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Crecimiento y desarrollo en la
familia alcohólica

En este capítulo encaramos la morfogénesis, el segundo gran componente de nuestro modelo


sistémico. Cuando los teóricos de los sistemas de familia hablan de la morfogénesis, por lo
general pasan con rapidez a un análisis de lo que se ha llamado ciclo de vida de la familia.Pero la
mayor parte de los modelos del ciclo de vida de és ta se encuentran enmarcados, en realidad, por
la historia del desarrollo de algunos miembros de ella. Por ejemplo, muy a menudo se presta
atención a factores de com posición (número y edades de los hijos), para definir las diferentes
etapas del ciclo vital.
Nosotros intentamos un enfoque distinto. En lugar de vincular el desarrollo de la familia con el
ciclo vital de los miembros de ésta, proponemos un ciclo vital de la familia construido en torno
de la idea de la maduración sistémica. O sea, que prestar mos especial atención a las pautas de
crecimiento observables que derivan en propie dades singulares de las familias, tales como los
sistemas conductales. En rigor, este enfoque crea un modelo desarrollista de crecimiento de la
unidad familia (en contra posición a un modelo que vincula el crecimiento y desarrollo de la
familia sólo con los cambios precipitados por los integrantes de ésta).
Al aplicar tal modelo de crecimiento y desarrollo de la familia a la familia alco hólica, el
interrogante más importante por formular es: ¿en qué aspectos es alterada la maduración
sistémica de las familias por la presencia del alcoholismo en el seno de ellas? De ese modo,
dedicamos especial atención a los cambios del ciclo vital acostum brado de la familia (o
deformaciones del desarrollo, como las denominamos nosotros) que ocurren, casi siempre,
cuando las familias organizan su vida en torno del alcoho lismo crónico como problema nuclear
de la identidad de la familia. Por lo tanto, en este capítulo tenemos dos tareas centrales: una,
sentar los principios fundamentales del cre cimiento de la familia, y dos, describir cómo afecta el
alcoholismo ese proceso de creci miento.
Pero ante todo, tal vez deberíamos formular otra pregunta más fundamental: zes correcto decir
que las familias "crecen"? El crecimiento y desarrollo individuales son relativamente fáciles de
conceptualizar y seguir. La gente nace, pasa por un proceso, perceptible con claridad, de
maduración física, seguido por un período igualmente de finible de envejecimiento, y por último
muere. De la misma manera, el desarrollo cog noscitivo individual puede ser seguido a lo largo
de una serie de etapas (el modelo de Piaget), y también en este caso el envejecimiento posee
características reconocibles que son ampliamente aceptadas. Asimismo, se han propuesto
modelos para describir el desarrollo y crecimiento de la moral, del funcionamiento delego y
demás. Cada uno de estos modelos condujo al desarrollo de métodos para la evaluación
sistemática de propiedades vinculadas con distintas etapas de crecimiento (por ejemplo, la
ejecución de tareas que determinan si se ha llegado a etapas cognoscitivas), y los datos
producidos por estos procedimientos han apuntalado la validez de las conclusionés determi nadas
por tales modelos.
¿Pero cómo se aplican tales normas a la familia, si no es posible siquiera definir con claridad
cuándo comienza y cuándo termina aquélla? En rigor, términos como na cimiento y muerte
tienen poco sentido cuando se los hace valer para las familias. El de sarrollo de la familia, en el
mejor de los casos, es circular. Es decir, que las familias són sistemas multigeneracionales: La
continuidad queda asegurada por el hecho de que las personas son al mismo tiempo hijos en su
familia de origen y "fundadores" de sus pro pias familias de procreación. El matrimonio el típico
"punto de part da" para la fa milia no es más que un punto de partida de conveniencia, un signo
de fruntuación que separa a una generación de la otra de manera artificial.
Tómese, por ejemplo, el importante tema de crecimiento de la tra smisión de los problemas de
identidad de la familia a lo largo de las generaciones. La l'amilia "recién formada" se esfuerza
por definir su identidad como tal familia. ¿Pero regún qué nor mas? Casi siempre, de acuerdo
con los legados transmitidos por sus dos familias de ori gen. ¿Y qué decir de estas familias de
origen? ¿No luchan ellas al misi no tiempo con lo que quieren transmitir, como herencia, a las
futuras generaciones? ¿La transmisión es un proceso interno, o se trata de un proceso que se da a
través de la sinapsis que se para a la antigua familia de la nueva? No es fácil decirlo, ya que por
lo inenos algunos de los actores del drama son miembros de ambos sistemas. La transmis ón del
alcoho lismo, por ejemplo, ¿puede verse más correctamente como un fenómeno de desarro llo de
la última fase, en la vida de la Familia 1, o como uno de la prime a fase en la de la Familia 2? Es
evidente que ninguna de las dos respuestas es correcte. por sí misma.
¿Por qué subrayar estos puntos? Porque si bien los análisis del desarrollo de la familia toman
prestados muchos elementos de las construcciones y modelos usados pa ra describir el desarrollo
individual -en especial el del ciclo de vida, es preciso tener en cuenta que los modelos resultantes
sobre el desarrollo de la familia surgen de pun tuaciones impuestas por el observador sobre lo
que en realidad es un proceso continuo y circular. Como este libro está dividido en tres secciones
destinadas a concentrarse en tres fases de desarrollo del ciclo vital de la familia alcohólica,
resulta claro que tam bién somos culpables de haber utilizado ese mismo método de puntuación
artificial. Pero mientras el lector tenga en cuenta, por ejemplo, que las familias a las cuales se des
cribe como luchando con problemas de la primera fase (tema central·lel capítulo 5) también
podrían ser vistas, con la misma facilidad, como enfrentadas a problemas de la última fase (y por
lo tanto ser relegadas a los capítulos 9 y 10), med ante la simple modificación de la perspectiva
por la de la generación mayor, quedaría reducido al mí nimo el peligro de entender erróneamente
nuestra intención.

Cambio o crecimiento
Los conceptos sobre el desarrollo de la familia pueden dividirse, en forma apro ximada, en dos
grupos: los que se centran en el cambio y los que tienen su centro en el crecimiento. Aunque con
frecuencia se utilizan de manera intercambiable, los tér minos de cambio y crecimiento encaran,
en rigor, dos aspectos distintos del desarrollo.
El cambio es un término que puede usarse para describir cualquier alteración en la organización
sistémica de la familia. A menudo se lo considera una respuesta sisté mica a un suceso o proceso
que quebranta en forma momentánea la horaeostasis de la

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tas de crecimiento aberrantes, cuando se producen. Como ya se dijo al analizar el de sarrollo


(crecimiento) de la familia, este marco reconocible ha sido denominado ciclo de vida de la
familia.

Estructura del ciclo de vida de la familia


familia. O sea, que se trata de una respuesta a un desafío de magnitud suficiente para romper la
estabilidad interna de la familia. El desafío puede ser una crisis ocurrida fue ra de ésta (una
pérdida del puesto de trabajo, un fallecimiento accidental, el cierre de una escuela, una
oportunidad laboral no prevista, que exige un cambio de domicilio), o un hecho engendrado por
un proceso interno de la familia (una enfermedad física, una relación extramarital, una
sintomatología psiquiátrica en un hijo, una ruptura en el cumplimiento de las funciones). Pero
sea cual fuere su fuente, la crisis provoca una res puesta característica de la familia, que apunta a
la reestabilización del ambiente inter no de ésta.
En muchas familias, estas crisis conducen a cambios que les dejan importantes beneficios. La
capacidad para encarar con éxito la crisis aumenta la cohesión de la fa milia y su confianza en sí
misma. Pero no todas las familias solucionan las crisis con éxito. En muchas oportunidades, las
soluciones no son otra cosa que conciliaciones en tre las presiones de la familia para seguir igual
que antes y la necesidad de cambiar. Es frecuente que la familia alcohólica maneje las crisis de
ese modo, y las conciliaciones a las cuales llega dan como consecuencia una vida comprometida.
También es posible que las crisis ataquen los recursos económicos y las capacidades funcionales
de la familia. Muchas familias han fracasado en lo referente a sobrevivir a una crisis alco hólica,
que condujo en forma concreta a su desintegración. (Para un análisis a fondo de la relación entre
crisis, regresión y cambio en la familia, véase Reiss, 1981.)
Otro concepto que podríamos usar para describir estos ciclos de desestabiliza ción-
reestabilización es oscilaciones (como en el caso de una corriente eléctrica).* Es te es el término
que preferimos para designar esos sucesos del desarrollo en la vida de la familia. Por lo tanto, el
cambio es un término general, aplicable cuando las oscila ciones en el status quo se producen
con tal frecuencia o magnitud, que obligan a la fa milia a una reorganización sistémica
fundamental (en contraposición a una corrección menor, que sólo reestabiliza a la familia y la
hace volver a su situación anterior).
Por otro lado, crecimiento es un término que debería reservarse para un tipo de cambio
predecible. Se trata de una pauta de cambio que posee un marco reconocible, un orden
secuencial característico, una trayectoria típica en el tiempo. Más aun, tales cambios secuenciales
predecibles en las características behaviorales y de organización de la familia se producen
porque las familias, como sistemas vivos que son, se encuen tran sometidas a determinadas
presiones intrínsecas de desarrollo. La más importan tes de tales presiones del desarrollo es la
necesidad de "crecer o morir".
Es decir, que como consecuencia de las necesidades biológicas de sus miembros, las familias
tienen que agrandarse en forma periódica (agregar nuevos miembros) o di siparse en el recuerdo.
Por ende, el desarrollo de la familia puede considerarse como dividido en ciclos alternados de
expansiones sistémicas, salpicadas de períodos de con solidación sistémica, cuya mejor
representación sería tal vez una curva sinoidal que al ternara entre fases de expansión y fases
de consolidación..
Más aun, este esquema sugiere asimismo que el desarrollo de la familia es mo delado por el
ciclaje secuencial entre períodos de elevada oscilación sistémica (fases de expansión) y
prolongados períodos de baja oscilación sistémica (fases de consoli dación). Si bien cada una de
las variaciones de este ciclaje puede ser considerable, es posible identificar una pauta normativa,
y por lo tanto descubrir con claridad las pau
El concepto de vida de la familia fue sugerido por los sociólogos Evelyn Duval y Reuben Hill a
finales de la década de 1940. Trataron de aplicar a la familia el mode lo de desarrollo
psicosocial”, entonces nuevo, que proponía Erik Erikson (1950) para las personas. Los conceptos
de Erikson sobre el desarrollo siguen siendo fundamenta les para todas las versiones posteriores
del ciclo de vida de la familia (incluida la versión Historia de la Vida de la Familia [HVF] del
ciclo vital de la familia). Cinco con ceptos han sido de singular pertinencia: (1) una orientación
epigenétică; (2) etapás secuenciales de desarrollo; (3) tareas desarrollistas específicas vinculadas
con cada etapa; (4) períodos de transición característicos, iniciados por previsibles crisis de dé
sarrollo; y (5) el concepto de regresión como fenómeno de conducta universal en períodos de
transición del desarrollo.
Todos los teóricos del sistema de familia coinciden también en otro aspecto del desarrollo de
ésta. El crecimiento de la familia se da de a saltos. Es decir, que la for ma de la curva de
desarrollo es uno de los períodos más breves de intensa actividad y cambio, salpicado de
períodos más prolongados de normalización y estabilidad. Pero la coincidencia se detiene ahí.
Más allá de esta pequeña zona de confluencia hay una panoplia de modelos del ciclo vital
basados en puntos de vista muy diferentes sobre las fuerzas que impulsan el desarrollo de la
familia. como fuera !!
El modelo HVF adopta una posición muy clara en lo que se refiere a la estruc tura del ciclo vital
de la familia. Su premisa básica consiste en que sería preciso cons truir un modelo de ciclo vital
en torno a las propiedades sistémicas que son comunes al desarrollo en todas las
familias.Cuáles son esas propiedades comunes? El desarro llo de la familia es siempre, en su
centro, un proceso continuo en el cual los períodos de expansión sistémica tienen, intercalados,
períodos menos turbulentos de consolida ción sistémica. Se forman nuevas familias, maduran y a
su vez participan en la crea ción de otra generación de nuevas familias (salvo que no se
produzca la expansión sis témica y se agote el linaje familiar).
Los ciclos de expansión-consolidación aparecen en dos formas muy diferentes: En una de ellas,
la expansión es explosiva; se crea una nueva unidad familiar; que seO separa de las unidades
existentes. El ejemplo más claro, aquí, es el matrimonio. En la segunda forma, la expansión es de
alcance más modesto, ocurre en el seno de una so la unidad familiar y no conduce a la
creación de otra unidad de familia. El nacimien- (2 to de los hijos es un ejemplo de este segundo
tipo de expansión. A partir de aquí nos referiremos a estos dos tipos de ciclos como fases y
etapas del crecimiento de la familia.
Autores de muchos nuevos esquemas de ciclos de vida familiar han construido sus modelos de
desarrollo de la familia sólo en torno de etapas del crecimiento de ésta. Se enuncian estímulos
centrales como el nacimiento de hijos, el nivel de desarrollo de los hijos mayores y demás, y
las etapas de los ciclos vitales de la familia se construyen en torno de esos acontecimientos. El
primer esquema de ciclo vital propuesto por Hill y Duval (véase Hill y Rodgers, 1964) se basaba
por entero en esos criterios, para delinear las etapas de desarrollo. Esquemas posteriores
propuestos por clínicos de
* Breunlin (en prensa) ha afirmado que la teoría de la oscilación es un modelo tan rico, que
se lo pue de usar como marco inicial para la comprensión del desarrollo de la familia.

Crecimiento. Matemave
No curio
En la primera fase del desarrollo (una fase de expansión), se establecen los lími tes en respuesta
a las reglas fijadas para la forma en que los miembros de la familia se relacionarán entre sí y con
sus familias de origen. Más tarde, durante una fase interme dia (una fase de consolidación), las
opciones temáticas elegidas por la familia respon den en elevada medida a los tipos de relaciones
que para entonces se han establecido entre sus miembros. Es posible que en una familia los
cónyuges tengan una relación igualitaria, en la cual evolucione en forma natural un doble juego
de carreras. En otra familia la primacía de la conducta de los padres puede confluir con la
aparición de la crianza de los hijos como importante tema del desarrollo. Por último, en su fase
final de plena madurez (y también fase de expansión) la familia se orienta hacia el futuro. La
atención pasa de una concentración en la selección de opciones temáticas, un esta blecimiento de
prioridades de desarrollo, a una concentración en el "lugar de la fami lia en la historia”.
De tal modo, las relaciones de familia pasan por un proceso de envejecimiento muy análogo al
envejecimiento biológico de las personas. Hablando en términos ge nerales, las fases de
maduración de este proceso de envejecimiento de las relaciones son (1) una fase de apego; (2)
una fase de estabilización y (3) una fase de pérdida. Las fases biológicas análogas son las de
crecimiento rápido, maduración adulta y senectud. Pero la diferencia crucial en el caso de las
familias es la de que las relaciones interge neracionales se superponen, Es decir, que por lo
menos en una ocasión de su vida las personas son miembros, en forma simultánea, de dos
familias superpuestas. Este fac tor es el que introduce una dinámica singular en el curso del
desarrollo de la familia.
También por ese motivo, la mejor manera de describir las fases de maduración sistémica no es
sólo en términos biológicos (envejecimiento), sino, además, en tér minos psicológicos
(cognoscitivos). Así, se debería pensar en la primera fase de madu ración sistémica, no sólo
como una fase de apego, sino también como una fase domi nada por el establecimiento de una
identidad de familia única. La fase intermedia no es solamente de estabilización, sino, asimismo,
de compromiso relacional. Y por úl timo, la fase final es de aclaración y transmisión de la
identidad, así como una de gran des pérdidas.
Existe una estrecha analogía entre este modelo de maduración sistémica del desarrollo de la
familia y nuestro modelo anterior de regulación sistémica en las fami lias. Este último postulaba
la existencia de dos estructuras reguladoras profundas (el temperamento de familia y la identidad
de familia) que sirven, juntas, como "homeos tatos" que establecen líneas orientadoras para la
regulación de la vida de la familia. El temperamento de familia se concibió como una
construcción biológica; la identidad de familia se vio como una construcción cognoscitiva. El
segundo gran postulado fue el de que estas líneas de orientación reguladora se percibían con
mayor claridad (y a la vez eran reforzadas) mediante tres categorías de conductas reguladoras
observables (rutinas cotidianas, rituales de familia y estilos de solución de problemas a corto
plazo).
El modelo de maduración sistémica postula que el desarrollo de la familia tam bién es modelado
por fuerzas dinámicas subyacentes... fuerzas vinculadas con el pro ceso evolutivo natural del
envejecimiento de las relaciones en la familia. Y también en este caso se conceptualizan tres
procesos fundamentales como existentes en dos domi nios diferentes: uno principalmente
biológico, el otro principalmente cognoscitivo. Además, la mejor manera de observar tales
procesos consiste en seguir la pista de la atención de la familia a tres temas de desarrollo de nivel
superficial (definición de lí mites, temas de desarrollo y evolución de las creencias compartidas).
La maduración sistémica es un proceso que se despliega en el mismo orden-se cuencial
invariable para todas las familias (aunquea menudo en ritmos muy variables). Es decir, que
fuesen cuales fueren las edades de los participantes, la familia que crean sigue la misma línea
temporal de maduración sistémica. Cuando se casan dos personas cincuentonas, la familia que
crean es tan joven" como la formada por dos veinteañe ros. La sabiduría que esos cónyuges de
edad mediana ponen en sus relaciones puede ayudarlos a enfrentar de manera más eficiente los
problemas de desarrollo v.nculados con la primera fase de maduración sistémica, pero tales
problemas serán los mismos para ambos matrimonios. Tengan cincuenta o veinte años, la
necesidad de cefinición de límites tendrá prioridad sobre todos los demás temas. Es posible que
para los cin cuentones los límites deban ser trazados entre el nuevo matrimonio y sus ex
cónyuges (antes que entre los recién casados y los respectivos padres), pero en esencia las tareas
son comparables.
El crecimiento y desarrollo en las familias implica grados cada vez más eleva dos de
complejidad de organización. Visto desde la otra dirección, esto significa que para que las
familias maduren como sistemas deben poseer el grado necesari) de com plejidad (capacidad
funcional, refinamiento de la comunicación y demás) para soste ner ese crecimiento. Dado que,
en el fondo, la maduración sistémica depence en gran medida de la naturaleza de la evolución de
las relaciones en la familia, cuanto nás com pleja y refinada sea la indole de dichas relaciones,
mayor será la capacidad del siste ma para mantener un alto grado de especialización. Cuanto más
primitivos y básicos sean los tipos de relaciones establecidas en la familia, más probable es que
ésta sea bá sica e indiferenciada en el plano del desarrollo.
Como el alcoholismo es un estado de gran complejidad, una familia que se orga niza en torno del
alcoholismo como gran tema vital puede haber establecico un refi nado juego de relaciones
internas y externas para respaldar ese tema vital Así, dentro de esa visión del desarrollo de la
familia, la familia alcohólica es una que ha alcanza do un alto nivel de complejidad sistémica... y
sin duda no es una forma priraitiva pa ra el avance del desarrollo de la familia.

Las tres fases de maduración sistémica

La primera fase: establecimiento de límites y formación de la identidad

Familias normativas. La primera fase del desarrollo de la familia es ea muchos sentidos la más
dinámica e incitante. No sólo está la sensación de empezar de cero, sino que es un período de
intensa actividad y rápidos cambios. La mayoría de las familias inician esta fase con un
sentimiento de optimismo respecto del futuro y de su capaci dad para hacer frente a lo que se le
cruce por el camino. Se trate de una familia de jó venes recién casados, de una familia mixta o de
un segundo matrimonio de personas de edad, en ningún otro momento de la vida cotidiana trae la
vida tantos interrogantes que contestar y tantas nuevas perspectivas. Porque ése es el período en
que la familia debe trabajar para establecer los alcances de sus límites sistémicos y la naturaleza
de sus sistemas de reglas y creencias compartidas.
No importa cuál fuere el tipo de familia, los temas críticos del desarrol o para las de la primera
fase son la necesidad de establecer una estructura y una identidad como sistema independiente,
libre. Fuesen cuales fueren las características de la composi

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rán repetidos en la familia recién formada. Las reglas que gobiernan las relaciones conyugales es
un vehículo tán conveniente para encarar este aspecto como lo es el re glamento de las visitas por
los padres. Es decir, que una de las maneras de asegurar la continuidad de las creencias
compartidas de determinada familia de origen consiste en establecer en la nueva familia el
mismo tipo de matrimonio que tenían los padres de uno.
Es frecuente que el comportamiento de los integrantes de la familia en ese perío do parezca
contradictorio. Es posible ver, por ejemplo, que una joven pareja estalla cuando los padres
sugieren una visita, pero que reproduce con cariño los rituales de la hora de la cena que vincula
con esos mismos padres, y asigna tareas dentro del hogar tal como lo hacían sus padres. Pero en
rigor estas conductas en apariencia paradójicas no son en modo alguno incompatibles. La pareja
no hace otra cosa que elegir ciertos comportamientos como vehículos para establecer límites en
torno del joven matrimo nio (visitas de los padres), pero al mismo tiempo permite que la
continuidad de los temas de identidad de las familias de origen se exprese por medio de otras
conductas (rituales de la hora de la cena). Ambos objetivos son importantes para la familia de la
primera fase; de ahí que ambos deban ser encarados, si la familia quiere pasar con éxi to por esa
fase del desarrollo.
TFFUNT
ción de esa nueva familia, sus miembros habrán provenido por lo menos de dos fami lias de
origen distintas, que tienen sus propias ideas acerca de cómo se debe vivir la vida. Esta dinámica
fundamental -las tensiones e intercambios que ocurren entre sis temas de familia múltiples y
superpuestos- es la que hace que esta fase del desarro llo resulte tan vibrante e incitante. En
ningún otro momento del ciclo vital son tan inten sas las oscilaciones sistémicas internas; en
ningún otro momento parecen tan altas las puestas. Porque se trata nada menos que de la
capacidad de la nueva familia para so brevivir como una unidad plenamente independiente,
distinta de sus familias de origen. A este imperativo del desarrollo se yuxtapone el deseo de
ambas familias de origen, de mantener a la nueva familia unida a sí en forma estrecha, y fiel a la
identidad de la an tigua familia.
Aunque durante esta fase se realizan muchos esfuerzos al servicio del estableci miento de reglas
básicas para el funcionamiento de la familia (distribución de tareas, asignación de espacio, reglas
de conducta sexual, reglas relacionadas con las amista des de afuera), el tema crucial es el de qué
hacer con las dos familias de origen. Cada miembro de una familia de la primera fase ha sido
hace poco un importante participan te en lina familia de origen que tenía sus propias reglas de
conducta y su propia serie de temas y prioridades de desarrollo. El sentimiento de lealtada esa
familia anterior va ría mucho de una a otra persona. Una puede experimentar un gran sentimiento
de afec to y lealtad hacia su familia de origen. Dicho sentimiento de fidelidad puede adoptar la
forma de un deseo de continuar, en la nueva familia formada, con importantes ca racterísticas de
la familia de origen. Otra persona puede poseer sentimientos muy di ferentes. Es posible que
decida establecer una nueva familia que resulte tan diferente de la de origen como se pueda
imaginar.
La excitación de la primera fase proviene, en parte, de las formas plenas de in ventiva que las
familias idean para desarrollar la lucha por sus identidades nacientes. En algunas familias, el
asunto puede ser puesto en escena en forma espectacular en re lación con las "reglas de visitas”.
Para los recién casados, este concepto puede tradu cirse en un juego de reglas acerca de cuán a
menudo y con qué anuncio previo se per mitirán las visitas de los padres. En una familia mixta,
la lucha puede entablarse en lo relacionado con los criterios de la tenencia de los hijos.
En otras familias, la distribución del espacio en el hogar y la decoración de la ca sa pueden ser
los temas metafóricos que provoquen las batallas más intensas. ¿El re galo de bodas de una tía
favorita debe estar en un lugar destacado de la sala, o habrá que relegarlo a un armario porque
sencillamente "no es de nuestro gusto"? ¿Es impor tante que cada hijo de una familia mezclada
tenga su propia habitación, o tendrán la misma? Y si estarán juntos, ¿qué reglas se emplearán
para determinar las combinacio nes: los hermanos estarán unidos para reflejar la primacía de la
identidad de la fami lia anterior por sobre la nueva, o se los mantendrá separados para imbuirlos,
desde el principio, de la idea de que esa nueva familia tendrá sus propias maneras de hacer las
cosas?
Como lo indican en el acto estos ejemplos, las tan familiares luchas de la fami lia de la primera
fase son, en el fondo, luchas para establecerlímites. Muchas de las pen dencias implican la
estructuración de límites internos: relaciones entre hijos de una familia combinada; relaciones
conyugales de los recién casados. Pero inclusive cuan .do el centro del problema es la
organización interna de la familia, el problema subya cente es el establecimiento de límites entre
la nueva familia y las familias de origen. En cada caso, el tema es el de qué aspectos de una u
otra de las familias de origen se
Familias alcohólicas. ¿Y qué decir de la primera fase de desarrollo en la familia alcohólica?
¿Estas familias se enfrentan a un grupo distinto de problemas de desarro llo? ¿Les impone el
alcoholismo una serie de exigencias singulares para su desarrollo? La respuesta es no. Las tareas
de desarrollo de la primera fase de la maduración sisté mica de la familia son universales. Pero la
introducción del alcoholismo acarrea impor: tantes consecuencias para el proceso de formación
de la identidad, durante la prime. ra fase. Esos factores también pueden acentuar en considerable
medida las tensiones que existen entre las familias de origen y la nueva familia, tensiones que se
desarrollan en tomo de la formación de límites durante la primera fase. Aunque siempre es posi
ble introducir modificaciones, e inclusive desecharlas en el futuro, si resultan insatis factorias,
por el momento la familia ha establecido un compromiso. El período de exploración de las
opciones ha sido reemplazado por un sentido de objetivos, de con ducta organizativa, de
regularidad de la vida.
Cuando el alcoholismo sale a la superficie en una familia, una de las decisiones que ésta debe
adoptar es la de enfrentar ese desafío o transigir con él. Si bien no es ne cesario que se trate de
una decisión consciente por parte de la familia, si ésta elige el camino de la transacción, es muy
probable, como se dijo antes, que a la larga el alco holismo se convierta en un principio
organizador central de la vida de la familia. Es de cir, que el alcohol será incorporado a la
identidad en surgimiento de ésta...
Las luchas que se desarrollan en las familias de la primera fase, en relación con el alcohol, son
muy anteriores a la formación concreta de la nueva familia. Muchos ni ños que crecen en
familias alcohólicas llegan a sus propios matrimonios con firmes ideas en cuanto a si el
alcoholismo será tolerado o no en ellos. Un importante factor en la elección de la pareja puede
ser el de si existe o no una evidencia de alcoholismo en el futuro cónyuge (en este caso,
alcoholismo puede ser el consumo activo de bebida por parte del cónyuge, o una historia de
alcoholismo en la familia de origen de éste). Por otro lado, muchos hijos de alcohólicos parecen
completamente ciegos en lo que respec: ta a advertir señales de alcoholismo en un futuro
cónyuge.
Como el alcoholismo es un estado de familia, con una probable predisposición
genética, las simientes de una futura identidad alcohólica fueron sembradas a menu do en una
familia de origen que es a su vez una familia alcohólica. Es probable que la importancia que un
hijo de tal familia asigne al establecimiento de una identidad no al cohólica en su propia familia
resulte ser un factor fundamental, tanto en el proceso de elección de la pareja como en la manera
en que se enfocan los problemas de la iden tidad durante la primera fase.
"esperar a ver" en lo referente a si el matrimonio funciona o no... Esta familia se en cuentra
todavía en su primera fase de desarrollo.
La fase intermedia de desarrollo es por lo general la más prolongada dei ciclo vi tal de la familia.
Durante ese lapso se hace más lento el ritmo general de cainbio. En contraste con la cualidad de
gran oscilación de la primera fase expansionista, la fase in termedia se encuentra dominada por
fuerzas reguladoras, no por las de crecimiento. De ahí que durante esta fase se destaquen más las
conductas reguladoras observables: rutinas de todos los días, rituales de familia, estrategias de
solución de problen iasa.cor to plazo. En algunas familias dominan la vida hasta tal punto, que
congelan en la prác tica el desarrollo de las relaciones en el seno de la familia. En otras, aunque
siguen predominando, es posible que se las ejerza con flexibilidad, con lo cual deja i amplio
margen para la continuación de un crecimiento ordenado dentro de la familia.
La fase intermedia: compromiso y estabilidad.
Familias normativas. La fase intermedia del desarrollo de la familia es un pe ríodo de
consolidación ordenada. Se caracteriza por el surgimiento de tres caracterís ticas. La primera es
el compromiso con una cantidad finita de temas de organización centrales para la vida de la
familia. Al cabo de un proceso de negociaciones delicadas, y con frecuencias tortuosas, en la
primera fase, entre miembros de la familia, cada uno de los cuales ha sido un defensor de
diferentes prioridades de desarrollo, se establece un compromiso con un número finito de
opciones que representan, en conjunto, el sen timiento emergente de orientación de la familia.
Cosa de igual importancia, la familia ha excluido las opciones alternativas, que por atrayentes
que fueren, no formarán parte de su vida. En su lugar se encuentran ahora los temas centrales de
la vida de la familia.
La segunda característica de la etapa intermedia del desarrollo es el compromi so con un grupo
de reglas estables y coherentes, respecto de las conductas y relacio nes en el seno de la familia.
En este caso, coherencia no significa necesariamente rigidez. La familia puede decidir que la
ejecución flexible de las funciones, en lo re ferente al trabajo, a la crianza de los hijos, a la
responsabilidad en materia de relacio nes sociales y demás resulta preferible a la asignación de
funciones estereotipadas e inflexibles. Pero una vez más, la clave es que se ha adoptado un
compromiso; la fami lia ha hecho una elección,
La tercera característica de la fase intermedia es el surgimiento de una serie de programas de
conducta repetitivos, muy estructurados, para la organización de las ru tinas cotidianas de la
familia, de los acontecimientos especiales (asuetos, vacaciones y demás), y estrategias para la
solución de la multitud de problemas de la vida diaria, que surgen en la existencia de cada
familia. Estos programas de conducta proporcio nan coherencia y estructura a la vida de la
farnilia. Pero también cumplen con otra fun ción crítica: refuerzan y conservan (por medio de su
ejecución repetitiva) los compro misos subyacentes y las reglas que la familia ha establecido
como parte de su avance hacia la fase intermedia de desarrollo. En ese sentido, estas conductas
también cum plen una función reguladora en la familia.
Si bien la fase intermedia del desarrollo de la familia varía mucho de una a otra de éstas en una
de ellas será una fase de enorme riqueza, de logros y emocionantes aventuras nuevas; en otra
representará la anulación de sueños atesorados, o un perío do caracterizado por el aburrimiento y
la tiranía de rutinas cotidianas“ dicha fase só lo se presenta cuando aquéllas se han
comprometido con un grupo finito de opciones. La familia que todavía se siente a la deriva en su
ambiente físico; que siente que una decisión en cuanto a tener hijos o no tenerlos "es prematura
en este momento"; que no se ha establecido un compromiso perdurable en materia de
ocupaciones; que continúa riñendo con las familias de origen respecto de la organización de las
fiestas; de la fre cuencia y formalidad/informalidad de los contactos; y que todavía tiene una
actitud de
Familias alcohólicas. La clave para la comprensión del desarrollo de la fase in termedia en la
familia alcohólica es lo que ocurre con las conductas reguladoras de ta les familias. Como ya se
examinó en el capítulo 3, uno de los principales impactos que ejerce el alcoholismo crónico
sobre la vida de la familia es su capacidad de in Jadir las conductas reguladoras de ésta. El
ejemplo más espectacular es el que se produce cuan do las conductas vinculadas con la
embriaguez se incorporan a las estrategias de solu ción de problemas a corto plazo de la familia.
Pero la disposición de éstas en cuanto a modificar la conducta ritual para adaptarse a un miembro
alcohólico de la familia es asimismo un claro ejemplo de ese proceso de invasión. De la misma
manera, la orga nización insidiosa de rutinas cotidianas en tomo de las características tempcrales
de una pauta de consumo de bebida muestra que también las rutinas pueden ser ir.vadidas por el
alcoholismo.
De tal suerte, el poderoso impacto del alcoholismo sobre las conductas regula doras de la fase
intermedia puede verse en cada uno de los tipos de comportamientos que hemos destacado en el
modelo HYF. Más aun, en cada caso el proceso de invasión: conduce a una alteración
fundamental de tales conductas en dirección a una ampliación de los aspectos compatibles con el
alcoholismo, y de una reducción comparabe de los rasgos incompatibles con éste. El resultado
probable de esta deformación de las con ductas reguladoras es un refuerzo de las conductas
alcohólicas.
Esto no significa que la familia alcohólica de la fase intermedia tenga la inten ción consciente de
reforzar la conducta de consumo de bebida de su miembro alcohó lico. Es muy probable que la
familia niegue con energía semejante intención, si se le hiciera la pregunta en forma directa. Pero
como el proceso de invasión ocurre con len titud, y la familia realiza de a poco sus adaptaciones
al alcoholismo, la distar cia que ha recorrido ésta sólo se advierte con facilidad cuando ya se han
producido cambios de importancia. Pero el efecto acumulativo es poderoso... las conductas
regulac oras de la familia representan entonces un papel de importancia en lo que se refiere a
manie ner la conducta alcohólica crónica.
Cuando se arraiga esa invasión de las conductas reguladoras, la familia.xlcohó lica de la fase
intermedia también se vuelve más rígida en térninos de desarrollo. Se organiza entonces de
manera de embotar el impacto desestabilizante del alcoholismo, pero también actúa para frenar
cualquier hecho potencialmente estabilizante ce la vi da familiar. En este caso están incluidas las
oscilaciones del desarrollo normativo vin culadas con el cambio de la unidad individuo, que ya
hemos dicho que forma parte de la vida de la familia en la fase intermedia.

98
De tal manera, en la familia alcohólica, temas de desarrollo normativo tales co mo el crecimiento
individual (digamos, por ejemplo, el paso a la adolescencia, o los cambios en la carrera) son muy
mal atendidos. Es muy frecuente que se haga caso omi so de ellos como tema de la familia, y se
deje que los integrantes de ésta se las arreglen por su cuenta. De ahí las declaraciones sobre el
abrumador sentimiento de aburrimien to y de distancia emocional, que emiten las personas que
crecen en tales familias. Ein clusive cuando se les presta atención, esas presiones del desarrollo
normativo son com batidas y ahogadas en forma activa, en lugar de ser percibidas como
saludables desa fíos para el crecimiento.

La última fase: aclaración y legado

Desarrollo normativo de la familia. La mejor manera de caracterizar la última fa se de desarrollo


de la familia es decir que se trata de aquella en la cual el enfoque de la familia se desplaza de
manera gradual, del presente al futuro. Durante la fase inter media, la elaboración cotidiana de
decisiones, las rutinas cotidianas, los días festivos y las vacaciones dominan la vida de la familia.
Los principales hitos de los desplaza mientos en la organización de ésta son estimulados por esas
microexpansiones produ cidas por el agregado de nuevos miembros, la mudanza a nuevos
hogares, los cambios en los marcos laborales y las rutinas vinculadas con nuevos puestos de
trabajo. Estas microoscilaciones en la vida de la familia son seguidas a su vez por períodos de
reesta bilización, y la familia pasa entonces a ese nuevo plano de organización. En ocasiones,
ésta siente la vida, en la fase intermedia, como tumultuosa, pero es más frecuente que la
existencia parezca muy estable y predecible. Aunque la familia organiza su vida en torno de una
serie de grandes temas vitales, estos temas son a menudo fenómenos de segundo plano. Durante
esta fase, los problemas de identidad son más implícitos que explícitos.
Hacia el final de la fase intermedia, surgen por lo general dos desafíos que sirven para quebrantar
la habitual coherencia y estabilidad de la vida en dicha fase. El primero es la confluencia de una
gran cantidad de pérdidas, poco comunes, experimen tadas por la familia. Entre dichas pérdidas
figuran, no sólo la desesperación física de importantes miembros de la familia-abuelos que
fallecen;padres que se vuelven frá giles; hijos que se van de la familia para fundar la suya
propia-, sino también cam bios tales como el retiro o la disminución de la productividad en el
trabajo, que repre sentan pérdidas para las personas de quienes se trata. El segundo desafío
proviene, no de pérdidas sufridas por la familia, sino de una serie de nuevas adquisiciones. Mien
tras la familia se enfrenta a pérdidas, también es desafiada por la presión de nuevos miembros y
nuevas ideas. Por ejemplo, los nuevos amigos de los hijos y las relaciones románticas traen
consigo perspectivas y valores diferentes. Es frecuente que los miem bros de la familia se
esfuercen intensamente para lograr que esas nuevas ideas sean in corporadas a las costumbres,
los valores y las prioridades de desarrollo de la familia.
A medida que estas presiones comienzan a crecer, ejercen un tensión cada vez mayor sobre las
conductas reguladoras de la familia para conservar la estabilidad. El ambiente interior de ésta
empieza a mostrar grietas, y los límites de la familia se corroen en los bordes. Frente a estas
presiones en ascenso, la familia tiende a replicar, casi siempre, con el refuerzo de las conductas
existentes. Esta es una respuesta conductal
que terapeutas estratégicos de la familia han denominado “otro tanto de lo mismo", Este estilo de
respuesta, una especie de amedrentamiento de los miembros de la fami lia para conseguir que
todos obedezcan y abandonen sus deseos de cambios en la conducta de ésta, funciona a menudo
con suma eficacia. Cuando ello es así, la fami lia logra volver a estabilizarse en su antiguo plano
de organización, y entonces la fa se intermedia de desarrollo avanza con rapidez. Pero este estilo
de respuesta tiene un precio: cuanto más exito obtiene la familia en lo relativo a neutralizar las
presiones de desarrollo engendradas por aquellas pérdidas y agregados, más probable es que se
ins tale una rigidez en lo referente al desarrollo, que en la práctica congele a la familia en el
tiempo.
Una segunda respuesta, más aplicable, a estas presiones del desarrollo es movi miento gradual en
dirección de un nuevo plano de éste, un plano que llamamos fase final del desarrollo. La
característica más significativa de este movimiento hacia la últi ma fase es la creciente
concentración de la familia en lo que denominaremos su “lugar en la historia”. Porque en ese
punto de su ciclo vital tiene la familia que ampliarse y mul tiplicarse, o bien encarar la
posibilidad muy real de caer en el olvido. Una vez más, la preocupación por una redefinición de
los límites de la familia se convierte en un pro blema de desarrollo de primera prioridad. Pero un
tema más imperioso aún es el reno vado interés por la identidad de la familia.
Esta identidad fue también un problema de suma importancia durante la prime ra fase del
desarrollo. Pero en ese momento, el hecho central era la necesidad de de finir las maneras en que
la familia recién formada era distinta de sus dos familias de origen. Ahora, cuando la familia
avanza hacia la última fase de desarrollo, el enfoque se concentra en lo común antes que en la
singularidad. La meta principal es entresacar: de todas las reglas, los valores y demás, que
componen la percepción compartida por: la familia respecto de su identidad, los aspectos más
centrales, más claramente repre sentativos de la esencia de la familia como grupo.
¿Por qué es tan importante dicho proceso en esta fase del desarrollo? Porque el tema central del
desarrollo que la familia tiene ante sí es la preservación de su identi dad. Si el sistema de familia
quiere sobrevivir a esa fase siguiente de macroexpansión, tiene que clonificar en la siguiente
generación una representación exacta de sí misma y de sus valores. Después que la siguiente
generación de la familia se haya separado, debe estar en condiciones de versereflejada con
claridad en esa nueva familia. Una bue na metáfora en relación con este proceso es la noción de
un legado de familia, una especie de cápsula del tiempo en la cual la familia coloca los
elementos que, en la for ma más condensada, comunica a las generaciones futuras la esencia de
la familia actual:
Se trata de un proceso de dos pasos. En el primer paso, la familia tiene que iden tificar lo que
quiere transmitir. En el segundo, de alguna manera debe arreglárselas para transmitir este
paquete condensado de temas, valores y reglas a la generación siguien te: Por lo tanto, el primer
paso es de clarificación y destilación de los aspectos nuclea res de la identidad de la familia. El
segundo es la transmisión de esa versión conden sada de su identidad a la generación siguiente.
El proceso de clarificación de la identidad exige que durante la última fase se vuelva explícito lo
que en la vida de la familia estaba implícito. Lo que antes no se enun ciaba, ahora se comunica a
gritos a todos y cada uno de quienes quieren escuchar. Ahora se habla de conductas que antes se
realizaban en forma más o menos maquinal, y se las define en detalle antes de ponerlas en
práctica. Por ejemplo, el ritual de un día festivo

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que durante la fase intermedia podía realizarse con los ojos cerrados”, ahora debe ha cerse de
modo muy explícito. Los miembros de la familia hablan ahora con franque za de los aspectos del
ritual que es preciso conservar, porque de lo contrario "no será una Navidad". Antes, todos los
integrantes de la familia confiaban unos en otros pa ra sintonizar la misma longitud de onda, y
por consiguiente para saber con exactitud qué debían hacer.
Se podría comparar el proceso con el de redactar un testamento. Cuando se dic ta un testamento,
el interés principal es la conservación del legado, que sin duda inclu ye bienes financieros, pero
también instrucciones acerca de importantes posesiones, simbólicas, y respecto de cómo debería
construirse la familia de la generación siguien te (a menudo, la definición de quién recibe el
dinero es una declaración de cómo de berá usarse el legado para preservar importantes
características de la familia).
Quien haya pasado por el proceso sabe que la primera versión de un testamen to es con
frecuencia una forma más o menos aproximada e indiferenciada de cómo se deben distribuir los
bienes. Es preciso redactar versiones posteriores para reflejar el sentido cada vez más refinado
del legado, que se desarrolla a lo largo de los años. De la misma manera, el surgimiento de una
herencia de familia es un proceso que puede extenderse a lo largo de muchos años. Es posible
que pase por múltiples revisiones, a medida que se despliega el proceso de clarificación. Puede
darse un intento inicial de Tedactar tal testamento cuando el hijo mayor de la familia se va del
hogar, pero los acon tecimientos posteriores podrían convencer a la famila de que todavía no lo
"tiene es crito a la perfección". De modo que es necesario llevar a cabo nuevos trabajos para
refinar y aclarar aun más los aspectos de la identidad de la familia que integrarán el tes tamento.
Así, como sucede en otras fases de la maduración sistémica, la última fase no es estática.
ductas relativas al alcohol como parte de las estrategias de soluciones de prot lemas de corto
plazo vuelve a ser discutido por algunos miembros de la familia.
Frente a esta creciente presión para que adopte una actitud acerca de 30 identi dad alcohólica, la
familia se ve obligada a efectuar una declaración explícit: en rela ción con el alcoholismo. A su
vez, la indole de esta declaración determina cu il, de una cantidad de opciones posibles, elegirá la
familia cuando pase a la fase final. I'or ejem plo, puede responder pasando de un estado de
consumo a uno abstemio, a esa altura de su desarrollo, y tratar de dejar atrás el alcoholismo.
Aquí diríamos que la fimilia ha abandonado por completo su identidad alcohólica. Por
consiguiente, podríamos llamar a esta opción la "estable, abstemia, de la familia no alcohólica”.
Por otro lado, la fami lia puede responder reiterando su negativa a dejar de beber y continuar
adar tando las conductas reguladoras a las necesidades de su miembro alcohólico. En ese caso
diría mos que ha optado por una identidad de "familia alcohólica estabie”, y este tipo de iden
tidad tan diferente decidirá la dirección del desarrollo durante la última fase, -n el caso de esta
segunda familia.
Dos factores hacen que el paso a la última fase resulte extraordinariamente trau mático para la
familia alcohólica. El primero es la extrema rigidez de las conductas reguladoras características
de la familia alcohólica de la fase intermedia. Esta rigidez significa que la familia mostrará una
extraordinaria resistencia a los tipos de: cambios que resultarán necesarios si quiere recorrer con
éxito la transición a la última fase. Co mo se señaló más arriba, estas familias tienden a
interpretar los desafíos del cambio, no como oportunidades para la reevaluación y el crecimiento,
sino como pel gros para la homeostasis de la familia. Las reacciones "desmedidas” que estas
familia s eviden cian cada vez que se pone en discusión la estabilidad general, hacen que rezulte
difí cil encarar el creciente proceso de clarificación de la identidad durante la úl ima fase.
El segundo factor que compromete el desarrollo de la última fase en estas fami lias es el impacto
potencial de la pérdida del alcohol a lo largo del desarrollo. El alcohol es un tema de desarrollo
tan importante para estas familias, que su pérdida provoca da por una interrupción precipitada de
la bebida, a consecuencia de alguna crisis vincu lada con el alcohol, como por ejemplo una
hospitalización por hemorragias gas trointestinales), cuando se produce, es muchas veces el
estímulo para el pas de la fa se intermedia del desarrollo a la última. Si bien es posible que la
pérdida del alcohol sea el producto de una evolución natural en el seno de la familia, el hecho de
que tam bién puede ser estimulada por factores no vinculados con el desarrollo significa que el
curso general de éste depende, hasta cierto punto, de sucesos exteriores. Por lo tanto, se acentúa
en gran medida la posibilidad de una importante deformación del desarro llo, en esa etapa.
Familias alcohólicas. ¿Cómo son expuestos los temas del desarrollo de la última fase en la
familia alcohólica? El primer problema de ésta -el de la aclaración y des tilación de la identidad
— se convierte en el asunto de si la identidad alcohólica de la familia será uno de los elementos
que se depositarán en la cápsula del tiempo; el de si una identidad alcohólica formará parte del
legado de la familia a las futuras generacio nes. A todo lo largo de la fase intermedia, la familia
ha sido puesta a prueba en repe tidas ocasiones, en relación con la fuerza de su compromiso con
el alcoholismo como principio organizador de la vida de la familia. Es muy probable que haya
habido cri sis médicas, crisis relacionadas con el trabajo y otras, que imponen a la familia una de
cisión acerca de si deberá trabajar con vistas a la sobriedad o permitirá que esos otros problemas
se enconen, al servicio del mantenimiento de una vida alcohólica. (Recuér dese que estas
decisiones no son necesariamente conscientes.) De vez en cuando, los hijos y los miembros de la
familia ampliada también han intentado presionar a la fa milia para llevarla a la sobriedad. Pero
estas presiones, estas oscilaciones durante la fase intermedia, no tienen el mismo peso que las
que surgen cuando la familia comien za a enfrentar las pérdidas y los nuevos agregados que
inician el paso a la última fase.
Entonces la familia debe aclarar su posición en lo que se refiere al alcoholismo, y formular esa
aclaración de manera muy condensada. Lo que sucede en relación con el alcoholismo es
exactamente análogo a lo que ocurre con otros temas de la identidad. Las conductas vinculadas
con el alcoholismo que antes eran implícitas se han vuelto ahora explícitas. Sigue entonces una
batalla renovada, para decidir si la familia adap tará los rituales y las rutinas a las necesidades
de su integrante alcohólico. El uso de con
Líneas temporales del desarrollo de la unidad individuo
Aunque la maduración sistémica es el proceso de desarrollo fundamental en las familias, no es el
único capaz de modelar el rumbo del desarrollo de éstas. Además de ese proceso trascendente, el
ciclo vital de la familia también responde a las presiones para el desarrollo que emanan de uno u
otro miembro de ella. Estas presior es son de dos tipos diferentes. La primera es la pauta
desarrollista (de crecimiento de integran tes de la familia. La segunda es el surgimiento de
problemas de identidad s.ngulares, basados en cada persona; a causa de su naturaleza imperiosa e
intrusiva, tales proble mas adquieren una gran importancia desarrollista para la familia en su
totalid ad, así co
102
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mo para cada uno de sus miembros. El alcoholismo es uno de esos problemas.
En consecuencia, la forma general del ciclo de vida de determinada familia es in fluida, no sólo
por la maduración sistémica, sino también por la singular combinación de pautas de desarrollo de
cada miembro. Llamamos a este segundo factor línea tem poral de "crecimiento individual”.
Crecimiento individual y desarrollo de la familia
Al mismo tiempo que la familia madura como sistema, sus integrantes también avanzan por sus
propios senderos de desarrollo. Estas sendas son los productos de las historias biológica y
psicológica singulares de dichas personas. Aunque el crecimien to y el desarrollo individuales
también responden a factores ambientales (incluidos los factores de familia), resulta claro que
tienen una vida independiente del lugar que ocupe la familia como sistema. Por ejemplo, el
crecimiento biológico (infancia, niñez, ado lescencia) posee su propio reloj interior.
Como las familias se componen de individuos que tienen esos relojes indepen dientes
funcionando dentro de sí, se entiende que el crecimiento de la familia también será modelado por
las edades y las etapas de desarrollo de cada uno de sus integran tes. Cuando la familia agrega
nuevos miembros, esos niños traen consigo sus propias necesidades de desarrollo, y la conducta
de la familia tiene que modificarse y adaptar se a tales necesidades, si se quiere que el pequeño
crezca y se desarrolle en forma sa ludable. De la misma manera, las familias tienen que adaptar
su vida cuando reciben el desafío de necesidades de desarrollo individual tales como el paso a la
adolescen cia, las exigencias de la carrera en la edad mediana y la necesidad de ocuparse de los
padres ancianos.
Pero las familias son muy idiosincráticas en el ritmo y el ordenamiento secuen cial de los
desafíos desarrollistas impuestos por las necesidades de sus miembros. En una familia se suman
niños durante la primera fase de la maduración sistémica; en otra, sólo se los agrega cuando la
familia se encuentra muy avanzada en su fase intermedia. En una familia, el elenco de personajes
puede incluir a los hijastros así como a los nue vos hijos; en obra es posible que las tres
generaciones vivan juntas en una situación muy compacta.
La cantidad de combinaciones posibles --tanto en términos de composición de la familia como de
ordenamiento secuencial de los sucesos del desarrollo-es virtual mente interninable. De ahí las
dificultades que han encontrado los clínicos de la fa milia para construir modelos de ciclo vital
de la familia, ampliamente aplicables y basados en tales hechos del desarrollo individual. (El
modelo de desarrollo HVF se contrapone con claridad a los modelos del ciclo vital, como por
ejemplo el Hill-Duval, que basan sus conceptos de etapas en criterios de composición y de edad
de los indi viduos.)
Ello no obstante, también tenemos conciencia de que muchas familias identifi can sus etapas de
desarrollo como vinculadas en forma estrecha con las edades y las eta pas de cada miembro. Por
ejemplo, las parejas que están a punto de tener su primer hijo encuentran que pueden relacionarse
con otras parejas a quienes conocen en las clases de preparto. Es frecuente que sus problemas de
vida parezcan muy semejantes; es de cir, que sus existencias están muy dominadas por ese
poderoso acontecimiento, que es al mismo tiempo un suceso de desarrollo para uno de los
miembros de la familia. De igual modo, las familias en las cuales el hijo mayor avanza hacia la
adolescencia, o es tá a punto de dejar el hogar para ir a la universidad o a trabajar, también se
encuentran en compañía cuando hablan con otras familias de la misma etapa de desarrollo. Se en
tiende, pues, que la forma general del desarrollo de la familia también sufrirá una fuer te
influencia de tales acontecimientos.
Propiedades individuales singulares
Y tenemos un último factor con el cual lidiar. El desarrollo de la familia puede ser también muy
sensible a condiciones o características singulares de personas inte grantes de la familia. Cuando
estas propiedades individuales persisten durante perío dos prolongados, son tan intrusivas,
imperiosas e invasoras de la vida de la familia, que se convierten en temas de desarrollo en el
plano de ésta, tanto como en el individual. A medida que la conducta y las prioridades de la
familia se ven cada vez más influi das por estos factores (por lo general son pocos), los temas de
la identidad de la fami lia y las decisiones respecto del desarrollo comienzan a ser modelados por
la reorga nización de la familia en torno de este tema “individual".
Unos pocos ejemplos ayudarían a aclarar lo que queremos decir. Supongamos que una familia se
organiza alrededor de problemas de trabajo y de carrera individua les. En tal familia, no sólo es
posible que las rutinas y los rituales se organicen de mo do de adaptarse a horarios y necesidades
del trabajo, sino que la visión compartida de la familia respecto de sí misma puede llegar a
centrarse en torno de valores de produc tividad y de la ética del trabajo; es posible que las
conductas orientadas hacia la me ta adquieran primacía sobre la comunicación de sentimientos,
etc. En otra familia, el tema de identidad central puede ser la crianza de los hijos. O sea, que su
producto prin cipal serían sus hijos: siente que imprimirá su marca en la sociedad por medio de
los logros de éstos. Por consiguiente, los recursos y las conductas de la familia deben orien tarse
a obtener el máximo de posibilidades de que los hijos concreten todas sus capa cidades
potenciales.
Para nuestros fines, el tema de la influencia potencial de las propiedades de la unidad del
individuo sobre el desarrollo de la familia es de singular importancia. Por que, como ya se ha
subrayado repetidas veces, el alcoholismo crónico (que en lo fun damental es una propiedad del
miembro alcohólico de la familia) tiene la capacidad de convertirse en ese problema central de la
identidad para las familias. En rigor, todo el concepto de familia alcohólica está construido en
torno de esta premisa: Lo que podría iniciarse como un problema de conducta basado en el
individuo puede llegar, con suma facilidad, a absorber cada vez más tiempo de una familia, y
cada vez más energía. Así, en las familias alcohólicas, el alcohol no es sólo un tema de identidad
nuclear, y no só lo las conductas reguladoras de la familia son influidas con energía por la
invasión del alcoholismo, sino que la forma del crecimiento y desarrollo de la familia puede ser,
en importante medida, sensible a las singulares exigencias que le imponen el alcoholis mo y las
conductas vinculadas con el alcohol.

Coherencia del desarrollo y deformación del desarrollo


A medida que aumentamos, poco a poco, la lista de factores que pueden influir y modelar el
curso del crecimiento y el desarrollo de la familia, ha comenzado a aparecer la verdadera
complejidad del ciclo vital de la familia. Pero esta complejidad no es algo sin ton ni son; aunque
el curso del crecimiento y desarrollo de cada familia
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SHREE
es único, se puede considerar esta singularidad como el afinamiento de lo que todavía es un
fenómeno universal del desarrollo de la familia: su sensibilidad fundamen tala las propiedades
sistémicas nucleares de las familias como sistemas vivos. Es decir, que todas las familias deben
pasar por un sistema de maduración que produce fases cíclicas de expansión y consolidación
sistémicas, o que conduce a la muerte de la fa milia como unidad. Tal es la esencia de la línea
temporal de maduración sistémica.
Ello no obstante, el desarrollo de la familia responde a las necesidades y exi gencias singulares
de desarrollo de cada miembro de ella (incluidas características tan singulares como el
alcoholismo). La forma general del desarrollo de la familia es, pues, un producto integrador de la
confluencia de los problemas de cada integrante con la pauta básica de maduración sistémicą.
Es preciso subrayar la importancia de este punto. Así como las familias respon den a las
necesidades de sus miembros y a sus fundamentales problemas de identidad, así también el
desarrollo “sano" de la familia depende de la capacidad de ésta para in tegrar tales necesidades
individuales de sus miembros con el imperativo de que la fa milia responda a los factores
sistémicos de maduración como plantilla básica sobre la cual se modelarán en definitiva todos
los temas del desarrollo. Para que la maduración sistémica avance en forma ordenada y oportuna,
es preciso que exista una coherencia fundamental entre los dos tipos de líneas temporales
esbozadas más arriba (las de la unidad individuo y la unidad familia). Es decir, que el ritmo de
crecimiento de los miembros de la familia estimulados por sus singulares necesidades de
desarrollo tiene que integrarse a las fases de maduración sistémica, para que el crecimiento y
desarro llo de la familia sigan una dirección coherente y responsable.
Como importante corolario, cuando no se produce esa integración de las distin tas líneas
temporales, el desarrollo de la familia pierde su sentido de coherencia, y se disgrega la
maduración sistémica general. Hemos venido usando el concepto de defor mación del desarrollo
para describir este proceso. Por lo tanto, dentro de nuestro mo delo aparecen deformaciones del
desarrollo cuando las presiones convergentes de las líneas temporales de la unidad individuo y la
unidad familia resultan incompatibles. En esta situación, la maduración sistémica no puede
avanzar de manera coherente. Apa rece, en cambio, alguna alteración de ese proceso de
maduración, y tal modificación perturba el curso del desarrollo de la familia.
Para nuestros fines, la más importante de estas deformaciones son las que ocu Iren cuando
surgen incompatibilidades entre los problemas de desarrollo vinculados con el alcoholismo y la
maduración sistémica. En rigor, este problema es tan funda mental para nuestra comprensión de
la historia de la vida de la familia alcohólica, que sugiere que el factor más importante de la vida
de estas familias es la manera en que el alcoholismo crónico deforma su crecimiento y desarrollo
acostumbrados.
El impacto de un estado complejo como el alcoholismo sobre la maduración sis témica varía
mucho, por fuerza, entre familia y familia. No sólo varía la edad del co mienzo de la conducta
vinculada con la bebida alcohólica, sino que lo mismo ocurre con el contexto del uso de la
bebida, el grado de agresión física y verbal relacionada con ésta, la magnitud del deterioro
económico provocado por ella, y la medida de la dis gregación de las relaciones sociales y de la
familia. El hecho de que la bebida se use principalmente en el hogar, o con compinches, fuera de
éste, es apenas una de las mu chas variables contextuales vinculadas con el alcoholismo que
tienen un fuerte efec to sobre la vida de la familia. La actitud cultural hacia el alcohol es otro de
esos fac tores fundamentales.
Para tratar de obtener una mejor comprensión del impacto del alcoholismo sobre el desarrollo de
la familia, ¿cómo podemos encarar en forma constructivisus muchas combinaciones y
permutaciones? Si bien es cierto que las familias alcoh Slicas son de muchas variedades
distintas, la mejor manera de organizar un análisis de impacto del alcoholismo sobre el desarrollo
de la familia consiste en centrarse de manera explíci ta en las interrelaciones características entre
la conducta alcohólica y la maduración sis témica en tales familias.
Aunque no se debe minimizar la importancia de los problemas de crecimiento y desarrollo del
integrante corriente de la familia alcohólica, los efectos m is profundos del factor "unidad
individuo" sobre el desarrollo de la familia se dan co no resultado de las incongruencias entre los
hechos vinculados con el alcoholismo, por un lado, y la maduración sistémica por el otro.
Algunas de estas consecuencias son el resultado directo de los esfuerzos de la familia para hacer
frente al alcoholismo; otros proceden de factores intrínsecos del alcoholismo crónico, que surgen
con total inder endencia del rumbo del desarrollo de la familia.
Un ejemplo del primer tipo sería la hipertrofia de las conductas reguladoras de la familia,
características del desarrollo de la fase intermedia en las f:imilias alco hólicas: una inclinación
del sistema de familia hacia la morfostasis, cona ejamiento de la morfogénesis, independiente en
gran medida de otras necesidades sistémicas que aparecen en esa fase del desarrollo. Un ejemplo
del segundo tipo de cor secuencia es la repentina interrupción de la bebida, que podría ocurrir
como resultado de una crisis médica, un cambio en la situación alcohólica que presenta ante la
familii una modifi cación espectacular de las circunstancias, en momentos en que se organi:ra en
el plano sistémico para asegurar la estabilidad interna de la familia (y por lo tan o se encuen tra
mal colocada para encarar un cambio repentino y dramático).
Si tuviéramos que intentar una categorización de los distintos tipo:: de deforma ciones del
desarrollo que ocurren por lo general en las familias alcohólica: , deberíamos decir que se dan en
tres variedades. La primera son las deformaciones (ue se produ cen porque la familia es
inadecuadamente rígida y estrecha en su definición de temas aceptables del desarrollo. A estos
tipos de deformaciones los denominamos excesiva especialización temática. El segundo tipo
ocurre porque la familia pernianece dema siado tiempo en una fase de desarrollo. Una
denominación adecuada parii esta clase de deformación es la de detención del desarrollo. El
tercer tipo de deformaciones aparece porque la familia se ve obligada a encarar demasiado
pronto una impor ante tarea de desarrollo. Llamaremos cierre prematuro del desarrollo a este
último tip) de deforma ción.
Aunque estos tres tipos de deformaciones del desarrollo pueden ocurrir en cualquiera de las tres
fases de maduración sistémica, también existen moinentos carac terísticos del desarrollo en los
cuales es muy probable que surjan. La excesiva especia lización temática es una deformación
característica de la primera fase de desarrollo de la familia alcohólica. Por otro lado, la detención
del desarrollo ocurre nuy a menudo en la fase intermedia. Por último, el cierre prematuro del
desarrollo es la más impor tante deformación de la última fase,
Los tipos de deformaciones que pueden darse en cada fase nacen de los distin tos problemas de
desarrollo que existen en esa fase de maduración sistémica. Duran te la primera fase, cuando los
problemas cruciales son la formación de límites y de la identidad, un enfoque deformado de estos
temas puede culminar en uni excesiva es pecialización temática con la deformación consiguiente.
Por otro lado, curante la fase
.
.
106
107
CUADRO 4.2

Deformaciones del desarrollo en la familia alcohólica


Fase de desarrollo
Desafíos del desarrollo
Deformaciones típicas del desarrollo
Primera fase
Excesiva especialización temática
Fase intermedia
de la familia Crecimiento ordenado en
tomo de zonas de especialización
Detención del desarrollo
HII
Ultima fase
Clarificación y transmisión de la
identidad de la familia
Cierre prematuro del desarrollo

La primera fase del desarrollo


intermedia, cuando el compromiso y la estabilidad son los temas centrales, es proba ble que una
familia que ha desarrollado conductas reguladoras extraordinariamente ri gidas, como
consecuencia de la inclusión del alcoholismo, se resista a salir de esa fa se. El achatamiento
resultante del desarrollo es una deformación atribuible en forma directa a la permanencia
prolongada en la fase intermadia. Por último, como la pérdida del alcohol puede ser un
precipitante que empuje a la familia, de manera prematura, a problemas de desarrollo de la
última fase, el cierre prematuro del desarrollo aparece con mayor frecuencia durante la última
fase de éste.
En algunos de los ejemplos que describimos en capítulos posteriores, el proce so de deformación
es espectacular. Pero muy a menudo la influencia del alcoholismo sobre el desarrollo de la
familia es sutil; sólo se lo reconoce en forma retrospectiva, cuando se observa el ciclo vital de
una familia, deformado por las elecciones repeti tivas, en apariencia poco importantes, que la
familia ha realizado de manera consciente o inconsciente para adaptarse a las necesidades
especiales de su integrante alcohólico.
Otra manera de describir este fenómeno consiste en señalar que cuando el alcoholismo prende en
la familia, se produce un proceso interactivo en el cual, por un lado, la conducta de la familia
sufre cambios para adaptarse a la conducta alcohólica (respuesta reactiva), en tanto que, al
mismo tiempo, el alcoholismo se convierte en un principio organizador para la vida de la familia
(respuesta activa). De tal modo, aun que estas familias traten de asociarse al alcoholismo y se
adapten a la conducta inte raccional para reducir al mínimo el impacto de la situación sobre la
vida de la familia, también encuentran que el alcoholismo se convierte, en forma insidiosa, en un
modo de vida,
Este segundo aspecto de la fórmula es el que contiene las consecuencias más gra ves para la
familia. Porque ésta no sólo se aclimata a la coexistencia con el alcoholis mo, sino que en rigor
llega a contar con ciertos tipos de conductas vinculadas con éste como ayuda para la regulación
general de su vida. Y a medida que la familia constru ye su vida, cada vez más, en derredor de
las conductas y los problemas relacionados con el alcohol, ya no resulta suficiente pensarla como
una familia con un miembro al cohólico. Por el contrario, la denominación adecuada es ahora la
de familia alcohólica.
wotette
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