de resolver un conflicto, según Freud.

Son modos absolutamente distintos de leer un síntoma. Si lo vamos a leer desde la


singularidad de este sujeto que lo porta o si lo vamos a leer desde un criterio de lo
normal y lo anormal.

Entonces recordemos la pregunta que se hace Lanteri-Laura: ¿qué podría reemplazar


a este paradigma actual? Que haya habido tres grandes paradigmas para leer 200
años de clínica psiquiátrica, ¿es condición suficiente para que haya un cuarto? Él
menciona los problemas del paradigma actual y no nombra un cuarto paradigma.
Entonces podríamos pensar que estamos transitando con el momento crítico del
paradigma o ese pasaje/momento bisagra, y que por el momento no tenemos una
certeza de cuál va a ser. Pero si tenemos orientadores, son los obstáculos, los
impasses, las respuestas, los restos.
Retengan los movimientos de retorno. Y reténganlos para pensar los problemas del
paradigma actual. ¿Por qué? Porque en este momento de multiplicidad de disciplinas,
tenemos la presencia muy fuerte de los DSM, el manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales de la asociación americana de psiquiatría. El criterio
clasificador que tienen los DSM universalizante y que engordan en sus distintas
ediciones de nuevas nomenclaturas, leyendo la singularidad como desvíos de una
supuesta normalidad. Las respuestas que tienen los sujetos frente a las vicisitudes de
la vida van a ser leídas en clave de enfermedad (lo patológico-desviado). Y reparen
fundamentalmente en cómo el DSM va a tener un criterio de descripción de
síndromes, sin importar la singularidad, de dónde vienen, hacia dónde van. Podemos
pensar esto como un retorno a una clínica sindrómica-sincrónica.

CLASE 5 TEO
Hoy vamos a articular los tres tiempos en la obra de Freud para hacer un
ordenamiento didáctico (cualquiera podría armar un ordenamiento diferente, eso
depende de los ejes que uno vaya tomando). Estos tres tiempos nos permiten pensar
tres momentos diferentes en la obra de Freud, de diferentes modos de ordenar la
nosografía para Freud, diferentes estructuras subjetivas.

Voy a nombrar algunas cuestiones de estos tres tiempos. Ustedes cuentan con un
teórico desgravado en la plataforma, así que lo pueden leer y tiene un poco más de
extensión.

Estos tres tiempos en la obra de Freud están divididos por dos momentos. Uno es
1900 y otro es 1920. Freud ubica el comienzo del psicoanálisis en 1900 (si bien ya
venía antes con elaboraciones importantes del psicoanálisis). 1920 también es un
momento bisagra, que divide su obra a partir de nuevos descubrimientos.

Me centraré en dos conceptos: el trauma y el síntoma.

En la obra de Freud hay una primera idea de trauma, ligada a su teoría energética del
aparato psíquico, que el extrae de la termodinámica. Freud piensa que la energía se
desplaza por los cuerpos y además se transforma (ej: como la electricidad que llega
por un cableado de un lugar a otro) (ej 2: la energía eléctrica se transforma en energía
calórica cuando uno enchufa una estufa). Freud utiliza esa idea para pensar la energía
que se desplaza en el aparato psíquico. En el aparato hay huellas mnémicas por
donde se va desplazando la energía o afecto, de una huella mnémica a otra huella
mnémica, y se transforma (ej: plantea que la neurosis de angustia es la transformación
de la energía sexual que se transforma y se manifiesta en angustia).

La idea del trauma es concomitante con esta noción de desplazamiento y


transformación y la energía porque Freud parte de que el trauma es la irrupción de un
cúmulo de energía muy fuerte en el aparato, que el aparato no hay podido absorber
o descargar de manera adecuada. Freud plantea que la energía se descarga de dos
maneras: una es asociativamente y otra es motrizmente. Asociativamente quiere decir
con palabras, es decir, que uno pueda descargar esa energía hablando (de allí viene
esta idea muy extendida de que hablar hace bien porque permite descargarse). La
otra opción es la descarga motriz, es decir, con una reacción motriz del cuerpo (ej: en
el caso de la energía sexual transformada en angustia, ocurre porque eso no fue
descargado motrizmente, por ejemplo, en un acto sexual).

Entonces, el trauma sucede cuando irrumpe una cantidad de energía que no pudo ser
descargada asociativamente ni motrizmente. Entonces Freud dice que eso
permanece en el aparato psíquico como un cuerpo extraño.

Todo esto está planteado por Freud previo al año 1900, con una idea que por ahora
no es la del inconsciente. En ese momento Freud habla de dos grupos psíquicos.
Hasta 1900, el inconsciente era definido por la vía negativa, es decir, es aquello que
no es consciente. Recién en el 1900 Freud da una definición del inconsciente a partir
de una legalidad propia. Tiene su propia regulación, sus propias leyes (compensación,
desplazamiento, contradicción, etc) que definen al inconsciente como tal. Cabe
aclarar que aquello que está en el segundo grupo psíquico, que es lo que luego va a
llamarse inconsciente, tiene una incidencia en la conducta y, por supuesto, en los
síntomas del individuo. Aquel cuerpo extraño que en el segundo grupo psíquico
produce un síntoma, que es el intento de descargar aquello que no fue descargado
en el momento traumático. En aquel momento, Freud tiene la idea de que si
lográramos descargar aquello, iba a desaparecer el síntoma. La finalidad del
tratamiento es, concretamente, la de eliminar los síntomas.

Cuando planteamos los tres tiempos de Freud, armamos un cuadro de doble entrada
(BUSCAR EN EL TEÓRICO PUBLICADO) donde figuran tres ejes: uno es el fin de
análisis, otro es la técnica y otro es la teoría. Cuando decimos la teoría, es esto de lo
que hablábamos, esta noción energética que permite definir el trauma y, en
consecuencia, al síntoma en tanto tal. El eje del fin de análisis se refiere tanto a en
dónde termina el análisis como a cuál es la finalidad del análisis. Para Freud era,
claramente, hacer desaparecer el síntoma. La técnica surge a partir de la concepción
teórica, era el intento de descargar ese cuerpo extraño por un vía, que en ese
momento era principalmente la hipnosis, que le permitía acceder al segundo grupo
psíquico, y desde allí poder hacer descargar ese cuerpo extraño. Una vez descargado
ese cuerpo, se suponía que el síntoma iba a desaparecer. Subrayo que, a mi gusto,
Freud era el primero en hacer terapias breves en el mundo. En esa época hacía
terapias de corta duración y muy focalizadas en el síntoma, y con cierto éxito que
hicieron que Freud se hiciera conocido, principalmente por curar ciertas histerias que
la medicina no podía curar. Pero Freud mismo se encuentra con las limitaciones de
ese tratamiento, especialmente el hecho de que en los casos que eso tenía cierto
éxito el síntoma volvía insistir, luego de un tiempo, bajo la misma forma o “con algún
disfraz psíquico”.
Entonces se produce el quiebre en el año 1900. ¿Cómo se pasa de un momento a
otro? En aquel momento a Freud le empieza a ir bien, porque encuentra una técnica
que produce efecto, empieza a tener pacientes que lo vienen a buscar, etc. Y sin
embargo, él ubica que si esa terapéutica no es duradera en el tiempo, hay algo que
no funciona. Y empieza a pensar que para que eso sea duradero hay que hacer un
cambio. Aquello que está en el segundo grupo psíquico debería pasar a la
consciencia. Entonces, luego del 1900, Freud propone que la finalidad del tratamiento
se divide en dos: una finalidad científica y una práctica. La finalidad científica es hacer
consciente lo inconsciente. Esto marca un cambio muy fuerte en Freud, porque la vía
de la hipnosis o la sugestión podía causar un efecto de descarga, pero aquello que
estaba en el segundo grupo psíquico no se movía, quedaba en el mismo lugar. Uno
se despertaba de la hipnosis, desconocía que había pasado por el estado hipnótico,
podía sentir una sensación corporal de descarga y cansancio pero no sabía lo que
había pasado. Entonces Freud empieza a pensar que si no se hace consciente lo
inconsciente, eso que está en el segundo grupo psíquico va a seguir teniendo
incidencia sobre el sujeto. Para esto propone una nueva técnica, que ya no es la
hipnosis. Propone la técnica de la asociación libre como intervención analítica a la
interpretación, con el objetivo de hacer consciente lo inconsciente y, finalmente, de
eliminar los síntomas.

Respecto a la teoría, en este momento surge, con todas las letras, la noción de
inconsciente con sus propias leyes. Es decir el aparato psíquico, como se observa en
el famoso “esquema del peine”, donde Freud plantea el inconsciente, el preconsciente
y la consciencia. También surge un concepto importante que es el concepto de
resistencia (así como la teoría energética surge de la termodinámica, la resistencia
surge de la mecánica). Es un concepto muy propio del dispositivo analítico y que está
ligado a cuando uno quiere mover algo de lugar. En este caso, hacer pasar de lo
inconsciente a la conciencia algo que está anidado en el inconsciente. Si yo no quiero
mover eso no hay ninguna resistencia (cuando Freud trabajaba con la hipnosis, antes
del 1900, todo quedaba en su lugar). Por ejemplo, cuando uno corre en una cinta
eléctrica, uno se mueve mucho pero está siempre en el mismo lugar. Uno se baja de
ahí y hasta puede contabilizar los kilómetros que supuestamente recorrió, pero uno
se sube y se baja en el mismo lugar. Es parecido a lo que pasaba en la hipnosis.
Cuando uno se despertaba estaba, exactamente, en el mismo lugar. La idea de Freud
es que hay que mover las cosas de lugar, que no hay que quedarse en el mismo lugar,
y que eso implica una resistencia (en mecánica esto equivale a mover un objeto, si
uno lo empuja el objeto ofrece cierta resistencia). Como todo quedaba en el mismo
lugar, el síntoma retornaba al poco tiempo. Entonces Freud propone moverlo de lugar,
hacer consciente lo inconsciente. Freud suponía también que respecto a ese cuerpo
extraño, que tenía incidencia sobre el sujeto, el sujeto puede hacerse responsable de
ese cuerpo extraño y a partir de ahí poder movilizar algo de manera diferente.
También surgen en esa época el concepto de transferencia (en la interpretación de
los sueños), respecto de la técnica surgen el concepto de interpretación y asociación
libre, y respecto del fin de análisis esta división entre hacer consciente lo inconsciente
y eliminar los síntomas.

1920 es un momento central en Freud, fundamentalmente porque da un paso más,


que es lo que va a llamar “más allá del principio del placer”. Es la noción totalmente
novedosa. Esta idea se opone a la noción del hedonismo (de Aristóteles en adelante)
que supone que la satisfacción y el bien del individuo van de la mano, que me da
satisfacción aquello que es un bien para mí. Freud encuentra, a partir de un momento,
que hay satisfacciones que no tienen nada que ver con el bien del individuo. Es una
satisfacción que incluso podría hasta llevarnos a la muerte. Esto tiene el nombre de
“pulsión de muerte”, es una satisfacción que uno no puede abandonar. Uno está
advertido, en muchos casos, que esa satisfacción trae lo peor para uno y, sin
embargo, no puede dejar de hacerla. Los ejemplos más extremos son la toxicomanía,
la bulimia, la anorexia. Esa satisfacción no produce ningún bien para el individuo; el
mismo está advertido de eso, a veces él mismo dice “yo sé que si sigo haciendo esto
me voy a matar” pero, sin embargo, no puede dejar de hacerlo. Esto que Freud
elabora de esta manera luego lo vamos a encontrar en Lacan con la noción de goce.
Esta noción de goce es una referencia específica a “más allá del principio de placer”
y a “pulsión de muerte”.

A partir de allí surgen una serie de conceptos novedosos. Por ejemplo, la segunda
tópica: el yo, el ello y el super-yó. Sin abandonar la primer tópica, pero desplazando
el punto de lugar. Aparece un texto que abordaremos que es “inhibición, síntoma y
angustia”, donde Freud reubica las cuestiones respecto del síntoma. Y empieza a
pensar en esta época que no es tan claro que se pueda eliminar el síntoma como una
finalidad del análisis.

Eso reubica todas las cuestiones a partir de que él define al síntoma ahora como un
cuerpo extraño (aquel nombre que antes le daba al trauma ahora se lo da al síntoma
mismo), esto es como lo que ocurre cuando alguien recibe un disparo y tiene una bala
dentro del cuerpo, eso es un cuerpo extraño, y todo el organismo reacciona para
defenderse de ese cuerpo extraño; otro ejemplos es cuando uno tiene un transplante,
uno recibe un cuerpo extraño pero en este caso hay que bajar las defensas y estar
inmunodeprimido para dar lugar al cuerpo extraño. Esta idea freudiana del cuerpo
extraño y la defensa frente al cuerpo extraño es una idea y qué hacer con el cuerpo
extraño es una idea que utiliza Freud para pensar la cuestión con el síntoma. Si el
síntoma es un cuerpo extraño del cual tenemos que defendernos, hay que defenderse
“hasta ahí” porque, como el síntoma es ineliminable, entonces conviene bajar un poco
la defensa para hacerlo egosintónico. Esto es adaptarse un poco a ese cuerpo extraño
y poder convivir con él. Pero añade un dato más: no solamente es ineliminable el
síntoma, sino que es una parte del sí mismo. Es una idea totalmente novedosa: que
uno se puede definir a partir de su propio síntoma. No nos definimos tanto por
nuestras potencialidades sino por algo que en uno tropieza siempre de la misma
manera. Si pudiésemos eliminar el síntoma, en esa eliminación estaríamos perdiendo
algo de lo más singular que uno tiene. Hice referencia en un teórico a la película “El
Discurso del Rey” que se trata de un tratamiento (no psicoanalítico) que le daban a
un rey que tartamudeaba al hablar, hasta que llega el momento donde da su último
discurso y quien lo acompañaba le dijo “estuviste genial, salvo en una letra”, a lo que
el rey le respondió: “es que si no hubiese tropezado en esa letra, no hubiese sido yo
mismo”. Es decir que en ese tropiezo se encuentra algo de la singularidad, y toda la
cuestión se empieza a plantear en términos de qué hacer con ese sentido, más que
en eliminarlo. En esta época de Freud se cambian radicalmente las cosas: ya no es
la gran ilusión de que los síntomas se pueden eliminar completamente sino que lleva
a la prudencia de ver cómo nos las arreglamos con esos síntomas.

Esta división de Freud en tres tiempos sirve para orientarnos cuando leemos a Freud.
Entonces, si leemos un texto de 1919/1920 sabremos cuál es la definición de síntoma,
en qué punto está y cómo plantea las cosas Freud.

CLASE 5 SEMINARIO

Hoy hablaremos del automatismo mental de Clérambault.

Clérambault busca el origen de los fenómenos psicóticos. Él recopiló los fenómenos


descriptos previamente por las escuelas de psiquiatría, los agrupó de acuerdo su
orden de importancia y de aparición. Se trata de fenómenos iniciales que se
encuentran en la base de las psicosis. Serían los primeros signos de manifestación
de una psicosis. Clérambault propone una forma para detectar las psicosis antes del
delirio e incluso antes de la alucinación propiamente dicha.

Este autor se basa en una ideología mecanicista. Sostiene que sobreviene un


mecanismo que se manifiesta especialmente en el área de lo mental. Por eso lo llama
“automatismo mental”. El sujeto no es dueño de sus pensamientos, no puede
controlar el curso de su pensamiento. No es algo que él hace, es algo impuesto, algo
que le sucede y no se lo atribuye a nada ni a nadie. Clérembault describe de esta
manera al mecanismo generador del delirio. Algunos profesionales llamarán a este
síndrome el síndrome de acción exterior, justamente, por este rasgo de exterioridad.

En el síndrome de automatismo mental habría dos grupos:


Uno que considera los fenómenos francos y, más bien, tardíos del automatismo
mental. Y otro referente a fenómenos más sutiles, iniciales e incompletos. Este
segundo, llamado “pequeño automatismo mental”, tiene tres características: es
neutro, es anideico y es atemático. También lo llamaban el “síndrome de pasividad”,
porque el sujeto no es agente de su pensamiento. No es esta fenomenología que
aparece en el inicio, donde habría un automatismo mental puro sin ningún mecanismo
interpretativo por parte del sujeto.
Habría una evolución progresiva hacia el gran automatismo mental, también llamado
triple automatismo, que tiene tres características: es ideo-verbal, es sensitivo y es
motor. Clérambault tomaba como referencia estas tres áreas o registros. Vale
diferenciar lo sensitivo de lo sensorial; lo sensorial se refiere a los órganos de los
sentidos (oído, vista, etc) mientras que lo sensitivo son sensaciones cenestésicas.

Volvamos al pequeño automatismo mental. Son alteraciones aisladas del


pensamiento y el lenguaje interior. Es neutro porque aparece en el sujeto un texto sin
afecto, sin ninguna coloración afectiva. Las voces refieren datos que no le interesan.
Hay una agilidad en relación al afecto, no es algo que lo involucre particularmente. Es
atemático porque no tiene un desarrollo temático sino que implica un sinsentido. Son
fenómenos fragmentarios o cuando hay un tema, a veces, son pobremente temáticos.
Aparece en este terreno también la ideorrea, como una tormenta de palabras, un flujo
de palabras sin ton ni son, es un deslizamiento metonímico y sin sentido. El tercer
rasgo es que es anideico, es decir, que no sigue una sucesión de ideas, no tiene
forma. Son fenómenos no conformes a una lógica, no conformes a una secuencia, no
están articulados a una idea, no tienen significación, no tienen sentido (escucha: clac,
clac, clac, o shhhhh). A veces aparecen juegos silábicos o cantinelas verbales, ecos
de pensamiento. Y estos fenómenos tienen el rasgo de ser abstractos, es decir que
son intuiciones abstractas que bloquean el pensamiento. Y si es un fenómeno de
carácter negativo, por ejemplo, produce un vaciamiento de recuerdos. Por lo general
son fenómenos sutiles de interferencia que perturban el curso del pensamiento, es
decir que son procesos de intrusión que van a entrometerse y perturbar el orden del
pensamiento del sujeto. Pueden aparecer bajo la forma de inhibiciones: no manejo mi
lengua, mi lengua se acomoda al pensamiento de otro.

De este pequeño automatismo mental habría un progresión, una evolución hacia el


gran automatismo mental o triple automatismo, al que también se agregan fenómenos
sensoriales y fenómenos afectivos (ya no es neutro). Es ideo-verbal, hay una
tendencia a la verbalización; aquel pensamiento del primer estadio se torna auditivo.
Es decir que se instauran las voces, se vuelven verbales. Aparece una idea, ya son
temáticas, ya son voces individualizadas, son objetivas y no abstractas (se oye mi
pensamiento). Comienza a otorgar un significado, eso tiene la forma de una injuria,
de un insulto, de una persecución, aparecen ideas místicas, etc. A esta altura ya son
productos ideos, dejan de ser anideicos. Están mucho más organizados: hay una idea
y hay producciones secundarias que se van a sobreagregar a ese automatismo puro
del inicio. Aparecen fenómenos los fenómenos visuales: rayos luz, hay puntos
brillantes; aparecen fenómenos cenestésicos: sacudidas eléctricas, pinchazos en la
cabeza (ej: una paciente decía que ella levitaba antes de ir a dormir, luego fue
agregando elementos a esta suspensión en el aire, agrega que había cuatro ángeles
tirando de las cada punta de la cama que la hacían levitar); también pueden aparecer
fenómenos auditivos: silbidos, campanas, es decir que estos pensamientos del inicio
se van a haciendo auditivos y verbales, y van teniendo una forma ya más determinada
y más precisa que en un inicio. Por ejemplo, dicen “mantengo conversaciones con
personas que no veo” o “se anuncian mis actos por medio de una máquina de
repetición” o “hay una segunda persona que me habla en la cabeza al mismo tiempo
que yo le hablo”. El tercer rasgo es que este gran automatismo es motor, es decir que
tiene la vivencia de que es movido por algo, por algo que no es él. Es decir que no es
agente de su movimiento (antes no era agente de su pensamiento, ahora no es agente
de su movimiento). “Me fuerzan a realizar movimientos que no quiero” o “se me impide
realizar alguna cosa que deseo hacer”. También puede aparecer el automatismo
verbal motor: “se me obliga a decir cosas que yo no quería decir, sin abrir la boca”,
por ejemplo.

Estas son las dos formas del automatismo mental que introduce Clérambault. Lo
importante, para él, es detectar estos fenómenos psicóticos sobre la base de estos
rasgos sutiles, de estas experiencias iniciales que dan cuenta de una estructura
psicótica. Clérambault nos enseña esta fineza en captar las manifestaciones
psicóticas antes de la aparición franca de la psicosis. Serían fenómenos discretos,
elementos mínimos que presentan sujetos que son estructurlamente psicóticos. La
estructura es un tema fundamental.

La escucha nuestra es siempre del detalle, a veces mínimo, pero sin perder de vista
la estructura que es la línea de fuerza que nos interesa para abordar un caso de
psicosis, neurosis o de la clínica en general.

Para terminar de darles un pantallazo sobre automatismo mental, decimos que el


automatismo mental es mecánico, que implica una ideología mecanicista (sería un
fenómeno de origen mecánico, como una máquina que está por debajo de los
pensamientos). Este mecanismo sobreviene y no está ligado a nada, entonces, el
origen es mecánico. Es un síndrome porque capta lo esencial de los síntomas de esta
combinatoria de elementos que estarían en la base de la psicosis. Por eso dice que
es un fenómeno basal, es un mecanismo generador (primitivo) y susceptible de
subsistir en estado puro. Pero por lo general hay una progresión del pequeño
automatismo al gran automatismo. Entonces, serían los primeros signos de la
manifestación de la psicosis. Esta evolución es progresiva: aparecen inicialmente
estos fenómenos sin sentido, van progresando, tienen esta tendencia hacia la
verbalización. Al comienzo los mecanismos son sutiles y después van, gradualmente,
adquiriendo esta forma verbal. Es un síndrome de exterioridad porque siempre
aparece en este mecanismo autónomo la acción exterior. Esta la idea de
desposesión, algo que se vive con mucha extrañeza y agilidad, y el pensamiento se
vuelve extranjero para sí mismo.

El artículo que tienen para leer, llamado “automatismo mental y escisión del yo” fue
escrito por Clérambault. ¿Por qué se refiere a la escisión del yo? Porque el Yo no se
vive como propio, tiene este sentimiento de extrañeza. Es como si apareciera una
segunda personalidad, una segunda persona que le habla en la cabeza o en la nariz.
Esta segunda persona conduce al enfermo produciéndose, de esta manera, un
desdoblamiento de la personalidad. Por eso se produce esta escisión del Yo, donde
el Yo no se vive como propio. Se puede convivir con un automatismo mental, con
estos fenómenos, sin que suceda nada más, y quedan como fenómenos autónomos,
aislados, transitorios, sin que se le agregue ningún delirio. O que eso sucede y se
sobreagregue secundariamiente muchos años después.

CLASE 6 PRÁCTICO
Repaso por los principales temas🡪 psiquiatría clásica y los inicios de la clínica.

Perspectiva de la psicopatología🡪 hace a una psicopatología que pone el acento en


la singularidad y los modos actuales de presentación de la subjetividad porque los
síntomas están en relación con las características de la época y están relacionados.

Tesoro semiótico, de lo universal, de las características generales, de los cuadros


clínicos de los síntomas típicos🡪 perspectiva necesaria a la hora de hacer un
diagnostico.

Clínica de la mirada🡪 “cama por cama”.

En los casos actuales🡪 no encontré los rasgos universales (prof)🡪 se encuentran


pero no de un modo evidente.

Lo que si se presenta de un modo claro, que organiza el caso, la cura y la presentación


del texto es: lo singular del padecimiento de cada sujeto. El modo que cada quien
subjetiva los acontecimientos de su vida y lo que cada tratamiento a partir del lazo
transferencial permite trabajar de ese malestar para volverlo más soportable, más
vivible.

Son casos que ponen de relieve que lo singular se deriva de una práctica y esta
práctica es la analítica: tiene en consideración el caso por caso.

Es importante no forzar los casos🡪 no querer hacer entrar todos los conceptos en un
caso🡪 poder ubicar que conceptos se ajusta MEJOR al caso.

Trabajo de elaboración y argumentación para arribar un diagnostico.

REPASO

La mayoría de los autores corresponden a la clínica diacrónica / paradigma de las


enfermedades mentales🡪 como K es el mayor exponente de esta clínica: su
clasificación y la interlocución que se da con sus contemporáneos.

K🡪 pertenece a la escuela alemana y a una época que se empieza a construir el


método anátomo clínico evolutivo / patológico.

Las causas de las enfermedades mentales son orgánicas, los síntomas responden a
lesiones cerebrales, lo cual cierra cualquier otra idea explicativa.
Por otro lado, a diferencia de Pinel🡪 mayor exponente de la clínica sincrónica-
sindrómica.

K🡪 se centra en la evolución de la enfermedad y en particular la fase terminal, que le


va a permitir establecer el pronóstico.

Estas 3 entidades como nos las presenta este autor constituyen las PSICOSIS:
extraordinarias porque presentan síntomas bien llamativos que no pasan
desapercibidos.

El lugar que ocupan los síntomas comunes en cada entidad🡪 estos son: las ideas
delirantes, los delirios, las alucinaciones.

Son síntomas que se pueden encontrar en las 3 entidades.

La pregunta que se impone es como hacer un diagnóstico diferencial.

K nos auxilia ya que él propone una diferencia entre los síntomas fundamentales los
que son constantes los que sí o si se tienen que presentar para arribar a un
determinado diagnostico y los síntomas accesorios que pueden ser transitorios,
pueden aparecer o no pero cuando aparecen permiten especificar el subtipo clínico
del cuadro.

La cuestión entonces es discernir alrededor de que síntomas se organiza el cuadro🡪


del cual se van a derivar las manifestaciones más importantes y significativas de la
enfermedad🡪 nos va a permitir construir una hipótesis diagnostica.

En la 8va edición de K nos presenta una clasificación de sus cuadros🡪 que se


encuentra ordenada🡪 según la escala de los delirios y según la fase terminal.

En función de esto, podemos describir dos polos, dos extremos y un grupo central.
En el polo más alto de la clasificación se encuentra la paranoia🡪q a partir de la 6ta
edición es definida como un sistema delirante sin debilitamiento intelectual y sin
presencia de alucinaciones🡪 esta ausencia es la que permite una construcción de un
edificio delirante tan sólido, fuerte y tan inquebrantable.

La edad de comienzo de la enfermedad Se da entre los 25 y 45. La forma de inicio


es lenta: sentimiento de hostilidad ambiental, de desconfianza hacia los otros, al
entorno, nota que algo ha cambiado y que algo sucede y que eso que sucede le
concierne🡪 el sujeto tiene una certeza, aquello que se trata le está dirigido.

Significación personal como un fenómeno principal y elemental de la paranoia.

Tiene una respuesta.

La construcción de un sistema delirante y coherente que se va expandiendo en forma


de red🡪 el sujeto va interpretando los hechos reales de la vida cotidiana en forma
patológica🡪 esta interpretación es la que va a arrojar las ideas delirantes que el sujeto
va a ir conectando con un gran esfuerzo intelectual, unas con otras.

En un determinado momento Estas certezas se cristalizan en otro que pasa a ser el


centro de su delirio y que quiere algo en relación a él: por ejemplo: perjudicarlo🡪
PERJUICIO

Por otro lado, el sujeto no va a rectificar su construcción delirante🡪 es una


enfermedad de curso crónico e irreversible. Pero el delirio con los años pierde
intensidad cuestión que los psiquiatras nombran como una pérdida del vigor efectivo
y se transforma en un delirio residual.

Por otro lado, K incluye un subtipo: delirio de querulancia🡪 presenta algunas


diferencias con la paranoia:

Se puede fechar el inicio, se puede ubicar un acontecimiento exterior definido en


general en torno a un conflicto legal que el sujeto ha tenido.

No se trata de un delirio en red sino en sector🡪 el sujeto delira en relación a un solo


punto que es el punto de conflicto.

En la paranoia se aprecia bien que los conflictos que el sujeto tiene son con otro, bien
definido, que pasa a ser el centro de su vida. El sujeto paranoico va a explicar todos
los hechos de su vida en relación a la construcción que hace del otro.

Hay un lazo efectivamente del sujeto con el otro, es una relación de tensión y esto
quiere decir que el sujeto coloca el afecto en este otro.

Si bien K no habla del otro, estas son cuestiones que se pueden deducir a partir de lo
que este autor describe del paranoico.

Sistema delirante que se va construyendo a partir de signos que interpreta de forma


patológica y que se van expandiendo hasta configurar una red.

DEMENCIA PRECOZ🡪 se ubica en el otro extremo de la clasificación que propone K.

Se trata de una entidad mórbida que presenta un debilitamiento intelectual, progresivo


e irreversible.

Este cuadro encuentra en la 8va edición una definición restringida a un comienzo


juvenil y un rápido deterioro demencial que es precoz también.

Restricción que K opera a partir de las críticas que recibe en su 6ta edición🡪
principalmente al subtipo demencia paranoide fantástica.

La critica estaba alrededor principalmente a que agrupaba cuadros muy disimiles y


Breuler critica la nominación del cuadro.

Para seguir las modificaciones de K🡪 cuadros al final de la ficha.


La demencia precoz es un subgrupo de las demencias endógenas junto con las
parafrenias🡪 queda definida como un grupo único de procesos demenciales que tiene
por síntomas principales: la afección de la voluntad, el repliegue afectivo, perturbación
del curso del pensamiento, la perdida de la unidad interior🡪 a veces es difícil de
captarlo (engloba a los anteriores y que nos permite ubicar las dificultades que el
sujeto presenta con su cuerpo y con el lenguaje así como también esa falta de
sentimiento intenso de la vida que caracteriza a estos pacientes.

Se sitúan en un primer plano los síntomas corporales🡪 la desafectación corporal, la


fragmentación corporal y también a las consecuencias de la perturbación de la
voluntad: apatía, falta de iniciativa, etc.

Aquí el sujeto presenta conflictos con su cuerpo y no con el lazo con el otro🡪 tiene el
aspecto de que el sujeto pierde ese sentimiento de unidad interior y su unidad se
encuentra muy comprometida.

No hay nada del conflicto con el lazo con el otro sino más bien se podría ubicar una
desafectación del otro🡪 es indiferente al entorno, no le interesa mantener
conversaciones, no tiene sentimientos profundos hacia otros. Hay muchos sujetos
que no se bañan🡪 dejan caer al cuerpo con respecto a los cuidados: desinterés a los
otros y también al propio cuerpo.

Entre los síntomas accesorios encontramos: síntomas depresivos, catatónicos, ideas


delirantes, alucinaciones.

La demencia precoz es la entidad o el reagrupamiento de entidades clínicas que


Breuler bautiza esquizofrenia. Es por eso que la podemos comparar en muchos
aspectos, síntomas fundamentales y accesorios. Sin embargo con la presentación de
su texto produce un salto de paradigma e inaugura🡪 EL PARADIGMA DE LAS
GRANDES ESTRUCTURAS PSICOPATOLOGICAS.

Breuler está influenciado por las ideas freudianas que introducen que los síntomas no
responden a una etiología orgánica sino que son manifestaciones que se forman por
mecanismos específicos que responden a causas subjetivas.

Es así que este autor postula como mecanismo subyacente la disociación de las
distintas funciones psíquicas en complejos independientes que comprometen la
unidad de la personalidad🡪 ESQUIZOFRENIAS.

Propone como síntomas primarios: la ambivalencia, trastornos de la afectividad, de la


asociación y el autismo (aislamiento del sujeto del mundo exterior🡪 Freud habla de
autoerotismo porque hace corresponder la presentación de los fenómenos con un
punto de fijación libidinal).

Pero Breuler al tomar este término resta la cuestión de la erótica (libidinal) y queda
como síntoma el autismo.
La posición de este autor respecto de la etiológica de las enfermedades mentales es
ambivalente: entre los dos paradigmas porque para él los mecanismos freudianos
solo conciernen en la presentación de los fenómenos y se sigue tratando de una
afección de base orgánica. En este punto se aleja de Freud a quien si le interesa la
causalidad psíquica de los fenómenos de los síntomas.

Las perturbaciones se presentan a nivel del cuerpo y del lenguaje🡪 le falta algo en
relación al lenguaje (se encuentra perturbado esta relación).

Este síntoma se puede manifestar de diferentes maneras: por la incoherencia,


neologismos, ausencia de orden en el pensamiento, total ausencia de palabra hasta
llegar al mutismo.

Son también llamativos los síntomas corporales: perdida de unidad interior; el sujeto
lo experimenta como estar fuera del cuerpo🡪 tuvo que recurrir a un invento singular
para armar precariamente el cuerpo porque lo que se evidencia es la fragmentación
corporal que padece.

Unir las partes del cuerpo🡪 es contrarrestar aquella perdida de unidad que
experimenta.

Alucinaciones como un síntoma accesorio que también atentan contra esa unidad🡪
voces que le da órdenes al sujeto.

Un grupo intermedio en esta escala de delirios🡪 PARAFRENIAS.

Entidad comprendida por el conjunto de casos que inicialmente estaban junto a la


paranoia antes de la 6ta edición y que luego pasan a la demencia precoz, subtipo
paranoide fantástica.

En la 8va edición pasan a llamarse estos casos🡪 PARAFRENIAS.

Entre los síntomas principales están las alucinaciones y los delirios crónicos.

Los desordenes volitivos y afectivos no son tan pronunciados como en la demencia


precoz.

El delirio que puede haber en esta entidad no tiene esa construcción tan fuerte como
en la paranoia porque hay presencia de alucinaciones.

Puede abarcar desde presentaciones con delirios sistematizados hasta cuadros en


los que lapsos de un año este delirio puede empaliecer.

Ballet🡪 clínica diacrónica, escuela francesa, critica a K en la 6ta edición y propone


una nueva clasificación para dar cuenta de casos clínicos que ya han sido clasificados
de otra manera.

PSICOSIS ALUCINATORIA CRONICA:


El autor denomina estado cenestésico penoso: implica una vaga inquietud, sorprende
más al enfermo que de lo que lo entristece pero igualmente siente un gran sufrimiento.
El paciente nota un cambio que lo sorprende pero no puede explicarlo ni remitirlo a
nada en particular🡪 inicialmente inquietud🡪 de lo que le sucede al sujeto con su
cuerpo.

A este estado se le asocian ideas delirantes de persecución y alucinaciones de todos


los sentidos en particular las auditivas🡪 pasan a ser los síntomas fundamentales.

Deja para las ideas de grandeza un lugar secundario.

Se trata de una enfermedad crónica.

A raíz de un acontecimiento que se puede localizar irrumpe una alucinación auditiva


que perturba la homeostasis de la paciente🡪 síntoma fundamental: alucinación.

Aparecen fenómenos que la paciente ubica como dirigidos a ella: autorreferenciales🡪


que se siguen de ideas delirantes que no llegan a cobrar un gran desarrollo y que
finalmente remiten quedando como restos.

Las ideas delirantes son otros de los síntomas fundamentales. Se puede ver bien que
Vive sola, trabaja🡪 los trastornos V y A no tienen una presencia central en el cuadro.

DIAGNÓSTICO🡪 Orientarnos por lo singular también

CLASE 6 TEO
Soy la Dra. Rosa Wainstein, médica psiquiatra. Hoy voy a tratar de transmitirles
algunas nociones básicas sobre las clasificaciones psiquiátricas modernas DSM y
CIE. Primero quiero aclarar que voy a hablar desde un discurso médico, son
clasificaciones médicas que tienen un enfoque teórico distinto al que ustedes vienen
desde el enfoque psicoanalítico de la cátedra. Piensen que están pensando las
psicopatologías desde la singularidad. Y los criterios para generar una categoría
dentro de estas clasificaciones tienen que ver con criterios universales, que no buscan
la singularidad del paciente sino criterios que vuelvan a esa categoría homogénea
diferente a otra categoría, y donde todos los sujetos cumplan con esos mismos
criterios.

Haciendo historia, les cuento que la CIE empieza a editarse en 1900 y tiene
reediciones aproximadamente cada 10 años. En la 6ta edición de 1950 aparece, por
primera vez, un capítulo para las enfermedades mentales.

En cuanto al DSM, que es el manual diagnóstico de los trastornos mentales de la


asociación psiquiátrica americana, los antecedentes que tiene este manual es en
EEUU. Los primeros datos que hay sobre clasificaciones, en realidad, tienen que ver
con algunos datos estadísticos que aparecen en los censos poblacionales (de 1840
en adelante). Para 1917 sí hay ya un intento de unificar algunos criterios diagnósticos
en donde la Asociación Psiquiátrica Americana y la Academia de Medicina de Nueva
York establecen algunos criterios y algunas categorías comunes para que el
diagnóstico intrahospitalario en todo el país guarde esos mismos criterios y esas
mismas categorías. Después de la 2da Guerra Mundial esas categorías son revisadas
e interviene también la asociación de veteranos. Generaron una nueva categorización
y con esa clasificación, de nuevo, continúa todo lo que es el sistema de salud
hospitalario rigiéndose por esa nueva clasificación.

Después de la aparición de la CIE 6, en 1952, la Asociación Psiquiátrica publica el


1er DSM. El 1er DSM y el 2do DSM, en realidad, no tienen consenso internacional.
Están influidos por la escuela vigente en ese momento en la práctica psiquátrica
americana, la escuela psicobiológica, y no llega a tener ningún consenso con las
escuelas europeas, con lo cual su uso no trasciende los EEUU.

La OMS, que era la más interesada en que se pudiera generar una clasificación
aceptada internacionalmente por todas las escuelas, consulta con algunos
epidemiólogos y recibe sugerencias para revisar estos criterios diagnósticos y poder
hacer modificaciones en el enfoque para generar un mayor consenso. Finalmente, la
asociación americana toma estas sugerencias y el DSM 3 es el primero que va a
lograr ese consenso. El DSM 3 sale recién en 1980, es el primero que consigue
aceptación a nivel internacional y se empieza a usar también como clasificación
diagnóstica en Europa. Es el primero que además de tener alguna intención
estadística tiene como objetivo también llegar a ser útil para el uso clínico en el
diagnóstico y para el uso en investigación, en relación a cómo se diagnostican
pacientes y con qué criterios entran en los protocolos de investigación.

El DSM 3 es el primero que tiene una estructura categorial y multiaxial. Cuando


hablamos de categorías nos referimos a categorías homogéneas, desde los
pensadores de lo médico, con criterios claros para la inclusión de pacientes en esas
categorías. Las sugerencias tenían que ver con que fueran descripciones de los
síntomas, que intentaran no tener ninguna influencia de teorías etiológicas respecto
de los trastornos, para que justamente todas las escuelas aceptaran esas
descripciones y no se jugara en esto ningún tipo de influencia respecto de la visión
sobre las etiologías de los trastornos.

A partir de ahí hubo revisiones hasta que aparece el DSM 4. Las diferencias entre
unas y otras son cambios en los criterios diagnósticos de algunos trastornos,
actualizaciones e incluso de algún trastorno nuevo. Lo más importante es que el DSM
4 respeta esa estructura categorial-multiaxial y que el DSM produce un cambio en
esto y ya empieza a tener un enfoque dimensional, donde se empieza a hablar de
espectros, y por otro lado ya no tiene una estructura multiaxial. El DSM 5 es una
clasificación que tiene tres secciones: la sección 1 es introducción, la sección 2 son
las categorías diagnósticas (lo más importante) y también hay una sección donde hay
escalas para medir distintas sintomatologías hasta trastornos que están en estudio
que aún no consiguieron suficiente validación para entrar en la sección 2 (pero que
podrían entrar en el futuro). Una segunda clasificación de los trastornos de
personalidad alternativa, que también está en investigación. O sea que también hay
cambios en cada uno de las ediciones, sobre todo entre el DSM 4 y el DSM 5, donde
va a haber muchos cambios. No me voy a referir a todos esos cambios por una
cuestión de tiempo y porque la práctica clínica actual, lo que es el sistema de salud
de la Argentina, aún requiere para el diagnóstico, tanto en las historias clínicas como
en las evaluaciones de discapacidad de las obras sociales, los criterios diagnósticos
del DSM 4 y de la CIE 10.

Les cuento brevemente cómo se desarrollaron las últimas ediciones del DSM 4 y 5.
Para actualizar cada una de las clasificaciones se forma la asociación psiquiátrica
americana, se forma un comité organizador con muchos especialistas y, a su vez,
forman grupos de trabajo por cada capítulo del DSM. En esos grupos de trabajo hay
especialistas en esas categorías diagnósticas, y esos grupos hacen revisión de todo
el material científico que se produce en los últimos años desde la edición anterior,
más las críticas o señalamiento de la última edición que durante el uso se vio que
había que reformular o que no fueron útiles. En base a toda esa información, ellos
arman una nueva propuesta para ese capítulo. Esa propuesta vuelve al comité
organizador, se hacen revisiones, incluso se desarrollan algunos estudios de campo,
pruebas de campo, con los criterios sugeridos/nuevos. Finalmente se hacen
borradores, esos borradores se publican para que también sean leídos por
especialistas para que puedan opinar, criticar o sugerir. Y después de todo ese
proceso recién se llega a la edición de un manual.

Les cuento esto porque la edición de estas actualizaciones es un proceso bastante


largo que lleva años de elaboración hasta que se edita una nueva edición del DSM.
Y en ese proceso intervienen muchísimos especialistas y de muchos lugares distintos.
En general, cuando se hacen pruebas de campo son multicéntricas. No es una
clasificación que se actualice rápidamente ni por intervención de pocas personas, sino
que es un proceso bastante complejo que llevó años en cada una de las
actualizaciones.

Centrándonos en lo que sería el DSM 4, les voy a contar cuáles son los 5 ejes y una
breve descripción de cada uno.

El Eje 1 es el eje de los trastornos clínicos o problemas que pueden ser objeto de
atención clínica. Estamos hablando del trastorno que trae a la consulta el paciente en
ese momento. Ese trastorno se diagnostica en el eje 1. Es el diagnóstico principal. Si
hubiera más de un trastorno en ese paciente (si el paciente presenta síntomas que
cumplen criterio para más de un trastorno), se puede hacer más de un diagnóstico,
es decir, si hay una comorbilidad. Es un diagnóstico que va a estar pensado para ese
momento, es el cuadro que presenta el paciente en ese momento. Digo esto porque
es distinto a lo que ustedes vienen viendo, es una perspectiva claramente médica.
Hoy el paciente puede consultar y tener un trastorno de ansiedad, y se diagnosticará
y tratará el trastorno de ansiedad. Ese mismo paciente puede asistir dentro de 5 años
en la consulta y en ese momento presentar un trastorno depresivo mayor. Y en ese
momento se hará el diagnóstico “trastorno depresivo mayor”. Está claro que este es
un enfoque médico. Ese diagnóstico en el eje 1 puede variar en distintos momentos.
Si yo estoy diagnosticando en el eje 1 una esquizofrenia, por supuesto que no espero
que más adelante ese diagnóstico se revierta. Por curso mismo de la enfermedad ese
diagnóstico se va a mantener. En todo caso, lo que se va a aclarar con distintos
especificadores es el momento de la enfermedad en ese transcurso longitudinal.
Digamos, si está en un primer episodio, si es un episodio posterior, si está
interepisódico, si tiene o no tiene síntomas interepisódicos o si está en un estadio
terminal. Ese diagnóstico no se va a modificar sino que va a tener especificadores
distintos de acuerdo al momento de la enfermedad en que se haga esa evaluación.

En el eje 2 tenemos los trastornos de personalidad y el retraso mental. El eje 2 está


pensando como algo que es sostenido en el tiempo. Los trastornos de personalidad
tienen rasgos sostenidos en el tiempo, que no varían con patrones de conductas. Igual
está pensado el retrasado mental que también es algo sostenido en el tiempo y que
no va a remitir ni variar de acuerdo a cómo está pensado el DSM 4, donde el retraso
mental se definía se definía por el coeficiente intelectual.

Un eje que claramente cambió en relación al DSM 5. De hecho, al no haber ejes, uno
podría pensar donde están estas patologías. Están en el cuerpo principal en esa
misma sección 2 donde están todos los trastornos. Uno puede hacer un diagnóstico
de trastorno de personalidad, aunque no haya ejes, como el trastorno principal o un
diagnóstico de otra categoría y el trastorno de personalidad si fuera pertinente porque
ese paciente tiene los dos trastornos. En el DSM 4 hay una única clasificación para
los trastornos de personalidad, mientras que en el DSM 5 hay dos clasificaciones
distintas: una en la sección 2 y una alternativa en la sección 3, que se sugiere como
una posible nueva clasificación. Retraso mental ya no es evaluado desde el
coeficiente intelectual sino que hay otras herramientas para evaluar la funcionalidad
del paciente con otras escalas, y que demostraron ser más útiles y por eso se cambió
y no se sigue evaluando desde el coeficiente intelectual. La OMS tiene una escala
una escala que se llama WHODAS que habla de la funcionalidad en distintas área y
que es la que se aplica actualmente.

Eje 3. Volviendo a la evaluación multiaxial, el eje 3 es el eje de las enfermedades


médicas. Cualquier enfermedad médica que tenga el paciente hay que consignarla
en el eje 3. Y uno puede verla codificada con un código según la clasificación
internacional según la clasificación internacional de enfermedades de la ONU (CIE).
El eje 4 son los problemas psicosociales y ambientales que se contemplan 7
problemas, desde problemas de vivienda, problemas de apoyo del grupo primario,
problemas en relación al acceso a la salud, problemas laborales, pacientes
desocupados o en situación de precariedad.

El eje 5 es una evaluación de la actividad global, que está puntuada de 0 a 100.


Considerando 100 como personas con un grado de adaptación máximo y
funcionalidad en todas sus áreas y sin síntomas. Y en el grado más bajo, el paciente
más afectado por los trastornos, con afectación de todas las áreas y síntomas que
pueden implicar riesgos para sí o para terceros. Esa evaluación de actividad global
se puede hacer en el momento. Por ejemplo, al momento del ingreso del paciente de
una internación, y se podría hacer posteriormente para puntuar la evolución. Es una
escala que contempla diferentes criterios, que no son todos homogéneos, y que por
eso se dejó de usar en el DSM 5. En el DSM 5 proponen otras escalas que mostraron
mayor validez y utilidad clínica.

Además de la evaluación multiaxial, les quiero contar dónde podríamos buscar los
diagnósticos psiquiátricos que ustedes viendo hoy en día, cuando leen las escuelas
alemanas y francesas. La realidad es que las psicosis en el DSM 4 las podemos
encontrar en dos capítulos: uno es el capítulo de esquizofrenia y otros trastornos
psicóticos. Y el otro grupo es el capítulo de los trastornos del estado de ánimo. Otra
diferencia entre DSM 4 y DSM 5 es que en el DSM 5 ese capítulo está dividido y, en
realidad, hay un capítulo para los trastornos depresivos y otro capítulo para el
espectro bipolar. En DSM 4 es un solo capítulo: trastornos del estado de ánimo, e
incluye tanto los trastornos depresivos como los trastornos bipolares.

Volviendo al capítulo de esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, veremos que en


este capítulo tenemos, primero, los criterios diagnósticos para esquizofrenia y los
subtipos (paranoide, desorganizado, catatónico, indiferenciado, residual) y para cada
uno de ellos los criterios diagnósticos para ese subtipo. Segundo, tenemos el grupo
de otros trastornos psicóticos. Yo les voy a nombrar que cuando veamos los criterios
diagnósticos hay muchos diagnósticos que son en relación a los criterios que no se
cumplen para esquizofrenia, porque hay una diferencia con los criterios diagnósticos
de esquizofrenia.

Los criterios diagnósticos de esquizofrenia son el criterio A, el criterio B y el criterio


C.

El criterio A es el más importante e indica los síntomas característicos. De estos se


pueden presentar dos o más de los siguientes: 1 ideas delirantes, 2 alucinaciones, 3
lenguaje desorganizado, 4 comportamiento catatónico o gravemente desorganizado,
5 síntomas negativos ej: aplanamiento activo, XXXX y abulia). En este grupo están
estos 5 síntomas característicos en los cuales, en realidad, hay síntomas accesorios
y síntomas esenciales.
El criterio A debe cumplirse sí o sí para la esquizofrenia, pero no alcanza con éste,
también debe cumplirse el criterio B que habla de la disfunción socio-laboral. O sea,
tiene que haber una significativa caída en las funciones sociolaborales del paciente
de los niveles previos a que se presente la alteración. Esta significativa caída, esta
disfunción, nos habla del curso y, claramente, hace diferencias cuando los clásicos
hablan de la demencia precoz o de la paranoia, y que esta disfunción, esta caída en
el funcionamiento no estaría.

Después tenemos el criterio C que es el de duración. La duración desde que aparecen


los síntomas no puede ser inferior a 6 meses. El diagnóstico dice que persisten signos
continuos de la alteración durante al menos seis meses, de los cuáles un mes los
síntomas cumplen criterios A, salvo que hayan sido tratados con fármacos y eso haya
hecho que esa duración sea más breve, pero debería cumplirse un mes de criterio A,
más los que pueden haber durado los síntomas crónicos y los síntomas residuales.
Entre todo eso deben cumplirse no menos de 6 meses. Si no cumplen 6 meses va a
ser diagnosticado como otro trastorno que no sea esquizofrenia. De hecho, el
trastorno esquizofreniforme cumple con los criterios A para esquizofrenia, cumple con
la disfunción durante ese período, pero no llega a seis meses. Es entre un mes y seis
meses. Y si es menos de un mes será el trastorno psicótico breve. Hay cuadros que
tienen esta aparición que cumplen criterios A y que después remiten y que, si uno los
piensa desde la estructura, la estructura no va a cambiar y vamos a pensar en una
psicosis. Ahora, si uno los piensa desde el diagnóstico psiquiátrico médico, si no se
cumplió la duración no se hace diagnóstico de esquizofrenia. Uno puede hacer un
diagnóstico de trastorno esquizofreniforme y, efectivamente, si ese paciente luego
vuelve a tener un episodio y sí se cumplen los criterios, entonces, ahí sí pasará a ser
una esquizofrenia. A veces se pone un diagnóstico provisorio de esquizofrenia, se
aclara “provisorio” porque no se cumplió el tiempo y, en realidad, uno presume que la
evolución va a ser hacia una esquizofrenia y, efectivamente, después se pone ese
diagnóstico como definitivo

Después hay criterios de exclusión. Hay cuadros similares a la esquizofrenia que en


realidad son por consumo de sustancias. El paciente cuando se desintoxica deja de
cumplir con los criterios pero puede hacer una presentación simil esquizofrenia. Hay
que excluir esos diagnósticos. También se excluyen otras patologías que son clínicas,
enfermedades que pueden hacer una presentación como una esquizofrenia y en
realidad es secundaria a una patología clínica. Estos son criterios de exclusión.

Lo otro que tenemos que señalar es que en el manual la esquizofrenia va a tener


varios subtipos, que cada uno tiene sus propios criterios diagnósticos. Entonces,
además de ser F20 (esquizofrenia), va a ser F 20.0 (si es paranoide), F.20.1 (si es
desorganizado) o de otros tipos. En cada uno de estos subtipos a lo mejor uno va a
poder correlacionar con qué subtipos de las descripciones clásicas, por ejemplo de la
demencia precoz de Kraepelin, se correspondería cada uno de estos subtipos.
El DSM 5 sacó los subtipos, dejó la esquizofrenia, con los criterios diagnósticos, pero
sacó los subtipos, de modo uno podría decir que se empobreció más la descripción o
que se simplificó más, depende para qué uso uno piense el manual. Recuerden que
el DSM 5 se pensó también para atención primaria. Entonces está pensado para que
se use en lugares donde a lo mejor no hay posibilidades de que un especialista en
salud mental asista a ese paciente.

Voy a avanzar hacia los otros trastornos psicóticos. El esquizoafectivo es un trastorno


donde se cumplen los criterios APA de la esquizofrenia pero también se cumplen
criterios para un trastorno del estado de ánimo. Entonces ese paciente también
cumple criterios, por ejemplo, para un trastorno bipolar. ¿Entonces tiene una
esquizofrenia y un trastorno bipolar? NO, son excluyentes. Existe este trastorno que
es el esquizoafectivo que cumple criterios para esquizofrenia y también para un
trastorno bipolar o para un episodio de manía. Es un diagnóstico intermedio. Hay
pocos pero hay pacientes que cumplen esas características.

Después tenemos otros cuadros, por ejemplo, el trastorno delirante F-22. Este
trastorno tiene relación con lo que pensamos como paranoia. Tiene un criterio
diagnóstico A donde las ideas delirantes no son extrañas, implican situaciones que
ocurren en la vida real (ser seguido, envenenado, amado a distancia, engañado por
el conyugue). Claramente este criterio es diferente a criterio A de esquizofrenia. No
está incluyendo, por ejemplo, las alucinaciones. Aclara un criterio B nunca ha
cumplido A para esquizofrenia. Hay una nota que dice que el trastorno delirante puede
presentar alucinaciones pero, en general, esas alucinaciones están relacionadas al
tema delirante y son más característicamente alucinaciones táctiles, olfatorias. No es
característico que sean alucinaciones auditivas. Pero claramente no cumple criterios
A para esquizofrenia. Después está el criterio C. Excepto por el impacto directo de las
ideas delirantes y sus ramificaciones, la actividad psicosocial no está deteriorada de
forma significativa y el comportamiento no es raro ni extraño. Esta es la diferencia
sustancial también con los criterios para esquizofrenia. Esto sería la diferencia entre
un delirio estructurado como una idea que no es extraña, como la paranoia, de un
delirio disgregado con ideas extrañas de la esquizofrenia. Fíjense que la disfunción
que nos marca el criterio de la esquizofrenia acá claramente es al contrario, excepto
por lo que puede implicar directa relación con las ideas delirantes. El comportamiento
no es extraño, no hay un deterioro significativo. Estas son diferencias para que
ustedes vayan ubicando los cuadros en relación a las descripciones clásicas.
También tiene subtipos que son erotomaníaco, de grandiosidad, el celotípico, el
persecutorio, el somática, un tipo mixto y un tipo no especificado. Acá podríamos
correlacionar con los distintos tipos, por ejemplo, delirio pasional, delirios
interpretativos dentro de los cuadros clásicos.

Si avanzamos a los trastornos del estado de ánimo me interesa decir cómo está
estructurado el DSM 4. Lo que nos va a describir son el episodio depresivo mayor, lo
que es un episodio maníaco, un episodio mixto, un episodio hipomaníaco. Para cada
uno de ellos nos va a decir qué criterios se deben cumplir para llegar al diagnóstico
de episodio depresivo o episodio maníaco. Y a su vez, de acuerdo vamos a tener
distintos cuadros. Los trastornos depresivos, que sólo tienen episodios depresivos, y
los trastornos bipolares, que van a tener que ver con la sucesión de episodio
depresivos, episodio maníaco, o episodio depresivo y episodio hipomaníaco, cada
uno para el trastorno bipolar 1 o el trastorno bipolar 2. En cada uno de estos episodios
hay especificadores para ver si el episodio es leve, moderado o grave y, a su vez, si
tiene síntomas psicóticos o no tiene síntomas psicóticos. Y si tiene síntomas
psicóticos, si los síntomas psicóticos son congruentes o no con el estado de ánimo.
El estado depresivo y los síntomas son congruentes o no con ese ánimo depresivo.

Esa sería la forma de presentación de la psicosis dentro de los trastornos del estado
de ánimo en el DSM 4. Y acá vamos a correlacionarlos, en todo caso, con las psicosis
maníaco depresivas o las psicosis alternantes de los cuadros clásicos, o la melancolía
en relación a los trastornos depresivos con síntomas melancólicos, con síntomas
psicóticos. Van a ver que hay especificadores para cada uno de ellos.

Hago una aclaración más: la catatonía solamente en DSM 4 está especificada como
una variante de la esquizofrenia. En el DSM 5 está como un trastorno aparte y que se
puede ver en diferentes cuadros, no sólo en la esquizofrenia.

Otro dato que me interesa marcar es esto de cómo cada clasificación está influida por
el tiempo donde se desarrolla. Nosotros vemos todo lo que es el debate y la aparición
del género y las diferentes visiones de género en nuestra época. En el DSM ha habido
momentos donde estaba diagnosticada la homosexualidad como un trastorno,
momentos en donde con la evolución y las distintas revisiones la homosexualidad
pasó a ser un trastorno sólo si era egodistónica (no si era egosintónica). Hasta que
se sacó como trastorno del DSM. Y en el DSM 5 aparece como un trastorno la disforia
de género, que antes no existía como un trastorno. Fíjense cómo va apareciendo eso
en las actualizaciones, de acuerdo al momento histórico donde se dicta esa
clasificación

Un dato importante es que esta definición como trastorno hace que algo pueda o no
tener asistencia o que esté nomenclado en calidad de trastorno va a tener
implicancias de todo tipo. Entre otras, esto de que tengan o no cobertura desde las
intervenciones posibles para la práctica, desde terapias hormonales hasta cirugías.
Estas son parte de las implicancias que tienen las categorías diagnósticas que incluye
un manual.

PSICOSIS
CLASE 6
SEMINARIO 6 (NARCISISMO)

Bibliografía

● Narcisismo. Freud. (1914)

● Trabajarlo en función de tres ejes


● Contexto histórico: Freud le dice a su biógrafo que este texto fue como un parto. Si uno
hace una traducción textual, literal del título en verdad es para introducir al narcisismo.
Freud se queja del carácter prematuro que tuvo la escritura de este texto, es decir que
Freud se ve obligado a tener que escribir este texto para separarse de la escuela suiza
de psiquiatría, Freud ya venía presentando ciertas diferencias con dos de los
representantes de esta escuela, Bleuler y Jung. Cuando Bleuler en 1911 acuña el
concepto de esquizofrenia para referirse a la demencia precoz de Kraepelin, Freud
repara en este prefijo “esquizo” en la medida que significa escisión porque él parte
de considerar que esta no es privativa de la psicosis, sino que ya en sus textos de
1894 Freud partía de la teoría del supuesto teórico de la existencia de esta escisión
psíquica secundaria no adquirida, entonces utilizar este prefijo que indica la escisión
psíquica ya produce ciertas desaveniencias en Freud. Otro concepto en el cual surge
cierta rispidez es en el concepto de autismo, concepto que introduce Bleuler y que es una
suerte de modificación del autoerotismo freudiano que Bleuer mismo lo dice en su
definición, que él extrajo el autismo del autoerotismo freudiano, pero para referirse a una
parte de la realidad respecto de algunos puntos esenciales, de algunos conceptos
esenciales. Pero en lo que respecta al texto de narcisismo que la polémica se centra al
respecto de Jung, este discípulo preferido para Freud entiende o quiere dar a entender
que él entiende por libido un interés psíquico general es decir que en ese punto la escritura
de este articulo tuvo que ver no sólo con un fundamento teórico sino con una cuestión
política de separase justamente de la escuela suiza de psiquiatría y de volver a reafirmar
el carácter etiológico de la sexualidad para la contracción de las neurosis. En lo que
respecta al concepto de narcisismo, nos encontramos que este concepto ya Freud lo
venía trabajando, lo venía planteando en distintos artículos, por ej. en 1911 cuando
escribe el historial de Schreber, lo nombre fallidamente como narcismus, luego acuña este
término para referirse a esta fase intermedia entre el autoerotismo y la elección de objeto.
Hay un texto anterior de 1911, en 1910, que se llama “Un recuerdo infantil de Leonardo
Da Vinci”, allí Freud se refiere a la génesis de ciertos casos de homosexualidad donde el
niño en el momento que debe renunciar a su madre, se identifica a ella y entonces ubica
Freud que de ahí en más este niño va a elegir a sus objetos de amor a semejanza de lo
que él fue para esa madre, es decir que ubica esta elección de objeto narcisista, esta
elección de objeto por la vía del narcisismo. En este articulo Freud se refiere al mito griego,
a Narciso, Narciso era este joven bello, atractivo del cual todos se enamoraban, pero él
sistemáticamente iba rechazando a todos estos candidatos, es ese punto que Némesis
en algún momento, enojada justamente por esta actitud engreída, lo condena a quedar
enamorado de su propia imagen, es así como el mito cuenta que un día se encuentra con
un lago que va a funcionar a modo de un espejo y se encuentra con su imagen reflejada
en el lago y queda enteramente captadurado, embelesado, al punto tal que no puede
separarse de su imagen; el desenlace de este mito es trágico en la medida que a raíz de
este embelesamiento, esta captura que se produce es tal que él termina arrojándose al
agua y de este modo se ahoga, entonces le debemos a Narciso justamente el nombre de
esta bella flor que es la flor del narciso.
Freud en el texto se refiere a otra definición que él toma prestada de un psiquiatra, Nekem,
que es una definición de 1899 y allí lo emplea para referirse a una perversión sexual,
hablaríamos de narcisimo cuando el individuo trata a su propio cuerpo como si se tratase
del cuerpo de un objeto sexual, es decir, que lo mira con complacencia sexual, lo acaricia,
lo mima hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena. Si bien se sirve
de definición, Freud se separa en tanto no considera que el narcisismo se trate de una
perversión sexual, sino que justamente es el complemento libidinoso del egoísmo
inherente a la pulsión de autoconservación.

● Alcance que tuvo la introducción del concepto de narcisismo en la teoría


freudiana y en lo que atañe específicamente al campo de psicosis: Aparte del
concepto de narcisismo va a presentar lo que se entiende por su segunda
nosología, es decir que un su primer nosología es allí donde podemos ubicar
la primer aproximación freudiana en relación a la psicosis, se va servir del
primer dualismo pulsional (pulsiones sexuales-pulsiones yoicas o de
autoconservación) y esta primer nosología freudiana que gira en torno de las
neurosis actuales-dentro de ellas la neurastenia y las neurosis de angustia- y
por otro lado las neuropsicosis de defensa. Aquello que diferencia unas de
otras tiene que ver con el mecanismo psíquico en juego, es decir que Freud
va a ubicar que en el caso de neuropsicosis de defensa opera justamente la
defensa remite al tema de la sexualidad infantil (en la histeria separando la
representación del afecto, tramita esta suma de excitación, este monto de
afecto vía conversión somática; en el caso de la N.O. se va a ligar una
representación cualquiera, vía falso enlace; en el caso de la demencia
alucinatoria-la primer psicosis que Freud aborda- allí ubica que la defensa es
más enérgica y más exitosa, arranca representación y afecto, entonces en ese
punto ya podemos ubicar de lo que va a ser un mecanismo de la proyección,
que Lacan va a retomar a lo largo del seminario 3) y en las neurosis actuales
ubica que los síntomas tienen que ver con algo de la sexualidad adulta y por
eso esta dirección de la cura gira en función de las así conocidas “medidas
higiénicas”.
En 1914, en su texto del narcisismo, advertido por uno de sus discípulos,
Abramham, se detiene a pensar dos manifestaciones psíquicas propias de
las psicosis, el delirio de grandeza (va a proponer leerlo en términos de un
narcisismo secundario, es decir que desde el delirio de grandeza va a pensar
que se produce en el caso de la paranoia una regresión al punto de fijación al
narcisismo) y el extrañamiento respecto del mundo exterior (empieza a
despejar que esto del orden de la perdida de la realidad no es privativo de la
psicosis, sino que en la neurosis también hubo un extrañamiento respecto al
mundo exterior, pero que este extrañamiento no fue total, sino que el vínculo
con este objeto originario conserva en la fantasía; justamente, que se conserve
ese vinculo original en la fantasía, esto habilita a que ese sujeto sea pasible de
establecer transferencia respecto del médico) . 2da aproximación freudiana
en relación a la psicosis. Va a despejar por un lado las neurosis narcisistas
(esquizofrenia, paranoia, un poco más adelante va a ubicar la melancolía)
y por otro lado las neurosis de transferencia. La diferencia, los organizadores
en torno a esta segunda nosología son narcisismo y transferencia. Ubica que
en las neurosis narcisistas no son pasibles de establecer transferencia al
médico, en este punto son inmunes al psicoanálisis , es decir, aquí podemos
ubicar este impasse freudiano que viene insistiendo en la primera nosología, si
bien se refiere a la psicosis alucinatorias de Mainan (no sé cómo se escribe),
después se acerca a la paranoia, nos encontramos con que hay cierto déficit
en relación a la casuística (falta de casos) freudiana respecto a la psicosis, es
más, respecto al manuscrito K, en nuevas aportaciones a las neuropsicosis de
defensa, justamente Freud se sirve la trayectoria de la enfermedad como
la piensa en la N.O. para así poder pensar cómo se produce la trayectoria
de la enfermedad en el caso de la paranoia. Retrocede ante las psicosis,
son inmunes al PSA.
El narcisismo secundario se edifica sobre la base de un narcisimo primario que
alguna vez existió y oscurecido por múltiples influencias. Parte de la patología
para poder pensar cierta “normalidad”. Va a partir de ciertas manifestaciones
clínicas como fueron delirio de grandeza y el extrañamiento respecto del
mundo exterior, para así poder pensar cierta psicología del yo y cómo el
narcicismo en este punto es constitutivo del yo, hace al yo.
En este artículo nos encontramos con la metáfora de la ameba “nos formamos
así la imagen de una original investidura libidinal del yo, seguida después a los
objetos, empero considerad en su fondo ella persiste, y es a las investiduras
de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emiten”. Esta
metáfora nos permite ilustrar cierta movilidad, cierto trasvasamiento
posible entre la libido yoica y la libido objetal. Esta suerte de movilidad,
reversibilidad, trasvasamiento sería posible en el caso de la neurosis, lugares
privilegiados para leer esto es el tema del sueño, en este retiro de los
envoltorios narcisistas mediante los cuales andamos por la vida, es el caso
de la enfermedad que se produce un retiro de la libido objetal y en el caso
del duelo, donde ocurre un desasimiento libidinal pieza por pieza. En el
caso de las neurosis narcisísticas nos vamos a encontrar que estas
reversibilidad no se produce del todo, es fallida, es más en este punto
debemos considerar que eso desde la psiquiatría se nos aparecía como lo más
patológico, lo que viene a dar cuenta de la enfermedad, lo que tiene que ver
con el delirio, en verdad es un intento de curación, es decir que para
Freud el delirio tiene una función, es más, va a detenerse en mencionar el
trabajo de formación delirante, donde este es el intento fallido de restituir esta
libido a los objetos y las personas, es un intento de elaborar, de trasvasar
esta éxtasis de libido yoica y en ese punto, en 1914 cuando retome la función
del delirio en la psicosis, cuando retome esta noción de pérdida de la realidad
que no es privativo de la psicosis sino que en la neurosis también se
produce, Freud va a contar con el segundo dualismo pulsional (eros y
tánatos) justamente con la segunda tópica (ello, yo y superyó) y con los
organizadores teóricos que son falo y castración en este punto, en esos
textos va a homologar la función del delirio con la función del síntoma; en
el caso de las neurosis de transferencia, el síntoma en ese punto también es
un intento más logrado, es una elaboración de esta éxtasis de libido objetal. A
esta altura del texto, Freud se sirve de este juego de opuestos del
enamoramiento y de la fantasía del fin del mundo para dar cuenta de esta
movilidad entre libido yoica y libido objetal, en el caso del enamoramiento que
se produciría como un aumento de esta libido objetal en detrimiento de la libido
yoica. En el caso de la fantasía del fin del mundo que se encuentro en el
historial de Schreber, se da cuenta de esta retracción, de este retiro de la libido
objetal que va a parar al yo. El delirio en tanto retorno de lo reprimido, en tanto
enfermedad propiamente dicha, esa etapa ruidosa, justamente va a ser este
intento de restituir esta libido a los objetos.
Narcisismo como fase intermedia entre el autoerotismo y la elección de objeto,
cómo se constituye el yo y el cuerpo en este punto. Tiene que agregarse al
autoerotismo una nueva acción psíquica, un nuevo acto psíquico para que el
narcisismo se constituya. En este punto en el texto freudiano es enigmático a
qué se refiere cuando habla del nuevo acto psíquico, si nos servimos del texto
“El yo y el ello” que es de 1923, podemos responder que este nuevo acto
psíquico se trata de una identificación, Lacan va a estar de acuerdo con esto.
Después veremos de qué tipo de identificación se trata, poder ordenar este
pasaje oscuro en la teoría freudiana. En este pasaje de la fase del autoerotismo
donde nos encontramos con esta anarquía de las pulsiones parciales que se
satisfacen a sí misma, en el momento que se constituye el yo (fase del
narcisismo) es investido libidinalmente, es decir que la primera elección de
objeto recae sobre el yo, se va a producir una unificación, una síntesis de las
pulsiones parciales, es decir que una vez que surge el yo en tanto objeto
libidinal, estas pulsiones se unifican, con lo cual este objeto libidinal pasa a ser
objeto de las pulsiones. Desde “El yo y el ello”, Freud plantea que en un
comienzo es un reservorio libidinal, en segunda instancia es un
almacenamiento de identificaciones.
“Un individuo para nosotros es un ello psíquico, no conocido, no discernido e
inconsciente sobre lo cual como una superficie se asienta el yo”, el yo se
asienta sobre un cuerpo, desarrolló desde el sistema perceptivo como si fuera
un núcleo. “El yo es sobre todo esencia-cuerpo, no es sólo una esencia de
superficie, sino él mismo es la proyección de una superficie” Luego agrega en
este punto que se trata de una proyección psíquica de la superficie de un
cuerpo. Freud está reparando en la importancia que tiene que se constituya
para un sujeto la representación de su cuerpo, que se constituya esta imagen
● Articulación con la clínica: Nos podemos servir de los textos de psiquiatría
donde ya podemos empezar a perfilar la relación particular que tienen los
psicóticos respecto a su cuerpo, es decir, en todos los cuadros clínicos nos
vamos a encontrar con una relación particular respecto del propio cuerpo,
incluso en las psicosomáticas, en la histeria, respecto de los síntomas actuales
en torno a esta importancia en relación a la estética de los cuerpos.
Kraepelin dice que en la paranoia hay una total conservación del orden, de la
claridad en el pensamiento, el deseo y la acción, es decir, que si bien Lacan va
a criticar punto x punto esta definición, lo que se desprende (desde la teoría
kraepeliana) es que el paranoico el sujeto es dueño de su voluntad, es
decir que es agente de su cuerpo, incluso respecto de su discurso, si bien
edifica este síntoma fundamental del delirio que es enteramente
inquebrantable, irreductible, sí podemos ubicar que el sujeto es dueño de su
cuerpo y su discurso, a diferencia de lo que ocurre en la demencia precoz de
Kraepelin o esquizofrenia de Bleuer, de allí podemos ya partir de que es
enteramente vaga, difusa esta definición y justamente este cuadro florido que
Kraepelin se aboca en describirnos, permite justamente coloreando, ir
aprehendiendo la esencia de la enfermedad (el negativismo, la flexibilidad
cérea, a nivel del curso del pensamiento el robo del pensamiento, y también
todas estas alucinaciones cenestésicas, esto que le pinchan, que le hacen
cosas respecto de su cuerpo con el cual el sujeto no es dueño de su cuerpo.
En la paranoia podemos ubicar que hay cierta unificación yoica, cierta
unidad corpórea que se produjo, cosa que justamente a partir del discurso
del esquizofrénico, en este lenguaje de órganos como lo plantea Freud en
el texto “Lo inconsciente”, que le hacen cosas respecto de su cuerpo, y esto
mismo que le ocurre con su pensamiento, hay una suerte de transparencia,
en estas endoscopias delirantes que el sujeto basa respecto del
funcionamiento de su propio cuerpo podemos ver cómo el sujeto no es
dueño de su cuerpo ni de su discurso, es decir que nos vamos a
encontrar con un cuerpo fragmentado, la unificación de las pulsiones
parciales no se hizo como propio de la fase del narcisismo.
En Lacan aparece una noción que la nombra en término de “la función de
desconocimiento del yo” entonces la importancia para el sujeto humano de
tener cierta vivencia de “ser dueño” de su propio discurso y de su cuerpo.

CLASE 7 PRÁCTICO
TEXTO: Freud. Manuscrito, Paranoia.

Freud realiza su recorrido de la mano de su enseñanza con sus pacientes. Comienza


en torno a la histeria, luego se desengaña de estas pero no sin haberse dejado guiar
en su descubrimiento con el inconsciente y la invención de una técnica y un método
sustentados en la singularidad. Acompaña a Freud en la lectura de los síntomas, ej.:
Dora (histeria), El hombre de las ratas (neurosis obsesiva), Caso de Juanito (Fobia) y
Schreber (psicosis).

Ordenamos la obra en tres momentos de la obra de Freud a partir de movimientos y


pasajes de uno a otro que se producen a partir de obstáculos e impases de la clínica
misma. Un primer momento, sin la noción de icc, lo previo la eliminación de los
síntomas vía la catarsis y la sugestión sustentado en una energética y traumática que
contempla dos grupos psíquicos.

Segundo momento (1900-1920): Contando con la noción de icc, se tratara de


eliminar los síntomas, hacer cc lo icc vía la asociación libre, la atención flotante y
la interpretación. Cuenta con nociones como transferencia y resistencia y el punto
declivaje es más allá del principio de placer.

Tercer momento(1920-1939): Momento que comienza con la noción de la


satisfacción paradojal sostenida en el más allá del principio de placer contando
con la segunda tópica y con el límite de la roca viva de la castración.

Tema de hoy: Las paranoias de defensa.

Defensa es operatoria, es un modo de respuesta que funciona para alguien


durante un lapso de tiempo. La defensa ligada a un modo de vivir, al armado de
un síntoma a veces, a la resolución de un conflicto.

El manuscrito H, paranoia. Se refiere a la paranoia dentro de un panorama general


dentro de la histeria, neurosis obsesiva, confusión alucinatoria y la psicosis histérica.
Respecto al afecto y su destino, al contenido de la representación, a la ausencia y
presencia de alucinaciones y su contenido. Respecto al resultado de la defensa
operada en cada uno de los casos.

Las representantes delirantes se clasifican en psiquiatría junto a las representaciones


obsesivas como perturbaciones intelectuales. La paranoia junto con la locura
obsesiva quedara ubicada como psicosis intelectual, es decir en el plano del
pensamiento. Una vez que la representación obsesiva se recondujo a una
perturbación afectiva y se demostró que su intensidad se debía a un conflicto es
necesario que la representación delirante caiga bajo la misma concepción también
ella es entonces consecuencias de perturbaciones afectivas y debe su intensidad a
un proceso psicológico, en esto Freud afirma su diferencia con los psiquiatras.

La paranoia crónica es un modo patológico de la defensa. Uno se vuelve paranoico


por cosas que no toleran teniendo en cuenta la predisposición, esta consiste en la
inclinación a aquello que es el signo distintivo psíquico de la paranoia.

EJEMPLO: Joven mujer de 30 años ,vive con su hermana mayor y hermano.. Alquilan
por un tiempo, un año, una habitación a un compañero del trabajo del hermano. Ese
hombre se va por seis meses, vuelve por un periodo breve y luego desaparece de la
vida de esta muchacha. Los hermanos lo extrañan a este hombre. Sin embargo la
menor, esta joven la cual nos ocupamos, le cuenta a la mayor que una vez aquel
hombre la intento poner en peligro y refiere a una escena de contenido sexual. Años
más tarde comenzó a quejarse de las actitudes de los otros y finalmente se formó un
delirio de ser notada y de persecución cuyo contenido era que unas vecinas le tenían
lástima como a una mujer que quedó para vestir santos. Hacían alusiones de este
tipo a que estaba a la espera de aquel hombre.

Este estado la aquejaba desde entonces por oleada con periodos de claridad
mental. Un caso que le llega a Freud derivado de Bleuler. Freud se empaña a curar
la paranoia restituyendo su peso al recuerdo de aquella escena pero nos trasmite que
no lo consiguió. La paciente se negó a recordar, lo reprimió. Freud ubica la defensa,
algo indudable en el caso como mecanismo. ¿Por qué se arma un paranoia y no un
síntoma histérico o representación obsesiva?

Ella se ahorraba vía la representación algo, no quería volver sobre eso. Se ahorra el
reproche de ser mala persona y luego lo escucha desde afuera. El contenido positivo
se conservó intacto pero algo varió en la posición, era un reproche interno y ahora
es una insinuación del exterior. Su juicio se trasladó hacia afuera, con eso algo
ganaba, es decir el juicio propio debía aceptarlo. En cambio, cuando eso viene
de afuera puede desautorizarlo y de este modo el reproche se mantiene a distancia
del yo.

La paranoia tiene el propósito de defenderse de una representación inconciliable para


el yo proyectándola al exterior. Aparece el concepto de proyección por primera vez.

Respecto de la primera pregunta responde que se trata del abuso, es decir del uso
excesivo de un mecanismo psíquico normal, el traslado o proyección. Abuso del
mecanismo de proyección a los fines de la defensa. Esto es normal mientras
mantengamos conciencia de nuestra propia alteración interior, si la olvidamos nos
queda solo una parte de ese silogismo que lleva hacia afuera y de ahí a la paranoia.
Se sobrestima de lo que de nosotros se sabe y no podemos admitirlo como tal. Lo
mismo ocurre con las representaciones obsesivas del mecanismo de
sustitución normal se abusa a los fines de la defensa.

Respecto de la segunda pregunta opina que es extensible a todos los casos. Toma
ejemplos: el del paranoico litigante, el alcohólico con delirio de celos, el hipocondríaco
con delirio de envenenamiento, el complot de persecución. Es el delirio de
persecución y el de grandeza que permite mantener apartado lo penoso, lo doloroso
del yo. En todos los casos, la idea delirante se sustenta con la misma energía con
que el yo se defiende de alguna otra idea penosa e insoportable. Freud nos dice
“Aman al delirio como asimismo”.

En los diferentes cuadros, en la histeria en donde la representación no es admitida al


yo y el afecto se tramita por conversión corporal. En la representación obsesiva, no
se admite la representación para su asociación y el afecto se conserva y el contenido
es sustituido. En la confusión alucinatoria donde la representación toda, es decir el
afecto y contenido es mantenida lejos del yo por vía del desasimiento parcial del
mundo externo ( las alucinaciones son amistosas). En la paranoia el contenido y el
afecto se conservan pero son proyectados al exterior. (aparecen alucinaciones que
son hostiles).

TEXTO de Freud: Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa.

Este texto está dividido en tres secciones: Histeria, neurosis obsesiva, los estados
psicóticos. Freud examina con que se hace operar la defensa y llega a la conclusión
en todos los casos de que el factor constante va a hacer una vivencia traumática
primero de índole sexual y luego dándole relevancia al papel de la fantasía. Aquí
la defensa es el punto central dentro del mecanismo psíquico de las
neuropsicosis de defensa. Es el intento de reprimir una representación inconciliable
que entró en conflicto y en oposición al yo.

Análisis de un caso de paranoia crónica.( dementia paranoide). Ubica acá a la


paranoia como una psicosis de defensa proviene entonces de la
representación penosa de la represión del recuerdo penoso. Son síntomas
determinados en su forma por el contenido reprimido. ¿Cuál es el mecanismo
particular de la defensa en la paranoia? Es a partir de un caso que hace valer los
derechos de este mecanismo.

CASO: Mujer de 32 años, sin antecedentes propios ni familiares. 6 meses después


de tener al hijo se volvió Urania y desconfiada. Se mostro contraria a los lazos
afectivos y se quejaba de los vecinos, la maltratan, tenían algo contra ella. Se queja
cada vez con más intensidad, no podía descubrir que tenían contra ella, sin embargo
algo había. La familia, los parientes, los vecinos, todos. Se queja de ser observada,
van a empezar a aparecer estas sensaciones de que leen sus pensamientos, los
demás saben todo lo que a ella le pasa. Una noche pensó que la observaban al
desvestirse y desde ahí lo hizo debajo de las mantas. Es un significante que Freud
remarca “mantas”. Se le agrega luego en este agravamiento del cuadro, una
sensación en el cuerpo y luego alucinaciones visuales, es decir imágenes que la
espantaban. Se le suman voces que la molestan, luego asco a la comida y
decaimiento generalizado.

Freud la ve en 1895, en ese momento no había interpretaciones delirantes sobre las


alucinaciones o al menos la paciente no las deja conocer. Respecto al caso, Freud
menciona sobre la etiología y el mecanismo de las alucinaciones primero va a
partir de la premisa de que en la paranoia como en las otras dos neurosis de
defensa había unos pensamientos inconscientes y recuerdo reprimidos que
podían llevarse a la conciencia venciendo ciertas resistencias.

Esta paciente responde al tratamiento como lo hubiera hecho una histérica. Se


pudo probar entonces la ocurrencia de representaciones inconscientes,
sustantivas que podían reconducir la compulsión de la paranoia a una
represión. Lo peculiar, lo singular del caso era que oía o alucinaba
interiormente de las indicaciones que provenían del icc. Las alucinaciones
visuales las recondujo a una escena infantil de los 6 años que estaba ligada a la
vergüenza omitida en ese momento por la niña y era recuerdo de ese fragmento
reproche. El comienzo del malestar, la desazón, la coyuntura del inicio de esta
afección fue una discusión entre el marido de esta mujer y el hermano. Momento en
que por primera vez se le aclaró todo la certeza de que su cuñada le dijo algo con
tono de reproche, un tono que a posteriori tomó valor de paranoia. El término “manto”
recortado por Freud, reaparecía en esa frase. Ella había reprimido esas frases y su
sensación entonces se vuelca desde el contenido al tono con el que se profieren .

Las falsas interpretaciones de la paranoia están basadas en una represión. Las


alucinaciones eran fragmentos tomados del contenido de vivencias infantiles
reprimidas , síntoma del retorno de lo reprimido. Las voces por su parte, eran más
bien pensamientos dichos en voz alta y debían su génesis a la represión de
pensamientos que en su resolución significaban reproches en ocasión de una
vivencia análoga al trauma infantil. Era síntoma del retorno de lo reprimido y al
mismo tiempo consecuencia de un compromiso entre esa resistencia del yo y
lo que empuja por retornar con cierta desfiguración y compromiso.

Freud compara la paranoia con la neurosis obsesiva.. La represión es el núcleo del


mecanismo psíquico en ambas. Lo reprimido es una vivencia infantil en ambos casos.
Los síntomas van a adquirir una clasificación semejante. Una parte va a provenir de
la defensa primaria, las ideas delirantes, de desconfianza, la persecución. En la
neurosis obsesiva, el reproche va a ser reprimido y su síntoma es la desconfianza en
sí mismo. En cambio en la paranoia, el reproche es reprimido por un camino llamado
proyección. El síntoma va a ser entonces la desconfianza hacia los otros. Los demás
síntomas van a hacer retorno de lo reprimido, van a mostrar huellas del compromiso
que permitió el ingreso en la conciencia, la idea delirante de ser observada, las
alucinaciones, la sensación, el oír voces, etc. Algo particular de la paranoia es la
doble desfiguración de los reproches reprimidos en su contenido y en su
temporalidad. En la paranoia, no hay defensa contra los síntomas del retorno
de lo reprimido pero si hay ideas delirantes que deberán ser aceptadas por el
yo sin contradicción. El delirio de interpretación desemboca en la alteración del yo.

CLASE 7 TEO

Este video corresponde al pathos del lenguaje.

Definición cercana a lo que vamos a desarrollar hoy🡪 pathos significa experiencia


y al mismo tiempo sufrimiento🡪 es esa experiencia del lenguaje sobre el sujeto, es
decir, como el sujeto se crea a partir del lenguaje, de esa experiencia por la que
atraviesa; que también implica cierto sufrimiento en términos de pérdida🡪 es esa
pérdida del instinto cuando uno entra al campo del lenguaje.
El sufrimiento de la experiencia del lenguaje que tiene como efecto el sujeto.

Para acompañar este video🡪 teórico de Andrea Berger🡪 ella ubica todo el desarrollo
de la parte lingüística con mucho detalle de Saussure que Lacan toma para presentar
su teoría del sujeto.

La lógica del significante y la teoría del sujeto🡪 cuando nos referimos a la lógica:
ciencia formal que estudia las inferencias (las conclusiones que se derivan a partir de
ciertas premisas) y las teorías implican sistemas lógicos.

Podríamos decir que para llegar al sujeto, Lacan hace un desarrollo entendiendo a la
lógica del significante como aquella que produce al sujeto.🡪 Este es el final de la
historia🡪 vamos a tener que dar cuenta de por qué Lacan dice que el sujeto es efecto
del significante. ¿Qué quiere decir significante? ¿Qué quiere decir lenguaje? ¿De
dónde los toma? (De esto va a tratar el desarrollo del vídeo)

Voy a partir de algo que Lacan dice en el escrito “instancia de la letra” que afirma que
toda la estructura del lenguaje en el psicoanálisis se descubre en el inconsciente. Es
interesante para ordenar esta clase.

Lacan vuelve a Freud y encontramos el origen donde Lacan se toma para poder
afirmar/decir esta frase en un lingüista: Saussure (1857-1913)🡪 este autor define a la
lingüística de un modo totalmente novedoso: en ese momento estaban en la lucha
entre las Teorías Realistas y las Teorías Nominalistas🡪 Saussure va a romper con
esa “pelea” y va a introducir una lingüística totalmente moderna.

La teoría de Saussure llega a los oídos de Lacan por su amigo Lévi-Strauss🡪 había
aplicado la lingüística de Saussure al campo de la antropología; y en cierto punto,
Lacan toma la teoría de Saussure y la introduce al campo del psicoanálisis.

Lacan se toma de esto y es toda la parte de la teoría estructural de Lacan sobre el


lenguaje.

Saussure🡪 propone una lingüística como la ciencia que estudia un sistema de signos
que forman una lengua, forman un sistema🡪 es decir forman un conjunto de signos
que forman un lenguaje, que no tienen valor por sí mismos, ni por su materia, sino por
su relación con los demás.

En el teórico de Andrea hace una relación (que también la hace Saussure) con
respecto a una analogía entre lo que es el lenguaje y el juego de ajedrez. (Fijarse en
el texto).

Para Saussure, el lenguaje es un sistema que se organiza por 4 pares antagónicos:

1. Lengua- habla.
2. Significante- significado.
3. Sincrónico- diacrónico.
4. Sintagma- paradigma.
Estos 4 pares antagónicos son los que constituyen el lenguaje. Habíamos dicho que
propone que la lingüística es una ciencia que estudia un sistema de signos que forman
una lengua.

Hay un primer par que constituye el lenguaje que es: lengua y habla🡪 la lengua es
el conjunto de signos lingüísticos y el habla o palabra es el acto individual de
apropiación de esa lengua.

El otro par es el que ubica el signo lingüístico con 2 caras: que son el significado
que va sobre la barra y el significante que va debajo de la barra. Esto es el signo
lingüístico y está constituido por el significado que es el concepto de la cosa
y remite al significante; y el significante que es la imagen acústica🡪 pero por
“imagen acústica” no tenemos que entender que es el sonido sino que es la huella, la
marca, una representación del sonido.

Esta relación entre significado y significante es una relación que Saussure marca
como una relación absolutamente arbitraria🡪 que la silla se llame silla🡪 esa unión es
totalmente arbitraria. Lacan va a tomar esto, va a introducir una modificación en
el formato del signo y además va a extremar aun más la noción de arbitrariedad
del signo.

Tenemos el tercer par antagónico que es sincronía y diacrónica🡪 y Saussure nos


va a decir🡪 desde el punto de vista sincrónico la lengua (el sistema de signos) se
puede ver o un momento dado🡪 como si fuera una foto o como un devenir, como un
flujo más largo🡪 que es el diacrónico🡪 como si fuera una película.

Hay dos formas de pensar la lengua como sistema de signos como de una manera
sincrónica (como un corte en un momento dado) o de una manera diacrónica
(como si fuera un flujo a lo largo del tiempo).

El cuarto par antagónico🡪 es la que ubica como sintagma y paradigma🡪 entonces,


¿de dónde parte Saussure? Parte del carácter lineal del significante: el significante
al tener un carácter acústico se caracteriza por necesitar un tiempo para desarrollarse
y una linealidad en el tiempo🡪 Esto representa una extensión que se mide en una
dimensión temporal. Pero esta unilinealidad que marca Saussure y que también
Lacan va a decir que no se trata tanto de una unilinealidad sino más bien de un
pentagrama (que ya lo vamos a ver)🡪 puede dividirse en dos ejes: en el eje
sintagmático: por continuidad de segmentos (un segmento se relaciona con el
anterior y el posterior) y el eje paradigmático que no es por continuidad sino
que es por asociación🡪 es decir que a todos los segmentos que podrían ocupar un
lugar en ese segmento.

Este es el valor de la metáfora, es decir, ¿cuántos segmentos pueden estar en ese


mismo segmento? 🡪 Es por asociación no por continuidad en el tiempo. Es por
asociación metafórica que uno hace con otra cosa.
Esto es lo que después otros autores, Jakobson va a retomar como la metonimia que
sería el eje sintagmático y en el eje paradigmático el eje de lo que Jakobson va a
llamar metáfora.

Jakobson es también un lingüista🡪 que es también heredero de la teoría de Saussure


y que se nombra como estructuralista.

-Les propongo retomar como orientador de este video la frase: “toda estructura de
lenguaje es la que el psicoanálisis descubre en el inconsciente”.

Tomamos entonces lo que decía Saussure🡪 habla de que la lengua es un sistema de


signos, que cada elemento del lenguaje tiene un valor en relación al otro elemento, la
noción de arbitrariedad del signo para Saussure y que los elementos son elementos
diferenciales🡪 todo elemento se define de modo negativo🡪 es decir, su característica
fundamental es “ser lo que los otros no son”.

-Lacan está discutiendo en este momento con los postfreudianos y va a decir que la
estructura del lenguaje es la estructura que un análisis descubre en un inconsciente🡪
tomando como referencia lo que dicen Saussure, Jakobson, Levi-Strauss y las
modificaciones que va a introducir Lacan.

Pensar al inconsciente como una estructura es vaciarla de ser toda una sede de
instintos y de significados.

La idea de Lacan es mostrar que el lenguaje preexiste al sujeto y que es su


condición. La estructura del lenguaje🡪 estructura al sujeto y no a la inversa🡪 el
sujeto no es amo del lenguaje sino que es efecto del lenguaje.

Lacan va a tomar al signo de Saussure y lo va invertir🡪 va a ubicar el significante


arriba de la barra y el significado debajo de la barra.

Y lleva el signo al campo del psicoanálisis🡪 este cambio implica la función activa del
significante determinando al significado, su preexistencia.

Este cambio implica la primacía del significante por sobre el significado🡪 que muestra
que el significante pasa a significar cuando se combina con otro significante.

Ej: “yo te quiero” / “yo te quiero matar”. (Ejemplo en el texto de Berger)

El significante por sobre el significado indica que es de su combinatoria que se


produce el significado. El significado es consecuencia de la combinatoria del
significante.

También cambia la función de la barra🡪 Lacan dice que hay una resistencia a la
significación, la barra remite a la represión y por otro lado, a la inexistencia de un
sentido propio.
Habíamos dicho que la relación que Saussure ubicaba entre significado y significante
era arbitraria🡪 Lacan extrema más esta idea🡪 dice que esta barra indicaría la
inexistencia de un sentido propio. La idea de que el significante que origina la génesis
del significado implica que el concepto de arbitrariedad señalado por Saussure es
insuficiente. Así Lacan en función a la experiencia del psicoanálisis señala que no hay
sentido propio. Es decir que la relación entre significado y significante, para Lacan, es
azarosa, contingente. Esto genera como consecuencia que el inconsciente se vacía,
deja de ser sede de contenidos y significados.

Ningún significante quiere decir algo de antemano🡪 de este modo, esta idea del
significante como huella tomado en términos de Saussure🡪 le sirve a Lacan para
vaciar de contenido al inconsciente: que no hay significados previos en el
inconsciente. No es un depósito de instintos. Si está vaciado de significados el
inconsciente es un inconsciente actual🡪 hay significantes pero sin contenido🡪 ya que
para Lacan un significante solo no significa nada🡪 está vaciado de sentido🡪 es decir
que el sentido se produce en su combinatoria con otro significante🡪 es efecto de esta
combinatoria.

Entonces, la idea de pensar el inconsciente estructurado como un lenguaje es decir,


el inconsciente está constituido por significantes que no tienen un sentido previo, sino,
que son significantes solos, aislados, que solo producen significado en su
combinatoria.

El inconsciente entonces se lee en los cortes del discurso, en los fallidos; es cuando
el discurso tropieza en los lapsus🡪 allí es donde aparece esa significación o sentido.

No es que está dada en algún lugar retrogrado, en alguna parte como si lo pudiéramos
materializar🡪 se produce en esa misma combinatoria y en esos cortes del discurso.

La significación se va a ir deslizando, no está presente en los significantes de una


manera anterior sino que se va deslizando entre ellos. Un significante por sí mismo
no significa nada, por eso decimos que la barra daría cuenta de la imposibilidad de
que el significante represente de un significado.

La barra da cuenta de que la significación se va a producir en esa combinatoria,


además toda significación es metafórica en el sentido de que no hay un sentido propio,
único; toda significación remite a otra significación que van encadenadas.

Hay algo que siempre se nos va a escapar, que siempre queda un resto.

Entonces entiende al inconsciente está estructurado como un lenguaje🡪 el


inconsciente se estructura como un lenguaje. Para Lacan, al invertir el signo
lingüístico de Saussure🡪 va a decir que el lenguaje está constituido por significantes,
armando un sistema. Entonces, lo que va a servirle esto para el campo del
psicoanálisis es para vaciar de sentido al inconsciente, para presentar un icc actual
que está constituido por significantes que no tienen una significación previa sino que
es por su combinatoria previa que producen una significación, que no está dada de
antemano.

Para el video de hoy partimos de la idea de ubicar el título🡪 el pathos del lenguaje🡪
que ubicamos que quiere decir: la experiencia que el sujeto hace del lenguaje.

“Toda la estructura del lenguaje en el psicoanálisis se descubre en el inconsciente”.

Es un lacan estructuralista en ese momento y ubicamos que toma la teoría de


Saussure🡪 teoría renovadora de la teoría lingüística. Y también ubicamos
modificaciones que realizó Jakobson que era un seguidor de Saussure.

Saussure no se nombraba como estructuralista.

El camino que seguimos en el video es tratar de ubicar que modificaciones introduce


Lacan sobre todo en la idea del signo, que es que lo invierte. Entonces, ubica una
primacía del significante sobre el significado; y la caída de esta relación biunívoca que
todavía unía al significante y al significado en la teoría de Saussure.

No hay un sentido único, para Lacan queda declarada la independencia de los dos
órdenes, entre el significante y el significado🡪 es decir la primacía de lo simbólico por
sobre lo imaginario. Es decir el significante pertenece al campo de lo simbólico y el
significado permanece al campo de lo imaginario.

Puesto que el significante es la imagen acústica del signo lingüístico pertenece al


orden simbólico porque habíamos dicho que Saussure ubicaba a la imagen acústica
no como el sonido sino como la huella/la marca🡪 y esto es lo que toma Lacan para
decir: son los significantes sin significado los que marcan el inconsciente y el
significado es lo que se produce en la combinatoria de significantes.

Mientras que el significado que es el efecto de esa combinatoria significante se


localiza en el campo de lo imaginario. Lacan en una conferencia que escribe en 1953
“lo simbólico, lo imaginario y lo real” da dos ejemplos de esta independencia entre el
significante y el significado🡪 lo ubica en la contraseña y en el lenguaje estúpido del
amor.

En la contraseña se ve algo, en la contraseña no importa para nada su significación,


lo único que importa es que por medio de ella uno pueda reconocer.

Ej: en las películas de espionaje uno tiene que decir una palabra y te abren una puerta.

Esto es lo que representa al sujeto para otros significantes.

Los significantes sueltos no significan nada y unidos engendran el efecto de


significación. Y el ejemplo de la contraseña implica esto: solo decimos un significante
y nos dejan entrar.
El lenguaje estúpido del amor también lo es; ejemplo: decirle a una persona que uno
quiere “gusanito mío” es como hacer un uso separado, es totalmente independiente
de su significación.

Ahí estamos dando cuenta, en estos dos ejemplos, de la independencia del


significante y del significado.

-Ahora vamos a ubicar cuestiones en relación al sujeto: la teoría del sujeto🡪 ¿en
donde se soportan las cadenas significantes? Se soportan en el sujeto.

El sujeto es soporte del discurso y es efecto del lenguaje.

El soporte de la cadena significante es al mismo tiempo efecto de la cadena. Esto es


lo paradójico.

El sujeto es el que soporta y el que produce la cadena misma🡪 cada significante no


está relacionado en un sentido particular como dijimos en el inconsciente sino que se
produce un sentido en relación a otro significante. Por eso Lacan no puede decir
que un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante, cada
significante es un corte en la continuidad.

Para Saussure el signo lingüístico es el corte producido en una masa amorfa, para
Lacan el significante es lo que podemos decir: corta, viene a producir ese sufrimiento
en la masa amorfa del ser viviente. Es ese efecto que produce en el cuerpo🡪 esa
pérdida de lo instintivo y es la introducción en el campo del lenguaje.

El lenguaje, a través del significante, corta/fragmenta lo viviente del sujeto de las


zonas erógenas.

Entonces, lo que hemos presentado en relación a la teoría del sujeto, se sostiene en


la lógica el significante. Por eso podemos decir que se trata de un sujeto del
significante y que Lacan matematiza, de una manera particular, que es escribiendo
una S (en mayúscula) barrada🡪 es decir un sujeto sujetado a los significantes que lo
producen. Pero a medida que Lacan avanza en su clínica y en la transmisión de la
clínica, se encuentra con que el sujeto del significante hay que pensarlo por la
incidencia del goce que se produce en él.

En el foro🡪 muchas preguntas en cuestión del goce🡪 concepto que lo vamos a ir


viendo a lo largo del año🡪 pero voy a ubicar que ahora lo podemos pensar como una
forma de satisfacción paradojal que se encuentra en juego en el síntoma, como la
descubre Freud.

Entonces, para concluir, hoy podemos decir que a esta altura, en los años 50 de
Lacan🡪 la enseñanza clásica de Lacan🡪 encontramos a un sujeto definido por la
lógica del significante. No es que el sujeto domina el lenguaje sino que la idea de
Lacan es que es efecto del lenguaje🡪 que es en los interdicios entre significantes que
se produce el sujeto en su dimensión de sujeto sujetado por los significantes.
Pero tenemos también en el horizonte que acoplar la definición al sujeto en su
dimensión de goce que lo habita.

El sujeto es efecto del lenguaje como efecto de significación.

Lacan va a introducir un sujeto barrado en relación a la noción de goce que vamos a


ir viendo a lo largo del año y que habla de un sujeto que está habitado en su dimensión
de goce que en esta dimensión del sujeto como efecto del lenguaje no está tomada
por Lacan.

CLASE 7 SEMINARIO

Esta semana trataremos el tema de “El Estadío del Espejo”.

Lo primero que podemos decir es que el estadío del espejo es la versión lacaniana
de la teoría del narcisismo freudiana. Con Freud vimos tres indicaciones centrales: en
1911, en el historial de Schreber, Freud define al narcisismo como una fase del
desarrollo libidinal, y la ubica entre el autoerotismo y la elección de objeto. En 1914,
en introducción del narcisismo, lo va a definir como un nuevo acto psíquico.
Más tarde, en 1923, en el texto “el Yo y el Ello”, Freud nos dirá que “el Yo, antes que
nada, es Yo corporal. No sólo una superficie, sino la proyección de una superficie”.
Es a partir de esta última definición que Lacan se basa para dar cuenta del estadío
del espejo.

En 1936 y en 1949, encontramos antecedentes de este concepto en lo que se conoce


como “los escritos 1”. Sin embargo, en 1953 lo formaliza en el “seminario 1”, que da
cuenta del comienzo de su enseñanza. Todo este primer tiempo de la enseñanza de
Lacan se lo conoce como “el retorno a Freud”. Y es justamente porque se puede ver
allí el esfuerzo que hace Lacan para retomar los impasses freudianos. Él nos va a
proponer releer a Freud, pero esta vez desde los tres registros: imaginario,
simbólicos y real; los cuales funcionan de ordenadores y nos permiten ubicar
el diagnóstico diferencial. Podemos decir que, a partir del estadio del espejo,
Lacan nos propone leer al narcisismo bajo los ordenadores imaginario,
simbólico y real.

Vamos a los textos de la semana. En el Capítulo 7, que se llama “la tópica del
imaginario”, Lacan discute con Melanie Klein acerca el caso Dick. Él va a decir que
todo el tema de las cantidades es relativo. Y trata de pensar el caso de manera
estructural. Para esto, se va a servir del estadío del espejo. Y para desarrollar ese
concepto se va a servir de la óptica, al igual que Freud. Recordarán que, en la
interpretación de los sueños, Freud explica el aparato psíquico a partir del
“esquema del peine”, sirviéndose de la óptica.

¿Por qué la óptica es tan importante? Porque en óptica las imágenes presentan
variedades singulares. Existen dos tipos de imágenes en óptica: una que llamamos
imágenes virtuales, estas imágenes que en tiempo de coronavirus están a la orden
del día, pero que en la época de Lacan él las ejemplifica con la imagen del espejo
en el cual yo me veo reflejado; luego tenemos las otras imágenes que llamamos
imágenes reales, estas imágenes son aquellas que se comportan en
determinadas condiciones como un objeto real, por ejemplo, el arcoíris. El
arcoíris es un fenómeno puramente subjetivo el cual nosotros vemos allí donde
no está. Sin embargo, podemos captar su imagen con una cámara fotográfica y lograr
una imagen objetiva.

Entonces, Lacan va a preguntarse: ¿dónde se encuentra lo subjetivo y dónde


encontrar lo objetivo? Para responder a esta pregunta Lacan toma una experiencia
de la física llamada “la experiencia del ramillete invertido”. Esta experiencia le
permite pensar cómo se articulan lo imaginario, lo simbólico y lo real en la
constitución de la realidad y en la constitución del Yo. Para Lacan, el espejo es
una máquina simbólica que nos permite diferenciar dos espacios: un espacio real y
un espacio virtual. Al mismo tiempo que están en una relación biúnica, ya que se rigen
por un principio matemático que dice que “a cada punto de un espacio le corresponde
un solo punto en el otro espacio”. Es decir que “espacio real” y “espacio virtual”
pueden confundirse (ej: debido a la pandemia estamos en una cursada online, alguien
puede decir que es lo mismo pero sabemos que no es lo mismo; no es lo mismo un
video que una clase presencial. Podemos diferenciar, distinguir).

La experiencia del ramillete invertido nos va a servir para pensar cómo se forma una
unidad, una totalidad, una Gestalt entre una unidad imaginaria y una fragmentación
corporal. Para que esta ilusión se produzca, hace falta un espejo cóncavo, que es el
que va a permitir obtener una imagen real. Además, en nuestro caso, vamos a tener
un florero que está a la vista, más un elemento real que, en nuestro caso, son el
ramillete de flores, las cuales están ocultas en el interior de la caja. El ramillete de
flores se reflejará en el espejo cóncavo para aparecer en el punto luminoso simétrico,
formándose así una imagen real, y lo que estaba oculto en un primer momento
aparecerá. Veremos entonces un ramillete de flores imaginario que se forma en el
cuello del florero, dando la ilusión de que esas flores están contenidas por él.
Con esta experiencia, Lacan nos quiere hacer sentir cómo, a partir de un nuevo acto
psíquico, las pulsiones parciales se reúnen al igual que las flores en el florero.
Y esto que en un primer momento no se ve aparecerá en un segundo momento,
cuando hayamos logrado la unidad. Por eso decimos que el cuerpo es una formación
imaginaria que se adquiere secundariamente. Es decir que no está desde el inicio.
Esto nos diferencia en la concepción de cuerpo que tiene el psicoanálisis de, por
ejemplo, la biología que lo piensa como un organismo.

Ahora bien, Lacan va a decir que para se arme esta ilusión es necesario algo
más: el punto justo desde donde se mira. De eso dependerá que la ilusión de
totalidad surja o no. Este punto justo, al que hace referencia Lacan, es la posición del
sujeto. Qué lugar ocupa el sujeto en el campo del otro, en el mundo simbólico.

Veamos cómo lo dice Lacan (Pág. 130): “¿Qué significa entonces este ojo que está
aquí? Significa que la relación entre lo imaginario y lo real, y en la constitución del
mundo que de ella resulta, todo depende de la situación del sujeto. La situación del
sujeto está caracterizada esencialmente por su lugar en el mundo simbólico.
Dicho de otro modo, en el mundo de la palabra. De ese lugar depende que el
sujeto tenga o no derecho a llamarse Pedro. Según el caso, estará o no en el
campo del cono”.

¿Qué nos quiere decir Lacan con este párrafo? Que para que se produzca la
imagen, para que se logre tener un cuerpo y poder armar el mundo a partir de
ahí, es necesario un acto de palabra. Y este acto de palabra viene del campo del
Otro, del Otro del lenguaje. Fíjense cómo todo está regulado a través del orden
simbólico, de su estructura. Este orden simbólico lo vamos a ubicar en el Ideal
del Yo. El Ideal del Yo es lo que guía al sujeto. ¿Cuál es el Ideal del Yo en esta
experiencia? Es desde donde el sujeto se mira, es el ojo, es la posición del
sujeto en el cono. La distingue de lo que llama el Yo Ideal, que es la imagen que
miro, que veo cuando me veo en el espejo.

Veamos cómo Lacan ubica esta distinción (Pág. 215): “En el hombre no puede
establecerse ninguna regulación imaginaria, verdaderamente eficaz y completa
sino es mediante la intervención de otra dimensión. Esta posición sólo puede
concebirse en la medida que haya un guía, que esté más allá de lo imaginario a
nivel del plano simbólico. Ese guía, que dirige al sujeto, es el Ideal del Yo (…) El
Yo Ideal, en tanto hablante, puede llegar a situarse en el mundo de los objetos
a nivel del Ideal del Yo, o sea, a nivel de donde puede producirse captación
narcisística con que Freud nos machaca los oídos a lo largo de todo este texto”.

Es decir que para que un sujeto se represente y se reconozca como una imagen
entera totalitaria y unificada necesita algo que le venga de afuera. Ese algo que el
sujeto encuentra en el afuera es lo que llamamos la identificación imaginaria o
narcisista. Entonces, para que el niño adquiera un cuerpo es preciso que, en un primer
momento, capte la imagen del otro semejante como una totalidad. A partir de que
puede aprehender esa imagen del otro semejante en tanto totalidad va a adquirir un
cuerpo. Fíjense que todo esto es algo alienante. Por eso decimos que el Yo no da
identidad; lo que da es unidad.

Lacan nos va a hablar de dos narcisismos. Lo explica en el Cap. 10 volviendo


nuevamente al gráfico, pero, esta vez, el gráfico es el modelo del florero invertido. Él,
por una cuestión de comodidad, en este gráfico invierte el modelo en el lugar de las
flores. Lo que está oculto va a ser el florero. Pero lo que nos importa es que en este
esquema agrega el espejo plano.

Éste es el esquema de los dos espejos. Acá tenemos el espejo plano y el espejo
cóncavo. Hasta acá la experiencia del ramillete invertido, que habíamos visto hace un
rato. Lacan entonces va a hablar de dos narcisismos: un primer narcisismo que
es común a todo ser vivo, tanto animal como humano, y es el que permite armar
el mundo a partir de la matriz del propio cuerpo. Es decir que la imagen real es
igual al objeto. Luego va a hablar de un segundo narcisismo, que es propio del ser
parlante, y es que la imagen en el ser humano está virtualizada. Su imagen
corporal aparece en el plano virtual. En el ser parlante siempre hay una distancia, una
hiancia, entre la unidad que reconozco como propia y la imagen virtual (lo que soy).
Su ser no queda captado completamente, no queda identificado con esa imagen. Por
eso decimos que se tiene cuerpo y no que se es un cuerpo.

Esta diferencia que encontramos entre el animal y lo humano se debe a que en el


animal la imagen es eficaz (esto lo desarrolla muy bien la etología). Alcanza con una
determinada imagen para despertar en el animal conductas instintivas, ya sean del
orden de la autoconservación o de la conservación de la especie. Incluso, en algunos
animales lo imaginario alcanza hasta el organismo, hasta las funciones fisiológicas.
Este es el caso, por ejemplo, de las palomas: las palomas hembras para ovular
necesitan ver a otra paloma. Lo curioso de esta situación es que el
desencadenamiento de todo este proceso fisiológico de maduración del óvulo no
necesita la presencia real, el objeto real (la otra paloma). Alcanza con su propia
imagen en el espejo. Fíjense cómo allí podemos ubicar que la imagen es igual al
objeto.

Esto es lo que no funciona en lo humano. Sabemos, desde Freud, que no hay un


objeto predeterminado para la pulsión. Más bien, no es la imagen lo que orienta al
objeto sino que es el objeto que está escondido en la imagen. Esto lo vemos en tres
ensayos: allí Freud nos va a decir que las imágenes fragmentarias son las que
satisfacen las pulsiones parciales. Es decir que en la elección de objeto, para que
despierte nuestro interés es necesario que ese objeto porte determinadas
condiciones. Esto también ocurre en relación a la autoconservación. No alcanza con
ver la imagen de una teta para que el bebé se alimente; es necesario el otro, es
necesaria la función madre para que ese niño adquiera la succión y pueda
alimentarse.

Podemos preguntarnos por qué en el humano no es eficaz la imagen. En Lacan


anterior a 1953, va a decir que el imaginario es insuficiente y es lo simbólico que viene
a suplir su falla. Sin embargo, a esta altura el revierte su lógica y va a decir que,
justamente, porque el ser humano es un ser parlante eso desarregla a lo imaginario.
Es decir que lo simbólico es lo que desacomoda al imaginario. Esto lo vamos a poder
bien en el caso Schreber: ahí el caso nos muestra cómo todo su ser queda parasitado
por el lenguaje.

La pregunta que nos podemos hacer es: ¿Si la imagen no conduce al objeto, como
en el caso del animal, qué es lo que conduce en el humano? Ahí Lacan nos va a decir
que lo que nos guía, lo que nos conduce hacia el objeto es lo simbólico. Y en particular
el Ideal del Yo, el cual está dirigido por la voz del Otro, ese otro que nos habla y nos
da soporte del Yo.

En el seminario 3, Lacan nos pregunta qué noción de narcisismo tenemos


después de todo lo trabajado. Lo que se puede resaltar del narcisismo es,
justamente, su ambigüedad. Por un lado es una relación amorosa, con Freud
aprendemos que el Yo es el primer objeto de amor. Pero también es la base de la
tensión agresiva. Esto puede observarse cuando un niño atraviesa la etapa
narcisística, lo que se conoce como el transitivismo. Por ejemplo: cuando un niño está
en esa etapa y se encuentra jugando con otro y uno de los dos agarra un autito, basta
que agarre ese objeto para que el otro quiera el mismo objeto. Ahí empiezan las
peleas. Otro ejemplo: cuando el niño nos habla en tercera persona (“el nene quiere la
película” o “el nene tiene hambre”).
Lo que quiero que ustedes capten es que en la relación imaginaria en el narcisismo
no hay dos lugares, hay un solo lugar. Entonces, para obtener mi unidad es
necesario fragmentar la imagen del otro. Es lo que ocurre en las peleas donde se
quiere destruir al otro: es o yo o el otro. Esto también se lo conoce como la célula
básica paranoica. Y el estadío del espejo viene a poner en evidencia esta relación
agresiva, ya que desde la constitución del Yo, en el inicio mismo, el Yo es otro. Es
decir que en el plano imaginario encontramos inestabilidad, producto de la hiancia
que existe entre la imagen y el Yo.

Para que se mantenga la relación, la función y la distancia, nos va a decir Lacan, es


necesaria la figura de un tercero. Y este es el sentido del Complejo de Edipo. ¿Qué
es lo que regula el Complejo de Edipo? La figura de un tercero: el Padre. El Padre en
tanto función. Entonces, el Nombre del Padre es lo que impide que se produzca el
estallido imaginario. Esto lo vamos a ver muy bien en el caso Schreber: Schreber es
un sujeto que no cuenta con el significante del nombre del padre. Es un significante
que en este sujeto está forcluido. Entonces, en un momento determinado, vemos
cómo todo su mundo imaginario se derrumba. Se produce esta disolución imaginaria.

Para finalizar, me gustaría hacer un punteo, a modo de resumen, de lo que hemos


visto hoy:
1. Para adquirir un cuerpo, es necesario poder aprehender la imagen del otro
semejante como una unidad completa. Un Gestalt. Esto es posible a través de
las identificaciones imaginarias. Por eso decimos que el cuerpo es una
formación imaginaria, de modo que el Yo no nos aporta identidad; nos da
unidad.
2. Para que esto sea posible y a partir de mi matriz corporal pueda armar el
mundo, es necesario que todo esté regulado por lo simbólico.
3. En el humano, la imagen no tiene la misma eficacia como en el animal. Y esta
desacomodación de la imagen es efecto de estar atravesados por el lenguaje
desde antes de nacer. Lo simbólico desarregla lo imaginario.
4. Lacan nos habla de dos narcisismos: un narcisismo común a todo ser vivo,
animal o humano, donde la imagen es igual al objeto. Y el segundo narcisismo,
propio del ser humano, donde la imagen se visualiza. Hay una distancia entre
la imagen y el Yo. Por eso decimos que el Yo es otro.
5. El Ideal del Yo es lo que orienta al sujeto y le hace de soporte al Yo, mientras
que el Yo Ideal es lo que permite la constitución imaginaria. En el esquema de
los dos espejos esto se traduce de la siguiente manera: el Ideal del Yo es el
ojo ubicado en el cono, es desde donde el sujeto se mira en el campo del Otro.
Mientras que el Yo Ideal es el espejo plano, la imagen del otro semejante, es
desde donde el Yo se ve. Es importante no confundir el sujeto y el Yo. Éste es
uno de los efectos del lenguaje: separar el cuerpo del sujeto.
6. El narcisismo es una relación eroto-agresiva, y esto produce cierta ambigüedad
haciendo al plano imaginario inestable.
7. Para que no se produzca una disolución imaginaria en la relación entre el Yo y
el otro semejante, se necesita lo simbólico. El Nombre del Padre es el que
permite relación, función y distancia evitando así el estallido imaginario.

CLASE 8 PRÁCTICO
CASO SCHREBER.

Schreber era un abogado, juez en un tribunal. Hijo de un médico reconocido de la


época. Schreber escribe su testimonio entre 1900-1902, estando internado en la
clínica. Fue publicado en 1903.
Cuando escribe sus memorias, piensa en publicar para colaborar con las verdades
de la ciencia y con las verdades de la religión. Él escribe esto en un momento donde
está atravesando todo su padecimiento con muchos detalles a nivel del cuerpo. Tiene
el detalle de contarnos ese edificio que está armando. Esas reflexiones que va
haciendo lo hace a pesar de todas sus vivencias, todas las voces que está
escuchando y va redactando esas memorias.
Se lo declaró insano, y sin derechos de sus propios bienes. Asume su propia defensa.
Pierde el juicio, y lo vuelve a apelar y logra que le den el alta. Sin desconocer en
absoluto su verdad, su sistema delirante. Él se ve llamado a remediar el mundo y para
eso es necesario transformarse en una mujer, la mujer de dios y crear así una nueva
raza de hombres.
Schreber cuenta que tuvo dos veces enfermo. Es una enfermedad de los nervios, por
un exceso de esfuerzo mental. Él era juez de un tribunal, e ingresa en la clínica y
entra con un cuadro de hipocondría grave. Es tratado en la clínica, estos 6 meses. Es
dado de alta, y vuelve a trabajar. Feliz, salvo por la dificultad de tener hijos. La
segunda vez que se enferma es en 1983, le llega un nombramiento para ser
presidente de la sala del tribunal, cargo importante. Cuenta que ahí ubica su
enfermedad, desde que lo nombran y asume el cargo. En ese periodo le pasan dos
situaciones. El tiene uno sueños que se vuelve a enfermar y vuelve a la clínica. Se
despierta aliviado de que sea un sueño. Cuenta de una representación que se le
aparece entre dormido y despierto de lo hermosísimo que sería ser una mujer en el
momento del coito. Es una representación que es ajeno a él, toca su virilidad.

Asume su cargo en octubre y vuelve su enfermedad. Comienza con un insomnio


martirizador. Entra en una profunda angustia, está sin dormir, tiene estados de
agitación que lo llevan a incluso hacer intentos de suicidio. Aparecían sucesos
extraños, el trataba de dormir, pero aparecía un crujido en la pared que lo hacía
despertar y no lograba dormir. Más tarde las voces le confirman, eso que no entendía
en un principio, que ya eso eran señales divinas que le impedían el dormir. Va
devuelta a la clínica y queda internado. Sufre las peores disimilitudes de su
padecimiento. Vuelve a hacer muchos intentos de suicidio, y lo medican con
medicamentos de esa época. Hay un momento, donde el nombre unos episodios.
“Nuevo colapso nervioso”, en un momento donde su mujer está de viaje y cuando ella
vuelve ya para él no es lo mismo. No la puede mirar desde la misma manera, una
consistencia distinta, a modo de una mujer hecha a la ligera. Este mundo que se le
vuelve a el de hombres hechos a la ligera va a tener que ver con una retirada de la
libido del mundo como la experiencia del fin del mundo. En principio esto es parcial,
le pasa con la mujer, y pide no verla más. En ese momento le ocurre un derrumbe
espiritual, así lo llama el. Nos cuenta que en una noche tuvo como media docenas de
poluciones nocturnas y es el primer momento en el que tiene trato con fuerzas
sobrenaturales.
Empieza la desconfianza con el médico porque le dijo que esas poluciones son
producto de sus fantasías. Pero después de ese derrumbe, se da cuenta que su
médico no tiene buenas intenciones con él. Esto es a raíz de que el le pregunta a su
médico si cree que va a mejorar y el médico le da ciertas esperanzas. Es a partir de
ahí que comienzan las voces a indicarle que el médico quiere cometer un suicidio con
él. Empieza el delirio persecutorio. Flexi(médico) quiere convertirlo en mujer para así
abusar de él, de su alma y tirar su cuerpo a la putrefacción. Esto no lo puede hacer
solo dice Schreber. Flexi se pone en contacto con Dios por fuera del orden cósmico.
Esta teoría Schreber la arma a posteriori, porque primero aparece todo ese desorden,
toda esa caída del mundo que tiene que ver con todo ese delirio persecutorio.
Flexi se pone en contacto con dios, cosa que no puede ser posible porque dios no
podía estar en contacto con los vivos. Flexi quiere cometer un almicidio con él, se
trata de esta emasculación (transformación de la mujer) por fuera del orden cósmico.
Sus nervios se conectan con los nervios de flexi. Flexi se mete, le habla a través de
sus nervios. Las voces que hablan con él, les va indicando cómo es la cuestión. Sufre
en el cuerpo estas cuestiones de la pérdida de unidad interior. Aparecen fenómenos
en el cuerpo donde se le desarma la tráquea, restablecimiento del cerebro, es decir
una serie de torturas que siente en el cuerpo. Esto está comandado por los rayos y
Flexi es el instigador. Las voces que todo el tiempo lo torturan diciendo que el es una
mujer y lo indignante que era esa situación y la única solución que encontraba para
eso era el suicidio.
En un segundo momento habla del complot que se arma en contra de él. No solo es
Flexi sino ahora también Dios se pone en perseguidor. Es el momento en donde uno
podría decir que hay mayor ramificación de todos los síntomas, lo nombra “babela en
la cabeza”. Voces de vivos y muertos hablándole a el y entre ellos, la manipulación
con el cuerpo, la compulsión de pensar. Esto lo lleva al cambio del delirio de
persecución a lo que es un delirio de grandeza, una reconciliación con esta
transformación en mujer.

El ya no pasa a ser una prostituta, sino que, en este momento acorde con el orden
del universo, tiene que producirse esa transformación en mujer para ser fecundado
por Dios y crear una nueva raza de hombre. “Razia de almas”, esto podría leerse
como un acotamiento en relación de las voces, no dejan de estar las voces, pero se
comienzan a reducir. Esto implica cierta pacificación del sujeto, el se va a ir
manifestando en la aceptación de la transformación de ese cuerpo femenino y el
empezar a disfrutar de esos momentos en donde Dios le exige esa transformación.
Esta emasculación de mujer deja de ser insultante y cambia a la posición de ser ahora
la mujer de Dios acorde con el orden cósmico. Esto ocurre y fue elegido. Empieza a
aceptar esas modificaciones en su cuerpo, en donde el se relaja y comienza la
feminización. Se ve como este cuerpo en un momento se ve desanudado, desarmado
por cuestiones dolorosas a partir del delirio persecutorio como esta nueva posición,
nueva reconciliación encuentra de esta manera pacificar al cuerpo. A partir de esto
empieza a levantar las banderas de la feminización. Esta pacificación es lo que le va
a permitir volver a dormir.
Cuando el apela en su juicio para lograr su libertad el no niega su delirio. Con su
transformación de mujer, afirma que él no le molesta a nadie siendo la mujer de Dios.
Los encuentros y dejarse invadir por los nervios femeninos, va formando una situación
en el cuerpo que le permite dormir tranquilo.
CLASE 8 TEO

TEÓRICOS – Semana 8 – Berger

Tema: de la pulsión al goce: una noción freudiana🡪 la pulsión, al goce🡪noción


lacaniana.

El título ya nos muestra el movimiento, es decir, que el goce va a hacer una lectura
de la pulsión de Freud. Estos dos términos se equiparan pero no se aplastan, no se
reducen el uno al otro.

Harari🡪no es del campo del psicoanálisis, es un escritor, profesor de historia,


contemporáneo, escribe varios libros🡪 vamos a tomar dos capítulos del libro
“animales a dioses” en ese libro hace como una lectura de la historia de la humanidad,
recorta las distintas revoluciones (cognitiva, agrícola, industrial, científica) y en ese
recorrido se hace preguntas muy interesantes y llega a puntos que empalman con lo
que nosotros queremos transmitirles en el desarrollo de la cursada.

Cuando él se pregunta ¿Cómo fue que el homosapiens ha llegado a la escala más


alta de la vida animal? Y se responde: por el misterio del lenguaje. Es decir que ubica
el foco en el lenguaje. Es el lenguaje lo que nos diferencia del resto de los animales.
Un lenguaje se hace cultura y en esa cultura también se transforma en parasito de
cada uno de nosotros. Ubica el lenguaje y el misterio del lenguaje, pero lo que sí se
puede ubicar de ese misterio es que es un lenguaje que él propone llamar “el lenguaje
flexible” a diferencia de otros lenguajes: por ejemplo: los delfines / abejas que también
tienen su lenguaje. Pero podemos entender que el lenguaje de estos animales es un
lenguaje rígido que transporta/comunica una información que no se puede alterar, que
no es flexible. A diferencia de los seres humanos que contamos con un lenguaje que
es flexible, nosotros no transportamos una información cual si fuera un programa, una
información directa y literal de uno a otro (eso es lo que no pasa en los seres
humanos).

El trata de explicar esta flexibilidad en el lenguaje desde dos coordenadas:

Primera coordenada: nosotros con el lenguaje chismorreamos.

Segunda coordenada: nosotros con el lenguaje hacemos ficciones.

Chismorrear y ficciones🡪 son dos maneras de entender en qué sentido nuestro


lenguaje no es un lenguaje rígido. Eso es propio del ser humano.

Ejemplo: en una reunión decís algo que no querías decir🡪 te preguntas ¿por qué dije
lo que dije si no era mi intención de decirlo?

Nosotros ahí entendemos🡪 ¿Qué hay ahí metido en el chismorreo? 🡪 Los invito a
contestar que lo que hay en el chismorreo no es otra cosa que satisfacción que se
maneja a sí misma, que no depende de nosotros, una satisfacción que nos hizo hablar
lo que no pensábamos hablar, lo que no teníamos el cálculo de hablar y lo que no
sabemos ni para que lo hemos dicho.

Harari subraya el chismorreo como un uso muy particular y flexible del lenguaje que
escapa a los animales y sus lenguajes rígidos y nosotros podemos entender que lo
que causa a ese chismorreo no es otra cosa que la dimensión de una satisfacción
loca o paradójica con lo que Lacan llamamos, ahí hay metido algo, de lo que llamamos
el goce.

Por otro lado, también dice Harari, nos parece interesante🡪 las ficciones: es decir que
con el lenguaje hacemos existir lo que no existe, nosotros hablamos de cosas que no
tienen su referencia objetiva, real, en la realidad exterior. Sin embargo, esas ficciones
que hacemos con el lenguaje tienen un efecto de verdad, tienen un efecto de creer
en ella y eso nos lleva a un efecto de verdad, tienen efecto de verdad sobre nosotros.

No solo que creemos en ella sino que porque creemos en ellas las transmitimos a
otras generaciones.

Pero podemos agregar algo mas🡪 nosotros con las ficciones, creemos en ellas, las
transmitimos y muchas veces las padecemos🡪 por lo que podemos agregar el
siguiente pensamiento: si creemos, las sostenemos, nos manejamos con ellas a pesar
de que las padecemos a veces, ¿no es que ahí hay metido algo de una satisfacción
paradójica? ¿No hay ahí algo con lo que Lacan llamamos goce?

Entonces, chismorreo y ficción nos permite pensar un uso flexible del lenguaje pero
ese uso flexible es porque es flexible a un uso de goce.

En el capitulo siguiente (que no es obligatorio para leer)🡪 Harari se pregunta: ¿por


qué el ser humano, con ese uso flexible del lenguaje, a veces va y come demás? ¿Por
qué come demás en relación a lo que necesita su organismo? El se responde con un
gen…(no sé qué palabra dice ahí min 9:47) como herencia de la época en que éramos
cazadores y recolectores.

Es interesante que Harari no menciona en ninguna parte de su libro el término pulsión


de Freud, pero es ahí donde nosotros podemos contestar: ¿por qué comemos demás
a la necesidad del organismo? Le podríamos decir eso lo respondió Freud en 1915,
en su texto: pulsiones y los destinos. Ahí está metida la pulsión. Ahí empezamos a
ordenarnos desde el psicoanálisis con otra coordenada que es la pulsión. ¿Por qué
comemos demás y no nos ajustamos a la necesidad del organismo? Porque estamos
habitados por la pulsión.

¿Qué es la pulsión para nosotros? Freud le responde a Harari esta pregunta.

Para nosotros, desde Freud, desde 1915🡪 es un concepto límite entre lo psíquico
y lo somático. Limite🡪 podríamos decir “más litoral qué punto limítrofe”, es
decir, que ese borde no es tan preciso, Freud dice, entre lo psíquico y lo
somático, entre el lenguaje y el cuerpo. Entonces, el lenguaje muerde al cuerpo
y al morderlo tenemos ese efecto que es el efecto pulsional🡪 que hace que haya
ahí metido en nosotros, habitando en nosotros, una satisfacción que vamos a
terminar entendiendo con Freud🡪 paradójica, loca.

Entonces, volvamos para atrás, ¿qué es la pulsión? Es el concepto límite entre lo


psíquico y lo somático, entre el lenguaje y el cuerpo. Por eso Lacan (Berger invita a
leer el Seminario 11)🡪 la pulsión leámosla como un montaje que tiene cuatro
elementos heterogéneos, como si fuera un collage surrealista de elementos
superpuestos🡪 cuatro elementos heterogéneos entre sí.

¿Cuáles son esos 4 elementos que precisa Freud? Son el objeto, la fuente, la fuerza
y la meta.

¿Qué nos dice Freud del objeto? 🡪 El objeto y la pulsión no están unidos de manera
univoca. Que hay objeto para la pulsión pero ese objeto es contingente, es variable.
No es que el hombre es a la mujer y la mujer al hombre🡪 puede ser que al hombre o
a la mujer el objeto sea un zapato🡪 es decir, que el fetichismo nos muestra que entre
la pulsión y el objeto no hay un orden predeterminado sino que es variable. Es
contingente.

Una vez que se elige ese objeto se fija y empieza a ser siempre el mismo.

Entonces, el objeto de la pulsión es cualquier objeto que una vez que se elije ya
empieza a ser ese.

La fuente es el cuerpo, es esa parte del cuerpo, ese borde del cuerpo que llamamos
zonas erógenas. Si ustedes quieren, dice Freud, es la boca que se besa a sí misma.

Entonces, tenemos el empuje🡪 lo que descubre Freud, es que esa pulsión que habita
en nosotros, tiene un empuje constante, que no es rítmico porque lo rítmico tiene
pausas, tiene un tiempo de descanso. Lo que describe Freud respecto a la pulsión es
que es un empuje constante.

Además aclara que cuanto más le damos de comer no se sacia sino que más pide,
más quiere.

La meta🡪 que es la satisfacción. Solo busca satisfacerse. Pero no con fin último
porque sino tendría punto de llegada sino como un recorrido que se satisface todo el
tiempo en forma circular. Es decir, que la meta es la satisfacción que se satisface en
el trayecto mismo, en el recorrido mismo de esa pulsión. En ese recorrido circular,
nos invita a pensar Freud, se circunscribe un agujero, en ese agujero va a pasar a
ocupar un lugar el objeto elegido de manera contingente, pero una vez elegido, se
fija.

En el recorrido mismo, circunscribiendo un agujero donde va a ir a parar el


objeto pero podemos decir algo más, dice Freud, podemos decir que esa
satisfacción no apunta al bienestar ni a la felicidad, al placer necesariamente.
Es una satisfacción que va más allá del principio de placer. Por eso, Freud nos
invita a pensarla y a nombrarla como una satisfacción paradójica, una satisfacción
lógica que no va necesariamente hacia la vida sino que va hacia la satisfacción
más allá de todo principio del placer. Esa satisfacción que va más allá, esa
satisfacción que Freud nos llamó a pensar “loca/paradójica” es lo que Lacan
llama goce.

Tres características: la pulsión es acéfala🡪 porque como decíamos con el


chismorreo “dije eso más allá de mi voluntad y de mi conciencia”, no tiene mi cabeza
que la comanda sino que la pulsión se comanda y me comanda a mí, es anárquica🡪
cada una de esas pulsiones se satisfacen por su cuenta, no mantienen un orden
jerárquico, una no subsume a la otra🡪la pulsión oral, la pulsión anal🡪 cada una por
su lado; y es parcial🡪 porque nunca remite a una satisfacción total, no va a la
totalidad sino a la parcialidad de la satisfacción en sí misma.

Entonces, acéfala, anárquica y parcial🡪 es la manera que tiene Freud de describirnos


la pulsión. Es la manera en que se apoya Lacan para hablarnos del goce. Pero al
apoyarse en Freud, Lacan puede ampliar la cuestión del goce en relación a la pulsión.
Por eso, se equiparan pero no se reducen. Lacan puede ir más allá, ampliar el
panorama y decirnos hay más goce que el goce pulsional 🡪 ¿Qué otros goces?
🡪Hay una declinación del goce pulsional que lo podemos llamar🡪 Lacan lo llama a la
altura del seminario 20🡪 el goce del idiota🡪 el goce masturbatorio, al goce del
órgano🡪 a ese goce del órgano que quiere una vez más, una vez más, una vez más
un goce solitario sin el otro que lo maneja a uno. Entonces tenemos el goce del idiota
pero también tenemos el goce del sentido🡪 “la mejor para el otro”, lo que habla ahí
es un sentido, podemos encontrar en algunos sujetos que lo cuentan es que son “las
ratas para el otro”🡪 lo vamos a ver en el caso del hombre de las ratas🡪 como el
cuenta que es una rata para el otro, el no para de contar eso y en ese contar lo que
nosotros encontramos es que hay un goce de ser, una satisfacción se juega ahí, es
el horror del goce, ignorado por uno mismo de ser una rata para el otro.

Entonces tenemos: el goce del idiota, el goce pulsional, el goce del sentido y también
vamos a encontrar, entre otros goces, el goce del otro🡪 en la paranoia por ejemplo:
de ese otro que me persigue, el goce del otro sufrido, que me persigue, que me
acecha. Entonces ahí también tenemos otra dimensión del goce.

Lo que quiero decir con esto es que a partir de que Lacan va leyendo el goce apoyado
de la pulsión de muerte de Freud va ampliando con su clínica a una economía de
goces.

-En la actualidad si nos pensamos sumergidos en una sociedad de la transparencia


lo entendíamos como transparentes a un panóptico digital🡪 ese panóptico digital nos
alimenta, nos tira galletitas dulces que el goce quiere comer. Entonces, el panóptico
digital nos va tirando objetos que alimentan a la pulsión y cuanto más alimento le
damos, más quiere, entonces es uno más y uno más.

¿Cómo se puede articular la sociedad de la transparencia con el goce? Es que esta


sociedad del consumo nos va tirando objetos que la pulsión quiere agarrar, uno más,
uno más… siempre uno más en un imperativo que nos lleva, no necesariamente al
bienestar ni a la satisfacción.

CLASE 8 SEMINARIO
Esta semana vamos a trabajar sobre la presentación del seminario 3 de Lacan: “La
Psicosis”. Lo vamos a organizar en 5 puntos.

Punto 1. Lo primero a decir es que es un seminario en el que Lacan transmite una


posición ética inflexible, que es la ética de alojar decididamente la palabra del
psicótico. Es es el resumen fundamental del seminario. Y eso quiere decir que no
importa tanto tomarlo como una doctrina teórica cerrada. Esta posición ética no le
viene a Lacan ni de la filosofía ni de la contemplación; le viene de su práctica como
psiquiatra, como psiquiatra que se formó con los psiquiatras clásicos que ustedes
están estudiando, que hablaba con ellos, discutía con ellos y atendía 20 hs por día la
locura, la psicosis. Es desde ahí, entonces, que adopta esta posición ética de modo
muy apasionado, entusiasmado y decidido y la pone en juego en cada lección del
seminario.

Ustedes entonces trabajarán al psicótico, pondrán en el microscopio en cada capítulo


que estudien distintos sesgos de la relación del sujeto psicótico con la palabra. Así
que si en algún momento se pierden, esa es la brújula. Van a estar siempre
estudiando bien al ras de la experiencia la relación del psicótico con la palabra.
Punto 2. Son seminarios donde los fenómenos de la psicosis son designados
como trastornos del lenguaje. Esto es coherente con lo anterior: si trabajamos la
relación del psicótico con la palabra, es coherente definir a los fenómenos de la
psicosis como trastornos del lenguaje. Piensen que este término “trastornos” hay
que contextualizarlo en la época del seminario (1955). En ese momento, la escolástica
de la psiquiatría hablaba permanentemente de trastornos de percepción o trastornos
de juicio como maneras de hablar de una afección, ya sea en el juicio, en la
sensación, en la percepción; afecciones muchas veces sostenidas de un modo
orgánico y muchas veces descritas con avances, que van hacia progresos, que van
hacia el deterioro y a la anulación y desplazamiento de la subjetividad del psicótico.

Entonces, Lacan, al decir trastorno del lenguaje, también se está oponiendo a


definir los fenómenos de la psicosis como trastornos de juicio y percepción.
Piénsenlo así: trastornos del lenguaje no se está refiriendo a algún problema para
hablar o comunicarse sino que, más allá de la naturaleza que tenga (fenómeno
psicótico, alucinatorio o delirante), más allá de la descripción escolástica, Lacan
insiste que lo que interesa al clínico es que es un hecho del lenguaje. El psicótico
dice, enuncia ese fenómeno, sea alucinación o delirio (es interesante porque reúne
alucinación y delirio, ambos campos de la fenomenología psicótica como hechos de
lenguaje, como trastornos de lenguaje). Lo que interesa es que son hechos del
lenguaje, que tienen ciertas características particulares.

Por ejemplo, tanto en la alucinación como el delirio se encontrarán con signos de una
significación que se impone, una dialéctica estancada que no se desplaza, que no
remite. Hablaremos de certeza, ahí hay una relación con el significante alucinatorio
o delirante de certeza. Todo eso lo ampliaremos en las próximas clases. Sólo se los
nombro para ubicar que trastornos del lenguaje quiere decir: definir el
fenómeno psicótico por la relación del sujeto con la palabra, con el orden simbólico,
con el lenguaje. Y especialmente quiero destacar que es un hecho de palabra, y eso
implica que hay un sujeto en juego.

Entonces, hasta acá tenemos a Lacan plantando posición decididamente respecto a


sus contemporáneos, con una posición ética, con estos grandes estandartes que
son, en primer lugar, darle la palabra al psicótico y, en segundo lugar,
desplegar, potenciar la noción de que en el psicótico hay una plena
subjetividad.

En la misma línea quiero agregar que Lacan en la Pág 12/13 del Seminario 3 destaca
que Freud le entró a la psicosis por el lado de la paranoia. Entonces, exaltar eso para
Lacan es una manera de poner de relieve la relación del sujeto con la estructura del
lenguaje. Como ustedes saben, en la paranoia es más evidente y está muy alejada
de cualquier signo de deterioro o de demencia. Lacan enfatiza que no hay que asociar
la psicosis con la demencia, por eso entra del lado del polo paranoico de la psicosis.
Punto 3. El seminario plantea una atención que va a ser muy interesante de seguir
todo el año, que es la tensión entre tomar la psicosis como las otras estructuras
clínicas como estructuras irreductibles y bien diferenciables entre sí, y tomar la
fórmula “todos locos”. Por ser sedes del lenguaje, todos partimos de cierta locura. Es
interesante que nos orientemos por esa tensión, por esa dialéctica, y no
pensarla como una línea (que Lacan dice una cosa en un momento y dice otra en
otro que anula la anterior). Conviene pensar a Lacan como vueltas en toda su
enseñanza, como vueltas en torno a un agujero. Digo agujero porque son vueltas en
torno al estudio de cómo la palabra afecta al sujeto y al cuerpo, y eso nunca cierra.
Son vueltas diversas.

Por ejemplo, respecto a esta dialéctica, en el seminario 3 tiene la línea de tomar la


cosa como estructuras irreductibles y diferenciables. Empieza estudiando la relación
del sujeto con lo simbólico, con el lenguaje, con el otro, con el orden simbólico, y va
afinando cada vez más hasta llegar a un punto máximo, el clímax de eso, que es en
lo simbólico circunscribir la presencia o no del significante Nombre del Padre. Y
ubicará para la psicosis la forclusión, la carencia de ese significante Nombre del Padre
(que ya estudiaremos). Quiero ubicar que eso parece ser el máximo clímax de tomar
a la psicosis y la neurosis como estructuras irreductibles y diferenciadas. Podríamos
decir que la neurosis tiene un determinado ordenador, un ordenador estándar para la
relación con lo simbólico, y la psicosis se ordena con lo simbólico con ordenadores
no estándar. Pero hay una diferencia entre los dos.

En cambio, en el seminario 24 (1977), Lacan parte de una pregunta muy interesante:


¿por qué no patinamos todos hacia el automatismo mental? Esa expresión es una
buena manera de ubicar el otro término de nuestra dialéctica que es: partimos de que
todos, potencialmente, podemos patinarnos al automatismo mental. ¿Por qué?
Porque somos seres de lenguaje y eso implica, como ustedes estudiaron con
Clérambault, un automatismo en el sentido de que somos todos hablados. El lenguaje
nos habla y eso es automático, va más allá de nuestras intenciones y de nuestra
voluntad. Y la pregunta es: ¿cómo no caemos todos en el fenómeno del automatismo
mental? Y entonces las diferencias de estructuras clínicas tienen que ver con
cómo cada uno se la arregla con ese dato inicial y estructural para todo
hablante. Es una manera más que interesante de pensar la psicopatología.

Ahora y para constatar esto de que la enseñanza de Lacan no es lineal y que tiene
diversas vueltas, en el mismo seminario 3 ya van a ver antecedentes de esta línea
que es la de partir de un denominador común para todos los seres hablantes, más
allá de la estructura (trans-estructural). Por ejemplo, la línea de Lacan en el capítulo
2, donde ubica como átomo de la comunicación para todos los seres del lenguaje la
alucinación verbal de Seglas. Es decir que el átomo de toda comunicación no es que
un sujeto emite un mensaje y el receptor lo recibe, sino que todos somos hablantes y
hablados al mismo tiempo. Eso es una fórmula de denominador común de la relación
con el lenguaje para todos. También tiene un antecedente diferente del seminario 3,
por ejemplo, en el final del seminario van a encontrarse no sólo con tratar a la psicosis
como una forma de relación con lo simbólico distinta, sino que destaca la virtud del
psicótico por sobre la neurosis, y la define de una manera muy bella diciendo que “el
psicótico no cree en papa noel”. Porque el psicótico tiene cierta lucidez sobre el hecho
evidente de que lo simbólico no pacifica, no es pacificante ni ordenador. Alude a cierta
lucidez del psicótico respecto de lo real que no la tiene un neurótico.

Punto 4. Se trata de la crítica furibunda que hace Lacan a toda forma de


comprensión. Ahí lo encontrarán a Lacan planteando, enojado, que si quieren alojar
al psicótico con su particularidad no hay que comprender. No sólo para el psicótico;
es la posición para el clínico en general. No se apresuren en comprender.
Piénsenlo así: no comprendan desde ideales teóricos, científicos, ni tampoco
desde cuestiones personales, angustias, sueños, experiencias y fantasías de
uno. Si uno aloja desde ahí al psicótico, más bien no lo aloja. Apresurarse a
comprenderlo no permite alojar la particularidad de lo que sucede con el psicótico,
con el neurótico y con todo sujeto con el cual el clínico se encuentre. Es lo opuesto a
alojar la palabra. O comprenden, que siempre va a ser desde algún ideal de
comprensión, o lo que él formula como posición de malentendido, que es la pregunta
mínima del clínico. Diga lo que diga el sujeto, el clínico tiene que tener una
posición de: ¿y qué significa eso para usted?

Algunos ejemplos conocidos del seminario 3, como la palabra de al opinar, o la


expresión “vengo del fiambrero”, que son formulaciones de pacientes de Lacan que
él trabajo en el seminario, y que viene bien que se los diga fuera de contexto porque
nos permite ubicar bien que no se trata de comprender rápidamente eso, sino de abrir
los poros lo más posible a cómo impactan esos significantes en el sujeto y en el
cuerpo del sujeto. Bueno, ya lo están haciendo con las memorias de Schreber, donde
aparecen palabras como “neven namc”, adjunción de nervios. Ahí pasa lo mismo, no
se trata de rápidamente comprenderlo desde alguna teoría, algún sentido, sino estar
atento de un modo muy precioso a cómo esa palabra impacta sobre el sujeto y sobre
su cuerpo.

Luego Lacan realiza una amplia crítica que incluye a diversos psiquiatras y psicólogos
de la época y a todos los critica por lo mismo: porque desde algún punto comprenden,
y siempre es un punto ideal que aplasta el alojamiento de la relación del sujeto con la
palabra. Algunas críticas por ejemplo son la crítica a los continuistas, que son los que
siguieron estudiando la paranoia en la época de Lacan, se fue diluyendo y la fueron
estudiando como exageraciones, exacerbaciones de carácter. Como si la paranoia
fuese un exceso del carácter desconfiado. Hay una continuidad, algo exagerado de
la desconfianza se transforma en paranoia. Esa continuidad no permite captar
fenómenos cruciales como los inicios, el antes y el después de una psicosis, en los
que se manifiesta algo fundamental que le está pasando al sujeto. Esto se pierde
desde esta lógica continuista.
También, en el otro extrema, critica a los discontinuistas, como Clérambault,
diciendo que ponen en el centro la comprensión del fenómeno. Entonces
distribuye las psicosis entre lo comprensible, como las pasionales que se derivan de
un postulado pasional y se comprenden perfectamente bien, o lo que no se
comprende va para el lado de las psicosis orgánicas, tóxicas y psicosis alucinatoria
crónica.

Luego tiene la crítica que le realiza a Jaspers. Lacan está de acuerdo con Jaspers en
confiar en la palabra del psicótico, pero critica que éste hace una equivalencia entre
el sentido y lo que el clínico comprendo. Da ejemplos de la vida cotidiana que tienen
que ver con el capítulo de “relaciones de comprensión” de la psicopatología general
de Jaspers, como por ejemplo, que se comprende rápidamente que si uno está triste
es porque algo le está faltando. Lacan plantea que eso no es para nada evidente sino
que alguien se puede percibir como lleno y saturado y, sin embargo, estar triste. O
podríamos decir que un sujeto en falta no quiere decir que esté triste; a veces la falta
es un motor fundamental del deseo, por ejemplo. Lacan discute a Jaspers en estos
ejemplos como también en un hecho simple: si un padre le pega un hijo una
cachetada, el hijo llora, eso se comprende rápido y directo. Lacan dice que es
equívoco porque la cachetada, a veces, es un estímulo, apunta a generar a un
despertar y hay distintas reacciones respecto de la cachetada, y uno llora por distintas
cosas… Lacan cuestiona que sea de comprensión directa.

Pasemos a otra de las críticas que realiza Lacan, partiendo de ese hecho al ras de la
experiencia de que el sujeto está dividido por la palabra y es hablado y hablante al
mismo tiempo. Esto es una orientación fundamental. Yo estoy hablando y, al mismo
tiempo, hablo en este momento y soy hablado por un montón de cosas que se me
van ocurriendo mientras voy diciendo. Si parte de ese dato empírico contundente,
toda teoría sobre formas de síntesis son todos mitos, porque si el hecho fundamental
es que hablo y al mismo tiempo soy hablado, todo lo que sean teorías de síntesis son
mitos teóricos. Por ejemplo, la síntesis de la personalidad, la síntesis de las funciones
superiores e inferiores de Jackson o la síntesis de la psicología del Yo, son todas
discusiones de Lacan con sus contemporáneos. A todo eso lo pone del lado del mito.
Lo único seguro es que uno, al hablar, queda dividido.

La otra discusión que quiero destacar está al comienzo del capítulo 2, donde discute
la lógica de tomar a la psicosis desde el punto de vista de las conductas locas. Los
“patterns” (patrones) de conducta, los modelos de conducta, cómo se ubica un modelo
de conducta normal y un modelo de conducta loco. Entonces Lacan, que está con la
brújula de la relación del sujeto con la palabra, dice: no es nunca una guía para definir
el diagnóstico de la psicosis que la conducta sea loca. Es más, nuestros máximos
paradigmas de la neurosis que estudiarán en poco tiempo, Dora y el Hombre de las
Ratas, verán que se encuentran con Freud en medio de conductas loquísimas. Verán
que tiene una presentación muy loca y eso no los hace psicóticos. Entonces Lacan
también discute el tomar a la psicosis del lado de la conducta loca.
Finalmente, una conclusión del capítulo 1. Va a decir que todo el amplio listado de
discusiones que planteó se pueden sintetizar como “todos están afectados por una
‘sediciente’ comprensión”. Entonces, como contraparte de eso dirá “de lo que se trata
es de poder alojar el fenómeno mínimo de la psicosis desde el punto de vista de la
relación del sujeto con la palabra”, repetimos eso todo el tiempo. Y da un ejemplo, en
el final de ese capítulo 1, de una propia presentación de enfermos donde relata que
un paciente está entrando en un mundo extraño que entró hace tiempo en ese mundo,
donde no sólo es espiado, observado, se le habla, se le indica, se lo mira, sino que
eso invade los objetos inanimados y no humanos, y que incluso se encuentra con un
auto rojo en la calle y dirá que no es por casualidad.

Lacan está describiendo en ese momento lo que llama una “intuición delirante”. El
sujeto al que lo están invadiendo este tipo de fenómenos (observado, mirado,
indicado) y lo siente eso también como un objeto inanimado, como un auto rojo. Él
siente que el auto rojo le está dirigiendo algo, no sabe qué pero por algo se cruzó con
eso. Entonces Lacan dice que ese fenómeno puede ser aplastado por la comprensión,
y juega un poco con que se puede comprender de un modo imaginario (diciendo que
el rojo significa cólera y enojo) o de un modo real (tal vez el rojo se le exalta por una
aberración perceptiva) o un problema de comprensión desde lo simbólico (relacionar
el rojo como opuesto al negro y que entra dentro de cierto orden simbólico de lo que
le representan a ese sujeto los colores, el discurso que representa al sujeto de alguna
manera).

Entonces Lacan dice que no se trata de ninguna de esas formas de comprensión, sino
que hay que alojar ese fenómeno mínimo como una significación que se le impone al
sujeto de un modo certero. Es una significación que no le dice nada, que no puede
explicarla demasiado. También Lacan llamará “significación de significaciones”, como
una significación cero, la más elemental. No puede decir mucho, sólo que algo le
significó el cruce con el auto rojo. Entonces Lacan insiste en que eso hay que alojarlo,
sin saturarlo de ningún sentido y de ninguna comprensión. Sólo si se aloja ese vacío
de significación, entonces habrá lugar para que el sujeto vaya respondiendo y
construyendo con sus propios hilos, con sus genuinos hilos subjetivos, tejiendo algo
respecto de ese fenómeno mínimo y sutil.

Quinto punto. Este último punto es la crítica a la definición canónica de delirio de


Kraepelin. Lacan critica eso como una manera de introducir al sujeto en el delirio.
Recordemos que Kraepelin hablaba de “desarrollo incidioso”. Lacan dice que no se
trata de un desarrollo tan incidioso como parece porque los delirios avanzan por
brotes o irrupciones y eso es fundamental para ubicar lo que le pasa al sujeto. Son
irrupciones donde algo le está pasando al sujeto, entonces no es algo insidioso sino
que hay brote, irrupciones, que marcan por ejemplo en Schreber un antes y un
después en lo que es el sujeto y su mundo, el sujeto y su cuerpo.
Kraepelin dice “causas internas”. Ahí Lacan también lo discute desde el punto de vista
del sujeto y dice que eso elude ubicar que los sujetos se desencadenan ante
determinadas contingencias, como Schreber encontrándose con Flechsig. Es muy
importante ubicar clínicamente esas contingencias porque luego será decisivo en la
dirección de la cura para no confrontar al sujeto con las mismas coordenadas. Se
sabe que hay un agujero en esas coordenadas, por eso importan subjetivamente
ubicar que hay causas externas, contingencias, acontecimientos en los cuales el
sujeto se pudo haber desencadenado.

Kraepelin dice “Evolución continua imposible de quebrantar”, que parece indiscutible.


Lacan dice que en cierto sentido es así, pero eso no quiere decir que el delirio no
tenga sus transformaciones. Eso mal tomado puede llegar a decir que no tiene sentido
el lugar del psicólogo, porque si el delirio es inquebrantable, ¿para qué hace falta un
psicólogo? En cambio, hay que ubicar que hay ahí transformaciones del delirio y que
el analista puede ser partenaire de esas transformaciones del delirio que permiten,
por ejemplo, en el caso Schreber pasar de una relación del sujeto con el delirio donde
hay algo que se le impone al sujeto de su cuerpo, a un momento en que, por ejemplo,
la relación con Dios se le hace más placentera, más pasible, podríamos decir el delirio
se le hace más vivible, y le permite una mejor relación con su mundo.

Otro elemento que parecía indiscutible en la definición de Kraepelin es “conservación


completa de la claridad, el orden, la volición y la acción”. Sí, conserva claridad y orden,
pero hay que aclarar que es dentro de la exposición del delirio. No desde algún
parámetro de claridad y orden sino la propia exposición del delirio. Y hay conservación
de la voluntad y acción no desde un ideal de conducta, sino que se sostienen la acción
y la voluntad, por ejemplo en Schreber para escribir un alegato para salir del
manicomio, o está conservada la voluntad de Schreber para avanzar en su
transformación prara ser mujer y poder procrear criaturas que cambiarán el universo;
es en ese sentido particular y singular de Schreber que está conservada la voluntad
y la acción.

Conclusión. Luego de haber recorrido estos diversos puntos, espero que haya
quedado un clima de un Lacan que plantó posición con una ética bien apasionada,
decidida y entusiasmada, pero con ciertos clima de enojo con sus contemporáneos.
Por eso quiero terminar con cierta reflexión amorosa. Dejemos el amor para los
poetas, los artistas, los músicos. Los psicoanalistas sólo podemos decir del amor
“amor de transferencia”, que es lo que nos enseña Freud desde sus inicios. Y
podemos articular que toda esta posición ética de Lacan de alojar decididamente la
palabra del psicótico es una posición bien amorosa. Si pensamos el amor en su
fundamento de amor de transferencia, en su fundamento real, mínimo, es alojar la
palabra del otro, es abrir los poros a la palabra del otro. Entonces no está mal terminar
diciendo que Lacan está planteando una ética amorosa para la clínica del seminario
3.
CLASE 9 PRÁCTICO
TEMA: LO QUE ENSEÑA SCHREBER.

TEXTO: Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia


paranoides) descrito autobiográficamente (Caso Schreber).1911

Flexi considera a Schreber incurable. No es así para Freud. Schreber mismo es quien
elabora los mecanismos de su curación.

Flexi entra en escena como el perseguidor. Freud ubica primero la proliferación de la


gran cantidad de almas en las que se divide en un primer momento en Flexi. Luego
es el mismo trabajo de Schreber el que provoca una racia de estas almas, un
acotamiento del número y la cantidad, pero la figura de Flexi se mantiene. El alma de
Flexi conservó su significación hasta el final.
Freud intenta explicar a partir del complejo paterno-infantil, la figura tanto de Flexi
como de Dios y el sol. Los ubica como símbolos sustitutos o sublimados, en el caso
del Sol y Dios como un padre particular, y en el caso de Flexi la de una figura de
hermano mayor. El intento de explicación es como la figura de Flexi antes venerada
y amada como sustituto de las figuras veneradas y amadas del complejo paterno-
infantil, luego son sustituidas con la misma proporción de sentimiento a la figura
odiada y temida.

Para ubicarnos en la lectura que hace Freud de Schreber, nos ubicamos en 4


tiempos:
Un primer tiempo, es previo a la primera enfermedad a sus enfermedades. Hasta los
42 años, no tuvo nada que rozara sobre lo sobrenatural. Esto es importante porque
había algo que funcionaba, es relevante saberlo y conocerlos. Lo que antes
funcionaba, lo que estaba bien y lo que viene, es decir las variables que lo complican.
Este tiempo lo llamamos “salud aparente” porque claramente hay algo que va a
acontecer.
El segundo tiempo es entre la primera a la segunda enfermedad. Schreber era
candidato, tiene que presentar su candidatura para un gran trabajo para un puesto. El
pierde el puesto, pero lo que pierde no es lo que lo deja en ese estado sino el
agotamiento y esfuerzo intelectual. Allí ingresa a la clínica de Flexi, lo trata muy bien
y sale de ahí curado. 8 años felices, pero salvo la decepción y frustración de no haber
tenido hijos. Entre la primer y la segunda enfermedad lo que le da relevancia Schreber
es a unos sueños que tiene donde sueña que regresa la enfermedad despertando
feliz de que eso no sea cierto. Y el sueño de duermevela es “Que hermoso que sería
ser una mujer en acoplamiento en el coito”. Tenemos el nombramiento como
presidente del tribunal, luego la asunción del cargo. En esos momentos previos donde
surgen los sueños, también apareció la añoranza, la figura de Flexi. Freud lo explica
como un avance de libido homosexual fue el ocasionamiento de esa afección. En la
teoría de Freud hay un conflicto y una lucha defensiva, hay una emoción que quiere
hacer oír y hay otra que lucha por defenderse.
El tercer tiempo es con el inicio de la segunda enfermedad, fundamentalmente con lo
que se arma con el delirio persecutorio. Freud toma este delirio de persecución como
un intento de cura fallido, pero a la vez como curación.
Ubica Schreber que ese es el momento de las tormentas nerviosas, de las
expoliciones, de sobre todo estos hombres hechos a la ligera. No reconoce a nadie
en el mundo ni siquiera a la mujer cuando regresa. Ubica allí a su esposa como
influjos protectores ante estas atracciones y estas emociones que podían ubicarlo en
relación con lo homosexual. Freud dice claramente que la ocasión de contraer la
enfermedad fue la emergencia de esta fantasía de deseo reprimida homosexual
pasiva cuyo objeto era la persona del médico.
La emasculación que la encontramos desde el principio hasta el final deja de ser
insultante, deviene otra figura que es el universo. Otro dato es la recreación del
universo humano sepultado, además sirve una misión por un bien supremo que es la
nueva raza. Otro punto importante es cuando Freud ubica la sintota, esto va a ser
como resultado asintótico en un futuro remoto. Hay tiempo, no hay una fecha
programada.

Freud ubica, esto que también Schreber escribía con relación a que siempre se
pueden tramar la irrupción, el surgimiento de la fantasía del deseo con una frustración,
una privación en la vida real y objetiva que es esta falta de hijos sobre todo del hijo
varón. Freud dice que ante el orgullo que tenia Schreber a este por su linaje, resuelve
en el delirio a partir de estos hombres nuevos de espíritu Schrebianos esta
frustración.
Acerca de los mecanismos paranoicos, el complejo paterno y la proyección se
complican. Freud dice que vayamos al mecanismo de formación de síntoma y al de
represión. En los diferentes actos entra en aparición en el narcisismo. En el
narcisismo se toma este al cuerpo propio como objeto de amor. Lo que dice Freud es
que puede haber una demorada larga que esta produce una fijación y esta fijación
una predisposición patológica. Luego se va hacia la elección de objeto en la
sublimación de estas mociones en la camaradería, la amistad, etc. Luego una
irrupción, por ejemplo, el ocasionamiento de esta marea alta de libido homosexual,
provoca el desasimiento de esta sublimación y por regresión la vuelta a la fijación y a
la predisposición patológica.
En el caso de la paranoia, Freud lo ubica en el narcisismo en relación con la fuerza,
la magnificación que se produce en el yo al delirio de grandeza. En relación con la
demencia precoz la va a ubicar en el autoerotismo.

En el mecanismo de la formación de síntomas en la paranoia, exige que la percepción


interna, el sentimiento se ha sustituido por una percepción de afuera. La frase “pues
yo lo odio” se muda por proyección en esa otra “el me odia, me persigue, lo cual me
justificara después para odiarlo”. (Schreber- Flexi). En el deliro de persecución lo que
se contradice es el verbo, en el delirio de erotomanía al objeto, en el delirio de celos
al sujeto. En la formación de síntomas de la paranoia el rasgo que nos resulta
resaltante es la proyección y vuelve con una percepción interna es sofocada y como
sustituto de ello adviene a la conciencia su contenido, luego de experimentar cierta
desfiguración como una percepción de afuera.
TRES FASES DE LA REPRESION:

-La fijación: Ubicamos en este punto, esa demora lenta, ese punto predisponente. Es
la precursora de la condición para la predisposición para enfermar.

-La represión propiamente dicha: Lo ubicamos como ese desasimiento libidinal.


-El retorno de lo reprimido: Lo ubicamos en los delirios. Ubica el intento de curación.

Freud dice que, en el apogeo de la enfermedad, se formo en Schreber bajo el influjo


de unas visiones de naturaleza en parte horrorosa, pero en parte también de una
indescriptible grandiosidad, la convicción sobre una gran catástrofe, un sepultamiento
fin del mundo. Freud lo lee como este desasimiento de la libidinal, él era el único
hombre real y todos los demás eran hombres hechos a la ligera. Pero el sepultamiento
del fin del mundo es la proyección de esta catástrofe interior. Su mundo subjetivo se
ha sepultado desde que el le ha sustraído su amor.
El cuarto momento, de este retorno del delirio no le da el carácter patológico sino el
carácter de reconstrucción libidinal.
Freud le hace criticas a Kraepelin y a Bleuler en relación con el nombre que les dan
a algunas entidades. (pág. 71). Para el caso de Schreber, merece el nombre de
demencia paranoide, da razón de lo parafrénico. Para Freud, era mejor el título de
Parafrenia que Demencia precoz o Esquizofrenia por la relevancia de la fantasía de
deseo y de las alucinaciones. Del carácter paranoide, por el mecanismo de proyección
y el desenlace.

CLASE 9 TEO

TEMA: LOS TRES REGISTROS.

Lo que llamamos habitualmente “tres registros”, son tres dimensiones, tres órdenes
que permiten pensar al campo al cual nos estamos refiriendo. Son tres registros que
están enganchados entre sí, que no es uno sin el otro. Luego, en la última enseñanza
de Lacan el mismo da unas indicaciones de las alteraciones que puede haber cuando
un registro se desgancha del otro. Pero en principio partimos de la idea que los tres
se encuentran enganchados y que uno tiene incidencia sobre otro. Lacan dice que no
es lo mismo el registro de lo imaginario, estudiado por la etiología en el campo animal
que en el campo del ser humano donde tiene la incidencia de lo simbólico.

Lo que interesa resaltar es cual es la diferencia entre el sujeto y el yo. Esto nos va a
ayudar a remarcar una diferencia entre lo simbólico y lo imaginario.
El sujeto es una instancia que esta determinada por lo significante. Lacan planteaba
que un significante representa al sujeto para otro significante, es decir que para Lacan
hay sujeto antes de que nazca el individuo y puede haber sujeto más allá de la muerte
del individuo y es más podría haber un sujeto más allá de la existencia o no de un
individuo. Cuando Freud plantea que alguien tiene un fallido eso es una sorpresa para
el individuo mismo, en este caso vamos a decir para el yo del individuo. A partir de
eso, y con la posibilidad de un análisis uno puede descubrir algo del sujeto del
inconsciente es decir que el inconsciente tiene un sujeto desconocido para el yo y eso
marca una distancia entre el yo del individuo y la instancia subjetiva que supone un
deseo inconsciente desconocido para el individuo. Allí marcamos una diferencia, el
yo supone siempre un desconocimiento del icc, uno cree que cuando está hablando
está diciendo lo que uno quiere decir, pero podría decir algo de otro orden de lo que
esta queriendo conscientemente decir y allí es donde surge el plus del deseo
inconsciente.

Para Lacan, el yo por excelencia tiene su ligazón con lo imaginario, lo ligamos también
con la imagen corporal. Otra cosa es el sujeto del inconsciente, ese sujeto tan tramado
en lo que Lacan define como estructura en el seminario 3 como un conjunto de
elementos covariantes. Cuando Lacan quiere decir conjunto, quiere decir que no hay
todos los elementos, conjunto es una cantidad X, pero no todos. Los elementos a lo
que hacemos referencia son a los significantes que esos significantes podríamos decir
en lo que Freud llamábamos “Huellas mnémicas o representaciones” y esos
significantes covarian entre sí, es decir se ligan entre sí.
En los términos de Lacan para que se cobre sentido hay que ligar un significante con
el otro y poder puntuar esa frase para que cobre un sentido. De hecho, el chiste, en
los términos de Freud y como los redefine Lacan a partir de la estructura significante
supone poner un significante uno al lado del otro y aparece un significante sorpresivo
que le da un sentido inesperado a eso que venia de una manera especial y ahí es
cuando surge el efecto de la risa y el efecto chistoso como algo totalmente
novedoso. Es decir que la manera en que covarian esos significantes dan un sentido,
dan múltiples sentidos por eso Lacan habla de la polisemia del significante. En el
campo del significante siempre se puede agregar un significante más, justamente
porque no es una totalidad. Un ejemplo es el juego del senku, es un juego oriental
que tiene tantas fichas como agujeritos tiene el tablero. Sin embargo, tiene tantas
fichas menos una, es decir que le falte una ficha es lo que permite que todas las
demás fichas se puedan mover en ese tablero. Esto es lo que proponemos en el
campo del significante. La importancia que le da Lacan al nombre del padre como un
jugador central en el campo de los significantes.

En el campo de lo simbólico siempre vamos a encontrar un agujero, un tropezón, un


vacío, etc. En el campo de lo imaginario vamos a encontrar la tendencia completar lo
que no esta completo que es propiamente lo que trabaja la Gestalt. Por otro lado,
tenemos a la instancia real que Lacan le va a poner distintas definiciones. La primera
aparece en el seminario 2, que define a lo real como lo que vuelve siempre al mismo
lugar. Hay otra definición que aparece en el seminario 3, y es pensar lo real como lo
que está por afuera de lo simbólico. Si antes decíamos que lo simbólico no puede
completar todo, siempre hay algo que esta por fuera de lo simbólico a eso que esta
por fuera Lacan lo llama REAL. Lo va a distinguir de la realidad. Freud lo llamaba a la
realidad psíquica, esa realidad para Freud y Lacan era una ficción. Una ficción que
por ser tal no hay que menospreciarla, todo el mundo tiene alguna ficción de su vida
y es la que comanda toda su vida y le da toda la importancia del tema. Por ejemplo,
cuando uno se topa con un real, podría ser la muerte de alguien muy cercano. De
hecho, Freud decía que no había representación del psiquismo para la muerte, es
decir que eso está afuera de lo simbólico. Intentamos hacer algo con la muerte que
es por ejemplo inscribir en una piedra el nombre del muerto como un intento de atrapar
algo de la muerte. En todo caso, esa muerte nos conmueve la realidad que uno tiene
habitualmente de esa ficción de la hablaba anteriormente. Hasta tal punto que a veces
uno se pone a repensar toda su vida, toda su realidad. Ese real que a uno lo toca, por
ejemplo, puede ser un trauma muy fuerte, un accidente, etc. Uno tiende a replantearse
toda su ficción, toda su realidad psíquica a partir de un encuentro con lo real.

Hay otra definición de lo real que es lo que lo real es lo imposible lógico. Esta es una
definición que aparece en el seminario 12, mucho mas tarde y es una definición que
agrega algo más a la definición interior. El imposible lógico es una imposibilidad que
esta demostrada desde la lógica, es decir dentro del campo de los números naturales
y las operaciones pertinentes, 2+2 es 4. Es imposible que sea. Por ejemplo, uno
podría decir que es imposible contar todos los granitos de arena que hay en el
planeta. Cada sistema tiene su propio imposible, entonces ahora puedo decir que
cada sistema simbólico tiene su propio real. Esto le agrega a lo anterior que para cada
sujeto hay un real. De acuerdo como este entramado a la estructura simbólica en un
sujeto eso genera un real.
Podemos ver que el trauma esta ligado con lo real, Freud decía que el trauma es lo
que no se puede asociar en palabras. En términos de Lacan podríamos decir es lo
que queda por fuera de lo simbólico. Estos tres órdenes (real, imaginario, simbólico)
van a permitir ubicar cada una de las cuestiones dentro del campo mismo de la
psicopatología. También nos va a permitir una manera distinta de pensar el adentro y
el afuera, es decir que es lo que esta dentro del campo de lo simbólico(adentro). Es
a partir de estas tres dimensiones vamos a ver que algo esta inscripto o no esta
inscripto en ese campo de lo simbólico para determinado sujeto en especial y
solo de eso sabremos a partir de las consecuencias de esa inscripción o no en
el campo de lo simbólico. Y si esta inscripto o no, va a tener consecuencias en
lo simbólico, lo imaginario y en lo real.

La vivencia que uno tiene siempre con lo real es una vivencia de certeza, es una
vivencia a veces de angustia donde uno no duda de eso. En cambio, la vivencia que
uno tiene en el campo de lo simbólico y lo imaginario, es una vivencia de algo que
puede ser engañoso. Cuando uno se topa con lo real, no hay ninguna duda posible,
existe esa vivencia propia de la certeza o de la incertidumbre y Lacan también va a
decir de lo que no engaña.

CLASE 9 SEMINARIO

SEMINARIO. CET. JAQUELINE, LEJBOWICZ.

TEMA: LOS TRASTORNOS DEL LENGUAJE.

Lacan en el seminario 3 se aboca al trabajo para conceptualizar cuestiones ligadas a


las psicosis. Hay dos vías que debemos tener presentes. Por un lado, Lacan quiere
retomar algo que Freud se preguntaba que es ¿Cuál es el mecanismo específico de
la psicosis? Análogo a lo que en las neurosis debemos pensar que sería el mecanismo
de la represión.
Por otro lado, sabemos que Freud en esa división nosológica que hacia entre neurosis
transferencial y psiconeurosis narcisista, nos decía que la psicosis por quedar en el
campo de la psiconeurosis narcisista y por tanto por no poder establecer lazos
transferenciales no eran accesibles al influjo de una terapia psicoanalítica. En esto
Lacan va a plantear una diferencia, va a decir hay tratamiento posible de la psicosis,
debemos pensarlo desde el psicoanálisis que tratamiento se le puede ofrecer a
aquellos pacientes psicóticos. En esta perspectiva hay que trabajar algunos
conceptos previos como cuestiones preliminares a un tratamiento posible.

En el seminario 3, vemos que lo simbólico es fundamental para Lacan. Estamos


diciendo trastornos del lenguaje, estamos pensando las alucinaciones desde la
perspectiva lacaniana como trastornos. Por un lado, Lacan nos plantea que hay que
hacer una relectura de Freud donde no se haga tanto el acento en lo imaginario y
donde podamos situar el papel fundamental de lo simbólico. A esta altura, en 1955 y
1956, Lacan se plantea el papel de lo simbólico.

En el seminario 1, habíamos visto como lo simbólico armaba lo imaginario para que


se construya ese yo, ese cuerpo, esa ficción. Como podemos hablar de espejo roto
cuando algo no se terminaba de armar. En el seminario 3, Lacan va a decir que las
alucinaciones no son trastornos del orden de la percepción, no tienen que ver con
problemas del aparato sensorio, no tienen que ver con cuestiones ligadas a los
órganos de los sentidos, sino que precisamente en tanto lo perceptivo se arma desde
lo simbólico. Las alteraciones de lo perceptivo no la vamos a pensar como lo
planteaba la clínica sincrónica en términos de alucinación como percepción sin objeto,
sino la vamos a pensar como trastornos del lenguaje que habrá de captarlas
precisamente en el decir del sujeto, en el campo de la palabra y el lenguaje. Lacan va
a situar lo que él va a hablar de “fenómenos elementales y delirios”.
En este seminario, Lacan va a estar influenciado por el estructuralismo que le va a
hacer hablar de estructura neurótica o estructura psicótica y de los distintos puntos
de funcionamiento, un modo distinto de hablar, un modo distinto de relación a la
palabra y del lenguaje y, por lo tanto, un modo de relación distinto al otro. Lacan va a
decir que fenómeno elemental y delirio tienen la misma fuerza estructurante, opera
en ellos la misma fuerza estructurante, tanto en el elemento como en el todo. A punto
tal que podemos pensar al delirio mismo como fenómeno elemental. Clerambault
decía que cuando había delirio la psicosis era antigua. También planteaba un núcleo
inicial en el automatismo mental que partía de algún tipo de origen orgánico. Alguna
irritabilidad neuronal en la conexión de las neuronas y que después según la
personalidad previa se armaba una superestructura delirante que respondía a ese
fenómeno inicial que era orgánico. Lacan va a decir, nada de esto señores, el
fenómeno elemental es un trastorno de lenguaje y el delirio también tienen la
misma fuerza estructurante. Toma como ejemplo a la botánica para pensar el
estructuralismo relación de la parte y el todo. Viendo una sola hoja de la planta ya
sabemos de qué planta se trata. No hace falta ver la planta entera para decir de qué
planta se trata, con solo ver una pequeña parte, un elemento de ese todo ya sabemos
de qué estructura se trata. En la misma perspectiva, Lacan nos está diciendo que en
la alucinación y en el delirio operan la misma fuerza estructurante. Lacan nos va a
decir que tenemos que estudiar en la paranoia como situar el modo de decir y
también el modo de presencia alucinaciones auditivas. Encontramos la pregunta
¿Quién habla? Para pensar el problema de la paranoia y toda la cuestión
fundamental de la alucinación verbal. Sabemos que Seglás, exponente de la clínica
diacrónica nos decía que en un descubrimiento que el hace, dice que la alucinación
auditiva no tiene necesariamente una fuente externa, sino que el loco que habla
solo. Hay una dimensión ahí del fenómeno esencial de la palabra donde el
emisor es a la vez receptor de su decir, se escucha mientras habla.

Lacan trabaja con lo que él llama los neologismos, podríamos decir inventada, un tipo
de significante especiales. Lacan presenta su encuentro con una paciente en la
presentación de enfermos, en la que él va a trabajar en la conversación de ella para
obtener en el decir de ella, lo que para Lacan es la rúbrica del delirio. No importa a
Lacan el valor puesto en un contenido del delirio, porque ese contenido podría ser
propio a cualquier estructura. La paciente se queja de las frustraciones, el contenido
del delirio no es lo central sino el modo de decir. Lacan dice que hay que abusar la
escucha para situar con mayor precisión el diagnostico estructural que el plantea.
Tiene que ver con obtener en el discurso de una delirante, como lo es esta
paciente, una palabra con una densidad especial, una palabra que tiene un peso
diferente. Una palabra que Lacan nos dice, que es el signo, el estigma, la rubrica
quiere decir firma, es lo que nos da cuenta de que ahí estamos frente a una
delirante, de que de ahí estamos hablando de una psicosis.
No ponemos el acento en el contenido, si se trata de una frustración, sino en esa
modalidad particular del lenguaje. Donde ella está en otro mundo, y en ese mundo la
palabra “galopinar” es un punto de referencia esencial.
¿Qué fenómenos del lenguaje podemos situar en Schreber? Lacan dice que hay que
tomar los trastornos del lenguaje de este caso. Pensemos allí este tipo de palabras
que se presentan en este modo particular de decir y en esa perspectiva estudiemos
allí la particularidad del peso de la especificidad de ese discurso. En el discurso mismo
es donde podemos situar de qué estructura estamos hablando y que recorrido va
haciendo con sus palabras y su armado delirante Schreber. En ese punto esas
palabras originales y plenas son como claves que nos dan ciertas claves para
entender todo el funcionamiento. Nos encontramos con un tipo de palabra, un tipo de
significante que tiene un peso propio que no se dialectiza, que no entra en un
interjuego significante (S1, S2) sino que podemos nombrar con un solo
significante(S1), un S1 en lo real.
En esa perspectiva Lacan diferencia dos tipos de fenómenos neológicos que nos
van a dar la rúbrica del delirio. Esos tipos de fenómenos son la intuición
delirante y el estribillo. La intuición delirante es una palabra plena que lo colma al
sujeto, por ejemplo, en Schreber la adjunción de nervios. Otra palabra con peso propio
es almicidio. Lacan va a decir que la alucinación verbal es uno de los fenómenos más
problemáticos de la palabra y tenemos que adiestrarnos, abusar la escucha para
poder situar este tipo de fenómenos que se presentan en el decir del sujeto.

El estribillo, una palabra que insiste que se repite una y otra vez estereotipadamente
y que es una palabra vacía que no tiene ninguna significación. Lacan nos dice que es
necesario encontrar el fenómeno elemental para situar que estamos frente a un
delirante. Nos va a hablar aquí de la certeza delirante, que es importante. No se trata
de que el loco crea en sus alucinaciones, los fenómenos pueden saber que no son
reales, es decir de la realidad. En su alucinación el loco no cree, pero tiene una
certeza. Esos fenómenos, esas alucinaciones le conciernen. Esa es una certeza
radical. Lacan dice que lo inquebrantable en el delirio es la certeza, esa
alucinación, ese fenómeno elemental, esa intuición delirante, esas voces
escuchadas se refieren a él. No importa lo que digan, no importa si creen o no en lo
que dicen, lo que no podemos dejar de dudar es que para el se presentan como una
certeza, como algo que le concierne. Por ejemplo, los crujidos que escucha en las
paredes, en la puerta pensaban que era para él, le concernían especialmente, allí
recibe lo inquebrantable. Certeza e enigma a la vez porque precisamente en esa
intuición delirante pero también con una dimensión de enigma absoluto. Lacan nos
dice que el síntoma inexplicado perturba cruel y dolorosamente su existencia.
Lacan va a decir que es importante situar cuáles son los elementos que se
presentan ante qué coordenadas, por un lado, se produce un
desencadenamiento. En Schreber el nombramiento como presidente. Por otro lado,
sabemos también que hay una irrupción de voluptuosidad de goce y en ese punto la
ruptura con ese otro absoluto del que dependía su discurso. Encontramos un primer
fenómeno fundamental para pensar que es el del alarido. Schreber no puede evitar
ese aullido que sale de su boca y que lo sorprende desde el exterior. Podríamos
pensar nos dice Lacan que es el momento del alarido es un S1 solo, un significante
asilado. Un significante que no se enlaza con nada, no entra en ningún juego
dialectizable. Es un momento de desgarro absoluto. Entre ese alarido y el acceso a
otra modalidad significante que es el pedido de ayuda, los llamados de socorro que
son escuchados por los nervios divinos. Nos encontramos que hay una producción
de significación del alarido frente a un vacío absolutamente enigmático, perplejizante
que no puede evitar y que lo deja en ese dolor, en ese crujido a el pedido de ayuda
donde se pone en juego la significación. Ya hay un pedido de auxilio, ya hay una
llamada de socorro ante la retirad de Dios, un periodo de ayuda que le viene también
desde el exterior escuchado por los nervios divinos. En el medio toda una serie de
fenómenos significantes como el crujido y ruidos especialmente hechos para él, los
milagros de los pájaros cantores y los insectos. Todos los fenómenos de duplicación
de imágenes de perdida en el espejo, de catástrofe imaginaria hasta arribar finalmente
a ese punto donde los fenómenos fundamentales llegan a una estabilización del
delirio donde puede rearmar su relación a Dios.

Las alucinaciones nos dicen Lacan, son un soporte de ese mundo, son un fenómeno
del lenguaje que se presenta como exterior al sujeto pero que le permiten puntos de
apoyo, lejos de ser algo que padece y le causa sufrimiento son también el punto en
donde se va a ir situando un armado posible.

Retomaremos la pregunta del mecanismo específico de la psicosis que Freud ya se


había planteado y que Lacan nos va a decir que hay modo de decir neurótico y hay
un modo de decir psicótico. En el modo de decir neurótico opera la barra, esto quiere
decir que estamos en el plano de lo simbólico y hay lo reprimido de su retorno en el
síntoma, por ejemplo. En cambio, en la forclusión podemos decir que no hay
operación de la barra, no está la operación de lo simbólico dejando por debajo algo
reprimido en todo caso, lo cancelado retorna en lo real desde el exterior en el decir
psicótico.
Pensando en términos del nombre del padre como lo que anuda, en el caso de la
neurosis habrá otros modos de anudamientos. Se tratará de situar como la clave del
nombre del padre nos permite significar el mundo desde la perspectiva del modo de
anudar en la neurosis y que otros modos habrá que construir en la psicosis para
armarse una clave posible. En el caso de Schreber, todo este armado delirante donde
el va situando todos estos fenómenos y haciendo un trabajo enorme de articulación
entre estos fenómenos elementales para poder allí construir su texto de su delirio. En
su texto hicimos un recorrido que nos permite situar trastornos del lenguaje no
trastornos de percepción.

CLASE 10 PRÁCTICO

TEXTOS: Freud- Neurosis y psicosis/ La pérdida de la realidad.


Este texto fue escrito 1923, como una ampliación de las nuevas hipótesis que Freud
venía formulando en el Yo y el ello para diferenciar neurosis y psicosis.
Freud define al Yo como la organización de los procesos anímicos que depende de
la conciencia y el acceso a la motilidad. También agrega que es sobre todo un yo
cuerpo, una superficie que brinda percepciones.
Los vasallajes del yo, los amo que hacen del yo sus vasallos son diversos y logran
que el yo se empeñe en acatar simultáneamente la voluntad de cada uno por tener
una posición intermedia entre por un lado el ello, por otro lado, el mundo exterior, mas
el subrogado de este que es el super yo
La diferencia entre neurosis y psicosis. La neurosis la definimos como el resultado de
un conflicto entre el yo y el ello. Por otro lado, a la psicosis como resultado de un
conflicto entre el yo y el mundo exterior. A las neurosis de transferencia, Freud va a
decir que tiene su origen en que el yo no quiere dar tramite motor o sea actuar una
exigencia pulsional del ello o le impugna su objeto que tiene por meta, esto se asocia
con el concepto de sublimación.
El mecanismo con el que el yo se defiende de la moción pulsional es la represión. Lo
reprimido se revela con el destino procurándose una satisfacción sustitutiva y genera
la formación del compromiso que es el síntoma.

El síntoma como resultado de una lucha, como un convenio de partes en donde


cada uno cede algo. El yo trata al síntoma como un intruso. Este intruso escinde
al yo, esta división atenta contra su pretensión de unidad y no hace menos que
recordarle al yo que no tiene poder alguno.
Comienza luego la lucha del yo contra el síntoma, tal como oportunamente se
había defendido de la moción pulsional dando así por resultado el cuadro de
neurosis de transferencia. Cuando el yo emprende la represión, es en
obediencia al super yo, que a su vez tiene su origen en el mundo exterior real.
Y mucho mas poder sobre su vasallo el yo, y que las exigencias funcionales del
ello. Entra en conflicto con este, al servicio del super yo y de la realidad. En esta
lucha en la neurosis el jugador mas poderoso es el super yo.

Respecto de la etiología, el estallido o desencadenamiento tanto la neurosis como la


psicosis, lo ubica en el no cumplimiento de uno de esos deseos de la infancia
eternamente indómitos, de profundas raíces. La frustración siempre será externa pero
el efecto patógeno depende de lo que haga el yo. O bien permanecer fiel a su vasallaje
frente al mundo exterior y acotar al ello. como en la neurosis. O como en la psicosis,
sufrir el avasallamiento del ello y dejarse arrancar de la realidad.

Para comenzar a hablar de la psicosis Freud toma la confusión alucinatoria de


Meynert y pone el acento en el desasimiento libidinal del psicótico. Meynert ubico
como síntoma fundamental de la psicosis aguda la “desagregación de la organización
asociativa”. (Esto se vincula a la definición de Freud del yo como “organización de
procesos anímicos”). Respecto del desencadenamiento dirá que es a causa de un
traumatismo psicológico y su manifestación más importante va a ser la alucinación.
Esta referencia le sirvió a Freud para preguntarse sobre el mecanismo análogo a la
represión específico de la psicosis. También le sirvió para dar cuenta de la
segmentación y de la partición del yo, que más adelante llamará la ¨escisión del yo.¨

Freud describió que normalmente el mundo exterior domina al ello por la vía de las
percepciones nuevas y por medio de las percepciones antiguas del mundo exterior.
El psicótico se crea soberanamente su propia realidad siguiendo los deseos del
ello. Luego mencionó a las esquizofrenias con la salida por la vía de apatía afectiva.
Llega al punto que va a nombrar a la paranoia, donde el delirio se presenta como
un parche dice Freud, colado donde originariamente se produjo la desgarradura
con el mundo exterior. Freud dirá que la formación delirante es el intento de
restablecimiento, la reconstrucción seria su parche singular.
Freud propone a la melancolía como el paradigma de las patologías producto de
la lucha entre el yo y el super yo. Las diferencias de las neurosis de transferencia
dándole el nombre de psiconeurosis narcisistas y no las va a separar de las otras
psicosis. Para el melancólico, lo que se empobrece no es el mundo exterior sino
su propio yo. Va a terminar neurosis y psicosis con la pregunta por el
mecanismo propio de la psicosis, que claramente no va a ser la represión ni la
proyección.

Texto: La pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis.


Retoma acá que la neurosis en vasallaje a la realidad sofoca un fragmento del ello,
así como la psicosis, avasallado por ello se retira de un fragmento de la realidad. Lo
que va a entrar en juego es la variable temporal y los tiempos lógicos de cada
momento.

En el inicio de la neurosis se reprime una moción pulsional al servicio de la


realidad, pero esa no es la neurosis misma. Luego nos vamos a encontrar con
el retorno de lo reprimido, como fracaso de aquella operación, ya que la moción
reprimida puja hacia adelante reclamando su satisfacción y como resultado
tenemos la formación de compromiso.
Freud va a decir que es el retorno de lo reprimido lo que constituye la enfermedad
misma, no el primer momento. En la relación con la realidad, la neurosis evita con
la huida de un fragmento de la realidad.

Hay una obediencia inicial, seguida por un posterior intento de huida; la neurosis no
desmiente la realidad, sino que no quiere saber de ella (no sin un considerable
desarrollo de angustia ante el retorno de lo reprimido). Freud va a decir que el
neurótico se refugia en su mundo de fantasías, que funciona al modo de una reserva
libidinal, es accesible para el yo y solo mantiene con él una dependencia más laxa.
En este mundo tan placentero encuentra nuevas formas de deseo.

En cambio, para la psicosis, por la hiperpotencia del ello avasallante, el yo se retira


de un fragmento de la realidad desde los inicios, está dado de antemano. Arranca al
yo de la realidad, y este momento es el momento patológico mismo. Es un momento
de desgarro, de ruptura que agujerea a la realidad.

Luego, tenemos un segundo momento donde hay un intento de reparar o reestablecer


la realidad, pero este intento de compensación va a tomar un camino más soberano
que es la creación de una realidad nueva, como vimos en Schreber.

Freud va a terminar diciendo que, tanto para la neurosis como para la psicosis, no
sólo cuenta el problema de la pérdida de la realidad sino el de su sustituto.

CLASE 10 TEO
TEMA: LA FUNCIÓN PATERNA. (TEMA QUE CORRESPONDE A LA S9)

Freud planteó el problema en términos del Edipo. En el seminario 5, Lacan reinventa


al padre freudiano bajo la fórmula de la metáfora paterna. Fórmula que ya antes había
presentado de una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Lacan
en el seminario 3, sostiene el concepto del nombre del padre y le da una función de
carácter simbólico.
En Freud, podemos encontrar el antecedente de un padre en términos de un padre
mítico. No tiene que ver con un padre de carne y hueso, sino con ese tótem simbólico,
con esa imagen simbólica que viene a ocupar el lugar del padre muerto, un lugar
simbólico para la tribu de hermanos. Lacan toma el cuento edípico freudiano y lo que
hace es pensar la idea del nombre del padre en tanto función, esa función de padre
la puede venir a ocupar alguna persona, pero no necesariamente el padre. El padre
es función en tanto función es simbólico. Introduce entonces su teoría del
significante del nombre del padre y la metáfora paterna. Comienza a pensar al padre
en término de significaciones. Al introducir esto, el Edipo freudiano queda separado
en su aspecto mítico y novelesco y comienza a pensar el padre como significante, es
decir como soporte y fundador de la ley. La función paterna es trasmitir la ley de lo
simbólico. Lo simbólico tiene que ver con un orden posible, lo imaginario siempre está
desordenado.
Que el padre sea tonto no es esencial, lo esencial es que el sujeto haya adquirido la
dimensión del nombre del padre. El nombre del padre llegado al caso puede faltar y
el padre que según carece no ha de estar tan presente para que no falte. Por este
camino Lacan da cuenta de lo esencial de la intervención paterna. Lacan sostiene que
es a este nivel, al nivel de la metáfora paterna donde se tiene que ser un significante
que sustituya al primer significante introducido en la simbolización que es significante
materno. Viene a establecer cierta ley para ese deseo caprichoso materno que se
presenta como arbitrario para el sujeto que está en absolutamente dependencia de
ella. La regulación del nombre del padre sobre el deseo de la madre produce la
significación fálica. La función paterna viene desde lo simbólico a ordenar esto y a
darle a partir de la significación fálica algún sentido, algún ordenamiento a estas idas
y venidas del deseo materno.
En el seminario 5, Lacan introduce los tres tiempos del Edipo que pueden entenderse
como tres efectos de la metáfora paterna. (Estamos en el campo de la neurosis). El
primer tiempo es el de la identificación del sujeto con el objeto de deseo de la
madre, para que esto se produzca tiene que estar el nombre del padre en
función. En el campo de la neurosis se tiene que haber inscripto el significante del
nombre del padre y en cambio, en la psicosis hay forclusión. Que este significante
esté en función supone la instalación. Es un tiempo en donde el padre este velado
y en donde la relación es más cuestión de madre-hijo. Es importante el deseo
de la madre para que ese niño ocupe ese lugar.
El segundo tiempo del Edipo, el padre prohíbe al niño que quede identificado
con el deseo del deseo de la madre. Es el padre interdictor que viene a decir que
esto se acabó, es el que introduce el no. El padre simbólico cuyo acto imaginario
frustra al hijo de ser el objeto de la madre, y recae sobre un objeto real.
El tercer tiempo, ya no es el padre que priva sino es el padre que puede transmitir
desde su propia experiencia y promete algo para el futuro. El padre que conduce
a la formación de un ideal del yo. Miller dice que aquello que permite seguir adelante
no es el no, sino que es ese no de intervención paterna es una condición para que se
de lo fundamental que es el permiso que otorga el padre en sus buenas
condiciones. Lacan dice que el padre ha demostrado que ha dado solo en la medida
en que es portador, puede dar o no dar, porque lo tiene, pero del hecho de que lo
tiene ha de dar una prueba. El falo acá es un significante, y tiene que ver con lo
simbólico que se transmite simbólicamente. Podemos acercarnos a la idea de
padre como instrumento, a esta altura un significante privilegiado que permite
que entendamos algo de la relación entre significante y significado. Lacan dice
que el nombre del padre hay que tenerlo, pero también hay que servirse de él,
de esto puede depender mucho del destino y del resultado de todo el asunto. Para
Miller, el tercer tiempo podría servir para darnos cuenta de que el padre del sí, el
padre lacaniano, al contrario de lo que se cree dice que si y su si es mucho más
importante y prometedor que un no. Vale aclarar que, si bien él no resulta necesario,
el sí constituye aquello que permite lo nuevo, que permite la invención para ese
sujeto.
Por ejemplo, en la película de “la vida es bella” podemos ver esta función paterna.
Los protagonistas están en un campo de concentración y lo que hace el padre es
transformar esa realidad, que como dice Freud está en juego y siempre se trata de
una realidad psíquica. Se trata del horror y como un padre interviene para
encontrarse y para enfrentarse con eso, para crear una ficción que protege al
niño de un horror real. Hay una escena en donde un alemán les habla de las reglas
del campo de concentración, el padre va a decir que entiende alemán y le traduce a
su hijo que tienen que estar escondidos de tal hora a tal hora y otras cuestiones como
si se tratara de una ficción. Podríamos decir que la función del padre es hacer de
traductor de lo que viene del lado materno(otro). Esta función permite al hijo armarse
un mundo para enfrentarse al horror de lo real.
CLASE 10 SEMINARIO

TEXTO: Lacan. Seminario 3, capitulo 23 parágrafo 3, capitulo 25 parágrafo 3.


El seminario 3 es el resultado de la intención de Lacan de abordar el tratamiento de
la psicosis. Ese es el punto de mira. Es la razón por la que el entra a la psicosis, busca
los medios para tratarla, medios que no encontraba en la psiquiatría. Toma una
posición clara, alojar la palabra del paciente sin comprenderlo, es decir, escuchar esa
palabra. Es una posición que los lleva a darle un relieve especial a los fenómenos del
lenguaje, a los trastornos en los que se advierte la manera particular que en la psicosis
significante y significado se desenganchan y eventualmente se enganchan.
Neologismos, perplejidad, certeza, delirios, detalles en la palabra que permiten
precisar no sólo el diagnóstico sino también maneras de intervenir.

El significante padre ordena el registro simbólico, introduce la dimensión temporal,


hace de carretera principal hacia las relaciones entre los sexos construyendo una
ficción que limita y da sentido a la satisfacción, es decir le da el lugar y produce una
versión vivible del goce. Lacan dice vivimos insertos en la realidad paterna, insertos
en el sentido de que ese ordenamiento de lo simbólico le da nuestra vida. Si el padre
está inscripto en lo simbólico, tiene un lugar en lo simbólico, resulta un articulador de
los tres registros. Se ordenan lo simbólico, se produce un sentido, el goce toma un
lugar, se hace vivible con las dificultades y fallas que eso pueda tener. Si la inscripción
de esa experiencia de pérdida se rechaza, es lo que Lacan llama forclusión.

Esa huella, ese significante retorna en lo real y resulta desarticulado, es decir


desestabiliza las relaciones entre los registros. Esa forclusión del rechazo de la
inscripción de esa huella solo tenemos noticias por las consecuencias de la vida del
sujeto cuando manifieste el desencadenamiento o algunos de los fenómenos
elementales. Hasta aquí lo que determina la psicosis como estructuración de la
subjetividad o como la estructura del lenguaje para Lacan es la no inscripción del
significante paterno, la forclusión.
Ejemplo con Schreber: Lacan plantea que el nombramiento en la corte de Schreber
(“La promoción de su existencia nominal”), le exige una integración renovadora.
Integración de la que él no puede responder. El sujeto por no poder restablecer el
pacto con el otro, por no poder realizar mediación simbólica alguna entre lo nuevo y
el mismo, entra en otro modo de mediación es decir un pulular, una proliferación
imaginaria en los que se introduce de manera profundamente simbólica, la señal
central de la mediación posible. Cuando es necesaria una mediación simbólica, la
introducción de una falta, es decir que algo se pierda para que venga lo nuevo, el
psicótico no tiene con qué responder.

Lacan presenta las consecuencias de esto. El sujeto en el desencadenamiento debe


abordar el significante como tal, como del lado del significado. Una significación
enorme que parece una nada que no se puede vincular a nada, ya que nunca entró
en el sistema de simbolización. La lógica que sigue Lacan al orientarse por los tres
registros le permite articular una sucesión de momentos posteriores al
desencadenamiento de la psicosis, es decir posteriores al encuentro con el
significante en cuanto tal.

Ubica un primer momento que llama de cataclismo imaginario. El mundo del sujeto
comienza a desintegrarse, es decir, se deslibidiniza, su cuerpo se fragmenta, se le
presentan sensaciones corporales que no entiende y lo desbordan, la imagen corporal
se transforma, se produce fenómenos de despersonalización y transitivismo. La
desarticulación de los registros hace que en cada registro suelto se presenten
fenómenos que muestren esa desarticulación.
Ubica un segundo momento en donde el habla del despliegue separado y la puesta
en juego del aparato significante, donde se produce la disociación, la fragmentación,
los trastornos del lenguaje (neologismos, intuiciones, fórmulas, estribillos, etc.)
Un tercer momento la reconstrucción. En el caso de Schreber, un delirio que estabiliza
la significación, le da una estabilidad que articula significante y significado. Esta
conclusión que el encuentra en ser la mujer de Dios, retoma la irrupción libidinal del
comienzo del desencadenamiento, allí donde no encontraba cómo responder. Él tiene
el fenómeno donde él siente la voluptuosidad de ser una mujer al momento del coito,
a lo que se resiste. Cuando el consigue significar a través del trabajo del delirio, su
lugar como ser la mujer de Dios, puede consentir a eso que siente por el sentido de
que la elaboración delirante le permitió encontrar un sentido.

CLASE 11 PRÁCTICO

CASO MARRANA
Este caso es producto de una entrevista que Lacan realiza a una paciente internada
en el hospital, en un dispositivo que se llama “presentación de enfermos” 🡪 Este
dispositivo proviene de la psiquiatría y Lacan hace una modificación muy importante:
el entrevistador está en calidad de psicoanalista y el entrevistado a título de sujeto 🡪
EL SABER ESTÁ DEL LADO DEL SUJETO 🡺 Lacan subvierte de esta manera todo
el dispositivo; es el analista quien acompaña el testimonio del sujeto pero no lo dirige.
Lo que surge en esa entrevista comporta beneficios para el paciente.

Si el saber está del lado del sujeto, el analista se deberá dejar guiar por ese saber sin
comprender. “Cuando comprendemos hacemos mal” dice Lacan, es decir, cuando
queremos significar rápidamente qué es lo que un sujeto nos está contando, cuando
queremos entender qué es lo que nos dice, nos equivocamos, porque nos adentramos
en los espejismos de lo imaginario.
“Lo importante no es comprender sino alcanzar lo verdadero” 🡪 En este momento,
para Lacan lo verdadero es lo simbólico, lo que está del lado del Otro.
Lo que el caso marrana nos enseña es que la alucinación no es una alteración
perceptiva sino que responde a un trastorno del lenguaje.

El caso consta de una mujer que es internada, que padece de un delirio de dos con
la madre. Esta noción de delirio de dos es estudiada por los psiquiatras franceses y
explican que hay dos personas que comparten el mismo delirio (por lo general,
pertenecen a la misma familia). Según Lacan, lo importante de este delirio es el
aislamiento excesivo de la pareja.
En este caso, la hija (paciente) vive con la madre sin lazo alguno con el mundo social
y sin relación con lo masculino. Viven en una especie de conventillo donde suponen
que una vecina tiene un amante y que este es un hombre casado que también vive
en el conventillo. Tanto a la madre como a la hija les parece intrusiva la presencia de
esta mujer y del amante. La vecina encarna entonces algo problemático para la
paciente 🡪 Eso problemático, para la paciente es algo del orden de lo sexual, lo que
tiene que ver con algo excesivo, con un goce que es del orden de lo inasimilable para
esta mujer.
Un día en el pasillo, en el momento en que salía de la casa, se encuentra con el
hombre (al que califica de malvado) y oye ahí algo grosero, tan grosero que en el
momento de la entrevista no lo quería contar. Sin embargo, Lacan espera para ver si
se predisponía a contarlo y lo hace 🡪 Cuenta que el hombre le dijo “marrana”, y que
previo a que el hombre le dijera eso, ella había dicho “Vengo del fiambrero”.
Entonces, hay dos significantes: Marrana (se lo adjudica al hombre) y Vengo del
fiambrero (lo que ella dice que dijo).
Lacan advierte que no hay que caer en la comprensión, pero que es algo que hasta
a él le pasó: Comenzó a relacionarlos con fiambrería, charcutería, cochino, cuerpo;
pero rápidamente sale de este equivocado.

{pág. 78 y 79} Se pregunta si la palabra “marrana” es algo que retorna de manera


simbólica, si recibe su propio mensaje de manera invertida 🡪 Esto refiere al
retorno de lo reprimido, a aquello que se reprime y que cuando retorna lo hace de
manera simbólica, de manera metafórica (acá tenemos todas las formaciones del
inconsciente de Freud).
Para responder si efectivamente se trata de un RETORNO DE LO SIMBÓLICO se va
a valer del ESQUEMA L ( donde grafica la disyunción entre lo imaginario y lo
simbólico). Lacan dirá que EL CASO MARRANA NO PODRÁ SER EXPLICADO
DESDE ESTE ESQUEMA 🡪 ¿Por qué?
● El esquema L sirve para pensar fenómenos de la neurosis, para pensar el
retorno de lo reprimido y no para pensar la alucinación marrana. ¿Por qué?
Porque lo simbólico en la psicosis funciona de otra manera. En la psicosis,
el Otro está excluido, en el lugar del Otro falta un significante primordial que es
el significante del Nombre del Padre.
Acerca de la alucinación en la psicosis, Lacan dirá que no es un significante que
retorne de manera simbólica, sino que se trata de un significante suelto que retorna
en lo Real 🡪 para explicar esto retomemos el principio del capítulo, página 72 y 73
Hay un momento que es el origen de la simbolización ¿A qué se refiere? Al mito de
constitución del aparato psíquico, al momento de constitución de lo simbólico para el
ser hablante. Lo simbólico se constituye por la afirmación/inscripción de
determinadas representaciones o significantes y por el rechazo de otras
representaciones o significantes 🡪 Esta la BEJAHUNG (afirmación) y la
VERWERFUNG (forclusión, rechazo de un elemento significante) 🡪 Son las dos
operaciones constitutivas del ser hablante. Se trata de algo primario (primitivo) que
no se puede ubicar concretamente en la vida del sujeto, siempre nos enteramos de
este secundariamente, por sus efectos.

Esta operación para Lacan es una operación estructural en tanto hay significantes
que se inscriben y hay otros que quedan por fuera.

Lo que no se inscribe en lo simbólico tiene otro destino: LO REAL 🡪 Es aquello que


no se puede simbolizar y que la imagen no puede atrapar. Lo que queda por fuera de
la imagen especular.
Sólo puede reprimirse, es decir, sólo puede ir a parar al inconciente, aquello que
primero fue inscripto en lo simbólico 🡪 Por un lado tenemos la inscripción, la
afirmación primordial; luego la posibilidad de que eso sea reprimido y, por último, el
retorno de ese reprimido en el mismo registro.

¿Qué implica el retorno en lo simbólico? Que allí el significante puede encadenarse


con otros significantes 🡪 Esta es la propiedad de lo Simbólico: la posibilidad de hacer
cadena, S1, S2, S3… Permite que el sujeto haga asociaciones.
¿Qué pasa con lo que queda forcluido, con lo que queda por fuera de lo simbólico?
Retorna en lo Real: retorna desarticulado de la cadena significante, es decir, en lo
Real el significante está suelto, está aislado, no hace cadena (es puro S1)

Marrana como significante que retorna en lo Real 🡪 La mujer no puede asociar ese
significante, hay una falta de dialéctica (lo que se conoce como dialéctica
estancada). Es como una plomada. La certeza está allí presente. No hay posibilidad
de vincularlo con otra cosa.

Este retorno en lo Real lo localiza en este otro, en ese hombre indecente, o sea,
localiza esa voz proveniente de ese lugar.

Cuando en la Neurosis el significante retorna en lo simbólico, el sujeto puede


reconocer eso como propio. Esto se llama atribución subjetiva 🡪 Es la posibilidad
que tiene un sujeto de reconocer como propio un significante, un afecto, su cuerpo,
etc. (esto en la psicosis no sucede).
Marrana es una alucinación proveniente de lo Real; es intrusivo, y lo localiza en el
otro (hombre). Es una injuria no por el contenido sino por la función coagulante sobre
el sujeto. Sin embargo, saca al sujeto de la indeterminación.
La mujer había dicho antes: Vengo del fiambrero, según Lacan, esta es una frase
alusiva porque no se sabe a dónde apunta, no se sabe a quién se refiere,
simplemente lo dijo y deja al sujeto en la indeterminación; tiene un cierto vacío. Este
luego viene a rellenarse con la certeza de la alucinación “Marrana”.
CLASE 11 TEO

En este caso estamos haciendo un video respondiendo a una pregunta que ha


surgido en este espacio con respecto al cuerpo: ¿a qué cuerpo nos referimos
cuando hablamos del cuerpo?
Para eso, en esta ocasión, Naparstek toma tres citas de Freud: del historial de
Schreber (1911), de Introducción al narcisismo (1914) y la tercera es del texto El Yo
y el Ello (1923).
Cuando Freud introduce la idea de narcisismo en el análisis que realiza sobre el
historial de Schreber —incluso antes de escribir el texto que trata especialmente sobre
esa temática—, escribe lo siguiente: “Investigaciones recientes han atraído
nuestra atención sobre un estadio de la evolución de la libido intermedio entre
el autoerotismo y la libido objetal”. Eso parece muy simple (y está explicado en el
teórico). Si se sigue un esquema, se puede ver un esquema de la evolución de la
líbido, donde existe un estadio intermedio entre el autoerotismo y la amor objetal, que
es el narcisismo:

«(encuentro del simbólico con el organismo→) Autoerotismo→ (NAP→) Narcisismo→

elección de objeto»

Es decir, entre el autoerotismo y la elección de objeto, ubica una etapa que es el


momento del narcisismo. Dice: “Tal estadío ha sido asignado con el nombre de
«narcisismo»”. Y consiste, agrega Freud, en que el individuo en evolución va
sintetizando en una unidad sus pulsiones sexuales entregadas a una actividad
autoerótica, para llegar a un objeto amoroso. Se toma a sí mismo; esto es: toma a su
propio cuerpo como objeto amoroso antes de pasar a la elección de una tercera
persona como tal. Sintetiza en una unidad sus pulsiones sexuales, toma a su
propio cuerpo como objeto amoroso, y luego pasa a una elección de objeto
externo a él.
También tiene cierta simpleza, más allá de lo complejo que implica la evolución de
la libido. Se trata de este caso el amor a un tercero, a cierta persona, pero primero,
para amar a un tercero, primero se debe amar a sí mismo. Y hace mención
entonces al propio cuerpo. Esto con algunas indicaciones más que supone, que
esto que llama “pulsiones autoeróticas” son varias (están en plural, en general
Freud habla de "las pulsiones", que además las llama "parciales").
Avanza con la siguiente indicación, que es la de Introducción al Narcisismo (1914).
Freud dice: “En el individuo no existe desde un principio una unidad comparable al
Yo. El Yo tiene que ser desarrollado. En cambio, las pulsiones autoeróticas son
primordiales. Para constituir el narcisismo debe ir a agregarse al autoerotismo un
nuevo elemento: un nuevo acto psíquico”. Es decir, Freud insiste en distinguir el
narcisismo del autoerotismo, diciendo que el autoerotismo sí es primordial, y el
narcisismo es segundo de esto. Y para pasar al narcisismo hace falta algo muy
puntual (un nuevo acto psíquico), sobre el cual Freud no dice demasiado.
Y finalmente, la otra cita que es de El Yo y el Ello (1923), donde Freud plantea que
el Yo es ante todo un ser corpóreo, y no solo un ser superficial, sino incluso la
proyección de una superficie. Termina de ligar al Yo con el cuerpo, que supone,
contrariamente al autoerotismo, una unidad. La idea de Freud es que la La idea de yo
y de cuerpo (*cambia de tema*); con esto se refiere a la imagen que tiene Narciso
frente al agua de la imagen de su propio cuerpo. Como si la imagen de unidad como
un todo.
¿Recuerdan que la vez pasada hablamos de lo imaginario como una tendencia a
la completud? Una tendencia a la buena forma en el sentido de la Gestalt. Freud dice:
“Es la primera vez que uno tiene la noción de una unidad”, ligada por Freud por un
lado con el Yo, y por el otro como la imagen del cuerpo. Ese cuerpo como unidad
no es primero, sino que es segundo con respecto a un organismo pulsional (lo
que se tendría “de movida”). De movida se tenían las pulsiones parciales, un
organismo que está totalmente fragmentado especialmente por las zonas
erógenas. Es decir que el punto de partida, en el encuentro que hay entre lo simbólico
y un organismo, supone una fragmentación de ese organismo en pulsiones parciales
que Freud no duda en hablar de la anarquía de las pulsiones que cada pulsión se
satisface a sí misma independientemente de las otras. Es decir que allí, cuando
hablamos anarquía que se satisface a sí misma independientemente de las
otras, no hay ninguna unidad. La idea de unidad es secundaria respecto de
esto.
Antes del autoerotismo ocurre el encuentro de lo simbólico con el organismo,
nosotros somos seres parlantes y por efecto del lenguaje ese organismo viviente,
natural, está trastocado por el lenguaje. El lenguaje nos diferencia de los animales,
nuestro organismo trastocado por el lenguaje. Esta distinción supone que en los
animales se tiene el instinto y en los seres humanos tenemos la pulsión. Una
diferencia que establece Freud es que en el caso del instinto animal, ese instinto tiene
un objeto predeterminado. En el caso de los seres humanos no es así. De hecho
Freud termina diciendo que la pulsión tiene falta de objeto predeterminado por la
pulsión, lo cual se demuestra en el campo de la sexualidad (mientras con el mundo
animal la sexualidad es para la reproducción de la especie, el humano no se limita a
eso, no hay algo predeterminado por la especie).
En esta evolución del autoerotismo hacía la elección de objeto hay un estadio
intermedio que, como decía antes, supone que para amar un objeto primero hay que
amarse a sí mismo. No es algo que él propone como una regla, es algo que deduce
Freud que la clínica. Supone en la evolución de la libido un momento que es el
narcisismo donde el individuo se ama a sí mismo. En ese caso si empieza haber una
unidad que no existía previamente. Freud lo llama «narcisismo» y Lacan «estadio
del espejo» (y todo lo que eso supone).
Es decir que la constitución del Yo supone también la constitución de una imagen
corporal que da la sensación de unidad. Y dicha sensación es lo que también permite
pensar la diferencia entre el yo y el mundo, el interior y lo que está fuera. Uno puede,
a partir de esa imagen de unidad, decir "este soy yo y esto es el mundo", un tema
habitual en el campo del amor (¿hasta donde llega la pareja y hasta donde llego yo?).
Son las problemáticas que surgen por la distinción entre el yo y el mundo (¿cuál es
mi mundo y cuál es mi mundo exterior?).
Freud destaca la dificultad de situar en la pulsión oral, por ejemplo si fuese el pecho
materno, si el pecho es de la madre o es del infans. Hay allí una falta de distinción
entre el adentro y el afuera.
En este sentido respecto específicamente del cuerpo, podemos indicar los
siguiente: partimos de una instancia que para el ser humano está perdida. Es lo que
llamó antes el viviente natural, como si fuese un organismo en el sentido de los
animales. Eso para el ser humano está perdido, no existe, ya desde un primer
momento parte con un organismo pulsional, que no funciona como el instinto en los
animales ni tampoco se rige por la necesidad que se sacia.
Recordar las características centrales:
● Pulsión no tiene objeto predeterminado por la especie.
● Nunca encuentra la total satisfacción.
Es una paradoja lo distingue de la necesidad porque la necesidad tiene ritmos: hay
hambre, se ingiere comida, se apaga el hambre por un tiempo y luego vuelve. En
cambio con la pulsión, como no tiene la total satisfacción, y mientras más se le da,
más hambre tiene. Mientras más tocamos la zona erógena, más se excita. y eso no
tiene una satisfacción total en términos de Freud. El infans se chupetea el dedo y
quiere seguir chupeteando con esa zona erógena oral más allá de haberse
alimentado. entonces ese viviente natural está perdido. La idea de que algo está
perdido desde el vamos es central y en su teoría está dicho de varias maneras.
Él la llama «la primera experiencia de satisfacción», y esa primera no es algo
que Freud encuentre concretamente cuando alguien nace, sino que es deducido
lógicamente (es un supuesto lógico), ya que supone que hubo anteriormente
una satisfacción total, pero que no existe más (y eso deja una huella).
Se supone que el viviente natural (que nunca existió porque está perdido) tuvo que
haber vivido una experiencia de satisfacción total, justamente porque para el ser
humano hay las pulsiones parciales. Parciales es porque no es de una totalidad y
porque son separadas una de las otras.
Esa imposibilidad de satisfacción hace que la pulsión busque nuevamente
más satisfacción. Por ello Freud describe a la pulsión como una fuerza
constante. A diferencia de la necesidad que tiene ritmo.
Esto que son las pulsiones parciales, es una anarquía, se reúne en esa evolución
de la libido a partir de un nuevo acto psíquico (que dice Freud, que todavía no se ha
dicho cuál es) y que conlleva al narcisismo. Pone a elegir al propio cuerpo como un
objetivo de amor: uno se enamora de su propia imagen.
Para pasar del narcisismo a la elección de objeto, hay que dejar de amarse un poco
a sí mismo para transferir libido a un objeto de afuera, para amar a otro, a un tercero.
Pero ahí ya se está en la vía del amor, y el amor tiene esa característica
especialmente imaginaria en que en el amor se o de ubicar también a nuestro registro
que es la tendencia a la idea de completud, el amor que supone un estado de
completud que tiene que ver especialmente con lo imaginario.
Efectivamente cuando se habla del cuerpo en Freud, se habla muchas veces
del cuerpo imaginario que tiene que ver con el narcisismo, un cuerpo completo
que supone una unidad, etc. A diferencia del organismo pulsional que es
fragmentado, que supone las pulsiones parciales, que vamos a ver cómo ese
organismo pulsional lo reconocemos en la neurosis y cómo lo reconocemos en
la psicosis. Y por otra parte ese organismo pulsional lo distinguimos de algo que
desde el vamos está perdido (que no tiene instinto, necesidad, algo predeterminado,
etc.).
La evaluación de una dieta para la fase posterior de una operación bariátrica
tendría que ver con saber si esa persona es capaz de controlar sus pulsiones (obvio,
no manejan nuestros términos).
Entonces, a partir de un nuevo acto psíquico del narcisismo, se genera una
unidad a partir de la imagen del propio cuerpo y el yo, ambos cobran una
identidad. Para diferenciar el Yo del sujeto, a veces para diferenciar al yo, uno
parte de la imagen de su propio cuerpo (si uno es alto, bajo, rubio, morocho, etc.).
El paso subsiguiente en el campo del amor es poder dejar de amarse a sí mismo
para poder amar a un tercero y poder ir en búsqueda de la completud (que supone a
veces el amor) ya con un tercero, y no solamente con la imagen de su propio cuerpo.
Si uno cede ese amor a sí mismo, puede encontrar otro objeto de amor.

[Con esto se responde la pregunta que hicieron llegar al foro. Por supuesto que hay
un material subido a la plataforma, que es un teórico donde se habla más a detalle de
estas cuestiones.]

CLASE 11 SEMINARIO

Hoy veremos el escrito de Lacan “La cuestión preliminar a todo tratamiento posible
de la psicosis”. Es un escrito realizado posteriormente al Seminario 3 de “las psicosis”,
que hemos estado recorriendo. En este escrito, con una distancia temporal, reafirma
muchos de sus conceptos, reformula bajo una nueva perspectiva, con pequeños
deslizamientos, en algunos casos, pero afirma nuevamente que el problema que
plantea la psicosis al psicoanálisis, tanto en la dimensión clínica como en la dimensión
teórica y la cuestión de su tratamiento.

Tenemos como referencia un título en nuestro cronograma para orientarnos en el


texto, que es “La respuesta psicótica, el significante en lo real”. Este título está
pensado para orientar la lectura de los textos propuestos en cada espacio. Tenemos
dos apartados para ver del escrito: el primer apartado que se llama “Hacia Freud” y el
último apartado que es el “Post-scriptum”. Como está referido al seminario 3 hay
algunas cosas que tomo de ahí y que conviene volver a recordarlas.

Para empezar, recordemos el tema del¨ objeto humano¨. ¿Por qué es importante en
este escrito? Lacan va a formular que en la alucinación hay objeto, en contra de la
fórmula de la teoría de la percepción (que define alucinación = percepción sin objeto).
Él va a criticar esta idea a partir de la relación que el sujeto establece con su propia
palabra. Va a establecer que sí hay un objeto, que es un objeto indecible, pero
que está como tal.

Esto que les cito del Seminario 3 habla de los objetos humanos y dice que el objeto
humano se distingue por su neutralidad y su proliferación indefinida. No depende de
la preparación de ninguna coaptación instintiva del sujeto; como hay coaptación,
enganche de las valencias químicas entre sí. El hecho de que el mundo humano esté
cubierto de objetos se fundamenta en que el objeto de interés humano es el objeto
del deseo del otro.

¿Cómo es esto posible? Porque el Yo humano es el otro y, al comienzo, el sujeto


está más cerca de la forma del otro, que del surgimiento de su propia tendencia.
En el origen, él es “una colección incoherente de deseos” (habría que ver el modo
en que esa coherencia llega al sujeto). Este es el verdadero sentido de la expresión
“cuerpo fragmentado”. Es decir que ubica el tema del cuerpo fragmentado
como esa colección incoherente de deseos. Hablo del cuerpo fragmentado porque
en el apartado 1 él vuelve sobre un caso que evoca algo de la fragmentación corporal,
y es la alucinación del caso presentado en el Seminario 3 como “caso marrana”.

La paciente vive con su madre. Lacan lo define como un “delirio de a dos” (Lacan ya
dice en el Seminario 3 que todo delirio es delirio de relación). De alguna manera, el
delirio de relación de esta paciente con su madre, la tiene prisionera en esa relación
dual y cualquier otra cosa que venga a interferir la rebasa. El momento en el que ella
escucha a Marrana, es algo que ella no dice, lo dice el otro. Cuando Lacan indaga un
poquito más, se encuentra con que la paciente había “murmurado” algo. El hecho de
que sea una murmuración tiene importancia, vemos en el campo de psicosis y su
relación a la palabra el modo en que se emplea que tiene una densidad, una textura,
una tensión especial para el sujeto. Aparentemente esta murmuración no tenía nada
que ver con este insulto pero es una frase indirecta, alusiva, no está dirigida en
particular a nadie y tampoco se sabe quién es el que la profiere. Ella dice en las
murmuraciones “vengo de la fiambrería” (o carnicería). Esta frase indeterminada,
alusiva, indirecta, deja esa indeterminación del sujeto. Esto quiere decir que no está
determinado su lugar en la producción de esa cadena significante. Su lugar en el otro.
Es decir, no hay una promoción de ese lugar desde el otro. Ella habla por alusión,
indirectamente y queda indeterminada, queda sin lugar. El insulto viene a detener esa
indeterminación. Otorga un lugar que no es muy agradable, es grosero (marrana). No
lo dice ella; lo dice el otro, es el otro el que determinada en lo real, bajo la forma de
un insulto, su lugar. Y detiene esa indeterminación.

Antes de empezar el análisis del caso marrana, dice que este hallazgo del análisis de
la alucinación del caso del delirio de a 2 es un hallazgo que solamente pudo ser hecho
por un sometimiento completo, “sumisión completa a la posición propiamente
subjetiva del enfermo”. Es una indicación de la posición que toma el analista
cuando habla con un paciente psicótico.

¿Qué quiere decir una sumisión a la posición del sujeto? Que sigue un fenómeno, ese
fenómeno que presenta marrana lo sigue, lo analiza, y no la significación, la
significación cultural, la que le podemos dar o le puede dar otro que escucha. No
interpretan los demás sobre eso, sino que seguimos al ras del fenómeno alucinatorio
qué es lo que está ocurriendo para determinar su posición en esa cadena significante
que profiere, que es un ejemplo de cadena rota. Indeterminación y determinación por
el insulto. Hay un significante que aparece en lo real y que da el índice de esa
cadena rota que ya está percibida en el modo alusivo de la frase “vengo del
fiambrero”. Dice: “así es como el discurso acabó por realizar su intención de rechazo
hacia la alucinación. en el lugar donde el objeto indecible es rechazado en lo real
se deja oír una palabra. Hay objeto, no puede decirse, es un objeto indecible, y
en tanto no puede decirse, rechazado como tal, se deja oír una palabra. La
alucinación es eso: se escucha una palabra de algo que no pudo decirse del
objeto.

Me voy a detener en el tema del “fenómeno”. Fenómeno elemental son los


automatismos de Clérambault, que Lacan los toma para la paranoia. ¿Qué es un
fenómeno? Un fenómeno es algo que se presenta tal cual es. Es algo que no
tiene ninguna explicación y no hay ninguna otra manera de nombrarlo. Por
ejemplo, un fenómeno natural. En el seminario 3 es importante el tema de los
sistemas de referencia que tenemos para captar los fenómenos que suceden en
las psicosis. Estos sistemas de referencia son tres: lo imaginario, lo simbólico
y lo real. Si bien es cierto que lo real va a ser definido de diferentes maneras a
lo largo de su enseñanza, acá lo dice de una manera muy simple: lo real es lo
que no es simbólico y lo que no es imaginario, por un lado, y lo real es eso que
se presenta así, tal cual es.

Entonces, seguir el fenómeno, someterse a la posición subjetiva, indica que la guía


para la escucha no es el símbolo sino los fenómenos, lo que va ocurriendo al ras de
eso que se presenta tal cual es. En la psicosis se presenta, como dice Freud, a “cielo
abierto”. Es importante tener una orientación para cuidarnos de comprender o pensar
al Yo como una síntesis o el percipiens como alguien unificado. Es decir que vale para
cualquiera de las estructuras clínicas, esta advertencia de orientar lo que se
escucha no por la comprensión, no por los significados, no por lo que quieren
decir, no por lo que suponemos que podrían decir; sino para analizar
exactamente la relación de ese sujeto con la palabra que emite.

El seminario 3 trabaja bastante la idea del emisor, del receptor, y concluye que
siempre se es receptor. Todo emisor es siempre receptor. Con lo cual esta paciente
muestra bien este tema. Y Lacan va a trabajar, para seguir los fenómenos a nivel
del lenguaje: el fenómeno de código y el fenómeno de mensaje. Estas formas
amplían los trastornos del lenguaje ya trabajados en el seminario 3 y de alguna
manera describen de diferente manera esas palabras que tienen una densidad
especial y que toman toda la situación del psicótico. Vemos a Schreber, por
ejemplo, muy preocupado por las palabras, que siempre le conciernen, siempre
están dirigidas a él y que tienen una densidad especial, quedan aisladas, no
pueden asimilarse al resto de la cadena.

En la página 519 a 521 van a poder ahondar en estos fenómenos de código y


fenómenos de mensaje. Voy a decir nada más que en los fenómenos de código lo
que interesa en sí mismo, lo que constituye en sí mismo el objeto de la
comunicación es la palabra misma, el significante mismo y no lo que significa.
Y voy a decir de los fenómenos de mensaje, el tema de los mensajes
interrumpidos, que es una forma también de la cadena rota, algo que se
interrumpe y que deja en suspenso algo. “Voy a …”, “Hizo…”. Son cosas que se
escuchan sueltas y que no encuentran esa forma en donde aparece la coherencia de
eso que quiere decirse.

En el apartado número 5, para concluir, tenemos el tema del desencadenamiento, las


condiciones en las que se produce la entrada en la psicosis y qué es lo que hace que
un sujeto sea psicótico o sea neurótico. Lacan va a retomar el concepto de
Verwerfung (rechazo) de Freud: lo rechazado adentro retorna desde afuera.
Lacan va a hacer una leve modificación: lo forcluido en lo simbólico retorna en
lo real. ¿Qué es lo que está forcluido? El significante del nombre del padre en
el lugar del otro. Esa forclusión en el lugar del otro, es lo que determinada la
condición que separa a la neurosis de la psicosis.

En la pág 556 dice: “un accidente de ese registro (simbólico) y de lo que en él se


cumple (es un accidente). Y enseñamos al principio, siguiendo a Freud, que el Otro
es el lugar de esa memoria que él descubrió bajo el nombre de inconsciente,
memoria a la que considera como el objeto de una interrogación que permanece
abierta en cuanto que condiciona la indestructibilidad de ciertos deseos. A esa
interrogación responderemos por la concepción de la cadena significante”. Una vez
inaugurada esa simbolización primordial que él evoca en el juego del Fort-Da, es
decir, en ese dominio que el niño tiene o intenta tener del carretel y de las palabras
(significantes) Fort-Da. Un dominio corporal, un dominio significante y un dominio
respecto de la presencia y la ausencia (función de dominio). La función de dominio es
algo que está muy presente en Lacan, no tanto la función de síntesis o de completud,
que algo esté completamente armadito.

Esta cuestión de la psicosis tiene un inicio preciso. Según Lacan, para que un psicosis
se desencadene es necesario que el nombre del padre forcluido, sin haber llegado
nunca al lugar del Otro, sea llamado en oposición simbólica al sujeto (significa un
lugar de terceridad respecto de la pareja imaginar a – a’, que ustedes han visto en el
esquema de L). Acá lo llama “un padre”. No se trata necesariamente del padre del
sujeto, sino de alguien que viene a un lugar tercero, que se sitúa en una posición
tercera. Ese un padre viene hacia el lugar donde el sujeto no ha podido llamarlo
antes.

¿Dónde se encuentra el comienzo de la psicosis? Se puede buscar en distintas


situaciones que llama “coyuntura dramática”. Estas situaciones, en el sentido
novelesco del término, las puede encontrar en diferentes formas, dice literariamente:
“la mujer que acaba dar a luz, la figura del propio esposo, para el penitente que
confiesa su falta en la persona de su confesor, para la muchacha enamorada en el
encuentro del padre del muchacho. Se la encontrará siempre y se la encontrará más
fácilmente si se guía uno por las situaciones en el sentido novelesco del término”.

Sobre el final del escrito agrega “desencadenado en lo real”: “Que el proceso por el
cual el significante se ha desencadenado en lo real, después de que se abrió la
quiebra del nombre del padre, es decir del significante, que en el otro en cuanto al
lugar del significante es el significante del otro en cuanto al lugar de la ley”. Es decir,
tenemos que distinguir el Otro, ese lugar del Otro habitado, funcionando con el
funcionamiento que permite la ley del significante, o es un Otro que no ha admitido
ese funcionamiento como tal.

CLASE 12 PRÁCTICO

NOTA IMPORTANTE: Lo que pongo en cursiva es lo que lee de los textos.

Bibliografía a trabajar:
● Freud, “Duelo y Melancolía”
● Esque, “La depresión vista desde la perspectiva psicoanalítica”

Ambos textos nos van a permitir reflexionar acerca de diversos modos de respuesta
subjetiva a la pérdida y cómo en el centro de esas respuestas se pone en juego la
relación del sujeto a su propio saber inconsciente.

Duelo y melancolía
Freud en este texto va a tratar de echar luz sobre la naturaleza de la melancolía
comparándola con un afecto normal, o lo que el supone normal, en el sentido de lo
esperable en relación a atravesar una pérdida.
Qué tienen en común el duelo y la melancolía?
● Son respuestas a la pérdida de una persona amada. Ya sea que falleció o que
se produjo una separación.
● Puede ser la pérdida de alguna abstración que ocupe ese lugar como un ideal,
frase típica “se me cayó un ídolo” eso puede tener un peso serio para alguien.
● Alguien puede ser un lugar de pertenencia que se haya perdido
● Son comunes algunas de sus manifestaciones:
o Estado de malestar con profundo dolor
o Una cancelación del interés por el mundo exterior
o La pérdida de la capacidad de amar
o La inhibición en la productividad
Diferencias
● La melancolía se pone de manifiesto una rebaja en el sentimiento de sí que se
exterioriza en autorreproches y auto denigraciones y se extrema hasta una
delirante expectativa de castigo.
● En el duelo no hayamos esa perturbación del sentimiento de sí
● Si bien el duelo normal trae perturbación en el curso habitual de la vida, no se
le ocurriría considerarlo un estado patológico porque confiamos en que en
cierto tiempo la persona se va a recuperar y juzga inoportuno y dañino
perturbar el curso del trabajo de ese duelo

El trabajo del duelo y del melancólico


Duelo
El examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe más y llama a
quitar la libido de sus enlaces con ese objeto. Freud aclara que no es tan fácil
abandonar una posición libidinal, y si bien lo normal es que prevalezca el acatamiento
de la realidad, también es esperable que eso no suceda inmediatamente, sino que el
desasimiento libidinal se realice pieza por pieza con un gasto de tiempo y energía e
investidura entretanto la existencia del objeto perdido, continúa en lo psíquico. Está
muy presente la persona, y en relación a ese objeto que se perdió.
Melancolía
Freud va a decir que nos encontramos con una pérdida de objeto sustraída de la
consciencia. Hay algo de esta pérdida de la que el sujeto no tiene registro. Y esa
sustracción de la consciencia, esa falta de registro de la pérdida va a tener
consecuencias.
Freud va a ir vinculando ese desconocimiento con la rebaja en el sentimiento yóico,
con ese empobrecimiento del yo del que venía hablando.

Va a decir que en el duelo el mundo se ha vuelto pobre y vacío, y en la melancolía


eso le ocurre al yo. El enfermo nos describe a su yo como indigno, estéril y
moralmente despreciable. Se hace reproches, se denigra y espera represión y
castigo. Se humilla ante los demás.
Le falta la vergüenza y se complace en un desnudamiento de sí mismo.
Este cuadro de delirio de insignificancia predominantemente moral se completa con
el insomnio, la repulsa del alimento y un desfallecimiento de la pulsión que compele
a todos los seres vivos a aferrarse a la vida.

La regresión de la libido de objeto al narcisismo y el conflicto de ambivalencia.


Pág 245 Si con tenacidad se presta oídos a las querellas que el paciente se dirige,
llega un momento en que no es posible sustraerse de que se adecúa muy poco a su
propia persona y muchas veces con levísimas modificaciones se ajustan a otra a
quien el enfermo ama o ha amado y tan pronto se indaga el asunto, él corrobora esta
conjetura: así se tiene en la mano la clave del cuadro clínico si se disciernen los
autoreproches como reproches contra un objeto de amor que desde este ha rebotado
sobre el yo propio.
En realidad, los autorreproches son reproches contra un objeto de amor que desde
ese objeto ha rebotado sobre el yo propio y va a tratar de dar cuenta de cómo se
produce esto.
En la melancolía el retiro de la libido del objeto se produce rápidamente, no pieza por
pieza como en el duelo, y esa libido libre no se desplaza a otro objeto del mundo
exterior sino que regresa al yo. Y en el yo no encuentra un uso cualquiera, sino que
sirve para establecer una identificación con el objeto resignado.
Por eso va a decir una frase muy conocida de Freud: la sombra del objeto ha caído
sobre el yo.
Quien en lo sucesivo el yo, es sojuzgado en una instancia particular dentro del yo,
(que en este texto va a nombrar como conciencia moral, en la neurosis y psicosis lo
va a nombrar como superyó) la conciencia moral, como el objeto resignado.
Es decir que la conciencia moral sojuzga al yo tal como lo haría como el objeto
resignado.
En el interior del yo, la instancia crítica sojuzga al yo tal como si fuera el objeto.

Cuáles son las condiciones para que todo esto suceda en la melancolía?
1) Este proceso parece elegir que la elecciòn de objeto se halla cumplido desde una
base narcisista, de suerte que la libido pueda regresar al narcisismo sin tropezar con
dificultades.
2) Hay que suponer un conflicto de ambivalencia con el objeto amado (central)
Pàg 248 La pèrdida del objeto de amor es una ocasión privilegiada para que salga a
la luz la ambivalencia afectiva con el objeto.
Es decir, no solo el amor en relación a ese objeto que se perdió sino también el odio.
Va a decir que este conflicto de ambivalencia va a estar entre lo fundamentos de la
melancolía. Si el amor que el objeto se refugia en la identificación narcisista, el odio
se ensaña con el objeto sustituto insultandolo, denigrándolo, haciendolo sufrir y
ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica.
Este conflicto de ambivalencia es también lo que puede hacer que el duelo normal se
pueda tornar empatológico. Es decir, que se complique el trabajo del duelo, la
elaboración de la pérdida en la medida en que no pueda incluirse en el trabajo del
duelo ambos sentimientos que se tenían para con el objeto perdido. Es decir, no sólo
tratar sobre los sentimientos de amor, que se tenían en relación a esa persona (o
lugar) que se perdió, sino todo el odio, toda la bronca que estaba en juego en relación
a eso que se perdió. Las dos cuestiones.

La resolución del duelo y del trabajo melancólico (si es que la hay)


A Freud le va a quedar más clara la resolución del trabajo del duelo, que la del
melancólico, del que dirá que quedan varias preguntas abiertas.

Pág 252 sitúa en relación al duelo: para cada uno de los recuerdos y de las añoranzas
que muestran el lazo con el objeto perdido, la realidad pronuncia el veredicto: el objeto
ya no existe más y el yo interrogado (por así decir) si quiere compartir el destino de
ese objeto (es decir, la muerte) se deja llevar por la satisfacciones que le da el estar
con vida, y desata su ligazón con el objeto resignado. Podemos imaginar que esa
desatadura se cumple tan lentamente y tan paso a paso que al terminar el trabajo esa
líbido queda disponible para nuevos destinos.

En cuanto a la melancolía dice que también cabe suponer ese trabajo pieza por pieza
pero que la ambivalencia afectiva y la elección de objeto desde una base narcisista
agrega varias complicaciones a este proceso. Fundamentalmente lo que va a situar
Freud es en término de esas batallas de ambivalencia todos se sustrae de la
conciencia, es decir que no hay registro de ese conflicto de amor/odio en relación al
objeto que se perdió.
En cambio, lo que va a devenir consciente en la melancolía, es el conflicto entre el yo
y la instancia crítica.

Pág 255, intenta zanjar un poco cuales son los devenires del trabajo melancólico y
una pregunta que Freud se hace en relación a por qué la melancolía en ciertas
ocasiones se torna en manía ( eso le da que pensar): el conflicto en el interior del yo,
que la melancolía recibe a canje de la lucha por el objeto tiene que operar a modo de
una herida dolorosa central, una herida abierta que exige una contrainvestidura
grande en extremo.
Podemos pensar que con esta contrainvestidura, Freud está haciendo alusión a la
manía, a la solución melancólica tornándose en su revés, la manía como modo de
triunfo del yo sobre la instancia crítica. Pensemos la manía en términos del lugar, de
la inhibición propia del estado melancólico, la compulsión a hacer. El triunfo sería
sobre el yo en una instancia crítica, el yo que se vuelve a poner a hacer.
No obstante, esto lo va a plantear como una conjetura, le parece que no estaba del
todo claro la solución melancólica, y lo deja para futuras investigaciones.
En la melancolía y en el duelo patológico, el conflicto de ambivalencia se sustrae de
la consciencia, no hay registro del odio.

La depresión vista desde la perspectiva psicoanalítica


Este texto va a agregar una orientación a lo que F viene diciendo acerca de la época
(Este es de 2007 y el de Freud de 1915) y también respecto al orientación del
psicoanálisis en cuanto al abordaje de estas afecciones.
Así como Freud subrayaba para la melancolía y el duelo patológico cierto
desconocimiento de la ambivalencia respecto al vínculo con el objeto, este autor va a
poner en el centro del asunto la relación con el saber inconsciente (o la no relación)
Por un lado va a ubicar como la época ofrece distintas maneras de suturar el malestar
vía objeto del mercado, es decir, respuestas inmediatas para resolver el
padecimiento, lo que implica un cortocircuito con el saber del inconsciente. Es decir,
objetos que obturan la posibilidad de preguntarse acerca de aquellos que nos hace
sufrir.
En este sentido va a ubicar el incremento del aspecto represivo de esta época como
consecuencia del no querer saber. Como efecto de intentar obturar ese vacío de
existir con respuestas Rappi (? al malestar.
Este autor va a destacar algo que para el psicoanálisis es esencial: la responsabilidad
del sujeto respecto al propio saber inconsciente y a las propias condiciones de goce.
La relación del sujeto a su deseo y a su goce.
Va a recordar como Lacan en televisión, habla de la tristeza y depresión como
cobardía moral, en el sentido de una renuncia del sujeto que cede en su deseo frente
al goce con la consecuencia del efecto represivo, el desinterés por las cosas del
mundo.

La hipótesis más fuerte de este texto es que el no querer saber respecto al propio
inconsciente tiene el precio del afecto represivo.

Cuál es la apuesta del psicoanálisis?


Pasar de la queja y del afecto depresivo a la dignidad del síntoma que abre la pregunta
sobre la causa y sobre la satisfacción, lo que siempre conlleva un relanzamiento del
deseo y una vivificación.

Acá termina el texto


Se le ocurrió sumar una breve viñeta clínica para sumar a esto que venimos
trabajando.
Es un sujeto que va a ubicar en el análisis a su adicción al tóxico como un modo de
irse. Este irse vía el tóxico se va a develar a lo largo de las entrevistas como la
reiteración de un acontecimiento traumático. El momento en el que luego de irse sin
despedirse de su madre, ella que estaba con una enfermedad terminal falleció.
Este sujeto pudo ir cediendo en el consumo, al irse realizando la elaboración del duelo
por la muerte de su madre y al empezar a tener otra relación con su saber
inconsciente

CLASE 12 TEO

El paradigma Schreber

El paradigma Schreber es una manera nuestra de nombrar un momento y una


lectura de Lacan acerca de la psicosis. Nosotros llamamos paradigma Schreber
a la lectura que hace Lacan de la psicosis a la altura de los años 50. Es un
paradigma por lo tanto lo entendimos con Lanteri-Laura, entendimos que es un
paradigma, un cuerpo conceptual que tiene una coherencia interna, que está
organizado con una coherencia interna, que está ubicado en un tiempo, en una línea
temporal que es un momento histórico y también entendemos que tiene límites y
obstáculos.

Por eso decimos que el paradigma Schreber no es la última lectura de Lacan


sobre la psicosis. Es más, después vamos a tener una clase que se llama el
paradigma Joyce, entonces lo que podemos decir hoy es que vamos a abordar
como lacan conceptualizó y leyó la clínica de la psicosis a la altura de los años
50.

Para abordar el paradigma Schreber les voy a invitar a partir de un psiquiatra


Baillarger, años mil ochocientos treinta y pico, que se interesa mucho por las
alucinaciones y entonces no solo describe las alucinaciones auditivas de las poses
que se escuchan desde afuera sino que describe fenómenos alucinatorios que él
propone llamar “alucinaciones psíquicas” porque son voces sin sonidos, voces
interiores, voces que se escuchan, como si los alucinados podrían decir voces que se
escuchan desde adentro. Alucinaciones de voces interiores que se escuchan desde
adentro.

Esa línea de investigación la sigue unos años después en mil novecientos treinta y
pico otro psiquiatra que se llama Seglas, ese psiquiatra va a proponer investigar el
campo de las alucinaciones, las describe: las simples, comunes, auditivas, las voces
que se escuchan desde afuera pero también propone otro conjunto de alucinaciones
que denomina “psicomotrices verbales”. ¿Qué describe con estas alucinaciones y
por qué nos importan? Si ustedes van a una clínica o un hospital de internados
van a ver que muchas veces los van a ver deambulando a los alucinados
modulando y pronunciando eso que escuchan desde afuera, por eso es
impactante ese tipo de alucinación y por eso Seglas se detiene en ellas. Es lo
que lo lleva a entender que la cuestión del adentro y el afuera es un problema,
que la cuestión de pensar a la alucinación como un trastorno perceptivo es un
problema, que es un trastorno del lenguaje, que las alucinaciones, para él, están
en el capítulo de los trastornos del lenguaje. Donde adentro y afuera es un
problema. ¿Qué es adentro y que es afuera? ¿Quién habla en la alucinación? ¿De
dónde salen esas voces? La psiquiatría deja pendientes esas preguntas. Freud
también deja pendientes estas preguntas. Freud también se embrolla en el adentro y
el afuera.

Entonces podríamos decir que en el paradigma Schreber, Lacan viene a


responder algunas de esas preguntas. Viene a leer el campo de la psicosis
respondiendo esas preguntas con sus propias categorías que son: imaginario,
simbólico y real. Va a tratar de responder adentro afuera, de donde vienen esas
voces, de que se tratan esas voces🡪 con sus categorías: imaginario, simbólico
y real. Por eso, nos invita a pensar los fenómenos en términos de si son en lo
simbólico o en lo real. Si son en lo simbólico dentro del lenguaje🡪 del lenguaje
articulado o si son por fuera del lenguaje articulado, del lenguaje solo, del
lenguaje suelto, del lenguaje neológico, del lenguaje en lo real.

Es la manera en que el fue respondiendo a los problemas de las psicosis con sus
propias categorías. Pero además, el se define en esos años como quien invita a hacer
un retorno a Freud, por eso ese paradigma lo llamamos Schreber porque Schreber es
el estudio más detallado, podríamos decir, que hizo Freud de la psicosis, entonces
Lacan dice: “volvamos a Freud entonces volvamos a leer Schreber” pero cuando
vuelve a leer a Freud y cuando vuelve a leer a Schreber no nos tenemos que
equivocar, el no vuelve para ser freudiano sino que vuelve siendo lacaniano, es decir,
con sus categorías.

Ese retorno a Freud y por eso ese retorno a Schreber y por eso lo llamamos el
paradigma Schreber🡪 también es una respuesta a sus contemporáneos, a sus
interlocutores. ¿Quiénes son sus interlocutores en ese momento? Los
postfreudianos.

Entonces podemos decir, estamos armando / presentando el tema: el paradigma


Schreber es una respuesta al adentro-afuera con las categorías: imaginario, simbólico
y real y también es una respuesta a los postfreudianos, sus interlocutores, que
estaban proponiendo una clínica y una conceptualización de la psicosis que a Lacan
le parecía desviada de las pistas freudianas.🡪 Un pequeño desarrollo podemos hacer
ahí: Freud empieza la clínica y empieza, ustedes saben, atendiendo histerias,
atendiendo neurosis, encuentra un dispositivo, un modo de interpretación que le
resulta interesante, que le resulta eficaz pero a su consultorio también llegan
pacientes psicóticos y cuando pone en ejercicio ese mismo dispositivo para pacientes
psicóticos el resultado no es bueno, el resultado no es eficaz, esos pacientes
empeoran. Entonces Freud dice, con su honestidad clínica, dice: “señores, todavía no
atendamos pacientes psicóticos, este dispositivo que llamamos psicoanálisis es
optimo para atender pacientes neuróticos” y propone ser muy cautelosos y esperar
para atender pacientes psicóticos. Hasta ahí llega Freud.

Llegan los postfreudianos que entonces dicen con criterio: ¿Cómo vamos a
rehusarnos a atender pacientes psicóticos si ellos llegan al consultorio? Entonces, un
paso muy interesante que dan los postfreudianos, es decir, abramos la puerta a las
psicosis, pero su manera de conceptualizar las psicosis y la clínica de las psicosis los
va llevando a lo que Lacan propone nombrar como una desviación de las pistas
freudianas. ¿Cómo piensan a grandes rasgos los postfreudianos? Es un
problema trabajar, tenemos que pensar como trabajar con la psicosis, entonces
algunos proponían trabajar con los núcleos que ellos creían neuróticos de los
pacientes psicóticos, trabajemos con los núcleos neuróticos, no trabajemos
con los núcleos psicóticos 🡪 o pensaban que cuantos más núcleos psicóticos,
mas gravedad; pensaban a la psicosis como gravedad respecto de la neurosis,
entonces lo pensaban en términos de núcleos, lo pensaban en términos de gravedad,
en algunas orientaciones lo pensaban en términos de carencia paterna porque falta
el padre. Es ahí cuando llega Lacan y en los años 50 le responde a los
postfreudianos invitándolos a retornar a Freud, a las pistas freudianas y
entender que no se trata de núcleos que cohabitan en un mismo sujeto sino que
se trata de dos funcionamientos distintos del lenguaje. Que una es el funcionamiento
psicótico del lenguaje y otra es el funcionamiento neurótico del lenguaje🡪 que el
funcionamiento neurótico del lenguaje nos muestra un funcionamiento
dialectico, un funcionamiento encadenado del lenguaje, mientras que, el
funcionamiento psicótico del lenguaje nos muestra un funcionamiento del
significante en lo real ¿Y qué significa el significante en lo real? Significa que está
suelto, que está solo, que queda desencadenado del resto del lenuaje.

Entonces para Lacan y respondiendo a los postfreudianos, la psicosis no es más


grave, no se trata de atender los núcleos de uno y otro, son dos funcionamientos
distintos, son dos estructuras distintas del lenguaje, una no es más grave que la otra
sino que tenemos que entender su funcionamiento y ese funcionamiento Lacan lo
organiza, lo determina alrededor del lenguaje. Entonces podemos decir que el
paradigma Schreber, que también lo podemos llamar, si ustedes quieren, el
paradigma S🡪 porque va Schreber volviendo a Freud y volviendo a ese trabajo de
Freud con la psicosis pero para decir con sus categorías y su lectura, y también
podemos decir que es el paradigma de lo simbólico, de la S de lo simbólico, es
el paradigma en donde para Lacan tiene mucho lugar, mucha determinación el
orden simbólico que es el orden del lenguaje. Entonces ordena a la psicosis como
una modalización del lenguaje, como un funcionamiento del lenguaje, es el
lenguaje, es el orden simbólico el que tiene un carácter de determinación sobre lo
imaginario y lo real. Esto es lo que vamos a ver en la próxima clase en el paradigma
Joyce (repito: no sé cómo se escribe) que esto cambia. Pero a esta altura, lo simbólico
ordena y es un modo de funcionamiento del lenguaje lo que el encuentra como
diferencia tajante entre la psicosis y la neurosis.
Entonces, el paradigma Schreber se ordena alrededor de lo que pasa en el campo
del lenguaje, de lo que pasa en el campo del otro. Entonces separa las aguas y dice:
en el campo de las neurosis, el lenguaje funciona ordenado alrededor de un elemento
del campo mismo que por su función tiene un lugar privilegiado y a ese elemento, que
es un significante, porque el campo del otro, el campo del lenguaje está compuesto
por significantes, a ese elemento privilegiado lo llama: el nombre del padre🡪 y ese
nombre del padre, ese operador, ese aparatito dentro de lo simbólico le da un orden
y una ley de combinación, hace que los elementos de lo simbólico se combinen bajo
determinadas leyes🡪 leyes que lee de la pista freudiana, leyes que él entiende:
condensación y desplazamiento, pero que las lee a la luz de la lingüística estructural
y entonces las lee como: metáfora y metonimia. Entonces, por un lado las neurosis
funcionan con ese aparatito, con ese broche, llamo broche porque es un broche, es
lo que abrocha significante-significado, es lo que abrocha a cada significante dentro
de la cadena y es lo que nos abrocha con una significación compartida. Eso es en el
campo de las neurosis.

Entonces, 3 cuestiones, por lo menos, podríamos decir: si funciona ese aparatito


dentro del lenguaje en la neurosis, entonces significado-significante se
abrochan, se abrochan a una cadena y esa cadena produce una significación
que es una significación compartida🡪 pero puede no incluirse ese aparatito, no
está incluido en el campo del lenguaje, en el campo del Otro, ese elemento
privilegiado que él está llamando: el nombre del padre. Y si no está ese elemento, el
funcionamiento del lenguaje entra a ser distinto, entra a estar ordenado de otra
manera y encontramos ahí, en la psicosis, entonces elementos que quedan sueltos,
solos, desencadenados.

Entonces, el va a proponer llamar forclusión a la operación que implica la


imposibilidad de incluir el aparatito: en el campo del otro que significa en el
campo del lenguaje. ¿En qué se apoya? Se apoya en 3 pistas freudianas: se apoya
en tres pistas freudianas, para arribar él, al concepto de forclusión, no lo encontramos
al concepto de forclusión en Freud, el se va a apoyar en 3 pistas freudianas para
arribar, en el seminario III y en cuestión preliminar, a formular el significante del
nombre del padre y en cuestión preliminar a plantear la forclusión🡪 es decir que ese
significante no esté inscripto en una estructura que llamamos psicosis.

Tres argumentos entonces, en donde se apoya en Freud, se apoya en el historial


de Schreber, en una frase que encontramos en el historial de Schreber, una frase
que es un salto lógico en el texto porque ni tiene un antecedente en el desarrollo que
Freud está haciendo ni continúa esa frase, sin embargo, Lacan la extrae y encuentra
ahí una pista para pensar de qué se trata eso que está pensando como forclusión del
Nombre del Padre. ¿Qué frase en el texto de Schreber? No se trata, va a decir Freud,
no se trata que lo internamente sofocado se proyecte hacia fuera (ven que está
en el adentro, lo interno y lo externo aún en Freud) sino más bien que lo
cancelado adentro retorne desde afuera. Claro que Freud, en esa frase, sigue
enredado en el adentro y el afuera, pero a Lacan le parece muy interesante porque
entiende que ahí no está en juego lo reprimido, lo sofocado, lo proyectado sino
que hay algo cancelado, algo que no está y que eso retorna desde afuera.
Entonces en el texto de Schreber, Lacan subraya esa frase. Subraya también, una
frase en un historial que es muy complejo, solamente extraemos esa frase, la
encontramos en el seminario III, extrae una frase de el historial del hombre de los
lobos🡪 en esa frase, es una frase que alude a un fenómeno alucinatorio que vive a
los 5 años y se la relata a Freud, en el análisis con Freud, de adulto. El hombre de los
lobos le relata a Freud como una suerte de alucinación que tuvo a los 5 años. Le
cuenta que jugando con una navaja y un árbol, el siente que se corta un dedo, no
puede decir mucho, es muy lindo, muy poético como lacan lo nombra, dice hay ahí un
terror indecible, es decir, el hombre de los lobos no puede decir mucho acerca de eso
que le pasa, no puede ubicarse en el tiempo, es como si entrara en un terror
enmudecido, luego de unos minutos en donde no puede decir nada a nadie de eso,
ve su dedo que estaba sin cortar, entonces Freud nombra a ese fenómeno infantil
como la alucinación del dedo cortado. ¿Cuál es la frase que subraya Lacan del texto
de Freud del trabajo que hace con el hombre de los lobos? Subraya la frase, que
Freud dice que ese corte que para Freud remite a la castración, ese corte no remite a
la represión, no es en el sentido de la represión, es un no querer saber algo que no
es en el sentido de la represión, entonces Freud pesca que, en ese fenómeno
alucinatorio pasa algo más que en el sentido de la represión. Que cuando uno no
quiere saber algo que sabe y lo reprime, que ahí hay algo más del orden de un agujero
que ese silencio, esa mudez, ese corte abismal, esa pérdida de la temporalidad, esa
imposibilidad de decir nada, no remite a un saber no sabido que es el que está en
juego en la represión sino que ahí hay otra cosa, de otra dimensión.

Entonces tenemos el historial de Schreber (1911), esa frase en el historial del hombre
de los lobos (1918) y tenemos una pista más, dice Lacan, en un texto de 1925 de
Freud que se llama “la negación”. Es un texto de pocas hojas pero muy complejas
donde Freud trabaja el funcionamiento psíquico pero lo que subraya Lacan de ahí es
que hay un intento de Freud de pensar que la negación que negar algo implica
saberlo, implica haberlo afirmado, que para negar algo tiene que estar primero
afirmado. Si un paciente, como es lo que relata Freud, le cuenta que no soñó con su
madre, Freud interpreta que está afirmado que hay algo ahí con la madre, que para
decir NO primero hay una afirmación en juego, que se niega lo afirmado y que en el
campo de la psicosis no se trata de negación, no se trata de querer negar algo que
se, no se trata de negar algo que está afirmado; se trata de otra cosa, se trata de algo
que entiende en el orden de un agujero, un agujero en lo simbólico, es el agujero que
deja la no inscripción, así lo dice Lacan, la no inscripción de ese operador que es el
nombre del padre.

Entonces, con estas tres pistas, Lacan propone nombrar de una manera que no fue
nombrada por Freud, por eso decimos que retorna a Freud pero haciendo su propia
lectura y entonces propone la forclusión del nombre del padre como eso que organiza
la forma particular de la modalización del lenguaje en la psicosis. ¿De dónde saca
forclusión? Lacan saca este término del discurso jurídico, refiere a un derecho que ha
perdido el plazo, que ha perdido la posibilidad de ser usado, por prescripción pierde
la posibilidad, ha vencido ese plazo y ya no se puede nunca más. Por eso para Lacan
y contraponiéndose a los postfreudianos, no se es un poco neurótico y un poco
psicótico, sino que se trata de una estructura o de otra estructura, ninguna es más
grave que la otra, simplemente tienen 2 modos de funcionamiento del lenguaje
distintos. Una cuenta con el operador del nombre del padre y organiza el lenguaje de
determinada manera, la otra no cuenta con el ordenador, con el broche, con el
aparatito, con el punto de capitón del Nombre del Padre y, por lo tanto, se organiza
de otra manera.

Dijimos paradigma, paradigma es un tiempo, es el paradigma Schreber, es la lectura


de Schreber, es la lectura de la psicosis a los años 50. Ese no es el último paradigma
de Lacan, y no es el último paradigma porque el Paradigma Schreber nos enseña
muchas cosas pero también tiene sus límites. ¿Cuáles son los límites del paradigma
Schreber que lo llevan a otras lecturas de la psicosis (no se quedó ahí lacan)?
Encuentra límites a lo simbólico. En los años 50 Lacan cree que con lo simbólico
puede capturar todo y a medida que va avanzando se da cuenta que lo simbólico
tiene límites y entonces va entendiendo que los tres registros tienen su
importancia, una importancia equivalente. Entonces ya lo simbólico no ordena
todo, necesita pensar de una manera que incluya de manera equivalente,
imaginario y real.

El otro gran límite del paradigma Schreber es que no entró del todo la incidencia de
la dimensión del goce. Fíjense que hablamos del significante, hablamos de lo
simbólico, hablamos del significante en lo real en la psicosis pero no hablamos
demasiado del tema del goce.

Entonces, con esos límites es que Lacan seguirá superando su lectura en los años
subsiguientes.

Entonces, para concluir, les propongo ubicar estos puntos:

Es una evidencia clínica que hay tipos clínicos, es decir, que es una evidencia de la
clínica que no es lo mismo atender a un sujeto neurótico que a un sujeto psicótico. Y
que si atendemos a un sujeto psicótico con el dispositivo de la neurosis la cosa va
para mal. Entonces, es una evidencia clínica esta diferencia pero también es una
evidencia clínica que la psicosis viene a nuestros consultorios y entonces estamos
obligados, estamos necesitando armar una conceptualización que nos permita
abordar esa clínica. El paradigma Schreber la aborda conceptualizando con el
ordenador de lo simbólico, con el ordenador de el nombre del padre, faltando en lo
simbólico y produciendo ese efecto que llamamos del significante en lo real, y ese
efecto del significante en lo real no es otra cosa que la aparición del significante suelto,
solo, desencadenado, pesado, que encontramos desde el neologismo hasta la
alucinación.
Bueno, llegados hasta acá, entonces dejaría, así como Lacan supera a Freud,
también podemos decir nosotros que seguiremos en ese camino superando los
obstáculos que la lectura de Lacan nos fue dejando.

CLASE 12 SEMINARIO

CET Marchesini
SEMANA 12

El significante en lo real.
Vamos a ver la segunda parte de “marrana”. El significante en lo real, el nombre de la
clase es ese y hace referencia a una respuesta psicótica. Digo una respuesta y no
una pregunta, porque cuando uno pregunta, algo no es asertivo. Si uno dice “usted
quiere tal cosa” es una aserción.
La pregunta no dice lo que es, no es un juicio, más bien es una demanda de
respuesta. Y en la psicosis hablamos de respuesta, debido a la forclusion del
significante del nombre del padre, que es un operador para ubicar el goce, para
localizar el goce. Cuando un sujeto no dispone de ese aparato el goce queda
deslocalizado. Como el caso de marrana, que ahora veremos la segunda parte,
cuando este significante esta forcluido aparece otro que profiere la palabra, solo entra
en su audiencia. Este nombre del padre no se ha inscripto en el gran Otro.
Entonces, el sujeto es una respuesta de lo real. Aparece el otro que es un portavoz
que no es el, el otro se impone al sujeto en la dimensión de la voz. Es por eso que
Lacan dice que el tema de la psicosis puede aclararse a partir del otro.

En el caso de marrana, ¿a partir de que otro? A partir del vecino, es por eso que todo
lo que le ocurre a esta mujer, que como vieron “marrana” es proferido por un vecino,
ese objeto que habla solo, ese que alcanza a la malvada e invasora vecina y en el
quizás reconoce una incidencia de goce. No es un significante que profiere ella, es
un significante del Otro. Y como sabemos en la psicosis está herida la relación con
el mundo, la relación con el Otro, el sentimiento de la realidad. Esto da cuenta de
que existe una lesión en el aparato significante. Un significante le falta al sujeto
(el nombre del padre) y le falta completamente. Hasta el punto de no haberse
inscripto nunca en ese armazón.
Lacan toma este caso de “marrana”, también conocido como “vengo del fiambrero”
para demostrar la estructura de la alucinación verbal. Lo que él quiere afirmar
finalmente es que las alucinaciones tienen una estructura de lenguaje, entonces
vamos a ver que este fenómeno de alucinación verbal es un fenómeno elemental.
Lacan en el seminario 3 toma a Jules Ernest Séglas, que lo conocen de la primera
parte del cronograma, de psiquiatría. Él trabaja en el hospital de la Sal Petrie (o algo
así) celebre en Paris y escribió en 1900 “La semiología de las enfermedades
mentales”. Lacan recomendaba fuertemente su lectura, por todas sus innovaciones
en el terreno de las alucinaciones. Tal era el reconocimiento que Lacan le tenía que
hablaba de la revolución Segleseiana. Henry Ey también manifestó su deuda con
Séglas.

Entonces, ¿Cuál fue su aporte fundamental en este tema? Las alucinaciones en su


relación con la función del lenguaje. Las considera como trastornos en la función del
lenguaje, sin hablar de ningún déficit cognitivo, el sujeto dice que una voz le habla,
que escucha su pensamiento en una voz interior. Séglas va a teorizar esta clínica de
la psicosis relacionando la alucinación con la función del lenguaje y en ese
entrecruzamiento va a ubicar distintos trastornos del lenguaje. Bercherie también le
hacía reconocimiento y decía que era el clínico más fino que ha producido la
psiquiatría francesa.
Entonces, ¿qué le pasa a este sujeto? El sujeto dice que tiene frases impuestas,
algo se escucha, algo emerge y aparece esta alucinación verbal que se
caracteriza por su imposición. Es algo que se le impone al sujeto y no puede hacer
nada en contra de su voluntad y es algo que llega del exterior, eso es crucial. El
psicótico escucha lo que dice y articula su paladar como escuchando su propia voz,
por eso tiene carácter motriz además de verbal. Esto describe Seglas que Lacan va
a retomar (pag 196 seminario 3).
Lo importante es que le sucede al sujeto cuando escucha al otro. Dice Lacan (pag
231) “los fenómenos en la alucinación verbal manifiestan la relación de eco interior en
la que el sujeto está con respecto a su decir”. Son fenómenos vaciados de sentidos,
puramente verbales, y llegan a volverse cada vez más y más insensatos. Cuando
vimos Schereber también vimos fenómenos que se producían de esta manera.
Aparece un significante en lo real y se encuentra solo, es decir que la cadena de
significantes se ha cortado en la alucinación verbal, se ha roto, no hay conexión.
Entonces marrana aparece bajo la forma de un insulto recibido, antes ella le había
anunciado a este hombre “vengo del fiambrero” y a continuación viene el insulto.
Entonces hay allí una referencia al cochino. El vecino no le dice directamente, de
manera frontal, sino por alusión. Este es un punto importante que va a destacar Lacan,
como el significante irrumpe en lo real. Lacan va a decir se produce el retorno de lo
real bajo la forma de la alucinación. A Lacan le parece un caso especial para tratar la
injuria en esta presentación de enfermos. Algo que la enferma refiere, una injuria, que
le había lanzado el novio de la vecina cuando pasaba por allí.
Lo que hace Lacan en este testimonio clínico es reconstruir ese dialogo entre ellos,
donde se inscribe esta injuria como una réplica al otro. Justo antes de escuchar la
injuria ella había murmurado sin poder descifrar hacia quien apuntaba la alusión
“vengo del fiambrero”. Lo que hace Lacan es reconstruir esta estructura de una
interlocución delirante.
Habría dos secuencias: primero, está la atribución del yo, “vengo del fiambrero” oscila
entre el novio de la vecina y la paciente, es una situación dual donde no hay punto de
basta que lo fije. El sujeto no puede continuar o mantenerse en esa oscilación, esta
especie de indeterminación y la alucinación consiste en que ésta palabra pasa a lo
real y viene del exterior. Es decir que en esta secuencia habría una amenaza, la idea
delirante de un ataque preciso a la integridad de su cuerpo. Ella había abandonado
su marido y la familia política se habría propuesto descuartizarla, y ahí empieza toda
su cuestión delirante.
Lacan va a comparar, en una interlocución normal existe esta investidura del otro,
mientras que en una interlocución psicótica se anticipa la respuesta a la locución del
otro, es un cambio de registro. Aparece como un delirio de a dos y la vecina es vivida
como intrusiva. La lectura de Lacan es que la alucinación verbal va a funcionar como
una plomada del discurso.
Lacan, en una cuestión preliminar, a continuación del caso marrana, va a hacer
alusión al desencadenamiento de la psicosis. Es este encuentro traumático con el
agujero abierto en lo simbólico por la forclusion del Nombre del Padre. Se habla de
un vacío forclusivo. Lo refiere a este sujeto que oye una voz en lo real y va a describir
esta transformación. Al principio aparece esta especie de vacío, que se puede
denominar como la experiencia enigmática de la psicosis, donde les decía que se
produce esta ruptura en la cadena de significantes. En primer lugar es esto,
surgimiento del enigma, el encuentro con un vacío de significación, es un momento
de perplejidad e indeterminación, escucha eso y no sabe qué significa eso que
escucha. Recién, en un segundo momento, aparece la certeza, otro fenómeno
elemental. Acá el sujeto no sabe que significa eso pero tiene la certeza de que
significa algo y no solo que eso significa algo, sino que eso le concierne. La certeza
en Lacan no es la creencia absoluta de que esto ocurre sino que, esto que ocurre
significa algo y tiene que ver con la propia persona, es autorreferencial. Entonces esa
manifestación quiere decir algo, esa presencia significa algo pero no sabe que, esa
frase le dice algo íntimamente al sujeto pero el sujeto aun todavía no puede otorgarle
un significado mediante ningún mecanismo interpretativo. Solamente está seguro que
eso que ocurrió no es por azar, hay una atribución subjetiva en esta alucinación verbal
de marrana.
Es un muy lindo ejemplo que ilustra lo que es el fenómeno elemental. ¿Qué es el
fenómeno elemental? Cuando surge un significante y el sujeto no sabe que significa,
no está articulado, antes de la construcción delirante. Ese será un momento segundo,
donde se le va a acercar otro significante y le va a poder dar un sentido a eso que en
un principio no tiene ninguno.

Entonces, para ir cerrando, la idea central de este capítulo de Lacan es que, lo que
esta forcluido en lo simbólico retorna en lo real. Cuando no hay Nombre del Padre,
cuando no existe como simbólico, cuando no hay significación fálica que permita
domesticar esa introducción de goce. Al no estar localizado ese goce aparece
deslocalizado por todos lados, por las voces, por los vecinos. Entonces aparece ese
fenómeno intuitivo va a decir Lacan, que tiene este carácter de ser muy intrusivo.

Entonces, este Nombre del Padre, no existe como simbólico, aparece en lo real y
absolutamente fuera de sentido.
“Marrana” va a ocupar ese lugar de objeto indecible, de lo que no tiene nombre, surge
como un significante aislado fuera de la cadena y viene a designar el ser del sujeto.
En Schreber también veíamos fenómenos parecidos cuando aparece el significante
“luder”, que es un insulto y el sujeto lo toma como algo que apunta a su ser y que
refiere a una atribución subjetiva.
CLASE 13 PRÁCTICO

Texto: La Psicosis ordinaria y las otras bajo transferencia- Aromí, A. y Esqué,


J.

Dos psicoanalistas españoles pertenecientes a la Asociación Mundial de PSA.


Quienes redactaron este texto para el 11avo Congreso de esta asociación en
Barcelona en abril de 2018.
La Psicosis ordinaria es un término que inventó Jaques Allan Miller en 1998 y un poco
más de 20 años después se realiza este Congreso para poner a prueba en qué
estábamos los psicoanalistas respecto de los casos actuales y revisando nuestros
conceptos en función de las presentaciones que llegan a las consultas.
Me interesa remarcar del título la cuestión de la Transferencia. Vamos a trabajar las
Psicosis ordinarias y las otras, las extraordinarias, pero bajo el paraguas de la
Transferencia. Esta cuestión me parece fundamental, porque para hacer un Dx es
necesario hacerlo bajo Transferencia. Construimos una hipótesis diagnóstica desde
allí.

Eric Laurent en un texto que se llama Los inclasificables, él ubica a la transferencia


como un instrumento epistemológico. Definición que viene a la mano para pensar la
práctica y el Dx porque nos permite obtener un saldo de saber pero que va más allá
de la clasificación. Permite ubicar lo singular e inclasificable de cada quien. Al ser bajo
transferencia un Dx requiere de la presencia del analista, del practicante del PSA.

En este texto Aromí, A. y Esqué, J. realizan un recorrido ubicando lo más relevante,


resaltando los distintos momentos de Lacan, cómo pensó la clínica de la psicosis,
cómo era el campo conceptual en cada momento y cómo derivaba en la incidencia de
la práctica, qué posición del analista al respecto.

Dicen que la Clínica estructural (estudiada en el Seminario 3 y Cuestión preliminar)


es un momento en donde los casos se diferenciaban en dos campos diferentes sin
dificultad, Neurosis, por un lado, Psicosis por el otro, Perversión también. Teniendo
en cuenta la presencia o la ausencia del significante del NP en el lugar del Otro.
Divisoria de aguas. Con una primacía de lo simbólico que le daba al significante toda
su potencia para oficiar de quien ordena y diferencia la estructura, el significante. Una
Clínica del significante, clínica del primer Lacan estructuralista binario discontinuado
que ordeno el campo analítico de Freud, Lacan hace un retorno, relectura y amplia
nuestro bagaje, nuestro campo.
Miller también amplía, continúa formalizando este campo, un poco se trata de estar
los psicoanalistas a la altura de la época respecto de cómo se presenta lo vivo, lo real,
en la experiencia analítica.
En este camino hacia lo real que Lacan recorre en su formalización y teorización hay
un hilo conductor. No pasa de la clínica estructural a la clínica nodal así nomás. Sino
que se topa con diferentes problemas para leer y pensar los casos. Ubica un goce
que no se deja significantizar ni negativizar por la cuestión fálica, y el PSA tiene que
soltarle la mano al Padre como único operador, sino que se amplía esta cuestión de
cómo hacerle frente a lo real, pero con otros operadores que no son solo el NP.

Entonces el goce, la dificultad para que se inscriba la significación fálica, la cuestión


del NP que pierde su exclusividad, y el tratamiento del goce. En cómo cada quien
trata el goce. Qué modalidad particular tiene un sujeto de tratar eso. Lo simbólico ya
no va a incidir sobre lo imaginario y lo real, no va a tener esa primacía sobre los otros
dos registros.
En esta época estructuralista Lacan habla de la forclusion del significante del NP. En
su última enseñanza despliega conceptos respecto del fantasma, del objeto a, y como
va pensando el goce en sus distintos momentos, va a ubicar forclusión del
significante la mujer para todo ser hablante, no es forclusión restringida nada más
sólo al NP.

Ubicará a cada uno su forclusión. Cada uno inventará una manera de arreglársela
con eso, con el no hay relación sexual. Lacan tiene una ironía donde refiere que todo
el mundo es loco, delirante, no todos psicóticos, sino que todos nuestros discursos
son una defensa contra lo real. Esa defensa tiene una manera peculiar de presentarse
en cada uno de nosotros. La Singularidad es la brújula para orientarnos en las
respuestas sintomáticas que se presentan en nuestras consultas. Se abre todo un
campo muy amplio de las distintas respuestas sintomáticas frente a lo real. Esto no
nos exime en tratar de precisar si es una neurosis o una psicosis. Pero también
atendiendo a esos arreglos particulares. Que cada uno se procura para arreglárselas
con el no hay relación, con la forclusión del significante de la mujer, con el ser parlante,
con estar atravesados por el lenguaje que nos habla y somos hablados y tiene
carácter traumático. Tenemos que inventarnos un modo de arreglarnos con cómo nos
afecta el lenguaje.

Llegamos a la Clínica del Sínthome, que no se opone, sino que en todo caso entra
en tensión la clínica estructural con la clínica nodal, sostener esa tensión para que la
investigación sea más fructífera.
Volviendo al instrumento decimos que la singularidad de las invenciones va a llamar
a una clínica instrumental más flexible, más acorde a las presentaciones actuales. Lo
permite el estudio que Lacan hace cuando lee a Joyce, escribe el seminario 23.
Plasma nuevo campo conceptual que lo llama el Sinthome, se pone en primer plano
el goce, el tratamiento sintomático singular de ello, que abre una perspectiva clínica
muy amplia.
Las psicosis ordinarias son psicosis, no son una nueva categoría clínica, dice Miller,
se presentaron como en una zona de sombra borrosa, difíciles de precisar,
acompañadas por todas estas lecturas que hace Lacan de la declinación del NP, la
ascensión del objeto al cenit de la civilización, y un aumento de casos que empiezan
a interrogarnos, que no se encontraban los elementos precisos para poder concluir si
era una neurosis o una psicosis, caso raros que no entraban ni en una ni en otra
categoría, en esa clínica binaria, en esa clínica estructural ¿Cómo fueron
considerados por la orientación de Miller, orientación Lacaniana? En principio como
Los inclasificables de la clínica PSA, hay todo un seminario al respecto, que son
conversaciones sobre casuística, son casos que no cierran, que nos interrogan, nos
interpelan.

Miller las nombra psicosis ordinarias abriendo todo un campo de investigación al


respecto, no es una nueva categoría clínica, sino un aparato epistémico
suplementario no se deja circunscribir de entrada a la psicosis ordinaria, son casos
que no entran en neurosis, se disfrazan de neurosis, pero de algún modo resuelven
su defensa contra lo real.
En las psicosis extraordinarias, como Caso Schreber, es una psicosis extraordinaria,
florida, con un desencadenamiento muy preciso, coyuntura dramática muy precisa,
en sus memorias nos muestra como resuelve ese agujero, lo hace de una manera
delirante, con una metáfora delirante.
Mientras en la Psicosis ordinaria las modalidades de reparación son muy variadas, se
multiplican y se diversifican, hay un sin fin de rarezas, pequeñas invenciones, que
tienen la marca de la singularidad vamos a tratar de pesquisarla. Tienen como una
característica las psicosis ordinaria que estas soluciones singulares que se procuran
esos sujetos son una autorreparación, que impide un estallido, un
desencadenamiento, algo un poco más ruidoso.

Vamos a tratar de ubicar enganches-desenganches que ese sujeto trae a la consulta,


como lo afecta en su vida, con relación al otro, a su propio cuerpo y a su subjetividad,
no son pequeños focos forclusivos, no son extraordinarios ni explosivos, son difíciles
de reconocer por el sujeto mismo y su entorno, son signos discretos, muy sutiles, son
detalles que se localizan como tales bajo transferencia.
Lacan plantea que el desencadenamiento en la clínica estructural es un efecto de lo
que él nombra como Un Padre. Donde aparece la oposición simbólica para el sujeto
y esto provoca un desencadenamiento del significante en lo real, mientras que estos
neo desencadenamientos, son aquellos que se localizan a partir de algunos puntos
de fuga, pequeños desenganches del otro y lo que provocan es una deslocalización
del goce, este desencadenamiento (Dice Miller) neo o franco, resulta crucial como
índice del agujero forclusivo que caracteriza a toda la psicosis.

Miller propone 3 externalidades: social, corporal y subjetiva. ¿Qué se busca captar en


la psicosis ordinaria, qué orientación tenemos para no desbrujularnos en nuestra
práctica? Es lo que Lacan llama poder pesquisarle el desorden provocado en la
juntura más íntima del sentimiento de la vida del sujeto, ese desorden es el verdadero
índice diagnóstico y que afecta el sentimiento de la vida en tanto no hay una
inscripción de la significación fálica.
En las psicosis desencadenada es muy evidente este desorden, está más a la vista,
pero en la psicosis ordinaria esto no es tan evidente, y lo que tenemos que hacer
como analistas es pescar esos pequeños signos discretos bajo transferencia, y se
van a captar en ese encuentro analista- sujeto que consulta.

Aromí, A. y Esqué, J. definen que es una Clínica fina, tejida de sutilezas, cuenta con
una tonalidad y una gradación, y apunta a ubicar esos efectos de forclusión.

En la primera enseñanza la presencia del analista para acompañar un trabajo en una


psicosis estaba más del lado del secretario del alienado, escuchar al que habla, tenía
que limitar esas metonimias infinitas y evitar cierto mal encuentro con el otro malo.
Buscaba pesquisar el arreglo subjetivo ante la irrupción de ese real y como armaba
cada quien su suplencia.
En la Psicosis ordinaria la cuestión es más sutil, se presenta más discretamente, bajo
trasferencia van a tratar de bordear ese agujero de saber que se sostiene en una
práctica analítica, y eso significa someter a la práctica a una determinada orientación,
por eso los analistas tenemos que estar despiertos, no podemos ser eclécticos, ni
terapeutas, ni educadores, tenemos que tener una posición clara para conducir la
cura, nos permitirá poder sostener el acto de la transferencia como acto de amor,
como lo pensaba Lacan. Porque de lo que se trata es de poder acompañar, examinar
y ubicar, precisar estos puntos forclusivos para que el sujeto pueda estar advertido y
poder inventarse pequeños arreglos para sostenerse en su cuerpo, en la relación con
el otro, y en la cultura con él mismo, sostenerse pero que no puede hacerlo si ese
arreglo no cumple su función.
En el texto hablan de la grapa, de ese brochecito que le permite a alguien poder unir,
anudar real simbólico e imaginario y sostenerse en ese cuerpo. Se trata de acompañar
un trabajo que esté atento a los detalles y que nos permita ubicar esos puntos
forclusivos con cada quien para poder poner en valor las pequeñas invenciones que
cada uno tiene para arreglárselas por ser un ser parlante.

CLASE 13 TEO
TEÓRICO SEMANA 13 – TEMA: LA DIACRONÍA
EN LA PSICOSIS

Se seleccionaron algunos parágrafos del Seminario III que nos permiten


desarrollar el tema. Lacan nos invita a abordar, el campo de la psicosis, a través de
estos dos ejes: el eje sincrónico y el eje diacrónico. Lacan lo saca de la lingüística
estructural. El primero que propone abordar un campo, el campo del lenguaje, en esas
dos vías es Saussure y entonces Lacan, lo extrapola de la lingüística estructural y lo
aplica al campo de la psicosis. Y nos dice, metámosno en el campo de la psicosis, a
través de estos dos ejes.
El eje sincrónico es el estudio de un conjunto en el aquí y ahora, es decir, un
corte, sin tener en cuenta la variable del tiempo, de una estructura y sus elementos.
Mientras que el eje diacrónico, incluye la dimensión del tiempo, del desarrollo, del
devenir de una historia singular, estudiando las fases de un fenómeno o campo (es el
eje que hicimos la semana pasada). El eje sincrónico es habernos metido en el
paradigma Schreber, después nos podemos meter en el paradigma Joyce; es
hacer un corte, es leer una estructura, es ver qué elementos tiene, qué coherencia
interna tiene, lo hemos hecho la semana pasada alrededor del orden simbólico, en la
lógica del significante, donde Lacan como dijimos ahí subraya un elemento, un
significante, que leyendo el Edipo Freudiano, propone como el Nombre Del Padre
y que sí ese elemento, ese significante, opera como Metáfora Paterna, tenemos los
efectos que encontramos en campo de las neurosis, pero si ese elemento, ese
significante no está en el aparato psíquico, no está en el cuerpo en el orden simbólico,
entonces Lacan propone como hipótesis causal, llamar a esa determinación,
Forclusión del Nombre del Padre, que es una construcción teórica que nosotros
solo podemos verificar, a partir de sus efectos en la clínica, es decir, en la diacronía
de una historia. Por eso para Lacan es tan importante cruzar ambos ejes, es más se
podría decir, que, si al eje sincrónico no lo cruzamos con el otro eje, vamos a tener
una construcción teórica, que son palabras, hasta podríamos decir un delirio, por eso
necesario también el eje diacrónico para que haya realismo.

¿Solamente vamos a abordar al campo de la psicosis con el eje sincrónico


y el eje diacrónico?, no, también cuando abordemos el campo de las neurosis será
alrededor de estos dos ejes. Hoy voy a anticiparles, una comparación, que van a
poder terminar de pescarla, cuando empecemos a desarrollar el campo de las
neurosis, pero para anticipar esta diferencia, les propongo pensar a la diacronía,
como un vector y entonces en el campo de las neurosis, ese vector produce un bucle
que bordea sin ningún agujero, produciendo un efecto, un efecto que llamamos de
Retroacción del Sentido. Comparémoslo con el eje diacrónico en la psicosis, ahí
les propongo pensar: el vector - un agujero - un corte - un efecto de corte, no hay
bucle, ese efecto de Retroacción del Sentido. Ahora bien, Lacan no es el primero que
empieza a resaltar la diacronía en la clínica, ya sabemos que la Clínica Psiquiátrica
se detiene en eso, se constituye en un momento alrededor del valor de la diacronía.
Kraepelin como exponente paradigmático, si quieren tomarlo, de esa Clínica
Psiquiátrica diacrónica, en donde empieza a importar en ese momento, la evolución
de la enfermedad, cuál es su momento inicial, su estado medio y su estado final. Unos
años después, pero siguiendo ese interés, podemos pensar en Jaspers padre de la
Psicopatología, también resalta el eje diacrónico (le importa mucho), le importa no
tanto la evolución de la enfermedad como a Kraepelin, pero si le interesa el devenir
del hombre en el mundo, el transcurrir, el curso vital del hombre en el mundo,
entonces para el no hay clínica, si no se estudia en detalle, él quería historias clínicas
largas, con mucho detalle, de ese transcurrir de hombre en el mundo e incluso repara
especialmente, en pedirles a los clínicos, en qué momento de la historia del sujeto,
aparece el fenómeno que llamamos síntoma (quiere ubicar las coordenadas, en el
transcurrir vital de ese sujeto). Incluso Jaspers, abordando el eje diacrónico, va a
decir que ese transcurrir puede suscitarse de dos maneras, o como un desarrollo de
la personalidad, de un sentido comprensible así mismo, pero también se puede
suscitar, esa diacrónica, ese transcurrir vital, como un proceso, es decir, que
contrapone un desarrollo continuo o un proceso, y el proceso lo piensa como una
disrupción en la vida del sujeto que provoca un antes y
un después, un corte, que hace que la personalidad ya no puede volver a ser la misma
que antes y la piensa en el campo de la psicosis, dice los fenómenos, los síntomas
en la psicosis, el delirio y la alucinación, son un proceso, es decir, son un corte
tajante, un antes y un después en la vida de esa personalidad. Eso después lo vamos
a retomar, con nuestra lectura en Lacan, pero también para esos años 1900-1911,
Freud rapara en la diacronía y lee, por ejemplo, el caso Schreber, a través de
coordenadas, transformación, en el devenir del sujeto. Podemos decir, en Schreber,
un hombre ateo - la mujerzuela creyente - la mujer de Dios - su voluptuosidad, pero
también Freud nos invita a otra transformación, la de fases a través de la libido,
entonces propone, ocasionamiento de la enfermedad de Schreber - estallido de libido,
ese estallido de libido, nos arma dos fases, una fase muda de retracción de la libido
de los objetos y las personas del mundo exterior, a la retracción de la libido al Yo,
pero hay una fase que se llama ruidosa, en donde hay una reconexión de la libido a
los objetos y personas del mundo exterior, no como eran antes del estallido de la
libido, hay un corte, se da bajo una forma delirante. En el campo de la psicosis nos
presenta, la diacronía, el corte, la continuidad, el corte. Podemos ubicar otro modo de
leer las transformaciones, las fases en Freud en el caso Schreber, cuando propone
la siguiente secuencia: hipocondría severa - duerme vela - la emasculación - ser la
mujer de Dios y cuando eso se disuelve, la tercera enfermedad, lo mencionado son
las fases de ese germen inicial, que tiene su primer mojón en, esa hipocondría severa,
del primer tiempo, de la primera enfermedad. Cada uno de estos autores nos van
llevando, con su cuerpo conceptual, a leer la clínica que observan, entonces llega,
año 1955 - 1957, Lacan, retorna Freud y propone leer en el campo de la psicosis,
en el eje diacrónico, a partir de un corte, que va a llamar el Momento
Desencadenamiento, subraya en el Seminario III y cuestión preliminar, un momento,
un corte, que si se produce es un antes y un después, no de la personalidad como
diría Jaspers, sino del sujeto psicótico. Es un desencadenamiento porque su cuerpo
conceptual, lo lleva a pensar en la cadena simbólica, entonces lo que pasa ahí es un
desencadenamiento, lo que subraya Lacan es que el desencadenamiento puede
suceder, pero no es necesario que suceda, en el caso que se presente da lugar a la
psicosis franca, a la psicosis clínica o la psicosis ruidosa, es decir, con
fenómenos, síntomas clínicos de esa psicosis, de esa estructura. El
desencadenamiento arma dos momentos, el momento clínico de la psicosis, que
puede suceder, pero no es necesario y un momento previo, que nos habla de la
estructura psicótica no desencadenada, de la estructura psicótica compensada, la
estructura psicótica no desencadena necesariamente clínicamente. ¿Cómo piensa
este primer momento?, tenemos un primer momento de la psicosis como estructura
psicótica, pero que puede no desencadenar y el momento del desencadenamiento.
Primer momento entonces, psicosis compensada, psicosis no desencadenada.
Lacan va a recurrir a una figura, va a invitarnos a pensar en un taburete de tres patas,
dice que una silla puede tener tres patas y puede funcionar como tal, siempre y
cuando nosotros nos apoyemos en esa silla distribuyendo el peso de nuestro cuerpo,
de tal manera que lo soporte, no poniendo el peso en la pata que le falta. La
estructura psicótica puede no desencadenar nunca en la vida de un sujeto, si esa
estructura se sostiene en sus tres patas, piensa a la psicosis como una falla, le falta
la pata simbólica, en el paradigma de Joyce veremos que esto no es así, pero en el
tiempo del paradigma Schreber, está pensando a la psicosis con una falta, con una
falta en la pata simbólica, quiero decirles que con la figura del taburete, la estructura
psicótica puede compensarse, ¿con qué se compensa?, con lo imaginario, lo que
le falta en el campo de lo simbólico lo compensa en el campo de lo imaginario. Por
eso va a proponer una formula, va a decir, que, en este momento previo al
desencadenamiento, pensamos que hay una compensación imaginaria del Edipo
ausente y llama entonces a este tiempo previo al desencadenamiento, lo llama pre
psicosis, ¿de dónde saca ese término?, lo saca de un psiquíatra europeo que migra
a EEUU, que se llama Katan y discute con los pos freudianos, ¿se acuerdan que
algunos creían que había núcleos psicóticos y neuróticos que habitaban en un mismo
sujeto?, bueno, entonces Katan dice que lo que se tiene antes del
desencadenamiento es otra forma de
psicosis, no una neurosis. Otro psiquiatra la nombra como personalidades como si,
como si fueran una neurosis, que indagando se encuentra una psicosis. Katan
desarrolla un caso, que a Lacan le parece muy instructivo, el famoso caso del
adolescente de Katan. Es un joven que va compensando su psicosis, agarrado a las
imágenes que le oferta un amigo y entonces se apega, haciendo lo que hace el amigo,
si el amigo se masturba entonces él también lo hace, compensa lo que le falta en el
campo de lo simbólico, con lo que le aporta el imaginario, con lo que le aporta la
imagen del amigo. Hasta que se suscita un hecho desgraciado, como el amigo se fija
en una joven, entonces él también se fija en esa chica. El problema surge cuando la
chica se fija en él y no en el amigo, Lacan dice que cuando la chica se entrega a los
brazos del joven, cuando no tiene al amigo para apoyarse y saber cómo lo haría, es
ahí, cuando se desencadena la psicosis clínica y comienzan los delirios, las
alucinaciones. Entonces Lacan nos invita a pensar, que hay una razón estructural,
una causa estructural, que la llamamos la Forclusión del Nombre del Padre
(paradigma Schreber). Para que se desencadena la psicosis hay que sumarle a esa
causa, una causa contingente, que Lacan lo va a llamar un hecho biográfico
particular, en el caso del joven, se produce cuando la chica se fija en él, produciendo
un agujero en el orden simbólico, en sus recursos simbólicos, para saber qué hacer
en relación a esa muchacha. Entonces el desencadenamiento, primer fase, pre
psicosis. La segunda fase en la diacronía, es a partir que se le suma a la causa
estructural una contingente, se produce el desencadenamiento, es el segundo
tiempo, cuando el psicótico es llamado a un recurso simbólico con el que no cuenta,
cuando la muchacha funciona como un padre en lo real, es decir, un elemento tercero
que viene a romper esa compensación con la que se mantenía estable. Entonces
podemos decir, tiempo del desencadenamiento - encuentro con la falta en el recurso
simbólico, eso lleva al sujeto a un estado de perplejidad, a estar al borde del agujero,
entonces se angustia, entonces certeza, fenómenos hipocondriacos, incluso
fenómenos llamados de franja por Lacan, es decir, fenómenos sutiles, por ejemplo
se pueden encontrar crujidos en el orden de la voz, o en el orden de la mirada, que
se le imponen en el momento de perplejidad, en ese momento de encuentro con el
borde del agujero, el agujero en lo simbólico, como los fenómenos de la mirada, en
donde aparecen luces o brillos, que se producen por fuera del campo perceptivo, que
ven, por ejemplo, en la nuca, detrás de ellos. Lacan nos invita a precisarlo de manera
poética, es la espuma que deja el significante, el significante en lo real. Fase muda
como perplejidad y la fase ruidosa cuando comienza el delirio, cuando el Otro toma
la iniciativa sobre él, cuando el otro lo persigue, lo acecha, cuando el otro es malo y
lo atormenta. Entonces tenemos dentro del tiempo dos, lo que llamamos
desencadenamiento. ¿Solo encontramos fenómenos elementales en la fase de
desencadenamiento?, Lacan dice que no, si nosotros somos detallistas, en la pre
psicosis ya hay elementos sutiles, que se relaciona con el automatismo mental, es
decir que toda la fenomenología del automatismo mental, la vamos a encontrar en el
tiempo de la pre psicosis y en el tiempo uno del desencadenamiento, es decir, en la
fase muda. Lacan agrega un tercer momento posible, llamado el tiempo de la
estabilización, a la altura de la lectura de Schreber, se piensa en lo que viene al lugar
de la Metáfora Paterna faltante y entonces la llama la Metáfora Delirante, algo que
abroche significado y significante, que le dé un orden como en el caso Schreber, en
el orden del universo, tenemos un trabajo de la psicosis metafórico, que abrocha en
ausencia del Nombre del Padre. En 1998 se reúnen un conjunto de analistas y se
proponen a traer casos raros y resulta que para la época resulta raro tener muchos
casos al estilo Schreber (estilo ruidoso), entonces comienza el estudio de otra
diacronía, de otro tipo de presentación clínica de la psicosis, más sutil, sin catástrofes
subjetivas, sin ese ruido extraordinario del delirio, que serán llamadas psicosis
ordinarias.

CLASE 13 SEMINARIO
LOS INCLASIFICABLES-PSICOSIS ORDINARIA

Miller - Paper Racki.


Tomar algunas cuestiones a modo de repaso, de aquello que fuimos trabajando
(seminario 3 y cuestión preliminar). Primero en relación a Lacan para luego arribar a
“ Psicosis ordinaria”
Una de las primeras cosas que se va a resaltar, del seminario 3, Lacan prescinde
hacer un diagnóstico de psicosis a partir de los trastornos de lenguaje. [Es importante
poder ubicar en el texto el tema de los trastornos del lenguaje]

Es en este tiempo nos encontramos con la metáfora de la botánica → Lacan ubica que

ya en esta nervadura significante de los fenómenos elementales encontramos la

misma fuerza estructurante que en el delirio. Es decir: No necesitamos del delirio

íntegro para hacer diagnóstico de psicosis, ya con esa nervadura del ste podemos

hacer diagnóstico de psicosis.

Por otro lado nos encontramos que en “Cuestión preliminar” Lacan hace este
movimiento de extraer la alucinación y la ubica en un pie de igualdad respecto a la
intuición delirante. La piensa todas ellas como alucinaciones y en ese punto las extrae
del campo de la percepción para ubicarlas de lleno en el trastorno del lenguaje.

Es allí donde Lacan propone definir a la psicosis en función de este fenómeno de


cadena rota. En el seminario 3 veíamos que ubicaba esto del ste a nivel de la
alucinación, ste que se aísla no hace más que significarse a sí mismo. A partir de
Cuestión Preliminar, con esta noción de cadena ste que nos presenta y presenta las
propiedades de la cadena ste, podemos definir a la psicosis en función del orden de
la cadena rota. Algo que ejemplificamos y trabajamos con el caso Marrana.
Otra de las cuestiones que aparecen en ambos textos con sus diferencias es el tema
del desencadenamiento.
En Cuestión Preliminar (Pensemos que Cuestión Preliminar lo escribe paralelamente
al dictado del seminario 5, donde presenta la MP.) ubica el desencadenamiento en
función de este encuentro con Un Padre en lo real. En el seminario 3 la cuestión del
desencadenamiento lo encontrábamos en ese pasaje donde Lacan crítica la definición
de Kraepelin de paranoia, particularmente en relación al Inicio, esto que Kraepelin
denominaba “Desarrollo insidioso”, insidioso en tanto bajo una apariencia benévola
que se va construyendo de a poco. Para Lacan en lo absoluto, el inicio de la psicosis,
es brusco, no es acorde a una sucesión lógica, y produce algo en ese punto algo del
orden de la discontinuidad, algo de un antes y un después en el sujeto.

Nos encontramos que en Cuestión Preliminar, Lacan va a trabajar distintos


esquemas:

1. Estadio del espejo (esquema óptico)


2. Esquema Lambda
3. Esquema Z
4. Esquema de realidad: un esquema específico en relación a la neurosis y que
va a implicar la articulación con la metáfora paterna que es con lo que ya cuenta.
5. Esquema Y (no sé si es I o Y): pensado en relación a Schreber.

Lo que quiero rescatar allí es que esto aparece de algún modo en el texto de “Psicosis
ordinaria”, por eso me detengo en estas dos letras que aparece en el esquema Y.

Lacan en el esquema Y escribe P sub 0: Esta P tiene que ver con esto del orden del

este NP y sub 0 como ste fálico. P sub 0 al nivel de lo simbólico y a nivel de lo


imaginario este ste fálica. ¿Esto qué significa? ¿Cómo se lee esto en la clínica? →

Pag 540 de Lacan, dice “Como leemos este ste fálico sub 0? En términos de este

desorden en la juntura íntima del sentimiento de la vida del sujeto” Es decir como el

sujeto siente, experimenta su vida, que lo hace palpitar al sujeto en su vida.

Después de escribir Cuestión Preliminar, Lacan se va a avocar a la formación del


incc y el trabajo con la neurosis (se ve en el segundo cuatri) pero va a retomar el tema
de la psicosis en lo que se denomina la última enseñanza (seminario 23), allí Lacan
retoma el tema de la psicosis y lo repiensa desde el texto literario de Joyce, lo toma y
se detiene en algunas cuestiones. Voy a mencionar 2 porque lo vamos a trabajar
cuando veamos el Paradigma Joyce: Joyce decía que telepatia con una de sus hijas,
Lucía, que luego fue diagnosticada esquizofrenia. Respecto a su esposa, Nora, Joyce
ubica esto: “que le calzó como un guante al revés” ¿Qué quiso decir con esto?, es
enigmático.
Pero Lacan puntualmente se detiene en una expresión que Joyce emplea al referirse
a algo que le pasó en su adolescencia. Este episodio es que unos compañeros le dan
una paliza, y respecto de este episodio, lo dejó caer (según Joyce) “ como se deja
caer la piel de un fruto maduro “, una expresión llamativa. En la clínica muchas veces
escuchamos palizas en un adolescente, en un sujeto varón y el efecto que tuvo en un
sujeto en esto, ya sea por la denuncia, o inhibición, cambio de su personalidad, o
hacer activo esto de haber vivido pasivamente. Pero en Joyce, dejó caer este
episodio. Lacan se detiene acá en esta expresión enigmática, y plantea sobre este
diagnóstico esto en una altura de su enseñanza donde lo simbólico ya no predomina
por sobre los otros registros de lo imaginario y lo real, los homogeniza y le da hincapié
a la importancia del nudo, de cómo estos tres registros se anudan. A la altura de la
primera enseñanza, podríamos decir que este nudo se lograba a partir de la presencia
o no del NP. Con la pluralización de los NP, Lacan advierte que a falta del NP, puede
advenir un sinthome, algo que venga a anudar los 3 registros.

Pareciera, y esto es lo que Lacan viene a ubicar en Joyce, que la escritura en esto de
ser artista, Joyce logró, le funcionó a modo de sinthome y logró mantener unidos los
3 registros, esto a modo de introducción.
Ahora me meto respecto a los textos:

Por un lado tenemos el texto de Psicosis ordinarias que es de 1998, y por otro lado el
paper de Racki <3, en ocasión del congreso.

¿Qué les señaló respecto al texto de psicosis ordinarias? Parte de una serie de
conversaciones clínicas y la propuesta del trabajo era justamente trabajar casos
“raros”, ¿Qué entendemos por casos raros? Que no responden a este primer tiempo
de la enseñanza de Lacan, no responden a los cánones clásicos de la psiquiatría
clásica. No nos encontramos con trastornos de lenguaje, (A modo Schreber), no nos
encontramos con un desencadenamiento de modo del encuentro de un padre en lo
real, con ese antes y después, con esto del orden de lo discontinuo a partir de la
eclosión del delirio. Sino que nos vamos a encontrar con fenómenos más sutiles, más
discretos, más ínfimos, pero que son signos de forclusión al modo, como más
próximos a la enseñanza de Lacan, esto que Lacan pesca en relación a Joyce tras la
paliza, pesca cierta relación de Joyce con su cuerpo, esto “que deja caer”, es una
sutileza muy ínfima pero que nos deja ubicar algo de lo forcluido.
Hay un texto de Miller que dictó 10 años después, en el 2008, que se llama “Efecto

retorno de las psicosis ordinarias”, voy a retomar algunas cuestiones que ustedes
encuentran en ese texto. Una de las cuestiones es que allí Miller retoma una antigua
discusión, incluso antes de las conversaciones clínicas, el había estado trabajando el
caso “El hombre de los lobos”, y es en este momento, 2008, donde Miller pesca que
en el historial del hombre de los lobos, (que sabemos que Freud lo plantea, lo
diagnostica en neurosis obsesiva) Freud comenta una alucinación que tuvo el
paciente alrededor de los 4 años, del dedo cortado, y que allí sin dudar Freud pesca
la forclusión y la relación tan particular del paciente con la castración (de hecho Lacan
retoma este impasse freudiano, y propone el término de forclusión). Miller nota que el
hombre de los lobos era un paciente actual, moderno, y que Freud no supo qué hacer,
cómo tratarlo, hizo agua al tratarlo de neurótico obsesivo cuando no lo era. Lo que va
a plantear Miller es que se trata de un caso de psicosis ordinaria. Lo que dice en esta
conferencia Miller es que la definición de psicosis ordinaria no es rígida, es decir que
no hay algo del orden de la precisión, como así tampoco un saber hacer en relación
a la psicosis ordinaria. Lo que él busca es producir un eco en el clínico.

En este punto de la inclusión de la psicosis ordinaria (categoría epistémica, en


construcción) implicó la inclusión del tercero excluido.

¿Cómo se presentan estos sujetos en la clínica? Uno se encuentra con esta


particularidad que no llegan con cierta transferencia desde el vamos, es decir
suponiendo cierto saber al analista, sino que por el contrario, no hay algo armado.
Como así tampoco nos encontramos con elementos que nos permitirían hacer un
diagnóstico neurótico. ¿Cuáles son esos elementos? Bueno, por un lado esto, la
relación del sujeto en relación a la castración, que habría cierta falla o déficit a nivel
de la castración, por otro lado algo del orden del síntoma que traen, no tienen o
presentan grandes dificultades a la hora de historizar los, objetivar los. Es decir que
no se remontan a una neurosis infantil, cuesta ubicar esta conexión respecto de cierto
entramado familiar o singular de su propia historia. Y por otro lado nos podemos
encontrar con cierta dificultad en apropiarse de su cuerpo. Otra de las cuestiones
como propias de estos sujetos cuando llegan a la consulta, que uno se encuentra
preguntando con qué otros significativas cuenta su vida, con qué red cuenta este
sujeto. Justamente por ahí uno se encuentra que el sujeto no acude al próximo
encuentro, “¿Cómo me comunico con el?” Algo de la desconexión respecto del otro
que nos permite ir ubicando esto, esto de los sujetos dispersos, desorientados,
desarraigados, piensen esta palabra, desarraigados, implica raíz, arraigo. Estos
sujetos que no lograron tomarse, servir, agarrarse, hacerse un lugar en el otro y
respecto de los otros. Pensemos en nuestra sociedad contemporánea, como favorece
el desarraigo, el empuje hacia la desorientación.
Allí la propuesta de Miller es ir a pescar en estos sujetos, donde no encontramos

elementos que nos permitan pensar en la neurosis, nos propone ir a pescar esto del
orden de este “desorden de la juntura íntima de la vida del sujeto” , ir a buscar que lo
hace palpitar.
Propone tres lugares en función de tres externalidades: subjetiva, corporal y social.

Externalidad subjetiva → Algo del orden del vacío, el desamparo, la soledad.

Externalidad corporal → Esta dificultad en apropiarse, del cernirse, abrocharse, de su

cuerpo.

Externalidad social → Ubicamos allí o bien, una dificultad a nivel de la identificación

social, en función del circuito, de su círculo; o bien una cierta fijeza en esta
identificación social. Por ejemplo: Lo que viene a funcionar a falta del NP, es el trabajo.

Entonces estos sujetos que por alguna cuestión del cuerpo o de una enfermedad,

tienen que pedirse una licencia y hay una caída subjetiva. No al modo de una caída

de Schreber, sino un efecto de caída subjetiva, en esta “juntura íntima”, en cómo el

sujeto vive y siente estos episodios.

Ubicando estas cuestiones, para poder ver que mantuvo a este sujeto “enganchado”
en su vida hasta el momento, esa coyuntura, que se produjo este desenganche
respecto del otro.
¿Por que esto nos orienta? Justamente para pensar un reenganche posible de este
sujeto de este otro social, que pueda armarse de algún modo y reinsertarse, volver a
circular.

Por último, me voy a enfocar en una pregunta que justamente plantea Racki en su
papel y es una pregunta ordenadora, para ubicar estas consecuencias a nivel clínico,
teórico. La importancia de esta denominación de psicosis ordinaria.

La pregunta es: ¿Qué consecuencias, qué operación produjo, la denominación de


psicosis ordinaria? Nos permitió, nos habilita una amplitud diagnóstico y de cierta
flexibilidad posible, en la medida que se incluye ese tercero excluido. Nos logramos
escapar del binarismo de psicosis-neurosis, nos permite una amplitud más acorde a
la época, de incluir a ese tercero excluido. Una clínica más inclusiva en ese punto, no
nos quedamos aplastados por las categorías nosológicas clásicas y no aplastar al
sujeto. Uno se sirve del diagnóstico para orientar la cura y punto. Pensemos en el
diagnóstico al niño, ¿´Para qué? Para determinar al sujeto dentro de su vida? En lo
absoluto. Y justamente poder centrarnos en función del anudamiento, no hay una
solución, no hay LA solución, sino soluciones sintomáticos.
Esta clínica, lo que propone es el sinthome generalizado. De allí esta irónica de Lacan,
“todo el mundo es loco, todo el mundo es delirante” nos convoca justamente a
repensarnos en nuestra posición en tanto analista. Ya no se trata de encarnar de
sujeto supuesto al saber, se puede trabajar más allá de eso.
Tampoco se trata de lo que plantea Lacan en el seminario 3 del analista en términos
de alienado, sino que se trata de un analista partener, acompaña, a este posible
arreglo que inventa el propio sujeto a partir de sus propios elementos, sus propios
recursos y herramientas, que cada sujeto logre encontrar un modo de unir vida,
cuerpo, palabra y sentido.

Ej: El Joker y el efecto que produjo no solo en el ámbito psi. Como el discurso
capitalista produce sujetos caídos del sistema, marginados. Es pensar la clínica
actual, los síntomas actuales. Esa risa discordante que no encuentra un lugar en el
otro, esos chistes que no producen efecto en el otro y que el otro se los sancione. Y
lo interesante de ese movimiento “El joker” que lo presenta el periodista y como él se
toma de ese nombre, de ese ste otorgado en ese punto. Está bueno para pensar este
desarraigo en el sujeto, en cómo el sistema los empuja al desarraigo.

NEUROSIS

SEMANA 1 PRÁCTICO

CLC – SEMANA 1 – Martín Mogaburu

Síntoma, inconsciente y cuerpo


El eje estará puesto en el síntoma neurótico. Sin embargo, antes, se ubicaran
algunas coordenadas introductorias.
Terminamos el cuatrimestre pasado viendo el fenómeno psicótico y su mecanismo.
Hablamos de la desarticulación del sentido sin punto de capitón; por ejemplo, cuando
trabajamos el caso Marrana y el Esquema L, donde Lacan mencionaba que se
generaba una suerte de ping-pong donde no podemos ubicar el lugar de donde salió
el primer saque. Tener en cuenta esto es fundamental, porque a partir de ahora vamos
a hablar de localización: la idea de dónde se localiza y cómo se constituye el síntoma
es lo que nos va a orientar en este primer tramo.
Un texto muy orientador es el de Fabián Naparstek (2014) “Los tres tiempos en
Freud”. Allí explica los tres momentos de la teoría freudiana respecto del concepto de
inconsciente, el tratamiento posible y el trauma (a partir del cual se leen las vivencias
traumáticas, la cuestión de la tesis energética: cómo se tramita un afecto y como ese
afecto se desplaza). Es muy interesante que podamos remitirnos a este texto
leyéndolo desde otra perspectiva, y no dejarlos allí como algo concluido.
El cuatrimestre pasado, se abordaron las primeras elaboraciones de Freud, nos
habla de lesión psíquica para distinguirla de lesión orgánica. En este primer tiempo
de Freud, donde todavía no está elaborado el concepto de inconsciente, la idea
de lesión psíquica implica ya una localización. Por ejemplo, respecto a las parálisis
histéricas las remite a “representaciones especiales” que forman un grupo
psíquico separado que no entra en conexión con el otro.
También se trabajó el “Manuscrito H” el concepto de defensa, donde ubicamos que
tanto representación como afecto son expulsados al exterior, por ser inconciliables
con el yo. Allí hay un cuadro comparativo donde Freud ubica lo que ocurre con la
histeria: el afecto es tramitado por conversión y la representación se encuentra
ausente de la conciencia. Es decir, se encuentra localizada en este segundo
grupo psíquico. Este segundo grupo psíquico separado dará lugar al concepto de
inconsciente y, a su vez, da la idea de realidad psíquica y aparato psíquico. Esto nos
permite deducir que la modalidad de retorno no será desde el exterior (lo real, lo
forcluido), sino desde lo reprimido; como retorno en el cuerpo y el pensamiento.
Como el retorno no es desde el exterior, nos permitimos hacer el pasaje desde la
Psicosis a la Neurosis.
En un segundo tiempo, Freud ubica las leyes de condensación y desplazamiento,
realidad psíquica, aparato psíquico, como conceptos que dan marco a lo que, en un
primer tiempo denominaba “lesión psíquica” y “grupo psíquico separado”.
Recordemos que sin contar aún con la denominación de icc, hablaba de
“representaciones especiales”; por las cuales advierte que la representación del
cuerpo, que existía en las parálisis histéricas, se sostenía en una concepción popular
del cuerpo. Entonces, si el brazo estaba paralizado se adormecía desde el hombro y
no desde las otras partes anatómicas que lo componen. Esto se debe a que hay un
cuerpo hecho de representaciones, hecho de palabras. La representación
anatómica del cuerpo no tiene mucho que ver para la histérica, porque ella se paraliza
de acuerdo a la inscripción de su representación del cuerpo.

Perturbaciones psicógenas de la visión (1910)

Aquí Freud añade la cuestión pulsional y la cuestión libidinal. Hay una


caracterización del inconsciente más elaborada, y es posible encontrar: la idea del
síntoma como formación sustitutiva, el mecanismo de representación que lo produce
en la histeria, entre otros. Aquí Freud menciona por primera vez las pulsiones yoicas
asimilándolas a la función de autoconservación y el papel fundamental que esto tiene
en la represión (la cual se produce como una defensa ante lo inconciliable).
El texto inicia hablando de la sugestión, motivo por el cual se ubicaron las
coordenadas el texto sobre las parálisis; ya que Freud, va a retomar las
investigaciones de Janet y Charcot sobre la histeria y la sugestión que utilizaban sobre
sus pacientes, en ese momento pre-psicoanalítico.
Inicia preguntándose cómo es posible influir sobre alguien hasta el punto de producir
una ceguera (otra vez, la importancia de las representaciones, las palabras, el cuerpo
relacionado a la palabra). Afirma que en la histeria ocurre algo análogo, que denomina
autosugestión (no por vía de la hipnosis). En este sentido, se pregunta cómo es
posible que una representación pueda causar en alguien tal intensidad como para
producir, por ejemplo, una ceguera. Dice que no es posible responder a esto sin el
concepto de inconsciente. Menciona que “los ciegos histéricos lo son para la
consciencia, pero para el inconsciente son videntes”, y menciona la separación entre
procesos anímicos conscientes e inconscientes.
En la página 210 dice “la ceguera histérica no es consecuencia de la representación
autogestiva de que no ve, sino por la disociación entre procesos icc y cc en el acto de
ver. Su representación de no ver es la expresión justificada del estado psíquico de
cosas y no su causa”. ¿Qué quiere decir con esto? Quiere decir que la ceguera
histérica es el efecto de una tensión subyacente, la cual se conoce como “síntoma
neurótico” como resultado de un conflicto. Habla de fuerzas que se promueven y
se inhiben unas a otras; en donde la acción de la represión brinda la fuerza de
desalojo, que aísla estas representaciones otorgándoles la condición de
inconscientes.
Freud mantiene la pregunta sobre qué es lo que promueve la represión y que es lo
que produce. Aquí incluye la acción de las pulsiones. Opone las pulsiones yoicas,
cuya función es la autoconservación, a las pulsiones sexuales que pujan por la
ganancia de placer, “pulsiones parciales que se adhieren a excitaciones corporales”.
Esta cuestión es muy importante: Freud subraya que, estos órganos, afectados
por la pulsión, son aquellos sobre los cuales la represión y su fracaso van a
producir el síntoma. Va a hablar de la doble función de los órganos ya que:
♦ Son requeridos por las funciones del yo conscientes, para el uso de sus
funciones de autoconservación.
♦ Son también requeridos por la satisfacción sexual reprimida.
Entonces, podemos ubicar que estas afecciones son producto del fracaso de la
represión y de su retorno.
En la página 213 refiere esto a la condición neurótica y dice: “Las afecciones de los
seres humanos designadas «neurosis», han de reconducirse a los múltiples modos
de fracasos de estos procesos de replasmación emprendidos en las pulsiones
sexuales parciales. El «yo» se siente amenazado por las exigencias de las pulsiones
sexuales y se defiende de ellas mediante unas represiones que, empero, no siempre
alcanzan el éxito deseado, sino que tienen por consecuencia amenazadoras
formaciones sustitutivas de lo reprimido y penosas formaciones reactivas del
yo. Lo que llamamos «síntomas de las neurosis» se componen de estas dos clases
de fenómenos”.
Continúa hablando de esta doble función de los órganos: “puesto que no es sencillo
servir a dos amos hay un conflicto sostenido que, con el fracaso de la represión,
implica que el yo ha perdido su imperio sobre el órgano, que ahora se pone por entero
a disposición de la pulsión sexual reprimida” (p. 214).
En relación con la perturbación psicógena de la visión, Freud menciona la cuestión
del “placer de ver” reprimido y una puja de resarcimiento de las pulsiones que han
sido reprimidas. Estas se localizarían en el órgano donde se halla esa satisfacción
sobre la cual sobreviene el síntoma. Dice: “puesto que quieres abusar de tu órgano
para un maligno placer sensual, te está bien empleado que no veas nada más” (p.
214).
En este aspecto, es importante destacar que la pulsión parcial es la satisfacción
de un órgano del cuerpo que cumple una doble función. En la página 213 dice:
“Son los mismos órganos y sistemas de órganos los que están al servicio tanto de las
pulsiones sexuales como de las yoicas. El placer sexual no se anuda meramente a la
función de los genitales; la boca sirve para besar tanto como para la acción de
comer y la de la comunicación lingüística, y los ojos no solo perciben las
alteraciones del mundo exterior importantes para las propiedades de los objetos por
medio de las cuales estos son elevados a la condición de objetos de la elección
amorosa: sus «encantos»”. Los ojos no sirven solo para mirar, sino también está
emparentado con el placer sexual de ver.
En el último párrafo del texto, Freud dice: “Es posible plantearse esta pregunta: La
sofocación de pulsiones sexuales parciales, producida por obra de los influjos vitales,
¿Basta por si sola para provocar las perturbaciones funcionales de los órganos?, ¿O
bien deben preexistir constelaciones constitucionales?, ¿las únicas que moverían a
los órganos a exagerar su papel erógeno y de ese modo provocarían la represión de
las pulsiones? (...) Y en esas constelaciones veríamos la parte constitucional de
la predisposición a contraer perturbaciones psicógenas y neuróticas. Se trata
de aquel factor que con relación a la histeria he designado provisionalmente
como «solicitación somática» de los órganos” (p. 216). Este párrafo hay una nota
al pie de página que nos remite al historial de Dora.
Por los motivos previamente descriptos, debemos considerar este texto como
bisagra que permite pasar del análisis de la psicosis a la formación de síntomas
neuróticos.
En la Conferencia 23º se verán los distintos componentes que hacen a la formación
del síntoma (“síntoma como compuesto”).

SEMANA 1 TEO

Vamos a trabajar tres momentos en la enseñanza de Lacan, así como lo hicimos al


comienzo del año respecto de Freud, esto permite ubicarnos, armarnos una especie
de gps respecto de lo que estamos trabajando en cada momento y qué está
pensando Lacan en cada momento de su enseñanza.
El eje central va a ser siempre el síntoma aunque hay momentos en la enseñanza
de Lacan que el síntoma no es lo prevalente. El síntoma va a ser lo prevalente en
la última enseñanza de Lacan pero siempre vamos a tenerlo en el horizonte.
Para trabajar estos 3 momentos, vamos a tomar 3 parejas que nos muestra Miller
respecto de la enseñanza de Lacan que ordenan cada uno de los momentos a los
cuales nos vamos a referir:
La primer pareja es la relación del sujeto con el Otro, que es algo que ya
venimos trabajando:

Alli todavia el Otro está sin barrar, ahora voy a tratar de justificar por qué pero es
una pareja que ordena este momento de la enseñanza de Lacan, es la relación del
sujeto con el gran Otro donde encontramos todas las herramientas para dar cuenta
de la psicopatología en esta época de Lacan.
Lo primero que hay que tener en cuenta respecto del Otro, puede ser obvio pero es
que el Otro es otro, es lo diferente, es heteros, por eso Lacan le pone el nombre de
otro, es decir que si hay allí una pareja entre el sujeto y el Otro, es una pareja
disimétrica, es decir que el sujeto es diferente del Otro.

Hemos tomado otras definiciones que da Lacan del Otro, por ejemplo, es el tesoro
del significante, es el Otro del lenguaje, etc. Lo que si tenemos presente es que el
sujeto es determinado por el Otro, a tal punto que Lacan en un escrito “La cuestión
preliminar…” dice que todo lo que es del sujeto depende de lo que acontece en el
campo del otro, neurosis o psicosis. Es decir que eso tiene una fuerza muy presente
para Lacan, porque ese sujeto es un sujeto determinado en los significantes. Hay
una definición de Lacan que dice que un significante representa al sujeto para otro
significante y allí lo que se ve es que es en el juego de los significantes que está
determinado el sujeto.
También hemos visto una definición de estructura que se encuentra en el seminario
3, que es que la estructura es un conjunto de elementos covariantes, esos
elementos son los significantes que covarían entre si y que depende del cómo, la
determinación del sujeto en ese campo del otro.
Hay un paso más que da Lacan a partir del seminario 4, qué es preguntarse por el
deseo del otro, esto es un intento de vivificar a ese otro, de darle vida, de encarnarlo,
que no sea un otro abstracto, porque si el otro es el lugar de la determinación del
sujeto podríamos tener ya un determinismo como cualquier determinismo en la vida,
es decir, porque yo me enganché con los significantes de tal manera entonces me
va a pasar tal cosa en la vida, eso sería un determinismo lineal. Lo que le agrega
Lacan allí es la cuestión del deseo y es un lugar que no tiene significante, que no
tiene manera de representarse y que eso hace que haya un espacio para la decisión
del sujeto (esto es central) sino hay espacio para la determinación todo estaría ya
dado de antemano y lo único que habría que hacer es esperar, esperar que sucedan
las cosas por determinada fijación que ha tenido el sujeto en su momento.

Por ejemplo si de niño fui abusado entonces tal cosa y no habría nada para hacer,
en cambio en el psa Freud ya lo planteaba, supone una elección forzada, es
interesante porque es una elección en ese lugar específico del deseo, hay una
elección que no es de cualquier cosa, es dentro de cierto marco, dentro de cierto
determinismo.

La otra cuestión que plantea Lacan es que el sujeto por excelencia, vive, tiene
su morada, anida en ese lugar, justo en el deseo del otro, justamente ese lugar
donde en el otro no hay significante. Por eso es interesante la definición que
daba antes, que un significante representa al sujeto para otro significante porque
no hay un sólo significante que represente al sujeto sino que al menos hacen falta
dos y para que haya dos, entre uno y dos, tiene que haber una hiancia, tiene que
haber un vacío, para distinguir dos significantes tiene que haber un espacio entre
ellos dos. En ese espacio, vive el sujeto.

Noción crucial respecto del deseo del otro, por que en ese espacio entre los
significantes donde se encuentra el sujeto, es que el otro no puede decir todo,
no representa todo, no tiene significante para todo y en ese punto es donde
Lacan entonces escribe al Otro barrado.

Que es el segundo esquema, donde tenemos al sujeto barrado y al Otro barrado, en


principio podemos decir que la barradura del otro supone el deseo del otro y el
deseo del otro es justo el punto donde no hay significantes y ese punto se
transforma para el sujeto en una pregunta ¿qué quiere el otro de mi? porque no
hay algo totalmente representable del deseo del otro, siempre supone cierta
pregunta. Y esta pregunta va a tener un lugar crucial en la enseñanza de Lacan, casi
diría que la relación que establece el sujeto con el otro es una relación de pregunta
sobre el deseo del otro. Lacan arma toda una clínica de la neurosis en base a la
pregunta, uno debería decir que cada vez que habla de alguna manera está haciendo
una pregunta.

Lo vimos al comienzo del año, el mensaje me vuelve en forma invertida… si yo hablo


quién sanciona lo que yo digo viene del otro, es decir que cada vez que hablo estoy
esperando de alguna manera la sanción del otro, es decir viene una pregunta de qué
quiere el otro de mi. En ese campo se arma una clínica, una clínica de la pregunta,
una clínica del deseo y una clínica de las identificaciones sobre las cuales vamos a ir
hablando a lo largo del recorrido en esta parte del año, especialmente dentro de las
neurosis y en la distinción que empieza a hacer Lacan entre una neurosis y la otra
respecto de estas cuestiones, el deseo, la pregunta y las identificaciones.

Hay un segundo Lacan que tiene que ver con la relación del sujeto y el objeto

a:

Al objeto a, lo introduce como un resto, sino todo se puede decir toda operación
tiene un resto y lo pone también como el resto que hay en las divisiones que no dan
exactas.

[esto también lo podemos ver en Freud cuando habla del resto diurno, con los
sueños, tiene la idea de que toda operación diaria, es decir toda operación simbólica
de representación tiene un resto que se intenta elaborar en los sueños y los sueños
no alcanzan y al otro dia se intenta interpretar y así sucesivamente] Uno podría decir
que toda elaboración simbólica tiene un resto y que Lacan a ese resto en
principio lo llama objeto a.

Vale decir que ese resto tiene al menos dos perspectivas, un resto puede ser un
desperdicio, como por ejemplo la basura que es el resto que uno tiene que tirar
afuera, es decir lo que queda y se desecha, que eso también es propiamente humano,
los restos como desecho es un problema para lo humano no para el mundo animal.
Por otro lado hay un resto que no funciona como desperdicio, sino como una
causa, es decir que a mi me quede algo pendiente hace que yo me ponga a tratar de
reducir ese resto, en trabajar en pos de reducir ese resto, como se dice habitualmente
“no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” que si uno se queda con ese resto
entonces no podría dormir tranquilo, etc.

Da el ejemplo de nosotros como estudiantes en época de examen como nos quedan


dando vueltas las cosas hasta que rendimos no se termina.
Ese resto Lacan lo llama la causa del deseo, es cuando el resto funciona como causa
y yo lo podemos ver en la filosofía antigua, Sócrates decía que uno sólo desea aquello
de lo que está falto, es decir que tiene que haber una falta para uno poder desear,
uno no desearía si tuviese “todo”, es decir que para que haya deseo tiene que haber
una falta.

En Freud hay una noción muy parecida, que es la primera experiencia de


satisfacción que está perdida y gracias a esto es que deseamos. Hay algo
perdido que empuja al deseo.

Ese objeto a, en tanto perdido, funciona como una causa.

Ahora bien, Freud ubica que en algunos momentos el neurótico en vez de estar en el
lugar del sujeto dividido (que tiene fallidos, sueños, síntomas interpretables, etc) más
bien se ubica como un objeto, y especialmente como un objeto para el otro, porque
de hecho ese objeto que el neurótico supone sería el objeto que el Otro desearía.
Como dijimos en la primera clínica de Lacan, todo se centra en el campo de una
pregunta, este objeto sería en el campo de la neurosis lo que vendría a responder a
aquella pregunta.

Por ejemplo el hombre de las ratas tenía la idea de que un capitán con el cual él tenía
trato quería maltratarlo, es decir usarlo a él como un objeto de maltrato y todo el
asunto que se da alrededor de quedar como un objeto de maltrato de ese capitán que
además eso se instalaba en la relación con el analista, en este caso con Freud,
suponiendo que Freud también podría querer maltratarlo. Ese suponer que el otro
lo quiere maltratar ya es una respuesta a ¿qué me quiere el otro? de la que
hablábamos antes.

En el caso Dora ella a veces se queja de ser un intercambio dentro de cierta situación
pero nuevamente ubicada como un objeto, esto es algo bastante presente en la
neurosis, cuando el neurótico viene en una posición de objeto respecto del Otro que
supone una respuesta, estar en ese lugar del objeto le da la posibilidad de responder
a qué quiere el Otro.

Lacan dice ante la falta en ser el neurótico se inventa un falso ser, porque estar
en el lugar del objeto le da un ser, que Lacan termina llamando las desgracias
del ser es decir que le sirve como una respuesta pero es una respuesta que trae
sufrimiento, en algunos casos, esos casos serían los que recurren a un analista, ya
que es un sufrimiento que no pueden abandonar, y esta es la cuestión, porque si
pudiesen cambiar esa forma de responder al deseo del otro no habría problema. Lo
que trae el neurótico habitualmente es que no puede parar de repetir de ubicarse
respecto del otro siempre en el mismo lugar, siempre se tropieza de la misma
manera y con la misma piedra.

Hay un tercer Lacan que arma una pareja diferente, hasta ahora siempre en las
parejas estaba el sujeto, pero la instancia del sujeto en un sentido es totalmente
abstracta, es decir que depende de la relación que tiene el sujeto con el significante,
de hecho podría haber un sujeto independientemente de que exista un individuo, por
ejemplo en una novela uno podría encontrar al sujeto de esa novela, por ejemplo el
protagonista y podría ubicar al sujeto representado por esos significantes de la novela
y eso nunca fue encarnado en tanto tal, ya hemos dado ejemplos de esto haciendo
referencia al teatro.

Lacan empieza a hablar de lo que él llama el parletre, el ser parlante, y él lo liga


a la relación que hay entre el significante y el cuerpo. La idea de Lacan es que el
goce (referencia directa a lo que Freud llamó pulsión, y especialmente pulsión de
muerte) es una consecuencia del encuentro del significante con un cuerpo, a tal punto
que hace una distinción entre el parletre con la máquina y con los animales, cuando
dice máquina es una referencia directa a las computadoras (que no eran como las de
ahora, personales) y allí hay un simbólico pero no hay un cuerpo… entonces uno
como ser parlante podría preguntarse por el goce de las computadoras, incluso uno
suele hablar con estas máquinas, como con siri donde se puede entablar un diálogo
con un programa, entonces si hay un goce, es el que yo le puedo suponer a esa
computadora.

En el caso de los animales tenemos justamente lo contrario, porque tenemos un


cuerpo y no tenemos lo simbólico, en este caso también podríamos suponerle un goce
a los animales pero hemos visto con Freud la diferencia entre la pulsión y el instinto
animal. También podríamos suponerle un goce a los animales, pero siempre sería
una suposición de goce de parte nuestra, porque nosotros estamos en el campo del
goce.

El campo del goce se define a partir del impacto del significante en el cuerpo,
es a partir de ese acontecimiento de que tenemos un cuerpo que es tocado por
el significante, que hay goce, eso supone para Lacan el parletre que no es lo
mismo que el sujeto porque incluye algo del cuerpo, algo de lo vivo, con las
caracteristicas que eso tiene de lo pulsional que no incluía el sujeto.

Es un Lacan que le mete cuerpo a la enseñanza, que le mete cuerpo a la clínica y


que le mete cuerpo a la psicopatología, diríamos nosotros. En el caso nuestro no
vamos a poder hacer un diagnóstico sin poner en el centro la cuestión corporal, que
es algo que hemos dicho en algún sentido cuando hablamos de Joyce, cuando ya no
sólo hablamos en la psicosis de los trastornos del lenguaje sino que incluimos ciertos
trastornos corporales, porque esta clínica de Lacan supone fuertemente al cuerpo. Ya
no tratamos con esta instancia sujeto abstracta, sino que tratamos con esta instancia
que está encarnada en cada uno de los individuos.

¿Desaparece el sujeto? No, no es una instancia que desaparece, pero no es lo que


nos permite dar cuenta totalmente en la clínica y en el diagnóstico de lo que queremos
dar cuenta, es decir que necesitamos de una instancia más, que Lacan llama parletre,
que incluye algo del cuerpo.

Lacan da un paso más y es que a partir de que incluye al cuerpo, las cosas se ponen
en términos de qué hacer con ese cuerpo. Volviendo un poco atrás, define al goce
como hacer algo con un cuerpo, sea el propio o sea el del otro, esto es muy
interesante porque es parte del debate actual … ¿qué se hace con los cuerpos?
¿quién tiene derecho a hacer con el cuerpo propio y con el cuerpo de los otros? ¿qué
se puede hacer y qué no se puede hacer con el cuerpo propio y con el de los otros?
Por ejemplo el debate que se da con el tema del Aborto, ¿quién tiene derecho sobre
el propio cuerpo, es el Estado o es uno mismo? y lo mismo respecto de qué se puede
hacer y qué no con el cuerpo del otro. Todo eso que Lacan define en ese momento
es una cuestión central en la actualidad, en el debate social y el psa tiene algo que
aportar en ese punto.

Lo último que quiero resaltar respecto de este último Lacan es que la clínica se pone
en términos del hacer, ya no tanto del saber, los problemas son qué hace uno con
esto que es ineliminable, que es que uno tiene un cuerpo, que lo tiene que cuidar de
determinada manera, y que ese cuerpo es un cuerpo en términos que está tomado
por un síntoma, cada quién tendrá su propio síntoma en forma singular, este
síntoma es la consecuencia del impacto del significante en un cuerpo.

SEMANA 1 SEMINARIO
CET Doti, G Semana 1
Fabián Naparstek- La libertad del loco (2017)
En esta conferencia Fabián toca los temas de la locura, la libertad, lo femenino y el
amor. Toma como punto de partida el texto “Elogio de la locura” (1509/1511) de
Erasmo de Rotterdam, quien fuera filósofo, filólogo, humanista y teólogo irlandés.
Erasmo escribió ese texto como crítica al saber instituido de su época, en especial al
poder eclesiástico. Se refiere a este saber manera irónica y dice: “pobres locos que
se toman en serio a sí mismos y pretenden saber algo”, en términos coloquiales
podemos decir: “pobres locos aquellos que se la creen, que se creen saber algo”.
El personaje principal del texto es la locura quien, al final del texto, dice: “No hay
mortal que pueda ser feliz si no está iniciado en mis misterios” (en los misterios de la
locura). La primera conclusión que podemos sacar, es que para vivir y ser felices
necesitamos estar un poco locos.
Lacan, en el Seminario 3, toma la referencia y le da todo su valor porque puede extraer
del texto que la locura es el comportamiento normal del ser humano. Toma } a
Pascal, otro filósofo, que sigue la misma lógica de Erasmo y formula que “hay una
locura necesaria y que sería una locura de otro estilo no tener la locura de
todos.”
De modo que la segunda conclusión que podemos extraer, es que para Lacan la
locura no es igual a psicosis. Es una noción más amplia, más abarcativa, es trans-
estructural: nos toca a todos independientemente de la estructura que se trate;
en todo caso la psicosis es la locura de otro estilo. Acá ya tenemos un antecedente
de lo que más adelante a formular como “todo el mundo es loco, todo el mundo
delira”.
A medida que Lacan va avanzando en su enseñanza se da cuenta que no todo goce
puede negativizarse, hay un goce irreductible al sentido. Es un goce que se
escapa del dominio del Nombre del Padre. La significación fálica es un modo (entre
otros) de localizar el goce y tener una defensa contra lo real. Una de sus funciones es
que nos permite armar una realidad compartida con otros; nos permite armar “un
delirio compartido”. En cambio, el sujeto psicótico no cuenta con el Nombre del Padre
ni la significación fálica, entonces, se ve obligado a inventar una realidad propia.
Para lograrlo necesita de la ayuda de algo que vaya al lugar del Nombre del Padre.
En el caso de Schreber, lo que va a ese lugar es la metáfora delirante y en Joyce es
la escritura. Ambas son defensas singulares contra lo real.
En su conferencia Fabián enlaza la locura con la libertad. Para esto toma un texto de
1967 de Lacan que se llama “Pequeño discurso de Lacan a los psiquiatras”, donde
habla a los psiquiatras clásicos. Pare ellos, el loco era el alienado mental, Lacan refuta
esto y dice: “El loco es el hombre libre”. El loco es libre a los ideales, es libre en
relación al otro. Y prescindir del otro, del Nombre del Padre, produce
sufrimiento. Si bien la libertad puede ser un bien muy preciado, también tiene
algo insoportable.
El loco tiene el “objeto a” en el bolsillo, esto implica la presencia de las voces, de la
alucinación verbal, es la mirada del otro metiéndose por todas partes; por lo que la
presencia del “objeto a”, angustia.
Lacan hace referencia a este discurso y relaciona la locura con la época actual. Fabián
toma un párrafo de este texto (página 158) y dice: “cuanto más se somete a las
transformaciones de la ciencia, más domina toda nuestra vida cotidiana hasta la
incidencia de nuestros objetos a”. Acá Lacan hace una referencia del “objeto a” en
plural, apuntando a los aparatos tecnológicos.
“No puedo [quedarme en eso] aquí, pero sí es uno de los frutos más tangibles que
pueden ahora recoger todos los días, en lo que respecta a los progresos de la ciencia,
es que los objetos a cabalgan por todos lados, aislados, solos y siempre dispuestos
a atraparlos a ustedes en cualquier momento. No aludo a nada más que a la
existencia de lo que se llaman los mass-media, a saber esas miradas errantes y esas
voces locas de las que ustedes están naturalmente destinados a estar cada vez más
rodeados – sin que haya para soportarlos otra cosa que [lo que está interesado] por
el sujeto de la ciencia, quien se los vierte en los ojos y en las orejas”. Esta es una
referencia a la época actual y la relaciona con la locura, con tener el “objeto a” en el
bolsillo. Lo dice en 1967, hace más de 50 años, dos años antes de que el hombre
llegara a la luna, el mundo era otro. Pero él ya anticipaba que los aparatos
tecnológicos nos iban a invadir, que se nos iban a meter por todas partes.
La tercera conclusión que podemos extraer, es que cuanto más se prescinda
del Nombre del Padre, más presencia habrá del “objeto a”. Vamos a tener otros
modos de sufrimiento.
Esto no significa que la época del Nombre del Padre sea mejor, sino que cada
época crea su propia locura. Cada época crea sus modos de sufrimiento y sus
modos de abordarlos; de tratarlos o “mal-tratarlos”: Porque cuando el único
tratamiento posible es el “uno para todos”, el “para todos igual”, “para todos lo mismo”,
es un maltrato, porque se desconoce lo más singular del sujeto, eso inclasificable. Se
desconoce, no solo el modo en que cada sujeto se inventa una defensa contra lo real,
sino también el modo en logra enlazarse al otro.
Fabián también toma a Foucault quien, en “Historia de la locura” dice que, como la
presencia del loco angustia, el modo de tratarlo ha sido encerrarlo. Si el encierro
es el único modo de tratarlo, es un maltrato. Fabián agrega que la época del Nombre
del Padre no sólo se encargó de encerrar loco, también lo hizo con las mujeres,
reservándoles como único lugar posible el lugar de ama de casas. Ese también es un
modo de maltrato.
Lacan en este texto nos da una indicación precisa que es: “No retrocedamos frente
a la locura, a pesar de la angustia que nos pueda ocasionar.” Freud no retrocedió
frente a lo femenino. Él comenzó su recorrido con la paciente de Breuer, Ana O. Ella
en el transcurso del tratamiento hizo un síntoma histérico, el síntoma de embarazo.
Breuer se asustó y se fue de vacaciones, dejándolo cargo del tratamiento. Y Freud no
retrocedió, de la mano de sus pacientes histéricas, hizo la entrada a la feminidad, con
una pregunta en el horizonte: “¿Qué quieren las mujeres?”.
Freud hace posible otro tratamiento: las escucha, las aloja, se deja enseñar por
ellas y produce saber. Así surge el psicoanálisis: porque hubo un hombre que se
animó a hacer algo distinto de lo que hacían con las pacientes histéricas en esa época
(encerrarlas en hospicios). Freud permite descubrir lo que caracteriza al síntoma
histérico: un cuerpo que hace a su antojo, un cuerpo vuelto loco. En la conversión
histérica es donde mejor se verifica la puesta en juego de un cuerpo pulsional,
marcado por el significante, que no responde al saber médico, que rechaza las
imposiciones del Significante Amo.
Llegado este punto podemos preguntarnos ¿Qué angustia de lo femenino? Freud
responde que, lo que angustia, es el horror de la castración y, por esto, el sujeto
femenino es el primer sujeto segregado.
Lacan va más allá y responde que lo que angustia es que la mujer es “no-toda”.
Esto significa que lo femenino no queda completamente metido en la lógica
fálica. En este punto, podemos decir que el sujeto femenino, al igual que el loco es
libre. Podemos hacer una analogía: así como Erasmo con su Elogio de la locura hace
una crítica al saber instituido de su época; la histérica, con sus síntomas, pone en
jaque al saber médico hegemónico de su época, de la época del Nombre del Padre.
Por último tenemos el amor, que Freud señala como otra forma de locura, una locura
que permite hacer algo diferente respecto al otro sexo. El amor puede cumplir una
función de anudamiento; puede funcionar de antídoto frente al estrago porque
permite darle envoltura al goce.
A su vez, el amor de transferencia dentro del dispositivo analítico, es lo que da la
posibilidad de otro tipo de tratamiento que no sea el encierro, ni la medicación (Que
es el modo de tratar la locura de esta época, vía la pastilla). A partir del amor de
transferencia, tenemos la posibilidad de que el sujeto que viene a consultar,
pueda hacer con su propia locura al modo Joyce. Es decir, que pueda hacer un uso
de su síntoma diferente. Un uso original, singular, que le haga la vida más vivible,
menos sufriente. Esto con el telón de fondo de la dimensión ética, haciendo una
psicopatología de lo singular

SEMANA 2 PRÁCTICO
17/08/2020 – El síntoma en el caso Dora.
El caso Dora es un historial paradigmático en Freud, y lo que vamos a trabajar en esta
ocasión es qué nos enseña Freud sobre el síntoma en este caso.
Antes de comenzar, realizaremos una breve contextualización sobre el texto. Lo
escribe en 1901 y lo publica en 1905, siendo intermedio entre La interpretación de los sueños
(1900) y Tres ensayos de teoría sexual (1905). Se corresponde con el comienzo del 2º tiempo
en Freud (1900-1920), donde ya está conceptualizado el inconsciente y empieza a poner en
práctica la técnica de la interpretación junto con su complemento, del lado del paciente, de la
asociación libre. La idea de Freud era que, haciendo consciente lo inconsciente mediante la
interpretación, se iban a eliminar los síntomas. Sin embargo, se encuentra en la clínica con
que los síntomas no ceden, y algo de ello va a ubicar en este caso.
El motivo por el que Freud publica este caso es para intentar demostrar la teoría de
que mediante la interpretación se puede acceder a eso reprimido inconsciente, y de
esta forma, accederíamos al determinismo de los síntomas, a saber, qué hay detrás de
los síntomas. En este sentido, explica que los síntomas quieren decir algo y los va a ir a
descifrar tal como lo hace con los sueños. Por otro lado, va a postular una hipótesis central
en el epílogo, página 100: “La sexualidad (…) es la que presta la fuerza impulsora para cada
síntoma singular y para cada expresión singular del síntoma. Los fenómenos patológicos son,
dicho llanamente, la práctica sexual de los enfermos”. Se debe entender la sexualidad en
términos de trauma, es decir, en relación a lo energético, a lo excesivo para el aparato que
no se puede terminar de tramitar; esa energía que irrumpe en el aparato y no puede
descargarse. Es interesante esta referencia porque Freud dice que lo traumático va a ser la
fuerza impulsora, aquello que va a impulsar a la formación de síntomas. También
hacemos hincapié en lo que conocemos como la psicopatología de lo singular, ya que Freud
en este texto menciona que el síntoma es lo más singular de cada quien.
Para comenzar a trabajar sobre lo que nos enseña el síntoma en este caso, es
importante poder situar cuatro ejes orientadores. El primer eje, el más importante, va a ser
que toma al síntoma como un compuesto de elementos heterogéneos, pero esto lo
menciona como tal en 1917 en “Nuevos caminos de la terapia analítica”, y en el presente
historial de Dora es que sienta el precedente. Ahora bien, Freud se pregunta si el síntoma
histérico tiene un origen psíquico o somático, y, en la página 37 dice: “Todo síntoma histérico
requiere de la contribución de dos partes. No puede producirse sin cierta solicitación
{transacción} somática brindada por un proceso normal o patológico en el interior de un
órgano del cuerpo”. Acá lo que postula es que hay una parte del síntoma que se
corresponde con una cuestión somática, del cuerpo, y dice que esto sólo se produce una
sola vez, porque es la parte más fija del síntoma. Por otro lado, plantea que los sentidos, es
decir, el valor psíquico de ese síntoma, no están de entrada: “El síntoma histérico no trae
consigo este sentido, sino que le es prestado, es soldado con él, por así decir, y en
cada caso puede ser diverso de acuerdo con la naturaleza de los pensamientos sofocados
que pugnan por expresarse” (p. 37). En resumen, el síntoma está compuesto por un
elemento somático y por un sentido. El elemento somático tiene que ver con una zona del
cuerpo, con un órgano; refiere a esa zona erógena que va a ser la condición para la salida a
lo corporal. En cambio, los sentidos van a ser soldados por un elemento fundamental: la
fantasía. Es decir, hay dos elementos heterogéneos que se sueldan por medio de la fantasía.
El segundo eje se ubica en la página 39, y plantea al síntoma como solución. Explica
que en el síntoma hay una ganancia, pero esa ganancia, esa solución, no lo es para el yo. En
un principio, el síntoma es un huésped mal recibido, lo tiene todo en contra. Luego, en un
segundo momento, puede verse si hay una ganancia secundaria y el sujeto puede servirse
de su propio síntoma para obtener un beneficio en el mejor de los casos. Empero, en la nota
al pie de esta página (la cual escribe años después, cuando ya tiene la conceptualización de ganancia primaria
y secundaria) Freud dice:

“El enfermarse ahorra, ante todo, una operación psíquica; se presenta como la
solución económicamente más cómoda en caso de conflicto psíquico (refugio de la
enfermedad), por más que la mayoría de las veces se revele después inequívocamente el
carácter inadecuado de esa salida. Esta parte de la ganancia primaria de la enfermedad
puede llamarse interna, psicológica; es, por así decir, constante”.
Esta solución económicamente más cómoda no lo es para el sujeto, sino que lo que se
soluciona con el síntoma es el conflicto psíquico, y lo que se satisface y la ganancia que hay
es para la pulsión. En el síntoma hay una satisfacción sustitutiva de la pulsión, entonces,
en este sentido, es una solución.
El tercer eje tiene que ver con los sentidos. En la página 42 Freud plantea que el
síntoma tiene múltiples sentidos, puede tener más de un significado, pero, por lo menos
uno de esos sentidos es de carácter sexual: “va a figurar una fantasía sexual”. Esto va a
introducirlo con la metáfora de odres viejos y vinos nuevos: la parte de los sentidos es lo más
mudable del síntoma, en cambio, la parte somática es lo más fijo (el odre viejo vendría a referencias
lo somático por su fijeza, y el vino nuevo referencia los sentidos del síntoma como aquello que va cambiando).

El cuarto eje es lo que Freud introduce a partir del síntoma de Dora: existe una
precondición somática. ¿A qué se refiere con esto? Explica que hay una intensa activación
de la zona erógena que va a ser la condición, lo previo, para la posterior solicitación somática,
y es sobre esta precondición somática que se va a montar luego la fantasía como elemento
intermedio que une sentidos y lo somático. Con estos cuatro ejes ya planteados nos
interiorizaremos en el historial propuesto para descomponer los síntomas de la paciente.
Dora es una muchacha de 18 años, que fue llevada por su padre a analizarse con
Freud luego de haber encontrado una carta de ella en donde expresa no soportar más la vida,
y, prácticamente, se despide. Freud plantea que ya desde niña presentaba síntomas
neuróticos, principalmente, desde los 8 años que sufre disnea. A los 12 años comienza con
una tos nerviosa que va variando, y hasta pasa por momentos de una afonía total. Esta tos
nerviosa es el síntoma prínceps de Dora.
Con respecto a la familia de Dora y su situación: tenía un hermano, a su madre y su
padre. Su padre había sufrido de distintas enfermedades, por lo cual se ve incrementada la
ternura hacia su padre. A causa de una de estas enfermedades, se mudan a la ciudad B.,
donde conocen y contraen amistad con el matrimonio del señor y la señora K, al punto de que
Dora cuida de sus hijos. Lo que más le preocupa es la relación de la señora K con su padre.
Por otra parte, Freud interpreta y sostiene que hay un enamoramiento de Dora por el señor
K. Sin embargo, trataremos de abocarnos a los síntomas de Dora y no a todas las
interpretaciones del historial.
Naparstek, en el teórico propuesto para esta semana, se pregunta si estos diferentes
síntomas que tiene Dora se tratan, justamente, de distintos síntomas, o de múltiples sentidos
de un mismo síntoma (distintos disfraces psíquicos de un mismo síntoma). Retomamos esto
para comenzar a descomponer el síntoma de Dora.
Respecto de los sentidos, Freud ubica el determinismo de los síntomas y los distintos
sentidos en los síntomas de Dora, al mismo tiempo en que ubica las identificaciones en juego.
Por otro lado –recordemos-, dice que uno de esos sentidos tiene un significado sexual: es un
sentido que refiere a una fantasía sexual y que encuentra en el síntoma de la tos nerviosa.
¿Cómo lo encuentra? A partir de una palabra que suelta Dora en la entrevista; cada vez que
habla de su padre toce de una manera particular y, en un encuentro dice que la señora K está
con su padre porque es un hombre con recursos. En esta palabra -por un parecido en la
lengua alemana- Freud interpreta que dice que su padre es un hombre sin recursos. Dora
toma esta intervención y explica que ella sabía de la impotencia sexual de su padre. A ello,
Freud le repregunta cómo es que tiene relaciones con la señora K, por lo que Dora responde
que hay otras formas de satisfacción sexual, haciendo referencia a la zona oral. En este
sentido, Freud toma este síntoma como aquel donde se representa la escena sexual entre la
señora K y su padre vía sexo oral. Empero, con esta tos espasmódica Dora responde a un
estímulo, que es un cosquilleo en la garganta: representa la escena fantaseada y responde a
un estímulo corporal. Con esto Freud quiere decir que, en todos los síntomas, en la base
está la solicitación somática (cosquilleo en la garganta).
Para que exista una solicitación somática es necesario un condicionamiento previo,
que sea la condición para que la solicitación somática se de en un lugar determinado… ¿Cuál
es la precondición somática en el caso Dora? La paciente decía que ella había sido una
chupeteadora de chica, y que había sido el padre quien la obligo a dejar esta costumbre hacia
el cuarto o quinto año de vida. Freud ubica en este chupeteo esa zona intensamente
activada, erogenizada, que fue la condición previa para la posterior solicitación somática en
esa zona: allí se aloja la fijación pulsional.
En la página 73, Freud dice:
“Debajo de todo en la estratificación cabe suponer un estímulo de tos real,
orgánicamente condicionado, vale decir, el grano de arena en torno del cual el molusco
forma la perla. Este estímulo es susceptible de fijación porque afecta a una región del
cuerpo que conservo en alto grado en la muchacha la significación de una zona erógena.
Por lo tanto, es apto para dar expresión a la libido excitada”.
En este extracto, Freud explica que hubo una fijación en la zona oral por el chupeteo, por
esa autosatisfacción o satisfacción autoerótica, y que, a partir de ahí, esa es la condición para
que esa zona, ese cosquilleo en la garganta, se presente.
Recalculando: hay un primer tiempo lógico, que es la cuestión somática como lo
pulsional. Como la pulsión es muda, no tiene un sentido, y para que esto quiera decir algo se
le tiene que agregar un sentido. A este primer tiempo le sucede un segundo tiempo lógico,
que va a ser lo que enmarca a la pulsión, lo que empieza a agregarle un sentido y va a tener
que ver con una escena en tanto ficción. Así como la pulsión es muda, la escena de un
sentido. Pensémoslo como el trauma: por un lado tenemos el trauma, y por otro lado tenemos
la escena traumática, la cual le agrega un sentido, el poder decir algo de…
Ahora bien, ¿cuál es la escena en el caso Dora que le va a dar un marco a lo
traumático? La escena es una que tiene con el hermano, donde ella se está chupando el
pulgar al tiempo en que le da tironcitos de la oreja del hermano. Hay una escena porque hay
otro; hay una autosatisfacción por el chupeteo en esa zona erógena intensamente activada,
pero se le agrega otro, ya no es Dora sola, por lo que va a tomar el marco de la fantasía. Esta
escena con el hermano va a ser la matriz sobre la cual se van a montar luego los
sentidos, las distintas fantasías: va a ser lo primero que suelde lo pulsional mudo con
los sentidos que van a venir luego.
A modo de resumen, podríamos pensar el caso de la siguiente manera: habría un
primer tiempo en el cual tienen lugar las satisfacciones autoeróticas (Dora con el chupeteo activa
la zona erógena) y un segundo momento donde a eso pulsional puro, mudo, autoerótico, se le
suma una escena, una fantasía que suelda esto que se enmarca a lo pulsional, donde ya hay
una elaboración psíquica sobre esa satisfacción pulsional y luego va a devenir el síntoma. En
Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908) Freud va a agrega que tiene que
haber una renuncia a la satisfacción onanista; el sujeto tiene que estar en abstinencia para
que quede esta energía libre y pueda buscar una vía de descarga mediante el síntoma.
Es importante remarcar que la fantasía le da un marco a la pulsión, le va a poder dar un
sentido; después esa fantasía se va a reprimir, pero va a ser lo que sostiene los sentidos del
síntoma.

SEMANA 2 TEO
el concepto del síntoma

Teniendo como referencias las conferencias de Freud 17 y 23 (1916) que pertenecen


al segundo tiempo de Freud (Fabian nos propuso pensar a F en 3 tiempos).

Este segundo período y por su escucha clínica pasa de pensar el síntoma como una
modalidad de descarga a pensarlo como un compuesto. Ya lo podemos ver presente
en Dora, que lo van a ver en prácticos y en fantasías histéricas y su relación con la
bisexualidad en el CET. También les recomiendo la lectura del teórico 15 de Fabian
“síntoma y fantasía que entrama de una excelente manera la lectura de toda esta
bibliografía que estoy citando.

¿Qué quiere decir que el síntoma es un compuesto?


En principio, quiere decir que está constituído por dos elementos, la idea es que son
heterogéneos. Entonces vamos a tomar la conferencia 17 para explicar uno de estos
aspectos de estos compuestos que sería el sentido del síntoma, y de la conferencia
23 nos vamos a valer para dar cuenta de la otra parte del compuesto que es el
aspecto pulsional del síntoma.
Sabemos que el primer Freud intenta hacer consciente lo inconsciente y de esta
manera resolver el síntoma. En la clínica se encuentra con la resistencia, el síntoma
vuelve a aparecer, entonces, empieza a pensar el síntoma ya no como una descarga
de aquello que no fue descargado en el momento del trauma, como lo pensaba en el
primer tiempo, sino como un compuesto.
La conferencia 17 nos permite pensar el sentido del síntoma como un compuesto.
Freud dice, el síntoma es rico y se entrama en el vivenciar del enfermo. En esta
conferencia toma dos viñetas clínicas que son de la neurosis obsesiva, porque dice
que ésta es menos conocida que la histeria, pero ya nos va indicando distintas
cuestiones sobre la tipicidad de la histeria y de la neurosis obsesiva.
Con tipicidad nos referimos a lo típico, de la histeria dice que se da un salto de lo
anímico a lo corporal y va a decir que en la neurosis obsesiva no se encuentra este
salto, que es más propio de la histeria, y que lo que se encuentra en la neurosis
obsesiva queda más bien en el ámbito del alma y que los síntomas se soportan como
un asunto privado (en el sentido de que tiene menos relación al otro) es decir aparece
más en el ámbito de su pensamiento, entonces produce este salto a lo corporal muy
típico de la época de Freud pero hoy lo que podríamos decir es que no se muestra al
otro. La neurosis obsesiva es más bien algo que queda en el ámbito de la
cabeza.
Lo interesante de estas dos viñetas es que si bien siempre se piensa a la neurosis
obsesiva más del lado de los varones y la histeria del lado de las mujeres, Freud nos
sorprende con dos casos que pertenecen a dos señoras, con lo cual también nos
quiere transmitir que no nos quedemos pegados a ese dato. Entonces, nos va a dar
lo típico de la neurosis obsesivas, empieza a hablar de los impulsos, el enfermo
empieza a sentir algo absolutamente extraño, hay pensamientos que no le
interesan en lo más mínimo pero que no puede dejar de pensarlos, lo mismo
con los impulsos, no puede dejar de hacerlos, el enfermo queda como
preocupado por lo que él mismo pueda llegar a pensar entonces aparecen una
serie de prohibiciones para que esos pensamientos o impulsos no sucedan.
¿Cuál es la consecuencia directa de todo esto? es que cada vez más se limita
la libertad del sujeto.
Estos dos ejemplos intentan dar cuenta de cómo el psa logra eliminar duraderamente
estos extraños síntomas. Hace una discusión con la psiquiatría de la época que dice
que estos son enfermos degenerados, plantea que el psa no piensa de esta manera
en absoluto y ubica que si se puede lograr eliminar duraderamente los síntomas. El
sentido de los síntomas lo podemos esclarecer en relación al vivenciar de los
neuróticos y su sentido último va a decir va a tener que ver con lo sexual (esto
lo vamos a retomar con Dora).
Recomienda leer las viñetas que da, porque da los distintos tipos de síntomas,
impulsos, las prohibiciones, se ve muy bien la restricción en su libertad por todos estos
pensamientos que no puede parar de tener.
Sugiere comparar estos pensamientos con los de la psicosis pues es interesante
pensar que cuando nos metemos en el campo de la clínica las diferencias no son tan
evidentes y que es necesaria la escucha abierta para poder dar cuenta de qué se
trata.
Por un lado están los sentidos, los tipos de síntoma, tenemos un pequeño detalle
que dicen de la histeria que es este pasaje de lo anímico a lo corporal, tenemos que
esto no se da tanto en la neurosis obsesiva ya que aquí queda todo más en el ámbito
de lo psíquico, de lo privado, datos interesantes para pensar la tipicidad de estas
categorías.
Entonces, ¿Dónde se puede leer la singularidad del síntoma? Ahí es donde les
propongo hacer una lectura orientada por la conferencia 23, los caminos de la
formación del síntoma, aquí toma más el aspecto somático del síntoma, es decir, no
tanto el del sentido… ¿este es el otro aspecto del síntoma? si, lo somático es lo que
hace que el síntoma se repita, puede tener muchos sentidos, puede variar de
sentidos, pero lo que se repite, lo que hace que un síntoma se repita y vuelva a
suceder es esta característica del aspecto somático del síntoma. Esto lo vamos
a ver en Dora, donde se pregunta si el síntoma es psíquico o corporal, hace toda una
lectura de eso muy interesante.
Lo somático para Freud es una referencia a la pulsión y a la fijación de la pulsión
a una determinada zona erógena, a una determinada zona del cuerpo. Por esto
Fabian propone en su teórico 15 llamar a esto “lo zonático del síntoma” haciendo
un juego de palabras entre lo somático y la zona erógena, para tener en cuenta que
lo somático tiene que ver con las zonas erógenas, con la fijación de la pulsión
en una determinada parte del cuerpo, que hace que determinada zonas
erógenas sean más propensas a que se constituya el síntoma.
Uno podría creer que lo propiamente humano son los sentidos del síntoma, que el
síntoma tenga un sentido y que lo somático tiene que ver con el cuerpo, tiene que ver
con algo dado, peeeero como yo les di la definición de somático para Freud que nada
tienen que ver con lo instintivo, o con lo dado, sino que tiene que ver con la pulsión y
con el modo de fijación a un determinado lugar del cuerpo, de la pulsión, es
interesante pensar que como dice en la conferencia 23 pone el énfasis en que esta
satisfacción pulsional se fija a una determinada zona erógena y que eso es lo más
propio de lo humano, es decir no hay un objeto para la pulsión, pero una vez que
esta se fija a un determinado objeto es de lo más fijo que hay, no hay un objeto
predeterminado, pero esa fijeza es de lo más fijo que hay. Entonces, el síntoma
tiene su fuente o energía en la pulsión… pero la pulsión no aparece así a secas, la
pulsión aparece enmarcada en lo que se llama fantasía, tenemos por un lado que el
síntoma es un compuesto que toma un aspecto que es del sentido y un aspecto que
es pulsional, estos son dos elementos heterogéneos, entonces necesitamos de algo
que venga a enlazar estos dos elementos, que va a ser la fantasía por lo tanto la
pulsión no se va a mostrar a secas sino que va a estar enmarcada por lo que llamamos
la fantasía y que va a venir a constituir en Freud lo que va a llamar realidad psíquica,
es la realidad que cuenta para el neurótico. También en el texto de Dora se ve la
intención de dejar la teoría del acontecimiento verdaderamente acaecido y tomar
como importante el campo de la fantasía. En la conferencia 23 claramente para él, la
realidad que cuenta para el neurótico es la realidad psíquica, no importa si
sucedió o no, sino lo que importa es la marca que eso ha dejado en su realidad
psíquica.

Lo nuevo de Freud no es que el síntoma tenga un sentido sino que el síntoma


es un destino de la pulsión.
En la conferencia 23 afirma que la eliminación de los síntomas no es todavía la
cura.. dato importante! si nosotros dijimos que se puede resolver los sentidos en la
conferencia 17… dijimos que la capacidad de repetición del síntoma la tiene el
componente pulsional, que pasa si nosotros no tocamos esa modalidad de
satisfacción que se juega en el síntoma? el síntoma se repite, y esto es lo que se
encuentra clínicamente Freud, que por más que analice o interprete los síntomas, el
síntoma sigue apareciendo, porque la capacidad de reproducción del síntoma con
muchos sentidos diferentes la tiene el factor pulsional y este no parece ser susceptible
a la interpretación.
Al comienzo de la conferencia 23 dice “tras eliminarlos, a los síntomas, lo único
aprehensible que resta de la enfermedad es su capacidad de formar nuevos
síntomas”.
¿Que podemos leer en un síntoma? Podemos leer sentidos, pero también podemos
leer una modalidad de satisfacción absolutamente paradojal, en el sentido de que
uno se satisface en algo que le produce malestar, la satisfacción que se produce
en el síntoma es una satisfacción que produce sufrimiento y no puede dejar de
repetirse, entonces encontramos síntomas, lo típico en la neurosis obsesiva y
en la histeria, y también encontramos singularidades, que las encontramos del
lado de lo pulsional del síntoma.
Ahora vamos a seguir pensando en el síntoma como un compuesto, entonces vamos
a pensar esta forma de satisfacción paradojal que se juega en el síntoma, en su
componente pulsional… Freud en una conferencia que se llama nuevos caminos de
la terapia psicoanalítica nos dice que la palabra psicoanálisis viene de analizar y
analizar en química significa descomponer, separar elementos y dice “los síntomas y
las exteriorizaciones patológicas del paciente son como todas actividades anímicas
de naturaleza en extremo compuestas, en su fundamento último los elementos de
esta composición están constituidos por motivos, mociones pulsionales”, es decir el
síntoma tiene la característica de un compuesto y más bien uno en gral. se encuentra
con la cara más superficial, sería como la punta del iceberg, que sería más la cara del
sentido después podemos discutir cómo se presentan los síntomas actuales, pero es
importante que tengamos en cuenta como está este planteo para poder entender
cómo pensar los síntomas actuales ahora. Esta cara, la del sentido, que se expresa
como sufrimiento muestra que este sufrimiento con el que el paciente llega es la
manifestación misma de una satisfacción. Entonces se trata de pensar al síntoma
que habla, el sentido del síntoma, es un aspecto del asunto pero además el
síntoma goza, se satisface en ese sufrimiento, es un compuesto entre los
sentidos y la pulsión.
Lo que dice Freud es que el analista es un buscador de ese elemento último
indivisible, casi un artesano de la búsqueda de ese elemento que tiene que ver con
la satisfacción, que no es el que se muestra, que se da a conocer, no es el que
habla, es un elemento mudo, que es la pulsión, pero que en ese síntoma lo que
Freud ubica que aparece en su cara de sufrimiento es que hay ahí una
satisfacción en juego y que si no se toca esa modalidad de satisfacción, el
síntoma vuelve a aparecer.
Menciona el ejemplo que da Fabian de la operación del cinturón gástrico, en donde
dice que en muchos casos esa operación que se realiza sobre el cuerpo, en muchos
casos esa operación falla, no porque esté mal hecha sino porque justamente si no se
toca el aspecto pulsional del síntoma, en este caso de comer, probablemente esos
bypass estallen porque la capacidad del síntoma de repetirse está dada en la pulsión
y no en los sentidos.
Por eso retoma algo que le gustó mucho, esto de que el analista es un buscador de
este elemento indivisible último y que en este sentido daría cuenta de lo más singular
del síntoma. Esta parte irreductible del síntoma que ya está presente como vemos en
Freud en un momento bastante avanzado de su enseñanza, ya podemos encontrar
antecedentes como lo tóxico del síntoma en perturbaciones de la visión, lo vemos en
Dora, lo vemos en fantasías histéricas, lo vemos en la conferencia 23… comienza a
introducir la idea de un síntoma que no desaparece, es decir que si no se toca esa
capacidad de reproducción el síntoma no desaparece, es decir, un sentido sustituye
a otro sentido y a otro sentido.
La pulsión a la vez es sorda, muda, no se hace escuchar como el sentido. Hasta qué
punto el sentido, el desciframiento es susceptible de modificar este punto irreductible.
Freud descubre a partir del sueño, el síntoma, que los fenómenos son interpretables,
su idea de un principio de hacer consciente lo inconsciente, el segundo Freud también
tiene esa idea pero es su tope con la clínica, también trata de descubrir cuál es el
secreto del síntoma, pero es sorprendido por su clínica, escucha la clínica y ubica el
núcleo duro del síntoma, que es este aspecto pulsional. Esta noción de Freud de
que el síntoma dice algo sobre la base de algo que no dice nada, que es la
pulsión, muda, sin sentido y que da al síntoma la capacidad de repetición.

SEMANA 2 SEMINARIO
CET Lejbowicz, J Semana 2

Freud S. (1908), Las fantasías histéricas y su relación con la


bisexualidad
Contexto del texto
Nos ubicamos en el segundo tiempo de Freud, que va desde el 1900 a 1920. Aquí
es donde inicia una producción enorme de conceptos. Ya escribió la “Interpretación
de los sueños”, entonces su proceder con las fantasías está planteado desde esa
perspectiva, que implica eliminar el síntoma haciendo consciente lo inconsciente.
☛ Su concepción de cura, en ese momento, tiene que ver con encontrar la
verdad reprimida para producir el alivio del síntoma.
☛ La técnica es la “asociación libre”, usando la atención flotante.
Está ya formalizada la conceptualización de “inconsciente” (con sus leyes de
condensación y desplazamiento) y la “represión” (como mecanismo específico de la
neurosis). También está presente la puesta en juego de la “transferencia”, para
poder acceder a un tratamiento posible.
☛ Su nosología está planteada en términos de “psiconeurosis narcisistas” y
“psiconeurosis de transferencia” (aquellas capaces de establecer transferencia, son
las más aptas para el influjo del psicoanálisis).
☛ Es el tiempo de su producción de historiales: Dora, el Hombre de los Lobos, el
Hombre de las Ratas.
Freud se está planteando que formaciones del inconsciente son vías para saber de
la verdad reprimida del sujeto, identifica: actos fallidos, sueños, olvidos; todas son
expresiones donde emerge el retorno de lo reprimido.
Pero fíjense que los actos fallidos, los olvidos y los sueños son fugaces, en cambio
el síntoma como formación del inconsciente tiene fijeza. Es algo que se repite y
tiene una permanencia que causa padecimiento. En este punto nos planteamos
trabajar el texto “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”.
Síntoma y fantasía:
✴ Pregunta de parcial: Papel de la fantasía en la formación de síntomas.
Vamos a buscar el estatuto de las fantasías en las diferentes psiconeurosis para
centrarnos en la histeria. Freud parte de decir: conocemos las fantasías de los
paranoicos (los delirios de grandeza), sabemos que las fantasías de los perversos
se escenifican y que bajo esa escenificación obtienen satisfacción (dirá que los
perversos llevan adelante las prácticas con las que los neuróticos fantasean). En las
neurosis, las fantasías son formaciones psíquicas que tienen un papel regular;
en ellas se disciernen importantes nexos para la causación de los síntomas.
Freud destaca el papel de las fantasías en la histeria.
En su primer tiempo, describió el mecanismo de las neuropiscosis de defensa:
este implica separar el afecto de la representación. Por obra de la represión, el
afecto pasa, en el caso de la histeria, a una conversión somática tomando alguna
parte del cuerpo (ejemplos: perturbación psicógena de la visión, parálisis histéricas,
conversiones en lo somático). En la neurosis obsesiva, ese pasaje es de una
representación a otra representación, permanece con el falso enlace, en el campo
de las representaciones y lo mental.
Comparando sueños diurnos y fantasías, Freud nos dice que los hay de naturaleza
erótica o ambiciosa. En las mujeres las fantasías tienen tienden a tener naturaleza
erótica y en los varones naturaleza ambiciosa (aunque esa naturaleza ambiciosa
donde se ponen en juego hazañas, tienen en el fondo un valor erótico). Las
fantasías son “cumplimientos de deseos, engendrados por privación y
añoranza”. Los sueños diurnos nos dan la clave para entender los sueños
nocturnos, ya que el núcleo de formación de estos últimos está en las fantasías
diurnas, deformadas, trabajadas por las leyes del sueño. Ahí encontramos algo de lo
más íntimo del patrimonio de la personalidad.
O hay ataque histérico o hay fantasía, el ataque histérico puede ser un sueño diurno
de involuntaria emergencia. Volvemos ahora por un momento a la fantasía y a su
papel en la formación de síntomas, luego retomaremos los ataques histéricos.
Hay fantasías conscientes, otras siempre inconscientes y otras que eran
conscientes pero que al devenir inconscientes, pueden volverse patógenas. Las que
devienen inconscientes lo hacen por un esfuerzo voluntario de olvido, hay un
“querer olvidar”. Por vía de la represión, luego se producirá el papel de la fantasía
en su conexión con el síntoma.
Vemos que la fantasía inconsciente tiene un importante nexo con la vida sexual.
Aunque la fantasía reúna otro tipo de elementos, siempre tendrá en juego
alguna cuestión relativa a la vida sexual y los deseos del sujeto. La fantasía
que deviene inconsciente es idéntica a la que sirvió para satisfacerse durante el
periodo de masturbación infantil.
La fantasía pone en juego una “composición”. En el acto masturbatorio se
produce una “soldadura o composición” entre dos elementos heterogéneos:
la representación psíquica y la zona erógena, lo somático. Por ejemplo, en la
masturbación hay soldadura de dos elementos heterogéneos: el acto concreto de
autosatisfacción (que pone en juego lo pulsional/somático) y la convocación de la
fantasía como representación. Un elemento es del orden psíquico, el otro del orden
somático, lo que conduce primero hacia el acto masturbatorio pero luego, sobre
todo, al síntoma.
Cuando una persona -debido a la represión- renuncia a la satisfacción masturbatoria
y fantaseada, la fantasía deviene inconsciente. Pero la carga sexual continúa,
entonces debe haber algún tipo de descarga. Si hubiera alguna (por ejemplo la
sublimación) no habría síntomas; pero cuando la fantasía inconsciente no
encuentra otras descargas se produce el síntoma histérico. Estamos situando la
soldadura o composición entre elementos heterogéneos: lo psíquico y lo somático.
La conversión a lo somático es propia de la histeria.
La condición de formación de síntomas pone en juego lo siguiente:
☛ el abandono de la masturbación
☛ la fantasía deviene inconsciente por efecto de la represión
☛ la necesidad de que haya descarga sexual; si no hay, la descarga va a ser el
síntoma.
Fabián, en el libro de teóricos, va a hablar de síntomas somáticos ligados a lo
“zonático”, ligados a la zona erógena. Con lo cual estamos diciendo que el síntoma
es un modo de satisfacción sexual, que cuando no hubo descarga por la vía de la
masturbación está se producirá por la vía sintomática.
Fabián, asimismo, se refiere a la fantasía como lo que articula, lo que mezcla dos
elementos heterogéneos. La fantasía como lo que intenta mezclar el agua y el
aceite, podemos tratar de que vayan juntos pero que nunca se terminan de fusionar;
nunca hay una solución que permanezca. La fantasía está trabajando, mezclando
todo el tiempo lo psíquico y lo somático para componer ahí el síntoma.
Desde esa perspectiva podríamos hacer el camino de la cura en la vía regrediente
del síntoma, para curar a un paciente tenemos que descubrir cuál es la fantasía
inconsciente que está operando en ese síntoma. Mediante la asociación libre del
paciente debemos situar cuáles son las fantasías inconscientes en juego, para
poder hacer consciente lo inconsciente.
La fantasía histérica pone en juego, pero fantaseadamente, lo que las personas
perversas llevan adelante en actos para satisfacerse. La fantasía histérica, como
neurosis, tiene que ver con el fantaseo, no con el poner en acto esas prácticas.
Por otro lado, un síntoma corresponde a distintas fantasías inconscientes y esa
composición está sujeta a leyes.
Sobre el final del texto Freud nos va a decir:
☛ El síntoma histérico es el símbolo mnémico de impresiones y vivencias
traumáticas infantiles.
☛ El síntoma histérico es el sustituto por conversión (Ahí está en juego el pasaje
a lo somático) del retorno asociativo de esas vivencias traumáticas.
☛ El síntoma histérico es la expresión de un cumplimiento de deseo (igual que
otras formaciones del inconsciente).
☛ Entonces, el síntoma sirve a la satisfacción sexual, figura una parte de la vida
sexual del sujeto. Por ejemplo, lo oral en Dora, como zona erógena comprometida,
pone en juego una parte fuerte de su vida sexual.
☛ El síntoma es el retorno de una modalidad de satisfacción reprimida. Para que
haya síntoma tiene que haber habido represión. Mientras no había represión
simplemente había masturbación con una fantasía, que luego le brinda fijeza al
síntoma.
☛ El síntoma pone en juego el compromiso entre dos mociones pulsionales
opuestas: una para expresar, otra para sofocar; represión mediante. Una busca
expresar las pulsiones sexuales parciales y, a la vez, el síntoma mismo sirve al
patrón de reprimir.
☛ El síntoma puede responder a distintas mociones inconscientes, pero no puede
carecer de sentido sexual. El síntoma histérico responde a las mociones sexuales
sí o sí.
Puede responder a una fantasía sexual de carácter femenino y a una fantasía
sexual de carácter masculino, siempre están en juego las dos, por ello Freud habla
de la bisexualidad constitutiva del sujeto. Entonces el síntoma histérico es el
compromiso entre moción libidinosa represora y reprimida. Es, a la vez, lo que reúne
fantasías sexuales masculinas y femeninas.

Cuando no emerge un síntoma puede haber irrupciones de ataques histéricos


repentinos. Donde también se pone en juego muchas de estas últimas leyes que
nombramos. Por ejemplo la idea de que la persona reúne en su ataque histérico
ambos papeles: femenino y masculino. Por otro lado, dijimos: “o masturbación o
síntoma”, cuando hay abandono de la masturbación hay defensa operando, lo que
conduce al síntoma neurótico.

SEMANA 3 PRÁCTICO

semana 3 practico El síntoma en el hombre de las ratas


La clínica de Freud es la clínica del conflicto, entendiendo sencillamente al conflicto
como dos instancias que se encuentran en oposición por intereses opuestos. El neurótico es
entendido como aquel individuo que ha renunciado a la posibilidad de asumir ese conflicto,
de resolverlo. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿conflicto ante qué? El conflicto es ante una
representación intolerable para el Yo. ¿Por qué es intolerable? Porque esta representación
se caracteriza por ser hiperintensa, por tener grandes sumas de excitaciones, por tener
montos de afecto. Freud dirá que este monto de afecto es lo que es intolerable para el
Yo.
Cabe recordar que, desde el comienzo, Freud se ocupa de un aparato psíquico
entendido como un aparato de manejo de cargas. Los diversos sistemas consisten en
mantener el estado energético de las cargas en el nivel más bajo posible. Por lo tanto, el
neurótico es aquel que prefiere enfermar antes de enfrentarse a esa dificultad. Lo que
sucede es que esa representación intolerable no desaparece, sino que deja una marca y
esa marca es imborrable.
Entonces, a partir de la hipótesis auxiliar de Freud, sabemos que el mismo aparato
psíquico realiza este movimiento intrapsíquico que consiste en separar el afecto de la
representación: en esto consiste el mecanismo de represión, mecanismo que debilita a una
representación que será desalojada de la conciencia {esfuerzo de desalojo}. Freud desde el
inicio de su obra se preguntará cuál será el destino del afecto.
Ahora bien, el síntoma es el retorno de lo reprimido. Un modo de retornar lo
reprimido con síntoma es la conversión, donde el afecto va al cuerpo. Otro modo, que
ubicamos en el historial del Hombre de las Ratas, es a través del pensamiento como falso
enlace, de representación en representación. Por lo tanto, según la forma en que retorne lo
reprimido, tendremos coordenadas, indicadores, que nos ayuden a diferenciar los tipos
clínicos.
La represión en el obsesivo es menos lograda que en la histeria, para lo cual se
necesita constantemente reforzarla, sostenerla, con defensas. En la presente clase,
trataremos de dilucidar el hilo o pasos lógicos de la construcción del síntoma para, finalmente,
desembarcar en el historial que nos compete esta semana.
En un primer período, Freud ubica en el obsesivo que hay una vivencia sexual
infantil activa y placentera. Ante esto, aparecerán síntomas primarios de defensa en los
cuales podemos encontrar los escrúpulos, la vergüenza, la desconfianza, que van a constituir
los rasgos del carácter del obsesivo. Estos escrúpulos, vergüenza y desconfianza son ante
las vivencias sexuales infantiles. Sin embargo, estos síntomas primarios de defensa fallan, y
en estas fallas encontramos el retorno de las vivencias sexuales infantiles ya desfiguradas,
transfiguradas, irreconocibles para el sujeto… ¿De qué manera nos encontramos ante el
retorno de los escrúpulos, la vergüenza y desconfianza? Como recuerdos que implican
ciertos reproches que el obsesivo se va a realizar a sí mismo.
El reproche es lo que, en un segundo período, permite la entrada de los síntomas
secundarios de defensa, los cuales sí son síntomas de represión propiamente dicho. Cabe
subrayar en esta instancia las medidas preventivas del obsesivo, donde, según Freud, es
posible observa al síntoma como formación de compromiso: el compromiso es entre estas
dos instancias, ante el conflicto mencionado al comienzo.
La neurosis obsesiva se apoya a nivel del pensamiento, y allí podemos ubicar las
acciones obsesivas, los rituales, los ceremoniales, los mandatos, las prohibiciones, que dan
cuenta que el conflicto avanza, que esa moción pulsional implica una tensión. Esto se
extiende a lo que Freud llama como la psicopatología de la vida cotidiana del obsesivo. Es -
casi- un modo de comportamiento, por eso el autor define al obsesivo como la religión
privada. Religión etimológicamente viene de re-ligar: religa una representación a otra, por
medio del cálculo, del control, del pensamiento.
Volviendo… Estos síntomas secundarios de defensa también fallan, y cuando fallan,
las medidas preventivas devienen compulsivas. Esta moción pulsional sigue impulsando,
empujando, e implica una fuerza constante que no es resuelta del trabajo de la
representación. Ahora, decíamos que estas medidas preventivas adquieren un carácter
compulsivo, pero, ¿qué quiere decir? Esto significa que el pensamiento patológico del
obsesivo refiere a la compulsión al pensar. Es decir, el obsesivo no ha podido resolver por la
conciencia el conflicto, y al no llegar a la solución del conflicto, el conflicto no llegó a su
disolución. En el capítulo V de Más allá del principio de placer (1920), Freud dirá que la moción
pulsional “acicatea, indomeñado, siempre hacia adelante” (p.42), lo cual implica un constante
trabajo, por lo que es un pensamiento de curso psíquico forzoso.
Finalmente, retorna lo reprimido por falso enlace en esta compulsión del pensamiento
que se impuso. El pensamiento compulsivo nos muestra efectivamente el síntoma definido
ahora como una satisfacción sustitutiva, puesto que el quantum se termina imponiendo,
retornando de lo reprimido, por medio del síntoma obsesivo: pensar compulsivamente. Esto
le da lugar al síntoma propiamente dicho, que se termina imponiendo, y es recién en este
punto que el obsesivo consulta por un tratamiento. Para el psicoanálisis, el síntoma es una
autoevaluación que realiza el paciente, desembarcando así ante el síntoma que nos dirige a
la pregunta terapéutica de cómo curarlo.
Propuesto ya los hilos lógicos de formación del síntoma obsesivo, nos abocaremos a
un caso de 1909 acerca de un hombre de 30 años, inteligente, con formación universitaria
que Freud titula como el Hombre de las Ratas.
Para comenzar, retomamos una definición para orientar la arborización del
pensamiento, que es la definición de síntoma del texto un Proyecto de psicología para
neurólogos (1895), texto en donde se plantea el síntoma como algo incongruente,
incomprensible e insoluble mediante el trabajo de pensamiento.
El paciente se presenta con un padecimiento a través de su pensamiento. El
contenido de su padecimiento tiene que ver con representaciones obsesivas que se le
imponen: “algo malo le puede pasar al padre o a la amada”. Estos pensamientos que se le
imponen, acompañados por temores supersticiosos (con la culpa que le conlleva), son ideas
que implican un raro sinsentido, pero que no puede impedírselas. Esto demuestra el carácter
compulsivo, que es ilimitado, irrefrenable e imposible de detener por la voluntad de la
conciencia (Yo); son representaciones que no puede detener por su carácter compulsivo.
Esto le genera un gran conflicto al paciente, porque luchó contra estas ideas durante mucho
tiempo y le han hecho perder años de su vida.
Es el gran temor obsesivo del paciente lo que lo lleva a consultar, y este temor ocurre
estando en el ejército. El paciente le narra a Freud que hay un relato de un capitán cruel,
quien tortura a una víctima introducirle ratas por el ano a través de una late. En ese entonces,
el paciente pierde unos lentes, le escribe a su óptico y este le manda unos nuevos. El capitán
se le acerca diciéndole que el teniente A los pagó. En este momento, al Hombre de las Ratas
le asalta una primera idea: no los tiene que pagar porque algo malo le va a pasar al padre o
a la amada. Inmediatamente, ante esta sensación, se le impone el juramento de que se lo
tiene que pagar al teniente a sí o sí, de lo contrario, sobrevienen temores, culpas, la creencia
de que algo malo le va a pasar al padre o a la amada, etc. Cuando se acerca al teniente A
para pagarle la deuda, este le dice que quien verdaderamente pagó fue el teniente B, y, en
este sentido, él no puede cumplir con su juramento, lo cual conlleva nuevamente
supersticiones, temores, culpas, algo malo va a pasar, etc.
Frente a este dilema, se inventa lo siguiente: ir a la oficina donde le mandaron los
ópticos con el teniente A y el teniente B, para entregarle el dinero al teniente A, que este se
lo de a la empleada de la oficina y ella le acerque el dinero al teniente B (aun sabiendo que
la disparatada idea). Freud no duda llamar esto como ideas estrafalarias, disparatadas,
sinsentido, delirantes. Todos estos pensamientos abrumadores de que él ya pago pero que
todavía sigue siendo deudor y, que, por ende, algo malo va a pasar, lo agotan y lo llevan a
un estado de aturdimiento, de confusión; termina siendo preso de la angustia, justamente del
afecto penoso que el obsesivo quiere evitar.
En análisis se despliega el síntoma en dos tiempos, la duda, la anulación, las hazañas
del obsesivo, los autocastigos que se imponen, las ideas que se imponen de cortarle el cuello
a la abuela de la amada, etc. Frente a esta desorientación, Freud se pregunta cómo orientar
la cura, cuál es la dirección de la cura. Sabemos que mediante la asociación libre hay un
trabajo de historización: es para esclarecer.
En la historización separamos entonces dos cuestiones fundamentales: Estos dos
puntos es donde Freud nos va a dar la clave para esclarecer la engorrosa y tediosa pareja de
pensamientos obsesivos de defensas, a los que se le suman más y más defensas
constantemente, a partir del faso enlace de representación en representación {ilimitado y
compulsivo}.
1. Las vivencias sexuales infantiles (material que aporta al síntoma)
● De pequeño padece erecciones, ante lo cual se queja con su madre. Hay un goce en
el cuerpo y se dirige al Otro buscando respuestas.
● Entre los 4 y 5 años, le pide permiso a la empleada para deslizarse por debajo de su
falda para verla.
● Luego de los 6 años se le impone la idea, el pensamiento, de ver mujeres desnudas,
ante lo cual, se le presenta una idea que va en contra: si seguís pensando eso algo
malo le va a pasar a tu padre.

1. El complejo paterno.
Freud, en este punto, empieza a delimitar el conflicto entre la sexualidad y el
padre. Nos remitimos al padre por algunas cuestiones que arman cierta matriz identificatoria
simbólica del Edipo que nos permitirá esclarecer un poco el síntoma, comprenderlo… El padre
también estuvo en el ejército donde también tuvo una deuda con el teniente A y B, deuda
paga e impaga porque no cumple con su juramento. Por otro lado, en la familia se bromeaba
que el padre se casa con la madre del paciente, habiendo tenido que optar por la mujer rica
(madre) o por la amada y pobre. Él elige no desde una posición deseante, sino desde un
cálculo; por interés elige a la madre del hombre de las ratas, porque es rica.
En el relato del Hombre de las Ratas se vislumbra que tiene miedo de que algo malo
le pase al padre, pero éste estaba muerto hace nueve años y el paciente lo relata como un
padre vivo. Nos dirigimos, entonces, a una escena puntual de la infancia donde está el padre:
en el onanismo, en la practica de la masturbación, aparece el padre como agente de la
prohibición de la satisfacción sexual, como agente que viene a perturbar esa satisfacción,
a reprimirlo. El Hombre de las Ratas lo insulta, y el padre le dice “seras un gran hombre o un
gran criminal”, ocupando el lugar de un padre que prohíbe y pone un límite al goce.
Llegamos al conflicto fundamental: moción sexual vs. figura paterna. Freud dirá que
un amor que deniega la satisfacción se muda en odio. Sin embargo, el odio no desaparece,
sino que es desplazado al inconsciente, teniendo, entonces, la ambivalencia hacía la
misma persona: el amor -corriente tierna- en términos conscientes, y el odio el término
inconsciente. Así, se logra ver que el deseo inconsciente es el de eliminar al agente
perturbador de la satisfacción sexual. Esto es lo que genera la ambivalencia afectiva, la cual
aporta el material que constituye la base de la duda e indecisión, clásico del obsesivo que lo
lleva a postergar indefinidamente.
Una escena lateral que el paciente dice como al pasar, es que, muerto el padre, él
supo que estaban arreglándole un casamiento: esto fue lo que ocasionó la enfermedad actual,
puesto que encendió una escena de su prehistoria: el padre eligiendo a la rica por sobre la
amada y pobre. Entonces, el conflicto es casarse con una mujer rica (siguiendo las huellas
de la voluntad padre), o casarse con la amada. Acá se esclarece aún más su síntoma: si se
casa con la amada puede ocurrirle algo malo a su padre en el más allá. Este era su temor:
que le pase algo al padre muerto si se casa con su amada.
Finalizando, Freud dice que enfermando es como el paciente se sustrae de la tarea de
enfrentar el conflicto. La clave es la incapacidad que presenta el obsesivo para afrontar y
decidir asuntos que tengan que ver con la vida, con el deseo, con el estar presente en la
escena (por ejemplo: casarse). Sabemos que, como consecuencia de la ambivalencia, está
la contradicción, la indecisión, la duda, y la postergación del acto {del acto como sujeto
deseante}. En este sentido, Naparstek dice en su libro: “El deseo del obsesivo es imposible,
y el obsesivo le hace imposible la vida al deseo.”

SEMANA 3 TEO
SEM 3 - Teo Berger
El síntoma ineliminable

Nuestra bibliografía es “inhibición, síntoma y angustia” (1925)


Lo primero que quisiera ubicar es hablar del síntoma ineliminable no es una
fórmula que vayamos a encontrar en el texto de Freud, es decir que lo que
vamos a hacer es una operación de lectura sobre el texto y vamos a proponerles
sintetizar en el término ineliminable, un esfuerzo y un trabajo de Freud alrededor
del síntoma a la altura de ese texto de 1925.

La primera cuestión que quiero subrayar es que es una operación de lectura nuestra
leer en el texto de Freud al síntoma y al trabajo que él hace sobre el síntoma con el
término ineliminable.
Estamos hablando del tercer momento de Freud que comienza en 1920 con más allá
del principio del placer, la particularidad de momento es que empalma o dialoga con
el tercer Lacan (hace referencia al video de Fabian con los tres tiempos de Freud y el
otro donde plantea los tres tiempos de Lacan) en el sentido de que tanto Freud como
Lacan van a trabajar en ese momento alrededor de preguntarse por el síntoma, se
preguntan por qué encierra el síntoma más allá de los sentidos a descifrar, esto es lo
que moviliza el trabajo de ambos, lo que es más allá del sentido a descifrar.

Los dos terminan encontrando que el verdadero secreto del síntoma no son
sólo sentidos a descifrar sino que es una satisfacción, que llamamos paradójica
(por que está más allá del principio del placer) y esa satisfacción paradójica en
términos lacanianos es lo que llamamos goce.
Pero podemos decir algo más, la particularidad de esa satisfacción paradójica o
de ese goce no se reduce, no se subsume a los sentidos, es decir los sentidos
no lo absorben totalmente.... ese goce es irreductible a los sentidos, es decir a
lo simbólico, al campo de representaciones, ese síntoma en tanto satisfacción
es ineliminable.

Primer Freud, el reino de la sustitución, cree ahí que el síntoma está en el reino de la
sustitución, que es una representación por otra.
El segundo Freud nos va a hablar de un compuesto, entre sentidos y esa satisfacción
pulsional.
El tercer Freud ya se mete directo a tratar de estudiar y elucidar el síntoma en relación
a la exigencia de una satisfacción pulsional.
Podríamos decir que todo el texto de “inhibición, síntoma y angustia” es una pregunta
alrededor de qué es una neurosis, y lo interesante es que se responde con: inhibición,
síntoma y angustia.
¿Qué es la neurosis? ¿Es un problema o una solución? y se responde con: inhibición,
síntoma y angustia, tres pistas clínicas.

No son los primeros tres de Freud, ya conocíamos cc, icc y precc, los segundos tres
de Freud, yo, ello y superyó, y el tercer trío de Freud es inhibición, síntoma y angustia.

Tres pistas clínicas para responder qué es la neurosis y al responder con inhibición,
síntoma y angustia, Freud está respondiendo que la neurosis es una solución pero
problemática.
A tal punto que va a decirnos que es un refugio no del todo seguro, que mantiene esa
tensión, esa dimensión del conflicto.
La neurosis es una solución problemática a una exigencia de satisfacción de la
pulsión y eso da lugar a lo que llamamos, por estar enganchada más allá del
principio del placer, a esa satisfacción paradójica que no cesa de exigir pero no
drena libremente. Esto arma el estatuto del conflicto, el nudo del conflicto, y la
neurosis es la resolución a ese conflicto. A ese conflicto entre la pulsión y la
defensa. El síntoma es lo que drena esa exigencia de satisfacción que no cesa pero
que tiene que encontrar un curso de funcionamiento.

En la página 108 - 109 (muy importante) ¿Cuál es el punto de arranque de las


neurosis?

Es el sepultamiento del complejo de edipo, va a decir dos fórmulas en esas páginas,


el punto de arranque es el sepultamiento del complejo de edipo y el motor es la
angustia de castración. ¿Cómo unimos estas dos fórmulas?

El punto de arranque es el sepultamiento de edipo, y este es el complejo de


relaciones nucleares que hacen a cada uno de nosotros, es el complejo mínimo
de relaciones vitales y nucleares de cada uno que se inscriben en una novela,
una trama simbólica que arma un modo de relación entre esos vínculos
nucleares primarios.
Lo interesante que dice Freud en inhibición, síntoma y angustia, es que el punto de
arranque no es el complejo de edipo sino su sepultamiento, su destrucción.
Esto es una manera de decir que esa trama incluye una falla, es una manera de
decir que esa trama no puede absorber esa exigencia, eso que no cesa… que la
trama, lo simbólico no logra absorber totalmente esa exigencia, no logra dominar
totalmente esa exigencia, sea la novela que sea tiene una falla, tiene un punto de
sepultamiento, tiene un agujero que Freud llama castración, entonces puede decirnos
en inhibición, síntoma y angustia, la neurosis está entramada en la castración no en
el edipo.

La castración es la falla en la trama, la falla de lo simbólico, con respecto de


domesticar totalmente esa exigencia de satisfacción pulsional.
El punto de arranque es el sepultamiento del complejo de edipo y el motor es la
angustia de castración, es decir, ese afecto que se despierta en el cuerpo, que
tiene su sede en el yo y que esa angustia pone en marcha una operación del
aparato para defenderse de esa exigencia que no cesa pero no drena libremente
y dará como resultado, como efecto, el síntoma.
Da un detalle más, muy interesante, Freud nos dice que el peligro es siempre
exterior, porque es exterior al yo, porque el peligro, esa satisfacción, esa exigencia
aunque venga del interior siempre rompe la unidad del yo, amedrenta su unidad.
En este texto, pulsión y yo entran permanentemente en conflicto.
Estamos diciendo en este texto que el síntoma entra en la serie con la inhibición y la
angustia.
La angustia la veremos en las clases siguientes.

Ahora veamos algo sobre inhibición, la introduce como una limitación funcional
del yo, ni fisiológica, ni orgánica, el yo está limitado en alguna de sus funciones
por una traba libidinal, una perturbación libidinal por exceso o por defecto, es
decir porque se ha empobrecido o se ha excedido en su quantum libidinal.
Entonces, la inhibición es un trastorno libidinal, es decir que inhibición, síntoma y
angustia ya no están tan en la serie de los efectos semánticos, de los efectos de los
sentidos, de las representaciones intolerables sino en la vía de la perturbación
libidinal. Freud trata de ubicar cuál es el borde entre la inhibición y el síntoma, y
encuentra que no hay un borde preciso y que una inhibición puede terminar siendo
síntoma.
¿Qué define a la inhibición? Que el yo no se ve perturbado por esa limitación
funcional, dice que es como si la viera desde afuera. Lacan va a tomar estas
formulaciones, y va a decir es como si se viera el síntoma en una vidriera, es decir
afuera de uno mismo, la ven otros o la ve uno mismo pero fuera de uno mismo, es
decir no la ve como perturbación. El síntoma a diferencia de la inhibición se vive como
una perturbación en la unidad del yo y eso es lo que le permite a Freud empezar a
tejer relaciones entre el síntoma y el yo.

Vamos a ubicar algunas relaciones entre el síntoma y el yo, pero para eso vamos a
tener que definir, Cap 3 Pág 94, “¿qué es el yo?” y Pág 99 “¿Qué es el síntoma?” y a
partir de definirlos, las relaciones posibles entre el yo y el síntoma.

El yo es una parte diferenciada del ello (ya estamos en la segunda tópica), el yo


es la parte organizada de ello, si bien no queda claro que sería “organizada”,
pero nosotros a partir de la lectura de Lacan podemos leer que decir eso es
como decir que sus elementos se pueden relacionar entre sí, que sus elementos
tienen una relación entre sí, mientras que los elementos del ello están disueltos
y dispersos entre sí. Entonces, qué es esta organización del yo, ahí hay un anticipo
de entender que el yo es la parte organizada del ello, que el yo es un lenguaje
articulado y este lenguaje articulado trata de responder al principio del placer.

La particularidad que encuentra Freud es que esta función del yo con este lenguaje
articulado, con esta organización falla en su función de tratar de organizarse en
relación al ello y al superyó, y lo dice de una manera muy linda “el yo es un
intermediario entre sus distintos vasallajes” entres sus distintos amos, el superyó
y el ello.
El yo es una organización, un conjunto de elementos articulados que logran
relacionarse y ese lenguaje articulado de la mano del principio del placer trata de
servirle al aparato para intentar la paz y la síntesis, pero que esa función falla, que el
lenguaje falla, respecto de la exigencia de satisfacción. Falla en su función de
armonizar la paz entre las instancias, porque el ello, porque la exigencia de la pulsión
no se doblega al lenguaje articulado a la organización del yo.
Podemos decir entonces que el yo es una instancia que falla en su función de
intentar la paz en el aparato, porque la pulsión no deja de exigirle satisfacción.
Entonces el síntoma es un sustituto de la satisfacción pulsional, un sustituto de esa
satisfacción que no cesa pero no drena libremente, el yo no logra cercenarla y
entonces como resultado el síntoma como una sustitución de esa satisfacción
pulsional.

Las relaciones entre el yo y el síntoma:

1. El yo es la sede de la angustia, la angustia es la señal que avisa del peligro


de la satisfacción pulsional y entonces se desencadena en el aparato un
proceso de defensa del cual sale como efecto el síntoma, como sustitución de
esa satisfacción pulsional.

2. Pág 94, El síntoma es en el yo un cuerpo extraño que nos incomoda, que


nos molesta. Por eso habla del síntoma con ese carácter extraterritorial, al
territorio del yo. ¿Cómo lo nombramos en Dora? un huésped mal recibido al
que secundariamente se le suman los sentidos y voy a agregar una referencia
que está en el texto “neurosis y psicosis” en donde llama al síntoma ese
intruso que amedrenta y amenaza la unicidad del yo. Es un intruso que no
tiene pensado irse, entonces, cómo el yo se las arregla con este intruso?
3. ¿Qué hace el yo con el síntoma? Freud nos dice dos procesos contradictorios,
no para de reprimirlo, no para de defenderse de ese síntoma, que es exigencia
de satisfacción pulsional pero al mismo tiempo se avivó de que tiene que
incorporarlo porque esto es ineliminable por la trama, por la novela, por lo
simbólico… con esto ineliminable tengo que hacer algo, tengo que darle un
uso, tengo que incorporarlo a la organización. Entonces dice Freud dos
procedimientos contradictorios del yo con el síntoma, no para de defenderse
del síntoma pero al mismo tiempo lo tiene que incorporar, le tiene que
hacer ahí un lugar en su organización. Cuando lo incorpora, le saca un
beneficio secundario y este beneficio secundario fija al síntoma y lo
transforma en resistencia.
4. Esa resistencia no deja de hacer ruido, ese carácter contradictorio de tener
incorporado a un cuerpo extraño produce, y especialmente en las neurosis
obsesivas, una lucha que continúa contra el síntoma. Freud nos dice, es la
neurosis obsesiva la que nos muestra de manera más precisa esta lucha
continuada contra el síntoma por eso Freud la llama defensa secundaria,
es una defensa secundaria contra el síntoma. Es ir poniendo distintos
empeños psíquicos para tratar de aplacar esa exigencia de satisfacción
que no cesa pero no drena libremente. Eso nos muestra la trayectoria típica
de las neurosis obsesivas, ese trabajo infructuoso. Con este recorrido tratamos
de dar cuenta porque a través del texto inhibición, síntoma y angustia los
invitamos a nombrar al síntoma como ineliminable entrando en una empatía
con el tercer Lacan, el que nos habla del síntoma ya no sólo en el sentido de
lo descifrable, sino de ese uso, de ese funcionamiento de la satisfacción en
juego.
5.

SEMANA 3 SEMINARIO
CET Bousoño, N Semana 3

La defensa en la Neurosis Obsesiva


✒ Freud S. (1907), Acciones obsesivas y prácticas religiosas
✒Freud S (1926), Inhibición síntoma y angustia. Caps.5 y 6.

Para trabajar sobre un texto escrito en 1907 y otro en 1926 es importante ubicar sus
diferentes contextos teóricos, son 20 años de diferencia. Freud fue enriqueciendo la
elaboración de su clínica. Fabián presentó las coordenadas de ese pasaje en el
Teórico 4 de 2014: “Los tres tiempos en Freud”. Es importante que tengan esa clase
como referencia, así como también el Teórico 15.
Antes que nada, hay una continuidad: la del trabajo clínico que produce esa
elaboración, desde 1894 cuando Freud recorta el cuadro de Neurosis Obsesiva. Cada
vez que Freud aborda el tema, señala la enorme diversidad de fenómenos que ofrece
su manifestación. En “Inhibición, síntoma y angustia” señala la gran variedad de
síntomas en las que puede expresarse.
¿Cuáles son esos fenómenos?
(ver página 10 de Acciones obsesivas y prácticas religiosas)
La práctica de acciones ceremoniales junto con un representar afectos o
impulsos obsesivos
☛ Son fenómenos que se sitúan en el plano del pensamiento o la acción, que se
imponen a la voluntad del sujeto, que no obedecen a una lógica consciente y que le
implican un esfuerzo y una atención permanentes.
¿Cómo define Freud a los ceremoniales neuróticos de las acciones obsesivas?
☛ Los define como pequeñas prácticas con agregados, restricciones, ordenamientos;
que para ciertas acciones cotidianas se cumplen de una manera idéntica o con
variaciones que responden a leyes. “Impresionan como meras formalidades carentes
de significado. Así también se presentan al enfermo como algo que éste sabe sin
sentido, pese a lo cual no los puede abandonar. Cualquier desvío se castiga con una
angustia insoportable, que lo fuerza a reparar lo omitido”
Por ejemplo, lavarse los dientes, una práctica pequeña cotidiana, puede volverse un
ceremonial neurótico si es que no puede dejar de hacerse con un orden particular:
tengo que destapar el pomo de cierta manera, poner cierta cantidad de pasta en cierto
orden estricto. Si no se hace así, produce angustia.
Las acciones obsesivas provienen de los ceremoniales, son sus componentes.
Implican acciones que impiden al enfermo ciertas cosas y le permiten otras, sólo
obedeciendo ciertas condiciones. Hay muchos ejemplos de esto en el caso del
Hombre de las Ratas. En el texto que estamos trabajando hay otros: Una mujer cada
mañana, se disponía de cierta manera, siempre igual, ante un mantel manchado
sobre la mesa del comedor y luego llamaba a su mucama con cualquier excusa para
que lo viera. Es un ejemplo que él retoma varias veces y trabaja con más detalle en
la Conferencia 17 “El sentido de los síntomas”.
Ejemplo más actual: Un muchacho de unos 25 años, cada mañana, al salir de su casa
se tomaba una foto con el teléfono justo en el momento que giraba las llaves cerrando
la puerta de calle. Durante el día, cuando lo asaltaba la duda de si había cerrado o no
miraba la foto. Un día en el colectivo se angustió enormemente, porque se dio cuenta
que se había olvidado de sacar la foto.
Freud dice que cualquier actividad puede convertirse en una acción obsesiva, si es
adornada con pequeños agregados, ritmada con pausas, repeticiones: dejar las llaves
de la casa siempre en el mismo lugar, ordenar el escritorio de la misma manera,
lavarse las manos, etcétera. Cualquier actividad insignificante puede volverse
expresión del conflicto que anida en la Neurosis Obsesiva. ¿Qué diferencia
ordenar un escritorio, de hacerlo como una acción obsesiva?: La rigidez de la acción
y la angustia, si ese accionar se detiene. Como dije, son fenómenos que se sitúan
en el plano del pensamiento o la acción, que se imponen a la voluntad del sujeto, sin
obedecer a una lógica consciente y que implican un esfuerzo y atención permanentes.
A diferencia de la Psicosis y de Histeria, los síntomas de la Neurosis Obsesiva
conservan sus formas de expresión desde la época de Freud, su carácter más bien
intrapsíquico antes que intersubjetivo, los pone un poco más a reparo de los cambios
de la época.
El tema de hoy es la defensa de la Neurosis Obsesiva. Para abordarlo, tenemos que
ir más allá de la descripción y explicitar las construcciones teóricas de Freud sobre su
clínica. En su primer tiempo Freud tiene la idea de que el aparato psíquico ante una
vivencia sexual que le resulta inconciliable (o conflictiva, inaceptable, traumática),
intenta defenderse separando el afecto ligado al recuerdo de la vivencia, de su huella
mnémica, su representación inconciliable. Esto genera dos efectos: el aparato
psíquico se separa en dos grupos de representaciones. Y el afecto debe buscar
alguna vía de tramitación.
☛ En la Histeria, el destino del afecto es la “investidura” de una representación
corporal. Se inviste una zona del cuerpo, en donde se produce la descarga
sintomática del afecto. Esto hace que Freud piense que la defensa histérica es eficaz,
porque produce la descarga.
☛ En la Neurosis Obsesiva el afecto, en cambio, se desplaza hacia otra
representación y queda en el terreno del pensamiento. Freud llama a este
desplazamiento “falso enlace”. Afirma que resulta menos eficaz como defensa,
porque ese afecto no consigue ser descargado y tiende a desplazarse entre huellas
mnémicas, exigiendo del aparato psíquico un esfuerzo permanente.
Freud destaca, entre los síntomas de la Neurosis Obsesiva a las “ideas obsesivas”:
ideas absurdas que se imponen a la conciencia como síntoma primordial, del que se
desprenden los otros. Va a definir a los síntomas obsesivos como “reproches”
transformados por la defensa. Son reproches debido a una acción sexual infantil
llevada a cabo con placer y luego inconciliable para el aparato psíquico. Mediante
falso enlace, esos reproches retornan como ideas obsesivas. Es esa relación entre
una satisfacción en más, vivida como placentera, y una instancia moral que la objeta,
el punto de desarrollo y progreso de la conceptualización posterior de Freud sobre la
Neurosis Obsesiva, que culmina con su texto “Inhibición síntoma y angustia”.

☛ “Acciones obsesivas y prácticas religiosas” es un texto que se ubica en el


segundo tiempo de Freud, lo escribe un tiempo antes del tratamiento del Hombre de
las ratas. En este segundo tiempo: El concepto de pulsión ha tomado el lugar del concepto de trauma.
Las fantasías son el compuesto entre pulsión y representaciones, que se expresan en los síntomas.
La represión ha devenido el mecanismo de defensa que caracteriza a las Neurosis. El grupo psíquico
separado se ha transformado en lo inconsciente, una instancia con leyes propias de funcionamiento.
Acciones obsesivas y prácticas religiosas, es un texto que responde a las
preocupaciones freudianas de ese momento, más tópicas y dinámicas que
económicas. Para entender los síntomas obsesivos pone el acento en el sentido
inconsciente. Retoma la idea del conflicto entre la satisfacción y la instancia moral,
introduciendo la idea de un sentimiento inconsciente de culpa, bajo cuya influencia
se producen las acciones y ceremoniales obsesivos.
Partiendo de la culpa compara los ceremoniales con las prácticas religiosas,
distinguiéndolos por el sentido: para los ceremoniales obsesivos el sentido es
inconsciente y para las ceremonias religiosas es consciente.
El “sentimiento inconsciente de culpa” (que luego llamará Superyó) tiene su fuente
en procesos anímicos tempranos. Estos son refrescados por tentaciones
sexuales actuales y causan angustia debido a una expectativa de castigo, ligada a
la percepción interna de la tentación.
Página 107: “El influjo de la pulsión reprimida es sentido como tentación y por el propio
proceso represivo se genera la angustia” (Tener en cuenta que a esa altura Freud piensa la
angustia como efecto de la represión y no como su causa, cómo la pensará posteriormente)
“La angustia se apodera del futuro, como angustia de expectativa”. La fantasía figura
en el futuro una situación del pasado, a partir de una frustración del presente. En el
caso de la obsesión, la autoridad del padre se presenta como perturbador del goce
que se había obtenido en la masturbación infantil.
“El proceso de la represión, que lleva a la Neurosis Obsesiva, debe calificarse como
imperfectamente logrado, por el énfasis en el desplazamiento como mecanismo.
Cabe compararlo con un conflicto que no se resuelve. Se requieren siempre nuevos
empeños psíquicos para contrabalancear el constante esfuerzo de asalto de la
pulsión” Freud ubica los síntomas de la obsesión en el marco de este esfuerzo
incesante, como formaciones de compromiso donde se desplaza la protección de la
tentación hacia la prohibición, el castigo, para situar allí el lugar en el que la
satisfacción sería posible.
Entre 1907 y 1926 Freud produjo muchos cambios teóricos: introdujo la segunda
tópica, las nociones de más allá del principio del placer, la pulsión de muerte. También
retomó la idea de “las defensas” (en plural) incluyendo la represión como una de sus
variantes. En ese tercer momento, modificó sus ideas sobre la defensa en la Neurosis
Obsesiva. Las complejizó, poniendo el acento en el aspecto “económico” de la
metapsicología.
☛ En “Inhibición síntoma y angustia”, mantiene la idea de que los síntomas
obsesivos son de dos clases y de tendencias opuestas. Los hay negativos:
prohibiciones, precauciones, penitencias, que son más antiguos. Y también hay
satisfacciones sustitutivas, que burlan la defensa por vía simbólica; lo que lleva
a una lucha continua del yo contra lo reprimido. La tendencia general es que la
satisfacción gane terreno sobre las prohibiciones. La actividad del pensamiento
aparece erotizada y en un permanente apronte de lucha, generando limitaciones cada
vez mayores del yo. Las inhibiciones e impulsiones llevarán a la parálisis de la
voluntad.
A la hora de explicar este cuadro él retoma otra idea. En la Neurosis Obsesiva
siempre hay una base de síntomas histéricos. Va a proponer que la situación
inicial de la Neurosis Obsesiva es igual que la Histeria: la defensa contra las
exigencias libidinosas del Edipo. Aunque en la Neurosis Obsesiva se hace más
evidente que el motor de la defensa es el complejo de castración. (Si bien está la base
histérica, la configuración de la Neurosis Obsesiva es alterada por el curso posterior de la vida anímica.
O sea, que no alcanza con distinguir conversión de falso enlace, condensación de desplazamiento,
hay algo más que es necesario agregar para distinguir un cuadro del otro.)

☛ Ante la amenaza de castración, el primer éxito defensivo del yo es rechazar


la organización libidinal genital fálica hacia el estadio anterior: el sádico anal.
Esta regresión, implica la desmezcla funcional: los componentes eróticos,
amorosos, que se habían sumado en la fase genital vuelven a separarse. Esto le da
el tono al curso posterior de la Neurosis. (Debemos recordar que con el sepultamiento del
complejo de Edipo -resultado del complejo de castración- surge como como saldo la consolidación del
Superyó y la producción de barreras éticas y estéticas.) Como el Superyó tiene raíces
pulsionales en el Ello, esa regresión lo vuelve particularmente despiadado,
desamorado. El yo desarrolla, en obediencia ese Superyó cruel, defensas muy
severas y por eso mismo no siempre exitosas. Ya que Freud advierte que toda
desmesura lleva en sí el germen de su auto-cancelación.
Freud diferenciará “defensas” de “represión”.
☛ “Defensa”: va a ser el nombre general, llama así a todas las técnicas de las que se
vale el yo en sus conflictos.
☛ “Represión”: es una defensa particular, que opera sobre las representaciones. La
va a situar más predominantemente en la Histeria, donde prevalece el olvido y la
condensación.
En el caso de las Neurosis Obsesivas, el desplazamiento hace que las
representaciones se conserven accesibles a la conciencia. Lo que sea he perdido, es
el afecto que las acompañaba, que se presenta asociado a otra representación. Sin
embargo, el Superyó se comporta como si esa operación no se hubiera producido y
trata al yo en consecuencia (en función de esos deseos que la represión busca hacer
olvidar). El Yo, por otra parte, se sabe inocente; pero aun así registra un sentimiento
de culpa y debe asumir una responsabilidad que no puede explicar. Este es el tono
subjetivo de la Neurosis Obsesiva: El Yo se revuelve contra invitaciones crueles
del Ello. Y el Superyó hipersevero se afirma en la sofocación de una sexualidad
que ha adoptado formas repelentes, rechazables por la moral. Lo que plantea
Freud es que la instancia defensora se ha vuelto más intolerante y aquello de lo cual
está se defiende es más insoportable. Ambos movimientos suceden debido a la
regresión libidinal.
Entonces, en la Neurosis Obsesiva los procesos patógenos no son olvidados,
permanecen conscientes pero aislados; lo que implica que se pongan en juego otros
mecanismos de protección frente a las exigencias pulsionales. Por eso Freud plantea
la importancia de las defensas en la Neurosis Obsesiva y agrega al “desplazamiento”
y a la “regresión” las “formaciones reactivas”.
☛ “Formaciones Reactivas”: Son una tercera forma de defensa que describe como
exageraciones en la formación normal del carácter. Resuelven la ambivalencia
afectiva cancelando uno de los dos polos del afecto. Es decir, si uno tiene cierto
conflicto con alguien, la manifestación a nivel del yo va a ser que lo ama enormemente
o que lo odia enormemente, cuando lo que haya allí sea probablemente un conflicto.
Se manifiestan de forma exagerada un amor o un odio en lugar de del conflicto mismo.
☛ Haremos mención también al “aislamiento” y la “anulación de lo acontecido”,
dos defensas que Freud pone en el origen de la compulsión a la repetición, como
como un intento de anular una vivencia traumática.

Freud cierra el Capítulo 6 de Inhibición síntoma y angustia con una serie de preguntas
en relación a la angustia, un tema central en la clínica, que en breve abordaremos.

SEMANA 4 PRÁCTICO

LDC Tato, C Semana 4

El Síntoma y las identificaciones


“Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921), Capítulo 7.

Retomando algunas palabras preliminares del historial de Dora, Freud dice que:
“En vista del carácter incompleto de mis resultados analíticos, no me queda otra
opción que seguir el ejemplo de aquellos exploradores que, tras largas excavaciones,
tienen la dicha de sacar a la luz los inapreciables aunque mutilados restos de la
antigüedad. He completado lo incompleto de acuerdo con los mejores modelos que
me eran familiares por otros análisis, pero, tal como haría un arqueólogo concienzudo,
en ningún caso he omitido señalar dónde mi construcción se yuxtapone a lo auténtico”
(p. 11).
Este fragmento llevo a un intercambio de palabras sobre lo que Freud llama
“auténtico” en este caso y sobre las construcciones que conforman al síntoma como
pieza testimonial del malestar de la paciente. La “construcción” es todo aquello que
colabora a la formación de síntomas (como la fantasía, la identificación), y de lo que
Freud llama el “edificio íntimo de las neurosis”. Nos acercamos a la construcción
subjetiva, que siempre será en términos de deducción lógica. En cuanto a las
identificaciones, Freud nos introduce sin más a lo que el psicoanálisis sabe de las
mismas, pronunciado ya en Introducción del narcisismo (1914).
1. Identificación originaria
☛Freud en la página 99 del texto dice: “El psicoanálisis conoce en la identificación
la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona.
Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo (…) Se concilia muy
bien con el complejo de Edipo, al que contribuye a preparar”. Esta es la primera
deducción lógica que encontramos.
¿Como prepara al Edipo? El varón toma al padre como modelo o ideal, “esta
conducta nada tiene que ver con lo pasivo o femenino, al contrario, es masculina
(activa) por excelencia” (p. 99) La madre, en tanto, será investida como objeto.
Es decir, hubo acciones previas al Edipo en tanto “querer ser como” u “obtener algo”
del objeto. Esto es previo al Edipo porque no hay conflicto, ya que la conflictiva es
resultado de la trama edípica.
Página 100: “Es fácil aclarar el distingo entre una identificación de este tipo con el
padre y una elección de objeto que recaiga sobre él.” En el primer caso el padre es
“lo que uno querría ser”; en el segundo, “lo que uno querría tener”. La diferencia
depende de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo.
La primera ligazón (identificación originaria) ya es posible, por tanto, antes de toda
elección sexual de objeto”. Como conclusión, la identificación es una ligazón
afectiva y aspira a configurar al Yo a semejanza del otro tomado como modelo.
1. Identificaciones al rasgo
En el texto de las identificaciones encontramos un ejemplo clínico: el síntoma singular
de la tos de Dora, en los términos que indica el entretejido sintomático. Esos términos
son, por ejemplo, el cambio de vía, los nexos de sentido, las diferentes orientaciones
de la identificación que enlazan a distintos momentos del síntoma, etc. El historial
de Dora es singular porque abre a la pluralidad y diversidad de las
identificaciones en la histeria. La tussis nervosa, el catarro, es el rasgo privilegiado
que se recorta con el cambio de vía. Expresa tanto al malestar materno como al
malestar paterno: es una identificación al rasgo de la persona objeto. Nos interesa la
identificación al rasgo porque participa de la formación de síntoma.
Ejemplo: Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma de sufrimiento que su
madre, por ejemplo, tos constante, ello puede ocurrir por distintas vías.
☛La identificación puede ser la misma que la del complejo de Edipo, que implica
una voluntad hostil de sustituir a la madre. Y el síntoma expresa el amor de objeto por
el padre. Realiza la sustitución de la madre bajo el influjo de la conciencia de culpa:
‘Has querido ser tu madre, ahora lo eres al menos en su sufrimiento’”.
☛O bien el síntoma es el mismo que el de la persona amada (Dora imitaba la tos del
padre). En tal caso, la identificación reemplaza a la elección de objeto; la elección
de objeto ha regresado hasta la identificación. Dijimos que la identificación es la forma
primera y más originaria del lazo afectivo. Bajo la constelación de la formación de
síntomas (mediante represión y mecanismos del inconsciente), sucede a menudo que
la elección de objeto vuelve a la identificación: o sea, que el yo tome sobre si las
propiedades del objeto.
En estas identificaciones el yo copia en un caso a la persona no amada y en el
otro a la persona amada. En los dos, la identificación es parcial, limitada en un grado
sumo, pues toma prestado un único rasgo de la persona objeto.” (p. 100, 101).
1. Identificación masiva
☛Es frecuente un tercer caso donde la identificación prescinde por completo de
la relación de objeto con la persona copiada. Freud nos propone un ejemplo,
donde notamos que el mecanismo colabora activamente en la formación de una
“infección psíquica”, en términos del malestar: “Una muchacha recibió en el
pensionado una carta de su amado secreto, la carta despertó sus celos y ella
reaccionó con un ataque histérico, algunas de sus amigas, que saben del asunto,
pescarán este ataque, como suele decirse, por la vía de la infección psíquica. El
mecanismo es el de la identificación sobre la base de poder o querer ponerse
en la misma situación. Las otras querrían tener también una relación secreta, y bajo
el influjo de la culpa aceptan el sufrimiento aparejado” (p. 101).
El termino de “infección psíquica” forma parte de las diferentes definiciones que
nos va ofreciendo Freud, para ubicar la participación de la identificación en la
formación de síntomas. En este caso, hay una identificación del tipo histérico. En el
material clínico que encontramos en la Interpretación de los sueños, la función de la
identificación histérica se establece, no por ser un razonamiento posible para
conformar una situación patógena, sino por ser una identificación o apropiación
sobre la misma reivindicación etiológica.
Freud quiere destacar aquí, el carácter de hacer propia una vivencia significativa,
que constituye la identificación de querer ponerse en la misma situación.
Proponemos pensar esta identificación como una creación cuyo motor es un
mecanismo que identifica, no al objeto a incorporar, sino a un igual.: “Uno de los
«yo» ha percibido en el otro una importante analogía en un punto; crea así una
identificación con punto y es influida por esa situación patógena” (p. 101).
A Freud le sirve el ejemplo del pensionado para pensar la ligazón que se produce
en la masa, la idea del autor es que esta ligazón hace comunidad. Existe un ideal
en la conformación de la masa y cada uno de los «yo» no se identificaría sólo con
el ideal, sino con la relación que cada yo tiene con ese ideal. Para la conformación
de esta ligazón hay algo que el sujeto resigna. Algo de lo singular de cada uno se
resigna para conformar la masa. Lo singular que queda callado ¿es la semilla de lo
que va a elaborar después la neurosis?

SEMANA 4 TEO
Teóricos Mazzoni, Y Semana 4

Conferencia de Fabián Naparstek – “Inconscientes”


Fabián cuenta porqué se le ocurre el término “inconscientes”. Una de las perspectivas que
propone es que si bien no hay un inconsciente universal -sino uno singular que se muestra
en el encuentro con un analista- una perspectiva posible es la de decir “¡Qué inconscientes!”.
Lo plantea en relación con el discurso jurídico o médico, donde eso tiene que ver con la
no responsabilidad.
Cuando decimos creer en el inconsciente, hacer existir el inconsciente en relación con un
analista, es todo lo contrario al no hacerse responsable. Justamente, es hacerse
responsable de la singularidad de cada uno. Es decir, que la idea de inconsciente para
el psa es diferente de la que está presente en el discurso jurídico o médico.
La otra perspectiva es que para Lacan hay dos inconscientes. Voy a hacer un pequeño
recorrido antes de llegar a eso, pero lo que intento destacar es que a la noción de síntoma
corresponde una noción de inconsciente.
El síntoma en Freud
1er tiempo☛ Hasta ahora hicimos un recorrido Freudiano de cómo se va constituyendo la
lógica del síntoma a lo largo de su obra. Primero lo ubicamos, en tanto sustitución de una
representación por otra. La idea de este primer tiempo es la de un grupo psíquico separado,
aún no se habla de inconsciente.
2do tiempo ☛En un segundo tiempo, Freud crea el inconsciente con todas las letras, con
leyes propias: condensación y desplazamiento. Esto es acompañado por lo que Freud
descubre en la clínica; particularmente, con el encuentro con la resistencia que opone el
síntoma para hacerse consciente.
Esta resistencia hace que la finalidad que él tenía en relación con la cura (hacer consciente
lo inconsciente), se replantee. Entonces dice que no es sólo hacer consciente lo inconsciente,
sino que se evite su capacidad de repetición. Esa capacidad de repetición brinda la
nueva idea de síntoma como compuesto: por un lado el sentido y por el otro la pulsión,
que es lo que hace que se repita una y otra vez. Esos dos compuestos, absolutamente
heterogéneos, van a estar enlazados a partir de la fantasía.
Freud seguirá trabajando con la idea de hacer consciente lo inconsciente y lograr que esta
capacidad de repetición del síntoma sea eliminada.
3er tiempo ☛El tercer paso que da Freud que ubicamos en Inhibición, síntoma y angustia,
es la idea del síntoma como ineliminable. Esto lo hace pensar que no alcanza con la
interpretación (En este momento también aparece el “Más allá del principio del placer”). Un
síntoma ineliminable no se traduce del todo en representaciones. Implica un síntoma con
una modalidad de satisfacción paradojal.
Entonces pasamos de un síntoma como compuesto a uno ineliminable. Desde Laca, la lectura
que podemos hacer, es pensar un síntoma como “elemento”.
Si bien Freud avanza en la versión de síntoma, el invento freudiano del inconsciente se basa
en la transferencia en la relación al otro. Creyó en el inconsciente, en los sueños, en cada
lapsus, en cada síntoma, creía que había un saber en reserva y que el analista podría
llegar a despertar ese saber. Creer esto, es creer que el misterio del inconsciente podría
ser resuelto.
El inconsciente freudiano es un inconsciente tomado por el Nombre del Padre. Lacan da un
paso más sobre el inconsciente transferencial, el inconsciente que cree, el de la novela, el del
Edipo. El tercer Lacan, va más allá del padre y más allá de la creencia. Implica pensar un
inconsciente que suelta el sentido, que no es memorioso, que no pasa por la representación,
ni por la articulación simbólica, ni por la catarsis. Ya no es un inconsciente transferencial, no
es el inconsciente de la creencia del Nombre del Padre que propone Freud. Es un
inconsciente que propone Lacan, absolutamente novedoso; que toma la perlita del tercer
Freud del síntoma como ineliminable.
Este tercer Lacan se pregunta por qué la gente comienza a hablar de su infancia, de sus
parentescos, por qué la gente se vuelve memoriosa. Este Lacan, no cree en el
inconsciente de Freud pero sí cree en el síntoma como goce.
En Lacan, hay dos inconscientes: no es que deja de lado el inconsciente transferencial, pero
introduce la idea de un inconsciente diferente que cree en el síntoma como goce. Se
toma del síntoma ineliminable, que no entra en el campo de la representación, para pensar
este nuevo inconsciente. Tampoco apuesta a un psa sin inconsciente, sino más bien a una
disyunción con el inconsciente transferencial del Edipo, el que depende del Nombre del
Padre, para proponernos la novedad de otra experiencia que comienza a esbozarse como
inconsciente real.
“Inconsciente real” está en relación con un goce, con una fijación a lo real. Ya no es
un síntoma como formación del inconsciente, sino síntoma como goce.
Lo que sabemos es que este inconsciente real:
✖no tiene que ver con la amenaza de castración
✖no tiene que ver con la vivencia de sexuación del Edipo
✖no tiene que ver con la observación del coito

✔tiene que ver con el núcleo traumático, vacío de sentido, que apuesta a los singular de
cada quien.
No es el inconsciente de la época de Freud (porque el inconsciente responde a una época.)
☛El inconsciente real que propone Lacan deja de lado todas estas cuestiones novelescas y
memoriosas, para pensar el inconsciente más del lado del núcleo traumático, de aquello
que deja marca en el cuerpo. Es un pasaje del síntoma como metáfora, al síntoma como
goce: aquel que no puede tramitarse vía la representación.
Leer un goce que traumatiza el cuerpo (sin relación al Nombre del Padre como cuestión de
lo edípico) se plantea como una nueva perspectiva para la práctica clínica, más allá de los
límites del inconsciente transferencial. Con lo único que contamos es con las marcas
singulares de goce, con el choque del goce en el cuerpo. Por ello, Lacan va a hablar del
parlêtre (“cuerpo hablante”) porque no sólo le da importancia a la cuestión del
significante, sino a la cuestión del cuerpo. El inconsciente real, también va a estar en
relación con ese efecto, con ese goce que choca sobre el cuerpo, lo traumatiza.
Como dijo Fabián, con Joyce vamos “hacia el inconsciente real”, que nos abre una
perspectiva en relación al cuerpo, a la interpretación, a la clínica. Y que nos sirve para pensar
la actualidad, que no cree en el inconsciente.

SEMANA 4 SEMINARIO
CET Racki, G Semana 4

Dialécticas en la histeria
Lacan J. (1951), Seminario 5: Cap. 20, parágrafo 3 y Cap. 22, parágrafo 3.
El término “dialéctica” es un término preciso y precioso para que recorramos distintas
formulaciones sobre la histeria. Piensen que, desde el primer Freud que enfatiza la
intersubjetividad de la histeria en oposición al solipsismo de la obsesión, pasando por
distintos momentos de Lacan -incluso hasta el último Lacan que tipifica la histeria en
relación con el amor del otro- podemos reconocer siempre, la experiencia clínica de la
histeria, a partir del rasgo de la dialéctica. Así que la primera gran definición de hoy
es “la histeria hace dialéctica”.
El invento del psicoanálisis viene de ahí: del encuentro entre aquellas primeras
histéricas que se presentaban con sus conversiones y del otro lado el deseo de Freud
de hacer, con ese padecimiento en el cuerpo, palabras que hablen, que digan. Hay
un entusiasmo mutuo de las histéricas y del deseo freudiano por producir un decir, un
saber más allá de la conciencia: sueños, fantasías, deseos inconscientes. De esa
dialéctica entre aquellas primeras histerias conversivas y el deseo de Freud, es que
se produjo el invento de la clínica psicoanalítica. Esta es la primera gran consecuencia
de la dialéctica histérica.
En el programa partimos de las elaboraciones freudianas sobre la histeria y la
obsesión (que dos grandes estilos defensivos respecto a la representación sexual
inconciliable). Ahora haremos un pasaje a lo que Fabián ha definido como “el primer
Lacan”, cuyas coordenadas son la relación del sujeto con el Otro barrado. En este
momento, se esfuerza por traducir toda la técnica freudiana a la estructura del
lenguaje. Lo que en Freud es “representación reprimida”, en términos “lenguajeros”
es que falta un significante en el Otro.
¿Qué significante falta? Aquél que condense, represente el ser y el deseo del
sujeto. Ese agujero es modalizado de dos maneras distintas por la histeria y la
obsesión.
☛♀La histeria lo hace como pregunta amplia por la sexualidad y la procreación
(esta es la forma en que lo plantea Lacan en el Seminario 3). El primer ejemplo que
da es de histeria masculina: el tranviario con su fantasma de embarazo.
El énfasis está puesto en esta modalidad de pregunta, que viene de la línea Freudiana
planteada en “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, donde enfatiza
la relación entre histeria y fantasías con temática de sexualidad.
☛♂Del lado de la obsesión, hace de ese agujero en el Otro una pregunta por si
estoy vivo o estoy muerto. Eso también viene de un hilo freudiano del mecanismo
auxiliar del yo: Isolierung o aislamiento. Lacan lo traduce en términos de “la pregunta
aislada”, por si estoy vivo o estoy muerto.
Una de las fórmulas que resume todo lo que vienen aprendiendo de la clínica
freudiana es que la histeria hace del acontecimiento del cuerpo una pregunta, un
enigma a descifrar. Lo digo así, porque es una manera de seguir esta pista, de que
la histeria modaliza el agujero como una pregunta por la sexualidad en la procreación.
Hace del acontecimiento de la tos o la afonía un enigma a descifrar. Esto es un aporte
que ha hecho la histeria a la clínica psicoanalítica: con algo que sucede en el cuerpo
hacer una pregunta. Esto no es una obviedad, es un invento del síntoma histérico.
Un caso, específico, de hacer con el síntoma del cuerpo una pregunta o un enigma,
es el de Dora. Lacan, en “Intervención sobre la transferencia”, trabaja ese enigma
como un enigma por la feminidad. Pero quiero aclarar: este es un caso dentro del
amplio espectro de la pregunta por la sexualidad y la procreación; es un caso, una
variante posible. Entonces, quiero que tomen ese escrito, como una modalidad para
trabajar la amplia pregunta por la sexualidad y la procreación: la modalidad de hacer
una pregunta por lo femenino.
“Intervención sobre la transferencia” es un escrito que no tienen como obligatorio, es
bibliografía sugerida, solamente lo pongo como un ejemplo que trabaja Lacan con el
motorcito de la dialéctica hegeliana. Es un buen ejemplo para que se ubiquen bien en
esto de lo que Lacan ubica como “clínica de la pregunta”. Porque ahí, con el
motorcito de la dialéctica hegeliana (y dejando de lado las cuestiones de la novela),
él va explicando las transformaciones de Dora como un pasaje de un estado de
queja -por ser objeto de intercambio-, a ponerse a trabajar sus síntomas. Esta
es una posición de implicación con el síntoma, eso es la “rectificación subjetiva”
que también la histeria enseña.
Luego, dentro del trabajo del síntoma tenemos todo el motorcito de hacer del síntoma
del cuerpo un enigma a descifrar. Entonces comienza a descifrarse tanto la
identificación a la impotencia del padre, como fantasías sobre “la otra”; que también
tienen todo su peso en cierto aspecto de la clínica de la histeria: ya sea “la otra” del
lado de identificación a la mirada del hombre o versión de “la otra” -que es la más
potente clínicamente- qué tiene que ver con “la otra como el enigma”, encarnando
el misterio de lo femenino.
Hay otro pasaje de “las verdades de Dora” que tiene que ver con una gran matriz -el
recuerdo infantil de Dora chupeteándose y agarrada de la oreja del hermano- que
concentra identificación viril, fragmentación corporal, prevalencia del objeto oral, etc.
Toda esa travesía -dicha en términos del motorcito hegeliano dialéctico-tiene una
lógica: a partir del síntoma en el cuerpo, va descifrando el saber inconsciente
sobre eso y finalmente -Lacan lo enfatiza- Dora puede despojarse de las
respuestas neuróticas en las que está embrollada, a la pregunta por lo
femenino. Está enrollada en ciertas respuestas neuróticas que son: identificación viril,
fantasías sobre la otra, fragmentación corporal. Puede despojarse un poco de eso y
tener cierto acceso a lo femenino, más allá de esas respuestas neuróticas.
Lacan lo llama: “un acceso a cierto Maná”. Entonces, podemos leer el historial de
Dora, como una travesía de hacer del acontecimiento de cuerpo un enigma descifrar;
despojándose de ciertas respuestas neuróticas, hasta tener cierto acceso a lo
femenino.

Seminario 5-Capítulo 20 y Capítulo 22


☛Cuestiones previas a tener en cuenta
Lo que dije recién, expone como la histérica, con su cuerpo y su síntoma conversivo
hace dialéctica. Ahora pasamos a meternos en los embrollos entre demanda y deseo
de esta dialéctica.
✒Quiero que quede claro que en este Seminario el pathos del sujeto, su sufrimiento,
está muy enfatizado con relación a su vida de deseo. Lacan dice que parte del
sufrimiento del sujeto es que no pueda apalabrar su deseo, que no lo pueda
significantizar. Esto viene de Freud: el objeto del deseo está perdido. Lacan -que
está llevando todo al lenguaje- dice que el deseo es articulado pero no articulable,
no puede consistir en ninguna formulación. Eso implica un sufrimiento, no poder dar
al deseo ese lugar de palabra y consistencia. Se sufre la vida del deseo, porque
estructuralmente no se lo puede apalabrar (la histeria muestra especialmente eso).
Además porque hay siempre un embrollo entre deseo y demanda. Esto sería el fondo
para explicar los capítulos del Seminario 5.

✒Relación entre demanda y deseo: toda demanda tiene una doble dimensión que es
estructural. Una dimensión es pura demanda de satisfacción y otra dimensión es
una demanda de amor. Son dos frecuencias que siempre tiene la demanda, que es
no solamente la satisfacción de la necesidad, sino que el otro esté ahí presente o
ausente ante mi pedido (ese sería el registro amoroso de la demanda). Por otro lado,
el deseo, vive en el intervalo entre esos dos planos de la demanda.

☛Puntuaciones de los capítulos


❶ La histeria intensifica la divergencia o splatug (escisión) entre deseo y
demanda. Siempre está amplificando la diferencia entre una y otra. La obsesión la
colapsa, hace de su vida de deseo una demanda del otro: el “pedime”.
En cambio, la histeria intensifica la separación. Ahí tienen, desde los historiales de la
Bella Carnicera y Dora, hasta los desencuentros cotidianos de las parejas, en las
cuales un partener siempre está tratando de responder la angustia del otro, en
términos de satisfacción de la demanda, de objetos que colmen su angustia. El otro,
si es histérica o histérico, dirá “No” a toda respuesta que venga en la frecuencia de la
demanda. Eso es una intensificación permanente, entre la frecuencia de la demanda
y estar haciendo vivir intensamente la frecuencia del deseo. Con el “No” a la demanda,
intensifica la frecuencia del deseo. Eso tiene su lado de vitalización de la vida de
deseo, pero por otro lado, no deja de producir un deseo insatisfecho. En algún
momento eso será elaborado, no sólo desde el punto de vista del deseo, sino como
goce, el goce de la insatisfacción.
❷ Recuerden que Lacan está esforzándose en llevar la clínica freudiana al lenguaje,
a la lógica significante, a la lógica de la palabra. Entonces, Lacan enfatiza que la
demanda de la histeria tiene una prevalencia oral, a diferencia de la demanda
obsesiva que gravita sobre lo anal. Lo específica -en términos de lógica significante-
diciendo que en la demanda de la histeria está enfatizado el “rasgo de
extracción”: es extraer algo del otro, el pedido al otro, la pasión de estar esperando
algo del otro. A eso, Lacan, en términos de lógica significante lo llama “gravitación
sobre el objeto oral”. Aquí está despojando a los objetos de materialidad y los piensa
como una lógica de demanda. Una demanda que gravita sobre pedirle al otro, extraer
algo del otro.
La modalidad obsesiva gravita en el registro de la demanda de retener, de intensificar
la demanda del otro, lo verán con el objeto anal. Mientras la obsesión tiene que ver
con intensificar la demanda del otro, la histeria tiene que ver con intensificar la
demanda hacia el otro.
❸ El tercer punto lo van a encontrar el Capítulo 20. La histeria arma su posición,
su identificación, su lugar en el mundo, en relación a los signos del deseo del
otro. Es lo que estudiaron en los historiales de Dora y la Bella Carnicera. Es esa
pasión de la histeria de armarse en torno a los índices del deseo del otro; es entrar a
un lugar y tener como un lector permanente de por donde circula el deseo.
Lacan lo explica como algo que sucede en el plano del inconsciente: “esos son los
hilos de los cuales el sujeto es una marioneta”. “El sujeto es menos consciente de que
su posición está determinada por los hilos de lo que quieren/desean/demandan los
otros, que del funcionamiento de sus entrañas”. Incluso resume la experiencia de la
Bella Carnicera, diciendo que su posición es el conjunto de las preguntas por el deseo
del otro.
❹ El cuarto punto Lacan lo trabaja en el final del apartado 3 del capítulo 20. Enfatiza
esto respecto a Dora cuando fracasa toda su vida en relación a los signos del deseo
del otro (recuerden la historia del lago y la cachetada); cuando fracasa algo de su
vida, en relación con los signos del deseo del otro, aterriza a su demanda
primitiva, que es la demanda de amor (ahí dice demanda de amor “al padre” pero
vayan más allá del padre).
Esta es la definición de lo más típico de la histeria, hasta la última enseñanza de
Lacan: la histeria se arma en torno a la demanda de amor. Tiene mucha potencia
clínica porque hasta podemos pensarlo con en la actualidad. La histeria hoy ya no
está tan interesada en “otros”, en dialectizar con otros para producir saber: no le
interesa el saber del otro, ni barrar el saber del otro. Clínicamente es más potente la
dimensión de armarse o desarmarse e incluso angustiarse, armar su cuerpo y
desarmarlo en torno al encuentro amoroso, la demanda de amor. Esto es más visible
clínicamente, que aquellos síntomas conversivos del fin del siglo XIX.
❺ El último rasgo lo encuentran en el capítulo 22. Lacan dice que “en la línea de
retorno se encuentra una fragilización del imaginario de la histeria”. La histérica, por
estar tan atenta a los signos del deseo del otro, subjetivamente, posee un
imaginario más permeable y, por lo tanto, más fragilizado. Debido a ello, son más
recurrentes los signos de angustia, distintos signos en el cuerpo; traducción subjetiva
de un cuerpo más abierto, más permeable a los signos del deseo del otro. Por el
contrario, el imaginario del obsesivo, es como “una burbuja irreventable”, según
Lacan.
Cierre
Hemos recorrido la dialéctica de la histeria en distintos aspectos: como dialectiza
desde su cuerpo, desde el punto de vista del deseo, respecto a la demanda, respecto
al amor. Cuerpo, deseo, demanda y amor son las distintas dimensiones de la
dialéctica de la histeria.
Lacan en el Seminario 8 ubicó cierta función de la histeria en la polis, en la ciudad,
con el ejemplo de Sócrates, que se la pasaba interpelando a los amos de la polis,
haciéndoles producir saber. Era el modo dialéctico de Sócrates, al cual Lacan designa
como “un gran histérico de la humanidad”, por este aspecto de la dialéctica que es
interpelar a los amos, interrogarlos y con eso producir cierto saber. Podríamos decir
que ese aspecto de la histeria también tiene toda su actualidad: la histeria con su
pasión dialéctica, sin duda, sigue abriendo las orejas del otro y, fundamentalmente,
sigue abriendo sus corazones

SEMANA 5 PRÁCTICO
SEMANA 5 – CLC – Pérez Rean
Contrapunto el síntoma histérico y el síntoma obsesivo
❶ Primer eje: Síntoma y defensa (como mecanismo específico de la neurosis)
☛En la histeria nos encontramos con el síntoma conversivo, alojado en el cuerpo
(“salto a lo somático”). El síntoma en la histeria funciona como amalgama: en una
figuración se satisfacen las dos mociones opuestas. Freud plantea que la defensa es
“exitosa”, porque en un solo punto se satisfacen dos mociones opuestas. Por otro
lado, el síntoma es un compuesto de elementos heterogéneos: por un lado, lo
pulsional y por otro el sentido.
☛En la neurosis obsesiva pensamos el síntoma en relación con el falso enlace.
Ubicamos el lugar preponderante del “aislamiento”, en términos de la representación
que ha quedado debilitada, a raíz del falso enlace y la operación de la defensa. Sobre
su mecanismo especifico, hemos trabajado la hipótesis de Freud sobre su etiología
en términos de la desmezcla pulsional: regresión a la fase sádico-anal.
En términos de la defensa, por el mecanismo de desplazamiento, la neurosis obsesiva
instala nuevas defensas contra lo reprimido, el síntoma se aloja en el pensamiento.
La representación debilitada (nimia, insignificante) que queda en la consciencia recibe
el monto de energía de la representación que fue reprimida. Entonces a mayor
desplazamiento, el Yo implementará nuevas defensas contra la pulsión que se filtra
en las representaciones sustitutivas. Vemos que la defensa fracasa, la satisfacción
pulsional -o goce- se filtra. Esta vertiente Freud la denomina “erotización del
pensamiento”.
Así como la histeria desbarata la idea de “cuerpo armónico de la anatomía”, la
neurosis obsesiva desbarata el “campo de representaciones psíquicas”, apareciendo
un pensamiento que queda invadido por la satisfacción pulsional.
❷ Segundo eje: El complejo paterno y las identificaciones en juego.
☛En la histeria podemos ubicar la vertiente del amor al padre. En el historial de Dora,
en el sueño del alhajero (primer sueño), hay algo que queda situado en términos del
retorno del amor al padre. Podemos pensar en un interjuego entre el amor al padre y
las identificaciones, que se articulan todo el tiempo.
En cuanto a estas últimas, hemos trabajado el segundo tipo: la identificación al
rasgo. Dora se identifica al síntoma de su padre, al de su madre en tanto objeto rival
en el Edipo, a la otra mujer, etc.
☛En la neurosis obsesiva podemos retomar lo que trabaja Freud en el historial del
Hombre de las Ratas, donde ubica al padre como perturbador de la satisfacción
sexual. Allí vemos todo el derrotero sobre el papel del padre y también podemos
pensarlo de la mano de las identificaciones.
Encontramos la identificación al padre en dos puntos: la deuda de juego; que
aparece en el conflicto y desencadena la neurosis obsesiva del paciente. Y la deuda
de amor; siendo que el padre también había quedado bajo el conflicto de elegir entre
la mujer amada y la mujer rica. Por último, podemos detenernos a considerar la
identificación en el síntoma al significante “rata”. En el historial surge el relato del
paciente de “ser pegado como un ser roñoso que en la ira muerde”.
❸Tercer eje: Puntos de fijación.
☛En la histeria, según el historial de Dora, la fijación se da en torno a la satisfacción
del objeto oral (Dora la chupeteadora).
☛En la neurosis obsesiva, en el Hombre de los Ratas el significante “rata” despierta
la sensibilidad del complejo anudado al erotismo anal. Lo articulamos en relación
con la hipótesis de la desmezcla pulsional, como punto de fijación en la fase sádico-
anal de evolución libidinal, que da cuenta del mecanismo en juego para la neurosis
obsesiva.
Caso clínico actual: “Del pánico a la obsesión” de Alejandra Glaze
Cita de Lacan en el texto La Tercera “El sentido del síntoma no es aquel con que se
lo nutre para su proliferación o su extinción, el sentido del síntoma es lo real, lo real
en tanto se pone en cruz para impedir que las cosas anden”.
En el historial de Freud del Hombre de las Ratas, desde el inicio del tratamiento se
expresa una neurosis obsesiva completa, en la primera consulta el paciente ya se
presenta el glosario de síntomas, representaciones y actos obsesivos. Aquí, en
cambio, encontramos una presentación en la que el síntoma obsesivo parece
construirse como punto de llegada. Se arma luego de atravesar ciertos avatares al
interior del tratamiento. Para situar el caso, hay que señalar la lógica que la analista
le imprime al construirlo, ubicando cuatro puntos centrales:
1 De la angustia a la inhibición: Se trata de un joven de 19 años cuyo motivo de
consulta tiene que ver con un “ataque de pánico”: un monto de angustia que lo invade,
que lo invade en el cuerpo, que no aparece mediada ni ligada a ninguna
representación, sino que remite a la emergencia de lo que es nombrado como un
trastorno actual, los trastornos de ataque de pánico.
Este primer momento se trata de hacer un pasaje desde ese síntoma en el cuerpo/
angustia a la inhibición, que se presenta bajo lo que el paciente llama “me paralizo”:
así es como siente el funcionamiento de su vida que se ve perturbada en casi todas
sus actividades. Entonces, pasa desde este trastorno de ataque de pánico -que le
viene nombrado desde afuera como “ataque de pánico”- hacia la inhibición (limitación
funcional del yo). Además, en este primer tiempo, la analista ubica y trabaja todas las
perturbaciones y embrollos del paciente en relación con la demanda. Ubica que el
“paralizarse” queda ligado a la frase “pedir de más”, que se le arma sobre todo en
relación a las mujeres.
2 Pasaje desde el punto de inhibición hacia lo un primer síntoma: “las
mujeres”: Comienza el trabajo de ligar la gran dificultad que se le presenta al paciente
en cómo aborda el tema de la sexualidad y su relación con las mujeres. Es un trabajo
de ligar algo con su posición fantasmática en relación con deseo del Otro. Parece
localizarse algo en el sentido del quedar “fuera de lugar”. Esta es una cuestión que el
paciente trabaja sobre sus recuerdos, en el material que presenta al interior del
tratamiento. Este quedar “fuera de lugar” está ligado a la vertiente sintomática del
“estar incómodo”. El “estar incomodo y el “sentirse afuera” brindan la posibilidad de
construir la neurosis infantil propiamente dicha.
3 Pasaje desde el síntoma de la “incomodidad” hacia el “sentirse
importante”: En tanto habla de su posición fantasmática, ubica algo en relación al
deseo, pero ya en otro punto: algo queda liberado de sus embrollos con la demanda.
Algo se separa de ese enganche al Otro, en términos de lo que el Otro espera de él:
“Cuando nadie esperaba nada de mí, me fue bien”. Allí queda situado un momento
particular dentro de su tratamiento.
4 Pasaje desde la inhibición hacia el síntoma obsesivo: En un primer tiempo
apareció una angustia irrumpiendo en el cuerpo que lo llevó a consultar, luego
emergió una inhibición que comenzó a trabajar en el análisis y finalmente se logró
llegar a la estructura subjetiva del paciente articulada en torno al síntoma obsesivo.
La analista describe cómo aparece esto dentro de la cura, el paciente comenzó a
hablar de los pensamientos lo invadían: “La cabeza que no puede parar, una máquina
que tengo”. Nace la aparición de la neurosis obsesiva como punto de llegada. No
como una neurosis o síntoma obsesivo que se presenta al inicio de la consulta (como
en el Hombre de las Ratas) sino como punto de llegada, como un síntoma que se
construye al interior de análisis mismo. Es interesante ver como ésta puede ser una
modalidad de presentación actual, donde no vemos de entrada una neurosis obsesiva
completa, sino que es algo que se arma. Y se verá como sigue, según la singularidad
del sujeto.

SEMANA 5 TEO
SEM 5 - TEO Berger

✒Lacan J, Seminario libro 3, capitulo 12, parágrafo 3, capitulo 13, parágrafo 1 y 2

✒ Naparstek F, La pregunta neurótica. En Teóricos 2014

La clínica de la pregunta
Hablaremos de la clínica de la pregunta del sujeto al Otro. A partir de esa pregunta
se va a producir un efecto: el Deseo. Los intentos de respuesta serán las
identificaciones (como el fantasma, el síntoma y el yo).

Lacan ubica a la Neurosis como una pregunta del sujeto al Otro alrededor de su ser,
alrededor de ¿qué es?, ¿qué desea?, ¿quién soy?, ¿qué deseo?. En la clínica esa
pregunta se modula en la posición histérica de una manera y en la posición
obsesiva de otra. Son dos modulaciones a la misma pregunta.

En la posición histérica, la pregunta neurótica gravita bajo la forma de ¿Qué es una


mujer? ¿Qué es un hombre? ¿Qué es la procreación? ¿Qué es la sexualidad?
¿Qué es el amor?, ¿Qué es el Deseo?. En la posición obsesiva la pregunta se
centra en relación con la vida, la muerte y la existencia.

Freud lee la Neurosis con la clave Edipo-castración, subrayando la castración.


Lacan en el Seminario 3, en cambio, quiere leer las Neurosis bajo el ordenamiento
de lo simbólico, en la relación del sujeto con el lenguaje, en la dialéctica del sujeto al
Otro. Encuentra que el sujeto se dirige al Otro para hacerse nombrar, para
hacerse reconocer. En esa direccionalidad le otorga al Otro un poder determinante.
Hay un poder determinante del Otro en relación a los nombres del ser del sujeto.
Lacan explica esto tomando dos caminos.

☛ “El sujeto recibe su mensaje en forma invertida del campo del Otro”

Lacan toma la teoría de la comunicación, donde hay un emisor, un receptor y un


mensaje que se emite. Este mensaje va desde el emisor al receptor. La objetividad
está planteada en términos de la correspondencia entre ese mensaje emitido y el
recibido. Lacan toma este circuito reelaborando algunas cuestiones. Piensa al sujeto
en el lugar del emisor y al Otro en el lugar del receptor y dice que el emisor recibe
su mensaje en forma invertida. Su mensaje se constituye como tal a partir de
la respuesta que recibe del Otro, a partir del pasaje por el campo del Otro, de
lo que escuchó el Otro, lo que sea que interpretó del mensaje.
Si pensamos esto en lo cotidiano por ejemplo cuando enviamos un mensaje a las
redes, ese mensaje se constituye como tal, a partir de los like o no like, de la
respuesta que recibe del Otro. Es importante o no a partir de la respuesta que
recibimos del Otro. Entonces, el mensaje no es “lo que quiero decir”, sino que lo que
quiero decir se constituye a partir de “lo que me devuelve el Otro”. Este es el poder
discrecional del oyente que sanciona mi mensaje de una determinada manera.

Otro camino que toma Lacan para hacernos pensar en este poder determinante del
☛ “El deseo es el deseo del Otro”

Otro camino que Lacan toma para explicar esta intención del sujeto al Otro y el
poder determinante del Otro, es a través de la fórmula de la necesidad y la
demanda, que tiene como resultado un resto llamado Deseo.
Imaginemos un bebito que llora y grita en función de alguna necesidad. Ese llanto,
ese grito, sólo se constituye en llamada a partir de que haya un Otro que lo
interprete como demanda. Entonces va, lo alza, le da la mamadera, le cambia el
pañal. Le va a dar una versión posible a ese llanto, lo va a interpretar de alguna
manera, pero esa interpretación nunca es absoluta o exacta, es una versión. Hay un
resto entre ese llanto y lo que se interpreta de eso, y como esa interpretación
nunca es exacta, deja un resto que llamamos Deseo.

Importancia del lenguaje (página 256). Tenemos la intención de hacernos


nombrar, de usar el lenguaje para nombrarnos y nombrar las cosas. El lenguaje le
da un marco al ser, le da un marco entre significantes que lo nombran. Pero al
nombrarlo a veces lo mortifican, incluso lo eternizan. Porque, más allá de la
vida de nuestro cuerpo, la sepultura nos eterniza a través de nuestro nombre.
Entonces el lenguaje da un marco, localiza, da un lugar al ser entre significantes.
Por ejemplo, “Andrea Berger, profesora”, pero también podríamos decir otras
cosas… lo interesante es que, si bien el lenguaje nos nombra no lo hace
totalmente. Esta es otra manera de decir que son versiones, son
interpretaciones y ninguna es exacta ni absoluta. Nos nombramos a través del
lenguaje, pero Lacan tiene en cuenta que el lenguaje tiene un agujero, una falta, un
vacío. Ese agujero deja como resto lo que llamamos Deseo.

El caso del tranviario

Entonces el lenguaje nos da un marco que nos ubica y localiza entre significantes,
pero ninguno nos nombra totalmente. Ninguno nombra totalmente quien es o que
desea Andrea. Justamente porque el Deseo es eso que resta de toda interpretación
que venga del Otro del lenguaje. Esto lo explica a través de estos dos caminos. Y lo
ejemplifica con el caso Dora y el caso del tranviario.

A finales de la primera guerra mundial un guarda de tranvía un día tiene un


accidente. Se cae del tranvía y se lastima. Se produce una herida, lo llevan al
hospital, lo suturan pero a partir de ese momento comienza con un dolor difuso en el
cuerpo a la altura de las costillas. Le hacen exámenes radiológicos, pero no tiene
nada, lo mandan a casa pero vuelve al hospital porque el dolor persiste. Lo vuelven
a revisar y los médicos terminan diciéndole “señor tranviario vaya a un
psicoanalista” y este consulta a Hasler.
Este caso se conoce como el caso del tranviario o como histeria traumática.
Para Hasler el trauma fue la caída, el accidente; pero Lacan va a ubicar que en
psicoanálisis no estamos tras el trauma general sino tras el efecto singular que
produce un accidente, una anécdota o un hecho en la vida de cada uno. Es
muy interesante tomar la arista de la interrogación por el trauma en psicoanálisis: de
un accidente general nosotros vamos a lo que despierta en lo singular. Entonces el
trauma no es el accidente y la caída en sí, sino que estas despiertan algo en el
tranviario, allí se ubica lo traumático. El accidente despierta un recuerdo
encubridor de restos vistos y oídos alrededor de lo que él piensa que fue el
nacimiento de un niño, en donde le queda el movimiento de una habitación a la otra,
sangre. A partir de lo cual él va construyendo el fantasma del niño en pedazos,
despedazado, el fantasma del cuerpo fragmentado.

Hay otra cuestión muy interesante: Lacan se refiere a este caso como “histeria
traumática” pero también la nombra “histeria masculina”, quiere hacer un corte con
el hecho de pensar a la histeria relacionada a las mujeres, quiere separar la histeria
de lo femenino.

Esta historia comienza con los griegos. para ellos la histeria era una enfermedad de
las mujeres (“Histeria” viene de útero). Era un trastorno hormonal de las mujeres y
se lo llamaba el globus histéricos. Sydenham en 1680 (aprox) afirma que la histeria
es solo de mujeres y además las acusa de ser simuladoras: “quieren manipular y
engañar a los médicos”.
En respuesta a esto, varios años después, en 1880 y pico, viene Charcot a decir
que no son simuladoras, sino que “son enfermas de los nervios”. Contemporáneo a
Charcot viene Freud a contestarle y dice que “no son enfermas de los de los
nervios, sino sujetos que denuncian una verdad reprimida”. Si bien fue un cambio de
perspectiva radical, Freud no terminó de desembrollar el nudo que había entre
histeria, femineidad, mujeres y maternidad (una de las salidas femeninas del
Edipo).

❗El falo no es el pene, tiene estatuto significante

En el Seminario 3, Lacan aprovecha el caso del tranviario para hablar de una


histeria masculina; que para él no está relacionada patognomónicamente a las
mujeres. Tratará de desembrollar ese nudo que Freud no terminó de arreglar, a
través de su herramienta que -en ese momento- es lo simbólico: Armará un
ordenamiento utilizando el significante falo. El falo no es el pene. Es un
significante que alude a la diferencia, que inscribe la diferencia. Es una
inscripción psíquica de una presencia respecto de una ausencia. Es un
ordenador de la posición del sujeto en relación a la dialéctica del ser y el tener.

Pero Lacan propone pensar que hay una dialéctica entre lo simbólico y lo
imaginario, por lo cual lo imaginario le presta una gestalt, una forma, un imaginario o
imagen al significante falo. Lo imaginario brinda a lo simbólico una prestancia
imaginaria. Por eso muchas veces ahí se produce una confusión entre pene y falo,
lo que origina los derroteros de la Neurosis.

Por ejemplo, la histérica va a buscar en quien supone que lo tiene aquello que le
falta (falta a nivel del ser). ¿Quién supone que lo tiene? Otra u otro. Si es Otro, está
confundiendo allí lo imaginario con lo simbólico, está confundiendo la prestancia
imaginaria, confundiendo a quien tiene el pene como si eso representará al falo. En
el caso de la histeria masculina, puede buscarlo en quien supone que lo tiene o, a
veces, en él mismo; suponiendo que lo tiene (porque tiene un pene) pero creyendo,
erróneamente, que eso que tiene está a nivel del falo. Ese es el derrotero de la
Neurosis, en eso se pierde: confunde al falo, que es un significante, con el
pene. Y busca lo que le falta a nivel del ser en quien supone que lo tiene.
(Página 254)

¿Cómo salir del atolladero del deambular de la Neurosis?

Hasler propone reforzar al yo, hacerlo más seguro de sí mismo, agrandarlo y


hacerlo más consistente. Lacan, en cambio, afirma: reforzar al yo es reforzar la
Neurosis. El yo no es más que una manera de responder a la pregunta
desconociéndola. El yo no quiere saber nada de esa pregunta, ni quiere saber que
esa pregunta de estructura es incontestable, porque la pregunta ¿Qué es?, ¿Qué
desea?, no tiene respuesta a nivel del lenguaje. Pero el yo no quiere saber nada
sobre eso, quiere nombrar todo.
Entonces Lacan advierte: dejen hablar al yo, porque él es el medio. Uno toca la
puerta del psicoanalista diciendo: “yo quiero venir a analizarme”, “yo quiero….”.
Lacan dice: “Déjen hablar al yo, que va a tropezar y cuando tropiece, vamos a tener
la oportunidad de dejar entrar al síntoma.” Entonces el yo es una forma de
amordazar la pregunta, de no dejar que se desarrolle, para no encontrar la verdad
de la estructura: La verdad es que esa pregunta no tiene respuesta a nivel del
lenguaje.
El síntoma, en cambio, es una manera distinta de abordar la pregunta. El síntoma
hace de esa pregunta un enigma que nos abre al trabajo. Mientras el yo
amordaza, el síntoma hace enigma.

El síntoma del tranviario, ese dolor en el cuerpo, persiste más allá de que los
médicos le dicen que no tiene nada. Hay un síntoma, una molestia, un dolor difuso
que se irradia a nivel de las costillas que le resulta enigmático. Por lo que decide
trabajarlo y va a ver al psicoanalista. Lacan lee que ese síntoma se apoya en un
fantasma de embarazo y procreación.
Este caso, en el Seminario 3, le sirve a Lacan para puntear las diferencias entre
Histeria, Neurosis y Psicosis. El tranviario tiene un fantasma de embarazo y
procreación como Schreber, tienen eso en común. Pero en Schreber el fantasma
es delirante, literal, cargado de certeza sobre ese embarazo y procreación de los
schreberitos que iban a poblar el mundo. En cambio, el fantasma del tranviario es
un enigma, hay que interpretarlo, está reprimido.

Lacan propone interpretar este fantasma a partir del desencadenamiento del


síntoma neurótico (el dolor). A diferencia de Hasler no lee el desencadenamiento
en términos del accidente y la caída, sino de lo que despierta el accidente y la caída,
que es estar sometido a misteriosos instrumentos en el hospital. Estos reavivan un
recuerdo encubridor, un recuerdo de eso visto y oído, de ese fantasma del cuerpo
despedazado. ¿Qué encubre ese recuerdo? lo inasible de la pregunta por el
ser. Encubre lo inasimilable por el lenguaje de la pregunta del sujeto por su ser y su
Deseo.

SEMANA 5 SEMINARIO

CET Karpel, P Semana 5


El encierro del obsesivo
Lacan J. (1951), Seminario 5: cap 23 parágrafo 3.
Lacan J. (1953), Función y campo de la palabra y del lenguaje en psa. Escritos 1.
Lacan J. (1953), Variantes de la cura-tipo. Escritos 1.
Introducción: “El obsesivo y su fortificación”, su laberinto: Son términos que
utiliza Lacan para referirse al obsesivo. El solipsismo de este hace referencia a su
encierro: “El solipsismo es la doctrina filosófica que defiende que el sujeto pensante
no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia”. Esto se opone a la
dinámica histérica, donde se sitúa una dialéctica con el Otro, la comunidad de deseo,
enlazarse al deseo. En el obsesivo vamos a acentuar su dimensión de encierro, para
lo cual se construye como una fortaleza, un laberinto donde hay callejones sin salida.
Así llega el Hombre de las Ratas a la consulta: detenido y encerrado en el martirio
de sus pensamientos, donde se encierra. El obsesivo se encierra en su yo: un yo
que amasa narcisísticamente, un yo que hace crecer, un yo que infla. El yo es un
lugar de desconocimiento, tal como lo estudiamos desde el Estadio del Espejo. Es un
yo impermeable, entonces va enjaulado en la relación consigo mismo; es un gran
conversador consigo mismo. Mientras que en la Histeria hablamos de
“intersubjetividad”, en el obsesivo hay una dimensión “intra-psíquica”. El
narcisismo le hace creer que maneja algo.
En el caso de esta semana se puede ubicar como el obsesivo dice: “el problema es
que estoy mucho conmigo mismo”. En las primeras entrevistas de análisis de algún
obsesivo aíslo esta frase: “pensé que iba a poder yo solo”. Es un yo que puede. Hay
una ilusión de unidad del yo; el obsesivo no quiere saber de la división, no quiere
saber de lo que escapa al dominio yoico.
Pero, más fortifica el yo, más fuerza toman los pensamientos que se le imponen y de
los cuales se va a querer defender (esto lo vimos en Inhibición, síntoma y angustia).
Desencadenamiento y delirio en la Neurosis
Los textos que tenemos para hoy son del primer Lacan, allí habla del síntoma como
mensaje, dando una supremacía y sobredeterminación al registro simbólico. El sujeto
es efecto de lo que ocurre en el campo del Otro, está determinado por el Otro. El
síntoma tiene un sentido y encierra un mensaje a descifrar, un desciframiento que
produce efectos de verdad.
Hablando del tratamiento del Hombre de las Ratas, Lacan va a situar la interpretación
de Freud como “inexacta pero verdadera”. Se refiere a cuando Freud acierta y toca la
verdad del sujeto, cuando interviene en relación con el ocasionamiento de la
enfermedad que sitúa cuando la madre le expone al sujeto el plan marital. Él sitúa
que es el padre quien le prohíbe casarse con la dama de sus pensamientos, porque
en el plan estaba que se case con una mujer rica. Ahí hay una prohibición del padre.
¿Cómo puede ser? Porque, cuando la madre comunica el plan marital, el padre
estaba muerto. El prohibidor para el Hombre de las Ratas es el perturbador del
goce, el que no le permite, el que le prohíbe el acceso a la mujer de sus sueños.
El padre del Hombre de las Ratas habiendo estado enamorado de una mujer pobre,
eligió casarse con la madre del Hombre de las Ratas, que era una mujer rica y él se
encuentra en la misma situación. Entonces, es un plan formulado por la madre pero
que viene del padre. Ese es el momento del desencadenamiento de la neurosis.
Estamos diciendo que en la neurosis, así como en la psicosis, también hay
desencadenamiento; pero con unas cuantas diferencias, porque no se desintegra la
cadena, funciona. La interpretación de Freud hace caer la trama imaginaria del
delirio. Por ejemplo, el delirio de que le iban a entrar ratas por el ano a su padre
muerto, el delirio de tener que pagar las 380 coronas, en la psicosis con una
interpretación no se hace caer la trama delirante. La interpretación de Freud toca la
verdad el sujeto, comprometida en sus síntomas.
Lacan, siguiendo a Freud -quien habló de “deliria”- va a decir que el Hombre de las
Ratas está delirando. El delirio, tomando la definición del diccionario, es una confusión
mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos,
incoherencias. Entonces podríamos decir que el Hombre de las Ratas está delirando.
✒Lacan en “Función y campo de la palabra”, va a decir que “en el Hombre de las
Ratas hay “una subjetivación forzada de la deuda obsesiva, cuya presión es actuada
por el sujeto hasta el delirio” (pg 291).
✒En “Variantes de la cura tipo” va a decir: “hay un simulacro de redención, que el
sujeto fomenta hasta el delirio, en el gran trance obsesivo, que lo ha empujada a
llamar en su ayuda a Freud” (pg 341). Quiere ir a ver a Freud para seguir delirando,
porque pretende que le extienda un certificado de que tiene que devolver las 380
coronas.
Con esto situamos, que tanto en la neurosis como en la psicosis hay delirios.
Es esta idea de “todos locos, todos delirantes”.
❶☛En el delirio de la Neurosis hay una cadena, no hay ruptura de la cadena,
como sucede en la psicosis. Hay ilación del del pensamiento, el tejido, no está
desgarrado. Hay retroactividad, hay un s1 y s2. Por ejemplo, en el delirio de las
ratas, el fonema “rat”, está múltiplemente determinado y adquiere muchos sentidos
en la vía significante: casamiento, deuda de juego. Nada de esto encontramos en la
psicosis, donde hay: una ruptura de la cadena, un significante sólo en lo real y el
delirio no está encadenado con otros significantes; por lo que una interpretación no
disuelve la trama delirante.
❷☛En el delirio Neurótico no hay certeza, hay duda. En el delirio del psicótico el
Otro toma la iniciativa y el sujeto queda inerme, a expensas de las voces, en la
pasividad de soportarlas. El obsesivo, por el contrario, va a luchar incansablemente
contra eso, opone una lucha; entonces el delirio no tiene la misma dimensión.
Entonces, así como dijimos antes que el obsesivo está encerrado su yo, vamos a
agregar que el obsesivo está encerrado en su delirio. En este caso tiene que ver
con que al padre no le quede una deuda impaga, poder salvar su deuda.
❸☛Para el Neurótico se trata de mantener al Otro completo, sin barraduras.
Cuando Lacan habla del A barrado, del Gran Otro barrado; el Otro no puede decir
todo, hay una barradura. El padre del Neurótico es un Otro castrado, es fallido por
estructura, porque está atravesado por la barra, está atravesado por la castración.
Los padres son fallidos.
¿Qué pasa con los padres castrados de la neurosis? Por estructura -no sólo
sucede en el caso del Hombre de las Ratas- hay una deuda impaga del padre: hay
algo que el padre hizo mal o que no pudo. Así como la Histeria pondrá el acento en
la impotencia del padre (lo que no pudo) y la demanda que no satisfizo; la neurosis
obsesiva ubicará lo fallido del padre como una deuda impaga y se sacrifica para
pagarla. Tanto el Neurótico Obsesivo como la Histérica creen en el padre y
sostienen un Otro completo un A sin barradura, no quieren saber de la
castración.
¿Pero cómo, si Dora sabía que el padre era impotente? Sí pero bajo el modo de
suponer que eso pasaba con “su” padre, pero que el Otro “podría” estar completo: “si
no hubiera tenido esa impotencia, podría ser completo”. ¿Cómo sucede esto con el
Hombre de las Ratas? Él decía: “Mi padre tiene una deuda, pero si se paga, queda
completo”. Estos son dos modos neuróticos de creer en el padre, de sostener un Otro
completo. Entonces, ¿Qué hace el Neurótico con el agujero en el Otro?, ¿Qué hace
con la castración, con la incompletud del Otro? No quiere saber. No quiere saber de
la incompletud del Otro. Y afirma: “mi padre no pudo, pero se puede”, “no pagó la
deuda, pero se podría saldar”. La castración localiza la incompletud del Otro que el
Neurótico se dedica a no saber qué sabe (hay un saber no sabido en el Neurótico.)
¿Qué hace el Neurótico con esta falta en el Otro?: Una pregunta. Es una pregunta
que en la Histeria está modalizada por la pregunta por la sexualidad, por la diferencia
entre los sexos y la procreación. Y en el Obsesivo por la vida y la muerte.
Justamente, estos son puntos donde el Otro no alcanza a decir todo. El Neurótico
hace coyuntural o contingente la estructura: A él le faltó, su padre falló, pero podría
haber un padre completo. El Neurótico Obsesivo se ubica frente a esto tratando
de restituir ese imposible, que el Otro no sea castrado, que haya un padre
completo que a la vez lo ampare. Pero es una misión imposible.
El Neurótico queda encerrado en esta creencia en el padre, en robustecerlo, en
enaltecerlo. Es un delirio singular para no saber de la castración: pagar una deuda
que es imposible pagar. Ofrenda su sacrificio para completar al Otro, en la
creencia de que puede darle al Otro lo que le falta. El delirio es salvar al padre
de sus inconsistencias. El Hombre de las Ratas asume la deuda del padre como
una deuda propia. (Destaco lo imposible de la misión, porque van a ver en teóricos
que en el obsesivo se trata del deseo imposible.)
La modalización obsesiva es no querer saber del impagable. Podríamos decir que
ya se entra al mundo en una deuda: la deuda de vida es impagable, no tenemos cómo
pagar la vida que nos dieron. Pero el obsesivo se instala ahí, él se empeña en pagar
la deuda, salvar lo insalvable. También ahí hay un encierro.
❹☛Relación entre deseo y demanda: En el obsesivo hay un colapso entre ambas,
quiere hacer que coincidan. El obsesivo no quiere saber del deseo porque conecta
con la falta y él prefiere no saber nada de eso; por ello transforma el deseo en
demanda. El deseo, eso no articulable, que queda evocado en la demanda como un
más allá, eso que no es posible de ser dicho, informulable, lo degrada en la
demanda. “Bueno, ¿¨Pero qué querés?”, sería la pregunta del obsesivo. Transforma
el deseo en demanda al hacerlo formulable. Fuerza el deseo al campo de la demanda
buscando que se pueda decir lo imposible. Si el Otro le diría lo que quiere, lo que
le falta, él le podría dárselo y restituir esa falta. Si lee el deseo en términos de
demanda se puede colmar, podría no faltarle al Otro.
En esta estrategia obsesiva Lacan va a ubicar un término: oblatividad. Tiene que ver
con la ofrenda y sacrificio que se hace a Dios. El querer “darle al Otro lo que necesita”,
fue celebrado por los post-freudianos porque lo tomaron como un punto de llegada en
el análisis, como madurez genital del obsesivo, quien se preocuparía por el Otro. Pero
Lacan va a decir: “No es por ahí, esto es hacerlo el caldo gordo al obsesivo”. Porque
el obsesivo, complaciendo al Otro, con lo que no se conecta es con su propia
falta, de la cual nada quiere saber.
El obsesivo hace cosas para obtener una “pequeña corona”: Realiza hazañas y
proezas para el que lo mira desde el palco; pero no corre riesgos, porque él no está
ahí. Él se observa desde el lugar del Otro, quedando esclavizado por esa mirada.
Erige un amo con el que quiere cumplir para mostrar qué bien hace las cosas. Intenta
mostrar una imagen narcisista: puede ser de buena persona, de trabajador esforzado,
pero queda esclavizado en una mirada que “lo mira desde el palco”. Él se mira desde
el palco.
Tuve un paciente que desplegaba todo un trabajo de seducción con mujeres, que no
le interesaban, para lucir con sus amigos anécdotas de conquista. Cada vez decía:
“¡Ay!, ¡Qué van a pensar mis amigos, cuando me vean o les cuente de esta mujer!”.
Quería sumar conquistas, pero estaba muy lejos de su deseo. En el análisis fue
saliendo de ese lugar, de trabajador esforzado para la mirada de sus amigos.
Entonces se encontró con su propio deseo, por una mujer en particular que eligió.
Lacan va a agregar a lo anal del obsesivo algo más: lo escópico. Hay una
conjugación de lo anal con lo escópico, en rellenar, lo que se da a ver con la imagen
narcisista. Lo anal es el término de la demanda: la demanda del Otro y darle al Otro.
Entonces el obsesivo quiero ofrendarle al Otro, quiere darle, una imagen narcisista de
buena persona, de trabajador esforzado.
Si bien Freud marco en el Hombre de las Ratas una cuestión en la línea de la mirada
(interés en ver mujeres desnudas, perder los anteojos), Lacan va a tomar lo
escópico en relación a como el obsesivo se da a ver y como el objeto anal se
reviste fálicamente. Se ubica como un falo imaginario para colmar al Otro con una
imagen idealizada, porque considera que aman esa imagen suya: sea la del
conquistador, del buen muchacho, de “que buenas intenciones tiene”, de como ayuda
al otro. Cree que el Otro depende de eso, entonces se muestra así y quiere hacer
persistir esa imagen, en la que queda distante de él mismo y de su deseo.
❺☛Lacan habla de “el padre” y “la dama”, las pone a la par como dos figuras
narcisísticas. “La dama de los pensamientos” y “el padre” del Hombre de las
Ratas son dos figuras mortíferas del ideal, son imágenes ideales narcisísticas
a las que se les atribuye perfección. Noten la perfección al padre saldándole la
deuda. También a la dama se le atribuye una perfección que sólo puede sostenerse
pensándola: Si uno tiene trato con alguien, tarde o temprano el otro muestra su
imperfección, pero en los pensamientos se le puede atribuir perfección. Es una figura
idealizada, completa, sin ningún agujero, imposible, inaccesible y por todo ello,
inabordable.
Ambas figuras son mortíferas porque cuanto más ideal hay, más limpio se está
del goce de la vida. El goce de la vida ensucia, deja que se vean las imperfecciones,
en cambio, las figuras ideales son inalcanzables. Fabián dio el ejemplo de que cuanto
más alto está un estante, menos se puede hacer uso de lo que hay en él, está fuera
de mi alcance. Así son estas figuras para el Hombre de las Ratas y, en ese sentido,
son casi intercambiables, ambas son: intachables, impecables, completas, limpias del
goce la vida y, por lo tanto, mortíferas. Son ídolos a los que trata de mantener
impecables, libres toda mancha.
Esto implica, para el Hombre de las Ratas, montarse en una “agresividad que la
perpetúa” y un “culto mortificante que convierte en ídolo”, según Lacan. Esta
idealización del padre y de la dama trae pensamientos agresivos. Que le entren
ratas por el culo a ambos, aunque está expresado como temor, es el correlato de la
idolatría. Por momentos insulta a ambos, luego se arrepiente. Mantiene así una
distancia, ya que al obsesivo se le hace difícil acercarse a su deseo. Lacan va a
introducir el término “columpio”: va de un lado para el otro en un hamacarse donde
se acerca y se aleja de su deseo o va entre un lado y el otro, entre la dama y el padre:
“Si me acerco a la dama, le pasa algo a mi padre”. En ese columpiarse no termina
nunca de acercarse.
Un paciente me decía, en relación a una mujer que le gustaba mucho: “¿Le hablo no
le hablo?, porque el otro día tenía re-ganas y cuando me acerqué, se me fueron”.
Otro: “Cuanto más me gusta esta mujer, más la odio”. Más la odia porque lo conecta
con su falta, con que ella le hace falta. Esto en términos imaginarios, no de una
agresividad contra ella. Pensamientos como estos son lo que tienen en común con el
Hombre de las Ratas que blasfema contra ambos.
Mantener la agresividad mantiene vivo al Otro. Lacan habla la de la agresividad
que se perpetúa porque se eterniza, se desplaza en el tiempo. La prohibición del
padre -que Freud interpreta con el plan marital- habla de que el Hombre de las Ratas
ubica a su padre como prohibiéndole el goce, prohibiéndole la vida (porque el goce
tiene que ver con la vida; entonces, el obsesivo está esperando que el Otro se muera
para empezar a vivir.) Este es un padre del “No”, no es el padre que en un tercer
tiempo del Edipo posibilita lo que “Sí”. Perpetúa el padre del “No” y, justamente, su
propia agresividad lo mantiene más vivo. Desde su posición, en relación con
satisfacer la demanda, se ubica teniendo que obtener el permiso del Otro -del padre-
para empezar a vivir. Con un Otro que le prohíbe logra mantenerse a distancia de
su deseo: Es el padre quien le prohíbe, es el Otro quien no le da permiso. No se
enfrenta con su deseo, porque el Otro no le da permiso. Esta es una estrategia que
lo mantiene a salvo de conectar con su deseo. Trabaja en pos del permiso el Otro,
se hace su esclavo, le hace sostener la prohibición y queda encerrado en su
esclavitud (y sus pensamientos).
Hay un sueño transferencial que Lacan va a tomar: El Hombre las Ratas sueña con
una chica que había visto en la puerta de Freud, suponiendo que era la hija de este.
Freud transcribe: “Ve ante sí a mi hija, pero tiene dos emplastos de excrementos en
lugar de ojos”. Lo que traduce cómo: “Se casa con mi hija, no por sus lindos ojos, sino
por su dinero”. Es decir, le da transferencialmente una hija imaginaria a Freud para
recibir de él la alianza.
Lacan reinterpreta este sueño, diciendo que lo que tiene esta chica en los ojos es
betún: “Es la muerte que lo mira con ojos de betún”. Para Lacan esa mirada no se
trata del dinero, la resignifica como “la mirada de la muerte”: queda mirado por ojos
de la muerte. En el tema planteado -de si Freud lo ve como un buen muchacho, como
para casarlo con su hija-, está lo mortífero, en una vuelta transferencial que no se
termina de disolver en el tratamiento. Porque el tratamiento disuelve la trama de la de
las ratas, el tema de pagar las 380 coronas; pero, en un punto, el paciente queda
casado con la muerte, encerrado en la perpetuación, en esta eternización.
Un profesor hablaba, en relación con la estrategia analítica con el obsesivo, de “atacar
la dama”, como una jugada ajedrecística. Implica tocar esa perfección que se le
atribuye y la hace inabordable, tocar también la perfección del padre. Lacan, en
la última parte de su enseñanza, nos va a hablar de un padre desde otra perspectiva,
un padre donde el estante no está tan alto, no es inalcanzable. Un padre que brinda
herramientas, que nos da una versión de cómo arreglarse con la castración. Se trata
de poder hacer uso de ese padre; prescindir del padre pero haciendo uso, para ir más
allá del padre.

SEMANA 6 PRÁCTICO
LDC Carpi, A Semana 6

Lecturas del sueño de la Bella carnicera

✒Freud. La interpretación de los sueños, capítulo 4


✒Lacan. Seminario 5, capítulo 20 parágrafo 2
✒Lacan. La dirección de la cura.

¿Para qué sirve el sueño de la Bella carnicera? La Histeria nos orienta sobre el deseo
insatisfecho, como estrategia para crearlo y mantenerlo vivo. La histérica muestra su
estructura en la característica del sujeto como sujeto deseante.
La lectura freudiana
Empecemos por la lectura que hace Freud en La interpretación de los sueños (1900).
Se corresponde al comienzo del segundo tiempo freudiano, donde ubicamos las
nociones de: inconsciente, represión, formaciones del inconsciente, interpretación
para hacer consciente lo inconsciente. En este sueño, Freud nos habla del deseo por
primera vez y su particularidad como deseo insatisfecho, no realizado, no colmado.
Este sueño le sirve a Freud para presentar los síntomas histéricos sostenidos por la
identificación y nos permite apreciar la particularidad del deseo en la clínica.
Freud se confronta con una paciente “astuta”, que se presenta bajo la modalidad del
desafío histérico. Así como el Hombre de las Ratas había leído Psicopatología de la
vida cotidiana, la Bella carnicera conocía los trabajos de Freud acerca de los sueños
como cumplimiento de deseo. Se acercó diciéndole que ha tenido un sueño que no
coincide con su teoría en tanto cumplimiento de deseo. Freud la invita a relatar el
sueño y ella relata: quiere dar una cena y en la heladera sólo tiene un trozo de salmón
ahumado. Tras varias dificultades, tiene que renunciar a la cena. “¿Dónde está el
cumplimiento de deseo allí?” Le pregunta. Freud responde que, en apariencia tiene
razón, pero la invita a trabajar el sueño, asociando.
La paciente empieza a asociar, comenzando por su marido, quien es carnicero
y está enamorado de ella. Aparece algo de lo que ella se priva hace ya mucho tiempo:
tiene deseos de comer todos los días un sándwich de caviar, y está convencida que
si lo pidiera, el marido se lo daría… pero no se lo pide para que no se lo de. Freud
dice que parece que la mujer se ve en la necesidad de mantener un deseo
insatisfecho.
Esto también aparece en el relato con su amiga “la flaca”, de quien el marido
habla bien. Ella quien le pregunta: “¿Cuándo vuelve usted a invitarnos? ¡Se come tan
bien en su casa!” (p. 166). Si recordamos el sentido en el sueño, que es no dar una
comida, el deseo de la paciente sería decirle que no a la demanda de la amiga,
no engordar a la flaca y satisfacer a su marido (a quien le gustan las redondeces).
Por otra parte, Freud pregunta por el trozo del salmón ahumado. La paciente
dice que es el plato preferido de la amiga. Además, ubica que la amiga se priva del
salmón como ella del caviar.
Ambas, rechazando su deseo de caviar o salmón, consiguen mantener su deseo
insatisfecho. Freud explica que el deseo de salmón ocupa en la economía
psíquica libidinal de la flaca, el mismo lugar que el caviar para la Bella carnicera.
Así, presenta la identificación histérica, la identificación por infección psíquica vista en
Dora y en Psicología de las masas y análisis del Yo. Sin embargo, recordemos que
este texto es previo a los mencionados. En 1900, en este sueño, ubica que la
identificación histérica es la que hace comunidad: en el inconsciente la Bella
carnicera, ocupa el mismo lugar que la flaca en el deseo.
La lectura lacaniana
Pasemos a la lectura que hace Lacan del sueño, que trabajaremos desde Dirección
de la cura y desde el capitulo 20 del Seminario 5, ambos son del año 1958, un año
muy importante para Lacan, ya que está elaborando el concepto de falo (también es
la época del escrito La significación del falo). En esta época, el falo es equivalente al
significante de la falta.
Lacan va a tomar el deseo insatisfecho como concepto freudiano para darle una
vuelta más. Toma este sueño como paradigma de la estructura histérica, pensada
desde el deseo en tanto insatisfecho. La “Bella carnicera” es el nombre que le da
Lacan, remarcando en este sueño el deseo insatisfecho como la modalidad del
deseo que caracteriza a la histérica. Este sueño sería ejemplar para dar cuenta del
deseo en la Histeria.
Lacan señala que el deseo es deseo de deseo, no deseo de un objeto. La histérica
pone en evidencia una de las características del deseo que es la insatisfacción (otra
característica es la imposibilidad del deseo del obsesivo.) En la Histeria se habla de deseo
como deseo insatisfecho. La histérica está siempre en relación con un deseo, pero
a condición de que este no se cumpla.
❄El salmón ocupa el mismo lugar en la economía psíquica de la flaca, que el caviar
para la Bella carnicera. Pero más allá de los objetos que se traten (salmón o caviar),
hay que pensarlos como significantes privilegiados en la cadena, ya que indican el
lugar de la falta en el Otro.
⤷ No se trata entonces de un objeto sino de significantes, lo que nos permite decir
que el deseo es siempre deseo de otra cosa. Hay “metonimia”: el deseo se desliza
en la cadena significante.
⤷ Lacan nos dice que este sueño también es una “metáfora” de deseo, en tanto es
sustituto de un significante por otro produciendo un efecto de sentido. Se trata
entonces de un deseo que sustituye a otro: el deseo de salmón de la amiga sustituye
al deseo de caviar de la paciente. El salmón es la metáfora del caviar, que
representamos de la siguiente forma: Salmón
Caviar
Freud afirma que la identificación histérica se sostiene en esta sustitución, ya que el
salmón para la flaca desempeña el mismo papel y ocupa el mismo lugar que para la
paciente. Entonces, el deseo de caviar es un deseo de mujer colmada… que no
quiere ser una mujer colmada… entonces necesita una falta, buscar algo que la
descomplete para sostener la insatisfacción y que el deseo siga vivo.
¿Qué demanda la histérica? ¿Qué demanda la Bella carnicera? La demanda es
siempre demanda de amor. ¿Qué quiere la Bella carnicera? Quiere caviar. ¿Qué
desea la Bella carnicera? Que no se lo den. Lacan dice que desea caviar, pero en
tanto que le falta.
➰❓El deseo es el deseo del Otro.
La pregunta del neurótico es siempre por el deseo del Otro. Es al Otro al que le dirige
la pregunta. Sabemos que el sujeto se constituye en el campo del Otro y busca
su reconocimiento. En la medida en que el Otro lo reconoce, lo constituye como
sujeto, pero el Otro no tiene todos los significantes. Entonces, desde el grafo del
deseo, ubicamos la Neurosis del lado de las respuestas.
La histérica se pregunta por lo femenino, el obsesivo se pregunta por la muerte y la
existencia. Pero no hay un significante en el campo del Otro para responder a esto.
Lacan lo trabaja así: “El matema que ubica es el matema del significante de la falta
en el Otro, el significante del Otro barrado, el Otro tachado.” Esto quiere decir que el
Otro no está completo, le falta un significante. El matema del significante del Otro

barrado lo dibujamos así:


La noción del deseo insatisfecho y la noción de pregunta van de la mano, enlazados
entre sí, la Bella carnicera da pruebas de esto. Ella le señala al marido su deseo, pero
a la vez le indica que ese deseo no lo quiere satisfacer. Entonces aquí tenemos que
el deseo es el deseo del Otro.
Vamos a leerlo con la dialéctica del deseo y la demanda. Lacan en La dirección de la
cura dice que el deseo está más allá de la demanda.
Necesidad , demanda y deseo
Sabemos que la “necesidad” en el sujeto, en el ser hablante, está perdida por
ser sujeto del lenguaje . En el ser humano, la necesidad es puesta en palabras:
para comer hay que hablar, pedirlo con palabras. La supuesta necesidad del sujeto
se transforma en “demanda” a partir de ponerlo en palabras . El bebé nace, y
el que pone la necesidad en palabras es el Otro: el bebé llora y el otro interpreta
poniendo en palabras, “tiene hambre”.
Pero no toda necesidad se puede decir, es por ello que se constituye el
“deseo” . Esta es la idea socrática de “solo deseamos aquello que nos falta”, si lo
tuviéramos no lo desearíamos. Cuando estamos en el campo del deseo, siempre está
la falta en juego: se desea porque hay falta .
Así, la histérica misma se transforma en falta para un hombre, para que el hombre la
desee. Ella lo seduce, le llama la atención y cuando el hombre la busca, ella se corre,
asegurándose que él desee. Es lo que se llama la sustracción histérica. La histérica
se sustrae para generar el deseo.
Lacan habla de Agalma, que podría representarse en los griegos como un
cofre en el fondo del mar, que hace creer que adentro hay algo valioso. Podemos
pensar a la histérica en este lugar agalmático que hace que crea que hay algo valioso
en tanto deseo.
Sabemos que el deseo está articulado en los significantes de la cadena, pero no es
articulable en el sentido de que no puede ser puesto en palabras. Por eso, Lacan dice
que el deseo es articulado, pero no articulable.
¿Cómo se presenta la dialéctica de la demanda y el deseo en el obsesivo?, ¿Y
en la histérica?
☛El obsesivo se evade del deseo, poniendo las cosas en el campo de la
demanda. La histérica intenta romper la demanda para hacer aparecer algo del
deseo.
☛El obsesivo le hace la vida imposible al deseo. La histérica vivifica al deseo
en tanto insatisfecho.
El obsesivo es especialista en matar al deseo del Otro, reduciéndolo a la demanda.
Él dice: “tus deseos son órdenes”, transforma los deseos en órdenes, busca la
completud del Otro para no confrontarse con la falta, que es lo que lo angustia. El
obsesivo intenta construir un Otro no tachado, completo; por ello es especialista en
matar el deseo del Otro.
En cambio, la histérica busca ubicar la falta en el Otro, está convencida de que la
manera de ser un ser deseante, es que ese deseo se mantenga insatisfecho. Por eso
produce situaciones en que el deseo se ponga en juego en relación con el Otro. Se
dedica a provocar el deseo del Otro para mantenerlo insatisfecho. Es una trabajadora
por el bien del deseo, por mantener vivo el fuego del deseo.
✒Voy a terminar con una frase de Lacan sobre el deseo, ubicado en el Seminario 5
(página 374): “Por decirlo todo, cada cual tiene su pequeño deseo más allá, tan solo
está más o menos intensificado. Pero, en el caso especifico del histérico, el deseo
como más allá de toda demanda, es decir, en tanto que ha de ocupar su función en
calidad de deseo rehusado, desempeña un papel de primerísimo orden. Nunca
comprenderán ustedes nada de una o un histérico si no parten de este primer
elemento estructural.”

SEMANA 6 TEO
SEM 6 - TEO Mazzoni

✒Lacan. Seminario 5, cap20: parágrafo 2 y 3; cap22: parág. 2; cap26: parág. 3


✒Naparstek. El deseo (cap 19- teórico 17). En Teóricos 2014

Las formas neuróticas del deseo

Seminario 5, Capítulo 20. Lacan toma el sueño de la Bella carnicera, una paciente de
Freud. El caso va a servir para pensar la diferencia entre deseo y demanda. Algo que
introduce Lacan, no presente en Freud en el análisis que hace.
De acuerdo con lo que propone Fabián estamos en el segundo tiempo de Lacan.
Tenemos la Neurosis pensada como la clínica de la pregunta y una dialéctica entre
un sujeto que está barrado (un sujeto deseante) y un Otro que también está barrado.
Lacan toma sueño de la Bella carnicera y ubica el desarrollo que hace Freud, que es
en términos de sustitución de un significante por otro. Esto permite dar cuenta de la
“identificación histérica”, no como imitación, sino con un mecanismo psíquico en
juego. Se puede leer de esta manera: ella tiene deseo de caviar, al que le dice que
no. La amiga tiene un deseo de salmón al que también le dice que no. Lo que el ICC
hace es jugar a la sustitución, que le permite estar en el lugar de la amiga; es decir,
el lugar que ocupa en el sueño, vía la aparición en el sueño del salmón. Allí hay una
metáfora, un nuevo sentido, ella está representada en el sueño a través de un
significante de la otra; el salmón representa a la amiga y representa algo de un deseo
no cumplido de esta amiga, que es caviar. El caviar ha sido eliminado de la cadena,
nadie podría saber cuál es su deseo.
La operación que hace Lacan no es solamente mostrar cómo el ICC opera por
sustitución metafórica sino que en este sueño hace una diferencia entre la
demanda y el deseo. Esto es crucial y no está en Freud. Freud no hace diferencia
entre demanda y deseo.
¿Qué es el deseo?
No es deseo de una cosa, sino que el deseo está jugado en el terreno de la falta. Hay
un pasaje por el campo del Otro, a partir de la demanda, por ser sujeto de la
necesidad. Pero el Otro es un Otro barrado, que no tiene todos los significantes, no
puede interpretar toda la demanda. Lo que resta de esa operación es la dimensión
del deseo. Se produce en el sujeto la dimensión de una falta porque el Otro está
barrado, no puede responder con significantes a esa demanda en forma absoluta. Y
queda este resto, que es el deseo. Deseo como pura diferencia.
Para que haya deseo tiene que haber una falta, un vacío, porque si no hay falta no
se mueve el deseo. No hay que confundir deseo con demanda, porque el deseo se
aplastaría si se confunde con la demanda. Pero para que haya hueco tiene que haber
falta en el Otro, esta es la dialéctica entre el sujeto y el Otro. La falta en el Otro
implica un Otro también deseante, el deseo está mediado por el deseo del Otro.
Donde en el Otro falta algo, es donde uno puede localizarse como deseante. Si
encontramos un Otro absoluto, que tiene todos los significantes no se va a producir
ese lugar para que el sujeto pase y se instale.
Si somos neuróticos, cuando entramos en lo simbólico quedamos alienados en estos
significantes del Otro. Esta entrada implica la falta en ser: un sujeto dividido, que
queda representado por un significante que deja un resto que no puede ser dicho. El
efecto fundamental de esto es el deseo. El deseo es la metonimia de la falta en ser,
es lo que desliza entre la cadena de significantes. Esta es la trampa del neurótico.

❓❔La Neurosis desde la clínica de la pregunta


En el Seminario 5 Lacan piensa la Neurosis con el grafo del deseo, que tiene forma
de pregunta. A esta altura dice que la Neurosis es una pregunta en relación a ¿quién
soy?, ¿qué deseo?, dirigida a un Otro. Este Otro está barrado, por ende no tiene todos
los significantes para responder. Por lo cual ubicamos en el grafo que el sujeto se
plantea una pregunta que llega hasta el encuentro con el significante del Otro, que es

un modo de nombrar, el deseo del Otro.

Cuando llega allí y se despliega la pregunta, no es sin consecuencias. Esto al


neurótico le produce angustia, con lo cual desarrolla estrategias para evitar ese punto,
taponando la falta en el Otro.

Por ejemplo, puede desviarse en el camino, y terminar yendo al yo: m., mediante
la pregunta cortocircuitada por el yo, como el caso del tranviario. Aquí el encuentro
con los instrumentos médicos despertaron la pregunta amordazada.
También puede elegir el camino que lo lleva al síntoma: S(A).
Asimismo, tenemos el desvío fantasmático, fantasma: ($<>a). En este momento
esa “a” tiene que ver con la cuestión imaginaria, con una matriz simbólico-imaginaria.
Podemos identificar el fantasma en Dora, en el recuerdo de ella tirándole de la oreja
al hermano mientras se chupaba el dedo. En el fantasma el Neurótico vierte sus
modos de relación al Otro. El fantasma articula al sujeto con un objeto, una escena,
un texto imaginario simbólico que de alguna manera responde a esas preguntas de
quién soy y qué deseo.
La escena que se arma en el fantasma pone en juego la dimensión del sujeto dividido
entre significantes. La trampa del neurótico es que hace desear, porque al pasar por
el campo de Otro, le pide lo reconozca y lo nombre. Pero el campo del Otro lo único
que tiene para devolver es significantes; por eso el sujeto queda dividido, definido
entre significantes, no hay un significante que define al sujeto, se escapa la esencia
misma de su ser, la “falta en ser”: eso que tiene que ver con la dimensión del deseo
y no con la dimensión significante.
☛El fantasma, el síntoma, el yo, implicarían respuestas anticipadas a esa pregunta,
para que no se despliegue del todo y no produzca este punto de angustia, que
tiene que ver con el encuentro con el Otro que no tiene todas las respuestas.
Lacan introduce el grafo del deseo para dar cuenta de que la Neurosis es la clínica
de la pregunta. Por un lado está el recorrido de la línea de la pregunta que finaliza en
el encuentro con el significante del Otro barrado o deseo del otro. Se ve como la
Neurosis trata de esquivar esto con los desvíos para evitar la angustia del encuentro
con el Otro mediante el yo, el síntoma y el fantasma.
Formas del deseo neurótico
El deseo neurótico como imposible o como insatisfecho, plantea dos estrategias
diferentes con un mismo fin: no saber nada acerca de la falta del Otro. Vamos a
justificar por qué, viendo como se juega el deseo en la Histeria y en la Neurosis
Obsesiva.
☛💎❤El deseo en la Histeria: La posición histérica se encarga de sostener el deseo,
pero también lo padece: padece ser la que sostiene el deseo como deseo del Otro.
En su síntoma no hace más que mostrar que el deseo va más allá de la demanda.
Este es el esfuerzo del sujeto histérico: demostrar que el deseo es lo que resta a la
demanda.
Tenemos el ejemplo la Bella carnicera, quien se ubica sosteniendo el deseo, incluso
al costo de hacerse privar de lo que quiere. Entonces, deseo denegado que Lacan
lee como deseo insatisfecho: “quiero, te demando caviar para que no me lo des, para
seguir deseándolo y para que vos desees darme lo que yo deseo como quiero, pero
te pido que no me lo des”. Esto es sostener el deseo más allá de la demanda, es
sostener el deseo como deseo del Otro.
☛⚔✖El deseo en la Neurosis Obsesiva: Ubicamos el deseo como imposible, al
hacerse esclavo de un Otro, al que lo eleva al lugar de amo para no saber nada de
su deseo. El Otro, para el obsesivo, es un Otro completo, sin barrar, absoluto.
Degrada el deseo del Otro y lo transforma en demanda, para poder darle al Otro y
no angustiarse frente a la dimensión de la falta (el deseo no se trata de
objetos/cosas que se dan). La dimensión de la falta es la que hace que el sujeto y el
Otro sean deseantes. Es lo que hace que haya lugar en el campo del Otro para el
sujeto y en el campo del sujeto para abrir la dimensión deseante.
El obsesivo padece el deseo como imposible porque padece este Otro, este amo que
lo maneja y todo se le vuelve imposible, el mundo se le vuelve imposible. Ese Otro
puede estar encarnado en el jefe, un amigo, la esposa, etc. “No puedo salir a jugar
porque no me deja mi marido”. El deseo obsesivo tiene una modalidad que evita el
encuentro con el Otro y
Tanto el deseo histérico como el deseo en el campo de la Neurosis obsesiva
son dos formas de padecimiento y estrategias para no saber nada de la falta en
el Otro. Ambos evitan la pregunta la pregunta acerca de ¿quién soy?, ¿qué deseo?.
Hay que evitar descartar la dimensión de sufrimiento que implica tanto la
insatisfacción como la imposibilidad. Se padece el deseo como deseo insatisfecho,
se padece el deseo como deseo imposible. Hay que buscar este deseo en los
casos clínicos, esto es fundamental en la lectura de los casos.

SEMANA 6 SEMINARIO
CET Vargas, R Semana 6

Miller, J.A., Cap 2 del Seminario Del síntoma al fantasma y retorno

La clase gravita alrededor de la noción de “fantasma”. Esta noción no puede ser


evaluada sin el concepto de “síntoma”, porque hay una implicación del fantasma en
el síntoma (hemos visto con Freud que la fantasía engendra síntomas). Entonces
tengamos presente que en cada una de las definiciones de fantasma, va a haber una
referencia al síntoma.
Mientras el síntoma, en tanto “hay algo que no funciona”, es algo evidente para el
sujeto; el fantasma es algo más oculto, más secreto, íntimo, guardado. Además tiene
la particularidad de comandar la vida cotidiana del sujeto, recubre su vida. Al mismo
tiempo, y a pesar de lo basto que puede ser, a la vez es un resumen, algo comprimido.
No es un discurso sino una frase, al estilo de lo que han visto en Freud en “pegan a
un niño”. Hay una paradoja en su definición, porque por un lado es un resumen,
pero por el otro recubre toda la vida de comportamiento.
“Variaciones sobre Diana y Acteón” trata las variaciones clínicas que podemos
encontrar alrededor de la neurosis obsesiva, la histeria y la fobia. Diana es una diosa,
Acteón es un mortal, ambos son cazadores. Diana es sorprendida por Acteón que la
mira mientras está bañándose con sus ninfas. Por esa osadía de haberla mirado
desnuda, es convertido en ciervo y despedazado por sus perros. El tema de la caza
y del objeto que se caza, de la presa, están presentes en este mito.
El fantasma transmitido con este mito tiene su interés por varias razones: Por el tema
de la mirada, por el tema del objeto (que en el mito es la presa) y por la división que
causa en el sujeto (o una furia que despierta en Diana, esa mirada ante la cual no
quería estar expuesta). Esta es la entrada que da Miller para trabajar las variaciones
de las estructuras clínicas. Cada variación clínica puede ser remitida a la respuesta
que da a la pregunta de “¿qué quiere el otro?” o “¿qué me quiere?”, como más
clásicamente se la conoce. Esta pregunta la hemos trabajado en “Cuestión preliminar”
a partir de la metáfora paterna, cuando hemos visto el x y el d/m.
☛El fantasma es un axioma. Un axioma es una proposición de la cual se deducen
otras proposiciones o razonamientos, se usa para demostrar otras proposiciones.
Vamos a usar al fantasma para tratar de demostrar algo en relación con los síntomas.
La importancia del fantasma es que está implicado en el síntoma.
☛ El fantasma es una matriz del comportamiento. Una matriz es un molde, siempre
el mismo, lo que se ponga allí va a tener la misma forma. Sin embargo, los materiales
a introducir pueden ser múltiples. Cada matriz tiene elementos distintos para cada
persona. Esta es otra paradoja: A pesar de que hay una cuestión fija, invariante,
también está la singularidad de cómo es ese material que se deposita allí.
☛ El fantasma posee una dimensión temporal. Esta se reduce a un instante, a un
momento específico. Lo cual también introduce la paradoja de que recubre el
comportamiento en la vida del sujeto pero a la vez está remitido un instante.
El fantasma como matriz del comportamiento lo hemos visto con en el Estadio del
espejo por ejemplo. El yo mismo (su matriz) se forma a partir de una precipitación de
identificaciones. Por lo tanto, hay algunos conceptos que pueden ser enlazados para
poder captar mejor este tema el fantasma.
Hay otras definiciones de fantasma que Lacan va dando a lo largo del texto, pero
vamos a quedarnos con dos para poder entrar al texto: axioma y matriz.
El fantasma pone de relieve al sujeto en su relación con los objetos (aquí no se lo
toma en relación con los significantes de la cadena). En el texto se define que es un
objeto. Y se advierte que el significante nunca es exitoso en la mediación entre el
sujeto y el Otro, siempre encuentra fallas en esa articulación. Esta falla no es muy
bien soportada, y el fantasma viene a dar una respuesta, una solución.
✒Página 25, dice: “El fantasma, por una parte, responde a las fallas que se
manifiestan en el campo del significante (u “orden” significante, porque se trata de una
articulación) y por otra parte, responde a lo que se manifiesta del Deseo del Otro.” El
deseo del Otro como tal, causa un enigma, un afecto de angustia. Hemos visto
que la angustia halla una gran dificultad para su representación en un significante y
que además tiene un objeto.
✒Página 26, aquí hay una definición que también va a ser importante, porque por un
lado decimos que las variaciones de Diana y Acteón van a dar las variaciones de las
estructuras clínicas, sin embargo hay otra definición un poco enigmática: “Freud nos
señala ese carácter de desembocadura para la interpretación en ´Pegan a un niño´,
en estas dos frases que lei la última vez y justamente, en la forma negativa de su
frase que solo se puede hacer reconociendo que el fantasma es ajeno a la estructura
de la neurosis. La forma misma en la que esta frase está formulada nos marca que,
para Freud, el fantasma ocupa lo que en nuestro lenguaje lacaniano es el lugar de lo
real como imposible”. Esto quiere decir que para Lacan hay una vertiente del
fantasma que localiza la cuestión en torno de lo real. Lo real estaba definido como
lo que no es simbólico ni imaginario, lo que no puede ser captado con los sentidos, lo
que no puede ser recubierto totalmente por el símbolo y acá lo define como: “lo
imposible”, lo imposible de la representación.
El fantasma tiene una monotonía, siempre lo mismo, siempre la misma frase. Esa
frase tiene una gran potencia a pesar de que sea siempre la misma. Es un resumen,
no un discurso, es algo comprimido, compacto, que el sujeto guarda como un tesoro.
Estamos acostumbrados hablar del Otro como tesoro de significantes, pero acá
encontramos otro tesoro, el fantasma no atesora significantes en el Otro sino los
objetos. La forma de ese tesoro hace que sea lo más íntimo, lo más singular de él y
lo más difícil de transmitir; a tal punto que el fantasma tiene un índice de vergüenza,
no es sencillo confesarlo.
✒Página 28, dice: “En este sentido, el síntoma es una estructura temporal compleja,
mientras que el fantasma tiene una estructura temporal estrictamente puntual,
absolutamente elemental. El tiempo propio del fantasma es el instante. Por supuesto
que puede estar preparado con una pequeña historia, pero fundamentalmente el
corazón del fantasma es un instante, podemos decir incluso ´un instante de ver´ (alude
al mito de Diana y Acteón), para respetar lo que el fantasma le debe a la dimensión
imaginaria.
Mientras que el síntoma es más bien del tipo ´momento de concluir´, en la
temporalidad elaborada por Lacan se percibe muy bien y es por lo que podemos
llamar ese fantasma un fantasma que fue trabajado por la literatura, porque se
comparte. Por supuesto hay un carácter hierático (sin expresión) del fantasma, pero
no está desprovisto de flexibilidad, incluso es así como Lacan lo hace valer, como una
cadena flexible.”
Vemos que tiene ciertas paradojas porque por un lado vemos lo invariante, lo fijo y
por el otro lado vemos el tema de la flexibilidad. El fantasma es una cadena, pero no
de significantes, Lacan dice que es una cadena flexible.
✒Página 30. En el texto hay referencias múltiples al arte, menciona a Duchamp,
padre del arte moderno y su obra que se llama: “La novia desnudada por sus solteros,
incluso” o “El gran vidrio”. Tiene cierto interés entrar en la historia de como Duchamp
concibe esa obra de arte.
✒Página 39. Tomaremos el concepto de enganche, por el tema de la cadena flexible.
En la página 39 luego de haber recorrido las cuestiones del sujeto histérico y del
obsesivo y de haber definido el objeto como “el significante en la vanguardia” (qué
también tiene que ver con el arte que toma los objetos, no con el arte retiniano),
entramos a la cuestión del significante y las variaciones respecto de su concepto:
“Allí está sin embargo como equivalente lo que es el objeto, el significante en la
vanguardia”. Si reducimos esta frase quedaría: “el objeto es el significante en la
vanguardia”, es el significante que falla en su mediación entre el campo del
sujeto y el campo del Otro. Sabemos que el tema de engancharse y
desengancharse no sucede solo en la psicosis, sino que también en la neurosis
obsesiva y la histeria. Miller llega a decir que “el fantasma puede ser el grano de locura
de cada uno”. La dirección que estamos al programa sostiene que el delirio no es
solamente para el “loco”, el psicótico, sino que la locura es algo más generalizado. Lo
que se confirma en esta frase es que el fantasma sería el grano de locura de cada
uno. Esa frase evoca lo que Freud decía sobre la “perla psiconeurótica”
Lacan habla del tema de enganche en la histeria y en el obsesivo: “La Histeria no
tendría un enganche con un significante en el cual creer a rajatabla como el obsesivo,
sino por el contrario se engancha con el Otro por el significante como semblante.
Evidentemente es algo frágil y extremadamente resistente (otra vez el tema de las
paradojas). Ahí no hay siete velos, hay multitud de velos, aunque el sujeto duda de
ser algo bajo esos velos, de allí viene la queja de ser un puro ser de parecer, de ser
un mentiroso”. Es decir que la queja le da el valor de ese enganche con el Otro,
de no creer a rajatabla en un significante, de no ser enteramente representada por
él. “La histeria, cambió sus manifestaciones, lo que no impide que aún hoy podamos
encontrar sin modificaciones lo que Freud percibió. La mentira originaria de la histeria.
Como el Otro cambió, esta mentira originaria no tiene todo el campo que le daban los
amos para desplegarse, amos más consistentes de lo que somos nosotros.”
El obsesivo procede de una manera completamente diferente, no tiene la menor idea
de algunas cuestiones que la histérica sí, quien trata todo el tiempo de barrar al Otro,
mantener vivo el Deseo a partir de barrar al Otro, incluso a veces sostiene esta barra
para hacerlo. El obsesivo, más bien: “No quiere tener ninguna idea la barra sobre el
Otro. Por el contrario para él es capital que no haya barras sobre el Otro, es la
condición para que no la haya sobre él mismo”. La histérica mientras barra al Otro
también tiene una barra sobre sí. En cambio, la estrategia del obsesivo es anular
esa barra, ese Deseo, aplastarlo y anularlo. Por lo tanto, el tratamiento que cada
una de las estructuras psíquicas le da al deseo posee todo su valor, porque tiene
relación con sus síntomas y estos, tienen una implicación con la matriz de su
fantasma. Habría una frase paradigmática (como “pegan a un niño”), pero que tiene
tantas variaciones como sujetos hay.
Quería recordar el tema del dominio. Mientras que el síntoma es algo que la
persona no domina, el fantasma, en cambio, tiene una función de dominio de
los objetos en el mundo. Esto tiene una fundamentación en Freud, lo trata en el
juego del Fort-Da, en “Más allá del principio del placer”, donde el niño domina un
objeto, el carretel que lleva y trae, junto con las sílabas “ooo”-“aaa”. Esta es una
manera de defenderse de la falta de dominio por la inermidad defensiva que tiene
todo infance. Sin embargo, como dice Freud, “en la vida psíquica todo se conserva”.
Por más esfuerzos que haga el obsesivo por anular, hay algo de la conservación en
la estructura psíquica, el fantasma parece ser este reducto en dónde el ser humano
puede alojar una función de dominio de algo que escapa permanentemente a él.
SEMANA 7 PRÁCTICO
Semana 7 – Pablo Olivero

Lectura de casos. Actualidad clínica


En esta clase veremos dos casos clínicos: uno es el caso “Cristina”, de esta semana,
y el otro es el caso de “Más allá de la vitrina” de la semana 5. Veremos estos casos
teniendo en el horizonte el síntoma.
El síntoma según Miller
Para introducirlos, retomamos una definición de Jaques Alan Miller del síntoma. La
definición se ubica en uno de sus textos donde compara al síntoma con el Dios Jano,
el Dios de la mitología romana que tiene dos caras. El síntoma tendría dos caras:
Síntoma-mensaje: Es una cara de verdad, que se presta al desciframiento, a
la interpretación. Se ubicaría en los registros lacanianos simbólico-imaginarios. Es un
síntoma que habla, un mensaje que se entiende al descifrarlo.
Síntoma-goce: Cara real, fuera de sentido, no se presta a la interpretación.
Hay un resto que la interpretación no puede descifrar. Ese resto Freud lo va a llamar
“resto sintomático”.
En esta lectura de casos, además de la dimensión clínica del síntoma vamos a
introducir la dimensión clínica de la fantasía. Lacan va a ubicar al fantasma como
una extracción de la fantasía freudiana, pero con una elaboración más compleja. Lo
que nos interesa destacar en la lectura de los casos, es la implicancia de la fantasía
en el síntoma. Como decía Freud: los síntomas se encuentran determinados por
la fantasía
❓ La clínica de la pregunta
Seguiremos dos vertientes: una es la clínica de la pregunta y la otra es la clínica de
la respuesta, en tanto el objeto está en el fantasma. Haremos más énfasis en la
primera.
Lacan, en su primera época, si bien pone en juego el síntoma en la clínica de la
pregunta, también trabaja otros ejes como: el deseo, la identificación, el lugar del
padre y la pregunta. Son ejes que hemos visto anteriormente en relación con la
estructura histérica y la obsesiva.
Para comprender la clínica de la pregunta hay que recordar que las neurosis tienen
inscripto el significante del Nombre del Padre, por lo que es posible la metáfora
paterna.
Cuando un sujeto se dirige al Otro, al campo del Otro, en el horizonte tenemos una
pregunta que Lacan ubica como “¿qué me quiere?”. Lo hemos visto en el desarrollo
de la metáfora paterna en relación con el deseo de la madre: ¿qué quiere el deseo de
la madre? El deseo de la madre es un antecedente de lo que Lacan ubica más
adelante como el deseo del Otro. Ese deseo que implica un vacío de sentido, un
Otro en falta, tachado.
Esta pregunta sobre el deseo de la madre y sobre el ¿qué me quiere? tiene una
respuesta: el Edipo (que no es una respuesta completa sino fallida). Y esta pregunta
va a tomar diferentes formas según se trate de una neurosis histérica o de una
neurosis obsesiva. En la histeria va a estar dirigida a la feminidad, y en la neurosis
obsesiva va a estar dirigida a la propia existencia en el mundo, relacionada a la
muerte.
¿Qué implica hacerse una pregunta?
Lacan en el Seminario 3 ubica que en el neurótico la pregunta está amordazada y es
secreta, está dormida. Por más que el sujeto se haga esta pregunta, lo hace sin saber
de ella. Es verdad que esta pregunta se puede hacer desde el Yo. Pero recordemos
que el Yo desconoce la división subjetiva, por lo que es posible que esta pregunta -
secreta y amordazada- se despliegue desde el síntoma.
Podemos articular esa cara del síntoma que habla, que quiere decir algo, el síntoma
como mensaje. Es a partir del despliegue de esta pregunta que podemos ubicar a la
cara del síntoma como mensaje. Este despliegue de la pregunta en el síntoma, Lacan
la va a desarrollar en términos de movimientos dialécticos: Se parte del planteo de
una pregunta, se posibilita una inversión dialéctica y se origina un nuevo desarrollo
de verdad.
Todo sujeto llega a análisis con una hipótesis o un saber sobre su padecimiento, y
ese saber está, de algún modo, al servicio de su satisfacción. Por eso, conmover
alguno de estos saberes (por ejemplo, produciendo una inversión dialéctica) tiene
un impacto directo, en el tipo de satisfacción que tiene el sujeto en el síntoma.
Es decir, donde la pregunta se desencadena las cosas no vuelven a ser como antes,
ya que implican un nuevo desarrollo de verdad. Principalmente, porque el sujeto se
involucra, haciéndose responsable de una satisfacción que obtenía.
Cuando la pregunta en relación con lo femenino de la histeria se hace desde el Yo,
nos encontramos con una respuesta anticipada. En Dora esto se puede ver en el
lugar que ocupa “la otra” mujer, en este caso la señora K. Dora le da ese lugar: es la
señora K “la que sabe” sobre la feminidad; para Dora ella es una verdadera mujer.
Es el lugar que tiene “la otra” mujer en la neurosis histérica.
Es por esto que se puede enlazar la pregunta con el deseo insatisfecho. En la histeria
se mantiene el deseo insatisfecho, suponiendo en el horizonte la satisfacción de otra
mujer. Esto le sirve como estrategia, para que sea la otra mujer la que responde por
el enigma de la feminidad. Aquí nos encontramos con una respuesta anticipada,
que le otorga a otra mujer un saber, que responde al enigma sobre la feminidad.
Entonces cuando se despliega la pregunta en el síntoma estos se ponen a
hablar, entonces es posible el descifrado. Esta es la cara del sentido del síntoma,
la cara de los desarrollos de verdad. Esto se puede ver en la tos de Dora, que -además
de ser una identificación- abre el terreno de la fantasía, implicada en ese síntoma.
El síntoma como compuesto.
El síntoma para Freud tiene múltiples sentidos, pero al menos uno de ellos realiza la
relación sexual. Nuevamente aparece la importancia de la función de la fantasía en el
síntoma, como aquel elemento que permite soldar lo pulsional con un sentido. Mejor
dicho, la fantasía es lo que permite darle un marco a eso pulsional, una escena
y, a su vez, agregarle un objeto a la pulsión (la cual carece de objeto
predeterminado).
La clínica de la respuesta.
El fantasma es una respuesta -como comportamiento- ante la pregunta que suscita el
deseo del Otro. Lo interesante es marcar que, a diferencia de la clínica de la pregunta,
esta respuesta no es en términos significantes, sino a partir de la prevalencia
del objeto en el fantasma.
En los casos de esta clase, vemos cómo se trabaja la dimensión clínica del síntoma,
luego de que la pregunta se despliega (en el síntoma). La pregunta se despierta y el
síntoma se trabaja bajo transferencia, lo que permite la interpretación y el descifrado,
es decir: la vertiente del síntoma como mensaje.
También, en los casos se trabaja la dimensión clínica de la fantasía, para que el sujeto
logre percatarse de qué es lo que cubre la fantasía, de qué lo protege. Una vez tocada
la fantasía, puede surgir el confrontamiento del sujeto con los restos sintomáticos, con
ese goce que está presente en la cara real del síntoma. La cara del síntoma como
goce.
Para llegar a esta cara real del síntoma, primero es necesario pasar el síntoma-
mensaje y su articulación con la fantasía.
“Cristina”
Pasemos ahora a los casos, en los que vamos a ubicar algunas cuestiones muy
puntuales sobre la clínica de la pregunta. El caso que nos compete esta semana es
un caso de histeria donde la paciente se presenta con un síntoma que la hace padecer
de cierta urgencia a orinar. En ausencia de su partenaire, aparece un fantaseo con
una otra mujer, donde esta otra tiene el lugar de la que responde el enigma. En esa
otra mujer aparecería la satisfacción.
Este es, justamente, uno de los puntos que la paciente ubica en sus dificultades
sexuales con su partenaire. Su insatisfacción sexual y el fantaseo, le permite armar
una “otra” que sí, sabe de satisfacción, esa otra se satisface. Ese lugar donde
aparece la función de la otra es uno de los puntos a destacar.
La paciente localiza el síntoma: este aparece cada vez que se separa de alguien, o
cuando alguien está alejado de ella. En análisis, surge la pregunta: ¿Por qué aparece
este síntoma cuando el otro se aleja? Se despliega la pregunta en el síntoma
dando lugar al síntoma transferencial, que va a hacer surgir un descifrado de
recuerdos y escenas.
A partir del despliegue de este síntoma, se vuelve posible localizar el síntoma de la
neurosis infantil, como así tambien el lugar del padre; que estaba idealizado desde
el amor, pero también se ve el punto de caída de este padre y la elección amorosa
-de objeto- de la paciente en relación con ese punto de caída.
Hay un acontecimiento importante en donde su partenaire está más cercano. Esto
hace vacilar ese fantasma que ella ponía en juego: el fantaseo en relación con la otra
mujer, que lo ponía en juego en ausencia. Esa fantasía tenía como condición el
alejamiento del otro, por lo que ya no puede apelar a ella, entonces se encuentra con
el factor sexual, se plantea qué le ocurre a ella con la sexualidad.
La sexualidad aparece como un factor discordante, porque se recrudecen los
síntomas en este punto. Veremos que hay un cambio en las condiciones del síntoma:
antes, el síntoma se producía cuando el otro se alejaba y ahora hay una cierta
inversión. Hay que percatarse de esto: el síntoma aparece cuando el otro llega,
cuando ella llega o está por llegar. Esto permite una apertura de un nuevo enigma
en relación con el goce, comenzando a develarse el punto de satisfacción
anudado al síntoma.
Este trabajo del síntoma transferencial permite arribar a una escena fundamental,
donde se puede ubicar la función de la fantasía en relación con enmarcar lo pulsional.
Y, por otro lado, se presenta el agregado de un objeto a esa pulsión. Una vez que se
toca esa fantasía, esa escena infantil, es posible que surja lo que Freud denomina
“restos sintomáticos”. Estos resisten a la interpretación, es aquello que no es
posible descifrar. Aquí se ubica el sueño del “desborde acuático”, eso que insiste y no
logra ser descifrado.
Este trabajo en análisis -a partir del síntoma y la implicación de la fantasía en el
síntoma- permite que la paciente pueda soltarse en lo sexual y habitar lo femenino,
sin necesidad de recurrir a este fantaseo con la otra.
“Más allá de la vitrina”
Este caso tiene coordenadas diferente, no todos los elementos vistos en el caso
anterior van a estar. En este caso, hay una prevalencia de la mirada y de un
significante (vitrina); que, por un lado, marca la relación con el goce de la paciente
y, por otro, condensa el mostrar y el esconder, que son sus comportamientos en todo
el caso.
Aquí también hay un acontecimiento que hace vacilar la modalidad mostrar-esconder
(la imagen de belleza que le permite cubrirse): es un encuentro con una otra mujer
que le permite un instante de ver. Un instante presente en el fantasma, donde la
paciente puede “ver” -más allá de la imagen de belleza y el amor que recubría esto-
una escena fundamental: Su infancia, justamente, está marcada por la mirada
materna.
Después de este trabajo en el síntoma y luego de tocar la posición fantasmática de la
paciente; fue posible ver que el síntoma que había aparecido inicialmente, en relación
al cuerpo, pudo ceder. También fue posible producir un encuentro con un partenaire,
de un modo donde no estuviera tan implicada la mirada.

SEMANA 7 TEO
SEM 7 - TEO Berger

El tema de esta semana es Síntoma Mensaje, pero vamos a dialogar con el tema de la
semana que viene que es Síntoma Goce, esto se debe a que ni Freud ni Lacan avanzan
superando o descartando lo anterior, sino que son vueltas alrededor de lo real de la clínica.

Síntoma Mensaje

Si entendemos al síntoma como un sufrimiento, malestar o dolencia, cuando hablamos de


síntoma mensaje estamos pensando en la dimensión de que este sufrimiento interroga al
sujeto, qué tengo, por qué me pasa esto. Es decir, se transforma ese sufrimiento en un
enigma.
Lacan nos invita a pensar que el enigma es el colmo del sentido, el enigma en tanto tal quiere
decir algo, a descifrar, a descubrir un mensaje que encierra en las redes de la comunicación
y el malentendido entre el sujeto y el otro.
Por el contrario, el síntoma goce, no es un querer decir, es un querer gozar, satisfacerse.

La bibliografía en la nos apoyamos para ver esto es:


Función y campo de la palabra y el lenguaje (1953)
Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud (1957)
Para síntoma goce, nos vamos a situar en el seminario 10, seminario de la angustia (1962-
1963).

Función y Campo de la palabra y el lenguaje


Podríamos decir que es la primer conferencia que da Lacan en Roma, en tiempos de cierta
turbulencia en el movimiento psa y toma esta conferencia como el comienzo de su enseñanza
y es paralelo al seminario 1, y nombra lo anterior como sus antecedentes, a partir de aquí
Lacan ubica el acento de la clínica a partir de la palabra y el lenguaje.
La función de la palabra tiene una función subjetivante y esta intenta reconocer a un sujeto
en el sentido de su verdad, la verdad de su historia (no es el pasado, no es la realidad
acontecida, es algo a advenir en la comunicación del sujeto en relación a la dirección de ese
analista, es decir, es lo que se construye en el análisis).
Lacan está diciendo que el medio de la experiencia psa es la palabra que, a su vez, implica
una respuesta, incluso el silencio.
En este contexto Lacan nos dice que el síntoma es el significante de un significado
reprimido en la conciencia del sujeto.
¿Qué es el sujeto? Es un signficado
¿Qué es un significado? Es un sentido reprimido.
La interpretación es liberar ese sentido, esa palabra reprimida.

Página 246 hay un párrafo que alude a la verdad en juego y no a la realidad


Página 258 hay otro párrafo que dice que es el síntoma, cómo está sobredeterminado por
distintos sentidos, cómo es un símbolo.
Página 270 vamos a encontrar esta dirección del análisis que va hacia liberar la palabra y
ahí encontramos algo en relación a la histeria, los jeroglíficos de la histeria, escritos en el
cuerpo a ser descifrados, escudos de la fobia con los que se defiende y va a incluir los
laberintos de la obsesión, en donde se pierde el hombre de las ratas.

Instancia de la letra…

Años después el síntoma sufre variaciones, complejidades… Es el resultado de una


conferencia que Lacan le da a unos estudiantes de letras, lo que nos indica la cercanía que
para él tenía el psa y la lingüística, pero aquí podemos decir que nos propone que el ICC está
estructurado como un lenguaje. Esto quiere decir, que el este ICC es cadena de significantes,
mientras que en función y campo el acento estaba en la función de la palabra.
La palabra le cedió lugar a la cadena y entonces la letra es la localización del
significante en la cadena.
Entonces, la letra es la materialidad del discurso concreto en el campo de las cadenas
del lenguaje que nos habitan.
Aquí también cambia la definición de síntoma, ahora es un significante de otro significante,
es el significante de un significante enigmático, en una cadena, del trauma sexual.
Entre ese significante enigmático y el término que lo sustituye en la cadena se produce la
chispa de la metáfora, del sentido, que fija al síntoma en una determinada significación.
El sujeto es el efecto de los significantes, de la metáfora.
La interpretación ahora es puntuación en la cadena para producir distintos sentidos, entonces
el sentido ya no es un sentido reprimido, el sentido es producido como efecto de los
significantes.

Acá pudimos ver algunas variaciones entre estos dos escritos.

Estos son años donde a Lacan se le empieza a criticar que su clínica es de palabras, sentidos,
metáforas… es una clínica de equívocos lenguajeros pero que no toca lo que afecta al cuerpo,
los afectos.

Seminario 10, la angustia.


Este seminario viene a responder a estas críticas, y nos va a hablar de otro cuerpo, introduce
la dimensión del afecto mayor, la angustia.
Aquí introduce una dimensión del sujeto producida por el choque entre el sujeto y el lenguaje,
este encuentro es mítico. No hay ningún lenguaje si no es hablado por un sujeto, y no hay
ningún sujeto si no es nombrado por alguno de los elementos del lenguaje.
De ese choque, decanta una pérdida, algo se pierde, se extrae del cuerpo y del campo del
otro y del campo del sujeto. El sujeto ya está desvitalizado por el lenguaje que no goza
míticamente, no goza absolutamente.
El lenguaje también está atravesado por una falta, intenta nombrar al sujeto pero no lo hace
totalmente, no tiene todos los elementos.
Esa pérdida que menciono es lo que Lacan va a llamar como objeto a, es una manera de
nombrar eso que se pierde del campo del otro, del campo del sujeto y del cuerpo del sujeto.
Objeto porque no es del orden significante, no es del orden de lo simbólico, pero trata de
transmitirlo aclarando que es un espacio de localizar, nombrar ese resto que escapa al sujeto
y al otro, y que funciona como causa, causando el deseo del sujeto, en tanto localiza esa
pérdida como tal.
El fantasma es una manera de hacer algo con esa pérdida, hace una ficción, pone en juego
ese objeto a en la comunicación entre el sujeto y el otro.
Lo más interesante del seminario 10 es que nos introduce una definición nueva del
síntoma, que ya no es sólo verdad, sentidos, sino que empieza a decir que el síntoma tiene
que ver con ese resto, que es un resto de goce que habita en el sujeto.
Por ejemplo el caso Cristina lo ejemplifica muy bien, un síntoma, un malestar que se reparte
entre un sufrimiento, una presión en el bajo vientre y una necesidad urgente de ir a orinar, los
embrollos con el padre, el marido, el temor a que la abandonen, todo en la dialéctica del sujeto
y el otro, y también con las otras. Todos los sentidos alrededor del embrollo con el otro y con
la otra, pero hay un plus, que va en lo corporal, en el retener y soltar la orina.

SEMANA 7 SEMINARIO
CET Marchesini, A Semana 7

Miller, J.A., Cap 2 del Seminario Del síntoma al fantasma y retorno

¿Qué es el fantasma para Lacan?


Veníamos hablando en relación con el síntoma en la Histeria y la Obsesión. Hay una
relación entre el síntoma y el fantasma. Lacan llama fantasma a la relación del
sujeto, con el objeto en el deseo inconsciente. Esta es una de las definiciones de
fantasma, hay otras.
El fantasma emerge cuando el sujeto intenta reencontrar su posición en el Otro.
Siempre tiene su referencia al Otro, tiene “un pie en el Otro”. El sujeto acomoda su
posición en el Otro por medio del fantasma.
En cuanto al síntoma, es algo que el sujeto conoce y de lo que se queja. En cambio,
el fantasma, es algo que no conoce. Se consuela con el fantasma, es eso de lo que
no habla, a diferencia del síntoma. Uno siente una relación de extrañeza en relación
con su fantasma; tiene una referencia al Otro, a diferencia del síntoma que se basta
a sí mismo.
☛Lazo entre el sujeto y el Otro
Lacan, en su Seminario 14 “La lógica del fantasma”, va a hacer referencia al lazo del
sujeto con el deseo del Otro. El fantasma es ese lazo, esa relación al Otro del deseo.
El neurótico se protege del deseo del Otro con el fantasma como refugio y soporte. Es
defensa contra la pulsión. En una de sus vertientes, el fantasma puede ser pensado
como defensa.
☛El fantasma es una “relación de desconocimiento”
El neurótico desconoce el verdadero sostén del deseo, que es la pulsión.
Siempre detrás del deseo esta la pulsión. Por eso se habla de una relación de
desconocimiento. El fantasma no es solo una relación de deseo, también está incluida
en la cuestión de la pulsión. Van juntos, es una conjunción de deseo y pulsión.
☛El fantasma tiene una lógica, un funcionamiento
Es la manera en que funciona el comportamiento de cada uno, funciona de acuerdo
con una lógica, esta reglado. El fantasma regla la posición de cada sujeto.
c Esta lógica lleva a la revelación de que el deseo, finalmente, esta causado por la
pulsión.

➰❓ Hasta aquí nos hemos referido al deseo en términos generales: como deseo del
Otro, deseo insatisfecho y deseo. Ahora, ¿Qué es el deseo inconsciente al que
Lacan hace referencia?
Cuando hablamos de deseo se trata de un objeto, no de un sujeto. No es una
persona, no es un anhelo, no es una ambición. Es un objeto que implica la fijación.
Este sujeto del significante se va a detener, el deslizamiento infinito de la cadena se
va a detener, por esta fijación que va a dar el objeto. El objeto dado como la huella
del sujeto. Dice Miller en la página 34: “El deseo solo causa el deseo por intermedio
de un objeto”. El concepto de objeto es fundamental. Objeto con relación al cual el
sujeto queda fijado. Sino habría un deslizamiento infinito metonímico.
El neurótico produce esta introducción del objeto en el campo del Otro. Esto explica
su dependencia, su apego transferencial al Otro; cosa que no ocurre con el sujeto
psicótico. Habíamos hablado de que la neurosis o la psicosis, depende de lo que tiene
lugar en el Otro y este Otro es una función universal, es un lugar en el Otro, “Tesoro
de los Significantes”, que es un poco una abstracción.
Al introducir el tema del fantasma vamos a incluir aquello en el Otro que es también,
objeto: el Otro no es solo significante, también en el Otro está el objeto. En Freud
lo encontramos bajo el concepto de “objeto perdido”. El neurótico tiene una pasión de
ir hacia el Otro en busca de lo que le falta; sufre la falta en ser, entonces va hacia el
Otro en busca de aquello que le falta. Y, en cada Otro, cree encontrar ilusoriamente,
lo que va a complementar su falta en ser. Esta idea implica que el objeto está en el
Otro, entonces voy hacia el Otro en busca de ese objeto.
Este objeto no es algo que se pueda representar. Es un objeto que no se articula
al sujeto, sino a su propia división. Es algo que hay, pero que no pude definirse
bien que es y el sujeto tiene con eso una relación de desconocimiento (el fantasma,
a diferencia del síntoma, implica una relación de desconocimiento).
Entonces, el fundamente de mi relación al Otro va a estar marcado por el
deseo, pero más atrás del deseo estará la pulsión, el goce y el objeto. En eso
radica el verdadero lazo al Otro.

El objeto “a” en Lacan y la fórmula del fantasma: ($<>a)


El objeto “a” de Lacan viene del objeto perdido freudiano. Lacan lo va a
conceptualizar en el Seminario 10, sobre la Angustia. A esta altura de la enseñanza
va a privilegiar la anatomía, el organismo, más precisamente las particularidades
anatómicas del organismo. Lo que se pone en juego es una parte del propio cuerpo.
Piensa el objeto en términos de sustancia, que es una parte del cuerpo, una
separación anatómica que aparece como primaria en el sujeto, anterior a la incidencia
del gran Otro, anterior a la constitución subjetiva.
En el Seminario sobre la Angustia va a dar el ejemplo del seno, que se puede
remplazar por el biberón. El seno es un objeto natural que el bebe va a remplazar por
el biberón e, incluso este objeto, más tarde puede ser remplazado por cualquier otro.
La idea es que eso natural puede ser remplazado por algo cultural. Lacan va a
acentuar las raíces biológicas o corporales del objeto “a”. Y la función de este
objeto es ser algo cesible, algo que se cede al campo del Otro.
Lacan se ve llevado a describir y detallar distintas separaciones anatómicas del objeto
y va a pensar al objeto a en términos anatómicos (primer Lacan), más adelante más
que pensar en la sustancia va a pensar en el funcionamiento. Entonces hay dos
vertientes: la sustancia (oral, anal, mirada, voz) y la función del objeto. Finalmente va
a pensar que este objeto es un funcionamiento.
Va a poner como ejemplo el objeto anal. El objeto es algo que se produce, se
constituye. ¿Cómo se constituye el objeto anal? Con dos modos de funcionamiento:
la separación y la retención. Las formas del objeto anal no son las heces, sino esa
forma de relacionarse con el Otro. Esto es la matriz del obsesivo con el Otro, el
obsesivo es retentivo o repulsivo: o suelta todo o lo retiene para él.
El objeto pensado desde la perspectiva del fantasma es un funcionamiento,
es un lugar vacío que a va a ser llenado por cualquier a de estas sustancias
episódicas.
En la primera parte del año hablamos de la psicosis, el psicótico más allá del tipo
clínico no tiene esta dependencia al Otro, es un tema fantasmático, el objeto tiene que
ser perdido. Eso es lo que Freud llamaba la castración. El psicótico no ha perdido
ningún objeto, por eso no tiene que hacer ese camino al Otro, ese trayecto
pulsional hacia el Otro. Es una estructura clínica en el que objeto no está perdido, por
lo que no se consagra a encontrarlo pidiéndolo al Otro, o haciéndoselo pedir.
No está el tema de deseo y demanda, que es toda la problemática neurótica. “Los
locos son los verdaderos hombres libres”, porque no hay demanda del pequeño a. Un
objeto “a” lo tiene a disposición, son las voces. En la psicosis el objeto está
positivizado, aparece a cielo abierto. En la neurosis este objeto está velado,
oculto, desconocido.
Histeria y Obsesión. Particularidades en la problemática fantasmática
El fantasma nos permite hablar de una posición subjetiva histérica y una posición
subjetiva obsesiva, ya que son diferentes modalidades del deseo (insatisfecho-
imposible). Esto responde a cuál es la posición en el deseo para cada uno. El
fantasma es una función diferenciada y cada uno responde diferente al Otro barrado
(pág.36)
☛💎❤ La histérica frente al deseo del Otro: Se queja porque no tiene lugar en el
Otro, ella es puro objeto barrado (pág.38). Se queja del significante que la engancha
en el Otro, de un “defecto del significante”. Se presenta siempre como desalojada, sin
tener lugar. ¿Qué es lo que da lugar en el Otro? estar alienado a algún significante,
estar identificado a algún significante, apropiarse del “rasgo unario del Otro” (Freud).
La histérica no tiene lugar, podría tenerlo sometiéndose a un significante que la
enganche en el Otro y ella es reticente a eso. Entonces no está alojada en un
significante que la enganche en el Otro. Dice Miller que no tiene un enganche con un
significante en el cual “creer a rajatabla”, como el obsesivo. Por el contrario, se
engancha con el Otro por el significante como semblante.
Tiene el deseo de tener una barra sobre el Otro, porque está persuadida que el Otro
es de “cemento armado”, alguien muy consistente (pág.40). Por más que el Otro sea
un gruyere para la histérica es Otro todo poderoso.
☛⚔✖ El obsesivo frente al deseo del Otro: Para el obsesivo el Otro esta completo,
es amo de su deseo. Por ello el obsesivo es alguien sin deseo. Tiene un fantasma
que va a negar los signos del deseo del Otro. Los va a anular, a maniatar. Como el
deseo es el deseo del Otro, al anularlo anula su propio deseo. Esta es la jugarreta en
que se encuentra encerrado siempre. Cuando hablamos de que es un deseo
imposible -como el deseo se sostiene a condición de estar en el Otro- lo que aparece
como imposibilidad es la manifestación de su propio deseo.
Ambas formas de fantasma en su modalidad de deseo están asimiladas a un
axioma. Para Lacan el fantasma es un axioma, define los términos en que se juega
el deseo para cada uno de los sujetos y siempre es constante; hay una condición fija,
siempre se reenvía al axioma de la misma manera. El fantasma es esa mecánica
infernal del Otro que siempre se pone en marcha de la misma forma, voy a interpretar
la realidad de la misma manera. El sujeto le pone condiciones al Otro para que se
ajuste al libreto de su fantasma, el Otro es una ficción que uno lo hace ajustar a las
condiciones propias del goce.
El deseo insatisfecho en la histérica y el deseo imposible en el obsesivo, se
instalan como defensas frente al goce. La matriz de esos deseos es fantasmática.
Son dos modos de respuesta en que está implicada la modalidad de goce pulsional
de cada sujeto. Son dos tipos clínicos que permiten ordenar distintas estrategias
o pantomimas neuróticas inconscientes respecto al Otro y a su deseo.

SEMANA 8 PRÁCTICO
LDC Liberman, D Semana 8

✒Naparstek F., La época actual y la psicopatología


✒Bousoño, N., Una culpa gorda.
✒Gasbarro C., Habilitar al sujeto: una orientación del psicoanálisis aplicado.

Lecturas de casos. Actualidad clínica


Vamos a leer la actualidad del síntoma. El texto de Fabián nos va a introducir en las
nuevas modalidades en que se presenta el síntoma, y las consecuencias que tiene la
época en lo que respecta a las patologías y el síntoma.
El texto de Naparstek nos invita a ir a un texto freudiano, Tótem y Tabú, en el cual
Freud nos plantea el origen de la cultura. Ahí, plantea el mito de la horda primitiva, la
cual estaba dirigida por el protopadre, quien gozaba de la satisfacción plena, de todas
las mujeres. En función de esto, se organiza un pacto entre hermanos (hermandad)
en la cual se planifica el asesinato del padre y la comida totémica, la cual se basa en
ingerir, en incorporar al padre y, por ende, la ley. Entonces, la ley se instaura y todos
pactan someterse a ella: “Ninguno gozara de ese lugar de satisfacción plena que
gozaba este protopadre”.
Freud orienta a pensar que la cultura se basa en la renuncia a la satisfacción plena,
en una prohibición; para formar parte de la cultura, es necesaria una renuncia a la
satisfacción plena. El beneficio de formar parte de la cultura es que va a dar un orden
de convivencia; va a instaurar distintos tiempos.
A la incorporación de la ley paterna y la renuncia, Freud le otorga un valor libidinal,
que se va a sostener en la economía de la satisfacción que dictará dos tiempos:
Un tiempo de prohibición, de postergaciones, de renuncia en pos de grandes
ideales
Un tiempo de fiesta en el que está permitido lo prohibido, un tiempo de exceso -
de tiempo acotado- en el cual se pueden infringir las leyes, en el cual se da rienda
suelta a la satisfacción.
Ejemplos: el carnaval se realiza en una determinada parte del año, hay que atravesar
todo el año para llegar a esta fiesta, que dura un tiempo determinado, donde se puede
lo que no se podía, se juega a disfrazarse y a ser otra cosa.
En la semana, de lunes a viernes, se tiene un determinado horario para hacer las
cosas, una rutina, y el fin de semana es el tiempo del descanso, de la fiesta, de hacer
otra cosa, de romper con lo estipulado que se da durante los días hábiles.
☛De este tiempo de fiesta (que es para todos, que implica un exceso y que está
estipulado de inicio a fin) queda un resto que propicia la próxima fiesta.
Entonces, la cultura regula, bajo la Ley del Padre, el tiempo de las
prohibiciones que incluye el tiempo de fiesta, que también está regulado.
La época actual supone una inversión de los tiempos: Hay una caída de la autoridad,
de las creencias, hay un fuerte cuestionamiento a las instituciones hegemónicas que
regulaban la vida (matrimonio, patriarcado, leyes, etc.). Lacan lo había advertido muy
al inicio de su enseñanza, la decadencia de la figura paterna y de la ley del Padre,
que se fue acentuando en estos últimos años.
Hay una inversión de los tiempos con un predominio en el exceso, con la idea de que
con este exceso se puede lograr una satisfacción plena, total. Se empuja
continuamente a este exceso. Se intenta que el tiempo de fiesta que antes estaba
regulado, empiece a desmarcarse de estos límites, proponiéndose como ilimitado e
interminable. Refiere a la fiesta que dura días, que no se concluye, con las
consecuencias que acompaña y con lo que a nosotros nos respecta: el síntoma.
Presentaciones del síntoma en la clínica de la época de la decadencia del NP
El síntoma tiene un modo de presentarse diferente al tiempo freudiano. Son síntomas
que, en principio, no responden a un sentido. Son sujetos que al consultar están
identificados a las patologías de la época, a significantes de la época: toxicomanías,
alcoholismo, anorexia, bulimia. Son nombres que la época brinda a las patologías
actuales. Los sujetos cuando consultan, muchas veces, vienen identificados con este
nombre, con este significante de la época.
Freud describe al padre como una “función” que pasa al niño a través de la versión
materna: la versión del padre es transmitida a través del discurso materno, a través
de lo que la madre dice del padre, es la versión que ella tiene del padre (por ejemplo,
un padre impotente, idealizado, al que hay que temer, etc.). Muchas veces estas
versiones no coinciden con la versión de carne y hueso, lo cual se verifica en la clínica:
hay un determinado momento donde el sujeto se despierta y dice: “esto que siempre
creí nunca fue, o no es tal cual lo creía”.
Lacan retoma esto y propone el tercer tiempo del Edipo, el “no” del padre. Es
importante que el padre esté encarnado en carne y hueso; no importa tanto quien es
el padre biológico, sino que cumpla la función para el niño (lo veremos con
detenimiento cuando abordemos el caso Juanito y los tres tiempos del Edipo).
En la época actual nos encontramos con patologías que Freud denominó neurosis
actuales, consideradas el “grano de arena” sobre el cual se monta el síntoma. Si
responden a la ausencia de deseo, las llamamos “neurastenias”; si responden a la
angustia las llamamos “neurosis de angustia”. Hoy en día, los manuales la denominan
“ataques de pánico”. Nosotros las leemos bajo esta rúbrica freudiana.
Retomando, los síntomas en principio no estarían articulados al Nombre del
Padre y a la significación fálica, sino que habrá que hacer un trabajo para que
empiecen a cobrar un sentido y se anuden a ellos. Son síntomas que no tienen
un sentido para el sujeto, son “cosas que pasan”.
Entendiendo al síntoma como compuesto, verificamos que los actuales se ubican más
del lado pulsional, del lado somático; por lo que va a ser necesario ponerlos “en forma”
para que puedan ser analizables, para que dialecticen, que cobren alguna
significación fálica y se anuden al Nombre del Padre.
Esta puesta en forma va a requerir de la obra del analista, de un análisis: es necesario
que el síntoma tome la forma de un enigma, de una pregunta, “algo quiere decir”: ¿por
qué me pasa esto? Se debe pasar lo pulsional al campo del Otro, al campo de una
pregunta, de un historizar. Se busca que cobren significaciones para el sujeto, que
este le pueda dar un sentido a eso que le pasa.
La maniobra del analista, entonces, es hacer pasar este síntoma originario y
transformarlo en un síntoma artificial bajo transferencia para que cobre otro sentido.
Se debe pasar al síntoma autístico al campo del Otro. Esto lo veremos con el
contrapunto de los casos clínicos de esta clase.
Casos clínicos
Son dos casos actuales de mujeres jóvenes que tienen entre 30 y 33 años. Consultan
por obesidad, identificadas al significante de la época: “ser gorda” o “ser obesa”,
significante que las nombra y atrapa. En ambos casos, encontramos el “no poder
parar”, dicho de diferentes formas en el discurso de cada una, esto refiere al modo de
nombrar lo ilimitado de la pulsión, que pide más y más, que cuanto más se le da más
pide (circuito pulsional).
☛ En un caso se tratará de atracones, en el otro de comer hasta que “no entra nada
más”. Identificamos al objeto alimento indiferenciado, no hay un tipo de alimento que
se quiere, sino que es un comer vía atracón o hasta que no entre nada más.
La compulsión (comer interminable) responde a la exigencia pulsional ilimitada. El
límite no es subjetivo, no está del lado del sujeto. No está del lado del sujeto el decir
que “no”, “basta”, el freno; sino que está en otro lado, en que “no entra más”.
En ambos casos, la zona privilegiada es la zona oral; que pone al descubierto la cara
muda del síntoma, lo pulsional, lo somático. El síntoma actual deja ver la cara de la
exigencia pulsional.
☛ La intervención del analista estará orientado a introducir, habilitar la palabra, hacer
hablar esto pulsional, historizarlo, enigmatizar, hacer una pregunta. Se trata de
intentar poner en la cadena significante esto fijo, esto que insiste, para que pueda ser
dialectizado, posibilitando que las sujetos pongan sus propias significaciones, sus
sentidos, sus razones. Freud y Lacan ya lo advertían: las significaciones siempre son
fálicas, es decir, tienen un sentido fálico, refieren siempre a la constitución edípica
(refiere al padre, a la madre, a las identificaciones).
☛ En ambos casos, el padre aparece por la vía de los regalos: en un caso, habilita el
regalo del padre por vía del amor a servirse de este padre, a tomar este don, esto que
da el padre, a elevarlo en un lugar para la sujeto que va a pivotear su vida alrededor
de esto y va a poder proyectar y construir una vida. Al comienzo del análisis se
encontraba aplastada y gracias a este se produce un viraje hasta servirse del padre,
ponerlo a su servicio, hacer uso del don del padre.
En el otro caso se encuentran los regalos desmedidos del padre a los que la paciente,
vía análisis, puede decir que “no”. Se habilita a limitar los regalos del padre, que ni
quería ni pedía. Se trata de ubicar un limite a lo ilimitado paterno, que le permitirá
distanciarse de esta identificación al rasgo al padre en lo ilimitado. (El regalo ilimitado,
excesivo, sin fin del padre, en ella se manifiesta en el comer excesivo). A partir de que
puede limitar al padre -decirle “no”- puede servirse de él.
☛ En ambos casos, el análisis posibilitó tomar la palabra en las sujetos. En un caso,
será verificar que puede hablar sin la influencia del alcohol, sin esta muleta o ímpetu.
En el otro caso, cuando la analista le señala que con la gordura “apaña” la
insatisfacción de la cual se queja (esta inversión dialéctica que produce un tapón), le
posibilita pronunciarse, empezar a hablar de su propia insatisfacción; entonces hay
algo del deseo que empieza a funcionar y deslizarse. En este segundo caso, también
está la identificación a la madre: una madre silenciosa, con plena gratitud, el “no decir
nada” al padre. Se verifica que puede separarse de esta identificación para posibilitar
otra cosa. Pasa de “ser una vergüenza”, a “tener vergüenza” de la mirada de un
hombre.
☛En ambos casos, se pasa de “ser una nada” a “tener una culpa”, referida a la
gordura. Se produce un efecto terapéutico significativo: al comienzo, se percibe el
goce pulsional, solitario, autístico, sin lazo al otro y luego se produce el pasaje a
sintomatizar la obesidad; lo que implica poder hablar de eso apuntando a la propia
subjetividad. Los kilos, la gordura, la obesidad: significan para cada una lo propio, lo
singular, lo referido a sus propias marcas. Cuando algo de esto se mueve el efecto
terapéutico que acompaña, es la pérdida significativa de kilos.
La época actual, entonces, requiere de la puesta en forma del síntoma: pasar del
síntoma original al síntoma bajo transferencia, que va a permitir dialectizarlo,
sintomatizarlo, poder empezar a hablar de él y ubicarlo en otro lugar.

SEMANA 8 TEO
SEM 8 - Teo Naparstek

Vamos a trabajar alrededor de la noción de síntoma en la última enseñanza de Lacan, la


relación del síntoma con el goce.
Cuando decimos síntoma y goce nos estamos refiriendo a lo que en Freud trabajamos desde
el aspecto pulsional.
Una primera referencia en Freud que la encontramos en Nuevos caminos de la terapia
analítica, es un texto corto y en la primer parte da cuenta de porque llama psa al psicoanálisis.
Él plantea que el término analizar, el cual toma de la química, es separar elementos. Freud
plantea que en el psa hacemos una tarea semejante, y el compuesto al que se refiere es el
síntoma, y los elementos heterogéneos que lo componen son lo pulsional y las tramas de
representaciones.
Propone como primer movimiento del análisis separar el goce del significante, esto implica
una operación propia del psa. Una vez que se separan estos elementos, lo que viene es algo
natural, es una tendencia propia del aparato hacia la síntesis y se conforma nuevamente ese
compuesto, que lo llama síntoma artificial o neurosis artificial, que es lo que conocemos como
neurosis de transferencia, a las cuales considera como neurosis de laboratorio.
El síntoma al natural sería el síntoma que tiene la gente por fuera del dispositivo analítico, el
agregado que propone Freud, es que por la transferencia se incorpora al analista, y pasa a
ser parte de ese síntoma.
En este caso el analista es como un caballo de troya pues tiene que meterse adentro del
síntoma para poder combatirlo.
Lo que llamamos elemento es lo que antes llamábamos átomo, como último elemento
indivisible. Hoy sabemos que no es así, pero a lo que hacemos referencia como indivisible,
en este caso sería lo pulsional.
En inhibición, síntoma y angustia Freud plantea que hay algo irreductible del síntoma e
ineliminable.

Ubicado esto pasamos a una formulación que da Lacan en el seminario 10, que si bien no es
el último Lacan, anticipa esta concepción del síntoma.
Aquí plantea que el síntoma es goce (pág 139) “Como ustedes saben, el síntoma no puede
ser interpretado directamente se necesita para ello la transferencia, o sea, la introducción del
otro”.
Lo que está diciendo es a contrapelo de lo que él mismo venía planteando siguiendo a freud,
de que el síntoma es una metáfora, o sea, que es interpretable y que tiene sentido como todas
las formaciones del inconsciente, en este caso está diciendo algo bien diferente ya que
propone que el síntoma es goce y no puede ser interpretado y que no tiene nada que ver con
el otro, luego lo aclara aún más y agrega lo siguiente: “quizás todavía no lo captan ustedes
bien y me dicen, bien, si, esto es lo que está diciendo usted del acting out no forma parte
esencial de la naturaleza del síntoma que deba ser interpretado (...) hay que decir por otra
parte, que el acting out llama a la interpretación pero la cuestión es ciertamente saber si esta
es posible, demostraré que sí (...) tratándose del síntoma, está claro que la interpretación es
posible pero con una determinada condición añadida, a saber, que la transferencia esté
establecida, en su naturaleza, el síntoma no es como el acting out que llama a la
interpretación, puesto que demasiado a menudo se lo olvida. Lo que el análisis descubre en
el síntoma es que el síntoma no es llamada al otro, no es lo que muestra al otro, el síntoma
en su naturaleza es goce, no lo olviden, goce revestido sin duda, no lo necesita a ustedes
como el acting out, se basta a sí mismo.
Esto marca el aspecto autoerótico del goce, está poniendo de un lado al síntoma como goce
autoerótico que no tiene nada que ver con el otro, y del otro lado pone al otro, con los sentidos,
con lo posible de interpretar, etc.
Es decir, que el síntoma, en tanto tal, no tiene nada que ver con el otro.
¿Porqué alguien llevaría una satisfacción autoerótica al campo del otro?
Una respuesta posible es que suponemos que ese síntoma que es un goce que se
autosatisface, algo pasó con ese síntoma que dejó de ser tan satisfactorio como lo era antes.
Uno debería inferir que si el síntoma funciona bien no debería ir a ver a un psa, porque se
autosatisface y le alcanza, por lo tanto cuando uno recibe a un paciente debería preguntar
¿Cuál era su síntoma?
Por otro lado, lo que está planteando Lacan es que para que ese síntoma sea interpretable
hace falta sobre agregarle la transferencia (síntoma/natural + artificial). Ese artificio es hacer
creer a alguien que ese síntoma tiene un sentido, cuando eso se logra ya hay implicado algo
del otro, y es a partir de esa creencia que puede empezar a analizarlo e interpretarlo.
Esa creencia que no está en la naturaleza del síntoma, permite el análisis del mismo. Al final
del tratamiento algo de ese sentido se termina vaciando para llegar nuevamente al núcleo del
síntoma.
Que el síntoma tenga sentido está ligado a la idea del Edipo, del NP, es decir, que Lacan en
este seminario pueda arribar que hay algo en la naturaleza del síntoma que es vacío de
sentido, es que se trata de un síntoma por fuera del campo del NP.
Cuando pluraliza los NP pone en cuestión al Padre Universal, como si fuese el Dios ún ico y
para todos por igual, que es la idea por excelencia judeo cristiana.
Entonces, hay un aspecto del síntoma que no tiene ningún sentido y que lo único que trae
para el sujeto es un goce que no sirve para nada, que no tiene ningún beneficio, al menos
para el sujeto, se satisface a sí mismo (las pulsiones se satisfacen a sí mismas de manera
anárquica, el edipo hace creer que eso tendría algún sentido en el marco de la novela
familiar). Lo que plantea Lacan es que en un punto, en su núcleo no tiene ningún sentido y
que hay algo de ese síntoma que es irreductible, al estilo de esas satisfacciones que son muy
habituales hoy en dia, como alguien que no puede parar de consumir drogas y sabe
perfectamente que eso lo lleva a la muerte, que es una satisfacción que no tiene ningún
beneficio, sin embargo no lo puede dejar de hacer, también lo podemos ver en los trastornos
alimenticios.
Lo que aporta es una concepción que está muy ajustada a la época, no es un Lacan que
discute consigo mismo, va cambiando de acuerdo a la subjetividad de la época.

SEMANA 8 SEMINARIO
CET Kwint, E Semana 8

✒Aramburu J., La histeria en los síntomas modernos


✒Laurent E., Los nuevos síntomas y los otros

Los nuevos síntomas


La clase se organiza en función de cuatro puntos, el primero será una suerte de “punto
cero”. Lo van a trabajar específicamente en lectura de casos.
⓿ Lauren menciona el texto “Complejos familiares” (1938). Lacan lo escribe previo
al comienzo de su enseñanza, unos años después de haber presentado su tesis. Allí
retoma una crítica que realiza Malinowski respecto el Edipo freudiano. Malinowski
presenta el caso de una tribu donde las personas se encontraban exentas de
neurosis. Lacan señala que la disociación de la función paterna -el Nombre del Padre-
con respecto al padre de carne y hueso, lejos de favorecer que el sujeto quede exento
de neurosis, conduce a una respuesta estereotipada. No da lugar a una respuesta
singular y creativa del sujeto, sino que está condenado a la estereotipia.
Cuando trabajamos el Hombre de las Ratas, hubo algo de esto. Lacan lo trabajó en
el artículo “Función y campo” y en “Variante de la cura tipo”, donde el Hombre de las
Ratas repetía algo del orden del padre. Lacan rescata la intervención freudiana,
“inexacta pero eficaz”: a través del doloroso camino de la transferencia, pudo asir
como nuevo el plan familiar, el peso que tuvo para el paciente. Lo hizo traer a la
conciencia esta falta de fe, la indelicadeza del padre. Veremos que Lacan plantea en
el Seminario 23: “Se puede prescindir del padre a condición de haberse servido de
él”.
❶ Vamos a hacer una lectura de la época actual. Me voy a servir de tres coordenadas
que se encuentran en el artículo de Laurent.
☛La caída del Nombre del Padre
La caída del Nombre del Padre tiene como consecuencia la caída de los ideales, la
caída de los grandes relatos; sea bajo la forma de las religiones, la filosofía, la
ilustración o la caída de Marx, de Freud. Es una caída de “significantes amos”.
Esto da lugar a una sociedad de hermanos, hermanados en relación a la increencia
respecto a estos grandes relatos. La caída del Nombre del Padre, produce una
sociedad de hermanos incrédulos respecto de los ideales. Esto produce la segunda
coordenada: La pluralización de los goces.
☛La pluralización de los goces
Laurent ubica que la caída Nombre del Padre junto con la caída de la significación
fálica genera una “feminización de los goces”, una pluralización de los goces: Con la
caída de esta medida fálica, los sujetos se van a ligar en función de un mismo estilo
de vida, de una misma modalidad de gozo.
Podríamos retomar en ese punto el texto de “Psicología de las masas”, donde Freud
trabaja cómo se constituye el grupo humano. Se sirve de los ejemplos de la Iglesia y
el ejército, ubicando allí esta doble identificación. La primer identificación, en la
medida que cada sujeto, ubicaba el mismo objeto -el mismo líder- en el lugar del ideal.
Esto favorecía la identificación entre los “yoes” integrantes de la masa. Lo que
posibilitaba la cohesión, la unión de la masa. También nos advertía sobre la “angustia
pánica”, cuando se produce la caída del líder.
Esto de “angustia pánica” es interesante en relación con la actualidad. Hoy en día
ante la caída de los significantes amos, aquello que posibilita un lazo con los otros,
es el objeto de consumo; ya sea bajo la forma del tóxico o bien vía los objetos que
oferta el mercado capitalista.
☛El ascenso al cenit del objeto a
A falta de grandes ideales en el horizonte, aparecen los objetos tecnológicos –
“gadgets”-, en una rueda sin fin que empuja al consumo. El sujeto, lejos de ser un
“sujeto consumidor”, termina “siendo consumido por” el mercado. Se produjo la caída
de la significación fálica, pero el goce fálico -en relación con la acumulación de
objetos- no cayó. El discurso capitalista empuja a “descartar y comprar lo nuevo”.
A la altura del Seminario 17, también se puede investigar algo de esto: En “Hacia el
reverso del psicoanálisis” Lacan plantea los cuatro discursos. En primer lugar,
mediante el discurso uno establece un lazo al otro; en segundo lugar, aquello que
decanta de un discurso es la modalidad de goce del sujeto.
Los cuatro discursos que Lacan plantea tienen gran resonancia en relación con tres
grandes imposibles que Freud menciona: “es imposible educar”, “es imposible
gobernar”, “es imposible analizar”.
Lacan se sirve de cuatro matemas, que en cada discurso van rotando (siempre en
cierto orden, es una red de rotación de un cuarto de hora). Se maneja con cuatro
términos:

» El S1, que es el significante amo.


» El S2, que es el saber a producir.
» El $ (sujeto barrado).
» El objeto a.
Siempre aparecen en este orden, es una suerte de dos duplas: S1/S2 y $/a. En
relación a S1 y S2, nos resuena la cadena significante. Y $ y objeto (a), son los
matemas del fantasma ($<>a).
El “discurso amo” nos permite leer la época patriarcal de Freud. Lacan sitúa que de
no haber existido la Reina Victoria, no hubiese surgido el psicoanálisis. (Esto lo
reencuentran en el texto de Aramburu). El sujeto de la época victoriana está sometido
por los S1, por los ideales; está bajo el peso de los ideales, “bajo la barra” (—).
Dependerá del sujeto, tomar estos ideales y seguir con ese peso o hacer algo,
deconstruirse, dejar caer estos significantes amos y buscar otra cuestión.
La doble barradura (//), que encontramos en el piso inferior la leemos como una
disyunción entre el sujeto y el objeto ($//a). Lo propio de la época victoriana de Freud,
era que la única forma en que el sujeto podía encontrase con el objeto y gozar en
relación a él, era vía la fantasía.
Retomando, Lacan había planteado cuatro discursos, a partir de la rotación de los
cuatro matemas en un cuarto de hora. Unos años después, plantea un quinto
discurso: El discurso capitalista.
Lacan va a decir que este es un “falso discurso” o “pseudo discurso”, debido a que el
cuarto de hora de los cuatro matemas no se produce. Hay una perturbación anómala
de esta rotación, los cuatro matemas no rotan, solamente se produce una inversión
de los dos primeros términos del discurso del amo.
El sujeto aparece arriba, ya no es el sujeto sometido a los ideales. Se da un sujeto
que tiene que autoformarse sus propios ideales. Tampoco está la ligadura que había
en S1/S2 y $/a. Se quebró esa relación de dos duplas, colapsa.

De esto se desprenden tres consecuencias:


» Colapsa la cadena significante, hay un efecto de “cadena rota”; que nos recuerda a
como pensamos la psicosis.
» Colapsa la dupla de ligazón entre $ y objeto a, con lo cual estalla el fantasma.
Hallamos un goce deslocalizado del fantasma, un goce que prescinde del otro,
prescinde del sentido (pensamos el fantasma como ventana a lo real).
» Además, se retira la doble barradura del piso inferior, que viene a indicar un punto
de detención (cada discurso tenía un punto de detención, de límite). Lo propio del
discurso capitalista es que no hay punto de detención, hay “Verwerfung”; el
mecanismo específico de la psicosis.
Esto quiere decir que hay un rechazo de la castración. Lo propio del discurso
capitalista es una suerte de ruedas sin fin, un empuje a “gozar de más”. Aquello que
queda estragado es el goce particular del sujeto, en función de un empuje a un “gozar
de más”.
Los sujetos contemporáneos cabalgan en relación al discurso de la ciencia que
avanza, este es un saber que se impone, que prescinde del otro. Es el saber que
podemos encontrar en los celulares, en Google, en Wikipedia. El saber está allí, “a la
altura del bolsillo”.
Efectos de la caída del discurso amo en la clínica actual
Los sujetos no llegan al análisis posicionados en relación a la falta en ser, sino que
llegan posicionados más del lado de una falta de goce: aplanados, aplastados,
deprimidos, con algo del orden de la abulia porque no encuentran la felicidad.
Esto nos lleva a reconsiderar el estatuto del sujeto dividido, que tiene que ver con la
pregunta en relación a qué lugar tiene en relación al deseo del otro. Aquí nos
encontramos con que el sujeto se encuentra en las antípodas, no hay una pregunta
en relación al deseo, sino en relación a esta falta de goce. Es un sujeto falsamente
dividido; se va a encontrar taponado, llenado, a partir de los objetos que le oferta el
mercado en pos de una supuesta felicidad.
❷¿Qué lugar le queda al psicoanálisis hoy?
¿Cómo se posiciona en este punto?, ¿Se trata de ir a contramano del discurso
capitalista? o ¿Podemos servirnos del discurso capitalista para proponer otra cosa?
Hay una posición crítica de ambos autores, en primer lugar ubican si el psicoanalista
está a la altura de la época, de la subjetividad de la época (quien no esté a la altura
mejor que renuncie).
También se preguntan si los psicoanalistas nos encontramos disponibles para ser
destinatarios de las demandas actuales. Hay algo allí del poder recepcionar y pensar
en función de estas demandas y síntomas actuales, que llegan a la consulta.
Entonces, ¿Qué lugar hay para el psicoanálisis? Hay una frase que Lacan emplea en
“Hablo a las paredes”: “Lo que distingue al discurso capitalista es la Verwerfung, el
rechazo hacia fuera de todos los campos lo simbólico, con las consecuencias que ya
les dije, ¿de qué? de la castración. Todo orden, todo discurso, que se emparenta en
el capitalismo, deja de lado las cosas del amor. La castración hizo su entrada
impetuosa bajo la forma del discurso analítico.”
Esta frase nos permite ubicar que, de lo que se trata en un psicoanálisis, es de dar
entrada a algo del orden de la castración. Ante esta rueda sin fin que empuja el
mercado hacia un gozar de más, poder producir una detención, un corte en esa
dificultad que presentan los sujetos contemporáneos en estar en desacuerdo, en un
decir que te empuja un gozar de más.
En estos síntomas actuales, aparece algo del orden del goce, pero es un goce
deslocalizado del fantasma que prescinde del otro, que prescinde del sentido. Ante la
caída del padre, ante la caída de la significación fálica y ante esta propuesta de la
pluralización de los goces, los sujetos se ven confrontados -se trata, casi, de un
empuje forzoso- contra la castración y esto trae como consecuencia un no querer
saber respecto del inconsciente.
Respecto del texto de Aramburu voy a retomar una cuestión que no aparece en el
fragmento que ustedes tienen, pero está en el libro. La pregunta que ubicamos en la
histeria: “¿Qué ser una mujer?”, en la actualidad, no va a aparecer bajo esta forma.
Aramburu se sirve del ejemplo respecto a la maternidad. Gracias al avance de la
ciencia, hay todo un menú de opciones para alcanzar esta demanda. Incluso, hoy se
podrían agregar otras opciones, además de las que menciona.
Ante este menú, se trata de ubicar lo real de la causa. Bajo esta demanda actual que
presenta el paciente, se trata de ubicar el deseo. Un sujeto transcurrió un análisis, en
la medida en que se lleve cierto saldo de saber, un “saber hacer” a partir de su deseo;
el deseo comanda la cuestión. Se trata de ir a buscar lo real de la causa de ese deseo,
¿Dónde se les juega realmente ese deseo?, más allá de las demandas y síntomas
actuales.
❸ Prescindir y usarlo
Laurent se pregunta, ¿Qué tendría que hacer el psicoanálisis frente a esta caída del
padre? Opción uno: ¿Se trata de restituir al padre? No. Segundo, ¿Se trata de
avenirnos a esta pluralización de los goces, con la complicación trae aparejada? (un
vale todo en pos del “derecho a gozar” de cada sujeto). Tercero, ¿Se trata de
prescindir del padre a condición de haberlo usado? Sí.
“La solución que propone Lacan más allá del padre guardián, del sentido sexual y del
sentido fálico, es un padre que hay que usar y podemos prescindir de él como garante
de sentido, a condición de encontrar algo que tenga el mismo poder de decir no”. El
psicoanálisis hará su entrada y podrá seguir siendo vigente, en la medida que pueda
introducir esto del “no”, cuando algo en la vida de un sujeto se le ha vuelto
insoportable. Pensemos en el discurso capitalista, esa dificultad en estar en
desacuerdo, en detenerse, en parar la rueda que nos empuja a un gozar de más
Juanito, en una entrevista de adulto menciona la alta estima e idealización que tiene
respecto de su padre, que fue discípulo de Freud. Su padre era crítico de la ópera.
Muchas veces, con escuchar un solo acto ya podía hacer la crítica; entonces le dejaba
su asiento a Juanito, que se sentaba y disfrutaba. Allí hay algo de lo invocante -lo
convocaba- y de lo escópico -él está capturado en relación a esto-.
Durante la primera guerra mundial, su padre lo envía a Berlín y le hace una tarjeta de
presentación que le permita pasar a ver una ópera. Juanito quedó extasiado y fue a
una temporada completa. Como ya no tenía más tarjetas de presentación, empieza a
copiar la letra de su padre. Finalizada la temporada se acerca el director de uno de
estos teatros y le dice que no era necesario copiar la letra del padre, lo mismo lo
hubiese dejado pasar. Fue sensible en ese punto, habrá notado esta captura que
tenía Juanito respecto de la ópera. Juanito dice que ese fue el punto de decisivo de
su vida y creo esta carrera, de director de escena. Se podría haber quedado
cómodamente en el asiento del padre -estereotipia- y sin embargo, a partir de ese
“no” se propuso hacer otra cosa, su misión en la vida.

SEMANA 11 PRÁCTICO
Semana 11 – CLC

✒Tarrab. Producir nuevos síntomas


✒Berger. Del ataque de pánico a la angustia como brújula.

Lecturas de casos: Actualidad clínica


Introducción
Las clases de esta semana inauguran el último trayecto de la materia. A partir de
ahora, entraremos en la última unidad temática, en la que vamos a abordar fobias y
perversiones, junto con un articulador central: la angustia.
En este espacio, hemos estudiado las estructuras neuróticas (histeria y neurosis
obsesiva) siguiendo la pista del síntoma. En este trayecto de la cursada daremos
continuidad a ese trabajo.
Iniciaremos esta unidad temática trabajando sobre la actualidad clínica. Esto
representa una novedad ya que anteriormente partimos de casos clínicos clásicos de
los historiales freudianos. Ahora, en cambio, vamos a trabajar en torno a la pregunta
de ¿Cómo leemos la clínica actual?, ¿Cómo se presentan los nuevos síntomas?,
¿Cómo se abordan estos? Estas preguntas ya se habían enunciado alrededor de la
Semana 8, en el video del CET y el espacio de Teóricos. Allí se habían planteado
cuestiones en torno a la época actual y el síntoma-goce, que son líneas que están
muy en continuidad con el planteo que hace Tarrab en su texto. Retomaremos esas
líneas, dando un paso más en la pregunta por los síntomas actuales. Les propongo
pensar lo actual en la clínica no sólo en relación con la época, sino también en torno
a aquello que Freud conceptualizó como “Neurosis actuales”. ¿Qué relación podemos
establecer entre estas dos vertientes?
Tarrab. Producir nuevos síntomas
El texto de Mauricio Tarrab surge de una conferencia que da en el año 2005, en el
marco de unas Jornadas que centraban su trabajo en el tema de las nuevas angustias
y los nuevos síntomas. Allí, va a retomar el trabajo sobre tres cuestiones centrales
que pone en articulación: época, nuevos síntomas y la novedad lacaniana.
☛ Época: En relación a la época, el autor advierte que se trata “de la época del
rechazo del saber, de la decadencia de las referencias ligadas al ideal, de la vacilación
de los semblantes en la cultura”. Señala que se trata de un “mundo escéptico,
increyente respecto de la eficacia del saber y cada vez más cínico”. Recuerden que
Eric Laurent hablaba época actual en relación con la caída de los grandes relatos.
Hay que decir que esta caída, esta vacilación, la puesta en cuestión de las referencias
simbólicas, tiene incidencia en la configuración de los síntomas, así como también en
la eficacia de los abordajes terapéuticos, los tratamientos. Estas son las dos líneas
que el texto propone a continuación.
La descripción que realiza de los nuevos síntomas está muy en sintonía con lo que
veníamos trabajando en la cátedra como síntoma-goce. Es decir, se trata del síntoma
que no pide nada, que se basta a sí mismo, que es fijación de goce y no se dirige a
Otro. Se trata de un “puro goce”, “que no sirve para nada”, goce que se presenta
opaco, y que no va acompañado ni recubierto por ningún sentido. Se trata de la
presentación de ese duro núcleo pulsional sin ningún recubrimiento, sin envoltura.
Recordarán la metáfora que Freud propone en el caso Dora, sobre el grano de arena
en torno al cual el molusco forma la perla. Aquí no encontramos perla. Son síntomas
que van a contramano de la vertiente simbólica (no invitan a pensarlos como un
mensaje a descifrar).
☛ Nuevos Síntomas: Tarrab propone una serie de estos nuevos síntomas:
toxicomanía, anorexia, bulimia y ataques de pánico. Además, señala la proliferación
de las variadas formas de manía y la inercia de la depresión. Estos nuevos síntomas,
que pertenecen a la época actual, no pueden ser leídos desde la fórmula del síntoma
como compuesto (donde la fantasía es el marco que permitía sostener juntos -
mediante una soldadura- aquellos componentes heterogéneos del síntoma: pulsión y
sentidos).
Nos encontramos con síntomas que rechazan el inconsciente y prescinden del Otro.
En este punto, nos acercamos a lo que Freud planteaba como los síntomas de las
“Neurosis Actuales”. Recordaran que, en determinado momento, él distingue
“Neurosis de Transferencia” de “Neurosis Actuales”. Estas últimas, son neurosis que
se caracterizan por presentar síntomas que no son producto de un procesamiento
psíquico. Allí no hay conflicto inconsciente, ni instancias en pugna, no hay represión,
ni su fracaso. Nos encontramos con los síntomas que son, más bien, efecto directo
(no mediado por procesamiento psíquico) de un quantum de tensión sexual somática,
no derivada de la manera adecuada. Freud señala que estos síntomas son
inasequibles al tratamiento analítico (ya que no cuentan con tramitación psíquica ni
hablan en el inconsciente)
☛La novedad lacaniana: Los síntomas de la época actual, también ponen límite a la
eficacia del psicoanálisis, evidenciando los límites de nuestra práctica. En este punto
Tarrab introduce “la novedad lacaniana”: la apuesta del psicoanálisis por hacer entrar
esos síntomas al campo analítico, pese a su resistencia.
↳♆ La novedad lacaniana ha permitido construir una clínica posible de estos
síntomas, una clínica que no será la del desciframiento: “a mi juicio no hay
desciframiento de la anorexia ni de la intoxicación, ni del pánico, ni de la computadora,
eso no se descifra”. Este es el punto de detención que él va a ubicar en la operación
freudiana; es decir, que si se intenta descifrar estas prácticas -que son “más prácticas
que sentidos”- vamos hacia el fracaso.
Por el contrario, se trata de producir un corte en el funcionamiento de estos síntomas,
de conmover algo de esa fijación de goce, propiciando que estas se enlacen a un Otro
y que algún sentido se pueda hacer oír allí. El autor lo dice de esta manera: “Si la
época, si los síntomas actuales resisten al discurso, la apuesta analítica es hacer que
se traduzca en términos de saber, lo que se realiza como goce. La apuesta es hacer
entrar algo de eso que no quiere saber, en el campo de una interrogación”.
Una joven que no era Otaku: Esta manera de leer la clínica y las maniobras que
involucra, se evidencian muy bien en las viñetas que forman parte del texto. En “Una
joven que no era Otaku”, se ve muy bien cómo hay una maniobra inaugural: aquella
donde el analista enfatiza, casi al extremo, esas pocas palabras que la muchacha
joven enuncia. Ella dice que se considera “un caso perdido” y que cree estar
“inutilizada”. A partir de la maniobra de enfatizar esas pocas palabras, alguna
interrogación puede empezar a desplegarse.
Tres cuestiones más respecto de la novedad lacaniana. (Decíamos que consiste en
haber construido una clínica posible para abordar los nuevos síntomas)
↳♆ Es una clínica que se caracteriza por no ser una clínica del consumo. Esto
quiere decir que es una clínica que no des-responsabiliza a los sujetos, ya que, de
esa manera, los tornaría inanalizables.
↳♆ No se sirve de categorizaciones y tratamientos predeterminados y
estandarizados. Es una clínica que preserva la heterogeneidad, que va contramano
del empuje homogeneizante de la época, constituyendo una clínica de lo singular.
↳♆ Finalmente, se trata de una clínica que conviene ser leída a la luz de la última
enseñanza de Lacan. Porque es allí donde encontramos las herramientas
conceptuales que nos permiten orientarnos respecto de las maniobras que hay que
producir, para que esos nuevos síntomas consientan ser abordados por un
tratamiento analítico.
Berger. Del ataque de pánico a la angustia como brújula.
Tenemos, por un lado, los nuevos síntomas y la novedad lacaniana por otro. El tercer
eje surge de la lectura del caso de Andrea Berger. Se trata de extraer del conjunto de
los nuevos síntomas a la angustia, cuando esta se hace presente bajo la forma del
ataque de pánico.
El ataque de pánico es un diagnóstico bien actual que nombra una de las formas
bajo las que se presenta aquello que Freud describió en 1894 como “Neurosis de
Angustia”. Freud define las Neurosis de Angustia como un complejo de síntomas que
se agrupa en torno a ese síntoma central, la angustia, que da el nombre al cuadro
clínico. Dentro de este complejo de síntomas, se destacan: la irritabilidad general, la
expectativa angustiada, el ataque de angustia, el terror nocturno, el vértigo y el mareo.
En el inicio del caso clínico nos encontramos con muchos de estos índices, como
parte de la descripción inicial de su padecimiento. Se trata de episodios que le
producen un sobresalto, taquicardia, sudoración, falta de aire y mareo. Lo resume de
esta manera: “un tsunami que me pasa por encima”.
Se trata de la angustia en su cara de angustia fisiológica o automática, que
irrumpe de manera totalmente imprevista y deja al sujeto pasivizado, desvalido,
frente a un exceso de excitación imposible de tramitar por el aparato. Lo que se
verifica en ese momento es la ausencia de palabras, de representaciones, de
significantes que puedan nombrar de alguna manera a esa angustia.
Hay un detalle del caso, de la presentación clínica, donde nos detenemos: la demanda
de análisis no se produce por los ataques de pánico, sino que es producto de la
derivación del psiquiatra, quien inicialmente atiende a esta chica. La demanda de
análisis se produce en torno al malestar que a ella le genera la intervención del
psiquiatra que va en contramano de la primera intervención: la de su padre. Éste le
da una medicación para que ella se alivie, y el psiquiatra le contraindica su uso,
ofreciéndole otra. Sobre estas coordenadas, sobre “esta célula inicial”, el trabajo
analítico se comienza a desplegar. Este le permite hacer una lectura de esos
episodios a la luz de su historia y se va enlazando esa vivencia disruptiva y paralizante
con algunos sentidos. Se verifica la insistencia de un mismo circuito: la puesta por
complacer al Otro, por colmar su deseo, haciéndose ella objeto; lo que la deja
paralizada, mareada y encerrada.
Esta elaboración de saber se produce en análisis, y la habilita a ciertos cambios.
❗Finalmente, los ataques de pánico ceden, pero subsiste la angustia bajo la forma
de una inquietante extrañeza, angustia que ya no es esa angustia automática, sino
que es la angustia en su cara de señal: señal, advertencia, de un peligro que
permite un uso instrumental. Es una angustia que orienta, por eso, es una angustia
que nombramos como “brújula de lo singular”. Orienta y permite hacer la extracción
de esa causa singular a la que hacía referencia Mauricio Tarrab.
Retomamos una frase del caso de Andrea: “la angustia, una función clave que nos
orienta en la construcción de un síntoma”. La orientación es, entonces, a producir
nuevos síntomas en transferencia, que sean abordables por el discurso analítico, que
supongan la presencia de un enigma que habiliten a la interrogación, a desplegar un
sentido, y que sea posible entonces, ponerlos al trabajo en relación con un Otro.

fobia
SEMANA 11 TEO
✒Freud (1926), Inhibición síntoma y angustia, Cap 7, 8, 9, 10
✒Freud (1032), Conferencia 32: La angustia y la vida pulsional.
✒Naparstek, Angustia (Cap 21-teorico 19). En Teóricos 2014

Afecto angustia desde la perspectiva freudiana


La angustia es un afecto privilegiado entre otros, por eso es interesante pensarla
clínica y conceptualmente. Clínicamente el afecto, a diferencia del decir, se muestra.
Poder hacer pasar el afecto al dicho, no tiene tanto que ver con preguntarle al
paciente: “¿Qué quiere decir?”, sino más bien con tratar de desplegar eso
insoportable.
Clínicamente, el afecto es un efecto sobre el cuerpo, que afecta a un saber. Freud no
toma el afecto como una expresión natural, sino que la ubica con cierta equivocidad
en las expresiones afectivas (por ejemplo, reírse en un velatorio, llorar de emoción).
No hay una expresión “natural” en los afectos. Esto es así, porque cuando una
representación se reprime va al ICC, y el afecto se une a otra representación, distinta.
Se piensa a los afectos como algo engañoso, porque se unen a otra representación
y no a la original. Entonces el afecto y la representación son de distinta naturaleza,
son dos elementos heterogéneos; están unidos, pero no son lo mismo. El afecto está
por fuera del decir, por fuera del lenguaje. Pero hay un afecto que no engaña: La
angustia.
¿Por qué la angustia es un afecto que no engaña?
Para responder nos introducimos en Inhibición síntoma y angustia. Hay quienes
afirman que en Freud podemos ubicar dos teorías de la angustia. Una se ubicaría al
inicio de su obra, con las Neurosis Actuales (donde dice que la libido que no es
descargada se transforma en angustia) y la otra se reconocería en Inhibición, síntoma
y angustia (donde distingue angustia señal y angustia automática).
Nosotros no hacemos esta distinción, ya que en Freud se ven antecedentes de
cómo nombra la angustia en ISA, aunque utilice otros nombres. Un ejemplo es la
Conferencia 25. Y antes, incluso, hablaba de “desarrollos de angustia” en oposición
al “sobresalto”. Lo que sucede es que en 1923, en ISA, las nombra definitivamente
como “angustia señal” y “angustia automática”.
Freud ubica la angustia como un afecto y desarrolla a su alrededor la “teoría general
de los afectos”; inscribiéndolos en una serie, que va del placer al displacer. El define
los afectos como “actos de descarga”. Son tanto motores como glandulares, son
“una síntesis fisiológica”.
Los afectos, tienen otra dimensión además de la “fisiológica”. En ISA habla
de su “dimensión histórica”, pues son una repetición de una experiencia
significativa del pasado.
¿Cuál es el origen de la angustia?
En primer lugar, hallamos la repetición del trauma del nacimiento, en la medida
que este implica una experiencia masiva de los estímulos y las descargas. Veremos
que en “Más allá del principio del placer”, cuando retoma el tema, ya no habla del
peligro del trauma del nacimiento, sino del trauma en general. Va a hablar de la
“situación traumática”, en la que el aparato psíquico es invadido por un
incremento masivo de estímulos, en una cantidad que no está en condiciones
de poder regular.
En el nacimiento hay un peligro objetivo, pero el sujeto no tiene la representación de
ese peligro. Es un peligro sin contenido psíquico, el peligro no es registrado como tal.
Lo que sí se registra son las grandes magnitudes de excitación, que son respuestas
adecuadas a ese momento. Si bien no hay representación del peligro, quedará una
impresión, una huella: la dimensión histórica que permite la repetición de esa
experiencia vivida. El sujeto podrá reproducir esa vivencia, pero ahora de modo activo
(no como en el trauma del nacimiento, donde es vivida pasiva y automáticamente).
En la Conferencia 32, a esta invasión fisiológica la llama “infección tóxica”.
Entonces una vez ubicado el origen de la angustia, se pregunta:
¿Qué función tiene la angustia?
Freud distingue dos dimensiones.
☛Dimensión automática: es fisiológica, compuesta de actos de descarga, tanto
motores como glandulares, hay alteración del ritmo cardíaco, respiratorio. Es vivida
por el yo pasivamente; hay una destrucción de la organización yoica, invasión de
estímulos, sin la percepción ni la preparación para el peligro.
☛Dimensión histórica: posee el mismo tipo de reacción física, pero aquí la angustia
es un “afecto”, lo que implica la repetición de una experiencia del pasado, definida
como “trauma”. El trauma es una situación en la que el aparato psíquico se ve invadido
por un incremento de excitación. Dicha excitación, ahora es vivida activamente y
tiene la función de señalar el peligro.
En lugar de que se desarrolle esa “angustia automática”, masiva; ahora el yo puede
reproducir activamente el afecto angustia. Pero cuando lo reproduce, no lo hace
totalmente, sino de forma moderada, en pequeñas dosis. Ya no implicará una
desorganización del yo, por el contrario: es una señal de peligro, así este se puede
preparar para enfrentar la situación.
Entonces, la dimensión “automática” de la angustia, tiene la característica
del sobresalto, la invasión, la no preparación, la masividad. Y la dimensión de
“señal”, es más mitigada, es una alarma, reproducción activa del trauma. Es
algo que el yo de puede manejar.
Ahora bien, las dos se pueden combinar: se puede comenzar con una angustia señal
y luego masivizarse. O bien, lo que empieza como una angustia masiva, puede
dosificarse. Puede “subjetivizarse” (Esto se ve bien en el caso de Andrea).
☛Lo nuevo de ISA no son estas dos dimensiones (presentes desde antes en la obra
freudiana). Lo nuevo, es la articulación al peligro de castración. La angustia queda
ligada a la castración y explica a la misma, en términos de pérdida. Toda la serie
de nombres de lo traumático, queda reordenada en relación a la pérdida. La angustia
afecta al cuerpo como pérdida y, por ello, este afecto es diferente a los otros. Con la
angustia no hay engaño, no hay doble sentido, no hay confusión.
Además, Freud nunca habla de “representación” de angustia, habla de “señal”. (De
otros afectos sí habla de representación, pero no en este caso). Las señales son algo
certero, directo. Si surge el afecto de angustia, es “señal certera” de que el sujeto está
comprometido con una pérdida. Si en la clínica “podemos hacer” que un paciente
angustiado, comience a decir sobre su afecto, sus palabras nos llevarán a alguna
dimensión de la pérdida.
Neurosis obsesiva y angustia
El peligro ante el cual el obsesivo responde con la señal de angustia, es el castigo
del Superyó. (Lo vimos con el Hombre de las Ratas y los casos actuales). La
castración o pérdida, es subjetivizada como sumisión al Superyó.
Esto se ve en la clínica cuando, por ejemplo, los encontramos dudando, sin saber si
es su deseo o lo hace por el deseo del Otro. También cuando posterga y no se decide.
En estos casos, vemos la angustia ante la pérdida, articulada a -lo que para el sujeto
obsesivo es- la demanda imperativa del otro. El otro “me demanda”, sea en el trabajo,
en la pareja. Cuando hablamos de “pérdida” no es algo que se perdió, solamente; en
la neurosis obsesiva la dimensión de la pérdida se juega en la demanda
imperativa, con respecto a la cual el sujeto se siente en sumisión.
Histeria y angustia
En la histeria, la condición de angustia es ante la pérdida de amor del objeto. El
peligro frente al cual responde con señal de angustia, es el dejar de ser amado/a. La
castración es subjetizada en términos de perder el amor del otro.
En la clínica se puede ver, por ejemplo, la modalización del padecimiento a través de
la demanda amorosa del otro: “El otro no me escucha”, “Yo hago un montón de
sacrificios y el otro no lo ve”; son demandas amorosas a las que nunca les alcanza
la respuesta brindada.
❕ Angustia y síntoma en las psiconeurosis
Los síntomas “no” están construidos para eludir la angustia, sino que están para
sustraer al yo de la situación de peligro. El síntoma puede hacer desaparecer la
angustia, solo en tanto evita la situación de peligro,.
Podemos describir la siguiente serie freudiana en ISA (es diferente a la serie que
podemos encontrar en Juanito):

angustia→ represión→ fracaso de la represión→ síntoma

Vemos que la angustia tiene que ver con el síntoma, se relaciona con este, pero
no es su causa. Como causa tendríamos que ubicar al peligro de castración o
la represión.
La angustia está al inicio, desencadena el mecanismo de la represión. Solo, en la
medida en que la construcción del síntoma puede eludir fantasmaticamente la
situación de peligro, puede hacer desaparecer la angustia.
La angustia -en tanto reacción frente al peligro y en tanto el yo puede reproducirla
como señal del peligro- tiene el papel de desencadenante de los mecanismos de
defensa, en general, y de la represión, en particular. Ocupa el lugar de
desencadenamiento de la represión y en esta medida ocupa un lugar en la formación
del síntoma, en tanto el síntoma es retorno de lo reprimido.

SEMANA 11 SEMINARIO

CET Doti, G Semana 11

● Freud S. (1895), Sobre la justificación de separar de la neurastenia un


determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia
● Berger, A., Karpel, P., Lejbowicz, J., Racki, G. Efectos del Pánico en la Época
Actual

Miedo, angustia y terror o sobresalto


Esta diferenciación la hace Freud en Más allá del principio del placer y la retoma
Fabián en su teórico sobre la angustia (libro de teóricos 2014).
Miedo: Cuando hablamos de “miedo”, hablamos de miedo a un objeto, miedo a
algo. Cuando trabajemos el historial de Juanito vamos a ubicar “miedo al caballo”.
Angustia: Cuando hablamos de angustia es sin objeto. Es más bien un “apronte
angustioso”, el sujeto tiene la sensación de que algo va a pasar, pero no sabe qué,
como, ni cuándo.
Terror/Sobresalto: El terror o sobresalto es de otro orden, porque no se presenta
con cierta señal, no avisa; como sí sucede en el miedo o la angustia. En el terror,
lo que prima es el efecto sorpresa. La energía irrumpe en el aparato, dejando al sujeto
sin posibilidades de defensa. Está más ligado a lo que entendemos como “trauma”.

Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en


calidad de neurosis de angustia (1895 primer tiempo F)

Podemos ubicar este texto dentro del primer tiempo freudiano. Freud, en épocas muy
tempranas de su enseñanza, dentro de lo que llama las “Neurosis de angustia”,
caracteriza una forma sintomática como “Ataque de angustia”. Su semiología
corresponde a la descripción de lo que hoy se conoce como “Ataque de pánico”.
Aporta una explicación epistémica, que articula a los desarrollos sobre la angustia.
Por aquel tiempo, divide a las neurosis en dos grandes grupos: por un lado tenemos
a la “Neurosis de defensa”, cuyos cuadros son: la histeria, las representaciones
obsesivas y fobias, las psicosis alucinatorias y las paranoias. Tienen mecanismo de
defensa y su etiología es sexual-infantil. Por el otro lado, están las “Neurosis actuales”
y dentro de ellas: las neurosis de angustia y la neurastenia. No cuentan con
mecanismo de defensa y su etiología es sexual-actual.
Es importante tener en cuenta que Freud va a hacer diferentes desarrollos y teorías
acerca de la angustia.
☛En el primer tiempo, piensa que la angustia es efecto de la represión. La represión
es lo que causa la angustia. Esto lo han estudiado cuando vieron, en la primera parte
del año, el “Manuscrito H”.
☛En el tercer tiempo Freudiano, con “Inhibición síntoma y angustia”, invierte la lógica.
Va a decir que la angustia es lo que causa la represión. Ahí todo el tema está
focalizado en la “angustia de castración”, evaluando si es esta la que genera la
represión.
“Neurastenia”: Es un cuadro que tiene un proceso psíquico insuficiente; ya que,
si bien la energía (o excitación somática) se descarga a través del onanismo, es un
modo de satisfacción autoerótico, autístico; donde hay una ruptura con el otro. Esto
está en sintonía a la época actual y el “síntoma goce” (conceptualización que Lacan
hace del síntoma en su última enseñanza/tercer Lacan).
“Neurosis de angustia”: Se caracteriza por una acumulación de excitación
somática, que no puede ser descargada; ya sea por abstinencia voluntaria o por
incapacidad de procesamiento psíquico. Esta acumulación de excitación se
descargará a modo de ataque. En la NA se pueden manifestar una serie de
fenómenos muy diversos, apareciendo combinados o solos, pero todos giran
alrededor de un síntoma principal: la angustia.
Entonces, si tomamos la vertiente del síntoma pensándolo como síntoma-goce,
podemos decir que las neurosis actuales están en sintonía con esta
conceptualización y con lo que hoy se conoce como “síntomas actuales” o
“patologías del acto”. El síntoma-goce, además de prescindir del otro, se basta a sí
mismo. Tampoco hay una localización del goce, aparece de manera deslocalizada,
en trastornos vagos y difusos.
Página 103: “La última de las condiciones etiológicas que debo señalar, no parece a
primera vista de naturaleza sexual, y es que también la neurosis de angustia se
genera -ciertamente para ambos sexos-, por el factor del trabajo excesivo, del
empeño agotador”. De este párrafo se destaca el significante “excesivo”.
En el Capítulo 5 de “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud también hace
referencia al pánico. Lo utiliza como un índice de miedo, tanto colectivo como
individual, que se presenta bajo la forma del “exceso”. Acá tenemos otra vez, esta
característica propia del pánico.
Allí, también va a hacer referencia a la “angustia pánica”, que se genera en el grupo,
frente a la caída del líder. Esto ya lo había mencionado Enriqueta en el video de la
semana 8.

Efectos del Pánico en la Época Actual


Es un trabajo de investigación que se ha llevado adelante en nuestra cátedra. Se
parte de la hipótesis de que hay una relación causal entre la omnividencia, propia de
la época, y los efectos de pánico, que perturban la intimidad corporal y proliferan en
la sintomatología actual. Enriqueta, ha hecho referencia la semana pasada, a un texto
de Miller: “El otro que no existe y sus comités de ética”; donde Miller señala que, al
lugar de la declinación del Nombre del padre va el imperio de los objetos. Los objetos
tecnológicos ocupan el lugar del Nombre del padre.
Si hay algo que caracteriza a nuestra época, es la multitud de redes sociales (twitter,
Facebook, youtube, Instagram). Todos, en mayor o en menor medida, hacemos uso
de estas redes. Lo cual tiene, por un lado, la bondad de este mantenernos
hiperconectados; pero también conllevan una cuestión paradojal, ya que nos
mantienen hiper aislados, encerrados nuestra jaula virtual; manteniendo la ilusión de
que todo puede ser dicho, visto, contado o calificado. Esta invitación de “ver y ser
visto”, provoca la aniquilación del territorio de lo íntimo y oculto, del secreto; y provoca
del lado del sujeto una angustia generalizada. Una angustia que desborda el cuerpo,
que se presenta sin dar señal, conocida en esta época como “ataque de pánico”.
☛ Diferencia entre el ataque de pánico y la ansiedad
Si tomamos los manuales diagnósticos, encontramos que el “ataque de pánico” figura
en el DSM dentro de los “trastornos de ansiedad”. Sin embargo, psiquiatras
contemporáneos que estudian la temática señalan -a través de testimonios de
personas que han experimentado ataque de pánico- una diferencia entre el ataque de
pánico y la ansiedad. Esta es la intensidad de los síntomas y, sobre todo, la
percepción de la pérdida de control, tanto de las sensaciones físicas como en
las sensaciones emocionales. Es muy común escuchar a sujetos que han padecido
ataques de pánico, decir que en ese momento sienten que pierden el control, se
vuelven locos o aparece una sensación inminente de muerte. El cuerpo, eso familiar,
se vuelve ajeno. La ajenidad de lo íntimo deviene terrorífico. Lo “ominoso”, en
términos freudianos, se produce frente a la intromisión de lo que no debería aparecer.
Lo siniestro aparece frente a la presentificación de lo que debería permanecer oculto.
Esto es lo que Lacan trabaja en el Seminario 10. Él afirma que la angustia no es
sin objeto (a diferencia de Freud, que pensaba a la angustia sin objeto). Según Lacan
la angustia surge cuando el “objeto a”- que debería permanecer oculto en tanto
causa de deseo- se presentifica. Se presenta de frente y el sujeto se ve
confrontado con la propia causa. Así ubicamos la angustia más ligada con el
encuentro con lo real.
¿Qué aporta el psicoanálisis lacaniano como novedad?
El psicoanálisis lacaniano -con el tercer Lacan y sus últimos desarrollos en relación al
síntoma-goce- permite la entrada al dispositivo analítico, de las patologías del acto o
síntomas actuales. Recordemos que, para Freud, las neurosis actuales eran
refractarias al psicoanálisis, porque no tenían mecanismo de defensa. Eran
refractarias al inconsciente por lo que el psicoanálisis no tenía herramientas para
abordarlas.
¿Cuál es el lugar del analista?
El analista viene al lugar del guardián de lo íntimo. La intervención analítica de estos
casos apunta a reestablecer la función de velo. Esto permite sostener lo íntimo,
permite volver a localizar al objeto a y hacer que comience a funcionar como causa
de deseo, que quede oculto.

SEMANA 12 PRÁCTICO

LDC Rago, S Semana 12

✒Freud S. (1909), Análisis de la Fobia de un niño de cinco años

El síntoma fóbico en el caso Juanito

El lugar de la Fobia en las nosografías freudianas.


Freud habla de las Fobias en este segundo momento de su nosografía ubicándolas
dentro de las Neurosis de Transferencia, junto a la Histeria y la Obsesión. Esto ya nos
dice algo en relación a la formación del síntoma fóbico, ya que no se trata del síntoma
sólo en su cara pulsional, como sucede con las Neurosis de Angustia (pertenecientes
a las Neurosis Actuales).
El síntoma fóbico se trata de un síntoma-mensaje, un síntoma que llama al Otro, que
quiere decir algo. En realidad, tenemos que ubicar que Freud piensa a toda neurosis
como mixta: siempre hay algo de “actual” en toda neurosis, entendiendo por actual a
esa energía no ligada que no puede ser tramitada por el aparato. Es decir, que lo
simbólico siempre va a tener una limitación, no toda la energía va a poder estar
ligada.
Esto lo vemos en el caso Juanito en las “fantasías conclusivas” que se ubican como
lo que dan cuenta de cierta cura. Freud ubica que allí queda un resto no solucionado.
Dice que todo saber es un fragmento y que, en cada estadio, queda un resto no
solucionado.
En el historial de Juanito (1909), Freud se refiere a la Fobia como “Histeria de
angustia”, porque allí opera el mismo mecanismo psíquico que en la Histeria, salvo
en un punto. Se parece en que la represión, escinde la representación inconciliable
del monto de afecto. Pero, mientas que en la Histeria el afecto va al cuerpo, en la
Fobia, se libera como angustia. Acá se observa lo que Freud va a plantear en el texto
Lo inconsciente (1915), donde dice que primero ocurre el mecanismo de la represión
y, luego, el monto de afecto se muda en angustia. Más tarde, en Inhibición, síntoma
y angustia (1925) lo revierte: plantea que primero está la angustia y que luego opera
la represión.
La Fobia en el historial de Juanito
Volviendo a Juanito, hay que ubicar a qué lugar viene la Fobia. Como primer punto,
el surgimiento de la angustia aparece en lo que sus padres refieren como
“perturbación nerviosa”.
Pero, previamente, tenemos que ubicar que hay un tiempo donde Juanito no
presentaba ningún temor: era el tiempo donde se corroboraba la premisa universal
del falo (PUF: Como si dijéramos que “todo el mundo goza de la misma manera”, una
teoría delirante). Este tiempo es previo a la irrupción de la angustia. Es un tiempo
donde no hay diferencias, donde hay juegos con la madre, donde ella está todo el
tiempo, Juanito está tomado por la madre. Este tiempo se puede seguir en el Capítulo
1 del historial, donde no hay miedo ni angustia.
Entonces Freud se pregunta: ¿Por qué aparece la angustia? Él va a dar dos intentos
de respuestas que mucho no lo convencen:
✂🍆 Amenaza de castración: La madre le dice a Juanito que, si se sigue tocando, le
van a cortar el hace-pipí.
👶❌Nacimiento de la hermana de Juanito
Son dos situaciones que se complementan porque, para que la amenaza tenga
efecto, se tiene que sumar la visión de que alguien no responda a esa premisa
universal del pene, es decir, que alguien no lo tenga.
En estos dos intentos de respuestas, hay una cuestión cronológica porque esas
situaciones habían aparecido un año antes, de la irrupción de la angustia. Esto no le
cierra a Freud, pero sigue avanzando. Quedará un impasse freudiano (que luego
retomará Lacan).
Lo que tenemos que ubicar, es que la angustia aparece como energía libre que,
en un momento posterior que se va a ligar a algo.
Tenemos una angustia inespecífica en Juanito, que luego se va a ligar al miedo a que
un caballo lo muerda (aquí el objeto del miedo es el caballo). En Juanito, la
acrecentada ternura por la madre sucumbe a la represión y este afecto liberado se
vuelca súbitamente en angustia. Angustia que corresponde a una añoranza erótica,
reprimida, que al principio carece de objeto (y por eso es angustia y no miedo).
Freud agrega que aunque la añoranza por la ternura de la madre, pudiera ser
satisfecha, la angustia persiste. Juanito sigue angustiado, a pesar de poder estar con
su madre.
Freud agrega otro punto: los estados de angustia tampoco son provocados por la
masturbación. No aparece angustia por obtener una satisfacción; la masturbación no
provoca angustia.
☛Angustia traumática: En un primer momento la angustia irrumpe en el aparato,
sin estar ligada a nada. Esto tiene que ver con lo que Freud denominó angustia
traumática (no lo nombra así en este texto, es una conceptualización posterior).
☛Angustia señal: En un segundo momento, el aparato va a tramitar algo de la
angustia, que se va a poder ligar. En el caso de Juanito, se liga a un objeto específico:
el caballo. Así, lo que aparece cuando Juanito dice: “el caballo me morderá”, tiene
que ver con una angustia señal, se prenden las alarmas.
Si bien sigue estando el impasse freudiano de por qué aparece la angustia, tenemos
que resaltar que: tenemos una energía liberada por el mecanismo de represión, que
se muda en angustia. Y luego, con la Fobia, se va a ligar a un objeto; es decir, entra
al campo psíquico y se puede empezar a desplazar.
La Fobia como solución
La Fobia es un síntoma. Implica el pasaje de esa energía libre -mudada en angustia-,
al armando de un síntoma fóbico, que permite una localización.
Con el síntoma fóbico (el miedo a los caballos), Juanito sabe por dónde ir y por dónde
no: el armado del síntoma fóbico permite una localización. Lacan va a decir que la
Fobia arma una “geografía del espacio”. Así como el síntoma histérico localiza algo
en el cuerpo (“geografía corporal”) y la neurosis obsesiva arma una localización en el
pensamiento (“geografía del pensamiento”), el síntoma fóbico arma una “geografía
del espacio”.
Podemos establecer una diferencia más respecto a los otros tipos clínicos de neurosis
(sobre todo con respecto a la neurosis obsesiva).
☛En la Fobia, el afecto liberado se liga a un sólo representante: el caballo. En la
neurosis obsesiva, se va desplazando de representante en representante.
Aún así, Freud dice que en la Fobia hay un trabajo psíquico incesante para poder ligar
la angustia liberada. “Se bloquean cada una de las ocasiones posibles para el
desarrollo de angustia, mediante unos parapetos” (Freud, 1909, p. 95) ¿Qué son los
parapetos? Construcciones protectoras que implican desplazamientos de ese único
representante. En efecto, Juanito pasa de temerle al caballo, al caballo blanco, al
carro enganchado, etc. En este punto Freud dice que la Fobia se puede aparecer a la
neurosis obsesiva.
☛Podemos agregar una diferencia más con la neurosis obsesiva. La Fobia ayuda a
la buena relación con el padre: el odio puesto en el caballo -que vuelve como miedo-
permite amar al padre. No está presente la ambivalencia afectiva, como en el armado
del síntoma obsesivo.
Dijimos que la Fobia es una solución: La Fobia viene a ligar esa energía libre que se
muda en angustia, con un objeto. Toda la operación que hace Juanito es ponerle un
nombre a la angustia. Este es el punto fuerte a tener en cuenta:
❶ El intento de ponerle nombre a eso que irrumpe, es la elaboración vía lo
Simbólico de eso que viene desde lo Real.
Lacan no va a considerar a la Fobia como un tipo clínico más (junto con la Histeria y
la Neurosis Obsesiva), sino que le da todo su valor para pensar la estructura. La Fobia
no debe pensarse como una entidad clínica, sino como una “placa giratoria (…) que
vira muy frecuentemente hacia los dos grandes órdenes de la neurosis: Histeria y
Neurosis Obsesiva” (Lacan, 1968-69, p. 280).
Esto también se lee en el historial de Juanito, donde Freud dice que, si uno va a tomar
a un neurótico adulto en tratamiento, averigua que su neurosis se anuda a la angustia
infantil. Algo de lo que se pudo armar en la infancia con la Fobia, continúa en el
neurótico adulto.
❷Lacan dice también que la Fobia es una tentativa de solución del goce. En
definitiva, va a ser una solución sobre qué hacer con el goce del órgano.
En este punto, Lacan retoma el impasse freudiano de ¿Por qué aparece la angustia?,
permitiendo ubicar que Juanito se angustia por la irrupción de ese pene Real, algo
irrumpe en el cuerpo. En esa escena –al final del Capítulo 1- en la que la madre baña
a Juanito y señala a su hace pipí como una “porquería”, ubica algo que es separable
del cuerpo. Señalando, también, algo del tener: Juanito pasa de ser el Falo Imaginario
de su madre a tener un pene Real.
❸Podemos ubicar un tercer punto: la singularidad del síntoma fóbico. Vimos que
el síntoma tiene algo no generalizable, que no puede pensarse para todos igual. El
síntoma fóbico no escapa a esta regla e incluso la acentúa. Veamos por qué…
Miller va a decir que, en el caso Juanito, el padre tiene una responsabilidad mayor en
el surgimiento del fenómeno de la Fobia: el padre como agente terapéutico es un
agente furiosamente patógeno.
En el mismo sentido, Lacan afirma que Juanito es abandonado a los 5 años por las
carencias de su medio simbólico. Juanito demanda al padre una asunción más dura,
porque este padre es demasiado gentil. Pero además este padre, también es carente
para con la madre, una madre que parece hacer lo que se le da la gana. Entonces,
Lacan ubica a la Fobia como un llamamiento al Complejo de Edipo, a la
sustitución del deseo materno por la metáfora paterna. El padre tiene que operar
allí para decir algo sobre este deseo de la madre.
En el historial, uno puede leer algo de todo esto en relación a las fantasías de las
jirafas. Se puede observar que hay algo del padre que no opera separando esta jirafa
grande –padre- de la jirafa arrugada –madre-, y donde el niño actúa ahí aplastando a
la jirafa arrugada, sentándose encima. El padre no opera separando.
Se La verdadera función de la Fobia, dice Lacan, es sustituir el objeto de la
angustia por un significante que atemoriza. Al ubicar un objeto que atemoriza, se
produce un efecto tranquilizador. Lacan hace del caballo, del que se vale Juanito, un
Nombre del Padre de recambio: el objeto fóbico es un sustituto del Nombre del
Padre. Hay allí una operación de sustitución que permite ubicar un Nombre del
Padre propio; una invención singular, para poder arreglárselas allí donde el padre no
alcanza.
El síntoma fóbico nos enseña que no se trata sólo del síntoma como retorno de lo
reprimido, sino que el síntoma fóbico es también invención.

SEMANA 12 TEO
La angustia y el deseo del Otro

Bibliografía:
Teórico de Fabián Naparstek
Algunos parágrafos del seminario 10 “La angustia” de Lacan.

La angustia no es patognomónica de un diagnóstico, o de una estructura subjetiva,


sino que es transestructural. En otras palabras, la angustia es inherente al hombre,
al ser humano. En ese sentido no la pensamos como un trastorno contingente
coyuntural sino más bien, en constitutivo y funcional al hombre. A tal punto que
en muchos campos se han dedicado a ella. La psiquiatría, la psicología, el
psicoanálisis, la psicopatología, pero también la filosofía o la literatura. Obviamente,
la clínica, que ha tomado la angustia como un índice privilegiado para la dirección de
la cura. Muchas veces la angustia es el motor del comienzo de un análisis, emerge
en el transcurso de un análisis, se abrocha a la transferencia y a las operaciones
análiticas que se produzcan en un tratamiento.
Cabe interrogar ¿Qué es de la angustia en la conclusión de una cura?
Su etimología proviene de ahogo, opresión, estrechamiento, es interesante que
todos esos campos que han trabajado sobre este tema, coinciden en algunos puntos.
Subrayan que en relación a la angustia estamos hablando de un sufrimiento que tiene
su primacía en lo corporal, con signos patognomónicos de opresión, ahogos y vértigo.
Algunas veces está acompañada de un correlato subjetivo de la posibilidad de la
locura, la muerte o la enfermedad. A veces, está acompañada con el pensamiento
de que puedo llegar a estar enfermo, es una posibilidad, loco, o cerca de la
muerte.
Algunas cuestiones en el campo de la psiquiatría, la angustia aparece alrededor de
1850, con el nombre de agorafobia, el temor a estar en las plazas, que era el lugar
donde la gente se juntaba. Aparece la angustia en sus primeros trazos.
En 1913, Jaspers, la angustia empieza a tener cierta relevancia para el campo
de la psiquiatría. Podemos ubicar dos miradas que se contraponen: Jaspers y Henry
Ey.
Jaspers, se dedica a estudiarla y la nombra como un sentimiento atópico, sin objeto.
Diferenciándose del miedo, el cual es referido a un objeto. Dice que es un sentimiento
frecuente y torturante. Para él hay dos tipos de angustia:
● Hambre de aire, tormentosa, frecuente, patológica y fenoménica. Jaspers
entiende que hay que reducirla y acotarla, pero no del todo.
● Angustia existencial, imposible de reducir totalmente, y la llama Condición
básica del existir. Esta angustia es inherente al hombre.
A diferencia de Jaspers, tenemos a Henry Ey, que más o menos en 1950 también
estudia la angustia y la propone dentro del campo de los afectos depresivos. Según
Ey, es un trastorno cognitivo ético que atañe a un déficit en la decisión, hay
incertidumbre que detiene al sujeto. Se trata entonces, de resolver ese déficit, la
angustia.
Jaspers, trata de acotar la angustia patológica, pero sobre el fondo de que hay
una angustia existencial imposible de reducir totalmente.
Ey, cuya orientación clínica apunta a su disolución.
En el campo de la filosofía, podemos ubicar al danés Kierkegaard, que se va a ocupar
a tal punto de la angustia, que va a escribir un libro que se llama “El concepto de la
angustia”. Y la refiere al pecado original, pero no es lo que deviene del acto, sino que
la angustia es lo que antecede al pecado original, por la libertad frente al acto. Es la
nada de determinación que nos hace encontrar en relación a la libertad del acto, por
ende a la libertad, al vértigo a la libertad.
Heidegger, siguiendo la pista que dió Kierkegaard va a entender que esa nada de la
que nos habló, impacta en el ser humano como desarreglo de él en el mundo. La
angustia va a estar referida a ese desarreglo del hombre en el mundo.
Piensa a la angustia como refractaria a las palabras, no hay palabras para la angustia,
porque no hay palabras para desarmar ese desarreglo del hombre en el mundo. Nos
angustiamos por nada, por esa nada que nos desarregla en el mundo.
Sartre, nos habla de ese desarreglo como la falta en ser, falta que nos habita, y en
relación a ésta nos angustiamos. No estamos en el mundo como pez en el agua, y
eso nos angustia.
En el campo de la literatura, tenemos una obra de Sartre, que es “La náusea”, la
novela “Thomas el oscuro” de Blanchot, “El hombre de la arena” de Hoffmann, “El
extranjero” de Camus, por decir algunas de las obras donde vamos a encontrar a la
literatura hablando de la angustia.

En el psa, en el video anterior pudimos ver como Freud ubica a la angustia como EL
afecto, displacentero que se vive en el cuerpo y que tiene su sede en el yo. Esa
angustia para Freud, está articulada a la amenaza de castración en el marco del
complejo de Edipo.
Lacan, seminario 10, es el lugar donde más sistematiza el tema de la angustia. Va
por las pistas de la psiquiatría, la filosofía, la literatura, recorre esas pistas. También
lo sigue a Freud, pero para separarse de él.
Entiende a la angustia, ya no en términos de la amenaza de castración alrededor de
la organización fálico genital, en el marco del Edipo, con el agente del padre como
amenaza de castración, sino que se separa de Freud y dice la castración no es una
amenaza, está producida y debemos entenderla en la relación del sujeto y el lenguaje.
El choque entre el sujeto y el lenguaje es castración y le hace perder algo al
lenguaje y algo al sujeto. De ese choque algo en el campo del Otro se pierde, algo
en el campo del sujeto también. Lo empieza a nombrar como objeto, como pequeño
objeto a, que no es ningún objeto consistente de la realidad, del conocimiento.... sino
que es un lugar topológico alrededor del cual se localiza esa pérdida que se produce
entre el choque del sujeto con el lenguaje. Entonces la angustia va a estar referida
a la castración, pero ya no a la amenaza de castración sino que está referida a
la relación del sujeto con el otro.
La relación del sujeto con el otro, atravesado por una falta, por una pérdida, ese resto
en cada uno de esos campos. La castración que entendemos en el marco del
lenguaje, y la llamamos deseo del Otro.
La angustia tiene que ver con el deseo del Otro, y lo entendemos como el campo del
Otro atravesado por una falta.

El sujeto se angustia en relación al deseo del Otro, en tanto está concernido por ese
deseo. Se pregunta ¿Qué soy para el otro? Para ese otro que está habitado por una
falta. Esa pregunta es la que inquieta y angustia al sujeto.
Angustia frente a la falta en el campo del otro.

Freud en ISA, nombre dos tipos de angustia, la fisiológica y la histórica. Lacan


cortando con esto, dice hay dos tipos de angustia:
● La falta produce angustia, el deseo del Otro produce angustia.
● Pero si hay una amenaza de que esa falta falte, también hay angustia.
Por eso decimos que la angustia es inherente a nuestra existencia, porque si esta
amenaza de que ese deseo del otro pueda faltar y completarse con algún objeto, y yo
ser ese objeto, entonces también la angustia. Esto lo propone como angustia ante la
falta de la falta, que pueda faltar la falta, a que pueda completarse el deseo del otro,
que pueda el otro gozar con un objeto y que ese objeto pueda ser yo.

En ese camino Lacan ubica que la fobia muestra cómo la angustia marca una señal
en relación a la posibilidad de ser el objeto del goce del otro.
La fobia es una manera de frenar la posibilidad de ser ese objeto de goce.
Otra manera que tiene Lacan en el seminario 10 de hablar de esto, son los fantasmas
de vampiros, en donde hay una pareja que se besa, y en un momento uno de los dos
saca los colmillos, y en ese momento en donde se transforma en ser el objeto de goce
del otro. Ser esa pura sangre a ser chupada por el vampiro.
Lacan juega con un apologo de la mantis religiosa, es un insecto bastante solitario
salvo en el momento de la reproducción, gira su cabeza 180° y se devora al macho.
Lacan juega con esa imagen para graficar que la angustia está en ese momento,
en esa tensión entre que gira la cabeza y el macho se ve reflejado en los ojos
de la hembra a punto de ser devorado. La angustia está ahí, en ese margen.
En el seminario 10, Lacan señala la temporalidad de la angustia. Es la posibilidad, los
puntos suspensivos, la amenaza, la tensión temporal de lo que puede pasar, esa
inquietante extrañeza en términos de Freud que no es más que la tensión temporal
de cada análisis.

Para terminar lee un parágrafo de La Nausea de Sartre:


“Las casas me miraban huir con sus ojos melancólicos, me repetía angustiado ¿a
donde ir?, ¿a donde ir? Todo puede suceder. De vez en cuando con el corazón
palpitante, daba una brusca media vuelta, ¿qué ocurriría a mis espaldas? quizás eso
comenzara detras de mi, y cuando me volviera de pronto sería demasiado tarde.

SEMANA 12 SEMINARIO
CET Lejbowicz, J Semana 12

✒Freud S. (1915), Lo inconsciente, en Obras Completas


✒Freud S (1926), Inhibición síntoma y angustia.

Construcción Freudiana de la Fobia


Nos toca meternos con temas que están en íntima conexión: Angustia, Fobia y
Perversión. Siempre que tocamos uno, vamos hacia el otro. Vamos a abordar la
construcción freudiana de la Fobia, en la vía de que pudo inventar cada uno, qué
síntoma, qué modalidad de anudamiento, para andar por la vida.
Página 25 del historial de Juanito: El papá de Juanito, empezó a hablarle a Freud
de las ocurrencias de su hijo para plantearse las teorías sexuales infantiles. Todo
iba muy bien, hasta que de repente emergió un sueño de angustia. De repente nos
encontramos con un niño con un sueño de angustia, en relación a perder a la
madre.
Freud se pregunta ¿Qué significa que Hans, al anochecer, exteriorice el miedo de
que el caballo entre en la pieza?, ¿Es una tonta idea angustiada de un niño
pequeño? Sin embargo, la Neurosis no dice nada tonto, como tampoco lo dice el
sueño. “Insultamos siempre que no comprendemos algo, es un modo de facilitarse
la tarea”. Freud nos está diciendo que cuando no comprendemos algo, decimos que
“es una tontería”.
Dos párrafos más abajo Freud dice: “Convine con el padre en que dijera al
muchacho que lo del caballo era una tontería y nada más”. Freud le plantea al papá
de Juanito, que le diga que lo que le pasaba, tenía que ver con que él pretendía ser
recibido por la mamá en la cama y que el miedo a los caballos, tenía que ver con un
enorme interés por los hace pipí de los caballos. Además, le propuso que se
internara en la vía del esclarecimiento sexual del niño.
¿Por qué me interesa la cuestión de la tontería? Porque Freud nos está diciendo
que “donde no comprendemos algo, decimos que es una tontería”, insultamos. Sin
embargo, recomienda al padre que le diga a Juanito, que esto del caballo es una
tontería.
Pero una tontería ya es algo, arma algo; es un pequeño invento que hace
Juanito, para poder organizar su mundo, para poder darle un objeto a la
angustia.
Las Fobias son un problema clínico, porque uno podría preguntarse: ¿Son síntomas
y pertenecen a una entidad clínica? o ¿Son un síndrome y se presentan en
diferentes entidades clínicas?. Esta pregunta queda abierta.
Recuerden como trabajamos las Neuropsicosis de defensa y sus mecanismos
psíquicos, ante una representación inconciliable dividimos representación y afecto,
el afecto va a parar a distintos lados, en la NO al pensamiento, en la Histeria al
cuerpo, el síntoma somático . Tratemos, ahora, de situar qué pasa con la Fobia. Por
un lado, Freud plantea que hay Fobias universales y ocasionales.
☛Por un lado, habría un estatuto universal de las Fobias, como una función
constituyente de: miedo a la muerte, a la oscuridad, etc. Son comunes a todos, en
determinado momento de la constitución subjetiva.
☛En Juanito podemos situar que su Fobia, cumple un papel; estaríamos hablando
de una Fobia como síntoma, donde se ponen en juego medidas especiales (de
huida, de organización del espacio, por ejemplo).
Si bien hay una dificultad para ubicar a la Fobia en una posición determinada
(como síntoma o síndrome); Freud va a decir que la Fobia de Juanito, está ligada a
la Histeria de Angustia, no posee un mecanismo particular, está ligado a lo que
sucede en las Neurosis Actuales (pg 94).
Se separan afecto y representación (como sucede en las Neuropsicosis de
Defensa), pero el afecto no se liga a lo somático.
Freud va a decir que las Histerias de Angustia son las Neurosis más comunes en la
infancia y las que más tempranamente aparecen (pg 1144). A veces esos niños se
vuelven neuróticos, otras veces son niños sanos. He ahí la función constituyente
de las Fobias.
Por otro lado, es importante diferenciar la “Neurosis en la infancia” de la
“Neurosis infantil”. Trabajamos con el Hombre de las Ratas, Dora y muchísimos
casos actuales, con lo que retroactivamente situábamos como Neurosis infantil. En
cambio, ahora estamos hablando de Neurosis en la infancia, referida al momento en
que acontece, el momento donde irrumpe la angustia, donde algo ya no es lo que
era y donde hay un pasaje a la Histeria de Angustia.
Lo inconsciente (1915)
Este texto se ubica en el segundo tiempo freudiano. Veremos cómo se plantea la
cuestión de la Fobia, cuando Freud está construyendo la tópica y dinámica de la
represión.
Freud va a decir que la represión actúa sobre representaciones. Esto sucede entre
dos sistemas: inconsciente y preconsciente. El preconsciente es un lugar donde hay
un reservorio de recuerdos, de representaciones, que están disponibles. Cuando
opera la represión, hay un empuje para que ciertas representaciones no accedan a
la conciencia. Se trata de que la representación inconciliable permanezca
inconsciente.
¿Qué pasa con la Fobia y la Histeria de Angustia? Habrá un punto de pasaje de la
segunda a la primera. La Histeria de Angustia podría pensarse como una
primera fase y la Fobia como una segunda. En Juanito, podríamos identificar
cuatro fases:
⓿Primera fase, tiempo cero, previo. Sólo sabemos del relato del papá de Juanito
a Freud. El primero le cuenta al segundo, sobre las teorías sexuales infantiles de su
niño, sobre cómo anda comprobando por ahí toda la cuestión de la premisa
universal del pene. Todo parecía andar muy bien.
❶ Irrupción de la angustia. En determinado momento emerge lo de la tontería del
caballo, irrumpe fuertemente la angustia. Sin que el niño sepa por qué y de repente,
su mundo se complica. Algo ha pasado, hay un antes y un después.
❷ Fobia. A la angustia se le otorga un objeto: el miedo al caballo
❸ Parapetos fóbicos.
Para pasar de una fase a la otra algo tiene que haber acontecido. Primero: ¿Por
qué irrumpe la angustia, si hasta ese momento no estaba?. Segundo: ¿Por qué
surge la Fobia? Surge como respuesta a la angustia. ¿Qué le ofrece la Fobia a la
angustia?, ¿Para qué le sirve el caballo a Juanito?, ¿Para qué le sirve su síntoma?
En ese primer punto, donde emerge la angustia, Freud va a plantear que hay un
excedente de la represión, una energía no ligada, que produce angustia (En ISA
cambia esta idea).
¿Cuál va a ser la función de la Fobia al caballo? El ofrecerle un objeto, una
representación sustitutiva, una contrainvestidura que mantenga a raya y retorne la
cuestión a la represión. Le da un ordenamiento a esa angustia. La zoofobia es una
respuesta a la angustia.
¿Cuándo emerge la angustia? Cuando se intensifica la pulsión erótica y cuando se
percibe el animal productor de angustia (caballo). La intensidad de su terror al
caballo, delata su origen inconsciente.
Inhibición síntoma y angustia (Capítulos 4 y 7)
Freud va a plantear que la zoofobia es una Histeria infantil, donde lo que se pone en
juego es la moción reprimida sustituida -el síntoma-. El caballo reemplaza al
padre y el síntoma es la angustia frente al caballo. La inhibición será la incapacidad
para andar por la calle (en la época de Juanito era un mundo de caballos y
carruajes).
Así, se va armando una geografía, un por dónde circular; ya no se trata de una
angustia indeterminada, inespecífica y desbordada, sin objeto. Ahora se trata de una
Fobia, de un objeto que se le da la angustia.
☛La Fobia está al servicio de solucionar un conflicto: el conflicto de
ambivalencia. “El caballo me morderá” está al servicio de reprimir el impulso hostil
hacia el padre.
☛Lo que vuelve Neurosis a esta angustia es la sustitución. Hay Neurosis porque
hay síntomas y hay síntomas porque hay sustitución. Entonces ya no es la
angustia masiva, que no se puede localizar, que no tiene objeto; es la Fobia
ofreciéndole un objeto a la angustia.
☛Hay un intento de solucionar. Este es el invento de Juanito: el caballo
cumpliendo la función de acotar el desborde de la angustia inicial. ¿Qué localiza?
Localiza goce y así produce un ordenamiento (por ejemplo, por donde andar).
☛Además, estamos diciendo que lo que vuelve Neurosis a esta angustia, es la
sustitución: hay un elemento por otro, el caballo sustituye al padre. La Fobia le
otorga un objeto a la angustia y la Fobia hace función. El caballo funciona para
Juanito como un invento que le permite situar algo.
☛Un síntoma es un paso adelante respecto de una angustia masiva y un goce
deslocalizado. El síntoma ofrece una tramitación, una tramitación simbólica, un
intento de poder ir nombrando lo innombrable. Es un modo de ir acotando algo que
siempre rebasa: la pulsión. Hay algo que nunca va a poder ser del todo tramitable
simbólicamente, algo excede. El síntoma es el intento de ir ligando lo pulsional,
aunque algo siempre desborde. Esas satisfacciones con las que Juanito se va
encontrando -su pene erecto, por ejemplo- van a ir pudiendo ser articuladas al
síntoma fóbico, es “ser mordido por el caballo”.
En Inhibición síntoma y angustia Freud hizo una comparación entre el Hombre de
los Lobos y Juanito. En el historial del Hombre de los Lobos, trabaja bastante el
temor a ser devorado por los lobos. En el caso de Juanito, se trata de ser mordido
por el caballo. Se trata de detener la castración del padre.
Freud va a ir situando diferentes represiones, donde se ponen en juego diferentes
pulsiones.
☛Por un lado, Freud plantea la cuestión de lo retaliativo (represalia, venganza). La
fantasía de Juanito -después de haber visto caer al caballo, armar jaleo con las
patas y lastimar a un compañerito- será: “a mi padre le podría pasar lo mismo”,
impulso asesino del Complejo de Edipo, impulso hostil contra el padre.
☛ Por otro lado, la cuestión de reprimir la pulsión libidinal hacia la madre.
Y además, cierta regresión a lo oral, porque lo que está en juego es el “ser
mordido”.
“Ser mordido por el caballo” está en sustitución de “ser castrado por el padre”. ¿Cuál
es la ventaja que ofrece este síntoma fóbico a Juanito?
Se esquiva el conflicto de ambivalencia: Se evita la cuestión amor-odio hacia
el padre. Juanito puede seguir con la corriente tierna hacia el padre y la pulsión
hostil se la manda el caballo.
Se permite al yo suspender el desarrollo de angustia: Ya no es la angustia
masiva, desbordada, sino que -al tener un objeto- la angustia se vuelve facultativa:
si se percibe al caballo, hay peligro; mientras el caballo no está a la vista, hay cierto
control.
✔Resumiendo
Estamos diciendo, hay síntomas porque hay sustitución y satisfacción sustitutiva. La
angustia motoriza la defensa. En relación con la defensa, Freud no habla sólo de la
represión sino, también, de la regresión a lo oral y de lo sádico (en relación al “ser
mordido”).
Por otro lado, nos estamos planteando que no todo lo pulsional se liga, siempre hay
un excedente, una energía no ligada. En ese punto Juanito inventa su Fobia, esta
tontería con la que logra armar un funcionamiento, para darle un objeto a la angustia
y organizar su mundo. El caballo hace una función de anudamiento para Juanito.
Este es su pequeño invento, cada cual tiene el suyo.

SEMANA 13 PRÁCTICO
CLC – Semana 13

Lectura de casos. Actualidad clínica.


Comencemos repasando el recorrido que hicimos durante el año….

● Vimos autores de psiquiatría clásica,


● Vimos los comienzos de la psiquiatría,

● Vimos los tiempos de las grandes estructuras psicopatológicas,


● Vimos, a través de Freud, el trabajo que hizo sobre la psicosis, para luego ver
el aporte desde Lacan,
● Vimos el trabajo sobre las neurosis tanto desde Freud como desde Lacan,

● Vimos la lógica del padre, la clínica de la pregunta, el tratamiento del deseo


que hace Lacan,

● Vimos casos que no entraban en esta lógica clásica, que no siempre en


encajaban (por ejemplo, cuando vimos la psicosis ordinaria, vimos esa clínica
de enganches y desenganches, también los casos de neurosis actuales).
Llegamos a esta parte del año para ver fobia. Tomaremos solo algunos elementos de
lo expuesto en la semana pasada. Hoy vamos a ver presentaciones actuales en
clínica con niños, no fobias en niños, porque de lo que se trata será de ver qué pasa
cuando no se arma una fobia en un niño.

Vamos a ver dos presentaciones de casos actuales de niños, donde lo que ocurre no
es exactamente una fobia, es decir, no es ni tan diferente de la fobia, ni tiene las
características para ser fobia.
Retomamos el tiempo cero, donde lo que rige para el niño es la premisa universal
del falo, premisa que no refiere únicamente a que todos tienen pene, sino que todos
gozan de la misma manera, que hay algo universal en esto. En ese momento, el niño
y la madre están en una relación imaginaria, el niño está colmando a la madre en su
falta {el niño queda en lugar del falo imaginario de la madre}. Lo que ocurre allí,
es que esto le genera un inconveniente al niño (Juanito), inconveniente que aparece
cuando una parte de su cuerpo empieza a moverse, Esto puede ser enmarcado en la
frase: “es el momento de la emergencia del pene real”, donde el niño empieza a
tener inconvenientes. Este es el pasaje de ser el falo de la madre a tener el falo.
Como Fabián indicia en el teórico, el tener implica la posibilidad de perderlo. Es
decir que, en ese momento, el niño queda atrapado en la relación imaginaria con su
madre, porque él nunca está a la altura de poder satisfacerla por completo. Empieza
a pescar que hay un más allá de lo que él puede darle. El niño queda prisionero, como
un elemento pasivizado, a merced de los significantes del Otro.

Luego del tiempo cero, aparece el tiempo 1 con la emergencia de la angustia


deslocalizada, esa angustia que siente Juanito incluso en presencia de la madre.
Posteriormente, aparece el tiempo 2 donde la angustia se engancha a un objeto y se
empieza a dar otro tratamiento a la angustia, se le da una localización y se arma una
geografía del espacio. Después, está en el tiempo 3, los parapetos fóbicos donde la
cosa se especifica cada vez más.

Vayamos a los casos… Por un lado, tenemos una breve viñeta de Beatriz Sureño
(incluida en el libro Desarraigados, de Miller y otros). Por otro lado, tenemos el caso
de Roxana Vogler. Ambos casos tienen puntos en común. La presentación es de
niños que ya vienen diagnosticados con cuestiones referidas a la alimentación,
específicamente, con un cuadro de anorexia. Ahí entra la mirada y la escucha del
psicoanálisis, el escuchar qué hay de particular en eso que, desde otros lados,
pueden llamar anorexia. ¿A qué viene a responder la anorexia? ¿Qué se hace con lo
que trae el niño? ¿En qué lugar está posicionado el niño?
Nos podemos hacer una pregunta: ¿por qué no es una fobia? Diremos que no es
una fobia clásica, porque no aparece un objeto con el que la angustia se anude y
localice. Lo que aparece es el arreglo particular que tiene que hacer cada niño para
poder continuar. Pensemos en que el análisis apunta a la constitución del
inconsciente, y tratemos de rastrear cuál es el arreglo posible en estos casos…

El caso de Vogler es sobre una niña de 11 años que no solamente sufre de anorexia,
sino que también siente que un cuerpo no reconoce, aparece una extrañeza, un
cuerpo vivido con extrañeza. Esto nos lleva a la fobia como elucubración de saber:
¿cuál será el saber en juego en esto? La niña está transitando algo referido al saber
sobre su pubertad, sobre la sexualidad, sobre la feminidad, etc., y debemos interrogar
en qué posición queda ella en relación a esto.

En esta presentación inicial, donde la niña tiene un cuerpo que no reconoce, donde
llora, donde no quiere comer, aparecen otros datos: duerme con la madre y, para ello,
desplaza al padre, quien duerme en su habitación, Sobre el padre se sabe poco, solo
se sabe lo que dice la madre. Un padre que se lo presenta como depresivo, que no
aporta mucho en la casa, no se entera de las cosas que pasan, etc. La niña presencia
peleas entre los padres.
Vogler retoma un significante que presenta la niña en las entrevistas, que es el
significante “separada”, significante que utiliza para marcarle a la niña que ella no está
separada de su madre, lo cual comienza a generar un movimiento en análisis.
Este primer momento tal vez lo podemos enmarcar en algún título: Quedar engullida
en el goce materno, donde quedaba reducida al objeto nada, donde quedaba en un
estado de indeterminación (como en el caso Juanito), donde queda pegada a su
madre.
A medida que se van haciendo estos movimientos, con el significante “separada”,
empiezan a disminuir los síntomas en el cuerpo, y empiezan a aparecer sueños, es
decir, hay un inconsciente que está respondiendo al análisis. En esos sueños, ella
comienza a soñar con otra familia que le da cosas dulces. Ahí, la analista le marca
que cambió a sus padres por unos más dulces. Esto de algo dulce empieza a generar
algo, y se comienza a armar un recorrido que podemos marcar como segundo
momento, un recorrido en torno al objeto oral.

En el primer momento, la madre mencionaba que su hija era muy fantasiosa, y este
término es algo despectivo, porque no tiene la misma connotación que decir “es algo
imaginativa”. Sobre esto, la niña puede definirse a sí misma, ya no como lo hacía su
madre, sino que se define como “imagiloca”. De esta forma particular en la que se
nombra, surgen algunos movimientos. Se hace youtuber, arma un blog donde
empieza a contar su camino, su tránsito de la “imagiloca” a la “imagicura”. Aparece el
rasgo de invención, la producción: el síntoma como invención.

A partir de estos movimientos, ella y su cuerpo empiezan a cambiar. Empezó a comer


y su cuerpo reaccionó a ello. En medio de todo esto, sus padres se separan. La niña
comienza a hacer preguntas sobre su cuerpo; un cuerpo que -en su momento- era
vivido con extrañeza, ahora le genera preguntas. Esto es un cambio, porque no
responde a un cuerpo que se descontrola, sino que empieza a darle un lugar.
Preguntarse es darle un lugar a eso.

La niña empieza a armar una nueva ficción, empieza a duelar ese cuerpo de niña que
empieza a abandonar. Ahí, Roxana toma el significante “boca cerrada”, respecto de
que la niña no le contaba al padre las cosas que le pasaban. Hay un pasaje del “boca
cerrada” al empezar a contar: esa boca que estaba cerrada para el alimento y para el
decir, era una boca en la que no entraba ni salía nada. No sólo entró el alimento, sino
que empezaron a salir cosas, empezó a hablar con su padre, a contarle lo que le
pasaba con su cuerpo. Se sorprendió por la respuesta de su padre, que había un Otro
que también escuchaba, no era solo ese “otro depresivo que no estaba al tanto de
nada”, sino que hay un Otro que también podía escuchar y opinar. Se le armó una
imagen de un padre, de un Otro, más vivificado. Había algo de deseo que tal vez ella
no estaba enterada, era un padre que también deseaba cosas. Esto cambia la
relación entre ellos, empiezan a salir los fines de semanas, empieza a cambiar el
vínculo con su padre, y esto permite que la niña pase de estar pegada a la madre a
moverse hacia otro lado…
A partir de esto vuelven a aparecer nuevos sueños donde sueña con Alicia en el país
de las maravillas: ella está comiendo con los personajes, y estos se transforman en
sus compañeros de clases (ella había mencionado que los compañeros de clases se
besaban). Ahí, la analista marca el quedarse comiendo para no besarse con los
compañeros; a ella le da vergüenza y dice: “no se besar, tengo que aprender”.
Claramente, una referencia al momento que transita, una referencia de la pubertad.

Había un saber, o un no querer saber, dando vueltas. No querer saber sobre la


pubertad, no querer aprender a besar, no querer saber sobre aquello que se venía, y
la posición inicial de un poco más amarrada a la madre la dejaba en el cuerpo de niña
que empezaba a cambiar. El no comer podía ser un rechazo a ese no saber sobre lo
que venía.
Este caso sirve para ilustrar bien cómo esta niña tuvo que hacerse un arreglo
particular, que no fue vía fobia, pero no dejo de ser un arreglo. Tuvo que reubicar –
inconscientemente- algunas cosas vía trabajo de análisis.

Algunos breves comentarios sobre la viñeta de Beatriz Sudeño. También se trata de


una niña de 8 años que viene diagnosticada con una anorexia complicada, y que en
las breves entrevistas que tuvo con Beatriz (estaban por mudarse a otra provincia),
ella siempre interponía algún objeto. Primero fue un pequeño pony, pero no tan
pequeño. La analista le marca lo gigante que es el muñeco y la niña narra que la
abuela siempre le regala juguetes y que ya no tenía lugar donde ponerlos, que estaba
un poco tapado de juguetes.

Luego fue con un sándwich, que la analista le pide al padre que se guarde para
después. Ahí, ella habla de que todo el tiempo sentía ruido en la casa, tanto por sus
hermanitos como en general, sentía todo el tiempo ruido, y ella no podía encontrar un
lugar propio que no esté tapado de juguetes ni ruido. Comienza a poder manifestar lo
que le estaba pasando, el querer encontrar un lugar propio, se sentía asfixiada/tapada
de tanto ruido y juguetes. Esto que decimos, de quedar en esta posición sin que haya
una función de corte que la saque de ese lugar.

SEMANA 13 PRÁCTICO
SEM 13 - Teo Mazzoni

Fobias

✔ Teórico Nro. 20 - Fabian Naparstek (2016)

Vamos a hacer una lectura de las fobias teniendo como referencia ISA y el seminario 4.

Voy a partir de Freud, en ISA, que propone articular la noción de angustia a las distintas
formas psicopatológicas.
En el video anterior desarrollé la angustia con la histeria y la NO, entonces voy a retomar esto
en este video.
Voy a hacer un recorrido super corto en relación a lo que habíamos ubicado:
angustia - represión - el fracaso de lo reprimido - síntoma
Donde podíamos pensar que el síntoma si bien estaba en relación a la angustia, no es el
desencadenante del síntoma, sino que la angustia desencadena la represión.
Pero el síntoma en tanto puede evitar fantasmáticamente la situación de peligro que es la que
genera la angustia, entonces el síntoma puede hacer desaparecer la angustia.

Ahora vamos a ver lo que ocurre con la fobia, la angustia se liga a un objeto. Lo que surge
a partir de esto es que se produce (en este caso en Juanito) el miedo al caballo.
Se pregunta Freud cuál es el síntoma en el caso de las fobias, no es la angustia, sino que es
la sustitución, y es el desplazamiento del objeto de donde proviene el peligro.
Se desplaza el objeto, en el caso Juanito, del padre al caballo. Entonces ya no se le teme al
padre, se resuelve el conflicto de ambivalencia de amor - odio al padre y eso se desplaza
hacia el caballo.
Freud adjudica al síntoma la función de resolver la ambivalencia respecto del padre, y
ubica la característica en esta forma de neurosis, define al síntoma como el
desplazamiento del objeto.

En las fobias en tanto la angustia permanece ligada al objeto al cual se desplaza esa
fuente de angustia, también podemos encontrar los mecanismos auxiliares. Muchas
veces se piensa que eso es la fobia, todo el parapeto fóbico, no poder salir a la calle, en el
caso de Juanito que los caballos se tumben, todo esto que son mecanismos auxiliares para
mantener más a raya el objeto al cual se desplaza la fuente de peligro. Eso ya se
considera parte de la fobia.

Para Freud, la fobia se constituye como síntoma a partir de este desplazamiento y


después están todos los mecanismos auxiliares que son los parapetos fóbicos, que
son los que ayudan a resguardarse de que se produzca ese encuentro con el objeto al
cual fue desplazado la situación de peligro (angustia de castración).

Lo central de la fobia es el desplazamiento del temor de la castración al padre, de la


ambivalencia al padre a otro objeto.

Recorrido por el seminario 4

Lacan habla por primera vez de suplencia del padre en la neurosis, ya sabemos que madre,
padre, niños, son lugares.
Nos propone que lo que sucede en la fobia es que el NO del padre, del segundo tiempo del
Edipo, puede ser sustituido en el campo de la neurosis, por ejemplo por un caballo.
Ubica en este seminario lo que llama la carencia del padre, es decir la falta. Tengan en
cuenta que no se trata del padre de la realidad, como ubicamos en el seminario 3, lo
importante es que esté a la altura de la función.
No se trata de una carencia del padre en la realidad, sino de su posición simbólica.
Lacan en uno de los escritos dice que a los 5 años, Hans fue abandonado por las carencias
de su medio simbólico. En ningún momento vemos que su padre lo abandona, o la madre,
ambos estaban muy presentes, sino que fue abandonado simbólicamente.
En el seminario 4, el dejado en banda de Juanito se refiere a la función simbólica del padre,
la fobia no es un problema, es un intento de solución, pero ésta no es aceptable, lo que
impide pasear. Lo confirma la familia de Juanito, porque él no quería salir a la calle, entonces
es una solución que va acompañada de un gran sufrimiento.
Si la fobia, es una tentativa de solución, Lacan se pregunta ¿Cuál es el problema? nos
dice que el problema es lo simbólico, la carencia simbólica del padre. Ese padre que
tiene que venir a decir que NO, no termina de poder dar las herramientas para producir
eso. Pero a pesar de esto, estamos en la metáfora paterna, estamos dentro del campo de la
neurosis, son todas las travesías que suceden en la neurosis.
Lo simbólico que rodea a Juanito es endeble, pero no es sólo esto, sino que el problema es
del goce. Juanito moviliza los medios de solución simbólica que tiene a su cargo pero algo no
puede ser tomado por esa solución que él encuentra y tiene que buscar una solución
improvisada.
La cuestión planteada a Juanito aparece por las sensaciones que recibe y experimenta de su
órgano. Las fobias en este sentido, trabajan en una zona fronteriza donde se condensa el
hallazgo significante (el caballo), las pulsiones parciales de amor y odio en relación al objeto
y el cuerpo tomado por ese goce. Ese órgano que produce movimientos y que son de los más
hetero, que hay para ese sujeto. Juanito moviliza toda esa simbolización, todos esos medios
simbólicos que tiene para encontrar una solución y no la termina de encontrar, entonces tiene
que inventarse una improvisada. Y esto, Lacan dice, está la carencia del padre y también
están estas sensaciones que experimenta en su órgano.
El sueño de Hans que precede a la invasión del significante fóbico testimonia este proceso
que está en obra. Han llora y le dice a la mamá, que había soñado que ella estaba lejos y que
no tenía ninguna mamá para hacerle cumplidos. Este sueño sobre la experiencia actual,
donde se encuentra el, es un sueño sobre su experiencia, sobre su momento en el que es
sacudido por ese goce, de esas primeras erecciones que siente como heteros, no autos,
como algo externo… y la mami se le fue, el caballo vendrá a su socorro para encontrar esta
solución improvisada.
Es así que se abre para Hans un nuevo modo de ensanchar el mundo y de explorar los
enigmas del deseo del Otro.
Lacan hace del caballo un nombre del padre de recambio, si bien no habla de la
pluralización del NP, nos está advirtiendo de algo.
El caballo, objeto fóbico, un reemplazo del nombre del padre. Esto es lo que va a llevar más
tarde a preguntarse a Lacan mismo si de hecho no es acaso todo nombre del padre, un
nombre del padre de recambio. No en el seminario 4 pero si más adelante.
El modo en el que piensa Lacan el caso Juanito puede arrojar una sospecha de lo que al fin
y al cabo, que el nombre del padre no es más que un nombre de padre entre otros.
Son significantes entre otros, acá se reemplaza por el caballo. El caballo es al que le tiene
miedo, Juanito no logra tenerle miedo al padre, el padre no logra simbólicamente representar
ese NO del segundo tiempo del Edipo. Entonces Juanito se inventa una solución, algo a que
temer.
(estamos en el campo de lo simbólico) Lo que cae cuando pensamos al nombre del padre en
plural, es la idea de solución típica y abrimos así la dimensión a la singularidad

SEMANA 13 SEMINARIO
CET Bousoño, N Semana 13

✒Lacan J, Seminario Libro 4 Cap XIII: parágrafo 2-3 y 4; cap XIV: parágrafo 2 y 3;
cap XXI: parágrafo 3.
La relación de objeto
Este es un seminario donde Lacan aborda la clínica, interrogando la relación de
la madre con su deseo y su feminidad, más allá de los hijos. Y cómo el niño,
Juanito, se inscribe en esa relación de la madre con su propia falta. Articulado con
esto, continúa en juego la elaboración sobre la función paterna. Las conclusiones
que Lacan obtenga del curso van a ser de largo alcance en su enseñanza.
En el primer capítulo, Lacan distingue Edipo de castración. Agrega que Freud
nunca llegó a articular plenamente la incidencia psíquica precisa de esta última. En
el intento de hacerlo, Lacan va a abordar la Fobia. Se va a preguntar en qué
consiste y su función.
A partir de la página 225, Lacan desarrolla la relación del niño con la madre que
existe como alteridad radical, como “Otro” con mayúsculas. Hay una serie de
momentos donde la Fobia toma su función.
❶Lacan destaca que hay un primer momento lógico, en el que el par presencia-
ausencia de la madre, no solo constituye la distinción significante, la dimensión
simbólica y subjetiva; sino que también en ese movimiento, ella (o el Otro primordial)
toma distintos valores: la madre omnipotente ofrece su presencia como un don,
como un signo de amor. La satisfacción esencial para el ser humano se vuelve
objeto de amor, pero la madre puede negar ese signo y entonces, frustrar.
❷En un segundo momento lógico, el niño intenta ubicarse como objeto que aporta
satisfacción a la madre; intenta ser amado. Entonces acciona: busca, responde,
llora, balbucea, come o no, se hace encima o va al baño, etc. Explora con su
accionar las respuestas del otro. ¿Cómo obtener una sonrisa, una caricia, esa
presencia del otro que es signo de amor?, ¿Qué es lo que hace que el otro no
responda?. Para el niño, es una experiencia fundamental, saber si sus intentos
gobiernan algo de esa presencia que necesita, que ama, que desea. Es una
cuestión central, como el niño capta lo que es para su madre.
Si bien Lacan va a hablar de la lógica del fantasma mucho más adelante, recuerden
lo que estudiamos cuando hablamos del fantasma: respuesta a los vaivenes y
caprichos del deseo del Otro; el fantasma como “montaje irrisorio” -según lo define
Miller- que permite cierto dominio. El sujeto dirige la escena, dirige al Otro, y vela el
hecho de que sino sería una marioneta de ese Otro. El fantasma es una respuesta
con la que la Neurosis articula la realidad; y cuando vacila, produce Angustia.
❸En un tercer momento, el niño percibe que no está solo: La mujer que hay en la
madre, quiere algo distinto que el niño. Lo que técnicamente llamamos el “falo”, un
valor enigmático que puede presentarse como un brillo que se desplaza en distintos
objetos, que es el centro de su deseo (recordar que estamos en el terreno de la
Neurosis). A partir de esa percepción de que no está solo, el niño se presenta a la
madre como si él mismo se lo ofreciera. Desde posiciones y en grados diversos,
puede identificarse con la madre, identificarse con el falo, identificarse con la madre
como portadora de falo, presentarse como portador del falo (página 226). Cada
niño, a su manera, intenta poder colmar a su madre o a su otro primordial. El niño
intenta seducir a la madre aparentando ciertas cualidades imaginarias, intenta ser el
falo de la madre.
❹Este es el punto de inicio de la observación de Juanito, previo a la Angustia (lo
que Fabián llama tiempo cero). En ese contexto, las sensaciones corporales toman
relevancia, los efectos de la irrupción del cuerpo ubican el cuarto momento. Lacan
dice: cuando el pene de Juanito empieza a moverse, empieza a masturbarse
(página 227). Hagamos la salvedad, de que esas sensaciones corporales no son
exclusivas de los niños, las niñas también las tienen y se masturban. La presencia
de esas sensaciones de irrupción de la satisfacción, abre una brecha enorme para
el niño porque no sabe qué hacer con eso. Son sensaciones que le permiten saber
que hay una dimensión de la satisfacción materna, que no va a poder colmar.
Entonces Lacan acentúa que, no es tanto que la madre intervenga prohibiendo -eso
es circunstancial- sino que el pene toma una dimensión real y eso produce Angustia.
¿Qué es esa Angustia? Página 228. “Es el afecto correlativo del momento de
suspensión del sujeto, en un tiempo en el que ya no sabe dónde está hacia un
tiempo en el que va a ser algo en lo que ya nunca podrá reconocerse”. Es el afecto
que surge en el momento en el que el sujeto se encuentra suspendido, sin saber
qué lugar tiene para el Otro y sin que pueda saber que va a hacer, porque desde
dónde está no lo puede reconocer.
Así como cuando hablamos del Estadio del Espejo, y decíamos que no era solo la
descripción de un momento del desarrollo, sino que implicaba la lógica de la relación
del sujeto con su imagen; eso mismo vale para esta definición de la Angustia: No
sólo es válida para un momento del desarrollo, sino que señala el afecto que se
presenta cuando se produce una separación de la idea que cada uno se hace de su
lugar en el mundo. Y se manifiesta una dimensión más real de la existencia.
Juanito, en el momento de la Angustia, puede medir la diferencia que hay entre
cumplir con una imagen y tener algo real que ofrecer para satisfacción de la madre.
Lo que puede ofrecer se lo imagina como algo miserable. En este punto todo
depende de lo que el niño es verdaderamente para la madre. Página 243: “La
dimensión original de cada sujeto, es siempre correlativa de la realidad de la
perspectiva intersubjetiva, tal como está arraigada en cada sujeto”. O sea, la
dimensión original -lo que el niño “es” verdaderamente- está en sintonía con su lugar
en el Deseo del Otro, con cómo se inscribe con relación a la falta fundamental, a la
castración materna, a ese falo que es objeto del deseo de la madre esto. Tiene que
ver con como se inscribe en relación con el Deseo del Otro, que es su Otro.
Página 244. Lacan aplica las leyes del lenguaje y va a decir que el lugar del niño
puede ser una de estas opciones:
El de la metáfora del amor parental: recordemos la metáfora como operación de
sustitución significante, productora de una significación nueva y un lugar nuevo para
el sujeto.
El de la metonimia del deseo de falo: desplazamiento que lo condena a un sin
sentido, en ese caso es todo el cuerpo del niño el que se ve amenazado, despegado
del lugar del amor y amenazado de verse tomado como objeto de Goce del Otro, de
satisfacción sin amor.
❺A partir de aquí se abren dos caminos. El quinto momento entonces podemos
subdividirlo en a y b.
☛ Camino A: Página 367. En términos de función, “padre”, es quien se ocupa
sexualmente de la madre, es quien asume esa función concreta. (Lacan aquí
anticipa la noción de perversión que planteará después.) Se ofrece una versión
vivible del goce, le ofrece al niño una versión de un gozo humanizado. Es desde ese
ejercicio concreto que el orden simbólico es introducido. La ley con sus defensas
traslada lo imaginario, que estaba en juego en la relación madre niño con el falo y le
permite al niño, una presencia que se soporte en el mundo real, tal como está
organizado con su trama simbólica. Le permite no anularse, lo que es la Fobia no
ocurre. No es tanto que el padre dice que “no”, sino que con su hacer, con su
ocuparse de la satisfacción de la madre, está diciendo “tu madre no es asunto tuyo”.
A partir de allí se recorta “lo que no” y “lo que sí”. Es una articulación que tiene que
ver con los hechos. Así se establece un orden, que le permite al niño esperar su
tiempo para acceder a su pareja.
En la página 366 Lacan agrega que, si el padre cumple esa función, opera la
castración paterna. Aquí viene la definición de castración de Lacan: Se produce la
anulación del pene real del niño, en una operación de simbolización, de
negativización del goce, que transforma al pene real en significante: el falo. Esto
implica que el niño pueda acceder a su virilidad legítimamente. El falo entra en una
dialéctica, en una articulación, en un orden, que permite que el niño acceda a este.
Esa operación permite un desarrollo dialéctico de la subjetividad (recordar la función
del Nombre del Padre en la psicosis, con esos elementos indialectizados).
El camino A le da al niño un lugar y lo pone a esperar el acceso a su sexualidad,
“legítimamente”.
☛Camino B: Es el de la Fobia. El padre de Juanito, si bien era muy amoroso con su
mujer, no se ocupaba sexualmente en ella. “Se obstina en no querer castrar”, dice
Lacan. Esta interpretación se distancia de la de Freud: Debido a esta carencia
paterna (carencia de “encarnación simbólica”, según Miller) la castración -como
operación de simbolización- no se produce. El pene real no queda anulado,
entonces Juanito queda atrapado en el punto de encuentro entre la pulsión real -el
cuerpo- y el juego imaginario -tramposo- con la madre.
Entonces se produce una regresión: “El término regresión es aplicable a lo que
ocurre, cuando el objeto real junto con la actividad dirigida a hacerse con él,
sustituye a la exigencia simbólica”. (Pg 191) Podemos formularlo míticamente así:
Cada vez que Juanito no encontraba el signo de amor de la madre, se aferraba al
pecho, buscando satisfacción en una oralidad erotizada. A eso le llaman Lacan
“regresión”. Por lo que estando en la encrucijada, sintiéndose insuficiente para
brindar satisfacción a su madre, teme ser devorado por ella.
El punto clave de la Fobia es el momento en el que esa mordida, esa devoración,
llega a ser simbolizada. Se sustituye la mordida por la mordida del caballo. Y entra
en la dialéctica. Los caballos surgen de la Angustia, pero traen el miedo. El miedo
es algo articulable, lo que permite estructurar el mundo, definir un adentro y un
afuera, darle una organización, armar un mapa que resguarde un lugar para el
sujeto.
La Fobia, entonces, es el resultado de la operación mediante la cual un objeto es
elevado a la función de significante. Esto es lo a Juanito le permite soportar los
efectos de su pene real. Su dispositivo fóbico hace suplencia del padre real, lo
reemplaza en su función.
La interrogación de Lacan por la función paterna continúa, y esta conclusión -que un
síntoma haga de Nombre del Padre- lo lleva a interrogar si la función paterna es
efectivamente algo más que un síntoma. Se lo cuestiona.
La cura de la Fobia (que el miedo se vuelva soportable) se produce cuando Juanito
puede articular la castración como relato significante. Esto le permite un desarrollo
dialéctico, cuando lo real -el pene, la presencia de la hermana- se resitúan en lo
simbólico vía lo imaginario, en un movimiento que le permite una simbolización
progresiva. Lacan va a utilizar el esquema Lambda, dando cuenta de como Juanito
le “hace hacer” a su hermana -su doble imaginario-: la hace montar a caballo. Y esto
le permite dominar la situación.

PERVERSIÓN
SEMANA 14 PRÁCTICO

SEM 14 – CLC – Megdy Zawady


Lecturas de casos. Actualidad clínica.
Victoria Paz – Elogio de la subjetividad
Introduce la temática de la depresión, que es un acuciante clínico de la época cada vez con más
extensión.
La autora parte de la felicidad como un signficante amo impuesto al amo moderno, y que enlaza
una promesa para todos en el siglo XXI. La idea es que la imposición de este significante amo
por el cuerpo médico y psiquiátrico, tiene como contracara la multiplicación de la etiqueta
depresión que, a su vez nombra múltiples fenómenos que va a haber que desmenuzar. Pero,
entendemos a la depresión como uno de los nuevos nombres del malestar en la cultura.
Quiero decirles que no es novedoso el propósito de la depresión como fin teleológico de lo
humano. Ya Aristóteles en su ética planteaba una teleología dirigida al fin de la felicidad. Esto,
como ustedes saben, fue retomado por las éticas de tipo militarista y, frente a esto, pero hoy
tiene una posición bastante particular. En El malestar en la cultura (1930), Freud se preguntaba
lo siguiente:
“¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y
propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es
difícil acertar con la respuesta: quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla.
Esta aspiración tiene dos costados, una meta positiva y una negativa: por una parte, quieren la
ausencia de dolor y de displacer; por la otra, vivenciar intensos sentimientos de placer. En su
estricto sentido literal, «dicha» se refiere sólo a lo segundo. En armonía con esta bipartición
de las metas, la actividad de los seres humanos se despliega siguiendo dos direcciones, según
que busque realizar, de manera predominante o aun exclusiva, una u otra de aquellas.” (p. 76)
La idea de Freud, entonces es que no hay nada en el hombre preparado para la consecución de
la felicidad. Leo un poco más:
“Es absolutamente irrealizable, las disposiciones del Todo —sin excepción— lo contrarían;
se diría que el propósito de que el hombre sea «dichoso» no está contenido en el plan de la
«Creación». Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde a la satisfacción más
bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de estasis, y por su propia naturaleza
sólo es posible como un fenómeno episódico. Si una situación anhelada por el principio de
placer perdura, en ningún caso se obtiene más que un sentimiento de ligero bienestar;
estamos organizados de tal modo que sólo podemos gozar con intensidad el contraste, y muy
poco el estado” (p. 76)
Fíjense, entonces, que la felicidad es situada por Freud como una experiencia que se subjetiva
por el contraste con el displacer, que es momentánea y que es disruptiva. En este sentido
entonces decimos que no hay nada en el hombre -por lo menos en el hombre neurótico-
preparado para la consecución de la felicidad. Esto sería como el acceso a la repetición de
la primera experiencia de satisfacción que, sabemos, una vez que entró en el circuito del
lenguaje, no produce más de una satisfacción menguada.
Pero, al ser la felicidad una experiencia de carácter evanescente (solamente percibida por el
contraste con momentos no satisfactorios), desde el psicoanálisis no podemos menos que decir
que el ideal de felicidad viene al lugar de desmentir la naturaleza misma de lo humano, es decir,
el desamparo al que somos arrojados por nuestra condición de vivientes.
Por otro lado, la experiencia psicoanalítica muestra –además- que el neurótico no está
preparado tampoco para la consecución de sus deseos, para el cumplimiento del deseo. Esto es
lo que Freud trabaja en un texto que se llama Algunos tipos de carácter elucidados por el
trabajo psicoanalítico (1916), dentro del cual hay un capítulo que se llama “Los que fracasan
con el triunfo”. Ahí, Freud dice:
“Tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando, como médicos,
hacemos la experiencia de que en ocasiones ciertos hombres se enferman precisamente
cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo perseguido. Parece
como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la
enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda” (p. 323)
Esta es la idea freudiana: cuando un accidente externo o determinada contingencia en la vida
acude al lugar de que el deseo de alguien pospuesto, imposibilitado, inhibido, insatisfecho, por
determinadas condiciones de su neurosis, llega a la instancia de cumplimiento, lejos de
experimentar felicidad o dicha, el sujeto manifiesta más bien angustia, o empieza a desarrollar
síntomas o enfermedades psíquicas graves.
Lacan reduplica este interrogante y, en el Seminario 7 “La Ética del psicoanálisis”, reflexiona
sobre la demanda de felicidad que, efectivamente, es algo que es suele demandar un sujeto al
iniciar la consultar con el analista o al realizar la consulta psicoterapéutica. Lacan se interroga
por el estatuto de esta demanda de felicidad del paciente y, a su vez, crítica al psicoanálisis
freudiano porque responde a esta demanda con una promesa analítica de felicidad establecida
bajo el modo de el logro de la armonía genital con el otro cuerpo. En la 357 de la Ed. Paidós
dice:
“Esto es lo que conviene recordar en el momento en que el analista se encuentra en posición
de responder a quien le demanda la felicidad. La cuestión del Soberano Bien se plantea
ancestralmente para el hombre, pero él, el analista, sabe que esta cuestión es una cuestión
cerrada. No solamente lo que se le demanda, el Soberano Bien, él no lo tiene, sin duda, sino
que además sabe que no existe. Haber llevado a su término un análisis no es más que haber
encontrado ese límite en el que se plantea toda la problemática del deseo.” (Lacan, 1959-
1960, p. 357)
“Lo que el analista tiene para dar, contrariamente a la pareja del amor, es lo que la novia más
bella del mundo no puede superar, a saber lo que tiene. Y lo que tiene no es más que su
deseo, al igual que el analizado, haciendo la salvedad de que es un deseo advertido.
¿Qué puede ser un deseo tal, el deseo del analista principalmente? A partir de ahora, podemos
de todos modos decir lo que no puede ser. No puede desear lo imposible.” (Lacan, 1959-
1960, p. 358)
Justamente, es a partir del concepto de deseo del analista, es decir, eso que apunta a obtener
del sujeto la diferencia absoluta, la singularidad de su deseo, es que Lacan propone una ética
del psicoanálisis que se reduce a la puesta en forma de una pregunta, una pregunta sobre
la conformidad del propio acto con el deseo que lo habitan. En la página 373 del Seminario 7
dice lo siguiente:
“Aquí yace la experiencia de la acción humana y, porque sabemos reconocer mejor que
quienes nos predijeron la naturaleza del deseo que está en el núcleo de esta experiencia, una
revisión ética es posible, un juicio ético es posible, que representa esta pregunta con su valor
del Juicio Final - ¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que lo habita? Esta es una
pregunta que no es fácil sostener. Pretendo que nunca fue formulada en otra parte con esta
pureza y que solo puede serlo en el contexto analítico” (Lacan, 1959-60, p. 373)
Lacan propone una ética que apunta a lo singular, que apunta al deseo de cada cual y,
por ende, no puede ser reducida a la generalización de una respuesta para todos.
Esta es un poco en la disgregación que quería proponerles para abordar el artículo de Victoria
Paz. Ella agrega otra idea, y es que en la generalización del término depresión, en el que
empecemos a llamar depresión a todo tipo de fenómenos que involucran a las pasiones tristes,
se excluye la pregunta por la causalidad psíquica, se excluye la pregunta por la etiología
y, por ende, se excluye la pregunta por el inconsciente. Más bien, el término depresión
empuja al sujeto a identificaciones masivas en donde se pierde de perspectiva lo singular.
Hay que decir tal como Lacan lo desarrolla en el seminario 10: En la clínica de los afectos,
cuando analizamos cuestiones de carácter emocional, afectivo, el psicoanálisis lo que busca es
situar la lógica en la que se sostienen cada uno de estos afectos. Sabemos que, a excepción de
la angustia (que es el único efecto que no engaña), todos los afectos se fundan en una
articulación significante, en un s1-s2 y, por lo mismo, son engañosos, porque están sometidos
a las leyes de combinatoria del significante. Pero, así como les dije que la angustia es el único
efecto que no engaño, dentro de los afectos hay otros afectos a mencionar que tienen una
función particular. Uno de ellos es la culpa: este hay que destacarlo, porque Lacan afirma que
sólo se puede ser culpable de haber cedido en el deseo, es decir, indica la posición del sujeto
frente a un deseo resignado. Entramos acá en una cuestión compleja porque, como en otros
momentos de la cursada hemos afirmado, el deseo es el deseo del Otro. Cuando se resigna un
deseo, cuando se ha cedido en el deseo, ¿a qué deseo se ha cedido? ¿qué es lo propio en esta
dinámica en el que el deseo es el deseo del otro bueno? Esa es la pregunta de un psicoanálisis,
es la pregunta a poner en forma en un psicoanálisis.
Ahora bien, en cuanto al tema que nos concierne (depresión), Lacan tiene un texto que se llama
Televisión, que está en un libro que se llama Otros escritos (1973). En la pagina 551 de este
texto, Lacan afirma lo siguiente:
“La tristeza, por ejemplo, la califican de depresión y le dan el alma como soporte o la
atención psicológica (del filósofo Pierre Janet), pero no es un estado de ánimo, es
simplemente una falta moral, como se expresaba Dante o Espinoza, un pecado. Lo que quiere
decir, una cobardía moral, que sólo se sitúa en última instancia a partir del pensamiento, es
decir, a partir del deber de bien decir o de orientarse en el inconsciente en la estructura” (p.
551)
Esta es la referencia que retoma Xavier Esqué en uno de los textos que tuvieron en el primer
cuatrimestre, que se llamaba La depresión vista desde la perspectiva psicoanalítica, donde él
hace un desarrollo de esta referencia. Pero, la idea básica, es que la cobardía moral es el afecto
depresivo resultante de la sesión del deseo, de la renuncia al deseo. Cada vez que renunciamos
al deseo (y con esto diferenciamos el deseo del anhelo), nos estamos refiriendo
fundamentalmente a la causa del deseo, aparece el afecto depresión. Lo que hay en juego en la
depresión es una pasión por la ignorancia, es decir, fundamentalmente, un no querer saber o no
querer reconocerse en una posición subjetiva en el inconsciente. Más aún, con la identificación
a esa etiqueta, el sujeto se permite cesar en el propósito del bien decir, el bien decir, para Lacan,
es un decir pleno de verdad, algo que dice sobre la singularidad del deseo para el sujeto.
Dicho esto, voy a entrar en la viñeta a la cual Victoria Paz denominó La mujer sin deseo. Les
resumo un poco la cuestión: Se trata de una mujer alienada al significante ‘depresión’. Lo
obtuvo de parte de un médico hacía 30 años, a raíz de una separación amorosa (su marido la
abandonó con hijos pequeños). Y, la paciente ya identificada hace 30 años con este significante,
describe al analista todos los síntomas y signos de los que padece por los cuales se valida su
diagnóstico depresivo. Es decir, ella porta un sufrimiento, que tiene un nombre y ese nombre
la une al sufrimiento de todas las mujeres que pasaron por lo mismo, sin que ella se interrogue
o quiera saber sobre la lógica de su propio sufrimiento. La cuestión es que, en la primera
entrevista, la paciente afirma que su depresión se ha tornado insoportable, y hace un recuento
de todo su recorrido en la búsqueda de un amo que certifique ese nombre propio eso que se ha
convertido en un nombre propio, depresión. Por supuesto todos los amos que la atendieron
realmente en la anterioridad, es decir, psiquiatras y psicoterapeutas de todas las orientaciones
posibles, lo que hicieron fue reforzar ese significante reduplicando la alienación que ella tenía
a la depresión. Ella pedía entonces a este analista que la legitime en su posición depresiva.
El movimiento que la analista hace en esta primera entrevista es, un poco, desconocer el
diagnóstico depresión y, más bien, recortar el significante ‘insoportable’. Es interesante que la
analista no la toma en análisis como depresiva, sino que la toma en análisis en relación a que a
ella le pasa, algo nombrado por ella misma como insoportable. Al no validar esa demanda de
la paciente en que ella se reconozca en el término “depresión”, se produce un primer efecto
terapéutico, y la paciente sale de allí con un efecto de sorpresa y de alivio. Este alivio va a hacer
que en las entrevistas posteriores ella despliegue la asociación libre y empiece a rememorar esa
separación ocurrida treinta años atrás que hizo que se sumiera en la tristeza. Eso la va a conducir
a hablar de su propia madre. Efectivamente, la mujer en su novela familiar relata una madre a
la que nombra “cobarde”, porque se abandonó a la melancolía cuando el padre de la paciente
la abandonó con sus hijos pequeños. Es decir, la madre durante muchos años funcionó para la
paciente como el modelo de mujer imposible de soportar. Pero, una vez que la paciente es
madre y se encuentra con esta encrucijada vital que es el abandono por parte del marido, la
cuestión de la maternidad la reencuentra con esa identificación madre a la que nunca se quiso
parecer.
Se dirige, entonces, de vuelta a un Otro que la nombra depresiva y que hace consistir la
identificación madre, entrando por muchísimos años en el circuito psiquiátrico, es decir,
tratando su padecimiento vía psicofármacos, no haciendo más que reforzar ese diagnóstico que
le impedía hacerse una pregunta por ella misma, que la eternidad detenida en la inercia de la
pulsión de muerte.
Es interesante, porque, al ubicar en la madre ese modelo de mujer que nombraba lo
insoportable, ella empieza a historizar, y pasa de pensar su depresión como una determinación
hereditaria (algo que viene por la línea de mujeres, un padecimiento que comparte con las
mujeres de su familia) a dar curso a los pensamientos del inconsciente, es decir, a interrogarse
por su posición subjetiva. Es así como la paciente llega a nombrar un affaire con el abandono,
es decir, un romance con la posición de abandono. Fíjense que acá ya aparece la veta de la
responsabilidad subjetiva, aparece el goce en juego. El affaire con el abandono que la
paciente nombra es la subjetivación que ella hace de ese destino inexorable de las mujeres,
que es sumirse en la melancolía ante el abandono de un hombre. Al menos es así como ella lo
manifestaba en su escena fantasmática.
Una vez nombrado esto, la posición de gozo de la paciente (es decir, ese affaire) con el
abandono que la empuja a ella la repetición de algo durante décadas, una vez nombrado esto,
apareció un sueño. Es un sueño bastante común en clínica de las neurosis, pero, como sabemos,
los sueños no se interpretan en clave universal, sino que apuntan a situar lo singular de cada
uno. Es un sueño en donde ella ubica el lugar vacío de un diente que se le cae; ese el lugar
vacío, esa falla, esa falta (sancionada por el analista) la hace ubicar una cuestión en relación a
cómo se posiciona frente al deseo. Se posiciona al modo de la histeria, ella padece de
insatisfacción en el deseo; cada vez que el deseo aflora, ella ejecuta acciones para que esto no
se cumpla o se mantenga en una posición de insatisfacción. Sabemos por momentos posteriores
de la enseñanza de Lacan -particularmente en el seminario 17-, que la consecuencia, a nivel
del goce, del deseo insatisfecho, es un goce de la privación. El deseo insatisfecho es el énfasis
en la dimensión de la falta, pero esa falta, el regodeo en esa falta, se paga con un goce: es el
goce de la privación, el goce de privarse de lo que podría hacer.
Entonces, en esta en esta pequeña viñeta aparece un recorrido que va del ubicar la falla moral,
a que la paciente pueda reconocerse en el inconsciente como alguien que tiene un affaire con
el abandono. Eso nos lo dice la analista brevemente al final, la lleva a hacer existir su modo
singular de ser mujer más allá de esa identificación mortífera con la madre y, eventualmente,
la conducirá a preguntarse por un amor posible más allá del estrago materno. Efectivamente,
con esto cierra el texto.
Este es un caso donde lo nuevo no está tanto por la fenomenología que presenta la paciente. Es
un caso clásico que Freud hubiese podido citar en la Conferencia 33: La feminidad, en donde
ubicaba que para la mujer hay una ligazón madre prehistórica hiperintensa,que, desde el
comienzo, está teñida de ambivalencia, de hostilidad, y que, en este caso, se puede leer muy
bien. Pero, lo nuevo en este caso es la alienación del sujeto a un significante tomado del cuerpo
médico que la empuja a una identificación a la masa de los depresivos y que elude la pregunta
por su singularidad. El situar el problema de la feminidad frente a el deseo insatisfecho lleva a
situar esta analogía del psicoanálisis.
Este es un caso que podemos nombrar de estrago materno. El estrago materno es un fenómeno
nombrado por Lacan en el Seminario 17 con la metáfora del cocodrilo. Cuando Lacan está
exponiendo la función del padre y la metáfora paterna, equipara el deseo de la madre a un
cocodrilo y al padre a un palo que impide que las fauces del cocodrilo se cierren. La cuestión
es que Lacan dice que, por más que ese palo esté, hay un capricho en las fauces del cocodrilo,
que nunca se sabe cuándo esa boca puede llegar a cerrarse y que, en todo caso, la función del
padre siempre es insuficiente respecto del rol simbólico que está llamado a encarnar. Por
ende, el deseo de la madre siempre produce estragos (esto vamos a ampliarlo un poco más).
El estrago es algo estructural y tiene que ver con ese resto del goce de la madre que la metáfora
del padre no consigue procesar. Recordemos que la metáfora del padre lo que hace es ponerle
un nombre, a través del significante fálico, al enigma del deseo de la madre. Pero, hay un resto
de goce que no es subsumible a lo simbólico y eso es lo que llamamos estrago materno.
Particularmente, en esta mujer lo que se puede ver es cómo ella persiste avalada en una
identificación materna, en buscar la sustancia de su goce como mujer, la sustancia de su ser
femenino en la relación con la madre, en esa identificación insoportable con la madre. Por
supuesto, el recorrido de entrevistas lleva a la constitución de un síntoma: el deseo insatisfecho
es nombrado por la paciente como su síntoma (ella misma lo dice así), síntoma mantenido en
secreto durante 30 años. Un secreto metido bajo la alfombra, bajo el diagnóstico depresión.
Por supuesto, lo que se hizo en este recorrido de análisis fue justamente poner en forma la
pregunta que Lacan plantea sobre la ética: ¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que
la habita? Eso produce la apertura del inconsciente, produce un encuentro del sujeto con su
posición en el inconsciente, y desata una pregunta que hace a su goce singular. Ese es el
propósito de una dirección de la cura lacaniana, y esta es un poco la puntuación que quería
compartir con ustedes hoy.

SEMANA 14 TEO

PERVERSIONES

Bibliografía:

● Teórico de Fabián Naparstek


● Parágrafo del Seminario 16 de Lacan

El término perversiones surge a mitad del siglo XIX, distintos personajes estudian
comportamientos sexuales que estaban considerados como degeneraciones, ellos los
trasladan al campo de la medicina, los piensan como enfermedades.
Lo interesante era ver el movimiento que esto implicó, y los movimientos que produjo luego
en nuestra historia, de la psicopatología, del psa y de la psiquiatría.
Siguiendo los lineamientos que nos propone Foucault en la historia de la sexualidad
podríamos arrancar a grandes rasgos, proponiendo como en la edad antigua ciertos
comportamientos sexuales eran totalmente permitidos, adultos con efebos. Tenemos a
Socrates en Grecia enamorado, y una gran amplitud aceptada de comportamientos sexuales.
Un poco más restringido era en Roma, en donde no todo estaba habilitado, sin embargo, se
consideraba como signo de dominación un amo podía tener relaciones sexuales con un
esclavo.
Vemos un panorama que empieza a cambiar con la expansión del Cristianismo y un discurso
moral y religioso, que se empieza a entramar alrededor de una norma establecida por un
discurso, compuesta por dos coordenadas. Estas atañen, por un lado al objeto, un partener
del sexo opuesto al servicio de una meta, la reproducción.
Entonces, objeto y meta entran en una determinada norma, al servicio de un discurso moral
y religioso. Toda conducta o comportamiento sexual que se desviara de esa norma, de ese
ideal, era nombrado como degenerativo. Allí fueron a parar ciertos comportamientos
sexuales que se desviaban de esa norma tomada por el discurso de la Edad Media.

Modernidad, discurso de la ciencia, apertura en relación al ideal religioso. Empiezan a


aparecer personajes que intentan domar esas supuestas desviaciones en el campo de la
medicina, entonces las trasladan al campo de la enfermedad. Richard Von Krafft-Ebing, como
personaje paradigmático en ese momento, estudia las psicopatías sexuales, como un modo
de cortar con la consideración de que esos movimientos eran degenerativos y sacarlos de la
cárcel y la proscripción, llevarlos al asilo y al campo de la medicina. Es un movimiento muy
interesante y fuerte para la época, en ese contexto se introduce Freud y les discute incluso
este movimiento y llevando la cuestión a un punto más radical. Para Freud, no sólo no eran
degenerados, sino que tampoco eran enfermos. En 1905 “Tres ensayos” afirma con mucha
potencia esto y que la sexualidad humana en su carácter constitutivo es perversa y
polimorfa. Esto es lo que llamamos la revolución freudiana respecto de la sexualidad.
Llega a esta afirmación por 3 vías:
● Los síntomas de las psiconeurosis, cuando estudia el síntoma histerico, el síntoma
obsesivo encuentra que hay algo de la sexualidad, hay una fijación de la pulsión oral
o de la fijación de la pulsión anal. Estamos lejos del objeto del sexo opuesto y de la
meta genital. Estos síntomas son sustitutos de una satisfacción sexual con el rasgos
de una fijación oral o anal. Entendemos como perverso y polimorfo, a lo que sale de
la norma respecto del objeto y de la meta.
● La sexualidad infantil también muestra que estamos por fuera del objeto y de la meta
● Agrega que las conductas llamadas perversas también nos muestran que la
sexualidad es perversa y polimorfa.
Muestran la transgresión del objeto y de la meta, del objeto del sexo opuesto y de la meta de
la resproducción… le muestran la sexualidad en términos de que constitutivamente es
perversa y polimorfa.

Freud dice si esto es así, debemos preguntarnos ¿cómo llegamos a una sexualidad normal?
Al decir que la sexualidad es perversa y polimorfa, estamos afirmando que la pulsión no tiene
ni objeto ni meta determinado a priori, no los tiene programados.
La perversión entonces, por estructura, no es más que una modalidad de satisfacción
que tiene los rasgos de la ampliación y la descomposición, tiene los dos rasgos de la
fijación y la exclusividad.

En este contexto, 1905, Freud nos invita a pensar que mientras la perversión es el actuar
directo, el positivo, la neurosis, es el negativo, es la represión de esa sexualidad perversa y
polimorfa. A lo largo del camino, y a partir de 1920, no podemos decir que la neurosis
reprime lo que la perversión actúa, sino que son dos modalidades de defensa. Son dos
maneras de defenderse de lo que para Freud es la castración materna.

Lacan siguiendo esa pista de Freud, nos dice que perversión y neurosis son dos maneras de
posicionarse frente a la castración del campo del Otro. Eso le permite a Lacan decirnos que
la perversión es una posición subjetiva, es un modo de respuesta, distinto de la neurosis pero
que tienen en común la castración en el campo del Otro.
Hay dos tiempos en donde trata de abordar el tema de la perversión, Seminario 4 y 6, donde
lo aborda desde el paradigma del fetichismo.

Trata de entender las perversiones desde ese paradigma, alrededor del deseo del Otro, de la
identificación del sujeto al falo imaginario, pensar que hay un objeto imaginario que podría
completar ese deseo del Otro, entonces el niño identificado a ese falo imaginario, tratando de
hacer funcionar el velo. La función de velo del fetiche, de cortina, de pantalla, querer hacer
creer que hay algo donde puede haber nada. Esa es la lógica que aborda Lacan desde la
perspectiva del fetichismo entendiendo que los ordenadores conceptuales son deseo del Otro
(madre insaciable), falo imaginario (función del velo), y el sujeto identificado a ese falo
imaginario, tratando a partir de esa identificación velar ese agujero, esa falta.

Esto no queda ahí, por eso se suma el parágrafo del Seminario 16.
Lacan agrega que el fetichismo es muy interesante, incluso el contrapunto entre fobia y
fetichismo. Ahí donde el fetiche desconoce, la fobia se padece y en esa tensión que hay entre
el objeto fetiche y objeto fóbico.
Esto nos deja en un borde difícil de diferenciar, desde el Seminario 10 y en el 16 lo retoma,
propone pensar a la perversión ya no con el paradigma del fetichismo sino con el paradigma
del masoquismo. La perversión la entendemos bien si entendemos el masoquismo, el
sadismo, el exhibicionismo, voyeurismo, no como contrapuestos. Tanto el masoquista como
el sádico están ubicados en el mismo lugar.
El masoquismo pone al sujeto en el lugar del objeto.
El choque entre el sujeto y el lenguaje, algo se perdía, algo del orden del goce, el lenguaje
negativiza el goce, el goce absoluto es mítico, anterior al encuentro entre el sujeto y el otro.
Una vez que se produce el encuentro, una vez que el lenguaje nos atraviesa, algo del goce
absoluto se pierde. Ahí es donde empieza la construcción del objeto a, eso que pierde queda
lógicamente localizado en lo que Lacan propone escribir como objeto a. Que no es ningún
objeto de la realidad, sino que es una escritura, una manera topológica de localizar eso
perdido a nivel del goce.

Del seminario 10 al 16, Lacan ya se empieza a meter con el goce, y entonces el horizonte de
la perversión es restituir el goce perdido al campo del Otro. Si en el encuentro algo se pierde
a nivel del goce, es interesante que la posición perversa, es una posición subjetiva y por eso
la llama estructura subjetiva, que se identifica con ese objeto para restaurar eso perdido en
el campo del Otro.

En el seminario 16 dice el perverso no se equivoquen, no es el que desprecia a otro, no es el


que maltrata a otro, el que tiene la intención de maltratar a otro para hacerle doler. Sino que
es aquel que condiciona su vida, dispone su vida a tratar de restaurar lo perdido al campo del
Otro en términos del goce. Por eso en este seminario nos invita a pensar a la perversión como
los cruzados, movimiento religioso que salieron con la bandera de la cruz a recuperar lo
perdido de Dios, para las santas sepulturas. Propone al perverso como un cruzado, jugando
con los términos cruz, creer, creyente, es decir, el perverso es un creyente, cree que puede
restituir al otro lo perdido, el goce perdido.
“Darle al César lo que es del César, darle a Dios lo que es de Dios, darle al Otro elevado al
estatuto de Dios, cree en el otro cual si fuera un Dios y tiene la misión, la voluntad de goce
de restituir lo perdido al otro.

En este contexto es que podemos empezar a pensar esa diferencia de posición del perverso
respecto del neurótico.
Lacan toma algo pendiente de Freud, la fórmula donde la neurosis era el negativo de la
perversión. El mismo Freud después de 1920 ya no sabe bien cómo argumentar esa misma
fórmula y es aquí que Lacan propone una nueva: Si el fantasma en la neurosis es ese sujeto
barrado por la falta y que sale a buscar al campo del Otro eso que le falta, en la perversión el
fantasma está invertido, y es el sujeto identificado a ese objeto que se dirige al Otro creyendo
que puede restituirle lo perdido.

Nos regala una frase de Kafka en la orilla de Murakami

Y tu en verdad la atravesarás claro está la violenta tormenta de arena, la tormenta de arena


metafísica y simbólica, pero por más metafísica y simbólica que sea te rasgará cruelmente la
carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y
tú asimismo derramas allí la tuya, sangre caliente y roja, y esa sangre se verterá en tus
manos. Tu sangre y también la sangre de los demás. Y cuando la tormenta de arena está
casi pasando tu no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida, no, ni siquiera estarás
seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa quedara clara, y es que la
persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. y ahí estriba
el significado, el verdadero significado de la tormenta de arena.

SEMANA 14 SEMINARIO
CET Karpel, P Semana 14

✒Freud S. (1927), Fetichismo


✒Lacan J, Seminario Libro 4, Cap IX: parágrafo 1 y 2.

Freud-Fetichismo

❶Las teorías sexuales


En la época de Freud, se entendía que la sexualidad implicaba el coito y que este se
realizaba con fines reproductivos. La relación era con un individuo de la misma
especie y sexo opuesto. Ante esto, Freud va a decir: “esta es la sexualidad que
propone la Iglesia. Responde exactamente al modelo animal, pero no responde a lo
humano. La sexualidad humana es muchísimo más rica, más amplia, más variada,
más compleja” Va a calificar a la sexualidad humana con dos palabras: es polimorfa
y perversa. Perversa no lo tenemos que entender como una degeneración. No hay
sexualidad “normal” en lo humano. Más bien hay un enigma, una x, algo que no se
sabe. La sexualidad humana plantea una pregunta que cada uno tendrá que
arreglarse para responder, porque no hay una misma respuesta para todos. No
estamos programados por el instinto en relación con el objeto sexual, entonces hay
una falla en la adecuación en la sexualidad humana. No hay complementariedad. El
objeto que complementa es mítico, está para siempre perdido. No hay objeto para la
pulsión.
❷La castración materna
Otra forma de nombrar ese objeto perdido para siempre es la castración materna, la
falta de pene en la madre. Esto ubica que a que este gran primer Otro, algo le falta.
Ese es un modo de nombrar la falta, la incompletud a nivel de los seres hablantes.
Hay un agujero en el saber sobre la sexualidad en tanto no hay programación ¿Qué
sucede frente a ese enigma? El niño investiga sobre el enigma de su presencia en la
vida, la diferencia sexual y sobre todo eso que le sucede en el cuerpo, esa excitación,
ese pene que a Juanito empieza a movérsele solo. Nombrar esa irrupción, localizarla,
darle un nombre es el empeñó en las teorías sexuales. Busca darle algún sentido a
eso que pasa en el cuerpo. Así, se produce un saber sobre el goce. Esas teorías van
al lugar de un vacío, el vacío de lo sexual, esa X.
Hay una posición de Juanito que podría calificarse como “delirante”: que todos tienen
pene, hasta los objetos inanimados. (Esto está en línea con el “todos locos, todos
delirantes”). Lacan dice en esta clase que “hay una dudosa relación del niño con la
realidad”. El delirio es Juanito es un modo de responder a esto que le pasa en el
cuerpo. La realidad se arma para cada uno. También según Freud, hay pérdida de la
realidad no sólo en el psicótico sino también en el neurótico. La realidad se arma con
premisas para atrapar lo real, para darle un nombre y un sentido. El falo va a venir a
capturar y simbolizar a un órgano de goce, rico en sensaciones, con una excitación
difícil de integrar y que se pone en relación con el deseo del otro.
Pero ese pene no es el falo. El falo se puede proyectar en el pene, puede
representarlo, pero no lo es. El falo como significante nombra el goce, le da una
significación, un sentido sexual. El falo atrapa esa excitación en el pene y lo nombra
El falo, en tanto falo simbólico, nombra la alternancia, la falta, la ausencia. Es una
“moneda de intercambio”, una herramienta, un instrumento que da una medida. Es el
significante del deseo y de la falta.
El falo en su dimensión imaginaria se proyecta sobre el pene o sobre distintos objetos
que pueden venir a ocupar ilusoriamente la falta. Sabemos que no es el pene, pero
se puede proyectar ahí.
¿Dónde se ubica la falta? Por ejemplo, por un lado, imaginariamente, se ve un órgano
y del otro lado, no se ve nada; en la pregnancia que tiene el pene que se hace
representar por el falo. El pene, con su tumescencia y detumescencia, aparición y
desaparición, encaja con la alternancia presencia-ausencia del falo. (El falo vale más
por su ausencia que por su presencia.) Entonces, imaginariamente, se pueden trazar
cuestiones como es chiquito, es grande, está, no esta. Y cada uno se puede como
siendo o teniendo y pudiendo perderlo.
La posición masculina no está en ventaja en relación al falo, porque el varón se puede
ubicar desde una posición de “impostor”, en el sentido de ser un falso amo: de tenerlo,
pero tener que protegerlo porque lo puede perder. La mujer, la mayoría de las veces,
está en la posición de jugar a ser el falo. Lo que podemos ubicar, es que son
posiciones imaginarias en relación con el tener o no tener o arreglarse con lo que no
hay. Porque nadie está completo, nadie tiene el objeto que lo colma. Y en lo real, no
falta nada. la mujer no está privada de nada y desde una premisa simbólica del todos
tienen donde se pondrá en juego la oposición la alternancia y la significación dar
significación a la diferencia sexual entonces es en relación a una premisa simbólica y
que tener y no tener son modos de hacer y de nombrarse en relación a lo que no hay
porque justamente lo que no hay es un complemento sexual y no está dado de
antemano para el humano como posicionarse sexualmente como asumir una posición
sexual no cost cuestión que se irá construyendo con identificaciones inconscientes
pero no está dado de antemano y es una construcción singular
❷La función del velo
Freud habla de la falta del pene en la madre, como una manera de nombrar la falta.
Lacan no lo va a llamar así. Va a decir que el gran Otro (cuya encarnación es la madre)
está barrado. Entonces ese agujero del que salimos, causa la pregunta de: ¿qué soy?,
¿quién soy?, ¿qué soy para el Otro? (ese Otro que está habitado por una falta). Ya
trabajamos la angustia: No se quiere saber de la falta en el Otro, porque produce
angustia. Si a la madre le falta, entonces también se va a estar amenazado por la
falta. Para el neurótico se trata de no saber de la castración, no saber de la
inexistencia. Él se empeña en creer en la consistencia del Otro, en una realidad donde
todos tenemos, a nadie le falta. Y si a uno le faltara, eso es contingente, porque
“podría tener”. El obsesivo lo hará bajo el modo de saldar una deuda para completar
al Otro. La histeria tiene una dimensión de ubicar a una otra que sí está completa. El
neurótico reprime, no sabe que sabe del agujero.
Se irá al campo del otro a encontrar ese objeto faltante, pero en la sexualidad humana
hay un desarreglo fundamental: no hay armonía y hay que arreglárselas con eso. Hay
una dimensión de desencuentro: algo tropieza, algo fracasa. Entonces hay un saber
y no saber de la inexistencia. Es aquello que el primer Freud llamó “inconciliable”, hay
un defenderse frente a eso.
Juanito, en primer lugar quiere colmar a su madre de esa falta, después teme ser
devorado. La Fobia es un dispositivo que sostiene una interdicción, que le permite no
ser devorado por la madre. En Juanito se ven las teorías sexuales que Freud ya venía
trabajando, esas teorías van al lugar de un saber que vela la falta, se investiga para
no saber. La neurosis no quiere saber lo que sabe, no quiere saber de la falta de
objeto.
En la psicosis, hay un abismo, una perplejidad, no se entiende nada. No hay
significación fálica ni modo de nombrarse en el Otro y armar un posicionamiento
sexuado para asumir un lugar. En el psicótico no hay un velo sino que hay un “parche
delirante” en el lugar donde viene el encuentro directo ese agujero.
¿Cuál es la función del velo? (en la psicosis no opera pero en la neurosis sí). Lacan
habla del velo de Maya, este ubica que todos estamos atrapados en una ilusión.
Schopenhauer, el filósofo, toma esto y dice que estamos atrapados en los sueños, en
una realidad que creemos única, el velo viene a velar la incompletud humana. El velo
es preciso para que los cuerpos puedan jugar al juego del señuelo, ser lo que le falta
el Otro, venir al lugar de la falta del Otro. Por ejemplo, un bebé viene al lugar de la
falta materna. El pudor puede, en la neurosis, ser un velo: recubre la inexistencia.
Lacan ligó el pudor al deseo y ubico que ahí hay un guardián del vacío, que custodia
y hace borde entre el saber y el horror a saber en la neurosis.
❸ El objeto fetiche
Freud, en Tres ensayos dice que “la perversión es el negativo de la neurosis”. Para
él, la perversión en la sexualidad tiene un sentido amplio: todos los humanos somos
perversos polimorfos. Ahora bien, en el artículo de 1927 va a postular para el
Fetichismo, un mecanismo que convive con la represión: la renegación. Va a decir
que el Fetichismo perverso está ligado a la sexualidad masculina. Y allí hay una
relación particular con el no querer saber de la castración, porque la acepta y a la vez
la desmiente (o reniega).
Desmiente el Otro no está completo, que está barrado, que el Otro es inconsistente.
O, en término freudianos, que la madre no tiene pene (es una manera de decir “falta
algo” como premisa simbólica). El fetichista desmiente la falta, sabe de ella pero
reniega de ese saber. Se preserva del sepultamiento del falo materno, no se quiere
desprender de eso porque si el trono peligra, peligra él también. Si hay una falta en el
Otro, eso implica un peligro.
Se produce una detención del recuerdo, tal como sucede en la amnesia traumática.
Frente a la diferencia sexual, justo en el momento anterior de ver lo traumático, hay
una suspensión, una inmovilización, una filmación que se detiene. Hay una detención
en el momento de darse por enterado de la castración, del “no hay”.
Esto no crea sentido, no es una metáfora de algo. El fetiche no está en el lugar del
Nombre del Padre (no es “un nombre de recambio” como la Fobia), sino que está en
el lugar de la falta materna. La renegación es un modo de no querer saber distinto del
modo típico de la neurosis. Tiene otro estatuto. Así como el neurótico no quiere saber
nada de la falta, el perverso tampoco va a querer saber, pero tiene su manera
particular de hacerlo.
En el texto, van a ver el ejemplo de un “brillo en la nariz” que tiene una dimensión
significante y una dimensión contingente. Es una escena fijada que muestra que, para
el ser humano, cualquier objeto se puede transformar en objeto sexual. Como el
objeto sexual no está dado, un brillo en la nariz puede causar goce sexual. La
sexualidad está capturada en palabras. Cuando se fija esto en la sexualidad, ya queda
inscripto como condición de goce singular de ese sujeto. Hay una contingencia que
hace fijarlo y cuando se fija es lo más fijo que hay.
Freud va a decir que el Fetichismo no es un síntoma, no provoca padecimiento. Al
contrario, el fetichista no sufre la falta de objeto porque el fetiche se independiza, está
satisfecho con el objeto (con las medidas, por ejemplo). Allí no hay un sí o un no, no
hay desencuentro, es un objeto inanimado que da una certeza de goce. El fetiche da
un modo de arreglárselas con la sexualidad. Freud dice que sus pacientes no
consultan por el fetiche, más bien alaban la facilidad que les provee en su vida
amorosa. El neurótico, en cambio, tiene más dificultades con el objeto: entra en
laberintos, obstáculos, insatisfacciones, no tiene esa certeza de goce. El perverso
encontró el objeto y su certidumbre en el modo de obtener una gratificación sexual.
El deseo para el perverso tiene escasa presencia, lo que prima son sus condiciones
de goce. El fetichista hace de eso signo del triunfo, es un monumento recordatorio.
Es muy particular esto, porque en el punto donde se va a encontrar con la falta, el
perverso hace un monumento, un trofeo, hace un escudo de armas como
salvaguarda. Si bien el perverso sabe de la castración, cree que puede restituir al otro
el goce perdido. Entonces, sobre el velo, se inscribe “un objeto fascinante” -dice
Lacan- que orbita en la vida erótica. Pero, a su vez, ese velo que tapa, que hace de
cortina, el perverso lo positiviza, lo instituye como un monumento. Esto tiene una
contraparte, porque ese telón se puede derrumbar.
El Fetichismo sería el punto por donde la neurosis hace frontera con la perversión. En
el fetiche el goce está muy localizado, hay un carácter simbólico del fantasma. Aquí
hay una localización, a diferencia de la deslocalización psicótica (donde el goce viene
por cualquier lado). El fetichista se aferra a su fetiche con devolución, queda tan
localizado y fijado que no admite sustituciones.
Veamos el estatuto que le da Lacan: dice que “el velo es más precioso que la
realidad”. La relación humana con el mundo precisa del velo. El velo neurótico es un
velo que opera, que guarda un vacío, un medio decir, para vérselas con lo no
simbolizable de la sexualidad; evoca una falta, un goce escondido, es un velar la nada.
En el fetichista, en cambio, no es un velo que resguarda el agujero, sino que lo
positiviza. La cortina y la positivación del goce son escenciales; no es la
ausentificación de un goce. Es otro modo de hacer con el malestar, es una falta
taponada por algo fijo y gozoso, otro modo de hacer con el saber -que no es lo
reprimido y su retorno- sino la producción de una certeza de goce. Sobre un vacío, el
perverso fetichista nombra algo, el objeto no se equivoca, da certeza de goce. De ese
velo se hace un monumento, se erige en recuerdo de algo memorable, un triunfo. En
el neurótico lo que retorna es algo del fracaso de la sexualidad, el tropiezo. El fetichista
dice “no” a la castración de otro modo, proyectando sobre el velo una imagen
fascinante.
Así burla la angustia, la elude. No se encuentra con el deseo porque para eso tendría
que estar la dimensión de la falta y aquí queda positivizada, se conserva el objeto que
dice “no” a la castración. El fetiche ocupará ese lugar.
❹ Dimensión fetichista de la sexualidad masculina
Hay un rasgo fetichista en la sexualidad masculina, hay desmentida de la castración
también para el neurótico, en cierta parte y muy parcialmente y como rasgo ópera
algo de la desmentida, en tanto rasgo perverso en la sexualidad neurótica. No toma
absolutamente la vida erótica pero tiene una presencia. Freud va a hablar de la
presencia del fetiche en la sexualidad masculina, dice que es algo preferentemente
de los varones. Es excesivamente raro encontrar a una mujer fetichista.
Desde la perversión polimorfa de la sexualidad, se sexualiza cierta parte del cuerpo
de la mujer. No encaja en las condiciones de goce si no hay cierta parte del cuerpo
de tal manera. Freud dice que el Fetichismo puede ser un dato más de la sexualidad
o puede independizarse y hacerse exclusivo. En este caso, no es el Fetichismo que
se hace exclusivo. En la sexualidad neurótica no se independiza el objeto, en el objeto
hay una condición fetichista. El encuentro del hombre con la mujer es posible si esa
mujer porta el fetiche. Es un invento para orientarse en el campo de lo femenino, lo
que debe tener el objeto para hacerse deseable. La linterna del falo ilumina el oscuro
continente de la sexualidad femenina.
Fabián toma la cenicienta y el príncipe para nombrar algo de esto. El príncipe va con
su zapatito y ve quién encaja en esa horma. Esa sería la condición fetiche, quien
encaja en eso, en una horma. Es una manera del hombre de vincularse y acceder a
la sexualidad con una mujer. Es una manera de encontrarse y desear lo que sino
podría ser angustiante.
Lacan abrirá un punto más articulando el amor, el deseo y el goce. Hay un más allá,
hay una cortina, hay un velo en lo que se ama.
SEMANA 15 PRÁCTICO

CLC – SEM 15 – Lujan.


FREUD DESDE LACAN.
● Entrevista a Lacan (1974): Entrevista en la revista Panorama. En Revista Lacaniana.
Publicación de la EOL (pp.9-17). Año XII. Número 22. Abril de 2017.
Este texto se trata de una entrevista publicada en 1974, en la revista italiana Panorama y está
destinada a lectores no especializados. Es una entrevista realizada a Lacan, llevada a cabo por
Emilio Gran Soto. La revista panorama le ha solicitado a Lacan hablar de psicoanálisis, hablar
acerca de su método de la palabra como tratamiento de la neurosis, de los miedos, las angustias
y cuestiones muy ligadas a la época. Por otro lado, tome algunas “palabras claves”, que me
permiten guiar el desarrollo de esta presentación. Hice una lectura con una mirada más bien
integral de este material que se ajusta a preguntas y respuestas. No nos detendremos en cada
una de las preguntas, pero si focalizaremos en algunos conceptos más relevantes que están en
relación a la sexualidad, síntoma, inconsciente y la clínica por la singularidad, que han sido los
temas centrales que han trazado como el mapa de nuestro programa.
Ya de entrada, vamos a ver cómo Lacan pone todo el acento en su reconocimiento a la
importancia de ese gran descubrimiento freudiano que es acerca de la sexualidad infantil, como
así también del inconsciente. Estos conceptos, estas ideas ya desarrolladas en la obra freudiana
es (un poco) lo que nos permite pensar la doctrina y la clínica psicoanalítica como una
práctica que se distingue de otras. Al respecto, Lacan hará referencia y dirá que, el
psicoanálisis es una práctica que se ocupa de lo que no anda. En relación a esto, lo que no
anda es este gran hastío; y con este gran hastío vamos a ver cómo se liga al concepto de
sexualidad como también al de la civilización, al malestar en la cultura, ya presentes en sus
formulaciones
Esto es importante para que podemos pensarlo en relación a las cuestiones de la época, a esta
época actual y capitalista, a la época globalizada, que promueve y ofrece una serie de objetos
garantizando esa falsa promesa de satisfacer toda la demanda, sobre todo con los objetos
tecnológicos que, cada vez se escuchan más los efectos sintomáticos que éstos producen. Esta
relación del sujeto con el objeto, es bastante frecuente escuchar en nuestro consultorio las
angustia que provoca el estar enredados entre las redes sociales, que se ponen esas
entrecrucijadas.
Podemos pensar que la época, de algún modo, acompaña los movimientos, la época se modifica
según su singularidad y, en relación a esto, es importante cómo leer el inconsciente a la
subjetividad de la época. Esto un poco lo hemos hablado cuando hemos transmitido y hemos
trabajado los historiales clínicos, había que pensarlo según la época en la cual Freud estaba allí
formulando sus conceptos psicoanalíticos.
Además, Lacan dirá que este gran hastío viene a denunciar cierto malestar propio de la
civilización moderna, lo que se podría ubicar allí como esa gran fatiga de vivir. Entonces,
podemos decir que esto se enlaza a una época marcada por la caída de los ideales, ideales
poco potentes, que conlleva la dificultad en la transmisión del deseo. Vemos que, cada vez
más es posible ubicar el aislamiento de lo individual al ser social, en esto donde los lazos
sociales son bastante lábiles.
Entonces, las cuestiones que acabo de mencionar son: la sexualidad (donde no hay
complementariedad entre los cuerpos ni con el propio cuerpo), el malestar en la cultura, en la
civilización (este gran hastío inherente a la cultura y a la civilización). Estas son las cuestiones
por las cuales un individuo/persona/sujeto se ve motivado a consultar. En principio, se solicita
una entrevista con un terapeuta para poder hablar de esto que le está sucediendo. Pensando en
este contexto de pandemia, esto está muy a flor de piel, así que es algo que nos toca muy de
cerca. En ese primer pedido de consulta, vamos a ver qué le está sucediendo, qué no comprende,
qué lo angustia, sus miedos, miedos de sus pensamientos, la pregunta por la muerte… ¿Por
qué? Porque este contexto, este fenómeno disruptivo para el psiquismo, está enlazado a la
muerte, y recordemos que, en el inconsciente, no contamos con esos significantes que puedan
dar cuenta de la sexualidad y la muerte. Además, de acuerdo a la posición subjetiva de cada
quien, vamos a poder escuchar un síntoma insatisfecho, la queja histérica, los pensamientos y
el temor obsesivo, todas estas cuestiones por las cuales se consulta pero que, además, en esa
primera consulta donde se conoce al terapeuta, tiene que haber un encuentro muy particular,
especial, de estrecha confianza, en la que permita poder construir un armado y una demanda
de análisis. Es decir, esa primera consulta es un poco llevar al campo del Otro, a un Otro al que
se le supone un saber, este Otro social, el poder hablar de esto que le sucede, de esto de no
comprender aquello que le sucede.
Aquí, Lacan va a poner énfasis en el valor en la palabra del paciente, en la palabra del sujeto
en relación a la cura por la palabra. El autor dirá: “El neurótico es un enfermo que se cura con
la palabra, y sobre todo con la suya (…) La palabra es la gran fuerza del psicoanálisis” (p.
10).
En relación a esto, la palabra no es hablar por hablar, no es sólo por hablar que uno se cura,
sino que es en el decir en análisis, es en el valor que toma ahí la palabra, esa palabra enlazada
a la transferencia. Es decir, el discurso psicoanalítico está sostenido por los distintos
significantes, en esa articulación sí de la cadena de los significantes. Allí, el sujeto puede
poner en juego sus S1, sus significantes amo. En otras palabras, para que el discurso
psicoanalítico se ponga en juego, es necesario que el síntoma se ponga en transferencia, en
ese lazo transferencial de características amorosas, de lo amoroso con ese Otro. El analista
ofrece su escucha y ese espacio donde el sujeto se encuentra a solas con sus voces, con su falta
y con aquello que le sucede. Allí, se trata de una relación de estrecha confianza -dirá Lacan-,
sobre todo, de un intercambio en el sentido de que uno habla y el otro escucha, pero también
hay silencios. Además, ese que escucha no tiene ideas, no pone sentidos allí; está dispuesto a
dar respuestas a aquellas preguntas que provoca con sus intervenciones sutiles, intervenciones
que son parte de la estrategia. De este modo, en ese decir del paciente, del sujeto, es lo que le
va a permitir interrogarse por su posición subjetiva y poder desplegar cierta pregunta en
relación a su propio deseo.
Una cita de la pagina 11: “(…) en ese inconsciente, el que habla es un sujeto en el sujeto, aquel
que hace el verdadero trabajo en análisis es aquel que habla, el sujeto analizante”. Bien,
Lacan va a señalar también que “El descubrimiento del psicoanálisis es el del hombre como
animal hablante” (p. 13), no está inmerso en el discurso, en la estructura del lenguaje, es decir,
es un sujeto dividido efecto del significante en el cuerpo y mortifica.
Retomo una cita de Conferencias en Ginebra sobre el síntoma, de Intervenciones y texto 2,
página 126: “(…) la manera en la que la lengua fue hablada y también escuchada por tal o
cual en sus particularidades. Es, si me permiten emplearlo por vez primera, en ese
materialismo (materialismo de la palabra) dónde reside el asidero del inconsciente –quiero
decir que es lo que hace que cada cual no haya encontrado otra manera de sustentar lo que
recién llame el síntoma”.
En relación a la sexualidad, esta sexualidad infantil perversa polimorfa, va a decir que los
síntomas neuróticos (en las distintas modalidades de presentación subjetiva y de satisfacción
sustitutiva) vienen como respuesta, como una defensa a ese goce de carácter sexual. En el
mismo texto y misma página, Lacan señala que Freud enfatiza que “el niño descubre primero
esa realidad sexual en su propio cuerpo (…) sus primeras erecciones. Ese gozar primero (…)
El inconsciente fue un invento de Freud. Un invento en el sentido en que es un descubrimiento
vinculado al encuentro que tienen ciertos seres con su propia erección (…) El encuentro con
su propia erección es lo más hetero que hay (…) Su síntoma es la expresión, la significación
de ese rechazo” (p. 126-8).
Aquí me parece que es interesante que podamos volver a evocar el caso Juanito para poder
describir y recrear esto con su historial. Juanito, conmocionado con su propio goce, con ese
pene que se mena, irrumpe su angustia. Ahí, Juanito, está a solas con su goce. Posteriormente
al surgimiento de la angustia, Juanito elabora una fobia como síntoma, en relación a que esto
le permite que la angustia pueda acotarse; esto le permitirá arreglárselas un poco mejor y andar
en la vida un poco menos angustiado. También, en relación a la sexualidad, al inconsciente, a
este malestar inherente, en relación a la posibilidad de curar la neurosis, esa no
complementariedad sería lo que invalida -desde el punto de vista psicoanalítico- esa promesa
de curación total y vertiginosa de un tratamiento.
Esto puede pensarse en relación a la época actual, ya que no existe la receta de la píldora
mágica, sino que se trata de otra cosa. Es por el valor y la fuerza de (y en) la palabra del paciente
que se permite hacer algo, ciertos arreglos siempre singulares, con aquello que le pasa y, de
algún modo, encontrar en su decir en análisis algo en relación a ese nudo de la verdad, ese
rasgo singular para ese sujeto. Aquí, en las vueltas de un análisis en el que el sujeto se interroga
por su propia posición subjetiva y en relación también al deseo y al inconsciente, se trata de
poder encontrar allí una invención, el saber hacer con aquello que le sucede y padece. Son
creaciones singulares, sostenidas y soportadas, por el entusiasmo; es el poder hacer con ese
“gran hastío”.
De este modo, el poder hacer la vida más amigable, está en relación a cómo el análisis empuja
al imposible, al poder comprender y aceptar que ese ideal de felicidad no es posible, que
siempre hay un punto de imposibilidad, que aquello que queremos y deseamos no siempre es
permitido.
Para concluir, este saber hacer nos ha tocado muy de cerca en este contexto pandémico que se
presentó de una manera muy disruptiva; ese fenómeno incalculable que abre toda esta cuestión
de la incertidumbre, donde al discurso de la ciencia como discurso amo nos ha dejado sin
respuestas, al punto de que todavía no puede encontrar una solución, y todas las problemáticas
son del orden afectivo y emocional (enfrentarse a las pérdidas de seres amados, dificultad de
no acompañar). En este punto, hemos hecho lo que hemos podido con eso que se presenta de
manera compleja. Todas estas situaciones han cobrado valor de trauma, ¿por qué? Porque
sabemos que, en el inconsciente, los significantes que den cuenta de la muerte y la sexualidad,
no están. No hay allí representación para estos significantes, con lo cual, esto nos confronta
con esto tan disruptivo; pero, hemos podido hacer.

SEMANA 15 TEO
SÍNTOMA Y GOCE
Síntoma es un sufrimiento, abordamos el síntoma porque es el sufrimiento que trae la gente
para curarse.
Según Freud, el síntoma es un cuerpo extraño, extraterritorial, pero también lo dice así Lacan.
Con este cuerpo extraño hay que mantener un equilibrio, ya que es ineliminable.
Miller lo nombra como una garrapata, está agarrado a uno, con el cual hay que convivir.

El síntoma también hemos dicho que habla, tiene un sentido, pero también tiene un aspecto
mudo que es el aspecto pulsional. Esa pulsión que se satisface de manera muda y que hace
que el síntoma sea algo de lo cual uno no se pueda desprender.

Lo mejor es hacerse amigo del síntoma, apropiarse y no dejar que el síntoma se apropie de
uno.

Otra cosa que hemos destacado es que el síntoma es lo más singular de cada quien, es una
paradoja, es molesto pero es lo más singular de cada uno, si lo eliminamos vale la pena?
Vuelve a mencionar el ejemplo de la película del discurso del Rey.

El psa frente a esto propone una salida singular de relacionarse con eso, en psicopatología
no nos dedicamos a esto, lo veremos en clínica de adultos.

En Freud hay una manera de rescatar al síntoma, que Lacan en su última enseñanza nombra
como el derecho al síntoma de cada quien. Apropiarse de lo más singular que cada uno tiene
para poder hacer algo novedoso con eso.

Este recorrido que hemos hecho es porque nuestra mirada apunta a diagnósticos singulares.

SEMANA 15 SEMINARIO
CET Vargas, R Semana 15

✒Miller J.A., La Soledad del Goce (2005)

Este un título que nos invita a pensar tanto el concepto de goce como el de soledad.
¿De qué soledad se trata? Hemos visto el primer día de clases otro texto de Miller,
“Microplasma Laboratorium”, donde ya encontrábamos el concepto de singularidad.
Siempre estuvo la tensión entre los términos de clasificación y singularidad.
Miller da una definición de goce y habla de esa soledad. Hace un recorrido que inicia
con Freud, leído desde Lacan, sobre la inexistencia de la complementariedad
sexual. Freud descubre que no hay complementariedad y que la sexualidad no está
destinada a los fines de la reproducción. La forma de transmitir eso la encuentra con
el concepto de pulsión, que es el que toma Miller. La ciencia ha demostrado que para
la reproducción no se trata ni de hombres no de mujeres, todo se reduce al
espermatozoide y la gameta. La ciencia pudo separar la reproducción de la
sexualidad. Freud también descubrió una forma de entender la sexualidad que no se
adecua a la necesidad, que encuentra una satisfacción que no tiene que ver con la
satisfacción de la necesidad, que tiene una finalidad que no se expresa como el
instinto. Este concepto es el de pulsión.
Este descubrimiento freudiano de la sexualidad no implica una sexualidad por
doquier, no se trata de una concepción del mundo en donde se ve la sexualidad como
un todo, no es un pansexualismo.
Freud aborda el concepto de “cosmovisión” surgido en 1914. Este es una forma de
ver el mundo en conjuntos, que tiene principios importantes, que aplican a una
sociedad determinada. Este concepto también influyó a algunos personajes de la
historia del psicoanálisis, como Jung, Jaspers.
Freud en esta última conferencia sobre la cosmovisión, dice claramente que el
psicoanálisis no podría ser una cosmovisión particular, porque está llena de grietas,
de dificultades, es incompleta. No habría un interés de formar un sistema. También
preserva la noción de singularidad. A pesar de que vemos clasificaciones freudianas,
en los historiales clínicos que hemos dado el tema de la singularidad ha estado
presente.
El tema que está puesto en cuestión es el de la complementariedad. La proposición
lacaniana de que no hay complementariedad sexual, se apoyaría sobre el
descubrimiento inicial Freudiana en lo que atañe a la sexualidad.
Promediando el texto van a encontrar la definición de goce. Freud descubrió que
hay en el cuerpo del ser humano una sustancia entre comillas. Una entidad, un ser,
un funcionamiento raro, que está alojado en el cuerpo del hombre como también en
el cuerpo de la mujer y que eso no sirve para la reproducción de la especie ni para
establecer la relación sexual con otro cuerpo. Sino al contario, tiene que ver con
establecer una relación especial con el propio cuerpo. Es lo que llamamos con Lacan
el goce. Es un concepto que él articula no en relación con los otros -aunque eso esté
presente en el recorrido de la pulsión- sino que se enlaza con el cuerpo propio. Ya
hemos visto las dificultades que han presentado los diferentes casos con relación a
este lazo con el cuerpo propio.
Por lo tanto, esta forma de ver las cosas es una forma de materialista, es el
materialismo del goce. ¿Cuál es su finalidad?, ¿Para qué sirve? La finalidad está en
relación a una satisfacción que le atañe a él, es un goce absoluto. Encontramos que
no está de ningún lado, no está del lado de nada más que él mismo, obtiene su
finalidad en él mismo, es el reinado del goce para el goce. Para que se entienda lo
que es el goce muestra como, por ejemplo, alguien puede aceptar un chupete en lugar
de un alimento, allí está ese punto que Freud marca donde la boca se besa a sí
misma. Por lo tanto, el hambre tampoco se corresponde con el objeto en cuestión.
Por otro lado, está el tema de la soledad del goce. ¿Por qué decimos que hay una
soledad allí? Si bien hay un circuito que puede hacer necesario el pasaje por el otro,
también hay algo que enlaza con la sexualidad: la muerte. Se trata de un tipo de
soledad que se puede experimentar respecto de ese goce. El párrafo dice: “Se puede
morir en lugar del otro, pero cada uno está solo frente a la perspectiva de la muerte”.
Cada uno está solo con su goce. Equipara sexualidad y muerte en tanto ambas tienen
su dificultad para ser representadas.
Uno se pregunta cuál es la función de un analista respecto de esta soledad del goce.
Si el sujeto se aviene a bucear en sus propias palabras, dirigiéndose hacia su propia
singularidad, la función del analista podría consistir en que este sujeto no se asuste
tanto cuando los velos se caigan. Hemos estudiado las funciones del velo, una de
ellas es hacer que esta soledad no sea tan descarnada. Cuando caen los velos, que
pueden ser los ideales, el altruismo, el amor. ¿Qué se descubre? que estamos
encerrados en una prisión de fantasmas, de síntomas, de deseos, de recuerdos, de
grandes ideas, de pequeñas cosas, encerrados en nuestra prisión de amor y odio, de
aburrimiento, de alegría, de sufrimientos. Que todo esto está para gozarse y que
gozarse en el fondo está para nada.
El final del texto habla de que este goce necesita instrumentos, pero que a veces
estos instrumentos y medios no se adecúan muy bien; por lo que darán al sujeto más
trabajo, es algo complicado la vida.
Cuando terminaba de hacer el recorrido del programa pensaba qué mantener hasta
el final este tema de la singularidad nos llevaba a algo que no era tan auspiciante. Sin
embargo, tiene una buena noticia el tema del goce y esa soledad: resistir a hacer
ingresar a alguien que demanda un tratamiento a ser clasificado dentro de un
conjunto, sin contemplar su singularidad. Hacerlo tiene algunas dificultades, pero
también tiene esta elección que hace el psicoanálisis a partir de Freud.
Por eso quería leerles, esa última conferencia que les mencioné sobre la cosmovisión;
donde Freud dice que el psicoanálisis no contempla todo, no presenta absolutismo.
La soledad del goce también es la soledad de encontrar una práctica y de abordar un
problema que se presenta en alguien y considerar siempre este punto singular, el
cuño singular del síntoma.

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