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DISCURSO Y DISCURSO JURÍDICO

“Mañana querrá usted persuadir a alguien de que haga algo. Antes de hablar haga una pausa y

pregúntese: ¿cómo puedo lograr que quiera hacerlo?”

Dale Carnegie

INTRODUCCIÓN

La comunicación es uno de los factores claves en las relaciones humanas, es a través de esta que,

se han llevado a cabo causas que han marcado el transcurso de la historia y han logrado

transformar al mundo. Hoy en día, se puede afirmar que el discurso es una de las facetas

humanas más relevantes para la humanidad, tanto es así que, el discurso se ha consolidado a un

área de estudio, pudiéndose evaluar y analizar desde diferentes perspectivas y enfoques. En

consecuencia, resulta sorprendente de que, en las escuelas y universidades, discursos tan icónicos

como los de Martin Luther King, Barak Obama y, en un contexto más local, los de Jaime Roldós

Aguilera sean objeto de reproducción y estudio dentro de las aulas, pues ello, evidencia la

importancia que estos tienen para la sociedad.

Es por eso, por lo que, para las profesiones cuya base es precisamente el discurso, el estudio de

este toma especial relevancia desde la esfera general y, es precisamente el tema que será objeto

de análisis en este ensayo. Tal y como lo expresa la frase inicialmente planteada, antes de hablar

es necesario hacer una pausa y, pensar en cómo vamos a llevar a cabo el discurso y, debido a eso,

primero se llevará a exposición el discurso desde una perspectiva general para posteriormente,

aterrizar en el marco conceptual del discurso jurídico. Siendo así, se establecerán ventajas

relativas a la utilización y al estudio del discurso en la rama jurídica, situación que será

desarrollada en las siguientes líneas.


DESARROLLO

CUESTIONES GENERALES

Antes de empezar, resulta fundamental argumentar desde el origen del discurso y, para ello, se ha

de tomar en consideración a la dialéctica y su rol para el discurso, por lo que es menester traer a

colación a la argumentación jurídica, desde el análisis de los elementos pragmáticos. Los

elementos pragmáticos surgen de la necesidad de incluir los aspectos retóricos y dialécticos de

los argumentos para una evaluación y una óptima realización de la argumentación, pues, si solo

se realiza un enfoque formal o material, este resulta insuficiente para la complejidad y diversidad

en la construcción de los argumentos.

Este componente va dirigido al uso del lenguaje, y se centra en la acción de argumentar, razón

por la cual, se da relevancia a quienes participan en el proceso de debate o intercambio de ideas.

Esto es porque para esta perspectiva pragmática-dialéctica “se percibe como un proceso que

parte de una diferencia de opinión y que idealmente atravesaría cuatro etapas para su

consecución” (Ospina, Adúriz, Amador, & Galagovsky, 2014). Se plantea la concepción de

Aristóteles, Toulmin y Perelman.

Para el primero de ellos, se hacía una diferenciación entre las pruebas técnicas y extra-técnicas,

para identificar los recursos dados en el discurso y el rol de cada participante. Para Toulmin, hay

un esquema de análisis que mezcla los elementos mencionados a lo largo del ensayo, propone 4

elementos: La pretensión o punto de partida y destino; las razones o los enunciados o hechos a

favor de la pretensión; la garantía que son la justificación del paso de premisas a conclusión y al

que Toulmin relaciona con el papel de una receta; y el respaldo que es la fuente original de la

información, a este modelo se lo denomina “lógica informal”.


Por último, Perelman en su Nueva Retórica conceptualiza a la argumentación como una

construcción en la que juegan un rol importante el orador que es el que edifica el argumento, y el

auditorio que es aquel al cual se tratará de convencer (Fabra & Núñez, 2015, pág. 1442).

Además, de proponer tres partes en el estudio de la argumentación: Presupuestos o límites,

puntos o tesis de partida y las técnicas argumentativas; elementos que se complementan con la

teoría de las premisas y la clasificación de los argumentos propuestos por otros autores inmersos

al campo del derecho.

EL DISCURSO

Ante esto Morales (2013) indica que “El discurso no es un producto, sino un proceso cuyo

aspecto más destacado es su finalidad comunicativa”. A lo cual tiene razón, ya que a la final un

discurso resulta siendo una forma de comunicación en la que un emisor construye un mensaje y

lo transmite a un receptor utilizando un código (que usualmente es el lenguaje) a través de un

canal, que puede ser oral o escrito.

El análisis del discurso como práctica surgió durante los años 60 como una forma

transdisciplinaria de abordar la comunicación y sus características, lo cual permitió a la vez una

verdadera explosión de formas de entender el discurso o lo discursivo, y un mayor entendimiento

de la transmisión de mensajes por parte del ser humano. Por ello, al ser un concepto muy amplio

varias disciplinas o ciencias lo analizan y emiten que, para la filosofía, el discurso responde a un

sistema social de ideas o pensamientos y dentro de la psicología, en el área del psicoanálisis, el

discurso se basa en una cuestión lógica (Máxima, 2019).

EL DISCURSO JURÍDICO

Este método a lo largo del tiempo se hace presente en especialidades como las ciencias sociales

tales como el Derecho, como consecuencia de ello genera el discurso jurídico que desde la
perspectiva de Ribeiro (2016) “tiene como objetivo fundamental que los actores de la disputa

judicial se adhieran a las propuestas del hablante, en particular busca que el juez se adhiera a sus

peticiones y exprese esa adhesión en la sentencia que pronuncie”. 

Entonces se puede describir al discurso jurídico como una secuencia coherente de oraciones con

bases legales, es decir, es un procedimiento para probar y fundamentar enunciados valorativos

por medio de argumentos. Es por esta razón, que en el libro de Teoría del Discurso de Robert

Alexy se menciona que: 

El discurso jurídico tiene por objeto llevar a cabo la justificación de una norma o de una
afirmación normativa, esto es, de un juicio jurídico. Existen dos clases de justificación
jurídica: la justificación interna y la justificación externa. En la justificación interna se
trata de determinar si una afirmación normativa se puede derivar, desde un punto de vista
estrictamente de lógica formal, de las premisas que se hacen valer. El objetivo de la
justificación externa es la demostración de la verdad del contenido de las premisas
(Alexy, s/f)

LA FINALIDAD DEL DISCURSO JURÍDICO

En líneas generales el discurso jurídico tiene como objetivo fundamental que los actores de la

disputa judicial se adhieran a las propuestas del hablante jurídico y, en particular, busca que el

juez se adhiera a sus peticiones y exprese esa adhesión en la sentencia que pronuncie.

Como resultado de ello, se contemplan tres acciones claves que definen al discurso jurídico: La

primera de ellas es la persuasión, el segundo punto es convencer, y finalmente seducir.

En esta dirección, la persuasión persigue la acción del auditorio particular como resultado de la

argumentación. El convencer, por el contrario, tiene como objetivo ofrecer razones que

demuestren la validez del argumento y que valgan para todo ser de razón, que son los integrantes

del auditorio universal. Mientras que, seducir es construir un discurso que demuestre la identidad

entre los sentimientos del hablante y los sentimientos del auditorio.


ESTRUCTURA DEL DISCURSO JURÍDICO

Es importante para el orador jurídico estructurar adecuadamente su discurso, pues debe ser capaz

de hablar con claridad y exactitud. Sin excederse en su contenido, pero sin dejar partes del tema

sin tratar. Debe seleccionar el tema al cual ha de referirse y los límites dentro de los cuales lo

desarrollará. Tiempo y espacio son conceptos muy importantes que no puede obviar, pues de ello

puede depender el desarrollo adecuado del discurso. En el discurso, cualquiera sea el tipo

utilizado, (escrito, memorizado, improvisado o mixto) se presenta una estructura ya clásica en

cuatro momentos distintos: El exordio, La Introducción, El Cuerpo y La Conclusión. Cada uno

de estos elementos estructurales se diferencia de los otros, cada uno cumple una función

específica.

1. El Exordio: Sirve para que el orador vaya tomando confianza en sí mismo y ordenando sus

ideas para arrancar.

2. La Introducción: Esta primera parte del discurso persigue atraer la atención del auditorio y

predisponerlo a favor del tema, por lo menos prepararlo para que escuche la argumentación que

ha de presentarse, con cierta inclinación e indulgencia, incluso con la curiosidad propia de quien

espera conocer el contenido jurídico del discurso y la manera en que sea presentado por el orador

jurista.

En esta primera etapa del discurso, el orador debe presentarse a su audiencia señalando cual es la

condición con la cual actúa en el proceso. Hablar de los hechos que el tribunal juzga con

referencias de lugar y tiempo que puedan ser útiles para calificar o no el delito. Introduzca dentro

de esta parte, narraciones de hechos semejantes, con resultados jurídicos semejantes a los que

usted espera. Por otra parte, muy sutilmente, describa su intención final. Lo que usted solicitara
después de terminar su exposición. Le recomendamos que esta introducción no sea demasiado

larga. Debe durar lo necesario para exponer los hechos y no cansará la audiencia.

3. El Cuerpo o Desarrollo del Discurso: En esta parte del discurso debe establecerse su médula.

Se recomienda antes de la exposición pública, establecer algunos puntos principales fáciles de

recordar que no deben ser olvidados y además deben ser expuestos en un orden determinado.

Estos son llamados puntos medulares del discurso y constituyen el cuerpo de este.  Después de

finalizada la introducción se deben desarrollar cuatro o cinco puntos medulares, dependiendo de

cuál es el estado del proceso en que se actúa y cuál es la condición con que se hace. 

4. La Conclusión: Con la conclusión se persigue dejar en la audiencia una actitud favorable al

orador y, por ende, a nuestro caso. Entonces, no debe finalizar abruptamente, sino con una frase

o cita contundente que reafirme lo dicho en el cuerpo del discurso. En muchas oportunidades un

orador ha estado brillante, y cuando la audiencia espera que remate la frena de forma brusca,

cesa la exposición dejando a la audiencia con la pregunta de ¿Qué Pasó?, ¿Cuándo Terminó?

Una situación como esta debilita lo ya expuesto y resta brillo al éxito ya obtenido.

VENTAJAS:

Tomando en cuenta las características claves antes mencionadas, las ventajas que ofrece el

discurso jurídico varían en función a la etapa u acción a la que nos enfrentemos al momento de

estar en el ejercicio de la actividad.

En ese sentido, la primera acción que es la persuasión tiene como fin el mover a la acción a

un auditorio: si se logra el propósito (la acción) se habrá persuadido. Por su lado, el

convencer tiene como fin manifiesto la demostración de las premisas. El orador que pretende

convencer no busca la acción del auditorio, sino que su objetivo es asegurar el carácter racional

de la adhesión a sus premisas por parte del auditorio universal entendiendo por auditorio
universal el formado por todos los hombres racionales, educados formalmente y con sentido

común. Se persuade porque se puede demostrar que de una serie de afirmaciones

particulares (y por lo tanto probablemente verdaderas) se puede llegar a una constante

generalización que permite afirmar que la constante generalización es una verdad.

Dentro del convencer, se hace necesario expresar que contiene dos elementos, el primero, la

verdad, y la aceptación de dicha verdad por parte del auditorio, en la premisa mayor. En

segundo lugar, el proceso de deducción es correcto porque se aplican una serie de

condicionamientos formales que dan como resultado lo correcto del razonamiento y se

autocorrigen en caso de violación de las reglas. Técnicamente, el discurso jurídico que convence

opera la deducción retórica —no lógica— en dos esferas: una, la esfera de la ley, y dos, la esfera

fáctica. Deduce de una premisa legal (lo legal se ofrece como verdad cuando en realidad la

premisa legal con la que se trabaja es una interpretación de la textualidad de la ley) y una

acción fáctica que es el resultado de una interpretación narrativa; de lo anterior se ofrece

una conclusión deductiva en la que se establece la responsabilidad u obligación o no de un

sujeto de derecho.

La seducción se construye desde el metalenguaje. El referente del discurso del hablante es el

discurso emocional del auditorio. El hablante se refiere a esos discursos emocionales

comunes y no a ningún objeto material. La palabra de la seducción apela al sentido (sentido

entendido como el significado que construye el receptor desde su experiencia personal) y no al

significado propio del vocablo, apela a la carga emocional de las palabras del auditorio: yo

soy porque quiero ser tú. La seducción pone en movimiento los factores irracionales de la

conducta humana, los hace visibles y presentes para analógicamente reivindicar los mismos

predicados entre el hablante y su auditorio. La seducción es un espejo donde el auditorio ve


reflejado lo no expuesto, su mundo privado y oculto. La seducción revela lo velado. El

discurso de la seducción estructura el mundo pasional del sujeto y lo vuelve razonable en el

ámbito público. Son los modelos retóricos los que organizan los deseos personales para

ofrecerlos como razonamientos razonables en el ámbito de lo público. La verdad de la seducción

radica en que construye una relación de pertinencia entre sus sentimientos y valores y los

sentimientos del auditorio, y a esa relación de pertinencia la ofrece como verdad.

CONCLUSIÓN

De esta manera se puede llegar a concluir que el discurso como herramienta humana tiene un

amplio uso, y con ello un sin número de definiciones. El discurso sin duda incide en la vida de

las personas, pues las orienta a la toma de decisiones colectivas. De esta forma, dentro del

discurso jurídico se puede afirmar que este es fundamental en el campo de la litigación ya que el

fin último es dirigir la materialización de las pretensiones que se han enunciado, y con ello

generar una decisión judicial favorable para los intereses del cliente que el profesional del

derecho defiende, que en este caso marcará la diferencia en el campo del derecho, pues al final

de cuenta, y al menos en lo que a litigación se refiere, de un pleito resulta un perdedor y un

ganador.
Referencias

Alexy, R. (s/f). La Teoría del Discurso de Robert Alexy. México: Universidad Nacional

Autónoma de México.

Fabra, J., & Núñez, A. (2015). Enciclopedia de filosofía y teoría del derecho. México:

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto de Investigaciones

Jurídicas.

Máxima, J. (12 de Septiembre de 2019). "Discurso". Obtenido de Caracteristicas.co:

https://www.caracteristicas.co/discurso/#ixzz5VlNqdcVs

Morales, E. (31 de Enero de 2013). Discurso. Obtenido de Diccionari de lingüística on line:

http://www.ub.edu/diccionarilinguistica/print/5514#Explicaci%C3%B3n

Ospina, N., Adúriz, A., Amador, R., & Galagovsky, L. (2014). Una Propuesta Pragmática para

Determinar Argumentos y Caracterizarlos desde Dos Tópicos de Naturaleza de la

Ciencia. III CONFERENCIA LATINOAMERICANA DEL INTERNATIONAL 2014 (págs.

416-420). Santiago de Chile: HISTORY AND PHILOSOPHY OF SCIENCE

TEACHING GROUP IHPST- LA.

Ribeiro, G. (2016). Las funciones retóricas del discurso jurídico. Revista De Derecho, 235–256.

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