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Los distintos tipos de vacunas

que existen
12 de enero de 2021

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El presente artículo es la cuarta parte de una serie de textos explicativos sobre el desarrollo y la
distribución de vacunas. La primera parte se centró en el mecanismo mediante el cual las vacunas
protegen a nuestro organismo de los agentes patógenos.  La segunda parte se centró en los
componentes que integran las vacunas y en las tres fases de las que constan los ensayos
clínicos. 

La tercera parte se centró en las etapas que transcurren desde que concluyen
las fases de los
ensayos clínicos hasta que las vacunas se distribuyen. 

En este documento se presenta información resumida sobre los distintos tipos de vacunas que
existen. 

Al mes de diciembre de 2020, se


están desarrollando más de 200 vacunas experimentales contra la
COVID-19. De ellas, al menos 52 se encuentran en las fases de ensayos con humanos. Hay muchas
otras vacunas que actualmente se encuentran en las fases I o II y que pasarán
a la fase III en los
próximos meses (si desea consultar información más detallada sobre las fases que componen los
ensayos clínicos, sírvase examinar la tercera parte de nuestra colección «Vacunas bajo
la lupa»). 

¿Por qué se están desarrollando tantas vacunas?


De ordinario, muchas vacunas experimentales son objeto de análisis antes de que se determine que
alguna de ellas es segura y eficaz. Por ejemplo, aproximadamente 7 de cada 100 vacunas que se
analizan en los laboratorios y se prueban en animales
de experimentación llegan a considerarse lo
suficientemente buenas como para pasar a la fase de realización de ensayos clínicos con humanos.
De todas las vacunas que llegan a la fase de ensayos clínicos, tan solo una de
cada cinco
demuestra tener utilidad real. Desarrollar un gran número de vacunas distintas aumenta las
posibilidades de que haya una o más vacunas que resulten útiles y demuestren ser seguras y
eficaces para los grupos demográficos
a los que se pretende dar prioridad.
3 métodos principales para fabricar una vacuna

Los distintos tipos de vacunas 


Existen tres métodos principales para diseñar una vacuna. Esos métodos se distinguen en función
de si en ellos se utilizan virus o bacterias íntegros; solo los fragmentos del agente
patógeno que
inducen una respuesta del sistema inmunitario; o solamente el material genético que contiene las
instrucciones para fabricar proteínas específicas y no todo el virus. 

El método en el que se utiliza el agente patógeno íntegro

Vacunas inactivadas

La primera de las estrategias que pueden utilizarse para diseñar una vacuna es aislar el virus o la
bacteria patógenos, o uno muy parecido, e inactivarlos o destruirlos por medio de sustancias
químicas, calor o radiación. En
esta estrategia se utiliza tecnología que ya se ha demostrado que
funciona para tratar enfermedades que afectan a los seres humanos (por ejemplo, este método se
utiliza para fabricar las vacunas antigripales y antipoliomielíticas);
además, la técnica hace posible
fabricar vacunas a una escala aceptable.

Sin embargo, para llevar a cabo este método es necesario contar con laboratorios especiales para
cultivar los virus o las bacterias de forma segura, la técnica suele conllevar tiempos de fabricación
relativamente largos, y por lo
general las vacunas resultantes deben aplicarse en pautas de dos o
tres dosis.

Vacunas atenuadas
Para diseñar las vacunas atenuadas se utilizan los virus patógenos o alguno que sea muy parecido y
se mantienen activos pero debilitados. La vacuna de tipo SPR (con componente antisarampionoso,
antiparotidítico, y
antirrubeólico), y las vacunas contra la varicela y contra el zóster son ejemplos de
este tipo de vacuna. En esta estrategia se utiliza tecnología parecida a la de las vacunas
inactivadas; además, es posible fabricar grandes
cantidades de vacuna. Sin embargo, en ocasiones
no es conveniente aplicar vacunas de este tipo a las personas inmunodeprimidas. 
Vacunas basadas en vectores víricos 

Para diseñar este tipo de vacunas se utiliza un virus inocuo para transportar fragmentos específicos
(llamados «proteínas») del agente patógeno de interés con el fin de que estos induzcan una
respuesta inmunitaria
sin llegar a causar la enfermedad. Para conseguirlo, las instrucciones para
fabricar fragmentos específicos del agente patógeno de interés se insertan en un virus inocuo. Una
vez hecho esto, el virus inocuo sirve como una plataforma
(un «vector») para introducir la proteína
en el organismo.  Posteriormente, la proteína induce una respuesta inmunitaria. Por ejemplo, la
vacuna contra el ebola es una vacuna basada en un vector vírico. Este tipo
de vacuna puede
desarrollarse rápidamente. 

El método en el que se utiliza una subunidad antigénica

Método en el que se utiliza una subunidad antigénica

Las vacunas con subunidades antigénicas son aquellas en las que solamente se utilizan los
fragmentos específicos (llamados «subunidades antigénicas») del virus o la bacteria que es
indispensable que el sistema inmunitario
reconozca. Estas vacunas no contienen el agente
patógeno íntegro ni utilizan un virus inocuo como vector. Las subunidades antigénicas suelen ser
proteínas o hidratos de carbono. La mayoría de las vacunas que figuran
en los calendarios de
vacunación infantil son del tipo de subunidades antigénicas y protegen a las personas de
enfermedades como la tos ferina, el tétanos, la difteria y la meningitis meningocócica.

El método genético (vacunas de ácido nucleico)

El método génético

A diferencia de los métodos para diseñar vacunas en los que se utilizan agentes patógenos íntegros
atenuados o destruidos o fragmentos de uno, en las vacunas de ácido nucleico solamente se utiliza
una secuencia de material
genético que proporciona las instrucciones para fabricar proteínas
específicas y no todo el agente. Las moléculas de ADN y ARN son las instrucciones que nuestras
células utilizan para fabricar proteínas. En
nuestras células, en primer lugar, el código de ADN se
transduce en ARN mensajero que, posteriormente, se utiliza como plantilla para fabricar proteínas
específicas. 
Por medio de las vacunas de ácido nucleico un conjunto específico de instrucciones se insertan en
nuestras células, ya sea en forma de ADN o ARNm, con el fin de que estas fabriquen la proteína
específica que deseamos
que el sistema inmunitario reconozca y contra la que deseamos que se
induzca una respuesta. 

El
método del ácido nucleico es una nueva técnica para desarrollar vacunas. Antes de que
comenzara la pandemia de COVID-19 ninguna vacuna de este tipo había superado todo el proceso
de autorización para poder utilizarse
en seres humanos, aunque determinadas vacunas de ADN,
incluidas algunas destinadas a combatir tipos específicos de cáncer, ya se encontraban en las fase
de ensayos con humanos. Debido a la pandemia, la investigación en este ámbito
ha avanzado muy
rápidamente y se ha otorgado autorización de uso urgente a algunas vacunas de ARNm contra la
COVID-19, lo que significa que ya se pueden administrar a las personas y no solamente en el marco
de la realización de ensayos
clínicos. 

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