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Alzhéimer: cómo manejar las alteraciones de conducta

Muchos familiares nos preguntan por algún medicamento que se le pueda


administrar a su ser querido para poder tranquilizarle dado que, debido al
alzhéimer u otro tipo de demencia, muestra un trastorno de comportamiento.

Pero cuando nos referimos a este concepto ¿qué es lo realmente queremos


decir?

Un trastorno de comportamiento es un cambio en la forma de actuar de la


persona con demencia que es de difícil manejo. Este cambio afecta a la
convivencia con esta persona y puede llegar a constituir un peligro para sí mismo
o para sus seres queridos. Por ejemplo, cuando la persona responde con ira,
cuando se niega a ducharse o a comer o cuando no para de solicitar
atención, cuando se niega a levantarse de la cama.

Para manejar estas situaciones, los familiares necesitan, más que un


medicamento en sí, una solución para que la persona a la que cuidan deje de
gritar o de acusarles, por ejemplo, de algo que ellos no han hecho. Pero pedir una
medicamento es una reacción comprensible, sobre todo, si a estos cuidadores
nadie les ha explicado que los fármacos no son la mejor solución o, por lo menos,
no debería ser la primera para abordar este tipo de conductas.

De hecho, las terapias no farmacológicas deberían ser la primera opción para


tratar la irritabilidad, la agitación, la depresión, la ansiedad, los problemas para
dormir, la agresión, la apatía y los delirios, según un artículo publicado en el British
Medical Journal.

El Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) de UK también


recomienda que los medicamentos antipsicóticos no se prescriban como primera
opción para abordar trastornos de conducta o psicológicos. Por ejemplo, si nuestro
ser querido se enfada y nos grita, los expertos recomiendan tratar de averiguar por
qué se comporta de esta manera antes de darle un medicamento.

La recomendación está clara, lo que no está tan claro es cómo llevarla a


cabo. Cómo se puede identificar la causa que provoca este trastorno si
nuestro ser querido no nos lo puede explicar. Para ello es preciso enseñar a
los cuidadores cómo manejar estas situaciones.

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan y de la


Universidad de Johns Hopkins revisaron los trabajos que se habían realizado
durante dos décadas para poder diseñar una herramienta que fuera fácil de
utilizar, tanto para los médicos como para los cuidadores. A esta guía la
denominaron DICE, tras combinar las siglas en inglés de las principales
acciones que integran esta forma de abordar los trastornos de
comportamiento de las personas con demencia.

Acciones de la herramienta DICE

D: Describe. El cuidador debe preguntar, si es posible, a la persona con demencia


“Con quién, qué, cuándo y dónde” se producen estos comportamientos. También
debe observar en qué contexto se producen, tanto físico como social. Si el
paciente ya no nos puede proporcionar esta información, el cuidador debe fijarse y
anotar en qué tipo de situaciones se producen estos cambios de comportamiento y
compartirlos con el profesional. No solo con el médico, también con el psicólogo y
el terapeuta ocupacional, quienes podrán aportarle una visión más amplia a la
hora de abordar el comportamiento y de adaptar su propia conducta, como
cuidadores, a las necesidades del paciente, que irán cambiando a medida que
avance la enfermedad.

Si hemos observado que nuestro ser querido no quiere lavarse, deberíamos


anotar, por ejemplo, el momento del día en que se realiza el baño, la temperatura
de la casa, quién está presente cuando nuestro familiar rechaza el baño (quizá
tenga una mala reacción con alguno de los cuidadores y no con otros, o quizás los
movimientos son demasiado bruscos y eso le altera). También observaremos,
concretamente qué hace el paciente, cómo se comporta para impedir que se le
lave (igual se vuelve agresivo cuando se le mueve un brazo porque sufre algún
tipo de dolor); cuándo reacciona así (puede suceder que rechace el baño a unas
horas concretas y no a otras) y dónde se produce esa situación, podría ocurrir que
no le gustara ducharse en el baño y, sin embargo, que acepte, por ejemplo,
lavarse en el salón mientras sigue un programa de televisión. Una opción no muy
habitual pero, si funciona, por qué no aceptarla.

I: Investigate (investigar). Hay multitud de causas que pueden provocar un


cambio en la conducta. Por eso, es aconsejable consultar con el médico para que
él descarte que sea producido por una infección de orina, estreñimiento,
deshidratación o dolor. Tras descartar o tratar estas causas, si el trastorno de
conducta continúa, los profesionales ayudarán al cuidador a revisar todos los
aspectos relacionados con la salud del paciente, los síntomas específicos que
presenta, los medicamentos que en esos momentos está tomando, los hábitos que
tiene a la hora de dormir, si tiene algún problema físico, en qué entorno social se
desarrolla su actividad y qué relación mantiene con los cuidadores.
Especialmente, con la persona que está con él cuando muestra ese trastorno de
comportamiento.

C: Create (crear). El cuidador junto a los expertos (médico, psicólogo, terapeuta


ocupacional) crean un plan de trabajo conjunto para prevenir y manejar los
trastornos de comportamiento que muestra su ser querido. En este plan se incluye
todo: diseñar actividades para el paciente que despierten y conecten con sus
gustos, cuidar que su entorno sea agradable y seguro y formar al cuidador para
que aprenda a manejar este tipo de situaciones.

E: Evaluate (evaluar). El plan debe someterse a una evaluación para averiguar


qué funciona y qué no con el fin de introducir los cambios necesarios. Como la
enfermedad va evolucionando, las acciones que se lleven a cabo también deberán
ir cambiando.

Esta guía de actuación se apoya en la evidencia científica que se tiene hasta el


momento, dado que “para abordar los trastornos de comportamiento de las
personas con demencia, hay más datos que respaldan un tratamiento no
farmacológico que el tratamiento con antipsicóticos y con otro tipo de medicación”,
asegura la autora principal del estudio Helen C. Kales, jefa del Programa
Envejecimiento Positivo del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan.

El problema, según esta experta, es que el sistema de salud no incentiva la


formación para que se utilicen otras opciones distintas a los medicamentos.

Con el fin de facilitar el tratamiento no farmacológico, los autores


presentaron, además, cinco líneas de acción que ayudarán a reducir los
trastornos de comportamiento:

-Formar al cuidador.
-Fomentar una comunicación efectiva entre el cuidador y la persona con
demencia.

-Desarrollar actividades que conecten con la persona con demencia.

-Simplificar las tareas y establecer rutinas organizadas.

-Asegurar la seguridad del entorno que rodea al paciente.

Kales asegura que se reducirían mucho los trastornos de comportamientos si se


“contara con un entorno organizado, si se utilizara la música, si se simplificasen
las actividades para conseguir involucrar a las personas con demencia y se
empleara con ellas un tono sereno, en vez de una voz crispada propia de los
enfrentamientos”.

Esta experta también es partidaria de descargar de trabajo a los cuidadores para


que puedan desconectar. De esta manera se evitaría que desarrollasen el
síndrome del cuidador y que su frustración afectara a la relación que mantienen
con el paciente.

Kales reconoce que “las estrategias basadas en el manejo de los


comportamientos exigen más tiempo que los medicamentos, pero si se
enseña a las personas a utilizar los principios que se explican en DICE, la
estrategia de cuidados sería más natural y podría convertirse en parte de la
rutina que utilizan los cuidadores”.

Sin embargo, esta defensa de las estrategias no farmacológicas no quita para que
los medicamentos tengan su propio espacio, especialmente para el manejo de
síntomas agudos en los que la seguridad de la persona con demencia o del
cuidador están en riesgo. Por ejemplo, los antidepresivos se deberían utilizar para
personas con demencia que sufran depresión severa y los antipsicóticos cuando
los pacientes experimentan psicosis (un síntoma que muestra que el cerebro de
esa persona no procesa bien la información que recibe. Puede ver, escuchar o
creer cosas que no son reales) o podrían producir una agresión contra ellos
mismos o contra otras personas. El especialista debería hacer un seguimiento
estrecho del paciente mientras está tomando la medicación y suspenderla tan
pronto como fuera posible.

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