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De ayer a hoy:
construcción social del enfermo.

Claudine Herzlich y
Janine Pierret +

1.- EL SOCIOLOGO Y EL PUNTO DE VISTA


DE LOS ENFERMOS

A lo largo de la última década, el punto de éstos aceptan sin condenar e! hecho de oue
vista y las concepciones del enfermo sobre su la "enfermedad" del paciente no coincide con
estado. han adquirido una importancia nueva la "enfermedad" del médico.
en la sociologia de la enfermedad y de :a medi­ A través de estos diversos enfoques, el "pun­
cina. Sin duda, desde 1954 el libro de Koos, to de vista del enfermo" adquiere entonces po­
The health of regionsville, tenia por subütulo co a poco una nueva dignidad: a la idea de •.ma
"What peooi¡o thought and did about it" (1). percepción profana concebida como simple
En 1961 aoareció The patients' views of distorsión y empobrecimiento del saber mé­
medica! practice de Eliot Freidson (2) y diver­ dico, mezclado con algunas nociones tradicio­
sos articules se interesaban en las definiciones nales sin gran interés, sucede aquella de un mo­

profanas de la salud y de la enfermedad (3). do de p ensar autónomo, de una "lógica" o


Pero, en !a r.oayor parte de los casos e! objeti· de una teon·a profana que tiene su propia cohe­
vo de los autores perman ec,·a bastante limitado rencia y cuyo análisis puede constituir para el
e instrument2l: anal izar las definiciones profa­ sociólogo un objetivo intrinseco. A nuestro ;:¡a­
nas frente a las de los profesionales. Se las con­ recer esta evolución no es solamente propia de
sideraba esencialmente como variables interme­ los sociólogos y debe ser relacionada con una
diarias con relación a los comportamientos de tendencia más amplia que englobe también a !os
demanda de atención y al funcionamiento de historiadores: interés por el lado ocuHo de l¿s
las instituciones médicas. cosas. lo (ntimo y lo privado, el reverso anóni­
Hoy, el interés de los sociólogos por el pun· mo de !o leg,·timo, de lo público y de lo ins-.i­
to de vista ce los profanos se diversificó: se iucional, que lleven al estudio de las culturas
estudia la achesión de los enfermos al "sick populares y de las practicas tradicionales. En
rol" (4) pero también sus percepciones de las sociolog,·a esta tendencia se sitúa en el contex­
causas de su estado (5}. La noción más amplia to del desarrollo de enfoques, en sentido am­

de la signific�ción atribu ida a la situación por plio, fenomenológicos; fue también influencie­
los actores es:á en el centro de ciertos estu­ da por los trabajaos de los antropólogos (-3)
dios (6} y, pcrticularmente, del análisis de o­ acerca de la diversidad de las concepciones
sos de enfermedades crónicas. de la eniermedzd en otras sociedades.
Este interés que s e despierta en los sociólo­ Pero estas tendencias y los estudios que se

gos aparece ;�mbién entre los médicos {7) y, inspiran en ellas se nos aparecen marcadas p.:;r
actitud que ,;o era frecuente hace veinte arios, limitaciones: de este modo !os trabajos antro·

• Cen tre de Rec:oerche Médicine, M al ad i e et Science Sociales, CNF.S-INScFlM 1, :u e du 1 i No'lembre, 921 '20.
Montrouc;e, FFlANC:::.
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_2_2 -------------------------�C:_.: e nns Médico Sociales NO 43- Allo 1988

pológicos tienen a veces tendencia a limitarse diversas nocior�es de "conceptos profanos·',


a la enunciación de un discurso de la sociedad "significado de la situación para los partici­
como expresión de creencias y de valores que pantes", "perspectivas o puntos de vista de· los
quedan muy separados de la estructura social y pacientes" ( 14) buscaron más expresar las rela­
de los comportamientos efectivos. ciones que estas realidades mantienen con el
Los estudios de inspiración fenomenológica, saber y las concepciones médicas, que analizar
al contrario, se limitan al nivel del individuo y precisamente en qué forma se las puede llamar
de sus interacciones con el sistema de atención "sociales". Queda entonces por elucid'ar cómo
y permanecen decididamente microsociológicos las concepciones de las enfermedades individua­
(9). En este ultimo caso, la limitación de las les, del mismo modo ademas que las de los mé­
investigaciones tiende, al menos en parte, nos dicos, traducen y nutren a la vez un discurso
parece, a una concepción restrictiva del "fenó­ colectivo que, por si solo, dibuja en su tota.li­
meno enfermedad" donde se lee además la in· dad la figura de la desdicha biológica y le da
fluencia persistente del modelo médico: la de sentido. En cada una de las concepciones indi­
una enfermedad concebida esencialmente como viduales, la especificidad de la experiencia or­
el único estado de un cuerpo individual. gánf{:a, "la historia médica" de cada uno, se
Es-::a concepción ccuit<J la realidad de la en­ articula con los s1'mbolos y esquemas de
fermedad como fenómeno social total, analiza­ referencia colectivos y con las nociones deriva­
ble a este nivel: la naturaleza y distribución de das del saber de los profesionales. Pero la his­
las enfermedades son frecuent.omente caracte ­ toria social del individuo se integra también
rr'sticas de una época y de una socie dad y algu­ a estas concepciones: su posición y la Ce su
nas de ellas pudieron, por sus consecuencias, grupo en la estructura social, que lo hace reci­
ocasionar una distorsión completa de la evolu­ bir y enunciar especr'ficamente este disc:Jrsc
ción social ( 10); el hacerse cargo de ellas mo­ de todos, del cual, el suyo, a su vez, es una
viliza pues una parte esencial de los recursos co­ parte.
lectivos. Simbólicamente, la enfermedad es una El discurso colectivo y las pr<icticas que deri­
de las encarnaciones privilegiadas de la desdi­ van de él, lo dijimos, estjn arraigados en lo real­
cha individual y colectiva: de este modo exige reJiidJd d_e 13 patologla de una época y su res­
siempre una explicación que supere la ún1ca pectiva respuesta social. Sin embargo el orden
búsqueda de "causas" y que enuncie al mismo de lo simb.ólico no es el simple reflejo de la rea­
tiemp o una verdad acerca del orden del mun­ lidad. "Las ideas pasan del mundo del pensa­
do y del cuerpo enfermo. Es en este sentido miento al mundo de los cuerpos, de la naturale­
que p o demos decir que la enfermedad es una za, y se transforman en relaciones sociales" es­
"metáfora" (11): el pensamiento acerca de la cribe, por ejemplo, M. Godelier al término de
enfermedad, la búsqueda del "sentido del un analisis acerca de la concepción de las rela­
mal" (12) es siempre, simultáneamente el pen­ ciones hombres-mujeres y de las prácticas que
samiento acerca del mundo y la sociedad. derivan de ellas en una sociedad melanesia ( l5).
La experiencia individual de la enfermedad Del mismo modo, las concepciones que una so­
y la concepción que los profanos tienen de ella ciedad se hace de sus enfermos. y que los enfer­
no son separables del conjunto de estos fenóme­ mos mismos interiorizan y nutren a su •;ez.
nos macrosociales. Si es necesario considerarlos orientan, organizan y legitiman las relaciones
en el nivel individual as1' como a través de sus sociales y, en cierta medida "producen" la "rea­
efectos en la interacción cara a -cara con el mé­ lidad" de sus "enfermos".
dico. no es posible sin embargo comprenderlos Para cada enfermo, su enfermeaad y el sen­
verdaderamente más que resituandolos en la tido que le asigna son entonces consideradas :1
macroestructura. Es necesario esforzarse en como experiencia y percepción individual. a
otorgar un sentido fuerte a la idea segun la cual la cual atribuye un status de evidencia objetiva.
las concepciones que los enfermos tienen de sus =:1 sociólogo, en lo que a él respecta, debe es­ 1

1..1
enfermedades y de sus causas, por ejemplo, forzarse en comprender en qué medida esta
"pueden" ser muy individuales, pero ('") serán experiencia y ;;ercepción son, en realidad, cons­
hasta cierto punto socialmente imitadas" (13). trucción y en que medida esta ultima trascien­
A pesar de un interés creciente a lo largo de de al individuo solo (16). Frente a la dificultad
los últim o s años, los sociólogos a través de las de esta labor, nos pareció que el recurso a la
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., . . �:. . . .
De ayer a n: ·)construcción social del enfermo ?'
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historia podía constituir una solución al menos una de las demostr. aciones más claras .del carác­
parcial. Nos pareció que colocar de nuevo al en­ ter social de esta construcción.
fermo y a la enfermedad en la larga duración Necesitamos aclarar los l¡'mites d.: esta ten­
permitía poner _en evidencia el doble carácter tativa (17). No buscamos obrar como historia­
constru(do y social del discurso sobre el enfer­ dores, descubrir o explorar fondos de archivo
mo y la enfermedad. u otras fuentes todavía inexploradas. Nos he­
Hemos estudiado entonces de qué modo, en mos basado esencialmente en los trabajos de
diferentes épocas, los enfermos describen su ex­ los historiadores así como en los documentos
periencia de la enfermedad, dicen cómo conci· publicados -crónicas, cartas, diarios íntimos
ben su estado orgánico, interpretan las causas y principalmente-- donde los enfermos hablan de
perciben su lugar en la sociedad. Para compren­ su mal o en los cuales los testigos directos
der esta e"'olución de la figura del enfermo, la los describen. Quizás inapropiadamente, consi-.
naturaleza de las enfermedades dominantes de deramos estos documentos como los equiva­
un per(odo consti tuyó el modo de entrada ele­ lentes de las entrevistas que tuvimos a lo lar­
gido. En cada época, una enfermedad domina la go de los últimos v einte años con enfermos
realidad de la exp eriencia y est ructura las con­ aquejados de afecciones diversas (18).
cepciones colectivas. A su vez, reenvía al con­ Al volver al pasado encontramo; el proble­
junto de las condiciones de vida, valores y con­ ma inevitable de la fragilidad y de la desiguaí­
cepciones de la existencia del momento: estu­ dad de las fuentes segl:n las épocas y las cate­
diamos entonces la enfermedad en el marco gorías sociales. Durante ciertos periodos, los
de las epidemias (peste y cólera) y de las en­ de las epidemias, por ejemplo, prácticamente
fermedades infecciosas de otros tiempos, de la ninguna carta o diario (ntimo del enfermo lle­
tuberculosis y de la sífilis durante el siglo XI X, gó hasta nosotros, sólo un testimonio colee·
del cáncer y de las enfermedades crónicas que tivo sobre la enfermedad del cual nos esforza­
dominan la época moderna. mos en inferir el efecto a nivel del enfermo in­
A través de la evolución a largo plazo, per ­ dividual. Por otro lado es frustrante para los so­
cibimos permanencias pero también reestruc­ ciólogos ver que aquellos que hablaron acer­
turaciones que afectan las nociones mismas· ca de su mal son raramente miembros de las
de "enfermedad" y de "enfermo". Están liga­ clases populares, sino nobles, burgueses, y aún
das tanto a la transformación de la patologl·a más frecuentemente escritores, intelectuales;
misma como a la evol ución de las instituciones la escritura fue durante siglos privativa de una
que se hacen cargo de ella, tanto a la dominan­ minoría. Por último, en nuestra sociedad, las
cia de diversas visiones del mundo estructura­ concepciones "profanas" de la enfermedad no
das por una significación central, como a un son separables del desarrollo de la medicina
desarrollo de la medicina con sus vagabundeos, que en cada época con'tribuye a modelarlas.
sus tiempos fuertes, su explosión después de Debemos entonces esforzarnos en analizar su
un siglo. En cc:da época, en el término de interacción. Pero la relación puede operarse
nuestros análisis, la figura del enfermo y la en los dos sentidos: del profesic-1al al profano
concepción que él mismo y los otros tienen de y del profano al profesional. Esto era aún más
su estado, emerge de este modo de la combina­ evidente en el pasado frente a un saber médico
ción de estas diferentes determinaciones. incierto.
, En dicho método, un ir y venir se opera, Nuestro análisis tiene pues un carácter esen•
pues, de la sociología a la historia y de la histo­ cialmente hipotético. La naturaleza de los dates
ria a la sociolog(a. Los sociólogos y los antropó­ no permite ni el rigor demostrativo ni la sutileza
logos fueron los primeros en tomar conciencia del análisis que el sociólogo puede normalmente
del hecho que !a enfermedad y la salud no se pretender con un material de observación y de
reducen a su evidencia o rgánica; mostraron que encuesta recogido con los pacientes actuales.
"
la enfermedad no escapaba a la influencia de la en una interacción entre el entrevistador y su
sociedad. Pero la historia, que nos muestra la objeto, según un objetivo determinado. Sin
evolución de las instituciones y de las .relacio­ embargo la conrrontación con el pasada, y ·la
nes en las cuales el enfermo es el centro, as1· co­ riqueza del material que ésta _p_ermite reencon­
mo la diversid2d de las categor(as a través de trar tiene una fuerza sugestiva tal que la expe­
las cuales es posibl e pensarlo, suministra quizás riencia nos pareció valiosa.
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A greguemos que para los sociólogos, el es· un efecto positivo: .poner en prueba nuestras
fuerzo de concentrarse en una pers pectiva his· c ategorías de análisis y demostrar su relati·
"
tórica, si es real, nos parece tener en s1· mismo vidad.

2. UNA PERSPECTIVA HISTORICA:


LAS ENFERMEDADES DE OT ROS TIEMPOS
Y LA NOCION DE ENFERMO

Todos los análisis actuales del enfermo nas" (19). El 27 de julio: "Cuando llegué a ca·
hablan de una realidad de la enfermedad sa, v1· el boletl"n semanal. Ll egamos a un total de
como forma de vida. Ser un· enfermo no desig­ 1700 muertes debido a la peste" (20). El 10 de
na solamente un estado biológico, sino que-defi­ agosto: "Mas de 3000 muertes esta- semana"
ne también la pertenencia a un status. Ser un (21). El 20 de septiembre: "Hay 600 muertes
"enfermo" es también ser un "atendido" es mas que la última semana, contrariamente a
decir entrar en relación con una de las institu- · toda expectativa dado el frfo de la última es·
cienes má-s importantes de nuestra sociedad: toción. 7.165 muertes de la peste" (22).
la medicina. Hoy se puede vivir enfermo duran­ Asimismo en numerosas narraciones domina
te varios años sin inquietar el entorno, y conser· la imagen de la acumulación de cadáveres. Du·
vando una actividad y una vida social. La enfer­ rante la cóiera de 1832, Chateáubriand cuenta
medad tiende entonces más y más frecuente· la peste de 1720 en Marsella y menciona "las
mente a devenir una identidad que debe ser asu­ encrucijadas donde el pavimento estaba cubier­
mida, adquirida e impuesta a los otros, y es en to de enfermos y moribundos tendidos sobre
las relaciones con la medicina que esta ideii'ti· colchones y abandonados sin asistencia. Los
dad se constituye. cuerpos estaban tendidos a medio podrir con
Esta realidad de la enfermedad como forma vestimentas viejas cubiertas de barro; otros per·
de vida y del enfermo como actor social está manecian de pie apoyados contra las murallas
bien lejos de lo que fueron durante siglos las en _la posición en la que habían muerto" (23).
epidemias; fenómeno colectivo y. social que El espacio social es turbado por la cantidad
encarnó largo tiempo el mal absoluto, pero que de muertos. El tiempo tambien estalla: la ac·
paradojamente fueron "enfermedades sin en­ ción de la peste es de una rapidez fulminante y
fermos". De Boccacio a Sanuel Pepys y Cha­ la muerte ineludible. Boc cacio describe en el
teauJriand, de Tucídides a Manzoni o Daniel Decamerón la peste negra de Florencia que
Defoé, las narraciones de las epidemias abun­ comenzó en Messina er. 1347: "Cuántos hom·
dan y al leer estos testimonios nos sorprende bre. vigorosos, cuántas damas bellas, cuántos
su aspecto repetitivo. A través de todos, la en­ jóvenes bellos que Galeno, Hipócrates o Escu­
fermedad aparece marcada de numerosos carac­ lapio habr¡"an juzgado plenos de salud cenaban
teres. el número, la muerte ineludible, la debi· a la mañana con sus padres, sus compañeros,
lidad d e los instrumentos para detenerla y los sus amigos, pero al caer la tarde iban a cenar en
comportamientos de panico, huida o corrup­ el otro mundo con sus antepasados:: (24).
ción que la acampa ñan. PMa el poeta Isabelino Thomas Nashe, que ade·
Toda descripción de las grandes pestes es, más murió de la peste. el encadenamiento de
en primer Jugar,. enumeración del número de la enfermedad a la muerte es también seguro:
muertos. A través de ella se percibe que la epi­ "Rich men, trust not in wealth,
demia es siempre considerada como una reali­ Gold cannot buy your health;
dad colectiva: Samuel Pepys, burgués londinen­ Physic himself must fade,
se. anota el 20 de julio en el diario que lleva du­ Al! things to end are made.
rante "la peste de Londres, en 1665: "Me dicen The plague full sift goes by.
que la epidemia se expande un poco por todos 1 am sick, 1 must die.
lados. Esta semana murieron 1089 persa· Lord, have merey on us!" (25) *
• Hombres ricos, no confieis en la riqueza,/el oro no puede comprar vue51ra salud;/ el físico mismo debe de·
caer.! todas las cosas están hecna·s para terminar./ La pi� pasa velozmente./ Estoy enfermo, debo morir.
Señor, ren misericordia de nosotros!".
. ..r ") . . . . -
De ayer Q .Dy: construcci6n social del enfermo 25

Y en el siglo XVII, Samuel Pepys escribe bastián, penitencias y peregrinajes, se impo­


aún: "La ciudcd deviene tan malsana que no se nen pues .entre Jos recursos más poderosos; cul­
puede contar más que con dos dr"as de vi­ minan en el extraño paroxismo de Jos. Flage­
da" (26). lantes que, durante varios años acompañan
Cuando la peste está en el lugar, es muy tar­ la peste negra, recorren Europa. La piedad y
de: no se·· pued� más que huir. La ciudad se el acudir a Dios no impiden además practicar
vacla.- de vivient:s, y en primer lugar de sus ri­ las más extrañas supersticiones. Daniel Defoe,
cos y de sus poderosos. Este fenómeno se en­ por ejemplo, enumera para Londres en 1665 .
cuentra aún en 1832, durante la cólera que los diversos talismanes y amuletos a los cuales
se abatió sobre Pan·s. Louis Blanc escribe: recurre la población. Pero, paralelamente apa­
"La mayor part� de las personas ricas huyeron. rece la lucha colectiva de la medicina y de la
los diputados huyeron, los pares de Francia higiene, respaldada por la autoridad pública.
huyeron" (27). La sociedad amenaza derrum­ Esta empresa llevará siglos: en un principio
barse, las normas son abolidas. La peste s: es necesario intentar conocer el mal y ais'lar­
acompañó con s�qu�os, bacanales y tumultos. lo. A partir de 1377, Ragusa impuso una cua­
Chateaubrianc y otros cuentan como �n rentena a los navios. Venecia, luego Marsella,
1832, se brinde ::Jor la salud de la cólera: "V:· luego todos los puertos lo imitaron. Cuando
borrachos en 1¿ oarrera sentados delante de la el reflejo. inmedizto, el de la huida, concurre
puerta del cab.:r�t. :Jebiendo sobre una peque­ a la difusión de la plaga, se descubre que es
ña mesa de m.:.Jerc: y diciendo al elevar sus necesario. por el contrario, encerrar los enfer­
vasos: Salud. Mor bus. Mor bus, reconociéndo­ mos y cortar los lazos con ellos. Pero antes, es
los, acudió y :�yeron muertos bajo la me­ necesario conocerlos. A lo largo de los siglos
sa" (28). Pero!.: burl a es tambien tentativa de se desarrollaron los procedimientos de perita-
exorcismo: es �=cesario familiarizar el miedo • • jes y encuestas a partir de los primeros casos
y en ausencia Ce otros recursos, obrar con as­ de modo que para los viajeros, lqs certificados
tucia con el mal. dis:�utarle el espacio que quie­ y patentes de salud son necesarios para su en­
re apropiarse, ,;rrancarle sus vr"ctimas, en pri­ trada en una ciudad o en un puerto, garanti­
mer lugar los po·Jres. Ya que son ellos sobre to­ zando a los habitantes que no llevaban la in·
do los que siem:re mueren. No es sorprenden­ fección. En seguida, cuando la peste se instala,
te que la burla :1 el pánico se transformen fácil­ se los at·sla: se cierran las casas donde reina
mente en cólerc: se sospecha de los judt·os en la enf ermedad secuestrando a los enfermos
la Edad Medie. generalmente aún de los ex­ y sus familias; sa impone la cuarentena a los
tranjeros. Las ;xolosiones de violencia se su­ navt·os y a toda persona que haya estado en
ceden: se saque.:. se mata. En el siglo XIX, se contacto con apestados, se construyen laza­
vuelven contra '�s rices y los médicos acusa­ retos.
dos de envener:.:r al pueblo. Estas reacciones Esta acción nos sorprende en primer lugar
colectivas de les que dan cuenta los testimo­ por su carácter autoritario. Por todos lados
nios sugieren q:;e ai lado de lo ineludible de se crearon fuerzas policiales encargadas de ha­
la muerte y la resignación individual la epide­ cer respetar los reglamentos y a partir del
mia, amenazanco el orden social, revela !as siglo XV se otorgó a las agencias y autorida­
relaciones sociaies. des de salud poderes dictatoriales. Nos sor­
Sin embargo desde la antigüedad, los hom­ prende también por su carácter global: es
bres intentan luchar. Contra un enemigo tan una polt'tica de salud global que poco a poco
temible, se recurre simultáneamente a todos les se desarrolló en Europa contra la peste y de
medios. En el :'71Undo antiguo los sacrificios la cual nuestras poi r"ticas e instituciones sani­
a los Dioses van a la par con las tentativas de tarias actuales llevan aún la marca. Adquiere
desinfección y ce mantenimiento de la higie­ poco a poco un caracter internacional. En el
ne pública. Cuando reapareció la peste en Eu­ siglo XVII las ciudades y los Estados se ad­
ropa en el siglo X 1 V en un mundo dominado vertt'an unos a otros el peligro de la peste. La
por la Iglesia y !a fe cristiana, la enfermedad epidemia fue finalmente vencida en escala con­
apareció como la prueba enviada a los hombres tinental. A fines del siglo XVII la peste fue
por la cólera de Dios ... Misas, invocación a los eliminada de Europa. En el siglo XIX el cóle­
santos protectores como San Roque y San Se- ra va a revivir la tematica de la epidemi;¡ en IJs
26 Cuade• J;·Médico Sociales NO 43- Año 1988

concepciones colectivas; sin embargo, estamos mente posible: lo que hicieron llorando y con
en el fin de una configuración del mal: la re­ gran pesar" (30).
signación dio lugar a la acción. Durante siglos en el occidente cristiano, esta
Durante la epidemia, ¿cuál es la experiencia antigua noción de una enfermedad-destino se
de los enfermos?. ¿Qué sentimientos los domi­ funde con la concepción religiosa del mal: la
nan?. ¿Qué imágenes tienen de su mal?. De he­ voluntad divina es dueña del destino del hom­
cho, sabemos pocas cosas de esto: invadidos por bre, Dios le· env,·a la enfermedad por sus peca­
un m a l fulminante, no tenian oportunidad de dos, con motivo de su natura leza pecadora;
l levar el diario o el "livre de raison" que desea­ e l la es advertencia y castigo. Es en estos térmi­
rian descubrir ciertos historiadores. Además, su nos que Pascal se expresa en su célebre "Prie­
entorno no se · prestaba casi a observarlos o a re pour le bon usage de la maladie'' compuesto
escuchar los: las descripciones de la peste se en 1654. cuando él .mismo estaba enfermo: "Me
centran en la masa de los cadáveres o en e l espa­ haz dado la salud para serviros y yo hice un
cio urbano turbado, y no en el enfermo indivi­ uso profano de ella. Ahora me envi'as la enfer­
dual. Además, aterrorizado, cada uno se esfuer­ medad para corregirme:· no permitas que ·YO
za en huir de ellos. Boccacio es elocuente sobre use de ella para irritarüs por mi impaciencia.
este punto: "Tal terror habia entrado en los Usé mal de mi sa lud, y me has justamente cas­
corazones, tanto en los hombres como en las tigado; no .permitas que use mal vuestro casti­
mujeres, que el hermano abandonaba su herma­ go" (31).
no, el Uo su sobrino, la hermana su hermano y Pero Pascal no sólo acepta el castigo; él lo
frecuentemente la esposa su marido. Y lo que es demanda como si fuera también el remedio de
más sorprendente y casi incre1"ble los padres y su mal verdadero: el del alma. El pecador se
las madres rechazaban ver y curar a sus niños convierte en penitente y el mal del cuerpo es
como si estos ya no les pertenecieran (29). mediación de !a redención: "Hazme conocer
E l enfermo es pues un condenadodominado bien que los maies del cuerpo no son otra cosa
por un mal extranjero, un destino que sufre en que el castigo y la figura juntas del mal del
su brutalidad y su carácter irremediable. Frente alma. Pero Señor haz también que ellos sean el
al horror de ese destino, la lucha individual no remedio heciendome considerar, en los dolores
es sólo ineficaz sino también insensata: el en­ que yo siento. el que yo no sentla en mi alma,
ferm o no puede más que esperar la muerte. · ya que toda enfermedad está llena de úlce­
Sucede incluso que é l mismo la llame. Encon­ ras ( . . .) H azmelos sentir vivamente y que los
tramo s de ello un ejemplo particularmente que me queda de vida sea una penitencia con­
sorprendente, no a propósito de la peste, pero t(nua para lavar las ofensas que yo cometi"
si' en el caso de otra enfermedad de otros tiem­ (32). Es en la sumisión total a la voluntad divi­
pos, también fuertemente connotada -sobre- e l na que entreve la salud.
plano simbólico; la rabia. A principios del Tanto en los hombres como en las mujeres,
siglo XVII un burgués de París, Pierre de I'Es­ tanto en los burgueses como en los grandes,
toile r elata varias veces en su diario casos de ra­ en los escritos edificantes_ y también en los
bia. Esta afección, más que cualquier otra qui­ testimonios menos afectádos, encontramos, a
zas. era concebida como la espera trágica e lo largo de los años, las mismas palabras y las
irreversible del destino. El individuo sobre el mismas frases a través de las cua les expresa­
cual se abatl"a estaba en lo sucesivo completa­ ban su mal e intentaban darle una respuesta.
mente alienado, separado de si' mismo como de =:sta permanencia misma, este caracter casi ri­
sus familiares, sin porvenir a rai'z de que la rabia tualizado de !a expresión, impiden al lector de
se p ensaba, transformaba al hombre en animal � hoy apreciar todo su sentido. La ·sensibilidad
Frente a esta amenaza se asfixiaba a los rabio­ moderna no siempre perc ibe c laramente .qué te­
sos. El carácter ineludible de este fin se impo­ mores, qué esperanzas, qué esperas expresan o
ni'a a todos, incluso a l enfermo mismo. A veces esconden estas expresiones ¡;ara nuestros estereo­
aún antes de que los si'ntomas del mal se decla­ tipos. Los historiadores nos enseñaron que las
ren, el enfermo demanda la muerte. Pierre de e mociones, los sentimientos tuvieron también
I'Estoi le cita el caso de un paje que, mordido una historia y ::que/lo que, para nosotros, no es
por un perro rabioso, "rogaba a aquéllos que más que una fórmula, puede constituir la forma
lo acompañaban, que lo asfixiaran lo más dulce- colectiva que tu·1o, en una época, la 561Sibilaad más
De ayer a h �o�struccioñ social del enf�rmo
2i

¡'ntima. Sin embargo sabemos también que la fe se revela: la sepa ración atroz con este mundo es
en la edad clásica y más aún la de las épocas transformada, a los ojos de todos, en un feliz
anteriores era a veces rutinaria y negligente, en retorno a Dios. Michel Vovel/e nos hace seguir
los pobres y en los campos sobi'E! todo. Los tes· paso a paso la muerte de un cierto número de
timonios muestran -y además los pánicos y las grandes de este mundo en la edad clásica �n
bacanales de la epidemia lo muestran- que particular la de Ana de Austria- y sin duda te·
existia en muchos un intenso miedo a la muerte nemes el sentimiento de que tales rituales, una
y el deseo de no pensar en ella: la concepción tal puesta en escena colectiva de los sentimien·
cristiana de la muerte tuvo sin duda, según las tos, de las emociones individuales eran bien
circunstancias y el medio una acogida muy de· asumidas por los reyes y los principes, en los
sigual. que la vida entera era un espectáculo.Sin em­
Es sin embargo la principal forma que orien· bargo en el otro extremo de la escala social ,
ta las concepciones colectivas y modela la ex· Michel Voveile nos hac e t
. ambién asistir a la
periencia individual. Ademas, el recurso a la muerte de Catherine, "hija pobre de Nivel/e",
Iglesia calma también la impaciencia ya que, v ictima de la peste en 1633. Catherine recono·
contra la enfermed�d. toda acción humana es c e que está enferma, el narrador cuenta que "no
ineficaz. Los médicos mismos acuerdan con és· se perturbó demasiado a pesar de que sab,·a
to: el tratamiento médico debe "comenzar por que estaba condenada" (35). Decide entonces
la purificación de nuestras almas" (33) escribe, ir al cementerio para morir y ser enterrada alli.
en el siglo XVII el médico de Roven David En el camino, imp rovisó un ritual casi idéntico
Jouysse. Pero sobre todo la visión religiosa res· al observado durante la muerte de un principe.
pende a la búsqueda de sentido.En una época Ella organiza su muerte, se despide, reza y se
donde "morir bien" es la preocupación más confiesa frente a una asistencia admirada:
grande, la visión cristiana otorga a la enferme· "Luego de haberse confesado, recibió arrodi­
dad una función pósitiva de advertencia y re· llada la Extremaunción ( ...
) levantó su peque·
dención. ño equipaje para encaminarse a Gental (as,· se
·
Esta concepción tuvo sin duda su apoteosis llama el cementerio), acompañada de su her­
en Francia, en lo que el historiador Michel. mana,. que la ayudó caritativamente hasta la
Vovelle llamó el "gran ceremonial" de la muer· muerte.Al partir. encargó a una compañera ha­
te en la edad clásica (34). En este ritual colecti· c er decir la misa en la iglesia principal en ho­
vo, donde se exoresa una visión del mundo nor a Santa Gertrudis, para la paz de su alma
cor relativa a una visión del mal, se trasciende la y cuerpo; tomó en una mano la vela bendita, y
impotencia humana.El moribundo, al que no se el agua bendita en la otra, como una· virgen
le oculta nada de su estado, es el primer actor prudente yendo a encontrar a su esposo ( ... ).
del gran espectáculo de su muerte. Dominando Caminando por la calle, dió el primer adiós a
sus sentimientos y su debilidad, sabe según qué algunos vecinos . pidiéndoles perdón por el mal
etiqueta estricta y por qué camino preciso debe ejemplo que les habia dado. Cuando le pregun·
pa sar del adiós a ios sobrevivientes a los ejercí· taran donde iba. dijo: "Me voy, al Paraíso, si
c.ios espirituales cue lo preparan para encontrar· Dios lo desea. Confio en su misericordia" (36).
se con Dios. Par¿lelamente, el sentido del mal

3. LOS PROCESOS DE LA CONSTRUCCION SOCIAL


DEL STATUS DE ENFERMO

D"esarrollamos tan extensamente este análi­ este modo la re!atividad de. lo que llamamos
sis para permitirnos comprender mejor de qué hoy en dia "un enfermo" y podemos entonces
manera las conceaciones de la enfermedad y del considerar de q·ué manera se construyó social­
enfermo se afirman en la conjunción de un mente e! enfermo de hoy. En efecto, duran te
cierto estado de la patologia, de: los valores y todos los siglos dominados por la epidemia y
visiones del mundo dominantes en una socie­ regulados por la visión religiosa del mal, vemos
dad, de los conocimientos médicos y de su efi­ numerosos moribundos y muertos, pero no es
cacia, en fin de! sistema institucional que se seguro que veamos ya lo que nosotros llamamos
hace cargo de la ;:nfermedad.Pero medimos de hoy "enfermos". Durante siglos, la enfermedad
---·-·��"'""'""Los muestran que
---·-·· �· >'':!"u y e1 cast1<--·¡a enfermedad se -individualiza y pierde su ca-
go del pecado. Pero no es, como devino la en- racter e_ tivo. Pero, por s
) elaciÓn con_ el
� :
fermedad moderna, el fundamento de un modo trabajo y '-'aJO la respuesta med1ca, la enferme-
de vida y de integración social particular. dad se convierte simultaneamente para el indi-
Por supuesto existieron otras enfermedades viduo en condición social y nueva estructura-
ademas de las epidemias: enfen:nedades -i ndivi- ción de sus relaciones con lo que llamamos la
duales de las que no se muere de golpe y con sociedad.
las cuales .es necesario vivir. La enfermedad de La mayor parte de estas evoluciones tuvie-
la piedra con. la c ual Montaigne nos entretiene ron lugar a lo largo del siglo XIX. Particular-
largamente en sus "Ensayos" es un buen mente, la percepción de la enfermedad como
ejemplo de esto. Asimismo es necesario recor- una condición individual, asociada con un me-
dar la multiplicidad de dol encias y discapacida- do de vida especifico, durante un periodo even-
des que azotaron una humanidad la mayor par- tualmente largo, nos parece_ correlativa con la
te de las veces sufriente. La importancia de las afección que durante un siglo,_ luego de 1¡¡ epi-
peregrinaciones donde los enfermos prestaban demia. cristalizó las angustias colectivas: la tu·
testimonio.· Pero estos males e infecciones no berculosis.
tenían la importancia simbólica de la epidemia Si bien la tuberculosis mata masivamente·
y no estructuraban la imagen de la "enferme- no ocasiona como la epidemia !a muerte ce-
dad" Ellas describian una figura del "hombre l ectiva y brut-al en la cual ei homt:ir � se hunde.
enfermo",_ consustancial con la ·naturaleza hu-· S e muere individual y bastante lentamente de tu-
.
mana, no enunciaban un status espec1 fico. berculosis: ella deja percibir al enfermo, su con-
En la visión religiosa delmal, su cambio, lo dición, la imagen que tiene de s1· mismo. y la
que se describe es un pecador, un penitente, y que los otros tienen de él. Además, por su du-
u n moribundo, más que un "enfermo" en el ración, la enfermedad se convierte en una forma
cual la noción esta, en su carácter puramente de vida mas que una forma de muerte. La
transitorio, desprovista de verdadera importan- "c ura", el viaje, la estad1'a en el sanatorio, que
cía. Pero el saber médico, durante mucho tiem- constituyeron durante tanto tiempo los unicos
po, no participó tampoco en la construcción de tratamientos verdaderos de la tuberculosis. dan
la noción de enfermo tal como la c om prende- JI enfermo un status especifico: la figura del
mos hoy. Sin duda se pudo decir que hasta fi- enfermo no es mas que un valor existencial,
nes del siglo XV 11. la medicina se preoc upó mas se define por un modo de vida y un lugar en la
por el hombre sufriente que luego del desarro- sociedad.
llo de la medicina c linica. Hasta Sydenham al A fines del siglo XVIII, al mismo tiempo que
menos la concepción médica del mal es particu- el dominio de la Iglesia sobre la sociedad dismi-
larizante: existe un lazo indisoluble entre la per- nuye lentamente. las ideas de pecado y reden-
s ona y su mal. Pero esta presencia del nombre ción pierden su impacto. El sentimiento de la
sufriente en la cosmologia médica (37) no va
-muerte también se transforma y el terror que
necesariamente junto con. la ex.istencia de lo p rovoca no puede ya ser contenido por el ritual
q•Je llamamos hoy el "status del enfermo". religioso_.,-�! enfermo no puede seguir siendo
Para que apareciera lo que l lamamos hoy el reducido_ a la figura del penitente. Cuando en el
enfermo, numerosos elementos jugaron un rol _siglo x·¡x s·e desarrolla la creencia en la ciencia
y fueron puestos progresivamente en su lugar. y se opera, acompañado o no de eficacia, el
Prim er
- o fue necesario que la enfermedad dejara ascenso de la intervención médica, el médico
de ser un fenómeno de masa y que constituyera y el enfermo dejan de sentirs_e dominados por l a
u n a forma d e vida más que una forma de muer- voluntad divina. Se piensan enfrentados a pro-
te. Luego la .medicin
_ o?. c;tebió ser capaz ��.e ;�ímer.C::: Gesos --organices que pueden ser conocidos y
·-venH· eficaz'rrlen.t e-sobr e·ta,enfé'rmep�d� y, de sus- regulados. C omo dijo Foucault: "La enferme-
- -
·• ·

--- :·tÚ ir la visión 'Y resp·u esta religiosa. Finalmente,


� dad se aparta de la metafl'sica del mal- a la cual
por intermedio del desarrollo de las leyes socia- durante siglos estuvo emparentada" (38).
les, las nociones de enfermedad y salud se en- La enfermedad se encarna en estados de
cent raron ligadas al trabajo, y el enfermo se cuerpos legibles para la ciencia. Con la cllni-
definió por su lugar en el proceso de produce- ca. la concepción religiosa del mal desapareció
29

definiti_�amente: los síntomas permiten leer ·¡a individualizada del enfermo. En lo sucesivo,
natur ¡a de la enfermedad y son organizados se le reconoció un status de individuo inacti­
en un saber sistemático. Debido a esta nueva vo liberado de los deberes de la producción
racionalidad comienza también a aparecer la y aceptado como tal. Nuevos derechos y de­
homogeneidad del status de enfermo que resul beres asr' como un modo de relación original
ta idéntico a pesar de las diferentes formas con el conjunto social van a definirlo.
de padecimientos. La diversidad de los males Las concepciones profanas actuales de la
reenvía a un lugar constante en la sociedad. Pa enfermedad. la imagen que en nuestros dr'as
ralelamente, la resignación se borra frente al el enfermo tiene de sr' mismo y la que se tiene
deseo de vivir a cualquier costo y aparece la de él se estructuran alrededor de estos elemen­
creencia de que la medicina puede algo. La tos y están profundamente arraigadas en esta
medicina ocupa sobre todo el lugar del padre y realidad social {39). Hoy, para tocos nosotros,
de la religiosa para tratar a los enfermos. Ade ser enfermo es una condición individual pero
más. ser enfermo y recurrir al tratamiento mé· no se piensa fuera de las relaciones que se m.: n­
dico se convierten en sinónimos. tienen no sólo con la medicina y los médicos.
A partir del siglo X IX la enfermedad adquie· sino también con la familia, el entorno, el tra­
re también su sentido con relación al trabajo. bajo y las diferentes instituciones sociales.
Con el desarrollo industrial y el asalariamiento La concepción del enfermo sobre ;u enferme­
·
que lo acompaña, se impone la necesidad de te dad es tambien concepción de su relación con
ner una mano de obra ·que responda a las exi los otros y' con la sociedad en su conjunto.
gencias de la producción. La salud se asimila a A través del discurso sobre la enfermedad se
la capacidad de trabajo y la enfermedad a la in­ expresa un discurso sobre la sociedad entera.
capacidad En tal contexto importa pues encon· Evaluamos pues el reduccionismo que exis
trar los medios de conservar y restaurar la salud te al tratar las concepciones profanas esencial
cuando es amenazada. Es la concepción que im­ mente en sus relaciones con las concepciones
pulsa en Francia, a partir de la 3era República medicas, consideradas como esquema de refe­
el desarrollo de las leyes sociales. indemniz.a ·�­ rencia unico y obligado, y al no considerar la
e ión en caso de accidentes de trabajo, asisten- figura del enfermo sólo en su relación con e!
.
e ia a los desocupados y seguros sociales de en­ médico. Nuestro estudio nos muestra hasta qué
fermedad Un desarroflo del mismo :'lrden tuvo punto el enfermo puede ser situado en contex­
lugar, pero de una manera más precoz, e n la ma tos muy diversos y cómo la experiencia de la
yorr·a de los países occidentales. Desde enton­ enfermedad puede tener otros contenidos.
ces. todo asalariado con motivo de su actividad Ahora bien, el pasado se extiende siempre en
profesional es un "asegurado' que, en caso de el presente y no es necesario pues limitarnos a
enfermedad. tiene acceso a las atenciones mé· analizar una realidad sólo en sus condiciones
dicas y derecho a dejar de trabajar A su vez, actuales. Además, si la enfermedad está hoy de
la enfermedad misma es transformada: se ins hecho entre las manos de la medicina, sigue
cribe en nuevos lazos con la colectividad y el siendo, en su realidad y en la imágen que se
enfermo aparece como un personaje nuevo forma de ella. un fenómeno que la desborda
sobre la escena social. Las transformaciones en todas direcciones. A su \, z la medicina
de la patologr·a, como lo muestran la tubercu­ como saber, como práctic" y c�mo institu­
losis y más aún la enfermedad crónica de hoy, ción, no es independiente ut:i r'iscurso colee
contribuyeron a la emergencia de una figura tivo de una época y de s•.r estructura social.
'-uaoernos Meotco :;,octales N u 4 3 . J-\no 1 9 8 8


R E F E R E N C I AS )

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2 1 9 2 5 e t S . B a u m a n n " D iversities i n con cep t i o n s 18 Pera l a época actual . . nuestro m a te r ia l se com­
o f h ea l t h a n d p h y si ca l f i t ness. Journal o f H e a l th pone de más de 300 entrevistas rea l izadas entre
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I n ter na t i o n a l R a h a b i l itation M e d i c i ne , 1 97 9 . 1 : of p es t i l en ce. Agradecemos a M i ldred B l a x ter p o r
1 30 1 3 4 h abernos h e c h o conocer este poema.
7 . P o r e j em p l o E. J C a s s e l " D i sease as i t" , S o c i a l
·
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p r o f e s s i onal and p o p u l a r ideas of s i c k n e ss" . C u l­ c iv i l isations, 1 952, 7 , nO 3 p . 354.
tu re. Medicine a n d Psychiatry 1 97 7 1 9-23. C . 28. Op. cit. p. 536.
G. ;.; e l m a n " Feed a co l d . s t a rv e a f e v e r ' . Cu l t u r e , 2 9 . O p . cit. p. 1 3.
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e st a s d i versas n o c i o n e s , y q u e sen·a n e ce s a r i o a n a 3 9 . La tercera parte d e nuestra obra trata d e l e n f e rm o
! izar. mode rno v . en particular. d e su evo l u c i ó n a l o l a rgo
1 5. M Go d e l ie r . La p r o d u ct i o n des grands h o m m e s. de los vei nte ultimos· años. Es impos i b l e abordar
P a r í s . F ayard . 1 98 2 , p. 347. e s te aspecto en el marco de este articu l o .
1 6. P B e rg e r . Th . L u ck ma n n . Th e social con stru c

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