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Las personas tienen necesidades específicas que cubrir (alimentación,

vestido, medicinas, vivienda) y existen múltiples factores que influyen en la


capacidad de generar recursos para satisfacer dichas necesidades, tales
como trabajo, materia prima o capital. El equilibrio y óptima distribución de
estos recursos es materia microeconómica.

Uno de los objetivos de la microeconomía es examinar el efecto de los


cambios de precios en los consumidores (demanda) y el efecto de los precios
en los productores (oferta). Así, uno de sus principios básicos de análisis es
la ley de la oferta y la demanda. La microeconomía elabora modelos
matemáticos para desarrollar supuestos comportamientos de los individuos,
por lo que estos modelos solo se cumplen cuando a la vez se cumplen esos
supuestos.

La microeconomía es una parte de la economía que estudia


el comportamiento económico de agentes individuales, como son los consumidores,
las empresas, los trabajadores y los inversores; así como su interrelación en
los mercados. Considera las decisiones que toma cada uno para cumplir ciertos
objetivos propios. Los elementos básicos en los que se centra el análisis
microeconómico son los bienes, los precios, los mercados y los agentes económicos.1
En contraposición, la macroeconomía es la parte de la teoría económica que se encarga
del estudio general de la economía, mediante el análisis de las variables agregadas
como el monto total de bienes y servicios producidos, el nivel de empleo, la balanza de
pagos, el tipo de cambio y el comportamiento general de los precios. 2

La microeconomía tiene varias ramas de desarrollo de las cuales destacan el equilibrio


parcial, el equilibrio general y el equilibrio de Nash para entender los problemas
del consumidor y del productor en mercados de bienes y servicios.
Estas ramas o subdisciplinas no pueden considerarse enteramente separadas porque
los resultados de unos aspectos influyen sobre los otros (en particular la teoría del
equilibrio general habla de la interacción entre ellas). Por ejemplo, las empresas no solo
ofertan bienes y servicios, sino que también demandan bienes y servicios para poder
producir los suyos. La microeconomía propone modelos matemáticos que desarrollan
ciertos supuestos sobre el comportamiento de los agentes económicos, las conclusiones
a la que se llegue usando esos modelos solo será válida, en tanto en cuanto, se
cumplan los supuestos, cosa que ocurre rara vez, especialmente si se trata de
supuestos muy fuertes o restrictivos.
Una de las incorporaciones más importantes al estudio de la microeconomía es el
equilibrio de Nash, como concepto de solución a los juegos planteados. La teoría de
juegos es una teoría matemática que estudia el comportamiento de varios agentes
cuando las decisiones tomadas por cada uno influyen en las decisiones de los otros.
A pesar de los éxitos de teoría microeconómica neoclásica en el entendimiento de
algunos de nuestros problemas económicos, no los comprende todos porque en estos
modelos están prácticamente ausentes las relaciones institucionales de las sociedades,
más allá de los mercados de bienes y servicios. Al valorar sus alcances y límites, se
podría decir que la teoría neoclásica es como el primer polinomio de Taylor, es una
primera aproximación, valiosa pero insuficiente. Hay esperanzas de que los avances
recientes en "microeconomía institucional"5 6 y "microeconomía de economías
complejas"7 proporcionen una mejor comprensión sobre el rol de las instituciones, la
evolución y el aprendizaje en el comportamiento de los agentes dentro y fuera de los
mercados.
Los consumidores tienen preferencias sobre los bienes y servicios, esto es, dadas
cestas de bienes (conjuntos de bienes y servicios que un individuo consume. en las que,
de cada tipo de bien puede ser cero, uno u otra cantidad de bienes, incluso una cantidad
no entera), si le dieran a escoger entre dos cestas, un consumidor preferirá una sobre la
otra (también puede ser indiferente entre ellas).
Se supone entonces, que para la mayoría de los consumidores habrá unas preferencias
que podrían manifestar para cualquier conjunto de cestas que se les presentara. Cada
individuo tendrá sus preferencias y no tendrían por qué coincidir con las de otro sujeto,
aunque pudiera ser así. Sin embargo, se espera que para la mayoría de los
consumidores esas preferencias sí que tengan unas propiedades comunes. La teoría de
la conducta del consumidor se basa en estos supuestos o propiedades básicas de las
preferencias de los individuos por una cesta frente a otra, que se exponen. De manera
que si estas condiciones no se cumpliesen, las conclusiones extraídas en la teoría del
consumidor no serían plenamente válidas.9 Estas propiedades serían:

 Completitud: el consumidor podría clasificar todo los tipos de cestas, es decir todos
los conjuntos de indiferencia no tienen fisuras.
 Universalidad: Dado cualquier par de cestas imaginable en una economía, un
consumidor siempre podría decir si prefiere una cesta a otra. Nótese que es posible
también que no pueda considerar a una cesta realmente mejor que la otra, pero se
espera que pueda decir que una cesta es al menos tan buena como la otra. Es decir,
no se necesitará que la preferencia sea siempre estricta, sino que dadas cualquiera
dos cestas, el consumidor pueda siempre decir, o bien que lo mismo le da la una que
la otra, o que considera una de las dos mejor que la otra.
 Transitividad: Generalmente, si un consumidor prefiere la cesta A a la cesta B, y la
cesta B a la C, también debería preferir la cesta A a la C.
 Monotonicidad o cuanto más, mejor: Si una cesta A tiene los mismos bienes que
otra cesta B, y alguno más, o bien mayor cantidad de alguno de ellos, entonces A se
prefiere o se considera al menos tan buena como B. En consecuencia, los
consumidores siempre prefieren una cantidad mayor de cualquier bien a una menor.
 Convexidad: Se espera, aunque este supuesto es algo restrictivo, que dadas dos
cestas A y B de bienes, se prefiera a ambas una cesta C que fuera una combinación
convexa de ambas. Es decir, una cesta que se compusiera en un porcentaje de las
cantidades de cada uno de los bienes presentes en A y en el resto del porcentaje
(hasta completar el 100%) de las cantidades de los bienes de B. Este supuesto está
relacionado con el principio de utilidad marginal decreciente.

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