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El documento describe la evolución del concepto de obligación desde el derecho romano hasta la actualidad. Los juristas romanos se referían a situaciones concretas como deudas y no a una relación abstracta como la obligación. El derecho romano clasificaba las obligaciones como bienes incorporales. La obligación creaba una relación personal entre acreedor y deudor vinculada a una cosa. El concepto moderno de obligación surgió a través del racionalismo jurídico y la filosofía humanista en las obras de Domat y Pothier, que difieren esenc
El documento describe la evolución del concepto de obligación desde el derecho romano hasta la actualidad. Los juristas romanos se referían a situaciones concretas como deudas y no a una relación abstracta como la obligación. El derecho romano clasificaba las obligaciones como bienes incorporales. La obligación creaba una relación personal entre acreedor y deudor vinculada a una cosa. El concepto moderno de obligación surgió a través del racionalismo jurídico y la filosofía humanista en las obras de Domat y Pothier, que difieren esenc
El documento describe la evolución del concepto de obligación desde el derecho romano hasta la actualidad. Los juristas romanos se referían a situaciones concretas como deudas y no a una relación abstracta como la obligación. El derecho romano clasificaba las obligaciones como bienes incorporales. La obligación creaba una relación personal entre acreedor y deudor vinculada a una cosa. El concepto moderno de obligación surgió a través del racionalismo jurídico y la filosofía humanista en las obras de Domat y Pothier, que difieren esenc
El concepto abstracto de obligación es moderno, nace con el racionalismo
jurídico. Los juristas romanos no fueron racionalistas; no se dedicaron a construir sistemas de ideas sino que describieron realidades, como Michelle Villey No emplearon la palabra oblación para designar una relación abstracta, sino situaciones concretas, como las condiciones en que estaban los deudores y los poderes que sobre ellos tenían los acreedores. Aun la definición de obligación que trae la “instituta”, y que pertenece al siglo VI, no obstante su finalidad sistemática, de ningún modo se confunde con el método axiomático o deductivo de la jurisprudencia moderna. (“La obligación es un vínculo jurídico que nos impone la necesidad de pagar algo a otro, según nuestro derecho civil”). El derecho romano se refiere a las cosas y entre estas encuentras a las obligaciones. Dentro de las cosas de derecho privado, distingue las es corporales (Un campo, un esclavo, dinero) de las incorporales o íura (un usufructo, una servidumbre) e incluye entre estas a las obligaciones. Así como se puede tener un bien corporal. La obligación tiene la característica de ser una relación personal entre dos sujetos: Uno activo, el acreedor y otro pasivo, el deudor, que le está vinculando incluso físicamente; pero con referencia siempre a una cosa, el carácter corporal de la obligación romana sobrevive a las instituciones de la prisión por deuda, hasta el siglo XIX, y de la privación de la sepultura al deudor muerto, hasta la edad media. La obligación gravita, primero sobre la persona y luego sobre la totalidad del patrimonio del deudor (Entendido el patrimonio como la expresión de su persona física), y en una parte proporcional indeterminada. Si hay concurrencia de acreedores con el igual de derecho, a falta de bienes el deudor sigue respondiendo con su persona hasta el siglo XIX. Si se requiere dar a la obligación eficacia real, es menester añadir al contrato un acto de transferencia cuya validez es independiente de la de aquel. Al concepto moderno de la obligación se llega a través de la filosofía racionalista y de la jurisprudencia humanista, principalmente por la obra de los precursores de código Napoleón, Domat y Pothier. Entre la idea empírica de los romanos y esta hay una diferencia esencial. Para las doctrinas que prevalecen al prolongarse nuestro código civil. Toda la obligación envuelve, en efecto, una limitación de la libertad natural y, por ende, no puede presumirse. El artículo 19 de la constitución nacional declara que en este sentido que nadie “será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”.