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Esto significaba que el Dharma debía

captarse intuitivamente y no alcanzarse analíticamente mediante conceptos. La razón de por qué el


Buda rehusó con tanta frecuencia responder a problemas metafísicos se debió, en parte, a su
convicción de que la verdad última debía comprenderla cada cual mediante su propio esfuerzo;
pues todo cuanto podía lograrse a través de la comprensión discursiva era la superficie de las
cosas y
no las cosas mismas, pues el conocimiento conceptual jamás satisfizo plenamente el propio anhelo
religioso.

todos somos ahora Bodhisattvas, seres de la Iluminación, si no en la práctica, entonces


potencialmente

Y en esto existe el pensamiento que habrá de ser objeto de la consciencia lógica o del
razonamiento empírico; pues en la Iluminación, el pensador, lo que se piensa y el pensamiento,
están fundidos en el acto único de intuir la esencia misma del Yo. No es posible otra explicación
del Dharma; de ahí la apelación a la vía negativa. Y esto alcanzó su climax en la filosofía
sunyática de Ná-gárjuna que se basa en la doctrina de la literatura praj-naparamítica del
Budismo.

Credo quia absurdum


Tathāgata o Tathagata (en devanagari: तथागत, igual en sánscrito y pali), es un término que la
tradición del budismo atribuye al propio Buda Gautama para referirse a sí mismo. Se traduce
como "el que así ha venido" (Thatā - āgata) o "el que así se ha ido" (Thatā - gata).1 También
se ha señalado como traducción de este término: "el que ha alcanzado la verdad",2 esta última
acepción ha sido enseñada principalmente dentro del contexto del budismo de la
escuela Theravada.3
La mayor parte de las escrituras budistas ponen en labios del buda este término cada vez que
se refiere a sí mismo. Sin embargo, el propio budismo utiliza tal título para referirse al buda en
cuanto principio espiritual más que como persona. 1 Esto en razón de que conforme al budismo
la realidad fenoménica es ilusoria. De ahí que el Sutra del Diamante exprese:
«(...) el Tathagata no puede ser percibido por su cuerpo perfectamente formado, ya que el Tathagata
enseña que un cuerpo perfectamente formado no es realmente tal (...).»

No era absolutamente necesario abandonar el hogar y seguir las huellas de los monjes
peregrinos a fin de alcanzar el fruto supremo de la Iluminación. La pureza interior, y no la
piedad externa, fue lo necesario para la vida budista.
Pero no puedes reclamarlo si crees que eres un mendigo. No puedes reclamarlo, no puedes ni siquiera soñar
con reclamarlo, si crees que eres un mendigo. Esa idea de que eres un mendigo, de que eres ignorante, de
que eres un pecador, ha sido predicada desde tantos púlpitos a través de los tiempos, que se ha convertido
en una profunda hipnosis en ti. Esta hipnosis debe ser desbaratada. Para romperla, comienzo con: Saludo al
Buda que hay en ti. Para mí sois Budas. Todos vuestros esfuerzos para iluminaros son ridículos si no aceptas
este hecho básico.

Alguien preguntó a Jesús: «Dinos algo sobre el reino de Dios. ¿Qué habrá de especial allí?». Y se dice que
Jesús respondió: «Ya no habrá tiempo». Hay eternidad, un momento intemporal. Eso es el más allá ―un
espacio inespacial y un tiempo intemporal―. Ya no estás confinado, así que no puedes decir dónde estás.

Avalokita es un nombre de Buda. Significa literalmente, alguien que mira desde arriba ―avalokita―,
alguien que mira desde arriba, alguien que está en el séptimo centro
La consciencia no es ni hombre ni mujer. Hay quien piensa que tiene un bello cuerpo, que es hermoso,
fuerte, esto y lo otro ―esa es una idea vacía, es solo el ego, engañándote―. Alguien piensa que sabe mucho
―eso no tiene sentido―. Su mecanismo ha acumulado recuerdos y él es engañado por esos recuerdos.
Todo esto son cosas vacías.

Así que en el momento en que respondes a «¿Qué es la verdad?» se convierte en realidad. Ya no es la


verdad. La interpretación ha entrado en ella, la mente la ha coloreado. Y hay tantas realidades como
mentes. Existen multirrealidades; la verdad es una, porque la verdad solo se conoce cuando la mente no
está ahí. Es la mente la que te mantiene separado de mí, separado de los otros, separado de la existencia. Si
miras a través de la mente, entonces la mente te dará una imagen de la verdad. Será solo una imagen, una
fotografía de lo que es. Y, por supuesto, la fotografía depende de la cámara, de la película empleada, de los
químicos, de cómo ha sido revelada, de cómo ha sido impresa, de quién la ha hecho. Aparecen mil y una
cosas; se transforma en la realidad.

En cuanto aparece la interpretación, lo que conoces es la realidad, no la verdad. Esa es la diferencia entre
verdad y realidad. La realidad es la verdad interpretada.

Podrías preguntar cualquier otra cosa, y Buda siempre estaba dispuesto a responder.
Pero no preguntes lo fundamental, porque lo fundamental solo puede ser
experimentado. Y la verdad es lo más fundamental; la verdad es la sustancia misma
de la existencia

Puede que vengan respuestas: la mente siempre intenta ofrecer respuestas. Pero
observa el hecho de que no sabes; por eso estás preguntando. Así que, ¿cómo puede
tu mente ofrecerte una respuesta? La mente no sabe, así que dile a la mente: «Estate
callada». Si supieras, entonces no habría necesidad de la pregunta. No sabes, de ahí la
pregunta.

Así que no te dejes embaucar por los juguetes de la mente. La mente da juguetes;
dice: «¡Mira!, está escrito en la Biblia. ¡Mira!, está escrito en los Upanisads. Esta es la
respuesta. ¡Mira!, esto está escrito por Lao Tse, esta es la respuesta». La mente puede
arrojarte todo tipo de escrituras: la mente puede citar, la mente puede suministrarte
datos de la memoria. Has oído muchas cosas, has leído muchas cosas; la mente lleva
el recuerdo de todo eso. Puede repetir de un modo mecánico. Pero observa este
fenómeno: la mente no sabe, y todo lo que la mente repite es prestado. Y lo prestado
no puede ayudar.

¡Tú eres la verdad! Pero solo puede suceder en completo silencio, cuando no
se mueve un solo pensamiento, cuando la mente no tiene nada que decir,
cuando no hay ni una sola ondulación en tu consciencia. Cuando no hay
ninguna ondulación en tu consciencia, tu consciencia permanece sin
distorsionar. Cuando hay una ondulación, hay distorsión.

La flor de la entrega crece en el árbol del vacío. No puede estar orientada a una meta.

Libertad significa liberarse del yo, no un yo libre

En el momento en que desaparece la prisión, el prisionero desaparece también,


¡porque el prisionero es la prisión! En el momento en que sales de la prisión, también
dejas de ser. Hay cielo puro, espacio puro. Ese espacio puro es llamado nirvana,
moksha, liberación.
La vida hay que tratar de vivirla con intensidad. Finalmente, la intensidad es un
satisfacción mental e intangible.

¿Qué es una meta? Un deseo: «Tengo que llegar allí, tengo que ser eso, tengo que
lograrlo». El ego no vive, no puede vivir en el presente, ¡porque el presente es real! Y
el ego es falso ―nunca se encuentran―. El pasado es falso, ya no es. Fue una vez,
pero cuando era presente, el ego no estaba allí. Una vez que ha desaparecido, que ya
no es existencial, el ego empieza a apropiárselo, a acumularlo. Se apropia de cosas
muertas, las acumula… El ego es un cementerio: colecciona cadáveres, huesos
muertos.

La flor de la entrega crece en el árbol del vacío. No puede estar orientada a una meta.

Eso es lo que se llama avyakritopadesh: la palabra no dicha, la palabra no


pronunciada.

Viendo que la idea de la Iluminación jugó tan importante papel en el desarrollo del Budismo
mahayánico, ¿cuál es su contenido? ¿Podemos describirla inteligiblemente de modo que nuestro
intelecto analítico la capte y convierta en objeto del pensamiento? La Noble Verdad Cuádruple no
fue el contenido de la Iluminación; tampoco lo fue la Dodécupla Cadena de Causalidad ni el Óctuple
Sendero Recto. La verdad que refulgió en la consciencia del Buda no fue un pensamiento capaz de
desarrollo discursivo. Cuando exclamó:
"Por la rueda sin fin, de nacimiento y muerte,
Buscando en vano, yo me impuse prisas,
Para hallar al constructor del edificio este.
¡Nacimiento incesante!; ¡Qué desdicha!
|Oh constructor! ¡Te he descubierto!
¡Jamás reerigirás este edificio!

¡Las vigas todas, ahora ya están rotas!


¡Y el aguzado techo yace en ruinas!
¡Esta mente, de la demolición ya dueña,
Vio, de todo deseo, su postrimería." 17
debió haber captado algo mucho más profundo que la mera dialéctica. Debió haber existido algo
fundamentalísimo y ultérrimo que, de inmediato, apaciguó todas sus dudas, no sólo las dudas
intelectuales sino también la angustia espiritual.

He aquí por qué el Lankáwtára-Sútra se esfuerza tanto en decirnos que el lenguaje es


completamente inadecuado como expresión y comunicación del estado interior de Iluminación.
Si bien sin lenguaje podemos pasar muy mal, al menos, nuestra vida práctica, debemos
precavernos muy deliberadamente de confiarnos demasiado, traspasando los límites de su
función. El Sútra da la principal razón de esto, y consiste en que el lenguaje es producto de
dependencia causal, sujeto a cambio, inestable, mutuamente condicionado, y basado en el falso
juicio sobre la verdadera naturaleza de la consciencia. Por esta razón el lenguaje no puede
revelarnos el significado último de las cosas (paramártha). La célebre analogía del dedo y la
luna es muy apropiada para ilustrar la relación existente entre el lenguaje y el sentido, entre el
símbolo y la realidad.

Si la Iluminación del Buda contuvo realmente tanto de eso, que él mismo no pudo
demostrarla ni ilustrarla suficientemente con su "lengua larga y delgada" (prab-hútatanujihva) a
lo largo de vida prolongada y pacífica, entregada a meditar y discurrir, ¿los inferiores a él cómo
podrían esperar captarla, alcanzando la emancipación espiritual? Esta es la posición asumida por
el Zen: por tanto, para comprender la verdad de la Iluminación debemos ejercitar algún otro
poder mental, distinto a la intelección, si es que estamos en posesión de aquél.
El discurrir no llega a alcanzar la meta, pero con todo tenemos una insaciada aspiración en
pos de lo inalcanzable. ¿Tendremos entonces que vivir y morir atormentados así, eternamente?
Si es así, ésta es la situación más lamentable en la que nos hallamos en la tierra. Los budistas se
contrajeron muy fervorosamente a la solución del problema y al fin llegaron a advertir que,
dentro de nosotros, tenemos todo lo que necesitamos. Este es el poder intuitivo poseído por el
espíritu y capaz de comprender la verdad espiritual que nos demostrará todos los secretos de la
20 Esta es la fórmula usual que se da como calificativo de un Arhat, la cual se hallará en todos los Nikáyas.
21 Capítulo II: "Sobre la Habilidad."
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vida, estructurando el contenido de la Iluminación del Buda. No es un proceso intelectual
corriente de razonamiento, sino un poder que captará algo fundamentalísimo, en un instante y en
sentido directo. Prajñá es el nombre que los budistas dieron a este poder, como ya dije, y el
Budismo Zen aspira, en su relación con la doctrina de la Iluminación, a despertar el Prajñá mediante
el ejercicio de la meditación. Leemos en el Saddharma-pundaríka: "Oh Sáriputra, la Ley verdadera,
que entendiera el Tathágata, no puede ser razonada; se halla más allá de los límites del
razonamiento. ¿Por qué? Porque el Tathágata aparece en el mundo para llevar adelante un gran
objetivo, consistente en hacer que todos los seres acepten, vean, penetren y comprendan el
conocimiento y la intuición conquistados por el Tathágata, y asimismo en hacerlos entrar en el
sendero del conocimiento y la intuición alcanzados por el Tathágata... Quienes aprendan esto del
Tathágata también alcanzan su Perfecta Iluminación Suprema.21 Si ese fue el único gran objetivo de
la aparición del Buda sobre la tierra, ¿cómo entramos en el sendero de la intuición y concretamos la
Perfecta Iluminación Suprema? Y si este Dharma de la Iluminación está más allá de los lindes de la
comprensión, ningún acopio filosófico nos aproximará más a la meta. ¿Entonces, cómo aprendemos
del Tathágata? Decididamente, no de su boca, ni de los registros de sus sermones, ni de la práctica
ascética, sino de nuestra consciencia interior a través del ejercicio del dhyána. Y ésta es la doctrina
del Zen.

Cuando el Budismo se hallaba aun en su primera etapa de desarrollo, hasta las monjas
(bhikshuní) tenían prohibido entrar en la comunidad; el Buda las aceptó tan sólo después de gran
renuencia, profetizando que entonces el Budismo viviría únicamente la mitad de su vida normal. Por
este hecho prestamente colegimos que la doctrina del Buda y la doctrina de la Iluminación tendían a
ser practicadas y captadas sólo entre limitadas clases del pueblo..

IMPUTACIONES NOMINALES

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