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Contenido
PRESENTACION ............................................................................................................................... 3
EL SISTEMA NACIONAL DE FINANCIAMIENTO DE LAS ENTIDADES TERRITORIALES
........................................................................................................................................................... 14
UN ORDENAMIENTO TERRITORIAL DE CORTE FISCALISTA ............................................. 28
EL ESTADO DEL ARTE DE LA DESCENTRALIZACION POLITICA y DE LA OFERTA
PÚBLICA EN PARTICIPACION CIUDADANA y COMUNITARIA........................................... 38
LA DESCENTRALIZACIÓN DE LAS OBRAS PÚBLICAS: La panacea de la cofinanciación.... 54
EL SISTEMA TRIBUTARIO DE LAS ENTIDADES TERRITORIALES DENTRO DE LA
ESTRATEGIA DE DESCENTRALIZACION*............................................................................... 67
LA MATRIZ DE DESCENTRALIZACION DEL DIAGNOSTICO y LAS TENDENCIAS ......... 81
RETOS DE DESARROLLO INSTITUCIONAL PARA LA IMPLANTACION DEL CONTROL
CIUDADANO Y CONTROL COMUNITARIO DE GESTION Y DE RESULTADOS* .............. 96
PRESENTACION
Así, temas como los controles ciudadanos a la gestión pública, nuevas formas de
financiamiento de los servicios y de la obras públicas, un sistema participativo de
planeación nacional, y hasta la manera de concebir el mantenimiento del orden público, se
verían fortalecidos con el desarrollo de la democracia local y regional, a las cuales se
llegaría con ese proceso descentralizador.
Como se sabe, en este campo se empezó por delegar algunas tareas administrativas,
entregar a las instancias locales la responsabilidad de algunos servicios públicos, y el
manejo de algunos recursos financieros, o cuando menos la capacidad de gestionar su
consecución mediante el endeudamiento directo de dichas instancias; y para ello fue preciso
transformar las mediaciones entre esos poderes locales y regionales y el poder central, a
través de la elección popular de alcaldes y gobernadores.
Han sido, pues, varios los peldaños que se han remontado, y grandes las experiencias; pero
hoy, diez años después de iniciado el proceso, son muchas las dudas, y aún más los vacíos,
referidos especialmente al concepto de autonomía local y regional, al carácter del poder
público y de sus articulaciones económicas y políticas nacionales e internacionales, a la
concentración del manejo macroeconómico y de la propiedad, y en general a la condición
misma de lo público en un mundo donde el mercado ha sido propuesto como el alfa y el
omega de la sociedad.
A todo ello se refiere este libro. Concebido al mismo tiempo como un balance del trecho
recorrido, y como el reconocimiento de las perspectivas a transitar, continúa el empeño de
la Fundación Friedrich Ebert de Colombia, FESCOL, por ofrecer a la opinión nacional, al
lector desprevenido, a especialistas y en particular a los agentes de la vida local y regional
del país, un panorama analítico de la descentralización, esa piedra de toque del proceso de
reorganización del Estado, de la construcción de la democracia participativa, y por qué no,
de la misma paz.
3
DESCENTRALIZACION Y ORDEN PÚBLICO
INTRODUCCION
El objetivo del presente documento es analizar el "estado del arte" de los hechos, las
tendencias y las alternativas de la relación que media entre la descentralización y el orden
público.
Este documento hace parte de la publicación colectiva que bajo los auspicios de la
Fundación Friedrich Ebert de Colombia -FESCOL, realiza un grupo interdisciplinario de
investigadores.
El orden público, por su parte, es una noción material que consiste en la existencia de
condiciones propicias para la convivencia tranquila y normal de la sociedad civil.
Incluso en los albores del Estado moderno, en los siglos XVII, XVIII y XIX, el
denominado Estado gendarme, caracterizado por una actitud pasiva del Estado y un amplio
margen de maniobra de la iniciativa privada –laissez faire , laissez passer- los servicios
básicos de policía y de administración de justicia fueron -casi los únicos- reconocidos como
propios del Estado.
Es por ello que la centralización ha sido siempre la regla general en la gestión del orden
público. Colombia no ha sido la excepción. Más allá del orden público, la descentralización
política, administrativa y financiera, por su parte, también ha sido en este siglo la
excepción. A comienzos del presente siglo se comenzó a presentar un intervencionismo de
Estado para corregir las desigualdades extremas que presentaba la economía libre de
1
* Abogado Contitucional. Asesor de la Fundación Friedrich Ebert de Colombia, FESCOL
4
mercado. El Estado empezó a actuar en diferentes sectores y de diversas maneras, lo cual se
tradujo en un irracional crecimiento estatal, en Colombia, como en todas partes, que
algunos califican de gigantismo. Particularmente la rama ejecutiva del nivel central de
gobierno se vio incrementada con el intervencionismo. En la década de los setenta y
ochenta se empezó a descentralizar como reacción a los fracasos del centralismo producido
por la actuación estatal. Colombia, aquí de nuevo, no fue la excepción.
Sin embargo, en Colombia, debido a los críticos niveles de violencia, cuyas causas e
historia se analizan en el presente documento, el centralismo en el manejo del orden
público no ha sido suficiente para conservarlo o restablecerlo allí donde ha sido turbado.
Hoy en día, luego de más de 40 años bajo la vigencia de los estados de excepción
constitucional -estado de sitio y conmoción interior-, el país no tiene ni las condiciones
materiales para que las personas vivan con dignidad ni las condiciones policivas para vivir
en paz.
Como anota Bobbio, "la paz es sí un bien necesario pero no también suficiente, ya lo sumo
que es un bien prioritario... La paz es sólo la condición preliminar para la realización de una
libre convivencia"2.
Por estos días se alzan voces en Colombia para revisar el manejo tradicional del orden
público. Algunos abogan por una mayor centralización e incluso una re-centralización de
funciones en el nivel central de gobierno. Otros son proclives a una descentralización del
manejo del orden público. Razones no les faltan a unos u otros. Este documento no
pretende, de ninguna manera, dirimir tal asunto. Sólo se busca aquí aportar con neutralidad
elementos de juicio para una mayor ilustración y racionalización del debate, a partir de una
especie de "fotografía" del estado del arte.
Por otra parte, se han utilizado en esta investigación diversas fuentes que van desde una
abundante bibliografía en libros, revistas y periódicos -como se podrá advertir en las citas-,
hasta la entrevista personal, pasando por la actualidad normativa y jurisprudencial. Por
último, el plan de esta investigación no es arbitrario sino que se encuentra armonizado con
las otras publicaciones de este libro colectivo, así: primero se analizan los hechos, luego las
tendencias y posteriormente las alternativas en materia de descentralización y orden
público. Al final se hace un resumen del documento y se presentan los Anexos.
HECHOS
2
Cfr. BOBBIO. NORBERTO. El problema de la guerra y las vías de la paz. Gedisa. Barcelona, 1982. pag
179.
5
La descentralización
El Estado colombiano no fue el resultado del desarrollo de una secular unidad nacional,
como en Europa, sino que primero fue una creación jurídica, esto es, fuimos antes un
Estado que una nación. En Colombia incluso hoy podría afirmarse que tenemos más
territorio que Estado.
En este sentido, se inscribe la lucha a mediados del siglo pasado , entre los centralistas y los
federalistas, que desataron numerosas guerras internas clausuradas siempre con pactos de
paz consignados en reformas constitucionales.
Si bien el centralismo que imperó desde 1886 sirvió para generar una cierta unidad
nacional, fue impotente para solucionar los problemas estructurales de la sociedad
colombiana. A partir de los años setenta empezó a establecerse en el mundo un nuevo
orden económico internacional; desde entonces se inició un proceso en el que los capitales
se transnacionalizaron y los mercados se unificaron. El Estado en consecuencia entró a
revisar sus relaciones con la sociedad civil, su papel en la economía y su tamaño. La
apertura económica, la desregulación, la privatización, la desestatización, la participación y
la descentralización se impusieron. Hacia dentro y hacia afuera el Estado se redimensionó.
Fue por ello que en la década de los ochenta se inició un ambicioso proceso de
descentralización. La descentralización fue más una municipalización, como quiera que el
departamento fue desplazado un poco. Con la Constituyente se emparejarían luego ambos
procesos.
6
cívicos nacen coordinadoras sociales y movimientos cívicos de carácter político que
constituyen formas permanentes de organización popular por fuera del bipartidismo"3 Tal
afirmación queda de manifiesto en los cuadros 2, 3 y 4 (anexos al final de este trabajo).
La descentralización fue un proceso que transitó el siguiente camino: primero los aspectos
fiscales -Ley 14/83- y políticos –elección popular de alcaldes, Acto Legislativo No.1 de
1986- antecedieron incluso a los administrativos -Decreto Ley No.077 de 1987-.
Más tarde se crearon programas nacionales tendientes a superar los problemas que
presentaban los municipios de mayor violencia. Tal fue el caso del Plan Nacional de
Rehabilitación -PNR-, el cual, según palabras de la Secretaría de Integración Popular de la
Presidencia de la República, "surge como el componente de la política de Paz que busca
erradicar de las regiones afectadas por los enfrentamientos armados, los factores que hacen
de ellas un medio propicio para la propagación de la violencia"4. El mismo documento
agrega más adelante que "la (sic) áreas donde los enfrentamientos armados, han dejado de
ser choques esporádicos para afectar sensiblemente las condiciones de vida de los
habitantes, han sido consideradas como las regiones objeto del Plan"5
Igualmente se hicieron esfuerzos por regionalizar el país -Ley 76, de 1985-. Luego se
reformó la estructura sectorial nacional. Durante todo este tiempo el municipio colombiano
se revitalizó y el departamento pasó a un segundo lugar .
Este era el estado del arte de los nexos que mediaban entre la nación y las entidades
territoriales al momento de la Asamblea Nacional Constituyente -1991-.
3
RESTREPO, DARÍO. Descentralización y Neoliberalismo. Fondo Editorial (CEIR-Realidad Municipal).
Bogotá, 1992. pag 127.
4
Vid: El Plan Social por la Paz. DANE-DAPRE. Bogotá, julio de 1986, pag 9. 4. Idem, pag 15.
5
Idem, pag 15.
7
Con posterioridad a la expedición de la Constitución se ha producido una abundante e
importante legislación relativa a la descentralización tanto en el Congreso de la República
como mediante los mecanismos excepcionales previstos en el artículo 20 transitorio de la
Constitución, en virtud del cual se expidieron 62 decretos denominados de modernización
del Estado.
El orden público
Existen dos acepciones del orden públicos6: una amplia y otra restringida. La primera
consiste en que en el derecho público contemporáneo se ha hecho camino una noción
material, objetiva del orden público, que se traduce en la existencia de circunstancias
propicias para la convivencia ordinaria, pacífica y equilibrada. No sólo trata del
mantenimiento material del orden en las calles, sino también del mantenimiento de un
cierto nivel cualitativo de vida, que se compadezca con la dignidad humana, al tenor del
artículo lo. de la Constitución. En este sentido, la seguridad de las personas y de los bienes,
la salubridad y la tranquilidad hacen parte ciertamente del orden público, pero la noción
comprende también aspectos económicos, ambientales y estéticos. En otras palabras, el
orden público no es sólo la ausencia de guerra o incluso la ausencia de zozobra -concepto
negativo-, sino en general la tenencia de condiciones adecuadas para vivir con dignidad -
concepto positivo-;
- Hace poco más de 40 años, el 9 de abril de 1948, el líder popular Jorge Eliécer Gaitán fue
asesinado en el famoso bogotazo. Este hecho marcó el comienzo del período llamado La
Violencia, que enfrentó a los partidos Liberal y Conservador, y que se prolongó casi por
una década. Algunos estiman que por lo menos 200.000 personas murieron como
consecuencia de dicha confrontación.
6
Cfr. proyecto de ley elaborado por el grupo "lniciativas por la paz y en contra de la guerra", por el cual se
reglamenta el artículo 22 de la Constitución, elaborado de manera colectiva por ONG'S de todo el país y
redactado por el suscrito.
8
militar del General Gustavo Rojas Pinilla entregó el poder a los partidos tradicionales. El
pacto suponía fundamentalmente la repartición y alternancia en el gobierno entre los dos
partidos. Esto implicaba tanto alternarse la presidencia como compartir las principales
posiciones políticas. Si bien con ello se le dio una salida a La Violencia, es lo cierto que con
ello se excluyó del espectro político oficial a otras fuerzas políticas. Asimismo, sectores
sociales que habían estado muy activos durante La Violencia -principalmente campesinos-,
no sintieron que el pacto diese respuesta a importantes reinvindicaciones sociales. Estos
factores habrían de constituirse, años más adelante, en la principal fuente de debilidad del
esquema y, entre otros efectos, en la generación de los movimientos guerrilleros. El Frente
Nacional debía regir hasta el año 1974 pero se extendió, por decisión de ambos partidos,
hasta 1985.
- A mediados de la década de los años 70, el tráfico de drogas empezó a ocupar un papel
importante en la escena política y social. Se empezó con sembradíos de marihuana, primero
en áreas pequeñas y luego en gran escala, para abastecer la demanda creciente proveniente
en especial de los Estados Unidos. Los impresionantes efectos económicos de todo ello se
conocieron como la Bonanza Marimbera. Como es bien conocido, al final de los años 70 el
cultivo de marihuana fue cediendo el paso al negocio de la cocaína: su producción y
comercialización se convirtió en una inmensa fuente de fortuna y poder. Surgieron en
Medellín y Cali los llamados "carteles" de la droga, que impusieron nuevas formas de
expresión del crimen organizado y crearon otra fuente de violencia en la sociedad
colombiana; esta fuente subsiste hoy.
- Ya en los años 80, frente a la inseguridad derivada sea de las operaciones guerrillearas o
de la actuación del crimen organizado, en diversas zonas del país los propietarios de tierras
9
fueron contratando guardaespaldas o formando grupos de auto-defensa, en algunos casos
con la colaboración del ejército nacional. Algunos de estos grupos se convirtieron más
adelante en aparatos ofensivos y bien armados con propósitos claramente políticos,
orientados a amedrentar o eliminar a quienes consideraban sus enemigos políticos. Tales
grupos también subsisten hoy en día.
Los autores de las masacres provienen de todos los bandos, pero fundamentalmente de los
grupos paramilitares y de la guerrilla.
- Por otra parte, se ha comprobado reiteradamente que existen vínculos entre el narcotráfico
y algunos miembros de las fuerzas de seguridad. La fuga y posterior imposibilidad de
captura de las personas que se encontraban recluidas en la cárcel la Catedral de Envigado,
es un solo ejemplo de ello. Tales vínculos son personales mas no institucionales.
- Uno de los principales fenómenos a reseñar, en esta breve historia del orden público, es de
la impunidad o carencia de eficacia de la administración de justicia. En promedio de cada
cien homicidios se capturan unos diez sospechosos, de los cuales se condena uno. Los otros
99 homicidas quedan en la impunidad. La certeza en la ausencia de sanción motiva a los
10
delincuentes o, en todo caso, "no los desanima". En un país retórico como Colombia, lo que
se hace no es un incremento en la eficacia sino un aumento formal del período de la pena y
una mayor rigurosidad en el procedimiento. De allí que se instituyera toda una justicia de
orden público, hoy denominada justicia regional, paralela a la justicia penal ordinaria.
- Igualmente, para la época se sostuvieron diálogos de paz con grupos guerrilleros, algunos
de los cuales prosperaron -M-19, PRT , EPL y Quintín Lame-, y otros no -FARC y ELN-,
Estos últimos subsisten hoy en día.
- Por último, la modalidad del secuestro se incrementó de manera espectacular durante los
últimos años.
Prueba de ello son las palabras del ex presidente norteamericano George Bush, cuando
afirmó que "la extraordinaria violencia a que se ve sometida Colombia es perpetrada
principalmente por guerrillas, traficantes de drogas y escuadrones de la muerte que a veces
operan con el apoyo o la autorización de la Policía y las Fuerzas Armadas. La Policía y las
Fuerzas Armadas son también responsables por el significativo número de abusos,
particularmente en las zonas de violencia política o de tráfico de drogas"7,
El uso de la violencia como método de solución de los conflictos sociales y políticos parece
haberse legitimado en todas las esferas, tanto particulares como públicas.
Por ejemplo, para algunos grupos que trabajan en la defensa de los derechos humanos, esta
especie de militarización del conflicto es de alguna forma avalada por el papel del Estado,
debido al casi permanente estado de conmoción interior, la precariedad institucional -
principalmente de la administración de justicia- y ciertas omisiones en adoptar decisiones
políticas sobre agentes del Estado implicados en sucesos criminales, son parte ineludible
del panorama. La persistencia de la violencia y de la impunidad es en cierta forma un
resultado de la inhabilidad del Estado para cumplir sus funciones fundamentales y expresar
adecuadamente los intereses de la población.
Para otros autores nacionales, el problema no es el Estado sino una supuesta "cultura de la
violencia" que golpea incluso las puertas del Estado pero que en general es una
característica de la sociedad civil.
7
Vid. "El Tiempo". Enero 20 de 1993.
11
En todo caso, sea cual fuere la posición que se adopte, es preciso anotar que si bien hay
indicaciones que se han hecho esfuerzos para mejorar la situación en Colombia -lo cual
incluye la expedición de la Constitución de 1991-, la violencia continúa.
La reciente Convención de Viena sobre los Derechos Humanos fue marco para que la
comunidad internacional reiterara el dudoso honor de posicionar a Colombia entre los
países en donde más se violan los derechos humanos.
Con las anteriores ideas como marco general es preciso ocuparse, para los efectos del
presente trabajo, del ámbito espacial de la violencia en particular.
En este sentido, el claro que la perturbación del orden público se presenta con mayor rigor
en unas regiones que en otras.
Del total de 432 municipios con presencia guerrillera el 66% es decir 287 se presentan sin
otros factores generadores de violencia. En 88 que representan el 20%, se han detectado
cultivos y/o laboratorios. En 830, correspondientes al 7%, se detectan grupos de
8
REYES POSADA, ALEJANDRO y BEJARANO, ANA MARÍA. "Conflictos agrario luchas armadas en la
Colombia contemporánea: una visión geográfica". Revista Análisis Político. Instituto de Estudios políticos y
Relaciones Internacionales No.5. septiembre a diciembre de 1988. Universidad Nacional. Bogotá, 1988. pag
10.
12
autodefensa. En los 27 restantes, que representan el 6%, tienen además guerrilla, grupos de
autodefensa y cultivos y/o laboratorios"9.
9
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. Consejería para la Defensa y Seguridad. Violencia y Desarrollo en el
Municipio Colombiano. 1987-1992. Trabajo elaborado por Camilo Echandía. Bogotá, 1992.
13
EL SISTEMA NACIONAL DE FINANCIAMIENTO DE LAS
ENTIDADES TERRITORIALES
Iván Jaramillo Pérez
CONSIDERACIONES GENERALES
Es de notar que no todos los fondos nacionales podrían formar parte conceptualmente de
este subsistema sino sólo aquéllos que operan con la técnica de la cofinanciación, o la
financiación parcial y condicionada de proyectos específicos.
Se estima (DNP-UDT) que para 1990 el nivel de las transferencias automáticas era del 4%
del PIB y que para el año 2000 podría llegar al 6.15%. El creciente nivel de las
transferencias presiona al nivel central para que permanentemente esté buscando formas de
15
compensación, descongestionándose de responsabilidades y transfiriendo nuevas
competencias a las entidades beneficiarias.
De otra parte, no se ha cuantificado el efecto que pueda causar en las finanzas públicas la
combinación de presiones derivadas no sólo del incremento de las transferencias alas
entidades territoriales, sino además de los costos creciéntes que demanda la reforma de la
seguridad social y el gasto en la seguridad del Estado.
Es necesario tener presente que tales situaciones fiscales de hecho están condicionando el
equilibrio monetario, el cual, además, puede verse afectado por los ingresos adicionales de
Cusiana y Cupiagua, con consecuencias difíciles de pronosticar en el modelo de desarrollo
económico propuesto
De otra parte, no ha terminado el debate entre quienes piensan que el incremento de las
transferencias genera una cierta "pereza fiscal" en las entidades territoriales, y entre quienes
piensan lo contrario, pues las cifras recientes y posteriores a la elección de alcaldes y
gobernadores han mostrado una reactivación importante de los recursos propios. Según
cálculos del DNP-FEDESARROLLO, los ingresos tributarios y no tributarios de los
municipios tenderían a crecer entre 1993 desde el 3.5% sobre el PIB hasta el 4.3% en el año
2000.
16
Ante la pérdida de control del nivel central sobre el manejo de gasto no sólo se ha recorrido
al fortalecimiento de los mecanismos de intervención sino que además se ha desarrollado el
sistema de cofinanciación, el cual pretende canalizar los recursos locales y las
transferencias crecientes hacia las prioridades y metas del gobierno central.
La Ley 60 de 1993 ha pretendido fijar unas reglas de distribución de las transferencias a las
entidades territoriales que se apoyen más en criterios objetivamente medibles tales como
los grados de pobreza, esfuerzo fiscal y eficiencia administrativa, buscando entre otras
cosas que la asignación de recursos a las entidades esté menos mediado por las presiones
políticas, de las cuales generalmente salen gananciosas las regiones con más potencial
electoral.
Este nuevo esquema de distribución sobre indicadores objetivos lleva necesariamente a que
la información tenga un valor en dinero y surge como una gran necesidad el fortalecimiento
de los sistemas que permiten recabar esos datos de referencia.
De otra parte, el nuevo procedimiento exige que el nivel central desarrolle sistemas de
monitoreo y de evaluación que permitan calificar las necesidades y el desempeño de
municipios, distritos y departamentos .
17
No obstante, la reactivación de los recursos propios y el incremento de las transferencias
definido por la Constitución Política de 1991, han despejado el panorama financiero de los
municipios y la nueva inquietud que ha surgido en todas las instancias, ha sido poner en
duda la capacidad de los municipios para ejecutar su Plan de Desarrollo y manejar técnica y
administrativamente los nuevos recursos financieros.
Para apoyar a los municipios, el Gobierno Nacional ha puesto en práctica desde 1992 el
Programa de Desarrollo Institucional -PDI-, el cual ha logrado avances importantes en su
fase diagnóstica y en la apertura de bancos de consultores; sin embargo, aún se encuentra
muy lejano de conseguir su propósito. De otra parte entidades financieras como
FINDETER, han abierto líneas especiales de crédito para el desarrollo institucional, y la
Ley 60 de 1993 ha autorizado ampliamente la contratación con particulares para la gestión
de proyectos y el ejercicio de las competencias municipales.
Finalmente, es de señalar que las evaluaciones aconsejan incluir a los departamentos como
intermediarios en los procesos de , cofinanciación y depositar en ellos los recursos
necesarios para que se les permita operar como soporte al desarrollo técnico y
administrativo de los municipios.
Hipótesis de trabajo
18
5. De la combinación adecuada de estos diversos instrumentos depende el éxito de las
políticas gubernamentales para favorecer el desarrollo económico y social dentro de
criterios de eficiencia y equidad en un marco de descentralización y autonomía territorial.
Se han definido así las cesiones o participaciones que en razón de la Constitución Política o
de la ley la nación debe de sus propios recursos presupuestales transferir a las entidades
territoriales. Estas transferencias algunas hechas a los departamentos y otras a los
municipios se encontraban dispersas en la legislación pero fueron integradas, excepción
hecha de las denominadas "rentas cedidas" y las regalías, por la Ley 60 de agosto 12 de
1993 "Por la cual se dictan normas orgánicas sobre la distribución de conformidad con los
artículos 151 y 288 de la Constitución Política y se distribuyen competencias y se
distribuyen recursos según los artículos 356 y 357 de la Constitución Política y se dictan
otras disposiciones."
La Ley reglamenta básicamente los artículos 356 y 357 de la Constitución Política, los
cuales establecen las transferencias nacionales hacia los departamentos, distritos y los
municipios, y distribuye competencia entre los diversos niveles territoriales en forma
concordante con esos recursos.
El situado fiscal
En este sentido, el artículo 9 de la ley precisa que: "el situado fiscal será administrado bajo
responsabilidad de los departamentos y distritos de conformidad con la Constitución
Política" y agrega el artículo 10: "su cesión efectiva y autónoma a las entidades territoriales
19
se realizará de conformidad con las disposiciones prevista sobre la descentralización de la
salud y educación y en los términos y condiciones dispuestas en la presente ley " .
Una de las manifestaciones del manejo autónomo del situado fiscal por las entidades
territoriales se da en la facultad otorgada por la ley a departamentos, distritos y municipios
de asignar el situado a entidades ejecutoras ya proyectos específicos; así lo precisa el
numeral 7 del artículo 18 cuando establece: "las partidas del situado fiscal en salud y
educación, al igual que las participaciones municipales ordenadas en el artículo 357 de la
Constitución, que se apropien en la ley anual de presupuesto, se distribuirán globalmente
entre las entidades territoriales beneficiarias, sin destinación específica a proyectos o a las
entidades prestadoras de los servicios, y de conformidad con las normas de la presente ley".
Esos conceptos técnicos sobre la asignación del situado fiscal serán de carácter obligatorio
en las siguientes materias específicas:
La Ley 60 de 1993 en forma acorde al artículo 356 constitucional y para darle viabilidad a
los procesos de municipalización creciente de los servicios de salud y educación, establece
la posibilidad de transferir parte del situado fiscal hacia los municipios. De acuerdo a lo
20
previsto en el artículo 13 y el parágrafo 3 del artículo 14, para finales de 1994, los
departamentos deberán presentar un plan de descentralización de competencia y
recursos del situado fiscal hacia los municipios o de lo contrario no podrán participar de
los programas de cofinanciación de la nación. La ejecución del plan de descentralización
por parte de los departamentos deberá convertir en realidad la transferencia de funciones y
recursos del situado fiscal a los municipios y la consecución de la autonomía municipal
para el manejo de la salud y la educación. En una primera etapa, los municipios manejarán
la salud dentro de los parámetros de la Ley 10 de 1990 y la educación se municipalizará en
los distritos y municipios mayores de cien mil habitantes, en los municipios de menor
población la educación se manejará dentro de lo pertinente por esta ley y los lineamientos
de la Ley 29 de 1989.
La Ley 60 de 1993 ha pretendido reunir, como se dijo, una legislación dispersa y poco clara
en materia de transferencias y específicamente con respecto al situado fiscal. No obstante,
pese a que los ponentes se propusieron simplificar y hacer más transparente el proyecto
inicial presentado por el gobierno con un tratamiento excesivamente complicado del
situado fiscal para salud y educación, sin embargo tal objetivo sólo se logró muy
parcialmente porque el texto de la ley resultante es aún muy complejo.
De todas maneras, la ley pretende hacer más cómodo el proceso de transición entre lo que
existe y lo que de la aplicación de los criterios constitucionales se espera, sobre todo en lo
que se refiere a la distribución de recursos, proceso éste que requiere necesariamente hacer
ajustes de diferente orden en las estructuras administrativas de los departamentos, distritos
y municipios,
De otra parte, fue importante el logro obtenido con el artículo 9, el cual clarificó la
naturaleza del Situado Fiscal y la definió así: "El situado fiscal establecido en el artículo
356 de la Constitución Política, es el porcentaje de los ingresos corrientes de la nación que
será cedido a los departamentos, el Distrito Capital y los distritos especiales de Cartagena y
Santa Marta, para la atención de los servicios públicos de educación y salud de la población
y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 49,67 y 356 de la Constitución Política".
21
Igualmente, otro motivo de imprecisión fue siempre la base de cálculo del situado fiscal.
Anteriormente, por Ley 46/71 se definía que la base de cálculo del situado eran los ingresos
ordinarios, definidos los mismos como los ingresos corrientes menos las rentas de
destinación específica, incluyendo el propio situado fiscal, y como tales rentas crecían, la
base de cálculo se deterioraba históricamente en forma progresiva. En la Ley 60 de 1993,
dado que la Constitución define el situado fiscal como "un porcentaje" de los ingresos
corrientes, los ponentes hicieron un cuidadoso estudio para definir la base de cálculo y el
costo global de los programas y servicios que deberán ser financiados con el nuevo situado
fiscal "postconstitucional".
Sobre este aspecto, dice el parágrafo 3 del artículo 9: "como el situado fiscal definido para
efectos de esta ley en el parágrafo 4, asciende al valor de 1 billón 048.200 millones de
pesos, el porcentaje resultante del situado fiscal sobre la base de cálculo es del 22.1 %" .
Los congresistas, en negociación con el gobierno, llegaron a convenir que para 1994 ese
porcentaje como mínimo sería de un 23% de los ingresos corrientes, con expansión en un
punto y medio hacia 1996, hasta completar el 24.5% de los ingresos corrientes. Con estos
recursos adicionales se podrán cubrir inicialmente los aportes patronales ordinarios a las
reservas provisionales de los funcionarios que hoy estaban desprotegidos, y sobre todo se
podrá lograr una redistribución más equititativa del situado entre las regiones, en orden a la
expansión de coberturas, especialmente en las entidades territoriales que más rezago social
presentan.
El artículo 10 precisó el nivel del situado fiscal: "para los efectos de lo dispuesto en el
artículo 356 de la Constitución Política y las disposiciones de esta ley, el situado fiscal será
un porcentaje creciente de los ingresos corrientes de la Nación que como mínimo tendrá los
siguientes niveles de participación en ellos, así: a) Para el año de 1994: 23%, b) Para el año
de 1995: 23,5% y c) Para el año de 1996: 24,5% "
22
VALOR ESTIMADO DEL SITUADO FISCAL
Estos porcentajes no sólo se aplican sobre los valores iniciales del presupuesto general de la
nación sino que tienen efecto también sobre los reaforos y así se precisa en el parágrafo 10.
del artículo 19. " A partir de la vigencia fiscal de 1994, los mayores o menores valores del
recaudo efectivo serán adicionados o deducidos de las vigencias presupuestales siguientes
dentro de un plan de ampliación de coberturas o de ajuste según el caso".
En la Ley 46 de 1971 y dentro del marco del artículo 182 de la Constitución Política
anterior, el situado fiscal se distribuía así: 30% por igual entre las entidades territoriales y
70% en proporción a la población". Tal forma de distribución estimuló la creación primero
de departamentos y luego de distritos. No obstante, si bien éste pudo ser el criterio original
de distribución apegado a la Constitución y a la ley, posteriormente y año tras año el
situado se distribuyó de acuerdo al denominado "costo histórico" de la competencia, y
según las metas de reajuste salarial y expansión de las coberturas. Poco a poco la
distribución del situado escapó a sus parámetros legales ya su reajuste técnico y fue cada
vez más permeable a responder a presiones políticas, siendo así que los departamentos con
más gravitación en el gobierno central terminaron por canalizar parte del situado fiscal en
detrimento de otras regiones con más necesidades básicas insatisfechas.
23
La constitución de 1991 quiso corregir inequidades y eliminar la discrecionalidad de la
nación fijando unos criterios más precisos y exigiendo su distribución en una forma mas
automática. Dentro de esta interpretación se expidió la Ley 60 de 1993, la cual determinó
en su artículo 11 que: "El situado fiscal consagrado en el artículo 356 de la Constitución
Política, se distribuirá en la siguiente forma.
1. El 15% por partes iguales entre los departamentos, el Distrito Capital y los Distritos de
Cartagena Y Santa Marta.
b) El porcentaje restante, una vez efectuada la distribución por situado fiscal mínimo para
salud y educación, se asignará en proporción a la población potencial por atender, en los
sectores de salud y educación, y al esfuerzo fiscal ponderado, de conformidad con los
criterios establecidos en el parágrafo 2 del presente artículo.
La metodología para establecer la población usuaria actual, para aplicar las reglas de
distribución de los recursos del situado fiscal y para diseñar los indicadores pertinentes,
será adoptada por el CONPES, de conformidad con lo dispuesto en el presente artículo. En
todo caso se tendrán en cuenta las siguientes definiciones:
i) Los usuarios actuales en educación, son la población matriculada en cada año en el sector
oficial, más la becada que atiende el sector privado. La población becada se contabilizará
con una ponderación especial para efectos de la estadística de usuarios;
iii) Los usuarios actuales en salud, son la población atendida en cada año por las
instituciones oficiales y privadas que presten servicios por contratos con el sector oficial,
medida a través del registro de las consultas de medicina, enfermería y odontología y de los
egresos hospitalarios;
iv) La población potencial en el sector salud se mide como la población total del
departamento, no cubierta plenamente por el sistema contributivo de la seguridad social,
ponderada por el índice de necesidades básicas suministrado por el DANE."
24
Otras reglas de interpretación, son:
c) A los departamentos y distritos cuyos gastos per cápita difieran del promedio de cada
categoría en la que se encuentren incluidos, se les reconocerá un estímulo cuando se hallen
por debajo de dicho promedio. En caso contrario, la diferencia se reconocerá
decrecientemente dentro de un plan de ajuste que implique sustitución de recursos
financieros y ampliación de coberturas, así: el 100% en 1994, al 80% en 1995, al 60% en
1996, al 40% en 1997, al 20% en 1998; a partir de 1999 los gastos se valorarán con el
promedio per cápita de la categoría de departamentos y distritos dentro de la cual se
encuentren incluidos;
d) Los gastos per cápita en condiciones de eficiencia serán la base para calcular el gasto en
la población o de los usuarios actualmente atendidos.
a) El esfuerzo fiscal se determinará como la relación entre el gasto per cápita de dos
vigencias fiscales sucesivas aplicados a salud y educación, y ponderada en forma inversa al
ingreso per cápita de la entidad territorial respectiva;
c) Para efectos del esfuerzo fiscal, el gasto per cápita de cada departamento se determinará
considerando el gasto aplicado a salud y educación realizado con rentas cedidas, otros
recursos propios y otras transferencias distintas al situado fiscal aportadas por el
departamento y los municipios de su jurisdicción.
25
Las participaciones municipales para la inversión social
Desde 1968 se habían iniciado las transferencias de recursos nacionales hacia los
municipios, logrando un nivel 25% de el impuesto a las ventas, hoy IVA. La Ley 12 de
1986 estableció una participación creciente de los municipios en los recaudos del IVA, y la
Constitución, recogiendo el clamor de los alcaldes, incrementó esta participación pero en
términos de los ingresos corrientes.
26
VALOR ESTIMADO DE LAS PARTICIPACIONES MUNICIPALES
$ % $
1993 662.400
27
UN ORDENAMIENTO TERRITORIAL DE CORTE FISCALISTA
Aun cuando el último informe Wiesner (1992) presenta importantes avances conceptuales
con respecto al trabajo que coordinó el mismo autor diez años atrás (Bird- Wiesner 1982),
todavía sigue primando un enfoque de la descentralización de corte fiscalista. En justicia, se
trata de un fiscalismo menos exacerbado que el que se vivía hace una década. Otras
preocupaciones han entrado en escena: el proceso mediante el cual se realiza la "escogencia
social", la reforma de la administración pública y el desarrollo institucional.
Desafortunadamente, una gran parte de los aportes ofrecidos por estos nuevos elementos,
han sido subsumidos por el estrecho fiscalismo de nuestros últimos gobiernos.
El informe Wiesner (1992) cae en un profundo maniqueísmo que no le permite conjugar las
tensiones del mercado con la dinámica inherente a la "escogencia social". Desde finales del
siglo pasado, los teóricos de las finanzas públicas han tratado de pensar la interacción entre
el "agente" (escogencia individual y social) y el "mercado"1 maniqueísmo del informe
Wiesner (1992) se expresa en el hecho de que mientras se exalta el mercado como el guía
supremo del proceso de descentralización2, debe reconocer los aportes de la teoría de la
“escogencia social”3, que priorizan la decisión del sujeto con respecto al mercado. Ante las
dificultades analíticas que se le presentan al no poder compatibilizar ambos enfoques, el
informe Wiesner (1992) opta por una concepción de corte fiscalista, amparada en la
preeminencia del mercado. No es de extrañar, entonces, que en su lectura del proceso de
descentralización en Colombia, llegue a la conclusión de que "…las transferencias
1
Desde la perspectiva del "escogimiento social", véase: WICKSELL (1896); BLACK (1958); BUCHANAN
(1974, 1978, 1980,1987); BUCHANAN y TULLOCK (1965); TULLOCK (1965,1974). Desde una óptica
más amplia, los trabajos de ARROW (1951, 1967, 1972, 1977) son igualmente pertinentes. Véase, además,
SEN (1963, 1970, 1979, 1985,1987,1988).
2
"El diseño de una organización fiscal territorial y política no debería ir en contra de las fuerzas del mercado"
(WIESNER 1992, p. 54).
3
"... el problema es cómo pasar de un óptimo Paretiano del mercado a un óptimo por escogimiento público
colectivo. y aquí surgen, ínter alía, tres interrogantes básicos sobre las 'decisiones públicas colectivas': a)
¿Qué tan eficaz es el proceso político de votaciones y decisiones por mayoría para generar políticas públicas
consistentes y favorables al interés colectivo o público? b) ¿Cómo se podría mejorar el proceso político
mismo para que, en verdad, revele las preferencias reales del "consumidor-votante-contribuyente", al mismo
tiempo y en forma consistente? c) ¿Cómo se podría construir un "orden social" propicio al desarrollo político
y al bienestar económico de la comunidad como un todo?" (WIESNER 1992, p. 92).
nacionales están desestimulando el esfuerzo fiscal propio” (WIESNER 1992, p. 285)4. De
manera simplista se supone que existe una relación de causalidad negativa entre
transferencias y esfuerzo fiscal (flypaper effect). Se minimiza la importancia de otros
aspectos que también podrían estar incidiendo en dicha relación.
En la parte teórica del informe, Wiesner (1992) intenta traducir para los lectores
colombianos el debate sobre las características de la "escogencia social" que se ha
desarrollado en otros países. La riqueza de esta polémica no se refleja en el diagnóstico de
la situación colombiana, que se hace en la segunda parte del informe. Sigue presente el
espíritu fiscalista que inspiró el trabajo del 82 (BIRD- WIESNER 1982).
Sin ninguna criticidad y de manera tardía, Colombia ha copiado las categorías conceptuales
y numerosos instrumentos de política de los Estados Unidos y de otros países desarrollados,
que tienen una larga tradición descentralista o federal. Si aun en estos países "no hay
espacio para el desarrollo de una verdadera independencia fiscal de carácter local" (BIRD
1980, p. 40), mucho menos en países como Colombia, donde la tradición centralista es muy
fuerte. Para estudiar proceso de decisión en el que intervienen dos o más niveles del sector
Público", se ha recurrido a los principios del “federalismo fiscal”5.
4
De manera más clara: "Cuando una fuente externa de financiamiento provee recursos en forma automática,
en cantidades crecientes, año por año, y virtualmente sin ninguna condicionalidad significativa, ¿cómo
esperar que el esfuerzo fiscal propio sea una prioridad local real?" (WIESNER 1992, p. 284). Una lectura
crítica de esta posición se encuentra en GONZALEZ E, (1993).
5
OATES (1972, 1977, 1990)
6
"En el caso de los bienes públicos locales, la movilidad espacial es equivalente a ir de compras de almacén
en almacén, en búsqueda del precio más barato" (TIEBOUT 1956, p. 422).
29
de los casos, la persona no puede emigrar aun cuando así lo desee. Ante la dificultad de
conseguir trabajo en otra localidad, el ciudadano prefiere soportar las incomodidades de los
servicios -públicos de su municipio. La disponibilidad de puestos de trabajo es una variable
más determinante de la decisión de emigrar que el resultado desfavorable de la relación
costo/beneficio en uno o varios servicios domiciliarios.
Desde la óptica del "federalismo fiscal", el bien público local es preferible al bien público
nacional, ya que el primero se ajustaría mejor a los criterios neoclásicos de maximización
de la utilidad individual y de minimización de costos7. Yendo aún más lejos, las versiones
contemporáneas de la literatura neoclásica insisten en que los bienes públicos locales
tampoco ofrecen una solución demarcado óptima y que, por consiguiente, debe privatizarse
el mayor número posible de servicios públicos de manera que se le dé cabida al "principio
de exclusión" .
Esta secuencia que va del bien público nacional al bien público local y, finalmente, al bien
privado, parte de una evaluación negativa va del concepto de universalidad de los servicios
(cfr. Sojo 1990, p. 186). La política de focalización del gasto es el eslabón final de esta
cadena.
7
Bird critica el simplismo de estos modelos, mostrando que el beneficio social marginal rara vez coincide con
el costo social marginal (cfr. BIRD 1980, p. 18).
30
disecciones poco convenientes. Mientras que a la educación primaria se la sigue
considerando como un bien público, otros bienes educativos, como la secundaria y la
universitaria, son colocados en la esfera de lo privado. A la salud ya la seguridad social
también se les está aplicando una operación de disección muy similar. La ley de
Competencias y Recursos (ley 60 de 1993) expresa sin tapujo su preferencia por los bienes
públicos locales y por la focalización del gasto. La población con necesidades básicas
insatisfechas es uno de los principales criterios que determinan el monto de las
transferencias.
Se trata de explicitar los fundamentos teóricos que subyacen a esta delegación de funciones,
tal y como se está realizando en Colombia.
La teoría del "federalismo fiscal" que permea la ley 60, supone que el óptimo social resulta
de una solución de mercado (cfr. TIEBOUT 1956)8. No compartimos este principio. El
mercado no necesaria- mente proporciona una solución que sea socialmente óptima9. La
confianza que el gobierno colombiano ha depositado en las fuerzas del mercado no nos
parece conveniente. Desafortunadamente, este espíritu proclive al mercado ha inspirado la
ley 60. Pese a que Wiesner (1992, p. 61) reconoce las limitaciones de indicadores como
"esfuerzo fiscal propio", todavía no se ha logrado definir un parámetro de medición de la
eficiencia y el esfuerzo fiscal que supere los postulados neoclásicos.
En su presentación del modelo del Leviathán, Reid y Winkler (1991) ponen de relieve los
conflictos que se presentan entre un gobierno central que en virtud de su poder monopólico
logra absorber una parte considerable de los recursos de la economía, y unos gobiernos
locales débiles, que sólo tienen acceso a una porción muy pequeña de dichos recursos.
8
Una versión contemporánea de este enfoque se encuentra en WINKLER (1993, pp. 8 y ss.).
9
Entre los numerosos autores que han criticado la pretensión de conseguir el óptimo social mediante una
solución de mercado, basta con mencionar a SAMUELSON (1954, 1955) y ARROW (1951, 1967,1972,1977,
1981).
10
Además de los trabajos de BRENNAN-BUCHANAN (1977, 1978.1980), véase FLOWERS (1988),
OATES (1985.1989, 1990),
31
Cuando uno de los agentes que participa en el mercado tiene un poder monopólico, se
presenta una distorsión que impide la consecusión del estado óptimo11.
Para que la autonomía local sea una realidad, se requiere que exista un estrecho vínculo
entre recursos y competencias. Cuando las instancias locales pueden gastar sin
responsabilizarse por generar los ingresos correspondientes, el problema del "principal y
del agente"12 se expresa en toda su dimensión, hay "ilusión fiscal" y se cumple la hipótesis
de Bryce.
Esta nueva presentación del problema de las relaciones intergubernamentales tiene la gran
ventaja que explicita las dimensiones institucional y política, que sólo se mencionaban
marginalmente en Bird-Wiesner (1982) y en el informe de la Comisión del Gasto (1987).
11
En este caso se habla de "segundo óptimo".
12
Supóngase que el gobierno central actúa como "el principal" y el gobierno local como "el agente". Cuando
la información es dispersa y la responsabilidad en materia de recursos y competencias no están bien definidas,
es muy probable que "el agente" obre en contravía de las orientaciones dadas por "el principal".
32
En la misma dirección del modelo del Leviathán de Brennan- Buchanan, autores como
Peltzman (1980), Olson (1982, 1983), y Demsetz (1982), han propuesto diversos esquemas
de coaliciones, llegando a la conclusión de que el tamaño del sector público se reduce con
la descentralización13. Cuando los intereses de pequeños grupos sociales se expresan en las
instancias locales, disminuye la posibilidad de que se conformen coaliciones fuertes que
impongan sus condiciones al gobierno central, obligándolo a incurrir en gastos socialmente
innecesarios. La descentralización contribuye a debilitar la capacidad decisoria de aquellas
coaliciones que tienen acceso directo al gobierno central. Los postulados de Brennan-
Buchanan llevan a asimiliar democracia y descentralización14.
La relación inversa entre descentralización y tamaño del sector público no es tan simple.
Veamos por qué.
1) Como lo indicó Wagner, los mayores gastos del Estado están asociados a factores
estructurales y demográficos que no se modifican con el grado de descentralización. Oates
llega a una conclusión similar. "El sector público en los países desarrollados es
descentralizado y grande. En cambio, en los países en desarrollo, el Estado es pequeño y
muy centralizado. Se sigue, entonces, que los gobiernos pequeños tienden a estar
asociados con sistemas fiscales centralizados" (OATES 1989, p. 578, subrayado nuestro).
13
Desde otra perspectiva, HETTICH-WINER (1984), TULLOCK (1965), PEACOCK- WISEMAN (1967),
también comparten la idea de que la competencia en la oferta de servicios públicos limita el tamaño del sector
público.
14
RESTREPO (1992, p. 45) considera que no es pertinente identificar descentralización y democracia. "Para
Tocqueville, el poder local y municipal es el poder popular, como si el contenido de la democracia se
encontrara en el grado de localización geográfica del poder. Para Proudhon, la dicotomía entre poder
centralizado y descentralizado se identifica con la dicotomía entre autoridad y libertad, como si todo sistema
centralizado conspirara contra la libertad individual y colectiva que sólo puede ser garantizada por la
descentralización institucional del poder más que por la naturaleza social de éste" (RESTREPO 1992, p. 37).
33
3) Anderson y Tollison (1988) demostraron que cuando una coalición es monopólica y
controla una parte del gasto público, éste puede disminuir con el fin de maximizar las
ganancias de la coalición dominante. En el párrafo anterior decíamos que la minimización
de costos no siempre es compatible con el mejoramiento del bienestar de los ciudadanos.
La hipótesis de Anderson y Tollison explicita una de las preocupaciones de Goodman y
Loveman (1991): ¿hasta dónde es compatible la satisfacción de los intereses de la coalición
dominante y el logro del bienestar de la mayoría de ciudadanos?
6) La variable política y las relaciones conflictivas entre grupos de poder también incide en
el tamaño del Estado. "El resultado fiscal de las entidades estatales es, más bien, el reflejo
de las fuerzas políticas, que la expresión de las interacciones del mercado" (BIRD 1980, p.
4). De manera enfática, Bird concluye: "... las cuestiones fundamentales no son de carácter
económico, sino político" (BIRD 1980, p. 16)17.
El informe Wiesner (1992), no examina estos seis aspectos. Opta por el camino fácil de
suponer que el gasto del sector público no ha disminuido porque las mayores transferencias
han desestimulado el esfuerzo fiscal propio.. A pesar de que en varias oportunidades el
estudio reconoce que la información existente en Colombia es muy pobre concluye, sin
más, que hay una relación inversa entre transferencias y esfuerzo fiscal propio. El
desconocimiento de estos cinco problemas de naturaleza estructural explica el énfasis
fiscalista del informe Wiesner .
Los trabajos empíricos realizados recientemente por la GCR 18 muestran que el proceso de
descentralización en Colombia no ha reducido el tamaño del sector público y, además, no
15
Véase. WIESNER (1992, pp. 314-324).
16
"Es posible que una mayor descentralización pueda resultar en una pérdida de ciertas "economías de
escala", que llevaría a un incremento de los costos" (OATES 1985, p. 749).
17
Sorprende que este enfoque no-fiscalista de Bird no se haya expresado en el informe BIRD-WIESNER
(1982).
18
Especialmente, el editorial del mes de mayo del "Informe Financiero".
34
se ha expresado en una disminución del gasto del gobierno central -neto de transferencias-.
Después de analizar o sucedido en 57 países, mediante una técnica de análisis transversal,
Oates también llega a la conclusión que "... hay una clara asociación entre la mayor
descentralización y el crecimiento del Estado" (OATES 1985, p. 49). Estas constataciones
empíricas invalidarían el modelo Brennan-Buchanan.
Aunque en los diez años transcurridos entre los informes Wiesner se ha insistido en que el
esfuerzo fiscal debe estar acompañado de políticas tendientes a mejorar la eficiencia
administrativa, en la práctica se le ha dado muy poca importancia a los aspectos de corte
administrativo.
En cuanto al "esfuerzo fiscal propio", todavía se siguen dando tumbos sin que se haya
logrado definir un indicador adecuado. A continuación se discuten algunas de las
metodologías que se han propuesto.
EL ESFUERZO FISCAL
1.
"Si" es el valor del situado fiscal en el departamento "i"; "es" es el gasto promedio per
cápita (estándar) y "Pi" es la población del departamento "i"; "ts" es la tasa impositiva
promedio (estándar) y "Bi" es la base impositiva del departamento.
"ts" es igual a:
2.
Después de algunas transformaciones algebraicas (véase BIRD- WIESNER 1982, pp. 197-
198), se llega a la siguiente "fórmula operativa",
3.
35
"PRi" es la población rural del departamento. "a" y "ß" son dos coeficientes que resultan de
la estimación de la regresión,
4.
“yi” es el ingreso (PIB) del departamento “i”. “Pui” representa la población urbana. Esta
función tiene el grave inconveniente de suponer que el ingreso per cápita del departamento
depende exclusivamente del grado de urbanización.
La fórmula 3 propone distribuir una parte del situado en función de la población total de los
departamentos [es-(a+ß)ts], y la otra en proporción a su población rural (ßts).
Tratando de ir más allá de la fórmula 1, Wiesner (1992, p. 291) considera pertinente medir
el esfuerzo fiscal de la siguiente manera:
5.
El esfuerzo fiscal del municipio "i" (EFi es igual a la tarifa en el municipio "i" (4) por su
base gravable (Bj) sobre la tarifa estándar (ts) por la base gravable (Bi) Aun cuando la
relación entre las dos tarifas (ti/ts)'no es el indicador óptimo, sí representa un avance con
respecto a la fórmula 1 .
La expresión 5 deja sin resolver numerosos problemas, como por ejemplo: ¿Qué factores
determinan la tarifa estándar (ts)? De qué manera el nivel de desarrollo del departamento
condiciona los cambios en la base gravable (Bi)? Puesto que el margen de ampliación de la
base tributaria es mayor en el primer año que en el segundo, ¿cómo diferenciar el esfuerzo
fiscal realizado el primer año, del correspondiente al segundo ?
36
En una versión preliminar de la que posteriormente se convertiría en la ley 60 de 1993, se
define la "eficiencia fiscal"19 "como la relación en el departamento de los incrementos
anuales de los montos recaudados por rentas propias (ingresos tributarios, tasas, multas,
contribuciones e ingresos a la propiedad, con excepción de los rendimientos financieros) y
de lo recibido por concepto de situado fiscal" (Proyecto de Ley sobre Competencias y
Recursos, versión de agosto de 1992). Es decir,
6.
"Yp i t" representa los ingresos propios (ingresos tributarios y ventas de servicios) del
departamento "i" en el momento "t". "SFi t" es el situado fiscal recibido por el departamento
"i" en el momento "t".
Con el ánimo de corregir esta situación, la ley 60, tal y como quedó aprobada, propone dos
indicadores de "esfuerzo fiscal". Uno, para los departamentos, ponderado en relación
inversa al desarrollo económico. Otro, para los municipios, ponderado "en proporción al
índice relativo de necesidades básicas insatisfechas".
El esfuerzo fiscal de los departamentos "se determinaría como la relación entre el gasto per
cápita de dos vigencias fiscales sucesivas aplicados a salud y educación, y ponderada en
forma inversa al ingreso per cápita de la entidad territorial respectiva. El esfuerzo fiscal se
ponderará en relación inversa al desarrollo socioeconómico" (Ley 60, art. 11, & 2). y el de
los municipios, "como la variación positiva entre dos vigencias fiscales de la
tributación per cápita ponderada en proporción al índice relativo de necesidades básicas
insatisfechas" (Ley 60, art. 24).
Esta confusa redacción no es sino el reflejo de lo poco que en el país se ha avanzado en esta
materia. Es curioso que mientras el parámetro de ponderación para los departamentos es el
nivel de desarrollo económico, el de los municipios sean las necesidades básicas
insatisfechas. ¿Por qué dos criterios tan diferentes? Las mediciones de la ley 60 corrigen
mal los problemas mencionados a propósito de las fórmulas 1, 3, 5 y 6.
19
No parece existir una diferencia conceptual clara entre "eficiencia" y "esfuerzo" fiscal.
37
EL ESTADO DEL ARTE DE LA DESCENTRALIZACION POLITICA
y DE LA OFERTA PÚBLICA EN PARTICIPACION CIUDADANA y
COMUNITARIA
Doris Ochoa *
Darío Restrepo**
INTRODUCCION
LA PARTICIPACION EN LO TERRITORIAL
Consejos de Rehabilitación
Objetivos e instrumentos
El Plan Nacional de .Rehabilitación -PNR- tiene origen durante el gobierno del presidente
Belisario Betancur, en 1982: De acuerdo con la estrategia de "Apertura Democrática" de
ese gobierno, el PNR es una pieza importante dentro de la búsqueda de mecanismos
directos de intervención del gobierno en zonas de violencia como estrategia
contrainsurgente de atención directa a grupos y poblaciones azotadas por la violencia. El
plan continúa bajo el gobierno del presidente Virgilio Barco, dentro de su estrategia de
"Institucionalización del proceso de Paz". Es decir, se quiso abandonar el diálogo directo
con los grupos insurgentes, en beneficio de una atención a las zonas y poblamientos con
carencia de atención del Estado, que sufrieran o no de brotes de la violencia insurgente. De
esta manera, el gobierno inserta el PNR dentro de una crítica global a las consecuencias del
modelo de desarrollo centralizado y sectorial. La intervención del Estado favorece zonas
del país, sectores productivos y mercados específicos y las poblaciones asentadas en esas
zonas y vinculadas a las actividades prioritarias de los planes de desarrollo. La ausencia del
Estado concuerda con el mapa de la pobreza y la violencia. Por otra parte, la disgregación
sectorial de la política y las instituciones públicas le quitan coherencia y eficacia a la acción
del Estado, facilitando, además, la apropiación clientelista de las políticas y presupuestos
públicos. El PNR, tendrá como objetivo llevar el Estado adonde ha estado tradicionalmente
ausente y coordinar allí el conjunto de las políticas e instituciones sectoriales en objetivos
de lucha contra la pobreza. Se trata entonces de un doble objetivo político y social, de
legitimar al Estado y de lucha contra la pobreza para "reconciliar a las comunidades con el
Estado".
La participación comunitaria dentro del plan se plantea como central para la consecución de
los fines propuestos. Esta se da dentro de la estructura vertical y jerárquica del plan. La
Consejería para la Reconciliación, Normalización y Rehabilitación, a través de la Secretaría
de Integración Popular del Departamento Administrativo de la Presidencia, puso en
marcha, con base en el decreto 3270 de 1986, los Consejos Departamentales,
Intendenciales, Comisariales y Municipales de Rehabilitación. Estos Consejos se plantean
como instancias de coordinación entre la Consejería presidencial, la Secretaría de
Integración, las entidades ejecutoras y la comunidad. Son organismos de concertación entre
39
los representantes del sector estatal y los beneficiarios del plan en lo referente ala
implementación, planeación, ejecución, control, seguimiento y evaluación. Los Consejos
existen en cada uno de los departamentos, intendencias, comisarías y municipios incluidos
en el plan. Conforman los Consejos la primera autoridad de la entidad territorial, un
representante de la iglesia, el coordinador del plan en el área, representantes de los
gremios y de las organizaciones comunitarias, representantes de los partidos políticos y
delegados de los organismos ejecutores. Las funciones de estos Consejos giran en torno a la
coordinación intersectorial, la concertación entre el Estado y las fuerzas vivas de las
entidades territoriales, el señalamiento de las prioridades de inversión, el control y
seguimiento a la ejecución presupuestal, el incentivo a la contratación con las
organizaciones sociales, comunitarias y gremiales del sector para la ejecución de las obras,
proponer ajustes al plan y sugerir prioridades de inversión y desarrollo a las instancias
superiores del PNR. Las funciones primordiales de la comunidad dentro de los Consejos
son las de: canalizar las demandas de la población a través del Consejo, difundir y
ambientar las políticas del plan dentro de la población, ayudar en el establecimiento de las
prioridades del plan en el área de su jurisdicción, identificar y proponer las obras que
pueden ser ejecutadas con participación de la comunidad y las organizaciones que pueden
ser contratistas, colaborar en la organización comunitaria cuando ésta sea ejecutora de
las obras u acciones y ejercer la veeduría ciudadana en las contrataciones.
40
Se trata de un fondo para inversiones en infraestructura social y de servicios de pequeña
cuantía en donde la decisión de gasto, la contratación, el seguimiento y el control
involucran directamente a las comunidades beneficiarias. En 1987, 2.559 Juntas de Acción
Comunal, 307 Asociaciones Comunitarias, 175 Federaciones y 30 Cabildos Indígenas, en
257 municipios, participaron de la ejecución directa de más de 3.000 proyectos especiales
del FIPE. Las inversiones de mayor cuantía, aquellas referentes a grandes infraestructuras e
inversiones en servicios y el sector agropecuario, no son decididas con participación de las
comunidades. La población beneficiaria del PNR concurre en masa a los Consejos atraída
por las posibilidades de decidir el destino de la inversión y participar en su ejecución. Las
demoras en la ejecución, las dificultades en los flujos de gasto, el carácter sectorial de los
presupuestos que concurren en el plan, generan desaliento y desmovilización comunitaria.
Además, la participación comunitaria se enfrenta a la resistencia clientelista y burocrática
de las diferentes entidades y fuerzas políticas que controlan los aparatos y presupuestos
seccionales. Estas rehúsan coordinarse, desconfían de una estrategia de legitimación y
canalización de inversiones que suplantan la jerarquía política de las entidades territoriales
y de las instituciones sectoriales. El proceso de concertación entre el Estado y las
comunidades para la decisión y ejecución de inversiones no se da entonces sobre grandes
cuantías, sino en pequeños y marginales rubros.
Durante el gobierno del presidente César Gaviria, continúa el PNR. Sin embargo, este
programa ya no posee un lugar central dentro de la estrategia de legitimación del Estado y
41
de lucha contra la pobreza. Los Consejos de Rehabilitación se han venido a menos y con
ello la participación comunitaria, mientras el PNR se convierte en una cuenta para la
inversión en infraestructura. El objetivo explícito del PNR como estrategia de desarrollo
espacial integral, de canalización de todas las instituciones y presupuestos sobre estrategias
de desarrollo, en cuyo proceso decisional y ejecutorio participaban las comunidades
locales, fracasó. Tardíamente, dentro del lapso del cuatrenio, se replantea el PNR hacia el
futuro. Este no ejecutaría más los rubros de inversión en infraestructura, dedicándose a una
labor de promoción de la nueva democracia. Es decir, reestructuración de los Consejos de
Rehabilitación (municipales, sub-regionales, departamentales) sobre el eje de la
concertación para la superación de los conflictos y las expresiones de la violencia, escuelas
para la democracia, proyectos de promoción en comunicaciones comunitarias y locales,
desarrollo de instrumentos e instancias judiciales, defensa de los derechos humanos y
fundamentales, instalación de los mecanismos de veeduría, participación comunitaria en las
políticas públicas y fortalecimiento de las organizaciones sociales y de los mecanismos
institucionales de participación en los municipios. Siendo el PNR un programa manejado
directamente por la presidencia de la república, es de esperar, una vez más, un
replanteamiento de éste en el próximo gobierno. antes de que se pueda consolidar el
replanteamiento de su función política.
Objetivos e instrumentos
En este orden de ideas, los objetivos específicos que se atribuyen a este mecanismo
privilegiado de la descentralización política son1: i) la institucionalización del conflicto, en
11
Diferentes analistas coinciden en asignar una misma teleología a la elección popular de alcaldes. Sobre el
particular ver CASTRO, JAIME, Respuesta democrática al desafío guerrillero, 1987, Ed. Oveja negra,
Bogotá. Así mismo, GAITAN, PILAR y MORENO, CARLOS, 1992, Poder local: realidad y utopía de la
descentralización en Colombia, Universidad Nacional, Tercer mundo, Bogotá, y RESTREPO, DARÍO I,
42
forma tal que se civilice la contienda política y se aclimate la paz; ii) ampliar el espectro
político, más allá del bipartidismo tradicional y, por ende, promover la expresión
institucionalizada de formas no bi-partidistas de representación; iii) ensanchar las
posibilidades de participación a formas de organización no tradicionalmente partidarias
(indígenas, movimientos cívicos, religiosos, asociaciones culturales, etc.), y iv) provocar
cambios en el comportamiento electoral, tendientes a superar la abstención crónica, fuente
de ilegitimidad.
En primer lugar, es un hecho que la elección popular de alcaldes trajo consigo un cambio
en la estructura de representación política local. Aunque el bipartidismo tradicional aún
copa el espectro político-territorial del país, se evidencian, no obstante, algunas tendencias
en el comportamiento electoral cuyo significado es decisivo en la recomposición del
sistema partidista a nivel municipal. De 1988 a 1992, el partido liberal obtuvo el 45%, 53%
y 39% de alcaldías, respectivamente. En forma similar, el partido conservador registró un
descenso dramático en su participación, en forma tal que de 41% de las alcaldías que logró
en 1988, para 1992 sólo conservó 28%. Efectivamente, la descentralización política permite
la expresión de nuevas fuerzas sociales y, con ello, sienta las bases para la diversificación
de la competencia partidista, según se desprende de la irrupción de nuevos actores,
agrupados bajo la categoría 'otros' por la Registraduría Nacional. Se trata de una expresión
heterogénea que, entre 1988 y 1992, avanza de un 10% a 29% de alcaldías2, confirmando
así su arraigo en el escenario local y la crisis del bipartidismo tradicional.
Los intereses que se manifiestan de esta forma son diversos en cuanto a su composición y
base social (SANTANA, 1988). Incorpora, en primer lugar, candidatos de los partidos
tradicionales que optan por utilizar el mote de lo cívico como una estrategia para fortalecer
su capacidad de convocatoria o que efectivamente se distancian de las jefaturas
tradicionales de sus partidos. En esta manera de proceder se advierte, igualmente, la forma
como intentan responder a la pérdida de control sobre el electorado las diferentes
tendencias en que se encuentran fragmentados los partidos tradicionales. Una segunda
expresión cobija a los dirigentes del sector privado que por desconfiar de la clase política,
deciden representar intereses cívicos, proyectando en su administración el perfil de la
gestión empresarial. En tercer lugar, comprende coaliciones entre movimientos sociales de
base popular y facciones políticas, tradicionales o de izquierda. Por último, incluye
movimientos sociales y comunitarios locales, alternativos al bipartidismo, cuya
43
constitución proviene de organizaciones indígenas (como en el departamento del Cauca),
gremiales y sindicales. Ahora bien, la ampliación del espectro político de intereses está
matizada por algunas tendencias que no permiten extraer conclusiones unívocas sobre la
recomposición definitiva de la estructura de representación de intereses, aunque sí permiten
insinuar una tendencia favorable en tal sentido.
La primera de ellas es la alta rotación partidista que se registra de una elección a otra. Así,
por ejemplo, de 1988 a 1990, 29% de los municipios cambiaron de filiación partidista,
mientras de 1990 a 1992, dicho fenómeno ascendió a 32% de las localidades. Ello bien
puede obedecer a alguno de los siguientes factores (Gaitán y Moreno, 1992): i) El
fraccionamiento interno de los partidos tradicionales acelerado por la elección local de los
alcaldes y la mayor independencia de los directorios locales respecto de las direcciones
nacionales; ii) El alto grado de flexibilidad y capacidad de adecuación de los partidos
tradicionales a la coyuntura electoral, que no necesariamente se traducen en el éxito
electoral; iii) La emergencia de liderazgos locales independientes de las estructuras
tradicionales de los partidos, lo cual algo dice en relación con la constitución de
oposiciones reales al poder local establecido que reducen, por lo menos parcialmente, la
libertad de acción del clientelismo y debilitan la hegemonía de feudos electorales. Por
último, la frustración de expectativas de la población en razón de los escasos recursos
disponibles para atender necesidades sentidas. De la primacía de uno u otro, depende que la
alta competencia interpartidista que se ha registrado con ocasión de la elección popular de
alcaldes se constituya en un riesgo o una oportunidad para la consolidación de la
democracia local.
Esta perspectiva se debate, sin embargo, con la mayor o menor posibilidad de que estos
movimientos se vertebren vertical y horizontalmente y logren un respaldo desde el orden
nacional o regional, so pena de menguar sus posibilidades de acción respecto del Estado
44
central que aún reserva para sí la injerencia sobre montos importantes de inversión pública,
lo cual no obsta para que la naturaleza de sus reivindicaciones trascienda cada vez más el
ámbito de o local, de las necesidades sentidas, y se proyecte a la centralidad del Estado.
Asunto que llama la atención sobre la tensión creciente entre lo local y lo nacional y la
pugna entre dos orientaciones contrarias para superar una crisis cuyo objeto es el mismo
pero cuyo sentido es diferente: por un lado, relocalizar y desconcentrar los conflictos,
creando mecanismos permanentes de negociación entre la población y el Estado que
disminuyan la presión sobre el Estado central, en forma tal que se despoliticen las
movilizaciones sociales; del otro, disputar el ejercicio de la política, regionalizando de
manera cada vez más amplia las propuestas de movilización e incorporando a ellas a las
autoridades locales.
Ahora bien, los incrementos relativos registrados durante las elecciones de 1988 y 1990
obedecieron al mayor caudal aportado por los municipios pequeños y las ciudades
intermedias, pues el comportamiento de las grandes ciudades muestra una tendencia a la
baja y por tanto, mayores índices de abstención electoral (GAITÁN y MORENO, 1992). A
su vez, algunos analistas de la geografía del comportamiento electoral han mostrado que,
históricamente, los municipios más marginados económicamente y con menor presencia
estatal son precisamente los que registran una mayor participación electoral, tal vez como
resultado del mayor efecto compensatorio que ejerce el clientelismo en estos lugares
(PINZÓN, 1987, citado por GAITÁN y MORENO, 1992). No obstante, también es donde
la para institucionalidad se hace más extensiva e intensiva.
45
necesaria, mas no suficiente. Necesaria, pues formalmente amplía los espacios de
participación y representatividad. Insuficiente, pues dicha ampliación no se compadece aún
con la naturaleza y magnitud de la conflictividad social que se desenvuelve en el municipio,
hoy con mayor fuerza que antes. Sin excepción, distintos municipios del país han sido
testigos del asesinato o secuestro de candidatos funcionarios en ejercicio, como también de
la extorsión política, dirigidos a miembros de los partidos tradicionales o de movimientos
alternativos. En estas condiciones, la elección popular de alcaldes no es todavía un
instrumento que garantice efectivamente el fortalecimiento de la organización de la
sociedad, y sí, por el contrario, parece potenciar la exacerbación de los conflictos entre los
actores tradicionales y los que emergen.
Todo aparece como si el reformismo institucional mediante el cual se busca fraguar la crisis
contuviera en sí mismo el germen o el detonante de nuevos conflictos que seguramente
obligarán a nuevas reformas. El juego entre la esperanza y la desilusión que signa la
dinámica de la población frente a las autoridades elegidas, termina por profundizar la
brecha entre el Estado y la sociedad civil, lo cual ya se ha visto plasmado en la tendencia
creciente a la abstención electoral o en la búsqueda y/o fortalecimiento de expresiones
parainstitucionales.
Objetivos e instrumentos
46
4. Vigilar y controlar la prestación de los servicios municipales en el área de su
jurisdicción; y
5. Ejercer las funciones que les deleguen el concejo y otras autoridades locales. Las
asambleas departamentales podrán organizar juntas administradoras para el cumplimiento
de las funciones que le señale el acto de su creación en el territorio que este mismo
determine.
Es claro que de tal manera la Constitución reforzó el poder político de las JAL,
atribuyéndole funciones en la elaboración de planes y programas, el control de las
inversiones que se realizan con recursos públicos y la distribución de partidas asignadas.
Sobre un total de 525 municipios, sólo en 82 (15.6%) los Consejos han realizado algún
paso en función de dividir el área de su jurisdicción en Comunas y Corregimientos e
47
instalar las Juntas Administradoras Locales. Unicamente 24 municipios, el 4.95% de los
encuestados, puede afirmar que las JAL están funcionando. A éstas hay que agregar
Cartagena, Cali, Barranquilla, Pasto, Neiva, Medellín y Armenia, capitales todas donde
funcionan las JAL pero no se aplicó la encuesta.
La razón fundamental para la poca vigencia de las JAL en este período puede ser atribuida
a que ella no tiene reales poderes políticos, sus funciones son netamente consultivas. Los
Concejos municipales que tienen la potestad de instalarlas no vieron así ningún interés en
hacerlo. Aun cuando las JAL se llamen administradoras, no tienen competencia alguna en
la gestión y administración de los servicios a cargo del municipio. Además carecen de
personería jurídica y por lo tanto no pueden celebrar contratos. Tampoco son ordenadoras
de gasto, ni tienen a su disposición una planta de personal, ni organización cualquiera que
le sirva para prestar servicios o ejecutar obras. La JAL no es una entidad administradora, ni
puede crear organización administrativa alguna. No es más que un cuerpo extensivo de lo
que quiera delegarle el Consejo para ser ejecutado a través de las organizaciones
administrativas municipales que dependen del alcalde.
Algunos casos
Los resultados de las elecciones a las Juntas Administradoras en Cali en 1989 confirman las
tendencias generales de los estudios reseñados en pequeños municipios del país. Esto fue
así aun cuando por acuerdo del Concejo municipal (04 de marzo de 1989) la
reglamentación de la JAL asignó funciones más amplias a la población que a ella accediera.
Entre estas funciones están las de fiscalizar, desarrollar iniciativas, promover la
organización ciudadana y manejar 150 millones de obligatoria asignación por el Concejo
municipal, sobre la base del plan de gastos de las JAL.
48
prácticas políticas dominantes". Por último no sobra señalar que el 13.9% de los ediles
confesó no conocer las funciones de las JAL a las cuales habían sido elegidos.
La ley 11 de 1986 creó las JAL en los municipios, a excepción de Bogotá, que por ser el
Distrito capital requería de una ley particular que así lo estableciera. En su ausencia, las
iniciativas de descentralización administrativa en la capital (acuerdo 08 de 1987) fueron
suspendidas. La constitución de 1991 autorizó la descentralización administrativa en el
distrito y ordenó al concejo, a iniciativa del alcalde mayor, dividir el territorio en
localidades administradas por una junta administradora elegida popularmente para períodos
de tres años. A la cabeza de las localidades se encuentra un alcalde menor designado por el
alcalde mayor de tema enviada por la correspondiente junta administradora.
-Están autorizadas para regular la ubicación y supervisión de las plazas de mercado, ventas
ambulantes y estacionarias, así como también para controlar la expedición de licencias para
los establecimientos industriales, comerciales y de servicios.
Por otra parte, las JAL del Distrito poseen facultades de vigilancia de los contratos y
actuaciones de las entidades públicas en su sector. Controlan el inventario de los bienes
distritales. Vigilan la aplicación de las normas de policía y la evasión fiscal.
Las JAL de la capital tienen entonces una injerencia en la regulación de los servicios
públicos domiciliarios y sociales y en la infraestructura comercial y urbana local. Además,
se convertirán en organismos que manejan cuantías considerables del presupuesto distrital.
Recibieron el 10% de los ingresos de la administración central del distrito para 1993. Este
porcentaje se incrementa en un 2% anual hasta llegar a manejar el 20% de los ingresos en
49
1998. La asignación de estas partidas está condicionada a la elaboración de un presupuesto
anual de ingresos y gastos, sujeto aun plan de inversiones resultado de un plan de desarrollo
local, concordante con el plan de desarrollo del Distrito Capital. Los recursos de las JAL
(las transferencias del Distrito o cualquier otra suma de proveniencia diversa) se manejan a
través de un fondo de desarrollo local.
La evaluación más seria sobre la experiencia de las JAL en Santafé de Bogotá fue realizada
por la Universidad Nacional de Colombia. Recogemos aquí sus principales conclusiones
(BONILLA,1992). Para este autor, el mayor logro del proceso en la capital es que a través
del ejercicio de elaboración de los planes locales de desarrollo, en cada una de las veinte
zonas administrativas de la ciudad, se está dando un acercamiento al reconocimiento de los
problemas específicos de cada zona. Este diagnóstico se formula a partir de la expresión de
las demandas sentidas y no tanto del análisis técnico de los funcionarios sectoriales o de los
centros de investigación académica. Un estudio de la localidad Rafael Uribe (zona 18)
demuestra la disparidad en estos tres tipos de diagnóstico de necesidades: las sentidas, la
tecnocrática y la académica (LÓPEZ y AGUDELO, 1992). En segundo lugar, de manera
muy diferenciada por localidad, la elaboración de planes y la descentralización de
competencias administrativas hacia las JAL está abriéndole campo a múltiples formas
organizativas de la población en la formulación y ejecución de proyectos. Presumiblemente
se facilita así el acercamiento de la gestión de lo público a las comunidades, sin
intermediación del clientelismo y de los partidos políticos. En cuarto lugar, en algunas
localidades se dio una verdadera concurrencia interinstitucional para la elaboración de los
planes, superando, en pequeña escala, la atomización sectorial de la política pública. En
quinto lugar, señala el autor, el facilitamiento del compromiso de los funcionarios públicos
con comunidades y problemáticas específicas.
En cuanto a las dificultades, el autor señala las siguientes. Los límites introducidos por la
desconcentración institucional; es decir, a nivel del Distrito las instituciones siguen siendo
altamente centralizadas, impidiendo un compromiso y una flexibilidad institucional en las
jurisdicciones de las JAL. También indica las dificultades de la descentralización
administrativa, fiscal y de los planes. Esta descentralización no reconoce que una serie de
problemas son comunes a varias zonas y que sus soluciones demandan una planeación
supralocal. En su ausencia, se da el peligro de la ineficiencia y el despilfarro de recursos,
perdiendo la intervención sobre la ciudad en su totalidad y sobre sus diferentes mallas y
tejidos sociales, físicos y económicos. Por otra parte, señala la conclusión del estudio de la
Universidad Nacional que el traslado de poder es apenas incipiente. Excusándose detrás de
la tramitología administrativa, el Distrito sólo transfirió el 40% de los recursos de 1992. En
el fondo el problema es la grave bancarrota financiera de la capital la lucha de las
autoridades centrales de la capital por el uso de los recursos escasos. Se ha demorado así la
resolución de la infraestructura locativa y de secretariado de las JAL, agravado por el
carácter ad-honorem de los ediles. El decreto presidencial que expidió el estatuto orgánico
50
de la capital, en julio de 1993, reconoce una remuneración para los ediles por asistencia a
las sesiones. En lo que concierne a la participación ciudadana y comunitaria el estudio
conclusivo de Bonilla, alerta por su incipiente desarrollo. En efecto, la abstención electoral
para las JAL fue del 75%. De 184 ediles, solo 6 fueron elegidos satisfaciendo el cociente
electoral de su jurisdicción. El resto salió por residuo. Además, encuestas realizadas
demuestran que la población desconoce qué son las JAL, cuáles son sus funciones, quienes
fueron elegidos y qué planes de desarrollo poseen para las diferentes localidades (LÓPEZ y
AGUDELO). Se repite así lo anotado para la elección popular de alcaldes. Ambas abren el
espectro de la representación política a nuevas élites, pero la población no participa
electoralmente de manera significativa en estas contiendas, y no es asociada a formas
flexibles de participación en la administración y desarrollo de las competencias
descentralizadas. La frontera de la participación en la elaboración de los planes de
desarrollo locales fue la participación-información y la participación-consulta. Es decir, la
población, en algunos casos, señaló necesidades sentidas y manifestó predilección por
determinadas acciones. El que ello haya sido considerado por los ediles y los sectores que
contribuyeron a la formulación de los planes, fue aleatorio y marginal.
LA PARTICIPACION EN LO SECTORIAL
Objetivos e instrumentos
El Desarrollo Rural Integrado -DRI- en Colombia tiene inicio en 1976 bajo el gobierno del
presidente López Michelsen. Su finalidad gira en torno a la "asistencia técnica y
transferencia de tecnologías para la producción agrícola y la comercialización, el crédito
para la producción, la dotación de infraestructuras viales, electrificación y regadíos, así
como de apoyos para la satisfacción de necesidades básicas, dirigidas a comunidades de
pequeños productores campesinos" (FAJARDO, 1992).
Dentro de estos objetivos y para cumplirlos se previó desde los inicios del programa la
participación de las comunidades campesinas, a fin de facilitar las labores de capacitación
para la asesoría técnica en producción y mercadeo, la capacitación para reforzar la
organización campesina para la comercialización de los productos y la recepción de
servicios de salud y educación.
El programa creó comités veredales de beneficiarios del DRI, compuestos por los usuarios
de créditos para la producción y la comercialización y por aquéllos que eran beneficiarios
de las otras líneas del programa. Un representante de cada comité veredal concurría al
comité departamental y uno de éstos al comité distrital (nivel regional). También existía un
comité nacional. En todos los, casos asistían los funcionarios representantes del programa
51
en número creciente respecto de los usuarios, según asciende el nivel territorial. Las
labores del comité eran las de coordinar el trabajo de las diferentes entidades que
concurrían en la prestación de las líneas del programa, la evaluación de las actividades y la
programación anual de las prioridades. En este sentido, los comités de participación
campesina en el DRI constituyen el antecedente más serio de participación de usuarios en la
ejecución de programas y en las estructuras de las instituciones públicas, participando en el
señalamiento de necesidades y potencialidades, la elaboración de prioridades, ayudando a
la ejecución de programas y organizando a los usuarios directos e indirectos para los
diferentes fines de la política pública.
Los evaluadores de los comités reconocen que éstos han facilitado el flujo de información y
recursos de las instituciones y programas del gobierno directamente a amplias capas de la
población "objetivo". El filtro del clientelismo ha sido debilitado ya que éste se reproduce
de la intermediación informativa y financiera entre el Estado y las comunidades pobres. Se
reconoce también la función dinamizadora de los comités que han organizado la población
para obras de infraestructura física y social.
52
y programas en las áreas desarrolladas. por el DRI y hacer propuestas a los comités
municipales y departamentales que deciden sobre la asignación de recursos cofinanciables
con el Fondo DRI a nivel nacional. De tal manera, la participación arroja las señales de
demanda para que instancias superiores estudien de su pertinencia y de los medios
financieros existentes para su ejecución, ahora compartida entre un fondo nacional y los
recursos municipales.
53
LA DESCENTRALIZACIÓN DE LAS OBRAS PÚBLICAS: La panacea
de la cofinanciación
Héctor-León Moncayo
** Este ensayo fue preparado a principios de 1994, por lo tanto cuando se refiere al
"gobierno actual" se trata del presidido por César Gaviria.
INTRODUCCION
El objeto del presente trabajo es analizar en qué medida, con qué criterios y en qué sentido
ha venido avanzando el proceso de descentralización en el sector de Obras Públicas y
Transporte. Esta denominación -Obras Públicas y Transporte- quizás no resulte del todo
apropiada pues, como se verá más adelante, precisamente las reformas recientes reducen el
sector al "transporte y la construcción de su infraestructura", eliminando otros componentes
de lo que tradicionalmente se conocía como "obras públicas". La descentralización sectorial
es sin duda un aspecto fundamental en el análisis global del proceso de descentralización en
Colombia en el período posconstitución. Con la expedición de la ley sobre distribución de
competencias y recursos (Ley 60 de 1993), que toca con el situado fiscal de salud y
educación y con la participación de los municipios en los ingresos corrientes de la nación,
puede decirse que concluye el proceso en lo que se refiere al llamado sector social. Se
incorpora claramente a los departamentos (también los distritos) dentro del esquema global
de la descentralización colombiana, asimilando los campos de la salud y la educación que
anteriormente se consideraban dentro de la problemática sectorial y como tales habían sido
objeto de leyes específicas, predominantemente de desconcentración.
LA DESCENTRALIZACION SECTORIAL
Antecedentes
Cabe recordar que en un principio los departamentos no aparecían como destinatarios del
proceso descentralizador. Sin embargo, la discusión sobre la distribución por regiones del
presupuesto nacional venía de tiempo atrás. Como se sabe, esta repartición era -y todavía
es- un proceso de negociación política entre el ejecutivo y las élites regionales, mediada
más por las organizaciones partidistas que por el Congreso mismo. En la distribución
regional habría que incluir hasta los proyectos de interés nacional, como carreteras
55
troncales, grandes hidroeléctricas, montaje de refinerías de petróleo, etc., que en el juego
político electoral tienden a convertirse en banderas de "redención regional".
Aparte de otras consideraciones sobre el papel del Estado y las posibilidades de corrupción,
este mecanismo revelaba dos dificultades principales:
Los efectos de esta irracionalidad estructural sobre el equilibrio fiscal son evidentes.
Los resultados no fueron halagadores. Las anteriores propuestas se basaban más que todo
en la apertura de espacios de coordinación, no en mecanismos de real participación
territorial, y tenían como objetivo incrementar la capacidad de control sobre el gasto
público por parte del ejecutivo.
56
reorganización en salud y educación, ahora concluidos, los sectores restantes han
permanecido en relativa indefinición. Para ellos se había mantenido el esquema de
descentralización funcional o sectorial de las reformas de 1968. Es cierto que, por ejemplo
en obras públicas y transporte, tanto los municipios como los departamentos podían
adelantar inversiones con sus recursos propios, pero se conservaba el implícito de que las
obras más importantes deberían hacerse con cargo al presupuesto nacional y a través de las
oficinas seccionales de las entidades respectivas. Es más, a pesar de las variantes
introducidas por el mecanismo de cofinanciación, se admitía que programas como el DRI
seguían siendo programas especiales orientados desde el centro para inducir
transformaciones y crear condiciones de desarrollo económico y social, en el entendido de
que las regiones destinatarias no estaban en capacidad de hacerlo bajo su propia
espontaneidad y con sus propios recursos. Así, la infraestructura institucional de las
entidades territoriales, especialmente en cuanto capacidad técnica y de gestión, se conservó
en un bajo nivel (con pocas excepciones), dependiente de la iniciativa y acción de las
instituciones nacionales. Vale anotar, eso sí, que en algunas de éstas la capacidad técnica y
aún de gestión, ha sido incontrovertible, por ejemplo en Caminos Vecinales. Esto último
permite anticipar una observación sobre las propuestas descentralizadoras actuales: Lo que
ya era cierto, en agua potable y otros servicios de carácter municipal, es decir el escaso
desarrollo institucional, lo es aún más en sectores como obras públicas y, transporte, por lo
menos en lo que se refiere a los municipios, o su gran mayoría; con el agravante de que
estas capacidades institucionales técnicas tampoco se pueden encontrar a nivel local en el
ámbito privado. Reducir la cuestión aun problema de cofinanciación es perder de vista el
conjunto de las funciones que han venido prestando ciertas instituciones.
57
políticas y de la regulación. Esta observación sería innecesaria sino fuera porque revela una
intención fundamental de la actual política. En los decretos y los proyectos de ley tal
declaración de principios aparece una y otra vez, obsesivamente. El transporte, desde luego,
es de por sí un ámbito bastante amplio y complejo. En términos sencillos podría definirse
como el traslado de personas, animales o cosas de un punto a otro del espacio geográfico,
utilizando cualquiera de los medios que la naturaleza y la técnica han puesto al alcance del
hombre. No sólo forma parte del bienestar de la sociedad y de las posibilidades de ejercicio
de la libertad, sino que en sentido económico ocupa un lugar privilegiado en la extensión
del mercado, en la formación de los costos y por tanto en las condiciones de la acumulación
de capital. Por definición es un asunto público, independientemente de que a la vez sea una
esfera de inversión privada y de valorización del capital.
En principio hay, pues, que diferenciar entre transporte de carga y de pasajeros. Luego,
diferenciar según el modo: carreteras, ferrocarril, fluvial, marítimo, aéreo, por ductos.
Finalmente entre la infraestructura (vías en sentido amplio), los vehículos (también en
sentido amplio) y la actividad transportadora propiamente dicha.
La política pública tiene entonces que ver con la infraestructura, la industria del transporte
y la regulación de la operación misma (tránsito en sentido amplio). El objetivo general de
esta política será entonces asegurar, para el sector, disponibilidad, acceso, economía,
eficiencia, y eficacia, expresada esta última seguramente en velocidad, confiabilidad, y
seguridad.
Ahora bien, como parte de una política de desarrollo, siempre se ha considerado como un
instrumento privilegiado para mejorar las condiciones de la acumulación de capital. No
debe extrañar, por lo tanto, que en Colombia como en casi todos los países haya sido objeto
de la intervención directa del Estado y parte importante del gasto público, sobre todo
cuando se considera que es una forma de remover los que se llamaban "obstáculos al
desarrollo". Caso típico en el cual la inversión pública tenía que garantizar, por ejemplo, la
construcción de la infraestructura, ante la ausencia de un sustituto por la vía del mercado
que sólo podía venir en una etapa de crecimiento autosostenido. En Colombia fue un
imperativo claro de la economía exportadora por lo que se refiere al río Magdalena o a la
red ferroviaria, y, luego, de la integración nacional, en un país como éste de compleja
orografía. Hasta hace poco era una opción programática indiscutible pese a que sus
resultados no fueran satisfactorios; es esta opción precisamente la que se abandona con las
propuestas actuales; no se trata por lo tanto de una simple reforma institucional o de una
reestructuración del gasto público; la política de desarrollo cede su lugar, si acaso, a una
simple política pública.
58
Situación actual del transporte en Colombia
Ahora bien, se ha venido diciendo que la cobertura de la red de carreteras en el país es casi
total. Dicha afirmación puede y debe ser discutida no sea que volvamos a caer en las
ilusiones del "sobredimensionamiento", de ingrata recordación. Sin embargo, aparte de ello,
debe advertirse desde ya que de esa red sólo el 12% está pavimentada. La distribución del
kilometraje según la clasificación habitual es la siguiente:
- Troncales 6.000
- Secundarias 38.000
- Penetración 58.000
De este kilometraje el MOPT, a través de Fondo Vial Nacional atendía la totalidad de las
consideradas hasta ahora troncales y el 55% de las secundarias. A través del Fondo de
59
Caminos Vecinales se atiende el 52% de las de penetración. Lo restante se reparte entre
departamentos y municipios.
Los recursos con que cuenta el sector central para esta atención son los siguientes, por lo
menos nominalmente:
-De valorización
Cabe anotar que los modos marítimo, aéreo y ductos prácticamente se autofinancian, de ahí
que la dependencia de los recursos públicos se refiera fundamentalmente a los primeros
mencionados. Finalmente una advertencia que resulta útil para reconsiderar los lugares
comunes de los diagnósticos. En realidad el ministerio directamente sólo ha venido
ejecutando obras de conservación y rehabilitación pues la construcción de vías como tal
siempre se ha hecho por contrato. La conservación ha sido pues fundamentalmente la
función de los 26 Distritos de Obras, distribuidos por todo el país. Recientemente,
inclusive, aún esa labor de mantenimiento ha sido adelantada también por contrato con más
o menos 300 microempresas asociativas. Si se añade a esta constatación la dinámica de la
distribución regional del presupuesto que se comentó al principio, es fácil concluir que no
ha existido una real estrategia en materia de infraestructura; aparte de algunas obras en las
troncales, las cuales se contratan ( el ministerio, por cierto, tiene organizada la información
60
por contratos y no por obras), la intervención pública se ha dispersado en acciones que se
ejecutan bajo presiones.
No cabe duda que el diagnóstico está claramente marcado por la solución que se pretende
ofrecer. Se insiste en que las dificultades del sector se han originado, de una parte, en la
gran dependencia de la construcción de infraestructura de la capacidad de ejecución del
Estado y en el exceso de su intervención, tanto en regulación (que como es usual se
confunde con la tramitomanía) como en gestión directa; características que habrían inhibido
la participación del sector privado. y de otra parte, en el acentuado centralismo existente.
61
del país. En suma, en el diagnóstico no se enfrenta el problema real del sector que es en
buena parte la ausencia de planeación.
Ya para terminarse el presente gobierno, no tiene mucho sentido reiterar los programas
concretos 91-94 o el plan vial al año 2000 que se incluye en el Plan de desarrollo. (El
propósito es bastante obvio: otra vez concentrándose en carreteras, fortalecer los corredores
que llevan a la Costa Atlántica y algunas transversales necesarias para ellos. En segundo
lugar mejorar las vías a Buenaventura y Tumaco). Basta concretarse en el reordenamiento
institucional que, siendo el eje de la política, es además objeto del presente trabajo.
LA REORGANIZACION INSTITUCIONAL
Antecedentes
62
Al parecer la coordinación propuesta con las autoridades departamentales no tuvo ningún
efecto positivo sobre su estructura y modos de gestión. Es más, en las nuevas circunstancias
lógicamente el proceso de descomposición administrativa tenía que avanzar
aceleradamente. A la fecha los distritos ya son verdaderamente un peso muerto. Las
evaluaciones de la nueva modalidad son hasta ahora financieras e indican una mayor
eficiencia, expresada en menores costos por kilómetro conservado o recuperado. Esto hasta
cierto punto es algo obvio pues en la operación de los distritos hay un costo de planta de
personal con un acumulado de prestaciones sociales y otros beneficios convencionales,
además de otros costos fijos y de funcionamiento administrativo, lo cual no es válido para
las empresas asociativas que fijan el monto de los contratos según mínimos costos. Sin
embargo, no hay una evaluación consistente de los resultados en términos de calidad y
durabilidad y sobre todo de rendimientos a escala, en relación con el hecho de que en
muchas carreteras tendría que adelantarse una labor más de rehabilitación que de
conservación.
63
como el del carbón del Cerrejón. Nuevamente aunque sea tarde, valdría la pena preguntarse
si no existían otras alternativas de reestructuración del sistema portuario.
Una cosa es que el Estado abandone la ejecución directa de obras y como ha sido tradición
en Colombia la operación directa del transporte, y otra es que la propia infraestructura sea
objeto de explotación económica, sometiendo su desarrollo a una lógica de mercado.
Implicaría un nuevo e importante dispositivo de regulación que tocaría no sólo con las
especificaciones técnicas para garantizar adecuación y seguridad a las vías, sino también la
atención prioritaria de claras necesidades de desarrollo, la prevención de efectos
ambientales negativos, y, por supuesto, un marco aceptable para la fijación de tarifas.
Hasta ahora sin embargo, las modificaciones jurídicas marchan en otro sentido. En el
estatuto de contratación que merece estudio aparte, se registra ya una modificación
importante. Además de incluir la concesión para la construcción de Obras públicas como
una modalidad especial del contrato estatal, se establece además que la iniciativa para
concesionar pueda provenir de los mismos particulares. Esta precisión adicional revela la
importancia del tema que se está sugiriendo. En realidad el sistema de concesiones como
mecanismo de desarrollo de la infraestructura enfrenta el problema de la rentabilidad
requerida. Admitir la iniciativa de los particulares, independiza relativamente este
desarrollo de los planes trazados desde el Estado. En ese sentido habría que aceptar que la
estrategia racional de desarrollo del sector coincide con la lógica impuesta por las
rentabilidades relativas. y aparentemente es así si se tiene en cuenta que el mismo gobierno
establece como prioridad ciertas troncales (pensando sólo en carreteras) y las define en
buena parte por el elevado tráfico promedio y la mayor ponderación que tenga en éste el
tráfico pesado, casos en los cuales es de esperarse una alta tasa de retorno para el posible
inversionista. Aparte de que no parece conveniente que el Estado se prive, justamente, de lo
que puede ser un modo de autofinanciamiento para el sector, la inquietud es esta: Si la
estrategia fuere distinta, atendiendo mucho más a las necesidades de desarrollo económico
y a las posibilidades de formulas multimodales, la conclusión deja de ser evidente.
Replanteamiento global
A pesar de que los pasos que se han dado constituyen, por decirlo así, "picas en Flandes",
en términos del cambio de orientación de las políticas públicas en esta materia, es claro que
debía adelantarse una transformación del marco normativo e institucional. El gobierno
64
preparó entonces el proyecto de lo que hoy es la Ley 105 de diciembre de 1993 sobre el
sector y el sistema nacional de transporte.
Fácil es comprender que este marco resulta indispensable para llegar aun verdadero
esquema de distribución de competencias y recursos en el sector. En lo que se refiere a
competencias cabe resaltar que en este proyecto claramente se precisa lo correspondiente a
departamentos y municipios y lo que es más importante, se trazan los lineamientos de un
plan para el traspaso de dichas competencias cuando ellas se encuentren a cargo de la
nación. Por otra parte, se preveía un esquema de distribución de los recursos. Precisamente,
en la versión inicial se contemplaban, además de tarifas, peajes y de la valorización,
algunas transferencias hacia las entidades territoriales para conservación y construcción de
carreteras. Dichas transferencias desaparecieron del texto cuando se presentó el proyecto
NO.100 en el cual se habla más bien de los recursos de cofinanciación del Fondo de
Infraestructura Vial y Urbana (D. 2132). En todo caso, sí se plantean criterios de
financiación.
65
Finalmente se tocan los aspectos de adecuación de las estructuras administrativas de las
entidades territoriales, y de los planes territoriales de transporte. En síntesis, el proyecto,
representaba una propuesta global de reordenamiento, discutible seguramente, pero válida
como esfuerzo de reforma comprehensiva.
Una vez en el Congreso, la Comisión nombrada para el efecto, hizo una serie de
correcciones, algunas que contribuían a aclarar sus términos, otras, confunden los
contenidos toda vez que expresan el resultado de presiones de grupos de parlamentarios.
Como se dijo, la ley ya fue aprobada por el Congreso. Allí se incluyen ciertas
"salvaguardas". Por ejemplo, cuando dice: "La Nación no podrá entregar responsabilidades
sin la definición, apropiación o giro de los recursos necesarios". (Art. No.16)
En principio este decreto debería considerarse como una simple adecuación institucional.
Igual que todos los demás de la modernización pues en el espíritu del artículo 20 de la
Constitución se buscaba reestructurar la rama ejecutiva para ponerla en consonancia con la
nueva distribución de recursos y competencias que, estando prevista en la misma Carta,
debía desarrollarse legislativamente. El problema consiste en este caso (y tal vez en otros)
en que la dicha reasignación de competencias, así como el replanteamiento en el enfoque,
no estaba desarrollada. Es por eso que el decreto materializa la reasignación de funciones,
la mayoría de las veces por exclusión.
Es decir, al definir las funciones del Ministerio se deja en la práctica un conjunto de ellas
que tendrían que ser asumidas por las entidades territoriales. Al mismo tiempo, consagra
implícitamente el nuevo enfoque de la política de transporte cuando delimita la nueva
órbita de acción del Ministerio y sus nuevas entidades adscritas. Efectivamente hay una
coherencia con los lineamientos expresados en el proyecto de ley -es más, algunos puntos
que se encontraban en su versión inicial aparecieron en el decreto- sin embargo el hecho de
que ese proyecto que se juzgaba necesario ( es decir su contenido se consideraba materia de
ley) no hubiera agotado su trámite parlamentario, deja una duda: podía, el gobierno, pasarlo
como decreto, o estaba rebasando el marco de las facultades de que disponía ?
66
EL SISTEMA TRIBUTARIO DE LAS ENTIDADES TERRITORIALES
DENTRO DE LA ESTRATEGIA DE DESCENTRALIZACION*
INTRODUCCION
Para cumplir este cometido, este trabajo se ha organizado haciendo referencia a cada uno de
los hitos mencionados, para concluir en el análisis de los resultados, en la identificación de
tendencias, tanto en el discurso como en las reformas, y en la formulación de algunos
elementos a ser considerados como fundamento de una estrategia global (de
descentralización) alternativa a la que esbozan el discurso y las reformas mencionadas.
El primer capítulo se refiere a la situación de las finanzas territoriales a comienzos de la
década, en comparación con el fisco nacional y el consolidado del sector público
colombiano; en el segundo, se alude a los planteamientos de la Misión Bird- Wiesner sobre
Finanzas Intergubernamentales y a las recomendaciones generales el tercero, se refiere a las
reformas adoptadas en desarrollo de dichas recomendaciones: la Ley 14 de 1983, la Ley 12
de 1986 y las demás normas que reglamentan o modifican aspectos específicos de la
materia contenida en dichas leyes; en el cuarto capítulo se traen a colación las
modificaciones introducidas por la Constitución de 1991; el quinto, sintetiza los
planteamientos centrales de la Misión para Descentralización; en el sexto capítulo, se
elabora una síntesis del contenido de los últimos proyectos presentados para el
establecimiento de un régimen tributario para las entidades territoriales; el séptimo contiene
una evaluación de los resultados obtenidos con la reformas y del contenido del discurso y
de los proyectos de ley; finalmente, se identifican algunos elementos para la posterior
formulación de una estrategia fiscal alternativa, como parte constitutiva de un modelo más
coherente de descentralización.
ANTECEDENTES
Sobre esta base se elaboró el diagnóstico de la Misión, que mostraba una exigua capacidad
de generación de recursos propios por parte de las entidades territoriales, reflejo de
instrumentos fiscales, antitécnicos, heterogéneos e inelásticos al crecimiento de la actividad
económica. Esto no sólo era indicativo de un rol marginal en la gestión de ingresos
públicos, sino que se manifestaba en la necesidad de movilizar hacia ellas recursos de la
Nación, por medio de transferencias, para atender sus necesidades de gasto.
1
Informe Final, Tabla 3-3, p. 56.
2
Obra citada, tabla 11-1, p. 228.
68
Para el caso municipal, los impuestos generaban el 30% de los ingresos totales en 1967 y
pasaron a 18.7% en 1978, con una pérdida de participación del 38%, compensada en parte
con transferencias, que ampliaron su participación de 7.7% a 12.5% en el mismo lapso;
como también con otros ingresos no tributarios (operación comercial de empresas públicas
municipales), cuyo producto pasó de significar un 35.4% de los recursos totales en 1967 a
44.5% en 19783.
Así, según la Misión, se configuraba una inadecuada estructura fiscal del sector público
colombiano, pues en ella los entes territoriales no contaban con la solvencia financiera
necesaria para atender sus responsabilidades y era necesario mantener un sistema de
transferencias basado en la distribución sin contraprestación de una proporción
considerable de recursos de la Nación, lo cual desestimulaba la realización de esfuerzo
fiscal en la generación de rentas propias por parte de las primeras. Esta situación se
caracterizó como pereza fiscal y, junto con la proliferación de rentas de destinación
específica, recibieron la denominación de laberinto fiscal, considerado como problema
central de la organización fiscal colombiana.
El crecimiento real anual de los ingresos tributarios departamentales entre 1967 y 1981 fue
de 1.7% ; el de los tributos de los municipios capitales fue de 2.3%, en ambos casos inferior
al crecimiento promedio de la economía y al crecimiento demográfico. Al considerar el
subperíodo 1977-1981, dichas tasas fueron del 3.8% y 4.1%.
33
Ibid, tabla 12-1, p. 260.
4
Medido como la relación entre los recaudos tributarios per cápita y el ingreso personal.
5
Ibid. Tabla 11-3, p. 236.
69
y 1975, mientras que el más bajo fue de 0.59 para Cundinamarca (Tabla 11-5 del mismo
informe). En el caso del impuesto al consumo de licores, la elasticidad promedio fue de
0.87 , con niveles entre 0.31 (Magdalena) y 1.52 (Caldas). En el impuesto al consumo de
tabaco, la elasticidad promedio fue de 0.77, con un nivel mínimo de 0.19 (Guajira) y
máximo de 1.13 (Sucre).
Para los municipios capitales, entre 1967 y 1978 el impuesto de industria y comercio
registró un comportamiento bastante dinámico; al considerar los municipios no capitales se
observaba un crecimiento real negativo tanto en industria y comercio, como en el predial.
Su contribución a la generación total de recaudos tributarios municipales pasó de 17% en
1967 a 28% en 1979.
Excluidas Bogotá7 y Medellín, la tarifa efectiva del predial en 1980 era de 10.7 por mil en
Cali, de 10.1 por mil en Barranquilla; entre el 1.2 por mil (Villavicencio) y el 4.1 por mil
(Pasto) en las demás capitales y de 2.4 por mil en promedio para los municipios restantes8.
Para 1980, los ingresos tributarios nacionales representaban un 10.6% con respecto al PIB;
los tributos departamentales, un 1.6% y los municipales, un 0.7%. Dentro del consolidado
de ingresos tributarios del sector público colombiano, los impuestos nacionales aportaban
un 82.2% del total, mientras los departamentales contribuían con 12.4% y los municipales
con 5.4%.
De otra parte y, quizás, más importante porque determina la justificación real y el objetivo
más inmediato de las reformas emprendidas entre 1982 y 1983, la situación de las finanzas
nacionales acusaba un estado crítico, manifiesto en la situación del déficit fiscal -extendido
también al orden territorial-; alta inercia en la presupuestación de los gastos, agudización de
tendencias inflacionarias, estimulada por la exacerbada utilización de mecanismos
inflacionarios para el financiamiento del déficit público; elevados niveles de evasión y
elusión fiscal, sumadas a la carencia de autonomía y a la debilidad de la administración
6
Ibid, Tabla 12-4, p. 267.
7
Pese a tener una tarifa legal de 14.4 por mil, Bogotá registró en 1972 una tarifa efectiva del predial de 4.9
por mil.
8
Ibid, Tabla 12-6, p. 271.
70
tributaria. Finalmente, la recesión constituía elemento central del entorno dentro del cual se
formularían las medidas de reforma fiscal9.
De otra parte, ocupa lugar central la formulación de recomendaciones para fortalecer los
recursos fiscales territoriales, bajo la consideración de que las ciudades mayores y los
departamentos más ricos podrían autofinanciar la expansión de sus servicios públicos.
Dado que una reforma más profunda de los sistemas de transferencias requería de una
reforma constitucional, el énfasis quedó en el ajuste de los instrumentos fiscales
territoriales, preservando sin modificaciones profundas dichos sistemas.
-Unificar las bases gravables de los impuestos, utilizando para ello los modelos y
experiencia desarrollados en algunas ciudades y departamentos.
9
E irían a reflejarse en el amplio contenido de incentivos para impulsar la dinámica económica, orientados
hacia la producción, más que a la demanda, entre los cuales se encontraban incentivos a la capitalización de
sociedades, amnistías, presunciones, exenciones, deducciones, eliminación de doble tributación, etc.
71
-Entre la opción de transformar el impuesto de industria y comercio en impuesto a las
ventas al detal o fijar la determinación de su base gravable en los ingresos brutos, por
simplicidad se prefirió recomendar esto último.
-Definir, en lo posible, rangos de tarifas a ser adoptados por parte de las corporaciones
públicas en las respectivas entidades territoriales (especialmente para predial e industria y
comercio).
Vistas en conjunto con las demás medidas que desarrollaron las bases de la
descentralización en la década pasada, las reformas significan un cambio en la organización
política y administrativa de las entidades territoriales, que vino a formalizarse aun más con
la expedición de la Constitución de 1991.
Objetivos generales
El deterioro de los fiscos de las entidades territoriales ha sido, en las dos últimas décadas,
preocupación constante para el Gobierno Nacional. Así lo señalan los continuos esfuerzos
por reorganizar las finanzas intergubernamentales, tales como los realizados por la Misión
Musgrave, la reforma del 68, los estudios previos a la convocatoria de la Asamblea
Constituyente y la Misión Bird-Wiesner. Los diagnósticos coincidían en señalar el carácter
específico de los gravámenes y la heterogeneidad y dispersión de la base tributaria como las
principales causas de la postración fiscal de las entidades territoriales. Esto impedía ajustar
el valor de los recaudos al proceso inflacionario y al mayor valor de los bienes, productos y
transacciones objeto de los impuestos. Para corregir estas deficiencias, la Ley 14 de 1983
estableció el sistema ad valorem (porcentual) para las tarifas de los gravámenes afectados y
proveyó los elementos normativos para unificar las tarifas, bases gravables, sujetos
responsables, etc.
10
Esta recomendación ya había sido formulada por la Misión Musgrave. por la AID (R. Bird) y D.Netzer en
1967. según lo indica Fernando Rojas en "La Reforma Tributaria 1982-83" Documentos ANIF. mayo de
1983. p. 72.
72
Complementariamente, se dispuso una ampliación sustantiva de las transferencias del IVA
para los municipios, basada en criterios que pretendían, como objetivo explícito y
fundamental, favorecer a las localidades más pequeñas y, consecuentemente, más débiles.
Con ello, se rubricaba la voluntad de robustecer fiscal y financieramente a los municipios,
incluyendo los centros urbanos más atrasados y distantes de la dinámica económica y
social, para ponerlos a tono con las nuevas funciones y responsabilidades que se les
atribuyeron.
Ley 14 de l983
Objetivos
d) Establecer tarifas ad valorem, rangos dentro de los cuales sean fijadas y, en los casos
pertinentes, topes mínimos ajustables para el impuesto.
Contenido de la reforma
i. Modificó la base gravable mediante la actualización de los avalúos con incrementos del
10% anual por cada año de atraso, hasta por un período de 15 años; ajustes automáticos de
acuerdo al índice de precios de la tierra, por un período no mayor de 5 años, y formación y
actualización del catastro de todos los municipios del país a más tardar a diciembre de
1988.
ii. Estableció un rango de tarifas entre el 4 y el 12 por mil, sin perjuicio de que los
municipios conservaran las que tenían con anterioridad a la expedición de la ley, en el caso
de que no fueran menores del 4 por mil.
73
b) Impuesto de Industria y Comercio. Definió como materia imponible todas las actividades
comerciales, industriales y de servicios ejercidas o realizadas en las respectivas
jurisdicciones municipales, directa o indirectamente, por personas naturales, jurídicas o por
sociedades de hecho, cumplidas con carácter permanente u ocasional, en inmuebles
determinados, con establecimientos de comercio o sin ellos.
ii. Estableció por base gravable el promedio mensual de ingresos brutos del año inmediato
anterior, con exclusión de las devoluciones provenientes de ventas de activos y
exportaciones, recaudo de impuestos y percepción de subsidios.
iii. Señaló un límite para las tarifas, del 2 al 10 mensual para actividades comerciales y de
servicios y del 2 al 7 por mil para actividades industriales.
iv. Incorporó el impuesto de avisos y tableros, como el 15% del valor liquidado por
Industria y Comercio. Igualmente, extendió el impuesto al sector financiero, con tarifas
particulares para cada tipo de intermediario financiero.
Unificó la tarifa del 2 por mil sobre el valor comercial de los vehículos, de acuerdo a la
tabla de valores publicada anualmente por el INTRA.
Estableció una nueva modalidad tarifaria única nacional, igual al precio promedio nacional
de la botella de aguardiente de 750 cc. Para otras bebidas alcohólicas destiladas y
fermentadas definió tarifas diferenciales.
ii. Definió un rango de tarifas crecientes, entre el 8 y el 25 por mil, de acuerdo al valor del
vehículo, con un mínimo de $800, reajustable.
iii. Señaló la exención de los vehículos de servicio público, de las entidades oficiales, los
buses de transporte escolar, la maquinaria agrícola y la destinada a la construcción de vías
públicas.
iv. Dio destinación específica a los recaudos, asignando un mínimo del 80% para inversión
y/o servicio de la deuda.
74
g) Impuesto y subsidio a la gasolina motor .
Modificó las tarifas específicas del impuesto a la gasolina, por una ad valorem del 0.6 por
mil para 1984 y del 1.0 por mil desde 1985. De manera similar modificó las tarifas
correspondientes al subsidio a la gasolina, fijándolas en 0.9 por mil para 1984, 1.8 por mil
para 1985 y 2 por mil desde 1986.
Ley 12 de 1986
Esta ley tenía entre sus propósitos: i) fortalecer los fiscos de los municipios,
complementando lo dispuesto en la Ley 14 de 1983; ii) fortalecer los municipios con menos
de 100.000 habitantes, otorgándoles una porción adicional de la cesión del IVA;
iii) propiciar un aumento de eficiencia administrativa y fiscal en los municipios, con
incremento en los recaudos en sus impuestos; iv) asignar a la administración municipal
funciones correspondientes al ámbito local, y complementar las demás reformas políticas,
fiscales y administrativas descentralistas ; v) garantizar la destinación a inversión de una
porción de las transferencias del IVA a los municipios, y dar impulso a entidades de apoyo
a los municipios en capacitación, asistencia técnica y crédito (ESAP, IGAC y FFDU)
Medidas Complementarias
Resultados
75
a) La aplicación de las reformas introducidas por la ley ha significado un incremento
absoluto en los ingresos fiscales locales y departamentales.
g) El bajo esfuerzo tributario, interpretado como signo de pereza fiscal por la Misión Bird-
Wiesner, obedece no sólo a deficiencias administrativas y a la injerencia de intereses
políticos en la determinación de tarifas y procedimientos,sino a fenómenos que constituyen
límites estructurales y al margen de acción fiscal que otorga la capacidad -relativamente
exigua- de provisión estatal de infraestructura y servicios, que se plantea como límite real
para la elevación de la carga fiscal.
i) Entre los esfuerzos administrativos que se han realizado, o están en curso de adopción, en
los municipios para la gestión tributaria se registra la adopción de una estructura
organizacional adecuada para la gestión tributaria, moderna y tecnificada, con registro
actualizado de contribuyentes, asesoría tributaria, procedimientos sistematizados, recaudo
bancario, auditoría de sistemas, inspección y fiscalización permanente sobre la totalidad de
las rentas.
76
j) La falta de un balance en cuanto a la suficiencia de las transferencias programadas para
atender las necesidades y funciones trasladadas a los entes territoriales generó caos en el
proceso de descentralización, dilatando considerablemente su implantación y el logro de
resultados concretos.
k) En síntesis, aunque las reformas fiscales lograron una ampliación cuantitativa general de
los recaudos tributarios en las entidades territoriales, ha tenido poco impacto en la
modernización de la administración tributaria en las entidades territoriales de menor
tamaño y no ha logrado romper las naturales tendencias concentradoras del desarrollo
económico y social, contribuyendo a la ampliación de la brecha existente entre las regiones
con perspectivas de crecimiento y las rezagadas, con el agravante de que, al no contar con
criterios para la distribución de recursos de acuerdo con las necesidades, ha sido inevitable
entrar en un costoso proceso de financiamiento de unidades administrativas disfuncionales
que, de otra forma, habrían derivado hacia una reacomodación más racional.
En municipios
b) Pese a lo anterior, el esfuerzo tributario per cápita sigue siendo insignificante, dispar y
signo de inequidad en el sistema fiscal global.
c) Se observa, en general, una mejor definición de las bases gravables y, en el caso del
predial, una evolución bastante más dinámica de ésta frente a la situación precedente. En
tarifas, a excepción del predial, la situación parece haberse modificado formalmente, mas
no realmente en la administración de los impuestos en pequeños municipios, en los cuales
aún se aplican tarifas específicas.
Predial
e) El período definido inicialmente para la formación de avalúos catastrales por parte del
IGAC y de los demás entes especializados resultó insuficiente, dadas las limitaciones
enfrentadas en la capacidad operativa del Instituto. En efecto, el programa de formación de
77
catastros para los municipios colombianos que debía haberse concluido en 1988, solamente
se terminará durante 1993 (99% de los municipios a cargo del IGAC)11.
A valúo Promedio
11
IGAC. El Catastro de Propósito Múltiple, Herramienta Eficaz para el Municipio Colombiano. Santa Fe de
Bogotá, marzo de 1993, p. 13.
78
f) Sin embargo, la tarifa efectiva12 ha observado un comportamiento distinto, que recoge la
incidencia de problemas administrativos en el recaudo, pero que también lleva a reconocer
un límite objetivo en las posibilidades de financiamiento municipal a partir de este
impuesto. Como puede observarse en el cuadro y gráficas anexos, la tarifa efectiva
promedio pasó de 4 por mil en 1985 a 5.48 por mil en 1990; cayó a 5.36 por mil en 1991 y
volvió a subir a 5.77 por mil en 1992.
-Desconocimiento de los montos del debido cobrar, que se presume alto, debido a los
considerables desfases existentes entre recaudos reales y potenciales
12
Expresada como la relación entre recaudos del predial y avalúos catastrales.
79
-Elevada proporción de exenciones, que cubren aproximadamente el 50% de los
contribuyentes totales13
Industria y comercio
k) En municipios más pequeños, aun con adaptaciones híbridas de las normas, se han
registrado aumentos en los recaudos, los cuales, sin embargo, están limitados por factores
estructurales, relacionados con la composición y posibilidades de crecimiento de su
economía.
13
En algunos casos están exentos del pago del impuesto los sindicatos y juntas de acción comunal, las
industrias nuevas, los hoteles nuevos, la vivienda para avalúos inferiores, la vivienda financiada con UPAC
con avalúos bajos, los predios rurales con bajo avalúo y áreas pequeñas, los edificios nuevos destinados a
parqueaderos, los lotes inconstruibles e inservibles. etc.
80
LA MATRIZ DE DESCENTRALIZACION DEL DIAGNOSTICO y
LAS TENDENCIAS
*FESCOL-FAUS
INTRODUCCION
El presente texto recoge las conclusiones del diagnóstico que sobre el proceso de
descentralización fue realizado bajo el auspicio de FESCOL.
Algo similar ocurre con el propósito de estabilización. De alguna forma éste objetivo de
política tiene que ver con la suerte y el diseño de la política pública de descentralización, y
aunque no aparece como aspecto de primera línea en todas las dimensiones fiscales y
administrativas, sí es cierto que cobra importancia alrededor de temas específicos, como es
el caso reciente de la discusión suscitada acerca del Fondo de Estabilización Petrolero y las
exigencias regionales y territoriales por acceder a tales recursos.
Se quiso examinar también la forma en que en los campos fiscal y administrativo se han
expresado las diferencias y la enorme heterogeneidad de lo territorial. Las dinámicas
fiscales han sido variables entre las entidades territoriales y también lo han sido los grados
de desarrollo de las instituciones. Las políticas parecen ser menos consistentes en su
tratamiento frente a las diferencias existentes al interior de los departamentos, los distritos y
los municipios.
82
Esta línea evaluativa que se abre en el texto, más que una obra terminada es un ensayo de
tentativa metodológica que bien vale la pena explorar más a profundidad por otros
académicos y estudiosos del tema de la descentralización en el país.
Regalías
Por consiguiente, los determinantes básicos para la regulación de las regalías provienen de
la Constitución Política misma y de las leyes preexistentes. Habrá un nuevo ordenamiento
jurídico que a través del Congreso se referirá al fondo nacional de regalías y nuevamente
determinará los criterios de distribución de las regalías que sean propiedad de las entidades
territoriales.
Los conflictos que emergen del ordenamiento territorial actualmente vigente y que hay que
considerar cuando se aborda el estado del arte en que se encuentra el sistema de regalías,
son los siguientes:
83
Por el denominado efecto Cusiana-Cupiagua, en valor presente, entrarán al país, en calidad
de utilidades públicas, cerca de US $ 13,800 millones de 1994, o lo que hace cerca del 23%
del PIB, que significarán un incremento anual por habitante de US $ 400.
En 1997, el efecto agregado de Cusiana será especialmente importante, puesto que el valor
de las exportaciones por dicho concepto ascenderá a US $ 4.500 millones, lo que hace más
del 40% de las del país, y en términos fiscales representará el 12% de los ingresos del
sector central.
Las utilidades que generará al Estado entre 1997 y unos años, después del próximo siglo,
estarán en el orden de entre US $ 2.600 millones y US $ 3.500 millones anuales, de las
cuales la nación se llevará el 60% y los entes territoriales alrededor del 40%, incluyendo
transferencias y regalías.
Las entidades regionales y locales recibirán entre 1994 y el año 2005, US $ 3.480 millones
provenientes por regalías, y capturarán US $ 2.085 millones de transferencias del gobierno
central, por el efecto que sobre los ingresos corrientes generará el mayor recaudo de
impuesto de renta a la nación.
Las regalías pasarán del 0.6% del PIB en 1993, al 1.4% del PIB en 1998. El flujo anual de
regalías territoriales será de aproximadamente US $ 750 millones en los años de mayor
explotación del yacimiento, y el flujo anual por todas las regalías será cercano a los US $
1.000 millones1.
Los propósitos macroeconómicos han sido parte del tono con el cual se ha querido enfocar
el problema de las regalías. Frente a esta postura, las entidades territoriales, especialmente
las productoras y las potencialmente beneficiarias, encaran la cuestión en atención a
asegurar los mayores recursos posibles, y en función de sus necesidades espaciales.
ii) La nación, a través de la ley, deberá determinar todos los aspectos relativos a las regalías
que corresponden a los departamentos ya los municipios en aspectos esenciales como el
monto, la forma de determinarlo, los criterios de reparto y la destinación de los recursos.
1
Cifras entregadas en el seminario "Cusiana y la economía colombiana en los años noventa" por el Presidente
de la República y el Director del Departamento Administrativo de Planeación -DNP-, en julio de 19:3, en
Santafé de Bogotá.
84
Por su parte, a los departamentos y municipios les corresponde el aprovechamiento de estos
recursos. La localización de los yacimientos pone en controversia fuerzas en desigualdad de
condiciones, toda vez que los entes territoriales respecto de las cuales se va a decidir en la
participación de los recursos, amén de cobijar pocos municipios y departamentos, tienen
poca interlocución política frente al Estado central.
Municipios.
Los resultados arrojados por las cifras tributarias durante los años ochenta, si bien
evidencian nuevas tendencias, conservan una estructura de participación análoga de los
ingresos de los gobiernos nacional y sub nacional en los ingresos totales, conforme a lo que
ocurría a finales de la década de los setenta. Se ha llegado a una situación inercial de
carácter estructural, puesto que a pesar de los esfuerzos realizados en materia tributaria,
tendientes a reanimar la conducta de los fiscos regionales y locales, la situación de cada
nivel tributario de gobierno no se modifica en forma drástica. y todo ello a pesar de la
movilidad y dinámica del nivel municipal.
De conformidad con las cifras de la Misión Wiesner, el nivel municipal es el que crece a un
mayor ritmo, puesto que sus ingresos se incrementan, año a año, más que el Producto
Interno Bruto -PIB- a lo largo de la década de los años ochenta. Precisamente con respecto
al PIB, aumenta su participación en forma modesta, dado el volumen reducido de los
recursos tributarios, de los cuales se parte a principios de la década de los ochenta, pero aun
así se registra un quiebre en la tendencia que se observaba sostenidamente desde las
décadas anteriores. La situación varía también marginalmente, pero igual se quiebra la
tendencia cuando se examina la estructura de ingresos tributarios de todo el Estado
22
Cuyo autor principal es EDUARDO WIESNER DURÁN, "Colombia: descentralización y federalismo
fiscal".
85
colombiano, y se observa la participación del nivel local, el cual repunta con respecto al
total.
Para efectos del análisis, el nivel municipal3 es dividido en tres sectores: central,
descentralizado y de las empresas no financieras.
En el sector central se observa la pérdida relativa de los ingresos tributarios con respecto a
los totales, dado que, en principio, representaban más de la mitad de los ingresos al inicio
de la década4, mientras que al final cayeron en cerca de cinco puntos porcentuales. Dicha
tendencia se complementa con la importancia relativa ganada por los ingresos de
transferencias nacionales giradas a los municipios, que aumentan su participación en los
totales en cerca de un 60%. La tendencia a lo largo de la década de los noventa indica que
estos recursos crecerán en forma aún más substancial, toda vez que sus tasas de incremento
anuales serán significativamente mayores al crecimiento real de la economía colombiana
por el sistema progresivo incremental del porcentaje transferible sobre ingresos corrientes
nacionales y por la elasticidad ingreso positiva de estos últimos.
Así pues, los impuestos hacen el 36% aproximado del total de ingresos de los sectores
central y descentralizado del nivel municipal, en 1980, pero descienden al 29% en 1990.
Pese a todo, como se ha visto, los ingresos tributarios que más crecen en términos reales
son los del nivel municipal, en comparación con los otros niveles de gobierno y
principalmente los del sector central, en contraste con los sectores descentralizado y de
empresas no financieras del mismo nivel.
Durante la década de los ochenta los recursos que explican entre un 60% y un 70% del total
de ingresos tributarios municipales son los de industria y comercio y los de predial. El
impuesto predial mantiene su participación más o menos estable, aunque con algunas
fluctuaciones a la baja, pero es francamente el impuesto de industria y comercio el que
mantiene el nivel al alza, hasta llegar a ser un 43% en el último año del período de análisis.
3
Igual procedimiento se observa con respecto al nivel departamental.
4
El total de ingresos está constituido por varios conceptos a saber: los ingresos tributarios. los ingresos no
tributarios y las transferencias recibidas.
86
descentralizado. Por lo que respecta al primero, se multiplica por tres en su peso relativo5
durante los diez años de la serie cifral reconstruida por el informe Wiesner. La contribución
de valorización se divide por tres, en el sentido contrario, llegando a ser inferior en su
representatividad frente a aquél6; en términos reales la contribución de valorización cae en
un 37%. Los "otros" recursos tributarios oscilan en su participación, pero terminan cayendo
hacia el término del período7.
Departamentos
En este caso, como se afirma a lo largo del análisis de las regalías en el aparte de
estabilización que más adelante se incluye, descontando los ingresos por regalías y las
transferencias nacionales, los ingresos departamentales han decrecido ligeramente en
términos reales para 1990, con respecto a 1980. La mayor parte de sus tributos propios
crecieron por debajo del ritmo al cual 10 hizo el PIB, y sólo creció en forma
excepcionalmente alta desde 1985 el impuesto de timbre nacional sobre vehículos
automotores, que fue cedido por la nación a los departamentos por la reforma tributaria de
1983.
También es claro que existe una estructura tributaria concentrada en tres grandes tributos:
consumo de licores, cerveza y cigarrillos, todos los cuales crecen a ritmos inferiores a los
del PIB durante la década anterior. Estos tributos presentan serias dificultades para su
crecimiento y son precisamente los más polémicos en términos de sus tendencias de
reforma actual.
Las transferencias nacionales representan cada vez más un importante volumen de recursos
para financiar el déficit propio de ese nivel de gobierno, en especial en sus sectores central
y protuberantemente en su sector descentralizado. El sector de empresas no financieras
genera un importante superávit de operación y produce en su mayor parte (90%) ingresos
no tributarios, pero en total es sustancialmente inferior al volumen de transferencias que
recibe el nivel departamental, por lo menos en seis veces.
Balance
El país examinó opacamente diversas opciones para estructurar su diseño tributario de cara
al ordenamiento territorial vigente y al adoptado en 1991 por la Asamblea Nacional
Constituyente. Pero no reorientó drásticamente su sistema tradicional anterior a la última
reforma constitucional. y en este aspecto está enmarcado en el modelo de la mayor parte de
países en vías de desarrollo, en los cuales el peso comparativo de la tributación propia
territorial es muy inferior al nivel nacional, presionando la adopción de un creciente,
diversificado y complejo sistema de relaciones fiscales intergubernamentales.
5
Pasa de significar el 2.8% al 7.5%.
6
Pasa de representar el 15.5%, al 5.2% en 1990.
7
En 1990 equivalen a un 14% del total. contra el 17.4% inicial.
87
El dilema entre un rediseño de las competencias fiscales y la aceptación del sistema
anterior, con unos pocos grados adicionales de libertad, se resolvió en favor de este último.
Todo ello a pesar de un importante discurso pre-constituyente de federalismo fiscal.
La dinámica de los ingresos públicos territoriales municipales no dejan, sin embargo, de ser
importantes, aunque los límites técnicos y políticos del crecimiento tributario local puedan
estar en duda hacia el futuro. Lo que no deja lugar a discusión es el crecimiento de aquellos
recursos a cuenta de las mayores participaciones y transferencias nacionales, o de los
recursos supletorios provenientes del régimen de regalías. La suficiencia de este modelo de
financiación frente a las responsabilidades de gasto son examinadas en otro aparte de este
capítulo y se corresponden con el estudio estadístico realizado sobre el particular por
Mauricio Vásquez.
La definición sobre los tipos de impuestos y sus elementos sustantivos siguen depositados
en la nación, en materias como los sujetos activos, pasivos, el régimen de alícuotas
imponibles, la materia gravable, los hechos generadores e imponibles y las condiciones
generales básicas que definen el tributo. Aún más, como tendencia general se observa el
esfuerzo en reorientar estos tributos bajo la lógica de la reforma aplicada a los impuestos
nacionales en los últimos años, no sin generar resistencias y traumatismos en el trámite de
esas reformas, en la medida en que se teme, por parte de las entidades territoriales, una
caída en sus ingresos.
88
poco significativos y que las entidades territoriales introduzcan cobros a título de derechos,
tasas o contribuciones, según las necesidades y particularidades de cada cual, sin tener que
someterse a las exigencias del nivel central, o a pasar por un proceso decisional ajeno a las
exigencias de financiación y a las condiciones locales, por ejemplo, cuando se trata de
elevar a ley la creación o modificación de tributos. Aquí se encontraría una tendencia de
carácter "autonomista" frente al diseño tributario del ordenamiento territorial, pero
combinada con una nueva concepción de la generación de ingresos y la financiación del
gasto, basada en el denominado principio del beneficio.
Para otros enfoques discursivos, como el de la Misión Wiesner, lo importante parece ser el
sistema de asignación de gasto y la capacidad decisional de los habitantes para negociar sus
propios gravámenes con las autoridades políticas, todo lo cual es la base de la eficiencia y
el adecuado control del sistema fiscal. En sentido estricto, este enfoque de federalismo
fiscal se encuentra en la base de la crítica al sistema de transferencias tradicionales y apunta
más a complacer las exigencias de un modelo teórico particular, orientado por las reglas del
mercado, por las exigencias del equilibrio fiscal y la eficiencia, como reglas básicas desde
las cuales debe juzgarse el sistema territorial de finanzas públicas.
Transferencias
Las transferencias del situado fiscal y de inversión social están diseñadas en función de los
departamentos, distritos y municipios, y la última tiene en cuenta los resguardos indígenas,
en espera de una regulación más integral sobre las entidades territoriales indígenas, la cual
es remitida a la ley orgánica de ordenamiento territorial (Sobre este particular ver el trabajo
de Iván Jaramillo Pérez, contenido en la publicación).
La conclusión resultante del análisis de las transferencias del situado fiscal y de las
participaciones de inversión social respecto del ordenamiento territorial, indican que se
trata de un diseño parcial, pues se centra principalmente en tres niveles de ese
ordenamiento: los departamentos, los distritos y los municipios. No obstante, dicho enfoque
parece realista, pues la tradición institucional previa, las tendencias hacia las cuales
apuntaba el modelo descentralizador de los sectores financiados, y la carencia previa de una
ley orgánica de ordenamiento territorial que permitiera visualizar un cuadro más integral de
competencias al momento del diseño de la nueva política, no podía menos que restringir el
sistema de financiación y de relaciones gubernamentales de competencias y recursos a los
niveles ya mencionados.
Con ocasión de las transferencias y las participaciones, se anuda una división institucional
del trabajo entre la nación y los referidos niveles territoriales.
En el caso del situado fiscal, la nación tiene un papel claro de dirección durante la
transición, concebida como el período previo a la certificación de requisitos para la
asunción descentralizada de los servicios. Posteriormente mantiene un rol importante en la
89
coordinación, articulación de la planeación sectorial, apoyo técnico, seguimiento,
evaluación y control e incluso una eventual intervención directa sobre los servicios de salud
y educación. Los planes nacional y territoriales son los instrumentos más importantes de
articulación de acciones, aunque sean probablemente insuficientes en la práctica.
Situado fiscal
De conformidad con el diseño actual, el situado fiscal de educación comprende todos los
recursos que anteriormente financiaban la educación preescolar, primaria, secundaria y
media vocacional. En contraste con ello y hasta 1993 inclusive, el antiguo situado fiscal de
educación financiaba la educación primaria, mientras que otros recursos de destinación
especial y diferentes partidas del presupuesto nacional financiaban el funcionamiento de los
otros niveles de la educación.
La competencia institucional para la prestación de los servicios del primer nivel de atención
en salud es de los municipios, la del segundo y tercer nivel de atención es de los
departamentos, y la de los tres niveles corresponde a los distritos capital y especiales.
También, y para cada caso, es necesario reunir una serie de requisitos que acrediten la
asunción plena de dichas responsabilidades por cada nivel y la administración autónoma de
los recursos del situado fiscal de salud.
90
reciben una cuota única, según las reglas del reparto general que se aplican también, en
igualdad de condiciones, a los departamentos. Así las cosas, para los municipios de menos
de cien mil habitantes, en el caso de educación, no se profundiza en el proceso de
descentralización por la vía de la transferencia del situado fiscal, y sus competencias
quedan restringidas a lo dispuesto en la Ley 29 de 1989, salvo por lo que respecta al
nombramiento del personal, para la cual se requiere una certificación del departamento. Los
demás niveles del ordenamiento territorial consagrados en la Constitución Política de 1991,
no son considerados como agentes beneficiarios de esta transferencia. El situado fiscal se
diseñó con referencia a las entidades territoriales que existían con anterioridad a la
Constitución Política de 1991, ratificando el esquema descentralizador, en el caso de salud,
en la misma dirección en que lo venía haciendo la política pública sectorial desde 1990, y
redefiniéndolo, en el caso del sector educativo, en favor de departamentos, distritos y
municipios de más de cien mil habitantes.
En cualquier caso, desde el punto de vista institucional y por obra del diseño de esta
transferencia, los niveles de gobierno que se fortalecen son el departamental y el distrital.
El primero, por su papel en todos los sistemas de planeación, coordinación y certificación,
como más adelante se explica. El segundo, por su relación directa con la nación para todos
los efectos, sin mediar el departamento.
Nótese que para calcular el monto de la participación para inversión social de los
municipios ya no se toma en consideración el IVA. Ahora se tienen como referencia los
ingresos corrientes de la nación. Estos se definen con mucha nitidez, evitando la
discrecionalidad de las autoridades administrativas en establecer cuáles partidas
presupuestales los conforman y corrigiendo las experiencias muy negativas que en este
sentido, en el pasado han tenido las entidades territoriales ante la incertidumbre de los
recursos que realmente les corresponde. Todos los ingresos tributarios y no tributarios de la
nación, como lo ordena la Constitución Política, conforman sus ingresos corrientes. Sólo se
le restan unos recursos autorizados por la misma Constitución (los concernientes al fondo
nacional de regalías y a tres puntos del IVA) y se excepcionan por un año otras rentas para
91
hacer menos fuerte el impacto que sobre las finanzas nacionales tendrán los mayores
niveles de participación.
Las participaciones de inversión social aplican con exclusividad a los distritos, municipios
y resguardos indígenas, para financiar competencias de carácter social a ellos asignadas
(Ver JARAMILLO, IVAN, 1993).
Cofinanciación
Los sistemas relacionales más significativos del esquema de cofinanciación son: i) nación-
departamentos y ii) departamentos municipios. La significación e importancia de otros
posibles niveles territoriales no está considerada en ese sistema, por las mismas razones
expuestas a propósito del sistema de transferencias y participaciones.
8
Este Fondo de Cofinanciación se abrió en dos en los términos previstos por la ley de transporte (1994).
92
La principal conclusión del sistema de cofinanciación frente al ordenamiento territorial, es
que tiende a organizar la acción de lo nacional en su relación con los niveles territoriales
mencionados. Para ello se configuran instancias institucionales como las juntas directivas
de los fondos y el comité administrador del fondo para la infraestructura vial y urbana, y el
Comité Interfondos. También la política tenderá a enmarcar la acción de los sectores
cofinanciadores dentro de un marco comprensivo y en lo posible homogéneo.
También hay servicios que por su ámbito local son autorizados por el municipio. En este
sector, como tendencia general, prima la lógica del mercado de la apertura, que se ha ido
93
imponiendo a pesar de la oposición de las fuerzas sindicales, antes que un modelo de
descentralización alrededor del cual organizarlo institucionalmente.
Héctor Moncayo presenta en este libro un análisis del sector de vías y el proceso de
descentralización, y en ese ejemplo podrá constatarse la dificultad de encontrar la lógica
sectorial adecuadamente conectada con la del proceso general de descentralización y con un
modelo preconcebido y planificado de ordenamiento territorial.
Regalías
En forma indirecta tiene que ver con el papel de ECOPETROL en la política de exploración
y producción, y con el reparto del producto entre el Estado colombiano y las empresas
extranjeras vinculadas a la actividad.
En esencia, se trata de examinar las ventajas que puede tener una política exploratoria
depositada crecientemente en compañías foráneas, a la vez que la conveniencia nacional de
mantener un adecuado nivel de reservas con respecto al ritmo de producción, y de esta
forma determinar las exportaciones y el neto de importación requerido por el país.
En segundo lugar, se trata de definir la política impositiva y las cláusulas más aconsejables
que deban pactarse en los contratos de asociación y riesgo compartido. Ambas cuestiones
condicionan en forma importante la solidez fiscal, macroeconómica y, por supuesto, dadas
unas reglas de reparto, el mayor o menor grado de participación de las entidades
territoriales en las regalías y la certidumbre en su programación financiera.
En forma directa, se trata que los recursos del Fondo Nacional de Regalías se distribuyan
consultando los planes territoriales de desarrollo y la importancia de los proyectos
regionales, en condiciones de competencia por igual entre las regiones y las entidades
territoriales. Se trata así de aplicar un criterio de competencia para la asignación de los
94
recursos. Según esta apreciación, las instancias de evaluación de los proyectos deberá ser lo
más neutra posible frente a las solicitudes de las entidades territoriales.
A ello deberá agregarse el hecho de que los propósitos de desarrollo regional inherentes a la
asignación de los recursos propios de las entidades territoriales, esto es, de los que no van al
Fondo Nacional, se supediten a las exigencias de estabilización y crecimiento de la
economía en su conjunto. Para ello se ha venido proponiendo, en distintos documentos
oficiales y por académicos de distintas vertientes, la necesidad de conformar mecanismos
de ahorro de los recursos, que eviten el efecto de enfermedad holandesa.
95
RETOS DE DESARROLLO INSTITUCIONAL PARA LA
IMPLANTACION DEL CONTROL CIUDADANO Y CONTROL
COMUNITARIO DE GESTION Y DE RESULTADOS*
Fernando Rojas H. **
PRESENTACION
La Constitución colombiana de 1991 abrió las puertas a la modernización del control fiscal.
Pero lo hizo de tal manera que parecería que el control fiscal pudiera modernizarse al
margen de las otras transformaciones requeridas del aparato estatal y de sus relaciones con
los ciudadanos. Ello explica que la expedición de la Ley 42 de 1993 sobre control fiscal se
hubiera dado de manera aislada, con Independencia de normas tales como las de
Competencias y Recursos (Ley 60 de 1993) o los decretos llamados de Modernización
expedidos hacia los últimos días de 1992. Este tratamiento separado conduce a varios
supuestos equivocados, todos los cuales son rebatidos a lo largo de este artículo: i) el
supuesto según el cual el control fiscal es ajeno a la naturaleza, la orientación, la
configuración y el funcionamiento de la gestión de los asuntos colectivos; ii) el supuesto
según el cual la implantación de los nuevos controles de gestión y resultados son simples
técnicas de carácter universal, que pueden implantarse por mero decreto, sin consultar las
relaciones particulares que surgen entre los organismos del Estado y entre éstos y la
sociedad civil en cada país, cada región y cada municipio determinado; iii) el supuesto
según el cual el control fiscal puede seguir siendo monopolizado por una entidad pública,
en desmedro y con desconocimiento de las contribuciones que los ciudadanos están
llamados a prestar en la gestión, el control y la evaluación de los asuntos colectivos.
En conjunto, esos supuestos equivocados desligan los futuros desarrollos del control fiscal,
que habrán de darse en Colombia como en los demás países de la región, de su profundo
significado democrático: el nuevo control fiscal es ejercicio de participación ciudadana, de
reafirmación del pacto social a partir del interés local y comunitario.
El artículo hace explícitos los determinantes del cambio contemporáneo en las modalidades
de control e ilustra el sentido y la dirección en que incide cada uno de ellos. Se detiene a
desentrañar la anatomía de los entes públicos que reclaman hoy los ciudadanos y propone
pasos para llegar a ellos. Explora las principales restricciones vigentes en Colombia para
configurar entidades públicas de tal naturaleza y propone múltiples formas contemporáneas
de control fiscal en el nuevo contexto de la administración pública colombiana. Se detiene,
por último, en el control social, especialmente el control comunitario ejercido en el plano
local o municipal.
Los elementos más profundos y más significativos de la restructuración del control fiscal en
la época actual, tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista técnico,
consisten en la abolición del monopolio institucional del control (la Contraloría, en el caso
colombiano), en la proliferación de instancias y modalidades de control y en la competencia
entre todas esas instancias y modalidades por alcanzar el mayor grado de eficiencia. Se
trata de la implantación de una lucha darwiniana de la cual brotarán constantemente
modalidades más aptas de control y perecerán las más ineficientes, entre estas últimas,
algunas de las formas de control que el país ha conocido por más de cien años.
Las nuevas modalidades apuntan, claro está, a los modernos controles financieros, de
gestión y de resultados; pero lo hacen por vías diferentes, con actores y con implicaciones
1
Cf. Constitución Política de Colombia, 1991. Título x, Cap.l. Ley 42 de 1993. CONTROLARIA GENERAL
DE LA REPÚBLICA (1991) Hacia la nueva Contraloría General de la República, Documento CGR-004.
CID-UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA (1991) El Control Fiscal en la Constitución. En
Economía Colombiana No.235, mayo-junio.
97
sociales y políticas distintas y con variados grados de eficacia y eficiencia. Lo más
importante es que el control dejó de ser un fin en sí mismo, o una función propia de la
soberanía del Estado, para pasar a convertirse en una herramienta al servicio de la
eficiencia en la asignación de los recursos. El control quedó entonces subordinado a esta
finalidad superior y los organismos e instrumentos que lo practiquen (por responsabilidad
constitucional y legal o por simple conveniencia) sólo tendrán razón de ser en la medida en
que alcancen esa meta suprema. La modernización del control trae entonces un mensaje
subliminal de amenaza al tradicional monopolio estatal sobre el control de los bienes y
dineros públicos: o consigue la eficiencia en el manejo del patrimonio público, siendo él
mismo eficiente en su función, o será remplazado por otras vías e instancias de control. El
control fiscal dejó de ser connatural al Estado por cuanto la tarea del Estado dejó de ser el
ejercicio (inercial) del control y se convirtió en la búsqueda de las vías más eficaces y
eficientes del control, sin importar si la función la realiza directamente el sector público o el
sector privado.
Es más: los controles financieros, de gestión y resultados podrían ser reemplazados mañana
por nuevos tipos de controles que lograsen con mayor éxito el propósito final de la
eficiencia en la asignación de los recursos estatales y sociales. Esos tipos de controles (los
de gestión y resultados) son apenas técnicas o instrumentos deleznables; su permanencia
depende de su contribución al objetivo final de la eficiencia, éste sí, el principio rector
estable y permanente de la nueva fase del capitalismo.
Se concluye entonces que el enfoque organicista o institucionalista del Capítulo 1 del Título
X de la nueva Constitución y de la Ley 42 de 1993, como también la reducción que la
misma Ley hace de la modernización a ciertas técnicas del control, desdibujan las raíces
y menguan los alcances de las transformaciones contemporáneas por cuanto: i) dificultan
la proliferación de vías de control; ii) desestimulan la competencia, y iii) entorpecen la
articulación entre aquéllas.
Por lo demás, tales normas resultan estériles o inútiles por cuanto, más allá de lo que digan
la Constitución y la ley, el capitalismo contemporáneo impone, de facto, nuevos lugares (la
participación de múltiples organismos estatales, del capital privado, de la comunidad) e
innovativas vías de control (el mercado, las expresiones de preferencia o demanda) que
habrán de existir inevitablemente. Esta realidad hace caer en la ficción o en la ridiculez los
intentos de reafirmar y aun de restablecer el monopolio del Estado (o, peor, de un
organismo del Estado) respecto del control fiscal. Cuando cambiaron los objetivos del
control se acabaron también la exclusividad, la centralización y hasta la propiedad del
control.
98
La propuesta de apertura a modernas y más eficaces vías de control pasa, según veremos,
por la invitación a los ciudadanos, a los usuarios, a los demandantes, a los beneficiarios, a
la sociedad civil toda, a que ejerza orientación y control del gasto público y se convierta a
veces en coejecutora y cofinanciadora del mismo. Ciertamente, la Constitución del 91
ofrece elementos para la coparticipación de los sectores público y privado en la gestión de
los asuntos de interés colectivo. Pero tales elementos se encuentran dispersos en la nueva
Carta, y a veces sólo se les encuentra de manera ambigua, confusa o implícita. Por esta
razón, conviene señalar explícitamente las bases constitucionales sobre las cuales podría
anclarse una propuesta de control fiscal moderno en la Colombia de hoy.
Principios constitucionales
- Eficiencia
- Promoción de competencia
- Interacción entre sociedad civil y Estado de cara a la eficiente asignación de los recursos.
- Participación ciudadana.
99
de qué manera se concilia este componente con otros elementos de modernización que han
tenido mayores y más rápidos desarrollos en Colombia y cómo la participación a fuerza y
refuerza los ingredientes de la modernización más utilizados hasta ahora entre nosotros:
Vista en su conjunto, la modernización del control fiscal hace parte inseparable de las
transformaciones del Estado y de las relaciones de éste con la sociedad civil en el mundo
capitalista contemporáneo.
100
Sin ánimo de exhaustividad ni pretensión de una consolidación teórica, que obviamente no
se ha logrado aún, se presentan a continuación las hipótesis que parecen explicar la
influencia que algunas transformaciones sociales contemporáneas han ejercido sobre la
redefinición del control fiscal, sus instrumentos, sus objetivos y su meta final.
vi) Las transferencias, los subsidios o los créditos preferenciales, con el ánimo de
compensar desigualdades, armonizar prioridades o presionar el logro de la eficiencia.
b) Lo pertinente para este artículo es que cada una de esas herramientas fiscales o
parafiscales son en sí mismas, mecanismos de garantía de la eficiencia (desempeños,
resultados, relación costos/ beneficios) que, por consiguiente, traen consigo sus propias
técnicas de control, así:
2
Corrientes, ya sean tributarios o no tributarios, y de capital, ya se trate del crédito o del superávit del
ejercicio anterior.
101
ii) La privatización, en cuanto rompe con posiciones monopolísticas ejercidas hasta ahora
por el Estado, es vista como herramienta al servicio de la creación de condiciones de
competencia y posee las mismas virtudes y está sujeta a las mismas reglas y requisitos que
ésta. y aun cuando la privatización no condujera a la competencia, se supone que la mera
implantación de las formas organizacionales propias de los particulares habrá de elevar la
eficiencia. La superioridad del manejo privado sobre el manejo público de las actividades
económicas es ahora un principio doctrinario, una verdad de fe que, a los ojos de las
corrientes económicas dominantes, no requiere demostración. Para estos ojos no importa
cuán limitadas sean todavía las comparaciones de eficacia y eficiencia pre y post
privatización; lo que cuenta para ellos es introducir y generalizar el manejo particular de
áreas cada vez mayores de la economía. Una vez aplicada la privatización, todo control
distinto a la garantía de la competencia es juzgado superfluo o redundante.
3
La modernización no es, pues, la simple simplificación de procedimientos o la muy gravosa política de
reducción de los gastos de nómina, que son las principales políticas de la llamada modernización del Estado
bajo la actual administración.
102
Pero se distingue de ellas en cuanto concentra sus esfuerzos de financiación y de desarrollo
institucional en los niveles sub nacionales, los cuales distan todavía de reflejar la voluntad
ciudadana de manera similar a como lo hace el mercado. Por esta razón, la
descentralización crea focos de tensión dentro del conjunto de la estrategia modernizadora:
¿es el objetivo la descentralización o es ésta apenas un paso intermedio o un sustituto para
lograr la meta final de la intervención decisiva de los usuarios en la gestión de los servicios
públicos? Si fuere lo último, estrategias como la provisión de subsidios directos a los
usuarios o la gestión directa de escuelas u hospitales por parte de éstos son vías superiores a
las transferencias fiscales intergubernamentales o a la gestión municipal de los servicios
públicos. No se justificaría entonces realizar, como lo hace actualmente Colombia, un
enorme esfuerzo para desarrollar las instituciones departamentales y municipales; la
indicado sería, más bien, impulsar los sistemas de información para los individuos o las
comunidades de usuarios, tal como lo prefieren hacer por estos días Chile y, con mayor
coherencia, Perú. Ciertamente, la vía colombiana (que es todavía la más socorrida en
Latinoamérica) supone un mayor desarrollo institucional del municipio, incluyendo en éste
el desarrollo de mecanismos de herramientas de control en el plano local.
v) La cogestión de los ingresos públicos entre los niveles principales del Estado y de la
administración pública es herramienta dirigida a velar por la realización armónica del
principio del beneficio. Mientras los niveles sub nacionales no manejaron fuentes
importantes de ingresos ni considerables recursos ni tuvieron en sus manos la gestión de
importantes servicios sociales o de infraestructura, podían actuar con independencia del
Gobierno central en lo relativo a sus planes y a su presupuesto. Pero, cuando crecieron sus
responsabilidades fiscales y administrativas, debieron coordinarse con el nivel central dado
que éste mantiene el control de las principales fuentes de ingresos (incluido el acceso
privilegiado o monopólico al crédito, especialmente el crédito internacional) y pretende
mantener la orientación de las prioridades del gasto público en las áreas asumidas hoy por
los municipios.
La descentralización trajo la cogestión, que no la autonomía, entre los niveles del Estado.
Los nuevos mecanismos de control han de ser entonces mecanismos compartidos y
complementarios y no mecanismos independientes.
vi) Las transferencias, los subsidios, los créditos privilegiados o de destinación específica,
son técnica y políticamente inevitables colombiano, funciones de considerable envergadura
fiscal. Pero son, además, instrumentos susceptibles de reforzar las presiones para alcanzar
la eficiencia en los niveles sub nacionales, es decir, para que se ciñan a las prioridades y
preferencias de gasto de los residentes o ciudadanos. La condicionalidad en las
transferencias, los estrictos términos de los convenios de crédito entre los organismos
nacionales y los sub nacionales y, en general, los términos de los convenios (implícitos o
explícitos) de la cogestión, son por sí mismos herramientas de control y evaluación más
103
eficaces que los que pueda imponer la Contraloría General de la Nación sobre los
departamentos y municipios o sobre los órganos de control propios de estos niveles.
Los principios directrices del diseño institucional participativo y orientado por el usuario y
al servicio de éste son los siguientes:
4
Para utilizar la expresión más corriente en Colombia y la más utilizada en la literatura de lengua francesa.
Cf. V ALLEMONT , S. (1991) Modemiser l' Administración. Gestion stratégique et valorisation des
resources humaines. Nathan, Col. Entreprise. París.
5
Según el término que ha hecho carrera en los Estados Unidos a partir de la aparición del "bestseller"
Reinventing Government, de los profesores Osborne y Gaebler, obra que llegara a ser la más influyente en las
propuestas de reforma de la administración pública norteamericana sometidas por el vicepresidente Albert
Gore al Congreso, al Gobierno y al pueblo de los Estados Unidos en septiembre de 1993.
104
Las demandas y las exigencias para la prestación del servicio determinarán el orden
institucional y éste sólo tendrá razón de existir mientras sirva adecuadamente su misión. Es,
entonces, un demand-driven service y las instituciones que lo proveen son user-oriented
institutions.
Asumimos la misión como permanente. Los objetivos y las metas son específicos, es decir,
varían en el tiempo y en el territorio. El orden institucional a desarrollar tiene que tener la
capacidad de identificar los objetivos y las metas y responsabilizarse de su logro6.
Instituciones de gestión
Por lo anterior, las instituciones a proponer son instituciones de gestión: cada una debe
gerenciar las funciones de su competencia para alcanzar los objetivos/metas y realizar la
misión a ellas encomendada7. Así, los ministros del ramo serán los responsables centrales
de los resultados y de la gestión del sector entero, incluyendo dentro de éste todo lo
necesario para la provisión del servicio: el orden institucional, la capacidad del personal, la
atracción o captación de los recursos necesarios, el control de la gestión de los organismos
sub nacionales y privados y la vigilancia de los mismos.
Una sola entidad responsable de las metas y el desempeño del sector en su conjunto
6
Cf. MORONE, J. (1990) The democratic wish. Basic Books, New York. MARCH, J.G. Y OLSEN, J.P.
(1983) "Organizing politicallife", en American Political Science Review, vol. 77, NO.2, pp 281-297.
SALOMON, L.M. (1981) "The goals of reorganization", en Administration and Society, vol. 12, NO.4, pp
471-500.
7
Son los enfoques conocidos con los nombres de "school-based management", para el sector educativo;
"hospital-based management", para el sector salud; y, de manera similar, para los demás sectores o servicios,
ya sean prestados por el Estado o los particulares.
105
lugar, la gestión de conjunto del sector de agua potable. Cada organismo, cada nivel o cada
instancia serán a su turno responsables de la gestión de la función o funciones particulares a
su cargo. Así, las Comisiones Reguladoras recientemente creadas serán, entre otras de sus
funciones, las responsables directas del señalamiento de las metas y los desempeños
financieros, de cobertura y de calidad; las Superintendencias serán responsables, entre otras
funciones, de la eficacia y la eficiencia en la incorporación de las quejas de los usuarios
dentro del sistema de información del sector y en la satisfacción de tales quejas cuando
ellas se ajustaren a las metas trazadas para una unidad particular de prestación directa del
servicio o para el sector en su conjunto.
El trabajo de diseño organizacional que debe emprender el país se esforzará entonces por
identificar las unidades de gestión y el tipo de gestión y de responsabilidad que asume cada
una de ellas dentro de su respectivo sector. En este empeño, el trabajo habrá de seguir y
desarrollar los lineamientos constitucionales y legales vigentes8 en cuanto erigen al
gobierno central en promotor y responsable de la promoción y planeación de los servicios,
dejando la gestión directa y la ejecución a los organismos descentralizados.
Aun cuando la burocracia colombiana es una burocracia reglada (las acciones y omisiones
de los funcionarios tienen que ajustarse a normas universales, de vocación permanente), las
leyes que regulan el funcionamiento de la administración pública contemporánea deben
dejar a las instituciones la posibilidad de ajustarse a los cambios en objetivos/metas, en
estrategias y en medios de acción; deben dotar a los funcionarios de la capacidad y la
discreción indispensables para gestionar sus competencias y asumir responsabilidad por sus
8
Especialmente los trazados recientemente por el conjunto de decretos con fuerza de ley expedidos por el
gobierno nacional en ejercicio de las facultades que otorgara el Artículo 20 Transitorio de la Constitución del
91.
106
resultados y desempeños. De lo contrario, las normas estarán condenadas al fracaso de sus
objetivos y estimularán ineficacia e ineficiencia dentro de la administración.
En este sentido, los decretos reglamentarios de las normas con fuerza de ley expedidas en
desarrollo del Artículo 20 Transitorio de la Carta debieran sentar pautas de principios y de
objetivos que permitan a los funcionarios adecuar su gestión a situaciones particulares y
recursos diferenciados a lo largo del territorio nacional.
El diseño institucional debe proveer incluso la capacidad de que las instituciones creadas
replanteen su propia misión y su propia existencia. Así ha ocurrido, en ejemplo pionero que
anticipa todo el nuevo funcionamiento de la administración pública contemporánea, con la
dirigencia actual de la Junta Nacional de Tarifas y aun con la Unidad de Desarrollo Urbano
del Departamento Nacional de Planeación9.
Instituciones interrelacionadas
La coordinación por parte del Ministerio supone simplemente compartir y negociar las
metas y los planes de desempeño de cada instancia u organismo que interviene en la gestión
9
El incremento en las facultades discrecionales de los funcionarios públicos ha trascendido incluso la Rama
Administrativa para extenderse a la Rama Jurisdiccional. Así está ocurriendo, de manera creciente, en los
países más desarrollados. Cf. HIRSCH, D. The Uses of Discretion. Oxford University Press, Oxford.
107
del servicio. A contrario sensu, esta coordinación no implica la superposición jerárquica del
ministro o el viceministro sobre los demás organismos o instancias del sector hasta el punto
de negar a éstos la autonomía necesaria para que cada uno de ellos responda
individualmente por los resultados y los desempeños de la gestión particular a su cargo. De
modo que las Comisiones Reguladoras o las Superintendencias, para citar unos ejemplos,
conservarán la autonomía para evaluar las metas para el sector y el cumplimiento de las
mismas, y su evaluación y las regulaciones que se desprendan de ella se aplicarán también
al ministro y viceministro y les serán exigibles a éstos (ver Diagrama No. 1).
Diagrama 1
Instituciones mixtas, que aúnen recursos sociales provenientes de todas las fuentes,
públicas y privadas
El nuevo orden institucional habrá de allegar todos los recursos humanos, financieros,
tecnológicos y organizacionales disponibles en cada localidad, cada región y el país entero.
Habrá de superar, por lo tanto, la separación radical entre los sectores público y privado y
habrá de convocar la interacción permanente entre ellos. Los gerentes del sector público
10
Hay ejemplos y evaluaciones de las nuevas técnicas administrativas del consenso, las decisiones colectivas
y las responsabilidades singulares de los grupos o círculos de producción.
108
dejaron de manejar su propio feudo para convertirse en proponentes de convocatorias a
conformar espacios más amplios; han pasado a ser gestores de la optimización de recursos
de la sociedad toda. Cedieron parte de su autonomía y su jerarquía, pero ampliaron su radio
de acción hasta los últimos confines de la sociedad civil, ya se trate del capital privado, de
las comunidades o de los usuarios individuales.
Los límites de este trabajo: supone un orden institucional que está por montarse. Mas
allá de las normas de diseño organizacional, lo que se requiere es el cambio de una
cultura burocrática inveterada. Etapa de transición.
El reto frente a nosotros es, sobre todo, transitar y superar el drama de status que afecta al
ministro, al viceministro, al gobierno en su conjunto, al Contralor General de la República,
a los contralores departamentales y municipales, mediante el cuestionamiento de su
11
Cf.
109
jerarquía tradicional -y el desmoronamiento de las bases de esta jerarquía- para erigir un
proceso decisorio negociados consentido, compartido y vigilado12, basado ahora en el
cumplimiento de los designios de los ciudadanos-usuarios y en la aceptación de
responsabilidades por el desempeño13.
12
Cf. McW ALTERS, P. et. al (1992), "Where do you draw the lirie in shared decision-making?", en School
Administrator, vol. 49, No. I, enero, pp 8-14.
13
Cf. MA YNARD-MOODY , S. et. al (1986) "Reorganization as Status Drama: Building, Maintaining, and
Displacing Dominant Subcultures", en Public Administration Review, julio-agosto, pp 301-310. MARCH, J.
Y OLSLEN, J. (1983)
110