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Subsecretaría de Educación Obligatoria

Dirección Académica
15 de Junio de 2022

Principios que orientan la Educación en el Estado de Puebla


1. El Derecho a la Educación
Desde la Declaración de los Derechos Humanos (1948), se reconoce que toda
persona tiene Derecho a la Educación y plantea que lo esencial en la educación es el
pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales; es decir, formar seres humanos
integrales, sobre todo en momentos de crisis como el que vivimos actualmente, que
nos ha obligado a reflexionar y redireccionar los rumbos de la educación. El Derecho
a la Educación como marco conceptual y normativo, va más allá de las aulas y se
instaura en todas las formas posibles en que se pueden promover condiciones que
permitan mejorar la calidad de vida; desde este punto de vista, la Secretaría de
Educación asume que la concreción de dicho derecho exige de manera inaplazable el
compromiso y colaboración de todas y todos los educadores, responsables últimos
de hacer operativa las intenciones educativas.

2. Las 4As del Derecho a la Educación


Para la concreción de la finalidad educativa en el Estado de Puebla, se establecen las
4As (Tomasevski, 2004) Asequibilidad, Accesibilidad, Aceptabilidad y Adaptabilidad
como dimensiones para garantizar el Derecho a la Educación.
La Asequibilidad exige ofrecer una educación para todas y todos, con recursos y
materiales diversos en función de las características y necesidades de los contextos.
Uno de los rasgos claves de la asequibilidad es que las y los educadores estén
formados, por lo tanto; la formación debe enfocarse en un plan que responda a las
necesidades y problemáticas actuales. En términos de Accesibilidad, la formación
debe ayudar a que las y los educadores asuman que como eje central del quehacer
educativo se deben redoblar esfuerzos, compromisos y solidaridad para coadyuvar a
que todas las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y Adultos (NNAJyA) permanezcan
en el sistema educativo sin importar las condiciones socioeconómicas ni las barreras
para el aprendizaje. La Aceptabilidad requiere que las y los educadores enfoquen sus
capacidades y habilidades en identificar las necesidades e intereses que presentan
los aprendientes en el contexto emergente, y ajustar el currículo para atenderlas con
pertinencia y relevancia, favoreciendo la construcción de conocimientos útiles y
pensamiento crítico para la vida; la aceptabilidad, en términos de formación de las y
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los educadores, también se cristaliza cuando se implementan propuestas


metodológicas pertinentes en los procesos de aprendizaje. Por último, la
Adaptabilidad, exige que, desde la formación las y los educadores sean 11 capaces
de flexibilizar los procesos de aprendizaje, permitiendo que las y los aprendientes se
desarrollen a ritmos y tiempos distintos y sean conscientes de que sus condiciones
son diversas. La adaptabilidad implica también que, los procesos vivenciales se
incorporen a los procesos de aprendizaje y coadyuven en la construcción de
ciudadanía para la transformación.

3. Formar Ciudadanía para la Transformación


Desde la Secretaría de Educación del Estado de Puebla, el plan de formación tiene
como propósito que las y los educadores centren su desempeño profesional en
formar a sujetos crítico-éticos, íntegros e integrales, solidarios frente a la realidades
y acontecimientos de su entorno, personas que transformen el mundo desde los
entornos más cercanos. Lo anterior se traduce en que las NNAJyA a lo largo de su
vida, sean capaces de ser ciudadanos responsables, conscientes de ejercer sus
derechos respetando tanto los valores y normas que la democracia adopta para
hacerlos efectivos, como los derechos del resto de sus conciudadanos. Tiene que ver
en palabras de Maturana (2014), con llegar a ser un humano responsable, social y
ecológicamente consciente, que se respeta a sí mismo y es una persona
técnicamente competente y socialmente responsable.

4. La Ética del Cuidado


La ética en el sentido más básico significa “aprender a ser responsables”, a responder
y elegir, pero desde la práctica reflexiva de nuestra libertad. En el mundo existen
diversas propuestas éticas con distintas naturalezas, pero la mayoría de estas se
complementan en su intención fundamental, que es la búsqueda del bien para todos,
para uno mismo, para los otros, para la naturaleza y para la madre tierra. Desde esta
perspectiva, el plan de formación de las y los educadores debe apegarse a este
principio y enfocar la Ética del Cuidado, no sólo desde el plano de la comprensión y
la reflexión, sino ponerla en práctica de forma inmediata por todas y todos porque
descansa en tres pilares transculturales que son la morada, el otro y el cuidado. La
morada en este caso es la madre tierra, el planeta, una casa común para todos.
Respecto al segundo pilar, se asume que somos lo que somos gracias al encuentro
que tenemos con el otro en tanto otro, con nosotros mismos, por ello la necesidad
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de tener cuidado al establecer relaciones con el otro y fortalecerlas desde la


aceptación. El cuidado como tercer pilar es la forma de hacer evidente las relaciones
de aceptación. “Toda educación es, de una manera u otra, relación, y esta relación
(educativa o no) con los otros es el lugar en que cada uno de los seres humanos puede
encontrarse acogido o amenazado” (Mélich, 2012:48). Por ello, desde la formación
de las y los educadores, se debe enfatizar el 12 acompañamiento como una forma
de hacer operativa la Ética del Cuidado entre los propios educadores, generando
procesos formativos basados en el acompañamiento, reconocimiento y aceptación
del otro. En consecuencia, la Ética del Cuidado es un desempeño competencial que
los educadores deben fortalecer desarrollando saberes en dos dimensiones, primero
como parte de su experiencia formativa, es decir vivir de manera intrínseca a su
formación estos procesos y segunda, a través de talleres específicos sobre este tema
para potenciar su capacidad crítica y compromiso; de este modo los educadores
serán capaces de afrontar desafíos con calidez en las relaciones educativas y para
esta Secretaría esta es la condición sin la cual no hay procesos formativos.

5. Educación Sostenible
Una educación sostenible, requiere de una formación que cimente su trayecto
formativo en que las y los educadores sean capaces de implementar líneas de acción
encaminadas al buen vivir; es decir, en acciones que protejan la tierra, salven la vida
humana y de todas las especies; que los educadores recurran a la naturaleza como
un ambiente de aprendizaje que muestre a las y los aprendientes que somos
ecodependientes con la naturaleza y el consumo responsable de los recursos no
renovables (convivencia no destructiva). Se requiere que, a lo largo del trayecto de
formación, hagamos consciente que la Tierra en sí es un ente vivo y debe estar
presente en todo momento y toda acción del proceso educativo. En palabras de Boff
(2017), solamente una ética del cuidado, vivida con congruencia y por todos, desde
los niños hasta los ancianos, nos dará la esperanza de que podemos regenerar la
tierra, devolverle la riqueza que le sustrajimos y hacerla fecunda de nuevo para
generar infinidad de vidas, como lo ha hecho desde hace millones de años.

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