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2 Principios de la Educación en Puebla (Faros)

2.2.1 El Derecho a la Educación


Desde la Declaración de los Derechos Humanos (1948), se reconoce que toda
persona tiene Derecho a la Educación y plantea que lo esencial en la educación
es el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a
los derechos humanos y a las libertades fundamentales; es decir, formar seres
humanos integrales, sobre todo en momentos de crisis como el que vivimos
actualmente, que nos ha obligado a reflexionar y redireccionar los rumbos de la
educación. El Derecho a la Educación como marco conceptual y normativo, va
más allá de las aulas y se instaura en todas las formas posibles en que se pueden
promover condiciones que permitan mejorar la calidad de vida; desde este punto
de vista, la Secretaría de Educación asume que la concreción de dicho derecho
exige de manera inaplazable el compromiso y colaboración de todas y todos los
educadores, responsables últimos de hacer operativa las intenciones educativas.

2.2.2 Las 4As del Derecho a la Educación

Para la concreción de la finalidad educativa en el Estado de Puebla, se establecen


las 4As (Tomasevski, 2004) Asequibilidad, Accesibilidad, Aceptabilidad y
Adaptabilidad como dimensiones para garantizar el Derecho a la Educación. La
Asequibilidad exige ofrecer una educación para todas y todos, con recursos y
materiales diversos en función de las características y necesidades de los
contextos. Uno de los rasgos claves de la asequibilidad es que las y los
educadores estén formados, por lo tanto; la formación debe enfocarse en un plan
que responda a las necesidades y problemáticas actuales. En términos de
Accesibilidad, la formación debe ayudar a que las y los educadores asuman que
como eje central del quehacer educativo se deben redoblar esfuerzos,
compromisos y solidaridad para coadyuvar a que todas las Niñas, Niños,
Adolescentes, Jóvenes y Adultos (NNAJyA) permanezcan en el sistema educativo
sin importar las condiciones socioeconómicas ni las barreras para el aprendizaje.
La Aceptabilidad requiere que las y los educadores enfoquen sus capacidades y
habilidades en identificar las necesidades e intereses que presentan los
aprendientes en el contexto emergente, y ajustar el currículo para atenderlas con
pertinencia y relevancia, favoreciendo la construcción de conocimientos útiles y
pensamiento crítico para la vida; la aceptabilidad, en términos de formación de las
y los educadores, también se cristaliza cuando se implementan propuestas
metodológicas pertinentes en los procesos de aprendizaje. Por último, la
Adaptabilidad, exige que, desde la formación las y los educadores sean 11
capaces de flexibilizar los procesos de aprendizaje, permitiendo que las y los
aprendientes se desarrollen a ritmos y tiempos distintos y sean conscientes de que
sus condiciones son diversas. La adaptabilidad implica también que, los procesos
vivenciales se incorporen a los procesos de aprendizaje y coadyuven en la
construcción de ciudadanía para la transformación.

2.2.3 Formar Ciudadanía para la Transformación

Desde la Secretaría de Educación del Estado de Puebla, el plan de formación


tiene como propósito que las y los educadores centren su desempeño profesional
en formar a sujetos crítico-éticos, íntegros e integrales, solidarios frente a la
realidades y acontecimientos de su entorno, personas que transformen el mundo
desde los entornos más cercanos. Lo anterior se traduce en que las NNAJyA a lo
largo de su vida, sean capaces de ser ciudadanos responsables, conscientes de
ejercer sus derechos respetando tanto los valores y normas que la democracia
adopta para hacerlos efectivos, como los derechos del resto de sus
conciudadanos. Tiene que ver en palabras de Maturana (2014), con llegar a ser un
humano responsable, social y ecológicamente consciente, que se respeta a sí
mismo y es una persona técnicamente competente y socialmente responsable.

2.2.4 La Ética del Cuidado


La ética en el sentido más básico significa “aprender a ser responsables”, a
responder y elegir, pero desde la práctica reflexiva de nuestra libertad. En el
mundo existen diversas propuestas éticas con distintas naturalezas, pero la
mayoría de estas se complementan en su intención fundamental, que es la
búsqueda del bien para todos, para uno mismo, para los otros, para la naturaleza
y para la madre tierra. Desde esta perspectiva, el plan de formación de las y los
educadores debe apegarse a este principio y enfocar la Ética del Cuidado, no sólo
desde el plano de la comprensión y la reflexión, sino ponerla en práctica de forma
inmediata por todas y todos porque descansa en tres pilares transculturales que
son la morada, el otro y el cuidado. La morada en este caso es la madre tierra, el
planeta, una casa común para todos. Respecto al segundo pilar, se asume que
somos lo que somos gracias al encuentro que tenemos con el otro en tanto otro,
con nosotros mismos, por ello la necesidad de tener cuidado al establecer
relaciones con el otro y fortalecerlas desde la aceptación. El cuidado como tercer
pilar es la forma de hacer evidente las relaciones de aceptación. “Toda educación
es, de una manera u otra, relación, y esta relación (educativa o no) con los otros
es el lugar en que cada uno de los seres humanos puede encontrarse acogido o
amenazado” (Mélich, 2012:48). Por ello, desde la formación de las y los
educadores, se debe enfatizar el 12 acompañamiento como una forma de hacer
operativa la Ética del Cuidado entre los propios educadores, generando procesos
formativos basados en el acompañamiento, reconocimiento y aceptación del otro.
En consecuencia, la Ética del Cuidado es un desempeño competencial que los
educadores deben fortalecer desarrollando saberes en dos dimensiones, primero
como parte de su experiencia formativa, es decir vivir de manera intrínseca a su
formación estos procesos y segunda, a través de talleres específicos sobre este
tema para potenciar su capacidad crítica y compromiso; de este modo los
educadores serán capaces de afrontar desafíos con calidez en las relaciones
educativas y para esta Secretaría esta es la condición sin la cual no hay procesos
formativos.
2.2.5 Educación Sostenible

Una educación sostenible, requiere de una formación que cimente su trayecto


formativo en que las y los educadores sean capaces de implementar líneas de
acción encaminadas al buen vivir; es decir, en acciones que protejan la tierra,
salven la vida humana y de todas las especies; que los educadores recurran a la
naturaleza como un ambiente de aprendizaje que muestre a las y los aprendientes
que somos ecodependientes con la naturaleza y el consumo responsable de los
recursos no renovables (convivencia no destructiva). Se requiere que, a lo largo
del trayecto de formación, hagamos consciente que la Tierra en sí es un ente vivo
y debe estar presente en todo momento y toda acción del proceso educativo. En
palabras de Boff (2017), solamente una ética del cuidado, vivida con congruencia
y por todos, desde los niños hasta los ancianos, nos dará la esperanza de que
podemos regenerar la tierra, devolverle la riqueza que le sustrajimos y hacerla
fecunda de nuevo para generar infinidad de vidas, como lo ha hecho desde hace
millones de años.

2.2.6 Derecho a la Diferencia

La formación de las y los educadores requiere estar orientada por principios que
sustenten el respeto a la identidad individual, por ello es importante reconocer que
todos los seres vivos partimos de los mismos componentes bioquímicos como la
adenina, la guanina, la citosina y la timina, sin embargo estos componentes al
conjuntarse con las proteínas pueden presentar una amplia gama de
combinaciones, y eso es lo que hace posible que aunque esencialmente partamos
de la misma base, seamos diferentes y como resultado de esta diferencia tenemos
la diversidad de funciones, pensamientos, sentimientos, creencias y cualquier otro
aspecto de la vida misma. Reconociendo entonces que existe una diversidad y
que esta debe ser defendida, es importante recalcar que el Derecho a la
Diferencia se cimienta a través de una distinción objetiva que se fundamente en la
razón, lo que hace inadmisible el trato 13 discriminatorio. Por ello, un punto clave
para entender el Derecho a la Diferencia, es comprender que no implica un trato
desigual, sino al contrario un trato al otro en tanto otro, respetando los rasgos
específicos que individualizan a las personas para darle énfasis a su identidad. El
Derecho a la Diferencia descansa en la responsabilidad de hacer operativo el
principio de igualdad y libertad, condiciones indispensables para distinguir a un
individuo de otro, de tal modo que se evita imponer cultura sobre otra, y por el
contrario, propicia el reconocimiento de las tantas identidades que co-existen.

2.2.7 Formación Integral

Estar en la escuela es una condición para ejercer el derecho a la educación; este derecho
sólo es efectivo cuando las niñas, niños, adolescentes y jóvenes: Una formación integral
para desarrollar todas sus potencialidades de forma activa, transformadora y autónoma;
ello supone que los planes y programas de estudio, las maestras y los maestros y las
autoridades educativas, organizan las actividades escolares desde una visión humanística
científica, artística, lúdica y crítica, de acuerdo a cada nivel, tipo y modalidad educativa.

Se requiere una organización que ponga la administración al servicio de la escuela que es


el sitio donde se produce la educación. La educación debe ser gobernada con vocación
educativa.

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