Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/339440551
CITATIONS READS
0 119
1 author:
Enrique Ogliastri
IE University Business School (Spain) & INCAE Business School (Costa Rica)
127 PUBLICATIONS 1,003 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Enrique Ogliastri on 23 February 2020.
Ogliastri, Enrique. Los polivados: sector público y sector privado en la clase dirigente
colombiana al final del Frente Nacional (1972-1978), Monografías de Administración,
43, Fac. Administración, U. de los Andes, Bogotá, 1995. Igualmente es un capítulo en G.
González y E. Ogliastri (Compiladores) La gerencia pública: ¿Asunto Privado? Gerencia
privada, asunto público, Tm Editores, Ed. Uniandes, Bogotá, 1995 (páginas 35-96)
1 Publicado en Monografías, 43, Fac. Administración, U. de los Andes, Bogotá, 1995. Igualmente es un capítulo
en G. González y E. Ogliastri (Compiladores) La gerencia pública: ¿Asunto Privado? Gerencia privada, asunto
público, Tm Editores, Ed. Uniandes, Bogotá, 1995 (páginas 35-96)
* Una primer versión de este trabajo, titulada "Sector público y sector privado: análisis de un mito" fué
preparada por el autor cuando trabajaba como Investigador Visitante en el Centro de Asuntos
Internacionales de la Universidad de Harvard. El autor agradece la colaboración de Carlos Dávila,
Gabriel Herrera y demás miembros del grupo de investigación, cuyo aporte concreto aparece en el texto y
la bibliografía. Los comentarios críticos de Jorge Domínguez, Carlos Dávila, Olga Echeverri, Fernando
Botero Zea, Eduardo Sáenz, Gabriel Turriago, Ralph Miliband, John Walton, Camilo Villa y Gustavo
González fueron útiles para mejorar diversas versiones de este documento, pero su contenido es
responsabilidad exclusiva del autor. Agosto de 1995.
2
RESUMEN INTRODUCTORIO
En la estructura de poder en Colombia había no solamente dirigentes del sector público
y dirigentes del sector privado: un tercer grupo de personas habían hecho una carrera
importante en ambos sectores, tenían concepciones sociopolíticas diferentes a los otros
dos y eran un grupo clave en el funcionamiento del poder nacional. A estos se llamó
"polivados" (como los agentes químicos que pueden tener múltiples conexiones) y
constituían el 15% de aquella élite colombiana.
En este trabajo se analizan los datos de una extensa investigación realizada entre 1972 y
1978 sobre la estructura del poder y el desarrollo en once de las quince capitales de
departamento que tenían entre 100.000 y 750.000 habitantes en 1975, las que se
llamaban entonces "ciudades intermedias" en Colombia. Aunque en su momento se
analizaron una buena parte de esos datos, los correspondientes a los sectores público y
privado nunca fueron publicados y en este artículo se recurre al banco de datos
computarizado disponible. En aquella época se distinguían las teorías funcionalista,
pluralista, marxista, neo-marxista y corporatista sobre el Estado y la relación entre
sectores público y privado. Se utilizaron los conceptos de estructura de poder, desarrollo
económico e ideología, para realizar la investigación con una metodología
primordialmente inductiva en la cual se mezclaron los procedimientos posicional,
reputacional y decisional para encontrar la estructura de poder. Se realizaron entrevistas
a 512 dirigentes, indagando sobre el poder y sus estrategias de desarrollo.
En este período Colombia era un sistema presidencialista centralizado, una democracia
oligárquica que cursaba hacia una etapa de gran capitalismo, concentración y
monopolios, dentro de la cual podía explicarse una incremental rotura de la
diferenciación entre lo público y lo privado. El sector público se había incrementado
aceleradamente, lo que parecía ocurrir bajo la complacencia tácita del sector privado, ya
que este último tenía valores en común y muy pocas diferencias reales con los dirigentes
públicos. Dado que no había conflictos reales, pragmáticamente existía la posibilidad de
inducir una acumulación y un desarrollo bajo el nombre del sector público; los dirigentes
no se oponían a la intervención del Estado siempre y cuando tuvieran influencia sobre el
mismo.
Se pudo precisar la estructura de poder regional en Colombia y se encontró que las
ciudades mayores estaban dominadas por elites del sector privado, mientras las ciudades
menores eran dominadas por instituciones y dirigentes del sector público. El tamaño
crítico de esta transición se encontró alrededor de los 200.000 habitantes, un punto a
partir del cual cambiaba la organización del poder para el desarrollo y el sector privado
se constituía en gremios -pero sin llegar a un modelo corporatista. En este período las
decisiones críticas sobre el desarrollo regional se tomaban en el sector público y en
Bogotá, lo que inducía a una estructura de poder integrada nacionalmente, en particular
a través de los "institutos descentralizados" del sector público y los bancos privados. El
entrelazamiento de juntas directivas y la naciente tecnocracia eran también factores que
inducían la integración del poder nacional.
Se estudiaron el origen social, antecedentes personales y familiares, y la carrera del
grupo de personas que tenían el máximo poder en el desarrollo de estas once ciudades
3
el desarrollo industrial y concebían las causas del atraso como problemas institucionales
y políticos.
Había consciencia sobre los problemas que inducía al desarrollo el excesivo control
sobre la economía de unos pocos privilegiados, así como del excesivo centralismo, del
creciente acceso de la clase media al poder y de críticas al sector público (aún por los
dirigentes del sector público). Las actitudes sobre la conveniencia de la inversión
extranjera sólo eran claramente definidas por parte de los polivados; los dirigentes
preferían una moderada participación del Estado, incluyendo a la mayoría del sector
público aunque en proporción menor a los privados y polivados. Se concluyó que en el
seno de los grupos dirigentes había apenas pequeñas divergencias sobre opciones y
estrategias de desarrollo, por lo que en Colombia existía en esa época una "clase
dirigente" en el sentido de Gramsci, con ideas homogéneas sobre la orientación de la
sociedad, independientemente de que fueran del sector público o del privado. La
organización del poder integrado nacionalmente desde las provincias resultaba en la
conexión del sector público y el sector privado, y en una hegemonía sólida por la
carencia de bancarrotas estatales o grandes ciclos económicos. Era previsible la
evolución posterior de la sociedad colombiana hacia un modelo distinto del desarrollo y
una concepción diferente de lo público y lo privado.
5
INDICE DE CONTENIDO
1- Introducción.
1-1. Los polivados y el poder en Colombia 1972-78
1-2. Algunas teorías sobre el Estado.
6- Conclusiones.
7- Bibliografía
6
1. INTRODUCCION
Guillermo León Valencia era de Popayán, Misael Pastrana de Neiva, Belisario Betancur
de un pequeño pueblo de Antioquia, Virgilio Barco había nacido en Cúcuta y César
Gaviria en Pereira... y así una parte fundamental de los dirigentes públicos colombianos
han sido de las provincias. Pero también Julio Mario Santodomingo venía de
Barranquilla, mientras Carlos Ardila Lulle había nacido en Bucaramanga... y como ellos
una parte fundamental de la clase dirigente colombiana, tanto pública como privada, ha
estado integrada regionalmente desde las provincias. No obstante, los estudios sobre el
poder en Colombia parecen asumir que la perspectiva desde las provincias es
secundaria, y para subsanar esta deficiencia esta investigación partió de las ciudades
intermedias para conocer el funcionamiento del poder en Colombia. El período que se
estudia, entre 1972 y 1978, fué un punto clave de transición durante el cual se agotó un
modelo de desarrollo y se plantearon cambios fundamentales en el sector público y en la
organización del poder en Colombia. ¿Eran los dirigentes públicos y los privados
realmente diferentes? ¿O pertenecían a la misma clase dirigente que tenía semejantes
antecedentes y carrera, igual ideología, idénticas perspectivas sobre el mejor camino
para desarrollar al país? ¿Cuál sería entonces la diferencia entre una gerencia pública y
una privada si sus dirigentes son los mismos?
colombiana? En las raíces de todos estos conceptos hay implícita una teoría social, y una
concepción sobre el Estado, que tiene viejas raíces: que el Estado representa el bien
común, o que al oponerse al apetito privado establece un control sobre el mismo. ¿Será
eso cierto? Aquí se verá si en realidad han existido dos actores distintos, y si la
estructura de poder regional ha contribuído a una auténtica separación entre un sector
público y un sector privado.
Aunque los dirigentes de estos sectores no eran muy diferentes se encontró una realidad
mucho más compleja. Se hizo esta investigación buscando datos reales y concretos sobre
posibles fraccionamientos en el bloque de poder de ciudades capitales regionales de
Colombia. En este documento se analizarán los resultados de la investigación sobre las
características, diferencias y semejanzas de las élites del sector público y del sector
privado, lo relacionado con su poder efectivo, su origen social, las actividades y carrera
que habían hecho hasta llegar a ser las personas más influyentes en el desarrollo de once
ciudades colombianas durante la década de 1970, y la estrategia de desarrollo que
propiciaban para su región y el país. Los datos fueron recogidos en esa época por un
grupo de investigadores, quienes terminaron dieciocho tesis de grado y dejaron el banco
de datos computarizado que se utilizó para el presente análisis.
Uno de los más sobresalientes miembros del grupo polivado en el país -aunque no
proviene de ninguna de las ciudades intermedidas objeto de esta investigación-, es
Hernán Echavarría Olózaga; un muy rico empresario, ministro de Hacienda, embajador
en Washington, presidente fundador de la Comisión de Valores, quien decía en esa
época en la primera frase de su libro "Economía Latinoamericana":
"La imagen que se tiene de la América Latina en otros continentes es la de países pobres,
gobernados por oligarquías cerradas, cuyos intereses creados impiden todo desarrollo
económico y social y tienen condenada a la mayor parte de la población a la miseria. Esta no
deja de ser una apreciación superficial, puesto que cualquiera que en realidad conozca a la
América Latina sabe que las oligarquías dejaron hace mucho de gobernarla. Ya hace tiempos
que estas perdieron el poder político y buena parte del económico, ante el avance de una
clase media todos los días más numerosa y mejor preparada. Luego si los problemas
económicos y sociales del continente no se han podido resolver no ha sido sólo culpa de las
oligarquías" (Echavarría, 1974, p. xi).
¿Es Colombia una oligarquía cerrada? ¿Tienen las clases medias el poder político? ¿En
qué sentido podría decirse que la clase media tiene parte del poder económico? ¿Cuál es
la relación entre el poder económico y el poder político? Antes de examinar las
8
concepciones que los actores en la estructura de poder misma tienen sobre la realidad
nacional, es necesario revisar algunas concepciones sobre el Estado, y sobre las
relaciones entre un "sector público" y un "sector privado", que se han ofrecido en las
teorías de la política. A continuación aparece un resumen sobre las concepciones
funcionalista, pluralista, marxista, neo-marxista, y corporatista.
"Es obvio que una considerable confusión debe llenar un campo en el cual el concepto
central se entiende a veces como un determinado sistema económico o modo de producción
(feudalismo, capitalismo, socialismo..... corporatismo), a veces como una forma del Estado
(parlamentarismo, facismo.... corporatismo), y a veces como un sistema de mediación de
intereses (pluralismo, sindicalismo, monismo....corporatismo)" (Pantich, 1980: 159).
"Esta estructura política puede caracterizarse en términos de una conexión real entre el
Estado y los grupos de interés funcionales (especialmente sindicatos y asociaciones de
empresarios) constituídos por una representación institucionalizada en las decisiones de
política económica; interacción de todos los grupos entre sí en este proceso (en contraste con
la relación uno por uno entre los grupos de interés y el Estado, que normalmente constituye la
política de los grupos de presión); y un elemento de control estatal sobre los grupos por el
cual les limita autonomía y el estado los emplea o como agentes de movilización o
administración de la política estatal" (Pantich, 1981, p. 24).
Todas estas concepciones son teóricas y como tales simplificaciones de la realidad, que
pueden explicar parcialmente la situación de países concretos. No se hizo el estudio para
10
A. Estructura de Poder.
Siguiendo a Gramsci (1971) Poulantzas (1969) elaboró el concepto de "bloque de
poder" como el conjunto de clases y fracciones de clase que en un momento dado
componen la estructura de poder en una formación social determinada. Este concepto
requiere un desglosamiento más detallado y preciso para su utilización en un estudio
sobre el funcionamiento del poder en una ciudad.
Por "estructura de poder" (Dos Santos, 1970) se entendió el conjunto de actores
(individuos, instituciones, grupos y clases) que tienen influencia decisiva en el proceso
de desarrollo de la ciudad, los grupos y fracciones de poder o clase que aliados o en
conflicto determinan las relaciones entre estos actores, los intereses subyacentes o
realizados que dan base a los dos anteriores, y el proceso de cambio en que están
involucrados todos estos aspectos de la estructura de poder tanto interna como externa a
la ciudad.
Más en detalle, la estructura de poder se ha concibió y estudió en los siguientes
términos:
a) la élite y los actores (personas, grupos o familias, organizaciones o entidades, clases)
que tienen poder para afectar el desarrollo socio-económico de cada ciudad. Con base
en cuatro dimensiones o indicadores de poder (las posiciones organizacionales, la
reputación o prestigio de poder, la participación, y la decisión clave en proyectos de
desarrollo regional), se estableció una estratificación de poder en cada ciudad, el grado
en que diferentes actores tienen mayor o menor poder para el desarrollo en su ciudad.
b) Las relaciones entre estos actores, alianzas y conflictos, diferencias y afinidades,
dentro de la estratificación de poder en cada ciudad. Vaisman (1976) y Ogliastri (1979)
analizaron diferencias y semejanzas entre los miembros de la élite que eran del partido
liberal y los del partido conservador, para determinar fracciones dentro del poder en las
12
B. Desarrollo económico
Una segunda área conceptual en este estudio la constituyó el desarrollo económico de
las ciudades. Son tres los elementos en que se dividió la investigación: a) La economía
política del desarrollo histórico en cada ciudad, y el proceso de regionalización de
Colombia. Ogliastri (1973, Capítulo IV), ofreció una interpretación al proceso de
desarrollo en la ciudad de Bucaramanga, y a las raíces de la mentalidad económica en la
región. b) El crecimiento económico. c) El grado en que se tienen servicios básicos para
la población, aspectos sociales del desarrollo económico. En Dávila (1976, Capítulo 3),
en Ogliastri (1980, 1982) y en Ogliastri y Dávila (1984) se utilizan los datos elaborados
sobre el desarrollo económico en las ciudades. (Más adelante se presentará una cuadro
resumen).
2.2. La investigación
Tradicionalmente se había dividido a los investigadores sobre este tema en tres grupos:
elitistas, pluralistas y marxistas (Aiken y Mott, 1970; Gillam, 1971). En efecto,
retomando las tradiciones europeas de Machiavelo, Durkheim (1983), de Tocqueville
(1945), Mosca (1939), Pareto (1968) y Michels (1949), en las décadas de los 50 y 60
13
actividad de investigación emprendida en este estudio fué la búsqueda teórica, tal como
se mencionó previamente.
Hechas estas descripciones sobre los conceptos y la metodología del estudio en que se
basa este documento, resulta necesario localizar el contexto dentro del cual se realizó, lo
cual ocupa las dos secciones siguientes.
2.3. ¿Dentro de qué contexto de economía política opera este poder regional?
Hasta esa época Colombia había tenido una constitución centralista, en la cual había
poca autonomía económica o política para las regiones. Este era un sistema presidencial
centralizado (Vásquez Carrizosa, 1979). El poder centralizado del Ejecutivo, en
particular, hacía de los nombramientos importantes del sector público un asunto lejano,
y limitaba enconados conflictos locales de poder; había así una relativa paz provincial,
entretejida de influencias e intrigas en la capital, que ponía de relieve la importancia de
buenos contactos a un nivel más allá del puramente regional. El poder para el desarrollo
de estas ciudades estaba claramente ligado al poder central, y las iniciativas regionales
requerían de una unidad o coalición de fuerzas locales para lograr influir exitosamente
en los poderes centrales.
Los inicios para un cambio radical en Colombia se veían en el intento del entonces
presidente López Michelsen (1974-78) de hacer una Constituyente que cambiara la
estructura centralizada, una estrategia nacional de desarrollo orientada hacia la
desconcentración y el desarrollo de las regiones. Todo esto era un preludio de lo que
vendría después, la elección popular de alcaldes, los recursos económicos
descentralizados, nueva Constitución, la privatización de servicios públicos y entidades
estatales; de manera que la época de este estudio fué el punto de quiebre final de un
período en la historia colombiana.
El país en esa época fué caracterizado como una "democracia oligárquica" (Wilde,
1978), "pluralismo elitista" (Bailey, 1977), "democracia consociacional" (Dix, 1980), o
"democracia burguesa" (Therborn, 1979), donde si bien era protuberante el dominio de
viejas familias ricas, también existían unas libertades políticas, elecciones, y una clase
media en expansión que participaba en el poder. El estudio de la estructura de poder en
cada ciudad permitió analizar, como en micro-cosmos, este aspecto del sistema político
colombiano y de su relación con el poder económico. Al encontrar una red nacional de
poder integrada desde las ciudades se pudo contribuír a la descripción y explicación de
algunos fenómenos del país en su conjunto.
Colombia era en ese momento un país de economía capitalista; prácticamente todos los
autores que habían estudiado el modo de producción nacional (Fals, 1977; Kalmanovitz,
1976; Vélez, 1979; Fierro, 1980; Bejarano, 1972; Arrubla (Ed.), 1978; Tirado, 1974;
Arango, 1976), concordarían con la afirmación inicial que haría posteriormente Silva
Colmenares (1982):
"No hay duda que desde finales del siglo pasado y principios de este, el país
se desarrolla por la vía capitalista,..." (Silva, 1982, p. 608).
Cuadro II-1 presenta un conjunto de datos sobre las quince ciudades capitales mayores
de cien mil habitantes y menores de 750.000, incluyendo las once comprendidas en este
estudio, que pueden informar más precisamente sobre las características de su desarrollo
económico y social, y que permitirán un análisis posterior sobre la relación entre
características de la economía con aspectos del poder o la ideología.
Pero algunos autores irían mucho más lejos: el país no estaba solamente en una etapa
capitalista, sino que está pasando hacia la fase monopólica (López et. al., 1980). ¿Cuáles
son los cambios en el poder de los sectores público y privado dentro de estas
circunstancias? Pantich (1981:22) hace una revisión de los tres cambios que se dan "en
la manera de dominar el estado democrático-burgués en la era del capitalismo
monopólico": "a) El foco de decisión pasa del parlamento/congreso al aparato ejecutivo-
democrático...". Este fenómeno tuvo definitivo avance en Colombia en 1968, cuando el
Congreso dejó prácticamente al Ejecutivo la responsabilidad por el Presupuesto
Nacional. "b) Los mandos del Estado se fusionan con los altos niveles de la empresa
capitalista...". De esto hubo algunas indicaciones en el establecimiento de la Comisión
de Valores en 1979, y en el Comité Gremial que denomina la Comisión Tripartita
(Gobierno, sindicatos, gremios). "c) Rotura general de los límites entre sector público y
sector privado que antes caracterizaban la democracia burguesa". Este estudio aporta
datos que permitirán comprender mejor el grado hasta el cual se había producido este
cambio en el poder nacional desde la perspectiva de las capitales regionales
colombianas.
En síntesis, el contexto del poder estudiado durante aquel período en el país era el de un
régimen presidencialista centralizado, una democracia política y una economía
capitalista. De todo ello formaba parte la estructura de poder en las ciudades
intermedias.
"Estas son las instituciones que componen el Estado, y cuyas interrelaciones dan forma al
sistema estatal: el gobierno, la administración, los militares y la policía, la rama judicial, el
gobierno descentralizado, y las asambleas parlamentarias. Es en estas instituciones donde
reside el poder del estado, y es a través de las mismas que este poder se ejerce en sus
diferentes manifestaciones por las personas que ocupan las posiciones de líder en cada una
de estas instituciones...." "Esta es la gente que constituye lo que se puede describir como la
élite estatal". (Miliband, R., 1969, p. 54).
En este estudio se describió más ampliamente una "élite pública", y no se limitó a los
que ocupan las posiciones de líder institucional sino también a personas que tenían
poder informal, y a quienes participaban y tomaban decisiones importantes en el
desarrollo. El objeto de estudio era así un poco más amplio, pero el criterio esencial
17
utilizado para clasificar a una persona en el sector público fué su carrera en entidades
estatales o políticas.
Para algunos es importante distinguir entre gobierno y Estado, o entre políticos y
estadistas; en este estudio no se encontraron bases suficientes ni la necesidad de hacer
esta distinción. Pero lo que sí fue necesario, como se mencionó, fué el identificar a un
grupo poco estudiado en la sociología política de América Latina, el de un poderoso
grupo de personas que difícilmente puede encuadrarse dentro del sector privado o el
sector público de manera exclusiva; estos son las élites que están en ambos grupos,
como los que son empresarios y también hacen política pública. Como se verá, este
grupo no es un promedio de ambos sectores, ni se asemeja más a uno u otro sector, sino
que realmente es un grupo diferente. Se le llamó polivado.
El sector público se había extendido vertiginosamente en Colombia durante el siglo XX
y particularmente la rama ejecutiva. En 1901 la Presidencia de la República sólo tenía
seis ministerios: Relaciones Exteriores, Instrucción Pública, Guerra, Gobierno, Tesoro y
Hacienda. Pasada la destrucción de la Guerra de los Mil Días, el gobierno de Reyes
amplió notablemente la inversión e intervención estatal para reconstruír al país y animar
la economía. La necesidad de un engranaje institucional para la intervención y control
estatal se hizo protuberante por la quiebra del Banco López; los préstamos exteriores
que trajeron la Misión Kemerer, y la gran expansión económica de la década de los años
20 llevaron a la reorganización del sistema financiero y al control a través del Banco de
la República.*
Durante la Gran Depresión se estableció la conveniencia de ampliar la función del
aparato estatal para compensar los ciclos depresivos de la actividad económica, y desde
1941 con la fundación del Instituto de Fomento Industrial se crearon empresas
industriales del Estado. Las reformas de López Pumarejo en los años 30 son un intento
aún mayor de regular la economía y de incorporar al estado los proletarios organizados y
los campesinos sin tierra.
En 1946 había 10 ministerios, y ya en 1957 habían llegado a 16 ministerios bajo la
presidencia, además de un conjunto de institutos, cajas, fondos, universidades y
compañías estatales que empezaban a desprenderse de los ministerios, por lo cual se les
llamó "descentralizados" al empezar a depender directamente de la Presidencia para que
tuvieran mayor poder y autonomía de acción.
En 1968 se produjo la Reforma Administrativa que autorizó el régimen presidencialista,
y que incrementó notablemente el número de establecimientos descentralizados que
había en 1976. Véase en el Cuadro II-2 un resumen de la evolución institucional del
Ejecutivo, y en el Cuadro II-3 la tendencia decreciente del sector público regional.
La expansión del sector público, particularmente desde la década de 1940, había
implicado no sólo una mayor ingerencia directa del Estado en la economía, sino además
una mayor participación de las clases medias en la burocracia estatal. Por otra parte, era
notable el incremento en la capacidad de ahorro y formación de capitales que tenía el
Estado, la cual había sido a partir de 1964 mayor que la del sector privado (Zuleta,
1975). Probablemente el problema no era el relativo tamaño del Estado, sino en
beneficio de quien trabajaba, su relativa autonomía del sector privado, o el bloque de
poder que se cristalizaba alrededor del Estado. Algunos de estos puntos se analizarán,
* El Banco de la República fué inicialmente, y por varias décadas, una entidad mixta con representantes
del sector público y el sector privado.
18
En cada una de las once ciudades estudiadas la investigación permitió llegar finalmente
a una lista de las personas, entidades y grupos dirigentes, en orden de mayor a menor
poder. Como se mencionó esto se consiguió mediante una combinación de las
metodologías reputacional, posicional y decisional. De esta manera se entrevistaron a un
total de 512 dirigentes regionales, entre los cuales se escogieron los 209 más poderosos,
correspondientes a 19 por cada ciudad. De los más poderosos, un 49 % eran del sector
privado, un 36% del sector público, y un 15% habían hecho carrera en ambos sectores
(a los que se llamó Polivados). Sumando las 20 entidades más poderosas en cada una de
estas ciudades, se encontró que el 49% eran del sector público, un 41% eran del
privado, y un 10% mixtas. Esto refleja que el Estado tenía más legitimidad en su función
de ejercer el poder para el desarrollo, y una estructura organizacional más capaz de
ejercer abiertamente el control de la sociedad. En el Cuadro 3-1 se presentan las veinte
organizaciones más poderosas que se encontraron en la investigación en cada ciudad .
No obstante, la legitimidad del sector público estaba minada por una actitud negativa
hacia su actuación, lo que sentían aún los mismos dirigentes del sector público (un 62%
del sector público tenían actitud negativa hacia el sector público, versus sólo 42% de los
mismos tenían actitud negativa hacia el sector privado). Algunos datos más sobre
actitudes e ideología, una fuente central de legitimidad en el ejercicio del poder, se
verán en una sección posterior.
Sobre la integración y relaciones entre los dos sectores, el 70% de la clase dirigente
estimaba que había excesiva especialización y separación entre los dos sectores y que
era conveniente para el país que hubiera más colaboración entre ambos. Como se verá,
había bases personales e ideológicas para la colaboración, pero además se encontró una
interesante relación a través de las juntas directivas. Para los dirigentes del sector
público (y para los polivados), la junta directiva más importante a la cual pertenecían
era del sector privado. A la inversa, para los del sector privado su junta más importante
estaba en el sector público. Las juntas directivas funcionaban pues como el vínculo
clave de los dos sectores, y la separación de los dos sectores era inconveniente desde el
punto de vista de ambos. Se podía prever el desarrollo de mayores mecanismos de
conexión en el futuro y un desdibujameinto de las demarcaciones entre ambos (Panitch,
1981).
La ligazón de las elites regionales a las decisones del sector público en Bogotá,
relacionadas con algún proyecto importante (como la localización de una nueva planta
industrial financiada por el Estado), se realizaba a través de varios frentes.
Generalmente asumía el liderazgo y coordinación una entidad gremial (la Andi local, por
ejemplo), la cual hacía una campaña publicitaria y buscaba el apoyo de los periodistas,
tecnócratas, ministros y políticos de la región en Bogotá. Esta alianza permitía
posteriormente vinculaciones económicas a las campañas políticas: "Este es un
congresista de estilo norteamericano: ayuda cuando uno tiene que hacer gestiones en
Bogotá, por ejemplo con Planeación Nacional", describía el dirigente más poderoso en
una de estas ciudades intermedias; el mismo político a su vez describió al otro: "Este es
uno de los pocos empresarios que pone los intereses de la ciudad por encima de los
suyos".
Kline (1974) había analizado las "transacciones" (Bauer et al 1968) que se daban entre
los grupos económicos de interés y los congresistas colombianos. A diferencia de
Estados Unidos y Gran Bretaña, donde los grupos de interés tenían un partido o facción
política, en Colombia los grupos económicos visitaban a los dos partidos
indistintamente. A las tres razones que daba ese investigador para explicar el fenómeno
(que los partidos eran más antiguos que los gremios, el clientelismo que cooptaba grupos
nuevos, y la identificación de las nuevas clases medias con los partidos tradicionales)
debía añadirse una razón regional: los congresistas debían tener una lealtad a su
departamento por encima de los partidos. En esa línea el mismo autor reportó (p. 288-9)
como "inesperado" el alto número de visitas de los gobiernos municipales y
departamentales al Congreso. Los políticos eran así "intermediarios entre la comunidad
local y el gobierno nacional".
Otro investigador norteamericano en la misma época (Hoskin, 1980, p. 114) encontró
algo semejante: "Los congresistas reportan que además de trabajar en comités y
legislación, realizan una serie de servicios para sus electores: servicios en los ministerios
y en los institutos descentralizados; identificación de problemas regionales; servicio de
intermediarios entre sus grupos de apoyo regional y las instituciones en Bogotá; y buscar
una disminución del desempleo a través de obras públicas en su departamento".
En síntesis, esta ampliación de contactos y alianzas entre los sectores público y privado
estaba pues enraizada en el funcionamiento del poder en todo el país, ayudando a
consolidar a una clase dirigente regional y nacional. Se tenía una estructura en la cual
los institutos "descentralizados" y los bancos eran las entidades "externas" más
importantes en las ciudades intermedias pues actuaban de manera definitiva sobre las
mismas; los bancos eran casi exclusivamente privados en esa época mientras los
institutos eran públicos, pero ambas entidades estaban manejadas por una tecnocracia
de clase media profesional, dependiente de los grandes empresarios del sector privado
23
En su estudio sobre las relaciones entre lo que él llamó la "elite estatal" y la "elite
económica", Miliband (1969) estudió los datos obtenidos en países europeos y en los
Estados Unidos y llegó a la siguiente conclusión:
¿De dónde venían los dirigentes públicos y privados en estas ciudades? Más de la mitad
de ellos de la ciudad misma, y sumados a los que venían de provincias del mismo
departamento se llegaba a un 72% de origen local. Sólo un 2% eran nacidos en el
extranjero y un 26% eran colombianos de otras regiones. Una tercera parte tenían más
de 50 años de edad, entre los cuales estaban generalmente los más poderosos. Un 41%
de ellos había vivido la experiencia de trasladarse a vivir en la ciudad; estas ciudades
eran pues centros intermedios de absorción de recursos en la geografía humana del país.
Sobre ninguna de las cifras anteriores hay diferencias notables entre los tres grupos
estudiados, excepto en su raigambre a la ciudad: los polivados tenían una raíz más local
y un porcentaje mayor de ellos (83% versus 65% para los otros) habían vivido
prácticamente toda su vida en la ciudad.
La elite del sector público tenía más experiencias de movilidad geográfica que la del
sector privado. Mientras sólo la mitad de la élite económica había residido en Bogotá
(generalmente como estudiantes) un 76% de los del sector público y de los polivados lo
25
había hecho; también un 38% de los públicos había sido residente en las provincias del
departamento (sólo el 18% de los otros). La tercera parte de la elite había vivido (o
estudiado) en el extranjero (37% de los privados y polivados, 27% de los públicos).
Sólo había un 6% de mujeres entre el grupo de dirigentes regionales más poderosos en
esa época. El matrimonio tradicional era la norma (la mujer sólo trabajaba como ama de
casa); no había colegios mixtos en las provincias y la calidad de los femeninos
(generalmente en manos de monjas) era notoriamente inferior a los colegios masculinos.
Las mujeres estaban más restringidas que los varones para tener acceso a la educación
universitaria y para ganarse la vida. Se esperaba que llegaran vírgenes al matrimonio y
que no pensaran en una carrera independiente.
Apenas un 3% de los dirigentes venía de padres proletarios o campesinos y sólo para los
empresarios que habían amasado una gran fortuna este origen no era fuente de
verguenza sino de orgullo. El origen socioeconómico de los del sector público era
primordialmente de la pequeña burguesía de empleados y profesionales independientes
(44%), de padres millonarios (27%) y de padres acomodados (25%). Los padres de los
dirigentes privados eran un 38% millonarios, un 35% de la pequeña burguesía y un 23%
de la clase media alta acomodada. Entre los polivados había una proporción mayoritaria
de hijos de padres que eran empleados (40%) y por igual de millonarios y familias
acomodadas. Las pruebas estadísticas no reflejan diferencias significativas entre estos
grupos: lo único claro es el origen más bien oligárquico y no popular de los dirigentes en
este período de la historia colombiana.2
¿Están rancios los abolengos de los dirigentes públicos y privados? En estas ciudades de
esa época era muy importante el nombre familiar, el estatus social (se le llamaba "clase
social") de una persona y de hecho era un factor de poder. La distinción provenía de
algún logro significativo del abuelo, incluyendo el ser compositor o publicar una buena
novela, pero aún estas cosas se relacionaban con el logro económico, el único que
verdaderamente daba abolengos reales. En esa época los "nuevos ricos" tardaban una
generación en volverse "gente bien"; sus hijos ya eran aceptados en los clubes y podían
casarse con la "alta sociedad" (ya eran de "la high", como se decía entonces). Los
investigadores consiguieron que tres personas de indiscutido "rancio abolengo" en cada
ciudad clasificaran a los dirigentes entre "alta sociedad", "gente bien" y "menos bien";
se encontró unanimidad casi absoluta entre las tres clasificaciones, lo que demostró que
sobre estatus social había una clara consciencia, especialmente de los que lo tenían.
La mayoría de los dirigentes del sector público era "gente bien", pero además una
significativa proporción era de la "high" y sólo un 5% fué considerado "menos bien".
Por su parte los dirigentes privados venían en su mayoría de la alta sociedad (53%) o de
"gente bien". Los resultados verdaderamente diferentes en este sentido fueron los de los
polivados, que abrumadoramente eran de alto estatus social: el 73% venía de familias de
"la high". Esto indica que un buen número de ellos provenía de las viejas familias
económicamente venidas a menos. El coeficiente de contingencia C (que indica la
relación entre las variables) resultó de sólo 0,27 y con una probabilidad muy baja de que
los resultados puedan ser debidos al puro azar (significancia del 0,01), lo cual indica que
había una correlación entre ser del sector público y tener menos estatus social que los
del privado, pero la relación no es excesivamente fuerte.
2En esa época este investigador publicó un análisis más completo de los datos sobre movilidad social en ocho
de las ciudades estudiadas hasta el momento (Ogiastri, 1976).
26
El 70% de los dirigentes tenía grado universitario, con una proporción mayor entre los
del sector público (92%) y polivado (84%) que en el privado (63%). Estos datos
confirman el estereotipo entonces en boga de que en el sector público estaban los
abogados de clase media y que la educación universitaria estaba tan extendida que ya
no era una condición suficiente para llegar a la cumbre; de hecho en esa época ya eran
los "master" que estudiaron en el exterior los que incrementalmente accedían al sector
público de la tecnocracia, así como a la cátedra universitaria.
En lo que respecta a educación pública o privada (religiosa o laica), en países
verdaderamente democráticos los niños reciben iguales oportunidades educativas, al
menos en la escuela pública, pero en Colombia los colegios privados eran mejores (y
más costosos) que los públicos. Hay una proporción mayor de dirigentes públicos que
han recibido educación pública, pero casi la mitad se han educado en colegios privados
y las diferencias no resultaron estadísticamente significativas.
Las experiencias de trabajo tampoco marcaban diferencias significativas entre los del
sector público, privado y polivado. Los del sector privado habían ocupado posiciones en
empresas, pero también habían vivido de la profesión. Los polivados habían vivido
principalemnte del ejercicio de su profesión, de la política y de la actividad universitaria.
Entre los del público el 80% había vivido de su profesión, la mitad de cargos políticos y
una tercera parte de actividades universitarias como profesores o decanos.
La situación económica de estos dirigentes era bastante cómoda. Todos los miembros
más poderosos de las elites pública o privada tenían ingresos y propiedades muy por
encima de las clases populares. El 41% de los dirigentes públicos eran millonarios (de la
gran burguesía); aunque los del sector privado tenían más millonarios en sus filas (63%)
las diferencias no resultaron estadísticamente válidas.
Si bien no eran muy diferentes en su clase social, sí lo eran en las fuentes y volumen de
sus ingresos; la mayoría de los del sector público habían obtenido ingresos del ejercicio
de la profesión y de la administración pública, mientras los del privado de ser gerentes y
de sus inversiones en empresas. Los polivados se parecían en este sentido a los del
sector público, pues la mayoría habían obtenido ingresos de la administración pública y
del ejercicio de su profesión. El 53% de los del sector privado ganaba más de 25 veces
el salario mínimo (o sea más de $30.000= mensuales en 1975), mientras sólo el 32% de
los polivados y el 36% de los públicos lo hacía. Estas cifras sí marcan diferencias
estadísticamente válidas.
En lo que concierne a su participación en proyectos de desarrollo, los resultados fueron
semejantes para los del sector público y privado (el 35% estaba "altamente" involucrado
en estas actividades de desarrollo de la ciudad y no meramente en sus propios asuntos),
pero los polivados eran diferentes y los más orientados a proyectos de la ciudad (el 52%
de los mismos está "altamente" involucrado en los mismos).
Al mirar hacia atrás en su carrera el dirigente de estas regiones, independiente de su
sector de actuación resaltaba una realización personal o institucional por encima de una
comunitaria. Un examen de contenido de estas respuestas reflejó que todos tenían un
muy alto nivel de necesidades de logro o éxito (McClelland), especialmente los
polivados y los del sector privado, pero las diferencias no fueron estadísticamente
válidas en ninguno de los casos.
La rotura de la hegemonía oligárquica, la época antes de 1930 cuando el sector privado
ocupaba además los cargos públicos, podría haber resultado en una clase diferente en el
sector público, la oportunidad de ascenso social; así es, en efecto, pero no hasta el grado
de hacer diferencias estadísticamente válidas.
27
En esta década los viejos debates en la teoría social sobre el papel de las ideas en el
desarrollo económico estaban en plena transición. Al "pienso luego existo" de Descartes
que da prelación a las ideas y conciencia sobre la experiencia del ser humano se había
contrapuesto la afirmación de Marx: "No es la consciencia de los hombres lo que
determina su ser, sino, por el contrario, su ser social es lo que determina su consciencia".
A la controversia entre idealistas y materialistas había contribuído el ensayo de Max
Weber sobre el espíritu protestante como causa y no efecto del desarrollo capitalista.
Algunos años más tarde un economista práctico como Keynes terminó su opus magnus
con esta frase "...las ideas que para explicar los eventos del día aplican los funcionarios
públicos, los políticos, y hasta los agitadores, no son probablemente muy novedosas.
Porque tarde o temprano, para bien o para mal, lo peligroso son las ideas y no los
intereses".
Por esa misma época de Keynes también en el marxismo empezó a revaluarse la
importancia de la ideología, por parte de Lenin y Gramsci, quienes critican la pasividad
a que lleva en la acción política una concepción excesivamente materialista. Para
Gramsci la historia es una secuencia de posibilidades, opciones que van surgiendo a la
par con el desarrollo de una conciencia crítica. La hegemonía ideológica puede
obtenerse antes de la hegemonía política y el pueblo debe prepararse (con la ayuda de
sus propios intelectuales orgánicos) para ejercer un liderazgo moral que le ayude a
tomarse el poder y transformar la sociedad (Salamini, 1981).
3Las estadísticas se calculan asumiendo que las variables son completamente independientes, que no hay
relación entre ellas. El valor de S indica la probabilidad de que los resultados obtenidos hayan sido
producto del azar, la certuidumbre de los datos, y el de C la fuerza de la relación entre l as variables, el
hecho de que varíen de manera idéntica y probablemente una dependa de la otra. Generalmente cuando la
probabilidad de que los resultados sean producto del azar es menor al 5% (o s es menor de 0,05 en las
cifras de la tabla) se considera suficientemente cubierto el riesgo de equivocarse; por otra parte cuando el
valor del coeficiente de contingencia es superior a 0,3 se considera que la relación es estadísticamente
significativa, y que es válido considerar que las variables no son independientes una de otra.
28
central a las ideas en su observación sobre las relaciones de un sector público y privado:
"Es mucho más fácil para los hombres de negocios, cuando se lo exigen, deshacerse de
acciones e intereses como una especie de rito de paso al entrar a servir en el gobierno,
que deshacerse de una visión particular del mundo, y del lugar que deben ocupar los
negocios en el mundo" (Miliband, 1969, p. 59).
En este período Torres (1972) uno de los más respetados líderes laborales colombianos,
un intelectual de los trabajadores, presentó la historia política del país como una lucha
entre dos ideologías, iniciada en 1781. Aunque los dirigentes regionales colombianos no
estaban al tanto de estos debates, ni probablemente de la versión "comunista" de la
historia de Torres, tenían sus ideas y concepciones sobre el desarrollo económico y
social, que les servían para percibir la realidad y tratar de racionalizar, orientar y
cambiar la realidad en que vivían. Se trató entonces de identificar las ideas y diferencias
ideológicas que pudiera haber entre los dirigentes públicos, los privados y los polivados;
para ello se utilizaron cuetionarios y preguntas en la entrevistas, cuyos resultaron se
analizarán a continuación.
En términos de partidos políticos, a veces ligado con ideologías, había un 68% de los
dirigentes que era del liberal, lo cual correspondía al promedio electoral del país en ese
período. En el sector público había sólo un 55% de liberales, probablemente por el
principio de Paridad que había impuesto el Frente Nacional (en todos los cargos
públicos debía haber igual número de liberales y de conservadores). Al hacer una
comparación entre la ideología de los liberales y los conservadores en estos dirigentes se
hallaron pocas diferencias significativas entre los dos grupos, excepto en sus valores y
comportamiento religioso y en sus posiciones respecto al socialismo (Ogliastri, 1983).
Curiosamente, estos dos aspectos han sido distintivos de los dos partidos a lo largo de su
historia. A continuación se precisarán las semejanzas y diferencias entre dirigentes
públicos, privados y polivados en aspectos religiosos y políticos.
¿Quiénes van a misa? Aunque casi el 100% respondió que eran católicos, también el
41% respondió que nunca iba a misa. En este aspecto, a diferencia de los demás se
encontraron diversidades regionales: mientras en la elite de Cartagena el 71% nunca iba
a misa, en Manizales sólo un 8% no lo hacía. Los miembros militantes de organizaciones
religiosas eran todos del sector privado y de los polivados; los polivados eran los más
religiosos, pues sólo un 31% nunca iba a misa y el 38% siempre lo hacía (versus un 11%
de los privados). Aparte de preferencias puramente personales, es posible que a los
dirigentes públicos y polivados les interesaba una imagen pública de virtud, un apoyo de
sus correligionarios, o encontrar círculos amplios de asociación con los demás.
Un análisis más detallado de estos datos indicó que hay notables diferencias en el
comportamiento e ideas religiosas internamente dentro de estos grupos. Dentro del
sector privado, encontramos que mientras un 45% de los comerciantes nunca iba a misa,
entre los agricultores esta cifra se reducía al 12%. Había pues una gran variedad interna
dentro del grupo privado, pero también las había en el sector público: el 68% de los
políticos liberales nunca iba a misa, mientras sólo el 9% de los políticos conservadores
no lo hacía. Al revés, el 43% de los políticos conservadores siempre iba a misa, mientras
sólo el 8% de los políticos liberales iba todos los domingos. Estas diferencias se hacían
menos protuberantes al comparar liberales y conservadores (no necesariamente
políticos liberales o conservadores) pero de todas maneras dos veces más conservadores
que liberales eran religiosos. La edad también era un factor en el comportamiento
religioso: un 67% de los menores de 30 años nunca iba a misa. Es decir, que tanto
29
dentro del sector público como dentro del privado había grandes diferencias internas, y
lo mismo se aplicaba a los polivados; pero una comparación entre ellos indicaba
promedios o mezclas semejantes.
"Una solución socialista contribuiría grandemente al desarrollo", rezaba una pregunta
del cuestionario. En aquella época las ideas "socialistas" atizaban el debate
socioeconómico y los dirigentes regionales no estaban ajenos a la discusión:
sorprendentemente un 30% de ellos estuvo de acuerdo con la afirmación. En esa época
el "socialismo" implicaba una mayor ingerencia del Estado en la economía, ampliación
de los servicios públicos de salud, educación, vivienda, alimentación y en general el
bienestar social de las clases populares. Los grupos guerrilleros que había en el país
preconizaban estos ideales y los estudiantes en las universidades se inclinaban hacia los
líderes de izquierda desde la década de los sesenta; muchos de los dirigentes regionales
habían vivido el fermento de estas ideas durante sus estudios en el país o en el exterior.
Probablemente por estas razones el porcentaje de acuerdo era semejante para los tres
grupos, pero los polivados una vez más mostraban diferencias: una mayoría (37%)
expresaba completo desacuerdo con esta afirmación, ellos tenían completamente
descartada la opción socialista pues no creían pudiera hacer contribuciones al desarrollo.
Al indagar por la estrategia preferida para el desarrollo de su ciudad, los investigadores
distinguieron entre los conceptos utilizados para percibir la realidad, para hacer un
diagnóstico de lo que estaba mal y debía hacerse, de los objetivos, medios y acciones
que ellos consideraban más adecuados para promover un desarrollo económico, social y
político en su región (González Casanova, 1973).
Se les preguntó entonces cuáles creían ellos eran los problemas más importantes que
veían para el desarrollo de su ciudad, cómo veían la actuación de sus grupos dirigentes,
las limitaciones al desarrollo originadas en privilegios de clase, y los problemas de una
estructura centralizada del poder nacional. Se les preguntó por los proyectos o
actividades más importantes (a su juicio) que habían tenido lugar y los que debían
realizarse en el futuro, la conveniencia de la inversión extranjera y la función que debía
tener el Estado en el desarrollo. De esta manera se podría distinguir entre las estrategias
de desarrollo promovidas por los dirigentes públicos y los privados, así como del grupo
pólivado.
"¿Cuáles cree usted que son los principales problemas u obstáculos al desarrollo de su
ciudad?" se le preguntó a los dirigentes más poderosos en cada región. Las causas del
subdesarrollo que ellos respondieron fueron clasificadas en cuatro categorías clásicas: a)
los valores y actitudes de la gente; b) la falta de recursos económicos, c) fallas y
problemas en la estructura social, d) limitaciones en el sistema político.
De todos los factores mencionados el diagnóstico más generalizado se refirió a la
estructura y problemas políticos, especialmente para los dirigentes públicos y los del
sector privado. Ellos resaltaron aspectos como fallas en la organización del poder, un
Estado débil, falta de instituciones e institucionalización, excesiva "politiquería", falta
de apoyo estatal. Los del sector privado propiciaban una diferente organización y
actuación del Estado, los del público cambios en la organización y la estructura del
desarrollo; de alguna manera ambos se sentían incapaces de realizar un desarrollo
regional dentro de la estructura existente.
Para los dirigentes del sector público los principales problemas para el desarrollo
estaban también en la mentalidad de la gente. "El indio y el negro son perezosos", o "La
razón por la cual amplios sectores de la población colombiana viven en la pobreza
extrema es por la poca disposición al trabajo productivo que tienen esos mismos
30
sectores", eran algunas de las afirmaciones que centraban el problema del desarrollo en
los valores y la mentalidad, explicación favorecida por los del sector público. Siguiendo
a Weber muchos pensaban que ningún país católico se había desarrollado a la misma
tasa que los protestantes, otros recordaban la falta de motivación de logro o éxito (a la
McClelland), las ventajas de la cultura vasca de los antioqueños (Hagen, 1962) (o judía,
como se ha dicho comúnmente), o que el país había tenido algún desarrollo cuando los
colombianos tuvieron el deseo (la voluntad, "will") de hacerlo (McGreevey, 1973). Este
diagnóstico tenía menor importancia para los dirigentes privados y polivados.
El poco potencial económico de las regiones fué curiosamente la explicación menos
valorada de todas, aunque una cuarta parte de los del sector privado pensaba que era
una limitante al desarrollo regional.
El grupo polivado tenía a este respecto una posición claramente diferente a los otros: el
mayor limitante al desarrollo era la pobreza, los problemas sociales (como salud,
educación y vivienda), la carencia de mínimas condiciones de vida para las clases
populares, lo que conceptuó el 71% de ellos. Estas ideas no los llevaban al socialismo
sino a trabajar en infraestructura social, como se verá; pero es importante resaltar esta,
la mayor diferencia entre los grupos dirigentes polivados y los de tanto el sector privado
como el público (que se parecían entre sí).
¿Cómo habían percibido estas personas "el cambio en el liderazgo económico, social y
político de la ciudad"? Un 67% reportó cambios en lo político, y un 64% en lo
económico, entre ellos un mayor acceso de la clase media, una tecnificación, un relevo
generacional; la mayoría evaluaba estos cambios como positivos. En esto no hubo
diferencias estadísticas entre los tres grupos, que coincidían en percibir un cambio de
personas y generacional pero no en la organización del poder político y económico en su
ciudad.
¿"El mayor obstáculo para el desarrollo económico colombiano es el control de nuestra
economía por una clase privilegiada"? se preguntó a los dirigentes regionales y como
cosa sorprendente marcaron en el cuestionario estar de acuerdo principalmente los del
sector público (57%) y los polivados (47%), aunque también un 40% de los del sector
privado. No es fácil interpretar estas respuestas por parte de quienes en realidad eran en
buena proporción parte de la clase privilegiada; se podría pensar que hubo "efecto de
complacencia" con los entrevistadores, a pesar de que todos venían de una universidad
privada sin tintes izquierdistas y se habían cortado el pelo cuidadosamente para la
investigación de campo (en esta época tener barba o pelo largo era considerado extraño,
de izquierda o hippie, lo cual podía inducir sezgos en el estudio). A pesar de todos los
cuidados y profesionalismo metodológico de los investigadores pudo haber también el
efecto de aceptar la frase por la manera como estaba escrita, en positivo. O simplemente
una mezcla de todo esto, incluyendo los que en realidad estaban de acuerdo con esta
concepción de la realidad del país; muchos pensaban incuestionable que el país tenía
una "oligarquía" que limitaba el desarrollo. En cualquier caso, hubo diferencias entre los
privados y los públicos y debe resaltarse además que entre los polivados había un
porcentaje muy alto que estaba "completamente en desacuerdo" (18% versus el 2% de
los privados y ninguno de los públicos), lo que los señala como un grupo donde las
opiniones eran fuertes y claras.
En esta época se debatía mucho el excesivo centralismo, constitucional y de hecho, en
el país. Los dirigentes regionales se quejaban de la necesidad de cambiarlo,
indistintamente de que fueran del sector público o el privado; la real diferencia estaba
31
entre los polivados, probablemente porque tenían mejores contactos en las altas esferas
centrales.
Al preguntarles por las actividades y proyectos más importantes desarrollados en la
ciudad en el pasado, o en curso, se encontró una semejanza entre los dirigentes públicos
y los privados: mencionaron proyectos de industria pesada o de manufactura liviana y
de bienes de consumo. Los polivados evaluaron que los más importantes habían sido los
de electrificación y servicios públicos. Igualmente, las acciones a emprender en el futuro
para desarrollar la ciudad fueron principalmente proyectos industriales, en lo cual no se
distinguieron públicos y privados. Los polivados fueron distintos una vez más, pues
mencionaron en primer lugar los de infraestructura y servicios públicos.
Una proporción ligeramente mayor de los del sector privado (39% versus 29% del
público y los polivados) habían hecho la función de promotores o iniciadores del
proyecto, mientras un grupo mayor de los polivados actuaban como ejecutores o
realizadores del mismo. Esto podía deberse a que, como se anotó antes, la mayoría de
los proyectos se decidían en el sector público (85%) y en Bogotá (57%). No había pues
un proyecto global de desarrollo distinto entre el sector público y sector privado, pero sí
había algunas diferencias entre estos dos y los polivados.
Las limitaciones de capital para desarrollar estas regiones eran evidentes, pues no había
un gran proceso interno de acumulación como se estaba dando en otros centros como
Bogotá, Cali y Medellín; tampoco era muy claro que el gobierno central estuviera
interesado en invertir capitales en las regiones. Quedaba la opción de la inversión
extranjera, pero muchos de los economistas en la tecnocracia central habían sido
influídos por la teoría de la dependencia (Cardozo y Faletto, 1969; Dos Santos, 1970;
Frank, 1966; Arrubla, 1963) y Planeción Nacional tenía muy restringidas las
autorizaciones para inversión foránea. "Necesitamos producir cigarrillos de tabaco rubio
porque ya casi nadie consume los negros; hicimos un acuerdo con L&M, pero
Planeación Nacional no nos deja porque son extranjeros", se quejaba un dirigente
polivado en Bucaramanga. Las actitudes de más del 80% de los dirigentes regionales era
claramente a favor de la inversión extranjera en sus regiones, particularmente de los
polivados que tenían una opinión más fuerte (sus opiniones eran más extremas en ambos
sentidos: el 20% creía en la conveniencia de restringirla). Las diferencias entre los
dirigentes privados y los públicos era mínima.
¿Cuál debe ser la función del Estado en el desarrollo? Esta época fué de apoyo a la
gestión estatal, pues la posición de libre empresa apenas tuvo un 10% de adherentes. La
mayoría de los dirigentes de todos los sectores expresaron una preferencia por una
intervención del Estado en servicios públicos e infraestructura que apoyara las
iniciativas del sector privado. No obstante, una fracción importante de dirigentes
públicos (43%) prefería un capitalismo de Estado, una mayor intervención en la
economía. Al investigar sus actitudes hacia el sector público se encontró una
generalizada actitud negativa, aún entre los dirigentes del sector público, pues un 62%
de los mismos expresó dudas sobre su eficacia, honestidad u otras caracterizaciones que
les restaban legitimidad. Pero en este aspecto no había una diferencia definitiva entre
privados, públicos y polivados.
En síntesis, no había mucha diferencia entre los dirigentes públicos y los privados en su
concepción de una estrategia de desarrollo, pues coincidían en el 80% de los aspectos.
Por el contrario, existía un grupo minoritario pero poderoso, los polivados, que tenía una
concepción distinta. Visto a posteriori, los polivados tenían las ideas que prevalecerían
después, en otra fase de la estructura de poder nacional. En el Cuadro 5-1 se resumen
32
algunos de los aspectos que se han descrito. Lo que es evidente al analizar los datos
sobre ideología y estrategia de desarrollo es que esta era una "clase dirigente", en el
sentido de Gramsci, pues el poder se complementaba y solidificaba con una orientación
social común entre los protagonistas conductores de esta sociedad.
PONER CUADRO 5-1 MAS O MENOS AQUI
6- Conclusiones.
Se realizó un estudio sobre los grupos dirigentes colombianos en once de las quince
ciudades capitales intermedias de Colombia, en el cual se identificó la estructura de
poder regional y su integración en una red integrada del poder nacional, durante el
período entre 1972 y 1978. Indagando sobre los sectores público y privado, el más
significativo hallazgo del estudio fueron los de ambos sectores, o polivados, quienes al
igual que en la química eran aquellos elementos que podían ser "excitados por más de
un agente"; preciso es decir que estos personajes no eran meramente "excitados":
también "excitaban", y eran fundamentales en la estructura del poder nacional.
Alrededor de la década de 1930 el país había llegado a diferenciar la dirigencia pública
de la privada: los ricos hacendados empezaron a dejar de ser los mismos senadores o
gobernadores. Los políticos podían tener una mayor independencia y vivir del sector
público pues el Estado estaba mas abierto a la clase media (Leal, 1973); esta rotura de la
hegemonía oligárquica permitió una expansión mayor del sector público, que creció en
legitimidad, y una paulatina diferenciación entre lo público y lo privado. Pareció tener
raigambre la idea de que en lo privado estaba el crecimiento económico mientras en lo
público estaba la justicia social y el bien común, así como requerimientos de una
independencia entre los dos sectores para que el sistema fuera realmente democrático.
Mientras los pragmáticos anglosajones establecieron legalmente los lobbies y los
franceses debatieron sobre los grupos de presión, en Colombia se había establecido la
figura del "tráfico de influencias" para evitar cualquier expresión pública de intereses
sociales y relaciones entre el sector productivo y el político. Esta separación entre lo
privado y lo público, que respondía a una deseada e incrementalmente ideologizada
versión de la sociedad, estaba siendo desbordada por la realidad.
De las teorías en boga sobre el Estado y las relaciones entre sectores público y privado,
debe resaltarse que la clase dirigente tenía primordialmente una concepción
"funcionalista" del Estado, aquella que lo considera un agente neutro por encima de la
sociedad para orientarla hacia el bien común. No obstante, en la práctica se actuaba
bajo premisas "pluralistas", pues consideraban legítima la búsqueda de intereses a través
de una red de conexiones personales y regionales a lo largo del territorio nacional. La
teoría neo-marxista sobre el Estado tenía validez en cuanto se encontró una homogénea
clase dirigente, donde las diferencias entre dirigentes públicos y privados no eran
notorias, ni en sus características sociales ni en su estrategia de desarrollo. A pesar de
una relativa independencia de lo político, claramente los dirigentes colombianos eran
todos de las clases propietarias: se trataba pues de una "democracia burguesa".
Los cambios en las teorías políticas a lo largo del los años setenta, tanto de la pluralista
para definir el Estado como la cristalización de intereses sociales en un juego
democrático del poder, como del marxismo para entender la relativa autonomía de lo
político, apenas alimentaron la reflexión de la clase dirigente colombiana. El cambio de
perspectiva que se vivió en este período nació probablemente de su percepción de la
realidad, pues los dirigentes concluyeron que el desarrollo y la equidad sólo podían
conseguirse por el trabajo mancomunado de los dos sectores. Los polivados surgieron
33
descentralizara el país, y en efecto unos pocos años más tarde se realizaron cambios
fundamentales como la elección popular de alcaldes, la financiación de los municipios y
su prelación sobre las gobernaciones o departamentos, todo lo cual culmina en una
nueva constitución en 1991. Pero en este período la operación del poder no estaba ni tan
centralizada como se creía, ni eran tan independientes el sector público y el sector
privado. La estructura del poder en Colombia, vista desde esta privilegiada perspectiva
de las regiones, era un todo integrado a nivel nacional en el cual había una sólida
hegemonía de valores y grupos sociales: esta era un democracia oligárquica que llegaba
hasta las clases medias y había una clase dirigente.
36
7- BIBLIOGRAFIA