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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA DE POPAYÁN

SEDE NORTE

TRABAJO ESCRITO DE LECTOESCRITURA

PRESENTADO POR
KAREN DANIELA BENAVIDES CIFUENTES

PRESENTADO A
LIGIA MARCELA ZAPE OROZCO

FECHA DE ENTREGA
30/09/2021
SANTANDER DE QUILICHAO, CAUCA
CHARLOTTE

En un pueblo de Montezacro vivía un hombre. Se trataba de Emilio, un trabajador honrado


y muy lucido, pero un día se enfermó a raíz de los cambios de clima. Los médicos le
dijeron que si quería sanarse necesitaba cambiar de estilo de vida, y alimentos, así que le
aconsejaron irse del campo.
Él no quería partir y dejar su hogar, ya que tenia hermanos que cuidar, así que un querido
amigo le propuso un trato. El cuidaría a sus hermanos mientras se recuperaba; como el
amigo era director de un zoológico, le pidió al hombre que le trajera pieles de los animales
que cazara.
El hombre enfermo acepto, y se fue a vivir al monte en donde comía todo lo que la
naturaleza le proporcionaba. Un día que tenia mucha hambre, vio a un tigre que quería
comerse a una tortuga muy grande. Al ver al hombre, el tigre lanzo un rugido y se abalanzo
sobre él. Pero el cazador que tenia una gran puntería, le disparo.
El hombre pensó en ayudar a la tortuga, de inmediato cuando se acerco a ella notó que
estaba muy malherida. A pesar de la angustia que tenía sintió mucha lastima del animal, de
modo que la llevó arrastrando con una soga hasta su choza y le curo sus heridas y también
vendo su cabeza.
Emilio la curaba todos los días hasta que sanó por completo.
De repente, el hombre volvió a enfermarse y no pudo levantarse más. Comprendió que
estaba muy grave y que, si no recibía atención médica, moriría allí mismo. Entonces la
tortuga pensó en devolverle el favor.
El animal le dio a beber y comer al hombre, que estaba casi inconsciente. Un día recobró el
conocimiento y vio que estaba solo, pues allí no había mas que él y la tortuga. Y dijo en
voz alta:
-Estoy solo en el bosque y voy a morir aquí, porque solamente en Montezacro hay remedios
para curarme. Pero nunca podre ir.
Cuando la tortuga lo escuchó decidió llevarlo a Montezacro. Lo sujeto con cuerdas a su
lomo y acomodo bien la escopeta con las pieles de los animales que habían cazado.
Charlotte emprendió el largo camino. Después de horas de marcha, se detuvo un instante y
acostó al hombre en el césped. Aprovechó el descanso para buscar agua y raíces tiernas,
que compartió luego con Emilio.
Así anduvo la tortuga semana tras semana y por el peso de su carga se fue debilitando cada
vez más.
Un día, cuando caía la noche, vio una luz lejana en el horizonte. Sin embargo, el cansancio
que tenia le impedía saber de que se trataba. Cerro sus ojos pensando que moriría con el
Emilio en aquel mismo lugar.
En ese momento, un ratón de la ciudad encontró a los dos viajeros moribundos. Se acercó y
le pregunto a la tortuga sobre el hombre que llevaba a cuestas. Charlotte le conto que iban
para Montezacro, pero había perdido toda la esperanza de llegar allí. Riéndose, el ratón le
dijo a esa luz del horizonte que veía a lo lejos era la mismísima ciudad de Montezacro.
Al oír esto, Charlotte recobró sus fuerzas. Ya era de madrugada cuando el director del
zoológico vio llegar a una tortuga con un hombre encima de su caparazón, lo que mas le
sorprendió fue descubrir que aquel hombre era el amigo que un día había ayudado.
Enseguida, el mismo fue corriendo a buscar remedios, con lo que Emilio curó sus dolores.
Cuando Emilio se enteró como lo había salvado aquella tortuga, no quiso separarse nunca
mas de ella. Pero como no podía tenerla en su casa, ya que era muy pequeña, decidió
entregársela a su amigo del zoológico, quien se comprometió a cuidarla y respetarla.
Y así paso, Charlotte estaba feliz y contenta, desde ese día pasea por todo el zoológico.

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